01polvos de Hadas
01polvos de Hadas
01polvos de Hadas
Úrsula era tan envidiosa que era capaz de todo. Y así lo demostró el día que las hadas organizaron
una fiesta.
Ese día, todas las hadas se pusieron muy guapas y volaron en el cielo mostrando todos sus
encantos. Alina y Gisela eran las más brillantes de todas y ese día estaban especialmente bellas.
Cuando Úrsula las vio, no dudó en ordenar a sus cuervos malvados que fuesen a secuestrarlas. Y,
mientras Alina y Gisela revoloteaban en el cielo los pájaros se lanzaron a por ellas.
- ¡Cuidado! ¡Cuidado! ¡Mirad esos pájaros tan feos! – gritaban el resto de las hadas desde el suelo.
Las hadas volaron y volaron para intentar escapar, pero los cuervos pudieron raptar a Gisela.
- ¡¡¡Noooooo!!! ¡¡¡Soltarla!!! – gritaban las hadas
Pero los cuervos se la llevaron a los mundos oscuros donde la bruja Úrsula le robó sus polvos de
hada y la encerró en una jaula.
- ¡Ja, ja, ja! ¡Por fin tengo mis polvos de hada! Ahora me convertiré en la más bella hechicera! –
gritaba Úrsula triunfal
La pobre hada se quedó apagada y triste sin sus polvos mágicos. Además la pobre ya no podía
volar.
El resto de hadas no podían permitir lo que estaban pasando y entre todas pensaron un plan para
salvar a Gisela.
Entonces, decidieron enfrentarse a la malvada bruja. Y así fue. Todas las hadas volaron hacia los
mundos oscuros. Fue un viaje muy duro y , aunque las hadas estaban agotadas, sabían que era
necesario para ayudar a su compañera. Se esforzaron mucho, sobreviviendo a las peores tormentas,
pero por fin encontraron a Úrsula.
- Venimos a rescatar a Gisela y no nos moveremos de aquí hasta que le devuelvas sus polvos de
hada – dijeron
En vacaciones fueron a visitar a sus abuelos. Ellos vivían en una casa en mitad del bosque donde
había muchos árboles y sitios para jugar. Un día, mientras corrían al lado del río, Juanito hacía rabiar
a su hermano continuamente así que al final Miguelito decidió esconderse en una casita de madera
que encontró por el camino.
Se quedó allí un rato esperando a que Juanito lo dejara tranquilo cuando, de repente, encontró una
caja que brillaba mucho. Era una caja preciosa, bastante pequeña y pintada con muchos dibujos
antiguos. Miguelito se acercó a la caja y la miró detenidamente hasta que la cogió y la abrió muy
despacio. Al abrir la caja, una voz muy dulce le dijo:
- Soy la caja mágica de los deseos. Puedes pedirme todo lo que quieras pero has de ser bueno y no
ser egoísta, sino me iré apagando poco a poco hasta no poder hacer realidad los deseos de ningún
otro niño nunca jamás.
Miguelito soltó la caja porque se asustó mucho al oír aquella voz, pero rápidamente se acercó de
nuevo y volvió a abrirla.
- Pídeme un deseo y te lo concederé, pero piénsalo bien porque tiene que ser un deseo importante -
dijo la caja.
Miguelito cerró la caja y la guardó en su mochila. Cuando llegó a casa de sus abuelos la escondió
debajo de la cama sin darse cuenta de que su hermano Juanito, estaba espiándole desde la
ventana.
Cuando Miguelito salió de la habitación, Juanito fue a buscar lo que su hermano había escondido y
se encontró con aquella preciosa caja. Cuando la abrió, la caja le dijo:
- Soy la caja mágica de los deseos. Puedes pedirme todo lo que quieras pero has de ser bueno y no
ser egoísta, sino me iré apagando poco a poco hasta no poder hacer realidad los deseos de ningún
otro niño nunca jamás.
Juanito, rápidamente, pidió a la caja que aquella habitación se llenase de golosinas para él sólo y la
caja le concedió el deseo.
Empezó a comer y comer hasta que llegó su hermano Miguelito. Éste vio todas aquellas chucherías
y pidió a Juanito que le dejara comer alguna, pero su hermano le dijo que todas eran para él porque
así se lo había pedido a la caja mágica.
Miguelito se enfadó mucho porque su hermano le había quitado la caja
y porque además estaba siendo egoísta al no querer compartir con él
ninguna golosina. Tenía miedo de que la caja se enfadara así que fue
corriendo a abrirla y fue cuando vio que la cajita ya no brillaba tanto.
Miguelito estaba muy feliz, porque la caja mágica había cumplido su deseo. Ahora su hermano
Juanito se portaba muy bien con todos y jugaba con él sin hacerle rabiar.
