Fang vive para dos cosas, follar y pelear.

Expulsado de su
manada por perder su título como Alfa hace años, Fang ahora es
un luchador ilegal en jaula que llega a fin de mes. Su rutina se
hace añicos cuando el hombre que le perdonó la vida en el
pasado le pide ayuda.
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Shane ha pasado la última década manteniendo unida a su
diezmada manada de inadaptados. Está a punto de
desmoronarse, pero la ayuda poco probable llega en forma de
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un alfa pródigo. Los besos y caricias de Fang son capaces de
quemarlo por dentro y por fuera, pero algunos pecados son
demasiado graves para perdonarlos. Por separado, son dos lobos
destrozados, pero juntos podrían convertirse en algo formidable.
Cuando los enemigos comienzan a acercarse, ¿pueden los dos
hombres reconciliar sus diferencias y tener una oportunidad de
amor y redención?
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 DEDICATORIA

A mis increíbles lectores, gracias por su apoyo. Espero que

disfrutes de Alfa Pródigo tanto como a mí me encantó escribirlo.
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 Capítulo uno

Hace diez años

Fang tiró de su corbata, aflojándola para poder respirar mejor.

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Dios, se sentía como una maldita soga.
Cuando eso no ayudó, bajó la ventanilla. El aire helado de la
montaña sopló en su rostro como una bofetada. A juzgar por los
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vehículos que abarrotaban el estacionamiento, todos ya estaban
aquí.
Cerró los ojos e imaginó a toda la gente reunida en la casa de
la manada a un par de pies de él. Sus pulmones se contrajeron.
Fang comenzó a hiperventilar.
Mierda. Esto no funcionaría. Todos los depredadores allí
dentro olerían el sudor y el miedo de él y llegarían a la misma
conclusión: Fang era carne muerta andante. ¿Qué daría por
conducir lejos de aquí, con destino desconocido, lejos de sus
obligaciones y responsabilidades?
La libertad tenía un sabor dulce en su lengua, excepto que
unas cadenas invisibles lo arrastraban hacia abajo. El hijo de un
alfa no corría, especialmente no un Red Mane, incluso si Fang
era un lobo roto.
 Un golpe en la puerta del coche lo sacó de sus sueños diurnos.
Drake lo saludó con una estúpida sonrisa en el rostro. Sus otros
cuatro mejores amigos se quedaron atrás, dando a Fang y Drake
su momento.
Talon, Joker y Claw parecían genuinamente felices de verlo,
como si no se hubieran visto en años, no en días. Sin embargo,
Fang siempre había sido un buen juez de carácter. Debajo de sus
sonrisas había preocupación y miedo. Solo Razor parecía
sombrío, pero Fang también lo haría, si pudiera ver fantasmas.
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Fang creció con estos tipos y conocía a cada uno de estos
bastardos leales de adentro hacia afuera. Se mantuvieron a su
lado, le defendieron de los matones que pensaban que era una
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presa fácil.
—¿Vas a sentarte en tu coche toda la noche? —Gritó Drake.
No más retrasar esto entonces. Enderezó los cierres invisibles
de la chaqueta de su traje y salió. Sus zapatillas crujían sobre la
hierba muerta y la tierra.
El terror se enroscó dentro de él. Como siempre, su bestia
interior permaneció en silencio, nunca allí cuando a Fang le
vendría bien un impulso de coraje.
—Tengo algo para ti, —dijo Drake, metiendo una mano en su
chaqueta y sacando una petaca.
Drake siempre supo exactamente lo que necesitaba, no
palabras de condolencias escritas en un guión o sonrisas falsas,
sino coraje líquido.
—Drake, ¿tienes más para el resto de nosotros? —Joker llamó.
 Tener a sus amigos ayudando alivió el nudo en su estómago
de alguna manera. Fang aceptó el frasco y murmuró un —
Gracias—. Después de destapar el frasco, tomó un largo trago,
saboreando el ardor del alcohol en su garganta.
—Jesús, más despacio. Toma pequeños sorbos o tu papá lo
olerá en tu aliento, —se quejó Drake.
—Él lo va a oler de todos modos, —respondió Fang. Haciendo
caso omiso de la mirada de Drake, se lo bebió todo y se secó los
labios con el dorso de la mano. —¿Nada más?
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—Consíguelo, Fang, —siseó Drake en voz baja.
Un automóvil patinó y se detuvo detrás del oxidado Mustang
de Fang. Eran un par de compañeros miembros de la manada.
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Le dieron a su grupo una mirada fulminante antes de
desaparecer dentro de la casa.
—Amigo, ¿vamos a entrar o no? Van a empezar a hablar, —
señaló Talon.
Fang solo tenía sus ojos puestos en Drake. Todos eran amigos
de la infancia, pero Drake era diferente. Drake siempre se lo
decía directamente, aunque Drake también tenía sus defectos. Su
primer mejor amigo parecía creer que Fang era más fuerte de lo
que realmente era.
—Dímelo claro, —dijo, escuchando la súplica en su voz y
odiándola al mismo tiempo.
Un futuro alfa no permitió que se mostrara ni una pizca de
debilidad. Futuro Alfa. Eso fue una risa, una broma cruel. Como
primogénito de su padre, esperaban que asumiera ese manto. La
incapacidad de Fang para transformarse en el mortal lobo Red
Mane había apagado esa vela de esperanza hace mucho tiempo.
—Han estado haciendo apuestas, —aventuró Drake.
Fang tenía miedo de preguntar sobre qué. Su muerte a manos
de su padre, tal vez. Fang miró fijamente la casa de la manada y
lo que había más allá.
Un par de cabañas, esta montaña, los bosques circundantes y
la ciudad al pie de ella formaban el territorio de Red Mane.
Todo pertenecía a su padre. Estas tierras y el liderazgo de la
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manada habrían pasado a su hermano menor Clay, pero Clay
había muerto, desangrado por el aquelarre de vampiros que se
había instalado en la ciudad.
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Fang sintió que los demás se acercaban.
—¿Qué tengo que hacer?
Solo Razor tenía una respuesta.
—Ve a ver a tu hermano.
—¿Tú…? —Fang vaciló. Razor vio su habilidad para ver a los
muertos como una maldición y eso hizo que Razor pareciera
mayor que el resto de ellos.
Razor negó con la cabeza.
—No veo el fantasma de Clay merodeando.
No quedaba nada por decir. Tenía a sus amigos. Si la mierda
bajaba, lo respaldarían, excepto ¿qué podían hacer seis
adolescentes contra una manada completa formada por lobos
poderosos y veteranos?
—Terminemos con esto, —decidió Fang.
 En el mejor de los casos, su padre lo ignoraría y fingiría que
Fang no era su hijo. En el peor de los casos, su padre maldeciría
su existencia y lo usaría como un saco de boxeo. No sería la
primera vez. Al menos su madre ya no estaba para ver cómo
iban sus hijos, uno muerto y otro pronto por seguir.
Se dirigió a la casa, pero Drake lo detuvo una vez más cerca de
la puerta principal.
—Fang, necesito advertirte. Shane está ahí.
El gruñido de Fang murió en su garganta cuando alguien del
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interior abrió la puerta. Las conversaciones se detuvieron. No
todas, pero algunas. La mayoría de los compañeros de manada
lo consideraban con una mezcla de diversión y desdén.
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Agradecido por su grupo, Fang navegó por las aguas
envenenadas, ignorando miradas, risitas y miradas de odio. Solo
un hombre no lo miró a su llegada. Oh, su padre sabía que Fang
había llegado, pero el bastardo no reconocería su presencia.
Su padre se había colocado en una esquina de la habitación,
cerveza en mano mientras hablaba en voz baja a Brody, uno de
sus ejecutores.
Fang los conocía a todos. En algún momento de su vida, todos
los ejecutores de su padre habían tratado de convertirlo en un
hombre, un luchador digno del hijo del Alfa. Todos habían
fallado. Fang había estado en el extremo receptor de sus puños y
garras. Su cuerpo todavía tenía algunas de sus cicatrices, y esta
noche, ganaría otras nuevas.
Shane no estaba lejos de su padre Brody, cinco años mayor que
él y ya era un soldado de manada. Todos siempre dijeron que
Shane seguiría los pasos de su padre. Nadie dudaba de Shane de
la manera en que juzgaban a Fang.
Fang se habría contentado con vivir su vida lejos de la
manada, olvidar toda su educación y pretender ser otra persona.
Pero su hermano había muerto; la ley de la manada declaró que
Fang vengara a su hermano y tomara el lugar de su padre.
Al diablo con el deber.
Fang no era tan fuerte como su hermano. Moriría luchando
contra Shane.
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Todavía tenía muchas ganas de vivir.
Drake y los demás retrocedieron, probablemente sabiendo que
tenía que hacer esto por su cuenta. Su padre a menudo lo
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acusaba de aferrarse a sus amigos y de no poder mantenerse en
pie. La mirada de Fang se detuvo en la urna sobre la mesa.
Según Drake, su padre había decidido incinerar a Clay en
lugar de dejar a Clay junto a la tumba de su madre en los
cementerios de la manada. Naturalmente, su padre no había
consultado a Fang, había tomado esa decisión por su cuenta.
Fang sofocó la ira que hervía dentro de él. Cada depredador
podía oler la ira, la excitación o cualquier emoción intensa. La
rabia no lo llevaría a ninguna parte en una habitación llena de
gente que podría golpearlo hasta sangrar.
—Lo siento, —le murmuró a su hermano.
No es que Clay pudiera oírlo. El pecho de Fang se apretó. No
se sintió mejor.
Se le erizó el vello de los brazos y se dio la vuelta, no
queriendo un depredador a su espalda.
 —Entonces, regresaste, —dijo su padre con los ojos planos.
El Alfa de los Red Mane no necesitaba levantar la voz: todos
los que estaban allí escucharon. La habitación se volvió
mortalmente silenciosa.
—Vine a presentar mis respetos a Clay y vengarlo.
La risa, fea y discordante, salió de la garganta llena de
cicatrices de su padre.
—¿Tú? ¿Qué puede hacer un enano? Ni siquiera puedes
cambiar.
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—Estoy tomando clases de defensa personal, —respondió
concisamente.
Fang se maldijo a sí mismo un segundo después por morder el
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anzuelo. Su padre siempre supo las palabras para desencadenar
su ira.
—¿Y qué? Incluso un lobo sumiso en la manada podría
golpearte una vez que cambie—. Su padre resopló. —¿Has
olvidado? El liderazgo de los Red Mane no te pasará
automáticamente porque eres mi hijo.
—Lo sé. Pasa a través de la sangre y el dominio, —dijo Fang
con los dientes apretados. —Me lo has recordado miles de veces
durante mi infancia.
Fang sabía que se avecinaba el golpe. En un momento, estaban
intercambiando insultos, y al siguiente, su padre le dio un
puñetazo en el estómago. La espalda de Fang golpeó la pared y
gruñó, escupiendo sangre. El alfa estaba sobre él en un cuarto de
segundo.
 Sus lobos eran diferentes a la mayoría de las razas: más
grandes, más fuertes y más difíciles de controlar. Lástima que su
padre fuera el último de su línea de sangre en llevar un
monstruo dentro de él. Fang tenía un lobo; podía sentir el
animal arañando dentro de él todo el tiempo. Pero no importaba
cuánto lo intentara, nunca podría cambiar.
Fang recuperó el aliento y trató de apartar a su padre. No
sirvió. Luchar contra su padre era como intercambiar golpes con
una pared de ladrillos.
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La mano en su camisa se transformó parcialmente en garras
largas y dentadas de ébano. Gimió cuando esas armas letales
destrozaron la tela y atravesaron su piel. Más profundo y su
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padre llegaría al hueso. Ignoró el dolor, o lo intentó, de todos
modos. Joder, dolía.
—Pequeña mierda. Deberías haber muerto, no Clay. Clay iba a
ser alfa —siseó su padre en su oído.
Las palabras dolieron más de lo que Fang había supuesto.
Sabía que su padre le tenía poco amor, pero decirle a todo el
mundo que deseaba que Fang hubiera muerto… lo destrozó.
Cualquier esperanza que tuviera de redimirse y mostrarle a esta
manada que podía ser fuerte se derrumbó.
—No quiero ser alfa. Déjame vengar a Clay —logró decir
Fang una vez que tragó la sangre que le tapaba la garganta.
Su padre se rio de él y lo soltó para que Fang se deslizara por
la pared.
—¿Dices que eres mejor peleando, que eres fuerte? Pruébalo.
Shane—. Un movimiento de su dedo, y Shane se paró al lado del
alfa, con unos ojos verdes ardientes que ya se volvían dorados
por la sed de sangre.
—¿Qué demonios es esto? —Demandó Fang. En el fondo, sabía
lo que su padre le estaba obligando a hacer.
Perdería ante un luchador experimentado como Shane. Había
una vez él había tenido un gran enamoramiento por Shane. Eso
había muerto cuando Shane decidió convertir su misión en la
vida hacer que se sintiera miserable todo el tiempo.
—Alfa, tu hijo no puede cambiar, —señaló Brody3. Cualquier
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otra protesta que Brody hubiera preparado murió cuando su
padre dejó escapar un sonido retumbante que resonó en la
habitación.
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—Fuera. Ahora, —dijo su padre.
Poder cantó en las palabras del Alfa. La manada no se molestó
en esperar a que Fang se recuperara. Sin embargo, sus amigos se
demoraron, con expresiones de preocupación en sus rostros.
Drake comenzó a ayudarlo, pero Fang le apartó la mano. Se
puso de pie sobre las piernas temblorosas. Al tocar su camisa
hecha jirones, vio que la herida comenzaba a sanar.
—No hagas esto, Fang. Aléjate, —dijo Drake. —Shane te
matará.
 Capítulo dos

Fang sabía que Shane no dudaría en acabar con su vida. El

cabrón lo había acosado en el pasado, y esta noche, vio su
muerte reflejada en los ojos de Shane. Incluso si posponía este
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momento, eventualmente llegaría.
No tenía que ser Shane. Alguien más podría ir tras él en otro
lugar y en otro momento. Mientras Fang llevara el título de hijo
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defectuoso del Alfa, siempre sería un objetivo. Nadie estaría a
salvo a su alrededor.
—Me tacharán de cobarde para siempre, —dijo con un
movimiento de cabeza.
—¿A quién carajo le importa?
Todos se sobresaltaron por el arrebato de Talon.
Los ojos azul plateado de Talon brillaron con una ira apenas
reprimida.
—Amigo, no tienes que demostrarles nada.
—Lo sé, pero necesito enfrentar a mi papá y a la manada tarde
o temprano, —respondió.
—Tienes un deseo de muerte—. Razor lo hizo sonar como una
declaración.
¿Fang deseaba la muerte? Estaba cansado de pelear. Fang
había intentado ser lo que su padre deseaba que fuera: buen hijo,
futuro Alfa. Estaba harto de fallar y decepcionar a todos,
incluidos sus amigos.
La muerte era el camino de los cobardes. Una parte de él
todavía quería vivir, pero la vida se sentiría incompleta sin
encontrar a su pareja.
—Ya no puedo esconderme detrás de vosotros, —dijo. Lo
dejaron pasar, pero podía sentir cómo avanzaban detrás de él.
Fang notó el sabor de las gotas de lluvia en sus labios. Miró
hacia arriba para ver un relámpago en el horizonte. Los
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miembros de la manada con caras sombrías lo miraron,
formando un círculo suelto en el claro. Había mucho espacio
para que Shane y él pelearan, para establecer quién merecía
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liderar a los Red Mane.
—Fang, haz tu mejor esfuerzo, —dijo Drake.
Sus amigos ya no pudieron seguirlo una vez que estuvo dentro
del círculo de desafío. Su padre estaba junto a Brock, con la
mirada fija en Fang. Shane ya se había convertido en un lobo de
pelaje plateado brillante, grande y aterrador. Si Fang hubiera
heredado el lobo de su padre, habría sido más grande en
tamaño, pero no tenía nada más que su ingenio.
Todos conocían el resultado de esta pelea. Aun así, desenvainó
el cuchillo de caza que tenía a su lado, la única arma que se
había puesto antes de conducir hasta aquí. Sabía que habría
problemas, que no solo estaría presentando a Clay sus respetos.
Shane dejó escapar un siseo al ver su cuchillo y abrió sus
enormes mandíbulas, revelando una hilera de colmillos afilados.
Sus amigos tenían razón. Fang podría haberse alejado de todo
esto. Pero el orgullo obstinado no le permitiría huir de esta pelea
con la cola metida entre las piernas.
Se rodearon el uno al otro con cautela. Las burlas, las
provocaciones y los vítores se desvanecieron de su oído. Todo lo
que Fang podía oír eran los latidos de su propio corazón
asustado y su respiración entrecortada. Las gotas de lluvia se
convirtieron en aguacero, transformando el suelo de tierra en
barro.
Apenas podía distinguir la forma de pesadilla de Shane a
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través de la lluvia torrencial. Con un gruñido, Shane echó a
correr. Los afilados caninos atravesaron la cortina de agua.
Sabiendo que las posibilidades de resbalar eran enormes, Fang
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se dejó caer al suelo voluntariamente y rodó cuando Shane saltó
sobre él. Levantó su cuchillo, dibujando una línea de sangre en
la piel de Shane. El agua fangosa empapó su camisa y jeans,
pero no le importó.
La adrenalina corrió por sus venas. Shane gruñó, el hocico
echaba espuma mientras giraba, sus ojos amarillos se
estrecharon. Oh, su matón estaba enojado ahora. Shane fue por
su garganta de nuevo. Fang lo atrapó en medio de un salto y
rodaron.
Las garras de Shane rasgaron la tela y la piel, haciendo que
sangrase. La agonía recorrió su cuerpo. Los colmillos de Shane
perforaron un lado de su cuello, pero Fang se negó a rendirse.
Fang se dobló y luchó, tratando de deshacerse de Shane, pero
el otro hombre lobo fue implacable. Se negó a pedir o suplicar
misericordia incluso cuando los colmillos de Shane se
hundieron hasta los huesos.
Su cuerpo se estremeció.
—Jódete, —susurró.
Esos ojos amarillos se clavaron en los suyos. Fang esperaba ver
repugnancia, autosatisfacción, pero ninguna de esas cosas estaba
allí. Conmocionado por el intenso dolor, su mente de alguna
manera pudo comprender el hecho de que Shane no parecía
disfrutar de su victoria. ¿Qué demonios?
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Algo cambió dentro de él. Se agitaron otras emociones además
del odio. Tardó un segundo en colocarlo: era la esperanza
parpadeando dentro de él como una llama moribunda.
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—Termínalo, —rugió alguien.
—Acaba con la vida de ese enano.
Shane no le arrancó la garganta. En cambio, el gran lobo
hundió más la cabeza en el barro. Jadeó, cerrando los ojos.
Entonces Shane cambió, volviéndose humano. A pesar de la
lluvia, pudo distinguir las palabras que Shane le siseó en una voz
tan baja que sus otros compañeros de manada no oirían.
—Quédate abajo. Hazte el muerto.
Fang apenas podía creerlo.
—¿Q-qué? —Gorjeó.
—Joder, obedéceme si quieres vivir.
Entonces Shane levantó la cabeza, su boca todavía cubierta con
la sangre de Fang. Fang se congeló, sin atreverse a respirar
cuando un aullido de triunfo brotó de la garganta de Shane. Los
otros hombres lobo le respondieron con aullidos y gruñidos
propios, claramente emocionados por la victoria de Shane.
—Alfa, tu hijo está muerto, —dijo Shane con su familiar voz
descuidada.
Fang mantuvo la cabeza pegada al suelo, pero abrió los ojos
hasta rendijas para ver al enorme hombre lobo que aún lo
montaba a horcajadas. La lluvia lavó la sangre y la suciedad de
los músculos de Shane, y Fang vio algo que no esperaba.
Las viejas marcas de garras y heridas estropeaban a Shane.
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Había demasiadas en el joven cuerpo de Shane como para ser de
batallas con otros shifters. Shane bajó la cabeza, y por un
momento, el entendimiento silencioso pasó entre ellos.
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Fang no era el único lobo roto aquí.
Shane se bajó de él.
—Te has probado a ti mismo, Shane, —dijo la voz de su padre.
Casi entró en pánico, sabiendo que su padre había entrado en
el círculo de desafío. Pronto, sería descubierto. Shane se puso de
pie, luciendo tranquilo, su máscara arrogante en su lugar. Antes
de que su padre los alcanzara, Shane agarró el cuerpo de Fang.
Fang luchó por quedarse quieto. Su garganta seguía
sangrando y su pulso latía tan débilmente que los demás tenían
que estar seguros de que estaba muerto.
Shane lo arrojó sobre su hombro como una especie de premio.
—¿Qué piensas hacer con su cadáver? —Escuchó a su padre
decir con cautela.
—Fang hizo lo mejor que pudo. Enterraré su cuerpo en el
bosque junto a su madre.
 Pasaron los segundos. Se sintió como una eternidad. Fang se
dio cuenta de que el hombro musculoso y lleno de cicatrices de
Shane se clavaba en su ingle. Reprimió cualquier sonido.
—Muy bien, —dijo el Alfa finalmente. —Una vez que hayas
terminado, regresa al interior de la casa principal de la manada.
Celebraremos tu victoria.
Una vez que los últimos pasos de su última audiencia se
desvanecieron, estaban solos, o eso pensaba Fang. Sintió
movimiento a su alrededor.
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—Hijo de puta enfermo, te voy a matar, —gritó Joker.
Cuando Shane comenzó a moverse, la cabeza de Fang dio
vueltas. Quería arrojar el contenido restante de su estómago.
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Mantenerse consciente era un esfuerzo, pero quería comprender
las acciones de Shane. Fang sería una amenaza para el futuro de
Shane, entonces, ¿por qué permitirle vivir?
El arrepentimiento y la culpa lo llenaban ahora. Al borde de la
muerte, había visto más allá de la máscara del hombre que lo
había acosado toda su vida.
—¿A dónde diablos vas? —Preguntó Razor.
Sus amigos los siguieron. Pasaron por delante del claro ahora,
lejos de donde el resto de los Red Mane pudiera oírlos. Shane se
detuvo.
—Déjame con él, Drake, —gritó Joker.
—Cálmate de una puta vez. Shane... —Drake vaciló. —¿Por
qué no lo mataste?
Hubo un silencio de asombro.
—¿Fang está vivo? —Susurró Claw.
 —Apenas, —dijo Shane. —Tómalo por mí.
Fang sintió los brazos de Shane a su alrededor de nuevo
cuando Shane lo puso de pie, o lo intentó, de todos modos. Drake
se hizo cargo. Fang comenzó a sangrar sobre su mejor amigo.
Miró hacia arriba y su visión comenzó a girar. El rostro de Drake
era duro como una piedra, ilegible.
—Cristo, —murmuró Talon.
—Él vivirá. Fang es fuerte y el lobo Red Mane está dentro de
él, incluso si no puede cambiar, —dijo Shane. —Asegúrate de
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que no muera.
—¿Por qué te importa? —Preguntó Drake.
—No me importa. Lárgate de aquí, —murmuró Shane, pero la
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mentira en su voz era obvia. —El Alfa comenzará a sospechar.
Le diré que dejé el cadáver de Fang a tu cuidado.
Drake tomó a Fang en sus brazos. Shane tenía razón. La herida
en su cuello había comenzado a sanar, pero un mordisco tan
profundo como ese iba a dejar cicatrices, incluso para él. El
aguacero siguió empapándolos.
—Vamos, —dijo Drake a los demás.
Aún no. Fang trató de formar las palabras, pero no salió nada.
Quería ver la expresión del rostro de Shane. Demonios, quería
pasar un rato a solas con su antiguo matón para exigirle por qué
le había perdonado la vida a Fang cuando Fang estaba listo para
aceptar la muerte.
No. El lobo dentro de él no quería ir al otro lado todavía. La
bestia se inquietó y quiso estar cerca de Shane nuevamente.
Fang no podía entender todos estos sentimientos o comprender
por qué su lobo estaba agradecido de que Shane le perdonara la
vida.
Si nos mata, se matará a sí mismo, susurró una voz
desconocida dentro de él. Fang no entendió. Le dolía demasiado.
—Todo va a estar bien, Fang, —dijo Drake. —Ve a descansar
ahora. Cuando despiertes, estaremos aquí.
A salvo con sus amigos, Fang se dejó llevar por la
inconsciencia.
21
*****

