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DE L A BIBLIOTECA
ARCHIVO Y MUSEO
SUMARIO .
CRISTÓBAL ESPEJO,—Enumeración y airibuciones de algunas Juntas de
la Administración española desde el siglo XV!hasta el año 1800.
ESPERANZA GUERRA SÁNCHEZ-MOKENO.—Z.« Casa de Panadería.
FIDEL PÉREZ-MÍÍJGÜEZ.—¿ÍÍ condesa de Castellar fundadora del convento
«Las Carboneras».
VARIEDADES: FEDERICO CARLOS SÁIZ DE ROBLES: LOS manuscritos de
versiones de Shakespeare en la Biblioteca Municipal de Madrid.
RESEÑAS: El Islam y el cristianismo (JOAQÜÍK DE ENTR AMBAS AGUAS ).—
Gó7nt3 de la Serna, Ra^nón.-Elucidario de Madrid ( S . D E R . ) . —'S'ií'«3'
Narciso.-Tradiciones y cantares.de Panamá (Luis DE Sos.\).—Mar-
torell Télles^Girón, Ricardo.-Anales'de Madrid, de León Pinelo.-Rei-
nado de Felipe III. Años de 1598 a 1621 (S. DE R . )
BIBLIOGRAFÍA MADRILEÑA.
PRECIOS" DE SUSCRIPCIÓN
Madrid, un año ^ 10 pesetas.
Provincias, Portugal, países Hispanoamerica-
nos y EE. UU. Hel Norte, un año 12 —
Demás países, un año 14 —
Número suelto, 3 pesetas.
REVISTA .
DE LA
[.—Preámbulo
["•) Sin embatiío de la generalidad del tlUilo, una jjran p a n e de las J u n t a s son del lelno d e
Carlina, no habiendo adoplado L^SIC por restringido y no caer denlro de ^u círculo las que corres-
pondieron posterioi'mcnce a la Corona de EñpaHa.
Concluye nucslro estudio en el año ISOCI, sin alcanzar a la variación del nuevo rÉs-imcii polRi-
co, porque la situación de Eui'opa, lo transitorio de las instiluclones, el CEiráeler de Carlos IV y
de Fernando ^^11 v las conslanles variaciones en la adminisLración, con Etcercarse má-S al periodo
conleraporáneo, nos llevaría demasiado lejos en su estudio, por más conocido y tratado, de m e n o s
imporlancia.
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se reconoce la tradición de ellas en las del período borbónico, si bien liu-
biera mejorado la administración. Nacidas a veces de los Consejos, al mar-
gen de ellos, nntridiis de su savia, limitativas del desenvolvimiento de
aquéllos, dependientes en algñn caso del organismo mayor, íormadas con
persoTial muy afecto al monarca o a sus validos, las constituidas en el rei-
nado de Felipe II lo fueron siquiera por causas de importancia y con minis-
tros tan capacitados como Laguna, Poza, Vázquez de Arce, Menciíaca,
Agi^eda o Salablanca; no asi las de los descendientes de su Casa, en las que
imperó el desconcierto, época lastimosa dnrante la cual se sustraen a los
Consejos cuestiones capitales, dejándolos reducidos a figuras decorativas
tantas veces.
Con ser la admini.stración de los tiempos nuevos más complicada y di-
fícil, se dificultan también con tales organismos la rapidez y buena marcha
de los asuntos.
Para contribuir con aportación, aunque modesta, a los estudios de ad-
ministración pública en su consideración histórica, siquiera no sirvan a
veces sino como datos bibliográficos, y se comprenda el juicio expuesto
sobre las Juntas de otros tiempos, que acaso pudiera servir de enseñanza,
vamos a enumerar mtichas de ellas, sintetizando sus facultades, para dar-
nos cuenta de la serie de organismos perjudiciales, contradictorios algu-
nos entre sí, que soportó Castilla por tiempo, constituyendo ellos un factor
importante en la desorganización del país,
A los efectos de la mejor comprensión en la materia y de que no se
rompa el hilo de los asuntos, las hemos agrupado convenientemente.
Expondremos además que las J untas de Medios, las de Arbitrios, y en parte
las de Hacienda, son unas mismas, aunque difieran por sus títulos respec-
tivos. El concepto de Medios, en el tecnicismo administrativo de la centu-
ria svi y parte de la del xvn, tenía el alcance de concierto y de un solo
asunto', siquiera éste fuese muy arduo; era la resultante de una concordia
entre dos partes: miraba a la finalidad de alcanzar dinero de los hombres
de negocios, a quienes se les habían suspendido sus consignaciones en tri-
butos públicos de las libranzas expedidas a favor de ellos a cobrar en ren-
tas y en partidos, conforme a la organización financiera de aquel tiempo.
Quebró el vocablo, digámoslo así, ampliando el concepto del mismo, y
en lo sucesivo la Junta de Medios, salvo las de arreglos de suspensiones"
sucesivas, se identifica con la de Arbitrios; es decir, ambas tienen como
finalidad proponer medios o señalar arbitrios para sacar de apuros a la
Corona.
Así, a la suspensión de pagos de 1575, con la instrucción de 1576 sobre
la satisfacción de débitos y la toma de cuentas, sucede, como transacción, el
Medio de 1577, igual que a la suspensión de 39 de noviembre de 1596 liabía
de suceder, después de laboriosos regateos, el Medio de 1597 y la interven-
ción de los acreedores en las respectivas Juntas del Decreto. Parécenosque
bastan estos dos ejemplos como explicación, aunque pudieran multipli-
carse en todo el curso de la centuria xvii.
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condiciones que cada ciudad pedia para la concesión del Servicio de los
diez y ocho millones de ducados; súplica de los procuradores para que los
maravedís procedentes de penas de Cámara sólo estuvieran oblitíados los
pueblos a llevarlos a la cabeza de su partido y no a la Corte; petición del
Reino para que se diera a cada.uno de los diputados 250 ducados para alqui-
leres, y así muchos.
Intervenía e infoi^maba en los asuntos de administración de los tribu-
tos; sobre el consentimiento de las ciudades y villas de voto en Cortes; pro-
rrogación del Servicio de millonea; instrucción y reglas del Donativo de
1654 y 16o5; daños en las contribuciones de las Sisas; medios elegidos para,
la paga de los dos millones de ducados en las urgencias del mes de sep-
tiembre de 16ój, o, fmaíraente, recaía su informe sobre la consulta de la
Comisión de millones y del Reino r^elativa al impuesto en las especies de-
vino y vinagre. En la escritura del Servicio, que el reino otorgaba en 160S,.
figuraban a la cabeza de ella el inresidente y los asistentes. Cuando venían
a ía Sala de Cortes, .salía el Reino a recibirles a la puerta, acompañándolos-
ai aposento de S. M.; los asistentes se ponían al lado derecho del Rey, y
junto con ellos, los secretarios: tenía cada miembro su lugar fijo en la Junta
y en la Asamblea. Y, a pesar de esa íntima relación oficial diaria, y preci-
samente por ella, los procuradores tenían repugnancia a entenderse con
la Jttnta de Asistentes de Cortes (1).
|li Colerxióii ilc Corles de Cnslilín: Cnrtei de Madrid de ISfií, IS'ií a 1SS5, ISSfi a 1588, 1592 a
I55S, 159E a 16D1, 2 de noviembre de 1599, 1602 a Iffi-I, 1MI7 a 1611, 'iJ, de noviembre de 1S03. ColeccióiT
Molciv, tomo XV, 31 de enera y 1-1 de riyoito de 11)38 y II de noviembre de 1639; tomo XVI, 1-1-de
diciembre de l & l , 2:-i ilc enero y IJ de miiyo de 1655, 7 de septiembre de 1656 y diciembre de 1657-
(2) Estos se suprimieron |ior Cüduki de 28 de junio de 1619.
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1537 (3) y 1544 (4), medios varios de sacar dinero sin "dar orden en los
gastos».
Junta de la Suspensión de Consií^naciones, en 1575:
Felipe II, para llevar a efecto lo suplicado por las Cortes de Toledo
•de 1559, ante el estado precario de la Hacienda y de que saliere S. M. de
cambios e intereses (ü), reunió una Junta, compuesta de lo más granado de
sus Consejos y Contadurías; consultó además otras personas de calidad en
la materia, y fruto de tan detenido estudio fué la propuesta de la suspen-
sión de consignaciones de todos los asientos tomados desde 14 de noviem-
bre de 1560 (6), que suscribía el monarca por su cédula de 1 de septiembre
•de 1575, de tanto descrédito jiara la Corona de Castilla (7].
Junta de Medios, celebrada en casa del marqués de Poza en 1595:
Se determinaron leyes sunluarias, orden en la cobranza de tribuios,
ventas de jurisdicciones y vasallos, alcabalas, tierras y dehesas, bienes
confiscados a moriscos y dinero a censo tomado por ciudades y villas (S).
]unta de Medios de 26 de agosto de J596:
La Junta de Hacienda, convertida en Junta de Medios, daba un dicta-
men proveclioso en muciios puntos, aunque íuese de efectos a largo plazo.
Estaba compuesta, como tal Junta de Medios, por el presidente, marques
•de Poza, Francisco de Salablanca, Pedro Luis de Torregrosa, Pedro Ortiz
-del Río, Mateo Ferro y Gaspar de Pons. Trató de leyes sunluarias, suspen-
sión de licencias de saca, redención de censos, ventas de vasallos, juros
y censos y crecimiento de alcabalas. A la par señalaba reducción de gas-
tos, aumento de rentas y derechos con industria y buena administración,
revisión de aranceles, arrendamiento de baldíos a ¡os moriscos, multipli-
cación de acequias y riegos y fomento de cosas útiles y procurar quitar las
•dañosas (9).
(3) AfClii^'o (le .Simancas. Consejo v JuiJtas de Híicicnda, legajos 7, 95- 10 a! 15,
(4) Jost^ Canga ArgLicllcfi, /iíccioi/^ii'ío de Hacienda. Madrid, ISÍJ, tomo l í , pá!^. IJ, que t'Ua
l a J u n t a de 1G44 con i'cfcrciicia a Sandovji].
(5) Archivo de Simancas; Conladuiias genenUct, legajO'^SO^ y ^00; M c m o r l n l c s d c l a Cámara,
legajo 4'H-: Libros de Ciídiilaa de la Cámara, S3; Consejo y .[nnlas de Hacienda, leysjo 3Í>[I, y Gra-
•cía y Juslioia, ie::a]o S77.
Francisco MartíncK de Ifi Main, iiJcriioriii/i'^ ^»hrc el ríincd/o dti Ja despobJacJóir y cslcrjltdad
lío Espaüti y el medio como si: lin de dcscmptiñar la Real ílaciciiiln y la de /ns vasallos. Dice que el
arbitrio de la suspen^siún de consi!;nacloncs fuii ini'eiicíón de iiTi genovi.'s convei-[i[IO| fraile cai^nic-
iila dcseal:^ü, fundado en las CNpresione.s de Iray Die|^o Gracíárf de ía Madi'e de Dios.
((i) Cnne.i, obra d L , lomo iJ, pág, 14, Sus datos ¡mlerioies al av¿]a WITT necesitan conlirma-
ción p o r lü común. A eíta Junta le aiigna ia fecha de lóGU; a la Ciídiilil, la de 1.4 ile noviembre de
ese año, y la de 15 de julio de 1576 a l a q u e t i ' a l a d c las especies ení[ue se había de pagar.
(7) Gil Gonxáio: de Avila, Graiuíe^as de Aladytd, pá^^. 2,"J6.
Siiitciíaa la aiiiiacion la conocida carta de Felipe [1 a Fi-ancisco de Garnica, contador nmi'or
de Hacienda, muy cidificado, en que se expone el calvario sufrida y los acuerdos lomados anles de
decidirse a medidas tan trascendental es, así como el contexto de la Ciídula en sus 2;i artículos, el
clamoi' le^'antado poi- ella y las medidas coinplemenlarla.'i para lomar cuentas, llc^^^E^ndosc al fin al
medio o concierto de 5 de diciembre de 1577.
¡S) Can^a, obra cit., tomo 11, pág, 14. L a relación demedios adoptados m ; parece Incompleta
c impropia de los vocales de la Junta de Hacienda. liemitome a la jtinla celebrada por los mismos
señores en 26 de agosto de Iñ^íí.
i'J) Biblioteca de El Escorial, libro 1-IL', fols. 1 a L'3.
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{l^¡ Llli^ Cabrer:i, Rclnciúira: de !ns co^trs sitceiliiíñü cu lii rorff de E^f'inlíi dcsdr J.5'il9 /nt^dl
1614. M.idi-id, 1857, p á j s . ;i9-.ll, n-l-bü y h(i. L a s Coilts ':van líts An .Mailrld dt Jñ'JS ;i 1601.
{13) Cabrera, obra cíí,, páj^. 2S7.
•;14) Cabrera, obra cLt., piig. 290.
(15) Cabrej-a, obra tit,, pág. 290.
En el roinado de los Reyes Católicos se dlípiíso no ^c pvuiievEL renunciar olicio ^i el remm-
ciante no vívia ^'cinte días despuí^ dy la cesión.
[lüj Cabrera, obra cit., pAj^, 2^-0; y en la 337, 24- de octubrií di; lúOy, qi:i^ lodavia duraba ia J u m a
de Presidentes del Consejo Real, HEiciendn y Ordenes, del obispo de Canaria^), padre eonfe.-or don
Hei-nandu Carrillo y dos conlndores mayores que entraban en ellii. üllo daba la norma de la siiua-
cidn de la llacientla,
117) Cabrera, obra cii.. p.ig. 387. En 3-1 di^ octubre do 1609.
(18) Cabrera, obra cit., pág. ,119. En 27 de oclnbre de 1607
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(19) Cajiga., obi'a cit-, Lomo IT, pág, 15. Arcliivo de Slinaticíi.s. Dirección j^ciiei-Eil del Ti^sovo,
Invenfario, 24, legajos 1 a] 1^. ConlEiüurtas generales. Contailuria de la Razün, lc¡jíij" '^^ asiemos y
factorías y de Diputación del Medio L'í^neral y Comadiiria de Relaciones. Hombres de Xeijocios.
Coíccfstón de Corlan de Ca^Hlln, Lomo 2fí, pá^s, 037 ¡L r?&-E. Coi'Lcs de Madriil de 1615, de 9 de febrero
a I de julio.
(20) Colección 3!olcro. (orno X\"l.
(91) Colección AíoíerOi tomos X V I y V.
(22) Coleccián Mutcyo, lomo XV,
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(23) Archivo de S i m a n c a i Contadurías i!<^nciales, Itgíijo Slü, De esws JuíitaR Iciicmoü poua
dociíiiicjil-ELCióii, y ¿día ^obre reglas varias de administración lín:moiiíra. .Acaso íuerji a la-quc so
refiero ÍÜ cüusnlla tic la J u m a ile Mctlio.'i y del conde de Casci'illo.
(24) Colt-ctiiín ¡le íloamu-nlii'i ¡nt'il/lof /mra hi íli^toiia dr F.^pnñn. lomo 79, pEÍíjs. H3<l, MÍ! y
3i|5, Cartas del duque de Moalallo a D. Podro Gonquiilo, tmbiijiídor en liiylatciTa en. Idífi,
[2ñ) Canga, obra cil., como II, pág. IS. La eon.ítiliiytion el gobernador del Consejo, el prcsl-
[lenle del Consejo de Haciejida, el supci-lnlendcntc general, eF confesor dei rey, íraj' Pedro de Man
lilla y cuatro consejeros cncarfiiados de exanuitar el presupuesto, que eran D. Gil de CaslejOu, don
Jo.si! Solo, D, Francisco del Baus y D. [guació Bautista de Rlvas. Esta if la Junta a que se reitere
ia Memoria pre.senlíida a Carlos li por el m a r q u í s de los Viíle¿ en 10 de raas-o de líiS7.
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(29J CEin^a, obrLL cEl., pá^. 17. Se componía del conde de Oropesa, nijtrc|ae&e,sde iManecra, BÍLI-
besea V los Vi.4ez, el conde&Ciible y el almíivinlc, par-a eiíainsiiEír un po-pül de ai-bilríos de í^sle, con
cayo d i e l a m t n He confoiinaron.
Omiiimos I.1S propue.sta= doi Consejo de C;istilla, ei de Hacienda}- e! de IndiFi.s üChrc; avliltrios,
lambiín en el ml.smo año, Eiunqne se les consultEira como J u m a s de Medios, porque no e["an lElIes
J u n t a s y caen p o r las raxones conocidas fuera de nucsiro cütudio.
(30F Canga, obra, cil,, tomo I!, pág. IS, Se compuso de los mii^mos individuos de la celebrada
en Rubí e¡ a ñ o 16S3.
pil) Ca.nga, obra di;., lomo II, pág. 18. L a constítm'an: Presidente del Concejo, marquiís de los
Balbeses, marqutó de Muncera, alin¡[ante, condestable y duque de Osuna.
(32¡ Ciinsa, obra cit., tomo Ii, páij 18.
':S3) Canga, obra cit., lomo I[, pág. líi. L a componían: Mavqui^s de los Vúlcz, condestable^
duque de Osuna, cardenal, inarc[Uiis do ^íancera y almirante. La iMemoria presentada a Carlos II
p o r el m a r q u í s de los VUe/. en 6 de enero de lliTO e í l á ligada con lista.
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alcaidías; rebaja de un' tercio de los sueldos de los militares que no servían
y de los consejeros de Guen^a; en la misma proporción de los sueldos de
la Casa Real y consejeros; suspensión de mercedes durante un año; dona-
tivo forzoso sobre todas las clases, y olro sobre comendadores; activar la
reversión a la corona de las alcabalas y demás fincas enajenadas; préstamos
a los acaudalados al 4 por 100; aplicación al Erario del tercio de las sisas
de Madrid y las demás ciudades; acuñación de la piala de la Casa Real;
obligar a los particulares a presentar su piala labrada, acuñando la tercera
parte y quedándose el rey con el 10 por 100 de scñoriaje; acuñación de la
piala de las iglesias que designaran los prelados; toma de una annata de la
regalía de aposento; suspensión de encomiendas de Indias; economía en
los gastos de la Casa Real, y que la reina empeñara sus alhajas (34).
Junla de Medios en 1737:
Cobro de los atrasos de reñías, importante 31.378.220 reales; suspensión
de pagos de créditos atrasados; que no se concedieran pensiones, reforma
de los gastos de todas clases; redención de la regalía de aposento de Ma-
drid; pagos en Tesorería, quitando las consignaciones sobre rentas parti-
culares; suspensión de plazas supernumerarias y futuras; que nadie disfru-
tara dos pensiones; cese de sueldo a todo español que residiera en el extran-
jero; reforma de anticipaciones a hombres de negocios, y suspensión de
pagos de toda deuda anterior a 1736 (35).
Junta de Medios de 1740:
Propuso como arbitrios para enriquecer al Erario: Anticipo de seis
mesadas a los aiTendadores de rentas que siguieran por otro cuatrienio,
pero en el mismo precio; arrendamiento de la renta del tabaco; solicitar
de la Compañía de Guipúzcoa un préstamo de siete millones y medio de
reales, a reintegrar por los derechos que ésta íuere adeudando; aixenda-
micnto de ¡a renta de aduana a D. Juan Giraldeli (35).
Junta de Medios en 1779:
Donati\'os griiciosos en Indias a los liacendados y Cor]íoraciones mer-
cantiles y de artesanos: eslableciraientos de loterías en las ciudades prirí-
cipales de Indias; un fondo de rentas vitalicias en America; contribuciones
en nuestras colonias americanas de ¡as que jiarecieran a los virreyes, así
como ventas en aquellos países de títulos de Castilla, empleos y hábitos;
concesiones de encomiendas de indios en los lugares c|ue lucran bravos;
(34) Canga, obra cil., lunio II, p j g , 19. I.ü J u n l a esla >e componía d t l presidente del Consejo
Real, gobernador del úc l l a c i t n d a , IreH consejero;; de CaHliUa, uno de Hacienda, el padre coiiíe&or
tic S. M,, el cura de San Juslo, un padi'c ji^snlta y el padre Cornejo do San Francisi^o,
(35} Canga, obra ciL, lomo I[, pág. ¡1. Se constiliiyd la JunUí con el jíoiiernador del Consejo,
el secreLario del despacho de 1-laeienda, que lo era el niar(|ui:s de T o n e n u e v a , el de la Guerra, du-
que (le Monti^mar; un consejero de Casulla, D. J031Í Ventura Gliell; uno lie Hadenria, D. Jostí Gas-
p a r de Segovia; el secretario de Miiloníjs, D , Casimiro U/Aáriní; El contador de Valores, D. Anto-
r i o López Salines, y el stiperinlcndenli: •;cnerai de Juros, D. Alejandro de la Vega. En la misma
iunta a qtie se refiere Ja mi.morja presentada a l-'elipe ^•'' en l,"i de julio de 17:^7 y que la compleja.
Arcliívo de Simancas. Secrelaria de Hacienda, legajos -i% al íty^í, años 17yy a 4-1.
(Sii) Canga, obra cit., tomo 11, pág. 3ll, Y en 1731 se comenzó la administración de tabacos
por la Hacienda y se hablan declarado lesivos los arrenditmienios.
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• (37) Cangíi, obra ci ., lomo [I, págs. 20 -y 31. Fueron vocales el secretarlo del Despacho de
Hacienda, el gobernador ilrjl Concejo D . P e d r o Rodríguei', de Gimporaanes, D. Jos¿ Moñlno, el aba-
le Pico, D. Andrj^s Biircia, cinco diputados dci reino y el procu["tidor general de ¿ste.
{oS) Canga, obra elt,, pág, 21. Componían la J u n t a el .secretai'ío de Eslado, conde de Florida-
blanca, D, JOSÉ Gálvez y D . Miguel de Márqtieü.
(39) Canga, obra cEt., tomo 11, pág. 31, Fueron vocales el gobernador del Consejo, el conde
de Canipomanes y el tesorero general, marqmís de Zambrano. La Mcfnoria presentada a Carlos t i l
en 1781 explica la propuesta y rebate algunas proposiciones.
