Jose Luis Moreno Historia de La Familia
Jose Luis Moreno Historia de La Familia
Jose Luis Moreno Historia de La Familia
diciembre 2004
1
Estudios Migratorios Latinoamericanos es una revista cuatrimestral
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447
estudios
migratorios
latinoamericanos
AÑO 18 DICIEMBRE 2004 NUMERO 55
Indice
ARTICULOS
425
NOTAS Y COMENTARIOS
CRITICAS BIBLIOGRAFICAS
426
críticas bibliográficas
MORENO, José Luis, Historia de la familia en el Río de la Plata, Buenos Aires, Edi-
torial Sudamericana, 2004, 313 p.
1
DAVID KERTZER y MARZIO BARBAGLI (comp.), Historia de la familia europea, vo-
lumen 1. La vida familiar a principios de la era moderna (1500-1789), Barcelona, Paidós,
2002 e Historia de la familia europea, volumen 2. La vida familiar desde la Revolución
Francesa hasta la Primera Guerra Mundial (1789-1913), Barcelona, Paidós, 2003.
428
el impacto en la vida de los niños de un mundo inestable, de gran
mortalidad y alta movilidad y ofrece una interesante hipótesis sobre
el papel de los jueces de menores en la promoción de los derechos de
los niños. El tercer capítulo trata sobre la familia en el marco de la
expansión de la frontera pampeana, donde se reconocen los frutos de
los estudios agrarios y de las migraciones que el propio autor ha pro-
tagonizado. El análisis muestra el rol central que jugó la familia en la
ocupación del territorio, la sobrevivencia, la sociabilidad y la estruc-
turas de poder en un contexto de alta movilidad social y geográfica
que dio lugar al surgimiento de una “sociedad de frontera”. En este
espacio se expresa en toda su envergadura la tensión entre el “deber
ser” del modelo católico y la “realidad” de las pautas de liberalidad
sexual, amancebamiento y “amistades ilíticas”. En el capítulo cuatro,
las disputas y la violencia familiar en el área bonaerense constituyen
un rico punto de observación para tratar las costumbres, la moral y
las relaciones de poder en términos de relaciones de género y entre
generaciones. A partir de un corpus documental de expedientes judi-
ciales se aborda el sistema de valores y las prácticas familiares y el
problema de la intervención del Estado en las disputas domésticas.
El capítulo siguiente compone un cuadro de la realidad de las fami-
lias con anterioridad a la inmigración masiva, a mediados del siglo
XIX. Mediante las memorias de Lucio Mansilla se retrata la vida de
las familias de la elite y con la investigación de Beatriz Bragoni 2
se aborda las estrategias familiares para controlar la economía y la
política en el marco del proceso de constitución de las elites provin-
ciales. Esta sección es seguida por otra dedicada a la inmigración
temprana en el espacio pampeano, reforzando la idea del rol decisivo
de la familia en el proceso de colonización. Los dos últimos capítu-
los están dedicados al período comprendido desde la organización na-
cional hasta el primer peronismo. El primero de ellos está enfocado al
surgimiento de una pauta nuclear y de fecundidad reducida, entendi-
da como resultado de la inmigración y la urbanización en la organi-
zación de las familias en clave germaniana. En esa dirección, se pro-
pone la formación de un modelo de clase media, apuntalado por el
ideal de ascenso social y por la construcción de la maternidad co-
mo condición femenina, en sintonía con Eduardo Míguez y Marcela
Nari 3. Moreno sostiene que la inmigración significó un proceso de
europeización del modelo de familia aunque también muestra la exis-
tencia de diferentes formas de organización de las familias inmigran-
tes. En el último capítulo, abierto con un análisis de las ideas de Ale-
2
BEATRIZ BRAGONI, Los hijos de la revolución. Familia, negocios y poder en Mendoza en
el siglo XIX, Buenos Aires, Taurus, 1999.
3
EDUARDO MÍGUEZ, “Familias de clase media: la formación de un modelo” en FERNAN-
DO DEVOTO - MARTA MADERO, (dir.), Historia de la vida privada en Argentina. La
Argentina plural (1870-1930), Buenos Aires, Santillana,1999, pp. 21-46. MARCELA
NARI, Las políticas de la maternidad y maternalismo político. Buenos Aires, 1890-1940,
Tesis de Doctorado, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, inédito,
2000.
429
jandro Bunge en contrapunto con Gino Germani, se realiza un repaso
de la “modernización” de la familia, prestando especial atención a la
situación de la infancia. Esta mirada se complementa con un atento
registro de la diversidad de prácticas familiares ajenas a las pautas
modernas, evidentes en la persistencia de los altos índices de ilegiti-
midad en el interior del país que, según el autor, podría cuestionar la
noción de familia nuclear. En contraste con ésta también se ubican
los patrones de las familias de la elite, generalmente, católicas y de
alta natalidad. Finalmente, un epílogo resume las conclusiones, un
glosario define ciertos términos conceptuales y el apéndice bibliográ-
fico remite a los insumos de la literatura y las fuentes documentales
de referencia para la obra. A lo largo de este itinerario, Moreno se
desplaza de una dimensión a otra de la familia: contempla la organiza-
ción doméstica, la relación entre la familia con el orden social y polí-
tico, los sistemas de parentesco y el espacio de la vida privada. A la
riqueza de este esfuerzo por trascender la parcelación de los enfo-
ques, se suma un interés marcado por la diversidad de formas fami-
liares en relación con los distintos sectores sociales, nichos ecológicos
y tradiciones culturales y una atenta lectura de la historiografía euro-
pea pensada a partir de las peculiaridades latinoamericanas.