Cuando Fang se despertó, se dio cuenta de que estaba en una

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especie de vehículo en movimiento. Él gimió. Todos sus dolores
comenzaron de nuevo y se sintió como si alguien le hubiera
prendido fuego en el cuello. Aun así, su lobo se volvió loco.
¿Dónde estaba Shane?
Espera. ¿Por qué quería ver a Shane después de lo que le había
hecho el bastardo? No. Shane le había mostrado misericordia, lo
había dejado vivir por una razón.
Trató de incorporarse, pero una mano lo empujó hacia atrás.
Al abrir los ojos, vio a Razor mirándolo.
Su mundo entero se estremeció y vibró. Reconoció dónde
estaba: acostado en la caja de la camioneta de Drake. Drake,
Joker y Claw probablemente se apretujaban en la cabina.
—Ve con calma, —dijo Talon. —Vuelve a acostarte. Cúrate.
Miró hacia abajo para ver todo su pecho cubierto de vendajes.
Fang se dejó caer sobre las mantas que rodeaban su cuerpo y
miró hacia arriba, más allá de los rostros de sus amigos. El cielo
negro como la tinta dio paso a rayas bermellón y dorado.
Amanecer.
Fang abrió la boca y el movimiento hizo que todos los
músculos de su cuello protestaran. Dolía hablar.
—¿A dónde vamos?
—Lejos de Red Valley, —dijo Talon.
Fang trató de darle sentido a la rugiente confusión en su
cabeza. Una parte de él todavía no podía creer que Shane le
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hubiera perdonado la vida, ¿por qué? ¿Porque Shane sintió algo
por él? Una cosa era segura, y era que Fang no podía volver a
casa. Demonios, por el momento, el hogar no existía.
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Se le ocurrió una idea.
—¿Qué hay de vosotros, chicos? —Preguntó.
Talon y Razor intercambiaron miradas. Su corazón se hundió,
comprendiendo lo que estaba sucediendo.
—Fang... —Talon vaciló. —No podemos irnos. Nuestras
familias todavía son parte de los Red Mane con excepción de
Razor. Razor se quedará contigo hasta que te recuperes.
Volvemos para no despertar sospechas.
Fang sintió a su lobo dormido dentro de él inquieto, frustrado.
Quería gritar y destrozar algo. Quizás Shane salvándolo no fue
un favor sino un castigo. Un hombre muerto no podía regresar.
Iban conduciendo hacia Dios sabía dónde, y Fang nunca había
estado fuera de Red Valley.
Lo asustó hasta la mierda, pero al mismo tiempo lo liberó.
 Pasaron más árboles en silencio. Desvió su mirada hacia la
dirección de donde habían venido. Las Red Peaks, las montañas
que definían el territorio de su manada, se alzaban en el
horizonte. Fang nació y se crió allí, pero nunca se había sentido
en casa.
Cerró los ojos, saboreando el viento en su rostro.
Libertad.
La palabra jugó en un bucle en su cabeza. Shane no se merecía
sus maldiciones. Demonios, Shane le había quitado los grilletes.
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Es cierto que Shane también casi lo había matado, pero Fang
debería estar agradecido al otro lobo al final.
—¿Oye, Fang? —Talon interrumpió sus pensamientos. —
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¿Estás enojado con nosotros?
—Está sonriendo. Nunca lo había visto hacer eso antes, —
comentó Razor.
Abrió los ojos y levantó una mano al cielo.
—No, no estoy enojado, —susurró Fang.
Cuando fue a ver a su hermano, esperaba morir en manos de
su padre. A pesar de toda su charla sobre la venganza de Clay,
era una tontería. Fang nunca había sido lo suficientemente
fuerte. Nunca se había parado a pensar en lo que sucedería
después. Ahora se convertiría en un solitario, pero tal vez eso no
fuera tan malo.
Un sollozo quedó atrapado en su garganta. Jodidamente
genial. Fang tenía dieciocho años, prácticamente un adulto. No
debería estar llorando, pero la idea de no volver a ver a sus
amigos nunca más lo sacudió. Los lazos entre ellos estarían ahí
para siempre, pero todo sería diferente. Fang no podía
simplemente conducir para reunirse con ellos para almorzar o lo
que sea.
—Vamos a ir a verte, donde sea que decidas instalarte, —dijo
Talon, como si leyera sus pensamientos.
Sin embargo, la voz ahogada de Talon lo delató.
—Esto es lo mejor, —dijo Fang, poniendo hierro en su voz. Se
pasó la mano por las cicatrices curándose de su garganta. Fang
nunca olvidaría su debilidad o la bondad de Shane. Las cicatrices
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serían recordatorios. —Te juro que me voy a hacer más fuerte,
Talon. Seré alguien de quien vosotros estaréis orgullosos.
—Sobrevive. Eso es todo lo que queremos, —dijo Razor.
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Él asintió con la cabeza, demasiado jodidamente emocionado
para hablar. No podía decirles a los demás la verdad. Cuanta
más distancia recorrían, más le dolía respirar, como si su alma se
hubiera dividido en dos.
Junto con sus amigos, vio salir el sol mientras la camioneta de
Drake avanzaba retumbando hacia lugares desconocidos.
 Capítulo tres

Presente

Shane apagó el motor de su camioneta roja y miró fijamente

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la enorme casa al otro lado de la calle. Un peso familiar se
instaló en su estómago. El autodesprecio no estaba muy lejos del
temor.
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La casa de estilo victoriano sobresalía como un pulgar
dolorido en una ciudad como Red Valley. También era la única
propiedad en la calle sin grafitis.
Humano o no, nadie quería meterse con un aquelarre de
vampiros.
Dos chupasangres con trajes idénticos custodiaban la pesada
puerta de hierro. A Shane le picaba la piel; el lobo de abajo
quería destrozar a esos cabrones. Al diablo con el trato, pero el
trato mantenía su manada a salvo.
Levantó una mano temblorosa hacia la masa de cicatrices en
el costado del cuello. Cerrando los ojos, pensó en todos los lobos
debajo de él y sus familias. Clara acababa de dar a luz un
cachorro.
Su esposo y compañero, Beck, no estaba en condiciones de
luchar justo después de la cirugía cardíaca. Sus mejores
luchadores lo habían abandonado. Drake había desaparecido
hacía una semana sin una palabra ni una nota.
Shane podía imaginarse lo que diría su ex-beta, ex porque
Drake claramente no pensaba mucho en sus habilidades de
liderazgo. Shane agarró su lata de cerveza medio vacía y terminó
el resto. Tenía un sabor rancio, como cenizas en la boca. No era
de extrañar, dado lo que estaba a punto de hacer esta noche.
Echó la cabeza hacia atrás, pero no salió más líquido
ambarino. Con un gruñido, cerró su mano lo suficientemente
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fuerte como para doblar el metal antes de tirarlo.
Shane debería haber pasado por una tienda de conveniencia y
haberse cargado con algo de valor líquido. Se conformó con lo
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mejor que podía hacer, encendió su teléfono y volvió a leer
todos los correos electrónicos que había almacenado a lo largo
de los años. Cartas de Fang para él.
Miró la fecha. ¿De verdad había pasado tanto tiempo? Diez
años. Había pasado una década desde la última vez que vio al
hijo del viejo alfa. Fang y Shane no se habían separado en los
mejores términos, pero Fang había sorprendido a Shane al
escribirle.
Habían sido amigos por correspondencia desde entonces, hasta
hacía cinco años, después de que Fang anunciara que se estaba
inscribiendo en el Ejército. Al mismo tiempo, todo lo demás en
esta ciudad y la manada de Shane se habían ido a la mierda.
—¿Qué me vas a hacer, Fang, si descubres la decepción que
resulté ser? —Murmuró en voz alta.
 Pasó del correo electrónico al siguiente. Las primeras cartas no
eran más que divagaciones de mierda cotidiana. Sin embargo, si
Shane cerraba los ojos, casi podía imaginarse estar al lado de
Fang mientras Fang navegaba por su nuevo mundo.
¿Con qué frecuencia se imaginaba yendo tras Drake, Fang y
sus amigos mientras se alejaban de la casa de la manada?
Los golpes rápidos de los nudillos en la ventana de su coche lo
hicieron saltar. Un rostro pálido apareció junto a su ventana,
mostrando los colmillos.
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—Joder, —siseó Shane, apagando su teléfono.
El vampiro señaló su reloj de pulsera.
—Lo tengo, —dijo con un gruñido.
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Los dos chupasangres intercambiaron miradas divertidas.
Quería arrancarles la garganta. Demonios, Shane habría querido
quemar todo el aquelarre de Magnus si Magnus no hubiera
tenido todas las cartas.
Shane dejó su teléfono en el tablero, sin querer que Magnus o
cualquiera de sus vampiros leyeran su contenido. Empujando el
viejo miedo y el pavor, salió del coche. Los vampiros podían oler
el miedo tan bien como los shifters, y él no podía permitirse el
lujo de ser débil.
—No hagas esperar a nuestro rey, perro, —dijo un nuevo
vampiro.
Este nuevo vestía un traje más caro que los otros dos, de cuello
grueso, pulido y calvo a pesar de haber sido cambiado a los
treinta y pocos años. El recién llegado estaba a punto de
agarrarlo del brazo, pero Shane lo empujó con un gruñido de
advertencia.
Joder, todavía era un alfa, incluso si ser el Alfa de los Red
Mane era más o menos un título vacío. Shane todavía se aferraba
a los restos de su orgullo hecho jirones, porque no le quedaba
nada más.
En una inspección más cercana bajo las farolas, se dio cuenta
de que conocía a este vampiro. Por lo general, Seberius, el
segundo de Magnus, lo conducía al interior de la casa. Seberius
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honró las viejas costumbres. Toleraba a Seberius, pero Shane no
podía soportar a Lucius, el segundo del aquelarre.
—Bien, sé así, Alfa. El orgullo no es algo de lo que debas
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preocuparte. Todos los grupos de animales de la ciudad saben
que eres la perra de sangre de Magnus.
Algo dentro de Shane se rompió. Jugó bien, trató de evitar que
la temible bestia dentro de él se volviera loca, pero negar su sed
de sangre del lobo tuvo un costo doloroso. Como resultado,
Shane se había convertido en un alfa roto a punto de volverse
salvaje.
Gruñendo, Shane envolvió sus manos alrededor de la gruesa
garganta de Lucius, golpeando al vampiro contra su auto.
Los huesos se rompieron, pero dos poderosas manos lo
apartaron y lo arrastraron hacia atrás.
Lucius siseó, con los colmillos brillando.
—Recuerda tu lugar, perro. Hazme daño y el trato se cancela.
Un puño le dio en las costillas, otro en el costado. Un tercero
le robó el aliento de los pulmones. Shane escupió sangre. El lobo
dentro de él se rebeló, prometió violencia, pero pensó en el
cachorro de Clara y todos los hombres lobo debajo de él que no
podrían resistir mucho.
¿Se reiría Fang de su cara si supiera que Shane había
arrastrado al suelo a la manada de Red Mane, una vez orgullosa?
Esta ciudad les había pertenecido, al igual que las montañas y
los bosques que rodeaban Red Valley. Ahora, Shane apenas
podía mantener la manada unida. Olvídate de defender su
territorio.
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—Jódete, —se las arregló.
—Lo siento, perro. Mis gustos no corren por los animales, —
dijo Lucius, deshaciéndose de la corbata.
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El chupasangre engreído se envolvió los puños con la corbata
de seda. Al ver la mirada de Shane, el vampiro simplemente
sonrió.
—No quiero ensuciarme las manos. Vosotros dos, sostened al
alfa.
Shane sabía que pelear era inútil. Había luchado, mostrado
desafío, pero al final, necesitaba ceder ante Magnus y seguir las
reglas del rey vampiro para evitar la aniquilación de su manada.
Sus ojos ardían de ira, con muchas emociones no dichas
mientras recibía la paliza. Shane no se inmutó ante la primera o
la quinta sangre. Cuando llegó la vigésima, se hundió contra el
agarre de los otros dos chupasangres que lo sostenían.
Joder, iba a ser una larga noche por delante.

*****
 Con el ojo bueno que le quedaba, Fang anticipó la patada de
su oponente, pero no se apartó del camino. Recibió todo el
impacto del golpe en su plexo solar, gruñendo de dolor. El
hombre león sonrió y lo llevó a la esquina con una furiosa serie
de patadas y puñetazos.
Su espalda llena de cicatrices y sudorosa chocó contra el frío
metal. El aire salió de sus pulmones. A su alrededor, los
espectadores eran ruidosos, animando al hombre león y
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abucheando a Fang. No era la primera vez perdía una pelea en la
jaula.
Un corredor de apuestas le había dicho una vez a Fang que
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apostar por él era arriesgado. Ganó la mitad de sus peleas y
perdió la otra mitad. A propósito.
Se supone que pelear duele. ¿Por qué te estás castigando a ti
mismo? Le había preguntado su terapeuta por mandato judicial.
Eso fue después del Ejército, después de que Fang hubiera
perdido su último trabajo decente en una agencia de seguridad
shifter.
Al diablo con su terapeuta. El Dr. Mitchell sabía una mierda
sobre cómo funcionaba su cerebro. Además, nadie podía arreglar
un lobo roto.
Las cosas se habían ido al infierno después de que perdió el
trabajo de seguridad. Fang había pasado de una pelea ilegal en
jaula a la siguiente, inquieto, yendo a donde lo llevara la vida.
—Puedes hacerlo mejor que eso, —siseó su oponente, quien le
mostró a Fang su protector bucal negro.
 Eh. Fang se secó la sangre de la comisura de la boca. El
hombre león cargó contra él de nuevo. Por encima del hombro
del tipo, el mar de rostros se fundió en un lío confuso y aullante.
Excepto que esta noche, una cara se destacó, una explosión del
pasado.
Fang parpadeó, seguro de que el hombre león debió haber
asestado un golpe de suerte en el costado de su cráneo. Eso
explicaría su alucinación.
Su momento de confusión casi le costó la pelea a Fang. El
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hombre león cerró la distancia entre ellos en un borrón. Antes
de que Fang pudiera reaccionar, el hombre león lo atrajo a un
control de sumisión. Una mano se cerró alrededor de su
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garganta, deteniendo efectivamente la sangre que se precipitaba
a su cerebro. Jadeó y golpeó el brazo carnoso.
Era inútil. El león no cejaba.
Mierda. Diez grandes por el desagüe otra vez, y Fang
necesitaba dinero para el alquiler de este mes.
Al otro lado de la jaula, Drake lo miró fijamente, con la boca
vuelta hacia abajo en un ceño fruncido. Su amigo de la infancia
lo miró como si Fang fuera un extraño. No era de extrañar, dado
que Fang había cortado todos los lazos con Drake, Shane y los
demás después de que su unidad había volado al desierto.
Bueno. Drake definitivamente no era una ilusión. Ver a Drake
había despertado a la bestia dormida dentro de Fang.
Un gruñido salió de su garganta. La adrenalina corrió por sus
venas. Resuelto a no perder esta pelea, Fang arremetió con una
pierna, la cerró sobre la pantorrilla izquierda del león y
administró un rápido lanzamiento de judo.
El tipo cayó al suelo, conmoción en su rostro. Fang lo montó,
cerró sus piernas sobre las del león y forzó su brazo sobre las
arterias en el cuello del hombre león. El árbitro inició la cuenta
atrás. Esta era una pelea en jaula ilegal, pero había algunas
reglas que los luchadores respetaron.
Una vez que el león dio un golpecito, Fang lo soltó.
—Ganador, Bestia, —anunció el árbitro, levantando el brazo de
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Fang cuando se puso de pie.
La misma multitud que había vitoreado el nombre del león
gritó ahora el de Fang. Algunos luchadores ansiaban la victoria
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por encima de cualquier otra cosa. Fang no se complacía en
ganar. Había comenzado a pelear porque necesitaba una forma
de ganarse la vida y al mismo tiempo saciar la necesidad de
violencia de su lobo.
En el desierto, Fang se había dado cuenta de que tenía un
talento para acabar con vidas, pero matar solo sacaba a su
animal de control. Matar solo lo rompió.
No escuchó a la multitud. Fang captó la mirada de Drake y
señaló con la cabeza hacia la puerta que conducía a los
vestuarios de los luchadores.
Necesitando algo de tiempo a solas, se dio una ducha caliente.
El agua le quitó todos los dolores. Cualquier herida que hubiera
sufrido empezó a sanar. Uno de los beneficios de los luchadores
shifters, supuso. Seguían adelante.
 Cerrando los ojos, apoyó la frente contra los azulejos. Cinco
años. Fang no había hablado con todos en casa durante todo ese
tiempo. Parte de él esperaba que lo hubieran olvidado y
siguieran adelante. Joder, ¿cómo lo había encontrado Drake, de
todos modos? Después de que Fang dejó el Ejército, intentó
desaparecer.
Lo último que había oído era que Drake se había abierto
camino en la manada Red Mane y se había convertido en el beta
de Shane. Todavía se sentía como una traición, pensar en cuando
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Drake le dio la noticia por teléfono hace cinco años.
—Shane—. Le susurró al otro hombre como una maldición,
pero allí también había nostalgia.
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Cualquier amistad a distancia que Shane y él hubieran tenido
solo podía definirse como una jodida. Le había escrito a Shane la
primera vez por capricho, sin esperar que Shane le respondiera.
¿Qué quería Drake ahora?
No podía quedarse en la ducha. Fang no era un cobarde. Ese
chico débil había muerto y alguien más lo había reemplazado.
Se secó con la toalla, se puso un par de jeans limpios y una
camisa, y se encontró cara a cara con Drake.
—¿Qué estás haciendo aquí? —Fueron las primeras palabras
que salieron de su boca.
Drake lo miró durante un par de segundos.
—Apenas te reconocí. No podía creer que eras tú el que estaba
ahí.
 Fang se frotó las sienes y empezó a sentir dolor de cabeza. Por
lo general, después de una pelea, ahogaba sus penas en alcohol y
una jodida rápida. Sin embargo, esta noche no.
—Ha sido un tiempo. —Fang apenas se reconoció a sí mismo
también. A veces, cuando se miraba al espejo, se preguntaba
quién diablos era el extraño de ojos duros y cicatrices que lo
miraba. —Drake, escúpelo. ¿Qué quieres?
Drake se cruzó de brazos y finalmente lo miró a los ojos.
—Necesito que vengas a casa conmigo.
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 Capítulo cuatro

