Politicas Publicas y Gobernabilidad
Politicas Publicas y Gobernabilidad
Politicas Publicas y Gobernabilidad
ALUMNO:
CODIGO:
- 2015153362
DOCENTE:
CURSO:
SEMESTRE:
- 11
CICLO Y SECCIÓN:
- 2022-2
- 07-1
ANDAHUAYLAS - PERÚ
2022
INTRODUCCIÓN
No deja de ser curioso que el término gobernabilidad, que hasta hace algunos
años sólo aparecía en tratados académicos especializados, se haya vuelto hoy
casi una palabra de uso común.
Por cierto, que en estos días exista una creciente preocupación por la
gobernabilidad de las democracias no es un dato menor, ni gratuito. Según se
sabe, el tema comenzó a ser preocupación de los políticos y estudiosos de los
países centrales desde mediados de los años setenta, coincidiendo con la
crisis de las economías desarrolladas, la emergencia de nuevos movimientos
sociales y el agotamiento del llamado "Estado de Bienestar".
Los estudios sobre la democracia se mueven entre dos polos. Uno, de carácter
normativo, trata de justificar la democracia como sistema ideal de gobierno. El
otro, de carácter explicativo, formula las teorías que intentan dar cuenta de la
dinámica efectiva de los sistemas democráticos realmente existentes que
Robert Dahl llama poliarquías. Desde la perspectiva normativa, la democracia
debería expresar la voluntad general que refleje el bien común. Ésta es la
formulación que hace Rousseau de la voluntad general a la que los teóricos
agregativos tratan de descubrir, “tomando a los hombres como son y a las
leyes como podrían ser” y asumiendo las preferencias de las personas como
dadas.
LA GOBERNABILIDAD
En cambio, Angel Flisfisch nos dice: "se entenderá que la gobernabilidad está
referida a la calidad del desempeño gubernamental a través del tiempo ya sea
que se trate de un gobierno o administración, o de varios sucesivos,
considerando principalmente las dimensiones de la 'oportunidad', la
'efectividad', la 'aceptación social', la 'eficiencia' y la 'coherencia' de sus
decisiones". En el mismo sentido se expresan Xabier Arbós y Salvador Giner,
aunque limitando un poco más el sentido de la expresión, cuando señalan que
la gobernabilidad es la "cualidad propia de una comunidad política según la
cual sus instituciones de gobierno actúan eficazmente dentro de su espacio de
un modo considerado legítimo por la ciudadanía, permitiendo así el libre
ejercicio de la voluntad política del poder ejecutivo mediante la obediencia
cívica del pueblo".
De acuerdo con estas definiciones, y más allá de que algunos autores presten
especial atención a un elemento por sobre otro, es claro que "eficacia",
"legitimidad" y "estabilidad" en el ejercicio del poder político aparecen como
componentes básicos de la gobernabilidad. En todo caso, las diferencias
conceptuales apuntadas se deben a la combinación de diversas tradiciones
teóricas y valorativas que ponen de manifiesto un aspecto digno de ser
destacado: al igual que la idea de democracia, la noción de gobernabilidad
"tiene no solamente una función denotativa o descriptiva, sino también una
función persuasiva y normativa", en la medida en que el debate sobre la misma
"está especialmente abierto a, y depende de, la tensión entre hechos y valores.
c) Gobernabilidad y estabilidad.
Junto a estas dos vertientes, podríamos hablar de una tercera corriente que
tiene la peculiaridad de ubicarse en un plano intermedio, en una zona de
confluencia entre las dos anteriores, y que ha puesto su atención en el antiguo
problema del orden político, que en términos propios de. la ciencia política
contemporánea toma la forma de la cuestión de la "estabilidad". En tal sentido,
un sistema será más gobernable en la medida en que posea mayor capacidad
de adaptación y mayor flexibilidad institucional respecto de los cambios de su
entorno nacional e internacional, económico, social y político. De acuerdo con
una definición aceptada, podemos entender por estabilidad política la previsible
capacidad del sistema para durar en el tiempo.
