La Migracion

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LA MIGRACIÓN

Golondrinas que buscaban su lugar en el mundo.


Historia real de una familia
emigrada del polo sur al primer mundo.
2019-2021
La Eliana
Valencia- España
Tabla de Contenidos
Prólogo
Agradecimiento
Parte uno
Parte dos
Prólogo

H istoria real de una pareja que logró sus sueños y


objetivos, junto a sus hijos, reflejados en la imagen
de las golondrinas.
20 años de pasión y amor para dar un salto de mundo, en
búsqueda de una vida llena de esperanza y grandes
momentos.
Creatividad, asertividad, perseverancia… el secreto del
éxito en tres simples palabras.
Agradecimiento

A mi familia siempre.
Mi esposa es la artífice absoluta de esta historia, sin su sí,
esto no existiera.
Mis hijos, sin ellos sería difícil hacer realidad cada sueño
proyectado y cumplido.
Parte uno

E ra allá en el año 2000, cuando una pareja de


golondrinas jóvenes e inquietas, que solo al mirarse
e intercambiar sus primeros cantos, sintieron que
volar juntos sería apasionante y tendrían mucho por
descubrir.

Las golondrinas siempre han sido augurio de buena suerte


y prosperidad. Un nido de golondrina en nuestra casa se
considera para muchas culturas y creencias un símbolo de
cosas buenas. Una de ellas por ejemplo, el de que ese
hogar ha conseguido su fortuna y se ha construido desde la
honradez.
En un amanecer frío pero soleado en el polo sur, ellas se
encontraron. Fue así que comenzaron sus primeros vuelos,
descubriendo que algo en común tenían.
Sabían de su instinto de vuelo en búsqueda siempre del oeste
cálido y luminoso.
Pero también conocían cada uno en su interior que el sueño era
volar lejos en búsqueda de ese lugar mágico para algún día
formar una hermosa familia.
Al conocerse ambas estaban afincadas en el centro de la gran
ciudad, cada uno en un lugar distinto pero muy cerca uno del
otro. Al golondrina macho le gustaba siempre salir a distraerse
en lugares en donde el resplandor del sol lo acariciara junto al
lago más cercano.
La golondrina hembra era muy aplicada y se movía en lugares
donde la ciudad le daba lugar a estar con amigas y compartir
momentos que le daban cada día alegrías y le hacían pasar
momentos agradables, junto a su grupo de años de juventud.
Se fueron de a poco, encontrándo en lo alto de un edificio,
donde pasaban días de gran canto y mucho murmullo,
descubriéndose y viendo de a poco que estar juntos les
agradaba cada día más.
Los días y noches se hacían eternos, en sus vuelos diarios,
donde cada uno seguía su vida, fueron encontrando siempre un
tiempo en común para compartir.
Siempre el macho, volvía a su lugar, sintiendo pasar sus noches
con mucha nostalgia y notando más y más la necesidad de
compartir un mismo lugar con su nueva amiga. La hembra,
tenía unos días muy intensos y con compromisos que en
algunos casos le llevaban a retornar a su lugar, con agotamiento
y sin pensar en su soledad.
Ella era de un perfil donde su independencia le había dado
mucho y sus vuelos y migraciones a diferentes partes del
mundo la marcaron en no depender de nadie. Su nuevo
compañero, soñador gran volador, solo había emigrado a
diferentes lugares, pero solo en el polo sur.
Los momentos en que compartieron vuelo fueron siendo cada
día más seguidos en las alturas de la gran ciudad, El macho
buscó siempre como poder conquistarla del todo y así poder
comenzar unos vuelos juntos.
La hembra en cambio, reticente y muy independiente, no
aceptaba sus invitaciones, sólo que de a poco comenzó a
conocerlo y así empezar a compartir más momentos. El macho
insistente y persistente en sus vuelos al lugar de la hembra,
comenzó un trabajo de conquista, que los llevó a realizar un
vuelo nocturno, logrando que ella aceptara ya ser más
compañera y así intercambiar visitas, un día él venía a su nido y
otro ellas visita al de él.
El macho venía de un nido, donde tenía dos pichones, que los
visitaba a menudo y que compartía hermosos momentos de
padre. Los días transcurrían con
normalidad, cada uno de ellos seguía su actividad
independiente, logrando finalizarlo con grandes cánticos y así
conocerse más con un solo objetivo.
Unir sus nidos en uno.
Este proceso fue de varios meses y una interminable cantidad
de vuelos, donde uno le contaba al otro sus días y también sus
migraciones anteriores.
El macho inquieto y en búsqueda de nuevos vuelos, es atraído
por una ciudad cálida, al norte del país Argentina.
Ella en esos momentos tenía un vuelo a los fríos del primer
mundo, con su familia.
El macho siguió con su proyecto de vuelo al norte, sin dejar de
invitarla a compartirlo.
En esos días en que cada uno seguía su propio vuelo, el macho
fue al grano y le propuso encaminar un vuelo junto a ese lugar.
Ella sin dudarlo, dijo sí.
En pocos días con un entusiasmo mayor y esperanza de unión,
acomodaron sus nidos y dejándolo todo volaron a ese su nuevo
lugar, ya juntos.
Fue un largo vuelo, donde la noche los sorprendió, y debieron
hacer una parada en medio de las salinas grandes, esa noche fue
la primera donde compartieron el mejor momento desde que se
habían conocido.
Las salinas que en el día son extremadamente cálidas, en la
noche son frías y secas.
Eso hizo que juntos en un hermoso y agradable nido armado al
paso, con unas pequeñas hierbas, en la copa de un gran
quebracho blanco, se dieran el uno al otro su más tierno abrazo
para pasar la noche. El amanecer los sorprendió, la noche
emotiva y grata había terminado, el vuelo continuaba.
Intentaron avanzar a gran velocidad para alejarse de ese calor
intenso que el lugar irradiaba día a día, lograron con mucho
esfuerzo atravesar y así llegar a los primeros cerros colmados
de palmeras de Santiago del Estero.
Llegaron, buscaron un lugar alto y seguro, comenzaron con la
construcción de su primer nido ya unidos.
