Montecinos, Adriana - Ensayo 1
Montecinos, Adriana - Ensayo 1
Montecinos, Adriana - Ensayo 1
Instituto de Historia
Con estas palabras introductorias es que somos recibidos a la obra de Duby, que nos habla del
panorama en que él comienza a trabajar en su tesis doctoral, de una época donde la forma
secuencial de ver la historia (el sueño del positivista) era todavía la más popularizada y los
Annales (como representantes de una historia social, que da inicio a una historia de
comprensión) llevaba apenas una década en funcionamiento.
Este es un debate que, a nosotros, los recién iniciados en el camino, nos lleva casi un siglo. Se
nos anuncia que ha ganado la historia carnal, la historia de devolverle la vida a los muertos, una
historia que tiene al hombre en sociedad en el objetivo de su mira. Una historia que nos pone en
una nueva encrucijada, dado que “La acción humana supone la elección de un medio en función
de un fin, pero no la podemos explicar por causas y leyes, pues sólo podemos comprenderla” 2
aquí aparece ante nosotros el nuevo problema ¿Qué implica la comprensión? ¿Qué cambio
supone esto en el uso de las fuentes? ¿Cuál es el vínculo que se genera entre el historiador y el
objeto que ha comprendido? Esta última será el tema central del ensayo, siendo la finalidad hacer
dialogar a distintos autores en un intento por responder estas y la cuestión ya planteada en el
título.
Esto dificulta una respuesta a nuestra segunda pregunta, pero pese a eso, algunos autores hacen
un esfuerzo por explicitar su forma de acercamiento a las fuentes, véase Stabili que nos
recomienda leer la novelas y memorias porque esas son las que han “nutrido el corazón” de sus
1
Georges Duby, La historia continúa, Debate, Madrid, 1992, p. 8.
2
Antoine Prost., Doce lecciones sobre la historia, Cátedra, Madrid, 2001, p. 158
3
Íbidem, p.163
informantes4, Duby que explicita su razonamiento al leer una fuente 5 (capitulo donde él se va con
hipótesis, refutaciones e ideas, cuando uno quizá sólo hubiera encontrado dudas y frustración por
la falta de contexto) y cómo no, Una extraña derrota, que es un ejercicio de comprensión y una
explicación de las circunstancias que llevan a distintos agentes sociales a comportarse de la
manera en que lo hicieron en el contexto de la segunda guerra mundial. Este trabajo de Bloch es
aún más impresionante si consideramos que su objeto de estudio es la sociedad que él habita en
su presente, y que esta mirada “sigue siendo el análisis más penetrante y acertado de las causas
de la derrota”6, enseñándonos por medio de la práctica que la comprensión no es necesariamente
más “válida” cuando se han dejado pasar 50 años a fin de dejar reposar los hechos.
Siendo esto lo más que podemos acercarnos al método de la comprensión, es necesario que
pasemos al vínculo. En el título se plantean 3 formas diferentes que adopta el historiador, estas
siendo: juez, adversario y amigo.
Historiador como juez. Partiendo de la labor del juez, que condena según un código legal que ha
sido legitimado por el conjunto de las personas, nos surge una duda ¿Ocupa el historiador su
propio código o el de la época que estudia? Si ocupa el suyo ¿Está siendo justo? Ocupar el
código actual en la democracia ateniense nos diría que fallaron completamente y merecen ser
condenados por tener una democracia que no incluía a la mayoría de su población, pero eso
ignora el contexto en que esta democracia nace, rodeado de tiranías y gobiernos bastante menos
democráticos. No estamos siendo justos al condenarla. ¿Y si ocupamos entonces el código de la
época? Ignoremos el que este código no siempre está disponible, digamos que lo está ¿Hace
entonces el historiador un trabajo de compresión si le es imposible transportar su sujeto al
presente? Vemos pues que el historiador no puede ser juez.
Historiador como adversario y amigo. Es necesario tratar esto a la vez, porque representan
posiciones contrarias, el adversario sólo ve su diferencia con el otro, esto vuelve imposible la
comprensión, un ejemplo (quizá corriendo el riesgo de sobre simplificar el asunto) es que si
afirmamos que algo “no es un gato” no nos estamos acercando realmente a lo que sí es. Por el
4
María Rosaria Stabili, El sentimiento aristocrático. Élites chilenas ante el espejo (1860- 1960),
Andrés Bello/Dibam, Santiago, 2003, p. 51
5
Georges Duby op. cit., p. 46-58
6
Stanley Hoffman en el prólogo para La extraña derrota, Marc Bloch, 1940, Critica, Barcelona,
2003, p.11.
otro lado tenemos la amistad, amistad que nace de una comprensión entendida como “comunión
fraterna entre objeto y sujeto”7. La amistad entiende desde la semejanza y la amistad es más que
simplemente calificar algo entre bueno o malo ¿Cuál es su problema entonces?
Amistad es entonces la palabra que elijo, al menos por el momento, pero, no por eso puedo
afirmar que este debate ha acabado. Incluso si aceptáramos la amistad, más interrogantes
nacerían. Esperemos tener la salud, vista, oído y voz, para seguir siendo parte de esta
interminable discusión.
7
Henri-I Marrou en Antoine Prost, op. cit., p. 169.
8
Antoine Prost, op. cit., p. 170-171
9
Marie Moutier, Cartas de la Wermacht: la Segunda Guerra Mundial contada por los soldados,
Crítica, Barcelona, 2015, p. 15.
10
Lucien Febvre, Combates por la historia, Ariel, Barcelona, 1992, p. 56.
Bibliografía
- Bloch, Marc, La extraña derrota. Testimonio escrito en 1940, Critica, Barcelona, 2003.
- Moutier Marie, Cartas de la Wermacht: la Segunda Guerra Mundial contada por los soldados,
Crítica, Barcelona, 2015.
- Stabili, Maria Rosaria, El sentimiento aristocrático. Élites chilenas ante el espejo (1860- 1960),
Andrés Bello/Dibam, Santiago, 2003.
- Bloch, Marc, Apología para la historia o el oficio del historiador, Fondo de cultura económica,
México D. F., 2001.
Adriana, escribes un muy buen ensayo, con propuesta y juicio crítico, con dialogo con los
autores y con mucha humanidad. Quizas eres algo tajante en algunos puntos como cuando
señalas que los adversarios solo ven las diferencias con los otros o los jueces condenan. Muy
bien 7