ESSAY

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Ximena: Bienvenidos a un nuevo episodio de "Entre Lenguas y Tiempo", el podcast que explora las

fascinantes intricacias del idioma español. Soy Ximena Serrano, y hoy nos adentraremos en las
profundidades del dialecto salvadoreño, explorando sus orígenes, peculiaridades y su evolución a
lo largo del tiempo.

Isabel: Así es, Isabel Reyes. En este episodio, vamos a sumergirnos en la riqueza del lenguaje
hablado por los salvadoreños, explorando cómo las palabras y expresiones han evolucionado y se
han adaptado al contexto social y cultural de nuestro país.

Ximena: Con el paso del tiempo, unas palabras quedan en el olvido y otras se mudan a otros
contextos sociales. Unas sobreviven como soporte de nuevos significados y algunas se modifican
en su forma, aunque encierren los significados de antes. Esto sucede con cualquier idioma, pero
en cada uno de manera diferente. Así van apareciendo variantes dialectales que van matizando el
idioma. Sucede eso con el español de El Salvador, al que podemos llamar dialecto salvadoreño. El
diccionario de la Real Academia Español define dialecto de la siguiente manera: “Variedad de un
idioma que no alcanza la categoría social de lengua”; esto es lo que sucede con el español. Y no
tiene que ver mucho con las palabras que acá se usan, sino con aquellas particularidades que,
introducen genuinas características al uso del idioma. Estas características se introducen por
medio del uso y la costumbre. Estos se encargan de matizar el habla, entendida como la forma
particular en que los hablantes usan un idioma. En El Salvador, existen miles de palabras propias
del país con las que se nombra la flora y la fauna, diferentes oficios y herramientas; acciones,
modos de vida, frutas y verduras, situaciones, etc. La forma propia de usar los verbos y
transformar palabras contribuye también a particularizar el español salvadoreño que nos identifica
como tales.

Isabel: Es necesario hacer una aclaración acerca de lengua y habla para los propósitos que acá se
siguen que es explicar el hecho del dialecto salvadoreño. El ser humano, poseedor natural del
lenguaje, ha adquirido la lengua por imitación dentro del grupo social al que pertenece. Se dice
que hay una lengua materna que se habla. Este hace uso de ella como mejor le conviene. A este
uso que hace el individuo de la lengua adquirida se le denomina habla. Esta es un “acto individual
del ejercicio del lenguaje, producido al elegir determinados signos, entre los que ofrece la lengua,
mediante su realización oral o escrita”. Si tomamos un fragmento de Semos malos, excepcional
cuento corto de Salarrué como ejemplo:

“Apiaban” para sestear bajo los pinos chiflantes y odoríferos. Calentaban café con ocote. En el
bosque de “zunzas”, las “taltuzas” comían sentaditas, en un silencio nervioso. Iban lle-gando al
Chamelecón salvaje. Por dos veces “bían” visto el rastro de la culebra “carretía”, angostito como
“fuella” de “pial”. Al “seste-yo”, mientras masticaban las tortillas y el que-so de Santa Rosa, ponían
un “fostró”. Tres días estuvieron andando en lodo, atascado hasta la rodilla. El chico lloraba, el
“tata” maldecía y se “reiba” sus ratos.

Ximena: Y ese fragmento que has retomado nos deja en evidencia a los hablantes salvadoreños.
Aun cuando se trata de unas décadas atrás, son individuos que hacen uso del español según su
contexto sociocultural. Usan el idioma según sus necesidades de comunicación, pero de acuerdo
con la forma en que han aprendido a usarlo desde que lo adquirieron por imitación.
Esta adquisición se da en unos límites geográficos determinados, y unas condiciones naturales
existentes en esos límites, pues las condiciones del suelo en que se vive, de la tierra en que se
habita, son coadyuvantes de la cultura. Eso se puede ver en los Cuentos de barro, de Salarrué; El
jetón, de Ambrogi; Agua de coco, de Herrera Velado y muchas obras más de autores salvadoreños
que demuestran esa teoría. Existe una cierta dependencia entre las condiciones de la naturaleza
en ciertas partes de la tierra y las condiciones culturales que se desarrollan en dichas zonas. Y a
esas zonas culturales debe achacarse el idioma (y su uso). Todos dependemos, más de lo que
suponemos, del conjunto del medio ambiente en que vivimos. El medio ambiente pone su sello en
todas nuestras acciones.

