Nelson. Que Mi Pueblo Adore Cap. 1

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Curso Ministerio de Adoración – Unidad I

Lectura: Nelson. Que mi Pueblo Adore. Capítulo 1

LA NATURALEZA DE LA ADORACIÓN

"La perfección se logra con práctica." En la actualidad hay que decir que es la
práctica perfecta lo que hace lo perfecto. ¿Quiere usted reflexionar en este antiguo
refrán mientras lo invito a juntarse conmigo para explorar la naturaleza de la
adoración?

El Salmo 95 exalta a Dios como la razón suprema para la adoración. Es una


invitación al pueblo de Dios a cantar gozosamente alabanzas en su honor. La
congregación es invitada a venir a su presencia con acción de gracias y confesión. El
salmista sabe de la naturaleza de la adoración cuando pronuncia estas conocidas
palabras:

Venid, adoremos y postrémonos; arrodillémonos delante de Jehová nuestro


Hacedor. Porque él es nuestro Dios; nosotros el pueblo de su prado, y ovejas de
su mano (Salmo 95:6, 7).

¿Cómo podría uno describir la adoración? A pesar de ser altamente subjetiva,


se la define de varias maneras. Pero se necesita un entendimiento fundamental de la
naturaleza de la experiencia de adorar como base para desarrollar un conocimiento de
la terminología relacionada con la adoración.

La Experiencia de Adoración

Adorar es, en primer lugar, una experiencia interior. Es la respuesta del ser
humano a la revelación de Dios por Jesucristo. Por eso, la adoración privada o
personal es natural y normal. Hay en la especie humana una sed y hambre espirituales
que nos empujan hacia Dios. El salmista expresó poéticamente este pensamiento,
"Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, el
alma mía" (Salmo 42:1).

La adoración cristiana glorifica a Dios en una relación directa entre los


adoradores y Dios, como es conocido por nosotros en y a través de Jesucristo. Como
una oración es una relación viva de hombre a Dios, la adoración es una experiencia
directa e interna con Dios. Se la puede considerar como una conversación entre el
adorador y el Señor. Como Martín Buber ha expresado, es una relación de "Tú y Yo"
entre Dios y nosotros mismos como sus humildes adoradores. El que adora debe
reconocer la magnificencia de Dios tanto como su presencia permanente; debe
reconocer la grandeza de Dios tanto como que él está a nuestro lado. La experiencia de

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adoración es aquella en que el que adora siente la santidad y majestad del Señor y
responde a sus requerimientos en obediencia y amor."

Si la afirmación de San Agustín es cierta, que el hombre es incurablemente


religioso, es porque el hombre fue creado a imagen y semejanza del Todopoderoso
Dios. Por eso, el fin principal del ser humano es glorificar a Dios en adoración,
servicio y en cada área de su existencia (Efesios 1:6, 12, 14). En la experiencia de
adorar, uno recibe visión, inspiración, guía y fortaleza para vivir una vida centrada en
Cristo.
La adoración es tanto individual como colectiva. El creyente que hace su
personal contribución al culto público recibe, en cambio, edificación y fuerza de
quienes adoran con él. Es mi convicción personal que el ministerio primario de la
iglesia es el culto público.

La congregación de creyentes debe experimentar la adoración antes de la


predicación, para que ésta sea significativa y eficaz. Se necesita una atmósfera de reve-
rencia cúltica para que la Palabra de Dios pueda hacerse carne en nuestros corazones.
Como Gaines S. Dobbins lo expresa: "Enseñar y predicar pueden ayudar a un conoci-
miento acerca de Dios, pero sólo la adoración hace posible conocer a Dios." No es
exagerado decir que la adoración es el corazón de la fe cristiana.

Dobbins describe algunos valores que logran aquellos que participan en la adoración.
Basado en esa afirmación encontramos:

1. La adoración crea una atmósfera de redención.


A pesar del pecado del ser humano, sobreabunda la santidad de Dios. El
pecado es una realidad; no es una invención de la mente humana. La iglesia no salva,
pero es a través de ella que la salvación por Cristo es conocida y recibida. La
adoración revela lo feo del pecado y la necesidad de un Salvador. La experiencia de
Isaías en el templo es un ejemplo del perdón de Dios durante la experiencia de adorar.

2. La adoración destaca el valor del individuo y su responsabilidad.


En el mundo de hoy es fácil para el individuo perderse entre la muchedumbre.
La gran congestión de las ciudades modernas puede hacer que la persona sienta que no
vale en la sociedad y que todo lo que haga con su vida no tiene mayor trascendencia.
No obstante, la fructífera experiencia de adoración destaca el sentido del valor y de la
dignidad personales. Como alma preciosa a los ojos del Señor, el que adora se siente
que está con él en los momentos de soledad de la vida.

