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AYUNTAMIENTO DE MADRID

REVISTA
DE L A BIBLIOTECA
ARCHIVO Y MUSEO

AÍJO Vm.—OCTUBRE, 1931.—NÚMERO XXXU


Ayuntamiento de Madrid
www.memoriademadrid.es
D I R E C T O R : MANUEL MACHADO
Redactor Jefe: A. MILLARES GARLO. S'ecfetówo." JOSÉ RINCÓN LAZCAHO

SUMARIO .
CRISTÓBAL ESPEJO,—Enumeración y airibuciones de algunas Juntas de
la Administración española desde el siglo XV!hasta el año 1800.
ESPERANZA GUERRA SÁNCHEZ-MOKENO.—Z.« Casa de Panadería.
FIDEL PÉREZ-MÍÍJGÜEZ.—¿ÍÍ condesa de Castellar fundadora del convento
«Las Carboneras».
VARIEDADES: FEDERICO CARLOS SÁIZ DE ROBLES: LOS manuscritos de
versiones de Shakespeare en la Biblioteca Municipal de Madrid.
RESEÑAS: El Islam y el cristianismo (JOAQÜÍK DE ENTR AMBAS AGUAS ).—
Gó7nt3 de la Serna, Ra^nón.-Elucidario de Madrid ( S . D E R . ) . —'S'ií'«3'
Narciso.-Tradiciones y cantares.de Panamá (Luis DE Sos.\).—Mar-
torell Télles^Girón, Ricardo.-Anales'de Madrid, de León Pinelo.-Rei-
nado de Felipe III. Años de 1598 a 1621 (S. DE R . )
BIBLIOGRAFÍA MADRILEÑA.

Esta REVISTA se p u b l l e a p á e a d a tpes m e s e s

La correspondencia literaria y administrativa debe dirigirse a la


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origrinales que se remitan.
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A Y U N T A M I E N T O D E M A D R I D

REVISTA .
DE LA

BIBLIOTECA, ARCHIVO Y MUSEO


AÑO VIII OCTUBRE, 1931 NÚMERO 32

ENUMERACIÓN Y ATRIBUCIONES DE ALGUNAS


JUNTAS DE LA ADMINISTRACIÓN ESPAÑOLA
DESDE EL SIGLO XVI HASTA EL AÑO 1800 (*)

1. P]'crtinbiilo. — IT. Jünlíi de jAsifil-Ciicci de Corles. — Til. JuntEií d t Mcdio'i y de


Arbilrios,—IV. J u n l a s de Hncicnda. -V. _TuTiia;i de Ronta.í e Tnsreso.s y adrainislni-
ción de elloH. - V I . JunUis de Deudas y Débilo.'í.—\'U- J u n ü l s d e Comercio, Moneda
y Minas. VIL[. Junlas de los ramos de GLicfi':i y Marina. - I X . J u n l a s de Poficíu.
X- J u n t a s de Sanidad,—Xt- J u m a s de Gobierno y Adminisii-ación. X l l . Ci'iiiea.

[.—Preámbulo

Aunque la creación de las Juntas especiales responda técnicamente a


im maj'or dominio de la materia encomendada, es lo cierto que en algunos
periodos de la historia administrativa española perjudicaron por insuficien-
cia o retardaron sin causa los asuntos que habían de resolver. Gran parte
de ellas, como todo organismo pequeño, minúsculo, bordearon el pei^sona-
lismo, fueron caciquiles, pagadas "de las lormas, legalistas más que justas
en una época en que estaba coníundida la ejecución con la consulta. Son
características de los últimos años de la centuria xvi, abrazan la xvii y aún

["•) Sin embatiío de la generalidad del tlUilo, una jjran p a n e de las J u n t a s son del lelno d e
Carlina, no habiendo adoplado L^SIC por restringido y no caer denlro de ^u círculo las que corres-
pondieron posterioi'mcnce a la Corona de EñpaHa.
Concluye nucslro estudio en el año ISOCI, sin alcanzar a la variación del nuevo rÉs-imcii polRi-
co, porque la situación de Eui'opa, lo transitorio de las instiluclones, el CEiráeler de Carlos IV y
de Fernando ^^11 v las conslanles variaciones en la adminisLración, con Etcercarse má-S al periodo
conleraporáneo, nos llevaría demasiado lejos en su estudio, por más conocido y tratado, de m e n o s
imporlancia.
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se reconoce la tradición de ellas en las del período borbónico, si bien liu-
biera mejorado la administración. Nacidas a veces de los Consejos, al mar-
gen de ellos, nntridiis de su savia, limitativas del desenvolvimiento de
aquéllos, dependientes en algñn caso del organismo mayor, íormadas con
persoTial muy afecto al monarca o a sus validos, las constituidas en el rei-
nado de Felipe II lo fueron siquiera por causas de importancia y con minis-
tros tan capacitados como Laguna, Poza, Vázquez de Arce, Menciíaca,
Agi^eda o Salablanca; no asi las de los descendientes de su Casa, en las que
imperó el desconcierto, época lastimosa dnrante la cual se sustraen a los
Consejos cuestiones capitales, dejándolos reducidos a figuras decorativas
tantas veces.
Con ser la admini.stración de los tiempos nuevos más complicada y di-
fícil, se dificultan también con tales organismos la rapidez y buena marcha
de los asuntos.
Para contribuir con aportación, aunque modesta, a los estudios de ad-
ministración pública en su consideración histórica, siquiera no sirvan a
veces sino como datos bibliográficos, y se comprenda el juicio expuesto
sobre las Juntas de otros tiempos, que acaso pudiera servir de enseñanza,
vamos a enumerar mtichas de ellas, sintetizando sus facultades, para dar-
nos cuenta de la serie de organismos perjudiciales, contradictorios algu-
nos entre sí, que soportó Castilla por tiempo, constituyendo ellos un factor
importante en la desorganización del país,
A los efectos de la mejor comprensión en la materia y de que no se
rompa el hilo de los asuntos, las hemos agrupado convenientemente.
Expondremos además que las J untas de Medios, las de Arbitrios, y en parte
las de Hacienda, son unas mismas, aunque difieran por sus títulos respec-
tivos. El concepto de Medios, en el tecnicismo administrativo de la centu-
ria svi y parte de la del xvn, tenía el alcance de concierto y de un solo
asunto', siquiera éste fuese muy arduo; era la resultante de una concordia
entre dos partes: miraba a la finalidad de alcanzar dinero de los hombres
de negocios, a quienes se les habían suspendido sus consignaciones en tri-
butos públicos de las libranzas expedidas a favor de ellos a cobrar en ren-
tas y en partidos, conforme a la organización financiera de aquel tiempo.
Quebró el vocablo, digámoslo así, ampliando el concepto del mismo, y
en lo sucesivo la Junta de Medios, salvo las de arreglos de suspensiones"
sucesivas, se identifica con la de Arbitrios; es decir, ambas tienen como
finalidad proponer medios o señalar arbitrios para sacar de apuros a la
Corona.
Así, a la suspensión de pagos de 1575, con la instrucción de 1576 sobre
la satisfacción de débitos y la toma de cuentas, sucede, como transacción, el
Medio de 1577, igual que a la suspensión de 39 de noviembre de 1596 liabía
de suceder, después de laboriosos regateos, el Medio de 1597 y la interven-
ción de los acreedores en las respectivas Juntas del Decreto. Parécenosque
bastan estos dos ejemplos como explicación, aunque pudieran multipli-
carse en todo el curso de la centuria xvii.
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II.—Junta de Asistentes de Cortes

La primera Junta que se ofrece a nuestra ron sideración, ligada intima-


mente con la representación nacional de Castilla, el Reino, es la Junta de
Asistentes de Cortes, que formaba paite integrante del Reino, aunque eran
sus miembros funcionarios de la Corona y ronstituía el nervio de unión
entre ésta y aquel en cuanto a las relaciones obligadas de las Cortes y del
reJ^ Desde el reinado de Felipe II se delimitan más sus lacultades. Estaba
integrada por el presidente del Consejo de Castilla, y como asistentes dos,
tres y hasta cuatro individuos del citado Consejo, acompañados de secre-
tario y escribanos, que servían de auxiliares. El presidente ni presenciaba
siquiera los debates; sólo intervenía en cuestiones previas, como la de pre-
sentación y examen de los poderes de los procm^adores, estrechándoles,
por si traían alguna instrucción secreta de sus ciudades contraria al inte-
rés del monarca, recibiéndoles juramento sobre las limitaciones de estos
apoderaraicntos, para que el rey, con conocimiento de causa, se dirigiera
de nuevo a las ciudades y villas. Acompañaban al presidente al auto de la
proposición, dirigiéndose desde la posada de este, donde tenia lugar la
recepción de poderes, al Palacio real, en el c^ue había cámara para las
sesiones, y, unidos todos, a la cabeza de los diputados, asistían a la insta-
lación del Reino, cuyos enviados, en pie y sin gorras, ocupaban sus asien-
tos, y se cubrían cuando el rey, si asistía, mandábalo asi, conforme a cos-
tumbre. Últimamente, se presentaban a las Corles para notilicarles la di-
solución. Entre sus facultades figuraban las de ñrmar las reales cartas eje-
cutorias y demás reales cédulas, despachándolas para su cumplimiento,
asi como memoriales; intervenían en autos vai^ios de las Cortes o en otros
de que les encargaban transmitiesen a S. M. o de éste a aquéllas. Eran
los encargados de jrtrejiarar bien el ánimo de los pi-ocuradores en materias
de interés; daban normas de arreglo y estudiaban los asuntos. A ella se
dirigía S. i\'I., recomendándole ciertas prevenciones, para enterarse de
las condiciones de los procuradores, el trato con ellos, sus aspiraciones,
los motivos por que se dilataban los asuntos y otros de condición seme-
jante o análoga encaminados a facilitar los negocios. Entendía en prepa-
rar a diputados y conventos en su accesión al Medio de la harina; en que
el dinero procedente del Servicio-no anduviera en manos de receptores
y fuera a la Corte; en la concesión de a^'uda de costa a los diputados, en la
tramitación de un memorial del Kcino, expresivo de las condiciones que no
se cumplían del Servicio y en las cosas f^ue suplicó para la concesión del
mismo; confirmación que pedía el pueblo de VaUadolid de un privilegio
de exención de huéspedes; para que se hiciera, por mano de ministros se'
glares, el registro del vino y aceite que había en las casas de eclesiásticos;
que se usara del Breve de S. S. para que contribuyera el estado citado;
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condiciones que cada ciudad pedia para la concesión del Servicio de los
diez y ocho millones de ducados; súplica de los procuradores para que los
maravedís procedentes de penas de Cámara sólo estuvieran oblitíados los
pueblos a llevarlos a la cabeza de su partido y no a la Corte; petición del
Reino para que se diera a cada.uno de los diputados 250 ducados para alqui-
leres, y así muchos.
Intervenía e infoi^maba en los asuntos de administración de los tribu-
tos; sobre el consentimiento de las ciudades y villas de voto en Cortes; pro-
rrogación del Servicio de millonea; instrucción y reglas del Donativo de
1654 y 16o5; daños en las contribuciones de las Sisas; medios elegidos para,
la paga de los dos millones de ducados en las urgencias del mes de sep-
tiembre de 16ój, o, fmaíraente, recaía su informe sobre la consulta de la
Comisión de millones y del Reino r^elativa al impuesto en las especies de-
vino y vinagre. En la escritura del Servicio, que el reino otorgaba en 160S,.
figuraban a la cabeza de ella el inresidente y los asistentes. Cuando venían
a ía Sala de Cortes, .salía el Reino a recibirles a la puerta, acompañándolos-
ai aposento de S. M.; los asistentes se ponían al lado derecho del Rey, y
junto con ellos, los secretarios: tenía cada miembro su lugar fijo en la Junta
y en la Asamblea. Y, a pesar de esa íntima relación oficial diaria, y preci-
samente por ella, los procuradores tenían repugnancia a entenderse con
la Jttnta de Asistentes de Cortes (1).

III.—Juntas de Medios y de Arbitrios

A ellas pertenecen, sin denomin;\ción especial, las varias formadas


desde lG2o a 1529, .singularmente por Carlos I, para atender a las urgencias
de la guerra y otras necesidades de la Corona. Se consultó a personas po-
derosas, a mitrados, oficiales de Hacienda real, títulos del Reino, cambios
y otras gentes, todas ellas de posibilidades económicas, algunas reunidas
en Junta, las cuales propusieron, entre otros medios, los de empréstitos,
anticipos de ciudades y villas, imposiciones a los caballeros, cuantio.sos (2),
fábricas de las iglesias, depósitos de los Maestrazgos, i'elormación de la
moneda, arriendo de albaquías, consumos de olicios, enajenación de bienes.
en el reino de Granada, crecimiento de juros, venta de kigares y behe-
trías, tributos sobre posadas, bienes confiscados, ventas de jurisdicciones
y otros, algunos de los cuales si no se aceptaron en los años qtie van rela-
tados, tuvieron electividad en los sicrinentes, sobre todo en los de 1536.

|li Colerxióii ilc Corles de Cnslilín: Cnrtei de Madrid de ISfií, IS'ií a 1SS5, ISSfi a 1588, 1592 a
I55S, 159E a 16D1, 2 de noviembre de 1599, 1602 a Iffi-I, 1MI7 a 1611, 'iJ, de noviembre de 1S03. ColeccióiT
Molciv, tomo XV, 31 de enera y 1-1 de riyoito de 11)38 y II de noviembre de 1639; tomo XVI, 1-1-de
diciembre de l & l , 2:-i ilc enero y IJ de miiyo de 1655, 7 de septiembre de 1656 y diciembre de 1657-
(2) Estos se suprimieron |ior Cüduki de 28 de junio de 1619.
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1537 (3) y 1544 (4), medios varios de sacar dinero sin "dar orden en los
gastos».
Junta de la Suspensión de Consií^naciones, en 1575:
Felipe II, para llevar a efecto lo suplicado por las Cortes de Toledo
•de 1559, ante el estado precario de la Hacienda y de que saliere S. M. de
cambios e intereses (ü), reunió una Junta, compuesta de lo más granado de
sus Consejos y Contadurías; consultó además otras personas de calidad en
la materia, y fruto de tan detenido estudio fué la propuesta de la suspen-
sión de consignaciones de todos los asientos tomados desde 14 de noviem-
bre de 1560 (6), que suscribía el monarca por su cédula de 1 de septiembre
•de 1575, de tanto descrédito jiara la Corona de Castilla (7].
Junta de Medios, celebrada en casa del marqués de Poza en 1595:
Se determinaron leyes sunluarias, orden en la cobranza de tribuios,
ventas de jurisdicciones y vasallos, alcabalas, tierras y dehesas, bienes
confiscados a moriscos y dinero a censo tomado por ciudades y villas (S).
]unta de Medios de 26 de agosto de J596:
La Junta de Hacienda, convertida en Junta de Medios, daba un dicta-
men proveclioso en muciios puntos, aunque íuese de efectos a largo plazo.
Estaba compuesta, como tal Junta de Medios, por el presidente, marques
•de Poza, Francisco de Salablanca, Pedro Luis de Torregrosa, Pedro Ortiz
-del Río, Mateo Ferro y Gaspar de Pons. Trató de leyes sunluarias, suspen-
sión de licencias de saca, redención de censos, ventas de vasallos, juros
y censos y crecimiento de alcabalas. A la par señalaba reducción de gas-
tos, aumento de rentas y derechos con industria y buena administración,
revisión de aranceles, arrendamiento de baldíos a ¡os moriscos, multipli-
cación de acequias y riegos y fomento de cosas útiles y procurar quitar las
•dañosas (9).

(3) AfClii^'o (le .Simancas. Consejo v JuiJtas de Híicicnda, legajos 7, 95- 10 a! 15,
(4) Jost^ Canga ArgLicllcfi, /iíccioi/^ii'ío de Hacienda. Madrid, ISÍJ, tomo l í , pá!^. IJ, que t'Ua
l a J u n t a de 1G44 con i'cfcrciicia a Sandovji].
(5) Archivo de Simancas; Conladuiias genenUct, legajO'^SO^ y ^00; M c m o r l n l c s d c l a Cámara,
legajo 4'H-: Libros de Ciídiilaa de la Cámara, S3; Consejo y .[nnlas de Hacienda, leysjo 3Í>[I, y Gra-
•cía y Juslioia, ie::a]o S77.
Francisco MartíncK de Ifi Main, iiJcriioriii/i'^ ^»hrc el ríincd/o dti Ja despobJacJóir y cslcrjltdad
lío Espaüti y el medio como si: lin de dcscmptiñar la Real ílaciciiiln y la de /ns vasallos. Dice que el
arbitrio de la suspen^siún de consi!;nacloncs fuii ini'eiicíón de iiTi genovi.'s convei-[i[IO| fraile cai^nic-
iila dcseal:^ü, fundado en las CNpresione.s de Iray Die|^o Gracíárf de ía Madi'e de Dios.
((i) Cnne.i, obra d L , lomo iJ, pág, 14, Sus datos ¡mlerioies al av¿]a WITT necesitan conlirma-
ción p o r lü común. A eíta Junta le aiigna ia fecha de lóGU; a la Ciídiilil, la de 1.4 ile noviembre de
ese año, y la de 15 de julio de 1576 a l a q u e t i ' a l a d c las especies ení[ue se había de pagar.
(7) Gil Gonxáio: de Avila, Graiuíe^as de Aladytd, pá^^. 2,"J6.
Siiitciíaa la aiiiiacion la conocida carta de Felipe [1 a Fi-ancisco de Garnica, contador nmi'or
de Hacienda, muy cidificado, en que se expone el calvario sufrida y los acuerdos lomados anles de
decidirse a medidas tan trascendental es, así como el contexto de la Ciídula en sus 2;i artículos, el
clamoi' le^'antado poi- ella y las medidas coinplemenlarla.'i para lomar cuentas, llc^^^E^ndosc al fin al
medio o concierto de 5 de diciembre de 1577.
¡S) Can^a, obra cit., tomo 11, pág, 14. L a relación demedios adoptados m ; parece Incompleta
c impropia de los vocales de la Junta de Hacienda. liemitome a la jtinla celebrada por los mismos
señores en 26 de agosto de Iñ^íí.
i'J) Biblioteca de El Escorial, libro 1-IL', fols. 1 a L'3.
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Junta de Medios de 15%;


Con motivo de la situación precaria de la Hacienda tuvo Felipe II
varias reuniones con el presidente del Consejo de Castilla, D. Rodrigo
Vázquez de Arce; el de ílacienda, a la sazón D. Francisco de Rojas, y
contadores de gran nota, acordándose entre ellos la suspensión de consig-
naciones que lleva la lecha de 29 de noviembre de 15% (lü), como confir-
mación del arito dado por los presidentes citados en 13 del mismo mes.
Junta de Arbitrios:
En 27 de enero de 1598, y en aumento siempre las necesidades del
Reino, reuníanse en Junta por orden de! monarca el presidente del Conse-
jo, el de Indias, el de Ha.cienda, los señores de este último Consejo y los
fiscales Rui Pérez y Ramírez, para que por medio de los arbitrios que se
les ocurrieran, vieren —decía el rey— «el modo de salir del aprieto por
personas en quien tanto confía», y ni entonces, ni en otras resoluciones
suyas de aquel tiempo y del siguiente i-eÍnado, acordaron por lo común
sino anticipos de los hombres de negocios por vía de asientos, pues los
arbitrólos de que ya se había tratado eran la mayor parte de ellos a plazos
y no servían para el caso. En verdad que pesaba demasiado sobre la Ha-
cienda castellana el estado de los asuntos públicos (II).
Cominnacióo, por la materia de la de 1598, ei"a la que bajo el reinado
nuevo se la designó con el mismo titulo. Desde el 10 de septiembre de 159?
se hacía eo Valladolid una Junta de consejeros, que eran los presidentes
de Hacienda e Indias; D. Cristóbal de Moura, marqués de Castell Rodrigo,.
y D. Juan de Borja, conde de Eicallo, del Consejo de Estado; D. Agustín
Alvarez de Toledo, del de Indias; D. Juan de Menchaca, contador mayor
de Hacienda; el tesorero D. Juan Pascual, y el fiscal del Consejo de Ha-
cienda. Era para ir disponiendo las materias de arbitrios, y principalmente
el de la molienda, que se quería volver a él en las Cortes, como se hizo
luego; pero que levantó muchas contradicciones, cambiándolo, en su con-
secuencia, por el de la Sisa del vino, que cubría unos tres millones de du-
cados al año, a dos maravedís el azumbre, frente a cinco que representaba
el desechado, por menos viable, y medio concertado por el reino para el
Servicio de los diez y ocho millones de ducados en seis años. De todos los
tratados se había ido dando cuenta a S. M. en Medlnaceli por una repre-

(10) Archivo de Sinmncas. Cnnscjo y J u n i a í de H ü d c n d a , legajo 3SS, Conuidurlas g e n e r a


