ANCLA 2 - 2008 - Encadenamientos y Desencadenamientos 1

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ANCLA 2

ENCADENAMIENTOS Y DESENCADENAMIENTOS

"Lo discontinuo no solo nos delimita, sino que nos recorre"


Michel Foucault, Crecer y multiplicar

"Al viejo dogma lingüístico de los carnbios ciegos y fortuitos, que sólo después
irán seguidos de renovación, Jos n1ás recientes estudios del lenguaje se inclinan a oponer
la finalidad de lo que el topólogo René Thom denomina unos lapsus orientados"
Roman Jakobson, Vida y lenguaje

"Si arrojamos un cristal al suelo se hace añicos, pero no caprichosamente, sino que se
fragrnenta siguiendo líneas de escisión cuyo deslinde, aunque invisible,
estaba co111andado ya por la estructura del cristal. Unas tales estructuras
desgarradas y hechas ai1icos son también los enfern1os n1entales"
Sigrnund Fi-eud, Nuevos conferencias de introducción al psicoanálisis

¡,Qué tienen en común el cristal que se quiebra, el dique que se rompe por la fuerza de la marea o una tela
que se desgarra? Los ejemplos freudianos son muy precisos, indican que el punto de ruptura tiene su lugar
en la estructura, que no es "caprichoso". Pero también nos señalan que eso solo no basta para producir lo
que suele llamar "enfermedad", que las líneas de fractura aguardan, silenciosas, el encuentro de alguna
contingencia que las revele, que ponga de manifiesto todas sus consecuencias. Ahora bien, nada impide
que luego se alcance otro equilibrio, que pueden producirse soluciones, reparaciones, intentos de curación

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n1ás o i11.enos inPrnrin rr1ó_s o n1enos duraderos para cada ruptura. Ellos llevan la rnarca de la invención
singular de ce"da_ uno, aln; cuando a veces presenten ciertos rasgos típicos. Serán parches donde se 11a
prod11cido el desgarro, nuevos can2les que intentarán guiar las enfurecidas a.guas, esfuerzos para reunir
los cristales rotos. Cada solución tiene sus cicatrices, porta la huella del quiebre que la motiva, el cual, por
supuesto. no está exento de retornar, de repetirse .
./\su vez, para Freud, era un modo de articular dos órdene~ distintos: la predisposición y el ocasjonan1ien-
to de la enforrnedarl El primero, que buscaba en las fijaciones infantiles pero donde también ponía en
juego algo fuera de la historia, en un borde que a veces llama la "prehistoria", la "herencia", lo "constitu-
cional". Era su forma de sltl1ar una estruct11ra, un nivel sincrónico, un mon1ento rn:lt'ico constitutivo fuera
de la historia pero que sin en1bargo la determina. Al ocasionan1iento, por el contrario, le otorga un fuerte
amarre en In histori_a que precede inmediatam.ente --en general sigilosamente- al estallido de l.a enferm.e-
dad. Trata de localizar las situaciones, las contir1gencias, los encuentros que para un sujeto n1arcaron
un antes y un después.
L.acan ha seguido esa huella desde el co1nienzo. Ya en su tesis de 1932 se opone a la concepción conti11uis-
ta de la paranoia formulada por Kraepelin o Genil Perrin para, unos años después, proponer su concepto
de "momentos fecundos", aquellos que darán paso a la formación de un delirio. Momentos en los que se
"derrumba el cor1formismo superficialmente asumido" por el sujeto y los objetos son transfor-1T1ados por
una extrañeza inefablo, revelár1dose con10 "shocks, enigmas, significaciones" 1 .
De todos modus es sin eluda en los años cincuenta y con la formulación de sus tres registros que produce
la concepción que constituirá lo más clásico de su enseñanza. Si bien el término "desencadenamiento"
aparece más asociado a la psicosis, perfectamente puede también utilizarse -distinguiendo las particulari-

1. Cf. LP~CA..N, J., Ln fc11nilia. Ll.orno Sapicns, Buenos Aires, 1977, p. 80.
...

Sínton1a y sinthome Fabián Schejtrnan

Lns artificios de James Joyce c:laudio c;odoy


La música de las psicosis: disonancias, contrapuntos. equilibrios Leonardo Ll~ibson

De locuras, encadenamierttos y desencade11amientos Pablo Muüoz


Las transfor1naciones del sínto1na en a11orexias y bulin1ias Nieves Soria Dafunchio
Volverse loco o volverse rnujer, este es el problema c;abrie1a Basz
Deencadenamientos ten1pranos o tardíos Patricio Álvarez
Ser-de-a-tres: cuerpo, arrebato y mirada Rorni11a Galiussi

Construir un ancla Bc-::rnardino Horne

El caso Víctor o el plan Frankenstein Pablo l\1uñuz


Un cuerpo inacabable Marcelo Barros
Me hicieron con poco rnateríal Silvina Cochia / 10rnasa San M.iguel

Introducción de la trenza Fabián Schejtman


sobre este tema, pero apuntando ya hacia las neurosis. En cualquier caso, en lo que se leerá se parte de la
constatación de que el lenguaje es un parásito, un cáncer que invade al ser hablante, a todos. Que la pala-
bra nos es impuesta, que su polifonía nos impacta, nos fragmenta, nos enloquece. Que no va de suyo que
los tres registros estén enlazados. Que la falla nos habita y cada uno tiene que vérselas con un real que el
psicoanálisis formula: "no hay relación sexual". Pero que también el ser hablante puede encontrar los me-
dios, con mayor o menor arte, de guarecerse de sus efectos. Después de todo, ¿no es precisamente en esos
vaivenes, en esas oscilaciones y rupturas, que se cifra lo tragicómico de un destino humano?

C. G.
Los desarrollos en relación con los nudos en el Seminario 23 giran, como se podrá apreciar en las páginas que
siguen, en torno de la noción de lapsus del nudo y de los distintos tipos de reparaciones posibles, así como se
sostienen de la distinción entre los conceptos de síntoma y sinthome. Ahora bien, en sus últimos seminarios
Lacan dejó esbozada también una nueva perspectiva posible: pasar de la escritura del nudo a la de la trenza.
En el texto que cierra la presente edición de Ancla se podrá apreciar la riqueza de esa posible formalización en
su valor clínico. Abre la vía de un entramado riguroso de los planos sincrónico y diacrónico, llevando más allá
la escritura clásica del nudo, precisamente, hasta la trenza. Se trata de una fuerte apuesta a servirse clínica-
mente de la última enseñanza de Lacan, lejos de cualquier oscurantismo o del mero formalismo matemático.
Señalor que las reparaciones/reanudamientos dicen algo de lo singular de un sujeto es, por fin, reintrodu-
cir una perspectiva ética. Implica la pragmática, el bricolage, de los usos más singulares de lo que "Hay"
en la estructura, de las invenciones y artificios de los que cada uno es capaz frente a lo que "No hay", a
lo que se repite del lapsus, a los encuentros que nos desanudan ... una u otra vez. Pero es, también, poner
en cuestión estas soluciones, desde las más ortodoxas o las más beréticas, y no sólo por sus fracasos sino
también por la petrificación y los costos, en ocasiones pírricos, de sus éxitos. Supone, asimismo, ubicar al
deseo del analista en sus incidencias como "corte" sobre los encadenamientos y desencadenamientos en
transferencia. Y captar que la discontinuidad nos recorre, que el lapsus insiste, que tiene una orientación
precisa, que es falla -aunque no arbitraria ni meramente fortuita, aun cuando allí jueguen también, ¡y vaya
si lo hacen!, los azares y contingencias del encuentro-. Falla que hace síntoma en la estructura, pero que
orienta a quien sabe leerlo. En síntesis, seguir la huella de los anudamientos y desanudamientos es tam-
bién pensar la clínica psicoanalítica a partir de una ética nada!.
Los textos de este número de Ancla son lecturas, elucidaciones y exploraciones clínicas de los encade-
namientos y desencadenamientos en distintas direcciones. Si en su mayor parte abordan especialmente
el campo de las psicosis, ello deja espacio suficiente como para que en su próxima entrega Ancla vuelva
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1-
' cotidiano". simplemente, en cualquier punto y del conjunto catastrófico K, las cosas cambian" 4 . Claro que
esos cambios -como nos enseña el psicoanálisis- no necesariamente tienen que ser un hecho desgraciado,
1
sino que implican la conmoción del instante que hará que las cosas ya no sean como antes. En ese sentido,
1-
el mejor encuentro amoroso ¿no puede ser también una catástrofe?
o
Fue precisamente en el intento de escribir esos puntos en que las cosas cambian que Lacan se valió de sus nu- ;;$%

8.
dos. No sorprende, por lo tanto, que los más recientes avances de las matemáticas (las "invariantes" propues- ~I
tas por el matemático ruso Víctor Vassiliev a partir de la década del '90) enlacen, de algún modo, la topología
s
de nudos con la teoría de las catástrofes, para dar cuenta de los lugares de cruce en donde, por ejemplo, un
"error" en la cuerda de un nudo trébol puede producir el cambio "catastrófico" de tornarlo "trivial" 5 .
La teoría del desencadenamiento presente en la enseñanza de Lacan de los '50 se renueva así, fundamen-
talmente, en los '70, sin perder su orientación pero ganando tanto en riqueza clínica como en posibilidades
de formalización. Es, sin duda, la introducción de los nudos borromeos --que para Lacan no son modelo
ni analogía sino la escritura de la estructura misma- en donde buscará las relaciones entre los registros
que la precise. Así, trató de ubicar primero la irrupción del síntoma, la angustia y la inhibición como
"desbordes" de un registro sobre otro en un nudo de tres pero luego, sobre el final del Seminario 22 "RSI",
y fundamentalmente en el siguiente, "El sinthome", será el nudo de cuatro lo que permitirá abordar los
desencadenamientos en función de anudamientos, desanudamientos y reanudamientos. Es por eso que el
lector de Ancla encontrará que dicho seminario es una referencia clave -explícita o implícita- qne recorre,
de un modo u otro, la mayoría de los trabajos que presenta este número.

4.THOM, R., Parábolas y catástrofes, Tusquets, Barcelona, p. 10.


5. Cf. MILLER, J.-A., "Nota paso a paso", en LACAN, J., El Se1ninario. Libro 23: ''El sinthome'', Paidós, Buenos Aires,
2006, p. 213 y WEISSTEIN, E., Vassiliev Invariant en http://mathworld.wolfram.com/Vassilievlnvarianthtml.

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propone Lacan). ·Discernir la naturaleza del enc11entro, delirnitar las diversas consecuencias que se derivan
del mismo, la punta de real en juego en cada caso, así como las respuestas que el sujeto esboza frente al acon··
tecimier1to y las incidencias transferenciales cuando las dirige al Otro, son fundamentales par0 u_r1 psicoan;:-i,.,
lista. Porque dicen del sujeto y también de la estructura, porque allí se enlazan de un modo privilegiado lo
universal, lo particular y lo más singular.
Es por eso que, en un sentido an1plio, se puede pensar tambiéI1 en térmi11os de deser1cader1an1iento la
irrupción de una anorexia, de una toxicomanía, de un ataque de pán.íco, de un pasaje aJ acto .. Distintos
fenómenos clínicos que, cada uno a sF m_odo, marcan una discontinuidad en la existencia del sujeto.
Leer sus coordenadas, en los dichos del analizante, es una apuesta clínica fundcmental v una brújula
clave en la dirección de la cura. Esa lectura articula necesariamente la sincronía con la diacronía. C~ua_n­
do alguna de estas di1nensiones se soslaya la otra necesariamente se degrada: o la estructura subjetiva se
reduce a una mera categoría clasificatoria al privársela de su irnbricación con. la diacronía, o se transÍor-
ma a ésta últirr1a en una simple novela histórica -·cubierta de sentido co1nún_- cuando pierde totalrrLer1te-
su lazo con la estructura.
La relación entre si11cronía y diacronía resulta crl1cial en diversas disciplinas contemporáneas, desde la
lingüística a la biología molecular, de la filosofía a las matemáticas. Precisamente, estas últimas estudian
ei salto que iiaman "singularidad", esas discontinuidades que se producen cuando la función aicanza un
valor infinito. Las "catástrofes" -según la teoría matem_ática que las exan1ina- implican justan1ente una
singularidad tal, suponen variables que escapan a los métodos de las funciones continuas y al cálculo di··
ferencial de la física mecanicista. Una catástrofe, es una discontinuidad cualitativa, aquella que se pone en
juego cuando, al llevar una variable más allá del límite, el sistema no se destruye sino que produce un salto
hacia un nuevo estado, aquel que le permite subsistir. Pero, como lo explica R. Tbom-creador de la teoría
de las catástrofes--, "la palabra catástrofe no tiene aquí la connotación negativa que tiene en el lenguaj
dades que asume en cada estructura- para la neurosis e incluso, ¿por qué no?, para la perversión. De hecho
Lacan se refiere al "desencadenamiento" de la crisis del hombre de las ratas 2 , o nos habla del momento en
que "la situación se descompensa" para Dora cuando se pone "reivindicativa" 3 al perderse el delicado equi-
librio coreográfico de aquel ballet de cuatro que sostenía con su padre y el matrimonio K. (¡no los nuestros,
claro!). Así como también localiza con precisión la irrupción de la angustia en Juanito cuando naufraga el
paraíso del engaño que lo mantenía en el feliz idilio con su madre. De esta manera podría trazarse el esbozo
de una teoría general del desencadenamiento (pero también del anudamiento y reanudamiento, que lo pre-
cede y lo sucede) en los primeros años de enseñanza de Lacan destacando lo que tienen en común. Una falta
en lo simbólico (la del significante Nombre-del-padre en la psicosis, o del significante de lo femenino o de
la muerte, en la neurosis), una solución imaginaria (compensación imaginaria del Edipo ausente en la psi-
cosis, las respuestas fantasmáticas del neurótico), un uso particular de la identificación ("conformista" en
la psicosis, "viril" en la histeria y con el amo del palco en el obsesivo) que sostiene, como hilos invisibles,
la marioneta de sus pantomimas. El desencadenamiento se liga ya en su temprana enseñanza siempre a lo
real (encuentro con Un-padre, lo femenino, la muerte o el pene real -en Juanito-) y la irrupción inexorable
del S (.K]. Estos recorridos son inherentes a la lógica misma que relaciona los tres registros en ese momento
de la enseñanza de Lacan y a la búsqueda de lo que define a cada estructura subjetiva.
Todo desencadenamiento tiene, necesariamente, su coyuntura. Las coyunturas son precisamente las cir-
cunstancias, cambiantes y contingentes, que definen -de un modo decisivo- un momento dado. Ubicar un
desencadenamiento supone entonces situar sus coordenadas, los rasgos de aquello que había sostenido el
equilibrio previo, los "personajes" y "situaciones" implicadas (en el "sentido novelesco" del término, como

2. Cf. LACAN, J., "El mito individual del neurótico", en Intervenciones y textos 1, Manantial, Buenos Aires, p. 41.
3. Cf. LACAN, )., El Seminario. Libro 3: "Las psicosis", Paidós, Barcelona, 1984, p. 132-133.
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Jacques Lacan introdujo la noción de sinthome el 16 de junio de


SÍl'<'TOMA Y SINTHOME l
1975, en la apertura del "V" Simposio Internacional James joyce" 2 ,
modificando la escritura que en el idioma francés corresponde a lo
fabián Schejtman
que se llama síntoma [symptóme]. Me interesa en esta ocasión exa-
minar el modo en que esta noción -la de sinthome- se despliega en
la enseñanza de Lacan a partir de allí, tratar de establecer con preci-
sión qué función cumple en los desarrollos nodales que se encuen·
tran especialmente en el Seminario 23, señalar de qué rnanera. se
pone en relación con otros conceptos que en ese momento se plan-
tean-sobre todo diferenciándola de lo que se denomina síntoma-y,
de ese modo, contribuir a lo que podríamos llamar su instrumenta-
lización clínica, es decir, avar1zar en 18- posibilidad de servirnos en
la clínica de esta noción de sinthome que Lacan propone.

El síntoma-metáfora

Comenzaré aislando dos versiones distintas del síntoma que pue-


den hallarse en los dos extremos de la enseñanza de Lacan. Se verá
que ninguna de ambas puede ser superpuesta con lo que Lacan
escribe sinthome a partir de junio de 1975.
1. Trabajo realizado a partir de dos conferencias dictadas en la Sección
Bahía de la Escuela Brasilera de Psicoanálisis, el 9 de abril de 2004. 2. Cf. LACAN 1975a.
Coherente con su "retorno a Freud" que, destacando el registro de un sentido, un significado ignorado por el sufriente, que eventual-
"
lo simbóli.co en la obra freudiana corrige la desviación producida mente la interpretación analítica revela ... en una operación que
en el posfreudismo 3 , en el primer tiempo de su enseñanza -en Lacan plantea en este texto, coherentemente con la definición de
los años '50- Lacan subraya la dimensión simbólica del síntoma, síntoma que nos entrega, como una "liberación del sentido apri-
localizándolo en )a serie de las formaciones que el inconsciente sionado" (ibíd.).
produce a partir de su trabajo. El síntoma se suma así al sueño, al Por supuesto, en esta cita de "Función y campo ... " está en juego
chiste, al lapsus, al acto fallido, en fin, a la serie de fenómenos que implícitamente, además, el algoritmo saussureano, tal como termi-
Freud explica por el retorno de lo reprimido, insistencia de esa na escribiéndolo Lacan -poco después 5-:
memoria simbólica que supone el trabajo del inconsciente.
Ahora bien, ya en ese primer Lacan pueden distinguirse a su vez s
dos versiones diferentes en este abordaje simbólico del síntoma. s
A la primera de ellas la encontramos, por ejemplo, en "Función
y campo de la palabra y el lenguaje en psicoanálisis", donde se Predominio del significante sobre el significado, claro está. Pero,
señala que "el síntoma es[.. .] el significante de un significado re- es preciso destacar que es significado lo que hallamos bajo la barra.
primido de la conciencia del sujeto" (LACAN 1953, 270). Si el síntoma, como significante, supone una dimensión simbóli-
"Significante de un significado reprimido": se ve que si el inconsciente ca, no es este todavía un simbólico metafórico, porque lo reprimí.-
es lo reprimido, aquí no lo tenemos siquiera dispuesto aún como do aquí es aún el significado.
una cadena significante. Se trata de un significado reprimido de Para alcanzar lo que llamaremos el "síntoma-metáfora", es preciso
la conciencia del sujeto, del que el síntoma es su significante. Es, aislar un segundo nivel en esta primera enseñanza de Lacan. Hay
ciertamente, una perspectiva freudiana clásica 4 : el síntoma supone que esperar para eso a "La instancia de la letra en el inconsciente
freudiano", donde se indica que "el mecanismo de doble gatillo de
3. Cf. SCHE)TMAN 2002.
4. Cf. p. ej., FREUD 1916. 5. Cf. LACAN 1957, 476-477.
ii'!

ANCLA 1 7

:ua]- ¡ metáfora es el mismo donde se determina el síntoma en el sen- deja de estar constituido por significados, supone más bien sig-
0
que tido analítico. Entre el significante enigmático del trauma sexual nificantes, y puede ya formalizarse la estructura metafórica del
l de y el término al que viene a sustituirse en una cadena significante síntoma. Sin embargo, y esto es lo que quiero subrayar, en ambos
!pri- actual, pasa Ja chispa, que fija en un síntoma -metáfora donde la niveles, en ambos textos, es la dimensión simbólica -o, si se quie-
carne o bien Ja función están tomada;; como elementos significan- re, simbólico-imaginaria, si consideramos también los efectos de
:ego tes-- lo significación inaccesible para el sujeto consciente en la que significación- del síntoma la que es destacada.
·mi- puede resolverse" (LACAN 1957, 428]. Por lo demás, la interpretación analítica, coherente con esta pers-
Si escribimos esto de modo sencillo, se nota la diferencia con el pectiva, es también simbólica, y levanta el síntoma al dar acceso a
planteo anterior: lo reprimido: "Porque si pora admitir un síntoma en la psicopa-
tología psicoanalítica, neurótico o no, Freud exige el mínimo de
~ sobredeterminación que constituye un doble sentido, símbolo de un
STS conflicto difunto más allá de su función en un conflicto presente no
1ro, menos simbólico, si nos ha enseñado a seguir en el texto de las aso-
Ta. Aquí, el significante del síntoma-lo escribo S5- sustituye al "signi- ciaciones libres la ramificación ascendente de esa estirpe simbóli-
)li- ficante enigmático del trauma sexual" -que escribo ST5-. Es decir, ca, para situar por ella en los puntos en que las formas verbales se
ni- lo reprimido ya no es el significado, sino un significante. Y esto ya entrecruzan con ella Jos nudos de su estructura -queda ya del todo
es una metáfora: un significante que sustituye a otro. Mientras que claro que ei slntoma se resuelve por entero en un análisis del len-
so la "significación inaccesible para el sujeto" queda fijada en el sín- guaje, porque él mismo está estructurado como un lenguaje, porque
ay toma por la chispa que se enciende entre esos dos términos simbó- es lenguaje cuya palabra debe ser librada" (LACAN 1953, 258).
!te licos a partir de la operación que constituye la metáfora como tal. "El síntoma se resuelve por entero en un análisis del lenguaje": impre-
de Se ve con claridad el avance que se produce en "La instancia de la siona. Sin llegar a los últimos desarrollos de Lacan, en los que destaca
letra ... " -que es un texto de 1957- respecto de "Función y campo la cara de goce del síntoma -lo veremos enseguida-, esta definición.
de la palabra y el lenguaje" -como se sabe, de 1953-: lo reprimido supone ya un cierto retroceso respecto de Freud mismo. En efecto, si
en los primeros tiempos del psicoanálisis se puede constatar uua con· Efectivan1ente, e11 el otro extremo de su enseñanza enco11tran1os una
fianza freudiana en la interpretación, que podría resolver el síntoma nueva versión del síntoma 6 . No ya el "síntoma-metáfora", del que
haciendo consciente Jo inconsciente, no pasó demasiado tiempo para se desprenden efectos de sentido o significación, sino el "síntoma.
que Freud se encontrara con los límites de esta perspectiva-digamos, letra" en el que subrayamos más bien, sus efectos de goce.
Ja del.psicoanálisis reducido a un "arte interpretativo"- y pasara a Claro que do este "síntoma-goce" hay an\ecedentes en la enseñanza
ocuparse más bien de lo que resiste, No sólo de las resistencias "del anterior de Lacan. De hecho, ya en el fragmento citado de "La ins·
paciente", sino de lo que en el síntoma mismo resiste a la interpreta· tancia de la letra ... " se puede reconocer algo de esta dimensión en
ción analítica. Resistencia del síntoma que, promediando su obra -la el nivel del "significante enigmático del trauma sexual" que soporta
de Freud-, se plasma ya en el nivel de la compulsión de repetición oscuramente la formación sintomática. O podernos encontrarlo tam-
-resistencia del Ello- y la necesidad de castigo -resistencia del su· bién, ya asomando más claramente, entre los seminarios 10 y 16.
peryó--: nombres freudianos de lo real; apuntan a aquello que en el Así lo presenta Lacan, por ejemplo, en un conocido contrapw1to con
síntoma excede lo que la interpretación simbólica puede alcanzar. el acting-out en "La angustia": "No, no formo porte esencfol de la na-
Además, en esta cita de Lacan puede notarse la coherencia pro- turaleza del síntoma que deba ser interpretado. No llama a la inter-
puesta entre el síntoma y el inconsciente: si el inconsciente está pretación como lo hace el acting·out, contmriamente a lo que ustedes
estructurado como un lenguaje, el síntoma no lo está menos: "él poddan creer. [. ..} 11-atándose del síntoma, está claro que Ja interpreta-
mismo está estructurado como un lenguaje". No podría ser de otro ción es posible, pero con una detenninada condición añadida, a saber,
modo, ya que aquí, como señalé recién, es pensado como su pro- que la transferencia esté establecida. En su naturaleza, el sintorna no
ducto: una formación del inconsciente. es como el acting-out, que llama a la inte1pretacián, puesto que-dema-
siado a menudo se lo olvida-lo que el análisis descubre en el síntoma
es que el síntoma no es llamada al Otro, no es lo que muestra al Otro.
El síntoma-letra
6. Cf. los desarrollos de Jacques-Alain Miller sobre esta cuestión. espe-
Veamos ahora cómo este planteo se modifica en el último Lacan. cialmente en MILLER 1986-87.
,.1 ----- 1\:NCLA 19

¡ue
í
3~ El síntoma, en su naturaleza, es goce -no lo o.lviden-, goce revestido,
sin duda, untergebliebene Befriedigung, no los necesita a ustedes como
cera". Se trata de la tercera vez que dicta una conferencia en Roma
Primero fue en 1953: el conocido "Discurso de Roma", "Función
u.a- .,,.t1-11a-out se basta a sí mismo. Es del orden de lo que les enseñé a y campo de la palabra y el lenguaje en psicoanálisis, al gue recién
e1(.,. o ,
dis/jnguir del deseo como goce ... " (LACAN 1962-63, 139). hicimos referencia. Luego en 1967: "De Roma '53 a Roma '67. El
lZa El síntoma, como se ve, ya en el Seminario 1 O, no se abre al Otro de psicoanál\sis. Razón de un fracaso" 7 . Y ahora, este "La tercera" 1 su
1S~ la interpretación -salvo, claro está, que se le añada la transforencia conferencia en Roma del 1º de noviembre de 1974, poco más de
en que ¡0 transforma radicalmente-: el síntoma es goce que se basta a sí un mes antes de "R.S.I.", el Seminario 22. Y ¿qué dice del sínto-
rta mismo, quG no pasa "naturalmente" por el campo del Otro. ma allí? Lo define de esta manera: "Llamo síntoma a Jo que viene
m- En el Seminario 16 también se destaca esta relación del síntoma de lo real. Esto significa que se presenta como un pececito cuya
con el goce, su dimensión real: " ... el goce está excluido, el círculo boca voraz sólo se cierra si Je dan de comer sentido. Entonces una
on 58 cierra. Esta exclusión sólo enuncia por el sistema mismo en la
de das: o con eso prolifera ('Creced y multiplicaos', dijo el se11or
10· medida en que es lo simbólico. Ahora bien, de este modo el goce se [. .. ])o revienta. Lo mejor sería, y en ello deberíamos poner nuestro
er- afirma como real último del funcionamiento del sistema mismo que empeño, que reventara lo real del síntoma, y ahí está le asunto:
fes lo excluye. De ninguna parte, helo aquí de nuevo en todos lados por ¿cómo hacer?" (LACAN 1974, 84).
ta- esta exclusión misma que es todo aquello por lo que él se realiza. A Por supuesto, no se trata para nosotros de darle de comer sentido
er. esto se consagra nuestra práctica allí donde tratamos con el sínto- al síntoma. Eso es la religión -"Creced y multiplicaos"-: el sentido
no ma, a develar, a desenmascarar ia reiación con el goce, que es nues· es síen1pre religioso, así lo indicó alguna vez Lacar1 8, agregando
tro real en la medida en que está excluido" (LACAN 1968·69, 297). en otra ocasión 9 , incluso, que ese sentido religioso haría un boom
'ª'
na Ahora bien, si el goce del síntoma ya despunta en estos dos semi- impensado. Claro que ese boom es otra cosa que el "reventar" al
"O. narios, es cierto que es recién sobre el final de su enseñanza que
esta perspectiva se afianza en Lacan, y se formaliza gracias a su 7. Cf. LACAN 1967.
)C~ abordaje nodal. Hacia allí me dirijo ahora. 8. Cf. LACAN 1980a, 19.
Veamos en primer lugar cómo define Lacan al síntoma en "La ter- 9. Cf. LACAN 1980b, 27.
que se refiere en el párrafo que acabo de leer. El boom religioso es Como se ve, efectivamente, en esta puesta en plano de la
la proliferación del sentido del síntoma -interminable-, mientras de tres eslabones cada registro se "abre" sobre otro y así el síntornal
que "reventar lo real del síntoma", me parece, debe ponerse en "viene de lo real": supone un avance de lo real sobre lo simbólico.
la cuenta de la interpretación analítica que -no religiosa- apunta Entonces puede resultar sorprendente que sólo un mes más tarde,o¡¡
más bien a vaciar, a despojar al síntoma de sentido. en la primera clase de "R.S.I. ", Lacan tenga un planteo inverso
Pero me interesa destacar ahora, sobre todo, que Lacan ubica aquí al ¿Cómo define ahí al síntoma?: " ... es en el síntoma que identifica.:I
síntoma como aquello que "viene de lo real". Y esto es algo que que- mas lo que se produce en el campo de lo Real. Si lo Real se
da escrito con precisión en la cadena borromea de tres eslabones que fiesta en el análisis, y no solamente en el análisis, si la noción de
propone en "La tercera" -estamos aquí antes del inicio de "R.S.I.", síntoma ha sido introducida mucho antes que Freud por Marx,
es decir, antes del comienzo de un recorrido que terminará llevando manera de hacer de él el signo de algo que es lo que no anda en lo
a Lacan a pasar de la cadena de tres a la de cuatro anillos-: Real, si, en otras términos, somos capaces de operar sobre el sín-
toma, esto es en tanto que el síntoma es del efecto de lo simbólico
en lo Real" (LACAN 1974-75, 10-12-74).
La diferencia es notoria: en "La tercera" el síntoma "viene de lo
real" -a lo simbólico-; aquí en "R.S.I.", al contrario, es "efecto de
lo simbólico en lo real", y "se produce en el campo de lo real".
Representación Consiguientemente, cambia también su escritura en el anudamien-
PCS
to borromeo de los tres registros, en el que, por lo demás -es otra
diferencia con la propuesta de Roma-, se anotan también los otros
dos miembros del trío freudiano 10 : la angustia y la inhibición:

Síntoma
10. Cf. FREUD 1925.
ANCLA 21

minario 22, este trío terminará situado de otra rnanera: cada uno
volviéndose propiamente un eslabón que, en una cadena de cua-
tro anillos, redoblará alguno de los tres registros lacanianos. Lo
retomaré más adelante.
Ah9ra importa subrayar que, más allá de las diferencias_ entre "La
tercera" y "R.S.I. ", en la enseñanza de Lacan de los años '70 el
síntoma ya no se ubica entre simbólico e imaginario, sino, enton-
ces, entre simbólico y real. Tenemos aquí la segunda concepción
Sínton1a
lacaniana del síntoma, aquella que se despliega en su última ense--
ñanza y resalta no ya su cara metafórica y su efecto de sentido, sino
Pero es que estamos en un tiempo -Bl de su última enseñanza- en su vertiente real y su efecto de goce.
el que Lacan busca, da vueltas, propone líneas de trabajo, las des- El síntoma termina aquí por ser definido como una función, y en
anda, se rectifica, cambia. Quien esté habituado a seguir a Lacan en tanto que letra: la letra del síntoma. Así es propuesto en la clase
ne de lo sus últimas exploraciones termina por acostumbrarse a estos giros. del 21 de enero de 1975 de este Seminario 22: "¿Qué es decir el
;fecto de Destaquemos además, en relación con esta presentación del anu- síntoma? Es Ja función del síntoma, función a entender como sería
lo real", damiento de los registros, que si en esta primera clase de "R.S.I. ", su formulación matemática: f (x). ¿Qué es esta x? Es lo que del in-
damien- corr10 se observa con claridad, el trío freudiano -inhibición, sín- consciente puede traducirse por una letra en íanto que solo1nenle
-<Js otra toma y angustia-, se escribe como avance, desborde o inyección en la letra la identidad de sí a sí está aislada de toda cualidad. Del
los otros de un registro sobre otro (la inhibición supone un "efecto de de- inconsciente, todo Uno en tanto que sustenta el significante en lo
:ión: tención que resulta de su intrusión [la de lo imaginario] en el cual el inconsciente consiste, todo Uno es susceptible de escribirse

1 campo de lo Simbólico'', la angustia "parte de lo real" en tanto


que se entromete en lo imaginario del cuerpo, y el síntoma es
por una letra" (LACAN 1974-75, 21-1-75).
¿En qué consiste la función del síntoma entonces? En "traducir"

1
!!Ji
'<if[
''efecto de lo simbólico en lo real"), ya sobre el final de este Se- un Uno del inconsciente por una letra. Del inconsciente, que aquí
supone un enjambre (essaim 11 ) de Unos -en seguida diré algo so- S->R
bre esto-, se extrae uno, un Uno, que escribe la letra del síntoma.
Si el síntoma-metáfora supone, como indiqué, la articulación mí- Lacan continúa así en esa clase de "R.S.I. ": "La repetición del sín.
nima de dos significantes (que podemos escribir ahora: s,s,), el toma es ese algo del que acabo de decir que salvajemente es eser;.
síntoma-letra viene a mostrarnos precisamente la distancia que tura, esto para Jo que es,. del síntoma tal como se presentó en mi
se impone entre la noción de significante -que clásicamente rn· práctica" (ibíd.). La letra del síntoma supone una fijación -usemos
presenta a un sujeto para otro significante- y lo que Lacan llama el término freudiano- de goce en esa extracción, en esa escritura
aquí la letra, en la que "la identidad de sí a sí está aislada de toda salvaje, y es eso lo que determina su repetición y resistencial2
cualidad". Es decir, en el nivel de la letra se trata del S, solo. Un Podemos decir que es justamente esta fijación de goce -causa de la
Uno que se aísla, que se extrae del inconsciente, volviéndose letra repetición-, que destacamos en el "síntoma-letra" en esta segunda
del síntoma. versión del síntoma en la enseüanza de Lacan, lo que hace que el
Podemos situar esta extracción ya en la cadena borromea de tres síntoma se distinga, se separe ahora de la serie de las formaciones
eslabones que recién presentarnos y que Lacan ofrece en la primera del inconsciente: el sueüo, el lapsus, el acto fallido, el chiste.
clase de "R.S.I. '', ahí donde sitúa al síntoma corno ese "efecto de
lo simbólico en lo real". El síntoma es así, ese Uno -se escucha
también ... ¡S, !- arrancado de lo simbólico, que pasa a lo Real. Un El síntoma y el inconsciente
Uno fuera del inconsciente: es en esto que el síntoma ex-siste al
inconsciente. El síntoma es, de este modo, realización. No simbo- En efecto, el sueüo, el lapsus, el acto fallido, el chiste, se carac-
lización, más bien lo contrario, realización: paso de un Uno a lo terizan precisamente por su fugacidad. No suponen !a fijeza,
real. De lo simbólico a lo real:
12. Resistencias del ello y del superyó, antes aludidas. Como se ve,
11. Cf. LACAN 1972-73, 172. Essaim, "enjambre" en francés, es cuasi- con el sínton1a-letra Lacan rectifica esa suerte de retroceso respecto del
homofónico con S1. planteo freudiano que seflalában1os en su primera enseñanza.
ANCLA 23

ermanencia y repetición que caracteriza al síntoma. Y en esta síntoma realiza, el inconsciente-ír1térprete 13 siinbolizo. Así escri-
perspectiva puede verse muy bien cómo en este último Lacan las bimos el paso de lo real a lo simbólico propio del inconsciente:
r sín-
P
relaciones entre e1 sin
· t orna y e1 inconsciente
· · se su bvierten.
· s·r en
~scri­
su primera enseñanza -como lo destaqué antes- había coherencia R-> S
n mi
entre el sínt:irna y el inconsciente -el inconsciente estructurad9
lffiOs
corno un lenguaje y el síntoma, una de sus formaciones, también Pero claro, todavía falta agregar esta indicación decisiva: el simbó-
ltura
estructurado como un lenguaje-, ahora esa coherencia se quiebra. lico de inicio en la operación de "realización" propia del síntoma
ia 12.
El síntoma es. en el Lacan de los años '70, como indiqué recién, no es el mismo que el simbólico de llegada en la "simbolización"
le la
realización, extracción de un Uno, fijación de goce a la letra y, si propia del inconsciente. Lo simbólico del que el síntoma extrae un
mda
considerarnos la insistencia simbólica del inconsciente, cuando el Uno, no es lo simbólico producto del trabajo del inconsciente.
1e el
síntoma deja de ser una formación del inconsciente, es más bien Lo simbólico del que se trata inicialmente es el del enjambre sig-
)Iles
éste, el inconsciente mismo, el que termina deviniendo ... ¡una for- nificante, recién aludido: S1 -S 1 - S1 • Un "simbólico" -si podemos
mación del síntoma' seguir llamándolo así- absolutamente independiente del sentido.
Así puede leerse al final de la primera clase del Seminario 22: De ese enjambre el síntoma arranca un Uno y escribe salvajemente
"... es en tanto que el síntoma es del efecto de lo simbólico en lo una letra. Es decir, la operación del síntoma es ésta:
Real[. . .] que el inconsciente es, para decirlo todo, lo que responde
del síntoma j. .. } es en tanto que este nudo da cuenta de un cierto s s s
-- - ----7 s
rae· 1 1 1 1

número de inscripciones por las cuales unas supe1ficies se respon-


eza,
den, que veremos que el inconsciente puede ser responsable de la Mientras que el movimiento que produce el inconsciente "respon-
reducción del síntoma" (LACAN 1974-75, 10-12-74). diendo" del síntoma agrega, más bien, un S, a este real de la letra
ve,
El inconsciente, si responde del síntoma y es el responsable de su de goce sintomática. Así:
del
reducción, opera aquí en una dirección inversa a la de éste: si el
13. Cf. MILLER 1996.
,.,.--

causa de su labor. Lo real del síntoma letra de goce, poniendo 2


s, -; s, - s, trabajar al inconsciente-pontífice: el inconsciente sería así respon.
sable de la reducción -es una lectura posible del término reduc-
El inconsciente se muestra, de esta forma, como una elucubración ción- del síntoma 16 .
de saber sobre el síntoma, y lleg': adormecernos de sentido por la Luego de dife!enciar estas dos versiones del síntoma en Lacan
articulación significante que promueve. -el "síntoma-metáfora" y el "síntoma-letra"- hay que agregar ei
En otro lugar14 propuse, en esta misma dirección, que convenía modo en que se articulan. No debe creerse que la perspectiva
caracterizar al inconsciente como pontífice. El pontífice es, pro- que introduce el segundo, anula lo que Lacan había aportado en
piamente, el "hacedor de puentes": el inconsciente, en efecto, los cuanto al primero. Conviene indicar, más bien, que es precisa-
levanta ... entre S 1 y S,. El agregado del S, es la interpretación de mente el psicoanálisis el que introduce tal articulación: ahí don-
este inconsciente pontífice que permite adormecernos de lo real de "fuerza" al síntoma-letra a devenir una metáfora. En efecto,
sintomático por la re-ligión del sentido. Freud nos enseñó que el es la apertura del inconsciente al comienzo del análisis el que
inconsciente, en su labor, re-liga la energía libre tramitándola en-
tre representaciones ... se ve bien en el nivel del trabajo del sueño: 16. En estos párrafos destaco el carácter de articulación significante del
es guardián del dormir15 . inconsciente, es decir, abordo el inconsciente con10 cadena significan-
En fin, destaco así el cambio de perspectiva de Lacan: si el "sín- te. Eso deja en la sombra una otra dimensión del inconsciente presente
toma-metáfora" de su primera enseñanza -como el sueño, el lap- también en este último Lacan: el inconsciente real, del que ya no se des-
sus, el acto fallido- es una producción del inconsciente, en sus prenden efectos de sentido y vuelve a "besuquearse" con el síntoma: es
últimos desarrollos es el inconsciente mismo el que responde del el "inconsciente-letra", el "inconsciente enjan1bre de S 1 " -mencionado
"síntoma-letra", que más bien hay que ubicar en el lugar de la más arriba-; también L'une-bévue (la una-equivocación): "traducción"
propuesta por Lacan en el Seminario 24 para el Unbei,·vusste freudiano
14. Cf. SCHEJTMAN 2004a, 25-34. (cf. LACAN 1976-77). Desarrollo esta otra dimensión del inconsciente
15. Cf. FREUD 1900, IV, 245, V, 556, 571. en SCHEJTMAN 2004a, 7-9 y 35-53.
V--

ANCLA 25

:ndo a pone en funcionamiento las cadenas significantes que movilizan letra. Si hay que subrayarlo especialmente es porque no son pocos
1spon- la letra del síntoma, desarrollando un carácter metafórico ... que los comentadores de Lacan que han creído que el término sínthome
·educ- el síntoma no trae consigo. Así el síntoma se vuelve permeable correspondía en su última enseñanza al síntoma-goce, a la letra
a la interpretación analítica 17 : a partir de su formalización con- del síntoma.
La can s,eguida en la entrada en análisis. Es bien interesan!~: el síntoma No es esa mi lectura: trataré de mostrar, recorriendo algunas clases
gar el como formación del inconsciente sería, en verdad, un artificio del Seminario 23, que conviene no confundir al sinthome con el
~ctiva del psicoanálisis como tal. 1 ª síntoma, es decir, con lo que a esa altura de su enseñanza es la
:lo en vertiente real del síntoma -el síntoma letra-. Pero tampoco con el
;cisa- síntoma-metáfora. Se verá que valdrá la pena mantener esta distin-
don- Aproximaciones al sinthome ción, digamos, triádica, fundamentalmente teniendo en cuenta el
·ecto, horizonte indicado: aquel de la instrumentalización clínica de esta
que Demos por fin el paso decisivo que nos conducirá hacia el sinthome. noción de sinthome.
Si hasta aquí distinguimos aquellas dos versiones y vertientes del Para anticipar la diferencia entre lo que Lacan concibe como sinthome
te del síntoma, tenemos que señalar -como anticipamos- que la nueva y el síntoma -la letra de goce, la cara real del síntoma-, destacaré
ican- grafía para el síntoma que Lacan introduce poco antes del Semi- ahora brevemente dos cuestiones que retomaremos más adelante.
:;ente nario 23 -lo que escrihe "sinthome"- no se confunde con ninguna La primera: si el síntoma letra de goce corresponde a la dimensión
des- de ellas. real del síntoma, veremos enseguida que el sinthome no es real..
La: es El sinthome, en efecto, no es el síntoma-metáfora, ni el síntoma- ni imaginario, ni simbólico. No se confunde con los tres registros,
1ado sino que es, muy precisamente, aquello que permite que lo sim-
ión" 17. Lo que ya se halla indicado en el párrafo del Se1ninario 10 citado bólico, lo imaginario y lo real se enlacen -de modo borromeo o
iano rnás arriba: el estableciiniento de la transferencia -analítica- añade la no borromeo, ya veremos-. Es decir, el sinthome es exactamente
ente condición que permite al síntoma volverse interpretable. una cuarta consistencia que anuda a los tres registros una vez que
18. Cf. SCHEJTMAN 2004a, 59-100. Lacan propone al cuarto nudo como irreductible.
r

La segunda: que justamente su condición de cuarto nudo, de cuar- Antes de comenzar a construir el recorrido que les propongo 8 "
to anillo que enlaza a los tres restantes, es aquello que distingue al preciso indicar, todavía, una dificultad especial que afecta a la dis·
sinthome de la letra de goce del síntoma, toda vez que ésta, como tinción entre el síntoma y sinthome en este Seminario 23. Como se
hemos visto, no es un cuarto nudo sino, en cambio -tal el planteo sabe, se trata de una enseñanza oral -es decir, es un seminario, no
de Lacan en la primera clase de "R,S.!, "-,apertura de lo simbólico un escrito-, y entonces, en no pocas ocasiones, se vuelv;e dificul-
sobre lo real: no una cuarta cuerda, sino un avance de un registro toso saber si Lacan se refiere al síntoma -lo que en francés, como
sobre otro,,, entre simbólico y reaL seüalé, se escribe symptóme-, o a la nueva grafía que él introduce
Pero, vayamos lentamente. Es que Lacan produce distintos acerca- aquí -sinthome-, ya que suenan muy parecido en esa lengua. Mu-
mientos a la noción de sinthome en su última enseüanza, muchas chas veces, en efecto, hay que atenerse al contexto, y decid.ir en
veces difíciles de articular entre sí, lo que obliga a una aproxima- función de ello. Veremos, en lo que sigue, si podemos establecer
ción pausada. Luego de introducida en la conferencia "joyce el algunas diferencias conceptuales que quizás nos permitan enfren-
síntoma" -en junio de 1975-, puede situarse el trabajo mayor de tar este problema mejor posicionados.
Lacan con este término a lo largo del Seminario 23 -justamente,
"Le sinthome"-, entre noviembre de 1975 y mayo de 1976.
Mi idea es que esta nueva grafía alcanza una suerte de estabilidad Lapsus del nudo y sinthome
conceptual, recién promediando este seminario, especialmente en-
tre las clases del 10 y del 17 de febrero de 1976, cuando el sinthome Para situar al sinthome en su relación con lo que Lacan llama en
es propuesto, de modo muy preciso, como una reparación de la este seminario el "lapsus del nudo" -lo que nos permitirá definir-
falla del anudamiento, como un remiendo de lo que Lacan llama lo con precisión-, comenzaremos tomando el nudo más sencillo,
el "lapsus del nudo". Nos detendremos en seguida en ello para llamado nudo de trébol que, como puede verse, no es una cadena,
desarrollarlo. Y luego, el término sinthome aparece todavía unas sino propiamente un nudo, ya que comporta un único eslabón:
cuantas veces más, pero ya de modo asistemático, en sus semina-
rios y conferencias posteriores.
T I ANCLA 27
~
tgo es Sin embargo, si se lo tironea un poco y se le da forma, se alcanza la
.a dis. presentación clásica del trébol. Por deformación continua, por isotopia
mose como indican los topólogos, se pasa de una a otra presentación del nudo
lo, no de tres puntos de cruce. Es que, en verdad, estos dos son el mismo nudo:
ficu). presentaciones diferentes ~el mismo nudo de tres puntos de cruce.
como
'duce Un único eslabón con tres puntos de cruce. Se puede llegar a él, a
Mu- construirlo. muy fácilmente. Se parte de lo que se llama un nudo
ir en llano -el primer nudo que se realiza cuando se atan los zapatos-:
lecer
fren-
Se trata, efectivamente, de nudos equivalentes, se transforman el
uno en el otro sin necesidad de ningún corte.
En cambio, es evidente -aunque habría que demostrarlo- que el trébol
y luego, sencillamente, si se unen los extremos, se tiene ya el nudo no es equivalente al nudo trivial: el sencillo círculo, que para la teoría
de trébol, aunque así, en esta presentación que no lo parece: de nudos también es un nudo -el nudo de cero puntos de cruce-:
:i. en
'.nir~

illo, ,

o
,
'
~na,

·J-
Es claro que este nudo de trébol no se desarma, no se desata, no nudo de trébol se desarme por haber equivocado uno de los
Pei
deviene un nudo trivial... salvo que en alguno de estos tres puntos de cruce, podemos, ahora sí, introducir la noción de sinthome tal
es
de cruce -que ahora paso a indicar con números ya que vamos a como Lacan la establece con precisión en estas clases del Semi. y·
referirnos especialmente a ellos- se cometa un error: lo que Lacan nario 23 -del 10 y del 17 de febrero de 1976-, como indicaba, en
nu
llama "lapsus del nudo". tanto que reparación de ese error o lapsus dej nudo. esi
'
El sinthome, entonces, no consiste en otra cosa que en un eslabón
qu
nuevo que se agrega para remediar, para corregir el fallo del nudo. an
De esta manera, procedemos a reparar sinthomáticamente -con ha-

o
A<

---+
- .

che- el error que hemos cometido en la factura del nudo de trébol.
Sint1101ne
ra
p1

3 3 2

En la segunda figura produzco el lapsus, el error del anudamien-


1(
to, que consiste simplemente en cambiar el cruce -en este caso,
(
en el punto de cruce 2-: allí paso la hebra que estaba por debajo,
3 3
por encima, y viceversa, la que estaba por encima, por debajo. El
resultado es que el trébol se desanuda, y tenemos un nudo trivial. Colocamos así al sinthome en el punto mismo en el que se produjo el
Desde ya ocurre lo mismo si se provoca el error de anudamiento en lapsus del nudo, en este caso en el punto de cruce 2. Está claro que a E
cualquiera de los otros dos puntos de cruce -1 o 3-. En cualquiera partir de esta reparación -que Lacan en el seminario llama también "co- t<
de esos casos el nudo de trébol deviene nudo trivial. rrección", "compensación" o "suplencia"-, a partir de la instalación del s
Habiendo presentado, de este modo, el lapsus o el error del anuda- sinthome, el nudo de trébol ya no se desarma, no se desata. El sinthome, F
miento, es decir, dando cuenta de aquella operación que causa que el en efecto, es lo que le impide al trébol "fallado" devenir nudo trivial. e
ANCLA 29

Pefl'.l, ¡cmuduu .. el resultado :,·a no es entonces un simple trébol: Reparaciones sintlwmálicas y no sillthomáticas
es un trébol reparado, o bien, ¿por qué no?, un trébol sinthomado.
En primer lugar, Lacan indica en la clase del 17 de febrero de
y por Ja corrección que hemos introducido, el saldo ya no es un
sino una cadena, puesto que hemos agregado aquí un nuevo 1976 que la reparación del error, del lapsus en el nudo -en este
caso del nudp de trébol-, no necesariamente debe llevarse a
eslabón y tenemos ahora dos ani!Jos: el original y el remiendo -al
llamarnos sinthome-. Las cadenas siempre suponen más de un cabo en el punto mismo de cruce en que el fallo del anuda-
miento se produjo; sino que puede realizarse también -aunque
anillo. mác de un eslabón.
tenemos también el lapsus (en el punto de cruce 2). y la repa- con resdtados muy distintos- en alguno de los otros puntos de
ración sinthomática, en aquella otra presentación del nudo de tres cruce, es decir, en aquellos en los que no se produjo error en el
de cruce, a la que antes hice referencia: anudamiento.
ne Lo que hicimos hasta aquí fue reparar sinthomáticamente en el
Lapsus Sinthon1e lugar mismo en el que se efectuó el lapsus. del nudo: en el trébol el
lapsus fue producido en el punto de cruce número 2 y en ese lugar
remendamos con el sinthome. Ahora bien, ¿qué ocurre si, cometi-
3 ~~3 ~·~3 do el lapsus en el punto de cruce 2, se prueba efectuar el remiendo
~

del trébol en 1 o en 3?
Si se repara ahí, en el punto de cruce 1 o en el 3 -en lugar de ha-
>dujo cerlo en el punto en el que se produjo el lapsus-, ya no se obtiene
o. que a Enseguida volveré sobre esta presentación del nudo de tres pun- el trébol: el nudo de trébol no podrá reconstituirse, pero tampoco
~n "en.' tos cruces y más adelante abordaremos el lapsus y la reparación devendrá nudo trivial. Probemos, por ejemplo, insertar la repara-
ión diil sinthomátíca también en la cadena borromea de tres eslabones. ción en el punto de cruce 1:
thome, Pero antes me interesa destacar, aún, dos cuestiones más a partir
<iaL del trébol.
en ella, ambos eslabones -el que corresponde originalmente al
bol y el de la reparación- son invertibles, o intercambiables
1 sí, sin que se obtenga de eso un encadenamiento diferente,

- cadena distinta:

-
q
'
No se obtiene un trébol, pero tampoco un nudo trivial. Conse-
guimos lo que puede llamarse un nudo de ocho, o con "forma de
ocho". En verdad es ya una cadena, porque el remiendo es, claro
está, un segundo anillo.
Resumo entonces: tenemos, en principio, dos posibilidades de re- Efectivamente, aquí es posible pasar el eslabón gris a la posición
paración del lapsus del anudamiento, en este caso dos posibilida- del negro y, viceversa, el negro a la del gris, obteniendo exacta-
des que impedirían que el trébol se convierta en nudo trivial una mente la misma cadena en forma de ocho de la que partimos. Los
vez que hemos introducido un error en la factura del nudo. Prime- cordeles gris y negro son así equivalentes, intercambiables entre sí,
ra: si reparamos en el lugar en el que se produío el lapsus -punto sir1 q·ue se raodifique en nada el encadena1niento.
de cruce 2 en el caso que presentamos- eso permite que el trébol En cambio, si intentamos intercambiar posiciones entre los dos
se sostenga como tal -aunque ya devenido cadena, por el agregado eslabones -Bl original y el que se agrega como reparación- en la
del remiendo-. Segunda: si reparamos en alguno de los otros dos cadena que es efecto de una corrección en el mismo lugar en el
puntos de cruce, donde no se produjo el lapsus -punto 1 en nues- que se produjo el fallo del nudo -tomo ahora, la segunda presenta-
tro ejemplo-, eso nos da la cadena con "forma de ocho". ción que hemos hecho del nudo de tres puntos de cruce corregido
Y lo que tiene de especial esta cadena con forma de ocho es que, en el mismo lugar en que se produjo el lapsus-, tal inversión nos
-,i H~-

/\''~ I31

ré- da como resultado un encadenamiento absolutamente distinto del nudo.[ ... ] Que [el sinthome] esté en el lugar donde el nudo failo.
tre que partimos. De modo que aquí el eslabón original y el remiendo dunde hu51 uno especie de lapsus del nudo mismo, está bien pen··
na 110 son equivalentes.
sacio para retenernos" (LACAN 1975-76. 'J5).
De esta rn.anera pt1ede temllnar afirmar1do, sobre el final de esta clase, y
ya aplicando estos desarrollos a las relaciones entre lo:; sexos, que don-

-- de hay sinthome no hay equivalencia -es decir, el intercarnbio entre la


cuerda original y el ren1-iendo no dar1 la rrüsma cadena-, y por ello
relación", núentras que aJlí donde sí 11ay equivalencia -en el otro caso.
en el qu_e la cuerda de orige11 y el rerniendo son i:nvertíbles sir1 modifica-
ción de la cadena--, es decir, do11de 110 hay sintho1ne, "n_o hay relación":
Presento así algunas diferencias que se encuentran en los resulta- "¿Qué ocurre con lo que llamo equivalencia 7 Después del camino que he
dos de las reparaciones del nudo de tres puntos de cruce, ya sea allanado en tomo de la relación sexual, no es dífYcil sugerir que cuando
n que éstas se efectúen sobre el punto de cruce mismo en que se hay equivalencia no hoy relación. Convengamos que los dos sexos están
l- produjo el fallo del anudamiento o en alguno de los otros dos. Y aquí simbolizados por Jos dos colores, y su pongamos por un instante.
IS
señalo que Lacan llega a restringir, en este Seminario 23, el térmi- como ya lo hemos hecho, que hay un fracaso del nudo. [. .. ]si la falto
no sinthome exdusivarnenle para el caso en el que la reparación rn se repara en el mismo lugar donde se produce, Jos dos sexos ya no son
í'
produce en el lugar rnisrno en que se produjo el laps-us del nudo, equivalentes. [.,.] /l nivel del sinthon1e, no ha.y pues equÍvalencia [. .. )
s Sólo en este caso -donde el resultado es una cadena en la que En la medida en que hay sinthome, no hay equivalencia sexual, es decir
a los eslabones no son equivalentes- podríamos hablar de un nudo que hay reloción. En efecto, si lo no relación depende de Je equivalencia,
reparado, corregido, por un sintho1ne, de un nudo, entonces, sin- en la medida en que no hay equivalencia, se estructura Jo relación. Hay
thomado. Lacan lo expone así: "Lo que sostengo con el sinthome pues, al mismo tiempo, relación sexual y no hay relación. Allí donde hay
No deja de asombrar: ¡hay relación' Así es, donde hay sinthome -re- cadena que hemos llamado "con forma de ocho" y que es conocida;
paración del lapsus en el lugar mismo en que éste se ha cometido- no en verdad, como cadena de Whitehead-, allí no hay relación, no
hay equivalencia y hay relación. Luego, cuando abordemos el caso de sinthome, y sí hay equivalencia: las cuerdas son intercarnbiables. ¿Y
joyce, al que Lacan se refiere en este seminario, se verá que la relación qué decir de esta cadena? Brevemente, hay quien propuso encontra¡
de joyce con Nora, su mujer, está planteada en estos términos. en ella la "cadena del fantasma'" 9 -claro, ya no el nudo del sinthome
Pero allí donde hay relación, no hay equivalencia ni posibilidad de (que sería el caso anterior)-, retomando una propuesta efectuada por
intercambio entre las posiciones. De lo que se deduce lo siguien- Lacan en el Seminario 20. 20 Es que, justamente, en esta cadena hay
te: si una mujer puede ser sinthome de un homhre, la inversa no posibilidad de intercarnhiar, o invertir lugares -sin que la cadena se
sería posible. Así continúa Lacan: "Me he permitido afirmar que modifique-, entre el eslabón original y el remiendo -lo que íos hace
el sinthome es precisamente el sexo al cual no pertenezco, es de- equivalentes-, posibilidad que se reencuentra en los dos términos que
cir, una mujer. Si una mujer es un sinthome para todo hombre, es Lacan propone en la escritura del fantasma: $y a.
completamente claro que hay necesidad de encontrar otro nombre
para lo que es el hombre para una mujer, puesto que el sinthome se
caracteriza justamente por la no equivalencia. Puede decirse que el Del sinthome al lapsus
hombre es para una mujer todo lo que les guste, a saber, una aflic-
ción peor que un sinthome. Pueden articularlo como les convenga. La segunda indicación referida al nudo de trébol -una cuestión de
Incluso es un estrago. Si no hay equivalencia, están forzados a es- importancia que podrá generalizarse a otros nudos y cadenas- que
pecificar Jo que ocurre con el sinthome. No hay equivalencia, es la quisiera indicar, antes de pasar a desplegar el modo en que Lacan
única cosa, es el único reducto donde se sostiene lo que se llama la aborda en el Seminario 23 el caso de )oyce, es la que sigue.
relación sexual en el parletre, el ser humano" (ibíd., 99). Comienzo retomando nuestro trébol en el que equivocamos el punto
Para terminar con este punto y volviendo ahora sobre el encadena-
miento que surge de una reparación operada en el trébol sobre puntos 19. Cf. p. ej. PORGE 1987, 13.
de cruce no afectados directamente por el lapsus del anudamiento -la 20. Cf. LAGAN 1972-73, 164.
ANCU. 33

cid2. Podemos ubicar ese tiempo intermedio entre el trébol y el trivial


de cruce 2. Y bien, la pregunta que formularía es esta: si, producido el
hay en esta figura que denomino "pseudotrébol". Es que, claro está, no
i lapsus en 2, eso hace que el trébol devenga nudo trivial, a partir de ese
s. ¿Y es un verdadero trébol, ni siquiera un trébol que se está desarman-
nudo trivial ahora obtenido, ¿cómo sabernos que el lapsus del nudo
ntra.r do. En teoría de nudos esta figura no se distingue en nada del nudo
se produjo efectivamente en 2 7 Porque. el asunto es que una vez que
ame se llega al nudo trivial, una vez que el trébol se ha desarmado, podría trivial: por isotopía es posible pasar del pseuclotrébol al nudo tri-
por vial sin ningún corte. Es perfectamente equivalente al nudo trivial.
imputarse el error, indudablemente, a cualquiera de los tres puntos
hay de cruce ... ¿Cómo saber entonces que el lapsus se ha originado en el Es un nudo trivial... con forma de trébol.
a se punto de cruce 27 ¿Cómo se reencuentra, cómo se localiza, el lugar Entonces, este pseudotrébol nos permite localizar -aunque sólo
lace preciso del lapsus del anudamiento cuando, evidentemente, en el irnaginuriamente- el punto de cruce en el que se produjo el lapsus,
que nudo trivial los tres puntos de cruce ya se han esfumado? el error en el anudamiento.
Se nota claramente que, para localizar el punto en que se ha pro- Lo que intento destacar es que en realidad es imposible precisar el
ducido el fallo en el nudo es preciso detener por un momento el punto de cruce en el que se produjo el lapsus del nudo una vez que
desarmado del trébol, en una fase intermedia entre su consistencia éste se ha desarmado. Sólo es posible localizarlo retroactivarnente
como trébol -antes del lapsus- y su desarmado absoluto, cuando a partir del lugar en que se efectúa el remiendo. Así, es solamente
el sinthome, como corrección del fallo, lo que nos indica dónde se
deviene nudo trivial --después del lapsus-.
de ha producido el lapsus. Se entiende ele este modo que para locali-
rue ~ zar el lapsus del anudamiento es necesario ir retroactivarnente del
. remiendo al error, podríamos decir: del sinthome al lapsus.

o
:an

tto - - . ·
.
.
Hacia el Joyce de Lacan
3 3

PSEUDOTRF;BOL TRIVIAL Ahora vamos sobre "el joyce de Lacan", pero aún con el nudo de
TRFBOL
tréboi, antes de pasar a la cadena borromea. Es que Lacan se vale sando tal falla en el anudamiento? Así se plantea en esta clase
también de este nudo, de los posibles errores en el anudamiento y del seminario: "¿Por qué no pensar el caso foyce en los siguientes
de las formas de reparación del trébol, para referirse a )ayee. términos? ¿Su deseo de ser un artista que mantendría ocupado a
Ya en la clase del 10 de febrero de 1976, y luego de preguntarse si todo el mundo, a Ja mayor cantidad de gente posible en todo caso,
joyce estaba loco, propone "considerar que el caso foyce respon- no compensa exactamente que su padre nunca haya sido para él
de a un modo de suplir un desanudamiento del nudo" (LACAN un padre?" (ibíd .. 86).
1975-76, 85), Y más adelante aún: "¿No hay algo como una compensación por
Lacan está refiriéndose allí todavía al desanudamiento del trébol, esta dimisión paterna, por esta Verwe1fung de hecho, en el hecho
es decir, está proponiendo para )ayee un nudo de trébol afectado de que foyce se haya sentido imperiosamente llamado?[,,.] Este es
por un error y, además, algo que vendría a compensar, a reparar el resorte mismo por el cual el nombre propio es en él oigo extraño
ese fallo: un sinthome. Se trata de las mismas figuras que presen- [... }El nombre que le es propio, es eso que foyce valoriza en detri-
tamos antes: mento del padre. A este nombre quiso que se le rinda el homenaje
Sinthome
que él mismo negó a cualquier otro" (ibíd.).
Acá ya encontramos a Lacan construyendo el "caso joyce". Y en
este "joyce de Lacan'', está claro, el lapsus, el error del anudamien-
to, localiza la "dimisión paterna" o "Verwe1fung de hecho". tal
__,, como se indica en el párrafo recién citado. lv1ientr-as que se señala
a su "deseo de ser un artista que mantendría ocupado a todo el
mundo" o, incluso, a su "nombre propio", como aquello que ven-
dría a remediar ese lapsus, ese fallo en el anudamiento, es decir,
Ahora bien, ¡,cuál sería para joyce el fallo en la estructura del que, tendríamos allí al sinthome,
como tal, el lapsus del nudo daría cuenta y, por otra parte, qué ¡Cuidado!, subrayemos que no estamos hablando aún del sínto-
funcionaría en este caso como sinthome, remediando, compen- ma de joyce, sino del sinthome; esto es, de aquello que en )ayee
~

/\.NCLA 35
-
vendría a reparar el lapsus del nudo, planteado en esta clase del los registros se encadena pasando por el agujero de otro. Si algo
seminario todavía a partir del nudo de tréboL define a la cadena borron1ea es que en ella se trata de al menos
Esta diferencia entre síntoma y sinthome puede examinarse, tres eslabones q_ue se sostienen juntos sin valerse para ello de la
especialmente para Joyce y, seguramente, más allá de él, en las interper1etraci ón.
clases siguientes del Seminario 23, en las que Lacan aborda el Podemos comprobar, en este sentido, quu se trata de l.Ina cade-
caso del escritor ya a partir de una cadena de tres anillos pero, lo na borromea, por el simple expediente de cortar cualquiera de
veren1os, de u11a cadena de tres eslabones que no será propuesta sus anillos. l~f~ctivamente, soltando cualquiera de ellos los otros
como borromea. tarr1bién se soltarán, ya que éstos no se 1nantiener1 enlazados sino,
tinican1ente, por obra del tercero qcf~, c:t__;n10 tal, vien.e a ser cada
uno de estos eslabones para los otros dos,
Joycei el síntoma Ahora bien, sucede que para el caso de joyce, Lacan propone, en la
úitima clase del Seminario 23, Ja localización del error, del lapsus
Para avanzar sobre ello, conviene que partamos del encadenamien- del a11udamiento -que recién presentamos en relo.ción con "que
to borromeo de los tres registros en su presentación clásica: su padre no ha sido jan1ás para él u11 padre", o en térrninos de ,!

"dirnisión paterna" o "Verwe1j-ung de hecho"-- ya en esta cade11a
borromea de tres anillos, precisarr1ente en uno de los puntos de
cruce entre real y simbólico, Lo simbólico, en ese punto, en lugar
de pasar por debajo de lo real pasa por arriba, Este es el lapsus del q

anudamiento en Joyce 2 L

Es claro que aquí no hay interpenetración, esto es, ninguno de 21, CL LACAN 1975-76, 148,
aventura [... ] Je pegó, pues, duronte cierto a_yudodo por

o
algunos otros con·1pañeros·. LJes¡Jués de Jo aventura, /03.rce se ,ore-
Lapsus
gunta por lo que l1izo que, ¡Josoda la cosa, él no estuviera resenti-
do.[. .. ] El constata que todo el asunto se suelta como una cáscara,
dice. ¿Qué nos indica esto sino algo que concierne en fo:vce a la
relaóón con el cuerpo? [... ] Rewlta curioso que haya gente que

- - no experimente afecto por Ja violencio sufrido corporalmente. í. ..]


sorprenden las metáforas que utiliza, a saber el desprendimiento
de algo como una cáscara [.. ] lo forma en ]ayee, del abandonar,
del dejar caer la relación con el propio cuer¡Jo resulta coJnpleta-
Y las consecuencias de este fallo en el encadenamiento pueden no- mente sospechosa para un analista" (LACAN 1975-76, 146-147).
tarse de inmediato: lo imaginario se suelta, se desprende de la ca- "No estar resentido", "desprencbnliento co1no unn cáscara", "dejar
dena, mientras que lo simbólico y lo real quedan interpenetrados caer la relación con el propio cuerpo" ... tienen allí, según Lacan, el
-rnda uno pasa por el agujero del otro-. Consideremos de cerca desplon1e de lo imaginario q·ue se va por su. lado corr10 un prirner
estos dos efectos del error del nudo. efecto del error del anudarniento. Así continúa: "¿qué resulta de
En primer lugar este desprendimiento de lo imaginario es aborda- ello? I n1ayúscula no tiene más que soltarse. Se escurre exacto"
do por Lacan, en esta última clase del seminario, en el nivel de la mente como lo que Toyce siente tras haber recibido su palizo; se
famosa paliza recibida por el joven joyce. De este modo: "Respecto escurre, la relación ilnaginaria no tiene lugar" Ubíd., 148--149).
de /ayee, hubiera podido leerles uno confidencia que nos hoce en En segundo lugar, la interpenetración entre sirnbólico y real se pre~
el Portrait of the Artistas a Young Man. A propósito de Tennyson, senta sintomáticarnente -subrayo: sinto1náticarnente, sir1 hach_e--
de Byron, de cosas que se refieren a los poetas, se encontró con en la escritura de joyce en el nivel de lo que Lacan no vaciLJ en
compañeros dispuestos a atarlo a uno alambrado de púas, y darle ubicar como palabra impuesta.
a él, James /ayee, una paliza. El compmiero que dirigía toda la Efectivamente, luego de referirse Em la clase del 17 de febrnro a
·r-
l. f\fCLA 37

1r un paciente que había entrevistado unos pocos días antes en su labra lrnpuesta 24 ; consecuencL:1 dt~ la nternt~r1niTación e11tre lo rea]
presentación de enfermos -se trata del caso conocido como "Una y lo sin1bólico en. la cadena, producto del del nudo.
i- psicosis lacaniana" 22 , en el qne destaca el fenómeno de la "palabra Y de esta palabra impuesta en la escritu.ra de Jo.yr:e dan testin1onio
l, impuesta"- y también a la esquizofrenia de la propia hija de )ayee, según Lacan, especia1mer1te, las llamadas epifnr1ías: "/u.in faltorÍo
a Lucía-a quien el escritor le atribuía poderes telepáticos, defendién- que diga algunos polabras que habla ¡Jreporadu sobre Jo
e dola de los médicos, en tanto Lacan señala que esa atribución está epi.fonío de ]ayee, que encontrarán en todos Jos recocic1s_ t. .. }todGs
1 en la "prolongación de su propio sfntoma" 23 ·-, termina indicando sus epifanías se caracterizan sie1npre por lc1 111is1ncJ. que es
o que " ... no puede decirse que a foyce no se le impusiera oigo con sa1nente la consecuencio resultante cic1' erTor en el nu
respecto a lo palabra. Resulta difícil no ver[. .. ] en el progreso de que el inconsciente está ligado a lo Reo.l. e-oso
alguna manero continuo que constituyó su arte, que cada vez se le Inisn10 no dice otra cosa. Se lee clora11u-;r1tr: en Jc_ycc que Ja
impone más cierta relación con la palabra -a saber, destrozar, des- nía, es Jo que hoce que, grac.ia.s a Ju falto, se anuden inconscientr:
r componer esa palabra que va a ser escrita- hasta el punto en que y real" (LACAN 1975-76, 152).
termina disolviendo el lenguaje mismo ... " (LACAN 1975-76, 94). Aclaremos que en este párrafo -como en rnl1chos otros en este se-
[ "Su propio síntoma", el síntoma de Joyce. Lacan no duda en acer-
' carlo así tanto al paciente que había presentado pocos días antes, 24. Pero es preciso indicar que para Lacan, 'Jn palahn:1 i.rnpuesta es ..
como a su hija esquizofrénica, Lucía. Su propio síntoma entonces: ¡algo sensato! Así, no sólo se pregunta en esta clase del Senünario 2.'.1
su escritura en tanto que en ella se manifiesta cada vez más la pa- cómo es que un psicótico. llegado el caso, tiene acce!~D a ella sino, so-
bre todo, córno es que alguien llarnado "nor1nal" no llega a top21rse con
estas secuelas de la enfern1edad palabrera q\1n constituye 8.l porlétre.
22. Cf. LACAN 1976. Aquí respondemos: sutiles dLfcrencias en el a11udar11iento, la ficxibili,
23. Cf. GODOY 2008, "Los artificios de Jarnes Joyce", en este volun1en dad del lazo borro111eo impide que el denonünado norrnal se entere de
de Ancla. Allí se despliega esta idea de Lacan sobre la "prolongación que "la palabro es un parásit.o", que es "lo fonT10 de r:óncer que
del síntoma" de Joyce. al ser lmnwno" (cf. LACAN 1975-76, 93).
r
1
'!\$;
-~:
h

minario- "inconsciente" es otro nombre para lo simbólico. 25


Las tras que la letra de goce del síntoma, tal como pudimos situarla en
~
epifanías joyceanas, entonces, se ubican en el nivel de lo que aquí el Seminario 22 de Lacan, es en cambio un efecto de lo simbólico
hace síntoma, el que se escribe entre real y simbólico, en la ínter· en lo real, extracción de un Uno del inconsciente que pasa a lo real.
penetración entre estos dos registros: La diferencia es crucial y, como puede entreverse, se soporta de la
distancia misma que separa a una cadena borromea -la que Lacan
propone en "R.S.I. "-de otra que no lo es -la que plantea aquí para
Joyce-, avanzaremos sobre este punto más adelante.

