La Migracion
La Migracion
La Migracion
A mi familia siempre.
Mi esposa es la artífice absoluta de esta historia, sin su sí,
esto no existiera.
Mis hijos, sin ellos sería difícil hacer realidad cada sueño
proyectado y cumplido.
Parte uno
El entorno de ese día fue perfecto, cada minuto que pasaba era
un solo canto a la esperanza, venían volando ya varios días y en
cada momento compartido solo surgían sueños en común y un
vuelo al más allá difícil de imaginar.
Tenían claro lo que cada uno quería, eran independientes y con
muchos vuelos que ya le habían marcado su camino a seguir.
Esto los afirmaba cada día más y les daba mayor seguridad
sobre lo que había comenzado, por causalidad y no casualidad,
ese día en que el macho, vio en ella una compañera perfecta
para un vuelo más largo y con un proyecto de nido que
seguramente terminaría en familia. El lugar y el momento los
hacía olvidar en momentos que el destino final era Bolivia, casi
que con tantas emociones y solo con estar volando juntos el
destino era lo menos importante, lo que valoraban era estar
juntos descubriéndose. El sol de esa mañana en el cerro los
impresionó, nunca antes habían amanecido en un lugar precioso
y lleno de naturaleza pura y con un entorno casi de un paraíso.
Retomaron el vuelo con destino ahora a Tilcara, para así tomar
fuerzas y llegar ya a la Quiaca para cruzar a Bolivia.
En pleno vuelo sobre la ladera de la sierra llegando a ese
pueblo, los sorprendió algo que no era habitual en la ruta, pero
entre el reflejo del sol y las sobras de los arbustos, no podían
saber bien de qué se trataba.
Fueron de a poco acercándose hasta llegar al lugar, ahí
observaron dos pichones muy chicos y solos en el medio del
camino, no sabían cómo actuar, sobrevolaron un instante y el
peligro para esos pichones era total, no se los veía con nadie,
estaban solos desprotegidos y la hembra con su instinto de
madre, miró al macho y se lanzaron hacia el camino en vuelo
rasante, cada uno de ellos recogió a uno y sin decir una palabra
cargaron con ellos. Sin querer ya eran familia, sin tener sus
propios pichones, pero esta adopción de dos extraños y
hermosos pichones les marcó el camino a un nido lleno de vida
y prosperidad para el futuro en el que juntos ya veían.
Claro les cambio el vuelo en un instante, esto nos hace de golpe
ver que en un minuto la vida nos sorprende y nos cambia todo
lo programado para bien o mal. Decidieron tomar un descanso
en el lugar más cercano en Tilcara. Se posaron cerca del pueblo,
donde debían ver cómo seguir ese vuelo de reconocimiento
mutuo que sin querer tenía nuevos integrantes. Lo primero fue
ver si eran macho o hembra y así darles un nombre, ya estaban
con ellos y no podían abandonarlos.
La sorpresa fue mayor cuando observaron que se trataba de una
parejita de macho y hembra que seguramente eran hermanos
por sus parecidos y ahí nomás le pusieron sus nombres en honor
al lugar donde estaban.
La hembra Til y el macho Cara. El vuelo les cambió para
siempre, el momento fue grato, pero el compromiso hacia esos
pichones les acotaba cualquier vuelo que antes sería un simple
vamos, a un volamos pero programamos ahora con ellos.
Nada los desvió de su final en La Quiaca.
Llegaron se encontraron con un pueblo de frontera, donde casi
siempre los visitantes hacen noche para cruzar al país vecino y
es así que los lugares eran pocos y muy concurridos.
Lugar muy agreste, poca vegetación y lugares que no
sorprendieron para nada.
Claro ese vuelo que venía siendo de una pareja de golondrinas
soñadoras y enamoradas, ahora con nuevos integrantes y
sumarle que eran pichones que se debían cuidar y contener.
Lograron poder acomodarse con ellos en un lugar en donde
podían, dejarlos al cuidado sin problemas y así poder volar el
lugar para cumplir con lo que ambos habían proyectado.
Nada que los atrajera demasiado, muchos lugares con gran
movida de mercancías y vistas poco agradables. Solo pasaron el
día, les dieron alimento a los pichones y la noche llegó más
temprano que tarde.
