Enrique Fi de Oliva y Las Grandes Conqu

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 47

Capítulo 3

Enrique, fi de Oliva y las grandes conquistas de Ultramar


en las biografías caballerescas de la casa de Borgoña1
Rafael Beltrán
Universitat de València

Las biografías caballerescas de la casa de Borgoña


La recepción ideológica de cualquier escritura que gira en torno a la vida
destacada de un personaje del Medievo describe un espacio textual, veraz o
inventado, del presente o del pasado, y obliga a que ese espacio, con todos sus
significados implícitos, se vuelva prospectivo y didáctico para el lector u oyente.
La narración activa los engranajes de una operación que exige el desciframiento
de claves que descubran y abran las relaciones entre el propio texto y su presente
histórico, entre el relato—desde el vinculado a la antigüedad greco-romana hasta
el relacionado con el pasado más reciente—y la vigencia del mismo. La
actualización de toda trama de historia induce, por tanto, a comprender y poner en
función del hoy el papel de las tramas sobre el ayer, ya sean históricas, verosímiles
o ficticias. El presente llena de sentido e ilumina el oscuro vacío del pasado
ignoto.
Partiremos de la hipótesis de que en Enrique, fi de Oliva se recrean, y de
una manera mínimamente plausible, las acciones de personajes relacionados
remotamente con protagonistas y hechos de la cuarta cruzada, al filo del siglo
XIII. 2 Y de que esa recreación “realista” facilita una interpretación historicista de
la trama de ficción, es decir, deja abiertas las posibilidades de encuadramiento
histórico del relato novelesco. Y lo cierto es que en el siglo XV, en ese siglo
durante el cual el texto de Enrique se ha mantenido en duermevela a la espera de
una revitalización que se logra gracias al incunable de 1498, nos vamos a
encontrar con toda una serie de novelas, pero también de biografías particulares,
que se vuelcan hacia una semejante y voraz actualización, con miradas y valores
de nueva época, de determinados acontecimientos del pasado. Individuos de carne
y hueso, que dejaron sus huellas cincuenta, cien, doscientos, trescientos años
antes, vuelven a estar en candelero, si es que no entran por vez primera en liza
literaria. Porque les conviene a sus autores devolverles la vigencia al reinterpretar
1
Este trabajo forma parte de los resultados del Proyecto de Investigación HUM 2005-
01334, dentro del “Plan Nacional de Investigación Científica” (“Dirección General de
Investigación del Ministerio de Educación y Ciencia”).
2
Se sigue la edición del Enrique de Fradejas Rueda (2003).

43
los hechos que llevaron a cabo, y afianzar simbólicamente la solidez de linajes ya
establecidos, así como la moral sobre las relaciones familiares y la legitimación
social de los mismos.
En Enrique nos encontramos con alusiones, todo lo endebles y
contradictorias que se quiera, a protagonistas y hechos de un pasado histórico
concreto: el de la participación de Balduino y Enrique de Flandes en la regencia de
Constantinopla y en la cuarta cruzada (como veremos con más detenimiento en el
punto 2). La función pragmática del texto vendrá dada, por tanto, no sólo por el
mantenimiento de una comunicación difusa de argumento y protagonistas con las
brumas de los tiempos heroicos caballerescos, sino también por el entronque, bien
sea con unas sagas familiares (los condes de Henao [Hainaut] y Flandes), o bien
con proyectos políticos y bélicos de un poderoso magnetismo simbólico, en
concreto los de cruzada. De lo que parece que no cabe duda es de que, como
sintetiza González: “La publicación de Enrique en este momento [1498: reinado
de los Reyes Católicos] debe de haber servido de recordatorio de que, en cuestión
de cruzadas y de imperios, entre flamencos anda el juego”. Y es que, siguiendo
con la opinión de González, “tanto Amadís como Enrique tratan el tema de las
cruzadas, inspirándose ambos en la Gran conquista de Ultramar, pero mientras
que Amadís se centra en el reino de Gaula o Gales, tierra del futuro marido de
Catalina de Aragón, Arturo, Enrique se enfoca en Flandes, patria del marido de
Juana la Loca, así como de la mujer del príncipe don Juan” (2007: 278–79).
Existe un grupo de biografías caballerescas francesas, narraciones
novelescas pero sostenidas por el crédito de sus fuertes raíces históricas, que se
escriben y difunden con un cierto éxito a lo largo del siglo XV tratando de evocar
los tiempos gloriosos de una determinada saga o genealogía familiar. Me centraré
en este artículo en sólo tres de ellas (Gillion de Trazegnies, Gilles de Chin y Jean
d’Avesnes), que tienen personalidad propia y el denominador común de la
vinculación con la casa de Borgoña (en el siglo XV) y, en concreto, con lo que
eran—todavía independientes de Borgoña—los ducados de Henao y Flandes algo
antes, entre los siglos XII y XIII. Se trata en principio de biografías, pero se
pueden leer perfectamente, como vamos a comprobar, como ficciones
caballerescas, puesto que sus tramas, como ocurre en Enrique, dibujan el clásico
esquema lineal de superación por parte del héroe de una desventaja inicial, con
crecimiento ligado a peripecias de conquistas triunfales, casi siempre en Ultramar,
y recompensa final, habitualmente unida al matrimonio ventajoso. De manera que
nos encontramos con la paradoja de que se trata de textos de exaltación dinástica,
pero que, aunque con base histórica, se sirven de todo tipo de motivos folclóricos,
legendarios y hasta fantásticos para recrear el pasado de una línea familiar,

44
centrado en las ficticias aventuras protagonizadas por uno de sus miembros
fundadores o principales. 3
Recalco la idea de que voy a referirme a una serie de relatos que, aunque
catalogados sin el menor reparo como “biografías caballerescas” por Gaucher
(1994), en más de una ocasión coinciden con lo que Riquer (1980, 1990)
denomina “novelas caballerescas” (aplicando el término a las ficciones “realistas”
catalanas, Tirant lo Blanc y Curial e Güelfa, o francesas, como Jehan de Saintré),
o con lo que simplemente llamamos libros de caballerías o, mejor, tratándose de
obras menos extensas, historias o narraciones caballerescas breves (Baranda 1991,
1994; Infantes 1991). Y tengamos presente también que, aunque las etiquetas con
las marcas de “biografía” y “novela” corresponden a dos cajones aparentemente
estancos (historia versus ficción), esta compartimentación es cuestionada por la
propia Gaucher—quien la defiende, sin embargo, a efectos prácticos de análisis, y
la mantiene en virtud del “pacto biográfico” de Lejeune (Gaucher 1994: 197–
98)—y por otras investigadoras francesas (Gaullier-Bougassas 2005) o inglesas
(Brown-Grant 2009), estudiosas de estas mismas obras. Y así, en efecto,
comprobaremos que en la mayoría de los casos en cualquiera de los dos cajones
podrían hallar perfecto acomodo los textos biográficos franceses que vamos a
examinar. Mucho más dudosamente, en principio, Enrique, claramente decantado
como ficción, aunque precisamente voy a tratar de argumentar que su superficial
barniz de autenticidad, su ligera impostación de verismo, puede esconder algo más
que una simple estrategia de enmascaramiento del relato.
Riquer (1970) ya destacaba como importantes biografías caballerescas en
Europa el Livre des fais de Boucicaut, biografía del mariscal francés Jean le
Meingre, El Victorial, libro de la vida de Pero Niño, conde de Buelna, y el Livre
des fais de Jacques de Lalaing.4 Pero Gaucher analiza de manera exhaustiva,
además de las dos biografías francesas destacadas por Riquer (las de Boucicaut y
Lalaing), las de otros siete militares. Comienza cronológicamente con la biografía
fundadora, L’histoire de Guillaume le Maréchal (1891–1901), el magnífico poema
3
Recrean y evocan el pasado de una manera, además, asequible y atractiva, refinada pero
placentera. Por ello, varios de los manuscritos van iluminados, a modo de cómics de
calidad (Schandel 2002), con estupendos dibujos tan vivaces y expresivos como realistas
y graciosos. Aun limitando muchas de las referencia en este trabajo a la tres obras
mencionadas, que nos servirán de anclaje referencial básico—y por ello aporto en el
apéndice una breve sinopsis de sus argumentos—, haré alusiones a otras biografías,
francesas casi siempre, así como a otros textos inequívocamente novelescos, sin ínfulas de
historicidad.
4
Para el Livre des fais de Boucicaut (Lalande 1985), véase también Lalande (1988); para
El Victorial, véase Beltrán (1997); y para el Livre des fais de Jacques de Lalaing
(Chronique 1825), véase Szkilnik (2003), que compara sistemáticamente la biografía con
la novela Le petit Jehan de Saintré.

45
que popularizó Georges Duby (1984), y estudia después las biografías de Gilles de
Chin, Bertrand du Guesclin ([Cuvelier] 1839), Gillion de Trazegnies, Louis de
Gavre (dentro de L’Histoire des seigneurs de Gavre), Jean d’Avesnes y Gaston
IV, conde de Foix. Tres de estas últimas serán puntos de referencia en nuestro
trabajo. Llama poderosamente la atención la casi total ausencia en nuestra
Península de un subgrupo similar, siquiera fuese más reducido, al que se da en
Francia con ese tipo de biografías descaradamente inclinadas hacia la ficción.5
Destacaría, en todo caso, como oasis aislado dentro de ese panorama hispánico
yermo para la ficción biográfica, apenas un breve texto que se podrá parangonar
con el subgrupo francés de biografías novelescas que estudiamos: la biografía
caballeresca de Alonso Pérez de Guzmán, el Bueno, escrita por un autor anónimo
en el siglo XV. 6
Si seleccionamos, entre la decena de biografías estudiadas por Gaucher
(1994), solamente tres, las de Gillion de Trazegnies, Gilles de Chin y Jean
d’Avesnes, 7 es, además de porque aconseja tal selección un acercamiento como el
que hacemos que tiene dimensiones limitadas, en virtud del mayor grado de
ficcionalidad de éstas (en especial, si se comparan con otras biografías más
veristas, que cuentan con referentes históricos recientes, como las de Boucicaut, o
Lalaing), y por su compacta homogeneidad de producción y recepción. La
ficcionalidad la confirma el hecho de que Brown-Grant (2009), en su reciente
libro sobre French Romance of the Later Middle Ages, las analice como novelas

5
¿Realismo hispánico? ¿Una prueba más que confirma la evidencia de una “literatura
perdida” (como la estudia Alan Deyermond 1971) en la ficción castellana hasta la llegada
de la imprenta? Lo cierto es las biografías de Pero Niño, Álvaro de Luna, Lucas de Iranzo,
Álvaro de Monroy, etc., son tan veraces que sus contados deslices hacia la ficción resultan
insignificantes al lado de los desbordamientos de las biografías caballerescas francesas.
He tratado de explicar en ese contexto la excepcionalidad de la empresa biográfica de El
Victorial (que integra bien graduadas dosis menores de seudo-historia), a partir de la
influencia del mundo nobiliario francés (la Francia de la primera década del siglo, que
conoció Pero Niño) y de la literatura biográfica, en especial el Livre des fais de Boucicaut
(Beltrán 1991; 1997: 71–74).
6
Con razón Ladero (1999), que la edita y estudia, ha de remitir a textos franceses como
referentes literarios más cercanos; de hecho, el episodio fantástico más notable de esta
biografía de Alonso de Guzmán, el del león manso que le hace de escudero al héroe de
Tarifa tras haber sido defendido por el noble en su lucha contra una feroz serpiente,
parece calcado de un episodio del Gilles de Chin (véase Apéndice). Para la importancia
emblemática del episodio en la familia de los Ponce de León, ha de ser consultado
también Carriazo (2002: 151–65).
7
Gillion de Trazegnies, escrita c. 1433–1458 (1839), Gilles de Chin, escrita c. 1450–1470
(1941) y Jean d’Avesnes, escrita c. 1465–1467 (1979) (véanse resúmenes de las tres en
Apéndice).

46
en toda regla, al lado y a un mismo nivel que Olivier de Castille, Pierre de
Provence, Paris et Vienne, Cleriadus et Meliadice, y una decena corta más de
textos novelísticos (16–17, 44–62 y 155–62). En cuanto a la homogeneidad, les
viene dada por el hecho de ser obras nacidas en y para el contexto de la casa de
Borgoña, lo que las convierte, en mi opinión, en posibles antecedentes del
fenómeno de revitalización que representa Enrique. Tengamos presente que el
Enrique castellano es un texto compuesto en el siglo XIV, pero que cobra nueva
vigencia a partir de su edición de 1498, en unos años finiseculares cruciales—
como ha recordado González (2007)—, para el afianzamiento de la unión entre
Castilla, Aragón y el Imperio Alemán (matrimonio en 1496 de la infanta Juana
con Felipe el Hermoso, hijo del emperador Maximiliano I y de María de
Borgoña).
La biografía novelesca francesa del siglo XV sólo se explica desde el
esplendor de Borgoña. Los testimonios artísticos y literarios reflejan, casi tanto
como las empresas políticas, el deseo de supremacía de los duques de Borgoña—
en especial Felipe el Bueno (1396–1467), bisabuelo de Felipe el Hermoso—,
dispuestos a ser tan poderosos señores como los reyes de Francia e Inglaterra. Las
biografías encargadas por Felipe el Bueno o por los señores de su entorno
responden, como hace la historiografía en el terreno de lo oficial o “estatal” (de un
verdadero “Estado” habla Henri Pirenne, refiriéndose a Borgoña), a un esfuerzo
claro de propaganda y a un intento de legitimación, en un momento en que las
regiones del Norte (los futuros Países Bajos) constituían la apuesta estratégica
fundamental para la expansión territorial del ducado. Y así, Jacques de Lalaing,
Jean d’Avesnes, Gilles de Chin, Gillion de Trazegnies o Louis de Gavre eran, a
mediados del XV, más que personajes históricos necesitados de recuperación,
nombres de prestigio asentado cuya gloria evocada se podía reflejar no sólo en sus
descendientes nobles, sino en los habitantes de sus regiones de origen. Los autores
o copistas de todas estas biografías caballerescas trabajaron casi siempre desde
Lille, nuevo centro político, y bajo la dirección de Jean de Wavrin, el mayor
cronista de la casa de Borgoña, gran bibliófilo, coleccionista de manuscritos (en
particular libros de caballerías y novelas de materia de la Antigüedad) y
responsable principal de la importante literatura auspiciada por el duque Felipe.
Desde Borgoña se podía, así, hablar con perfecto conocimiento de Henao
[Hinaut], el condado al que se remontan muchos de los héroes de estas
narraciones. En el condado de Flandes estaban no sólo Lille, sino las villas de
Gavre, Chin, Wavrin (formando casi círculo en torno a Valenciennes). Y en el
condado de Henao, Avesnes y Trazegnies (algo al sur de Lovaina). Los encargos,
escritura y difusión de estas obras, cuyas onomástica y toponimia remiten a las de
villas, señoríos, territorios e historias de héroes comarcales, significaban, con más
o menos matices, al lado del homenaje concreto a los señores locales, otro bien
explícito a Felipe el Bueno o Carlos el Temerario, en agradecido reconocimiento a

47
sus esfuerzos por aumentar las posesiones del ducado al anexionar las provincias y
ciudades septentrionales (Gaucher, 1994: 578–79).
Enrique pudo resurgir de las brumas de un supuesto olvido de décadas, al
verse empujado—pienso—por un parecido valor pragmático. Sólo supuesto
olvido, puesto que su popularidad la constatan las alusiones al hijo de Oliva en el
Poema de Alfonso XI, estr. 2421, y en Villasandino (Fradejas Lebrero 1981) y,
antes, a Mergelina en el Libro de buen amor, estr. 211 (aunque esta última no la
vea clara Hook 1988–1989). En todo caso, en la fecha moderna de 1498, al
atribuir a un héroe flamenco, en mucho semejante a los Gavre, Chin, Avesnes o
Trazegnies, los logros de la conquista de Jerusalén y la liberación de
Constantinopla, Enrique no sólo podía estar contribuyendo a celebrar la unión con
Flandes, sino también legitimando las bondades de esa unión, dada la implicación
histórica de los condes de Flandes en Ultramar durante los siglos XII y XIII,
implicación que con tanta inexactitud como sencillez y “didactismo” estos
posibles relatos antecedentes borgoñones ayudaban a explicar a sus receptores. La
evocación del prestigio de unos condes de Flandes, primeros emperadores del
Imperio Latino de Oriente, contribuiría a fortalecer los vínculos con el Imperio
Habsburgo, tal vez a costa de minusvalorar el papel del reino de Francia, histórica
aliada de Castilla, pero no de Aragón (el rey francés, mal visto en Enrique, es
cómplice de sus desgracias y no puede impedir el triunfo del protagonista).
La fecha del matrimonio de Juana y Felipe el Hermoso, celebrado en Lille,
en 1496, e incluso la del nacimiento de su primera hija, Leonor, en 1498 (el
segundo hijo y futuro emperador, Carlos, nace en 1500), coinciden con el año de
la primera edición de Enrique, 1498. También coincide esa fecha con la prematura
muerte del heredero de los Reyes Católicos, el príncipe don Juan, en 1497, pocos
meses después de haber contraído matrimonio con Margarita de Austria, la
hermana del Felipe. No se tendría que descartar incluso la posibilidad de que
Enrique se editara con el objetivo—o visión commercial—de contribuir de algún
modo a la celebración de esas bodas de 1498. 8

El tiempo mítico y el tiempo histórico

8
Se ha propuesto este tipo de encargo o regalo, por ejemplo, para dos versiones de
L’Histoire des seigneurs de Gavre: la del manuscrito de Baudouin de Gavre—donde,
como veremos, el héroe casa con Margalina, hija del rey de Hungría—, que se compone
tal vez para celebrar la unión matrimonial, en 1454, entre las casas de Anjou (René
d’Anjou, con la memoria de la antigua presencia de los Anjou en Hungría), y Jeanne de
Laval, pues lleva en la portada las divisas de las dos familias sostenidas por dos tórtolas
simbolizando el amor y la fidelidad (Gaucher 1994: 20–21; Brown-Grant 2009: 169–70);
y la del ms. de 1533 de la misma Histoire, confeccionado para las bodas de un hijo de
Jacques de Gavre (Gaucher 1994: 247).