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3. La adoración da perspectiva a la vida.


El nuestro es un mundo de incertidumbre y parece que no tiene propósito. La
gente parece andar a tientas, buscando un sentido para sus vidas. La vida se sale de
foco como una cámara fotográfica defectuosa. Aun los creyentes sienten confusión
algunas veces. La adoración permite al cristiano encontrar su destino y poder confiar
su camino al cuidado de las manos del Señor. Jesús responde a la ansiedad humana
diciendo:

Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os


serán añadidas. Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de
mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal (Mateo 6:33, 34).

4. La adoración da ocasión al compañerismo.


Debido al instinto gregario por el cual tiende a juntarse con otros de su especie,
el ser humano siente gran necesidad de compañía. Así, el culto de adoración le da la
oportunidad de juntarse con otros, y cubre así esta necesidad. Pablo estimula a la
iglesia en Filipos a unirse en Cristo, diciendo: "Completad mi gozo, sintiendo lo
mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo una misma cosa" (Filipenses
2:2).

5. La adoración educa.
Los discípulos reconocieron su necesidad de instrucción cuando fueron a Jesús
y le pidieron: "Señor, enséñanos a orar" (Lucas 11:1). Adorar es una expresión de
aprendizaje y aprender es necesario para adorar adecuadamente. La adoración, por lo
tanto, resulta en aprendizaje y el aprendizaje es necesario para adorar. También el
salmista reconoce la necesidad de ser enseñado por Dios que es el mejor maestro:

Una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré; que esté yo en la casa de


Jehová todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura de Jehová, y para
inquirir en su templo. Enséñame, oh Jehová, tu camino, y guíame por senda de rectitud
a causa de mis enemigos (Salmo 27:4, 11).

6. La adoración enriquece la personalidad y fortalece el carácter.


El espíritu que Dios puso en el ser humano es lo que le distingue y le hace
único. Cuando Jesús habla de "vida", la palabra que usa puede traducirse como
"personalidad". “. . . ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo y perdiere
su alma?" (Mateo 16:26). Personalidad es la integración de las cualidades físicas,
mentales, sociales, morales y espirituales del ser humano. Adorar estimula el
desarrollo de nuestra personalidad y fortalece nuestro carácter cristiano.

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7. La adoración da energía para el servicio.


La iglesia se reúne para alabar en la casa de Dios; después se esparce por el
mundo para servir al Señor. Sin adoración habría poca inspiración para el servicio; sin
servicio la adoración tendría poco mérito. También uno debe reconocer que la
adoración es una forma de servicio y el servicio rendido con la actitud apropiada es
una forma de adoración.

8. La adoración sostiene la esperanza de paz en el mundo.


El nuestro es un mundo de incertidumbre política, de ideologías opuestas entre
las superpotencias y el tercer mundo. El relativismo religioso, la decadencia moral, la
explosión demográfica, los problemas económicos mundiales por la inflación, hambre,
pobreza; la lucha por los derechos humanos y la lucha por la conquista de los recursos
naturales, tienen a la humanidad al borde de un conflicto mundial. Podemos estar
agradecidos de que la adoración tiene un efecto que calma los instintos y deseos del
alma humana. Ciertamente, la mayor empresa que tenemos en el mundo es la de traer
a todos a la verdadera adoración a Jesucristo, quien vino a traer paz con Dios, paz con
nosotros mismos y paz con todos los demás.

Terminología para la Adoración


Ya que la adoración tanto privada como pública es un encuentro personal e
íntimo con Dios en Cristo, ello hace casi imposible encontrar una definición precisa.
Destacados estudiosos y líderes de las iglesias han tratado de hacer definiciones que
sean satisfactorias para "adoración". La mayoría de las veces esos esfuerzos han dado
como resultado una profunda comprensión de la naturaleza de la experiencia de
adoración y no propiamente una definición completa. Como la adoración es una
experiencia espiritual en la que el que adora entra en comunicación espiritual con el
Dios tres veces Santo, esa relación entre Dios y el humano hace que nuestro lenguaje
resulte insuficiente para expresarla. Con todo, lo que sucede durante ese encuentro es
el punto de partida para desarrollar una comprensión posterior de su naturaleza.

