5to AÑO Terrorismo

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VIOLENCIA SOCIAL Y POLITICA

Cabe recordar que la evolución del fenómeno sangriento del terrorismo en el Perú es a partir de
1980 cuya máxima representatividad se encuentra en un grupo denominado Sendero Luminoso, pero
no solo Sendero Luminoso es la única expresión de terrorismo en el Perú sino que también El MRTA
(Movimiento Revolucionario Túpac Amaru), estas dos representaciones tiene su historia sus
inicios ,su expansión y su caída con el desarmamiento de sus campamentos, la ruptura de su
organización, la operación Chavín de Huantar y la captura de sus líderes.
La estrategia de terror que estos grupos impartieron por medio de la violencia a lo largo de 14 largos
años el Perú estuvo sujeto a dos sangrientos grupos que causaron terror, desolación y muerte; la
vida de los ciudadanos no tenía ningún valor, la muerte asechaba en el interior de sus casa, en la calle
o en el campo ya que estos se convirtieron en campos de batalla donde se derramaba sangre
inocente, arrasaron con vidas humanas, con la economía nacional, la cultura, la libertad, los valores
culturales y étnicos.
Sendero Luminoso y el MRTA fueron causantes de de la muerte de 26829 personas inocentes de
pérdidas económicas que superan los 26 millones de dólares; en una manera arbitraria e ilusoria
carrera de tomar el poder por la violencia, valiéndose de todos los medios a su alcance y de todas las
formas de lucha que iban en contra de la leyes peruanas y mundiales.
La concepción del equilibrio estratégico para la fanatizada idea terrorista estaba en un punto medio,
ellos consideraban tener la capacidad y condiciones para desarrollar las primeras acciones de una
Guerra Irregular , internándose en la misma medula de la sociedad aunque Sendero Luminoso y el
MRTA eran distintos bandos aunque eran rivales y se mataban entre si, tenían distintas forma de
pensar, distintas ideologías y distintas formas de matar unas más sangrientas que otras pero una
cosa llevaban en común algo los dos tenían la misión de poseer al Perú por medio del terror y la
violencia..
La guerra civil peruana duró 14 años, desde 1980 hasta aproximadamente 1994; aunque en 1992,
después de la captura del principal cabecilla senderista Abimael Guzmán, las acciones comenzaron a
decrecer. Pero se considera que duró hasta 1994 porque en ese año las cosas empezaron a volver a la
normalidad y se generó un crecimiento económico sin precedentes gracias principalmente a la
mengua de las acciones terroristas.
En 1996 el MRTA dio un manotazo de ahogado con la toma de la residencia del embajador japonés en
Lima, pero una brillante acción de las Fuerzas Especiales de nuestro país recuperó a los rehenes con
la lamentable muerte de tres personas (el enemigo fue aniquilado). Una acción que los americanos
trataron de minimizar porque solo ellos se creen capaces de una acción así; como ocurrió en Waco
por ejemplo, o como evitaron los atentados en el World Trade Center y en Oklahoma.
Además, porque previamente a la toma de la residencia, un plan de toma del Congreso fue
desbaratado y sus autores encarcelados, y entre ellos se encontraba una terrorista norteamericana
de New York llamada Laurie Berenson.
Los terroristas no eran gente inculta ni mucho menos, pero trataron de incursionar desde el campo.
Los pobres y campesinos del Perú los rechazaron casi desde el comienzo.
En 1993, un grupo de campesinos de una zona olvidada llamada Uchuraccay asesinó a ocho periodistas
de izquierda que llegaron a la zona a hacer un reportaje sobre el avance del terrorismo, los mataron
por ser blancos, seguramente por ser de izquierda y por el terror que los campesinos sentían por los
camaradas. Es decir, al confundirlos con terroristas, los aniquilaron.
Los terroristas siempre ingresaron a los pueblos con arengas e instrucciones difíciles de cumplir por
los campesinos, así como con ideologías difíciles de tragar, los campesinos eran asesinados con saña y
cólera y sobre todo con racismo (diciéndoles con palabras soeces, entre otras cosas afectándoles
psicosocialmente, socialmente, moralmente).
El ejército, presente en esas zonas durante siglos, era una figura aceptada, y gran porcentaje de la
población en esas zonas, ha hecho el servicio militar, que en nuestro país sólo cumplen los pobres, los
indios, los negros, jamás los jóvenes de clase media.
Algunos de los licenciados del ejército en las zonas del campo, con ayuda militar, formaron rondas
campesinas de autodefensa que fueron fundamentales para la derrota del terrorismo.
La Comisión de la Verdad y Reconciliación
"La historia que aquí se cuenta habla de nosotros, de lo que fuimos y de lo que debemos dejar de ser.