R~~
Joyce, el sinthome
Ahora, antes de pasar al modo en que Lacan aborda ya al sinthome
en Joyce, puede notarse aún que con esta localización de lo que en Ahora sí, para abordar el sinthome en Joyce, es preciso destacar
el escritor hace síntoma, entre real y simbólico, nos acercamos al que a esta dimensión sintomática de la palabra gue se impone,
planteo de la letra del síntoma tal como pudimos leerlo en "R.S.I. ". se agrega lo que el escritor James Joyce alcanza a hacer con ella.
En efecto, la letra de goce del síntoma se situaba allí, también, en· Allí asoma el sinthome. Me refiero ahora, entonces, no ya a las
tre simbólico y real. Pero no puede dejar de situarse, sin embargo, consecuencias del lapsus del nudo -síntoma- sino, más bien, a su
una distancia entre estas dos formaciones sintomáticas: lo que en reparac1on sinthomática.
la escritura de Joyce se presenta como palabra impuesta tiene como El sinthome joyceano, comporta así un modo de remediar ese error
fundamento la interpenetración entre aquellos dos registros, mien· en el anudamiento. Se trata ya de un cuarto eslabón o anillo agre-
gado, localizado por Lacan en el nivel de su "deseo de ser un ar-
25. Prueba, por lo demás, de que Joyce no se desabona por completo del tista que mantendría ocupado a todo el mundo", o del "hacerse un
inconsciente. No, al menos, de este inconsciente engarzado con lo real. nombre", que consigue, si no liberar a Joyce del "parásito palabre-
Para un desarrollo más amplio, cf. SCHEfTMAN 2004a, 7-9y147-161. ro" -que subsiste de todas maneras, así como la interpenetración
·r-

\N'CL,A. 39

entre simbólico y real que no se revierte por la reparación-, sí con- prenda aunqt1e, corn.o señalában1os, no Vlle1ve borromeo el an.uda-
ducirlo hacia u11 saber hacer con eso, que compensa la "dimisión", miento -real y simbólico continúan interpenetrados-:
la "carencia" paterna, e impide que el escritor manifieste como tal
una psicosis.
Así lo indica Lacan: "Pensé que aquí estaba la clave de lo que Je
habla ocurrido a foyce. foyce tiene un síntoma que parte de que
su padre era carente, radicalmente carente -sólo habla de eso. He
centrado la cosa en torno del nombre propio, y he pensado[. ..] que
por querer hacerse un no111bre ]ayee com1Jens·ó Ja carencia paterna.
r ..]es claro que el m1e de foyce es algo tan particular que el térmi-
no sinthome es justo el que le conviene" (LACAN 1975-76, 92). Así se plantea en la última clase del seminario: "Eso es exacta-
Er: este párrafo se nota bien el distingo que Lacan introduce entre mente lo que pasa, y donde represento el ego corno corrector de la
síntoma y sinthome para el caso de Joyce. Por un lado "joyce tiene relación faltante, es decir, lo que en el caso de foyce no anuda de
un síntoma que parte de que su padre era carente, radicalmente ca- 1nanera borromea lo imaginario con lo que encad·ena lo real JI el
rente": un síntoma, entonces, que ubicamos en el nivel de la pala- inconsciente" (LACAN 1975-76, 149).
bra "que cada vez se le impone más" en su escritura y es efecto de Entonces, conviene, a la vez, oponer y articular, para )oyce, el sín-
esta carencia paterna que en el nudo se escribe como error o lnpsns toma -Bn el nivel de esa escritura en la que la palabra cada vez se le
entre simbólico y real. Mientras que, por otra parte, el sinthome es impone más -producto del lapsus del anudamiento- y el sinthome
en cambio lo que "compensa" ese lapsus: en el lugar de esa caren- -como reparación o remiendo de tal error-, lo que el escritor hace
cia paterna, con Sll arte, "querer hacerse un nombre". con eso, en su arte, construyéndose un ego.
Pues bien, Lacan termina denominando ego, a aquello que en la Pero bay todavía otras dimensiones de la reparación sinthomática
cadena, se localiza como la reparación sinthomática en joyce, que que en el transcurso del Seminario 23 Lacan parece destacar para
consigue retener lo imaginario, impedir que lo imaginario se des- el escritor. Querría al rnenos rnenci.onnr dos.
En primer lugar, hay que señalar que mientras que el síntoma su- mal hecho de este ego, de función enign1ótica_, de función repara-
pone -como vimos que Lacan lo proponía en el Seminario 10- un torio" (LACAN 1975-76, 150-151).
goce que se basta a sí misn10, o corno 11ega a plantearlo ya para Si lo q11e hace síntor11a en Joyce, en el rlive1 de su escritura, i10
Joyce en la conferencia ele apertura al "Simposio james )ayee" -"el atafie al otro, no lo enlaza con el. otro, su sinthorne con1pensa más
síntorna en ]ayee es un sínto1na que no atañerá en nada a ninguno bien esta situacjón volviendo al otro un lector, rnás precisan1_ente,
de ustedes. Es el síntorna en tanto que no hay ninguna posib,;- un descifrador de enigmas. De algún. modo, el enigrr1a supone ya
Jidad de que atrope nada del inconsciente de ustedes" (LACAN reencontrar la dirección hacia el Otro, dirigirse a1 Otro del desci-
1975a, 13)- .. es decir, si el sínto1na comporta cierto desengancl1e framiento: ese ejército de joyceanos, esa legión de universitarios
del Otro, incluso ele la relación con los otros, io que Lacan llama lista para pasarse cientos de afias dilu.cidando las oscuridades que
sinthon1e, instituye un orden de reencadenarniento, de reanl1da~ Joyce ha dejado. "Ego de función enigmática", ser"'iala La.can, "de
miento del lazo con los otros, función reparatoria": ego-sinthome.
¿Cómo situar esta vertiente ele restitución del lazo con los otros en En esta misma línea, me parece, hay que plantear que, más q·ue su
el sinthome de )oyce? Lacan lo hace, me parece, a partir de subra- escrit11ra -que como 11emos visto para Lacan se ubica, especial-
yar la prevalencia del enigma en la escritura joyceana: "Cuando se n1ente con las epifanías, más bien del lado del síntoma-··, lo que
lee el texto de ]ayee y sobre todo a sus comentadores, sorprende lo enlaza con los otros, es decir, lo que hace sinthome en Joyce es
el número de enigmas que contiene. No es solo algo que abundo, entonces, sobre todo, "su deseo de ser un artista", ei "qu_ererse un
sino también algo con Jo que ]oyce jugó, sabiendo perfectamente nombre" que, aun existiendo desde antes de que )oyce publicase
que habría joyceanos durante doscientos o trescientos años. Son nada, termina por "tomar cuerpo" con la publicación de su obra.
personas que únicamente se ocupan de resolver Jos enigmas. La Así, si Lacan se interroga por esa publicación -"Jo que uno se pre-
cosa consiste, como mínimo, en preguntarse por qué ]ayee puso gunto[. . .] es por qué ]ayee publicó. ¿Por qué ese 'work' que estuvo
eso en ese Jugar. [... ] el enigma lJevado a Ja potencio de Ja escri- diecisiete años 'in progress' [se trata de Finnegans wake], final-
tura. Vale la pena detenerse en eJJo, ¿Que ]ayee sea el escritor por mente salió negro sobre blanco?" (LAC:AN 1975a, 13)-, podemos
excelencia del enigma no serio la consecuencia del ensamblaje tan e11sayar responder: para cubninar, reenlazándose con los otros -·al
/, ~<C.~.1\ 41

ponerlos a trabajar en un descifrado inter1rünable-, su tratamiento De este párrafo subrayo sol.a111e:nte 28 la fun_ción que ticn1e para
absolutamente singular e inigualable de su síntoma, lo que le per- Joyce esta "Nora-g11antA'- -¿,se escucha? I'-Jora-guante o ..
mite hacerse un ego y "construirse un escabel". 26 Nora!-: lo ajusta, lo ciñe. No es poca cosa. si se tiene en cue11ü1 que
En segundo término, ql1iero destacar otra dimensión sintl101r1cíticu en su caso -el de Joyce- e] imaginario corporal tiende a escaparse a
que, con10 he anticipado, se constituye para Joyce en la relación causa del lapsus del nudo. Es decir, calzándole afames Joyce corno
con su inujer, de nombre Nora. Se trata precisan1ente de su "Nora~ un guante a una n1a110, i-.Jora tiene función de sinthorne: con10 su
sinthon1e". Así, me parece, puede leerse el siguiente comentario ego, impide que lo irr1aginario se suelte, le proporcion2 1111 lín1itc
de Lacan en el Seminario 23: "¿Qué es, pues, esta relación de foyce corporal preciso, ajustado. Por lo demás, ha? que recordnr que.
con ]'foro? L:oso curiosa, diré que es una relación sex:uol, aunque como indicarnos ar1tes, donde s_intho1nt: re la: .: ór:: y en este
yo sostenga que no Ja hay. Pero es una extraño reloción sexuol. "calce" llega a haberla. No es algo que S8 encuffntre todos los días,
Hay algo en lo que se piensa, de acuerdo, pero se piensa en ello ¿verdad? Pero, en fin, vale la pena prnguntnrsc si oc: algo q11e a la
roru1nente, porque no es nuestra costun1bre, o sober, vestir nuestro larga -o la corta- resl1lta conveniente.
rnano derechn con el guante que va en nuestro mono izquirrda, Ahora, para dejar atrás al jovce de Lacan, es preciso agregar que,
dándolo vuelta, La coso se remonta a Kant 27 [,,,}El guante dado a pesar del nítido corte que intentamos producir entre el síntornn
vuelta es Nora, Es la manera que él [foyce} tiene de considerar que y el sinthome en Joyce, siguiendo estos desarrollos del Se1ninorio
ella Je va como un guante,[,,,] No solamente es preciso que ella le 23, Lacan no tern1ina por cor1senbr en que descansen1os en una
' tam ....),"
FO}'º coi'TIO un guantG, s1no 1en que 1e a;uste
' t "
co1no un guarLr liipartición tan diáfana y prefiere, más bien, dejar abierto el intE1-
(Li\CAN 1975-76, 81-82), rrogante sobre la funció11 de la escritura de Joyce en sí n1is111a. Así
lo seüala: "Sin duda hav en ello unu reflexjón soin'e lo escritura,
' '

Por medio de la escritura In palabra se descompone imponiéndose


26, Cf, LACAN 1975b, p, 9-12,
27. Cf. GOD()Y 2008, "Los artificios de Jarrtes Joyce", en este volumen 28. Dndo que Claudio c;odoy lo despliega en el trabajo referid.o un la
de Ancla. nota antcrlor,
como tal, a saber, en una deformación de la que resulta ambi- haya, no uno, sino dos lapsus, por ejemplo, en estos dos puntos en
guo saber si se trata de liberarse del parásito palabrero del que que se cruzan lo simbólico y lo real. ¡,Y qué obtenemos con ello? Que
hablaba hace poco o, por el contrario, de dejarse invadir por las los tres anillos se independicen, que cada uno se vaya por su lado.
propiedades de orden esencialmente fonémico de la palabra, por
la polifonía de la palabra" (LACAN 1975-76, 94).
Lapsus

Dos lapsus y reparación sintlwmática

Luego de haber presentado la cadena de )ayee tal como Lacan la


propone, su fallo y reparación sinthomática, debemos hacer notar
la posibilidad de cadenas en las que la introducción de fallos en
el anudamiento no conduzca necesariamente a que dos registros
queden interpenetrados y que uno se suelte. Efectivamente, introduciendo, como indico, un error en cada uno de
En efecto, este resultado de interpenetración de dos eslabones y de esos dos punto de cruce -o en otros dos puntos análogos 29-, lo que se
desprendimiento de uno, sucede cuando el lapsus se produce en
un único punto de cruce en el nudo borromeo: es el caso de Joyce, 29. Es importante señalar que los tres anillos quedan sueltos a partir de
como señalamos, en el que un lapsus del nudo tiene como efecto una cadena borromea de tres eslabones si esos dos lapsus se efectúan
que simbólico y real queden interpenetrados y que lo imaginario en los dos puntos de cruzamiento en que dos mismos registros se cru-
se desprenda. Incluso, en seguida veremos que este resultado no zan. ¡Cuidado1, si los lapsus se producen en otros dos puntos de cruce,
es exclusivo de )ayee. uno que afecte la relación entre dos registros y otro que toque la rela-
Pero es posible, ¿por qué no 7 , que el error del anudamiento se pro· ción de uno de ellos con el tercero, el resultado no es la suelta de los
<luzca en dos puntos de cruce de la cadena borromea, es decir que tres registros, sino la conformación de una "cadena de tres anillos en
l' ANCLI-. 43

Agregado este cuarto anillo, que es el sínthome como tal, los re-
logra es el desarmado completo de la cadena borromea, la indepen-
gistros quedan enlazados de modo borromeo. En efecto, en esta
dencia de cada nno de los anillos, es decir, aquí no quedan registros
cadena de cuatro no hay ninguna interpenetracíón: es nna perfec-
;nterpenetrados -lo que veíamos en )ayee-, aquí los tres se sueltan.
ta cadena borromea de cuatro eslabones. Aquí este sinthome con
Y, lo que tiene esto de interesante es que podemos, a partir de allí,
"forma de oreja" repara de modo borromeo y al mismo tiempo íos
situar al sínthome como remiendo, ya no exclusivamente para un
dos lapsus producidos, impidiendo que los tres registros se vayan
caso como el del escritor sino, por ejemplo, en el nivel de esta cade-
na borromea de cuatro eslabones que, como puede notarse, se nos cada uno por su lado.
Subrayo así que las nociones de "lapsus del anudamiento" y de
aparece ahora como el resultado de la reparación sinthomática de
"sinthome" -o de reparación del lapsus, más en general-nu se apli-
los fallos producidos en el borromeo de tres eslabones en aquellos
can sólo al caso de joyce -u otros análogos, ya veremos-, sino que
dos puntos de cruce. pueden emplearse en muchos otros encadenamientos, como el que
estoy indicando ahora, en el que el remiendo restituye la propiedad
borromea de la cadena.
Se trata aquí de la cadena de cuatro eslabones que, constituye el
30
punto de llegada -transitorio- de un extenso recorrido que lle-
vó a Lacan de la cadena borromea de tres anillos en el Seminario
22, a este e11cadenamicnto tetrádico d_el Seminario 23 en el que
~s los tres registros se enlazan ya por el sinthome, planteado como
i
Sintho1ne
irreductible.
Es preciso notar, entonces, que una cadena borromea de cuatro es-
labones -como la dibujada recién- presupone también el fallo del

línea". Cf. el modo en que abordamos el "caso Julián" en "Introducción


30. Cf. SCHEJTMAN 2004a, 117-133 y SCHEJTMAN 2007a y b.
de la trenza", en este mismo volumen de Ancla.
nudo: efectivamente aquellos lapsus en esos dos puntos de cruce a los dos lapsus que hemos señalado, a la liberación de los regis-
que hemos señalado. También en esta cadena tetrádica supone- tros a consecuencia de ellos y, ahora, a la reparación sinthomáti-
mos entonces el error del anudamiento -veremos enseguida cómo ca: "{. .. ] tenemos un medio de reparar esto. Es hacer Jo que, por
pensarlo- y, si aceptamos que la noción de sinthome se estabiliza primero vez, he definido como el sinthome. Es algo que permite
conceptualmente cuando Lacan puede definirlo como reparación a lo simbólico, lo imaginario y lo real mantenerse juntos, aunque
del fallo del anudamiento -lo que se produce, como ya indiqué, ahí, debido a dos errores, ya ninguno esté unido al otro" (LACAN
entre las clases del 10 y el 17 de febrero de 1976-, este cuarto es- 1975-76, 92).
labón agregado cumple aquí también esa función, reencadenando Lo concluyente, lo asertivo del planteo, indica que Lacan. se percata
los tres registros sueltos. de que en este preciso instante -"por primera vez"- está estabili-
zando conceptualmente la noción: ajustan.do su alcance. Sinthome,
desde aquí, queda definido con precisión, de modo estable, como
Función del sinthome reparación del lapsus del nudo.
Se ve con claridad, a partir de esta definición, que de ninguna for-
Es de este modo, en la clase del 17 de febrero y refiriéndose ma puede confundirse al sinthome con la vertiente real del sínto-
justamente a la reparación sinthomática de esta cadena de tres ma. El sinthome, ya lo señalamos, no es como tal real -pero tampo-
a11illos que sufre estos dos errores de anudamiento, que Lacan co simbólico o imaginario-, sino lo que enlaza a los tres registros
establece con precisión la función del sinthome, indicando "Jo en esta cadena de cuatro eslabones, impidiendo que -por el fallo
que he llamado este año el sinthome ... ". Nótese el peso de la en el borromeo de tres- los registros se suelten.
expresión, es un momento conclusivo, va a definir lo que ha Por lo demás, a los comentadores de Lacan que confunde el sinthome
llamado sinthome "este año". "Lo que he llamado este ano el con la letra del síntoma, se agregan aquellos otros que procuran redu-
sinthome [... ]permite reparar la cadena borromea si ya no ha- cirlo a lo que un psicoanálisis produciría en su término, quiero decir,
cemos más de ella una cadena, o sea si en dos puntos hemos en su final. Estos postulan así que el trayecto de un análisis conduciría
cometido Jo que he llamado un error.... ". Se refiere, claro está, "del síntoma al sinthome". Incurren en lo que, en otro lugar llamé

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"reduccionismo teleológico del. sinthome":11 , es decir, la posición que para plantearla al1ora con10 base posible d.e la cade11a neu.róticci_.
rebaja el alcar1ce de esta noción lacaniana al encontrar al sh1thon1e A. sí leo, retroactivamente, desdo estas clases del SeminarJo 23, la
únicamente al tér1nino df:: la experiencia analítica. Nada más alejado propuesta realizada por Lacan e11 el se1ninario anterior _:'R.S.I.
de la propuesta de Lacan en este seminario que w1 reduccionismo tal. aquella que él mismo atribuyó a Freud 32 , en la cnal, a la desvin·
I'Jo sólo porque, corno se vio, éste termina definiendo al sinthon1e, culación de los tres registros ocasionada por aquellos dos lüpsus
insisto, precisamente como reparación del lapsus del nudo, y una tal en el anudamiento recié11 indicados responde un sinthorne -esta
reparación puede enco11trarse -y se encuentra de hecho- antes, duran- es la lectura retroactiva- qu.e, segú11 Lacan, Freud llarnó rea.1.idad
te o después del análisis, sino porque cuando decidió avanzar en su psíquica, complejo de Edipo o nombre del padre:
construcción, se sirvió, muy justamente, del caso de alguien que jamás
se analizó: james joyce. Cieriarnente, Joyce no necesitó de ningún fi.n
de análisis -mejor todavía: de ningún análisis- para reparar sintho-
máticamente el fallo del nudo que Laca.n le supone, la Verwerfung de
hecho. la dimisión paterna. El reduccionismo teleológico de la no·
ción de sinthome acarrea una notable esterilización de la misma:
confinada únicamente al abordaje del fin del análisis ve mermar su
potencia clínica, al tiempo que su idealización queda asegurada.
i
Realidad psíquica, co:inple-jo
ele Edipo o non1bre del padre
La cadena neurótica ... y el sinthommwlista
De este modo la rnalidad psíquica, el complejo de Edipo. o el nombre
Vuelvo ahora a la cadena borromea tetrádica recién presentada, del padre, tienen función de sinthome en las neurosis: encadenan

31. Cf. SCHE)TMAN 2004, 154 y sigs. 32. Cf. LACA.. N 1974-75, 1 1~.. 1-75 y 11-2-75.
a los tres registros que, sin ese cuarto elemento suplementario, se sueltos. Y señalo que en la cadena neurótica, respecto del ausenti-
desenlazarían. Esto quiere decir, como señalábamos, que esta cadena do {ab-sens} 34 de la relación sexual, responde, como Freud nos lo
neurótica se construye, muy precisamente a partir, o incluso como ha enseñado, la función del padre como cimiento, incluso, como
respuesta, a un fallo del nudo [en verdad dos) que, en este caso, se- "podrecimiento "35 de la estructura, remiendo neurótico de ese
ría corregido por aquello que, según Lacan, Freud llamó realidad "lapsus estructural''. 36
psíquica, complejo de Edipo o ... ¡nombre del padre' [no es esta la La vía que se abre a partir de esta "cadena neurótica de base", nos
primera vez, claro está, que Lacan le adjudica sus propios sintagmas invita a investigar los anudamientos precisos que confonnan los
a Freud). dos grandes tipos neuróticos que Freud pudo establecer: histeria y
Y bien, si en Joyce el lapsus del anudamiento localiza en la cadena neurosis obsesiva. 3 7
lo que Lacan ubica como dimisión o carencia paterna, Verwerfung Aquí señalaré brevemente lo que sigue. Me parece conveniente
de hecho, podemos preguntarnos, ¿qué es lo que estaría escribien- partir de la cadena de la histeria: estimo que el tipo obsesivo debe
do aquí este doble lapsus que, en esta cadena dejaría a los tres
registros libres, si no fuera por este cuarto -del que Lacan entrega 34. Cf. LACAN 1972, 20, 28-29, 33, 63.
sus nombres freudianos- que los enlaza sinthomáticamente impi- 35. Cf. EIDELBERG, GODOY, SCHEJTMAN, SORIA 2008.
diendo que cada uno se vaya por su lado? 36. Si acercamos de esta manera la función del padre a la del sinthome ...
Para responder a este interrogante, y a partir de una propuesta de ello no impide, por lo demás, modularla triádicamente, como lo hicimos
Pierre Skriabine 33 , indico q-ue aquellos lapsus que dejan a ios tres con el sínto1na, y distinguir al padre-sinthome ... del padre-metáfora y
registros sueltos no localizan en el nudo otra cosa que ese fallo del padre-letra: cf. Schejtman, F., "Síntoma y padre", en EIDELBERG,
basal en la estructura que Lacan planteó de esta manera: "'no hay CODOY, SCHE)TMAN, SORJA 2008.
relación sexual". 37. Nuestra investigación UBACyT·Po22 (acreditada para la progran1a~

Estoy situando, así, al "no hay" en el nivel de estos tres registros ción 2008-2010): "El sinthome en las neurosis: abordajes de las neuro-
sis en el último período de la obra de jacques Lacan (1974-1981)" se
33. Cf. SKRIAB!NE 1994. aboca, justamente, a avanzar en la escritura de los n1.1dos neuróticos.
ANCLA 47

"deducirse" de la estructura nodal histérica, lo que corroboraría cia', su rohusta sinthomentalidad. Esto es ya algo más que la arma-
que la neurosis es esencialmente histérica -posición que puede dura histérica, diría, el paso en más que da la obsesión respecto de
rastrearse tanto en Freud como en Lacan-. la histeria. Por ello, su anudamiento debe deducirse del de aquella,
Respecto de la cadena histérica, podemos hacer pie en el Seminan'o 24. tanto como deconstruirse en el nivel de la "histerización" 4 º que es
En él Lacan llega a plantear a la histérica, muy precisamente, sostenida condición necesaria -aunque no suficiente- para considerar su en-
en su anudamiento por lo que llama "la armadura del amor al padre". 38 trada en análisis. Esto es seguro: ese sinthome obsesivo debe pertur-
Me parece que, sin forzar excesivamente el planteo presente en aquel barse para que un análisis se vuelva posible.
seminario -aunque allí ya se trabaja con las reversiones de los toros en Más aún, extendámoslo: indiquemos que esta perturbación no pue-
)as r,adenas borromeas-podemos proponer que esta armadura del amor de plantearse exclusivamente para el neurótico obsesivo. En la neu-
al padre tiene en la histeria función de sinthome, quiero decir, es pre- rosis que sea, si el sinli10rne está demasiado bien ubicado, si amarra
cisamente lo que sostiene la estabilidad del lazo entre los tres registros, o estabiliza demasiado fuertemente la estructura, no hay lugar allí
como tal vez a su modo pudo entreverlo Freud ya desde sus primeros para el análisis. Lo demuestran esas neurosis irreventables 41 , rohus-
casos de histeria. Por lo demás, las locuras histéricas lo probarían como tamente sinthomadas, perfectamente refractarias al análisis. En esto
contraejemplo: ahí donde ese sinthome fracasa en su función y deja su el sinthome es para Lacan inanalizable, y a Joyce se suman, en el Se-
lugar a la variada sintomatología -sin hache- que las caracteriza. 39 minario 23 42 , el católico verdadero y hasta, quizás, ¡los japoneses!
En cuanto a la neurosis obsesiva, me parece que puede partirse de lo
que llamaría su sinthomentalidad. La que es, de hecho, paradigma 40. Cf. LACAN, J. 1969-70, :13.
de la existencia del sintlwme por fuera de la cura analítica. Es claro 41. Cf. Li\CAi..J 1973-74, 1-12-73. Es preciso destacar que en este Se-
que el obsesivo no espera al psicoanalista para mantener anudados 111inario 21, Lacan todavía no había planteado al cuarto nudo como
firmemente lo real, lo simbólico y lo imaginario ... ¡por la concien- necesario y probaba abordar la neurosis a partir del. llamado "nudo
olímpico", en el que los eslabones se enlazan por interpenetración:
38. Cf. LACAN 1976·77, 14-12-76. perspectiva que luego no retoma.
39. Cf. SCHE)TMAN 2004b. 42. Cf. LACAN, J. 1975-76, 123-124.
Vemos aquí también la utiiidad de distinguir al sinthome del sin· en el nivel de los primeros efF~ctos tr3rapéuticos del anallsJ.s, y se
toma, Este últilno, el síntoma, tal corno lo plantea Lacan en Ln dent1ncio en la "dependencia del psicoa11alista" de la que suele
tercera, "viene de lo real" desencadenando .. lo que el sinthome quejarse el paciente rnis1no, cuando no su entorno, familiares y
había encadenado. Y, para que un análisis se inicie tal conmoción allegados. Dependencia del analista·sinthome que, por lo demás,
del sinthome es ineludible. quizás da la razón de estructura de la frecuen.te infil1itización de
A contramano del planteo teleológico -que recién criticamos- está los análisis,
claro aquf que para que una verdadera demanda de análisis ten- (Jaro está, 1.1n psicoanálisis no se termina sino cuando el ana1i-
ga lugar, es preciso, primeramente, haber pasado "del sinthome al zante logra inventarse u11a solución que le permite soltarse de su
sínton1a". Lo que no impide -más bien al contrario- que, luego, la analis.ta-sinthome. ¿_Otro sintl10111e, ahor2 t~l del analizado? 1\íada
relación analítica misma venga a reparar ese desencadenamiento, impide que lo supongamos, por supuesto, pero es u.no que, sin
muy justamEinte a partir de una función que Lacan subraya para embargo, no acaba con ese real que ponemos en_ la cuen_ta de lo que
el analista en el Seminario 23: cuando se le pregunta si él juzga llamamos sínton1a. Sinthon1e y síntoma, en efecto, en_ el final de la
al psicoanálisis un sinthome, responde negativamente, agregando cura analítica. No lo desplegaremos aquí.
que lo que es un sinthome ... ¡es el psicoanalista' 43 Se trata, en
efecto, del sinthomrmalista que restituye el lazo entre los registros
er1 la cadena neurótica 44 como cuarto nudo. Lo que se testimor1ja De inhibición, síntoma y angustia a la variedad clínica
de los failos y reparaciones del rindo
43. Cf. LACAN 1075·76, 133. Lo que no impide, por otra parte, que al
psicoanalista le toque en la cura venir al lugar del síntorna (sin hache). A partir da este enfoque y de la cadena tetrádica recién expuesta,
es decir, de lo que desencadenn.. Aquí ta1nbién es preciso que el psicoa- puede abordarse también la propuesta final de "R.SJ. ",en la que
nalista sea al n1enos dos ~parafraseamos a Lacan (cf. L.A,CAN 1974-75,
10-12-74 ): anal ista-síntho1ne y analista-síntorna. del analista~sinthon-ie en la cura del psicótico o, 1nás en generaL en el
44. No desarrollarnos aquí -aunque no la descartarnos- la posibilidad carnpo del llarnado psicoanálisis aphcado.
Lacan -como lo recordábamos antes- lee al trío freudiano de la
inhibición, el síntoma y la angustia como "nombres del padre",
en tanto que pasibles de desempeñarse -cualquiera de los tres-
como cuarto eslabón que impediría la dispersión de los registros,
Se trata de las nominaciones imaginaria, simbólica y real que los ,
mantendrían enlazados, 45 Escribo así estas tres cadenas 46 :

Nr = Angustia

Aquí se ve de qué manera la inhibición, el síntoma o la ang11stia


Ns= Síntoma pueden tener "función de sinthome". Lo que por lo demás no deja
Ni = lnhibición
de generarnos interrogantes, entre otros: ¿qué sería esta angustia-
sinthome?, ¿es que la angustia como tal puede tener función de
anudamiento?47
En este momento, más allá de eso, y ya respecto del síntoma, debe
advertirse que ahí donde Lacan propone a éste -al síntoma- como
nomi11ación simbólica, es decir, corno encargado de encadenar a
los tres registros redoblando lo simbólico, eso no diluye en nada el
distingo entre síntoma y sinthome en el que insistimos. Al contra-
45. Cf. LACAN 1974-75, 13-5-75. rio, en esta perspectiva esa posibilidad comportaría uno de los tres
46, Que, en verdad, podrían ser seis, ya que en cada caso -para cada anudamientos que la estructura consiente'. hacerse, con el síntoma,
miembro del trío freudiano-hay dos posibilidades de localización según
entre qué registros se sitúen los lapsus de la cadena de tres eslabones. 47. Cf. SCHE)TMAN 2005a.
un sinthome -lo que podría lograrse, según lo expuesto, también Lacan, en cambio, señala que Juanito no teme a su padre ... y que
con la inhibición o la angustia-. justamente, por ello, debe construirse un caballo al que temer.
Y si pudimos distinguir el síntoma-metáfora del síntoma-letra, Respecto de un "síntoma-letra" -vertiente real del síntoma-
puede entreverse que no hay obstáculo para que cualquiera de es- vado a la función de sinthome, ¿no es acaso de este modo com
tas dos dimensiones del síntoma, llegado el caso, devengan sin- hemos situado el arte de Joyce que le permite hacerse un nombr.
thomatizadas. Es decir, que tanto un síntoma-metáfora como un un ego, precisamente a partir de una palabra que les es cada ve:¡
síntoma-letra pueden tornarse el cuarto elemento, sinthome, que más impuesta ya en su escritura? Sí, aunque debe recordarse que
mantenga estable el anudamiento. en este caso el síntoma proviene menos del efecto de lo simbólico.
Paradigma del primer caso, me parece, es el modo en que Lacan en su sobre lo real, que de la interpenetración de ambos registros -se~
Seminario 4 aborda la fobia de juanito. En efecto, allí su fobia es consi- trata, recordémoslo, de una cadena no borromea-.
derada al mismo tiempo un síntoma metafórico48 y una suplencia49 de Esta perspectiva me permite, por lo demás, modular lo que afirmé
una falla localizada con precisión en el nivel del padre real. 50 Es decir, anteriormente, al indicar que el .sinthome no es real, ni simbólico
es la fobia-metáfora que viene a remediar, a reparar, en fin, a suplir en ni imaginario, sino lo que enlaza a los tres registros en la cadena
este caso la función real del padre que desfallece. Ahí donde el padre de cuatro eslabones. Y es cierto, la función del sinthome como tal,
de juanito no llega a ser "el dios celoso'', "el dios del trueno", ahí donde es decir, tomada de modo general, no puede restringirse a ninguno
no lo castra como debiera, donde no muerde bien, el niño debe inven- de los tres registros, pero ya en relación con casos singulares, es
tarse un caballo que muerda en su lugar. Se recordará que, a diferencia claro que podemos subrayar cuando menos el predominio de algu-
de Freud, quien piensa que la fobia de juanito resuelve la ambivalencia no de ellos, y no sólo en el nivel del remiendo sinthomático, sino
edípica, derivando sobre el caballo el temor del niño hacia el padre, también en el de la falla, el del lapsus del nudo.
Quiero decir, por ejemplo, que en juanito localizamos la falla 51
48. Cf. LACAN, J. 1956-57, 382,397, 401-403, 406.
49. Cf. LACAN, J. 1956-57, 367, 370, 402. 51. Chro que todavía falta que propongamos la "cadena de juanito", y
50. Cf. LACAN, J. 1956-57, 214, 263-264, 366, 401, 404. a partir de ella y la reparación que comporta -habría que probar que
r.
1:
. ·.•.··
/'. i'\'CL!· 51

~· diversas, incluso hasta algunos actos. pueden co1r1portar modos


r'·'
en la no operación del padre reo], mientras que lo que viene a
·onar como reparación. como suplencia, supone lo simbólico ren1ediar -o al rr1e11os i11tcntos de reparar- ese fallo que da cuerita
f une l
de la rnetáfora-fóbica. No bay inconveniente ninguno en que en el de la estructura psicótica. Bien, antes de concluir podemos enton-
fallo del nudo prevalezca, como en este caso, lo real, y que en la ces dar un panorama del campo de la psicosis a partir del nudo.
cenaración se subraye en cambio lo simbólico. O bien, en joyce,
' l
destacamos el lapsus entre simbólico y real -la dimisión paterna,
la Verwe1fung de hecho-- y en el nivel del sinthome -al menos en Las psicosis
una de las Fertientes del mismo, recuérdese que destacan1os otras-
un saber hacer -el arte de j oye e con el que se hace un nombre--- con I-Iace varios afias, COll mis colegas I<.oberto Mazzu.ca y Mar1ue\. z.lotnik,
la palabra que se impone en su escritura: lo que para él se impone propusin1os 54 que la conocida oposición neurosis-psicosis susten-
como rea!. tada por Lacan en los años '50 a partir de la adrnisión ·-neurosis-- o
En fin, ya más en general, por ejemplo, si ubicamos en la psico- forclusión -psicosis- en lo simbólico del significante del nombrs
sis como fallo simbólico -y es así- la forclusión del significante del padre 55 , podía retornarse en su última ensel'ianza a pa1tir del
del nombre del padre, la práctica nos enseña que las reparaciones distingo entre los an.udamientos borron·1eos -TIBllTóticos- y los r10
-sinthomáticas o no- pueden perfectamente modularse a partir borrorneos -psicóticos-. Y ya dejarnos entrever allí algunas posibi-
del predominio de cualquiera de los registros y son bien distintas: lidades que el trabajo con los nudos y cadenas ofrece para introdu-
identificaciones imaginarias 52 , metáforas delirantes 53 , invenciones ci·r difere11cias al considerar la variedad c:línica d_e las psicosis.
Para retornar lo situado en aquella oportunidad y avanzar desde
esta constituya un sinthon1e, es decir que re1nienda en el lugar mismo allí, señalo la siguiente partición dentro del campo de la psicosis:
en que se produjo el fallo-, retroactivamente y con precisión, el lapsus si considerarnos que los anudamientos psicóticos no son borro-
entre registros que supone este fracaso del padre real.
52. Cf. LACAN, J. 1955-56, 274-275. 54. Cf. MAZZUCA, SCHEJTMAN, ZLDTNIK 2000.
éi:J. Cf. LACAN, J. 1958, 559. 55. Cf. LACAN 1955-56 y LA CAN 1958.
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meos, vale la pena distinguir aquellos caracterizados por la ínter- dado a 1o qt1e retorna de 'lo real par2 él corno síntorr1a, tanto con10 ver
penetración de los registros, de que se definen rnás bien por su lograron ilnpedir que lo ünaginario se vaya en su caso por su lado. pe1
puesta en continuidad. Ello, sin que esa cadena sinthomada, lo hemos indicado, se vuelva do
En cuanto a los primeros, no es indiferente por supuesto, cuáles borromea: lo simbólico y lo real persisten interpenetrados. Mi
son los registros que quedan interpenetrados y cuál el que se suelta En cuanto a las esquizofrenias corrientes, el efecto de la interpenetra- qu
--cuando ello sucede 56-, ción de aquellos registros es, por lo general, mucho más tormentoso, de
Podemos señalar que es característico de la esquizofrenia la inter- tantas veces n1ás per1osa y evidente la caída de lo imaginario y, claro tiu
penetración entre simbólico y real y, eventualmente, el desprendi- está, la reparación -sinthomática o no: hay qu.e insistir en. que el re- 'se
miento de lo imaginario. Ya desde temprano Lacan pudo afirmar miendo puede ir o no al lugar en que se produjo el lapsus- no llega a D1f

que para el esquizofrénico "todo lo simbólico es real" 57 . Los llama- compararse con el esplendor artístico de la solución de joyce. tie
dos fenómenos elementales en el cruce entre esos registros, tan pre- Abara bien, es posible que el lapsus de! anudamiento deje eslabo- Ur
valentes en la esquizofrenia, testimonian de esa interpenetración. nados otros registros, y correlativamente, sea también otro el regis- p<~

Por supuesto, la "palabra impuesta" en el automatismo mental es tro suelto. En relación con esta posibilidad, tomo ahora el caso de lle
aquí paradigma. Y si Lacan pudo destacar -como lo mencionamos una paciente entrevistada por Lacan en una de sus presentacior1es
antes- su presencia cada vez más acentuada en la escritura de Joyce, de enfermos, el 9 de abril de 1976.
º'pe:
corresponde acercar al escritor a este campo, aún cuando él haya Se trata de un caso evocado por Jacques-Alain Miller en su texto te
quedado a buen resguardo de la psicosis manifiesta, por el trata- "Enseñanzas de la presentación de enfermos", podemos retomarlo "¡
miento singular que las diversas variedades de su sinthome le han también desde allí. Se trata de la Sra. B., que refiere en un frag- q1
mento de aquella entrevista: "siempre tengo problemas con mis JJ,
56. Puesto que nada impide que los tres registros queden interpenetra~ empleadores, no acepto que se me den órdenes cuando hay un il
dos -y ninguno suelto-: cf. en este n1isn10 volumen de Ancla nuestra trabajo que hacer, que se me impongan horarios, me gusta hacer la
lectura del "caso Julián", en "Introducción de la trenza". lo que tengo ganas, no tengo ninguna referencia, estoy en la bús- n
57. Cf. LACAN 1954, 377. queda de un lugar en la sociedad, ya no tengo lugar, no soy ni una e:
ANCLA 53

rdadera ni una falsa enferma, me he identificado con muchas miento de lo real.5 8 Podernos avanzar ahora desde ahí. Se trataría
ve , . . ,
s que no se me parecen, me gustar1a v1v1r co1no un vest1- entonces de situar un lapsus en este punto de cruce --entre imagi-
person a
ueJva do" (MILLER 1976, 165). nario y simbólico- que deja, precisamente, interpenetrados esos
Miller señala que esta mujer "tenía muy fugitivamente la idea de dos registros, mientras que lo real se suelta.
letra- ue se Ja hipnotizaba, y que se quería tirar de sus hilos, pero nada
.toso, ~e todo esto tomaba consistencia. Estaba, en un flotamiento perpe-
tuo, como lo traducía muy lúcidamente por una fórmula notable:

'
claro
~1 lt"--
Jga a
'soy interina de mí misma"' (ibíd). Y de ella pudo terminar afir-
mando Lacan: "Esta persona na tiene la menor idea del cuerpo que -
tiene que meter bajo ese vestido, no hay nadie para habitar la ves-

O
. s
abo. timenta. Ilustra lo que llamo el semblante. [.. .]Lo que dice no tiene
peso ni articulación ... ". Aludiendo a Kraepelin agregó: "se puede .
.

1gis-
Lapsus ..
J de llamar a eso -¿por qué no?- una parafrenia imaginativa" (ibíd).
1
~nes De ese "me gustaría vivir corno un vestido", de aquel "no hay nadie
para habitar la vestimenta", de aquella "ilustración del semblan- No parece posible señalar, para esta paciente, la señora B., algo que
1xto te", Miller concluye que en este caso las identificaciones no se han pudiese funcionar reencadenando -sinthomáticamente o no- este
trlo "precipitado en un yo, en ningún crisiulizudor", r1011ay aquí "nada real, poniéndole un tope a ese "flotamiento perpetuo", limitando
·ag- que venga a darle el lastre de alguna sustancia, no hay objeto a que ese "interinato de sí misma": el material con el que contamos no
nis llene su paréntesis" (ibíd., 166). Lo que se escribiría de esta forma: nos auxilia en ese sentido.
un i ( ), es decir, la imagen especular, sin el soporte del objeto a. Para Pero, en fin, tal corno es indicado por Lacan a partir de este caso,
;er la Señora B., el paréntesis estaría vacío: es un vestido sin cuerpo en
ís- flotamiento perpetuo, un puro semblante sin ningún sostén real. 58. Cf. SOLER 1996, donde avanza también sobre el caso del escritor
na Colette Soler llegó a abordar este caso planteando el desprendi- portugués Fernando Pessoa.
,....,.-

las parafrenias podrían situarse a partir de la interpenetración de que ese registro llega a alcanzar, por ejemplo, en la sintomatolog'
simbólico e imaginario y el desprendimiento de lo real. del acceso maníaco 59 : verborrea, fuga de ideas, etc 60
Por último, en este grupo de psicosis donde prevalece la interpe- Luego, por supuesto, es preciso considerar a la paranoia. En refa.
netración entre registros, podemos anotar la posibilidad de que las ción con ella situamos entonces la "puesta en continuidad" de 1
llamadas psicosis m~níaco-depresivas, la manía y la melancolía, re~istros. La base del planteo, claro está, se encuentra en la pers,
pnedan ser consideradas a partir de la interpenetración de lo ima-
ginario y lo real, y el eventual desprendimiento de lo simbólico. 59. Cf., en este mismo volumen de Ancla, nuestra lectura del "casd
Por cierto, a partir de un lapsus del anudamiento que se localiza- Victor", en "Introducción de la trenza".
ría, en este caso, entre imaginario y real. 60. Nieves Soria Dafunchio, en su libro Confines de las psicosis-de próxi-
ma aparición y para el cual tengo el agrado de estar escTibiendo un pr1 ·
lago-, despliega a partir de precisos comentarios de casos clínicos, los
diversos anudamientos psicóticos -planteándolos concordantemente con

- - nuestra propuesta, como no borromeos- y, para el caso de la melru.1colía •§ -


la manía, recurre al rechazo de la dimensión del inconsciente y del lenguaje-:'~l~
','1;'

.c;Y,on mismo, que Lacan subraya en "Televisión" (cf. LACAN 1973a, 107), ponién-
dolo también en la cuenta de este desprendimiento de lo simbólico. Por lo
demás, se sirJ"c originaLYDente del sentido del giro de los Bnillos para des-
~apsus L__)s tacar los efectos melancólicos (avance de lo real sobre lo imaginario: afecto
depresivo, denigración, delirio de indignidad, pulverización del narcisismo
El desprendimiento de lo simbólico es manifiesto en estas psicosis por la prevalencia de lo real del objeto como deshecho) y maníacos (lo ima-
tanto en el nivel de la pauperización de esa dimensión -de la di- ginario arrasa sobre lo real: reducción del sujeto a una pilla ll11agen) en este
mensión simbólica- en el discurso de estos sujetos, muy prevalente anudamiento. Cf. también su trabajo "Las transformaciones del síntoma en
por lo demás en la melancolía, como en la radical independencia anorexias y bulimias", en este voltunen de Ancla.
ANCL/\ 55

. con la que Lacan aborda la paranoia en el Seminario 23: En verdad, ele algún moelo, Lacan ya había anticipado esta perspec-
08 ct1va
'.'En Ja medida en que un sujeto anuda de a tres lo imaginario, lo tiva en el Seminario 22: "La paranoía es un pegoteo imaginario. Es
. b ·¡ ·co v Jo real, solo se sostiene por su continuidad. Lo imagi- la voz que se sonoriza, Ja mirada que se vuelve prevalente, es un
51111 o 1 ./
,, . ¡0 simbólico y lo real son una sola y misma consistencia, y asunto de congelación del deseo" {LACAN 1974-75, 8-4-75). No se
,.ano,
en esto consiste Ja psicosis paranoica" (LACAN 1975-765, 53). trata, entonces, de interpenetración -no se suelta lo imaginario-,
partimos una vez más de la cadena borromea de tres eslabones, y aquí lo imaginario se "pegotea".
aquí lo que hacemos es poner a los tres registros, justamente, en En fin, ¿cómo pensar el desanuelamiento del trébol paranoico? Des-
continuidad, produciendo empalmes en las junturas de lo real con anudamiento, sí. No desencadenamiento: sienelo que aquí no hay
¡0 imaginario, de lo imaginario con lo simbólico y de lo simbólico cadena sino una única consistencia, un solo nudo, este sería el tér-
con lo real: mino que le conviene. Es complicado. Lacan, de hecho, más bien
propuso 6 1, antes que pensar en el desanudamiento del trébol para-
noico, la posibilidael de encadenar... ¡tres paranoicos! -tres trébo-

~
les- a partir ele! agregado de un cuarto término que los enlazaría
___,. sinthomáticamente, de modo borromeo; con lo que esa cadena, ya
'

de cuatro 62 , no sería como tal, ella misma, paranoica. ¡Vaya idea!,

"'~ y--y fl '


61. Cf. LACAN 1975-76, 53-54.
R~ S
62. La clase del Se1ninario 23 en que Lacan propuso esta perspectiva es
El resultado, como se ve, es un nudo de trébol. El "trébol para- aquella en la que, justamente, comenta que recibió de Soury y Thomé
noico", en el que los tres registros se siguen unos a otros, están en "la prueba de que existe el nudo borromeo de cuatro nudos de tres"
continuidad. No sólo no hay caelena borromea: no hay cadena. Se (LACAN 1975-76, 46), estrictamente, la cadena borrornea de cuatro tré-
trata ele una única consistencia a la que se reducen los tres regis- boles -que buscaba desde hacía algún tiempo-. Aparentemente, por
tros lacanianos por su e1npalme. la figura que aparece en esa clase del seminario (cf. ibíd., 47). Soury
~-

aquí no alcanzaría la folie-a-deux -descripta por Lassegue y Falret zás esa "luz nodal" nos permita "rehacer" 64 una clínica que en
en 1887-, esto sería ya una ¡folie-il-trois ... más uno! Pero, ¡cuida- actualidad se liquida en las páginas de los modernos manuales
e
do!, aquí tendríamos ya, entonces, una estructura sinthomada y ha- diagnóstico y estadística. 5 5
e
bría que ver si el término folie-locura- es el que más le conviene. Pero es claro que la consideración del anudamiento particular,'(l
Podría avanzar un poco más todavía en relación con estos distin- que es el del tipo clínico, no nos basta, toda vez que "los
gos clínicos, pero en este punto me detendré. Con este breve pano- tos de un tipo [... ] no tienen utilidad alguna para los del "'M"º>l:
rama de los anudamientos psicóticos -no borromeos, por interpe- tipo" (LACAN 1973b, 18). Es decir, la clínica del psicoanálisis
netración y por puesta en continuidad- paso a una última cuestión fuerza no sólo a intentar escribir el anudamiento de la histeria
para concluir. Ja neurosis obsesiva, por ejemplo, sino a procurar hacerlo respertn?!f
de aquella histérica o de éste obsesivo que, claro está, no es el
mo que el de otra histérica u otro obsesivo. Es decir. a dirig1rn
Del tipo clínico al nudo singular. .. y retorno del tipo clínico al nudo singular66 ., .. y retornar, en una dialértfr,
que abre la posibilidad misma de la transmisión,
Poco a poco nos hemos ido acercando a ciertas problemáticas pro- para que la práctica del psicoanálisis no se reduzca a un esoteris-
piamente clínicas, nosológicas, sirviéndonos del nudo, de los di- mo inefable.
versos encadenamientos, y de la distinción -y articulación- entre Y aún más: debemos considerar también las mutaciones que tales
el síntoma y el siníhome. La apuesta de Lacan 63 es que la consi- nudos o cadenas singulares sufren en la diacronía y, especialmente.
deración del "síntoma como nudo" puede arrojar alguna luz a la como efecto de las intervenciones y maniobras analíticas que los
clínica de la psiquiatría clásica, que el psicoanálisis hereda. Qui-

y Thomé le habrían entregado en verdad una trenza de ocho hebras .. 64. Cf. M!LLER 1981, 171
cuyo cierre constituye aquella cadena borromea de cuatro tréboles. 65. Cf. SCHEJTMAN 2005b.
63. Cf. LACAN 1973b, 18. 56 ... y también a los desanudamientos o desencadenan1ientos singulares.
ANCLJ\ 57

·'interfieren" en función de lo que usualmente llamamos cura. 67 Bibliografía


de Como se ve, el programa de trabajo que tenemos por delante es ar-
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ANCL~ 63

"No deja de ser asombroso que un padre tan débil


LOS ARTIFICIOS DE JAMES JOYCE
haya engendrado un hijo con tanta fuerza"
Stanislaus Joyce, Mi hermano James ]oyce
Claudia Godoy
"Sus hérores no son fáciles de amar, sus libros no son fáciles de leer.
No desea conquistarnos sino que le conquistemos a él"
R. Ellmann, James foyce

"Ha dado usted la espalda a la generalic1:i:id dP los hombres, a sus necesi-


dades elementales y sus límites de tiempo e inteligencia
¿Cuál es el resultado? Enormes acertijos"
H. G. Wells. carta del 23 de noviembre de 1928.

" .. maldito tonto, anarco, egoarco, heresiarca, has erigido tu reino


desunido sobre el vacío ... de tu propia alma"
J. Joyce, Finnegans Wake

james joyce no escribe verdaderamente una autobiografía, hace li-


teratura con su vida, lo cual es muy distinto. Combina en sus libros
fragmentos de palabras, dichos, hechos, situaciones, datos, persona-
jes, comentarios y teorías de un modo absolutamente singular. Esa
escritura tiene una lógica y una estética rigurosa que Lacan interro-
gará con su propia escritura: la del nudo borromeo. Construye así
un "caso" que se ha tornado paradigmático para los psicoanalistas, adolescencia, las "teorías" que le permitirán elaborarla y la certeza
ineludible. Tanto como Dora, el Hombre de las ratas, Hans o Schre- su destino como "Artista" solidario del comienzo de lo que uctm 2"if'?
ber. Intentaremos en este trabajo seguir las líneas de fuerza de esa sus "epifanías". De todos modos ambas obras se complementan y
construcción y extraer algunas conclusiones posibles a partir de lo brindan detalles que nos permiten ubicar lo que produce el desanuda-l
que se desprende del Seminario 23 1 , tratando de seguir la diacronía miento de lo imaginario y los efectos del lapsus del anudamiento
del sinthome en el texto joyceano. Será el intento de leer a Lacan to con las primeras formas de tratamiento de dicho error del nudo.
con )ayee pero también el de volver a los textos del genial irlandés Sus crisis comienzan -si seguimos los datos que proporcion.a R.
con lo que el prirnero nos enseña. Aún así, conviene destacar, que n1a1111- en el afío 1894, a los 12 años, cuando luego de presentar
habrá siempre algo en donde joyce se nos escabulle, manteniendo trabajo escrito frente a los jesuitas es acusado de herejíe 2' y luego,
su enigma: '')ayee el sinthome" podría leerse también como "joyce la salida del colegio, es atacado y golpeado por un grupo de comi;,_!
el enigma" en tanto éste es, como trataremos de demostrar, solida-
rio tanto de su escritura como de su nombre. 2. R. Ellmann refiere así el episodio: "Según .4 Portraittodo empezó
la escuela, cuando Mr. Tate leyó en voz alta una fase del trabajo
nal de Stephen (corr10 se nombra }ayee en ese texto): "Van1os a ver.
Herejía, pecado y epifanías. trata del Creador y del alma, Rrrmm ... Rrrxnm
acercarse nunca. ¿Eso es una herejia" (ELLMANN, 57). Luego lo si.guen ')
En el Retrato del artista adolescente así como en el esbozo que lo unos condiscípulos que envidiaban el éxito que tenía Joycc con sus
precedió -obra inconclusa y publicada póstumamente llamada Ste- textos e iniciaron una discusión literaria para agredirlo. Le exígireron T'i
phen El Héroe- joyce nos narra una serie de "crisis" sufridas en su que adznita que Byron, su poeta favorito, era un malvado, a lo
Joyce se negó. Entonces uno de ellos díjo: "Sujetadme a este herético",
1. Nos centraremos aquí, fundamentalmente, en el Sen1inario 23 "El entonces "le golpearon con un bastón y le restregaban contra una cerca
sintho1ne" y no en la conferencia "Joyce el síntoma l" y su versión es- de alambre espinoso que desgarró su vestido .. Asi empezaron los su-
crita, "Joyce el síntoma II", que serán objeto de otro trabajo. frimientos por su arte" (ibid., 58).
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·.·.>·;··.. ..·..... --

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* 0
ñeros. Lo esencial aquí es que después de la golpiza no siente rencor
ANCL/\ 65

respuesta al pecado (" sjn" en inglés). Se inT_ponía así ·una rigurosa


hacia sus atacantes, sino que siente que se desprende la capa de odio disciplina para n1ortificar a cada uno de Jo~: so11tidos. por ejernplo,
corno "]a suave piel de un fruto maduro" (JOYCE 1916, 80). En esta caminar por la calle con los ojos bajos, sin mirar a derecha ni a
tos
la. frase ¡ayee nos dice algo de la relación con su cuerpo, en ese des- izquierda y ni por asomo mirar hacia atrás, trataba de evitar todo
¡¡¡, prendimiento "como una cáscara" Lacan lee la soltura del registro encuentro con los ojos de una mujer; mortificaba el odio dejando
de lo imaginario porque el lapsus del anudamiento entre lo real y lo de cantar o de silbar. no evitando ruidos que le causaban particular
:u. simbólico Jo deja desanudado (cf. LACAN 75-76, 146-148). irritación como el afilar cuchillos; no cambiaba de posició11 en la
un A partir de allí joyce -rechazando la acusación de herejía- trata de carna, se sentaba en las posturas menos cón·iodas; sufría el picor
,a proseguir su vida acorde a la religión pero u.n r1uevo hecho resul- sin rascarse; entre varias otras autoexigencias.
>a- tará rnuy perturbador A los 14 años tiene su iniciación sexual con Pese a la férrea disciplina que se imponía no lograba, sin embargo,
una prostituta Jo cual genera en él la sensación de haber cometido frenar los impulsos que lo agitaban. Tal como ya lo había compro-
en un terrible pecado que pone en cuestión Ja "santidad" en la que bado antes: "Había tratado de construir un dique de orden y elegan-
la- se había formado con los jesuitas: "Había pecado mortalmente no cia ... Y contener el poderoso empuje de su marejada interior ... Todo
Se sólo una vez, sino muchas; y sabía que aunque por el primer peca- inútil. .. Las aguas habían saltado por encima de las barreras" (ibid.,
de do estaba ya en peligro de eterna condenación, cada nuevo pecado 96). No podía volver ya a la santidad inicial, su resurrección no sería
en multiplicaba su culpa y su castigo ... Las fuentes de la gracia san- por lo tanto como Santo sino como Artista. Una solución "heroica"
us tificante habían dejado <le refrHscar su alrria" (JOYCE 1916, 101). sostenida no solo en la realización dn sn obra literaria sü10 en la
Jn Nos narra entonces como la "Inquietud corporal, escalofríos y construcción de una serie de concepciones estéticas que le brinda-
.al cansancio le acosaban. poniendo en fuga sus pensamientos ... todo rán una salida a lo que lo atormenta. Él se había encontrado, antes
!", su ser -memoria, voluntad, entendimiento, carne- entumecido y de todo esto, con la posibilidad de ser sacerdote, pero ahora "Su
ca cansado" (ibid., 135). Su primer respuesta fue tratar de imponerse destino era eludir todo orden, lo mismo el social que el religioso.
U· peculiares normas, intentar un resurgimiento religioso que rees- La sabiduría del llaniamiento sacerdote no Je había tocado en lo
tableciera Ja "santidad", tratando de hacer "soint homme" como vivo. Estaba destinado a aprender su propia sabiduría aparte de los
otros" (ibid .. 160) esa será su herejía3 , a partir de ahora, ya no recha- zada sino paulatinamente asumida. Es importante destacar que
término "herejía", del griego hairetikós, es un derivado de
3. "El alejamíento de mi hermano del catolicismo se debió a causas n1uy mai, "yo elijo", "escojo". El herético, efectivamente, es aquel que se
distintas .. " {comento su hermano Stanislaus, quien abandonó también aparta de la "opinión recta" (la ortodoxia) y elige por qué camino
el cristianismo simplemente porque había dejado de creer) " .... Sintió alcanza la verdad (cf. LACAN, 75-76, 15). Será en ese momento en
que debía salvar su verdadera vida espiritual de ser sofocada y quebran- donde comenzarán las experiencias que denominará "epifanías" y .
tada por una vida falsa que ya había superado. Creía que los poetas, que marcarán su singular relación con el lenguaje. )ayee lo narra así:
en relación con sus dones y con su personalidad. eran los verdaderos "Pronto empezó Stephen a explorar por sí mismo el lenguaje ... Leía
depositarios de la vida espiritual de su raza y que los clérigos eran unos horas y horas en el Diccionario etimológico de Skeat, y su mente,
usurpadores" (JOYCE 1958, 133). "Su rebeldía tenía el significado de que desde el primer momento se sometió por completo a la sen-
una defensa de su personalidad contra el sistema, cuyos abusos, con el sación infantil de la maravilla, se quedaba hipnotizada a menudo
pretexto de la obediencia, terminaban con la total supresión de la per- por la conversación más vulgar" (JOYCE 1904b, 18). Iniciará así la
sonalidad ... siendo estudiante de primer año en la Universidad expresó redacción de ejercicios literarios que "lanzaba como fortificaciones
su intención de hacer de su vida un experimento. Estaba decidido a repentinas mientras se atareaba en construir el enigma de una ma-
llevar sus principios a la acción, y aún cuando pasó de un dogmatis- nera suya. Pues el joven empezaba a barruntar otra crisis y deseaba
mo despiadado a un escepticismo misericordioso, por temperamento prepararse para el choque. A causa de tales maniohras llegó a ser
se sentía capaz de una absoluta devoción a la misión a la que estaba considerado como un joven muy desequilibrado que se interesaba
destinado por su talento, aunque, tal como lo previó desde el comienzo, más de lo usual en los jóvenes por teorías que podían permitirse
esa nüsión podía covertirlo en un paria" (ibid., 134). A partir de allí como pasatiempos" (ibid., 19, el subrayado es nuestro). Vemos aquí
para Stanislaus, James, con una "quijotesca intransigencia" (ibid., 244), como la escritura, en tanto "construcción de enigmas fortificados",
siguió el camino de los elegidos: "Los elegidos son aquellos pocos es-
píritus que, conscientes de su valor, se imponen una disciplina a fin de sólo a lo que voluntariamente se ha entregado a su naturaleza libre, lo·-
convertirse en los artífices de su propio destino, y que deben obediencia grando así el ideal del orden y la belleza" (ibid., 192).

o-·--- ,, w ' ;;;;;,,;;;;._,;,;.,.;,;,;.;;,_.1~:;~{,--'•~,,';'c


ANCL;\ 67

ol es ya una respuesta, una solución a las crisis y un modo de pre- revelaciones, debía buscarlas en los hombres y no en los dioses, y en
)- pararse para el "choque". Describe como "Caminaba por las calles los momentos más casuales o tri viales.
:e recibiendo impresiones, frases que escuchaba y se repetía hasta que La teoría estética que construye intentará basarse en la "claritas" de
o perdieran el significado y así se convertían para él en vocablos ma- Santo Tomás de Aquino, la cual revela no la quoditas (lo que algo es)
n ravillosos". Así "En clase, en la acallada biblioteca, en compañía de sino la quiditas, su alma, allí donde reconocemos no "cómo es" la
y otros estudiantes, de repente oía un mandato a marcharse, de estar cosa sino que "es", más allá de la apariencia. La epifanía resulta, por
í: solo, una voz que agitaba el tímpano de su oído, una llama que sal- lo tanto, una manifestación, una revelación del ser. joyce consideró
a taba a divina vida en el cerebro. Obedecía el mandato y erraba de un la posibilidad de reunirlas en un libro, luego en 1904 [con Stephen
lado a otro por las calles, solo ... y entonces volvía a casa con paso I-:leroJ comenzó a insertarlas en su obra. Pero mucho antes le sirvie-
"
l- decidido, inflexible, reuniendo juntas palabras y frases sin signifi- ron "para confirmarle en su misión artística" (ELLMAN 105). Esta
o cado, con decidida seriedad inflexible" (ibid., 23-24, el subrayado relación entre "epifanía" y trabajo del artista se mantendrá cons-
a es nuestro). 4 El artista era quien, para él, debía hacerse cargo de tales tante en la obra de Joyce, hasta la noche interminable del Finne-
s gans Woke, entre la palabra "impuesta" y el saber hacer del artífice.
4. A modo de ejemplo, podemos ubicar en Esteban el héroe una de di-
a chas epifanías cuando, al pasar frente a una pareja: "oye un fragmento Esta trivialidad le hizo pensar en recoger muchos momentos semejan-
r de conversación que le produce una impresión que hiere profunda- tes en un libro de epifanías. Por epifanías entendía una súbita manifes-
i mente su sensibilidad: tación ~~µititnal, ya Ü.tere en la vulgaridad de la alocución o del gesto,
"La mujer Joven: (arrastrando discretamente las palabras): ... Oh, sí. .. ya fuere en una faz memorable del rnismo espíritu. Creía que el hom~
'
í Estaba ... en la ... capi ... lla ... bre de letras debía dejar registradas tales epifanías con surno cuidado,
El hombre Joven: (con voz inaudible): ... Yo .. (de nuevo con voz inau- dado que son los momentos más delicados ·y evanescentes" (JOYCE
dible) ... Yo .. 1904a, 228). No sólo piensa escribir un libro de epifanías sino que le

La mujer joven (suavemente): ... Oh .. pero usted es .. muy .. ma .. lig ...
no ..
pide a su hermano que, en caso de morir, enviara una copia a todas las
bibliotecas del inundo, incluyendo la de Alejandría.
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....•···.··./
·.·····

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·.·:<i;':

como afirma jacques Aubert en Introduction a J'estehétique de


~·t
Proponemos leerlo entonces como distintos momentos de su trabajo
sinthomático. La pregunta esencial que realiza Lacan -que bace del mes ]ayee. El arte le daría una "santidad profana" que le nerrn.iti,<.
artificio una respuesta frente al síntoma- es" ¿De qué modo el artifi- enlazar la "naturaleza" en su desborde [el goce), la "naturaleza rno-
cio puede apuntar expresamente a lo que se presenta primero como ral" y el "orgullo" (términos recurrentes en su correspondencia de
síntoma? ¿Cómo el arte, el artesanado, puede desbaratar, si puede la época). Se produce de esta manera un reanudamiento que ya no
decirse así, lo que se impone del síntoma?" (LACAN 1975-76, 23). se sostiene en el idealismo espiritual -"la santidad" de su infancia--
Es importante entonces distinguir lo que podemos llamar la "ex- sino en la estética con la que enmarcará su vocación como .escritor.
periencia epifánica" como interpenetración de lo Simbólico con lo
Real -"La consecuencia resultante del error del nudo, a saber, que
el inconsciente está ligado a lo real" (ibid., 152)- de la tarea que se Dos vertientes del arte joyceano:
le impone "al hombre de letras" y que redobla, al registrarlas en su Sinthomadaquin y sinthomeroule
escritura, la relación entre ambos registros constituyendo un trata-
miento artístico del lapsus del anudamiento. 5 Al enlazar, de este La certeza de ser "El Artista" precedió entonces, en Joyce, a la reali-
modo, nuevamente los registros de lo simbólico y lo real, impide a zación de su obra. Ésta primero encontró una justificación estética
lo imaginario soltarse, dándole a joyce la certeza de su misión como en la teorías que inventó. Si bien su estética buscaba ser un "To-
Artista. Esta misión es una singular dimensión narcisista que no mismo aplicado" es fácil constatar, según sus comentadores, que
pasa por el c-uerpo, es lo que podríamos ubicar como 11na primera la misma le valía para justificar su concepción frente a la ortodoxia
versión del Ego que Lacan ubica como cuarto redondel de cuerda teológica de los jesuitas. Como afirma Umberto Eco "se verá cómo
impidiendo que lo imaginario se suelte (cf. LACAN 75-76, 149). La la fidelidad a Santo Tomás era sólo un medio formal para apoyar un
teoría estética, a su vez, viene en ayuda del escritor y viceversa, desarrollo más libre de tesis personales" (ECO, 37). Esta referencia
le permitía legitimar el valor del arte por sí mismo, sin ninguna re-
5. Cf. el tratamiento nodal de la relación lapsus-sinthome que propone ferencia a la moral. A su vez su estética presenta, lo que podríamos
Fabián Schejtrnan en "Síntoma y sintho1ne", en este nún1ero de Ancla. llamar una "ética del aislan1iento". El aislarniento -afirrna- "es el

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t,NCL1\ 5g

'Q, primer principio de la economfo artística" (JOYCE 1904a, 40], Nos escolástica n1edieval y eJ naturul.'Lsrno cien_tífico. Es én1tonces ·cua:u-
f;¡ ~uenta a su vez que a nadie le interesaba escuchar sus teorías en las do sus "herejías an_tiaristc1télic2s" aJeJaror 8 de la ortodoxia
o~ que buscaba la construcción de una nueva "ciencia estética''. Ese to1nista. C~onc1uye así ql1e: "No serviré por más tien1po a aquello en
ie aíslamiento es lo que llama "egoís1no redentor" (ibid., 41), a través lo que no creo, llá1nase mi hogar, mi patria o rní religión. Y trutaré
lC del cual se regocijaba de que su vida estuviera centrada en su propio de expresarme de algün 1r1odo en vid;,:1 y arte, tan libremente co111.o
l·· vo [cL ibid,, 56]. Según afirma Ellrnann, )ayee -<:Corno dijo de Ibsen y me sea posible, usando para n1i defe11sa las solas arn1s_s que .me
r .J-ueoo aplicaría a sí mísmo en el F'innegans Wake- era un "egoarca" pern1ito ltsar: silencio, destierro y astuci<J" (JC!'YC:E 1916, 246).
b •

(lOYCE 1957, 1GL expresión resultante de la juntura entre "ego" y /\si mismo, esto lo llevará a tener ltna posición n1uy particular con s-:_l
,;arca", del Briega "árkho", "yo n1ando, gobierno". Él no buscará ya propia patria, Irlanda, Po~ :;jcn1plo, al ufirrnar que "C:uando el alrna
soluciones fáciles o típicas para sus problemas artísticos o persa~ de un hombre nace en este pals, se encuentra con unas redes arro-
nales, sino que in1pondrá sus complejas y admirables soluciones jadas para rete11erla, para irr1pedir la !vJe estús hablando de
singulares a los dem_ás, eso será su egoorquía, nacionalidad, de leng11a, de religión. ~Estas sc1:r1 las redes de las que yo
¡. SL por un lado, intenta la legitimación tomista de su posición he procurado escaparme" (ibid., 200) o hien que "Irlanda es la cerda
a como artista, por el otro, en una perspectiva que anuncia una rup- vieja que devora su propia lechiguada" (lbid., 202). Ser(_~, debido a

tura mucho más radical, se identifica a un "hereje" quemado por la ello, también. necesarian1ente incornp:rendido y atacado en su tierra.
e Inquisición en 1600: Giorclano Bruno de No la. Vemos, por lo tanto, debiendo exiliarse para realizar su 11lisión. j\_sí lo escribe e11 el
con1u la salida de las crisis de la adolescencia se realiza a través del. lietrato del .A.rtistn adolescente: "Salgo n busr:nr por rnillonésima
de una asunción de la norninación contra la cual se había revuelto vez la realidad de la experiencia y a forjar t.:I.l 1Ei fragua de n1i espíritu
inicialmente: "Nadie, dijo el Nolano, puede amar la verdad o el la conciencia iI1crHada dt:! 1r1i raza ... /\ntepasado n1ío, antign.o artífi-
bien, si no aborrece a la multitud; y el artista, pese a que se sirve de ce, ampárarne ahora y sien1pre con tu ayuda'' (ibid., ;¿52). 6
la multitud, tiene buen cuidado de aislarse de ella" [)OYC:E 1959,
85). Para algunos críticos Bruno tuvo en el desarrollo de )ayee el 6. El seudóni1no con que se nornbra en varias de sus obras PS Stephen Dó-
mismo papel que en la historia de ia filosofía: fue el puente entre la dalus. Conjuga así el r11ito ele DécLJo y h'l hístoria del rn<í_rtir San Estt~ban
--·
Para Lacan, joyce será el artista que ocupa a todo el mundo, el que buscará valori.zar su Nombre propio en detrimento del padre. No hará ¡_3. VI

un homenaje al padre, como lo hace el neurótico aún en toda su ambi" no


En la mitología griega, Dédalo era un arquitecto y artesano muy hábil, fa- güedad, sino que buscará el homenaje a su propio nombre. Intentará Hor
moso por haber construido el laberinto de Creta. Es el paradigma del artífi- hacer que su Nombre se vuelva más que un S,, que alcance el S2 del irl8'
ce o ingeniero que no atiende a fidelidades. Dédalo tuvo dos hijos: Ícaro y saber, de la Universidad, del Mundo, de la posteridad a la que él man- la V
Yápige. El laberinto que construyó era un edificio con incontables pasillos tendrá ocupada con sus enigmas. Será el artífice, el que sabrá hacer sint
y calles sinuosas abriéndose unos a otras, que parecía no tener principio ni con el lenguaje, el que sabe cuál es su misión. El arte compensará para ''ro
final. Dédalo lo construyó para el rey Minos, pero tras ello perdió el favor Lacan la "Verwerfung de becho" producida por la carencia paterna.' Lac
del rey y fue encerrado con su hijo en una torre. Si bien consiguió escapar De este modo, el arte de Joyce en su función de suplencia, de sinthome; "Le
de su prisión, no podía abandonar la lsla por mar y se puso a trabajar para es decir, de cuarto redondel de cuerda, presenta para Lacan entonces épc
fabricar alas para él y su hijo. Para )ayee, Dédalo era el "fabuloso artífice .. dos vertientes que escribe con una escritura típicamente joyceana: ele
el artista que forja en su oficina, con el barro inerte de la tie1Ta, un ser nue- el sinthomadaquin y el sint'home rule. El sinthomadaquin -término lr1'
vo, alado, impalpable, imperecedero" (JOYCE 1916, 166-167). que juega con la homofonía entre sinthome y Saint Thomas d'Aquin- no
El final del Retrato ... conjuga al padre y al hijo, a Dédalo y a Ícaro; él es la estética tomista que construye para tratar de conjugar su arte con no
se da a luz a sí mismo como Artista y vuela al exilio, fuera de la patria la ortodoxia escolástica; por el contrario, el sint'home rule se liga con Es
que se le tornó opresiva. fo
Por ::;u parte, San Esteban era de origen judío y su nombre significn: 7. El padre de Joyce -para Lacan- nunca ha sido un p1ulre y se recostó er
"coronado" (Esteb: corona). Dio honra a su nombre coronando su vida en los jesuitas para que se hicieren cargo dce su hijo (cf. LACAN, 1975- tn
con el martirio. Ha sido considerado un "protomartir" por haber tenido 76, 86 y 92). Embriagado en el alcohol, no ha podido responder por los
el honor de ser el primer mártir que derramó su sangre por proclamar diez hijos que tuvo. Lleno de deudas, vivía permanentemente cambian·
su fe en Jesucristo. De este modo el protomartir y el artífice mítico con do de residencia porque no podía afrontar los alquileres y las múltiples
su hijo se ligan en "Stephen Dédalus" para ser el que da a luz la con~ deudas, siempre a la búsqueda de trabajos para gente que -como decía
ciencia increada de su raza desde el exilio. Stanislaus Joyce- no quisiera trabajar. L
,..~--------,
f ANCLA 71

t
la vertiente más herética, "desviada", aquella que no sigue el cami· esposa, de una referencia de Kant en sus Prolegómenos a toda me-
iara
no "recto". Lacan toma aquí la homofonía entre sinthome y el inglés tafísica del porvenirde 1783. Allí Kant se preguntaba "¿Qué puede
rrbi.
Home rule [literalmente "reglas de la casa") que es el modo en que los ser más semejante a mi mano o mi oreja y más igual en todas sus
tará
irlandeses designaban su política de autonomía frente a Inglaterra. En partes que su imagen en el espejo? Y, sin embargo, yo no puedo
del
la vertiente sint'home rule )ayee se echa a "rodar" (homofónico con colocar la mano que se ve en el espejo en el lugar de la original,
1an.
sinthome roule, en donde "roule", ahora en francés, significa "rueda", pues si ésta es una mano derecha, aquella es, en el espejo, una
tcer
"rodar") totalmente fuera de la formación religiosa en la que se formó. izquierda ... La mano izquierda. prescindiendo de toda igualdad no
1ara
Lacan usa para ello la imagen que joyce comenta en su novela Ulises: puede ser encerrada dentro de los mismos límites que la derecha"
ª·' "Lo que dijo Arthur Griffith-un po'ítico "autonomista" irlandés de la (KANT, 45). Si bien son similares, sin embargo no s,"ci congruen-
ne;
época- sobre el titular del editorial del Freeman: un sol de autonomía tes: "El guante de una mano no puede ser usado en la otra ¿Cuál es,
ces
elevándose por el nordeste desde la callejuela detrás del banco de pues, la solución 7 " (!bid.). Darlo vuelta. Allí se ve la importancia
na:
Irlanda" (JOYCE 1922b, 64). Es un sol "heterodoxo" que sale por el del agujero del guante como condición de posibilidad de su re-
ino
nordeste; es decir. que se eleva desviado, torcido; instaura una auto- versión, así como la presencia de un botón marcaría. sin embargo.
:n-
nonúa que busca sus propias reglas y ya no se adecua a las del Otro. su límite. Lacan no vacila en afirmar que aquí, en el modo en que
:on
Ese sol que nace "desviado" se encuentra en la portada del Freeman joyce se enguanta con Nora, "hay relación sexual", una singular
on
Journal (periódico independista irlandés) del 16 de junio de 1904 (día complementariedad donde no habrá un lugar para los hijos: "cada
en el que se une a Nor0 y se tornRrá cP.lehre por ser el día en el que vez que se presenta un mocoso es un drama, no estaba previsto
stó
15. transcurre el Ulises). en el programa" (LACAN 75-76, 82). Ella, una simple mucama de
los
Hotel, le entregó un guante como prenda en uno de sus primeros
IIl·
encuentros y él le regaló un par de guantes nuevos, "El más bo-
les
Nora: La mujer-guante nito es el de piel de reno: está forrado con la misma piel, vuelta
:fa del revés y tiene que ser caliente, casi tan caliente como ciertas
Lacan se servirá, para referirse a la singular relación en Joyce y su regiones de tu cuerpo" ()OYCE 1957, 323). "Déjame entrar en tu
alma de almas y entonces seré de verdad el poeta de mi raza ... Pese a lo que escribía, sín embargo, Joyce era vergonzoso y se jacti'
Acógeme en el oscuro santuario de tu m_atriz ¡Protégerne, querid8 de su rnojigatería cuando, en compañía de otros hornbres, se inco
del mal'" (ibid., 34), le escribe cm sus cartas. También le cuenta sus n1oclaba de las historias "verdes" que contaban y fre11te a las cuales
infidelidades con prostitutas, busca que lo flagele y azote -en una ni siquiera sonreía. Esa peculiar sinceridad erótica que tenía con
posición masoquista muy en la línea de Sacher Masoch- vestida Norn era un ideal de inocencia en dor1de él realizaría, frente a ella,
con pieles. Es en este punto que Lacan seflala que "Par8 Joyce, solo la total revelación de sí mismo.
hay u11a mujer. Ella reposa sien1pre sobre el rn_isn10 modelo, y él Segú11 su biógrafo era el intento de co11ocer a alguien n1ás allá del
solo se enguar1ta con la n1ás viva de las repugnancias. Es notable arnor y del odio, más allá de la varüdad y el remordirrjento, casi més
ql1e solo con la rnayor de las depreciaciones hace de I\Jora una allá de las posibilidades humanas. Llegó a ía "luminosa certeza"
mujer elegida" (LACAN 1975-76, 82). Esa "repugnancia" y el que que el suyo era el cerebro con el que ella debe pensar y comprender
"son como chanchos" (ibid.) remite a las prácticas excrementicias y sn cuerpo era ague! con cuyo contacto debe sentir el cuerpo de ella
que describe en algunas de sus cartas con Nora. 8 l\.l poco tie1npo de conocerse parten jl1ntos a] autoexilio en 1.904 y nn
separarán jamás salvo unos pocos -y fugaces distancian1ientos.
8. Por ejemplo: "Mi amor por ti rne pernüte rezar al espíritu de la belleza Nora tenía una posición singular con respecto a su obra, no le gus~
y la ternura eternas reflejadas en tus ojos o tirarte al suelo ... y follarte por taba leer sus textos o le preguntaba con total simpleza: "¿Por qué
detrás, con10 un puerco cabalgando a una cerda, regocijándon1e con el no escribes libros normales para que la gente corriente pu_eda en··
propio hedor y sudor que se alza de tu culo ... te he enseriado a realizar
delante de rní el acto rnás vergonzoso y asqueroso del cuerpo. ¿Recuerdas de pedos aquella noche, querida ... " (ibid., 337]. Destacando, con singu·
el día que te alzaste las faldas y n1e dejaste rrlirar debajo de ti mientras lar vehen1encia, que "Las dos part:s de tu cuerpo que hacen cosas sucias
lo hacías? (JCJYCE 1957. 331). "lJn repentino ruido indecente producido son las más deliciosas para mí. Prefiero tu culo a tus tetr1s porque hace
por tu trasero y después el rnal olor que asciende lento, de tu culo (ibid., esa cosa para mí ... oír y oler los sucios y sonoros pedos de niüa haciendo
336). A veces la saluda "rni pedorra Norita" y destaca con10 "por detrás pop pop al salir de tu bonito culo de niña desnuda y follar. Foilar, follar y
te salían chisporroteando sonoros'/ cochinos pedos. Tenías el culo lleno follar el coño de mi pícara y cachonda putita eternamente" (ibid., 339).
\~e J 73
ta
). tenderlos?" (ELLMANN, 657). /',diferencia de amigos y miembros
gros·an1ente es la palabra sobreentendicL:i-todo lo que le ocurre H cierto
~s de 511 entorno ella tenía una posición totalmente singular. "La per-
núrr1ero de gente, que para ella esas perso11as no tienen secreLus
J) sonalidad de Nora -afirmaba Joyce- es tan especial gue no logro
hay en esto 11Jgo sorprendente?" (I_,AC.t\N 1975-76, Sl4J, Efi-;ctivénnente.
l, que Ja mía pueda ajéctarla, está hecha completamente a prueba
encontra1nos rnuy detalladmnente registrado en la biografía de R. EH-·
de mf' [ibid., 482). Nora, por esa desafectación misma, so cons·
1nanJ1 estos episodios. Este autor refiere las "rarezas'' de Lucía descú-;.,
tituvó en ur1a tenaz partenaire-sintho1ne que, sin lugar él dlJdas,
fines de los afios '20 (l1abú:1 nacido en 1SJ07l, lns cuales eran
sos;uvo con eficacia su anudarniento 9 .
das por los amigos como la consecuencia de la vida nó111.acle qui?,
afios, llevaba la fan1ilia. Sin en1bargo, a!gu11os al.1.egado.s con1enzarcn:_
a inqtüetarse por el .rnodo en que Lucfa pern1arH;cía ITlirando t:l ·vacío.
Lucía y la prolongación del síntoma
Joyce con1e11zó a preocuparse por los problemas de su hija. cuestlór:i
que lo acompañará hasta el final de su vida, pasando por n1ornentos
Lacan se ba detenido también en la reloción de Joyce y su hija Lucía
críticos en que dejaba de escribir para dechcarst: exclusiva.rnente a
-diagnosticada como "esquizofrénicn"-- quien pasó gran parte de su
el.la. A. medida que se bacía más n1ar1ifiesta ln esquizofrenia de
1ida internada en instituciones hospitalarias. Lacan introduce la cues·
Joyce se rnostraba rr1ás partidario a frivor de elI<:L (~onfórn1e aumentab,:1
tión en los siguientes términos: "Hoy me impulsa a hablarles de Lucia
.. la loc11ra de su hija, la creencia del escritor en \¡.¡ ch.1rividencin de su
justamente por 1n s1gt11ente, 1
a saoer, r
que ;oyce, .
quien 1
id ir,.,,.
ue1ena10 Je~
l1ija iba en aun1ento, considerán.dola "tin carácter elegido". Es risí que
rozmente de la presión de los médicos, solo decía tma cosa, gue ella
escribe en una de sus cartas: "Qujzás yo sea un id lota pero doy la rna-
ern telépata. En las cartas que escribe al rnspecto, plantea que ella es
yor in1portm1cia a lo que n1e dice Lucia CUtiildo habla de sí n1isnu-l. Sus
mucho más inteligente que todo el mundo, que ella le informa -milo-
intuiciones son sorprendentes .. Mi esposa y yo hen1os co1r1probaclo
cientos de ejernplos de su clarividencia. Y naturalrnente no la di:: circo.,
9. Ver las articulaciones entre relación sexual, no equivalencia y repa-
(ELLMANN, 757). Ella rrfirmaba que su padrn era rnsponsable ele lo que

