Criterios de Prevención de Daños
Criterios de Prevención de Daños
Criterios de Prevención de Daños
En las actividades que tienen que ver con el uso de explosivos, donde se generan vibraciones en el
terreno y en el aire, que pueden causar grandes molestias en el medio que rodea la zona de voladura,
es importante conocer y analizar algunos criterios que ayudarán a prevenir los daños que causan estos
tipos de trabajo sobre las personas, las edificaciones y el medio circundante.
Los daños aparecidos en una estructura bajo una acción externa de tipo vibratorio depende de la
respuesta dinámica del conjunto del edificio, que, a su vez, está condicionada por diversos factores
como:
Un parámetro importante para controlar los daños potenciales de las vibraciones debidas alas
voladuras, es la frecuencia dominante de éstas. En los casos donde la frecuencia natural de los edificios
están muy próximas o son iguales a las frecuencias dominantes, se produce un fenómeno de resonancia
con efectos amplificadores. Figura 4.40.
Ts = Período (s)
Lp = Dimensión en planta, tomada en la dirección de la vibración cuyo efecto se desea indicar (m)
Los valores típicos de frecuencias se encuentran entre 5 y 15Hz, siendo menores conforme aumenta el
número de plantas de los edificios.
Los techos y las paredes vibran independientemente de la superestructura y suelen tener frecuencias
naturales entre 12 y 20 Hz.
Otro parámetro igualmente importante a la frecuencia natural es la amortiguación. Los valores comunes
de éstos coeficientes en estructuras de tipo residencial (Dowding, 1980) oscilan en torno al 5%.
Las vibraciones en las edificaciones pueden ser ampliadas debido a la respuesta de los elementos
estructurales que las constituyen. Así pues, debe prestarse mayor atención a los tiempos de los
detonadores de microrretardo, pues con intención de disminuir las cargas operantes y aumentarlos
tiempos de las voladuras se pueden estar generando frecuencias de vibración peligrosas al estar éstas
próximas a las de resonancia. Por ejemplo, utilizando los detonadores de microrretardo y dejando un
número en blanco, se está forzando una vibración de:
1000/60 =16.7Hz
Frecuencia que está dentro del rango de daños potenciales (López Jimeno, 1986, p.91).
Un método sencillo para predecir la respuesta estructural de un edificio a las vibraciones lo constituyen
los modelos de respuesta de un grado de libertad (una sola masa o péndulo). Estos modelos permiten
representar gráficamente la variación de los desplazamientos máximos, velocidades relativas y
aceleraciones absolutas que se producen en función del periodo propio de la estructura y
amortiguamiento de la misma, cuando se base está sometida a una excitación de tipo sísmico A partir
de las respuestas obtenidas se pueden calcular las tensiones máximas generadas, y por consiguiente,
los posibles daños potenciales.
Figura 4.42 Interacción entre las edificaciones y el terreno según la longitud de la onda
característica
En la figura 4.43 se ilustran los efectos de os diferentes tipos de ondas sobre las construcciones; en la
figura 4.44 se aprecia las fuentes de los daños, dentro de las cuales se destacan: elevaciones debidas a
la intrusión de los gases cuando las construcciones están muy próximas al área de las voladuras,
aceleración relativa del terreno, cizallamientos y asentamientos provocados en los cimientos entre otros.
Figura 4.43 Efectos de las ondas “P” y “S” sobre las estructuras
Figura 4.44 Fuentes de daños
En lo relativo a la tipología característica de las grietas que están provocadas por los movimientos
sísmicos el más representativo es el denominado como grietas en “X”, pues al deformarse las
estructuras por el movimiento relativo de las bases se crean unos esfuerzos de tracción sobre las
diagonales de los paralelogramos que crean los daños al superarse la resistencia de los materiales.
Figura 4.45.
Una vez conocida la ley que gobierna la propagación de las ondas sísmicas en el medio rocoso, el
siguiente interrogante es el grado de vibración máximo que pueden tolerar los diferentes tipos de
estructuras próximas al área de excavación, para que no sufran daños.
