DUSCHATZKY Modulo I Desbaratando El Lenguaje Escolar
DUSCHATZKY Modulo I Desbaratando El Lenguaje Escolar
DUSCHATZKY Modulo I Desbaratando El Lenguaje Escolar
Silvia Duschatzky*
Una vez que formulamos una proposición, lo que sigue, más que su demostración
fenoménica o -por el contrario- la exposición de una coherencia racional, es la puesta en
juego de su consistencia. O mejor aún, de su cualidad problemática.
Frecuentemente percibo que el lenguaje que se dispara en automático discurre sobre las
cosas y en ese acto las pierde. Como si en ciertas formas de habla se opacaran las
sensaciones, los tonos balbuceantes, la inquietud que nace del vínculo sensible con eso que
nombramos. Bergson solía decir que creemos que hablando sobre las cosas las
comprendemos.
Tenemos la ilusión de que lo principal es discurrir sobre las cosas y que se las conoce
cuanto más se habla de ellas. Pero sólo se comprende lo que puede reinventarse.
El poder es entonces una relación y nuestra tarea consiste en poner a prueba heterogéneas
maneras de configuración entre las cosas, a partir de conectar con sus posibles variaciones.
Siguiendo estas reflexiones sostenemos que la escuela habla en lo ínfimo, en sus costados
inentendibles para el universo representacional. En los cambios y mutaciones que el
“saber” ignora porque están afuera de los modelos de visibilidad e inteligibilidad.
Dice Godart Cómo decir lo que pasó. Por qué todas esas señales que están entre nosotros
terminan por hacerme dudar del lenguaje y me inundan de significación ahogando lo real
en lugar de liberarlo de lo imaginario.
Una profesora da clase en un quinto año. Un grupo de jóvenes habla por celular, otro
aprovecha para completar un cuadernillo del curso de ingreso a la universidad. Y otros
tantos la increpan preguntando “¿para qué carajo nos sirve lo que enseñás?”. La docente
relata esta situación para demostrar el desinterés de sus alumnos. La profesora se encuentra
desmoralizada. Lo que encuentra no le hace pregunta. Ella no encuentra, constata una
desilusión.
La escuela “habla” en sus problemas. Y sus problemas lo son cuando escapan de una visión
del déficit. Los pibes calculan cómo zafar del hastío, calculan lo que podrán hacer luego si
aprovechan ese tiempo plano adelantando tareas. ¿Es el cálculo una nota de la subjetividad
contemporánea? ¿Podría la profesora compartir esta pregunta con sus alumnos? ¿Todo es
pasible de cálculo? ¿Hay algo para investigar en este terreno?
¿Es posible abandonar el punto de vista? Tal vez no sea la mejor pregunta porque la
respuesta es obvia: no. ¿Es posible, en cambio, advertir la fijeza del punto de vista y a su
vez el flujo de corrientes que se abren cuando simpatizo con el movimiento de las cosas?
Pensemos lo siguiente: ¿da igual definir a la escuela que interrogarla desde cierta
“ingenuidad”? Si sé que es una escuela no podré evitar enjuiciar lo que en ella sucede según
se acerque o se aleje de sus atributos sancionados.
Corridos de este lugar, no por moda sino por ineficacia, los gestos que se abren son de otro
tenor… estoy en la escuela, me afecta esto que ocurre pero no logro apresar un sentido, no
lo entiendo, no sé qué hacer. Tomo nota de mis impresiones, lo charlo con otros, pruebo tal
o cual cosa, pesco algún hilo desde dónde tirar, observo sus consecuencias, sus derivas. Se
trata de otro lenguaje, de otra percepción, de otro modo de estar en los problemas.
El lenguaje escolar es el lenguaje que enfatiza (en exceso) el punto de mirada. El obstáculo
mayor ni siquiera es el punto de vista sino olvidar que lo es, que sólo da cuenta de una
perspectiva. Cree nombrar la cosa (la escuela en sus diversas dimensiones y performances)
pero sólo nombra lo que quiere de la cosa.
El lenguaje del punto de vista (escolar) sustituye las cosas por los conceptos. El
inconveniente no es el concepto sino la sustitución. Cuando el concepto borra la inquietud
por las cosas, sólo cobra relieve la imagen congelada que la designa. A diferencia, cuando
elaboramos una idea que contiene o expresa la dinámica de las situaciones más que
clasificar o pretender alcanzar una síntesis de sentido, el concepto viene a liberar nuevas
potencias. Cuando un concepto nace de un sentir libera una potencia imaginativa al tiempo
que permite niveles de elaboración de la experiencia que amplían nuestro poder de
comprensión. Cuando en cambio nace de una entelequia se separa del plano de las
afecciones.