Isabel: Y todo eso tiene sentido al observar la literatura salvadoreña: “El bejuco del amor/ es como
el Comemano/ cuando se llega a enraizar/ no lo seca ni el verano” (Cea, 1993, p. 31). O bien: “He
visto al niño-flor de la caoba/ sobre trémulo barro de Ilobasco/ dorado por los soles del Jiboa. / A
pesebre de fino conacaste/ Comisahual su leve pecho inclina/ media luna de amor y medio
rostro─, / velado por el manto azul del Güija” (Quiteño, 1977).

También: “Si era necesario, el Tata también podía hacer pozos, excusados de hoyo, sin temor a las
venas de azufre; no le ponía mala cara a las chapodas del jardín y del traspatio o al troce de las
ramas de los madrecacaos que servían de cerco o de los pepetos y el palón de fuego donde era
prohibido encaramarse por quebradizo” (Dalton, 2018. En cuestión de literatura los ejemplos
abundan.

Ximena: Ahora podríamos también decir que habla es el “sistema lingüístico de una comarca,
localidad o colectividad, con rasgos propios dentro de otro sistema más extenso” Ese uso más
extenso es en lo que acá nos atañe, el español. Y ese sistema más extenso, de manera general, se
llama lengua. Así que, aunque el habla introduzca formas de expresión particulares en ciertas
zonas geográficas o entre ciertos grupos sociales, esas particularidades se dan sin salirse de la
lengua como sistema, aunque este introduce matices, usos y costumbres peculiares. Acá el léxico
del español fue enriquecido con el aporte de palabras de las lenguas autóctonas, nuevas palabras
que surgieron de la combinación de elementos nahuas, que se dice para referirse a la
nahuatización del español.

Dicha nahuatización se refiere a expresiones como utualito que las personas lo usan para
referirse al ahora o actualmente, la aparición de nuevas palabras polisintéticas: patechucho,
lengüetrapo, quitacalzón, hujuepuerca, o algunas palabras que conservan el fonema “sh”, como
shucte, ojushte, shuco, shara, shasha, aloshte (oíste); o bien la sustitución de s, z, c, por el fo-
nema náhuat velar fricativo que suena como una “j” suave, como cuando se dice nojotros que eb
sí se les atribuye más a las personas que viven el departamento de San Miguel; en hiatos formados
por acento dierético se sustituye este, introduciendo una “y” por yeís-mo como en habiya, teniya,
guineyo (había, tenía), o bien puede haber pequeñas dificultades para entender una palabra que,
en diferentes contextos, tiene significados muy distintos, como cuando chumpa puede ser
sinónimo de abrigo, machete o cantimplora; chucho puede ser sinónimo de avaro, mujeriego o
perro; ácido puede significar arries-gado, malvado y bueno para realizar un trabajo. Sin embargo,
lo anterior no hace que se trate de una lengua diferente.

Isabel: Actualmente, hay en el país influencia léxica de varias lenguas y una riqueza de palabras
que evidencia Meza en su Real diccionario la vulgar lengua guanaca, o Velásquez en su “Leperario
salvadoreño”, sin que eso opaque la herencia náhuat. Por otra parte, el hecho de que los
pobladores autóctonos no fueran obligados a alfabetizarse y castellanizarse en las tierras del
actual El Salvador es de verlo como una ventaja. Así los préstamos de vocablos entre un idioma y
otro se volvieron frecuentes. En estas tierras no existían recursos explotables de otras zonas
geográficas de América, pues no había presencia de metales preciosos que se pudieran obtener
con los conocimientos mineralógicos de la época de la conquista y la colonización. Y Fray
Bartolomé de las Casas lo retoma cuando describe el encuentro de Pedro de Alvarado y sus tropas
con las gentes del Señorío de Cuscatlán. Pidió que le llevaran todo el oro que tuvieran y como le
llevaron cobre se enojó mucho. Retomamos lo que dice el Fraile:

…Este capitán [que se refiere a Pedro de Alvarado] pidió a los señores que le trujesen mucho oro,
porque a aquello principalmente venían. Los indios responden que les place darles todo el oro que
tienen. Ayuntan mucha gran cantidad de hachas de cobre que tienen con que se sirven (para
realizar diferentes labores), dado que parece oro… …mándales poner el toque y desque vido que
era cobre dixo a los españoles: al diablo tal tierra, vámonos, pues que no ay oro. Cada uno que
tiene los indios que le sirven échelos en cadena y mandaré errárselos. (Así que) hierranlos con el
fierro del rey por esclavos a todos los que pudieron atar.

