Reflexiones II - IMPRESION - UNIDO
Reflexiones II - IMPRESION - UNIDO
Reflexiones II - IMPRESION - UNIDO
PÚBLICO
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Nota: los artículos publicados expresan exclusivamente la opinión
de sus autores y autoras.
“… No, esta libertad que adoro no es, ni mucho menos, el
dios desconocido. Nosotros combatimos para defender
los bienes cuya posesión ella otorga, desde el primer
momento, a quienes la invocan. Esos bienes son la declara-
ción de derechos, la dulzura de las máximas republicanas,
la fraternidad, la santa igualdad, la inviolabilidad de los
principios: he aquí las huellas del paso de la diosa; he
aquí los rasgos por los que yo distingo los pueblos entre
los que habita.”.
Camilo Desmoulins
Le vieux Cordelier, No. 4, diciembre de 1793
Índice
Presentación / IX
Breve reflexión sobre la ponderación y la oposición
cognitivismo-no cognitivismo ético / 1
Alejandro González Monzón
El Derecho Administrativo Global y las fuentes del Derecho Administrativo / 19
Benjamín Marcheco Acuña y Raudel Navarro Hernández
El deber de buena administración como brújula de la función
administrativa: panorama cubano / 41
Ana Celia Rivery Ruiz
El contrato administrativo como técnica jurídica: sucintas consideraciones
generales / 63
Andry Matilla Correa
La potestad sancionadora de la Administración Pública: definición
y principios que rigen su ejercicio (especial referencia a los principios
de legalidad, tipicidad, irretroactividad y non bis in idem) / 102
Kenia Margarita Espinosa Velázquez
La noción de función pública: apuntes en una perspectiva
técnico-jurídica / 129
Fernando Monzón Páez
La potestad disciplinaria de la Administración Pública: elementos necesarios
para su individualización teórica / 155
Reynaldo Jorge Lam Peña
La expropiación forzosa como institución jurídica: orígenes, justificación
y delimitación conceptual / 190
Raudel Navarro Hernández
La servidumbre administrativa en Cuba: consideraciones teóricas
a partir del análisis doctrinal y legislativo / 214
Irina Pérez Trujillo
VII
Andry Matilla Correa / Diego Paúl Viteri Núñez
VIII
Presentación
IX
Andry Matilla Correa / Diego Paúl Viteri Núñez
sí, todos unidos, desde hace algún tiempo, por fuertes lazos de trabajo –y en
muchos casos también de amistad–.
Si se repasa el nombre de los autores de los trabajos aquí incluidos, puede
detectarse enseguida que entre ellos hay experiencia y (los más) “sangre
joven”. Así, hemos convocado autores que –con todo y que aún resultan
jóvenes en estas lides académicas y científicas– acreditan una sostenida y
reconocida labor en las aulas universitarias y en la investigación; y también
hay una nueva hornada de profesores e investigadores, muy jóvenes, pero que
van demostrando pujanza, seriedad y compromiso con el estudio científico
del Derecho Público.
Reflexiones sobre Derecho Público II es, por un lado, una buena muestra de
algunas de las inquietudes intelectuales, de su diversidad y pluralidad, que,
ahora mismo, se mueven entre los profesores, investigadores y profesionales
del Derecho que aquí participan, y que representan una parte de los interesa-
dos en el estudio del universo iuspublicístico nacional, especialmente a nivel
universitario.
Es de señalar que varias de las aportaciones incluidas en esta obra, son el resul-
tado de investigación de sus autores en el marco de sus estudios de maestría
o de su formación doctoral (en ciencia jurídica), en programas auspiciados por
universidades de nuestro país. Lo que le imprime un plus en el rigor e interés
científico con que son tratados los temas.
Por otro lado, este libro también es expresión de los esfuerzos por la renovación
teórica, conceptual y práctica de nuestro Derecho Público. Una renovación que
se procura impulsar y acometer con muchos tropiezos, de a poco, de forma
(muy) tenue e imperfecta; pero que, advertida, no deja otra opción, por nece-
saria e impostergable, que no sea la de promoverla y abonarla firmemente, de
buscar decididamente su profundización, con las fuerzas intelectuales con las
que contamos desde los predios del conocimiento jurídico, para dejar trazado
el camino y sembrados los pasos que puedan ser luego caminados rindiendo
los frutos del necesario mejoramiento de nuestro ordenamiento jurídico, de
nuestra práctica jurídica y de nuestra ciencia del Derecho Público (en todas
sus expresiones).
A la vista del índice, el lector podrá identificar que este texto se integra por
trabajos de Filosofía del Derecho, Derecho Administrativo, Derecho Financiero
y Derecho Ambiental. Así, el contenido de este Reflexiones… II resulta diverso
y policromático, planteando estudios sobre cuestiones poco tratadas, o cuyos
tratamientos no son frecuentes, dentro de la literatura iuspublicística nacional.
X
Presentación
XI
Breve reflexión sobre la ponderación y la oposición
cognitivismo-no cognitivismo ético
Karl Popper
Precisiones preliminares
La ponderación es el balance entre principios que debe hacerse para resolver
un caso presentado, precisamente, como de conflicto entre principios. Las
disertaciones sobre la ponderación, en tanto forma de construcción jurídica
que instituye una jerarquía axiológica entre principios, constituyen en la
actualidad una de las aristas fundamentales de los debates teóricos sobre la
aplicación del Derecho. Si bien los posicionamientos teóricos (analíticos y no
analíticos) referidos a la idea de ponderar o balancear principios, valores o
intereses han sido verdaderamente profusos en la doctrina jurídica occidental
contemporánea, es posible asumir como una de las premisas esenciales al
respecto el hecho de que la ponderación supone importantes discernimien-
tos de naturaleza metaética, como pueden ser el pluralismo ético1 (Raz), la
1
Alejandro González Monzón
2
Cfr. Dworkin, R., Los derechos en serio, Ariel, Barcelona, 1989, p. 72.
3
Ibidem, p. 76.
2
Breve reflexión sobre la ponderación y la oposición cognitivismo-no cognitivismo...
4
Vid. Stevenson, C. L., “The emotive meaning of ethical terms”, Mind, vol. 46, No. 181, jan.,
1937, pp. 14-31.
5
Vid. Wright, G. H. von, Normas, verdad y lógica, Fontamara, México D.F., 2001.
3
Alejandro González Monzón
6
Sigo aquí las consideraciones de Hernán-Pérez Merino, M. T., “El problema de la objetividad
de la ética. Un estudio de la polémica objetivismo/subjetivismo en la ética a través del análisis
de las obras de J. L. Mackie y F. V. Kutschera”, Tesis Doctoral, dirigida por el Dr. Juan Miguel
Palacios, Universidad Complutense de Madrid, Madrid, 1991, pp. 68-82.
4
Breve reflexión sobre la ponderación y la oposición cognitivismo-no cognitivismo...
7
Cfr. Hare, R. M., The language of Morals, Oxford, 1952, p. 2 y ss.
5
Alejandro González Monzón
asumidos, tal cual lo son las reglas, como mandatos que se aplican a un caso
concreto en términos de todo o nada, sino como normas cuyas posibilidades
de realización dependen de la concurrencia de determinadas circunstancias
fácticas y jurídicas, lo que supone una indiscutible gradación en el extensión
de su contenido (pueden cumplirse en diversos grados), lo cierto es que su
instrumentación más evidente tiene lugar en la solución de los episodios
de colisión principial, los que a su vez tienen en el ámbito constitucional su
entorno natural.
La definición de la ponderación, en tanto esquema de razonamiento jurídico
(construcción jurídica), implica la atención de los postulados siguientes:
– La definición de la ponderación presupone un posicionamiento desde la
metodología de la ciencia del Derecho, y muy especialmente desde la teoría
de las normas jurídicas, pues debe reconocer como hipótesis la existencia
de estructuras normativas diferentes de las reglas, es decir, debe participar
de un juicio de afirmación con respecto a los principios (constitucionales).
La ponderación es, efectivamente, un criterio de diferenciación entre la
categoría de los principios frente a la categoría de las reglas, entendidas
ambas como tipos diferentes de normas jurídicas.
– La ponderación se manifiesta en una estructura de argumentación jurídica,
pues supone la organización y el contrapunteo de argumentos, no brin-
dando per se un criterio material determinante del contenido objetivo de
los principios que, una vez entrados en colisión, deben ser sopesados. La
ponderación se cristaliza entonces en el establecimiento y la fundamenta-
ción suficiente de una relación de precedencia de un principio con respecto
a otro, condicionada por factores fácticos y jurídicos.
– La manifestación de la ponderación en una estructura de argumentación jurí-
dica tiene como función específica justificar un estado puntual de prioridad
de un principio con respecto a otro. Esta prioridad es de naturaleza puntual
porque depende de las circunstancias fácticas y jurídicas que concurran en
un caso concreto. El hecho de que la ponderación suponga una preminencia
principial concreta está dado por la no existencia de un criterio de jerarquía
en la ordenación de los principios, pues de lo contrario no sería cosa dife-
rente a un mecanismo abstracto de gradación de estos, con posibilidad de
ser generalizado para la solución de conflictos de esta naturaleza.
Así, para brindar solución al caso A1, desarrollado en el contexto X, se pre-
sentan como óptimos los principios P1 y P2, cuyas consecuencias resolutivas
exhiben notas distintivas no despreciables, motivo por el cual el intérprete
debe dilucidar cuál de las variantes exterioriza un mayor peso,8 o lo que es
8
Sobre este aspecto, la profesora Laura Clérico anotó que la referencia a la ponderación ha
de realizarse en alusión a un proceso de preparación de la determinación de la relación de
6
Breve reflexión sobre la ponderación y la oposición cognitivismo-no cognitivismo...
lo mismo, cuál de las variantes se eleva como la más adecuada para fungir
como pauta de traducción jurídica para con la realidad social contenida en el
caso, esto de acuerdo con una serie de factores de naturaleza múltiple que
deben ser comprendidos en un ejercicio argumentativo consecuente. Así, el
resultado de la ponderación lo constituye un enunciado de preferencia, cuya
forma lógica es la siguiente: el principio P1 tiene más peso (más valor, resulta
más idóneo) que el principio P2 en el contexto X en el que se desarrolla el caso
A1. La utilización del término preferencia tiene una marcada intencionalidad,
a saber, el enunciado descrito no indica la validez de P1 y la invalidez de P2.
El enunciado de preferencia (que en sí mismo es un juicio comparativo entre el
peso de P1 y P2) resulta a su vez de un juicio comparativo entre las soluciones
que al caso concreto aportan los principios P1 y P2, tomando en consideración
la justicia y la racionalidad que estas suponen. En consecuencia, si la solución
S1 corresponde a la aplicación del principio P1, y la solución S2 corresponde a la
aplicación del principio P2, la estimación de un mayor peso a favor del principio
P1 respecto al principio P2 depende de una mayor estimación de la justicia y la
racionalidad que entraña la solución S1 respecto a la solución S2, o viceversa.9
Ahora bien, la preferencia del principio P1 respecto al principio P2 y, por ende,
la preferencia de la solución S1 respecto a la solución S2, es condicional, es
decir, depende del contexto X en el que se desarrolla el caso A1. Ergo, la pre-
ferencia descrita no debe necesariamente cobrar vigor en el contexto Y en
el que se desarrolla el caso A2, donde también se ha denotado una colisión
entre los principios P1 y P2.
7
Alejandro González Monzón
10
Martínez Zorrilla, D., Conflictos constitucionales, ponderación e indeterminación normativa,
Marcial Pons, Madrid, 2007, p. 163 y ss.
11
Moreso, J. J., La Constitución: modelo para armar, Marcial Pons, Madrid-Barcelona-Buenos
Aires, 2009, p. 267 y ss.
12
Sardo, A., “Teorías de la ponderación. Análisis crítico”, en P. Grández y F. Morales (Eds.), La
argumentación jurídica en el Estado Constitucional, Palestra Editores, Lima, 2013, p. 254.
8
Breve reflexión sobre la ponderación y la oposición cognitivismo-no cognitivismo...
13
Sardo, Alessio, “Teorías de la ponderación…”, ob. cit., p. 260.
14
Guastini, R., Estudios de teoría constitucional, Editorial de la UNAM, Distribuciones Fonta-
mara, México D.F., 2001, pp. 145-147.
9
Alejandro González Monzón
15
Moreso, J. J., “Guastini sobre la ponderación”, Isonomía, No. 17, octubre de 2002, p. 232.
16
Sardo, Alessio, “Teorías de la ponderación…”, ob. cit., pp. 245-246.
10
Breve reflexión sobre la ponderación y la oposición cognitivismo-no cognitivismo...
17
Cfr. Guastini, R., Ensayos escépticos…, ob. cit., p. 148.
18
Moreso, J. J., “Alexy y la aritmética de la ponderación”, en M. Carbonell (Ed.), El principio
de proporcionalidad y la interpretación constitucional, Ministerio de Justicia y Derechos
Humanos, Quito, 2008.
19
Lora, P. de, “Tras el rastro de la ponderación”, Revista Española de Derecho Constitucional,
No. 60, Madrid, 2000, p. 263 y ss.
20
Atienza, M., “A vueltas con la ponderación”, en M. Atienza y J. A. García Amado, Un debate
sobre la ponderación, Palestra-Temis, Editores, Lima-Bogotá, 2012, p. 20.
21
Ibidem, pp. 20 y 21.
22
Vid. la sistematización de Borowski, R., La estructura de los derechos fundamentales, Uni-
versidad Externado de Colombia, Bogotá, 2003, pp. 47-65.
11
Alejandro González Monzón
que opera entre los principios y las reglas ha fungido como apoyatura de
cuestiones tan esenciales como la identificación del contenido y de los límites
de los derechos fundamentales; además de posibilitar la concepción, sobre la
base de la experiencia jurisdiccional, de la potencialidad conflictual que estos
presentan en ocasión del tráfico jurídico, en tanto sus contenidos colisionan
en no pocos conflictos concretos que trascienden a la mera aplicación por
subsunción de una regla.
El modelo de Alexy tiene su base en la concepción de los derechos funda-
mentales como principios, y de estos como mandatos de optimización que
ordenan que algo debe realizarse en la mayor medida posible, de acuerdo con
las posibilidades fácticas y normativas que concurran en la figuración de un
supuesto concreto. El vínculo entre ponderación y derechos fundamentales
implica una determinada concepción respecto al contenido y los límites de
estos últimos, pues de ella dependerá que se acepte la propensión a la con-
flictividad que suponen y, por ende, la necesidad de poner en movimiento el
método ponderativo y no el subsuntivo.
Es en esta cadencia, la distinción entre principios y reglas es la base de la
fundamentación iusfundamental y es una clave para la solución de problemas
centrales de la dogmática de los derechos fundamentales. Sin ella, no puede
existir una teoría adecuada de los límites, ni una teoría satisfactoria de la
colisión y tampoco una teoría suficiente acerca del papel que desempeñan
los derechos fundamentales en el sistema jurídico.23 Así, los conflictos entre
derechos fundamentales (principios) se resuelven mediante la realización
de un test de proporcionalidad, entendido este como el principio de mayor
relevancia ab intra del ordenamiento jurídico. Este principio de proporciona-
lidad se estructura de forma tripartita, es decir, contempla en su ontología
tres subprincipios: el de idoneidad, el de necesidad y el de proporcionalidad
en sentido estricto o ponderación.
Los subprincipios de idoneidad y de necesidad hacen referencia a la optimiza-
ción en relación con las posibilidades fácticas, ya que de lo que se trata es de
“[…] impedir ciertas intervenciones en los derechos fundamentales, que sean
evitables sin costo para otros principios […]”.24 Esto se traduce en que la impo-
sición de una medida que limita el ejercicio de un derecho para satisfacer otro
debe ser la más idónea y necesaria, dentro de todas las opciones posibles, en
aras de realizar esta finalidad, es decir, no puede configurarse otra medida que
suponga la consecución de fines idénticos y que implique un resultado limita-
tivo de menor entidad. Por otra parte, el subprincipio de proporcionalidad en
23
Alexy, R., Teoría de los derechos fundamentales, Centro de Estudios Constitucionales, Madrid,
1993, p. 81.
24
Alexy, R., Teoría de la argumentación jurídica. La teoría del discurso racional como teoría de
la fundamentación jurídica, Palestra Editores, Lima, 2007, p. 459.
12
Breve reflexión sobre la ponderación y la oposición cognitivismo-no cognitivismo...
25
Ibidem, p. 460.
26
Idem.
27
Klatt, M., “La filosofía del Derecho de Robert Alexy como sistema”, Doxa, No. 43, Alicante,
2020, p. 229.
28
Pozzolo, S., “Robert Alexy, derechos fundamentales, discurso jurídico y racionalidad práctica.
¿Una lectura realista?”, Revista Derecho & Sociedad, No. 48, 2017, p. 220.
13
Alejandro González Monzón
29
Alexy, R., “Ponderación, control de constitucionalidad y representación”, en P. A. Ibáñez y R.
Alexy, Jueces y ponderación argumentativa, Editorial de la UNAM, México D.F., 2006, pp. 5-6.
30
Ibidem, p. 6.
31
El texto de la nota dice lo siguiente: “[…] El hecho de que un tullido, en concreto usted, esté
en disposición de prestar servicio en una organización, el ejército, cuya finalidad es convertir
a hombres en tullidos o matarlos, es algo que nos pareció obsceno y que nos hizo nombrarle
una de las siete personalidades más lamentables del mes de marzo. Encontramos odioso el
hecho siguiente, que nos trae a la mente nuestras anteriores dudas sobre si usted estaría
bien de la cabeza, y que consistió en que por medio de abogado nos reclama como indemni-
zación más de cincuenta mil marcos porque el peso jurídico y objetivo de la ofensa pública de
nuestro mandante es mucho mayor que si nos hubiésemos burlado de una persona sana. ¿O
cómo llamaría usted la degradación jurídica de los sanos a personas de segunda clase? […].
Así que nos veremos ante el juez […]”. Vid. García Amado, J. A., “El juicio de ponderación y
sus partes. Crítica de su escasa relevancia”, en T. da Rosa Bustamante (Ed.), Teoria do Direito
e Decisão Jurídica, Edições Renovar, Rio de Janeiro-São Paulo-Recife, 2008, p. 14.
14
Breve reflexión sobre la ponderación y la oposición cognitivismo-no cognitivismo...
32
Alexy, R., “Ponderación…”, ob. cit., pp. 6 y 7.
33
Alexy, R., Epílogo a la teoría de los derechos fundamentales, Centro de Estudios Políticos y
Constitucionales, Madrid, 2002, p. 34.
34
Ibidem, pp. 34 y 35.
35
Idem, p. 36. El profesor García Amado ha construido una crítica al respecto basada en cinco
ideas centrales: 1) no hay (o no tiene por qué haber) diferencia cualitativa entre decisiones
en materia de conflictos entre derechos fundamentales o en cualquier otro caso de conflicto
jurídico; 2) no hay diferencia cualitativa entre el tipo de normas que Alexy llama reglas y las
que llama principios; 3) a los tribunales constitucionales no los especifica la aplicación de
ningún método peculiar o propio; 4) su diferencia, si la hay, con los tribunales de la jurisdicción
ordinaria habrá que buscarla en otros lados, y posiblemente sea meramente competencial;
y 5) en consecuencia, no podrá ser la invocación de su método o perspectiva propios lo que
sirva de pretexto a los tribunales constitucionales para ampliar sus competencias más allá de
lo que es la dicción de las normas constitucionales o legales que se la atribuyen. Vid. García
Amado, J. A., “El juicio de ponderación y sus partes…”, ob. cit., p. 17.
15
Alejandro González Monzón
36
Alexy, R., “Ponderación…”, ob. cit., p. 7.
37
Ibidem, p. 7.
38
Alexy, R., Epílogo…, ob. cit., p. 41 y ss. Ver una explicación suficiente en Bernal Pulido, C., El
principio de proporcionalidad y los derechos fundamentales. El principio de proporcionalidad
como criterio para determinar el contenido de los derechos fundamentales vinculante para
el Legislador, Universidad Externado de Colombia, Bogotá, 2014, p. 736 y ss.
39
Atienza, M., Las razones del derecho. Teorías de la argumentación jurídica, Editorial de la
UNAM, México D.F., 2005, p. 174.
16
Breve reflexión sobre la ponderación y la oposición cognitivismo-no cognitivismo...
En este entendido, la fórmula del peso es una clase de argumento. Las formas
de argumento definen la estructura lógica de movimientos dentro de los dis-
cursos y muestran cómo los movimientos se relacionan entre sí.40 En defini-
tiva, la ponderación no es posible sin el discurso, “[…] y las distintas clases de
argumentos o estructuras de inferencias incluyen necesariamente la estructura
ponderativa, tal y como lo pone de manifiesto la fórmula del peso […]”.41
Consideración ad finem
La irracionalidad y el subjetivismo que se imputa a la ponderación, como
bien ha explicado el profesor Alexy, valen en la medida en que con ellas
se infiera que la ponderación no es un procedimiento que, en cada caso,
conduzca exactamente a un resultado. Pero no valen en la medida en que
de ellas se infiera que la ponderación no es un procedimiento racional o
es irracional.42
La ponderación, siguiendo ahora a Bernal Pulido, no es un procedimiento
algorítmico que por sí mismo garantice la obtención de una única respuesta
correcta en todos los casos. Aunque no puede reducir la subjetividad del
intérprete, en ella sí puede fijarse cuál es el espacio en donde yace esta sub-
jetividad, cuál es el margen para las valoraciones del juez y cómo dichas valo-
raciones constituyen también un elemento para fundamentar las decisiones.
La gradación de la afectación de los principios, la determinación de su peso
abstracto y de la certeza de las premisas empíricas y la elección de la carga
de la argumentación apropiada para el caso, conforman el campo en el que
se mueve dicha subjetividad.43
La ponderación debe exhibir mecanismos de razonamientos que resulten
coherentes y que produzcan consecuencias aceptables. En esta dirección,
la racionalidad de la ponderación se expresa en la racionalidad de la argu-
mentación que de ella se deduce, ya que solo se podría calificar de irracional
a la ponderación si su instrumentación no se desarrolla en el marco de una
argumentación suficiente y coherente, pues son los argumentos “[…] los que
expresan y hacen ostensibles las reflexiones […]”.44 Aquí cobra pleno sentido
el apotegma varias veces descrito en la doctrina, según el cual la argumenta-
ción es una herramienta esencial, que permite realizar controles efectivos a la
actividad decisoria de los jueces. De hecho, siguiendo a Atienza, los criterios
40
Alexy, R., “Ponderación…”, ob. cit., p. 10.
41
Ibidem, pp. 10 y 11.
42
Alexy, R., Teoría…, ob. cit., p. 157.
43
Bernal Pulido, C., “Estructura y límites de la ponderación”, Doxa, No. 26, Alicante, 1989,
p. 238.
44
Alexy, R., Epílogo…, ob. cit., p. 37.
17
Alejandro González Monzón
45
Atienza, M., Filosofía del Derecho y transformación social, Trotta, Madrid, 2017, p. 157.
18
El Derecho administrativo global y las fuentes
del Derecho administrativo
I. Introducción
Cuando, por lo general, tanto en la enseñanza como en la propia práctica del
Derecho se trata el tema de las fuentes (formales) del Derecho administrativo,
es prácticamente nula la referencia a la regulación administrativa global, a
excepción de las derivadas de los tratados internacionales como fuente directa
del Derecho administrativo.
Ello es así, fundamentalmente, porque aún se entiende al Derecho adminis-
trativo desde lo que el profesor Javier Barnés denomina “los tres diques que
delimitaban sus señas de identidad: como derecho nacional, derecho del poder,
y como derecho de vocación ejecutiva”,1 y porque el Derecho administrativo
global es aún una disciplina en ciernes.
Sin embargo, es evidente que en los últimos años, el fenómeno de la globa-
lización y sus manifestaciones concretas, como las regulaciones de alcance
supranacional, han producido importantes innovaciones estructurales y en las
formas de actuación de la Administración pública, lo que ha abocado al Derecho
administrativo a un replanteamiento de sus principales postulados teóricos.
En el Derecho administrativo actual se ha sentido la notable influencia de la
regulación administrativa global, como resultado de un aumento en el alcance
y las formas de regulación y administración que se desarrollan más allá de las
fronteras estatales para abordar las consecuencias de la interdependencia
generada por el fenómeno de la globalización.2
19
Benjamín Marcheco Acuña / Raudel Navarro Hernández
3
En este sentido resulta muy ilustrativa la paradigmática sentencia Grimaldi, de 13-12-1989, del
Tribunal de Justicia de la Unión Europea, quien entiende que este tipo de regulaciones, a pesar
de carecer de eficacia vinculante, “no pueden ser considerados como carentes en absoluto de
efectos jurídicos” y los jueces están obligados a tenerlas en cuenta a la hora de resolver los
litigios de que conocen, “sobre todo cuando aquéllas ilustran acerca de la interpretación de
disposiciones nacionales adoptadas con el fin de darles aplicación, o también cuando tienen
por objeto completar las disposiciones comunitarias dotadas de fuerza vinculante”.
20
El Derecho administrativo global y las fuentes del Derecho administrativo
4
Además de esa gran distinción entre dos campos fundamentales del Derecho internacional, el
sustantivo suele aplicarse a otras ramas como el Derecho comercial internacional, el Derecho
económico internacional y el Derecho penal internacional. Sobre los dos primeros puede verse
Fernández Rozas, José Carlos. “El Derecho del comercio internacional en el contorno de la
globalización”, Escriva. Revista del Colegio de Notarios del Estado de México, No. 5/2000, pp.
161-230. Sobre el tercero puede verse Bassiouni, Cherif, “El Derecho penal internacional:
Historia, objeto y contenido”, Anuario de Derecho Penal y Ciencias Penales, Madrid, 1982,
pp. 5-42; y Estupiñán Silva, Rosmerlín, “Principios que rigen la responsabilidad internacional
penal por crímenes internacionales”, Anuario Mexicano de Derecho Internacional, vol. XII,
2012, UNAM-Instituto de Investigaciones Jurídicas, pp. 133-173.
5
Que es un sector de estudios “en construcción” es con seguridad la única nota común a los
estudiosos que se dedican al tema. Cfr. Fernández Lamela, Pablo, “Globalización y Derecho
público. Introducción al Derecho administrativo internacional”, en David Cienfuegos Salgado
y Miguel Alejandro López Olvera (coords.), Estudios en homenaje a Don Jorge Fernández Ruiz,
t. I – Derecho Administrativo, UNAM, México D.F., 2005, p. 45: “a fin de introducirnos a su
estudio, identificaremos algunos de sus elementos y tópicos básicos, dejando en claro que
cualquier conclusión que se exponga al respecto sólo puede tener carácter provisorio, dado
que se trata de un tema en constante evolución y aún no consolidado” (pp. 45-63).
21
Benjamín Marcheco Acuña / Raudel Navarro Hernández
6
Ruiz, Julián M., Principios de Derecho Administrativo, Escuela de Ciencias Comerciales,
Universidad de La Habana, La Habana, 1950, p. 14.
7
Garcini Guerra, Héctor, Derecho Administrativo, Pueblo y Educación, La Habana, 1986, p. 27.
8
Escuín Palop, Catalina, Curso de derecho administrativo. Parte general, tirant lo blanch,
Valencia, 2011, p. 19.
22
El Derecho administrativo global y las fuentes del Derecho administrativo
9
García de Enterría, Eduardo y Tomás-Ramón Fernández, Curso de Derecho Administrativo,
t. I, 15ª ed., Civitas-Thomson Reuters, Madrid, 2011, p. 49.
10
Un análisis del tema en el Derecho español puede verse en García de Enterría, Eduardo y
Tomás-Ramón Fernández, ob. cit., p. 159 y ss.
11
Cfr. Schmidt-Assmann, Eberhard, “La ciencia del derecho administrativo ante el reto de la
internacionalización de las relaciones administrativas”, Revista de Administración Pública,
No. 171/2006, Madrid: “por derecho administrativo internacional se entiende el derecho
conflictual jurídico-público, esto es, el Derecho nacional de selección de la ley aplicablea
supuestos de hecho dotados de conexión con el extranjero” (pp. 32 y 7-34).
12
Un análisis del contexto del surgimiento y desarrollo del Derecho administrativo global puede
verse en López Escarcena, Sebastián, “Contextualizando el derecho administrativo global”,
Anuario Colombiano de Derecho Internacional, vol. 11/2018, pp. 259-305.
13
En su tiempo, Garcini Guerra distinguía entre un “Derecho Internacional Administrativo que
regula las relaciones derivadas de la existencia de una Sociedad Internacional y un Derecho
Administrativo Internacional que regula la actividad del Estado enderezada a la realización
23
Benjamín Marcheco Acuña / Raudel Navarro Hernández
de sus fines más allá de sus fronteras nacionales”. Cfr. Garcini Guerra, Héctor, Derecho
Administrativo, ob. cit., p. 35.
14
Un análisis sobre las diferencias específicas entre el Derecho administrativo internacional
y el Derecho administrativo global puede verse en Brewer-Carías, Allan R., “El Derecho
administrativo global en materia de cooperación policial y el procedimiento administrativo
global desarrollado ante interpol, como administración global, para la protección de las
personas”, ponencia en el Tercer Congreso Internacional de Derecho Administrativo, sobre
“Derecho Administrativo Global”, organizado por el Instituto de Investigaciones Jurídicas de
la Universidad Nacional Autónoma de México y la Facultad de Derecho y Criminología de la
Universidad Autónoma de Nuevo León, Monterrey, Nuevo león, 23-25 abril 2009, p. 3 y ss.,
disponible en http://allanbrewercarias.com/wp-content/uploads/2009/04/1045.-1-990.-
PROCEDIMIENTO-ADMINISTRATIVO-GLOBAL-EN-MATERIA-DE-POLIC%C3%8DA.-Monterrey.
doc.pdf [consultado el 5 de julio de 2018].
15
“Los modelos de gobernanza global que han surgido han sido moldeados por un poco evidente
pero importante y creciente cuerpo de normas de derecho administrativo global. Este cuerpo
de normas no se encuentra hoy en día unificado, de hecho, no es todavía un campo orga-
nizado en la academia o en la práctica”. Cfr. Kingsbury, Benedict, et al., “El surgimiento del
Derecho Administrativo Global”, Revista de Derecho Público, No. 24/2010, Bogotá, Facultad
de Derecho Universidad de los Andes, p. 23.
16
Cfr. López Escarcena, Sebastián, “Contextualizando el derecho administrativo”, ob. cit.,
p. 261.
24
El Derecho administrativo global y las fuentes del Derecho administrativo
17
Kingsbury, Benedict, et al., “El surgimiento…”, ob. cit., p. 8.
18
Cfr. López Escarcena, Sebastián, “Contextualizando el derecho administrativo”, ob. cit.,
p. 271.
19
Cfr. Schmidt-Assmann, Eberhard, “La ciencia del derecho…”, ob. cit., p. 9.
20
Cfr. Gambardellad’Etigny, Maité y Beatriz von Loewenstein Weil, Recensión al libro Hacia
el Derecho Administrativo Global: fundamentos, principios y ámbito de aplicación de Bene-
25
Benjamín Marcheco Acuña / Raudel Navarro Hernández
dict Kingsbury y Richard B. Stewart (Global LawPress, Sevilla, 2016), en Revista de Derecho
Público, vol. 84/2016, Universidad de Chile, pp. 179-183.
21
Cfr. Muci Borjas, J. A., Control judicial y arbitraje internacional conforme al Derecho Admi-
nistrativo Global, Centro de Arbitraje de la Cámara de Comercio de Caracas, Caracas, 2005,
p. 11.
22
Brewer-Carías, Allan R., “El Derecho administrativo global…”, ob. cit., p. 2.
23
Chávez, María del P., “La inexistencia del derecho administrativo global”, Diario Adminis-
trativo, No. 76, de 4 de agosto de 2015. Esta autora señala que “la denominación encierra
una contradicción en sí misma, toda vez que el derecho administrativo es por definición
inherente al Estado moderno y el adjetivo ‘global’ parece ampliar su ámbito de aplicación
espacial por fuera de las fronteras de aquel hasta los confines de la tierra. En el estado actual
del derecho internacional no existe cohesión normativa más allá de las normas denominadas
de ius cogens y de parte del derecho derivado de las directivas del Consejo de Seguridad
26
El Derecho administrativo global y las fuentes del Derecho administrativo
tomadas en el marco del capítulo VII de la Carta de las Naciones Unidas. En consecuencia, no
es posible hablar –en términos sistémicos– de un derecho administrativo que tenga escala
global”.
24
Gordillo, Agustín, Tratado de Derecho Administrativo y obras selectas, t. I, Fundación de
Derecho Administrativo, Buenos Aires, 2017, pp. V-14.
25
Cfr. Kingsbury, Benedict, et al., “El surgimiento...”, ob. cit., p. 9. Según los autores, “en la
práctica, muchas de estas capas se superponen o se combinan, pero nosotros proponemos
esta selección de tipos ideales para facilitar investigaciones futuras”.
27
Benjamín Marcheco Acuña / Raudel Navarro Hernández
26
A raíz de esos fenómenos han “surgido nuevos conceptos e ideas que han penetrado en la
literatura: la Nueva Gestión Pública, la gobernanza, la rendición de cuentas [accountability],
los organismos expertos, la dirección [steering]. Pero, como la continuidad y el cambio van
de la mano, es difícil estudiar este mosaico de contradicciones utilizando viejos métodos”.
Cfr. Cassesse, Sabino, “New paths for administrative law: A manifesto”, International Journal
of Constitutional Law, Vol. 10(3)/2012, pp. 3-4.
28
El Derecho administrativo global y las fuentes del Derecho administrativo
27
Kingsbury, Benedict, et al., “El surgimiento...”, ob. cit., p. 7.
28
Cfr. Fernández Lamela, Pablo, “Globalización y Derecho público”, ob. cit., p. 53.
29
El campo de las administraciones globales progresivamente se ha ido desplazando hacia
otros campos de actividades más vinculadas con aspectos sustantivos del tradicional Derecho
administrativo, como la protección ambiental, la seguridad internacional, la energía nuclear,
el control de armas químicas, la propiedad intelectual y el régimen de las personas, como
por ejemplo el tratamiento de los refugiados. Cfr. Brewer-Carías, Allan R., “El Derecho
administrativo global…”, ob. cit., pp. 4 y 5.
29
Benjamín Marcheco Acuña / Raudel Navarro Hernández
30
Kingsbury, Benedict, et al., “El surgimiento...”, ob. cit., p. 12.
31
Cfr. Brewer-Carías, Allan R., “El Derecho administrativo global…”, ob. cit., p. 5.
30
El Derecho administrativo global y las fuentes del Derecho administrativo
32
Un análisis sistemático al respecto puede verse en Shaffer, Gregory C. y Mark A. Pollack,
“Hard vs. Soft law: Alternatives, Complements, and Antagonists in International Governance”,
Minnesota Law Review, Vol. 94/2010, pp. 706-799.
31
Benjamín Marcheco Acuña / Raudel Navarro Hernández
32
El Derecho administrativo global y las fuentes del Derecho administrativo
33
Cfr. Chinkin, C., “Normative Development in the international legal system”, in D. Shelton
(ed.), Commitment and compliance. The role of non-binding norms in the international legal
system, Oxford University Press, New York, 2000, pp. 30- 31.
34
Alarcón García, Gloria, “El soft law y nuestro sistema de fuentes”, en Tratado sobre la Ley
General Tributaria. Libro-Homenaje del profesor Álvaro Rodríguez Bereijo, Thomson Reuters-
Aranzadi, Madrid, 2010, pp. 271-299.
35
Cfr. Alonso García, Ricardo, “El soft law comunitario”, Revista de Administración Pública,
No. 54/2001, Madrid, p. 74 y ss.
33
Benjamín Marcheco Acuña / Raudel Navarro Hernández
36
Cfr. la obra colectiva El soft law administrativo. Un estudio de los efectos de las normas no
vinculantes de la administración, Prólogo de José Esteve Pardo, Thomson Civitas, Madrid,
2008.
37
Un estudio sobre las principales formas de expresión del soft law puede verse en Mazuelos
Bellido, Ángeles, “Soft law, ¿Mucho ruido y pocas nueces?”, Revista Electrónica de Estudios
Internacionales, No. 8/ 2004, pp. 1-40.
38
Ibidem, p. 13.
39
Idem, pp. 16-17.
34
El Derecho administrativo global y las fuentes del Derecho administrativo
40
Cfr. Kingsbury, Benedict, et al., “El surgimiento...”, ob. cit., p. 17.
41
Marienhoff, Miguel S., Tratado de Derecho Administrativo, t. I, Abeledo-Perrot, Buenos
Aires, 1983, pp. 105-107.
35
Benjamín Marcheco Acuña / Raudel Navarro Hernández
Para Cassagne, las fuentes del Derecho son los medios o formas que dan origen
al ordenamiento jurídico, distinguiéndose entre las fuentes en reales (o mate-
riales) y formales: las primeras son aquellos modos (elementos, factores, etc.)
que determinan el contenido de las normas jurídicas, con independencia de los
órganos con competencia para producir disposiciones jurídicas; mientras que
las segundas son aquellas que dan origen al ordenamiento, y que emanan de
órganos estatales competentes, en este sentido el concepto fuente se limita
a la constitución, la ley y el reglamento.42
Fernando Garrido Falla entiende por fuentes del Derecho administrativo
“aquellas formas o actos a través de los cuales el Derecho Administrativo
se manifiesta en su vigencia; (fuentes escritas: la Constitución, la ley, los
tratados internacionales, los reglamentos estatales, y los reglamentos dic-
tados por otras corporaciones públicas sometidas a tutela estatal; fuentes
no escritas: la costumbre y los principios generales del derecho; y fuentes
indirectas: los tratados internacionales y la jurisprudencia)”.43
Y según Martín Mateo, las fuentes
“no son otra cosa que el procedimiento de originación de normas jurídico-
administrativas clasificándolas en fuentes primarias, las que nos dan un
derecho directamente aplicable per se (leyes, reglamentos y tratados inter-
nacionales); fuentes complementarias, cuya vigencia se deriva de los propios
pronunciamientos de las fuentes primarias (costumbre y principios generales
del derecho) y fuentes aclaratorias, orientan sobre el auténtico sentido y
alcance de lo querido por el legislador (jurisprudencia y doctrina científica)”.44
Del recuento anterior interesa destacar, por un lado, la variedad de defini-
ciones posibles y, por otro, los dos criterios asumidos por los autores para
conceptualizar las fuentes del Derecho administrativo: el origen de las normas
administrativas, al concebir literalmente el término “fuente”, y su vigencia,
entendida como manifestación de su aplicación efectiva. El Derecho admi-
nistrativo tradicional, circunscrito a la soberanía estatal, es insuficiente
para dar cuenta de la influencia que las regulaciones de las autoridades
globales, públicas o privadas tienen en la Administración pública interna;
esa insuficiencia es notable cuando se identifican las fuentes del Derecho
42
Cassagne, Juan Carlos, Derecho Administrativo, t. I, LexisNexis/Abeledo-Perrot, Buenos Aires,
1998, pp. 123-125.
43
Garrido Falla, Fernando, Tratado de Derecho Administrativo, vol. I – Parte General, 12ª ed.,
Tecnos, 1994, pp. 171-174.
44
Martín Mateo, R., Manual de Derecho Administrativo, 22ª ed., Aranzadi, Pamplona, 2003,
pp. 77-84.
36
El Derecho administrativo global y las fuentes del Derecho administrativo
45
Cassese, Sabino, “El espacio jurídico global”, Revista de Administración Pública, No. 157/
2002, pp. 15, 11-26.
46
Ibidem, p. 16.
37
Benjamín Marcheco Acuña / Raudel Navarro Hernández
47
Idem, pp. 20-21.
48
Idem, pp. 21-22.
49
Darnaculleta Gardella, María M., “El Derecho Administrativo Global. ¿Un nuevo concepto
clave del Derecho administrativo?”, Revista de Administración Pública, No. 199/2016, p. 24.
38
El Derecho administrativo global y las fuentes del Derecho administrativo
50
Marcheco Acuña, Benjamín, “Los desafíos ”, ob. cit., pp. 7-8.
51
Un análisis sobre la regulación global en el sector financiero puede verse en Darnaculleta
Gardella, María M. y María A. Salvador Armendáriz, “Nuevas fórmulas de génesis y ejecución
normativa en la globalización: el caso de la regulación de la actividad financiera”, Revista de
Administración Pública, No. 183, 2010, pp. 139-177.
52
Sirianni, G., “Il rating sovrano”, Constitucionalismo.it, Fascicolo 2, 2012, p. 1.
39
Benjamín Marcheco Acuña / Raudel Navarro Hernández
Estas tensiones serán más intensas en la medida en que las normas o las
acciones administrativas de instancias internacionales afecten directamente la
esfera de los derechos, y aunque difícilmente puedan ser resueltas del todo, sí
pudieran ser atenuadas a través de los métodos de interpretación del Derecho
y la introducción de fórmulas correctivas.
VI. Conclusiones
El sentido y alcance del Derecho administrativo global (identificado también
en la doctrina como Derecho administrativo internacional), como una reciente
proyección del Derecho administrativo (concebido tradicionalmente como
Derecho público interno) afectado por el fenómeno de la globalización, abarca
las normas y las instituciones internacionales cuyas regulaciones (sean tratados
internacionales o no) irradian en la Administración pública interna.
En los estudios sobre el Derecho administrativo global se describe la expan-
sión de los sujetos tradicionales del Derecho administrativo en sus relaciones
con el Derecho internacional, al integrarse como sujetos de tales relaciones,
además del Estado y las instituciones públicas de carácter administrativo,
entidades privadas e incluso los ciudadanos, tradicionalmente excluidos en
los estudios acerca de las relaciones entre Derecho administrativo interno y
el Derecho internacional.
El Derecho administrativo global se manifiesta, básicamente, a través de
normas jurídicas de tipo soft law, entre las que se encuentran resoluciones,
recomendaciones, manuales de buenas prácticas, declaraciones o textos
programáticos de las instituciones y organismos internacionales respecto de
las cuales no existe un tratado o convenio vinculante.
Las normas de Derecho administrativo global pueden ser fuente de Derecho
administrativo interno, en la medida en que una regulación concreta de uno
de los sujetos reguladores del Derecho administrativo global sea acatada y
cumplida por las autoridades internas, sobre todo por aquellas con respecto a
las cuales la entidad reguladora global no está vinculada a través de un tratado
o convenio internacional.
40
El deber de buena administración
como brújula de la función administrativa:
panorama cubano
41
Ana Celia Rivery Ruizz
3
Zanobini, Guido, Corso di Diritto amministrativo, t. I, 8ª ed., Giuffrè, Milán, 1958, p. 257 y ss.
4
Así fue reconocido expresamente en el artículo 41 de la Carta de Derechos Fundamentales
de la Unión Europea y en el Capítulo Tercero de la Carta Iberoamericana de los Derechos y
Deberes del Ciudadano en Relación con la Administración Pública.
42
El deber de buena administración como brújula de la función administrativa ...
5
Nos referimos de esta forma a la persona cuya obra ha marcado la concepción actual de
una Administración sujeta a deberes, especialmente al de buena administración, Juli Ponce
Solé, así como otros: Miguel Guevara Quintanilla y Augusto Durán Martínez, quienes
parten de la constatación del cambio de las bases del Derecho administrativo y por tanto de
la Administración autoritaria a la Administración prestacional y de esta a una Administración
reguladora, así como de la reivindicación de la condición de ciudadano y con ello la exigencia
de participación en los procesos decisionales. La idea que se sostiene en estas obras de la
existencia de un deber de buena administración, persigue como objetivo intencional superar,
sin abandonar, el principio de legalidad como punto de partida y fin de la legitimación de las
administraciones públicas.
6
Entre las obras de los clásicos en las que pudiera entenderse que se hace referencia a una idea
de deber de buena administración destaca Précis de Droit Administratif de Maurice Hauriou,
así como en las referencias al deber en relación con el poder que aparecen en Fragmentos
de un diccionario jurídico, de Santi Romano.
7
Hauriou, Maurice, Précis de Droit Administratif et de Droit Public, 2a ed., 1893, No. 83, p. 12
y ss.
8
Romano, Santi, Fragmentos de un diccionario jurídico, Ediciones Jurídicas Europa-América,
Buenos Aires, 1964, p. 346 y ss.
9
La negrita es de la autora para resaltar el título de la obra.
43
Ana Celia Rivery Ruizz
10
Resta, Rafaelle, “L’onere di buona amministrazione”, en Scritti Giuridici in onore di Santi
Romano, vol. II – Diritto Administrativo, CEDAM Padova, 1940-XVIII, p. 106.
11
Ponce Solé, Juli, Deber de buena administración y derecho al procedimiento administrativo
debido. Las bases constitucionales del procedimiento administrativo y del ejercicio de la
discrecionalidad, Lex Nova, Valladolid, 2001, p. 130.
12
La buena Administración Pública adquiere una triple funcionalidad. En primer término, es
un principio general de aplicación a la Administración Pública y al Derecho administrativo.
En segundo lugar, es una obligación de toda Administración Pública que se deriva de la
definición del Estado social y democrático de Derecho, especialmente de la denominada
tarea promocional de los poderes públicos en la que consiste esencialmente la denominada
cláusula del Estado social: crear las condiciones para que la libertad y la igualdad de la per-
sona y de los grupos en que se integra sean reales y efectivas, removiendo los obstáculos
que impidan su cumplimiento y facilitando la participación social. En tercer lugar, desde la
perspectiva de la persona, se trata de un genuino y auténtico derecho fundamental a una
buena Administración Pública, del que se derivan, como reconoce la presente Carta, una
serie de derechos concretos, derechos componentes que definen el estatuto del ciudadano
en su relación con las administraciones públicas y que están dirigidos a subrayar la dignidad
humana. “Preámbulo”, en Carta Iberoamericana de los Derechos y Deberes de los ciudadanos
en relación con la Administración Pública, Ciudad de Panamá, Panamá 18 y 19 de octubre de
2013, pp. 2 y 3.
13
Entendida la obligación como una especie del deber en sentido genérico. Vid. Ojeda
Rodríguez, Nancy de la Caridad, “El derecho de obligaciones. Delimitación conceptual”,
44
El deber de buena administración como brújula de la función administrativa ...
en Teoría general de las obligaciones: comentarios al Código Civil cubano, Félix Varela, La
Habana, 2001, pp. 19 y 20.
14
“Preámbulo”, en Carta Iberoamericana…, ob. cit., p. 2.
15
Capítulo II de la Carta en relación con la consideración referida en el “Preámbulo”, a la buena
administración como obligación de las administraciones públicas. Carta Iberoamericana…,
ob. cit., p. 5 y ss.
16
“Capítulo III”, en Carta Iberoamericana…, ob. cit., p. 9 y ss. Quisiera aducir que, sin ánimo
de hacer de este particular una investigación en paralelo, los derechos referidos en el docu-
mento como contenido del derecho fundamental a la buena administración precisan, para
su materialización y tutela efectiva, un actuar de la Administración Pública, que deviene
precisamente de la consideración de la existencia de deberes de la Administración.
17
“Capítulo III”, en Carta Iberoamericana…, ob. cit., pp. 13 y 14.
45
Ana Celia Rivery Ruizz
18
Falzone, G., Il dovere di buona administrazione, Giuffrè, Milán, 1953, p. 65.
19
Falzone, G., Il dovere…, ob. cit., p. 64.
46
El deber de buena administración como brújula de la función administrativa ...
20
Ponce Solé, Juli, Deber de buena administración…, ob. cit., p. 154.
21
En la doctrina administrativista aparecen criterios como el de Posada Herrera, José, en
Lecciones de Administración, vol. I, p. 52, que nos permiten ratificar esta aseveración. Este
autor, en todo momento pone de relieve que la Administración no solo debía actuar de
conformidad con el ordenamiento, sino que además debía actuar bien.
47
Ana Celia Rivery Ruizz
En cuanto a los titulares del deber, este sigue la pauta típica de los deberes
jurídicos, por lo que puede existir una determinación genérica o un titular
concreto y determinado si se entiende como obligación jurídica. Por ello sería
muy difícil poder ubicar a la Administración en otra titularidad que no sea la
de activa, aunque ciertamente atendiendo a que se trata de un deber público,
más que determinar sujetos activos y pasivos se debe identificar los sujetos y
momentos en los que se manifiesta la titularidad.
El deber jurídico de buena administración es sobre todo una posición jurídica,
ya que es preexistente a una concreta relación jurídico-administrativa, por eso
el titular del deber de buena administración es toda persona física o jurídica
48
El deber de buena administración como brújula de la función administrativa ...
22
Sobre esto volveremos más adelante, para dilucidar quiénes pueden ejercer esta función.
23
García de Enterría, Eduardo y Tomás-Ramón Fernández, Curso…, t. II, ob. cit., p. 32.
24
Por todos es conocido que accionar a los tribunales no es el mecanismo ni más ágil ni menos
costoso, de ahí que se torne necesario la existencia de otros mecanismos.
25
Me refiero a las garantías denominadas doctrinalmente como normativas o abstractas (con-
tenido esencial o reserva de ley).
26
Especialmente queremos significar la Constitución de la Nación argentina, que en su artículo 86
preceptúa que le corresponde al Defensor del Pueblo, vigilar el cumplimiento de la legalidad
en la actividad de la Administración pública y que deja claro cuál es su misión:“[…] la defensa
y protección de los derechos humanos y demás derechos, garantías e intereses tutelados en
esta Constitución y las leyes, ante hechos, actos u omisiones de la Administración; y el control
del ejercicio de las funciones administrativas públicas”.
49
Ana Celia Rivery Ruizz
27
Santamaría de Paredes, Vicente, Curso de derecho administrativo, 6ª ed., Ricardo Fé, Madrid,
1903, p. 34.
28
Fleiner, Fritz, Instituciones de derecho administrativo, p. 7, citado por Gordillo, Agustín,
Tratado de Derecho Administrativo, t. I – Parte General, 8ª ed., Fundación de Derecho
Administrativo, Buenos Aires, 2003, Cap. IX, p. 6.
29
Gordillo, Agustín, Tratado…, t. I, ob. cit., p. 32.
50
El deber de buena administración como brújula de la función administrativa ...
30
Vid. Alexy, Robert, “Sistema jurídico, principios jurídicos y razón práctica”, en Doxa, No. 5,
1988, p. 142.
31
España es uno de esos referentes donde se han elaborado normas de esta índole. Me refiero
a la Ley 7/2007, del Estatuto Básico del Empleado Público.
32
Lo cierto es que dentro de la función administrativa muchos serían los ejemplos y las institu-
ciones que posibilitan materializar un concepto como el de deber de buena administración,
siempre que ese ejercicio también cumpla con él. Pensemos por un momento en toda la
actividad que genera la Administración a partir de las potestades de que está investida y que
como vimos se incorporan al concepto de la función: organizar, controlar, elaborar normati-
vas, sancionar, expropiar, y otras que, atendiendo a la dinámica de la vida y la participación
en ella de la actividad de la Administración, se puedan suscitar; exempli gratia, la actividad
prestacional de la Administración.
51
Ana Celia Rivery Ruizz
33
Concepción que prevaleció por mucho tiempo y sobre la cual mucho se ha argumentado en
la doctrina. Al respecto véanse los criterios siguientes: “la loi ou les règlements lui laissent la
liberté d’agir dans un sens ou dans l’autre”, en cuyo caso, “sa décision ne peut are jugée que
du point de vue de l’opportunité: elle sera opportune ou inopportune, c’est-á-dire heureuse ou
malheureuse, mais elle ne sera pas illégale puisque précisément l’Administration était libre
d’agir dans un sens ou dans l’autre”. Vedel, G. y E. Devolvé, Droit Administratif, I, 11a ed.,
PUF, 1990, p. 524. En la misma línea y en el ámbito del Derecho comunitario, el apéndice de
la Recomendación del Comité de Ministros a los Estados Miembros número (80) 2, adoptada
el 11 de marzo de 1980, referida al ejercicio de poderes discrecionales por las autoridades
administrativas, define el término “poder discrecional” como “le pouvoir qui conféré á une
autorité administrative une certaine latitude d’appréciation quant à la décision á prendre, lui
permettant de choisir entre plusieurs solutions juridiquement fondées celle qui lui parait la plus
opportune”. Por su parte, Davis, en su clásica obra sobre la discrecionalidad en Estados Unidos,
señala que “a public officer has discretion whenever the effective limits on his power leave him
free to make a choice among possible courses of action or inaction”. Davis, K.C., Discretionary
Justice. A preliminary btquiry, Louisiana State University Press, Baton Rouge, 1969, p. 4.
34
Fernández Farreres, G., La subvención: concepto y régimen jurídico, IEF, Madrid, 1983, p. 641.
52
El deber de buena administración como brújula de la función administrativa ...
35
Arias Gayoso, Grethel, El control de la discrecionalidad administrativa. Una visión desde
Cuba, 1ª ed., Novum, México, p. 45.
36
Ponce Solé, Juli, Deber de buena administración…, ob. cit., p. 132.
37
Sentencia del Tribunal Supremo del 10 de junio de 1994, citada por Tornos Mas, Joaquín,
en “Algunes reflexions sobre la Llei de régim jurídic de les administracions publiques i el
procediment administratiu comú”, Autonomies, No. 16, 1993, p. 11.
53
Ana Celia Rivery Ruizz
38
Weber, Max, Economía y Sociedad, Fondo de Cultura Económica, México, 1969, p. 178.
39
Ponce Solé, Juli, Deber de buena administración…, ob. cit., p. 224.
40
Atienza, Manuel, “Sobre lo razonable en el Derecho”, REDC, No. 27, 1989, p. 18.
41
Ponce Solé, Juli, Deber de buena administración…, ob. cit., p. 227.
42
Timsit, G., Théorie de l’Administration, Económica, París, 1986, p. 192.
54
El deber de buena administración como brújula de la función administrativa ...
55
Ana Celia Rivery Ruizz
43
Las doctrinas europea e iberoamericana, en sentido general, ponen de relieve las conexiones
entre motivación y buena administración, conexiones que también pueden hallarse en la
jurisprudencia. Tal es el caso de la Sentencia del Tribunal Supremo español de 11 de junio
de 1991, conectando la explicitación de razones con “la buena administración”.
44
Muestra de lo que se expresa en este párrafo, es el Reglamento para el control de la discre-
cionalidad de los actos de la Administración pública, regulado en el Decreto ecuatoriano 3179
de 2002, que contiene en el artículo 4.20 la ponderación y la coherencia lógica entre la funda-
mentación procedimental y la resolución final, especialmente por lo que se refiere al ejercicio
de la discrecionalidad. También en Alemania, en el famoso caso Mülheim-Karlich, el Tribunal
Constitucional federal alemán conoció en 1979 de la impugnación de una autorización relativa
a una central nuclear, que el Tribunal Constitucional alemán subrayó que la previsión legal
procedimental suponía una protección de derechos, cuya violación administrativa suponía
una vulneración de estos. En consecuencia, la necesaria formalización legislativa que cubra
la reserva de Ley procedimental en el ámbito de los fundamentales, así como la actividad
administrativa que se desarrolle, ha de permitir tanto la protección de la vertiente material
del derecho frente a la injerencia administrativa como, dependiendo de la estructura del
derecho concreto, su plena efectividad, en aquellos casos en que la misma esté supeditada
a la realización de algún tipo de actividad administrativa. De donde se deriva que el actuar
administrativo no solo tiene que estar sujeto a reglas de buena actuación, sino que debe
sujetarse a los derechos, de ahí el deber de observancia de la administración, que no puede
desdeñarse con la pretensión de alcanzar un procedimiento administrativo debido.