Drake había pensado que conocía a su mejor amigo. A este

extraño tatuado y desgarrado, no lo reconoció. A su lobo
tampoco le gustó el olor de la bestia de Fang. La guerra había
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alterado a Fang, empujó a su lobo cerca del punto de ruptura.
Todos los pelos de su brazo se erizaron ante la dominante
presencia de Fang. Se sentía difícil respirar alrededor de Fang,
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como si Drake estuviera en presencia de un shifter terriblemente
poderoso.
Bien. Esto era por lo que había venido, ¿verdad? Los rumores
de Fang, de la Bestia, eran difíciles de sofocar. Vicioso en el ring
y en el dormitorio, Fang se había ganado una reputación en el
inframundo de la ciudad. Drake había seguido los chismes como
un perro en un rastro de sangre, sin creer que este pudiera ser el
mismo mejor amigo con el que había crecido.
Fang se volvió, como si la discusión hubiera terminado. El
hecho de que dejara su espalda expuesta mostró cuánta
confianza tenía Fang. No creía que Drake fuera una gran
amenaza.
—Escúchame, —comenzó Drake. La ira estalló en su interior.
Comenzó a agarrar el hombro de Fang, pero el otro hombre se
movió tan rápido que lo siguiente que Drake supo fue que su
espalda estaba golpeando la pared. Una gran mano entintada se
cerró alrededor de su garganta. Jadeó.
Fang negó con la cabeza, luciendo un poco confundido, antes
de dejarlo ir.
—No es seguro estar cerca de mí, —dijo Fang, sonando
culpable.
—Shane te necesita, —espetó Drake.
Sacar las armas pesadas de inmediato podría no ser la mejor
decisión, pero Fang giró la cabeza en dirección a Drake. Los ojos
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de su mejor amigo se volvieron carmesí, lo que hizo que Drake
tomara aire. No había visto esos ojos en años. Solo el padre de
Fang, el ex alfa, y cualquier lobo de esa línea de sangre, poseían
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esos ojos de demonio.
—¿El actual Alfa de los Red Mane me necesita? —Fang
preguntó con voz burlona.
—Nunca has sido cruel, Fang —susurró Drake.
—Ese chico que conocías murió hace mucho tiempo.
Drake se mordió el labio. Él lo sabía. Un encuentro con Fang
era todo lo que necesitaba para afirmar ese hecho.
—Sabías sobre la ascensión de Shane a Alfa. No te importó la
última vez que hablamos.
—Las heridas sin cicatrizar actúan.
Jesús. ¿Estaba Fang más perdido de lo que Drake había
pensado?
—Llamé a la vieja pandilla, —continuó. Drake no perdería la
esperanza. Fang vendría. Tenía que creer que su leal amigo
todavía estaba allí de alguna manera.
 —¿Qué?
—Talon, Claw y Razor están en camino de regreso a Red
Valley, —afirmó. —Fang, los Vicious Claws y un aquelarre de
vampiros se han apoderado de nuestro territorio.
Fang maldijo en voz baja.
—¿Por qué diablos debería importarme? Los Vicious Claws
mataron a Clay, y mi padre fue lo suficientemente estúpido
como para librarles la guerra.
Drake cerró las manos en puños.
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—Todos están muertos. Tu padre, todos los viejos ejecutores.
Solo quedan los miembros más débiles, y Shane apenas
mantiene las cosas juntas.
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Resoplando, Fang se dirigió hacia la puerta de nuevo.
—Te llaman la Bestia. Dicen que tu lobo es incontrolable, —
dijo Drake. Tenía una última táctica que jugar. —La gente dice
que estás buscando oponentes fuertes para pelear, con la
esperanza de que algún día te arranquen la garganta.
Fang hizo una pausa y Drake supo que se había llevado el
premio gordo. Le dolía pensar que su mejor amigo estaba tan
cerca de volverse salvaje. Los shifters que dejaron que sus lados
animales se hicieran cargo se convirtieron en un peligro para
ellos mismos y la sociedad y fueron rechazados.
—Shane es igual. Su lobo está destrozado, como el tuyo, pero
todavía lucha por sobrevivir. Si vienes conmigo, puedes luchar
contra muchos oponentes fuertes, incluso uno podría darte la
muerte que tanto anhelas.
 Eso solo consiguió una risa desagradable e irregular de su
mejor amigo. No, su mejor amigo se había ido y este monstruo
loco lo había reemplazado.
—Me dirijo al aeropuerto esta noche. Mi vuelo sale a las ocho.
Tengo un boleto extra conmigo. Te esperaré.
Fang siguió caminando, pero Drake aún no había perdido la
esperanza.

*****
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Shane llamó la atención de la manada. Manada. Se preguntó si

aún podría usar esa palabra cuando se parecía más a una
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reunión de cinco personas.
Miró a la cría debajo de él y se rascó el grueso vendaje de su
cuello. A pesar de sus habilidades regenerativas, la herida nunca
tenía oportunidad de sanar.
El rey vampiro siempre lo mordía en el mismo lugar cada vez.
Shane sabía por qué. La sanguijuela quería que recordara. Cada
vez que Shane miraba la masa de cicatrices en su cuello,
recordaba el hecho de que Magnus era su dueño. ¿Qué tipo de
alfa jugaba a alimentador de un vampiro?
Sacudió la cabeza. Shane necesitaba arreglar sus cosas para
llevar a cabo esta reunión. Los Red Mane habían sido una vez
una fuerza a tener en cuenta en la ciudad. Este patético grupo
heterogéneo era a lo que estaban reducidos. Una vez, todos los
miembros de la manada habían vivido en esta propiedad. Ahora,
Shane tenía las cabañas abandonadas y el salón principal para él
solo.
La mayoría de los miembros de la manada se quedaron en la
ciudad por comodidad. Allí tenían trabajo y escuela. Desvió su
atención a su gente. Con la excepción de Drake, ninguno de
ellos era luchador.
Clara y Beck se sentaron en un rincón. Clara meció a Will, de
tres meses, en sus brazos. La pareja no necesitaba conducir hasta
las montañas para la reunión, pero él agradeció su presencia de
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todos modos.
Kit y Gray eran nuevos miembros, hermanos que habían sido
mordidos recientemente, abandonados por su creador y sin
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ningún lugar adonde ir. Se habían acercado a Shane en busca de
ayuda, y él trató de guiarlos hacia sus nuevas vidas como lobos.
Todavía le enojaba lo irresponsables que podían ser algunos
shifters cuando se trataba de convertir a humanos normales en
monstruos.
El último de su pequeño y triste grupo era Dave, un lobo
sumiso cuyos hermanos y padre habían sido asesinados junto
con el ex alfa y sus ejecutores.
—Está bien, parece que todo el mundo está aquí, —dijo, en
tono profesional. Parte de Shane todavía estaba decepcionado.
Seguía esperando que Drake entrara y se disculpara por irse.
Pero, ¿qué razón tenía Drake para quedarse?
Drake lo había apoyado incluso después de lo que Shane le
había hecho a Fang tantos años atrás. No eran amigos, no
exactamente, pero entendían la lealtad a su manada, tanto en los
buenos como en los malos momentos. Bueno, hasta que Drake
decidió dejarlo, después de esa noche de borrachera en la que
Shane había confesado por qué había dejado ir a Fang hace diez
años en lugar de matarlo.
Pensar en Fang solo invocaba viejas heridas. ¿Quién sabía
dónde diablos estaba Fang ahora mismo? Cinco años pueden
cambiar a un hombre. Fang podría pertenecer a otra manada
ahora, o podría estar muerto. No, esto último no podía ser cierto.
Shane podría sentirlo.
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Después de todo, Fang era su compañero.
El rugido de los motores afuera rompió su hilo de
pensamientos. Los miembros de su manada intercambiaron
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miradas preocupadas. Shane pudo saborear su miedo y se odió a
sí mismo de nuevo. Un alfa predicaba con el ejemplo y, sin
embargo, su lobo se quedó inmóvil dentro de él cuando captó el
familiar aroma de los chupasangres.
Incluso el olor a ceniza y pino no podía deshacer el olor a
muerte que persistía alrededor de los vampiros. No tenían
derecho a estar en tierra de la manada. Si la manada tuviera los
números y la fuerza, los vampiros no hubieran pensado en poner
un pie en su montaña, sabiendo que enfrentarían una extinción
segura.
Shane podía defenderse en una pelea. Llevaba las cicatrices en
su piel para probarlo, pero ¿contra todo un aquelarre? Su lobo
contó al menos seis vampiros, incluido Magnus.
 El sudor le corría por la espalda. La muerte no lo asustó. Ver a
los miembros restantes de la manada lesionados le dolió mucho
más.
Como alfa, mantuvo el deber de ofrecer protección a sus
compañeros de manada.
—Shane, ¿qué está haciendo el aquelarre aquí? —Preguntó
Dave, pálido como un cadáver. El lobo sumiso se frotó las manos
nerviosamente, con la mirada fija en el vendaje del cuello de
Shane.
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Shane no anunció exactamente el hecho de que se prostituía
para el rey de los vampiros. El tema nunca salió directamente en
las reuniones de la manada. Sin embargo, no servía de nada
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esconderlo. Todos conocían su vergüenza, su penitencia.
Sospechaba que la culpa era la razón por la que no lo habían
abandonado.
—Yo me ocuparé de ellos. Mientras tanto, quiero que todos se
larguen de aquí, —dijo Shane, contento de que su voz sonara
firme.
Los lobos existían en la cima de la cadena alimentaria. No
debería temer a los cadáveres andantes con colmillos, pero cada
vez que Magnus hundía los dientes en su cuello, el rey vampiro
tenía el poder de la vida y la muerte sobre Shane. Durante los
últimos meses, Magnus había logrado recordarle a Shane cómo
sabía el miedo.
No se hacía ilusiones de que el aquelarre no causaría estragos
en los miembros supervivientes de los Red Mane. No se podía
confiar en los vampiros, especialmente en las sanguijuelas bajo
un sádico bastardo como Magnus. Habían roto el trato para
mantenerse fuera de las tierras de la manada, pero Shane solo
tenía que culparse a sí mismo.
¿Por qué había esperado que los vampiros mantuvieran su
parte del trato?
Los vampiros no tocaron la puerta ni la derribaron, al menos
todavía no. Al rey vampiro le encantaba jugar, y conocía a Shane
bastante bien. Tarde o temprano, el Alfa de los Red Mane saldría
tranquilamente en una última llamarada de desafío.
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—Nos quedaremos, —dijo Kit, levantándose de su asiento.
Cuando Shane comenzó a protestar, Kit lo interrumpió. —Alfa,
te destrozarán.
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Mejor Shane que el resto de ellos.
—Yo también me quedaré, —dijo Beck. A su lado, Clara
parecía asustada. El pequeño Will empezó a llorar y ella trató de
calmarlo.
—No. Beck, tu responsabilidad es para con tu pareja. Saca a tu
esposa y a tu hijo de aquí. Es una orden. —Shane se aseguró de
que la autoridad sonara a través de su voz.
Beck se mordió el labio y asintió secamente. Puso a Clara en
pie y comenzó a empujarla hacia la puerta trasera. Clara se
detuvo junto a la puerta. Will se calmó y cerró los ojos,
comenzando a quedarse dormido de nuevo.
—Alfa, gracias por todo lo que has hecho. Solo quiero que
sepas que fue un honor ser parte de tu manada, —murmuró
Clara.
 Shane reprimió las ganas de llorar. Había sido criado en una
manada que se enorgullecía de llevar el título de más fuerte. Los
hombres de verdad, los Red Mane reales, no derramaban
lágrimas. Al final, toda esa arrogancia había empujado a los Red
Mane a la virtual extinción.
—Seguid. Will representa el futuro, —le dijo en su lugar.
Con un asentimiento, la pareja desapareció. Atrapó a Dave
sigilosamente tras ellos, pero no culpó al lobo sumiso.
—Maldito cobarde. Vuelve aquí, Dave —siseó Kit, con los
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puños cerrados. —Quédate con nosotros.
Orgulloso de Kit por estar a su lado a pesar de las dificultades
que enfrentaban, se acercó a ellos. Sin embargo, fue a Gray a
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quien miró. El mayor de los hermanos Caldwell no hablaba
mucho. Podía sentir al lobo de Grey en la superficie, ansioso por
hundir sus caninos en las gargantas de los vampiros afuera. El
lobo de Grey siempre se había sentido inestable, sin ataduras,
como si Gray tuviera poco control.
Otras manadas nunca aceptarían a un hombre lobo como
Gray, pero Kit había venido a Shane hacía un año y le había
dicho abiertamente que venían en pareja. Shane no podía tomar
a un hermano y rechazar el segundo.
—Grey, llévate a Kit. Es tu trabajo asegurarte de que Dave,
Clara y Will escapen sanos y salvos, —le dijo a Gray, cuyas fosas
nasales se ensancharon.
—¿Estás seguro? —Gray dijo con esa voz gruñona suya.
—Sí.
—No me ignores, —gritó Kit.
 Sacudió la cabeza.
—Este es mi último pedido como Alfa. Kit, tú y tu hermano
serán buenas adiciones a alguna otra manada algún día.
—No lo entiendes—. Kit lo agarró del brazo. —Antes que tú,
nadie quería llevarnos. Nadie tuvo la paciencia de enseñarnos
cómo controlar a nuestras bestias. Una mirada a Gray y ven una
amenaza que necesitan matar.
Shane retiró la mano de Kit con suavidad.
—Grey, llévate a tu hermano.
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La marca de garras en el lado izquierdo de la cara de Grey se
crispó, pero condujo a un Kit que protestaba hacia la parte de
atrás. Shane se preguntó cómo se las había arreglado para
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ganarse la lealtad de esos dos.
Cuadrando los hombros, volvió la mirada hacia las ventanas.
Los vampiros estaban junto a sus autos, hablando entre ellos.
Sólo Magnus se mantuvo apartado, en silencio, con la mirada
carmesí fija en Shane. Tocó la marca en su cuello. Los crueles
labios de Magnus se curvaron en una sonrisa de complicidad.
Gruñendo suavemente, Shane decidió que no quería darles
una oportunidad a esos imbéciles. Se llevaría dos o tres
sanguijuelas al infierno con él. Su lobo explotó de su piel,
destrozando la ropa en el proceso. Corrió hacia el aquelarre, una
fuerza imparable de la naturaleza. La madera podrida de la
puerta de entrada se astilló cuando chocó contra ella con un
hombro.
 Los vampiros dejaron de hablar cuando eligió su primer
objetivo. Lucius chilló, siseando cuando Shane derribó al
vampiro al suelo. El vampiro mostró sus colmillos, arañándolo.
El bastardo merecía una muerte dolorosa, pero Shane no tenía
el lujo del tiempo. Fue por la garganta de Lucius, arrancándola y
dejando escapar un aullido triunfante, antes de pasar a su
siguiente asesinato.

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 Capítulo cinco

Shane notó un sabor a cobre y piel muerta en la boca. Su

pelaje estaba manchado de sangre, parte de ella, pero en su
mayoría pertenecía a sus enemigos. Su alboroto no duró mucho.
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Los disparos estallaron en el aire.
Giró solo para sentir el impacto de una bala. El dolor estalló
en su estómago. Dio un paso tambaleante hacia Magnus. Es hora
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de acabar con el rey. Una vez que Magnus muriera, su aquelarre
se dispersaría. Las sanguijuelas dejarían su pueblo en paz.
—Dispárale de nuevo, —dijo Magnus con una voz
desesperantemente tranquila.
Otra bala alcanzó su pata izquierda. Perdió el equilibrio y su
hocico notó el sabor a tierra. La lluvia empezó a caer. A Shane
no se le escapó cómo diez años atrás, había llovido como una
perra cuando tomó la peor decisión de su vida.
Al luchar contra Fang, había salvado a su compañero, excepto
que lo había desgarrado de adentro hacia afuera lastimar al otro
hombre. Shane había sabido desde el principio que el hijo del
alfa era su mitad predestinada. Pensando en retrospectiva, había
sido estúpido y joven, aterrorizado de dar voz a lo que su bestia
le había estado diciendo todo el tiempo.
 En cambio, se había convertido en un matón, porque sabía que
si no hubiera asumido ese horrible papel, alguien más lo habría
hecho. Solo Shane podía lastimar a Fang. Lógica loca para eso,
pero era verdad. Al menos había estado vigilando de cerca a
Fang mientras crecía.
Si pudiera retroceder en el tiempo, le habría ofrecido una
mano a Fang. Ambos se habrían alejado de esa pelea. Demasiado
tarde para cambiar las cosas ahora, para encontrar a Fang y
disculparse por todos sus errores.
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Manos pálidas empujaron hacia él, arrastrándolo hacia el rey
vampiro. Agotado, Shane los dejó. Terminó a un pie de los
zapatos de cuero sin duda caros de Magnus, cubiertos de sangre
04/2021
y barro. Shane se sintió como un vagabundo sarnoso a punto de
ser sacrificado.
Estaba tan cansado. Cansado de mantener su manada junta, de
mantener el nombre de los Red Mane. Todos los demás habían
vuelto a la tierra: el ex alfa, su padre y los shifters con los que
había crecido.
Al menos Fang todavía estaba en alguna parte, respirando,
viviendo.
Magnus lanzó una patada bien dirigida a sus costillas heridas,
haciéndolo aullar.
—Mírate, alfa. Qué desastre. ¿Qué dices si te limpiamos? Serás
una adición perfecta a mi colección de esclavos de sangre—.
Magnus plantó un pie en su costado.
Como el infierno. Shane preferiría morir aquí como un perro
que verse reducido a ese estado de vida. Había visto el harén de
alimentadores de Magnus, humanos con los ojos en blanco y
shifters débiles que lucían marcas de mordiscos por todo el
cuerpo. Shane había jurado que nunca terminaría como ellos.
Seis meses de soportar esta sanguijuela que ralentizaba su vida
lo habían llevado al límite. Un hombre solo podía tomar hasta
cierto punto. Algo se rompió dentro de él.
Shane respondió abriendo las mandíbulas para darle un gran
mordisco a la pierna izquierda del rey vampiro. Magnus siseó de
dolor, tratando de deshacerse de él, pero Shane aguantó
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obstinadamente.
—Quítame este animal de encima, —les gritó Magnus a sus
vampiros. Manos agarraron un puñado del abrigo de Shane,
04/2021
sacudiéndolo. Un grito agudo y agónico resonó en los bosques
cercanos. Los vampiros se quedaron quietos. Magnus le agarró la
oreja izquierda apenas adherida y miró a Shane a los ojos. —
Huelo animales. ¿A quién llamaste para pedir ayuda? —Magnus
lo dominó, derribando a Shane al suelo. Prescindiendo de las
cosas, el rey vampiro le arañó y siseó como una serpiente,
mostrando sus colmillos.
Shane vio a otro vampiro desaparecer en la arboleda más
cercana, probablemente para comprobar el origen del grito.
¿Ayuda? Shane ya no tenía aliados. Había rogado ayuda a otros
grupos de animales de la región. Todos le habían dado la
espalda después de la aniquilación de la mayoría de los Red
Mane.
 Habían valorado la fuerza de la manada cuando los Red Mane
estaban en la cima y luego los abandonaron una vez que no les
quedaba nada que ofrecer.
—Muere, Alfa—. Magnus golpeó su cuello, donde el vampiro
había estado bebiendo de Shane todo este tiempo. Dado que la
herida nunca sanó correctamente, era el punto vulnerable de
Shane. Los colmillos atravesaron capas de piel. Dolía, incluso
peor que todas las otras veces. Esta vez, parecía que el rey
planeaba atormentar a Shane hasta que hasta la última gota de
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sangre saliera de su cuerpo.
Shane luchó por usar sus garras, pero ahora le faltaba la
fuerza inicial para contraatacar. Rezó a Dios para que el resto de
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su manada hubiera logrado cubrir un poco de terreno antes de
que los vampiros los persiguieran. Sabrían qué hacer, seguirían
corriendo hasta que el sol saliera sobre sus cabezas. Para
entonces, los vampiros tendrían que ir bajo tierra. La manada ya
habría desaparecido para entonces.
Su visión empezó a fallar. Cada músculo de su cuerpo
comenzó a sentirse rígido. Su cuello sangraba como una perra.
La sangre empapó su pelaje. Debe haber dejado de llover hace
algún tiempo, porque ya no saboreaba las gotas en su lengua.
En momentos como este, Shane luchaba con arrepentimiento.
Quizás morir sería lo mejor. Maldita sea, quería ver a Fang por
última vez. Shane decidió desesperadamente lidiar con los
malditos vampiros. Dejaría la Manada en manos de Drake e iría
a buscar a Fang.
Nunca consiguió su deseo.
 Algo rojo y rápido se desdibujó por los bordes de su visión. Ese
mismo monstruo se acercó a la espalda desprotegida de Magnus
con tanta furia, y derribó a Magnus de Shane. No algo, sino él,
pensó Shane.
Un escalofrío recorrió su espalda. La criatura era enorme, más
grande que cualquier hombre lobo que hubiera visto. Una
sensación de déjà vu se apoderó de él. Este era un fantasma,
debía serlo. Un verdadero lobo Red Mane, excepto que este no
tenía plateado en los bordes de su pelaje rojo.
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El corazón de Shane dio un vuelco en su pecho. No podía ser.
¿Por qué volvería Fang para salvarlo? Además, Fang no podía
cambiar, ¿verdad?
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Shane debía estar alucinando. El caos llovió a su alrededor.
Sonidos de vampiros gritando y gruñidos enojados se mezclaron
para convertirse en una sinfonía sedienta de sangre.
El monstruoso lobo chasqueó las mandíbulas a Magnus. Por
primera vez, el rostro del rey vampiro formó una máscara de
miedo. Luciendo más pálido que de costumbre, Magnus se alejó
del enorme lobo con cuidado. Fang soltó un gruñido de
advertencia, pero a pesar de su estado debilitado, Shane vio sed
de sangre en los ojos amarillos de Fang.
Monstruo temible. Este lobo era salvaje y brutal, ansioso por
destrozar cualquier cosa en su camino. Muy poca humanidad le
devolvió la mirada desde esos ojos, diciéndole a Shane que el
humano tenía un control mínimo sobre la bestia.
—Fang, Shane se va a desangrar si no hacemos algo, —gritó
Drake.
 Su beta fugitivo estaba en el borde del bosque, con el cuerpo
pintado de carmesí. Más lobos salieron del bosque, los hocicos
ensangrentados, los ojos brillando con triunfo.
Shane los había conocido a todos, una vez, cuando le perdonó
la vida al hijo del ex alfa, pero estaba bastante seguro de que
todavía estaban enojados con él por tomar el puesto de alfa de
Fang.
Con un aullido retumbante que sacudió la tierra, Fang se alejó
del rey vampiro que huía. Fang se acercó a Shane, y por un
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segundo, Shane estuvo seguro de que Fang terminaría el trabajo.
La furia bailaba en esos ojos dorados. Sólo un desliz de
humanidad le devolvió la mirada, pero era desafiante. Fang, más
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duro, más frío, pero su Fang.
A pesar de que todo su cuerpo se sentía como si estuviera en
llamas, Shane alcanzó su piel humana. Si no lo lograba esta
noche, quería morir como humano, no como animal.
Fang apoyó una pata en su pecho, el peso un poco pesado.
Shane pasó sus dedos temblorosos a través del áspero pelaje de
Fang y susurró:
—¿Qué te has hecho?
Los demás se apiñaron a su alrededor. Shane sabía que el
lugar parecía el sitio de algún campo de batalla, pero no le
importaba. El amanecer sangró sobre los árboles, derramando
oro y amarillo por todas partes, ahuyentando la oscuridad.
Shane tenía a su compañero y a sus antiguos compañeros de
manada a su alrededor. Cayó inconsciente, pensando que este
era el mejor sueño que había tenido.
 Capítulo seis

