Clases Sociales en Roma

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TEMA 60.

CLASES SOCIALES EN ROMA

1. Introducción
2. Organización social durante la Monarquía latino-sabina
3. Organización social durante la Monarquía etrusca
4. Inicio de la República: conflicto patricio-plebeyo
5. La sociedad republicana
6. La crisis de la República: aspectos sociales
7. Las clases sociales en etapa imperial

1. Introducción

Para comprender el origen y la evolución de las instituciones sociales, políticas y


militares en la Roma primitiva, debemos tener presentes los dos períodos de la
Monarquía:

a. Monarquía latino-sabina (s. VIII-VII a. C.): durante esta época Roma no es


todavía una ciudad, sino tan solo un conjunto de aldeas con una situación muy
favorable.
b. Monarquía etrusca (s. VII -VI a. C.): Roma aparece ya constituida como un
auténtico núcleo urbano.

2. Organización social durante la Monarquía latino-sabina

La característica principal de la sociedad de este período es el igualitarismo. Los


habitantes de las pequeñas aldeas situadas en la orilla izquierda del Tíber se agrupan en
núcleos familiares a la cabeza de los cuales se halla un jefe, el pater familias. El
conjunto de familias con un antepasado común (pater) constituye un clan (gens) y sus
miembros se denominan patricios. Se consideran descendientes de los primeros
habitantes de Roma.

La gens es un grupo uniforme y cohesionado. Prueba de ello son el culto al antepasado


común, la obligación de cumplir una serie de normas heredadas de los antepasados (mos
maiorum) y la propiedad comunal de la tierra.

Cada gens es autónoma, pero se reúne con las otras gentes para tratar los asuntos
relativos a toda la comunidad. Ello viene a demostrar la existencia de una cierta
organización política y militar para su gobierno y defensa. Por último, el conjunto de las
gentes constituye el populus.

3. Organización social durante la Monarquía etrusca

Pronto Roma, aún una comunidad de aldeas, empieza a beneficiarse de su ventajosa


situación como lugar de paso para las relaciones comerciales en Italia, al tiempo que se
convierte en un polo de atracción de corrientes migratorias que se establecen en la zona
con la esperanza de hacer fortuna. Estos nuevos habitantes de procedencia diversa
(principalmente etruscos) no forman parte del populus romanus y por tanto carecen de
derechos políticos.

El incipiente desarrollo comercial comporta una nueva situación económica que


provoca alteraciones en la estructura social. Se rompe así el igualitarismo anterior
apareciendo claras diferencias en el reparto de la riqueza: la posesión de la tierra
comienza a ser monopolizada por algunas gentes que se erigen en clase dominante. La
desigualdad social, a partir de ahora, vendrá determinada no solo por el nacimiento
(patricios-extranjeros), sino también por el nivel económico (ricos-pobres).

Los componentes de esta nueva sociedad son:

- Patricios: poseedores de la mayor parte de la tierra, ricos y privilegiados, son la


clase dominante. Para evidenciar su linaje ancestral y distinguirse así del resto de la
población adoptan un segundo nombre (nomen gentilicium).
- Extranjeros: procedentes de los pueblos vecinos, se establecen en la próspera Roma
con afán de medrar económicamente. Algunos, carentes de recursos, optan por
vincularse a los patricios como clientes. Otros van formando un nuevo grupo social,
los plebeyos. Permanecen fuera de la organización de los patricios y, en
consecuencia, fuera de la comunidad romana: carecen de derechos políticos y no
sirven en el ejército de la ciudad. Dentro de este grupo es preciso distinguir la plebe
rústica (pequeños y mediados campesinos) y la plebe urbana (artesanos y plebeyos
ricos dedicados al comercio).

Las familias patricias, haciendo frente común a los nuevos grupos sociales, manifiestan
su ambición de consolidar su poder en el terreno político de forma exclusivista. Entre
tanto, la plebe carece de privilegios políticos. Esta desigualdad entre los habitantes de
una misma ciudad empieza a molestar a los plebeyos tanto más cuanto que algunos
consiguen equipararse a los patricios no en nacimiento, pero sí en riqueza.

La situación requiere una solución que contente a patricios y plebeyos. Por ello se
emprenden reformas que permitirán la integración de los nuevos ciudadanos. El primer
paso consistirá en dividir el territorio en cuatro tribus urbanas y un número
indeterminado (16-26) de tribus rústicas, y asignar cada habitante a una de esas tribus en
función de su domicilio.