56
El deber de buena administración como brújula de la función administrativa ...
45
Davis, R., “An Administrative Procedure Act for Arizona”, 2 Arizona Law Review, 1960, pp.
18 y 19.
46
Cassese, Sabino, “Legislative regulation of adjudicative procedures an introduction”, en
European Review of Public Law, Número especial de 1993, p. 20.
57
Ana Celia Rivery Ruizz
para pasar a ser considerados defectos que afectan a la sustancia del ejercicio
de las potestades y que suponen una ilegalidad.47
Estas acotaciones del papel del deber de buena administración en el desarrollo
de la función administrativa permiten constatar que no se trata de un simple
mecanismo de control o del empleo de garantías tradicionales de los derechos
ciudadanos, sino de actuar, pero hacerlo de conformidad con unos principios
y una sujeción que debe incidir sobre la voluntad del servidor público hasta
convertirlo en defensor de los intereses de la colectividad y que entre ellos
no haya otro mediador.
Un análisis de esta envergadura requeriría, sin dudas, más líneas que las que se
puedan dedicar en un artículo como este, sin embargo, no pueden terminarse
sus páginas sin hacer alusión, al menos someramente, a la situación de Cuba
para asimilar, o incluso, enarbolar, la buena administración, máxime cuando
es firmante de la Carta Iberoamericana anteriormente aludida.
Para ello se torna necesario iniciar el análisis con la Constitución de 1976,
para así entender qué teníamos, hacia dónde avanzamos y qué nos falta
aún.
El primer punto de mira en este aspecto en el texto constitucional de 1976
estaba en los deberes de la Administración, en los que pueden identificarse 2
grandes insuficiencias: la primera de ellas es la escasa, casi inexistente, refe-
rencia en ella a la Administración Pública y por consiguiente, a sus deberes; y la
segunda es que, de la redacción de los deberes dentro de su articulado apunta
como sujeto de estos a los ciudadanos.48 Sin embargo, un referente incipiente
del régimen jurídico que se requería para la funcionalidad de la institución en
estudio podía encontrarse en esa Carta Magna a partir del sistema social y
los valores superiores (fundamentalmente el bienestar individual y colectivo),
que se ampara en el artículo 1, el principio de legalidad en el artículo 10, el
derecho de reclamación del artículo 26, el derecho a dirigir quejas y peticiones
47
Ponce Solé, Juli, Deber de buena administración…, ob. cit., pp. 687-697.
48
Considero preciso denotar que en su época de promulgación, la concepción mayoritaria, tanto
teórica como en los ordenamientos constitucionales contemporáneos, era precisamente la
de entender que los deberes eran los de los ciudadanos. Ha sido la doctrina constitucional
y fundamentalmente administrativa de finales del siglo xx y lo que va del siglo xxi la que ha
enmarcado a la Administración Pública como un sujeto con deberes también, llegando a ser
constitucionalizados en algunos Estados cuyas Constituciones son de más reciente aparición.
Tal es el caso de la Constitución del Ecuador, en su artículo 3 en relación con el 227.
58
El deber de buena administración como brújula de la función administrativa ...
49
Los loables y serios esfuerzos en la construcción de un Derecho administrativo nuestro se han
dedicado en mayor medida al análisis de instituciones que forman parte de las denominadas
como clásicas para el Derecho administrativo en general y muy escasamente a las tendencias
internacionales, y por consiguiente, su derivación en el nuestro, pudiendo tomar como refe-
rencia indirecta aquellas tesis, monografías y artículos en los que sin la intención de ir tras
la construcción o justificación del concepto de buena administración, contribuyen al perfec-
cionamiento de la actuación de la Administración Pública. Tal es el caso de Castanedo Abay
en sus Reflexiones acerca del acto administrativo; Sirce Díaz con El Silencio Administrativo;
Lezcano Calcines en el Procedimiento Administrativo; Richards Martínez con Los Recursos
Administrativos; y Arias Gayoso, que en pos del mejoramiento de una institución medular
como los mecanismos de control de la potestad discrecional contribuye también al logro de
la buena administración.
59
Ana Celia Rivery Ruizz
60
El deber de buena administración como brújula de la función administrativa ...
V. Consideraciones finales
La buena administración, cuyos primeros rasgos jurídicos los podemos encon-
trar ya en la doctrina de Hauriou, ha alcanzado un tratamiento doctrinal a
la par de su regulación, pues se ha convertido en el principal anhelo de los
ciudadanos en su relación con la Administración Pública y la meta y expectativa
de la Administración, que en las dos últimas décadas ha cambiado sus moldes.
En la doctrina de Derecho administrativo, así como en las normas que res-
ponden a la voluntad del pueblo, ha habido una marcada intención de suje-
tar el actuar de la Administración, no solo en la actividad prestacional, sino
también en su producción normativa, pero además no solo de sujetarla a la
legalidad, sino también a los intereses de la colectividad y a lo óptimo. Estos
presupuestos se ubican en un lugar especial para la determinación de que
la aspiración central de la buena administración no era solo una cuestión de
cambio de perspectiva teórica, sino de respuesta social; que su contenido no
61
Ana Celia Rivery Ruizz
62
El contrato administrativo como técnica jurídica:
sucintas consideraciones generales
I. Preliminar
Hoy es común entender que la función administrativa tiene un contenido
heterogéneo y que se manifiesta a través de formas jurídicas variadas; y que
la Administración Pública, en el marco de la función administrativa, debe
asumir diversos cometidos o actividades que tienden, de manera general, a
satisfacer o a dar respuesta al interés general, del cual aquella entidad viene
a ser garante.
Tampoco se niega que el conjunto de relaciones a partir del cual la
Administración Pública puede vincularse jurídicamente con otros sujetos
de Derecho, para proveer, directa o indirectamente, al cumplimiento de los
fines y cometidos que le son propios, no solo está integrado por actuaciones
unilaterales (cuyas concreciones típicas están ubicadas en los reglamentos y
los actos administrativos), sino que dentro de dicho conjunto de relaciones
pueden, asimismo, encontrarse vínculos obligacionales, resultado de acuerdos
de voluntades entre esa entidad administrativa y aquellos sujetos (personas).
Como han advertido Richer y Lichère:
“… l´administration est en négociation permanente avec les acteurs éco-
nomiques et sociaux qui, lorsqu´ils entrent en relations contractuelles avec
les collectivités publiques, adoptent des comportements qui ne sont pas
63
Andry Matilla Correa
1
Richer, Laurent y François Lichère, Droit des contrats administratifs, 10e éd., LGDJ, Lextenso
éditions, Paris, 2016, p. 27.
64
El contrato administrativo como técnica jurídica: sucintas consideraciones generales
2
En afirmación del francés Guettier: “Les contrats administratifs revêtent une importance
déterminante pour les personnes publiques, en particulier en tant que moyen de leurs inter-
ventions dans l´économie. Cette importance se mesure, d´une part, au nombre des contrats
passés quotidiennement par les administrations nationales ou locales”. Véase Guettier,
65
Andry Matilla Correa
Christophe, Droit des contrats administratifs, 1re éd., Presses Universitaires de France, Paris,
2004, p. 1.
3
Wainer, Jacobo, Contratos administrativos (suministros, obras y servicios), Librería y Editorial
“El Ateneo”, Buenos Aires, 1939, p. 9.
4
Ricci, Jean-Claude y Frédéric Lombard, Droit administratif des obligations. Contrats, qua-
si-contrats, responsabilité, Éditions Dalloz, Paris, 2018, p. 46.
66
El contrato administrativo como técnica jurídica: sucintas consideraciones generales
5
Yolka, Philippe, Droit des contrats administratifs, LGDJ, Lextenso éditions, Paris, 2013, p. 24.
67
Andry Matilla Correa
6
Entre los ejemplos más ilustrativos, desde el punto de vista histórico –más allá de los mati-
ces–, de esta situación podemos mencionar los casos de los ordenamientos jurídicos inglés
y norteamericano (muy vinculado a la forma en que ellos asumen la ordenación jurídica del
espacio funcional iuspúblico). En lo escrito por un autor de los más antiguos dentro de la
literatura jurídico-administrativa de origen anglo-estadounidense, como el norteamericano
Goodnow, puede leerse al respecto: “… Así, el Gobierno puede ser mirado como una per-
sona jurídica cuando hace contratos o infringe agravios, y entonces se le considera como un
sujeto de Derecho privado más que de Derecho público […]”. Véase Goodnow, Francisco J.,
Derecho Administrativo Comparado, t. II – Relaciones jurídicas, La España Moderna, Madrid,
s/a, p. 139. Sintomático en esta cuerda de ideas, es el hecho de que en no pocas obras de
corte general sobre Derecho administrativo estadounidense e inglesas podemos hallar que
sus autores no incorporan referencias mínimamente orgánicas y sistémicamente desarrolla-
das sobre la contratación del Gobierno o contratos gubernamentales (en una denominación
extendida en ese entorno) o de las entidades estatales y públicas, en cuanto figura jurídica que
pudiera tener cierta identidad distintiva de los contratos amparados por un régimen común
iusprivado. En la bibliografía iberoamericana, el español Gaspar Ariño Ortiz ha sido uno de
los que ha prestado especial atención a la contratación estatal en el sistema del Common
Law; al respecto puede verse su importante trabajo “Contrato del Estado y Common Law”,
que aparece como prólogo al libro de Monedero Gil, José Ignacio, Doctrina del contrato
del Estado, Instituto de Estudios Fiscales, Madrid, 1977, p. 24 y ss., y también, aunque de
forma más resumida, “Contrato y poder público. La figura del contrato administrativo en el
Derecho español y europeo”, en Juan Carlos Cassagne (dir.) et al., Derecho Administrativo.
Obra colectiva en homenaje al profesor Miguel S. Marienhoff, Abeledo-Perrot, Buenos Aires,
1998, p. 870 y ss. También de Ariño Ortiz su “Estudio introductorio”, en Juan Carlos Expósito
Vélez, La configuración del contrato de la Administración Pública en Derecho colombiano y
español. Análisis de la selección de contratistas, 3a reimp. de la 1a ed., Universidad Externado
de Colombia, Bogotá, 2006, pp. 32 y 33.
68
El contrato administrativo como técnica jurídica: sucintas consideraciones generales
7
Un interesante ejercicio comparativo en torno a la figura contractual administrativa, a propó-
sito de los ordenamientos estadounidense, francés y brasileño, puede verse en: Giacomuzzi,
José Guilherme, Estado e contrato. Supremacia do interesse público “versus” igualdade. Um
estudo comparado sobre a exorbitancia no contrato administrativo, Malheiros Editores LTDA.,
São Paulo, 2001, en todo.
8
Este tema de la influencia histórica que ha tenido el régimen de Derecho administrativo
francés sobre la construcción del régimen de Derecho administrativo español y en sus
instituciones, es un aspecto que tiene hoy su arista polémica, sobre todo porque dentro
de la ciencia jurídica española, especialmente a partir de la segunda mitad del siglo XX, han
aparecido cuestionamientos sobre el real alcance de esa influencia histórica sobre algunas
instituciones jurídico-administrativas, según el modo que tradicionalmente se había asumido
en el marco de los estudiosos a su alrededor. Sobre el contrato administrativo en especial
resultan muy ilustrativas de esa situación las afirmaciones del profesor José Luis Villar Palasí,
La aparición del Derecho Administrativo, Conferencia pronunciada con motivo de la solemne
inauguración del I Seminario de Historia de la Administración, Madrid, 20 de febrero de 2001,
INAP, Madrid, 2001, p. 19. También Ariño Ortiz, Gaspar, “Contrato y poder público…”, ob.
cit., p. 881 y ss. Del mismo Ariño Ortiz, su “Estudio introductorio”, ob. cit., p. 42.
69
Andry Matilla Correa
9
Hoepffner, Hélène, Droit des contrats administratifs, 2e éd., Édtions Dalloz, Paris, 2019, pp. 1
y 2.
10
En el último cuarto del siglo xix, un estudioso de la contratación del Estado en Francia exponía
que: “L´État, chaque jour, est partie à une foule de conventions, qui interviennent sur tous les
points du territoire et qui absorbent une notable partie de l’action administrative”; y a renglón
seguido agregaba: “De ces conventions, quelques-unes sont régies par des lois spéciales […].
Pour d’autres, la jurisprudence a formé, en prenant comme point de départ les dispositions
de lois diverses, un corps de doctrine plus ou moins complet. Pour d´autres enfin, les règles
à suivre résultent d’arrêts épars, dont la recherche et la coordination restent quelquefois
difficultueuses”. Véase Perriquet, E., Les Contrats de l´État, Traité comprenant notamment
les règles en matière des Ventes domaniales, Ventes des coupes de bois de l’État, Fournitures
et Marchés, Concessions de mines, Concessions sur les cours d’eau, État des fonctionnaires,
militaires et marins, Pensions civiles, militaires et de la marine, Récompenses nationales, Légion
d’honneur, etc., etc., Imprimerie et Librairie Générale de Jurisprudence Marchal, Billars et Cz,
Imprimeurs-Éditeurs, Libraires de la Cour de Cassation, Paris, 1884, p. V.
11
Sin otro ánimo que el de advertir al lector sobre algún trabajo de nuestra autoría relacio-
nado con este tópico, nos permitimos remitir a: Matilla Correa, Andry, “El contrato de
Derecho Público en el Derecho alemán: breves anotaciones”, en Revista Brasileira de Direito
Administrativo e Regulatório, No. 6, 2012, MP Editora, São Paulo, pp. 55 a 84; publicado
también en la revista Estudios de Derecho Administrativo, Año 2013 - No. 8, La Ley Uruguay,
Montevideo, pp. 767 a 795.
70
El contrato administrativo como técnica jurídica: sucintas consideraciones generales
12
En un interesante fragmento de uno de sus escritos, Prosper Weil discurría: “Le contrat, cette
vénérable institution du droit privé […] paraissait bien entendu fournir la technique la plus
appropriée pour ce concours de l´entreprise privée et de l´administration […]. Mais pour que
la satisfaction de l´intérêt général fût sauvegardée en toutes circonstances, encore fallait-il
ne pas trop s´accrocher aux principes traditionnels de l´égalité des co-contractants et de
l´intangibilité de la volonté initiale des parties. C´est pourquoi, encouragé par les auteurs de
l´époque –les Hauriou, les Duguit, les Jèze– et sous l´impulsion des commissaires de gouver-
nement du temps –les Romieu, les Tardieu, les Léon Blum, les Corneilles–, le Conseil d´État
imagina, puis développa et raffina, cette théorie d´un contrat que était contrat sans l´être
tout à fait, d´un contrat dans lequel l´administration, contractant privilégié, disposerait de
certaines prérogatives pour assurer la sauvegarde de l´intérêt général sans pour autant tou-
tefois que soient sacrifiés les intérêts pécuniaires du co-contractants privé […]”. Véase Weil,
Prosper, “Le renouveau de la théorie du contrat administratif et ses difficultés”, en AA. VV.,
Mélanges en l´honneur du Professeur Michel Stassinopoulos, Libraire Générale de Droit et
de Jurisprudence, R. Pichont et R. Durand – Auzias, Paris, 1974, pp. 217 y 218.
13
Weil, Prosper, “Le renouveau…”, ob. cit., p. 218.
71
Andry Matilla Correa
14
Entrena Cuesta, Rafael, “Consideraciones sobre la teoría general de los contratos de la
Administración”, en Revista de Administración Pública, Año VIII, No. 24, septiembre-diciembre,
1957, Instituto de Estudios Políticos, Madrid, pp. 39 y 40. Sin dudas, una de las muestras más
gráficas al respecto ha sido lo escrito por García de Enterría cuando acogió: “La gravedad del
problema teórico del contrato administrativo es que en él se viene a condensar el problema
entero del Derecho administrativo, y en especial las tres cuestiones centrales de la modula-
ción en su ámbito de instituciones procedentes del Derecho civil, de la posición jurídica de
la Administración como sujeto y de la aplicación a la misma del Derecho privado. Por eso,
puede decirse sin hipérbole que cualquier concepto del Derecho administrativo debe hacer
sus armas precisamente con esta institución enigmática del contrato administrativo para jus-
tificar su exactitud, e, inversamente, que una verdadera doctrina del contrato administrativo
prolonga inmediatamente sus efectos hasta la teoría general del Derecho administrativo […]”.
Véase García de Enterría, Eduardo, “La figura del contrato administrativo”, en Revista de
Administración Pública, No. 41, mayo-agosto, 1963, Instituto de Estudios Políticos, Madrid,
p. 110 y 111. Para Ariño Ortiz: “… contrato administrativo y derecho administrativo han
seguido siempre una misma línea de evolución, madurez y desarrollo. La historia de la elabo-
ración del derecho administrativo puede seguirse perfectamente a través de la historia de esta
figura, y viceversa”. Véase Ariño Ortiz, Gaspar, “El contenido de la relación contractual: sus
principios informadores”, en Documentación Administrativa, No. 121, enero-febrero, 1968,
Escuela Nacional de Administración Pública, Madrid, p. 26. Como otro botón de muestra,
podemos recordar a José Luis Meilán Gil, cuando decía sobre la categoría del contrato en
Derecho Administrativo: “… sus vicisitudes coinciden con la del Derecho administrativo y
otras de sus instituciones, singularmente el ‘servicio público’”. Véase Meilán Gil, José Luis,
“Teoría del contrato administrativo: Origen, evolución histórica y situación actual”, en AA.VV.,
Contratos administrativos, Jornadas organizadas por la Universidad Austral, Facultad de
Derecho, Editorial Ciencias de la Administración, División Estudios Administrativos, Buenos
Aires, 2000, p. 439.
72
El contrato administrativo como técnica jurídica: sucintas consideraciones generales
15
Plessix, Benoit, L´utilisation du droit civil dans l´élaboration du droit administratif, Editions
Panthéon-Assas, Paris, 2003, p. 715.
73
Andry Matilla Correa
16
Jèze, Gastón, “Prefacio de la segunda edición francesa”, en su obra Principios Generales de
Derecho Administrativo, t. I – La técnica jurídica del Derecho Público francés, traducción
directa de la 3a ed. francesa por Julio N. San Millán Almagro, Depalma, Buenos Aires, 1948,
p. LXV. Sobre este tema, es clásico en la literatura jurídica administrativa en español el tra-
bajo de Sebastián Martín-Retortillo Baquer, “El Derecho Civil en la génesis del Derecho
Administrativo y de sus instituciones”, publicado originalmente en 1960; nosotros hemos
utilizado la siguiente edición: “El Derecho Civil en la génesis del Derecho Administrativo y
de sus instituciones”, en Sebastián Martín-Retortillo Baquer, El Derecho Civil en la génesis
del Derecho Administrativo y de sus instituciones, 2a ed. ampliada (1a en Civitas), Civitas,
S.A., Madrid, 1996, p. 25 y ss. Según Martín-Retortillo Baquer: “… podemos entresacar
un punto de referencia común, que es válido en toda su amplitud: la existencia de figuras e
instituciones administrativas que se han construido, primero, y más tarde se han desarrollado
sobre las líneas básicas que el Derecho Privado les proporcionó. Se trata de un verdadero
préstamo o traslado de estructuras, verdaderamente sustancial, y que no se reduce sólo,
como Mayer opina, a la simple cesión de un nombre, circunstancia al fin y al cabo exterior y
sin consecuencias, reducida exclusivamente a la escueta aplicación de una expresión verbal.
El fenómeno que nos ocupa ha llegado a ser posible por una razón de precedencia histórica
del Derecho civil. En este sentido, el Derecho administrativo fue, y es todavía –necesario es
confesarlo– un Derecho secundario en relación con el Derecho civil; un Derecho en cierto
modo hijo del ordenamiento privado. Esta secundariedad resalta todavía más si tenemos
presente que por no ofrecer el Derecho administrativo un sistema jurídico completo, la
corriente de intercambios de que hemos venido hablando continúa todavía efectuándose
[…]”. Véase Martín-Retortillo Baquer, Sebastián, “El Derecho Civil en la génesis…”, ob.
74
El contrato administrativo como técnica jurídica: sucintas consideraciones generales
Hay que agregar que sobre ese panorama influyeron, igualmente, el poco
desarrollo científico que entonces presentaba el Derecho público –en con-
traste con la fuerza y la historia que lucía el Derecho civil17– y las condiciones
políticas e ideológicas en las que se desenvolvía el proceder del Estado, con
el más puro liberalismo como bandera, en lo teórico y en lo práctico, de la
mecánica funcional de las relaciones Estado-individuo.
Así las cosas, esa fue una etapa en la que el Derecho administrativo se concebía
como un mero desprendimiento del tronco jurídico común que representaba
el Derecho civil a los efectos de someter a regulación jurídica especial un
conjunto de relaciones específicas (las jurídicas administrativas); y su posición
dentro del sistema jurídico era evaluada desde esa condición de ordenamiento
especial, en comparación con el orden civilista. Por esa razón, las instituciones
jurídicas que se vieron replicadas en ese “desgajamiento” del Derecho admi-
nistrativo (entre ellas el contrato) tendieron a ser explicadas en una primera
etapa, en línea mayoritaria, desde el enfoque civilista; y la distinción entre
ambos grupos institucionales –de Derecho civil y de Derecho administrativo–
no se asumía como de esencia o de sustancia, sino más bien su esbozo inicial
llevaba una orientación adjetiva, a efectos de situar –no sin seguir en ello
ciertos intereses políticos– un espacio de aplicación del Derecho (jurisdiccio-
nal) diferenciado, donde se radicara específicamente el conocimiento de los
conflictos que se originaran a tenor de las relaciones jurídicas ordenadas bajo
esos tipos iusadministrativos. Es decir, esa diferenciación de la que hablamos
no era originariamente en un plano sustancial, sino a efectos jurisdiccionales,
a partir de la exigencia estructural de la existencia de un orden jurisdiccional
administrativo diverso del orden jurisdiccional civil (ya enfocado desde la
dualidad de jurisdicciones, ya desde la diferenciación a lo interno del propio
orden judicial);18 por supuesto, no sin adoptar planteamientos cargados de
cit., pp. 47 y 48. Con talante mucho más contemporáneo, ver lo que desarrollaba el francés
Plessix, Benoît, L´utilisation…, ob. cit., p. 189 y ss. y 691 y ss.
17
Destacaba André Hauriou: “… il convienne remarquer que le droit administratif ne s’est
élaboré que tardivement, dans un milieu juridique imprégné de tendances et de traditions
civiles, grâce à l’action d’administrateurs, de juges, de membres du Parlement ou d’auteurs
qui avaient été eux-mêmes formés à l’école du droit civil et du droit romain”. Véase Hauriou,
André, “L’utilisation en droit administratif des règles et principes du droit privé”, en la obra
colectiva, Recueil d’études sur les sources du Droit en l’honneur de François Gény, t. III – Les
sources des diverses branches du Droit, Librairie du Recueil Sirey, Paris, 1934, p. 95.
18
En el supuesto particular de la contratación administrativa, esta conclusión no causa impresión
de novedad en estos momentos, pues ha sido ya señalada, desde momentos tempranos, por
parte de la doctrina. Así, por solo aportar algún ejemplo numéricamente mínimo, recordemos
que García-Trevijano Fos sostuvo “que quiérase o no, la creación de los contratos adminis-
trativos y los privados de la Administración es una necesidad ineludible desde el momento
en que existen dos jurisdicciones”. Véase García-Trevijano Fos, José Antonio, “Principios
sobre los contratos de la Administración con especial referencia a la esfera local”, en Revista
de Estudios de la Vida Local, Año XV, No. 87, mayo-junio, 1956, Instituto de Estudios de
75
Andry Matilla Correa
Administración Local, Madrid, p. 328. García-Trevijano Fos indicaba además (pp. 330 y 331)
que la razón histórica que fundamenta la existencia de dos tipos de contratos (los civiles y
los administrativos) es, en primer lugar, la división del trabajo y, en segundo lugar, la división
de jurisdicciones. Por su parte, Eduardo García de Enterría y Tomás-Ramón Fernández
enseñaron: “La distinción contratos administrativos-contratos privados comienza siendo una
distinción que juega exclusivamente en el plano procesal y que carece de toda trascendencia
en el plano material o sustantivo. La distinción surge inicialmente como una excepción al
esquema estructural actos de autoridad-actos de gestión, que ha sido justamente llamada la
primera sistematización del Derecho Administrativo: en éste –y en la jurisdicción contencioso-
administrativo – se integran los actos dictados imperativamente por la Administración,
en tanto que cuando ésta prescinde del imperium y se somete a los modos de gestión del
Derecho Privado es este último quien rige su actuación, sometiéndose correlativamente
a los Tribunales ordinarios. El contrato se considera entonces como el tipo mismo de los
actos de gestión, es decir, de aquellas actuaciones que la Administración realiza despojada
de imperium, descendiendo al mismo nivel de los particulares y en igualdad con ellos, no
obstante lo cual, por razones pragmáticas, de simple utilidad (no por razones dogmáticas),
se atribuye el conocimiento de alguno de los contratos que la Administración celebra a la
jurisdicción contencioso-administrativa. A todo lo largo del siglo xix, tanto la Ley como la
doctrina y la jurisprudencia, lo mismo en Francia que en España, serán muy conscientes de
que la única singularidad de los contratos administrativos es una singularidad de régimen
jurisdiccional, que no afecta en ningún caso ni a su naturaleza ni a su regulación de fondo,
que siguen siendo las propias de toda cuestión civil”. Véase García de Enterría, Eduardo y
Tomás-Ramón Fernández, Curso de Derecho Administrativo, t. I, 17a ed., Civitas, Thomson
Reuters, Aranzadi, S.A., Cizur Menor (Navarra), 2015, pp. 724 y 725. También, entre otros:
Ariño Ortiz, Gaspar, “El contenido de la relación contractual…”, ob. cit., p. 26.
19
Moreau, Félix, Manuel de Droit Administratif, Ancienne Librairie Thoring et Fils, Albert
Fontemoing, Éditeur, Paris, 1909, p. 7. Ese sentido de especialidad aparece reflejado tam-
bién en el enfoque que asumen otros autores franceses del periodo decimonónico, y de los
primeros momentos del siglo xx, en lo atinente a las especies contractuales –en su conjunto
o individualizando alguna de ellas– que han derivado, dentro del ordenamiento jurídico de
ese país, en los prototipos históricos de contratos administrativos: suministros, contrato
de obras públicas (marché de travaux publics) y concesiones administrativas. Así, pueden
verse, por ejemplo: Batbie, A., Traité théorique et pratique de Droit Public et Administratif,
t. VII, 12e éd., L. Larose et Forcel Librairies-Editeurs, Paris, 1885, p. 132 y ss.; Ducroq, Th.,
Cours de Droit Administratif et de législation française des finances avec introduction de Droit
Constitutionnel et les principes de Droit Public, t. II – Tribunaux administratif, 7e éd., Ancienne
76
El contrato administrativo como técnica jurídica: sucintas consideraciones generales
Librairie Thorin et Fils, A. Fontemoing, Éditeur, Paris, 1897, p. 249; Berthèlemy, H., Traité
élémentaire de Droit Administratif, huitième éd., Rousseau & Cie Éditeurs, París, 1916, p. 613
y ss.; Journè, Maurice, Précis de Droit Administratif, troisième éd., Librairie de la Société du
Recueil Sirey, Paris, 1925, p. 407 y ss. Dentro del Derecho administrativo español pueden
mencionarse, en esta misma senda: Díaz Ufano y Negrillo, José, Tratado teórico-práctico
de materias contencioso-administrativas en la península y en ultramar, Imprenta de Manuel
Minuesa, Madrid, 1866, p. 61; Alfaro y Lafuente, Santos, Tratado completo de lo contencio-
so-administrativo, Imprenta y Litografía de Nicolás González, Madrid, 1875, p. 88 y ss. y 206 y
ss.; Delgado Martín, Eleuterio, Contratos administrativos o de obras y servicios públicos con
una colección de disposiciones del ramo de hacienda, Tipográfica de Manuel Ginés Hernández,
Madrid, 1883, p. X y ss. y 4 y ss.; Abella, Fermín, Tratado de Derecho Administrativo Español,
t. II, Enrique de la Riva, Impresor de la Real Casa, Madrid, 1886, p. 1240; Caballero y Montes,
José María, Lo contencioso-administrativo, t. I – Naturaleza y condiciones generales del recurso
contencioso-administrativo, Tip. Mariano Escar, Zaragoza, 1902, p. 549 y ss.; y Güenechea,
José Nemesio, Ensayo de Derecho Administrativo, t. II, 2ª ed. completamente refundida,
Imprenta del Corazón de Jesús, Bilbao, 1915, pp. 603 y 604.
77
Andry Matilla Correa
20
Ya Otto Mayer se mostraba bien claro al respecto cuando afirmaba: “… El Derecho público
no significa ya, como en el eufemismo de los antiguos doctores, una esfera en la cual, por
oposición, a la del derecho civil, no existe derecho cuando se trata de relaciones entre
Estado y súbdito. Tenemos ante nosotros el hecho de la existencia de un derecho público
administrativo que se aplica a la administración, al lado de aquel que queda atribuido a las
relaciones civiles. Ello produce necesariamente un cambio sobre los principios que rigen la
delimitación de la competencia del derecho civil respecto del Estado. Éste deja de ser el único
derecho posible, el único llamado a proporcionar sus normas en todo lugar y momento en
que el Estado no se sustraiga a ellas […]”. Luego decía: “Al contrario, las normas que le son
propias, las del derecho público, deben considerarse respecto del Estado como el derecho
común, que, en la duda, le es aplicable. Siendo el derecho civil la excepción, es menester,
en cada oportunidad, justificar especialmente su aplicación”. Véase Mayer, Otto, Derecho
Administrativo Alemán, t. I – Parte General, traducción directa del original francés por Horacio
H. Heredia y Ernesto Krotoschin, Depalma, Buenos Aires, 1949, p. 68. Por su parte, el italiano
Renato Alessi concluía: “La contraposición entre Derecho administrativo y Derecho privado,
no debe por otra parte entenderse en el sentido de que el Derecho administrativo constituya
un conjunto de normas excepcionales, un sistema jurídico especial, frente al jus commune
representado por el Derecho civil. Por el contrario, el Derecho administrativo, respecto a un
determinado conjunto de relaciones (precisamente aquellas inherentes al desarrollo de la
función administrativa), constituye él mismo un jus commune, es decir, un sistema jurídico
autónomo, paralelo al Derecho privado […]”. Véase Alessi, Renato, Instituciones de Derecho
78
El contrato administrativo como técnica jurídica: sucintas consideraciones generales
79
Andry Matilla Correa
23
Entre los alemanes, ver al respecto, entre otros: Mayer, Otto, Derecho Administrativo
Alemán, t. I, ob. cit., p. 129 y ss., y Derecho Administrativo Alemán, t. IV – Parte Especial,
traducción directa del original francés por Horacio H. Heredia y Ernesto Krotoschin, Ediciones
Arayú, Buenos Aires, 1954, p. 44 y ss. y 162 y ss.; Jellinek, George, Sistema dei diritti pubblici
subbietivi, traduzione italiana riveduta dell’autore sulla seconda edizione tedesca, Società
Editrice Libraria, Milano, 1912, p. 224 y ss.; Jellinek, Walter, “Zweiseitiger Verwaltungsakt
und Verwaltungsakt unter Werfung”, en Verwallungsrechtliche Abhandlungen (Festgabe en
honor de la OVG de Prusia), 1925, p. 84 y ss., y Verwaltungsrecht, 3a ed., 1931, p. 249 y ss.;
y Forsthoff, Ernst, Tratado de Derecho Administrativo, traducción de la 5a ed. alemana por
Legaz Lacambra, Garrido Falla y Gómez de Ortega y Junge, Instituto de Estudios Políticos,
Madrid, 1958, p. 294 y ss.
80
El contrato administrativo como técnica jurídica: sucintas consideraciones generales
24
Es oportuno evocar las conclusiones del comisario de gobierno Romieu, en el caso Terrier, de
6 de febrero de 1903, del Consejo de Estado francés, que marcaron un hito importante en
este tópico: “La doctrine qui se dégage de l’ensemble de ces décisions nous paraît pouvoir de
formuler ainsi: ‘Tout ce qui concerne l’organisation et le fonctionnement des services publics
proprement dits, généraux ou locaux, - soit que l’Administration agisse par voie de contrat,
soit qu’elle procède par voie d’autorité, - constitue une opération administrative, qui est, par
sa nature, du domaine de la juridiction administrative, au point de vue des litiges de toute
sorte auxquels elle peut donner lieu’, ou encore, sous une outre forme: ‘Toutes les actions
entre les personnes publiques et les tiers ou entre ces personnes publiques elles – mêmes, et
fondées sur l’exécution, l’inexécution ou la mauvaise exécution d’un service public, son de la
compétence administrative, et relèvent, à défaut d’un texte spécial, du Conseil d’Etat, juge de
droit commun de contentieux de l’administration publique, générale ou locale’ […]”. Ver, entre
otros, la reproducción de las conclusiones de Romieu al affaire Terrier en: Hauriou, Maurice,
La Jurisprudence Administrative de 1892 à 1929, D’après les notes d’arrêts du Recueil Sirey
réunies et classées par André Hauriou, t. II, Librairie du Recueil Sirey, Paris, 1929 (Nouveau
tirage 1931), p. 497.
81
Andry Matilla Correa
25
Para nosotros queda claro el mensaje de estudiosos como el argentino Juan Carlos Cassagne
cuando enseñaba: “El futuro del Derecho Administrativo –como alguna vez hemos dicho–
pasa actualmente, más que por la Administración, por la jurisprudencia y –ahora agrega-
mos– por el buen tino del legislador, evitando caer en las tendencias de un colectivismo o
intervencionismo que bloquea el funcionamiento de las reglas básicas de la economía social
del mercado y el principio de subsidiariedad”. Véase Cassagne, Juan Carlos, “Tendencias
actuales y proyección futura del Derecho Administrativo argentino”, en Documentación
Administrativa, Nos. 269-270, mayo-diciembre, 2004, El Derecho Administrativo en Argentina:
situación y tendencias actuales (II), Instituto Nacional de Administración Pública, Madrid,
p. 429. Uno de los estudiosos más conocidos del Derecho administrativo iberoamericano,
el español Jesús González Pérez, dejaba constancia indubitada de su pensar cuando afir-
maba: “La abstención de toda intervención debe ser el ideal a que debe aspirar cualquier
administración. La presencia de los agentes administrativos resulta perturbadora, molesta,
desagradable. Va contra la esencia misma del hombre, contra lo que es su natural forma de
ser. De todos los males que ha de soportar el hombre en su paso por la tierra, quizás no exista
ninguno peor que la administración pública”. Y exponía inmediatamente González Pérez:
“Por ello, precisamente por ello, única y exclusivamente, debe actuar la administración allí
donde estrictamente sea necesario en el sentido más riguroso”; para concluir más adelante
sobre la actividad industrial del Estado: “Esas mismas actividades realizadas por empresas
puramente privadas prestarían al usuario un servicio infinitamente superior, sin haber cos-
tado un céntimo al contribuyente”. Véase González Pérez, Jesús, Administración Pública y
libertad, 2a ed., Instituto de Investigaciones Jurídicas, Universidad Nacional Autónoma de
México, México, D.F., 2006, pp. 17 y 19.
82
El contrato administrativo como técnica jurídica: sucintas consideraciones generales
26
La doctrina iusadministrativista española fue una de las que prestó especial atención a este
fenómeno, particularmente en la década de los noventa del siglo pasado, que calificó como
“huida de la Administración Pública del Derecho Administrativo” (a nuestros ojos el fenómeno
adquiere ribetes de “estampida”), con enfoques con posiciones que enfrentaban esa realidad
o desde posiciones justificativas. Entre los que se han ocupado de la cuestión, sin pretender
agotar la lista, cabe mencionar a: Parada, Ramón, Derecho Administrativo, t. I – Parte General,
15a ed., Marcial Pons, Ediciones Jurídicas y Sociales, S.A., Madrid, 2004, p. 27 y ss.; Saz, Silvia
del, “Desarrollo y crisis del Derecho Administrativo. Su reserva constitucional”, en Carmen
Chinchilla, Blanca Lozano y Silvia del Saz, Nuevas perspectivas del Derecho Administrativo. Tres
estudios, Universidad Nacional de Educación a Distancia, Civitas, S.A., Madrid, 1992, p. 101 y
ss.; Sala Arquer, José Manuel, “Huida al Derecho privado y huida del Derecho”, en Revista
Española de Derecho Administrativo, No. 75, julio-septiembre, 1992, Civitas, S.A., Madrid,
p. 399 y ss.; Borrajo Iniesta, Ignacio, “El intento de huir del Derecho Administrativo”, en
Revista Española de Derecho Administrativo, No. 78, abril-junio, 1993, Civitas, S.A., Madrid,
p. 233 y ss.; Martín-Retortillo Baquer, Sebastián, “Reflexiones sobre la ‘huida’ del Derecho
Administrativo”, en El Derecho Civil en la génesis del Derecho Administrativo y de sus institu-
ciones, 2a ed. ampliada (1a en Civitas), Civitas, S.A., Madrid, 1996, p. 199 y ss.; Rivero Ortega,
Ricardo, Administraciones Públicas y Derecho Privado, Marcial Pons, Ediciones Jurídicas y
Sociales, S.A., Madrid-Barcelona, 1998, p. 13 y ss.
83
Andry Matilla Correa
27
Según ha anotado tiempo atrás el español José Antonio Moreno Molina: “… el Derecho
comunitario de la contratación pública nos proporciona un excelente ejemplo de la tenden-
cia hacia la elaboración de un Derecho común. En efecto, la normativa comunitaria sobre
contratos públicos está introduciendo técnicas de Derecho público para regir ámbitos de
actividad no sólo de las Administraciones públicas y de sus organismos instrumentales, sino
también de persona jurídico-privadas. Concretamente, la Directiva 93/38/CEE, sobre contra-
tación en los sectores del agua, la energía, los transportes y las telecomunicaciones, no sólo
se aplica a los entes públicos territoriales o a los ‘organismos de Derecho público’ (los cuales
entran dentro del ámbito subjetivo de aplicación de las Directivas sobre contratos públicos
de obras, suministros y servicio), sino que también obliga a las entidades que, sin ser pode-
res públicos ni empresas públicas, ‘gocen de derechos especiales o exclusivos’ concedidos
por una autoridad competente de un Estado miembro”. Añadiendo seguidamente: “En fin,
como ha observado J. Bell, el desarrollo de un sistema europeo sobre contratos públicos
se mueve más en la dirección de armonizar el Derecho público y el Derecho privado, que
en la línea de armonización de los distintos Derechos administrativos nacionales”. Véase
Moreno Molina, José Antonio, Contratos públicos: Derecho comunitario y Derecho español,
McGraw-Hill, Madrid, 1996, pp. 21 y 22. Juan Carlos Cassagne también ha expuesto: “…
tanto en Argentina como en Estados Unidos y Europa, en este último ámbito a través de la
influencia que el Derecho comunitario ha irradiado en los Derechos nacionales de los países
miembros de la Unión Europea, se observa una tendencia creciente hacia la ‘iuspublificación’
de los sistemas de contratación estatales […], que se proyecta incluso hacia los antiguos
esquemas contractuales regidos por el Derecho Privado”. Agregando inmediatamente: “Esa
‘iuspublificación’ se revela nítidamente en las reglas que rigen el proceso de selección (que
excluyen, en principio, la libertad negocial para elegir el contratante) y en el régimen de
prerrogativas públicas que acompaña la ejecución del contrato, su extensión y los efectos
que ella produce. Este proceso se ha llevado a cabo hasta en los países que no utilizaban la
figura del contrato administrativo en sus sistemas jurídicos”. Véase Cassagne, Juan Carlos,
“Tendencias actuales…”, ob. cit., p. 426.
84
El contrato administrativo como técnica jurídica: sucintas consideraciones generales
28
Para Ramón Parada: “De la admisión vergonzante del contrato entre el poder y el súbdito se
ha pasado en los últimos tiempos (después de una fase de normal convivencia entre el contrato
y el acto administrativo, pero con neto predominio de este último) a una utilización ad nau-
seam de la técnica contractual. En la actualidad, en efecto, parece como si la Administración
se avergonzara de su condición de poder público y de la imposición unilateral de su voluntad
sobre los particulares o sobre otras Administraciones inferiores y necesitara del consenso
de unos y otros para cumplir, incluso, con sus funciones soberanas, produciéndose así una
necesidad de compromiso que lleva a un uso generalizado e intensivo de la concertación”.
Véase Parada, Ramón, Derecho Administrativo, t. I, ob. cit., p. 249.
29
En el Derecho francés, entre otros: Ubaud-Bergeron, Marion, Droit des contrats adminis-
tratifs, LexisNexis, S.A., Paris, 2015, p. 6 y ss.
30
Ya decía Dubreuil que: “L´époque contemporaine est marquée par une montée en puissance
du contrat comme modalité d’action des personnes publiques. À tel point que l´expression
contractualisation de l´action publique est dorénavant entrée dans le vocabulaire courant
afin de désigner une tendance générale conduisant les pouvoirs publics à substituer l´action
concertée à l´action unilatéral dans des domaines de plus en plus nombreux […]”. Véase
Dubreuil, Charles-André, Droit des contrats administratifs, Presses Universitaires de France
/ Humensis, Paris, 2018, p. 2.
31
Por ejemplo, ver lo que enseña el argentino Agustín Gordillo, en relación con el criterio
de gradación de los diversos contratos de la Administración que sustenta en su Tratado
de Derecho Administrativo y obras selectas, t. I – Parte General, 1a ed. (11a ed. del Tratado
de Derecho Administrativo), Fundación de Derecho de Derecho Administrativo, Buenos
Aires, 2013, pp. XI-18 y ss. También lo que apuntaba, por su parte, Cassagne, Juan Carlos,
“Tendencias actuales…”, ob. cit., pp. 425 y 426.
32
Es lo que se ha dado en llamar la zona común de la contratación administrativa. Ver, por ejem-
plo: García-Trevijano Fos, José Antonio, “Principios…”, ob. cit., pp. 303 y 309; Solas Rafecas,
José María de, Contratos administrativos y contratos privados de la Administración, Tecnos,
S.A., Madrid, 1990, p. 143; Martínez López-Muñiz, José Luis, “Naturaleza de los contratos
públicos a la luz del Derecho español, su fundamento y sus consecuencias”, en Juan Carlos
Cassagne (dir.) et al., Derecho Administrativo. Obra colectiva en homenaje al profesor Miguel
S. Marienhoff, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1998, pp. 956 y 957; y Cassagne, Juan Carlos,
“La sustantividad del contrato administrativo y sus principales consecuencias jurídicas”, en
su obra Estudios de Derecho Público, Depalma, Buenos Aires, 1995, p. 107.
85
Andry Matilla Correa
33
Conseil D’État, “Le contrat, mode d’action publique et de production de normes”,
en Études et documents du Conseil d’État, 2008, p. 15, disponible en https://www.
conseil-etat.fr/ressources/etudes-publications/rapports-etudes/rapports-publics/
le-contrat-mode-d-action-publique-et-de-production-de-normes-rapport-public-2007
34
Gaspar Ariño Ortiz concluía que “[…] el contrato administrativo no es una naturaleza esencial,
sino una categorización o calificación jurídica circunstancial. Es inútil, por tanto, pretender
determinar la esencia del contrato administrativo en abstracto. La calificación jurídica de un
86
El contrato administrativo como técnica jurídica: sucintas consideraciones generales
El contrato administrativo es, pues, una figura que se enmarca en una esfera
jurídica (el Derecho administrativo) que, en el modo que aparece hoy ante
nosotros, es un producto de la modernidad y de su marcha; y como técnica
jurídica pertenece al universo de uno de los subsistemas más complejos
y cambiantes (si no el más) –por su origen, por su esencia, por su función y
por el ritmo con que progresa– dentro de los que se integran en ese espacio
mayor que es el Derecho.
contrato será variable en su extensión y cambiaría con el tiempo, pues estará vinculada al
entorno ideológico político del momento. Aquellas prestaciones u operaciones jurídicas de
tipo contractual que tienen una importancia preponderante para el interés público en un
momento dado (el abastecimiento nacional, la vivienda, o la investigación científica) serán
calificadas como administrativos. El contrato administrativo no es una esencia, sino una
‘existencia’ histórico-jurídica. Por ello, se les rodeará de un régimen jurídico especial que
garantice con mayor fuerza la pronta y eficaz realización de esos fines concretos […]”. Véase
Ariño Ortiz, Gaspar, “Contrato y poder público...”, ob. cit., p. 877. Del mismo Ariño Ortiz,
ver, igualmente, su “Estudio introductorio”, en Expósito Vélez, Juan Carlos, La configuración
del contrato…, ob. cit., pp. 52 y 53.
87
Andry Matilla Correa
35
Véase Mayer, Otto, Derecho Administrativo Alemán, t. I, ob. cit., p. 128 y ss. y 182 y ss.; aunque
las consideraciones que aporta este alemán sobre el tema en cuestión en su obra fundamental
son muy esporádicas y no se detiene en su desarrollo. Para nosotros resulta interesante que
uno de los nombres históricos principales de esa solución de negación, precisamente en el
tópico de la contratación administrativa, fuera el del propio Otto Mayer, pues, dentro del
iusadministrativismo alemán de su época, fue él, quizás, el mejor conocedor de la ciencia del
Derecho administrativo francés de entonces –en la que ya tenían su espacio ganado ciertos
tipos contractuales administrativos–, fuente de la que abrevó para levantar su visión sistémica
de la rama administrativa y de la que recibió, sin dudas, importantes influencias científicas
(aunque queda bien claro que no en lo relativo al tema que nos ocupa). De acuerdo con las
palabras de Mayer: “… reconozco que he pasado, para edificar mi sistema, por la escuela de
los jurisconsultos franceses; aprendí mucho en el estudio de su doctrina del derecho admi-
nistrativo. Empero, se me ha reprochado injustamente el querer introducir puntos de vista
franceses y extraños al espíritu del derecho alemán. El lector francés no dejará de recono-
cer, así lo espero, todo lo alemán que es mi libro, por la manera de pensar y de expresar las
ideas. Si he tenido la ambición de que se vea en él algo del carácter francés, ello se debe a la
claridad del estilo y la nitidez de la expresión […]”. Véase Mayer, Otto, “Prefacio a la edición
francesa”, ob. cit., t. I, pp. XXIV y XXV.
88
El contrato administrativo como técnica jurídica: sucintas consideraciones generales
36
Citado por: Fleiner, Fritz, Instituciones de Derecho Administrativo, traducción de la 8a ed.
alemana por Sabino Álvarez Gendín, Labor, S.A., Barcelona-Madrid-Buenos Aires, 1933, p. 169.
37
Ver, por ejemplo, lo planteado por: Cammeo, Federico, Corso di Diritto Amministrativo, ris-
tampa con note de aggiornamento, CEDAM-Casa Editrice Dott. Antonio Milani, Padova, 1960,
p. 530; Messineo, Francesco, Manual de Derecho Civil y Comercial, t. IV – Derecho de las obli-
gaciones. Parte General, traducción de la 8a ed. italiana por Santiago Santís Melendo, Ediciones
Jurídicas Europa – América, Buenos Aires, 1955, p. 435; o Fleiner, Fritz, Instituciones…, ob.
cit., p. 155.
38
V. gr., Ranelletti, Oreste, Teoria degli atti amministrativi speciali, 7a ed. riveduta e integrata,
Dott. A. Giuffrè – Editore, Milano, 1945, p. 25.
39
Cammeo, Federico, Corso…, ob. cit., p. 531.
40
Fleiner, Fritz, Instituciones…, ob. cit., p. 171; Fernández de Velasco, Recaredo, “Teoría jurídica
de las concesiones administrativas”, en Revista de Derecho Privado, No. 53, febrero, y No.
54, marzo, t. V (enero-diciembre 1918), Madrid, 1918, p. 90.
41
Así, por ejemplo: Cammeo, Federico, Corso…, ob. cit., p. 531, en relación específica con la
concesión administrativa.
89
Andry Matilla Correa
42
Véase, por ejemplo, Fernández de Velasco, Recaredo, “Teoría jurídica…”, ob. cit., p. 82 y ss.
43
Duguit, León, Las transformaciones del Derecho Público, traducción con estudio preliminar
de Adolfo Posada y Ramón Jaén, Francisco Beltrán, Librería Española y Extranjera, Madrid,
1915, p. 230.
44
Duguit, León, Las transformaciones…, ob. cit., pp. 258 y 259. En otro de sus textos esenciales,
el propio Duguit discurría: “Parler de contrat de droit privé et de contrat de droit public c´est
parler de choses qui n´existent pas; […]. Il faut donc, une fois pour toutes, bannir de la langue
du droit cette expression de contrat de droit privé et de droit public et parler seulement de
contrat”. Véase Duguit, Léon, Traité de Droit Constitutionnel, t. III – La Théorie Générale de
L´Etat (suite et fin), 3e éd., Ancienne Librairie Fontemoing & Cie , Éditeurs, Paris, 1930, pp. 434
y 435.
45
Esta conclusión se puede extraer de lo planteado por él en Las transformaciones…, ob. cit.,
p. 216, cuando expresaba claramente que reservaba la denominación de contrato “[...] para
designar la categoría jurídica definida en el Código Civil, es decir, la convención que da origen,
entre dos personas determinadas, á una situación jurídica subjetiva [...]”. En este punto resul-
tan muy ilustrativas las disquisiciones que realizaba en: Duguit, Lèon, Las transformaciones
generales del Derecho Privado desde el Código de Napoleón, traducción de Carlos G. Posada,
2a ed., Francisco Beltrán, Librería Española y Extranjera, Madrid, 1920, p. 133 y ss.
90
El contrato administrativo como técnica jurídica: sucintas consideraciones generales
46
Para el caso de Cuba, luego de su enrumbamiento por la senda del socialismo a partir de
la década de 1960, como resultado de la evolución política de la Revolución cubana que
triunfa en 1959, puede ser de provecho, para entender históricamente la desaparición del
contrato administrativo como figura jurídica, que se vean los trabajos de nuestra autoría:
Matilla Correa, Andry, “Consideraciones mínimas sobre el contrato administrativo y
el Derecho Administrativo cubano”, en Jorge Fernández Ruiz y Javier Santiago Sánchez,
(coords.), Contratos administrativos. Culturas y Sistemas Jurídicos Comparados, Instituto de
Investigaciones Jurídicas, Universidad Nacional Autónoma de México, México D.F., 2007,
pp. 185 a 233; “Consideraciones mínimas sobre el contrato administrativo y el Derecho
Administrativo cubano”, en Revista de Derecho Público, 2006-2; Contratistas del Estado.
Procedimiento de selección (segunda parte), Rubinzal-Culzoni, Buenos Aires, 2006; “Sobre el
91
Andry Matilla Correa
92
El contrato administrativo como técnica jurídica: sucintas consideraciones generales
Soviético, traducido del ruso por José Echenique, Instituto de Estado y de Derecho, Academia
de Ciencias de la URSS, Ediciones en Lengua Extranjera, Moscú, 1962, p. 232 y ss.; Vlahoff,
Ivan Stefanov, “Le régimen des contrats des organisations socialiste en Bulgarie”, en Revue
internationale de droit comparé, Année 1965, vol. 17, No. 2, París, p. 442 y ss.; Ionasco, Trajan
y Eugène A. Barash, “Les contrats économiques dans le droit de la République Socialiste de
Roumanie. Quelques précisions sur certains de leurs aspects”, en Revue internationale de
droit comparé, Année 1965, vol. 17, No. 4, París, p. 887 y ss.; Ionasco, Trajan, “Les contrats
économiques dans les pays socialistes”, en Revue internationale de droit comparé, Année 1968,
vol. 20, No. 3, París, p. 531 y ss.; Gribanov, V. P. y S. M. Korneev (redactores responsables)
et al., Derecho Civil soviético, t. I, traducido del ruso por P. Boiko, Pueblo y Educación, Ciudad
de La Habana, 1987, p. 330 y ss.; Suchoza, Iosef, Los contratos económicos en la economía
checoslovaca, Colección de Estudios Jurídicos, Unión Nacional de Juristas de Cuba, La Habana,
s/a, en todo; Láptev, V. (redactor responsable) et al., Derecho Económico, traducido del ruso
por Lic. René Gómez Manzano, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, Progreso, Moscú,
1988, p. 173 y ss.; Bíkov, Anatoli y Piotr Lajnó, El derecho y el mecanismo económico en la
URSS, traducido del ruso por Aurelio Villa, Progreso, Moscú, 1989, p. 109 y ss.
49
En las palabras de un estudioso soviético de entonces: “En la U. R. S. S. todos los medios de
producción pertenecen al Estado, es decir, forman el patrimonio del pueblo. La propiedad del
Estado es un fondo único que pertenece al Estado soviético. La unidad de la propiedad
del Estado forma la base de la planificación de la vida económica, del Presupuesto unificado
del Estalo, del monopolio del comercio exterior y de la Administración en el camino económico
y cultural […]. De esta forma, en la U.R.S.S., en donde la economía se encuentra en manos del
Estado, la Administración asegura la unidad de la dirección económica y política basada sobre
un plan estatal único para el desarrollo de la economía nacional”. Véase Stoudenikine, S.,
“La enseñanza de las cuestiones de organización administrativa y de Derecho Administrativo
en la U.R.S.S”, en Revista de Administración Pública, Año VII, No. 21, septiembre-diciembre,
1956, Instituto de Estudios Políticos, Madrid, pp. 538 y 539.
50
Según dejaba sentado Stoudenikine: “El régimen social soviético tiene como peculiaridad el
carácter planificado del desarrollo de la economía, la subordinación de todas sus ramas a un
plan único de la economía nacional”; y añadía luego: “La actividad de todos los establecimien-
tos públicos y del Estado, de todas las organizaciones y empresas, está basada en la ejecución
de los planes. La modificación no autorizada de los planes, la oposición a su realización, la
inacción de los funcionarios responsables de la ejecución del plan, están castigadas por la
ley”. Véase Stoudenikine, S., “La enseñanza…”, ob. cit, p. 538.
93
Andry Matilla Correa
51
Stoudenikine, S., “Aspectos fundamentales del trabajo administrativo en la U.R.S.S
(Comunicación al Tema III)”, en Revista de Administración Pública, Año VII, No. 21, septiembre-
diciembre, 1956, Instituto de Estudios Políticos, Madrid, p. 492.
52
Stainov, Petko, “La théorie des contrats administratifs et le droit socialiste”, en Revue de
Droit Public et de la Science Politique en France et à l´étranger, Quatre-vingt-deuxième année,
t. LXXXII, 1966, Librairie Générale de Droit et de Jurisprudence, Paris, p. 229 y ss.
53
Stainov, Petko, “La théorie des contrats administratifs…”, ob. cit., p. 259.
54
Ibidem, p. 259.
55
Ver, por ejemplo, lo que analizaba Stainov, Petko, “La théorie des contrats administratifs…”,
ob. cit., en p. 238 y ss.
94
El contrato administrativo como técnica jurídica: sucintas consideraciones generales
56
Stainov, Petko, “La théorie des contrats administratifs…”, ob. cit., p. 259.