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to, fechado en esc día en Aranjiiez, vino eij restablecer el rey el ejercicio
del Consejo de Estado de que se considera presidente, cesando consecuti-
vamente en sus funciones la Ji:nta de que liemos hecho mérito, con vida
desde el 8 de julio de 1787, según va referido (40), ^
Junta de Medios en junio de 1794:
Venta de bienes raíces de fundaciones establecidas para redención de
cautivos y socorro de peregrinos; enajenaciones de las fincas de la corona
que no utilizan los monarcas; de parte de los maestrazgos; parte de las
encomiendas de las Ordenes militares; aplicación al Erario del importe de
las vacantes de las prebendas y beneficios eclesiásticos no cuidados; sacar
nn 2o por 100 del fondo de espolios y vacantes; cantidad alzada y por una
vez a los Consulados de España e Indias; creación de vales por 60 millones
de pesos, subsidio anual de 36 millones de reales sobre el clero; aumen-
to del precio de la sal; recarifar dereclios a las importaciones extranjeras
suntuarias; abrir un fondo vitalicio con alicientes a los caudales; aumento
de las medias aúnalas de las piezas eclesi.lsticas; un. 4 por lÜO sobre he-
rencias y legados de sangre y un 6 sobre los de las personas extrañas;
contribución de criados y de coches; aumentar la limosna en la bula de
indulgencias, y supresión de los sueldos que gozaban por sus destinos po-
líticos los eclesiásticos que disfrutaban prebendas (41).
Junta de Medios en 4 de mayo de 1798;
Propuso: Donativo gracioso; servicio extraordinario durante dos anua-
lidades de un 10 por 100 sobre toda clase de rentas de trabajo o de indus-
trias, así de Indias como de España, exceptuando al labrador, artesano o
jornalero; reformas en la Casa Real; venida de caudales de América en
barcos veleros; negociaciones de Tesorería sobre las cajas de Indias, ena-
jenación de bienes de la corona, venta de encomiendas y de bienes de
Comunidades, aplicación a Tesorería de los frutos de tos curatos vacantes
y extensión del uso del papel sellado a las letras de cambio y documentos
de comercio (42).
Junta de Hacienda:
Continuación de la del mismo nombre, creada en el último decenio de
la vida de Felipe II, era, con otros asuntos de la misma índole, la encarga-
Í43) Los íiaioiHos de Í.|UI? SI; h a b í a ác huir i^n cuaiilo .si; pudiera, confoi'mc a las OrdanEinzas de
Rl Pai'do de 21) de octubre de lb9-i, ei"a nilíión Iralar de e]lo¿ el Consejo de HacJenda por imporlan-
tes y delicados. La limitación con esla maíei'ia para e[ Consejo Implicaba deroí;aciún del preccplo
y talla de garantí.'!,
(44) Cabrera, obra eii., }iá'¿. Z¡b. En [obrero áe i6tJ5 murió JuLin Pascual. Había sido anx'nda-
dor de Kentas Reívleí, aíenUsla, tesorero ^ e n r r a i , enhebrado con un pa.^ívo conti'a la Hacienda
de IG miüones de ducados, embargándosele lo cjue se le halló, aunque dijera en su testamento que
tenia ajustadas sus cuentas 5" se le debían ÓOO.OOO ducados, afirmaciones corrientes en los hombrea
de negocios, ÉrccucntcEi como .sus quiebras.
(45) Cabrera, obra eil,, págs. I H , 193 y 23.1, El padre coníe.sor era el que lodo lo decidla en
asuntos ile Hacienda; tfl y Ramíre¿ de Prado llevaban el peso de laB materia', Éinancieras. Murió
Iray Gaspar en 2 de junio de 16D4, Le sustíttiyó interinamente como coníesor el dominico fray
Diego de Mardones, en propiedad por Ctídtila de íines de diciembre de IGOo, y en octubre de ese año
le hicieron de la Junta tic Hacienda, con las raiümas fatuUades que 5u antecesor.
¡4S) Archiva de Simancas. Consejo y J u n t a s de Hacienda, legajo 409. Por la consulta de 15 do
enero de 1601, en pro de la organización, el Con.sejo consultaba que los despachos de ja Jtinta se
señalen por ella y no por el Consejo, pues no están enterados de ellas, y sin embargo fui decreta-
do; «Que no se meta en esto, pues no le cumple.»
t47) Colcccióij Molí'yo, tomo Ilí-
Crco, a pesar de la contradanza de' estos organismos, que ¿sia es la misma J u n t a que vemos
a c t u a r posteriormente en sus consultas hasta ios meses de febrero y marzo de 1620, de la cual vimos
documentación.
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{b'2) Gil Goiiíákx de ;\vila, Gni3iilt'~iIS ilc Miilh-íd. Núñcx tle Castro, Sólo Mntiyid es Coyíe.
Fernando CosGaj-ún, Hishiria jin-idica del Pairiiiioino Knid. Madrid, I8B1. .Archivo de Simancas.
Consejo y J u n t a s de H a d e n d a , legajos 366 y 3%, Triljunnl Mayor lic Cuerna?, cuaria ípoca. Las-
quemas do la Coniaduría de la Razún de Obras y Bosques abrazan desiic el aílo lñ91 Legajra 1.190
a 169J, Archivo de Simancas. Quitaclonts dt Corle. A Obras y Bosques perlenecicrou t a m b i í n la
cámara, casa, caballeriia, prloraio, abadías y pensiones t|ue gozó el scijundo D. J u a n de Austria,
de 164Ü a 1686, legajo 1:17. A r d i i v o Hislúrleo Nacional. Consejos. Sala de .Alcaldes, 176S, fols. 579
a 591.
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{í¡3¡ Fiíinciico Gíiihirdo F e r n a n d o , , ¡teiitiif di' la Corüiia, tomo III, págs. 257 a 232. J u a n
Sempcrc y Guarinos, ¡Ie¡>ioyins sobre ¡a rci:la ¡le pobliifiíiii del Reino da Granada. Granada, 179'í.
Archivo dü Simancas. Consejo y Juniai de Hacienda, legiijíis [ÍJO y 37! Desdt la vlsUa de Ariivalo
de Zuazo en 1&7ÍÍ no liuíio ninguna olra hasla la de Jorge Bae^a Haro y Diego di? Miíndoza en ÍD93.
Arcliivo de Simancaa, Con.sejo y J u n t a s de Hacienda, legaju 1,854, arlo IfiSO. Antecedenics sobre
las J u n l a s de Población del Reino de Granada,
(54) Coplas de la Cnlerciiin Mokra. Colección de Corles Ciislelltinas. Corles de Madrid de
1607 íi n. tomo X X X I V , piig. 461, pág. 433. Se.4iún de 29 de agosto de 1608. Colección de Ccdulas
reales, del autor, tomo. 666 t. Cnlcrc/iiii di; Corles líe Caslilla. Corles de Madrid, lbl7 a I62(J
lomriXXIIl.pág,';. 264y28I.Soslore.sdc24y29demayodcl619.
(55) Copias de la Caleición Molerá, tomo XIV,
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Las ordenanzas de Felipe IV, de 1621, son las capitales en la materia;
tiene la Junta iurisdícdón privativa en su cometido, con inhibición de todo
tribunal, y se cumple lo ordenado; pero se apela a la Sala de Justicia del
Consejo de Castilla.
Compone la Junta el aposentador mayor, de carácter vitalicio; aposen-
tadores del libro y corte, que preceden a los reinadores de Madrid en el re-
conocimiento de casas para tasa de alquileres; un aposentador y un regi-
dor en virtud del contrato de 1606, cuardo volvió la corte de Valladolid;
1111 fiscal, un secretario, dos contadores, un relator, un agente liscal, un al-
guacil, un escribano y un maestro de obras. S. M. tenía la mitad de las ca-
sas de cómoda división; en las otras, no divisibles, el dueño contribuía a la
regalía con la tercera parte del tributo de la media annata-; las visitas a la
villa se hacían de seis en seis años. El ntímero de aposentadores sería de
cinco, se aposentaba por antigüedades y se consignaban las prohibiciones;
había una larga lista de las personas que se habían de aposentar por casas
o por dinero.
Las Juntas se celebraban en casa del aposentador mayor, y sus ordi-
narias eran de tres días semanales, durando dos horas cada una de IF.S
sesiones (56).
Junta de Eelormación del Consejo de Hacienda y Tribunales de oido-
res y de oíiciales de Libro, agregados y consumidos, que dieren las orde-
nanzas oportunas:
Se creó la Junta como consecuencia de la visita que el licenciado Mel-
chor de Molina estaba efectuando a los organismos de Hacienda, y del in-
forme de que no se esperase al de ella, sino que se pusiese reinedio al des-
barajuste administrativo, comunicándolo al efecto a ministros inteligentes.
Para la efectividad del propósito entraron en la Junta el doctor D. Juan
Rojo y Campoírío, presidente del Consejo de Hacienda y sus Tribunales;
D. ]\íelchor de Molina, yn nombrado, y los licenciados D. Juan de Chaves
y Mendoza y D. Francisco de Tejada y Garci-Pérez de Ariciel, del Con-
sejo, y que en ella se viera y consultara al rey lo que pareciera razón, ha-
ciéndolo así al acompañar las Ordenanzas, comprensivas de treinta y ocho
capítulos. La fecha de la institución es la de Madrid, a doce de noviembre
de 1621 {D7).
Junta de Media annata;
Con motivo de los grandes empeños en que se hallaba la Hacienda
en 1631, la Corona se valió de ciertos medios para ocurrir a la necesidad
sentida, y fué uno de ellos el derecho de media annata en todos los reinos
y estados de S. M., consistiendo en la mitad de la renta del primer año de
todo oficio o merced que no luesert de eclesiásticos, disposición de 22 de
(56^ JüSií EcrjnúílcK. Regalía dtl ípoEcnlamientode Corte, 173P, Copias d é l a Coiccción Mofcro^
tomo X V . Cimg:!, o t r a cil., lomo 1, pág. fi]. AITJIIVO HÍBIÚI ico Nacional. Consejos de Castilla. Sala
de Alcaldes de Casa y Corle, año 15E3, tols. (¡2 a ff>; año ÍSEfi, iol, 137; año 16«, SoM. 334 a 336,
y año 1715, tols. UA y 143.
(571 A r c h i v o de Simanca.s. Contaduría del Sueldo, segunda serie, le(¡a¡o 2.
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(56) Archivo ilc Siinaiic;i3. Conseja y Junios ilü Hadcndíi, Icsnios 6S.I-, 76.1-, 774, 7S'J, 8(W, Síli,
819, 8Í6, a^l, S3?i, 843, a^S, 871,SS4, 938, 935, 936, 1,022,1.055,1,090, l,lGij, 1,307, LSil y 1,ES2, J u a n H I -
pía, Pi-dcUCíi de Itl Jídiiitjjísíi'íiccóil y cobraftsa de IÍÍS rentas males. MíLdrid, IbEirra, aflo 1769, págj-.
nas 381 a 403, Copias ÍIC la Colcr^cíón Mo/urn, lomo I V ,
(ñ9j Copias lie la Co/ecíiuii jV/o/ejD, tomo IV,.
(60) Copias ¡ic la Co!ei:ciii'¡ Mohfo. tomo ÍV,
(61) • Copias Ac ln Colección Melero, tomo IV, . • ' •
(62) Copiaí de la CciteíiiiJí MoU-rn, tomo XVI.
(63^> Copias de la Coíecciótt Malero, tomo X V I , ' '
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Junta de Aranceles-: -:
,Se creó, respondiendo a su nombre, para emprender la obra arancela-
ria. Desde Carlos II, que la instituj'ó la primera vez, lia Helado a fines del
siglo xviii con varias interrupciones y nombres diferentes, pero con igual
•conetido, traspasando luego la centuria anterior (64).
Junta para tomar cuentas al prior y cónsules de Se\'ill;i, que lo habían
sido de 1689 a 1705, por los.préstamos del antiguo Consulado general de
Andalucía por cantidades entregadas a la Hacienda en los años 1694 a 1705,
inclusive, y de la de! Prorrateo por las enti'egadas a cada acreedor de los
•caudales de América.
Reales órdenes de 16 de diciembre de 1705 y 3 de diciembre de 1706(65).
La Junta de Incorporación, creada en 28 de noviembre de 170r>, se
llamó así porque tuvo por finalidad volver a la Corona las fincas, derechos
y acciones enajenadas de ella y de las cuales no tuvieran titulo los tene-
dores. Para la justificación, se dio un plazo amplio: hasta el 30 de junio
de 1708, y los que probaron su derecho figmaron luego en el Salvado de
Incorporación (66). Por real decreto de S de enero de 1717 se extinguió este
organismo, y su cometido pasó al Consejo (67), hasta c] decreto de 19 de
octubre de 1742, en que se nombró para estos negocios de incorporación,
•con las propias facultades que los dos anteriores organismos, un ministro
comisionado (6S), disposición derogada al subir al trono Carlos III, que por
decreto de 24 de febrero de 1760, i-estiluyó al Consejo, juntamente con los
negocios de Incorporación, los de Lanzas, Medias annatas y otros (69).
En 1707 ordenó S. M. se transigieran y ajustaran las cuentas pendien-
tes en la Contaduría Mayor de ellas, y a este fin se había de formar Jtmía,
a la que habían de asistir las personas entendidas que nombraba (70).
La Junta de Facultades era la que intervenía en ¡a concesión a los po-
seedoi^es de inayorazgos para hnponer a favor de sus cónyuges la sexta
parte de la renta anual de sus vinculaciones (7Í). El año fué el de 1713.
La Hacienda pi^ocedente de Indias se dirigía y regulaba desde 1713
por una Junta, compuesta por tres ministros del Consejo de Indias y tres
del de Hacienda, presidida por un presidente de Hacienda j ' e l fiscal de
Indias. Administra ría y dirigiría; trataiia de los beneficios, gastos, rentas,
regaifas y derechos, con inhibición de los Consejos de Indias y Hacienda,
<M) Antonio GÍU-CÍH JiniÉncz, Iiidici: de Rriilií ¡¡¡•(n'fos cit iiiiilcn'ii ilc iriilirs. Mnñrid,
a ñ o 1840, pág.ú33.
(65) Co/l^cCJi'ii /('g/'^ííilJT.-íi ele /íi Dcudii piibif'i'o dr E-^pfiilii- íi\í\óñí}, IniprcnLíl NjicínfiEil,
lomo III, p í g s . 3 a2ij.
(<ji3) Gjillacdo, obra ciC, tomo I, pág. 70.
(67) GE;llardo, obrEL cil., Icnio 1, pAg. 8t.
(68) Gallíii-ilü, onra cil,, lomo I, pAg. 94,
(691 Gallardo, obra i¡t, tomo I, páy. 107. Archivo J e Slmancns. Contad m i ;',s generales, lega-
jo S14. Salvado de IiieoEporación, legajo 'IÜ2. Coiiladnri;i del Sueldo, se^gimda serie, legajo 2. Archi-
v o de Sinjancas. EiCEido, legajo 7-915, füfs, 1S8 a 190 v,
(70) Coplas de la Colección Malero, tomo XV,
(71) Archivo de SiniLmcas. SccrciatÍLi de Gracia y JuMlcia, Icgiijo S76, ailo 1713 a 17S&
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sin mczrla de ningún otro organismo, si se exceptuaba a la Contaduría
Mayor, facultada para presentar, ver y concluir las cuentas de las rentas,
como lo hacia con todas las demás del reino (72).
J unta de Rentas reales:
Por pragmáticas de Felipe V, sus fechas en Madrid, a 21 de mayo y 8
y 20 de diciembre de 1714, fueron reorganizadas las rentas reales para evi-
tar los fraudes de arrendadores que por sus demasías anularon algunas de
ellas, a cuyo fin, y rescindidos como estaban los arrendamientos de algu
ñas, por decreto de 21 de mayo de 1714 para desde 1 de enero de 1715, acordó
el rej' que todas las rentas generales se administren por una mano y bajo
una Junta y administración general de Madrid, a la cual da facultad para
nombrar el personal que convenga, dando las consiguientes instrucciones
y cobrando los derechos conforme a los aranceles vigentes a la muerte de
Cal-Ios II, hasta que con los comisarios de Inglaterra y Holanda se formen
otros nuevos de recíproca conveniencia; y habiendo de correr por la Junta
la administración en el ínterin y se dispone una Compañía que lodo lo
tome a su cargo, concede facultad en todos los órdenes al precitado orga-
nismo, con jurisdicción privativa e inhibición de cualquier otro organismo.
A la Junta en que hubiera de haber pena corporal, concurrirían tres minis-
tros togados del Consejo de Hacienda, a elección del veedor genera!, y
antes de publicarse la sentencia se consultaría con el monarca; se liaría
dos veces cada semana, a elección del veedor. Por disposición de 13 de
abril de 1716 cesó la Junta referida, estableciéndose que las rentas genera-
les y provinciales se arrendarían por el Consejo de Hacienda (73).
Junta de Propios y Arbitrios:
Era la que entendía en la administración e inspección, y como organis-
mo superior en la materia, de propios y arbitrios, que eran los bienes y
rentas peculiares de los pueblos de España, como dehesas, sisas, posadas,
mesones, tiendas y otros, aplicándoles a los gastos de policía, enseñanza,
caminos, puentes y calzadas y varios más, de fondos tan cuantiosos, que
en 1786 el valor de ellos en los Í2.526 pueblos que los tenían, ascendió
a 95.99J.2S0 reales 32 maravedís, y enj.792 se entregaron para la extinción
de vales reales 4S.S26.868 ideales del sobrante de propios y arbitrios que,
cubiertas sus cargas y obligaciones, el sobrante anual de ellos en 1785 era
•de 71.298.703 reales con 8 maravedís {74}.
Junta de la Renta general leí tabaco:
Intervenía eo la organización, desarrollo y administración de la renta,
prosiguiendo los expedientes y causas por defraudación. La renta quedó
en administi-ación desde que en 1731 cesaron los asentistas eu este ramo.
(72) Gallardo, obra elC, p:i£=. 7¡í y 74, Archivo de Simiincas. Sscretaría de Guerra, Indias,
Buenos Aires, Cuba, Chile, Fillfilnas, Florida, Luisiami, etc.
(73) Nueva rci:opUatijn, Ubro IX, título VIII. G i ü a r d o , obra cit,, lomo I, pág. SI.
(74) Canga, obra c¡t., toma 11, pág. 449. Archivo de .Simancas. Secretaria de Hacienda, lega-
j o s 425 al 453.
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- :-t47 -
(75) Colección de CtiUulas, del autor, lomo 666 (k VA numeración de libios. Gallardo, obra ci-
tada, lomo I, páginas 131 y 132. P t d r o Lerena, Mcmoriii lít Realas piiblkaí, S. Lorcn/.o, 7 ocdi-
brc 1787.
(7hl Xuiiva recopilación, libro U, lomo IV Aalo Hl:?, Colección de Cédulas, del autor. La de
IS de octubre de 1747. .'Vrchivo H i s t í r i c o Nacional, Consejos. Sala de Alcaides, Informes de los
fiscaleí, ai m a y o 1747.
(77) .-archivo de Simancas. Dirección genoriil de Rentas, La documentación del Calaitto
a b r a z a tas Salas 44 y ib,
(78) Ramón Santillán, Mcmoym hislúrica de los Cii«ío.<. Müdrid IH7ri, lomo I.
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(791 Archivo Histórico Nacional. SaJa de Alcal'les, I79Ó, [nls, 370 a 374.
(SO) Al-chivo Histórico Nacional, Sala de Alcaldes, 17W, fols, 331 a 340,
(81) Colección de Cúáitlas, Jel amor. Colección lc^,islciliv(¡ de la Deuda pidiUca. lomo I, pási-
nas 97 y 98. Escríchf, Dicciúnnria de /egíslaciüii. Aíndriii, ISSy, como II, píg, 727,
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- 349 -
y D. Juan Francisco Antonio de los Heros y Herrán, fiscal del Consejo de
Hacienda, más la Junta general de Comercio y Moneda ya mencio-
nada (82). .. .
Juntas de los donativos:
Con motivo de los varios donativos pedidos por Felipe IV se nombró
para cada uno deelios una Junta de gestión, investida, entre otras faculta-
des, de las.de expedir libranzas y acordar consignaciones: y así hubo la
de 16 de enero de 1625; la de 1629; la creada por Cédula de 4 de julio
de 1632 liara el de este año; la de IS de agosto de 1635, que había de durar
este año y el siguiente, con relación de las personas que salieran a pedirlo
a los pueblos, la de los años de 1649 a 1651, con el repartimiento de los mi-
nistros que marcharan a los efectos del cobro a ciudades, villas y lugares
en 6, 13 3' 14 de septiembre de 16,"50; la de preparación para el donativo ge-
neral que se había de pedir a todas las comunidades, con la instrucción
que habían de guardar los funcionarios a consulta del Consejo, que lleva
la fecha de 3 de abril de 1651, la indispensable para el que estuvo en trámi-
te en 16J4 y la del donativ^o general de 1655. . . .
También las hubo en cada uno de estos otros: el de 1664; el de 1667. re-
gulándolo por el anterior, conforme a Cédula de 14 de junio; el denominado
del Millón de ducados, ordenado en 7 de agosto de 1673; el de 1676, facul-
tando a los corregidores, para la exacción de otro de la misma cuantía que
el anterior, acordando una más entre las personas de caudal de la Corte
en el año 1677, y, en fin, de los que tenemos noticia, el ofrecido por los
obispos de España para Ja guerra con los turcos en 16íí2.
Por cierto que vamos a consignar a título de curiosidad que los proce-
dimientos empleados distaban mucho de la voluntariedad, porque ni el
modo de proceder del padre Sicilia en el de 1592, cuando la gente se resis-
tía a la (iádiía, ni el solicitado en 1603 que'no llegó a efectuarse, ni mucho
menos el de 1677, dejaban en libertad a- los requeridos. En este último el
procedimiento era llamar un consejero a cada uno de los hombres de
caudal, y si negábala contribución regresaba a su casfi acompañado de
cuatro guardas que le asistían solícitos con el salario de cuatro ducados
diarios -hasta qve vomilaba el oro».' De aquí la despedida de criados para
aparecer pobres y la crisis de éstos (S3).
Junta de Negocios de los Fúcares:
Acreedora esta Compañía de asentislas alemanes de la corona de
España desde el reinado de Carlos I, en el de Felipe IV se crea una Junta
para enlendcr en los asuntos de dinero en relación con ellos, y el Í9 de
mayo de 1638 se da un decreto para que tai entidad, en armonía con su co-
(82) Arclii^'ü de .Slmanca.s. Híiy unii .sección ti miadji Dcacsn-gos de! limpcrpLlor. Colección de
Ci'ílulüí rciihs.. dtl £11.1101-. Colixdói: lcg/s¡nlívn de ki Diiida piihli'i-n, tomo 1, p»g. 99.
¡S31 Copias de la Colcícióii Mc/cro. lomos 1\', V, XlV, XV 5' XVI. Archivo de Simancas.