El lugar elegido era perfecto, alto, frente a un gran parque y a
pocos metros el gran río Salí, que impone una vista mágica de
un Santiago del Estero totalmente árido y seco. Comenzaron
sus primeros vuelos y así de a poco su nido ya se construyó. Lo
que ambos habían soñado el día en se conocieron ya era una
realidad.
Poco a poco fueron conociendo lugares, volaban juntos cada
día, se encontraron con amigos maravillosos con los que
compartían hermosos momentos y fueron de a poco armando
sus proyectos juntos. Una mañana el macho propuso hacer un
vuelo tratando de llegar a la frontera con Bolivia, era
apasionante poder cruzar completo el norte del país.
Ella que su pasión era volar y conocer nuevos lugares
automáticamente dijo si.
Nada los ataba, prepararon todo y allí partieron.
El viaje a la frontera era largo y su idea era aprovechar y hacer
diferentes visitas a las provincias que seguían a Santiago del
Estero. Comenzaron en Tucumán, allí al llegar buscaron un
lugar que los mantuviera lejos del murmullo, fue así que tras
varios vuelos sobre la ciudad y los cerros, entendieron que lo
mejor era buscar un lugar con buen entorno pero lejos de la
ciudad.
A lo lejos en un vuelo de reconocimiento, se dieron con un
lugar apasionante de grande vegetación, árboles de grandes
copas y en lo alto de la ciudad Tafi del Valle, lugar elegido por
los Tucumanos para sus días agobiantes de verano.
Allí encontraron la primera noche, entre cánticos y muchos
murmullos fueron entrando en confianza y se fueron relajando,
el día había sido intenso, el volar juntos ya los confortaba, era
una experiencia que les iba marcando la convivencia. Uno le
comentaba los otros vuelos realizados y vivencias personales
que hacían cada momento mágico e inigualable uno a otro.
La mañana los sorprendió, al despertar se dieron con un lugar
realmente agradable y colmado de lindos lugares, cerros,
vegetación, río y un entorno que daba para recorrerlo en varios
vuelos más. El objetivo era la frontera, había que seguir, pero
no antes de seguir el vuelo, regresaron a la ciudad donde al
sobrevolar el centro, se encontraron con una gran cantidad de
personas frente a una casa blanca, antigua y con grandes
banderas.
Al llegar se dieron con algo sorprendente y que ambos, se
preguntaron de que se trataría. Desde lejos veían a sus visitantes
como ingresaban y recorrían el edificio, saliendo a un hermoso
parque interior, donde todos hablaban entre sí.
Claro se trataba de la Casa Tucumán donde se declaró la
Independencia de las Provincias Unidas el 9 de Julio de 1816.
Lugar donde quien llega a esa ciudad difícilmente no la visite.
Una casa que no solo tiene encanto arquitectónico, sino historia
pura donde allí en 1816, los representantes de cada una de las
Provincias Unidas decidieron reunirse en Tucumán para
declarar la independencia de España y de cualquier otro país.
Fue allí donde firmaron el Acta de la Independencia.
Desde unos frondosos árboles en el interior de la casa,
observaban y no dejaban de sorprenderse de lo que
presenciaban, donde los hacía creer a ambos que esta
experiencia les hacía soñar en ese vuelo imaginario que cada
uno llevaba dentro y que todavía no se habían contado. La
hembra, tenía vuelos a diferentes continentes, su compromiso
era cumplir primero las obligaciones para luego en cada
momento que podía se acomodaba y volaba, con amigas que en
su situación la acompañaban, teniendo en su interior el sueño de
emprender el vuelo sin regresar a uno de esos lugares que los
observaba con gran futuro en años posteriores.
El macho en cambio, no tenía todavía la experiencia del nuevo
mundo, aunque en su corazón algo le decía lo que quería,
soñador, solitario y con miles de ilusiones, solo escuchaba la
experiencia de su compañera y empezaba a mirar cada día más
lejos.
El día se les pasó rápido, esta visita fue algo que les dio para
sus proyectos de vuelos a futuro una expectativa mayor. Los
hizo comenzar a pensar en lo que juntos podían llegar a volar.
La noche llegó de repente y no era ya momento de volver al
cerro, sobrevolaron la plaza principal de la ciudad y se dieron
con un lagar de altos árboles y exquisitas vistas, donde
disfrutaron sus interminables charlas hasta que el sueño los
atrapó.
El amanecer fue maravilloso, el macho salió y descubrió otros
lindos lugares que podían conocer, pero decidieron dejarlo para
otro vuelo al lugar, la meta era otra y debían seguir.
Les llevó todo el día en vuelo, fueron largas horas hasta llegar a
Salta.
Se encontraron con una ciudad maravillosa, donde la sorpresa
mayor fueron grandes reuniones donde se oía música muy
particular. Un sonar de cuerdas y un golpe que en algunos casos
las hacía tener miedo de llegar tan cerca, parecían tiros.
Era tan atractivo el formato de las reuniones que, no dudaron en
posar sobre un alto eucalipto y desde ahí si ya ver que se trataba
de personas con ropa muy particular, botas de piel y la música
era de dos instrumentos tradicionales uno de cuerdas la guitarra
y el otro de aire, llamado bombo, este es un instrumento
musical de percusión, de timbre muy grave aunque de tono
indeterminado. Debido a su sonido grave, se usa habitualmente
para marcar y mantener el pulso en diversos estilos de música.
Aquí en este caso la música era tradicional del lugar y se lo
llama folklore.
Fue súper atractivo e interesante poder compartir ese momento
y dejarse llevar por esos sonidos al momento en que se
conocieron. El día fue emocionante, el vuelo que comenzaron
juntos era ya una gran aventura, días de grandes momentos y
noches que se hacían interminables llenas de amor y con un
proyecto que se veía a lo lejos de gran augurio.
Claro el vuelo hacia la frontera seguía y muchos kilómetros aún
quedaban, así que decidieron dejar las visitas a varios lugares
que desde donde estaban asentadas les atraían.
Emprendieron el vuelo hacia Jujuy, allí debían establecer por
donde llegar a la frontera con Bolivia, así que directamente
fueron a la plaza principal para conocer cuál sería su vuelo más
directo. Luego de varios vuelos sobre la ciudad decidieron volar
sobre el cerro siete colores, donde se encuentra la villa de
Purmamarca, una de las postales más reconocidas del noroeste
argentino.