57
Pérez Luciani, Gonzalo, “Los contratos administrativos en Venezuela”, en Instituto de
Derecho Público, Archivo de Derecho Público y Ciencias de la Administración, vol. VII, 1984-
1985 – El Derecho Público en Venezuela y Colombia, Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas,
Universidad Central de Venezuela, Caracas, 1986, p. 260.
58
Pérez Luciani, Gonzalo, “Los contratos…”, ob. cit., p. 260. En el caso venezolano, véase también
cómo se expresaba: Mèlich Orsini, José, “La Noción de Contrato de Interés Público”, en Revista
de Derecho Público, No. 7, 1981, Caracas, p. 33 y ss.; del propio Mèlich Orsini, “El contrato
administrativo en el marco general de la Doctrina del Contrato”, en Revista de la Facultad de
Ciencias Jurídicas y Políticas de la Universidad Central de Venezuela, No. 16, 2000, Caracas,
p. 65 y ss. También, puede ser de interés el trabajo de: Caballero Ortiz, Jesús, “¿Deben
subsistir los contratos administrativos en una futura legislación?”, en Alfredo Arismendi A.
y Jesús Caballero Ortiz (coords.), El Derecho Público a comienzos del siglo XXI. Estudios en
homenaje al profesor Allan R. Brewer Carías, t. II – Tercera parte: Derecho Administrativo,
Instituto de Derecho Público, UCV, Civitas, S.A., Madrid, 2003, p. 1765 y ss.
95
Andry Matilla Correa
59
Mairal, Héctor A., “De la peligrosidad o inutilidad de una teoría general del contrato admi-
nistrativo”, en revista El Derecho-Administrativo, Serie especial, Boletín del 18 de septiembre
de 1998, t. 179, Buenos Aires, p. 655 y ss.
60
Mairal, Héctor A., “De la peligrosidad…”, ob. cit, p. 655 y sigs. Asimismo, Marial reafirmaba
su línea en: “El aporte de la crítica a la evolución del derecho administrativo”, en revista El
Derecho-Administrativo, Serie especial, Boletín del 22 de diciembre de 1998, Tomo 180,
Buenos Aires, p. 849 y sigs.; “La teoría del contrato administrativo”, en AA.VV., Contratos
Administrativos, Jornadas Organizadas por la Universidad Austral, Facultad de Derecho,
Editorial Ciencias de la Administración, División de Estudios Administrativos, Buenos Aires,
2000, pp. 209 y sigs.; y en “La teoría del contrato administrativo a la luz de recientes norma-
tivas”, en Gordillo, Agustín (Director) et al, “El Contrato Administrativo en la Actualidad.”,
Suplemento Especial de la Revista Jurídica Argentina La Ley, La Ley, Buenos Aires, Mayo 2004,
pp. 3 y sigs.
61
Por ejemplo: Ver como se expresaba Héctor Mairal, en sus trabajos: De la peligrosidad…”,
ob. cit, p. 655 y sigs. Asimismo, Marial reafirmaba su línea en: “El aporte…”, ob. cit., p. 849
y sigs.; “La teoría del contrato administrativo”, ob. cit., pp. 212 y sigs.; “La teoría del contrato
administrativo a la luz…”, ob. cit., pp. 3 y sigs.
96
El contrato administrativo como técnica jurídica: sucintas consideraciones generales
62
Para Maurice Hauriou: “... En derecho no es indispensable que dos contratantes estén en
pie de igualdad; el precario concluido entre el hombre poderoso y el humilde que se enco-
mendaba, era un contrato. Las situaciones contractuales pueden tender hacia la igualdad,
pero no la implican necesariamente en su base. El contrato se funda en el consentimiento,
pero se puede consentir en ser inferior y desigual [...]”. Véase Hauriou, Maurice, “La gestión
administrativa”, en Obra escogida, traducción de Juan A. Santamaría Pastor y Santiago Muñoz
Machado, Instituto de Estudios Administrativos, Madrid, 1976, p. 192.
63
Ver, por ejemplo: Jèze, Gastón, Principios Generales del Derecho Administrativo, t. IV – Teoría
general de los contratos de la Administración, Primera parte – Formación, ejecución de los
contratos, traducción directa de la 3a ed. francesa por Julio N. San Millán Almagro, Depalma,
Buenos Aires, 1950, p. 3; Rouvière, Jean, “A quels signes reconnaitre les contrats administra-
tifs”, Thèse pour le doctorat, Imprimerie Alençonnaise, Alençon, 1930, p. 11 y ss.; Pèquignot,
Georges, Théorie générale du contrat administratif, Éditions A. Pédone, Paris, 1945, p. 15 y
97
Andry Matilla Correa
ss.; De Laubadère, Andrè, Traité théorique et pratique des contrats administratif, t. I, Librairie
Générale de Droit et de Jurisprudence, Paris, 1956, p. 7; Berçaitz, Miguel Ángel, Teoría gene-
ral de los contratos administrativos, 2a ed., corregida y actualizada, Depalma, Buenos Aires,
1980, p. 133 y ss.; Martín-Retortillo Baquer, Sebastián, “La institución contractual en el
Derecho Administrativo: en torno al problema de la igualdad de las partes”, en su obra El
Derecho Civil en la génesis del Derecho Administrativo y de sus instituciones, 2a ed. ampliada
(1a en Civitas), Civitas, S.A., Madrid, 1996, p. 110 y ss.
64
Jèze, Gastón, “Prefacio del autor a la edición argentina”, en Principios Generales de Derecho
Administrativo, t. I – La técnica jurídica del Derecho Público francés, traducción directa de la
3a ed. francesa por Julio N. San Millán Almagro, Depalma, Buenos Aires, 1948, pp. XLI y XLIII.
65
Jèze, Gastón, “Prefacio del autor a la edición argentina”, ob. cit., pp. XLIII.
66
Jèze, Gastón, Principios…, t. IV, ob. cit., p. 3.
98
El contrato administrativo como técnica jurídica: sucintas consideraciones generales
Para Jèze, quien desarrollara su obra fundamental bajo el influjo de los pos-
tulados de la Escuela del Servicio Público –con lo que ello implicaba, y las
limitaciones que impuso el paso del tiempo hasta hoy–, se llegaba a afirmar
que había contrato administrativo propiamente dicho, cuando se reunían
las siguientes condiciones: 1ª) es preciso un acuerdo de voluntades entre la
Administración y un particular; 2ª) el acuerdo de voluntades tiene por objeto
la creación de una obligación jurídica de prestación de cosas materiales o de
servicio personales, mediante una remuneración (en dinero o de otro modo);
3ª) la prestación que suministrará el individuo está destinada a asegurar el
funcionamiento de un servicio público; 4ª) las partes, por una cláusula expresa,
por la misma forma dada al contrato, por el género de cooperación solicitada
al contratante, o por cualquier otra manifestación de voluntad, han entendido
someterse al régimen especial del derecho público.67
En la opinión de un viejo maestro argentino, Rafael Bielsa:
“... el contrato en general no es una institución exclusiva de los códigos
de derecho privado. La forma contractual es siempre de derecho, ya
interno (contratos administrativos), ya internacional (tratados, etc.).
Los contratos y otras instituciones que regla el Código Civil no son ins-
tituciones exclusivas del derecho civil. El Código civil las ha codificado
para reglar relaciones con los sujetos de derecho privado (personas),
pero por el solo hecho de incluirlas en su sistema no puede decirse que
el derecho privado las haya ‘creado’. Tiene razón LABAND cuando dice
que se trata solamente de una prioridad de tiempo en la adaptación
o aprovechamiento de instituciones. Esto es que esas instituciones
aparecen como civilistas, porque el derecho civil, formado antes que
el derecho administrativo, se apropió de ellas, siendo así que los prin-
cipios jurídicos tradicionales a veces se aplican mejor a las instituciones
nuevas que a las antiguas”.68
A partir de ideas como las que se expresan en lo anterior, y del desmontaje
razonado de los diversos argumentos que se habían ido exponiendo para
negar la posibilidad de la contratación administrativa como técnica jurí-
dica, se logró imponer, en ciertos ordenamientos jurídicos, la existencia
del contrato administrativo como una categoría con diferencias en relación
con el tradicional contrato civil. Cobraba, entonces, identidad definitiva esa
figura contractual administrativa, lográndose despojar su percepción, como
67
Jèze, Gastón, Principios Generales del Derecho Administrativo, t. III – El funcionamiento de los
servicios públicos, traducción directa de la 3a edición francesa por Julio N. San Millán Almagro,
Depalma, Buenos Aires, 1949, pp. 322 y 323.
68
Bielsa, Rafael, “Algunos principios de Derecho sobre concesiones de servicios públicos”, en
Rafael Bielsa, Estudios de Derecho Público, t. I – Derecho Administrativo, Depalma, Buenos
Aires, 1950, p. 614.
99
Andry Matilla Correa
69
Hemos consultado las conclusiones de Corneille en el arrêt Société d’éclairage de Poissy, del
Consejo de Estado francés, de 8 de febrero de 1918, en la reproducción de estas que aparece
en: Revue de Droit Public et de la Science politique en France et a l’étranger, tome trente-
cinquième, XXVe année, 1918, M. Giard & E. Brière, Libraires-Éditeurs, Paris, especialmente
p. 246.
100
El contrato administrativo como técnica jurídica: sucintas consideraciones generales
70
Costa Gonçalves, Pedro, Direito dos Contratos Públicos, vol. 1, Com a colaboração de Carla
Machado e José Azevedo Moreira, 3ª ed., Edições Almedina, S.A., Coimbra, 2018, p. 12.
101
La potestad sancionadora de la Administración
Pública: definición y principios que rigen
su ejercicio (especial referencia a los principios
de legalidad, tipicidad, irretroactividad
y non bis in idem)
A modo de introducción
Para nadie es desconocido el hecho de que corresponde al Estado la realiza-
ción de disímiles tareas, en el orden económico, político, social y jurídico, y
múltiples son los órganos u organismos que deben tomar parte en su eficaz
realización, entre los que destaca, sin lugar a dudas, la Administración Pública.
La preservación del orden en la sociedad constituye uno de sus más importan-
tes cometidos y también uno de los de mayor complejidad, ello atendiendo
a la pluralidad de órganos u organismos que pueden y debe tomar parte en
esta tarea, la diversidad de ámbitos o sectores en los cuales estos entes deben
actuar, las diversas actividades que a tal fin deben realizar y por el papel que
a su vez deben asumir los ciudadanos desde su individualidad o en colectivi-
dad, en pos de contribuir al mantenimiento del orden social. Ello es complejo
además si se tiene en cuenta las afectaciones que sobre las personas naturales
y jurídicas, sobre sus intereses, derechos o propiedades pudieran traer con-
sigo las distintas acciones dirigidas a salvaguardar el referido orden; las que
pueden ir desde la promulgación de normas jurídicas que rijan el actuar de los
ciudadanos y de los órganos del Estado, hasta la represión de las conductas
que vulneren lo preceptuado en la ley.
Un recurso al que comúnmente se acude en aras de restituir el orden social y
jurídico que ha sido quebrantado lo constituye la imposición de sanciones, las
que pueden adoptar diferente carácter en dependencia del tipo de infracción
de que se trate y del sector al cual esta se encuentre asociada.
102
La potestad sancionadora de la Administración Pública: definición y principios...
El ejercicio del poder sancionador de los jueces se erige en una vía trascen-
dental que posibilita al Estado corregir las conductas que atentan contra el
orden social y jurídico; sin embargo, aunque figura como una de las vías más
conocidas y utilizadas, no constituye la única. Desde poco antes del siglo viii
se ha hecho acompañar de una institución jurídico-administrativa que ha
venido ganando paulatinamente en expansión: la potestad sancionadora de
la Administración Pública.
Esta, como el poder punitivo de los jueces, también permite reprimir com-
portamientos contrarios al ordenamiento jurídico, de cuyo ejercicio, de igual
modo, puede derivar la imposición de sanciones. Tal ha sido el nivel de expan-
sión por esta alcanzado que podría afirmarse no existe sector de actividad
de la Administración Pública en el que no se encuentre exteriorizada. Pero,
¿qué entender por potestad sancionadora de la Administración Púbica?, ¿qué
principios han de regir su ejercicio y que tratamiento jurídico se ha dado a los
mismos? A estas interrogantes daremos respuesta en las líneas subsiguientes.
1
Las que suceden son algunas de las obras en la que constan por el citado autor un tratamiento
a la categoría potestad: Santi Romano, Corso de Diritto Amministrativo, vol. I, CEDAM, Padova,
1930; Principii di Dirittio Costituzionale Generale, 2ª ed., Giuffrè, Milán, 1947; Fragmentos
de un Diccionario Jurídico, Ediciones Jurídicas Europa-América, Buenos Aires, 1964. Vid.
Gómez-Ferrer Morant, Rafael (coord.), Libro homenaje al profesor José Luis Villar Palasí, 1ª
ed., Civitas, Madrid, 1989, p. 1344.
103
Kenia Margarita Espinosa Velázquez
2
Para él, potestad y derechos subjetivos constituyen las esferas en las que se encuentra divi-
dido el poder jurídico y a partir de esta idea comienza a argumentar las ideas que distinguen
a una de la otra. Vid. Gómez-Ferrer Morant, Rafael (coord.), Libro homenaje…, ob. cit., p.
1344.
3
Ibidem, pp. 1369, 1354.
4
Blanquer, David, Curso de Derecho Administrativo, t. II, tirant lo blanch, Valencia, 2006,
p. 201.
5
Cosculluela Montaner, Luis, Manual de Derecho Administrativo I, Aranzadi, Cizur Menor,
2009, p. 316.
104
La potestad sancionadora de la Administración Pública: definición y principios...
6
Gamero Casado, Eduardo, Desafíos del Derecho Administrativo ante un mundo en disrupción,
Comares, Granada, 2015, p. 27.
7
Refiriéndose a la categoría potestades administrativas Cosculluela Montaner señala: “Las
potestades administrativas pueden definirse como poderes de acción para la satisfacción de
los intereses públicos que atribuyen las normas a la Administración, y que implican sujeción
jurídica para los ciudadanos destinatarios de los actos dictados en el ejercicio de estas potes-
tades”. Vid. Cosculluela Montaner, Luis, Manual…I, ob. cit., p. 318. En términos similares se
pronuncia Gamero Casado, quien al referirse a estas plantea: “podemos definir la potestad
administrativa como un poder jurídico unilateral, reconocido para la satisfacción del interés
general, sometido a la ley, a control jurisdiccional (judicial y constitucional) y a garantías de
alcance constitucional, cuyo ejercicio es obligado para su titular, quien la ostenta en virtud de
una atribución articulada conforme al principio de legalidad”. Vid. Gamero Casado, Eduardo,
Desafíos , ob. cit., p. 32.
8
Marienhoff, Miguel S., Tratado de Derecho Administrativo, t. I, 4ª edición actualizada,
Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1990, p. 608.
105
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9
Ossa Arbeláez, Jaime, Derecho Administrativo Sancionador, 2ª ed., Legis, Bogotá, 2009, p. 76.
10
Garberí Llobregat, José, La aplicación de los derechos y garantías constitucionales a la
potestad y al procedimiento administrativo sancionador (Doctrina del Tribunal Constitucional
y reforma legislativa), Trivium, Madrid, 1989, p. 51.
11
Bermejo Vera, José, Derecho Administrativo. Parte Especial. 4ª ed., Civitas, España, p. 79.
12
Cosculluela Montaner, Luis y Mariano López Benítez, Derecho Público Económico, Iustel,
Madrid, 2011, p. 223.
13
Cano Campos, Tomás, “Derecho Administrativo Sancionador”, en Revista Española de Derecho
Constitucional, Año 15, No. 43, enero-abril, 1995, p. 339.
106
La potestad sancionadora de la Administración Pública: definición y principios...
Desde una perspectiva más actual al referirse a esta institución García Pullés
sostiene:
“La potestad sancionatoria administrativa consiste en la atribución otor-
gada a la Administración Pública, derivada directamente de la ley formal,
de concretar o perfeccionar la creación de infracciones y sanciones e
imponerlas a las personas físicas o jurídicas que están sometidas a ella, de
una u otra manera”.14
A este planteamiento se añade el establecido por Gamero Casado y Fernández
Ramos, quienes refieren:
“… la potestad sancionadora debe considerarse como una función instru-
mental cuyo objeto es proteger los bienes e intereses definidos por el orde-
namiento en cada materia o sector –industria, comercio, turismo…– […]”.15
Como se advierte, se trata de criterios que en modo alguno resultan coinciden-
tes. De conformidad con estos, la potestad sancionadora de la Administración
Pública puede ser interpretada de dos maneras diferentes:
Por un lado, como una potestad administrativa de carácter muy amplio en
virtud de la cual la Administración Pública puede imponer sanciones tanto en
el ámbito interno de su organización, a funcionarios públicos o empleados,
como fuera de él, a los ciudadanos o administrados, por la comisión de com-
portamientos contrarios al ordenamiento jurídico.
Por otro lado, desde un punto de vista más estricto, puede ser entendida como
aquella potestad que corresponde ejercer a la Administración para castigar
las conductas infractoras cometidas por quienes se encuentran sometidos a
ella en virtud de una relación de sujeción general, bien se trate de personas
naturales o jurídicas. En este sentido se deja fuera de su alcance la sanción de
las conductas infractoras que tienen lugar en el ámbito del funcionamiento
interno de la Administración, consecuencia directa del ejercicio de la potestad
disciplinaria y por ende objeto de tratamiento por el Derecho disciplinario.
En lo que al Derecho administrativo sancionador específicamente concierne,
entre los criterios de definición establecidos con anterioridad, son los relativos
a esta segunda línea de interpretación los que han de tomarse en considera-
ción. De este modo, teniendo en cuenta los elementos que uno u otro criterio
ofrecen, puede definirse la potestad sancionadora como aquella atribución
legal otorgada a la Administración Pública para sancionar a las personas
14
García Pullés, Fernando, Lecciones de Derecho Administrativo, Abeledo-Perrot, Buenos Aires,
2015, p. 396.
15
Gamero Casado, Eduardo y Severiano Fernández Ramos, Manual Básico de Derecho
Administrativo, Tecnos, Madrid, 2016, p. 892.
107
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La potestad sancionadora de la Administración Pública: definición y principios...
16
Suay Rincón, José, “La formulación del principio de legalidad en materia sancionadora y sus
exigencias: una propuesta a partir del estado actual de la cuestión en la jurisprudencia”, en
Revista Justicia Administrativa, Número Extraordinario 1, 2001, p. 10.
17
Vid. García de Enterría, Eduardo y Tomás-Ramón Fernández, Curso de Derecho
Administrativo, t. II, 11ª ed., Civitas, Madrid, 2008, p. 175.
18
Cano Campos, Tomás “La actividad sancionadora”, en La actividad de las Administraciones
Públicas, 1ª ed., Iustel, Madrid, 2009, p. 90.
19
Suay Rincón, José, “La formulación del principio de legalidad ”, ob. cit., p. 17.
20
Vid. Muñoz Machado, Santiago, Tratado de Derecho Administrativo y Derecho Público
General, t. XII –Actos administrativos y sanciones administrativas, 2ª ed., Agencia Estatal
Boletín Oficial del Estado, Madrid, 2017, pp. 305-306.
109
Kenia Margarita Espinosa Velázquez
21
Sánchez Morón, Miguel, Derecho Administrativo. Parte General, 14ª ed., Tecnos, Madrid,
2018, p. 708.
22
Ibidem.
23
Gómez Tomillo, Manuel e Íñigo Sanz Rubiales, Derecho Administrativo Sancionador. Parte
General, 4ª ed., Aranzadi, Cizur Menor, 2017, p. 138.
24
Garberí Llobregat, José, La aplicación de los derechos y garantías constitucionales…, ob.
cit., p. 82.
110
La potestad sancionadora de la Administración Pública: definición y principios...
25
Vid. Sánchez Morón, Miguel, Derecho Administrativo. Parte General, ob. cit., p. 707; Gómez
Tomillo, Manuel e Íñigo Sanz Rubiales, Derecho Administrativo Sancionador. Parte General,
ob. cit., p. 139; Esteve Pardo, José, Lecciones de Derecho Administrativo, Marcial Pons, Madrid,
2011, p. 406; Parejo Alfonso, Luciano, Derecho Administrativo, 1ª ed., Ariel, España, 2003,
p. 789.
26
Suay Rincón, José, “La formulación del principio de legalidad”, ob. cit., p. 17.
27
Al respecto, Gómez Tomillo y Sanz Rubiales señalan: “la Administración por medio de la
potestad sancionadora adquiere un contundente instrumento punitivo capaz de afectar
muy agresivamente a la vida de los ciudadanos por lo que parece más que justificado que la
regulación de su ejercicio se encomiende con exclusividad al parlamento [...]”. Vid. Gómez
Tomillo, Manuel e Íñigo Sanz Rubiales, Derecho Administrativo Sancionador. Parte General,
ob. cit., pp. 135-136. A este se añade el criterio sostenido por Cordero Quinzacara, quien
sobre el referido particular plantea: “cualquier sanción que la Administración aplique a un
particular afectará necesariamente algunos de sus derechos constitucionales (libertad de
enseñanza, libertad de trabajo, el derecho a desarrollar cualquier actividad económica, el
derecho de propiedad), todos amparados por la garantía de reserva de legal. En tal sentido,
la única posibilidad que la Administración tiene para contar con poderes sancionatorios que
afecten dicho ámbito es mediante una ley que así lo establezca”. Vid. Cordero Quinzacara,
Eduardo, “Los principios que rigen la potestad sancionadora de la Administración en el
111
Kenia Margarita Espinosa Velázquez
112
La potestad sancionadora de la Administración Pública: definición y principios...
31
Al referirse a esta garantía, Suay Rincón establece: Como garantía material, el principio de
legalidad en materia sancionadora exige el cumplimiento del principio de tipicidad, esto es,
la necesidad de que los tipos y las infracciones, por una parte, y las sanciones respectivas a
ellos asociados, por la otra, estén predeterminados por las normas, al margen o más allá de
cualquiera que sea su rango. De ahí, justamente, el carácter material de esta garantía que,
en último término también se proyecta sobre la fase aplicativa de las sanciones, es decir en el
momento de proceder a su imposición. Vid. Suay Rincón, José, “La formulación del principio
de legalidad”, ob. cit., p. 18.
113
Kenia Margarita Espinosa Velázquez
32
Señalo en este punto, casi la totalidad de los artículos anteriormente señalados, pues como se
puede apreciar, en el artículo 7.1 del Convenio para la Protección de los Derechos Humanos
y de las Libertades Fundamentales no se hace alusión, como en los preceptos legales de
los textos anteriores, a actos u omisiones delictivos, sino a acción u omisión que constituya
infracción, término dentro del cual bien podrían tener cabida tanto el ilícito penal como la
infracción administrativa.
33
Rebollo Puig, Manuel; Manuel Izquierdo Carrasco, Lucía Alarcón Sotomayor y Antonio
Bueno Armijo, “Panorama del Derecho Administrativo Sancionador en España”, en revista
Estudios Socio-Jurídicos, enero-junio, 2005, Colombia, p. 35.
114
La potestad sancionadora de la Administración Pública: definición y principios...
34
Gómez Tomillo, Manuel e Íñigo Sanz Rubiales, Derecho Administrativo Sancionador. Parte
General, ob. cit., p. 159.
35
García de Enterría, Eduardo y Tomás-Ramón Fernández, Curso de Derecho Administrativo,
t. II, ob. cit., p. 178.
36
La tipicidad, como es bien sabido, consiste en la exigencia de descripción específica y precisa,
por la norma creadora, de las infracciones y las sanciones, de las conductas concretas que
pueden ser sancionadas y del contenido material de las sanciones que pueden imponerse por
la comisión de cada conducta, así como de la correlación entre unas y otras. Vid. Santamaría
Pastor, Juan Alfonso, Principios de Derecho Administrativo General, t. II, 4a ed., Iustel, 2016,
p. 441. Al respecto, Eduardo García de Enterría y Tomás-Ramón Fernández señalan: “La
tipicidad es, pues, la descripción legal de una conducta específica a la que se conectará una
sanción administrativa”. Vid. García de Enterría, Eduardo y Tomás-Ramón Fernández, Curso
de Derecho Administrativo, t. II, ob. cit., p. 177.
37
La suficiencia de la tipificación es, en definitiva, una exigencia de la seguridad jurídica y se
concreta, ya que no en la certeza absoluta, en la predicción razonable de las consecuencias
jurídicas de la conducta. A la vista de la norma debe saber el ciudadano que su conducta
constituye una infracción y, además, debe conocer también cuál es la respuesta punitiva que
a tal infracción depara el ordenamiento. O dicho en otras palabras: la tipificación es suficiente
cuando consta en la norma una predeterminación inteligible de la infracción, de la sanción
y de la correlación entre una y otra. Vid. Nieto García, Alejandro, Derecho Administrativo
Sancionador, ob. cit., p. 293.
38
Parejo Alfonso, Luciano, Lecciones de Derecho Administrativo, 5a ed., tirant lo blanch,
Valencia, 2012, p. 733.
115
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39
Trayter Jiménez, Juan Manuel y Vicenç Aguado i Cudolá, Derecho Administrativo Sancionador,
Cedes, Barcelona, 1995, p. 60.
40
Al respecto, Muñoz Machado refiere: “Lo primero que exige en este punto el principio de tipi-
cidad es que no se deje al aplicador libertad absoluta para utilizar cualquiera de las sanciones
que prevé la norma, sin ninguna clase de límites, y sin usar ningún criterio de ponderación,
de modo que, por ejemplo, se permita que imponga sanciones graves por infracciones leves.
Una manera de evitarlo es la concreción del margen de discrecionalidad con que cuentan los
órganos sancionadores. A ello contribuye, en primer lugar, la graduación de las infracciones
y sanciones.
”Naturalmente, los aplicadores de las normas sancionadoras tienen la facultad, y la evidente
necesidad, de interpretarlas. Pero los criterios que utilizan para hacerlo también tienen que
acomodarse a ciertas exigencias: por un lado, no pueden usarse interpretaciones imprevisibles,
absurdas o que utilicen criterios que nos sean los comúnmente aceptados en Derecho. Por
otro lado, está prohibida la aplicación analógica de las normas sancionadoras”. Vid. Muñoz
Machado, Santiago, Tratado de Derecho Administrativo y de Derecho Público General, t. XII,
ob. cit., p. 316.
116
La potestad sancionadora de la Administración Pública: definición y principios...
41
Garberí Llobregat, José, El procedimiento administrativo sancionador, 2a ed., tirant lo blanch,
Valencia, 1996, p. 102.
42
Muñoz Machado, Santiago, Diccionario de Derecho Administrativo, t. II, 1a ed., Iustel, Madrid,
2005, p. 1905.
43
Vid. Cosculluela Montaner, Luis y Mariano López Benítez, Derecho Público Económico, 4ª
ed., Iustel, Madrid, 2011, p. 226; Baca Oneto, V., “La retroactividad favorable en Derecho
Administrativo Sancionador”, en revista Thēmis, No. 69, p. 28.
44
Morón Urbina, Juan Carlos, “Los principios delimitadores de la potestad sancionadora de
la Administración Pública en la Ley peruana”, en revista Advocatus, No. 13, p. 244.
45
Vid. Garberí Llobregat, José, La aplicación de los derechos y garantías constitucionales , ob.
cit., p. 87.
117
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Por tanto, no cabe castigar a nadie por una conducta que, cuando fue reali-
zada, no constituía infracción o, si ya era infracción, castigarlo con una sanción
superior a la que estaba establecida entonces. En suma, está prohibida la irre-
troactividad in malam partem.46 Existe sin embargo una importante excepción
al principio de irretroactividad, de sumo valor en materia sancionadora:47 la
retroactividad de las disposiciones posteriores favorables al infractor.48 Esta
excepción implica la aplicación al infractor de las normas sancionadoras
beneficiosas que surjan con posterioridad a la realización de la conducta;49
de ahí que en su virtud, al momento de sancionar una conducta corresponde
aplicar no la norma que se encontraba vigente cuando esta se cometió, sino
la que resulte integralmente más favorable entre ese momento y aquel en el
cual se impone el castigo.50
En tal sentido, si luego de la comisión del ilícito administrativo, según la ley
preexistente, se produce una modificación legislativa, y la nueva ley es, en su
consideración integral, más benigna para el administrado, bien porque priva
46
Rebollo Puig, Manuel y otros, “Panorama del Derecho Administrativo Sancionador en
España”, en Revista de Estudios Socio-Jurídicos, No. 7, p. 37.
47
Sobre este particular, Perelló Doménech señala: “la regla general, en este ámbito, es que
solo pueden aplicarse normas sancionadoras en vigor en el momento de ocurrir los hechos,
que definan la conducta u omisión como infracción administrativa. La excepción a esta
regla la constituyen las disposiciones sancionadoras más favorables, que sí tendrán efectos
retroactivos”. Vid. Perelló Doménech, I., “Derecho Administrativo sancionador y jurispru-
dencia constitucional”, en Revista Jueces para la democracia, 1994, No. 22, ISSN: 1133-0627,
pp. 76-81.
48
Vid. Gómez Tomillo, Manuel e Íñigo Sanz Rubiales, Derecho Administrativo Sancionador.
Parte General, ob. cit., p. 184.
49
Sanz Gandasegui, Francisco, La potestad sancionadora de la Administración , ob. cit., p. 119.
50
Vid. Baca Oneto, V., “La retroactividad favorable…”, ob. cit., p. 28.
118
La potestad sancionadora de la Administración Pública: definición y principios...
51
Morón Urbina, Juan Carlos, “Los principios delimitadores…”, ob. cit., p. 244.
52
Podemos señalar entre estos: José Garberí Llobregat, Alejandro Nieto García, Francisco
Sanz Gandasegui, Manuel Gómez Tomillo e Íñigo Sanz Rubiales.
53
De acuerdo con el Diccionario de la Real Academia Española ha de entenderse por seguridad
jurídica lo siguiente: Cualidad del ordenamiento jurídico que implica la certeza de sus normas
y, consiguientemente, la previsibilidad de su aplicación. Por su parte, el Diccionario del Español
Jurídico la define como: Principio general del Derecho que impone que toda persona tenga
conocimiento cierto y anticipado sobre las consecuencias jurídicas de sus actos y omisiones.
54
Gómez Tomillo, Manuel e Íñigo Sanz Rubiales, Derecho Administrativo Sancionador. Parte
General, ob. cit., pp. 182-183.
119
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120
La potestad sancionadora de la Administración Pública: definición y principios...
Encuadrado bajo el aforismo latino “non bis in idem”, otro de los principios
que rige el ejercicio de la potestad sancionadora administrativa lo constituye
el de la no duplicidad de sanciones por los mismos hechos; tradicional prin-
cipio que asentado inicialmente en el Derecho penal, opera en la actualidad
en otros ámbitos del Derecho, por tanto, no es de aplicación exclusiva en la
referida rama jurídica.
Desde una perspectiva muy amplia, el principio non bis in idem ha sido definido
por Del Rey Guanter como:
“principio general del Derecho que, en base a los principios de proporcio-
nalidad y de cosa juzgada, prohíbe la aplicación de dos o más sanciones
o el desarrollo de dos o más procedimientos, sea en uno o más órdenes
sancionadores, cuando se dé una identidad de sujetos, hechos y funda-
mento “de sujetos, objeto o causa material y de acción o razón de pedir,
si nos referimos a la perspectiva procesal–, y siempre que no exista una
121
Kenia Margarita Espinosa Velázquez
55
Rey Guanter, Salvador del, Potestad sancionadora de la Administración y Jurisdicción penal
en el Orden social, Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, Madrid, 1990, p. 111. En términos
similares a los anteriormente enunciados Linde Paniagua lo define del siguiente modo: “El
principio non bis in ídem es un principio general del Derecho que supone la prohibición o
exclusión de duplicidad de sanciones administrativa y penal en los casos en que se aprecie la
identidad de sujeto, hecho y fundamento”. Vid. Linde Paniagua, Enrique, Fundamentos de
Derecho Administrativo (Del Derecho del poder al Derecho de los ciudadanos), 2a ed., Colex,
Madrid, 2010, p. 296. Muñoz Quiroga, refiriéndose al principio señalado, sostiene: “consiste
en el derecho público subjetivo del ciudadano a no ser castigado por el mismo hecho con una
pena y una sanción administrativa (o dos sanciones administrativas), siendo indiferente que
estas operen en el tiempo de forma simultánea o sucesiva”. Vid. Muñoz Quiroga, Antonio,
“El principio non bis in ídem”, en Revista Española de Derecho Administrativo, No. 45, 1985,
p. 133. Junto a estos autores encontramos a Muñoz Machado, quien en relación con este
principio plantea: “El non bis in ídem significa que nadie puede ser sancionado dos veces por
lo mismo. Es una regla que parte de un concurso de normas, prohibiendo la aplicación de
dos o más normas sancionadoras a un solo comportamiento infractor del ordenamiento”.
Vid. Muñoz Machado, Santiago, Diccionario de Derecho Administrativo. t. II, Iustel, Madrid,
2005, p. 1906. Sanz Gandasegui, por su parte, hace alusión a este del modo siguiente: “En lo
que respecta a las relaciones entre la potestad punitiva jurisdiccional y la administrativa, este
principio implica la incorrección de la imposición sucesiva o simultánea de una pena y una
sanción administrativa por el mismo hecho”. Vid. Sanz Gandasegui, Francisco, La potestad
sancionadora de la Administración , ob. cit., p. 126.
56
Garberí Llobregat, José, La aplicación de los derechos y garantías constitucionales…, ob.
cit., p. 155. En términos similares se pronuncia Trayter Jiménez. Vid. Trayter Jiménez, Juan
Manuel, “Sanción penal-sanción administrativa: el principio ‘non bis in’ en la jurisprudencia”,
en revista Poder Judicial, No. 22, 1995, p. 115.
57
Vid. Cano Campos, Tomás, “Non bis in ídem, prevalencia de la vía penal y teoría de los con-
cursos en el Derecho Administrativo Sancionador”, en Revista de Administración Pública,
122
La potestad sancionadora de la Administración Pública: definición y principios...
No. 156, septiembre-diciembre, 2001, p. 198. Sobre este particular, de manera muy acertada,
Gómez Tomillo y Sanz Rubiales establecen: “el principio non bis in ídem, en su vertiente
material, puede ser definido como la prohibición de sancionar simultánea o sucesivamente
dos o más veces por un mismo hecho, cuando las normas sancionatorias posean un mismo
fundamento o base racional”. Vid. Gómez Tomillo, Manuel e Íñigo Sanz Rubiales, Derecho
Administrativo Sancionador. Parte General, ob. cit., p. 210.
58
En este sentido se pronuncian diferentes autores. Vid. Santamaría Pastor, Juan Alfonso,
Principios de Derecho Administrativo…, t. II, ob. cit., p. 451; Morón Urbina, Juan Carlos, “Los
principios delimitadores…”, ob. cit., p. 36; Lozano Suárez, Luis Miguel, “El principio non bis
in ídem: colisión entre Derecho penal y Derecho administrativo sancionador”, en Revista de
Derecho Penal, No. 15, 2005, p. 59; Marina Jalvo, Belén, “La problemática solución de la
concurrencia de sanciones administrativas y penales. Nueva doctrina constitucional sobre el
principio non bis in ídem (Comentario de la Sentencia del Tribunal Constitucional 2/2003 de
16 de enero)”, en Revista de Administración Pública, No. 162, septiembre-diciembre, 2003,
p. 175.
59
Al referirse a esta vertiente, Mañalich señala: “Específicamente aquí se trata de la pros-
cripción de la posibilidad de que una persona sea sometida a juzgamiento múltiple por un
mismo hecho, lo cual podría tener lugar de dos maneras: o bien por la vía de (dos o más)
juzgamientos sucesivos por un mismo hecho, o bien por la vía de (dos o más) juzgamientos
simultáneos por un mismo hecho”. Vid. Mañalich Raffo, Juan Pablo, “El principio ne bis in
ídem frente a la superposición del derecho penal y el derecho administrativo sancionatorio”,
en Revista Política Criminal, vol. 9, No. 18, 2014, p. 551. En este sentido también se pronuncia
Trayter Jiménez, quien al referirse a esta vertiente sostiene: “Esta vertiente procesal impide
no sólo la dualidad de procedimientos –administrativo y penal–, sino también el inicio de un
nuevo proceso en cada uno de esos órdenes jurídicos como consecuencia ‘de los efectos de
la litispendencia y de la cosa juzgada’”. Vid. Trayter Jiménez, Juan Manuel, “Sanción penal-
sanción administrativa…”, ob. cit., p. 115.
60
Cano Campos, Tomás, “Non bis in ídem, prevalencia de la vía penal”, ob. cit., p. 198. Tal crite-
rio ha sido asumido por diferentes autores: Vid. Morón Urbina, Juan Carlos, “Los principios
delimitadores…”, ob. cit., p. 36; Ramírez Torrado, María Lourdes, “El non bis in ídem en el
ámbito administrativo sancionador”, en Revista de Derecho Universidad del Norte, No. 40,
2013, p. 22; Marina Jalvo, Belén, La problemática solución de la concurrencia…”, ob. cit., p.
175; López Barja de Quiroga, Jacobo, El principio non bis in ídem, Dykinson, Madrid, 2004,
p. 20.
123
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61
Referido a cómo debe ser entendido el principio non bis in idem, específicamente en el ámbito
administrativo sancionador, Gómez Tomillo y Sanz Rubiales, de manera concreta, refieren:
“Desde la óptica del Derecho administrativo sancionador, tal principio debe ser concebido
como la prohibición de que la Administración sancione un hecho que sea constitutivo de delito
o ya haya sido sancionado como infracción administrativa, cuando ambas normas punitivas
tengan igual finalidad tuitiva”. Vid. Gómez Tomillo, Manuel e Íñigo Sanz Rubiales, Derecho
Administrativo Sancionador. Parte General, ob. cit., p. 210.
62
López Barja de Quiroga, Jacobo, El principio non bis in ídem, ob. cit., p. 35.
124
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63
Morón Urbina, Juan Carlos, “Los principios delimitadores…”, ob. cit., p. 35.
64
Sobre este particular, la Sentencia No. 234/1991, de 10 de diciembre, del Tribunal
Constitucional español, establece: “Para que la dualidad de sanciones por un mismo hecho
‘penal y administrativa’ sea constitucionalmente admisible es necesario que la normativa
que la impone pueda justificarse porque contempla los mismos hechos desde la perspectiva
de un interés jurídicamente protegido que no es el mismo que aquel que la primera sanción
‘de orden penal’ intenta salvaguardar o, si se quiere, desde la perspectiva de una relación
jurídica diferente entre sancionador y sancionado”. Vid. Garberí Llobregat, José, “Principio
non bis in ídem y cuestiones de prejudicialidad”, en Cuadernos de Derecho Judicial, No. 11,
1997, pp. 79-122.
En esa misma línea, el Tribunal Constitucional peruano, en Sentencia No. 2868-2004, ha
establecido que: “De ahí que se considerase que el elemento consistente en la igualdad
de fundamento es la clave que define el sentido del principio: no cabe la doble sanción del
mismo sujeto por un mismo hecho cuando la punición se fundamenta en un mismo contenido
injusto, esto es, en la lesión de un mismo bien jurídico o un mismo interés protegido.
[…]
”5. Para que el ejercicio de la potestad sancionatoria de la administración policial pueda
considerarse contraria a dicho derecho fundamental, en su dimensión material [que es la
que el recurrente, en esencia, ha alegado], es preciso que cuando menos dos de las sanciones
125
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126
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66
Vid. Convenio Europeo de Derechos Humanos, p. 46, disponible en www.echr.coe.int. El pre-
sente constituye una traducción de la versión oficial del Convenio. En ese sentido se sugiere
la lectura de sus versiones auténticas, inglesa y francesa.
En su versión al inglés, la Convención Europea de Derechos Humanos, en el artículo 4 establece:
“Article 4: Right not to be tried or punished twice
No one shall be liable to be tried or punished again in criminal proceedings under the juris-
diction of the same State for an offence for which he has already been finally acquitted or
convicted in accordance with the law and penal procedure of that State”.
Por su parte, la versión al francés del mismo artículo refiere:
“Droit à ne pas être jugé ou puni deux fois
Nul ne peut être poursuivi ou puni pénalement par les juridictions du même État en raison
d´une infraction pour laquelle il a déjà été acquitté ou condamné par un jugement définitif
conformément à la loi et à la procédure pénale de cet État”.
127
Kenia Margarita Espinosa Velázquez
128
La noción de función pública: apuntes
en una perspectiva técnico-jurídica
Marshall E. Dimock
I. A modo de preámbulo
Cuando se habla de función pública en el ámbito del Derecho administrativo,
en cualquiera de las aristas que se aborde la noción de esta categoría, nos
topamos con una temática cuyo estudio denota significativa complejidad. Ello
se debe, entre otros factores, al uso polisémico de la expresión –ad intra o
ad extra de la rama iusadministrativa–, a la ausencia de una concepción de
aceptación universal, a su estrecha relación con otras nociones, igualmente
polémicas, como la de funcionario público o la propia idea de lo público –como
parte de las problemáticas que se derivan de la perenne dicotomía público-
privado–,1 así como de las problemáticas derivadas de su propia articulación.
* Doctor en Ciencia Jurídica (Universidad de La Habana, Cuba, 2020). Profesor Titular de Derecho
Administrativo de la Facultad de Derecho de la Universidad de La Habana. Juez suplente del
Tribunal Provincial Popular de La Habana. E-mail: fernando@lex.uh.cu
1
El binomio público-privado ha estado caracterizado por mutaciones y redimensionamientos
constantes como consecuencia de su conexión con la evolución de la relación entre el poder
y la sociedad. Véase Raggi, L., “Ancora sulla distinzione tra diritto pubblico e diritto privato”,
en Rivista italiana per le scienze giuridiche, LV, 1915, Milán, pp. 111-172; Bonfante, P., “La
progressiva diversificazione del diritto pubblico e privato”, in id., Scritti giuridici vari, vol. 4,
Torino Tipografico-editrice torinense, Roma, 1925, pp. 28-45; Bobbio, Norberto, La gran dico-
tomía público/privado, traducción de José F. Fernández Santillán, Editorial de la Universidad
de Antioquia, Medellín, 2015, obra completa; Ranelletti, Oreste “Il concetto di ‘público’ nel
diritto”, en Rivista italiana per le scienze giuridiche, XXXIX, 1905, Milán, pp. 337-354; Brewer
129
Fernando Monzón Páez
Todo ello forma parte de un proceso científico inacabado, por lo que, distante
de resultar una institución de perfiles definitorios precisos, la función pública
ha sido una de las que ha padecido mayores avatares en lo teórico y aún, en
la actualidad, muchas de las polémicas que se entretejen en torno a ella no
han sido zanjadas.
Estas dificultades son perceptibles desde un prisma universal, sin que en su
aprehensión interfiera el contexto político, económico y social o la perspectiva
con la que se trate el asunto. Ahora bien, si tuviera que identificarse, con fines
metodológicos, los principales factores que han incidido en la complejidad
planteada, sin dudas existen dos que han constituido el nudo gordiano de los
debates –fundamentalmente desde que se comienza a asociar a la función
pública con el fenómeno de la ordenación de los medios personales al servicio
de la Administración Pública–: un factor teórico y un factor contextual.
El primero de ellos tiene varias vías de manifestación que han gravitado sobre
el tema; entre ellas, las imprecisiones derivadas de su propia gnoseología. Las
referencias que aparecen de la expresión función pública muestran una pers-
pectiva polisémica en cuanto a su sentido y alcance en el argot político-jurídico,
que dificulta su comprensión teórico-jurídica; lo cual determina conflictos,
en el ámbito doctrinal y práctico, para perfilar sus contornos definitorios y
visualiza sus insuficiencias técnicas como institución jurídica.
Puede adicionarse que todo el sistema categorial en el ámbito de la función
pública adolece de construcciones que –hasta la fecha– evidencian trazos
inconclusos con matices y modulaciones doctrinales de gran diversidad,2 lo
cual irradia, naturalmente, hacia el conglomerado de relaciones y situaciones
que se dan en su esfera de funcionamiento jurídico y que pueden asimilarse
de modo distinto en correspondencia con el ordenamiento de que se trate.
En este sentido, por ejemplo, suelen existir determinadas confusiones e interfe-
rencias teórico-prácticas entre las relaciones de servicio, de empleo y orgánica,
lo que impide la adecuada diferenciación entre ellas y desencadena pugnas
Carias, Allan R., “La distinción entre las personas públicas y las personas privadas y el sen-
tido de la problemática actual de la clasificación de los sujetos de derecho”, en Revista de la
Facultad de Derecho, No. 57, 1976, Universidad Central de Venezuela, Caracas, pp. 114-135.
2
Puede consultarse –para una idea preliminar, por ejemplo–: Duguit, León, Traité de Droit
constitutionnel, t. II – La théorie générale de l´État, 2e éd., Ancienne Librarie Fontemoing &
Cie, Éditeurs, Paris, 1928, p. 36; Ruiz y Gómez, Julián M., Principios Generales de Derecho
Administrativo. El personal de la Administración Pública. Exposición Doctrinal y de Derecho
Positivo y Jurisprudencia cubana, Cultural S.A., La Habana, 1935, p. 35 y ss.; Santi Romano,
Corso di Diritto Amministraivo. Principi Generalli, 6ª ed., Cedam-Padova, Milano, 1958, p.
245 y ss.; Marienhoff, Miguel S., Tratado de Derecho Administrativo, t. I, Abeledo-Perrot,
Buenos Aires, 1965; García-Trevijano Fos, José A., Tratado de Derecho Administrativo, t. II,
vol. I, Revista de Derecho Privado, Madrid, 1970, p. 397 y ss.
130
La noción de función pública: apuntes en una perspectiva técnico-jurídica
innecesarias con el Derecho del trabajo –que con mucha fuerza interviene hoy
en el contexto de desenvolvimiento de la función pública–.
Todas estas problemáticas se agudizan, además, por los movimientos sinuosos
que han caracterizado la formación de los sistemas actuales de organización de
la función pública. Si se toma como referente la configuración originaria de los
modelos clásicos3 –abierto o de empleo y cerrado o de carrera–, claramente se
concluye sobre la inexistencia de alguno de ellos en estado puro, para hallar,
de inmediato, una realidad signada por la mixtura y la necesidad de implemen-
tar esquemas que se sustenten sobre la base de la conciliación de intereses.
Por su parte, el factor contextual resulta una variable de ineludible atención
para cualquier análisis que se realice relativo a la función pública, pues no
puede sustraerse la cuestión de la antigua y perenne problemática en torno
a la organización de los medios personales al servicio del poder, donde cada
hito de la evolución del Estado, la Administración Pública y el Derecho admi-
nistrativo se erige condicionante de las concepciones que en cuanto a la fun-
ción pública se han tenido.4 Esto último condiciona cualquier teorización que
pueda realizarse, pues si bien técnicamente debe ser un propósito hallar una
concepción con vocación universal, esta ha de tener capacidad para adecuarse
a cada contexto político-jurídico nacional.
Se trata, además, de un fenómeno que se integra dentro de la singular preo-
cupación por la eficacia y eficiencia de la actuación administrativa, lo que se
inscribe –y toma mayor relevancia– dentro de los grandes debates generados
durante los siglos xx y xxi, partir del redimensionamiento de los fines del Estado
y la idoneidad de las instituciones, mecanismos, procedimientos y medios que
3
En trabajos como el de Gazier o el de Prat –por ejemplo– pueden encontrarse descripciones
pormenorizadas –desde una perspectiva histórica y comparada– de los modelos de organi-
zación de la función pública y de las variantes desarrolladas en los países más importantes.
Gazier, Francois, La fonction publique dans le monde, Cujas, Paris, 1972, p. 15 y ss.; Prat,
Julio A., “De la función pública. Esquema de derecho comparado”, en Revista de la Facultad
de Derecho y ciencias sociales, No. 1, año VII, enero-marzo, Montevideo, 1956, pp. 113-192.
4
Sobre la evolución histórica de la función pública puede profundizarse, por ejemplo, en:
Kammerer, A., La fonction publique d´après la législation allemande, Librairie Nouvelle de
Droit et de Jurisprudence, Arthur Rousseau Éditeur, Paris, 1898, obra completa; Nezard, Henry,
Théorie juridique de la Fonction publique, Editorial Librairie de la Société́ du recueil général des
lois et des arrêts, Paris, 1901, obra completa; Kaftani, Chaterine, La formation du concept de
fonction publique en France, L.G.D.J., Paris, 1998, obra completa; García-Trevijano Fos, José
A., Tratado de Derecho Administrativo, t. II, vol. I, ob, cit., pp. 1-59; Nieto García, Alejandro,
Estudios históricos sobre Administración y Derecho Administrativo, Instituto Nacional de la
Administración Pública, Madrid, 1986, obra completa; Sánchez Morón, Miguel, Derecho de
la función pública, 7ª ed., Tecnos, Madrid, 1996, pp. 17-35; Weber, Max, Economía y socie-
dad, Fondo de Cultura Económica, Madrid, 2002; Parada Vázquez, José Ramón, Derecho
Administrativo I – Introducción, Organización administrativa y empleo público, 23ª ed., OPEN,
Madrid, 2013.
131
Fernando Monzón Páez
132
La noción de función pública: apuntes en una perspectiva técnico-jurídica
5
Sin entrar en disquisiciones teóricas acerca de las funciones del Estado, se asumen por tales,
en palabras de Carre de Malberg, las diferentes manifestaciones, o diversos modos de ejer-
cicio de la potestad estatal, que es una y consiste, de una manera invariable, en el poder que
tiene el Estado de querer por medio de sus órganos especiales y por cuenta de la colectividad,
imponer su voluntad a los individuos. El estudio jurídico de los actos por los cuales realiza el
Estado las distintas atribuciones que él mismo pudo asignarse permite establecer su distinción
y clasificarlos en grupos separados; cada uno de ellos forma una rama de la actividad que
es una parte de la potestad o una función del Estado. Carré de Malberg, Raymond, Teoría
general del Estado, traducción de José Líon Depetre, 2ª ed. (2ª reimp.), Fondo de Cultura
Económica de México, D.F., 2001, p. 248. Puede consultarse además para esta temática: Dabin,
Jean, Doctrina General del Estado. Elementos de Filosofía política, traducción de la primera
edición francesa (1939) de Héctor González Uribe y Jesús Toral Moreno, UNAM, México D.F,
2003, pp. 249, 272; Heller, Hermann, Teoría del Estado, traducción de Luis Tobio, 2ª ed. en
español de la 1ª ed. alemana (1934), Fondo de Cultura Económica, México, D.F., 1998, p.
256 y ss. En el ámbito cubano, pueden consultarse los criterios de Cañizares Abeledo, Diego
Fernando, Teoria del Estado, Capítulo 1, Imprenta Universitaria André Voisin, La Habana, s/a,
pp. 167 y 168; Fernández Bulté, Julio, Teoría del Estado y del Derecho, t. I, Félix Varela, La
Habana, 2001, p. 47 y ss.
6
Sin pretender exhaustividad, puede verse entre muchos otros: Bluntschli, M, Théorie
Génerale d l´État, ed. francesa, traducción de Armand de Riedmatten, Libraire Guillaumin
133
Fernando Monzón Páez
Naturalmente, esta sinonimia entre función pública y función del Estado está
asociada al propio sentido de lo público, que se asimila como característica
inherente al poder, cuyos mecanismos de expresión se imponen frente a la
colectividad. Luego, lo calificativo del Estado, como forma de poder organi-
zado, es que su poder es supremo y su voluntad soberana; poder y voluntad
que sirven para que cumpla con su fin de realizar un determinado aspecto
esencial de la comunidad humana. La vida del Estado es un talante de la vida
en común. Se manifiesta en el logro, en la satisfacción de fines comunes y
culmina en el hecho político.7
Cuando se habla de funciones del Estado, se identifican las formas de expresión
de su poder, materializadas en las actividades que el propio Estado despliega
para el cumplimiento de sus fines o cometidos y que tradicionalmente, con
mayor precisión a partir de que el Estado moderno evoluciona y se consolida,
especialmente en razón del principio de separación de poderes o división de
funciones, se ha entendido su concreción en lo legislativo, ejecutivo, judicial y
posteriormente, administrativo.8 Si al Estado, pues, lo distingue su poder y este
es público por esencia, cualquier modo de expresión de aquel también lo será.
et Cie., Paris, 1877, pp. 188, 189, 420; Laband, Paul, Le Droit Public del Empire Allemand, t.
II, traducción de C. Gandilhon et de Th. Lacuire, ed. francesa, V. Giard & E. Briére Libraires-
Éditeurs, Paris, 1901, p. 148; Kelsen, Hans, Compendio de Teoría General del Estado, traduc-
ción de Luis Recaséns Sichés y Justino de Azcárate, Colofón, S.A., México D.F., 1992, pp. 114,
133, 189; Kriele, Martin, Introducción a la Teoría del Estado. Fundamentos históricos de la
legitimidad del Estado constitucional democrático, traducción de Eugenio Bulygin, Depalma,
Buenos Aires, 1980, p. 17 y ss.; Colmeiro, Manuel, Derecho Administrativo español, t. I,
Librería de Don Ángel Callejas editor, Madrid, 1850, pp. 70, 71; Orlando, V. E., Principii di
Diritto Constituzionale, G. Barbéra Editore, Firenze, 1889, p. 13 y ss.; Nezard, Henry, Éléments
de Droit Public, 3éme éd., Libraire Arthur Rousseau, Rousseau et Cie. Éditeur, Paris, 1922, pp.
2 y 3; Dabin, Jean, Doctrina General del Estado. Elementos de Filosofía política, traducción
de la 1ª ed. francesa (1939) de Héctor González Uribe y Jesús Toral Moreno, UNAM, México
D.F., 2003, pp. 36, 99, 115, 272; Bonnard, Roger, Précis de Droit Public, 6éme éd., Librairie du
Recueil Sirey, Paris, 1944, pp. 13, 43.
7
Véase Gierke, Otto von, Political Theories of the Middle Age, 1th ed., translated by Frederic
W. Maitland, LL.D, D.C.L, Cambridge at University Press, London, 1900, reprinted 1913, p. 96
y ss. Desde una concepción estrictamente jurídica –como ilustra Jellinek– Gerber estima que
el pueblo se eleva mediante el Estado a personalidad jurídica cuyos derechos arrancan del
poder de querer del Estado, que es el poder de dominar y se llama poder público. Este es el
poder de voluntad de un organismo ético; no es una coordinación artificiosa y mecánica de
muchas voluntades particulares, sino la fuerza ética común de la conciencia que el pueblo
tiene en sí mismo, es una fuerza natural contenida originalmente en el Estado por ser este
la forma social más alta de la humanidad. Véase Jellinek, G., Teoría General del Estado, t. I,
traducción de la 2ª ed. alemana por Fernando de los Ríos Urruti, Librería General de Victoriano
Suárez, 1914, p. 201 y ss.
8
Véase, por ejemplo, Kelsen, Hans, Compendio…, ob. cit., p. 189 y ss.; Mayer, Otto, Derecho
Administrativo Alemán, t. I, 1ª ed., traducción directa del original francés por Horacio H.
Heredia y Ernesto Krotoschin, Depalma, Buenos Aires, 1949, p. 89 y ss.; Carré de Malberg,
Raymond, Teoría…, ob. cit., p. 248 y ss.
