El Remate Judicial y La Ejecución de Sentencia
El Remate Judicial y La Ejecución de Sentencia
El Remate Judicial y La Ejecución de Sentencia
CPCCN
Si bien podrás conocer lo que indica la norma de fondo en cuanto a la designación del
martillero, también tendrás en cuenta lo que dice la propia ley de la actividad profesional. Es
importante que puedas captar que la designación proviene del juez de la causa, y que el
martillero se constituye en un mandatario, sin ser parte del juicio, ya que actúa como auxiliar de
la Justicia.
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Referencias
LECCIÓN 1 de 9
Juan José Pérez es martillero habilitado y fue designado para llevar adelante la subasta de un bien en el
juzgado federal, conforme a la jurisdicción de su domicilio. El abogado que lleva a delante la ejecución de
sentencia le informa que debe presentar su aceptación del cargo en el juicio lo antes posible, en virtud de
haber sido propuesto.
Pérez asiste al juzgado donde se lleva la causa y presenta el formulario de aceptación del cargo, por lo que
es incorporado al expediente, el que pasa a despacho para la firma del juez. Previamente, revisa el
expediente y observa que la planilla del juicio no está actualizada, por lo que, luego de realizar su trámite, le
informa al abogado que se debe actualizar la liquidación del juicio. El abogado procede a la confección y
comunicación de la liquidación a la parte contraria.
Mientras se notifica la planilla, le informan al letrado que no pueden aceptar al martillero propuesto, ya que
no está en la nómina de auxiliares de Justicia que cada año se confecciona. Esto se debe a que no cumple
con los requisitos legales para actuar en la justicia federal.
Para que se pueda iniciar la etapa de ejecución de sentencia de un juicio y designar al martillero para
subaste el bien embargado, es necesario:
se constituya fianza u otra garantía por parte del ejecutante, y, a su vez, que se inste la
ejecución de sentencia para lograr coactivamente la realización de los bienes del ejecutado en
pública subasta.
Puede ocurrir que el juzgado federal acepte tranquilamente la propuesta, como así también
puede suceder que el propio juez requiera la nómina de martilleros para realizar un sorteo. La
presente modalidad puede cambiar, dependiendo de los usos y costumbres de cada ciudad.
Hay casos en los que todas las designaciones deben ser realizadas por sorteo.
En algunas ocasiones, el tribunal permite la designación directa del martillero por parte del ejecutante; no
obstante, deberá ser notificado y aceptar el cargo dentro de las 72 horas. Para el supuesto de que fuere
designado por sorteo, el plazo de aceptación del cargo es riguroso, ya que, si no se presenta, es removido
con noticia al colegio profesional. La sanción puede ir más allá y ser excluido de la nómina de martilleros del
tribunal.
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Pérez adquiere un conocimiento general en materia de derecho procesal civil y comercial para comprender
que la función del martillero en el ámbito de la Justicia se suscita en lo que se llama etapa de ejecución de
sentencia, es decir, cuando incumplida la sentencia y vencido el plazo establecido legalmente, se procede a
su ejecución forzosa.
Por ello se ha afirmado también que el proceso de ejecución es aquel que tiene por objeto asegurar la
eficacia de las sentencias de condena, es decir, aquellos pronunciamientos judiciales que imponen el
cumplimiento de alguna prestación (de dar, hacer o no hacer). Dicho de otro modo, el proceso declarativo es
aquel que tiene por objeto una pretensión tendiente a lograr que el órgano judicial interprete y declare,
mediante la aplicación de las normas pertinentes a los hechos planteados, el contenido y alcance de la
situación jurídica de las partes. Cuando la resolución del tribunal impone al demandado la realización de una
determinada prestación, tal como se puntualizó más arriba, se configuran sentencias de condena.
El proceso de ejecución tiene por finalidad hacer efectiva la sanción
impuesta por una anterior sentencia de condena que, como tal
impone al vencido la realización u omisión de un acto, cuando este
no es voluntariamente realizado u omitido por aquel. Aclaramos que
las sentencias declarativas también pueden ejecutarse mediante el
cumplimiento de los actos que generalmente las complementan, por
ejemplo, inscripción, en el Registro de las Personas, de la sentencia
de adopción.
Debemos recordar que las leyes procesales regulan los procedimientos declarativos, también denominados
de conocimientos o cognición, que admiten, dentro de ellos, los procedimientos ordinarios y sumarísimos,
como es el caso del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación (CPCCN). En Córdoba, estos últimos
reciben el nombre de ordinarios y abreviados, en tanto que en la mayoría de las legislaciones procesales de
las provincias argentinas estos procesos de denominan ordinarios, sumarios y sumarísimos.