___________________ __
ración sinthon1ático del lapsus del anudarniento en SCHEJTiviAN, F.
le pasaba por no haberle dado principios lTIJJrales. "i_(~órno podría
"Sínton1n .Y' sintho111e", en este nüincro de Anclo.
--era la respuesta de Joyce--·- algo que yo nüsn10 no poseo?" (ibicL, 759).
,
Luego de varios infructuosos tratamientos, Lucía foe atendida por Ellma,r¡ sobre este punto ya que consideramos que es, como veremos,
C. G. jung10 en Zurich. Vale la pena reproducir el fragmento de uno de los puntos de partida de lectura que hace Laciffl de la singular
relación. "Cuando el psicólogo indicó que en los poemas de Lucía había
10. Jung había escrito un prólogo para la edición alemana de Ulises en los que signos de esquizofrenia, joyce, que recordaba lo que jung había escrito
aludía a la posible "esquizofrenia" de Joyce: "Aún para el profano, seria fácil sobre Ulysses, insistía en que se trataba de anuncios de una nueva litera-
advertir la analogía entre el estado ment-11 de la esquizofrenia con el Ulises. tura, y afirmaba que su hija era una innovadora que todavía no podía ser
El parecido llega a ser tan considerable que un lector mal dispuesto no tiene comprendida. Jung admitió que algunas de las palabras compuestas y al-
reparo en dar de lado al libro diagnosticándole de "esquizofrenia" UUNG, gunos de los neologismos que Lucía utilizaba era,r¡ notables, pero insistía
24). Se quejaba de las "insoportables 735 páginas", confesando que se dunnió en que se producí<ffl de forma no sistemática. Lucía y su padre, comentó
dos veces y lamentándose del efecto mónótono e hipnótico del libro. Señala jung posteriormente, eriffl como dos personas que van al fondo del río,
la cualidad inaudita y torcida del espíritu del autor que, junto a la fluidez. una cayendo, la otra buce@do. Es cierto que ella imitaba, de modo no
la lógica, la ausencia de rigidez estereotipada le hacen dudar, al psiquiatra controlado, ideas, fijaciones y hasta el lenguaje que su padre controlaba ...
formado con Bleuler, de un diagnostico semejante. "Pero claro es que queda No fue Lucía quien, al enloquecer, invento las palabras-maleta, sino su
todavía el enfermo no habitual. Pero para este el psiquiatra carece de un cri- padre, y sólo después de haber pasado un cuarto de siglo estudiando
terio. La anormalidad psíquica puede también ser un estado de salud incom- las posibilidades del lenguaje" (ibid., 760). Es decir, que el punto de
prensible a la razón media ... " (JUNG, 26) "Jamás se me ocurriría-afirma sü1 articulación entre Joyce y su hija radica en algo de la relación de ambos
embargo- explicar el Ulises como un producto esquizofrénico. Además, que con el lenguaje. En efecto esta es la tesis de Lacan: "veo en el hecho de
nada se ganaría con ello, pues lo que queremos saber es por qué produce tan que joyce le confiere esta virtud -la telepatía- a partir de algunos signos,
gran efecto, y no si el autor es esquizofrénico en mayor o menor grado" (ibid). algunas declaraciones que él entendía de cierta manera, que para defen-
De todos modos unos años después dirá sobre la relación entre Joyce y su hija der, si puede decirse así a su hija él le atribuye algo que está en la prolon-
que "su psyque inconsciente estaba tan estrechamente identificada con ella gación de lo que por el momento llamaré su propio síntoma" (LACAN
que admitir la enfermedad de su hija hubiera sido reconocer que también él 75-76, 94, el subrayado es nuestro). Ese síntoma radica en aquello que de
tenía una psicosis latente" (ELLMANN. 759, el subrayado es nuestro). la palabra se le impone cada vez más a ambos.
ANCLA75

La referencia a las "palabras impuestas" proviene de una presenta- algo en común con Primean, Marcelle y Lucía en su relación con el
l,
ción de enfermos realizada por Lacan, a las cuales articula con la lenguaje, su sovoir faire lo diferencia radicalmente.
r Si Joyce le atribuye el poder telepático a su hija es por que está
relación entre joyce y su hija. Se trata del caso de Gérard Primean,
a en Ja misma línea de la imposición de la palabra que lo afecta,
quien las define como la emergencia en su intelecto de palabras que
J
no tienen ninguna significación corriente, frases no reflexivas que es su "prolongación". "Prolongación" no es la identificación al
desconoce su procedencia y le llegan de golpe. El caso tuvo luego síntoma histérica, ni tampoco es el "delirio a dúo" que enlaza a
un agravamiento hacia la forma de voces interiores, oía a la gente dos o más sujetos psicóticos por la elaboración de un saber de-
por telepatía o incluso, lo que le resulta aún más mortificante, el lirante (SJ. La prolcngación del síntoma está a nivel del S_ solo:
L -• l

mundo se enteraba de las reflexiones que se le ocurrían al margen es decir, constituye la especial afinidad de estar invadidos por el
de las frases emergentes; es decir, sería un telépata emisor. Para La- significante en lo real.
11
can, la palabra impuesta describe muy bien que la palabra constitu- Esto introduce la diferenciación entre el síntoma y el sinthome .
ye -para todo ser hablante- un "cáncer", un "parásito"; algo de lo En Lucía hay prolongación del síntoma pero no hay "prolongación
que los hombres llamados "normales" no se dan cuenta., mientras del sinthome". Parafraseando a jung, ambos van al fondo del río
que algunos "enfermos", como Lucía y el paciente G. Primean, están pero joyce logra bucear por su sínthome allí donde Lucía se aboga
advertidos de ello. Lacan ubica a Joyce en serie con ellos, junto a la en su síntoma. Precisamente, esa suplencia que sostiene el anuda-
paciente Marce\Je C. sobre la que escribió en los años '30, ya que miento, es lo que joyce no pudo transmitir a su hija-por ser algo ab-
solutamente singular-, ni siquiera cuando hacia esfuerzos patéticos 1
esta maestra de 35 años producía escritos "inspirados", los cuales
eran producto de los fenómenos elementales "impuestos" que pade- por hacer publicar los trabajos de su hija o convencer a los demás de
cía. Ella tenía la convicción absoluta del valor de sus textos pero, a su valor literario. Podemos concluir que en Lucía no hay el Nombre
diferencia de joyce, se encontraba en total perplejidad con respecto del Padre, pero tampoco suplencia sinthomática; sólo queda el sin-
al sentido de lo que escribía y sus "inspiraciones" le resultaban to-
talmente extrañas quedando, en ese punto, en la misma posición 11. Que trata Fabián Schejtman en "Sínto1na y sintho1ne'', en este vo-

que el lector (cf. LACAN 1931). Vemos así que si bien Joyce tiene lun1en de Ancla.
gular lazo "telepático'', prolongación del síntoma, al que )oyce, más amigos -·-señala Ellrnann-- eraJJ como sus lectores, que tením1 que re- :,11
que su hija, se encontró ligado hasta el final de sus días. signarse a aceptar una obra difícil cuando estaba proyectando otra to- ¡e
davía más difícil que tendrían que aceptar, en una serie ascendente. \1.
Por otra parte, ellos no habían conocido a nadie tan envolvente, a \Ul
Tres bellezas irlandesas: )oyce y sus "alter egos" tiempo tan desdeüoso del talento de ellos y tan ávido de su lealtad"
(JOYCE 1957, 269). Vernos así UIHl serie entre Sta-nislaGs, los arnio 08
b '
El hermano Stanislaus, tres años menor que )ames, escribió My sus mecenas y finalmente los lectores, a. los que }ayee pone a trabajar,
brother's keeper ("El guardian de mi hermano"), título con el que re- sometiéndolos, sin cesar, n una prueba tras otra.
sume su posición frente a éste. Lo define corno un "genio", poseedor Ahora bier1, hay otro tipo de relaciones que se diferencian notable-
de un "orgulloso egoísmo lleno de voluntad y rencor" y poseedor de n1ente de éstas, son dos personajes que su biógrafo llarna atinada-
"un coraje moral tan extraordinario que creí que llegaría a ser algún mente "alter egos", con los cuales rr1antiene una especial relación
día el Rousseau de Irlanda" ()OYCE 1958 ,16-17). Stanislaus fue sos- que podríamos ubicar corno 11n tra11sitivismo irnaglnario a r1ivel del
tén, protector del humor y las finanzas de su hermano, así como el Ego. Él les atribuye no sólo una capacidad artística sobredimensio-
fervoroso guardián de su reputación. Pero también destacó el carác- nada y el hecho de ser perseguidos de alguna manera por ello (tal
ter "dificil" de éste y consideró, preocupado, que su última obra fue como pensaba de sí rnisrno), siJ.10 qu.e son tai'11bién auténticas "al-
un despilfarro de su talento. Staníslaus fue una suerte de modelo de mas gernelas". Jan1es Stephe11s, un ignoto escritor irla11dés, sería el
las relaciones de amistad que mantendría a lo largo de su vida. Estas encargado de terminar el Finnegans Wake si Joyce se quedaba ciego
relaciones se caracterizaban porque ponía a prueba la lealtad e in- o perdía sus fuerzas. Fue elegido porque se llamaba "James" como
condicionalidad de sus amigos convirtiéndolos en acreedores suyos, él y su apellido era el pseudónimo que había elegido para sí mismo
pidiéndoles permanentemente la opinión sobre sus obras y actos. Las "Stephen". Además, nacieron en la misma ciudad, el mismo año, el
exigencias solfan ser cada vez rnayorns y sus dudas sobre la fidelidad 1nismo mes, el misn10 día y a la misrna hora: las seis de la rnañana
de los rnisrnos se veía rápidamente confirmadas por sus exigencias. del dos de febrero. Decía de éste que era "el gemelo". El libro se
Joyce se pensaba verdaderamente como ur1 héroe y un rn.ártir. "Sus firmaría JJ y S, así se entrelazarían las iniciales de an1.bos y coin-
l"' 1
+-
'
;\NCLA. 7 7

~e- cidirían, a su vez, con las iniciales del whisky irlandés favorito de su apellido-que eraO'Sullivan-por "amor a la música", logrando
(l.
¡oyce [el célebre fohn fameson and Son). La sabiduría que Stephens que sus iniciales se tornen iguales a su otro "gen1elo": JS.
:e. tuvo fue Ja de nunca contrariar ese designio a la vez que le indicaba Una célebre foto retrata a )ayee con Stephen y Sullivan caminando
lü que no iba a ser necesario ya que lograría, fir1almente, culminar su por París, imagen que él denominó: "tres bellezas irlandesas".
i" obra solo.
s, El otro "alter ego" fue el tenor -también irlandés- john Sullivan.
.r, Éste se había dedicado a la carrera que él se había negado a se- Work in progress
a11ir [Joyce, al igual que su padre, tuvieron relación con el canto
,_ D
lírico), y que, sin embargo, había encontrado en el mundo de la Además de sus problemas sistemáticos de dinero, el exilio autoim-·
música la misma oposición a la que joyce había tenido que en- puesto, los frecuentes cambios de domicilio y la esquizofrenia de
1 frentarse en la literatura. "De un escritor prohibido a un cantante su hija, las últimas décadas de la vida de joyce estuvieron mar-
prohibido" (ELLMANN, 691) anota como dedicatoria en una de cadas por las enfermedades de su vista (la iritis, el glaucoma y la
sus cartas. Sullivan se convirtió, podríamos decir, más que en un amenaza de la ceguera, atravesadas por una decena de interven-
amigo, en una "causa". Organizaba campañas para reivindicarlo, ciones quirúrgicas), además de depresiones recurrentes, dolores
forzaba a sus amigos a ir a la ópera en entradas que generalmente artríticos, desmayos, la muerte del padre, el alcoholismo y la in-
él mismo compraba; si uno de los invitados no asistía se sentía, comprensión creciente con que era recibida su obra a medida que .
irremediablemente, muy ofendido. Se embanderó así en campañas aumentaba en paralelo con su fama de escritor.
epistolares y algunos "actos publicitarios", por ejemplo, gritando a Cuando la suma de varios de estos problemas entorpecían su posibi-
fovor de Sullivan desde su palco en una representación. "Sullivan lidad de escribir se presentaron nuevas "crisis", en forma de serios
debe ser contrata to" era sn consigna de lucha frente a las supuestas episodios de depresión y un insomnio pertinaz de siete días: "De día
"camarillas" que le impedían desarrollar su carrera como cantante. tenía alucinaciones auditivas y fue a ver al doctor Deray, que decidió
Todas estas cruzadas formaban parte de "los planes insensatos" de que la raíz del problema era, como otras veces, de tipo nervioso y le
)oyce [cf. ELLMANN, 697). Incluso le hizo quitar la letra "O" de aconsejó que volviera a trabajar en su libro" (ELLMANN, 765), afirma

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su biógrafo. Es en ese contexto que dedica una monumental cantidad Como resultado de ese trabajo muchas de las palabras de su libro
de horas, durante 17 años, a la redacción de su última novela Finne- constituyen trabalenguas y juegos de lenguaje en varios idiomas.
gans Wake (la anterior, Ulises, le había demandado siete). De todos Para algunos críticos Ja obra era una especie de aberración literaria,
modos, a lo largo de esos años, publicó en forma parcial algunos capí· una pieza anárquica o un chiste de mal gusto. Para sus allegados
tulos en revistas literarias de la época bajo el título provisorio: Work in comenzó la preocupación, incluyendo a su fiel hermano Stanis-
progress. Este sería un libro de la noche así como Ulises lo había sido laus. El libro incluiría, progresivamente, respuestas a sus críticos
del día. La noche requería otro tipo de lenguaje: "Me di cuenta de que lo cual constituye un caso insólito en la historia de la iiteratura.
eso no podía hacerse con las palabras si se mantenían sus relaciones y Debido a que tardó 17 años en publicarlo en forma completa, las
conexiones ordinarias. Naturalmente, cuando amanezca, todo queda- críticas que surgían a los fragmentos divulgados eran respondidas
rá claro otra vez ... Les devolveré el idioma inglés" (ibid., 607). -Bn clave joyceana- en los capítulos venideros. 13
Lleno de cruces y simultaneidades inesperadas, nada podía ser ex·
traño a Finnegans Wake debido al plan omnicomprensivo que tor- las relaciones entre la historia, Vico, el sueño y el "inconsciente colee.
naría la obra en una historia universal. Era un "libro maldito", el tivo" jungiano en esta obra. (cf. LACAN 1975-76. 122·123),
"rompecabezas chino" o, como lo llamaba a veces, el chaosmos (su· 13. Ésta era algunas de las respuestas que brindaba en sus cartas a las crí-
perposición de "caos" y "cosmos"). 12 ticas que recibía: señala que escribe de este n1odo "para tener ocupados
a los críticos durante trescientos años ... lo que yo pido a quien me lea es
12. Su visión de la historia seguía las huellas de otro "hereje", el na- que dedique toda su vida a leer mis obras ... ese lector ideal que padece
politano Gianbatista Vico, quien veía en la historia humana la repeti- de un insomnio ideal" (ELLMANN, 786)."Todo es muy sencillo. Si al·
ción de ciclos recurrentes y elernentos que están siempre volviéndose guien no entiende un pasaje, todo lo que tiene que hacer es leerlo en voz
a combinar dando la sensación de que todo, sien1pre, es un déjQ vu. alta" {ibid., 657) "Los críticos que más apreciaron Ulyses se quejan ahora
"Estos ciclos me sirven de enrejado" (ELLMANN, 616) sostenía )ayee. de mi nueva obra. No pueden entenderla. Dicen, por lo tanto que no
Le interesaba también el uso que hacía de la etimología y la mitología quiere decir nada. Pues bien, si no quisiera decir nada, sería fácil escri-
para descubrir el significado de los acontecimientos. Lacan destacará birla rápidamente, sin pe_nsar, ni sufrir, sin erudición; y, sin embargo, le
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f A.'iCLA 79

o Como afirma Mario Teruggi, Joyce es un ensamblador, monta edifi- lar rornpecabezas que es su urdi1n.bre. Resulta así una escritura corr10
cios verbales "cualquier asunto referencia o información que des- "montaje" 14 , un "orden" que no es el de lu corrección gramatical sino
pertaba su interés era registrado, almacenado y clasificado en su que incluye las resonancias, el sonido, la música polifónica de las pa-
prodigiosa memoria o en papeletas y notas" (TERUGGI, 16). Al labras y sus homofonías mnltilingüísticas. Ese esfuerzo es un trabajo
concluir el Ulises quedaron doce kilogramos de apuntes no utili- de escritura en donde las letras son las piezas sueltas que localiza:1
zados y según el propio autor le demandó 20.000 horas de traba-
jo. Resulta muy precisa la descripción que Teruggi realiza de esta 14. Teruggi brinda un excelente ejemplo de la técnica joycezrna: "Su-
obra: "Los dublinenses y el ego joyceano se abrazan y entrelazan pongamos que queremos decir que cierta perS(Jna suÍTe de a ita presión
en esa novela de una ciudad y su gente enfocadas en ur1 solo día arterial. Podríamos describirlo diciendo que es un presionero, neolo-
-16 de junio de 1904- aquél de la cita en que Nora lo masturbó por gismo en el que se perciben dos cosas, presión y prisión, uno. buena
encima del pantalón" (ibid., 16). combinación que alude a que el sujeto está cautivo de su trastorno.
Una anécdota señala que luego de todo un día de trabajo le contaba Complicando un poco más la cuestión, poden1os escribir precjo.nero,
a un amigo que se encontraba muy cansado. Éste le preguntó cuánto nueva grafía bajo la cual se trasparente el significado anterior. Pero -y
había escrito, a lo que )ayee le respondió: "Dos oraciones". ¿Buscaba ahí está lo fundamental- los cambios introducidos en la palabra inicial
la "palabra justa" como decía el escritor francés G. Flaubert (le "mot (prisionero) determinan que el vocablo se "desarme", deje de funcio-
juste")? No, por el contrario, señala: "Las palabras ya las tengo. Lo nar como una unidad compacta y cada lector comienza a jugar. . En
que estoy busca.TJ.do es el perfecto orden en la oración" (L~A.LA. 2000, precionero persiste aunque velaclamenJe prBsü1n y pri~ión, pRr0 cc1n_ la
284). joyce formaliza lo que se le impone del lenguaje, lo que le llega introducción de una ce, surge precio como elemento nuevo. Adernás,
como "palabra impuesta'', cual piezas que recompone en un singu- si conocemos otros 1diornas, notaren1os que nero es negro en italiano
con lo que quizás se aluda a precio negro, sin olvidar que ero significa
aseguro que estas veinte páginas que tenemos aquí delante me costaron yo era en esa lengua ... Se observa que cada elemento de una palabra,
m.il doscientas horas y un enorme gasto espiritual" (ibid., 666). Se apre- cada sílaba e incluso cada letra se independiza para hacer una llamada
cia aquí la singular contabilidad que realizaba de sus horas de trabajo. a nuestros conocimientos y asociaciones n1entales" (TERlJGGC 96).
y cifran el goce en el enigma. A su manera, trata las palabras como es decir, en una verdadera "letra''. Estas son alg11nas de sus indica .
cosas pero para estirarlas, recortarlas, examinarlas en su particular ciones: los a1nigos decíar1 que cuando estaba parado en una esquina
microscopio. En ese tratamiento reside la invención de su arte, aún esperando para cruzar era -debido a su delgadez, altura y curvatura
cuando algo de la palabra se le impone cada vez más. Como afirma de espalda- un "signo de interrogación"; tendría que tener llna es-
Lacan, se trataba de "desarticular la lengua ... triturar las frases" pero trella en la punta de su nariz para iluminarla; su depresión y su luto
para "dar a la lengua en la que escribe otro uso ... un uso que está lejos por la muerte de su padre se verían en el sombrero 11egro y en que
de ser el ordinario. Esto forma parte de su saber hacer" [LA CAN 1975- estaría rodeado de telarañas; en el bolsillo tendría enrollada la letra
76, 72). Por tal motivo, Lacan enfatiza ese "saber hacer" o "saber arre- de la canción "Déjame morir como un soldado"; la pobreza se vería
glárselas" [ibid., 123); eso mismo que lo constituye en Artista, en el en los ren1iendos de su ropa y además -una de las cuestiones más
descendiente del mítico Dédalo, en el artífice (de ars, "arte" y facere, importantes- el punto del signo de interrogación sería el mundo.
"hacer") para quien "la escritura es esencial a su ego" (ibid., 145). pero del que solo se vería Irlanda y Dublín en su centro.
Efectivamente, como lo señala Lacan, ")oyce es por excelencia el
escritor del enigma" (LACAN 1975-76,151, el subrayado es nuestro),
Un signo de interrogación su Jógo cumple la función reparadora porque es equivalente a su fun-
ción enigmática. La enunciación es el enigma elevado a la potencia
En ocasión de su cumpleaños número 50 una revista literaria le rin- de la escritura y se trata de saber por qué se pronunció tal enunciado.
de un hon-1er1aje y encarga, al pintor español César f\.bin, un dibujo Ei materna que propone Lacan es E", interroga la enunciación que
del escritor. Éste pensaba realizar una ilustración convencional del subyace a un enunciado. El texto del Finnegans Wake no es un puro
hombre de letras rodeado de libros, pero )oyce se opuso y comenzó sin sentido sino que es verdadero un montaje de múltiples s., que
a darle, durante 15 días, una serie de sugerencias de cómo quería buscan el trabajo incansable de su lector "ideal", ese que descifraría
que fuese el dibujo. Mediante sus indicaciones al pintor, le impu- su escrito. Tal vez podríamos escribirlo ?", casi como el dibujo de
so al dibujo el mismo tratamiento que a su escritura, es así que lo Abin, en el que se resume la escritura de )oyce: que es letra, nudo,
termina transformando en un auténtico dibujo-escrito "joyceano"; Nombre, Ego, joke y, seguramente también, por siempre, enigma.

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ANCLi\ 8 3

LA MÚSICA DE LAS PSICOSIS: El propósito del presente trabajo es abordar la problemática de


DISONANCIAS, CONTRAPUNTOS, EQUILIBRIOS los encadenamientos y desencadenamientos, particularmente en
la práctica psicoanalítica con psicóticos. En esta ocasión, la in-
Leonardo Leibson dagación nos llevará a interrogar la manera en que la música o lo
musical participa de estos entrecruzamientos.

az,
1. La "pérdida de la realidad" y su construcción
'a-

Ya en otra oportunidad (Leibson 2008) hemos desarrollado cómo


Freud propuso para la psicosis una lógica en dos tiempos, de los
cuales el primero constituye la enfermedad y el segundo el intento
de curación (Freud rn24), Lacan retomará esta lógica (Lacan 1955-
56), acentuando que con respecto a la psicosis "el problema no es
el de la pérdida (de la realidad), sino el resorte de lo que se susti-
tuye a ella" (Lacan 1958, 524). El modo psicótico de construcción
de la realidad (que está estructuralm_ente art·ir:ulado con el modo
de perderla 1) tendrá así características particulares. Para Freud se
trata de un conflicto entre el yo y el ello por el que éste resigna el
contacto con el mundo exterior para luego sustituirlo (reparación,

1. Dice Freud: "Esa diferencia inicial se expresa ell el resultado fi-


nal..." (Freud 1924, 195)
reconstrucción] obedeciendo las aspiraciones del ello. Para Lacan, decisiva: introduce en él al sujeto en tanto tal, lo cual signific
el tejido imaginario que conforman el yo, el cuerpo y la realidad no evaluar al Joco en términos de déficit y de disociación de furr
está mal sostenido por Jo simbólico, debido a la falla que supo- ciones" (Lacan 1966, 29, subrayado mío}. Esa soltura (que implic
ne la forclusión del nombre del padre; entonces, si se produce la soltarse de un principio fundador de la psiquiatría según el cu¡¡¡
confrontación del sujeto con una "encrucijada dramática" (Lacan la enfermedad mental expresa una deficiencia de alguna función
1958) en la cual este significante es requerido, la imposibilidad de del psiquismo) le permite a Lacan agregar que "construir al sujete
respuesta se convierte en una amenaza de desvanecirniento subjeti- como se debe a partir del inconciente, es asunto de lógica" (ibíd.)
vo, imponiéndose en su lugar un significante en lo real que hace las Esa lógica tiene por requerimiento el paso freudiano: "dar crédito
veces de esa respuesta requerida ante la interpelación del Otro 2 . al psicótico", aun cuando esa apertura "en absoluto implica saber
Al trenzar estos dos planteas vemos que Ja encrucijada dramática a qué espacio da" (ibíd.J.
implica a las exigencias libidinales del ello, encarnadas en situa- Si el eje no está puesto en el déficit o la disociación de funciones,
ciones que urgen al sujeto a dar una respuesta. se trata de una estructura subjetiva cuya lógica incluye la posibili-
Así, Ja psicosis consiste tanto en Jos lapsos donde algo se vuel- dad de que algo se suelte (efecto de desencadenamiento o desanu-
ve intolerable para el sujeto, así como en Ja modalidad en que se damiento) y también de que algo nuevo se produzca a partir de ahí
construye una respuesta y las consecuencias que ésta acarrea. El (efecto de encadenamiento). Esta lógica incluye la dimensión de lo
paso de Freud con respecto a la psiquiatría fue justamente leer fallido como propio de cada estructura (y no como un accidente
en las producciones de la psicosis ese sentido, esa orientación: que altera o trastorna contingentemente). No hay estructura com-
Ja reconstrucción de la subjetividad. Por eso Lacan comenta que pleta por un lado y estructura fallada por otro. La estructura sub-
"la soltura que se permite Freud en este asunto es simple pero jetiva implica Ja falta. Pero esa falta puede producirse en distintos
sitios. Veremos algunas maneras de ubicarlos.
2. Por la definición misma de forclusión, se entiende que en ese signifi-
cante que se impone en lo real retorna algo de lo que ha sido forcluído
en lo simbólico.
ANCLA 85

'C[)
z. De la coyuntura dramática al equívoco del nudo ginario, o sea en la contradiagonal de nuestro pequeño cuadrado
'11- mágico" (LACAN 1955-56, 126-127, subrayado mío)
ca En la enseñanza de La can encontramos al menos dos planteas dife- Este "cuadrado mágico" remite al esquema L que es el modelo de
'8!' rentes-aunque no contradictorios- en lo que respecta a esta lógica la articulación de los tres registros que Lacan postu_la en ese mo-
in del encadenamiento y desencadenamiento. mento. Ese modelo supone la preeminencia de lo simbólico y la
to El primero está desarrollado tanto en el seminario sobre "Las psico- correspondiente subordinación de lo imaginario. Veremos que esta
L) sis" (Lacan 1955-56) como en el escrito "De una cuestión prelimi- lógica se modifica ulteriormente.
:o nar a todo tracamiento posible de la psicosis" (Lacan 1958). Se basa El encadenamiento se plantea entonces como un remodelomiento
n en ubicar la forclusión en lo simbólico del significante del Nombre de Jo imaginario a partir de esas señales significantes que para el
del Padre, lo cual se deduce por lo que aparece como retorno en sujeto se imponen en lo real. La reconstrucción estará orientada
), lo real. Es interesante que el territorio (clínico) donde estos movi- porque lo que se dice en lo real no encuentra eco en lo simbóli-
mientos toman forma y devenir es -y Lacan sigue en estos textos de co pero sí un alojamiento imaginario: "El sujeto, por no poder en
alguna manera la huella freudiana- el de lo imaginario: el cuerpo, modo alguno restablecer el pacto del sujeto con el otro. por no
í el yo, la realidad. Siempre según la idea de los dos tiempos. poder realizar mediación simbólica alguna entre lo nuevo y él mis-
En primer término, el desencadenamiento: el impacto que acarrea mo, entra en otro modo de mediación, completamente diferente
la "coyuntura dramática" se traduce en una disolución de lo ima- del primero. que sustituye la mediación simbólica por un pulular,
ginario: " ... cuando, en condiciones especiales, algo aparece en el una proliferación imaginaria, en los que se introduce, de manera
mundo exterior que no fue primariamente simbolizado, el sujeto deformada y profundamente a-simbólica, la señal central de la me-
se encuentra absolutamente inerme, incapaz de hacer funcionar diación posible" (Lacan 1955-56, 127, subrayado mío).
la Vemeinung con respecto al acontecimiento. Se produce enton- Esta reconstrucción no deja de responder al orden simbólico, si
ces algo cuya característica es estar absolutamente excluido del bien ahora en otro emplazamiento. Por eso Lacan afirma que "sub-
compromiso simbolizante de la neurosis, y que se traduce en otro siste en el seno de ese mundo imaginario la exigencia del signifi-
registro, por una verdadera reacción en cadena a nivel de Jo ima· cante" (Lacan 1955-56, 127, subrayado mío).
l
Es por esta exigencia del significante operando en lo imaginario mas seminarios, Lacan propondrá otro modo de encadenamierr
que el sujeto puede "responder a la demanda, indirectamente rea- v desencadenamientos. Ya no se tratará -solamente- de la focc. ,
~

lizada, de integrar lo que surgió en lo real, que representa para el sión en lo simbólico sino de un lapsus del nudo borromeo (La
sujeto ese algo propio que nunca simbolizó. Una exigencia del or- 1975-76), de una alteración o modificación en el encadenamie
den simbólico, al no poder ser integrada en lo que ya fue puesto en o trenzado de las consistencias Real, Simbólico e Imaginario.
el movimiento dialéctico en que vivió el sujeto, acarrea una des- reparación de esa alteración tendrá características que ahora'
agregación en cadena, una sustracción en la trama del tapiz, que se se reducen a lo imaginario, aunque tenga consecuencias sobre
llama delirio. Un delirio no carece forzosamente de relación con el cuerpo y su consistencia subjetiva.
discurso normal, y el sujeto es harto capaz de comunicárnoslo, y Podemos leer en Lacan a esta altura (y a partir de ello releer
de satisfacerse con él, dentro de un mundo donde toda comunica- planteado en los años 50) que la reconstrucción no es solamen~·
ción no está interrumpida" (Lacan 1955-56, 128). la reparación de un desgarrón en la superficie imaginaria sino
El agujero "excavado en el campo del significante por la forclusión producción de entrecruzamientos entre los diversos registros 0
del Nombre del Padre" (Lacan 1958, 545) determina que "alrededor mensiones del sujeto según una lógica que implica diversas formai·j
de ese agujero donde el soporte de la cadena significante falta al su- de suplencia del anudamiento allí donde, lapsus mediante, la
jeto (. .. )es donde se ha desarrollado toda la lucha en que el sujeto !ación entre las diversas consistencias se trastorna (Lacan
se ha reconstruido" (Ibíd.). Esa reconstrucción, entonces, tiene su La lógica del nudo permite ubicar los diversos entrecruzamient0%~
propia "fuerza estructurante" que hace que "el estado terminal de en términos de intervalos, tal como Lacan lo propone en el
la psicosis no representa el caos coagulado en que desemboca la nario del 17 /12/7 4: " ... yo no puedo sino testimoniar que erro.
resaca de un sismo, sino antes bien esa puesta al día de líneas de en estos intervalos, que intento situarles" (Lacan 1974-75). En
eficiencia ... " (Ibíd., 553). Líneas de eficiencia que no sólo no llevan juegos de intervalos y entrecruzamientos ya no hay preeminencia
al deterioro sino que sostienen una forma de la metáfora que Lacan de un registro sobre los demás sino estricta equivalencia.
no vacila en designar corno delirante (Ibíd., 559). Es decisivo que a partir de que Lacan plantea y desarrolla la lógica
En momentos ulteriores de su enseñanza, sobre todo en los últi- de la escritura nodal, la propone no tanto como un modelo sino
os
más bien como una mostración de la estructura misma. Por eso no impone en lo real, "inerte en relación a toda dialéctica", derivando

podemos considerar a los registros aisladamente en tanto la misma hacia la metáfora delirante. Encontramos así que se produce un
l1)
estructura del nudo y su escritura no lo admiten. Un redondel de cambio y una creación de sentido (por ejemplo, la reconciliación
to
cuerda aislado es un nudo trivial pero aún así ya muestra en su de Schreber con la imposición de su transformación en mujer y la
'ª estructura la consistencia imaginaria, el agujero simbólico y la ex- consecuente producción de la idea de ser la mujer de Dios).
o
sistencia real. Por lo tanto, lo que sigue debe entenderse en tanto Entre Real e Imaginario: los que se presentan vinculadas a opera-

efectos de entrecruzamientos que producen intervalos 3 . ciones practicadas sobre lo real del cuerpo así como sobre lo real
A partir de esto pueden plantearse diversos modos de encadena- de !alengua. Se trata acá de un efecto de vachnúento o pérdida de
)
mientos, según los registros entre los que se produzcan: sentido, o de sinsentido. Son los casos donde la operación defen-
Entre Imaginario y Simbólico: los que se plantean en el Seminario siva consiste en alguna forma del pasaje de lenguas o también de
sobre las psicosis y la "Cuestión Preliminar ... ": la philía, la amistad, una apelación a lo sonoro del lenguaje o a lo musical por sí como
la figura del amigo o compañero, las "muletas imaginarias" que no manera de neutralizar aquello del sentido que ataca o persigue al
son exclusivas de la psicosis no desencadenada sino que también sujeto. Veamos a dónde nos conduce este intervalo, que en este
intervienen en el encadenamiento. Se trata sobre todo de la posibi- caso se revela como musical, huella sonora.
lidad de una construcción de sentido (el significante operando en lo
imaginario que mencionamos más arriba) que repara el sentido per-
dido en y por el desencadenamiento. Asimismo, la estabilidad de la 3, Música del cuerpo, música de las palabras
imagen del cuerpo queda reanudada, recuperada para el sujeto.
Entre Simbólico y Real: los que hacen a la posibilidad de un tra- "Prácticamente todo lo que sé acerca de escribir( ... )
bajo con la lengua, fundamentalmente con la escritura, que amor- lo aprendí de la música."
tigua o neutraliza el poder de la certeza plena de la palabra que se H. Murakan1i

3. Véase el texto de F. Schejtman en este mismo número de Ancla. La música es un fenómeno complejo que si bien forma parte de la
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experiencia humana y por lo tanto está vinculada a la existencia no es tanto la tonalidad propiamente dicha como aquello que 8B'_·:\I_
del lenguaje, no puede ser considerada en sí como una dependen- podría denominar la polaridad del sonido, de un intervalo o incluf¡l
cía pura y siinple del misrno. La indagación acerca del estatuto de so de un complejo sonoro ... " (Stravinsky 1935, 44-53, subrayadu+f
la música excede ampliamente los márgenes de este trabajo 4 . Nos mío). Destacamos entonces que lo musical se caracteriza por su::¡
limitarernos solamente a señ.alar algunas referer1cias que nos per- constrl1cción que puede estar sostenida por diversos recursos, -,~:
mitan ubicar las cuestíones que nos ocupan. cluyendo lo rítmico o sea las formas de escansión de lo sonoro. ,:~'$:
Tomemos las palabras de uno de los principales músicos del siglo Otra característica de ln música es la de ser ajena al orden del sen._-_~¡
XX, poseedor además de una notable claridad conceptual. Se trata tido. Lo cual no le impide (más bien le facilita) tocar cuerpo al v'J
de Igor Stravinsky (1882-1971), compositor ruso que compuso al- hacerlo sentir de distintas formas. ' !
::t
gunas de las obras más innovadoras de la primera mitad del siglo La altsencia de sentido de la música es plar1teada por Stravinsky nie~-- _ ;:~~:
XX ("La consagración de la primavera", "El pájaro de fuego", etc.). cliante el relato de una experiencia personal: "La profunda emoción ;j
Stravinsky define a la música como "una secuencia de impulsos que sentí y los sentimientos patrióticos que se removieron en mi in-·''.J'
y reposos ... " (Stravinsky 1935, 44), o sea que "toda música no es terior al enterarme de la noticia de la guerra, junto con la tristeza que-;~
más que una serie de impulsos que convergen hacia un punto de- me producía estar lejos de mi país 5 , estuvieron en parte compensados'}
finido de reposo" (ibídem). Aclara que aquello que ordena la se- por la felicidad que me proporcionó la lectura de la poesía popular e¡,
cuencia puede variar Estamos habituados al sistema tonal pero rusa. No eran las anécdotas, a menudo tn1r:ult~ntas, ni las imágenes
"la tonalidad no es sino un medio de orientar la música hacia esos o las deliciosas metáforas siempre imprevistas lo que me seducía de
polos. La función tonal se halla siempre enteramente subordinada estos versos sino el encadenamiento de las palabras y las sílabas
al poder de atracción del polo sonoro .... Lo que nos preocupa, pues junto con la cadencia que se produce y el efecto que causa en nues-
tra sensibilidad, un efecto semejante al de lo música. Pues, por su
4. Las vinculaciones entre música y psicoanálisis serán objeto de fu··
turas trabajos. Remito a la interesante obra de Mario Betteo Barberis 5. Stravinsky nació y se crió en Rusia, pero desarrolló su carrera musi-
(Betteo B. 2003). cal en distintos lugares de Europa y Estados lJnidos.

•.· o:'~e:t;,;'-'4\C':M~
/\ ~~ e·:~/\ B9

·a pienso que ía músico es incapaz de expresar nada en con. calificar co1110 musicales. La rnúsica de (que en rigor
es en Cl '
está más allá ele las palabras) t.on1a relevancin como algo que en .las
Ue St
ere to.. un sentimiento, una actitud, un estado psicológico, un fenó·
ncJu, meno de la naturaleza, etc. La expresión no ha sido nunca propiedad psicosis puede operar con10 lo que suple un lapsus de encadena-
Yadc inmanente de la música. La razón de ser de la primera no está candi· rriiento, pero ta.rnbién en sentido opuesto corno lo quB interviene
;r s11 cionada en absoluto por la segunda. _Si, como siempre es el caso, la en el desencadenamiento.
:, in. música parece que expresa algo, eso no es más que una ilusión, pero Sabemos que los modos del decir psicótico se plantean especial-·
l, nunca una realidad. Es simplemente un elemento adicional que, por mente en la n1anerri en que el lengltaje se forn1ula. lvfuchos ati.tores
sen. una convención tácita e inveterada, l.e hen1os otorgado, impuesto, a de la psiq1üatría clásica dedic;:iron extensas páginas a describir las
!O y modo de etiquata; un protocolo, en resumidas cuentas, u•1 envoltorio peculiaridades de la forrnn de dt-;cir, de escribir o de gesticlllar que
que, por costumbre o por inconsciencia, hemos llegado a confundir co.racteriza a la psjcosis. La glosolalia, los neologisn1os, las cor1s-
ne· con su esencia" (Stravinsky 1935, 67, subrayado mío). trucciones discorda11tes, los extraños escritos plagados d.e corn-
ión Señalemos que la música no expresa nada en tanto no participa del binaciones atípicas, las interpretaciones delirantes que siguen. el
in- sentido. Es claro que la música no se traduce, no hace metáfora, no rastro fónico más que el significado. l<Js aluci11aciones que pierden
ue puede ser equívoca. Como dice Th. W. Adorno, filósofo [y músico) forma textual para ganar presencia rnusicaL
os que dedicó varios estudios al tema:" ... la música se presenta como Por supuesto que esto se puede cor1ocer o. partir de los testin1onios
ar la contraparte del lenguaje verbal, porque puede hablar en tanto de pacientes que nos hacen saber de la injuria que implicó para ellos
::!S carece de sentido ... " (citado en Betteo B. 2003, 89). las sonoridades, del lenguaje o no. Ashnismo nos relatan lns fon.nas
ie de defensa que desarrol.laron, las que en general implican la pro·
IS ducción por parte del sujeto de algo sonorn o musical, incluyendo
4. Modulaciones en la psicosis operaciones que involucran la sonoridad del lenguaje oomo tal (tra·
ducción, invención de nuevos tér1ninos, utilización de rin1ns, etc.).
Este planteo nos orienta hacia ciertos fenómenos de la psicosis en Tal vez el ejemplo más claro sea el poso je de lenguas, la traducción
los que irrumpen una serie de efectos que no podemos menos que o s11s derivados, con10 escrit111\1 que salva do la o.trocidad de un so-
------,,§
l
f

nido lenguajero gozador. Donde lo que Lacan llamó ]alenguo goza sonido después del otro 6. Este intervalo es el sitio de 11n reanuda,
co1T10 una n1adre, o donde es la madre quien goza en lalengua.. Por miento, de la suplencia en el encader1arr1ient.o.
algo !alengua se termina llamando materna -aunque nunca se pue- A Lacan no le pasó desapercibida esta característica de la musi..
da decidir con certeza cuál es exactamente. Digamos que la madre calidad del lenguJje. F~ncontramos que en la conferencia en Gins.
es ese ser que el sujeto percibe y sufre como viviendo de su vida, bra dice: "El hombre piensa con ayuda de las palabras. Y es en el
atrapando al cuerpo y desapropiándolo hasta niveles intolernblr:s. encuentro entre esas palabras y s11 cuerpo donde algo se esboza"
Una madre caníbal, aunque no se trata para el sujeto de incorpo- (Lacan 1975a, 125). El enGuentTo al que se b.ace n1en.ció11 es un e11 _
ración (como en la ingesta del padre totémico que sostiene una cuentro entre lo que resuena y los ag11jeros en Jos que eso resuer:i 8.
identificación constituyente} sino de sufrir una "excorporación", En esta línea, apunta que "uno podía percatarse, n1ucho antes de
la amenaza de quedar sin cuerpo si no se hace algo y pronto. Freud, que el lenguaje, ese lenguaje que n.o tier1e absoh1tamente
El pasaje de lenguas, en el caso de L. Wolfsohn, pero también la in- n_inguna existencia teórlca, interviene siempre bajo la forma de una
mixión de lenguas en joyce o en Pizarnik, o la lengua fundamental palabra que quise fuese lo más cercana posible a Jaleo (Iollation¡-
que se distingue de la lengua corriente en Schreber, o la glosolalia laiengua (Jalangue)" (ib.). Lacan ubicaré mediante está denomina-
puramente fonetizante que va más allá del francés cotidiano y de ción (Jalangue) algo que toma en cuenta cuando hable de joyce y sn
cualquier otra lengua en Artaud. Todos intentos, más o menos exi- locura: "el significante es algoque está encamado en eí lenguaje
tosos de tachar una sonoridad poniendo otra en su lugar. Algo que ese chancro que definí como siendo el lenguaje. [que\ implica
se parece a la n1etáfora pero que no es lo n1isrno. l'~o es un signifl~ desde el principio una especie de sensibilidad" (ib., 129). Y agrega:
cante por otro (la hoz en lugar de Booz, el Nombre del padre en el " ... la resonancia de la palabra es algo constitucional" [ib., 133).
lugar del deseo de la madre} sino de un sonido por otro (el inglés Laca11 articula esta resonancia de la palabra en el cuerpo con la
o el hebreo o el ruso en lugar del francés; la lengua poética en
lugar de las admoniciones incomprensibles del perseguidor; etc.). 6. La música es exquisita y exclusivamente diacrónica, aun en las ar-
Un sonido por otro produce un intervalo, porque en rigor será un n1onizaciones rnás con1plejas. El juego de irnpulsos y reposos tiene su
propia econonlfa del tiempo.

---·
r
[
M'1CLA 91
-
Jd2.
estructura de la palabra en la psicosis: "la alucinación siempre tie· estudiados por los filólogos y los lingüistas en la evolución de la
ne un carácter más o menos vocal" (fü, 134). La psicosis habla y lengua común. Estos se producen por.. .contigüidad sonora o más
Usi, también, por lo tanto, escucha: "Se trata de saber por qué hay algo exactamente por parentesco musical de las palabras" (Lacan 1931,
en el autista o en el llamado esquizofrénico que se congela ... Pero subrayado mío). Además, repara en la preponderancia que adquiere
l el nsted no puede decir que no habla. Que usted tenga dificultad para el ritmo, la rima, la forma de leer en voz alta de la paciente. Para
za'' escucharlo, para dar su alcance a lo que dicen, no impide que se concluir que "las formulaciones conceptuales, ya sean del delirio
en- trate, finalmente, de personajes más bien verbosos" (ib., 135). o de los textos escritos, no tienen más importancia que las palabras
rra.
intercambiables de Jos estribiJlos de una canción. Lejos de motivar
de la melodía, es ésta quien las sostiene y legitima ocasionalmente el
He 5. Música a través de lo escrito sinsentido de las mismas" (Lacan 1931, subrayado mío).
na Encontramos acá una indicación de sumo interés porque el va-
)- Esta verbosidad de la psicosis se manifiesta a veces en producciones lor del síntoma no pasa tanto por el sentido sino que apunta a la
a- escritas que es donde mejor se revela esta dimensión sonora del de· importancia de la sonoridad y el ritmo. Más aún, el sinsentido o
:u cir y el escuchar. En 1931, Lacan publica, en colaboración con Lévy· las formaciones de sentido serán subsidiarias de estas operaciones
Valensi, un artículo titulado "Escritos 'inspirados': esquizografía", que podemos calificar como musicales. Donde·queda de manifies-
:a centrado en el análisis de los escritos de una paciente, Marcelle C. to el efecto de estabilización que se produce a partir de este juego
t: En ese texto, que comP.nta a su vez el de un psiquiatra de nombre con las sonoridades y los ritmos.
Pfersdorff que había dedicado algunos estudios a las particularida- Este texto es mencionado por Lacan cuando, en el otro extremo
des de los escritos de pacientes esquizofrénicos, Lacan se detiene en de su enseñanza, en el seminario "El sinthome", al comentar cier-
un aspecto de estos textos que denomina "el parentesco musical". tas particularidades de la escritura de James Joyce, especialmente
Se refiere a ciertas relaciones entre las palabras que llevan a la pro· en el Finnegans Wake, pone el énfasis en esta pregnancia de lo
ducción de neologismos. "Las transformaciones del sentido de las sonoro, fónico. Dice Lacan: "Por medio de la escritura la palabra
palabras -dice La can- parecen vecinas de los procesos de alteración se descompone como tal, a saber, en una deformación de la que
,-

resulta ambiguo saber si se trata de liberarse del parásito palabrero 6, Daniel Paul Schreher, músico de las palabras
(... ) o, por el contrario, de dejarse invadir por las propiedades de
orden esencialmente fonémico de la palabra. por la polifonía de la En las Memorias .. del presidente Daniel Paul Schreber, entre
palabra" (Lacan 1975-76, 94). múltiples fenómenos que se describen, encontramos que lo mi
¡_No será que para poder librarse de ese parásito lenguajero, de ese cal aparece en varios momentos y de distintas formas.
goce de lo real de !alengua, es necesario para Joyce dejarse invadir Por una parte, en las "voces interiores". Como nos lo hace sa·
por esa polifonía de la palabra? En tanto no se trató solamente de in- en diversos lugares de sus Memorias, Schreber está tomado por
vasión, como Lacan hará notar, sino de un trabajo con esa sonoridad, tas voces sin interrupcior1es: "han transcurrido casi siete años a
con esos ritmos, con esas cadencias, que forjan el encuentro de Joyce largo de los cuales, excepto durante el sueño, no hubo un solo
con una lengua que emerge en el libro como algo nuevo, enigmáti- tante que yo pasara sin escuchar las voces. Ellas me acon1priñair~
co, descifrable sí pero que también produce un efecto de extrañeza a todos los lugares y en toda ocasión; continúan haciéndose
y humor. El artesanado de joyce con !alengua implica lo rea! de la incl11so cuando converso con otras personas; prosiguen litirem1mf¡f~
música en pos de alcar1zar la erosión del sentido que se impone 7 . su curso cuando me ocupo (. .. ) de otra cosa, por ejemplo cuan 1j¡¡'1J
Pero la experiencia nos muestra que joyce no está solo en esa em- leo un libro o un periódico, o cuando toco el piano, etc., y
presa de usar la música de las palabras contra la invasión del len- mente cuando me pongo a hablar en voz alta, solo o con
guaje. Y que tampoco fue el primero en encararla. están cubiertas por las sonoridades más potentes de los p01auras.'f
pronunciadas, y mientras esto dura dejan de hacerse
(Schreber 1903, 299).
Estas voces in.interrump-idas son motivo de sufrimiento para c)1.;11re-_-;
ber y por lo tanto lln incentivo para encontrar n1aneras de
7. Es interesante escuchar las lecturas que hacía Joyce de sus propios rrestar o mitigar esos efectos. En ese martirio se incluye "el alarga.'
textos y notar el énfasis puesto en el ritmo y la particular acentuación. miento del tempo con el cual hablan" que ha ido incrementándose
Véase el texto de Claudia Godoy en este número de Ancla. a medida que m1menta en él "la voluptuosidad del alma-por
ANCLA 93

permanente de los nervios de Dios". Escribe Scbreber: "El sión del parásito lenguajero. La rememoración de poemas, el decir
, de las voces ahora puede compararse a la miísica que pro- el rosario en silencio, la producción de rirnas (aúr1 "insignifican-
5 580
. fa arena cuando cae dentro de un reloj de arena. La mayoría tes") o incluso "como último recurso ( ... ) lanzar injurias en voz
es me resulta imposible distinguir las palabras separadas alta, cosa que hago de vez en cuando". Esto tiene consecuencias
de 1,as Vec
unas u
"e otras" (ibídem, yo subrayo). sobre su cuerpo, en particular sobre sus posibilidades de defecar.
e embargo, este efecto no es siempre el mismo a lo largo del Para esto, la música es un recurso eficaz: "yo me las arreglo mejor
:.>lD --
(tempo. Depende del momento y la posición en que Schreber se sentándome en el cubo, frente a mi piano y tocando hasta que con-
sigo orinar, luego, y recién entonces, puedo defecar, lo cual exige
encu·entra
, con respecto a la voluptuosidad divina. Dice: "la len-
desmesurada del tempo de las voces, que al principio y du- generalmente muchos esfuerzos ... Por increíble que pueda pare-
una época bastante larga me exasperaba y me irritaba los cer ... todo esto es cierto; pues tocando el piano, consigo el retorno
nerviosª ahora me provoca un alivio cada vez más sensible." Esta de los rayos que habían intentado retirarse de mí y venzo la re-
me¡oría la atribuye a que "desde hace cierto tiempo el alargamien- sistencia opuesta a mis esfuerzos destinados a liberar mi vientre"
to deI sonido de las voces se intensificó más aún, de manera que su (ibíd., 304). También contra la irrupción de los alaridos el mejor
habla ha degenerado ... en un siseo ininteligible" lo cual le permite remedio es hablar en voz alta o sentarse al piano (ibíd., 303).
a Schreber entregarse a otras ocupaciones, especialmente a lo que Quisiera subrayar la conexión que se establece entre, por un lado,
11.ama "pensamiento de no pensar en nada". Vemos aquí cómo el la imposición de las voces, la posibilidad o no de entender lo que
énfasis puesto en la musicalidad del lenguaje produce una erosión éstas dicen, la reiteración ininterrumpida que transforma a las vo-
de sentido que resulta un bálsamo para el sujeto. ces en una música intolerable (si bien el símil que utiliza Schreber
Schreber desarrolla varios antídotos 9 para luchar contra esta inva- es el de un sonido silencioso, un siseo que se va apagando); y por
el otro las transformaciones que sufre su cuerpo al ritmo de estos
8. Véase el cap. XVI de las Memorias .. fenómenos y de las prácticas que realiza para contrarrestarlos o
9. Así los llama M. Viltard en un artículo en el que señala y analiza esta neutralizarlos. Dice Viltard: "sólo por ejercicios corporales escan-
serie de fenómenos. didos, música, poesía, jaculatorios, Schreber mantiene el frágil
lazo entre lo vivo y el lenguaje, lazo en el cual sitúa con toda razón Christum ! Abendrot o Atemnot [crepúsculo o disnea] I Arim
un goce" (Viltard 1993, 91). Ackerman [Ariman o Labrador] (... )La posibilidad que se me of d
También encontramos en Schreber otro fenómeno articulado sono- de desconcertar a los pájaros que me hablan, arrojándoles en fo ir

ramente y que él mismo distingue de las voces interiores. Se trata desordenada y arbitraria palabras que se parecen por su consonan. s
de las "voces exteriores", las de los pájaros parlantes que le repiten se convirtió en una especie de pasatiempo que rompía la mono\o D
¡,
sus ritornelos. Acá el antídoto no será el piano sino la homofonía. intolerable de los 'discursos verborrágicos de las voces" (ibídem).
2
Así lo relata en sus Memorias: "los pájaros milagrosos no compren- En esta ocasión, no se trata de vaciar de sentido a lo que di
den el sentido de las palabras que pronuncian; en cambio, parecen las voces sino de contraponer lo sonoro a lo sonoro, desviando
estar dotados de una sensibilidad natural para la homofonía. En el impacto que recibe. El efecto contrapuntístico es notable, ta
efecto, mientras están ocupados en reproducir sus frases aprendi- como el goce suplementario que de él obtiene el sujeto.
das de memoria, si perciben ya sea en las vibraciones de mis pro- Lacan comentará estos "prodigios" schreberianos tanto en el se
pios nervios (mis pensamientos), ya sea en las conversaciones que nario "Las Psicosis" como en el escrito "De una cuestión preli
se oyen a mi proximidad inmediata, palabras que tienen un sonido nar ... ". Si bien la atención está puesta en el valor significante
idéntico o parecido al sonido de las palabras que tienen que recitar estas alocuciones y giros, es claro hay otra dimensión de la leng
(descargar), parece que eso les produce un sobrecogimiento que los que opera ahí, tanto en el desencadenamiento como en lo que en:
atolondra completamente; por medio de ello caen en la red de la cadena. Hablamos de un real de la lengua (o de !alengua) que
homofonía, y como el estupor les hace olvidar las frases que les plica un goce, el del parásito lenguajero, y también un orden q·
quedan por decir, de pronto reencuentran la expresión de un senti- no pasa por el sentido aunque produzca efectos de sentido. Dich,
miento auténtico." (Ibíd., 211, subrayado del autor). de otro modo, un orden que es no-todo simbólico, que puede plan.',
En seguida, Schreber aclara que "no es necesario que la homofonía tearse en el intervalo entre real e imaginario, o en el entrecruza-
sea absoluta; como no captan el sentido de las palabras, es suficiente miento (borromeano o no) de los tres registros.
que los pájaros adviertan una analogía en los sonidos: poco importa La apelación a lo musical opera como suplencia en tanto implica, en
lo que digan. Por ejemplo: Santiago o Cmtago / Chinesentum o fesus- última instancia, un cambio de sentido que la música permite intro-
ANCLA S5

nan 0 . ._ a través de un vaciamiento de sentido. La palabra impuesta. Bibliografía:


dUCl.t
frecfa . , ·,,a , el 0 arásito lenguajero que atormenta al cuerpo e injuria al
1nrru 51 i

form¡ .• es neutralizado mediante una sonoridad que en algún mo- BETTEO BARBERIS, IvL (2003), El esquizo y su n1úsica. Inédito.
suJBl 0 ,
lllcia,
rne nto .permite pasar a otra cosa, encontrar un silencío (que tan1bién
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forma parte de lo musical) y un ritmo que hacen escansión, despe- O. C., vol. XIX, A111orrortu Editores, Buenos Aires, 1~)79, págs. 189-197.
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~sí como algo de lo musical se presenta en esa invasión n1isma. phie". En Annales Médico-Ps_ycliologiques, 1931., II, 508-522 [l·-lay ver-

eS mediante 1,-; que se desencadena que se construirá el arti.ficio sión castellana parcial: "Escritos 'ínspirados': esquizografia, en Conje··
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ANCLA 97

DE LOCURAS, ENCADENAMIENTOS "Un loco que iinagina ser un _príncipe


y DESENCADENAMIENTOS no difiere del príncipe que lo es de hecho
sino porque aquel es un príncipe negativo.
Pablo D. Muñoz mientras que este es un loco negativo.
Considerados sin su signo, son semejantes"
Lichtenberg

"¡Es en el juego donde capturaré la conciencia del Rey~"


Hamlet

Introducción

La locura no es la psicosis. Afirmación contundente -para comen-


zar- que emplaza una disyunción fuerte allí donde el lego halla
una sinonimia. En efecto, es habitual ancontrar que locura y psico~
sis son tratadas (el equívoco anticipa un escollo} como equivalen-
tes. El saber popular califica de "loco" a aquello que se distingue
claramente de la razón, de la sensatez. En sentido vulgar, los tér-
minos psicosis y locura han sido tomados por el lenguaje común
como sinónimos. Aunque la etimología enseña -tanto en francés
como en castellano- que tienen orígenes, tradiciones y evolución
bien distintos y pertenecen a campos semánticos diversos.
_fr
El tratamiento señalado se toma relevante cuando involucra al psi- las elaboraciones de la psi quia tría clásica de fines del
coanalista. No por los efectos que se siguen de la falta de erudición (donde era utilizado como sinónimo de "enfermedad ment
sino, fundamentalmente, por las consecuencias clínicas que supo- "afección psiquiátrica", sustituyendo como concepto técni
ne para el psicoanalista tratar algo por otra cosa. Efectivamente, viejo término de "locura"), y luego transformado en su en 88 -
Lacan sostiene -con matices, variantes, incluso a veces con vaci- a partir de su concepción estructuralista de la forclusión del
laciones y hasta algunas afirmaciones que se presentan a primera ficante del nombre-del-padre; locura (folie) tiene como refere
j\
vista como contradictorias [lo que conviene debatir con cuidado La fenomenología del espíritu de G. Hegel y postula como figu
nes, n
para no concluirlo livianamente)- su distinción, designando psi- personaje de Alcestes de El Misántropo de Moliére.
en su::
cosis y locura conceptos diferentes que, incluso, pueden super- Esta concepción de la locura, que a lo largo de la obra de Lacan
ponerse. Es sorprendente comprobar lo que me permito llamar la demos calificar como su primera delimitación original, ha sido
torna e
"perpendicularidad" del tratamiento que hace Lacan de estos con- visada, releída y redefinida por él mismo con diversos recursos.
desan
ceptos, pues la originalidad de su abordaje consiente aseverar que podríamos afirmar, por tanto, la existencia de "la" teoría de La
puede haber locura en la psicosis, tanto como puede no haberla. sobre la locura, ni siquiera de '\ma". justamente porque luego
more
Sabemos lo cuidadoso que es Lacan en el uso de las palabras. En pleó el concepto de locura en diversos contextos: por ejemplo, p
de an
consecuencia, cuando hallamos en sus escritos, que de puño y le- referirse al amor, llegando a decir que "cuando se está enamorado,
tra ha tomado un término y no otro, no habiendo en ello lugar para está loco" siguiendo así la perspectiva establecida por S. Freud; t to, V]
el azar, merece nuestra más afinada atención y obliga a arriesgar biér1 para referirse al no-todo de la sexuación fernenina, sostenien
sus razones. Pues, como sostiene en la Obe1tura del primer tomo, que las mujeres son locas, aunque "no-locas-del-todo" (Lacan 197
datada en 1966, se propone con su estilo "llevar al lector a una Vale decir que sus elaboraciones en torno de la locura no son u 1.
consecuencia en la que le sea preciso poner de su parte" (Lacan vacas pues, por una parte, las aplica a muy diversos asuntos co in
1966a, 4). En este sentido, podemos establecer, inicialmente, que los mencionados, y por otra, conceptualmente siguen el ritmo e 2.
ambos términos corresponden en su enseñanza a planos concep- que avanza su enseñanza en psicoanálisis. Es así que debemos p je
tuales diversos. Mientras que psicosis (psychoses) es tomado de ralizar el campo, a contrapelo del mismísimo Lacan que no duda Sl
T
/\ ,,. ,_, /\ B 'ff

1
.rnos que ha elahorndo una "doctrine de la locura". Haremos
8c:ne t a PSICOSIS
'! de ·t herei·ía': pluralización rel1ejada en el título de este trabajo, que LOCURf',
nues · NEUROSIS
:o B1 ' uncia tratar "De locuras ... ". De esta sl1erte, en adelante nos vernos
an
m~ ,. dos a hablar ele las locuras de Lacan. Y es justamente la herejía
ueva
RSI la que nos facilitará un ordenamiento en esa multiplicidad. Para establecer con precisiór1 la í11dole de esta definiclón y· }aE:: cor1-
nc1ü A propósito de lo así ant1nciado, y en consonancia con las revisio- secl1encias (clü1icas y psicopatológicas) de dichas oposicion_es, en
rae; ne s, relecturas y reclefiniciones aludidas. cuando retoma la locura este escrito se propone tensar al n1áxü110 las mú.ltiplt:~s Ioc11ras ele
, sus seminarios de los años '70, en el contexto de su trabajo de ar-
Bl• •
Lacan, espt~cialrnente el contraste entre las rüferencias innug1..1rales
: ,P!} tjculación entre los conceptos psicoanalíticos y algunos elernentos y las de los años '70. con ei objetivo de ordo11arlas según ll:n eje de
) 1'€- tomados de la teoría matemática ele nudos, Lacan la delimita como trabajo que es el nuestro, el que nos oriente. este afio en nuestra
desanudamiento de los tres registros. Esta definición resalta por su labor de cátedra: la dupla encadenan1iento-dese11cadenarni.ento.
oposición a la fom1alización q11e en esos años propone, con el mis- Aln1qtH::;, en este aspecto, la ensefianza de Lacar1 nos reserve ur1a
mo recurso, de la psicosis especificada como una forma particular sorpresa -- otra más! 'fan sólo la anuncio: si tornarr1os a pié
de anudamiento, a la vez distinto del anudamiento ele la neurosis. su indicación del Serninorio 10 de leerlo no diacrónicarr1ente sino
Habría así una oposición fuerte entre locura, como desanudamien- sincrónicarnente, q11izás el contraste no sea taL Lo reton·1arerr1os.
8lll· to. y psicosis y neurosis como tipos de anudamiento (Lacan 1973): Así, habremos dado cuenta ele aquello que hemos podido poner de
nuestra parte, hasta al1ora .

.ini- 1. Lacan, J. (1960): Subversión del Sl1jeto y dialéctica del deseo en el


nno inconsciente freudiano, pág. 782. 1. Locura <> psicosis
con. 2. "Hérésie" en francés, significante con el que Lacan no se priva de
jugar con su hornofonía en el título de su Sen1inario 22 por apuntar a C~on10 se ha seüalado, el saber popular cataloga de "loco" a lo q118
ten sus tres registros: R.S.I, su herética invnnción. sD opo11e a la razón, de donde el insensato recibtJ la etlquetn po-
J;
-A
'f r T n n T. ,_ ·n" "" ·7 " """" ,,.,,. ·"r-·"'"7"'" ""·1e·'"'" "··" ~,,,,,_,, . "·'". " "'··""""'"' ,,,, " ,,,,,, ""'" " r, '1Tf "1T '1
r
pular de "chiflado", "tocado", o dicho en términos arrabaleros: lo contrario, vale decir, cuando esta oposición se encuentra ue~\'1h-~f
"piantado". La Real Academia refleja este uso. Locura es: "l. Pri- bujada en ella misma. Para comenzar, localicemos la primera
vación del juicio o del uso de la razón. 2. Acción inconsiderada rencia en el Seminario 3, dedicado fundamentalmente al es111rl;K1.
o gran desacierto. 3. Acción que, por su carácter anómalo, causa de la estructura psicótica. Es en la clase inaugural, donde _"""-"•,
sorpresa. 4. Exaltación del ánimo o de los ánimos, producida por explica: "¿Qué recubre el término psicosis en el ámbito pstqttiá::%
algún afecto u otro incentivo". trico? Psicosis no es demencia. Las psicosis son, si quieren lo
El campo del psicoanálisis parece haber sido influenciado por este corresponde a lo que siempre se llamó [ ... ] las locuras"
uso de la lengua al punto de asociar locura y psicosis, tomándolos 1955-56, 12).De modo general podríamos sostener entonces que
como equivalentes. Así. furor, manía, delirio, rabia, frenesí. alie- uso del concepto de locura que hace Lacan a lo largo del Seminarini.j
nación, etc. han sido tratados indistintamente como sinónimos de es el de su equivalencia con el de psicosis. En efecto, lo hallam01f)
locura. Lo cual acarrea confusiones con consecuencias clínicas explícitamente: "Todo lo que llamamos psicosis o locura ... "
significativas. dem, 13). Disyunción débil qu? contraría la fortaleza de la
Quizás sea este uso vulgarmente establecido el que ha llevado a ción indicada al comienzo.
Lacan mismo, muchas veces, a tratarlos como sinónimos. Aunque, No obstante, esta afirmación-aunque ilustrativa de los dos usos
sin dudas, muchas otras no los hace coincidir sino designar cosas brayados- debe considerarse correcta pero en sentido muy
bien diferentes. pues puede modularse con otras referencias que la contradicen.
efecto, en la segunda clase se refiere al Elogio a la locura de Eras"'º
Téngase presente que el libro del filósofo trata la cuestión de
a. Primer argumento: Dos locuras pasiones en el sentido de aquello que escapa a la razón y que
ra" es una traducción poco feliz de lo que allí se aborda, ligado a
Si bien la mira a la que apunta nuestro desarrollo es dar las preci- irracional, lo falto de juicio. En esa línea, Lacan subraya la amplitud~~
siones necesarias para distinguir locura de psicosis en la obra de del concepto de locura: "Este término no data de ayer, ni siquieral
Lacan, comenzaremos ubicando algunas rererencias indicativas de del nacimiento de la psiquiatría. Sin entregarme aquí a un desplie·
,... f ANCLA 101
'i
l'
1
*
gue demasiado fácil de erudición. solamente les recordaré que la
referencia a la locura forma parte desde siempre del lenguaje de la
Pero, entonces, si la locura puede coincidir con la psicosis o no, lo
mismo puede afirmarse de la neurosis. Quizás entonces también
1
X sabiduría, o del que se pretende tal. Al respecto, el famoso Elogio de de la perversión. Sin entrar aquí en este espinoso problema, sí po-
t la locura conserva todo su valor, por identificarla al comportamien· demos deducir que, por lo dicho, el concepto de locura se sitúa
acllll
}Uiá- to humano normal. si bien esta última ~xpresión no se usaba en esa en una región con~eptual diversa a la que estamos habituados a
1(jUB época. Lo que entonces se decía en el lenguaje de los filósofos, de recurrir cuando hablamos de las estructuras freudianas. Debe por
acllll filósofo a filósofo, terminó con el tiempo por ser tomado en serio, tanto esclarecerse a qué apunta Lacan con ese concepto para en-
uee!. al pie de la letra: vuelco que se produce con Pascal, quien formula, tender esas afirmaciones y no confundirlos, como suele hacerse
tali¡¡ con todo el acento de lo grave y lo meditado, que hay sin duda una popularmente, pudiendo situar ya que el trípode neurosis-psico-
mos locura necesaria y que sería una locura de otro estilo no tener la sis·perversión no logra dar cuenta de la categoría de locura; dicho
locura de todos" (ibídem, 29). 3 Es decir que esta referencia sitúa, de otro modo: ella no se corresponde o no se deja apresar por la
1Ull·. ya en el Seminario 3, una locura que no es la psicosis, una locura lógica con que se construyen las estructur.as freudianas de la psi-
fi; esencial al ser humano. La locura de todos es la locura propia del cosis, la neurosis y la perversión.
~su~ ser hablante, mientras la locura de otro estilo -podemos leer ahí po-
~lío. niendo nuestra parte- es la psicosis. En conclusión, en el contexto
.En del objetivo de este Seminario en el que se ocupa del estudio de las b. Segundo argumento: Discusión terminológica
mo. psicosis, aquella locura, la de todos, no será objeto de análisis.
Hay una compleja relación etimológica entre los términos locura
>cu· 3. Referencia que retoma de Función y campo de la palabra y del len- y psicosis, que se complejiza aún más porque se les anuda el de
a lo guaje en psicoanálisis donde dice: "advertencia de Pascal que resuena, paranoia. La palabra griega de la que deriva "paranoia" significa
desde el lindero de la era histórica del 'yo', en estos términos: 'los hom- literalmente "locura", término tomado a su vez comúnmente -tal
bres están tan necesariamente locos, que sería estar loco de otra locura como ya señalamos- como equivalente de "psicosis". De este últi·
no ser loco"' (Lacan 1953, 272). roo, Paul Bercherie plantea que, en la historia de la clínica psiquiá-
trica que comienza con Ph, Pinel, era utilizado como sinónimo de son vocablos que se ligan - tal como Lacan explicita en el Semj
"enfermedad mental, afección psiquiátrica: [y que] sustituye como ria 3: "No hay, a fin de cuentas, noción más paradójica. Si tuve
concepto técnico al viejo término de locura, en la medida en que la cuidado[ ... ] de poner en primer plano la locura, es porque pue ·
evolución de las concepciones clínicas tendía a hacer de ella no ya decirse verdaderamente que con la palabra paranoia, los auto
un género sino unq clase" (Bercherie 1981, 79), Entonces "psicosis" manifestaron toda la ambigüedad presente en el uso del viejo
-término introducido en 1845 por el psiquiatra austríaco Ernst von mino de locura, que es el término fundamental del vulgo" (Lacar¡
Feuchtersleben- sustituye al de" locura" entendida como una clase 1955-56, 29). El término paranoia hereda la misma ambigüedad
de enfermedades que podían yuxtaponerse en lo que llamamos cla- padecida por el término locura en la historia que lo antecede, s
sificación o nomenclatura; aunque, como dice el autor, ella no siem- Finalmente, destaquemos que la lengua francesa -la de Lacan-
pre fue pensada así pues primeramente, por el contrario, era consi- seña algo más sobre el término locura (folie) que explica por qué
derada un género unitario y homogéneo dentro del cual las diversas
especies se separaban en cuadros sincrónicos, en síndromes, 5. Igualmente téngase presente la distancia entre la acepción originaria
)ean Claude Maleval señala que la principal originalidad del psi- del término "paranoia" y su transposición moderna. Para dar una idea<'
qniatra mencionado consistió en introducir el término "psicosis" de la complejidad de su evolución, de la larga historia de esta palabra"
para designar la alienación mental, allí donde antes se empleaba el puede recordarse que para pensadores de la Antigüedad corr10 Esquilo,
viejo concepto de "vesania", proveniente de la antigua Roma. 4 Eurípides y Aristófanes -grandes autores de la Tragedia- el término
Por su parte, "paranoia" deriva del griego clásico "para" que sig- "paranoia" no se utilizaba para indicar una enfermedad del alma o del
nifica "contra" y" naos", "espíritu", designando así la locura en el espíritu sino -como señalamos a partir de su etimología- el arrebato
sentido de arrebato y delirio; es decir que "paranoia" y "locura" de un delirio u otro tipo de comportamiento observable susceptible de
descripción. Desde este registro descriptivo a su clasificación nosológi-
4. Respecto de la historia del término psicosis puede consultarse su ca y de ahí a su inclusión en una clasificación general de las enferme-
trabajo "En busca del concepto de psicosis" en Maleval, J,-C (1981): dades mentales, producto de la elaboración de la psiquiatría alemana
Locuras histéricas y psicosis disociativas, pp. 256-283. del siglo XIX, hay un enorme salto. ,,,..