48
Las nulas anotaciones temporales en Enrique son suplidas por una transparencia
significativa en la onomástica y la toponimia. Los nombres remiten a personajes y
títulos históricos: el rey Pepino (posiblemente el Breve, 751–758, en todo caso
uno de los tres históricos), el emperador Manuel Commeno, el conde de Flandes,
el cardenal Miguel, el rey de Galas, el rey de Sardeña, el rey Gurugiano (de
Georgia). Hablaremos más adelante de Mergelina y del marqués de Monferrad.
Algunos nombres que parecen ficticios, tienen determinada explicación por sus
equivalentes: Ciprés, por ejemplo, coincide con el Ciprés [de Paternó] en Tirant lo
Blanc (como detecta Fradejas Lebrero 1981), aunque justamente desempeña el
papel antagónico, y se vincularía en todo caso con Chipre; Miranbel o Mirabel de
Tarantona procede de uno de los estados vasallos del reino de Jerusalén (parte del
condado de Jaffa y Ascalón), que fue conquistado en 1187 por Saladino
(protagonista, por cierto, de otra ficción caballeresca de fondo histórico, Saladino,
encargada por Jean de Wavrin para la casa de Borgoña, como veremos); Oliva no
tiene precedentes (vendría del germánico “Olif”), pero el monasterio de Olive
tiene un protagonismo esencial al inicio y al final de la biografía de Chin; La Roca
(aunque provenga del linaje de Doon de la Roche) forma parte de una genealogía
bretona, pues es el nombre del señorío ficticio (“Roca Salada”), en Bretaña, de los
padres de Tirant lo Blanc. En cuanto a topónimos, los localizamos más fácilmente
incluso: Florencia (Florennes, muy cerca de Namur), Laon (en Flandes), Monleón,
Coloña, Ungría, Babilonia, Antonia (Anconia), Domas (Damasco), Tabor,
Jerusalén, Belén, Nazareth, el brazo de San Jorge, Trípoli, Acre, Damiata, Jafa,
Tabía (Tiberíades), el río Jordán, Suria (Siria), Constantinopla, etc.
Unos y otros, con sus mil ecos, levantan un torbellino de asociaciones que
descubre su epicentro no, desde luego, en el tiempo de Manuel II Paleólogo
(1350–1425), como sugería Gayangos (1871) y refuta con toda lógica Fradejas
Rueda (2003: 22), sino mucho antes: en el periodo de la cuarta cruzada. Sin
embargo, esa localización exacta tiene una tan sólo relativa importancia. El
verismo onomástico no deja de ser una “ilusión de autenticidad”, como dice
Gaucher cuando analiza sus múltiples licencias en la biografía caballeresca (1994:
445–49). El autor no intenta convencer a sus lectores de la historicidad del relato.
O bien el personaje histórico de Enrique de Flandes que vamos a ver se
metamorfosea en un héroe convencional de ficción, o bien la ficción se construye
en tono a unos nombres y acontecimientos notorios, proponiendo una
recuperación internamente coherente y, por ende, plausible. La actualización del
Enrique del XIV para el incunable de 1498 intentaría sumarse a la estrategia, más
o menos espontánea, de otros homenajes y emblemas simbólicos que
contribuyeron a la consolidación de un proyecto de afirmación política
enormemente ambicioso, como hemos visto, y que requería de certificados de
“autenticidad”, por ilusoria que fuera. Pero que aceptemos esta carga ideológica,
con sus inexactitudes esenciales y sus pretensiones entre inocentes y descaradas de

49
historicidad, no significa que destaquemos nada extraordinario en Enrique, sino
que identificamos e integramos su publicación dentro de una práctica habitual en
la escritura de ficción europea de los siglos XIV y XV.
¿Dialogan las narraciones de caballerías del siglo XV y los libros de
caballerías del siglo XVI con los hechos coetáneos o del pasado histórico? Por
supuesto que sí: siempre. Y Enrique no puede ser una excepción. Ahora bien, su
enunciado y su propuesta de lucha del protagonista en Oriente son ciertamente
originales y, en ese sentido, excepcionales. En concreto, las novelas caballerescas
más relevantes y extensas del siglo XV entroncan el tiempo de sus relatos—con
sus anhelos de ambigua autenticidad—en un pasado histórico relativamente
reciente, que se revaloriza en el momento de la escritura del texto. Por mencionar
sólo un par de ejemplos representativos y cercanos, en Jehan de Saintré (escrita
antes de 1456), su autor, Antoine de la Sale, con el fin de otorgar verismo al
ambiente cortesano de la Barcelona donde sitúa al protagonista en uno de los
principales episodios de la novela, lo rodea de personajes que no corresponden a
equivalentes históricos exactos, pero sí a los apellidos y títulos nobiliarios
catalanes principales, apenas afrancesados: En Guerau de Cervelló (“Angerrant de
Servillon”), don Frederic de Luna, Arnau de Perellós, Francesc de Montcada, y los
condes de Urgell, de Prades y de Cardona. No se trata de una nómina auténtica de
un momento determinado, pero a cualquier lector mínimamente informado estos
nombres y títulos le sonarían a personalidades históricas (Riquer 1970, 1990: 66–
67); entendería que el autor jugaba a la verosimilitud (nada aristotélica) para
proponer en la ficción como factible el pacto entre las casas de Aragón y Anjou
que sus diplomacias respectivas pugnaban por lograr a mediados del siglo XV,
cuando se compuso la obra.
El anónimo autor de Curial e Güelfa (¿1443–1462?), novela que replica
muy posiblemente al Jehan de Saintré (son en muchos aspectos novelas
hermanas), recurre al mismo firme anclaje histórico cuando recrea, por una parte,
las luchas por la posesión del reino de Sicilia de Carlos de Anjou con Pedro III de
Aragón (1240–1285), casado con Constanza de Hohenstaufen, la hija y heredera
de Manfredo I de Sicilia; por otra, los conflictos entre las casas de Orleans y
Borgoña y el ambiente caballeresco en el París de la primera década del siglo XV,
en el que participa el héroe de la ficción.9 Si en Jean de Saintré encontramos sin
anacronismos un espacio catalán contemporáneo afrancesado, en Curial
hallaremos el mundo del presente francés catalanizado. Por ejemplo, el autor, en
un pasaje antológico del libro I, llena el convento en que recala el protagonista de
simpáticas monjas portadoras de apellidos franceses, todos de postín y bien
reconocibles, aunque, eso sí—y de ahí, el desconcierto, el humor y, en definitiva,

9
Como participó, en la realidad histórica de su tiempo, Pero Niño, el futuro conde de
Buelna (Beltrán 1997 y en prensa).

50
la ficción—, precedidos de nombres propios perfectamente catalanes: Johanina de
Borbó, Gileta de Berrí, Ysabel de Bar, Blanca de Bretanya, Caterina d’Orleans,
Beatriu de Foix. De la priora, Yoland le Meingre, se dice que era hermana del
famoso Jean le Meingre, es decir, del mariscal Boucicaut (este último es histórico,
pero su hermana es pura invención). Sería absurdo tratar de localizar en estas
combinaciones catalano-francesas de ambas obras referentes históricos concretos:
son puro juego de invención. Invención, sin embargo, como ocurre en tantos
divertimentos, con alusiones nada arbitrarias a unos grupos humanos dentro de
una realidad histórica cercana y vigente, pues tanto una como otra novela
funcionan como roman à clef en muchos sentidos, algunos todavía hoy sin
descifrar (Waley 1976a, 1976b).
En las ficciones caballerescas menores, a diferencia de lo que ocurre en las
anteriores, el tiempo de la narración se asocia de manera algo más imprecisa a un
periodo de la antigüedad por lo común lejano o remoto: “cuando el cristianismo
floreció en la Galia” (Pierre de Provence), después de la conquista de España por
Carlomagno (Olivier de Castille), en tiempos de la cruzada Felipe de Francia y
Ricardo de Inglaterra (El castellano de Coucy y la Dame de Fayel), en tiempos de
San Luis (L’Histoire des seigneurs de Gavre), a partir de 1180 (en Baudouin de
Flandre) o, en cambio, exactamente en 1271 (Paris et Vienne), dejando a veces un
hueco o laguna explícita, indicativos de falta de información necesaria (Gillion de
Trazegnies). Las biografías caballerescas, paradójicamente, no datan los
acontecimientos con la misma minuciosidad y muestran incluso un orgulloso
desprecio por la ordenación cronológica (Gaullier-Bougassas 2005).
¿Qué ocurre con Enrique? Como hemos dicho, su “realismo” histórico no
podía ser una excepción. ¿Por qué insistimos en sostener que el trasfondo histórico
remoto de su trama se cimenta en los tiempos de la cuarta cruzada? Veámoslo. En
1198, Inocencio III comenzó a predicar la nueva cruzada, la cuarta. Se organizó un
ejército, del que formaban parte Balduino IX de Henao, conde de Flandes, su
hermano Enrique (¿nuestro Enrique, fi de Oliva?), Luis, conde de Blois,
Godofredo III de La Perche, Simón IV de Montfort, Enguerrando de Boves,
Reinaldo de Dampierre y Godofredo de Villehardouin, entre otros señores del
norte de Francia y de los Países Bajos. Más tarde se añadieron a la empresa
algunos caballeros alemanes y varios nobles del norte de Italia, como Bonifacio,
marqués de Monferrato (otro apellido fundamental en Enrique). Sabemos que lo
que había empezado como una cruzada para reconquistar Tierra Santa, terminó
con la destrucción salvaje de la capital del Imperio Bizantino, en 1204, porque
cuando el emperador (Isaac II Ángelo) se negó a pagar a los cruzados por los
servicios prestados al ayudarle a reconquistar Constantinopla, éstos se volvieron
en contra suya y saquearon la ciudad durante varios días. Los cronistas se hacen
eco de las atrocidades perpetradas por los cruzados. Y las recrean modernamente

51
aproximaciones distintas: desde Amin Maalouf, en Las cruzadas vistas por los
árabes, hasta Umberto Eco, en Baudolino.
Después de la conquista de Constantinopla en 1204 parecía que Bonifacio
de Monferrato iba a ser emperador, pero su candidatura fue vetada por los
venecianos, por lo que resultó elegido Balduino de Flandes (1150–1195), o
Balduino el Valiente (el Baudouin de Flandre de la ficción novelística, como
vamos a ver). Fue éste Balduino VIII de Flandes entre 1191 y 1194 por
matrimonio con Margarita de Alsacia (y hasta la muerte de ésta), Balduino V de
Henao (o Henaut), y conde y marqués de Namur. Su hijo homónimo Balduino
(1171–1205) fue Balduino IX de Flandes entre 1194 y 1205, y también Balduino
VI de Henao; partió a la cuarta cruzada en abril de 1202 (para él, por cierto, antes
de partir, compondría Jean Renart la novela versificada L’escoufle); fue investido
emperador de Constantinopla (primer monarca del recién fundado Imperio Latino
de Oriente) el 9 de mayo de 1204, muriendo durante su cautiverio a manos de los
búlgaros en 1205.
Balduino VIII y Margarita I de Flandes habían tenido siete hijos. A la
muerte de Balduino IX de Flandes (1207), uno de ellos, su hermano Enrique
(1174–1216), casado con Agnés, hija de Bonifacio de Monferrato, heredó el trono.
Este supuesto antecedente o referente histórico de nuestro Enrique, fi de Oliva fue,
por tanto, regente del Imperio Latino entre 1205 y 1207 y luego emperador entre
1207 y 1216. Agnés murió el mismo 1207, y Enrique se casó con María de
Bulgaria, de quien no tuvo hijos. Enrique de Flandes murió, por tanto, sin
descendencia.

El linaje familiar: Baudouin y Margaline


Pero, de nuevo: ¿qué vinculación con esta historia de flamencos en Oriente tiene
el argumento de nuestra novela? Por supuesto, escasísima, por no decir que casi
nula. Enrique y Monferrad son—junto con el título de Jofré de Flandes—los dos
ganchos históricos con anclaje más firme en la cuarta cruzada. Sin embargo, en
Enrique el breve matrimonio histórico de Enrique de Flandes con Agnés, la hija de
Bonifacio de Monferrato, es sustituido por un arreglo matrimonial frustrado entre
Enrique y la hermana del marqués de Monferrad, y por un matrimonio final con la
hija del emperador de Constantinopla. La novela, por tanto, separa y desvincula
tajantemente a Enrique del marqués (González 2007: 270). Con todo, los
menciona juntos (amigos que se enemistan), cuando no había ninguna necesidad
de hacerlo en una ficción libre de ataduras onomásticas. Hay, en fin, algunos
nombres cuyas relaciones y acciones coinciden remotamente con las de unos
determinados personajes históricos. Chicoy-Dabán cree que el héroe de Enrique
tiene tantos rasgos de Enrique de Flandes como de su hermano Balduino (1980:
67). Tal vez no podamos ir mucho más lejos de lo que con sensatez concluye
Fradejas Rueda que “el autor de esta historia tenía un buen conocimiento de las

52
cruzadas y que entremezcló personajes, lugares y episodios de varias cruzadas a su
antojo para darle un cierto verismo a la historia” (2003: 22). Y, sin embargo,
“cierto verismo”, o aire de autenticidad, puede significar mucho, al menos como
vinculación simbólica con un glorioso pasado flamenco en Ultramar.
Baudouin de Flandre nos puede interesar especialmente, puesto que se
trata de otra novela (aquí sí, novela) en prosa que relaciona directamente, como
sucede con Enrique, el condado de Flandes con la Constantinopla de la tercera y
cuarta cruzada. La novela forma parte de un ciclo de cuatro obras que fueron
compuestas en su mayoría dentro del mismo ambiente borgoñón estudiado y que
destacan por mezclar íntimamente el tiempo de la historia y el de la ficción (las
probables razones de esa hibridación han sido interpretadas por Gaullier-
Bougassas 2005): Jean d’Avesnes, La fille du Comte de Ponthieu, el Roman de
Saladin y Baudouin de Flandre. Balduino IX de Flandes, el hermano de Enrique,
cuya filiación acabamos de ver, fue históricamente abuelo de Jean d’Avesnes, el
protagonista de la primera de las novelas del ciclo (véase Apéndice). Sin embargo,
en la ficción, el Jean d’Avesnes que leemos que lucha contra los infieles en una
Península íntegramente musulmana, como la de la épica francesa, es el ancestro de
Saladino y vive en el siglo XI. La biografía novelada de Saladino, el héroe
musulmán de la tercera cruzada (1138–1193), es precedida, así, en el ciclo seudo-
histórico, por dos novelas que le atribuyen al sultán gloriosos ancestros
occidentales y cristianos. Hay una conmutación, por tanto, del orden histórico en
un nuevo orden novelístico, interesado en legitimar la figura de Saladino a
mediados del siglo XV (Gaullier-Bougassas 2005: 218).
En Baudouin de Flandre, el protagonista, Balduino, es hijo de un conde
Felipe (que asociamos a Felipe de Alsacia); sus hijas son Juana, que casa con
Fernando de Portugal, y Margarita, que casa con Guillaume de Dampierre. Se
mezclan desde el principio errores flagrantes con certezas históricas: Balduino IX
de Flandes fue sobrino (no hijo) de Felipe de Alsacia, pero efectivamente la
condesa Juana de Flandes, su hija, casó con Fernando de Portugal, y su hermana
Margarita con Guillaume de Dampierre. En la novela, Balduino se casa con la
viuda de Enrique, emperador de Constantinopla. Ahí es donde empiezan los
problemas, pues la viuda resulta ser un personaje demoníaco, melusiniano, origen
de los conflictos futuros por hacer a Balduino cómplice de una culpa original que
sólo los descendientes podrán expiar. En todo caso, sin poder entrar aquí en otros
temas, el orden que propone la ficción resulta justamente inverso al de la historia,
donde, como hemos visto, Balduino IX de Flandes (emperador de Constantinopla
de 1204 a 1205) fue sustituido por su hermano Enrique (emperador de 1207 a
1216). 10

10
Imaginemos por un momento—es pura especulación imaginativa sin ninguna base, a
modo de reto fantástico—que esta mujer melusiniana de Enrique, viuda que trae la

53
Y es que, a propósito de la Mergelina de Enrique, hemos de reparar ahora
en L’Histoire des seigneurs de Gavre, la cuarta obra del subgrupo de las
encargadas por Jean de Wavrin para la casa de Borgoña, junto con las tres que
hemos seleccionado y resumido en el Apéndice.11 Pese a formar grupo con Chin,
Trazegnies y Avesnes, el resumen, aquí, de L’Histoire des seigneurs de Gavre
habría hecho demasiado extenso este artículo. En síntesis, Louis de Gavre, el
protagonista, después de ser expulsado de casa por la crueldad de su padre, parte
en busca de aventuras y casa con Ydorie, hija del duque de Atenas, con quien
tiene dos hijos: Ypolitus y Baudouin. Ypolitus, el mayor, heredará el ducado de
Atenas, mientras que Baudouin recibirá las tierras de Flandes. Lo curioso es que
hay una versión abreviada, Baudouin de Gavre, que nos interesa especialmente
porque en ella el héroe, es decir, el hijo de Louis, casa con Margaline, hija de
Tramirus, rey de Hungría.
Por casual que pueda ser la homonimia entre Margaline, la princesa de
Hungría, mujer de Baudouin de Gavre y nuera de la pareja Louis-Ydorie, y la
Mergelina, princesa de Constantinopla con quien contrae matrimonio nuestro
Enrique, el hijo de Oliva, es ésta la evidencia de una casualidad que viene a
sumarse a otras onomásticas, cerrando un círculo de vinculaciones con la historia
y la ficción flamencas. 12
Interesa, finalmente, que profundicemos algo más en el alcance del
discutible verismo histórico, centrándonos en un último caso: el del marqués de
Monferrad. Es un personaje de apellido difícil de ubicar con precisión, y de
comportamiento todavía más difícil de entender dentro de la trama de Enrique. El
título de Monferrato, marquesado que ocupó en la historia medieval europea un
lugar estratégico clave, aunque menor, al situarse como puente entre Francia y
Lombardía, representa lo que otros en la ficción medieval: un locus real y
concreto, pero también, cuando se precisa, un comodín intercambiable.
Recordemos que Enrique presenta al marqués de Monferrad como aliado primero,

desgracia a Balduino, fuera la Mergelina de Enrique, que hubiera mantenido escondida su


condición monstruosa, y que esta naturaleza saliera a la luz en una continuación. Desde
luego, el final de Enrique queda abierto: “caeció [quedó embarazada] la emperatriz
Mergelina de un hijo” (117). Los versos de Villasandino, que parecen referirse a un
encantamiento eterno de Enrique—“esta en dinero contado / me será caritativa, / desque
Enrique fi de Oliva / salga de ser encantado”, es decir, que saldrá del encantamiento ad
kalendas graecas—, no dejarían de tener sentido si, en vez de morir, Enrique hubiese
quedado hechizado o “encantado” por alguien perverso (¿tal vez su propia mujer?).
11
La prueba de esa vinculación la tenemos en la confección del manuscrito principal con
esas iluminaciones de las que hemos hablado, tan vivaces y características del taller—
asociado a la biblioteca de Jean de Wavrin—del llamado maestro de Wavrin (Schandel
2002).
12
Véase, a este respecto, las posible afinidades sugeridas en nota 8.