Los golpes fuertes y los objetos que caían al suelo sacudieron a

Shane y lo despertaron. No. No quería despertarse y darse cuenta
de que todo no había sido más que un sueño.
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Shane se movió, alarmado por las suaves sábanas. ¿Alguno de
los esclavos de sangre de Magnus lo había vuelto a poner en la
habitación de invitados? Magnus tenía tendencia a tomar
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demasiado.
Le dolía todo el cuerpo. Las heridas que había sufrido le
recordaron que Magnus podría acabar con su vida en cualquier
momento. Eso siempre cabreó a Shane.
Abrió los ojos, sorprendido de ver su antiguo dormitorio en la
casa de la manada. Cuando se convirtió en alfa, sus compañeros
de manada lo habían animado a ocupar la habitación más
grande de la cabaña principal. Shane se había negado y se había
quedado en su propia habitación, por penitencia, tal vez, o por
lealtad a Fang.
Un tipo enorme estaba encorvado sobre su escritorio.
Normalmente, al lobo dominante en él no le gustaba otro
depredador en la habitación. Sin embargo, este era Fang. Su lobo
se calmó, completamente en paz.
Shane se aclaró la garganta.
 —Te has puesto en forma.
Fang se enderezó y se volvió. Él no dijo nada. Los ojos oscuros
se clavaron en los suyos. A Shane le pareció que podía haber
crecido con Fang cuando era niño, pero no sabía nada sobre este
extraño.
Seguro, habían intercambiado cartas antes de que Fang dejara
de responder. Shane siempre se imaginaba a Fang con el mismo
cuerpo delgado y alto, no a este enorme extraño que gritaba
peligro.
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Si su animal interior no hubiera reconocido a Fang como su
pareja, habría luchado contra Fang para ver quién era más
dominante.
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Fang mantenía su cabello militar negro azabache corto y
vestía una camisa blanca lisa y jeans. Tinta y viejas cicatrices
aparecieron en la piel expuesta y bronceada por el sol. Fang hizo
crujir sus nudillos. Shane notó que también tenían cicatrices,
como si Fang hubiera estado en una cantidad extraordinaria de
peleas.
La tensión llenó la habitación. Ver a Fang en persona evocaba
viejos recuerdos, buenos y malos.
—Te las arreglaste para sacar a tu lobo dormido. ¿Cuándo? —
Preguntó.
Una extraña punzada de arrepentimiento lo invadió. Deseó
haber estado allí al lado de Fang cuando el lobo de Fang
finalmente se reveló. El padre de Fang había afirmado que su
hijo era defectuoso, pero Shane nunca lo creyó.
 —Después de unirme a Operaciones Especiales de Unidades
Paranormales en el Ejército—. La voz de Fang sonaba más
profunda también, ronca. Shane miró la pequeña cicatriz en el
labio inferior de Fang. No quería arriesgarse a bajar los ojos.
Finalmente, Shane notó lo que había estado haciendo Fang
antes de despertar. Fang estaba de pie sobre su escritorio,
luciendo un poco enojado, casi a la defensiva. Shane entendió
por qué. El viento entró por la rendija de su ventana, golpeando
algunos de los papeles de su escritorio, todos ellos copias
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impresas de las cartas que habían intercambiado a lo largo de
los años.
—Joder, —siseó Fang, luchando por las cartas.
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Shane sacó las piernas de la cama para ayudar. Su aguda vista
alcanzó a vislumbrar las palabras que había memorizado de
memoria.
Antes solo podía ver el mundo como un lugar oscuro, hasta
que comencé a esperar las cartas que me envías...
Ojalá estuvieras cerca. No necesitamos hablar de la mierda
que pasó hace años. Simplemente estar a tu lado y disfrutar del
silencio es suficiente.
Algunos días, me imagino cómo sería si ambos dejáramos la
manada, para no tener que navegar por este nuevo mundo solo...
A veces, era difícil de creer que todo esto estuviera escrito por
el shifter con los ojos duros y el cuerpo parado frente a él.
—Permanece allí. —Fang prácticamente gruñó las palabras. —
Estás herido. Cúrate primero.
Un gruñido salió de su garganta.
 —¿Me estás dando órdenes ahora, Fang?
—Los estúpidos heridos deben quedarse en la cama—. Fang
recogió el último de los papeles. Mientras estaba inclinado en un
ligero ángulo, Shane vio un destello de las clavículas de Fang,
planos de músculos duros debajo y algo más. Un anillo en el
pezón.
Tragó incómodo, consciente de que su pene se estaba
endureciendo. Gracias a Dios por el edredón.
Las fosas nasales de Fang se ensancharon cuando se acercó
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para mirar a Shane, todavía agarrando los papeles. Mierda. Fang
parecía querer destrozar algo. Al mismo tiempo, Fang se veía
lindo como el infierno.
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—¿Quién te dio el maldito permiso para revisar mis cosas? —
Preguntó Shane, cruzando los brazos.
Fang miró los papeles arrugados en sus enormes manos, como
un niño culpable sorprendido haciendo algo malo. Con un
gruñido, Fang comenzó a enderezarlos y esparcirlos sobre la
cama de Shane.
—Joder, te salvé la vida, —le recordó Fang, una vez que
terminó su tarea.
La vergüenza lo llenó de nuevo. Apartó la vista de la mirada
de Fang.
—Deja los papeles. Puedo imprimirlos de nuevo.
—Las páginas están arruinadas.
—Gracias por decir lo obvio, —murmuró.
—Los lees, una y otra vez.
 —¿Cuál es tu punto? —Shane espetó, comenzando a apilarlos
en una pila.
Fang se acercó arrastrando los pies a la ventana, o mejor
dicho, se tambaleó. Le recordó a Shane a un oso grande y torpe,
inofensivo como este, pero letal cuando se le provoca.
—Te escribí más cartas.
Shane pensó que se imaginó esas palabras al principio.
—¿Qué? No las conseguí.
Su corazón se hinchó. No. Shane se negó a dejar que la
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emoción se apoderara de él. Escuchar esa confesión le gustó
muchísimo a su animal. Ver a Fang de nuevo se sintió
surrealista. Había pensado que llegarían a más golpes, palabras
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de enojo. Shane nunca había esperado esta incomodidad, este
muro invisible entre ellos.
—Nunca las envié—. Fang miró por la ventana. Shane sabía lo
que miraba: más fresnos, pinos y tierra.
—¿Por qué viniste aquí, Fang? —Preguntó.
Fang se volvió y se cruzó de brazos mientras lo miraba. Todos
los músculos de los bíceps y tríceps de Fang se flexionaron con
el movimiento. Una franja de piel se asomaba por debajo de los
jeans bajos de Fang.
Shane tampoco se perdió el paquete entre las piernas de Fang.
¿Era una erección por su bien?
Joder. Shane no debería estar fijándose en esos detalles, no
debería pensar en Fang en esos términos. Había hecho daño a su
pareja. Habían desarrollado una jodida relación a larga
distancia, y había terminado. Nada más que eso.
 Shane sabía que estaba loco por Fang. No hacía falta ser un
genio para darse cuenta de que Drake había encontrado a Fang y
lo había traído aquí, junto con los demás.
No había visto a Talon, Claw, Razor y Joker después de que los
bastardos dejaron la manada uno por uno. Shane no podía
culparlos, no después de que la última pelea terminó con todas
sus familias y amigos muertos. El padre de Fang había hecho la
llamada, pero Shane sintió la peor parte de esa terrible decisión
de todos modos.
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—Vine por ti, —respondió Fang finalmente. —Casi no vine, a
pesar de que Drake hizo un argumento convincente.
De acuerdo, Shane se lo merecía, aunque dolía un poco saber
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que Fang había dudado.
—¿Entonces qué, has cambiado de opinión?
—Quería verte de nuevo.
Fang quería ver a Shane, no cómo Shane estaba manejando la
manada o el lío en el que estaba la ciudad. A él. Antes de que el
orgullo aumentara, Shane frenó su control.
Antes de que pudiera formular una respuesta decente,
continuó Fang.
—Shane, ¿qué diablos estabas pensando? ¿Vampiros?
—No te olvides de las hienas que se asentaron aquí también.
Hienas en moto—. Shane dejó escapar una risa áspera. Fang no
parecía divertido. —¿Qué quieres de mí, una disculpa? Siento
haber jodido las cosas.
 —No me debes nada. Solo soy un exiliado, un forastero. Me
importa un carajo cómo manejaste tu manada. Simplemente no
quería que murieras.
Shane parpadeó, toqueteando el edredón.
—Has hecho tu trabajo. ¿Qué vas a hacer después?
Esperó el doloroso golpe, a que Fang le dijera que se iría
pronto. ¿Cuándo volvería a ver Shane a Fang? ¿Nunca? Eso lo
enfureció por alguna razón, aunque no tenía derecho a enojarse.
—Deja de alejarme. Me quedaré aquí hasta que te mejores. No
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estás en condiciones de defender a tus lobos —murmuró Fang.
—Te dejo ahora.
Shane vio a Fang tirar de la puerta con tanta fuerza que estaba
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seguro de que Fang arrancaría la madera de sus bisagras. Sintió
a otro hombre en el pasillo. Drake, a juzgar por su olor.
—¿A dónde vas? —Preguntó Drake.
—Salgo a correr. Necesito un poco de aire.
Drake apareció en su línea de visión, frunciendo el ceño a
Shane.
—Regresaste. Y lo trajiste, —dijo Shane, sin saber qué decirle a
su beta. Nunca habían sido amigos. Aliados era una palabra
mejor. Cuando Drake se fue, Shane se sintió traicionado. Ahora,
no estaba tan seguro de Drake. Un bastardo de corazón frío lo
habría dejado en este lío, sin pedir ayuda externa.
—Sé que no debería haber ido a tus espaldas, debería haber
hablado contigo primero, pero sabía que te negarías… —
comenzó Drake.
Shane lo interrumpió.
 —Me alegro que lo hayas hecho.
Drake frunció el ceño.
—¿Estás seguro?
—Los demás también están aquí. Puedo escuchar a los
ruidosos bastardos, —dijo Shane.
Las voces elevadas subieron desde el exterior. Podía escuchar a
Kit discutiendo con Claw.
—Ya. Claw y Talon están con los demás. Regresaron por ti, ya
sabes. Incluso Clara.
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Shane se reclinó contra las almohadas.
—No merezco su lealtad.
—Deja de castigarte, deja de sentir lástima por ti mismo.
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Hiciste lo mejor que pudiste.
—Lo mejor no fue suficiente.
—Cualquier otro se resquebrajaría bajo la presión. Mantuviste
la manada junta, —espetó Drake. Por lo general, el beta era
educado y tranquilo. Shane nunca había visto a Drake así.
—Drake, ¿me estás felicitando?
—Cállate, Alfa.
Shane miró las cartas en su cama. Drake siguió su mirada, sin
comentar cuando Shane las reunió y las puso en la mesita de
noche junto a él.
—Tengo entendido que los demás volvieron por Fang. Cuando
se fueron… no creo que pueda hacer esto más. Todo está jodido,
Drake.
Drake frunció el ceño y entrecerró los ojos.
—¿Qué estás diciendo?
 —Todo el mundo me deja. Me lo merezco, lo sé. No quería
que las cosas salieran así.
Drake se acercó a la cama con cautela y tomó asiento en el
borde.
—¿Qué quieres decir?
—Hace diez años, le perdoné la vida a Fang, esperando que
regresara cuando fuera lo suficientemente fuerte como para
desafiarme de nuevo. Se suponía que Fang se convertiría en Alfa
y demostraría que su padre estaba equivocado. En cambio, nunca
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lo hizo. El viejo alfa condujo a la manada al borde de la
extinción, dejándonos que recogiéramos los pedazos. Nunca
quise liderar.
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Drake contuvo el aliento. Se sintió bien descargar la verdad
finalmente, incluso si Shane no tuvo las agallas para decírselo a
Fang. Drake se frotó la cara.
—¿De verdad lo dices en serio?
—Eres su mejor amigo, Drake. Una parte de ti quería que
Fang tomara lo que por derecho le pertenece.
Drake negó con la cabeza, luciendo un poco pálido.
—Fang ha cambiado. La guerra lo cambió. Está un poco...
—Roto, —finalizó Shane. —Yo también. Este territorio, esta
manada, está condenado, Drake. Te agradezco que regresases...
No vio el puño de Drake borroso. Shane escuchó el crujido de
un hueso antes de que la agonía le abrasara el cráneo.
Gruñendo, se tocó el pómulo roto y miró a Drake, mostrando
sus colmillos.
 —Para. Traje a Fang aquí para que puedas arreglarlo.
Arreglaros el uno al otro, luego trabajar en la reconstrucción de
la manada—. El acero llenó la voz de Drake.
Shane trató de pensar más allá de su irritación y dolor.
—No tienes idea de lo que estás hablando.
—Lo hago. Los demás también creen eso. Fang y tú podríais
ser más débiles separados, pero los dos podríais ser una fuerza a
tener en cuenta juntos. Yo estuve ahí, Shane. Hace diez años, le
salvaste la vida, y no para humillarlo para que pudiera vivir con
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la vergüenza. Lo perdonaste porque sabías que Fang era tu
compañero.
Shane buscó a tientas las palabras adecuadas.
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—¿Lo sabías?
—Me tomó un tiempo darme cuenta, pero sí, lo sabía. Fang se
destroza todas las noches en una jaula, luchando para diversión
de la multitud, no solo por las pesadillas de la guerra. Se siente
vacío.
Shane gruñó.
—¿Qué jaula?
Agarró la manga de la camisa de Drake, negándose a soltar a
su beta, no antes de obtener sus respuestas. La desesperación y el
hambre por aprender más sobre Fang lo llevaron a mendigar.
—Cuéntame todo sobre Fang. Por favor.

