Caso 15
Caso 15
Caso 15
Nada eleva más la moral general del personal que las promociones. Es más, ninguna empresa
puede con- servar a sus buenos empleados si no aplica esta filo- sofía, con la mayor frecuencia
posible. Por desgracia, ocurre a veces que un empleado progresa en forma demasiado acelerada.
¿Qué se puede hacer cuando hemos llevado hasta un puesto clave a “un buen can- didato” que
todavía no está preparado para desem- peñarlo?
Antecedentes
Analicemos el caso de una empresa que fabrica jo- yería fina y que tiene su oficina matriz en
Guadalaja- ra. La organización nacional de ventas está dividida en cuatro regiones, cada una a
cargo de un gerente regional y una fuerza de 10 o 12 vendedores. Hace varios años se creó la
posición de “asistente del ge- rente regional”, con dos objetivos fundamentales: el primero, aligerar
al gerente la carga de trabajo que representan las labores administrativas y de capa- citación. El
segundo y más importante, la creación de un medio para el desarrollo de nuevos gerentes
regionales.
Los deberes fundamentales del asistente con- sistían en el manejo de los vendedores, dar capacita-
ción a los nuevos vendedores y atender a los clientes más importantes. Por lo tanto, la selección de
los asistentes se basaba en su habilidad para vender, administrar y dirigir. Cuando se inició el
programa, no hubo problema en conseguir a cuatro empleados bien preparados. Con el tiempo,
uno de los gerentes renunció y dos optaron por el plan de jubilación; esto redujo drásticamente la
disponibilidad del personal calificado. La situación se volvió crítica cuando se ju- biló el cuarto
gerente y fue necesario promover a su asistente, Luis Gómez. Todos estuvieron de acuerdo en que
no había un vendedor calificado para asumir la posición de asistente del gerente regional. Gómez
sugirió que se empleara a alguien de fuera, pero se le recordó la política de la empresa de
“promover inter- namente”.
La posición se ofreció a Jorge Sarkis, un veterano de nueve años en la oficina matriz, quien rechazó
la oferta porque no tenía interés en mudarse de Gua- dalajara, donde residía. Finalmente, se pidió
a cada gerente regional que sugiriera candidatos para la posición. El gerente general de Occidente
envió un
magnifico informe sobre Pedro Fernández, quien te- nía tres años con la empresa. Cuando
Fernández es- tuvo capacitándose en Guadalajara, se le consideró como uno de los mejores
prospectos en la compañía y se tenía la plena confianza en que se convertiría en un buen
vendedor, tal como ocurrió. El año pasado fue el mejor vendedor de su zona, y este año va por el
mismo camino. Su jefe inmediato lo califica como so- bresaliente en cuanto a técnica de ventas y
manejo de clientes, aunque también señala una cierta fricción con los demás vendedores, tal vez
atribuible a envidia por el éxito de Fernández.
Se hicieron los arreglos para que Fernández pasa- ra dos semanas en la oficina de la zona central.
Des- de el primer momento, Gómez se sintió satisfecho y, luego de un mes, Fernández recibió el
nombramiento para ocupar la posición.
El problema
Los primeros informes referentes a los progresos de Fernández fueron magníficos. Gómez detectó
un cierto descontento entre los vendedores, aunque él y Fernández pensaron que era algo normal.
Sin embargo, los últimos dos informes sobre Fer- nández no han sido muy alentadores. En
principio, Gómez pensó que Fernández estaba actuando con demasiada agresividad, hasta el punto
en que su últi- mo informe citaba dos casos en los que la agresividad de Fernández había
molestado a clientes muy impor- tantes.
La dirección general mandó llamar a Gómez, quien informó que Fernández estaba consciente de su
problema y había prometido corregirlo. Sin embar- go, la semana siguiente, Gómez llamó para
informar que uno de los grandes joyeros de Morelia había eli- minado de su catálogo las líneas de
la empresa, por lo que calificó como las “técnicas de presión de Fer- nández”.
Este incidente causó una preocupación general en la empresa. Tenemos que hacer algo inmediata-
mente con respecto a Fernández.