Atributos de Dios Comunicables

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TEOLOGÍA I

9. Semana:
Dios y sus atributos; continuación...

9.1. Atributos de Dios comunicables

En este punto consideraremos los atributos de Dios que su Palabra


normativa nos exige reflejemos en nuestro ser; si realmente hemos
nacido de nuevo, es decir, ser apartados para Él. En otras palabras,
podemos afirmar que los atributos de Dios comunicables es el carácter
de Dios que nosotros, siendo criaturas hechas a imagen y semejanza
divina, tenemos la capacidad de desarrollar, aún teniendo nuestra
naturaleza pecaminosa.
Como dijimos anteriormente: si existe un atributo de Dios que lo
comprende todo y se encuentra en todo, ese atributo es su “Santidad”,
rasgo que caracteriza todos los otros atributos divinos (recordando que
Él es una unidad perfecta). Sin embargo, en el hombre sí debe
cumplirse esta condición para poder reflejar el carácter de Dios o los
atributos de Dios.
Como la condición sin ecuánime es: ser apartados para Él, esta es
la raíz o principio. APARTADO = SANTO.

9.1.1. Concepto bíblico de santidad


Antes de entrar en el concepto mismo de santidad debemos
aclarar que este atributo es incomunicable en su trascendencia, pero
comunicable en su inmanencia.
Ser santo en hebreo se expresa con el verbo «qadash», de donde
procede el término «qadosh». Es curioso observar que las consonantes
“qd” en hebreo forman siempre verbos que indican «separación»; así:
«qadad» = cortar o dividir, «qadaj» = arder o encender, «qadam» =
adelantarse, «qadar» = oscurecerse, y «qadash» = ser santo o sagrado,
apartado. Por lo tanto, la idea bíblica de santidad, según la expresa el
hebreo «qadosh» y el griego «hagios», comporta, ante todo, una
separación. Esta separación tiene un aspecto positivo de elevación y un
aspecto negativo de alejamiento del mal, o sea de pureza.
«Santo, santo, santo» clamaban los serafines en la visión que
Isaías tuvo de la gloria de Dios en el templo, en contraposición a los
«labios inmundos» del pueblo de Israel y del propio Isaías. Podríamos
definir, entonces, la santidad de Dios como una BONDAD MAYESTÁTICA:
es decir, como una majestad infinita, por la que el ser de Dios es
inaccesible en su perfección absoluta, «completamente Otro (santo)»,

9.1
totalmente libre de adherencia, impureza, cambio y limitaciones e
infinitamente bueno para con todos, no compartiendo la GLORIA de ser
Único y Salvador necesario y suficiente de los suyos.
Pero su santidad es un atributo que entraña relación (inmanencia)
manifestándola en la historia de la Salvación de dos maneras:
1. Separando para Sí un pueblo, con quien hizo un pacto especial,
y al que dio una Ley, un ceremonial y unas promesas.
2. Preservando a este pueblo (Israel) del mal y del error,
conduciéndolo con Su Gracia, Su poder y Sus correctivos
(juicios), en revelación y en acción progresivas de lo ritual a lo
ético, de lo histórico a lo profético, de las figuras a la realidad,
de la letra al espíritu.
Este pueblo santo (apartado o separado y purificado) va
concentrándose en un resto o remanente, que se singulariza en
Jesucristo (la viña, con muchas cepas, de Isaías 5, pasa a ser la única
«vid verdadera» de Juan 15); y en Cristo (el Santo por excelencia,
Hechos 2:27; 1 Juan 2:20), todos los creyentes, de todas las naciones y
tribus y pueblos y lenguas (Apocalipsis 7:9), son santificados (apartados
y purificados) por Dios, para la gloria de Su nombre.
La existencia del pueblo de Dios (Israel y la Iglesia) está
fundamentada en la intimación que Yahvéh hace a Su pueblo en Levítico
19:2 «Santos seréis, porque santo soy yo Jehová vuestro Dios». El
hombre está no sólo para dar culto a Dios, sino también para imitarle.
Recordemos Efesio 5:1-2, “1Sed, pues, imitadores de Dios como hijos
amados. 2Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó
a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante.”
El cristiano debe mostrar por sus obras lo divino que lleva
injertado y manifestar, por la pureza y rectitud de su conducta, que
verdaderamente ha sido apartado para Dios.
El apóstol Juan, bien imbuido en esta enseñanza judía, dirá
después a todos los creyentes: «Y todo aquel que tiene esta esperanza
en Él, se purificara a sí mismo, como Él es puro» (1 de Juan 3:3).
Cerramos este punto citando a Hertz1, en su comentario de
Levítico 11:44:
“…. por que yo soy santo. Esto constituye la base de vuestra
obligación de santificaros, así como la garantía de vuestra capacidad
para alcanzar la santidad de vida. La santidad es la misma esencia del
Divino Ser; y, al soplar Su espíritu dentro de vosotros, os ha hecho

