Atributos de Dios Comunicables
Atributos de Dios Comunicables
Atributos de Dios Comunicables
9. Semana:
Dios y sus atributos; continuación...
9.1
totalmente libre de adherencia, impureza, cambio y limitaciones e
infinitamente bueno para con todos, no compartiendo la GLORIA de ser
Único y Salvador necesario y suficiente de los suyos.
Pero su santidad es un atributo que entraña relación (inmanencia)
manifestándola en la historia de la Salvación de dos maneras:
1. Separando para Sí un pueblo, con quien hizo un pacto especial,
y al que dio una Ley, un ceremonial y unas promesas.
2. Preservando a este pueblo (Israel) del mal y del error,
conduciéndolo con Su Gracia, Su poder y Sus correctivos
(juicios), en revelación y en acción progresivas de lo ritual a lo
ético, de lo histórico a lo profético, de las figuras a la realidad,
de la letra al espíritu.
Este pueblo santo (apartado o separado y purificado) va
concentrándose en un resto o remanente, que se singulariza en
Jesucristo (la viña, con muchas cepas, de Isaías 5, pasa a ser la única
«vid verdadera» de Juan 15); y en Cristo (el Santo por excelencia,
Hechos 2:27; 1 Juan 2:20), todos los creyentes, de todas las naciones y
tribus y pueblos y lenguas (Apocalipsis 7:9), son santificados (apartados
y purificados) por Dios, para la gloria de Su nombre.
La existencia del pueblo de Dios (Israel y la Iglesia) está
fundamentada en la intimación que Yahvéh hace a Su pueblo en Levítico
19:2 «Santos seréis, porque santo soy yo Jehová vuestro Dios». El
hombre está no sólo para dar culto a Dios, sino también para imitarle.
Recordemos Efesio 5:1-2, “1Sed, pues, imitadores de Dios como hijos
amados. 2Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó
a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante.”
El cristiano debe mostrar por sus obras lo divino que lleva
injertado y manifestar, por la pureza y rectitud de su conducta, que
verdaderamente ha sido apartado para Dios.
El apóstol Juan, bien imbuido en esta enseñanza judía, dirá
después a todos los creyentes: «Y todo aquel que tiene esta esperanza
en Él, se purificara a sí mismo, como Él es puro» (1 de Juan 3:3).
Cerramos este punto citando a Hertz1, en su comentario de
Levítico 11:44:
“…. por que yo soy santo. Esto constituye la base de vuestra
obligación de santificaros, así como la garantía de vuestra capacidad
para alcanzar la santidad de vida. La santidad es la misma esencia del
Divino Ser; y, al soplar Su espíritu dentro de vosotros, os ha hecho
1
J. H. Hertz, Pentateuco and Haftorahs, (London, Soncino Press, 1960). Rabino judío;
uno de los más prominentes rabinos de todos los tiempos.
9.2
participantes de Su Naturaleza Divina y os ha investido del poder de
alcanzar la santidad. «Porque Yo soy santo, vosotros debéis ser santos y
podéis ser santos»”.
Leer 1 Pedro 1:13-16 que apunta a Levítico 11:44-45 y 19: 2
9.3
El efecto de la justicia será paz; y la labor de justicia, reposo y
seguridad para siempre. A la luz de esta afirmación podemos entender
el Salmo 85:10: “La misericordia y la verdad se encontraron; La justicia
y la paz se besaron”. En la Cruz de Cristo se derramó el amor de Dios,
pero conjuntamente se satisfizo su justicia calmando su ira (obra de
propiciación. Propiciación significa, estrictamente, la remoción de la ira
por medio de una ofrenda.2). Brindando así paz, reposo y seguridad para
siempre al que cree.
De ahí que la justicia de Dios no pueda dar lugar a la mera
indulgencia o a la connivencia. Esperar que la misericordia de Dios
acallará, al final, las exigencias de Su justicia, es un error que el
demonio se preocupa bien de inculcar en el hombre, olvidándonos de la
advertencia de Hebreo 2:2-3:
2
Porque si la palabra dicha por medio de los ángeles fue firme, y toda
transgresión y desobediencia recibió justa retribución, 3¿cómo
escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande?
Los juicios de Jehová son ineludibles como lo afirma Amos 9:1-4:
1
Vi al Señor que estaba sobre el altar, y dijo: Derriba el capitel, y
estremézcanse las puertas, y hazlos pedazos sobre la cabeza de todos; y
al postrero de ellos mataré a espada; no habrá de ellos quien huya, ni
quien escape.
2
Aunque cavasen hasta el Seol, de allá los tomará mi mano; y
aunque subieren hasta el cielo, de allá los haré descender. 3Si se
escondieren en la cumbre del Carmelo, allí los buscaré y los tomaré; y
aunque se escondieren de delante de mis ojos en lo profundo del mar,
allí mandaré a la serpiente y los morderá. 4Y si fueren en cautiverio
delante de sus enemigos, allí mandaré la espada, y los matará; y pondré
sobre ellos mis ojos para mal, y no para bien.
La ira de Dios pende sobre todos cuantos se oponen inicuamente a
la penetración de la verdad (Romano 1:18). Pero aun esta misma
justicia queda atenuada por la misericordia, puesto que el Dios Santo,
que es Amor y Justicia-nuestra al mismo tiempo, mientras remunera
sobreabundantemente lo que no podemos merecer, siempre castiga por
debajo de lo que desmerecemos con nuestros pecados e infidelidades.
Sin olvidar que, como advierte Berkhof3, «la justicia divina, primordial y
necesariamente, está obligada a castigar el mal».
2Douglas, J. D., Nuevo Diccionario Biblico Certeza, (Barcelona, Buenos Aires, La Paz, Quito:
Ediciones Certeza) 2000, c1982.
3
L. Berkhof, p 75.
9.4
Yo podría agregar: “es muy peligroso apoyarnos en la misericordia
de Dios, para ofender al Dios de la misericordia.”
== 9 Semana ==
9.5