Tras este ambicioso proyecto es posible encontrar algunos dese-
quilibrios o impulsos contradictorios. En primer término puede detec-
tarse una tensión entre los requisitos de generalidad de una obra de
síntesis y la tentación del historiador por el análisis de filigrana y de
primera mano, que no puede explicarse solamente por la necesidad de
cubrir las lagunas de nuestros actuales conocimientos sobre la fami-
lia. Probablemente, esta tensión haya contribuido a producir un efec-
to de a-temporalidad en algunos tramos, donde los lectores de la dis-
ciplina extrañarán el aparato erudito y el público no especializado
podría reclamar coordenadas más explícitas. El conflicto entre la ge-
neralidad y la particularidad es visible también en los recortes crono-
lógicos y geográficos. Los grandes protagonistas de esta historia son
el escenario bonaerense, como sostiene el autor en la introducción, y
el período comprendido entre fines del siglo XVIII y mediados del
XIX al que están dedicados casi íntegramente cuatro de los siete ca-
pítulos. Este desequilibrio afecta especialmente el tratamiento del
siglo XX, reducido a escasas décadas y resuelto en un solo capítulo
en el que están ausentes muchos de los desarrollos de las investiga-
ciones producidos en la última década que hubieran permitido propo-
ner una mirada interesante de los rápidos y contradictorios cambios
de esta etapa. En segundo lugar, puede percibirse una especie de con-
tienda irresuelta entre el historiador social y el historiador de la fa-
milia expresada en las numerosas páginas introductorias donde el pri-
mero gana la partida con explicaciones políticas, sociales y econó-
micas que compiten con las que refieren a los fenómenos familiares
y que en cierto modo quedan desgajadas del contexto. Por último,
es notoria la dificultad implícita de contemplar la multiplicidad de
dimensiones de la familia y mantener un eje argumental o problemá-
tico. De allí que la obra exija al lector pasar continuamente de un pla-
no a otro de análisis y requiera una lectura atenta para ordenar las su-
gerentes hipótesis que contiene.
430
Justamente, en ese sentido el libro puede ser considerado una
agenda historiográfica para el estudio de la familia. En esa agenda,
la existencia de un doble modelo o patrón familiar definido por el
modelo católico y el de la liberalidad sexual de la vida de la “socie-
dad de frontera” debe inscribirse en primer término. En este marco
de cuestiones, Moreno considera que estos dos patrones convivieron
y se relacionaron, proponiendo pensar los “vasos comunicantes” en-
tre ambos modelos. En relación con este problema, la ilegitimidad de
los vínculos filiales y de pareja asume una entidad propia. Los naci-
mientos ilegítimos y el concubinato no sólo expresan la existencia
de patrones familiares disímiles de la normatividad social sino tam-
bién constituyen un fértil camino para encontrar los rasgos peculia-
res que fueron adquiriendo las dinámicas familiares en los distintos
momentos históricos, sectores sociales y tradiciones culturales. La
articulación entre la familia y el Estado constituye otro de los pro-
blemas centrales a examinar. En ese sentido, cobra particular interés
la idea de que el aparato judicial si bien evitó desafiar la autoridad
del varón y de los sectores más poderosos, estuvo atravesado por
contradicciones y fue prisionero de un conjunto de valores en plena
mutación y que, incluso, en algunos casos los jueces contribuyeron
al proceso de cambio. Otra línea fértil destacada por Moreno radica
en pensar las transformaciones que la revolución y las guerras del
siglo XIX pudieron haber significado no sólo en las prácticas sino
también en las ideas y valores acerca de la familia.
A esta agenda de problemas puede sumarse otra relacionada con
enfoques y perspectivas. En ese sentido la visión caleidoscópica, si
bien pone al descubierto ciertos desequilibrios, también ofrece una
perspectiva compleja y poderosa en matices. En ese sentido, debe
subrayarse la preocupación sostenida por evidenciar la diversidad de
formas familiares, retratar a los sectores populares y a la elite, a los
inmigrantes y a las familias del interior, la vida de las mujeres y de
los varones, la experiencia de los niños y la de los jóvenes. También
resulta especialmente valiosa la mirada de la familia como espacio
que define jerarquías, lugar de conflictos y violencias que resultan
reveladoras no sólo de las situaciones límites sino también de las
que eran concebidas normales y corrientes. No menos interesante
es la atención puesta en la situación de la infancia y la mujer, y los
intentos por pensar la masculinidad, que enriquecen el análisis tanto
de los fenómenos del mundo de lo privado como del escenario pú-
blico, mostrando la imbricación entre uno y otro.
En suma, la Historia de la familia en el Río de la Plata por sus
hipótesis, enfoques y perspectivas se convertirá en una obra de refe-
rencia indispensable de un campo en construcción. Pero también en
una compuerta para todos los lectores interesados en dejar atrás las
nostálgicas imágenes de la familia extendida y tradicional y en co-
nocer las variadas paletas de la vida familiar en el pasado.
ISABELLA COSSE
Udesa
431
FERNANDO J. DEVOTO, Historia de la inmigración en la Argentina. Con un apén-
dice sobre la inmigración limítrofe por Roberto Benencia, Buenos Aires, Editorial
Sudamericana, 2003, 527 páginas.
432
él, como trasluce en la individualización y el tratamiento de los prin-
cipales temas de una investigación en la que se destacan sus dotes
para el análisis tanto como para la síntesis. Como buen profesor de
Teoría e Historia de la Historiografía (en la Universidad de Buenos
Aires), aprovecha en esta ocasión sus vastos conocimientos no sólo
de historiador de las migraciones internacionales, sino de las ideas y
movimientos políticos que lo han hecho conocido en Italia, por limi-
tarnos a ese país, incluso antes de que publicara en Nápoles, hace
diez años, un óptimo ensayo interpretativo sobre Le migrazione ita-
liane in Argentina, o antes de que apareciese, en 2002 en Buenos
Aires, una estimulante historia «política» de su país natal (Naciona-
lismo, fascismo y tradicionalismo en la Argentina moderna).