1
J. H. Hertz, Pentateuco and Haftorahs, (London, Soncino Press, 1960). Rabino judío;
uno de los más prominentes rabinos de todos los tiempos.

9.2
participantes de Su Naturaleza Divina y os ha investido del poder de
alcanzar la santidad. «Porque Yo soy santo, vosotros debéis ser santos y
podéis ser santos»”.
Leer 1 Pedro 1:13-16 que apunta a Levítico 11:44-45 y 19: 2

9.1.2. Concepto bíblico de justicia


Así como el concepto bíblico de santidad apunta siempre hacia una
separación; el concepto bíblico de justicia apunta hacia una
conformación.
Justo: es lo que a uno «le viene a la medida», en este sentido
decimos que el traje nos viene «justo», es decir, que el traje está
confeccionado justo a nuestra medida.
La medida de justicia es la norma, de la ley de Dios, con la cual
nos vestimos. Así que una persona es justa, en el concepto bíblico, en la
medida en que (se viste) cumple la ley de Dios.
En el hombre la justicia es consecuencia inmediata de la santidad
y ambas son la raíz de todas las demás cualidades o atributos que
podamos reflejar de Dios. En otras palabras, sobre ellas se añaden todas
las demás. Leamos con cuidado Mateos 6:33:
33
Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas
cosas os serán añadidas.
Buscar el reino de Dios es la acción de irse separando del mundo y
vivir apartados para Él (concepto de santidad).
Tito 2:12 nos traza las tres dimensiones de justicia en tres
vocablos: «sobria, justa y piadosamente» (en relación a sí mismo, al
prójimo y a Dios); pero el término técnico se aplica allí, como en el resto
de la Biblia, a la relación con los demás.
El hebreo expresa este concepto con los términos «tsaddiq» o
«tsedheq» = justo (es curioso que las consonantes son casi las mismas
que qadosh = santo, pero invertidas) y «tsedhaqah» = justicia. En el
griego del N.T., respectivamente, por «dikaios» y «dikaiosyne».
El concepto mismo de justicia se ilumina mejor a la luz del Salmo
89:14, dirigiéndose a Jehová: «Justicia y juicio son el cimiento de tu
trono», pero para comprender bien el sentido bíblico debemos añadir el
contexto del mismo versículo: «Misericordia y verdad van delante de tu
rostro.», por esto la justicia divina no es un mero “dar a cada uno lo
suyo”, ni un puro “no hacer daño a otro”. La justicia divina implica un
poder salvador victorioso. De ahí que, por ejemplo, Isaías usa el mismo
término para “justicia y victoria” en 54:17, (tsidheqah).