*****
 Acechar fuera de la ventana de Shane hizo que Fang se
sintiera como un acosador. Sin embargo, valió la pena porque
escuchó las palabras que Shane pretendía que fueran solo para
los oídos de Drake.
La confesión de Shane lo sorprendió. Incluso de adulto,
siempre se había preguntado qué había impulsado al otro
hombre a salvarlo tantos años atrás. Shane había esperado que
volviera, que ocupara su lugar, excepto que Fang nunca lo había
hecho.
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—Esperas demasiado de mí —susurró Fang, mirando
fijamente la atractiva arboleda que se adentraba más en el
bosque.
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Su lobo picaba bajo su piel humana, anhelando ser libre. Ser
un shifter en la ciudad fue difícil. No había tierra para correr
libremente, para cazar y dar rienda suelta a la bestia. Aquí era
diferente. Todavía no se sentía como en casa, no del todo.
Faltaba algo más, pero estos bosques lo llamaban, incluso si
también traían malos recuerdos.
Pensó en todos esos confusos años que había pasado enojado,
pero incapaz de cortar su comunicación con Shane. Habían
perdido tanto tiempo, insistiendo en lo que había sucedido diez
años atrás. Nadie podía cambiar el pasado, pero él podía hacer
algo con el presente.
Sintiendo que no estaba solo, Fang entrecerró los ojos y
encontró a Razor de pie junto a los mismos árboles que había
estado mirando hace unos minutos.
 No solo Shane había crecido. El resto de sus amigos también.
Razor solía ser delgado como una hoja, pero había acumulado
músculos como los demás. Fang se acercó a su amigo de la
infancia. Cinco años. Se había sumergido en el Ejército, había
perdido camaradas, había luchado en la jaula para experimentar
dolor. Fang nunca había esperado encontrarse a sí mismo y a
todos sus amigos de regreso en su ciudad natal.
Los ardientes ojos verdes de Razor parecían desenfocados,
como si viera algo que Fang no podía. Fantasmas, quizás.
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—¿Están todavía aquí? —Preguntó en voz baja.
Razor cerró los ojos.
—Joder, necesito correr, luego beber.
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Eso respondió bastante bien a su pregunta.
—No me importa la compañía, —dijo Fang, señalando el
bosque con la cabeza.
—Nadie quemó los huesos, —dijo Razor de forma extraña—.
Están todos tan enojados, Fang. Todos estaban gritando antes,
pero se callan cuando estás cerca.
Fang sabía a quién se refería Razor.
—No fue culpa de Shane. Mi padre los llevó a todos a la
muerte.
—Los muertos no pueden notar la diferencia.
Eso asustó a Fang, sabiendo que los fantasmas de hombres
lobo muertos observaban estos bosques. Sabiendo que debía ser
peor para Razor, tomó una decisión. Drake y los demás siempre
habían sido un poco cautelosos con Razor, pero Fang y Razor
siempre se entendían.
 Hacía diez años, cuando sus amigos llevaron su cuerpo medio
muerto y se marcharon de Red Valley, Razor estuvo a su lado
hasta que fue lo suficientemente fuerte como para moverse por
su cuenta. Entonces Razor había desaparecido para lidiar con su
propia mierda.
Fang había perdido el contacto con todos los demás. No le
preguntó a Razor qué había estado haciendo durante los últimos
años. A Fang no le importaban los secretos. Todos los tenían,
tenían derecho a ellos.
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—Lo haremos juntos. Reúne los huesos y quémalos, —dijo
Fang.
Razor pareció aliviado.
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—Te lo agradezco, pero hay más trabajo por hacer aquí.
Fang miró hacia la casa de la manada, donde estaban todos.
Necesitaba algo de tiempo, y tal vez estar en la piel de su lobo le
daría más claridad.
—Regresaremos con la cena. Shane ya habría dormido un
poco para entonces.
Sin necesidad de palabras, se deshicieron de la ropa. Como
siempre, el cambio dolía más que cualquier otra cosa que
hubiera soportado. Siempre atribuyó el dolor a todos esos años
que no pudo llamar a su lobo durante su juventud.
Una vez que sus patas tocaron la tierra, Fang echó a correr.
Estos árboles lo habían asustado una vez, especialmente durante
los días en que su padre había estado tratando de lograr que
cambiara.
 Su padre lo había dejado una vez en medio del bosque con
nada más que la ropa que llevaba puesta. Pensando en el pasado,
Shane lo había encontrado, deshidratado, hambriento y medio
salvaje, pero aún humano, para decepción de su padre.
Fang hizo a un lado esos recuerdos y los volvió a poner todos
dentro de la caja en su cabeza donde guardaba toda la mierda
desagradable. Si Shane supiera lo jodido que estaba realmente,
Shane nunca le habría dicho a Drake que esperaba que Fang
todavía tomara el manto de alfa algún día.
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Esforzándose más fuerte, aceleró. En el camino, dejó a Razor
atrás, pero Razor tenía sus propios pensamientos que hacer. Sin
darse cuenta, emprendió el mismo camino que había tomado
04/2021
después de que su padre lo dejara en el bosque.
Vio a su yo de ocho años tropezando por la orilla del río, sin
un zapato, con la cara arañada por pequeñas ramas. Más arriba,
Fang terminó en el borde del acantilado, justo encima de una
larga caída. Shane lo había encontrado aquí todos esos años,
contemplando la derrota. Suicidio.
Le tomó mucho tiempo darse cuenta de que Shane había
fingido ser su matón, pero en realidad, Shane lo había cuidado
en silencio. Fang no sabía nada sobre liderar un grupo de
personas. Incluso en el Ejército, se había contentado con seguir
órdenes. Dando la toma de decisiones a otra persona.
Excepto que Shane lo necesitaba ahora. Recordar el tejido
grueso de la cicatriz en el cuello de Shane provocó furia en su
interior. Fang juró cazar a todos y cada uno de esos
chupasangres. Lamentó no haber acabado con el rey, pero Shane
se había desangrado mucho.
Fang no sabía acerca de ser alfa, pero podía quedarse aquí por
un tiempo, cuidando a Shane de la misma manera que Shane lo
había hecho por él todos esos años atrás.
Solo, sin nadie que lo mirara, su lobo susurró la palabra que
había estado aterrorizado de reconocer toda su vida.
Shane.
Compañero.
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Pero hombres como Fang no merecían amor. Si Shane
conociera al verdadero él, ¿Shane terminaría corriendo?
Los últimos indicios de la puesta de sol desaparecieron en el
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horizonte. El aire frío de la noche otoñal le revolvió el pelaje,
pero apenas podía sentir el frío.
¿Qué estaba haciendo aquí solo, cuando podía acurrucarse
cerca de Shane, recuperando el tiempo perdido? Cuando Shane
se volviera más fuerte, podían salir a correr, con los abrigos
rozándose entre sí. Estarían parados en este lugar y verían la
puesta de sol juntos.
Si Fang estuviera en forma humana, soltaría una carcajada.
Un día de ver a Shane y ya se estaba convirtiendo en este idiota
sentimental. Con un bufido, regresó a la casa. Razor debía haber
respetado su necesidad de espacio, porque su amigo lo siguió.
Fang hizo una pausa, notando que Razor tenía una liebre
recién capturada en el hocico, y decidió no preguntar.
 ¿Él también necesitaba una matanza? Mierda. Esto era ridículo,
pero la parte competitiva de él no quería regresar con las manos
vacías. ¿Qué pensaría Shane de él?
Razor esperó a que Fang acabara con su propia presa.
Tardaron más de lo esperado. Fang quiso arrancar los divertidos
ojos amarillos de Razor cuando una liebre se lanzó entre sus
patas y se le escapó. Lo que debió haber sido una hora después,
Fang agarró uno. Con un conejo gordo y jugoso en la boca,
regresaron.
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Todas las luces estaban encendidas. La risa burbujeó desde el
área principal de la casa de la manada, asombrando a Fang. Al
crecer aquí, las sonrisas y las bromas habían sido raras. El olor a
04/2021
agresión y violencia protectora siempre había contaminado el
aire.
Fang escupió su presa. Volvió a ser humano y se puso la ropa,
de la cual cayó al suelo un trozo de papel. Razor lo pasó y le
mostró el mensaje.
Estaba escrito con la letra de Talon: Después de que ustedes
bastardos hayan terminado de cavilar en el bosque, pasen.
Pedimos pizza.
Razor y él intercambiaron miradas.
—¿Cuánto tiempo van a estar ustedes dos idiotas ahí parados?
—La voz de Talon sonó.
Fang no pudo evitarlo. Con su cena fresca, se dieron codazos al
entrar.
Talon resopló, luego se volvió y los miró.
—Amigo, ¿esos son conejos?
 Razor empujó el suyo en el brazo de Talon. Fang hizo lo
mismo.
Talon casi los deja caer, arrugando la nariz.
—Agg, chicos. ¿En serio? Tenemos pollo frito y pizza.
Fang lo fulminó con la mirada. Razor parecía querer asesinar a
Talon. Esto seguro que lo trajo de vuelta los viejos tiempos.
Incluso cuando eran niños, Razor y Talon siempre se habían
peleado por las cosas más tontas.
El equipo estaba de regreso.
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Talon le dio un puñetazo en el hombro.
—¿Por qué fue eso, idiota? —Demandó Fang.
—Bienvenido de vuelta a casa, Fang, —dijo Talon con una
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familiar sonrisa en su rostro.
 Capítulo siete

Las voces discutían de un lado a otro.

—¿Quién diablos es esta gente, Drake? —Demandó Kit.
—Esta gente, como nos llamas, salvaron vuestros lamentables
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traseros, —replicó Claw. ¿Era Claw o Jax? Shane ya no podía
decirlo.
—Kit, hemos hablado de esto, —dijo Clara con calma.
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—Sí, nos diste un desglose sobre quiénes son estas personas.
Todos ustedes son ex-Red Mane, ¿verdad? ¿Por qué solo vinieron
ahora, cuando todo se ha ido al infierno? —Kit discutió, pero no
había terminado. —Mira a Dave. Está escondido en un rincón
porque sabe que los nuevos chicos que trajiste contigo, Drake,
son psicópatas, —gritó Kit.
—Vinimos por Fang y Shane, por el bien de la amistad. Eso es
todo —dijo Talon sin ayudar—. Eres nuevo aquí, cachorro. No
entiendes nada.
—No soy un maldito cachorro. Tengo veintitrés. No me llames
así. ¿Qué quieres decir con eso? ¿Dejaste Red Valley, regresaste y
te vas de nuevo?
Alguien soltó una carcajada. Sonaba como Razor, pero lo
último que recordó Shane, era que el lobo loco estaba
despellejando los conejos.
 —No hay nada en Red Valley que valga la pena salvar, a
menos que alguien diga lo contrario, —dijo Claw.
—Basta de peleas, —interrumpió Drake, pero los demás lo
ahogaron de nuevo.
Shane cerró los ojos y trató de desconectarlos. Shane sabía que
los gruñidos y una muestra de dientes y garras no se quedaban
atrás. No ayudó a su cabeza palpitante. Dejaría que todos
discutieran. Una vez que se quedaran sin energía de la lucha, él
intervendría.
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—Deberías estar en la cama—. La voz de Fang le hizo abrir los
ojos.
Fang se hundió en el espacio junto a él en el sofá sin
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preguntar. Dado que ambos no eran hombres pequeños, no
había espacio para moverse.
Afortunadamente, Fang se había puesto un par de jeans, pero
parecía haberse olvidado de ponerse una camisa. Mierda. Ahora
todo lo que Shane podía pensar era en la piel manchada de
sudor de Fang pegada a la sudadera de Shane.
El metal brillaba bajo la luz. Shane se había olvidado del anillo
de oro en el pezón de Fang. Le volvería loco pensar en eso. Si
tiraba del metal, ¿dejaría escapar Fang un gruñido retumbante?
Sus dedos se movieron, pero los mantuvo quietos.
Shane reprimió el impulso de lamerse los labios. En su mente,
imaginó el impresionante pecho de Fang agitado y esos
abdominales ondulando cuando Fang abriera sus muslos para
hundir su polla dentro del culo de Shane.
Santo infierno. Esto no fue bueno.
 —¿No deberías unirte al debate? —Preguntó Shane,
cambiando el tema.
—Cero interés—. En cambio, Fang miró con rudeza su
erección. Por otra parte, Shane supuso que Fang nunca tuvo
modales para empezar. Aparentemente, Fang estaba más
interesado en Shane, no es que Shane se estuviera quejando. —
¿Eso es una erección por mí?
Shane gruñó.
—¿Qué crees?
71
—Grosero. ¿Ustedes dos conseguirán una habitación? —Gritó
Talon.
Estupendo. Ahora todos los miraban. Maldijo el oído superior
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de un hombre lobo en momentos como estos.
Shane se aclaró la garganta. Fang comenzó a dibujar círculos
en el muslo izquierdo de Shane, sin ayudar en absoluto. ¿Por qué
Shane se sentía tan tranquilo con Fang a su lado? Debería alejar
a Fang, decirle a Fang que buscara otro asiento, porque había
muchos. Pero su ego se avivó porque Fang había elegido
sentarse a su lado, como si Fang supiera que había pertenecido
allí todo el tiempo.
—¿De qué estábamos hablando? —Preguntó Shane,
volviéndose hacia Drake, quien alzó una ceja.
—Mientras ustedes dos se miraban el uno al otro con los ojos
llenos de estrellas y mierda, dejamos de discutir y decidimos que
tenemos que revisar la casa del aquelarre, —respondió Drake.
—Soy voluntario, —dijo Fang antes de que Shane pudiera
discutir.
 ¿Qué carajo?
—Voy contigo, —dijo Shane, mirando a Fang.
—Los lobos heridos deben quedarse en la cama—. Fang
prácticamente gruñó las palabras.
—Me estoy curando bien. Estaré perfecto y brillante, mañana
por la mañana—. Fang parecía que estaba a punto de protestar,
pero Shane lo interrumpió—. Además, me respaldas. ¿Estás
diciendo que eso no es suficiente?
—Ooh, tensión, —bromeó Talon. Shane quería apagar sus
72
luces.
—Es suficiente. —Fang gruñó, mirando a lo lejos. Shane pensó
que la conversación había terminado, pero Fang le apretó el
04/2021
muslo y se aclaró la garganta antes de continuar. —Tal vez
podamos almorzar después de quitar el polvo a algunos
vampiros.
Shane lo miró fijamente. El silencio llenó la habitación.
Alguien soltó una risa inapropiada. Probablemente Talon.
—Fang, ¿me estás invitando a una cita? —Preguntó Shane.
Fang lo empujó molesto. Dado que no había mucho espacio
para maniobrar, Shane no fue a ninguna parte. Sus hombros
simplemente chocaron entre sí.
—Almuerzo, —dijo Fang. —No es una cita.
—Está bien, eso fue incómodo, —dijo Jax.
—¿Estás diciendo que no? —Preguntó Fang, luciendo
repentinamente enojado.
—Estoy sorprendido. Está arreglado entonces.
 Fang asintió, luciendo satisfecho. Se puso de pie, con las
manos en la nuca.
—Fang, no hemos terminado, —dijo Drake, pero Fang solo le
dio el dedo y siguió caminando.
—Okey. —Shane dejó escapar un largo suspiro.
Ya se sentía mucho mejor. Esta noche fue un poco surrealista.
¿Se había imaginado a Fang invitándolo a salir? Fang se veía
lindo. Nunca en un millón de años Shane había esperado este
lado de Fang.
73
Miró a Drake y decidió tomarse las cosas más en serio ahora.
La estructura de poder en la ciudad se había sacudido cuando se
deshicieron del aquelarre de vampiros. Estaban los hombres
04/2021
hiena y otros grupos de shifters rebeldes más pequeños con los
que lidiar.
—Shane, ¿estos tipos se quedan? —Preguntó Kit.
—Por ahora. Necesitamos su ayuda, —confirmó Shane. No
había certezas en lo que respecta al futuro, pero podría vivir un
día a la vez. —Drake, ¿qué sigue?

*****

Fang apagó el motor de su Raptor y miró su GPS.

—¿Esta es la ubicación?
Shane parecía distraído. Aun así, incluso después de todo el
viaje desde las montañas hasta la ciudad. Chasqueó los dedos
hacia Shane, quien parpadeó. Las fosas nasales de Fang se
ensancharon, oliendo el miedo de Shane. Eso no le gustó en
absoluto.
Su mirada se posó en las viejas cicatrices en el cuello de Shane
y su ira se disparó. Saber lo que Shane había hecho para que su
manada pudiera sobrevivir lo puso furioso. Shane era fuerte, un
buen líder y la bestia de Shane era una fuerza a tener en cuenta.
El compañero de Fang no debería oler asustado, no debería
temer a estas sanguijuelas enfermizas.
—Joder, —siseó, haciendo crujir los nudillos.
74
Shane parpadeó y luego miró por las ventanas hacia las
puertas de hierro. Estaban completamente abiertas, sin guardias
tampoco, por lo que Fang asumió que los vampiros restantes
04/2021
habían huido.
—Estamos aquí, —confirmó Shane. —Lo siento, me distraje.
—Concéntrate, —dijo Fang, debatiendo si darle una palmada
en el hombro a Shane, luego se lo pensó mejor.
Los amigos hacían eso, pero Fang no quería que Shane fuera
su amigo. Ya no. Quería consolar a Shane. En cambio, rozó su
mano contra la barba de un día de Shane y se inclinó para darle
un beso. Cuando Shane no se apartó ni protestó, Fang rozó su
boca contra la de Shane, tentativamente, sintiendo la reacción de
Shane.
Shane agarró el cuello de su camisa, acercándolos más.
El calor explotó entre ellos. La polla de Fang se movió dentro
de sus jeans. Normalmente, no bajaría la guardia en territorio
enemigo, pero era de día. Él tomó la mejilla de Shane, tocando
el pulso acelerado de Shane. Sus entrañas se volvieron papilla. El
beso se volvió áspero, lo suficientemente fuerte como para hacer
sangrar, pero solo encendió a Fang.
Hasta entonces, Fang no sabía que un beso podría destrozarlo.
Sus lenguas y dientes se enredaron. Fang empujó su lengua por
la garganta de Shane. Un sonido retumbante salió del pecho de
Fang cuando se separaron. Shane ya no se veía con los ojos en
blanco o derrotado: la lujuria ardía en esos ojos.
Fang se desabrochó el cinturón. Quería verlo, el rostro de
Shane lucía lánguido, relajado. Extendió la mano, abrió el botón
75
de los jeans de Shane y le bajó la cremallera.
Shane cerró una mano sobre su muñeca.
—¿Qué estás haciendo?
04/2021
—Ayudándote a relajarte—. Shane lo soltó, pero aún parecía
inseguro. Fang sacó la polla de Shane de sus bóxers y descubrió
que ya se estaba engrosando. Se lamió los labios, se inclinó y
lamió el pre-semen de la punta reluciente.
—Dios, Fang.
Oh, le gustaba que Shane pronunciara su nombre así. De
placer, no cabreado ni maldiciéndolo. Fang lamió la hendidura,
curvando su mano en la base de la polla de Shane. Pasó su
lengua más abajo, sobre las crestas de Shane, saboreando su
sabor.
Fang rara vez chupaba la polla de otro hombre, pero esto era
diferente. Este era Shane, y había fantaseado con darle una
mamada a Shane desde siempre. Abriendo la boca, deslizó sus
labios sobre la polla de Shane. Le tomó un tiempo, pero
finalmente, Fang se acostumbró a la circunferencia de Shane.
 Shane clavó sus dedos en su cabello y empujó a Fang a aplicar
una succión cuidadosa. Shane sabía a seda estirada sobre acero
caliente en su boca. Una vez que la punta de Shane llegó a la
parte posterior de su garganta, Fang se retiró y repitió el
movimiento.
—Tu boca se siente jodidamente increíble, —logró decirle
Shane.
Shane comenzó a jadear y sus gemidos sonaron como música
para los oídos de Fang. Fang hubiera preferido un entorno más
76
íntimo, tal vez un lugar agradable. Shane se lo merecía, y Shane
no era como todos esos hombres sin rostro que calentaban la
cama de Fang. Las conexiones le sirvieron para ahuyentar su
04/2021
soledad, pero esa solución había sido temporal.
El lobo de Fang siempre había anhelado a alguien más. Le
había entregado su corazón a otro chico hacía mucho tiempo.
—Voy a explotar pronto, —apretó Shane, tiró de su cabello,
pero Fang siguió chupando obstinadamente. Cuando Shane
alcanzó el clímax, Fang se tragó toda su carga, sin derramar ni
una gota. Chupó la suave polla de Shane, la limpió y se sentó
erguido, lamiendo sus labios.
Shane lo miró por debajo de los ojos entrecerrados y Fang
quería preservar la imagen para siempre. Cuando Shane asumía
el papel de Alfa y se dirigía a sus compañeros de manada, era
implacable y de mirada dura. Así, en privado, Shane era otra
cosa: vulnerable, crudo. Suyo.
 —Pareces un gato satisfecho de sí mismo, —Shane refunfuñó
eventualmente, subiendo la cremallera de sus jeans. —Te
devolveré el favor en otro momento.
—Estoy deseando que llegue—. Salieron del auto. Fang notó
con aprobación que Shane se veía despierto y alerta de nuevo. —
¿Feliz, lobo?
Shane le frunció el ceño.
—Eres una distracción letal, Fang.
—Bien. ¿Mejor que cualquier otra mamada que hayas tenido?
77
—Preguntó Fang.
—Espera un segundo, —comenzó Shane. —¿Detecto una nota
de celos en tu voz?
04/2021
Pasaron junto a las puertas de hierro. El abrumador olor a
rosas hizo que Fang arrugara la nariz. Vampiros estúpidos y su
amor por las flores.
Fang no respondió, enojado, hasta que Shane le dio un beso en
la mejilla. Fue rápido, un beso, pero calentó sus entrañas al
instante. Su lobo interior dejó escapar un gruñido feliz.
—La mejor, —dijo Shane.
Más allá del camino de entrada, Fang notó que la puerta
principal también estaba abierta, al igual que la puerta. Su
animal le dijo que no había vampiros adentro. Las sanguijuelas
olían diferente a otros paranormales de sangre caliente.
—Solo dices eso para conseguir otra mamada, —dijo Fang con
un bufido, abriendo más la puerta.
Esperaba algún tipo de sorpresa desagradable en el interior,
pero el lugar estaba en un silencio sepulcral. Todos los muebles,
incluso la alfombra, parecían volcados, como si hubiera pasado
un huracán.
—Fang, te felicitaré más tarde. Necesito concentrarme—. Fang
se cruzó de brazos. Shane se detuvo y suspiró—. Me estás
distrayendo. No puedo pensar con tanta claridad cuando
hablamos de sexo.
Lo suficientemente bueno para Fang. No quería que Shane
pensara en otro hombre mientras él estaba aquí. Joder, Fang se
aseguraría de que Shane nunca quisiera a nadie más que a él.
78
—Vamos a separarnos, —dijo Shane. —Cubriremos más
terreno de esa manera.
—Mandón, —señaló Fang. Sin embargo, no le importaba.
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Fang había dicho eso para obtener una reacción de Shane, pero
parecía que el otro hombre no se lo creía.
—Tengo la impresión de que te gusta que yo dé órdenes, —
dijo Shane.
Fang le brindó un vistazo de sus afilados dientes blancos.
—No en el dormitorio.
Shane gimió.
—¿En serio? Terminemos de explorar el lugar para que
podamos almorzar.
—Bien. Yo subiré las escaleras—. Este lugar era más grande de
lo que Fang había pensado inicialmente. Oler un nido de
vampiros no formaba parte de su plan para hacer suyo a Shane,
pero era la única forma de salir de ese lugar.
Todas las habitaciones por las que pasaba Fang eran iguales:
vacías. Dejó atrás la cocina y bajó al sótano. El olor a sangre vieja
se quedó aquí. Si estuviera en forma de lobo, se le habrían
erizado los pelos. Olió a Shane aquí abajo.
El hedor de la muerte y la violencia persistente era
insoportable.
Se preparó mentalmente para lo peor.

