Re Nacimiento
Re Nacimiento
Re Nacimiento
El concepto actual de Renacimiento (del francés Renaissance) fue formulado a mediados del siglo xix por
el historiador francés Jules Michelet, en su obra Renaissance et Réforme, publicada en 1855.3 Por primera
vez, Michelet usó el término en el sentido de un periodo histórico, que abarcaría desde el descubrimiento de
América hasta Galileo, y lo consideró más importante por sus desarrollos científicos que por el arte o la
cultura. Michelet, que era nacionalista francés y republicano, le atribuyó al Renacimiento unos valores
democráticos opuestos a los de la Edad Media precedente y un protagonismo francés.4
El otro historiador que tuvo gran influencia en dar forma al concepto de Renacimiento fue el suizo Jacob
Burckhardt, quien lo definió como el periodo entre Giotto y Miguel Ángel, es decir, del siglo xiv a
mediados del xvi. Buckhardt destacaba del Renacimiento el surgimiento del espíritu individualista
moderno, que la Edad Media habría cohibido.5
Desde una perspectiva de la evolución artística general de Europa, el Renacimiento significó una «ruptura»
con la unidad estilística que hasta ese momento había sido «supranacional». El Renacimiento no fue un
fenómeno unitario desde los puntos de vista cronológico y geográfico: su ámbito se limitó a la cultura
europea y a los territorios americanos recién descubiertos, a los que las novedades renacentistas llegaron
tardíamente. Su desarrollo coincidió con el inicio de la Edad Moderna, marcada por la consolidación de los
estados europeos, los viajes transoceánicos que pusieron en contacto a Europa y América, la
descomposición del feudalismo, el ascenso de la burguesía y la afirmación del capitalismo. Sin embargo,
muchos de estos fenómenos rebasan por su magnitud y mayor extensión en el tiempo el ámbito
renacentista.6
Aspectos generales
Contexto histórico
Véase también: Renacimiento del siglo XII
Por su parte, el siglo xvi estuvo marcado por los grandes descubrimientos geográficos iniciados con la
llegada de Colón a América en 1492, como el establecimiento de la ruta del Cabo por Vasco da Gama en
1498, la vuelta al mundo de Magallanes entre 1519 y 1521, el desembarco de Cortés en México, 1519, y la
conquista del Perú por Pizarro (1530-1533); así como por la ruptura de la unidad cristiana causada por la
Reforma protestante de Martín Lutero (1520), el desarrollo de la ciencia y la técnica (Nova Scientia de
Tartaglia, 1538; De revolutionibus de Copérnico, 1543; Anatomía de Vesalio, 1543) y la expansión del
humanismo (Erasmo de Róterdam, Giovanni Pico della Mirandola, Ludovico Ariosto, Tomás Moro, Juan
Luis Vives, François Rabelais).8
Definición
No cabe duda de que el Renacimiento evolucionó en buena medida del arte medieval, una parte del cual no
había dejado de valorar e imitar el arte clásico; pero el artista renacentista buscó imperiosamente
distanciarse de la etapa anterior, a la que menospreciaban por su supeditación a los valores religiosos y por
su estilo antinaturalista, proveniente no de una falta de habilidad técnica en imitar a la naturaleza, sino de
una voluntad propia de eludirla para enfatizar otros valores más subjetivos, ligados a la espiritualidad. Sin
embargo, el propio artista renacentista no valoró este hecho y se sintió distinto, «renacido»; así, Lorenzo
Valla llegó a afirmar que no sabía por qué las artes «habían decaído hasta tal punto, y casi muerto; ni
tampoco por qué habían resurgido en esa época; apareciendo y triunfando tantos buenos artistas y
escritores».15
Mientras surgía en Florencia el Quattrocento o Primer Renacimiento italiano —así llamado por
desarrollarse durante los años de 1400 (siglo xv)—, originado por la búsqueda de los cánones de belleza
clásicos y de las bases científicas del arte, se produjo un fenómeno similar y coetáneo en Flandes —
especialmente en pintura—, basado principalmente en la observación de la naturaleza. Este Primer
Renacimiento tuvo gran difusión en la Europa Oriental: la fortaleza moscovita del Kremlin, por ejemplo,
fue obra de artistas italianos.14
La segunda fase del Renacimiento, o Cinquecento (siglo xvi), estuvo marcada por la hegemonía artística de
Roma, cuyos papas (Julio II, León X, Clemente VII y Paulo III, algunos de ellos pertenecientes a la familia
florentina de los Médici) apoyaron fervorosamente el desarrollo de las artes, así como la investigación de la
antigüedad clásica. Sin embargo, con las guerras de Italia (saco de Roma en 1527), muchos de estos artistas
emigraron y propagaron las teorías renacentistas por toda Europa.14
Así, a lo largo del siglo xvi el Renacimiento italiano se extendió por toda Europa, desde Portugal hasta
Escandinavia, y desde Francia hasta Rusia. Muchos artistas viajaron en busca de formación o mecenazgo, y
las grandes cortes europeas —como Fontainebleau, Madrid, Praga o Dresde— se llenaron de artistas de
múltiples nacionalidades. Se valoraba especialmente a los artistas italianos, pero numerosos extranjeros que
fueron a formarse a Italia adquirieron así una nueva reputación. Un factor coadyuvante de la difusión del
nuevo arte fue el grabado, cuya fabricación en serie permitió expandir las obras de los artistas por todo el
continente.20 También aumentó considerablemente el mercado del arte, y la labor de los marchantes fue
esencial para conectar a artistas y compradores; uno de los mayores centros de mercado del arte de la época
fue Amberes.21 También creció el coleccionismo, y aparecieron las llamadas «cámaras de arte»
(Kunstkammern), generalmente pertenecientes a personajes de la aristocracia y la realeza, unas estancias
donde se exponían objetos de arte de todo tipo, libros y objetos de toda clase, e incluso minerales o
muestras naturales, de la flora y la fauna; una de las más afamadas fue la de Rodolfo II en Praga.22
Características
Estética
Uno de los primeros teóricos del arte renacentista fue Cennino Cennini: en su
obra Il libro dell'arte (1400) sentó las bases de la concepción artística del
Renacimiento, defendiendo el arte como una actividad intelectual creadora, y
no como un simple trabajo manual. Para Cennini el mejor método para el
Ejemplo canónico para
artista es retratar de la naturaleza (ritrarre de natura), defendiendo la libertad
representar la cabeza
del artista, que debe trabajar «como le place, según su voluntad» (come gli
humana acorde con La
piace, secondo sua volontà). También introdujo el concepto de «diseño»
Divina Proporción de
(disegno), el impulso creador del artista, que forja una idea mental de su obra
Luca Pacioli
antes de realizarla materialmente, concepto de vital importancia desde entonces
para el arte moderno.24
En ese contexto surgieron varios tratados más acerca del arte, como los de Leon Battista Alberti (De
Pictura, 1436-1439; De re aedificatoria, 1450; y De Statua, 1460), o Los Comentarios (1447) de Lorenzo
Ghiberti. Alberti recibió la influencia aristotélica, pretendiendo aportar una base científica al arte. También
habló de decorum, el tratamiento del artista para adecuar los objetos y temas artísticos a un sentido
mesurado, perfeccionista.25 Fue Alberti quien agrupó a la arquitectura, la escultura y la pintura en el grupo
de las artes liberales, ya que hasta entonces eran consideradas como artesanía; con ello, elevó al artista a la
categoría de creador intelectual.26 Ghiberti fue el primero en periodificar la historia del arte, distinguiendo
antigüedad clásica, período medieval y lo que llamó «renacer de las artes» (Renacimiento).27
Arte
Etapas
Italia
Véase también: Renacimiento italiano
Arquitectura
La arquitectura renacentista tuvo un carácter marcadamente profano en comparación con la época anterior.
Surgió en una ciudad en donde la arquitectura gótica apenas había penetrado, Florencia. A pesar de ello,
muchas de las obras más destacadas fueron edificios religiosos.
Con el nuevo gusto, se buscaba ordenar y renovar los viejos burgos medievales e incluso se proyectaban
ciudades de nueva planta. La búsqueda de la «ciudad ideal», opuesta al modelo caótico y desordenado del
medievo, sería una constante preocupación de artistas y mecenas. Así, el papa Pío II reordenó su ciudad
natal, Pienza, convirtiéndola en un auténtico muestrario del nuevo
urbanismo renacentista. En sí, las ciudades se convertirían en el
escenario ideal de la renovación artística, oponiéndose al concepto
medieval en el que lo rural tenía un papel preferente gracias al
monacato.
Pintura
En pintura, las novedades del Renacimiento se introdujeron de forma paulatina pero irreversible a partir del
siglo xv. Un antecedente de las mismas fue Giotto, pintor aún dentro de la órbita del gótico, pero que
desarrolló en sus pinturas conceptos como volumen tridimensional, perspectiva y naturalismo, que alejaban
su obra de los rígidos modos de la tradición bizantina y gótica y preludiaban el Renacimiento pictórico.