54
pero enseguida y con poco convincente justificación, como un cobarde que pagará
su pecado a manos del propio héroe. La figura del marqués tendría que estar
supuestamente basada en la de Bonifacio de Monferrato, líder de la cuarta
cruzada, suegro de Enrique, pero nada explica, tampoco desde la historia, ni la
muerte ni la visión negativa que del personaje modela el relato.
El marqués de Monferrat que nos presenta Curial e Güelfa, cumpliendo un
papel de la misma o de mayor relevancia incluso que el que desempeña el mismo
marqués de Monferrad en Enrique, es, de hecho, un personaje positivo, la otra
cara de la moneda o de la carta-comodín de la que hablábamos. Curial es un joven
lombardo, nacido en “casa baja”, que se pone al servicio de este marqués. En
Monferrat conoce y tiene la fortuna de contar con la protección de Güelfa,
hermana del marqués y viuda del duque de Milán. La relación sentimental entre el
joven Curial y la viuda provoca las maledicencias de dos viejos en la corte
monferratense. Estas habladurías llegan hasta el marqués, quien se ve obligado a
alejar a Curial de la misma. Su periplo de exilio le conducirá a Jerusalén y a
Constantinopla. La postura inicial del marqués es lógica y comprensible, dada su
posición. Y así, al final de la obra, Curial recupera su favor y casa con su hermana,
es decir, con su amor de siempre, Güelfa. Los posibles antecedentes históricos de
este marqués en la ficción no están claros, aunque se suelen fechar algo más tarde
que los del Monferrad de Enrique. 13
El marqués y el marquesado de Monferrato aparecerán además, si bien sin
un protagonismo tan notable como el que ostentan en Enrique y Curial e Güelfa,
en al menos otras dos biografías caballerescas: junto con el duque de Milán y el
marqués de Saluzzo, en L’Histoire des seigneurs de Gavre, en el torneo de
Compiègne que se da al final de la obra (Gaucher 1994: 632–33; Vàrvaro 2002:
157), y acompañando a personajes perfectamente reconocibles castellanos
(Arjona), catalanes (Urgell), alemanes (Heidelberg), ingleses (Warwick) y
flamencos (de nuevo, Balduino de Flandes); y en la biografía de Gaston IV de
Foix, porque la primogénita de éste contrae matrimonio con el marqués de
Monferrato (Gaucher 1994: 638).

El espacio del relato: la cruzada en Oriente


13
En concreto, se propone como modelo a Guillermo VII de Monferrato (1240–1292),
llamado el Grande, o “Gran Marchese”, porque es el coetáneo del rey aragonés Pere III, el
Gran (1240–1285), que tiene una participación destacada en Curial e Güelfa. A ambos,
Guillermo VII y Pere III, recordará y cantará Dante en el Purgatorio (canto VII).
Guillermo VII de Monferrato fue antiangevino en la historia (casó en 1271 con Beatriz,
hija de Alfonso X el Sabio, buscando éste precisamente una alianza contra Anjou que
favoreciera sus pretensiones imperiales), al igual que Curial es antiangevino en la ficción
catalana; y el mismo Monferrato casó a su hija—tenida con Beatriz—con el emperador
bizantino Andrónico II Paleólogo. De nuevo, la ficción no anduvo tan lejos de la historia.

55
Enrique, el hijo de Oliva, vence a Miranbel, almirante de los musulmanes, y casa
con Mergelina, hija del emperador Manuel de Constantinopla. Una vez
reconstruida su historia familiar en Francia, regresará a su nuevo hogar y patria
conquistados. Ese esquema de viaje bélico a Oriente y matrimonio Francia-
Constantinopla, abierto en la novela europea desde el Cligès de Chretien de
Troyes, se repite constantemente, en relatos más o menos extensos, convirtiéndose
en un topos relativamente habitual (Stegagno 1966). Enrique, en ese sentido, se
decanta por la opción extrema de la ficción: su héroe encarna individualmente el
sueño de todo caballero cristiano—muchos vieron en ese “otro espacio” de
Ultramar la posibilidad de alcanzar la gloria military—, y socialmente el del
colectivo del Cristianismo. No olvidemos, con todo, que la talla de Enrique no
alcanza la categoría que habría de poseer un miles Christi. Su lucha ideológica
está totalmente subordinada al asunto principal; sus victorias militares en Oriente
no sirven para bien de la Cristiandad, sino sólo en la medida en que le permiten el
ascenso político que requiere para vengar las vejaciones causadas a su madre.
Como ha deducido Lobato: “el narrador no destaca al caballero como
particularmente piadoso o devoto, ni resalta la decisión propia de atacar a los
moros, ni siquiera hay indicios de su animadversión contra los enemigos de su fe.
[…] La conquista de los bastiones cristianos en Oriente alcanza a ser sólo una
remota referencia, donde se ubica vagamente la elevación social de Enrique que
ayuda, luego, a restituir la honra de su madre” (2008a: 353).
En las biografías francesas seleccionadas vemos cómo, sin tener por qué
alcanzar la meta del matrimonio en el Imperio extranjero, el héroe de Gilles de
Chin se hace cruzado, luchando al servicio del rey de Jerusalén, mientras que el de
Gillion de Trazegnies ocupa el noventa por ciento de sus aventuras en Oriente,
fundamentalmente al servicio del Sultán de Egipto (Babilonia). Aquí, Rodas,
Nicosia o Babilonia componen ese “otro espacio” en el que el flamenco
recompone su historia, purga su abandono de la Trazegnies natal, conoce a sus dos
hijos y recupera, con una solución imposible de bigamia consentida, a su primera
mujer. La historia armoniza, gracias al comportamiento de la “exemplary wife”, la
bigamia con la “pursuit of salvation” (Brown-Grant 2009: 155–62). L’Histoire des
seigneurs de Gavre destaca en conocimientos geográficos. Como hemos visto,
Louis de Gavre, cercano a lo que sucedió con el histórico Roger de Flor (el
principal modelo de Tirant lo Blanc), conquista a Ydorie y se convierte en duque
de Atenas. La biografía detalla el trayecto desde Italia hasta Ragusa, Corfú,
Cefalonia, Morea, Negroponte, etc. Sin embargo, tampoco es absolutamente
necesario que en una biografía caballeresca el periplo vital conduzca a Oriente y,
así, podemos comprobar también en el resumen del Apéndice cómo el
protagonista de Jean d’Avesnes se limita a recorrer un ambiente geográfico
variado, pero siempre europeo (aunque la España donde vence a los moros sea la
España infiel, poco o nada europea, típica de la épica francesa). Como en Enrique,

56
encontramos en estas biografías que Oriente, cuando aparece, es un territorio que
posibilita el ascenso social y la reconciliación familiar (o la conciliación de moral
y deseo, en la interpretación que propone Brown-Grant 2009). Probablemente los
autores no quieren mostrar a sus héroes como los mejores caballeros del mundo,
sino como lo suficientemente buenos como para vengar unas determinadas
afrentas y cerrar brechas o restañar heridas infligidas al linaje familiar. No son
athletae Christi, cruzados investidos de fe en el proselitismo y la conversión. El
periplo vital que recorren no es propiamente el de unos cruzados, pero el
resplandor de sus biografías idealizadas puede arrojar luz mesiánica sobre el
presente en que son celebradas sus aventuras y contribuir a estimular o sublimar
proyectos más o menos utópicos de liberación y conquista compartidos en Europa.
En las narraciones caballerescas breves, el tema de Oriente continuará
siendo crucial. Paris, en Paris et Vienne, no sólo viaja a Oriente, sino que su
disfraz de moro juega luego un papel decisivo en su reencuentro con Viana. Caso
semejante es el de Pierre de Provence (que muestra un extraordinario detallismo y
exactitud en la mención de topónimos franceses y del Mediterráneo); el del hijo de
Olivier, en Olivier de Castille, nuestro Oliveros de Castilla, que lucha en cruzada
contra los turcos; o el de Cleriadus, que llega a Chipre luchando también contra
los turcos (Vàrvaro 2002: 155–56).
Pero no es sino en las grandes novelas caballerescas, y en concreto en las
dos escritas en catalán, donde se nos presenta un viaje bélico a Oriente mucho más
detallado (y, en ese sentido, más realista) y donde puede darse, o bien—al igual
que sucede en Enrique—el remate del matrimonio con la princesa extranjera
(Tirant lo Blanc), o bien el viaje educativo y de experiencia, con regreso y
matrimonio con la amada inicial, que ha puesto a prueba al héroe (Curial e
Güelfa). Tirant, caballero bretón, tras liberar Rodas y cumplir el obligado periplo
en África, salva la capital bizantina del peligro turco y casa con Carmesina, la hija
del emperador. Joanot Martorell reformula así, de manera novelesca, episodios
históricos recientes (pues la obra se escribe entre 1460 y 1465), como el apoyo
aragonés a Rodas, en 1444, defendida por los caballeros de San Juan del Hospital,
y asediada por el sultán de Egipto Abusaid Djaimak; pero, además, realiza en la
ficción no sólo la imposible utopía de mantenimiento de una Constantinopla
cristiana, sino la conversión al cristianismo de todo el norte de África. Tirant
permanece en Constantinopla (como Enrique, el hijo de Oliva), a diferencia de los
que regresan a casa con el baúl cargado de experiencias (como Curial). Muere en
Andrinópolis, pero le sucede una dinastía anglo-francesa, sin relación alguna ya
con los emperadores griegos. El modelo histórico principal del Tirant César del
Imperio es Roger de Flor (1266–1307), el gran capitán al servicio de la corona de
Aragón que defendió Acre (1291) y que, estando al servicio de Andrónico II
Paleólogo, logró salvar Constantinopla de la invasión gracias a sus victorias sobre
los turcos. Pero otro importante modelo histórico sí es el athletas Christi por

57
excelencia en el siglo XV: János Hunyadi—Joan o János el “Blanc”, en catalán
(en pronunciación deformada, a partir de ‘valac’, de Valaquia), regente de Hungría
desde 1446 hasta 1452 y padre del rey húngaro Matías Corvino—, el vencedor que
puso freno en Belgrado (1456) al Mehmed II victorioso de Constantinopla, cuyo
avance parecía imparable.
Curial demuestra a lo largo de la novela, como Tirant y como otros muchos
desde los poemas narrativos de Chrétien de Troyes, tanto sus proezas
caballerescas como sus flaquezas amorosas. Pero el héroe ideal ha de ser perfecto
íntegramente, como en la misma tradición artúrica a partir del siglo XIII, y así, en
la tercera y última parte de la obra, después de un sueño revelador (y con la
presencia de la cruz de San Jorge), henchido de un sentido religioso antes
ignorado, triunfa contra el capitán turco, primero, y contra el Sultán después, es
decir contra los principales enemigos del Cristianismo. Son victorias algo
precipitadas, escasamente justificadas, en especial si las comparamos con las
trabajosas conquistas de Tirant en África, pero es verdad que su trayectoria ha
dado un vuelco y que—si bien un poco tarde—se ha metamorfoseado en el
luchador por la causa cristiana que sus veleidades cortesanas no habían permitido
antes que fuera. En definitiva, a Curial, como a Enrique, como a Gillion de
Trazegnies, como a Gilles de Chin, le interesan las victorias en Oriente
fundamentalmente para regresar legitimado a casa.
Es difícil entroncar los periplos orientales de Tirant y Curial con una idea
histórica determinada de cruzada, con una imagen no difusa sino anclada en los
proyectos concretos de un reino o casa señorial: Francia, Inglaterra, Borgoña,
Castilla, Aragón, etc. Porque ambos héroes son franceses en la ficción, pero
portavoces de pensamientos y sueños vividos en la corona de Aragón. Tirant lo
Blanc presenta de manera sumamente positiva a los personajes de la casa real
francesa y guarda un elocuente silencio respecto a la de Borgoña, a diferencia de
Curial e Güelfa, donde se enaltece todo lo que tiene que ver con Borgoña. En
ambas obras hay una crítica clara a la casa de Anjou, crítica nacida de las
estrategias políticas (los duques de Anjou son enemigos acérrimos de Alfonso el
Magnánimo y de su hijo Ferrante en la posesión de Nápoles). El proyecto de
cruzada de Tirant, el más sólido de todos los de la ficción europea, no es catalán ni
aragonés: es europeo. Y es que la ficción de tema mediterráneo en el XV, más
algunas de las biografías que hemos ido examinando, participan de manera
unánime, en mi opinión, del nuevo espíritu de cruzada que insufla a toda Europa
Felipe de Borgoña, en especial a partir de 1430, cuando crea la orden de
Caballería del Toisón de Oro e invita a los principales monarcas a formar parte de
ella (no es casual que el primer rey llamado fuera Alfonso el Magnánimo). Y ese
espíritu e ideal utópicos de la nobleza europea serán renovados por el propio
Felipe el Bueno en 1454, cuando la famosa reunión de Lille, en torno al Banquete

58
y los Votos del Faisán—con sus promesas de cruzada, por supuesto que
incumplidas—, apenas unos meses antes de la caída de Constantinopla.
Aragón y Borgoña van aliados—en la historia, en el arte y también, cómo
no, en la literatura—a la hora de concebir el equilibrio europeo, el control de
Francia, la amistad con Inglaterra, la expansión en el Mediterráneo, etc. Y esa
alianza, que fructificará en los pactos nobiliarios que buscan Fernando de Aragón
e Isabel de Castilla para sus herederos, se puede apreciar también en el sesgo
antifrancés de la trama de Enrique, totalmente acorde con las ideas y expectativas
políticas del momento histórico en que sale a la luz la obra.

