Apuntes Bloque I
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Apuntes Bloque I
BLOQUE 1
LA PENÍNSULA IBÉRICA DESDE LA PREHISTORIA HASTA LA
DESAPARICIÓN DE LA MONARQUÍA VISIGODA (711)
1. LA PREHISTORIA.
2. LA ENTRADA DE LA PENÍNSULA IBÉRICA EN LA HISTORIA (siglos X-III a.C.).
3. LA HISPANIA ROMANA (siglos III a.C.-V d.C.).
4. EL REINO VISIGODO (siglos V-VIII).
1. LA PREHISTORIA
Edad del Cobre o Calcolítico. Sobre el tercer milenio a.C. comenzó el uso del
cobre en la realización de las herramientas. En esta etapa se desarrollaron las
siguientes culturas:
A principios del primer milenio a.C. empezamos a tener noticias escritas sobre la
Península Ibérica en las crónicas de los griegos y en la Biblia, es decir, comienza la
Historia Antigua. A través de ellas, tenemos referencias sobre los pueblos que
habitaban estas tierras: los pueblos de origen indoeuropeo y céltico en la mitad norte;
los pueblos iberos en el sur y el este; y los tartessos en el sudoeste. Sobre ellos
actuaron las influencias de pueblos colonizadores mediterráneos (fenicios, griegos y
cartagineses) que acudieron a la Península Ibérica atraídos por sus riquezas minerales
y su comercio.
Su economía se basaba en la
agricultura y la ganadería; establecieron
también relaciones comerciales profundas
con griegos, fenicios y cartagineses. La
sociedad estaba jerarquizada y dirigida por
una casta guerrera, encabezada por un
caudillo o régulo. Los poblados solían ser
amurallados y localizarse en zonas de fácil
defensa, compuestos por casas
rectangulares dispuestas en calles.
Su desarrollo cultural fue destacable,
ya que tenían escritura propia y empleaban
la moneda, favorecido por los frecuentes contactos con fenicios y griegos. Practicaban
la incineración de los difuntos y poseían creencias religiosas, reflejadas en la
existencia de santuarios, relacionadas con divinidades guerreras y fuerzas de la
naturaleza. En el arte ibero es especialmente significativa la escultura, en las que
destacan obras como la dama de Elche y la de Baza.
Tartessos. Uno de estos pueblos iberos fundó el reino de Tartessos. Los
historiadores griegos lo sitúan entre las provincias de Huelva, Sevilla y Cádiz. Entre
sus características más destacadas podemos señalar la monarquía como forma de
gobierno, siendo Argantonio (“Hombre de plata”) el rey más conocido, aunque es muy
probable que este nombre se refiriese a una dinastía más que a un solo rey.
Los griegos. Los griegos llegaron en el siglo VIII a.C. Fundaron enclaves
en la parte norte de la costa mediterránea peninsular: Emporion
(Ampurias) y algunos en el sur: Mainake, cerca de Málaga. A partir del
siglo VI a.C., las continuas fricciones entre griegos y cartagineses
terminaron por desplazar a los griegos al norte peninsular.
Conquista del interior peninsular (197-31 a.C.). En esta segunda fase los
romanos planificaron la conquista de Hispania, nombre que dieron a la
Península, dominando durante el siglo II a.C. el centro y oeste peninsular,
habitado por pueblos celtíberos y lusitanos muy hostiles a los romanos.
Ejemplos de esta resistencia fueron el asedio a la ciudad celtíbera de
Numancia (133 a.C.), que duró trece meses, o la actividad guerrillera
contra los romanos del líder lusitano Viriato (139 a.C.), que finalmente fue
asesinado por sus propios generales, sobornados por Roma.