Esta postal natural los cautivo y no pudieron seguir ese día su
vuelo, se posaron sobre lo alto del cerro y comenzaron un
diálogo, lleno de ilusiones que solo el cerro pudo saber su fin al
terminar el día, fue el único testigo de esa pareja de golondrinas
ya totalmente enamoradas y acompañadas por ese deslumbrante
lugar el que compartió con ellas un momento de tremendas
emociones y cargado de pasión.
La noche llegó y allí. donde todo el día solo hablaron de sus
propios sueños y su futuro juntos se quedaron, eligieron un
pequeño peñón del cerro desde donde observaban como de a
poco esos tremendos colores se hacían cada momento más
oscuros y solo eran iluminados por pequeñas luces que desde la
villa comenzaron a prenderse.

El entorno de ese día fue perfecto, cada minuto que pasaba era
un solo canto a la esperanza, venían volando ya varios días y en
cada momento compartido solo surgían sueños en común y un
vuelo al más allá difícil de imaginar.
Tenían claro lo que cada uno quería, eran independientes y con
muchos vuelos que ya le habían marcado su camino a seguir.
Esto los afirmaba cada día más y les daba mayor seguridad
sobre lo que había comenzado, por causalidad y no casualidad,
ese día en que el macho, vio en ella una compañera perfecta
para un vuelo más largo y con un proyecto de nido que
seguramente terminaría en familia. El lugar y el momento los
hacía olvidar en momentos que el destino final era Bolivia, casi
que con tantas emociones y solo con estar volando juntos el
destino era lo menos importante, lo que valoraban era estar
juntos descubriéndose. El sol de esa mañana en el cerro los
impresionó, nunca antes habían amanecido en un lugar precioso
y lleno de naturaleza pura y con un entorno casi de un paraíso.
Retomaron el vuelo con destino ahora a Tilcara, para así tomar
fuerzas y llegar ya a la Quiaca para cruzar a Bolivia.
En pleno vuelo sobre la ladera de la sierra llegando a ese
pueblo, los sorprendió algo que no era habitual en la ruta, pero
entre el reflejo del sol y las sobras de los arbustos, no podían
saber bien de qué se trataba.
Fueron de a poco acercándose hasta llegar al lugar, ahí
observaron dos pichones muy chicos y solos en el medio del
camino, no sabían cómo actuar, sobrevolaron un instante y el
peligro para esos pichones era total, no se los veía con nadie,
estaban solos desprotegidos y la hembra con su instinto de
madre, miró al macho y se lanzaron hacia el camino en vuelo
rasante, cada uno de ellos recogió a uno y sin decir una palabra
cargaron con ellos. Sin querer ya eran familia, sin tener sus
propios pichones, pero esta adopción de dos extraños y
hermosos pichones les marcó el camino a un nido lleno de vida
y prosperidad para el futuro en el que juntos ya veían.
Claro les cambio el vuelo en un instante, esto nos hace de golpe
ver que en un minuto la vida nos sorprende y nos cambia todo
lo programado para bien o mal. Decidieron tomar un descanso
en el lugar más cercano en Tilcara. Se posaron cerca del pueblo,
donde debían ver cómo seguir ese vuelo de reconocimiento
mutuo que sin querer tenía nuevos integrantes. Lo primero fue
ver si eran macho o hembra y así darles un nombre, ya estaban
con ellos y no podían abandonarlos.
La sorpresa fue mayor cuando observaron que se trataba de una
parejita de macho y hembra que seguramente eran hermanos
por sus parecidos y ahí nomás le pusieron sus nombres en honor
al lugar donde estaban.
La hembra Til y el macho Cara. El vuelo les cambió para
siempre, el momento fue grato, pero el compromiso hacia esos
pichones les acotaba cualquier vuelo que antes sería un simple
vamos, a un volamos pero programamos ahora con ellos.
Nada los desvió de su final en La Quiaca.
Llegaron se encontraron con un pueblo de frontera, donde casi
siempre los visitantes hacen noche para cruzar al país vecino y
es así que los lugares eran pocos y muy concurridos.
Lugar muy agreste, poca vegetación y lugares que no
sorprendieron para nada.
Claro ese vuelo que venía siendo de una pareja de golondrinas
soñadoras y enamoradas, ahora con nuevos integrantes y
sumarle que eran pichones que se debían cuidar y contener.
Lograron poder acomodarse con ellos en un lugar en donde
podían, dejarlos al cuidado sin problemas y así poder volar el
lugar para cumplir con lo que ambos habían proyectado.
Nada que los atrajera demasiado, muchos lugares con gran
movida de mercancías y vistas poco agradables. Solo pasaron el
día, les dieron alimento a los pichones y la noche llegó más
temprano que tarde.
Pasaron la noche juntas, logrando dejar a los pichones en un
nido que prepararon improvisadas. Al día siguiente, retomaron
vuelo hacia Jujuy, el vuelo fue tranquilo y sin complicaciones,
los pichones se acompañaban uno con el otro y así las
golondrinas pudieron continuar con sus largos cánticos y
cotorreos que les daba en cada momento más y más aire de una
unión feliz. En cada Ciudad donde llegaban ya haciendo el
vuelo de regreso a Santiago del Estero, fueron parando para que
sus pichones pudieran alimentarse y así darles la atención que
ellos necesitaban.
La llegada al nido en donde se habían establecido era solo para
ellas, no había frente el parque lugar para sus pichones, fue así
que les prepararon un espacio en donde sería su lugar en el día a
día. Pasaron allí una estadía colmada de grandes expectativas,
grandes compañeros de vuelo y unos momentos en donde se
apoyaban cada uno en su labor diaria que compartían.
Los momentos fueron siempre agradables, solo que al correr de
los días, veían como el lugar le entregaba solo lindos
momentos, pero el proyecto al que habían venido en ese vuelo
de cambio de ciudad y unión entre ambos era sólo social.
De repente de la noche a la mañana el cambio de rumbo
económico les tocó muy fuerte, debiendo tomar una decisión
firme sobre qué hacer, en ese lugar, donde habían emigrado
para un vuelo súper programado y que ya era sin futuro
económico.
El alma de golondrina les dio la fuerza para no demorar la
decisión de programar un regreso a su Córdoba natal.