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ANCLA 103

lo distingue de psicosis (psychoses). Diana Rabinovich indica que la importancia del individuo frente al grupo, apuntando a escindi.r
el diccionario etimológico del francés de Bloch y Van Wartburg el vínculo entre el individuo y el todo del que forma parte y que ha
contribuido a constituir(lo). El individualista desconoce esa relación
n el que Lacan se deleitaba incansablemente por ejemplo en el
""º
Seminario 10- revela que folie deriva de fol y fou: "Fou es un ad· dialéctica y, en consecuencia, puede sostener que se basta a sí mismo
¡etivo derivado del latín follis que significa soplar, saco, globo, se· sin vínculo con el espíritu del pueblo, teniendo un fin propio.
r ·ndariamente pasó, en forma de chiste, a tener el globo inflado de Este individualismo se vincula con la locura humana para Hegel
,,\!
·re cambio que se produjo en el siglo VI. Sin embargo, el antiguo
ai. ,
por la vía de lo que llama "ley del corazón" y "delirio de infatua·
sentido persistió en francés hasta el siglo XVI. Agrega luego que en ción". Sin extendernos en el desarrollo de estos conceptos 6 resu·
su nuevo sentido compitió en francés durante bastante tiempo con mamas en una frase en qué consiste esta locura hegeliana: "esto es
léé! !a palabrafat (fatuo) proveniente de Languedoc" (Rabinovich 1993, producto mío pero no está de acuerdo con la ley de mi corazón,
12 2). Esta revelación, por ahora enigmática, resultará significativa para escapar de esta contradicción la localizaré fuera". Allí entra
cuando definamos el concepto de locura que forja Lacan en 1946 en juego el "delirio de infatuación'', un delirio de presunción que
(me refiero a lo que describe como la infatuación del sujeto). surge como producto de expulsar fuera esa contradicción que en
sí es la locura: el desconocimiento de la participación del ser en el
desorden del que se queja.
2. La locura: de la filosoña y la psiquiatría al psicoanálisis Lacan articula la concepción de la locura con su teoría del conoci·
del mienio paranoico 7 , con la que post11la la <lin1er1siú11 paranoica dHl
1ato a. Lacan con Hegel
!de 6. Al respecto he abundado en otro lugar: "El concepto de locura en la
)gi· La referencia fundamental de Lacan para la construcción de su doc· obra de Jacques Lacan". En Anuario de Investigaciones, 2007, N° XV,
ne~· t1ina de la locura es G. Hegel y su concepto de locura humana. Se tra· Buenos Aires, lJniversidad de Buenos Aires, Facultad de Psicología,
±na ta de un tipo de individualismo, aislado en su Fenomenología del es· Secretaría de Investigaciones.
píritu, concebido como una actitud vital y teórica tendente a destacar 7. Para un examen detallado <lf~l tema del conocin1iento paranoico, cf
yo humano, más allá de los límites de la psicosis, que apunta a la estadio del espejo. Por tanto, el yo (a') es el sitio donde el sujeto
identificación, Dimensión paranoica hasada en que el yo es sede aliena de sí mismo, pues mediando la identificación se transfor
de una alienación paranoica. 8 Pues es una construcción resultado en el otro semejante (a). Esta alienación basal del yo es similar a la:
de la identificación imaginaria especular que Lacan expone en su paranoia en el sentido que la estructura del yo y la estructura de
paranoia implican un delirio de conocimiento y dominio absolu-'
Mazzuca, R.; Godoy, C.; Arenas, G.; Leibson, L.; Liebesman, A.; Zlot- tos, además de unidad y de continuidad.
nik, M.; Mazzuca, M.; Zaffore, C.; Muñoz, P.: "La paranoia en el primer
Lacan". En IX Anuario de Investigaciones, 2001, p.136-142.
8. Cf Algunas reflexiones sobre el yo, donde Lacan afirma: "el estudio Contexto
del 'conücimiento paranoico' me llevó a considerar el mecanismo de
alienación paranoica del yo como una de las precondiciones del co- Estas referencias confluyen en Acerca de la causalidad psíquica,
nocimiento humano" (Lacan 1951, 11). También su Presentación de donde Lacan recoge la presentación que hiciera ese año abriendo
la traducción francesa de las Memorias del Presidente Schreber: "En las jornadas psiquiátricas organizadas por Henri Ey en Bonneval
efecto, quizá se notará, mencionada en algunos puntos de esta recopila- cuyo tema era la psicogénesis, escrito en el que quizás podríamos
ción esa fase de nuestra reflexión que fue en su inicio la de un psiquia- decir Lacan extrae todas las consecuencias de la concepción hege-
tra, y que se armaba con el tema del conocimiento paranoico. Alguien liana de la locura para el psicoanálisis.
que nos ayudó en este cotejo ya señaló que aclaramos muy poco esta Es preciso contextualizar este trabajo según dos ejes: primero, si-
noción, de la que quedan escasas huellas. ¡Qué hermosa carrera de en~ tuarlo en la diacronía de la obra de Lacan y, segundo, el objetivo
sayista hubiése1nos podido hacer con ese término tan favorable a todas que perseguía en aquella presentación y con su publicación.
las modulaciones de la estética! Basta con recordar lo que al respecto En cuanto a lo primero, alcanza con leer el índice general de los
sabía desplegar nuestro amigo Dalí. Ciertamente, el conocimiento para- Escritos. En efecto, lo notable es que en el Tomo 1, Parte Dos en-
noico es lo menos obsceno, de todo lo que se atavía como conocimíen~ contramos el texto de 1946, encabezando ese subgrupo el escri-
to, pero esto no disnlinuye su carácter obtuso" (Lacan 1966b, 30). to De nuestros antecedentes (1966). Es claro entonces que Lacan
/\NCLA 1. 05-

fz
; se- * conSl
,dera Acerca de la causalidad (1946) un antecedente de su cebirse, en consect1encia, corno su respuesta al err1pleu ql1e
llla - anza en psicoanálisis, junto con Más allá del "principio de hace del térmir10 locura al afirn1ar que "Las enferrnedades son in··
ensen
i la realidad" (1936), El estadio del espefo,,, (1949), La agresividad en sultos y trabas a la libertad" (Lacan 1946, 148), Lacan desmantela
da sicoanálisis (1948) e Introducción teórica a las funciones del psi- críticamente esta aflrrr1nción oponiéndole una concepción de la
~oanálisis en criminología (1950), En este sentido, en este conjun- locura ligada a su doctrina de la causalidad psíquica vinculada
to de textos el concepto de locura es un antecedente del concepto e su teoría de la imago del yo, a partir de lo cl1al relativiza de u.r1
de locura que se encontrará en su e11señanza en psicoanálisis. modo tan lógico como irónico aquello que se llama libertad, Tema
En cuanto a lo segundo, se trata del acalorado debate que Lacan que, sorprendentemente, es retorr1ado en sus últimos serninarios :v
mantiene con R Ey en torno de la causalidad psíquica y su críticn revisado a partir del uso que hace allí de algunas noc]ones de la
de la teoría órgano-dinamista de la psicosis sustentada por este teoría de nudos,
l, último en su Ensayo de aplicación de los principios de fackson
o a una concepción dinámica de la neuropsiquiatría, aparecido en
J L'Encéphale en 1936, Lacan polemiza fuertemente con su concep- Locura! esencia y fenómeno
ción de las psicosis y no duda en calificarla de incompleta y falsa,
porque si bien se ha enriquecido con ideas mecanicistas -debe re- En el escrito sobre la causalidad Lacan se refiere al "fenómeno
cordarse que Lacan rescata las elaboraciones de psiquiatras me- de la locura" (ibídem, 154), lo cual indica que se trata de un ob-
canicistas co1T10 De Clé:rarnbauli y Guiraud aunque cuestiona sus servable clínico, Pero un observable muy particular pues aparece
hipótesis etiológicas 9- no pudo desprenderse de una noción del relacionado inevitabhn11ente con el ser del hom.bre y no con una
cuerpo como res extensa en el sentido de René Descartes, psicopatología: "No creáis que me extravío, que m<: aparto de un
En lo tocante a la concepción de la locura, este escrito puede con- propósito que debe llevarnos nada menos que nl corazón mismo
de la dialéctica del ser: en punto tal sitúase, en efecto, el descono-
9, Cf: LACAN, j, (1955-56): El Seminaria, Libro 3: "Las psicosis", Bue- cimiento esencial de la locura, que nuestra enferma [Aimée] ma-
nos Aires, Paidós, 1995. nifiesta perfectamente" (ibídem, 162), Es decir que lo que define a
Aimée -el caso de paranoia criminal femenina de su tesis docto- punto muy preciso, lo que prueba que el uso que hace allí Est
ral de 1932- como loca es que desconoce aquello que agrede en can los términos no los confunde. En efecto, en su trabajo sobre cis
su acto, desconoce que lo que agrede no es el mal externo que de- yo, revisa la hipótesis de la tesis según la cual sus perseguidores, to
nuncia sino su propio ser. Lo cual es otro modo de trabajar lo que eran idénticos a las imágenes del yo ideal, y propone concebirla; me
allí había señalado respecto de la exterioridad íntima del m?l que en términos similares a lo que Hegel denuncia como la fórmula De
la enferma ataca con el concepto psiquiátrico de kakon (Guiraud general de Ja locura: el loco busca imponer la ley de su corazón e Mi
1931). "Creerse" remite a la dialéctica del ser, cuyo corazón es "el el desorden del mundo pero a costa del desconocimiento sobre
desconocimiento esencial de Ja locura": "Este desconocimiento implicación de su ser en ese desorden. No reconoce que las imá- cu
se revela en la sublevación merced a la cual el loco quiere impo- genes que la persiguen son reflejo de su ideal. Fórmula con la que; dE
ner la ley de su corazón a lo que se Je presenta como el desorden según Lacan, Hegel también aclara el problema del revolucionario, L;:
del mundo, empresa 'insensata'[ ... ] por el hecho de que el sujeto el que "no reconoce sus ideales en los .resultados de sus actos"·i; y
no reconoce en el desorden del mundo la manifestación misma (Lacan 1951b, 11). la
de su ser actual, y porque lo que experimenta como ley de su Ahora bien, cabe interrogarse por qué Lacan habla de "la locura; b<
corazón no es más que la imagen invertida, tanto como virtual, esencial del hombre" en términos genéricos. En mi opinión,
de ese mismo ser" (ibídem). Así, la revisión de la tesis original fórmula sugiere que para él esta concepción de la locura no está
sobre la locura de Aimée es modulada con referencias hegelianas vinculada a la singularidad de un caso sino a la esencia misma del
y la redefine como un desconocimiento doble: la actualidad y hombre en tanto hablante, sujeto del significante. Si bien puede,;.
virtualidad del ser. objetarse que la noción de sujeto no esté producida en el escrito de.
Por otra parte, no sólo babia de la locura de Aimée en este texto 1946, tampoco allí puede considerarse que el término "hombre" Jo
sino también, y simultáneamente, de su psicosis: "De este modo designe anticipadamente. De modo general, cuando Lacan emplee
hemos procurado delinear la psicosis en sus relaciones con la el término "hombre" no será casual sino calculado: lo utiliza siem-
totalidad de Jos antecedentes biográficos" (ibídem, 160). Vale de- pre que desea referirse al origen, con lo cual el concepto "sujeto'·
cir que psicosis y locura clínicamente coinciden en Aimée en un no coincide.
ANCLA 107

¡, Esta esencia humana tiene para Lacan un comienzo aún más pre- b. Pasión del imaginario humano
,¡ ciso que la articulación propuesta por Hegel. En el mismo escri,
to sostiene que la fundación por René Descartes del pensamiento Inmediatez
IS
moderno no excluía el fenómeno de la locura. 10 En efecto, con
a
Descartes, en los célebres primeros párrafos de las Meditaciones Acerca de la causalidad psíquica se compone de tres partes, la
a
Metafísicas, se concretó en el siglo XVII la idea de que la locura primera condensa la crítica a la teoría organicista de la locura y
podría ser interna del pensamiento misrnon En conclusión, la lo- al órgano-dinamismo de Ey; la segunda -corno se ha mostrado en
cura para Lacan es un fenómeno inherente al ser humano, propio los párrafos precedentes- trata la relectura del caso Aimée a la vez
del imaginario humano en tanto consiste en un fenómeno yoico. que desarrolla el concepto de folie gracias al sustento hegeliano;
La inspiración hegeliana le permite presentarla fenornénicarnente y la tercera parte -que abordaremos ahora- apunta a desplegar su
y no sólo como una actitud teórica concebible en alguna filosofía: teoría de lo imaginario, en donde su doctrina de la locura encuen-
la "ley del corazón" correlativa de la acusación al Otro del "alma tra articulación con conceptos psicoanalíticos. particularmente
bella" y el "delirio de infatuación". relativos al estadio del espejo. De allí su título: "Los efectos psí,
quicos del modo imaginario".
10. Cf. Lacan (1946), pp. 161. En efecto, la relación de la locura con el ideal del yo deviene fun,
11. "¿Con qué razón se puede negar que estas manos y este cuerpo sean <lamenta! para comprender su articulación con la clínica psicoana-
míos? A no ser que me asemeje a no sé qué locos cuyos cerebros ofusca lítica. La locura, entonces, "incumbe a una ele las relaciones más
un pertinaz vapor de tal manera atrabilíario que aseveran en todo mo- norrnales de la personalidad humana ~·~sus ideales-" (Lacan 1946,
mento que son reyes, siendo en realidad pobres, o que están vestidos 161). De lo que da un célebre ejemplo: si un hombre que se cree
de púrpura, estando desnudos, o que tienen una jarra en vez de cabeza, rey está loco, igualmente loco está el rey que se cree rey. Esto tiene
o que son unas calabazas o que están creados de vidrio; pero ésos son su basamento en el aforismo de Lichtenberg que emplearnos corno
dementes, y yo mismo parecería igualmente más loco que ellos si me epígrafe en este trabajo, que Lacan cita a pié dP. página en Función
aplicase sus ejemplos" (Descartes 1641, 48). y campo de Ja palabra y el lenguaje ... , y al que remitimos una vez
más (Lacan 1953, 269 n.37], en el que se aprecia la estructura mis- de este texto. De allí que haya destacado que se trata de un esctl
ma del yo tal como ha sido aislada en el estadio del espejo. "antecedente" de su enseñanza propiamente psicoanalítica. p 8 sus f
A continuación, Lacan afirma: "El momento de virar lo da aquí esta propuesta de lectura es orientada por el mismo Lacan, quí en se
la mediación o la inmediatez de la identificación y, para decirlo en el Seminario 10, preparando su nueva forma de pensar el rio ;·
de una vez, la infatuación del sujeto" (Lacan 1946, 161). Es decir qnema óptico -en su tercera clase-, a la vez que cuestiona en tr
que la locura dependerá de un rasgo de la identificación: de la me- idea difnndida respecto de que su obra evolucionaría de un rnec
diación o inmediatez de las identificaciones ideales. Se advierte po centrado en lo imaginario a un segundo tiempo centrado eu
entonces claramente por qué puede considerarse la locura como significante, recomienda la lectura del escrito de 1946 y dLLrrrta:;;~ Cor
inherente al hombre genéricamente: porque concierne a la identi- que "lo que verán allí les demostrará que no es de ahora que sin
ficación, constitutiva de la subjetividad en psicoanálisis. zo íntimamente el interjuego de los dos registros" (Lacan 1962-63, Est
Nótese que Lacan presenta la posibilidad de la locura a partir de 40). Y agrega, luego de quejarse de que no se lo comprendió m•-- rer
una alternativa entre la "inmediatez" de los ideales, de la identifi- las orejas no estaban preparadas para oír lo que tenía para lol
cación del sujeto con los ideales, inmediata, o de la "mediación" allí: "ya entonces existía la trama en la que se inscribe [la relación la
entre sujeto e ideal. Esa mediación introduce aquí, tempranamente entre los registros imaginario y simbólico]" (ibídem, 41). Lo cual 1.~

en su obra, la concepción de un lugar tercero entre dos. Ese es el lo conduce a releer el estadio del espejo acentuando el sostén de sé
sentido de la práctica de la mediación, hoy instalada en la inter- lo simbólico como fnndamental para la constitución de la identi- la
sección entre Derecho y Psicología: la mediación entre las partes ficaciór1 especular. 'P
en litigio. Lo mediato es aquello que en tiempo, lugar o grado está Tomando este comentario como nna indicación de lectura "sin- n
próximo a una cosa, mediando otra entre las dos, como el nieto crónica" y no evolutiva, recurrimos a la noción de Otro forjada \¡
respecto del abuelo. por Lacan una vez propuestos los tres registros pues permite e
Estas reflexiones abren la posibilidad de releer la alternativa "me- distinguir -entre tantas otras cosas- las dimensiones simbólica
diación-inmediatez" recurriendo a nociones posteriores de la en- e imaginaria del ideal del yo, no explícitamente señaladas en el
señanza de Lacan, que me parece guardan relación con la lógica escrito de 1946. Podemos leer entonces en el lugar de la media-
ANCLA10fl

. . la función del Otro [función independiente de cualquiera de ciendo observar que el 'ce suis-íe' [esto soy] de tiempos de Villon
c1on
no carnaduras posibles). Hay múltiples ejemplos de ello en la se ha invertido en el 'c'est moi' [soy yo; literalmente, esto es yo]
sus en
en enseñanza de Lacan; por indicar tan siquiera uno: en el Semina· del francés moderno" (Lacan 1953, 270).
;s. . tenemos la función paterna en el lugar del Otro mediando Para concluir este punto, veamos cómo Jo enfatiza Lacan en el Se-
no 5
ta en tre los términos
. deseo materno y niño. Ese lugar tercero que minario 2: "En el transcurso de un análisis puede haber algo que
n- media entre sujeto e Ideal, función de "mediación", será función se forma como un objeto. Pero este objeto, lejos de ser aquello de
a! del Otro. que se trata, no es más que una forma fundamentalmente alienada.
1a Consecuentemente, habrá locura si entre sujeto hablante e Ideal Es el yo imaginario quien le da su centro y su grupo, y es per-
I· simbólico no opera el Otro en su función de mediación. fectamente identificable a una forma de alienación, pariente de la
1, Estas articulaciones nos permiten releer el desconocimiento inhe- paranoia. Que el sujeto acabe por creer en el yo es, como tal, una
rente a la locura con esta referencia. Cuando Lacan indica que el locura" (Lacan 1954-55, 370) (El destacado me pertenece).
' loco "lo que experimenta como ley de su corazón no es más que
Ja imagen invertida, tanto como virtual, de ese mismo ser" (Lacan
l946, 162), vemos en esa imagen invertida que se desconoce, no Libertad
sólo una referencia al espejo sino también al desconocimiento de
Ja función de la palabra en tanto el emisor recibe del Otro su pro- Esta fórmula general de la locura es presentada por Lacan como
oio mensaje en forma invertida. Ambas vertientes del desconoci- una "estasis del ser" (Lacan 1946, 162), por oposición al "desarro-
' .
miento sostienen la creencia en lo que es. Esta propuesta se asien- llo dialéctico del ser humano" (ibídem). Esa estasis del ser es la ele
ta en la relectura del texto de 1946 a partir de Función y campo ... , "una identificación ideal que caracteriza a ese punto con un desti-
donde Lacan explicita que el yo moderno toma su forma en el no particular" (ibídem, 163). Es decir que en la locura la relación a
callejón sin salida dialéctico del "alma bella" que desconoce la la identificación ideal es un punto de estasis, de fijación, de deten-
razón de su ser en el desorden que denuncia en el mundo, dando ción de la dialéctica del ser, en una identificación sin mediación,
su formulación ejemplar con el uso del discurso corriente "ha- identificación plena a partir de la cual el sujeto se cree ser lo que
es: "esto es yo": "c'est moi", por fuera de la dialéctica que nece· sino respuesta a una grieta abierta en la esencia del ser hablanto:
sariamente introduce el lugar del Otro, En resumen, se trata de la división del sujeto. Podemos decir entonces, la locura es un m locura
vsrdad
ausencia de mediación de lo simbólico del Ideal del yo, dejando del sujeto de no querer saber nada de la falta, de la barradura
solo el lugar para la captura en lo imaginario del yo ideal. división, por la vía de la identificación. nisno <
e::;crito
Pero esa identificación "cuyo carácter sin mediación e 'infatuado' he Pero esto para Lacan es un engaño pues no es un punto de libe,
eropeñ
deseado ahora mismo hacer sentir, se demuestra como la relación sino de esclavitud: "Lo que ocurre es que el juego de mi títern dí
Estn ce
del ser con lo mejor que este tiene, ya que el ideal representa en él su mejor a cada cual el riesgo que lo tienta cada vez que se trata
de la l
libertad" (ibídem). Es decir que la realización plena de la identifica· libertad" (ibídem, 166). Se advierte lo sarcástico de Lacan al re
yo
ción del sujeto con el ideal sin la mediación del Otro, le da al ser la rrir a una figura de títere para representar al hombre libre, fig
de la (
ilusión de la libertad: ser lo que es sin el Otro. Identificación al Ideal satírica, hasta "bufonezca" podríamos decir, en la medida en
Sl
sin referencia al Otro, libre de las ataduras del Otro que, dialéctica· es absolutamente dependiente de quien mueva los hilos que lo
patog1
mente, hacen del sujeto un sujeto dividido. Se destaca al margen el tan, aunque lo desconozca: Chirolita no sabía que Chasman le d
léctic•
carácter de infatuación que Lacan subraya entrecomillado, pues nos movimiento y el aspecto más cómico de la escena era la ilusión
recuerda lo revelado en la etimología de folie en la lengua francesa y autonomía de la marioneta.
su relación con el ténnino fat (fatuo). Es pensable que Lacan con ocie· Locura y libertad se articulan entonces de un modo muy preci
1\·
ra esta vinculación por las que hace de la locura un concepto que ex· "Lejos de ser 'un insulto' para la libertad, es su más fiel com
presa la infatuación imaginaria, la inflación de ía imagen especular. fiera; sigue como una sombra su movimiento. Y al ser del hom
Se trc:
Retomando la noción de sujeto dividido introducida dos párra· no sólo no se lo puede comprender sin la locura, sino que ni a
se co1
fos atrás -también desarrollada posteriormente en la enseñanza de sería el ser del hombre si no llevara en sí la locura como límite
d
Lacan-, podemos articularla con la locura: "Lejos, pues, de ser la su libertad" (ibídem). Así Lacan establece una relación indisolub'
trnc:t
locura el hecho contingente de las fragilidades de su organismo, es aunque paradójica entre locura y libertad. Lejos de ser un insul
del s
la permanente virtualidad de una grieta abierta en su esencia" (ibí- la locura es inherente a la libertad, dicho de otro modo: sóio
dem, 162). No se trata entonces de fragilidad, no es una debilidad posible considerarse libre siendo loco, es decir títere del Ideal.
de lB
ANCLA111

locura es creerse líbre, vale decir: sin relación al Otro, cuando en sordece la tierra con su sonido y su furia" [Lacan 1949, 92), Entonces,
verdad se está amarrado al Ideal, que es -como el materna laca- la psicosis no es la libertad, respecto de condicionamientos sociales
- no destaca- un elemento del Otro: I(A), De allí que Lacan haya represores_ La libertad es la locura, y la psicosis es distorsión [la que
niB• · ·
rito en Ja pared de la sala de guardia del hospital en que se des- Lacan formaliza en el esquema l respecto del esquema R en De una
es C
empeñaba como psiquiatra: "No se vuelve loco el que quiere"_ cuestión preliminar a todo tratamiento posible de Ja psicosis)-
Esta concepción de la locura corresponde entonces a la dimensión La prueba de que la locura atraviesa las estructuras cllnicas la da
de ia de la locura humana que se deduce de la constitución imaginaria Lacan, cuando -también tempranamente- en lnte1ve11ción sobre lo
t€0J· del yo y, en ese sentido hemos sostenido que desborda los límites transferencia trabaja su articulación con la neurosis, en la singula-
:gula de la distinción psicosis-neurosis-perversión, o que no es apresada ridad del caso Dora_ La primera inversión dialéctica, postula allí,
f¿U€ por su lógica de construcción_ Es pasión del imaginario humano, "no tiene nada que envidiar al análisis hegeliano de la reivindica-
1agí, patognomónica de la lucha por reconocimiento, inserta en la dia- ción del 'alma bella', la que se rebela contra. el mundo en nornbre
1
léctica del narcisismo_ de la ley del corazón: 'mira, le dice, cuál es tu propia parte en 8 '
desorden del que te quejas"' (Lacan 1951a, 208), Está loca l)ora
también entonces, en el punto en que no reconoce su implicación
Análisis <> locura y complicidad en los amoríos de su padre con la Srn, K-
pa- Aún más: sobre el final del escrito Lacan despliega una concepción
se trata entonces de una posición "loca", Alguien puede posicionar- de la dirección de la cura en términos del progreso del sujeto corre-
mn se como !<loco", como respuesta posih1e ante el encuentro con la pro- lativo de ceder en su locura, en la medida en que vaya localizar1do
de pia división, Y en tanto tal, puede acontecer en cualquiera de las es- su singularidad en relación con el Otro, y la posición del analista
)le tructuras clínicas, aunque, por su historia común en cuanto términos que le corresponde es la "neutralidad analítica lquel toma su sen-
to, del saber psiquiátrico pero también del popular, debe distinguirse tido auténtico de la posición del puro dialéctico" (ibídem, z15l-
es particularmente de la psicosis: "la fórmula más general de la locura, vale decir no proponiéndose en el lugar del tdeal que reforzaríB
La de Ja que yace entre los muros de los manicomios como de la que en- el efecto identificatorio que se halla en el origen de la locura síri 0
la posición del analista como puro dialéctico, el que localiza la participación en su "destino", y 3) el "delirio de infatuación'·
singularidad que se constituye en relación con el Otro y, dialécti· to ele la identificación del yo con el ideal sin mediación simbé
camente, lo que del Otro es constituido a partir de la singularidad. Ahora bien, esta doctrina de la locura es objeto de coment
Debemos reparar en la advertencia que Lacan deja entrever allí: años después, más precisamente en los años '70, cuando
que el análisis pueda provocar la locura, enloquecer a los analizan· introduce en su enseñanza algunas nociones ele la teoría de nu
tes, lo cual lo lleva a afirmar: "Que el sujeto acabe por creer en el En esos años, se sirve de ese recurso para revisar, entre otras
yo es, como tal, una locura. Gracias a Dios, el análisis lo consigue concepción ele la estructura. Ya no es la que había definido e
muy rara vez, pero tenemos mil pruebas de que se lo impulsa en década del '50, la del significante-estructura de la cual el leng
esa dirección" (Lacan 1954·55, 370). Orientar la cura promoviendo es su forma epónima-; sino que a partir de 1970 la estructur.
efectos identificatorios esquivando el pasaje por el Otro es: "au· anudamiento de los registros real, simbólico e imaginario. Se
lentificar así todo lo que es del orden de lo imaginario en el sujeto podría objetar que los tres registros son coetáneos en su ense·
[que] es hablando estrictamente hacer del análisis la antecámara za con la concepción de la estructura lingüística. Sin embargo,
de la locura" (Lacan 1955·56, 29). articulación no es idéntica. En mi opinión, hay un cleslizamie
que podemos definir como el pasaje desde una estructura en la
se reconocían tres registros, a Jos tres registros como estructu
3. Locura y desencadenamiento Consecuentemente, será redefinido el sujeto como anudamie
F.S!. En el Seminario 21 nos da una definición de sujeto en es
La fenomenología de la locura que Lacan construye en sus primeros sentido: "con relación a esos tres ustedes están arrinconados: 8
trabajos, ligada a la hinchazón de lo imaginario, como ya se ha se- tanto sujetos, ustedes no son más que los pacientes de esa triplid
ñalado, se asienta en tres figuras hegelianas: 1) la "ley del corazón", dad" (Lacan 1973-74, inédito).
a partir de la que el ser no reconoce su participación en el desorden Con estas novedades, sorprende que una de los primeros text
del mundo que vive, correlativa de la segunda figura; 2) la acusa· que propone releer sea el de la causalidad psíquica. La sorpre:
ción al Otro del "alma bella", vale decir el desconocimiento de su resulta de enco11trar otra vez a L.acan rescatando en un moment

~"!!<i;§;¡¡¡¡.)¡\)'¡11>«· ·:i=r·
ANCLA113

señanza psicoanalítica un trabajo que se encuentra en el esos redondeles de hilo, ustedes deben volverse locos. Y es en esto
de su en
o opuesto; lo que he denominado al comienzo de este traba- [... ]que el buen caso, el caso que he llamado 'libertad',[ ... ] consiste
extrem
. su lectura sincrónica. en saber que si hay algo normal es que, cuando una de las dimensio-
0
~ues bien, en la tercera clase del mismo Seminario, comentando el nes les revienta, por una razón cualquiera, ustedes deben volverse
¡¡·
iento borromeo (cadena de tres eslabones que se anudan tan verdaderamente locos" (ibídem). Esta extensa cita orienta una relec-
anu dam
1.·
~.
sólo a partir del tercero, de suerte que este anuda a los otros dos que tura del concepto de locura con el soporte nodal y constituye una
están desanudados) 12 recuerda: "Hay en alguna parte un artículo manera novedosa de actualizarlo, quedando demostrado que Lacan
que reza; 'De la causalidad psíquica', un lugar alrededor del cual no lo considera "superado" sino vigente - aunque remozadr1.
algunas personas se han batido, un lugar donde yo anudo la libertad Así, la locura es la liberación de los eslabones que componen la ca-
v la locura, donde digo que una no se concibe sin la otra lo que, des- dena. El desencadenamiento enloquece: "cuando a ustedes les fal-
de luego, perturba porque igualmente ellos piensan de inmediato ta uno de esos redondeles de hilo, ustedes deben volverse locos ...
que yo digo que la libertad es la locura [... ]; en esta ocasión deseo cuando una de las dimensiones les reviente, por una razón cual·
que observen que el interés de juntar así en el nudo borromiano, lo quiera, ustedes deben volverse verdaderamente locos" (ibídem).
simbólico y lo imaginario y lo real, es que [... ]debe resultar de ello Esta formalización es posible sobre la base de un encadenamiento
[... ]que basta cortar uno cualquiera de esos redondeles de hilo para borromeo. Es decir, la locura es el desencadenamiento de la cade-
que los otros dos queden libres uno del otro. En otras palabras, si na borromea, en la que se liberan todos los eslabones a partir de
el caso es bueno -déjenme implicar que éste es el resultado de la retirar uno cualquiera.
buena pedagogía, a saber, que uno no ha fallado su anudamiento Lacan ensaya allí mismo otra formalización, la de la estructura
primitivo-, si el caso es bueno, cuando a ustedes les falta uno de neurótica, presentada bajo la forma de la cadena olímpica: "Su-
pongan el caso del otro nudo, que antes llamé olímpico; si uno de
12. Remitimos a las presentaciones de las cadenas que se encuentran vuestros redondeles de hilo les ... revienta, por así decir, debido a
en el trabajo de F. Schejtrnan "Síntoma y sinthome" en este mismo algo que no les concierne, ustedes no se volverán locos por ello.
volumen. Y esto porque, lo sepan o no, los otros dos nudos se sostienen
ib'

juntos, y eso quiere decir que ustedes están neuróticos" (ibídem). Como puede apreciarse, estas escasas referencias no alcanzan
r:-::
El encadenamiento olímpico, por el que los eslabones siguen anu- que para forn111lar las conjetu.ras a las que hemos arribado. Este tra-<
dados aunque se les retire un eslabón, es posible porque cada esla- mo de la enseñanza de Lacan asume un carácter tan exploratorio,
bón de la cadena pasa por el agujero de los otros eslabones que la incluso experimental, que, por momentos, se hace difícil oríentar~t­
componen. Por lo tanto, cuando el encadenamiento es olímpico, el se. Para hacerlo lo más ajustadamente posible a su lógica, podemos.
retiro de un eslabón no enloquece. En ese sentido, concluye: "los servirnos también aquí de otras referencias que anteceden estos,
neuróticos son irreventables [... ];mis neuróticos, aquellos a quie- desarrollos pero que, en mi opinión, constituyen interesantísin1as
nes aún no había curado. Eran absolutamente sublimes. Nada los anticipaciones que no deben soslayarse.
afectaba. Así les faltara lo real, lo imaginario o lo simbólico, ellos Locura, libertad y psicosis hallan un sugestivo punto de encuentro,
aguantaban" (ibídem). Pues, podemos deducir, los otros registros unos años antes en el discurso que Lacan ofrece a los psiquiatras: j
se mantenían encadenados. "El loco es el hombre libre" (Lacan 1967, inédito). Como puede
Es lo que sucede -según Lacan- en caso de )uanito, dado que su fo- percibirse, el problema de reconocer a qué llama Lacan "loco" 0
bia está "en ese nudo triple cuyos tres redondeles se sostienen jun- "locura" se presenta cada vez. En esta oportunidad locura y li-
tos. Es en esto que es neurótico puesto que, así corten ustedes uno, bertad vuelven a anudarse. Pero debemos leer allí que locura es
los otros dos se sostienen siempre" (ibídem), vale decir que los esla- sinónimo de psicosis. En efecto, en esta conferencia Lacan recurre
bones no están encadenados borromeanamente sino olímpicamente. a distinguir neurosis y psicosis a partir de sus posiciones contra-
En consecuencia, el ne11rótico no enloquece. Por tanto, para hablar puestas respecto de la relación del sujeto con el objeto a. Les en~
de locura en una neurosis no alcanza con cortar un eslabón, pues los seña a los psiquiatras que el psicótico está libre de la demanda
neuróticos aguantan el golpe de su desencadenamiento, salvo que del Otro a la que "el normal", el neurótico -en este caso-, se ve
reviente un segundo eslabón. Entonces habrá enloquecimiento, a compelido. Es el principio de la transferencia: corno el neurótico
partir del desencadenamiento de dos eslabones de la cadena olímpi- ha perdido el objeto, tiende a suponer que lo hallará en el campo
ca y no de uno, que alcanza para desencadenar la cadena borromea del Otro y por ello va a demandárselo. Como en la psicosis se trata
(que aún no hemos definido a qué es aplicada por Lacan). de otra relación del sujeto con el a, pues el loco tiene el objeto "en
t-, NC.: !._/i 11 5:

n hlés su bolsillo" (ibidemí"\ él es libre, libre de la demanda, líbre del Otro, a quien no tiene nuda que pedirle. /\ql1f ree11contrarnos Ja
te tra. "perpendicularidad" de la loc11ra y la psicosís. El psicótico está
torio. 13, La cita con1pleta es:" de1nondo de o nünúscufa. Lo pongo así porque loco en este punto: no pasa por el Otro -·locura defiI1ida en_ nuestra
:ntar. tengo nüs razones para eso, porque c~s den1asiado sirnple. Pero, para relectura del escrito de 1946-· en s:1 relación con el
9tnos esta noche, eso puede bastar. Lo que hace el lazo del deseo en tanto
9stos que es función del sujeto, del sujeto misn10 designado con10 efeclo del
imas significante . es esto, es que el o es siempre demandado al Otro. Ésa es 4. Locura<> psicosis: 1'ercer argumento
la verdadera naturaleza del lazo que existe para ese ser que llan1arnos
ntro normado. Bueno, entonces, para explícarles las cusas sirnplemente, hay Con este antecedente, conjugacio con la novedad introch1r:irlR en
:ras: hombres libres, y con10 lo he dícho desde sien1pre, pues lo he escrito el Se1ninario 21, puede releerse la relación entre psicosis y locura
ede en el Congreso de Bonneval, nn1cho antes que los diecisiete años de los desde la perspectiva de la for1nalizacíón nodai.
1" o q_ue se trata, - ustedes incluso no pueden imaginarse hasta qué punto L.a primera referencia ofrecida por Lncan se encuen_tra. en el Se1ni-
li- soy viejo - los ho1nbres libres, los verdaderos. son precisa1nente los lo- nario 20, donde refiriéndose- a las frases interrurr1pidas en Schreber,
es cos. No hay dernanda del a 1ninúscula, su a rninúscula él lo tiene, es lo propone entender ese fenómer10 co1T10 desencadenamiento de los
rre que él lla1na sus voces, por ejen1plo. Y eso por lo cual en su presencia eslabones de la cadena que ya no hacen Uno: "Se percibe ahí la exi·
ra- ustedes están angustiados, y con razón, es porque el Joco es· el ho111bre gencia de una frase, sea cual fuere, que sea tal qmi uno de sus eslabo,,
n- Jib;e. Él no se sostiene en el lu.gor del CJtro. del gran Otro, por el objeto nes, al faltar, líbere a todos los demás, o sea, les retire el Uno" (Lacan
:la a, el a él lo tiene a su disposición. El loco es verdaderarnente el ser libre. 1972-73, 154). Esto ha sugerido leer la psicoc;is corno desencadena-
1e El loco. en este sentido, es de una cierta manera ese ser de irrealidad, 1niento de la cader1a. Veamos sucíntarnentc~ su argurnentación.
:o esa cosa absurda, absurda ... por otra parte rnagníftca, corno todo lo que
o es absurdo. Al buen Dios de los filósofos se lo ha llamado causo sui, particular que es lo que debería, en nosotros, constituir el progreso -
a causa de sí, él digan1os que tiene su causa en el bolsillo, es por eso que progreso capital - que podría resultar del hecho de que algún psicoana_ .
es un loco; es por eso que ustedes tienen ante él un sentinüento muy lizado se ocupe un día verdaderarr1ente del loco" (inédito).
Lacan comienza indicando que el redondel de cuerda le interesa En mi opinión, sostener esta equivalencia es erróneo. Error que se
pues es "la representación más eminente del Uno, en cuanto no en- <lamenta en el uso coloquial de los términos psicosis y locura y n1
cierra más que un agujero" [ibídem, 153), Y agrega: "¿Quieren un la distinción conceptual que aquí pretendemos demostrar Lacan
ejemplo que les muestre de qué puede servir esta hilera de nudos mueve desde muy temprano en su enseñanza y nunca abandona. s
p!egados que vuelven a ser independientes con sólo cortar uno? No entiende que la locura no es la psicosis, que no se trata de sinóni.m1
es muy difícil encontrarlo, y no por nada, en la psicosis" [ibídem, entonces estas dos referencias iluminan su distancia con otra luz.
154). Trae entonces esas frases interrumpidas que "dejan en suspen- En efecto, la concepción que se despliega en el pasaje del Semi
so no sé qué sustancia" [ibídem), sustancia que en De una cuestión ria 20 al Seminario 21 permite apreciar que puede haber locura
preliminar... se explica como la suspensión del "complemento de la psicosis. Los fenómenos que siguen al desencadenamiento d
sentido" de la prótasis que se cierra en el "suplemento significativo" psicosis pueden ser leídos como enloquecimientos en estructu
de la apódosis con que Lacan las elucida como fenómenos de men- psicóticas que pierden su estabilización (vale decir que no se pu
saje (Lacan 1957, 521). La sustracción de un eslabón desencadena la identificar per se la psicosis con el desencadenamiento). Las fra,
cadena en su totalidad. Esta primera lectura borromea de la psicosis interrumpidas de Schreber son paradigmáticas al respecto. Pero n.
la define por el desencadenamiento de los eslabones de la cadena. 14 todo es locura en él. Por ejemplo, el delirio restitutivo lo conduce
Resulta sencillo ver en ello una reelaboración del concepto de desen- la metáfora delirante que estabiliza la estructura, es decir un reenca-.
cadenamiento de la psicosis de los primeros años de su enseñanza. denamiento de aquello que se había desencadenado.
"AJiora bien, rápida...'Tiente podríruuos hacer equivaler esta conclusión
extraída del Seminario 20 y la definición de la locura como desenca-
denamiento del Seminario 21 que comentamos en el apartado anterior. 5. Locura normal

14. Tesis expresamente formulada por R. Mazzuca, F. Schejtman y M. Hasta tal punto la locura que La can define en 1946 como esencial al
Zlotnik en Las dos clínicas de Lacan .Cap. IV: "Un orden de hierro". hombre, inherente al hablanteser se mantiene, que en el Seminado
Véase el apartado "La psicosis como desanudan1iento'', pp. 118-120. 21 es lo que define la normalidad.

=~"'"""'·'"''""
ANCLA 11 7

ge~ome mas un párrafo ya citado pero que conviene ahora destacar de tal manera que cuando uno de los tres redondeles revienta, eso
' . i~ente: "el caso que he llamado 'libertad', es en esto que el no puede sino volver loco". 16 ¿Otra locura de Lacan? Obsérvese lo
espec:au••
. caso consiste en saber que si hay algo normal es que, cuan- problemático de la referencia: parece decir precisamente lo contra-
[}uen
e las dimensiones les revienta, por una razón cualquiera, rio que en la cita anterior --es decir la locura normal como desen-
do una d
ªS deben volverse verdaderamente locos" (Lacan 1973-74, cadenamiento. Salvo que leamos que lo anormal es que un registro
usted"
. 'd'to) Es decir, lo normal es los tres registros sueltos, sin anu- reviente, lo que vuelve loco, y lo normal es que los tres estén suel-
1ne 1 .
, e, la locura. Nuevamente la locura es inherente al ser, pero
uars tos. Más que nunca en estos momentos Lacan logra lo anunciado
ahora se trata -es mi opinión- de la no-relación, lo normal es la en 1966: que el lector ha de poner su parte ...
no·relación entre los registros para el ser enfermo por hablar. El
encadenamiento que cada sujeto pueda darse, sea neurótico o psi-
cótico, ya es segundo respecto del desencadenamiento primordial. 6. Siete conclusiones provisorias
La normalidad consiste en una subjetividad definida como liber- encadenadas a sus problemas
no tad de los tres registros mientras que la patología se define como su
~a encadenamiento por algún elemento cuarto que les provea alguna Nuestras conclusiones han de ser provisorias pues estas referen-
;a. relación o, en su otra versión, que los tres registros se relacionen cias introducen una serie de problemas que conviene delimitar
por la vía del nudo olímpico o de la continuidad tal como Lacan con la mayor precisión posible aunque aún no se afirmen con la
propone para la paranoia en eí Seminario 23. 1 ª misrrla convicción sus soluciones más que como lo plantearemos
Ahora bien, Lacan nos reserva otra sorpresa extraída de su saco de a continuación:
malicias (Lacan 1967, inédito). Tres párrafos después, agrega: "he
definido lo anormal [subrayemos] en el sentido de que está hecho 16. No deje de tenerse en cuenta que la versión del Seminario 21 de
qJ Lacan aún no está establecida y que esta variación podría deberse a un
[o 15. Nuevamente remitimos a lo desarrollado por F. Schejtrnan en este error de la transcripción. Sin embargo, otras versiones estenografiadas
volumen en "Síntoma y sinthome". consultadas coinciden en un todo en esta referencia.
1) Hay una locura, la de 1946, Pero ¿será la locura del Seminario tento de solución; en los años '70 la locura ha sido redefinida
21 la misma de aquel temprano escrito? El recorrido realizado pa· desencadenamiento de los tres registros, sin "respuesta", sin" n
rece indicar que no corresponde concluir su estricta equivalencia ción", representando entonces sólo el aspecto "problema". De q
pero tampoco su total divergencia, pues la concepción de la locura modos conviene destacar que este aspecto difiere en ambas ca e
como desencadenamiento coincide en un punto importante con la ciones. La locura de los antecedentes implica el desencadenam· r
de la locura de sus antecedentes. Si la locura es la libertad, de los del Otro en tanto tercero en su función de mediación, podríam f
r
tres registros, podría leerse así el no pasaje por el Otro destacada cir: función inherente al registro de lo simbólico; mientras que el
en la concepción del '46, el desamarre del Otro; podría decirse encadenamiento de los años '70 supone el quiebre, la ruptura
ahora: el no anudarse al Otro o el soltarse del registro simbólico. consistencia del nudo en sí misma, el desencadenamiento de lo
Como hemos señalado, la locura vinculada a las inconsistencias registros, es decir que compete al registro de lo real en tanto el e
del Otro, ese punto en el que el sujeto no tiene respuesta de nin· denamiento -la propiedad borromeica u olímpica- es de lo real.
gún orden ante ellas, como podríamos considerar las "respuestas"
neuróticas, psicóticas y perversas, que -cada una a su modo- hace 3) Otra dificultad que se presenta es que las escasas referen,
consistir al Otro. Pero la locura de sus antecedentes incluye un que Lacan provee de la locura en términos de desencadenami
aspecto que podemos considerar "respuesta" al "problema" de la
insoportable inconsistencia del Otro: como hemos señalado opor· 17. En la clase del 10 de diciembre de 1974 de su seminario 22, L 1

tunamente, respuesta con la identificación apasionada al ideal. Lo se pregunta a qué registro pertenece el nudo borromeo. Podernos
! cual permite explicar la locura como una posición respecto del cir que pertenece a los tres según el aspecto que se resalte. En efe;
~- Otro: obturar la falta en el Otro con un elemento imaginario como la propiedad de anudamiento es real, lo cuál no se confunde con
11
i'i lo es la identificación. dimensión simbólica, referida a. .la cantidad de elementos neces
[:
12 para hacer posible ese anudamiento (se necesitan un mínimo de
¡
1¡, 2) Si la locura de 1946 representa el "problema" y la "solución", el eslabones) ni con su dimensión imaginaria, es decir la consistenciá
t desencadenamiento y la identificación apasionada al ideal como in· los elementos que se anudan, los que constituyen su soporte
¡
¡:,
ANCL,', 11 9

son equivalentes. En mi opinión, introducen dos concepciones 4) Estas dos definiciones de locura, que propongo Hamar "locura-fe-
00
ben ser puestas en tensión. Por una parte, la locura del des· nómeno" y "locura-estructura", tienen tainbién un aspecto temporal
que de
encadenamiento corno fenómeno: efecto del desencadenamiento, que las diferencia. La locura "normal" se define sincrónicamente: los
ruptura de la estabilización por el "reventón" de un registro. Pero, registros "están" desanudados (temporalidad de la estructura): mien-
or otra parte, Ja locura "normal": los registros sueltos, desancade- tras que la locura-fenómeno se define diacrónicamente: los registros
~ados, para el hablante la no-relación entre los registros. A partir "son" desanudados (temporalidad de los efectos de la estructura).19
de lo cual. para cada sujeto se trata de hallar su encadenamiento,
singular. Psicosis, neurosis y perversión entonces son estructuras 5) Estas temporalidades diversas no suponen su oposición sino su
cuyos "tipos de nudos'"ª son encadenamientos de este desenca· articulación: en sentido lato, podríamos decir que la locura produc-
denarniento iuaugural que define como locura. En este sentido, la to del desencadenamiento, locura-fenómeno, la locura-diacrónica,
distinción psicosis-locura asume su faz más productiva y esclarece~ es un reencuentro con lo más real de la estructura: la locura normal,
dora. La psicosis no se especifica por tener basamento constitucio- la locura-estructura, la locura-sincró11ica.
nal en núcleos psicóticos de Jos que el sujeto habrá de defenderse
todo lo que sus recursos le permitan para ser "lo menos psicótico 19. La articulación sincronía-diacronía es destacada en la obra de Lacan en
posible", planteo propio de formulaciones de algunas escuelas de muchas de sus elaboraciones, para citar un ejemplo puede tomarse su trabajo
psicoanálisis posfreudiano. Más bien, la psicosis se define como un sobre el Edipo, donde la metáfora paterna se define sincrónicamente y los tres
tipo de encadenamiento particular, sobre la base de la locura normal tiempos son el despliegue de sus efectos en la diacronía. Cf El Seminario.
-el desencadenamiento-, la de todo hablante, donde no se distingue Lib1v 5. La distinción locura-sincrónica í locura-diacrónica puede asimilarse
ÍÍI! neurosis de psicosis ni de perversión, tipo que aún deja margen para a los usos que Lacan hace del concepto de prepsicosis (en sentido sincróni-
!él distinguir la singularidad del encadenamiento que cada sujeto psi· co: la psicosis no desencadenada; en sentido diacrónico: el primer tiempo
~ cótico pueda alcanzar. del desencadenamiento de la psicosis). Cf El Seminario. libro 3. Al respecto
1lo puede consultarse el trabajo de Roberto Mazzuca que lo ha enfatizado ''Sobre
18. Lacan, J. (1973): Autoco1nentario, pp. 18. la prepsicosis" en Las psicosis. fenómeno y estructura, pp. 157-184.
6) Por tanto, si hay una locura normal ¿hay una locura patológica? introd11ce el aspecto encade11amiento, "respuesta",
La locura normal es el desencadenamiento de los tres registros, ide11tificación imaginaria, vale decir la norrnalidad vinculada
locura normal inherente al hecho de hablar, Pero quizás sea ne- la constitución del yo por identificación con el semejante,
cesario precisar que esa normalidad es ya patológica en sí mis-
ma, El estatuto que adquiere la oposición "normal-patológico" en Por fin, cabe dejar indicado que la "elaboración" lacaniana de
la enseñanza de Lacan es relativo pues en ella se enfatiza que lo cura no se detiene en las referencias comentadas, En el
patológico es la estructura del lenguaje, En este sentido, el des- "El sinthome" Lacan propone el neologismo "folisophie", en"'"-'''
encadenamiento, sincrónica o diacrónicamente considerado, es el cando el significante "philosophie", filosoña, haciendo de él,
pathos que Lacan formaliza en términos de teoría de nudos en los versión homofónica en francés de "philo" (filo) en "folie"
Seminarios comentados, que admite la estrambótica traducción castellana "locurasofía".
extraer todas las consecuencias de esta propuesta -vinculadas
7) Correlativa y retroactivamente, ¿la normalidad de la locura del bíblico Libro de la Sabiduría que para Lacan funda la sabiduría
Seminario 21 es la misma normalidad de Acerca de la causalidad la falta-, en el contexto de este trabajo, podemos leer allí u.na lró•nici?:Ü
psíquica? Es claro que la idea de locura como normalidad se con- expresión que subvierte la inspiración filosófica que guió al
serva, pero la concepción que se deduce del uso que Lacan hace de 1946 en su definición hegeliana de la locura, De un extremo
con sus nudos da cuenta que se trata de otra concepción pues no se otro de su obra, el movimiento conduce de una locura filosófica
restringe a enfatizar el registro de lo simbólico -como observamos P.nfiitiz:::i l;:i idenJifir.ar.ión anasionada al ideal a una lor:u_r;:i fnli~óf;,,;..:'!;
----~---- -·- - . - - - .l - J J"-·«eg
---~

en el artículo de 1946 el acento puesto en el no pasaje por el Otro (" lornrasófica"), vale decir una locura que no esquiva la no-relación¡
en su función de mediación- sino que se puede ver con mayor cla- sino que sabe-hacer-con la locura del desencadenamiento origin,il.l
ridad que consiste en la no-relación entre los tres registros, Es ver- con la falta que es esa "grieta abierta en su esencia [la del ser]"
dad que ambas son consideradas inherentes al ser, hablante, pero si can 1946, 162), La "locurasofía" es la solución que Lacan encuentra'\
bien la locura que es normal en el Seminario 21 enfatiza el aspecto a la locura del desencadenamiento inherente al habíaateser, Nuevo
desencadenamiento de la locura, la locura que es normal en el '46 escollo para nuestro estudio que dejamos planteado.
ANCLA121

ay aún más: "entre locura y debilidad mental, no tenemos Bibliografía


Pero h
. Ja elección", soltado por Lacan el 11 de enero de 1977 en su
sino
Seminario 24. Por razones de espacio no proseguiremos por esta vía, BERCHERIE, P. (1981): "La constitución del concepto freudiano de psi-
·n expresar cuánto nos causan estas provocaciones para seguir cosis". En Revista Malentendido N'2, Marzo /1987, Bs.As., pp. 79-94.
no s1
investigando, para alcanzar una propuesta, que sea nuestra parte, Ja DESCARTES, R. (1641): Meditaciones metafísicas, Bs. As., Aguilar,
ue podamos poner, respecto de cuáles son las formas, variedades y 1975.
:!canees del concepto de locura en la clínica psicoanalítica, del que EY, H.; y otros (1965): Tratado de psiquiatría, Barcelona, Masson, 1978.
espero en estas páginas hayamos podido transmitir su valor. FERRATER MORA, J. (1941): Diccionario de Filosofía, México, Ed. At-
lante, 1944 (2da edición).
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nel 1985.
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del yo [je] tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica". En
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ANCLA. 123

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to. can". En la angustia y el deseo del Otro, Bs. As., Manantial, 2000, pp.
aidós. 119-142.
ta
[Este trabajo resulta del estudio preparatorio para la presentación del
poá,:;· · proyecto de investigación UBACyT P601: "Variaciones del concepto
de locura en la obra de J. Lacan. Su incidencia en el diagnóstico dife-
I te/ev¡ rencial neurosis-psicosis", dirigido por el autor, que ha resultado apro-
bado y financiado para el período 2008~2010]

3s. A$

'! l'une.

'OS, B~

Toduc.

En IX
l.

iza de
Anorexias y bulimias como síntomas actuales
LAS TRANSFORMACIONES DEL SÍNTOMA
EN ANOREXIAS Y BULIMIAS No cabe duda de que anorexias y bulimias se han transformado en
un sínto1na típico de la época, dada su extensión., corisiderada
Nieves Soria Dafunchio
démica en. varios países, entre ellos la Argentina.
Pero son tw11bién síntomas actuales en la medida en que cor1ü:ontan
al analista con un modo d.e goce que difícilmente se presenta conec-
tado, y aún conectable, con el inconsciente, generando distinta suerte
de impasses en la práctica, al punto que algur1os psicoanalistas llega-
ron a considerarlos por fuera del campo de abordaje psicoanalítico.
Por otra parte, es un hecho que los psicoanalistas, y cada vez más,
tratan anorexias y bulimias. Este trabajo tendrá entonces la finalidad
de intentar transmitir algunos resultados de esos trata.mientes, en
función de mi experiencia como practicante y supervisora, en algu·
nos casos, de equipos dedicados al tratamiento de estos trastornos.
Las anorexias se presentan como un rechazo más o menos radical del
objeto alimentario. Las bulimias suelen presentarse como impulsiones
generalmente ligadas al fracaso del ayuno, impulsiones en cuyo hori-
zonte más o menos irunediato encontramos la necesidad del vaciamien-
to, a diferencia de lo que ocurre con las impulsiones en la obesidad. Se
trata entonces, tanto en anorexias como en bulimias, de la dificultad
que presenta un ser hablante para incorporar el objeto alimentario.
Esta dificultad, a diferencia del asco o el vómito histéricos, que di-

;_ ,;,,:,,,,""'"·'';,,;_,;.;;;¿,_-;-,f;.:;;;;,,~;
'"""-"''""' '•''>"'"'"','''' '"' "'"•'."'9~"c,
......

viden al sujeto, se unifica con una decisión voluntaria del yo, no Anorexias y b11limias en. las estructuras clínicas
produciéndose entonces esa división subjetiva que caracterizaría al
síntoma que tradicionalmente ha sido objeto del abordaje psicoana- La práctica del psicoanálisis con anorexias y bulimia,
:s. ..._J
lítico, para diferenciarlo del síntoma actual. rificar que se trata de un campo plural. Cada anol'e:x: _k ""',{:-~.
Por otra parte, el psicoanálisis nos enseña que el rechazo de la in- limia, no tarda en manifestar su singularidad cua:nd 1-;o¡_, <::::::- 111
corporación del alimento está íntimamente ligado con dificulta- . . s·in en1b argo, a l a h ora ae
exper1enc1a. ' 111tentar
. tr<:Lr:i.sa '°''"' a.d.a
~_ . . ._,__ t:t--~

des que se presentan como fundamentales en el plano del amor, sultados terapéuticos, es posible realizar algunos ag_:t:D.1 t:¡:t- l e1
al punto que podríamos diagnosticar a anorexias y bulimias como partiendo de las dos grandes escrucc,!fas clinicas co:n_ 8 ~ ll.t;~1:). _05
patologías del amor. ¿Cómo olvidar, entonces, que Lacan señalaba ·
e l ps1coana 'l'is1s,
· que encl1entro ver111ca
·r· das como rea Je '- lcle- ., _ Q.tj le¡¡1·
precisamente el apartamiento de las cosas del amor como una carac- tica también con estos casos. Se \rata, entonces, de l s El:t:t 1,3_<l.s P
terística propia de la época que se abre con la entrada del discurso las psicosis. i'l.s l:te4 Ptá1
l'os.
ls
del capitalismo ? 1 1'anto e11 una estructura con10 en otra, rne parece Posib
Asimismo, es posible encontrar con frecuencia en las anorexias el lugar que ocupa la anorexia o bulimia en función d le lac .
41
y bulimias actuales una obsesión, acompañada generalmente de que m· t erv1enen
· en e11 a 1os tres registros:
· · ·
imagmatio e) h
""ªd. l;c.,, "'
' s. ()
deformaciones, en el nivel de la imagen especular. El hecho de que real. Para cada posibilidad, en la que es posible ubic- 'J:t:ib6]jc en
serie ~ casos, u.are
. ue _, - a1gun
" e1emp
. lo d e n11. prac
. t.·1ca. ii:r tad q o Y'
este tipo de síntomas no sea encontrable en los países en los que
no se ha instalado el discurso del capitalismo abre toda la cuestión . po d emos d'1st1ngu1r
Ene 1 campo d e 1as neurosis . . ento ll11"
-
de sus efectos de sujeción al campo de lo imaginario, particular- 'b'l'd d
s1 1 1 a es: llces t l'es
' Po.
mente en la medida en que la función de la palabra es degradada
en él al puro blablá. La anorexia o bulimia con10 il1hibición, en el campo
nación imaginaria. de la ¡¡ 01 .
l¡¡_
1. Lacan, )., "El saber del psicoanalista". clase del 21 de enero de 1975. Tal es el caso de Lucrecia, cu3 a anorexio se desenc
1

-Ode11 0-
inédito. adolescencia, momento en el que, a la vez que coin. e11
Jenzo SLJ
Q SQJ¡r

L
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()],' ," \'!·'e


s·n r:!J/C'L :-:ntru en '
n Jugo1 OC' rieslc:1To de su FJdu tuán
con jJU!- reci en Ju n_:;fr.rci(Jn c··on su rnnnrc:.
··r:}acionado con uL cnrfu·
d,. :I u -:Jón nr,iuiJ/,'·''
eJ oicnholiszno ele lo Su onorex:io resenio unu
En ese ino1riento se ·vueJve
Ve. . La OJH?usu lo invode con tcrf
que dice: "rne lo !uve que
)'¡¡. r::n este caso situa.:-- E! Ü·: <-;,::_JCltC>'..lf.-'. cc)n,:i:.' re-;_ éfC ;c1c'1n (J_i:::
;r tensidad oue siente que que se }e cles·urrno e:l cut-;r--
1
cie consistenci<.J qu.e L u,:;: t-;c L: - "': f n e· ,.,1,.:·1 ·ne:-
12 Lucrecio co1nienzo entonc.·e.c: u ver pozo.'-: en ,' us v se lt·:
['Q, e.n que corri.itonza ci su c:-~ierp< 1·,., ::·J-! r~! n;c1 e ' ,,-, i t':i'

;;resenta Jo ideo ele groso c:o1no solución. Si hú-:n otln


con tudb. su. c1t'.lSCt.:rucit.iU ,_, 1')!' - ·:.; ::0;·, 1;0:'--
s1gu1.' se do1níno res en el cru.e
1'efnticinco of'OS
de la 12SC{';nc~.
Gt v de e;;e n1odo siente· ouc
,, tringe al n1óx:1no .io de co1or-1os
de ''ubonclonarse ,- El ideal_ a1T1ado es fff ''Y)()TJ)f·;_(;

oleja de si Ja no.(;ihi! e·: () 't}J n ·~ ,:,


V
un ;:;eso rnfnúnc_, esiobJe descfe hor:e 1,,re.intJcinco tu, en el que L.ucrt3Cia rscürre a_l doJ;J]ni()
Lucrecia CiE; P,CJCF :.TlGlt-;;::·n·; c.;u¿:; ~~-, ~;;:jci(-~.
si l.Jien c;usj ncj cornG. \/u vu para defend de tc1
a1Jos. IYuncu estuvo en 110/101·n
¡_;¡_•·
ir desde su odolescencio. lJe.>::rle hoce este eficGz y· persistente recurso n lé-: in12s!eL corno d. .::te.nsé; f;;:: 1

rios horas jJOT cifu oí 1:-1 q'LLC cni_-,f;


n pero lo sÍentl~ co_rno uno odicclón: ubicar entonces una función d(.; ar:udarr.it-;,-ntc
unos ai?os lo hoce o
y cciren1os de no11linación El odie) :TnJ.t'i.10 ~:ífJ lo~~
5
¡ novo, se siente peor. Dice: o ar1nur1ne, codo CÍÍo tengo que
que se ejerce en el sentido de una dostruc;ciór::_ de] d1:~sf~CL le i1n1nd~c
i'OlFer a orn1ur1ne. lvíe dibujo de nuevo, 1ne rfu fuerzas, n1e doga·
a -Lu.crecla e1 rt:;curso u la l:1isté·rict1 ~:d de;seo del ()r·1·c·
nas de segiúr viví en do". Fiecién después de todo ese iorgo trohojo
quedando entonces 2 expensas de L:J nornintH.:ió-n
diario sobre su cuer¡Jo siente que existe, que es'tó vivo.
con sus consecuencias í que n.o tdcar,:: a.:_. cn1 t;n ella ~·1c. 1 -
Lucrecio J"Jresentu uno adoración infonUJ ¡Jor su ¡:1odre 1nuerto,
larnente al a1n.or y al gocr:; sino e un ·;1i vu interé:·~
aura abs-oluto1nenle .ideolizudo. H.ecuerrlu c¡ue Ju reloción entre sus
D
por saber, sofocado duran.te todo cstt; ln_terés qti_t:;J es o.es·
podres o parUr de su adolescencio se trun:::for1T1ó en un irifierno.
perlado en el encuenlro con ia analista, constlt c:l rnolo!" de
en una esceno de siste1náL-icu destrucción 111utuo que duró a17os,
hasto Jn n1uerte de su pudre.¡\} pu(;o tie111po de lo Lucrecia su tratarn i E;nto.

.
l!bico entonce~~· en el momento del desencadenarnien.to la ano- dejado vacante pot Jo rnudre. nerc· sin corn'.·~ cuerpo, y cla,
rexia de Lucrecía una susperJ.sión de la estructura neurótica. irnagh1arinn1ent.e muerte lla:
La anorexia o bulirnia co1r10 sínto1nr1, en el can1po de 1,:1 nornina· E'ste fantasma se constru31e snUre lo Ftose cJe relatos obscenos Pvr lar
ción si1nbóiica. porte del padre. quien hacio de Luci/L; Jo de sus aven. de
Tb.l es el coso de Lucilo, cuya anorexia S'e desencadena en ocnsión turas se~'i:uales. re
de su prünero fiesi.o de quince, cuondo su cuerpo es llarnado a ex- ql
ponerse a lo n1irada de Jos varones . .b~n esa oportunidad Lucilo no Mi hipótesis es que en este, Ci.iSn ~;1_:> t;_na irrupción de 12 Le
come durcultr; vorJos días poro no tener panza. Continúo con1je11- ferr1iniclad, 11u.ro agujero, que r~nnrnc\'Í.Ó lo_ ú:len_tificación al rasg,L,
L Ul
do "poco y nodo' hasta el momento en que, varios años después, propla del. ltniverso sirnbólico. Luc:L:1 iritent¡.i st:turar el agujero "i
su anorexia es interpretoda por el sujeto rnismo co1no un sintonio. de lo fen1enino rnediante un rncurso ;:; la nornir1ación simbólio:;
P'
luego de un tramo de trobajo analítico, significa11do edípican1ente, féllc:a1nnnte y riticamente su fo. - L1
A raíz de un sueño, Lucilo asocia la ponza con la maternidad, Ella minidad, en una modalidad que en este caso VI

rechaza la posición de su inadre ''pura l'nadre", que le dice ''.tn.i tiene por resultado una anorexi<i fanci corno sir1toma. S<
bebé", intentando retenerla o su lado con toda sue11e de monjcJtes, b
Esta madre perdió el amor del padre de Lucilo al desterrar el deseo La anorexia o bulimia corr10 angustia, er:, el campo de la nomin2. n
¡e1nenino de su vida_ ción real. E
Por otra parte, co1Tlienzo a despertar en el análisis uno fontosío 1'al es el caso de c:arla, cuya anorexia se c1e::J~nca a sus dieciocho (

de seducción por parte de su padre, lo que tendrá cada vez mn~ sll.os, cuando ella estú muy entnsiasn1ad<1 lhJvando adelante con éxitc
yor presencia, dando cuenta o través de una serie de fornwciones los estl1dios de la carrera que le interesa, :.;iendc acle1ntis requerida y ¡
del inconsciente de una relación entre su aznenorreo (no quedar reconocida por su talento. Es de sefinlar quH estn carrera se centra en
embarazada del podre) y su extremo delgadez, En esto veiticnte, el trabajo con la ünagen. E.n estos rnoinentos ella, que no se sentía
su anorexia es ln realización de su deseo incestuoso bujo lo modo- querida por los padres, se aleja de lt~ dsfixinn.te vida farniliar, en la que
Jidad de in represión, ocupando ello el Jugar de mujer del padre, siempre se había ubicado con·10 ausente, f:ftntaseándoso con10 adopta·
,:,, particularmerite B ue] mc;rnento s:n que f1ahia c:urnenzaclu u esto caso rn e. péi:---c_--::c.:-; ;:;_;; Ui:J u .::lt
\le••. , . •
l)m:nara la casa un2 Tr1llJE::r con l.b gue ei llevaba u11Ei relación ci_e Función sus·rr-~rn da en esa icienh_fi c:nc;j c:r1. i';EJOí

1
,,roa data. En ese m.om.entc, 2 diferencia dE~ su hern1arnl qu8 le qut': Lacan ca}ificEJ Ue é_ lCi T"C2J ,.. .r;· 'r1·'; Tt.-;;;_;i. !:-·-;;_1(',P'"'
Po; ·''o
. sesperadaments u1
l
q ut:; .se Carla le dlcs qüe si.ro 8lllOYlC8S la de: qve en este cn~u L:: .'_;e;
ren. (18.
'""'" ·-"
"'.> 0. >r ·: ,, .. j·¡·
~P a SU :rna dre,,..,,,__, vd\.r~., !~lai.D18J1 .~; 8-Tih.\O,,• e
l--
ac\Jerdari QlH:""l éi se '.·cnnc u.ru1 non1inació:n cie 'lo crue "íli.CJ"H.: E.d l L.lf;UT UE': e:;1_e (Í(·~S!tJ-
'. fiC:éiCl(\11._ SÍf31ldU }a. c-J.f;~~-,p·.,- ilS: '·::-r:-:;::-,rG.e JE-
cuede por sus ir:.stoJáadosc 1Jn abisrnu defini.tivo er1tre ile.cl;·I1ientc cls J.a 1

,¿
La anorexio de (7arle encuentro su rnornent'o culrnino.nte de CStf:

una cena con·} ¡Jodre. con10 rc::su}tudc lo. cuoi es .iniernodo j:J(JT T-:ronor1go t.n:itonc:e~:; c;ue en este caso "!i.'l n_eurc<:-)~; .;;,·e: ~;:';r dt:·:,1n.-' ;E-'>1.-'f1-
:gn
"intoxicación·. J)uronte esc,r .int.ernocírín_ en Jo C/Ue se slenre iT!ür·ir ,jentemente cor1stituidt1, y;.J que sl TLU re< rsrlli~::fir :Lr-rr
ere

·
por pnmeIO .... ,,,r1c:,,-¡;,..;;-rj'o•'
Vé',-:. ,,
,,,, ._.,_,_ 1 ,uC e~ j;/ egL111 _¡
U 01 s-j 1() ser•trncrn \rt_1eluo sobre: la ídentificación nT·,:--n.:-11 lC ··\·::___tt;; 'UCF
~.

tét eficaci<;, ele ia rnísrno. E:s por ello que situii..r HJS a C,aLlb. pre;;r:; c;:;;¡
f¡¿. Liieco de esn internaci6rL C'clrlo contint.!o desee ¡dJencJo
o •

vomente de debiendo cesur iodu oc:Uvidnd. sinUéno'ose pre~ fantasrru}. de la propía desaparición, fan_Las1Tu'.i c_:.D.i\!Grsnl \/ nrt~-·~Llh.-iEtl·
!Se
de una ongu,c,·tio creciente e sir:tiéndose co1nc UI! vo, que si bien in.Q1;c,n--::-1 de iG. ri:é-;'.l.T( ·::1~:. r(~C)_ü: c-;re ¡;_n
50
bebé que depende obsoluta1nente de sus y llegando de ese la consti_tJci. c',,r

\B· 1110 do a uno segunda internación.


Es Juego de la Inis1no que cnrr1Jenzo a verlo. Podrio decirse que abora ul carnpc de Ins e11 el qü-"~ tJ [}j-·

10 Carla estaba actuando el fantasma de su propia desaparición. de- carem.os tres oosibilidades:
to tenida en ese n101nento de interrogoci6n del runor ol podre. 1'.Jo ero
y posible encontrar en esn anorexia ninguna preocu 1'Joción por lo La anorexia o buli111Ja cor!1CJ ultacio dei sol.t:c1rn)(-n11,, del
hnagen del cuerpo, ni uno obsesión por udeJgnzor. Por el contru· de lo intaeinario. 1
m
Íc río, Corla querfo ou1nentar de pr:::so, no sintiendo 1'ol es el caso de t:'irnPnn de veintitrés que consuh'.o
.e resultándole dificultoso trngar. Se encontrobo en un estado de in" por indicnción de su n-inr:->r"ñ constot.o q_ue Jo ornenor1·eo

i· n1ovilidad obsoluta, sólo sus¡Jendida cuondo venfo o vern1e. de Ja pociente acornpaño o un cuadro áe G·nore}{io.

1
z . -"~···-··v. . ,.~_. ,., --N~----,--- --------~-,,-- -- - ----~. - ·"-wacg·-·· I
" ~
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l
1
l:Iobiu venido ele! in1e.rior o buenos Aires un of'ío y n1edio ente.',-, Jf'Z 1nós: ¡Juso d.(o.s sin dorn1Jr ciuc'TJnc n;¡u ho, 'T'oca el
puro jJIYJ;.;eguir S'Uh' estudios de rniísíca. 17or n1uchus horns, n tJPn1~ thnrlos intern1inoÍJJ(:'S con sus arn·
I - -·- '•ilgos
YO en lo nens.ión e.s"tudionfjj en lo que sr: o}ojó entonces debio en· c·aJTJJenzo O corner y no pnrcrr () 0)-'UJ!ti por .
CE'rto.rse duruntc· hnrc.:t» ¡Jarn ' elobornr'' Jos octitudes y polohros de
1
l)no . "J.,t;.11,}¡,,-,.,,,-,
, ; , -/) "("<'C'-' 1'
s,r:::n,_1:,pi /1'¡·),..-, .. ¡ ... ,-,.-,,,;j'I,\ 1__,¡
__ ,;_,U.Ju."~) ,1,~, ')-""u Ju.Dé pot1o s·

, en.
sus· co1npoi7erns. J)oroleiornente, hohío con1enzado o obsesivizarse de} Of!UrJ
tJÓ e} SOn.ÍdO OÍ r:orrer. J\10 ¡:;odia n::o·,.'et Jo cobeza 3 · .
'"' • 18fl;p_
con eJ odei,f.!,OZOiniento o} ver qu(,' sus· compoñeros se cujdohon t-J: que la persono se fe ocerr:n. le·Jonto un ho_jde y ::e lo tiro. L,uego V

Jos cornidos. entonces de peso. de Inocio oue en el pinno uno conció:1 r1'tn1fcn, nfegre. JJern c;ut-.' Ie do 1niedo ,
] y(}
al trotnnúen!o en un estntio de znáxirno que no sohr:-.i .si in persono es bueno Lu egCi /n p'-.': ';onu se va.
Lo conviFr-:ncio en ic estudiontil se Je habio vuelto ton [Jice:, Lo cosn roru es qut: rne tjre un bolt/r:_, e/e oguo. S;' no, era 1
,1'¡

inso¡Jortoble que hchio r!ecidido n1udarse solo hocio unos 1nr:ses. rnisrnu en ot.ro tJe1npo_ f),7rr-~cio yo. pero JTF-,' du()n Jniecio. 1Vo pod~~
E'so r:nudonzn r:oincide con e! nhondonu que sufi·e ol ser de jodo prn contrn!or nn cucr¡10, era uno quf-':• 1ne 'tenia atada ú
quien ern su novio. _v de quien ellu estaho nlUJ' enan1orado, lo carnu".
E'ste novio no (jLJerió tener .s·exo con sus purefos, lo que le hacio s1:.n · C'j;neno rne relolo /n ··:untohh--::; .sueiins. L'n elfos, su cuer¡Jo fe1neni.
tir que eilo no Je gu:itoho. É'J hobío tt;·rn1inodo lo rclocjón djc:iéndole rl u" J'll''(l J fl'lll'
j_,,, .,e¡'·¡ _ ··>'l.Cl.IJ·r·
-· _ ~ 1·,,_.,,(
1 1·!1• : .••-~--. 1)'1''
1
'-·~ cic'-l ,,,_,,¡,,·r-·c·1·1·J
~.·.-"·-"'-, '" • • ,'1 ('I c"\C'
:... ~.1nC'""
6 ,---- 7
__,_~>Lieper'd r
que Ju querio 1nucho ¡:iero que él no podfn estor con uno rnujur. da del control esíjnterion(), de In bikini sexy nJ osito de }Jeluche.
Esto joven hubin tenido dos novios onteriores, de Jos cuales cI pr.;- ()lo n1aclre cocino r¡11 {'· lrnpnfp resulton ser gusonos.

1nero hohin terrnínodo suicú:lóndose. }'el .<;egundo con unu inter- L'n un sueiio vienen unas n1ue1,'.ns. rno!os: "son personas
ni

noción psiquiátrico. que no se 1nue;;tro11 en el que ,.:.,·on ntós /Jien rnanipulado-


(;ilneno tienr-: hoce ni'ios un fuerte dolor en Jo zonu del cueno y lo rns, que están s·ie111pre rnuy bien n.: rerrlorJns. (¡ue tienen una 1nuy
espoldn. buena ilnngen · Ghneno lucho con su Quiere estar flaca,
Su podre nunr:o hobló. Le pegubn, generohnente con 1In solo goi¡;e. pero co1ne Jr_no ¡;uede poror, lo que hace qu(' r:on1ience u engordar,
fuerte, en lu nuco. Se re¡Jrucho ser ton t. .·uperfic.inl. quisiern no prr-:ocuµorse por su
l~inH-::no nie rr:lutn có1no su rnundo ho ido desorgonizánclose codo irnngen, pero es uno obsesión r¡ue se le j_1-.r1¡Jon10 con
[,, j ; .~t "j_

-n este caso es posible ubicar desenganches progrnslvos del Otro l.,a anorexia o- bulimja corno resultado·
E ·r de la n1udanza de ciudacl. l'vii hipótesis consiste en que, al del soltamiento del registro- de Io si_rr1bólico
a par.11 . . . .
, ¡ reo1stro 1n1ag111ar10, en este caso se produce una
SO ]Lar58 8~ b e

· .. de lo real en el registro de lo sí1nbó1ico, afectando fundame11- T'ol es e_/ coso de qujen consulto n los vcintJLin nños,
sen, c1on
talmente al nivel de la significaci(Jn, lo que deterrnin8 tJse. primer causo de sus djficu.ltucies con el estudio. J'_,e cuesto n1uchc1
erue
nle nto del <lesa11udan1iento en que c;1n1enn debe encerrarse h': r:ft" i"h:.'o iodo su se pone nervioso orttes o'e Jo."-·{: xó1nene.'-;.
¡]10
durante horas para elaborar lo que dícen_ las compañeras. En un v finol.rnente ir-: vo hostonte mol. !~ vece8 duronte e/ exnmen Uene
i,ya
-.aundo n1on1c~nto, es posible situ<.1r la anorexia con"Io un intento logunos rnentoles"', .V no puede continuol'.
;;B,::i
de recurrir a u_:;ia i1nr:-1gc·n fija para suturar el aguiero que se abre eIJ Por otra porte. Victoria ofj1Tno no djsfrutor cie Ju v·icio, ienr-;_¡ "ynfe
1 Ye
l • 51·onificación,
.d o ,'v tratar a la vez, a través del avuno
- o recl1azo de dos feos". no sabe o qué, _v no tener consuelo /~.se.t.u1rn que su ·::e"
la incorporación, el goce que comienza a invadir su cuerpo. E~n un !Tero Je gusto,}·' que quir::re re.:-"olver su
'o o
tercer inon1ento, ul desengancho del ()tro se acentúa al rnudarse JvJe i1npresiono con10 una foven desviiolizodo. JJ"enc lü 171irudo

~¡¡¡_
sola y ser obandonadr.1 por el novio, fracasando el recurso al ayuno. vociO, cDJTIO ]Jerdido en un ¡;unto del infin.ito. I"os enr:uenfros
El sueño de las mujeres rnuertas indica la insuficiencia del recurso desnrrollon en un cliino n1ondtono, opresivo, en el que \lictorio o
'di-
a \a imagen para ella: se trata de la feminidad como muerta y mala, veces sule del silencio relatando rn t.ono
" corno una pura iinagen superficial, sin cuerpo. En ese momento de hechos intrascendentes. Es 1nuy de a ¡Joco, y sie1n¡Jre o ruíz de pre-
IQs
pasaje de la anorexia a la bulin1ia, es posible ubicar un retorno de guntus 111ías, que se van situando las coordenados de e.sto ¡;os.ic.ión
/a. goce sobre el cuerpo. casi ousente que ¡.Jresento.
uy
J)e njiJo vivia con sus padres· .V 01nbos" ohuelas·, qui-: Ju cuidobon
:a, Los padres nunco ¡Judieron se¡;orarse de sus pro¡Jfos rncuirr::.·s. JJe
lf.
hecho, cuondo su abuela 1noterno enferrnó, su 111ndre der:ió que
se querío n1orir, irse con sus podres. C'uando estu abuelo fuliecjó,
•11
olrededor de sus catorce oños, su modre entr6 en uno depresión
~

s·evr.ru. f)i{! S!-: ocu de cuio'orio. J_)/,_-_'('· - rr-.>.'.;;'¡fJ.·f'r- · i\Fii'':'> 1·;·, S;(iJ; no.nu r;¡;; ' ; ~; 1. t;.,-··10 _1ne
~ "''/'·,
j)Tf: senil r.¡Ut:· f.iii1-C rnJ JJ;dirui f:rn 1no-· rr;; :.:t;· ',' 'iJ i , " ' i :
'';''
!Vo quiero ni~

(:.'uo.ndo re Tf:/)USD. esiabu ne 1n' te 08USÜ-~.1~·. J-1'oct: CLi(; C(J_!T!r'; \1 :'7f'.' fl(!i v:·;, :-;;f' ,- Empecé cuc_':- a:n
-~lictorj·o recuerdo su ntnne1n JJ/arcadu por t?i v ei uisío- cio 1n& _ou.s·e ele no~-·1n p: 1• .. ,_, i('' .. ;ha enferme co
1riiento. !'Jo J1atJ/Of?(L no contor sus cusus. c·uandu 2'(: nr:-· uf'-1ueJo. l·( Asinho i'I (·uer_cc,· Ti ··o(a bien. en
st: encerrobo. })ero cuando e.stoho bir:rL tnn·1bién j(, h::ic1;) <fe CCJ1Ti~"'.:r sentJn I:! ur:o:, Tic"' .'le cE,1:.'. r,.1u -ru•-· 1
un montón i:;c Ln
])e n111o s;ernr;re .'·,·ofiobo que .ibr: e uitu veloc·idod \' cuiu. ]:'·- ''> ,,r"·'/1( !,-,(• f""llT/!'' fJ Ci ~

_';(¡ t:n dio se un surnºlo en t:l que ole.1T1r:_n1e cor /',!- ):1 hu,~!JE:. t;:·¡¡-- !'IOC:t · :;je r.-1 r:·· r; cuerpo". e;
//-.
1
dec.lor de ..:::us nueve or?os·. corn1enzo con unos e_;,_ :·rrrf}ns tic},': ..~.>s :;::niiJ~SC' //!{U --n.' .\~.' r"ue,,;-1(· i1/ (<'i holofrásico (" e:
que Je dururon dos· aiios. que hab/o.n f.'1nnr: _,,,, su dec. r: no S·' r.:1u> ir:-,• ohtiJ". (J' 'f;•
--;;tros n1arcas n
rle r.:aer es(!LilU Lo.s cirr:unstoncios: 'i/;'r·tnrio estnbo rnc. i ;.>crq Je n_c:cuerdo~. JYiÓ." q1_;(-: ~;n_!·d_,-, r-'i ,) '~ r:«:·nITno en doler
tenlo Que usr1;· E'n lo du ~:on J,:;s untr::o/:--,,- ·, ,. .r:;'.J :"

]o nieve'. ,Se pone rnuy, n1uv oue nt, ulr:oj,zn dc.·r }<li r:i- 8St~: ,<, ··" i:~'.·· C.):..n
de L\
con uolut;rus en ese punIIJ. llauJ:1dgt~ l\; q~.H'
"ord.ic1 '': :fi:: ~n 'Jn mon1entc
,,.~,, ,i-
'j
\.lictorio nunca disjl . utó de Ju vidn. todo es obíip,nción FHJ rn e lJ n üe (I1.c;;;er;c<iüe francu. S'L c:;rn u~-" rnentalet
\
En lo adole.~::cencio pasó de Ja tristczu ol enojo. Le decio.r-; ''in rnoJ lu su extrer:nc1_ dific:ult: d parn c;~:nt-~~s [que se ma-
h un1orodu '' Su podre rnÍró con rnalos so:'idu:c ("''¡(_' 1!_]fi1:·~:t::1 f1_1nd?.rnnr1\-c, rncntn en e] l.' ';¡ 1
di·' .. ¡¡, -111·, nero tambíér

odolescc ntes con 0


o 110'\'fos. rec]ornóndole qur: eiin se irrlí'f'•:- un ]u exrr ,, '1nl'.r-; CiF' :-il) (iüClI. ~-;¡' ci.r;r cuenta de lll~
.s'oÚo rnás por sus que por su farn.ilio. \larins \lt:ce,':: ~_;ci\tarnic1:tu c.ii:· d_t, ¡ '- 'J°t:_hó!ij " ..c:tE:" caso tient
en Jos luulfres en que ello se encontrnbcL obligóndolu o volver n COl.llU CU!1SüCU 1 )UCJ.8 U.TJ.:1 ('¡11 e:~-~ \,J lu que
caso, totalznente en silencio, rnirónn'o!u de un 1nodo fuf111inante. se rnanlfies1a f-f» in~, ¡-Jc:c~os dt- l;,, CJ:-drt f;li i;-; ;ni·-~n<:ic! de Victoria.
Ffecién desnuf?s de un ono de estos n1onótonos cncuen- \}irJorlri parr)C'': .,-,,', n n1.n:;f_· u.lnc:;¡cj¡1 n f-" 1-: I"Hi·-l'JÍrncL.1 del Otrc
tros (en los c¡ue no hocÍu n intento ;_¡or cl1: erL_:·orr1ar esu rnn\crno \ lL n; --,~~-:.::. h_L~:,';¡_n::_cn\;· d• ··;,;.- ni' i~.;_¡ sl:. ftnni-
,.... [
r
, -" r-1·~·-' "~i;,,r,:,·., e-·· i ~- )~:'- "·-,··~'nf -,-~·--·-r·------·r -- ·-
T'jdad, iniraaB ).!H.!\,,_('; '>'!'':...
nacE.SL · ..
'SlTJ_ llJ8lL<.Ouic)L . ..._;r1 J_(J,_,
-!,.,_
,;_,¡} ji/d\! i,(JJ, ,,G(),)~· 01.U,'.1]UJ!f:!.o i _·.' /_,IJ,' i(j {!'.''!:

roqut ~ reoios de la infar:icia. l,a buli.n1ifi parece pTesE;ntá.rsels entonces los que todo se ocornodu v t-!io es '")uc:,ln ,:·«(''' '\s(~ '-;'U(-· - ', ,_. ,:-.-,-
011- ,
C1Jcr. n recurso tratar- esn fuJrninante que la a'l rrtnrnentos. e.(
como U
na n:_ al lado dn un varón. porque tiUC.'r'' ri d-n '•/"¡]}"¡(''
comerlza r a ubícarst." con10
\letÓT!.IC(! (.'(JTlS'U)ttJ 1
"';-~'e:

La tristeza y el_ de \l:í ctoria 11i e T-Hi recen in- /cliorno de lo ·'·'. Se puso c1 c11u ,_ /; ne :---:;< -

ór; ¿~ r_-¡ornl gue s! rf;chFzo deJ. i.ncon:~~ (}) 1-;, vtodu n.irededor de sj e/Jt' -..... 1 ~-Te r, ! f''j'
dicar esa rnh2 :¡_1ri''

ciente, señalad:: Lncan en rcle•,rJ.sión ,. a} referirse a la nielan-- (le fr,' '-'Bsti1nc-:nfc. i:Jn resultndo t}::/ 1:;:;·;,:·n,- ,'}[>

eolia psicótii:ri :·:·on:nsones v u1101ncs. -vo oue de! feº''. - ;·:·'--


:·o e:. ¡.:1uru no en el suef1t··
'OS¡-¿ f\;r otro \lerónica o:.·ócUcoxTre'-i'- ,., . . :--¡- )'?