Icí, iígaio 300. I-a suspíiiiióii In fui! por auto ás 13 de noviembre de lóSú. proveído, previa aulori-
^aCLÓn, p o r él presldenlo del Conítjo Real, Rodrigo Vázquez de Arce, y ei de Hacienda, D . F r a n -
cisco de Rojaíi, martiuí'i de Poza, aprobado por Felipe l í en Ctídula de 2'^í de nov'íeinbrc de 1596, E l
Medio general lleva la lecha, en Madrid, de 25 de noviembre de 15y7. Felip.^ 111 lUSpendiú tambiiín
pagos en X607. Tuvo .su Medio y sti J u n t a del Decreto
(U) Archivo de Simancas. Consejos y Juntas de "Hacienda, legajo 371. Los presidenies seguían
siendo los cilado'í en la nota anterior. Los fiscales, eran personas muy calificadas. Ramírez de P r a d o
es bien conocido; Rui Pérez, ñscal del Consejo y Contaduría Mayor de Hacienda destle 16 de febre-
ro de liSD en lugar del licenciado J u a n de Gtiaidiola, era hombre bien impuesto en su oficio, y
siguió en la Fiscalía has;a su promoción al Consejo Real, de fiscal tambiín. Puede p r o p o r c i o n a r
dalos en la materia mi estudio £f Consejo de Hacienda bajo la presidencia del marqués de Posa, e n
los párrafos sobre J u n t a s y arbitrio.',.
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sentación de este organismo, el cual concluía su misión en diciembre, re-
solviendo los que se hablan de proponer al Reino, procurando ganarse, en
el ínterin de la declaración, la voluntad de los diputados (12).
Junta de Arbitrios de 1606:
En la íecha indicada habían sido llamados a San Lorenzo los presiden-
tes del Conseio Real, Ordenes y Hacienda, juntamente con el conde de
Villalong-a, Alonso Ramírez de Prado y el padre confesor, para tratar del
crecimiento del precio de la plata (13), como lo liicieron, o por vía de liga;
pero hallaron tantos inconvenientes, que desechó el arbitrio, platicando en
sustitución del de la molienda, ya tratado otras veces, sobre cuyo artículo
se impondría un real por fanega (14); se esperaba que saliera otro arbitrio
de perpetuación de oficios renunciatales, ami dentro de los veinte días de
vida del tenedor, pagando la décima parte del precio de adquisición y la
veintena a la venta siguiente (15); se trató asimismo del de la seda de
fuera del Reino, subiendo los derechos de introducción y aun otros mu-
chos (16).
Posteriormente siguió tratando la lunta del crecimiento de la plata en
liga del 15 por 100, para recoger con éste la que corría de vellón, a cuyo
electo se mandó embargar la de particulares que venia de Indias, trocán-
dola por la moneda nueva; pero se dejó el medio, se lestiiuyó la plata
a sus dueños y sólo se trató de remediar el vellón con hacer otra más
pequeña con alguna plata y de diferentes precios (17).
Junta de Teólogos y Juristas;
Otra Junta, también de arbitrios, integrada |3or consejeros de Hacien-
da y ampliada con teólogos y jurislas, trató, en octubre de l(i07, del creci-
miento de los juros, subiendo los de 14,20 y 30 a 2 0 , S y 35, respectivamente;
pero se dejó también por los inconvenientes de que adolecía el medio (18).
Junta de Medios de 1615;
Fué una derivación de haberse suspendido a los asentistas el pago de
sus consignaciones en el año de 1607, y del Medio de 1608. Así como en la
segunda quiebra española del tiempo de Felipe II se dio ingreso en ia
Administración de los efectos a pagar a los que se llamaron diputados del
Medio general, concierto con los hombres de negocios, representados los
acreedores de la corona por el genovés Héctor Picamiello y otros intcre-

{l^¡ Llli^ Cabrer:i, Rclnciúira: de !ns co^trs sitceiliiíñü cu lii rorff de E^f'inlíi dcsdr J.5'il9 /nt^dl
1614. M.idi-id, 1857, p á j s . ;i9-.ll, n-l-bü y h(i. L a s Coilts ':van líts An .Mailrld dt Jñ'JS ;i 1601.
{13) Cabrera, obra cíí,, páj^. 2S7.
•;14) Cabrera, obra cLt., piig. 290.
(15) Cabrej-a, obra tit,, pág. 290.
En el roinado de los Reyes Católicos se dlípiíso no ^c pvuiievEL renunciar olicio ^i el remm-
ciante no vívia ^'cinte días despuí^ dy la cesión.
[lüj Cabrera, obra cit., pAj^, 2^-0; y en la 337, 24- de octubrií di; lúOy, qi:i^ lodavia duraba ia J u m a
de Presidentes del Consejo Real, HEiciendn y Ordenes, del obispo de Canaria^), padre eonfe.-or don
Hei-nandu Carrillo y dos conlndores mayores que entraban en ellii. üllo daba la norma de la siiua-
cidn de la llacientla,
117) Cabrera, obra cii.. p.ig. 387. En 3-1 di^ octubre do 1609.
(18) Cabrera, obra cit., pág. ,119. En 27 de oclnbre de 1607
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sados corno él, se formó la Jnnla de referencia con el fin de desempeñíir la


Hacienda; pero integrada ésta por los mismos acreedores, que sólo trata-
i^on de cobrar sus créditos, proponiendo enajenaciones de juros, oficios,
aumentos de éstos, jurisdicciones y ventas varías, medios los más fáciles
y rápidos, dada la situación apremiante y los conceptos financieros de en-
tonces, así de españoles como de extranjeros. Los procuradores a Cortes,
en defensa de sus ciudades y villas, pidieron en el Reino la supresión de la
Junta, o cuando menos que se compusiera de naturales; pues como ellos
decían en las sesiones de 9 de febrero a 1 de julio de este año, so color del
desempeño, los diputados del Medio trataron de acomodar sus asientos,
débitos y partidas, haciéndose pago de lo más bien parado e imposibili-
tando el desempeño; decían tamiiién que era contrario a una condición
del Servicio de los 17.500.000 ducados, que prohibía dar oficios a extranje-
ros, cuanto menos los de Haciendü, «y no parece ¡laya cosa tan contraria
a detecho v buena razón como ser uno juez eu su causa; y siendo los ge-
noveses los más interesados en la Hacienda de S, M., no es justo que por
ningún camino tengan su administración, fuera de que se olende mucho
la reputación de los grandes ministros de S. M. y de todos sus reinos y
vasallos, buscando con.sejo para lo referido de nación extranjera y mayoi'-
mente de quien con su trato y negociación ha sacado tanto oro y plata y
la mayor parte de la riqueza de estos reinos» (19).
JunLa para arbitrar 300.000 reales:
En 26 de noviembre de 1656 se creaba una Junta para arbitrar al efecto
300.000 reales (20).
Junta de Medios de 1657:
Del tiempo de Felipe IV es la Junta creada el 7 de julio de 1657 para
elegir medios generales en interés de la monarquía, que tuvo sub.sistencia
hasta los confines del reinado, sin perjuicio de otra del mismo nombre,
con vida en 1653 (25 de octubre), a quien se preguntaba de orden del rey,
para que se enviaran los datos al presidente del Consejo de Hacienda, io
que se hubiere beneficiado del Donativo y oíros efectos a la fecha de la
pregunta (21).
En 6 de julio de 16.39 se erigía una Junta para que entendiese en el Me-
dio de beneficiar algunos efectos (22).
Junta de Medios de 1662:
La Cédula de 14 de agosto de 1662 de asuntos de Hacienda nos da
cuenta de la reforma de una Junta llevando sus negocios, sin duda por

(19) Cajiga., obi'a cit-, Lomo IT, pág, 15. Arcliivo de Slinaticíi.s. Dirección j^ciiei-Eil del Ti^sovo,
Invenfario, 24, legajos 1 a] 1^. ConlEiüurtas generales. Contailuria de la Razün, lc¡jíij" '^^ asiemos y
factorías y de Diputación del Medio L'í^neral y Comadiiria de Relaciones. Hombres de Xeijocios.
Coíccfstón de Corlan de Ca^Hlln, Lomo 2fí, pá^s, 037 ¡L r?&-E. Coi'Lcs de Madriil de 1615, de 9 de febrero
a I de julio.
(20) Colección 3!olcro. (orno X\"l.
(91) Colección AíoíerOi tomos X V I y V.
(22) Coleccián Mutcyo, lomo XV,
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- 233 "-

excepción, al Consejo de Hacienda, en cuyo seno se formó otra de Medios


por los ministros que señala (23).
Junta de enero de 1686:
ETI enero de lóSó, ante el apremio de la"? circunstancias, se celebraba
en palacio una Junta magna para remediar los males de la monarquía,
repitiéndose la sesión; pero aunque se trató de aliviar al Reino quit.ándo
le cinco millones de impuestos, reducir los tribmiales y prometerse que ni
la reina raadrc ni la esposa del re\' intervendrían para conti'arrestar los
acuerdos de la Junta, es lo cierto que ocurrieron dificultades para ponerlos
en práctica, y la irresolución del rey era parte pai'a que la nueva planta de
Consejos y Chancillerías no se amoldare a la de 1C21. concluj^endo por sus-
penderse las reformas de Consejos y Secretarías y dilatnrse después.
La Juntase componía del cardenal de Toledo, presidente de Castilla,
el de Italia, el de Hacienda (el de Indias no pudo ir, aunque fué llamado),
el alrnirante y condestable y D. Manuel de Lira de secretario; el martes
hubo otra sesión, a la que asistió el presidente de Indias, marqués de los
Vélez; la reforma había de comprender a muchos y tendría detractores; en
la de 13 de febrero se trató de aliviar de tributos a los pueblos desde el
año ló5b hasta la fecha. Mientras tanto, Carlos II, el día del Consejo Grande,
se fué a ver y contar las fieras del Retiro (24).
Junta de Medios de 16B7:
Declararon en ella los concurrentes que no había medio alguno extra-
ordinario de que disponer, que todo estaba acabado; se hizo referencia al
gran número de contribuciones y arbitrios puestos desde 1631, y a la mise-
ria y despoblación que se había adueñado de Castilla. Acordaron que las
rentas generales se mantuvieran reducidas a un solo arrendamiento; seña-
lamiento a los juristas del importe líquido de su haber; prorrateo entre las
provincias y reinos de España de la manutención de la escuadra; supre-
sión de los millones; que se pusieran en administración alcabalas, tercias
y cuatro medios por ciento, aplicándolos a juros; que el remanente del pago
de éstos, inválidos, viudedades y mercedes de palacio se aplicara a los
hombres de negocios, y al paifo de gastos los rendimientos de las rentas
arrendables, los de las generales, la plata de Indias y el producto de la
Bula, dejando el subsidio y excusado para las Galeras. Acordóse también
que, siendo importante la obra, se nombrara otra Junta de Ministros para
nuevas consultas (25).

(23) Archivo de S i m a n c a i Contadurías i!<^nciales, Itgíijo Slü, De esws JuíitaR Iciicmoü poua
dociíiiicjil-ELCióii, y ¿día ^obre reglas varias de administración lín:moiiíra. .Acaso íuerji a la-quc so
refiero ÍÜ cüusnlla tic la J u m a ile Mctlio.'i y del conde de Casci'illo.
(24) Colt-ctiiín ¡le íloamu-nlii'i ¡nt'il/lof /mra hi íli^toiia dr F.^pnñn. lomo 79, pEÍíjs. H3<l, MÍ! y
3i|5, Cartas del duque de Moalallo a D. Podro Gonquiilo, tmbiijiídor en liiylatciTa en. Idífi,
[2ñ) Canga, obra cil., como II, pág. IS. La eon.ítiliiytion el gobernador del Consejo, el prcsl-
[lenle del Consejo de Haciejida, el supci-lnlendcntc general, eF confesor dei rey, íraj' Pedro de Man
lilla y cuatro consejeros cncarfiiados de exanuitar el presupuesto, que eran D. Gil de CaslejOu, don
Jo.si! Solo, D, Francisco del Baus y D. [guació Bautista de Rlvas. Esta if la Junta a que se reitere
ia Memoria pre.senlíida a Carlos li por el m a r q u í s de los Viíle¿ en 10 de raas-o de líiS7.
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- 334 -

Junla de Estado para proponei' arbitrios en Í68S;


Esta Junta la presidió el rey. Se trató de la reforma de sueldos, merce-
des y plazas de Consejos v Secretarias; que no se mudasen las fincas o ren-
tas a los juristas (26); evitar la saca de moneda; rebajar a. la mitad el rédito
de los censos de particulares, aplicándolo al Erario; aumentar el porte de
las cartas del correo; contribución sobre coclies de rúa y caminos; ajuste
de cuentas con administradores y hombres de negocios; extender a los
eclesiásticos el pago de alcabalas y de cientos; supresión de sueldos do-
bles; suspensión de ÍLituras a encomiendas de órdenes militares; aplicación
de rentas y pensiones eclesiásticas a los gastos de ia real capilla; rebaja de
intereses y capitales a negociantes con el Erario, graduándolos por las ga-
nancias; disminuir el número de empleados de la Hacienda, c]ue llegaban
a 40.000 con estar arrendadas las rentas, y reducir todos los tributos a uno
solo, no por capitación, sino por fuegos (27).
Junta de Consejeros, a propuesta del almirante, para arbitrar reme-
dios en beneficio de la Hacienda (2S):
En la Junta había íalca de medios para las urgencias presentes porque
no se ios quería buscar, encaminándolo ello a la oposición al conde de
Oropesa; se preguntó al almirante, por medio de D. Manuel de Lira y por
orden del rey, cuáles eran los medios que discurría para esas urgencias,
respondiendo el interesado que no era arbitrista, pero que S. M. nombra-
,se cuatro ministros de Estado en Junta particular y se consultaría todo
ello. Habían de ser, según él, el condestable, el marques de los Vélez, el de
los Balbeses y el de Mancera, siéndole indiíerente que asistiera o no el
conde de Oropesa. En la junta magna celebrada días después, el Almiran-
te presentó un escrito largo sobre la materia, entendiéndose que los me-
dios que proponía habían de lastimar a muchos y eran más los interesados
y poco el Irulo de la reforma pasada, en la que hubo más confusión que
alivio, para creer en la presente. Criticábase que no sería pequeño milagro
si el rey asistiera a dos Consejos seguidos cada semana; porque aborre-
cía cualquier aplicación y a la persona que se ia proponía. La Compañía del
Comercio de Indias, que había sido propuesta hacía dos años, falló ¡morque
anularla el Consejo de ellas y todos sus dependientes; como decía algún
cortesano independiente: "Las Indias son nuestra perdición más que nues-
tro remedio.»
Junta de Medios celebrada ante S. M. en el Rubí el año 16SS:
Proponían que se perdonara a los pueblos la mitad de la renta de

(36) PropucMa sólo del duque de Alba.


t'JH) C:\n-¿:\, obra cil., lomo 1[, pEiE. 16, Cons 11 luyeron esta Junta el presidenia del Consejo,
los duques de Alba y de Osuna, el marqués de Mancei'a, el condestable y superinlendente general
de I-Iacienda. Con esta Junta guardan relación la Memoria o v o t o p r e s e n l a d o a Carlos II por el condí^ •
de Oropesa en ^ de enero de 1688 5' el parecer del Consejo de Castilla erigido en Junta del mi.smo
ailo.
(26) Co/eccídji de docmneHtos inéditos, tomo 79, pág. ifB. Madrid, 30 de dicleinbre de I6S8. Car-
tas del duque de Montalto a D . Pedro Ronquillo, embajador en Inglaterra.
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- 335
miUones y no se variaran las hipotecas afectas a pago de los iuros; arre-
glo de la cuenta y razón de las rentas de Milán, Ñapóles, Sicilia y Fian-
des, trayendo parte de sus productos a España, sin dejar su distribución al
arbitrio de los gobernadores; que se creciera la moneda, pues con cuatro
millones de ducados que podían circular en Castilla, no era posible pagar
800.000 a que ascendieraii los pagos de la Corona; que se reformaran gas-
tos en el palacio y empleados y mercedes; bajar a la mitad los sueldos de
los virreyes; cometer a los corregidores la recaudación de las rentas, y
reformar !a planta del Consejo de Hacienda (29).
Junta de Estado y Medios en 16 de enero de 1689:
Propuso, con el fin de defender nuestras fronteras de los franceses,
el Seryicio pecuniario del Consorcio de Sevilla y donativos de los Con-
sejos (30).
Junta de Estado y Medios de 2-i de enero de lóS9:
Arrendamiento de la renta de l:mas que estaba libre de empeños; rese-
llo de pesas, medidas y varas, llevando los derechos ordinarios; venta
de veinticuatro cartas de naturaleza a extranjeros de ¡os avecindados y
arraigados en Cádiz, el Puerto de Santa María, Málaga, Sevilla }' Alican-
te, con facultad de comerciar en las Indias; supresión del pago de gajes,
propinas y luminai'ias a ministros ¡31).
Junta de Arbitrios de 7 de febrero de 1689, celebrada con S. M., con los
mismos vocales que la de Rubí, en la cual propusieron: medio por ciento
de los fondos señalados al Consejo de t-tacienda, que valdría 1.800.000 rea-
les, así co.i.o a los demás Consejos, y aplicar a Tesorería el importe de un
año de los sueldos de los empleados civiles (32).
Junta de Arbitrios, presidida por S. M., de 23 de enero de 1690:
Pi^oposición: Aumento del valor de la moneda, venta de lugares al
cantado y aplicación a Tesorería de 4.400.000 reales, importe total de las
partidas parciales de propinas dobles, extensión de la plata de los Conse-
jos, 1 por 100 del 2 por 100 que sacaba la f-íacienda de las rentas y gastos
de administración (33).
Junta de medios para sostener guerra contra Francia en 1693:
Supresión de sueldos de sargentos mayores; supresión de tenencias y

(29J CEin^a, obrLL cEl., pá^. 17. Se componía del conde de Oropesa, nijtrc|ae&e,sde iManecra, BÍLI-
besea V los Vi.4ez, el conde&Ciible y el almíivinlc, par-a eiíainsiiEír un po-pül de ai-bilríos de í^sle, con
cayo d i e l a m t n He confoiinaron.
Omiiimos I.1S propue.sta= doi Consejo de C;istilla, ei de Hacienda}- e! de IndiFi.s üChrc; avliltrios,
lambiín en el ml.smo año, Eiunqne se les consultEira como J u m a s de Medios, porque no e["an lElIes
J u n t a s y caen p o r las raxones conocidas fuera de nucsiro cütudio.
(30F Canga, obra, cil,, tomo I!, pág. IS, Se compuso de los mii^mos individuos de la celebrada
en Rubí e¡ a ñ o 16S3.
pil) Ca.nga, obra di;., lomo II, pág. 18. L a constítm'an: Presidente del Concejo, marquiís de los
Balbeses, marqutó de Muncera, alin¡[ante, condestable y duque de Osuna.
(32¡ Ciinsa, obra cit., tomo Ii, páij 18.
':S3) Canga, obra cit., lomo I[, pág. líi. L a componían: Mavqui^s de los Vúlcz, condestable^
duque de Osuna, cardenal, inarc[Uiis do ^íancera y almirante. La iMemoria presentada a Carlos II
p o r el m a r q u í s de los VUe/. en 6 de enero de lliTO e í l á ligada con lista.
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alcaidías; rebaja de un' tercio de los sueldos de los militares que no servían
y de los consejeros de Guen^a; en la misma proporción de los sueldos de
la Casa Real y consejeros; suspensión de mercedes durante un año; dona-
tivo forzoso sobre todas las clases, y olro sobre comendadores; activar la
reversión a la corona de las alcabalas y demás fincas enajenadas; préstamos
a los acaudalados al 4 por 100; aplicación al Erario del tercio de las sisas
de Madrid y las demás ciudades; acuñación de la piala de la Casa Real;
obligar a los particulares a presentar su piala labrada, acuñando la tercera
parte y quedándose el rey con el 10 por 100 de scñoriaje; acuñación de la
piala de las iglesias que designaran los prelados; toma de una annata de la
regalía de aposento; suspensión de encomiendas de Indias; economía en
los gastos de la Casa Real, y que la reina empeñara sus alhajas (34).
Junla de Medios en 1737:
Cobro de los atrasos de reñías, importante 31.378.220 reales; suspensión
de pagos de créditos atrasados; que no se concedieran pensiones, reforma
de los gastos de todas clases; redención de la regalía de aposento de Ma-
drid; pagos en Tesorería, quitando las consignaciones sobre rentas parti-
culares; suspensión de plazas supernumerarias y futuras; que nadie disfru-
tara dos pensiones; cese de sueldo a todo español que residiera en el extran-
jero; reforma de anticipaciones a hombres de negocios, y suspensión de
pagos de toda deuda anterior a 1736 (35).
Junta de Medios de 1740:
Propuso como arbitrios para enriquecer al Erario: Anticipo de seis
mesadas a los aiTendadores de rentas que siguieran por otro cuatrienio,
pero en el mismo precio; arrendamiento de la renta del tabaco; solicitar
de la Compañía de Guipúzcoa un préstamo de siete millones y medio de
reales, a reintegrar por los derechos que ésta íuere adeudando; aixenda-
micnto de ¡a renta de aduana a D. Juan Giraldeli (35).
Junta de Medios en 1779:
Donati\'os griiciosos en Indias a los liacendados y Cor]íoraciones mer-
cantiles y de artesanos: eslableciraientos de loterías en las ciudades prirí-
cipales de Indias; un fondo de rentas vitalicias en America; contribuciones
en nuestras colonias americanas de ¡as que jiarecieran a los virreyes, así
como ventas en aquellos países de títulos de Castilla, empleos y hábitos;
concesiones de encomiendas de indios en los lugares c|ue lucran bravos;