Los dos hermanos guardaron la caja mágica y siguieron pidiéndole deseos. Siempre pedían juntos
buenos deseos para su familia y sus amigos y la preciosa caja mágica nunca dejaba de brillar.
El conejito tenía una pelota con la que jugaban a muchos juegos divertidos, la ardilla tenía una
cuerda con la que todos saltaban a la comba y el ratón tenía unos cuentos que leía a sus amiguitos
cuando todos descansaban después de jugar.
Pasaban las tardes jugando y siempre estaban riendo. Nunca se enfadaban unos con otros, se
ayudaban en todo lo que podían y les gustaba compartir sus juguetes y divertirse juntos. Pero un día,
todo cambió…
Una familia de animalitos llegó a la aldea. Eran unas tortugas que venían de otro lugar y que
buscaban un nuevo sitio donde vivir. La tortuga más pequeña era de la misma edad que ellos y tenía
un juguete que nunca habían visto por la aldea. Era un juguete volador con una forma muy extraña.
La tortuguita lo hacía volar por toda la aldea mientras los animalitos miraban extrañados. Hasta que
un día todo se acercaron a preguntar:
¡Tortuguita, Tortuguita! ¿Qué es ese juguete?
La tortuguita los miró y respondió:
Es una cometa voladora
El conejito, la ardilla y el ratón se sorprendieron de ver aquella cometa y todos querían jugar con
aquel juguete tan divertido así que le dijeron:
¡Tortuguita, Tortuguita! ¿Quieres venir a jugar con nosotros y enseñarnos cómo jugar con tu cometa?
Todos los animalitos se entristecieron y se fueron a jugar con sus juguetes mientras veían como la
tortuga se divertía con su cometa voladora. No entendían por qué la tortuguita no quería jugar con
ellos.
Todas las tardes salían juntos a jugar con la pelota del conejito y la cuerda de la ardilla y siempre
terminaban escuchando los cuentos del ratón. La tortuguita no se acercaba a ellos y jugaba sola con
su cometa.
Un día, mientras todos los animalitos jugaban juntos, observaron como la tortuga se divertía con su
cometa, pero algo ocurrió. De repente, la cometa salió volando y se fue muy muy muy muy lejos y la
tortuguita se quedó triste porque no la encontraba por ningún sitio.
El conejito, la ardilla y el ratón vieron como la tortuguita se iba a su casa
triste y se dieron cuenta de que en los días siguientes la tortuguita no
salió a jugar como acostumbraba.
Llamaron a los pajaritos de la aldea para que volaran hasta la cima del árbol y entre todos
consiguieron la cometa voladora así que, muy contenta, fueron a buscar a la tortuguita para darle
una gran sorpresa.
La tortuga salió con el resto de su familia y todos vieron que los animalitos de la aldea habían tenido
un gesto muy bello con ellos. La tortuguita, muy feliz, dijo:
¡Es mi cometa voladora! ¡La habéis encontrado!
Los animalitos devolvieron a la tortuguita su juguete tan preciado y muy contentos por lo que habían
hecho fueron a jugar.
04EL PATITO FEO
Todos esperaban en la granja el gran acontecimiento. El
nacimiento de los polluelos de mamá pata. Llevaba días
empollándolos y podían llegar en cualquier momento.
El día más caluroso del verano mamá pata escuchó de
repente… ¡cuac, cuac! y vio al levantarse cómo uno por
uno empezaban a romper el cascarón. Bueno, todos
menos uno.
Su madre lo defendía pero pasado el tiempo ya no supo qué decir. Los patos le daban picotazos, los
pavos le perseguían y las gallinas se burlaban de él. Al final su propia madre acabó convencida de
que era un pato feo y tonto.
El pobre patito se sintió muy triste al oír esas palabras y escapó corriendo de allí ante el rechazo de
todos.
Acabó en una ciénaga donde conoció a dos gansos silvestres que a pesar de su fealdad, quisieron
ser sus amigos, pero un día aparecieron allí unos cazadores y acabaron repentinamente con ellos.
De hecho, a punto estuvo el patito de correr la misma suerte de no ser porque los perros lo vieron y
decidieron no morderle.
- ¡Soy tan feo que ni siquiera los perros me muerden!- pensó el pobre patito.
Continuó su viaje y acabó en la casa de una mujer anciana que vivía con un gato y una gallina. Pero
como no fue capaz de poner huevos también tuvo que abandonar aquel lugar. El pobre sentía que
no valía para nada.
Un atardecer de otoño estaba mirando al cielo cuando contempló una bandada de pájaros grandes
que le dejó con la boca abierta. Él no lo sabía, pero no eran pájaros, sino cisnes.