La anorexia o bulimia corno resnl.tadn encodeno su poco -- 'í/:-)< -:.e ¡_c;u.io;-,

del soltamiento del registro de lo reaJ rápidu1nente, J''O que no se o cu ere u de CG::.-:er r,ociri<i c:U Ci r.c->-;' CU('
; ]2~ \lerónica no Uene cuerpo. _V que ·1nc:- con.' .. ,.viC-:: "'ii ,- 1 ,,-

en to Tal es el coso de \/erónico, quien llego lorde o lo pri1nera entrevista, onorexia. Sólo ton1a olgunos 001 Jns:j·.:-:fenc1u de :-:L 'n::.:d:'(
ya que no sabío có1no debía vestirse ese día. Llorando n1e pregunto Pero rechozn tocio alin1ento sólido_
ma-
5¡ es así como dehía venir: "No sé, porque azul puede ser a-suelo,
Jíén sin suelo, y yo no estar aquin. fiabío tratado de desc1frar sentidos En este caso es posible sit11ar la anorexia ccHno 'Jn de!
, U!¡
ocultos en las pa.labras de los locutores de Jo radio, que fo guiaran soltarn.iento del registro de lo rnaJ. qu.~: dn peso y v,,;-:_1:-:Je11 ai c:.1r:·,
ene respecto de su vestin1ento. El J?roble.1no se centraba fund(nnenial- po, quedando enton_ces el rnisrno H exper1sa,':.: ce L·-1 1r1vc-1sión del
~ue 1nente en qué cojor o colores debío usar ¡Jaro ¡?oder salir. "Esto n1e regi str<.'1 sirnbólico sn se b:cJ :·edt1_cidc
Cl.lHJ""P'
'.t:L
pasa sien1pre, por eso casi no salgo de mj caso. fia_y veces que rne sernb1nnte, es u.na suspensCJ, H f~xpensas ric- ¡(1':
!tro . d~espues
parece que ya es t o,)' . , rne oo_ycuenta
' ' que no, pore1ernp
ae . 1o, vaivenes del significante. 1'::~ ta1T1bién lo uus le ,-!Cl!.JT(-; C>J':·~ !C
ni- que el morrón es un tochón, entonces estoyr tachada, no existo." ella llarna "el jdiorna de la o.ente" 1:1 1nv:_-,s:_(Jr¡ -:le )¡¡ íil<l eT 1

1
1
1
......................,.,,.........,......,,,....,....,....,......,................................,.,,........,..,..""'_,_,,,,_~~....~~~~~--- d'!
-o
le en ej ele Jo s1r, 1a senaracion que li nue 1a prt~oc1i. p;-1cj :°Jr: \_:_U_c<·: '"'· HJ ':~E:.ntro
;-/. '"'',
Tic: \-;_-;¡,-; de la
t:~stablecc:; lu rcu], lu lc1 e] ('J de cEn10nsiór- ~;;tl -,~, cL-;i
ClCJI'; do. /\ntes d8 Pnt-rc_n e:nioLC(-;s er: t-:11-l-'r:. ~:n1": de ic;~, rH::;u itadcn: terapéuu.
Sn ser est~1 " do con n)fi.leres" al cüerpo lrr10ginRrlo, que cun} cosen anorexin2: y h-ulJ;-nj~lS &n funci¿-r_; de t(}'- f<·:_-:i;·i.1na
qur,
• ' - - 1
a lL1 deri.va. sufre; los ernbntes de las oluadas del significante, si- propuse i:lrJ.teruJrJTit-:1üe, rne u1tc:n--)s<.! consi· f;\'1 1n a1gL111a.

sus &\/<J:.:~res sin nacL~ qu.o lo lastre, que lo ancle en jo d_-eración rt~spcctc de! lug;¡r del sí.ntc:irn_r_J :;n el ~\~su ltado terapéutico
1

del lJSicoanú1'Lsir~.
La :;:tt;b]f_~c:sr ,-1 e~~1;_:_r¡( ¿11rcc~·jor, i::ipHJando. se-
,·,,,-;-s .resultados en el psicoanálisis ]a 1.ínt:D du qur: se ':l~i a Giit;::-13nte«-:;. "'";ns Que a la
reducción n n1 sili:;ncir;inicnto del ;..:;ínronlh. ;\;e e::. to que ocurre ca 11
l\Ju va de suyo ln qne r:.s lHl resultado teranéu.t
para el ei síntorria r-:n Ed EJ. n-'.'.ir·t·,,;,
verifíca
nrílüjs, Yci quu ::>i bir;:)n podernos recurrir a ciertu consenso genera- •.'¡tin el sí_n'\'(nnu e~; uctib1c ) ·>1LH t.~r1d'· LH-:1_ esar10, unGo que

hzadn qur: calificarfr1 de ese rnodo a cualqtiíer rnejorfa, bü~nestar. nut_~ no andtJ. (JlH: se r:nn: t:n :.::rt1z par;::i ln1pedir
po_r el traüuniento en el sufrin1iento dt}l que l.:1s cosas ft111cione-n, o dicho en 01-rc,:,· térrninos. quP hacen
el psicoanálisis nos enseüa que rnuchas veces dichos efectos van a ;-j j i1 en et nlJdc,_ lapsus
contra111nno de la finalidGd de un psicoanálisis. del nudo. De ni_ng-ún n·iocio se tT<Jté1 entonces en nuestro carnpo de
I\'o st:: trata 1:-:ntonces p0ra nosotros IIH:!rurnente dü conscguLi c:icho:~ obtener unn r\n dr·"i si'ntorna. I~n todo r.:nso,
efectos síno de podt~r
funda1nentar en qué son psiconnaliticos, en los resuh;:1dos SQ vt:;ri íicarún en las
qué sn distinguen, por ejernplo, du los resultados terapéuticos de
unn psicoterapia. Es decir, <'l qué tipo de inodificactón sujelo 2. Ct.F1ndo decíu que. ''h;~stii cierte; pu;ilu. ce:: e: ~J\~nar de rnis de los
nco1npafian. Esto no in1plica, con10 ya señalaba Lacnn en su Se- pacientes lo único qun p1stli1ca nuestra inU-a\'C:1lci(1n co111u cu1alistas".
n1inario sobre Los cuatro concnptos fundarr1eutalcs del psicoan_á-- Lacan. ] , El Ser;¡inurio l.ihro 11 l,ri;:,· ,--·uofro conceptos funcir)Jnentales
de! Ptiidó:;, Bu(-;nus t\1rcs, 1 '.J(Jti. '¡ 72
2:: 2;
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chazo al ()tro,rriaterno "pt1ra inadre", )/que por otro realizabs, e•
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~r·\ r;c<
·'': cl-nacer Con
.o, lu., 'r
i;,7,;_ 81' ,,. ,...,
Lo111 p,,'"· ,.:Jr- e-·~·-»·\!'.~•'
'""~ ;,oc..

la modalidad de la represión, un fantasrna de seducción por parte la imagen, pero que toma c11erpo a de un trhl«:ijo de escritura su p
El trabajo de construcción del fantas1na le posibilitó a cada vez más decidido. En varias de las historias que escribe pode. el V

I..ucil.a ciespegar de su anorexia, relanzándose su deseo hacia otro~; mos ubicar un destino dE: su sfrü.orr1a anoréxíco: casi como sombra obrr:
ornbres, que tendrán_ m_arcados rasgos del padre, y respecto de los del protago11ista, s11eln hacerse presente una irnagen de algún modo par1
cuales ella se ubicará corno an1ante, "pura n1ujer", i\ctualrnent.e, virtual, de u_r1 ser evanescente, que sólo es vista por el protagonista. artí
iuego de seis años, Lucila continúa su análisis. De la ar1orexia sólo En_ este punto se ha operado efecrivarnente esa segunda vuelta que poi
1e quedé-i esa marca, que tenú:t en con1ún con otros síntomas, de faltaba sobre el fantasn1a, l.o g11e le perrnit8 a C8rl.a sal.ir del fantas- pos
,]egar al sxtren10 e11 una posición en que deseo y rechazo del deseo "
IDct ct' G 1-·d
·, d_8.».tpur1c10~1
propia n ' .. ,~··., . r•"f'st·rp··rp·n·lr
t'•'
vd" L'-'_)·,-,J.Jí_¡,j 'l~'''
'·!.;.O, (•,.;;,A,,l.h~
H'rO' ,, •··
~ll
¡
la que sex
Sf; unifican, n1arca en 12 que su análisis opera introduciendo unE1 la nlirada se hace preser1tE; en un fan_tasn1a singular. lec
hi ancia, una separacióri. d) 1-labiarnos ubicado la anorexia de L~in1enn corno un intento de un

e) En el caso de C:arla habíarnos ubicado a la anorexia corno corre- recurrir a ltna irr1agen fija para suturar sl agujero que se le había ap
lativa de una insuficiente constitución de la estructura neurótica, abíerto en eJ ca1npo de la sign_ificación, y tratar a la vez, a través jar
dGtenida en el fantasrr1a de la propia desaparición. Carla continúa del rechazo de la incorporación, el goce que cornenzaba a invadir po
la
su tratamiento desde hace tres años. La posibilidad de salida del su cuerpo, y el pasaje de ln an.orexia a la bl.din1ia como un efecto
su
riesgo clínico, y de recuperación de un peso mínimo estable, estu- de un retorno de goce sobre el cuerpo. Su tratamiento duró algo
el
·vo dada por el trabajo con las identificaciones narcisistas, n1ela11- n1ás de dos añ_os, verificándose toda l1na serle de rBsultados tera-
li;
cólicas. con el abuelo paterno muerto por suicidio, con un primo péuticos. Con respecto a su bulimia, fue decisiva una iritervención
q1
t.oxicórr1ano asesinado, y finalrnente, con su único novio, tarnbién de 'Ja analista cuando ella hablaba de su gusto por ta cocin_a en una'
ce
tuxicón1ano, rr1uerto de una sobredosis al poco tien1po q11e ella lo sesión. Le indiqué en ese momento que ella podría c:orner cosas
V
dejara, todo lo cual había ocurrido pocos IDlmls antes del desenca- n1ás elaboradas. a partir de lo cual comenzó a cocinar con esmero,
rr
denarniento de su anorexia. Este resultado se produjo en los prin1e- desplegando una actividad con el alimento en ese espacio vacío
V
ros rneses de tratarriiL"')nto, luego de los cuales el tratamiento de Carla en el que no incorporaba, lo que introduío. un iín1itn, estabilizando
e
r 120;·: C~irneno t<Jinbién e-n e;sc t>.;:;rnDe: i::dt;\/U:' Ct 1-'' 'JÓiLÍ1_'.:··. ilr" r·;n·c· (, ,. ' ~_,' (;
su 0850 .Por otra
;, tido al rango de un arte, transforrna.ndo su~: 1.re'.-:~i_n_.:enta? 8- r, o::~s'tu.cllandc er: 2·.:<·r~eso Tl(' !0; \,;~-,' ITH:r1c;:- r;e re:·;;;/"· '~lHi:
0

¡' /-'.'(-¡?'C ; ¡._-;.


~-
e 85
obras, cada vez rr1ás e1aboradns. con su c-uerpo. io que por ot.r 2 ;c.-r- oTra~; c:o::;a;:_ Je' íJ-tlE.' lcJ r1JJ·vii; ·1.::-;-:-;[·,iP.;··; o"'·' .,.n 'J": (_., :·¡~

parte encontró su lugaL incluso de reconocirní.ent.o. en el aiT1.l:iiontE lad. n lo t'..:T'd, LJ".E:; Si-' - , ;--, ,'.; r

tcdr:, e "1..'iv fic::1 s ínteré~_· ' 01..lH e:>:Tfi-1C


' l" ~1.,,!l.'.E;)J(f :""-"~(:
artístico al que pertent::ct:. Lle Dse rnaclo Dn lf'. e;(" I:''."

is ta. nor ' ,,..,~ '1·J'cc¡"1C1,c.:.,,"~~·,.,,


J.a,imagen,. Sdcanc ü ...,; J_c1_ 1E.,.. ;1t,·~,J~1 en
1 :-:,,; ~">ln.CHi'1'"'-~
")•»-'•:"···,-·
ci""e _L:J.Uc:L ,,
L.J e¡-~,, i.u Yu-1r:1: .<t:D "''
que , • -
oosibilictad 1
ae encontrar' 'un rnouo
) 1
ae 1 '•'
re;.2c1ori --·
LOr."
un :
s;r; ~.tG tt; cL-; en qn~'- <.-,_ JTr:.,-,-,:.;::;.c · ·:·;,("¡ f';' J;:, >l" ,rj (C<'-
¡tas. ~exo y casi en ausencia, sostenida por eí. gus10 E<'!. cou-n\n por ]_¡:. :) o ~~-u l rrtcH2er; \i r·:;·,--::;'' r:c-r:Tl
1
~; t-: (r·;:n. 'F_: J
que lectura de ciertos autores y la. músJca. y el lograr .la de
un punto de capitón en su trabajo de escri.tu.r<:L lle-\1aron a (~,j.Jnüna
aún r;n hc1 orrrnc10 recitdrsi? ··
ié d?,d E;uficicnte ccJrnc, ))HJ'<-;
nsepür~
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cnH, ,c;.ó::,\ ''';Cnc!_cJ
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'de dista11ci.arnuestros encuentros, b.nst:1 En el. case de L1f;-,-1r;jn:~ º''~UD;i;-. ;;_·,..1, ,¡e,- ,.,,.,,.,,"j ,_,; __ . 1
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¡ar de vernos. ya que, según sus palabras, llegó a sentir crue incor- sultado del sol t_arnient.o rrtl!'' nc:--:c ,_ '~)¡·,

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poró como algo sólido lo que hacfarnos en e] tratan1íento, crt1e eso Tl18IJ ti j CL ETj.)0. 1nJ:.:;1n<:1 ~~x1,12.:~.u!, fie ':· i:: :-; ¡ CJ:-.. .·j C- _ i
dir la orienta, y que aunql1e a veces está maL Plleds volver 8 rr:üomcn 1u rnis1nc u.ie ¡.-: 'J;_'ur_1-r, e
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sus cosas por su cuenta, discurso cornún i di orr12 de la s-¡ !_::iefl ,;;l ¡-'élt;pY·>r.;,-:1,·, Clt',
lgo e) IIabiamos ubicado la bulirnia de \Tictoria con10 un recurso uti·· \lerónjca ~::e vio dn c1nt";::-·::' ri(:l éit .. 1r1,,cJr-: E:::1r1 . ~,,-ir\ 1
ra- \!erónica ya había vuulto 2 nlirner.1to:::. L? din:~', c;).:;n r¡,;_· 1
!izado para tratar el goce que, bajo la modalidad de una mirada
ón con cios rc;:lit:-,;(;'~ qLc ln rn·
que fulrnina su feminidad, se hace presente en Sll adolescencia al 12 cura su orientó en la vL::, d.e i
na comenzar a relacionarse con 11n muchacho. En el tratarn.iento de 111.:-1 paciente~ el 12 . e ULi.1 e
:as
Víctoria, que prosigue desde hace cuatro aüos, parece haber si.do la • '· 1
1nventacin uor pc_\S(il i'jj"j ('; f\L:~ 1c: i:i.l" CCJillO ltrl~j Sü~:tt;··
'O,
mera direccionalidad al Otro, así como el pasaje por la palabra, una de lengua fundan1ent:al. lt; t:r.:1duci·1" "el Jc.i.ior:c1:1 de-': i<-~
ío
y otra vez, de ese "sentirse nial con su cuerpo", lo que posibilitó gente", lo que tenin corno consec 1J(-':D(.-:1~1 que (-dh1 ieni ·,.1r:;stir::;(' ¡
lo
cierto alivio palilatino de ese malestar, que dese1nbocó en el cese~ <le con-lo debía. Podría decjrse que este le. pt:~rTTJ!t (1 \'{Ji •,-"'C1"
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Otras veces, cerno en el e)en·1plo presE:~ntr1do, sn trata rnás bien de Et1tos cascJ:, de sen J.n~~'. cue nu t.~n, ·rn;

una resolución de Ja vertiente rnortífera de la anoruxia u buli111ia del lenguaje. y qt1c por e Hu -~c;n cii
:os
en Ja vía de Ja sublirnsción, C}uiz.ás e] rnayor resultado terapéutico tic:as. son especialrnente difíciles en E;-tl 2 'Jn
fa e-1 o.u.0 le cnrece ,_~ E·'
del psicoanálisis con estos casos scc1 no psiquiatrizarlos ni entre . qu1c; es j11sta1nente el registro de Jo
en
tTGtarnientu .rnédic:n. dándoles la oosibilidad de estructura la variedad nece~;arÜ:-} fH.:r2 urdir ru.12 trnn1n que _1_;:1 .::u11J.dJ-·
no garlas al
Cc)r, solidez. C~on10 ocurre con el caso de VicloriH. dado corno
un espacio !·daderarnente C.!trr; en el quH dc~1nI00ar lcJ sin~!L1]ar de
suelen hacer a la arel uo_ tarea . tan del_ tratG_rnic-Ti°LC: de--
ll· su padecimiento.
l.n rnelancolía, que se caracterize dentr'..' de.l cc1.,T1pu de~ FE;
l.lstarnentt) por la frecuenc -;;-'.cor~ qu_e c1 tr<L':>r;.' ·:-1u:_; i.\U_;_neTlré:--
y En las
o Yndirnio corno rcsulL1do del. soltarri i<.;)nto del rios. En rnuchos de estos ca:;os nl trcit¡:1rnisntu es eh? :tivn.rnentn jr_,.
lS, d)La
acab8do. durar n1ucho inc)' <~.r_; \,·0 l v1-_;rse ne GCS<'lri r-
ll- trn i.rnagínarlu.
En estos casos el resultado terapéutico ¡:_;s Ja consecuencía directa es decir. que finalrnente H~, el tratarnienlo rnisrc;o Pi Cj'J.n ant1d~;
;o
del modo t~n que el su.jeto sP las n_rregla para volver· a anudar el estructur;:J_ Los resultado~; teranéu.ticos serári la c'.·1nsí:':G11enci~¡ de·
'º registro irnaglnario. y cuando hablan1os ele anudarlo nos referimos, introducción de u11a u.n C;ll'LT'F; V J't'.ic'


1· como ocurre con C~iinena, a qtH.: este rcgístso vuelva a dejarse atra~ por donde Ja ir1corporación se vuülv2 ¡,,
s- vesar por Jos otros clos: sin1bó1ico y reaL 'fanto la rnaterialid3d con n1.a a11orexia o bulimia corno df:d Jcl

a la que se realizará dicha operación, si es que llega a realizarse, como tro reaL
:e la solidez y estabilidad de Gsa operación, hacen a lo nuís singular Son casos caracterizados por .la levedad del ser tal corno ocurre crE1
), del tn1tarr1iento de las psicosis, y dependen casi absolutnn1nnte do Ja fnrr1osa Srta. fJ de una nrnsnntación de enfr:ir.n1os }]¡y;n:ida 2 c:nb«
,. los recursos con q1n; cuenta el pacientF!. El resto corre a cuenta de por Lacan. 3 Es por ello que~ con frecuencia ln~~ n°.ffnlt<Jcio::-.;
o un analista que funcione co1no hnbil.ítador de ln operación. ticos, si se obtiene11. adolecen trirnbién de levndaci i.n:_1nsitor.i_ocL1cL
,¡ e) La anorexia o buli1nin corno resultado dt)l soltarniento del
tro simbólico. :1. Y qne, hasta donde S(~, no se encuentra (~i1 cdicic1oes 1_;r¡
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ANCLA 141

VOLVERSE LOCO O VOLVERSE MUJER, El nudo


ESTE ES EL PROBLEMA.
ACERCA DE LA FUNCIÓN DE LA REALIDAD (DELIRANTE) "Ustedes ven aquí (imaginamos aj. Lacan señalando la pizarra a
EN EL ANUDAMIENTO su auditorio) un buen pequeño nudo borromeo de cuatro. Es bo-
rromeo puesto que es suficiente con cortar uno cualqu~era de estos
Gabriela L. Basz redondeles de hilo para que los otros queden libres".
Se encuentra iniciando la clase del 14 de enero de 1975 de su semi-
nario llamado R. S. L. iniciales de los tres registros: real, simbólico
e imaginario. Un poco más adelante en la misma clase se pregunta
por la realidad psíquica en Freud: "Freud no era lacaniano. Pero
nada me impide suponerle mis tres R. S. I -cáscara de banana des-
lizada bajo sus pies- para ver cómo ha. salido del apuro. En Freud
los tres no se sostienen, solamente están puestos uno sobre otro.
Así, ¿qué ha hecho él? Ha añadido un redondel, anudando con un
cuarto las tres consistencias a la deriva. Esta cuarta consistencia,
él la llama la realidad psíquica. ¿Qué es la realidad psíquica en
Freud? Es el Complejo de Edipo".
Me interesa destacar del párrafo anterior la equivalencia que Lacan
establece, entonces, entre realidad psíquica-Complejo de Edipo·
cuarto nudo-propiedad borromea 1 •

1. Lacan destacará la función del padre como lo más propio del Edi-
po freudiano, lo que lo lleva a afirmar que la realidad psíquica es "su
El asunto que lo ocupa es de qué rnanera se van anudando los re- pero sin operar de modo borromeo. A este punto se referirá el pre~ nu
dondeles que responden por cada uno de los registros. El cuarto sen te trabajo, basado en algunos textos clásicos de Freud y Lacan al far
nudo le permite ubicar, mostrar, lo que de otro modo se sostiene con respecto y en el "caso Schreber" como paradigma. gei
tres, a condición de que estén anudados borromeanamente: "es su- Para abordar el tema de la realidad desde esta perspectiva nos refe. en
ficiente con cortar uno cualquiera de estos redondeles de bilo para riremos al esquema R tal como Lacan lo presenta en "De una cues~ sir
que los otros queden libres". tión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis". Se trata tu<
Lacan plantea en la cita que he tomado de su seminario que en la del esquema de la constitución del sujeto en Freud. Consiste en dos fa!
neurosis los tres regístros están sueltos (esto es llamado posterior- triángulos: uno imaginario y otro simbólico cuyas bases delirnitan R
mente lapsus del anudamiento) pero se logran mantener juntos por la el campo de la realidad. En una lectura retroactiva del esquema a sil
realidad psíquica o el Complejo de Edipo, que los anuda como cuarto partir de R. S. l. podemos plantear que dicho esquema permite dar La
borromeanarnente. En cambio en el caso de la psicosis, la propiedad cuenta de los tres registros y de ese otro que es la realidad psíquica so
borromea está perturbada porque hay un lapsus del anudamiento en Freud. Lo interesante a resaltar es que así leído, en el esquema a
que se escribe como interpenetración entre los registros. Esto genera R la realidad psíquica cumple la propiedad borromea: el campo
que el tercer registro se suelte si no se pone en juego un cuarto que de la realidad cumple una función de sostén de los tres registros.
repare dicho lapsus. Pero que lo remienda logrando que los registros Tanto el esquema R como el esquema 1 (esquema de la estructura
se mantengan juntos sin que el resultado sea un nudo borromeo del sujeto al término del proceso psicótico) están atravesados por la
Dicho lapsus se repara, a veces, con la metáfora delirante, realidad idea teórica de Freud de 1924 acerca de la pérdida y sustitución de Ir
delirante que va a mantener juntos los tres registros, a anudarlos, la realidad en la psicosis y su valor en relación a la estabilización
delirante. Ubiquemos muy sucintamente el planteo freudiano:
Nombre del Padre". Es así que, avanzando en su ensefianza, podrían1os Freud plantea que la realidad se constituye por una pérdida; la di-
agregar en la misrna serie de equivalencias al Nombre del Padre y pos- ferencia entre neurosis y psicosis está dada por el tratarniento que
teriorrnente al sintho1ne, punto sobre el que no nos detendremos en el el sujeto hace de ella, según haya represión (huida, no querer sa-
presente trabajo. ber) o Verwerfung (rechazo] e intento de creación de una realidad
ANCLA 143

<mreva. En estos movimientos cobra importancia el mundo de la ción desprendiéndolo de otro texto freudiano en el que trata la
.,,l!lll!Sͪ en tanto reserva mantenida para la atenuación de las exi- cuestión de la realidad psíquica. Me refiero a "Los dos principios
~as que se le plantean al sujeto: en la neurosis la sustitución del acaecer psíquico", texto de 1911 contemporáneo del "caso
.i!lllI3 en relación con una realidad fantasmática de sentido oculto, Schreber''. En el mismo Freud investiga cuál es el significado psi-
siro!Jólico, "realidad interior", dirá Freud. Para la psicosis la susti- cológico de la realidad y ubica la fantasía como la actividad que
•tucliin implica la creación de un mundo exterior que testimonia la se escinde del principio de realidad cuando este se establece y
;f¡¡lta de separación entre interior y exterior. permanece sometida al principio de placer. Cito un párrafo com-
Retornando a las "cuestiones preliminares a todo tratamiento po- plejo de este escrito: "La sustitución del principio de placer por
;;ible de la psicosis" nos referiremos a la nota al pie de página que el principio de realidad no implica el destronamiento del primero
tacan agrega en 1966 para ubicar lo que le permite dar cuenta del sino su aseguramiento. Se abandona un placer momentáneo, pero
sostenimiento de la realidad contando con las nociones de objeto inseguro en sus consecuencias, sólo para ganar por el nuevo ca-
.a y de fantasma, no elaboradas en 1958. 2 mino un placer seguro, que vendrá después"' (Freud 1911, 228).
Sin embargo la impronta psíquica de esta sustitución ha sido tre-
menda. Vemos entonces que Freud plantea que el principio de
El objeto realidad se deriva del principio del placer y se refiere al dominio,
a la sustitución del principio de realidad sobre el principio de
Intentaremos ubicar sucintamente de qué se trata dicha elabora- placer pero destacando que siempre hay algo del principio del
placer que no se borra en dicha sustitución, Una diferencia irre-
2. Durante esos años Lacan ha dictado el Seminario "La angustia" (años ductible, un resto, que podemos leer con Lacan como el objeto a.
1962 -1963) y el Seminario "Los cuatro conceptos fundamentales del Lacan lo trabaja muy detalladamente por ejemplo en el Seminario
psicoanálisis" (1964). En ambos trabaja exhaustivamente el objeto a. La XI con la mirada. Plantea la mirada como resto de la visión (que
elaboración de esta topología en relación a dicho objeto sin duda inicia estaría bajo el dominio del principio de realidad). Hay algo que
el camino que lo conducirá hacia el nudo borromeo. no es captado por el ojo, hay un resto de la visión que es el objeto
a mirada, resto permanentemente evitado. La mirada, la voz, los tachado por la banda de la realidad, tachadura producida
objetos lacanianos, probablemente elaborados a partir de su expe· fantasma en tanto acota el goce. He aquí la realidad fantasn¡,
riencia con la psicosis, tienen una diferencia fundamental con los funcionando como "banda", en tanto cuarto término. Desd
objetos freudianos (objeto oral, heces) y es que su sustancia no se tres registros podemos decir que el fantasma es ficción que t
puede capturar: se definen por fuera de la percepción. En el carn· con lo S y lo I vela lo R.
pode la psicosis no hay extracción del a, dirá Lacan, por eso voz y Pero en las psicosis las cosas se presentan de un modo diferente.
mirada no se eliden. El objeto así conceptualizado implica que se hemos que el fantasma imaginario schreberiano ("qué bello sería
ha operado durante esos años (entre el 58 y el 66) un importante una mujer en el momento del acoplamiento") no logra evitar la e
cambio en su concepción del goce: el mismo ya no es algo masivo, del sujeto en una irrupción desmedida de goce. El objeto no puede
pesado, completamente fuera de la simbólico, sino que Lacan ha extraído de la realidad, es un a desamarrado, fuera de marco. En.
comenzado a elaborar un goce fraccionado en elementos de goce: desencadenamiento se produce un desanudamiento de los tres re-
los objetos a. Goce que se podrá ubicar en un hueco, en un vacío, tros que podemos tratar de explicar del siguiente modo: el nudo
en un agujero que está en relación a la castración. Estos objetos existente se demuestra retroactiviunente no borromeo cuando sie
en tanto elementos no son significantes, pero son de todos modos de tres o cuatro falla, porque lo S se deshace cuando el psicótico ·
elementos de un sistema vinculado al orden significante, de allí el topa con la deficiencia de dicho,S a la llamada del significante f1
valor del fantasma que enlaza lo simbólico y el goce. cluído; cuando frente al llamado al Padre se encuentra con el aguj
Lacan menciona en el pie de página de su escrito sobre la psico- en lo S por ausencia de dicho significante primordial. Pero hay o
sis citado anteriormente, las condiciones en que la banda de la raciones que produce el sujeto que van a suplir esa falla. La metá
realidad se sostiene: la realidad implica pérdida, que expresada delirante es una de ellas en tanto. intento de localizar el goce, de u
como extracción del objeto a puede pensarse como pérdida de car una suplencia, una reparación, a la suplencia desfalleciente qu
goce. Esta extracción se relaciona con el corte que constituye el preexistía al desanudamiento desencadenante de la psicosis. 3
fantasma permitiendo la polaridad entre el sujeto barrado y el ob·
jeto perdido funcionando corno causa. Así, lo real está obturado, 3. Hay un antecedente importante de esta perspectiva en el artículo de
ANCLA145

a por el Es decir que en el intento de extracción del objeto, de reunificar las condiciones bajo las cuales la realidad se ha restaurado para el
smática un cuerpo dispersado en retazos de a y de acallar las voces, Schre- sujeto: para él especie de islote cuya consistencia le es impuesta
isde los ber procurará una solución restitutiva que le permita estabilizar después de la prueba por su constancia, para nosotros ligada a lo
1e tejida una realidad que aunque no sea compartida pueda ser habitable. que se le hace habitable. pero también que la distorsiona, a saber
Es interesante interrogar qué estatuto tiene esta realidad nueva. retoques excéntricos de la imaginario y de lo simbólico que la re-
~nte. Sa~ Aquí el delirio de redención, la reconciliación con Dios, da lugar ducen al campo del desnivel entre ambos" (LACAN 1958, 555).
sería ser a un viraje que permite constituir la metáfora delirante estabili- Una nueva realidad, restaurada y habitable.
la caída zadora "ser la mujer de Dios" correlativa del goce transexual. El Siempre acentuando la lectura retroactiva desde R. S. l., desta-
uede ser transexualismo, para Lacan, encuentra su lugar en la copulación quemos una distancia en la concepción del delirio entre Freud y
o. En el divina redentora. El Creador, lo Creado y la Criatura constituyen la Lacan. Freud en el historial de Schreber, al tratar la relación entre
es regis- trilogía delirante estabilizadora. El esquema I muestra que lo que represión- libido y delirio para explicar los síntomas psicóticos,
1do pre- se mantiene en la psicosis es la realidad como realidad delirante. plantea un primer tiempo en que: "El enfermo ha sustraído de las
1 siendo Podemos entender entonces que la misma cumple la función de personas de su entorno y del mundo exterior en general, la in-
:ático se suplencia, de remiendo, anudando los tres registros. Esta realidad vestidura libidinal que hasta entonces les había dirigido; con ello
mte for- delirante se encuentra sostenida en la relación de un yo delirante todo se le ha vuelto indiferente ... El sepultamiento del mundo es
agujero con su Creador. Lo cito a Lacan al respecto: "Queda la disposición la proyección de esta catástrofe interior; su mundo subjetivo se ha
iay ope- del campo R (de la realidad) en el esquema, por cuanto representa sepultado desde que él le ha sustraído su amor" (FREUD 1911, 65).
netáfora Pero en un segundo tiempo " ... el paranoico lo rBconstrl1ye, de tal
. de ubi- Freud "Neurosis y psicosis" donde plantea: "Con relación a la génesis suerte que pueda volver a vivir dentro de él. Lo edifica de nuevo
mte que de las formaciones delirantes algunos análisis nos han enseñado que mediante el trabajo de su delirio" (FREUD 1911, 65). La formación
el delirio se presenta como un parche colocado en el lugar donde ori- delirante es el intento de restablecimiento, la reconstrucción. Esta
ginariamente se produjo una desgarradura en el vínculo del yo con el operación en dos tiempos leída con Lacan desde los tres registros
tículo de mundo exterior" (FREUD, 1924, 157). plantea una diferencia importante respecto del planteo freudia-
".

no: podemos decir que para Freud el inconciente aparece "a cielo Schreber: "Quisiera que n1e rr1ostraran a alguier1 que, frente a la
El tran
abierto'', sin represión, en el segundo tiempo, el del delirio, en la alternativa de volverse lucu sin perder sus atributos n1asculinos
na le p
tentativa de curación que vuelve la libido a los objetos. En cambio o volverse rnujer pero sana de espíritu, no optara por la segunda
Edipo,
Lacan plantea el rechazo del inconsciente en la psicosis, pues la solución. Sí11 ernbargo es así y no de otra manera, que el problema_
lo I y l<
forclusión implica que lo que no ha sido admitido en lo S retorna se plantea para mi" (SCHREBER 1903, 180).
tacado
desde lo R Esto significa una diferencia en la concepción del de- En las Memorias encontran1os una clara oscilación entre la posi-
el goce
lirio, ya que el trabajo del delirio parte entonces de lo que retornó ción de Schreber como carroña del Universo, donde el Otro goza
tura irr
en lo R. Es un saber inventado qlte como significación fija intenta de él en tanto objeto (habitualmente llamado goce del Otro) y la
que pe
alojar en lo S-1 ese R que se ha presentado. (A diferencia de lo que constitución de un goce narcisista, goce de lo imaginario, tran-
no sea
planteábamos del fantasma como ficción entretejida con lo S y lo sexual, a partir de la metáfora delirante.
Schreb
I que envuelve lo R). Ya Freud señaló dicha oscilación al diferenciar lo que llama el
es testi
Con respecto a esta realidad delirante, a esta invención acerca de delirio prín1arío, la transformación en mujer como acto de daño
Ser la
los fenómenos que lo aquejan, el goce transexual que la metáfora y persecución destinado al abuso sexual, de la conexión de esta
sa de <
localiza se vuelve compatible con el lugar que el delirio designa al transformación con propósitos superiores; el llamado delirio de
se trat<
sujeto (ser la mujer de Dios), dándole un lugar en el Otro. Es por redención que implica, en sus palabras "el cese de la lucha y la.
presen
ello que el sujeto se estabiliza y busca anclarse en esa respuesta enfermedad". En el delirio primario encontramos esa posición de
tido, s'
ligada a su nueva realidad. deyección, donde se realiza el goce del Otro en Schreber como
mino]
objeto y, en cambio, el delirio de redención se conecta con el te-
goce ti
rreno del goce transexual, correlativo a la rr-ietáfora delirante que
reco11c
acota lo real del goce del Otro. Este movimiento se inicia con la
distan1
La nueva realidad: lo transexual en Schreber hec:aton1be imaginaria consecuencia de la forclusión y correlatíva
cionan
del desanudamiento del nudo que hasta entonces había operado
almas
¿De qué se trata este goce transexual7 Leámoslo a Daniel Paul manteniendo juntos los registros. "Pues
ANCLA 147

El transexualismo delirante alcanzado en la metáfora schreberia- lo quisiera o no, la eviración era un imperativo ahsoluto del orden
na le permite mantener una unidad narcisista no sostenida en el del universo, y, procurando un compromiso razonable, no me que-
Edipo. sino en "ser la mujer que le falta a los hombres". Así anuda daha otra alternativa que hacerme a la idea de ser transformado en
Jo¡ y Jos registros se mantienen juntos, aunque, como hemos des- mujer" (SCHREBER 1903, 179).
tacado anteriormente, no de modo borromeo. Por eso decimos que La mudanza en mujer y la idea de que Dios lo va a fecundar conlle-
el goce transexual en tanto narcisista apunta a restaurar la estruc- van una postergación indefinida de la realización, sin coordenadas
tura imaginaria; transexualismo delirante que ofrece una solución de tiempo y espacio. El delirio de Schreber se acomoda al suspen-
que permite la coexistencia de la unidad del cuerpo y que el goce so de la transformación; no exige una realización pronta, inmedia-
no sea una intrusión que lo fragmente. La descripción que hace ta, funcionando así como sostén de su nueva realidad.
Schreber de la contemplación de su torso desnudo frente al espejo Tratándose de la realidad, su pérdida y su reconstrucción en la psi-
es testimonio de este goce de lo imaginario. cosis a través de la metáfora delirante, podemo~ afirmar que el modo
Ser la mujer de Dios, ponerle nombre (Dios) a ese Otro que abu- en que se produce esta reconstrucción de la realidad en Schreber
sa de él, es dar sentido a ese goce caprichoso del Otro. ¿De qué es transformándose en la mujer de Dios. Esta metáfora (delirante)
se trata esta exigencia de goce? Tal como lo dice Schreber, de la produce una regulación del goce, lo localiza. Implica un límite que
presencia constante del lenguaje que le habla sin parar y sin sen- da una solución al desborde de goce deslocalizado; límite asintóti-
tido, sometiéndolo a un goce constante. falto de límite. En el ca- co que pacifica al sujeto. El goce transexual correlacionado con la
mino hacia la estabilización se produce un acrecentamiento del metáfora implica un acotamiento de goce que es productivo.
goce transexual y una disminución del goce del Otro, ya que la Para concluir, entonces, planteamos que la metáfora delirante es
reconciliación con la idea de su transformación en mujer lo pone a una invención que toma valor de realidad para1a psicosis. Articula
distancia del mismo. Las voces y la voluptuosidad tienen un fun- un goce que pasa por el cuerpo, enlazándolo con un simbólico: los
cionamiento opuesto: en tanto las voces se hacen rutinarias y las registros se anudan (no borromeanamente) por un cuarto, constitu-
almas desaparecen, se acrecienta la voluptuosidad. yéndose una realidad que no se sostiene en el Complejo de Edipo.
"Pues bien, indudablemente ya había tomado consciencia de que
Bibliografia

FREUD, S. (1911) "Puntualizaciones psicoanalíticas sobre un caso


de paranoia (Dementia paranoides) descrito autobiográficamente" En
Obras completas, Buenos Aires, Amorrortu editores, 1986, XII. 11-76.
FREUD, S. (1911) "Formulaciones sobre los dos principios del acae-
cer psíquico". En Obras completas, Buenos Aires, Amorrortu editores,
1986, XII, 223-231.
FREUD S. (1924) "Neurosis y psicosis". En Obras completas, Buenos
Aires, Amorrortu editores, 1986, XIX, 155-159.
FREUD S. (1924) "La pérdida de la realidad en la neurosis y en la psi·
cosis". En Obras completas, Buenos Aires, Amorrortu editores, 1986,
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LACAN, j. (1958) "De una cuestión preliminar a todo tratamiento posi-
ble de la psicosis", Escritos Il, Buenos Aires, Siglo XXI editores, 1958,
513~564.

LACAN, j. (1975) R. S. l. Seminario inédito, clase del 14 de enero de


1975.
SCREBER, D. (1903) Memorias de un neurópata, Buenos Aires, edito-
rial Petriel, 1978.
ANCLA 14 9

DESENCADENAMIENTOS TEMPRANOS O TARDÍOS Desencadenamiento temprano o tardío

Patricio Álvarez La pregunta que se planteó 1 sobre cuáles son las diferencias entre
una psicosis en la infancia y una psicosis en la adultez me resulta in-
teresante porque aún no se planteó decididamente como tema de in-
vestigación y, por lo tanto, no hay demasiada bibliografía sobre ella.
El interrogante tiene dos problemas con los que habrá que lidiar.
Primero: plantearla implica necesariamente situar la diferencia en-
tre un niño y un adulto. Lacan no habló del adulto, ni los diferenció
nunca en términos evolutivos, tomando la referencia freudiana que
afirma que todo deseo es infantil. Pero sí situó una diferencia en
el Discurso de clausura ... 2 entre las personas grandes y el niño,
tomando las Antimemorias de Malraux, donde el autor dice que al
volver de los horrores de la Segunda Guerra, viendo a la gente de la
ciudad, incluso a sus padres con sus pequeñeces concluía en que
no hay personas grandes. Eric Laurent 3 dice que la diferencia entre

1. !'-.1esa redonda en el Centro de Salud ~v1ental nº 1"tv1anuela Pedra-


za" sobre las "Diferencias entre la psicosis del adulto y la psicosis en
la infancia", por invitación de Gustavo Slatopolsky y Karina Lipzer,
coordinadores.
2. Cf, LACAN 1967a.
3. Cf, LAURENT 2003.
un niño y una persona grande es que la persona grande puede ha- A partir de esto, podemos inferir que lo determinante según el
cerse responsable de su goce. Y Lacan concluirá que sólo el análisis desencadenamiento sea en esos distintos mome11tos, será lo que consec1
es lo que permite hacer de una persona grande una gran persona al podríamos llamar la oposición entre la estructuración subjetiva y vemos
responsabilizarla de su goce poniendo en juego su relación a la cas- el cataclismo: un desencadenamiento temprano impide -u obsta- todos le
tración. El problema que se nos presenta es la pregunta de si puede culiza- la estructuración simbólico-irnaginaria del cuerpo, el yo ciendo
hacerse al psicótico responsable de su goce. y la "realidad", es decir, lo que Lacan en el Seminario 1 llama subjetiv
la estructuración subjetiva, mientras que ·Un desencadenamiento Podemc
Segundo: si puede hablarse de neurosis infantil como anteceden-
te lógico para la neurosis, no puede hablarse del mismo correlato en la adolescencia o la adultez implica la desestructuración, eí gica: el
evoluci1
para la psicosis, dado que como dice Lacan, no hay prehistoria cataclismo (Seminario 3) de ese mundo sirnbólico-imaginario, tal
demenc
en la psicosis. La psicosis puede desencadenarse en la infancia o como Lacan lo sitúa en la Cuestión preliminar, donde habla de
de los e
en la adultez, y tendrá distintas consecuencias según el momento "el desastre creciente de lo imaginario "4 que produce el desenca-
9 años r
del desencadenamiento. Si nos guiamos por la clínica, podemos denamiento. Por lo tanto, podemos decir que las posibilidades de
por el it
decir que las consecuencias son bien diferentes en un caso o en estructuración subjetiva serán menores segú11 la menor edad en€!
más tem
otro, y tenemos por lo menos cuatro puntos donde Lacan trabajó desencadenamiento.
precoz e
un desencadenamiento en las diferentes edades: el caso Dick y Es un dato que observarnos en la clínica, aunque no se cumple
bertad, E
el caso de El lobo de Rosine Lefort en el Seminario 1, el caso del en todos los casos: a menor edad en el desencadenamiento, más
es el ant
adolescente de Katan en el Seminario 3, y el caso Schreber. Para
El primE
los dos primeros, Lacan acentúa claramente que en ellos no se 4. La cita es la siguiente: "Es la falta del Non1bre-del-Padre en ese lugar
rnaestro
constituye -antes de la intervención de un analista- la diferencia la que, por 01 agujero que abre en el significado, inicia la cascada de Jos
cripción
entre el grito y Bl llamado, y por lo tanto, el problema se produce retoques del significante de donde procede el desastre creciente de
y la mas
a nivel de la constitución del Otro y de la construcción del yo. irnaginario, hasta que se alcance el nivel en que significante y significa.
Por lo \anto, la primera diferencia debe establecerse a nivel de do se estabilizan en la metáfora delirante." LACAN, J. De una cuestión·'.
5. En
esa constitución. preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis (LA CAN 1958).
hay Ul
ANCLA 153

1rma en esquizofrenia y en la paranoia, pero no en el autismo. Al respec- como causa de deseo. Y en tanto no hay extracción del objeto, el
ración. to, hay diferencia entre distintos autores: Rosine y Robert Lefort objeto se puede presentificar bajo la forma de la alucinación.
mplica plantean en cierto momento de su obra que no hay alienación en Lacan dirá en el Breve discurso a los psiquiatras: "los hombres li-
?::ación. el autista -por lo que intentan plantear la hipótesis de una cuarta bres, los verdaderos, son precisamente los locos. No hay demanda
madi- estructura-, mientras Laurent y Maleval plantean que sí la hay. Es del a minúscula, su a minúscula él lo tiene, es lo que él llama sus
que el decir, para los Lefort no habría entrada al lenguaje en el autista, ni voces, por ejemplo (... ) El no se sostiene en el lugar del Otro por
tmente tampoco palabra. Para los demás sí hay entrada al lenguaje o alie- el objeto a, el a él lo tiene a su disposición" (LACAN 1967b). Esto
cia en- nación, pero no hay toma de palabra en el autista, y sí la hay en la implica que no hay el pasaje por los rodeos del deseo del Otro, por
'nde al psicosis desencadenada en la infancia. eso Lacan sitúa una dependencia necesaria en la neurosis, mientras
lo. El segundo paso lógico es la separación 9 , que permite no la consti- que el psicótico es libre en tanto no debe buscar el objeto perdido
i ante-
tución del sujeto, sino la constitución del deseo. La separación se en el campo del Otro sino que dispone de él, con las consecuencias
:ndolo produce en la articulación del sujeto con el intervalo en la cadena funestas que esto tiene a nivel de la deslocalización del goce.
y dis- del Otro donde se sitúa el enigma de su deseo, y permite la extrac- Es por eso que hablamos de fuera de discurso: los cuatro discursos
17. ción del objeto, es decir, su pérdida, y es el paso que no se produce sólo pueden producirse en tanto el objeto está extraído y puede
>o del en la psicosis. No hay extracción del objeto en la psicosis, lo cual ubicarse como plus de gozar. Y entonces podemos concluir que
mede implica que el objeto no se pierde, y por lo tanto, no se localiza en hay lenguaje en la psicosis, hay palabra -en unos sí y en otros no-,
¡ue el el fantasma ni se enmarca por la castración, es decir, no se sitúa pero no hay discurso porque no hay separación.
De este modo, retomando el punto anterior, poden1os decir que en
Otro, un registro de lenguaje? Hablar es ante todo, hablar al Otro. (. .. ) Para tanto no hay separación, el niño permanece como objeto del fan-
en la nosotros, la estructura de la palabra, lo dije cada vez que tuvimos que tasma materno al no poder constituir su propio deseo, al no poder
emplear aquí este término en su sentido propio, es que el sujeto recibe inscribir una pérdida del objeto que le permita constituir su propio
engá- su mensaje del Otro en forma invertida" (LACAN 1955-56). fantasma. Esta no separación puede tomar distintas formas según
-ra de 9. Cf. LACAN 1964 .. el caso: el autismo, la esquizofrenia o la debilidad mental.
- los débi
La holofrase: psicosis y debilidad mental ese algo a que lo reduce la madre- el mero soporte de su deseo en
alienarse
un término oscuro" (LACAN 1964). Esta frase se asemeja bastante
la madre,
Lacan explica la consecuencia de la no separación del objeto con a la de Dos notas sobre el niño, donde también es soporte de su
deducirlo
el concepto de holofrase. Ya desde el Seminario 1 hablaba de la deseo, pero en una posición bastante diferente de la de( psicó-
mental fo
holofrase como una palabra que implica en sí misma la estructura tico. Laurent dice que son buenos en el cálculo pero no en el
lo que qu
sintáctica de una frase entera, como por ejemplo la palabra Ven- desciframiento: evitan descifrar cualquier dimensión del deseo,
Maud Mn
ga!, pero en el Seminario 11 le añade su elemento de goce: en la lo que los ubica en una posición de meros repetidores aboliendo
algunos. f
misma frase está contenido el objeto a. Así la define: "cuando no cualquier dimensión de enunciación, es decir, logran abolir la
de los per
hay intervalo entre Sl y S2, cuando el primer par de significantes subjetividad alienándose al discurso del Otro. Y Lacan subraya
campo so1
se solidifica, se holofrasea, obtenemos el modelo de toda una serie por esta razón la cercanía de la debilidad mental a la psicosis. Ya
raza en q
de casos -si bien hay que advertir que el sujeto no ocupa el mis- Maud Mannoni decía en el libro mencionado, que la mayoría de
maravillo
mo lugar en cada caso". Esa serie de casos son -La can toma aquí los débiles mentales no orgánicos, son o bien neuróticos inhibi-
desencad1
las observaciones de Maud Mannoni en El niño retardado y su dos, o bien psicóticos.
Para el ca,
madre10-: las psicosomáticas, la debilidad mental, y la psicosis. Ahora bien, si nos atenemos a la clínica de la debilidad mental opuesto a·
Notemos además que se trata del primer par de significantes, es psicótica, es decir, no efecto de una inhibición neurótica ni de una
da psicót
decir, es un efecto de estructura, que impide la separación, por causalidad orgánica, debemos diferenciar dos clases:
del mism1
efecto de la forclusión. - los débiles mentales por efecto del desBncadenamiento tem.
significa11
Para el caso de la debilidad mental, la holofrase tiene el funcio- prano de la psicosis, que no logran constituir una estructuración
fiesta en ~
namiento más sirnple, en una alienación absoluta al discurso del subjetiva y un mundo simbólico-imaginario. Observamos en va.
no ingrese
Otro, evitando toda dimensión posible de aparición de un deseo rios casos que después del desencadenarniento del autisrr.lo o de
ninguna e
enigmático: "el niño débil mental ocupa el lugar ( ... ) respecto a la psicosis, se establece una debilidad mental producto de la no
de esa hoí
libidinización del mundo, salvo que se logre una suplencia que
alucinaci<
10. Cf. MANNONI 1964. permita una inscripció11 al sujeto.
ANCLA 1 55

. los débiles mentales que logran una suplencia imaginaria al desencadena: ya sea bajo la forma del autismo o la esquizofrenia,
_ ,
1
arse absolutamente al discurso del Otro, preferentemente el objeto no extraído se presenta generalmente bajo las formas de
t:LJ1en
la madre, como modo de evitar el desencadenamiento, Podemos la voz o la mirada.
deducirlo de la siguiente cita del Seminario 16: "Y si el débil Esa irrupción de goce impide la estructuración de un mundo.
mental fuera un pequeño astuto? Me comprenderán mejor en Y es aquí donde se ubica la diferencia central entre un desen-
Jo que quiero decir si saben referirse a buenos autores, es decir cadenamiento en la infancia o en la adultez. Lacan lo deja bien
lvfaud Mannoni. Esa era una idea que ya se les había ocurrido a claro en el Discurso sobre la infancia alienada: cuando el au-
algunos. Hay un llamado Dostoievski que llamó "El idiota" a uno tista se tapa los oídos para no escucharnos, eso no impide que
de Jos personajes que se conducía maravillosamente en cualquier esté escuchando sus voces. Ya sea un autista, que o bien alucina
campo social que él atravesara y en cualquier situación de emba- todo el tiempo o bien rechaza al Otro como modo defensivo, o
razo en que se entrometiera" (LACAN 1968-69). Ese conducirse un esquizofrénico, que alucina episódicamente, las irrupciones
maravillosamente es la suplencia lograda por el débil que evita el de goce no le permiten construir un mupdo simbólico-imagi-
desencadenamiento. nario, una estructuración subjetiva. Esto es muy diferente de la
Para el caso de la psicosis, el funcionamiento de la holofrase es el desestructuración, el cataclismo imaginario del adulto, donde
opuesto al del débil mental: Lacan sitúa el fenómeno de la increen- de pronto todas las construcciones libidi.nales de su mundo se
cia psicótica, es decir, la certeza: "En la psicosis se trata de algo desvanecen, pero el sujeto ya había logrado una estructuración
del mismo orden. Esta solidez, esta captación masiva de la cadena subjetiva hasta el momento del desencadenamiento. Los ame-
significante primitiva impide la apertura dialéctica que se mani- ricanos han medido el CI de los autistas y sostienen que el 80
fiesta en el fenómeno de la creencia" (LACAN 1964). El psicótico % de ellos llegan a un CI de entre 35 y 70, lo cual nos permite
no ingresa en la creencia en los semblantes, y por lo tanto no debe suponer -más allá de las cifras de un país sin psicoanalistas-
ninguna dimensión de supuesto saber al Otro. El efecto necesario que, sin un análisis, sin ninguna suplencia que les permita una
de esa holofrase es la presentificación del objeto bajo la forma de la estructuración de un mundo, permanecen débiles mentales por
alucinación. Y es lo que encontramos en la psicosis infantil que se efecto del desencadenamiento.
Lacan sitúa esto en Posición del inconsciente1 1 de una manera más Bihliograffa
clara que en el Seminario 11, al situar el mito de la laminilla como
efecto de la separación. A partir de la extracción del objeto, la la- BELAGA, G. (2007): "Las psicosis infantiles. Del "autismo" a la
minilla puede desplazarse libidinizando el mundo, produciendo zación''. En Revista Digital Virtualía 16, http://www.eol.org.ar/
toda la suma de construcciones, sublimaciones, lazos, deseos, LACAN, J. (1955-56): El Seminario, libro 3. Buenos Aires,
aprendizajes, que constituyen el mundo de un sujeto. Cuando el 1998.
objeto no se extrae la libido no se desplaza, y el autismo y la esqui- LACAN, J. (1958): "De una cuestión preliminar a todo tratamien
zofrenia con sus distintos modos de indiferencia nos lo muestran. ble de la psicosis''. En Escritos 2, México, Siglo XXI, 1987.
Como decíamos, la separación es la condición de que se constituya LA.CAN, J. (1960): "Posición del inconsciente''. En Escritos 2,
el deseo, y cuando no hay una posición desean te, mal puede cons- Siglo XXI, 1987.
truir el sujeto su mundo. LACAN, J. (1964): El Seminario, libro 11. Buenos Aires, Paídós,
Si tomarnos en cuenta los dos elementos, la irrupción de goce, y la LACAN, j. (1967a): Discurso de Clausura de las jornadas sobre
falta del interés libidinal o la no estructuración del deseo propia infantil. En Psicosis infantil, Nueva Visión, Buenos Aires, 1971.
de la psicosis, podremos situar la diferencia fundamental entre el LACAN, J. (1967b): "Breve discurso a los psiquiatras", 10-11
desencadenamiento en la infancia o en la adultez. édito.
LACAN, ). (1968-69): El Seminario, libro 16. Buenos Aires, p
2008.
LACAN, J. (1969): "Dos notas sobre el niño''. En Intervenciones y
2. Buenos Aires, Manantial, 1:996.
LAURENT, E. (2003): Hay un fin de análisis para los niños, Diva,
nos Aires, 2003.
MANNONl, M. (1964): El niño retardado y su madre.
11. LACAN 1960. Paidós, 1982
ANCLA 157

!ll!l-l:IE·A·TRES: CUERPO, ARREBATO Y MIRADA «La soledad siempre está acompañada por la locura. Lo sé.
La locura no se ve. A veces sólo se la presiente>).
l!ll!l!ina Galiussi Marguerite Duras

Este trabajo tiene por fin indagar algunas de las diversas perspecti-
vas que presenta la novela de Marguerite Duras El arrebato de Lo]
V. Stein. La importancia de analizar dicha obra radica en que la
misma ubica en su centro el ternario establecido entre el cuerpo,
el arrebato y la mirada, como así también los modos de anuda-
miento y desanudamientos puestos allí en juego. No obstante, ello
comporta cierta evidencia en una primera áproximación al texto.
Lo importante resultará entonces tratar de precisar si dichas for-
mas eminentemente singulares de encadenamiento y desencade-
namiento permitirían situar una lógica de la estructura. Esto nos
llevará a efectuar una articulación con las estructuras clínicas y la
sexuación en un material que, aún siendo ficcional, da lugar a un
ejercicio diagnóstico que no escapa a la dificultad. Sin embargo,
es esta misma razón la que aporta una riqu~za clínica que Lacan,
mediante el homenaje a su autora, ha sabidt>. valorar.
Sobre lo que no se ve en lo que viste: El acontecimiento que pone en primer plano a la mirada. Justamente, se tra
"rapto de dos en una danza que los suelda y ante los ojos
La novela nos sitúa desde el comienzo en un ternario que, a lo tercera" (LACAN 1985, 64). Ella los siguió con la mirada has
largo de la misma y de diversas maneras, se rememora. Allí es na- ya no los divisó, momento en el cual cayó al suelo, desvan
rrada la historia de la joven Lol, su novio -Michael Richardson- y Específicamente agreguemos, tuvo que ver con aquello incu
otra mujer -Anne Marie Stretter- quien se lo "arrebata" o "rapta" do que no pudo mirar: la manera en que su novio le hacía ca
una noche durante la celebración de un baile. Ahora bien, respecto vestido negro a la otra mujer. Ahora bien, afirma Duras, el),
de esa escena, cabe situar el enigma que comporta la pregunta por despojada de su amante, como de un vestido. Constituye un i
aquello que atañe al sujeto o al objeto de la oración, es decir, sobre de tres en el que Lacan evoca homofónicamente al amor y la m
quién recae el rapto o quién es el que sufre el arrebato. En pocas en un rapto en el cual "se evoca el alma y obra la belleza" [ibí
palabras, Lol V. Stein, o bien raptada o raptora. Particularmente 63), mediante una operación que atañe justamente a la pres
y al respecto, resulta interesante resaltar este término en tanto es del cuerpo, metaforizada aquí en aquel soporte del vestido qu
introducido por Lacan a partir del discurso de los místicos -aque- pudo ver caer, y allí donde "todo se detiene" (ibídem., 66).
llos a los cuales hizo referencia, hallando principalmente en Santa A partir de lo expuesto, podemos afirmar que esta escena o
Teresa y San juan de la Cruz figuras paradigmáticas-, quienes me- porta una importancia cruciar en aquello que a la evolución
diante sus experiencias han dado cuenta de una desubjetivación, relato se refiere y, principalmente, al objeto de nuestro análi
al sentirse "arrebatados", es decir, envueltos en un "rapto" irresis- Es Lol quien determina el arrebato, en nn rapto "loco", a partir
tible, dando cuenta a partir de ello de un goce al que Lacan llamará aquello que precisamente no pudo ver, de lo que "no se ve"
Otro, diverso y suplementario a aquel que rige la lógica fálica. De como sostiene Duras. Ahora bien, y tal como ha sido menciona!
esta manera, si definimos el arrebato como el hecho de llevarse a no sólo es arrancada de su amante, sino también de su vestido)
alguien por la fuerza, podemos decir que en esta escena el mismo cual tiene el estatuto de un cuerpo cuya consistencia se desva'''
acontece y no a partir de la dimensión de la competencia y el enga- ce. Tal la definición de Lacan al respecto: "Un cuerpo, un cu
ño, sino de aquella que, a falta de una palabra, atraviesa un límite tal como aquel del que nstedes se soportan, es muy precisame
ANCLA 1 5 !l

que para ustedes no tiene aspecto sino de ser lo que resiste, lo tes" y el "después" del acontecimiento- es, también, la emergencia
consiste antes de disolverse" (LACAN 1974-1975, 18/02/75). en lo real de una cierta verdad de la relación con el otro que, a
Disolución y desvanecimiento, he allí presente la dimensión del partir de ese momento, no puede ocultar más" (ASSOUN 2001,
desanudamiento del cuerpo, el momento en el que se franquea el 54-55). Es aquella que provoca el encierro de la protagonista, que
J.ímite que implica tenerlo, y a partir de lo cual todo se detiene. luego de un tiempo se casa, tiene hijos y .lleva adelante durante
"Para Lol resulta inconcebible estar ausente del lugar donde se rea- diez años una vida acorde a la ritualizada monotonía del hogar. No
lizó ese gesto. Ese gesto no hubiera tenido lugar sin ella: está con él, obstante, Lol vuelve un día a frecuentar el afuera, sale a deambular
carne con carne, forma con forma, los ojos cerrados a su cadáver. Na- y una primera impresión daría lugar a pensar que no hace nada en
para verlo. Otros nacen para morir. Ese gesto, sin ella para verlo, particular, pero Duras ya coloca nuevamente la mirada y el cuerpo
muere de sed, se pulveriza, se desmorona, Lo! está hecha cenizas. El en el centro de la escena: ella busca al equivalente de su cuerpo
cuerpo alto y delgado de la otra mujer aparecería poco a poco. Y en en la captación expectante que imprime ~n el hecho de mirar a
una progresión rigurosamente paralela e inversa, Lol será sustituida parejas, o bien de mirar a aquellos hombres'.que miran mujeres, en
por ella cerca del hombre de T. Beach. Sustituida por esta mujer un intento de recuperar algo del orden de la mirada allí donde su
de aliento próximo. Lo! retiene ese aliento: a medida que el cuerpo cuerpo se halló desposeído de ella.
de la mujer aparece ante ese hombre, el suyo se borra, se borra ... "
(DURAS 1964, 41). La riqueza de esta cita da cuenta de que aquí lo
imaginario tiene un valor real, ya que no se acentúa el sufrimiento, El "ser-de-a-tres" como anudamiento sinthomático
el despecho, la lucha, los celos o la rivalidad generada por el rapto
de su hombre, si no que se trata más bien de un arrebato a nivel de Al regresar a su ciudad, Lol se reencuentra con su amiga Tatiana
la carne que se pulveriza, de un ser reducido a cenizas. Karl, aquella con quien compartió la escuela y que estuvo a su lado
Este acontecimiento, tal como lo designa Lacan, instaura la brecha cuando ocurrió "el arrebato" en el baile; esta última se ha casado y
entre un antes y un después. Es decir, constituye "el momento fatí- en su vida hay un amante -Jacques Hold. Así, dicha coyuntura nos
dico que "corta en dos" el continuum de su historia -entre el "an- ubica en un nuevo ternario.
Es preciso aclarar que si bien la dimensión triangular está presente Lacan sostiene que, en esta historia, "hay que contarse de a
en ambos, no se trata en el segundo de una mera repetición del (LACAN 1985, 64), haciendo referencia a esta estructura te tít
en
primero "según algún cliché" (LACAN 1985, 64), tal como nos ad- en la que Lol queda suspendida y que anuda de un modo inédit.
vierte Lacan -en una forma inédita y totalmente anticipada en lo arrebato primero, operando una localización de goce y realiz · m
que atañe a su desarrollo sobre los nudos en la última parte de su la, ya que "no es Lo! quien mira, aunque más no fuese por el n<
hecho de que no ve nada. Ella no es el voyeur, el mirón. Lo
E1
enseñanza-, agregando que "lo que allí se rehace no es el aconte-
al
cimiento sino un nudo. Lo que este nudo encierra es propiamente suceda la realiza" (ibídem., 69). De esta manera, podemos in
Ili
lo que rapta" (ibídem.). Es decir, no se trata de repeticiones signi- la operación de un singular nudo lógico, en un doble movimi
ir
ficantes sino de un goce que logra cierta localización. Se trata de que, lejos de constituir un triángulo amoroso, da lugar a qu
lJ
[' un nudo entre ella, su amiga y el amante, un nudo que encierra lo extimidad del cuerpo antes desvanecido sea ahora en cierto m __
ti

~
que rapta allí donde, conquistando a Hold, logra mirar -a través anudada, al ser desvestido y vestido con esa desnudez propia
e
del marco, del cuadro que da la ventana iluminada- los encuentros objeto, en una operación metafórica y sintomática que vía ese
s
de pura mirada le otorga un estatut~ nuevo.
~.
L
que éste a su vez sigue manteniendo con Tatiana. Así, Hold sirve
de medio para que Lol contemple la insinuante desnudez de la otra
e
1 a
• mujer, la desnudez indecible de un cuerpo que reemplaza al suyo
r
pero que a la vez le da su estatuto y permite reconstruirlo a partir de Locura, ficción y estructura
allí. De este modo, es aquí donde el vestido agalmático e imaginario
\\
que el amor reviste se desviste y lo que viste pasa a ser la mirada de Tal como Lacan ha invitado a interpretar respecto de aquello

1 la desnudez, que produce cierta fascinación, cierto encantamiento,


palabra que constituye otro modo de traducir el término francés
acontece en la novela de Duras, se: trata de un "ser-de-a-tres''.
consecuencia, no constituye una relación de a dos entre Hol
J~ ravissement. "Lo! asoma la cabeza por todos lados y ríe, como en-
cantada con ese juego de volver a ver" (DURAS 1964, 144), a partir
Lol -y esa es la confusión en la que cae el primero-, ya que:
acercamiento de éste al cuerpo de ella la "vuelve loca" (ibíde -e

1 de esa mancha que constituye el objeto y que fascina a la mirada. -observación que le llega por la propia Duras y que para él co

l
ANCL/\161

a tres" tituye el verdadero y decisivo final de la novela. Es el momento u otra estructura. En cualquier caso, comencen1os por situar los
}rnaria en el que Hold plantea: "La crisis está ahí. La ha desencadenado argumentos que darían lugar para pensar a Lol como una histé-
idito al nuestra situación en este momento, en esta habitación en la que rica. En principio, es pasible señalar que nos hallaríamos en una
zándo- nos hallamos solos, ella y yo" (DURAS 1964, 151). triangulación acorde a dicha estructura, allí donde la otra mujer no
el solo En su biografía sobre Duras, Alain Vircondelet sostiene que Lacan ha ocupa un lugar menor, tal como ocurre en esta historia. Desde esta
Lo que afirmado que esta novela denota un original conocimiento de la alie- perspectiva entonces, podemos ubicar que, en esta última escena
inferir nación, en la medida en que relata, de forma incluso superior a los con Hold, Lol se vuelve loca, en el momento en el que el hombre
niento informes psiquiátricos, un "delirio clínicamente perfecto" (VIRCON- no haría de medio para sostener su pregunta en dirección a la otra,
que la DELET 1991, 212). Particularmente y respecto de lo inmediatamen- si no que se acerca a ella, precipitando un punto donde en el Otro
1modo te antedicho, resulta interesante abordar el estatuto que comporta no hay respuesta. Es lo que también se haría presente en el acon-
Jia del este delirio, esta locura, es decir, de qué tipo de desencadenamiento tecimiento, cuando su hombre se va con otra, pero donde no se
ese ser se trata en relación a la estructura, cuya principal discusión giraría acentúa la dimensión del abandono, los celos o la rivalidad, sino
en torno a pensarla, o bien desde la vertiente histérica y la irrupción el hecho de no haber podido ver la desnudez de esa mujer, lo cual
allí del goce femenino, o bien a partir del empuje a la mujer en una generaría una vez más la ruptura del ternario estructural, conforme
mujer psicótica. Cabe destacar que dicha elucidación ha generado al cual el sujeto hace su pregunta desde el fantasma, precisamente
algunas controversias, propias, podríamos afirmar, al personaje que para no hacerla. Es así que el hecho de mirar a Hold y a Tatiana
constituye su esencia, es decir, al carácter eminentemente literario y por la ventana le permitiría un especial anudamiento en el marco
lo que ficcional de la protagonista de esta novela. De todos modos, resulta fantasmático que sostendría su pregunta allí donde la otra goza.
is". En fundamental a la vez situar que es posible hallar, a partir de dicho De este modo, podríamos afirmar que, tanto en la escena que cons-
fold y texto, una valiosa perspectiva clínica que nos permitirá efectuar un tituye el acontecimiento, en la que su novio y la otra, es decir, los
que el ejercicio diagnóstico allí donde la dificultad prima. dos, se van y falta la palabra, como en aquella "de a dos" en la que
ídem.) No caben dudas respecto de poder delimitar en la novela que Hold acerca su cuerpo al de ella, la confrontarían con un punto de
. cons- nos ocupa elementos que permiten orientamos o bien hacia una vacilación fantasmática y de desanudamiento ante la no respuesta,
'r

a partir de la irrupción de un goce femenino ante el cual la histérica gente que está siendo golpeada por la policía que ya llega. Vemos in
se aterra. Se trataría de la dimensión de un goce Otro ubicado del así el fracaso de Hold en su intento de darle a Lol una "conciencia ni

lado derecho de las fórmulas de la sexuación, aquel que, tal como de ser" (LACAN 1985, 69), es decir. de simbolizar y comprender pi
hen1os mencionado, experimentan los místicos, sostenido más allá aquello que para Lol es del orden de la realización. De todos mo- in
del falo, en la lógica del no-todo y en relación con la falta del Otro dos, si bien se denomina a este delirio como paranoico, daría lugar di
que viene a desamarrar la armadura sostenida. Es por ello que, pos- a pensar que podría tener el mismo estatuto que aquella vertiente te
teriormente, se aferra, se anuda a ese marco que le otorga la ventana reivindicativa señalada por Lacan respecto de Dora, corno asf tam~ dE
iluminada y que le permite sostenerse en esa armadura que instaura bién el lugar de Hold al modo del Sr. K en la escena del lago. Por su
ese ser-de-a-tres. De este modo, constituiría una "perfecta" histérica lo tanto, este n1omento paranoico en el que Lol se vuelve loca no es
que nos enseñaría del goce femenino vía sus desanudamientos. nos permite aún dilucidar, a partir de dicha locura, la estructura. la
Pasemos ahora a la perspectiva que aboga la psicosis, la cual nos Por otra parte, si bien se pueden ubicar los elementos señalados, at
obliga a interrogar y confrontar lo recientemente dicho. Este es pensar en una estructura histérica conllevaría ciertos problemas, qu
efectivamente el trabajo que realizan principalmente jacques- particularmente por las modalidades de anudamiento y desanu- En
Alain Miller y Eric Laurent en Los usos del lapso, mediante un damiento, y es en realidad esta perspectiva la que nos permitirá lar
ejercicio que va pasando por diversos momentos, a partir de la dis- pensar la psicosis en juego. on
cusión clínica que esta obra genera. Es así que en un principio, el A tales fines retomemos el momento del acontecimiento, aquello arr
primer autor establece cierta homologación entre la protagonista y que Laurent denominó como una experiencia de despersonaliza- se1
Dora o la bella carnicera, en función del ternario existente y dentro ción en Lol. ~Ahora bien, en 10 histeria también es pasible hallar un
del cual Hold opera en tanto instrumento. testaferro y marioneta dichos fenómenos. No obstante, es el estatuto que aquí comporta el asi
de Lo!. No obstante, no duda en afirmar que cuando Hold se acer- cuerpo el que otorgará la dimensión de la estructura, ya que pode- ha
ca a su cuerpo, se desencadena lo que llama un delirio paranoico mos afirmar ella no tuvo cuerpo. Al respecto, dicho autor no duda est
descarnado, allí donde ella no reconoce a nadie ni se reconoce. en decir que se trata de un sujeto psicótico que ha perdido su cuer- qui
norninándose a sí misma con10 Tatiana y afirmando sólo que hay po, marcando la salvedad al decir que estamos hablando de alguien lle·
ANC:LA163

imaginado por su escritora y en tanto tal. no constituye un caso clí- sin un cuerpo que la sostenga, sin consistencia, allí donde, al decir
Vemos
nico, o a lo sumo uno inventado que cuenta con la ventaja de poder de Duras, se extraen los terciopelos de su propia persona. Epifa-
;iencia
presenciar como goza el cuerpo de otra mujer en ese anudamiento nía y extracción que recuerdan la escena de paliza del Retrato del
render
instalado en el ser-de-a-tres. Es por ello que no se trata aquí de la artista adolescente de )ayee evocada por Lacan en su seminario El
os mo-
dimensión del deseo soportado de una falta-en-ser. Contrariamen- sinthome, en la que luego de la misma siente que su cuerpo se des-
a lugar
te, el centro se halla en su ser-de-cuerpo, allí donde, tanto el cuerpo prende como la piel de un fruto maduro. Así, podemos afirmar que
rtiente
de Anne Marie Stretter como el de Tatiana Karl vienen al lugar del su vestido es el cuerpo que ella no tiene sino en la mirada del Otro,
sí tamü
suyo, en un reemplazo que forn1aliza el arrebato y que sitúa una y cuando ello falta están las cenizas, la vacuidad en su dimensión
go. Por
estrategia diversa a aquella que comporta al sujeto y su división en más cruda. Es la dimensión del vacío que Duras ubica ya desde su
oca no
la histeria. Por otra parte, no resulta finalmente una subjetividad de infancia -y que Lacan retoma al dirigirse a Lol diciéndole "nunca
uctura.
a tres, pues el sujeto es falta en ser y aquí se trata de un ser-de-a-tres estabas del todo ahí" (ibídem., 67)-, aquella a la que, posterior-
alados,
que, cuando no se constituye, desencadena el delirio. mente y en tanto falta, ha intentado suplirse mediante accíones
Jlemas,
En función de ello, destaquemos nuevamente aquello que seña- obsesivas en esos diez años de vida ritualizada.
lesanu-
lamos al comienzo en la escena del baile. No hay en Lo] nada del Por otra parte, se pone en juego una encarnación en el cuerpo de
,rmitirá
orden de la competencia, Ja rivalidad o el sufrimiento, sino del otra mujer que provoca un goce completamente separado de Ja
arrebato donde todo se detiene, es decir, nos confronta con la au- operación fálica. Subrayemos el término separación ya que resulta
aquello
sencia del afecto allí donde Ja relación imaginaria falla. Se trata de determinante al respecto, porque si bien el goce femenino delimi-
maliza-
una detención en la imagen de la pareja que parte, antes de que Lol ta un más allá de la lógica fálica, no se halla separado Je ella, es
; hallar
asista a la "epifanía" que la misma comporta para ella, en tanto allí decir, no es sin el soporte de dicha función, teniendo por ello la
porta el
halla la condensación de su goce. Detención que da cuenta de un propiedad de ser suplementario, delimitándose "no-todo" allí. En
e pode-
estancamiento que imprime una dimensión real a dicha imagen ya cambio, la separación de la lógica fálica señalada permite realizar
10 duda
que su novio no se lleva tan sólo la imagen con Ja cual la vestía, se una lectura en donde el empuje a la mujer reviste todo el interés,
~u cuer-
lleva su ser misn10, puesto que la imagen que la reviste está vacía, en la medida en que sí se halla propiamente separado de la opera-
alguien
ción fálica en tanto la mism_a nunca se efectuó. Se trata de un em- de un. nuevo ternario entre Lol, Duras y él mismo, es decir, entre el
puje que logra un anudamiento vía el objeto mirada, en ese acecho lector, el escritor y su texto. "¿Por qué se escribe acerca de los es-
de la relación sexual realizada. Finalmente, es decisivo lo que al critores? Sus libros deberían bastar" (BLOT-LABARRERE 1992, 5),
respecto se plantea, ya que en Lol no se trata de una dificultad del tal es la pregunta que realiza Duras y que Lacan parece escuchar,
orden del deseo, pues ella "sabe dónde está el goce, y lo obtiene. ya que en el homenaje a la misma toma ciertas precauciones al
Se trata de eso que el mismo Schreber reenvía al infinito de la asín- ~especto, advirtiendo que no se ocupará de analizar!~ a ella, soste-
tota, la conjunción sagrada de Dios y de su persona feminizada, esa niendo que "un psicoanalista sólo tiene derecho a sacar una ven~
hierogamía en el sentido propio del término, el del matrimonio taja de su posición, aunque ésta por tanto le sea reconocida como
sagrado, que en Schreber resulta diferido al infinito mientras que tal: la de recordar con Freud, que en su materia, el artista siempre
para Lol tiene lugar, todos los días, cada vez que Jacques Hold le lleva la delantera, y que no tiene por qué hacer de psicólogo
toma a Tatiana" (MILLER 2004, 512). donde el artista le desbroza el camino" (LACAN 1985, 65-66). Es
Laurent quien señala el ser-de-a-tres impreso no sólo en ésta sino
en muchas de sus ohras, como fiel reflejo de la vida erótica de la
Sus libros deberían bastar ... autora. Por último, es posible señalar que, si bien su historia se ha
hallado marcada por ternarios similares a los que protagonizan los
Mediante este desarrollo hemos intentado dilucidar algunas de las personajes de su obra, no se ha incurrido en ello en el presente. Si
diversas perspectivas que plantea esta novela de Marguerite Duras. hien no excluimos -contrariamente a lo que propone Duras- ese
Sin lugar a dudas, este relato, a pesar de su opaca friald8-d; instaura análisis a futuro, aquí hemos elegido que pueda "bastar con uno de
en su relieve el lugar de la soledad, la pasión y la locura, dimen- sus libros", intentando decir algo de un personaje que impone sólo
siones -tres nuevamente- tan caras a su autora. Particularmente, contar con fragmentos de un viaje que conlleva una dimensión
por el especial anudamiento que ha comportado para esta artista indecible, lo indecible mismo de la obra de esta escritora que nos
la letra de su obra, y mediante la cual, al decir de Lacan, ha sabido "rapta", causando el trabajo de continuar escribiendo y llegando
poner en evidencia sin él lo que él enseña, dando cuenta, a la vez, "a formar un nudo bien raro. El nuestro" (ibídem., 67).
ANCLA 165