El realismo narrativo y los límites de la fantasía


Fradejas Lebrero (1981), puso por vez primera, muy atinadamente, el argumento
de Enrique en relación con el de Tirant lo Blanc, y aunque limitó sus paralelos a
los ejes argumentales, seguramente se refería también al tono realista. El realismo
que alababa Cervantes, DQ, I, vi, en Tirant lo Blanc (“aquí comen los caballeros,
y duermen y mueren en sus camas …”) no es habitual en las narraciones
caballerescas, pero tampoco resulta excepcional, como perfectamente ha
demostrado Bárbaro (2002). El “realismo narrativo” (el sintagma lo propone
Vàrvaro), común a toda una corriente de relatos caballerescos europeos, calza de
manera muy natural en Enrique en parte gracias a su origen épico. Sin embargo, la
lucha épica se ve relegada a un segundo plano (la toma de Jerusalén se resume en
una rauda batalla contra cinco reyes moros) y, en cambio, el motivo central
alrededor del que gira su trama, el de la mujer calumniada, su madre Oliva, es un
motivo novelesco que se articula, eso sí, con una trama de ruptura familiar y
venganza originalmente épicas. Como dice Gómez Redondo, “al ser trasladada al
castellano la historia orienta sus principales valores, porque la trama argumental
fusionará los dos núcleos significativos que están ahí anunciados: hazañas de
Enrique, sí, pero proyectadas sobre el telón de fondo de la penitente vida de la
madre Oliva” (Gómez Redondo 1999: 1619).
En el grupo de cantares de gesta franceses que tienen como protagonista a
la esposa falsamente acusada de adulterio o asesinato—Berte aus grans pies,
Macaire o La reine Sebile, Doon de Mayence, Parise la Duchesse—, grupo en el
que se integra el Doon de la Roche que, trasformado, da lugar a Enrique,
personajes y acciones juegan igualmente al filo entre la épica y la novela. La
protagonista suele ser la madre, como en La reine Sebile, que se ha de exiliar,
iniciando un periplo por lugares inhóspitos hasta que consigue, en muchos casos
gracias a su hijo, que se aclare la verdad y se castigue al traidor. En La reine
Sebile, Carlomagno, casado con Sebile, está tan viejo que se deja engañar por
Macaire, quien la acusa de cometer adulterio con un enano. Sebile tiene que dar a
luz a su hijo fuera de casa, en la del villano pero valiente Varocher, y buscar el
apoyo de su padre, emperador de Constantinopla, más el apoyo del rey de Hungría

59
y el de este Varocher para enfrentarse a Carlomagno y hacerle comprender la
verdad. El motivo de las reinas injustamente acusadas—bien estudiado en la
tradición hispánica por Domínguez (1999), que examina, además de la Sevilla de
Carlos Maines (derivada de La reine Sebile), los casos de Ysonberta, en La
leyenda del caballero del Cisne, Florencia, en Otas de Roma y Una Santa
emperatriz—, se mantiene y desarrolla en las narraciones hispánicas. Grima, la
mujer de Zifar, sería otra compañera de fatigas, perseguida y falsamente acusada.
La hibridación entre épica y novela, que ya se encontraba en el Doon de la
Roche, es posiblemente aquello que dota a la trama argumental de Enrique de esos
cambios bruscos e inmotivados, de esas durezas y aristas sin limar en la
caracterización de unos personajes que no actúan con unos mínimos de coherencia
psicológica, sino guiados por los maniqueísmos del cuento maravilloso o por el
fatum de la gesta primitiva. El destino del héroe, ya lo hemos dicho, no es el del
cruzado, imbuido por espíritu religioso, sino el de la restauración de un linaje roto
por el pecado del padre. La lucha novelesca se subordina al frío mecanismo de
necesario ascenso en el estatus social, con el objetivo de vengar a la madre y
restituir los vínculos familiares y sociales rotos por culpa del mal comportamiento
del padre. Los escasos combates del héroe, la venganza impulsora de la acción, las
ordalías, el descuartizamiento de Tomillas etc., son de signo épico, pero son de
claro origen folclórico y desarrollo novelesco tantísimos motivos y episodios,
empezando por el de la “Calumniated Wife” (K2110.1). E igualmente lo son el
veneno (vino con yerbas), la carta con conjuros para adormecer, la sortija de la
verdad, las sustituciones (del arlote en el lecho, del cuerpo de Enrique por el de un
pobre para darle sepultura), los disfraces (de mercader y peregrino), las falsas
identidades, etc. En definitiva, el mismísimo periplo de Enrique hasta casar con
Mergelina, aun aguijoneado por la venganza épica, es novelístico.
En Parise la Duchesse, cantar de gesta con el motivo de la falsa acusada,
puesto en relación con Doon de la Roche, en su edición, por Meyer y Huet (1921),
por ejemplo, se produce idéntica hibridación épico-novelesca. Los enemigos de
Garnier de Nanteuil no se conforman con asesinarlo, sino que acusan a su hija
Parise de intento de asesinato con el fin de apoderarse del feudo de su esposo,
Raymond de Saint-Gilles. El elemento clave de la falsa acusación es—para que
nos hagamos idea de la intromisión de elementos folclóricos—una cesta de
manzanas envenenadas. Pero luego vendrán otros motivos novelescos: el parto en
el bosque, el rapto del niño por unos ladrones, las aventuras paralelas, etc. El
duelo judicial final, el regreso de Parise, la muerte de los traidores y el matrimonio
del hijo, vengador y justiciero, remachan el carácter épico de la gesta. En estos
cantares encontramos “la temática de la ‘novela familiar’ […] con los motivos
recurrentes del niño expósito, del bastardo, de los niños robados, de las madres
separadas de sus hijos, etc., que se asocia aquí a la temática épica del
enfrentamiento bélico del hijo para recuperar un patrimonio injustamente

60
usurpado” (Real 2002: 254). El punto de partida es claramente novelesco, pero las
características del héroe y los métodos utilizados para hacer justicia son épicos.
Enrique, por tanto—y a la luz de estos cantares se entiende muy bien—, como
otros héroes de gesta, rehabilita por la armas la dignidad de la madre, restituye el
orden familiar y acrecienta la heredad que le pertenece. Sutura una herida muy
grave producida por el mal comportamiento del padre. El hijo es modelo y
correctivo para el padre, como hemos visto en Baudouin de Flandre. Cierra el
círculo de la mentira de Tomillas con un castigo proporcionado a su zafiedad, y el
del engaño del arlote en el lecho de Oliva con otro engaño en el lecho, esta vez
con el conde de la Roche implicado y ridiculizado.
Muchos de los motivos novelescos que encontramos en Enrique aparecen
también en las biografías caballerescas de la casa de Borgoña: el muchacho poco
dotado, la defensa de la mujer falsamente acusada en duelo (Gillion), la aparición
del ángel (Chin), la ordalía o pruebas de inocencia, la falsa acusación, etc. De
todos ellos sólo me detendré—para acabar y para tratar de demostrar que hay un
campo comparativo abierto y muy fructífero para el análisis—en el motivo del
muchacho poco dotado, aparentemente estúpido o villano, ya sea pendenciero, ya
verdaderamente salvaje, que se supera a sí mismo gracias a la ayuda de un tutor,
ayo o persona que lo saca del ambiente de sus progenitores (el motivo de
Perceval, su antecedente más notorio). Gaucher (1994: 327–40) diferencia entre el
muchacho desterrado (Guillermo el Mariscal, Louis de Gavre) y el muchacho de
naturaleza rebelde (Gilles de Chin, que “a nul bien ne s’atornoit”, o Jean
d’Avesnes, que “a faire toutes folies s’applicque”; aunque el peor de todos sea el
feo e indomable Bertrand du Guesclin) (véase Apéndice).
En particular, el motivo del joven odiado por sus padres, y echado de casa,
lesionado o expuesto a la muerte por su propio padre, que aparece en Enrique,
tiene un precedente notable en biografías como la de Guillaume le Maréchal.
Cuando Enrique, con cinco años—puer senex—, acude a las bodas de su padre
con Aldigón con el propósito de estorbarlas y afrenta a su padre vergonzosamente,
delante de todos, es tal el patadón (“tiró el pie rezio contra él”) que le propina el
duque de la Rocha, “y a tan airadamente lo empuxó, que el niño fue a dar de frente
en un pilar, que se le hendió grand pedaço del caxco de la cabeça, que todos
pensaron que era muerto” (Fradejas Rueda 2003: 77–78). Ese patadón simboliza la
ruptura necesaria de lazos con un padre, marioneta del rey, incapaz de defender el
linaje. Ahí se inicia el viaje de restitución del honor de Oliva, el clásico tema de
Susana, calumniada por los viejos, en Daniel, XIII, que está detrás de todas estas
historias, como bien apunta Domínguez (1998: 170).
En L’histoire des seigneurs de Gavre el comportamiento como pareja
matrimonial de Louis y Ydorie es superior con creces al censurable de sus padres.
La inmadurez (diecisiete años) de la madre—sin nombre—de Louis le hace
burlarse de manera imprudente y estúpida de su marido, Guy, a propósito de si es

61
el verdadero padre de su hijo. Ese desliz provoca una ira no menos improcedente
en Guy, que se toma en serio la broma, se cree marido engañado, la injuria y echa
de casa a madre e hijo: “O tremalvaise putte! Vous et votre bastart, sailliés hors de
ma maison. Jamais vous ne luy n’y enterés” (Schandel 2002: 18). Guy, como el
duque de la Rocha en Enrique, no cumple su papel ni como buen marido ni como
buen padre. Se enfatiza el estado infeliz de la unión de los padres a partir del
contraste con la equilibrada armonía de los hijos. Pero es el hijo el que intenta
compensar a su madre de los errores del padre. La búsqueda de un matrimonio
exogámico, el del hijo en Oriente, trata de conjurar el peligro de incesto, por el
acercamiento obligatorio, por negligencia del padre, entre madre e hijo (en
opinión de Brown-Grant 2009: 1622–178). Y es cierto que el deseo incestuoso,
aunque del padre hacia la hija, tabú y amenaza principal del amor marital, modela
los argumentos de novelas como la Manekine y el Roman du Comte d’Anjou. En
ese sentido, en Enrique, aun sin estar claramente insinuado el peligro de incesto
entre el rey y su hermana (simplemente se dice que “crióla el rey su hermano
porque fincó en su poder niña pequeña”), sí que hay un explícito deseo por parte
del rey y tutor de Oliva de un matrimonio endogámico, cuyas ventajas, sin
embargo, desmentirá el mal comportamiento del futuro marido: “Y entendiendo el
rey que sería más pagado en su voluntad de casar su hermana con ombre natural
de su tierra, do él la pudiesse ver e hablar con ella, pues que tanto la amava, pues
que la crió, ante que casasse con otro ombre estraño de fuera de su tierra; lo uno
por esto, lo ál por el buen amor que avía con el duque de la Rocha […] tovo que
sería mejor casada esta su hermana con el duque” (66). El engaño de Tomillas será
la frágil prueba que ponga al descubierto la inmadurez del marido flojo y
desconfiado, que no sabe proteger a su mujer pese a la triple prueba en la que ésta
ha demostrado sobradamente su inocencia.
En L’Histoire des seigneurs de Gavre habrá de ser también el hijo, Louis,
quien restaure con su ejemplo feliz—con el ejemplo práctico de su matrimonio
exogámico—las carencias afectivas del padre y, sobre todo, sus errores de
comportamiento sexual (como marido), familiar (como padre) y social (como
noble). ¿Y acaso no es eso lo que encontramos en todo el periplo de superación
familiar que hace Enrique en Oriente para poder lavar la deshonra de la madre y
expiar el pecado del padre? Gracias a la expulsión del hogar familiar, se produce
un segundo nacimiento y una segunda crianza, depositada en la paternidad
efectiva del conde Jufré de Flandes. 14

14
El papel del ayo protector y adoctrinador (aquí no hay dama protectora, como Güelfa, o
la condesa de Artois en Jean d’Avesnes, o la condesa de Nassau, en Gilles de Chin) es
habitual: lo desempeña el señor d’Oisy en Guilles de Chin, como hace en Tirant lo Blanc
quien es representante en la ficción (Guillem de Vàroic) de otro protagonista de
prestigiosa biografía caballeresca, en este caso inglesa (el Guy de Warwick).

62
Y para reivindicar definitivamente la inocencia de la madre—y restañar
por tanto las heridas, reparando el cuerpo sano del modelo familiar—Enrique
habrá de castigar, siquiera levemente, al padre (castigo inocente y engaño risueño,
si se compara con la magnitud del pecado), pero duramente, sin conmiseración, a
quien encarna la proyección demoníaca del propio padre, el infame Tomillas.
Para concluir y sintetizar. A la muerte de Balduino IX de Flandes (1207),
su hermano Enrique, casado con la hija de Bonifacio de Monferrato, hereda el
trono del Imperio Latino de Oriente (que ostenta entre 1207 y 1216). Varias
biografías caballerescas y novelas auspiciadas por la casa de Borgoña tratan de
recuperar esta época de esplendor, tras la cuarta cruzada, en la que los condes de
Henao y Flandes jugaron un papel tan relevante. La finalidad de estas obras es
didáctica (memoria de las historias familiares), artística (literatura y arte de la
iluminación se unen) y pragmática: legitimar sobre cimientos sólidos de pasado
glorioso la necesidad de implicación de familias y condados en una unión
Borgoña-Flandes, unión bendecida desde antiguo por los más altos ideales y
destinada en el futuro a repetirlos.
Aunque el texto castellano original sea un siglo anterior, la publicación de
Enrique en 1498 podría estar relacionada con los proyectos y encargos de
manuscritos conteniendo ese tipo de biografías. Se recupera un texto antiguo,
donde se aprovechaba el desarrollo épico de Doon de la Roche para dar cuerpo
novelesco a las aventuras de un personaje relacionado con protagonistas
flamencos de la cuarta cruzada. El texto de Enrique, tal y como lo conservamos,
cuenta una historia de recomposición de un linaje ideal (matrimonio con heredero)
deshecho por culpa de la debilidad de los responsables (el rey, hermano y tutor, y
el marido). Esa debilidad aflora cuando una calumnia infame y absurda arrojada
contra Oliva es creída por el marido y por el propio rey. El hijo rebelde, que, al
intentar defender a su madre, es expulsado violentamente del núcleo familiar
(doble “muerte”: la patada casi letal y el falso enterramiento), habrá de buscar su
crecimiento biológico, más experiencia, fuerza y fortuna en Oriente, fuera de su
linaje. Conquista Jerusalén, defiende Constantinopla y casa con la heredera del
imperio griego. El hijo supera con creces al padre, expía con sus éxitos el fracaso
familiar y social de éste, y reconstruye la armonía marital y familiar. Restaña sin
dejar huellas una herida que parecía mortal, un daño que resultaba en principio
irreparable.
Este esquema de superación, basado en el motivo de la mujer falsamente
calumniada y acusada, que era ya válido en un grupo de cantares épicos franceses
de los siglos XII y XIII, continúa siéndolo en la historiografía del siglo XIII y en
la novela del siglo XIV (está presente en la relación entre Roboán y Zifar, en las
novelas de materia carolingia). Pero en el siglo XV cobra otro sentido, aplicando
los motivos de la novela a la materia cronística particular o local en algunas
biografías novelescas de la casa de Borgoña, como L’Histoire des seigneurs de

63
Gavre. En ésta en concreto, los padres del héroe, Louis e Ydorie, superan con
creces el comportamiento inmaduro de su madre y cruel de su padre, que llega a
intentar matar al futuro héroe arrojándolo al fuego. Balduino, el hijo de esta pareja
perfecta, casa con Margalina, hija del rey de Hungría. La obra se compone tal vez
para contribuir a festejar la unión matrimonial, en 1454, entre René d’Anjou y
Jeanne de Laval, celebrando el pasado glorioso de los Anjou en Hungría. Otro
conjunto de obras relacionadas con estas biografías de Borgoña, las del llamado
ciclo de Jean d’Avesnes, imprime un vuelco novelístico a toda la cronología de las
cruzadas para buscar nuevos orígenes, nuevas justificaciones a los intereses de la
casa de Borgoña. En Baudouin de Flandre, Balduino se casa con la viuda de
Enrique, emperador de Constantinopla (el supuesto mismo referente histórico de
nuestro Enrique), que resulta ser un personaje melusiniano, origen de todos los
conflictos futuros.
El texto del Enrique que se recupera en 1498 no puede estar ajeno a este
tipo de obras compuestas en Francia tan sólo tres o cuatro decenios antes. En lo
histórico, Enrique parece incluso una pieza que pudiera encajar sin demasiados
desajustes dentro del puzle del ciclo de Jean d’Avesnes: los mismos protagonistas,
la misma novelización de la historia de cruzadas, y las mismas distorsiones. Y en
lo literario coincide con varios textos franceses (en especial, aunque no sólo, con
L’histoire des seigneurs de la Gavre) en contar la historia de un héroe que alcanza
un matrimonio excelso, superando y expiando, gracias al ascenso social, los
pecados de los padres.
El texto podía ser algo “rancioso en su estilo”, como lo era Zifar para
Cromberger (Sevilla, 1512), al llevar más de siglo y medio tras de sí, pero si
“resucita” es porque tiene interés nuevo y evidente. Para un público de corte y
para un público más amplio (el que adquirirá las ediciones del siglo XVI). Y lo
tiene, como lo tienen las ficciones borgoñonas del XV, porque concilia de manera
persuasiva y coherente—atractiva, simple, pero bien elaborada—las dos esferas
dominantes de la novela medieval: la del deber militar y la de la armonía
sentimental. En Enrique la fuerza centrífuga de la aventura neutraliza los peligros
de la fuerza centrípeta de la conservación del linaje. Al mejorar los errores de los
padres con las virtudes propias, el matrimonio (que no el amor) queda confirmado
como institución básica en el sustento de la sociedad feudal.
Enrique pudo haber desempeñado, en fin, una función ideológica respecto
a las intenciones de los Reyes Católicos parecida a la que habían cumplido apenas
medio siglo antes respecto a la casa de Borgoña aquellas otras obras francesas
estudiadas. Lo que en Francia fue entronque y glorificación, a través de la
memoria del pasado imperial (los duques de Flandes en el Imperio Latino de
Oriente), del proyecto de expansión y asentamiento de un linaje actual en un
nuevo territorio (el de Borgoña en Flandes), en el caso de Enrique significaría la
justificación para apoyar la política matrimonial hasta ese momento desarrollada

64
por los Reyes Católicos (González 2007: 268). Y difícilmente se encontraría mejor
justificación ni exaltación simbólica que la de ver las bondades de una unión
matrimonial, junto con las promesas de gloria de su descendencia, reflejadas y
plasmadas en el cuento de un pequeño-gran héroe, Enrique. Un héroe que logra
con arrojo y empeño, venciendo todo tipo de dificultades, la plenitud personal y
social: saldar cuentas con la vergüenza del pasado familiar, lograr la esposa ideal y
alcanzar el objetivo de nobleza más encumbrado.