Desde ese momento, todos aquellos que poseen una propiedad deben contribuir con el
pago de un tributo a las necesidades de la ciudad. La condición de ciudadano,
determinada por la pertenencia a una tribu, trae consigo una serie de deberes (participar
en la defensa de la comunidad) y de derechos (participar en el gobierno de la
comunidad).

4. Inicio de la República: conflicto patricio-plebeyo

Los primeros tiempos de la República se vieron agitados por los enfrentamientos entre
patricios y plebeyos, que no son tan antiguos como parece deducirse de los analistas e
historiadores de aquellas épocas.

El origen de las revueltas y sucesivas sublevaciones de la plebe se encuentra en lo que


los italianos han llamado la serrata del patrizinto. La revolución que dio origen a la
República se puede considerar reaccionaria en el sentido de que privó a la plebe de
derechos que los reyes etruscos la habían concedido y dio lugar a que un grupo de
patres, los patricios, formaran una oligarquía que acaparaba derechos y se los quitaba a
la plebe.

Quizá esto explique la reacción violenta de la plebe al verse privada de derechos que ya
tenía. Por otra parte, estas agitaciones no pueden considerarse como lucha de clases, ya
que dentro de la plebe se iba produciendo una distinción cada vez mayor entre los ricos
y los pobres, y, en definitiva, lo que se pretendía con ello era la igualdad de derechos
civiles. En cierto modo, podría considerarse como enfrentamiento entre ciudadanos y no
ciudadanos.

Las conquistas de la plebe se fueron escalonando: el tribuno de la plebe en el 493 a. C.,


como consecuencia de la primera secesión al Aventino: las leges Liciniae-Sextiae, con
las que consiguieron que uno de los cónsules fuera plebeyo, la lex Canuleia, que
otorgaba el ius connubium a los plebeyos, etc.

Puede considerarse que al final del siglo III a. C., se había conseguido la igualdad civil
entre patricios y plebeyos.

5. La sociedad republicana

Tras un largo período de graves crisis sociales (lucha patricio-plebeya) y económicas


(invasión y saqueo de los galos), Roma consigue recuperarse y volver a ocupar un lugar
preeminente en el Lacio. Pero la situación ya no es la misma: la sociedad romana ha
cambiado. El linaje sigue teniendo la importancia de siempre, pero con los nuevos
tiempos el dinero es la llave que abre muchas puertas, incluso las de la política, antes
cerradas para aquellos que carecían de ilustre cuna.

Esta nueva Roma se define como SPQR (Senatus PopulusQue Romanus): el Senado,
integrado por la nobleza patricio-plebeya, y el pueblo, conjunto de todos los ciudadanos
romanos.

El pueblo romano es un conjunto de cives, ciudadanos libres con derecho de ciudadanía


(ius civitatis), entendido este como la posesión de una serie de derechos y la obligación
ante determinados deberes. Para los romanos, poseer la ciudadanía era no solo un
privilegio, sino también un orgullo.

5.1. Ciudadanos
a. Ricos y privilegiados
- Nobilitas: está integrada por los patricios y plebeyos que se dedican a la
política, integrando el orden senatorial.
- Equites: plebeyos dedicados al comercio y las finanzas. En estrecha relación
con la nobleza debido a su poder económico. Ocupan el orden ecuestre.
b. Pobres y no privilegiados
- Plebes: se componía de la plebe rústica, que eran pequeños propietarios
rurales, y de la plebe urbana, artesanos y pequeños comerciantes.
5.2. No ciudadanos
a. Esclavos: sin derechos; se era esclavo por nacimiento, por deudas o por ser
prisionero de guerra. Eran considerados como res, cosas, con unas condiciones de
vida bastante duras, sobre todo los del campo y las minas.
b. Libertos: antiguos esclavos liberados por su amo mediante la manumissio
(emancipación). Sus hijos adquieren el derecho de ciudadanía. Estos forman
también la clientela, acogidos a la protección de un hombre rico, sea patricio o
plebeyo, que votan a sus patronos en los comicios, y estos les ofrecen protección
judicial, política, víveres y dinero.
5.3. Derechos y deberes sociales durante la República
a. Privados: ius connubii (matrimonio legal), ius commercii (propiedad), ius legis
actionis (acción judicial).
b. Públicos: ius suffragii (voto), ius honorum (elección como magistrado, ius
provocationis (apelación), ius sacrorum (elección como sacerdote).
c. Deberes: census (inscripción en el censo), militia (servicio militar), tributum (pago
de impuestos).