Decimos no escolar y más que una definición que captura el sentido de alguna cosa lo que
hacemos es afirmar la potencia de los lenguajes y percepciones no escolarizadas que están
en la escuela. No escolar es entonces la pregunta por explorar las resonancias educativas de
modos múltiples de configurar escenas de aprendizaje. No escolar es estimar el valor de
modos de hablar, sentir y actuar no prefigurados.
Encerrados en la lógica del punto de vista, más que experimentar confirmamos una imagen
previa saturada de sentido.
Podríamos decir que la función es la función del punto de vista (estatal -no necesariamente
privativo del estado). La función está en el origen. La función opera sobre las cosas y no
entre ellas. Pensar la escuela en los albores del siglo XX era un problema que se realizaba
ejerciendo funciones, roles, operatorias. La escuela no era por fuera de la función. Había un
“afuera” neutralizado por la función, en consecuencia “escuela” era efecto de “función”.
Escuela secundaria de gestión estatal del conurbano bonaerense. Juan es el más chico de
varios hermanos. Los profesores rumorean que la familia es parte de una banda que roba.
Juan los enfrenta y acusa de ser caretas, sale de la clase, va al patio, entra a otras aulas.
En una ocasión se peleó con la secretaria, ella le dijo delincuente, él le dijo paraguaya.
Ella se dio vuelta y lo enfrentó diciéndole: “no te tengo miedo”, él se enojó y dio un
puñetazo a la pared. Se lastimó los nudillos y la sangre manchó la pared. Más tarde un
alumno encerraría en un círculo azul a la mancha de sangre. Directivos e inspectores
determinaron que el alumno siguiera concurriendo a la escuela pero desde afuera. Que no
entre. Que los docentes prepararan material para que haga en su casa y todos los días los
traiga completos. La secretaria siguió adentro, Juan quedó afuera.
Llegaba a media mañana, se colgaba de la reja y comenzaba a aplaudir hasta que alguien
lo escuchaba, los chicos lo iban a ver a la puerta. El equipo empezó a salir de la escuela a
su encuentro, entonces se conversaba en la esquina sobre diferentes cosas, se tomaba mate
con galletitas, él trajo a sus amigos que no estudiaban. Algunos compañeros que no
llegaban al horario de entrada se sumaban en la esquina. El alumno que marcó la sangre
de la pared dijo: “lo hice para que todos vean que aquí alguien salió lastimado”.
El director consideró que su mala conducta ameritaba el bloqueo de la netbook. Después
de eso, una mañana fría de mármol, el director irrumpió en el espacio que el EOE ocupa
en la escuela, queriendo hablar pero sin lograr emitir sonido. Sus nervios provocaban un
cuadro de desesperación ante lo que parecía una urgencia inminente. Al igual que los
bomberos, el EOE acudió en su pedido. En el medio del patio estaba él. Un señor
imponente. Con 4º de temperatura, él estaba en remera que enunciaba su admiración por
un cuadro de fútbol. Bermudas, zapatillas y un gorro en la cabeza que dejaba escapar una
cabellera prominente y enrulada. Detrás de él, se asomaba tímidamente la cara de Juan. El
padre se presentó como borracho del tablón. Una integrante del EOE preguntó: “¿Usted
está en los entrenamientos?” A lo que el padre de Juan respondió: “Sí, siempre estamos
con los muchachos”. La integrante continuó su interrogatorio: “¿Y lo ve a Ramón Díaz?
El señor contestó: “Sí, todos los días”. Juan sonrió y preguntó: “¿Te gusta Ramón Díaz?”.
La integrante le dijo: “Shhh”. Juan empezó a cantar: “Le gusta, le gusta”. El padre
preguntó: “¿Quién es esta señora, nene?”. Juan respondió: “Es con la que hablo y me da
la tarea”. “Ahhh, señora, mucho gusto, yo estoy enojado, voy a reventar la escuela, pero
con ustedes no es la cuestión”. La integrante lo quedó mirando. El señor sacó un boleto de
su bolsillo, y le dijo: “Anote su celular aquí que se lo doy a Ramón para que la llame”. La
integrante anotó su número de celular. El padre sonreía y estaba más tranquilo. Ingresa a
la dirección y se abre una conversación con el director y algunos del equipo.