Un perfil problemático, pero persuasivo, de cómo se constituyó
la Argentina, ideológica y materialmente, en el arco de los últimos
doscientos años y aún más allá, entrelazando la propia parábola so-
cial y estatal con las experiencias de millones y millones de inmi-
grantes europeos y asiáticos que llegaron a sus orillas a lo largo del
tiempo, sólo podía ser brindado por él, en el punto culminante (aun-
que no está dicho aún que sea tal) de una laboriosa carrera de inte-
lectual y de estudioso: la misma que desde hace tiempo le ve empe-
ñado en el frente de la organización cultural (piénsese en la revista
Estudios Migratorios Latinoamericanos, cuya actividad coordina
desde su fundación en 1985), y como es obvio, en el de la enseñan-
za. Profesor visitante en numerosas universidades europeas y ameri-
canas, en casa en Italia (desciende, además, de una familia de viejos
emigrantes genoveses), pero también en Francia y en España, atento
a la producción anglosajona y en particular de los Estados Unidos,
sin complejos de inferioridad frente a las ciencias sociales (lamen-
tando a ratos en ellas una cierta falta de «sensatez»…), puede decirse
que con este fresco no sólo ha colmado una laguna existente en Ar-
gentina y sobre la Argentina, sino que ha ofrecido a todos un ejem-
plo de método y de escritura difícil de olvidar. No era un objetivo
pequeño, y se ha alcanzado. No era una empresa de fácil realiza-
ción, y ha sido realizada: algo que no sucede a menudo con un libro
de amplia síntesis, pero de corte académico y científico, y que me-
rece por lo tanto ser destacado positivamente, aun si causa al infor-
tunado comentarista, que además dispone sólo de un número limita-
do de páginas, una grave carga y el riesgo, casi descontado, de no
resultar a la altura, en una recensión que sin embargo debe intentar,
de una obra candidata a imponerse en el panorama disciplinar com-
partido y destinada a «durar».
La densidad de pensamiento y la fineza de los razonamientos
propedéuticos, por sí mismos, causan ya asombro. Hojeando las cin-
cuenta primeras páginas («Enfocar, delimitar, periodizar») nos en-
frentamos con un concentrado de puntualizaciones y definiciones,
comenzando por la de «inmigrante», que no dejan escapatoria y que
provocan inmediatamente, por así decirlo, la reflexión. Devoto se
mueve con soltura, pero sobre todo con rigor, en la maraña termi-
nológica y al mismo tiempo conceptual que caracteriza desde
siempre a la disciplina, y para disolver la congénita ambigüedad aso-
ciada a las figuras (con frecuencia superpuestas) de emigrantes y
433
exiliados, de fugitivos y refugiados, de pioneros y colonos, de inmi-
grantes de paso e inmigrantes sine animo redeundi, de turistas y via-
jeros, propone una lectura intrigante, pero casi siempre persuasiva y
compartible que obedece a la regla primera de su –y nuestro– oficio.
Es en el respeto al tiempo, a sus escanciones, en la individualización
de la distancia entre realidad y representación en cada período, en la
continua taracea de las perspectivas (de escala, como se decía, de
género, de generación, etcétera) que toma forma un primer encuadre
del problema histórico constituido por el nacimiento de una nación
que está en contacto con y lleva en sus espaldas los movimientos
migratorios, de élite primero y de masas después, que forjan su fiso-
nomía no sólo demográfica. El sucederse de los primeros aportes
ya entre el Setecientos y el Ochocientos –que están lejos de ser
simples y gruesas «oleadas»– de una moderna emigración, mezclan,
en el período tardo colonial, la congerie de comerciantes y de fun-
cionarios de la corona (militares, burócratas, empleados) con las pri-
meras emergencias de un nuevo tipo de «hombres en fuga» de Eu-
ropa, obligados a afluir cada vez en mayor número al Plata, a causa
de las persecuciones políticas o de las amenazas o las acciones efec-
tivas antiliberales en el viejo continente. Si bien la parte verdadera-
mente más antigua de un fenómeno cuyos orígenes se retrotraen co-
rrectamente a los tiempos de la movilidad territorial de antiguo régi-
men no autoriza la exclusión posterior absoluta, dentro del número
de inmigrantes, ni de los «ministeriales» españoles ni de los «viaje-
ros» y comerciantes de diversas nacionalidades en condiciones ya de
dar vida, en particular en Buenos Aires, a comunidades pequeñas, pe-
ro reconocibles, Devoto los distingue de las filas de aquellos exilia-
dos de la primera y la segunda horas que anticipan o acompañan el
proceso independentista y la prolongada fase de asentamiento del
Estado argentino que de hecho sólo concluye a fines de la década de
1850.
El autor está interesado en poner en claro la contribución de la
legislación y la normativa inspiradas en la constitución de 1853, para
encaminar una complicada sucesión de representaciones y reconoci-
mientos que procuraban estabilizar (sobre todo después de la ley
clave de 1876 sobre colonización) las oscilaciones del rol de la inmi-
gración, entre la atribución, a quien lo encarnaba, de una misión (idea-
lizada) de civilización y un destino (más realista) de «laboriosidad»
y trabajo (como precisamente sucedió después de Caseros «entre
agente de civilización y fuerza de trabajo»). Subraya así las diferen-
tes fases en la percepción que la sociedad y las élites locales tuvie-
ron de los inmigrantes hasta invertir al alba del siglo XX los supues-
tos de Alberdi y Sarmiento, cuando la creciente conflictividad social
y el surgimiento de un áspero nacionalismo argentino concurrieron
para desplazar de su precario podio al «inmigrante» para sustituirlo
por la figura en verdad antigua (pero un poco inédita en el Plata) del
«extranjero» peligroso (si bien los fenómenos de rechazo y de xeno-
fobia, incluso antiitaliana, estaban ya en marcha en la cultura y en
la literatura, por ejemplo, ya un poco antes del comienzo de siglo o
del aniversario secular de la independencia).