Lo primero fue sellar la unión, y así dar comienzo a un nido ya
unido por compromisos firmes entre ambos. Todo salió como lo
esperaban, sus amigos, familiares los acompañaron sellando ese
vuelo inicial en un sueño ya unido para siempre. (25 de mayo
2002)
El cambio de rumbo los hizo tomar una decisión definitiva de
volver a su ciudad de donde habían venido y así dejar atrás ese
vuelo cargado de esperanza y lleno de ilusión que los había
unido y afianzado como pareja.
Ella retornó primero a Córdoba, su nido estaba intacto, la gran
sorpresa era, que a ese nido, debían prepararlo para su primer
pichón que estaba en camino.
El macho se quedó terminando todo lo iniciado en Santiago del
Estero, para ya regresar también a la espera del primer pichón
junto. El nido de la hembra en el centro de la ciudad donde se
establecieron al regresar era súper agradable, solían pasar
momentos inolvidables desde el balcón observando la ciudad,
solían sobrevolar el parque y seguir proyectando, un futuro
maravilloso pero ahora ya con un pichón.
Pasaron los días y llegó el momento, nació un macho.
El nido cambió para siempre, los días eran eternos llenos de
aprendizajes en donde ella estaba totalmente dedicada a su
pichón y el macho haciendo vuelos de nuevos proyectos, ahora
con una familia que alimentar.
Pasaron allí años agradables y súper emocionantes, donde al
pichón, ella lo llevaba al parque y así hacía sus primeros vuelos
junto a un hermoso entorno de vegetación. Claro, la vida en la
altura de una gran ciudad no era lo ideal para el pichón, es así
que en las hermosas tardes, solían ir y volar juntos,
enseñándoles a su pichón ya los primeros vuelos de vida. Fue
un día de esos vuelos que observaron que al norte de la ciudad,
había grandes movimientos y les llegaron comentarios que era
un buen lugar para nuevas familias.
Los domingos, luego del almuerzo y cuando el pichón
despertaba de su descanso salieron a volar sobre ese lugar que
oían pero no conocían bien.
Se encontraron con un frondoso bosque, en el que surgían
nuevos nidos y sin dudarlo, vieron que allí sería el lugar
perfecto para un nido lleno de libertades para ese pichón que
debía crecer rodeado de naturaleza y vida natural.
El entorno maravilloso, la zona con proyección de futuro y su
alma de golondrina les hacía ver que era su próximo vuelo sin
equivocarse. El trabajo fue duro y el macho día a día visitaba el
lugar armando lo que sería un nido cargado de emociones.
Todo comenzó con tanta fuerza y ganas que fue un trabajo
diario inigualable, él desde el centro de la ciudad volaba a su
nuevo nido en construcción más de una vez al día, eso dio como
resultado que en 8 meses se terminará y se trasladaron allí.
La vida les cambió totalmente, mamá golondrina y su pichón
volaban a diario por este un campo totalmente natural, fueron
ellos los primeros en llegar ahí, los vecinos eran, muchas aves,
zorros, liebres, claro Til y Cara ya estaban también en su nuevo
hogar.
la vida del pichón fue inigualable, volar en tanta naturaleza lo
sorprendía cada día.
Todo el entorno era de gigantes árboles y colmado de
vegetación, comenzó a volar con nuevos amigos, todas
aventuras que nunca habrían podido en el nido del centro,
mamá golondrina salía por la mañana a cumplir sus
obligaciones y al regresar el pichón que quedaba al cuidado de
alguien mayor, lo encontraba con nuevas inquietudes y
recorrían por la tarde todo eso que él descubrió, siempre con la
compañía de Til y Cara.
El pichón fue creciendo y mamá golondrina lo comenzó a llevar
a un lugar donde ya compartía a diario con nuevos pichones
vuelos y nuevas experiencias.
El nido fue perfecto, el lugar elegido era un espacio indicado y
justo para que el nido siga creciendo con nuevos pichones.
Fue así que comenzaron a preparar el nido para darle al primer
pichón nuevos hermanos y programar allí una larga estadía.
Debieron programar muchas cosas, el invierno estaba por llegar
y esta oportunidad nada de nada los haría migrar.
Todo comenzó con un buen resguardo de alimentos para pasar
un invierno duro y con un cambio en los planes de toda
golondrina, que hace al año más de 70000 km en búsqueda de
un clima adecuado para ellas.
En esta oportunidad estaban enfrentando un desafío mayor,
permanecer en un lugar todo el año en pos de afianzar ese
proyecto que había comenzado hacía tiempo y del cual ya tenía
un pichón y se encaminaba a tener otro.
Ese año fue solo de preparación para lo que sería el próximo
abril la llegada del segundo pichón.
En este nuevo nido todo era maravilloso, un entorno súper
colmado de vegetación y nuevas familias que llegaban a
instalarse, dándole un brillo especial.
Fueron tres años de aprendizaje y llegó el día, Abril y la nueva
integrante llegó, fue hembra, el nido se llenó de luz nuevamente
y lo más lindo se tenía la parejita.
Este gran cambio en la vida de estas golondrinas sin moverse
para lograr establecerse y que todo fuese diferente a lo que es
común en esa especie, le dio un sentido especial.
Luego de ese encuentro donde el macho luchó por la unión,
insistiendo en sus inicios para unirse, había dado sus frutos.
Esto te enseña que lo que pretendes y quieres siempre lo
lograras.
Los esfuerzos valen y si son con sacrificio aún mucho más.
La nueva pichona llegó y hacia a la pareja, repensar sus vidas
para siempre, ya no podrían volar tras los cálidos momentos en
cada año, debían seguir preparándose para pasar los fuertes
fríos en un lugar que está cargado de amor y brillo de familia.
Las golondrinas volaban en búsqueda de esos calores
inigualables y al volver, se encontraban que la parejita que no
los acompañaba cada año seguía creciendo y luchando todo el
año en un lugar elegido solo por amor. En un vuelo de descanso
luego de un tiempo en que decidieron ir a Brasil en búsqueda de
ese calor que hacía años no tenían, fue hermoso, se instalaron
frente a la playa y en las alturas de un edificio armaron su nido
pasando unos días en familia súper bien.
Luego de años sin moverse, este vuelo los afianzaba en un
proyecto que habían hablado siempre, migrar al primer mundo.
Esto les daba una ilusión que les hacía crecer en cómo podría
ser ese vuelo a tantos kilómetros de su nido.