No obstante, esta caracterización de la estabilidad debe ser distinguida de
cualquier referencia a la inmovilidad o el estancamiento; de este modo, para
que un sistema sea estable señala Leonardo Monino "debe ser capaz de
cambiar adaptándose a los desafíos que provienen del ambiente" puesto que
sólo "una continua adaptación a la realidad siempre cambiante permite a un
sistema sobrevivir"
Por tal razón es conveniente hacer uso de esos conceptos de una manera algo
más matizada y flexible, para evitar caer en la gruesa dicotomía blanco/negro
de gobernabilidad e ingobernabilidad. En este sentido, es importante destacar
que la determinación del "nivel" de equilibrio o discrepancia entre demandas
sociales y respuestas gubernamentales no es una cuestión abstracta o
ahistórica, ni tampoco hay un nivel "absoluto", valido para todas las sociedades
y fijado de una vez y para siempre, que nos autorice a hablar de la existencia o
ausencia de gobernabilidad. Más bien, todas las sociedades son en alguna
medida gobernables, y todas las sociedades tienen, del mismo modo,
problemas de gobernabilidad en mayor o menor grado.
El hecho de que no podamos hablar de un nivel "absoluto" de gobernabilidad (o
de ingobernabilidad) depende de dos factores claves. Por un lado, el nivel de
equilibrio (o de discrepancia) entre demandas sociales y respuestas
gubernamentales no puede ser separado de la percepción, los valores o las
creencias que tengan los ciudadanos en torno a determinada situación social,
económica o política. Por otra parte, esa situación será calificada como
aceptable o inaceptable por parte de actores con algún grado relevante de
organización, y por tanto, con posibilidades de hacer un uso eficaz de su
capacidad para "amenazar" la relación de gobierno. De este modo, la
percepción social y la organización de los diferentes actores son elementos
relativos a una sociedad concreta, y están configurados por un patrón histórico
de vinculación entre gobernantes y gobernados, entre gobierno y sociedad,
entre Estado y sociedad.
Ahora bien, llegados a este punto conviene tratar con mayor detalle dos
situaciones clave, aquellas que podemos identificar como situaciones de
"déficit de gobernabilidad", y las que pueden originar situaciones de "crisis". En
el primer caso, nos interesa conocer algunos indicadores del "nivel" de
equilibrio o de discrepancia entre demandas sociales y respuestas
gubernamentales; en segundo lugar, examinaremos algunos modelos teóricos
que han buscado explicar las causas de las crisis de gobernabilidad. Veremos
ambas cuestiones en los dos apartados siguientes:
Esta corriente, que no debe ser confundida con los pactos corporativos de
carácter autoritario (a la manera de la Italia de Mussolini) busca complementar
las instituciones propias de los regímenes políticos democráticos con toda una
red de acuerdos entre sindicatos, cámaras empresariales, organizaciones de la
sociedad civil y dependencias gubernamentales. El objetivo de estos pactos y
arreglos, complementarios y no contrapuestos a las instituciones de la
democracia, es el de vincular intereses sociales, establecer mecanismos
estables de toma de decisiones y de resolución de conflictos, y aumentar la
capacidad operativa del Estado para dar respuesta a las diversas demandas de
una sociedad cada vez más plural y compleja.
GOBERNABILIDAD Y DEMOCRACIA
Por un lado, los institutos que el régimen democrático heredó del Estado
liberal... (libertad de reunión, de opinión, de organización de grupos, etc.)
facilitan por parte de los individuos y grupos peticiones a los poderes públicos
que pretenden ser satisfechas en el menor tiempo posible, bajo la amenaza de
disminuir el consenso... Por otro lado, los procedimientos dispuestos por un
sistema democrático para tomar decisiones colectivas, o que deberían dar
respuestas a las demandas generadas por la sociedad civil, son tales que
frenan y a veces hacen inútiles -mediante el juego de vetos cruzados- la toma
de decisiones.