En síntesis, el proceso de ejecución es aquel que tiene por objeto una pretensión en que se reclama del
órgano jurisdiccional la realización de una manifestación de voluntad. Según Olcese (2006), el proceso de
ejecución puede dividirse en:
Antes de continuar con el desarrollo del presente módulo, es necesario realizar las siguientes aclaraciones:
2 Nuestra Constitución creó un doble orden judicial. De acuerdo con ese régimen, existen en el
país: 1- por un lado una justicia nacional que ejerce sus atribuciones en todo el territorio de la
República con respecto al conocimiento de los asuntos mencionados por el artículo 116 de la
Constitución, competencia justicia federal y sin esa limitación en los lugares sometidos a la
potestad del Gobierno Nacional; y 2- por otro lado, una justicia ordinaria o común que ejerce
sus funciones a través de los órganos judiciales que cada provincia debe crear y organizar con
prescindencia del gobierno central (Constitución Nacional , arts. 5, 121, 123 y 126) y cuya
competencia barca el conocimiento de todos los asuntos regidos por el derecho común y local.
ATENCIÓN: Es imposible estudiar la materia sin la referencia específica a un ordenamiento
procesal determinado. Atentos a la diversidad geográfica y al hecho de no poder hacer una
crónica de cada legislación provincial en particular, hemos tomado el Código Procesal Civil y
Comercial de la Nación como guía de estudio.
Cuando queda firme la sentencia, ya no le cabe ningún recurso, por lo que la etapa de
ejecución de sentencia se conforma con la adjudicación de bienes al ejecutante.
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LECCIÓN 5 de 9
Dentro de las particularidades del procedimiento de ejecución de sentencia, tenemos que la ejecución
necesita instancia de parte, es decir que la parte vencedora requerirá que se inicie el proceso de ejecución
“forzosa” para lograr el cumplimiento de la sentencia.
Así lo expresa el artículo 499 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación1: “consentida o ejecutoriada
la sentencia de un tribunal judicial o arbitral y vencido el plazo fijado para su cumplimiento, se procederá a
ejecutarla a instancia de parte”.
[1] Art. 499. Código Procesal Civil y Comercial. Honorable Congreso de la Nación.
Veamos los siguientes conceptos: sentencia ejecutoria y sentencia pasada en autoridad de cosa juzgada.
Muchas veces se confunden ambas categorías, cuando en realidad se trata de “dos respuestas a dos tipos
diferentes de problemas”. Si decimos que una sentencia es ejecutoria o que causa ejecución, estamos
afirmando que está en condiciones de ejecutarse; en cambio, si decimos que una sentencia ha pasado en
autoridad de cosa juzgada, estamos diciendo que contra ella no hay recurso alguno (inmutabilidad de la cosa
juzgada).
Una sentencia puede ejecutarse, aunque no revista la fuerza de la cosa juzgada, pero a pesar de reunir esta
calidad, puede no ser ejecutable; lo primero ocurre en el juicio ejecutivo. Por cierto, hablar de sentencias
contra las que no haya recurso, hoy, es bastante relativo, pues nadie puede razonablemente repetir aquello
de que la cosa juzgada es tenida por verdad y que, por consiguiente, establece definitivamente el derecho.
Con la vigencia del Pacto de San José de Costa Rica, hasta las decisiones de nuestra Corte Suprema de
Justicia son revisables por la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
Entonces, constituye presupuesto para la ejecución de una sentencia el de que esta se encuentre
consentida o ejecutoriada. Ocurre lo primero cuando las partes, luego de notificadas, dejan transcurrir los
plazos sin interponer recurso alguno; cuando pese haberse deducido y otorgado un recurso, se lo declara
desierto en virtud de no haberse cumplido con la carga de expresar agravios.
Lo más simple y, a su vez, lo más ajustado al derecho sería definir la sentencia ejecutoriada o que causa
ejecutoria como aquella que está en condiciones de ser ejecutada, tenga o no posibilidades de ser recurrida
por medios ordinarios o extraordinarios, carácter que surgirá de lo que disponga la legislación.
1 Si se trata de juicios ejecutivos, lo ordinario es que no se fije plazo, ya que se suelen utilizar
fórmulas como “se resuelve: mandar llevar adelante la ejecución hasta hacerse al acreedor
íntegro pago”, etcétera.
2 Si se trata de una dictada en juicio ordinario, es común que se acuerde un plazo determinado
para su cumplimiento, que, por lo general, es de 10 días. En caso de que no se haya fijado
plazo, se entiende que es de cumplimiento inmediato.