6. La crisis de la República: aspectos sociales

Los cien años aproximadamente que median entre el tribunado de la plebe de Tiberio
Graco (133 a. C.) y el inicio del Imperio (31 a. C.) constituyen un período crítico en la
historia de Roma.

La increíble expansión territorial que, tras cinco largos siglos de conquistas, había
alcanzado la ciudad tuvo consecuencias imprevisibles que abocaron a la ruina al ya
desgastado régimen republicano. Los sólidos cimientos de la sociedad romana se
derrumbaban irremisiblemente: la plebe rústica prácticamente desaparece y pasa a
engrosar las filas de la ya empobrecida plebe urbana. Entre tanto, nobles y caballeros
llenan sus arcas con los beneficios obtenidos de las guerras.

6.1. Consecuencias de la expansión territorial

Para la plebe, se traduce en una crisis del campesinado: la plebe rústica estaba obligada
a prestar servicio en el ejército. En un Estado en el que la condición de ciudadano, la de
propietario rural y la de soldado iban indisolublemente unidas, la mayor duración del
servicio militar, prestado ahora en lejanos teatros de operaciones, obligó a estos
soldados-campesinos a abandonar sus tierras vendiéndolas a bajo precio.

Por otro lado, supuso una afluencia masiva de la población rural a la ciudad: la plebe
urbana, a la que se suman estos nuevos inmigrantes, se convierte en un instrumento
político en mano de líderes ambiciosos. El control de las multitudinarias asambleas
populares será, a partir de ahora, el blanco al que apunten las miras de algunos grupos
políticos.

Para los nombres y caballeros, significa la formación de latifundios: los nombres


terratenientes se apropiaron del ager publicus, notablemente incrementado por las
conquistas militares; además no tuvieron reparos en aprovecharse de la situación que
sufría el pequeño y mediano campesino: adquirieron sus tierras a precios irrisorios y las
hicieron trabajar por mano de obra esclava, en su mayoría presioneros de guerra. Se
establecía así una férrea competencia sin alternativa para la depauperada plebe rústica.

Por otro lado, hubo un enriquecimiento: las conquistas militares, con la consiguiente
recaudación de tributos y apertura de nuevos mercados, acentuaron las diferencias
sociales. La ambición y la corrupción hicieron mella en las clases senatorial y ecuestre,
principales beneficiarias de estas conquistas.

También dinamitó la lucha por el poder: la clase política romana estaba integrada por
los nobles, quienes se adherían, según aconsejaban las circunstancias y siempre con
vistas a conseguir sus propósitos, a uno de los dos “programas” políticos existentes:

- Optimates, que defienden a ultranza la agricultura latifundista y esclavista,


pertenecen al sector más conservador de la nobilitas. Su objetivo es, por una parte,
concentrar el poder en el Senado y en las altas magistraturas; y, por otra parte,
limitar las prerrogativas de las asambleas populares y del tribunado.
- Populares, que abogan por la reforma agraria y militar. Mueven los hilos de la
política a través de los tribunos, quienes se encargan de presentar sus proyectos de
ley a las asambleas populares. Muestran una clara tendencia a la demagogia y a la
concentración del poder en manos de un solo individuo.

En el cerrado mundo de la política, la solución a la crisis estaba para unos en una


reforma agraria que incluyese el reparto del ager publicus; para otros, en la reforma del
ejército mediante su profesionalización (la condición de campesino y la de soldado
quedarían así desligadas); otros se mostraban reacios a aceptar cualquiera de las dos
alternativas. La lucha por el poder entre optimates y populares se zanjó primero con
violentas revueltas que sembraron el pánico en las calles de Roma y, después, con
sangrientas guerras civiles, en las que, rebasado el ámbito de la ciudad, se vieron
implicadas varias provincias del Imperio. Unos y otros no dudaron en incitar a las masas
a la rebelión y en utilizar el ejército para ver cumplidas sus ambiciones personales.
6.2. La reforma agraria de los Graco

En el 133 a. C. Tiberio Sempronio Graco es elegido tribuno de la plebe. Su objetivo no


es otro que conseguir para los ciudadanos pobres el derecho al usufructo del ager
publicus. Ante la previsible oposición de la clase senatorial, Tiberio presentó
directamente a la asamblea popular una ley de reforma agraria. El Senado recurrió al
veto interpuesto por Octavio, un tribuno de la plebe vendido a los intereses de la
aristocracia. Tiberio, en un hecho sin precedentes, reunió de nuevo a la asamblea para
despojar a Octavio de sus atribuciones: la figura del tribuno, hasta entonces
caracterizada por su inviolabilidad, empezaba a volverse vulnerable. Las posiciones de
uno y otro bando se hicieron cada vez más extremas y pronto estalló un grave disturbio
en cuyo transcurso Tiberio encontró la muerte.