Entre los libres existían dos grandes grupos: los patricios (eran los
privilegiados) y la plebe. Los privilegiados lo formaban las capas más
altas, integrados por los grandes latifundistas, que ocupaban las
principales magistraturas; los caballeros, que integraban la oligarquía de
las ciudades; y los decuriones, que ocupaban los cargos municipales. El
otro grupo, la plebe, lo formaban los campesinos y los artesanos.
Los esclavos carecían de libertad y fueron utilizados en la minería, la
agricultura y las tareas domésticas. En una situación intermedia se
hallaban los libertos, esclavos que había conseguido la libertad.
LA ROMANIZACIÓN. Durante los siglos de presencia romana se llevó a cabo la
romanización, es decir los hispanos adoptaron el latín, el derecho romano, los
edificios -anfiteatros, templos o arcos de triunfo-, la religión romana, primero la pagana
-Júpiter, Venus, Marte- y luego cristiana a partir del 380, cuando se convirtió en
religión oficial del Imperio con el Edicto de Tesalónica por el emperador Teodosio
(precisamente, natural de Hispania). Fue un proceso de desigual intensidad según los
territorios: fue más fuerte en la franja mediterránea y el sur, pero menor en el norte
peninsular, debido al retraso de la conquista y a la menor presencia romana.
La intensa romanización de Hispania lo demuestra el hecho de que fue cuna de
intelectuales como Séneca y de emperadores como Trajano, Adriano y Teodosio.
FIN DEL IMPERIO ROMANO. En el siglo III d.C. el Imperio Romano entró en una
grave crisis económica, surgiendo problemas internos, como revueltas y saqueos, que
llevaron al empobrecimiento y abandono de las ciudades. Empezaron a entrar por las
fronteras del norte pueblos bárbaros o germánicos que fueron tomando el poder
lentamente hasta que en el año 476 el último emperador, Rómulo Augústulo, fue
depuesto, terminando la Antigüedad y comenzando la Edad Media.
A lo largo del siglo V pueblos bárbaros, como los vándalos, suevos y alanos, se
asentaron en Hispania sin una resistencia clara. Para frenarlos, los romanos pactaron
con los visigodos (otro pueblo bárbaro pero romanizado) que se asentaron en la
Península para controlar esas invasiones. Cuando el Imperio Romano desapareció, los
reyes visigodos asumieron el poder organizando un poderoso reino con capital en
Toledo, tratando de unificar la península Ibérica desde los Pirineos hasta Gibraltar.
Consiguieron expulsar a los vándalos y alanos, arrinconaron a los suevos en Galicia y
no pudieron evitar la ocupación de Andalucía por los bizantinos. Finalmente lograron la
unificación territorial de todo el territorio peninsular al someter al reino suevo y
expulsar a los bizantinos en el siglo VII. El reino visigodo duraría más de 250 años,
hasta el año 711, cuando la invasión musulmana lo hizo desaparecer.
Sin embargo, los visigodos y los antiguos habitantes hispanorromanos vivían
separados por la religión y por leyes distintas. En materia religiosa, los visigodos eran
arrianos (herejía que negaba la divinidad de Jesucristo) y la mayoría hispanorromana
era cristiana. En el año 589, con el objetivo de poner fin a las diferencias, el rey
Recaredo acepta el catolicismo y se consigue la unificación religiosa. En el 654,
Recesvinto promulga un código legal único para visigodos e hispanorromanos, el
Fuero Juzgo, logrando la unificación jurídica.
La monarquía visigoda era electiva y no hereditaria, lo que provocó multitud de
enfrentamientos cada vez que se elegía un rey. Estas luchas internas favorecieron que
cuando una facción nobiliaria partidaria del rey muerto, Witiza, no reconoció la
autoridad del nuevo rey, Don Rodrigo, pidiese ayuda a los musulmanes, recién
llegados al norte de África. En el 711 los musulmanes cruzaron el estrecho de
Gibraltar y derrotaron al rey Don Rodrigo en la batalla de Guadalete, lo que supuso el
fin del reino visigodo, tras 250 años de existencia.