(34) Canga, obra cil., lunio II, p j g , 19. I.ü J u n l a esla >e componía d t l presidente del Consejo
Real, gobernador del úc l l a c i t n d a , IreH consejero;; de CaHliUa, uno de Hacienda, el padre coiiíe&or
tic S. M,, el cura de San Juslo, un padi'c ji^snlta y el padre Cornejo do San Francisi^o,
(35} Canga, obra ciL, lomo I[, pág. ¡1. Se constiliiyd la JunUí con el jíoiiernador del Consejo,
el secreLario del despacho de 1-laeienda, que lo era el niar(|ui:s de T o n e n u e v a , el de la Guerra, du-
que (le Monti^mar; un consejero de Casulla, D. J031Í Ventura Gliell; uno lie Hadenria, D. Jostí Gas-
p a r de Segovia; el secretario de Miiloníjs, D , Casimiro U/Aáriní; El contador de Valores, D. Anto-
r i o López Salines, y el stiperinlcndenli: •;cnerai de Juros, D. Alejandro de la Vega. En la misma
iunta a qtie se refiere Ja mi.morja presentada a l-'elipe ^•'' en l,"i de julio de 17:^7 y que la compleja.
Arcliívo de Simancas. Secrelaria de Hacienda, legajos -i% al íty^í, años 17yy a 4-1.
(Sii) Canga, obra cit., tomo 11, pág. 3ll, Y en 1731 se comenzó la administración de tabacos
por la Hacienda y se hablan declarado lesivos los arrenditmienios.
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— ci37 —

aumento de la tercera parte de las rentas provinciales en Castilla 3' Ai'agón


y en los derechos de aguardientes y licores (37).
Junta de Medios en 29 de junio de 1779:
Medios propuestos: J r a e r de Cádiz la cantidad que cita; constituir un
fondo vitalicio por la suma expresada; tomar dinero del de los Santos Lu-
gares a reiníegi^arlo, y con igual condición otra cantidad que consigna del
fondo de bienes de difuntos y lo mismo de los consulados; préstamos sobre
los cinco gremios al de Madrid, al tres y medio por 100. Totalizadas las
cifras alcanzarían 63 millones de reales. Fuera del cómputo quedaba lo
que pudieran gi'anjear del londo de Correos (38).
Junta de Medios en 22 de julio de 1781:
Se propuso por ésta un préstamo de 48 millones al 6 por 100, reintegra-
ble al plazo de seis meses; cien millones en el extranjero, al 5 y 1 por ICO
de comisión; aplicación al Tesoro de las prebendas de beneficios no cura-
dos que vacasen; establecimiento de un 8 por 100 sobre las rentas de los
conventos monacales; 2 por 100 sobre el caudal de reducciones de juros,
y préstamo de 12ü millones de reales (39).
Junta suprema de Estado:
Por real decreto de 8 de julio de 1787 se crea la Junta suprema de
Estado, a semejanza de la que por órdenes verbales del rey se celebraba
entonces, compuesta de todos los secretarios de Estado y del Despacho
Universal, a la qtie concurrirían en los casos de gravedad que ocurrieren
los demás ministros del Consejo de Estado que para él se nombrasen o los
de otros Consejos, o también los generales y personas instruidas y celosas
que se creyesen útiles o necesarias.
Esta Junta sería ordinaria y periíctua, con sesiones semanales en la
Secretaría de Estado, sin etiqueta alguna ni precedencias.
Trataría de todos los negocios de carácter general en los recursos de
las siete Secretarías de Estado y del Despacho Universal, «ya sea cuando
se formen o introduzcan nuevos establecimientos, leyes o ideas de gobierno,
ya cuando se reformen, muden o alteren en todo o en parte las antiguas».
Lista de negocios pendientes, competencias, libro reservado de acuer-
do, relaciones exteriores, tratados, régimen, gobierno y distribución de los
tribunales de Justicia, reforma de abusos, mejoría de costumbres y fácil
comprensión y ejecución de las leyes, ratnos tle guerra y marina, Indias,
paiíos de las deudas de la Corona, ingresos y gastos, propuestas de mando
y desarrollo del comercio.
Esta Junta duró hasta el 28 de febrero de 1792, en que por real decre-

• (37) Cangíi, obra ci ., lomo [I, págs. 20 -y 31. Fueron vocales el secretarlo del Despacho de
Hacienda, el gobernador ilrjl Concejo D . P e d r o Rodríguei', de Gimporaanes, D. Jos¿ Moñlno, el aba-
le Pico, D. Andrj^s Biircia, cinco diputados dci reino y el procu["tidor general de ¿ste.
{oS) Canga, obra elt,, pág, 21. Componían la J u n t a el .secretai'ío de Eslado, conde de Florida-
blanca, D, JOSÉ Gálvez y D . Miguel de Márqtieü.
(39) Canga, obra cEt., tomo 11, pág. 31, Fueron vocales el gobernador del Consejo, el conde
de Canipomanes y el tesorero general, marqmís de Zambrano. La Mcfnoria presentada a Carlos t i l
en 1781 explica la propuesta y rebate algunas proposiciones.
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- 338 -

to, fechado en esc día en Aranjiiez, vino eij restablecer el rey el ejercicio
del Consejo de Estado de que se considera presidente, cesando consecuti-
vamente en sus funciones la Ji:nta de que liemos hecho mérito, con vida
desde el 8 de julio de 1787, según va referido (40), ^
Junta de Medios en junio de 1794:
Venta de bienes raíces de fundaciones establecidas para redención de
cautivos y socorro de peregrinos; enajenaciones de las fincas de la corona
que no utilizan los monarcas; de parte de los maestrazgos; parte de las
encomiendas de las Ordenes militares; aplicación al Erario del importe de
las vacantes de las prebendas y beneficios eclesiásticos no cuidados; sacar
nn 2o por 100 del fondo de espolios y vacantes; cantidad alzada y por una
vez a los Consulados de España e Indias; creación de vales por 60 millones
de pesos, subsidio anual de 36 millones de reales sobre el clero; aumen-
to del precio de la sal; recarifar dereclios a las importaciones extranjeras
suntuarias; abrir un fondo vitalicio con alicientes a los caudales; aumento
de las medias aúnalas de las piezas eclesi.lsticas; un. 4 por lÜO sobre he-
rencias y legados de sangre y un 6 sobre los de las personas extrañas;
contribución de criados y de coches; aumentar la limosna en la bula de
indulgencias, y supresión de los sueldos que gozaban por sus destinos po-
líticos los eclesiásticos que disfrutaban prebendas (41).
Junta de Medios en 4 de mayo de 1798;
Propuso: Donativo gracioso; servicio extraordinario durante dos anua-
lidades de un 10 por 100 sobre toda clase de rentas de trabajo o de indus-
trias, así de Indias como de España, exceptuando al labrador, artesano o
jornalero; reformas en la Casa Real; venida de caudales de América en
barcos veleros; negociaciones de Tesorería sobre las cajas de Indias, ena-
jenación de bienes de la corona, venta de encomiendas y de bienes de
Comunidades, aplicación a Tesorería de los frutos de tos curatos vacantes
y extensión del uso del papel sellado a las letras de cambio y documentos
de comercio (42).

IV.—A los organismos titulados Juntas de Hacienda corresponden


las siguientes, de que vamos a hacer mérito

Junta de Hacienda:
Continuación de la del mismo nombre, creada en el último decenio de
la vida de Felipe II, era, con otros asuntos de la misma índole, la encarga-

(ilO) Archivo Hisiúrica Nacional, Conseíos, libros 1,494-',', y 1.3S2.


('II) Catij^a, obra cit., pág, 2\. L a conslituian el marquús de las Horniíiz;LS, el conde de la Ca-
ñada, ei marqutí^ de ínindas y D. Josil Díc¿ líobles.
(4S) Canga, obra eíL, lomo II, pSg. 23. Fueron de ella el marqudF de Irandas, el conde de
CabaiTÚs, D. Felipe Canga Arguelles, Miguel Cayelano Soler, el tesorero general, D, Manuel
Sixto Espinosa, por el Banco Nacional, un diretlor de Filipiniís y OUo de los cinco greraioi mayo-
r e s de Madrid. Mciiinrins anbrc f¡ i-ílarío acíiml de la Hncieiida. p o r D . Pedro Várela, de 1793 a 1796,
continuador de la gestidn del marqutís de las Hormaxíis.
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d a de intervenir en los asientos que se hacían con los hombres de nego-
cios (43), nombrándose, al efecto, nuevos ministros en lugar del presidente
del Consejo de Hacienda marqués de Poza, licenciado Alonso Ramírez de
Prado y Juan Pascual (44) entre otros, dejándoles fuera de ella por su des
crédito y designando en su lugar a D. Juan de Borja, al padre confesor
fray Gaspar de Córdoba (45), al contador Domingo de Zabala, a¡ fiscal
Juan Alonso Siiárez y secretarios D.Pedro Franqueza y Peñarrieta, los cua-
les comunicaban con D. Juan de Züñig'a, presidente del Consejo, conde de
Miranda, las resoluciones lomadas, para lo cual se hacía Junla en palacio,
por sí y en aposento diferente del qae se solía. Corría toda la materia de
Hacienda, cobros, pagos, libramientos, resolución de asientos, por el padre
confesor del rey, «quitados los Consejos ordinarios•>, causa de los grandes
excesos y descuidos habidos en los ministros, de gran consideración en
asientos y provechos parüculares (45).
Renovación más bien que creación nueva de la anterior, aunque sin-
gular para los asientos, plaga de aquel régimen, fué, a mi juicio, la a que
se refiere la Cédula de 5 de mayo de 1603, que la encomendaba todos los
negocios de Hacienda (47).
La Junta de Hacienda, nueva o grande, establecida en diciembre
de 1606;
Se creó para tratar de! desempeño de S. M. y de otros negocios de
esta materia, teniendo ella supremacía sobre los demás Consejos que había
de Hacienda, entendiéndose que desharían el de Contadores mayores. La
primera Junta tuvo lugai" el día de Nuestra Señorea de la'O. llntraban en
ella: duque de Lerma, conde de Miranda, presidente de Hacienda, licen-
ciado Ramírez de Prado, conde de Villalonga, contador y Peñarrieta, mar-
qués de las JMava.s, fiscal de Hacienda y secretario l^edro de Contreras.

Í43) Los íiaioiHos de Í.|UI? SI; h a b í a ác huir i^n cuaiilo .si; pudiera, confoi'mc a las OrdanEinzas de
Rl Pai'do de 21) de octubre de lb9-i, ei"a nilíión Iralar de e]lo¿ el Consejo de HacJenda por imporlan-
tes y delicados. La limitación con esla maíei'ia para e[ Consejo Implicaba deroí;aciún del preccplo
y talla de garantí.'!,
(44) Cabrera, obra eii., }iá'¿. Z¡b. En [obrero áe i6tJ5 murió JuLin Pascual. Había sido anx'nda-
dor de Kentas Reívleí, aíenUsla, tesorero ^ e n r r a i , enhebrado con un pa.^ívo conti'a la Hacienda
de IG miüones de ducados, embargándosele lo cjue se le halló, aunque dijera en su testamento que
tenia ajustadas sus cuentas 5" se le debían ÓOO.OOO ducados, afirmaciones corrientes en los hombrea
de negocios, ÉrccucntcEi como .sus quiebras.
(45) Cabrera, obra eil,, págs. I H , 193 y 23.1, El padre coníe.sor era el que lodo lo decidla en
asuntos ile Hacienda; tfl y Ramíre¿ de Prado llevaban el peso de laB materia', Éinancieras. Murió
Iray Gaspar en 2 de junio de 16D4, Le sustíttiyó interinamente como coníesor el dominico fray
Diego de Mardones, en propiedad por Ctídtila de íines de diciembre de IGOo, y en octubre de ese año
le hicieron de la Junta tic Hacienda, con las raiümas fatuUades que 5u antecesor.
¡4S) Archiva de Simancas. Consejo y J u n t a s de Hacienda, legajo 409. Por la consulta de 15 do
enero de 1601, en pro de la organización, el Con.sejo consultaba que los despachos de ja Jtinta se
señalen por ella y no por el Consejo, pues no están enterados de ellas, y sin embargo fui decreta-
do; «Que no se meta en esto, pues no le cumple.»
t47) Colcccióij Molí'yo, tomo Ilí-
Crco, a pesar de la contradanza de' estos organismos, que ¿sia es la misma J u n t a que vemos
a c t u a r posteriormente en sus consultas hasta ios meses de febrero y marzo de 1620, de la cual vimos
documentación.
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- 340 -

Ella trató de las reformaciones de trajes y de otras cosas en beneficio


del reino para excusar excesos y gastos (48).
El año de 1630 se reformaron varías Juntas para el arreylo de la Ha-
cienda, conforme a disposiciones de 20 de enero y 31 de marzo, lo que no
era obstáculo a que en 1652 se creara oti-a Junta de Hacienda con el mismo
fin que tantas otras, acaso influida la creación por el memorial del conde
duque a Felipe IV, fechado en El Pardo a 3 de febrero del último año
citado (49). •-
La Jimtapara los negocios de Hacienda de Portugal, creada por Cédu-
la fechada en ValJadolid el 20 de octubre de KiOl, señala la gran limitación
de facultades del Consejo de Hacienda y de las Contadurías mayores de
Hacienda y Cuentas; estuvo formada por cinco ministros y un secretario,
que lo fuei"on, al tiempo de estatuirla, por el presidente del Consejo citado,
marqués de Poza; el padre confesor Fray Gaspar de Córdoba, del Consejo
de Estado; Pedro Alvarez Pereira, del Consejo de Portugal; Juan Pascual,
Alonso Ramírez i.le Pratlo y secretario Pedro Franc[ueza.
Calvecía de jurisdicción en un principio, y Felipe III se la concedió,
corao rey de Castilla, para mejor ejecutar las Órdenes en los asuntos que
en este reino se trataran, pudiendo desde entonces avocar deudores, com-
peler a dar cuentas, prender personas y bienes, inhibiendo a toda clase de
tribunales, justicias y Consejos, y derogando disposiciones que se opusie-
ran a la institución (50).

ü.—A derechos varios de rentas c ingresos de la Corona, administración


de ellos y cuentas de unas y oíros, corresponden las Juntas respectivas,
tales como éstas:

La Junta de vestir la Casa Real, con facultades de adquisición, organi-


zación y ornato:
Abraza desde 1540 a 1668, en cuya ultima fecha fué agregada al Con-
sejo de Hacienda, según reza la cédala de 27 de agosto del año de 1668,
cometiéndole el conocimiento de todos los negocios en que entendía
aquélla (51).

(<I8) Cabrera, Relacionen, págs. !235 V 322. Colciytón Molcrn, lomo l í í ,


(4?) Colección Mulero, lomo IV. Canga, ohra cit., lomo IJ, pií-¿. 97. t.
(áfl) Archivo de Simancsis. Qail.iciones de Coree. Alonso Riimírea de Príido, por entonces en
gran protlicaincnLo, hombre: de nota, Ivtbia sido fiíca! de Hacienda ile.sde el "i á<i abril de 15W a! 13
de oL-tubre de 1599, y e'jiaba vcr.sado en los üsunlos de Poruiiíal, eonicjero de Haoionday titular de
olroü cargos. Pedro .Alvarez Pereira tenía el cargo del despacho de los asuntos de aquel reino y
secretario del misino, Pedi-o Franqueza era sccreiario do Estado y del Consejo de Inquisición.
J u a n Pascual era dei Consejo de Hacienda. Había sido ;irrendatario de la renta de la SLII y de su
asiento, hombre de neijocios, mereccdoE" de serio. Archivo de Simancfus. Ciídulas de Hacienda,
libro 8^. Eüta señalada de los que lo["maban el organismo.
(íin Archivo de Simancas. Consejo y J u n t a s de Hacienda, legajos 1.707, !.7o4, 1.769, 1.770;
1.773, 1,781, 1.78o, 1.768, 1,790 y I.SüO; años de 1540, 1534, lb36 a 39, 163ú a 40, 1635 a 44, 1637 a 43,
l'-3ó a 38, 163ÍI a 44 y 1640 a 42. Copias de ia Coiccciáii Malero, tomos V y VI.
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• Junta de Obras y Bosques:
' Se creó por Carlos I en 1545 para la administración de cazaderos y pa-
lacios, y la otorgó muchas atribuciones Felipe IT; era como el Consejo Su-
premo de la Real Casa y Patrimonio, con mezcla de atribuciones guberna-
tivas y judiciales, como las había en todas las instituciones de esta clase
bajo el régimen de nuestra antigua monarquía. Fué su cometido cuanto se
relacionaba con las propiedades de la Casa Real, desenvolvimiento de ella
y cualquier otro acto de dominio y administración, tales como causas de
los sitios reales, aplicación de condenaciones, veda general de caza y pes-
ca y otros conexos. En reali ad tenia toda la potestad y jurisdicción cuan-
to a su.s asuntos privativos, de los que entendía en la organización gene-
ral el Consejo Real, el de la Cámara de Castilla, Patronato, Consejos de
la Guerra y de Hacienda, Sala de Alcaldes de Casa y Corte y Chancille-
rías. La Cédula dada en 15 de julio de 1599, en Villafranca del Panadés,
liizo depender de ella todos los asuntos. La integraron el presidente del
Consejo de tlacienda, marques de Poza; el contador mayor, Juan de I\íen-
chaca; Juan Pascual, tesorero general; Alonso Ramírez de Prado, fiscal de
la Contaduría mayor, y secreCario Juan de Ibarra. Dependía del Consejo-
de Hacienda. La Cédula para reunirse habia de estar refrendada por el
presidente, previas seiSales de los consejeros del organismo, trámite que
desaparece en el curso del reinado de Felipe III. La autoridad de los se-
cretarios de despacho limitan sus funciones y merman su poderío. Por Cé-
dula de 1768 fué suprimido el tribunal de esta Junta y nombrado juez el
decano de la Sala de Alcaldes. Gozaron sus miembros de gajes y emolu-
mentos varios (52).
Junta de Población del Reino de Granada:
Después del levantamiento morisco en la iSTavidad de 156S, y extraña-
dos los insurrectos de sus bogares, fué el organismo encargado por su
creación de repoblar sierras y marismas, acudiendo, al efecto, a la divisiiSn
de tierras, arrendamientos, aperos, anlicipos, tributos y otros asuntos de
la misma índole, entidad que, excediéndose en sus íunciones, con miras
fiscales y tacto escaso, unido a las obligaciones mancomunadas para el
pago entre todos los vecinos de un" concejo y las impuestas a éstos de te-
ner completo el número de colonos; respon.sabilidades en descuido y atra-
so de labranzas, con la discontinuidad en las visitas, ocasionaron la despo-
blación, A fin de ejecutar la Cédula dada en Aranjnez el 28 de febrerO'
de 1.Í71, para la expulsión y ocupación de bienes de moriscos en las sierras.

{b'2) Gil Goiiíákx de ;\vila, Gni3iilt'~iIS ilc Miilh-íd. Núñcx tle Castro, Sólo Mntiyid es Coyíe.
Fernando CosGaj-ún, Hishiria jin-idica del Pairiiiioino Knid. Madrid, I8B1. .Archivo de Simancas.
Consejo y J u n t a s de H a d e n d a , legajos 366 y 3%, Triljunnl Mayor lic Cuerna?, cuaria ípoca. Las-
quemas do la Coniaduría de la Razún de Obras y Bosques abrazan desiic el aílo lñ91 Legajra 1.190
a 169J, Archivo de Simancas. Quitaclonts dt Corle. A Obras y Bosques perlenecicrou t a m b i í n la
cámara, casa, caballeriia, prloraio, abadías y pensiones t|ue gozó el scijundo D. J u a n de Austria,
de 164Ü a 1686, legajo 1:17. A r d i i v o Hislúrleo Nacional. Consejos. Sala de .Alcaldes, 176S, fols. 579
a 591.
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\' marismas del reino de Gritn;id;i, se formaron Juntas de diíerentes minis-


tros, tina en Madrid y otra en la capitalidad de aquel reino, para que eje-
cutasen el acuerdo de Ja primera, y se dio a la de Granada el titulo de Con-
sejo o Junta de población. Para el efecto del cometido se dictó la instruc-
ción de 27 de agosto de l.i73, comprensiva de 37 cláusulas, completándo-
se lo lejiislado en sus puntos capitales por la Cédula de 3 de septiembre
de 1578 y un reglamento, seguido de otro, c|ue lleva la fecha de 159J (53).
Junta de Millones:
El tributo de Millones, tan funesto para la economía castellana, tuvo
también su Junta de tal nombre, emolumeiUos y honores y aun ayuda de
costa? a los vocales de ella, si bien no se le podía librar cantidad alguna
sin consulta y resolución de S. M , conlorme a lo dispuesto en 30 de marzo
de 16-19. En tal Junta estaba representado el Reino por dos procuradores
comisarios, que turnaban de seis en seis meses en la administración del
servicio, conlorine a lo acordado por el Reino en ¡as Cortes de Madrid
de 16Ü7-11; a pesar de repre'^entar los procuradores la defensa del servicio
y del país; la pugna entre las ciudades con voto, por cuestión de preceden-
cia de lugar, daba motivo a la detención de los asuntos, aunqtie los insta-
ban las partes, por no reunirse el organismo p-I-).
También había Junta de carácter lan concreto como pai'a un asunto
determinado: tal como la formada para que informase sobre ciertas mer-
cedes hechas a Octavio Centurión; su fecha era la de 29 de noviembre
de 1620. Si la Junta de Gobierno y Mercedes, creada por Felipe 11, se hu-
biera restablecido eh la época de Felipe 111, como se acordó en principio,
a ella perteneciera este asunto (jj).
Junta de la Regalía de aposentamiento de corte:
El origen del aposentamiento de corte como tributo se remonta al
año 581 de Roma; se practicaba con frecuencia por caridad, política o mu-
tua correspondencia; se determinaba lo que podía pedir el huésped, las
exacciones, la proporcionalidad en el derecho y el orden en las jerarquías.
Las disposiciones romanas rigieron en Castilla desde Fernando I, en cuyo
palacio había aposentador privativo, y para los deiTiás los llamados de ca-
mino. Alfonso XI creó la Junta llamada de Aposento en 1341, constituyén-
dola el aposentador mayor y aposentadores del libro v corte, y otros; pero
es lo cierto que no se halló la justilicación en Simancas cuando en 15f;0 se
buscó el origen de esta Junta por orden de Felipe II.