9.3
El efecto de la justicia será paz; y la labor de justicia, reposo y
seguridad para siempre. A la luz de esta afirmación podemos entender
el Salmo 85:10: “La misericordia y la verdad se encontraron; La justicia
y la paz se besaron”. En la Cruz de Cristo se derramó el amor de Dios,
pero conjuntamente se satisfizo su justicia calmando su ira (obra de
propiciación. Propiciación significa, estrictamente, la remoción de la ira
por medio de una ofrenda.2). Brindando así paz, reposo y seguridad para
siempre al que cree.
De ahí que la justicia de Dios no pueda dar lugar a la mera
indulgencia o a la connivencia. Esperar que la misericordia de Dios
acallará, al final, las exigencias de Su justicia, es un error que el
demonio se preocupa bien de inculcar en el hombre, olvidándonos de la
advertencia de Hebreo 2:2-3:
2
Porque si la palabra dicha por medio de los ángeles fue firme, y toda
transgresión y desobediencia recibió justa retribución, 3¿cómo
escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande?
Los juicios de Jehová son ineludibles como lo afirma Amos 9:1-4:
1
Vi al Señor que estaba sobre el altar, y dijo: Derriba el capitel, y
estremézcanse las puertas, y hazlos pedazos sobre la cabeza de todos; y
al postrero de ellos mataré a espada; no habrá de ellos quien huya, ni
quien escape.
2
Aunque cavasen hasta el Seol, de allá los tomará mi mano; y
aunque subieren hasta el cielo, de allá los haré descender. 3Si se
escondieren en la cumbre del Carmelo, allí los buscaré y los tomaré; y
aunque se escondieren de delante de mis ojos en lo profundo del mar,
allí mandaré a la serpiente y los morderá. 4Y si fueren en cautiverio
delante de sus enemigos, allí mandaré la espada, y los matará; y pondré
sobre ellos mis ojos para mal, y no para bien.
La ira de Dios pende sobre todos cuantos se oponen inicuamente a
la penetración de la verdad (Romano 1:18). Pero aun esta misma
justicia queda atenuada por la misericordia, puesto que el Dios Santo,
que es Amor y Justicia-nuestra al mismo tiempo, mientras remunera
sobreabundantemente lo que no podemos merecer, siempre castiga por
debajo de lo que desmerecemos con nuestros pecados e infidelidades.
Sin olvidar que, como advierte Berkhof3, «la justicia divina, primordial y
necesariamente, está obligada a castigar el mal».

2Douglas, J. D., Nuevo Diccionario Biblico Certeza, (Barcelona, Buenos Aires, La Paz, Quito:
Ediciones Certeza) 2000, c1982.
3
L. Berkhof, p 75.

9.4
Yo podría agregar: “es muy peligroso apoyarnos en la misericordia
de Dios, para ofender al Dios de la misericordia.”

9.1.3. Otros atributos


En cuanto a los atributos: amor, misericordia, bondad, veracidad,
paz, libertad, espiritualidad, conocimiento, sabiduría, el celo de Dios, e
ira, entro otros, podrán ser comprendidos sólo en la medida en que
desarrollemos la santidad y la justicia.
Debemos tener muy claro que estos sentimientos humanos,
cuando se expresan como reflejo de sus atributos, que difieren
diametralmente de las experiencias humanísticas, dan como resultado a
un nuevo ser. «…. y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí,…. »
Como ejemplos, recordemos en cuanto a:
Amor, Juan 15:12-13, “12Este es mi mandamiento: Que os améis
unos a otros, como yo os he amado. 13Nadie tiene mayor amor que este,
que uno ponga su vida por sus amigos.”
Veracidad, Santiago 5:12, “12Pero sobre todo, hermanos míos, no
juréis, ni por el cielo, ni por la tierra, ni por ningún otro juramento; sino
que vuestro sí sea sí, y vuestro no sea no, para que no caigáis en
condenación.”
Libertad, Juan 8:32, “32y conoceréis la verdad, y la verdad os
hará libres.”
Paz, Juan 14:27, “27La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy
como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.”
Conocimiento y sabiduría, 1 Corintios 2:6-7, “6Sin embargo,
hablamos sabiduría entre los que han alcanzado madurez; y sabiduría,
no de este siglo, ni de los príncipes de este siglo, que perecen. 7Mas
hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios
predestinó antes de los siglos para nuestra gloria.”
Ira, Efectos 4:26-27, “26Airaos, pero no pequéis; no se ponga el
sol sobre vuestro enojo, 27ni deis lugar al diablo.”

Un buen ejercicio de estudio seria investigar estos atributos y,


sobre todo, la ira de Dios, respondiendo: ¿De qué manera está bien que
imitemos su ira y de qué manera está mal que lo hagamos?

== 9 Semana ==

9.5

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