434
Introducida de esta manera, la obra se subdivide en dos partes, a
la primera de las cuales se le asigna la tarea de razonar sobre las
«cifras» y los modos, en la larga duración, de una inmigración que es
objeto de interpretaciones y enfoques cuya trama el autor recorre
deteniéndose en las políticas públicas entre Europa y América y en
el sistema de transportes, estratégico y crucial, por la masiva dimen-
sión del fenómeno. Moviéndose de los «modelos» interpretativos a
los «ejemplos» materiales, Devoto examina méritos y aporías de los
cuadros teóricos dominantes de tiempo en tiempo, a partir del mo-
delo pull/push y de los conocidos debates entre «optimistas» y
«pesimistas», sobre todo en el campo económico, para arribar a su
propuesta de lectura que atesora análisis precedentes, no menos pun-
tuales, de las variantes espaciales y especialmente regionales de las
migraciones, tanto internas como internacionales (eficacísima la ape-
lación a la «escala» territorial que no permite tanto hablar de inmi-
grantes italianos o españoles, sino, por tantas razones, de gallegos y
asturianos, friulanos y piamonteses, etcétera).
Los grandes ciclos migratorios confrontados con lo concreto de
los casos «vistos más de cerca», ya sea a través de la lente de las
dinámicas de sostenimiento y de información (noticias y propa-
ganda, agencias y agentes, financiamiento y apoyos, pero sobre
todo retículas de relaciones privadas), o con el examen en perspec-
tiva microanalítica de las principales «chain migrations» refuerzan el
intento de dar vida a una tipología convincente de las migraciones
europeas en Argentina. En ella, dicho sea de paso, asoma en repe-
tidas ocasiones la fuerza del recordado ejemplo concreto, como su-
cede con el examen de cuatro éxodos en cadena de localidades pre-
cisas en Navarra, Dinamarca, Algarve y Piamonte, o como sucede
a propósito de las partidas hacia el Plata desde tres provincias espa-
ñoles –Pontevedra, Salamanca y Vizcaya–, donde precisamente el
«microscopio» permite aclarar la probable jerarquía de las causas y
de las modalidades de un éxodo diferenciado sobre bases familia-
res, espaciales y ocupacionales.
Devoto procede con método y da prueba –sin alarde, pero apro-
vechando las posibilidades de la «narrativa»– de una competencia
para la comparación muy rara en la actualidad y que en cualquier
caso dice mucho acerca de su habilidad y madurez de historiador.
Alternándolas, para la alegría y la desesperación simultánea de los
lectores, plantea preguntas y propone respuestas siempre plausibles,
pero no intercambiables entre sí o necesariamente en contraste, más
allá, se entiende, de una lógica respetuosa de las prerrogativas de
contexto y de periodización. Lo que le permite, en el capítulo final
del primer bloque expositivo, que se extiende cronológicamente hasta
la segunda posguerra, luego de haber doblado el codo de la edad
restriccionista entre los años Veinte y Cuarenta, volver a discutir los
modelos migratorios que estuvieron entonces en auge y reflexionar
sobre cuestiones que la segunda parte de la obra aborda luego de ma-
nera distendida y en clave diacrónica ascendente, aunque privile-
giando algunos puntos de inflexión particulares (los años Treinta
del Ochocientos, el debate sobre la inmigración en la década de
1880, la crisis de 1890-91, la vigilia de la Gran Guerra, la fase crítica
435
y recesiva de entreguerras, el peronismo, etcétera). Con una mirada
también hacia los que «van y vienen» («Como siempre ocurre», es-
cribe en cierto punto, «tenemos más memoria de los que permane-
cieron que de los que silenciosamente decidieron retornar…»), su
reconstrucción del fenómeno inmigratorio y de los discursos que
sobre él se formularon en Argentina, en torno al perfil de la acultu-
ración y de la integración nacional, lo empujan hacia lo que nos pa-
rece un nudo crucial, si no directamente el foco de todo el libro.
Las discusiones sobre el «crisol de razas» y sobre el pluralismo cul-
tural, que habían surgido ya entre la víspera de la Gran Guerra y
los años Veinte (retomadas posteriormente al afirmarse las teorías
de Gino Germani y de Torcuato Di Tella), son examinadas al con-
tacto –quizás en verdad por primera vez– con los diversos planos de
un análisis rico, articulado y concreto (hombres y mujeres, ocupa-
ciones y propiedad, conflictividad social y movilidad, participación
política y asociacionismo, redes sociales y mediadores, contradic-
ciones étnicas y matrimonios, etcétera), con la preocupación sobre
todo (y con justicia) por distinguir los diversos procesos constituti-
vos de aquella identidad inicialmente cambiante que podemos llamar,
con un término intrigante, «argentinidad». Algo más que el protona-
cionalismo o «nacionalitarismo» de los orígenes positivistas y libera-
les, algo más que las mitologías de trasfondo literario, que el nacio-
nalismo gauchesco, etcétera. Algo, en definitiva, que permite medir
mejor las elevadas tasas de negociación y las frecuentes renuncias
de los grupos inmigratorios claves (italianos y españoles) al ejerci-
cio de actividades políticas de alto nivel con un proceso que sólo
en cierto momento terminó por adecuarse a la lógica, por otra parte
también tardía, de la hispanidad de retorno que se instaló en las cla-
ses dirigentes y las élites, especialmente porteñas, desde Yrigoyen a
Perón.