{í¡3¡ Fiíinciico Gíiihirdo F e r n a n d o , , ¡teiitiif di' la Corüiia, tomo III, págs. 257 a 232. J u a n
Sempcrc y Guarinos, ¡Ie¡>ioyins sobre ¡a rci:la ¡le pobliifiíiii del Reino da Granada. Granada, 179'í.
Archivo dü Simancas. Consejo y Juniai de Hacienda, legiijíis [ÍJO y 37! Desdt la vlsUa de Ariivalo
de Zuazo en 1&7ÍÍ no liuíio ninguna olra hasla la de Jorge Bae^a Haro y Diego di? Miíndoza en ÍD93.
Arcliivo de Simancaa, Con.sejo y J u n t a s de Hacienda, legaju 1,854, arlo IfiSO. Antecedenics sobre
las J u n l a s de Población del Reino de Granada,
(54) Coplas de la Cnlerciiin Mokra. Colección de Corles Ciislelltinas. Corles de Madrid de
1607 íi n. tomo X X X I V , piig. 461, pág. 433. Se.4iún de 29 de agosto de 1608. Colección de Ccdulas
reales, del autor, tomo. 666 t. Cnlcrc/iiii di; Corles líe Caslilla. Corles de Madrid, lbl7 a I62(J
lomriXXIIl.pág,';. 264y28I.Soslore.sdc24y29demayodcl619.
(55) Copias de la Caleición Molerá, tomo XIV,
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Las ordenanzas de Felipe IV, de 1621, son las capitales en la materia;
tiene la Junta iurisdícdón privativa en su cometido, con inhibición de todo
tribunal, y se cumple lo ordenado; pero se apela a la Sala de Justicia del
Consejo de Castilla.
Compone la Junta el aposentador mayor, de carácter vitalicio; aposen-
tadores del libro y corte, que preceden a los reinadores de Madrid en el re-
conocimiento de casas para tasa de alquileres; un aposentador y un regi-
dor en virtud del contrato de 1606, cuardo volvió la corte de Valladolid;
1111 fiscal, un secretario, dos contadores, un relator, un agente liscal, un al-
guacil, un escribano y un maestro de obras. S. M. tenía la mitad de las ca-
sas de cómoda división; en las otras, no divisibles, el dueño contribuía a la
regalía con la tercera parte del tributo de la media annata-; las visitas a la
villa se hacían de seis en seis años. El ntímero de aposentadores sería de
cinco, se aposentaba por antigüedades y se consignaban las prohibiciones;
había una larga lista de las personas que se habían de aposentar por casas
o por dinero.
Las Juntas se celebraban en casa del aposentador mayor, y sus ordi-
narias eran de tres días semanales, durando dos horas cada una de IF.S
sesiones (56).
Junta de Eelormación del Consejo de Hacienda y Tribunales de oido-
res y de oíiciales de Libro, agregados y consumidos, que dieren las orde-
nanzas oportunas:
Se creó la Junta como consecuencia de la visita que el licenciado Mel-
chor de Molina estaba efectuando a los organismos de Hacienda, y del in-
forme de que no se esperase al de ella, sino que se pusiese reinedio al des-
barajuste administrativo, comunicándolo al efecto a ministros inteligentes.
Para la efectividad del propósito entraron en la Junta el doctor D. Juan
Rojo y Campoírío, presidente del Consejo de Hacienda y sus Tribunales;
D. ]\íelchor de Molina, yn nombrado, y los licenciados D. Juan de Chaves
y Mendoza y D. Francisco de Tejada y Garci-Pérez de Ariciel, del Con-
sejo, y que en ella se viera y consultara al rey lo que pareciera razón, ha-
ciéndolo así al acompañar las Ordenanzas, comprensivas de treinta y ocho
capítulos. La fecha de la institución es la de Madrid, a doce de noviembre
de 1621 {D7).
Junta de Media annata;
Con motivo de los grandes empeños en que se hallaba la Hacienda
en 1631, la Corona se valió de ciertos medios para ocurrir a la necesidad
sentida, y fué uno de ellos el derecho de media annata en todos los reinos
y estados de S. M., consistiendo en la mitad de la renta del primer año de
todo oficio o merced que no luesert de eclesiásticos, disposición de 22 de

(56^ JüSií EcrjnúílcK. Regalía dtl ípoEcnlamientode Corte, 173P, Copias d é l a Coiccción Mofcro^
tomo X V . Cimg:!, o t r a cil., lomo 1, pág. fi]. AITJIIVO HÍBIÚI ico Nacional. Consejos de Castilla. Sala
de Alcaldes de Casa y Corle, año 15E3, tols. (¡2 a ff>; año ÍSEfi, iol, 137; año 16«, SoM. 334 a 336,
y año 1715, tols. UA y 143.
(571 A r c h i v o de Simanca.s. Contaduría del Sueldo, segunda serie, le(¡a¡o 2.
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mayo de 1631, en que se insertaban reglas múltiples de exacción, y se crea-


ba la Junta citada, que se limitaba a cuanto se refería a la organización
y cobro del tributo, a cuyo efecto se publicó el oportuno reglamento y otra,
disposición de reforma con fecha 7 de marzo de \&¿'2.
La administración de este derecho corrió en Sala particular del Con-
sejo de Hacienda, que se compuso de presidente y cuatro consejeros,
desde 28 de marzo de 1643, en cuj'a data se i^eformó la Junta que lo admi-
nistraba, agregándola al Consejo. A las reglas dadas desde 1631 en años
sucesivos, unas vigentes y otras derogadas, sustituyeron las dispuestas en
el Buen Retiro a 3 de julio de 1654, respetando la organización de 1643,.
hasta lo mandado por la Cédula dada en_Madrid a 16 de febrero de 1696,,
encomendando al Consejo de Hacienda la administración y cobranza del
tributo, con vigencia de reforma, salvo las singularidades que establece,,
de.sde 1 de enero del año de la data (58).
. Junta del Papel sellado:
Entendía en la organización y normas para la recaudación del tributo;:
La fecha debe de ser muy poco posterior a la del año 1636. Data de la crea-
ción de la renta.
Suprimido el Consejo de la Sal por Cédula de 20 de febrero de 1633, se
nombró una Junta que entendiese en las incidencias de los asuntos de que
conocía el Consejo extinguido (59).
Cédula de 13 de diciembre de 1641 nombrando una Junta que enten-
die.se en beneficiar las sucesiones en segundas vidas de todos los oficios
que no luesen de la administración de justicia (60),
La Junta para evitar los fraudes en las rentas reales, creada con mejor
intención que fortuna en 13 de septiembre de lóíiS, no prestó servicios
prácticos ningunos por el desbarajuste en todos los órdenes de la adminis-
tración y la flojedad en los mandatos (61).
Por decreto fechado en 17 de noviembre de 1659 se formó la denomi-
nada Jnnla de Cobranzas (62),
Junta de Reconocimiento de los impuestos:
Se llama así a la formada para examinm' los que había con el fin de
concluir una reorganización. Formábanla, entre otras personas, varios.
ministros, y remisos en el cumplimiento del cometido, representó el Reino
a S. M. la negligencia para que mandase fuesen a ella, como se ordenó-
con fecha 21 de octtibre de 1663 (63),

(56) Archivo ilc Siinaiic;i3. Conseja y Junios ilü Hadcndíi, Icsnios 6S.I-, 76.1-, 774, 7S'J, 8(W, Síli,
819, 8Í6, a^l, S3?i, 843, a^S, 871,SS4, 938, 935, 936, 1,022,1.055,1,090, l,lGij, 1,307, LSil y 1,ES2, J u a n H I -
pía, Pi-dcUCíi de Itl Jídiiitjjísíi'íiccóil y cobraftsa de IÍÍS rentas males. MíLdrid, IbEirra, aflo 1769, págj-.
nas 381 a 403, Copias ÍIC la Colcr^cíón Mo/urn, lomo I V ,
(ñ9j Copias lie la Co/ecíiuii jV/o/ejD, tomo IV,.
(60) Copias ¡ic la Co!ei:ciii'¡ Mohfo. tomo ÍV,
(61) • Copias Ac ln Colección Melero, tomo IV, . • ' •
(62) Copiaí de la CciteíiiiJí MoU-rn, tomo XVI.
(63^> Copias de la Coíecciótt Malero, tomo X V I , ' '
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Junta de Aranceles-: -:
,Se creó, respondiendo a su nombre, para emprender la obra arancela-
ria. Desde Carlos II, que la instituj'ó la primera vez, lia Helado a fines del
siglo xviii con varias interrupciones y nombres diferentes, pero con igual
•conetido, traspasando luego la centuria anterior (64).
Junta para tomar cuentas al prior y cónsules de Se\'ill;i, que lo habían
sido de 1689 a 1705, por los.préstamos del antiguo Consulado general de
Andalucía por cantidades entregadas a la Hacienda en los años 1694 a 1705,
inclusive, y de la de! Prorrateo por las enti'egadas a cada acreedor de los
•caudales de América.
Reales órdenes de 16 de diciembre de 1705 y 3 de diciembre de 1706(65).
La Junta de Incorporación, creada en 28 de noviembre de 170r>, se
llamó así porque tuvo por finalidad volver a la Corona las fincas, derechos
y acciones enajenadas de ella y de las cuales no tuvieran titulo los tene-
dores. Para la justificación, se dio un plazo amplio: hasta el 30 de junio
de 1708, y los que probaron su derecho figmaron luego en el Salvado de
Incorporación (66). Por real decreto de S de enero de 1717 se extinguió este
organismo, y su cometido pasó al Consejo (67), hasta c] decreto de 19 de
octubre de 1742, en que se nombró para estos negocios de incorporación,
•con las propias facultades que los dos anteriores organismos, un ministro
comisionado (6S), disposición derogada al subir al trono Carlos III, que por
decreto de 24 de febrero de 1760, i-estiluyó al Consejo, juntamente con los
negocios de Incorporación, los de Lanzas, Medias annatas y otros (69).
En 1707 ordenó S. M. se transigieran y ajustaran las cuentas pendien-
tes en la Contaduría Mayor de ellas, y a este fin se había de formar Jtmía,
a la que habían de asistir las personas entendidas que nombraba (70).
La Junta de Facultades era la que intervenía en ¡a concesión a los po-
seedoi^es de inayorazgos para hnponer a favor de sus cónyuges la sexta
parte de la renta anual de sus vinculaciones (7Í). El año fué el de 1713.
La Hacienda pi^ocedente de Indias se dirigía y regulaba desde 1713
por una Junta, compuesta por tres ministros del Consejo de Indias y tres
del de Hacienda, presidida por un presidente de Hacienda j ' e l fiscal de
Indias. Administra ría y dirigiría; trataiia de los beneficios, gastos, rentas,
regaifas y derechos, con inhibición de los Consejos de Indias y Hacienda,

<M) Antonio GÍU-CÍH JiniÉncz, Iiidici: de Rriilií ¡¡¡•(n'fos cit iiiiilcn'ii ilc iriilirs. Mnñrid,
a ñ o 1840, pág.ú33.
(65) Co/l^cCJi'ii /('g/'^ííilJT.-íi ele /íi Dcudii piibif'i'o dr E-^pfiilii- íi\í\óñí}, IniprcnLíl NjicínfiEil,
lomo III, p í g s . 3 a2ij.
(<ji3) Gjillacdo, obra ciC, tomo I, pág. 70.
(67) GE;llardo, obrEL cil., Icnio 1, pAg. 8t.
(68) Gallíii-ilü, onra cil,, lomo I, pAg. 94,
(691 Gallardo, obra i¡t, tomo I, páy. 107. Archivo J e Slmancns. Contad m i ;',s generales, lega-
jo S14. Salvado de IiieoEporación, legajo 'IÜ2. Coiiladnri;i del Sueldo, se^gimda serie, legajo 2. Archi-
v o de Sinjancas. EiCEido, legajo 7-915, füfs, 1S8 a 190 v,
(70) Coplas de la Colección Malero, tomo XV,
(71) Archivo de SiniLmcas. SccrciatÍLi de Gracia y JuMlcia, Icgiijo S76, ailo 1713 a 17S&
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sin mczrla de ningún otro organismo, si se exceptuaba a la Contaduría
Mayor, facultada para presentar, ver y concluir las cuentas de las rentas,
como lo hacia con todas las demás del reino (72).
J unta de Rentas reales:
Por pragmáticas de Felipe V, sus fechas en Madrid, a 21 de mayo y 8
y 20 de diciembre de 1714, fueron reorganizadas las rentas reales para evi-
tar los fraudes de arrendadores que por sus demasías anularon algunas de
ellas, a cuyo fin, y rescindidos como estaban los arrendamientos de algu
ñas, por decreto de 21 de mayo de 1714 para desde 1 de enero de 1715, acordó
el rej' que todas las rentas generales se administren por una mano y bajo
una Junta y administración general de Madrid, a la cual da facultad para
nombrar el personal que convenga, dando las consiguientes instrucciones
y cobrando los derechos conforme a los aranceles vigentes a la muerte de
Cal-Ios II, hasta que con los comisarios de Inglaterra y Holanda se formen
otros nuevos de recíproca conveniencia; y habiendo de correr por la Junta
la administración en el ínterin y se dispone una Compañía que lodo lo
tome a su cargo, concede facultad en todos los órdenes al precitado orga-
nismo, con jurisdicción privativa e inhibición de cualquier otro organismo.
A la Junta en que hubiera de haber pena corporal, concurrirían tres minis-
tros togados del Consejo de Hacienda, a elección del veedor genera!, y
antes de publicarse la sentencia se consultaría con el monarca; se liaría
dos veces cada semana, a elección del veedor. Por disposición de 13 de
abril de 1716 cesó la Junta referida, estableciéndose que las rentas genera-
les y provinciales se arrendarían por el Consejo de Hacienda (73).
Junta de Propios y Arbitrios:
Era la que entendía en la administración e inspección, y como organis-
mo superior en la materia, de propios y arbitrios, que eran los bienes y
rentas peculiares de los pueblos de España, como dehesas, sisas, posadas,
mesones, tiendas y otros, aplicándoles a los gastos de policía, enseñanza,
caminos, puentes y calzadas y varios más, de fondos tan cuantiosos, que
en 1786 el valor de ellos en los Í2.526 pueblos que los tenían, ascendió
a 95.99J.2S0 reales 32 maravedís, y enj.792 se entregaron para la extinción
de vales reales 4S.S26.868 ideales del sobrante de propios y arbitrios que,
cubiertas sus cargas y obligaciones, el sobrante anual de ellos en 1785 era
•de 71.298.703 reales con 8 maravedís {74}.
Junta de la Renta general leí tabaco:
Intervenía eo la organización, desarrollo y administración de la renta,
prosiguiendo los expedientes y causas por defraudación. La renta quedó
en administi-ación desde que en 1731 cesaron los asentistas eu este ramo.

(72) Gallardo, obra elC, p:i£=. 7¡í y 74, Archivo de Simiincas. Sscretaría de Guerra, Indias,
Buenos Aires, Cuba, Chile, Fillfilnas, Florida, Luisiami, etc.
(73) Nueva rci:opUatijn, Ubro IX, título VIII. G i ü a r d o , obra cit,, lomo I, pág. SI.
(74) Canga, obra c¡t., toma 11, pág. 449. Archivo de .Simancas. Secretaria de Hacienda, lega-
j o s 425 al 453.
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Creemos que la creación de la Junta sea coetánea al cese de Jos asentistas


o poco posterior a este hecho (75).
Junta de Baldíos:
Procedente acaso de los liempos de Felipe ¡V, entendía en los asuntos
propios de estos bienes y de la defensa y conservación de los mismos que
habían dejado todavía libres rentas cuantiosas sucesivas. Felipe V, por su
decreto de 8 de octubre de 173S, destinaba a los pueblos varios jueces de
baldíos por el intermedio de la Junta, que causaron trastornos y perjuicios,
y a ello obedece la representación al rey suplicando el reintegro de los
baldíos y realengos, pastos y aprovechamientos de que fueron despojados
por la Junta desde 1737, restituyéndolos a su pacífica posesión. Fernan-
do \ ' I , por su provisión en Madrid a 18 de octubre de 1747, accede en parte,
con la reglamentación que apunta, a lo pedido por los pueblos v organiza
la materia. A la resolución acordada había precedido el informe de los
lisoales favorable a la reintegración y la solicitud de la Diputación de los
Reinos.
Fué suprimido el organismo en 1711. Finada la Junta, por decretos
de 12 de julio y 6 de noviembre de 1743, las remisiones en discordia de los
pleitos de baldíos se verían por tres ininistros de ios que fueron de la Junta
por instruidos en tan importante regalía, v en su defecto los nombraría el
gobernador del Consejo Real (76).
Juntas del Catastro:
Juntas para la formación del Catastro del noarqnés de la Ensenada:
La una se estableció en la Corle y la otra en el Buen Retiro, y ambas
en 1749. Los comisionados de provincias dirigirían la correspondencia de
las 22 de los antiguos Reinos de Castilla y de León a la formada en la Cor-
te, y los intendentes a la del Buen Retiro. El interrogatorio general lleva
la fecha de 10 de octubre de 1749, y las respuestas y comprobaciones de 17JO
a 1782 (77).
Junta del Banco de San Carlos;
La creación del B^nco Nacional de San Carlos por real cédula de 2 de
junio de 17S2, la intervención del poder central que lo estatuía, su regla-
mentación, la trascendencia económica del instituto y la generalidad del
servicio con el primordial de auxiliar al Gobierno, autoriza a considerar
sus Juntas generales como una de tantas co:nprendidas en estos apun-
tes (78).

(75) Colección de CtiUulas, del autor, lomo 666 (k VA numeración de libios. Gallardo, obra ci-
tada, lomo I, páginas 131 y 132. P t d r o Lerena, Mcmoriii lít Realas piiblkaí, S. Lorcn/.o, 7 ocdi-
brc 1787.
(7hl Xuiiva recopilación, libro U, lomo IV Aalo Hl:?, Colección de Cédulas, del autor. La de
IS de octubre de 1747. .'Vrchivo H i s t í r i c o Nacional, Consejos. Sala de Alcaides, Informes de los
fiscaleí, ai m a y o 1747.
(77) .-archivo de Simancas. Dirección genoriil de Rentas, La documentación del Calaitto
a b r a z a tas Salas 44 y ib,
(78) Ramón Santillán, Mcmoym hislúrica de los Cii«ío.<. Müdrid IH7ri, lomo I.
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Junta de Facultades y-Viudedades;


Decreto para que la tenga y denomine por de la clase, grado y honor
de las de los Consejos y tribunales superiores, 1795 (79).
Junta Suprema;
Cédula por la que se crea temporalmente una Junta para dirigir las
enajenaciones de los bienes pertenecientes a hospitales, hospicios, casas
de misericordia, de reclusión y de expósitos, cofradías, memorias, obras
pías y patronatos de legos, mandada hacer por decreto de 19 de septiem-
bre de 1798-1799(80), .. . -

VL—Al grupo de Juntas varias que se ociiporou por su constitución de


deudas y débitos, corrcspondeu eii el orden cronológico ya notado:

Junta de Descargos; - '


Fué constituida para pagar las deudas del emperador con parte de su
recámara desde su abdicación, y así rigió en el curso del tiempo con ÍES
de otros reyes, hasta que las consignaciones de Carlos ÍII para el pago de
deudas de sus antecesores pennitieron una satisfacción efectiva a los
acreedores.
Por cédula de Carlos n i , su fecha en Buen Tieiiro a22 de febrero de 1760,
se consignan 50 millones de reales por una sola vez y 10 millones anuales
para ir pagando con ambas cifras ios créditos contraídos por la Corona en el
reinado de Felipe V, y en ai-monía con la instrucción de esta misma fecha;
se reconocen los liquidados por la Junta de Descargos de los de Carlos I,
Felipe n, Felipe IIl, Felipe IV' y Carlos 11, según Cédula, su data en Buen
Redro a 23 de marzo de 1760; se pasa la documentación a la Contaduría
general de valores y se suprime la mencionada Junta, Por otra Cédula tam-
bién hubieron de reconocerse los créditos de F'ernando VIÍ81). Para ligsr
materias damos en este lugar cuenta de la jimia creada en 20 de enero
de 17S9 para transigir con los acreedores de reyes anteriores las deudas de
éstos. Estaba compuesta de los contadores generales de valores y distri-
bución y del fiscal del Consejo de Hacienda j'Junta general de Comercio y
Moneda, facultándola al efecto y sometiendo los conciertos a la aprobación
del monarca. Por instrucción dada en Madrid a IS de diciembre de 1789, se
establecen las prelaciones y gradaciones de créditos, e informando en el
expediente para pasarlo luego a la Contaduría mencionada. Había de cele-
brar este organismo dos sesiones semanales, martes y sábados, de diez a
doce, y la consdtuían D. Leandro de Borbón, como contador general de
valores; D, Pedro Martínez de la Mata, contador general de la distribución,

(791 Archivo Histórico Nacional. SaJa de Alcal'les, I79Ó, [nls, 370 a 374.
(SO) Al-chivo Histórico Nacional, Sala de Alcaldes, 17W, fols, 331 a 340,
(81) Colección de Cúáitlas, Jel amor. Colección lc^,islciliv(¡ de la Deuda pidiUca. lomo I, pási-
nas 97 y 98. Escríchf, Dicciúnnria de /egíslaciüii. Aíndriii, ISSy, como II, píg, 727,
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y D. Juan Francisco Antonio de los Heros y Herrán, fiscal del Consejo de
Hacienda, más la Junta general de Comercio y Moneda ya mencio-
nada (82). .. .
Juntas de los donativos:
Con motivo de los varios donativos pedidos por Felipe IV se nombró
para cada uno deelios una Junta de gestión, investida, entre otras faculta-
des, de las.de expedir libranzas y acordar consignaciones: y así hubo la
de 16 de enero de 1625; la de 1629; la creada por Cédula de 4 de julio
de 1632 liara el de este año; la de IS de agosto de 1635, que había de durar
este año y el siguiente, con relación de las personas que salieran a pedirlo
a los pueblos, la de los años de 1649 a 1651, con el repartimiento de los mi-
nistros que marcharan a los efectos del cobro a ciudades, villas y lugares
en 6, 13 3' 14 de septiembre de 16,"50; la de preparación para el donativo ge-
neral que se había de pedir a todas las comunidades, con la instrucción
que habían de guardar los funcionarios a consulta del Consejo, que lleva
la fecha de 3 de abril de 1651, la indispensable para el que estuvo en trámi-
te en 16J4 y la del donativ^o general de 1655. . . .
También las hubo en cada uno de estos otros: el de 1664; el de 1667. re-
gulándolo por el anterior, conforme a Cédula de 14 de junio; el denominado
del Millón de ducados, ordenado en 7 de agosto de 1673; el de 1676, facul-
tando a los corregidores, para la exacción de otro de la misma cuantía que
el anterior, acordando una más entre las personas de caudal de la Corte
en el año 1677, y, en fin, de los que tenemos noticia, el ofrecido por los
obispos de España para Ja guerra con los turcos en 16íí2.
Por cierto que vamos a consignar a título de curiosidad que los proce-
dimientos empleados distaban mucho de la voluntariedad, porque ni el
modo de proceder del padre Sicilia en el de 1592, cuando la gente se resis-
tía a la (iádiía, ni el solicitado en 1603 que'no llegó a efectuarse, ni mucho
menos el de 1677, dejaban en libertad a- los requeridos. En este último el
procedimiento era llamar un consejero a cada uno de los hombres de
caudal, y si negábala contribución regresaba a su casfi acompañado de
cuatro guardas que le asistían solícitos con el salario de cuatro ducados
diarios -hasta qve vomilaba el oro».' De aquí la despedida de criados para
aparecer pobres y la crisis de éstos (S3).
Junta de Negocios de los Fúcares:
Acreedora esta Compañía de asentislas alemanes de la corona de
España desde el reinado de Carlos I, en el de Felipe IV se crea una Junta
para enlendcr en los asuntos de dinero en relación con ellos, y el Í9 de
mayo de 1638 se da un decreto para que tai entidad, en armonía con su co-