En el Quattrocento (siglo xv) se recogieron todas estas novedades y se adaptaron a la nueva mentalidad
humanista y burguesa que se expandía por las ciudades-estado italianas. Los pintores, aún tratando temas
religiosos la mayoría de ellos, introdujeron también en sus obras la mitología, la alegoría y el retrato, que se
desarrollarían a partir de ahora enormemente. Una búsqueda constante de los pintores de esta época sería la
perspectiva, objeto de estudio y reflexión para muchos artistas: se trató de llegar a la ilusión de espacio
tridimensional de una forma científica y reglada. La
pintura cuatrocentista es una época de experimentación;
las pinturas abandonan lenta y progresivamente la rigidez
gótica y se aproximan cada vez más a la realidad. Aparece
la naturaleza retratada en los fondos de las composiciones,
y se introducen los desnudos en las figuras.39
El Cinquecento (siglo xvi) fue la etapa culminante de la pintura renacentista, y denominada por ello a veces
como «clasicismo». Los pintores asimilan las novedades y la experimentación cuatrocentistas y las llevan a
nuevas cimas creativas. En este momento aparecen grandes maestros, cuyo trabajo servirá de modelo a los
artistas durante siglos. El primero de ellos fue Leonardo da Vinci, uno de los grandes genios de todos los
tiempos. Fue el ejemplo más acabado de artista multidisciplinar, intelectual y obsesionado con la perfección,
que le llevó a dejar muchas obras inconclusas o en proyecto. Poco prolífico en su faceta pictórica, aportó
sin embargo muchas innovaciones que condujeron a la historia de la pintura hacia nuevos rumbos. Quizá su
principal aportación fue el sfumato o claroscuro, delicada gradación de la luz que otorga a sus pinturas una
gran naturalidad, a la vez que ayuda a crear espacio. Estudiaba cuidadosamente la composición de sus
obras, como en la Última Cena, donde las figuras se ajustan a un esquema geométrico. Supo unir en sus
trabajos la perfección formal a ciertas dosis de misterio, presente, por ejemplo, en la celebérrima Gioconda,
La Virgen de las Rocas o el San Juan Bautista.41
Miguel Ángel es, cronológicamente, la segunda gran figura. Fundamentalmente escultor, se dedicó a la
pintura de forma esporádica, a petición de algunos admiradores de su obra, sobre todo el papa Julio II. Los
frescos de la Capilla Sixtina muestran el atormentado mundo interior de este artista, poblado de figuras
monumentales, sólidas y tridimensionales como si fueran esculturas, y de llamativa presencia física. En su
obra cobra mucha importancia el desnudo, aun cuando la casi totalidad de la misma fue hecha para decorar
iglesias.42
Rafael Sanzio completa la tríada de genios del clasicismo. Su estilo tuvo un enorme éxito y se puso de
moda entre los poderosos. La pintura de Rafael buscaba ante todo la grazia, o belleza equilibrada y serena.
Sus madonnas recogen las novedades de Leonardo en lo que se refiere a composición y claroscuro,
añadiendo una característica dulzura. Anticipa claramente la pintura manierista en sus últimas obras, cuyo
estilo agitado y dramático copiarán y difundirán sus discípulos.43
Con la aparición de estos tres grandes maestros, los artistas contemporáneos asumen que el arte ha llegado a
su culmen —concepto recogido en la obra de Giorgio Vasari Las Vidas—44 y se afanarán por tanto en
incorporar estos logros, por un lado, y en la búsqueda de un estilo propio y original como forma de
superarlos. Ambas cosas, junto
con el ambiente pesimista que se
respiraba en la Cristiandad en la
década de 1520 (Saco de Roma,
Reforma protestante, guerras),
hizo surgir con fuerza a partir de
los años 1530 una nueva
corriente, el Manierismo. Se
buscaría a partir de entonces lo
extravagante, lo extraño, lo
exagerado y lo irreal. Pertenecen
a esta corriente pictórica Jacopo
Retrato de Eleonora Gonzaga, Pontormo, Bronzino,
por Tiziano. La dama se muestra Parmigianino, Rosso Fiorentino o
en la lejanía aristocrática de su Francesco Salviati. Otros autores
La Virgen, el Niño Jesús y santa
opulento atuendo, pero con tomarían algunas novedades
Ana, por Leonardo da Vinci,
ciertas alusiones a la vida manieristas pero siguiendo una
Museo del Louvre, París.
cotidiana (reloj, ventana abierta al línea más personal y clasicista.
«Verdaderamente celestial y
paisaje, perrito dormido) que la Entre ellos podemos citar a
admirable fue Leonardo [...]. Hizo
acercan al espectador. Galleria Sebastiano del Piombo, un cartón de Nuestra Señora y
degli Uffizi, Florencia. Correggio, Andrea del Sarto o
santa Ana, con Cristo, que
Federico Barocci.45 también les pareció maravilloso a
todos los artistas; una vez
Dentro de las diferentes escuelas que surgen en Italia en el terminado, estuvo expuesto dos
Cinquecento, la de Venecia presenta especiales características. Si los días para que lo vieran los
florentinos ponían el acento en el disegno, es decir, en la composición hombres y las mujeres, los
y la línea, los pintores venecianos se centrarían en el color. Las jóvenes y los viejos, como se va
especiales características del estado veneciano pueden explicar algo de a las fiestas solemnes, para ver
esta particularidad, puesto que se trataba de una sociedad elitista, las maravillas de Leonardo, que
amante del lujo y muy relacionada con Oriente. La escuela veneciana hicieron asombrar a todo este
reflejaría esto mediante una pintura refinada, hedonista, menos pueblo». Giorgio Vasari, Las
intelectual y más vital, muy decorativa y colorista. Precursores de la Vidas.
escuela veneciana del Cinquecento fueron Giovanni Bellini y, sobre
todo, Giorgione, pintor de alegorías, paisajes y asuntos religiosos,
melancólicos y misteriosos. Deudor de su estilo fue Tiziano, el mayor pintor de esta escuela, excelente
retratista, quizá el más demandado de su tiempo; autor de complejas y realistas composiciones religiosas,
llenas de vida y colorido. En la última etapa de su vida deshace los contornos de las figuras, convirtiendo
sus cuadros en puras sensaciones de luz y color, anticipo del impresionismo.46 Tintoretto, Paolo Veronese
y Palma el Viejo continuaron esta escuela llevándola hacia el manierismo y anticipando en cierta manera la
pintura barroca.47
Escultura
Como en las demás manifestaciones artísticas, los ideales de vuelta a la antigüedad, inspiración en la
naturaleza, humanismo antropocéntrico e idealismo fueron los que caracterizaron la escultura de este
período. Ya el gótico había preludiado en cierta manera algunos de estos aspectos, pero algunos hallazgos
arqueológicos (el Laocoonte, hallado en 1506, o el Torso Belvedere) que se dieron en la época supusieron
una auténtica conmoción para los escultores y sirvieron de modelo e inspiración para las nuevas
realizaciones.
Aunque se siguieron haciendo obras
religiosas, en las mismas se advierte un
claro aire profano; se reintrodujo el
desnudo y el interés por la anatomía con
fuerza, y aparecieron nuevas tipologías
técnicas y formales, como el relieve en
stiacciato (altorrelieve con muy poco
resalte, casi plano) y el tondo, o
composición en forma de disco; también
la iconografía se renovó con temas
mitológicos, alegóricos y heroicos.
Apareció un inusitado interés por la Detalle de la Puerta del Paraíso,
El condotiero
perspectiva, derivado de las en el Baptisterio de Florencia,
Gattamelata, en Padua,
investigaciones arquitectónicas coetáneas, obra de Lorenzo Ghiberti. Fue
por Donatello. El
Miguel Ángel quien, admirado por
monumento ecuestre y el mismo se plasmó en relieves,
la perfección de los relieves de
conmemorativo apenas retablos, sepulcros y grupos escultóricos.
esta puerta, dijo que merecería
sobrevivió a la Durante el Renacimiento decayó en cierta
ser la del propio Paraíso.
antigüedad. La plástica manera la tradicional talla en madera
renacentista recuperó policromada en favor de la escultura en
esta tipología piedra —mármol preferentemente— y se
típicamente romana y la recuperó la escultura monumental en bronce, caída en desuso durante la Edad
aplicó, en este caso, al Media. Los talleres de Florencia fueron los más reputados de Europa en esta
héroe característico de técnica, y surtieron a toda Europa de estatuas de este material.48
la época: el condotiero o
capitán mercenario. Los dos siglos que dura el Renacimiento en Italia dieron lugar, igual que en las
demás artes, a dos etapas:
El Quattrocento (siglo xv): el centro escultórico principal fue Florencia, donde la familia
Médicis y, con posterioridad, la República, ejercieron de mecenas de numerosas obras.
Lorenzo el Magnífico era aficionado a las esculturas griegas y romanas y había formado
una interesante colección de las mismas, poniendo de moda el gusto clásico. Los autores
más destacados de la época fueron Lorenzo Ghiberti (Puerta del Paraíso del Baptisterio de
Florencia), Andrea Verrocchio (Monumento al condotiero Colleoni), Donatello, el taller de
los hermanos Della Robbia —que introdujeron la cerámica vidriada y policromada como
novedad, utilizándola en decoraciones de edificios—, Jacopo della Quercia, Desiderio da
Settignano y Bernardo Rossellino. El más importante de ellos es Donatello, gran creador
que, partiendo de los supuestos del gótico, estableció un nuevo ideal inspirado en la
grandeza clásica. Suyo es el mérito de rescatar el monumento conmemorativo público —su
Condotiero Gattamelata es una de las primeras estatuas ecuestres de bronce desde la
antigüedad—, la utilización heroica del desnudo (David) y la intensa humanización de las
figuras, llegando al retrato en ocasiones, pero sin abandonar nunca una orientación
claramente idealista.49
El Cinquecento (siglo xvi): esta época está marcada por la aparición estelar de uno de los
escultores más geniales de todos los tiempos, Miguel Ángel.50 Hasta tal punto marcó la
escultura de todo el siglo que muchos de sus continuadores no fueron capaces de recoger
todas sus novedades y estas no se desarrollaron hasta varios siglos después. Miguel Ángel
fue, como tantos otros en esta época, un artista multidisciplinar. Sin embargo, él se
consideraba preferentemente escultor. En sus primeras obras recoge el interés
arqueológico surgido en Florencia: así, su Baco ebrio fue realizado con intención de que
aparentara ser una escultura clásica. Igual espíritu se aprecia en la Piedad, realizada entre
1498 y 1499 para la basílica vaticana. Protegido primero por los Médicis, para los que creó
las Tumbas Mediceas, soberbio ejemplo de expresividad, marchó luego a Roma, donde
colaboró en los trabajos de construcción de la
nueva basílica. El pontífice Julio II lo tomó bajo su
protección y le encomendó la creación de su
Mausoleo, denominado por el artista como «la
tragedia de la sepultura» por los cambios y demoras
que sufrió el proyecto. En las esculturas hechas
para este sepulcro, como el célebre Moisés,
aparece lo que se ha venido denominando terribilitá
miguelangelesca: una intensa a la vez que
contenida emoción que se manifiesta en anatomías
sufrientes, exageradas y nerviosas —músculos en
tensión—, posturas contorsionadas y escorzos muy
rebuscados. Los rostros, sin embargo, suelen
mostrarse contenidos. En sus obras finales el artista
desdeña de la belleza formal de las esculturas y las
deja inacabadas, adelantando un concepto que no La Piedad del Vaticano, de Miguel Ángel,
volvería al arte hasta el siglo xx. Miguel Ángel encargada por el cardenal francés Jean
continuó con la tradición de monumentos públicos Bilhères de Lagraulas para su sepultura,
heroicos y profanos que inició Donatello y la llevó a hoy se encuentra en la Basílica de San
una nueva dimensión con su conocido David,
Pedro. El idealismo e impasibilidad de los
esculpido para la Piazza della Signoria de
dioses clásicos se traslada aquí a un
Florencia.51 En los años finales de la centuria, la tema cristiano; la serena belleza de María
huella de Miguel Ángel tuvo sus réplicas en y de Cristo apenas se ve alterada por el
Benvenuto Cellini (Perseo de la Loggia dei Lanzi de dolor o la misma muerte.