El dominio de las fuentes y de la literatura internacional contri-
buyen a hacer surgir un verdadero retrato definido de las peculiari-
dades argentinas, de los procesos que, mutatis mutandis, se dieron
también en otras partes, pero se caracterizaron en el Plata por el na-
cimiento de un organismo económico y social completamente origi-
nal, por estar condicionado no sólo por los más variados aportes de
trabajo de los inmigrantes, sino por la especial armonización de sus
tradiciones europeas bajo la insignia de una verdadera unidad de cul-
tura. Esa unidad podrá quizás aparecer, a veces, borgesianamente
«misteriosa», pero resulta consistente en las condiciones que la dis-
tinguen de otras partes de la América meridional que recibieron en
cantidades más reducidas migraciones en el Ochocientos y el Nove-
cientos. Ellas se mostraron activas y eficaces, a pesar de las recurren-
tes crisis económicas, en el sistema educativo y escolar, en la parti-
cipación política y sobre todo en la vitalidad intelectual y cultural de
Buenos Aires y en general de todo el país. Fruto no sólo de mezclas
o yuxtaposiciones exitosas, más allá de los fáciles elogios y de los
himnos al «día de la raza», a las matrices «latinas» e incluso a las vir-
tudes congregadoras del asociacionismo étnico (piénsese en las pa-
rábolas de los clubes de fútbol –italianos– de la capital, bien trazadas
por Devoto). La Argentina contemporánea, pese a que parece expiar,
436
desde los años Cincuenta, límites y contradicciones del peronismo
y de sus muchas herencias, tiene verdadera consistencia de nación en
el sentido sugerido por Renan, y con efectivas raíces populares y
democráticas . Lo que no impide divisar las «culpas», de tiempo en
tiempo, de sus élites y de sus grupos dirigentes de la alta burguesía
(y militares…), también ellos surgidos en otros tiempos del seno de
fenómenos de integración de los inmigrantes y del sucederse, en sus
filas, de generaciones cada vez más argentinas. No es que en ellas
falte o haya sido modesto el peso específico de las componentes
mayoritarias –las recordadas española e italiana–, sino que incluso a
ellas, cuya incidencia demográfica y cultural es aplastante y fuera de
dudas, jamás podría atribuirse en absoluto la responsabilidad exclu-
siva de algunos oximorons altamente explicativos (como, por ejem-
plo, el de la «americanización europea» que podría pensarse para la
Argentina). Devoto, aclarémoslo, no las evoca precisamente de este
modo, pero con toda su reconstrucción ayuda a comprender cuán dis-
cutible sería recurrir tan sólo a vocablos «à la page» (diáspora y
transnacionalismo los más descontados) y contraponerlos con los
preexistentes o en boga en el pasado.
Sería no poco interesante seguir al autor en la reflexión y el bre-
ve excursus de análisis que hace en cierto punto de la querella «so-
bre las palabras y su influencia en los objetos que designan», como
de «una especialidad de la historiografía reciente», en la que nos
viene espontaneamente pensar, hablando de crisol y de melting pot,
de pluralismo y de salad bowl, etcétera., si no por otra razón, porque
nosotros también estamos convencidos de que «los historiadores y
sociólogos que las emplearon en el debate no se esforzaron por hacer
mayores sutilezas», tomándolas tal como estaban del léxico de las
ciencias sociales, cuando habría sido necesaria mayor prudencia y
cautela. («No debemos reprochárselos demasiado, la realidad es
siempre ambigua y preservar la pluralidad de sentidos de las palabras
que usamos puede ser, además de un truco, una sana estrategia na-
rrativa…»).
En una obra sin innecesarias dispersiones y con poquísimos des-
cuidos –pensando en una pronta traducción en Italia me permitiría se-
ñalar al autor, descendiente, como recordaba supra, de genoveses, la
oportunidad de restituir a Gilberto Govi (inopinadamente transfor-
mado en Gobbi) su apellido original y muy pocas otras cosas– aque-
lla sensibilidad de tipo lingüístico, pero también epistemológico, da
placer y es ulterior testimonio de lo importante que podrían ser, si
fuesen conocidas y recibieran la debida consideración, las contribu-
ciones de la historia de las migraciones internacionales a la historia de
los países que, de un lado y de otro, constituyeron (y constituyen to-
davía) su sustrato.
EMILIO FRANZINA
Universidad de Verona
437
TOTORICAGÜENA, Gloria, Identity, culture, and politics in the Basque diaspora.
Reno, Las Vegas: University of Nevada Press, 2004 - 273 páginas; il.; ISBN o-87417-547-x.
438
institucionales contemporáneas entre el Gobierno de la CAV y la diás-
pora, las cuales han sido significativamente incrementadas desde la
recuperación de la democracia en España, y particularmente desde
principios de la década de los años ochenta. Más aún, Totoricagüena
presta especial atención a la influencia de la ideología nacionalista
vasca en la reformulación de la identidad vasca de las comunidades de
la diáspora, específicamente durante el periodo en que el Gobierno
Vasco estuvo en el exilio.
En términos generales, Totoricagüena plantea temas tan significa-
tivos como por ejemplo, el papel jugado, tanto por las propias co-
munidades diaspóricas vascas como, por los individuos que las con-
forman en la construcción y reconstrucción de redes y espacios
transnacionales políticos, culturales, y financieros, entre ellos mismos
y el país de origen –particularmente en relación con actores no esta-
tales como el Gobierno de la CAV–. Asimismo, la autora examina la
creación de un sentido genérico de vasquidad en la diáspora, el cual
es compartido por cientos de miles de vascos de veintidós países, y
que adquiere diferentes significaciones en función de su contexto his-
tórico, espacial y temporal.