Pasaron la noche juntas, logrando dejar a los pichones en un
nido que prepararon improvisadas. Al día siguiente, retomaron
vuelo hacia Jujuy, el vuelo fue tranquilo y sin complicaciones,
los pichones se acompañaban uno con el otro y así las
golondrinas pudieron continuar con sus largos cánticos y
cotorreos que les daba en cada momento más y más aire de una
unión feliz. En cada Ciudad donde llegaban ya haciendo el
vuelo de regreso a Santiago del Estero, fueron parando para que
sus pichones pudieran alimentarse y así darles la atención que
ellos necesitaban.
La llegada al nido en donde se habían establecido era solo para
ellas, no había frente el parque lugar para sus pichones, fue así
que les prepararon un espacio en donde sería su lugar en el día a
día. Pasaron allí una estadía colmada de grandes expectativas,
grandes compañeros de vuelo y unos momentos en donde se
apoyaban cada uno en su labor diaria que compartían.
Los momentos fueron siempre agradables, solo que al correr de
los días, veían como el lugar le entregaba solo lindos
momentos, pero el proyecto al que habían venido en ese vuelo
de cambio de ciudad y unión entre ambos era sólo social.
De repente de la noche a la mañana el cambio de rumbo
económico les tocó muy fuerte, debiendo tomar una decisión
firme sobre qué hacer, en ese lugar, donde habían emigrado
para un vuelo súper programado y que ya era sin futuro
económico.
El alma de golondrina les dio la fuerza para no demorar la
decisión de programar un regreso a su Córdoba natal.
Lo primero fue sellar la unión, y así dar comienzo a un nido ya
unido por compromisos firmes entre ambos. Todo salió como lo
esperaban, sus amigos, familiares los acompañaron sellando ese
vuelo inicial en un sueño ya unido para siempre. (25 de mayo
2002)
El cambio de rumbo los hizo tomar una decisión definitiva de
volver a su ciudad de donde habían venido y así dejar atrás ese
vuelo cargado de esperanza y lleno de ilusión que los había
unido y afianzado como pareja.
Ella retornó primero a Córdoba, su nido estaba intacto, la gran
sorpresa era, que a ese nido, debían prepararlo para su primer
pichón que estaba en camino.
El macho se quedó terminando todo lo iniciado en Santiago del
Estero, para ya regresar también a la espera del primer pichón
junto. El nido de la hembra en el centro de la ciudad donde se
establecieron al regresar era súper agradable, solían pasar
momentos inolvidables desde el balcón observando la ciudad,
solían sobrevolar el parque y seguir proyectando, un futuro
maravilloso pero ahora ya con un pichón.
Pasaron los días y llegó el momento, nació un macho.
El nido cambió para siempre, los días eran eternos llenos de
aprendizajes en donde ella estaba totalmente dedicada a su
pichón y el macho haciendo vuelos de nuevos proyectos, ahora
con una familia que alimentar.
Pasaron allí años agradables y súper emocionantes, donde al
pichón, ella lo llevaba al parque y así hacía sus primeros vuelos
junto a un hermoso entorno de vegetación. Claro, la vida en la
altura de una gran ciudad no era lo ideal para el pichón, es así
que en las hermosas tardes, solían ir y volar juntos,
enseñándoles a su pichón ya los primeros vuelos de vida. Fue
un día de esos vuelos que observaron que al norte de la ciudad,
había grandes movimientos y les llegaron comentarios que era
un buen lugar para nuevas familias.
Los domingos, luego del almuerzo y cuando el pichón
despertaba de su descanso salieron a volar sobre ese lugar que
oían pero no conocían bien.
Se encontraron con un frondoso bosque, en el que surgían
nuevos nidos y sin dudarlo, vieron que allí sería el lugar
perfecto para un nido lleno de libertades para ese pichón que
debía crecer rodeado de naturaleza y vida natural.
El entorno maravilloso, la zona con proyección de futuro y su
alma de golondrina les hacía ver que era su próximo vuelo sin
equivocarse. El trabajo fue duro y el macho día a día visitaba el
lugar armando lo que sería un nido cargado de emociones.