134
La noción de función pública: apuntes en una perspectiva técnico-jurídica
9
Sobre las varias concepciones acerca del Estado, puede verse –por ejemplo–: Bodin, Jean,
Los seis libros de la República, 3ª ed., traducción de Pedro Bravo Calá, Tecnos, Madrid, 1997,
fundamentalmente, Libro II, pp. 85-114; Hobbes, Thomas, El Leviatán, edición preparada
por C. Moya y A. Escohotado, Editora Nacional, Madrid, 1980, p. 227 y ss.; Locke, John, The
second Treatise of Government, with an Introduction by Joseph Carrig, Barnes & Nobles
Books, New York, 2004, pp. 45-78 y ss.; Rousseau, Jean-Jacques, El Contrato social, Imprenta
Herederos de Roca, Barcelona, 1836, p. 18 y ss.; Weber, Max, Economía y sociedad, Esbozo de
sociología comprensiva, traducción de José Medina Echavarría, Juan Roura Farella, Eugenio
Ímaz, Eduardo García Maynez y José Ferrater Mora, 2ª ed. en español de la 4ª alemana (2ª
reimp.), Fondo de Cultura Económica, México, D.F., 2002, p. 53 y ss. –para ilustrar su noción
como asociación o comunidad–; Hegel, Guillermo Federico, Filosofía del Derecho, traducción
de Angélica Mendoza de Montero, 5ª ed., Claridad, Buenos Aires, 1968, p. 157 y ss., 172 y
ss. –como esfera o dimensión social ideal–; Engels, Friedrich, El origen de la familia, la pro-
piedad privada y el Estado, Fundación Federico Engels, Madrid, 2006, p. 117 y ss. –como una
institución concreta separada del resto de la sociedad devenida de la división de clases y que
surge de la necesidad de frenar el antagonismo de clases. Este es el punto de vista sostenido
por el pensamiento marxista clásico–. Desde una perspectiva histórica y analítica conceptual
del término Estado, puede verse Skinner, Quentin, El nacimiento del Estado, traducción
de Mariana Gainza, con estudio preliminar de Eunice Ostrensky, Gorla, Buenos Aires, 2003
(publicación original 1989), obra completa. Asimismo, desde una visión más actual, resulta
interesante la obra de Fukuyama, Francis, La construcción del Estado. Hacia un nuevo orden
mundial en el siglo XXI, traducción de Maria Alonso, Ediciones B, S.A., Barcelona, 2004, obra
completa.
10
Para una postura crítica actual de esta concepción de Estado, puede consultarse las inte-
resantes ideas del teórico indio Ashis Nandy (psicólogo), quien pretende demostrar la
inviabilidad de la concepción moderna del Estado-nación. Véase Nandy, Ashis, Imágenes del
Estado. Cultura, violencia y desarrollo, traducción de Guillermina Cuevas, Fondo de Cultura
Económica, México, 2012 p. 19 y ss.
11
Véase Jellinek, G., Teoría General del Estado, t. I, ob. cit., p. 410 y ss.; Heller, Hermann, Teoría
del Estado, ob. cit., pp. 165-181.
135
Fernando Monzón Páez
sea por la asunción de los asuntos que a ella atañen. Un sentido de lo público
que recuerda –de cierta manera– la vieja concepción romana contenida en el
Digesto: “[…] Publicum ius est, quod ad statum rei Romanae spectat; privatum,
quod ad singulorum utilitatem pertinent […]”.12
Según lo expuesto, se realza la importancia de tener referencias al respecto de
esta concepción amplia de función pública. Más allá de una conceptualización
propiamente, interesa aquí la influencia que esto tiene en el contexto de las
percepciones que se fueron construyendo sobre la ordenación del personal
al servicio del Estado.
Tal significación está dada, en primer lugar, porque ninguna de las acepciones
que se estudian es excluyente del resto, por lo que el uso de todas es percepti-
ble en la actualidad; de ahí la importancia de delimitar sus sentidos y alcances
según el contexto de que se trate. Y en segundo lugar –ya en el contexto de
la ordenación de los medios personales del Estado–, al tener un basamento
material, esta idea de función pública, entendida como aquella que se realiza
o que se ejerce, determinará también el ámbito de funcionamiento de quie-
nes sirven al Estado y en qué condición jurídica se ocupan de ese “círculo de
asuntos” –al decir de Laband–.13
Entonces, si se asume su extensión como contentiva de la actividad del Estado
en toda su magnitud y mantenemos como constante el particularismo jurídico
de la función pública, dicha especialidad abarcará a toda aquella persona que
ejerza cualquiera de las tareas estatales, sin importar la esfera funcional en la
que se desenvuelva. Consecuentemente, debido a la amplitud de tal concep-
ción, se verificará una realidad caracterizada por ambigüedades gnoseológicas
e imprecisiones en cuanto al régimen jurídico de dicho personal.
Por tanto, ha de coincidirse en que un significado amplio de función pública
es común y útil a los fines de la teoría política, por asociarse fácilmente a
una noción de lo público, relativa más bien el alcance de la actividad y el fun-
cionamiento del Estado. Sin embargo, esta percepción encuentra límites en
ámbitos más específicos, como el que nos ocupa, pues determina una esfera
competencial de extrema amplitud, que origina imprecisiones al momento de
12
Ulpiano, Instituciones, Libro I, Título I, § 4, en Cuerpo del Derecho Civil Romano, a doble
texto, traducido al castellano del latín, publicado por los hermanos Kriegel, Hermann y
Osenbrüggen, por D. Ildefonso L. García del Corral, Primera Parte – Instituta-Digesto, Jaime
Molinas, Editor, Barcelona, 1889, p. 5.
13
Dice Laband que la función pública es un “círculo de asuntos del Estado, delimitados por el
Derecho público”. En el propio sentido dice Mayer que se trata de un “círculo de asuntos del
Estado que debe manejar una persona ligada por la obligación de derecho público de servir
al Estado”. Véase Laband, Paul, Le Droit Public…, t. II, ob. cit., p. 3 y ss.; Mayer, Otto, Derecho
Administrativo Alemán, t. IV, 2ª ed., traducción directa del original francés por Horacio H.
Heredia y Ernesto Krotoschin, Depalma, Buenos Aires, 1982, p. 9.
136
La noción de función pública: apuntes en una perspectiva técnico-jurídica
establecer una concepción estricta del sistema categorial que integra el ele-
mento subjetivo del Estado y, específicamente, de la Administración Pública.
Tal manejo del término atenta, además, contra la pretendida especialidad del
régimen jurídico de la función pública, pues al ser tan abarcador sería incluso
cuestionable la necesidad misma de eseparticularismo.
14
La evolución que se llevó a cabo, en el aspecto organizacional, hacia el Estado moderno con-
sistió en que los medios reales de autoridad y administración, que eran posesión privada, se
convierten en propiedad pública y en que el poder de mando que se ejercía como un derecho
del sujeto se otorga al príncipe absoluto primero y luego al Estado. La tradición absolutista del
continente europeo, que unificaba todas las funciones públicas subjetivamente en el monarca,
observa en el Estado un sustituto abstracto de ese centro subjetivo único. Las organizaciones
administrativas no solamente se van diferenciando de las privadas, sino también comienzan
a estabilizarse y a asumir funciones diversas. Sobre esta idea, véase, entre otros, Weber,
Max, Economía y sociedad, ob. cit., p. 225 y ss.; Heller, Hermann, Teoría del Estado, ob. cit.,
p. 171 y ss.; Stolleis, Michael, Histoire du droit public en Allemagne. Droit public impérial et
science de la police 1600-1800, traduit de l´allemand par Michel Senellart, PUF, Paris, 1998,
p. 553 y ss.; Mestre, Jean-Louis, Introduction historique au droit administratif français, PUF,
Paris, 1985, pp. 23-50; Burdeau, François, Histoire de l´administration française. Du 18e au
20e siècle, 2eme éd., Montchrestien, Paris, 1994, pp. 25-45; Renaut, Marie Hélène, Histoire
du droit administratif, Ellipses, Paris, 2007, p. 13 y ss.; Villar Palasí, José Luis, Derecho
Administrativo, t. I – Introducción y Teoría de las normas, Universidad de Madrid, Facultad
de Derecho, Madrid, 1968, p. 91 y ss.; Beneyto Pérez, Juan, Historia de la Administración
española e hispanoamericana, Aguilar, Madrid, 1958, pp. 313-324 y 335 y ss.; Cassese,
Sabino, Las bases del derecho Administrativo, traducción de Luis Ortega, Instituto Nacional
de Administración Pública, Madrid, 1954, p. 25 y ss.; Giannini, Massimo Severo, Premisas
sociológicas históricas del Derecho Administrativo, traducción de M. Baena de Alcázar y J.
M. García Madaria, 2ª ed. en español, Instituto Nacional de Administración Pública, 1987, p.
45 y ss.
137
Fernando Monzón Páez
15
Hacia finales del siglo XVIII, la Administración Pública en Europa continental se concibe como
una estructura de lo que se entendía como poder ejecutivo. Así lo contemplaron los autores
franceses e ingleses de la teoría de la división de poderes. Véase, principalmente, Locke,
John, The second Treatise of Government, ob. cit., p. 318 y ss.; Montesquieu, Charles Louis
de Secondat, El espíritu de las leyes, t. I, traducción de Siro García del Mazo, Librería General
de Victoriano Suárez, Madrid, 1906, p. 234 y ss.
16
Tocqueville, Alexis de, El Antiguo Régimen y la Revolución, traducción de Jorge Ferreiro,
Fondo de Cultura Económica, México, D.F., 1996, p. 272 y ss.
17
Esta tiene como objeto lo que es necesario para el mantenimiento del orden público y la
satisfacción del bien común o, en otras palabras, que incluye todo aquello que constituye
la base y la regla para la sociedad que los hombres han establecido. Sobre el desarrollo
de la police, véase, por ejemplo, De la Mare, Nicolas, Traité de la Police, t. I, 2e éd.,
Aux dépens de la Compagnie, Amsterdam, 1729, p. 1 y ss.; Justi, Juan Enrique Gottlob,
Elementos Generales de Policía, traducción de la edición francesa de 1769 por Eulalia
Piferrer, Barcelona, 1784; Foronda, Valentín, Cartas sobre la Policía, Imprenta de Ramón
Domingo, Pamplona, 1820.
18
Macarel, M., Cours de droit administratif, t. I, Première Partie – Organisation et attribu-
tions des autorités administratives, 2eme éd., Libraire de jurisprudence de Plon Fréré, Paris,
1852, p. 12 y ss. –establece las diferencias entre gobierno y administración–. Asimismo, la
Administración –dice Mayer– es la actividad del Estado para la realización de sus fines bajo
su orden jurídico, exceptuadas la legislación y la jurisdicción. Véase Mayer, Otto, Derecho
Administrativo Alemán, t. I, 1ª ed., Depalma, Buenos Aires, 1949, p. 12 (fecha de publicación
original: 1895).
138
La noción de función pública: apuntes en una perspectiva técnico-jurídica
Por su parte –años más tarde, en la primera mitad del siglo xix–, De Gerando21
advierte que
“le droit administratif peut être considéré sous deux points de vue prin-
cipaux: Ou relativement aux fonctions publiques par lesquelles s’exerce
la mission confiée à l´administration; Ou relativement aux divers services
publics auxquels cette mission s’applique”.
“On entend ici par fonctions publiques tout service militaire ou civil soit
près de la personne, soit près d’un des membres de la famille d’un prince
étranger, ou même toute fonction dans une administration publique”.
Puede verse también el uso del vocablo asociado a las funciones administra-
tivas, por ejemplo, en Santamaría Paredes:23
“Las personas que ejercen los cargos administrativos se llaman […] fun-
cionarios si desempeñan cualquiera función pública como de su especial
competencia”.
19
En palabras de Macarel, “L´intérêt public et le domaine proper de l´administration”. Véase
Macarel, A. M., Cours de Droit Administratif, tome premier, première partie, ob. cit., p. 10.
20
Domat, Jean, Les Quatre libre du Droit Public 1697, Centre de philosophie politique et juri-
dique, URA-CNR, Université de Caen, Paris, 1989, p. 3 y ss.
21
De Gerando, Institutes du Droit Administratif français, t. I, Palais de Justice, París, 1829,
p. 16.
22
Véase Foucart, Émile-Victor, Éléments de Droit Public et administratif, des principes de
Droit Public positif, t. I, 4eme éd., A. Maresco et E. Dujardin, Libraires-Editeurs, Paris, 1855,
p. 249.
23
Véase Santamaría Paredes, Vicente, Curso de Derecho Administrativo, 7ª ed., Imprenta
Española, Madrid, 1911, p. 70.
139
Fernando Monzón Páez
24
Véase Martín Mateo, Ramón, Manual de Derecho Administrativo, 3ª ed., Marcial Pons,
Madrid, 1974, p. 83.
25
Alessi Renato, Instituciones de Derecho Administrativo, t. I, traducción de la 3ª edición italiana
por Buenaventura Pellisé Prats, Bosch, Barcelona, 1970, p. 7 y ss.
26
Gascón y Marín, José, Tratado de Derecho Administrativo. Principios y legislación española,
t. I, 7ª edición revisada, C. Bermejo impresor, Madrid, 1941, p. 137 y ss.
140
La noción de función pública: apuntes en una perspectiva técnico-jurídica
27
Si bien lo que se pretende en esta sección es ilustrar el uso polisémico del vocablo función
pública en el ámbito teórico-jurídico, debe alertarse que no se trata de un presupuesto que se
encuentre exactamente así en todos los ordenamientos jurídicos. La función pública, en este
entendido, es una construcción teórica moderna que como categoría jurídica encuentra su
punto de mayor uso histórico en Francia, Alemania y España. Su uso, asociado a la ordenación
de los medios personales del Estado o de la Administración, es perceptible, además, en algunos
países de sus influencias, como Portugal, Venezuela, República Dominicana, Chile, por ejem-
plo. Véase Ley 11 du janvier 1984, contentiva de las disposiciones estatutarias de la función
pública del Estado (Francia); Ley marco de la función pública, Beamtenrechtsrahmengesetz,
de 3 de enero 1977 (Alemania); Ley 30, Medidas para la reforma de la función pública, de 2
de agosto de 1984 (España); Ley No. 35 de 20 de junio de 2014, Ley general del trabajo en la
función pública (Portugal); Ley del Estatuto de la función pública, de 5 de septiembre de 2002
(Venezuela); Ley No. 41 de Función Pública, de 16 de enero de 2008 (República Dominicana);
Ley No. 20.880 de 21 de diciembre de 2015, Sobre probidad en la función pública y prevención
de los conflictos intereses (Chile). En el caso de España, debe significarse, si bien se mantiene
el uso del vocablo función pública en el entendido expuesto, con la Ley 7 de 12 de abril de
2007, Del estatuto básico del empleado público, queda claro que la categoría empleo público
se torna genérica para incluir al régimen jurídico de los funcionarios públicos (estatutario) y
al del personal laboral al servicio de las Administraciones Públicas –artículo 1–
28
Véase Declaración de los Derechos del hombre y del ciudadano, aprobada por la Asamblea
Nacional Constituyente francesa el 26 de agosto de 1789, artículo 6, disponible en https://
www.es_ddhc.pdf [consultada el 15 de junio de 2018].
29
Sieyès, Emmanuel, Qu´est-ce le tiers État, P.U.F, Paris, 1982 p. 3 y ss.
30
Esta precisión se evidencia ya desde la primera mitad del siglo XIX. Véase, por ejemplo:
Lalouette, M., Eléments de l´Administration pratique, Le Normant imprimeur-libaraire, Paris,
1812, p. 11 y ss., 107 y ss.; Bouchené-Lefer, A. G. D., Droit Administratif français, Gustave
Pissin, Libraire, Paris, 1835, p. 1 y ss.; Delbousquet, Jules, De l´organisation des administration
centrales des divers ministeres; des droit et devoir des employés, Hingray, Paris, 1843; E. H.
de S., Exposé du Droit Public de L´Allemagne, J. J. Paschoud Imprimeur-Libraire, Paris, 1821,
p. 363 y ss.; Olivan, Alejandro, De la Administración Pública con relación a España, Nueva
Edición, Madrid, 1843, p. 101 y ss.
141
Fernando Monzón Páez
31
Kammerer, A., La fonction publique…, ob. cit.
32
Nezard, Henry, Théorie , ob. cit.
33
Véase Grégoire, Roger, La fonction publique, Librairie Armand Colin, Paris, 1954, p. 11. En
tanto, Lares Martínez, al introducir el tema de la naturaleza jurídica de la función pública se
refiere a ella como “la situación en que se haya los funcionarios y empleados del Estado”.
34
Véase Serra Rojas, Andrés, Derecho Administrativo, t. I, 8ª ed., Porrúa, México, 1977, p. 351.
35
Palomar Olmeda, Alberto, Derecho de la función pública, 4ª ed., Dykinson, Barcelona, 1997,
p. 17.
36
Véase Lares Martínez, Eloy, Manual de Derecho Administrativo, 11ª ed. revisada y puesta
al día, Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas, Universidad Central de Venezuela,Caracas,
1998, p. 431.
37
Solo por citar algunos ejemplos, de obras específicas y otras donde se aprecia claramente
el uso de la voz función pública asociada a los medios personales al servicio del Estado o
la Administración Pública, puede verse en el caso francés: Bischoffe, G., Qu´est-ce qu´un
fonctionnaire?, Fonction publique et contrat, Sirey, Paris, 1927; Jèze, Gaston, Cours de
Droit Public, Théorie générale de la fonction publique, Marcel Giard Libraire-Editeur, Paris,
1927; Gregoire, Roger, La Fonction Publique, Libraire Armand Colin, Paris, 1954; Fougére,
142
La noción de función pública: apuntes en una perspectiva técnico-jurídica
143
Fernando Monzón Páez
los gobernantes, lo cual es una derivación de su noción amplia como función del
Estado.38 Esta postura luego fue moderada por la propia escuela francesa del
servicio público al identificar a este solo con la actividad de la Administración
Pública, como lo hace Jèze.39 Sin embargo, bajo este fundamento, la función
pública mantiene un sentido material, pues se identifica con actividades de
titularidad estatal cuyo objeto directo es la satisfacción de un interés colectivo
o, desde una perspectiva más gráfica, une chose, en palabras de Hauriou.40
Asimismo, en adición a los ejemplos que se expusieron antes, entre aquellos
que han propuesto definiciones concretas de la categoría función pública,
desde la perspectiva de los medios personales del poder público, Bielsa41
la identifica como un concepto abstracto e institucional. Desde una óptica
orgánica y funcional, Parada42 alude que con el término de función pública
suele designarse tanto el conjunto de hombres a disposición del Estado que
tienen a su cargo las funciones y servicios públicos, como el régimen jurídico
a que están sometidos y la organización que les encuadra.
Dentro de este mismo rubro, merece un espacio singular la concepción que
desde el ámbito internacional se esgrime de función pública, fundamental-
mente contenida en la Carta iberoamericana de la Función Pública,43 como
instrumento referido a la temática de manera específica. En el propio enten-
dido analizado en el presente acápite, aunque con un criterio más propio de la
ciencia de la administración, se concibe a la función pública como un conjunto
de arreglos institucionales mediante los que se articulan y gestionan el empleo
público y las personas que lo integran, en una realidad nacional determinada.
Dichos arreglos comprenden normas, escritas o informales, estructuras, pautas
culturales, políticas explícitas o implícitas, procesos, prácticas y actividades
diversas, cuya finalidad es garantizar un manejo adecuado de los recursos
humanos, en el marco de una administración pública profesional y eficaz, al
38
Véase Duguit, Lèon, Las transformaciones del Derecho público, traducción con estudio pre-
liminar de Adolfo Posada y Ramón Jaén, Francisco Beltrán, Librería Española y Extranjera,
Madrid, 1915, p. 85 y ss.; Duguit, Lèon, Manual de Derecho Constitucional, traducción de
José G. Acuña, 2a ed. española, Francisco Beltrán, Librería Española y Extranjera, Madrid,
1926, p. 71 y ss.
39
Véase Jèze, Gaston, Principios generales del Derecho administrativo, t. II, traducción directa
de la 3a ed. francesa por Julio N. San Millán Almagro, Depalma, Buenos Aires, 1949, p. 4 y ss.
40
Véase Hauriou, Maurice, Précis de Droit Administratif et de Droit Public, 4e èd., L. Larose et
Forcel Editeurs, Paris, 1900, p. 586 y ss.
41
Véase Bielsa, Rafael, La función pública, Ed. Buenos Aires, Argentina, 1960, p. 33 y ss.
42
Véase Parada, Ramón, Derecho Administrativo II – Organización y empleo público, 18ª ed.,
Marcial Pons, Madrid, 2005, p. 407.
43
Véase Carta Iberoamericana de la Función Pública, aprobada por la V Conferencia
Iberoamericana de Ministros de Administración Pública y Reforma del Estado, Santa Cruz de
la Sierra, Bolivia, 26-27 de junio de 2003, disponible en www.https://old.clad.org [consultada
el 10 de julio de 2018].
144
La noción de función pública: apuntes en una perspectiva técnico-jurídica
servicio del interés general. Este, si bien pretende ser un concepto inclusivo,
dada la finalidad del documento que lo propone, termina estrechando su visión
a la gestión de los recursos humanos desde la perspectiva de las relaciones
de empleo público.
Téngase en cuenta que, entendida la categoría función pública ya no sola-
mente en un sentido material, sino ahora también como un ámbito objetivo
de funcionamiento, la determinación concreta de ese espacio dependerá de
los contornos que las propias concepciones establezcan. Por efecto reflejo,
esta relativización impactará –como expresión aun de una realidad imprecisa–
en la propia configuración del régimen jurídico de los servidores del Estado y
de la Administración pública, pues función pública será la que materialmente
ejercen aquellos, pero a la vez podrá ser un segmento institucional al que
acceden, una situación o relación jurídica en la que se encuentre, un régimen
legal al que se encuentre sometido o el conjunto mismo de sujetos regulados
de modo especial; todo según sea el prisma teórico (institucional, objetivo-
relacional, formal o subjetivo, por ejemplo) sobre el que se construya la idea
de función pública.
Sin embargo, lo antes dicho no es óbice para considerar la relevancia y utilidad
que tiene la noción de función pública asociada a la ordenación de los medios
personales del Estado o la Administración Pública, con independencia de que
no se ha conseguido instituir una concepción estrictamente jurídica que la
distinga con autonomía técnica dentro del Derecho administrativo. Este sig-
nificado de función pública establece márgenes más estrechos en el análisis
que se realiza y permite identificarla, aunque con carencias técnico-teóricas
importantes, como una institución iuspública. Esto, al menos, evidencia una
tendencia al acercamiento de la función pública al régimen jurídico público
y concretamente administrativo; aspecto este que resulta relevante para las
ideas que aquí se defienden.
145
Fernando Monzón Páez
distinga, no solo como figura jurídica de perfiles autónomos, sino que permita
la identificación de elementos que le son propios como tal y que requieren
ser consensuados en función de su eficacia técnica.
Por lo tanto, visualizar a la función pública como técnica iusadministrativa,
mediante la cual se ordene la organización, el funcionamiento y las situaciones
de los medios personales al servicio de la Administración Pública, es punto de
partida indispensable para asegurar, a través de una visión integradora, su
carácter sistémico y la flexibilidad necesaria para que su régimen legal se
materialice sobre la base de relaciones equitativas al amparo de intereses con-
ciliados, en correspondencia con el contexto político-legal donde se articule.
El tratamiento histórico-doctrinal del tema ha discurrido por direcciones dife-
rentes, que van, como se analizó, desde concepciones simplemente derivadas
de los usos del lenguaje hasta intentos definitorios inacabados. No obstante,
no se encuentra ningún estudio que responda a las exigencias científicas
concretas de identificar la naturaleza de la función pública como categoría
jurídica propia del Derecho administrativo, los elementos que la conforman
y las características de esos componentes desde el punto de vista técnico.44
Esta idea es importante a los efectos de los planteamientos que se realizan,
pues no considerar a la función pública como una técnica jurídica impide su
viabilidad y potencialidad práctica. La técnica, dice Bielsa, mira a la eficacia. Por
tanto, si verdaderamente se quiere identificar a la función pública como una
herramienta o un mecanismo utilizable en pos del objetivo concreto de ordenar
el funcionamiento de los medios personales al servicio de la Administración,
esto es solo posible a través de una visión científica del asunto, que desen-
cadene su construcción técnico-jurídica. El problema, naturalmente, no se
agota en el ámbito lingüístico. Este es solo uno de los asuntos a resolver que
subyace como planteamiento polémico, a la vez que es consecuencia de la
problemática principal relativa al enfoque acientífico de la cuestión.45
Como paso inicial, desde el punto de vista terminológico, es preciso un rea-
comodo de los vocablos, con el objetivo de que en contextos más o menos
disímiles tengan un significado unívoco. Como tendencia jurídico-cultural, la
44
En el ámbito del Derecho, cuando se habla de técnica jurídica, se hace referencia, por un lado,
a la disciplina que tiene por objeto el estudio de los problemas relacionados con la aplicación
del Derecho objetivo a casos concretos, y por otro consiste en el adecuado manejo de los
medios que permiten alcanzar los objetivos que aquel persigue. Tal adecuación supone el
conocimiento de la eficacia de los mecanismos y procedimientos empleados y por tanto
ese conocimiento es científico. Véase García Máynez, Eduardo, Introducción al estudio del
Derecho, 53ª ed. (reimp.), Porrúa, México, 2002, p. 316 y ss.
45
Véase Bielsa, Rafael, “Conceptos jurídicos y terminología”, en Revista jurídica argentina La
Ley, t. 56, 1949, La Ley, Buenos Aires, pp. 787-795.
146
La noción de función pública: apuntes en una perspectiva técnico-jurídica
noción de función pública fue acercándose cada vez más al Derecho admi-
nistrativo, hasta convertirse en parte de su contenido de estudio, lo cual le
imprime, como categoría, una naturaleza iusadministrativa. No solamente ello,
sino que el vocablo, como se examinó, terminó asociándose a la ordenación de
los medios personales al servicio de la Administración Pública, lo que refuerza
la idea anterior. Por tanto, lo más aconsejable es reservar el término función
pública para este ámbito objetivo concreto y ello implicaría reajustar el uso
jurídico del resto de las acepciones.
Empero, tal cuestión no trae mayores inconvenientes. Si en lugar de ‘función
pública’ para referirse a las funciones del Estado, se emplea simplemente la
expresión ‘función del Estado’, la conexión exacta con lo que se quiere significar
es muy clara. Lo mismo ocurre si se sustituye por ‘función administrativa’ para
señalar el tipo de función a la que materialmente se está refiriendo.
En el caso de la tercera acepción analizada, la solución lingüística no es tan
factible, pues más que un problema de denominación, se trata de un problema
de contenido. En este caso se nombra como ‘función’, algo que filológicamente
no lo es. No es ‘función’ un grupo de individuos ni una relación o situación
jurídica ni un régimen jurídico específico. Tales significados le son impropios
porque no implican acción o manifestación concreta de un actuar en el sentido
dinámico que le corresponde a la palabra.
Se trata pues de dotar al término de un sentido, contenido y alcance finalistas,
exclusivamente utilizables y válidos cuando, en el contexto de su aplicación,
sean concretamente precisados. Al ser este un ámbito jurídico, naturalmente,
ese nivel de determinación se alcanzará teórica y normativamente.
El uso de la expresión función pública por parte de diferentes autores, dice
Delgadillo Gutiérrez,46 para referirse al conjunto de deberes, derechos y
situaciones que se originan entre el Estado y sus servidores resulta incorrecto,
ya que, en su criterio:
“el concepto comprende la manifestación externa del poder del Estado, no
su estructuración interna. Esta confusión se ha originado a partir del hecho
de que el ejercicio del poder del Estado sólo puede realizarse mediante la
actuación de las personas físicas, puesto que, cuando tratamos la función
pública nos referimos a la actuación de los individuos investidos de la com-
petencia que la ley le atribuye a los órganos, por lo que, necesariamente se
hace referencia a los empleados del Estado y a las características jurídicas
que presentan en el desarrollo de su actividad, pero ello no justifica que
46
Delgadillo Gutiérrez, Luis Humberto, El Derecho disciplinario de la función pública, Instituto
Nacional de Administración Pública, México D. F., 1990, pp. 9 y 10.
147
Fernando Monzón Páez
47
Esto se manifiesta, en cierta medida, cuando se identifican, por ejemplo, función pública y
empleo público para referirse al mismo fenómeno. Por ejemplo, en Italia (Ley No. 93/1983,
“Ley Marco sobre Empleo Público” –que ha tenido varias adecuaciones en el contexto del
proceso privatizador que particularmente se ha suscitado en ese país, al que más adelante
se hará referencia); Argentina (Ley No. 25.164, “Ley Marco de regulación de empleo público
nacional”, de 15 de septiembre de 1999). O cuando se prefiere el uso de servicio civil en lugar
de función pública por derivación de la traducción del inglés del término civil service, como
por ejemplo en Ecuador (“Ley Orgánica de servicio civil y carrera administrativa”, de 12 de
mayo de 2005); Honduras (Decreto No. 126, “Ley de Servicio Civil”, de 1 de octubre de 1993);
Perú (Ley No. 30057, “Ley de Servicio Civil”, de 3 de julio de 2013); El Salvador (Decreto-Ley
No. 507, “Ley de Servicio Civil”, de 24 de noviembre de 1961) y Guatemala (Decreto No. 1748,
“Ley de Servicio Civil”, de 10 de mayo de 1968).
48
Hauriou, por ejemplo –al referirse a las atribuciones inherentes al officium publicum–, decía:
“Des fonctions érigées en titre d´office, elles ont une existence indépendante du fonction-
naire, elles sont permanentes, elles demeurent quand le fonctionnaire passe”. Cfr. Hauriou,
148
La noción de función pública: apuntes en una perspectiva técnico-jurídica
Maurice, Précis , 4e éd., ob. cit., p. 585. Sobre esta misma idea véase: Lefas, Alexandre, L´État
et les fonctionnaires, 5e éd., M. Giard & É. Brière, Libarires-Éditeurs, Paris, 1913, p. 20 y ss.;
Demartial, Georges, “Le statut des fonctionnaires”, en Revue politique et parlementaire,
avril-mai-juin 1907, Paris, pp. 536-542.
49
Es común, fundamentalmente, que se sobrevalore la dimensión subjetiva y se defina a la
función pública tomando como base el factor personal. Desde esta óptica, por ejemplo,
Nezard considera que “fonction publique est le rapport qui s´établit volontairement d´une
façon générale et permanente entre un établissement public et un citoyen que s´engage à faire
des actes pour satisfaire aux besoins de cet établissement”. Por su parte, Berthèlemy dice que
“ce que doivent être les relations des fonctionnaires et de leurs supérieurs”, y Duguit estima
que la “fonction publique c´est déterminer quelle est au point de veu du droit la situation du
fonctionnaire”. Véase Nezard, Henry, Théorie , ob. cit., p. 23 y ss.; Berthèlemy, Henry, Traité
élémentaire de Droit Administratif, 7e éd., Arthur Rousseau Editeur, Paris, 1913, p. 55 y ss.;
Duguit, Leon, Traité de Droit Constitutionnel, t. III – La Théorie Générale de L´Etat (suite et
fin), 3e èd., Ancienne Librairie Fontemoing & Cie , Éditeurs, Paris, 1930. p. 103 y ss.
149
Fernando Monzón Páez
50
Véase en tal sentido las valoraciones de Grégoire, Roger, La Fonction…, ob. cit., p. 26 y ss.
51
Para una idea más amplia sobre los debates referidos, puede consultarse, entre muchas otras,
las obras de: Del Saz, Silvia, Contrato laboral y función pública, Marcial Pons, Madrid, 1995;
Cantero Martínez, Josefa, El empleo público entre el estatuto funcionarial y el contrato laboral,
Universidad de Castilla-La Mancha, Marcial Pons, Madrid/Barcelona, 2001; Castillo Blanco,
Federico, “Reflexiones en torno a la construcción de un nuevo sistema de empleo público”,
en Federico Castillo Blanco (dir.) y Ana Olmedo Gaya (coord.), Lecciones de Función Pública,
CEMCI, Granada, 2002; pp. 23-41; Sande Pérez-Bedmar, María de, Empleo y prestación de
150
La noción de función pública: apuntes en una perspectiva técnico-jurídica
servicios en la Administración Pública, Lex Nova, Madrid, 2006; Sendín García, Miguel Ángel,
“Entre el sistema de carrera y el del empleo: el modelo español de empleo público”, en Miguel
Domínguez-Berrueta de Juan y Emmanuel Jiménez Franco (dirs.), Los empleados públicos, Ratio
Legis, Salamanca, 2006, pp. 57-84; “La singularidad de la Administración Pública como marco
de relaciones laborales”, en Miguel Domínguez-Berrueta de Juan y Emmanuel Jiménez Franco
(dirs.), ob. cit., pp. 57-84; Caballero Ortiz, Jesús, El derecho del trabajo en el régimen jurídico
del funcionario público, 1ª reimp., Ediciones Paredes, Caracas, 2008, pp. 17-33; García Pullés,
Fernando (dir.), Viviana Bonpland y Marcelo Ugarte (colabs.), Régimen jurídico del empleo
público en la Administración Nacional, 3ª ed., Abeledo-Perrot, 2016, pp. 15-38; Ivanega, Mirian
Mabel, Empleo público, Astrea, Ediciones RAP, Buenos Aires, 2019; Zambrano, Pedro L., “Las
potestades disciplinarias de la Administración desde una perspectiva contractual”, en AA.VV.,
Organización administrativa, función pública y dominio público, Jornadas organizadas por la
Universidad Austral, Facultad de Derecho, 1ª ed., Ediciones RAP, Buenos Aires, 2005, pp. 263-
274; Galeano, Juan José, “El régimen jurídico del personal contratado de la Administración
pública. La situación jurisprudencial”, en AA.VV., Organización administrativa…, ob. cit.,
pp. 275-310; Rodríguez, María José, “La laboralización del empleo público. Sentido y conse-
cuencias”, en AA.VV., Organización administrativa…, ob. cit., pp. 311-334.
151
Fernando Monzón Páez
52
Véase Forsthoff, Ernest, Tratado de Derecho Administrativo, traducción de la 5a ed. alemana
por Legaz y Lacambra, Garrido Falla y Ortega y Junge, Instituto de Estudios Políticos, Madrid,
1958, p. 228.
53
Véase Melleray, Fabrice, Droit de la Fonction Publique, ob. cit., p. 46.
54
En tal sentido, puede consultarse García de Enterría, Eduardo y Tomás-Ramón Fernández,
Curso de Derecho Administrativo, t. I, 15a ed., Thomson-Civitas, Aranzadi, S.A., Cizur Menor
(Navarra), 2011, p. 465 y ss.; Suñé Llinás, Emilio, “Sobre el concepto de potestad”, en Rafael
Gómez-Ferrer Moránt, (coord.), Libro homenaje a Villar Palasí, 1ª ed., Civitas S.A., Madrid,
1989, pp. 1343-1370; Dubos, Oliver, “L´exorbitance du droit de la fonction publique”, en
AA.VV., L´exorbitance du droit administratif en question (s), LGDJ, Paris, 2004, p. 243 y ss.
55
Véase, por ejemplo –en el sentido también en el sentido de los límites que el ius variandi
ha de tener en función del equilibrio jurídico– Baldini Papini, Ubaldo, Il rapporto d´impiego
pubblico, CEDAM, Padova, 1942, p. 169 y ss.; García-Trevijano Fos, José Antoni, Tratado…,
152
La noción de función pública: apuntes en una perspectiva técnico-jurídica
ob. cit., p. 449 y ss.; Sande Pérez-Bedmar, María de, Empleo y prestación , ob. cit., p. 246
y ss.; Ivanega, Mirian Mabel, Empleo público, ob. cit., pp. 84-86; Gallegos Fedriani, Pablo
Oscar, “Ius variandi en el empleo público”, en Revista de Derecho Público, 2012-1: Empleo
Público I, Rubinzal-Culzoni Editores, Buenos Aires. Sobre todo cuando el modelo que se
adopte prevea la formalización del vínculo mediante la técnica contractual administrativa,
en cuyo fundamento ha de sustentarse ese rasgo que se presenta como parte de la fisono-
mía de la función pública. Véase Dromi, Roberto, Derecho Administrativo, 12ª ed., Ciudad
Argentina, Hispania Libros, Buenos Aires-Madrid-México, 2009, p. 290 y ss.; Entrena Cuesta,
Rafael, “Consideraciones sobre la teoría de los contratos de la Administración”, en Revista de
Administración Pública, Año VIII, No. 24, septiembre-diciembre, 1957, Instituto de Estudios
Políticos, Madrid, pp. 39-74; García de Enterría, Eduardo, “La figura del contrato adminis-
trativo”, en Revista de Administración Pública, Año VI, No. 41, mayo-agosto, 1963, Instituto
de Estudios Políticos, Madrid, pp. 99-130; Matilla Correa, Andry, “Consideraciones mínimas
sobre el contrato administrativo y el Derecho Administrativo cubano”, en Jorge Fernández
Ruiz y Javier Santiago Sánchez (coords.), Contratos administrativos. Culturas y sistemas jurí-
dicos comparados, Instituto de Investigaciones Jurídicas, Universidad Nacional Autónoma de
México, México D.F., 2007; pp. 185-233.
56
Véase Alessi, Renato, Instituciones…, t. I, ob. cit., pp. 363 y 364.
153
Fernando Monzón Páez
154
La potestad disciplinaria de la Administración
Pública: elementos necesarios
para su individualización teórica
155
Reynaldo Jorge Lam Peña
5
Vid. Giannini, Massimo S., Derecho Administrativo, vol. I, traducción de Luis Ortega, Ministerio
para las Administraciones Públicas, Madrid, 1991, p. 119.
6
Vid. Loewenstein, Karl, Teoría de la Constitución, 2ª ed., reimp., Ariel, Barcelona, 1969.
7
Vid. Locke, John, The second Treatise of Goverment, with an introduction by Joseph Carrig,
Barnes & Nobles Books, New York, 2004, p. 79 y ss.; Montesquieu, El espíritu de las leyes, t. I,
traducido con notas y observaciones por Sira García del Mazo, Librería General de Victoriano
Suarez, Madrid, 1906, pp. 227-241.
8
Vid. Brewer-Carias, Allan R., Tratado de Derecho Administrativo. Derecho Público en
Iberoamérica. La Administración Pública, vol. II, Ed. Jurídica Venezolana, Caracas, 2013,
pp. 386-397.
156
La potestad disciplinaria de la Administración pública: elementos necesarios...
9
Vid. Forsthoff, Ernst, Tratado de Derecho Administrativo, 4ª ed., traducción de Legaz
Lacambra, Garrido Falla y Gómez de Ortega, Instituto de Estudios Políticos, Madrid, 1958,
p. 546; Dellis, Georges y Spyros A. Pappas, “Desde la mera disciplina hasta una verdadera
deontología”, en Documentación Administrativa. No. 241-242, Madrid, 1995, pp. 501-514.
10
Vid. Schmidt-Assmann, Eberhard, Teoría General del Derecho Administrativo como sistema.
Objeto y fundamentos de la construcción sistemática, traducción de Javier Barnés Vásquez et
al., Instituto Nacional de Administración Pública, reimp., Marcial Pons, Madrid, 2006, p.251.
11
Vid. Forsthoff, Ernst, Tratado..., ob. cit., p. 555.
12
Sobre esta postura vid. Giannini, Massimo S., Derecho Administrativo, vol. I, ob. cit.,
pp. 117-118.
13
Vid. Morell Ocaña, Luis, Curso de Derecho Administrativo. El Derecho Administrativo y sus
fuentes. La organización Administrativa y sus medios, t. I, 4ª ed. revisada, ampliada y puesta
al día, Aranzadi, Pamplona, 1999, p. 9 y ss.
14
Según Garcini, la Administración Pública necesita para su funcionamiento medios personales,
materiales y financieros. Vid. Garcini Guerra, Héctor, Derecho Administrativo, 2ª ed., Pueblo
y Educación, La Habana, 1986, pp. 154-173.
15
Una sistematización de los principales modelos de organización desde diferentes ciencias
puede verse en: Ramió, Carles, Teoría de la Organización y Administración Pública, Tecnos,
157
Reynaldo Jorge Lam Peña
Madrid, 1999; Trevera Juárez, Adrián, “Las corrientes administrativas y su relación con el
estudio de la burocracia”, en Revista Internacional: La Nueva gestión organizacional, Año 6,
No. 11, Universidad Autónoma de Tlaxcala, México, 2010, pp. 13-35; Alvarado Pechir, Om,
La teoría de la organización en la Administración Pública. Hacia una redimensión convergente,
Instituto de Administración Pública, México, 2019.
16
Los modelos más difundidos de organización administrativa han sido esbozados por Weber y
se traducen en tradicional, carismático y burocrático. El modelo tradicional se fundamenta en
vínculos de vasallaje; el modelo carismático se legitima en la lealtad hacia el jefe; por último,
el modelo burocrático se fundamenta en la racionalización y la norma jurídica. Sobre ello
vid. Weber, Max, Economía y sociedad, traducción de José Medina Echavarría, Juan Roura
Farella, Eugenio Ímaz, Eduardo García Maynez y José Ferrater Mora, 2ª ed. en español de la
4ª alemana (2ª reimp.), Fondo de Cultura Económica, México, D.F., 2002.
17
Vid. Weber, Max, Economía y sociedad, ob. cit., p. 7.
18
Nieto García, Alejandro, “Problemas capitales del Derecho disciplinario”, en Revista de
Administración Pública, No. 63, Instituto de Estudios Políticos, Madrid, 1970; García-Trevijano
Fos, José A., Tratado de Derecho Administrativo, t III, vol. I, Revista de Derecho Privado, Madrid,
1970, p. 17; Soriano García, José E., Los fundamentos históricos del Derecho Administrativo
en Francia y Alemania, Instituto de Estudios Constitucionales, Colombia, pp. 15-16.
19
Desde el Derecho administrativo surge la concepción de servicio público. Vid. Duguit, León,
Las transformaciones del Derecho Público y Privado, traducido del francés por Adolfo C. Posada
y Carlos Posada, Heliasta S.R.L., Buenos Aires, 1975; Jèze, Gastón, Principios Generales del
Derecho Administrativo. El funcionamiento de los servicios públicos, t. III, traducción directa
de la 3ª ed. francesa por Julio N. San Millán Almagro, Depalma, Buenos Aires, 1949.
158
La potestad disciplinaria de la Administración pública: elementos necesarios...
20
Así, Parejo concibe una dimensión del interés general como subjetiva u organizativa para
hacer mención a la organización administrativa como medio de lograr dicho interés público.
Vid. Parejo Alfonso, Luciano, Derecho Administrativo, Ariel Derecho, Barcelona, 2003, p. 773.
21
Vid. Parejo Alfonso, Luciano, “El principio de eficacia en el Derecho y en la ciencia de
la Administración pública”, en Documentación Jurídica, No. 218-219, Instituto Nacional
de Administración Pública, Madrid, 1978; Santamaría Pastor, Juan Alfonso, Principios del
Derecho Administrativo, t. I, 2ª ed., Iustel, Madrid, 2009, p. 67.
22
Vid. Rondeau, Christian, “Le droit disciplinaire”, en Bull. Acad. Vét. de France, No. 69, París,
1996, pp. 61-71.
159
Reynaldo Jorge Lam Peña
160
La potestad disciplinaria de la Administración pública: elementos necesarios...
23
Trayter ha mencionado que la propia idea y esbozo teórico de la potestad disciplinaria ha
estado ligada a la propia concepción del Derecho disciplinario, debido a que el segundo es
reflejo de la aplicabilidad de la propia potestad y comenzó a surgir a partir de la concepción
de modelos de organización administrativa según criterios de Nieto. Sobre ello vid. Nieto
García, Alejandro, “Problemas capitales…”, ob. cit., p. 44; Trayter Jiménez, Manuel, Manual
de Derecho disciplinario de los funcionarios públicos, Marcial Pons, Madrid, 1992, p. 28; Rincón
Córdoba, Jorge I., La potestad disciplinaria en el Derecho Administrativo, Ij International Legal
Group, Argentina, 2018, p. 50.
24
Existen autores que no la entienden como tal, sino como un poder inherente a la organización.
Vid. Goane, René M., “El poder disciplinario de la Administración Pública”, en Juan Carlos
Cassagne (dir.), Derecho Administrativo. Obra en colectivo en homenaje al profesor Miguel
161
Reynaldo Jorge Lam Peña
Marienhoff, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1998, p. 1013; Comadira, Julio R., Derecho
Administrativo. Acto Administrativo, procedimiento administrativo y otros estudios, 2ª ed.
actualizada y ampliada, Lexis-Nexis, Buenos Aires, 2003, p. 591.
25
Vid. Romano, Santi, Fragmentos de un Diccionario Jurídico, traducción de Santiago Sentís
Melendo y Marino Ayerra Redin, Ed. Jurídica Europa-América, Buenos Aires, 1964, p. 240 y ss.;
García de Enterría, Eduardo y Tomás-Ramón Fernández, Curso de Derecho Administrativo,
vol. II, 7ª ed., Civitas, Madrid, 2000, p. 449; Arias Gayoso, Grethel, “Las potestades
administrativas. Apertura y cierre al ejercicio del poder público”, en Andry Matilla Correa
(coord.), Tendencias del Derecho Administrativo. Homenaje al profesor Dr. Héctor J. Garcini
Guerra, UNIJURIS, La Habana, 2017, p. 132.
26
Vid. Suñé Llinás, Emilio, “Sobre el concepto de potestad”, en Rafael Gómez-Ferrer Morán
(coord.), Libro Homenaje al profesor José Luis Villar Palasí, Civitas, Madrid, 1989, p. 1370.
27
Entre los defensores de una concepción amplia se encuentran: García de Enterría, Eduardo
y Tomás-Ramón Fernández, Curso…, vol. II, ob. cit., p. 169; Marienhoff, Miguel S., Tratado
de derecho administrativo, t. I, 5ª ed., Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 2000, pp. 628-629; Royo
Villanova, A., Elementos de Derecho administrativo, 25ª ed., t. I, Autor-editor, Valladolid,
1960, pp. 77-78.
28
Entre los defensores de una concepción estricta se encuentran: Jèze, Gastón, Principios…, ob.
cit., p. 92; Alessi, Renato, Instituciones de Derecho Administrativo, t. I, 3ª traducción de la
versión italiana por Buenaventura Pellisé Prats, Bosch, Barcelona, 1970, p. 231; Suay Rincón,
José, “Potestad disciplinaria”, en Rafael Gómez-Ferrer Morán (coord.), Libro Homenaje…,
ob. cit., p. 1315; Prat, Julio A., Derecho Administrativo. Los funcionarios públicos, t. III, vol.
I, Acali, Montevideo, 1978, p. 154; Delgadillo Gutiérrez, Luis H., El Derecho disciplinario de
la función pública, Instituto Nacional de Administración Pública, México, 1990, p. 123.
162
La potestad disciplinaria de la Administración pública: elementos necesarios...
29
Vid. Gómez Pavajeau, Carlos A., “El Derecho disciplinario como disciplina jurídica autónoma”,
en Revista Argentina del Régimen de la Administración Pública, Año XXXIV, No. 403, Argentina,
2012, p. 62; Ivanega, Mirian, Cuestiones de potestad disciplinaria y derecho a la defensa, RAP,
Buenos Aires, 2013, p. 42.
30
Vid. Úbeda Tarajano, Francisco E., “Sanciones disciplinarias de Derecho público: Las relaciones
entre ilícitos administrativos y penales en el marco constitucional”, Boletín del Ministerio de
Justicia, Año 61, No. 2033, España, 2007, p 1013. También comparten este criterio: Castillo
Blanco, Federico y Rosa María Ildefonso Huertas, ob. cit., p. 14; De Peirotti, Irma P. y
María Inés del C. Ortíz de Gallardo, “Potestad disciplinaria de la administración: Principios
constitucionales desarrollados por la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia de la
nación”, en Cuadernos de Derecho Público, vol. 7, Universidad Católica de Córdoba, 2019,
pp. 143-163; Morell Ocaña, Luis, Curso…, t. I, ob. cit., p. 465; Gómez Pérez, Ángela, “Tutela
legal a las contravenciones y los delitos paralelos en Cuba”, en Leonardo B. Pérez Gallardo
et al. (coord.), Perspectivas del Derecho Cubano Actual, t. I, 1ª ed., Reus, Madrid, 2006,
pp. 520-563.
31
Sobre infracciones disciplinarias vid. Nieto García, Alejandro, Derecho Administrativo
Sancionador, Tecnos, Madrid, 1994, pp. 259-323; Castillo Blanco, Federico, Función pública
y poder disciplinario del Estado, Civitas, Madrid, 1992, pp. 282-292; Marina Jalvo, Belén, El
régimen disciplinario de los funcionarios públicos, 3ª ed., Lex Nova, Madrid, 2006, pp. 327-
370; Coutinho, Vanda, “Infração disciplinar e sanção disciplinar”, en Direito das relações
laborais na Administração Pública, Centro de Estúdios Judiciários, Lisboa, 2018, p. 652; Gómez
Pavajeau, Carlos, “La ilicitud sustancial”, en AA.VV., Lecciones de Derecho Disciplinario, t. I,
163
Reynaldo Jorge Lam Peña
164
La potestad disciplinaria de la Administración pública: elementos necesarios...
sector público”, en Federico A. Castillo Blanco (dir.), Ana Olmeda Goya (coord.), Lecciones
de función pública, CEMCI, Granada, 2002, p. 123; Prat, Julio A., Derecho Administrativo,
t. III, vol. I, ob. cit., p. 29. Dentro de las definiciones de alcance estricto se encuentra la de
Pérez Botija, Eugenio, “El problema de los no funcionarios en las entidades públicas”, en
AA.VV., Estudios dedicados al profesor Gascón y Marín en el cincuentenario de su docencia,
Instituto de Estudios de la Administración Local, Madrid, 1952, p. 128 y ss.; Royo-Villanova,
Segismundo, “El concepto de funcionario público y la relación de función pública en el nuevo
Derecho Español”, en Revista de Administración Pública, No. 44, Madrid, 1964, p. 9; Ruiz y
Gómez, Julián M., Principios del Derecho Administrativo. El personal de la Administración
Pública. Exposición Doctrinal y de Derecho Positivo y Jurisprudencia cubana, 1ª ed., Cultural
S.A., La Habana, 1935, p. 45 y ss.
35
Para los alemanes se sustentaba en principios de fidelidad más allá del prestacional. Vid.
Mayer, Otto, Derecho Administrativo Alemán. Parte Especial. Obligaciones Especiales, t. IV,
2ª ed. inalterada, Depalma, Buenos Aires, 1982.
36
Esta postura dependerá de la posición que se asuma con respecto al funcionario público
y el contenido que se le otorgue la relación de servicio, desligándola de la relación de
empleo público, la relación estatutaria o la relación orgánica. Vid. García-Trevijano
Fos, José A., “Relación orgánica y relación de servicios en los funcionarios públicos”, en
Revista de Administración Pública, Año 5, No. 13, Instituto de Estudios Políticos, Madrid,
1954, pp. 53-103.
37
Apoyan esta postura los autores: Jèze, Gastón, Principios…, ob. cit.; Sayagués Laso, Enrique,
Tratado de Derecho Administrativo, t. I, Fundación de Cultura Universitaria, Montevideo,
1953, p. 261; Diez, Manuel M., Derecho Administrativo, t. III, Bibliográfica Omeba,
Buenos Aires, 1967, p. 355. Entre los detractores se sitúan: Marienhoff, Miguel S.,
Tratado de Derecho Administrativo, t. III, 5ª ed., Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 2000, pp.
187; Gordillo, Agustín, Tratado de Derecho Administrativo. Parte General, t. I, 8ª ed.,
Fundación de Derecho Administrativo, Buenos Aires, 2003, pp. XIII-20. Debates sobre el
resto de las posturas más difundidas en: Serra Piñar, Antonio, “Naturaleza Jurídica de
la Relación Jurídica que une al funcionario con la Administración”, en AA.VV., Estudios
dedicados al Profesor Gascón y Marín , ob. cit., Estudios de la Administración Local,
Madrid, 1952, pp. 187-203; Prat, Julio A., Derecho Administrativo, t. III, vol. I, ob. cit., pp.
31-37; Royo-Villanova, Segismundo, “El concepto de funcionario público”, ob. cit., pp. 18-20;
Monzón Páez, Fernando, “La noción de funcionario público como categoría iusadministrativa:
una propuesta para Cuba, Tesis en opción al grado científico de Doctor en Ciencia Jurídica,
La Habana, 2020, pp. 153-164.
165
Reynaldo Jorge Lam Peña
38
Vid. Alessi, Renato, Instituciones…, t. I, ob. cit., p. 96; Sánchez Morón, Miguel, Derecho
Administrativo. Parte General, 6ª ed., Tecnos, España, 2010, p. 455.
39
Vid. Muñoz Machado, Santiago, Tratado de Derecho Administrativo y Derecho Público
General, t. IV – La actividad administrativa, Iustel, Madrid, 2011, p. 133; Parada Vázquez,
Ramón, Derecho administrativo. Organización y empleo público, t. I, 14ª ed., Marcial Pons,
Madrid, 2000, pp. 601-607.
40
Esto hace referencia a la existencia de una característica de la potestad. Es una potestad
jerárquica. Vid. Parada Vázquez, Ramón, Derecho Administrativo…, t. I, ob. cit. p. 518;
Santamaría Pastor, Juan Alfonso, Apuntes de Derecho Administrativo, Sección de
Publicaciones de la Facultad de Derecho de la Universidad de Madrid, Madrid, 1982, p. 137.
41
Vid. Goane, René M., “El poder disciplinario…”, ob. cit., p. 1028. También, Suay Rincón, José,
“Potestad disciplinaria”, ob. cit., p. 1312; Quintana López, Tomás, “La potestad disciplinaria
de las administraciones sobre los empleados públicos”, en Documentación Administrativa,
No. 282-283, Madrid, 2009, p. 334; Morell Ocaña, Luis, Curso…, t. I, ob. cit., p. 464; Delpiazzo,
Carlos E., Derecho Administrativo General, 2ª ed. actualizada y ampliada, Ed. Amalio Fernández
S.R.L., Uruguay, 2017, p. 85; Prat, Julio A., Derecho Administrativo, t. III, vol. I, ob. cit., p. 155.
42
Los análisis en algunos ordenamientos pueden verse en: Rayón Ballesteros, María C.,
“Responsabilidades de empleados públicos y altos cargos de la Administración”, en Anuario
Jurídico y Económico Escurialense, España, No. XLVIII, 2015, pp. 131-158; Rolo, Ana,
“Exercício do poder disciplinar e procedimento disciplinar”, en Direito das Relações Laborais
166
La potestad disciplinaria de la Administración pública: elementos necesarios...
B. Elemento objetivo
El elemento objetivo de la potestad disciplinaria lo constituye la sanción
disciplinaria. La sanción disciplinaria se configura como un tipo de sanción
administrativa43 que se impone en el ámbito interno de la Administración
Pública para garantizar el cumplimiento de los deberes públicos que le son
impuestos a los funcionarios públicos.