Totoricagüena no solamente nos descubre las valiosas historias
de las comunidades de la diáspora vasca sino que nos facilita un
marco de análisis donde poder explorar y comparar las identidades
múltiples y transnacionales tanto de las de los vascos de la diáspora
como las de los vascos de Euskal Herria. No obstante, su investiga-
ción radica en gran medida en la diáspora vasca institucionalizada,
es decir, en aquellos vascos que forman parte de instituciones vascas
de la diáspora. Consecuentemente, un posterior análisis que persiga
desde una perspectiva comparada el estudio de los vascos de la diás-
pora que por alguna razón no participan en institución local vasca
alguna, estaría bienvenido. La dificultad, sin ninguna duda, radica en
identificarles. En relación a este tema surgen varias preguntas, por
ejemplo, ¿se auto-representan estos vascos de forma similar a la de
aquellos otros que participan en asociaciones vascas?, ¿de qué ma-
nera las actividades desarrolladas por las asociaciones vascas afec-
tan a la formación y el mantenimiento de la identidad de sus socios
en comparación a la de los no socios vascos?. A su vez, el énfasis
que Totoricagüena pone en el estudio de la influencia de la ideo-
logía nacionalista vasca en la diáspora, no debería de impedir la in-
clusión, en futuras investigaciones, de otras ideologías de Euskal
Herria, como por ejemplo la socialista, la cual ha sido significativa
en la redefinición y representación de la identidad vasca tanto en te-
rritorio vasco como en la diáspora, particularmente durante el exilio
republicano español.
En resumen, Identity, culture, and politics in the Basque diaspora
es una obra imprescindible para estudiosos de diáspora, migración, e
identidad, al establecer los cimientos de futuras investigaciones com-
parativas tanto teóricas como empíricas en estudios vascos, tanto en
el terreno internacional como en Euskal Herria. Este libro definiti-
vamente va a estimular no solamente al lector experto sino también
439
a un público en general deseoso de aprender aspectos de historia,
cultura y política vasca que hasta ahora habían sido en cierto modo
menos tratados.
440
particularidades del espacio donde se desarrollo el trabajo de campo.
El segundo capítulo, “Hijos de chilenos en la escuela: niños-alumnos
y chicos trabajadores”, tiene como propósito identificar a los actores
sociales involucrados en la dinámica escolar del paraje que sirve de
locus a la pesquisa: los alumnos descendientes de migrantes trasandi-
nos y las maestras que forman parte de familias propietarias de cha-
cras. En el tercer capítulo, “Chacareros y migrantes chilenos en el
noroeste patagónico”, la autora hilvana el proceso a través del cual
los migrantes chilenos y sus descendientes se incorporaron a media-
dos del siglo XX en el engranaje productivo del Alto Valle de Río
Negro. Los cruces existentes entre la construcción de distintos tipos
de ‘chilenidad’ y el mundo del trabajo, por su parte, será el tema de
los siguientes tres segmentos de la obra.
En el cuarto capítulo, “El trabajo en la chacra”, Trpin concentra
su análisis en el estudio de la división familiar de las tareas cultura-
les y el lugar ocupado por la familia en la transmisión de aquellos
conocimientos que “forman a los chicos como trabajadores” 1. Es
justamente en esa socialización en el trabajo donde intervienen si-
multáneamente el aprendizaje de la ‘chilenidad’, entendiendo a ella
en términos de lealtad de clase y nacionalidad, como así también el
montaje de una representación mental que liga inextricablemente al
chileno con la imagen de “buen trabajador rural”.
El quinto capítulo, “La vida en la calle ciega”, desarrolla la co-
tidianidad de los descendientes de chilenos y sus familias en un es-
pacio social de singulares características. La ‘calle ciega’, conside-
rada por las autoridades municipales como un asentamiento ilegal,
emerge como otro de los ámbitos de socialización donde adquiere
trazos definidos la construcción de un sentido de ‘chilenidad’. En
ella se registran actividades que escapan al control del patrón de la
chacra, dando forma a una multitud de actividades económicas au-
tónomas vinculadas con el comercio, la recreación y la producción
para consumo familiar. La ‘chilenidad’ resultante de ese proceso de
interacción se traduce en pautas identitarias socio-nacionales según
las cuales “ser trabajador” no requiere vivir bajo la atenta mirada del
chacarero.
Luego de presentar los modos en que los descendientes de chi-
lenos se socializan en el trabajo, en el último capítulo, “El festejo
del 18”, la autora hace opción por un enfoque microscópico para
desmenuzar los pormenores de la fiesta nacional chilena, tanto al
interior de la chacra como en el seno de la ‘calle ciega’. A partir de
una minuciosa labor comparativa, concluye que la relación entre ser
trabajador frutícola y chileno se metaboliza de distinta manera en
ambos espacios. Mientras que en la chacra el festejo tiene un carác-
ter íntimo y sosegado que de ningún modo detiene las actividades
programadas a diario, en la calle ciega el “día de los chilenos” asu-
1
TRPIN, Verónica, Aprender a ser chilenos. Identidad, trabajo y residencia de migrantes en
el Alto Valle de Río Negro, Buenos Aires, Antropofagia, 2004.
441
me la forma de un masivo encuentro de amigos y parientes que
impulsa la organización de “ramadas” 2.
2
Construcciones de postes y ramas donde se desarrollan distintos tipos de actividades recrea-
tivas y gastronómicas.
3
TRPIN, Verónica, op. cit., p. 18.
442
través de un límite construido y conservado no por caracteres comu-
nes o por una cultura particular, sino por la propia interacción social.
Del segundo, por su parte, abreva de su noción culturalista de clase
social, definida no tanto por la ubicación de los sujetos en relación a
los medios de producción, como por las experiencias comunes que
trazan los contornos de una identidad compartida.
Esbozadas las líneas maestras de su instrumental teórico, Trpin
formula dos preguntas cuya respuesta habrá de impregnar al conjunto
de la argumentación, a saber: ¿Por qué quienes debieran adscribirse y
ser adscriptos como argentinos, son adscriptos y se adscriben según
la nacionalidad de sus padres y abuelos? y ¿Qué lugar cobra la
adscripción nacional cuando es referida casi inexorablemente a un
lugar en la estructura social, a una clase y a una ocupación?