Todo ese inicio de proyecto quedó al olvido, la familia en pleno
crecimiento y la noticia del tercer pichón a punto de llegar.
Todo parecía un sueño luego de un año del nacimiento de la
pichona, llegaba un tercer pichón, muy seguido uno del otro
hacia prevenir un enorme trabajo con esta gran familia.
Ese verano nuevamente se preparó el nido para un duro
invierno por venir y con la llegada en pleno frío del tercer
pichón.
Así fue, fue pasando el verano, y el otoño ya prometía frío, duro
y seco. El nido se preparó con todo lo mejor para poder esperar
ese pichón que llegaría el día más frío del año y un frío que
hacía mucho no se había dado.
Claro que el frío era en esos momentos lo menos importante,
pero era para estas golondrinas que volaban siempre a lugares
cálidos, un tema especial y además con la llegada de su tercer
pichón. Transcurrían momentos de gran ilusión y situaciones
muy difíciles en un momento clave de ellos como familia, todo
había cambiado a nivel climático, dejaron atrás todo cambió por
la formación de una familia, que se estableciera firme y con un
solo propósito, la unión de ellos en un nido que ya dejara de ser
tan migratorio.
Claro esto en esa especie no es habitual, todas las compañeras
se preguntaban qué les había hecho hacer este gran cambio en
sus costumbres habituales.
Moraleja:
“cuando hay amor todo puede cambiar”.
En resumen de lo ocurrido en estos años, la propuesta se
formalizó, unieron nidos, tuvieron pichones y formaron un nido
en firme, todo estaba ya concreto y con un fiel convencimiento
que la intuición del macho al conocer la hembra, no había
fallado.
Fueron años formidables, mamá golondrina volaba con sus tres
pichones en todo momento que podía, les enseñaba cada día
nuevas técnicas de vuelo, los ayudaba permanentemente, ellos
fueron creciendo y descubriendo que de a poco podían ya
desprenderse de ella.
Comenzaron a formar sus grupos, el lugar ya pintaba que se
establecerán nuevas familias, el entorno de hermosos árboles,
vegetación perfecta para dar a rodar la vida de pichones que
pretenden de un lugar para así comenzar una vida llena de
experiencias.
Al correr los años fueron innovando con vuelos que los hacían
soñar en lo que la pareja llevaba adentro, migrar al nuevo
mundo.
Probaron con un vuelo, probaron con otro y así fueron
fortaleciendo la idea.
Los pichones crecieron, fueron preparándose y así hicieron sus
grupos.
En este camino de experiencias, papa golondrina, siempre
estaba iniciando vuelos que le daban esperanza de seguir en el
lugar y ya dejar de moverse de un lugar a otro como lo era su
esencia, los momentos no eran apropiados para migrar, con tres
pichones y sin saber que les tocaría en ese nuevo lugar.
Pero nunca dejo de soñar y pensar que sería lo mejor para sus
pichones y su vida de volador incansable.
Temporada tras temporada se reunía con sus compañeras de
vuelo y ellas le contaban lo bien que la pasaban del otro lado
del océano, lugares que le proporcionaban una vida diferente a
la que les daba el polo sur en cuando debían regresar por el
calor.
Ellas le contaban de todas sus nuevas vivencias cargadas de
entusiasmo y realidades que sin el cambio de estación jamás
volverían. Claro estamos ante una especie que su gran insignia
es el vuelo y la migración en búsqueda de tiempos tropicales y
procrear allí, para luego trasladarse nuevamente.
Sus vidas están marcadas por la migración permanente y así se
desarrollan.
Esta familia de golondrinas soñadoras ya había cambiado el
sentido de la especie, quedándose a tener sus pichones en el frío
polo sur.
Estas grandes charlas con sus amigas golondrinas que
regresaban del viejo mundo, les daba al papa golondrina una
nueva esperanza que si todo ordenaba y preparaba, su sueño no
se dejaría de cumplir y así les entregaría a sus pichones lo
anhelado.
Esta linda historia refleja la persistencia y búsqueda permanente
de dar forma al sueño. Todo fue programado y preparado por
papa golondrina durante años. Solo fue dejar pasar el tiempo y
con mamá golondrina encontrar ese momento que les entregara
la firme realidad que era el momento. Claro, siempre siguieron
volando en búsqueda de aquel lugar y momento, pero sin dejar
de dar todo en ese lugar que los unió y les entregó tres pichones
hermosos.
Parte dos

Esta familia ya consolidada con sus pichones creciendo, fueron


haciendo camino al andar.
Los pichones estaban ya afirmados en ese lugar tan particular y
elegido por la pareja.
El lugar daba para disfrutar vuelos maravillosos, donde se vivía
de aventuras permanentes, la mamá golondrina día tras día
realizaba sus tareas y papá golondrina ejercía sus obligaciones a
diario, pero sin dejar de mirar ese vuelo mágico que quería para
su familia.
Todo se proyectaba a no dejar el lugar por un largo tiempo, ya
que las obligaciones y compromisos eran imposibles de
dejarlos.
El alma de golondrina no dejaba de latir en el corazón de esta
pareja que solo al conocerse, ya pensaban en este proyecto
final.
Fueron días y años en que esta familia golondrina de alma,
disfrutaban cada vuelo, en sus vacaciones, en sus viajes
especiales y en cada vuelo que la familia emprendió en la época
que la golondrina busca ese clima que lo atrae.
Fueron muchos los vuelos que esta familia de golondrinas
encaraba, pero sin ver todavía en esos momentos el lugar
deseado. En un momento de gran movimiento en el vuelo de
esta familia, comenzaron a mirar el otro lado del mundo, como
el más seguro de los vuelos que ellos soñaban.
En medio de estos deseos, volaron hacia el este en un verano
que los atrajo, y comenzaron a mirar este sitio como un buen
lugar para el desarrollo de la familia y dándole a sus pichones
un nuevo perfil de vuelo. Regresaron de este vuelo y papá
golondrina volvió al lugar en búsqueda de lo que soñaban en la
familia. Voló al este nuevamente en pleno frío, encontrando un
lugar solo y sin vida para lo que la familia proyectaba.
De regreso y con una gran charla en familia se desistió de ese
vuelo y todo quedó puesto en seguir en el nido creado para la
familia.