Las características enunciadas por Suay44 en torno a las sanciones adminis-
trativas se pueden extrapolar al marco del ilícito disciplinario, en busca de
una caracterización de las sanciones disciplinarias. De esta forma, se puede
decir, en primer lugar, que son impuestas por la Administración Pública como
mecanismo de autoprotección de su ordenación disciplinaria por la autoridad
competente. Son de naturaleza aflictiva, lo que significa para el funcionario
la pérdida de algún derecho –derecho de inamovilidad, el derecho al cargo o
el derecho a la remuneración– o la generación de alguna obligación –multa
disciplinaria–. También son consecuencia directa de la comisión de acciones
y omisiones antijurídicas por parte de los funcionarios, que se configuran
en la norma jurídica como infracciones disciplinarias. Poseen una finalidad
represora, a tono con la esencia de la potestad disciplinaria, por cuanto
generan un castigo para el disciplinado y, por último, suponen la existencia
de un procedimiento administrativo como vehículo para la imposición de las
mismas. La naturaleza aflictiva y punitiva permite diferenciar las sanciones
disciplinarias de otras medidas disciplinarias –como las provisionales–45 que
se pueden imponer en el ámbito disciplinario.
na Administração Pública, Centro de Estúdios Judiciários, Lisboa, 2018, pp. 693-713; Rincón
Córdoba, Jorge I., La potestad…, ob. cit., p. 30; Cabral, Pablo y Marcelo J. Schreginger, El
régimen de empleo público de la Provincia de Buenos Aires, Abeledo-Perrot, Buenos Aires,
2009, pp. 594-615.
43
Sobre sanciones administrativas vid. Suay Rincón, José, Sanciones Administrativas,
Publicaciones del Real Colegio de España, Bolonia, 1989; Carretero Pérez, Adolfo y Adolfo
Carretero Sánchez, Derecho Administrativo Sancionador, Revista de Derecho Privado -
EDERSA, Madrid, 1992, pp. 151-187; Huergo Lora, Alejandro, Las sanciones administrativas,
Iustel, Madrid, 2007; Bermúdez Soto, Jorge, “Elementos para definir las sanciones
administrativas”, en Revista Chilena de Derecho, No. Especial, Chile, 1998, pp. 323-334;
Cordero Quinzacara, Eduardo, “El Derecho Administrativo sancionador y su relación con
el Derecho Penal”, en Revista de Derecho, vol. XXV, No. 2, Chile, 2012, pp. 131-157.
44
Vid. Suay Rincón José, Sanciones…, ob. cit., p. 57. También en: Delgadillo Gutiérrez, Luis
H., El Derecho disciplinario…, ob. cit., pp. 97-102.
45
Vid. Casino Rubio, Miguel, “La indebida confusión entre sanciones y otras medidas
administrativas de policía (Comentario a la STS de 2 de febrero de 1998, Ar. 2060)”, en Revista
de estudios de la Administración Local y Autonómica, Madrid, 2000, pp. 569-574; Rebollo
Puig, Manuel, “El contenido de las sanciones”, en AA.VV., Justicia Administrativa, Lex Nova,
Valladolid, 2001, pp. 155-157.
167
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46
Vid. García Pullés, Fernando R., Lecciones…, ob. cit., p. 464.
47
Respondiendo a preceptos jurídicos de cada ordenamiento, autores como Mayer entienden
que las sanciones disciplinarias pueden ser correctivas o depurativas. Para Bielsa serán
correctivas y expulsivas depurativas. Para Dromi serán correctivas, expulsivas y represivas
(en la cual incluye únicamente el arresto como sanción administrativa). Delpiazzo las
cataloga según su finalidad como correctivas y depurativas, por su naturaleza como morales,
pecuniarias y profesionales, por su gravedad serán leves, medias y graves; y por su contenido
dependerán de la regulación taxativa en las normas jurídicas nacionales. Vid. Mayer, Otto,
Derecho Administrativo alemán , t. IV, ob. cit., p. 77; Bielsa, Rafael, La función pública,
Depalma, Buenos Aires, 1960. p. 594; Dromi, Roberto J., Derecho Administrativo, ob. cit., p.
286; Delpiazzo, Carlos E., Derecho Administrativo…, ob. cit., p. 86.
48
Vid. Anabitarte Gallego, Alfredo et al., Acto y procedimiento administrativo, Marcial Pons,
Barcelona, 2001, p. 135.
168
La potestad disciplinaria de la Administración pública: elementos necesarios...
49
Vid. Cassagne, Juan C., Curso…, ob. cit., p. 3.
50
Vid. Marienhoff, Miguel S., Tratado de Derecho Administrativo, t. III-B – Contratos
administrativos. De los contratos en particular, 3ª ed. Actualizada, Abeledo-Perrot, Buenos
Aires, 1983, p. 411.
51
Vid. Mayer, Otto, Derecho Administrativo alemán , t. IV, ob. cit., pp. 73-74. También para Jèze
la finalidad se encuentra en el mejoramiento del servicio público. Vid. Jèze Gastón, Principios…,
ob. cit., p. 92.
52
Vid. Comadira, Julio R., Derecho Administrativo…, ob. cit., p. 561; Goane, René M., “El poder
disciplinario…”, ob. cit., pp. 1020-1022.
169
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53
Vid. Marina Jalvo, Belén, El régimen disciplinario , ob. cit., p. 25.
54
Vid. Ivanega, Mirian, Cuestiones de potestad..., ob. cit., p. 43; Bielsa, Rafael, La función
pública, ob. cit., p. 291; García Pullés, Fernando R., Lecciones…, ob. cit., pp. 408-415;
Sendín García, Miguel A., “Derecho disciplinario”, en Jaime Rodríguez-Arana Muñoz, Libardo
Rodríguez Rodríguez (dir.) y María C. Rodríguez Martín-Retortillo (coord.), Curso de Derecho
Administrativo Iberoamericano, Instituto Nacional de Administración Pública, Comares,
Granada, 2015, p. 533.
170
La potestad disciplinaria de la Administración pública: elementos necesarios...
55
Este autor habla de razones históricas que llevaron a este debate entre Derecho penal
y Derecho disciplinario. Este autor sustenta sus ideas desde el estudio del Código penal
prusiano de 1794 y el estudio de sus delitos funcionariales. Vid. Nieto, Alejandro, “Problemas
capitales...”, ob. cit., p. 57.
56
Esta postura dio lugar a la tesis cuantitativa sobre la identidad sustancial entre sanciones
penales y administrativas. Autores defensores de esta vertiente son: Merkl, Adolf, Teoría
general del Derecho Administrativo, Ediciones Coyoacán, México, 2014, pp. 348-349; Roxin,
Claus, Derecho Penal. Parte General, t. I, traducción de la 2ª ed. Alemana, notas por Diego-
Manuel Luzón Peña, Miguel Díaz y García Conlledo y Javier de Vicente Remensas, Civitas,
Madrid, 2006, p. 53; García de Enterría, Eduardo y Fernández, Tomás- Ramón, Curso…, vol. II,
ob. cit., pp. 167-174. Contraria a ella apareció una tesis cualitativa, que encontraba diferencias
sustanciales sobre la base de distintos objetos de protección, la penal bienes jurídicos y la
sancionadora intereses internos de la Administración Pública, la cual ha quedado superada
desde el entendido de que ambas protegen bienes jurídicos relacionados con el orden social.
Vid. Garrido Falla, F., “Los medios de policía y la Teoría de las sanciones Administrativas”,
en Revista de Administración Pública, Instituto de Administración Pública, Año X, No. 28,
Madrid, 1959, pp. 11-51. Nieto expresa que la infracción disciplinaria, a diferencia del delito,
no atenta contra bienes jurídicos, sino, cosa muy distinta, contra los deberes del servicio
funcionarial”. Vid. Nieto, Alejandro, “Problemas capitales…”, ob. cit., p. 57.
57
Los argumentos de este autor son citados por: García-Trevijano Fos, José A, Tratado…, t. III,
vol. I, ob. cit., p. 966; Nieto, Alejandro, “Problemas capitales…”, ob. cit., p. 57.
171
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58
Vid. García de Enterría Eduardo, “El problema de las sanciones administrativas”, en Revista
española de Derecho Administrativo, No. 10, Civitas, Madrid, 1976, p. 399 y ss. También
Goane plantea que los bienes jurídicos que constituyen figuras delictivas distan en alcance
y trascendencia social de los que protegen las infracciones disciplinarias. Vid. Goane, René
M., “El poder disciplinario…”, ob. cit., pp. 1026-1027.
59
Sus exponentes son citados y analizados por Rasponi. Su defensor principal fue Laband,
seguido por Pacinotti, Presutti, Binding, Hecker, Lafferriere. Vid. Rasponi, Enrico, Il potere
disciplinare. Natura giuridica e soggetti attivi, vol. I, Casa Editrice Dott. Giuffrè, CEDAM, Milán,
1942, pp. 8-24.
60
Vid. Mayer, Otto, Derecho Administrativo alemán , t. IV, ob. cit., p. 76.
172
La potestad disciplinaria de la Administración pública: elementos necesarios...
61
Suay alega que esta diferencia es puramente práctica, pues reconoce que las sanciones
disciplinarias protegen intereses distintos, porque en ellas se protege a sí mismo, a su orden
interno y a su relación con el personal de servicio. Vid. Suay Rincón, José, Sanciones…, ob.
cit., pp. 68-70; García de Enterría, Eduardo y Tomás-Ramón Fernández, Curso…, vol. II, ob.
cit., p. 170; Úbeda Tarajano, Francisco E., “Sanciones disciplinarias…”, ob. cit., p. 990.
62
Vid. Alarcón Sotomayor, Lucía, “Los confines de las sanciones: en busca de la frontera entre
Derecho Penal y Derecho Administrativo Sancionador”, en Revista de Administración Pública,
No. 195, Madrid, 2014, pp. 135-167.
173
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63
Alessi explica que la responsabilidad disciplinaria es una especie dentro de la responsabilidad
administrativa porque se construye a partir de la vulneración de deberes administrativos.
Vid. Alessi, Renato, Instituciones…, t. I, ob. cit., p. 233. Así la entiende también Fernández
Ruiz, Jorge, “La potestad sancionadora”, en AA.VV., Curso de Derecho Administrativo
iberoamericano, Comares, INAP, Granada, 2015; Santamaría Pastor, Juan Alfonso, ob. cit.,
p. 803; Diez, Manuel M., Derecho Administrativo, t. III, Bibliográfica Omeba, Buenos Aires,
1967, p. 355. Entre los detractores se sitúan: Marienhoff, Miguel S., Tratado de Derecho
Administrativo, t. III, ob. cit., p. 123; Comadira, Julio R., Derecho Administrativo…, ob. cit.,
p. 561; Ivanega, Miriam M., Cuestiones de potestad..., ob. cit., p. 95; Montero Cartes, Cristian,
“La responsabilidad disciplinaria de los funcionarios públicos: un estudio introductorio”, en
Revista de Derecho Público, vol. 82, Chile, 2015, p. 114.
64
Vid. Dromi, Roberto J., Derecho Administrativo, ob. cit., p. 48.
65
Vid. Dworkin, Ronald, Los derechos en serio, Ariel, Barcelona, 2002, p. 72; Alexy, Robert,
“Sistema jurídico, principios jurídicos y razón práctica”, en Doxa. Cuadernos de Filosofía del
Derecho, No. 5, 1988, pp. 143-144.
66
Vid. Vergara Blanco, Alejandro, “Los principios jurídicos y la tarea de construir el Derecho
Administrativo en clave científica”, en Flavia Carbonell (coord.), Principios jurídicos. Análisis y
174
La potestad disciplinaria de la Administración pública: elementos necesarios...
crítica, Abeledo-Perrot, Universidad Alberto Hurtado, Chile, 2011, pp. 315-339; Brito, Mariano
R., Derecho Administrativo. Su permanencia, contemporaneidad y perspectiva, Facultad de
Derecho, Universidad de Montevideo, Montevideo, 2004, p. 408.
67
Castillo Blanco menciona el principio de jerarquía y autoridad. Vid. Castillo Blanco,
Federico, Función pública , ob. cit., pp. 211-217; Matilla Correa, Andry, “Comentarios sobre
las fuentes del Derecho Administrativo (excepto el reglamento)”, en AA.VV., Temas de Derecho
Administrativo Cubano, t. I, Félix Varela, La Habana, 2004.
68
Autores hablan de otros principios como la irretroactividad, presunción de inocencia, non
reformatio in peus, principio de oportunidad. Vid. Huergo Lora, Alejandro, Las sanciones
administrativas, ob. cit., pp. 423-434; Rey Vázquez, Luis Eduardo, “El Derecho Sancionatorio
en Argentina. En especial en materia disciplinaria”, en Víctor Rafael Hernández-Mendible
y José Luis Villegas Moreno (coords.), Hacia un Derecho Administrativo para retornar a la
democracia. Liber Amicorum al Profesor José R. Araujo-Juárez, Centro para la Integración y
el Derecho Público, Caracas, 2018.
69
Vid. Flores Dapkevicius, Rubén, Derecho Penal…, ob. cit., pp. 88-93; Lopez Olvera, Miguel
Alejandro, La responsabilidad administrativa de los servidores públicos en México, Instituto
de Investigaciones Jurídicas, México, 2013, pp. 107-132.
70
Algunos autores que dentro de la esfera administrativa hacen mención a la legalidad son:
Rivero, Jean, Derecho Administrativo, 9ª traducción, Instituto de Derecho Pública, Universidad
Central de Venezuela, Caracas, 1984, pp. 84-95; Santamaría Pastor, Juan Alfonso, Principios…,
ob. cit., pp. 54-61; Muñoz Machado, Santiago, Tratado de Derecho Administrativo…, ob. cit.,
t. IV – La actividad administrativa, Iustel, Madrid, 2011, pp. 965-971; Alejandrino, Marcelo y
175
Reynaldo Jorge Lam Peña
Vicente Paulo, Direito Administrativo Descomplicado, 16ª ed. revisada, Método, São Paulo,
2008, pp. 193-195; Matilla Correa, Andry, Comentarios…, ob. cit.
71
Vid. Merkl, Adolf, Teoría general , ob. cit., pp. 208-229; Rebollo Puig, Manuel, “Juridicidad,
Legalidad y reserva de Ley como límites a la potestad reglamentaria del gobierno”, en Revista
de Administración Pública, No. 125, Madrid, 1995, pp. 7-172. De esta manera, dentro de
la esfera disciplinaria existen autores que han enunciado sus discursos teóricos sobre los
principios aplicables a la potestad disciplinaria desde la juridicidad. Vid. Ivanega, Mirian,
Cuestiones de potestad…, ob. cit., p. 66; Rincón Córdova, Jorge I., La potestad…, ob. cit.,
p. 80.
72
Vid. Esteve Pardo, José, Lecciones de Derecho Administrativo, Marcial Pons, Madrid, 2010,
p. 101; Linde Paniagua, Enrique, Fundamentos del Derecho Administrativo. Del Derecho del
poder al Derecho de los ciudadanos, 2ª ed., Colex, Madrid, 2010, pp. 112- 115; Peña Solís,
José, El principio de legalidad y la discrecionalidad administrativa en Venezuela, Fondo
Editorial Contraloría General de la República, Caracas, 1990; Fernández Bulté, Julio, Filosofía
del Derecho, Félix Varela, La Habana, 2005, pp. 300-301.
73
Vid. Cruceta, José A., “Análisis del principio de legalidad”, en Estudios Jurídicos, vol. X,
No. 1, Universidad de Jaén, Jaén, 2000, pp. 5-30.
176
La potestad disciplinaria de la Administración pública: elementos necesarios...
74
Vid. Suay Rincón, La potestad sancionadora…, ob. cit., p. 1336; García-Trevijano Fos,
José A., Tratado…, t. III, vol. I, ob. cit., p. 973; García de Enterría, Eduardo y Tomás-Ramón
Fernández, Curso…, vol. II, ob. cit., p. 176.
75
Vid. Santamaría Pastor, Juan Alfonso, Principios…, t. I, ob. cit., p. 410 y ss. Otros autores que
han hablado del tema son: Rebollo Puig, Manuel, “Juridicidad…”, ob. cit., pp. 7-172; Sánchez
Morón, Miguel, Derecho Administrativo…, ob. cit., pp. 318-319. Traído al plano disciplinario,
puede consultarse: Suay Rincón, José, “El Derecho Administrativo sancionador: perspectivas
de reforma”, en Revista de Administración Pública, No. 109, Madrid, 1986, pp. 197-198;
Ivanega, Mirian, Cuestiones de potestad…, ob. cit., p. 92 y ss.; Lizárraga Guerra, Víctor, El
régimen disciplinario de la función pública, Gaceta Jurídica, Lima, 2015, pp. 89-98.
76
Vid. Parejo Alfonso, Luciano (coord.), Manual de Derecho Administrativo, Ariel S.A.,
Barcelona, 1990, p. 248; Parada, Ramón, Derecho…, ob. cit., p. 434; Pérez Barrio, Agustín,
“La nueva configuración”, ob. cit., p. 43.
177
Reynaldo Jorge Lam Peña
77
Vid. Menéndez Sebastián, Eva M., “Los principios de la potestad sancionadora de las
Administraciones Públicas. Legalidad e irretroactividad”, en Documentación Administrativa,
No. 280-281, Madrid, 2008, pp. 65-93.
78
Vid. García Pullés, Fernando, Lecciones…, ob. cit., pp. 458-459; Ovalles Rodríguez, Francisco,
“Reflexiones sobre los criterios aplicados para determinar la gravedad o levedad de las faltas
disciplinarias, en el derecho disciplinario colombiano”, en Revista Academia & Derecho, Año 6,
No. 11, 2015, Universidad Libre Seccional Cúcuta, Colombia, pp. 227-258.
79
Vid. Zaffaroni, Eugenio, Tratado de Derecho Penal. Parte General, t. III, Ediar, Buenos Aires,
1982, pp. 167-195; Bacigalupo, Enrique, Manual de Derecho Penal, Temis, Bogotá, 1996,
pp. 79-87.
80
Vid. Nieto, Alejandro, Derecho Administrativo Sancionador, ob. cit., pp. 283-333; Prieto
Sanchís, Luis, “La jurisprudencia constitucional y el problema de las sanciones administrativas
en el Estado de Derecho”, en Revista Española de Derecho Administrativo, No. 4, Madrid,
1982, p. 100.
81
Vid. Trayter Jiménez, Manuel, Manual…, ob. cit., pp. 211-255; Marina Jalvo, Belén, El
régimen disciplinario , ob. cit., pp. 147-172; Castillo Blanco, Federico. Función pública , ob.
cit., p. 156; Rincón Córdoba, Jorge I., La potestad…, ob. cit., pp. 122; Brito Ruiz, Fernando,
“Jurisprudencia Disciplinaria. Estudio Integrado y Sistemático de los Pronunciamientos de
la Corte Constitucional”, en AA.VV., Lecciones de Derecho Disciplinario, vol. II, Instituto de
Estudios del Ministerio Público, Colombia, 2007, p. 109.
178
La potestad disciplinaria de la Administración pública: elementos necesarios...
82
La presencia de los tipos abiertos en la esfera disciplinaria fundamenta la eficacia del orden
disciplinario al no encasillar preceptos y permitir una adecuación a la realidad social. Vid.
Pastor de Peirotti, Irma y María Inés del C. Ortíz de Gallardo, “Potestad disciplinaria de
la administración”, ob. cit., p. 150; Gómez Pavajeau, Carlos, “El Derecho disciplinario…”, ob.
cit., pp. 79-91; Quintero Restrepo, León David, “Tipicidad en materia disciplinaria: Tipos
Abiertos y Numerus Apertus”, en Revista Electrónica Diálogos de Derecho y Política, No. 7,
Año 2, Facultad de Derecho y Ciencias Políticas, Universidad de Antioquia, Colombia, 2011.
83
El contenido de la infracción disciplinaria es lo que se asocia al principio de ilicitud sustancial.
Vid. Gómez Pavajeau, Carlos, “La ilicitud sustancial”, ob. cit., pp. 17-39; Rincón Córdoba,
Jorge I., La potestad..., ob. cit., pp. 122-147.
84
De igual manera existen otros aspectos teóricos que no sufren modulación, sino que mantienen
los mismos presupuestos teóricos que el resto del ordenamiento punitivo; tal es el caso de
la prohibición de analogía. Sobre ello: Prieto Sanchís, Luis, “La jurisprudencia…”, ob. cit., p.
100; Santamaría Pastor, Juan Alfonso, Principios…, t. I, ob. cit., p. 398; Pastor de Peirotti,
Irma y María Inés del C. Ortíz de Gallardo, “Potestad disciplinaria de la administración…”,
ob. cit., pp. 148-149.
85
Vid. Cosculluela Montaner, Luis, Manual de Derecho Administrativo, t. II, 20ª ed., Civitas,
Madrid. 2009, p. 308; Cueto Pérez, Miriam, “Los principios de la potestad sancionadora de las
Administraciones Públicas. Tipicidad y responsabilidad”, en Documentación Administrativa,
No. 280-281, Madrid, 2008, pp. 95-117; Igartua Salaverría, Juan, “El indeterminado concepto
de los conceptos indeterminados”, en Revista Vasca de Administración Pública, No. 56, 2000,
pp. 145-163.
179
Reynaldo Jorge Lam Peña
86
Según García de Enterría, la regulación de ilícitos disciplinarios bajo criterios deontológicos
es una de las características particulares de la materia disciplinaria, Vid. García de Enterría,
Eduardo y Tomás-Ramón Fernández, Curso…, vol. II, ob. cit., p. 170; Trayter Jiménez, Joan
Manuel, Manual…, ob. cit., pp. 211-256; González Mariñas, Pablo, “Reflexiones sobre el
Derecho Disciplinario: delimitación de la llamada ‘falta de probidad’”, en Documentación
Administrativa, No. 150, Madrid, 1972, pp. 61-88; Castillo Blanco, Federico, Función pública ,
ob. cit., p. 267 y ss.; Martín-Retortillo Blaquer, L., “Honorabilidad y buena conducta como
requisitos para el ejercicio de profesiones y actividades”, en Revista de Administración Pública,
No. 130, Madrid, 1993, pp. 23-97.
87
Vid. Marina Jalvo, Belén, El régimen disciplinario , ob. cit., p. 165; Zapata Flórez, Jonathan,
“Los tipos sancionatorios en blanco en el proceso disciplinario. Un análisis desde el debido
proceso”, en Revista Opinión Jurídica. vol. 16, No. 31, Universidad de Medellín, Colombia,
2017, pp. 175-196.
88
Vid. Muñoz Machado, Santiago, Tratado…, t. IV, ob. cit., p. 32; García de Enterría, Eduardo
y Tomás-Ramón Fernández, Curso…, vol. II, ob. cit., p. 165.
89
Castillo Blanco establece otros principios dentro de la tipicidad como forma de garantías,
a saber: especialidad, consunción, subsidiariedad y otros inherentes al procedimiento
disciplinario. Vid. Castillo Blanco, Federico, Función pública , ob. cit., pp. 279-282.
180
La potestad disciplinaria de la Administración pública: elementos necesarios...
90
Al configurarse como un elemento para la exigibilidad de responsabilidad disciplinaria
descarta la exigencia de responsabilidad objetiva en materia disciplinaria. Estos elementos
son compartidos por autores como: Marina Jalvo, Belén, El régimen disciplinario , ob. cit.,
p. 227; Ivanega, Mirian, Cuestiones de potestad..., ob. cit., p. 104; Gómez Tomillo, Manuel,
“Derecho Administrativo Sancionador y Derecho Penal. Análisis del derecho positivo peruano.
Especial consideración de los principios de legalidad, culpabilidad y oportunidad”, en Revista
de Derecho, vol. 4, Universidad de Piura, Perú, 2003, p. 51; Montero Cartes, Cristian,
“La responsabilidad disciplinaria…”, ob. cit., p. 136; Castro Loria, Juan Carlos, Derecho
Administrativo Sancionador y garantías constitucionales, Ed Jurídica FPDP, Costa Rica, 2006,
p. 101; Rincón Córdoba, Jorge I., La potestad…, ob. cit., p. 147.
91
Administrativistas estudiosos de esta temática son: Carretero Pérez, Adolfo y Adolfo
Carretero Sánchez, Derecho Administrativo Sancionador, ob. cit., p. 161; Huergo Lora,
Alejandro, Las sanciones administrativas, ob. cit., pp. 359-394; Quintero Olivares, Gonzalo,
“La Autotutela, los límites al poder sancionador de la Administración Publica y los principios
inspiradores del Derecho Penal”, en Revista de la Administración Pública, No. 126, Instituto
de Administración Pública, Madrid, 1991, pp. 263-267; Sánchez Morón, Miguel, Derecho
Administrativo…, ob. cit., pp. 689-692.
92
Igualmente existen otros elementos que se desprenden del principio de culpabilidad,
como la imputabilidad y las causales de exclusión de la responsabilidad disciplinaria, que
pueden ser profundizadas en: De Palma del Telo, Ángeles, El principio de culpabilidad en el
derecho administrativo sancionador, Tecnos, Madrid, 1996, Montero Cartes, Cristian, “La
responsabilidad disciplinaria…”, ob. cit., p. 114; Torres, Flor A.; César A. Amaya y Manuel
D. Caro, “La culpabilidad en el Derecho disciplinario”, en AA.VV., Lecciones de Derecho
Disciplinario, vol. I, Instituto de Estudios del Ministerio Público, Colombia, 2006, pp. 65-67.
93
Vid. García-Trevijano Fos, José A., Tratado…, t. III, vol. I, ob. cit., p. 977; Quintana López,
Tomás, “La potestad disciplinaria…”, ob. cit., p. 338; Marina Jalvo, Belén, El régimen
disciplinario, ob. cit., pp. 225-23; Rincón Córdoba. Jorge I., La potestad…, ob. cit., p. 147.
181
Reynaldo Jorge Lam Peña
94
La existencia de esta forma de culpabilidad intrínseca en la infracción, al estar relacionada los
deberes permite un análisis más riguroso de las formas de exculpación de la responsabilidad
disciplinaria. Sobre ello vid. Quintana López, Tomás, “La potestad disciplinaria…”, ob. cit.,
p. 338; Marina Jalvo, Belén, El régimen disciplinario , ob. cit., p. 229; Gómez Pajaveau,
Carlos, El Derecho Disciplinario…, ob. cit., p. 67; Maya Villazón, Edgardo J., “Estado actual
de la Dogmática del Derecho Disciplinario”, en AA.VV., Lecciones de Derecho Disciplinario,
vol. III, Instituto de Estudios del Ministerio Público, Colombia, 2006, p. 24; Bermúdez Soto,
Jorge, “Elementos…”, ob. cit., p. 326.
95
Vid. Castillo Blanco, Federico, Función pública , ob. cit., p. 333; Rincón Córdoba, Jorge I.,
La potestad…, ob. cit., pp. 151-156.
96
Vid. Winfried, Kluth, “Prohibición de exceso y principio de proporcionalidad en Derecho
alemán”, en Cuadernos de Derecho Público, No. 5, Instituto de Administración Pública, Madrid,
1996, p. 222; Alexy, Robert, “Los derechos fundamentales y el principio de proporcionalidad”,
en Revista Española de Derecho Constitucional, No. 91, Madrid, 2011, pp. 11-29; Bernal
Pulido, Carlos, El principio de proporcionalidad y los derechos fundamentales, Centro de
182
La potestad disciplinaria de la Administración pública: elementos necesarios...
Estudios Políticos y constitucionales, Madrid, 2003. Desde la doctrina penal fue desarrollado
por: Beccaria César, De los delitos y de las penas, introducción, notas y traducción por F.
Tomás Valiente, reimp., Madrid, 1979, p. 71.
97
Vid. Villar Palasí, José L., Derecho Administrativo. Introducción y teoría de las normas, t. I,
Universidad de Madrid, Madrid, 1961, pp. 552-556; Muñoz Machado, Santiago, Tratado de
Derecho Administrativo…, ob. cit., t. III, pp. 293-296; Comadira, Julio R., Derecho Adminis-
trativo…, ob. cit., p. 83.
98
Vid. Blaquer, David, Introducción al Derecho Administrativo, tirant lo blanch, Valencia, 1998,
pp. 266-268.
99
Vid. Durán Martínez, Augusto, Estudios de Derecho Administrativo. Parte general, Mastergraf
srl, Montevideo, 1999, pp. 305-306; Roa Salguedo, David, “El principio de proporcionalidad:
cortapisa al abuso de la potestad disciplinaria”, en Revista de Ciencias Penales y Criminología,
vol. 35, No. 99, Colombia, 2014, pp. 139-156; Tirado Barreras, José Antonio, “Principio de
proporcionalidad y sanciones administrativas en la jurisprudencia constitucional”, en Revista
Derecho PUCP, Pontificia Universidad Católica de Perú, Perú, No. 67, 2011; Ocampo Vázquez,
Fernando, “El principio de razonabilidad como límite a la tipificación reglamentaria de los
Organismos Reguladores”, en revista Ius et veritas, No. 42, Pontificia Universidad Católica
del Perú, Perú, 2011, pp. 290-304; López López, Sandra M., “Aplicación de los principios de
proporcionalidad y legalidad en el derecho disciplinario al momento de la tasación de la
sanción disciplinaria para los funcionarios de la rama judicial”, en Via Inveniendi et Iudicandi,
Colombia, 2018, pp. 129-161.
183
Reynaldo Jorge Lam Peña
100
Vid. Santamaría Pastor, Juan Alfonso, Principios…, t. I, ob. cit., p. 422; Castillo Blanco,
Federico y Rosa María Ildelfonso Huertas, ob. cit., p. 42; Marina Jalvo, Belén, El régimen
disciplinario , ob. cit., pp. 239-263.
101
Vid. Nieto, Alejandro, “Reducción jurisdiccional de la discrecionalidad en materia discipli-
naria”, en Revista de Administración Pública, No. 44, Instituto de Administración Pública,
Madrid, 1964, pp. 147-163; Martín-Retortillo, Lorenzo, “De la discrecionalidad adminis-
trativa a la discrecionalidad judicial”, en Revista de Administración Pública. No. 100-102,
Instituto de Administración Pública, Madrid, 1983, p. 1095; León Untiveros, Miguel A., “El
principio de proporcionalidad en el procedimiento sancionador. Metodología para la deter-
minación de la sanción administrativa”, en revista IUS, vol. 10, No. 38, Instituto de Ciencias
Jurídicas de Puebla, México, 2016, pp. 296-310.
102
Vid. Parada Vázquez, Ramón. Derecho Administrativo…, t. I, ob. cit., pp. 438-441; Del Rey
Guanter, Sebastián, Potestad sancionadora de la Administración y jurisdicción penal en el
orden social, Colección Estudios, No. 7, Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, Madrid,
1990, pp. 79-142; Gómez Pérez, Ángela, El principio de non bis in idem…, ob. cit., p. 38.
184
La potestad disciplinaria de la Administración pública: elementos necesarios...
103
Vid. Trayter Jiménez, Manuel, “Sanción Penal y Sanción disciplinaria: el principio de non
bis in ídem en la jurisprudencia”, en Poder Judicial, 2ª Época, No. 22, Consejo General del
Poder Judicial, Madrid, 1991, pp. 113-133; García de Enterría, Eduardo y Tomás-Ramón
Fernández, Curso…, vol. II, ob. cit., p. 185; Suay Rincón, José, “El Derecho Administrativo
sancionador”, ob. cit., p. 1337; Pérez Barrio, Agustín, “La nueva configuración”, ob. cit.,
pp. 247-257; Bielsa, Rafael, La función pública, ob. cit., p. 355; Marienhoff, Miguel, Tratado
de Derecho Administrativo, t. III-B, ob. cit., p. 434. Igualmente existe un sector de la doctrina,
encabezado por Octavio de Toledo, que defiende la aplicabilidad del principio sobre la base
de que el bien jurídico que protege la Administración Pública se encuentra dentro del bien
jurídico que protege las sanciones penales. Vid. Octavio de Toledo y Ubieto, Emilio, La pre-
varicación del funcionario público, Instituto de Criminología de la Universidad Complutense,
Madrid, 1980.
104
Vid. García Pullés, Fernando R., Lecciones…, ob. cit., p. 434; Villasana Rangel, Patricia,
“Principio de non bis in idem del régimen disciplinario de los funcionarios públicos”, en David
Cienfuegos Salgado (coord.), Estudios en homenaje a Don Jorge Fernández Ruiz. Responsa-
bilidad, contratos y servicios públicos, Universidad Nacional Autónoma de México, México,
2005, pp. 465-476.
185
Reynaldo Jorge Lam Peña
105
Autores que defienden esta postura son: Nieto, Alejandro, Derecho Administrativo Sancio-
nador…, ob. cit., p. 486; Marina Jalvo, Belén, “La problemática solución de la concurrencia
de sanciones administrativas y penales. Nueva doctrina constitucional sobre el principio de
non bis in ídem”, en Revista de Administración Pública, No. 162, Instituto de Administración
Pública, Madrid, 2003; Lizárraga, Víctor, El régimen disciplinario , ob. cit., p. 79. La postura
sobre la prevalencia del proceso penal es defendida por: Santamaría Pastor, Juan Alfonso,
Principios…, t. II, ob. cit., p. 407; Cano Campos, Tomás, “Non bis in ídem, prevalencia de la
vía penal y teoría de los concursos en el Derecho Administrativo Sancionador”, en Revista
de Administración Pública, No. 156, Madrid, 2001, pp. 191-249.
106
Para algunos autores, el debido procedimiento es un principio de la tutela administrativa
efectiva, la cual es el presupuesto cronológico de otros principios eminentemente procesales
como el debido proceso y la tutela judicial efectiva. Vid. Canoso, Arnaldo, “Capítulo XIV:
Principio de tutela administrativa efectiva”, en Héctor Pozo Gowland (dir.), Procedimiento
Administrativo. Aspectos Generales del Procedimiento Administrativo. Relaciones con otras
ramas del Derecho, t. I, La Ley, Buenos Aires, 2012, pp. 645-681.
107
Vid. Gordillo, Agustín, Tratado de Derecho Administrativo, t. II, pp. IX-1, IX-48; Brewer-
Carias, Allan, Principios del procedimiento administrativo, Civitas, Madrid, 1990.
186
La potestad disciplinaria de la Administración pública: elementos necesarios...
derechos adquiridos por los funcionarios públicos que son afectados una
vez incoado el expediente disciplinario,108 entre los que pueden citarse el
derecho a la inamovilidad del cargo adquirido por el funcionario u otros de
naturaleza laboral. El debido procedimiento debe presentar en cada etapa,
a saber, formación de la decisión, la mera tramitación y su impugnación
una razonabilidad adecuada.
El principio en cuestión adquiere una trascendencia indispensable para el
régimen jurídico de la potestad disciplinaria, aun cuando no ha sido muy
desarrollado por los estudiosos109 de los mencionados principios. Como justi-
ficante más relevante se encuentra que el debido procedimiento constituye
una garantía de la adecuación de la actividad administrativa a criterios de
objetividad y eficacia y de los derechos de los ciudadanos en sus relaciones
con la Administración Pública.110 Es un mecanismo de control y límite de la
discrecionalidad administrativa al respetar el bloque de legalidad establecido
en los órdenes jurídicos. Asimismo, en la actualidad se entiende como com-
ponente del derecho a una buena administración.111
108
Vid. Schmidt-Assmann, Eberhard, Teoría General..., ob. cit., pp. 363-365; Bielsa, Rafael, La
función pública, ob. cit., p. 169. También puede verse: Durán Martínez, Augusto, Estudios…,
ob. cit., pp. 308-312.
109
Han desarrollado el principio: Siburg Güttingen, Friedrich-Wilhelm, “La Jurisdicción Dis-
ciplinaria de la República Federal Alemana”, en Revista de Administración Pública, No. 46,
Madrid, 1965; Flores Dapkevicius, Rubén, Derecho Penal…, ob. cit., p. 89; Sáenz Carbonell,
Jorge F., “La potestad disciplinaria en la Administración y la prescripción para el inicio de los
procedimientos”, en Revista de Ciencias Jurídicas, No. 124, Costa Rica, 2011, pp. 45-62.
110
Vid. AA.VV., La discipline dans la fonction publique de l’Etat, Direction Générale de Adminis-
tration et de la Fonction Publique, Ed. La Documentation française, Paris, 1998, pp. 63-82;
Royo Villanova, Segismundo, “El procedimiento administrativo como garantía”, en Revista
de Estudios Políticos, No. 48, Madrid, 1949, pp. 55-118; Dromi, Roberto J., El procedimiento
administrativo, Ed. Ciudad Argentina, Buenos Aires, 1996, p. 24; Richards Martínez, Orisell,
Los recursos administrativos en Cuba. Fundamentos teóricos de su régimen jurídico, Ed. ONBC,
La Habana, 2018, p. 28.
111
Vid. Ponce Solé, Juli, Deber de buena administración y derecho al procedimiento adminis-
trativo debido. Las bases constitucionales del procedimiento administrativo y del ejercicio de
la discrecionalidad, LexNova, Buenos Aires, 2001.
112
Vid. Díez-Picazo Giménez, Ignacio, “Reflexiones sobre algunas facetas del derecho funda-
mental a la tutela judicial efectiva (Titularidad, ámbito y caracteres generales del derecho
a la tutela judicial efectiva. Derecho de acceso a la jurisdicción. Derecho a una resolución
sobre el fondo. Derecho a los recursos. Derecho a una Resolución fundada en Derecho)”, en
Cuadernos de Derecho Público, No. 10, Madrid, 2000, pp. 14-38; Gimeno Sendra, Vicente,
187
Reynaldo Jorge Lam Peña
Manual de Derecho Procesal Penal, 2ª ed., Colex, 2010, p. 239; Picó Junoy, Joan, Las garantías
constitucionales del proceso, Bosch, Barcelona, 2011.
113
Santamaría Pastor, Juan Alfonso, Fundamentos de Derecho Administrativo, t. I, Centro de
Estudios Ramón Areces S.A., reimp., Madrid, 1991, pp. 204-208; Marcheco Acuña, Benjamín,
Fundamentos de la justicia administrativa, UNIJURIS, La Habana, 2017, pp. 10-14.
114
Vid. Pérez Gutiérrez, Ivonne y Luis A. Hierro Sánchez, La tutela judicial efectiva en el proceso
civil, Leyer, Bogotá, 2019, pp. 62-116.
115
Vid. Mayer, Otto, Derecho Administrativo alemán , t. IV, ob. cit., pp. 76-82; Gómez-Ferrer
Morant, R., “Derecho a la tutela judicial y posición jurídica peculiar de los poderes públicos”,
en Revista Española de Derecho Administrativo, No. 33, 1982, Civitas, Madrid, p. 184.
116
Problemas asociados al efectivo cumplimiento de la tutela jurisdiccional se esbozan en torno
a la previa evacuación de la vía administrativa, o la concreción del órgano jurisdiccional a los
contornos del acto administrativo de la Administración. Vid. Nieto, Alejandro, “La inactividad
de la Administración Pública”, en Revista de Administración Pública, No. 37, Madrid, 1962,
pp. 75-126; Cassagne, Juan C., “Las proyecciones del principio de tutela judicial efectiva”,
en revista Ius Veritas, No. 45, pp. 150-165.
188
La potestad disciplinaria de la Administración pública: elementos necesarios...
IV. Conclusiones
Sobre la base de los elementos teóricos sistematizados con anterioridad en pos
de la individualización teórica de la potestad disciplinaria de la Administración
Pública, se puede arribar a la conclusión de que la potestad disciplinaria es una
potestad jurídica de naturaleza administrativa, instrumental de la potestad
organizatoria, toda vez que su finalidad es la protección de la organización
administrativa, generando una responsabilidad administrativa disciplinaria que
se configura por la vulneración de las funciones administrativas inherentes al
cargo que ocupa el funcionario público comisor.
Los elementos que configuran la potestad disciplinaria son: el elemento subje-
tivo, entendido en la Administración Pública que se materializa en la autoridad
disciplinaria facultada por ley y el funcionario público. El elemento objetivo
es la sanción disciplinaria que se impone ante la tipificación de una infracción
disciplinaria. Está compuesta por un procedimiento disciplinario que regula la
iniciación, tramitación e impugnación de la sanción disciplinaria; y su elemento
teleológico destinado a la protección de la organización administrativa, como
vía de garantizar la función administrativa.
Por último, el régimen jurídico de la potestad disciplinaria es informado por un
amplio catálogo de principios jurídicos generales, otros propios del Derecho
administrativo y los inherentes a la cuestión disciplinaria, que contribuyen
al sustento de garantías sustantivas y procesales de los derechos subjetivos
adquiridos por los funcionarios públicos. Se entienden como principios funda-
mentales: legalidad, tipicidad, culpabilidad, proporcionalidad, non bis in idem,
debido procedimiento y tutela judicial efectiva.
117
Vid. Castillo Blanco, Federico, Función pública , ob. cit., p. 374 y ss.; Suay Rincón, Juan, La
potestad disciplinaria…, ob. cit., pp. 1338-1342; De Peirotti, Irma P. y María Inés del C. Ortíz
de Gallardo, “Potestad disciplinaria de la administración…”, ob. cit., pp. 159-162.
189
La expropiación forzosa como institución
jurídica: orígenes, justificación teórica
y delimitación conceptual*
Introducción
La expropiación forzosa es una institución jurídica típica del Derecho contem-
poráneo, cuya configuración actual es propia del constitucionalismo moderno,
sin desconocer sus antecedentes medievales1 relacionados con el derecho de
propiedad y las funciones públicas que debía cumplir entonces el Estado en la
satisfacción de necesidades comunes a toda la sociedad. Sin embargo, solo en
el contexto del Estado moderno, donde el derecho de propiedad es garantizado
a nivel constitucional, fue posible oponerle legalmente como excepción una
facultad de imperio, en virtud de cuyo ejercicio la Administración Pública puede
disponer que bienes o derechos de propiedad privada pasen al patrimonio
público para satisfacer intereses más amplios que los del propietario original.
Ese traspaso de bienes o derechos del patrimonio individual al patrimonio
público, o las delimitaciones expropiatorias sin desplazamiento de la titula-
ridad, en un marco legal donde tanto los individuos como el Estado también
están sometidos al Derecho, es legítimo cuando se cumplen los requisitos
básicos que justifican la expropiación forzosa, que son esencialmente la utilidad
pública o el interés social que se espera satisfacer con los bienes expropiados,
el pago de un precio justo determinado a partir de reglas claras, objetivas y
previas al acto expropiatorio, los cuales deben ser acreditados a través de
un procedimiento administrativo o judicial en el que se garanticen las reglas
190
La expropiación forzosa como institución jurídica: orígenes, justificación teórica...
del debido proceso y los derechos del expropiado, que incluye entre otros la
posibilidad de que los bienes le sean devueltos si una vez expropiados su uso o
destino no se corresponde con lo declarado inicialmente por la Administración
Pública como causa expropiandi.
Por el contrario, si alguno o todos los requisitos necesarios para una expro-
piación forzosa legítima no se cumplen, en lugar del ejercicio de una potes-
tad legalmente conferida, la Administración Pública incurriría en un despojo
arbitrario e ilegítimo de la propiedad privada, lo que va en contra de las reglas
mínimas del Estado de Derecho, de los derechos fundamentales de las perso-
nas y del principio de legalidad, que es consustancial a toda actuación de los
poderes públicos. En síntesis, lo que distingue a la expropiación forzosa del
despojo arbitrario de la propiedad privada es la causa que la determina (uti-
lidad pública o interés social), el derecho que surge para el afectado a recibir
una compensación (justiprecio o indemnización), y el procedimiento seguido
para hacerla efectiva (procedimiento administrativo o judicial, o ambos, de
acuerdo con lo que disponga la legislación sobre la materia).
Este esbozo desde una perspectiva teórica sobre el instituto expropiatorio
tiene su fundamento en el hecho de que el Derecho administrativo se halla
abocado a una profunda reflexión sobre sus postulados teóricos, a fin de
hacerlos compatibles con los nuevos escenarios en que se desarrollan las
funciones de la Administración.2 “Sus técnicas, métodos e instituciones son el
producto de las exigencias sociales a las que tiene que dar respuesta en cada
momento; lo que lo obliga a un proceso evolutivo continuo que lo adapte a
las nuevas condiciones”.3
Por supuesto que tal diseño no se guía únicamente por las reglas de lo que
debería ser, por cuanto en ello influyen otras variables externas como el
régimen político vigente, el contenido y alcance de las formas de propiedad
que se establezcan y las facultades de sus titulares, el uso que se haga de la
expropiación forzosa y los derechos que se reconozcan a los propietarios en
el marco general de interacciones entre los poderes públicos y los ciudadanos
respecto a la propiedad y su régimen jurídico.
Como regla general pudiera afirmase que mientras mayor extensión tenga
la propiedad privada, más uso podría tener la expropiación forzosa; por el
contrario, en un régimen jurídico de propiedad limitada a ciertos bienes o cate-
gorías de personas, la expropiación forzosa puede constituir tanto una forma
2
Marcheco Acuña, B., “Los desafíos de la ciencia del derecho administrativo ante la
globalización”, Revista General de Derecho Administrativo, 2018, p. 17.
3
Marcheco Acuña, B., “Acerca del concepto de Derecho Administrativo”, en A. Matilla Correa,
Tendencias actuales del Derecho Administrativo, homenaje al Profesor Dr. Héctor J. Garcini
Guerra, UNIJURIS, La Habana, 2017, pp. 8-33 (p. 27).
191
Raudel Navarro Hernández
4
Santaella Quintero, H., “El régimen constitucional de la expropiación en Colombia”, en J.
Pimiento Echeverri & H. Santaella Quintero, La expropiación forzosa en América y Europa,
Universidad Externado de Colombia, Bogotá, 2017, pp. 59-120 (p. 63).
5
Muñoz Machado, S., Tratado de Derecho Administrativo y Derecho Público General, Iustel,
Madrid, 2006, p. 867.
192
La expropiación forzosa como institución jurídica: orígenes, justificación teórica...
6
Por ejemplo, en la tesis doctoral “Particularidades procedimentales del sistema de
expropiación. Análisis crítico”, de Agustín Díez Quesada (2017), el autor se limita a citar a
Muñoz Machado en los términos siguientes: “Por su parte, la expropiación forzosa, como
indica Muñoz Machado, no es una institución nacida con el constitucionalismo, ya que en
toda la literatura medieval se pueden encontrar referencias a la privación forzosa de la
propiedad por el Rey. La Constitución de 1812 recoge la misma práctica, pero lo hace en
un nuevo contexto, ya que determina que la expropiación solo podrá acordarse si en algún
caso fuere necesario para un objeto de conocida utilidad común” (p. 30). Más adelante el
propio autor sostiene que “la actual regulación del sistema de expropiación es fruto de una
larga evolución histórica que, entre otras cuestiones, ha estado muy vinculada a la evolución
de la normativa urbanística [y que] las normas para crear ciudades o pueblos y regular sus
construcciones son inherentes a la historia de cualquier civilización” (ibidem).
7
Morineau Iduarte, M. & R. Iglesias González, Derecho Romano, Oxford University Pres,
México, 2000, p. 122.
8
Iglesias, J., Derecho Romano, Ariel, Barcelona, 1986.
193
Raudel Navarro Hernández
9
Nicoliello, N., Diccionario del latín jurídico, B de F, Buenos Aires, 2004, p. 241.
10
Huapaya Tapia, R. A. & L. A. Sánchez Povis, “El régimen jurídico de la expropiación forzosa
en el ordenamiento administrativo peruano. Evolución normativa y perspectivas actuales”,
Themis, Revista de Derecho, 2016, pp. 87-113 (p. 88 y ss.).
11
Nieto, A., “Evolución expansiva”, ob. cit., pp. 67-124.
12
Convención Constitucional de Filadelfia, Constitución de los Estados Unidos, Filadelfia, 1787,
Archivos Nacionales, Washington D. C.
194
La expropiación forzosa como institución jurídica: orígenes, justificación teórica...
13
“La historia constitucional de la expropiación forzosa inicia con el acta de nacimiento del
constitucionalismo moderno, en el artículo 17 de la Declaración de Derechos del Hombre y
del Ciudadano de 1789, precisamente al mismo tiempo en el que el derecho de propiedad se
configuraba también como sagrado e inviolable”. Véase Huapaya Tapia, R. A. & L. A. Sánchez
Povis, “El régimen jurídico”, ob. cit., p. 88.
14
Las Cortes, “Ley sobre enagenación forzosa por motivos de utilidad pública”, Gaceta de
Madrid, 1836, Madrid. Ello no implica desconocer el citado artículo 172.10 de la Constitución
de Cádiz (Cortes Generales españolas, 1812), que incluía los elementos que definen
actualmente a la expropiación forzosa: utilidad pública e indemnización decía entonces el
texto constitucional. La diferencia es que la Constitución de Cádiz, aunque fue proclamada y
estuvo formalmente vigente durante dos años, no fue de hecho efectiva en general, ni con
respecto a la expropiación forzosa en particular. Al respecto puede verse Cassagne, J. C.,
“El bicentenario de la Constitución de Cádiz y su proyección en Iberoamérica”, Revista de
Administración Pública, 2011, pp. 459-480.
15
Presidencia del Consejo de Ministros, “Ley de Expropiación Forzosa”, en Gaceta de Madrid,
1879, Madrid.
16
Jefatura del Estado, “Ley sobre Expropiación Forzosa”, en Boletín Oficial del Estado, 1954,
Madrid.
195
Raudel Navarro Hernández
196
La expropiación forzosa como institución jurídica: orígenes, justificación teórica...
17
García de Enterría, E. & T.-R. Fernández, Curso de Derecho Administrativo, Civitas, Madrid,
2017, p. 210.
18
Gordillo, A., Tratado de Derecho Administrativo y Obras Selectas, Fundación de Derecho
Administrativo, Buenos Aires, 2014, p. 388.
19
De la Quadra-Salcedo Fernández del Castillo, T., “La expropiación forzosa (i): concepto,
régimen jurídico, sujetos y requisitos previos”, en T. De la Quadra-Salcedo Fernández del
Castillo, J. Vida Fernández & J. L. Peñaranda Ramos, Instituciones Básicas del Derecho
Administrativo, Universidad Carlos III de Madrid, Madrid, 2017, pp. 1-60 (pp. 4 y 5).
20
Azuela, A., C. Herrera & C. Saavedra-Herrera, “La expropiación y las transformaciones del
Estado”, Revista Mexicana de Sociología, 2009, pp. 525-555 (p. 526).
197
Raudel Navarro Hernández
198
La expropiación forzosa como institución jurídica: orígenes, justificación teórica...
21
Como afirma O. Kimminich, “allí donde no exista propiedad, la expropiación no será necesaria
ni posible”. Véase Kimminich, O., La propiedad en la Constitución alemana, Tecnos, Madrid,
1995, p. 164.
22
Un análisis sistemático de las relaciones de interdependencia entre la propiedad privada y la
expropiación forzosa puede verse en Santaella Quintero, H., “El régimen constitucional”,
ob. cit., pp. 63 y 64: “propiedad y expropiación se encuentran tan entrelazados que una
noción no puede estudiarse en sus aspectos fundamentales con independencia de la otra [ ]
el predominio de una concepción restrictiva o stricto sensu de la propiedad constitucional se
traduce en una visión igualmente estrecha del objeto de la expropiación (en esencia, cosas
materiales y en lo fundamental, bienes inmuebles) y de su sentido y función: el instituto
expropiatorio suele concebirse como un medio para obtener la transferencia forzada de
bienes privados a manos públicas con el fin ampliar el patrimonio público y posibilitar la
ejecución de proyectos materiales concretos de interés general”.
23
Asamblea Nacional Constituyente, “Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano”,
en Gazette Nationale de France, Versalles, 1789.
199
Raudel Navarro Hernández
24
Azuela, A., C. Herrera & C. Saavedra-Herrera, “La expropiación”, ob cit., pp. 525-555
(p. 533).
25
Esa relación entre el carácter del derecho de propiedad y la expropiación forzosa fue señalada
por R. Martín Mateo hace ya bastante tiempo: “la propiedad realmente surge en tanto
que el Estado configura cuáles son los derechos del propietario y también cuáles son sus
obligaciones. Este enfoque es decisivo para comprender el ámbito de la expropiación forzosa,
qué es lo que sólo con estas técnicas se puede realizar y las cargas y obligaciones que aun sin
expropiación pueden ser impuestas a los propietarios”. Véase Martín Mateo, R., Manual de
Derecho Administrativo, Instituto de Estudios de Administración Local, Madrid, 1981, p. 474.
26
Asamblea Nacional Constituyente, “Constitución Francesa de 1971”, en Gazette nationale de
France, París, 1971.
27
Convención Nacional, “Constitución Francesa de 1973”, en Gazette Nationale de France,
París, 1973.
28
Parlamento, “Código Napoleónico”, en La Gazette Nationale, París, 1807.
200
La expropiación forzosa como institución jurídica: orígenes, justificación teórica...
201
Raudel Navarro Hernández
29
Un análisis sociológico de esa relación puede verse en Azuela, A., C. Herrera & C. Saavedra-
Herrera, “La expropiación”, ob cit., pp. 525-555.
30
Ibidem, p. 532.
31
De la Quadra-Salcedo Fernández del Castillo, T., “La expropiación forzosa (i)”, ob. cit.,
pp. 1-60 (p. 6).
202
La expropiación forzosa como institución jurídica: orígenes, justificación teórica...
32
Bermúdez Alfonzo, D., “La justa indemnización en la actividad expropiatoria”, Revista de la
Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la Universidad Central de Venezuela, 1998, pp.
248-316 (p. 250).
33
Asamblea General de las Naciones Unidas, Declaración Universal de Derechos Humanos,
ONU, París, 1948.
34
Organización de los Estados Americanos, Convención Americana sobre Derechos Humanos,
Conferencia Especializada Interamericana de Derechos Humanos, San José de Costa Rica,
1969.
203
Raudel Navarro Hernández
35
Bermúdez Alfonzo, D., “La justa indemnización”, ob. cit., pp. 248-316 (p. 254).
36
García de Enterría, E. & T.-R. Fernández, Curso…, ob. cit., p. 210.
37
Santamaría Pastor, J. A., Principios de Derecho Administrativo General, Iustel, Madrid, 2015,
p. 425.
204
La expropiación forzosa como institución jurídica: orígenes, justificación teórica...
38
En todo caso, señala el mismo autor, algunas leyes sectoriales de infraestructuras y bienes
públicos muestran la dificultad de establecer en qué supuestos han de ser indemnizadas
las restricciones del contenido de los derechos por no poder ser consideradas medidas
regulatorias, sino de contenido expropiatorio, como aquellas que imponen servidumbres y
limitaciones a la propiedad privada, por exigencias de protección de las costas, carreteras,
aguas públicas, ferrocarriles, navegación aérea, etcétera. Véase Muñoz Machado, S.
Tratado…, ob. cit., p. 376.
39
Ibidem.
40
García de Enterría, E. & T.-R. Fernández, Curso…, ob. cit., p. 248. En el mismo sentido
véase Blanquer, D. Introducción al Derecho Administrativo, tirant lo blanch, Valencia, 2009,
pp. 594-597.
41
Doménech Pascual, G., “Cómo distinguir entre una expropiación y una delimitación de la
propiedad no indemnizable”, InDret: Revista para el análisis del Derecho, 2012, pp. 1-60
(p. 17).
42
Santamaría Pastor, J. A., Principios…, ob. cit., p. 445.