APÉNDICE
Sinopsis argumentales
GILLION DE TRAZEGBIES
[Esterilidad y promesa] Un caballero de la corte del conde de Henao, Gillion, casa
con su prima, Marie d’Ostrevant. Al no lograr tener descendencia, Gillion promete
a Dios, si le concede el regalo de un hijo, ir a Tierra Santa. Tienen mellizos y
entonces parte de peregrinación para cumplir la promesa, pese a la oposición de su
esposa. Visitan, él y los suyos, los Santos Lugares. Gillion tiene un sueño
premonitorio terrible. Luego, su nave es atacada por los hombres del Sultán de
Egipto; es el único superviviente y se le conduce prisionero a Babilonia (es decir,
El Cairo) (pp. 1–16). [Cautividad] Su mujer, Marie, cuida mientras tanto a sus
hijos en Trazegnies. En Egipto, Gillion tiene otro sueño premonitorio, esta vez
esperanzador. La hija del Sultán, Gracienne, se enamora de él. Gracias a un
carcelero, Hertan, de quien se hace amigo, puede encontrarse con ella con
frecuencia. Gillion alecciona a Gracienne y Hertan y los convierte al cristianismo.
El rey de Damasco, que reclama en vano la mano de Gracienne, pone sitio a
Babilonia y el Sultán es capturado. Gillion y Hertan son enviados por Gracienne
para vencer al de Damasco y recuperar a su padre. Así lo hacen y el Sultán les
suplica, entonces, que permanezcan a su servicio (pp. 28–38). [Consejero del
Sultán] Pasan catorce años. En Henao, Marie, la esposa de Guillion, permanece
fiel, aunque el señor Amaury des Maires trata de conquistarla. Este pretendiente
parte hacia Egipto, encuentra a Gillion y le comunica—falsamente, claro está—la
muerte de su mujer y sus dos hijos. Gillion le cree y, aunque el felón pretende
continuar la farsa, muere en un combate. El rey Fabur viene a vengar al rey de
Damasco; en su retirada, toma a Gillion prisionero. Hertan parte en su busca (pp.
57–85). [Los hijos] Jean y Gérard, hijos de Gillion, que revelan pronto grandes
aptitudes caballerescas, tienen un sueño y deciden partir en busca de su padre.
Hertan, en tanto, ha logrado liberar a Gillion y ambos regresan a Babilonia. Jean y
Gérard, buscando a su padre, ofrecen sus servicios al rey de Chipre. Junto con el
maestre de Rodas ayudan a rechazar al rey Bruiant de Esclavonia, que asedia
Nicosia. Son atacados por dos navíos musulmanes y capturados: Gérard por el hijo

65
de Bruiant, Morgat; Jean por Fabur de Morienne en Trípoli (de donde había
escapado su padre). La princesa Nathalie se enamora de Gérard. Convence a su
hermano, que quiere matar al vencedor de su padre, para que postergue su
venganza hasta la celebración del aniversario del nacimiento de Mahoma. Pero
Nathalie sufre una falsa acusación (urdida por un pretendiente despechado,
Lución) de querer envenenar a su hermano para poder suceder en el trono. Gérard
defiende a la princesa en duelo y mata a Lución. Vuelve a prisión, pero recibiendo
un mejor trato (pp. 86–160). [Bigamia] Gillion, mientras tanto, en Babilonia, se ha
ganado definitivamente la voluntad del Sultán, que le ofrece la mano de
Gracienne. Gillion, creyéndose viudo, acepta y se casan. Acude Morgat de
Esclavonia, pero Gillion y Hertan le obligan a retroceder. Morgat decide entonces
atacar a Fabur de Morienne. Pactan un combate singular entre sus dos campeones:
Gérard y Jean. Pero como se reconocen (pese a sus armaduras musulmanas),
acuerdan que el primero simule rendirse al segundo. Fabur se queda con los dos.
Luego, Fabur se dirige contra el Sultán de Babilonia. Los hermanos, que
enarbolan las armas de Trazegnies, son reconocidos por Gillion, que mata a Fabur
(pp. 161–203). [Reconocimientos y muerte] Al reencontrarse con sus hijos y
hacerle saber éstos que Marie está viva, Gillion pide licencia al Sultán para
regresar a Henao. En Trazegnies, Marie, agradecida a Gracienne, la segunda
esposa, por haber salvado la vida a su marido con su comportamiento, reconoce su
prioridad y decide tomar los hábitos. Pero también Gracienne siente esa llamada
religiosa y, así, ambas se recluyen en el monasterio de la Oliva. A su vez, Guillion
se retira a la abadía de Chanbron, dejando sus propiedades a sus hijos. El Sultán,
sin embargo, le vuelve a solicitar ayuda. Derrota a todos los enemigos de su
suegro, pero recibe una herida mortal en su última campaña. Su cuerpo descansará
entre los de sus dos mujeres, en una tumba del monasterio de la Oliva (pp. 203–
14).
GILLES DE CHIN
[Infancia, amor y primer torneo] Gilles es un muchacho pendenciero, no querido
por sus padres. El señor de Oisy lo toma bajo su tutela y cambia de
comportamiento. Participa en un torneo y demuestra a partir de ahí su
metamorfosis. En Nassau, Gilles se enamora de la condesa de Nassau; se
intercambian anillos y juran guardar el secreto de su relación. Guilles vence en el
torneo de Trazegnies, portando la armadura regalada por la condesa (caps. 1–20).
[Victorias en Tierra Santa] Un ángel se le aparece y le dice que acuda a Tierra
Santa a combatir contra los paganos. En contra de la voluntad de padres, de
amigos y de la propia condesa parte con veinte compañeros de viaje. Llegados a
Acre, se dirigen a Jerusalén. Después de una serie de percances, entra al servicio
del rey de Jerusalén. Con sólo cuarenta hombres, derrota a la armada de los
sarracenos. Los reyes le agradecen con fiestas su ayuda. La reina se empieza a

66
enamorar de él y el relato de la muerte de un león a manos suyas acrecienta ese
amor (caps. 21–28). [La falsa acusación; el león y la serpiente] Victoria sobre
Nûr-al-Dîn, hijo del rey de Alepo, que asedia Trípoli al mando de tres mil
musulmanes. Gilles mata a un gigante y libera a los veinte cristianos que retenía
encadenados. La reina, decepcionada por la falta de respuesta a sus insinuaciones,
acusa a Gilles de homosexualidad. Él se ve obligado a confesarle el secreto de su
amor por la condesa de Nassau. En un viaje a Antioquía con el rey, salva a un león
del ataque de una serpiente. El león se convierte en su fiel compañero (caps. 29–
32). [Más luchas y torneos] En Antioquía, es acogido por el príncipe, que lo toma
a su servicio; rechaza una armada de musulmanes y mata al rey de Persia. De
regreso a casa, muere su león. Tras diversas aventuras, llega a Colonia, donde se le
informa del torneo que va a tener lugar en Auxerres; se lleva el primer premio del
torneo. Allí le dan la noticia de que su amada, la condesa de Nassau, había muerto
de pena cuando él partió a Tierra Santa. El ardor de las justas le hace olvidar la
pena por esta noticia (caps. 33–41). [Matrimonio y muerte] Su regreso a Chin es
apoteósico. En el castillo de Antoing, pide matrimonio a la sobrina del señor,
Domision de Chièvre. Defiende a su señor, el conde de Henao, contra el duque de
Brabante. El conde le concede, en premio, la mitad de sus posesiones y organiza
una gran fiesta y un torneo en su honor. Gilles muere—estamos en 1137—de unas
fiebres causadas por sus heridas (cap. 42–50).
JEAN D’AVESNES
[Infancia y educación] La condesa de Artois ayuda, con sus regalos, a la
educación del joven Jean, noble de sangre pero villano en su comportamiento.
Gracias a estas atenciones, el joven cambia en sus actitudes. Y, de hecho, se
enamora de su benefactora, la condesa, que le replica que no puede amar a un
escudero. Jean acude entonces a su padre, que le concede el señorío de Avesnes
(caps. 1–18). [Caballero errante] En la corte del rey de Francia, Jean se opone a
quienes aconsejan al rey una tregua con el emperador de Alemania. Éste acepta un
duelo con Jean. Finalmente, lo que se produce es una batalla, en la que Jean vence,
obligando a huir al emperador. Jean renuncia al cargo de condestable que le ofrece
el rey, pretextando excesiva juventud (caps. 19–28). El rey organiza un duelo en
Compiègne, para mantener a sus caballeros en forma. Jean dispone, entre tanto, un
Paso de armas en Burdeos, y acumula victorias a lo largo de sus quince justas
(caps. 32–54). En Compiègne, oculto como “Caballero de las Armas Vermejas”,
gana el primer premio (un collar de oro) (caps. 55–71). Jean acude a su señora, la
condesa de Artois, y le ofrece los quince rubíes—uno por justa—ganados en el
Paso de armas. Ella, sin embargo, los rechaza y le obliga a proseguir su errancia
caballeresca (caps. 72–73). [Al servicio de los reyes y las damas] Afredice sucede
a su hermano, el emperador de Alemania, que ha muerto; invade Francia y sitia
Reims. El rey acude sin Jean; está a punto de sucumbir, pero Jean llega en su

67
ayuda in extremis y logran la victoria (caps. 74–83). Aunque el rey le pide consejo
sobre la política a seguir, Jean tiene libertad. La señora de Agimont es
injustamente acusada y asediada por el señor de Rochefort. Jean mantiene un
duelo con éste y le obliga a rendirle homenaje. En Poitiers, se reúne con las tropas
del rey, que le confía la vanguardia. Vencen a los ingleses (caps. 74–112). [En
España] Jean regresa con la condesa de Artois, pero ésta le invita a incrementar
todavía más su fama. Acude entonces a combatir a los infieles en España; con su
armada, tiene una sonada victoria ante Salamanca. Cuando de nuevo regresa a
visitar a la condesa, se encuentra con que ésta le confiesa estar ya casada.
Desesperado, decide llevar una vida de salvaje y ermitaño en el bosque (caps.
143–47). [Matrimonio final] La condesa pierde a su marido. De regreso de un
peregrinaje, se interna en el bosque y reconoce a Jean. En la corte, se celebra el
matrimonio, seguido de un torneo. El libro, para finalizar, celebra la descendencia
de Jean y la condesa (caps. 148–53).

68
Obras Citadas
Adamson, Melitta Weiss (2004). Food in Medieval Times. Westport, Conn.:
Greenwood Press.
Alfonso X. Cantigas de Santa Maria. Ver: Ed. Walter Mettmann (1981); Filgueira
Valverde (1985).
Alfonso X Primera Crónica General de España. Ver: Ed. Ramón Menéndez Pidal
(1992).
Alfonso X. Siete partidas. Ver: Archivo Digital de Manuscritos y Textos
Españoles (ADMYTE) (1992).
Alfonso Martínez de Toledo. Arcipreste de Talavera o Corbacho. Ver: Ed.
Michael Gerli (1979).
Alvar, Manuel (1981). “La originalidad española del Libro de Apolonio”. Boletín
del Museo e Instituto “Camón Aznar” 4: 77–91.
Amadís: Base de datos de literatura caballeresca (sin fecha).
http://clarisel.unizar.es/
Antoine de La Sale. Jehan de Saintré. Ver: Ed. Jean Misrahi y Charles A.
Knudson (1978).
Antonio de Nebrija. Vocabulario de romance en latín. Ver: Ed. Gerald J.
MacDonald (1981).
Aragone, Elisa, ed. (1961). Rodrigo de Cota, Diálogo entre el Amor y un viejo.
Florencia: Pubblicazioni della Università degli Studi di Firenze, Facoltà di
Magistero, Seminario de Spagnolo.
Aragüés Aldaz, José (2000). “El santoral castellano en los siglos XVI y XVII. Un
itinerario hagiográfico”. Analecta Bollandiana 118, 3–4: 329–86.
Archibald, Elizabeth (1986). “The Flight from Incest: Two Classical Precursors of
the Constance Theme”. The Chaucer Review 20, 4: 259–72.
——— (2001). Incest and the Medieval Imagination. Oxford: Clarendon.
Archivo Digital de Manuscritos y Textos Españoles (ADMYTE) (1992). Alfonso
X, Siete partidas. Sevilla: Ungut & Polono, 1491.
Ardener, Shirley (1981). “Ground Rules and Social Maps for Women: An
Introduction”. Women and Space: Ground Rules and Social Maps. Ed. Shirley
Ardener. Nueva York: St. Martin’s Press, 11–34.
Armistead, Samuel G. (1990). “An Anecdote of King Jaume I and Its Arabic
Congener”. Cultures in Contact in Medieval Spain: Historical and Literary
Essays Presented to L. P. Harvey. Londres: King’s College London, 1–8.
Auerbach, Erich (1998). Figura. Madrid: Trotta.

231
Aurell, Martin, Olivier Dumoulin y Françoise Thelamon, eds. (1992). La
sociabilité à table. Commensalité et convivialité à travers les âges: Actes du
Colloque de Rouen 14–17 novembre 1990. Rouen: Publications de l’Université
de Rouen.
Aveleyra, Teresa (1977). “El erotismo de don Quijote”. Nueva Revista de Filología
Hispánica 26: 468–79.
Baert, Barbara (2004). A Heritage of Holy Wood: the Legend of the True Cross in
Text and Image. Leiden: Brill.
Ballesteros Gaibrois, Manuel (1970). Isabel de Castilla, Reina Católica de España.
Madrid: Editora Nacional.
Baranda, Nieves (1991). “Compendio bibliográfico sobre la narrativa caballeresca
breve”. Evolución narrativa e ideológica de la literatura caballeresca. Ed.
María Eugenia Lacarra. Bilbao: Universidad del País Vasco, 183–91.
——— (1994). “Las historias caballerescas breves”. Romanistisches Jahrbuch 45:
272–94.
——— (1999). “El dinamismo textual en la prosa de cordel: a propósito de la
Reina Sebilla”. Thesaurus 54.1: 268–88.
——— (2002). “Historia de Enrique fi de Oliva”. Diccionario filológico de
literatura medieval española. Textos y transimisión. Ed. Carlos Alvar y José
Manuel Lucía Megías. Madrid: Castalia, 617–20.
——— (2006). “El camino espiritual a Jerusalén a principios del Renacimiento”.
Medieval and Renaissance Spain and Portugal. Studies in Honor of Arthur L-
F. Askins. Ed. M. E. Schaffer y A. Cortijo Ocaña. Londres: Támesis, 23–41.
Baranda, Nieves, ed. (1995). Historias caballerescas del siglo XVI. Vol. 1. Madrid:
Biblioteca Castro y Turner.
——— (1997). Chrónica del rey Guillermo de Inglaterra: hagiografía, política y
aventura medievales entre Francia y España. Frankfurt y Madrid: Vervuert-
Iberoamericana.
Baranda, Nieves, Víctor Infantes y María del Carmen Marín Pina (2000).
“Historias caballerescas en la imprenta toledana (I, II y III)”. Actas del VIII
Congreso Internacional de la Asociación Hispánica de Literatura Medieval.
Santander: Universidad Internacional Menéndez Pelayo, 291–330.
Bartlett, Rober (1986). Trial by Fire and Water: The Medieval Judicial Ordeal.
Oxford: Clarendon Press.
Bautista, Francisco (2003). “La tradición épica de las Enfances de Carlomagno y
el Cantar de Mainete perdido”. Romance Philology 56: 217–44.
——— (2008). La materia de Francia en la literatura medieval española. La
“Crónica carolingia”. Flores y Blancaflor. Berta y Carlomagno. San Millán
de la Cogolla: CiLengua.

232
Bekkum, Wout Jac Van (2002). “Jewish Messianic Expectations in the Age of
Heraclius”. The Reign of Heraclius (610–641). Ed. Gerrit J. Reinink y Bernard
H. Stolte. Leuven: Peeters, 95–112.
Beltrán, Rafael (1991). “Un primer acercamiento a la influencia de Le livre des
faits de Bouciquaut sobre El Victorial”. Anuario Medieval 3: 24–49.
——— (1993). “Tirant lo Blanc i la biografia cavalleresca”. Actes del Symposion
“Tirant lo Blanc”. Barcelona: Quaderns Crema, 101–32.
——— (2006). Tirant lo Blanc, de Joanot Martorell. Madrid: Síntesis.
——— (en prensa). “Guillaume du Chastel, Pere de Cervelló i el mariscal
Boucicaut entre 1400 i 1410: cavallers europeus històrics dins les ficcions de
Curial e Güelfa i Jehan de Saintré”. Actes del II Encontre Internacional
“Curial e Güelfa”: aspectes lingüístics i culturals. Ed. Antoni Ferrando y
Vicent Martines. Alacant: Universitat d’Alacant, Acadèmia Valenciana de la
Llengua.
Beltrán, Rafael, ed. (1997). Gutierre Díaz de Games, El Victorial. Salamanca:
Universidad de Salamanca, Textos Recuperados.
Benaim de Lasry, Anita (1986). “Cantiga 186: Alfonso’s Adaptation of the
Accused Queen Tale”. Kentucky Romance Quarterly 33: 315–21.
Benaim de Lasry, Anita, ed. (1982). “Carlos Maynes” and “La enperatrís de
Roma”: Critical Edition and Study of Two Medieval Spanish Romances.
Newark, Del.: Juan de la Cuesta.
Bernabé Pons, Luis Fernando (2008). “Huellas del Islam en la literatura española”.
Las huellas del Islam. Huelva: Universidad, Fundación Cajasol, 13–33.
Bernal Díaz del Castillo. Historia verdadera de la conquista de la Nueva España.
Ver: Ed. Joaquín Ramírez Cabañas (1939).
Berry, Gail W. (1975). “Incest: Some Clinical Variations on a Classical Theme”.
American Academy of Psychoanalysis 3.2: 151–61.
Biblia Sacra Iuxta Vulgatam Clementinam (1991). Ver: Ed. Alberto Colunga y
Laurentio Turrado (1991).
Biglieri, Aníbal A. (1987). “El conde Lucanor, ejemplo 36: (El autor), (la
realidad), el texto”. Revista Canadiense de Estudios Hispánicos 11.3: 461–75.
Black, Nancy B. (2003). Medieval Narratives of Accused Queens. Gainesville:
University Press of Florida.
Blecua, José Manuel, ed. (1982–1983). Don Juan Manuel, Obras completas. 2
vols. Madrid: Gredos.
Bloch, Marc (1988). Los reyes taumaturgos. México D.F.: Fondo de Cultura
Económica.
Bonilla y San Martín, Adolfo (1907). Libros de Caballerías. Vol. 1. Madrid:
Bailly-Bailliére.
Bouza Álvarez, Fernando (2001). Corre manuscrito. Una historia cultural del
Siglo de Oro. Madrid: Marcial Pons, Ediciones de Historia.