Los años pasaban, los pichones crecen y esta pareja que soñaba
con conseguir su meta, supieron esperar y prepararse para
esperar el momento de ese gran sueño. Las experiencias
siguieron, fueron grandes vuelos en vacaciones y aprovechando
siempre el clima de verano que los hacía seguir pensando en el
cambio.
Siempre el vuelo era visto como valor a seguir tomando
experiencia y que los pichones siguieran experimentando
nuevas aventuras y momentos especiales que los marcaban en
su especie.
En el momento en que papá y mamá golondrina se conocieron,
debieron volar a lugares en el mundo y el viaje de papa
golondrina fue a Italia, donde lo marcó para siempre. La
frontera clara que ellos miraban era el mar, y el mar del otro
lado del mundo.
Para las otras golondrinas no era simple explicar lo que ellos
querían para su familia, y menos que menos en una comunidad
que no entendía de nuevos vuelos y menos que menos de este
tipo de vuelos, al viejo mundo.
Donde seria comenzar todo de cero como lo habían hecho en
ese lugar que todos habían preparado para siempre.
Papa golondrina, no dejaba de realizar vuelos y nuevas
aventuras en búsqueda de ese lugar tan soñado, siempre en cada
reunión él tocaba el tema de migrar y sus compañeros le pedían
explicación del por qué volver a ese mundo que hacía tiempo
dejaron atrás. Papá y mamá golondrina no dejaban un solo día
de emprender nuevos vuelos y seguir luchando por lo que les
tocaba, criar a sus pichones con educación y en un ámbito de
naturaleza pura.
Nada era fácil pero sin dar tregua seguían y seguían, con altos y
bajos que les hacían mirar ese mar de ilusiones, soñando en el
viejo mundo. Los días pasaban volando y ellos comenzaron a
sentir que cuanto más esperan más sería difícil mover a ese nido
ya tan consolidado, y más a sus pichones que cada día los
aferraba a ese nido tan bien hecho por ellos.
Compañeros, lugar y situaciones que les hacía muy difícil dejar.
Papá y mamá golondrina entonces comenzaron una tarea difícil
pero muy ordenada de comenzar a tratar el tema del gran vuelo
con más insistencia y más continuidad. Claro, lo importante era
cómo tratarlo y que nadie se sintiera invadido por una decisión
tajante y sin vuelta atrás.
Fue así que prepararon un vuelo de 35 días al viejo mundo
cargado de expectativas y preparados para mostrarle a los
pichones que el viejo mundo les caería muy bien y sería el lugar
que ellos soñaron para todos.
Lo más duro de explicar fue, el por qué volar en pleno invierno
europeo cuando sus vuelos eran siempre en búsqueda de ese
calorcito tropical.
La explicación fue simple, volamos en la época de más frío
para conocer lo duro del invierno y así proyectar un verano
apasionante, de mar, sol y playa.
En el camino a la preparación de ese vuelo todo era hablar del
viejo mundo y los beneficios que serían para ellos en el futuro.
Europa en un espacio de grandes y maravillosas oportunidades,
algo que en el sur no era fácil.
Estábamos en un continente muy lejano y las perspectivas para
ellos no serían las mismas.
Todo fue una fiesta, pleno verano en el sur emprendiendo un
vuelo al frío europeo, nada común en una especie muy
particular como la golondrina. Las decisiones que tomamos son
lo que nos define.
Es la forma de permitirnos ser lo que queremos ser.
Siempre supimos hacia dónde dirigirnos y que queríamos a
futuro, pero sabíamos que nada se puede hacer sin proyectar el
camino y hacer perfecto el plan.
Cada día sentíamos nuevas emociones como la savia cuando
despiertas en primavera.
Muy emocionado llegué un día a nuestro nido y les conté la
gran noticia.
¿Saben ustedes lo que ya tengo planeado?
No, respondieron los pichones. El viaje a Europa se comienza a
preparar.
Y sin mediar frase todos, dijeron que bueno, cuando?
El impulso que nos dio esa afirmación de los tres pichones nos
hizo mirarnos con mamá golondrina y que nos lanzamos de
lleno al proyecto de ejecución de ese gran vuelo.
Primero, preparamos un vuelo nosotros dos para conocer muy
bien donde nos instalaremos con el nuevo nido en un mundo
totalmente nuevo.
Fue así que aprovechando nuestro aniversario número 16 de esa
fecha clave 25 de mayo 2002, volamos hacia Europa, haciendo
un vuelo súper lindo, lleno de aventuras y cargado de
emociones. Llegamos a Italia y nos dirigimos hacia Venecia
allí, nos espera un recorrido maravilloso por hermosas ciudades
con costas súper lindas e interminable historia.
Sobrevolamos llegando hasta Croacia en un vuelo que nos hizo
llenar de alegría y sentir ese momento cuando emprendimos el
viaje al norte argentino, allá en el momento de conocernos.
Volamos solos, llevados por la pasión y una sola meta
conquistar Europa para luego traer los pichones.
El vuelo fue maravilloso y nos llenó por completo la idea que
ya habíamos comenzado a forjar. Mamá golondrina volvió a
nuestro nido a Argentina y yo me quede para realizar todos los
trámites que necesitábamos para la migración.
Ya en Europa estaba mi pichona más grande que había venido a
realizar todos los trámites primero para ella, una vez terminado
los papeles fuimos a volar sobre diferentes alternativas que nos
entregaron como buen lugar de residencia.
La sorpresa fue grande, no dábamos con un lugar que me
enamorara por completo, hasta que llegamos casi sin quererlo a
Valencia.
Teníamos tantas ganas de encontrar un lugar así que, la ilusión
de poder contar con lo que me había encontrado era total.
Esa noche, luego de haber llegado a Valencia y haber quedado
tan impactado pensé.
¿Cómo no arriesgar todo por esta posibilidad tan linda de un
cambio total en nuestras vidas?
¿En que podía variar la decisión? No había manera, la
esperanza de dar el salto era total y los más complicados eran
los pichones, que ya dieron el sí.
Les hable al otro día y les conté que una hermosa ciudad nos
esperaba para nuestro nido en Europa. Para darle valor a todo
esto, y ser más rápido de lo que todos imaginaban.
Volamos con mi pichona a donde teníamos nuestros papeles y
desde ahí regresé a Argentina.