79

04/2021
 Capítulo ocho

Si el piso de arriba era espacioso, el de abajo era aún más

grande. El sótano albergaba celdas. El olor a descomposición
golpeó su nariz ahora.
80
Gruñó en voz baja, casi chocando contra la ancha espalda de
Shane. Shane se volvió, sus ojos brillaban dorados, pero se relajó
al ver que solo era Fang.
04/2021
—Nada arriba, —informó Fang. Tampoco aquí nada olía vivo.
—Limpiaron todo, —dijo Shane, señalando las jaulas vacías
con la cabeza. —Incluso los comederos humanos.
—¿Crees que los vampiros los mataron? —Preguntó Fang.
El pensamiento apretó sus entrañas, pero había visto muchas
cosas horribles durante su tiempo en el Ejército. Al ver temblar
los hombros de Shane, Fang se acercó a su pareja y lo abrazó. La
tensión se desvaneció. Fang se abrió camino desde el espacio
entre los omóplatos de Shane y besó su nuca.
—Los chupasangres se han ido para siempre. Vámonos de aquí
—sugirió Fang. —Estoy hambriento.
—Sí. Yo también.
Shane no dijo una palabra cuando Fang unió sus manos y lo
condujo escaleras arriba. Una vez que estuvieron de regreso en
el auto, se sintió más fácil respirar. Shane encendió la radio y
bajó la ventanilla. Fang condujo el coche hacia la ciudad
propiamente dicha. Para entonces, muchos cafés pequeños
servían brunch.
En su camino hacia la montaña, Fang no había tenido tiempo
de comprobar si todos los lugares de su infancia todavía estaban
allí. Ahora redujo la velocidad y pasó junto al viejo cine donde
Drake y él solían colar bocadillos. Necesitaba un nuevo trabajo
de pintura y el letrero de neón omitió un par de letras, pero vio
los últimos carteles de películas afuera. Eh. Así que todavía
81
estaba abierto al público, al igual que algunas de las tiendas de
la ciudad.
—Red Valley parece tal como lo dejé, —comentó para
04/2021
entablar conversación.
—Ha cambiado poco. Cuando los vampiros y las hienas se
mudaron, cerraron un par de negocios. Una vez que se corra la
voz de que los chupasangres se han ido, la gente dejará de tener
miedo, —comentó Shane.
Fang notó que no había rastro de culpa en el tono de Shane,
simplemente observación. Pasaron junto a más tiendas tapiadas
y gente del pueblo en la acera que parecían vagamente
familiares pero estaban envejecidos por el tiempo.
En su vida adulta, Fang había estado en todas partes, pero
nunca se había sentido como en casa en ninguno de esos
lugares.
—Hace diez años, le juré a Drake y a los demás que volvería.
—Te esperé.
—Lo sé.
 Shane maldijo.
—¿Escuchaste a Drake y a mí hablando?
—Sí. —Fang todavía se sentía culpable por eso.
—¿Por qué no regresaste? ¿Te resultaba tan repulsivo este
lugar?
—Sabes la respuesta a eso—. Fang le había dicho a Shane con
bastante frecuencia en sus cartas cuánto temía volver para
enfrentarse a su padre.
—¿Todos tus recuerdos de Red Valley eran malos?
82
—No todo. ¿Dónde quieres comer?
—Bonnie está bien.
Fang no pudo ocultar su sorpresa.
04/2021
—¿Ese restaurante todavía está vivo?
—El hijo de Bonnie, Ben, lo dirige ahora, pero sí.
Fang aún conocía el camino. Se había escabullido a casa de
Bonnie junto con Drake y los demás cuando era más joven,
lamiendo sus heridas y cuidando viejas heridas. Sus amigos
nunca le habían hablado del ojo morado o de los moretones.
Habían hablado de estupideces, de adolescentes, sobre
hamburguesas y batidos. De vez en cuando, veía a Shane y a los
chicos mayores allí. Los demás se habían burlado de él
ocasionalmente, pero nunca Shane.
—A veces caminaba hasta aquí para ver si estabas aquí, —dijo
Fang, estacionando el auto en un lugar vacío.
—¿En serio?
 —Siempre estabas con alguien, amigos, amantes—. Fang salió
del coche. Shane se rio, haciéndolo fruncir el ceño. —¿Qué es tan
gracioso?
—Yo hice lo mismo. Los otros chicos odiaban venir a Bonnie.
Preferían pasar el rato en el estacionamiento de Millie General
Store o Blackboot Bar.
—¿Qué pasó con todos esos lobos? —Preguntó Fang. La
expresión del rostro de Shane se oscureció. Intervino
rápidamente. —Lo siento, olvídate que te pregunté.
83
—No hay nada de qué disculparse. No hay nadie a quien
culpar, Fang. El viejo alfa hizo una mala decisión y no puedo
hacer nada sobre el pasado.
04/2021
El dolor cubrió las palabras de Shane. Se sentía como si Fang
hubiera recibido varias rondas brutales en la jaula.
—Debería haber estado allí, —afirmó.
Shane lo empujó contra el auto hasta que la espalda de Fang
sintió un sabor a acero y vidrio. Cuando un oponente hacía eso
en el ring, Fang respondía con violencia, o si se sentía vacío,
agradecía el dolor.
Haría lo mismo por Shane, absorbería los golpes de Shane si
eso hacía que su pareja se sintiera mejor. En cambio, Shane
apoyó su frente contra la de Fang y enganchó sus dedos en las
presillas del cinturón de Fang. Shane cerró los ojos y Fang quiso
preguntar dónde le dolía para poder arreglarlo.
—Podría haber salido y haber intentado buscarte. Ya no sirve
de nada lanzar acusaciones. Quiero empezar de nuevo, Fang.
¿Podemos tener eso? —Shane volvió a abrir los ojos.
 Fang no sabía cómo responder. Nunca había sido bueno con
las palabras, así que dejó que sus acciones hablaran por sí
mismas. Inclinando su boca sobre la de Shane, besó a Shane con
rudeza.
No se había imaginado la química explosiva entre ellos. Shane
enredó sus dedos en su cabello y le mordió, frotando su cuerpo
contra el suyo, dejando que Fang sintiera su erección.
Fang presionó una mano sobre el pecho de Shane y los separó.
Rompiendo con fuerza, Shane lo miró fijamente, perplejo.
84
—Comer primero. Lleva algo de energía a tu cuerpo. Te
quiero bien y todo curado para más tarde, —respondió Fang.
—¿Qué va a pasar más tarde? —Preguntó Shane.
04/2021
Fang acarició el cuello de Shane, gustándole su escalofrío.
—Voy a hacerte mío.
Esperaba que Shane entendiera las implicaciones de esas
palabras. Shane dio un paso atrás, ojos dorados y calientes por la
lujuria, pero se aclaró un poco cuando hubo más distancia entre
ellos.
—Fang... —Shane vaciló. —¿Estoy entendiendo esto
correctamente? Si nos reclamamos el uno al otro, ¿eso significa
que te quedarás?
—Nunca pertenecí al desierto ni a la jaula. Conduje con Drake
aquí a toda prisa, esperando que no fuera demasiado tarde.
Incluso entonces, mi bestia lo entendió.
—¿Qué? —Shane preguntó en un susurro.
—Que ambos anhelamos el hogar, el uno al otro.
Shane abrió la boca y luego la cerró.
 —Esto es real, ¿verdad? ¿No estoy soñando?
Fang lo besó de nuevo.
—Nunca quise ser alfa, pero quiero ser digno de ser tu
compañero.
—Eso es lo suficientemente bueno para mí.
Fang sonrió. Su corazón se disparó al escuchar esas palabras.
—Basta de mierda cursi. Tengo hambre de comida, luego de ti.
—Muy bien para arruinar el momento, bastardo sexy, —
murmuró Shane.
85
Si Fang hubiera tenido sus orejas de lobo, se habrían animado.
—Me llamaste sexy.
—Cállate. Todos en el restaurante nos miran boquiabiertos.
04/2021
—Déjalos.

*****

—¿Siguen siendo las hamburguesas dobles con queso y tocino

tan grandes como las recordaba? —Preguntó Fang, mirando a
través del menú de plástico sucio.
La cabeza de Shane no estaba completamente en el presente.
Siguió pensando en la casa del aquelarre, sus implicaciones.
Estaba libre. De la obligación a los vampiros, para reclamar a su
compañero. Se sentía como un sueño, pero ahí estaba el peligro.
La experiencia personal le había enseñado a Shane que la
felicidad se podía quitar en cualquier momento. No podía
recordar la última vez desde que se había sentido tan
despreocupado, tan feliz.
 —Shane.
Parpadeó. Fang bajó el menú, su mirada intensa y sus cejas se
fruncieron.
—Las hamburguesas son del mismo tamaño, —confirmó.
—¿Estás bien?
—Sí.
—Pobre mentiroso entonces y ahora.
—¿Listo para ordenar? Shane, ¿quién es este contigo? —Una
camarera de pelo gris de unos cincuenta años apareció junto a
86
su mesa. Shane conocía a la Sra. Graham desde que era un niño.
Fang parecía más incómodo a cada segundo cuando la Sra.
Graham lo miró con los ojos entrecerrados. La anciana jadeó. —
04/2021
¿Fang?
—¿Me reconoces? —Fang parecía querer la habilidad de
volverse invisible. Altamente imposible, dada la masa musculosa
de Fang, la tinta y las cicatrices eran difíciles de pasar por alto.
—Te pareces a tu padre, —dijo la Sra. Graham pensativa.
Shane no se perdió la forma en que Fang se estremeció ante
esas palabras. Sabía que la señora Graham tenía buenas
intenciones, pero había cavado en viejas heridas.
—Pero eres diferente a él. Mejores ojos, —finalizó.
—¿Podemos ordenar? —Preguntó Shane, aclarándose la
garganta.
—Por supuesto, cariño.
—¿Fang? —Preguntó Shane, y no se sorprendió cuando Fang
pidió cuatro hamburguesas, porciones extra de papas fritas y dos
batidos. —Conseguiré lo mismo.
 —Vuelvo enseguida con su pedido, muchachos—. La Sra.
Graham hizo una pausa. —Shane, ¿es cierto lo de los vampiros?
El restaurante se quedó en silencio de repente.
—¿Qué escuchaste? —Preguntó.
—La casa del aquelarre se vació. Según el Sr. Jackson al otro
lado de la calle, se fueron a toda prisa la noche anterior, junto
con sus comederos.
—Fang y sus amigos nos ayudaron a ahuyentarlos, —le dijo
con sinceridad. —Parece que se han ido para siempre.
87
Fang saltó cuando le dio una palmada en un hombro.
—Bien por tus chicos—. El placer iluminó su rostro y su voz.
—Regresaré con tus órdenes. Fang, ¿todavía te gusta mezclar
04/2021
batidos de chocolate y vainilla?
Fang gruñó cuando ella le revolvió el pelo y se alejó. En voz
baja, murmuró:
—No puedo creer que todavía esté trabajando aquí.
—Algunas cosas en la ciudad no cambian.
—No tenías que hablarle de mí y de los demás, —dijo Fang,
jugueteando con el recipiente de la servilleta y luego
maldiciendo cuando se rompió la tapa. —Mierda. Rompo todo lo
que toco.
Shane colocó su mano sobre la de Fang.
—No, no es así. Déjame.
Fang le dejó arreglar el soporte, sin decir nada durante un par
de segundos.
—No puedes retractarte de tus palabras. Me prometiste que te
quedarías por mí, por nosotros, —dijo Shane.
 Estaba aterrorizado por pequeñas cosas como que la Sra.
Graham hablando con Fang pudiera hacer estallar a Fang. Si su
pareja desaparecía por segunda vez, Shane no sabía qué diablos
haría. Era consciente de lo necesitado que sonaba, pero a estas
alturas apenas le importaba. Con Kit y los demás, Shane tenía
que usar su máscara alfa todo el tiempo, fingir ser fuerte, pero
Fang era el único hombre al que podía mostrar su verdadero yo.
Fang se apoyó en la cabina y miró por las ventanas hacia el
exterior. Shane le permitió ordenar sus pensamientos. Debían
88
estar pasado muchas cosas en la mente de Fang en este
momento.
Finalmente, Fang lo miró. La resolución allí hizo desaparecer
04/2021
todos los temores de Shane.
—No voy a correr, si eso es lo que estás pensando. He hecho
demasiado de eso en mi vida.
 Capítulo nueve

—Solo necesito acostumbrarme a la atención de nuevo, —

concluyó Fang.
—Escuché de Drake que recibiste mucha atención en la ciudad
89
por parte de las groupies.
Fang le lanzó una mirada cautelosa.
—¿Has oído hablar de eso?
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Shane se cruzó de brazos.
—No te preocupes. No significaron nada para mí. Para ellos,
yo era solo una conquista. Eres mi compañero y significas todo
para mí—. Fang pareció avergonzado de nuevo. Para un extraño,
Fang se veía igual, pero Shane podía leer mejor a su pareja
ahora.
—Te creo.
Por suerte, llegó la comida. Shane miró durante un par de
segundos mientras Fang atacaba la primera hamburguesa como
un hombre de las cavernas. Fang notó que miraba, redujo la
velocidad y se metió un par de patatas fritas en la boca.
—¿Qué? —Espetó Fang. —Como mucho cuando estoy
nervioso.
—Eres jodidamente lindo.
—No soy lindo. —Fang le arrojó una patata frita.
 Shane frunció el ceño.
—Realmente maduro.
—Oh. Una mesa libre aquí, Drake, —gorjeó una voz familiar.
Shane no podía creer lo que veía: Talon estaba arrastrando a
un Drake reacio a su mesa.
—Jódete, la mesa está llena, —dijo Fang automáticamente.
Talon no escuchó. Muy pocos hombres tuvieron el coraje de
empujar a Fang a la esquina y tomar su asiento. Suspirando,
Shane dejó algo de espacio para Drake.
90
—Señora Graham —gritó Talon en voz alta. —Dos juegos de
lo que sea que consiguieron estos grandes cabrones.
—Puedo prescindir de las maldiciones, joven, —respondió la
04/2021
Sra. Graham.
Talon lucía su mirada de “ay, qué lástima”. Incluso cuando
eran niños, Talon era el único miembro del equipo de Fang que
podía encantar a cualquiera.
—Entonces, ¿cómo va la cita? —Preguntó Talon.
—Talon, hay una mesa allí, —señaló Drake, lanzando a Shane
una mirada de disculpa.
—Esta no es una cita, —espetó Fang. Luego miró a Shane
antes de masticar su segunda hamburguesa.
—Los vampiros se han ido, —dijo Shane. —Pero os
actualizaríamos de todos modos.
—Los vampiros, —dijo Talon con un bufido. —No estábamos
preocupados por un montón de chupasangres.
—¿Entonces qué? —Preguntó Shane.
 —Fang, —comenzó Drake. —Necesitamos saber dónde estáis
los dos. ¿Qué sigue? Claw y Jax planeaban irse mañana. Ellos
también tienen vidas.
—Bien. Ellos pueden hacer lo que quieran. Me quedaré.
Shane nunca se cansaría de escuchar esas palabras.
—¿De verdad? —Preguntó Talon, luciendo tan atónito como
Drake.
—Razor se queda, —dijo Fang, esta vez mirando a Shane y
luego de nuevo a Talon. —¿Tú qué?
91
—No lo sé, hombre. He sido un rebelde desde que dejé Red
Valley, pero últimamente, al veros a los dos idiotas incómodos
dándoos miradas de jódeme, estoy pensando que debería
04/2021
empezar a asentarme también. Encontrarme una linda
compañera.
Fang se rio a carcajadas. Shane negó con la cabeza.
—Fang, eso es de mala educación.
Talon pareció herido y golpeó el hombro de Fang, luego
maldijo.
—¿De qué estás hecho, hormigón? Eres duro y gruñón, Fang.
Si tú puedes encontrar tu pareja, yo también puedo.
—Seguiré sirviendo como tu segundo o tercero, —dijo Drake,
mirando de un lado a otro entre Shane y Fang.
—No quiero ser alfa. Seré terrible en eso. Shane es una mejor
opción, —dijo Fang.
Shane no estuvo de acuerdo, pero si ser alfa significaba que
Fang no se iría, entonces podría vivir con esa decisión.
 *****

—Este no es el camino a la casa de la manada, —comentó

Fang.
—Estamos tomando un desvío. Quiero mostrarte algo, —
respondió Shane. Shane tenía un brillo travieso en sus ojos. Eso
intrigó a Fang. Antes de separarse de Drake y Talon, Drake lo
había llevado a un lado y le había confesado que no había visto a
Shane sonreír en años. Eso fue un gran impulso para el ego.
92
Verdes y marrones se volvieron borrosos mientras Shane
conducía. Fang tomó nota mental de explorar la totalidad del
territorio de Red Mane, para hacer su trabajo como segundo o
04/2021
tercero de Shane. El lobo dentro de él necesitaba luchar contra
Drake para establecer el orden jerárquico de la manada, pero al
hombre no le importaba.
Fang había pasado demasiado tiempo separado de Shane.
Regresar a Red Valley le había dado un poco de claridad
después de estar roto todo este tiempo. El tiempo en el Ejército
lo había templado hasta el acero, pero quitar vidas y perder
amigos también se había llevado más de él. Pelear en la jaula lo
había ayudado a olvidar, pero no era una solución.
Pensó que nunca tendría esta oportunidad. Ahora, con Shane
en sus manos, Fang nunca lo soltaría. Shane afirmó que
necesitaba a Fang, pero era lo mismo para él. Shane era su
nueva razón para vivir, su propósito. A Fang ya no le importaba
el legado de su padre, pero eso no significaba que no lucharía
para proteger a sus amigos y a los nuevos lobos de Shane.
 Fang nunca pensó que podría encontrar a su pareja y familia
aquí, pero lo hizo.
Joder, ¿así era la felicidad?
—Pareces estar teniendo pensamientos profundos, —observó
Shane.
—Soy capaz de eso, —dijo Fang, fingiendo sonar insultado.
Shane se rio entre dientes.
—He estado pensando, antes de venir aquí, me sentí como si
hubiera vivido una vida a medias—. Fang no sabía por qué podía
93
decir lo que pensaba con Shane, cuando de lo contrario, las
palabras habrían sido jodidamente vergonzosas. Tal vez se estaba
volviendo blando, pero saber que todavía era capaz de amar no
04/2021
era una debilidad. Fue una puta revelación.
—Yo sé lo que quieres decir. —Shane condujo el coche por
carreteras más pequeñas y tortuosas y finalmente apagó el
motor. Estaban en un claro. —Vamos. Vamos a correr.
Fang no necesitaba persuasión. La idea de poder correr al lado
de Shane en forma de lobo había sido una de sus fantasías
cuando él era un niño y cuando intercambiaban cartas y él no
había logrado cambiar todavía.
—Espera, pregunta, —comenzó Shane cuando Fang se quitó la
camisa.
—¿Qué? —A Fang le gustó cuando Shane lo miró como si
fuera un buen trozo de carne. Los fanáticos admiraban su físico
todo el tiempo, por lo que estaba acostumbrado a la atención.
Cuando Shane lo hizo, el estómago de Fang hizo un extraño
aleteo.
 —Me está volviendo loco, pero ¿qué le pasa a tu anillo en el
pezón cuando cambias?
—Permanece en su sitio, incluso cuando cambio. ¿No te gusta?
—Preguntó Fang.
—Eso es jodidamente caliente—. Shane se acercó a él, pasó un
dedo por su pectoral izquierdo y le dio un tirón al anillo del
pezón izquierdo. Fang gruñó ante la sensación. Esa sonrisa
traviesa volvió a aparecer en los labios de Shane. —Sería
divertido jugar con esto.
94
Imaginar a Shane jugando con su anillo, provocándolo, hizo
que la polla de Fang se endureciera. Shane trazó el metal con
una uña, luciendo fascinado.
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—Puedo perforar el otro. Entonces tienes dos para jugar, —
ofreció Fang.
Las pupilas de Shane se volvieron doradas.
—Joder, Fang. No bromees. Es injusto.
Él frunció el ceño.
—No estoy bromeando.
Shane lo miró como si estuviera loco. Fang se quitó los jeans y
los bóxers. Joder, no podía creer que su polla ya estuviera tan
gruesa. Por un lado, estaba más que cachondo, pero también
quería correr con Shane.
—¿Estamos corriendo o qué? —Preguntó.
Shane se cruzó de brazos.
—Desafíame a atraparte.
Fang frunció el ceño. No sabía que a Shane le gustaban los
juegos.
 —Bien. Estamos actuando como cachorros.
Alcanzó a su lobo. El cambio fue fácil. El pelaje fluyó sobre la
piel, los huesos se rompieron y sus patas golpearon hojas secas y
tierra. Quería sentir el pelaje de Shane contra el suyo. Quizás
podría morder juguetonamente las orejas de Shane. Jugar a
enfrentarse.
—Si te atrapo, me dejarás hacer lo que quiera contigo, —gritó
Shane mientras Fang trotaba hacia la línea de árboles más
cercana.
95
A Fang le estaba empezando a gustar este juego. Echó a correr.
Si hubiera tenido una boca humana, habría sonreído ante la
maldición de Shane.
04/2021
—Eso es injusto, Fang. No he dicho que empieces —gritó
Shane detrás de él.
Demasiado tarde. Shane necesitaba atrapar a Fang primero,
pero tal vez no le importaba que lo atrapasen.

*****

—Maldito hijo de puta infiel, —murmuró Shane en voz baja.