Conladiirlas gtiK.jalcs. Conladur ia de la Razón, l^cgajos 1 e]íit¡vos a 151a sc.ítión dedonalivos, cuyn
nombre llevan. Biblioteca ^•ac^<lIlal, ñ.]4S. Valencia. Juan .Antonio, Diario tic iicíiciní úc 1677-7IÍ.
en Ciilarii/ii di' di)i:¡<iii':Klos iai'diiús, lomo 1,XIX, pii^. n".
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- aóo —
metido, haga un tanteo de lo que resoltare por alcances a favor de la enti-
dad mencionada (S4).
Junta de Quiebras.
E ; real decreto de 10 de enero de 172S creaba esta Junta con destino al
cobro de deudas atrasadas, y cuyos productos debían entrar en arca sepa-
rada de la Snperitendencia de Juros. La formaban tres ministros togados
de la Sala de Justicia y de la de Capa y Espada. Se referían ios decretos de
15 de junio de 1718, 10 de abril de 1720 y 22 de abril de 1722 como insu-
íicientes para la consecución del propósito, y quedó extinguido desde 1720
el Juzgado de quiebras (So).
Junta de la Deuda de Juros.
Esta entidad, formada por real decreto de 1 de julio de 1749 para la
validación o nulidad de tal deuda, según se practicara en otros tiempos
para alguna clase de ella, estaba constituida con independencia de todos
los Tribunales, por mtn¡=tros de satisfacción y conocimiento en la materia,
tales como el marques de los Llanos, que babía de presidíi1a, D. Blas Jover
y Alcázar, D. Miguel Ric, D. Pedro Salvador de Muro y D. Francisco de
Cepeda; era fiscal de ella D. Jtian Antonio de Alcalá y secretario D. Ro-
sendo Sílez de Parayuelo. El ponente de los expedientes de calificación lo
era el D. Pedro Salvador Muro, pues aunque quedaban anulados todos los
procedentes de asientos, como formados por intereses crecidos y oíros de
las calidades señaladas, y los demás en stispenso, y no podía darse reifla
fija en ellos fuera de las apuntadas, precisaba en justicia un examen singu-
lar, a cuyo efecto se habían de ver en ¡a Junta los tenedores para hacerles
comprender la injasticia de su posesión.
El i"eal decreto de 1 de enero de 17J2 aclaraba las dudas de la Junta
sobre la ejecución del de 1749 (86).
Janta del Real fondo vitalicio;
Para llevar a efecto la idea de la renta vitalicia, que tuvo principio por
real decreto de 1 de noviembi^e de 1769, se nombi^ó una Junta compuesta
de tres ministros: uno togado y dos de Capa y Espada del Consejo de Ha-
cienda; los que propondrían un contador que interviniese la cuenta y ra-
zón, debiendo conocer la Tesorería y Depositaría de los caudales y su in-
versión, a cargo de la Compañía de los Cinco gremios mayores de Ma-
drid (87].
Junta Suprema de Amortización:
Se creó por real decreto de 11 de enero de 1799, con facultades absolu-
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- 1351 -
tas e independencia, de Consejos, Chancillerias y Audiencias. Tuvo por
objeto dirigir las enajenaciones dé los bienes raices de beneficencia, y por
olro decreto de 13 de febrero del mismo año se la encargó el conocimiento
del cobro y aplicación de fondos destinados a la extincidn de ios vaies rea-
les y pago de los intereses de esla deuda, así como de organizar la Caja de
amortización, que fué fundada para sostener el crédito de dichos vales. El
29 de junio del citado año e) rey extingue lajunla, por haber "concluido fe-
lizmente los principales objetos de su institución» (83). Sin embargo, es lo
cierto que desacreditó con sus medidas tos vales, más bien que consoli-
darlos, en su vida de seis meses.
Junta de Vales reales era la establecida para la formación de la Caja
de reducción en ellos en 1799 (89),
En 1800 se creó ía Junta que había de entender en la consolidación de
vales reales, en virtud del reconocimiento hecho por príigmática de que
..las siete ci*eacLOnes de ell03 era deuda legítima de la Monarquía, responsa-
ble y obligada a pagar sus intereses (90).
(8S) Canga, obra c i t , lomo I[, pág. 10. .•\i-i:hivo Histúrlco Niicioaal, 1793, foli. 331 a 340.
(SI) Archivo Histórico Nacional, ITTO, fc[s. 1.330 a 1.334.
(90) Archivo Hiscúrico Míiciotial, 1803, foh. 6S9 a 681.
(91) Tomáa G o n í i i l ü , A'oficüi li¿ifii''¿Cíi liüciiiii^ii^idít tic /.7s míms d^ Gutí:lalcaii3l, 1831*.
aos vols. Gallarilo, obra cii,, tumo 7, pág-. 97. Archivo d^ S i m s i c a s , CJÜÍOJO y j u n t a s de H a c U n d a ,
legajo 1.716, ailos de 160! a 1547, y legajo 1 733, ailj de 1630.
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(92¡ Gailardn, obra cii., t o o i o l , fág. Sd y S7, Copia de la Cnk'cciáii Molcto, lomo X V I .
(93) j ^ r c h i v o ile Slrnanca;. lislsdo. J u n t a s , de 17L;6 a 1763, legajos IX-iKl a 7,íi04,
(94) A r c h i v o de Slmani:jii- t e t a d o . J unías, legíLJos ".'iOfi a 7.61 li,
195) Archivo de Simancas, listado. J u m a s , legajos 7.617 a 7.i![íi.
(9íi¡ AnUis mordoácR a la Ni:ci:a BcfopílnrJCn. Madiid. Ibaira, 177J, pág. ES. GaUai-Jo, obra
cilada, lomo I, páys. 95 y %,
(97) Canga, obra c i t , loma l í , pág, [¡3.
(98) Colección de Cédalas, de! autor, lomo XIX, fo3s. 164 a 167..
(W) GnlUirdo, obra c¡i., Icnip I, p á g . 97, Colección d§ Cédulas reales, del auior, lomo XIX.
E s c r l d i c , obra cll., tomo II, pág. 732, .. ,, .
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- 353 -
{i(hl) Memoria de D. Pcilro de Lerenií. San LoreníD el Reíil, 7 oclubrc 1789. Copins de la Co-
tccctón Molcyo, corno XVI,
(101) A i d i i v o de Simancas. S e c r e l a r i a d e Hacienda, ailoa IToS a 17SS, Icyajoí SSS y 839.
3
(103) Biblioteca Nacional .
23.134
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Consejo de Guerra. En 1797 se separan los asuntos del Consejo, cometién-
dolos de nuevo a una Junta .Suprema compuesta de cinco individuos, uno
de ellos teniente general, que había de presidir!^. Su cometido era el
lomento de la cría, Escuela de veterinaria y causas civiles y criminales
pertenecientes al ramo. En 1S02 los asuntos tornaron al Consejo (103),
Junta de Armadas:
Entre las disposiciones multiplicadas que diera la Administración cas-
tellana figuran las de conservación de montes y plantíos, atendiendo, en
lo que competía a) Consejo de la Gueri-a, a la fabricación de bajeles. De
pendiente del Consejo era la Junta de Armadas, con la misión que indica
su nombre, y cuya lecha de creación supongo sea del tiempo de Felipe II,
aunque las noticias que nos proporcionan las leyes recopiladas no sean
anteriores a los años 1694 y 1695 (104).
Junta de Ordenanzas:
Era su cometido las ordenanzas, órdenes, instrucciones, prajímáticas
y toda clase de papeles de los diferentes ramos de la Secretaría de Guerra
• para ,su estudio, preparación, conservación y servicio. Fué creada en tiem-
pos de Felipe V (105).
Junta de Fortificación:
Se extendía en su cometido, asi a los edificios de toda España como a
los de América, Italia y plaza de Oran, y tenia la facultad de presentación
•de proyectos.
Abrazó en cuanto al tiempo desde e! año 1737, traspasando el si-
glo xvni (105).
(1Ü3) EHCriche, obra cil. LeveH recopiladas, Libro VI, tiuilo X- .Ai'chívo de SimaiicEI-S. Secre-
taria de Ciuerra, legajos ^ 9 a] 2ÍÍ\. Traían de otros muchos asunlos, aun íticonexos.
(104) Nue^'a recopilación, libro Vil, título V i l .
(105) Archivo de Simanea?, Secretaria, de Guerra, legajos 4.238 a 4.3-1-2, años de 1748 a 178B, y
496 a 503, de 1701 a 11*3 (suplemenlo).
(106) Archivo de Simancas. Secretarla de Guerra. Por el a.sumo y su generalidad en el co-
metida, la documentación es mucha y abraza los le^iíjoa de los arlos 1563 a 1797, y desde el 5.836
iil 5.897, años üe 1737 a IHtó.
(107) Coicccióji de Corlea de CnsliUa. Corles de Madrid de IS<I2-9S, lomo XII, pág. 556. Se-
sión de 31 de aj^osLo de 1593. Aunque J u n t a local, ¡a incluímos entre las generales por la importan-
•cia de ser de la capital de la monarquía.
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— S55 —
Junta de Policía de Vaüadolid; • -
Paralela a la de Madrid, de laque fuera copia, instituíase en Valladolid
una idéntica en abril de 1601, de la que daba cuenta el conde de Miranda
que había de presidirla, significando de parle de S. M., en larga plática, el
deseo del acrecentamiento, ornato y beneficio de la villa, deseando se pro-
vej^era de todo lo necesario para ello, y, al efecto, se acordó anduvieran
veinte carros para limpiar y regar las calles, embargo de las obras de las
casas para construirlas conforme al trazado dado por ella, y despachándo-
se Cédula para edilicar, con doce años de exenciones las de huespedes y
tres para las demás. También le estaba cometido a este organismo la poli-
cía sobre-ías personas, con facultad para conceder o negar autorización de
entrada en la ciudad, siendo infinito los que no iban en vista de la dificul-
tad, pero se alargó el permiso dando puerta franca a lodos con que se
registren en un plazo de cuatro días para conocimiento de las personas sos-
pechosas, vagas y ociosas y sucesivo lanzamiento, evitando así la confu-
sión que había en Madrid (IOS).
Jimta de Composición de casas. Se creó en 9 de abril de 1630, en cuyos
asuntos entendía ta Cámara de Castilla en épocas anteriores.
Trataban de apuntaíamientoí, quila de éstos, obras, diferencias con
Jnc|uilinos para que no se admitieran recursos contra ellos, licencias para
obras, alzados de ellas, notificación de las mudanzas, modo y hora de ce-
rrar las puertas y otros (lO'J).
Junta de Abastos de granos creada para socorrer y surtir de ellos a las
provincias (110):
Lajunta general de Granos del Reino creada en 1750, coya misión se
refería a cuestiones de abastos pai'a el de cada pueblo, incluyendo el de
sementera, regulando los depósitos de compra, los de caudales a crédito
con calidad de reintegro en los mismos granos, arreglo de precios de la
semilla, obligando a la equidad y a vender el remanente, cubierto el consu-
mo y laseinenlcia, etc. (111).
Junta de Sanidad:
Felipe V crea la Junta de este nombre apenas tuvo conocimiento de la
peste de Marsella en el estío de 1720, con otras disposiciones de orden
(1081 Cabreríi., o b r a c i i , págs. 109, 103 y 99. La colocümps enire los generales de la adrainis-
t r a c l í n por Sier entoiieei VaUadolid la eapilalidad.
(1U9) Archivo Hlilúilco Nacional. S a l a de Alcaldes, folios varios, por casas. Copias de la
Colccciiiii Moleta. Dociimcnlos curiosos s o b r t composición lin casas en la Corle en 1623, y eonsnlla
da !a Cámara sobre comp^loncia para conocer de la composicíún de casas en 19 de octubre de 164<t.
Ello se cclaciona con las Cídnlas de los Liempos d Carlos II y Carlos III acerca de la maleria.
(110] .-^rclilvo de Simancas. Sccielarla de Hacienda, legajos S58 a S73, arlos 17:¡9 a 1799. La
tengo por distinta ái: la J u m a general de Gríinos.
( t i l ) A r c h i v o de Simanca?. Gracia y Justicia, legajo 1.057.
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- 356 -
sanitario. El organismo estaba compuesto del gobernador y cuatro minis-
tros del Consejo, que atenderían a cuanto correspondiese a salud pública,
expidiendo el monarca, con el parecer de la Junta, preceptos varios y for-
mando luego compendio de los existentes, ordenados por uno de los
ministros. Bllos se refieren a prohibiciones de comercio, caso de peste,
cuarentenas, patentes, testimonios de aduanas y sanidad para el ingreso de
los géneros y otros. La legislación capital en la materia lleva las fechas de
2 de octubre de 1720, 10 de febrero, 17 de marzo, 15 de junio, 9 de agosto y
10 y 25 de octubre de 1725 (112).
Junta de Médicos:
Tuvo por misión la organización, procedimientos, estudios y garantía
de la clase medica. Fué también creación de Felipe V (113).
Junta gubernativa de los Colegios de cirugía:
La correspondieron las mismas facultades que a la ¡unía de Médicos y
debió .su creación (114).
11.—A los asuntos de gobierno y adt¡iinlst7-nción, qtie hoy diría mos, corres-
ponden cuantas Juntas carecen de acomodo en otras divisiones, Son éstas:
i.ll'-l Arcliivo de Sinianuas, Sí(;re[ai-ia dt Guerra, Siiplcmenlo, h'í;iijoi 557 y 558, años de
172Ú a 1785. Co/cccioíi de Cédulas rciilcn, del amor,
(113) Ai-thLvo de Simancas. S e c r t l a r í a dt Hai:ííjnd!L. legajos 407 a 409, años I72S a 1749.
(111) Archivo de .Simancas Secretaría de Hacienda, Ho.ipiiales y íacullatlvoü, 1758 a 1800'
legajos 6.Ü46 a 6,577.
(115) Cabrera, obra d e , pá;;. 26:i, año 16(16.
116) Ccpias de la Colecciüii Afo/cfo, tomo XIV.
017) Archivo de Simancas. Consejo y J u n l a s de Hí.cienda, IcgLijo 372, año 1598.
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sejos; pero no se sabía los que habían de ser nombrados para ellas; acaso
fuera aquella misma que recomendara García de Loaisa a D. Felipe 11 la
dejare establecida para que, con el Consejo, se gobernare el hijo durante
los primeros años del reinado (IIS).
Por el mes de septiembre de Í60l' se había tratado que hubiere dos ve-
ces a la semana Junta de algunos ministros del Consejo de Indias, con dos
consejeros de Hacienda y otros de Guerra para que trataren en dilerentes
días de lo que allá se ofrecía en la materia (119).
Junta de Negocios de Indias de Portugal:
Otra Junta de que se tiene escasa noticia era la en que concurrían al
Consejo de Indias en 1602 dos consejeros de GueiTa, el secretario Esteban
de Ibarra, los demás del Consejo mencionado y dos consejeros del de Por-
tugal, con el secretario de este organismo, junta que trataría de los asun-
tos apuntados a juzgar por la composición de la misma (12Ü).
Junta grande de Reformación:
Estaba compuesta de los presidentes de los Consejos y ministros va-
rios calificados. Trataban de la distribución entibe ellos de los asuntos del
Reino Y medidas que se habían de tomar para el remedio universal del
país. Los capítulos mandados guardar eran 23, y se dieron en Madrid a.
10 de febrero de 1623,
La cédula de erección lleva la fecha de 3 de septiembre de 1622 (121).
Al año de 1626 corresponde la creación de la Junta lormada para re-
solver competencias, según lo establecido por Cédula de S. M., en cuyo
contexto se restablece el modo de volar (122), cesando de entender en ellas
el Consejo Real, abusivo en muchos casos fiado en su potencia, cediendo
tan sólo ante el Consejo de la Suprema (123).
Junta de Prevención de títulos y caballeros y orden para que por la
Cámara se den los despachos de los que resolviere:
13 de septiembre de 1640 (124).
Junta de Presidios, cuya misión indica su título; se formó acaso antes
de 1647 (125).
Junta de Inteligencias de Portugal.
Era su misión el formar los sumarios y remitir las causas a la Sala de
Alcaldes: año de 1648(126).
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• Junta para examen de Ordenanzas:
En enero de 1741 ordenó el rey la íorniación de una Junta que, integra-
da por nueve vocales cuyos nombres expresa, se había de reunir tres ve-
ces semanalmente para ver y examinar la colección de Ordenanzas para el
Consejo de Hacienda, sus tribunales y oficinas, por D. Francisco de Oya
Azores, ministro togado del citado Consejo, que, con autorización del mo-
narca, había desarrollado la obra, a imitación de las Recopilaciones de Es-
paña e Indias, por libros y títulos en númei-o de nueve libros. El dictamen
íué íavorable, salvo cuanto al Tribunal de Cuentas, respecto al cual hubo
voto particular, siendo la lecha de ambos en Madrid a 2 de junio del
año 1742 (133).
Junta del Montepío de oficinas:
Se estableció el 27 de abril de 17tj4; su cometido era la buena adminis-
tración, propuesta de inversión de los caudales sobrantes, cumplimiento
de los fines piadosos y obsei-vación de las reglas de gobierno insertas en su
reglamento general; lomprendía la Secretaría de la Cámara y Reales Con-
sejos, Tesorena maym-, Contadurías generales y otros que expresa (134).
Junta lormada de orden de S. M. por el arzobispo de Tebas, su confe-
sor, el gobernador del Consejo e inquisidor general para la averiguación
de si el clero estaba oprimido, como afirmaba el obispo de Cuenca; lo que
se ha privado a los Ordinarios desde 1760; sobre plan de estudios y libros
de las universidades, casas de regulares extinguidos, jesuítas y los desti-
nados a seminarios, etc. (135).
Junta Suprema de Correos y Caminos:
Es la única competente en estos ramos, y en elta deben resolverse los
negocios de apelación, súplica, agravio o queja de los autos y retención de
ios jueces subdelegados, sin que de sus determinaciones en revista pueda
introducirse recurso alguno, salvo al monarca, en los casos que piuede
tener lugar. Su fundación se verificó en 1794. Su extinción, en 1809 (126).
ros, cuyos miembros señalan las consultas sin asistir a ellas. Sus acuerdos
de que los signos sean de los asistentes, opiniones emitidas en pro del
buen servicio, se resuelven con un decreto de que no se entrometan en la
cuestión porque no les compete. Uicho de otro modo, se niegan al Conseja
iniciativas, después de haberlo limitado en sus funciones. En cuanto a las.
personas, suelen no figurar en ellas individuos capacitados por sus estu-
dios jurídicos o de administración general o prácticos que, habiendo iiigre-
sado al servicio de la corona de auxiliares de contadurías, tesorerías, de-
positarías, seci^etarías y otros organismos oficiales de nombre vario en la.-
época, fueron ascendiendo por su mentalidad, sus trabajos, asiduidad y
rectitud en el curso del tiempo; así fueron buena parte de los ministros de-
Carlos I y Felipe 11. En reinados posteriores se nutrirá el personal de la
admini.stración en las camarillas de los validos, en los despaclios de asen-
tistas y cambios, de arrendadores de rentas, de la Casa de Contratación, de
capitalistas de Indias o de Casas linajudas. En los reinados de Felipe IV y
Carlos II, de franca decadencia, es donde figura en la dirección del país, y
en mayor número, lo más granado de la nobleza castellana. En el siglo xvi,
oficiales de las contadurías valían para ser mayordomos de los grandes; en
el XVII, los servidores de éstos ocupaban puestos en los organismos oficia-
les. El duque de Alba o el almirante del reinado de Carlos II se oponen al
de Oropcsa en las Juntas, más que por sus conocimientos respectivos en
las materias tratadas, por mera cuestión de personalismos; el duque de-
Alba del reinado de Carlos I era consultado en 1523 acerca de los medios
de haber dinero, y se excusaba por su condición militar que, presto a cum-
]3lir con su rey, no había entendido nunca en materias económicas: son
signos del tiempo. Excusado es decir que las ordenanzas varias se incum-
plían, a veces apenas dadas, como cláusulas de las de Lerma de 1602, que
pongo de ejemplo, por tratarse de puntos tan importantes como materias-
de contadurías.
Las cuestiones de precedencias crecen diariamente, deteniendo Ios-
asuntos, como en la Junta de Millones, o suspendiendo la tramitación de
ellos en la de competencias, como en la Junta de los Lunes.
La incompetencia de la administración culmina en las Juntas de Me--
dios. La previsión dejaba de ser nonha. Si prescindimos de arbitrios, tales
como suspensión de consignaciones, asientos y donativos, no hallai-eraos
en esas Juntas sino el camino iniciado en la época de Felipe II, sin que
hubiera quien hablase ya de leyes suntuarias, de redención de censos, de
reducción de gastos, de aumento de rentas y derechos con indtistria y
buena administración, de i-evisión de aranceles, de arrendamiento de bal-
díos a los moriscos, de multiplicación de acequias y de riegos. Pero de
ello podían tratar en Junta de 15%. Sabablanca,-Torregrosa y Pons, tres
ministros de competencia indiscutible. Es menester Ueg-ar, en el reinado
de Felipe IV, a las recomendaciones del conde duque, o en el de Carlos 11,
a un título de Castilla, como el marqués de los Vélez, para pensar en la
sinceridad v buen acuerdo en las cuestiones de dinero.
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Las Juntas se multiplican de tal modo en el reinado de Felipe IV, que
el Consejo de Castilla estudiaba en varias sesiones de 1643 si convendi-ía
"reformar o suprimir algunas de ellas, concluyendo por dictaminar que la
dirección de las materias no corriera por Juntas, sino por Consejos, con lo
cual evidenciaba la preterición de éstos,la desorganización administrativa
y el deseo de volver al sistema antiguo, más racional y de menos riesgos.
Quevedo critica con su natural gracejo la creación de tantas Juntas, y refi-
riéndose al Consejo de Hacienda, añade: =y con estas sepai-aciones el
Consejo está sin qué hacer, y el erario condenado en costas»; como que
siguiendo la materia, se lamenta de las contadas reuniones de algunas
de ellas, diciendo:
«Que ministro que se junta,
a quinientos le sale cada junta.
Y esto es en oro y piala,
y anticipado el tercio.»
(1> tLii Eeal CHSÜ. tle Panadería en la plaza Mayor ele Madrid», ISJ'I, iidgs. m-WH.
i^i) olnccndios ocurridos en la püiza Mayor de Madrids, 1919, y «LÍIS Ca-sas Ayi|ni.amienlo y
la plaza Mayor», 1913, págs. 36-61.
(3) Olio Sehúberi, El Snrroiv éi: Espuria, págs, IJO y IW.
(4) Zibia da Acliia ilcl Municipio^ tap. ¡I, tol. ¡P(í.
(5) Documento del Arcliivo .Munleipal. Sigs. 3-37-8.
