Se Acerca La Noche Más Buena de Cada Año
Se Acerca La Noche Más Buena de Cada Año
Se Acerca La Noche Más Buena de Cada Año
El día en que Jesús nació para dar cumplimiento a las promesas de Dios, nuestro padre, para
anunciar la BUENA NUEVA DE LA SALVACION.
Por eso nos reunimos en las plazas, en los hogares y en las Iglesias para celebrar. Por eso, en el
corazón de cada uno, hay un deseo de festejar LA NOCHE DE NAVIDAD.
Dice el evangelio: “En esa región acampaban unos pastores, que vigilaban por turno sus rebaños
durante la noche. De pronto se les apareció el Ángel del Señor y la gloria del Señor los envolvió con
su luz. El Ángel les dijo: “No teman, porque les traigo una buena noticia: Hoy en la ciudad de
David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor. Y esto les servirá de señal:
encontrarán a un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre”.
Después que los ángeles volvieron al cielo, los pastores se decían unos a otros: “Vayamos a Belén,
y veamos lo que ha sucedido y que el Señor nos ha anunciado. Fueron rápidamente….”
Es aquel relato el que sostiene nuestra esperanza. Somos pastores urbanos, desvelados por los
rebaños de nuestra familia y nuestras ocupaciones, necesitados de la ternura de un niño en
pañales y de la luz de la buena noticia en lo cotidiano!
Entre la gente del pueblo, Francisco y Juan escogieron algunas personas para que representaran a
María, a José, y a los pastores; les hicieron prometer que no dirían nada a nadie antes de la
Navidad, y, siguiendo el relato del Evangelio de San Lucas, prepararon la escena del nacimiento.
¡Hasta consiguieron un hermoso bebé para que representara a Jesús!
La noche de Navidad, cuando todas las familias estaban reunidas en sus casas, las campanas de la
iglesia empezaron a tocar solas… ¡Tocaban y tocaban como si hubiera una celebración especial!…
Pero nadie sabía qué estaba pasando… El Párroco del pueblo no había dicho que fuera a celebrar
la Misa del Gallo… la Misa de Medianoche….
Sorprendidos y asustados a la vez, todos los habitantes de Greccio salieron de sus casas para ver
qué estaba sucediendo… Entonces vieron a Francisco que desde la montaña los llamaba, y les
indicaba que subieran donde él estaba.
Alumbrándose con antorchas, porque la noche estaba muy oscura y hacía mucho frío, todos se
dirigieron al lugar indicado, y cuando llegaron quedaron tan admirados, que cayeron de rodillas,
porque estaban viendo algo que nunca habían pensado poder ver. Era como si el tiempo hubiera
retrocedido muchos, muchos años, y se encontraran en Belén, celebrando la primera Navidad de
la historia: María tenía a Jesús en sus brazos, y José, muy entusiasmado, conversaba con un grupo
de pastores y pastoras, que no se cansaban de admirar al niño que había acabado de nacer…