205
Raudel Navarro Hernández
Otro de los criterios a los que se recurre de forma alternativa para distinguir
la expropiación de las regulaciones ablatorias se refiere a la intensidad o
alcance de la restricción impuesta a los derechos en cuestión. La Corte
Suprema de los Estados Unidos se ha servido de este criterio en diversas
ocasiones para delimitar la aplicación de la taking clause, recogida en
la Quinta Enmienda de su Constitución,43 a través de la doctrina de la
diminution-of-value.
En una célebre opinión del juez O. Wendell Holmes en 1922, la Corte
sostuvo que si una regulación fuera “demasiado lejos”, podría constituir
un taking (expropiación) que requeriría una compensación justa por parte
del gobierno: desde entonces el problema ha sido el determinar cuándo se
llega “demasiado lejos”. Salvo algunas pautas determinadas por la propia
Corte Suprema, a saber, cuando las regulaciones que privan a una persona
de toda capacidad de desarrollar o utilizar su propiedad para cualquier
propósito económico44 o cuando se efectúa una invasión física permanente
de la propiedad45, no existe mayor claridad sobre los criterios de distinción.
Otro criterio establecido por el Tribunal Supremo norteamericano sobre
el alcance de la regulación (whether it goes too far) es que para definir si
se está o no en presencia del taking se debe partir de una determinación
contextual y ad hoc, que implica la ponderación de una serie de factores,
siendo el principal la magnitud del impacto económico de la regulación
y el grado en que interfiere con los intereses legítimos de la propiedad.46
En la práctica, en la mayoría de los casos la compensación se produce solo
si la propiedad se vuelve prácticamente inútil.47
43
“Nor shall private property be taken for public use, without just compensation (ni se ocupará
la propiedad privada para uso público sin una justa indemnización)”. Véase Convención
Constitucional de Filadelfia, Constitución de los Estados Unidos, Archivos Nacionales,
Washington D. C., Filadelfia, 1787.
44
David H. Lucas v. Consejo Costero de Carolina del Sur, pp. 91-453 (Corte Suprema de los
Estados Unidos de América 29 de junio de 1992).
45
Penn Central Transportation Company y col. v. Nueva York, et al., pp. 77-444 (Corte Suprema
de los Estados Unidos 26 de junio de 1978). En este sentido consultar, además, el caso Loretto
v. Teleprompter Manhattan CATV Corp. et al., pp. 81-244 (Corte Suprema de los Estados
Unidos 30 de junio de 1982).
46
Funk, B., CPR Perspective: The Takings Clause of the Fifth Amendment, Estados Unidos
de Norteamérica, obtenido del Centro para la Reforma Progresiva, disponible en http://
progressivereform.org/perspTakings.cfm
47
Pilon, R., The Constitutional Protection of Property Rights: America and Europe, Estados
Unidos de Norteamérica, obtenido de https://www.progressfoundation.ch/en/document/285,
p. 35. “En este caso –continúa el alto tribunal– no hay privación total del uso y goce pero si
una limitación que hace ilusorio estos atributos del dominio y que es indudable que en la
especie causa daño y que éste debe ser indemnizado” (pp. 35 y 36).
206
La expropiación forzosa como institución jurídica: orígenes, justificación teórica...
48
Senadores y Diputados v. Decreto Supremo No. 1/1996 del Ministerio de Bienes Nacionales,
Rol No. 245 (Tribunal Constitucional de Chile 3 de diciembre de 1996).
49
Sobre el contenido esencial del derecho como criterio de distinción, también en el caso
chileno, véase Aldunate Lizana, E., “Limitación y expropiación: Scilla y Caribdis de la dogmática
constitucional de la propiedad”, Revista Chilena de Derecho, 2006, pp. 285-303.
50
“Entendido como recognoscibilidad de cada tipo de derecho dominical en el momento
histórico de que se trate y como practicabilidad o posibilidad efectiva de realización del
derecho, sin que las limitaciones y deberes que se impongan al propietario deban ir más
allá de lo razonable” (Recurso de inconstitucionalidad No. 685/84, Sentencia 37 (Tribunal
Constitucional de España 26 de marzo de 1987). Al respecto ver también, de ese mismo
tribunal, Recursos de inconstitucionalidad vs. Ley de Suelo/2007, Sentencia No. 141 (Tribunal
Constitucional de España 11 de septiembre de 2014).
51
Cuestión de inconstitucionalidad No. 818-2017, Sentencia No. 45 (Tribunal Constitucional de
España 26 de abril de 2018).
207
Raudel Navarro Hernández
52
Doménech Pascual, G., “Cómo distinguir”, ob. cit., pp. 1-60 (pp. 10 y 11).
53
García de Enterría, E. & T.-R. Fernández, Curso…, p. 226.
54
Penn Central Transportation Company, y col. v. Nueva York, et al., pp. 77-444 (Corte Suprema
de los Estados Unidos 26 de junio de 1978).
55
Monongahela Navigation. Co. v. United States, p, 722 (Corte Suprema de los Estados Unidos
27 de marzo de 1893).
56
Hadacheck v. Sebastian, jefe de policía de la ciudad de Los Ángeles, p. 32 (Corte Suprema de
los Estados Unidos 20 de diciembre de 1915).
57
Doménech Pascual, G., “Cómo distinguir”, ob. cit., pp. 1-60 (p. 23). Entre los beneficios de las
indemnizaciones estarían: que se asegura el riesgo de sufrir privaciones por causas de interés
público; se incentiva la realización de actividades socialmente valiosas; se reducen los riesgos
208
La expropiación forzosa como institución jurídica: orígenes, justificación teórica...
de que los ciudadanos desarrollen actividades socialmente perjudiciales, con el fin de evitar
el sacrificio de sus derechos, de que las autoridades coaccionen a ciertos propietarios con la
amenaza de la confiscación o se adopten medidas ablatorias ineficientes, perjudiciales para
los intereses generales. Entre los costes estarían los derivados de aumentar la presión fiscal,
los de determinación del justiprecio y de la calificación de una medida como expropiatoria o
delimitatoria; los riesgos de sobreinversión en los bienes a expropiar, de estimular actividades
privadas anormalmente peligrosas o de inhibir actuaciones estatales de interés público
(pp. 23-46).
58
Doménech Pascual, G., “Cómo distinguir”, ob. cit., p. 46.
59
Ibidem, pp. 46 y 47.
60
Tal y como ocurre en Cuba con la producción agropecuaria, por solo citar un ejemplo.
209
Raudel Navarro Hernández
61
García de Enterría, E. & T.-R. Fernández, Curso…, ob. cit., p. 122.
62
Villar Palasí, J. L., “Justo precio y transferencias coactivas”, Revista de Administración Pública,
1955, pp. 11-72 (pp. 23 y 24).
210
La expropiación forzosa como institución jurídica: orígenes, justificación teórica...
63
Blanquer, D., Introducción , ob. cit., pp. 551 y 552.
64
Rodríguez García, N., El decomiso de activos ilícitos, Thomson Reuters - Aranzadi, Pamplona,
2017, p. 130.
65
Ver, por ejemplo, en la Constitución de la República de Cuba, su artículo 59, que en lo
pertinente dispone: “La confiscación de bienes se aplica solo como sanción dispuesta por
autoridad competente, en los procesos y por los procedimientos que determina la ley. Cuando
la confiscación de bienes sea dispuesta en procedimiento administrativo, se garantiza siempre
a la persona su defensa ante los tribunales competentes”. Pueblo de Cuba, “Constitución de
la República de Cuba”, en Gaceta Oficial de la República de Cuba, La Habana, 2019.
66
Al respecto confrontar, por ejemplo, la Ley de Extinción de Dominio de Guatemala. Honorable
Congreso de la República de Guatemala, “Ley de Extinción de Dominio (Decreto No. 55)”, en
Diario de Centro América, Ciudad de Guatemala, 2010.
211
Raudel Navarro Hernández
67
Brewer-Carías, A. R., “Prólogo”, en J. Pimiento Echeverri & H. Santaella Quintero, La
expropiación forzosa , ob. cit., pp. 15-27 (p. 17).
68
Araujo García, A. E. & M. Salomón de Padrón, Estudio comparativo entre la nacionalización
y la reserva, la expropiación, la confiscación, la requisición y el comiso, Venezuela, (s.f.),
disponible en http://derechoadministrativoucv.com.ve/files/library/ADPCA-03a-04.pdf,
pp. 136-137.
212
La expropiación forzosa como institución jurídica: orígenes, justificación teórica...
Conclusiones
1. Con independencia de los antecedentes del instituto expropiatorio en el
Derecho romano y en la Edad Media, solo a partir del constitucionalismo
moderno adquirió su fisonomía propia, por tanto, la consideramos una
institución jurídica propia del Derecho moderno, cuya acta de nacimiento
es el artículo 17 de la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano
de 1789.
2. La expropiación forzosa puede ser definida como la privación de la pro-
piedad de una persona por parte de la Administración Pública por motivos
de utilidad pública o interés social; como consecuencia de lo cual el sujeto
expropiado recibirá una adecuada y justa indemnización o compensación.
3. La expropiación forzosa carecería de sentido si no existiera el derecho de
propiedad de las personas sobre los bienes susceptibles de expropiación
por parte de la Administración Pública, por lo que actúa como límite de ese
derecho, siempre que causas de utilidad pública o interés social justifiquen
su aplicación.
4. La expropiación forzosa como garantía del derecho a la propiedad se
configura en la medida en que una persona pueda ser privada de un
bien o derecho, y que dicha privación legal esté justificada por un interés
público verificable, siempre que el propietario despojado reciba una justa
indemnización.
5. La expropiación forzosa consiste en una privación singular de la propiedad
con carácter indemnizable y en ese sentido se distingue de otras institucio-
nes jurídicas como las nacionalizaciones o ciertas limitaciones regulatorias,
las regulaciones delimitadoras de la propiedad, el comiso, la confiscación
o las extinciones de dominio; y de otras formas de trasmisión de la propie-
dad que no constituyan una “privación” forzosa, como en los contratos de
Derecho privado.
69
García de Enterría, E., “Las expropiaciones legislativas desde la perspectiva constitucional,
en particular, el caso de la Ley de Costas”, Revista de Administración Pública, 1996, pp. 131-
154 (p. 131).
213
La servidumbre administrativa en Cuba:
consideraciones teóricas a partir del análisis
doctrinal y legislativo
Introducción
La servidumbre, institución jurídica ancestral, resalta con relevancia trascen-
dental por su vigencia y utilidad tanto en el Derecho civil como en el Derecho
administrativo. Con sus múltiples imprecisiones conceptuales, no ha dejado
de incluirse en legislaciones antiguas y modernas en pos de dar respuesta a
necesidades de la existencia social; pero, lamentablemente, la falta de unifor-
midad en su concepción y las consecuentes ambigüedades en su tratamiento
legislativo afectan su adecuada implementación y, consecuentemente, la
seguridad jurídica.
La servidumbre administrativa coadyuva en la conciliación entre la utilidad
pública o el interés social y la propiedad particular, manteniendo derechos
y garantías que asistan al equilibrio entre estos intereses contrapuestos, sin
necesidad de medidas tan invasivas como la expropiación forzosa.
La institución de las servidumbres administrativas no puede estudiarse en el
contexto cubano sin valorar el tratamiento doctrinal y legislativo, especial-
mente bajo la vigencia del Código civil español de 1889 complementado por
múltiples legislaciones administrativas en materia de minas, aguas, puertos,
carreteras y electricidad.
La regulación legal que respalda actualmente la servidumbre administrativa
transcurre por diversas legislaciones en sectores estratégicos en los que pre-
domina la dispersión legislativa y el acogimiento de la concepción de servi-
dumbre desde el ámbito privado. Resulta imperativo superar las insuficiencias
en pos de la adecuada aplicación de un régimen jurídico especial, diferente,
exorbitante, propio del Derecho administrativo. En el ámbito jurídico patrio
urge una disposición normativa que contenga los fundamentos teóricos básicos
214
La servidumbre administrativa en Cuba: consideraciones teóricas a partir...
1
Morilla, J. M., Breve tratado de Derecho Administrativo español general del Reino y especial
de la Isla de Cuba, Tipografía de Don Vicente de Torres, Habana, 1847, p. 252.
2
Ibidem.
3
Véase en Govín y Torres, A., Elementos teórico-prácticos del Derecho Administrativo vigente
en Cuba, t. II, Imprenta “El correo militar”, La Habana, 1883, p. 187.
4
Véase como ejemplo la Ley de Aguas de 3 de agosto de 1866, remitida a Cuba por Real Orden
del mismo mes y año, artículos 8 al 10; 70 al 73, 111 al 116, 117 al 122 y otros, disponible
en https://www.boe.es/datos/pdfs/BOE//1866/219/00001 [consultado el 3 de octubre de
2020].
215
Irina Pérez Trujillo
5
En Ordenanzas rurales de la Isla de Cuba, Imprenta del Gobernador y Capitanía General por
S. M., Habana, 1857, p. 20.
6
En Reglamento para la tramitación y resolución de los expedientes gubernativos sobre
conservación, apertura o cierre de caminos o serventías públicas, Imprenta del Gobernador
y Capitanía General por S. M., Habana, 1857, pp. 3 y 4.
7
Reyes y Pérez, A. M., Las serventías púbicas en el Derecho vigente, Imprenta y papelería de
Rambla y Bouza, Habana, 1911.
8
Ya se había reconocido el término en Govín y Torres (Elementos teórico-prácticos…, ob. cit.,
p. 187), pero solo al transcribir legislaciones de la época.
9
Moreno, F., La Administración y sus procedimientos, Imprenta de El Eco Militar, Habana,
1886, pp. 31-32.
216
La servidumbre administrativa en Cuba: consideraciones teóricas a partir...
intención del autor al definir la categoría, hay que señalar que también bajo
esa calificación se sombreaban otras que han devenido instituciones afines,
pero no verdaderas servidumbres administrativas.10
Ya con el respaldo de las servidumbres de utilidad pública en el Código civil
y en legislaciones especiales, el reconocimiento a las servidumbres públicas,
aún lejos de ser el deseado, fue más frecuente. En programas de estudio de
la carrera de Derecho se incluían estos temas,11 incluso, en varios estudios
de las servidumbres de Derecho civil se hace mención a las servidumbres de
utilidad pública y se reconoce su regulación por el Derecho administrativo y
sus leyes especiales.12
También autores de Derecho administrativo incorporaron en sus obras las
temáticas de servidumbres motivadas por utilidad pública. Núñez y Núñez,
en su Tratado de Derecho Administrativo, además de incursionar en el tópico
de la definición, incorpora relevantes consideraciones sobre el diferendo
limitaciones-servidumbres públicas. Ante todo reconoce la institución como
servidumbres públicas administrativas y defiende que surgen en virtud del
interés público y son una restricción al exclusivismo de la propiedad, porque
desde ese momento no disfruta solo el propietario de ella, sino que aparece
el predio público dominante, que va a disfrutar de algún derecho sobre el
predio sirviente. En caso diferente aprecia las limitaciones, pues con ellas se
establecen regulaciones del ejercicio del derecho de propiedad por causa de
utilidad pública: no supone una merma del derecho de propiedad sino una
regulación del ejercicio de ese derecho. También se dedica un breve apartado
a la clasificación de las servidumbres.13
10
V. gr., la prohibición de edificar dentro de las zonas polémicas militares, sin permiso del
gobierno; la tala de árboles colindantes a carreteras y caminos sin licencia superior; la
prohibición de entorpecer el libre curso de las aguas públicas. Moreno, F., La Administración…,
ob. cit., pp. 468-469.
11
Puede verse Aramburo y Machado, M., Elementos de Derecho Civil, Imprenta EL Siglo XX, La
Habana, 1927, Lección 8 ,ͣ pp. 93-102; Díaz Cruz, M., Propiedad y derechos reales. Extracto de
las conferencias del Doctor Félix Martínez Giralt, ALFA; Habana, 1937, donde en la Conferencia
XLII se estudian las servidumbres legales de utilidad pública y se especifican las siguientes: A)
En interés de la navegación: la flotación, la pesca y el salvamento; B) Camino de sirga. También
puede verse Lancís y Sánchez, A., Programas de la Cátedra “G” Derecho Administrativo
2do curso y Legislación electoral. Curso 1941-1942, Facultad de Ciencias Sociales y Derecho
Público, Habana, 1941; Triay León, A., Curso de propiedad y derechos reales, Segunda parte.
Conferencias de cátedra, Imprenta F. Sabín y Co., Habana, 1942, pp. 467-509.
12
Camus, E. F., Código civil explicado, Cultural S.A., p. 478 y ss.; Triay León, A., Derechos reales,
vol. I, 4ª ed., Librería Martí, 1956, pp. 279-280; López de Goicoechea, Las servidumbres en el
Derecho. Estudio doctrinal y práctico, Jesús Montero Editor, La Habana, 1956, p. 39.
13
Núñez y Núñez, E. R., Tratado de Derecho Administrativo (Con arreglo al Programa de la
Asignatura en la Universidad Nacional Dr. Enrique Hernández Cartaya), t. II. 3a ed., Imprenta
“Casa Girón”, Habana, 1920, pp. 248-252.
217
Irina Pérez Trujillo
14
Lancís y Sánchez, A., Derecho Administrativo, Cultural S.A., La Habana, 1945, pp. 373-388.
15
Ibidem, pp. 374-375.
16
Idem, pp. 375-376.
17
Idem, pp. 376-388.
18
Ruiz y Gómez, J. M., Principios de Derecho Administrativo. Primero y segundo semestres,
Material de clases, 4a ed., Escuela de Ciencias Comerciales, Universidad de La Habana, La
Habana, 1955, p. 113.
218
La servidumbre administrativa en Cuba: consideraciones teóricas a partir...
19
Matilla Correa, A., Los primeros pasos de la ciencia del Derecho Administrativo en Cuba.
José María Morilla y el Breve tratado de Derecho Administrativo (1847), Universidad Carlos
III de Madrid, Dykinson, 2011, p. 19.
20
Garcini Guerra, H., Derecho Administrativo, 2ª ed., corregida y ampliada, Pueblo y Educación,
Ciudad de La Habana, 1986, p. 184.
219
Irina Pérez Trujillo
21
Ver Garcini Guerra, H., Derecho Administrativo, ob. cit., pp. 183-184.
22
Ibidem, p. 185.
23
Refuerzan este criterio Mariani, A., “Comentarios a la ley sobre servidumbres de conductores
eléctricos”, en Revista de Derecho Público, No. 4, octubre-diciembre, Editorial Jurídica
Venezolana, Caracas, 1980, p. 103; y Dromi, R., Derecho Administrativo, 11ª ed., Ciudad
Argentina, Buenos Aires, 2006, p. 598.
220
La servidumbre administrativa en Cuba: consideraciones teóricas a partir...
24
Ver Pérez Trujillo, I., “Consideraciones sobre la naturaleza jurídica de las servidumbres
administrativas”, en A. Matilla Correa y D. P. Viteri Núñez (coords.), Reflexiones sobre Derecho
Público I, UNIJURIS, 2019.
25
Código Civil del Reino de España, de 11 de mayo de 1888, aprobado por Real Decreto de 24
de julio de 1889, hecho extensivo a la Isla de Cuba por Real Decreto de 31 de julio de 1889 y
vigente desde el día 5 de noviembre de 1889, artículo 530, en Gaceta de la Habana del 3 de
septiembre al 16 de octubre de 1889.
26
Ibidem, artículo 549.
27
Idem, artículo 550.
221
Irina Pérez Trujillo
28
Idem, artículo 589.
29
Para profundizar puede verse Pérez Trujillo, I., “Consideraciones…”, ob. cit., pp.
218-221.
30
Ley No. 59., Código Civil de la República de Cuba, de 16 de julio de 1987, vigente desde el 12
de abril de 1988, Divulgación del MINJUS, La Habana, 1988.
31
Código Civil de la República de Cuba, Libro Segundo, Título II, Capítulo IV.
222
La servidumbre administrativa en Cuba: consideraciones teóricas a partir...
propietarios por los inmuebles vecinos para salir a la vía pública, está haciendo
referencia a una verdadera servidumbre de paso. Este criterio lo sostiene el
Tribunal Supremo Popular de la República de Cuba al reconocer la existencia
de este tipo de servidumbre cuando dice:
“... lo pretendido equivale en lo que doctrinalmente se conoce como ser-
vidumbre de paso, que entraña la imposición de una carga u obligación
a un predio, en beneficio de otro, a fin de conferirle a aquel una salida
indispensable a la vía pública [...]”.32
A pesar de la ausencia denominativa de la figura en la legislación civil, el
máximo órgano de justicia en Cuba reconoce la existencia de servidumbres
al hacer alusión a ellas en varias sentencias.33
Pero, ¿qué sucede con las servidumbres administrativas? Con la misma deno-
minación de relaciones de vecindad, la Ley civil cubana esboza una verdadera
servidumbre administrativa, cuando en el artículo 172.1 dice:
“Los propietarios de inmuebles urbanos o rústicos no pueden oponerse
al paso por ellos, si resulta indispensable para la realización de obras de
utilidad pública […]”.
Ya se expuso que el derecho al paso por fundos ajenos era una servidumbre,
y es conocido que la servidumbre administrativa siempre debe responder al
interés social o utilidad pública, lo que la diferencia de las servidumbres civiles.
En este sentido es posible afirmar que el artículo citado se corresponde con el
reconocimiento tácito de una servidumbre administrativa de paso.
El hecho de que no exista en el Código civil una sistemática organizada de las
servidumbres influye en el adecuado tratamiento a la institución, incrementa
las confusiones y atenta contra su necesario desarrollo. Aunque la indepen-
dencia de las servidumbres civiles y las administrativas es incuestionable, por
la similitud en elementos básicos de la institución, la adecuada regulación de
una facilita el conocimiento y la mejor comprensión de la otra y, consecuen-
temente, perfeccionaría la efectividad en su implementación.
32
Tribunal Supremo, Sala de lo Civil y de lo Administrativo, Sentencia No. 255 de 22 de abril de
2006, segundo Considerando, citado por: Pérez Gallardo, L. B., Código Civil de la República
de Cuba, Ley No. 59/1987 de 16 de julio (anotado y concordado), Ediciones ONBC, La Habana,
2007, p. 122.
33
Tribunal Supremo, Sala de lo Civil y de lo Administrativo, Sentencia No. 327, de 28 de abril de
2000; Sentencia No. 492, de 30 de mayo de 2000; Sentencia No. 533, de 27 de junio de 2000;
Sentencia No. 1380, de 31 de octubre de 2011; tomadas del Boletín del Tribunal Supremo
Popular, años 2000 y 2011.
223
Irina Pérez Trujillo
Hasta 1995 rigió en Cuba la Ley de Minas de 6 de julio de 1859,34 cuya pro-
mulgación fue anterior al Código civil español, pero se mantuvo vigente hasta
que fue derogada por la actual Ley de Minas, de 21 de diciembre de 1994.
Esta Ley regulaba algunas servidumbres mineras, como la del artículo 44, que
disponía que toda pertenencia minera estaba obligada a permitir el paso a una
galería general, configurándose así una servidumbre de paso.
El artículo 55 hacía referencia a tres servidumbres: la obligación de todo
minero que tuviera minas colindantes a permitir la ventilación de estas; así
como permitir el paso subterráneo de las aguas con destino al desagüe general,
por lo cual debería ser indemnizado si fuera necesario; además de soportar el
tránsito necesario por su propiedad para el servicio de las ajenas.
Otro cuerpo legal de la época en materia de minería era el Decreto-Ley de 29
de diciembre de 1868, “Bases Generales para la Nueva Legislación de Minas”,35
que en su artículo 24 establecía:
“Todo minero deberá facilitar la ventilación de las minas colindantes, estará
sujeto a la servidumbre del paso de aguas de dichas minas hacia el desagüe
general, y asimismo a las reglas de policía que en el reglamento especial se
determine. Pero en todas estas servidumbres procederá la correspondiente
tasación e indemnización”.
En términos generales, este precepto establece las mismas servidumbres del
artículo 55 de la Ley, pero se debe apuntar como aspecto positivo que lo hace
con mayor profundidad al darle expresamente el nombre de servidumbres, lo
que no sucedía en el antes citado precepto. Además regulaba la indemnización
por la imposición de dichas servidumbres.
Complementaba la legislación sobre minas respecto a las servidumbres por
utilidad pública la Orden No. 78 de 15 de marzo de 1902, de Servidumbre de
Paso en las Minas.36 En su contenido hacía referencia a lo establecido en los
artículos 564 y 565 del Código civil español, vigente en la época. Dentro de
las pertenencias mineras se fijaban 20 metros de anchura para una faja de
terreno destinada al paso de los mineros en la forma más conveniente a sus
intereses; y quedaba expresamente determinado que el establecimiento de
tal servidumbre solo procedía cuando hubiere declaración de que la mina no
34
Consultada en Sánchez Roca, M., Leyes administrativas de Cuba y su jurisprudencia, vol. I,
Materia V, “Legislación de Minas”, Lex, La Habana, 1942, p. 11 y ss.
35
Ibidem, p. 53.
36
Idem, pp. 415-416.
224
La servidumbre administrativa en Cuba: consideraciones teóricas a partir...
37
La Orden Militar No. 34 de 7 de febrero de 1902, De ferrocarriles, establecía el procedimiento
expropiatorio y de adquisición de derechos de posesión, privilegios, acciones o servidumbres
pertenecientes a particulares o a sociedades. Consultar en Sánchez Roca, M., Leyes
administrativas de Cuba y su jurisprudencia, vol. II, Materia X, pp. 40-51.
225
Irina Pérez Trujillo
Minas,38 establece que las servidumbres son “un gravamen impuesto sobre un
inmueble en beneficio de otro, perteneciente a distinto dueño. El inmueble
a cuyo favor está constituida la servidumbre se llama predio dominante; el
que la sufre, predio sirviente”. Este concepto no es el más adecuado para las
servidumbres administrativas, pues más que definir esta institución, caracte-
riza a las servidumbres civiles; lo que se fundamenta además en que es una
copia exacta de la definición que sobre las servidumbres ofrecía el derogado
Código civil español.
El concepto carece de los elementos básicos que no deben faltar en materia
de servidumbres administrativas: el interés social que le da fundamento a la
imposición de estas, y que el beneficiado con ella es la Administración como
representante de los intereses colectivos. Además, al hacer referencia a un
predio sirviente y uno dominante incurre en otro error, porque en las servi-
dumbres administrativas no es imprescindible la predialidad activa.
Es importante en este punto hacer mención al artículo 11 de la Ley 76, ya que
a través de él se pone de manifiesto uno de los aspectos característicos de las
servidumbres administrativas que mayor polémica ha ocasionado.
“ARTÍCULO 11.- Para realizar la actividad minera los concesionarios pue-
den ser autorizados por el Consejo de Ministros o su Comité Ejecutivo a
ocupar o utilizar bienes de propiedad estatal. En los casos de bienes de
propiedad privada se aplica, cuando es posible, el régimen especial de las
servidumbres mineras así como cualquiera otras alternativas de solución
que no impliquen el desplazamiento o la afectación de posesión disfrutada
por un tercero […]”.
En este precepto es relevante señalar lo referido a los bienes que se requieran
en la actividad minera, ya sean de propiedad estatal o privada, disponiendo
que sea en este último donde se aplique el régimen especial de servidumbre.
El artículo excluye por tanto la posibilidad de constitución de servidumbres
administrativas sobre bienes de propiedad estatal, al disponer que para su uso
lo que requerirá el concesionario es una autorización del Consejo de Ministros
o su Comité Ejecutivo. Esto refuerza la tesis de constitución de las servidum-
bres administrativas solo sobre bienes ajenos a las administraciones públicas.
Sin embargo, más adelante, la propia Ley se contradice en su artículo 49, al
establecer que para tener acceso al área minera por terrenos estatales o par-
ticulares se deberá utilizar el régimen especial de servidumbre, disponiendo
entonces que se constituyen servidumbres sobre bienes de propiedad estatal,
aspecto que aparentemente había superado desde el principio.
38
Ley No. 76, Ley de Minas, de 21 de diciembre de 1994, vigente desde el 23 de enero de 1995,
publicada en Gaceta Oficial de la República de Cuba, edición Ordinaria, de 23 de enero de
1995, La Habana.
226
La servidumbre administrativa en Cuba: consideraciones teóricas a partir...
39
Decreto No. 222, “Reglamento de la Ley de Minas”, de 16 de septiembre del 1997, publicado
en Gaceta Oficial de la República de Cuba, edición Ordinaria No. 32, de 19 de septiembre de
1997, La Habana.
40
Ley No. 76, Ley de Minas, artículo 15 e); y Decreto No. 222, “Reglamento de la Ley de Minas”,
artículo 91 c).
227
Irina Pérez Trujillo
41
La Ley de Aguas de España, de 13 de junio de 1879, extensiva a la Isla de Cuba por Real
Decreto de 9 de enero de 1891, publicada en la Gaceta de la Habana del 26 de febrero al 3
de marzo de 1891, reguló las servidumbres de aguas en su Título Tercero, artículos del 69 al
125.
42
Ver artículos del 69 al 74 de la Ley de Aguas de 13 de junio de 1879.
43
Artículo 552 del Código civil español de 11 de mayo de 1888, hecho extensivo a la Isla de Cuba
por Real Decreto de 31 de julio de 1889 y vigente desde el día 5 de noviembre de 1889.
228
La servidumbre administrativa en Cuba: consideraciones teóricas a partir...
44
González-Alegre Bernardo, M., Manual de servidumbres, 3ª ed., Ediciones Nauta S.A.,
Barcelona, 1965, pp. 168 y 169. El autor cita a Clemente de Diego, señalando cómo un sector
doctrinal se afilia a este criterio y él se muestra seguidor de esta posición.
45
Ver artículos del 75 al 101 de la Ley de Aguas de 13 de junio de 1879.
229
Irina Pérez Trujillo
230
La servidumbre administrativa en Cuba: consideraciones teóricas a partir...
46
Ver artículos del 102 al 104 de la Ley de Aguas de 13 de junio de 1879.
47
Idem, artículos 105 y 106.
48
Artículo 562 del Código civil español de 11 de mayo de 1888.
49
Ver artículos del 107 al 111 de la Ley de Aguas de 13 de junio de 1879.
231
Irina Pérez Trujillo
50
Se regula en los artículos del 112 al 119 de la Ley de Aguas de 13 de junio de 1879 y en el
artículo 553 del Código civil español de 11 de mayo de 1888.
232
La servidumbre administrativa en Cuba: consideraciones teóricas a partir...
51
Decreto-Ley No. 138, “De las Aguas Terrestres”, vigente desde el 2 de agosto de 1993,
publicado en Gaceta Oficial de la República de Cuba, edición Ordinaria No. 9, de 2 de julio
de 1993, La Habana, Cuba.
52
Ley No. 124/14, De las aguas terrestres; y Decreto No. 337 de 2017, “Reglamento de la Ley
No. 124, De las aguas terrestres”, publicado en Gaceta Oficial de la República de Cuba, edición
Extraordinaria No. 51, de 16 de noviembre de 2017, La Habana.
233
Irina Pérez Trujillo
53
Para ampliar sobre la vinculación positiva de la Administración Pública a la legalidad, puede
consultarse García de Enterría, E. y T.-R. Fernández, Curso de Derecho administrativo, t. I,
3ª ed., Civitas, Madrid, 1980, pp. 368-370.
234
La servidumbre administrativa en Cuba: consideraciones teóricas a partir...
54
Ver en Sánchez Roca, M., Leyes administrativas…, vol. II, Materia X, ob. cit., pp. 40-56.
55
Decreto-Ley No. 180, “De los Ferrocarriles”, vigente desde el 5 de abril de 1998, publicado
en Gaceta Oficial de la República de Cuba, edición Ordinaria No. 1, de 5 de enero de 1998,
La Habana.
56
Resolución No. 93, “Reglamento del Decreto-Ley de los Ferrocarriles”, vigente desde 1 de
junio de 1998, publicada en Gaceta Oficial de la República de Cuba, edición Ordinaria No. 27,
de 1 de junio de 1998. La Habana.
57
Faja de derecho de vía: es la superficie de terreno requerida para la operación y seguridad
de los ferrocarriles. Decreto-Ley No. 180, “De los Ferrocarriles”, artículo 2.
235
Irina Pérez Trujillo
Si se tomara como base que estas tierras colindantes pueden ser de propiedad
privada, entonces se constituiría una verdadera servidumbre administrativa,
que permitirá construir dichos desagües. Aunque el artículo deja planteada
una posibilidad que pudiera resolverse por la vía de las servidumbres adminis-
trativas, lo cierto es que se desconoce en esta materia una regulación exacta
y pormenorizada de la institución.
58
Ver en Sánchez Roca, M., Leyes administrativas…, vol. II, Materia X, ob. cit., pp. 131-132.
59
Ver Martínez Useros, E., “Improcedencia de Servidumbres sobre el dominio público”, en
Estudios dedicados al profesor García Oviedo, t. I, Editorial Universidad de Sevilla, Sevilla,
1952, pp. 137-176.
60
Ley No. 1287, Ley Eléctrica, de 2 de enero de 1975 (facilitada en soporte electrónico por la
Empresa Eléctrica de Villa Clara, sin otros datos).
61
Decreto No. 177, “Reglamento para la instalación y protección de líneas aéreas, soterradas
y enterradas de comunicaciones y eléctricas, y sus contravenciones”, de 8 de diciembre de
1992, publicado en Gaceta Oficial de la República de Cuba, edición Ordinaria No. 15, de 18
de diciembre de 1992, La Habana.
236
La servidumbre administrativa en Cuba: consideraciones teóricas a partir...
237
Irina Pérez Trujillo
especial que sirva de ley marco al resto de los sectores administrativos; pero
su relevancia en el contexto actual es indiscutible.
El respaldo legal que poseen actualmente las servidumbres administrativas
en Cuba está presente en pocas legislaciones especiales, y estas últimas no
están exentas de una serie de deficiencias, que hacen inoperante su adecuada
implementación.
Estas legislaciones adolecen de una adecuada definición de servidumbres admi-
nistrativas o si lo ofrecen, no se ajusta a sus características, más bien la definen
desde un punto de vista civilista –Ley de Minas, Ley de las Aguas Terrestres–.
En estas legislaciones que se aventuran a dar una definición, no hay uniformi-
dad ni puede apreciarse adecuada técnica jurídica. Específicamente respecto
a las formas de constitución de las servidumbres administrativas, también se
requiere pronunciamiento uniforme, ya que se respaldan servidumbres volun-
tarias y legales. Si ya está determinado el fin único de la institución, dado por
razones de utilidad pública o interés social, procede el establecimiento de la
servidumbre mediante acto administrativo como mecanismo jurídico para su
imposición, partiendo de que es la Administración Pública quien determina la
conveniencia de la utilización del bien inmueble ajeno para responder a las
necesidades requeridas en relación con su objeto social. Aunque sobre este
particular hay respaldo en las legislaciones de minas, y aguas, que parte del
reconocimiento de servidumbres voluntarias –se constituyen por escritura
pública, acuerdo o convenio– y de servidumbres “legales” –se constituyen por
autoridades administrativas–, no logra apreciarse claridad ni uniformidad en
la redacción de los textos normativos mencionados.
Resulta atinado comentar acerca de los bienes sobre los que recaen las servi-
dumbres. El hecho de no tener una norma que generalice las particularidades
de la institución provoca que algunas leyes especiales, por ejemplo la Ley de
Minas, contemplen la posibilidad de establecer servidumbres administrativas
sobre bienes inmuebles de propiedad estatal. Vale recordar que en depen-
dencia del interés público a satisfacer habría que valorar la pertinencia de
la utilización de la servidumbre o de otra institución jurídico-administrativa.
En ninguna de las legislaciones estudiadas puede verse con definición el
contenido de las servidumbres. Debería regularse, al menos en términos
generales, los derechos y las obligaciones que a cada parte corresponden
con su imposición.
Respecto a la procedencia de indemnización, tampoco puede hablarse en Cuba
de un respaldo adecuado ni uniforme. Aunque las legislaciones que reconocen
claramente a las servidumbres instituyen su inclusión, dista aún la adecuada
técnica jurídica para hacerla efectiva. En la Ley de Minas se respalda para cada
238
La servidumbre administrativa en Cuba: consideraciones teóricas a partir...
62
Cfr. Ley 76, Ley de Minas: “ARTÍCULO 54.- En todos los casos de servidumbres,
corresponde una indemnización al propietario del inmueble por los daños y perjuicios
que se le causen”.
239
Perspectiva histórica y conceptual
de la autorización administrativa
Karl Marx1
I. Introducción
En todo tiempo, el poder público ha intervenido en las actividades llevadas
a cabo por los particulares, con el objetivo de salvaguardar y proveer direc-
tamente a la gestión y satisfacción de un conjunto de intereses públicos pre-
definidos, que responden a la variedad de fines que ha debido cumplimentar
en cada periodo histórico el aparato público.
Precisamente, dentro del conjunto de medios o técnicas jurídicas de inter-
vención administrativa que asisten a garantizar la realización de dichos fines
se ubica la autorización administrativa, la cual en todo su iter evolutivo ha
ocupado una posición de centralidad en el cumplimiento de tales finalidades.
Consideración que es fácil de aceptar, si se tiene en cuenta el potencial de la
técnica iusadministrativa para asegurar que las situaciones jurídicas activas de
los particulares se realicen de conformidad con intereses públicos concretos.
Tal argumento, además de fundamentar su éxito como instrumento jurídico-
administrativo de limitación, sirve para que esta sea calificada, en palabras
de Arroyo Jiménez, como “[…] un invento genial […]”.2 También ha susci-
tado la especial atención que la figura ha merecido por parte de la doctrina
administrativa foránea, la cual ha hecho recurrente su inclusión en manuales
académicos, o bien como el típico caso a utilizar a la hora de explicar qué es
el acto administrativo y sus consecuencias jurídicas, o como un subepígrafe
dentro del capítulo dedicado a la actividad administrativa de limitación. De
240
Perspectiva histórica y conceptual de la autorización administrativa
3
Para el periodo absolutista, el fin esencial del Estado fue consolidar y expandir, por vía de la
intervención pública en la esfera jurídica de los individuos, las fuerzas de la propia organización
política y estimular la prosperidad y el bienestar de la nación. Ver Bodino, Jean, Los seis libros
de la República, traducción y estudio preliminar de Pedro Bravo Gala, 3ª ed., Tecnos, S.A.,
Madrid, 1997, p. 163 y ss. Para ello, el poder absoluto del monarca buscó su fundamento en
lo que Nieto García reconoce como un “verbo cultural al que se dota pronto de una carga
política formidable, en cuanto corporeiza la idea del interés objetivo de la comunidad, y que,
[…] andando los años alcanza un nivel administrativo concreto”: la policía. Ver Nieto García,
Alejandro, “Algunas precisiones sobre el concepto de policía”, en Revista de Administración
Pública, No. 81, septiembre-diciembre 1976, Instituto de Estudios Políticos, Madrid, pp. 37-38.
La policía será entonces, debido a lo genérico que llega a ser su objeto en un primer momento,
el título jurídico idóneo que servirá para fundamentar todo actuar del poder público en el logro
y mantenimiento de sus fines, de forma tal que caracterizará al Estado en sus relaciones con el
súbdito. Se identificará con el buen gobierno público de la ciudad y el Estado; conclusión que
se advierte desde la obra de los propios clásicos del absolutismo. Ver Justi, Juan Enrique von,
Ciencia del Estado, Instituto de Administración Pública del Estado de México, A.C., México,
1996, pp. 22 y 38; Mare, Nicolás de la, Traité de la Police, t. I, París, 1705, pp. 1-4; Domat,
241
Daniel Aragón Pérez
Jean, Les Quatre Livres du Droit Public 1697, Centre de Philosophie politique et juridique,
Université de Caen, 1989, pp. 241-244; Foronda, Valentín de, Cartas sobre la Policía, Imprenta
De Cano, Madrid, 1801, p. 128.
4
Antes del periodo histórico que se analiza, la policía ya puede ser acotada en su alcance
y sentido. En una primera reducción de su contenido, responderá a funciones públicas
singulares; específicamente se limitará a los actos propios de la Administración interior
del Estado, dando mayor objetivación a la ejecución de los cometidos estatales de índole
general. La policía queda igualada a toda acción interventora desarrollada por el aparato
administrativo de la época que se impone, de forma permanente, a todos los súbditos,
conformando positivamente su existencia. Ver Santamaría Pastor, Juan Alfonso, Principios
del Derecho Administrativo General II, Iustel, Madrid, 2009, p. 247. Con el establecimiento
del Derecho público moderno, la policía sufrirá una última reducción en su contenido. Se
desecha para siempre la idea de policía de prosperidad que debe hacer felices a los hombres
y se le asigna un rol negativo: su misión consiste en defender a la sociedad y a los individuos
de los peligros que pueden amenazarlos. Ver Mayer, Otto, Derecho Administrativo alemán,
t. II − Parte Especial, traducción directa del original francés por Horacio H. Heredia y Ernesto
Krotoschin, Depalma, Buenos Aires, 1950, p. 6; García Pullés, Fernando, Lecciones de Derecho
Administrativo, 1ª ed., Abeledo-Perrot, S.A., Buenos Aires, 2015, pp. 533-535.
5
Ver Hobbes, Thomas, Leviatán o la materia. Forma y poder de una República eclesiástica y
civil, Fondo de Cultura Económica, México, 1980, p. 226.
6
Ver Díaz, Elías, Estado de Derecho y sociedad democrática, 7ª reimp., Taurus Ediciones,
Madrid, 1991, p. 27. Una explicación más detallada de la evolución del concepto Estado de
Derecho puede encontrase en Raggi, Luigi, “La parabola di un concetto”, Discorso Inaugurale
per l’anno accademico 1907-1908, Letto Nell’Aula Magna della Università di Camerino, Savini,
il 17 novembre 1907, en Annuario dell’Universita per l’anno 1907-1908, pp. 3-43.
242
Perspectiva histórica y conceptual de la autorización administrativa
7
Ver Moncada Lorenzo, Alberto, “Significado y técnica jurídica de la policía administrativa”,
en Revista de Administración Pública, No. 28, enero-abril 1959, Instituto de Estudios Políticos,
Madrid, pp. 82-83.
8
La vinculación tradicional de la actuación pública dirigida a la salvaguarda del orden público
se hace recurrente en la doctrina administrativa del siglo xix. En tal sentido puede verse
Bouchené-Lefer, M., Principes et notions élémentaires du Droit Public-Administratif ou Précis
de l’organisation politique et administrative de la France de 1789 à ce jour, Librairie générale
de jurisprudence, Paris, 1862, p. 561; Hauriou, Maurice, Précis de Droit Administratif et de
Droit Public Général, 4e éd., Librairie du Recueil Général des Lois et Arrêts, Paris, 1900, p. 538;
Rolland, Louis, Précis de Droit Administratif, Dalloz, Paris, 1947, p. 397; Orlando, Principii di
Diritto Amministrativo, G. Barbèra Editore, Firenze, 1891, p. 238; Gómez de la Serna, Pedro,
Instituciones del Derecho Público español, t. I, Imprenta de D. Vicente de Zalama, Madrid,
1843, p. 140; Ortiz de Zúñiga, Manuel, Elementos de Derecho Público, t. II, Librería de Sanz,
1843, p. 21.
9
En lo que respecta a la Administración Pública, sus antecedentes directos los podemos
encontrar en el proceso de delimitación conceptual de la noción de policía, a partir de
los esfuerzos teóricos realizados por los estudiosos de la ciencia de la policía durante el
absolutismo, de ahí que Legendre calificara a la policía, como: “première appellation du
Droit Administratif”. Ver Legendre, Pierre, Histoire de l’Administration, de 1750 à nos jours,
Themis, Ed. Presses Universitaires de France, Paris, 1968, p. 249. Su comprensión como una
organización propia del aparato estatal, ligada a la consecución de los fines propios del Estado
mismo y delimitada por la existencia de un Derecho específico que regule su organización y
funcionamiento, se debe buscar en el surgimiento y consolidación del Estado de Derecho.
Ver Forsthoff, Ernst, Tratado de Derecho Administrativo, traducido por Legaz y Lacambra,
Garrido Falla, y Gómez de Ortega y Junge, Instituto de Estudios Políticos, Madrid, 1958,
pp. 37-46; Giannini, Massimo Severo, Derecho Administrativo, vol. I, traducido por Luis
Ortega, Instituto Nacional de Administración Pública, Madrid, 1991, pp. 58-53; Guerrero,
Omar, Teoría administrativa del Estado, Universidad Nacional Autónoma de México, México,
s/a, pp. 32-34.
243
Daniel Aragón Pérez
y los límites que las leyes, como expresión de la voluntad de los ciudadanos,
le imponen.10
En tal sentido, la transformación esencial de este periodo, en relación con la
actuación interventora del Estado, radica en el reconocimiento de una esfera
jurídica individual frente a la cual el poder público debe abstenerse de toda idea
omnicomprensiva de intervención. El Estado se verá, pues, obligado a asumir
una función puramente negativa, puesto que esto es lo más conveniente para
conseguir el bienestar de un ciudadano que identifica a la libertad como el
valor sustancial que vertebra la estructura social.11 De ahí que el control público
ejercido sobre las actividades llevadas a cabo por los particulares solo tuviese
cabida en función de salvaguardar la seguridad, la tranquilidad y la moralidad
pública, mientras que medie la requerida habilitación legal para llevar a cabo
tal actuación pública, a través de los medios propios de la recién delimitada
actividad administrativa policial.
En lo que respecta a la autorización durante el periodo histórico que se analiza,
su previsión normativa fue recurrente, identificándose dentro de las técnicas
propias de la clásica actividad administrativa de policía, al quedar estructu-
rada sobre la base de la satisfacción de los cometidos esenciales de dicha
10
No obstante, es preciso tener presente que tal repliegue de la actuación interventora de
los poderes públicos solo encontraría cabida en el plano ideológico. En la práctica, como
bien afirma Mayer: “el Estado nacido bajo el régimen de Derecho no puede renegar de sus
orígenes; las ideas que recibió no las olvida, ni las rechaza, antes bien las desarrolla”. Ver
Mayer, Otto, Derecho Administrativo Alemán, t. I – Parte General, traducción directa del
original francés por Horacio H. Heredia y Ernesto Krotoschin, Depalma, Buenos Aires, 1949,
p. 67. Para entender dicha afirmación resulta prudente comprender la bifurcación de la
noción de policía que promovió la doctrina francesa de la época, ante los diversos espacios
de intervención del poder público que persistían en la esfera jurídica de los ciudadanos. Se
habla entonces de una policía general y una especial. La policía general asegurará el orden
público y la especial encarnará una idea más amplia del propio concepto. Una exposición
más detallada de la cuestión puede consultarse en Macarel, L. A., Elementos de Derecho
Público y Políticos, Librería de los señores Viuda e Hijos de Calleja, Madrid, 1843, pp. 230-231;
Batbie, A., Précis du cours de Droit Public et Administratif, 10e éd., Paris, 1864, p. 194 y ss.;
Berthélemy, Henry, Traité élémentaire de Droit Administratif, 7e éd., Librairie nouvelle de
Droit et de Jurisprudence, Paris, 1913, p. 225. En la doctrina administrativa europea, también
siguieron este criterio: Duo y de Bassóls, Ramón Lázaro de, Instituciones del Derecho Público
general de España, t. V, Oficina de Don Benito García y Compañía, Madrid, 1802, pp. 381-
396; Colmeiro, Manuel, Derecho Administrativo Español, t. I, Librerías de Don Ángel Calleja,
Madrid, 1850, p. 303. Desde una visión historicista, en la doctrina más reciente, puede
verse Baena del Alcázar, Mariano, Régimen jurídico de la intervención administrativa en la
economía, Tecnos, Madrid, 1966, pp. 83-89; Garrido Falla, Fernando, “Las transformaciones
del concepto jurídico de policía administrativa”, en Revista de Administración Pública, No.
11, mayo-agosto 1953, Instituto de Estudios Políticos, Madrid, p. 20.
11
Ver Hauriou, Maurice, Principios de Derecho Público y Constitucional, traducción, estudio
preliminar, notas y adiciones por Carlos Ruiz del Castillo, Reus, Madrid, 1927, p. 65.
244
Perspectiva histórica y conceptual de la autorización administrativa
12
Ver Colmeiro, Manuel, Derecho Administrativo…, ob. cit., pp. 43-44.
13
Un mayor exposición de los criterios hasta aquí sostenidos en relación con la actividad
administrativa de policía puede consultarse en Lejarza A., Jacqueline, La actividad de policía
administrativa, Cuadernos de la Cátedra Fundacional Allan R. Brewer-Carias de Derecho
Público, Universidad Católica del Táchira, No. 4, Editorial Jurídica venezolana, Caracas, 1997,
p. 20 y ss.
14
Entre los autores que así lo reconocen destacan: Fernández Rodríguez, Tomás-Ramón,
“Inscripciones y autorizaciones industriales”, en Revista de Administración Pública, No. 52,
enero-abril 1967, Instituto de Estudios Políticos, Madrid, p. 423; Meilán Gil, José Luis,
“Sobre la determinación conceptual de la autorización y la concesión. A propósito del
régimen jurídico de las Centrales Lecheras”, en Revista de Administración Pública, No. 71,
mayo-agosto 1973, Instituto de Estudios Políticos, Madrid, p. 80; Cassese, Elisabetta, “Le
trasformazioni dell’autorizzazione amministrativa: autorizzazioni e concorrenza”, disponible
en http://archivioceradi.luis.it [fecha de consulta: 1 de diciembre de 2020], pp. 2-7; Covilla
245
Daniel Aragón Pérez
246
Perspectiva histórica y conceptual de la autorización administrativa
por tanto, develar dicha realidad no implica negar la valía de los argumentos
esgrimidos por parte de la doctrina administrativa de la época en torno a la
autorización administrativa. Sean estos insuficientes o epidérmicos –lo cual
se explica por las carencias propias de la época en relación con la compresión
del Derecho público–, sirvieron de resortes para el impulso doctrinal dado a
la técnica iusadministrativa, a partir de las propuestas doctrinales formuladas
por Mayer y Ranelletti.19
La tesis expuesta por el alemán Otto Mayer se estructuró a partir de la des-
cripción del mecanismo sobre el que la autorización actuaba, lo cual el autor
explica teniendo en cuenta la relación que existe entre el acto administrativo de
autorización y la prohibición que la disposición jurídica establece. Mayer con-
sideró la autorización administrativa como un acto del cual la Administración
hace uso con el fin de permitir la realización de determinada actividad privada
que en principio resulta prohibida por la norma, en tanto sea comprobado
que no implica una perturbación para el orden público. Dicho con palabras
del propio Mayer:
“La prohibición de policía con reserva de permiso –denominación que
utilizó para referirse a la autorización– se dirige a las manifestaciones de
la vida individual que no son consideradas en absoluto como perturba-
doras del buen orden de la cosa pública, pero que pueden presentar una
perturbación según la persona de la cual emanan, según la manera como
la empresa está instalada, administrada y dirigida. Por lo tanto, al iniciar
esta actividad, se impone […] que esta haya sido certificada mediante un
247
Daniel Aragón Pérez
20
Ver Mayer, Otto, Derecho Administrativo alemán, t. II, ob. cit., p. 60.
21
Ibidem, p. 61.
22
Idem, pp. 62-63.
23
Idem, pp. 63 y 66.
24
Así lo reconoce cuando expresa: “[…] in essi si esce fuori del campo di acttività propio di ogni
individuo e si passa al di là, in una nuova sfera, che lo Stato viene a lui ad aprire, si ha in altere
parole un nuovo diritto […]”. Ver Ranelletti, Oreste, Teoria generale delle autorizzazioni e
248
Perspectiva histórica y conceptual de la autorización administrativa
concessioni amministrative, parte prima, concetto e natura, Unione Tipografico, Torino, 1894,
p. 38.
25
De acuerdo con Ranelletti: “in questi casi non è l´amministrazione pubblica quella, la quale
crea il diritto nel subbietto giuridico, del quale si tratta, ma il diritto subbiettivo in lui preesiste,
perché o creato da una legge precedente generale, o da altre persone; ma è desso un diritto
puramente possibile, oppure potenziale, e che può divenire attuale, cioè essere acquistato,
oppure esercitato, quando l´autorità pubblica riconosca che tutte le condizioni, in vista delle
quali la legge ha posti quei limiti al libero esplicamento dell´attività individuale, esistono in una
maniera rispondente alle esigenze di quell´interesse, che la legge colla proibizione condizionata
vuole tutelare, e quindi conceda il permesso. Questa maniera di atti amministrativi la
comprendo tutta sotto il nome di autorizzazioni”. Ibidem, p. 31.
26
En la opinión de Ranelletti: “… l’individuo, pur conservando la sua libera sfera d’azione nei
vari campi, nei quali si realizza l’umana destinazione, non ha una libertà astratta, senza limiti,
ma una libertà obbiettiva, concreta, cioè nell’orbita dell’ordine e della legge, per trovarsi in
armonia coll’azione dello Stato e concorrere all’attività del tutto; e questo importa una serie
di limiti per l’attività dei singoli; limiti, che derivano dalla necessità dell’organizzazione e della
vita dello Stato: solo in questo senso può affermarsi il diritto di libertà […] limitazione per
ragioni di ordine pubblico […] che importano la necessità di autorizzazioni preventive […]”.
Idem, pp. 22-23.
27
Idem, p. 25.
28
Santamaría Pastor, Juan Alfonso, Principios…, ob. cit., p. 261. Ello puede evidenciarse
desde los propios argumentos de Mayer. Si bien su posición se centró en el establecimiento
de prohibiciones de acción individual, salvo que quedara comprobado por la autoridad
competente que tales acciones no perturbarían el orden público, no desechó de su tesis
la significación que traen para el posicionamiento jurídico de los particulares frente
a la Administración Pública tales observaciones. Desde este punto de vista, reconoce
expresamente que aunque “[…] el permiso no se confunde con un simple reconocimiento
de la libertad […] significa el restablecimiento de la misma; no tiene contenido propio. No
da a quien lo obtiene nada que ya no tuviera sin él. Una vez descartada la prohibición, existe
para el permisionario la posibilidad de hacer valer en la dirección dada, todas sus fuerzas y
249
Daniel Aragón Pérez
policía administrativa, que habilita al sujeto que la requiere para el libre ejerci-
cio de un derecho que preexiste en su esfera jurídica y que se ve imposibilitado
de realizar producto de la existencia de una prohibición impuesta por la ley.29
Por tanto, la técnica autorizatoria, bajo los postulados de ambos autores, es
un acto administrativo de control previo de carácter negativo, que tiene como
único objetivo verificar si la actividad que se pretende realizar cumple con los
requisitos previstos por la norma. De ahí que ambos autores identificaran como
efectos de la técnica, los del acto administrativo de naturaleza declarativa, ya
que la autorización no significa una ampliación del ámbito de facultades del
particular interesado. Además, el acto administrativo de autorización no tiene
un contenido propio y la relación jurídica establecida entre la Administración
autorizante y el particular autorizado se extingue una vez otorgada la habili-
tación para actuar.30 De esta forma, la autorización administrativa se enfoca
en remover la limitación impuesta por la norma jurídica al ejercicio del dere-
cho, el cual solo se entendiende limitado por razones de orden público. Estas
características convierten a la mencionada técnica iusadministrativa en un
acto meramente formal, con el que la Administración Pública adopta una
posición pasiva, conteste con la noción de actividad administrativa de policía
que defendió la ideología liberal, en el periodo del Estado de Derecho.