(82) Arclii^'ü de .Slmanca.s. Híiy unii .sección ti miadji Dcacsn-gos de! limpcrpLlor. Colección de
Ci'ílulüí rciihs.. dtl £11.1101-. Colixdói: lcg/s¡nlívn de ki Diiida piihli'i-n, tomo 1, p»g. 99.
¡S31 Copias de la Colcícióii Mc/cro. lomos 1\', V, XlV, XV 5' XVI. Archivo de Simancas.
Conladiirlas gtiK.jalcs. Conladur ia de la Razón, l^cgajos 1 e]íit¡vos a 151a sc.ítión dedonalivos, cuyn
nombre llevan. Biblioteca ^•ac^<lIlal, ñ.]4S. Valencia. Juan .Antonio, Diario tic iicíiciní úc 1677-7IÍ.
en Ciilarii/ii di' di)i:¡<iii':Klos iai'diiús, lomo 1,XIX, pii^. n".
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- aóo —
metido, haga un tanteo de lo que resoltare por alcances a favor de la enti-
dad mencionada (S4).
Junta de Quiebras.
E ; real decreto de 10 de enero de 172S creaba esta Junta con destino al
cobro de deudas atrasadas, y cuyos productos debían entrar en arca sepa-
rada de la Snperitendencia de Juros. La formaban tres ministros togados
de la Sala de Justicia y de la de Capa y Espada. Se referían ios decretos de
15 de junio de 1718, 10 de abril de 1720 y 22 de abril de 1722 como insu-
íicientes para la consecución del propósito, y quedó extinguido desde 1720
el Juzgado de quiebras (So).
Junta de la Deuda de Juros.
Esta entidad, formada por real decreto de 1 de julio de 1749 para la
validación o nulidad de tal deuda, según se practicara en otros tiempos
para alguna clase de ella, estaba constituida con independencia de todos
los Tribunales, por mtn¡=tros de satisfacción y conocimiento en la materia,
tales como el marques de los Llanos, que babía de presidíi1a, D. Blas Jover
y Alcázar, D. Miguel Ric, D. Pedro Salvador de Muro y D. Francisco de
Cepeda; era fiscal de ella D. Jtian Antonio de Alcalá y secretario D. Ro-
sendo Sílez de Parayuelo. El ponente de los expedientes de calificación lo
era el D. Pedro Salvador Muro, pues aunque quedaban anulados todos los
procedentes de asientos, como formados por intereses crecidos y oíros de
las calidades señaladas, y los demás en stispenso, y no podía darse reifla
fija en ellos fuera de las apuntadas, precisaba en justicia un examen singu-
lar, a cuyo efecto se habían de ver en ¡a Junta los tenedores para hacerles
comprender la injasticia de su posesión.
El i"eal decreto de 1 de enero de 17J2 aclaraba las dudas de la Junta
sobre la ejecución del de 1749 (86).
Janta del Real fondo vitalicio;
Para llevar a efecto la idea de la renta vitalicia, que tuvo principio por
real decreto de 1 de noviembi^e de 1769, se nombi^ó una Junta compuesta
de tres ministros: uno togado y dos de Capa y Espada del Consejo de Ha-
cienda; los que propondrían un contador que interviniese la cuenta y ra-
zón, debiendo conocer la Tesorería y Depositaría de los caudales y su in-
versión, a cargo de la Compañía de los Cinco gremios mayores de Ma-
drid (87].
Junta Suprema de Amortización:
Se creó por real decreto de 11 de enero de 1799, con facultades absolu-

(&4) Coplas de la Coluccidn MoUro, lomo W.


(B5) Galliir.lo, obra cit., tomo 1, p á s . 89.
(8&1 Ripia, obra cit., pSg¿. 5J2 ;L 537. CtjJcccwn Icgislnli'vn de la Dí'uda piiblicíi, to.Tio I. J u r o
luú u i a d í u d a nacional y Iransfcciblc, perpetua o al quilar. Impuesta sobro las renla-^ [lí^l E s l a d o .
I^Oj de nic:rccd proceden do la Mdad Medía I-o.^ oncro.íos del siglo xv y slguienles. Hubn doce cla-
SJ5 de ellos, enorme suma, y con la quiebra di^ la r e m a el descrédito del papel. Los hubo [ambit^n
de m"iy vari ido Ilp.i de iinii.sión, de ó.OU') a 40.000 el míllai'.
(HÍ7) Colef.cíi'iii Icgcsiaíiv.i de la Deitda piíblicn. lomo I, piig. 591. La componían el marijuci de
Someruulo;, D. Salvador de Qurcjaíu )• D . Pedro Francisco Gooocus.

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tas e independencia, de Consejos, Chancillerias y Audiencias. Tuvo por
objeto dirigir las enajenaciones dé los bienes raices de beneficencia, y por
olro decreto de 13 de febrero del mismo año se la encargó el conocimiento
del cobro y aplicación de fondos destinados a la extincidn de ios vaies rea-
les y pago de los intereses de esla deuda, así como de organizar la Caja de
amortización, que fué fundada para sostener el crédito de dichos vales. El
29 de junio del citado año e) rey extingue lajunla, por haber "concluido fe-
lizmente los principales objetos de su institución» (83). Sin embargo, es lo
cierto que desacreditó con sus medidas tos vales, más bien que consoli-
darlos, en su vida de seis meses.
Junta de Vales reales era la establecida para la formación de la Caja
de reducción en ellos en 1799 (89),
En 1800 se creó ía Junta que había de entender en la consolidación de
vales reales, en virtud del reconocimiento hecho por príigmática de que
..las siete ci*eacLOnes de ell03 era deuda legítima de la Monarquía, responsa-
ble y obligada a pagar sus intereses (90).

7.—De comercio, moneda y minas son los organismos de que vamos a


hacer mención por orden cronológico.

La Junta de IVIinas tiene un historial muy antiguo: de 12 de enero


de 162-1, en que fué creada; pasando a elía los asuntos que se llevaron anti-
guamente, en todo el curso del siglo xvi, por la Contaduría mayor de Ha-
cienda, que intervenía en el beneficio de cualquiera clase de minas, esco-
riales, desmontes y cebaderos, concesiones de gobíeiTio y administración,
dando instrucciones, ordenanzas, etc., y regulando las esplotacíones, así
las de la corona como las de los particulares. Por cédula de 13 de mayo se
la concedió jurisdicción amplia y privativa con reglas para la mejor admi-
nistración. Por la de 30 de mayo ia confirmación. Por decreto de 31 de
abril de 1747 se incorporó a la Junta de Comercio y Moneda, denominán-
dose también de Minas (91).
Jimta de Comercio, después de Comercio y Moneda y luego de Minas:
Separados los asuntos de comercio de la jurisdicción de la Cámara de
Castilla, se pusieron en esta Junta, creada por decreto de 19 de enero
de 1679 y 25 de enero y 4 de marzo de 1683, con jurisdicción privativa e in-
hibición absoluta de todos los tribunales. El decreto de 9 de abril de 168")
limitó sus lacultades con la creación de la SuperintenJencia de Fábricas,
cometido que habían llevado ¡os corregidores. En tiempos de Felipe V, el

(8S) Canga, obra c i t , lomo I[, pág. 10. .•\i-i:hivo Histúrlco Niicioaal, 1793, foli. 331 a 340.
(SI) Archivo Histórico Nacional, ITTO, fc[s. 1.330 a 1.334.
(90) Archivo Hiscúrico Míiciotial, 1803, foh. 6S9 a 681.
(91) Tomáa G o n í i i l ü , A'oficüi li¿ifii''¿Cíi liüciiiii^ii^idít tic /.7s míms d^ Gutí:lalcaii3l, 1831*.
aos vols. Gallarilo, obra cii,, tumo 7, pág-. 97. Archivo d^ S i m s i c a s , CJÜÍOJO y j u n t a s de H a c U n d a ,
legajo 1.716, ailos de 160! a 1547, y legajo 1 733, ailj de 1630.
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año 1730, se refundió en la de Moneda, con ampliación en subtítulo del nue-


vo cometido, y siguiendo en el conocimiento de los negocios gubernativos
y de justicia como en 1679; más larde, en 3 de abril de 1747, le fué agrega-
da la Junta de Dependencia de Extranjeros, y por otro decreto del. 31 del
mismo mes y año la de Minas. En 1814-se dictaba un decreto cometiendo
al Consejo de Hacienda el conocimiento de los negocios en que entendía la
Junta de Comercio y Moneda, y .en el año siguiente, orden con el mis-
mo fin (92). _ . . .
Junta de Jueces conservadores de Comercio en relación con el des-
envolvimiento del mismo y facultades y obligaciones del personal: año
de 1706 (93).
Junta de Comisarios españoles e ingleses en Sevilla, cu\'o ñn de orga-
nismo mixto se refería al comercio también, como el de la Corte, que cons-
tituía su par: años de 1718 a 1732 (94).
Jimia de Comisarios españoles e ingle.ses en Madrid: años de 1722
a 1743 (9J):
Para el cumplimiento de las disposiciones dictadas sobre moneda
en 172.S se creó una Junta particular de ella, con jurisdicción privativa y
suprema, por decreto de 15 de noviembre de 1730, compue.sta de seis mi-
nistros, uno de ellos el secretario del Despacho de Hacienda, como super-
intendente general de las Casas de Moneda; dos ministros togados, dos de
Capa \' Espada, un fiscal togado, un secretario, un relator, un escribano y
tm agente fiscal (96), - . . . .
En 9 de diciembre de 1730 se une a ella la general de Comercio, con la
denominación de Comercio y Moneda (97), y muy posteriormente se agre-
gó al Consejo de Hacienda. En 24 de junio de 1770, por Cédula en Aran-
]\m'¿, se delimitaban las facultades de la Junta general de Comercio y Mo-
neda por 1a intervención en los asuntos comerciales de entidades varias,
en pugna porfiada .sobre facultades de oíros organismos (9H).
La Junta de Dependencia de Extranjeros fué creada en 12 de marzo
de 1714, con su cometido independiente hasta el año 1747, en qu.e fué agre-
gada a la de Comercio y Moneda. En 8 de marzo de 17!fi se daba Cédula
sobre los extranjeros que debían regular.se por transeúntes o avecindados,
a consulta de este organismo, expidiendo Cédula a. los jueces conservado-
res para su conocimiento y efectos. Fué suprimida por decreto de 21 de
diciembre de 1743(99).

(92¡ Gailardn, obra cii., t o o i o l , fág. Sd y S7, Copia de la Cnk'cciáii Molcto, lomo X V I .
(93) j ^ r c h i v o ile Slrnanca;. lislsdo. J u n t a s , de 17L;6 a 1763, legajos IX-iKl a 7,íi04,
(94) A r c h i v o de Slmani:jii- t e t a d o . J unías, legíLJos ".'iOfi a 7.61 li,
195) Archivo de Simancas, listado. J u m a s , legajos 7.617 a 7.i![íi.
(9íi¡ AnUis mordoácR a la Ni:ci:a BcfopílnrJCn. Madiid. Ibaira, 177J, pág. ES. GaUai-Jo, obra
cilada, lomo I, páys. 95 y %,
(97) Canga, obra c i t , loma l í , pág, [¡3.
(98) Colección de Cédalas, de! autor, lomo XIX, fo3s. 164 a 167..
(W) GnlUirdo, obra c¡i., Icnip I, p á g . 97, Colección d§ Cédulas reales, del auior, lomo XIX.
E s c r l d i c , obra cll., tomo II, pág. 732, .. ,, .

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Enlazada con el régimen comercial del dglo XVITT, dependiente de ren-


tas generales, o sea de la exportación e importación de productos, figura la
titulada Junta de Conferencias, que tenia secretaría, y cuj'o cometido aca-
bamos de indicar; ella se relacionaba con la Junta Suprema de listado des-
de la creación de ésta (100). - • • - • • • ;
Junta reservada de Moneda:
Intervenía en la recolección de moneda y pasta de oro y plata, por
compra o préstamo, y su reducción al nuevo caño de 1770 (101).

S.—A ¡os ramos de Guerra y Marina correspondo}/ lasjnnla.í; de que


pasnino^ n hacer mención.

Junta Superior del Almirantazgo:


Por real cédula de 13 de enero de ló2o se crea en esta corte la Junta.
Superior del Almirantazgo para conocer las apelaciones de pleitos y cau-
sas civiles, criminales y mixtas en última instancia. Ella se relacionaba.'
íntimamente con los asuntos del Consulado, que se creó el de Sevilla por
Cédula de 4 de octubre de Í625.
Se nombraron para esta Junta del Almirantazgo a fray Diego de Bri-
zuela, obispo de Segovia, del Consejo de Estado }• presidente de Flandes;
al licenciado Baltasar Gil linón de la Mota, caballero de Santiago, del Con-
sejo del rey y del de Hacienda; a D. Diego Mesia, caballero de la misma
Orden, del Consejo de Gaerra, y a j n a n de Pedroso, también caballero de
Santiago (102).
Junta de Caballería del Reino.
Fué creada por Felipe TV, con carácter de permanente e inhibición de
Consejos y Tribimales, por decreto de 14 de julio de 16.yj, para que en todo
tiempo y en los días que luere necesario se trate en ella única y privativa-
mente de la aplicación de las disposiciones vigentes para el mejor electo
del aumento de la cria caballar, conservación de castas, beneficios de los
criadores, prevención de los danos y otros. Felipe V, por su decreto de 4
de marzo de 1725, ante el hecho de estar completamente arruinada la cría,
tan necesaria al país, da normas para su restablecimiento, confirma la
Junta y nombra a las personas que sucedieren en ios empleos de goberna-
dor del Consejo, caballerizo maj'or, ministro decano del Consejo, asesor
de las Caballerizas reales, y de los ministros de Capa y Espada del Conse-
jo de Guerra, y para secretario el nombrado por el rey. La Ordenanza
para la cria caballar tiene la fecha de 8 de marzo de 1746. Se extinguió esta
Junta en 24 de mayo del año acabado de citar, pasando sus negocios al

{i(hl) Memoria de D. Pcilro de Lerenií. San LoreníD el Reíil, 7 oclubrc 1789. Copins de la Co-
tccctón Molcyo, corno XVI,
(101) A i d i i v o de Simancas. S e c r e l a r i a d e Hacienda, ailoa IToS a 17SS, Icyajoí SSS y 839.
3
(103) Biblioteca Nacional .
23.134
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Consejo de Guerra. En 1797 se separan los asuntos del Consejo, cometién-
dolos de nuevo a una Junta .Suprema compuesta de cinco individuos, uno
de ellos teniente general, que había de presidir!^. Su cometido era el
lomento de la cría, Escuela de veterinaria y causas civiles y criminales
pertenecientes al ramo. En 1S02 los asuntos tornaron al Consejo (103),
Junta de Armadas:
Entre las disposiciones multiplicadas que diera la Administración cas-
tellana figuran las de conservación de montes y plantíos, atendiendo, en
lo que competía a) Consejo de la Gueri-a, a la fabricación de bajeles. De
pendiente del Consejo era la Junta de Armadas, con la misión que indica
su nombre, y cuya lecha de creación supongo sea del tiempo de Felipe II,
aunque las noticias que nos proporcionan las leyes recopiladas no sean
anteriores a los años 1694 y 1695 (104).
Junta de Ordenanzas:
Era su cometido las ordenanzas, órdenes, instrucciones, prajímáticas
y toda clase de papeles de los diferentes ramos de la Secretaría de Guerra
• para ,su estudio, preparación, conservación y servicio. Fué creada en tiem-
pos de Felipe V (105).
Junta de Fortificación:
Se extendía en su cometido, asi a los edificios de toda España como a
los de América, Italia y plaza de Oran, y tenia la facultad de presentación
•de proyectos.
Abrazó en cuanto al tiempo desde e! año 1737, traspasando el si-
glo xvni (105).

IX. - A asinitos de policía correspondeni por su cometido


ifís Jimias siguientes:

Junta de Policía de Madrid:


Creada bajo el reinado de Felipe II y la previsión de sus consejeros
en 1594, tenía por misión el adorno y policía de .sus edificios, el trazado de
las obras de casas, la intervención en las construcciones, limpieza y i"icgo
de las calles, factura de hornos v otras edificaciones de industrias, endere-
:!ados tales ñnes al crecimiento de la villa }• al ornato de ella, así como a
'la policía de las personas para distinguir las del mal vivir (107).

(1Ü3) EHCriche, obra cil. LeveH recopiladas, Libro VI, tiuilo X- .Ai'chívo de SimaiicEI-S. Secre-
taria de Ciuerra, legajos ^ 9 a] 2ÍÍ\. Traían de otros muchos asunlos, aun íticonexos.
(104) Nue^'a recopilación, libro Vil, título V i l .
(105) Archivo de Simanea?, Secretaria, de Guerra, legajos 4.238 a 4.3-1-2, años de 1748 a 178B, y
496 a 503, de 1701 a 11*3 (suplemenlo).
(106) Archivo de Simancas. Secretarla de Guerra. Por el a.sumo y su generalidad en el co-
metida, la documentación es mucha y abraza los le^iíjoa de los arlos 1563 a 1797, y desde el 5.836
iil 5.897, años üe 1737 a IHtó.
(107) Coicccióji de Corlea de CnsliUa. Corles de Madrid de IS<I2-9S, lomo XII, pág. 556. Se-
sión de 31 de aj^osLo de 1593. Aunque J u n t a local, ¡a incluímos entre las generales por la importan-
•cia de ser de la capital de la monarquía.
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Junta de Policía de Vaüadolid; • -
Paralela a la de Madrid, de laque fuera copia, instituíase en Valladolid
una idéntica en abril de 1601, de la que daba cuenta el conde de Miranda
que había de presidirla, significando de parle de S. M., en larga plática, el
deseo del acrecentamiento, ornato y beneficio de la villa, deseando se pro-
vej^era de todo lo necesario para ello, y, al efecto, se acordó anduvieran
veinte carros para limpiar y regar las calles, embargo de las obras de las
casas para construirlas conforme al trazado dado por ella, y despachándo-
se Cédula para edilicar, con doce años de exenciones las de huespedes y
tres para las demás. También le estaba cometido a este organismo la poli-
cía sobre-ías personas, con facultad para conceder o negar autorización de
entrada en la ciudad, siendo infinito los que no iban en vista de la dificul-
tad, pero se alargó el permiso dando puerta franca a lodos con que se
registren en un plazo de cuatro días para conocimiento de las personas sos-
pechosas, vagas y ociosas y sucesivo lanzamiento, evitando así la confu-
sión que había en Madrid (IOS).
Jimta de Composición de casas. Se creó en 9 de abril de 1630, en cuyos
asuntos entendía ta Cámara de Castilla en épocas anteriores.
Trataban de apuntaíamientoí, quila de éstos, obras, diferencias con
Jnc|uilinos para que no se admitieran recursos contra ellos, licencias para
obras, alzados de ellas, notificación de las mudanzas, modo y hora de ce-
rrar las puertas y otros (lO'J).
Junta de Abastos de granos creada para socorrer y surtir de ellos a las
provincias (110):
Lajunta general de Granos del Reino creada en 1750, coya misión se
refería a cuestiones de abastos pai'a el de cada pueblo, incluyendo el de
sementera, regulando los depósitos de compra, los de caudales a crédito
con calidad de reintegro en los mismos granos, arreglo de precios de la
semilla, obligando a la equidad y a vender el remanente, cubierto el consu-
mo y laseinenlcia, etc. (111).

X.—A sanidad corresponden la Junta de este nombre, la- de Médicos


y la gubernativa de los Colegios de cirugía

Junta de Sanidad:
Felipe V crea la Junta de este nombre apenas tuvo conocimiento de la
peste de Marsella en el estío de 1720, con otras disposiciones de orden

(1081 Cabreríi., o b r a c i i , págs. 109, 103 y 99. La colocümps enire los generales de la adrainis-
t r a c l í n por Sier entoiieei VaUadolid la eapilalidad.
(1U9) Archivo Hlilúilco Nacional. S a l a de Alcaldes, folios varios, por casas. Copias de la
Colccciiiii Moleta. Dociimcnlos curiosos s o b r t composición lin casas en la Corle en 1623, y eonsnlla
da !a Cámara sobre comp^loncia para conocer de la composicíún de casas en 19 de octubre de 164<t.
Ello se cclaciona con las Cídnlas de los Liempos d Carlos II y Carlos III acerca de la maleria.
(110] .-^rclilvo de Simancas. Sccielarla de Hacienda, legajos S58 a S73, arlos 17:¡9 a 1799. La
tengo por distinta ái: la J u m a general de Gríinos.
( t i l ) A r c h i v o de Simanca?. Gracia y Justicia, legajo 1.057.
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sanitario. El organismo estaba compuesto del gobernador y cuatro minis-
tros del Consejo, que atenderían a cuanto correspondiese a salud pública,
expidiendo el monarca, con el parecer de la Junta, preceptos varios y for-
mando luego compendio de los existentes, ordenados por uno de los
ministros. Bllos se refieren a prohibiciones de comercio, caso de peste,
cuarentenas, patentes, testimonios de aduanas y sanidad para el ingreso de
los géneros y otros. La legislación capital en la materia lleva las fechas de
2 de octubre de 1720, 10 de febrero, 17 de marzo, 15 de junio, 9 de agosto y
10 y 25 de octubre de 1725 (112).
Junta de Médicos:
Tuvo por misión la organización, procedimientos, estudios y garantía
de la clase medica. Fué también creación de Felipe V (113).
Junta gubernativa de los Colegios de cirugía:
La correspondieron las mismas facultades que a la ¡unía de Médicos y
debió .su creación (114).