A lo largo de su trabajo, la autora advierte que la integración
económica de los inmigrantes no deriva necesariamente en la asimi-
lación cultural a ‘lo argentino’ y que, como dijimos, la marginación
entendida como ‘no argentinidad’ no es sinónimo de ‘no integración’ 4.
Afirmar una supuesta falta de adaptación a la sociedad receptora des-
conocería los modos en que los migrantes cotidianamente refuerzan
su opción por estar fuera del país de origen y descarta toda posibili-
dad de que su permanencia en el país receptor se negocie diaria-
mente, generando distintos modos de ser extranjeros, sin por eso ser
marginales. La construcción de las identidades de las familias de
migrantes no reproduce una pertenencia original sino que dialoga con
nuevos contextos y en nuevas condiciones, donde intervienen agen-
tes del estado, quienes compran su fuerza de trabajo y otros trabaja-
dores. Esa intención por acceder al mundo de las relaciones socia-
les generadas en el ámbito rural de Contralmirante Guerrico (Río
Negro) conduce a la autora al abordaje de dos espacios, en los cua-
les se edifican identidades que a menudo circulan a contrapelo del
principio jurídico del jus solis: la chacra y la calle ciega.
Luego de una prolija reconstrucción del proceso de apropiación
de la tierra y su puesta en producción, donde son visibles referen-
cias a los más relevantes estudios en esa materia 5, Trpin explora la
urdiembre de relaciones sociales gestadas en seno de la chacra, pres-
tando especial atención a la familia como unidad productiva e in-
teraccional. Lo novedoso del tratamiento brindado a aquella radica
en su voluntad por identificarla no solo en términos económicos, lu-
gar común dentro de la historiografía regional, sino principalmente
como aquel ámbito de socialización donde cobra materialidad el
sentido de ‘chilenidad’. Es allí justamente donde las fronteras entre
las nociones de ‘clase’ y ‘nación’ parecieran disolverse, poniendo en
4
TRPIN, Verónica, op. cit., p. 12.
5
Nos estamos refiriendo esencialmente a: BANDIERI, Susana y BLANCO, Graciela,
“Comportamiento histórico del subsistema frutícola regional”, en DE JONG, Gerardo, El
minifundio en el Alto Valle de Río Negro. Estrategias de adaptación, Neuquén, EDUCO,
1994; DOESWIJK, Andreas, Juntando recuerdos en Oro, Neuquén, EDUCO, 1998; y
BANDIERI, Susana (coord.) Cruzando la cordillera, Neuquén, CEHiR, 2001.
443
funcionamiento poderosos mecanismos de inclusión/exclusión. Reco-
nocer a este grupo de descendientes de inmigrantes como trabaja-
dores los ubica en relaciones desiguales dentro del sistema capita-
lista, pero esta ubicación se nombra en términos nacionales. Los tra-
bajadores no se adscriben a una clase social por ser trabajadores,
sino más bien por considerarse simultáneamente trabajadores y chi-
lenos en relación determinada con el patrón argentino o europeo. Sen-
tirse parte de una clase distinta a la del patrón implicaba, más allá de
definir un núcleo de intereses diferentes, mantener cierta fidelidad
a sus orígenes nacionales. Es por eso que la ‘chilenidad’ en la chacra
se expresa en la posibilidad de “tener un puesto de trabajo para un
compatriota, portar apellido chileno, hablar como chileno y demos-
trar que se sabe trabajar como chileno, garantizándose así como ‘buen
peón’” 6.
Aun cuando la cuestión migratoria, entendiendo a ella como los
mecanismos activados para generar episodios de movilidad, no posea
un abordaje específico, su tratamiento sobrevuela el conjunto de la
obra. Aquí nuevamente es apreciable la intención de la autora por
dotar a la interacción social de una carga explicativa de primer orden.
Utilizando el concepto de cadena migratoria, Trpin se aproxima a
los itinerarios seguidos por una constelación de migrantes en su trán-
sito hacia una nueva sociedad, dando prioridad a distintos tipos de
contactos interpersonales (familiares, micro-regionales o de amistad)
que garantizaban el acceso al primer trabajo y el aprendizaje de ta-
reas agrícolas. Ser chileno era crucial para obtener un puesto laboral
y un lugar de residencia. No muy diferente es la situación de ‘chi-
cos’ nacidos en la zona pero hijos de chilenos, quienes obtienen su
socialización en el trabajo a través de su familia y otros compatriotas
de sus padres. La ‘chilenidad’ se presentaba, entonces, como aquel
salvoconducto, una suerte de “herencia inmaterial” 7, que aseguraba
la integración como asalariados en la dinámica económica local.
El segundo espacio donde la autora despliega una minuciosa
descripción es la ‘Calle Ciega’, o lo que es igual, asentamientos pre-
carios de viviendas localizados en los márgenes de las chacras. En
esas áreas culturalmente densas, no siempre visibles a la mirada de
agentes estatales y especialistas académicos, se desarrollan procesos
de socialización que involucran a los descendientes de chilenos, tan-
to en lo referido a la instrucción de las tareas propias de la chacra,
como en la transmisión de las posibilidades que ofrece vivir a salvo
del control patronal. La naturaleza ambigua de las calles ciegas, en
tanto combinan la opción por vivir fuera de la chacra y la necesidad
de los hombres de emplearse en la fruticultura, se presenta como su
más relevante característica y su principal atractivo como objeto de
estudio. Es así como una variada gama de actividades, entre las que
6
TRPIN, Verónica, op. cit., p. 80.
7
LEVI, Giovanni, La herencia inmaterial. La historia de un exorcista piamontés del siglo
XVII, Madrid, Nerea, 1990.
444
podemos destacar una horticultura de subsistencia, el comercio de
menudeo y la gestión del ocio 8, pareciera convivir con el trabajo
estacional para otros, moldeando distintos modos de “ser chileno”.