Los criterios de prevención de las vibraciones generadas por voladuras han sido objeto de cantidad de
estudios. En libros de texto se destacan o hacen mención entre otros a los de Thoenen y Windes en
1942 utilizando como parámetro principal la aceleración de la partícula; Crandell en 1949 quien empleo
el ratio de energía; Morris en 1950 establece un nuevo criterio de daños basado en la amplitud de la
vibración; Langefors y Kihlström en 1958 que adoptaron como parámetro más significativo la velocidad
de partícula proponiendo varios niveles, según la intensidad de los daños potenciales hasta que
posteriormente, en 1963 los investigadores llegaron finalmente a considerar el tipo de terreno en el cual
se cimentaban las estructuras sin entrar en consideraciones de detalle sobre otros aspectos del entorno.
Durante la época de los 60 y 70, numerosos investigadores como Northwood, Crawford, Edwars entre
otros, expusieron diversos límites de seguridad basados todos en la velocidad de partícula, buscando
satisfacer la necesidad de adecuar esos niveles de prevención a los distintos tipos de construcciones.
En un paso más de desarrollo y perfeccionamiento de los criterios se introdujo, además del tipo de roca
donde se cimentaba la edificación y del tipo de estructura que se pretendía proteger, una nueva variable
de gran relevancia como lo es la frecuencia de la vibración.
Sin embargo de todo éste desarrollo en criterios de prevención de daños y a su asociación con técnicas
de ingeniería sísmica aún no se logra un consenso entre técnicos, ingenieros y algunos organismos
reguladores, quienes sobre condiciones iguales o similares expresan criterios diferentes, por tanto, si
bien algunas entidades o países han promulgado algunas normas al respecto, son ejemplo la AFTES
francesa, la Standard Association of Australia y la DIN americana, (ITGE, 1994, p.395), estas normas no
han cobrado un carácter universal sino que han mantenido un alcance apenas local.
Como para complicar un poco más este escenario, son pocos los criterios desarrollados que han tenido
en cuenta al ingeniero, en labores de campo, con muy poco conocimiento, o ninguno, sobre el fenómeno
de las vibraciones, al no proporcionarle recomendaciones o bases de cálculo sencillas.
Uno de éstos pocos criterios, de sencilla aplicación, es el basado en la norma Sueca. En ésta los
valores que se recomiendan están basados sobre un amplio conjunto de datos que correlacionan la
componente vertical de velocidad de partícula y los daños inducidos a estructuras cimentadas en
diferentes tipos de terrenos.
donde:
Fd = Factor de distancia que tiene en cuenta la separación entre la voladura y el punto de registro.
Ft = Factor de tiempo con el que se tiene en cuenta la duración de los trabajos con explosivos
Los valores de velocidad máxima vertical de partícula que suelen utilizarse se muestran en la tabla 4.13
Se puede igualmente calcular éstos valores si se conoce la velocidad de propagación “ VCP” de las
ondas de compresión “P”, medida sobre el terreno en el que se apoyan las estructuras, mediante la
fórmula:
En la tabla 4.14 se indican los diferentes tipos de edificios que se clasificados en cinco grupos.
El factor de distancia Fd se puede estimar a partir de la figura 4.46 tomándose la menor distancia
existente entre el lugar de la voladura y la estructura a proteger.
Figura 4.46 Factor de distancia Fd
Alternativamente a la tabla, se pueden utilizar las expresiones siguientes, donde la distancia se expresa
en metros:
Fd = 1.91 d-0.28
Fd = 1.56 d-0.19
Fd = 1.91 d-0.29
Fd = 2.57 d –0.42
En distancias inferiores a los 10m pueden presentarse problemas especiales y graves en las
estructuras, ocasionados por la penetración de los gases en las juntas provocando desplazamientos en
éstas. Por tanto, de existir la posibilidad de que éste fenómeno se presente es necesario efectuar
registros para obtener la duración de los trenes de onda y las frecuencias dominantes para más de una
componente.
El factor de duración del proyecto, Ft1, depende del periodo de tiempo en que se van a ejecutar las
voladuras.