11.—A los asuntos de gobierno y adt¡iinlst7-nción, qtie hoy diría mos, corres-
ponden cuantas Juntas carecen de acomodo en otras divisiones, Son éstas:

Junta de Gobierno y Mercedes:


Los negocios de gobierno y mercedes se llevaron en Castilla bajo el
organismo de tal título, durante el reinado de Felipe II, por una Junta tam-
bién central, j al cabo de los años, cuando no había actuado, se trató de
resucitarla; en ella habían de entrar el cardenal de Toledo, padre confe-
sor, conde de Miranda, D. Juan de Borja y el conde de Villalonga (115). De
haber existido, o de no haberse perdido la tradición antigua a ella habría
correspondido el asunto sobre cuantas mercedes otorgadas al asccntista
Octavio Centurión, para cuyo'conocimiento e informe se creó una Junta
especial el 29 de noviembre de 1620 (116).
Lajunta llamada de los Lunes, sin duda por tener sus reuniones en
este día los miembros de ella, fué creada en 1598, y entendía por Breve
apostólico de concordar los pleitos que liubicre entre obispos y prelados
del reino, con las me.sas mestrales y encomiendas sobre diezmos y cosas
eclesiásticas (117).
En fines de 1600 hablábase de hacer una Junta como la que había en
tiempo del rey D. Felipe para resolver los negocios y consultas de los Con-

i.ll'-l Arcliivo de Sinianuas, Sí(;re[ai-ia dt Guerra, Siiplcmenlo, h'í;iijoi 557 y 558, años de
172Ú a 1785. Co/cccioíi de Cédulas rciilcn, del amor,
(113) Ai-thLvo de Simancas. S e c r t l a r í a dt Hai:ííjnd!L. legajos 407 a 409, años I72S a 1749.
(111) Archivo de .Simancas Secretaría de Hacienda, Ho.ipiiales y íacullatlvoü, 1758 a 1800'
legajos 6.Ü46 a 6,577.
(115) Cabrera, obra d e , pá;;. 26:i, año 16(16.
116) Ccpias de la Colecciüii Afo/cfo, tomo XIV.
017) Archivo de Simancas. Consejo y J u n l a s de Hí.cienda, IcgLijo 372, año 1598.
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sejos; pero no se sabía los que habían de ser nombrados para ellas; acaso
fuera aquella misma que recomendara García de Loaisa a D. Felipe 11 la
dejare establecida para que, con el Consejo, se gobernare el hijo durante
los primeros años del reinado (IIS).
Por el mes de septiembre de Í60l' se había tratado que hubiere dos ve-
ces a la semana Junta de algunos ministros del Consejo de Indias, con dos
consejeros de Hacienda y otros de Guerra para que trataren en dilerentes
días de lo que allá se ofrecía en la materia (119).
Junta de Negocios de Indias de Portugal:
Otra Junta de que se tiene escasa noticia era la en que concurrían al
Consejo de Indias en 1602 dos consejeros de GueiTa, el secretario Esteban
de Ibarra, los demás del Consejo mencionado y dos consejeros del de Por-
tugal, con el secretario de este organismo, junta que trataría de los asun-
tos apuntados a juzgar por la composición de la misma (12Ü).
Junta grande de Reformación:
Estaba compuesta de los presidentes de los Consejos y ministros va-
rios calificados. Trataban de la distribución entibe ellos de los asuntos del
Reino Y medidas que se habían de tomar para el remedio universal del
país. Los capítulos mandados guardar eran 23, y se dieron en Madrid a.
10 de febrero de 1623,
La cédula de erección lleva la fecha de 3 de septiembre de 1622 (121).
Al año de 1626 corresponde la creación de la Junta lormada para re-
solver competencias, según lo establecido por Cédula de S. M., en cuyo
contexto se restablece el modo de volar (122), cesando de entender en ellas
el Consejo Real, abusivo en muchos casos fiado en su potencia, cediendo
tan sólo ante el Consejo de la Suprema (123).
Junta de Prevención de títulos y caballeros y orden para que por la
Cámara se den los despachos de los que resolviere:
13 de septiembre de 1640 (124).
Junta de Presidios, cuya misión indica su título; se formó acaso antes
de 1647 (125).
Junta de Inteligencias de Portugal.
Era su misión el formar los sumarios y remitir las causas a la Sala de
Alcaldes: año de 1648(126).

(118) Cabrera, obra ciL, págs. 36 y S3.


Í1W¡ Cíibrcra, obra c i t , pág. 83,
(l'JO) .'\reiiivo Ue Siniíiiicas. Guerra, legajo 5S9, Hubo liompelcnda píir los asiemos y se re-
solvió que se aUerna-Se di: tici-tclia a íxí|u¡erda, senláiido¿c cada uno en eJ lugar i|ue le tocare al
entrar, conforme a resoluciún en ValiflLlolid a 2fi de mayo de 1603.
(líiij Copias de la Colección Mf>¡iiro, como XI \', De nolar es que en 8 de abril se liabia creado
por real Cédula una Jatita grande. Archivo Hi.stüricu Nacional, COTlscjos. libro 1437.
iVil) Archivo Histórico N.icionnl, ailo 1636, fol. 3S6.
(123) Archivo de Simanca-'^. Como anlc-cedcntefi de competencia pueden verse los legajos del
Conieio y J u n t a s de Hacienda, 330, 34o, 343, 3o9, 371, 372 y 388.
(134) Copias de la Colección Moleyo, tomo XV.
1135) Archivo LIC Simancas. Consejo y J u m a de Hacienda, 16.17 a 1664. Relaciones,
(136) A r c h i v o Histürico Nacional. Sala de Alcaldes, año 1646, lol. 47.
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Junta mandadií íormar en Madrid a 21 de octubre de IfwSpara tratar
del misterio de la Inmaculada Concepción, a la que se le sometía también
el examen y la censura para imprimir libro O papel que trate de ella (127).
Junta de Ministros para arreglar la competencia suscitada entre el Con-
sulado de Sevilla y los diputados del comercio general de Andalucía.
Real decreto de 9 de diciembre de 1699 (!2S).
Formación de la Junta de gobierno que dejó dispuesto S. M. durante
su ausencia, lista de los señoresque la componían y íorraa de hacei^ los
despachos: año de 1700 (129). ' " ,
Junta de Helacciones: ' ' ' .
Tenía por misión, entre otras, la de devolver al estado eclesiástico y a
los militai-es la cantidad con la cual habían contribuido estando exentos.
Por disposición de 23 de septiemlirc de 1703 se mandó extinguir y disolver
con la jurisdicción que le estaba concedida y que los expedientes pasaran
a la justicia ordinaria y las apelaciones al Consejo, por juzgar que así en-
contrarían las partes breve despacho y menos costas, pues los salarios
•excedían al producto (130).
Junta del Bureo era el tribunal especial y privativo que antiguamente
estaba establecido en palacio para conocer en segunda instancia de los ne-
gocios civiles y criminales de la real servidumbre por vía de apelación de
las sentencias dadas en primera por el juez o asesor de cada ramo.
Entendía en los delitos que cometieren los empleados de la Casa real
como tales, y en las demás causas civiles y criminales, aunque no tuviesen
ninguna relación con sus oficios. El reglamento es del 19 de febrero de 1761,
en el que se relatan las íacultades, y con el las resoluciones de 2'-) de sep-
tiembre de 17S6, 18 de octubre de 1796 y I) de marzo de 1799. Su historia es
•de tradición borbónica (131).
Junta del Breve:
Debía de ser de carácter eclesiástico y con jurisdicción determinada
•en ciei-tos asuntos, por cuanto se recibían en la cárcel de corte, en cumpli-
miento de real orden y orden del Consejo de la Cámara, su fecha en 2 de
mayo de 1708, los reos presos qtie se enviaban a ella por la Tunta del Breve
para tenerlos"en custodia con separación de los demás presos seglares que
hubiere y en piezas cómodas (132).

(137) Colección lie niiloi ncnnliiilo^, Maáríd. Ibarra, 1773,


[i28) Colección legislativa de ¡a Deiidn piUiíica, lomo IIT^ pájí, 27.
(12íi) Archivo Hi.slnrico Nacional. S a l a de Alcaldi:';, año 17u0, £ols. M'l a (ISO.
(130) Escriehe, obni eil,, tomo Tl[, piig. 424, Nueva recopilación. A u l o i acordatlos, libro III,
título IX, aulo 14. En la ley de l^resupueslos de ]G3o ijQcdó abolido ^iíc privili?g:io del clero, y-en
abril d^ lfi4<i aún se pagaba a los mi litares en lilas, pero cuando en consumos esl.slia el arriendo, no
!¡i administriiciün
|I31) Escriche, ebra cit., tomo IF, páijs, 2i7 y 737.
(132) Archivo Histórico Nacional. .Sala de .'ilcaldcs de Casa y Corte, año 1708, fo 1, 147. No he
•podido o b l e n t r oirás noticias que las señaladas. La orden la linna D. Bernardo de Solis y «.ílá di-
rigida a D. Luis di; Miiabai, que debía ser el Jefe de la c á r e t l . En los comienzos lo.s B r e v t s eran la
fórmula usual que empleaban los Poniificcs p a r a t i despacho de los asuntos judiciales.

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• Junta para examen de Ordenanzas:
En enero de 1741 ordenó el rey la íorniación de una Junta que, integra-
da por nueve vocales cuyos nombres expresa, se había de reunir tres ve-
ces semanalmente para ver y examinar la colección de Ordenanzas para el
Consejo de Hacienda, sus tribunales y oficinas, por D. Francisco de Oya
Azores, ministro togado del citado Consejo, que, con autorización del mo-
narca, había desarrollado la obra, a imitación de las Recopilaciones de Es-
paña e Indias, por libros y títulos en númei-o de nueve libros. El dictamen
íué íavorable, salvo cuanto al Tribunal de Cuentas, respecto al cual hubo
voto particular, siendo la lecha de ambos en Madrid a 2 de junio del
año 1742 (133).
Junta del Montepío de oficinas:
Se estableció el 27 de abril de 17tj4; su cometido era la buena adminis-
tración, propuesta de inversión de los caudales sobrantes, cumplimiento
de los fines piadosos y obsei-vación de las reglas de gobierno insertas en su
reglamento general; lomprendía la Secretaría de la Cámara y Reales Con-
sejos, Tesorena maym-, Contadurías generales y otros que expresa (134).
Junta lormada de orden de S. M. por el arzobispo de Tebas, su confe-
sor, el gobernador del Consejo e inquisidor general para la averiguación
de si el clero estaba oprimido, como afirmaba el obispo de Cuenca; lo que
se ha privado a los Ordinarios desde 1760; sobre plan de estudios y libros
de las universidades, casas de regulares extinguidos, jesuítas y los desti-
nados a seminarios, etc. (135).
Junta Suprema de Correos y Caminos:
Es la única competente en estos ramos, y en elta deben resolverse los
negocios de apelación, súplica, agravio o queja de los autos y retención de
ios jueces subdelegados, sin que de sus determinaciones en revista pueda
introducirse recurso alguno, salvo al monarca, en los casos que piuede
tener lugar. Su fundación se verificó en 1794. Su extinción, en 1809 (126).

Hemos concluido la enumeración y atribuciones de las Juntas. De ello


•se desprenden varias consecuencias, que varaos a procurar ir sentando su-
cesivamente. En cuanto a la parteorgáiiicadelaadmini.stración castellana,
•Al régimen de los Consejos en el período austríaco se opone desde Feli-
pe III un período decadente de particularismos en las personas y en las
materias que pugna con todo sistema de razón en muchos casos. Las Jun-
tas consultan, y a las veces ejecutan, pero en ocasiones la responsabilidad
ante el monarca en el sistema político de entonces la tienen los conseje-

{133) Archivo de Simancas. Gracia y Justicia, le!?;ajo 1.ÜI4,


(134) GaUai-do, obra cil., lomo I, p á g í . 100 y 101.
(]3ó) .Archivo Hisióríco Nacional. Conñpjos, 51,4^3, nümoi'o 2.
(136) Escrlclic, obra cil., lomo II, 213 a '1X6. Nueva rccopiiación y autos acordados. Archivo
Histórico, 1805, fol. 365.
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ros, cuyos miembros señalan las consultas sin asistir a ellas. Sus acuerdos
de que los signos sean de los asistentes, opiniones emitidas en pro del
buen servicio, se resuelven con un decreto de que no se entrometan en la
cuestión porque no les compete. Uicho de otro modo, se niegan al Conseja
iniciativas, después de haberlo limitado en sus funciones. En cuanto a las.
personas, suelen no figurar en ellas individuos capacitados por sus estu-
dios jurídicos o de administración general o prácticos que, habiendo iiigre-
sado al servicio de la corona de auxiliares de contadurías, tesorerías, de-
positarías, seci^etarías y otros organismos oficiales de nombre vario en la.-
época, fueron ascendiendo por su mentalidad, sus trabajos, asiduidad y
rectitud en el curso del tiempo; así fueron buena parte de los ministros de-
Carlos I y Felipe 11. En reinados posteriores se nutrirá el personal de la
admini.stración en las camarillas de los validos, en los despaclios de asen-
tistas y cambios, de arrendadores de rentas, de la Casa de Contratación, de
capitalistas de Indias o de Casas linajudas. En los reinados de Felipe IV y
Carlos II, de franca decadencia, es donde figura en la dirección del país, y
en mayor número, lo más granado de la nobleza castellana. En el siglo xvi,
oficiales de las contadurías valían para ser mayordomos de los grandes; en
el XVII, los servidores de éstos ocupaban puestos en los organismos oficia-
les. El duque de Alba o el almirante del reinado de Carlos II se oponen al
de Oropcsa en las Juntas, más que por sus conocimientos respectivos en
las materias tratadas, por mera cuestión de personalismos; el duque de-
Alba del reinado de Carlos I era consultado en 1523 acerca de los medios
de haber dinero, y se excusaba por su condición militar que, presto a cum-
]3lir con su rey, no había entendido nunca en materias económicas: son
signos del tiempo. Excusado es decir que las ordenanzas varias se incum-
plían, a veces apenas dadas, como cláusulas de las de Lerma de 1602, que
pongo de ejemplo, por tratarse de puntos tan importantes como materias-
de contadurías.
Las cuestiones de precedencias crecen diariamente, deteniendo Ios-
asuntos, como en la Junta de Millones, o suspendiendo la tramitación de
ellos en la de competencias, como en la Junta de los Lunes.
La incompetencia de la administración culmina en las Juntas de Me--
dios. La previsión dejaba de ser nonha. Si prescindimos de arbitrios, tales
como suspensión de consignaciones, asientos y donativos, no hallai-eraos
en esas Juntas sino el camino iniciado en la época de Felipe II, sin que
hubiera quien hablase ya de leyes suntuarias, de redención de censos, de
reducción de gastos, de aumento de rentas y derechos con indtistria y
buena administración, de i-evisión de aranceles, de arrendamiento de bal-
díos a los moriscos, de multiplicación de acequias y de riegos. Pero de
ello podían tratar en Junta de 15%. Sabablanca,-Torregrosa y Pons, tres
ministros de competencia indiscutible. Es menester Ueg-ar, en el reinado
de Felipe IV, a las recomendaciones del conde duque, o en el de Carlos 11,
a un título de Castilla, como el marqués de los Vélez, para pensar en la
sinceridad v buen acuerdo en las cuestiones de dinero.
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- mi -
Las Juntas se multiplican de tal modo en el reinado de Felipe IV, que
el Consejo de Castilla estudiaba en varias sesiones de 1643 si convendi-ía
"reformar o suprimir algunas de ellas, concluyendo por dictaminar que la
dirección de las materias no corriera por Juntas, sino por Consejos, con lo
cual evidenciaba la preterición de éstos,la desorganización administrativa
y el deseo de volver al sistema antiguo, más racional y de menos riesgos.
Quevedo critica con su natural gracejo la creación de tantas Juntas, y refi-
riéndose al Consejo de Hacienda, añade: =y con estas sepai-aciones el
Consejo está sin qué hacer, y el erario condenado en costas»; como que
siguiendo la materia, se lamenta de las contadas reuniones de algunas
de ellas, diciendo:
«Que ministro que se junta,
a quinientos le sale cada junta.
Y esto es en oro y piala,
y anticipado el tercio.»

En el reinado de Carlos II los negocios siguen el orden normal del


desconcierto. Se trata de acudir a las necesidades del momento, y Juntas
de Medios, de Arbitrios, de Hacienda 3' de Rentas, ponen a contribución
sus conocimientos para salir al día lo mejor parados. A la suspensión de
consignaciones, partiendo desde el año de 1627, por el decreto de 1647, su-
cedían, en tiempos de Felipe IV, los de 1652, 1654 y 1662, sobre la misma
materia, y en los del hijo, las de suspensión por un año de rentas y 11 er-
cedes, en 1676; la revocación de las cobranzas de hombres de negocios,
en 1678; el perdón de débitos, los donativos y la suspensión de mercedes,
en 1691. Algunos de los medios de las Juntas de 1686, 16S7 y 16S8, sobre
todo, eran mu;' aprovechables, pero en normas ordinarias, con tiempo y
con organi;íaci0n.
En el orden de las cuestiones que venimos tratando, el reinado de
Felipe V, con ser más orgánico, se asemeja al de Felipe IV; es, sin embar-
go de alguna que otra Junta, justificada por su naturaleza, como la de
Incorporación, representativo de la devoción a los organismos particula-
res, pues creó más de veinticinco. El de Fernando VI es el de la modera-
ción en esle sentido; el de Carlos III es el de la tendencia a los Consejos,
y el de Carlos IV, no obstante algunas creaciones, el de la tradición del
reinado antecedente.

De los acuerdos varios de las Juntas encargadas en definitiva de alle-


gar dinero para las necesidades reales, la finalidad más precisa cuanto a
cuestiones materiales, se pueden sacar algunas enseñanzas. La revisión
de mercedes y derechos, que realizaron los Reyes Católicos en las Cortes
de Toledo de 1-180 con el nombre de Declaratorias, tras de dos reinados
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tan débiles como et de Juan II, y Enrique IV, la repite Felipe V, sirviéndo-
le singu¡armente de caxisa los procederes y larguezas de los monarcas del
siglo XVII, en (oda cuestión de dominio, por medio de la Junta de Incorpo-
ración, cuya provechosa labor volvía a la Corona propiedades cuyos tene-
dores no pudieron Justiñcar su derecho documental mente. Cierto que ni
él ni sus sucesores establecían la línea divisoria entre el haber particular
del monarca y el de la Corona; y considerándolo todo como patrimonio
real, cargaba al presupuesto 150 millones de reales para finiquitar deudas
desde Carlos I a Fernando VI; pero concluyó una deuda por transacciones
con los acreedores mediante la Jimta creada al efecto, continuadora en la
materia de la de Descargos del emperador Carlos V. En el orden rentísti-
co y de la administración financiera hubo consultas atinadas, se realizaran
o no, que de ello no eran las Juntas culpables, sino los ejecutores, y aun
la situación precaria del país.
Prescindiendo de los conceptos que regían en la Edad Moderna, del
criterio de la escuela liberal o de los preceptos de la economía realista,
muchos de sus acuerdos merecen ¡oai la reducciíín de censos, polilla de la
propiedad privada, como la de los juros de la pública; la i^eAisíón de aran-
celes; el arrendamiento de baldíos; la multiplicación de acequias y de rie-
gos; leyes suntuarias; prorrateo, entre las provincias y reinos de España,
de la manutencidn de la Escuadra; contribución sobre coches de rúa y de
camino, que en la centuria de los Borbones había de tener efecto; exten-
sión a los eclesiásticos del pago de alcabalas y de cientos; principio de la
igualdad tributaria; reducción de empleados, y el de los tributos a uno
- solo, no por capitación, sino por casa poblada; reforma de los gastos de
palacio; activar la reversión a la corona de alcabalas y demás fincas ena-
jenadas; suspensión de pensiones dobladas; cese de sueldo a todo español
que residiera en el extranjero; enajenación de las fincas de la Corona que
no utilizaban los monarcas; 4 por 100 sobre herencias y legados de sangre
y b por lOD sobre los de los extraños; contribución de criados y de coches;
enajenación de bienes de la Corona; extensión del uso del papel sellado,
y administración de las rentas por gestión directa, constituyen un índice
muy apreciable de las Juntas de Medios y de Arbitrios.
Claro es que al lado de las de mayores atribuciones figuran algunas
de cometido tan estrecho, que no debieron crearse nunca: las de arbitrar
300.000 reales, beneficiar algunos efectos, mercedes concedidas a Octavio
Centurión, sucesiones en segundas vidas de todos los Oficios que no íite-
ren de la administración de justicia, fraudes en las rentas reales, cobran
zas. reconocimientos de impuestos, facultades, negocios de los Fúcares,
ordenanzas, prevención de títulos y caballeros, refacciones, que de no ha-
berse tratado sus asuntos en los Consejos respectivos, debieron ocuparse
de ellos las Contadurías, la Intervención, una visita determinada, un ftm-
cionario de categoría, y todo ello constituye precisamente un argumento
más en la crítica del sistema.
CRisróBAi. E S P E J O . •
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LA CASA DE PANADERÍA
Me propongo reconstruir la historia de la Casa Panadería, tres veces
interesante por artística, histórica y desgraciada, y creo haberlo consegui-
do, deshaciendo algún error y aportando nuevos datos a su construcción,
hasta ahora desconocidos para el iitimero considerable de autores que al
hablar de la plaza Maj'or y Casa Panadería encuentran materia abundaii-
tisiuia para sus disertaciones. Está, en efecto, la historia de Madrid tan
unida a la de esta vieja plaza, que pueden decirse unidas Madrid y la plaza
Mayor por la fuerte ligazón de los mismos recuerdos e idénticas memorias.
Siempre e.s interesante la historia de un viejo ediíicio, esa historia, que
pudiéramos llamar íntima, sellada con las preocupaciones de la mente
que lo concibió y de la mano que supo construirlo, y la más amplia aim de
su vida; la vida de un ediíicio por el c[ue han pasado los ojos, admirados
e indiferentes, de muchas generaciones; que ha recibido el homenaje, a la
majestad que albergaba, de las muchedumbres en los días de fiestas, cañas
y torneos, ante el cual ha pasado gayamente vestida la multitud, ansiosa
por contemplar a los reyes y a los valientes y esforzados caballeros de la
corte que iban a tomar parte en los torneos montando briosos alazanes;
pero no sólo ha presenciado alegrías: también frente a él se levantó en
más de una ocasión el afrentoso instrumento de las ejecuciones, y asimis-
mo ha sentido sobre su elegante y sobria lachada, que tantas veces sirvió
de marco a las figuras reales, las íiiriosas llamas de los incendios que ilu-
minaron ]a plaza una, dos y hasta tres veces.
Y éste es mi solo propósito: sacudir el polvo de unos viejos e ignora-
dos manuscritos para esclarecer su construcción, aún muy en brimia; de
esos manuscritos que pueden guardar contra el tiempo - el cruel y eterno
devastador de grandezas —un nombre o una lecha; datos, eniin, de positivo
valor para la historia del arte de Madrid. Y ya que está en la corte, y res-
pecto del resto de España está tan mal representada, re.sucitemos en todas
las ocasiones las glorias artísticas, olvidadas quizá de puro conocidas,
como en este caso, y busquemos los datos, las fechas y los nombres qnc
pueden servir de grano de arena para la historia del arte.