233
Bozóky, Edina (2007). La politique des reliques de Constantin à Saint Louis:
protection collective et légitimation du pouvoir. París: Beauchesne.
Breidenbach, Bernardo de (2003). Viaje de la Tierra Santa. Ed. Pedro Tena.
Zaragoza: Institución “Fernando el Católico”.
Brémond, Claude (1987). “Sobre la noción de motivo en el relato”. La crisis de la
literariedad. Ed. Miguel Ángel Garrido Gallardo. Madrid: Taurus, 115–24.
Brewer, E. Cobham (1905). Dictionary of Phrase and Fable Giving the Derivation,
Source, or Origin of Common Phrases, Allusions, and Words That Have a Tale
to Tell. Londres: Cassell; Filadelfia: J.B. Lippincott.
Brown-Grant, Rosalind (2009). French Romance of the Later Middle Ages:
Gender, Morality and Desire. Oxford: Oxford University Press.
Bueler, Lois E. (2001). The Tested Woman Plot: Women’s Choices, Men’s
Judgments, and the Shaping of Stories. Columbus: Ohio State University
Press.
Bueno Serrano, Ana Carmen (1998). Índice y estudio de motivos en los libros de
caballerías castellanos (1508–1516). Tesis doctoral, Universidad de Zaragoza.
Burgoyne, Jonathan (2003). “Reading to Pieces: Divisio textus and the Structure
of El Conde Lucanor”. La corónica 32: 231–55.
——— (2007). Reading the “Exemplum” Right: Fixing the Meaning of “El Conde
Lucanor”. Chapel Hill: University of North Carolina.
Cacho Blecua, Juan Manuel (1979). Amadís: heroísmo mítico y cortesano.
Barcelona: Cupsa.
——— (1986). “Estructura y difusión de Roberto el Diablo”. Formas breves del
relato. Zaragoza: Universidad de Zaragoza, 35–55.
——— (2002a). “Texto, grabados y configuración genérica de la Crónica Popular
del Cid”. El Cid: de la materia épica a las crónicas caballerescas. Ed. Carlos
Alvar, Fernando Gómez Redondo y Georges Martin. Alcalá de Henares:
Universidad de Alcalá, 339–63.
——— (2002b). “Introducción al estudio de los motivos en los libros de
caballerías: la memoria de Román Ramírez”. Libros de caballerías (De
“Amadís” al “Quijote”). Poética, lectura, representación e identidad. Ed. Eva
Belén Carro Carbajal, Laura Puerto Moro y María Sánchez Pérez. Salamanca:
Seminario de Estudios Medievales y Renacentistas, 27–53.
——— (2002c). “Texto, grabados y configuración genérica de la Crónica popular
del Cid”. El Cid: de la materia épica a las crónicas caballerescas. Actas del
Congreso Internacional “IX centenario de la muerte del Cid”, celebrado en la
Unversidad. de Alcalá de Henares los días 19 y 20 de noviembre de 1999. Ed.
Carlos Alvar, Fernando Gómez Redondo y Georges Martin. Alcalá de
Henares: Universidad de Alcalá, 339–63.
——— (2003). “La ambivalencia de los signos: el ‘Monje borracho’ de Gonzalo
de Berceo (milagro XX)”. Propuestas teórico-metodológicas para el estudio

234
de la literatura hispánica medieval. México D.F.: Universidad Nacional
Autónoma de México, Universidad Autónoma Metropolitana, 107–49.
——— (2007) “Los grabados del texto de las primeras ediciones del Amadís de
Gaula: del Tristán de Leonís (Jacobo Cromberger, h. 1503–1507) a La
coronación de Juan de Mena (Jacobo Cromberger, 1512)”. Rilce 23.1: 61–88.
Cacho Blecua, Juan Manuel, ed. (1987). Garci Rodríguez de Montalvo, Amadís de
Gaula. Madrid: Cátedra.
Campbell, Kimberlee Anne (1984). “Doon de la Roche” and “Enrique fi de
Oliva”: The Changing Face of a Legend. Tesis doctoral, New York
University.
——— (1988a). “Beware of Biting Child: Childhood Recaptured in the Medieval
Legend of Doon and Olive”. Olifant 13.3–4: 165–75.
——— (1988b). The Protean Text: A Study of Versions of the Medieval French
Legend of “Doon and Olive”. Nueva York: Garland Publishing.
Campos García Rojas, Axayácatl (2002). Geografía y desarrollo del héroe en
“Tristán de Leonís” y “Tristán el Joven”. Alicante: Universidad de Alicante.
Cancionero de Baena. Ver: Ed. Brian Dutton y Joaquín González-Muela (1993).
Cárdenas-Rotunno, Anthony J., ed. (en preparación). Crónica del muy esforçado
cavallero el Cid Ruy Díaz Campeador [Sevilla: Cromberger, 1525].
Carriazo Rubio, Juan Luis (2002). La memoria del linaje. Los Ponce de León y sus
antepasados a fines de la Edad Media. Sevilla: Universidad de Sevilla,
Ayuntamiento de Marchena.
Casado Alonso, Hilario (1992). “Le Banquet de l’assemblée communale rurale en
Vieille Castille”. La sociabilitè à la table: commensalité et convivialité à
travers les âges. Ed. Jacques Le Goff. Rouen: Presses Universitaires, 201–8.
Castro Martínez, Teresa de (1996). La alimentación en las crónicas castellanas
bajomedievales. Granada: Universidad de Granada.
Cátedra, Pedro Manuel (1989). La historiografía en verso en la época de los
Reyes Católicos. Juan Barba y su “Consolatoria de Castilla”. Salamanca:
Ediciones Universidad de Salamanca.
——— (1999). “La publicación de libros de caballerías a principios del siglo
XVI”. Prólogo al libro de Javier Guijarro Ceballos, El “Floriseo” de
Fernando Bernal. Mérida: Junta de Extremadura, 11–46.
——— (2001). Poesía de Pasión en la Edad Media. El “Cancionero” de Pero
Gómez de Ferrol. Salamanca: Seminario de Estudios Medievales y
Renacentistas, Sociedad de Estudios Medievales y Renacentistas.
Cigada, Sergio, y Anna Slerca, eds. (1991). Rhétorique et mise en prose au XV
siècle. Actes du VIe Colloque international sur le moyen français, Milan, 4–6
mai 1988. Milano: Vita e Pensiero.

235
Clemencín, Diego (1947). Comentarios al “Quijote”. Miguel de Cervantes, El
ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha. Ed. Luis Astrana Marín. Madrid:
Ediciones Castilla.
Cobos, Esperanza, ed. (1983). La Fille du Comte de Ponthieu–La hija del conde
de Ponthieu. Ed. Esperanza Cobos Castro. Barcelona: Bosch, Erasmo, Textos
bilingües.
Colunga, Alberto, y Laurentio Turrado, eds. (1991). Biblia Sacra Iuxta Vulgatam
Clementinam. Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos.
Contreras Martín, Antonio (1995). “Comida y cortesía: los rituales alimenticios en
la sociedad caballeresca de los siglos XIV y XV”. Actes Ir Col.loqui d’Història
de l’alimentació a la Corona d’Aragó. Edat Mitjana. Vol. 2. Lleida: Institud
d’Etudis Ilerdencs, 711–27.
Cooper, Louis, ed. (1979). La Gran Conquista de Ultramar. 4 vols. Bogotá:
Instituto Caro y Cuervo.
Corominas, Joan, y José A. Pascual (1980). Diccionario crítico etimológico
castellano e hispánico. Madrid: Editorial Gredos. 6 vols.
Courtés, Joseph (1980). “Le motif, unité narrative et/ou culturelle?”. Le motif en
etno-littérature. Le Bulletin du Groupe de Recherches sémio-linguistiques-
Institut de la Langue Française 16: 44–54.
Covarrubias, Sebastián de (1943). Tesoro de la Lengua Castellana o Española
según la impresión de 1611, con las adiciones de Benito Remigio Noydens
publicadas en la de 1674. [Madrid: Luis Sánchez, 1611.] Ed. Martín de
Riquer. Barcelona: S. A. Horta, I. E.
Cresswell, Tim (2004). Place: A Short Introduction. Malden, Mass.: Blackwell
Publishing.
Crónica del muy esforçado cavallero el Cid Ruy Díaz Campeador. Ver: Ed.
Anthony J. Cárdenas-Rotunno (en preparación).
Crónica de los notables caballeros Tablante de Ricamonte y Jofre, hijo del conde
don Asón. Ver: Ed. Gonzalo Santonja (1988).
Cuesta Torre, María Luzdivina (2002). “La realidad histórica en la ficción de los
libros de caballería”. Libros de caballerías (De “Amadís” al “Quijote”):
Poética, lectura, representación e identidad. Ed. Eva Belén Carro Carbajal,
Laura Puerto Moro y María Sánchez Pérez. Salamanca: Seminario de Estudios
Medievales y Renacentistas, 87–109.
Curial e Güelfa. Ver: Ed. Antoni Ferrando (2007).
Cuvelier. Chronique de Bertrand du Guesclin [o] La vie vaillant Bertran du
Guesclin. Ver: Ed. E. Charrière (1839).
Charrière, E., ed. (1839). Cuvelier, Chronique de Bertrand du Guesclin [o] La vie
vaillant Bertran du Guesclin. 2 vols. París: Didot, Documents Inédits de la
France.

236
Chicoy-Dabán, Ignacio (1980). “De nuevo sobre la Historia de Enrrique, fi de
Oliua”. Études de Philologie Romane et d’Histoire Littéraire offertes a Jules
Horrent à l’occasion de son soixantième anniversaire. Ed. J. M. D’Heur y N.
Cherubini. Liège: Comité d’Honneur, 63–68.
——— (1981). “La Historia de Enrique fi de Oliva y el cantar de gesta Doon de la
Roche”. VIII Congreso de la Société Rencesvalls. Pamplona: Institución
Príncipe de Viana, 101–5.
Delpech, François (1992). “Marques corporelles et symbolique trifonctionnelle:
exemples ibériques”. Le corps comme métaphore dans l’Espagne des XVIe et
XVIIe siècles. Du corps métaphorique aux métaphores corporelles. Ed.
Augustin Redondo. París: Presses de la Sorbonne Nouvelle, Publications de la
Sorbonne, 93–105.
Desens, Marliss C. (1994). The Bed-trick in English Renaissance Drama. Newark:
University of Delaware Press.
Devoto, Daniel (1972). “Dos notas sobre el Libro de Apolonio”. Bulletin
Hispanique 74: 291–330.
Deyermond, Alan (1971). A Literary History of Spain. Londres: Ernest Benn.
——— (1977). The Lost Literature of Medieval Spain: Notes for a Tentative
Catalogue. Londres: Medieval Research Seminar, Department of Spanish,
Westfield College.
——— (1988). “La ideología del Estado moderno en la literatura española del
siglo XV”. Realidad e Imágenes del poder: España a fines de la Edad Media.
Ed. Adeline Rucquoid. Valladolid: Ámbito, 171–93.
Díaz Roig, Mercedes (1987). “The Traditional Romancero in Mexico: Panorama”.
Oral Tradition 2.2–3: 616–32.
http://journal.oraltradition.org/files/articles/2ii/10_roig.pdf
Domínguez, César (1998). “‘De aquel pecado que le acusavan a falsedat’. Reinas
injustamente acusadas en los libros de caballerías (Ysonberta, Florençia, la
santa Enperatrís y Sevilla)”. Literatura de caballerías y orígenes de la novela.
Ed. Rafael Beltrán. Valencia: Publicacions de la Universitat de València, 159–
80.
——— (2002). “El relato de viajes como intertexto: el caso particular de las
crónicas de cruzada”. Maravillas, peregrinaciones y utopías: literatura de
viajes en el mundo románico. Ed. Rafael Beltrán. Valencia: Universitat de
València, 187–210.
Doon de la Roche. Ver: Ed. Paul Meyer y Gédéon Huet (1921).
Doutrepont, Georges (1969). Les Mises en prose des épopées et des romans
chevaleresques du XIVe au XVIe siècle. Ginebra : Slatkine Reprints.
Drijvers, Jan Willem (2002). “Heraclius and the Restitutio Crucis. Notes on
Symbolism and Ideology”. The Reign of Heraclius (610–641). Ed. Gerrit J.
Reinink y Bernard H. Stolte. Leuven: Peeters, 175–90.

237
Duby, Georges (1984). Guillaume le Maréchal ou le meilleur chevalier du monde.
París: Fayard.
Duran, Eulàlia, y Joan Requesens (1997). Profecia i poder al Renaixement. Texts
profetics catalans favorables a Ferran el Catòlic. Valencia: Eliseu Clement.
Dutton, Brian, y Joaquín González-Muela, eds. (1993). Cancionero de Baena.
Madrid: Visor.
Edwards, John (2004). “Reconquista and Crusade in Fifteenth-Century Spain”.
Crusading in the Fifteenth Century: Message and Impact. Nueva York:
Palgrave Macmillan, 163–81.
Eisenberg, Daniel (1987). A Study of Don Quixote. Newark, Del.: Juan de la
Cuesta.
El Saffar, Ruth (1975). Distance and Control in “Don Quixote”: A Study in
Narrative Technique. Chapel Hill: University of North Carolina Press.
Febvre, Lucien, y Henri-Jean Martin (1986). The Coming of the Book. The Impact
of Printing, 1450-1800. Norfolk: Thetford.
Feliciano de Silva. Lisuarte de Grecia. Ver: Ed. Emilio Sales Dasí (2002).
Fernando Bernal. Floriseo. Ver: Ed. Javier Guijarro Ceballos (2003).
Fernández de Córdova Miralles, Álvaro (2002). La Corte de Isabel I: Ritos y
ceremonias de una reina (1474–1504). Madrid: Editorial Dykinson.
Fernando de Rojas. La Celestina. Ver: Ed. Marta Haro Cortés y Juan Carlos
Conde (2002).
Ferrando, Antoni (1997). “Sobre el marc històric de Curial e Güelfa i la possible
intencionalitat de la novel·la”. Estudis crítics sobre “Tirant lo Blanc” i el seu
context. Ed. Jean Marie Barberà. Barcelona: Centre Aixois de Recherches
Hispaniques-Institut Interuniversitari de Filologia Valenciana-Publicacions de
l’Abadia de Montserrat, 323–69.
Ferrando, Antoni, ed. (2007). Curial e Güelfa. Toulouse: Anacharsis.
Filgueira Valverde, José, ed. (1985). Alfonso X el Sabio. Cantigas de Santa
María: Codice Rico de El Escorial. Ms. escurialense T.I.1. Madrid: Castalia,
Odres Nuevos.
Finoli, Anna Maria, ed. (1979). Jean d’Avennes. Romanzo del XV. secolo. Milan:
Istituto Editoriale Cisalpino-La Goliardica.
Floristán Imízcoz, José Manuel (2003). “Los últimos Paleólogos, los reinos
peninsulares y la cruzada”. Constantinopla 1453. Mitos y realidades. Ed. P.
Bádenas de la Peña e I. Pérez Martín. Madrid: CSIC, 247–96.
——— (2004). “El emperador y la política bizantina (1519–1558). ¿Karolos E’
basileus kai autocrator Pomaion?” Bizancio y la Península Ibérica. De la
Antigüedad Tardía a la Edad Moderna. Ed. I. Pérez Martín y P. Bádenas de la
Peña. Madrid: CSIC, 449–95.
Fogelquist, James D. (1982). El “Amadís” y el género de la historia fingida.
Madrid: José Porrúa Turanzas.

238
Fradejas Lebrero, José (1981). “Algunas notas sobre Enrique fi de Oliva, novela
del siglo XIV”. Actas del I Simposio de Literatura Española. Ed. Alberto
Navarro González. Salamanca: Ediciones Universidad de Salamanca, 309–60.
——— (2005). Los evangelios apócrifos en la literatura española. Madrid:
Biblioteca de Autores Cristianos.
Fradejas Rueda, José Manuel (1995). “La Historia de Enrique Fi de Oliva: su
transmisión textual”. Medioevo y Literatura: Actas del V Congreso de la
Asociación Hispánica de Literatura Medieval. Vol. 2. Ed. Juan de Paredes.
Granada: Universidad de Granada, 297–311.
Fradejas Rueda, José Manuel, ed. (2002). Historia de Enrrique fi de Oliua, rey de
Iherusalem, emperador de Constantinopla. Centro Virtual Cervantes.
http://cvc.cervantes.es/obref/fi/
——— (2003). “Historia de Enrique Fi de Oliva”: Análisis de un relato
caballeresco del siglo XIV. Londres: University of London, Papers of the
Medieval Hispanic Research Seminar.
Francomano, Emily C. (2007). “The Legend of the Tributo de las cien doncellas:
Women as Warweavers and the Coin of Salvation”. Revista Canadiense de
Estudios Hispánicos 32.1: 9–25.
Frolow, A. (1953). “La Vraie Croix et les expéditions d’Héraclius en Perse”. Revue
des Études Byzantines 11: 88–105.
Frontón, Miguel Ángel (1989). “Del Olivier de Castille al Oliveros de Castilla”.
Criticón 46: 63–76.
Funes, Leonardo (2009). Investigación literaria de textos medievales: objeto y
práctica. Madrid: Miño y Dávila.
Gaibrois de Ballesteros, Mercedes (1967). María de Molina, tres veces reina.
Madrid: Espasa-Calpe.
Galé, Enrique, ed. (2008). Pedro Manuel de Urrea. Peregrinación de las tres casas
sanctas de Jherusalem, Roma y Santiago. 2 vols. Zaragoza: Institución
“Fernando el Católico”.
Garci Rodríguez de Montalvo. Amadís de Gaula. Ver: Ed. Juan Manuel Cacho
Blecua (1987).
García Marsilla, Juan Vicente (1993). La jerarquía de la mesa. Los sistemas
alimentarios en la Baja Edad Media. Valencia: Diputació de València.
Gardiner, F. C. (1971). The Pilgrimage of Desire: A Study of Theme and Genre in
Medieval Literature. Leiden: E. J. Brill.
Gaucher, Elisabeth (1994). La biographie chevaleresque. Typologie d’un genre
(XIIIe-XVe siècle). París: Honoré Champion.
Gaullier-Bougassas, Catherine (2005). “Temps historique et temps romanesque:
Saladin et Baudouin de Flandre”. Dire et penser le temps au Moyen Âge. Ed.
Emmanuèle Baumgartner y Laurence Harf-Lancner. París: Presses Sorbonne-
Nouvelle, 217–44.