Como estas tierras no eran ricas en recursos minerales, principalmente oro y plata, que era lo que
venían a buscar para enriquecerse. Por eso, en adelante, los encargados de colonizar eran gente
con mucha ambición, pero que no podían competir con otros colonizadores en tierras más ricas.
Vinieron, en su mayoría, incultos y no estaban interesados en que los indígenas aprendieran el
español, sino en que trabajaran en sus encomien-das (explotación de cacao, añil, bálsamo y otros
recursos naturales). Siempre y cuando fueran capaces de seguir órdenes, eso bastaba.

Ximena: Eso es muy interesante Isabel y por eso, a pesar de lo poco extenso de las tierras, al no
lograr los españoles explotarlas al 100%, permitieron que las diferentes etnias de los territorios
hoy salvadoreños mantuvieran mucho de sus raíces culturales y que solo asimilaran a sus idiomas
palabras españolas o frases que les permitieran tener una comunicación básica con sus nuevos
señores. Antes de eso, durante casi los 300 años de colonia española, los colonizadores (tanto
encomenderos como clérigos) nunca tuvieron como objetivo la castellanización de los indígenas.
“Se puede afirmar que no hubo una tarea educativa como tal, por parte de las órdenes religiosas;
lo que existió fue un adoctrinamiento cristiano. La castellanización fue muy limitada y reducida,
casi totalmente, a la catequización de los indígenas”. Así que, con tal que entendieran lo básico de
la relación entre patrón y peón o entre capataz y esclavo, como solía suceder, con eso bastaba.
Aprendían de un modo rudimentario algunos elementos religiosos como: persignarse, el credo, el
padrenuestro, el avemaría, la salve, los mandamientos, los sacramentos, las obras de misericordia,
el destino de las almas de los difuntos y los pecados capitales. Y todo eso nunca implica
aprendizaje de la lengua.

Isabel: Quiere decir que no hubo imposición de la lengua como tal, pues para eso se necesita de
un aparato educativo bien estructurado, cosa que no se dio durante la colonia, pues la educación
era sumamente precaria; e inclusive, las clases privilegiadas de El Salvador adquirían
conocimientos elementales en el seno de la familia y, en muy pocos casos, continuaban sus
estudios en Guatemala. Hasta 1769, la propia ciudad de San Salvador no contaba con escuela
alguna para enseñanza básica de letras. Eso dice mucho del resto del territorio nacional durante el
período colonial, y más cuando se trata de la segunda mitad del siglo XVIII, tomando en cuenta
que solo quedaban poco más de 30 años para que comenzaran los movimientos independentistas.
Imagínate que ya en 1525 existía una Villa de San Salvador, según lo que se lee en el Libro de actas
de la ciudad de Santiago de Guatemala:

En la ciudad de Santiago a seis de mayo de mdxxv (1525) años.

Este dicho día, el Sr. Capitán General Pedro de Alvarado dijo: que por cuanto él en nombre de sus
magestades, ha hecho elección de esta cibdad de alcaldes é regidores, entre los cuales eligió como
regidor a Diego Holguín, el cual se fue desta cibdad a vivir a la villa de San Salvador, de la cual es
alcalde, é al presente no hay aquí más de un regidor.

Ximena: Ahora, si en 1769 no había escuela en San Salvador, ya habían pasado 244 años de colonia
española. Pensemos que, de ahí a los movimientos independentistas de 1811, en la Intendencia de
San Salvador (primeros en Centroamérica), hay 286 años de colonia española; y es de suponer que
en 42 años que van de la fecha hasta 1811, no pudo haber grandes adelantos. Sin un aparato
educativo, no puede haber imposición de un idioma. Eso sí, naturalmente, los pueblos autóctonos
vieron la necesidad de aprender el idioma de los europeos; aunque pocos lo lograron y no sin
dificultad.