La Casa Panadería está situada en el lienzo Norte de la antigua plaza


Mayor, antes llamada del Arrabal, cuya construcción se deiie a la iniciati-
va, o por lo menos a la orden, del monarca Felipe III, siendo encargado
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de dio Juan Gómez de Mora, discípulo de Juan de Herrera, que la llevó


a cabo en el término de dos años, 3' cuyo coste fué de un millón de duca-
dos, a pesar de su mag^niíicencia.
La fecha en que la Casa Panadería se edificó por primera vez ha sido
desconocida para la mayoría de los escritores que han tratado de ella,
pues erróneamente dicen y afirman que nuestro monarca Felipe III encar-
gó la construcción de la plaza Mayor y que al mismo tiempo se empezó la
obra de la Casa Panadería, destinada en su parte baja a casa real, para
que los reyes pudieran presenciar las fiestas que se celebraban en dicha
plaza. Pero si fué por orden de Felipe Til, el hecho no pudo ser anterior
a 1598, fecha en c[ue este monarca empezó a reinar, y los documentos ase-
guran en cambio que ya estaba comenzada antes.
Entre los escritores a que me refiero está Mesonero Romanos, que
dice como Felipe TT[ mandó arreglar la plaza Maj'or a Juan de Mora y
como ae construyó al mismo tiempo el elegante y suntuoso edificio de la
Casa Panadería.
En un articulo (1) del Semanario Pintoresco Español fija su anónimo
autor ]a fecha en 1619.
Carao los citados, la mayoría de los que lian tratado este asunto coin-
ciden en suponerla comenzada bajo el reinado de Felipe III.
Pero en cambio, la verdadera fecha es conocida para el conde de Po-
lentinos, el cual, en dos artículos publicados en el Boicthi de la Sociedad
1.Apañóla de Excursiones (2), señala el año 1591 como aquel en que se em-
pLzaron a construir unas casas para hacer panadería.
También Schiibert, como el anterior, con liastante aproximación, la
coloca en el año 1590 (3).
Es posible que tampoco .sea exactamente ésa la fecha, pues por ahora
es dudosa en unos meses de diíerencia; así. mientras ias actas (4) del Mu-
nicipio dicen que en lel 31 de Agosto de 1589 ya estaba comenzada», hay
otros documentos que demuestran es su fecha la de 1590, por ser el año
que el rey manda derribar las casas para hacer ¡ganadería.
El sitio en que estaba situada es, como he dicho, el lienzo IS'orte de la
plaza Mayor, y ocupa el lugar de las casas que pertenecían a Baitasai"
López, mercader, y María de Cárdenas, su mujer, vecinos de Madrid, y
que ellos venden a María Pérez, viuda de Juan de Peñalosa, c1 día 7 de
mayo de 1590 (5). Por el documento consta que vendían «unas casas que
nosotros liavemos y tenemos en esta dicha villa,.., en la plaza Piiblica
mayor della, a lahacera de encima de ia rropería». Señala la escritura sus

(1> tLii Eeal CHSÜ. tle Panadería en la plaza Mayor ele Madrid», ISJ'I, iidgs. m-WH.
i^i) olnccndios ocurridos en la püiza Mayor de Madrids, 1919, y «LÍIS Ca-sas Ayi|ni.amienlo y
la plaza Mayor», 1913, págs. 36-61.
(3) Olio Sehúberi, El Snrroiv éi: Espuria, págs, IJO y IW.
(4) Zibia da Acliia ilcl Municipio^ tap. ¡I, tol. ¡P(í.
(5) Documento del Arcliivo .Munleipal. Sigs. 3-37-8.
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linderos, expresando que la casa en cuestión tenía por delante la plaza
pública. Como cosa curiosa merece fijarse que tse reservan los primitivos
dueños, por tiempo de 8 años, una ventana de ias tres de las del segundo
piso o suelo, la de uno de los dos lados escribe el documento—, e no la
de enmedio, para que desde ella podamos e puedan ver todas las fiestas
y rregocijos que se hicieren en todo el dicho tiempo de los dichos S años
en qualesquier días üellos, así fiestas de toros, caiias, torneos, procesiones,
como otras quílesquier fiestas e rregocíjos y execuciones de justicia".
La venia importó 1.500 ducados. Las casas, según consta en el acta de
posesión del día 13 de ma^'o de 1590, estaban en los soportales de la plaza
Mayor de esta villa.
El día 16 de julio de 1590, la compradora, María Pérez, fundó un censo
sobre dichas casas a íavor de los vendedores, por el que se oblisraba a hi-
potecar otros bienes suyos para responder del censo, dejando como razón
que las casas (1) "están mandadas derribar por mandado de su magestad
para acer el sitio deltas y de otras que junto a ellas están panadería».
Una vez fijado el sitio en que había de construií^se la Real Casa de Pa-
nadería, ¿quién fué el encargado de llevarla a término?
Los escritores, a excepción del conde de Polentinos, que nombra a
Diego Sillero, además de Juan Gómez de Mora, nombran sólo a éste. Pa-
rece que todos tienen razón.
Demuestra que el maestro mayor fué Juan Gómez de Mora un docu-
-merito del año 1622 (2), en que, al iiablar de las rejas de la Panadería, dice
como luei^on encargadas a Pedro de Salamanca, que las hizo conforme al
modelo que le dio Juan Gómez de Mora, maestro mayor de las obras
de ella.
En cambio, otros documentos de 12 de marzo de 1591, dicen: «compare-
cen ante escribano Diego Sillero, alarite de la villa, Luis de Lucón, alarife
de la villa, y Antonio de VaUadoUd, vecino de Madrid, éstos dos fiadores
del primero, y dijeron que por quanto los señores de la junta, que por
mandado de su magesiad se hace por el ornato y policía, obras y limpieza
y salud dcsla villa, an encargado al dicho Diego Sillero la obra de la
Panadería que se ha de hacer cu la Plaza Mayor desta villa, en el corral
de los toros y en las demás casas que para ello están tomadas, para que
la haga toda cilaa tasación..., como parece por el acuerdo de B de junio
del año 159Ü; ellos se ofrecen como liadorcs de Diego Sillero».
"En 1594 Juan de Ballesteros, vecino de Alcalá de Henares, y Pedio
filón de la Sierra, vecino de la villa del horcajo, maestros de obras, estan-
do en Madrid dicen a la villa que sabiendo que la obra de la Panadería
que esta villa hace en la Plaza mayor está encomendada a Diego Sillero,
maestro de obras que hace olicin de alarife de la villa, a tasación, y para
darle y pagarle todo aquello en que se tassare la dicha obra, ellos se corn-

il) Lihi-o de Acias cilatlo, íol. S7,


(2) Dncuincnlo del Archivo Miiiiiclpa]. Si^-.s. 3-C2-37.
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prometen a tomarla a su cargo hasta acabarla, pidiendo, en consecnencia,


que Sillero cesase en la obra y ésta se les confiase a los solicitantes.»
Ambos documentos nos demuestran que era Sillero el encargado de
su ejecución y fué, en efecto, el que la hizo, pues en el año 1594 firma un
documento (1) pidiendo recursos para proseguir la obra, que le era muy
costosa; luego, cuando Gómez de Mora fué encargado de la construcción
de la plaza íiTayor, debió proseguir la obra ya comenzada; de otra manera
no se explicaría uno el que los documentos nombren a los. dos. Además,
las fechas de los citados documentos —unos, los que nombran a Diego
Sillero, de los anos 1591 y 1594, y el que da como constructor a Mora,
del 1622— vienen a demostrar esta hipótesis.
¿Cómo era este edificio, que había de cobijar, siquiera por algunas
horas, las personas de la real familia y su corte? JN^o podía ser una mansión
que pasase inadvertida entre las bien alineadas ca.sas de la plaza Mayor,
y a pesar de que J. J\I. Cuadrado (2) dice que esta real casa apenas se dis-
tinguía de las demás, entre las cuales estaba metida y alineada, sino por
las columnMS que revisten los pilares de su pórtico y por el agudo dintel
de las dos torres que se levantan por encima de sus tejados, el solo becho
de poseer dichas torres nos demuestra que en electo no lo fué.
No son muchos los monumentos literarios que se han conservado de
ella, porque la mayoría de los escritores suelen decir que como fué des-
truida por el incendio del año 1672, no merecía la pena detenerse en su
estudio; sin embargo, puede hacerse una idea por lo que consta en los do-
cumentos y el discurso dci regidor Juan de Tapia (3). Este hace una des-
cripción que coincide en su mayor parte, por no decir en su totalidad, con
los datos que Jerónimo Quintana nos ha dejado en las Crmidesas de Ma-
drid (4). Por ellos sabemos que tenía 122 pies de delantera y 56 de fondo.
En el centro, y debajo de la superñcie del suelo, había tinas bóvedas y ca-
pillas de gtan fortaleza y duración, que habían de sustentar el edificio, «y
de cuya resistencia dan fe Antonio de sigura y andrés de herrera {,"))», en el
año 1601. Ko obstante el número con.sidcrable de pilastras, que algunos
hacen llegar a o4, sostenían a su vez otras tantas columnas redondas, y al-
gunas de ellas cuadradas, altas, con .sus capiteles y basas. Por encima de
las dichas bóvedas y capillas y todo lo que no estuviese en cuadro se labró
de ladrillo colorado con muy buena mezcla de cal, y después de igualado
se cubrieron las traviesas de piedra, berroqueña para atar con las losas en
que estaban sentados los pilares que sustentaban los suelos de la Panade-
ría. Hl suelo estaba formado por lo.sas de dos pieS' y im cuarto de grueso;
pues si se empedraba con piedra menuda, corría el grave riesgo de desem-

(1) Vií.iie en el Aptfndice el ilocumenlo número II.


|2) E n su obra Rccue'dos y bcllt'sns de España, pág. 83.
(3) Uhi-o di: los Acuerdas de la Villa de Madrid. dc5de ol año 1671 en íidelantc. En el Archi-
vo Municipal- V í a s e .Apt'ndice, documcnio número
(4) CapíLulo liiuhido aSitnluoíldad de edirieios püblicoso, pág. 375.
(51 Archivo Municipal. Documento sigs. 3.91-52. V í a s e ApÉndlcc, docum.ento número I I I .
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pedrarse con mucha frecuencia, a causa de las cabalgaduras que continua-


mente entraban..
Ya, dejando la parte baja, ¿que vista ofrecería? Ei conde de Polentinos,
que coincide con los datos conservados por el citado )eróniino Quintana,
nos la describe muy detallada y acertadamente en su artículo publicado
en el Bolethi de la Sociedad Española de Excursiones del año 1913, por lo
cual no voy a detenerme en esta materia; únicamente me limitaré a decir
que el escudo que estaba empotrado encima de la cornisa del balcón no
íué colocado en el año 1654, como dice el conde de Polentinos, pues un
documento del Archivo Municipal (1) demuestra que lo íué antes, y en el
año 1641.
Pero esta gran obra tenía, sin embargo, que tener sus deíectos y defi-
ciencias (además de las propias de aquel tiempo) pues en el año 1634 man-
da el rey que se hiciese un paso para que, entrando los coches por la plaza
en la Panadería, pudiesen salir por otra puerta a la calle Mayor (2).
Igualmente, en el Ayuntamiento dei 17 de diciembre de 1640, se acor-
dó reparar la casa de la plaza Mayor por donde el rey entraba a la Pana-
dería a ver las fiestas, pues estaba caída, siendo el encargado de dicha
obra Giusepe iVIaestrob Cansclado (3).
En el año 1641 se procura adornarla en su fachada y se coloca un escu-
do encima del balcón de sus majestades, siendo el escudo obra de Grego-
rio Ruiz, y su coste de 450 reales. Dicho escudo, que tiene las armas que
antes estaban situadas en un (4) 'tablero que tenia 12 pies de alto y siete
de ancho, enhorotadas y aparejadas muy bien al olio y doradas el e.scndo
del Rey y los dos de Madrid", estaba situado entre las dos torres de la
Panadería, como consta de la tasación de los peritos: un carpintero y un
pintor.
En el Registro de la Propiedad Municipal, legajo 2.°, número II, cons-
ta que en el año 16,54-55 el mismo rey ordenó por un decreto el arreglo de
la escalera. Y en 16 de agosto de se dio el siguiente decreto:
°La escalera de las Casas de la Panadería, por donde subimos a los
balcones en los días de fiestas que se hacen en la plaza, es agria y desaco-
modada al subir, y indecente al bajar por el embarazo de las faldas de la
reina, de la infanta, mi hija, y de las damas, y aviendo mandado que se
hiciese una planta para que se fabricase otra escalera de mayor capacidad,
comodidad y decencia, se a formado la que va aquí, la cual ha aprovecha-
do por tenerla por apropósito.»
Mandaba el rey, en consecuencia, que se fabricase con arreglo al
plano —hasta ahora inédito— del cual acompaño fotografía.
Cotno se desprende, la casa habla ido mejorando, j hasta aumentando.
Y consta el acuerdo de los señores del Consejo de su majestad del día 3 de

a] S f g s . .'i-y'i-so.
(2) Archivo Municipnl. Slgs. 3 91-23.'
í?-) Archivo MunicipEll, Sigs. 3-92-23.
(-1) Arcliivo MunicipLiL Sigs. 3-92-25, '
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marzo de 1611 en el que dijeron: ique aviendo entendido lo mucho que a
costado !a obra de la panadería de esta Villa, la qual, aunque se a hecho
ber diferentes beccs y reparar de manera que esté segura y con la perpe-
tuidad que contiene, y para asegurar esto y juntamente para el hornato y
pulicía desta Villa, y porque en la,calle mayor podía luzir más haziéndose
la obra que está tracada por Joechin de Grajar, Agustín de Pedresa 3'
Alonso Carrero, alarifes desta Villa..., que en sustancia es hacer un quarto
que corresponda a la dicha uanaderia, que salga toda a la diclia calle
mayor; a de haver entrada para que se puedan usar dellas en las ocasio-
nes de fiestas }' en tas demás que paresciere, con unos balcones que salgan
a la dicha calle mayor...»
Pero todo ello, que creían firme y duradero, no estaba destinado a
pasar a la posteridad, ni siquiera a sobrevivir al siglo, y así en el año 1672
se vid destruida por un violento incendio, del que fué la cuna, y que pronto
pasó al resto de la plaza, produciendo así su total ruina.
Por lo mucho que de ello hay escrito puede uno darse idea, y no vov
a entretenerme en ello por demasiado conocido.

If
RECONSTRUCCIÓN

Fatalmente destruida la Casa de Panadería por el incendio violen-


tísimo que de ella surgió en la noche del 20 de agosto del año 1672, a que
antes aludí, no tardó en ser empezada de nuevo.
La misma junta nombrada para ello hace ver la necesidad de comen-
zar cuanto antes la obra de la reedificación, y, en efecto, en un escrito de
D. Martín Verdugo, del día 8 del mes de noviembre, año de 1672, se de-
muestra como se vieron ya los alzados y plantas para la nueva obra, dán-
dose comienzo a un concurso en el que toman parte varios alarifes, entre
cuyos nombres figuran los de Gregorio de Terán, como lo demuestra el
Libro de los Acuerdos (1), que dice: «f-faviendo precedido llamamiento
para tratar en lo tocante a la fabrica de la Panadería sevio un Paper y or-
den del Sr. Presidente del thenor siguiente.
La Reyna Nuestra Señora me ha remitido con decreto de doxe deeste
las Plantas que ha echo Gregorio de Teran Archilecto para la nueba fabri'
ca de la Panadería reniitoselas a Vs para que puedan berssejuntas con las
demás que ay enesta materia guarde Dios a V. M. ] j Septiembre f672—ru-
bricado por el Sr. Presidente del Consejo— Sr. Marqués de la Vegay y
vista juntamente la planta que ha hecho Gregorio Teran Arcliitecto se
acordó se ponga con las demás y para el día que setomase resolución se
traigan con ellas.»

(1) Y a citado.
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Figuran también en la lista de los concursantes «Juan de León y tho-
mas Román maesti'o de obras y se acordó que se consulte y añada una
Planta que han trazado algunos maestros estimándose que debe aver mas
plantas de otros maestros peritos pai^a elexir la que se tuviere por conve-
niente» (1). Se vid otra de Juan García.
Pero, entre todas, ¿cuál fué la preferida? ¿Cuál se consideró más digna
para recibir, siquiera fuera accidentalmente y durante poco tiempo, las
íiguras reales?
Los escritores todos, incluso el conde de Polentinos, que hasta aquí
había acertado en la historia de este interesante edificio, no logran sus
traerse al error y lo aportan con su mejor fe a la Historia del arte.
Yo, en realidad, por mi escasa preparación y poca autoridad, temo dar
el nombre del verdadero autor de la planta elegida, porque hace desapa-
recer de todos los libros el ya célebre nombre de Donoso; y, sin embargo,
la realidad se impone. El estudio detenido de los docamentos demuestra
bien a las claras el error en que se ha vivido respecto del autor de l¿t plan-
la de la Casa Panadería en su reconstrucción no fué Donoso; éste inter-
viene, s¡, conjunLamenle con Claudio Cocllo; pero el autor de la planta fué
Thoinas Roniaii y Coni.pañsi-os.
¿Qué documentos Jo demuestran? ¿Qué pruebas tenemos de ello? '1 "odas
las condiciones del contrato (2) que han resistido al tiempo y nos ofrecen ,
claramente las firmas de los afortunados artífices que iban a contribuir al
engrandecimiento de Madrid con una obra que presidiría inajestuosa el
lienzo Norte de la plaza IMayor, teatro de tantas liesiasi pero también de
tantos infortunios.
Dicho contrato y las condiciones se encuentran en el Archivo Munici-
pal; una copia de el adjunto al linal; pero aquí quiero iticloir el párrafo
que nos demuestra el verdadero autor.
"La luQla acordó cuando vio los alzados y plantas que Thómas Ro-
mán, Juan de León y sus conijíancros ahecho y las de Josel y Manuel del
Olmo mandárselas a su Magestad a que eliga.»
Otro. <La misma junta en la cual formaban parte el Padre Francisco
bautipla de la Compañía de Jesñs, Fray Lorenzo de San Nicolás de la or-.
den de los Recoletos Agustinos Architectos y Juan Ruiz maestro de obras
y haviendo visto las plantas echas por Thoinas Román maestro de obras y
Josef del Olmo apreciaron las hechas por Thoiaas Román sin hallar
enellas cossa que en mendar ni reparo que hacer."
¿Queda ahora alguna duda respecto del autor? ¿Puede decirse, creyén-
dolo, que fué Donoso? Si permaneciésemos creyéndolo, después de vistas
las pruebas, podría decirse que cerrábamos los ojos ante la verdad, volun-
tariamente.

(!) Libiv de los Acuerdos, y;\ citado.