- ¡Qué grandes son! ¡Y qué blancos! Sus plumas parecen nieve.
Deseó con todas sus fuerzas ser uno de ellos, pero abrió los ojos y se dio cuenta de que seguía
siendo un animalucho feo.
05CAPERUCITA ROJA
Había una vez una dulce niña que quería mucho a su madre y a su abuela. Les ayudaba en todo lo
que podía y como era tan buena el día de su cumpleaños su abuela le regaló una caperuza roja.
Como le gustaba tanto e iba con ella a todas partes, pronto todos empezaron a llamarla Caperucita
roja.
Un día la abuela de Caperucita, que vivía en el bosque, enfermó y la madre de Caperucita le pidió
que le llevara una cesta con una torta y un tarro de mantequilla. Caperucita aceptó encantada.
La niña caminaba tranquilamente por el bosque cuando el lobo la vio y se acercó a ella.
El lobo mandó a Caperucita por el camino más largo y llegó antes que ella a casa de la abuelita. De
modo que se hizo pasar por la pequeña y llamó a la puerta. Aunque lo que no sabía es que un
cazador lo había visto llegar.
El niño fantasma tuvo que huir de su pueblo y refugiarse en un lugar donde hubiera más fantasmas
como él y así llegó hasta aquel castillo encantado.
Cuando llegó a su nuevo hogar y sus compañeros descubrieron que era un cobarde al que le daban
miedo los sustos, el niño fantasma pasó a ser la diversión de los demás. Para reírse de él, los demás
fantasmas le daban unos sustos tremendos, y le decían:
- ¡Uuuuh! ¡Uuuuuh! ¡Tengo mieduuuuuuuh!
Y así fue como le pusieron de nombre Mieduh.
Un día llegó al castillo una nueva familia. Los muy incautos habían comprado aquella propiedad a los
antiguos dueños que, hartos de fantasmas, la habían vendido a buen precio sin contarle a nadie lo
terrible que era vivir en aquél lugar lleno de fantasmas.
Entre los recién llegados había una niña muy guapa y muy amable de la misma edad que Mieduh
llamada Alma. Él quiso ir a visitarla para contarle lo que pasaba en aquel castillo y decirle que no
tenía que tener miedo de él. En realidad él solo quería que fueran amigos. Pero en cuanto lo vio,
Alma empezó a chillar aterrorizada y salió huyendo de allí.
Mieduh, asustado por aquellos gritos histéricos, corrió a esconderse. Los demás fantasmas se rieron
de Mieduh sin descanso durante horas.
- ¡Ja ja ja! Para un susto que vas a dar y huyes muerto de miedo
- No fui a darle un susto -dijo Mieduh -. Sólo quería que fuera mi amiga.
- ¿Tu amiga? Eres un fantasma. ¡No puedes tener amigos!
- ¿Quién te va a querer a ti como amigo con lo aburrido que eres? Si supieras asustar tendrías
amigos fantasmas.
Pero Mieduh no quería tener esa clase de amigos. Él quería amigos de verdad, de carne y hueso,
aunque no sabía muy bien cómo conseguir que Alma le hiciera caso.
Esa misma noche, todos los fantasmas se reunieron para darles una bienvenida especial a los
nuevos inquilinos.
- Nos separaremos -dijo el fantasma más experimentado -. En grupos, asustaremos a cada uno por
separado y, cuando se reúnan, entre todos lanzaremos el Gran Susto
.
Bo y su pequeña dueña Amina jugaban mucho juntos. El perrito se esforzaba por moverse usando
solo sus patas delanteras y, puesto que no podía saltar y apenas moverse, ladraba para expresar
todo lo que necesitaba. A pesar de las dificultades, Bo era un perro feliz que llenaba de alegría y
optimismo la casa en la que vivía.
Un día los papás de Amina llegaron a casa con Adela, una niña de la edad de Amina que iba vivir
con ellos una temporada. Cuando Bo la vio se arrastró enseguida a saludarle y a darle la bienvenida
con su alegría de siempre. Pero Adela lo miró con desprecio y se echó a llorar.
Bo no se rindió e intentó hacer todas las tonterías que sabía para hacerla reír, pero no nada
funcionaba y Adela no dejaba de llorar.
- No te preocupes, Bo- decían los papás de Amina-. Adela está triste porque viene de un país muy
pobre que está en guerra y ha sufrido mucho. Está triste porque ha tenido que separarse de su
familia.Bo pareció entender lo que le decían, porque se acercó a Adela y se quedó con ella sin ladrar
ni hacer nada, sólo haciéndole compañía.