1. El origen de la palabra "adoración" proviene de la dignidad de Dios.


La palabra "adoración" viene del latín y expresa la acción con que los "reyes
magos" rindieron culto al recién nacido Jesús. La palabra "adorar", por lo tanto,
significa "reverenciar" y honrar (con sumo honor) a Dios con el culto religioso que
merece. También significa "amar en extremo", "orar" (hacer oración). En la adoración
van implícitas las palabras "mérito, valía, consideración, importancia, dignidad,
excelencia, precio". Así que, la adoración significa reconocer y declarar la excelencia
de Dios. En ella, el creyente reconoce el supremo mérito de Dios, quien es el único

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digno de ser adorado. Dios es absolutamente digno; él es merecedor del más grande
reconocimiento. El salmista, con verdadera comprensión, declara:

Porque Jehová es Dios grande, y Rey grande sobre todos los dioses. Porque en
su mano están las profundidades de la tierra, y las alturas de los montes son
suyas. Suyo también el mar, pues él lo hizo; y sus manos formaron la tierra
seca. Venid, adoremos y postrémonos; arrodillémonos delante de Jehová nues-
tro Hacedor" (Salmo 95:3-6).

La adoración reclama la más alta muestra de reconocimiento que la raza


humana puede ofrecer a Dios.

2. El significado bíblico de "adoración" implica nuestra sumisión total a


Dios.
La palabra más frecuentemente usada para "adoración" en el Antiguo
Testamento es sacha, que significa "inclinarse, hacer reverencia". En el encuentro de
adoración, el que adora se postra simbólicamente o físicamente, según siente la
necesidad de hacerlo, ante la presencia de la majestad y santidad de Dios. El término
sacha conlleva la idea de una actitud de la mente y del cuerpo con la idea de adoración
religiosa, obediencia y servicio. Así, el que adora está en completo sometimiento
delante de Dios. La sumisión es iniciada por Dios: Dios actúa en el corazón del
creyente. La actitud reverente mantenida durante la adoración es el reconocimiento de
que Dios es Dios y digno de nuestro culto. Esta actitud está reflejada en la experiencia
del siervo Abraham al reconocer que Dios le había enviado a Rebeca, en la búsqueda
de una esposa para Isaac. El siervo "se inclinó, y adoró a Jehová" (Génesis 24:26).

Jesús debe haber usado el equivalente de la palabra sacha o proskuneó cuando


dijo a la mujer de Sicar: "Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad
es necesario que adoren" (Juan 4:24). La palabra griega que se traduce como
"adoración", proskuneó, quiere decir "besar hacia", "besar la mano" o "inclinarse" ante
otro, especialmente cuando se espera algo de vuelta. Otra vez, el cuadro es uno de
reverente temor, de postrarse hasta el polvo en completo sometimiento delante de
Dios. Por ejemplo, la madre de los hijos de Zebedeo vino a Jesús, arrodillándose
delante de él, y le pidió algo (Mateo 20:20).

3. La experiencia de adoración nos confronta con la gloria de Dios.


El término "gloria" es atribuido, en forma habitual, a Dios en el culto cristiano.
La palabra hebrea kabod se traduce "gloria" y significa el "honor" o el "peso de Dios".
Isaías vio la grandeza del Señor y dijo: "Toda la tierra está llena de su gloria" (Isaías

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6:3). La palabra griega doxa también se traduce "gloria" y significa que Dios es digno
de alabanza y honra. Doxa es la raíz de la palabra "doxología". Los ángeles cantaron
una doxología cuando exclamaron: "¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz,
buena voluntad para con los hombres!" (Lucas 2:14.) Doxa fue usada también para
denotar el esplendor (Juan 1:14) y el carácter de Dios (Romanos 3:23).

En Apocalipsis, Juan describe a los ángeles exaltando la dignidad del Cordero


inmolado, digno de recibir poder, riquezas, sabiduría, fortaleza, honra, gloria y
alabanza. En respuesta toda criatura responde:

Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la


gloria y el poder, por los siglos de los siglos (Apocalipsis 5:13).

Los cuatro seres vivientes agregaban una "coda" diciendo repetidamente:


"Amén" (5:14). Después de esto, Juan dice que los ancianos se inclinaban y adoraban.
El peso de la santidad de Dios hace inclinarse a tierra al que adora. La experiencia de
adoración también nos provee un nuevo sentido de la gloria de Dios.

4. La experiencia de adoración realza la importancia del servicio (liturgia).


El término liturgia se deriva de la palabra griega "leitourgia", traducida como
ministrar o servir. Es el resultado de la combinación de los vocablos leitos, "público"
(que procede de laos, que significa "gente", "pueblo"), y ergon, "trabajo". La
expresión "liturgia" pierde el sentido de ritualismo cuando se le da su natural sentido
como el ministerio o servicio de la gente. La palabra laos es el término griego
comúnmente traducido "laico, lego o seglar". De acuerdo con el apóstol Pablo, el
verdadero servicio a Dios es una vida de fe que muestra el fruto del Espíritu (Gálatas
5:22). Adoración parece ser el principal pensamiento en la exhortación de Pablo:

Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis
vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro
culto racional (Romanos 12:1).