Mi pichona inició su vuelo sola hacia un destino que ya había
preparado: Ibiza.
Al regresar al nido a Argentina, todos me esperaban con esa
ilusión de que todo estaría encaminado y el propósito está en
marcha.
Para los demás, papa golondrina estaba un poco apurado para
realizar este viaje, pero él está seguro que el cambio sería lo
mejor para el progreso de su nido y el crecimiento de sus
pichones en un lugar lleno de nuevas posibilidades. Él repetía
siempre, el éxito de encontrar lo buscado, no viene a ti, solo
atrévete y llegarás a la meta deseada.
Ellos sabían que unidos y con la convicción marcada por este
vuelo no encontraron ningún sendero marcado, solo sus
instintos les marcaron el camino correcto. Algo decía que haber
llegado hasta aquí era ya haber creído en sí mismo mucho.
Entonces, ya con un plan establecido de vuelo, retornaron con
mamá golondrina nuevamente a Valencia, en búsqueda de un
lugar definitivo para su nuevo nido. Al momento de atravesar
ese inmenso mar, ya los dos sentían sensaciones muy lindas, el
vuelo de toda la familia está cada día más cerca.
Lo primero que nos encantó fue llegar y encontrarse con una
ciudad llena de espacios verdes, gran vegetación, colmada de
huertas y para completar el paisaje, mar y montaña juntos.
Era el lugar perfecto, sus pichones tendrían todo para
desarrollarse y ellos lugares mágicos para realizar esos
hermosos vuelos con los que comenzaron esta linda historia.
Volaron por toda la ciudad de Valencia durante 20 días, el
principal propósito era encontrar el lugar adecuado para
establecer el nuevo nido.
Un vuelo tras otro día tras día les hacía ilusionar cada momento
más con lo encaminado y ya proyectado. Fueron días y noches
de gran diversión, solos y con una sola misión, el lugar
perfecto.
Sobrevolamos cada rincón de la ciudad, no dejamos nada por
recorrer, hicimos un plan perfecto y así fuimos descubriendo
lugares que jamás soñábamos.
Nos instalamos en lo alto de un gran edificio desde donde
seguíamos cada día el proceso, para saber donde sería el lugar
ideal para nuestro nido. Recorrimos playas, edificios históricos,
lugares que nos recomendaban y todo era maravilloso, un clima
que nos daba un placer solo al mencionarlo 300 días de sol al
año.
Tremendos espacios verdes, avenidas anchas, grandes árboles,
un Turia que dibujaba el entorno pintoresco de una ciudad
colmada de historia, sus acequias, huertas, la playa dentro de la
misma ciudad, una aventura que terminaría en lo deseado.
Luego de varios vuelos a diferentes lugares que cada uno nos
marcaba como el sitio perfecto, encontrábamos uno y mil
lugares que nos encantaba, en cada lugar algo nos parecía lo
ideal y siempre con una gran virtud en todos el verde y la gran
amplitud de sus espacios. Yo la llamo la ciudad de los 30
minutos, nada está a más tiempo que eso, mar, montaña, río,
centro de la ciudad, todo a 30 minutos. Casi podría decir que
puede llegar a ser el título de algún nuevo libro, Valencia la
ciudad de los 30 minutos. Claro, pero siempre hay uno que
impacta y llena por completo. Todas las mañanas desde el alto
de ese edificio en la ciudad donde habían ubicado nuestro nido
temporal para visitar cada lugar, volábamos a un sitio
referenciado o con particularidades de nuestros gustos, lo
primordial era conservar lo logrado en nuestro nido de 12 años,
y todo lo resignaremos menos eso.
Fue así que un gran amigo el Dr. Pablo Castro Peña nos
relaciono con un par de él aquí, quien nos marcó como punto
estratégico e ideal para nuestra familia, el norte de la ciudad.
Lo primero que me gustó fue el norte, porque en todo lugar del
mundo, las grandes ciudades crecen hacia el norte, porque, no
lo sé. Así fue que levantamos vuelo ese día hacia la ciudad
pueblo que este Sr nos indicó, solo al llegar y caminar sus calles
nos enamoramos más que el día que nos conocimos, fue
impactante, un pueblo verde, entorno de huertas, parque en el
centro, comunicación inigualable con la gran ciudad, metro,
bus, grandes centros comerciales y todo lo que nosotros
soñábamos para nuestros pichones que dijeron sí, sin saber
dónde vendrían.
Esto era lo que en este vuelo no podía fallar, nuestros pichones
deben tener el menor impacto de cambio posible y encontrarse
rápidamente con un entorno que los hiciera fortalecer.
La satisfacción de llegar aquí fue total y absoluta, La Eliana era
el lugar para nuestro nuevo nido, no había dudas.
Ese día nos volamos todo, no dejamos nada sin visitar y ver,
buscamos los mejores árboles y el mejor rinconcito para que
nuestro nuevo nido sea único e incomparable, principalmente
lleno de felicidad para los pichones. Volamos al centro,
volamos el barrio cerca del metro, volamos sobre el centro
comercial, nos posamos en la iglesia, observamos cada
movimiento y cada momento nos enamoraba más.
Posamos en un lugar hermoso, ese día donde nos relajamos y
sin dudarlo, dijimos es aquí.
Es maravilloso dar con resultados que llenen el alma, el vuelo
era largo, arriesgado y a un mundo totalmente nuevo, era por
todo esto que sentíamos haber dado con el lugar perfecto.
Claro, en este lado del océano, los nidos suelen ser pequeños o
súper grandes, las familias por lo general más de dos pichones
no tienen y casi siempre solo uno.
Esto nos hizo analizar el mejor camino, y a nuestra familia se
agregan dos pichones más, (sol y luna nuestras mascotas) que
también vendrían con nosotros en este vuelo, esta era una de las
condiciones más fuertes de nuestros pichones, vamos pero
todos.
Entonces a buscar lo ideal, volamos todo lugar en La Eliana,
parecía simple en ese momento, pero claro debíamos regresar a
Argentina y ahí programar cuándo estaríamos aquí.
Entonces todo lo visto hoy no servirá para cuando llegásemos.
Ese día concluía con uno de los mejores vuelos en nuestro viaje
para la búsqueda del nido perfecto en Europa.