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linderos, expresando que la casa en cuestión tenía por delante la plaza
pública. Como cosa curiosa merece fijarse que tse reservan los primitivos
dueños, por tiempo de 8 años, una ventana de ias tres de las del segundo
piso o suelo, la de uno de los dos lados escribe el documento—, e no la
de enmedio, para que desde ella podamos e puedan ver todas las fiestas
y rregocijos que se hicieren en todo el dicho tiempo de los dichos S años
en qualesquier días üellos, así fiestas de toros, caiias, torneos, procesiones,
como otras quílesquier fiestas e rregocíjos y execuciones de justicia".
La venia importó 1.500 ducados. Las casas, según consta en el acta de
posesión del día 13 de ma^'o de 1590, estaban en los soportales de la plaza
Mayor de esta villa.
El día 16 de julio de 1590, la compradora, María Pérez, fundó un censo
sobre dichas casas a íavor de los vendedores, por el que se oblisraba a hi-
potecar otros bienes suyos para responder del censo, dejando como razón
que las casas (1) "están mandadas derribar por mandado de su magestad
para acer el sitio deltas y de otras que junto a ellas están panadería».
Una vez fijado el sitio en que había de construií^se la Real Casa de Pa-
nadería, ¿quién fué el encargado de llevarla a término?
Los escritores, a excepción del conde de Polentinos, que nombra a
Diego Sillero, además de Juan Gómez de Mora, nombran sólo a éste. Pa-
rece que todos tienen razón.
Demuestra que el maestro mayor fué Juan Gómez de Mora un docu-
-merito del año 1622 (2), en que, al iiablar de las rejas de la Panadería, dice
como luei^on encargadas a Pedro de Salamanca, que las hizo conforme al
modelo que le dio Juan Gómez de Mora, maestro mayor de las obras
de ella.
En cambio, otros documentos de 12 de marzo de 1591, dicen: «compare-
cen ante escribano Diego Sillero, alarite de la villa, Luis de Lucón, alarife
de la villa, y Antonio de VaUadoUd, vecino de Madrid, éstos dos fiadores
del primero, y dijeron que por quanto los señores de la junta, que por
mandado de su magesiad se hace por el ornato y policía, obras y limpieza
y salud dcsla villa, an encargado al dicho Diego Sillero la obra de la
Panadería que se ha de hacer cu la Plaza Mayor desta villa, en el corral
de los toros y en las demás casas que para ello están tomadas, para que
la haga toda cilaa tasación..., como parece por el acuerdo de B de junio
del año 159Ü; ellos se ofrecen como liadorcs de Diego Sillero».
"En 1594 Juan de Ballesteros, vecino de Alcalá de Henares, y Pedio
filón de la Sierra, vecino de la villa del horcajo, maestros de obras, estan-
do en Madrid dicen a la villa que sabiendo que la obra de la Panadería
que esta villa hace en la Plaza mayor está encomendada a Diego Sillero,
maestro de obras que hace olicin de alarife de la villa, a tasación, y para
darle y pagarle todo aquello en que se tassare la dicha obra, ellos se corn-
a] S f g s . .'i-y'i-so.
(2) Archivo Municipnl. Slgs. 3 91-23.'
í?-) Archivo MunicipEll, Sigs. 3-92-23.
(-1) Arcliivo MunicipLiL Sigs. 3-92-25, '
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marzo de 1611 en el que dijeron: ique aviendo entendido lo mucho que a
costado !a obra de la panadería de esta Villa, la qual, aunque se a hecho
ber diferentes beccs y reparar de manera que esté segura y con la perpe-
tuidad que contiene, y para asegurar esto y juntamente para el hornato y
pulicía desta Villa, y porque en la,calle mayor podía luzir más haziéndose
la obra que está tracada por Joechin de Grajar, Agustín de Pedresa 3'
Alonso Carrero, alarifes desta Villa..., que en sustancia es hacer un quarto
que corresponda a la dicha uanaderia, que salga toda a la diclia calle
mayor; a de haver entrada para que se puedan usar dellas en las ocasio-
nes de fiestas }' en tas demás que paresciere, con unos balcones que salgan
a la dicha calle mayor...»
Pero todo ello, que creían firme y duradero, no estaba destinado a
pasar a la posteridad, ni siquiera a sobrevivir al siglo, y así en el año 1672
se vid destruida por un violento incendio, del que fué la cuna, y que pronto
pasó al resto de la plaza, produciendo así su total ruina.
Por lo mucho que de ello hay escrito puede uno darse idea, y no vov
a entretenerme en ello por demasiado conocido.
If
RECONSTRUCCIÓN
(1) Y a citado.
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Figuran también en la lista de los concursantes «Juan de León y tho-
mas Román maesti'o de obras y se acordó que se consulte y añada una
Planta que han trazado algunos maestros estimándose que debe aver mas
plantas de otros maestros peritos pai^a elexir la que se tuviere por conve-
niente» (1). Se vid otra de Juan García.
Pero, entre todas, ¿cuál fué la preferida? ¿Cuál se consideró más digna
para recibir, siquiera fuera accidentalmente y durante poco tiempo, las
íiguras reales?
Los escritores todos, incluso el conde de Polentinos, que hasta aquí
había acertado en la historia de este interesante edificio, no logran sus
traerse al error y lo aportan con su mejor fe a la Historia del arte.
Yo, en realidad, por mi escasa preparación y poca autoridad, temo dar
el nombre del verdadero autor de la planta elegida, porque hace desapa-
recer de todos los libros el ya célebre nombre de Donoso; y, sin embargo,
la realidad se impone. El estudio detenido de los docamentos demuestra
bien a las claras el error en que se ha vivido respecto del autor de l¿t plan-
la de la Casa Panadería en su reconstrucción no fué Donoso; éste inter-
viene, s¡, conjunLamenle con Claudio Cocllo; pero el autor de la planta fué
Thoinas Roniaii y Coni.pañsi-os.
¿Qué documentos Jo demuestran? ¿Qué pruebas tenemos de ello? '1 "odas
las condiciones del contrato (2) que han resistido al tiempo y nos ofrecen ,
claramente las firmas de los afortunados artífices que iban a contribuir al
engrandecimiento de Madrid con una obra que presidiría inajestuosa el
lienzo Norte de la plaza IMayor, teatro de tantas liesiasi pero también de
tantos infortunios.
Dicho contrato y las condiciones se encuentran en el Archivo Munici-
pal; una copia de el adjunto al linal; pero aquí quiero iticloir el párrafo
que nos demuestra el verdadero autor.
"La luQla acordó cuando vio los alzados y plantas que Thómas Ro-
mán, Juan de León y sus conijíancros ahecho y las de Josel y Manuel del
Olmo mandárselas a su Magestad a que eliga.»
Otro. <La misma junta en la cual formaban parte el Padre Francisco
bautipla de la Compañía de Jesñs, Fray Lorenzo de San Nicolás de la or-.
den de los Recoletos Agustinos Architectos y Juan Ruiz maestro de obras
y haviendo visto las plantas echas por Thoinas Román maestro de obras y
Josef del Olmo apreciaron las hechas por Thoiaas Román sin hallar
enellas cossa que en mendar ni reparo que hacer."
¿Queda ahora alguna duda respecto del autor? ¿Puede decirse, creyén-
dolo, que fué Donoso? Si permaneciésemos creyéndolo, después de vistas
las pruebas, podría decirse que cerrábamos los ojos ante la verdad, volun-
tariamente.
y ahora, que creo haber dejado esclarecido el error que hacía a Do-
noso el autor de este viejo e interesante ediñcio, intentaré hacer una des-
cripción, ron todoa los detalles posibles.
Maíerialcs. — La.s losas que tenía antes del incendio se aprovecharon;
pero desechándose las pasadas al fnegopor otras nuevas de la misma cali-
dad que las anteriores. Es decir, que una ve^ más en la historia del arte
se cumple el principio de aprovechamiento que todos los antiguos usaron.
Las piedras habían de ser berroqueñas o de canterita. También usaron el
ladrillo para bóvedas, etc.
¿Qué disposición tenía? ;Cómo era el edificio en cuestión? Su aspecto,
desde la plaza Mayor, no podía ser más sobrio ni interesante. Sin querer
reclama nuestra atención, destacándose a l a par que armonizando con las
demás casas de la hermosa plaza, que, en verdad, no llega en belleza a la
de Salamanca; pero que no deja de tener gran importancia. Apenas entrar
en dicha plaza vemos destacarse la sobria lachada, que descansa sobre re-
cios pilares de piedra, que forman el .soportal, y que se unen formando ar-
cos .semicirculares, dando origen a una arquería de 11 arcos; los pilares
son de piedra tosca.
Está formada dicha factiada por tres cuerpos, y los extremos son dos
torres. El primer cuerpo tiene 10 huecos, c(ue forman balcones, y en el
centro se destaca el balcón real, mientras que en los otros dos cuerpos .su-
periores no existen más que los 10 huecos.
La fachada estaba formada por 11 claros, con sus medias columnas,
con basa y capitel, arquitrabe, friso y cornisa.
El balcón de sus majestades, y el que le corresponde arrimado a las
casas que fueron de sardeneta, tenía sus arcos salmeros. Todo se labró de
albañileria, y las ventanas que daban a la plaza tenían soportadas de pie-
dra ben-oqneña con su arquitrabe.
Las torres, que seguramente ocupaban el mismo sitio que otras que
debieron existir antes del peno.so incendio, estaban rematadas por chapi-
teles, empicarados y emplomados, rematados por una cruz y una bola. La.s
esquinas subían de abajo a arriba, de maj'or a menor, almohadilladas has-
ta recibir las cornisas, que eran de cantería.
Digo que las torres ocupaban el mismo lugar que otras que debieron
existir antes del incendio, porque de ellas nos habla José JMaria Cuadra-
do (1); también Schübcrt (2) lo da como probable, y sobre lodo Quintana,
en sus Gra7idcsas de Madrid, nos las describe seguro.
La fachada, a pesar de su seriedad, se adornó con frescos pintados por
Claudio Coello, que el tiempo, actuando en su poder destructor, hizo des-
aparecer, y de los cuales no nos quedan más datos que los que comprende
la descripción de Schübcrt, que nos dice; «En el primer piso empleó basa-
mentos coronados rodeados de figuras, y en el segundo cuadros ovales con
Otra se colocó en el aixo del callejón del Infierno, hoy del Triunfo;
otra sobre el arco frente a la bajada a los sótanos o Caballerizas (4).
Además de estas inscripciones y mármoles, que daban una nota más
de suntuosidad en la fachada, había una serie de adornos, debidos al maes-
tro ensamblador Pedro Delanda, hechos en yeso, que decoraban la venta-
na de sus majestades, y por los dibujos para ello y los de las armas reales
y las de la villa le pagaron 339 reales de vellón {':).
También se pagó a Marcos Gm-cía, dorador de bronces, 1.500 reales
por ^8 rematos rramilleteros de bronce yquatro mascarones dansimismo
de Bronce todas doce piezas doradas de oro molido que ande servir para
adornos albalcon de sus Magestades».
Vara aseRada con sus cielos rasos guarnecidos entodos los tiros y mesas
y pasamanos labrados de raadera». Todo ello blanqueado.
La sobreescalera se adornó con un recuadro y con perñles y adornos
que fueron a gusto del artífice, como se despr ;nde del contrato.
Además, según dice el conde de Polentinos, estaba adornaba con un
zócalo o azulejos iguales que los que decoraban tan brillan I emente la cá-
mara o cuarto desde el cual presenciaban sus majestades las fiestas; cuan-
do hable de esto diré algo sobre dichos azulejos. Parece que sí, que tam-
bién la escalera estaba adornada con ellos, aunque los documentos no
dicen nada de ello directamente.
En cuanto al interior, ¿cómo era?; ¿qué distribución tenía? En el Archi-
vo IWunicipal existen unos planos que, aunque no están fechados, la letra
en que están escritos sus rótulos o letreros nos hace suponer son los de
su reconstrucción, porque son del siglo xvu. Van firmados por Jtian Gar-
cía de Gonzalo.
Dichos planos, que son dos, uno de la planta baja y otro de la alia, da-
rán mejor la idea de lo que esta Real Casa de Panadería era en sí.
A la parte delantera, y a ambos lados, tenia unas escaleras, que con-
ducían al segundo piso y que daban una a cada extrerño del edificio y con-
tiguas al cuarto de sus majestades En la parte que daba a la calle I\íayor
había una tercera escalera, sin duda destinada al servicio de los Iiabi-
t^intes y tiendas que ocupaban aquel extremo del edificio, destinado en
pai"te para vivienda de los corregidores; según hace constar el conde
de Polentinos (1), se acordó en sesión del 7 de septiembre de 1672. En la
parte baja, y en el extremo derecho (visto desde la plaza Maj'or), había
unas habitaciones destinadas para el 'Alcayde». Esta, más algtma otra
dependencia, ei"a lo que constituía la parte baja.
En su parte alta (que tenía casi la misma distribución), ocupando casi
todo el frente, estaba el cuarto de sus majestades, subdividido a su vez en
sentido longitudinal, formando una arquería de tres arcos, de los cuales
el del centro era mayor, y los de los extremos, iguales. Cada uno de estos
aposentos, que en realidad eran uno solo, estaban espléndidamente ador-
nados con azulejos, que contribuían a dar una nota de riqueza en el majes-
tuoso salón.
Estaba formado por vigas de tercia y cuarta, con bovedillas y cielos
rasos, ricamente decorados por dos célebres pintores: Joseph Donoso y
Claudio Coello, que acordaron pintar y decorar las salas, que eran tres (2),
y por cada una se les había de dar Í.OOO ducados, obligándose a darlas aca-
badas y pintadas para fin del mes de mai-zo de 1674. Dándoseles para em-
pezar la obra 700 ducados, y el resto en mesnadas, cada una a 3.614 reales,
empezando desde el mes de septiembre del año 1073 y acabando en marzo
del 74. Los dibujos que ejecutaron fueron vistos y elegidos antes por la
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La obra de cerrajería de todo el edificio se encargó a Pedro Sánchez,
cerrajero de su majestad, Domingo Heserán y Juan Gómez (1).
Existe, además, en el Archivo Municipal un plano del interior y de la
segunda planta del mismo edificio, qiie carece igualmente de fecha, pero
que también por su letra podemos fechaiio aproximadamente, siendo
desde luego posterior, del siglo xviii. Desptiés de haber visto los ante-
riormente descritos, apenas mirarlo, nos salta a la vista su menor tamaño;
es decir, el edificio perdió teixeno, influyendo en ello sin duda el cambio
de costumbres, con lo cual la Casa Panadería vio poco a poco declinar su
importancia y paso a la posteridad como un recuerdo histórico, y yn olvi-
dado por conocido.
El pretender hacer su historia hasta la época actual es labor que con
gusto lo hubiese hecho, sí la premura del tiempo me lo hubiese permitido.
Pero, a pesar de mis buenos deseos, me veo obligada a terminar por aho-
ra con la reconstrucción da 1673-74. Quizá algún día siga mi estudio en
las vicisitudes y cambios por que ha pasado la Casa de la Panadería, que
fné durante algún tiempo ocupada por la Academia de San Fernando, y
que presta hoy su asilo al Archivo Municipal, haciéndonos olvidar con sus-
pinturas y el brillo de sus azulejos los carcomidos papeles, testigos y
recuerdos de tanta grandeza y tanta desgracia a la vez.
Por último, y antes de terminar, quiero dedicar un recuerdo de
agradecimiento por las facilidades que me íueron dadas en dicho Archivo-
]\Iunicipal para mis investigaciones, y sobre todo al culto, y por mí tan
apreciado, catedrático de la Universidad Central y Archivero, D. Agustín
Millares Cario.
ESPERANZA GUERE/I SÁNCHEZ-MORENO^
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BIBLIOGRAFÍA
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APÉNDICE
DOCÜMEXTO N'LMERO I
Año 16/3.
La Junta acordó, cuando vio los aleados y Plantas que Tomas Román,
Juan de León y sus compañeros an echo y las de Josef y Manuel del Olmo
mandárselas a su Magestad a c|ue eliga.
La Jnnta en la cual formal)an parte el padre Francisco Baupptista de la
compañía de Jesús, fray Lorenzo de S. Nicolás de la orden de los Recole-
tos Agustinos arquitecttos y Juan líuiz maestro de obras y haviendo visto
las Plantas echas por Thomas Román maestro de obras y Joseph del Olmo
apreciaron las hechas por Thomas Román sin hallar en el co.sa que en
mendar ni repai^o que hacer.»
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D0CUME\'T0 NÚMERO I I I .
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sentados los pilares que sustentan los suelos de la panadería las quales
losas an de tener 2 pies y un quarto de lecho y una quarta de grueso y con-
viene que estas vaj'an labradas como todo lo demás y seasienten a cordel
y nivel y los quadros deempedi^ado de cal y piedra y queseade muy buena
mezcla e chando encada espuerta de cal otra de arena y la piedra con que
se empedrara sea de ya de yr heciio y también labrado que la obra que
esta echa se junte y encorpore para que quede tan firme como si todo junto
se labrai-a porque asi conviene para la firmeza y seguridad de las dichas
capillas por ser como es el fundamento de las dichas hobedas y fabrica y
de no hazerse ansí seriaponerlas en grande riesgo de hundirse alguna de
las dichas bobedas y hundiéndose una seria mucho perjuizio y ruina de
toda la fabrica y este es nuestro parecer y el mismo que dimos aveinte y
seis dias del mes de enero deste año en la dicha panadería en presencia
de los señores >
DOCUMENTO KÜJUIIÍO IV
=Digo YQ Gregorio Ruiz que por orden de Madrid e echo unas armas
para la panadería para encima del balcón donde su magestá be los toros
que al presente están puestas en un tablero de doce pies de alto y siete de
ancho enberoLadas y enlazadas a aparejadas muy bien al olio y doradas el
esqudo del rey y los dos de Madrid.-
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Don Francisco Pascual, de Ibarra Juez Certifico, que el día 28 de lebre-
ro del corriente año entró en este puerto y ancoró La nave nombrada el
Arca de Koe, Capitán Miguel Angelo Rosso que dijo venia de J e n o v a y
con efecto en la jornada dicha desembarcó Irese caxas de Marmoles para
consignar aGnillermo Paulin cavalJero vezino desta Ciudad y Cónsul por
su M. de la nación Inglesa y en la jornada siguiente de 2 de marco de di-
cho año La nave nombrada Nuestra Señora de Loreto que entró y ancoró
en este puerto y dijo venia de dicha Jenova ron efecto desembarcó una
casa de Marmoles que consignó a dicho Paulin, de todas las quales dichas
caxas supuso que traían las Reales armas de S. M. y las de la Villa de Ma-
drid se estimaron en Setecientas libras moneda dése Rejmo que causaron
y se pagó de todos derechos Veinte yocho libras Sinco sueldos y 2 dineros
y las Restantes otras tres caxas que son dos niños y una estatua de Diana
se estimaron por cien libras y se pagó por lodos derechos quatro libras,
dos sueldos y 2 dineros toda las cuales se despacharon tle orden y por
quenta dei dicho Paulin para llevar como en efecto las llevaron a dicha
villa de Md. (Sigue la fórmula.)
AUcante veinte y siete del mes de Abril 1574.
Total: Coste y costas de los Marmoles que an venido de X'' con el flete
asta puestos en Alicante conforme la cuenta se hadado son [con el cam-
bio) 100,868 reales, los gastos en Alicante conforme la quenta firmada
por Paulin 33fi de plata.
reales 160,226
Se an cobrado 80 r de p. y con el cambio r 30,268.»
Año 1673.—Escudo.
DOCUMENTO NÚMERO V
DOCUMENTO NÚMERO VI
-Se ajustó con Carlos Gottier la fuente que se hade hazer en el frontis-
picio del palio de la casa de la Panadería en beintte y ocho mili Reales
que a de execntarla conforme al modelo y dibuxo que a presentado y ha
ñrmado el presente secretario y la qual se compone de veintte pies de lati-
tud sin los reales leones y escudo y 22 de ancho que los Icones se an de
bolver al contrario de como están en el dibuxo de modo que agarren el
escudo y la figura se ha de hazer del natural de Marmol de genova blanco
en la conformidad que se clixicse que los leones y carteles y florones y
jarros que adornar toda la arquitectura y las bola.s que están encima della
han de ser de Marmol blanco del mas blanco que sehalbre En España que
toda la demás obra a deser de Marmol de san Pablo y los embutidos de
Jaspe de—Zcxí-— y adcponer los escudos délas Armas Reales y de ia villa
que se le dieren y ha de dexai" la fuente en disspossición de que corra el
agua y todo en conformidad con la planta.
Se he de hazer en 10 meses a partir de Abril deste año y le han de dar
luego Diez mili y quinientos reales y me obligaré y daré fianzíis. —,')/. Ver-
dugo."
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(Aquí el acuerdo.)
Y en conformidad de lo referido y a mayoi^ abundamiento de la manco-
munidad y azeptando como azeptaraos de nuebo el dicho ajuste Otorgamos
-que nos obligamos en favor desta villa de Madrid y de los señores de
la junta y diputación déla reedilicación fabrica de la dicha Panadería y
que en fuese parte lexiüma deque dándosenos y pagándosenos los di-
chos seismill ducados los settecientos dellos aora en este presente mes
•de agosto los restantes de la cantidad a su cumplimiento por mesadas a
principio de cada una arazón de seis mili seisdientos y cattorce reales
empezando desde el mes de septiembre que viene deste presente año y
acavando el diclio mes de marzo del año que viene de mili seiscientos y
settenta 3' quatro pinttaremos y adornaremos las dichas tres salas de la di-
cha casa de la Panaderia executando sus adornos en conformidad de la de
la planta de una de la dichas salas qtte exevimos en dicha junta y las délas
•otras dos también enttregaremos ios dibuxos delias para la elección y con-
formado que esté su execución las daremos acavadas de pinllar y adornar
en ttodas formas a lo que nos toca o tocar pueda en nuestra facultad y arte
para fin del mes de marzo del año que vendrá dé mili seis cientos y settenta
y quatro haciendo poniendo por nuestra quenta todos los coloridos dora-
dos y demás cosas y materiales que para su execución fuesen necesarios y
en casso que no cmnplieramos con lo suso dicho o partle dello queremos y
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DOCUSUIXTO KVMEKO V I I I
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DOCUMENTO NÜHREO IX
DOCUMENTO KÚMERO X
(Aquí el acuerdo.)