Florencia, espacio concebido como museo de
escultura al aire libre), Bartolomeo Ammannati,
Giambologna y Baccio Bandinelli, que exagerarían los elementos más superficiales de la
obra del maestro, situándose plenamente todos ellos en la corriente manierista. Destaca en
esta época también la saga familiar de los Leoni, broncistas milaneses al servicio de los
Habsburgo españoles, auténticos creadores de la imagen áulica, un tanto estereotipada, de
estos monarcas. Su presencia en España llevó allí de primera mano las novedades
renacentistas, extendiendo su influjo hasta la escultura barroca.52
España
En España el cambio ideológico no es tan extremo como en otros países; no se rompe abruptamente con la
tradición medieval, por ello se habla de un Renacimiento español más original y variado que en el resto de
Europa. Así, la literatura acepta las innovaciones italianas (Dante y Petrarca), pero no olvida la poesía del
Cancionero y la tradición anterior. En cuanto a las artes plásticas, el Renacimiento hispano mezcló
elementos importados de Italia —de donde llegaron algunos artistas, como Paolo de San Leocadio, Pietro
Torrigiano o Domenico Fancelli— con la tradición local, y con algunos otros influjos —lo flamenco, por
ejemplo, estaba muy de moda en la época por las intensas relaciones comerciales y dinásticas que unían
estos territorios a España—. Las innovaciones renacentistas llegaron a España de forma muy tardía: hasta la
década de 1520 no se encuentran ejemplos acabados de las mismas en las manifestaciones artísticas, y tales
ejemplos son dispersos y minoritarios. No llegaron a España plenamente, pues, los ecos del Quattrocento
italiano —solo por obra de la familia Borja aparecen artistas y obras de esa época en el área levantina—, lo
que determina que el arte renacentista español pase casi abruptamente del gótico al manierismo.
La pintura renacentista española está determinada igualmente por el pulso que mantiene la herencia del
gótico con los nuevos modos venidos de Italia. Esta dicotomía se aprecia en la obra de Pedro Berruguete,
que trabajó en Urbino al servicio de Federico de Montefeltro, y Alejo Fernández. Posteriormente
aparecieron artistas conocedores de las novedades italianas coetáneas, como Vicente Macip o su hijo Juan
de Juanes —influidos por Rafael—, Luis de Morales, Juan Fernández de Navarrete o los leonardescos
Fernando Yáñez de la Almedina y Hernando de los Llanos.56 Pero la gran figura del Renacimiento
español, y uno de los pintores más originales de la historia, se inscribe ya en el manierismo, aunque
rebasando sus límites al crear un universo estilístico propio: El Greco.57
Francia
En Francia la influencia italiana se dejó sentir desde muy temprano, favorecida por la cercanía geográfica,
los vínculos comerciales y la monarquía, que ambicionaba anexionar los territorios limítrofes de la
península italiana, y lo consiguió en algunos momentos. Sin embargo, el impulso definitivo a la adopción
de las formas renacentistas se dio bajo el reinado de Francisco I. Este monarca, gran mecenas de las artes y
aficionado a todo lo que procediera de Italia, protegió a importantes maestros, solicitando sus servicios para
la corte francesa —entre ellos el mismo Leonardo da Vinci,
que murió en el castillo de Cloux—, a la vez que emprendió
un ambicioso programa de revitalización cultural que
revolucionó el desarrollo de las artes en el país. Conviene tener
presente que Francia fue la cuna del gótico y que, por tanto,
este estilo estaba fuertemente arraigado y podía ser visto como
un estilo nacional. De ahí que las formas góticas continuaran
presentes durante un tiempo, a pesar del nuevo estilo impuesto
por la corte.
Vista del Patio del Caballo Blanco del
En cuanto a la arquitectura, la monarquía, fortalecida y en palacio de Fontainebleau, con la famosa
período de expansión territorial, había patrocinado ya desde el escalera, preludio de las formas barrocas.
siglo xv la remodelación de los viejos châteaux medievales y Fontainebleau fue la auténtica capital
la creación de nuevas residencias más acordes con los tiempos. artística de Francia durante el
Pero fue precisamente Francisco I el que dio un impulso Renacimiento. En el conjunto palaciego
definitivo a esta operación renovadora, que tuvo varios focos. intervinieron algunos de los mejores
El primer edificio renacentista en Francia fue el castillo de artistas del momento.
Saint-Germain-en-Laye, imponente fortaleza de ladrillo y
piedra en la que aparecen pequeños detalles renacentistas,
dentro de una general sobriedad de aire militar. De estilo más avanzado fueron los castillos del valle del
Loira, conjunto de mansiones para la realeza y la nobleza que muestran los rasgos más característicos del
Renacimiento francés: decorativismo de raigambre manierista, recuerdos goticistas en las estructuras, y
quizá lo más novedoso: una perfecta integración de los edificios en la naturaleza circundante, como se ve
en el Castillo de Montsoreau o en el grácil puente del castillo de Chenonceau. El más célebre dentro de este
conjunto es el castillo de Chambord, que presenta grandes audacias estilísticas, como una escalera interna
helicoidal. Otros ejemplos de estas residencias suburbanas son los castillos de Amboise, Blois y Azay-le-
Rideau.58
Además de todas estas realizaciones, Francisco I se embarcó en la que quizá fue la obra fundamental de
este período: el palacio de Fontainebleau, vieja mansión de los reyes franceses que se renovó totalmente.
En el edificio en sí se aprecia ya el triunfo de las formas italianas, aunque adaptadas al gusto francés con
sus típicas chimeneas y mansardas. Incluye fragmentos de desbordante creatividad, como la célebre
Escalera Imperial, anticipo de soluciones barrocas. No obstante, quizá lo más destacado del proyecto fue
que involucró a creadores de prácticamente todas las disciplinas artísticas, algunos venidos expresamente de
Italia, como los pintores Francesco Primaticcio o Rosso Fiorentino, el famoso escultor Benvenuto Cellini o
el arquitecto Sebastiano Serlio, importante autor de tratados de arquitectura del que apenas se conocen
obras salvo este palacio. Las novedades que se fraguaron aquí trapasarían el ámbito local y darían origen a
todo un estilo, el «estilo de Fontainebleau», un manierismo refinado al servicio de los gustos
aristocráticos.59
Tras Francisco I, las formas «a la italiana» acabaron imponiéndose definitivamente en la arquitectura bajo
Enrique II, cuya esposa, Catalina de Médicis, pertenecía a la familia florentina más poderosa. Bajo su
mandato (1547-1559) se reformó la antigua sede de la corte en París, el palacio del Louvre, convirtiéndolo
en un moderno edificio de estética plenamente manierista. La reforma fue dirigida por uno de los
arquitectos franceses más destacados del momento, Pierre Lescot, que diseñó el gran patio central (Cour
Carrée), con características fachadas en las que utiliza el módulo de arco de triunfo clásico.60 Asimismo,
estos monarcas iniciaron la construcción de un nuevo palacio, enfrente del Louvre, el palacio de las
Tullerías, en el que intervino el otro gran arquitecto francés del Renacimiento, Philibert Delorme.61
La escultura del Renacimiento en Francia fue también al compás de lo dictado por Italia. Francia dejó de
ser ya a finales del siglo xiv el gran centro escultórico de Europa que fue gracias a los talleres catedralicios,
situación que continuaría durante el siglo xv, y aún más en el xvi. Es paradójico y a la vez revelador que
esta situación coincida con la consolidación progresiva de la
institución monárquica, evidentemente deseosa de renovar su
imagen y dispuesta a usar el arte como instrumento
propagandístico de primer orden. No obstante de la pérdida de
hegemonía en este campo, que de todas formas nunca había
sido definitiva, surgieron grandes figuras al calor de los
proyectos reales; es de destacar el carácter ornamental y
decorativo que tuvieron las esculturas, subordinándose al
La Resurrección, obra de Germain Pilon.
proyecto general de los edificios e integrándose en estos. Dos Todo procede aquí de Miguel Ángel: la
fueron los autores más sobresalientes: Germain Pilon y Jean anatomía hercúlea de Cristo, los
Goujon.62 escorzos, el efecto «no acabado». Hasta
el diseño general del grupo remite a las
La pintura también experimentó el progresivo declive de las Sepulturas Mediceas del florentino.
formas góticas tradicionales y la llegada del nuevo estilo. Museo del Louvre, París.