Esta historia habla de nuestras tareas. Esta historia comienza hoy", dijo el presidente de la
Comisión de la Verdad y Reconciliación, Salomón Lerner, al presentar el informe final de su grupo
que reveló cifras de muerte y violencia de una guerra interna que azotó al Perú. Cifras que nadie
quería escuchar, pero que se deben asumir para que nunca más esos hechos vuelvan a ocurrir.
El informe final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación es, ante todo, una invitación a la
reconstrucción social que tenemos que hacer de la historia vivida. Un destacado especialista ha
señalado en reiteradas ocasiones que a lo que aspiran las Comisiones de la Verdad es -apenas- a
establecer las fronteras de lo que no puede en ningún caso ser negado.
No se puede ni se podrá negar que hubiera miles de muertos a causa de las acciones de un grupo
dogmático y terrorista, por un lado, y de respuestas desmesuradas del Estado, por otro. Tampoco se
podrá negar que el proceso vivido tuvo que ver con profundas brechas y exclusiones.
Las víctimas
Prueba de este abandono y exclusión social es que el 79 por ciento de las más de 69 mil víctimas
fatales del terrorismo vivían en las zonas rurales y el 75 por ciento tenían el quechua y otras lenguas
nativas como su idioma materno
Si bien la CVR recibió reportes sobre 23,969 peruanos muertos y desaparecidos, sobre esta cifra se
aplicó la Estimación de Múltiples Sistemas. Dicha metodología de cálculo y estimación estadística -
que se utilizó en casos recientes como los de Guatemala y Yugoslavia- permite afirmar que la cifra
total de víctimas fatales del conflicto sería 2,9 veces más esa cantidad: 69,280 personas.
Las responsabilidades
Gastón Garatea, miembro de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR), manifestó que el gran
pecado del Perú ha sido la indiferencia frente a los hechos de violencia que vivimos en las últimas
dos décadas.
"El informe final de la CVR reclama que todos los peruanos nos preguntemos dónde estuvimos y qué
hicimos cuando esos hermanos morían", comentó. .
Debemos señalar que la CVR ha hecho bien en rechazar las versiones que señalaban que ambos lados
(militares - terroristas) eran igualmente responsables de la guerra sucia, ya que ambos habían
cometido por igual atrocidades.
Esta versión inexacta de lo que ocurrió ha quedado denunciada por las investigaciones de la CVR, que
asignan al senderismo la responsabilidad del 54 por ciento de las violaciones de derechos humanos
acaecidas en la guerra interna.
Esto no quiere decir que se exonere de culpa a las fuerzas militares por la violencia que emplearon
contra el terror, pero sí las colocan en su real dimensión y también las condenan.
A los militares se les atribuye casi la tercera parte del total de las víctimas reportadas a la CVR.
Los ataques
Las voces que trataron de empañar el trabajo de la Comisión de la Verdad, calificándola de
'prosenderista' y acusándola de dividir al país con su labor no se hicieron esperar, ganando espacio
en las portadas de algunos diarios locales. Pero al final, incluso antes del 28 de agosto, los mismos
miembros de la CVR se encargaron de desmentir aquellas acusaciones, dejando en claro las
responsabilidades del terrorismo.
"Ante todo, es necesario ratificar que el conflicto armado fue provocado por el Partido Comunista
del Perú Sendero Luminoso, pese a que había entonces condiciones democráticas abiertas. En el
contexto del conflicto armado interno que se desarrolló mediante un uso creciente del terror por
parte de PCP-SL, el Estado democrático tenía la obligación de defenderse y de recurrir a las
fuerzas del orden", dijo Salmón Lerner en la presentación del Informe Final.
Reparaciones y reconciliación .
El país se enfrenta ahora una segunda etapa del proceso, que pasa antes por la verdad y luego por la
justicia. Por tal motivo, resultan importantísimos esos 73 casos que la CVR deja en manos de la
Defensoría del Pueblo para su denuncia ante el Ministerio Público.
Por su parte, el presidente Alejandro Toledo se pronunció el 22 de noviembre -casi luego de tres
meses- sobre el Informe Final de la CVR e hizo un anuncio de reparaciones a las víctimas de la
violencia mediante el Plan de Paz y Desarrollo.
A través de este programa se destinará 2,845 millones de nuevos soles a las zonas más afectadas
por la violencia.
Más allá de reparaciones económicas, lo que necesitan hoy más que nunca miles de peruanos víctimas
del terrorismo es encontrar las respuestas para entender por qué les tocó vivir toda esa barbarie. A
todos los peruanos nos toca asumir algo de responsabilidad por el dolor y el sufrimiento de esos
veinte años. Y es que la verdad es una sola para todos.

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