Casi se tropieza con sus jeans. Maldito Fang. Se quitó los
zapatos. Al ver que Fang acababa de dejar sus cosas en el suelo,
Shane las atrapó y puso sus pertenencias en el auto.
No importaba. Shane conocía estos bosques como la palma de
su mano, todos los atajos y rutas. Fang no tenía ninguna
posibilidad. Riendo para sí mismo, Shane dejó que su lobo
explotara de su piel. El viento azotó su rostro mientras corría.
 Antes, había corrido para escapar de sus problemas. Había
huido del recuerdo de Magnus hundiendo sus colmillos en el
costado del cuello de Shane.
No había tenido un jugueteo divertido en años.
Al principio, Fang no tenía ninguna dirección en mente.
Shane reconoció el camino que tomó Fang, a Red Valley Falls.
Fang solía ir allí cuando eran niños, su propio pequeño lugar
secreto, pero Fang no sabía que Shane lo seguía desde la
distancia.
96
Había visto a Fang tantas veces, parado al borde de las
cataratas. Fang había tardado horas en llegar a su destino porque
estaba confinado a hacer la caminata en piel humana. Shane
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había acechado y observado a Fang con paciencia, sintiéndose
culpable de todos modos.
Mientras corrían, el sonido del agua se acercó. El aire se sentía
más limpio aquí de alguna manera. Pocos humanos o
paranormales se atrevieron a aventurarse tan lejos en el bosque.
El camino se volvió estrecho, traicionero. Finalmente, la tierra
debajo de sus patas se convirtió en arena fina. Vio a Fang
caminando por la orilla, con el pelaje mojado. El pelaje rojo
fuego volvió a convertirse en piel. Shane se detuvo, contento de
observar a Fang meterse más profundamente en el agua, hasta
que su cabeza estuvo directamente debajo de las cataratas.
El agua volvió resbaladizos los músculos entintados de Fang.
Fang lo miró a los ojos, como si hubiera sabido que Shane
estaba allí desde el principio.
—¿Cuánto tiempo vas a quedarte allí?
 Shane se acercó al trote, cambiando mientras cambiaba de
cuatro patas a dos. El agua enfrió su piel, pero cuanto más
tiempo estuvo sumergido Shane, menos sintió la temperatura.
—Pensé que te tomaría más tiempo averiguar adónde fui, —
comentó Fang.
Ahora estaban a una distancia de contacto. La polla de Shane
se había engrosado, y no necesitaba mirar hacia abajo para ver la
erección que Fang lucía para él.
—Solía seguirte cuando éramos niños, —admitió Shane.
97
Fang no parecía enojado. Incluso dejó que Shane deslizara sus
dedos por el hueco de su clavícula hasta el anillo de metal
perforado en la piel. Plata, se dio cuenta. Por eso la herida nunca
04/2021
se cerró.
—Pervertido, —dijo Fang, haciéndolo reír. Shane le dio un
tirón al anillo, lo que provocó un sonido retumbante de Fang.
Fang cerró sus dedos sobre el eje de Shane, haciéndolo gemir. —
Es justo que yo también pueda tocarte.
—¿Seguimos jugando? —Preguntó Shane, arrastrando su
mano por el sendero de finos pelos que conducían a los
abdominales de Fang y finalmente a su polla dura como una
piedra.
—No. Ya no. —Fang le dio un apretón a la punta de su pene,
haciendo que Shane gimiera. Más y Shane se perdería.
—Necesito estar dentro de ti, —apretó Shane. Un gruñido
escapó de sus labios. —Necesito hacerte mío ahora o me volveré
loco.
 Su lobo interior gruñó en acuerdo. Siempre se había
preguntado si Fang lo apoyaría. Más dulce aún, si Fang
respondía a su rudeza con eventual aquiescencia y cedería ante
Shane.
—Tómame. —Los ojos de Fang brillaron con desafío.
Shane lo agarró por el hombro, lo hizo girar para que su torso
presionara la espalda resbaladiza de Fang. Inclinó su polla justo
entre las nalgas de Fang. Colocando un brazo sobre el enorme
pecho de Fang, le colocó una banda sobre su estómago. El pecho
98
de Fang se elevó y cayó sobre él.
—Joder, —susurró Shane contra la nuca de Fang. Presionó un
beso en ese lugar, incapaz de creer que Fang se sometiera
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voluntariamente a él. Maldijo de nuevo, frotando su polla entre
las nalgas de Fang, y Fang abrió más sus muslos.
—¿Eso es todo lo que puedes decir? —Demandó Fang.
—Cállate, —dijo Shane con cariño, alcanzando de nuevo el
anillo del pezón de Fang. —Te gusta un poco de dolor para tu
placer, ¿no es así?
—Sabes lo que necesito. —La respuesta de Fang fue apenas un
susurro.
—Lo hago. Basta de palabras. Llévame dentro de ti.
 Capítulo diez

Shane siguió jugando con el anillo, amando cada gemido de

Fang. Usó su otra mano para separar las mejillas de Fang. Metió
un dedo dentro del agujero de Fang. Con el agua a su alrededor,
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hubo poca resistencia.
Fang se tensó, pero no por mucho tiempo. Shane agregó un
segundo dígito y comenzó a girar. Sabía que no era pequeño y
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que Fang podía tomarlo y probablemente agradecería el dolor,
pero no quería lastimar a su pareja. Shane curvó los dedos y
debió rozar el punto dulce de Fang, a juzgar por el repentino
cambio de respiración de Fang.
—Dame tu boca, —ordenó.
Fang volvió la cabeza y ofreció su boca para que Shane
pudiera meter la lengua por su garganta. Cuando tocó la polla
de Fang, encontró a Fang duro como el acero, sin duda a punto
de estallar.
Shane apartó la boca para decir:
—No te vengas a menos que yo te lo diga.
Fang gruñó pero no dijo nada más. Shane sacó los dedos y
colocó su pene en la entrada de Fang.
 —Voy a follarte sin sentido ahora—. Shane dijo las palabras
para ofrecerle a Fang una última salida, pero Fang no parecía
interesado en cambiar de opinión. —Abre más las piernas.
Fang obedeció, y Shane guió su polla hacia adentro. Shane
gruñó cuando los músculos internos de Fang se apretaron
alrededor de su eje.
—Respira, —ordenó.
Los músculos se aflojaron un poco. Una vez que pasó el
grueso anillo de músculos, se empujó hasta la empuñadura,
100
hasta que sus bolas rozaron la curva del trasero de Fang.
—Shane—. Fang pronunció su nombre con tanta suavidad y
ternura que las palabras hicieron que todos los nervios de su
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cuerpo se dispararan.
La sangre se le subió a la polla.
—¿Listo? —Preguntó Shane, mordiendo el cuello de Fang,
marcando el lugar donde colocaría la marca de su mordisco.
—Móntame duro.
Shane lo agarró por la cintura, clavándole las uñas en la piel,
pero eso solo pareció irritar a Fang. Comenzó a empujar dentro
y fuera de Fang. Con cada empujón, fue más rápido, más
profundo.
—Tócate a ti mismo, —dijo, y sintió que Fang extendía la
mano para acariciar su polla. Mierda. Eso estuvo tan caliente. A
este paso, Shane explotaría. Redujo un poco la velocidad y, a
juzgar por el gruñido frustrado de Fang, no era el único
impaciente por su apareamiento.
 —No puedes imaginar cuántas veces he soñado con esto, que
estoy tan profundamente enterrado dentro de ti que no puedes
respirar.
Fang gimió ante sus palabras. Shane aceleró el paso de nuevo,
hasta que el sonido del agua golpeando y sus cuerpos golpeando
juntos llenó sus oídos. También podía oír los latidos de su
corazón y los de Fang, adquiriendo un ritmo acelerado.
—Shane, no podré contenerme, —confesó Fang, con la voz
entrecortada por la necesidad.
101
—Sólo un poco más. —Shane rodó sus caderas, cambió su
ángulo y supo que había golpeado la próstata de Fang cuando
Fang dejó escapar un grito de sorpresa. Con cada golpe, rozó
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repetidamente el punto dulce de Fang. Él también estaba cerca
de alcanzar el orgasmo.
—Dámelo, Fang. Ríndete, —dijo. Fang dejó escapar un suspiro
de alivio. Shane se acercó y le dio un apretón a la punta de Fang,
empujando a Fang por el borde.
Shane empujó dentro de Fang varias veces más, pasando sus
dedos por el cabello de Fang. Aparentemente sabiendo qué
hacer, Fang desnudó su cuello en sumisión.
Con un gruñido triunfante, Shane empujó en él una última
vez. La presión que se acumulaba en él se rompió cuando vació
su carga dentro de Fang. Desenvainando sus colmillos los
hundió profundamente donde el hombro de Fang conectaba su
cuello.
La sangre llenó su boca. Shane podía sentir el apareamiento de
sus animales internos, convirtiéndose en una fuerza vital. Fang
sabía a poder en su boca, pura fuerza. Por separado, no eran
nada, estaban perdidos, a la deriva, pero juntos podían ser algo
asombroso.
También sintió algo que no había sentido en mucho tiempo,
los lazos que lo conectaban con los otros miembros de su
manada. Shane sintió que Drake se sacudía sorprendido y luego
los demás. Hicieron una pausa de lo que estaban haciendo.
Todos estaban en la casa de la manada, con Drake.
No sabían qué estaba pasando, qué había provocado este pulso
102
metafísico, pero sintieron que la vida entraba en los lazos
invisibles que unían a sus lobos con el Alfa.
Shane no esperaba que la reacción se extendiera a los otros
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lobos que habían estado fuera de casa, de la manada durante
tanto tiempo. Sintió de nuevo a los lobos de Talon, Jax y Razor.
Shane no estaba seguro de dónde estaban, pero se preguntó si
jurarían lealtad a la manada una vez que sintieran la fuerza de
los lazos.
—Mi turno, —dijo Fang cuando Shane le quitó los dientes.
Shane sacó su pene y Fang se giró en sus brazos. Sintió que
Fang hundía los dientes en su pectoral izquierdo, el área cerca
de su corazón. Shane no pudo evitar sonreír. Cuán apropiado
dado que Fang siempre tuvo la mitad de su corazón.
Sellando el vínculo de pareja, Fang apartó los dientes y apoyó
la cabeza contra la curva del hombro de Shane. Shane acarició el
cabello de Fang. Se quedaron así durante un par de momentos,
sin hablar.
 Finalmente, después de que recuperaron la respiración y se
lavaron, Shane plantó un beso en los labios de Fang.
—Salgamos del agua.
Terminaron en la orilla, con Fang acostado en su regazo.
Shane cerró los ojos. Todo parecía diferente, un cliché pero
cierto.
—¿Sentiste eso, a los demás cuando te mordí? —Preguntó
Shane.
—Sí. —Fang tomó su mano y entrelazó sus dedos.
103
Shane se dio cuenta de que podía quedarse aquí para siempre,
con Fang en su regazo, escondido del resto del mundo. A lo
lejos, sabía que tenían que enfrentar la realidad, un desastre que
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limpiar y una manada que construir. No importaba por ahora.
No hacía mucho, las inmensas responsabilidades habían hecho
tambalear a Shane, abrumado, pero ya no. Drake le había
preguntado temprano esa mañana si culpaba a Fang por irse,
pero ¿cómo podía Shane, cuando la manada había ahuyentado a
Fang?
Les había tomado un tiempo reunirse, darse cuenta de que sus
caminos divergirían y convergerían de nuevo, descubrir que lo
que habían estado buscando estaba justo donde habían
comenzado.
Shane pasó un dedo por la mordida en el cuello de Fang. Una
oleada de posesividad lo invadió. Una vez que regresaran a la
casa de la manada, él se haría cargo de la herida.
—Eres mío, —dijo, sorprendido cuando Fang se volvió y miró
directamente a Shane.
 —Siempre lo fui.
La garganta de Shane se contrajo antes de sentir un repentino
latido en su cabeza, como si lo hubieran golpeado con un objeto
contundente. Fang gruñó en su regazo. ¿Él también sintió eso?
Shane se frotó las sienes. Su lobo le dijo que alcanzara los lazos
de la manada recién formados, y cuando lo hizo, sintió miedo y
furia en el otro extremo. Fang se puso de pie y le ofreció una
mano. No se necesitaban palabras. La manada estaba en peligro.
—¿Vampiros? —Preguntó Fang con el ceño fruncido.
104
—No estoy seguro todavía, pero tenemos que darnos prisa—.
Shane alcanzó a su lobo y Fang hizo lo mismo.
Juntos, corrieron de regreso al bosque. El cielo nocturno
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desangró estrellas sobre ellos. El bosque ya no se sentía seguro;
en cambio, olía mal de alguna manera, como si su lobo supiera
que su territorio había sido invadido por enemigos. Se dirigieron
directamente a la casa de la manada.
El olor a madera quemada le golpeó la nariz, seguido del grito
de una mujer. Clara. La ira estalló dentro de Shane. ¿Cómo se
atrevían a atacar a una madre? El humo se elevó desde la línea
de árboles.
Ahora lo olía, el olor a descomposición que perduraba en los
vampiros y algo más: piel.
Los motores de las motocicletas retumbaron, mezclados con el
sonido de la risa.
La confusión ondeó en su mente por un momento.
Shane vio la ancha espalda de un hombre vestido de cuero que
se dirigía a la casa de la manada, escopeta en mano. Un
esqueleto risueño posado en una motocicleta junto con las
palabras “Laughing Corpse MC” habían sido cosidas en la
espalda del idiota.
Los vampiros supervivientes se habían aliado con los hombres
hiena de la ciudad.
Doble jodida. La rabia lo inundó, lo purificó, pero un fuerte
mordisco en la oreja hizo que Shane vacilara. Vio a Fang a su
lado, mirándolo con preocupación.
Shane ya no tenía que soportar esta carga solo. Cuando los
105
vampiros vinieron por él, estaba listo para morir. Ahora, todo lo
que quería era vivir.
Su trabajo era asegurarse de que su manada sobreviviera a la
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noche.
 Capítulo once

Shane compartió una mirada con Fang y movió la cabeza

hacia la izquierda, luego hacia la derecha. Fang entendió que
tenían que separarse. Sin dudarlo, Fang corrió hacia la izquierda.
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Shane escuchó el grito de sorpresa de un hombre un segundo
después, y el gruñido de Fang. Sabía que Fang podía cuidar de sí
mismo.
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Shane se deshizo del hombre hiena con el arma. Uno menos,
pero ¿cuántos más quedan?
Sabiendo que meterse en la pelea a ciegas sin analizar la
situación no era la mejor solución, Shane usó los arbustos para
camuflarse.
Recordó cómo los lazos de la manada habían cobrado vida
cuando se había apareado con Fang. ¿Estaban Drake y los demás
todavía en la casa de la manada principal, atrapados y
acorralados?
Shane rozó los lazos y probó su miedo y pánico. Drake estaba
con ellos, y confiaba en que su beta mantendría a raya a sus
atacantes hasta que él llegara.
Los vampiros y las hienas debían haber tenido a alguien
espiando la casa. Habían atacado cuando su manada estaba en su
punto más vulnerable, mientras Shane, Fang y los otros
luchadores estaban fuera. ¿Cuánto tiempo tenían antes de que
toda la casa de la manada se redujera a cenizas?
A estas alturas, las autoridades locales verían el humo que se
elevaba desde el valle. Llegarían demasiado tarde.
Enfurecido, Shane se reveló.
Un vampiro voló hacia él, los ojos carmesíes brillando, los
colmillos chorreando sangre. El chupasangre y él chocaron.
Shane gruñó cuando el vampiro envolvió sus brazos alrededor
de su cuello. Se sacudió a la sanguijuela, a punto de terminar
107
con su miserable vida cuando una hiena se le acercó por el lado
ciego.
La bestia chocó con él, con los dientes en la garganta. Shane
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luchó con una ferocidad que no se había dado cuenta de que aún
existía en él. Quizás estar con Fang le recordó la vida, el futuro
que podrían construir juntos.
Gruñendo, rastrilló y arañó a la hiena. Otro saltó y un tercero.
¿Cuántas de estas plagas había? Un cuarto soltó ese extraño y
misterioso sonido de risa que solo las hienas podían hacer.
Estos imbéciles estaban seguros de su victoria, pero un aullido
de lobo vino de los árboles. Un lobo de pelaje gris moteado
apartó a la hiena. Otro con una piel de un blanco puro tomó al
vampiro corriendo hacia él con una pistola en la mano. Razor
también llegó, con el hocico y la piel ensangrentados.
Un rugido vino cerca de la entrada de la casa de la manada.
Fang pasó a toda velocidad junto a un grupo de vampiros que
custodiaban la puerta principal y entró.
 Ver a Talon, Razor y Jax envió adrenalina a través de sus
venas. Debían haber olido el humo también. Los tres lobos lo
miraron en busca de dirección. Shane se acercó a la casa en
llamas y dejó escapar un rugido. Los demás respondieron con
aullidos.
Corrió tras su pareja. Las llamas le lamieron la cara y el pelaje,
pero Shane reprimió la incomodidad. Los vampiros bloquearon
su camino de nuevo. Arrancaron los motores de las motocicletas.
Algunas de las hienas comenzaron a irse, lo que significaba
108
menos enemigos con los que luchar.
—Volved, asquerosos animales. Teníamos un trato, —gritó un
vampiro.
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Shane tomó a ese primero, le rasgó la garganta y luego entró
en la casa. Dentro, la temperatura era peor. El humo le tapaba
los pulmones. Las alfombras y los viejos trofeos de caza de la
pared ardieron.
Un grito salió de la sala de estar. Vio a Fang enredado con un
vampiro y a Kit en forma de lobo, herido y sangrando. Más allá
de Fang, vio a Drake y Gray luchando contra más vampiros y las
hienas sobrantes.
Shane sintió a los demás detrás de él, entrando en la casa.
Corrió en la dirección del grito, la cocina, sabiendo que los otros
lobos le cuidaban la espalda. Se quedó paralizado en la puerta,
viendo a Magnus con sus manos envueltas alrededor de la
garganta de un cachorro de lobo inconsciente. Will.
 Enseñó los dientes pero no pudo dar un paso. La puerta trasera
que conducía al exterior estaba abierta, pero sabía que Clara no
dejaría atrás a su pareja ni a su hijo.
Clara estaba en el suelo, con la cara llena de lágrimas,
amoratada y ensangrentada. Se aferró a un lobo salpicado de
sangre con una pata torcida debajo, el hueso roto y asomando a
través de la piel. Beck. Ver el leve ascenso y descenso del pecho
de Beck le aseguró que Beck estaba vivo.
—Finalmente, llega el Alfa, —cantó Magnus con voz
109
dramática. El rey vampiro se veía peor por el desgaste, con
marcas de garras recorriendo todo el lado izquierdo de su cara y
garganta. El trabajo de Fang, lo sabía. —Cambia, Alfa, o le
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arrancaré la garganta a este cachorrito.
Clara dejó escapar un grito ahogado y, en su regazo, Beck dejó
escapar un débil gruñido de protesta.
Hacer un movimiento en falso podría costarle la vida a Will.
Shane volvió a ser humano.
—Deja al cachorro de lobo fuera de esto, Magnus. No te ha
hecho daño.
Magnus soltó una carcajada.
—¿No me ha hecho daño? Mira mi maldita cara, perro. Mira lo
que le has hecho a mi aquelarre. Solíamos ser una docena de
fuertes, con novatos para agregar a nuestra fuerza.
—Cometiste un error al elegir esta ciudad, —dijo Shane. Sintió
que una cabeza peluda chocaba contra su espalda. Incluso sin
girarse, sabía que era Fang. Extendiendo la mano detrás de él,
apoyó una mano en la cabeza de Fang, instándolo a que no se
moviera todavía.
Los ojos carmesí de Magnus se entrecerraron y Shane vio una
locura que no había estado allí antes.
Se entendieron el uno al otro. Después de todo, Shane había
pasado muchas noches con los colmillos de este vampiro
enterrados en su cuello. Para Magnus, Shane no era solo comida,
Magnus se había deleitado con la humillación de Shane. Magnus
no era imprudente ni estúpido; algo había hecho que el rey
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vampiro se enojara, lo empujara por el borde.
—Olvidas tu lugar, perro. ¿Actuando todo alto y poderoso
ahora, solo porque tus amiguitos están de vuelta? —Magnus se
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burló. —No te engañes a ti mismo. Ambos sabemos lo que eres.
Odiabas venir a mí al principio, pero al final, una parte de ti
deseaba que pusiera fin a tu miserable vida.
Fang siseó detrás de él. Shane tiró de una oreja a modo de
advertencia. Deseó que Fang no escuchara todo esto. Luego se
dio cuenta de que no necesitaba temer el juicio de su pareja.
—Esto no se trata de mí. Deja ir a Will—. Había algo de verdad
en las palabras de Magnus, una verdad que Shane se negaba a
admitir. Había visto sus donaciones de sangre como una
obligación, un auto sacrificio para que su manada pudiera vivir.
Parte de él también había abrazado el dolor.
—¿Por qué habría de hacer eso? Me lo quitaste todo. Haré lo
mismo. Mira este pequeño enano. Representa la próxima
generación de su patética manada. Lástima que no verá la
próxima luz del día—. Magnus agarró el pelaje de Will.
 La ira brilló dentro de Shane, mezclada con impotencia.
Incluso Fang guardó silencio detrás de él, tenso. Ninguno de
ellos podía hacer nada. Magnus sabía dónde atacar. Si Will
pereciera, Shane nunca podría perdonarse a sí mismo. Joder.
Will era inocente.
Espera, susurró el lobo dentro de él.
El cachorro se movió y abrió los ojos. Al ver al vampiro, Will
comenzó a luchar, a clavar sus pequeños dientes sobre el brazo
de Magnus. Shane contuvo la respiración.
111
Gritando, Magnus arrojó a Will lejos. Clara se movió,
agarrando a su hijo. Shane derribó a Magnus al suelo.
—Clara, vete con Will. Fang sacará a Beck, —gritó.
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A Shane le preocupaba que Fang no obedeciera su orden, que
el instinto de acudir en su ayuda fuera lo primero. Gruñendo,
Fang volvió a ser humano y tomó a Beck en sus brazos. Ver a
Fang seguir a Clara fuera de la casa lo llenó de alivio. El roce
contra los lazos de la manada le dijo que los demás también
salían corriendo de la casa en llamas.
Este lugar necesitaba ser reducido a cenizas de todos modos.
La manada necesitaba cerrar la puerta al pasado y comenzar un
nuevo capítulo.
—Solo tú y yo, qué apropiado, —dijo Magnus. El vampiro
invirtió sus posiciones y ahora estaba encima de él.
Shane arremetió, deseando que sus manos se convirtieran en
garras, pero Magnus agarró sus muñecas y las tiró hacia abajo.
La agonía lo recorrió mientras los huesos crujían. Sus manos
cayeron al suelo inútilmente.
 Shane trató de pensar más allá del dolor. Magnus no solo
había roto los huesos, sino que los había aplastado. Le tomaría
algo de tiempo a su curación sobrenatural para que comenzara a
reparar el daño. Mierda.
Las imágenes de él mostrando su cuello a Magnus
comenzaron a reproducirse en su cabeza. Shane pudo saborear la
rica sangre en su boca y se dio cuenta de que estos no eran sus
recuerdos, sino que Magnus le obligó a sentir lo que Magnus
sentía. Infierno. ¿Era esta la idea de tortura de los vampiros?
112
Shane estaba debilitado, demasiado herido para protegerse del
asalto mental de Magnus.
El rey vampiro cerró los dedos alrededor de su garganta, su
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agarre inhumanamente fuerte.
Shane alcanzó a su lobo, pero Magnus apretó su
estrangulamiento, inhabilitando el flujo de oxígeno a su cerebro.
Patear al vampiro no sirvió de mucho. Magnus era más fuerte
que sus otros tenientes y subordinados.
Las uñas afiladas se clavaron en su piel, rasgándolas hacia
abajo.
—Eres mío, perro—. Magnus lucía una sonrisa triunfante.
Su visión se volvió borrosa. Magnus golpeó, hundiendo sus
colmillos sobre su pectoral izquierdo, mientras apretaba su
cuello. Shane se dio cuenta de que el rey vampiro debía ir por su
corazón, pero le faltaba la fuerza para empujarlo, para hacer
cualquier cosa.
Un rugido furioso vino de alguna parte y el lobo color sangre
de Fang chocó contra Magnus, arrojando al rey vampiro de
Shane. Shane luchó por levantarse, pero las náuseas lo
golpearon. Podía sentir que los huesos de sus muñecas
comenzaban a unirse. Eso era todo lo que podía hacer por ahora,
concentrarse en la curación.
Fang era una fuerza salvaje de la naturaleza, rasgando
violentamente sus colmillos y garras en Magnus. El vampiro
chilló. Fang vaciló, las mandíbulas ya sujetaban la garganta de
Magnus.
—Fang, está usando sus poderes mentales contigo. Lucha, —
113
susurró.
Sus palabras debieron haber llegado a Fang, porque Fang
mordió lentamente, los dientes se clavaron en la piel.
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Shane se apoyó contra la encimera de la cocina. Fue
vagamente consciente de que la madera se derrumbaba una
encima de la otra. Muy pronto, toda la casa de la manada se
derrumbaría. Todo parecía una sombra de naranja y rojo. Se
sentía como si estuvieran en un maldito infierno. Las llamas
besaron su piel.
Dios. Estaba tan agotado.
Cerró los ojos. Pronto se hizo difícil respirar, pero Shane luchó
por permanecer despierto. Fang le dio un golpe con la nariz en
la cara y lo lamió.
Shane abrió los ojos y vio la cabeza de Magnus literalmente
arrancada de su cuerpo. Soltó una carcajada, que salió como una
tos. Sus dedos temblaron. Podía mover las muñecas de nuevo,
pero joder, era difícil.
 —Incluso un rey vampiro no revivirá de eso, —se las arregló
para jadear.
Shane no sabía dónde encontró la fuerza para envolver sus
brazos alrededor de Fang. Fang corrió, arrastrando a Shane con
él. No creía que lo lograran. Las vigas que sostenían el techo
estaban por todas partes. Shane vio la puerta delante de ellos. El
aire fresco golpeó su rostro. Las manos los alejaron del calor.
Su piel ya no ardía. Shane yacía sobre la hierba, el cielo
nocturno se extendía sobre él. Las estrellas parecían
114
absurdamente numerosas esta noche.
¿Estaba muerto? Los dolores en su cuerpo le decían que no.
Rostros preocupados los miraron. Contó. Todos estaban allí,
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heridos, cubiertos de ceniza, pero milagrosamente vivos. Will
aulló en los brazos de su madre. Los heridos también yacían en
el césped, pero Shane sabía que se recuperarían.
Shane buscó a Fang y, al encontrar un puñado de pelo
chamuscado de Fang, dejó escapar un suspiro. Fang levantó la
cabeza y la apoyó en su pecho, con los ojos amarillos clavados en
los suyos.
—Eres pesado, —susurró. Tenía la garganta reseca, pero tenía
la sensación de que Fang había oído.
Los demás empezaron a hablar entre ellos, pero Shane apenas
los escuchó.
Shane extendió la mano para frotar las orejas de Fang. Su
compañero dejó escapar un sonido retumbante de satisfacción.
—Todo ha terminado, —susurró. No podía dejar de tocar el
pelaje de Fang. Esto era real. Todos estaban vivos. Pensó que se
imaginaba a Fang moviéndose, cerrando sus manos sobre las
suyas.
—Descansa ahora, —le dijo Fang. —Cuando despiertes, estaré
aquí. Todos te estarán esperando.
Con esas palabras, Shane se rindió ante su cansancio.