En conformidad de lo referido y a maj'or abundamiento de la dicha
mancomunidad referida y azeptando como de nuevo azeptamos el dicho
ajuste Otorgamos que nos obligamos en favor de esta villa de Madrid y de
los señores de la junta y dipnttación de la reedificación de la panadería y
fuese parte lexítíraa en traery que traeremos por nuestra quenta y riesgo
3' dar entregados a nuestra cosía catorcemill azulexos mas o menos lo que
fuesen menester coníorme a la muestra que dichos Señores ambisto en los
quales entran seiscientos y cincuenta alizares y los demás azulexos nese-
ssarios para los ocho escudos de armas de S. M. y otros ocho escudos de
las armas desta Villa y los azulexos para los Ramilleteros o remates. Que
se los ordenase labrados y fabricados y entregados en las casas de la pa-
nadería para el dia fin de Diciembre deste año por precio cada azulexo de
la granadilla y guarnición de re¿¡ly quarto y los de las armas de S M. y
tie la Villa y ramilleteros u remates a dos reales cada uno y los alizares
ló quartos cada uno a calidad y condición que no dándolos puestos y entre-
gados para dicho tiempo senos an de sacar o descontar de la dicha canti-
dad que huviesemos de aver dosciento ducados de pena en que lo emos
consentido y con condición que se nos an de dar libres las entradas de la
puerta y dársenos ocho mili reales de Vellón de descontado para hazer
la prevención y assí mismo se nos a de hir pagando como se fuera traendo
los dichos azulexos a los precios arriba referidos y los dichos ocho mili
reales que se nos dan descontado es condición que se an de descontar de
la última partida. (Sigue la fórmula por la cual consienten el castigo si fal-
tan a su palabra.)
Total de azulexos:
15374 de granadilla a 38 ms cada uno.
12 escudos armas de S. M. y en ellos 576 azul, que son a dos reales.
12 escudos armas de la Villa y en ellos 360 azul, a dos reales cada.
4S pilastras y en ellas 1152 azul, a dos reales cada.
lOTJ ramilleteros y en ellos 600 azul, a dos reales cada.
530 alizares a 60 mos. cada uno.
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— 391
Se encargo de colocai^los en la escalera Principal y cuarto de sus ma-
jestades a los soladores Andrés Martin, Luis Bueno Antonio Asensio Juan
del Valle.»
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^yí
IV
F E L I P E i n , E L DUQUE DE LEBMA Y LA COXDESA. DE CASTELLAR
(Contrn/zactón.) '
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Este segundo diálogo íiié sin duda comunicado a la condesa de Caste-
llar, si bien es posible se desarrollara con ocasión del suceso que en su lu-
lar relataremos.
Tan curioso relato de la conversación mantenida entre la condesa de
Castellar y el rey Felipe III, ratifica el concepto que de este monarca tiene
formado la Historia.
Hombre piadoso, piadosísimo, sus escasas energías se quiebran cuan-
do se enfrontan con el que de hecho ha logrado dominarle, secuestrando
su voluntad o recibiéndola por espontánea dejación del monarca.
provecho, si lendcí. Dijo cuando no sea sino p a r a jiislificar DiOí su causa. El lo t]U¡ei-e sin duda.
Dije: ;Quá le icngu d^ dcdr? Dlio: Eso no lo s í , lo que Dios os Inspirare le diréis, mas tomóos
la palabra Dlge: Señor ya no mp he de Ir A Valladolid ni buscarme la ocasión. Dijo; No ^crá me-
nester. Dios se !a buscará; mira que no le faltéis. Yo como si me pusieran a andar sobre una maro-
ma, no sabiendo, se me hl/o duro. Dijo: j^a 3-0 lo dige a Nuestro Señor. Y si no quiere la Condesa,
que liare? Dijome; si no quiere Ja Condesa no me fallará a mi quien lo haga. Yo determíneme con
toda la dureza que tenia y repugnancia a hacerlo por servicio de Dios y traguá que se enojaría el
lícy y que me cortarían ia cabeza y que desonraba mis hijos y todo se perdería, mas llagase la vo-
luntad ác Dios en mi; que yo no me conviene sino atrojarme en sus beiidílas manos. Con esle acto
queilc resignada, y cuando me lastimaban mis hijos y les d e c í a l o que hablan de hacer j ^ decir
cuando citubieaen sin mi, y como niños lloraban a Nueslro Señor pnr/iliim siiiu cor, iioit SI/JJJ;ÍÍ
htrbnlns, y con eslo D. J u a n de Alarcon se futí a Koma; pensaban en mi casa que me velan hablar
secreto con el que me pedia con que ir; mas el vendió un colíai' de piedras v perlas y dííiendome
un platero que era bsralo en cuatrocientos ducados yo se lo comprfi para mi hija, que ya le iba
junlando joyas. Luego escribcnme de Valladolid que los Reyes vienen a Madrid y que es con muy
grandes deseos de verme; era como una aldabada a mi coraron, mas como no sabia lo que le habla
de decir doble las limosnas, laa morlificaciones, hice decir muchas Misas y mucha oi'ación, por que
Dios me alumbrase en l o q u e le había de decir; porque como no s í hacer discurso, lo qne Dios
no me dil yo no ¡o s í componer. T.as obras con su ley y mí oblicación he deseado siempre regular,
lo demás dejárselo todo a su .santa voluntad. Estando en oraciún con este deseo, que son alli mas
breves y eíicaees que palabras sin ellas, se puso en mi corazón como quien muestra una piedra c
ioj'a que con mas brevedad se ve y asi es penoso el salir aquellas cosas a dcclarallas con palabras
y pierden muclio de su valor, mas como sí me dijeran que no estoy yo obligada a dar a un particu-
lar la luz que he de dar a un Rey, y ver^e muchas cosas a bulto como el oro, ios esmaltes y primo-
res de la jova. Mas con m i doctrina del P . Gi'acian y no estaba entonces aqui sino en Oran con la
comisión del Jubileo que le dio el Papa; saquelo a la luz de la ley de Dios, mas j-o no sabia si esto
era verdad y digele a mi confesor: Señor, es verdad que Dios no esta obligado a dar la luz que h a de
dar a un Rey a un particular de su reino": Dijo: E s tanta verdad que es de tí, con muy lindos tex-
tos. Dige: Sera bien que yo se lo diga al Rey? Dijo; Muy bien; y espá.nlemc deslo, porque era muy
amigo como lan sanio, que no me metiese en nada, pues no habla acetado el servirlos las dos ve-
ces que lo hablan intentado po[" el; 3'" el no le pai'ecia mal por el remedio de mi hija como me veia
con deudas; y aquí no solo lo loó, mas me dijo: Vo os t r a e r í un papel de las cosas dinas de reme-
dio que le digáis, y trujóle m u y bueno; jiias en mi rudera era como las armas de Saúl al pastorcico
David. Tome de í l para acompai5ar lo otro, y la noche que entró el Rey en el palacio de su abuela
la Emperatriz que alli vino a posar con su Magestad como era de prestado entró preguntando:
E s t a acá la üe Castellar; Digeron: No, sedor; m a ñ a n a vendrá, y así me lo enviaron a decir. Con eslo
yo dige que si iria con pronto ánimo, mas absorla de como Dio.- lo Iba haciendo, ;- declame al
alma lo que yo ahora h;igo, tu no lo sabes, después lo sabrás; Ynchiame de vcrgüenía, de que Dios
de tan gran Magestad quisiese dar razón a un gusanillo como yo, y decíale; no lo t|Uiero saber Se-
ñor, ni ahora ni nunca; mas mii'a que me ño de Vos, v cuando menos me cntendia ^" me entiendo no
me íunde en el aire no lle\'ará el aire mi fe, F n l m e con dos señoras amigas mucho y muy siervas
de Dios, no ose llevar mis hijos por sí no tornaba, quedaron en mí ca^a, y toda ella rezandoyín/
voluntas liia. En besando la mano al R e y que me hizo mucha fiesta y me la daba, como yo le ha-
bla criado; dige: Yo tengo que hablar a V, M, Dijo: subios al aposento de la Reina que yo i r í luego
allá; Besí la mano a S, M, la Reina la primera vez que hi vi eti mi vida que yo estaba tan uniña
que nuncti atravesé el palacio desde que sali casada de el, snbi y luego subió el Rey, y llamóme v
apartóse conmigo a un lado con mucho gusto, yo digele: Señor: debajo de la licencia que V, M. me
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La justa fama que en la Corte disfrutaba la condesa de Castellar de
mujer virtuosísima y discreta, fama que llegó a oídos de los reyes, indujo
a éstos a pedir su consejo.
En febrero de 1605 llegó la Corte a Madrid, después de haberla aban-
donado cinco años antes.
Y cosa curiosa, al hablarse en las historias del tal regreso nadie nos
dice cuál fuera la causa, el motivo que personalmente decidió at monar-
ca a tal determinación. Más que de los 250.000 ducados que los corregí-
ha dado que le diga io Lfne sea bien (le su alma con la llaneza que mi madre lo decía a V, M. pues
no le quiera yo menos, esto dijo: Huelgo yo mucho de ello. Condesa, que lodo me lo digáis. No, se-
flor, no haga V. M. cuenta que yo le digo esto, bino oygalo como un recaudo que Dios le enbia, re-
p;iro ya en mi y se me quitó cuanto piívor lievabii; en mi vid;i mü lie sentido con m a y o r libertad,
como í¡ no liieta Rey y yo nada. Uluy atenta a Dios, dige; .Mire V. M qu^ le íigradeíca mucho que
le envia a decir eslo conmigo que soy V.i que crití a V. M. en mis brazos, y no quiero otra cosa qu-a
V. M. ni la he querido nunca, sino que se salve y con grandes, grados de gloria. E l , turbado: Y a lo
veo, Condesa: Mire, Rey mío, que csle reino se pierde y que tiene V. M, la culpa y pagará la pena,
porque no está Dlo.s obligado a dar la I U Í que a de dar a un í^ey a un pardiiular de su Reino,
Púsose muy colorado y yo librisima mirando como Dios le moviu lan aina no vinieran l a í
aves que ,st lo llevaran como hijo lindísimos actos: Condesa yo no quiero sino servir a Dios y
agí- adailc y suplicalle que me alumbre esle corazón, Y poníase la mano en í l con alecto y deseo,
Yo: Silla ra el Seflor, Dijo: Que medios se os ofrecen: Y a yo Iba alema a Dios a responder, lilge:
Qüi> loiis L V, M. muy buenos Con.sc-jeros, Dijo: Yo os prometo que son muy buenos los que tengo.
Dii; e: YoI lo creo; m a s ciega muclto el ínteres; irate V. M. con la Reina Nuestra Seilora, pues le ha
diid oDin^s tan linda oomp;iñi;i, sus cosas: ;Que haremos en esto o en eslo? que donde esian dos o tres
kombr e de Dios allí está El. Dijo: ¿No bastara con m i confesor? No señor; eslo ea amistad enire
1 ( 1 0 5 , Jal confesor con oti-as materias, nías no esta llaneza. Duró una h o r a larga esta conversación
de preguntar y decir yo.
Las que estaban con la Reina dljiíronle: Hay] la pobre dfe Castellar que esiá muy enferma y
estando tanto t n pi¿ se ha de caer. Levantóse la Reina y p o r dclras de m! dijo al Rey: Mándela
sentar, v ül empezó a mirar a un cabo y a oti'o. Dije: ;Que busca V, M,> Dijo: Algo en que os
sentéis, Dige: No, señor, aquí rae arrimare; y .solle el un chapín y arrimcme algo asi mas baja. E s -
tubo hablando como otra hora algo menos por que le llamaron para un Embajador, Dige: Rey mió
(que esto le decía yo con ternura) no diga V. M, lo que le dicen a nadie que es pecado mortal lo
que le dicen p a r a su bien, que lo diga y se echan a perder a los que te abísan. Dijo p o n i é n d o l a
mano sobre el coraron: No dirii yo tal y salio.st, y llamóme la Reina, que ello acabada la substan-
cia y yo satisfecha el corazón, que Dios se l o h i í O l o ü o y habia cumplido con miembajaÓEi no pa-
recía sino consejo o lo que alli hubo; diccme la líe¡n;i; Condesa doleos de mi, que no poseo el cora-
zón de m i marido. Con tantas lágrimas que no he visto en mi i'ida quien tantas juntas le caigan,
Dige: Si posee V, M,; no se coiígogej si no supliqueselo a Dios que mucho quiere el Rey a \ ' . M.
Dijo: No lo merezco yo. Adios Condesa, pídeselo vos, y si l e h a b e y s d i c h o que no trate al Duque de
L e r m a ; n o esta ay su hijo que es lo mismo? ¿Que importa, dije, que quiera mucho a V. M. es !o
que yo le he suplicado y asi lo haccS.iV!. E n esto entró el Duque de Lerma; como la vido llorar
tanto conmi.jo hizome mal semblante aunque yo dejí a la Reina y le íul a dai la enhorabuena de
un nielo que le había nacido, y con tamo (u:me a la tribuna de la Emperatriz con el Sanllsimo Sa-
cramento; estando alli viene una Damii de la Reina, Doña Maria Meneses. Condesa: la Reina os
llama que vengáis conmigo. Dije: Vamos y metióme por unos cailejoncillos y vinimos a dar en el
oratorio que llaman de D. J u a n de Borja... [falta una página del orígnial], y sigue] ...limpísima
Conzizion su víspera, llegóse a mi [-'el Duque de l.ermaVJ: por solo ber ii V. S. venf;;o aquí; atin-
que a j - e r y oy me c .sangrado. Yo¡ i>. 1. m. a V. S. que me pesa se estuerze tanto; espere le busque
do se siente, y IJegole un banco y dejóle sentado y apartóme que las damas se llegaron arlas a en-
tretenelle.
Yo uyendome de Eeycs y de lodos, Al salir dijo [;Lcrma?] en la escalera: Ei1 esto me tengo
de andar. Que El no able a olla ni ella a E l [El Rey],
Yo la aro prender y saldré de este alan; dijole uno de los sus privados; yo n 0 la conozco; en
mi vida la b(; mtls de el nombre que esta mujer tiene se echara V,. S. a perder y ilirán que es pa-
sión y no tazón. Dijo: al menos desterralla sera sin duda.
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dores de Madrid ofrecieron a la corona, pagaderos en diez años, se habla-
ba de las granjerias entregadas, al propio tiempo que aquel servicio, al du-
que de L e r m a y a sus descendientes, asi como al ya entonces célebyg;,. con-
de de Villalonga.
No es inaudito presumir que quizá las circniístaiicias que rodearon a
este improvisado y definitivo viaje hicieran despertar en Pelipe íll la
conciencia de su extraña situación, ya que aun en los seres más débiles
asoma la advertencia de cómo se aprovecha alguien de esa su debilidad,
compensándose ésta con la fortaleza del que al amparo de aquélla prospe-
ra y tiraniza; es la inexorable tendencia al equilibrio en la balanza del po-
der, cuyo fiel, si no es impuesto por quien a ello es llamado, es la audacia
quien a su arbitrio y con lucro le maneja.
Sin duda con esta espina dentro, el aún poderoso monarca pidió con-
sejo a doña Beatriz Ramírez de Mendoza cuando Felipe III aún no se ha-
bía quitado el polvo del viaje.
Mas apenas se inicia la conversación, Felipe lil vuelve a su abulia ca-
racterística.
De aquí el pedir a la condesa le dijera cuanto le pareciere.
—«Huelgo yo mucho de ello, condesa, que todo me lo digáis.'
Para ello la había llamado.
Podrá nadie negar que doña Beatriz supo interpretar el pensamiento
de «las E.spañaS''.
Y lo interpretó con la valentía que debe apetecer todo buen monarca
en quienes consulta.
Pero a.soma en seguida la condición singular de Felipe III. Conoce
perfectamente lo que insinúa la condesa; ha buscado su consejo sabiendo
o presumiendo cuál tenía que ser; mas en cuanto se apunta la realidad, la
esquiva.
¿Qué significan si no las palabras evasivas e inconcretas después de
las terminantes de la consultada; «Yo no quiero sino serbir a Dios y agra-
dalle.?...
El claro talento de la condesa de Castellar le hace comprender la con-
veniencia de seguir el giro dado por su rey... Y ofrécele sus oraciones.
El monarca siente removerse en su conciencia la protesta contra su
propio ungimiento.
¿Es que ignora el mal de que apetece curarse?
Le conoce, pero teme descubrir este conocimiento; se amedrenta por-
que se siente flojo y débil para acudir ai remedio enérgico que de sobra
sabe cuál es,
Y en un rasgo de insospechada energía, pregunta, Lal vez tímida-
mente:
—»¿Qué medios se os ofrecen?^
¿No se advierte en esta pregunta una discordancia entre sus anteriores
palabras y las de la condesa? Refléjase bien claramente que su inquietud
se sobreponía a las mismas palabras que antes había pronunciado.
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- 400 -
Además estaban las ayas de los hijos del rey, aumenlando el número
de mujeres, cuyos servicios estaban minuciosamente reglamentados.
Entre ellas estaban, pertenecientes, más o menos próximas, a la fami-
lia de la marquesa del Valle, doña Elvira de Avila y Guzmán, doña Anto-
nia Manrique, la marquesa'de Cárdenas, doña Antonia Mendoza, que ha-
bía servido a la reina de Francia, doña Catalina de Mendoza, la hija del
conde de Barajas, doña Beatriz de Mendoza, recibida el 28 de marzo
de 1599 como dama de la reina, sin contar a la celebrada enana doña. Cusia.
Actuaba como directora de toda esta grey mujeril la marquesa d£l
Valle, a la que sustituyó, al salir ésta de palacio, la condesa de Altamira,
hermana del duque de Lerma.
Como decimos, la figura que destacaba sobre todas aquellas señoras
era la marquesa del Valle.
Llamábase María de la Cerda y era hija de D. Pedro Fernández de
Cabrera y Bobadilla, conde de Chinchón, y por lo tanto hermana del que
llevando este titulo tanto predicamento tenia en palacio en tales momentos.
Doña María había celebrado capitulaciones inatrimoniales con el mar-
qués de Guadalete, pero desistióse de esta boda y casó con D. Fernando
Corles de Monroy y Arellano (33).
Era éste el tercer mai^qués del Valle, hijo del que, llevando el mismo
nombre y apellido, casó con su prima doña Ana de Arellano en Í548, con-
trayendo al lallecer ésta, en 157S, segundas nupcias con doña Magdalena
de Guzmán, dama de la reina Isabel, no siendo preciso recordar aquí, por
ser sobradamente sabido, que el primer marqués del Valle de Guaxaca lo
fué el descubridor de México, D. Fernando Cortés Rodríguez de Monroj',,
hijo de D. Martín Cortés Rodríguez de Monroy y doña María PJzarro Al-
tamirano.
La boda del tercer marqués del Valle y doña Mai-ia de la Cerda fué
íactuosa, celebrándose en octubre de 1593 en el Monasterio del Real Sitio
de San Lorenzo, siendo testigos el rey y su hermana la infanta Isabel Cla-
ra Eugenia, de la que era dama doña María.
Felipe III devolvió al novio todos los derechos administrativos y pri-
vilegios de que anteriormente se !e había desposeído.
Fray Jerónimo Sepülveda, que consignó estas noticias en su intere-
sante Historia (34), nos deja gran confusión respecto a las dotes físicas de
(33) E l blasón y escudo de a r m a s de los Corlas I?odrig"Qez Monroy consia de cuatro cuarte-
les, repartidos cu esta foimn.: en el primero, campo de oro, ájiulJa negra imperial con dos cabezas,
•coronada: ™ el segundo, campo negro, ires coronas de oro: c i el tercero, e;tmpo de plata, leún de
púi'purEL coronado, y en el cuarto, sobre ondas de a^ul y plata, ly. cíudyd de MÉXICO de color rojo y
•orlado de io pi'opio, con ocho c;ibezas de Indios y cadenas de oro y en abismo cujuro b a r r a s rojas
en oro con orla de ocho ornees de J e r u s a l í n de plata, al timbre corona del raarquís.
Juan Francisco de RivaroUi y Pinedo, Moiiiirqnia a^pmlola. Blasón de su iiolilesn, libio II,
cap. X V m , pág. 341. 173Ú, B. N, R. 20 SES.
(3'l, Fr. Jerónimo Sepúlveda, Histoyía de varios sitecsos y de iiis cosas notables gue han
ticaecido en Espaila y oirás naciones desde el año 1584 hasta 1603. Edición de F r . J u l i á n Tarco
•Cuevas. Madiid, 1934
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dicha marquesa del Valle, pues íii en la página 150 de su libro, y ocupán-
dose de Ja tal boda, dice con gran soltura: «Sólo dos cosas hubo aquí malí-
simas; la una es que la señora era muy fea y la otra que era muy vieja,
pues decían pasaba de los cuarenta años= —claro está que esta ancianidad
hay que suponerla no en absoluto, sino por tratarse de una novia—; más
adelante, en la página 318, al hablar de la propia marquesa del Valle,
cuando ésta hubo de salir de palacio, dice; «Pues es el caso que en palacio
estaba la marquesa del Valle, mujer muy conocida de todo el mundo por
su gran linaje y Itermosuj'a, gran prudencia y mucha discreción, y sobre
todo gran cristiandad ;' gran valor, si se sabe en nuestros días la tenga mu-
jer", etc.
Algunas otras contradicciones se pueden observar en la muv curiosa
Historia del P. Sepúlveda, pero por no llevar la contraria a Fr. Jerónimo,
diremos que la marquesa era lea cuando se casó con el marqués del Valle,
quien no obstante con todo rompió, y hermosa cuando abandonó el regio
alcázar. Y todos contentos.
Era a la sazón como la segunda camarera mayor de la reina.
Fuélo en un principio la duquesa de Gandía, mas, de oficio, fué desti-
tuida esta y nombrada la duquesa de Lerma, que aproximó a su cargo
para que la ayudase de noche la marquesa del Valle,
Según el propio Fr. Jerónimo no existía mujer de mavor influencia;
con ella se despachaba lo más y lo más grave de toda España, y «osaré de-
cir que de todo el mundo», pues conocidas sus virtudes por el rey y Lerma
«la tenían por un oráculo del mundo y acudían con todo a ella, así las per-
sonas reales y las de palacio como las de fuera, de manera que si alguien
quería alcanzar alguna cosa del rey o reina o del duque, si no entraba la
marquesa del Valle no se negociaba».
Tan dentro se hallaba de palacio, de aquel palacio que según el P. Se-
púlveda más parecía en esta época casa de religión que de un monarca,
que cuando la reina alumbró una infanta se la entregaron a la del Valle
para que la criase, como así lo hizo, siendo la propia marquesa la que al
morir la infanta María, hija segunda de Felipe III, lo anunció en la cá.mara
oficialmente, estando la corte en Valladolid, el año de 1603.