Como se ha señalado, se conocieron en Francia de primera
mano las formas pictóricas italianas en el siglo xvi gracias a la
llegada de autores muy innovadores, como Leonardo o Rosso Fiorentino. Francisco I impulsó la formación
de artistas franceses bajo la dirección de maestros italianos, como Niccolò dell'Abbate o Primaticcio, siendo
este último el responsable de la decoración del palacio de Fontainebleau y la organización de las fiestas de
la corte, y teniendo por tanto a sus órdenes a muchos artesanos y artistas. Esta convivencia de talentos,
escuelas, disciplinas y géneros dio origen a la llamada «escuela pictórica de Fontainebleau», una derivación
del manierismo pictórico italiano que incide en el erotismo, el lujo, los temas profanos y las alegorías, todo
ello muy del gusto de su clientela principal, la aristocracia. La mayor parte de los artistas de Fontainebleau
fueron anónimos, precisamente por esa integración de las artes que se propugnaba y por el magisterio de los
artistas consagrados. No obstante, conocemos los nombres de algunos pintores, figurando Jean Cousin el
Viejo o Antoine Caron entre los más destacados. Sin embargo, el pintor francés más importante de la época,
a la vez que uno de los grandes retratistas de todos los tiempos, aunque gran parte de su obra se haya
perdido, fue François Clouet, que superó a su padre, el también apreciable Jean Clouet, en la fiel
plasmación de la vida de los poderosos de la época, con una profundidad psicológica y brillantez formal
cuyo precedente hay que buscarlo en Jean Fouquet, gran pintor del siglo xv aún en la órbita del gótico.63
Alemania
El Renacimiento artístico no fue en Alemania una tentativa de resurrección del arte clásico, sino una
renovación intensa del espíritu germánico, motivado por la Reforma protestante. Alberto Durero fue la
figura dominante del Renacimiento alemán. Su obra universal, que ya en vida fue reconocida y admirada
en toda Europa, impuso la impronta del artista moderno, uniendo la reflexión teórica con la transición
decisiva entre la práctica medieval y el idealismo renacentista. Sus pinturas, dibujos, grabados y escritos
teóricos sobre arte ejercieron una profunda influencia en los artistas del siglo xvi de su propio país y de los
Países Bajos. Durero comprendió la imperiosidad de adquirir un conocimiento racional de la producción
artística, e introdujo el idealismo de raigambre italiana en el arte alemán.64
La pintura germánica conoció en esta época uno de sus mayores momentos de esplendor. Junto a la figura
fundamental de Durero surgieron otros grandes autores, como Lucas Cranach el Viejo, pintor por
antonomasia de la Reforma protestante; Hans Baldung Grien, introductor de temáticas siniestras y
novedosas, deudoras en cierto modo del arte medieval; Matthias Grünewald, uno de los precursores del
expresionismo; Albrecht Altdorfer, excelente paisajista; o Hans Holbein el Joven, que desarrolló casi toda
su producción, centrada en el retrato, en Inglaterra.65
En escultura pervivieron las formas góticas hasta bien entrado el
siglo xvi. Destaca la obra de Peter Vischer, autor de las tumbas
imperiales de Innsbruck (1513) y de la tumba de San Sebaldo en
Núremberg (1520). También trabajaron aquí algunos artistas
flamencos, como Hubert Gerhard, autor del San Miguel de la
fachada de la iglesia de San Miguel de Múnich.66
En el campo de la escultura destacó Adriaen de Vries, autor de expresivas obras —generalmente de bronce
— en las que el movimiento, la línea ondulada o serpentinata y el desnudo heroico las caracterizan como
excelentes ejemplos de manierismo escultórico fuera de Italia.
En arquitectura el gótico siguió teniendo una gran preponderancia hasta bien entrado el siglo xvi, en que se
recibió la influencia de la arquitectura renacentista francesa, como se denota en el Ayuntamiento de
Amberes (1561-1565), obra de Cornelis Floris de Vriendt.68
Suiza
Hungría: este país contó con el gran mecenazgo del rey Matías Corvino, un gran amante del
arte italiano, quizá por influjo de su esposa, Beatriz de Nápoles.78 El monarca compró
numerosas obras de arte italianas, y contrató artistas y arquitectos italianos para reformar y
decorar sus palacios, como Benedetto da Maiano, Clemente Camicia y Giovanni Dalmata;
el miniaturista Attavante degli Attavanti fue autor del Breviario de Matías Corvino y del
Códice de Marciano Capella; el escultor Andrea Ferracci realizó el altar de la Anunciación
de la catedral de Esztergom.79
Polonia: como en otros países, las novedades renacentistas llegaron de la mano de artistas
italianos llegados al país, como los arquitectos Franciscus Italus y Bartolomeo Berecci
(Palacio Real de Cracovia), Gian Maria Mosca (Palacio Episcopal de Cracovia) y Giovanni
Battista di Quadro (Palacio Municipal de Poznań); y los escultores Santi Gucci (capilla de
Segismundo de la catedral de Cracovia), Girolamo Canavesi (monumento de Gorka,
catedral de Poznań) y Domenico Veneziano (monumento sepulcral de Esteban I Báthory,
catedral de Cracovia). En cambio, en pintura trabajaron mayormente artistas alemanes,
como Hans Sues von Kulmbach, Louz von Kitzingen y Martin Koeber. También se
desarrolló notablemente la miniatura, en la que destacan el Códice de Baltasar Behem y el
Libro de preces de Segismundo I.80
Rusia: durante esta época continuó la tradicional arquitectura rusa de influencia bizantina,
pero se recibió alguna influencia del Renacimiento italiano a través del arquitecto boloñés
Aristotele Fioravanti, que viajó en 1475 a Rusia invitado por Iván III, donde construyó la
catedral de la Dormición en el Kremlin de Moscú (1475-1479); otro arquitaliano, Aloisio
Nuovo, fue el encargado de construir la catedral del Arcángel Miguel también en el Kremlin
(1505-1508). La influencia italiana se denota igualmente en la catedral de San Basilio de
Moscú, obra de Póstnik Yákovlev (1555-1560).81
Las primeras muestras de pintura colonial fueron las de escenas religiosas elaboradas por maestros
anónimos, realizadas con medios precolombinos, con tintas vegetales y minerales y telas de trama áspera e
irregular. Destacaron las imágenes de la Virgen con el Niño, con una iconografía de raíces autóctonas
donde, por ejemplo, se representaban los arcángeles como arcabuceros contemporáneos. La producción
artística hecha en Nueva España por indígenas en el siglo xvi es denominada arte indocristiano. Adentrado
el siglo xvi surgieron los grandes frescos murales, de carácter popular. Desde mediados de siglo empezaron
a llegar, procedentes de Sevilla, maestros españoles (Alonso Vázquez, Alonso López de Herrera),
flamencos (Simon Pereyns) e italianos (Mateo Pérez de Alesio, Angelino Medoro).84
En escultura, las primeras muestras fueron nuevamente en el terreno religioso, en tallas exentas y retablos
para iglesias, confeccionadas generalmente en madera recubierta con yeso y decorada con encarnación —
aplique directo del color— o estofado —sobre un fondo de plata y oro—. A principios del siglo xvii
nacieron las primeras escuelas locales, como la quiteña, la cuzqueña y la chilota, destacando la labor
patrocinadora de la orden jesuita.
Las artes industriales tuvieron un gran auge debido al gusto por el lujo de las
nuevas clases adineradas: se desarrolló la ebanistería, sobre todo en Italia y
Alemania, destacando la técnica de la intarsia, embutidos de madera de varios
tonos para producir efectos lineales o de ciertas imágenes. La tapicería destacó
en Flandes, con obras basadas en bocetos desarrollados por pintores como
Bernard van Orley. La cerámica se elaboró en Italia con barnices vidriados,
consiguiendo tonos brillantes de gran efecto. El vidrio se desarrolló
notablemente en Venecia (Murano), decorado a veces con hilos de oro o con
filamentos de vidrios de colores. La orfebrería fue cultivada por escultores
como Lorenzo Ghiberti o Benvenuto Cellini, con piezas de gran virtuosismo y
elevada calidad, destacando especialmente los esmaltes y camafeos.85
Ilustración del
En esta época se desarrollaron notablemente las artes gráficas, especialmente Apocalipsis (1561), de
gracias a la invención de la imprenta, apareciendo o perfeccionándose la Jean Duvet.
mayoría de las técnicas de grabado: calcografía (aguafuerte, aguatinta, grabado
al buril, grabado a media tinta o grabado a punta seca), linograbado, xilografía,
etc. En Italia se desarrolló el grabado en metal, practicado especialmente por los orfebres florentinos
durante los siglos xv y xvi, mientras que en el Cinquecento se perfeccionó el aguafuerte gracias a la obra
del Parmigianino. En Alemania destacó la obra de Durero, especialista de la técnica del buril, aunque
también realizó xilografías. En Francia, el grabado fue practicado por la escuela de Fontainebleau, en la que
destacó Jean Duvet, famoso por su serie del Apocalipsis (1561). En Flandes surgieron notables grabadores
en la ciudad de Amberes, como los hermanos Wierix, autores de estampas de excelente técnica y
detallismo, aunque basadas en composiciones ajenas; o Hieronymus Cock, que reprodujo numerosas obras
de Brueghel.86
Jardinería
En el Renacimiento la jardinería cobró una especial
relevancia, en paralelo al impulso otorgado a todas las
artes en esta época, principalmente gracias al
mecenazgo de nobles, príncipes y altos cargos de la
Iglesia. El jardín renacentista se inspiró en el romano,
en aspectos como la decoración escultórica o la
presencia de templetes, ninfeos y estanques. Los
primeros ejemplos surgieron en Florencia y Roma,
regiones con una orografía accidentada y grandes
desniveles de terreno, lo que originó el efectuar
estudios previos de índole arquitectónica para
planificar la estructura del jardín, originando la
arquitectura paisajística. Un ejemplo de ello son los Jardín del Château d'Ambleville, Francia
Jardines del Belvedere en Roma, proyectados por
Bramante en 1503, el cual resolvió los desniveles con
un sistema de terrazas, a las que se accede por amplias escalinatas y que están rodeadas de balaustradas,
esquema que pasaría a ser típico del jardín italiano, que se convertiría en el prototipo de jardín renacentista.