Asimismo, será necesario que el ejecutante presente la planilla de liquidación para el juicio (detalle del
capital reclamado, interés, costas y costos). Esta liquidación deberá presentarse una vez que sean
prestadas las garantías, en caso de que fueran necesarias.
Falcón (1999) define a la liquidación como “el acto que consiste en realizar el ajuste formal de una cuenta de
modo de hacer apreciable en una cantidad concreta y determinada, valores que no tiene tal carácter” (p.
107).
Cuando el martillero acepta el cargo, realiza un trámite sencillo que se sintetiza en la presentación de un
formulario de aceptación del cargo, el que reviste todas las formalidades, tales como:
Nombre completo del martillero, número de matrícula profesional y constitución del domicilio
legal.
Firmas del juez, martillero y secretario del tribunal. No debe faltar ningún elemento.
Por otro lado, el martillero debe revisar el expediente y verificar el embargo, para saber cuáles con los bienes
a subastar; de idéntica manera debe observar la planilla de liquidación para saber si está actualizada. La
finalidad es poder regularizar y actualizar el embargo de bienes para poder realizar subasta y cubrir el crédito
de la parte actora/ejecutante.
En síntesis, el remate judicial se lleva a cabo en el ejercicio de la función jurisdiccional; de allí que no es un
acto comercial o civil, sino judicial, en el que el martillero procede como delegado del juez, según Podetti. En
este acto procesal se enajenan, a cargo del auxiliar del juez (martillero) que actúa en su representación, los
bienes embargados para satisfacer con el producido de la venta forzosa el importe del crédito que dio origen
a la ejecución de sentencia Venica (1998).
LECCIÓN 6 de 9
Para avanzar en el proceso coactivo de ejecución de sentencia, es necesario que haya bienes embargados.
El Código Procesal Civil y Comercial de la Nación detalla en su articulado la enajenación o realización en
subasta de los bienes muebles, semovientes e inmuebles.
Asimismo, para el caso de embargo de dinero, títulos y acciones, la modalidad más sencilla de cumplimiento
de la sentencia de remate se presenta en la hipótesis de que el embargo haya recaído sobre sumas de
dinero cuyo importe resulte suficiente para cubrir el crédito reclamado y sus accesorios. A dicha situación
alude el artículo 561, párrafo 2, del CPCCN en tanto prescribe que:
Cuando lo embargado fuese dinero una vez firme la sentencia o dada la fianza a que se
refiere el artículo 555, el acreedor practicará liquidación de capital, intereses y costas, de la
que dará traslado al ejecutado, aplicándose, en lo pertinente las reglas de los arts. 503 y
504 CPCCN.
Es decir que, en el primer supuesto, si se hubiesen embargado títulos o acciones que coticen oficialmente
en los mercados de valores (mercado bursátil), practicada la liquidación y agregado al expediente el informe
que acredite el precio de cotización de los títulos y acciones, estas pueden, a pedido del ejecutante, serles
adjudicadas a ese precio, con la consiguiente ventaja que implica su inmediata conversión en efectivo y el
ahorro de los gastos que importa el remate (en el ámbito bursátil). Si los títulos y acciones no se cotizan en
los mercados de valores, corresponde que se disponga su venta en subasta pública en la forma prevista por
el artículo 573 del CPCCN, relativo a los casos en que “el embargo hubiere recaído en bienes muebles o
semovientes”.
Si se trata, finalmente, de ejecución forzada de créditos, acciones o derechos litigiosos, corresponde que el
acreedor ejerza la correspondiente acción subrogatoria, es decir, “legitimar al deudor de mi deudor en el
pleito”, generando una acción indirecta para que se cumpla la obligación mediante la obligación pendiente
del deudor de mi deudor, valga la redundancia. Aunque la jurisprudencia tiene resuelto que procede la
subasta cuando las acciones o créditos son definidos, claros y precisos como obligación transmisible, y no
inciertos, especulativos y de dudosa especificación.
Sentencia de remate
En la presente instancia del juicio, el ejecutante propone al martillero, para que se realice su designación
judicial. Este profesional “no es parte en el juicio”, sino que se transforma en un mandatario del juez
designado para la realización de los bienes en pública subasta. Deberá llevar adelante sus actuaciones en
tiempo y forma según las disposiciones del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación y las leyes que
impacten en dicha gestión.