La marquesa del Valle, que había sido recibida en palacio por aya de
la infanta doña Ana el mismo día que ésta nació, o sea el 22 de septiembre
de 1601, pidió dos años después licencia para salir del alcázar, alegando
que no quería dormir en el aposento de la hija del x^j, dada su edad y sus
achaques.
Retiróse, en efecto, a su casa el 4 de octubre de 1603, percibiendo a la
sazón dos mil ducados de gajes por año.
Mas entre los cortesanos ,se dijo que era otra la causa de tal resolución.
Otros, en cambio, afirmaban que la marquesa tenía tercianas y que se iba
a Madrid a curarlas.
íQué pudo ocurrir que un día se ordenó a aquélla, oficialmente, que
abandonara Palacio?
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D.Juan, duque de Estrada y Guzraán, caballero de Santiago (35) se dice:
' D e las cosas de esta señora no tengo particular noticia, pero bien se com-
padece ser justa su prisión y no estar sin culpa; que los hombres juzgan
por los dichos de los hombres; y es de creer que ella misma está satisfecha
de cuan sin pasión se procedió en su causa, pues está agradecida de quien
pudiera estai" quejosa, que es el Duque, el cual si estas y otras cosas ha
puesto en manos de la justicia, no es para recato o interés propio sino por
el servicio de S. M. que siempre prefiere.»
Terminaba el año de 1604, y nada pudo descubrirse acerca de las im-
putaciones de que habían sido victimas la marquesa del Valle y doña A n a
de Mendoza. Los jueces se dirigieron a Simancas, mas como tal confesión,
siempre cuesta trabajo pregonar, fueron poco a poco despejando el am-
biente en que ensolvieron, sin duda inj'ustamente, a las dos palatinas.
En una palabra: los j'ucces preguntaron a la marquesa que en qué mo-
nasterio quería recogerse.
Doña Mencía, muy segura de su posición favorable, contestó con
entereza:
—«Si fuera yo libre, escogería lugar; pero estando sin libertad, presa^
no quiero disponer de mí, sino que S. ]\I. haga lo qne fuere servido.'
Aún tardó un año en recaer sentencia en tan extraño proceso, pues
hasta 1605 no se conoció lo dictado, concediendo libertad a las dos damas,
una libeilad condicionada, ya que tenían que vivir doña Mencía y doña
Ana en la misma casa, en Logroño, no como prisioneras y pudiendo salir
y recibir visitas, pero residiendo en Logi^oño.
Transcurrieron, no obstante, tres años hasta que en mayo de 1608 pu-
dieran decir los cronistas contemporáneos: «La Marquesa del Valle, que
estaba presa, ha venido [a Madrid] con su sobrina [doña Ana de Mendoza]
muy en gracia de los Reyes y Duque... y se platica que volverá a la pri-
vanza que solía ya. tener lugar en palacio.»
Con electo, la del Valle, que durante el tiempo que permaneció presa
se había ocupado en hacer, por sus manos, numerosos corpoi-ales para las
iglesias pobres, volvió a instalarse en el alcázar, como ella había profeti-
zado al decir que esperaba volver a Palacio tan honrada como había sali-
do y acabar allí sus días.
Así pasó, aunque transcurrieron cinco años hasta el arribo a Madrid
de tan respetable dama.
Porque fué el 21 de agosto de 1613 cuando el duque de Leona, por or-
den del rey, dispuso que a l a dicha marquesa del Valle se le continuara
dando las pagas de dos mil ducados al año que tenía por aya de sus alte-
zas, y que se le vuelvan a asentai' en los libros y se le paguen -continua-
damente desde que le cesaron y que lo coirido desde entonces se dé orden
como se le vaya pagando con satisfacción para que pueda componer sus
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(40) Relación de las cosos sucedidas en la corte de España..., Cabrera de Cürdoba, págs. 1I68
;• o t r a í .
(41¡ Tomo X X X n ' , pág. 33. Madrid, 1T91,
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Al morir doña Menda se subastaron los objetos que en vida la perte- -
necieron.
Era curiosa esta costumbre existente a la sazón en Castilla; pues conii>
si se tratara de bienes embargados, a la mtierte de una persona de alcur-
nia, o aunque no lo fuera, se vendían todos los bienes no vinculados, y
tan libremente, que si los hijos y parientes del ñnado querían adquirir
algún objeto tenían que comprai'Io en la misma forma que un extraño.
Según nos dice Pinheiro da Veiga en La Fastigínia, entre los objetos
vendidos figuraban cuadros de muy subido mérito y valor.
Este culto y ameno portugués habla con asombro de la riqueza que
existía en Castilla.
•Ver aquí las riquezas, la brutalidad (sic) de los vestidos, es cosa que
no se puede comprender, porque en esto, o sea muebles de casa, son todos
Prmcipes>, etc.
«En la casa de la Marquesa del Valle escogió la Reina lo bueno, y sin
embai'go vi en su oratorio tres cruces de vidrio de a vara con lacerias de
oro, cosa del cielo; vasos del mismo oratorio de mucho precio, que es ver-
güenza decirlo; seis retablos de ébano con puertas de reliquias, cada una
de SOO cruzados; las imágenes de oro y con piedras, y las incrustaciones
de plata, no se puede creer, y todo en venta* (42). •
Mucho ruido debió meter este asunto, pues el embajador Contariní se
ocupa del mismo en la relación escrita a la señoría en 1605.
líQuémotivó todo este ajetreo de prisiones y de destierros? .
El padre Sepúlveda escribe que se decía que la marquesa del Valle
quería indisponer al duque de Lerma con el rey, y que hasta se añadía por
alguien que se trataba de dar muerte al favorito del rey.
• Todo el mundo se ha espantado de tan inesperado destieiTO", excla-
ma no menos asustado el fraile Jerónimo, quien por todo comentario dice:
'No hay sino escarmentar en cabeza ajena y servir a Dios firuaemente
que es lo que hace al caso, que lo demás es cosa de burla y que en cuatro
días se acaba.-
• Cuanto llevamos dicho respecto de la marquesa del Valle tiene íntima
•relación con lo que habremos de decir de la condesa del Castellar.
Ambos temas fueron ocupación de cronistas e histor i adolmes, que se
dividieron, como es frecuente, en dos bandos.
La recordada situación de la marquesa del Valle nos facilita y da más
ambiente, por su íntima relación, a lo que seguidamente habremos de ex-
poner de la persecución de que fue objeto la condesa de Castellar.
Por cierto que el padre Sepúlveda al dar cuenta de estos sucesos trata
bastante despiadadamente a la condesa de Castellar, a la que sin duda no
conocía. La pasión que envolvió aquel suceso tocó al buen cronista, un
poco ligero en algunas de sus apreciaciones, y en otras poco veraz, como-
fácilmente se podría demostrar.
VI
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ponía ir a Barajas, en donde estaban los reyes, camino de Alcalá, a visitar
San Diego, por lo que forzosamente había tenido que pasar por Ribas.
Como Lerma manifestara que se holgaría ver a la condesa y a sus
liijos, éstos y aquélla salieron a su encuentro. Mas sin duda el duque vari6
de parecer en el camino, pues tapándose y echado en la litera apeóse su
nuera, la duquesa de Zea, de un coche, excusando a su suegi^o, al que dijo
•le había tomado un valdo, no pudiendo hablar^.
La condesa sospechaba lo que el duque traía entre manos.
"Traía tanta gente que tragué ¡aquí me prenden!, y estúveme en la
Iglesia sin comer, pasmado el corazón, mas con paz en el interior.»
Doña Beatriz envió a Lei^ma un presente de 'dulces buenos» para que
acabase de comer, y le preguntó si quería hablar con sus hijos, sobrinos del
duque, para entretenerse. Asintió Lerma: 'Parló de gusto con los niños:
si cazaban, si había liebres, cuándo me pensaba ir a Castellar...»
Reanudó al lin el duque su caminata, pero no se le cocía el pan a la
condesa, y decidió volver a Madrid y entrar en la Concepción Jerónima
con su hermana y pasar en el convento la Cuaresma hasta que se lueran
los reyes a Valladolid, con lo que se evitaría la llamaran i<3' se le quitarían
estos celos al Conde Duque, al menos quito la ocasión de mi parte de que
los tenga".
Dirigióse, en efecto, la condesa a Madrid, pasando por Loeches, en
donde visitó a su prima dona Francisca de Cárdenas que había fundado un
convento de carmelitas descalzas, profesando ella también, en aquel lugar.
Al despedirse de su prima rogó la condesa: —-iPrima! encomiéndame
mucho y todas acá a Dios, que dicen el Duque anda muy enojado conmigo
y que me lo jura se lo e de pagar- ablar al Rey sin su licencia.»
Doña Francisca invitó a su prima a que se quedara en el convento,
pero doña Beatriz no quiso:
—«Sí entrara —dijo— si hubiera echo un pelo de cosa que la conciencia
me remordiera de mal, mas pues Dios me a echo misericordia de tenerme
de su bendita mano, no es razón mostrar flaqueza benga lo que biniere.
A Madrid boy a recíbiílo.'
Llegó a la corte la condesa el primer viernes de cuaresma y al amane-
cer •ííué la disciplina de todos los de casa fortísima, con arta aflición, sin
saber de que, y la comunión, y dejar yo poderes para cobrar ochenta mil
reales en letras para la ida a Castellar... luego fué el ayuno de pan y agua
de todas-.
Al siguiente día se íué doña Beatriz en su carroza con sus hijos e hija
a la Concepción.
Como había venido de Valladolid bastante gente, como para hacer
una gi"an prisión, le pasó por la mente a la Castellar si se trataría de ella,
y así era en efecto.
Ordenó doña Beatriz salieran sus hijos a paseo con una dueña, regre-
sando a sus casas al anochecer, pudiendo presenciar algo inaudito e ines-
perado.
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Volviendo al duque de Lerma diremos que si había ido con sus gen-
tes a Ribas íué en busca de la condesa de Castellar. No iba de paso, como
dijo. {Qué le contuvo para no apresarla?
La repentina V' fingida indisposición pasada en la litera parece algo
como pasajero arrepentimiento..; Mas este debic5 desvanecerse pi:ontaraen-
te, ya que al saber por los propios hijos de doña Beatriz que ésta se dirigía
a Castellar destacó, estando en Barajas, a dos consejeros del real, D. Diego
Ltípez de Ayala y D. Juan Ocón, y al alcalde de casa y corte del rey, con
más doce alguaciles, un escribano y hasta cuatrocientos hombres armados,
camino primero de Ribas y en su caso a Castellar.
Llegó aquella trulla a Ribas, y no hallando a la condesa entraron en
ía casa, buscándola por todos los rincones, "asta dentro de los almofrejes»
en que se habían guardado las camas, y ^saquearon el hato a su boluntad,
aiTOJando lo que no se podían llevar».
Averiguaron por un barquero que doña Beati^iz habíase dirigido pri-
mero a Loeches \' luego a la corte, y a Loeches ,se encaminaron conseje-
ros, alcalde, escribano,- alguaciles y hombres de annas, y al .saber que la
perseguida ya había salido para Madrid, a ¡Vladrid se dirigió toda aquella
multitud, rodeando las casas de los Ramírez de la plaza de la Concepción
Jerónima.
Sin duda no tenían licencia para verificar el asalto de día, pues se
supone que hasta vieron partir de su casa a la condesa y familiares; pero
a las ocho de la noche, cuando los hijos de aquélla ya habían regresado
de paseo, deteníanse en la tranquila plaza tres literas, de las que descen-
dieron consejeros, alcalde y escribano; apeáronse de sus caballos alguaci-
les y jefes de tropa, y se exlendiei'on "por aquellas callejas ios cuatrocien-
tos hombres de armas, tomando las bocacalles.
Los más signilicados entraron en la vivienda, y aunque se les dijo que
la condesa y su hija e.5taban en el convento frontero de la Concepción, re-
gistraron cámaras, cuadras y demás estancias, y 'asta entre el carbón, con
grandísimo alboroto^, se introducen por si está escondida.
Mas como de lo que se trataba era de buscar documentos seci^etos y
comprometedores, son llamados cerrajeros para que abran «todas las arcas
escritorios, y toda la noche pasaron en esto y en buscar papeles, asta [en]
los debanadores de seda y de cintas», llevándose un contador de ébano
con papeles.
Llegaron al escritorio de las joyas, y al ver el primogénito de la con-
.desa que también querían abrirlo, se opuso a ello;
— «Déjenlo, que no son de mi madre, sino de mi hermana.»
No le hicieron caso, y alguien hubo de decirle:
—«^¿Quién le mete a Vuestra señoría en hablar palabra? Éntrese en el
retrete y pónganle guardas, que no ,?alga de altí él ni su hermano.»
Convencidos de que en su casa no estaba la condesa, sino en el con-
vento, no se decidieron a resolver nada y despacharon un correo a El
Pardo, en donde esperaba el duque de Lerma.
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cuándo me pensaba ir 3. Caglellarj y diciendole que íucgo, 61 íucsc y loJa su ;;ente, y eni primero
día de Cuaresma o cosa asi; por do yo deicrminÉ; no quiero caminar ahora lan larijo camino, sino
e n t r a r m e t n la Concisión Jerónima con mi h e r m a n a , pasar alH la Cuaresma, o hastii que se vayan
los Reyes a Valladolid: con esto de est^r en clausura me dejarán de llamar ;i. do vayan y s(^ le qui-
taran estos celos al Conde Duque; al menos quito yo la ocasión de mi parte de que los tensa; y di-
ciendo y haciendo, digo a la maflana: me tened recaudo de irme a Madi-id; el hato aqui ae quede,
mas ir p o r Loeches, que me liabia pedido mi prima don:! Francisca de Cárd ñas que no saliese de
líibas sin ver el monasterio que ella h a b i a hecho en aquel lugar de 5u hci nano, donde ella era
monja carmelita descalza; y asi lo Iiize, llevando solas las pe 3nas de mis hijos c hija, cr [ados y
criadas; pocos quedaron con el JiaLo en Ribas, metiendo en ai >/rcjcs las camas p a r a que i iluvte-
sen guardaiias, y lodos coinimos coh doña F r a n c i s c a , En I pue -la (iljele: —Prima, encomi •ndame
mui::h o y lo•da-i a c á a Dii:,s, q u e d i c e n q u e e 1
l Duqu nda muy < nejado conmigo, y que mt lo j u r a
q u e ]() h e d e p n h a b í ii r a l R e y s.in s u licc
E l d e 1 e l el o 1; a b e c•uan p o í a s1 g a n a s y o lo tcuKO, que si las ittvicra fueíame con ellos; m a s
D i o s iq u i e r e q u e y i 1 p a d eKca e n SUÍi m a n o s íslos. Y dijo: —Entres! aqui, prima mía, hasta que se
v a y a ^ q u e i n a u n a s a n t a y m e q u e ir i a m u c h i 1, Ditre: - S i e n t r a r a w hubiera hecho un pelo de cosa
q u e 1:i c o n í m e r c m o r d i e [ ' a d e m a l , m as pues Dios m e h a h f cho misericordia de tenerme de
s u b e n d l t a m a r LO, n o e s r a ¿ o n moEi r a r flaqi za venga lo que víníe le; a Madrid voy a recibillo. Y
vineme, y otro día, Viernes primero de Cuaresma, al amanecer, I lili la disciplina de íoiSas las de
casa fuertísima, con h a r t a aHiccion, sin saL>et de que, y la comuní 6n, y dejar yo poderes p a r a co-
b r a r ochenta mil reales en letras p a r a la ¡da de Castellar. Los h a b i a all a d o de toda la hacienda.
y todas las cosas no se como Dios me hacia, sin saber yo p a r a t]ue dispo Has con tal priesa
Luego fn¿ el aynno de pan y agua de todas, y a la una, el entrarme ia carro. con mis hijos y mi
hija y pasarme a la portería y escala de la Condcion. Y a andaba por el lug; r como hábil .n lléga-
do de Valiadolid muchos que venían a hacer un grandísima prisión; digí a quien me lo dijo;
quiza será a mi. li. Dijo: No, mticho
mu mas debe de ser, según el aparato, que vos.
Quedam 3B yo y mi hija alli, y dos criadas y m i santa h e r m a n a , dando t raza de sacar de clau-
a una celd.1 cerca Lie la es cala, y asi lo 1 izo do estuviéramos mientras hubiese brebe p a r a en-
tra - alia denl -o. Envi^ mis n üos a h o l g a r , ; una dueña eon ellos. Al anochei^eríueron a casa, y a
las ocho descí I bren se los que que habían írtt a bu.scarme a Ribas; que como allí .'.upo el Duiíue me
que ria ir a Cí Lstellar despach OÍOS todos aqu illa n u c h e ' e n Barajas a dos consejeros del Real, don
Die,go Lopeí de A y a l a y D . Jiia n Ocon, y D. Melch de Tebes, Alcalde de la casa y corte de
S. M.; doce alguaciles, escrlbaí y cualroc cutos honubres. Como no me hallaron en Ribas, que
hasta dentro de los amofrejes i buscaron y saquear-on el hato a su voluntad, arrojauLio lo que
no .se podían llevar; fue la avi guacion di que es dt; ella aquí se estaba ayer }• los juramentos
hasta el barquero do iba, y conni y a los c:riddos dic ileudo a Loeches a comer va, y a dormir a
Madrid. Fueron a Loeches; n o !>' como mili Señor hÍ2ío, yendo yo tan l l a n a no me toparon, ni en
Madrid antes de salir de mi •asa, .|Ue y a •staba tod cercada, y me bieron salir y no debieron de
lener licencia fuese de dia, y it la V U a d : mis hijos, la dueña, que venia con ell 5, pensaron era
yo, y descubriéronse tres litera; ras qu ; t, y gente de a caballo muellísima, y de j pie cuatrocien-
tos. E n t r a n en m i ca.sa, ;Quc Í ella:, que a h o r a entro; buscanme isla enlre el carbón con
grandísimo alboroto. Aqui enln r mas que decían no tal; L? n l a C o n c :ion quedó ellEl y su hija,
No h a y tal, declan; vengan ce IOS; descerrajen todas la iiorios, y toda la noche
pasaron en Bio y buscar papel; .sta los deivanadorcs ties e d a y docint . desvanaban para mirar
si habia all escondido algo de torio; de las joyas dijo =•1 Condeslto: Déjenlas, que no son de
mi madre, slnc no de mi h •mana, y dijeron: ¿Quien le mete a V". S. en habí; r palabra;; éntrese en el
retrete, y póng inle lardas, que no salga de ahi í l ni su hermano, Desp .chEtron LLI Pardo a decir
como yo no esi Lbaí Ribas ni en mi casa, sino en la Ci> cepcionjerónin- a. Aflijidisimo el D u q u e
de ello mits qu yo que lo padecía, y asi pu Dios aflij r u n ayer bona en un ion con cau-
sas conti-arías . ella. Ordena no se miente se diga ej a prisión, sii 1 c o n f e s l ú r1 q u e m e q u e r l a n
tomar.
Yo oy el uido, qu e dicit ndo maitines las monjas entiü mut ha m t e a b u s t:armÉ ; e n l a Y g l e -
(¡a; dice a mi hermana: - Y o 10 tenia mas de dos cosas que hace : s t a v i d a : s a l ViLr m i a l m a y
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, . . —'Señora —le dijo— por si sabéis algunas cosas criminales no se pue-
de dai- esta licencia.*
A lo que contestó la condesa:
—«Delante de Dios, ni mías, ni agenas, sé cosa que monten un hilo. Si
quieren que yo me quite el abito para decir seglar yo me le quitaré.»
c r i a r m i s h i j o s ; q u i t a n m e el e r i s t l l o s , a c u d a m o i a s a l e; q u i e r o l o m a r e l h á b i t o ; t o n i e v u e s t r a
m c r c e i l s i i i v o t o s , y a s i l o h i z o . Y e n l r ó el V i c a r i o d e J e r ó n i m o , y lodas con g r a n d e t l a g r i m a s
y mueliiaíma caridad que me hicieron siemp p o r q u e y o l a s q u e r i a y q u i e r o m u c h o , d a n m e el
h a b i l o en el coi'üc o r o a lhi o ; y h a s t a Il a s e n f e r m e r a s se I c T a n t a r o n a l a s d o c e d e l a n o c h e , v i e r n e s a d o c e
d e m IZO, A l d e s n u d a r m e m i h e r m a n a , c o m o P i o r a , m i h a b i t o d e l c a r m e n ti b e s o l e d a d , V i r g e n
S a n t lima; c o m o q u i l o u i i e i t r o h a b i l o , y t a n p r e to a i c ¿ l o s b r a í o s p a r a r e c i h el b l a n c o , d i c i e n d o :
Todo ioq Dii o r d e n a^ y a c a b a d a di l o m a r di] o r n e el c o r a r o n ; e j v e s di l a
l i e r r-a.
í que nunca a b i a i i c o r d a d o a q u e l l 1 p r o f e c í a . C i c i tu l u e , d i ü e ; [ei i ñ o r biei
d i j o : ! a h a i ei-a t o d o l o p, a d o p or m i ; e n u .tante v e r m e sin casa, sin hijos (qu a r a l a s ti
m a r m e s u s o l e d a d , s i n hi i e n d a t o d o bado, aunqu CUÍ i t r a r o n n a d a , m •Oíalio I
q u e n o q u e•ir í a n l l e v a r ,
U n c o3 n i a d o r d e É b a n o s e l l e v a r e c o n p a p e i e s q u u n t e s t a m e n t o t]Ue > ni' d i l a ^ i a r -
d a r i b a a i r y n u n C T l e p u d o c o b r a r ; i n h o n r a , q u e i n t a l e s d e m o s t r a d o n e s d e c i i e l VI Igo q u e
m e • a r t e a b a c o n eJ t u r . P " q u e d e p r e s e n t e n o v e i 1 m a l e s q u e y o h i c e s e y dij< s e n q Le h a b l a
h e c h o , e c i i á b a n l i > a t a n l e j o s y o d c c i a : Abordad e s , S r , ¡ feisim, r e b e s tieni • l a [ i e r r a y l i e • a b a s i n
c e s a r , c o n t a n gi •an q u i e t u d • n el a l m a q u e n o t u v e q u e r e c o c l i i a r m e pi r a e o m u l ; •ar n i m i r a b a
todo a q u e l l o m a s q u e in.strum tos q u e D i o s m o v i a piíra h a c c i lo q u e y o n o e n t e n d í a i q u e r í a en-
t e n d e r , s i n o í[ue m e t u v i e s e es m d i d a E l d e n t r o d e s i .