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ANCLA 169

coNSTRUIR UN ANCLA 1 Introducción

Bernardino Home El psicoanálisis nació en el momento en que Freud estableció un


dispositivo de palabra. Se dispuso a escuchar, cediendo el lugar
del que dice a sus pacientes. Lacan considera que ése fue el gran
invento de Freud. El saber que Freud recoge escuchando a las his-
téricas le permite construir su edificio teórico, ladrillo a ladrillo,
repensando y rectificando las teorías que va elaborando. Esto es
hacer teoría de la clínica. La hipótesis de un pensamiento incons-
ciente, es decir, de una topología psíquica hasta entonces desco-
nocida, proponiendo la existencia de otro lugar, de otra escena,
la escena inconsciente, proviene de esta posición de hacer teoría
escuchando el decir de los pacientes.
Lacan también hace teoría de la clínica. Comienza su enseñanza
releyendo y comentando los historiales clínicos de Freud para pe-
netrar en su trama más íntima y en sus fundamentos. Desde esta
perspectiva es que lanza su movimiento de retomo a los funda-
mentos de la enseñanza de Freud para recuperar y sostener, como
dice años más tarde, "el filo cortante de su verdad", 2 y lo hace a
través de una nueva lectura del psicoanálisis desde los tres regis-
1. Este trabajo es la reformulación de una clase dictada en junio de tros que Lacan postula como fundamentales del sujeto, es decir, lo
2006 en la Cátedra !! de Psicopatología de la Facultad de Psicología
de la UBA. 2. Lacan, )., "Acle de Fondation", Autres Écrits, París, Seuil, 2001.
Simbólico, lo Imaginario y lo Real (SIR). En un primer momento, 1997, "Los inclasificables de la clínica psicoanalítica", y la e
Lacan dará primacía a lo Simbólico. Posteriormente invertirá el sación posterior "Las psicosis ordinarias'', Jacques-Alain M'
orden de la sigla por RSL colaboradores abren una nueva perspectiva sobre la clínica
Años después, Lacan -como Freud- continúa su trabajo de construir problemas mentales que ocurren en dichas fronteras, y que no
una teoría que responda a los problemas que la clínica plantea. cuentran fácil lugar en la división clínica estructural.
El caso que les presentaré, comencé a atenderlo en la época en
aún no se habían realizado las publicaciones de dichas reunion
Los síntomas actuales fui advertido sobre su categoría de psicosis ordinaria por el pr
J.-A. Miller en un control público realizado en una reunión de
¿A partir de qué momento podemos decir de alguien que está loco? institutos de Brasil. M. recién comenzaba su tratamiento y Mí
Lacan, en El Seminario. Libro 23, El sinthome, 32 trata de responder centró su diagnóstico de psicosis ordinaria especialmente por
esta pregunta, la cual centra la problemática de las psicosis y sus metonimia al cuerpo que el paciente realizaba cuando debía ha1
fronteras con la neurosis, a veces difíciles de discernir. Para hacerlo, frente a ciertas dificultades. Esto significó para mí, como anal'
y siempre siguiendo con la teoría de la clínica, elabora una respuesta un verdadero cambio de dimensión en la comprensión del pacie
novedosa: la clínica de los nudos. Para ello usó como "caso clínico" y para él una posibilidad de alcanzar efectos terapéuticos que ''
la escritura de James Joyce en la particular tarea de desconstrucción cilmente hubiera alcanzado de otro modo o por otras vías.
de la estructura del lenguaje, que dicho autor realiza de modo cada En un primer momento, M. me pareció un grave neurótico obsesi
vez más intenso a lo largo de su obra. En su curso "La orientación pero algo no era cubierto por esta definición, tampoco la idea
lacaniana del Campo Freudiano", así como en las conversaciones psicosis se prestaba fácilmente por la falta de elementos clásicos
realizadas por las Secciones Clínicas de Francia, en especial la de estos cuadros. El paciente había tenido un diagnóstico de Síndro
de La Tourette, el cual se caracteriza por reunir varios element
3. Lacan, ),, El Seminario. Libro 23: "El sinthame", Buenos Aires, Pai- y de todos ellos M. presentaba algunos como tics y síntomas ob
dós, 2007. sivos. Mi conclusión, y éste fue el eje que organizó el tratamient'
ANCLA 171

consistía en que estaba frente a una forma actual o contemporá- repetidamente si la luz estaba apagada, el gas cerrado, etc. Cuando,
nea que podría encuadrarse como psicosis ordinaria. A pesar del luego de intensas dudas y mucha reflexión, decidía buscar trabajo,
desenganche crítico sufrido en cierto momento y que relataré más sentía una presión en la cabeza, no podía leer, tartamudeaba, y se
adelante, esto no implicaba un desencadenamiento pleno, en tanto tornaba intenso y evidente el parpadeo que antes conseguía disi-
que una psicosis ordinaria es no desencadenada. Nos encontramos, mular. Su vida sexual era en ese entonces inexistente y llegaba a
entonces, frente a una estructura subjetiva que, si bien es psicótica, dudar de su masculinidad.
no presenta las manifestaciones clásicas de la psicosis. ¿Qué le pasó a este hombre? ¿Qué fue lo que lo llevó a esta situa-
ción?
Profesional del área de la economía y administración, M. había
Historia sido funcionario de buen nivel en un banco dedicado a programas
de desarrollo. De pronto renuncia para dedicarse a la actividad
M. llegó a mi consultorio enviado por el clínico de su madre, a privada abriendo su propia empresa, la cual va a la quiebra tiem-
quien fue a ver por diversos síntomas somáticos. Él le recetó anti- po después y él pierde todo. Siempre fue un mal estudiante, pero
depresiv0s y lo derivó a un tratamiento psíquico. tenía muchos amigos y jugaba bien al fútbol. Era irascible, muy
A los 45 años de edad, M. vivía aislado del mundo, encerrado en valiente y no temía a los golpes o al dolor, por lo que se peleaba
~ - r - - -- La únir.H
....en rlenartRmAntn. ------ nArsona
_¡:--- . r.nn
- - - - nnien
-:i--- - 81
. mantenía ale:una
'-' con facilidad; especialmente cuando sus hermanos sufrían alguna
relación, bastante conflictiva por cierto, era la madre. Ella le ayu- injusticia o ataque, él salía en su defensa. Lo llamaban "Marreta" 4 ,
daba a sobrevivir, ya que él solamente trabajaba por teléfono como por la fuerza de su puñetazo. Conocido y temido por este nombre,
corredor de seguros. M. sufría de angustia, temores hipocondría- M. era querido y respetado por sus hermanos y amigos. Gracias a
cos y tenía un tic que consistía en un parpadeo que se acentuaba o ello tenía un lugar, conquistado literalmente a golpes de puño.
disminuía dependiendo de su nerviosismo.
Los síntomas obsesivos de M. eran severos. Cuando salía de su 4. En portugués, marreta es un martillo de mango largo usado en las
casa tenía que abrir y cerrar la puerta numerosas veces, comprobar obras para derribar paredes.
Su padre, un jurista destacado ya fallecido, fue severo, justo, co- pidiéndole ayuda, pero el señor no quiso comprometerse. Sintió
rrecto y muy frío. No manifestaba cariño y era muy crítico e im- se le hundía el piso ("se quedó sin piso" es una expresión común
placable con M., especialmente por su bajo desempeño escolar. El Brasil). Surgió allí un terror sin nombre que retoma en el cuerpo,
paciente recuerda que, cuando logró aprobar el examen de ingreso Marreta no existía más, ahora era Marreta tachado. Al parecer, la p
a la universidad (lo cual es difícil en Brasil). después de innume- ción familiar de protector de los hermanos, condensada en su no:
rables tentativas fracasadas, al llevarle la noticia al padre, lleno de de suplencia fálica, le permitía compensar su falta de lugar y su
alegría, éste, sin la menor manifestación de contento, apenas dijo: timiento de valer poco en la consideración intelectual del padre y
"Ya era hora". Su madre, a quien el padre le encargó la educación cariño materno. Marreta fue su forma sintomática de valor fraterno .
de sus tres hijos varones, era perseguidora y crítica, pero presente. que le permitía permanecer enganchado, y la pérdida de esa posic¡'.
M. ni se veía ni hablaba con sus hermanos, había abandonado el de- y de la efectividad de su nombre produjo en M. un desenganche 0
porte, el trabajo, los amigos, las mujeres; había abandonado todo. irrupción de síntomas fóbícos graves. ansiedad paranoide, depresi
¿Cuándo empezó esta situación? Todo empezó -él no se había dado y fenómenos del cuerpo. Sí Marreta había funcionado como supl
cuenta de que tuvo un comienzo preciso- cuando su auto chocó da, el fracaso del llamado al padre sustituto produce un derrun¡'
con otro, conducido por un joven que cometió un error y causó el de sus sostenes, los que deberán ser reconstruidos con ayuda de
accidente. M. siente cierta confusión respecto de los hechos. Al ba- transferencia retomando los elementos paternos y reemplazando
jarse del auto, dispuesto a aplicar su puño de martillo, pues el joven suplencia fálica. Aunque ésta, incluso realizándola en el mismo e
le gritaba acusándolo, fue rodeado por varios hombres fuertes que po, es decir, el de la fraternidad, no operará dei mismo modo.
surgieron de la nada amenazándolo de llevarlo preso, de matarlo,
al punto de golpearlo mientras tomaban los datos de su auto. Y así
como aparecieron, en cuestión de minutos se vio solo en el medio Tratamiento y comentarios
de la calle, con su auto chocado. Hay cosas que permanecen confu-
sas. Muy asustado, M. pensó que se trataba del hijo de alguien muy Como ya he dicho, este paciente comenzó su tratamiento conmv
importante y se refugió en su casa. Llamó al padre de una ex novia antes de la serie de reuniones clínicas, realizadas en Francia, q ,
ANCLA 173

dieron como resultado la categoría de psicosis ordinaria. En aquel Ahora, ¿qué es la metonimia cuando es metonimia de una falla for-
¡nomento, pensé que estaba frente a un sujeto neurótico obsesivo; clusiva? En la neurosis, la metonimia es el deseo, no hay falla forclu-
sUS asuntos versaban en tomo de sus cavilaciones y dudas. Pero siva. En la psicosis -donde el significante paterno está forcluídcr- es
Jl.f., deseoso de recomenzar la vida, cuando enfrentaba las primeras el desierto, dice Jacques-Alain Miller. El peso en la cabeza de M.
dificultades, desencadenaba su goce en el cuerpo, goce en acto, el tiene ese elemento de conexión psicótica que no se desarrolla, que se
cual tomaba la forma de incapacidad, de impotencia extrema. Todo queda en la propia metonimia como solución del sujeto. Sin embar-
empezaba con un debilitamiento mental; no un blanco, sino una go, en el caso de M. había algunos elementos significantes de peso
sUSpensión de las ideas, las cosas pasaban como en otro tiempo. en el desierto, Así, M. trató de construir una suplencia del nombre
En esos momentos, M. sufría de un exceso de pensar que le provo- del padre forcluído: en su vida inventó un padre que lo reprendía,
caba la "presión en la cabeza", un peso que él sentía en la cabeza. no lo valoraba, y pronunciaba su nombre con tono de reproche.
Lentamente, especialmente por la forma que tuvo su desenganche, Reproduzco sintéticamente una sesión de la época que muestra
el diagnóstico de psicosis se imponía. Sin embargo, la falta de fe- esta cuestión.
nómenos elementales claros y otros elementos diversos mantenían M. llama por teléfono solicitando posponer su sesión. Imposible.
la duda. Nos inclinamos pues, cuando se fue poniendo en claro el Llega puntualmente, Dice que tenía una venta y temía no poder
terna, por una psicosis ordinaria, especialmente porque su discur- llegar a tiempo. Habla de las precauciones extremas que tomó. Ha-
so se sostenía en una metonimia pobre. MiHer trata este asunto 53 cía más de dos días que su cabeza era un tablero de ajedrez, pen-
mostrando cómo la metáfora en tanto estructura toma como centro sando sin parar. Le atribuye esto a su miedo de fracasar, Recuerda
el Nombre del Padre. Él es un síntoma. Lo peor y lo mejor para el sus dificultades en los estudios. El padre le decía: "¡Estudiá, M.!",
sujeto. Es capaz de articular síntoma y fantasma, dando así lugar al y él se volvía burro. (Se extiende en este refato.) El padre le decía:
cuarto elemento borromeo que fija la estructura: el sinthome. "¡M., sos un fracaso!". En este momento el analista piensa en cor-
tar la sesión, pero no lo hace y M. sigue su relato con dos episodios
5. Miller, ).-A y otros, "Conversación Arcachon", en Los inclasificables recientes en que su conducta fue diferente: "Traté de conquistar
de la clínica psicoanalítica, Buenos Aires, !CBA-Paidós, 1999, pág. 145. una chica y estuve en un bar charlando con amigos. Me asomé a la
calle". Termina la sesión resumiendo que el núcleo de lo que des- Así como hablar del padre le permitió a M. un cierto giro de
i¡' peryó, hablar de su madre le posibilitó, alejándose un poco de
~ cubrió hasta ahora es "el temor al padre". El analista interrumpe la

1,J sesión elogiando su trabajo.


El tema del padre fue importante en tanto permitió que se pro-
retomar elementos de cuidado y cariño mutuos.
La estabilización construida en su análisis fue posible graci

~ dujera un giro del padre como superyó al padre como nombre-


suplencia. Así lo dice Lacan en el Seminario 23, cuando afirma
establecimiento de una base de transferencia positiva, tanto
sentido de un cierto deseo de saber de la causa de su sufrimi
que "perversión sólo quiere decir versión hacia el padre; que, en como en el de una confianza en la persona del analista y su e
suma, el padre es un síntoma o shthoma" 64 • no, secretaria, consultorio, etc., que daba un sostéle .i.magin ·
Este giro, sin ser completo, se apoyó en la transferencia y también facilitaba su trabajo analítico.
le permitió a M. separarse algo de la madre, cuya acción participa- M. tenía una sesión fija, a la que llamaba "su ancla", y des
ba de la inscripción terrorífica del padre. sesiones variables, dependiendo de las situaciones. Esto, tamb·
Lacan, en el Seminario 21 señala cómo el amor es introducido por debido al hecho de que inicialmente su situación financiera.
la metáfora del padre, el Nombre del Padre, y "la madre es redu- verdaderamente precaria. La idea de tener un ancla en su anáL,,
cida a traducir ese nombre (nom) por un nudo (noeud)" 5 . Ante el quedó como una figura que cultivaba, y decía que su tarea erar
fracaso del Nombre del Padre, su forclusión, la madre basta por sí varia hacia dentro de sí dándole fin a su vida a la deriva.
sola para designar su proyecto, para efectuar su trazado o indicar M. retomó su actividad deportiva y cierto lazo social en los p~
su camino. El retorno de Nombre del Padre en lo real se expresa dos de fútbol, tema que ocupaba amistosamente sus sesiones en
por el "nombrar para", signo de locura y de una "degeneración épocas de partidos entre Brasil y Argentina. Allí conoció un e
catastrófica''. pañero que le consiguió un trabajo y lentamente fue retorna
a la vida activa. También retomó algunas relaciones con mujer- ,
6. Lacan, )., El Seminario. Libro 23: "El sinthome", op. cit., pág. 20. pero se hacía evidente una falta de amor, una crudeza mecánica
5. Lacan, f., El Se1nínario. Libro 21: "Los desengañados se engañan o sus relaciones que casi siempre, después de un breve período,
los nombres del padre", inédito, clase del 18 de marzo de 1974. tornaba insoportable.
~-"&bb'Ml1!fo"-'<,.o:l"'->o.

ANCLA175

En una segunda etapa, y siempre sobre esta base transferencia!, M. Para terminar, deseo formular una hipótesis sobre la estructura no-
fue abandonando la medicación y centrando su discurso sobre su dal de M. desde la perspectiva de la última enseñanza de Lacan,
después de la publicación del Seminario 23, El sinthome. Pode-
padre , tal vez el único ser que traía a su discurso elementos de amor
admiración verdaderos. Junto a esto aparecían temores a ser ho- mos partir de suponer un lapsus, un error en el anudamiento, entre
:osexual y dudas sobre su masculinidad de un modo que revela- real y simbólico, que dejó suelto el anillo imaginario. Esto produjo
ban la forclusión en el campo fálico. los fenómenos de cuerpo y ese desprendimiento corporal presente
Quizá la operación principal en este análisis haya sido la introduc- en la valentía desmedida en las peleas, la ausencia de temor al
ción de algo de amor en su discurso, o permitir la revelación de al- dolor o a los golpes.
gún oculto amor por el padre, lo que vino acompañado de las diver- Pero, Marreta, como primer nombre de suplencia era ya un intento
sas modificaciones en su vida. M. reanudó las relaciones con sus de que corregir este error, tratando de anudar Real e Imaginario, y
hermanos a partir de una intervención suya frente a un problema del sosteniendo el narcisismo de M., que se exaltaba con su imbatible
hijo de su hermano mayor, quien durante una crisis, probablemente capacidad de usar su cuerpo en la pelea.
psicótica, solamente confió en M. A partir de este episodio, Marreta, El episodio callejero y el fracaso del llamado que realiza a la figura
protector de sus hermanos, luego de fracasar y caer en la devasta- paterna lo conduce al desenganche: Marreta se derrumba.
ción, fue construyendo una posición importante para sus hermanos, El desenganche sufrido muestra que quizás la suplencia provista
y especialmente para sus sobrinos. Pudo levantar así un nuevo nom- por el nombre Marreta no se daba en el lugar mismo donde se
bre sobre Jos restos del anterior: el "tío querido", protector, articu- había efectuado el lapsus del nudo -lo que significa una susten-
lador de reuniones familiares, en las cuales, a partir de sus años de tación no sinthomátíca 7- sino entre Real e Imaginario, debiendo
análisis, pudo trabar algunas conversaciones francas y profundas, en considerarse así una suplencia predominantemente imaginaria,
especial con su hermano mayor, padre del adolescente en cuestión,
sobre la historia de ambos, la figura del padre, y Ja relación entre 7. Cf. Lacan, )., El Seminario. Libro 23: "El sinthome", op. cit, pág. 95
ellos. En el campo de la fraternidad, se mueve de Marreta a Tía que- y sigs. También el trabajo de Fabián Schejtman, "Síntoma y sinthome",
rido, pasando por un período de derrumbe, ése fue su recorrido. en este volumen de Ancla.
sin sustentación firme, cosa que ya se vislumbraba en los fracasos
l laborales y en otras cuestiones.
Es durante el análisis, por vía del ancla de la transferencia, que
: M. conseguirá un lugar amoroso, como Tío querido, lugar que Ma-
1J
z
!!i rreta no permitía. Tal vez esta suplencia construida en análisis sí
it pueda proponerse entre Simbólico y Real, adquiriendo -precisa-
mente por realizarse en el lugar donde se originó el error- un valor
sinthomático que permitió a M. volver a la vida, estable, aunque
dentro de las limitaciones que la estructura en este caso impone.

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ANCLA 177

CASO VÍCTOR O EL PLAN FRANKENSTEIN


"Estoy solo y miserable y nadie querrá unirse a mí,
pero en cambio no me negará compañía
Pablo D. Muñoz
quien sea tan horrible y tan solo como yo.
Mi compañero deberá ser de mi misma especie
y tener los mismos defectos. Tú debes crearlo. [... ]
~Tienes que ctear para mí una hembra
con la que pueda vivir en un intercambio de afectos
que me es necesario".
Mary Shelley. Frankenstein

Examinaremos el siguiente material clínico·.•con el objeto de inte-


rrogar la articulación clínica-estructura, en esta oportunidad refe-
rida a la psicosis, a partir de los seminarirn; de los años '70 de la
enseñanza de Lacan, caracterizados, entre otras cosas, por la intro-
ducción de algunos elementos tomados de la teoría de nudos.
La clínica de las psicosis ordenada a partir de su desencadena-
miento, su causalidad y su mecanismo, es r\wisada por Lacan con
dicho recurso y, en especial, con el concepto de sinthome que
introduce en el Seminario 23 en la medida en que parece avan-
zar en una nueva concepción del tratamiento posible, por los re-
abrochamientos que hace factibles. Ello hace posible formalizar
ciertas configuraciones sinthomadas1 que cumplen la función de 1. Los comienzos del tratamiento
una compensación que mantiene el anudamiento de los registros,
y que pueden inscribirse en el marco de una clínica diferencial de Este paciente, al que llamaré Víctor2 , consulta porque dice no h.
las tentativas de solución -la llamada clínica de las suplencias-, logrado "la felicidad completa". 3 Lo hará cuando acceda a "la
a la vez que permite distinguirlas de la estructura del retorno en
lo real, es decir los síntomas elementales que se inscriben en el 2. Expongo aquí la razón de la elección de este seudónimo. Víctor Frank1
marco de una clínica diferencial de las psicosis. tein es el protagonista de la célebre novela de Mary W. She!ley de ¡
En este sentido es que la teoría de nudos puede servir para explicar cuyo título completo es Frankenstein o el Moderno Prometeo. Este com
las estabilizaciones o "normalizaciones" en términos de re-anuda- mento aclara el sentido que tiene la trama. Prometeo, en la mitología
mientos, dando cuenta de aquello que mantiene ligados los tres es uno de los titanes (suprernos gobernadores del universo que poseían
registros. Esta orientación permite, por tanto, localizar con preci- estatura y una fuerza descomunales), amigo y benefactor de la humani1
sión aquello que se suelta para un sujeto en determinado momento Junto con su hermano Epirneteo reciPió el encargo de crear la humani
(desencadenamiento de lo real, de lo simbólico o de lo imaginario) y de proveer a los seres humanos y 8.nimales los recursos necesarios p
y dirigir la cura en el sentido de un eventual re-anudamiento. En sobrevivir. En esta empresa, para hacer que los seres humanos sean su:
esta línea, en la redacción del presente caso intencionadamente se rieres a los animales, Prometeo les otorgó una forma más noble y les dio
consignan intervenciones que a lo largo de la dirección de la cura facultad de caminar erguidos. Pero parece que los humanos le debemos
pueden reco11ocerse efectivas, en el sentido de haber desbrozado, gunas otras cosas. El mito cuenta que luego de la r..reación, le robó el fu,
para este sujeto, la vía de algún anudamiento posible. al dios Zeus para entregárselo a la humanidad. Este, enfadado, juró ve
se y ordenó la construcción de una rilujer de arcilla, a la que le dio vi'
la hizo hermosa. Prometco, entretanto atado a una roca, no podría acce
1. Término introducido por Roberto Mazzuca, Gabriel Lombardi, Car~ a ella, Esta historia, mucho antes, ha tenido forma de tragedia gracias a
los de LajonquiBre y Daniel Sillitti en "Algunas cuestiones sobre la pluma de Esquilo, quien nos ha entregado su Prometeo encadenado.
prepsicosis'', en Clínica diferencial de las psicosis, 1988, pág. 12. 3. Los entrecomillados indican palabras textuales del paciente.
ANCLA 179

fección", definiendo así el grado máximo de belleza del rostro. Para jo de inferioridad. Tampoco se trataba de una idea soportada en
ello le hace falta una cirugía estética que anhela hace muchos años. la duda sobre su fealdad que lo impulsara a ciclos de verificación
Está casado desde los 18 años con una mujer que define como frente al espejo, o a la palabra de los otros, vale decir un síntoma
"perfecta", pues ella sí "es lo más linda que una mujer puede ser". de la neurosis obsesiva (como por ejemplo hacía el Hombre de las
Es decir que "no necesita ninguna operación". Ratas respecto de si era "un buen hombre o un criminal"). Sino,
El precoz matrimonio se debe a que la madre de la joven -fanática más bien, su preocupación se ligaba a una idea que se presentaba
religiosa- la celaba en exceso, no permitiéndole vivir las libertades con una certeza inaudita, con una fijeza muy especial y con un ca-
que otras chicas de su edad tenían. "No la dejaba hacer nada, ni me rácter de intrusión: "soy feo" -contrariamente a lo que todos los de
dejaba verla" -recuerda Víctor- y comenta que el matrimonio fue la su entorno le afirman, que su aspecto es lindo y agradable, imagen
única salida para poder continuar con esa relación. De todos modos, amable ofrecida por sus semejantes pero que nunca lo satisfizo.
él indica que estaba absolutamente seguro que había encontrado a La perfección como belleza opera aquí como el ideal que vela la
la mujer de su vida y que por ello veía bien casarse. Sus padres no castración, bajo la forma de un equilibrioperfecto entre los rasgos
¡0 apoyaron inicialmente, argumentaban que estas mujeres estaban de la cara de modo que no sobre ni falte nada. 4
interesadas en el dinero, pero terminaron por ceder ante su determi- Este tema nunca desapareció de sus preocupaciones pero mi absti-
nación. El matrimonio se llevó a cabo sin problemas. Víctor refiere nencia de intervenir sobre él quizás ayudó a que pase a segundo plano
haber vivido "muy feliz" junto a su esposa; felicidad afectada de y comiencen a aparecer en el tra11scu.rso de las sesiones otros te111as.
tanto en tanto por la intromisión de esa idea pertinaz: "no soy per- Primero una preocupación respecto de su virilidad. Un día pregun-
fecto" y la necesidad de la cirugía que corrija su rostro.
Sin haber concluido con claridad aún sobre su función en la es- 4. Agradezco a Leonardo Leibson quien mO ha acercado esta y algunas
tructura, en los primeros meses del tratamiento mis intervenciones otras ideas para pensar el caso, en oportrinidad de comentarlo en el
apuntaban a no cuestionar esta idea. Poco a poco se fue dilucidan- espacio de Ateneos Clínicos de la cátedra II de Psicopatología de la
do que su preocupación por el cuerpo no era neurótica, no era un Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires, durante el
síntoma conversivo, ni una inhibición en el sentido de un comple- ciclo lectivo 2005.
ta si él no será homosexual porque cuando mantiene relaciones con zó la vida? Tenía un gran interés por esto e intentaba encon•
su mujer. le gusta que ella -son sus términos- "le meta un dedo en respuestas siempre ceñidas al saber de la Ciencia. 5 Investí.g;
el culo". Esta duda sobre su identidad sexual es acompañada por el compraba enciclopedias y todas las revistas del estilo de Cien
temor de lo que pueda creer el Otro. Tal como sucede en lo que hace conocimiento, Cosmos, etc. Incluso en algunas oc~siones las
a su belleza. la mirada de los demás es extremadamente importante a su sesión para leerlas y discutir algunos de los artículos que;
para él, de lo cual está muy pendiente. Pero sobre todo revela que parecían interesantes. Su conclusión era la siguiente: como
algo en el goce sexual que experimenta en el cuerpo se le presenta científicos no lograban encontrar la causa del chasquido origi
como problemático. La ausencia de la mediación simbólica que or- del famoso Big-Bang que dio origen al Universo, la única respu
dena la relación entre les sexos en el encuentro sexual, conlleva un posible era que el agente inicial de ese ciiasquido fuera Dios.
desarreglo del goce que cuestiona su virilidad. Esta idea se le torna quedaba demostrada su existencia porque algo debía haber pro
cada vez más preocupante y acarrea mayor incomodidad.
Una sesión en que él abundaba sobre este asunto le pregunto si en 5.Esto me recuerda un pasaje de la novela de Shelley. Piensa V
la cama alguna vez su mujer le recriminó falta de virilidad a causa Frankenstein: "Uno de los fenómenos que me habían llamado
de ese placer que le prodiga a él, o si él mismo notaba que ello le cialmente la atención era la estructura humana e, igualmente, de
impedía llevar a cabo el acto sexual satisfactoriamente. Responde: quier animal dotado de vida. Muchas veces me preguntaba de d
"para nada, los dos la pasamos bárbaro así". Subrayo en mi inter- provenía el principio de la vida. Pregunta atrevida, sin duda, y
vención este dato: que les gusta a ambos y agrego que puede ser muchas veces ha sido cont:iiderada un n1isterio. [.,.] desde el ce
un secreto que pueden mantener entre ellos, en la privacidad de de esta oscuridad, me alumbró una luz repentina, una luz brilla
su habitación. Esta intervención parece pacificar, al menos en este maravillosa, y, sin embargo, tan;simple que, confundido ante la in
punto, su relación con la mirada del Otro. Con el tiempo, deja de sidad de las perspectivas que e~a luz me abría, quedé al mismo tie
ser tema de preocupación. sorprendido de que entre tantos hombres geniales que habían dedic
En segundo lugar, traía con frecuencia una pregunta que para él sus esfuerzos a esa misma ciencia, fuera yo el destinado a descub:
tenía mucha importancia, la pregunta por el origen: ¿cómo comen- secreto tan sorprendente" (pp. 40).
ANCLA181

)ntrar
cido ese estallido original y como no había nada en la materia que Entendía que sus padres habían armado las cosas de modo tal que
gaba,
permitiera pensar que ese efecto sería producido por sí mismo, ambos hacían lo que querían: lo que él llama "la estrategia" del pa-
1cia y
entonces debía atribuirse a una fuerza superior: Dios. Esta concep- dre era que todos los hijos tenían derecho a un "sueldo de hijo" y
traía
ción inconmovible no admitía ningún cuestionamiento ni crítica delegaba toda la administración de la plata del hogar y los sueldos
ue le
puesto que se deducía lógicamente y tildaba de ignorante e incapaz en la madre, quien entonces vivía entretenida en esa tarea.
o los
de razonar a quien no viera su obviedad. Estas ideas de la existen- Víctor recuerda que cuando era chico el padre lo retaba a los gritos
5inal,
cia de Dios parecen constituir una concepción delirante que viene sin pegarle y le aplicaba "castigos" (es un término del padre); por
u esta
al lugar de la Ley dejado vacante por el hecho de la forclusión del ejemplo, lo obligaba a quedarse encerrado en su cuarto, o no le
>.Así
significante del nombre-del-padre, vacío que es llenado por el Dios daba la plata que le correspondía para el fin de semana. Cuando
rodu-
cartesiano que es fundamento del orden y origen del universo. él le preguntaba la razón del castigo, las más de las veces el padre
respondía: "Porque YO lo digo". Y lo que Víctor siempre enfatiza
ilíctor
como un recuerdo desagradable es lo desproporcionado de sus gri-
espe-
2. El padre tos. Cuenta también que respecto de esos castigos muchas veces la
cual-
madre los volvía inocuos. Por ejemplo, si el padre le negaba la pla-
lónde
La relación con su padre siempre fue conflictiva. Era sabido que ta, ella se la daba a escondidas, o injería de modo tal de minimizar
y que
este hombre mantenía una relación con otra mujer a quien sostenía la travesura y retirar el castigo. El padre se quejaba ante la madre:
:entro
económicamente. La madre lo aceptaba no tan pasivamente pues le "me desautorizas".
tnte y
cuestionaba regularmente su relación con la que llamaba "la puta". Víctor, muchas veces, terminaba burlándose del padre impostado,
lmen-
Víctor decía que él no quería parecerse a su padre, que nunca sería incluso a veces riéndose en su cara, pues le parecía caricaturesca su
empo
infiel como él y criticaba fuertemente a la madre por no hacerse vociferación "Porque YO lo digo".
icado
respetar. De todos modos, siempre señalaba que era problema de
:ubrir
ellos y nunca hizo de este tema un conflicto propio, por lo que no
se verifica la constitución de ninguna novela familiar neurótica.
3. El llamado de Dios luego levantarse hiperexcitado diciendo que iba a salir adelante, el un inti
que quería vivir bien. c:uando venía en este estado a sesión, define
En el transcurso de las sesiones, cada tanto reaparecía la cuestión podía mantenerse quieto, se paraba, se sentaba, caminaba por Enseg1
de la beJleza y la cirugía, pero todavía no se había vuelto algo consultorio, a veces no podía quedarse más de 10 o 15 minutos con su
imperioso. Hasta el momento, estas ideas le generaban un visi- pedía irse. Decía: "tengo que poner mi vida en marcha". Esto iba ar
ble malestar del que decía quería desembarazarse, del que estaba preocupante pues parecía factible que esta falta de control en qua n
cansado. Sus estados de ánimo oscilaban, algunas veces venía movimientos y su alta dosis de impulsividad desembocara en que n<
exultante, feliz, en posición superadora, otras triste y desganado. pasaje al acto suicida. Indiqué entonces la interconsulta con cho".
Estos polos anímicos eran notorios aunque hasta el rnomento no médico psiquiatra que recete alguna medicación que ayude amo- confrc
habían pasado al primer plano ni se configuraban como el signo rigerar la excitación. torno
clínico más estridente. El ápice de esta crisis llega poco tiempo después: fue encontrado permf
Hasta que una sesión llega desencajado, muy agitado, casi inconte- en la terraza de la casa de su familia mirando el cielo con "cara de ante 11
.nible, diciendo que las relaciones con su esposa estahan muy mal, loco -recuerda la madre--, con los ojos desorbitados". Al ser pre- posa J
que ella quería dejarlo. Este fue un punto de viraje en su vida y en guntado in si tu por ella respecto de qué es lo que hacía allí, contes- je tura
el tratamiento. Rápidamente el trabajo en sesión fue absorbido por tó que sentía que Dios lo estaba llamando, que su vida estaba por, que rr
esto: "¿qué tengo que hacer para que no se vaya?" -decía- "si me terminar y que era mejor estar junto a Dios que seguir sufriendo
deja me mato". Sus intentos desesperados por evitar la separación en la tierra, sin su mujer... Preguntado sobre esto -ya en la sesión- 6.
fueron inútiles: la mujer lo abandonó (él volvió al hogar familiar y refíríó que no escuchaba voces ni veía nada en particular- sino sim- ria
ella se quedó con su departamento, lo cual le valió de parte de la plemente: "sé que Dios me llamó'', "lo sentía adentro". 7.
madre a ella también el mote de "puta"). De este modo, el Dios cartesiano, fundamento del orden universal, se
A partir de aquí, Víctor cayó en un período de crisis muy serio: cuya existencia Víctor demuestra simbólicamente, toma la inicia~ sa
aquellas intermitencias- anímicas se extremaron y pasaba perío~ tiva y en el momento en que algo se desencadena lo llama con la/ R
dos de enorme tristeza, sin querer comer, tirado en la can1a, para consistencia áfona de la voz. Podemos pensar este fenómeno como< in
ANCLA183

hnte, un intento de localizar el goce en el lugar del Otro como tal (como Tal vez ha siclo para él lo que Nora fue para Joyce -como se lee en
ln, no define precisamente Lacan a la estructura paranoica en 1966). 6 El Seminario 23 ele Lacan-; lo que encadena ... una esposa.
por el Enseguida se hicieron recurrentes los llamados de su madre a mi En adelante la desorganización fue ín crescendo. Comienza un tiem-
utas y consultorio porque Víctor amenazaba constantemente con que se po de descontrol sexual y económico. Cuando la fa.milia se negaba
:to era iba a matar: "si no estoy con ella no quiero vivir", condición sine a darle el dinero que él reclamaba amenazaba con matarse. Salía
en los qua non pues -decía- "me falta un pedazo", "siento un agujero todas las noches visitando cabarets donde participaba ele orgías en
en un que no puedo llenar con nada", era un "vacío en el medio del pe· las que se ponía en peligro por descuidarse, en las que incluso tuvo
on un cho". Reconocemos en el abandono ele su mujer aquello que lo affaires homosexuales; económicamente hizo desastres, una serie
amo- confronta con un vacío insoportable, imposible ele tolerar. Es en de desfalcos que le costaron a su padre el valor de un departamento
torno del sentirse ligado a ella que algo de su ser lograba asiento y en dos meses, "se lo gastó en putas" -decía su madre-.
1trado permanencia. No encuentra respuestas simbólicas ni imaginarias Esta exaltación, típica de la manía, es un síntoma del retomo en lo
ara de ante la caída del sostén ortopédico que constituía la imago ele la es· real de lo forcluído que Lacan explica en El Seminario 10 por "la no·
~r pre- posa y se desencadena la psicosis clínica. Quizás sea válida la con· función ele a", cuyo efecto es lanzar al sujeto "a la pura metonimia,
:ontes- jetura de que su relación con ella cumplía la función del sinthome infinita y lúdica, de la cadena significante" (Lacan 1962-63, 363). Es
ba por que mantuvo encadenados los registros hasta su clesanuclamiento. 7 decir que cuando el objeto a no opera arraigando al sujeto, funcio-
riendo nando como punto ele anclaje en la deriva ele la cadena significan-
esión- 6. Cf. Lacan, J.: "Presentación de la traducción francesa de las Memo- te, el sujeto se ve arrojado a la infinidad metonímica del significante
.o sim- rias del Presidente Schreber". En Intervenciones y textos 2 . que rerr1ite sin cesar a uno y otro y otro significa.11te. Esta ausencia de
7. Sobre la noción de sinthon1e en la obra de Lacan no existe un con- detención metafórica en la manía se traduce en un hacer ilimitado
versal, senso entre sus comentadores. La definición aquí expuesta ha sido de- pues -como dice Lacan- "el sujeto no tiene el lastre de ningún a"
inicia- sarrollada por Fabián Schejtman en el capítulo l del libro de Mazzuca,
con la R.; Schejtman, F. y Zlotnik, M. (2000): Las dos clinicos de Lacon. {Uno bién: Schejtman, F. (2002), "Sinthome", en Schejtman, F. (2004), La
) como introducción o la clínica de los nudos), Bs.As., Tres Haches. Cf, tam- trama del síntoma y el inconsciente, Bs.As., Serie del Bucle.
(Lacan 1962-63, 363). Cuando el a no funciona, no opera como lastre, a sufrir episodios de depresión constantes, a no querer bañarse, a te- cada d
no fija al sujeto que queda "metonimizado" en la cadena significante ner problemas en sus relaciones vinculares en la escuela secundaria 1 sencia
sin anclaje, sin punto de afirmación. Es un sujeto desamarrado de la los padres son citados permanentemente por las autoridades esc 0 • pregur
cadena, dispersado en la fuga de sus ideas. Es lo que los clásicos de lares por su evidente y progresiva falta de interés por los estudios, que es·
la psiquiatría tan bien describían en estos casos: el enfermo invadido su rendimiento ha decaído notablemente. "Pero no es porque él no culmir
por una sucesión incesante de ideas, pasando de una a otra rápida- sea inteligente, es inteligentísimo -dice su madre-, es porque se la Si bie1
mente sin poder detenerse en ninguna. De allí que se presente como pasaba pensando en otra cosa". Esta otra cosa era la idea de que es bastan
un estado de exaltación, que aparentemente lo lleva a interesarse por feo y que debe hacerse una operación en la cara para parecerse a un
1 pero si
''
todo lo que hay a su alrededor, aunque sin poder detenerse en nada músico de un grupo pop muy famoso. Idea que en principio no apa- tido Y'
lo que
en particular. rece como problemática pero que poco a poco se tornará en la idea
poco r
En este período la cuestión de la estética pasa al primer plano. Prác- fija que regirá toda su actividad y absorberá toda su atención.
no le a
ticamente no hablaba de otra cosa que de eso. Cuando era rechaza- Hace dibujos de caras perfectas, sobre todo la de su ídolo, llega a 1
do por alguna mujer, solía decirse: "¿Viste? Porque soy feo, si fuera pasar días enteros mirando los videoclips de esa "cara perfecta" ídolo J
1
1 con es
lindo me daría bola. Tengo que operarme". Todo culmina en que "nunca vista antes", y luego a dibujar su propia cara para realizar las
1 llega a
se le impone la necesidad imperiosa de intervenir sobre el cuerpo, comparaciones de cuánto le falta para llegar a la perfección. Toda su
con una intervención quirúrgica muy impresionante, que cambiaría actividad intelectual se resume en idear las más estrambóticas opera-
1 Pero n
ríodo
todo su rostro, rasgo por rasgo. ciones que cambien cada uno de los rasgos imperfectos de su cara.
enorm
Es de destacar que compa_rte estas ideas desde su adolescencia con
! enorm
un compañero de su misma edad con quien cursó sus estudios. Se 1
cotidü
4. Una belleza no tan bella: el plan Frankenstein fueron haciendo cada vez más amigos, compartiendo salidas, días y
brillo
noches enteras, cuyo único tema de conversación era la belleza ... se
insopc
La historia de la cirugía es compleja: es a partir de los 14·15 años que la pasaban haciendo dibujos de la perfección de sus futuros rostros
perma
un cambio comienza a producirse en la conducta de Víctor. Empieza operados, programando el orden de las operaciones, planificando
1
ANCLA 185

dJJlll detalle. Hay que señalar que este compañero tenía cierta pre- su alimentación era absolutamente insípida, sin sabor, como medio
. feminizada, que hacía que en el entorno familiar surgiera la de prevenir la aparición de algún granito que le arruine el rostro .
~ta por su elección sexual. A Víctor no le importaba: el valor Es decir que durante muchos años se mantuvo en esa "realización
~e amigo tenía para él no implicaba esa cuestión y su vínculo asintótica del deseo" de la que hablaba Freud: la cirugía algún día ;¡

~a abruptamente cuando conoce a su mujer. se realizaría. "Cuando me opere ... ", frase que, complementada con
Si bien a partir de ese momento la idea de la operación mermó variadas acciones y posibilidades, da cuenta de esa proyección al
baS18IJle, nunca desapareció del todo sino que cedió su intensidad futuro infinito. La coyuntura del abandono por parte de su mujer,
¡;ero siempre estuvo presente, sólo que -según decía- no tenía sen- la contingencia de ese suceso lo empuja a la necesidad imperiosa
!ldo ya la operación puesto que había logrado igualmente obtener de intervenir sobre el cuerpo en lo real. Punto de no restitución,
lo que siempre deseó: "la mujer perfecta". Con los años, poco a franqueamiento de un borde, el antes y después del desencade-
poco reaparece la sensación de insatisfacción con su imagen, eso namiento que marca un límite ante el cual no hay retorno: ni sus
no ¡8 alcanzaba, para su bienestar necesitaba ser tan lindo como su ideas, ni su mirada, ni su expresión, ni su rostro, ni su perspectiva
ídolo para, junto con su bella esposa, vivir la "felicidad plena''. Es de futuro se podrán restituir al momento anterior. Su matrimonio
0011 estas ideas, que se venían desarrollando desde hacía años, que
lo mantenía estabilizado, como anteriormente lo hacía la amistad
llega a la primera consulta. con ese compañero imaginario de aventuras estéticas - relación
Pero no se trataba sólo de ideas que retomaban después de un pe- que deja caer como si nada después de tantos años de amistad,
rfodo de relativa calma sino que él no dejaba de hacer una serie absolutamente desafectivizado, con la llegada de La mujer.
enorme de cosas en el sentido de mejorar su estética, que le traían Al respecto podemos conjeturar que su relación con ella lo man-
enormes complicaciones y sufrimientos, como por ejemplo ponerse tuvo compensado no sólo en su función imagrnaria de sostén, de
cotidianamente jugo de limón puro en los ojos para dar un efecto de imago femenina -compensación imaginaria del Edipo ausente, tal
brillo "porque queda más lindo" (lo cual le producía unos ardores como lo define Lacan en El Seminario 3. Lacan establece que el
insoportables); o discusiones por dinero con su padre por cambiar significante del nombre-del-padre forcluído puede ser suplido por
permanentemente los lentes de contacto de color que usaba. Incluso otros mecanismos cuyo efecto metafórico operan con el apoyo de
un elemento que no es ese significante primordial. Por ejemplo, en que atentan contra su vida, hasta tal punto que, al momento
De una cuestión preliminar. .. la metáfora delirante. A Schreber, conseguido un cirujano plástico que acepte realizarle esa mo
Po
según Lacan, "le queda la solución de ser la mujer que falta a los sa operación, cosa que él no se podía explicar porque por El]
hombres". Es decir que la mujer es un elemento que puede susti- Michael )ackson sí lo había logrado (agreguemos: a pesar del ¡JJJ
tuir al nombre-del-padre en ese efecto de capitaneado de una ope- resultado). Este dato, que puede resultar risueño, da cuenta i él
ración metafórica. En este caso podemos plantear la hipótesis de que no se trata de un ideal de belleza establecido socialmente: Y'
la posibilidad de la mujer estabilizando, cumpliendo esta función En estos momentos, todo el trabajo en el análisis giraba en to m
supletoria, hasta que es cuestionada por la separación. tratar de limitar en la medida de lo pnsible esa necesidad imp cé
Víctor realiza unú serie de consultas con varios cirujanos, algunos de efectuar algún corte o intervención sobre su rostro, apunt ll!
muy prestigiosos. Su plan era el siguiente: la cirugía constaría en ras- que la irrevocable y necesaria operación quirúrgica no fuera 1 fu
garse los ojos, aplicarse colágeno para engordar los labios, implantar- él había planificado -lo que llamé "el plan Frankenstein"-, m
se cabello en las entradas de la frente, respingar la nariz e injertarse una cirugía común y corriente que no pusiera en riesgo su A
prótesis en los maxilares para darle forma cuadrada a su cara. Lo cual Ello me llevó a proponerle acompañarlo a consulta con at., el
,_':¡'""
no parece muy problemático al lado de lo que sigue, pues en nuestra cirujanos, lo cual aceptó de buena, gana. En una de esas entrevi al
época encontramos con frecuencia que este gadget que es la cirugía al ingresar al consultorio el cirujano nos interroga:" ¿cuál de los: d:
estética ha modificado y diversificado los modos de gozar de la ima- viene a consultar?". A lo cual Víctor responde que si bien yo R
gen. En efecto, su plan supera lo imaginable y nos acerca a la ficción bién necesitaba alguna operación, estaba acompañándolo a él. p
de Shelley que inspiró la analogía con nuestro caso: quitarse todos período del análisis fue muy convulsionado. Si tuviera que de p
los dientes e injertar una dentadura nueva porque dice tener "los mi trabajo en ese momento, era el' de mantener algún anudami d
dientes salidos hacia fuera", limar el hueso que está detrás de los pó- posible, el de funcionar supletoriamente intentando regular el e
mulos "porque eso lo tienen los negros y los indios", limar el hueso que se desbocaba en su retorno mortal desarticulando el cue g
del mentón "para que quede bien cuadrado", limar los huesos de la En los escasos momentos en que esto era factible, mis intervew 1
frente "que sobresalen" ... Como se puede apreciar, son operaciones nes apuntaban a seüalar un aspecto paradójico de su plan: "¿C6~ a
ANCLA 1 ll 7

ser que para alcanzar la belleza para vivir feliz deba pasar pertó su atención. Aprovechando el código común, alenté con
intervención quirúrgica que lo pone en riesgo de muerte?". un entusiasmo calculado que habláramos sobre ello: recordamos
Bik>no era equivalente a lo que le decían en su familia: que todo era trucos de la época, magos famosos, anécdotas y nos enseñamos
locura, que se podía morir en la sala de operaciones, a lo que mutuamente en sesión trucos de magia con cartas. Así, en las se-
~respondía que no le importaba, que valía la pena igual hacerlo siones el tema de la cirugía iba cediendo terreno al de la magia:
referia morir en el intento que vivir así. Sino que, absteniéndo- "Volví a XXX y compré trucos nuevos ... Son impresionantes ... La
~: de abrir juicios sobre el plan, apuntaba a equivocar el sentido: tecnología cambió muchísimo ... Hay cosas nuevas para hacer ... Le
cónJ.O se explica que algo que puede dar vida, puede dar mueJte. estoy enseñando a mi sobrino y le encanta". Transferencialmente
Este equívoco, que no opera sobre el significante sino sobre el goce, se veían los efectos: ahora Víctor le enseñaba a su analista el arte
fue mellando la consistencia absoluta de la operación como único de la cartomansia y deja de recomendarle operaciones para que
!J)lldio para mantener su interés por la vida. mejore su estética.
Así, poco a poco, se fue abriendo un espacio de interrogación en De todos modos, el tema de la operación no se desplazó en su tota-
e! que él empezó a cuestionarse qué otras cosas podían proveerle lidad. Finalmente, Víctor se operó. La operación constó en una ci-
alguna satisfacción que lo aferre a la vida. Trajo algunos recuerdos rugía común de nariz, la colocación de un hilo de oro para engrosar
dispersos de su infancia, ligados a un antiguo hobbie: la magia. el labio superior y en un par de prótesis de sil\tonas para dejar su
Recordaba con nostalgia: "cuando era chico estudiaba magia, com- mentón con forma cuadrada. Con ello obtuvo una gran satisfacción
praba trucos y animaba fiestas de cumpleaños infantiles ... ¡y me y lo disfrutaba enorrr1en1e11te. E11 verdad, a mis ojos, su cara había
pagaban! ... cómo me divertía ... era tan lindo" (Sic!). Actuando cambiado muy poco pero la intervención había tenido un efecto
de mago usaba como nombre artístico el de un Dios griego. Con muy tranquilizador para él: cesaron sus estados de depresión y agi-
claridad revivía la alegría de esos años: "Yo era feliz", "¡Cómo me tación y en las sesiones nos ocupábamos de otras cosas que empe-
gustaría volver a esa época!". Podríamos decir: época en la que era zaron a convocarlo más que su imagen: sobre todo, la posibilidad
!indo. La circunstancia absolutamente contingente de que yo, su de ya no ser mantenido por el padre y conseguir un trabajo.
analista, también me haya interesado por la magia de niño des- En efecto, la operación cumplió la función de acotar un goce inso-
,..
¡
l

l portable que afectaba la organización de su imagen corporal, como trar otra como ella" -decía, pero le alcanza para detener la vo:
modo de ponerle un límite a partir de la intervención efectiva- sexual en la que estaba inmerso, con una particularidad a de~
mente realizada. Esa intervención en lo real del cuerpo se hizo esta chica era inseparable de su hermana mayor, tan así quej
imperiosa y -es una conjetura- de no haber sido efectuada, Víctor una condición irrenunciable: dormir juntos ... los tres. Víctor
podría haber encontrado la solución del pasaje al acto suicida, so- gado a dibujar en sesión la forma en que se distribuyen los es
bre todo a partir del momento en que "siente" el llamado de Dios. en su cama matrimonial, situación que si bien lo complica un
En todo caso, la intervención frankensteiniana -como era el plan llega a divertirlo -podemos imaginarlo ...
original, que ponía en juego la metonimia infinita del rasgo tras De este modo, toma un rasgo del padre: dos mujeres. Recm
rasgo- o el suicidio inminente, culminaron en otra cosa: una ope- que la bigamia del padre era en principio cuestionada por
ración acotada que, aunque no deja de senm corte en el cuerpo, es que, ahora, toma como un rasgo para sí, aunque no exactarn,
un corte más medido y prolijo, corte en lo real que limita el goce, igual modo, pues en este caso no hay engaño ni mentira. En es
sustituyendo al nombre-del-padre con la figura del cirujano o a su to, el padre le brinda cierto modelo de cómo mantener una re
operatoria con el bisturí. El efecto sinthomático que produce es el posible con una mujer, ya no con La mujer, perfecta, sino con,
de anudar y reordenar la relación entre los registros desanudados común y corriente, pero sin imposturas. Es decir que es un pad
en el punto en que la aspiración al corte del retorno en lo real aunque no opera como una referencia simbólica, puede hacer
alteraba lo imaginario por fuera de lo simbólico. Una inmediata una vía imaginaria propiciando alguna identificación. Parafras
consecuencia se observa en su relación con el otro sexo. a Lacan en el Seminario 3: que no haga de "carretera principa.
impide que pueda ofrecer algunos carninitos secundarios.
Lo cierto es que a partir de esta particular relación, Víctor
5. Un mundo virtual cierta independencia respecto de su primera mujer. La insist'
en volver con ella va cediendo, y solo mantiene, hasta el pres•
Un día conoció una chica, joven, de la cuál se enamora a pesar de un vínculo muy esporádico vía Internet.
reconocer que no es tan bella como su esposa, "nunca voy a encon- Esto empieza a tener otra derivación pues, a la vez que lo mant'
ANCLA 189

}rágine en cierta relación virtual con ella, la web le sirve para producir un dinero. En sesiones sucesivas paga parte de la deuda, quedando
~stacar:
importante viraje en su vida: se inventa un trabajo - vende pro- una sesión siempre impaga. Ha logrado sustraer un "cachito" del
'había ductos, lo cual incluso se ha vuelto un negocio para su familia ya Otro, que ahora es un Otro en falta, que no goza de todo el dinero.
·ha lle- que vende cosas que ellos no usan. Y se proclama: "soy el vende- Un día se le ocurre que podría ganarlo con la magia: "La verdad es
;pacios dor más grande del mundo". Cuidadosamente en las sesiones yo que podría volver a ganar plata con la magia, mientras me divierto.
i tanto,
había empezado a introducir la cuestión del dinero que le proveía Si es lo único que me gusta hacer. Yo no quiero trabajar como un
la familia y subrayar el malestar que esto le traía. El cuidado tenía burro como mi papá". Poco a poco fue apareciendo con claridad la
:demos que ver con no plantear el asunto del trabajo desde un ideal, en intención de hacer de su hobbie infantil reactualizado un negocio,
Víctor términos de lo que "se debe hacer" "porque está bien", "porque co- pero mucho más satisfactorio --Bn términos subjetivos-que la sim-
~nte de
rresponde" -modalidad habitual de enunciación del padre, quien ple tarea de vender objetos inservibles por la web. Comenzó en-
te pun- le decía que deje de pensar estupideces y vaya a trabajar- para no tonces a vender trucos de magia, luego a fabricarlos caseramente.
~lación encarnar ese ideal paterno. Incluso los inventa, y gana mucho dinero: "Se me ocurrió un truco
1n una, Sobre todo el malestar era suscitado porque él tenía que "rendir nuevo que no está en ningún libro, soy un genio, me voy a llenar de
!re que cuentas" a sus padres de sus gastos. Mis intervenciones apunta- plata". También comienza a enseñar su arte a niños y adolescentes
rlo por ban a confirmar sus palabras. Algo de esto empieza a jugarse en la interesados en aprenderlo, estableciendo vínculos satisfactorios,
;eando transferencia: deja algunas sesiones sin pagar y va pagando otras estables y duraderos. Luego arma videos de clases de magia en los
1al" no manteniendo siempre una deuda con su analista, que evidente- que se filma enseñando al modo del famoso programa televisivo
mente no respondía a una. falta objetiva de dinero. Nunca reclamé que admiraba(mos) de niño(s): Manos mágicas.
r logra esa deuda, evitando quedar en serie con su padre que por el con- Por esta vía, el trabajo se enlaza con la necesidad de sustraerse
;tencia trario siempre lo hacía. Un día, al finalizar una sesión dice: "Tengo de la estrategia del padre que lo perturba en la medida en que lo
3sente, que rendirte cuentas de lo que te debo, cobrame". A lo que respon- deja en posición de objeto del goce del Otro. Su incipiente inde-
do que me pague cuando quiera, cuando pueda. Maniobra para pendencia económica le produce visible contento. Disfruta mucho
ntiene sustraerme de quedar en la línea del Otro que goza demandándole de diferenciarse de los hermanos en el punto en que él gana su
'

dinero, aunque el nivel de vida que lleva depende del dinero del mirada del Otro. Es que esa mirada del Otro es lo que lo tortura:
que e
padre que mantiene muchos de sus gastos. Pues no es l1na cuestión "soy feo". La magia recubre, oculta, vela esta relación tortuosa.
de es,
objetiva de cantidades sino una posición subjetiva diferente. Recurso imaginario para velar lo real.
vísori
Una anécdota simpática pero ilustrativa del valor que esto ha cobra- Finalmente, se inventa un nombre: utiliza como seudónimo el
psicó1
do en su vida: una sesión al salir del consultorio pasa por delante nombre de un personaje de una historieta gráfica de la que era
-exp
del escritorio de mi computadora, ve que la impresora ya no está en fanático en su infancia, cuyas características son tres:
El abE
su lugar y pregunta "¿qué pasó con tu impresora?". Respondo que 1. era un estafador y ladrón profesional pero de guante blanco,
lidad
se rompió y que debo reemplazarla ... " ¿Y dónde vas a comprarla?". que se destacaba por su inteligencia y sagacidad, a tal punto que
A lar
Respondo que supongo será en Garbarino o uno de esos lugares. los servicios más importantes del mundo no podían atraparlo ("el
perdi<
Entonces propone: "haceme caso, antes de ir a gastar energía cami- ladrón más grande del mundo" -podríamos decir- que agujerea al
el yo'
nando por el agotador mundo real mejor buscá en el mundo virtual. Otro policial);
jetiva(
Entrá a XX.com y fijate"- ofreciéndome su página comercial. 2. siempre aparecía rodeado de mujeres hermosas, de dudosa
en los
Su relación a la mirada del Otro se modifica también por el recurso vinculación afectiva (lo cual las ubica en serie con la figura de la
perióc
de la magia. La técnica de la magia que yo mismo había aprendido "puta"): y fundamentalmente
que p
se sustenta en lo siguiente: hacer trampa con una mano mientras se 3. no se le conocía su rostro: vivía con una máscara blanca que
-en el
distrae la mirada del público con la otra mano. Es lo que se llama apenas delineaba la forma de un rostro humano, con rasgos muy
y des2
"ilusionismo", vale decir: su esencia es el engaño al Otro. Cierta sutiles, y con la particularidad que a través de ella sólo podían
trodw
relación pacificada al Otro se sostiene a partir de la posibilidad reconocerse sus ojos.
en une
de ocultarle algo, restarle algo, hacerle perder consistencia en su
genio'
saber. El público del mago siempre termina asombrado, cierto efec-
satisfa
to de sorpresa ligado a no saber cómo se hizo el truco. Leonardo 6. ¿Un sínthomaníaco?
Se pw
Leibson destacaba, comentando este caso, que se trata de que "la
"elacic
mano es más rápida que la vista". Es decir, la mano que engaña la Pienso que el sujeto encuentra en la transferencia un ar1udamiento
respec
ANCLA 191

evita el riesgo de un pasaje al acto suicida y limita el avance está al comienzo de no sé qué sinthome que en psiquiatría llama-
de esa cirugía tan peligrosa. Es el resultado -como siempre pro- mos la manía. La manía es efectivamente lo que evoca la última
¡rjsorio- al que hemos arribado en el tratamiento de este sujeto obra de Joyce, esa en la que perseveró tan largo tiempo para cap-
psicótico --que tiene "bastante tela", como se dice habitualmente tar la atención de todo el mundo, a saber Finnegans Wake" (Lacan
_expresión oportuna hablando de nudos y trenzas. 1975-76, 11). La articulación entre sinthome y manía que se pro-
El abandono de su esposa lo confronta con un punto de imposibi- pone en la cita puede pensarse en el caso de Víctor por la vía de
lidad estructural. la elación (elatio), término que etimológicamente deriva de effero:
A la posición melancólica (ligada a la identificación con el objeto "llevar fuera de sí, elevarse". El diccionario de La Real Academia
perdido, como dice Freud, donde "la sombra del objeto cae sobre brinda tres acepciones: "1. Hablando del espíritu y del ánimo, ele-
el yo", punto de desencadenamiento a partir de la pérdida, sub- vación, grandeza. 2. Hinchazón de estilo y lenguaje. 3. Altivez, pre-
jetivada por él como "vacío en el pecho", "agujero"), que revertía sunción, soberbia". Que esa elación maníaca pueda funcionar como
en los picos maníacos (el ciclo de sus depresiones y excitaciones un sinthome que anude, encadene los registros sueltos, implica que
periódicas, fiestas, putas, gastos, etc.), le sigue una estabilización se trata de una organización singular del goce, que lejos de consti-
que podríamos describir como cierta megalomanía sinthomada tuir algo de lo que conviene deshacerse, es lo que permite vivir, una
.-,¡n el sentido del engrandecimiento yoico, no de la constitución solución, reparación que permite sostener el anudamiento necesa-
y desarrollo de un delirio de grandeza propiamente dicho (cf. In- rio para que la vida sea posible. En este caso: reanuda los registros
troducción del narcisismo)- que se expresa en su nueva posición desanudados en las crisis maníaco-depresivas que lo afectaron.
enunciativa: "soy el vendedor más grande del mundo", "soy un Si bien no podemos prever su continuación, podemos conjeturar
genio", posición que le permite sostener ese mundo virtual más que la invención de ese mundo mágico y virtual que vela el horror
satisfactorio que el real, un mundo más vivible para él. del agujero de la castración, parece funcionar como una estabiliza-
Se puede pensar esta estabilización cercana a lo que Lacan llamó ción lograda que lo ha llevado hasta el presente casi a prescindir
"elación joyceana" en El Seminario 23. En su primera clase, afirma del encuentro con su analista, encuentros que por ahora aunque se
respecto del literato irlandés: "la elación de la que se nos dice que mantienen, son esporádicos y en la medida de sus requerimientos.
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ANCLA 193
¡,
UN CUERPO INACABABLE En el momento de la derivación julián es un hombre de 35 años,
soltero, temporalmente desocupado, que vive con la madre y el ma-
¡,Aarcelo Barros rido de ésta. Llega al Centro de Salud Mental con un diagnóstico de
esquizofrenia. Padece alucinaciones. El paciente es admitido por la
psiquiatra, la cual recibe la derivación de otro lugar. Presenta una
larga historia de tratamientos psicoterapéuticos, analíticos y psiquiá-
tricos. La medicación que se le prescribe tiene un efecto positivo (ya
venía medicado, pero sin éxito). Cuando llega a la consulta todavía
refiere alucinaciones, pero su intensidad y el nivel de angustia han
cedido considerablemente. El síndrome alucinatorio se presenta
como crónico, dado que las alucinaciones, persisten en la actuali-
dad pero de un modo más esporádico y con una intensidad que el
paciente puede soportar. Antes de llegar a la entrevista conmigo, la
psiquiatra ordena hacer un nuevo EEG (yi\ tenía hecho otro) y un
psicodiagnóstico. Motivó esa indicación el hecho de que él refiere
tener "auras", esto es, el presentimiento de la alucinación sin que
la misma llegue a producirse. Pero el EEG ~s normal (como el ante-
rior) y el psicodiagnóstico no arroja ningún índice de organicidad.
El habla es coherente en la transmisión de' las ideas, conversa con
fluidez, se muestra orientado y lúcido, no presenta interceptaciones
u otros trastornos manifiestos del discurso. Se muestra accesible.
A lo largo del tratamiento y hasta la actualidad sigue sintiendo
esas "auras prealucinatorias" como él mismo las llama. Las des-
cribe corno una sensación sumamente desagradable, un "presentí· tuviese vida propia." Ya en esa época se perfilaba una per
miento", una "extrañeza", que no puede precisar y que antecede a ción narcisista de carácter hipocondríaco cuyas manifestaci
los episodios alucinatorios, pero que desde hace mucho tiempo se asumen el carácter de un fenómeno elemental aunque no se
producen sin llegar a desembocar en una alucinación. Este fenó· festaran en el plano verbal.
meno responde a un estado de ánimo sin contenido determinado, Entrado en la adolescencia este malestar se agudizó severan¡~
pero insoportable, que muchos autores de la psiquiatría han des· Estaba obsesionado con el aspecto de su nariz, y sobre todoJ
crito como propio del Stimmung delirante. En realidad ya hay algo la idea de que los otros pudieran notar esa anomalía. La id
alucinatorio en el fenómeno, sólo que en estos casos la alucinación suscitar la mirada de los otros lo atormentaba. Esto lo llevai:l
no da lugar a una significación, y predomina la perplejidad y la adoptar una serie de conductas de evitación que determinaban,,.
expectativa de un sentido que no llega a producirse. limitaciones de su vida social. No concurría a fiestas y por ¡0 1'
Cuando tienen lugar las primeras entrevistas está compensado neral no salía con mujeres. Sobre todo cuando se reía o se erno
pero todavía alucina, sobre todo en la calle, lo cual hace que a naba, sentía que la forma o la disposición de su nariz podía v
menudo no pueda salir de su casa. Más que de sus alucinaciones desfavorablemente, por lo cual se había acostumbrado a hacer
el sujeto se queja pemianentemente de sus malestares y dolores gesto con el brazo y la mano al reír de modo tal de taparse la n
corporales. Dice no haber sufrido delirios ni alucinaciones hasta Una maniobra similar tenía lugar cada vez que bebía delante de
hace unos diez años atrás. Su vida fue, según él, normal, salvo otros. Asimismo se veía limitado en los deportes por el temor a
por lo que podríamos denominar como un síndrome dismórfico frir un golpe que pudiese agravar todavía iTl.ás su "problema".
corporal. Desde la época prepuberal sentía un defecto en su nariz lectura inadvertida de estos fenómenos podría haberlos rubricad
que no podía explicar. Cierta "falla que la hacía desviarse hacia como un cuadro obsesivo-fóbico. Aunque no llegó a constituir pr~
el lado derecho" de una manera que los demás muchas veces no píamente un delirio hipocondriaco típico, se observan ya las coi;\
podían notar pero que él podía sentir con seguridad. Esa "desaco- secuencias de una perturbación a nivel de la significación fálica.5/
modación" de la nariz era vivida con mucho pesar. A veces sentía El paciente mantiene cierta reserva sobre su vida sexual, y no .
que variaba de forma y tamaño, "como si esa parte de su cuerpo dado mayores detalles de la misma. Se sabe que sus experiencíaj'
ANCLA 195

¡:oncretashan sido contadas y solamente con prostitutas. No revela Padre que clausure la interrogación por la cuestión del origen. Esta
experiencias homosexuales ni ideaciones de ese tipo. falta de "definición" se traduce en un retocamiento interminable
Desfiló por muchos especialistas en garganta, nariz y oído, buscando de la imagen especular. En una ocasión dirá que según él "vino al
algún diagnóstico, pero después visitó cirujanos plásticos para ser mundo fallado de entrada, mal armado, inacabado, y por eso no
.operado. Muchos se negaron, hasta que encontró uno dispuesto a llega a tener una cara definitiva". En las primeras semanas de ese
j¡acerlo. La operación tiene lugar a los veintiséis años. Con posterio- diario abunda la terminología médica y el intento de encontrar una
ridad a la intervención empieza inmediatamente una sensación de explicación científica de su padecer, pero a partir de cierto punto
malestar que afectaba todo su rostro y toda su cabeza, y que después hay un viraje al lenguaje religioso. En el diario, al principio, no
se extendió al cuerpo en su totalidad. Esas manifestaciones se ubi- hay atribución de causas "metafísicas'', sino que el sujeto busca en
can mayormente bajo la rúbrica del dolor o la inflamación. Su rostro la religión más bien la solución y el consuelo. Pero después se ma-
estaba hinchado, la piel estirada hasta un punto doloroso, la pigmen- nifiestan las ideas que lo llevan a explicaciones sobrenaturales.
\\

tación rojiza. Pero también sentía variaciones en la masa muscular y Al tiempo se instala el síndrome alucinatorio, y debió ser interna-
ósea, sobre todo en el sentido de la pérdida. Asimismo se habían pro- do. Conserva, aparentemente, escasa memoria de todo ese período
ducido "desacomodaciones" de los huesos, fundamentalmente en la o se muestra muy reservado, pero de todos modos refiere que los
cara y el cráneo, cambios en su forma, pérdida de consistencia. episodios y la cronología se confunden. Pese a ello, el discurso
Se conserva un diario de anotaciones de esos días en que el pa- del· sujeto es siempre coherente en apariencia. Las alucinaciones
ciente intentaba llevar un registro de esas mutaciones y donde y las ideas delirantes no llegan a conformar nunca -tampoco en
elucubraba hipótesis acerca de su padecimiento. Tales anotacio- la actualidad- un delirio sistemático. Son.,borrosas, imprecisas e
nes, descriptivas, metonímicas, ahundantes, monótonas, y repe- inconsistentes. Presenta dos series de ideasi "la serie médica" y "la
titivas, tienen las características de un proceso lógico centrado en serie religiosa", en las que construye permanentemente hipótesis
la interrogación por las causas posibles de esos trastornos. Esa in- sobre lo que le sucede. Estas dos series corren paralelamente, alter-
terrogación constante no encuentra límite y se prolonga hasta la nativa o simultáneamente, a menudo sin que el paciente establez-
Bctualidad. Se aprecia la carencia de la función de un Nombre del ca relaciones manifiestas entre una y la otra. A lo sumo expresa, a

,J,:{ibJill
veces, que los trastornos físicos que padece podrían ser, "tal vez", entre dos personas, un incidente menor en la cola o la ve
una prueba a la que Dios lo somete. Las hipótesis sobre sus tras- del hospital, cualquier disturbio que se produce está relac
tornos cenestésicos son polimorfas y variantes según la oportuni- con la cercanía de su persona. De alguna manera se siente,
dad. Se aferra por un tiempo a cualquier explicación que surja, por el causante de lo que sucede, o, más a menudo, "llamado
ejemplo, si escucha por la televisión hablar a un especialista en tervenir como quien debería solucionar ese problema. Lo
alergias elucubra una hipótesis alérgica, pero eso cambia según las como una influencia invertida: sin quererlo, enigrnáticame
circunstancias en breve tiempo. Cabe decir, además, que mientras ejerce un poder sobre el entorno. Quiere comprar cigarrillos
predomina el cuadro corporal las alucinaciones "místicas" pasan a negocios de la cuadra han cerrado o se quedaron sin merca
un segundo plano. Con pareja asiduidad consulta médicos y sacer- Sin hacer sistema, estas significaciones tienden a la megalo
dotes. Jamás designa los eventos de su cuerpo como alucinaciones. A veces se presentan directamente como voces que pueden {
Las hipótesis médicas o religiosas se suceden, se sustituyen, se a decirle que es jesús, o un elegi,do de Dios. Siente que Dios
yuxtaponen. No hay un tema delirante definido pero predominan algo de él, que lleve a cabo un acto "por los demás", que solu~
los temas hipocondríacos, megalomaníacos y persecutorios. El "un desarreglo". Estas voces, que esporádicamente se siguenJ
cuadro corresponde al delirio paranoide típico. sentando al día de hoy, son tomadas ahora con cierta distancil~
Al principio la totalidad de las entrevistas están ocupadas por paciente duda si se trata de Dios o del Diablo, reconoce que~
el problema corporal y la "serie médica". Pasaron varios me.ses es "una locura", pero al mismo tiempo le resulta inverosímili
antes de que el paciente comenzase a confiar el contenido de su todo sea producto de la "sugestión". En el pasado las va
ideación delirante. Lo que refiere como "alucinaciones" consiste instaron varias veces al suicidio, diciéndole que se arrojas;·~
en alusiones autorreferenciales, interpretaciones paranoides de la ventana. La duda sobre si eso estaba bien, y la falta de co~
hechos o frases que se presentan en el entorno, aunque a veces según dice, le impidieron hacerlo. Más raramente el sacrificio''
también escucha voces que "están 'en su cabeza". Cosas que se se le pide sería para expiar pecados que habría cometido,
dicen en la televisión o la radio, o que ocurren en la calle, están haberse masturbado (también hay culpa por haberse tocad'
referidas a su persona. Un accidente, un choque, una discusión nariz después de la operación). En un programa de pregunt
ANCLA 1 !J 7

uestas Jos participantes parecen poseídos por demonios, ha- ble. Los dolores persisten, sobre todo en la cabeza, y con frecuencia
lil!SP con voces cavernosas, t ransmiten
bian · a¡us1ones
· a su persona. L a no le permiten salir de su casa. Pero la concurrencia se ha hecho
¡onunciación de la palabra "justicida" por parte de uno de ellos regular y el paciente estahleció un vínculo positivo al tratamiento.
~tá referida a él. El taxi en el que viaja se detiene en la mano Cabe señalar que el primer brote está precedido por el encuen-
¡zquierda y ese hecho, como muchos otros, le hace sentir que hay tro con una figura paterna que detenta un poder sobre el cuerpo,
"un trastocamiento del orden de las cosas, algo morboso". a saber el cirujano que lo operó. Una segunda internación fue el
En la actualidad consigue contener el impulso a intervenir en si- final de una crisis que comenzó cuando un médico psicoanalista
tuaciones externas y que en el pasado lo llevó a incidentes de di- decide retirarle toda la medicación que estaba tomando. En este
versa seriedad. último caso debe tenerse en cuenta, aparte del efecto propiamente
Continúa consultando profesionales y ensayando hipótesis. Pero psicofarmacológico, el valor simbólico de semejante iniciativa por
desde hace unos meses la tónica dominante de los comentarios es parte del médico.
positiva. Siente movimientos óseos, crujidos, desplazamientos del Después de bastante tiempo confía algunas ideas que precedieron
maxilar, o de los huesos del cráneo, o también del oído, pero estos a su primera internación. Habría escuchado a su madre decir "qué
sucesos tienen ahora un carácter restitutivo. Según refiere, ha re- bueno que estás" en lugar de "qué bueno que sos". Varias veces ha
cuperado masa muscular. La piel está más distendida. Los huesos sentido un acoso sexual velado por parte de su madre, expresado
están "acomodándose". A veces siente punzadas regulares y su- en frases o gestos provocativos. Esta idea lo angustia gravemente.
cesivas en las junturas de íos huesos del cráneo como si hubiera Sostuvo siempre con su madre una relación de apego radical. Dice
un proceso de "zurcido". Siente movimientos en el oído interno, ser "su mascota". Ha vivido en relación a ella como una suerte de
"como si algo se estuviera cerrando". Dice que su cuerpo era "como apéndice. El padre se va de la casa cuando Julián tenía dos años,
un matambre atado al que le cortaron el nudo (refiriéndose a la ope- y refiere él mismo haber sido "un típico padre de fin de semana".
ración) y entonces todo se desató y desparramó". Estas sensaciones Cabe señalar que es el único miembro de la familia que se ha acer-
ahora le traen alivio más que inquietud. Sin embargo, este proceso cado al tratamiento del paciente, mientras que la madre parece sos-
de reacomodación y cierre no deja de manifestarse como intermina- tener una posición de indiferencia. Es notoria la influencia superior
de la madre y la familia materna sobre el paciente. Un dato curioso de la enfermedad del hijo, ubicándose en las antípodas de laª'·
y significativo es que en su casa y en el entorno de la familia mater- materna que parecía fijarlo en un lugar de discapacidad absolut
na, así como entre sus amigos y parientes, el paciente responde al
nombre de Pablo, que es su segundo nombre. No lo llaman )ulián
porque es el mismo nombre de su padre. El único lugar en el cual
él ha usado y sigue usando su primer nombre es en el tratamiento,
así como en los trabajos en el pasado. Las ideas de rivalidad edípica
con el marido de la madre y de persecución por diversas figuras
masculinas que lo amenazan se aclaran desde esta perspectiva. No
se deja de apreciar la raíz incestuosa de ese "trastocamiento morbo-
so del orden de las cosas" al que hace referencia el sujeto.
La perplejidad producida por ciertos significantes que se le pre-
sentan como enigmáticos persiste todavía sin llegar a ser reducida
por un segundo significante que le otorgue una significación aun-
que sea delirante.
La posición terapéutica del analista obró siempre en la línea del tes-
tigo y el acompa..fiante. Las intervenciones apuntaron a lu atonuaciór~
del carácter extremo de las ideas que lo parasitaban, a desalentar
toda tentación de ceder al impulso incitado por las voces, a evitar las
posiciones heroicas y sacrificiales. El establecimiento de un espacio
de palabra y de confianza fue un objetivo que demoró prácticamente
un año entero poder alcanzar. Se trabajó sobre el vínculo con el pa-
dre y con el padre mismo, el cual sostenía una posición de negación
ANCLA 199

"La clínica psicoanalítica debe consistir no sólo en interrogar


a!l{E HICIERON CON POCO MATERIAL"
al análisis, sino en interrogar a los analistas de modo
que éstos hagan saber lo que su práctica tiene de azarosa"
silvina Cochia y Tomasa San Miguel
J. Lacan, Apertura de la Sección Clínica . i