Si quienes permanecen bajo la órbita del chacarero confirman y
transmiten su identidad de trabajador obteniendo y manteniendo el
trabajo para sus paisanos, los adultos de la ‘calle ciega’ recrean un
mundo de trabajadores chilenos fuera del control del patrón, gene-
rando un espacio con ritmos propios que no se definen exclusiva-
mente por lo laboral, sino más bien por el esparcimiento y la reunión.
La vida cotidiana en las ‘calles ciegas’ revela, entonces, la existencia
de acciones y discursos que fundan ámbitos socio-culturales con
cierta cuota de autonomía respecto de las relaciones de poder. Al
controlar el proceso de producción de algunos bienes de consumo e
intercambio, sus habitantes consiguen romper los lazos de dependen-
cia y subordinación que experimentan las familias chilenas que viven
dentro de las chacras.
¿Cómo procede Trpin en la construcción de la evidencia empí-
rica? Lejos de transitar por senderos monistas, por cierto muy habi-
tuales en las ciencias sociales, la autora se esfuerza por generar si-
nergia entre diversas metodologías de investigación que moldean en
su conjunto un diseño cualitativo efectivo, capaz de dar cuenta de
realidades tan complejas como los comportamientos humanos y sus
cambios en contextos variables. El uso intensivo de fuentes orales,
de este modo, se complementa con descripciones etnográficas ‘den-
sas’, sin por ello obviar un cuidadoso manejo de bibliografía édita y
recursos documentales tradicionales (censos, registros de tierra y re-
glamentos).
En momentos en lo que los estudios migratorios regionales co-
menzaban a mostrar rendimientos marginales decrecientes cada vez
más evidentes, el estudio de Trpin se presenta como un ambicioso
intento por explorar a los procesos de movilidad desde nuevos y
múltiples lugares. Trascendiendo las aristas más objetivas que carac-
terizan el análisis de la esfera económica, la autora accede al núcleo
medular de la subjetividad del migrante, profundizando en torno a la
construcción de identidades que no siempre conservan vasos co-
municantes con la codificación legal argentina.
La voluntad por hacer visibles mecanismos sociales a través de
sujetos que tienen un rostro humano, aspecto que se deja ver en la
utilización de nombres reales y no seudónimos, se presenta como
una indudable fuente de potencial, pero al mismo tiempo como su
más evidente debilidad. Si bien los procedimientos nominales cons-
tituyen una manera idónea de aproximarse a un objeto de estudio que
permaneció por décadas fuera del radio de acción de las Ciencias
Sociales, la falta de ‘juegos de escala’ 9 que enlacen las particulari-
8
Con este término queremos hacer referencia a diversas actividades recreativas que tienen
como foco a las ‘Calles Ciegas’, entre los que podemos destacar “el juego del tejo”, las ra-
madas en los festejos “del 18”, el consumo de empanadas, entre otros.
9
REVEL, Jacques, “Micro- análisis y construcción de lo social”, Entrepasados, año 5, nº 10,
1996, pp. 141-160.
445
dades de los espacios reducidos de análisis con tendencias ge-
neralizables se insinúa como el principal déficit de la obra de Trpin.
Se desprenden por ello del cuerpo del texto algunos interrogantes
cuyas respuestas difícilmente puedan ser extraídas del mismo: ¿Cuán-
tos migrantes trasandinos como ‘Roble’ se emplean como encarga-
dos de chacras?, ¿Cuántas “Calles Ciegas” como la que sirve de resi-
dencia a la familia ‘Saldías’ existen en toda la extensión del Alto
Valle?, ¿Cómo reaccionó el número de calles ciegas ante la perdida
de rentabilidad que el negocio de la fruta vivenció durante la déca-
da de 1990?, ¿Cuan representativo del conjunto es el festejo “del 18”
sucedido en la “calle ciega” analizada?, ¿Por qué concluir a partir de
un estudio de caso que la celebración del ‘día de los chilenos’ en
las chacras posee un carácter poco autónomo y sosegado?
Una lectura atenta del trabajo permitiría asimismo el descubri-
miento de una enorme cantidad de puntos, que aunque difusos, po-
drían ceder terreno a nuevas pesquisas sobre una temática que lejos
se encuentra de estar agotada. Entre ellas juzgamos oportuno señalar
posibles aproximaciones a las formas cotidianas de la resistencia;
es decir, “la prosaica pero constante lucha entre los trabajadores ru-
rales y quienes procuran extraer de ellos trabajo” 10 (Scott 1997:
14). Ese cuadrilátero más durable de la lucha de clases –que incluye
trabajar despacio, falsa aceptación, pequeños hurtos o una ignorancia
fingida–, se presenta como una cantera inexplorada cuyo análisis
abriría un panorama despejado alrededor de aquellas formas que
adopta la defensa de los intereses de los trabajadores “entre las ex-
presiones más abiertas de protesta” 11 (1997: 15).
Antes de terminar, restaría destacar como uno de sus más rele-
vantes aportes a la historiografía patagónica su elección de enfoques
teóricos reticulares, que acentuando la potencia explicativa de la
interacción social, trazan una hoja de ruta alternativa al determinis-
mo estructural y al voluntarismo individualista. Por eso creemos
que su lectura es imprescindible entre los especialistas de un tema
que tiene aún muchos aportes que realizar y talentos por descubrir.
JOAQUÍN PERREN
Profesor en Historia, CEHiR (UN.Coma)-CONICET
10
SCOTT, James, “Formas cotidianas de rebelión campesinas”, Historia Social, nº 28, 1997,
pp. 13-39.
11
Ibídem, p. 15.
446
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en bastardilla y el título del artículo entre comillas. Ejemplos:
A. M. MARTELLONE, Una little Italy nell'Atene d'America, Nápoles, Guida
Editori, 1973.
P. JACKSON, "Women in 19th. Irish Emigration", en International Migration
Review, Nueva York, invierno 1984, vol. XVIII, Nº 4. pp. 1004-1020.
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