A partir de los anterior, desde Mayer y Ranelletti, la doctrina administra-
tiva persisitió en el mismo discurso al considerar a la autorización como una
técnica que simplemente hace posible el ejercicio de derechos preexistentes
mediante la remoción de los límites impuestos por la norma jurídica en función
de garantizar el interés general. Esa consideración se mantuvo a todo lo largo
de las primeras décadas del siglo xx.31 Es decir, la autorización administrativa
todos sus recursos. El individuo llena, mediante valores materiales, el espacio que el permiso
ha creado; sus bienes están entonces protegidos frente a terceros de la misma manera en
que, por lo general, están protegidos los bienes, por sí mismos, y no a causa del permiso”;
por lo que la autorización administrativa también se configura, para Mayer, como un acto
declarativo sin un contenido positivo, o sea, en un acto que se limita a restablecer la libertad
inicial del sujeto. Ver Mayer, Otto, Derecho Administrativo alemán, t. II, ob. cit., p. 66.
29
Referencias claras a la autorización administrativa como una técnica de la policía administrativa
pueden advertirse en la obra de Ranelletti. Ver Ranelletti, Oreste, Teoria generale…, ob. cit.,
pp. 26-31. En lo que respecta a las consideraciones de Mayer, basta con señalar la inclusión
del permiso dentro del Libro primero de su obra, denominado: Poder de policía.
30
Criterio este que se observa en las consideraciones expuestas por Mayer. Ver cita 28.
31
A los efectos de confrontar cómo influyeron las posiciones doctrinales de Mayer y Ranelletti
en la doctrina administrativa de finales del siglo XIX y durante las primeras décadas del
siglo xx y los pronunciamientos que la propia doctrina realizara para fundamentar los
aspectos teóricos esenciales que informan la noción clásica de autorización administratva
puede consultarse: Donati, Atto complesso, autorizzazione, approvazione, Archivo Giuridico
Filipo Serafin, 1903, p. 22; Vignocchi, Gustavo, La natura giuridica dell’autorizzazione
amministrativa, Facoltá di Scienze Politiche della Università di Padova, Padova, 1944, p. 13;
Zanobini, Guido, Curso de Derecho administrativo. Parte General, vol. I, traducción de la 5ª
250
Perspectiva histórica y conceptual de la autorización administrativa
ed. italiana por Héctor Masnatta, y actualizada con la 6ª ed. por Francisco Humberto Picone,
Ediciones Arayú, Buenos Aires, 1954, pp. 335-336. En la doctrina alemana puede consultarse
a Maurer, Hartmut, Derecho Administrativo…, ob. cit., p. 219; Fleiner, Fritz, Instituciones
de Derecho Administrativo, traducción de la 8ª ed. alemana por Sabino A. Gendín, Labor.
S.A., 1933, Barcelona, pp. 325-326; Velasco Calvo, Recaredo F. de, Resumen de Derecho
Administrativo y de Ciencia de la Administración, t. I, 2ª ed., Bosch, Barcelona, 1930, p. 185;
Gascón y Marín, José, Tratado de Derecho Administrativo. Principios y Legislación española,
t. I – Doctrina General, 7ª ed., C. Bermejo impresor, Madrid, 1941, p. 187; Boquera Oliver,
J. M., “El condicionamiento de las licencias”, en Revista de Administración Pública, No. 37,
enero-abril 1962, Instituto de Estudios Políticos, Madrid, p. 177.
32
Ver Arroyo Jiménez, Luis, Libre empresa y títulos habilitantes, Centro de Estudios Políticos
y Constitucionales, Madrid, 2004, p. 381.
251
Daniel Aragón Pérez
33
Una explicación de las causas que desencadenan este cambio funcional del Estado puede
consultarse en la obra de Jordana de Pozas, “El problema de los fines de la actividad
administrativa”, en Revista de Administración Pública, No. 4, enero-abril 1951, Instituto de
Estudios Políticos, Madrid, p. 16. También puede consultrase Baena del Alcázar, Mariano,
Régimen jurídico…, ob. cit., pp. 19-23.
34
Ver Jellinek, George, Teoría del Estado, traducción española, Albatros. Buenos Aires, 1978, p.
192; Marin Ojeda, Alfonso, Estado social y crisis económica, Editorial Complutense, Madrid,
1993, p. 19; Schmidt-Assmann, Eberhard, La teoría general del Derecho Administrativo como
sistema. Objeto y fundamentos de la construcción sistemática, traductores AA.VV., 1ª ed. en
castellano, Marcial Pons, Instituto Nacional de Administración Pública, Madrid, 2006, p. 181.
35
Para el logro de tales fines se fraccionan los muros del individualismo y se busca en el
intervencionismo la solución más óptima para la satisfacción de la justicia social. La solidaridad
se convierte en el fundamento de tales pretensiones; esta no solo como un concepto moral y
252
Perspectiva histórica y conceptual de la autorización administrativa
filosófico, sino también con un contenido jurídico específico. La idea de la solidaridad como
sustrato del nuevo intervencionismo se advierte desde épocas tempranas en la obra de Duguit
al resaltar el valor de la solidaridad o interdependencia social como verdadero fundamento
de la intervención del Estado. Ver Duguit, León, Manual de Derecho Constitucional. Teoría
general del Estado. El Derecho y el Estado. Las libertades públicas. Organización política, 2ª
ed. española, traducción de José G. Acuña, Librería española y extranjera, Madrid, 1926,
pp. 5-14. Esta visión de la solidaridad como idea que se conecta con el deber del Estado de
dirigir los procesos sociales, también fue defendida por Bonnard, quien tuvo el mérito de
haberle asignado el carácter jurídico al concepto de solidaridad. Ver Bonnard, Roger, Précis
de Droit Administratif, Librairie Generale de Droit et de Jurisprudence, Paris, 1943 pp. 514-
516; ideas que tendrán cierta relación con las que desarrolla Forsthoff en Forsthoff, Ernst,
Tratado…, ob. cit., pp. 102-109 y 116.
36
Ver: Forsthoff, Ernst, El Estado de la sociedad industrial. El modelo de la República Federal
de Alemania, traducción de Luis López Guerra y Jaime Nicolás Muñiz, Instituto de Estudios
Políticos, Madrid, 1975, p. 21.
37
Dicha doctrina fue desarrollada por Adam Smith, a quien en la historia de la economía se le
considera como el mayor exponente de la economía clásica y el creador de los fundamentos
filosóficos del liberalismo económico. Ver Smith, Adam, La riqueza de las naciones, Libros
I-II-II y selección de los Libros IV y V, traducción y estudio preliminar de Carlos Rodríguez
Braun, Alianza, Madrid, 1994, p. 556.
38
Para este periodo, el Estado abandona toda actitud meramente vigilante de un orden
económico orientado a la creación de riqueza y al bienestar individual, como valores en sí
mismos. Su máxima de actuación estará centrada en la labor positiva de conformación o
regulación de los espacios de mercado, con el propósito de encauzar los esfuerzos individuales
hacia la consecución de unos objetivos sociales definidos con antelación por las normas
jurídicas. Tales funciones no supusieron la disminución de las funciones clásicas de control y
limitación, sino un cambio de concepción ante los nuevos escenarios de intervención. Obra
de gran relevancia para entender los cambios de perspectiva introducidos en los procesos
económicos, resulta: Keynes Maynard, John, Teoría general de la ocupación, el interés y
el dinero, Fondo de Cultura Económica, México, 1965. Un estudio breve, pero sustantivo,
sobre el papel del Estado en la economía, también puede consultarse en Stiglitz, Joseph E.,
La economía del sector público, 3ª ed., traducción de María Esther Rabasco y Luis Toharia,
Antoni Bosch editor, Barcelona, 2000, pp. 11-34. Desde la perspectiva jurídico-administrativa
253
Daniel Aragón Pérez
puede consultarse: Baena del Alcázar, Mariano, Régimen…, ob. cit., pp. 28 y 161-162;
Martín-Retortillo Baquer, Sebastián, “La configuración de la Administración Pública y el
concepto de Daseinvorsorge”, en Revista de Administración Pública, No. 38, mayo-agosto
1962, Instituto de Estudios Políticos, Madrid, p. 35; Villar Palasí, José Luis, “La actividad
Industrial del Estado en el Derecho Administrativo”, en Revista de Administración Pública,
No. 3, septiembre-diciembre 1950, Instituto de Estudios Políticos, Madrid, pp. 54-58.
39
Ver Martín-Retortillo Baquer, Sebastián, Derecho Administrativo económico, t. I, La Ley,
Madrid, 1988, p. 42.
40
Ver Martín-Retortillo Baquer, Sebastián, “Las nuevas perspectivas de la Administración
económica”, en Revista de Administración Pública, No. 116, mayo-agosto 1988, Centro de
Estudios Constitucionales, Madrid, p. 33.
41
Una explicación, breve, pero ilustradora de las causas que generan la restructuración
de la accionar administrativo en el contexto del Estado social y que dieron origen a
un nuevo repliegue de la actuación pública puede consultarse en Baldeón Miranda,
Carlos, La autorización de servicio público. Bases para una liberalización plena del sector
telecomunicaciones, Editores Adrus, Lima, 2014, pp. 123-126.
254
Perspectiva histórica y conceptual de la autorización administrativa
42
Ver Cassagne, Juan Carlos, La intervención Administrativa, 2ª ed. actualizada, Abeledo-Perrot,
Buenos Aires, 1994, p. 108.
43
Ver Darnaculleta i Gardella, M. Mercè, “La recepción y desarrollo de los conceptos y
fórmulas de la regulación. El debate en la República Federal Alemana”, en Santiago Muñoz
Machado y José Esteve Pardo (dirs.), Derecho de la Regulación Económica. Fundamentos e
instituciones de la regulación I, Iustel y Fundación Instituto Universitarios de Investigación
José Ortega y Gasset, Madrid, 2009, p. 385; Muñoz Machado, Santiago, “Fundamentos e
instituciones de la regulación”, en Santiago Muñoz Machado y José Esteve Pardo (dirs.),
Derecho de la Regulación…, ob. cit., p. 111.
44
Ver Hernández-Mendible, Víctor Rafael, “La libertad de empresa y los títulos habilitantes
en el contexto de la alianza del pacífico”, en J. Danós Ordóñez, y otros (coords.), Derecho
Administrativo: innnovación, cambio y eficacia, Libro de Ponencias del Sexto Congreso de
Derecho Administrativo de Perú, ECB Ediciones S.A.C., Lima, 2014, p. 697.
45
Ver Kresalja Baldo, R., “El rol del Estado y la gestión de los servicios públicos”, disponible
en https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/5110169.pdf [fecha de consulta: 12 de junio
de 2020].
255
Daniel Aragón Pérez
46
Ver Villar Ezcurra, José Luis, Derecho Administrativo especial. Administratción pública y
actividad de los particulares, Civitas, Madrid, 1999, p. 50.
47
Ver Fernández Rodríguez, Tomás-Ramón, “Inscripciones…”, ob. cit., p. 425.
256
Perspectiva histórica y conceptual de la autorización administrativa
48
Ver Sarmiento Acosta, Manuel Jesús, “Control de la discrecionalidad y derechos
fundamentales”, en Revista Poder Judicial, No. 31, España, 1996, pp. 207-208; García de
Enterría, Eduardo y Tomás-Ramón Fernández, Curso de Derecho Administrativo, I, 15ª ed.,
Aranzadi, S.A., Navarra, 2011, p. 480. En el ámbito nacional puede consultarse: Arias Gayoso,
Grethel, “A vueltas con la discrecionalidad administrativa”, disponible en https://dialnet.
unirioja.es/descarga/articulo/6119805.pdf [fecha de consulta: 12 de junio de 2020].
49
Ver García de Enterría, Eduardo y Tomás-Ramón Fernández, Curso de Derecho Administrativo,
II, 11ª ed., Civitas, Madrid, 2008, p. 135. Argumento que también se advierte en Schmidt-
Assmann, Eberhard, La teoría general…, ob. cit., p. 182.
257
Daniel Aragón Pérez
50
Ver AA.VV., Enciclopedia Jurídica Básica, vol. I, ABC-COR, Civitas, Madrid, s/a, pp. 712-713. En
igual sentido se expresan García de Enterría, Eduardo y Tomás-Ramón Fernández, Curso…,
II, ob. cit., p. 142.
51
Martín Mateo, Ramón, “Silencio positivo y autoridad autorizante”, en Revista de
Administración Pública, No. 48, septiembre-diciembre 1965, Instituto de Estudios Políticos,
Madrid, p. 215.
52
Tal calificación es obra del autor italiano Giannini y, como enfatiza el propio autor, hace
referencia a “[…] aquellos ordenamientos que, como los estatales, son establecidos y
organizados por el Estado mediante sus leyes y para fines de interés general […] se componen
de sujetos que tienen ya subjetividad en el ordenamiento general del Estado […] estos
son sujetos de los ordenamientos seccionales por el hecho de desarrollar una actividad
determinanda […] para desarrollar su actividad tienen necesidad de un acto de la autoridad
que es la autorización, la cual automáticamente, opes legis, les convierte en sujetos del
ordenamiento seccional y les somete al mismo”. Ver Giannini, Massimo Severo, Lezioni
di Diritto amministrativo, I, Dott. A. Giuffrè Editore, Milano, 1950, p. 171 y ss., citado por:
Entrena Cuesta, Rafael, “El servicio de taxis”, en Revista de Administración Pública, No. 27,
septiembre-diciembre 1958, Instituto de Estudios Políticos, Madrid, p. 53.
258
Perspectiva histórica y conceptual de la autorización administrativa
53
Tales cambios en el ámbito funcional de la autorización administrativa se advierten en las obras
de: Martín-Retortillo Baquer, Sebastián, “Acción administrativa sanitaria: La autorización
para la apertura de farmacias”, en Revista de Administración Pública, No. 24, septiembre-
diciembre 1957, Instituto de Estudios Políticos, Madrid, p. 138; Fernández Rodríguez, Tomás-
Ramón, “Inscripciones…”, ob. cit., p. 441. En la doctrina italiana puede verse: Franchini, Le
autorizazzione amministrative constitutive di rapporti fra l´Amministrazione e i privati, s/e,
Milano, 1957, p. 15 y ss., citado por Manzanedo Mateos, José Antonio, El Comercio exterior
en el ordenamineto administrativo español, Instituto de Estudios de Administración Local,
Madrid, 1968, p. 380; Fracchia, Fabrizio, “Autorizzazioni amministrative”, en Cassese, Sabino,
Dizionario di Diritto pubblico, vol. I Abe-Buo, Giuffrè Editore, Milán, 2006, pp. 599-560. No
obstante, es dable advertir que el cambio funcional experimentado por la técnica jurídico-
administrativa no significó la total ruptura de la noción clásica de la técnica, la cual, aunque
no en toda su dimensión, seguiría dándole respuesta a aquellos supuestos en donde no se
requería de un aumento de las prerrogativas administrativas para garantizar la satisfacción
del interés general.
54
De acuerdo con los argumentos sostenidos por Martín-Retortillo Baquer, precisamente
tal vinculación en exclusividad entre autorización y actividad administrativa de policía en
su visión más estricta ha sido otro de los factores que ha contribuido a la crisis de la noción
jurídica de autorización administrativa. En la opinión del propio autor: “Las autorizaciones
pueden rebasar, y de hecho así ocurre, el campo estricto de la policía administrativa […]
no hay duda que mediante propias y verdaderas autorizaciones, puede la Administración
llevar a cabo su función reestructuradora. Nada más lejos del clásico y viejo concepto de la
policía administrativa”. Ver Martín-Retortillo Baquer, Sebastián, “Acción administrativa
sanitaria…”, ob. cit., p. 153. Al respecto, la doctrina administrativa ha reaccionado, o bien
restringiendo la autorización propiamente dicha a la noción de policía convencional o
incorporando las nuevas manifestaciones de la figura a conceptos generales con diferente
finalidad, como es el caso de la actividad de regulación. Ver Esteve Pardo, José, “El encuadre
de la regulación de la economía en la sistemática del Derecho público”, en Santiago Muñoz
Machado y José Esteve Pardo (dirs.), Derecho de la Regulación…, ob. cit., pp. 389-391 y
395-396; Santofimio Gamboa, Jaime Orlando, Tratado de Derecho Administrativo, t. I –
Introducción a los conceptos de la Administración Pública y el Derecho Administrativo, 3ª
ed., Universidad Externado de Colombia, Bogotá, 2003, pp. 41-43. Por otra parte, también
se aprecian criterios doctrinales que sostienen una ampliación de los fines de la actividad
administrativa de policía a los efectos de su mejor encuadre con las realidades donde opera en
la actualidad. Los partidarios de esta postura, además, enfatizan en la necesidad de un cambio
de denominación que no represente perjuicio alguno sobre su origen ni sobre su régimen
jurídico. En consecuencia, prefieren el término de actividad de limitación u ordenación. Ver
Santamaría Pastor, Juan Alfonso, Principios…, ob. cit., p. 250.
259
Daniel Aragón Pérez
55
Ver Santamaría Pastor, Juan Alfonso, Principios…, ob. cit., p. 267.
56
Ver Giannini, Massimo Severo, Diritto Amministrativo, vol. secondo, 3a ed., Dott. A. Giuffrè
Editore, Milano, 1993, p. 609.
260
Perspectiva histórica y conceptual de la autorización administrativa
57
Ver Arroyo Jiménez, Luis, Libre empresa…, ob. cit., p. 382.
58
Ver Entrena Cuesta, Rafael, “Servicio…”, ob. cit., p. 29 y ss.; Meilán Gil, José Luis, “Sobre la
determinación…”, ob. cit., pp. 80-84; Baldeón Miranda, Carlos, La autorización…, ob. cit.,
pp. 121-137.
59
Ver Cassagne, Juan Carlos, La intervención…, ob. cit., p. 33.; y Cassagne, Juan Carlos, Curso
de Derecho Administrativo, t. II, 11ª ed. actualizada, La Ley, Buenos Aires, 2016, p. 104.
60
Ver Ariño Ortiz, Gaspar, Principios de Derecho Público Económico. Modelo de Estado. Gestión
Pública. Regulación Económica, Universidad externado de Colombia y Fundación de Estudios
de Regulación (Madrid), Bogotá, 2003, pp. 541-545. Idea que también reconocen: Cosculluela
Montaner, Luis y Mariano López Benítez, Derecho Público Económico, 2ª edición, Iustel,
Madrid, 2008, p. 232.
261
Daniel Aragón Pérez
61
A pesar de los nuevos aires revisores de la noción jurídica de la autorización administrativa,
ante el nuevo escenario funcional al que la técnica iusadministrativa se enfrentó, un grupo de
autores, de importante calado dentro de los ámbitos del Derecho administrativo, siguieron
afirmando la concepción clásica de autorización administrativa en toda su dimensión.
Ver Parada, Ramón, Derecho Administrativo I, Parte General, 14ª ed., Marcial Pons,
Madrid 1990, p. 378; Nebreda Pérez, Joaquín María, Títulos habilitantes en el sector de las
telecomunicaciones, La Ley, Madrid, 2000, p. 57; Laguna de Paz, José Carlos, La autorización…,
ob. cit., pp. 105-107; Bocanegra Sierra, Raúl, Lecciones sobre el acto administrativo, 4ª
ed., Aranzadi, S.A., Navarra, 2012, p. 53. En la doctrina latinoamericana, este criterio puede
confrontarse en: Marienhoff, Miguel S., Tratado de Derecho Administrativo, t. I, Abeledo-
Perrot, Buenos Aires, 1965, pp. 608-609; Rizo Oyanguren, Armando, Manual Elemental de
Derecho Administrativo I, Editorial Universitaria de la UNAN, Nicaragua, 1991, pp. 239-240;
Fraga Magaña, Gabino, Derecho Administrativo, 4ª ed. revisada y actualizada por Manuel
Fraga, Porrúa, México, 2000, p. 236; Baldeón Miranda, Carlos, La autorización…, ob. cit.,
pp. 63-64; Mattar Arancibia, Jaime, “Las autorizaciones administrativas: bases conceptuales
y jurídicas”, en Revista de Derecho Administrativo Económico, No. 32, julio-diciembre 2020,
Pontificia Universidad Católica de Chile, Santiago de Chile, p. 30.
62
Desde los inicios de la configuración dogmática de la autorización, la doctrina administrativa
alemana, desde el propio Mayer, defendía dicha tesis. El autor alemán solo reconocía los
rasgos clásicos de la figura, en los actos autorizatorios donde la habilitación de la actividad
sea un mandato legal que la autoridad competente no puede desconocer si se cumplen los
requisitos que la norma impone. Ver Mayer, Otto, Derecho Administrativo alemán, t. II, ob.
cit., pp. 62-63.
262
Perspectiva histórica y conceptual de la autorización administrativa
63
De ahí que afirmara: “… non consiste più, come avviene per l’autorizzazione, nella rimozione di
un limite all’esercizio di un preesistente diritto. Il provvedimento infatti non opera eliminando
un impedimento all’attività del titolare di un diritto, bensí agisce ammettendo un soggetto
a operare in un settore, cui sovrintende l’Amministrazione, per l’innanzi precluso alla sfera
giuridica di lui”. Ver Sandulli, Aldo María, “Abilitazioni. Autorizzazioni. Licenze”, en Studi
in onore di Francesco Messineo per il suo XXXV anno d’insegnamento, vol. Terzo – Diritto
industriale – del lavoro agrario – amministrativo processuale civile, Dott. A. Giufferè Editore,
Milano, 1959, p. 357.
64
Ibidem, p. 358. En la propia doctrina italiana se advierte el mismo criterio en: Zanobini,
Guido, Curso…, ob. cit., p. 335; Alessi, Renato, Instituciones de Derecho Administrativo, t. I,
traducción de la 3ª ed. italiana por Buanaventura Pellisé Prats, Bosch, Barcelona, 1970, p. 313.
Postura que en la doctrina española se defiende en la obra de Martín-Retortillo Baquer,
Sebastián, “Acción administrativa sanitaria…”, ob. cit., pp. 148-151.
263
Daniel Aragón Pérez
65
En el ámbito de las autorizaciones sujetas a la potestad reglada de la Administración Pública,
también se podría afirmar que su esencia, aunque esté llamada a realizar solo controles de
licitud y no de oportunidad, es la compatibilización de intereses y no la mera remoción de
límites impuestos por la norma aplicable al ejercicio del derecho subjetivo. En estos casos, la
valoración de la oportunidad se efectúa de una vez por todas en la norma general y no hay
lugar a su análisis en cada caso concreto. Ver Manzanedo Mateos, José Antonio, J. Hernando
y E. Gómez Reino, Curso de Derecho administrativo económico. Ensayo de una sistematización,
Instituto de Estudios de Administración Local, Madrid, 1970, pp. 695 y 698. Argumento que
también puede apreciarse en Esteve Pardo, José, “El encuadre de la regulación…”, ob. cit.,
p .396.
66
No parece que sea correcto afirmar la existencia de un derecho preexistente en los
particulares, desprovisto de poderes de ejercicio. Lo más razonable sería advertir que en
realidad dichos derechos estarían limitados o condicionados en su realización, en función de
garantizar un interés general determinado, ya que los derechos subjetivos no se entienden
como derechos absolutos. Por tanto, decir que las nuevas tipologías que de la autorización
administrativa pululan, van dirigidas a activar, en cada caso concreto, el ejercicio del derecho
subjetivo previo, a partir de un control administrativo previo de oportunidad de la actuación,
no sería lo más correcto. El derecho subjetivo nace ligado a la capacidad de obrar de cada
individuo, la autorización administrativa no vendría, pues, a crear esos poderes de actuación,
sino a limitarlos en función de que no colisionen con otros intereses determinados. De ahí
que se pueda afirmar que derecho subjetivo y facultades son dos caras de la misma moneda;
argumento que sostiene Abelardo Torré al afirmar: “… el derecho subjetivo es una posibilidad
de acción autorizada por una norma jurídica […]”. Ver Torré, Abelardo, Introducción al
Derecho, 14ª ed. ampliada y actualizada, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 2003, pp. 220-221. En
el ámbito académico cubano puede verse Valdés Díaz, Caridad del Carmen (coord.), Derecho
Civil, Parte General, Félix Varela, La Habana, 2006, p. 97.
264
Perspectiva histórica y conceptual de la autorización administrativa
67
Ver Giannini, Massimo Severo, Diritto…, ob. cit., pp. 633-638.
68
Así lo declara, al expresar: “… nel caso della licenza, il provvedimento autorizzatorio potrebbe
essere visto come fatto giuridico costitutivo della capacità d’agire […] sono costitutivi di diritti
[…] Trattasi di tipico procedimento autorizzatorio in funzione di controllo di opportunità […]
è amplissimamente discrezionale […]”. Ibidem, pp. 621-623. Dicha concepción es reconocida
en la doctrina española por: Royo-Villanova, Antonio, Elementos de Derecho Administrativo,
21ª ed. corregida y aumentada por Segismundo Royo-Villanova, Librería Santarén, Valladolid,
1948, p. 344; Parejo Alfonso, Luciano, Derecho Administrativo, Ariel, S.A., Barcelona, 2003,
pp. 651-654; Revuelta Pérez, Inmaculada, El control integrado de la contaminación en el
Derecho español, Marcial Pons, Madrid, 2003, pp. 281-284, citado por Espinosa Molina,
Vanessa, “Los nuevos títulos habilitantes de actividades privadas de la Administración tras la
Directiva de Servicios”, Tesis presentada en opción al grado científico de Doctor en Ciencias
Jurídicas, Universitat de València, Facultad de Derecho, Valencia, 2015, p. 34; Lasagabaster
Herrarte, Iñaki, Agustín García Ureta, Iñigo Lazcano Brotons, Derecho Ambiental.
Parte General, Instituto Vasco de Administración Pública, Bilbao, 2004, pp. 105-106; Sanz
Rubiales, Iñaki, “Una aproximación al nuevo mercado de derechos de emisión de gases de
efecto Invernadero”, en Revista española de Derecho Administrativo, No. 125, 2005, p. 55,
citado por Espinosa Molina, Vanessa, Los nuevos títulos…, ob. cit., p. 34. En la doctrina
265
Daniel Aragón Pérez
latinoamericana siguen este mismo criterio: Ari Sundfeld, Carlos, Direito Administrativo
ordenador, Malheiros editores, Brasil, 2003, p. 26; Altamira Gigena, Julio Isidoro, Lecciones
de Derecho Administrativo, Advocatus, Córdoba, 2005, pp. 449-450; y Cassagne, Juan Carlos,
Curso…, ob. cit., pp. 104-105.
69
Por otro lado, otro grupo de autores, aunque en menor medida, sí llegaron a plantearse el
fenómeno autorizatorio desde perspectivas más radicales. Desde esta posición, la noción de
autorización dejaría de tener su centro de gravedad en la preexistencia del derecho subjetivo,
para buscar en el efecto constitutivo de las nuevas autorizaciones, el elemento definidor
de la comprensión de autorización administrativa. En la obra de Laguna de Paz se puede
confrontar una relación de los autores que en la doctrina administrativa española negaron la
centralidad del derecho preexistente y exacerbaron el carácter constitutivo de la autorización
administrativa como el aspecto determinante de su noción. Ver Laguna de Paz, José Carlos,
La autorización…, ob. cit., pp. 134-137.
70
Este es el criterio seguido por el propio autor para llegar a tal afirmirmación. Ver Giannini,
Massimo Severo, Diritto…, ob. cit., pp. 617-620.
266
Perspectiva histórica y conceptual de la autorización administrativa
71
Ver Sánchez Morón, Miguel, Derecho Administrativo. Parte General, 6ª ed., Tecnos, España,
2010, p. 450. Respecto a la afirmación realizada, resultan esclarecedoras las palabras de
Zanobini: “… el interés legítimo puede designarse como un interés individual estrictamente
vinculado a un interés público y protegido por el ordenamiento solo mediante la tutela jurídica
de este último interés”. Ver Zanobini, Guido, Curso…, ob. cit., p. 242. Otro criterio de gran
utilidad es dado por Clarich. El autor, para reconocer las características distintivas de ambas
situaciones jurídicas subjetivas (derechos subjetivos e intereses legítimos), se basa en dos
criterios fundamentales. Uno primero, basado en la estructura de la norma atributiva de las
potestades de actuación asignado a la Administración Pública y un segundo criterio fundado
en la naturaleza de dichas potestades (regladas o discrecionales). Ver Clarich, Marcello,
Manuale di diritto amministrativo, II Mulino, Bologna, 2017, pp. 138-142. En función de los
criterios sostenidos por los autores citados se puede llegar a la conclusión de que para que se
reconozca la existencia de un derecho subjetivo es imprescindible que el desarrollo legal de
lo que este derecho implique quede entregado a la voluntad de su titular y no a voluntades
ajenas. Por tanto, si se hace referencia a que, en el caso que nos ocupa, la Administración
Pública está facultada para negar o limitar en número, por ejemplo, el otorgamiento de
la autorización en función de criterios de oportunidad, no se puede afirmar, entonces, la
existencia de un derecho subjetivo previo al quedar este desprovisto de toda posibilidad real
de ejercicio.
267
Daniel Aragón Pérez
72
Ver Manzanedo Mateos, José Antonio, El Comercio exterior…, ob. cit., pp. 384-387.
73
Ibidem, pp. 389-400. Criterio que también se sostiene en Manzanedo Mateos, José Antonio,
J. Hernando y E. Gómez Reino, Curso de Derecho administrativo económico…, ob. cit.,
pp. 699-702. En igual sentido se expresan: García de Enterría, Eduardo y Tomás-Ramón
Fernández Rodríguez, Curso…, II, ob. cit., p. 136; Garrido Falla, Fernando, Tratado de
Derecho Administrativo. Parte general. Conclusión, vol. II, Centro de Estudios Constitucionales,
Madrid, 1982, p. 188; Morell Ocaña, Luis, Curso de Derecho Administrativo. La Actividad de
las Administraciones Públicas. Su Control Administrativo y Jurisdiccional, t. II, 3ª ed., Aranzadi,
Pamplona, 1998, p. 46; Núñez Lozano, María del Carmen, Las actividades comunicadas a la
Administración. La potestad administrativa de veto sujeta a plazo, Marcial Pons, Ediciones
Jurídicas y Sociales, S.A., Barcelona, 2001, p. 96, nota al pie 68; Martín Mateo, Ramón,
“Silencio positivo…”, ob. cit., p. 213. En la doctrina administrativa italiana, tal criterio es
268
Perspectiva histórica y conceptual de la autorización administrativa
sostenido por Casetta, Elio, Manuale di Diritto Amministrativo, 7a ed. riveduta ed aggiornata,
Giufferè Editore, Milano, 2005, pp. 313-317.
74
Ver Manzanedo Mateos, José Antonio, El Comercio exterior…, ob. cit., p. 407. El calificativo
de conditio iuris o acto condición para explicar la naturaleza de los tipos autorizatorios
discrecionales fue advertido tempranamente por la doctrina administrativa francesa.
Ver Duguit, Lèon, Traité de Droit Constitutionnel, t. I – La règle de Droit-Le problème de
l’État, Ancienne Librairie Fontemoing & Cie Éditeurs, Paris, 1927, pp. 430-431; Jèze, Gaston,
Principios generales del Derecho Administrativo I. La técnica jurídica del Derecho Público
francés, traducción directa de la 3ª ed. francesa, Depalma, Buenos Aires, 1948, pp. 48-50 y
224-226; Bonnard, Roger, Précis…, ob. cit., pp. 31-33. Posteriormente ha sido defendida en
la doctrina española por: Entrena Cuesta, Rafael, “Servicio…”, ob. cit., pp. 52-54; Martín
Mateo, Ramón, Derecho Ambiental, Instituto de Estudios de Administración Local, Madrid,
1977, pp. 91-92; Martín-Retortillo Baquer, Sebastián, Derecho…, ob. cit., p. 193. En la
doctrina latinoamericana puede verse: Brewer Carias, Allan-Randolph, Las instituciones
del Derecho Administrativo y la jurisprudencia venezolana, Colección Tesis de Doctorado,
vol. IV, Publicaciones de la Facultad de Derecho, Universidad Central de Venezuela, Caracas,
1964, p. 119; Pompeu, Cid Tomanik, “Natureza jurídica da autorização”, en Revista de Direito
Administrativo, No. 142, outubro-dezembro 1980, Rio de Janeiro, p. 20; Bustamante Alsina,
Jorge, Derecho Ambiental. Fundamentación y normativa, Abeledo-Perrot S.A., Buenos Aires,
1995, pp. 107-108; Jordano Fraga, Jesús, “El Derecho Ambiental del siglo XXI”, en Medio
Ambiente & Derecho, Revista electrónica de Derecho Ambiental, No. 9, julio 2003, Universidad
de Sevilla, Grupo de Investigación de Medio Ambiente y Derecho, Sevilla, p. 96; Vázquez
Pedrouzo, María Cristina, “Posición jurídica del particular frente a la Administración”, en
Revista de la Facultad de Derecho, No. 30, enero-julio 2011, Universidad de la República
Oriental del Uruguay, Montevideo p. 313.
269
Daniel Aragón Pérez
75
Ver Manzanedo Mateos, José Antonio, El Comercio exterior…, ob. cit., p. 402. Una exposición
más detallada del concepto constataciones regladas, esgrimido por el propio autor, puede
verse en Manzanedo Mateos, José Antonio, J. Hernando y E. Gómez Reino, Curso de Derecho
administrativo económico…, ob. cit., pp. 695-696.
76
Ver García de Enterría, Eduardo y Tomás-Ramón Fernández Rodríguez, Curso…, II, ob.cit.,
p. 137; posición que también sistematiza Desdentado Daroca. Ver Desdentado Daroca,
Eva, El Precario Administrativo. Un estudio de las licencias, autorizaciones y concesiones en
precario, 2ª ed., Aranzadi, S.A., Navarra, 2006, pp. 71-72.
77
Ver Morell Ocaña, Luis, Curso…, ob. cit., p. 45.
78
Ver Martín Mateo, Ramón, “Silencio positivo…”, ob. cit., pp. 214-215.
270
Perspectiva histórica y conceptual de la autorización administrativa
V. Reflexiones finales
En correspondencia con lo hasta aquí analizado, a modo de cierre pueden
concluirse que:
La noción clásica de autorización administrativa estuvo marcada, sustancial-
mente, por la ideología liberal que se generalizó en el continente europeo
luego de la instauración del Estado de Derecho. En consecuencia, tal noción se
explica sobre la base de la centralidad dada al derecho subjetivo que preexiste
en la esfera jurídica del particular. Asimismo, bajo el rótulo de su comprensión
79
Ver Núñez Lozano, María del Carmen, Las actividades…, ob. cit., p. 92.
80
Ver Sánchez Morón, Miguel, Derecho Administrativo. Parte General, 6ª ed., Tecnos, Madrid,
2010, pp. 654-655. En términos similares a los expuestos, se expresan: Villar Ezcurra, José
Luis, Derecho…, ob. cit., p. 83; Fernández Torres, Juan Ramón, “Regímenes de intervención
administrativa: autorización, comunicación previa y declaración responsable”, en Revista
catalana de dret públic, No. 42, Generalitat de Catalunya, Escola d’Administració Pública de
Catalunya, España, junio de 2011, pp. 88-89; Razquin Lizarraga, José Antonio, “El impacto
de la Directiva de servicios en el procedimiento administrativo: autorización, declaración
responsable y comunicación”, en Revista Jurídica de Navarra, No. 49, enero-junio 2010,
Gobierno de Navarra, Departamento de Presidencia, Justicia e Interior, Navarra, pp. 105-106.
271
Daniel Aragón Pérez
272
Perspectiva histórica y conceptual de la autorización administrativa
81
Ver García de Enterría, Eduardo y Tomás-Ramón Fernández Rodríguez, Curso…, II, ob. cit.,
p. 137.
82
En este punto debe tenerse en cuenta que si la actividad interventora de la administración
ha dejado de ser estrictamente policial, o como lo hace notar Gordillo, ha dejado de ser
“solamente prohibitiva” en el sentido más estricto de la palabra. Ver Gordillo A., Agustín,
Teoría General del Derecho Administrativo, Instituto de Estudios de Administración Local,
Madrid, 1984, pp. 537-538. Por ende, la autorización ya no se limita a ser la contrapartida de
una mera prohibición relativa de actuación, estricto sensu o formal, como propusiera Mayer.
Ver Mayer, Otto, Derecho Administrativo alemán, t. II, ob. cit., p. 63. En la actualidad, si se
tiene en cuenta la finalidad instrumental de la autorización administrativa de cara a la garantía
del interés general, esta, más allá de cómo se configure luego cada tipo autorizatorio, opera
más bien como la contrapartida de una prohibición relativa de hacer sin cumplir determinados
requisitos establecidos por la ley y en el propio título. Ver Marcondes Martins, Ricardo y
Ana Claudia Santano, “Una lectura neoconstitucional de la teoría del poder de policía”, en
273
Daniel Aragón Pérez
De igual forma, en el seno de tal formulación debe persistir la idea del derecho
que preexiste en la esfera jurídica de los particulares, aunque con la salvedad
de que tal elemento quedaría limitado a la operatividad de ciertos tipos de
autorizaciones; concretamente a las de carácter reglado, toda vez que en
ellas la actuación de la Administración va dirigida, sin más, a verificar que la
actuación que pretende realizar el sujeto interesado cumple con los requisitos
legales impuestos por la norma jurídica y una vez comprobados, el propio
ente público tiene la obligación de consentir la realización de la pretendida
actividad. Esta dinámica responde, de forma indiscutible, a que en la esfera
jurídica del particular existe un derecho subjetivo preexistente que obliga a un
pronunciamiento positivo por parte de la Administración Pública si se cumplen
las exigencias establecidas por la disposición jurídica aplicable. En cambio, en
los tipos autorizatorios de carácter discrecional, como se ha propuesto, no
es dable afirmar la existencia de un derecho subjetivo previo, sino, más bien,
una declaración genérica de capacidad tutelada por el ordenamiento jurídico:
un interés legítimo, en vista de que la acción administrativa va dirigida a pro-
gramar, planificar u orientar la actividad que el sujeto interesado pretende
realizar, antes y después de consentir su realización, lo cual desvanece la idea
de un derecho subjetivo previo que se ejerce en régimen de libertad. O sea,
bajo el sello de la noción jurídica amplia de autorización administrativa se
seguiría afirmando la existencia de un derecho subjetivo previo, pero ya no
como el aspecto definitorio de la estructura teórica de la propia figura; visto
que ya no puede desempeñar el mismo rol, por entrar en abierta contradicción
con los nuevos derroteros que el intervencionismo administrativo le impuso
a la autorización y al posicionamiento jurídico del sujeto autorizado antes y
después del otorgamiento del título.
De conformidad con los análisis realizados, la configuración de una noción jurí-
dica amplia de autorización administrativa responde a los siguientes aspectos
teóricos esenciales: a) es una técnica de limitación administrativa; b) es un
título habilitante que se concreta en una decisión de la Administración; c) es
un acto administrativo; d) su obtención presupone el desarrollo previo de un
procedimiento de control administrativo de carácter negativo o positivo, según
sea el caso; y e) tiene como finalidad la compatibilización de las situaciones
274
Perspectiva histórica y conceptual de la autorización administrativa
275
Apuntes sobre la configuración jurídica
del principio de precaución ambiental
I. Glosas introductorias
La historia de las relaciones entre el hombre, la naturaleza y la tecnología es
pródiga en muestras tanto de miedos infundados como de expectativas des-
medidas, en cuanto a los efectos del desarrollo tecnológico sobre el ambiente
y la salud. Si bien en un primer momento el hombre debió preocuparse exclu-
sivamente por los peligros naturales, sus propias acciones le han impuesto
enfrentarse a otros temores, los derivados de los descubrimientos científicos,
las nuevas tecnologías y la industrialización. Como se ha dicho:
“Antes el riesgo advenía, ahora estamos situados en el riesgo como un
estilo de vida. Así, antes el riesgo era considerado un objetivo a calcular
–gestión, pólizas– y a describir con métodos prospectivos [...]. Ahora el
riesgo constituye el punto de partida de toda situación y reflexión”.1
De esta manera, nos encontramos ante lo que Beck denominó “modernidad
reflexiva”, una peculiar etapa de la sociedad moderna determinada, no por
la seguridad y la certeza sino por la contingencia y el riesgo.2 Para Beck “[…]
la sociedad del riesgo no es una sociedad revolucionaria, sino más bien una
sociedad de las catástrofes. En ella, el estado de excepción amenaza con
convertirse en el estado normal”.3 Se trata de riesgos que surgen en el saber
y en el saber pueden ser reducidos, engrandecidos o eliminados. Su origen
276
Apuntes sobre la configuración jurídica del principio de precaución ambiental
4
Idem, pp. 51, 84 y 237.
5
Vid. Martín Mateo, Ramón, Tratado de Derecho Ambiental, vol. I, Trivium, Madrid, 1991, p. 93;
Bustamante Alsina, Jorge, Derecho Ambiental. Fundamentación y Normativa, Abeledo-Perrot,
Buenos Aires, 1995, p. 50; Almeida Caetano, Matheus, “A conservação da biodiversidade e o
tratamento das mudanças climáticas pelo estado de direito ambiental brasileiro: para além
do programa de decisão da precaução”, en José Rubens Morato Leite, Heline Sivini Ferreira
y Matheus Almeida Caetano, Repensando o Estado de Dereito Ambiental, Coleção Pensando
o Dereito no Século XXI, vol. III, Fundação Boiteux, Florianópolis, SC, 2012, pp. 248-259.
277
Yaraí Toledo Barrios
6
Descartes, René, Reglas para la dirección del espíritu, Estudio Introductorio por Cirilo Florés
Miguel, traducción y notas de Luis Villoro, Gredos, Madrid, 2012, p. 5.
7
Vid. Pigretti, Eduardo A., “El Derecho Ambiental como revolución social político jurídica”,
en Revista Jurídica La Ley, Año LXVIII, No. 187, septiembre 2004, Thomson Reuters, Buenos
Aires, p. 69, disponible en http://biblioteca.calp.org.ar/meran/opac-detail.pl?id1=71076
[consultado 5/11/2020, 3:05 p.m.].
278
Apuntes sobre la configuración jurídica del principio de precaución ambiental
279
Yaraí Toledo Barrios
aplicación dados los peligros que entraña. Estos reclamos que desde el punto
de vista teórico se vislumbran encuentran origen en las propias dicotomías
que se presentan entre el legislador y los operadores del Derecho, donde, aun
cuando es clara la intención del primero, al reconocer a la precaución como
un auténtico principio jurídico, en muchas ocasiones positivado, se observan
reticencias en cuanto a su aplicación, alegando la falta de precisión sobre el
mismo.
Así, el principio de precaución ha estado matizado por la indeterminación del
contenido que lo informa, la gran mayoría de los autores no han contemplado
un concepto al respecto y salvo ciertas excepciones, los numerosos textos
jurídicos que lo recogen no terminan de dejar en claro su alcance. Sin dudas,
la doctrina y el legislador han sido esquivos a la hora de definir al principio
de precaución.8 Ello en gran medida denota la urgencia de reformular la
configuración tanto teórica como normativa del principio de precaución, en
aras de alcanzar aquiescencia en su utilización, tan necesaria en la sociedad
actual, donde cada día ganan mayor terreno las situaciones de riesgo incierto.
Se trata de un principio que ha demostrado ser acogido en el ámbito
normativo y jurisprudencial,9 y también en el plano teórico,10 aunque
8
Moya Marchi, Francisca, El Principio de Precaución, Premio Tribunal Constitucional 2013,
Cuadernos del Tribunal Constitucional, No. 52, Año 2013, Santiago de Chile, 2013, p. 168.
9
El principio precautorio ha tenido un aliado en la jurisprudencia, puesto que se ha hecho
latente en la labor pretoriana de diversos tribunales. Algunos ejemplos que así lo demuestran
lo constituyen: Decisión No. 194348 del Conseil D´Etat francés, de 25 de septiembre de
1998, “Greenpeace-Francia”, disponible en https://www.legifrance.gouv.fr/affichJuriAdmin.
do?idTexte=CETATEXT000008006411 [consultado 6 de noviembre de 2019, 4:35 p.m.];
Sentencia del Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas (TJCE) de 5 de mayo de 1998,
National Farmers´Union, Asunto C-157/96, disponible en https://eur-lex.europa.eu/legal-
content/ES/TXT/HTML/?uri=CELEX:61996CJ0157&from=FR [consultada 2 de octubre de 2019,
3:05 p.m.]; Sentencia del Tribunal de Primera Instancia de las Comunidades Europeas (TPI)
de 26 de noviembre de 2002, Artegodán y otros/Comisión, Asuntos acumulados (T-74/00,
T-76/00, T-83/00 a T-85/00, T-132/00, T-137/00 y T-141/00 Rec.p II-4945), disponible en
https://eur-lex.europa.eu/legal-content/ES/TXT/PDF/?uri=CELEX:62000TJ0074&rid=7
[consultado 2 de octubre de 2019, 3:15 p.m.]; Sentencia del TJCE de 21 de marzo de 2000,
Greenpeace France y otros, Asunto C-6/99. Rec.p I-1651, disponible en https://eur-lex.europa.
eu/legal-content/ES/TXT/PDF/?uri=CELEX:61999CJ0006&rid=19 [consultado 8 de noviembre
de 2019, 1:25 a.m.].
10
Vid. De Sadeleer, Nicolas, Le principe de précaution dans le monde. Le principe de précaution
en droit international et en droit de l´Union européenne, Fondation pour l’innovation politique
et Fondation Jean-Jaurès, Paris, 2011; De Fur, Peter L. and Michelle Kaszuba, “Implementing
the precautionary principle”, in The Science of the Total Environment, No. 288, 2002, Elsevier,
Virginia, pp. 155-165, disponible en http://www.usask.ca/biology/312/precautionary_
principle.pdf [consultado 4/5/2021]; Rebolledo Aguirre, Sebastián, “La relación entre los
riesgos, la precaución y la responsabilidad en los daños al medio ambiente por la liberación de
organismos genéticamente modificados”, en Revista de Derecho Ambiental de la Universidad
de Palermo, Año I, No. 1, mayo, Palermo, 2012, disponible en https://www.palermo.edu/
280
Apuntes sobre la configuración jurídica del principio de precaución ambiental
derecho/revistaderechoambiental/pdfs/REV1-2012-Derecho_Ambiental_06.pdf [consultado
8/3/2021, 7:50 a.m.]; Zaccaï, E. et J.-N Missa (éds.), Le principe de précaution: significations
et conséquences, Editions de l´Université de Bruxelles, 2000.
11
Vid. Sunstein, Cass R., “Beyond the Precautionary Principle”, in University of Pennsylvania Law
Review, vol. 151:1003, 2003, Pennsylvania, Penn Law, pp. 1003-1058, disponible en https://
scholarship.law.upenn.edu/cgi/viewcontent.cgi?article=3241&context=penn_law_review
[consultado 19/4/2021, 9:00 p.m.]; Wildavsky, Aaron, “But is it true? A Citizen’s Guide to
Environmental Health and Safety Issues”, en Journal of Public Policy, vol. 15, No. 3, septiembre
1995, Cambridge University Press, pp. 299-301, disponible en https://www.cambridge.
org/core/journals/journal-of-public-policy/article/abs/aaron-wildavsky-but-is-it-true-a-
citizens-guide-to-environmental-health-and-safety-issues-cambridge-ma-harvard-university-
press-1995/796924F3C2CC6400E1A46CF16F8EF25E# [consultado 19/4/2021, 10:00 p.m.];
Marchant, Gary, et al., “Impact of the Precautionary Principle on Feeding Current and Future
Generations”, en Council for Agricultural Science and Technology, Issue Paper 52, junes, 2013,
Carol Gostele, Managing Scientific Editor, Ames, Iowa, pp. 5-13, disponible en https://www.
semanticscholar.org/paper/Impact-of-the-Precautionary-Principle-on-Feeding-Felsot/58c38
00ff2cb02e88b2a2884c71c6c8e0af9fd16 [consultado 20/4/2021, 1:27 a.m.]; Gros, Manuel
et David Deharbe, “La controverse du principe de précaution”, Revue du Droit Public et de
la science politique en France et à l’étranger, No. 3, mai-juin 2002, Université de Lyon, pp.
836-840, disponible en https://soporte.dialnet.unirioja.es/portal/es/kb/articles/acceso-a-
documentos-a-texto [consultado 19/4/2021, 9:05 p.m.].
12
Ellis, Jaye and Alison FitzGerald, “The Precautionary Principle in International Law: Lessons
from Fuller’s Internal Morality”, in Revue de droit de McGill, No. 49 2004, McGill Law Journal,
p. 781.
281
Yaraí Toledo Barrios
13
Rebollo Puig, Manuel y Manuel Izquierdo Carrasco, “El principio de precaución y la defensa
de los consumidores”, en Documentación Administrativa, No. 265-266, enero-agosto 2003,
Instituto Nacional de Administración Pública, Madrid, pp. 186-187, disponible en https://
revistasonline.inap.es/index.php/DA/article/view/5598/5651 [consultado 27/4/2021, 3:27
p.m.].
14
Varias críticas pueden encontrarse en: Pâques, Michel, “La précaution en droit administratif”,
en Electronic Journal of Comparative Law, vol. 11.3, december 2007, pp. 5 y 6, disponible en
http://www.ejcl.org [consultado 8/3/2021, 2:00 p.m.]; Benedictis, Leonardo de, “El principio
282
Apuntes sobre la configuración jurídica del principio de precaución ambiental
283
Yaraí Toledo Barrios
así que se utilizan términos como enfoque,16 medidas, criterio, principio, entre
otras, sin embargo, ello no ha hecho variar su significado. En este sentido,
Trouwborst ha señalado que la variedad de definiciones responde a una
intencional confección a medida de conveniencia y oportunidad y que las
distintas expresiones contenidas en los instrumentos jurídicos para referirse
a la cautela (enfoque, actitud, idea, acción, principio) carecen de importancia
en la práctica, ya que no han puesto en evidencia uniformidad de percepción
en las distinciones.17
En aras de adentrarnos en el contenido del principio precautorio, se hace
necesario partir de una definición de este, y si bien es cierto que existen múl-
tiples referencias18 al respecto, tal y como se ha hecho saber supra, no se ha
alcanzado una aceptación generalizada por los teóricos del tema, lo cual nos
obliga entonces a decantarnos por alguno de los intentos de conceptualización
aportados en los instrumentos internacionales que han reconocido el prin-
cipio en cuestión. Es así que tomaremos como referencia el reconocimiento
que del principio de precaución se ha hecho en dos instrumentos jurídicos,
dígase la Declaración de Río sobre Medio Ambiente y Desarrollo, clasificada
como “el aval internacional más significativo del principio de precaución”19
y la Declaración de Wingspread sobre el Principio de Precaución.20 Para la
selección de la Declaración de Río sobre Medio Ambiente y Desarrollo como
de 9 de diciembre de 2013, España, disponible en https://www.boe.es > buscar > pdf > BOE-
A-201 3-12913-consolidado [consultado 19 de octubre de 2019, 9:10 a.m.], entre otras.
16
Según la UNESCO, aunque existe una cierta polémica sobre el sentido de las expresiones
principio y criterio en cuanto a la precaución, en general se emplea principio como fundamento
filosófico de la precaución y criterio cuando se trata de su aplicación práctica. Por tanto, en la
mayoría de los casos los términos estarán estrechamente vinculados. Vid. UNESCO, Informe
del Grupo de Expertos sobre…, ob. cit., p. 22.
17
Vid. Trouwborst, Arie, Precautionary Rights and Duties of States, Martinus Nijhoff Publishers,
Leiden/Boston, 2006, pp. 21-161, traducción de la autora.
18
En la gran mayoría de las investigaciones consultadas en la realización de esta investigación
sobre el principio de precaución no se aporta una definición propia de los autores sobre
este, sino que se hace referencia a alguna de las menciones del principio en los instrumentos
jurídicos internacionales.
19
Percival, Robert V., “Who´s Afraid of the Precautionary Principle?”, in Pace Environmental
Law Review, vol. 23, No. 1, february 2006, Pace University, New York, p. 6, disponible en
https://ssrn.com/abstract=831824 [consultado 30/4/2021, 11:00 a.m.].
20
Adoptada en 1998, esta Declaración es el resultado de la conferencia académica denominada:
Wingspread Conference on the Precautionary Principle, que tuvo lugar del 23 al 25 de
enero de 1998 en Wingspread, en Racine, Estado de Winsconsin, en la que participaron
científicos, filósofos, juristas, funcionarios del gobierno, activistas comunitarios y miembros
de asociaciones ecologistas de Estados Unidos, Canadá, Alemania, Gran Bretaña y Suecia. El
objetivo que perseguían era definir el principio de precaución y discutir sobre la necesidad
de su reconocimiento y aplicación, siendo esta Declaración el origen conceptual del principio
de precaución. Disponible en www.rachel.org/?q=es/node/4738 [consultado 19 de febrero
de 2019, 1:00 p.m.].
284
Apuntes sobre la configuración jurídica del principio de precaución ambiental
21
Disponible en https://www.un.org/spanish/esa/sustdev/documents/declaracionrio.htm
[consultado 29 de enero de 2020, 11:30 a.m.].
22
Párrafo quinto de la Declaración.
23
Goldstein, Bernard D., “The Precautionary Principle: Is It a Threat to Toxicological
Science?”, en International Journal of Toxicology, No. 25, November 2005, American College
of Toxicology, Thousand Oaks, p. 3, disponible en https://journals.sagepub.com/doi/
pdf/10.1080/10915810500527051 [consultado 4/5/2021, 3:30 p.m.].
24
Clarke, Steve, “The Precautionary Principle and the Dual-Use Dilemma”, in Brian Rappert
and Michael J. Selgelid (Eds.), On the Dual Uses of Science and Ethics: Principles, Practices
and Perspectives, UNA E-Press, Canberra, p. 224.
285
Yaraí Toledo Barrios
25
Tal el caso de la evaluación del riesgo, de la exigencia de proporcionalidad entre riesgo y
medida cautelar, del deber de transparencia en la difusión de los riesgos potenciales de los
productos y la toma de decisiones por parte de las autoridades, de la denominada inversión
de la carga de la prueba. Drnas de Clément, Zlata (dir.), El Principio de Precaución Ambiental.
La práctica argentina, LERNER Editora S.R.L, Córdoba, Argentina, 2008, p. 53.
26
Cierco Seira, César, “El Principio de Precaución: Reflexiones sobre su contenido y alcance en
los Derechos Comunitario y Español”, en Revista de Administración Pública, No. 63, enero-abril
286
Apuntes sobre la configuración jurídica del principio de precaución ambiental
287
Yaraí Toledo Barrios
29
Jiménez de Parga y Maseda, Patricia, “Análisis del principio de precaución en Derecho
internacional público: perspectiva universal y perspectiva regional europea”, en Política y
Sociedad, vol. 40, No. 3 2003, Universidad Complutense de Madrid, Madrid, p. 15.
30
Para profundizar sobre el principio de desarrollo sostenible vid. Comisión Mundial sobre
Medio Ambiente y Desarrollo, Informe “Nuestro Futuro Común o Informe Brudtdlan”,1987.