115

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 Capítulo doce

Dos semanas después

—¿Qué te pareció esa reunión? —Preguntó Drake.

116
Shane bajó la ventanilla para dejar entrar la brisa. Cerró los
ojos, disfrutando de la sensación del viento en su rostro. Después
de estar atrapado durante cuatro horas en una habitación llena
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de shifters, la paz y la tranquilidad fueron un bienvenido respiro.
—¿Alfa?
Shane suspiró, frotándose las únicas cicatrices en su cuello. Se
sintió un poco culpable, dejando que Drake manejara las
negociaciones, pero Drake era bueno en eso: mantener la paz.
—Esperábamos que esto sucediera. Una vez que expulsamos a
los vampiros restantes y al grupo de hombres hiena fuera de
Red Valley, los grupos más pequeños vendrían a nosotros
pidiendo ayuda o alianza.
—No es nuestro trabajo resolver sus problemas domésticos, —
señaló Drake. —¿Puedes tomar más interés en la política
paranormal de la ciudad?
—Se lo diremos la próxima vez. Drake, siente el viento.
Relájate. Siempre estás tan estresado, —comentó Shane.
 Sabía que necesitaban establecer el orden en la ciudad. Con los
vampiros y las hienas desaparecidos, los otros grupos más
débiles mirarían hacia ellos en busca de dirección. Oh, Shane
estaba seguro de que las hienas y los vampiros sobrevivientes
harían una aparición en la ciudad algún día. La venganza era un
ciclo sin fin, pero para entonces, Shane y sus lobos se
encargarían de ellos.
Drake frunció el ceño, con la mirada fija en el camino de
tierra delante de ellos. Se estaban acercando a la casa de la
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manada ahora, bueno, los restos de ella, de todos modos. La
manada estaba invirtiendo todas sus energías en renovar y
reconstruir el espacio, pero por ahora, habían hecho un
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campamento temporal en su tierra.
—Fang me estaba diciendo esta mañana cómo deberías
intentar… no sé, ¿tener más citas? ¿Quizás encontrar un
compañero? —Sugirió Shane.
—Fang debería ocuparse de sus propios jodidos asuntos, —
murmuró Drake.
—Solo está preocupado.
—Entonces debería comenzar un servicio de emparejamiento.
Jax se queja de que Fang lo sigue intentando emparejar con Kit
—comentó Drake.
—Mi compañero es considerado.
—No, no lo es. Cuando me refiero a emparejar, me refiero a
amenazas. Kit y los demás todavía le tienen miedo, al igual que
la mayoría de la gente del pueblo.
 —Bueno, pronto descubrirán al verdadero Fang. Debajo de
todo, es incomprendido y torpe, pero también puede ser dulce.
Drake resopló ante eso.
—Por supuesto que dirías eso, Fang es tu compañero.
Finalmente, Drake se detuvo en el camino principal que
conducía al área de la manada. Shane salió una vez que Drake
apagó el motor. Inspeccionó los bosques que rodeaban la tierra.
Algunos de los árboles se habían incendiado, pero los bomberos
locales habían llegado a tiempo para contener la propagación.
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El cuartel general principal de los Red Mane parecía un
montón de ceniza y tierra en ese momento, pero era su hogar.
—Cada vez que veo esto, me deprimo, —comentó Drake.
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—No lo hagas. Hemos estado hablando de reconstruir la casa
de la manada de todos modos, ya que nos recordaba demasiado a
la generación anterior, —dijo Shane.
—Sí, pero no quería ver la historia arder, —refunfuñó Drake.
—Oh, por favor. En secreto, te gusta el hecho de que todos
tenemos este nuevo proyecto en el que trabajar, que nos acercó
más.
Drake enarcó una ceja.
—Entonces, impostor. ¿Quién eres y qué has hecho con el
verdadero y sombrío Alfa?
—Intenta ver el lado positivo de la vida para variar—. Menos
mal que Shane había hablado con Talon sobre cómo mejorar el
estado de ánimo de Drake.
Algunos de sus compañeros de manada todavía estaban
ocupados en el trabajo. Talon, Jax, Razor y Fang tenían algo de
experiencia con la construcción. Drake y él también, por lo que
les ahorró el costo de contratar gente para arreglar el lugar.
—Dime que trajisteis el almuerzo, —gritó Talon, quitándose el
casco para acercarse a ellos.
—Las hamburguesas y las papas fritas están en el asiento
trasero, —dijo Drake lo suficientemente alto como para que el
resto lo oyera.
—Correcto. Alfa, hice lo que me pediste—. Talon le guiñó un
ojo a Drake, quien entrecerró los ojos.
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—¿Qué quieres decir? —Preguntó Drake cuando Shane no dijo
nada.
Talon sacó su teléfono del bolsillo trasero y les mostró una
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página web.
—Te inscribí en MateMatch.com. Es Grindr para shifters. Oh,
mira, Kit también está aquí.
Al ver que Kit se acercaba probablemente a almorzar, Talon le
hizo señas al lobo más joven.
—Yuu-huu, Kit. Tengo algo que mostrarte. ¿Te gustan los
chicos que tejen como pasatiempo? —Gritó Talon, riéndose de la
mirada confusa de Kit.
—Voy a matarte, —gruñó Drake, a punto de deslizar el
teléfono, pero Talon se lo arrebató y le sacó la lengua
infantilmente.
—Atrápame primero, —dijo Talon, alejándose.
—Estúpido. —Drake cambió a lobo, sin importarle que el
cambio le destrozara la ropa y sus pertenencias personales
cayeran al suelo.
 —Mierda, amigo. Enfríate. —El lobo de Talon explotó de su
piel y los dos comenzaron a pelear.
—Es un día normal, ¿no? —Dijo Jax, agarrando una bolsa
marrón para llevar del asiento trasero. —¿Me compraste queso
extra?
—Drake no olvidará una orden, —dijo Shane.
—¿No vas a detener a esos dos? —Kit preguntó preocupado.
—¿Por qué, Kit? ¿Preocupado por Drake? —Bromeó Jax.
—De ninguna manera, —dijo Kit entre dientes. —No me
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importa si esos dos se matan mutuamente.
—Huelo una mentira, —dijo Razor en un tono serio.
—Alfa, —comenzó Kit. —Páralos.
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La mirada de Shane instantáneamente se centró en Fang. La
sudadera de Fang estaba pegada a su espalda y las piernas
musculosas de Fang estaban moldeadas por un par de jeans
descoloridos. Muy agradable. Shane se humedeció los labios,
recordando cómo anoche había dormido con su polla enterrada
en el trasero de Fang. Su compañero se detuvo en medio del
martilleo, como si supiera que Shane lo miraba.
—Oh, cachorro. Shane se fue hace mucho—. Jax se rio.
—Estás muerto, Jax, —respondió Kit.
—Bah. Quizás en un par de años, —respondió Jax.
Más gruñidos llenaron el aire. Esto era normal. Sus lobos
necesitaban establecer el orden jerárquico.
Ignorando a los miembros inmaduros de su manada, se acercó
a Fang. Su manada podría estar compuesta por un grupo de
inadaptados que peleaban y se desangraban entre ellos la mayor
parte del tiempo, pero a Shane no le importaba. La manada se
sintió completa finalmente. Este era el único lugar de la tierra
en el que deseaba estar.
—Estás sonriendo. ¿Pasó algo bueno? —Preguntó Fang.
—Te extrañé, —dijo Shane honestamente.
Fang frunció el ceño.
—Acabamos de follar anoche.
Su hombre podía ser grosero a veces, pero Shane lo amaba
hasta los dientes.
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—Oh, por cierto, también tengo una sorpresa para ti, —agregó
Fang. —Yo también conduje hasta la ciudad.
Shane curvó sus labios en una sonrisa.
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—¿Tienes un regalo para mí?
—Primero tengo hambre, —dijo Fang.
—Será mejor que te muevas rápido entonces o las
hamburguesas se habrán ido, —dijo Shane, mirando al resto de
sus compañeros de manada. Kit y Jax todavía discutían, y parecía
que también estaban a punto de ponerse peludos. Drake y Talon
estaban en algún lugar del bosque, todavía luchando a juzgar
por los ruidos que hacían. Gray y Razor masticaban papas fritas
como si estuvieran viendo una película.
Fang lo agarró por el hombro y tomó sus labios. El beso
incineró a Shane, revivió su polla.
—Tengo hambre de algo más, —dijo Fang.
—Vayamos a nuestro remolque, —sugirió Shane. Fang ya
comenzó a tirar de él de esa manera. —Gray, Razor mirad a estos
bastardos, —gritó Shane antes de dejar que Fang lo arrastrara al
interior del remolque de doble ancho. Fang cerró la puerta
detrás de él. Había otros remolques estacionados cerca de los
suyos, las casas temporales hasta que terminaran la casa de la
manada.
Fang miró su camisa empapada en sudor.
—Debería darme una ducha primero.
—No, me gustas todo sudado, —dijo Shane, apretando el puño
en la camisa de Fang. Empujó a Fang contra la encimera de la
cocina y lo agarró por el dobladillo.
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Fang dejó que le quitara la camisa. Por un momento, Shane se
preguntó por qué Fang lo miraba con ansiedad, y luego
descubrió por qué. Dejando escapar un suspiro, pasó los dedos
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por el nuevo anillo de metal que perforaba el pezón derecho de
Fang.
Shane gimió. Su polla se tensó contra la cremallera de sus
jeans.
—Mierda.
—¿Buena o mala mierda? —Preguntó Fang mientras Shane
trazaba el anillo. —Todavía es nuevo, así que sé amable.
Shane sonrió.
—Sexy compañero. Todo en lo que podía pensar durante la
reunión era en ti.
Un gruñido retumbante vino de Fang cuando Shane movió el
metal de un lado a otro. Arrastró su otra mano más abajo para
sacar la polla de Fang de sus jeans.
Shane quitó el pre-semen de la raja de Fang con una uña,
haciendo que su pareja gimiera. Enroscando sus dedos alrededor
de la polla de Fang, aplicó la presión adecuada y comenzó a
acariciar a Fang de arriba a abajo, observando su reacción.
—Yo también te extrañé, —admitió Fang.
—¿A mí o a mi pene?
—A los dos, —confirmó Fang, colocando una mano en la nuca
de Shane.
Sus lenguas y dientes chocaron. Shane dejó que Fang le
metiera la lengua por la garganta y la chupó con fuerza. En su
mano, Fang se endureció como una roca en unos momentos.
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La sangre le subió a la polla. Fang le pasó las manos por
debajo de la camisa y la piel encendió todos los nervios de su
cuerpo. Separaron sus bocas para que Fang pudiera quitarse la
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camisa. Sus pechos se tocaron, y la sensación del frío metal de
los anillos de los pezones de Fang fue un buen contraste con la
piel febril de Shane.
—Necesito estar dentro de ti ahora, —dijo Shane, sacando su
mano del eje de Fang.
Su compañero dejó escapar un gruñido frustrado.
Shane hizo girar a Fang, lo inclinó sobre el mostrador y
mantuvo sus manos inmovilizadas detrás de su espalda.
Sabiendo que a Fang le gustaba un poco de picante al hacer el
amor, Shane sacó su cinturón de sus presillas. Envolvió el cuero
alrededor de las muñecas de Fang y se aseguró de que la
restricción estuviera apretada pero no cortara la circulación de
Fang.
Dio un paso atrás, admirando a su poderoso compañero en
sumisión. Los músculos de la espalda y los brazos de Fang se
destacaron, y pasó la mano por la columna entintada de Fang. A
veces, cambiaban las cosas y Shane tocaba fondo para Fang.
Shane había pensado que el calor entre ellos se dispersaría con
el paso del tiempo, pero solo se hizo más fuerte.
—Estás malditamente provocando. Te haré pagar por esto, —
refunfuñó Fang.
Shane se rio entre dientes.
—Lo estoy esperando.
Enganchando sus dedos en las presillas del cinturón de Fang,
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tiró de los jeans hacia abajo y expuso el apretado trasero de
Fang. Joder, Shane sabía que no duraría mucho. Separando las
mejillas de Fang, sacó su propia polla de sus jeans y frotó la
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brillante e hinchada cabeza.
—¿Qué diablos estás esperando? —Demandó Fang.
—Sé paciente. —Shane tomó el lubricante de su billetera y
trabajó una generosa cantidad en la entrada de Fang, luego
agregó el resto sobre su polla.
Con la necesidad de estar dentro de su pareja, Shane agarró las
caderas de Fang y lo penetró con un rápido empujón. Fang se
dobló, gimiendo cuando Shane se enterró hasta la empuñadura.
—Joder, tan bueno, bebé.
A Shane le gustaba escuchar ese término cariñoso de Fang.
Permaneció dentro de Fang unos segundos más, estirando su
trasero. Los músculos internos de Fang se apretaron alrededor
de su eje, creando una deliciosa fricción cuando se movió un
poco.
 Shane entraba y salía de Fang. Con cada estocada, fue más
profundo. Colocando su cuerpo sobre la espalda de Fang, tomó
la boca de Fang nuevamente, saboreando el sabor y el calor de
su pareja. Shane cambió su ángulo hacia la próstata de Fang. Su
compañero jadeó debajo de él mientras se aseguraba de golpear
el punto dulce de Fang con cada embestida.
Ambos estaban cerca ahora. La primera ronda fue
simplemente una vista previa: Shane se tomaría su tiempo la
próxima vez o Fang podría hacer los honores.
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—¿Estás cerca? —Preguntó, estirando la mano para jugar con
la polla de Fang de nuevo.
El gemido de asentimiento de Fang fue respuesta suficiente.
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La siguiente estocada de Shane envió a Fang por el borde. Con
un gruñido, la semilla de Fang se derramó sobre sus dedos que
esperaban.
El clímax de Shane no se quedó atrás. Cuando entró en su
pareja varias veces más, la presión que se acumulaba dentro de
Shane se rompió. Disparó su carga dentro de Fang, gritando su
nombre.
Segundos después, Shane se recuperó y liberó las manos de
Fang. Fang se volvió borroso, invirtiendo sus posiciones. La
espalda de Shane golpeó la pared del remolque cuando las
manos de Fang se posaron a ambos lados de su cabeza.
—Te amo, —susurró Shane.
Fang esbozó una gran sonrisa.
—Joder, también te amo.
 —Lo sé, —dijo Shane con aire de suficiencia. —Entonces,
¿estás listo para la segunda ronda?

FIN

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 SOBRE EL AUTOR

Angelique Voisen es una escritora bisexual, veinteañera,

diabética tipo 2 y de múltiples temas que favorece las parejas
LGBT y menage. Le gusta experimentar con diferentes
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subgéneros y sus historias pueden incluir engranajes, colmillos,
batallas espaciales, sistemas de magia pervertida y felices para
siempre. Cuando Angel no escribe, juega, mira películas de
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acción de clase B o disfruta de la hora del té con amigos
mientras mira con envidia su pastel.
 Traducción y Corrección
LORETO

Diseño y Edición
IPHI
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EPUB
MARA
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NO
FACEBOOK
ni ninguna
red social

Es de fans para fans y no recibimos ninguna compensación

económica por las traducciones que realizamos.
Espero que les guste.
Y no olviden comprar a los autores, sin ellos no
podríamos disfrutar de estas maravillosas historias