El término leitourgia que Pablo usa, se traduce correctamente como "servicio


de adoración".

En algunas iglesias de hay el término "liturgia" ha llegado a significar la


participación de la congregación en la adoración y también en el "orden del culto". Por
el contrario, la tentación es del que dirige el culto de dominar el servicio al extremo de

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que leitourgia llega a ser mínima. Para que la adoración sea significativa la
congregación debe estar activamente involucrada en todo el proceso.

5. La experiencia de adoración está íntimamente relacionada con las


palabras "religión" y "culto".
El significado etimológico de la palabra "religión" es poco claro. La idea más
aceptada es que significa "reunir" con un ser superior. El término generalmente se
refiere al ser humano como el que toma la iniciativa. Sin embargo, en el contexto
cristiano, es Dios quien lo hace. El concepto parece denotar una aparente expresión de
adoración. Santiago dice:

La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los
huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del
mundo" (Santiago 1:27).

La más visible expresión de "religión" parece ir por lo menos en tres


direcciones: como culto o adoración, como doctrina o creencia y como
comportamiento o moral. Segler afirma que estas son formas de expresión o manifes-
taciones de religión. El concepto completo de religión está en las tres. El término
latino "culto" (de cultus) ha sido usado por mucho tiempo para definir el contenido y
práctica de la experiencia de adoración. Mowinckel define "culto" como:

Los sagrados actos y palabras socialmente establecidos y regulados en los


cuales el encuentro y comunión entre la congregación y la divinidad se
establece, desarrolla y consuma completamente.

Desafortunadamente el término "culto" se usa, a menudo, negativamente para


referirse a ciertas sectas no evangélicas. La adoración a Dios nos pone completamente
en comunión con él y esa "religión" halla su máxima expresión en determinadas
prácticas cúlticas.

6. La experiencia de adoración es el corazón del culto.


Rendir culto a Dios es comprometer tanto la mente como la voluntad en el
reconocimiento de la infinita perfección de Dios. La devoción interior se exterioriza
mediante la demostración máxima de afecto y entrega a Dios. La adoración llega a ser
la parte principal del culto porque el reconocimiento de la presencia de Dios refuerza
el sentido de su permanente compañía y cercanía del que adora. Aun cuando Dios está
separado de nosotros, está cercano para cuidar de los suyos.

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Adoración es reconocer el esplendor, maravilla y hermosura del Señor. El salmista, al


reconocer estos atributos de Dios, exclama: "Adorad a Jehová en la hermosura de la
santidad" (Salmo 29:2). Cuando uno ve la hermosura de Dios reflejada en el universo,
adora al creador y no a lo creado. Como ha dicho Evelyn Underhill: "La creación sólo
importa a causa de él." La grandeza inmensurable de Dios inspira al alma admiración
y da significado a la creación.

7. La experiencia de adoración es inseparable de la alabanza cristiana.


En el sentido cristiano, "alabar" no sólo significa magnificar o loar los
gloriosos atributos de Dios, sino también considerarlos como los valores más altos y
de mayor mérito. Alabar es un medio para expresar adoración cristiana. Adoramos a
Dios por lo que él es en toda su gloria. Le alabamos por todo lo que ha hecho en y a
través de Cristo Jesús, el Redentor y Reconciliador de la humanidad. Guía,
Consolador, Confortador y Defensor es aquel que es digno de la mayor alabanza y
adoración. Los primitivos cristianos estaban maravillados por el trabajo de Dios en la
salvación de la humanidad. Lucharon por entender el significado de la acción
redentora de Dios por Jesucristo. Su adoración la centraron en Jesús, la divina Palabra
hecha carne. En vista de que Dios cumplió todo en Cristo, esos creyentes le rindieron
agradecida alabanza.

8. La experiencia de adoración alcanza su culminación en el acto de


respuesta.
No es suficiente perderse en la contemplación de Dios, acerca de lo que él es y
de lo que ha hecho por la humanidad a través de Cristo. La verdadera adoración nos
motiva a la acción, la cual trasciende la contemplación. La hermosa experiencia de
Isaías en el templo llegó a su clímax cuando él, en un deliberado acto de respuesta
exclamó: "Heme aquí, envíame a mí" (Isaías 6:8).