Se otorgó una especial importancia a la obra hidráulica, con estanques y fuentes de gran complejidad, como
los de la Villa de Este en Tivoli, diseñados por Bernini. Estos diseños pasaron al resto de Europa, donde
destacan por su magnificencia los jardines franceses, como los de los castillos de Amboise, Chambord y
Villandry. En Francia era costumbre subdividir el jardín en diversas zonas especializadas (jardín
geométrico, medicinal, silvestre), así como la construcción de canales que permitían el paseo en barca. En
esta época comenzó la costumbre de recortar los setos, apareciendo los primeros jardines en forma de
laberinto. También hay que resaltar la llegada de nuevas especies gracias al descubrimiento de América, lo
que favoreció la apertura de jardines botánicos dedicados al estudio y catalogación de las plantas.87
La teoría jardinística renacentista se nutrió especialmente de la concepción elaborada por Leon Battista
Alberti de la casa y el jardín como una unidad artística basada en formas geométricas (De Re Aedificatoria,
IX, 1443-1452), así como en el modelo expuesto por Francesco Colonna en su Hypnerotomachia Poliphili
(1499), que introducía el uso de parterres y el empleo del arte topiario para dar formas caprichosas a los
árboles, o el diseño de las eras a partir de formas axiales, expuesto por Sebastiano Serlio en Tutte l'opere
d'architettura (1538).88
Literatura
La literatura renacentista se desarrolló en torno al humanismo, la nueva teoría que destacaba el papel
primordial del ser humano sobre cualquier otra consideración, especialmente la religiosa. En esta época el
mundo de las letras recibió un gran impulso con la invención de la imprenta por Gutenberg, hecho que
propició el acceso a la literatura por un público más mayoritario. Ello conllevó a una mayor preocupación
por la ortografía y la lingüística, surgiendo los primeros sistemas de gramática en lenguas vernáculas (como
la española de Elio Antonio de Nebrija) y apareciendo las primeras academias de lenguas nacionales.89 Es
por ello que muy posiblemente, la participación de filólogos en la época fue de gran ayuda y necesidad para
el estudio, análisis y comprensión de textos antiguos (principalmente clásicos) durante el siglo xv hasta el
siglo xvi.
La nueva literatura se inspiró como el arte en la tradición clásica grecolatina, aunque también recibió una
gran influencia de la filosofía neoplatónica desarrollada contemporáneamente en Italia. Por otro lado, refleja
el nuevo ideal de hombre renacentista, que se ejemplifica en la figura del «cortesano» definida por
Baldassare Castiglione: debía de dominar las armas y las letras por igual, y tener «buena gracia» o
naturalidad sin artificio.90 En su naturaleza, la esencia renacentista nace en Italia, es en este territorio en
donde nace un pensamiento basado en la dignidad y libertad humana, en la que claro está, un pensamiento
liberal basado en la crítica educativa, fomentando un ideal
meramente formativo. Un movimiento que al igual que la Paideia
clásica, fomentara principios y valores semejantes. El humanismo,
con sus valores clarificadores sobre el valor y esencia humana,
viene también a profundizar y recrear la importancia y necesidad de
comprender los textos clásicos, limpiándolos de toda mancha de
corrupción o manipulación intencional, o bien de la simple
malinterpretación literal o literaria. De esta manera, y con estos
principios, surge una sociedad laboral y académica, misma que es
satisfecha con labor filológica. De manera que en el Renacimiento
Occidental del siglo xv y del mismo Humanismo Italiano, el que le
da vivacidad y seguimiento al estudio crítico de la cultura griega.
Es por ende, que el paso de la cultura Helenística a Italia fue un
proceso enriquecedor tanto en la enseñanza y copiado de textos y
manuscritos antiguos como también el aprendizaje de las lenguas
latín y griego y la misma recolección de textos esparcidos alrededor
del territorio. Muchos de estas personas preocupadas por la difusión
de la literatura helénica fueron Planudes, Moscópulo, Magister y
Demetrio Triclinio. Lorenzo Valla y sus emendationes en la
Don Quijote (1605), de Miguel de
traducción marcaron un antes y un después al entendimiento
Cervantes.
Heródoto y Tucidides. Erasmo de Rotterdam, también reconocido
como uno de los mejores críticos textuales de la era moderna,
analizó las Sagradas Escrituras y los textos clásicos por su puesto,
de modo que publicó traducciones de Aristóteles, Demócrito y Juan Crisóstomo. (Morocho, pags 4-9)
Con el paso del tiempo la importancia de la actividad crítica textos grecolatinos va incrementando. Su
importancia se puede asociar con la necesidad de entender de aspectos históricos, ciencias naturales,
geografía, astronomía, y muchos más. De manera que la labor filológica tiene auge y una importancia
sinigual. A pesar de la intervención eclesiástica, haciendo mención sobre aquellos que corrigen o trabajan
con textos no religiosos, cometen herejía y pecado.
En Italia, cuna del nuevo estilo, perduraban aún los ecos de tres grandes autores medievales considerados a
veces precursores del nuevo movimiento: Dante, Petrarca y Boccaccio. Entre los literatos surgidos en esta
era conviene destacar a: Angelo Poliziano, Matteo Maria Boiardo, Ludovico Ariosto, Jacopo Sannazaro,
Pietro Bembo, Baldassare Castiglione, Torquato Tasso, Nicolás Maquiavelo y Pietro Aretino. Su influencia
se denotó en Francia, donde desarrollaron François Rabelais, Pierre de Ronsard, Michel de Montaigne y
Joachim du Bellay. En Alemania, la reforma protestante impuso una mayor austeridad y una temática
religiosa, cultivada por Ulrich von Hutten, Sebastian Brant y Hans Sachs. En Inglaterra, cabe citar a Tomás
Moro, Edmund Spenser, Michael Drayton, Henry Constable, George Chapman, Henry Howard y Thomas
Wyatt. En Portugal se halla la figura predominante de Luís de Camões.90
Pero de algo que se puede afirma es que Italia, en su apogeo renacentista, fue, ciertamente la cuna del
humanismo, por consiguiente del mismo Renacimiento occidental. por ende, más que ciudad o país
comerciante, es un museo viviente, en el que se desenvuelve una riqueza cultural y un apogeo
históricamente fecundo. ya que bien se sabe, que Roma, capital Italiana, fue en su época de gloria la capital
del Imperio Romano. Por ello la formación y naturalización del latín no viene siendo algo novedoso.
En contra del clero católico y el papado, la crítica textual posee un afluente muy fuerte, cuya necesidad
erudita y percepción literal es vital para la comprensión de lo que acontece en la antigüedad. Aporte que se
le puede asociar, según Quirós, (1994) a los bizantinos, quienes trajeron consigo un importante número de
manuscritos griegos al territorito Italiano. Paralelamente, Francesco Petrarca, como ya se ha mencionado
anteriormente, ha fomentado el espíritu crítico y el valor literario de autores y textos clásicos,. Se concluye,
siendo más que claro, que será el humanismo nacido en Italia el fundador y promotor del pensamiento
crítico y el que se encargará de reivindicar el valor de la cultura griega.
En España comenzó una edad dorada de las letras, que se prolongaría hasta el siglo xvii: la poesía, influida
por la italiana del stil nuovo, contó con las figuras de Garcilaso de la Vega, fray Luis de León, San Juan de
la Cruz y Santa Teresa de Jesús; en prosa surgieron los libros de caballería (Amadís de Gaula, 1508) y se
inició el género de la picaresca con el Lazarillo de Tormes (1554), mientras que despuntó la obra de Miguel
de Cervantes, el gran genio de las letras españolas, autor del inmortal Don Quijote (1605).
Por otra parte el renacimiento español (iniciado o promovido por la llegada de Antonio de Nebrija y
aceptado por los mismos reyes de España), claramente posee una línea ética basada en el pensamiento
italiano, cuales antes de iniciar los estudios y acercamientos del grecoromance, incorporan modelos de
enseñanza literario italiana. (Dante, Boccaccio, Petrarca). Los pocos filólogos de la época utilizaban la
valoración de textos basado en su antigüedad y mayor veracidad y calidad de la lectura. Es así, que como
afirma la Apología de Nebrija, que la germana lectio no debe direccionarse hacia el consensus codicum,
sino siempre enfocado en la calidad de la lectura. (Morocho, p. 10)
Ahora bien, como se mencionó anteriormente, con los aportes de Antonio de Nebrija, inicia una de las más
grandes labores filológicas españolas. La traducción de textos de latín al romance. Labora que se hace
posible ya que una de las manifestaciones del Renacimiento Español consistía en la recuperación de
escritos latinos, litterae humanitas sobre obras ciceronianas. Que, bajo el dominio de Cicerón, y por la
imitatio y emulatio, en consorcio con el pensamiento de Lorenzo Valla, nace la gramática castellana,
proveniente del latín.