V^ieron a l m a s b u e n a s e o s a d m i r a b l e s q u e D i o s l a s r e v i id d e fri o s q u e Di
d e s t a t r i b u l a c i o ; y el h e í T F r a n c i s c o v i n o a l a m a ñ a n a i h a b l a r n :; h a b l ó a m i h e r m a n a e n
q u e p a r a e c h a n e"el h á b i t o e s t a s h a b l a D i o s pei-miLldo t o d a s t c e s i . i i d a l o , q u : sacji r i a m u c h o
b i e n d e e l l o . Y in p a d r e d e l a C o m p a ñ í a Ci n o c i d o q u e , id p a s a v i d m c a r r o s a y p r e a u n t o q u i e n
J i a b l a ^ ' e n i d o en e l l a , l e d í g e r o n ; l a c o n d e s a q u e s e q u i e r e q ; d a r i t q u i i i t a c u a •sma n las mon-
j a s ; s u b i ó a l a e c a l a y m e d i j o ; ; Q u e es cst< s e l l o r a , c u a n d i a n d ; n l a s l o s a s t: I a l t e d a s h a c é i s
e s t a n o v e d a d ? R e s p o o d i l e lo q u e a mi m e de ¡an; d e j é m o s l o i Dioi i ahora loloi tiende des-
p u e s lo s a b r á , y s ú p o l o a n t e s d e 24- h o r a s .
E l P . G r a c i a n e r a y a v e n i d o , y y o le h b i a c j n t a d o 1 : h a b í a h e c h o y di ; h o . D i j o m e : B i e n
e s t a ; m u c h o m a s h a d i c i i o d e l o q u e a e l l a s l e e Hiende; •a m i r a r p o r q u e 10 \a c o j a l a v a n i -
d a d . Ma'í n o m e d i e r o n l u s a r d e I J o l a p r i s a d e Stl s u c e s o j a m a s m e ñ a Dli i5 n a d a q u e q u e d e
e n m i s m a n o s h a c e r l a . E ¡ l a t o m a y s e lo hac^ l o d o , y e s o m e e s d e g a n c o n s u e l o , q u e y o r o l a s
l o m a i ' a l a s c o s a s s u c e d i d a s p o r m i s i E l m e d r a a e s c o g e r , y a s i h a c • d e h e c h o j ' d a l a s £u
y l o s s u c e s o s c o m o m a s q u i e r e . T u v o i^raii de :o d e v e r m e el P . G r a i i a n y d e h a b l a i m e de; . p u e s
d e s a b e r t e n i a el h a b i t o p u e s í o ; c o m o o s ^ a i í a n f e r r o a y m i c o n d i c i ó n t a n a m i g a d e n i v e r i i o í r
que viéndole a e i era forioso sal l u c h í s i m o s;, q u e h e t e n i d o c s ü i d s d i c h a , c o m o .si f u e r i m i e l
d e c i a ya: l o d a i y t o d o s s e m e p e g a n , c o n t a n t a ain s i a y o d e u i i a t o d o ; a l fin .salí a u n a r e d a l p a d i i
G r a c i a n , y d i j o m e : S e ñ o rraa, n o q u i e r o s a b e r o t r a d e V . S s i n o si s e h a a c a b a d o e l a n i m o di
h a c í - p o i D i o s , c o m o h a s t a a q i i, c u a n t o e n t e n d i e r e e n s u s e r v i o o y g u i t o de.ste s e ñ o r . Y o h u b e
d e e c u c h ar e n m i c o r a j o n h a r i . y o y a s i n m i e d o d e s t o s p a g o s co: a s p o i D i o s ; p a r e c i ó m e q u e si,
y de ú n e m e c o m o q u i e n dice y a h a e n t r a d o b u e n a b a r r i g a l o q u e v i n i e r e , y n o n t e lo
repi I a n i m o , y dije s i el á n i m o d e eso n o h a t o c a d o e s t o : s u c s; dijo p u e s n o q u mas que
e s o ; mil : q u e el a n i m a ™ q u e l e d i e r o n q u e n o s e le a c a b e e o a d a y fue; e y m - l e v i lias que
por to m u c h o le t r a t a b a , q u e e r a m u y a m i m o d o .
A c o r d a b a s e m e v i é n d o m e ys c o n l i a b i t o t a n d e s e a d o y c l a u s u r a d I p r i m e r d í a d e e s t e a ñ o
l e y e n d o e n l a v i d a d e l a S a n t a c o n d e s a d o F e r i a c o m o t o m ó ;1 h a b i t o c o m moí e l l a c t i e n t a l a s i r o g a -
d a , y o c o m o p i d i e n d o cel D i o s l e ilije c o n h a r t o afticto q u e ei m o v i ó qU' : y o d e m í o s o y u n p l o -
m o p e s a d í s i m a a d e b a n í lio si D i o s n o s e l o h a c e t o d o ; e s t o s e h a c e a q u i eti V o s q u e r é i s b i e n y
b i e n s a b é i s b u s c a r m e d i o s y m o d o s c o m o g o c e d e V o s s i n e s t o r b o s , y o n i fe h a y p o r q u e n o o s lo
m e r e z c o y e s t u b e a s i l i a r l o con m u c h a t e r n u r a y n o p a s o d o s m e s e s y m e d 1 c a b a l e s c u a n d o h a l l o
e s t e m e d i o y m o d o p a r a CCIK í r m e l o a c u e s t a s , b e n d i t o s e a s u N o m b r e q u e o m o v a s i n g u a r n i c i ó n
e s t o v o y d e p r i s a s i n d c t e n c í m e en c o s a q u e l o f u e r a y n o p o c o l u c i d a . Y o • n c a r g u e m i s liijos y s u
h a c l e n d a a m i lio D . E c r n a r d i n o d e M e n d o z a , Dios, que en F r a n c i a siendo E m b a j a -
d o r d e E s p a ñ a s u s t e n t o el E g e r c i t o d e i o s c r i . el d t los herejes a su c o s t a m u c h o ?
d i ü s , h a s t a c o m e r s e s u s c a b a l l o s c o n t o d o s poi t r a cosa q u e no se h u b i e s e gastado con
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Mucho se ponderó este rasgo, pero a doña Beatriz no le preocupaba ser
hecha presa. '
—«Yo ya sabía —escribe— había de salir, no se me diera nada fuese
por aquella puerta, que mi corazón estaba como las saetinas del Templo.»
el ejercito, y fue parte p a r a que no se alzasen R e y que no fuese muy cristianissmo allí como lo han
sido y sSÓn todos en F r a n c i a . El perdió la vista de] trabajo de las a r m a s aunque era gran soldadí>
toda su v i d a y del mal pasar y recogióse en un cuarto de San Bprnardo de aquí de Madrid, y asi
tnc pareció por a m o r de Dios y de mi que me quería mucho el lo haría cuidar y de lodo. No quiso
el ni los demás mis deudos que saliesen de m i gobierno ellos y la hacienda asta que yo profesase,
y aun pensaron, como yo supe después, sacar Breve p a r a que se alargase mí noviciado hasta que
los críase y pagase las deudas del Conde mi señor y dt su padro con que este suceso de fuerza s e
había de retardar algo mas. Con esto me halle con nuevas obligaciones de noviciado que como cosa
de mi gusto con el a c u d í a a El y lodo lo demás por añadidura que solía ser lo principal del peso y
entre torno y clausura p a r a acudir a lo de fuera que había que hacer en ello; mas duró poco no dar
Dios nuevo cuidado por que me dijo una muy buena peisona de parte de Dios que qutiria que hicie-
se un convenio desla orden de pocas monjas. Yo ¡a*! como fnandarmc subii' por una pared altísima,
ni vela como ni pa que, y el como yo había entrado, salirme, ni de con mi hermana que siempre,
aun desde chiquita, y a me había mostrado particular amor y así nos queríamos mucho, y tod;is
me hacían t a m a merced, hacelles tan terrible disgusto de irme de entre ellas.
F u e nuevo mar de aflicción, y mas que se habla sacado Breve p a r a que entrase por seglar
mi hija y ella quería con m u c h a s veras también tomar el habito do ya le icnla tomado. No me ca-
bía en el coraziín este nuevo cuidado. Callando acudia a Dios y diole salíoa a la ternura de mi her
m a n a con decirme: yo le harií cslraüa a los hojos de tu madre^ yo de esta orden haré una orna/.a do
probarle y ptiríficarle. Que lo crey y no se lloro con pocas lágrimas; m a s resignada la voluntad a
• Dios lo quiero». Y corticncc a tratar a hacer el convento sujeto a la Orden y envíeselo a pedir al
Prior con mi lio y mis hijos, que fuese como anejo a aquella Casa m a y o r de l a s q u e tuviesen salud;
estubiesen guai dando con toda perfección su regla, y cuando se quisiesen if unas y venir otras
pudiesen. Ellas si querían, mas ellos los (railes no quisieron ni sujeto a ellos ni a n a d i e no se h a b í a
de hacer. Yo como iba sigtiíendo lo que Dios m a n d a b a y urdenilba en ello, dejabasclo hacer lodo,
no siendo mas que un mazo que el movía, mas con esta pildora y a en el entendimiento más que en
la voluntad de que había de salir de allí, vienen los graves de la orden a la Priora mi hermana que
se estaba Eibrusando toda por que el Duque de Lerma los h a prometido destruir si yo no digo u n a
confesíijn 5'- que ellos no pueden dar licencia por no quedar regulares y que eslan afligidísimos.
Dijomclo mi h e r m a n a y enlrii F r a y J u a n de Yebes, el santo barón, a la cama do J'O estaba enferma
en la celda de mí h e r m a n a y dijo: - Seflora, por si sabes algunas cosas criminales no se ptiede dar
esia licencia; yo dige: Delante de Dios ni mias ni agenas se cosa que monte un hilo; si quieren que
yo me quite el habito p a r a decir seglar yo m e l ó q u i t a r a Espantáronse de mí liberalidad no temien-
do sí me llevasen presa; y a y o sabía había de salir no se me diera nada fuese por aquella puerta, que
mi corazón estaba como la satinas del lcmplo¡ mucho mayores fas ansias de dentro que lo que pare-
cía de fuera, con ser eo.sas tan ra.sgadas al honor y mi condición. Agradecieronmenio holgando
mucho dello hice un auto con un Notario fraile tle la orden, que p o r entender era servicio de
su majestad dijese una confesiún y no podemie dar licencia ni orden p a r a decirla, les renunciaba
su habito mientras la hacia y quíteme el escapulario y diselo y tomáronlo por testimonio y salié-
ronse y entraron.
Aquí se ponga a la letra la confesiún toda. Con esto pense habia acabado el Duque conmigo,
aunque en el corazón no me lo parcela concerttj con un fraile de la orden prometiéndole hacerle
General y a su c o m p a ñ e r o Prior, y cumpliólo si m e echasen de l a orden. Vinieron en forma de
visita contra mí como si fuera profesa; yo dije a mi hermana, y no sin gran sentimiento suyo y mío.
que les notificase que yo no qucria ser monja en su convento, que se me pusiese un gran estrado,
y asi se hizo en la celda de mi hermana, donde me hablaron con toda mi autoridad de seglar qite
yo tanto aborrecía; mas aquí usií de ella y me hablaron muy como a sefiora de mi casa y no coma
.subdita s u y a . Por mi h e r m a n a propuse quedarme alli seglar como estaba mi hija y la Marquesa
de Malagon y dalles cuanto quisieren, y holgaba mucho el convento, mas ellos dijeron que no era
posible, que venían a echarme y me daban ocho días de túrmíno, y aun les sería mal contado del
Duque. Yo y a tenia tragado el irme y acepladolo a Dios por que con los lemores de salir por lodo
me dijo el corazón: Doininus aislodi inCroiliim liiuiiiel cxilum liiinn: cxhocmtiic el iisqtie in
secnliíiii, y con harta luz de que asi lo cumplíria, v yo al punto dige: pues debajo de eso lo acepto.
Vamos Seflur do Vos mandaredes como yo no os ofenda; y despache mi Mayordomo por la posta a
Toledo al Cardenal que me lomase en uno de sus conventos. Dige a mi hermana a la m a ñ a n a me
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Levantóse un acta ante notario, fraile de la Orden, en la que. se hacía
constar que por entender se trataba de servir a su majestad haciéndola
confesión y no podiendo darrae licencia la Orden, se renunciaba al hábito
mientras se prestaba.
be de i¡ en comulgando, envíe por el Vicario del Cardenal D. Francisco de Carvajal p a r a que aper-
cibiese donde h a b í a de ir. Dijome; ;Cua! convento queteisde tres qiie tiene aqu! el Ordinario? Que
entoncEs no había mas. Dlge: Do no sea necia ia Priora, que como voy tan enferma acabaráseme la
vida lidiar con ella. Dijo: P u e s la Abadesa de L a s Vallecas es muy entendida señora. Vamos alia,
Y asi fué a aperdbillaí, y mi h e r m a n a y yo pasamos la noche postrera cual Dios que tal Irago no.s
dio a beber de apartarnos y ver cual 5-0 iba y su merced qtiedaba que no se puede decir sino echalle
un sello. Llegada a las Vallecas con mis hijos y gente en mi carroza que aun salí de la Concepción
por una perlería que se estaba labrando que rae cosió dos mil ducados y no la vi que me figuraba
Joñas arrojado al mar de nuevas tribulaciones. Me recibió la Abadesa y todas con gran amor que
hacia Dios eslos altos y bajos conmigo, unos me aborrecían y otros me amaban, iodos como el los
movía.
No lievÉ a mí hija por la auloridad de su persona, ni iraella al paso que la mía andaba, arro-
jada de las olas de la tormenta a c á y alia hasta que nos senlaseraos cada tina dojidc hablamos de
estai-, que por su delicadeza bien crci yo allí se q'iedara £i perseverase en no quererse casar. H a -
bía enviado yo al Cardenal a pedir lomase este Convento debajo do su obediencia. Dijo que de
bonísima gana que lo cometiese a alguien que lo traíase con su Consejo. Cometillo al P. G r a d a n y
el hizo la escritura y me escribió desde Toledo: He entendido de Dios sola quiere hagáis este con-
vento, y así me voy a Flar.des, quedaos norabuena; que aun esle aíibío me falló y el D u q u e se eno-
jó con su primo el Arzobispo por que me recibió en su convento y decía el Cardenal: Quiero mucho
a la Condesa, he pasado muchas pesadumbres por ella. Con esto apretando a sacar la licencia del
Consejo Real p a r a esta fundación D a d a ya, mando d e t e n r l l a e l Duque y quedü clavada en las Vallo-
cas por un afio, sin ser po.síble que la quisiera despachar ni que le ablandase nada hasta que l o m í
el medio que se usaba con dos allegados de su casa p a r a que me la alcanzasen, que yo tenia tres
ca.sas, una con m l i hijos y familia, otra con J u a n a en la Concepción Jerónima y sus criadas y otra
conmigo, y esta era tratándome m u y a lo Descalzo, porque dijeron que me querían dar tosigo no
me llevaban vianda de fuera, alia dentro me hicieron merced que so hiciese mí pobre comida.
Orden ninguna, deseándome todas, no 5e atrebla a tomar mí convento, por liaber de ir m i per-
sona a el. Saliéronle a mi hija hartos y buenos casamientos, yo envíe al P. Melchor C a n o a h a b l a i l a
y ver si se quería casar y que el como tan .síerbo de Dios me dijese lo que su bondad mas quisiese de
ella; tornó de habella liablado muy resuello en que ella quería ser monja y que así lo quería Dios
lambíen. Yo me consolo mucho por que esa era mi ansia, todas m i s prendas las gozase Dios y las
lomase muy debajo de su amparo. Luego quedóme cuidado de do seria su mongía, que como era tan
delicada 5' yo quería tan estrecha esta casita, dudaba no tendría salud p a r a tanto rigor en la comi-
d a y vesiído y cama una tabla monda, y así le propuse dos cosas. L a una que andnbiese m u y gala-
na, que me decían ya t^o gusiaba de galas, siendo ames muy amiga de ellas v decía que nunca
rezaba de meior gana que cuando vela relucir el oro de sus vestidos. La otra que se quedase en la
Concepción que le daría de dote y celda y criada y renta para ello, lo mas que hubiese lÍev;ido nin-
guna y que las galas las trngese por cilicios lo que !c durase IraelUis que tiene muchas y muy lin-
das y costosas joyas.
Re..ípondlome que no permitiese yo sus cilicios fuesen temporales, que ella eternos queríalos
frutos de ellos que en ocasiones de belos y a so ios ponía; que el quedar allí y a p a ñ a r s e de mi tam-
poco no lo permitiese yo ni ella lo quería; que si no la habla menesler a olla que ella me habla
m u c h o menesler a mi, y que no reparara en aspereza ninguna de vida, que Dios le darla todas las
fuerzas que al cuerpo le falcasen, pues se las daba al animo de hacer por serville lo mas y no lo
menos que pudiese. Con esto ella y yo, en medio de tales dificultades, que imposibles parecían,
Íbamos d shaciendo las cosas curiosas que p a r a su ajuar tenía yo hechas y apliCEindolas a los alta-
res y .servicios de ellos, y casullas y frontales; hize dos c a m p a n a s que no poco se reían de mi, yo
decía no faltara p a r a donde sean y sirvan a Dios si 3ní obra no se cuajare. ÍVías por certísimo tenia
yo Dios lo quería, m a s el cuando ni como se h a b í a de liacer esle encanto no lo alcanzaba, sino
dej:lbame llevar de las olas que venían sin resistencia ninguna, de manera que no iba atada mas
que hacer la v o l u n t a d de Dios en el acto presente sin entender el fin, y asi estando apretadísima
do una dolencia que me dieron los Sacramentos, m a n d a b a que alli me enterrasen en las Vallccas
las mismas monjas como hacen a las suyas, y que les diesen dos mil ducados por una vez por que
se quedase mí cuerpo p a r a siempi'e alli y acabar con ello mi peregrinación me era do grandísimo
consuelo.
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Doña Beatriz se quitó el escapulario y se lo entrejíó al notario.
La tan deseada confesión la prestó' la condesa, de Castellar ante los
consejeros D. Diego López de Ayala y D. Juan Ocon.
Todo se basaba en una carta escrita por doña Beatriz Ramírez a la
marquesa del Valle cuando ésta se hallaba en .Toledo.
En la tal carta refería la condesa que "habían ido a la Concepción Jeró-
nima el flaco y la inonja y el fuerte. Estas ires palabras eran las que
tenían intrigados al Duque de Lerma y a Lodos sus afines y partidarios,
sospechando, sin duda, algo como la contraseña de alguna conjura.
La explicación fué clara e inmediata.
Éri palacio llamaban ^\ flaca al rey «porque lo era mucho de "comple-
xión de niño». Til fuerte era el duque de Lermá uporque su complexión lo
era mucho^'. Y la inonja era la reina dona Margarita «porque lo había mu-
cho deseado ser y era muj' amiga de monjas».
Pero la enjundia de la confesión fué que declarara la condesa «por don-
de avia pretendido o pretendía quitar la gracia del rey al duque de Lerma».
Doña Beatriz respondió que «no avía pretendido tal ni lo pretendía,
porque el duque era muy amigo de su madre la a\-a del re>' y muy parien-
te de sus hijos, que la salvación del i"e\' era lo que ella deseaba como su
majestad mismo y a su confesor ponía por testigo y al propio monarcas.
Terminó la confesión y aquella vírtuo.sa dama, tan injustamente per-
seguida, al ver la futilidad que había servido de causa o pretexto para
causarle tantos trastornos de toda suerte, no pudo contenerse y exclamó "a
Dios que se doliese deste reyno y no se enojase de que tales cosas se hicie-
sen en él".
Después de las lamentables escenas de que había sido víctima la fun-
dadora, no habrá de extrañarse que a la petición que ie hicieron los jueces
de que guardara el secreto se negara a ello la conde.sa de Castellar. Muy al
contrario -avia de publicar el por qué le quitaban la honra con las demos-
traciones que avían heclio para tener esta substancia su confesión-,
FlDEI- PÉKKZ-MÍXGUEZ
(Continuará.)
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VARIEDADES
U) Willi¿Lm. Shakespeare, Qbyn¿ coiiiplclns de... Kitutüo pi"cirminai"j traducciÓTi y notas por
Luís A.scrana Marín. Primara vci-üióii ínl::gr£i del inglda. Única edición completa en lengua caste-
llana. Madrid, j\l[anuclj .-iguilar, .s. a., C X L I V + 2,1W págs. + una hoja.
(2) S lia lie apeare, 'Teatro completo de... L a traducciún del Inglís h a sido hecha por L[u¡s]
Astrana Marín. Madrid, Calpe. Colección tJniversal. [Varios volúmene'í, 1920 a 1930.]
N. Alfonso Par, en Contríhiición (i itt litlyliogyafía espaüola de Shalisspeare. Barcelona, 1930,
Publicaciones del Instituto del Teatro Nai^ionai, p á s s . SO y SI.
(3) J u a n Federico Muntadas, Shakespeare y Cíitderóii. Madrid, 1&4-9. fmp. L a Publicidad, 32
páginas. [El Ótelo, obra que comenta, lo conoce por la traducción Irorrcnda de Teodoro L a Ca-
lle. Valencia, 1821, y Barcelona, 1SÜ4.]
(4) Híiinlet, tragedia de Guillermo Shakespeare, traducida G ilustrada con la vida del autor
y notas criticas por Inarco Célenlo, P. A. [Leandro Fernández de IVÍoratin,] Madrid, en la oíicina
de Villalpando, MDCCLXXXX, ¥111-379 pág.s-, 8."
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Fontanals (5), Menéndez y Pelayo (6), Benot (7), Armas y Cárdenas (8),
Eduardo Julia (9) y Alfonso Par? (10), y hasta podríamos asegurar que,
para su fuero, tampoco el Sr. Astrana Marín reputó baladi el esfuerzo de
alguno de los autores mencionados, ya que de ellos se vale para alguna
de sus noticias (11).
íEs que acaso en Francia se ha estudiado mejor al creador de Hamlet?
Espíritus tan selectos como Voltaire (12) y Ducis (13) mutilaron de la ma-
nera más despiadada los textos shakespirianos. Y téngase en cuenta que
sobre la edición de Juan Francisco Ducis se han hecho todas las versiones
francesas, y ann españolas, posteriores. Sin embargo, ningún crítico con-
temporáneo francés se permite denigrar semejantes traducciones; las apre-
cia en su justo valor; las critica en su categoría. Malas y todo, son estas
versiones como los peldaños iniciales de una torre babélica de admiración
(5) Mfanuel] MÜá y FonlanalSf Machclli. (Diálogo de MalcohQ y Magduff). Barcelona, DÍÍIÍ'ÍQ
ñe Barcelona de 7 de abril de IfSS.