Introducción

La clínica psiquiátrica responde al discurso del amo, intentando


ubicar allí un "para todos", un universal y a partir de sus nor-
mas clasifica lo que queda por fuera de la norma. Descripciones,
nosología, etiología y tratamientos encuentran su tope, más en la
psiquiatría actual que en la clásica, en la transferencia.
Con el psicoanálisis se tratará justamente vía la palabra y la trans-
ferencia de ir de lo universal a lo más singular, siguiendo la causa
freudiana que en "El malestar en la cultura" nos indica "no existe
consejo válido para todos" (FREUD 1929, 83).
Orientación que implica cernir, en el encuentro con un analista, i

lo más propio de cada sujeto, el modo en que cada uno, "dice" la


estructura.
Para luego retornar de lo singular a lo particular y hacer de ese
encuentro un testimonio que, sabemos tiene un punto de fuga, de
intransmisible.
Analista al menos dos, el que en su acto no sabe y el que luego, No consulta por un saber no sabido, consulta por una certe1 q1
como clínico, formaliza sus intervenciones y sus efectos, llegando concierne su ser, lo invade de goce y en algunos casos puede' s
a ubicar tipos de síntomas, dando lugar a una nueva psicopatolo- car al analista como mediador de eso que irrumpe. p
gía, ahuecada por el deseo y lo subjetivo. Reintroducir el goce a su función de semblante, esa es la fu o
Movimiento que no es sin el deseo del analista. En el Seminario del discurso analítico, en este punto el analista hace sembla
11 "Los cuatro conceptos fundamentales'', Lacan dirá " ... podemos objeto para delimitar un lugar vacío. Y sólo puede ubicarse al'
decir que detrás del amor llamado de transferencia está la afirma- la medida en que haya cernido su paso por la castración S (41.J.
ción del vínculo del deseo del analista con el deseo del paciente.
Es lo que Freud con un rápido juego de manos, presentó como en-
gañabobos cuando dijo, a fin de reconfortar a los colegas: después Presentación: "Así no se puede vivir"
de todo no es más que el deseo del paciente, pero en su encuentro
con el deseo del analista" -deseo de obtener la diferencia absolu- Una mujer cercana a los 50 años, separada desde hace 6 m
ta- (LACAN 1964, 262). luego de 30 años de matrimonio, se presenta a la consulta, deri
La indicación de Lacan es que el analista no retroceda ante la psi- da por el psiquiatra.
cosis, ahora uno podría pensar ¿por qué el psicótico no retrocede A los pocos días de su separación conoce a un hombre, Carlos,
ante el psicoanálisis? ¿Qué sucede en aquellos casos en que es el el que se encuentra un par de veces, por fuera del grupo del
psicótico el que accede al dispositivo? ¿Qué puede esperar el suje- forman parte, ella refiere que él le declara su a.'11or y le promete
to psicótico del encuentro con un analista? todo ... pero desaparece.
Pueden esperar lo que un analista puede ofrecer: escucha, aloja- De él dirá que está relacionado con la parte "oscura" de la política/
miento, respuestas, lazo. Está claro que éste no debe ubicarse en que la engañó y que ahora lo sabe: "una cosa es lo que dice la gente·
una posición de saber (con la neurosis tampoco, se trata de un sa- y otra es lo que pasa". A los tres meses lo vuelve a ver azarosamen<,
ber supuesto) y tambiép está claro que no debe gozar allí, tampoco te, ella se incomoda y se va del lugar, él intenta comunicarse insis,..
en la neurosis. tentemente, pero ella no le responde. Es a partir de ese momento
ANCLA 201

e constituye el delirio persecutorio. de ese momento, que retoma la comunicación con su familia que
:be que la persiguen, dice: "no me animo a mirar quienes son, había quedado prácticamente interrumpida desde la separación,
pero sé que están relacionados con los paramilitares, que siguen seis meses atrás, aunque continúa viviendo sola, no quiere volver.
actuando",
Se encierra, permanece en su departamento, sólo continúa con el
trabajo que puede hacer allí, ya que le daba "pánico", según sus Una infancia que ~¡no es cuento 1'
dichos, salir.
¡,as bocinas, los autos, los Falcan verdes, las botas, eran señales En el tratamiento comienza a armar un relato, por demás cargado
autoreferenciales que se presentaban constantemente: "así no se de detalles, sobre su infancia, Por un lado dice no haber conocido a
puede vivir". su padre y a la vez tener grabado en su memoria de antes de los dos
Un día a las tres de la mañana siente mucho miedo, se aterra, cuan- años de edad, algunos signos para ir a buscarlo algún día: el brillo de
do al acercarse a la ventana escucha que dicen: "no dispares, no ves sus botas, la pulcritud de sus uñas, y el mira:r a los ojos, ya que sabía
que está baja la persiana", relata: "sólo sabia que me tenía que ir, que la iban a abandonar, dice: "a mi no me quería parque era muy
esperar un tiempo para que no me vieran, pero no sabía muy bien chiquita corporalmente, indefensa, fea, me hicieron con poca ma-
dónde para que no me maten, tomé un taxi Je dije primero que me terial, yo ya sabía que no me querían -agrega- ninguno, mi madre
lleve a una radio, el corazón me latía tan fuerte que el taxista me nos dio en adopción a todos éramos coma ocho, no quiero hablar"
preguntó si me sentía bien, automáticamente cambié de rumbo le y sigue "de mi mamá me quedó lo que no me gusta el nombre, por
dije al Hospital X, al llegar sólo hablé con Jos médicos del malestar esa lo cambié, porque no tengo segundo nombre", cabe aclarar que
físico, para que no me traten de loca y me encierren, ahí ellos {los su nombre lleva la misma raíz del nombre de la madre "yo me puse
paramilitares) no se atreverían a tocarme ya estaba ingresada", Ángela", Nombra de este modo el rechazo del Otro.
Los médicos se comunican con su familia, a quienes sólo les cuen- Recuerda diálogos precisos de cuando tenía dos años, "mi madre
ta "algo" de las persecuciones, Sus hijos y marido deciden consul- al abandonarme me dijo,,, y no es cuenta, me Jo dijo a mi Jo tengo
tar con un médico psiquiatra, quien la medica y deriva, Es a partir grabada, fue así", El relato se vuelve confuso,
Ubicamos en este sentido la forclusión del Nombre del Padre, fun- En cambio Jo que retorna en la neurosis desencadenad a,
dante de la estructura y de la que dan cuenta sus efectos. tamente el modo fallido en que un sujeto anudó palabra
Lo interesante es que Ángela cuando logra armar un relato sobre su deseo a partir del marco de la neurosis infantil. En El Sem~n
vida, entramando allí su origen, da cuenta de un modo singular de "Las Psicosis", Lacan dice que en la neurosis retorna una "si
esto que no fue "primitivamente simbolizado". zación previa" (LACAN 1955, 126). Ubicamos de este modo, "
Despliega un saber sin preguntas respecto de su infancia. Dice que de infancias" que nos permiten pensar el diagnóstico diferea
bay una falta radical, "poco material" que liga a la falta de amor.
Lacan en las Conferencias en Estados Unidos define de un modo
muy sencillo a la psicosis diciendo que "es una falla en relación "Volvieron con la radio"
al amor" (LACAN 1975, 8). Texto de los '70, época en la que él ha
asociado el amor a la inscripción del Nombre del Padre, aquello Luego de algunas entrevistas agrega: "Volvieron con lo radio". R,
que inscribe la castración en la madre y permite "un amor en se- que previo a separarse habían comenzado los mensajes en lar.
rio" (LACAN 1972). dice: "primero pensé que era yo que relacionaba las frases, pa:
Los relatos de los pacientes sobre su pasado no necesariamente horas escuchando, pero me di <menta en un instante que e _
constituyen la neurosis infantil. La neurosis infantil implica la todo preparado para que yo lo descifre, cuando pasó Jo de e, "
- , - - - L ! L. . ....,!..{- ..J...., 1,.. r·H._,.,, ,.,.,,..,.._,,., .... ,..,,~ ............... ...,,.,,,...,,,.,,..,...,..:i ...... ,,.. -:Jo.,..,.,..,,h ... 1'"1nroc.. t:1l
VV111'.>l1LU1.,,1Ull u~ la Ul.la c;;::,1..,1.::a.1.u, GJ.J.15.1-uu, .l<:>VU.V.l.UV.:> vu ......................... ..., ............. ... todo cobró sentido "Si dicen Bolero sin oalabras sjo-nif;,..,... ,....,,..,
11
1
~ o-••J~Vl.< 'fU.<;;;

armado de una novela. muda, salir del encierro es andate, no contés con ... seguí muda
En esta paciente nos encontramos con una infancia que "no es Ya antes de separarse podemos ubicar fenómenos elementales
cuento". Es un relato cargado de detalles, dice "me lo dijo a mí dan cuenta de una psicosis clínica: lós mensajes autoreferenci
lo tengo grabado y fue así". Signos incuestionables del padre, en en la radio. En un primer morriento, ellos aparecen sin signifi
el lugar de la significación faltante. En la psicosis se trata de un ción, pero luego en el encuentro con Carlos "todo cobró sentid
pasado donde no operó la represión, el olvido, a lo sumo el pasado Significación de significación, experiencia enigmática que la d'
es significado respecto del delirio. perpleja. Luego cobra sentido pleno, sin fisuras: el delirio persec'
ANCLA 203

Desanudamiento de la estructura donde algo se impone de lo Silencio-Muerte ... Espera


real estallando la significación. Intento de anudamiento vía el deli-
rfo. Dice que Carlos le prometió de todo y luego desapareció. "una Aparecen letras en las paredes de los edificios lindantes y en el
eosa es lo que dice la gente y otra es lo que pasa". Retorna de modo propio, mensajes dirigidos, uno en particular la conmueve "SM",
persecutorio, encarnado en los paramilitares la promesa de amor de que según su interpretación significan: Silencio-Muerte.
Carlos, a quien ella supone ligado a la parte oscura de la política. Aumenta su desesperación: "temo que me hagan algo, no los detu-
"Lo que está en juego no es la realidad( ... ) él tiene una certeza: que vo el ingreso al hospital", se le dice retomando algunos de sus re-
¡0 que está en juego -desde la alucinación hasta la interpretación- latos que parece que siguen con la misma manera de actuar que no
le concierne" (ibídem, 110). No necesita verificar en la realidad, es hacerle algo, sino simplemente que sepa que están allí, hacerle
hay certeza y autoreferencia. saber de su presencia pero sin tocarla. Intervención que apunta a
Con Freud podemos pensar el desencadenamiento respecto de dos descompletar al otro, "no la han tocado'', relativizando el sentido.
momentos: Mayor desesperación, invasión y sufrimiento: "no los detuvo el
t. Retracción libidinal: perplejidad, momento mudo. ingreso al hospital", "así no se puede vivir", Momento de urgencia
z. Intento de curación: reinvestidura de objetos, delirio, alucina- subjetiva donde el analista instala una pausa.
ciones como restitutivo, momento ruidoso. "La oferta antecede al requerimiento (demanda) de una urgencia
Luego de un primer momento de perplejidad, anterior a la separa- que no se está seguro de satisfacer, salvo al haberla sopesado" (LA-
ción aparece la idea persecutoria, como reenlace parcial y al mis- CAI-.J .1976, 62).
mo tiempo el encierro, dice "sentir pánico". Despliegue del delirio Luego de unos días nota que agregaron, en el escrito de la pared
que, en este caso no la apacigua. del edificio, una letra entre la S y la M = Silencio Muerte, la letra
E = Espera, dice: "pensé, ¡tenías razón! no les conviene matarme,
van a esperar si hablo o no". Se le dice: "pero si vos decís que no
sabés ", "Claro -afirma- pero ellos creen que sí, por eso decidí ha-
blar sólo con el Dr. y con vos de esto, a mis hijos y ex marido les
cuento poco, sólo del miedo, no quiero que sepan nada de todo plantado", En ese punto, el psicótico queda totalmente fuera.
esto ya que temo que vayan sobre ellos". lazo al otro que por más hostil que se presente es restitutivo.
Por la radio le siguen mandando mensajes, por lo que se indica En ese punto la música en otro idioma que no puede devenir inj
que no la escuche más, responde: "Si no pongo música también mantiene mínimo lazo al Otro extrayendo sentido mortificante.
me voy a volver loca". Se le dice con firmeza: "La radio no, probá
con música grabada".
J1ÍE
Refiere que con los cassettes no pasa nada, que no le mandan men- Desanudamiento: "demasiado ... de golpe"
sajes porque no son en vivo. Al tiempo dice que se tienta de hacer Re
interpretaciones de lo que pueden querer decir las letras de las Por otro lado no sabe qué decirles a sus amigas por su encierro, PllJ: de
canciones, el doble mensaje, lo que no se dice, pero sin la carga no contestar el teléfono, este punto la pone muy ansiosa por que Pº
que le esté dirigido, que es para jugar nada más, juego de palabras, no quiere que nadie se entere de lo que le pasa realmente, convem:
se marca que es un juego peligroso que no .. , que escuche música mos que diga que está deprimida '.por la separación. "Es que nadie
en un idioma que no conoce (ya que las interpretaciones se infla- entiende ni yo porqué de un día para el airo me fui de mi casa, as/
cionaban cada vez más, permaneciendo horas así, olvidándose del de golpe, me cayó, me tenía que separar, irme de allí".
horario, de comer, de bañarse, etc.). C<
Se indaga sobre qué pasaba en ese tiempo en su casa, en su vida·
' P'
De este modo, Ángela ubica la complejidad de la relación al Otro es muy reticente al principio a hablar de cualquier cosa que no sea
en la psicosis: la
lo que la remite al delirio.
r2
Si escucha música con letra en su idioma no puede dejar de inter- Vivía con uno de sus 4 hijos y su ex marido, ya tenía dos nietos
te
pretarla, adjudicándole un sentido que toma la forma de mensajes pero justo antes de separarse una: de sus hijas estaba embarazada y
injuriantes que la desesperan, se entera que la nuera también, ''fue demasiado ... de golpe mucha
e
a
Frente a la indicación de no escuchar música ella ubica que esto la exigencia".
q
volvería más loca, vacío de significación que en Schreber aparece Al preguntar sobre este punto no agrega nada, solo repite "fue de-
a
en su relación con Dios cuando se alejaba demasiado, y lo "dejaba masiado, de golpe .. ,", Momento en el que se separa, ni ella sabe
s
ANCLA205

por qué pero tiene que irse. Encrucijada que la lleva al pasaje al que intentan pasar desapercibidos de las fotos para no ser moles-
acto: cae como resto de la escena que hasta ese momento daba tados. A partir de esa intervención cede la persecución de las ca-
sentido a su vida. mionetas, aunque continúa el temor de salir sola, "me parece que
podemos ubicar su descompensación en esta coyuntura, mensajes en me volví fóbica ¿no?".
la radio previos a la separación. Tiene cuatro hijos y dos nietos (dos Aparecen los helicópteros y aviones que casi solo ella ve o escucha
nietos más son 8, ellos eran ocho y su madre los da en adopción). sobrevolando su casa, cuenta que encontró la manera de camuflar-
Respecto de esto, dos hipótesis: lo demasiado respecto de su familia se, "me hago la actriz" poniéndose un sombrero, lentes oscuros
de origen y lo demasiado en embarazos simultáneos de sus nueras, cuando va a colgar la ropa o tomar sol, cambia el color de su pelo,
por lo tanto redoblan su posición como abuela: "demasiado". etc. "igual sigo fóbica, no puedo tomar colectivos ni caminar mu-
chas cuadras sola".
Lo que ella nombra como su fobia le permite localizar cierto goce en
La fobia como disfraz el cuerpo y camuflarse: la imagen, el disfraz, aparece compensando
el "poco materialn, "chiquita corporalmente{. "indefensa", "fea''.
Comienzan a perseguirla camionetas 4x4 con vidrios polarizados Estas últimas intervenciones tienen la eficácia de vestir al cuerpo
para verla a ella, que está desprotegida, esto va en aumento porque al mismo tiempo que reinstauran la posibilidad de ser una cosa y
la ciudad, por ese entonces estaba plagada de vehículos con esas ca- pasar por otra, "me hago la actriz", equivocando su posición de
racterísticas, el marido "la lleva y la trae" para que siga su tratamien- objeto para el otro. Nombrarse de otro modo permite el reanuda-
to, ya que no puede salir sola, aunque seguían viviendo separados. miento de lo I, R y S, que habían quedado en continuidad: "Me
Un día entra con una revista que deja sobre una silla, en la hoja volví fóbica". Puede olvidar, entramado i!):J.aginario simbólico que
abierta hay una actriz en una camioneta de las descriptas por ella hace que lo real no irrumpa agujereando fa escena.
que refleja el intento de la actriz por taparse la cara, se le dice que
algunas camionetas polarizadas no son para ver lo que hay fuera,
sino para que los de afuera no vean a los personajes importantes
Anudamiento del Nombre del Padre, podemos pensar que la demanda del
co proviene justamente de esta forclusión que en sus aspectos
Luego de un tiempo se realizan entrevistas con los integrantes de ménicos, instala una significación en suspenso, que lo interpela
la familia por la disposición que presentan a colaborar para la re- concierne sin que haya sido él quien se planteó un enigma.
cuperación de Ángela, a acompañarla de una manera más activa: y En este punto podemos ubicar las intervenciones de la analist~IJ¡;. ~ar
por algunos indicios de acercamiento de la paciente hacia ellos, ya tervenciones que retoman las palabras de la paciente: Siguen coit•
¡Ílltc
que cuenta que cuando está en la casa con la familia (no con todos la misma manera de actuar que no es hacerle algo sino que ~-·, rorn
juntos) algo se calma. La apuesta es restablecer algo de lo cotidia- que están allí, que no la han tocado, "Si vos decís que no sab~;!' j ar
no y un lazo con otros. Con la indicación que vuelva a su casa a Indicaciones que inventan algo: ••!';·. Lue
hacer algunas cosas ya que siente que el hijo la necesita, "que vaya - Que no escuche la radio, que pruebe con música grabada, páf'{ per
y vea", comienza a ir a planchar, cocinar, estar un rato pero no a agregar, guiada por las palabras de la paciente, en un idioma e¡~.{ ñal
dormir. Consigue un trabajo fuera de la casa. no conoce; . "'. , i!lC
Este movimiento produce poco a poco una restitución de la rea- - algunas camionetas polarizadas no son para ver lo que hay afuera,·; qu
lidad, de sus espacios. Se instala nuevamente en la casa con su sino para que los de afuera no vean a los personajes importantes.• ol'
marido e hijo. que intentan pasar desapercibidos, no ser molestados. · dí
Con la vuelta al hogar dice: "como si todo hubiese sido un sueño Relativizan el goce del Otro, reinventando un simbólico que haga<'i P
todo desaparece de goipe tai como llegó", luego de aproximadamen- de freno a lo real y organice lo imaginario. q
te año y medio salvo por no salir sola a muchas cuadras de su casa, El analista tendrá así una doble función: por un lado se presta'a
cuestión que es resuelta con un perro, que el hijo encuentra en la ca- esta demanda de significación y por otro se ofrece como pudiendo-_,
lle y pasa a ser su compañía y guardián frente a los extraños, "cómo establecer reglas al goce, justamente porque él también está sujeta-
no se me ocurrió antes, mi marido nunca quiso perros y a mi tampo- do a ellas (esto es que no lo goza).
co me gustaban, pero es mi ángel de la guarda, el perro no se va". Deseo del analista no anónimo, que permite en cada caso, más allá
Si consideramos que la estructura psicótica se funda en la forclusión de discursos universalizantes, que cada uno entrame!, S y R.
INTRODUCCIÓN DE LA TRENZA '

Fahián Schejtrnan

" ... lo que nosotros vemos es que todavía ha}' que eXj)lornr
esta ex-sístencia del nudo, y explorarla no sin pena, f.JL!f'-'-'to
que en ini conocin1iento no ho~'V nada, salvo aprenrlrr
a constituirlo y aprenderlo por medio de la trenza ... "
Jacque-s Laran 2

"Yo hace siglos que vivo trenza que trenza estrellas"


Alfonsina Slcrni 3

"Así por siempre, incesanten1cnte Ja trenza descendía cnvnclta


en paisajes minerales, asistida de grave complacenrio,
resu111en ya de hidTografías ·vnstfr.:irnns"
Julio Cortilznr4

Hay ... el realismo nodal de La can

Con Lacan enunciamos que no hay relación sexual, que en los ;~nrcs
hablantes la complementariedad entre los sexos es imposible, que un
hombre no es a una mujer ... lo que una llave a una cerrnd11ra. Que no
hay goce del Otro, que dos cuerpos tocados por el lenguaje no pueden
hacerse uno ... por más fuerte que se abrncen. Por fin, que no hay La
mujer, que lo femenino no hace clase, que no hay fnrma de su lado de
instituir un conjunto cerrado. No hay, no hay, no hay. Por supur.<.:tn,
hay lo que no hay. Y ese es un real.
Pero hete aquí que Lacan no dejó de señalar, además, que hay ... lo que
hay. Y ese es otro real. Hay de lo Uno' [Il y a de !'Un]. hase rle rma nnc-
va axiomática 5 , que en su ültima enseñanza asom:i.: ya no se parte del
Otro ... que no bny, sino de lo Uno que hay. Pero, sobre todo, y a los fines
de lo que aquí abordaremos: "hay tipos de síntomas, es decir de nurln~"

1. Trabajo Plaborado a partir una clase dictada pnra iniembros de la Cáte-


dra U de Psicopatología el 4 de marzo de 2008.
2. LACAN 1974-75. 18-2-75.
3. STORN! 1918, 66.
4. CORTAZAR 1942, 97.
s. Cf. LACAN !971-72b, 15-3-72, 19-4-72, 10-5-72 y LACAN 1971-728,
4-5-72, 1-6-72.
6. Cf. MILLER 1DRG-87. 343. 351. 375.

(L1\C:iiN 1~J'7~i, 1B). Esto es, que el síntorr1a del obsesivo no es el sínto-
n1a de la histérica 7 y entonces, que el nudo de la histeria no es el de la
cL::.cbión. Y n1ás drástica1nente todavía, q11e el a111u.ia1niento neurótico
no es ol de la psicosis';.
En una época, la nuestra, en la que se pron1ociona un nomi11alisn10 rela-
tivista, progresista y políticarnente correclo, que acarrea entre otras cusas,
'/ L-!cpccí'1Lücntt; para el cwnpo clel psicoan4lisis, nn inte_nto de desman-
itJ~u. la clínica y un dusLréJitu del diagnústico ~-tiltlado a veces de resabio
1nóJicu-psiquiátrico del que haLría que desen1barazar al análisis9-, vale
la fJ8na e::.Ltbtaya1 la poslLlón de Jacques Lacan. En cuanto a lo que llan1ó
u:;;lluciuru no dio nunca el brazo a torcer: lo sostiene de uno a_ otro extre-
1110 de tiu enseiianza, sob110> Lodo, cuando sobre su final halló en el 1111do
.su oOlJUl le roul y su e~crilura. Sí en el decurso de su obra se constata un
init~Htü µur1ndnunte de dotar a la clínica del psicoanálisis die un apoyo
rl~al, la firn1e incorporación del nudo en su últiina parte encuentra en
ellu ::iu 1·~l.::ón n1ás relu\'Ctllll~. Su posiLiÓil tern1ina siendo, de este modo,
un ruuli::::;111u ... nocfr.11. En efecto, Lacan enseüó que el nudo es de lo real.
C)_ue no GS u1etJfufa, 1110J0lu o :cu1<llogía10 • Que los núrneros, que tan1bién
''pl;rlüllU(~en a lo real" 11 y son su soporte -el del nudo-, dete1111inan impo-
sllJilidaLle.s, esto es, la n1e:u,ca en lo sin1bólico de que hay de lo real.
1\hora bien, ¿,hasta qué punto seguirnos a Lacan, tan1l.Jién en esto, quie-
11cs nos apoyan1os 011 su enseüanza al practicar el psicoanálisis orien-

tadus por su exigencia de racionalidad, rigor conceptual y perspectiva


ética indecli11ables'? 12 En lo que sigue, una vez 1nás 13 , lo ü1tentan1os,

7. Cf. LACAN 1974-75, 18-2-75.


8. CL MAZZUCA. SCilEJTM/\N y ZLOTN!K 1999, y mi trnbaju "Síntoma
y sintho1ne" en este nú111e.!'O de Anclo.
9. CL SCHE)TMAN 2005.
10. Cf. p. ej., L/\CA. N 1D74-75, 15-4-75.
11. CL Lf\CAN 1973. 14.
12. Esta pregllnta no f.Hll~de soslayarse, especiahncnte si se tiene en cuenta
quo pc;s;:;.Llus n1ás de treinta y cinco años del inicio de la "ünpurlución" por
pü1le de Lacan de nociones de la tcorú1 de nuUos al psicoanálisis -pon-
gc-tiuOs por fecha sn enc.ucntro con los anillos borro1neos indicado en '·.
ou píre" (cf. L1\CAN 197l-72b, 9-2-72)-, los avances en cuctnto a extraer
consecuencias para nuestra clínica Je esos desarrollos nodales son, fran-
L::li11Gute, 0Sl.:1~uu. Sea j.HJn.1uc en un extrenlo se encuentra ol extravío de
quienes internándose en la selva del nudo no hallan el canüno de retorno a
la ciudadLda de la clínica del psicoanálisis, sea porque en el otro se refuer-
>
'•ill Lb \d~;;ti\L,·. d;; , """11li: ui• td i1H,;J<lu d'-' t'l;sguurdúr v~i:,c; '1 Si.iLJt"r qu0 z
n
rea\ qut-o una "1nalen1ati.zación excesiva" traicionaría, en cualquie-r caso, el C'

\JLlno1·arna es poco alentador.


>
13. Cr. SC\\E\TMi"-N 2\lt><\, pn.-ln l\L "'
>-'
"'
~"· ,_,i. 0t,r·u~JTlvfAN 2004, parte III.

convencidos dB lo desacertado de amputar aquella enseñanza ecb.ando


por la horda sus últiinos desarrolln;:; con la excusa que fl1ere. Es que,
principaln1entn de esle realis1110 noclal el últin1n Lc1cnn sostnvn 1c1 posi-
bilidad, para el psicoanálisis, de una clínica transnüsib1e que, adcn•~ís
de arrojar alg11na luz, a partir "de la irlea del sínto1na cnn10 nurlo" 14 , so-
bre la clínica que hay-otro hay-y que lo antecede -la que hereda de la
psiqujatría cl<'íf:ica-, aparta nuestra pnícti~a do cunlquior esoterisrnn.

Del nudo a la trenza: el tiempo

Comencemos en esta oportunidad señalando lo siguiente: quo haya


nudos y que estos sean de lo real, no impide que el tiempo los afec-
te. El tiempo ... tarr1bién es de lo real. Suhrayón1nslo: el realisn10 de
Lacan no excluye la dhnensión te1nporal, la dincrnnía. Es lo que no
entendieron quienes criticaron su "estructuralisn10" tildándolo de
ahistórico o- atemporal.
Claro que la noción de sujeto aleja desde temprano a Lacan del es-
tructuralisn10 clásico, pero lo que es necesario agregar es que lo que
en su enseñanza se llama "sujeto" comporta ya la introducción de un
elemento temporal en la estructura. No hay ontología lacaniana del
sujeto: ningún ser le conviene. "Sujeto" nombra -entre otras cosas-
un efecto de la eslructura ... en la diacronía, en el tiempo: efecto de
significación y respuesta de lo reali.5 •
La relación estructura-temporalidad está siempre presento en el planteo
de Lacan. Considérese, por eje1nplo, su ten1prano abordaje de la psico-
sis16. Cuando llega a situar "lo nodal" de la estrur~tura psicótica en torno
de lo que llama forclusión del nombre del padre -y Aso P.s sincrónico- no
deja de destacar,. al mismo tien1po, que una psicosis tiene un inicio. lTn
psicosis se desencadenn -paso de un tiempo en que se mantiene corn-
pensada apelando a recursos que pueden precís2r,<:;P 17 , al desan11d0mirntn
localizado en de1-erminada "co:yuntura dramática" 18 , cuando tales apoyos

14. Cf. LACAN 1973, 18.


15. Cf. LACAN 1972, 28.
16. Cf. LACAN 1955-56 y 1958.
17. P. ej., en el Se1ninarió 3, ret0111Rnclo el mecanismo del con10 si desíar.a-
do por Helen lJeutsch en su examen de los esquJ7rfrcnias, Lacan propone
identificaciones imaginarlas que co1npensan. en lc1 psicosis no desencade-
nada, el Edipt• eusnnto (rf. LACAN 1955-56, 275).
>
18. Localizada con precisión en "De una cuestión preliminGr a todo trata- z
nliento posible de la psicosisº' a partir del encuentro contingente con lln-
>
padre que viene a poner en cuestión aquellas identificaciones in1aginarias N
(cf. LACAN 1qss; 559].
.....
w
'.~

se tornan insuJ-lcientes-... y se reencadena -estabilización que se logra


por vías diversas 19- . Y esa es la diacronía.
Hay la e'Ltuctura, por cierto, pero olla se ve afeclaJa por el tiempo. El
aLordujc de los "enc~1dena1nie11tos y Jcsu11Ludenuulientos":w revela muy
juc;tu1ncnle esta inclUtH1cia del tle1npu suLre la estructura nodal.
i\h0r<l bien, aquí interrogo si el i1u<lu nos es suficiente para tratar esta
t-_1foclüción de la e~li·uctura por el tlo1npo. Tengo la irnpr1~sión de que
el !c.dJ~1jc con nudos y caUenas nos entrega una clínica predominan-
t21ue11te sincrónica, que no ton1a en cuenta cabaln1ente la dinárnica
ten1pora1.
~fú111e0t:, por ejen1plo, el nudo o la cadena propuestos por Lacan para
)oyce en el Seminario 23. 20 Ni en la versión nudo de (pseudo)trébol,
ni en la -111ús con1pleja, en la quo ya figuran los tres registros- de la
c.Jdcnd {no borrumea} de lres/cuatro eslabones, se explicita cómo se
pasa del prüner tien1po -lapsus del nudo~dusanudanlie.ato, fallo en
lu cacle1Ja-Je~cncudenan1iento- al segundo -reparación sinlhomática
por el ego-.

- ·?
¿·

Ego

- ¿?

¿De dónde diablos sale este anillo-ego que viene a remediar el lapsus
del anudamiento? ¿De qué modo se agrega al nudo o a la cadena ese
cuG.rto esluLón que proporciona una eslabilización? En an1Los casos
qu.cd<.l velado el n10\'in1iento que lleva de un "estado" del nudo al
siguiente. La cosa se nos presenta, 1nás bien, como "fotugrarnas" su-

19. Dt~sltil(lH:~ínos aquí, cil in1-~n()s. la ·'r;~¡;~:lfora d;,liL,r,l~" (cf. ibíd., ."i59). >
·z
20. De los que nos ocuµu1aos este año y el próxiino en la cátedra Il de ">r
Ps~copo.tolugía.
21.. C.f. "S\'ntnnin y sintl<on1e". '"' nslt> nÚlTH-ll'C> do Anclo. .......
N
cesivos, quedando ausente la di.nÁ.n1ica prcson\n en el decurso \.\;YlYf1n-

ral: "la película" no se alcanza.


t' rnás at'in: ;,ese ego-sjnthn1ne se aüade estricta1nen\'e en a1gún mo-
1nentu. o es que cxL0:te para lcrvr.:n "l1\:'sdn é<in1n¡_•n-:'« toch1 vriz qu(-: nn
se constata en su caso lo que se lla1na una p:;\cosis clínlcc-i·"',: En fin,
ocurre que aún cuando nos entrega algunas pistas, Lacan no llega
a considerar propian1ente a partir del nudo, Bn el Se111inario 23. la
variedad clínica del sint-ho1ne a lo largo de la vida ele Joyco: la plu-
ralidad de reparaciones 23 que en ese caso se prueban en la diacronía
para tratar el fallo de ]a estructura: "dimisión paterna" o "\ 1er11·crf11 ng
de hecho". Es claro que no alcanzó a dar cuenta allí del nJodo en
que esas reparaciones se suceden y articulan corr10 rernedios diversos
para ese lapsus del anudamiento.
Pero, a fin de cuentas, y este es el punto, ¿,podría ello hacerse como
conviene contando solamente con el 11udo? Su fijeza Jo in1pedirfa:
el n11do es dem_asiado estático. En todo caso, sería preciso abrirlo:
pero ... ¡eso es ya la trenza! Si el nudo deja la perspectiva diacróni-
ca en suspenso, sl saltea ]a dimensión le1nporal, intentar8 abordArla
aquí sirviéndorrte, precisamente, de la trenza.

La trenza y lo femenino

'ranto Freud coino Lacan aludieron a la trenza, a1nbos refiriéndola a


lo femRninn.
El prirnero la supuso base del "invento fen1enino" del tejido ... con-
secuencia de la envidia del pene: "Se cree que las 1nujeres han brín-
dado escasas contribuciones a los descubrilnientos e inventos de la

22. Lo que conlleva distintas posibilidades de abordaje del fa1noso episo-


dio de la paliza en Joyce: ¿cómo conviene situar el desprendín1ir::nto de
lo ímnginarío que Lacan supone a partir de la misma (LACAN 1975-76,
146-148): prorlncido por un fracaso de esa función del ego en ese punto
-que existiría antes y Juego se recuperaría-, o bien ele oti·a reparación -no
precisada por Lacan- que hasta entonces habría irnpedido que lo ünagi-
nario se independice? En el trabajo de Claudia e_;odoy, "Los artificios de
James-Joyce" (en este volumen -de Ancla), se ahnnR esta últiTnR
es la "santidad", a la que lo empuja su prin1era educación religiosa, la que
constituye ya una primera solución ... puest<i en cnestlón luego a partir de
la acusación de herejía -lo que está en el inicio n1lsmo del episodio de la
paliza- y la caída en el pecado ... SP.xual. En ese punto se desprende lo inta~
ginario y sólo luego se instituiría su deseo de hacerse un non1bre. devenir
El Artist-a, constituyéndose el ego-s.intho1ne.
23. Cf. el trAhnjo de Clrn1rlio (~ndny recíén citado.
historio culturo], pero son tal vez las inventaros de una técnica: la del
L cnzudo y tejido. Sí así fuera, uno esturía tentado a cole~:ir el rnotivo
1

inL-·u.in:iente de ese logro. La 1¡¡--:luraleza mis111a habría proporcionado


el urquc:iipo para esa inzilución hocit:ndo crecer el vello ¡.iubiano con
Ja niudwez genital, el vello que encubre los genitales. El paso que
aún r&sluúu dar consistió en hacer que Olihirieran unos a otros los
hilos, que en el cuerpo pendían de la piel y sólo estaban enredados.
Si ustedes rechazan esta ocurrencia por fantástica, y consideran que
es una idea fija mía la del influjo de la falta del pene sobre la confor-
1nc1ción de la feminidad, yo quedo, naturalmente, indejenso"(FREUD
19nL, 123)
El :::;egllndo, sin obligar a lo fe.menino a transitar necesariamente la
vía de la penisneid, lo acercó al trenzado en su abordaje de un saber
'\Lbiorlo" 24 , que hace contrapunto con lo cerrado del saber masculino,
el que empuja a dar vueltas y vueltas y a circular: " ... el saber mascu-
linu, en el ser huúlanle, es irre1nedjable1nente un modo d'e andar, de
c:1Tur; hOJí corte, einpezando un cierre, precisarnente, la de la salida, no
es su privilegio; pero él parle para cerrarse; y es tan sólo al llegar allí
que termina por ce1rarse sin darse cuenta. Este saber masculino, en el
ser hablante, es el ndondel de cuerda. Torna en redondo. En él hay
clel Uno al principio, co1110 característica que se repite por otra parle
sin conlur.se, J' de volver en redondo se cierra, sin incluso saber que de
eoios redondeles, allí hay tres. ¿Cómo puede, cómo podemos suponer
c¡ua lluga allí, a conocer un final, de esta distinción elemental? Bien,
uforionodumente, para eso, hay una mujer. Ya lo dije que la mujer -
nofuwlrnente es lo que resulta de lo que ya escribí en el tablero, que
lo 1nujer eso no existe ... Pero una mujer, eso ... eso puede producirse,
c·uando hay nudo, o más bien trenza ... " (LACAN 1973-74, 15-1-74).
Así, Lacan deja entrever que sitúa al nudo más bien del lado mas-
culino: el redondel de cuerda, cerrado, que obliga a la vuelta en re-
dondo ... que no llega a contar tres en su circulación. Mientras que
lo f1;1nnn.ino se propone ju::;Lan1ente abriendo el nudo, lo que -señalé
recién- conduce justa1nente a la trenza. Aunque tan1bién podre1nos
turn::_¡_r la din::lcción inversa y llegar al nudo-o a la cadena- a partir del
cierre de la trenza, lo veremos.

P.rcsenlación de la trenza

Las l1enz:a::>, corno los nu<los, son conocidas muchísimo antes de que

'.o'.4. Pur t)Sd \-fa Lacan e::; ilevado ::;u1-tHtL1dunten1ente a plc,ntear al in-
cuHo~;iunte nlisrno con10 un conjunto abierto (cf. LACAN J.973-74, 15-1-
74-), esto es, rn.ás bien del lado ruujer de las fónnulus <le la sexuación.
los matemáticos se ocuparan de ellas. Desde los albores de \a fn.:u:na~
nidad se necesitó trenzar lianas o pelos de animales para preparar
cuerdas. que luego se enlazaron o anudaron para confeccionar redes
de pesca o ca.za, o .se en1plearon en todo ~i¡:':J de construcciones. Las
trenzas aparecen también en n1anuscritos, pinturas y otrn.s for1nas
de expresión artística en todo el mundo. Además, como se sabe, de
su utilización en peinados y arreglos del cabello, claro, especial-
mente femeninos.
El estudio matemático de las trenzas es, en cambio, reciente. La teoría
de trenzas se inició en los años '20 a partir de los trabajos de Emil
Artin 25 (cf. ARTIN 1925, 1946, 1950) y acompaña el desarrollo de la
teoría de nudos desde entonces y, especialmente, a partir del nuevo
impulso que consiguió esta teoría desde 1984 26 •
Siendo la trenza, como el nudo, un objeto matemático abstracto, me
referiré aquí al diagrama -es decir a la puesta en plano- del objeto
concreto del que nos servimos para acercarnos a aquella abstrac-
ción: un set de cuerdas que corre desde una barra horizontal situa-
da en su "techo", basta otra barra horizontal situada en su "piso".
De estas barras horizontales, se verá, prescindiremos más adrlantc,
aunque las seguiremos suponiendo en su función de fijar los extre-
mos de las cuerdas.

1 2 3 4

Trenzas triviales.
elemento neutro
"e"
5

25. A quien Lacan se refiere al 1nenos una vez en su se1ninario: cf. LACAN
1973-74, 21-5-74.
26. La teoría de nudos avanzó decisivamente desde ese año gracias al des-
cubrimiento de un nuevo polinomio para abordar los nudos que prorinjo
el matemático neozelandés Vaughan Janes (cf. 1\DAMS 1994. 148-156,
LIVINGSTCIN 1993, 215 y STEWART 1998, 146). conocido también por
sus trabajos sobre el álgebra de Von Neu1nann. El nuevo polinomio abrió
diversas líneas de investigación, incluso n1ás allá de la teoría de nudos, he
hizo a Janes acreedor de la 1nedalla Fields en el Congreso Internacional de
I\.10tcn1citirilc; re1lizarlo en Kyoto en 19D!l.
t;uü Lreaza puedü no pre:-:;entar cruzan1iento alguno entre sus cuer~
das: es el caso de Jos diagramas de las trenzas 1, 2 y 3. En efecto,
se trcüa en este caso de I:Jerft:ctas trenzas, para la teoría 1nate1nática
de treLL.LL:;, aunque a nosotros no nos parezcan "trenzadas". Y, corno
se ve, pueden tener uu núrnero indefinido de cuerdas: en el primer
caso es una trenza de dos con1ponentes, en el segundo dit! tres, y en
el turc-::eru de un único con1 pcn1ente: unff única cuerda ... ¡tarnbién es
una trenza!
¡\ e~::L1s tres poden1os llan1arlas "trenzas lríviales": son aquellas que,
i11Jepcndienlen1e11Le del núrnero de cuerdas que las con1pongan, no
pr:Js;.;.ntdll punto de cruzan1ienlo ninguno 27 . Son llamadas ta1nbién
;.ele1uento neutro" (e), ya qut;, verernos enseguida, asociarlas, agrega-
das a cuulquier otra trenza no la n1odifican en nada.
Los diagn1111as 4 y 5 n1uestran trenzas de dos y lres cuerdas en las que
ya i;:;llCOnlran1os cruces entre las n·1isn1as.
Las trenzas se clasifican enlre otras cosas, por la cantidad de hebras
que cun1pünen cada uno de los trenzados. La trenza que tengan cuer-
das será una n-lrenza. Así, aunque distintas, aquellas de los diagra-
1;1J.s 1y4, son "2-trenzas", es decir tronzas ele dos cuerdas, y la trenza
del diagrarna 5 es una ''3-trenza", de tres.
En todo caso, lo que es crucial para lo que quiero plantear, y es lo
que estoy destacando con10 avance del nudo a la trenza, es que en
este nivel, el de las trenzas, ya está en juego este eje que destaco en
naranja, y con la letra ·r, que es el eje ten1poral2º. Es decir que hay
allí, diacrunía, Liu1npo, en el recorrido que lleva del techo de este
set de cuerdas al µi,,o del nüsn10. 1\sí lo señala Dale H.olfsen, un
prufG:-:.or de la C~oluuil1ia Britáuica en Canadá, en el X\lº Encuentro
13.ru;;J:Ír_;ro dt: Toµulogío eu 2006, cuando define a la lre11za de este
ruudo: "Sea 'I' lo vciriuble lit:111[JO, una trenzu µuedu cunsiderurse
cu1110 Ju hi,.,;Lurio tu1npurul de partículas 111oviéndose en el plano.
Esto pern1ite Vl--:r la tl'enza con10 una danza de partículas que no
coll::;ionan" (l{()LFSE_N 2006).

1'renzas equivalentes

1\\·J.nce1nos. ¿Cuándo dos trenzas son equivalentes? (~uando es posi-


ble lran:sfur1uar ltna en otra por isotopía; es decir, deforn1arse hasta
alcanzar la presentación de la olra sin ningún corte o pegado y dejan-
do sus extrernos intocaclos. Se ve entonces que estas trenzas 6 y 7 son
>
equivalentes (ya aquí prescindo de las barras horizontales aunque, z
n
r
>
27. l) presentan "pseudopüntos de cruzamiento", ver rnás adelante.
28. Cf. MANTl JH.OV 2004_, 95-96.
como señalé, las suponemos manteninndo los extren1os de las cuer-
das en su lugar en el paso de una trenza a la otra).

6 7

Las trenzas 6 y 7 pueden dcformarsP así, pasando de la una a la otra.


En realidad se trata de la misma trenza: presentaciones distintas <lE-) la
misma trenza trivial de dos componcntPf:. Queda claro que en el r:nso
de la trenza 6 los dos puntos de cruzJmicnto son en verdad "pserdo-
puntos de cruzamiento": no soportan que se tironée de ellos, las dos
cuerdas se desatan, se separan.
1Umbién estas trenzas -8 y 9- son equivalentes, dos presentaciones
de la rnisma trenza de tres cuerdas.

8 9

Es decir, pueden deformarse una en la otra conservando sus extremos


fijados siempre en el lnis1no orden. Son diagra1nas distintos o presen-
taciones distintas de la misma trenza.

Trenzas brunnianas

Hermann Brunn en 1892 examina cadenas que tiene la car¡:¡ctorfstica


siguiente: si se corta un eslabón de las n1isn1as todos los den1ás esla-
bones se sueltRn: actunlm_Pnte se las llama cadenas brunniauas. Por
s11punsto esto nc s recuc rrl0 lns cinillos borrornPns, Y no por nadn, los
1 1

anillos borro1neos son un caso particular de cadena brunniana: son ca-


1
dcll'-1_:::> Lru1111iuna.:::> de Lres Gslullunes. Pero, pur cierlo hay caJ¡;nu;:; brun-
HiJacL:> de 3, 4, 5, o todos los e~la1JL)nes que se quiera. Por lo general,
nu:)ulrus no restringimos las cadenas borrou1ucts al i:Hi.cadcnamiento
lnu11uiax10 de tres anillos: haüla1nos sin más -Lacan lo hace tan1bién-
de cadenas borron1eas con 4 anillos o n1ás.
Pero lo que quiero deslücar aquí, ya que esta111os poniendo el acento
en las llenLas, es que _el señor Brunn a fines del siglo XIX ya describe
tru11zu.s en las cuales la ren1ocíón de una de las cuerdas -cualquiera
sea- produce que se suelten tudas las den1ás, o lo que es lo 111isn10,
quJ la trenza devenga trivial. Es decir, así con10 hay caddnas brun~
nianas o borro1neas, existen la1nLié11 trenzas brun11ianas. o Lre11zas
borron1eas, con10 las llan1aríarr1os nosotros.
1\quí pru.sento una trenza brunniLLlla de 4 con1ponentes: es el <liagra1na 10.

-¡¡) 11 12 13 H

En efecto, la trenza 10, está con1puesta por cuatro cuerdas: verde,


azul, naranja y roja. Si se elin1ina cualquiera <le ellas, si se borra cual-
quiera de sus co111ponentes, se sueltan los tres restantes: la trenza
de\, il~He trivial.
Es lo que hacernos en los cliagran1as 11, 12, 13 y 14, en los que, sucesiva-
rncnto, hacen1os de::;aparecer una de las cuerdas ... y las du1uás, en cada
Lliugu.una, deforn1ándolas un poco, deshacen sus puntos de cruce -que
se du1nuustrai1 entonces corno pseudopuntos de cruct~-: st; ~,litdltilL
>
La trenza brunniana se caract¡~riza lo antedicho: remo-
Ui"lit!lil:<::-o pdr z
n
viendo uno de sus cu1npu1HHiles -cualquiera de ellos-- se sueltan to-
do~ 10 0 tlernás. Para nosotros será irnportante en función de lo que
1la111an-1os deser1cadenarn.ienlo.
-- -~-~'-'-'.tv11 ue lo que

El grupo Bn

Pre:.,:t_'n\;_1ró <.1h(_-¡rn nlgun•_1<:; cnn.leni~1ns 111íni111ns. n111y húsicns. dn la l.Pn-


rf a de trenzas qtH-~ propuso E111i ]_ i-\rl in ('11 \!1 d 1.)1 :fld:1 dt, 1 ') i l. : :i:, \ r. 1t:_i ( 1i' i
abordaje ele la trenza con10 grupo n1aten1ático, el grupo Bn. B por hrnicl
-trenza en inglés~ y n indica -como ya fue sefialaclo- la cantidad de
con1ponente.s, de cuerdas, que puede tener la trenza.
En prin1er lugar ht1y que decir que dos trenzas pueden asociarse: es lo
que conduce al producto de dos o 1nás trenzas.
Por ejen1plo, tornemos la trenza a -que es una trenza de tres cuerdas-
:V Ja trenza f-3 -otra trenza de tres cuerd.as-. Pegamos el piso de n con
el techo de[). ¿Qué resulta de ello? La trenza u:f:L Que es la trenza que
surge de haber asociado la primera con la segunda.

··~··· ""[ffi]
De aquí surge que el producto entre trenzas es asociativo. La pri1nero
característica del grupo Bn -grupo trenza, a veces tan1hién llamado
"grupo-trenza-Artin", en honor a su creador- es que tiene, efectiva-
n1ente, propiedad asociativa.
Pero, cuidado, no posee conrnutalivídad: en el caso de las trenzas
del grupo Bn, el orden de los factores puede alterar el producto. no
es conmutativo. Es decir, a0 no es la n1isn1a trenza que í:lo.:. 1\I 111Pnos
no siempre lo es.
Hay dos propiedades más, aden1ás de la propiedad asociativa, que
dan a las trenzas una. estruct11ra de grupo n1atn1T18tico. a saber: que
poseen elemento neutro y elen1enlo inverso .
.l\l ele1nenlo neutro lo n1encionan1os antes, es h1 n-trenza trivial. El
diagran1a que antes nluneran1os 1, es el de una 2-trenza trivial. ol
>
diagrama 2 rouestra una 3-trenza trivial, el cliagran1a 3 una ·1-trcnza z
trivial. E11 fin, on todos 1.os casos, trenzas sin puntos de cruzan1iento,
por ello son 1rivia1es.
El ele1nento inverso supnnr-; lo que l1an1RrÍ8rnos la _in1ngon en
de cualquier trenza. Por ejen1plo, para Ja trenza que recién denomina-
Hlu::i n, existe el elernento inverso lX- 1.

u.

ce'
"[Il]
a- 1 es la "trenza en espejo" de u... Y si se asocian estas dos trenzas, es
decir a y su inversa cr 1 , el r8sullado es una trenza trivial.
Es decir, que el pru<lucto de una trenza por su inversa, entrega el ele-
nlt.u1to neutro e.

a. a' 1 = e a..· 1 • a= e

'fod.:i lro11za en Bn tiene una inversa y la asociación de ambas desarn1a -o


Jt:.)lrt:;n.t.a- a la prin1era: conduce al ele1nento neutro, la trenza trivial.
Por fin, es por contar con estas tres propiedades -propiedad asocia-
tiva, ehjllHHllo inverso y ele1nento neutro- que Bn tiene estructura
ele grupo.

Scgxnenta11do la trenza

Voy ahora hacia la escritura de las trenzas que propuso E.mil Artin.
TuJu prusenlación de una trenza puedo escribirse a partir de una sucesión
pn.:oc;i::>a de letras: el nuu1Lro o la "palabra de la trenza" [bTaid ivord].
Para el.lo deben1os abordar los llarnados "generadores de trenza", en
lirilner lugar a partir de la segtnentación de la misn1a.
'feuun1os que dividir la trenza a partir de los puntos en donde se
i.1ruducen los cruces {cuando los hay). Y si la trenza de la que se trata
tuviera puntos de cruce en un mis1no nivel, deben1os ;'1noverlos" de
lihJdo tal de ubicar cada punto de cruce de dos cuerdas en un deter-

HiÍnado segn1ento de la trenza.


A.. unqu.d no tiene puntos de cruce, ton1emos como ejen1plo para acer-
carnos a esta idea, el rnango o n1ástil de una guitarra. Una guitarra es
un \'t;rtL:td una 6-trenza triviaL nna trtn1z;.t dr:! G ctterdas, en la que las >
z
n
cuerdas no se cruzan ... ¡sino no se podría tocar! Pero en fin, tienen allí r
>
los ln:i.sles que dividen el inango -la trenza- en segmentos ...
111111\ l

1111111
111:111 3

1111111 4

111:111 5

1111111 6

111:111 7

........
IHHll
Apliquemos esto ahora a la trenza que nun1erarnos antes 4 -una tren-
za de 2 componentes-: segn1entén1osla.

En cada uno de esos .seg1nentos ubican1os un cruce y sólo nno. Se


ve con claridad que en el segmento 1 ubicarnos el cruce en el que Ja
cuerda roja 'pasa por encima do la verde, y en el segrnento 2 el cruce
en que la verde pasa por encima de la roja.
Bien, ahora tenemos que encontrar el rnodo de escribir, de alcanzar
una notación para esos puntos de cruce. Lo hace111os a partir de los
lla1nados "generadores de trenzas".

Generadores de la trenza

Los generadores de lrenzas son convenciones 2q que nos porn1iten es-


cribir de un modo preciso cada uno de los puntos de cruce do un<l
tre11za, luego de que los hen1os localizado en segn1entos diferentes y.
>
z
29. Convenciones sí. <-1unque no acordados universaln1ente: algunos riJ<Jle-
>
n1áticos las presentan al revés de co1no aquí las platearnos, es decir non1- N
N
bran o ~i 10 qu" dnr;ígnrn:nns o, y o lo 11110 rsrr1hirnns u-- 1. w
do este n1odo, co1no cruces sucr:::::;ivos, es decir, que se prut.lucen cada
uno después del anterior. Co1110 se ve, estoy destacartdo aquí, nueva-
n1ente, el sesgo ten1poral que plantea la trenza.
Escribo ahora los dos generadores de trenzas, tal coLno Enül E\rtin los
propuso en 1925.

º 1 l···X···l I
1 2 i+l n-1 n

01
1 l···X···l I
1 2 l i+l n-1 n

Supóngase aquí una trenza den cuerdas. Nos in1porta situar aquellas
dos que se cruzan, en este caso en el n1edio de la trenza . Si en el pun-
to de cruzarniento, la cuerda que pasa por debajo es aquella que se
traza de arriba a la izquierda h3-cia abajo a la derecha, designamos a
eso cruzarniento a (es la letra griega sig1na ininúscula):

ax
Si, en can1bio, en el punto de cruza1niento, la cuerda que pasa por
debajo es aquella que se traza de abajo a la izquierda hacia arriba a
la derecha, clesignan1os a ese cruzan1iento cr 1 • Es decir, es el cruce
in verso al anterior:

º-1 X
Ahora, si aplícan1os esto a nuestra trenza 4 poden1os muy precisa-
n1ente anotar los cruces:

>
z
'.O

>
...
N
N

,lillf{@llfltC!~JJJihikúdiii~J,i&,d!iv~Ls2Y:I-
4

Es decir, los dos cruces que presenta esta trenza son cruce "tipo o-".

Palabra de la trenza

A partir de aquí pode1nos acercarnos a la denominada "palabra do la


trenza" [braid tvord], al non1bre ele la trenza, su notación.
Es claro, Aspecialn1Pn!e si la trenza está co1npuesta por Jnás de dos
cuerdas, que no nos alcanzará con indicar en qué segn1ento de la trfln-
za se pro<luce el cruce y el "tipo" del 1nismo (o o a - i): será preciso se-
fialar, además, entre qué cuerdas de la trenza acontece. Ello se indica
agregando un suhínrlice a la letra griega sigma que señala, justan1ento,
cuáles son las cuerdas de la trenza afectadas por el cruzan1iento. Si el
cruce se da entre Ja primera y la segunda cuerdas anotamos snbíndico
1, si ocurre Pntrd la segunda y la tercera escribimos subíncjjce 2, y así
sucesivamente. Veámoslo en las trenzas que siguen:

4 6

1(--)

La primera de estas trAn7as es aquella con la que venirnos trabaj0ndo


(diagra111a 4). En ella, an1bos cruces tienen la "forn1a a'', ya lo habú1111os
destacado. Agrego ahora que con10 se producen entre la prilnera y la >
z
segunda cuerda de la trenza -os que esta tronza no cuenta 111ás que cou ce
esas dos hebras: es una 2-trenza- indicarnos, cada vez, el subíndice 1.
Así la "prilnbra" de esta trr:nz0 ":~p P~crihr "0 0 ".
1 1
¡f
il
'l
La uegu.111.ld de estas trenzas es clisti.nla -aün lt:~niendu la nli~tna ca11tí- 1
d._icl de l~ü1npo11entes-. La nun1erarnos trenzan (puede verse que es el
u1i;:;1üu diagran1a de una trenza que uscribiinos inás arriba con ese nú- "
rnero). Si bien el prin1er cruce es equivülente al de la trenzc: anterior a'.i
~
(por lo llUU so escribe igual: oJ, es claro que el segundo es e1 crnce in-
~
\'c1::;u, tiene la "for1na o -1". IJe este n1odo, la "palabra" de esta trenza j¡

se escribe "o a ·1 ". (~on10 se ve, este es el-caso de llna 2-tren.za trivial: ~i"
' '
el ~egundo cruce, al ser inverso al prilnero ... la desata, la destrenza.
-Puelh~ decirse que para pasar de lu prin1era trenza (0 1 0 1) a la segunda
(0 1 C\ 1), hen1os con1etido lo que podría1nos llainar -pan;:1_frat:H:)dndo a
Lacan- 1º- un "lapsus de la trenza'', precisan1ente en el segundo punto
de cruce de la prin1era: en ese cruce, o -i viene al lugar de o. Propongo
anularlo así: 0 1-- 1 í ª-i·
Por este lapsus la segunda trenza es trivial: en ella se escribe que la prí-
n1ern se ha destrenzado. R~1lo1nure111os esta perspectiva del ,;lapsLts de
la tronza" 111ás adelante y se verá la '·potencia clúüca" y_ue conlleva.
Por fin, la tercera de estas lrenz¡_:¡s (diagra1na 16) es una 3-trenza, pre-
senta tres con1ponentes. Lo novedoso aquí, respecto de las trenzas
Ji
üulcriurt:.s es, en efecto, (-iue hay una tercera cuerda, y puntos de cruce
¡II'
0ntru la segunda y esta terC;era cuerda. ;¡

¡Cuidado, a no confundirse!, cuando en este n1on1ento señalo "se- li


i
gunda" y "tercera" cuerdas, ello no se superpone con los colores de "
11
las nüs1nas. En lo cp1e sería el Lurcer segmento de esta lrenza el cruce 1

1J
enlre la sugunda y tercera cuerdas es cruzarnienlo entre roja y azul; 11

ruiL;nLras que en e] quinlo segmento de la trenza, el cruce entre la se- '


gurn1d y tercera cuerdas ya lo es entre verde y roja. Es decir, las posi-
ciones de las cuerdas de colores van canlüiando segn1en.to a seg1nento
a u1edida que las cuerdas se crut:::an y lo que aquí llaruo posiciones de
las cuerdas (prín1era, ::>t\~.unda, tercera, etc.) se recue11tan cada vez en
cada seg1nento de la tr8nza.
En fin, la escritura de la "p0LiUrr1" de esta Lrenza de tres con1ponentes
es: " 0 1 °-1 °:~-i 0 1 °2- 1 0 1"·
Sefi,Jon1os, por últi1no, quo la "palabra de la trenza" Eiscribe no tanto
el 11u1nbru de una trenza sino, más bien, el i1on1bre de deter1nínada
y1"<.;;:;e1ltu1_:ión de una trenza. Es decir, dos presentaciones de la 1nisn1a
trsnza pueden escribirse con distintas "palabras".
I\1ra seguir con los ejen1plos planteados hasta aquí puede observarse

30. En el Se1ninnrio 23 Lacan denornina "lapsus del nudo'' a la Inodificación


de ,JtSu no de los puntos de Cl'LtCt:: on un nudo o una ca<lena -e.s Jecir Lü1ubi<:rr
>
la hebra que pasa por onciina por aqttc11ln qnn pnsn por rleL<ijll .'"-' \'ÍC d\·t,r:,H, 0n ;(

dL,li.:;nnin;_tdu punto de ctuL<üith;nto-, lo que conlleva una li-atl:::.funnnLiün en r


>
el nuJ.u o caUena donde acontece. CL LACAN 1975-76, espu"..;falmente, V y N
\/1, y t'-''; \n1\i<•i<> '•S\<>hH>Hl y ;.;i,,lhoni,,·· ~1\l -.,;1., l'""""'" d,, l\1¡cfo ~
que los siguientes diagran1as 4 y 17, que cornportan diversas "pala-
bras de la tren?.R" (0 0· y o o C\ 0 -1 rosp0r.ti-vrim0nt0) son pr0sPntR-
1 1 1 1 1
cinnes dis!int;-l:<
trenzas equivah~ntes.

17

Así es. el diagraJ11a 17 no es otra cosa que el producto de las trenzas


4 y 6 antes presentadas, es decir, la asociación de la trenza 4 con una
tre11za trivial. .. lo que . como vimos, da como resultado la mjs1nél
trenza 4 de inicio 31 •

Teorema de Alexandcr: todo nudo o cadena


proviene del cierre de una trenza ...

Vamos ahora al enunciado de un tPorcma prop11P::;to por el n1aternáti-


co norteamericano J. W. H. Alexander en 1923."'
Este es un teorerr1a fundamental para _nosritros. Es, de algún n1odo,

31. En la no1'acióna 1 0 1 a, ai· 1, de la trenza 17. es clcirn r¡_ne podrían1os eli-


n1inar la parte fin0l: 0 1 0 1-1-·por la senril1n rnzón de que esos dos cruces se
anulan recípror:amr:ntR, son inversos- lo que nns rlAvnh-ería a]¡::¡ nntrir:ifin
de la tren7a 4. Por esta sencilla vía. ;=1islan1os una pri1nrra regla (la de la
anulación de los puntos' ele cru~e i;1vcrsns) -·-hci.y sún otras dos gue aquí
no desplegaré-- que nos permite saber. npPrnJ1rln dirf?c:l'R1T1en1e snbre Jas
"palabras de las trenzas", cuándo dos trenzas con dislintas notaciones son
equivalentes. Cf. r'\DAMS 1994. 135-137.
32. Quien establece ade1nüs. cinco años después, en 1928, el prin1er po-
>
z
n
1inon1io asociado a los nudos (el único hasta 1984, en que se produce la
invención de \!aughan Jones, antes indicada), conocido con10 "polino1nio
>
N
N
de Alexandcr". Cf. LIVINGSTON 199:l. 4g.54 y ;\fl~'·fS 1994, 16fl.
"
ul ou~,LtHl de lo que quil::ro pnJµuaer aquí. l)ice así: Seu un nudo (o
orientado arlútrorio, entonces es equivalente n un nudo (o
cu¡_f1;na) que es el cierre de una trenzo.
Pur ~upuL00to, este es sólo el e11unciado; y a conli11L1ación seguirá úni-
ca111c:nte una breve explicación: ubtoy lejos de pretender de1nostra-
ción alguna.
Se lro.ta, en síntesis, de que todo nudo o cadena proviene del cierre
de una trenza. Cualquier nudo. cualquier tadena, según este teore1na,
prul;ude del cerran1ienlo o de la costura -tan1bié11 se non1bra así esta
upCi'Cl.Ción·- de una trenza.
¿Qué quiere decir cerrar, o coser una trenza? Sencillo, unir los extre-
n1os, su piso con su techo, µero r0sp0Laudo, es decir no modificando,
la posición de las cuerdas en dichos extremos.
\'1J<:int0slo en nuestra trenza 4, que al1ora dibujo co11 otros colores.
PrucetlL:u1os, pues, a su "cierre", uniendo sus exlren1os con líneas.
El resultado es una cadena de dos eslabones, conocida como cadena
de Hopl'.

Yvean1os r:;sta trenza (diagran1a '18) <le tres con1ponentes: es una 3-tren-
za. Si la CEHTan1os se obtiene una cadena de lres anillos en línea.

>
z
""'"'-J" we- _;,¿¡,,~W
l8 1 >
N
N

"'
Por fin, podernos dar el paso que pued8n Pncontrnr, reiteraclo, en \os
últimos seminarios de Lacan. Las contadas veces en que se ocupó ele
las tn~nzns:n. Lacan destacó especialmente esto: Cllá1 es la trenza cuyo
cierre nos tintrega L-1 cadcnn l!orroitHhl d~' 1.-- ;1niJ1n_c;_
1
_':

La cadena borromea de tres eslabones proviene de una trenza alterna-


da de seis cruzamientos que dibujan1os aquí. Por supuesto, se trata de
una trenza brunniana de tres componentes: si clin1innn una cuerda. se
sueltan las otras dos. Es el diagrama 19. Se ve a su lado ele qué modo
su costura o cierre nos proporciona el encadenan1iento borromeo.

Claro está, n.ada impide que escribamos la palabra de esta trenza:


"0 <; •1 0 0 -1 0 0 · 1 ". Esa es la escritura de la trenza cuyo cierre pro-
2 1 2 12 1
duce los anillos borron1eos.

, .. pero la inversa no es válida

A11ora bien. si dos trenzas son equivalentes, entonces sus respccti\'OS


cierres serán equivalentes co1no nudos o cadenas.
Pero, y esto es irnportante, es posible obtener nudos (o cadenas) equi-
valentes a partir de trenzas que no son equivalentes.
Es decir, aunque todo nudo o cadena proviene del cierre ele una tren-
za ... la i11versa no es válida: el cierre ele distintas trenzas pueclr-)n
conducir al rnismo nudo o cadena.
r\quí dibujo. por ejemplo, una trenza lrivial de un solo elcn1cni·n
(equivalente a aquella que antes nun1eramos :J --n1antenen1os aquí Pse
número-). Si se la cierra -si unimos sus extren1os- ol-rvian1cntc eJlo
>
nos entrega un nudo trivial. z
n
'
33. Cf. LACAN 1973-74, 18-12·73, 15-1-74, 12·3-74. 21-5-74; Lf\CAN N
N
1\J76-77, 18-1-77; Li\CAN 1977-78_. D-5-78 y Li\CAN 1978-79_. 9-1-79.
"'
3

A conllnuución (diugran1u 20) tcnerr1os una trenza de dos cuerdas


\urJu y azul, con un solo punto de cruce. Y si la cerran1os ... ¡también
confornJa un nudo trivial!

20

Es claro: el i1udo trivial, con10 cualquier otro nudo o cadena, puede


obtenerse a partir del cierre de ínriuldad de trenzas.
Iu.:.i:;,Lut11os entonces: el cierre de una trenza entrega un uudo o cade-
na deter1nina<la ... pero un cleter1ninado nudo o cadGna no proviene
del cierre de una única trenza; infinitas trenzas pueden producir, a
de su cierre, el nüs1uo nudo o cadena.
Fina.linonte, por lo que a continuación presentaré, indico que se deno-
nilna "índice de trenza" [braid index] de un nudo o cadena, al nún1ero
de cuerdas de la trenza n1ás silnple cuyo cierre da origen a ese nudo
o cadena. ¿Y qué es la trenza n1ás siinple'? 1\quella que tiene el n1enor
nún1ero de con1pouentes, la n1enor cantidad de cuerdas.
Así, el "índice de trenza" del nudo trivial es 1, puesto que puede obte-
nc;_r::;,u a partir de una trenza de un solo cornponente. Es decir, aunque
surja del cierre de trenzas de inás cuerdas -hen1os visto recién cómo se
ublicne a partir de una trenza de dos hebras-, su índice de trenza es 1
porque para cctlcularlo ton1arnus en cuenta la lrenza con n1enor canti-
dad de cuerdas cuyo Lierre nos entrega este i1udo.

El nudo de Lacan y el del Che


>
z
n
1-\l1ura viene u11a breve digre:::.ión pai'a n1atizar las cuestiones del "índice
de 1.T2nza" d0 uu nuUv s de la relación enlre ei nudo y la trt::nza, antes de N

___
dar los pasos necesarios que nos in_troduzcar1 de lleno en nuestra clínica.

-~'''
"'o
---~""'-"''tu '-<~J 11eno en nuestra clínica.

H.esulta que Jacqu.es Lacan no se privó de proponer su nombre -para


un nudo. EfoctiYa1T1_cnlc . nn nl Se111innric' 2.9 lo pnrr_H1trarnos Sl1F;h·inn-
do llamar "nudo de Lacan" (LACAN 1975-7b, ~J 1) al nudo de cincu
puntos de cruce nomenclado con10 5 2 en las tablas de nuclos. Pero,
justa1nente es nomenclado de esa 1nanera dado que en lo real, sólo
existe otro nudo de cinco puntos de cruce: el que en aquellas tablas
se inscribe 5 1 .
A continuación presento estos dos nudos de cinco puntos de cruce.
Y si al 52 lo nombramos "nudo de L0can", al 5 1 propongo designarlo
-¡aunque no lo pintemos de rojo!-: "nudo del Che", de apellido Gue-
vara, por supuesto.

5 1 : Nudo del Che 5 2: Nudo de Lacan

Como indiqué recién, en Jo real hay sólo dos nudos con cinco puntos
de cruzamiento: únicamente estos dos. Y ello no porque no se ha en-
contrado todavía algl1n tercero que debería escribirse 53 . Sino porque
no p11ede haberlo: su imposibilidad ha sido demostrada ... aunque
aquí, por supuesto, no avancemos por abí.
Claro que hay infinitas presentaciones de nudos de cinco puntos de
crucei pero todas ellas se reducen a uno de estos dos: por isoLnJlÍn
pueden deformarse en el nudo 51 o en el nudo 52 • Es decir, el nudo
del Che y el nudo de Lacan son los dos únicos nudos de cinco pnn-
tos de cruce que existen: son diferentes, no punden cleformnrse un.o
en el otro, no son equivalentes< Y ello puede mostrnrse por diversas
vías. Ahora nos serviren1os de dos invariantes ele la teoría de nudos
para hacerlo: el denomlnado número de dcsonud1miento !unknof-ting
nun1ber] y el fndice de trenza [braid inde.x] -recién aludido-.
Comenzaromos por señalar cuál es el nú1nero de desan11damicnto del
nudo de Lacan y del nndo del Che.
En el caso de este último es bien sencillo notar qne es preciso intro-
ducir al menos dos laps11s del nudo -en el sentirlo de Laca.u-, para
que éste "se desanude", o lo que es lo mismo, para que devenga
nudo trivial.
En la figura siguiente efectuarnos los lapsus, prin1ero en el punto de
:>
cruce 2 y Juego en el 1 .. para desan11dar el nudo 5 1 •
Lapsus

2
/

Lapsus

""'

El i1iisrno resultado 0Ule11e1nos en 5 1 al introducir los lapsus en cual-


quiura de sus cinco puntos de cruce, lo que resalta la ovi<lente silne-
tría rL~inante en el nudo del Che: cada punto de cruzanliento tiene la
1nisn1a relación con los otro.'> c11atro. ¡Es un nudo revolucionario!: há-
31
goselo girar coxno una r11leta y volverá sin 111ás al punto de partida · ,
sus cinco puntos de cruce son lndístinguibles. Pero, volviendo al nú-
n1nro de desanudan1iento, el de este nudo 5 1 es 2. Para de·sanudar el
nudo del C~he se necesitan dos lapsus.
En c.:.u11Li0, puede verificarse que, en cuanto al 11udo de Lacan, no es
ludifereule el punlo de cruza111iento en el que se co1neta el lapsus. Si
el lapsus se efectúa en los puntos ele cruce 5 o 4 -como lo inostramos
a cuntinuación~, un solo lapsus basta para que éste se desanude.

"""
Ltlp:su~'.

O>
7

Laµsus >
5 N

34. Cf. p. ej., LACAN 196B-70, 58. '""


N

p
En lan\·o que-es sorprenden le- no ocurrB 1o mismo si e1 laps"llS se efec-
túa en cualquiera de los o\Tos 1rn~ 1n1ntns (1-f': cr11ce: si se pr0duce en 1.
2 o 3 (a continuación lo hacen1os en 3) será preciso un h11_i:-.:11s ;¡i]i,_·i_,_1n:1\
(lo produciinos otra vez en 3) para que este nudo se vuelva trivj¡Jl.

Destaco así la disimetría presente en el nudo de Lacan, a diferencia


de aquel del Che. En el nudo 5 2 los puntos de cruce no son sin1étricos
(q11izás no es otra la razón que n1ovió a Lacan a darle a este n11do
su nombre: cada vez que tuvo que elegir, prefirió siempre nudos o
cade11as disimétricas 35 ). Y el nú1nero de desanudamiento del nudo
de Lacan es 1 (ya q11e éste se define en la teoría de nudos con10 el
míniino número de camhios en los puntos de cruzan1iento necPsflrios
para que un doterminado nudo se torne nudo trivial).
En fin, a parfü de este sencíllo invariRnte -el número de desann-
damiento- se verifica que 5 1 y 5 2 , no son eq11ivalentP.s, no son dos
presentaciones diversas de un mis1no nudo: son dos nudos real111ente
distintos.
1~ambién podemos marcar esa diferencia corroborando que el índice
de trenza de estos dos nudos es distinto. Para ello, es preciso saber
a partir del cierre de qué trenza alcRnzamns el nudo del Che y el
nudo de Lacan. Ahora bien, si ir de la trenza al nudo es relativamenle
sencillo -es decir, no comporta más que trazar los arcos, las lfnPRs
que unen los -extremos iniciales y finales de las trenzas-, recorrer t-;l
camino que lleva del nudo a la trenza es n1ucho n1ás arduo. Por ciPrtn
existen algoritmos que permiten transitar esa vía -por ejemplo el co-
nocido algoritmo de VogeP 6 - pero aquí no podemos desplegarlos.
Simplemente señalo a contimrnción las dos tronzas más simples cuyo
cierre conduce a los nudos 51 y Sr Las ubic8111os al lado de estos dos

>
35. C:f. SC:HEJTMAN, F. (19%): "RSI .. l: ·.en SCHE)TMAN 2004. N
w
36. Cf. lVIAfJTtJROV 2004, 123 y sigs. w
11udus, con10 trenzas 21 y 22. l)l'n~bese cerrarlas -unir sus extremos
cc11 se verá que, efectivarnente, ello da como resultado estos
dos nudos.

5¡: Nudo dd Che 52: :\tu.lo ~l<J Lacan

21 22

Eslns son entonces las trenzas inás simples (aquellas de 111•..:nor canli-
dad ele cuerdas) a partir de cuyo cierre se producen estos nudos. Otro
il1vctria1lte, a fin de cuentas, que nos indica que el n11do del Che y el
de Lacan no son equivalentes, son real1nente:17 distintos y no presen-
Laciones Jifere11Les del n1isn10 nudo: su índice de trenza es diferente.
El del nudo del Che es 2, el de Lacan es 3.

La trenza de Joyce 1: el lapsus

\ 1cullu2' ahora hacia 11Ue:::.Li-ct clütica, la del psicoanálisis. Parlieudo de la


Lre:aLa brunniana de tres c01upouontes, o corr10 la llarnan1us nosotros,
trenza borromea, voy a relon1ar algo que inicié hace ya casi diez años 38
y dejé inconcluso: la escritura de la trenza ''del JoyLd de Lacan" 39 .
Parto entonces do la trenza borru1uea do tres cuerdas y su nolación (0 2
0 - 1 º~ 0 - 1 cr, 0 - 1 ): es el diagra1na 19, ya presentado. Ya aquí esas cuer-
1 1 1
das son registws: lo simLólico (S), lo real (R) y lo imaginario (!).
Inlru~L.Lcin1os ahora, siguiendo el planteo nodal de Lacan (que hace-
n1os figurar n1ás abajo), una n1odificación en la trenza en un pun.to

37. Vuélva:se a partir de este "rc:uln1e1ile'' al "realis1no nodal" que supone-


rnos en Lacau, Lal con10 lo plüolua111os rnás arriba.
3B. Cf. SCl-IEJT!VL\N, F. (1999): "Acerca de los nudos", en MAZZUCA,
SCI-IEJTMAN, Y ZLU'lNlK 199fl, 48-49 y, sobre todo, 57. Allí ya había
dejado establecida una prilnera versión de la tronzJ. de Jo y ce --de la trenza
>
de Joyce no sintho111ado----: no había avanzado aún sobre la reparación sin- z
thonuíUca de esa trenza, ni sobre sus notaciones. ">
C'

.
39. CL los desarrolluo n0cl,,ies o)UÜfG e~t<·O "'jo:yl:e Üü L~p___:un" <JF ".:iíntu1uu y N
w
sintho1ne", en e-sle nún1ero de Anclo.
""
--~~·~~·~
. . .
preC1So-dif;éru:;;-e, --Jo- que hemos lla111~do rnris arriba un "lapsus de lu
trenza": en este caso entre lo simbólico y lo real (entre las cuerdas
azul y verde): en el diagran1a 23. En su notación, en la "palnl-irn dn la
trenza", destaco en rojo (-, 2 - 1 que en esta trenza viene al lugar de lo que
en lu anterior se escribía o¿ en el tercer punto de cruce. Así la escritu-
ra del lapsus en ese cruce es esta: 0
2
-
1
/ º~·
H.esultado: lo iinaginario se suelta, la cuerda roja se índ8pondiza ... y
quedan enlazados únicamente lo real y lo s[rnbólico (las cuerdas azul y
verde). Esto se ve 111ás clara111ente en el díagra1na 24 que es equivalente
al 23 -es una presentación distinta de la misma trenza-, aún c11ando su
notación difiera (es que allí hen1os anulado los ''pseuclopuntos de cru-
ce" ele la cuerda roja; ese "3", al final de la notación, escribe justamente
la tercera cuerda, suelta, sin cruza1nientos).

s R s R s R

19 23 24

0 - 1 0 -i
1 1
3

o
Se observa la correlación con el ph1ntPo nodal de Lacan. Si cerráse-
1nos estas dos úllin1as trenzas -23 o 24- se vería que corresponden
a la primera cadena que Lacan planteó para Joyce, en la que lo sin1-
bólico y lo real quedan interpenetrados y lo imaginario se s11elta40 •
Pasan1os ahora a la reparación sintl1ornáticn.
>
z
n
t"
>
N
w
40. Cf LACAN 1975-76, 148.
"'
~
a . : ... 2 t l .: 2 ¡

La trenza de joyce II: la reparación

Lacan propuso llan1ar ego al cuarto elen1ento que irnpide que lo


imaginario se suelte en la cadena de Joyce 41 . Es propia1nente un
síntho1ne, es decir. una reparación que se poslciona exactarnente
en el lugar en donde se produjo d lapsus del nudo"'. Se trata de
un re1niendo sinthornático para una cadena que no es borron1ea.
Y no es borro1nua porque hay dos registros que se 1nantienen in-
terpenetrados (lo real y lo simbólico), es decir que el sinthome de
Joyce, este ego, repara en el sentido de iinpedir que lo irnaginario
se suelte, pero de ningún inodo vuelve borromea a la cadena: aque-
llos dos registros perrnanecen interpenetraclos.
¿Cómo se escribe esta reparación sinthomática en la trenza de Joy-
ce? AgreganUo una cuarta cuerda que rernienda el lapsus de la tren-
za localizado e1\'.este caso entre sín~,bólico y real. Partimos entonces
del diagrama 23. Y ya en el 25 situamos el ego de Joyce, la hebra-
sinthome (de color naranfa), que se "entreteje" en torno del lapsus de
la trenza ... impidiendo que lo imaginario (la cuerda roja) se fugue.

s R s R Ego

Laµ.sus

23 25

02 CT1-1 ot-I CT2 CT¡-j 02 03- 1 Cí¡-I o, 0,- 1 ()~U¡ 1 º.1- 1 (T2 O¡-!

Si cerrásemos esta trenza 25 eso nos dnría aque!ln cadena rle cuatro
eslabones que Lacan planteó para la posición sü1tho1nado ele Joyce en
la que el ego impide la fuga de lo bno_giuario.
Con10 se ve, estamos con1enzando a Pjflrcitarnos en el pasaje del
nudo a la trenza43 • sirviéndonos del abordaje nocla] de Lacan del
"caso Joyce", pero ¿nos es suficiente este ejercicio? Por supuesto que
no. Si nos cletuviésernos en este punto. si nuestra propnes~a se redu-

4·1. Cf. Lr\CAN l9'.7i)-76. 149.