Eso sí, que pocos lograran aprenderlo favoreció el intercambio de vocabulario entre un idioma y
otro, tomando a los mestizos como puente. Pero, es de recordar el hecho de que no había un
aparato educativo. En muchos casos, los indígenas solamente aprendían rezos cristianos que no
entendían y los misioneros no eran educadores. Las escuelas que había solamente servían “para
enseñar la doctrina como en casi todas las parroquias en que dicen los curas que hay escuela,
porque el fiscal enseña a los niños y niñas a cantar las oraciones, el alabado y el todo fiel
cristiano”.

Isabel: Cuando comenzó la colonización, los españoles que vinieron a estos territorios hablaban el
español únicamente valiéndose del contexto, y acaparaban vocablos que les permitieran adaptar
mejor el idioma a las necesidades de la colonia, en el trato con los indígenas, pero sin fines
educativos. Así se fue fortaleciendo y creando una variante dialectal propia (como ya se dijo) del
castellano que se puede llamar español salvadoreño. A veces se introdujo formas de hablar de los
indígenas, y eso también provocó cambios en la morfología de las palabras, pero sin afectar la
fonología. Así podríamos decir que el español salvadoreño no solamente tiene influencia nahuat
en su acervo de vocabulario, sino también del lenca (potón), del cacaopera, el ulúa. Pero el idioma
que más predominaba entre los pueblos autóctonos era el náhuat. Y todo eso fue en cuanto a
léxico.

Eso sí, en la práctica y debido al mestizaje, se introdujeron usos del español de tiempos de la
colonia que contribuyen hoy en día a identificar algunos aspectos morfológicos, fonológicos,
sintácticos, lexicológicos y lexicográficos que se dan en El Salvador. Fijate que hay aspectos
fonológicos y morfológicos a considerar con respecto al español de nosotros los salvadoreños. El
más importante es el que corresponde a los verbos. ¿Podrías explicarnos en cuanto a esto?

Ximena: Claro Isabel. Por ejemplo si retomamos como ejemplo el verbo poder y lo desglosamos en
presente, pretérito, pretérito indefinido, futuro simple y condicional simple.
Si analizamos todo eso no hay mayores cambios verdad. En el modo indicativo, el presente es
modificado con respecto al español estándar, en cuanto a la segunda persona del singular. Se ha
sustituido el “puedes” por “podés”. Además, en el futuro simple se usa perífrasis verbal. Eso se
debe a que se trata de español en zona de voseo que es aquí en Centroamérica. Por otra parte, se
suprime el pronombre personal “vosotros”, de la segunda persona del plural, por “ustedes”. Se
usa “ustedes” en segunda; la tercera persona del plural, “ellos” tiene la misma forma verbal que
en “ustedes”. No se dice en segunda persona “pudisteis”, sino “pudieron”, como en tercera
persona. Los salvadoreños, y todos los hablantes latinoamericanos, no usamos el “vosotros”; ni
siquiera el resto de las zonas de voseo. Sin embargo, se sigue enseñando absurdamente este
vocablo en la conjugación verbal, como si se usara igual que en España.

Isabel: Es importante mencionar que muchas personas intentan escapar del español dialectal de
los salvadoreños. Y es que, por una parte, existe un reducido grupo de personas que asimila en las
aulas el español estándar, y convive con personas que, si bien no terminan de decidir qué español
van a usar, se esfuerzan por mantenerse en el estándar y negar - con sus actos- la forma particular
en que los salvadoreños hablan. No es que esté mal, pero siempre aflora - quizás de manera
inconsciente - el español salvadoreño. Como ejemplo lo que sucede con programas de
entretenimiento de la televisión nacional, como Viva la mañana. Los presentadores
frecuentemente utilizan expresiones como “si tú mirás…”, “vos podés”, “si tú lo decís, “tú podés
elegir” y otras tantas más. Una mezcla de estándar y de dialecto salvadoreño.

Aún en el ámbito académico es costoso tratar de escapar a lo dialectal sin que haya rastro de ello.
Pues bien, en el modo indicativo basta con que la segunda persona del singular se modifique para
que en las conversaciones se note, y eso lo hacen académicos y gente culta, que considera que ser
culto implica hablar el español estándar. Nada más alejado de la realidad. Ser culto no implica
desligarse de la forma en que se habla el español por estos rumbos.