31
Sachs considera que el principio de precaución es más atractivo en contextos en los que
el análisis costo-beneficio no es adecuado. Vid. Sachs, Noah M., “Rescuing the Strong
Precautionary Principle from its Critics”, UR Scholarship Repository, School of Law, Law
Faculty Publications, University of Richmond, 2011, p. 1291, disponible en http://scholarship.
richmond.edu/law-faculty-publications [consultado 18/4/2021, 7:40 p.m.]; Sobre el
análisis costo-beneficio y el principio de precaución: vid. Clarke, Steve, “The Precautionary
Principle…”, ob. cit., pp. 223-226.
288
Apuntes sobre la configuración jurídica del principio de precaución ambiental
32
Lorenzetti, Ricardo Luis, Teoría del Derecho Ambiental, Porrúa, México DF, 2008, pp. 88 y
91.
33
Berberoff Ayuda, Dimitry, “Incertidumbre científica y riesgo: Cinco ideas-fuerza a propósito
del principio de precaución”, en Dimitry Berberoff Ayuda (dir.), El principio de precaución
y su proyección en el Derecho administrativo español, Consejo General del Poder Judicial,
Manuales de Formación Continuada, Madrid, 2005, p. 28.
34
Otros autores también coinciden al defender ambos elementos como esenciales en la
configuración del principio de precaución. Vid. Wallace Hayes, A., “The Precautionary
Principle”, in Archives of Industrial Hygiene and Toxicology, No. 56, 2005, Europe PMC, Reino
Unido, p. 162, disponible en https://core.ac.uk/download/pdf/14375077.pdf [consultado
30/4/2021, 1:.05 p.m.]; Artigas, Carmen, El principio…, ob. cit., p. 14; Rodríguez, Hannot,
“Riesgo y principio de precaución. Hacia una cultura de la incertidumbre”, en Revista Catalana
de Seguretat Pública,, No. 13, 2003, Institut de Seguretat Pública de Catalunya, Catalunya,
pp. 149 y 150, disponible en https://www.raco.cat/index.php/rcsp/article/view/133172
[consultado 8/3/2021, 3:38 p.m.]; Kemelmajer de Carlucci, Aída, “Responsabilidad civil y
transgénicos”, en María Jesús Buxó Rey y María Casado (coords), Riesgo y precaución. Pasos
hacia una bioética ambiental, Publicacions de la Residència d´Investigadors, Barcelona, 2005,
p. 165; Almeida Caetano, Matheus, “A conservação da biodiversidade”, ob. cit., p. 253.
289
Yaraí Toledo Barrios
35
Dicho tribunal estableció: “En el momento en que se adoptó la Decisión, existía una gran
incertidumbre en cuanto a los riesgos que suponían los animales vivos, la carne de vacuno
o los productos derivados (Apartado 62). Pues bien, ha de admitirse que, cuando subsisten
dudas sobre la existencia o alcance de riesgos para la salud de las personas, las Instituciones
pueden adoptar medidas de protección sin tener que esperar a que se demuestre plenamente
la realidad y gravedad de tales riesgos. (Apartado 63)”. Vid. STJCE National Farmers´ Union,
de 5 de mayo de 1998, Asunto C-157/96, RJTJ, p. I-2211.
36
El Tribunal, en el Apartado 73 de dicha sentencia, prescribió: “Por otra parte, la prohibición de
las exportaciones estaba suficientemente motivada por la incertidumbre en cuanto al riesgo,
por la urgencia y por el carácter provisional de la medida, y la aplicación de tal prohibición
a las exportaciones a terceros países estaba motivada además por el riesgo de distorsiones
comerciales”. Vid. STJCE Reino Unido/Comisión de 5 de mayo de 1998, Asunto C-180/96,
RJTJ, p. I – 2291.
37
Ruiz-Jarabo Colomer, Dámaso, “El desarrollo comunitario del principio de precaución”, en
Dimitry Berberoff Ayuda (dir.), El principio de precaución y su proyección , ob. cit., p. 71.
38
Sentencia de la Corte Constitucional de la República de Colombia, de 23 de abril de 2002,
C-293/02, disponible en https://www.corteconstitucional.gov.co/relatoria/2002/C-293-02.
htm [consultado 23/11/2020, 11:25 a.m.].
39
Al respecto precisó: “cuando la autoridad ambiental debe tomar decisiones específicas,
encaminadas a evitar un peligro de daño grave, sin contar con la certeza científica absoluta,
lo debe hacer de acuerdo con las políticas ambientales trazadas por la ley, en desarrollo de
la Constitución, en forma motivada y alejada de toda posibilidad de arbitrariedad o capricho.
Para tal efecto, debe constatar que se cumplan los siguientes elementos: 1. Que exista peligro
de daño; 2. Que éste sea grave e irreversible; 3. Que exista un principio de certeza científica,
así no sea ésta absoluta; 4. Que la decisión que la autoridad adopte esté encaminada a
290
Apuntes sobre la configuración jurídica del principio de precaución ambiental
impedir la degradación del medio ambiente. 5. Que el acto en que se adopte la decisión sea
motivado”. Sentencia de la Corte Constitucional de la República de Colombia, de 23 de abril
de 2002, C-293/02.
40
Ante el grado de confusión existente en relación con el principio de precaución y su aplicación,
el Consejo Europeo instó a la Comisión Europea, a través de Resolución de fecha 13 de abril
de 1999, a definir orientaciones claras y eficaces sobre el principio de precaución. Así, con
el objeto de ofrecer una interpretación auténtica u oficial de este principio, se aprobó la
“Comunicación de la Comisión Europea sobre el recurso al principio de precaución”, de 2 de
febrero de 2000, que resulta muy clarificadora en algunos aspectos. Disponible en www.lugo.
es/.../04-COMUNICACION_DE_LA_UE_SOBRE_PRINCIPIO_DE_PREC... [consultado 12/2/2019,
5:02 p.m.].
41
Vid. “Comunicación”, ob. cit., p. 3.
42
En ese sentido reconoce que la decisión de invocar o no el principio de precaución se ejerce
cuando la información científica es insuficiente, poco concluyente o incierta, y cuando hay
indicios de que los posibles efectos sobre el medio ambiente y la salud humana, animal o
vegetal pueden ser potencialmente peligrosos e incompatibles con el nivel de protección
elegido; pero recalca que es en los casos en que una evaluación científica objetiva preliminar
hace sospechar de que existen tales motivos. Vid. “Comunicación”, pp. 8, 9, 11 y 16.
291
Yaraí Toledo Barrios
43
La necesidad de realizar una evaluación de riesgo para identificar la incertidumbre científica y
el riesgo grave e inaceptable ha quedado reflejada en la jurisprudencia. Vid. STPI Pfizer Animal
292
Apuntes sobre la configuración jurídica del principio de precaución ambiental
que, más que un elemento esencial del principio, este constituye una “condi-
ción inserta en ambos elementos”.44 También Berberoff Ayuda refuerza un
tanto este criterio al afirmar que
“… el principio de precaución se ubica en el ámbito de la gestión de los
riesgos, […] debiéndose por ende distinguir este ámbito, de otros diferentes
que operan con carácter previo a la gestión del riesgo, como es el de la
evaluación del riesgo, en la que podríamos ubicar otras técnicas o meca-
nismos más cercanos a la prevención propiamente dicha [...]”.45
Con tal consideración se refuerza nuestra idea en cuanto a la evaluación
científica del riesgo,46 la que además de no ser exclusiva de la precaución, es
propia de una etapa anterior a la gestión del riesgo y por ende a la aplicación
del principio precautorio, por lo cual no la apreciamos como un elemento
esencial del principio, sino como un requisito inserto en ambos elementos.
A la par de los elementos esenciales antes valorados, los cuales se retoma-
rán de forma más detallada en páginas posteriores, otros requerimientos
determinan el contenido del principio de cautela. Tal es el caso de elementos
como la provisionalidad, proporcionalidad, no discriminación, coherencia,
reglas sobre la carga de la prueba, entre otros. Estos elementos comprenden
de forma general lo que se denomina “límites sustanciales”,47 también se les
293
Yaraí Toledo Barrios
48
Drnas de Clément, Zlata (dir.), El Principio de Precaución , ob. cit., p. 53.
49
Principios que no limita a la aplicación del principio de precaución, sino que deben aplicarse
a toda medida de gestión de los riesgos. Invocar el principio de precaución no permite hacer
una excepción a los principios generales de una buena gestión de los riesgos. Los principios
generales implican: proporcionalidad, no discriminación, coherencia, análisis de las ventajas y
los inconvenientes que se derivan de la acción o de la falta de acción, estudio de la evolución
científica. Vid. “Comunicación”, p. 18 y 19.
50
Así lo considera la Comisión. Vid. “Comunicación”, ob. cit., p. 3.
51
Martínez de Velasco, Joaquín Huelin, “El control judicial del principio de precaución ¿control
judicial de la incertidumbre?”, en Dimitry Berberoff Ayuda (dir.), El principio de precaución y
su proyección , ob. cit., p. 369.
294
Apuntes sobre la configuración jurídica del principio de precaución ambiental
52
UNESCO, UNESCO, Informe del Grupo de Expertos sobre el principio precautorio de la
COMEST, París, 2005 p. 28, disponible en http://depa.fquim.unam.mx/amyd/archivero/
Principio_precautorio_UNESCO_.pdf [consultado 8/3/2021, 3:00 p.m], pp. 13 y 27.
53
Consulta Técnica sobre el Enfoque Precautorio en Pesquerías (CTEP), FAO/Gobierno de Suecia,
1995, p. 9, disponible en http://www.fao.org/3/a-w3592s.pdf [consultado 28/11/2020, 1:05
p.m.].
54
La variable escogida, las medidas realizadas, las muestras tomadas, los modelos utilizados y la
relación causal empleada. Igualmente, puede derivar tal incertidumbre de controversia sobre
los datos existentes o sobre la falta de algunos datos pertinentes. La incertidumbre puede
estar en relación con elementos cualitativos o cuantitativos del análisis. Vid. “Comunicación”,
apartado 5.1.3, p. 15.
55
Ashford, Nicholas A., “The Legacy of the Precautionary Principle in US Law: The Rise of
Cost-Benefit Analysis and Risk Assessment as Undermining Factors in Health, Safety and
Environmental Protection”, in Sadeleer, Nicolas de (Ed.), Implementing the Precautionary
295
Yaraí Toledo Barrios
Principle. Approaches from the Nordic Countries, EU and USA, Earthscan, London, 2007,
pp. 352 y 353, traducción de la autora.
56
Embid Tello, Antonio Eduardo, Precaución y Derecho. El caso de los campos electromagnéticos,
Iustel, Madrid, 2010, p. 174.
57
Ha reconocido que: “En algunos casos, la existencia misma de opiniones discrepantes
sostenidas por científicos calificados que han investigado la cuestión particular objeto de
examen puede indicar un estado de incertidumbre científica [...]”. Vid. Informe del Órgano
de Apelación de la OMC de 16 de enero de 1998, WT/DS26/AB/R-WT/DS48/AB/R, apartado
194, p. 88, disponible en https://www.wto.org/spanish/tratop_s/dispu_s/26abr.pdf
[consultado 19/11/2020, 8:00 p.m.].
58
“Comunicación”, ob. cit., apartado 6.2, p. 18. También el Órgano de Apelación de la OMC lo
prevé en su informe de 16 de enero de 1998, asunto Hormonas, apartado 194; STJCE de 13
de diciembre de 2001, Comisión/Francia, Asunto C-1/00, apartado 89. El tribunal reconoce
que el principio precautorio no obliga a seguir las opiniones minoritarias, sino a tenerlas en
cuenta.
59
Esteve Pardo, José, “La intervención administrativa en situaciones de incertidumbre
científica. El principio de precaución en materia ambiental”, en Derecho del Medio Ambiente
y Administración Local, Fundación Democracia y Gobierno Local, 2004, p. 207, disponible
en https://repositorio.gobiernolocal.es/xmlui/bitstream/handle/10873/1113/medio_
ambiente_14_esteve.pdf [consultado 20/2/2021, 9:00 p.m.].
296
Apuntes sobre la configuración jurídica del principio de precaución ambiental
60
Cierco Seira, César, “El Principio de Precaución: Reflexiones”, ob. cit., pp. 107-110.
61
Sobre los momentos de maduración del conocimiento científico respecto a los riesgos
vid. Godard, Olivier, “Le principe de précaution comme norme de l’action publique, ou la
proportionnalité en question”, Cahier, No. 025, École Polytechnique Centre National de
297
Yaraí Toledo Barrios
298
Apuntes sobre la configuración jurídica del principio de precaución ambiental
64
Gafner-Rojas, Claudia, “Análisis jurídico conceptual de los principios de prevención y
precaución en materia ambiental”, en María del Pilar García Pachón y Oscar Darío Amaya
Navas (comps.), Principios e instrumentos de evitación del daño ambiental, Universidad
Externado de Colombia, Bogotá, 2015, p. 22.
65
La AEMA ha adoptado una concepción amplia y novedosa sobre la precaución bastante acorde
con la doctrina alemana, puesto que delimita teóricamente tres opciones de gestión pública
frente a riesgos. Vid. AEMA, Lecciones tardías de alertas tempranas: el principio de cautela,
1896-2000. Algunos apuntes a modo de resumen, Copenhague, 2002, disponible en https://
www.concienciaeco.com/wp-content/uploads/2015/06/ES_summary_points.pdf [consultado
3/12/2020 11:00 a.m.].
66
STJCE National Farmers´ Union, de 5 de mayo de 1998, apartado 63; STJCE Reino Unido/
Comisión de 5 de mayo de 1998, apartado 99 (la negrita es de la autora).
67
STJCE National Farmers´ Union, de 5 de mayo de 1998, apartado 66; STJCE Reino Unido/
Comisión de 5 de mayo de 1998, apartados 90 y 102. En la doctrina, este criterio es defendido
por Doménech Pascual, Gabriel, Derechos fundamentales y riesgos…, ob. cit., p. 284; y Embid
Tello, Antonio Eduardo, Precaución y Derecho…, ob. cit., p. 181.
299
Yaraí Toledo Barrios
68
Sentencia del Tribunal de la AELC de 5 de abril de 2001, Órgano de Vigilancia de la AELC
contra Reino de Noruega, Sentencia Nordisk Kellog´s, Asunto E-3/00, disponible en https://
eftacourt.int/download/3-00-judgment/?wpdmdl=1481 [consultado 3/5/2021, 7:55 a.m.].
69
STPI Pfizer Animal Health, apartados 143 y 144; STJCE de 23 de septiembre de 2003, Comisión
c. Reino de Dinamarca, Asunto C-192/01, apartado 49; STJCE de 9 de septiembre de 2003,
Monsanto Agricultura Italia y otros, Asunto C-236/01, apartado 106. Puede consultarse
también la STPI de 11 de septiembre de 2002, Alpharma/Consejo, T-70/99, apartado 157,
la cual se basa en argumentos jurídicos prácticamente idénticos a los de la sentencia Pfizer
Animal Health, por lo cual, lo que se diga en relación con el primer fallo es también válido para
el segundo. Así lo refiere González Vaqué, Luis, “El principio de precaución en la jurisprudencia
del Tribunal de Justicia de las comunidades europeas: ¿un principio de buen gobierno?”,
en Estudios sobre consumo, No. 68, 2004, disponible en https://www.researchgate.net/
publication/28243585_El_principio_de_precaucion_en_la_jurisprudencia_del_Tribunal_
de_Justicia_de_las_comunidades_europeas_un_principio_de_buen_gobierno [consultado
5/2/2021, 3:55 p.m.], p. 11.
300
Apuntes sobre la configuración jurídica del principio de precaución ambiental
70
“Comunicación”, apartado 5.1, p. 14.
71
Doménech Pascual, Gabriel, Derechos fundamentales y riesgos…, ob. cit., p. 259.
301
Yaraí Toledo Barrios
Con ello se quiere significar que si bien la precaución nació ligada a riesgos
hipotéticos, para suplir una necesidad de protección frente a posibilidades
de daños no corroboradas empíricamente, hoy ha quedado restringida a
situaciones en las que debe haber incertidumbre científica pero el riesgo tiene
que estar determinado, no pudiendo operar el principio en condiciones de
ignorancia científica.
Consideramos que optar por una u otra variante constituye una decisión polí-
tica que depende de la valoración de múltiples factores, no solo ambientales,
sino económicos y sociales, así como del contexto en que hoy se vive, ya que
el propio avance de la ciencia y la técnica, si bien puede demandar una con-
cepción reforzada del principio de precaución, pues cada vez el riesgo está
más presente en nuestras vidas, a un mismo tiempo puede ser útil para que
riesgos hipotéticos sean, lo más pronto posible, contrastables científicamente.
Igualmente, asumir una protección frente a riesgos hipotéticos o no depende
del grado de protección que asuma la sociedad, el nivel de riesgo que esté
dispuesta a soportar y cuáles sean inaceptables. Una idea de Gomez Sanz
puede ilustrarnos el camino: “Cuanto mayor sea la importancia de los bienes
e intereses protegidos por la medida, el umbral de certeza de las premisas
fácticas es menos intenso”.72
Se ha podido apreciar cómo la doctrina, la jurisprudencia y los instrumentos
internacionales que han intentado definir el principio y precisar sus elementos
esenciales otorgan calificativos al riesgo en función de su magnitud, como
grave e irreversible, significativo, inaceptable. Ello evidencia que cualquier
riesgo no amerita adoptar medidas precautorias, sino aquellos que, dada su
dimensión, imponen el imperativo de la precaución. Porque determinar a
priori, en un contexto dominado por la incertidumbre científica, la gravedad
o irreversibilidad del daño puede resultar imposible, consideramos que el
calificativo “inaceptable”,73 puede paliar en gran medida las dificultades que
72
Gomez Sanz, Xabier, “Seguridad alimentaria y derecho del consumo”, en Dimitry Berberoff
Ayuda (dir.), El principio de precaución y su proyección , ob. cit., p. 334.
73
Para Von Schomberg, los términos ‘negativo’, ‘grave’ o ‘significativo’ no pueden
operacionalizarse en un contexto de las políticas públicas, ya que su uso daría inicio a una
nueva discusión sobre su grado de seriedad, importancia, etc. El único calificador adecuado
es, por lo tanto, el ‘nivel de protección elegido’, de modo que cualquier posible infracción
de ese nivel pueda contabilizarse como un efecto adverso y por tanto implica una infracción
de ese nivel de protección. Vid. Schomberg, René von, “The precautionary principle and
its normative challenges”, Fisher, Elizabeth; Jones, Judith and Von Schomberg, René,
Implementing The Precautionary Principle, Perspectives and Prospects, chapter 12, ELGAR,
Cheltenham, 2006, p. 37. Ashford, sin embargo, considera que el principio de precaución no
necesita estar restringido a casos de efectos irreversibles, sino que también podría aplicarse
para mitigar un daño que es finalmente reversible –si revertir el daño podría ser más costoso
que prevenirlo–. Vid. Ashford, Nicholas A., “Implementing the precautionary principle:
incorporating science, technology, fairness, and accountability in environmental, health, and
302
Apuntes sobre la configuración jurídica del principio de precaución ambiental
303
Yaraí Toledo Barrios
77
Tal es así que el TPI en su sentencia Pfizer Animal Health reconoce que “las instituciones
comunitarias tienen prohibido adoptar una concepción puramente hipotética del riesgo y
fijar como objetivo para sus decisiones el ‘riesgo cero’, Vid. STPI Pfizer Animal Health, de 11
de septiembre de 2002, Asunto T-13/99, apartado 152. Sin embargo, el TJCE en su sentencia
Walter Hahn, del mismo año de la anterior, admitió que los Estados miembros fijaran un nivel
de tolerancia cero en lo concerniente a la listeria en el pescado. Vid. STJCE de 24 de octubre
de 2002, Walter Hahn, Asunto C-121/00, apartado 33. El propio Tribunal en Sentencia de 6
de junio de 1984, Melkunie, Asunto 97/83, Rec.p.2367, punto 15, admitió la posibilidad de
fijar un nivel de riesgo cero en relación con la presencia de microorganismos patógenos en los
productos alimentarios. En el marco de la OMC, al estar reconocido el principio precautorio en
el Acuerdo MSF en su artículo 5.7 y referirse el propio artículo en sus apartados 3 y 4 al nivel
de protección adecuado, el Órgano de Apelación, en interpretaciones de tales preceptos, ha
admitido como nivel adecuado de protección el riesgo cero, al reconocer el derecho soberano
de cada Estado miembro de establecer el nivel de protección que estime pertinente. Vid.
Informe del Órgano de Apelación de la OMC de 16 de enero de 1998, Asuntos WT/DS26 y
WT/DS48, apartado 240.
78
“Comunicación”, Resumen, apartados 5.2.1y 6, pp. 5 y 16.
79
Riechmann, Jorge y Joel Tickner, El principio de precaución en medio ambiente y salud pública:
de las definiciones a la práctica, Icaria Editorial, Barcelona, 2002, p. 37.
304
Apuntes sobre la configuración jurídica del principio de precaución ambiental
80
Sadeleer, Nicolas de, “Le principe de précaution: un nouveau principe général de droit
communautaire”, en Journal de droit européen, No. 99, p. 132, disponible en http://hdl.
handle.net/2078.3/141738 [consultado 8/3/2021].
81
“Comunicación”, apartado 5.2.1. En la STPI de 26 de noviembre de 2002, Artegodan y Otros/
Comisión, Asuntos Acumulados, apartado 184, el Tribunal parece imponer la obligación de
adoptar medidas precautorias.
82
“Comunicación”, apartado 6.3, p. 18. El Comité Nacional de Ética en la Ciencia y la Tecnología
de Ecuador reconoce tales principios como características de la aplicación del principio de
precaución. Vid. Comité Nacional de Ética en la Ciencia y la Tecnología – Ministerio de Ciencia,
305
Yaraí Toledo Barrios
306
Apuntes sobre la configuración jurídica del principio de precaución ambiental
85
UNESCO, Informe del Grupo de Expertos…, ob. cit., p. 30; “Comunicación”, apartado 6.3.4, pp.
20-21; STPI Pfizer Animal Health, de 11 de septiembre de 2002, Asunto T-13/99, apartado 410.
86
Cierco Seira, César, “El Principio de Precaución: Reflexiones”, ob. cit., p. 122.
87
Ibidem, p. 121.
88
Cafferatta, Néstor A., “El principio precautorio”, en Gaceta Ecológica, No. 73, Secretaría de
Medio Ambiente y Recursos Naturales, México DF, 2004, p. 7, disponible en https://www.
redalyc.org/pdf/539/53907301.pdf [consultado 10/1/2021, 1:00 p.m.].
89
Esteve Pardo, José, “La intervención administrativa…”, ob. cit., p. 208.
307
Yaraí Toledo Barrios
90
Andorno, Roberto, “Validez del principio de precaución”, ob. cit., p. 24. Esta idea también
es compartida por Berizonce, quien además de aceptar la inversión de la carga de la prueba
como un efecto directo en la aplicación de la precaución, se refiere también a la concepción
dinámica de la prueba en lo que al principio precautorio resulta. Vid. Berizonce, Roberto
O., “La incertidumbre científica”, p. 247; Thomé da Silva, Romeu Faria, Manual de Direito
Ambiental, 5ª ed., Edições JusPODIVM, Salvador-Bahia, 2015, p. 71. En la Declaración de
Wingspread, párrafo quinto, también se reconoce la inversión de la carga probatoria como
necesaria en la aplicación del principio.
91
“Comunicación”, apartado 6.4, pp. 22-23.
308
Apuntes sobre la configuración jurídica del principio de precaución ambiental
309
La protección del medio ambiente como fin
extrafiscal del tributo: especial referencia
a las tasas ambientales en Cuba
Introducción
La preocupación por preservar el medio ambiente alcanzó hacia inicios del
siglo xx una posición superior en la escala de prioridades científico-sociales,
primero, y político-jurídicas, después. Es en este contexto que se perfila una
de las ramas más jóvenes de las ciencias jurídicas: el Derecho ambiental, la
cual no alcanza aún un acabado deseable en sí misma y en su integración con
otras que podrían respaldar sus regulaciones, tal vez por la reconocida nove-
dad de esta o por la transversalidad de algunos de sus elementos medulares.
A pesar de esta debilidad, el interés por la materia aumenta en proporción
directa a la urgencia de un cambio en las relaciones hombre-naturaleza, por
lo que se hace necesaria la implementación de regulaciones jurídicas de la
más alta jerarquía, que obligue a todos los factores sociales, económicos, y
políticos a una consecuente interacción con el medio ambiente.
Ello ha dado paso a nuevas transformaciones y retos, entre los que se cuentan
la consideración del derecho a un medio ambiente sano y sostenible como
derecho humano, constitucional o fundamental, poniendo en cuestión su
propia eficacia; la titularidad individual o colectiva del medio ambiente; la legi-
timación para actuar en su defensa ante cualquier instancia; la determinación
y utilización de instrumentos y técnicas jurídicas tradicionales y novedosas;
los enfoques preventivos, reparadores y sancionadores; entre otros.
En pos de la preservación y defensa del medio ambiente se ha recurrido al
empleo de los que han dado en llamarse tributos ambientales, a través de los
que se puede potenciar o desestimular determinadas prácticas, incentivándose
310
La protección del medio ambiente como fin extrafiscal del tributo: especial...
1
Esta tendencia de la jurisprudencia queda evidenciada en Cassazione Penale Sezione III, 10
novembre 1982, No. 2087: “la Costituzione, con l’art. 9 collega questi aspetti naturalistici
(paesaggio) e culturali (promozione dello sviluppo della cultura e tutela del patrimonio storico-
artistico) in una visione non statica ma dinamica, non meramente estetica od estrinseca,
ma di protezione integrata e complessiva dei valori naturali insieme con quelli consolidati
dalle testimonianze di civilità; allo stesso modo con l’art. 32 la salute viene elevata a diritto
fondamentale dell’individuo ed interesse della collettività; sotto altri profili si assicura al diritto
all’ambiente, in quanto espressione della personalità individuale e sociale, una adeguata
protezione; ambiente come sede della partecipazione (artt. 2, 3, 5); oggeto di difensa per
tutti (art. 24); sostrato necesario per l’apprendimento, l’insegnamento, l’arte, la scienza
(artt. 34, 35); limite alla propietà e all’iniziativa economica (artt. 35, 41, 42 ,43 ,44); oggeto
de coagularsi di force politiche (art 49)” y en la Ordinanza No. 184 del 9 giugno 1983, en la
que de igual forma la Corte Constitucional habla en una resolución de “tutela di beni rilevanti
311
Liana Simón Otero/ Orisel Hernández Aguilar
312
La protección del medio ambiente como fin extrafiscal del tributo: especial...
6
Artículo 127: “Es un derecho y un deber de cada generación proteger y mantener el ambiente
en beneficio de sí misma y del mundo futuro. Toda persona tiene derecho individual y
colectivamente a disfrutar de una vida y de un ambiente seguro, sano y ecológicamente
equilibrado. El Estado protegerá el ambiente, la diversidad biológica, los procesos ecológicos,
los parques nacionales y monumentos naturales y demás áreas de especial importancia
ecológica. El genoma de los seres vivos no podrá ser patentado, y la ley que se refiera a los
principios bioéticos regulará la materia […]”. Constitución de Venezuela, en Gaceta Oficial,
No. 5.453, de 24 de marzo de 2000.
313
Liana Simón Otero/ Orisel Hernández Aguilar
La propia naturaleza económica de los tributos trae consigo que, aun cuando
su fin pueda ser esencialmente recaudatorio, su instrumentación produzca
efectos más allá de la obtención de ingresos. En principio, estos efectos,
aunque necesariamente deben ser tomados en cuenta, poseen un carácter
secundario, y solo son valorados con el objetivo de no afectar el fin primordial:
la recaudación. En este sentido, Paton García sostiene que
“no es posible concebir un tributo que sea puramente recaudatorio y ajeno
a cualquier efecto no fiscal, como tampoco será posible encontrar tributos
exclusivamente extrafiscales, encontrándose en la práctica una mixtura del
fin recaudatorio y de los fines extrafiscales”.8
Ahora bien, cuando esos posibles efectos secundarios se convierten en el fin
principal del tributo, cuando su objetivo fundamental no es obtener ingresos,
7
Fernández-Rubio Legrá, A., “Derecho ambiental, democracia e instituciones políticas”, en
Revista Jurídica, Año 4, No. 8, julio-diciembre 2003, MINJUS, La Habana. p. 45.
8
Paton García, G., “Las políticas fiscales y el Estado de Bienestar”, disponible en http://www.
ual.es/congresos/econogres/docs/Institucional2/Paton.pdf
314
La protección del medio ambiente como fin extrafiscal del tributo: especial...
9
Varona Alabern, J. E., Extrafiscalidad y dogmática tributaria, Marcial Pons, Madrid, Barcelona,
Buenos Aires, 2009, p. 20.
10
Ibidem, p. 24.
315
Liana Simón Otero/ Orisel Hernández Aguilar
11
Idem, pp. 28 y 29.
316
La protección del medio ambiente como fin extrafiscal del tributo: especial...
principio según el cual quien perjudica el medio ambiente debe reparar el daño
causado mediante una aportación económica que financiará, de modo genérico o
específico, una parte del gasto ocasionado por la protección medioambiental”.12
Desde nuestro punto de vista, el establecimiento de los tributos ambientales
está marcado por el principio de capacidad económica, no basta que la activi-
dad contaminante sea lícita y que sea difícil evitarla a través de una sanción,
resulta imprescindible que esta sea indicadora de capacidad contributiva,
pues aun cuando el fin perseguido sea extrafiscal, el instrumento utilizado sí
es fiscal y por tanto tiene que adaptarse a los principios de justicia tributaria
que rigen esta materia. Sobre este aspecto, Jiménez Hernández sostiene que
“al diseñar un tributo cualquiera el legislador debe ser muy cuidadoso de
gravar una efectiva manifestación de capacidad contributiva, situación que
se complica en el caso de los tributos ambientales, ya que el hecho impo-
nible debe corresponder con una actividad nociva para el medio ambiente
que a la vez sea indicativa de una determinada capacidad económica”.13
Por este motivo es que precisamente es el principio de capacidad económica el
que fundamenta o sostiene la posibilidad de utilizar al tributo con fines ajenos
al fiscal, y no el argüido principio de quien contamina paga. Teniendo en cuenta
la finalidad perseguida podemos hablar de variantes de tributos ambientales:
• “Los denominados tributos ‘redistributivos’ o de ‘recuperación de costos’,
que han sido los primeros en implementarse con el objetivo de financiar
la protección ambiental mediante la recuperación de los costos públicos
ocasionados por el sujeto contaminante.
• Los más modernos, tributos ‘incentivadores’ o de ‘modificación de conduc-
tas’, que se establecen con la intención única de mejorar el comportamiento
ambiental de los productores y consumidores y sin ninguna intención de
obtener rendimientos.
• Los tributos que, aplicándose a productos o actividades contaminantes
o perjudiciales para el medio ambiente, se establecen con finalidad fun-
damental de aumentar la recaudación por esta vía. […] Se habla en estos
casos de ‘impuestos ambientales de finalidad fiscal’”.14
12
Soler Roch, M. T., “El principio de capacidad económica y la tributación medioambiental”,
en Tratado de Tributación Medioambiental, vol. I, Thompson - Aranzadi/Iberdrola, Pamplona,
2008, p. 101.
13
Jiménez Hernández, J., “El tributo ecológico y su carácter extrafiscal. Un estudio de las figuras
autonómicas”, en Impuestos, vol. I, Año 12, No. 1, 1996, p. 92.
14
Universidad Británica de Keele, disponible en www.keele.ac.uk, citado por Águila Carralero,
A. y J. Navarro Ricardo, “Consideraciones sobre la tributación ecológica como una alternativa
para la protección ambiental”, en Revista Cubana de Derecho Ambiental, Año I, No. 4, abril-
junio 2011, s/p.
317
Liana Simón Otero/ Orisel Hernández Aguilar
15
García Frías, Á., “Los fines extrafiscales en las tasas”, en Tasas y Precios Públicos en el
ordenamiento jurídico español, Instituto de Estudios Fiscales, Marcial Pons, Madrid, 1991,
p. 174.
16
Villegas, H. B., Curso de Finanzas, derecho financiero y tributario, Depalma, Buenos Aires,
2001, p. 101.
17
Fonrouge, G., Derecho Financiero, t. 2, Depalma, Buenos Aires, 1993, p. 992.
318
La protección del medio ambiente como fin extrafiscal del tributo: especial...
18
Valdés Costa, R., Curso de Derecho Tributario, Depalma, Themis, Marcial Pons, Buenos Aires,
Santa Fe de Bogotá, Madrid, 1996, pp. 159-160.
19
Pérez Royo, F., Derecho Financiero y Tributario. Parte General, Aranzadi, Navarra, 2010,
pp. 47-48.
319
Liana Simón Otero/ Orisel Hernández Aguilar
pues siguiendo esta regla el contribuyente solo debe aportar en la medida que
contamina y no según el fin incentivador que persiga la tasa.
En resumen, podemos sostener que los elementos cuantificadores de la tasa
ambiental no dependen del coste que la conducta contaminante provoque, sino
que se derivan de la finalidad perseguida y de los principios de justicia tributaria.
Otro aspecto controversial ha sido el fin o destino específico de las tasas
ambientales, aunque esto se debate en las tasas en sentido general, en este
contorno cobra mayor significación.
La doctrina latinoamericana ha fundamentado la división de las especies
tributarias basándose en dos aspectos básicos del tributo: “los elementos
constitutivos del presupuesto de hecho y el fin perseguido con su creación o
el destino de su producto”.20
Sobre el particular compartimos el criterio sostenido por Valdés Costa cuando
afirma:
“En cuanto al destino es indudable que integra la noción de tasas y contri-
buciones, ya que no se justificaría de modo alguno que la ley asignara el
producto de estos tributos a destinos ajenos a las necesidades del servicio
o la obra que constituyen su fundamento esencial por integrar su presu-
puesto de hecho. El desconocimiento de este requisito haría perder a la
prestación el carácter de tasa o de contribución”.21
Resulta digno resaltar que a este razonamiento se le ha criticado que el fin de
la tasa concluye con la recaudación, por lo que la asignación del ingreso forma
parte del Derecho presupuestario, no del Derecho tributario, y en corres-
pondencia, los recursos obtenidos a través de este tipo especial de tributo
deben ser destinados a financiar los gastos generales del presupuesto, sin
afectaciones particulares; también se ha argumentado que si se recauda más
cantidad de la necesaria para cubrir el gasto al que el producto de un tributo
se encuentra afecto, esto podría ocasionar problemas prácticos en la gestión
presupuestaria al recibir unas cantidades adicionales, que forzosamente deben
destinarse a un fin que ya se encuentra cubierto.22
A pesar de estos argumentos, apreciamos que las tasas, desde su propia
concepción, nacen ligadas a una actividad o servicio, por lo que el principio
de no afectación lo consideramos propio de los impuestos; en las tasas, el fin
20
Valdés Costa, R., Curso de Derecho Tributario, ob. cit., p. 91.
21
Ibidem, p. 92.
22
Vid. Villegas, H. B., Curso de Finanzas…, ob. cit., p. 92; Ferreiro Lapatza, J. J., Curso de Derecho
Financiero Español, Marcial Pons, Madrid, 1994, p. 93; y Sainz de Bujanda, F., Hacienda y
Derecho, Instituto de Estudios Fiscales, Madrid, 1963, p. 258.
320
La protección del medio ambiente como fin extrafiscal del tributo: especial...
23
Varona Alabern, J. E., Extrafiscalidad…, ob. cit., p. 43.
24
Villegas, H., Curso de Finanzas…, ob. cit., p. 98.
25
Giannini, A. D., Instituciones de Derecho Tributario, Editorial de Derecho Financiero, Madrid,
1957, p. 556.
26
Pérez Royo, F., Derecho Financiero…, ob. cit., p. 42.
321
Liana Simón Otero/ Orisel Hernández Aguilar
27
Valdés Costa, R., Curso de Derecho Tributario, ob. cit., p. 168.
28
Artículo 11 b), Constitución de la República de Cuba, publicado en Gaceta Oficial de la
República de Cuba, edición Extraordinaria No. 5, La Habana, 10/4/2019.
29
Artículo 13 f), Constitución de la República de Cuba, 2019.
322
La protección del medio ambiente como fin extrafiscal del tributo: especial...
323
Liana Simón Otero/ Orisel Hernández Aguilar
30
Estrategia Ambiental Nacional 2016-2020, recuperada de http://repositorio.geotech.cu/
jspui/bitstream/1234/2727/1/Estrategia%20Ambiental%20Nacional%202016-2020.pdf
[consultado en fecha 5 de mayo de 2020].
31
Artículo 27, Constitución de la República de Cuba, publicado en Gaceta Oficial de la República
de Cuba, edición Especial, La Habana, 24/02/1976; reformado por la Ley de Reforma
Constitucional, publicada en Gaceta Oficial de la República de Cuba, edición Extraordinaria
No. 9, La Habana, 13/07/1992, y por la Ley de Reforma Constitucional, publicada en Gaceta
Oficial de la República de Cuba, edición Extraordinaria No. 10, La Habana, 16/07/2002.
32
Ley No. 81, Del Medio Ambiente, publicada en Gaceta Oficial de la República de Cuba, edición
Extraordinaria No. 7, La Habana, 11/7/1997.
33
“Artículo 8: A los efectos de la presente Ley se entiende por:
Medio ambiente, sistema de elementos abióticos, bióticos y socioeconómicos con que
324
La protección del medio ambiente como fin extrafiscal del tributo: especial...
interactúa el hombre, a la vez que se adapta al mismo, lo transforma y lo utiliza para satisfacer
sus necesidades”. Ley 81, Del Medio Ambiente.
34
Chirino, A., Derecho constitucional a un ambiente ecológicamente sostenible, disponible en
ftp://10.2.71.212/FTP%20Derecho/5_Quinto/Derecho%20Ambiental/ [consultado en fecha
20 de febrero de 2008].
35
Vid. Prieto Valdés, M., “Las novedades de la Constitución cubana aprobada el 24 de febrero
de 2019”, en Cuadernos Manuel Giménez Abad, No. 17, 2019, pp. 58-59.
325
Liana Simón Otero/ Orisel Hernández Aguilar
36
Vid. Simón Otero, L., “El deber de contribuir como fundamento del Sistema Tributario: un
reto para el constitucionalismo cubano”, en Boletín de Actualidad Tributaria, Boletín No.
7/2013, ISSN 0210-2919, pp. 42-46.
37
“ARTÍCULO 62.- Corresponde al Ministerio de Finanzas y Precios, oído el parecer del Ministerio
de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente y demás órganos y organismos correspondientes,
determinar los aranceles e impuestos que resulten convenientes para la protección del medio
ambiente”.
38
“ARTÍCULO 63.- Sobre la base de las políticas y disposiciones que se establezcan, derivadas
de los artículos anteriores, podrán adoptarse, entre otras, las medidas siguientes:
a) Reducción o exención de aranceles a la importación de tecnologías y equipos para el control
y tratamiento de efluentes contaminantes;
b) Reducción o exención de aranceles a la importación de materias primas o partes necesarias
para la fabricación nacional de equipos o instrumentos destinados a evitar, reducir o
controlar la contaminación y degradación ambiental;
c) Autorización, en casos excepcionales, de la depreciación acelerada de inversiones realizadas
en el desarrollo, compra o instalación de equipos, tecnologías y procesos que favorezcan
la protección del medio ambiente;
d) Otorgamiento excepcional de beneficios fiscales o financieros a determinadas actividades
que favorezcan el medio ambiente”.
326
La protección del medio ambiente como fin extrafiscal del tributo: especial...
39
Valdés Lobán, E., La imposición sobre el consumo en Cuba. Valoración crítica y propuesta de
reforma, Publicaciones Universidad de Alicante, Alicante, 2002, p. 318.
327
Liana Simón Otero/ Orisel Hernández Aguilar
40
Ibidem, p. 319.
41
La primera resolución fue dictada en esta fecha, aun cuando la Ley No. 73/94 establecía en su
disposición final primera que el impuesto por la explotación y utilización de los recursos naturales
y para la conservación del medio ambiente entraría en vigor en 1995. Nótese que en este precepto
ni siquiera se utiliza correctamente el nombre del tributo, técnica legislativa poco feliz.
328
La protección del medio ambiente como fin extrafiscal del tributo: especial...
42
Valdés Lobán, E., La imposición sobre el consumo , ob. cit., p. 319.
43
Vid. artículo 15, inciso a), de la Constitución de la República de Cuba, en Gaceta Oficial de la
República de Cuba, edición Extraordinaria No. 3, de fecha 31 de enero de 2003, p. 10.
44
Aun cuando la Ley 73/94 establece en su artículo 11, inciso c), que la tasa es el tributo por
el cual el obligado a su pago recibe una contraprestación de servicio o actividad por parte
del Estado, en sus artículos 64, 65 y 66 regula una Tasa por la Radicación de Anuncios y
Propaganda Comercial en los espacios públicos o privados con proyección pública.
45
Los lineamientos establecen que: “El sistema tributario debe avanzar gradualmente en
amplitud para elevar su eficacia como elemento redistribuidor del ingreso, a la vez que
contribuya a la aplicación de políticas encaminadas al perfeccionamiento del modelo de
gestión económica; El sistema tributario estará basado en los principios de la generalidad y la
equidad de la carga tributaria. En su aplicación se tendrá en cuenta la capacidad económica de
los sujetos obligados a su cumplimiento y las características de los territorios. Se establecerán
mayores gravámenes para los ingresos más altos, a fin de contribuir, también por esta vía, a
atenuar las desigualdades entre los ciudadanos”. Información sobre el resultado del Debate
de los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución, La Habana,
2011, p. 11.
329
Liana Simón Otero/ Orisel Hernández Aguilar
46
La propia Ley No. 113/12 estableció en su Disposición Transitoria Cuarta que “La aplicación
de los tributos establecidos en el Libro Segundo, Título VIII de la presente Ley, ‘Tributación
por el Uso o Explotación de Recursos Naturales y para la Protección del Medio Ambiente’,
se realizará gradualmente al año posterior de su entrada en vigor, en tanto, mantienen su
vigencia las disposiciones del Ministro de Finanzas y Precios referidas al Impuesto sobre la
Utilización o Explotación de los Recursos Naturales y para la Protección del Medio Ambiente,
en lo concerniente a la explotación y conservación de los recursos forestales, naturales y
artificiales, y la fauna silvestre, y por el Uso y Explotación de la Bahía de La Habana”. En la
actualidad, a través de la Ley No. 119, Ley del Presupuesto del Estado para el año 2015, de
fecha 19 de diciembre de 2014, de una forma u otra entraron en vigor todos los tributos que
conforman el referido Título VIII.
47
No me refiero al derecho de superficie, ya que evidentemente estamos en presencia de un
derecho real.
330
La protección del medio ambiente como fin extrafiscal del tributo: especial...
48
En contra se ha aducido lo regulado por la Ley No. 76/94 en su artículo 79 inciso c): “Como
negación de la naturaleza tributaria de esta exacción, aparece la idea del pacto entre las partes
[…] Al dejarse la posibilidad de que la cuantía del gravamen se modifique en virtud de los
intereses de las partes, se aleja mucho de poder configurar este gravamen en correspondencia
con los principios que ordenan el deber de contribuir. Por ello se nos asemeja más esta figura a
un acto de naturaleza privada”. Vid. López Clevó, A. E., “La actividad minera a cielo abierto en
Cuba como materia imponible de la tributación orientada a la protección del Medio Ambiente”,
inédito, 2013, p. 64. En nuestra defensa podemos argumentar que el referido artículo regula
la base imponible de la potencial tasa y la referencia a “el valor que expresamente se pacte”
puede interpretarse como “el método de determinación de la base que expresamente se
pacte”, lo que no sería descabellado si tenemos en cuenta que la sujeción al método de
presunción directa en principio es voluntaria; aunque por supuesto reconocemos la mala
regulación de la norma analizada, lo que tiende a la profusión de interpretaciones diversas.
49
La Ley No. 113/12 estableció en su Disposición Especial Primera: “Se faculta al Consejo de
Ministros para establecer otros tributos y modificar o actualizar los hechos imponibles de los
ya previstos, por el uso o explotación de recursos naturales y para la protección del medio
ambiente, cuando las condiciones así lo aconsejen”. No podemos dejar de tener en cuenta las
amplias facultades que en materia tributaria esta propia Ley le otorga al gobierno cubano; aun
cuando haya avanzado mucho en la configuración de los elementos principales del tributo,
la ausencia del Principio de Reserva de Ley en nuestra realidad constitucional se hace sentir.
331
Liana Simón Otero/ Orisel Hernández Aguilar
enuncia la denominación del título que las agrupa, porque como en el resto
de los casos analizados, no siempre se grava la capacidad contaminante y la
ausencia de tipos impositivos progresivos evidencia la incapacidad de estos
tributos para influir en las conductas agraviantes del sujeto pasivo.50
Conclusiones
La evolución de la regulación constitucional de los contenidos ambientales ha
experimentado una evolución ascendente, que ha llegado a su reconocimiento
como derecho y deber fundamental de los ciudadanos y deber del Estado.
La Constitución cubana presenta una regulación del medio ambiente que
requiere, a la luz de las transformaciones sociales, económicas y políticas de
la sociedad, un perfeccionamiento que permita su mejor ajuste a la naturaleza
alternativa de su proyecto social socialista.
El régimen tributario desempeña un papel fundamental como garantía del
derecho a un medio ambiente sano, pues el fin extrafiscal del tributo permite
influir en la conducta del sujeto estimulando procederes menos contaminantes.
Las actividades que pueden resultar perjudiciales al medio ambiente, general-
mente conllevan la utilización o aprovechamiento especial del dominio público,
es por esto que las tasas, como tributo cuyo hecho imponible prevé este tipo
de situaciones, cobra un lugar especial dentro de la tributación ambiental.
En Cuba, aun cuando se regulan algunas tasas, formalmente denominadas
impuestos, con el fin expreso de proteger el medio ambiente, desde el punto
de vista de su estructura no podemos defender que se trate de tributos
ambientales propiamente dichos, pues en principio no se grava solo la capa-
cidad contaminante, ni sus elementos cuantificadores están diseñados para
modificar la conducta del sujeto pasivo; de ahí la necesidad de perfeccionar
nuestro ordenamiento en este sentido.
50
También resulta digno resaltar las regulaciones de los artículos 88, inciso k), relativo al
Impuesto sobre Utilidades; y 344 y 345, relativos a la Tasa por radicación de anuncios y
propaganda comercial, todos de la Ley No. 113/12, además del supuesto previsto en la Ley
No. 118, en su artículo 36, apartado 4, los que permitirían afirmar que estamos ante tributos
ambientales impropios.
332
Estudios de impacto ambiental y derechos
de la naturaleza en Ecuador
Introducción
A diferencia de las ramas tradicionales del Derecho, el Derecho ambiental se ha
desarrollado partiendo de principios generales hasta su formulación y expresión
normativa mediante las leyes de diferente jerarquía y materias; dicho de otra
manera, mientras en sectores como el Derecho civil o el Derecho penal los
principios fueron y son en su mayoría resultado de la interpretación o aplicación
de las normas jurídicas, en el Derecho ambiental el proceso ha sido al revés.
Primero han sido formulados los principios en declaraciones, tratados, con-
venios o documentos internacionales sobre la materia, y luego se ha pasado
a su expresión normativa en los ordenamientos jurídicos nacionales. Como
afirma R. Gorosito:
“... en el campo del Derecho ambiental la exposición sistemática de los
principios ha precedido, cronológicamente, a la producción normativa
propiamente tal”.1
Uno de esos principios que deben regir la aplicación de las normas del Derecho
ambiental es el de prevención, en virtud del cual, toda acción humana capaz de
causar un impacto perjudicial significativo en el ambiente debe estar precedida
de un estudio de impacto ambiental, exigencia que fue formulada por primera
vez de manera expresa en una ley aprobada por el Congreso de Estados Unidos
en 1969, la que se considera pionera en su género, y a partir de la cual esa
exigencia se expandió al resto del mundo en un tiempo relativamente breve.2
333
Diego Paúl Viteri Núñez
3
Un análisis crítico de los alcances y limitaciones de la NEPA puede verse en Davis, Robert, “25
años de NEPA. Cómo funciona, sus fortalezas y debilidades”, Estudios Públicos, No. 61/1996,
pp. 77-114.
4
Ver https://www.whitehouse.gov/sites/whitehouse.gov/files/ceq/NEPA_full_text.pdf. Purpose
Sec. 2 [42 USC § 4321]. The purposes of this Act are: To declare a national policy which will
encourage productive and enjoyable harmony between man and his environment; to promote
efforts which will prevent or eliminate damage to the environment and biosphere and stimulate
the health and welfare of man; to enrich the understanding of the ecological systems and natural
resources important to the Nation; and to establish a Council on Environmental Quality.
5
ONU, Río de Janeiro, 1992.
334
Estudios de impacto ambiental y derechos de la naturaleza en Ecuador...
6
Constitución de la República del Ecuador, Registro Oficial de 20 de octubre de 2008.
335
Diego Paúl Viteri Núñez
7
Foy Valencia, Pierre y Walter Valdez Muñoz, Glosario Jurídico Ambiental Peruano, Academia
de la Magistratura, Lima, 2012. Para estos autores, Estudio de impacto ambiental: “Documento
de evaluación ambiental de aquellos proyectos de inversión cuya ejecución puede generar
impactos ambientales negativos significativos en términos cuantitativos o cualitativos”, p. 206.
8
Véase al respecto de la importancia de la distinción a Drnas de Clément, Zlata, “Elementos
esenciales del principio de precaución ambiental”, en Zlata Drnas de Clément (coord.), El
principio de precaución ambiental la práctica argentina, Lerner Editora, Córdoba, Argentina,
pp. 66-67.
336
Estudios de impacto ambiental y derechos de la naturaleza en Ecuador...
9
Espinoza, Guillermo, Fundamentos de la evaluación de impacto ambiental, Banco
Interamericano de Finanzas y Centro de Estudios del Desarrollo, Santiago de Chile, 2001,
p. 33.
10
Bustamante Alsina, Jorge, Derecho Ambiental. Fundamentación y normativa, Abeledo-Perrot,
Buenos Aires, 1996, p. 101.
11
Ecuador. Ministerio del Ambiente, Acuerdo No. 169/2012. Dispónese que en relación
a la rectoría de las políticas públicas ambientales, fundamentales y necesarias para
la gestión ambiental, se expiden los principios y definiciones. Registro Oficial de 7
de marzo de 2012.
337
Diego Paúl Viteri Núñez
12
López Sela, Pedro y Alejandro Ferro Negrete, Derecho Ambiental, Iure Editores, México,
2006, p. 254.
13
Andaluz Westreicher, Carlos, Manual de Derecho Ambiental, Proterra, 1999, p. 436.
14
Aguilar, Gretel y Alejandro Iza, Manual..., ob. cit., p. 156.
15
Verna Coronado, Vito, “Tres áreas en la evolución de la regulación del impacto ambiental”,
Revista de Derecho PUCP, No. 70/2013, p. 69.
338
Estudios de impacto ambiental y derechos de la naturaleza en Ecuador...
16
Fundación Aldea, La amenaza del Decreto Ejecutivo 751 a la supervivencia de los Pueblos
Indígenas en Aislamiento Tagaeri Taromenane, Fundación Aldea, Quito, 2019.
17
Ongay Delhumeau, Enrique, “Las evaluaciones ambientales y la delimitación de la
responsabilidad jurídica”, en AA.VV., La responsabilidad jurídica en el daño ambiental, UNAM/
PEMEX, México, 1998, p. 142.
340
Estudios de impacto ambiental y derechos de la naturaleza en Ecuador...
18
Artículo 14.
19
Viciano Pastor, Roberto y Rubén Martínez Dalmau, “Presentación. Aspectos generales
del nuevo constitucionalismo latinoamericano”, en El nuevo constitucionalismo en América
Latina, CCE, Quito, 2010, pp. 26-28.
20
Dávalos, Pablo, “Sumak kawsay y Estado Plurinacional”, disponible en https://www.puce.
edu.ec/documentos/CuestionessobreelSumakKawsay.pdf, p. 2.
21
Artículo 15.
341
Diego Paúl Viteri Núñez
debiendo repetir contra el causante del daño para que cumpla las obligaciones
que exige la reparación integral, que incluye tanto a las personas naturales y
jurídicas como a los servidores públicos si fiera el caso. Desde el punto de vista
procesal, cualquier persona natural o jurídica, colectividad o grupo humano
puede ejercer las acciones legales y acudir a los órganos judiciales y admi-
nistrativos, sin perjuicio de su interés directo, para obtener de ellos la tutela
efectiva en materia ambiental, incluyendo la posibilidad de solicitar medidas
cautelares que permitan cesar la amenaza o el daño ambiental materia de
litigio. La carga de la prueba sobre la inexistencia de daño potencial o real
recaerá sobre el gestor de la actividad o el demandado.
Las normas y los principios constitucionales mencionados tienen su desarrollo
en la legislación vigente, y en particular en el Código Orgánico del Ambiente,22
que establece el marco regulatorio general, con el objeto garantizar el derecho
de las personas a vivir en un ambiente sano y ecológicamente equilibrado,
así como proteger los derechos de la naturaleza para la realización del buen
vivir o sumak kawsay.23 Otras leyes anteriores y posteriores al Código tam-
bién contienen disposiciones aplicables a los estudios de impacto ambiental,
donde se determina cuándo deben hacerse, en qué casos proceden, quién
debe hacer el estudio y su finalidad.
22
Registro Oficial de 12 de abril de 2017.
23
Artículo 1.
24
Registro Oficial de 7 de julio de 1964, vigente.
342
Estudios de impacto ambiental y derechos de la naturaleza en Ecuador...
25
Registro Oficial de 30 de julio de 1999, derogada.
26
Registro Oficial de 29 de enero de 2009, vigente.
27
Registro Oficial de 7 de marzo de 2012, vigente.
343
Diego Paúl Viteri Núñez
344
Estudios de impacto ambiental y derechos de la naturaleza en Ecuador...
28
Reglamento al Código Orgánico del Ambiente, Decreto Ejecutivo No. 752/2019, Registro
Oficial de 12 de junio de 2019.
346
Estudios de impacto ambiental y derechos de la naturaleza en Ecuador...
Conclusiones
Los estudios de impacto ambiental se realizan con una proyección de futuro,
analizando las posibles afectaciones que puede tener sobre el ambiente y el
entorno natural la ejecución de una obra o proyecto, y proponiendo conse-
cuentemente acciones para prevenirlos, mitigarlos o corregirlos durante la
ejecución u operación del proyecto. Con una finalidad distinta existen los
proyectos de evaluación ambiental, que se realizan a posteriori de la puesta
en marcha de la obra o proyecto, y buscan determinar qué daños se han
producido efectivamente y qué acciones se han tomado o deben tomarse
para remediarlos.
Así, mientras el estudio de impacto ambiental es un requisito para que las
autoridades públicas competentes autoricen la ejecución de la obra o proyecto
previsto por el concesionario, la evaluación de impacto ambiental constituye
un requisito para su continuidad, de manera tal que si el estudio no es apro-
bado, no se autoriza el avance de las acciones del contratista, mientras que si
la evaluación resulta negativa, se puede imponer diferentes tipos de sanciones,
además de la ejecución de un plan de remediación ambiental de los daños.
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Diego Paúl Viteri Núñez
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