Cayo Graco, nombrado tribuno en el 123 a. C., continuó la labor iniciada por su
hermano Tiberio. Emprendió la distribución del ager publicus y la fundación de
colonias; atajó los problemas de carestía de la plebe urbana con una lex frumentaria que
regulaba las distribuciones mensuales de trigo a precios estables; mediante una lex
militaris consiguió responsabilizar al Estado del equipamiento de los soldados.

Estos proyectos obligaban a la República a invertir ingentes recursos económicos, lo


cual, sin duda, molestaba a la oligarquía senatorial. Es más, Graco llegó incluso a
proponer la concesión de la ciudadanía a los latinos y el derecho de voto al resto de los
aliados itálicos. La respuesta del Senado no se hizo esperar: mediante un senatus
consultum ultimum se declaró el estado de excepción y en una encarnizada lucha en las
calles de Roma, donde murieron Graco y muchos de sus seguidores (121 a. C.).

La reforma agraria había fracasado y el poder recaía nuevamente en manos del Senado.

7. Las clases sociales en etapa imperial

A grandes rasgos, el modelo de sociedad existente en el Imperio no presentaba grandes


diferencias con la división en clases del período republicano: se mantiene una clara
distinción entre ciudadanos ricos y privilegiados (honestiores de los órdenes senatorial y
ecuestre) y la gran masa de población compuesta por los ciudadanos de escasos recursos
(humiliores). Una vez más, en lo más bajo de la escala social, se encuentran aquellos
que carecen de la ciudadanía (libertos y esclavos).
Sin embargo, a pesar de la aparente similitud de ambos períodos, la sociedad del
Imperio experimentó importantes modificaciones. La ampliación del derecho de
ciudadanía romana: si ya a finales de la República se había concedido este derecho a
gran parte de la población de la península itálica, durante el Imperio se produce un
progresivo aumento en el número de ciudadanos romanos. El Edicto de Caracalla (212
d. C.) es la pieza clave en este proceso, a partir de este momento se otorga la ciudadanía
romana a toda la población libre del Imperio.

La jerarquización de las funciones públicas: ya con Augusto quedan perfectamente


delimitados los ámbitos de influencia de los dos órdenes sociales existentes:

- El ordo senatorius (orden senatorial), que incluía a los ciudadanos con un


patrimonio superior al millón de sestercios, acaparaba las antiguas magistraturas de
la República. Estos ciudadanos, tras desempeñar el cargo de cuestores, pasaban a
formar parte del Senado.
- El ordo equester (orden ecuestre), destinado a los ciudadanos con un patrimonio
superior a los 400.000 sestercios, constituía la nobleza oficial. Sus miembros
ostentaban los nuevos cargos imperiales. Con el tiempo, los caballeros disfrutaron
de un poder superior al de los senadores.

La humanización en el trato a los esclavos: la influencia del cristianismo y de corrientes


filosóficas, como el estoicismo, dieron lugar a una mejora en la calidad de vida de los
esclavos. Emperadores como Adriano o Antonino impusieron castigos a los amos que
mataban a sus esclavos. Además, se produce un incremento notable en el número de
manumisiones.

La sociedad del Bajo Imperio se va a caracterizar por la gran jerarquización de sus


estamentos. En el Bajo Imperio aparece una nueva clase, la de los colonos: hombres
teóricamente libres que, en la práctica, se hallaban vinculados a un dueño.

La línea divisoria entre los estamentos sociales se manifiesta con más claridad que
durante el Alto Imperio. Por un lado están los propietarios de la tierra, los potentiores u
honestiores, frente a los pequeños propietarios libres, humiliores, y los colonos. Solo los
primeros tendrán acceso a los altos cargos de la administración central.

La sociedad comienza a experimentar una progresiva ruralización. Las propiedades


rústicas, que constituían la fuente de riqueza más importante, tienden a concentrarse en
pocas manos, puesto que el pequeño campesino comprueba que la única medida para
librarse de la presión fiscal es vender sus tierras a un propietario rico. Los ricos, de este
modo, llegan a acumular enormes extensiones de tierra, a veces incluso aldeas enteras.

Los ciudadanos pobres se convierten en siervos de estos nuevos propietarios,


constituyendo la clase social de los colonos, que, si bien mantuvieron en todo momento
sus derechos de hombres libres, en la práctica estaban totalmente sujetos a sus amos.

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