Todo comenzó con tanta fuerza y ganas que fue un trabajo
diario inigualable, él desde el centro de la ciudad volaba a su
nuevo nido en construcción más de una vez al día, eso dio como
resultado que en 8 meses se terminará y se trasladaron allí.
La vida les cambió totalmente, mamá golondrina y su pichón
volaban a diario por este un campo totalmente natural, fueron
ellos los primeros en llegar ahí, los vecinos eran, muchas aves,
zorros, liebres, claro Til y Cara ya estaban también en su nuevo
hogar.
la vida del pichón fue inigualable, volar en tanta naturaleza lo
sorprendía cada día.
Todo el entorno era de gigantes árboles y colmado de
vegetación, comenzó a volar con nuevos amigos, todas
aventuras que nunca habrían podido en el nido del centro,
mamá golondrina salía por la mañana a cumplir sus
obligaciones y al regresar el pichón que quedaba al cuidado de
alguien mayor, lo encontraba con nuevas inquietudes y
recorrían por la tarde todo eso que él descubrió, siempre con la
compañía de Til y Cara.
El pichón fue creciendo y mamá golondrina lo comenzó a llevar
a un lugar donde ya compartía a diario con nuevos pichones
vuelos y nuevas experiencias.
El nido fue perfecto, el lugar elegido era un espacio indicado y
justo para que el nido siga creciendo con nuevos pichones.
Fue así que comenzaron a preparar el nido para darle al primer
pichón nuevos hermanos y programar allí una larga estadía.
Debieron programar muchas cosas, el invierno estaba por llegar
y esta oportunidad nada de nada los haría migrar.
Todo comenzó con un buen resguardo de alimentos para pasar
un invierno duro y con un cambio en los planes de toda
golondrina, que hace al año más de 70000 km en búsqueda de
un clima adecuado para ellas.
En esta oportunidad estaban enfrentando un desafío mayor,
permanecer en un lugar todo el año en pos de afianzar ese
proyecto que había comenzado hacía tiempo y del cual ya tenía
un pichón y se encaminaba a tener otro.
Ese año fue solo de preparación para lo que sería el próximo
abril la llegada del segundo pichón.
En este nuevo nido todo era maravilloso, un entorno súper
colmado de vegetación y nuevas familias que llegaban a
instalarse, dándole un brillo especial.
Fueron tres años de aprendizaje y llegó el día, Abril y la nueva
integrante llegó, fue hembra, el nido se llenó de luz nuevamente
y lo más lindo se tenía la parejita.
Este gran cambio en la vida de estas golondrinas sin moverse
para lograr establecerse y que todo fuese diferente a lo que es
común en esa especie, le dio un sentido especial.
Luego de ese encuentro donde el macho luchó por la unión,
insistiendo en sus inicios para unirse, había dado sus frutos.
Esto te enseña que lo que pretendes y quieres siempre lo
lograras.
Los esfuerzos valen y si son con sacrificio aún mucho más.
La nueva pichona llegó y hacia a la pareja, repensar sus vidas
para siempre, ya no podrían volar tras los cálidos momentos en
cada año, debían seguir preparándose para pasar los fuertes
fríos en un lugar que está cargado de amor y brillo de familia.
Las golondrinas volaban en búsqueda de esos calores
inigualables y al volver, se encontraban que la parejita que no
los acompañaba cada año seguía creciendo y luchando todo el
año en un lugar elegido solo por amor. En un vuelo de descanso
luego de un tiempo en que decidieron ir a Brasil en búsqueda de
ese calor que hacía años no tenían, fue hermoso, se instalaron
frente a la playa y en las alturas de un edificio armaron su nido
pasando unos días en familia súper bien.
Luego de años sin moverse, este vuelo los afianzaba en un
proyecto que habían hablado siempre, migrar al primer mundo.
Esto les daba una ilusión que les hacía crecer en cómo podría
ser ese vuelo a tantos kilómetros de su nido.
Todo ese inicio de proyecto quedó al olvido, la familia en pleno
crecimiento y la noticia del tercer pichón a punto de llegar.
Todo parecía un sueño luego de un año del nacimiento de la
pichona, llegaba un tercer pichón, muy seguido uno del otro
hacia prevenir un enorme trabajo con esta gran familia.