239
Gautier de Tournay. L’Histore de Gille de Chyn, by Gautier de Tournay. Ver: Ed.
Edwin B. Place (1941).
Gauvard, Claude (1992). “Cuisine et paix en France à la fin du Moyen Âge”. La
sociabilitè à la table: commensalité et convivialité à travers les âges. Ed.
Jacques Le Goff. Rouen: Presses Universitaires, 325–34.
Gayangos, Pascual de, ed. (1871). Historia de Enrrique Fi de Oliua, Rey de
Iherusalem, Emperador de Constantinopla (según el ejemplar único de la
Biblioteca Imperial de Viena). Madrid: Sociedad de Bibliófilos Españoles.
Gázquez Ortiz, Antonio (2002). La cocina en tiempos del Arcipreste de Hita.
Madrid: Alianza Editorial.
Gerli, Michael, ed. (1979). Alfonso Martínez de Toledo. Arcipreste de Talavera o
Corbacho. Madrid: Cátedra.
Ghosh, Saugata (2007). “Harry Potter and the Magic Marketing Wand”. Ulysses
Redux, 31 http://ulyssesredux.blogspot.com/2007/07/harry-potter-and-magic-
marketing-wand.html
Gil, Juan (1978). “Notas e interpretaciones”. Habis 9: 117–67.
——— (1985). “Alejandro, el nudo gordiano y Fernando el Católico”. Habis 16:
229–42.
Gómez Manrique. Cancionero. Ver: Ed. de Francisco Vidal (2003).
Gómez Moreno, Ángel (2008). Claves hagiográficas de la literatura española (del
«Cantar de mio Cid» a Cervantes). Madrid y Frankfurt: Iberoamericana-
Vervuert.
Gómez Redondo, Fernando (1991a). “Prosa de ficción”. La prosa y el teatro en la
Edad Media. Ed. Carlos Alvar, Ángel Gómez Moreno y Fernando Gómez
Redondo. Madrid: Taurus, 131–81.
——— (1991b). “Historiografía medieval”. La prosa y el teatro en la Edad
Media. Ed. Carlos Alvar, Ángel Gómez Moreno y Fernando Gómez Redondo,
Madrid: Taurus, 13–83.
——— (1994). La prosa del siglo XIV. Historia de la Literatura Española. Vol. 7.
Ed. Ricardo de la Fuente. Madrid: Ediciones Júcar.
——— (1996). “La crónica real: ‘exemplos’ y sentencias”. Diablotexto 3: 95–
124.
——— (1998). Historia de la prosa medieval castellana. Vol. 1. La creación del
discurso prosístico: el entramado cortesano. Madrid: Cátedra.
——— (1999). Historia de la prosa medieval castellana. Vol. 2. El desarrollo de
los géneros. La ficción caballeresca y el orden religioso. Madrid: Cátedra.
——— (2000). “La materia cidiana en la crónica general alfonsí: tramas y
fórmulas”. Teoría y práctica de la historiografía hispánica medieval. Ed.
Aengus Ward. Birmingham: University of Birmingham Press, 99–123.
González, Cristina (1984). El “Cavallero Zifar” y el Reino Lejano. Madrid:
Gredos.

240
——— (1988). “Otas a la luz del folklore”. Romance Quarterly 35: 179–91.
——— (1989). “La aparición de Melusina”. Insula 511: 3–4.
——— (1991). “Vna santa emperatris: novela esquizofrénica”. Homenatge a
Josep Roca-Pons: Estudis de llengua i literatura. Ed. Jane White Albrecht,
Janet Ann DeCesaris, Patricia V. Lunn y Josep Miquel Sobrer. Barcelona:
Abadía de Montserrat, 53–65.
——— (1992). La tercera crónica de Alfonso X: “La Gran Conquista de
Ultramar”. Londres: Támesis.
——— (1993). Antología de la prosa medieval castellana. Salamanca: Ediciones
Colegio de España.
——— (2006). “Carlos Maynes o las ropas de la emperatriz”. Bulletin of Hispanic
Studies 83.1: 15–25.
——— (2007). “Enrique fi de Oliua: Entre flamencos anda el juego”. La corónica
36.1: 267–82.
——— (2008). “Erotismo y comicidad en Carlos Maynes y Enrique Fi de Oliva”.
Romance Quarterly 55.1: 3–12.
González, Cristina, ed. (1983). Libro del Caballero Zifar. Madrid: Cátedra.
González Cremona, Juan Manuel (1989). Carlos V, señor de dos mundos.
Barcelona: Planeta.
González Marrero, María del Cristo (2005). La casa de Isabel la Católica:
Espacios domésticos y vida cotidiana. Ávila: Institución Gran Duque de Alba.
González Muela, Joaquín, ed. (1982). Libro del Caballero Zifar. Madrid: Castalia.
González Pérez, Aurelio (1990). El motivo como unidad narrativa a la luz del
romancero tradicional. México D.F.: El Colegio de México.
——— (2003). “El concepto de motivo: unidad narrativa en el Romancero y otros
textos tradicionales”. Propuestas teórico-metodológicas para el estudio de la
literatura hispánica medieval. Ed. Lillian von der Walde Moheno. México
D.F.: UNAM, Universidad Autónoma Metropolitana, 353–84.
Green, Otis H. (1959). “Se acicalaron los auditorios: An Aspect of the Spanish
Literary Baroque”. Hispanic Review 27.4: 413–42.
Grieve, Patricia E. (1997). “Floire and Blancheflor” and the European Romance.
Cambridge: Cambridge University Press.
——— (2009). The Eve of Spain: Myths of Origins in the History of Christian,
Muslim, and Jewish Conflict. Baltimore: Johns Hopkins University Press.
Griffin, Clive (1988). The Crombergers of Seville: The History of a Printing and
Merchant Dynasty. Oxford: Clarendon Press.
——— (1990). “El impresor Juan Valera de Salamanca y dos libros de
caballerías”. El Museo de Pontevedra 44: 217–33.
——— (1991). Los Cromberger: La historia de una imprenta del siglo XVI en
Sevilla y Méjico. Madrid: Ediciones de Cultura Hispánica.

241
Grumel, V. (1966). “La reposition de la Vraie Croix à Jérusalem par Héraclius. Le
jour et l’année”. Byzantinische Forschungen 1: 139–49.
Guerreau-Jalabert, Anita (1992a). “Les Nourritures comme figures symboliques
dans les romans arthuriens”. La sociabilitè à la table: commensalité et
convivialité à travers les âges. Ed. Jacques Le Goff. Rouen: Presses
Universitaires, 35–40.
——— (1992b). Index des motifs narratifs dans les romans arthuriens français en
vers (XIIe-XIIIe siècles). Ginebra: Droz.
Guijarro Ceballos, Javier (2007). El “Quijote” cervantino y los libros de
caballerías: Calas en la poética caballeresca. Alcalá de Henares: Centro de
Estudios Cervantinos.
Guijarro Ceballos, Javier, ed. (2003). Fernando Bernal, Floriseo. Alcalá de
Henares: Centro de Estudios Cervantinos.
Gutierre Díaz de Games (1997). El Victorial. Ver: Ed. Rafael Beltrán (1997).
Hall, John B. (1974). “Tablante de Ricamonte and Other Castilian Versions of
Arthurian Romances”. Revue de Litératture Comparée 48.2: 177–89.
Hanawalt, Barbara A., y Michal Kobialka (2000). “Introduction”. Medieval
Practices of Space. Ed. Barbara A. Hanawalt y Michal Kobialka. Minneapolis:
University of Minnesota Press, ix–xviii.
Haro Cortés, Marta, y Juan Carlos Conde, eds. (2002). Fernando de Rojas, La
Celestina. Madrid: Castalia.
Harrison, Robert Pogue (2002). “Hic Jacet”. Landscape and Power. Ed. W. J. T.
Mitchell. Chicago: The University of Chicago Press, 349–64.
Hauf, Albert, ed. (2005). Joanot Martorell (Martí Joan de Galba), Tirant lo Blanch.
Valencia: Ed. Tirant lo Blanch.
Heng, Geraldine (2003). Empire of Magic: Medieval Romance and the Politics of
Cultural Fantasy. Nueva York: Columbia University Press.
Henisch, Bridget Ann (1976). Fast and Feast. Food in Medieval Society.
University Park: Pennsylvania State University Press.
Hernando Sánchez, Carlos José (2007). “La corona y la cruz: el Mediterráneo en la
Monarquía de los Reyes Católicos”. Isabel La Católica y su época. Actas del
Congreso Internacional. Vol. 1. Valladolid: Instituto Universitario de Historia
Simancas, 611–49.
Histoire de Gilion de Trasignyes et de Dame Marie, sa femme. Ver: Ed. O. L. B.
Wolf (1839).
Hook, David (1988–1989). “‘Merjelina’ (Libro de Buen Amor, 211c)”. La corónica
17.2: 44–47.
Impey, Olga T. (1979–1980). “La estructura unitaria de Razón de amor”. Journal
of Hispanic Philology 4.1: 1–24.

242
Infantes, Víctor (1991). “La narrativa caballeresca breve”. Evolución narrativa e
ideológica de la literatura caballeresca. Bilbao: Universidad del País Vasco,
165–81.
——— (1992). “La prosa de ficción renacentista: Entre los géneros literarios y el
‘género editorial’”. En el Siglo de Oro: Estudios y textos de la literatura áurea.
Potomac, Md.: Scripta Humanistica, 59–66.
Izquierdo Benito, Ricardo (2002). Abastecimiento y alimentación en Toledo en el
siglo XV. Cuenca: Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha.
Jaberg, Kart (1956–1957). “The Birthmark in Folk Belief, Language, Literature,
and Fashion”. Romance Philology 10: 307–42.
Jean d’Avennes. Ver: Ed. Anna Maria Finoli (1979).
Jewers, Caroline A. (2000). Chivalric Fiction and the History of the Novel.
Gainesville: University of Florida Press.
Joanot Martorell (Martí Joan de Galba). Tirant lo Blanch. Ver: Ed. Albert Hauf
(2005).
Johnson, Carroll B. (1983). Madness and Lust: A Psychoanalytical Approach to
Don Quixote. Berkeley: University of California Press.
Juan Manuel, Obras completas. Ver: Ed. José Manuel Blecua (1982–1983).
Kane, Elisha (1932–1933). “The Electuaries of the Archpriest of Hita”. Modern
Philology 30: 263–66.
Lacarra, María Jesús, ed. (1989). Sendebar. Madrid: Cátedra.
Lacroix, Daniel W., ed. (2000). La saga de Charlemagne. París: La Pochothèque.
Ladero Quesada, Miguel Ángel (1999). “Una biografía caballeresca del siglo XV:
La Coronica del yllustre y muy magnifico cauallero don Alonso Perez de
Guzman el Bueno”. En la España Medieval 22: 247–83.
Lalande, Denis (1988). Jean le Maingre, dit Boucicaut (1366-1421): étude d’une
biographie héroïque. Ginebra: Droz.
Lalande, Denis, ed. (1985). Le Livre des fais du bon messire Jehan le Maingre, dit
Bouciquaut, mareschal de France et gouverneur de Jennes. Ginebra: Droz.
La saga de Charlemagne. Ver: Ed. Daniel W. Lacroix (2000).
Lavin, Marilyn Aronberg (1994). The Place of Narrative: Mural Decoration in
Italian Churches, 431–1600. Chicago: University of Chicago Press.
Lawrance, Jeremy N. H. (1985). “The Spread of Lay Literacy in Late Medieval
Castile”. Bulletin of Hispanic Studies 62: 79–94.
Le Livre des fais du bon messire Jehan le Maingre, dit Bouciquaut, mareschal de
France et gouverneur de Jennes. Ver: Ed. Denis Lalande (1985).
Leguay, Jean-Pierre (1992). “Une Manifestation de sociabilité urbaine: les
banquets municipaux en France aux XIVe et XVe siècles”. La sociabilitè à la
table: commensalité et convivialité à travers les âges. Ed. Jacques Le Goff.
Rouen: Presses Universitaires, 188–92.

243
Lettenhove, H. Kervyn de, ed. (1866). Livre des faits de Jacques de Lalaing.
Œuvres de Georges Chastellain. Vol. 8. Bruselas: Victor Devaux.
L’histoire de Guillaume le Maréchal. Ver: Ed. Paul Meyer (1891–1901).
Liber Sancti Jacobi: Codex Calixtinus. Ver: Ed. A. Moralejo, C. Torres y J. Feo
(1951).
Libro de buen amor. Ver: Ed. Mack Singleton (1975).
Libro del Caballero Zifar. Ver: Ed. González Muela (1982); González (1983).
Livre des faits de Jacques de Lalaing. Ver: Ed. H. Kervyn de Lettenhove (1866).
Liss, Peggy K. (2004). Isabel the Queen: Life and Times. 1992. Philadelphia:
University of Pennsylvania Press.
Lobato Osorio, Lucila (2008a). Caracterización del caballero en cinco relatos
caballerescos del siglo XVI: “Oliveros de Castilla” y “Artús d’Algarbe”, “El
rey Canamor”, “París y Viana”, “Enrique fijo de Oliva” y “La Poncella de
Francia”. Tesis doctoral, Universidad Nacional Autónoma de México.
——— (2008b). “La formación caballeresca de Jofre en la Crónica de los muy
notables caballeros Tablante de Ricamonte y de Jofre”. Temas, motivos y
contextos medievales. Ed. Aurelio González, Lillian von der Walde y
Concepción Company. México D.F.: El Colegio de México, Universidad
Nacional Autónoma de México, Universidad Autónoma Metropolitana, 61–68.
López-Baralt, Luce (1992). “On the Astrologial Sign of the Archhpriest of Hita”.
Islam in Spanish Literature. From the Middle Ages to the Present. Leiden: E.
J. Brill, 45–68.
López Landeira, Ricardo (1953). “Los encantadores de don Quijote y su crítica
literaria”. Anales Cervantinos 12: 115–28.
López-Vidriero, María Luisa, y Pedro Manuel Cátedra (1998). La imprenta y su
impacto en Castilla. Salamanca: Compañía de Ediciones y SEHL.
Lozano-Renieblas, Isabel (2003). Novelas de aventuras medievales. Género y
traducción en la Edad Media hispánica. Kassel: Reichenberger.
Lucía Megías, José Manuel (2000). Imprenta y libros de caballerías. Madrid:
Ollero y Ramos.
——— (2004). De los libros de caballerías manuscritos al “Quijote”. Madrid:
Sial Ediciones.
Luna Mariscal, Karla Xiomara (2008). “Aproximación al estudio de las historias
caballerescas breves a partir de los motivos folclóricos”. Amadís de Gaula:
quinientos años después. Estudios en homenaje a Juan Manuel Cacho Blecua.
Ed. José Manuel Lucía Megías y María Carmen Marín Pina. Alcalá de
Henares: Centro de Estudios Cervantinos, 457–69.
——— (2009). Índice de motivos de las historias caballerescas breves. Tesis
doctoral, Universidad de Zaragoza.
Lynch, John (1981). Spain under the Habsburgs. Vol. 1. Oxford: Basil Blackwell.

244
Llamas y Molina, Sancho de (2002). Comentario crítico, jurídico, literal, a las
ochenta y tres leyes de Toro [Madrid: Imprenta Gaspar y Roig, 1853]. Edición
facsímil. Pamplona: Analecta.
MacDonald, Gerald J., ed. (1981). Antonio de Nebrija, Vocabulario de romance
en latín. Madrid: Castalia.
Maggioni, Giovanni Paolo, ed. (1998). Legenda aurea. Iacopo da Varazze.
Florencia: SISMEL, Edizioni del Galluzzo.
Mancing, Howard (1982). The Chivalric World of “Don Quijote”: Style, Structure
and Narrative Technique. Columbia: University of Missouri Press.
——— (2001). “‘Bendito sea Alá’: A New Edition of Belianís de Grecia”.
Cervantes: Bulletin of the Cervantes Society of America 21.2: 111–15.
Manuscrito Escurialense h.i.13. Ver: Ed. John K. Moore, Jr. (2008b).
Marcos Marín, Francisco (1971). Poesía narrativa árabe y épica hispánica.
Elementos árabes en los orígenes de la épica hispánica. Madrid. Gredos.
Marín Pina, María del Carmen (1995). “La historia y los primeros libros de
caballerías españoles”. Medioevo y Literatura: Actas del V Congreso de la
Asociación Hispánica de Literatura Medieval. Vol. 3. Ed. Juan de Paredes.
Granada: Universidad de Granada, 183–92.
——— (1996). “La ideología de poder y el espíritu de cruzada en la narrativa
caballeresca del reinado fernandino”. Fernando II de Aragón, el Rey Católico.
Ed. Esteban Sarasa. Zaragoza: Institución Fernando el Católico, 87–105.
Martín, José-Luis (2002). Vino y cultura en la Edad Media. Zamora: Centro de la
UNED de Zamora.
Massey, Doreen (1994). Space, Place, and Gender. Minneapolis: University of
Minnesota Press.
McDowell, Linda (2003). Gender, Identity and Place: Understanding Feminist
Geographies. Minneapolis: University of Minnesota Press.
McGrady, Donald (1987). “The Italian Origins of the Episode of Don Quijote and
Maritornes”. Cervantes: Bulletin of the Cervantes Society of America 7.1: 3–
12.
Menéndez Pelayo, Marcelino (1925). Orígenes de la novela. Madrid: Bailly
Bailliere.
Menéndez Pidal, Ramón, ed. (1992). Alfonso X. Primera Crónica General de
España. Vol. 1. Madrid: Gredos.
Mercuri, Chiara (2004). Corona di Cristo Corona di re. La monarchia francese e
la corona di spine nel Medioevo. Roma: Edizioni di Storia e Letteratura.
Mettmann, Walter, ed. (1981). Alfonso X, Cantigas de Santa Maria. Vol. 1. Vigo:
Edicións Xerais de Galicia.
Meyer, Paul, ed. (1891–1901). L’histoire de Guillaume le Maréchal. 3 vols. París:
Renouard, Société d’Histoire de la France.