Teatro
El teatro renacentista también acusó el paso del teocentrismo al antropocentrismo, con obras más
naturalistas, de aspecto histórico, intentando reflejar las cosas tal como son. Se buscaba la recuperación de
la realidad, de la vida en movimiento, de la figura humana en el espacio, en las tres dimensiones, creando
espacios de efectos ilusionísticos, en trompe-l'œil. Surgió la reglamentación teatral basada en tres unidades
(acción, espacio y tiempo), basándose en la Poética de Aristóteles, teoría introducida por Lodovico
Castelvetro. En torno a 1520 surgió en el norte de Italia la Commedia dell'arte, con textos improvisados, en
dialecto, predominando la mímica e introduciendo personajes arquetípicos como Arlequín, Colombina,
Pulcinella (llamado en Francia Guignol), Pierrot, Pantalone, Pagliaccio, etc. Como principales dramaturgos
destacaron Niccolò Machiavelli, Pietro Aretino, Bartolomé Torres Naharro, Lope de Rueda y Fernando de
Rojas, con su gran obra La Celestina (1499). En Inglaterra descolló el teatro isabelino, con autores como
Christopher Marlowe, Ben Jonson, Thomas Kyd y, especialmente, William Shakespeare, gran genio
universal de las letras (Romeo y Julieta, 1597; Hamlet, 1603; Otelo, 1603; Macbeth, 1606).91
Música
La música renacentista supuso la consagración de la polifonía, así como el afianzamiento de la música
instrumental, que iría evolucionando hacia la orquesta moderna. Apareció el madrigal como género profano
que aunaba texto y música, siendo la expresión paradigmática de la música renacentista. En 1498 Ottaviano
Petrucci ideó un sistema de imprenta adaptado a la música, en pentagrama, con lo que se empezó a editar
música. Las primeras novedades se produjeron en Flandes, donde se desarrolló la llamada polifonía «a la
flamenca», cultivada por Guillaume Dufay, Johannes Ockeghem y Josquin des Prés. También cultivaron el
madrigal Orlandus Lassus, Luca Marenzio, Carlo Gesualdo, Claudio Monteverdi, Cristóbal de Morales y
Tomás Luis de Victoria, mientras que en polifonía religiosa destacó Giovanni Pierluigi da Palestrina. En
música instrumental descolló Giovanni Gabrieli, quien experimentó con diversos timbres de instrumentos
de viento y con efectos de sonido cruzado y de relieve.92
En los países protestantes la música cobró gran relevancia, ya que el propio Lutero defendía la importancia
de la música en la liturgia religiosa. Aquí se cultivó especialmente el coral, un género musical a capella o
con acompañamiento instrumental, generalmente a cuatro voces mixtas. Algunos de los compositores que
lo cultivaron fueron Johann Walther y Valentin Bapst.93
A finales del siglo xvi nació la ópera, iniciativa de un círculo de eruditos (la Camerata Fiorentina) que, al
descubrir que el teatro griego antiguo era cantado, tuvieron la idea de musicalizar textos dramáticos. La
primera ópera fue Dafne (1594), de Jacopo Peri, a la que siguió Euridice (1600), del mismo autor; en 1602
Giulio Caccini escribió otra Euridice; y, en 1607, Claudio Monteverdi compuso La favola d'Orfeo, donde
añadió una introducción musical que denominó sinfonía, y dividió las estructuras cantadas en arias.94
Danza
La danza renacentista tuvo una gran revitalización, debido de nuevo al papel preponderante del ser humano
sobre la religión, de tal manera que muchos autores consideran esta época el nacimiento de la danza
moderna. Se desarrolló sobre todo en Francia –donde fue llamado ballet-comique–, en forma de historias
bailadas, sobre textos mitológicos clásicos, siendo impulsado principalmente por la reina Catalina de
Médicis. Se suele considerar que el primer ballet fue el Ballet comique de la Reine Louise (1581), de
Balthazar de Beaujoyeulx. Las principales modalidades de la época eran la gallarda, la pavana y el
tourdion. En esta época surgieron los primeros tratados sobre danza: Domenico da Piacenza escribió De
arte saltandi et choreas ducendi, siendo considerado el primer coreógrafo de la historia; Thoinot Arbeau
hizo una recopilación de danzas populares francesas (Orchesographie, 1588).95
Filosofía
La filosofía renacentista estuvo marcada en su origen
por el declive de la teología, en un mundo abocado a
la modernidad que, sin renunciar aún a la religión, la
circunscribe al ámbito espiritual y personal del
individuo. La nueva forma de afrontar los problemas
del ser humano será el racionalismo, el uso de la razón
aplicada a la sociedad y a la naturaleza.96 Aun así, la Tiziano: Amor sacro y amor profano (Galería
religión siguió presente en buena medida durante esta Borghese, Roma, 1514). Esta obra representa la
época, aunque derivó de la teología escolástica hacia el contraposición entre el amor humano (Venus
misticismo, hacia una relación con Dios basada más en Vulgaris) y el amor divino (Venus Caelestis), un
el sentimiento que en el conocimiento, así como en la reflejo de la teoría neoplatónica de la época sobre
acción, la obra de acercamiento a Dios, como se que la belleza terrenal es un reflejo de la belleza
percibe en la obra de Jan van Ruusbroec, Dionisio celestial, propugnada por Marsilio Ficino y la
Cartujano y Tomás de Kempis.97 Academia Platónica Florentina.
En Alemania no recaló tanto el humanismo de carácter marcadamente literario como en otros países
europeos, y la filosofía se encaminó más a la mística especulativa, heredera del Maestro Eckhart; otras
figuras mezclaron esta tendencia con elementos de las ciencias naturales o aun de la alquimia y la
astrología, como Agrippa von Nettesheim o Paracelso. Por otro lado, la Reforma protestante contó con
figuras como Martín Lutero, Zwinglio, Philipp Melanchthon, Sebastian Franck y Jakob Böhme.104
En España el pensamiento filosófico no rompió del todo con el pasado medieval, y mostró un especial
interés por la lingüística, tanto clásica como vernácula (Antonio de Nebrija, Benito Arias Montano). La
corriente escéptica estuvo representada por Francisco Sánchez, mientras que el humanismo antiescolástico
—pero heredero de la tradición católica— contó con la figura de Juan Luis Vives, preocupado
especialmente por la moral y la educación. Por otro lado, una reacción escolástica estuvo originada por la
Contrarreforma tridentina que revivió el misticismo y contó con figuras como santa Teresa de Jesús y san
Juan de la Cruz.105
Por otro lado, además del humanismo hay otras corrientes de pensamiento que a través de diversas vías,
aparentemente dispares, convergerán en la filosofía cartesiana y en los fundamentos de la filosofía moderna:
una es heredera del pensamiento medieval, representada por Nicolás de Cusa o por la escolástica española;
otra está más preocupada por la naturaleza y dará origen a la ciencia física moderna.106 Nicolás de Cusa,
cardenal y obispo de Bresanona, intentó conciliar la doctrina católica con la teoría platónica, a través de una
noción de Dios infinito y trascendente en el que se aglutinan la verdad y la realidad (De docta ignorantia,
1440).107 La escolástica española estuvo muy ligada a la Contrarreforma, y se asoció especialmente con la
orden de los jesuitas; de influencia tomista, estuvo representada por Francisco de Vitoria, Alfonso
Salmerón, Luis de Molina y, especialmente, Francisco Suárez.108 El estudio de la naturaleza dio en el
terreno filosófico la relevante figura de Giordano Bruno, autor de una doctrina panteísta por la que fue
quemado por hereje, y defensor de la razón y la experiencia como única vía para conocer el mundo.109
También influyeron en la filosofía las nuevas teorías científicas de Nicolás Copérnico, Johannes Kepler y
Galileo Galilei.110
Ciencia
La historia de la ciencia en el Renacimiento comienza con el
redescubrimiento de textos científicos antiguos durante el
Renacimiento y se acelera después de la caída de Constantinopla en
1453 y la invención de la imprenta —que democratizaría al
aprendizaje y permitiría una propagación más rápida de nuevas
ideas— y los descubrimientos geográficos ocurridos en esta
era.111
En el terreno de la química, relacionada todavía con la alquimia medieval, hubo escasos avances: Georgius
Agricola fundó la mineralogía moderna, clasificando los minerales según sus caracteres externos;131
Paracelso aplicó la alquimia a la medicina, estudiando las propiedades de los minerales como fármacos, en
el transcurso de cuyas investigaciones descubrió el cinc; Andreas Libavius escribió el primer tratado sobre
química con una mínima base científica,132 e introdujo diversos preparados químicos, como el ácido
clorhídrico, el tetracloruro de estaño y el sulfato amónico, así como la preparación del agua regia.133
Por último, conviene citar la figura polifacética de Leonardo da Vinci, ejemplo del hombre renacentista
interesado en todas las materias tanto artísticas como científicas (homo universalis). En el terreno de la
ciencia, realizó varios proyectos como máquinas voladoras, concentradores de energía solar o calculadoras,
que no pasaron de meros proyectos teóricos. También realizó trabajos de ingeniería, hidráulica y mecánica,
y estudios de anatomía, óptica, botánica, geología, paleontología y otras disciplinas.134
Historiadores como George Sarton y Lynn Thorndike han criticado el efecto del Renacimiento sobre la
ciencia, argumentando que el progreso fue demorado porque los humanistas favorecieron los temas
centrados en el hombre, como política e historia, sobre el estudio de la filosofía natural o la matemática
aplicada. Otros se han localizado en la influencia positiva del Renacimiento puntualizando factores como el
descubrimiento de muchísimos textos ocultos o perdidos, y el nuevo énfasis en el estudio de la lengua y la
correcta lectura de textos. Marie Boas Hall acudió el término «Renacimiento científico» para designar la
primera fase de la Revolución científica. Recientemente, Peter Dear argumentó a favor de un modelo de
dos fases para explicar la Génesis de la ciencia moderna: un «Renacimiento científico» en los siglos xv y
xvi , centrado en la restauración del conocimiento natural de los antiguos, y una «Revolución científica» en
el siglo xvii, cuándo los científicos pasaron de la recuperación a la invención.