- Mi Reina, muy pronto veréis cumplido vuestro deseo. En menos de un año daréis a luz a una niña.
Al cabo de un año se cumplió el pronóstico y la Reina dio a luz a una bella princesita. Ella y su
marido, el Rey, estaban tan contentos que quisieron celebrar una gran fiesta en honor a su
primogénita. A ella acudió todo el Reino, incluidas las hadas, a quien el Rey quiso invitar
expresamente para que otorgaran nobles virtudes a su hija. Pero sucedió que las hadas del reino
eran trece, y el Rey tenía sólo doce platos de oro, por lo que tuvo que dejar de invitar a una de ellas.
Pero el soberano no le dio importancia a este hecho.
Tras el incidente, el Rey mandó quemar todos los husos del reino creyendo que así evitaría que se
cumpliera el encantamiento.
La princesa creció y en ella florecieron todos sus dones. Era hermosa, humilde, inteligente… una
princesa de la que todo el que la veía quedaba prendado.
Llegó el día marcado: el décimo quinto cumpleaños de la princesa, y coincidió que el Rey y la Reina
estaban fuera de Palacio, por lo que la princesa aprovechó para dar una vuelta por el castillo. Llegó a
la torre y se encontró con una vieja que hilaba lino.
Sucedió que repentinamente el mercader perdió todo cuanto tenía y no le quedó nada más que una
humilde casa en el campo. Tuvo que trasladarse allí con sus hijas y les dijo que no les quedaba más
remedio que aprender a labrar la tierra. Las dos hermanas mayores se negaron desde el primer
momento mientras que Bella se enfrentó con determinación a la situación:
- Llorando no conseguiré nada, trabajando sí. Puedo ser feliz aunque sea pobre.
Así que Bella era quien lo hacía todo. Preparaba la comida, limpiaba la casa, cultivaba la tierra y
hasta encontraba tiempo para leer. Sus hermanas, lejos de estarle agradecidas, la insultaban y se
burlaban de ella.
Llevaban un año viviendo así cuando el mercader recibió una carta en la que le informaban de que
un barco que acababa de arribar traía mercancías suyas. Al oír las noticias las hijas mayores sólo
pensaron en que podrían recuperar su vida anterior y se apresuraron a pedirle a su padre que les
trajera caros vestidos. Bella en cambio, sólo pidió a su padre unas sencillas rosas ya que por allí no
crecía ninguna.
Pero el mercader apenas pudo recuperar sus mercancías y volvió tan pobre como antes. Cuando no
le quedaba mucho para llegar hasta la casa, se desató una tormenta de aire y nieve terrible. Estaba
muerto de frío y hambre y los aullidos de los lobos sonaban cada vez más cerca. Entonces, vio una
lejana luz que provenía de un castillo.
Al llegar al castillo entró dentro y no encontró a nadie. Sin embargo, el fuego estaba encendido y la
mesa rebosaba comida. Tenía tanta hambre que no pudo evitar probarla.
No quería contarles que en realidad era porque el resto de las hadas la rechazaban por su aspecto.
Un día llegó una visita muy especial al bosque encantado. Era la reina suprema de todas las hadas
del universo: el Hada Reina. La cual estaba visitando todos los reinos, países, bosques y parajes
donde vivían sus súbditos para comprobar que realmente cumplían su misión: llevar la belleza y la
paz allá donde estuvieran.
Para comprobar que todo estaba en orden, el Hada Reina lanzaba un hechizo muy peculiar, que
ideaba en función de lo que observaba en cada lugar.
-Ilustrísima Majestad-dijo el Hada Gobernadora de aquel bosque encantado-. Podéis ver que nuestro
bosque encantado es un lugar perfecto donde reina la belleza y la armonía.
-Veo que así parece -dijo el Hada Reina-. Veamos a ver si es verdad. Yo conjuro este lugar para que
en él reinen los colores más hermosos si lo que decís es verdad, o para que desaparezca el color si
realmente hay algo feo aquí.
Pero en ese momento, el bosque encantado empezó a quedarse sin colores, y todo se volvió gris.
-Parece que no es verdad lo que me decís -dijo el Hada Reina-. Tendréis que buscar el motivo de
que vuestro hogar haya perdido el color. Cuando lo hagáis, este bosque encantado recuperará todo
su brillo y esplendor. Sólo cuando la auténtica belleza viva entre vosotras este lugar volverá a ser
perfecto.
Tras la visita del Hada Reina se reunieron urgentemente todas las hadas del consejo del bosque
encantado.
-Esto es cosa del Hada Fea -dijo una de las hadas del consejo-. Ella es la culpable.
-Vayamos a buscarla -dijo el Hada Gobernadora del bosque -. Hay que expulsarla de aquí.