Conforme lo dispone el artículo 563 del CPCCN, las cámaras nacionales de apelaciones serán las que
recepten la nómina de martilleros, por lo que se abrirá cada año el respectivo registro donde podrán
inscribirse, como auxiliares de la Justicia, los martilleros que posean más de dos años de antigüedad en la
matrícula y reúnan los requisitos de idoneidad que ordene el tribunal. Asimismo, es oportuno considerar el
criterio que cada tribunal instrumenta para la inscripción; también suelen actuar en conjunto con los colegios
profesionales de provincia.
“En el caso de la subasta judicial, el martillero no actúa como
mandatario ni como comisionista de ninguna de las partes litigantes,
ni de ambas conjuntamente, sino como un oficial público auxiliar del
juez” (Piedecasas, 1997, p. 281).
Una vez designado el martillero, deberá aceptar el cargo dentro del tercer día de notificado y dar comienzo
con la instancia de trámites en los plazos que fije el tribunal (a modo de ejemplo, siguiendo la Ley 7191 de la
provincia de Córdoba, el martillero tiene 5 días para instar los trámites). Es de suma importancia que el futuro
profesional tome conocimiento de las normas procesales de su provincia y los criterios que se imparten en
cada tribunal.
Para que el martillero judicial pueda actuar en la Justicia, necesariamente debe estar incluido en la nómina
que se confecciona en la Cámara de Apelaciones (justicia nacional) o en Servicios Judiciales (justicia
ordinaria). La nómina no sirve solo a los fines del sorteo, sino a todos los fines, ya que el profesional incluido
allí ha podido acreditar el cumplimiento de la Ley Nacional 20266 en cuanto a su habilitación de matrícula y
constitución de fianza. El profesional que no esté incluido en la nómina no puede actuar dentro de la Justicia
como auxiliar. Es una obligación cumplir con dicho requisito.
LECCIÓN 8 de 9
El martillero es un profesional formado en el ámbito universitario, por lo que está perfectamente capacitado,
y es por ello que debe conocer las normas que reglamentan su función, además de estar atento a todo
cambio reglamentario y de leyes que impacten en su gestión. También debe asistirse de información de la
institución que lo habilita al ejercicio profesional y tiene que cumplimentar y respetar las normas en general.
Ante una inobservancia, no podrá alegar en su defensa desconocimiento de la ley, contrario sensu, toda ley
es de cumplimiento obligatorio. Si un profesional de motu proprio ejerce su función, por ejemplo, en el
ámbito de la justicia nacional, ciertamente debe conocer el Código Procesal de referencia, las normas de la
institución y los Reglamentos o Acuerdos de la Corte o Tribunal Superior, según su designación atribuida.
Por ejemplo, un martillero que acepte una designación judicial de propuesta de parte en un expediente, si no
se encuentre incluido en la nómina de martilleros judiciales del tribunal, incurre en la inobservancia de la ley,
ya que es requisito indispensable acreditar habilitación profesional y fianza al día, como cualquier otro
requisito que pueda pedir el tribunal para actuar como auxiliar en la Justicia.
Si se gestiona ante la inobservancia de la ley, con una perspectiva de posibilidad u oportunidad, se podría
producir un daño económico a las partes en el proceso judicial o a terceros ajenos, por lo que, producido el
inconveniente, según el caso, el profesional puede ser sancionado, sin perjuicio de que recaigan sobre él
otro tipo de reclamos.
¿Cuáles son los requisitos que debe cumplir un martillero para ser auxiliar en la
justicia federal?
Inscribirse en la nómina que recepta todos los años la Cámara de Apelaciones.
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El siguiente enlace presenta los requisitos que se solicitan para inscribirse en la Justicia:
http://www.jus.gob.ar/media/733007/requisitos_para_inscribirse_como_martillero.pdf
http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/225000-
229999/226621/norma.htm
LECCIÓN 9 de 9
Referencias
Falcón, E. M. (1999). Procesos de ejecución (Tomo II). Santa Fe, AR: Rubinzal- Culzoni.
Ley 17454. (1981). Código Procesal Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación
Argentina. Recuperado de http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/15000-
19999/16547/texact.htm
Ley 24430. (1994). Constitución de la Nación Argentina. [Sancionada por el Congreso General Constituyente
el 1° de mayo de 1853, reformada y concordada por la Convención Nacional Ad Hoc el 25 de septiembre de
1860 y con las reformas de las Convenciones de 1866, 1898, 1957 y 1994]. Honorable Congreso de la Nación
Argentina.
Palacio, L. E. (2010). Manual de derecho procesal civil. Buenos Aires, AR: Abeledo Perrot.
Piedecasas, M. A. (1997). Régimen legal del martillero y de la subasta judicial. Santa Fe, AR: Rubinzal-
Culzoni.