Vida y costumbres
Con el Renacimiento y su cultura más humanista e individualista,
así como el despegue económico y su consecuente grado de
ostentación social, y unido a los avances tecnológicos, se
desarrollaron notablemente todos los aspectos relacionados con el
aspecto individual y el cuidado personal, como la peluquería y la
moda. La peluquería sufrió una profunda transformación y un gran
auge en cuanto a establecimientos y productos dedicados al
cuidado del cabello. Se puso de moda la depilación de las cejas, así
como de la frente, a veces hasta medio cráneo. Aumentó el gusto
por el teñido, siendo el rubio el color preferido. Por lo general, los
peinados incluían un tocado, con cinco tipos principales: las tocas, Diseños de moda de los siglos xv y
las cofias o albanegas, los bonetes, los rollos y los sombreros. xvi
En el Renacimiento surgió el concepto de moda tal como lo entendemos hoy día: se introdujeron nuevos
géneros y la costura adquirió un alto grado de profesionalización. En la Italia renacentista aparecieron los
trajes más ricos y espectaculares de la historia, de vivos colores y formas imaginativas y originales, que
otorgaban gran relevancia a las mangas, a los pliegues y a las caídas de tela de forma vertical, con finos
bordados y rica pasamanería. En el siglo xvi el calzón corto era a modo de bombacho, y continuó usándose
el jubón medieval, junto a capas de diverso tipo y adornos como la gorguera, una tela de encajes fruncidos
que cubría el cuello. En el atuendo femenino apareció el corsé, que ceñía la cintura, sobre una falda en
forma de campana llamada crinolina, hecha de tela y crin de caballo, y reforzada con aros metálicos.136
También cobró una especial relevancia la gastronomía, que llegó a altas cotas de refinamiento y
sofisticación. Destacó la cocina veneciana, que gracias a su comercio con Oriente favoreció la importación
de todo tipo de especias: pimienta, mostaza, azafrán, nuez moscada, clavo, canela, etc. Un factor
determinante para una nueva gastronomía fue el descubrimiento de América, de donde llegaron nuevos
alimentos como el maíz, la patata, el tomate, el cacao, los frijoles, el cacahuete, el pimiento, la vainilla, la
piña, el aguacate, el mango o el tabaco.137
Véase también
Prerrenacimiento
Alto Renacimiento
Bajo Renacimiento
Renacimiento italiano
Renacimiento español
Renacimiento francés
Renacimiento nórdico
Renacimiento alemán
Renacimiento flamenco
Renacimiento inglés
Renacimiento en Hungría
Arte de la Edad Moderna
Historia de la estética
La cultura del Renacimiento en Italia
Historia de la ciencia en el Renacimiento
Hallazgos médicos en el Renacimiento
Literatura del Renacimiento
Música del Renacimiento
Humanismo renacentista
Filosofía renacentista
Polimatía
Referencias
Ullmann. ISBN 978-3-8331- 26. Honour y Fleming, 2002,
1. «Renacimiento» (https://we 6222-0. p. 470.
b.archive.org/web/2022030
9044358/https://www.lexic 7. AA. VV., 2003, p. 190. 27. Tatarkiewicz, 1989, p. 48.
o.com/es/definicion/renaci 8. AA. VV., 1990, p. 2658. 28. Tatarkiewicz, 1991, p. 71.
miento). Oxford University 9. AA. VV., 2003, p. 232. 29. Bozal, 2000, p. 137.
Press. Archivado desde el 10. Onians, 2008, pp. 120-121. 30. Chilvers, 2007, pp. 798-
original (https://www.lexico. 11. Albert de Paco, 2007, 799.
com/es/definicion/renacimi p. 249. 31. Azcárate Ristori, Pérez
ento) el 9 de marzo de
12. Chilvers, 2007, p. 798. Sánchez y Ramírez
2022. Consultado el 8 de
13. AA. VV., 2003, pp. 206- Domínguez, 1983, p. 349.
marzo de 2022.
207. 32. Azcárate Ristori, Pérez
2. «Defining the
14. AA. VV., 1997, p. 3198. Sánchez y Ramírez
Renaissance, Open
University» (http://www.ope Domínguez, 1983, pp. 349-
15. Honour y Fleming, 2002, 351.
n.ac.uk/Arts/renaissance2/ p. 428.
defining.htm). Open.ac.uk. 33. Azcárate Ristori, Pérez
16. Honour y Fleming, 2002, Sánchez y Ramírez
Consultado el 31 de julio p. 429.
de 2009. Domínguez, 1983, pp. 352-
17. Nieto y Cámara, 1989, 353.
3. «La falacia de convertir en pp. 15-17.
verdad histórica lo que es 34. Azcárate Ristori, Pérez
historiografía» (https://clasi 18. Azcárate Ristori, Pérez Sánchez y Ramírez
cos.hypotheses.org/3663). Sánchez y Ramírez Domínguez, 1983, p. 353.
Domínguez, 1983, p. 347.
Reinventar la Antigüedad. 35. Azcárate Ristori, Pérez
Consultado el 1 de agosto 19. Azcárate Ristori, Pérez Sánchez y Ramírez
de 2018. Sánchez y Ramírez Domínguez, 1983, p. 355.
Domínguez, 1983, p. 348.
4. Brotton, J., The 36. Azcárate Ristori, Pérez
Renaissance: A Very Short 20. Onians, 2008, p. 154. Sánchez y Ramírez
Introduction, Oxford 21. Onians, 2008, p. 154-155. Domínguez, 1983, p. 354.
University Press, 2006 22. Onians, 2008, p. 155. 37. Azcárate Ristori, Pérez
ISBN 0-19-280163-5. Sánchez y Ramírez
23. Eco, 2004, pp. 176-178.
5. Gay, Peter, Style in History, 24. Tatarkiewicz, 1991, pp. 39- Domínguez, 1983, pp. 356-
New York: Basic Books, 358.
40.
1974. 38. AA. VV. (2000). Historia
25. Beardsley y Hospers,
6. AA. VV. (2008). El arte en del Arte. Volumen 16: Alto
1990, p. 44.
la Italia del Renacimiento.
Renacimiento I. Barcelona: 52. Azcárate Ristori, Pérez 67. Suárez Quevedo, 1989,
Salvat. ISBN 84-345-0117-1. Sánchez y Ramírez p. 136.
39. Azcárate Ristori, Pérez Domínguez, 1983, pp. 370- 68. Azcárate Ristori, Pérez
Sánchez y Ramírez 371. Sánchez y Ramírez
Domínguez, 1983, p. 374. 53. Azcárate Ristori, Pérez Domínguez, 1983, p. 359.
40. Azcárate Ristori, Pérez Sánchez y Ramírez 69. Honour y Fleming, 2002,
Sánchez y Ramírez Domínguez, 1983, pp. 417- p. 436.
Domínguez, 1983, pp. 375- 426. 70. Azcárate Ristori, Pérez
384. 54. Azcárate Ristori, Pérez Sánchez y Ramírez
41. De Diego, E. (1996). Sánchez y Ramírez Domínguez, 1983, pp. 402-
Leonardo da Vinci. Madrid: Domínguez, 1983, pp. 455- 405.
Historia 16. 456. 71. Maissen, Thomas
42. Azcárate Ristori, Pérez 55. Azcárate Ristori, Pérez (2015/ed). «Basel als
Sánchez y Ramírez Sánchez y Ramírez Zentrum des geistigen
Domínguez, 1983, p. 390- Domínguez, 1983, pp. 427- Austauschs in der frühen
391. 434. Reformationszeit. Christine
43. Santi, Bruno (1991). Rafael 56. Azcárate Ristori, Pérez Christ-von Wedel, Sven
(https://archive.org/details/r Sánchez y Ramírez Grosse, and Berndt Hamm,
aphael0000sant). Milán: Domínguez, 1983, p. 435- eds. Spätmittelalter,
Scala/Riverside. 442. Humanismus, Reformation
44. Vasari, Giorgio (2011). Las 57. Checa, Fernando (1983). 81. Tübingen: Mohr
vidas de los más Pintura y escultura del Siebeck, 2014. xii + 378
excelentes arquitectos, Renacimiento en España pp. €99.» (https://www.cam
pintores y escultores 1450-1600. Cátedra. bridge.org/core/journals/re
italianos desde Cimabue a ISBN 978-84-376-0404-6. naissance-quarterly/article/
nuestros tiempos. Madrid: 58. Suárez Quevedo, 1989, basel-als-zentrum-des-geis
Cátedra. pp. 22-24. tigen-austauschs-in-der-fru
hen-reformationszeit-christi
45. Azcárate Ristori, Pérez 59. Suárez Quevedo, 1989, ne-christvon-wedel-sven-gr
Sánchez y Ramírez pp. 26-28. osse-and-berndt-hamm-ed
Domínguez, 1983, pp. 392- 60. Suárez Quevedo, 1989, s-spatmittelalter-humanism
394. pp. 30-32. us-reformation-81-tubingen
46. AA. VV. (1998). Tiziano. 61. Suárez Quevedo, 1989, -mohr-siebeck-2014-xii-37
Electa Artbook. pp. 32-36. 8-pp-99/9F1367466246DE
47. Azcárate Ristori, Pérez 62. Azcárate Ristori, Pérez FC9B406F7F891A9536).
Sánchez y Ramírez Sánchez y Ramírez Renaissance Quarterly (en
Domínguez, 1983, pp. 394- Domínguez, 1983, pp. 372- inglés) 68 (4): 1458-1460.
397. 373. ISSN 0034-4338 (https://portal.is
48. Azcárate Ristori, Pérez sn.org/resource/issn/0034-4338).
63. Azcárate Ristori, Pérez
Sánchez y Ramírez doi:10.1086/685206 (https://dx.d
Sánchez y Ramírez oi.org/10.1086%2F685206).