Al comienzo de la charla, se entabló una discusión entre ambos, que luego llegó a
pequeños acuerdos, uno fue el desbloqueo de la netbook, acción esta que presenció el
padre. La otra fue el pedido por parte de la familia sobre la presencia del alumno en la
escuela. El director comentó que ese tema estaba en revisión. Cuando todo volvió a la
calma, la familia se retiró del lugar, la secretaria salió detrás de un mueble y sin mediar
palabra, se puso a trabajar.
El real de la existencia no es la mera realidad de lo que sucede (pibe que insulta, director
asustado, padre que increpa). El real de la existencia es lo moviente. El real de la existencia
es su cualidad mutante . El real de la existencia es la profesora que frente al padre temible
lo ataja con la complicidad de Ramón Díaz.
El real de la existencia son los virtuales que podrían actualizarse. Aquellas señales de
potencia que puestas a trabajar efectúan procesos de diferenciación.
¿Qué se efectúa?
Efectuar una pregunta no es buscar una respuesta puntual ni aplicar un principio rector; una
pregunta se efectúa si crea planos de diferenciación.
Cuando implementamos una solución a lo que definimos como problema podemos advertir
si su planteamiento fue certero. No por haber hallado la solución mágica que devuelve una
ilusión de orden a un supuesto desorden, sino porque logramos abrir un plano sensible de
creación, de movilización de fuerzas que ponen en escena nuevos planos de relación.
Probablemente “la solución” ponga en evidencia nuevas preguntas, nuevos encuentros,
nuevos hallazgos, nuevas inquietudes, nuevas realidades que se distancien de lo que
creíamos era el móvil que buscábamos. Lo interesante de los problemas radica en la
capacidad de experimentar variaciones.
Un buen problema es el que nos abre a una variación en los modos de percibir, sentir,
actuar, pensar.
Volvamos a la pregunta por la efectuación. La escuela efectúa (no realiza) la pregunta por
lo común. Si se tratara de una realización sólo deberíamos bregar por restituirla como
aparato de producción de sujetos a imagen y semejanza de una moralidad comunitaria. Si
en cambio pensamos la efectuación, no sabemos de qué se trata esta experiencia de vivir
juntos y lo que hacemos es investigar sus potencias. Podríamos enunciarlo así: la escuela es
el territorio en el que se pone a prueba lo común de la existencia. Afirmo y al mismo
tiempo, en la afirmación, pregunto.
No estamos frente a una escuela alternativa. Lo que tuvo lugar es la experiencia afirmativa
de investigar el poder de lo colectivo que se expresa en un territorio escuela. La escuela se
llama “ÉTICA” -Escuela Territorio Insurgente Camino Andando-. Nombre extenso pero
que nos dice que puede haber escuela no sólo en el origen de un proyecto fundacional sino
en el medio de una invención situacional. Esta experiencia expresa una política de gestión
que es una política que pone a prueba modos de hacer relación social en territorio. La
escuela es uno de los modos en que esa existencia toma forma. Escuela con profesores, sin
directivos, con estudiantes, con asambleas que toman las decisiones de gestión, con
preguntas que se abren cada vez que acontece algo que no saben cómo pensar.
En una de las salas están discutiendo sobre la salud. Cada uno dispone de una fotocopia
en la que logro ver cuadros de doble entrada. Salud tecnocrática, neoliberal, de un lado…
no alcanzo a distinguir qué dice del otro. Hasta el momento, la cosa navegaba por los
ejemplos que constatan, una y otra vez, la precariedad sanitaria extrema sepultada por la
falaz difusión mediática que convoca a los habitantes a cuidar el medio ambiente, mientras
las aguas contaminadas y la basura contaminante siguen poblando el paisaje. De repente,
irrumpe un comentario, una de las estudiantes acota: "Esto que hacemos acá, ésta escuela,
¿no es caso salud "?.
La escuela sería entonces no una premisa sino un efecto, no una función determinada por
fuera de una dinámica social sino la territorialización de una pregunta que se pone a
trabajar. Ya no la verificación y reproducción del punto de vista escolar devenido
prescripción sino un proyecto que investiga de qué se trata lo común y de qué lo educativo.
Se trata de una fuga del bello mundo Truman show cuya maqueta de vida intenta atraernos
a un ideal (siniestro) de felicidad. Sé creativo! Cambia tu vida, tú puedes . Una suerte de
panacea exudando autoayuda que confunde vitalismo con jolgorio de una vida buena
onda, mediatizada, opulenta, brillante de toda exposición ejemplar.