Fuente: MOPU, España
Tabla 4.16 Factores de duración de proyecto
Generalmente la onda aérea implica un menor peligro que la onda de vibración terrestre. Y normalmente
se asimila o se le atribuye el efecto de la rotura de vidrios el cual es muy factible que suceda sin
necesidad que se presente una rotura, agrietamiento, en placa o en algún elemento estructural.
La probabilidad de rotura de vidrios para una sobrepresión determinada puede estimarse mediante la
ecuación siguiente, sugerida por Redpath (ITGE, 1994, p.481):
donde:
Se debe tener en cuenta que los niveles de ruido, medidos o registrados en dB(L), corresponden a una
escala logarítmica, por tanto diferencias que a simple vista pueden ser mínimas en la realidad son de
gran magnitud. Por ejemplo una lectura de 120dB(L) es del orden de 78.6% mayor que una de 115dB(L)
.
En la tabla 4.17 se aprecian algunos efectos probables debidos a algunos valores de sobrepresión.
Uno de los factores principales que se deben tener en cuenta durante la ejecución de voladuras, más si
tienen alguna permanencia en el tiempo, es su afectación a las personas, pues, es claro que aún
logrando niveles de vibraciones y de onda inferiores a los máximos permitidos para no ocasionar daños
en estructuras, se pueden tener índices de percepción elevados que pueden generar desde pequeñas
molestias hasta afectaciones más trascendentales.
Por tanto es normal, y aconsejable, que en muchos proyectos los parámetros para el control de
vibraciones y ondas sean establecidos por la afectación y respuesta humana más que por la
probabilidad de daños.
Existen numerosos estudios y normas sobre la respuesta humana a las vibraciones; Dentro de las
normas se encuentran la ISO-2631 y la DIN-4150.
Existe, entre otros, un procedimiento analítico para la estimación de la respuesta humana propuesto por
Steffens (1974) ITGE, p483.1986. definido por un parámetro K calculado de la siguiente manera:
= =
donde:
f : Frecuencia (Hz)
A : Aceleración (mm/s2)
De acuerdo a los valores tomados por “K” se tienen los siguientes niveles de percepción. Tabla 4.18.
Recomendaciones para reducir los niveles de vibración del terreno y onda aérea
Si bien cada caso amerita un estudio independiente, se puede sin embargo observar unos criterios
generales que, aplicados, ayuden a la mitigación de éstos efectos de las voladuras:
Minimizar la carga de explosivo por unidad de microrretardo. Esto se puede logra mediante las
siguientes determinaciones:
Seccionando las cargas dentro de los barreno se iniciándolas en distintos tiempos. Figura
4.48.
Figura 4.48 Voladuras con cargas seccionadas dentro de los barrenos
Figura 4.49 Voladuras múltiples con el mismo número de barrenos y diferentes duraciones
Reducir el número de barrenos con detonadores instantáneos, ya que éstos presentan menor
dispersión que los números más altos de la serie.
Elegir un tiempo de retardo entre barrenos y filas efectivas que evite una fuerte superposición de
ondas y permita un buen desplazamiento de la roca.
Disponer la secuencia de iniciación de modo que ésta progrese desde el extremo más próximo a la
estructura a proteger hasta los más alejados de la misma. Figura 4.50.
Utilizar el consumo específico adecuado, ya que una disminución de éste puede aumentar el
confinamiento de las cargas y por consiguiente la intensidad de las vibraciones. Por otro lado, un
consumo excesivo da lugar a una sobrecarga innecesaria que, por supuesto, produce grandes
efectos perturbadores.
Controlar las perforaciones para que las mallas practicadas coincidan con las diseñadas.
Emplear sobreperforaciones con las longitudes mínimas necesarias para un buen arranque.
Crear pantallas o discontinuidades entre las estructuras a proteger y los macizos a volar.
Elegir los tiempos de retardo de modo que la voladura progrese a lo largo del frente a una velocidad
inferior a la del sonido en el aire (340m/s).
Evitar el empleo de cordón detonante. Cuando éste sea absolutamente necesario cubrirlo con
arena fina en una capa de al menos 7 o 10cm sobre éste.
Controlar la carga de explosivo en terrenos con coqueras para evitar las concentraciones puntuales.
Disponer pantallas de tierra o vegetales entre las voladuras y los puntos receptores. Figura 4.52.