Ese día el sol besaba el horizonte del pueblo como anunciando
que nuestro lugar estaba ahí, marcando el destino perfecto para
nuestro nuevo nido.
La tarde comenzó a caer y las nubes poblaron el cielo, el
horizonte comenzó a desaparecer y la noche nos empezó a
anunciar que debíamos volver a nuestro lugar en la ciudad.
El vuelo de regreso fue totalmente agradable, las tensiones
habían terminado y sentíamos una felicidad absoluta, no
podíamos creer que en un sólo lugar tendríamos todo para
nuestra familia.
Esa noche regresamos y decidimos salir de vuelo nocturno ya
sin la presión de los días anteriores, fue así que en la oscura
noche valenciana, un cobertizo antiguo y muy iluminado nos
llamó la atención, hacia allí nos acercamos, comenzamos a
volar más cerca y dimos con un mercado muy antiguo Mercado
Colon transformado en espacio de comida gourmet, posamos
sobre el cobertizo y de a poco fuimos arrimado, era una noche
especial muchas bodegas regionales presentaron sus vinos, así
que fuimos de la partida, gran degustación , un ambiente
inigualable y un entorno digno de una película, todo su entorno
poblado de edificios impecables, sus balcones iluminados, cada
uno identificado con colores acorde al estilo y unos portales de
ingreso colmados de grandes canteros llenos de verdes arbustos,
flores y un brillo que nos impactaron hasta más no poder.
Fue una noche inolvidable, relajados y con una meta ya
cubierta, nuestro lugar estaba elegido.
Regresamos al nido entrada ya la oscura noche, agotados pero
muy felices.
Al despertar el sol era de un brillo especial, parecía estar a tono
con nuestro camino, brillante y limpio sin nada que nos opacara
este vuelo. Ahora solo nos quedaba comenzar a volar la gran
ciudad, eran inagotables las sorpresas, donde volábamos algo
nos sorprendía, grandes espacios colmados de flores, avenidas
impolutas, plazas que además de tener todo para disfrutar,
también disponían de equipamiento para hacer ejercicios a sus
vecinos.
Y fue así que estando tan contentos y con todo lo deseado
encontrado retomamos nuestro vuelo a Argentina, en búsqueda
ya de una fecha determinante para ese gran vuelo familiar y un
cambio total para estas Golondrinas que se habían establecido
en un lugar a formar una familia y un nido hacía ya 16 años.
Los días transcurrían y el vuelo ya entraba en programación
definitiva, llegamos a Argentina los pichones súper bien y
esperando con grandes ilusiones todo lo que nosotros desde
Valencia les debíamos llevar.
Todo fue de momentos emotivos y una decisión implacable.
Nada había salido fuera del plan. A mediados de Diciembre,
comenzamos la gran preparación final, desarme del nido,
preparación de todo lo que debíamos llevar y sobre todo, un
trabajo muy fino de emociones y bagaje de tantos años allí.
Los pichones ya comenzaron a formalizar su despedida, era
para Junio, fecha clave para el gran vuelo, pero claro esto no
podía darse de sorpresa y sin poder ellos haber preparado todo.
La fecha era clave, nos esperaba un verano Europeo
maravilloso nuestra ilusión era grande y la de los pichones más.
El nido era demasiado grande y los años allí establecidos
marcaban su gran peso, nada fue fácil para llevar
adelante todo, pero al fin logramos cumplir los plazos y llegar a
la fecha con éxito.
El 3 de junio de 2019, fue el día elegido y así se cumplió, el
gran vuelo de esta familia de golondrinas en búsqueda de su
nuevo nido. Volamos de día, noche y logramos cruzar el gran
manto de agua hacia Europa con éxito.
El viejo mundo nos recibió con un día soleado maravilloso
lleno de reflejos, y principalmente con grandes ilusiones.
Entramos al viejo mundo por Madrid, y desde allí debíamos
volar a Valencia, nuestro destino final, La Cañada.
Este fue nuestro primer vuelo en tierras europeas, un viaje
cargado de emociones, paisajes maravillosos, nombres de
ciudades y pueblos llenos de historia, los pichones sorprendidos
de todo lo que a su alcance veían, en el alto de un cerro en la
Mancha la imagen imponente de un Toro, marcando su
territorio, grandes llanuras, preciosas montañas, llenas de
vegetación, multitud de terrazas que forman la mayor estrategia
en el sembrado, naranjos, grandes extensiones de vid, los
pichones estaban muy contentos, el vuelo era en un día limpio,
brillante, impecable el cielo, nada había salido mal. La tarde
nos empezó a apretar y el vuelo estaba recién a la mitad de ese
camino a La Cañada, por lo que veíamos llegaríamos de noche,
pero queríamos ya estar en el nido elegido para esta primera
etapa de 30 días, hasta encontrar el que creíamos sería el
definitivo.
Entrando ya a caer el sol en esas hermosas montañas dibujadas
por una vegetación fantástica, fuimos acelerando el vuelo y ya
preparando el desembarco en esa noche.
En muy pocas horas se nos fue el sol y ya entramos en tierra de
la Comunidad Valenciana, buscando el destino.
A lo lejos una imagen impoluta y maravillosa del mar nos
sorprendió a lo lejos, pero no teníamos tiempo, debíamos
rápidamente llegar así la noche no nos sorprendía de lleno. Sin
mucho más andar, a lo lejos el Aeropuerto de Manises y esas
tremendas aves de hierro que aterrizan y otras que despegaba,
nos indicaba que nuestro lugar está cerca.
Claro en minutos la noche se hizo fuerte y nuestro sentido de
orientación se iba perdiendo, hasta que sin querer en un
instante, el ingreso de La Cañada nos mostraba que ya
estábamos en nuestro nuevo nido.
Llegamos!!!
Fue el canto de uno de nuestros pichones, el lugar elegido era
un sueño, grandes árboles, todo verde, espacios de grandes
avenidas y un nido súper, para nuestra gran llegada.
El momento de todos estalló en emoción y gran alegría, el
vuelo se había concretado perfecto.
A cargar energía, cenamos y a dormir.
La primera noche en el viejo mundo de toda la familia.
Sueña, proyecta y ejecuta.
No hay mejor camino. Espero haber cumplido en este relato de
amor lo que vi en las golondrinas y reflejado nuestro instinto
movedizo, siempre mirando hacia algo nuevo y cálido.

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