(6) GuiHermo ShakcspeEii'e, Drai/ias de... El mercadey de Venecia, Macbelli, Romeo y JuLie-
la, Otclo- Traducciún de D. Marcelino WenCndcz y P c í a y o . Barcelona, 1S91. Biblioteca de A r t e y
y LelraSf IV + 'í^^ pá^s. + unii hoja, 3.*
(7) Guillermo Shakespeare, Obrn^ áramúticas de... Versión castellana de Guillermo Mac-
plierson, con estudio preliminar lie Eduardo Benot. Madrid, 1865, tomo L X X X de la Biblioteca.
Clásica.
(S) José ArenaB y Cárdenas, Eirsayos críticos de Hícraíiíici inglesa y española. Madrid,
V. Suáreí, 1910, 314 págs, [Sobre Othclo, págs, 107-149].
(91 Eduardo Jiiilá Martines, Shakespeare en EspiuJn: 7 rnduccioiie^, imitaciones e in/liienciit
de las obras de Sliakespeare en la lilernliiru tspaiiola. Madrid, Revista de ArdiiTitis, Bibliotecas y
Museos, 1118, 364 págs.
Eduardo J u l i a Martínez, Shakespeare y su tiempo. Madrid, 191ú, Biblioteca do Divulgación.
¡10) AKonso Par, obra cit.
(II) Ejemplo:
SE este párrafo no es u n a copla de Astrana Marín, denota enconces que Benot acudió a Nicho-
las Rowc, y que lo tradujo bien, asi como que consullú los Registros de Stratford.
E l Sr. A s t r a n a Marín h a seguido con especial inleriís, p a r a su biografía de Shakespeare, l a
maravlllo'ia obra de Georgc Brandes, sWiilíaín Sticrkespeare^. A crilical stitdy. lií tu-o volumes.
Londres, 1898
(13) üEn su primer acceso de entusiasmo lampoco dudó Voltaire en llevar a la escena fran-
cesa, con su habitual timidez, es cieno, de una m a n e r a raquítica, rccoiHándoIns y desñijrándolas..,,
algunas de las bellezas más sublimes que habla admirado en el sublime bárbaro. Asi, de Oleh na-
cl6 Zaira; de la sombra de Htimlel, Seiiiiramis; ael Julio Cesar, La muerte de Cesar. Unas p u r a s
golEts de vino shakespiriano bastaron para s a l v a r estos dramasji.
Marcelino Mentíndez y Pelayo, Historia de liis ideas esit'ticiis de Espaiía, tomo IV, tercera edí-
clún. Madrid, Colección de Escritores Castellanos, 1933, pág. 273.
(13) aMá.s adelante, Ducis, hombre primitivo, rústico v patriarcal..., se enamoró de Shakes-
peare con un amor casi religioso... Ducis profanó (sic) las obras maesira.s del trágico ingltís: Ótelo.
Hnmlel, ¡lacbetb. Romeo y Julieta, El rey Lear,... con virtiéndolas en tragedias a la francesa...»
Marcelino M e n í n d e i y Pelayo, obra cit., tomo IV, píigs. 273 y 374.
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ESCENA V ESCENA V
BEMITOGLIO (sale por la puertíi principal d e t
J u u A , Ro^TEO, BF..\-TIVOÍ;LIO V PEDRO
Hc pulcro) y diclios
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FIN .. FIN
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(33) ViTsión de A. M, Escenas ciiírc capulcios y montcsco.s. Cortejo .solemne del piincipc.
Escena de Romeo y Benvolio.
(34-) Versiún de A. M. Capuleto y París, Benvolio y líomeo.
(35) Versión de A. M. T.ady CapulcLo y la Nodriza (Laurü, en el manuscrito 1-121-4). Dichos
y Julieta, Dichos y un criado.
(3G) Versión de A. M. Romeo, Mei'cucio, Benvolio con cnm.iscarH^dos,
(37) Versión de A. -M. Müsico y criados. Capuleto, Juiiet;! c invitados. Dichos y Romeo, Di-
chos y Teobaldo y Benvolio, Dichos y la Nodriza.
[fS3) Debe ser un gabinete, porque en el niulis de T-aura [escena primera) se anota: «Enlra en
la alcoba de Julia,e
(39] Versión de A, M, Prúloij'o ;• seis escenas y seis mutaciones,
(40) Versión de A, M, Coro, Romeo, Benvolio, Mcrcucío, JuUela Nodi'i^a, F r a y Lorenzo y
Pedro.
(41) Versión de .-V. .\f. [Callejuela junto al jardín de Capuleto,] Romeo, Dicho y Benvolio y
Mercucio.
(42) Versiún de A, M. LJardfn de Capuleío.] Romeo y Julieta en la ventana. Dichos y Nodriza,
(43) Versión de A, .\l, [Celda de F r a y Lorenzo.] F r a y Lorenzo y Romeo.
(44) Versión de A. M. [Una calle,] Benvolio y Mercucio, Dichos y Horneo. Romeo y Nodriza,
Dichos y Pedro,
(45) Versión de A. M. [Jai'din de Capuleto,] J u l i a V Nodriza,
(46J Versión de A, M, [CclLia de F r a y Lorenzo,] F r a y Lorenio, Romeo y Julieta,
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(4/) L a misma decorEn:ióii del acto segundo, p^irque en los apartéis se djcc: aEnLra en la alco-
ba de Julieta.i>
(J8) E l traductor o copista Tcpite la escena séptima. [Entiéndase en la numeración]. En la
versión de A. M. cinco escenas.
(49) Versión de .A, M, Mercurio, Benvólio, Pajt:, Criados, Teobaido, Romeo, Capuietos,
Mónteseos, Principe, Jtiliela, Nodriza, l~iay Loienzo y París,
•(oO) Versión de A, M, [Plaza pública,] .Viercticio, Benvólio, Paje y Criados, Dichos y Teóbal-
do y oíros, Dícho.'i y Romeo, Dichos y Principe con Mónteseos 5' Capuietos con sus esposas y otros.
(51) Versión de A, M. [Jardín de Capuleío.] Julieta y Nodclia,
(53¡ Versión de .'\, \l. [Celda de F r a y LoieníO.] Fray Lorenzo, Romeo y Nodriza.
(03) Versión de A. M, [Sala de casa de Capólelo,] CEtpuleto, L a d y Capuleto y Pai"ii,
(54) Versión de A, M, [Jardín de Capuleto,] Romeo, Julia (en la ventanal, Nodi'íza, L a d y
Capuleío V Capuleto.
(55) Versión de A, M, Consta de cinco escenas y de cinco muiaeiones.
(56) Versión de A, M, Intervienen F r a y Lorenzo, Paris, Julieta, Capuleto, Nodriza, L a d y
Capuleto, Criados, Miísícos y Pedro.
(57) Versión de .A, M, [Celda de F r a y Lorenzo.] F r a y Lorenzo, París i^ Julia,
(5S) Versión de A. M, [S.^la en casa de Capu eto ] Capuleto, Lady, Nodriza y Criados.
(59) Versión do A, M, [Aposento de Julia,] Julia, Nodriza y Lady Capuleto,
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(70) [Carín.i Catnbronero], Catálogo di' la Biblioteca Miiiiicipnl, sección secunda, png. 38,'i,
dice afi[; «Jiiliela y Romeo, úpeni en li"es actos y en verso, s. a. Ms- .1.^»
(71) Al meno^ ios dos más modernos y doctos biógrafos; Julia [í?n Shitkcspcure en ^ípaiía y
en Sltakcspcarc y su íicmpí}, 19161 V Pai" no lo mencionan.
(72) Acto primero, Jardín en casa de Capuleto; acio segundo, salón magnífico, y aclo icrcoro,
panteón de la familia Capuleio.
(7Ü) Los mismos en número a la versión l-12l-íl, poro variando algún nombre y cambiando
alljún personaje. No existe Matlame Capulelo, pero en cambio se saca a un Don Fernando que
viene a ser el Paris (*) del 07i;;íinal íngltís. Un París generoso y bobo, Beniivoglío es en la úpera
Cebas; Laura, Cecilia, y Pedro, Antonio.
(7.1) Escenas segunda, tercera y cuarta del acto primero; piimera, lercei-a y sdplíma del aclo
segundo, y tercera del acto tercero,
(75) Los versos son octosílabos, asonantados, como en ía versión 1-131-4.
(7S) En los fondos riquísimos de música de los siglos xvii, s v m y xix (principios) ijuc guarda
la Bibíioieca Municipal de Madrid no hemos podido hallar noticia alguna sobre la partitura de esta
ópera,
(77) Arias, diios y coros al gusto romántico do los comienzos del xix.
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abominables y en nada mejoran a los de aquellas zarzuelillas de mediado
el sig'lo jrrx. Su lectura reconocemos puede motivar la indignación e inclu-
so el furor del critico menos comprensivo.
Atención muy especial merece el manuscrito 1-53-6, del que existen
cuati^o copias (78), titulado ya Roineo y Julieta, y versión, según consenso
unánime de los más finos críticos, de D. Dionisio Villanueva y Ochoa (79).
¿Existeii pruebas de esta afirmación?
Cambrónero ya no titubea —como se indicó en el manuscrito 1-121-4—
para atribuir a Solís esta versión (80). En Barcelona aparece imbresa
en 1S17 la traducción de Solls. Este manuscrito, 1-63-6, lleva licencia
de 1818 (81) y sigue en absoluto al impreso barcelonés. Solís tradujo su
Ronieo y Julieta del de Ducis (82). ¿Pruebas? £1 número de actos, de esce-
nas, de personajes y hasta de versos. Difiere, no obstante, en el desenlace
la versión española de Solís de la irancesa de Ducis. Ducis hace que
Romeo se clave su propia espada. Acaso con más temperamento dramáti-
co, Solis hace que Romeo —matador, en defensa de Montesco, del herma-
no de Julieta— muera atravesado por la espada de su propio padre, dirigi-
da contra el padre de Julieta (83). Por si lo escrito no fuera suficiente para
probar que la mano, la discreta poesía y la experiencia teatral, de Solís
andan de punta a cabo en el manuscrito 1-63-6, hay que advertir que en el
año 1820 vuelve a imprimirse en Barcelona una nueva edición de Romeo
y Julieta (84), que sigue al detalle la edición de 1S17 y el manuscrito men-
cionado.
Brevemente queremos hacer la de.scripción de éste. Se conservan en
él los mismos personajes de la versión de Ducis: ocho, más comparsas de
soldados. Pero se les altera el nombre del original inglés y aun de la tra-
ducción francesa (85). Las mutaciones escenográficas se reducen a una por
acto (86); el número de escenas es distinto que en el manuscrito 1-121-4,
pero no coincidente tampoco con el del original inglés, ni siquiera en
aquellas partes de la tragedia en que el número de personajes —respecto
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Biblioteca Municipal.
(87) Isacc Reed, Frimer Variorum, 1803 tic ia ediclún 1885. (Apud. A. M.]
[881 Aclo primero, asonanles a, o; aclo segundo, e, a; acto tercero, a, o; acto cuarto, c, o, y
acto quinto, e, o.
[69) fl... Muy bien traducido [el d r a m a Julia y Ronica] ...por D, Dionisio Solfs..,, iluslre y
mal conocido pocia». Esto lo dice el Sr. Cotnrelo, obra ciL, p í g . 187, y téngase en cuenta que se
refiere a! M.s. 1-121-4, traducido en unos, muy poco Í!:spirados, octosílabos asonantados.
(90) liaífilcto, rey lie Dtnaiiiarcii [seirún Ducis], tnigcdia inglesa. Traducción por Ramón de
la Cruz. Biblioteca Municipal ilc Madrid. Ms. 1-131-1, lT/2.
Cambronero da la nota 1, obra cll., seccíún segunda, pag. 371.
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RESEÑAS
EL ISLAM Y EL CRISTIANISMO
ADVERTEÍiCIA
(í) Ezio Levi, L'Islain e ¡a Roinaiiilá nci dociiinsnti di Toledo. Florencia, 1930. En 4.°,
10 págs. (Tirada aparte del Aichivio Slorico Jialiaiio; serie VII, vni. X I V , I (1930).
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y íuera necedad mía el hacerlo; pero quiero, sin embargo, reproducir aquí
una certera semblanza suya, trazada en el Diario de nuestro malogra-
do escritor Ángel Sánchez Rivero, cuando conoció a Ezio Levi, en 1927 (1).
"Recién Ueg'ado a Palermo conocí al profesor de Filoloíría Románica
en aquella Universidad, Ezio Levi, liispanista benemérito. Muchas cosas
he visto en Italia: monumentos, cuadros, estatuas, paisajes; la iniciación en
la cultLu*a literaria quedará como hito indestructible en la historia de mis
experiencias espirituales. Pero al par de mis tesoros de sensaciones italia-
nas tengo que poner esta experiencia moral inolvidable: la persona de
Ezio Levi. Si algún augurio puede expresarse a quien piense residir en
países extranjeros, el más propio sería que tropiece en él con otro Ezio
I ^ v i , tan abnegado, tan servicial, tan solícito como él. Ezio Levi pertenece
a la raza del buen samaritano. Aviso a los españoles que pasen por Italia.
Ezio Levi no ha sido tan sólo guía infatigable de cuantos españoles se le
acercaron. S¡ de él hubiese depencHdo, a estas horas existiría un Instituto
español en Florencia. .Ha escrito innumerables cartas, ha hecho continuas
visitas, ha buscado.locales,.ha preparado proyectos, sin el más leve interés
personal; su puesto en la Universidad de Ñapóles le aleja completamente
de Florencia. V c|uienes le conocen saben que tampoco le empuja el pruri-
to de figurar o darse importancia...»
MUÍ' sugestivas son las cariñosas y comprensivas palabras de Sánchez
Rivero, Ezio Levi también en bondad y en sabei"; pero lo es aún más el
proyecto de ese Instituto español en Florencia —o italiano en Madrid ¿por
qué no?— donde se trabajara con la encienda y la unión que no dan las
esporádicas pensiones de estudios. ¿Xo podría realizarse este hermoso sue-
ño de algún modo? Quienes puedan y deban acordailo que mediten siquie-
r a un momento sobre su interés y su importancia para Italia y para Es-
paña, ahora que se está renovando por completo nuestra vida docente y
cultural.
Jo.-^oüíx DE E N T R A MBA .SAGÚ AS.
(1) Debo la publiCEicíún de esle bello fi'ajjmentOf aún [nídílo, de Lis Mcmnríiifi de SAnchez
Rivero, a su viuda, la cultísima dani.T. vcncoÍEHia doña AiiíjeLa Mariuui, doctora en Clenci;is HISIÓ-
vicas y hoy EUCionalixada en Espafla por su malrlmonio. Reciba en estas líneas mi gratitud a su
íitención.
E l aludido Diiirio, lleno de sugerencia'; orlginallsimas y airayenles comentarios, .'e está pu-
bliearido ahora en ia Reviafa de Of.ddmite. (Víase el lomo VIJ[(1S3Ü¡, piigs. 1-Í6 y 177-203), y revela
u n a vez más la gran cultura y excepcionales dotes intelectuales del autor, cuya muerte aún llo-
ramos.
(2) A . González Falencia, i o s iitosárahfís de Toledo en hs siglos XII y XIII. Madrid, 192fi-
1930. Ediciún del Insliluio de Vaiencía de Don Juan. Cuatro volúmenes en folio. I, 324 págs.; IIi
341 págs.; 111, 591 págs., y I V o preliminar, 461 págs.—IÍJO pesetas los cuatro lomos.
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Las magistraturas civil y judicial tenían nombres árabes: alguacil, al-
calde, alhaquim (judex), catib (notarius, scriptor), delal (araldo), jazim (pro-
curator), almotacén (verificador del peso y las medidas), nadir (adminis-
trador), my (syndicus), caid, adalid (capitán). Y árabes los nombres de las
profesiones: albañil, albéitar, aUarero, etc. Subsistía la esclavitud, y los
esclavos eran señalados con una marca en la espalda. A veces el vendedor
garantizaba una posible fuga. El esclavo, por su parte, podía libertarse
pagando el rescate o asegurando el precio por medio de fiadores. El res-
cate se obtenía en ciertos casos por voluntad del propietario, motivada por
cualquier obra buena del esclavo o también por el simple hecho del
bautismo.
Los contratos —de venta, cambio, donación— ofrecen asimismo datos
interesantes para la historia del derecho. Uno de los más curiosos de ellos
es el contrato de plantaciones. Después que el terreno devastado por las
guerras se despoblaba, el propietario le ofrecía en régimen de copropie-
dad, a condición de que se lo plantasen de vid, olivo, etc., y acabada la
plantación la propiedad pasaba, en parte, a ser posesión del plantador; si
era una viña el contrato duraba cuatro años y después del cuarto la pro-
piedad pasaba por una parte (media, en otros lugares un tercio) al antiguo
propietario del suelo 3'ermo y el resto al labrador o al organizador de la
cobranza. Cláusulas especiales regulaban el régimen de las aguas y las
demás circunstancias de la sociedad (capital, terreno y trabajo) y el régi-
men de la propiedad mixta cuando la muerte u otros acontecimientos
viniesen a disolverla de hecho antes de madurar o perfeccionar el con-
trato.
Alguna novedad presenta también el derecho matrimonial. La mujer
aportaba la dote, el marido las arras (contradote). Este concedía a su
mujer la décima parte de sus rentas, y además ella continuaba disponien-
do del valor de la dote. Preciosos para la historia del vestído y para la filo-
logía románica son los numerosos inventarios que encontramos insertos en
estos documentos nupciales que son los más ricos también desde el punto
de vista extrínseco (miniatm-as, adornos caligráficos, etc.).
Sobre la vida sentimental y afectiva de los mozárabes derraman viva
luz los testamentos, que son el documento más íntimo. A través de ellos
vemos moverse y dibujarse la familia, la parentela, el círculo de las amis-
tades y de las relaciones.
Una pequliar institución castellana es el mayorazgo, o sea la primoge-
nitura, por el cual pasa indivisa la propiedad familiar. No se halla rastro
de él en los documentos antiguos mozárabes; aparece bastante tarde, esto
es, en el año 1265, y evidentemente por influjo del feudalismo de Castilla.
El aprovechamiento de las aguas es una de las enseñanzas importadas
por los árabes en la civilización europea. En torno a las aguas de riego y
de las usadas como fuerza motriz, vemos desfilar toda una serie de sutiles
disquisiciones judiciales que nos muestran cuan delicado fué el sentido
jurídico de los árabes y cómo fué profundamente estimado el valor del
agua, en otras partes descuidado hasta el punto de dejarla abandonada o
detenida en los pantanos y en los aljibes. El agua era un elemento de
riqueza precioso, al par que la tierra y el trabajo. Una fuente vale como
una finca, un pozo como unas casas.
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La moneda corriente era la árabe, que por lo demás servía de patrón
para la castellana y algunas veces para todas las europeas; se recuerdan
los morabetinos (maravedís). La moneda almorávide era de oro real;
mizcal, dirhem. La moneda llamábase también con palabra románica
meaja (metallea), francés meaille.
Árabes eran también las medidas, exceptuada una, el cabdal, o sea el
brazo (cubitale).
Gonzále:í Falencia, tomando como base las noticias de los documentos,
reconstruye también una tarifa (o equivalencia) de los precios, que vendrá
a ser inestimable para la historia económica del siglo xn: precios de las
cosas, de los animales, de los inmuebles (viñas, casas, tiendas). Puesto que
la vida ciudadana era, sobre todo, vida de artesanos, pequeños industria-
les, mercaderes, una de las fuentes de riqueza era el alquiler de las tien-
das, de los mercados de las distintas razas y de los almacenes. Los bienes
rústicos eran sometidos también al régimen de alquileres, que en sus orí-
genes eran más largos. Con el transcurso del tiempo se abrevian porque
se vuelve más intenso el ritmo de la vida y quedan en un bienio; es decir,
un año para que estuviera la tierra en barbecho y otro para sembrarla. El
alquiler rural, naturalmente, se pagaba todo o en parte, no con moneda,
sino con frutos. Notable es el heclio de Iiaberse importado los árboles, en
su mayoi'ia, de los árabes: el albaricoquero, el melocotonero, el almendro,
el moral ( = moro); y árabe es el zumaque, riqueza no sólo de España,
sino asimismo de nuestra Sicilia.
Dadas la forma de la propiedad y la constitución profundamente ara-
bizadas de la riqueza, es muy natural que perdure largamente también
bajo el régimen cristiano la estructura de la justicia islámica, administi'a-
da por los magistrados árabes, acaso los más aptos para entender el senti-
do esencial de las manifestaciones de aquella vida. A los alcaldes, a los
alguaciles, a los salmedinas recurren para administivirse justicia liasta las
instituciones feudales y eclesiásticas.
No había en Toledo un barrio árabe. Los árabes vivían mezclados con
los cristianos. La convivencia desarrolla en ellos todos los afectos que
impone la familia litunana y constituyen —por encima de todo prejuicio de
raza— el gran drama de la vida del hombre. Asistimos a matrimonios
entre árabes y cristianos y vemos mezclados en la familia los hijos de unos
y de otros. Árabes eran en su maj'oría los esclavos, presa de guerra; pero
los esclavos a veces se libran de la cadena de la esclavitud por el don divi-
no del ingenio, hintre estos libertos se recluían los gremios de los aitesa-
nos de las artes más nobles, como los altareros. De sus manos salían las
porcelanas vidriadas y los esmaltes que dan chispas iridiscentes en los
mosaicos, en los fragmentos arquitectónicos, en los vestidos y en los ense-
res de la vieja Toledo. Nuevo desquite de la nobleza del hiombre —no sólo
nobleza de los afectos, sino nobleza de su ingenio— sobre los derechos de
la fuerza. Parece que a veces ésta triunfa en las instituciones de la historia,
pero el espíritu, aunque inerme y decaído, acaba por volver a hundirla en
elfondo. . ... ,
• . . . Ezio LEVI.
• líápoles.
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Tniento del mérito sobresaliente del escritor para el puesto de cronista
oficial primero en esa administración burocrática y sentimental, a la que
todavía no ha explotado el Patronato Nacional de Turismo.
La bibliografía madrileña se ha enriquecido con un libro primoroso.
De hoj' en adelante, los itinerarios para el autocar de la curiosidad serán
estos trazados por Ramón, con la novedad de última moda, la palabra má^
convincente y el ademán mejor ensayado.
¡Ah! En el rotulado o epigi^aíiado de las ilustraciones hay alguna
equivocación, magnífica también.
• S. DE R.
.-ii.
-^.
S. DE R.
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