Ximena: Incluso Isabel, existe una riqueza de expresividad inigualable que se refleja en la literatura
oral salvadoreña, y no digamos en la escrita en la que se refleja la particularidad de la cultura
salvadoreña, cuyo pilar fundamental es la lengua. Y particularmente, observamos cómo cambia la
estructura de los verbos, del modo en el que explicaba anteriormente, en la literatura; como es el
caso de la segunda persona del singular: “Y entonces, ¿qué hacés ayí plantado enfrente de mí?
Podés irte por onde bis venido”. Si analizamos este ejemplo notamos que también se sustituye
“habéis” por “bis”. A veces se dice “habís”: “… ¿Cuánto le debo? –pregunta tímidamente el
enfermo. […] Nada hombre. ¿Cuándo me habís visto cobrarles a ustedes? Yo no les cobro a los
pobres, vos lo abés”. Y también hay aféresis en “onde” (en vez de donde).

Isabel: Ahora que es lo que sucede con el modo subjuntivo. Los tiempos compuestos tanto del
indicativo como del subjuntivo no presentan variaciones. Retomando el verbo poder otra vez:

En el modo subjuntivo, la variación se da igual que en el indicativo, en los tiempos simples.


Además, es en la segunda persona del singular, tiempo presente, donde se dan los cambios. Eso es
suficiente para que se haga notoria la singularidad del habla salvadoreña. Por ejemplo: “Cuando
podás vení a visitarme”; “si podés vení a las 10”; en estas expresiones vemos el caso del modo
subjuntivo y, de paso, del imperativo, donde se sustituye “ven” por “vení”. Y cómo cambia la
primera inflexión. Si fuera estándar, con uso del tú, los verbos quedarían: “puedas” (por
podás), “ven” (por vení). Pero como se usa el “vos” (de las zonas de voseo); todo cambia.

Nos preguntaríamos Entonces cómo se modifica el modo imperativo. Es de notar que en español
salvadoreño no se usa el verbo “partir” para referirse a la acción de ir de un lugar hacia otro, sino
que solamente se utiliza para referirse a la acción de cortar en trozos ramas secas para convertirlas
en leña; rodajear frutas y verduras, partir un pastel, trozos de carne, en fin. En vez de eso, se usa el
verbo “andar” que de intransitivo pasa a pronominal en andate (por vete), de la primeran inflexión
verbal del modo imperativo. También hay zonas rurales en que se usa ite, que sería el pronominal
del verbo “ir”. Al respecto de este verbo, podrías explicarnos el fenómeno de nahuatización de
verbos irregulares:

Ximena: Con todo gusto y es que algunos verbos irregulares del castellano fueron regularizados
por los nahuas (y los nuevos hablantes que nacieron producto del mestizaje), siendo
especialmente notable la forma en que regularizaron el verbo “ir”. A los nahuas debe haberles
parecido absurdo que a medio verbo “ir” se introdujeran formas del verbo “ver”, por lo que en vez
de “ve”, “vete”, “veme”, etc., dijeron “í”, “ite”, “ime”, formas generalmente usadas en el habla
popular; o sustituyeron las formas de “ver” por formas de “andar”, con las que existe mayor
analogía. Así, en vez de “ve”, “vete”, “veme”, etc., “andá”, “ándate”, “ánda-me”, etc.
En enunciados como “Ha comenzado a llover, y por estar hablando pajas no nos hemos dado
cuenta, andá cerrá las ventanas”.

En general, todos los verbos se modifican; unos más, otros menos, al ser conjugados. Así, de
“venir”, en vez de “ven”, “vení”: “…la enfermedad me aguijonea la otra forma de ser ri-ueño y si
venís con tus maneras abstractas de ser, me causás mayor daño”; por “come”, “comé”; por
“tráeme”, “tráeme”; por “mira”, “mirá”; por “dile”, “decile”; y como ya se mencionó antes “partí”
se usa con el significado de “cortar”, no de “ir”, etc. Las personas solemos decir “Pues decile a
ese doctor que dice tu nieta de 100 años que coma m…” ajajjajaj. Es decir, algunos verbos
irregulares se regularizan y muchos se vuelven pronominales.