Pocas personas del presente siglo han logrado un equilibrio tan significativo
entre la contemplación y la acción como Dag Hammarskjold. Su vida ha sido
sobresaliente por su dedicación al servicio de los demás a través de su puesto de
Secretario General de las Naciones Unidas. Hammarskjold declara: "En nuestra era el
camino de la santidad necesariamente pasa por el terreno de la acción." El secreto de
la fuerza de este hombre, que le permitió salir airoso de la arena política mundial, lo
dicen sus propias palabras:

Quien haya estado bajo la mano del Señor. . .cuán poderoso es con la fuerza de
Dios que está en él, porque él está en Dios.

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La adoración que Hammarskjold rindió a Dios fue la vivida a través de una vida de
servicio y fidelidad.

Resumen
¿Confirma su experiencia lo que dije al comienzo acerca de la naturaleza de la
adoración, que "la perfección se logra con práctica"? Usted ha logrado, según su
experiencia de adoración, un lenguaje para este estudio. Mi resumen le proveerá una
lista de chequeo con la cual usted puede determinar cuáles áreas de sus prácticas en el
terreno de la adoración son similares o no a las mías. Una marca o un signo de
pregunta (?) permitirá saber dónde estamos:

- Usted me ha convencido de que la adoración está en el corazón de mi fe en


Cristo. Dios ha puesto en mí la necesidad de adorarle como un verdadero
creyente. A través del acto de adorar, recibo permanente visión, inspiración,
guía y fortaleza para vivir mi vida centrada en Jesucristo.

¿Cuántos de los siguientes valores ha logrado en su experiencia de adoración?

• La adoración permite verme a la luz de la santidad de Dios.


• Una fructífera experiencia de adoración realza mi sentido de dignidad personal que
da perspectiva a mi vida.
• A través de la adoración tengo comunión con mi Dios y compañerismo con los
creyentes.
• De mi encuentro espiritual con Dios aprendo que mi carácter se afianza y que mi fe
crece, lo cual me da fuerza para el servicio cristiano.
• La adoración me permite ver en Cristo la respuesta a los conflictos del mundo.

Su experiencia en cuanto a las palabras que describen la adoración pueden ser


diferentes de las mías. Permítame sugerirle el uso de la siguiente lista de chequeo para
confirmar o comparar en qué vamos juntos en las definiciones de términos del tema
"adoración".

• La palabra "adoración" indica honor y el más alto grado de dignidad. A través de la


adoración los creyentes reconocen el supremo mérito de Dios.
• Los términos bíblicos más usados en adoración indican que ésta es un acto de
inclinación reverente o simbólica postración de mí mismo, delante de Dios. Esta
actitud incluye la de reverencia y sumisión expresadas en servicio cristiano.

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• La confusión que tenía con el concepto "liturgia" ya no constituye un problema,


porque ahora entiendo que la palabra significa "el trabajo de la gente". En otras
palabras, es la participación que las personas tienen en el acto de adorar. Todas las
iglesias tienen una u otra forma de liturgia. Ahora me doy cuenta de que la palabra
tiene mayor connotación que sólo la de una lectura responsoria impresa en el boletín
donde se anota el orden del culto.
• Estoy menos confundido con los términos "religión" y "culto". Por "religión" se
quieren decir o expresar las manifestaciones externas de la adoración. La religión
puede expresarse como culto o adoración, como doctrina o creencia y como
comportamiento o moral. El concepto completo de adoración está presente en cada
una de esas expresiones. El término "culto" se refiere al contenido y prácticas de la
experiencia de adoración. Se refiere a los santos actos regulados y establecidos por
la comunidad o grupo social, y a las palabras que se usan en la adoración.
• Ahora entiendo que "adoración" es un término bíblico muy relacionado con la
palabra "alabanza". Es una palabra que expresa una actitud interna y mental de un
deseo de reconocer la infinita perfección de Dios. La alabanza cristiana es la
expresión externa de la adoración que motiva la acción de gracias, confesión de
pecados, intercesión, sumisión, rendición y servicio.
• Usted ha sacudido mi conciencia recordándome que la adoración está incompleta
hasta que me guíe a un acto de "respuesta". Ahora puedo ver la adoración en el gran
contexto de mi "respuesta-habilidad" como cristiano. Gracias por forzarme a ir más
allá del santuario, así como por hacer de mi vida "liturgia", un servicio de adoración.

Es mi esperanza que los signos de preguntas que usted ha puesto en la lista


sean aclarados en los capítulos que vienen a continuación. Habiéndonos concentrado
inicialmente en la "extensión" del estudio, usted no será sorprendido cuando nuestros
próximos pasos nos lleven a las "profundidades del fondo teológico".

¡Aquí vamos! ¡Respire hondo!

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