Ese verano nuevamente se preparó el nido para un duro
invierno por venir y con la llegada en pleno frío del tercer
pichón.
Así fue, fue pasando el verano, y el otoño ya prometía frío, duro
y seco. El nido se preparó con todo lo mejor para poder esperar
ese pichón que llegaría el día más frío del año y un frío que
hacía mucho no se había dado.
Claro que el frío era en esos momentos lo menos importante,
pero era para estas golondrinas que volaban siempre a lugares
cálidos, un tema especial y además con la llegada de su tercer
pichón. Transcurrían momentos de gran ilusión y situaciones
muy difíciles en un momento clave de ellos como familia, todo
había cambiado a nivel climático, dejaron atrás todo cambió por
la formación de una familia, que se estableciera firme y con un
solo propósito, la unión de ellos en un nido que ya dejara de ser
tan migratorio.
Claro esto en esa especie no es habitual, todas las compañeras
se preguntaban qué les había hecho hacer este gran cambio en
sus costumbres habituales.
Moraleja:
“cuando hay amor todo puede cambiar”.
En resumen de lo ocurrido en estos años, la propuesta se
formalizó, unieron nidos, tuvieron pichones y formaron un nido
en firme, todo estaba ya concreto y con un fiel convencimiento
que la intuición del macho al conocer la hembra, no había
fallado.
Fueron años formidables, mamá golondrina volaba con sus tres
pichones en todo momento que podía, les enseñaba cada día
nuevas técnicas de vuelo, los ayudaba permanentemente, ellos
fueron creciendo y descubriendo que de a poco podían ya
desprenderse de ella.
Comenzaron a formar sus grupos, el lugar ya pintaba que se
establecerán nuevas familias, el entorno de hermosos árboles,
vegetación perfecta para dar a rodar la vida de pichones que
pretenden de un lugar para así comenzar una vida llena de
experiencias.
Al correr los años fueron innovando con vuelos que los hacían
soñar en lo que la pareja llevaba adentro, migrar al nuevo
mundo.
Probaron con un vuelo, probaron con otro y así fueron
fortaleciendo la idea.
Los pichones crecieron, fueron preparándose y así hicieron sus
grupos.
En este camino de experiencias, papa golondrina, siempre
estaba iniciando vuelos que le daban esperanza de seguir en el
lugar y ya dejar de moverse de un lugar a otro como lo era su
esencia, los momentos no eran apropiados para migrar, con tres
pichones y sin saber que les tocaría en ese nuevo lugar.
Pero nunca dejo de soñar y pensar que sería lo mejor para sus
pichones y su vida de volador incansable.
Temporada tras temporada se reunía con sus compañeras de
vuelo y ellas le contaban lo bien que la pasaban del otro lado
del océano, lugares que le proporcionaban una vida diferente a
la que les daba el polo sur en cuando debían regresar por el
calor.
Ellas le contaban de todas sus nuevas vivencias cargadas de
entusiasmo y realidades que sin el cambio de estación jamás
volverían. Claro estamos ante una especie que su gran insignia
es el vuelo y la migración en búsqueda de tiempos tropicales y
procrear allí, para luego trasladarse nuevamente.
Sus vidas están marcadas por la migración permanente y así se
desarrollan.
Esta familia de golondrinas soñadoras ya había cambiado el
sentido de la especie, quedándose a tener sus pichones en el frío
polo sur.
Estas grandes charlas con sus amigas golondrinas que
regresaban del viejo mundo, les daba al papa golondrina una
nueva esperanza que si todo ordenaba y preparaba, su sueño no
se dejaría de cumplir y así les entregaría a sus pichones lo
anhelado.
Esta linda historia refleja la persistencia y búsqueda permanente
de dar forma al sueño. Todo fue programado y preparado por
papa golondrina durante años. Solo fue dejar pasar el tiempo y
con mamá golondrina encontrar ese momento que les entregara
la firme realidad que era el momento. Claro, siempre siguieron
volando en búsqueda de aquel lugar y momento, pero sin dejar
de dar todo en ese lugar que los unió y les entregó tres pichones
hermosos.
Parte dos