En el español salvadoreño sucede con el imperativo que, aunque se vea solo una inflexión la que
se modifique, con eso basta para que se note mucho la modificación del verbo en su estructura
debido al voseo. Por ejemplo en los siguientes verbos considerados en su estructura: “vení”, en
vez de “ven”; “entrá” en vez de “entra”, “sembrá”, en vez de “siembra”; “bebé”, en vez de “bebe”;
“tirá”, en vez de “tira”. O bien, los siguientes pronominales: “ándate”, en vez de “vete”; “salite”,
en vez de “sal”; “entrate”, en vez de “entra”; “bañate”, en vez de “báñate”. Puede decirse que eso
es muy notorio siempre que se use el español salvadoreño, en que no se usa el “tú”, sino el “vos”.
Siendo así es adecuado decir que “el idioma oficial de la república es la lengua salvadoreña, como
variante del español”.

Isabel: Es interesante todo lo que hoy hemos discutido, la verdad. La evolución del idioma y el
enriquecimiento del léxico en el caso nuestro país, algo que contribuye es el uso excesivo de
metaplasmos y por influencia nahuat, sin que se rompa la estructura del español, existe gran
cantidad de palabras que, fonológica y morfológicamen-e, hacen del español salvadoreño un
dialecto singular. Los nahuas trasladaron al español los patrones, formas y procedimientos propios
del polisintetismo; unieron dos o más palabras suprimiendo fonemas para formar nuevas palabras.

Surgió así en el habla mestiza palabras como: “vapué” (vaya pues), “puesí” (pues sí), “vua” (voy a),
“idiay” (y de ahí), “aloshte” (ya lo oíste), “on-denó” (dónde no) y muchas más.

Ximena: Tenemos entonces dos claves importantes: el polisintetismo de los nahuas y los
metaplasmos que, constantemente, son la causa de la existencia de muchas palabras nuevas en el
español salvadoreño y de cualquier lengua que no sea monosilábica. A eso hay que agregar la
ventaja que supone en el español escribir como se pronuncia y pronunciar como se escribe. Así
que metaplasmos y polisintetismos al seguir las dos reglas de oro del español, ya mencionadas, no
escapan de este; ni lo quebrantan o dañan en lo más mínimo. El español de El Salvador es rico en
formas de expresión y en palabras que transforma a voluntad. Hablantes que descansan bajo un
árbol después de almorzar en medio de una pesada jornada de trabajo campesino, disponen de un
acervo gracioso y se dan el lujo de jugar con las palabras que, de repente, aparecen instauradas
por el uso en las costumbres de zonas geográficas específicas de algún departamento del país en
las que habitan.

Isabel: Cabe agregar que el español salvadoreño no se refugia en la campiña, sino que aflora en las
ciudades de todo el país. Así, por ejemplo, puede uno referirse a la herramienta de trabajo o al
tipo de comida que ingirió como “rascuache”, para dar a entender que es de baja calidad. Otro, en
su juego de palabras puede decir, en vez de “rascuache”, “ráscuata”, así se altera totalmente la
pala-bra en una sílaba, y el significado sigue siendo el mismo; eso es interesante y pasa muy a
menudo. En El Salvador, nunca será al 100% de la misma forma que en otras zonas del dicho
voseo.

Ximena: Es fascinante observar cómo, incluso en medio de estas transformaciones lingüísticas, el


español en El Salvador sigue adheriéndose a las reglas fundamentales del idioma. Como mencionó
Daudí , "Ideas y pensamientos son comunes a todos los hombres y es natural que exista un orden
común de expresarlos. Es el orden qué, catalogado por los gramáticos, constituye el orden
gramatical." Este orden gramatical es lo que da coherencia al español salvadoreño, permitiendo
que las palabras evolucionen y se transformen sin perder su esencia.

Gracias por acompañarnos en este viaje y descubrir junto a nosotros el fascinante mundo del
español en El Salvador, donde la creatividad lingüística y la riqueza cultural se entrelazan en cada
palabra y expresión.

Isabel: Esperamos que este viaje a través de las palabras y expresiones del español salvadoreño
haya sido tan enriquecedor para ustedes como lo fue para nosotros. La diversidad lingüística es un
reflejo de la diversidad cultural y, en El Salvador, esta diversidad se manifiesta de manera única en
su forma de hablar y comunicarse.

Ximena: Y este es el final del episodio de hoy, del podcast “Entre lenguas y tiempo”. Hasta la
próxima.

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