Domínguez, 1983, p. 360. Domínguez, 1983, pp. 405- Consultado el 27 de julio
49. Azcárate Ristori, Pérez 406. de 2020.
Sánchez y Ramírez 64. Azcárate Ristori, Pérez
Domínguez, 1983, pp. 360- 72. AA. VV., 1997, p. 3474.
Sánchez y Ramírez
366. Domínguez, 1983, pp. 398- 73. Honour y Fleming, 2002,
50. Heusinger, Lutz (1989). 400. p. 472.
Miguel Ángel. Florencia: 65. Azcárate Ristori, Pérez 74. Suárez Quevedo, 1989,
Scala/Riverside. Sánchez y Ramírez p. 60.
51. Azcárate Ristori, Pérez Domínguez, 1983, pp. 400- 75. Suárez Quevedo, 1989,
Sánchez y Ramírez 401. p. 64.
Domínguez, 1983, p. 368- 66. Azcárate Ristori, Pérez 76. Suárez Quevedo, 1989,
370. Sánchez y Ramírez pp. 120-127.
Domínguez, 1983, p. 373. 77. AA. VV., 1997, p. 841.
78. Honour y Fleming, 2002, 106. Marías, 2001, p. 188. 122. AA. VV. (1997).
p. 464. 107. Marías, 2001, pp. 189-192. Enciclopedia Salvat.
79. AA. VV., 1997, p. 2003. 108. Marías, 2001, p. 197-201. Barcelona: Salvat. p. 662.
ISBN 84-345-9707-1.
80. AA. VV., 1997, p. 3032. 109. Marías, 2001, pp. 192-193.
81. AA. VV., 1997, p. 3293. 123. Regiomontano (1533) De
110. Marías, 2001, pp. 193-194. triangulis omnimodis
82. Azcárate Ristori, Pérez 111. AA. VV. (1997). 124. Tartaglia (1556) Tratado
Sánchez y Ramírez Enciclopedia Salvat.
Domínguez, 1983, p. 460. general de números y
Barcelona: Salvat. p. 884. medidas
83. AA. VV., 1991, p. 214. ISBN 84-345-9707-1.
125. Rafael Bombelli (1572)
84. Azcárate Ristori, Pérez 112. Marías, Julián (2001). Álgebra, parte mayor de la
Sánchez y Ramírez Historia de la filosofía. aritmètica
Domínguez, 1983, p. 598. Madrid: Alianza Editorial.
85. Azcárate Ristori, Pérez p. 193. ISBN 84-206-8183-0. 126. François Viète (1579)
Canon mathematicus
Sánchez y Ramírez 113. Marías, Julián (2001).
Domínguez, 1983, pp. 406- Historia de la filosofía. 127. François Viète (1591)
409. Madrid: Alianza Editorial. Isagoge in artem
analyticam
86. AA. VV., 1990, p. 1393. p. 195. ISBN 84-206-8183-0.
87. Fernández Arenas, 1988, 114. Marías, Julián (2001). 128. AA. VV. (1990).
Diccionario Enciclopédico
pp. 328-330. Historia de la filosofía.
Larousse. Barcelona:
88. Kluckert, 2007, pp. 40-45. Madrid: Alianza Editorial.
Planeta. p. 638. ISBN 84-320-
pp. 195-197. ISBN 84-206-
89. Lladó y García, 1999, 6070-4.
8183-0.
pp. 119-128. 129. AA. VV. (1990).
115. Marías, Julián (2001).
90. AA. VV., 2003, p. 257. Diccionario Enciclopédico
Historia de la filosofía.
91. Oliva y Torres Monreal, Larousse. Barcelona:
Madrid: Alianza Editorial.
2002, pp. 109-162. pp. 240-242. ISBN 84-206- Planeta. p. 639. ISBN 84-320-
6070-4.
92. Azcárate Ristori, Pérez 8183-0.
Sánchez y Ramírez 116. AA. VV. (1997). 130. AA. VV. (1997).
Domínguez, 1983, pp. 408- Enciclopedia Salvat. Enciclopedia Salvat.
409. Barcelona: Salvat. p. 1019. Barcelona: Salvat. p. 2502.
ISBN 84-345-9707-1.
93. Azcárate Ristori, Pérez ISBN 84-345-9707-1.
Sánchez y Ramírez 117. Nicolás Copérnico (1543) 131. Georgius Agricola (1556)
Domínguez, 1983, p. 409. De revolutionibus orbium De Re Metallica
94. Beltrando-Patier, 1996, coelestium 132. Paracelso (1597) Alchimia
pp. 219-283. 118. AA. VV. (1997). 133. Asimov, Isaac (1975).
95. Abad Carlés, 2004, pp. 20- Enciclopedia Salvat. Breve historia de la
24. Barcelona: Salvat. p. 2204. química. Madrid: Alianza.
ISBN 84-345-9707-1. pp. 36-38. ISBN 84-206-1580-
96. Marías, 2001, p. 181.
3.
97. Marías, 2001, pp. 181-182. 119. Johannes Kepler (1609)
Astronomia nova 134. AA. VV. (1997).
98. Marías, 2001, p. 182. Enciclopedia Salvat.
120. Marías, Julián (2001).
99. Marías, 2001, p. 183. Historia de la filosofía. Barcelona: Salvat. p. 2273.
100. Marías, 2001, pp. 183-184. Madrid: Alianza Editorial. ISBN 84-345-9707-1 .
101. Marías, 2001, p. 184. p. 194. ISBN 84-206-8183-0. 135. Fernández Arenas, 1988,
102. Marías, 2001, p. 185. 121. AA. VV. (1997). pp. 276-280.
103. Marías, 2001, p. 186. Enciclopedia Salvat. 136. Fernández Arenas, 1988,
Barcelona: Salvat. p. 580. pp. 203-205.
104. Marías, 2001, pp. 186-187.
ISBN 84-345-9707-1. 137. Fernández Arenas, 1988,
105. Marías, 2001, pp. 185-186. pp. 91-92.
Bibliografía
AA. VV. (2003). Diccionario de Arte II. Barcelona: Spes. ISBN 84-8332-391-5.
AA. VV. (2003). Diccionario de Historia. Barcelona: Spes. ISBN 84-8332-387-7.
AA. VV. (2003). Diccionario de Literatura. Barcelona: Spes. ISBN 84-8332-389-3.
AA. VV. (1990). Diccionario Enciclopédico Larousse. Barcelona: Planeta. ISBN 84-320-6070-4.
AA. VV. (2008). El arte en la Italia del Renacimiento. Köln: Tandem Verlag GmbH. ISBN 978-3-
8331-5102-6.
AA. VV. (1991). Enciclopedia del Arte Garzanti. Barcelona: Ediciones B. ISBN 84-406-2261-9.
AA. VV. (1997). Enciclopedia Salvat. Barcelona: Salvat. ISBN 84-345-9707-1.
Abad Carlés, Ana (2004). Historia del ballet y de la danza moderna. Madrid: Alianza
Editorial. ISBN 84-206-5666-6.
Albert de Paco, José María (2007). El arte de reconocer los estilos arquitectónicos.
Barcelona: Optima. ISBN 978-84-96250-72-7.
Asimov, Isaac (1975). Breve historia de la química. Madrid: Alianza. ISBN 84-206-1580-3.
Azcárate Ristori, José María de; Pérez Sánchez, Alfonso Emilio; Ramírez Domínguez, Juan
Antonio (1983). Historia del Arte. Madrid: Anaya. ISBN 84-207-1408-9.
Beardsley, Monroe C.; Hospers, John (1990). Estética. Historia y fundamentos. Madrid:
Cátedra. ISBN 84-376-0085-5.
Beltrando-Patier, Marie-Claire (1996). Historia de la música. Madrid: Espasa. ISBN 84-239-
9610-7.
Bozal, Valeriano (et al.) (2000). Historia de las ideas estéticas y de las teorías artísticas
contemporáneas (vol. I). Madrid: Visor. ISBN 84-7774-580-3.
Chilvers, Ian (2007). Diccionario de arte. Madrid: Alianza Editorial. ISBN 978-84-206-6170-4.
Eco, Umberto (2004). Historia de la belleza. Barcelona: Lumen. ISBN 84-264-1468-0.
Fernández Arenas, José (1988). Arte efímero y espacio estético. Barcelona: Anthropos.
ISBN 84-7658-078-9.
Honour, Hugh; Fleming, John (2002). Historia mundial del arte. Madrid: Akal. ISBN 84-460-
2092-0.
Kluckert, Ehrenfried (2007). Grandes jardines de Europa. Colonia: Ullmann. ISBN 978-3-8331-
6225-1.
Lladó, Mariantònia; García, Montserrat (1999). Breu història de la literatura universal (en
catalán). Barcelona: La Magrana. ISBN 84-8264-198-0.
Marías, Julián (2001). Historia de la filosofía. Madrid: Alianza Editorial. ISBN 84-206-8183-0.
Nieto, Víctor; Cámara, Alicia (1989). El Quattrocento italiano. Madrid: Historia 16.
Oliva, César; Torres Monreal, Francisco (2002). Historia básica del arte escénico. Madrid:
Cátedra. ISBN 84-376-0916-X.
Onians, John (2008). Atlas del arte. Barcelona: Blume. ISBN 978-84-9801-293-4.
Suárez Quevedo, Diego (1989). El Renacimiento y Manierismo en Europa. Madrid: Historia
16.
Tatarkiewicz, Władysław (1991). Historia de la estética III. La estética moderna 1400-1700.
Madrid: Akal. ISBN 84-7600-669-1.
Enlaces externos
Wikimedia Commons alberga una categoría multimedia sobre Renacimiento.
Wikcionario tiene definiciones y otra información sobre renacimiento.
Wikiquote alberga frases célebres de o sobre Renacimiento.
Obtenido de «https://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Renacimiento&oldid=151243136»