42. Ver Inás adelante.
HlDLlificdciones ruspecto de la lrenza anterior: 0 2·1 que viene al
~lu;;;

lue;ur ch; 0 2 en el tercer crüce (02· 1 I o-) y l \ que torna el lugar de 0 1· 1 en


el suxlu cruce (a J í a J ·1). Consecuencia: los tres registros se liberan en
eslu trenza 26. Lo que se ve rnás cL::1.ra111u11te en la trenza 27 -equiva-
lente de la 2tl: arnbas son trunzas triviales ele tres cuerdas- en la que
ya duc:>lu:u__:e1nos los "pseuclopuntos de cruce" de la anterior, por ello
su notación es, sencillan1unte: 123.

s R s R s R

Lapsus

19 26 27

Cí2 0¡- 1 0 1 U¡- 1 0 2 0 1·· 1 02 0 1-- 1 0 2- 1 0 1·· 1 0 2 ot ·¡23

Y bien, la ruparación de esos dos lapsus en 1a tronza viene a ser efec-


tuadG en el diagrarna 28 por esta cuarta cuerda naranja, que anotan1os
-siguiendo a Lacan- con la letra griega L, que re-anuda las hebras de
rnodu brunniano -o borrornoo~ bordeando tales dos fallos del trenza-
do a partír de su función de sintho1ne ... neurótico. 47
El cierre ele esta trenza 28 nos entrega, por cierto, la ca<luna borron1ea
de cuuLro eslabones guc diLujarnos a su lado.

el súiton1a y la angL1::itia, la posibilidad Je funcionar corno cuarto eslabón


eillaz<indo a los tres rc.:gisLros de rnodo borroni.eo, situándose en distintas
localidades de la cadena. La posición que torna el sintl101ne en la cadena
~y en la trenza- que e11:oeguida proponernos es aquella que Lucan plantea
para el sínton1a en esa opod u.uiJad: uonünación sin1bólica que redobla el
registro de lo sirubólic:o. Se trata de lln sínto1na -neurótico- en función
de s.inthun1e.
47. DcLc111os recordar aquí que hernos planteado la difenJ11cia neurosis-
>
psicosis en el últünu Lacau a partir del distingo entre los encadenamien- z
n
Lu:; but'run\c!li~; l11c;LlJ\1lil.,Jsj _\ lus 11u ¡,,Jl'!'U1ilco.::; lpsicóticusj: ¡:[. '.\·L'\ZZU-
>
C1\, SCl-lE)Tl\llA.N y ZLlYl'NlK ·¡~)'.::)'.::),y tarnbién 'ºSíntorna y sintho1ne", en N
w
es\c nínnero de Anclo.
°"
"~-~~"''""">~• ~-·«f'""'"-''-"·""~ ,,,,.,~~~-----------
jera a convertir nudos en trenzat;, o u cerrar éstas y volver\ns n\.v1os 0
cadenas, no 11abrfa1nos avanzado un ápice en el problema p\0 11tc.;ad8
n1cí.s arríbn c1P1 r_il10rch1ie de 1a diacronía. No habríamos explotado la
potencia de la trenza en sus posibilithH1'"' '\n 1ruL1111ien\o rln lci rHná-
mica ten1poral. Llegaren1os enseguida a dar pasos rnús l'Jr1nu::; rn1 n~.;_1
direcclón co11cluyendo, co1no se verá, con el comentario que propo11-
dré de dos casos clínicos de psicosis, presentados por Pablo Jvluñoz y
Fvlarcelo Barros. 44 Pero antes, toda·vía un ejercicio nlás, apuntando ya
a la trenza neurótica.

La trenza neurótica: lapsus y reparación

En otro lugar'i 5 propuse tomar co1no base del anudan1iento neurótico la


cadena de cuatro eslabones -que Lacan, en "R.S.I. ",supone en Freud-
en la que los tres registros, simbólico, imaginario y real, se sueltan .. a
no ser por el en.lace borron1eo que, corno cuarto anillo agregado. pro-
porciona la realidad psíquica, el complejo do Edipo, o el nombre del
padre. Esta cadena, con10 fl1e indicado en ese lugar, presupone en ver-
dad dos lapsus que dejan sueltos a ]os tres registros, jnstan1ente los que
vienen a ser rrpnrados por este "sintho1nc edípico". ¿Cón10 plantcGr
estos lapsus y su reparación neurótica en la trenza?
Volve1nos a partir, una vez más, de nuestra trenza borrorr1ea de tres
cuerdas (díngrarr1a 19), en la que debe1nos intToducir en este caso ta-
les dos lapsus -ahora lapsus de la trenza- ele modo tal de dejar a las
tres cuerdas libres. Ubicamos así (diagrama 26) los dos lapsus 2nlrc
simbólico y real (es decir, en los dos puntos ele cruce de las cnsrdss
azul y verde) 46• Y señalaJnos en rojo, en la palabra de la trenza 26, e.c:s.s

44. Claro está, sería interesante avanzar ton1l1iPn desde este puntn ini.cii:il
con el "caso Joyce" y plantear de qué modo, sucesiva1nente, se p11crl('n es-
cribir en e.l despliegue de la trenza los diversos rerniendos ~sinfhornrfrico.s o
no- que tratan en la diacronía el fallo de estructuro que Lacan señaló co1no
"dimisión paterna" o "1 1crn·e1f11ng de hecho". Ya señnhnnos que Cla11r1in
Godoy en "Los ru·tificios de James Joyce'· (en este \rolurnen de Anclo) co-
mienza a abordar esa diacronía, aunque sin 8povBrsf' en la 1-renzri.
45. Cf. SCHEJTMAN, F. (1\l99): "Aceren de los nudos", en MAZZUCA. ~CHE­
rr:rvtAN, l:' ZLOTNIK '1999, 58-60, pero tanlbión. "Sínton1a y sinthorne··. en
este nú.n1r:-o de .Ancla.
46. PodrfrHnos haber ubicado esos dos lapsus. por cierto. en otros dos pnn-
>
los de cruce -entre otros dos registros-- y ello nos hubiese obligado n situar z
n
la reparación sinthou1áfico. a la que l1aren1os reFerencü1 a continuación.
en otra ubicación. El final de "R.S'.I. ·· lcf. L1\(;J\N 1974-75, 13-5-75) re-
serva, par¡:¡ caclri uno de los rnicn1bros del trío fr011rli2no de la
28

Reparac'io11es sjntbomáticas y no sintl101náticas

Ahora sí, apuntando a servirnos clínicamente' ele la trenza, propondré


a continuación diversas formas de reparación de lo que he llarnodo
el lapsus ele la trenza. En primer lugar debemos recordar la precisa
diferencia que Lacan estableció entre las reparaciones c¡ue eu el nudo
se localizan en el lugar mismo eu que se cometió el fallo del emida·
miento, y las que operan en alguno de los otros puntos de cruce ele,\
nudo, y señalar que reservó el término sintlwme para las prinwrss.
Si nos volvemos por un momento hacia nl conocido nudo de
para tomarlo como ejemplo por su sencillez, podemos destacar allí, en
efecto, que al lapsus cometido en tal punto de cruce de ese nudo se ¡me-
do responr!er con una reparación localizada precisamente en ese ¡rnnic
(sinthome), o bien en los otros dos puntos de cruce (no siothnme)".

>
z
('}
r
Sinthome
413. En "Sínto1na y sintho1ne" desplegan1ns algunas propuestas de Lacan en
relación con estas dos localizaciones posibles <le las reparaciones.

_J
así, f8jJdfdLÍuncs súd}1011uf!icus y no si11!!Io11Hfl/ca:; de los
Lt¡JSUS del nudo. Ocurrirá lo n1is1no con las treuza~; se verá que al lap-
sus de la trenza ~·y sus consecuo.ncias- se puedo responder con re-
paraciones sintho111áticus -que operan directan1ente sobre el 1nismo-,
pero tan1bién con reparaciones no sinlhou1álicus -localizadas en otros
punlos de crnce que aquel en el que se produjo el lapsus-.

Hebras, broches, espirales y bucles

Pero para aburJ,1r la "clínica ele las reparaciones del lapsus de la tren-
za" no nos alcanzará esta prünera distinción. Ella ton1a nota de la
localización de !as reparaciones, peru no indica nada aún sobre la
'·forn1a" en que éslas "tratan" el lapsus de la trenza. E11 efecto, es pre-
ciso seúalar que las reparaciones se diferencian no sólo por el pu11to
de cruce en el que se disponen, sino tan1bién por el n1odo en que
corrigen el lapsus. 11.ay, por supuesto, distintos "tratan1ientos" de los
fallos ch~l trenzado: 111<.'is o rnonos estables, n1ás o inenos p1:;rn1anentes,
nH.'is o 1Henos fijos ... En fin, una variedaJ clínica de los ren1iendos
del lapsus del trenzado de la q11e pode1nos dar cuenta estableciendo
"Li.p0s" de reparaciones. Aquí proponen1os c11atro, a saber: hebras,
ln·uches, espirnles y bucles.
Claro que nada irnplde que otros tipos sean concebidos. En todo caso,
éblü.:> son los que se n1e volvieron necesarios en el abordaje clínico
hasta hoy. Los en1plearé en los dos casos que conruntaré en seguida.
Por lo den1ás, estas cuatro forrnas de la reparación pueden locali-
zai·bc -con10 lo seflalan1os recién- en los puntos de cruce en que los
lapsus so producen (y en ese caso funcionan sintho1nálil:u1nente), o
Li;.:.;u posicionarse en otras localidades (y allí son reparaciones no sin-
tlL)nuJ.licas) .
./\continuación n1ostraré de qué inanera escribo estos rnodos de la repa-
ración en trenzas no brunnianas, o no borron1eas, especiahnento porque
luegu con1entaré casos ele psicosis-aunque pu<li.::111os tasnbién proponer-
las para treHZdS borrorneas (ne11róticas) 49-. Parto entonces--¡otra vez!- de
la trenza t1 ~)) bori-u1nea, para desde allí deslriinZur una cuorda y retomar
así los diagran1as 23 y 24 ·-la trenza do Joyce "no sintho111ado"-... pero, a
los fines de lo que sig11e, bien podría haber ton1ado cualquier otra trenza
no borron1oa, ubicando el lapsus en olro lugar.

>
z
n
e<
>
4q_ 1)1~ hncho, cJ ''h ·;,{l:-; a1TiLH,"' sitú<., un ;::;i111hu1ne-Í1Gij1·a N
rep::nando unn trenza de ncodo horron1eo.
""
o
----- 'C'"'''vu;uu.

19 23 24

Ahora escribo las cuatro formas de la reparación -hebra, brochr, espi-


ral y huele- operando directa_,_111ent0 sobre ol lcipsus seüalado: son rPpR-
raciones sintho1náticas en una trenza no borromea -o no brunnfvna--.

25 29 30 31

Sinthome-hebra Sintlinme·broche Sínl.horne-espiral Sinthonie-bucle

El primer diagrama -25- ya lo habíamos propuesto para la escritura,


en la trenza, de la reparación que introduce el ego de Joyce -por ello
mantenemos esa numeración-. Claro está., ¡era una cuarta hebra agre-
gada!: sintlwme-hebra.
En Ja trenza 29 proponemos una reparación rnás puntual, que no se prn1nn-
ga en el tiempo: la llamamos broche. Es que, con1p0rndas con Ja rRparRf'irín
que supone, por ejemplo, el ego joyceano -su rleseo de hacerse un nnrnhrr,
que según Lacan existe incluso desde antes de que haya escrito nna sola
página de su obra-, existen por supuesto otras que no se exticndrn en el
tiempo, que más bien son "hehillRs" puntuales. cien·es rr1on10ntc:í11Pns, o fu-
en el trenzado.
gaces, aunque no dejan de tener consecucnch-1.s
En el diagran1a 30, tenemos 1lna especie de broche. pero que no se
cierra: ¡un espiral! PuntuaJ ta1nhién, pero escribe una reparación in-
terminable, una que no cesa.
Por fin, en la trenza 31. situarnos una hPhrR ... pnro que for111a un bucle
que "ajusta" eJ punto de cruce en el qut:~ se co1netió el lapsus. >
Como lo anunc10n1n;:;, P,c:ti.s cuíltro fornJcts clu la reparación podrían
Ltfc ~-t~1r otros puntos de cruce, y no aquel en el que con1eternos el

]apsus. De allí se siguen posibles reparaciones no sintho111dticas para


este trellzado 110 borrou1eo. 1\qui las escribilnos ~en los diagrarnas 32,
33, 34 '::/ 35- en turno del cuarlo punto de cruce (es claro qui:: allí no se
el lapsus, que sigue localízadtJ en el lerceroJ, [Jetu podrían1os
lu11u1 ltHnaclo ulro.

32 33 34 35

Nu .~:11!-1 ; -o·lwbra Nt) ::.i,1:f,,; ;i('-Lluc;lw No sinlhu1nc-espiral No siuihuJJJu-bude

Se ve lJien qtH~, aunque ::>ltu.:_¡_das respecto de un cruce en el que no


se produjo el Ltllo del tn-;nzadu, no dejan de proveer ciurta estabili-
zación a la LrtjiiZC:t. E11 fiu, ya lo rt..:tou1arcn1us en los casus que con1en-
laré. 1\llí tt:nLlu) oportuniJad, atle1nás, de acercarn1e un poco n1ás a
,lt_:fi11i1'.iones posibles de tjstos cualru tipos de reparación: a qué llan10
hebra, a qué bruc:he, a qué espiral y a qué bucle.

'forciendo y retorciendo la teoría de trenzas

E::; ünporlante no sosla)_.rar que planteando algunas de estas forn1as


de lu reparación estoy introduciendo ya un '·lorcin1ie11to", o un "for-
;;-.ürüionlo" incluso, respecto de las posibilidades que ofrece estricta-
n1ente la teoría de trenzas. Pero a ello rne conduce 11uestra clínica, la
del p::>iL~DunCJisis. Es q11e no se trata aquí -l1ay que subrayarlo cada
vez que se pueda··- de la tuale1uática de la teoría de trenzas -de la que
no n1e sirvo en todo esto inás que exiguarnente, <lujando fuera, claro
está, los con1plejos desarrollos algebraicos que conlleva-- sino del psi-
coanáLisis y su clínica.
Para ser preciso, las reparacil)nes tipo "broche'', "espiral" o ''bucle" no
exislen en ll~oría de tre11zas. Es decir, para esta teoría los diagra1nas 29, >
30, 'J 1. '.\'.-"\, '.)4 :v 3S lH) ~l'.rÍiu1 t:·ui.r1.ct~' \.'úlidi.l:;: l:ontrarían ia defl1úci(Ü'i q:1,,:
¿

r
aq¡_1eih1 teoría entrega respeclo de lo que es una trenza. >
l~:s n11xy sorprendente, en nh1guno de los libros. artículos o papers que
\).e \chh> su\n'') o\ usunlo -¡y \\_¡;:i1·on n1uc11osl-. en_ ninguno de ellos he
...
N>
N
encontrado la posihil1dad de combinar la trenza y el nt.ldo en llna mis-
ma escrit11rn: cnn10 c;p ve. es eso lo que propongn cnn10 "broche" en los

chando" un lapsus <lel trenzado. Lo que. por supuesto, abre un c8n1po


jnteresante de trabajo: otros nudos, no sola111ente el trivial, podrían ve-
nir a cumplir tal función de reparación -sintho111átícn o no-. ¿Por qué
no un nudo de trébol -u otro- subsanando un lapsus de la trenza?
En fin, para la teoría de trenzas la reparación "tipo hebra" es la única que
re0pota las condiciones que los mate111áticos ilnponen a lo que deno:nli-
nan ';trenza". Pero, lo recalco: aquí no n1e sirvo de la trenza sino para ha-
cer avanzar JTUPstra clfnica. Se verán las consecuencias que ello tiene.
En vordnd. en cnRnto a esto no creo obrar de n1odo 11iuy distinto a con10
lo hizo Lacan. Son notori~1s las lihertrtdes que él se ton1aba cada vez que
"importaba" nociones de otros campos al nuestro: fecundas defonna-
cio11es que hnprimió sobre elementos tornsdos de ,la lingüística, de la
filosofía, de la lógica, de la topología, etc.: torcírnientos y retorcin1ientos
que perrnHieron acceder a problemáticas ni entrevistas por los discfpu-
los de Freud, desplegar innovacíonPs que revitalizaron las propuestas
freudianas, en fin, hacer avanzar el psicoanálisis. Lacan nos ensefió q11e
esta operación de torcimiento no in1picir. el rigor. Al contrario, poden1os
retorcer algunas nociones de la teoría de trenzas para servirnos de ellas
en nuestra clínica y pode1nos hacerlo rigurosaJ11ente.

Reparaciones: breve síntesis

Sintetizo, ahora, los órdenes do rep::irncionP.s propuestos antes de di-


rigirme ya a los casos clínicos. Las reparaciones pueden ser, ontnncns,
hebras, brochPs, espirales o bucles, l\ su vez pueden plantearse en tren~
zas borromens o no borromeas -es decir. neuróticas o psicóticas~.\' por
fin, pueden ubicarse en el punto ele cruce en el que se pro<lujo el lripsus
del trenzado o en otro -esto es, pueden ser síntho1náticas o no sintho-
n1áUcas-. Lo c:stablPzco en el ~iguientc esque1na:

Rf'n~~;winnc"': l1(~hrn.s.
hnwl;A<:. Aspiniks y bucles

No Borrornc<ls
{Nn Brnrininpf!s)

Sintl1ométticos J No SinfÍ1(111Jrílir:11.~ No Sínthomrílicos


z
1'renza y sÍ11lo1na fu11dan1ental

Para abu1dJr los casos prusontndu~ por PaL1o I\1uüoz y lvfarcelo Barros,
tJtJfuL_;.l\tbión 1nás allá de los rnisrnos, voy a plnnlecu- al1un1 la posibi-
lidad de escribir en la trenza lo que lla111ar{ sfnlu1nu funJu111ental. Se
trata de las u1üri._:us, para cada quien -nHu·ca.s singulares, aún cuan-
do puuLl~u1 seriarse en el nivel del lipa clínico-, de las hllcllas de
su exilío 50 de la relación sexual -que nü hay-. 'fales son las trazas
que hacen síntonra -lt~ln1 de goce del sínton1a funJan1ental del ha-
hlc1utcs1- del iraurnalisn1u Je hdbilar el lenguaje. El Lraunld cornporta,
en ~~ÍcL;to, los encuenlros contingentes que presiden para alguien el
52
;.1pn.:1llliza.ju de una lengua, no cualquiera, de una lengua entre otras ;
las vías ttingulares por las que cada uno se topa con lo in1¡_¡osi1Jle de la
relación :::exual. Y heto aquí que de los vesligios de tales encuentros,
ya dcbdf~ Freud, surge una fir111e deternlinac:iún que ir1stalil necesaría-
53
111c:11le la repelición del sínto111a , tanto con10 las postUilidades de su
54
Lral~unienlo en el nivel de lo que llü111an1os un destino hunrano.
Nótese cón10 Lacan se refiere a ello a1uLlieudo ya a la trenza en su
cu11feru11cia de apertura del "Vº Sirnposio lnlernaciu11al Jarnes Joyce":
"Son los cusuulidades lus que nos llevun de derecha a izLfuierda, ;1
con ellas hnce1nos -pues son1os nosotros los que lo trunza111u8 co1no
f(Jf- n¡¡estro destino. f·/osulrus hace1nos de ellus nueslro destino, por-
que huúlun1os. Creen1us que decünos Jo que queren1os, pero es lo que
c¡ui::;jc:ron los de1nás, n1ás purliculurn1ente nuestra j(1111iliu, que nos
liuUlu. b~nlienclan este nos co1110 un co111ple1nento directo. Son1os ha-
hlGdos ;r, a causa db' ello, hace1nos, con los azares que nos e1n¡Jujan,
nlgo tra111ado. 1( en efecto, ha~v una trcnna -a eso llan1cu11os nuestro
cb:tino" {U\CAN 1975, 10).
\Ta!e la pena entonces, a partir de aquí, sil11ar en la trenza, la repeti-
ción del síntorna fundan1ental con10 efecto del traun1a de este "somos
ltablaJo;;;'': rnarcas irreductibles del encuentro conlingentt:? -casuali-
3
cLidu::; "que nos llevan de derecha a izquierda"- con ese decir" que

50. Cf. LJ\CJ\N 1972-73. 175.


51. Un desarrollo sobre el "sí11ton1a-lelr¡/' se halla en ··síutütlid. y ::>inthon-it:",
en este volu111en de Ancla.
52. Cf. LA.C1\N197G-77, 19-4-77.
53. Que Freud consignó especialrnente corno "fijación al lrau1na" y "con1-
pulsión de repetición" (cf. FREUD 1917, 1920, 1932a, y 1934-38).
54. Aquí cruzan1os, con10 se \'e, lo contingente, lo ilnposible, lo necesario
>
":/ lo posible, culegurías de la lúgica n1odal, de las que se vah~ Lacan espe- z
n
r
clalinc11te entre sus seniinurios lY y 21. >
~)~). Lü:;, l;uLú;u"s uu :,un ¡Jai"<1 L;ll:cil-i sinu ··\J ~~,:r·; r:n ,~]cuerpo del hecho de N

que hay uu Uecir" lLAC:\N 1 q75-76, 18.).


i:
nos detern1ina ..,i' luego. tan1bir~n. la tr<-i111itncii'1n qne 1e dsn1os "tren-
zando nuestro clesliJlo" haclcndu '\;cin 1-us a7;_ircs, algo lran1ado"
Propongo, entonces, partir de una trenza bñsir:n, 0n la q11e nnntarnrnos
los trazos del síntoma fundamental, que deler1ninan la repetición, <l los
que se afiadirá el tratamiento suhjntivn de aquella dctcrn1in0ción.
Pero subrayemos con Lacan -lo h_cn1os seiia]ado n1ás arrih8 y ch-.,j;:ido
entrever recién- que por más singular que este sí11tnn1a fundnmcntn.1
sea, "hay tipos de sínto1nas, es decir tipos de nudos". Esto es, que
esas letras de goce sing11h1res pue<lPn seriarse según sus pnrtlc:ulnri-
dades. Y si se pnede, corresponde hacerlo: eso es abordar al sínto1na
seriamente ... es decir, hacer clínica del síntoma.
Veremos entonr.es: hay tipos de s_íntomas ... hay tipo~ de trenzas. Y
el trenzado de una psicosis no es el de una neurosis. En ]a trenza se
pondrán en juego, de este modo, lo singular de la letra dr; goce y lo
particular del tipo clínico. A continuación lo veremos plas1nado en
los dos casos presentados.

Víctor, sínton1a fundamental

Para el caso \Tíctor, que presenta Pablo Muñoz 55 , propongo la siguien-


te trenza de base con10 escritura del síntoma fundamentRl. Se trata
del nivel sincrórLico. Todavía no se plantRan los "tratan1ientos sub-
jetivos" que responden de este síntoma fundan1e11lal en la diacronía.
Partiendo, como de costumbre, del diagrama 19, ¿qué se sitúa en el 36
y el 37?: un lapsus del trenzado que deja suelto lo simbólico y enlaza-
dos única1nente lo real y lo ilnaginario 57 • iv1ás abajo, las cadenas r¡1H-~
surgirían como productos de los cierres de las trenzas respectivas.

s j{ s j( j(

19 36 37

>
L'.
n
56. Cf. "El caso Víctor o el plan Frankenstein" en este núrnero de i\nclo,
>
57. Lo que ya do cnenta de la PstnJctirrn I1;;ic6ticR ~n j11egn: la trenza ni} P-~ bo-
rrotnea o bn1n::üant1. En este caso dos registros quedan enlazados, uno suelto.
La r:scrilura <le la lrenza b;ísica JJUrn1ile loculizar el síuLon1a funda-
rne1llul en el caso Vh;lur en dos 1/erlienlas bien JefiniJas. Del lado
del n_;gi~lro :oüubólicu suelto. la tendencia del significante· a indepen-
JiLurse, lo que en este caso va a Hl;j_nifeslurse Jíacrónh;an1ente espe-
cL..Jrnt;Hto lut:gG del J(jse11cadc11a1nienlu: la verLorrea que despunta
en cJ scct-1.SO rnaníaco. l)el lado del cruce entre lo real y lo in1aginario,
la certt:za ligada con lo curpoi-ul en un "soy feo" inconn1uvible y, en
el nivel rnisino de ese agujero que se aüre entre estos registros, lo que
se u1anifesLará en clell.::!r1ninaJu rnornento con10 un vacío radical, del
que se soporta la faz u1eL111cólica del caso.
\'ur;...;1nos en ensuguicla de qué 1nodo esta escritura básica de la trenza
so ino<lula en la díacronía a partir de las vicisitutles que confor1nan
_!a historia de esle sujeto, con10 de los tratarnientos que el n1isn10 con-
tiiguc darle a este sinto1na fundan1enlal. En la diacronía escribiren1os
en el trenzado, se verá, los diversos nioclos que inveula el sujeto con10
r:J::;_tJUC::;las sucesivas, las 111aneras que encuentra para arreglarse ren1e-
di~u1du el hacho de que, para ól, lo sü11búlico se suelta, y lo real y lo
iutaginario ptJr111dueceu eulazados sin 1nediación.

,:;fnlo1na fiu1dan1ental

Bien distinto es el tliagran1a de la lrunza básica que propongo para


el abordaje del caso Julián -el paciente ele Marcelo Barros" 8- , aun
r:Hando lan1bién aquí el trenzado es el de una psicosis -es decir, no es
una trenza Lurrotnea o brunniana: hay enlaces entre dos registros sin
la n1ediació11 de un tercero-. Si en el caso anterior un lapsus provo-
caba la suella de lo sirnbólico y la cunexiúu entre lo ünaginario y lo
real. en ésle señalo n1ás bien la eficacia de dos lapsus 59 (situados en
el diagran1a de la lrenza 38) que dejan enL.lzados, sin n1ediación, a lo

58. Cf. ··un cuerpu ina'--'uLablc'', en este voh111h;11 de Ancla.


59. l'-~óldse que esos dos lu1Jsus afectan los cruces entre lo real y lo iruagi-
>
naríu ~~n un caso, y lo real y lo siinbólico en el otro. Si se repitiera la pareja z
n
de registros nruc!ada por t~l lapstts. en lugar de resultar la lrenza propuesta, r
>
\l)!HifÍi.UllUS LllHI ll'UllZ<t lfÍViai dl~ lrt~s l,(H!ipUlH~\Üt"S, ~~s lÍl~l;ir. Ui Hlil.:i(J

trenza lH:JHrótica·. l'.L 111ás arriba t:d diag,nuna '!.Ci.


dd Ü-i
,,.
N

°'
'%'-!ES!ic"!!.G'!I'J!E"!'!'B!!!;"X'f'.é'f't
in1nginario y lo real por 1111 lado, y u lo rn0l y lo si111\1(11\cn ri,_ir el 11\r~>
(lo que se ve n1ejor en el diagran1a 39).

s R s R s

nmod'!''inn0s
- riwrrri

19 38

Enseguida indicaremos que, aún cuando esta es la trenza básica, es


decir, la escritura del sínton1a fundamental en el caso de Julián, h1 efi-
cacia de tales dos 1apsus se n1anifiesta en el desencaclenaniíento franco
de esta psicosis, a partir del cual se evidencian dos órdenes do fenó-
menos. Por una parte, el síndron1e alucinatorio caracterizado especial-
mente por el "aura", que localizamos en la trenza en el nivel del cruce
entre simbólico y real -con lo que volve1nos sobre la posición "r:l<'i-
sica" de Lacan respecto de la alucinación con10 retorno en lo renl de
lo forcluido de lo simbólico-. Y, por la otra, las "desacomodaciones"
corporales y los dolores, en el enlace-sin inediación~ entrP. in1aglnario
y real. Por lo de1nás, se trata de dos tipos de fenón1enos q1H-J el paciente
dlstingue 1nuy "bien al indicar que lo que le ocurre en el c1H~rpo no tiene
nada que ver con las alucinaciones. En fin, este trenzado, a partir de su
cierre, nos entrega una cadena de tres eslabones en línea.

Iteración de la función del sínto1na y lectura de la trenza

Ahora abordarernos la diacronía en los casos. Para el.lo es preciso


>
suponer la repetición del síntoma fundamental, esto es, la iteración"º z

fiO. Podría acercarse aquí lo que en n1ale1n<'Íticas se conoce corno función


iterada, estudiada en el campo de los fractales y siste1nas dincírnicn~.
de la función del síntoma en la trenza. No puede decirse que Freud
no nos halla preparado para ello: especialmente lo que llamó compul-
sión de repetición (Wiederhohmgszwang) nombra aquello que en el
1oúllun1a se repite de n1odo fijo y deviene resistencia (del Ello) ... a la
i11terpretación clel anali.sta. En esto el sínto1na se distingue del chiste,
el lapsus, el sueño, el acto failido: se separa, así, de las formaciones
del ínconscie11te. No con1porta fugacidad, sino persistencia de la repe-
tición. \' es Lacan el quf; aLurda esta vertiu11Le del sínton1a con10 "fun-
ción", "función del sínto1na"n 1 que despeja su vertiente real, "síntoma-
letra"62: "La repetición del sínto1na es ese algo del que acabo de decir
que salvuje1nente es escritura, esto paro lo que es del sínton1a tal co1110
se presentó en mi prcíclica" (LACAN 1974-75, 21-1-75).
Eslo se plct:;111a ento11ces en la trenza con10 repelición de la escritura del
c~fntorna fundan1e11L::1_L 'Tendrían1os así la base de la trenza en la diacro-
nía: iteración, en printjpio indefinida, de lo que he1nos llan1ado trenza
básica. Luego habrá que añadir 5 ~ el tratamiento "subjetivo" que se haga
del síntorna funclan1ental: los variados modos de véselas con esla repeti-
ción, lnclusive los que agrega el encuentro con un psicoanalista.
Por lo Llen1ás, es claro que en esla bd~B de la trenza e11 la diacru11ía,
Ci::td~1
vez que en el trenzado las cuerdas S, R e I retornan sus posicio-
nes iniciales, podría1nu:; cerrar la trenza para alcanzar la cadena que
cu1Tü;:,_!J01lda y fijar allí las relaciones que se establecen eJllre los -aho-
ra- esl:.ibones S, 1~ e I. Llan10 lectura de Ja trenza a esa detención del
rr1u\·ilaionto inisn10 del trenzado que pern1ite fijar, extraer de un frag-
1nento Je la trenza la cadena currespo11diente. Volveré sobre algunas
cu8::;liones ligadas con la lectura de la trenza antes de ternlinar. Ahora
paso a escribir la base de la trenza en la diacronía para el caso Víctor.

Víctor, diacronía

¿Qué hacerr1os'? Reto1nar, pues, la trenza básica propuesta para el caso

ll1. " .. a entender con10 sería su fonnulación rnaten1ática: f (xJ" (LACAN


1!.)74-75, L:l-1-75). \léase la nota anterior.
62. En "R.S.I." (cf. ibíd.). Cf. tarnbién "Sínto1na y sintliome", en este nú-
n1ero de .Anclo.
63. Este "luego habrá qlle añadir" -que de una u otra fonna ya mencio-
narnos anteriorrnente- debe entenderse como una concesión que nuestra
''debilidad n1ental" requiere en esta introducción de Ja trenza: pero en
>
verdad no hay trenza base n1ás que en la diacronía, es decir, no se la pes- z
n
ca 111ás que tratada subjetiva1nente .. tanto corno no hay localización del r

lapsus dtl i"Htliu sinü a partir de la ruparación qlle lo trata {c.f. Síuton1a y
sintho1ne, en 08le núrnero de Ancla).
.
>
N
00
y escri"blr1a ahora en su recurrencin. La p1anteRn1os a1 laclo de 1a tre11 ..
za borromea -e brunniana- para scfi<i.hlJ. Pll L1
lización iterativa del lapsus.

40 41

Se observa aquí que, fragmenta11do estn tre11za 41 cada vez que ]os
tres registros vuelven a sus posiciones do ¡nrtida. escandiendo allí el
movimiento de trenzado -lo que recién llamé lectura de la trenza-,
su cierre nos entrega cada vez una cadena t-111 la que lo sin1bólico se
suelta y ]o i1T1aginario y lo real quedan lnterpenetrados. Pero, co1no se
indicó, esta ns la trnnzrt de bRse parrt la dh1c:ronín, aün f;1Hn 0grogo.r l;ic::
contingencias que se presentan y cómo se las arregla el sujeto con Ia re-
petición de este sínton1a fu11dan1enlal, tan1bién su trala1niento psicoa-
na.lílico. Es lo que despliego, por fin, en ol diagran1a 42, propon_ienclo
cinco fragrnentos para la ''trenzu de \líctor", que con1ento luego.
s
cu1npaüeru-tlibti jo

l-f-l5 dÚ\lS

la ntujer
j)i-Jrfecta

11
!ll afios

d '--'suuca Ueaa ni ien to

lll

: aii..disla
: cu1npaüe1u-1nagu
lll fldu1dujd

IV

dos
1nujeres

venta por internet


v1-.-11la de rn...1,,;ía
ilusiouis1no >

i >
N
42
"'o
En el ca.:;o quP presc11lc1 \lull\o l\luiluz -<il qu\~ \\\ula "Víctor o El plan
Frankr<n,';1_r~iT1"- r~l 1_-h~s0rir:Hd(•nn1niP1_1 1 n ~P rrnd11cf~ r1nrHntP 1>] tn1tn-
1niento -es decir, el analista es testigo rhd tien1po 1n_is1110 1Jn que ;'e
produce el viraje- y ello ocurre a partir de una aGontocimionto rnuy
preciso: el mnn1nnto en que \lictor es ab8ndnnarlo por su tnujer. Es
bien evidcn!P que el paciente entra, en ese punto, en una n1elnncolf:-1
profunda. una tristeza insoportable que se co111bin8 con accesos n1a-
níacos, lo veren1os enseguida.
Pero, ¿cómo ha logrado n1antPnPrse esté!ble todo el tien1po previo a
esa coyuntura? Partin1os. en efecto, de est¡:¡ pregunta para distinguir
dos tiempos anteriores al desencadenamiento franco de la psicosis.
Y esos dos tiPmpos configuran ya dos cnn1pcnsncioncs diferentes clnl
lapsus que suponemos operando en su trenza: se tatf! de los do,c; pri-
meros fr8gn1nntc:::is del trenzado.
En prüner lugar podemos seüoh1r, que hacia los 14 o l5 afios, cuando
se rnanifiestan los prirneros indicios de su afección -episodios de
depresión, descuido corporal. prohlrr:nRs en la escuela secunrl:1ria y
sobre todo, la presencia de la idea "de que es feo y que debe hacer-
se una operación en la cara"~ encontr2nH1s la constrl1cció11 ele una
respuesta precisa co1no tratan1ie11to para ello ... a partir del dibujo: sn
pasa días enteros dibujando caras perfectas -sobre todo la de su ídolo
del momnnto- y tan1bíén la suya, de n1odo ele n1edir cuánto le falta
para llegar a la perfección, al tiempo que ya planea raras operari0nc:s
para modificar sus facciones imperfectas.
Ahora bien, esto no lo hace solo: comparte sus preocupaciones con
un amigo del colegio, con quien se pasa los días con\Tcrsondo schrc
la bellP.za, progrnmFJnclo futurns inter\'cnr:ionos qnirúrgicf1s y--lo que
no es rnenos importnnto- dibujando el rnsuJtnrln ele las inisrnns, sns
perfectos futuros rostros ya operados.
Que su fan1ilia cuestionara P.sla relación por ln "presencia fcn1inizri-
da" del compailP.ro, no mellaba en nada el valor que Dste an1igo lenía
para él: sostuvo esa relación hast8 eI inon1cnto mismo en que conoce
a quien sería su mujer.
Me parece que podnn1os plnntcnr tnnto eI rccnrsn al dibuío. como
la relación con este compañero, al modo en quo Lacan proponn l<:-1
"compHnsFicitín in1aginflri::i del Edipo zn1srn1e·· en nl Se1ninru·;n 3.¡; 1
Y localizar en el primer fragmento (!) ele la trenza (diagmma 42) a
esta reparación romo una hebra (de color naranja) que, sin tocar el
punto de fallé!. ele lapsus del trenzado ·-qun Bn es!e caso so produce
entre rea] e imaginario-. in1pide que lo sin1h6lic:n se suHltc por opernr
>
enlazando a este registro con lo i111aginario. z
,~

Es decir, estoy proponiendo esto prh11era solucjón que el sujeto nn-

64. Cf. L1\C1-\N 1955-56, 275.


CLa:LLLd con10 una reparación-hebra no sinthoznótica: no se dispone
en (orno del punto do cruce en el que se produjo el lapsus, sino con-
t0rJ.u.::u11du el cruce enlre ünaginario y sin1bólico.
Si por esta vía consigue uli::;l<.H_:ulizar la pusiLili<lud de que lo :;üubólico se
despruuJu, ello no ünpide que 1o Üadgiuario y !o real pern1J.nezcar1 per-
fect:unüHlli onlazados sin n1udü1clDn y que tal conexión no se vea tocada
pu1 lu re1J,1racióu: la fijeza. de ese ··soy feo" no es afectada en absoluto.
Es nulurio que bastó en este caso con conocer a quien teruiina siendo
su ruujer, para que su relación con el aniigo, tan cercana, tan persis-
l~nile, ter111iuuru para él abrupta1nente.
EfecLi \·an1cuLe, conoce a quien ét llan1a lo 1nujer pe1fecta, y aüa11dona
--dc::;Llfc¡_;Li\izndo- la relación con su cornpa_üero. Es claro que la rela-
ción con esta Inujer lo proYeyó de algo en su reparación del trenzado
que ¡__¡quulL1 en la que cuHsi0Lía su relación con el an1igo no le ofrecía.
Sefí.~tlo así que si la relación con esta n1ujer "perfecta" -con la que se
casa a sus 18 aüos- continúa (ya en el fragu1ento 11) la hei.1ra de repa-
ración iniciada en el "dll>ujo de su relación cun el con1pañero" -y es
por ello que en la tru11zJ. la localiza1nos, efectivan1ente, cu11linuando
el tra¿ndc de la 1nisma cuerUa {nuranjaJ.-·, esta segunUa solución tiene
una cunsislencia mayor que la anterior.
La lc_parJción "la n¡_ujer perfecta" es, a diferencia del "cu1npaüero-di-
bujo", una hebra que hace sinlhon1c, un si11Ll10111e-hobra, con10 propu-
stn1us rn<Í;:; LlrriLa. Es decir, oµera ya sobre el lapsus mismo que afecla
nq LlÍ a la relación de lo in1aginario y lo rt~al. -De este n1odo, es una ruµa-
raclón que "toca su cuerpo", incluso lo real del cuerpo, prucisa1ne11te,
t:~l nivel del agujero corporal y del goce. Dirüunos que "pone el dedo
en el agLLjoro".. que se abre enLi-e lo iinaginario y lo real. Claro que,
J.uLque es ... ¡el dedo de la n1ujer perfecta!, ello no deja de n1anife.starse
en el caso corno un "cuestionanüunto Je .su viriliUad": el que se tra1nita
por una cJlcaz inlurvencilin uuulílica que pune a resguardo de la Inira-
da del Otro ... lo que sucede en la habiLución rnaLrin1onial.
Üt; cuJlq1ücr rnancra, lo que deb0 quedur claro es que aquí, esle segundo
l"i....:1nicu_do, que continúa al anterior -contando como ese, podríd decir-
se, cou unu prevalencia í111aginaria- tiene, sin e111bargo, un aJcar1ce rnás
vasto que aquel: llega a contornear con su lazo al lapsus fundan1c11tal,
iuLiuduL.:iuuJo un ordcnauilento y una regulación del goce rr1Js acabada
que lJ. reparación previa ... aún cuando no torno forn1a de broche o de
bucle y no "ajuste" el Lrp:-:,us lo suficiente, por ejernplo, con10 para que
la idea dG fe<J.lJad se resuulva. EfectiYrunente, si bien n1er1na la ideación
en lorno de _la oµeraci6n quirL1rgica -dado que hubióndose cu.saJo con la
>
"la rnnjHr perfecl"<:t" uqul~lla .v:-¡ u<"; es in1pr(:scindihle o puucl,:; postergdf.se
i~,\l,,(;niJdliicnlu~, el "suy ft;o" siguH relornado inden1ne, ernpujando a

Victur a irnplernentar trata1nie11tos diversos (jugo de lin1ón puro en los


,,
r

N
ujuci, ca1Y\\J\o fTecuente de color de los lentes de contacto, alimentación "'
N
insípida, etc.), al punto (}'l8 tr,r1ninn sien.do conducido, por fi.n, al cnn-
sultorio del psicoc1nnllst<L
Antes de exa1ninar el desencadenan1ienlo. ;.:n_il_;1_l11 lu~' cii-:1Tr!S de\:\ lrc~n?.::•
en estos dos primPros fragn1entos del trenzHdo, esto es, lo que he l!ntnfl-
do lectura de la trenza. Al lado del diagrama 42, en esos dos primeros
fragn1entos ü1dico así las cadenas que corno fotogran1as, nos entrega la
trenza dPh'!nida en su propio inovüniento cada vez que los tres F"gistTc::c
vuelve11 a sus posiciones de partida. Se ve n1uy bien allí la difcrentr;
localización de la rP-pnración en estas dos prirr1eras lecturas de la trenza
que hacemos: no síntho1nática la p1i1nera, sintho1nática la segunda.
Ahora sí, el desencadenamiento o, más bien .. el destrenzado. Lo ubi-
camos, claro está, a partir de esta contingf111cia: su n1ujer Je anuncia
que lo va a dejar. Allí da inicio: llega desesperado a la sesión, agitado.
incontenible. Debe hacer algo para que ella no se vaya. Y si so va ... ól se
mata. En fin, su mujer ]o deja. Aunque, en verdad, es él quien tern1ina
haciendo las valijas: vuelve a la casa de sus padres.
A partir de allí comienzan los períodos de enorn1e tristeza, no co111EL se
queda en cama, siente "un agujero que no puede llenar con nada", "un
vacío en el medio del pecho": es el extremo del polo melancólico. Tam-
bién se manifiesta la vertiente maníaca: excitación psicomotriz -en el
consultorio del analista no puede pern1anecer senlado o quedarse quic-,
to-, verborrea, fuga de sus ideas, descontrol sexual y económico.
A1nnnnza con matarse. En el punto cuhninan te de la crisis se lo en-
cuentra en la tPrraza de la casa de los padres n1iran<lo el ciclo con
"cara de loco, con ojos desorbitados": "Dios lo estaba llamando", "su
vida estaba por terrninar", "mejor era estar junto a Dios que segnir
sufriendo en la tierra, sin su mujer".
Por fí11, en todo este período retorna insistentemente la necesidad ilnpe-
riosa de la operación riuirúrgica. No una intervención moderada. Precisa
algo radical, que co1nenzaría por "rasgarse los ojos, aplicarse cc,]~grno
para engord<'1r los labios, iinplantarse cabello, respingar la nariz e injer-
tarse prótesis en los 1naxílares" ... y cuhninillÍH en "quitarse toclos los
dientes, injertar una nueva dentadura, lirnar el hueso que está detrás de
los pómulos, el del mentón y el de la frente ... que sobresalen".
Volven1os ahora a ]a trPn?:a en el tercer fragn1Pnlo (lll). El caso ele \!fc-
tor es pan=v1-igmático de lo que propnndrín llamrrt dosencadenan1iento
-o destrenzrtdo- por "cese de una reparación". Es decir, la psicosis
se rnanifiesta franr:An1ente en el n101nPnto en_ que lo que funcionaba
COmpon.<::nf!dO lA 8,<::trur:!·ur;:::L f'-.StabiJi7FlTHlo el trenzado. CC'Sa 8I1 SU fun-
ción. Para \i'íctor, su mujer-sintho111e: cuando lo deja.
Elirninar esB. cuerda de la trenza hace lugar, pone en evidencia. el sín·· >
2
Cl
torna fun<la1nental en su dos vertientes, ya n1encionadas y recién des- r-
criplas en cle1alle. Lo escribin1os en eslc tercer fTrign1nnto del trr·n;,ncJ0. >
por una p;::u·te, corno agujero -sL ese que "no puede llenar con nada, ol "'"'w
r
v~t~_f(:; t::u ul u1LLlio del petJ1u"-quo st~ abn: e11ll·t:: real e iinctginario: de ese
Lu..lu urdt:0H<HTIOS ]a serie inelancólica. Y luego, por la otra, la flecha azul
que seüola que los significan les se independizan en el acceso
111a11ún_:-u: verborrea y fuga de ideas. Lo sin1bólico se desprende.
Lvcturc1 de la trenza, en ese tercet fraguu011lü, la curfespondiente ca-
clella de tres e.s]abont-'!S en la que lo in1aginario y lo real quodan inter-
pt.:lll-;Lrados, y lo sünbólico su fuga.
¿i\ qué atina el analista en ese Lietnpo'!' Por suµLtesto, antes que nada, a
i11dit_:dr uua in\tjrconsulla p.::>iquiút1ica: el recur.::>o a la 111eJici:ición, que
atunün ]a u.xcilaci6n. El pasaje al acto está a la vuelta Je la esquina.
y· lucgli lo vt-n11os inlentando, en prin1er lugar, liinitar has la donde ello es
''esa necosidad in1periosa de efecluar algü11 corte o inLervenció11
sull1r-: su roslru'', es declr, trucas "el plan Frai1kenstein" por una ;'cirugía
ctJ111ún ')' currienle que no pusiera en riesgo su vida". Para ello llega,
iilt.J u00, a acon1paüar al sujeto en las consultas con los cirujauos. F'or
olro lado, alienta en el paciente su inLertJ~ por su antiguo hubbie de la
u1¡_¡gid. C~laro, el del paciente y el suyo: recuertlan juntos trucos de otl·as
y n1agos fan1oso.s. Se deja enseñar el arte de la carton1ancia. Por
fin, c;lJC:rü a partir de la paradoja apuntando a equivoccu- el sentido de su
"¿Cómo, para alcanzm la belleza, para vivirfeliz, debe pasar por
una intervención quirúrgica que lo pone en riesgo de 111ue1te?".
Pudl~lnos decir que, tanto aco1npañando a Víctor a las consultas 1né-
clicas, corno volviéndose parlt!llUire de s11 interés por la n1agia, el psi-
cu~Hialista se deja ton1ar con10 "con1pañero imaginario", ofreciéndose
en el lugar dejado vacante por el amigo del colegio y luego por su
111ujer. Pero, su "operación'' no os ·únicamente in1aginaria: ya en el ni-
vel de la inagia el equívoco significante i11dica que lo sirnbólico está
c0nL.;urnldo: '·cuando era chico estudiaba 111agia .. , era tan lindo". Lo
que se subraya aún más en la operatoria de la paradoja: recurso a la
u1uLil.lcación propia el.el regi::dro de lo sin1bólico con10 tal.
Todo ello conduce, por fin, a una operación quirúrgica, efectivamen-
te, lJcro que aden1ás de sc;r lhnitada, debe destacarse quB se realiza
'·L~iju transferencia": es decir soportada por la relación analítica.
'l'odo este trayecto, que supone~ acompañar al sujeto en lralan1lonto en
la construcción de nuevas respuestas repar<llurias, queda indicado en
el cuarto fragn1ento de la trenza (IV) por la introducción de una he-
bra (violeta) que viene a reparar el lrtJuzado <líspo1üuudo en un punto
preciso de su re-corrido un sinthon1e-bucle que ajusta un lazo en torno
del lapsus enlre lo in1agínarlo y lo real: os, juslan1ente, esta operación
aculada -"cir11gía con1ún de nariz, colocación ele un hilo de oro para
engrosar el labio superior y siliconas para dejar su n1entó11 con for1na >
z
;'.U<·idr<h·lu" Cjlld t, !';i.1Ú.1c·; ¡u; ''[;Lfl:irh; ;¡_ \ it·¡,¡;- lilld gran ::iettl,'::JLtc::_;HJn,
>
al Lletnpo que cesan pari:l él lanlu su posición n1ulancólica cu1110 su N
agitación rn.aníaca. "'""
Por lo dern{1s. el suh;\o no tarda l:-ln extraer c11~ todo e11o nlg11n0s otra'3 ron.-
secuencias. Pero eso nos lh-;\·a ya :i\ t"iltii_P\1 frru~111r'nln de1 tren7<\r\r:.
Por un lado el inicio de u11a relación 0n1nr0stl --lhr 1 ih~ pr:11·t1 su 11r'

sexual"- con una joven que, aunque no es pnrfncta con10 su e~pns~1, le


per1nite ton1ar un rasgo de] padre -dos 11111jnrr.8. aunque .sin P.ngnilo n
mentira-: es que ella es inseparable de su her1nana, de n1odo que ter-
1ninan cl11rn1iendo los tre,s juntos. Aquí \Tíctor p11rdc reton1ar el dihnjr1:
ahora para indicar los h.igares que ocnpan Jos tres en la c0n1~_. los rlihu-
ja para su F111<11i.stn. Esto nos conch1ce a hicoliz0r esta re.lación con10 ro-
introducción en el trenzado -en el quinto fr~1grnPnto (\')-de la cnrrrln
nara11ja. Una hebra no sinthn111áticn cpir~ señalo el lngar dol r_~nn1pnfirrc
imaginario que estabiliza la trenza: aquí las "dos n111jores".
Por otro lado, el trabajo analítico con1i.nú8, al punto de proveer l1na
nueva reparación-bucle, poro ahora no sínfhnmático -localiz0rlr1 en-
tre silnbólicu e ünaginario- que convive con aqu1?lla ofrecida por
]a pareja de hermanas. Es la vía que se abrfl a parUr de líl. venta de
prod11ctos por internet -"el vendedor 1nás grand.e del rnundo"-, que
conduce a Víctor por fin a crear y expandir un "111undo i;firlual'' en el
que vende sus trucos de magia. Iv1unclo do 5'Pmb1Rntc en el que locali-
zan1os su "ilusioni.sn10", pero un n1undo al fin. en nl que puede vivlr.
En ese punto nos deja Pablo Mufi.oz con el reh1to del caso.
La lectura de la trenza arroja en el cuarto [ragn:Pnto una cadena sin-
l'hnmorla: la reparación se sitúa en el lugar n1isn10 en que se prndnjo
el lapsus, entre real e in1aginario. Mientras que el quinto fTag1nenlo.
nos entrega una cadena con una doble reparación no sinthornáUcn:
dos ren1iendos situados n1uy procisan1cnto en los puntos de cruce
entre lo sin1bólico y lo ilnaginario.

Julián, dlia(~ronía

Paso ahora al segundo caso, el <1ue propone :tvlarcelo· Barros. Es bien in-
teresante el contrapunto con el anterior. Si en el "caso Víctor" una ope-
ración quirúrgica aporta una.estabilización notoria, veren1os cp1e en el
"caso Julián''' una op8rn.ción sitúa rnás b1en el d0s0ncarlcnRmi0ntn froncn
de la psicosis. Vamos.·entorirP~ ;:1 su diacronía sirviéndonos de la trenza.
Del n1ismo n1odo que on el pn"!cedPntP, partirnos en este caso de la tren-
za base par21 Ja diacronía: retomamos la trPn78 del s:ínton1a f11nd,:rnon-
tal y la escr:ibin1os en su recurroncia aunque, .lo veren1os, de un n1odo
especial (diagrama 43). Y situamos, asin1isn10, la trenza borr0rn0a -o
brunniana- (diagrarr1a 40) a su lado para indicur, en la co1T1par<:1ción >
z
()
con ésta, la localización iterativa del lapsus en el diagra1na 43. e·~

>
i\hora bien, aún antes de localizar las respuestas subjetivas que su-
ponen diversos tratarnienios para ol fallo del trenzélclo, vale la p2:n1
en el caso de Julíán introducir ya aquí una dífere11cia entre el primer
y ul segundo fro_gn1ento de esta trenza. Se verá que es propia1nente el
,ugunJo el que habíamos planteado como su síntoma fundamental.
En el :t-iri1uer fragu1onto pruJJungo una tríudu do lapsus que nos entre-
ga -en la lectura de la trenza-· un e11cadenan1ie11to en el que cada uno
de los registros pasa por el agujt:H'O del otro. Nótese que t::.sa cadena no
es burrunLea: si se cortase uno de esos eslabones (cualqu_iera de ellos)
lus olnJ:::; clus pern1unecerian interpenetrádos.
~vf.ienQ:-;_¡.::; quo en el segLu1do fragmento, lo quo podrúu11os llarrtar w1 "contra-
L1µsu;:. ''ea el onceavo lJLUlto
de cruce (es Jecir, cu11secuunle1nu1ite, la eficacia
Jt_: sólo dos lé1psus -ya que el "co1it.rulupslli" Jeshace el terccJro del primer
frug1nento-·---) nos cu11Juct: J. que queden enlazados, sin 111e<liución, lo imagll1a-
rio y lo ruul pur un laJo, y lo real y lo sirnbúlico por el otro. En efecto, este es
el tre1l'.!.uJu del .síntonIB 1U11Jillr1cntal quo huLímnos propuesto para este caso
111Js irriba y 4ue, vere1nus en_seguüla, escriLo para Julü'in el tie1npo mis1no del
dcscuLa<leuu11üu1Jto. La CL1dcna correlativa para este segundo JTagn1ento, cla-
ru está, es u4uulla <le tres eslabones en lú1ea en la 4ue quedéll1 il1terpenetrados
lo ::ünilJL'ilil~O y lo real por un lado, y lo real y lo in1agil1ario por ol oh·o.

s !! s R

Coutrafa._µ:;u::;/DeHJlll-a<leüamicnto

s
Lapsus

L<ipsus

>
z
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N
40 '13 <.n
°'
H~tff%!iwt•1t!Llf!fJ]J!LL.-fKlJ- '-\@,_: "'
Entonces, si esta es la trenza de base para la diac>onía, situarerr1os nho-
ra el modo en que Julián se las ha arregla<lo con la repetición di:-;l sfnt 0 -
n1a fundamenlal, así corno la incidencia del tratarnlento. Lo escribo a
continuación en el diagrama de la trenza 44, "la trenza de Julián", pera
la cual propongo tres fragmento~ que considero a continuación.

S R

l. Prepubcrtad-
Adolc.sr:0ncia

defecto na

U. 26 años

R
alucinarinnB
ideas deliran

III. 35 años

R
zurcirlo intennínahle
analista t0c:tig0 ..
de Julián

44

Si lo que llamamos síntoma fundan1ental se escribe -y se lee- en este


caso en el segundo fragmento de la trenza, a partir de la eficacia de
dos lapsus que dejan enlazados sin i11ediación, lo imaginario y lo reaJ
por un lado, y lo real y lo simbólico por el otro, dando cuenta así de
los dos órdenes de fenómenos presentes desde el desencadenan1iento
-básicamente el síndrome alucinatorio y el aura (localizado en el
cruce entre siinbólico y real) y las "desacomodaciones" corporales y
los dolores (en el enlace entre in1aginario y real)-, lo que es notorio
e11 la trenza 44 (y que nos obligó a un planteo especial en su prede-
>
cesora) es que en el prirner fragmento, es decir, en el tie1npo anterior
al doscncadenamionto -o dostrenzamiento----, no estamos traz0ndo
rlÍll~uno cuarta cuerda que venga aquí a retnodiar de rnodo alguno
oquollos dos fallos del nl!do que se evidencian luego.
Efectivamente, propongo que en el caso )ulián, la "estabilidad" ini-
cial -prin1er fragn1t:11Lo ele la trenza (I)- no se consigue a partir de la
IJUc:::iLu en función de repüraLión alguna (sintho111átjca o no} -ya que
no se la halla en el caso por ningún lado-, sino de una Jisposición
espucldl en el trGnzudu de los tres registrosº": uno que coullc:va -en el
nivel de la lectura de la lrenza- la confúr-HldCión do una cadena 011 la
cual cada registro, cada eslabón, pasa por el agujero de los otros dos.
Una especie de 111ultinter¡)enetrnción entre los registros en uua cade-
na que, tal con10 ya lo hentos hecho notar, surge de la il1troduccíón
de lros lapsus en el encadenaruienlo burron1eo, los que, por cierto,
pueden ser situados tan1bién en el nivel del trenzu<lo-cf. prin1er frag-
tl1unlo de la lrenza 43-.
En fin, i1,qué sítua111os entonces a partir de esta escritura det primer
fragn1eulo de la trenza'!' La posiLilídad, en este caso, de qu.e el registro
de lo sü11bótico n1is1no se interponga (insistan1os, no de rnodo borro-
n1eo) enlre lo real y lo i111agínario in1pidiendo una deslocalización del
goce corporal que, en el tien1po del dose11cadenan1iento, en el segun-
do f1-dgllieut0 Jel trenzado, se volverá evidente.
Para ir al punto, este sujeto sentía ya desde la época prE~puberal "un
defecto en su nariz que no podía explicar", una "clesacon1odación"
vi vida con n1ucho pesar: "a veces sentía que su nariz varL1ba de forn1a
y tau1año, co1no si tuviese vida propia." Pero, hay que destacar que,
por el 1nut1tc11to, es claro que ~sa desacon1odació11 se hallaba bien lo-
calizada y delitnitada: re.;Lringida con precisión a su nariz.
El prilner fr<lg111ento del lrenzado escribe así que si tal "desacon10-
dación nasal" puede situarse en el cruce entre real e in1aginarío, lo
süu_lJ(Jlico e11tro1netído iinpide la ch--;tJocalización del goce.
Por cierto que ello no lerrnina con las 111010.stias para Julián, quien
enlrando ya en la adolescencia ve acrecentado su sufrüniento, es-
pecialmente por la idea agregada de c¡ue los demás pueden llegara a
notar su ''anornalía". Lo que lo conduce a toda clase de conductas de
evitación y lin1itaciones de su vida social, tanto co1no a la ejecución
de gesticulaciones diversas para ocultar su nariz, cuya for1na según
su sentir '·variaba desfavorablen1ente, especialn1ente cuando se reía
o se en1ocionaba".
Señalo que tales conductas de evitación y gestos diversos no alean-

fi5. Podría objetarse que un trenzado tal -lriádico--- no sería posiLle luego de
>
qui~ Lacan sobre el final del Se1ninario 22 y el conüenzo del 23 apostara por la z
¡,-1.,__,:__il;Lliliilltl<h\ tkl 1'1unn ll111lu. !\oro t''Jclcniuc: :-;;i1lt::¡¡r la i1npu):o;JlücÍLÍll d" estd
,..
iikUiul'•t: el lreuzado nüsruo puede funcionar cuu10 ese cua1'lo eletnento ineliini- N
nable, que se surna así a la tres hebras de lo sin1bólico, lo ilnagilrnrio y lo real. "'eo
tC' ''tdf 'tcW!"!llÍ!fHl r ff :t.
manera: el trenzado mismo puede tunCJonHr curriv "'t>"' wua..c'-' "·~···----~ -

nable, que se suma ASÍ a la tres hebras de lo r;irnhólico, lo imaginario Y lo real.

zan el estatuto de reparación, y es por ello que n.o las escribo en o1


trenzado con10 uno r:tlPtdn íl.dir.in11Dl (2_1117.t\<.; p11nr.h1n n1rq1\n7,prs;p cr1
el cruce entre si1nbólico e in1aginario. cuu10 i·,~sp11es1<·1s en cstn \renzn
1nultienlozada a la desaco1nodación nnsal que se sigue del lazo entre
real e irr1aginario. Pero no cons1 ituyen una cuarta cuerda.
Y tanto no alcanzan tales conductas la dimensión de una reparación
propiamente dicha, que el sujeto se ve compelido a consultar infinidad
de otorrinolaringólogos en busca de algún diagnóstico y, más adelante,
a varios cirujanos pltísticns con. el propósito de sf)r operado. Por fin,
luego de la negativa de la gran mayoría ele estos médicos, Julián en-
cuentra uno que accede y ... a los veintiséis años se opera.
Inn1ediatamente después de la intervención quirúrgica su cuadro se agra-
va: se inicia un malestar que afecta todo su rostro, toda su cabeza, y luego,
se P,xtiende al cuerpo en su totalidad: dolores e inflnn1aciones. Sobrn todo,
sentía variaciones (pérdirlns) en la 1nasa n1uscular y ósea. Se estaban pro-
duciendo "desacomodaciones" de los lnlC'SOS, fundan1entalmente en la
cara y el cráneo. Es e] desencadenarniento franco de la psicosis.
Indudablemente es la operación quirúrgica a la que se son1ete Juliün
la que provoca el lapsus que localizo en e] segundo fragn1ento (1I) del
trenzado, en el onceavo cruce -entre sin1bó!ico e in1aginario-. Pue-
de considerarse tanto un "lapsus" respecto del fragn1ento anterior de
esta trenza, o bien un "contralapsus" -co1110 lo habían1os nombrado
anteriormente-- dado que aquel primer frngn1cnto ya suponía ]a intro-
ducción de un lapsus en ese punto respecto ele la trenza borron1ea.
En cualquier caso, la cirugía, como intervencjón real (que saltea lo
imaginario y lo simbólico: el cruce de estos regü;tros es el Rfoctnrlo
por el laps11'), anula la intromisión de la hehra simbólica sobre las
relaciones de lo rea] y lo imaginario en el trenzado, iniciando la des-
localL.:ación del goce que, ele esta manera, tcnna todo su cuerpo. Ln
"desacomodación" ya no se restringe a la nariz, sino que afecta prí-
mero a los huesos y músculos del rostro y ]8 cabezn, y luego nl cunrpo
todo: el dolor y rnalestar se inst<:1lan y extienden.
El modo co1no Julián se refiere, ya durante el tratarniento con l\/[arce-
lo, a este período y a los fenómP.nos que sufrió en el cuerpo luego c]r,
la opAración, no dAja de i1npro_siona:r. Señaln que sn cuerpo era "corno
u11 matambre atado al que le cortaron el nudo (refiriéndose a la ope-
ración) y entonces todo se desató y desparran1ó". Tal "cortf-;'' alude al
lapsus -o contralapsus- al que aquí nos referin1os: ]o que se hallnba
li1njtado y r0stringido por la interposición siinhólica entre imag.inEJrjo
y real, se desata y desparrama por efecto do "la operación" de ese
lapsus: se trata ele la cleslocalización de] goce.
Ahora bien, si ubicarnos en esto segundo frag.1nento, en el cruce entre
real o in1aginario, a esta des1ocalizE1ción y las "des1c0111nch1rion0.s" grn0-
ralizRdas, todos estos fenómenos corporales no se confunden -el pacien~
te lo L1uja uLsoluLaint:ilte claro- con Lts alucinaciones, que no tardan en
J.purGLA:ff duspuGs de la inturvención ql1irúrgica, y que ternilnun condu-
citiudulo a la internación. El sindro1ne alucinatorio, lo herr1os anticipa-
do, put;du st:r aLurdado cló.sica111ente co1110 retor110 del significante en lo
real, Y' e:::;L,riLu ellluuct.s entre ~ü11LtJlico y real en el t1e11zado.
'fa1n\Jién allí, entre lo siu1Lólico y lo reai, asentu111os las ideas de-
lirctnLe.:/"'; "la serie 111édica" y "la serie religiosa" que se despliegan
paralela, alLernativa o siniultd11ecunente,.sin que el pacie11te establez-
ca claras leluciones entre a111Uas, y cou:::;Liluyen "hipótesis" diversas
sobre Jo que le sucede.
EsLJ..5 ideas, lejos de co11slltuir HllJtáfora Jelirante alguna, son fe11ón1enos
67
ule1uu11tales, tal con10 Lacan lo establece en su Se1ninario 3. Lo pone
eri evidencia, por lo de1nás, ese diario Je anolaciunes en el que el sujeto
llu\. <ibc.i un regislro de las n1ulaciunus sul'riJas y de sus elucuLracio11es e
hipúleoi::>: el cú1nulo de anotaciones "1nelonúnicas, aLun<lantes, monó-
lunus, y re_fJetitivas" no es otra cosa que una illterrogación inler1ninable
por las causas posibles de eso.s trastornos. En lugar de cerrar lo que el
d00u11cadenanüenlo de la psicosis ha abierto, esa ü1terrogación constan-
te "no encuentra límite y se prulunga hasta la actualidad", es decir, es
un efecto n1ás del destrenzado.
Ya l10111os .señalado que la lectura de la trenza en este segundo seg-
ni.cn_to nos da la cadena de tres eslabones en línea.
Por últirno, en el torcer fragmento (III) de la trer1za, escribimos el tien1-
po en que el pJ.cicnte, a sus 35 años, se encuentra con lvfarcelo Barros
y un efecto notorio de este tralanüento. Brevernenle, lvfarcelo señala
quo Jesde hace unos ineses el paciente ha variado su posició11respec-
to de sus sensaciones corporales. Los n1ovünienlos óseos, crujidos,
dusplazarr1iuntos del maxilar, o de los huesos del cráneo o del oído,
Llenen ahora un carácter restitutivo: refiere que ha recuperado masa
1nt.1sculül', que la piel está n1ás distendida y los 11uesos están "acon10-
dá11Jose". 'Más precisa1nente todavía, "siente pu11zadas regulares y
0ucesivas en las junturas de los huesos del cráneo como si hubiera un
pruceso de zurcido, como si algo se estuviera cerrando". Estas sensa-
Liuuus ya no lo i11quietan, por el contrario, le causan alivio.
/\hora bien, si hay un proceso de "reücomodación", éste aparente-
1uento se n1uestra intern1inable: persisten los dolores, especialmente
en la cabeza y, frecue11te1nente, Julián no puede salir de su casa. De
allí el título del trabajo: "Un cuerpo inacabable".
Por lo dernás, Marcelo Barros indica que en el lratamiento su posición

>
66. ,\sí con10 tarnbién el feuóruuno de la "influencia inverliJa": sin que- z
n
1·2d,; -y ,~nigHt•'i\ ic:c11nc1\tt; J ul ú\11 ejerce -es lo que afirrna- un puJer sobre su r
:>
entorno, lo que en el pasado le acarreó divefsos inci<lc:ntes serius.
67. LACAN 1955-56,33.
"'o
"'
-la del analista- fue siernpre la de "lestigo y acornpaüant¡:;'', intentan-
do a la vez atenuar el carácter extremo de la ideación parasitaria en el
paciente y desalentar su tentación de ceder a las incitaciC\nns de las
voces. Por supuesto que esta posición contribuyó al viraje descripto
en la relación del sujeto con sus sensacloncs corporrilos. Ello apoya-
do, además, en la concurrencia regular del paciente y a su vínculo
positivo con el tratamiento.
Sin emhargo, le confiero asiinismo u11 lngar destacado en relación con
la posibilidad de esta "reacomodación'', de este "zurcido intern1i1v:¡-
ble", al hecho ·-señalado en el relato del caso- de que, a excepción de
algún que otro trabajo del pasado, este tratamiento era el único Pspario
en el que el paciente l1saba su primer nombre. Ocurre que en su casa, el
entorno de la familia materna, entre sus nmigos y parientes, al paciente
lo llaman Pablo -que es su segundo nnmbre-: no le dicen "Ju li6n" ...
porque ese también es el nombre de su padre.
¿Cómo escribir entonces, en el tercer tramo de la trenza, esta repara-
ción que promueve por el "zurcido" una "reacomodación" corporal?
A partir de un sintho1ne-espiral que, como tal, indica que se d1sponr
tomando el cruce en el que se produjo el lapsus del trenzado (entre
simbólico e in1aginario) -por ello es una reparación sinthon1ática-,
tanto como que es inter1ninable, es decir, no concluye, debe contlnu2r
permar1entemente -tal la característica fi_1nda1nental que adjudicamos
a la reparación-espiral-. Es lo que se lee a partir del cierre de ]a tr0nzn
en este fragmento: una cadena de tres eslabones en línea, pero con el
agregado de es'ta reparación-espiral que no cesa en el intento de reenla-
zar lo simbólico y lo imaginario 68 •
Si el desarreglo que introdujo la operación quirúrgica, en el mnmcntn
del desencadenamiento, deslocalizando el goce, puede ser concebido
corno un desmantelamiento de la unidad corporal por el des-enlace
de lo simbólico y lo imaginario, este "zurcido inacabable" se propon P.
como tendencia a la recuperación de aquella unidad, toda vez que no
cesa de intentar restablecer el lazo entre aquellos registrns.
Terminarnos el co1nentari.o de este caso subrayando la posición clcrvo
del psicoanalista en esto notorio efecto del tratan1innto: acomprrñ.0 al
sujeto en su trabajo de "rear:omodnrión". Deviene, propinrnontn, ha-
ciendo Jugar al nombre de pila del pocinnte, "testigo ... de )uli:ín". 60

68. Claro que podemos escribir la reparación-espiral en el nudo. así como


también la rrparación~brochA: ambas más o n1enos puntualnc:, Lo que no
es posible, por la "repulsa nodal de la diacronía", es introducir allf la
reparación-hebra o la reparación-bucle que "gustan", en cambio, del des-
pliegue, del trayecto, que sí les ofrece trenza.
69. Finalizado nuestro abordaje de los casos Víctor y Julián poden1os
preguntarnos si acaso, a pesar de no constituir 1Jn objetivo del presente
1.Jesencadenarnientos - de.slrenzan1ientos: breve síntesis

Es destacable que en los dos casos cornentados el síntorna fundamen-


tal puede aislarse liinplarnente en su forma a partir del clesencadena-
1niccuLu o dec,benzatniento. Pero, ¿es eso en verdad algo excepcional'?
Por el contrario, j8S la regla!: el dosencadur1a1níento desnuda -dos-
0.nli...:L.1- la estructura ... la estructura del sínto1na fundan1u11Lal.

Ahora bien, del coulrdpunto Bnlre el caso Víctor y el caso Julián, po-
dc111v:::; extri..ler -y ello tiene su in1portancía- dos ino<lulidades dife-

tcc11Lto:-> del desencadenarniento o dcstronzan1íento. En el prin1er caso


se ü~lla, coino fue seüalado, del cese de unJ. reparación que n1antenía
L:0Lcible el trenzado en el tiernpo anterior; en el segundo, de un lapsus
(o C.lJntralHpsus) de la trenza que suelta lo que se hJ.lluba enlazado en
el licmpo precedente.
Efccli\'J.ruenle, n1e parece que est1s son las dos for1nas rnayores del
dt.::::;1_:ücudt::H1ctnlicuto o deslre11za111idnto que dan paso a la e111ergencia
sin an1Lu.g0.::; del síntotna fundi.in1e11ta1. Sintetizo a continuación estas
dos jJOsibilidades en un cuadro n1ás an1plio, en el que se distinguen
LuuLi~n los dcsencadcuunücnlus nourólicos (borrorneos o brunnia-
nos) de los p.slc6ticos (no borrun1uos o no brunnianos).

Dc~d"-"-J~·oi"";i~;¡t,;,>1'
J~~ lr'-'' ,'.L,u<>i ull lu5

IJ.,¡¡'-'Jih;"~ :\e; Burrnmeu"


ÍÜ)füü•l'"'"'"'i \;-.;<J LhuHHl"¡w~J

l'ur ],1psus Piu ''"~"de '"i-'"'"~i,Ju Por hip~us ¡ Pui ¡_.e~"dor¡,µ,irJdÚr>

lL1lJ,1jl), habre1nos cou,;egui<lo ilunlinar, en alguna n1edida, a partir del


c1L0id~1j& del sínton1a y su tral;_in:'.uuto con el nudo y la trenza en estos ca-
sos si1 gulun_:s, lo que so llan1u p::iÍLuGi::> n1.Jníuco depn-;si va y es,1 ulzofrenia
~par;J acercar ya a eslos dos casos los lúnniuos fu1jados por la tradición
clínici:.l que los incluiría en el registro del tipo clínico-. Con10 indicarnos
>
n1ás arriba, esa fue llna apuesta explícita de Lacan: arrojar alguna luz, z
Cüli la "idea del sínlo111a cotno ntHlo", sobre la clínica qu¡-; es dio~ .n1:u~;
>
del discurso analítico: Hqu1:;lL1 ,-¡ii: J,,-,r,;,L,u1u,-, de la psiquiairia clásica (cf. N
O>
[__-\(._ 1J-i" 1~1:--:\, il\). N
Concluyo ahora con una breve observación sobre lo que he propuesto
aquí como "lectura de Ja trenza",
He indicado que "leer la trflnza" supone detener el movin1iento de
trenzado cada vez que, en su despliegue, las cuerdas S, Re I reto1nan
sus posiciones iniciales, lo que nos per1nite extraer de tal fragn1ento
de la trenza la cadena corrospondienl-e 70 . Considerado de esta n1E1no-
ra, cq<la fragn1ento constituye una unidad de lectura de lo trenza que
se conforma en su versión básica -la de la 3-trenza brunninna- cada
seis cruzamientos 71 -o cada seis segmentos de h=1 trenza, parn_ reton1ar
el tér1nino que introdujin1os anteri.or1nente-. pero qne puede con1-
plejizarse y de hecho lo hace: especialn1ente, aun1cnt.ar el nún1ero ch-)
cruzamientos -o segn1entos- por frag1nento, conforn1e se agreguen
nuevas cuerdas con10 reparaciones diversas del lrenzado' 2 •
En todo caso, lo que es pertinente destacar aquí. es qne esta clE_~finición
que damos de "lectura de la trenza" y de lo que llaman1os su "1111idad
de lectura" es una convención ... co1Tvoniente. Nada nos ha obligado,
en efecto, a definir la unidad de lectura que es el fr<lgn1An!o de h1
trenza de esa forma ... salvo el hecl10 de que bu.<»ca1nos leer en ella el
modo preciso en que -para alguien y en dcderrninado lnon1ento- se
enlazan o desenlazan los tres registros lacaniano.s ... que no se consti-
tuyen como eslabones más que al volver las cuerdo.s a sus posiciones
iniciales 73 • As[ subrayamos lo siguiente: los cortes que supone esla
operación de lectura no son necesarios ... y provienen del "lector"<
A ese lector advertim.os. concluyendo esta introducción do la tren-
za, sobre la con1plejidacl temporal que el trenzado supone y el n1od.o
que afecta la Iectura que de él se espera. Ya que. a la antici1Joción
-eventualmente al cálculo- que pueda realizar basr.ínclose en Ja Hora-

70. Si retomamos aquí el planteo del Scn1innrio 2:1 al qne alndirr1os n1tís
arriba. podría acercarse esta lectura con10 "cierre" de la trenza :/ constí-
tución del nudo, al 1nodo en que Lacan flborda Hllí "lo n1sscullnn co1no
cierre", en oposición a la "aperturn fe1nenina". lvlBticernos sin cn1bnrgo:
segnramonte se pueden proponer otras v<-~rsiones de lo que se dPnon1in<1
"lectura'' .. ,~"lecturas abiertas''?
71. Cf., por ejen1plo, el diagrama 40.
72. Cf.. por ejemplo. el diagrama 42..
73, Si se detiene el rnovimif'nlo de la trenzn en otro n1on1ento. es decir.
en un segmento de la trenza en el que los registros se disponen en una
secuencia distinta de la inicial, el cierre do la trenza, obvia1neute, los pon-
dría en conl.inuidad .. , lo qve, por lo dc1nós, no deja de tener cierto interé8
>
para nosotros: por esa vía podrían1os 2hor<l0r íel "trébol c:r N
"S_fntorna y sintho1ne", en este núrnero de Anclo. "'w
ción del sínto1na fundamental con10 recurrencia del trenzado, deberá
agregar una atención cuidadosa a la incidencia que sobre el misn10
pruducen tanto los acontocirnientos irnprevistos como ]as maniobras
mós menos logradas que introduzca el propio "sujeto ele la trenza"
-acurnpafiado o no por un psicoanalista-. Esta incidencia inserta
1-cLroactiva111ente74n1o<lificaciones decisivas sobre el trenzado, que
surge así en verdad de este doble movimiento: ele anticipación y re-
troacción.
El régirnen ternµoral del trenzado, de esta manera, no es otro que el
del futuro anterior: la trenza ... habrá sido 75 . La operación del diagnós-
tico y el acto del psicoanalista, no pueden obviarlo.

74. Debe nolarse, adeia<ls, que el efecto de retroacción impregna entera-


rncnte el trenzado en su despliegue: cada nuevo punto de cruce incide en
Jos anteriores, decidiendo sobre los enlaces y dcse11laces de las hebras de
la trenza. Para to1nar un ejet11plo de ello, véase el diagra1na 25 en el que
situ:iba111üS los dos lapsus qu8, en la 3-trcnza brunniana, liberan las tres
hebrus: recién en el sexto cruce, esta t.renz<i hu.b;_-ó dt:H"cnidc. una 3-trenza

trivial. El segundo lapsus loculizudo en ese sexto punto de cruzanüento


de:,o.1a las tres hebras por su incidencia retroacliva sobre los cruces an-
teriores. Por otra parte, puede indicarse que 1nuy poco es preciso hacer
para que la célula elemental del grafo del deseo -con la que Lacan escribe
el ufuclo de retroacción (cf. p. ej. LACAN 1960, 784-785)- devenga una
lH:rft,~cla 2-trenza: bastaría que allí, en los puntos en los que se cruzan sus
dos vectores, deciU<JJuos cuál línea hacemos pasar por encirna y cual por
dubajo. Que se disponga horizonlaln1ente no volvería menos una trenza a
esta célula: muchos maten1áticos, de hecho, prefieren presentar las tren-
zas de ese n1odo, y no verticalmente co1no lo hicin1os aquí.
>
75. "Lo que se realiza en n1l hi::-Juria no es el pretérito deflnldu de lo qui~ z
fue:, pl1t;:;io (lue Y'-' ilLJ 1~s, ni siquiera el perfecto de lo que ha sido en lo que r
>
yo soy, sino el futuro anterlor de lo que yo habré sido para lo que estoy lle- N
gando a ser" (LACAN 1953, 288). Cf. l<ln1-bién LACAN 1953-!54, 239-240. "'""
239-240.

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