245
Meyer, Paul, y Gédéon Huet, eds. (1921). Doon de la Roche. París: Librairie
Ancienne Édouard Champion.
Michael, Ian (1989). “‘From Her Shall Read the Perfect Ways of Honour’: Isabel
of Castile and Chivalric Romance”. The Age of the Catholic Monarchs, 1474–
1516: Literary Studies in Memory of Keith Whinnom. Ed. Alan Deyermond e
Ian Macpherson. Liverpool: Liverpool University Press, 103–12.
Michael, Ian, ed. (1976). Poema de Mio Cid. Madrid: Castalia.
Miguel de Cervantes. Don Quijote de la Mancha. Ver: Ed. Francisco Rico (2004).
Milhou, Alain (2007). Colomb et le messianisme hispanique. Montpellier: Presses
Universitaires de la Méditerranée, ETILAL.
Mingote Calderón, José Luis (2005). Los orígenes del yugo como divisa de
Fernando el Católico. La presencia de yugos para tres animales de la
iconografía. Zaragoza: Institución “Fernando el Católico”.
Mio Cid. Ver: Ed. Ian Michael (1976); Alberto Montaner (2007).
Mishari, Jean, y Charles A. Knudson, eds. (1978). Antoine de La Sale, Jehan de
Saintré. Ginebra: Droz.
Montanari, Máximo (1988). Alimentazione e Cultura nel Medioevo. Roma-Bari:
Laterza.
Montaner, Alberto, ed. (2007). Cantar de mio Cid. Estudio preliminar de
Francisco Rico. Barcelona: Galaxia Gutenberg.
Moore, John K., Jr. (2008a). “Juxtaposing James the Greater: Interpreting the
Interstices of Santiago as Peregino and Matamoros”. La corónica 36.2: 313–
44.
Moore, John K., Jr., ed. (2008b). Libro de los huéspedes (Escorial MS h.I.13): A
Critical Edition. Tempe: Arizona Center for Medieval and Renaissance
Studies.
Moralejo, A., C. Torres y J. Feo, eds. (1951). Liber Sancti Jacobi: Codex
Calixtinus. Santiago de Compostela: CSIC/Instituto Padre Sarmiento de
Estudios Gallegos.
Morales, Ana María (1995). “‘El más hermoso caballero del mundo’: un
acercamiento al héroe artúrico”. Palabra e imagen en la Edad Media. Actas de
las IV Jornadas Medievales. Ed. Aurelio González, Lillian von der Walde y
Concepción Company. México D.F.: UNAM, 407–17.
Mullen, R. D. (1993). “From Anglo-American to Amero-British, Alas!” Science
Fiction Studies 2: 276–82.
Murphy, Alexander B. (1991). “Regions as social constructs: the gap between
theory and practice”. Progress in Human Geography 15: 23–35.
Navarro Espinach, Germán (2006). “Las cofradías de la Vera Cruz y de la Sangre
de Cristo en la Corona de Aragón (siglos XIV–XVI)”. Anuario de Estudios
Medievales 36.2: 583–611.

246
Neumeister, Sebastián (1995). “Los encantadores y la realidad del mundo de don
Quijote”. Annali Istituto Universitario Orientale 37.2: 297–305.
Percas de Ponseti, Helena (1975). Cervantes y su concepto del arte. 2 vols.
Madrid: Gredos.
Pérez Vidal, José (1973). “Las golosinas de las monjas en el Libro de Buen
Amor”. El Arcipreste de Hita. El libro, el autor, la tierra, la época. Actas del I
Congreso Internacional sobre el Arcipreste de Hita. Ed. Manuel Criado de
Val. Barcelona: SERESA, 473–78.
——— (1977). “Doña Cuaresma y su mesnada del mar”. Actas del V Congreso
Internacional de Estudios Lingüísticos del Mediterráneo (1973). Ed. Manuel
Alvar. Málaga: CSIC, Departamento de Geografía Lingüística, 331–67.
——— (1981). Medicina y dulcería en el “Libro de buen amor”. Madrid: Cupsa.
Petersen, Suzanne H., ed. (sin fecha). Pan-Hispanic Ballad Project.
http://depts.washington.edu/hisprom/ballads/balladaction.php
Phillips, Jonathan (2004). The Fourth Crusade and the Sack of Constantinople.
Londres: Jonathan Cape.
Place, Edwin B., ed. (1941). L’Histore de Gille de Chyn, by Gautier de Tournay.
Evanston: Northwestern University Studies in Humanities.
Pinet, Simone (2005). “Para leer el espacio en el Poema de mio Cid: breviario
teórico”. La corónica 33: 195–208.
Queller, Donald E., y Thomas F. Madden (1997). The Fourth Crusade: The
Conquest of Constantinople. Filadelfia: University of Pennsylvania Press.
Raglan, Lord (1936). The Hero. A Study in Tradition, Myth, and Drama. Londres:
Methuen.
Ramírez Cabañas, Joaquín, ed. (1939). Bernal Díaz del Castillo, Historia
verdadera de la conquista de la Nueva España. México D.F.: Pedro Robredo.
http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/017154189823650985500
35/ima0145.htm.
Ramos Nogales, Rafael (1992). “Dos ediciones de Enrique fi de Oliva y unas
cartas de Gayangos”. Journal of Hispanic Philology 16: 263–73.
——— (1994). “Para la fecha del Amadís de Gaula: ‘Esta sancta guerra que contra
los infieles començada tienen’”. Boletín de la Real Academia Española 74:
503–21.
——— (1995). “El Amadís y los nuevos libros de caballerías (1495–1530)”. Insula
584–85: 13–15.
Raulston, Stephen B. (2008). “The harmony of staff and sword: How medieval
thinkers saw Santiago Peregrino & Matamoros”. La corónica 36.2: 345–67.
Real, Elena (2002). Épica medieval francesa. Madrid: Síntesis.
Real Academia Española (1963). Diccionario de Autoridades. 3 vols. Madrid:
Gredos.

247
Real Academia Española (sin fecha). Corpus Diacrónico del Español (CORDE).
http://corpus.rae.es/cordenet.html
Réau, Louis (2000). Iconografía del arte cristiano. Iconografía de la Biblia-Nuevo
Testamento. Tomo 1, Vol 2. Barcelona: Ediciones del Serbal.
Reeves, Marjorie (1993). The Influence of Prophecy in the Later Middle Ages. A
Study in Joachimism. Notre Dame, Ind.: University of Notre Dame Press.
Reinink, Gerrit J. (2002). “Heraclius, the New Alexander. Apocalyptic Prophecies
during the Reign of Heraclius”. The Reign of Heraclius (610–641). Ed. Gerrit J.
Reinink y Bernard H. Stolte. Leuven: Peeters, 81–94.
Remy, Paul (1959). “Jaufré”. Arthurian Literature in the Middle Ages: A
Collaborative History. Ed. Roger Sherman Loomis. Oxford: Clarendon Press,
400–5.
Rico, Francisco, ed. (2004). Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha.
Madrid: Alfaguara, Real Academia Española, Asociación de Academias de la
Lengua Española.
Riley, Edward C. (1962). Cervantes’s Theory of the Novel. Oxford: Clarendon
Press.
Riquer, Isabel de (1991). “La peregrinación fingida”. Revista de Filología
Románica 8: 103–19.
Riquer, Martín de (1964). Història de la literatura catalana. Barcelona: Ariel.
——— (1968). Les chansons de geste françaises. París: Librairie Nizet.
——— (1970). “El episodio barcelonés del Jehan de Saintré”. Mélanges de
langue et de littèrature du Moyen Âge et de Renaissance offerts à Jean
Frappier. Ginebra: Droz, 957–67.
——— (1980). “Curial e Güelfa”. Història de la literatura catalana. Vol. 2.
Barcelona: Ariel, 602–31.
——— (1986). Heráldica castellana en tiempos de los Reyes Católicos.
Barcelona: Quaderns Crema.
——— (1990). Aproximació al “Tirant lo Blanc”. Barcelona: Quaderns Crema.
Rodrigo de Cota. Diálogo entre el Amor y un viejo. Ver: Ed. Elisa Aragone
(1961).
Romances. Ver: Ed. Suzanne Petersen (sin fecha).
Roth, Christian E. (1982). “Vrais et faux pèlerins sous les routes des chansons de
geste”. La chanson de geste et le mythe carolingien. Mélanges René Louis.
Vol. 2. Saint-Père-sous-Vézelay: Musée Archeologique Régional: 1087–103.
Ruiz García, Elisa (2004). Los libros de Isabel la Católica: Arqueología de un
patrimonio escrito. Madrid: Instituto de Historia del Libro y de la Lectura.
Runciman, Steven (1973). Historia de las Cruzadas. Vol. 3. El reino de Acre y las
últimas Cruzadas. Madrid: Alianza.

248
Sales Dasí, Emilio José (1999). “Garci-Rodríguez de Montalvo, Regidor de la
Noble Villa de Medina del Campo”. Revista de Filología Española 79.1–2:
123–58.
Sales Dasí, Emilio José, ed. (2002). Feliciano de Silva, Lisuarte de Grecia. Alcalá
de Henares: Centro de Estudios Cervantinos.
Sánchez Cantón, Francisco Javier (1950). Libros, tapices y cuadros que coleccionó
Isabel la Católica. Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
Sánchez Sánchez, Mercedes, ed. (1997). Tirso de Molina, El burlador de Sevilla.
Madrid: Castalia.
Santonja, Gonzalo, ed. (1988). Crónica de los notables caballeros Tablante de
Ricamonte y Jofre, hijo del conde don Asón. Madrid: Visor.
Scarborough, Connie L. (1993). Women in Thirteenth-Century Spain as Portrayed
in Alfonso X’s “Cantigas de Santa Maria”. Lewiston, N.Y.: Edwin Mellen.
Schandel, Pascal (2002). “Un roman de chevalerie en images. Histoire des
seigneurs de Gavre”. Art de l’enluminure 3: 4–60.
Schlauch, Margaret (1927). Chaucer’s Constance and Accused Queens. Nueva
York: New York University Press.
Segre, Cesare (1985). “Tema/Motivo”. Principios del análisis del texto literario.
Barcelona: Crítica, 339–66.
Selden, Raman (1993). La teoría literaria contemporánea. Barcelona: Ariel.
Sendebar: Ver: Ed. María Jesús Lacarra (1989).
Serrano Larráyoz, Fernando (2002), La Mesa del Rey. Cocina y régimen
alimentario en la Corte de Carlos III el Noble de Navarra (1411–1425).
Pamplona: Gobierno de Navarra.
Sesma Muñoz, José Ángel (1992). Fernando de Aragón, Hispaniarum Rex.
Zaragoza: Gobierno de Aragón, Departamento de Cultura y Educación.
——— (1996). “Ser rey a finales del siglo XV”. Fernando II de Aragón, el rey
Católico. Zaragoza: Institución “Fernando el Católico”, 109–21.
Severin, Dorothy Sherman (2004). Del Manuscrito a la imprenta en la época de
Isabel la Católica. Kassel: Edition Reichenberger.
Sharrer, Harvey L. (2006). “Tablante de Ricamonte before and after Cervantes’
Don Quixote”. Medieval and Renaissance Spain and Portugal: Studies in
Honor of Arthur L-F. Askins. Ed. Martha E. Schaffer y Antonio Cortijo Ocaña.
Londres: Támesis, 309–16.
Sharrer, Harvey L., ed. (1999). “Enrique Fi de Oliva”. Electronic Texts and
Concordances of the Madison Corpus of Early Spanish Manuscripts and
Printings. Ed. John O’Neill. Madison y Nueva York: Hispanic Seminary of
Medieval Studies.
Sherfey, M. J. (1972). The Nature and Evolution of Female Sexuality. Nueva
York: Random.

249
Singleton, Mack, ed. (1975). The Book of the Archpriest of Hita (Libro de buen
amor). Madison, Wisc.: Hispanic Seminary of Medieval Studies.
Smyser, Hamilton Martin (1941). “The Middle English and Old Norse Story of
Olive”. Publications of the Modern Language Association 56: 69–84.
Spaccarelli, Thomas D. (1998). A Medieval Pilgrim’s Companion: Reassessing
“El libro de los huéspedes” (Escorial MS h.I.13). Chapel Hill: University of
North Carolina Press.
——— (2008). “Liturgical Reform in Medieval Spain and the Response of the
Pilgrim Movement”. La corónica 36.2: 257–72.
Spain, Daphne (1992). Gendered Spaces. Chapel Hill: The University of North
Carolina Press.
Stegagno Picchio, Luchiana (1966). “Fortuna iberica di un topos letterario: la
corte di Constantinopoli dal Cligès al Palmerín de Olivia”. Studi sul Palmerín
de Olivia. Vol. 3. Pisa: Istituto di Letteratura Spagnola e Ispano-Americana,
99–136.
——— (1979). “Proto-história dos Palmerins: A Corte de Constantinopla do
Cligès ao Palmerín de Olivia”. A lição do texto. Filologia e literatura. Vol. 1.
Idade Média. Lisboa: Edicões 70, 167–206.
Suárez Fernández, Luis, y Manuel Fernández Álvarez (1983). La España de los
Reyes Católicos (1474–1516). Vol. 2. Historia de España. Vol. 17. Ed. Ramón
Menéndez Pidal. Madrid: Espasa-Calpe.
Szkilnik, Michelle (2003). Jean de Saintré. Une carrière chevaleresque au XVe
siècle. Ginebra: Droz.
Tena Tena, Pedro (1996). “Tierra Santa y la Orden militar del Santo Sepulcro en la
España de los Reyes Católicos”. La Orden Santo Sepulcro. II Jornadas de
estudio. Zaragoza: Centro de Estudios de la Orden del Santo Sepulcro, 105–12.
Thompson, Stith (1966). Motif-Index of Folk-Literature. 6 vols. Bloomington:
Indiana University Press.
Tirso de Molina. El burlador de Sevilla. Ver: Ed. Mercedes Sánchez Sánchez
(1997).
Tuan, Yi-Fu (2007). Space and Place: The Perspective of Experience.
Minneapolis: University of Minnesota Press.
Tyerman, Christopher (2006). God’s War: A New History of the Crusades.
Cambridge, Mass.: The Belknap Press of Harvard University Press.
Van Beysterveldt, Anthony (1986). “El Roman de Jaufré y la Crónica de Tablante
de Ricamonte”. Studia Occitanica in Memoriam Paul Remy. Ed. Hans-Erich
Keller con la colaboración de Jean-Marie D’Heu, Guy R. Mermier y Marc
Vuijlsteke. Kalamazoo, Mich.: Medieval Institute Publications, 203–10.
Vance, Eugene (1988). “Semiotics and Power: Relics, Icons, and the Voyage de
Charlemagne à Jérusalem et à Constantinople”. Romanic Review 79.1: 164–
83.

250
Vaquero, Mercedes (1989). “The Tradition of the Cantar de Sancho II in
Fifteenth-Century Historiography”. Hispanic Review 57: 137–54.
——— (1990). Tradiciones orales en la historiografía de fines de la Edad Media.
Madison, Wisc.: Hispanic Seminary of Medieval Studies.
——— (2005). La mujer en la épica castellano-leonesa en su contexto histórico.
México D.F.: Universidad Nacional Autónoma de México.
Vàrvaro, Alberto (2002). “El Tirant lo Blanch en la narrativa europea del segle
XV”. Estudis Romànics 24: 149–67.
Vega, Jesusa (1992). “Impresores y libros en el origen del Renacimiento en
España”. Reyes y Mecenas: Los Reyes Católicos, Maximiliano I y los inicios
de la Casa de Austria en España. Toledo: Electa España.
Vidal, Francisco, ed. (2003). Gómez Manrique, Cancionero. Madrid: Cátedra.
Waley, Pamela (1976a). “In search of an author for Curial e Güelfa: The French
clues”. Bulletin of Hispanic Studies 53: 117–26.
——— (1976b). “Historical Names and Titles in Curial e Güelfa”. Medieval
Hispanic Studies presented to Rita Hamilton. Londres: Támesis, 245–56.
Walker, Roger M. (1974). Tradition and Technique in “El libro del cavallero
Zifar”. Londres: Támesis.
Wauters, Alphonse (1878). Les Tapisseries Bruxelloises: Essai Historique sur les
Tapisseries et les Tapissiers de Haute et de Basse-Lice de Bruxelles. Bruselas:
Imprimerie de Veuve Julien Baertsoen, successeur de Bols-Wittouck.
Wegner, Phillip E. (2002). “Spatial Criticism: Critical Geography, Space, Place
and Textuality”. Introducing Criticism at the 21st Century. Ed. Julian
Wolfreys. Edinburgh: Edinburgh University Press, 179–201.
Williamson, Edwin (1984). The Half-Way House of Fiction: Don Quixote and
Arthurian Romance. Oxford: Clarendon Press.
Wolf, O. L. B., ed. (1839). Histoire de Gilion de Trasignyes et de Dame Marie, sa
femme. Leipzig, 1839.
Zubillaga, Carina, ed. (2008) Antología castellana de relatos medievales (Ms. Esc.
h-I-13). Buenos Aires: Secrit.
Zumthor, Paul (1993). La Mesure du monde: représentation de l’espace au Moyen
Âge. París: Seuil.

251

También podría gustarte