(2) Vüase .Apéntllce, documento iiúmeio I. (CopÍLi del Drlgiii:il que catil cu el Archivo Muni-
cipal. Sigs, 3-9:Í-!0.)
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y ahora, que creo haber dejado esclarecido el error que hacía a Do-
noso el autor de este viejo e interesante ediñcio, intentaré hacer una des-
cripción, ron todoa los detalles posibles.
Maíerialcs. — La.s losas que tenía antes del incendio se aprovecharon;
pero desechándose las pasadas al fnegopor otras nuevas de la misma cali-
dad que las anteriores. Es decir, que una ve^ más en la historia del arte
se cumple el principio de aprovechamiento que todos los antiguos usaron.
Las piedras habían de ser berroqueñas o de canterita. También usaron el
ladrillo para bóvedas, etc.
¿Qué disposición tenía? ;Cómo era el edificio en cuestión? Su aspecto,
desde la plaza Mayor, no podía ser más sobrio ni interesante. Sin querer
reclama nuestra atención, destacándose a l a par que armonizando con las
demás casas de la hermosa plaza, que, en verdad, no llega en belleza a la
de Salamanca; pero que no deja de tener gran importancia. Apenas entrar
en dicha plaza vemos destacarse la sobria lachada, que descansa sobre re-
cios pilares de piedra, que forman el .soportal, y que se unen formando ar-
cos .semicirculares, dando origen a una arquería de 11 arcos; los pilares
son de piedra tosca.
Está formada dicha factiada por tres cuerpos, y los extremos son dos
torres. El primer cuerpo tiene 10 huecos, c(ue forman balcones, y en el
centro se destaca el balcón real, mientras que en los otros dos cuerpos .su-
periores no existen más que los 10 huecos.
La fachada estaba formada por 11 claros, con sus medias columnas,
con basa y capitel, arquitrabe, friso y cornisa.
El balcón de sus majestades, y el que le corresponde arrimado a las
casas que fueron de sardeneta, tenía sus arcos salmeros. Todo se labró de
albañileria, y las ventanas que daban a la plaza tenían soportadas de pie-
dra ben-oqneña con su arquitrabe.
Las torres, que seguramente ocupaban el mismo sitio que otras que
debieron existir antes del peno.so incendio, estaban rematadas por chapi-
teles, empicarados y emplomados, rematados por una cruz y una bola. La.s
esquinas subían de abajo a arriba, de maj'or a menor, almohadilladas has-
ta recibir las cornisas, que eran de cantería.
Digo que las torres ocupaban el mismo lugar que otras que debieron
existir antes del incendio, porque de ellas nos habla José JMaria Cuadra-
do (1); también Schübcrt (2) lo da como probable, y sobre lodo Quintana,
en sus Gra7idcsas de Madrid, nos las describe seguro.
La fachada, a pesar de su seriedad, se adornó con frescos pintados por
Claudio Coello, que el tiempo, actuando en su poder destructor, hizo des-
aparecer, y de los cuales no nos quedan más datos que los que comprende
la descripción de Schübcrt, que nos dice; «En el primer piso empleó basa-
mentos coronados rodeados de figuras, y en el segundo cuadros ovales con

(1) Recuerdos y ballenas de Espaira.


(2) El Barioco en España, pág.i. MU y 194.
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figui^as y ricos guarnecidos y en ei tercero bustos coronados con nichos
sobre las correspondientes basas," Esta decoración engalanaba un poco
más su sólida arquitectura, y, según Scliúbert, ofrecía un aspecto solemne
de grandeva en que ganaba lo pictórico a lo arquitectónico.
No podría dejar pasar inadvertidos los escudos de armas que contri-
, buian a su embellecimiento, y que fueron traídos por Nicolás Barberi,
quien se comprometió a traer de Genova las armas reales de su majes-
tad (1), de mármol blanco, labradas en toda perfección, y cuatro armas de
la villa y dos mármoles para los letreros. Todo ello labrado en conformi-
dad de los dibujos que se enviaron allí para este fin, y por lo cual se pagó
al dicho Nicolás Barberi 140.168 reales de plata, como se había comprome-
tido; y en efecto, todo ello vino de Genova antes de septiembre de)
año 1674, y cumpliendo el compromiso, el día 2H de febrero, D. Francisco
Pascual de Ibárí'a, juez en Alicante, certificó que en dicho día entró en
dicho puerto la nave nombrada Arc¿i. de Noé, de la cual era capitán i\IÍguel
Angelo Rosso, y en el día 2 al 3 la llamada Nuestra Señora de Loreto, en
las cuales venía el envío (2),
El coste fué por 'el co.ste y costas de los marmoles que an venido de
Xenova con el flete asta puestos en alicante conforme la quenla se hadado
son {con el cambio) 150.863 reales». Los gastos en Alicante (3) —según la
cuenta firmada por Paulín (a quien venian dirigidos)— fueron 333 reales
de plata.
Estos tableros de mármol que se encargaron para las inscripciones
fueron labrados y colocados uno sobre la cornisa con la siguiente inscrip-
ción:

«Reynando Carlos 2.°-Governando D." Mariana su madre año de 1674.»

Otra se colocó en el aixo del callejón del Infierno, hoy del Triunfo;
otra sobre el arco frente a la bajada a los sótanos o Caballerizas (4).
Además de estas inscripciones y mármoles, que daban una nota más
de suntuosidad en la fachada, había una serie de adornos, debidos al maes-
tro ensamblador Pedro Delanda, hechos en yeso, que decoraban la venta-
na de sus majestades, y por los dibujos para ello y los de las armas reales
y las de la villa le pagaron 339 reales de vellón {':).
También se pagó a Marcos Gm-cía, dorador de bronces, 1.500 reales
por ^8 rematos rramilleteros de bronce yquatro mascarones dansimismo
de Bronce todas doce piezas doradas de oro molido que ande servir para
adornos albalcon de sus Magestades».

{1¡ Viiase en el Apiínili™ el documento número [V (Copla delconlraio üsisitiiic en ci Archi-


vo Municipal).
(3) V í a s e Apéndice, documento numero IV, titulada «Escudo».
&¡ Vtfase ApEÍndioe, documento número IV del Ar::hivo Muntclpal. Sigs. 3-93-16.
(4> Viíaie Apiíndicc, documento titulado ilnscí'ipcione^ en la íachEldas.
(5) Véase Apéndice, documcíito titulado aAdornosp.
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A Alonso Carrasco se le dieron 5.4% reales por 88 bolas remates en


bronce que se pusieron en los balcones de la Panadería.
• Obra de Rodrigo Carrasco fueron los remates blancos de la sobreven-
tana del balcón del rey.
Hay que añadir que se encargó para imprimir con ella la fachada una
lámina de bronce que se ajustó con Pedro de Villa Franca, pintor y escul-
tor de su majestad, «que bibe en la calle de las vertas, dándole :"i.000 reales
de vellón y comprometiéndose a darla en el termino de 2 meses» (1).
Toda esta espléndida fachada estaba coronada por un tejado de piza-
rra que contribuía con su tinte oscuro a realzar la sobriedad del vetusto
edificio.
Franqueemos ya el dintel de la puerta, y lo primero que encontramos
es un portal formado por arcos de canterita, de piedra berroqueña, y
bóvedas de ladrillo sobre dichos arcos y tabicados y doblados con dos
dobles y jarrados por abajo y macizos de yeso y ladrillo todos los ensartes
hasta su corona, de manera que ciuede a nivel del suelo o Uadero de la par-
te del cuarto de sus majestades.
«La escalera Principal por donde subían las reales personas tenia
las 4 pilastras de enmedio de cantería y las paredes repisadas de yeso>.
Las gradas de una pieza, y cuya materia al parecer no podríamos precisar,
pues según una condición del contrato de los constructores habían de ser
diclias gradas de «Una pieza cada Una, de piedra berroc|uefia, y las piedras
en que andessentar labaranda debalaustres de Ierro andeserajustados
con las alturaS''; pero según otra condición del mismo contrato (la núme-
dice «Es condición que la escalera Real de sus JMagestades a dcser de gra-
ro 18), das de Madera con un Bocel o íilete y copapada del ancho que
se demuestra la planta y encima el adoi^io de sobre escalera que le
cupiese en la conformidad que estaba guarnecida por estar y en el mismo
sitio».
Como se ve, la contradicción existe, y es grande; pero siguiendo en la
lectura del mismo contrato nos encontramos con otra condición que lo
aclara, dándonos la clave del asunto.
Hay una aclaración que dice sque la escalera Real de sus Magestades
que como supone enia condición que adeser de madera se advierte que
conbenimos enquesea de Una Pieza echándole un barron de Ierro acada
una por debajo*.
Además de esta escalera principal existían otras para el uso corriente,
pues en una de las condiciones dice que a las personas que vivan para
cuidar de lo bajo "se les h a d e dar unaescalera a cadalado^, por dentro de
la Panadería, «por altarse mas de Veinte y seis pies de alto desde el patio
hasta el suelo del cuarto de sus Magestades y las pilastras ser muy delga-
das Para tanta altura»; y en la condición 20 dice a su vez «que seandeacer
dos escaleras donde demuestra la planta de Peldaños de Viga de media

(11 V í a s e A p í n d k e , clocumeino ululado ' L á m i n a úi; Bronce».


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Vara aseRada con sus cielos rasos guarnecidos entodos los tiros y mesas
y pasamanos labrados de raadera». Todo ello blanqueado.
La sobreescalera se adornó con un recuadro y con perñles y adornos
que fueron a gusto del artífice, como se despr ;nde del contrato.
Además, según dice el conde de Polentinos, estaba adornaba con un
zócalo o azulejos iguales que los que decoraban tan brillan I emente la cá-
mara o cuarto desde el cual presenciaban sus majestades las fiestas; cuan-
do hable de esto diré algo sobre dichos azulejos. Parece que sí, que tam-
bién la escalera estaba adornada con ellos, aunque los documentos no
dicen nada de ello directamente.
En cuanto al interior, ¿cómo era?; ¿qué distribución tenía? En el Archi-
vo IWunicipal existen unos planos que, aunque no están fechados, la letra
en que están escritos sus rótulos o letreros nos hace suponer son los de
su reconstrucción, porque son del siglo xvu. Van firmados por Jtian Gar-
cía de Gonzalo.
Dichos planos, que son dos, uno de la planta baja y otro de la alia, da-
rán mejor la idea de lo que esta Real Casa de Panadería era en sí.
A la parte delantera, y a ambos lados, tenia unas escaleras, que con-
ducían al segundo piso y que daban una a cada extrerño del edificio y con-
tiguas al cuarto de sus majestades En la parte que daba a la calle I\íayor
había una tercera escalera, sin duda destinada al servicio de los Iiabi-
t^intes y tiendas que ocupaban aquel extremo del edificio, destinado en
pai"te para vivienda de los corregidores; según hace constar el conde
de Polentinos (1), se acordó en sesión del 7 de septiembre de 1672. En la
parte baja, y en el extremo derecho (visto desde la plaza Maj'or), había
unas habitaciones destinadas para el 'Alcayde». Esta, más algtma otra
dependencia, ei"a lo que constituía la parte baja.
En su parte alta (que tenía casi la misma distribución), ocupando casi
todo el frente, estaba el cuarto de sus majestades, subdividido a su vez en
sentido longitudinal, formando una arquería de tres arcos, de los cuales
el del centro era mayor, y los de los extremos, iguales. Cada uno de estos
aposentos, que en realidad eran uno solo, estaban espléndidamente ador-
nados con azulejos, que contribuían a dar una nota de riqueza en el majes-
tuoso salón.
Estaba formado por vigas de tercia y cuarta, con bovedillas y cielos
rasos, ricamente decorados por dos célebres pintores: Joseph Donoso y
Claudio Coello, que acordaron pintar y decorar las salas, que eran tres (2),
y por cada una se les había de dar Í.OOO ducados, obligándose a darlas aca-
badas y pintadas para fin del mes de mai-zo de 1674. Dándoseles para em-
pezar la obra 700 ducados, y el resto en mesnadas, cada una a 3.614 reales,
empezando desde el mes de septiembre del año 1073 y acabando en marzo
del 74. Los dibujos que ejecutaron fueron vistos y elegidos antes por la

(I) Articulo citado, Bolelin del año 1913,


(2| "Víase Ajiíndlqc, documento número . .'\rchlvo Municipal. Sigs. H-92-16.
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Junta; pues en el acuerdo dice 'piíittaremos y adornaremos las dichas 3 sa-


las de la dicha cassa de la Panadería executando sus adornos y demás co-
sas en conformidad de la planta de una de dichas saias que exe\'imos en
diciía Junta y las de laí otras dos. También entregaremos los dibujos de
ellas para la elección y conformado que esté su esecución las daremos
acabadas de pintlar y adornar cntLodas lorraas a lo que nos ttoca ottocar
pueda en nuestra facultad y arte para íin del mes de mar;;o...»
Ahora bien. ¿Cómo eran estas pinturas de que nos hablan cas! todos
los escritores del Madrid antiguo? El conde de Polentinos nos las describe
con bastante extensión, y dice que Claudio Coello pintó la parte central
del salón, que tiene un escudo inclinado, con las armas de la monarquía
española, sostenido por cuatro virtudes cardinales y grupos de áuíreles;
el resto —dice— fué pintado por Donoso, y sus elementos arquitectónicos,
barrocos de admirable perspectiva; en efecto, ésta es hermosísima, a poco
que nos fijemos en la admirable composición; los colores de esta pintura
al fresco nos hacen fijarnos en sus grandiosas figuras y, sobre todo, en el
movimiento que parece desprenderse de ellas, especialmente la que re-
presenta la Justicia, con su balanza en la mano izquierda y la espada en la
derecha. Tanto el tema como los atributos, con ser un asunto tan usado,
están trazados con una períeccíón tal, que nos hacen pensar en algo nuevo.
El suelo lo forman baldosas, mientras que el de los cuartos restantes
eran ladrillos -de herribera todo raspado y cortado». Tenía dicho salón un
esquilfe por debajo, «guarnecido de j'eserta y sus cornisas al rededor con
un recuadro en medio y la picea que leco Responde detrás y Caen las Ben-
tanas al patio también con el esquiiíc y adorno que la antecedente».
Los azulejos que forman la espléndida decoración, y que completan la
obrado Donoso y Claudio Coello en el salón de sus majestades, fueron traí-
dos por Alonso Gutiérrez yjoseph Jlartínez, vecinos de la Villa de Madrid
y mercaderes de vidrios, como se acordó en lajunta del día lü del mes de
julio del año 1673, en que se obligaron de mancomún aentregar 14.00Ü azu-
lejos, más o menos los que fuesen necesarios, conforme a la muestra vista
en la Jimta y llevada al oficio del presidente, en los cuales entran 650 ali-
zares y los demás azulejos necesarios para ocho escudos de armas de su
majestad, y otros ocho de las de la villa, y los azulejos para los ramillete-
ros y los remates que les ordenara, comprometiéndose a entregarlos en la
Casa Panadería para diciembre de 1673, por precio, cada azulejo de la gra-
nadilla, de real y cuarto, y los de las armas de su majestad y las de la
villa y ramilleteros y remates, a dos reales cada uno, y en caso de no dar-
los para dicho tiempo se les ponía 200 ducados de pena. Los alizares a
15 cuartos cada uno.

Importando el total de los azulejos lo siguiente:


15.374 azulejos de granadilla, a precio cada uno d e . . 38 nis.
12 escudos de armas de su majestad, y en ellos 576 .
Azulejos, cada uno de 2 reales.
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— 3/0 —

. 12 escudos ele armas de la villa, y en ellos 360 azule-


jos, cada uno de 2 —
18 pilastras, y en ellas 1.152 ídem, ídem de 2 —
100 ramilleteros, y en ellos bOO ídem, ídem de 2 —
550 alizai-es, a ;..¡.-. £0 ms.

La colocación de lodos ellos íué encargada en el cuarto de sus majes-


tades y escalera principal a los soladores Andrés Martin, Luis Bueno, An-
tonio Asensio y Juan Valle. Completando, con sus tintes azules de legíti-
mos talayeras, los escudos de sus majestades y de la villa, la nota de poli-
cromía que darían con su presencia las lelas de los personajes de la corle,
que tantas veces se reunieron con la alegría y brillantez propia de aque-
llas espléndidas y clásicas liestas.
Otra de las piezas que merece especial mención, por el cuidado que pu-
sieron en decorarla, fué el palio, debido, sin duda, a que era lugar desig-
nado para los coches de sus majestades, y para el cual se ajustó con Car-
los Cottier, en 1673, la fuente que había de ocupar el frontispicio del patio
en el precio de 28.000 reales (1) —y cuya ejecución tuvo C|ue amoldarse «al
modelo y dibuxo que présenlo y ha firmado de mi el presente secreta-
rio»—, y la cual se componía de 20 pies de latitud, sin contar los leones y
el escudo, y 22 de ancho. Los leones se hicieron al contrario de como apa-
recían en el dibujo, es decir, agarrando el escudo; la figura era de mármol
de Genova blanco; fué traída con los mármoles de los escudos en las na-
ves Nitesti-n Sefiora de Lorcto y Arca de Noé, por mediación de Nicolás
Barberi, y vinieron en tres cajas (2). Dicha figura la componían dos niños
y una estatua de Diana; su precio fué lOÜ libras, mas cuatrode dos sueldos
y dos dineros por derechos.
Sobre dicha fuente se colocó un escudo, por el cual se pagaron 1.600 rea-
les, y fué obra de Manuel Pereira, a quien también se le pagaron 10.600
reales de vellón por siete escudos de armas, incluyendo con dichos escu-
dos sus respectivas coronas, asimismo de mármol.
Completando la decoración del patio, además de lo referido, existían
ios fiorones y jarros, que adornaban la arquitectura, y las bolas que esta-
ban encima de la íuente, que eran de mármol blanco, del más blanco que
se encontró en España; la obra re.stante fué de mármol de San Pablo, y los
embutidos de jaspe de zexi (3). Dejando la fuente en disposición de que
corra el agua en el termino de diez meses, a partir de abril de 1073.
Se colocó también en el palió una reja, obra de Luís Collado, maestro
cerrajero, que valió 500 ducados de vellón (4).

(1¡ VíHSc Apiíndice, [iocurasnio tiUilatio «FuenlCK (Aicliivo Municipal;.


(2) Vtfasc A¡iíndicc, documentos titulados aEscudos de A r m a s y ¡"'"ucnic» (.Archivo Muni-
cipal).
(3) Véase Apéndice, dotunicnlo liiulatlo d-'uínlc» (Arcliivo Municipal).
(fi) Véase ."apéndice, documento titulado nAdornos» (Arelilvo Municipal).

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- 376 -
La obra de cerrajería de todo el edificio se encargó a Pedro Sánchez,
cerrajero de su majestad, Domingo Heserán y Juan Gómez (1).
Existe, además, en el Archivo Municipal un plano del interior y de la
segunda planta del mismo edificio, qiie carece igualmente de fecha, pero
que también por su letra podemos fechaiio aproximadamente, siendo
desde luego posterior, del siglo xviii. Desptiés de haber visto los ante-
riormente descritos, apenas mirarlo, nos salta a la vista su menor tamaño;
es decir, el edificio perdió teixeno, influyendo en ello sin duda el cambio
de costumbres, con lo cual la Casa Panadería vio poco a poco declinar su
importancia y paso a la posteridad como un recuerdo histórico, y yn olvi-
dado por conocido.
El pretender hacer su historia hasta la época actual es labor que con
gusto lo hubiese hecho, sí la premura del tiempo me lo hubiese permitido.
Pero, a pesar de mis buenos deseos, me veo obligada a terminar por aho-
ra con la reconstrucción da 1673-74. Quizá algún día siga mi estudio en
las vicisitudes y cambios por que ha pasado la Casa de la Panadería, que
fné durante algún tiempo ocupada por la Academia de San Fernando, y
que presta hoy su asilo al Archivo Municipal, haciéndonos olvidar con sus-
pinturas y el brillo de sus azulejos los carcomidos papeles, testigos y
recuerdos de tanta grandeza y tanta desgracia a la vez.
Por último, y antes de terminar, quiero dedicar un recuerdo de
agradecimiento por las facilidades que me íueron dadas en dicho Archivo-
]\Iunicipal para mis investigaciones, y sobre todo al culto, y por mí tan
apreciado, catedrático de la Universidad Central y Archivero, D. Agustín
Millares Cario.
ESPERANZA GUERE/I SÁNCHEZ-MORENO^

(1) V¿a5c A¡iíiii11i;c. dricumonEo titulado iRemates™ (Archivo MHnidpa.L)

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- 377 -

BIBLIOGRAFÍA

Jerónimo Quintana. — ^ la muy noble, antigua y coronada villa de Ma-


drid. Hisioria de ñu antigüedad, nobleza y grandesa. Edic. Madrid,
año MDCXXIX, pág. 375, cap. LVI.
Olio Schúbert.—/í/s/orá del Barroco en España. Traducción del alemán
por Miguel Hernández Alcalde. Hdic. Madrid, MCMXXIV, paos. I'IO
y 194.
Semanario Pintoresco .—La Real Casa de Panadería en la plasa Mayor
de Madrid, 1844, págs. 401-402.
Conde de Polentinos.—^o/e/ííj de la Sociedad Española de Excursiones,
año V)Yi. Capítulo titulado =Las Casas Ayuntamiento y la plaza Mayor
de Madrid», págs. 35-61.
Conde de Vol&nímos.—Boletín de la Sociedad E-pañoln de Excursiones,
año 19iy. Artículo titulado "Incendios ocurrido.s en la plaza Mayor de
Madrid», págs. 39-54.
Mesonero Romanos.—ií¿ antiguo Madrid, págs. 121-137.
Llaguno Amirola.—ÍVOÍÍ'C/ÍÍ de los arquitectos y arquitectura en España,
tomo VI, págs. 3S0-381.
Gil González DAVúa.. —Teatro de las grandevas de la villa, de Madrid.
Edic. Madrid, MDCXXIII, cap. V, (ol. 12.
Manuscritos del A rchivo Municipal de Madrid y de la Biblioteca Nacional.

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APÉNDICE

DOCÜMEXTO N'LMERO I

Aíw 1672.—Archivo Municipal.

'Contrato-Condiciones y precios para fabricar la inieba obra quessea de


hacer En la plaza mayor y panadería.

Es condición que todas Las losas de Elección que ay se an de lebantar


Y reconocer Si están passadas al fuego o no, Y si lo Estubiesen no an de
servir sino poner otra uuebas de Un pie de grueso y ancho y largo lo que
Vbiesen mcnesler según Para donde fuesen.
Es condición que sea de Executar según la planta baja todo lo que
mira a la pla^a de armería de piedra berroqueña Las pilastras de piedra
berroqueña asta el pabimento del qiiarto de sus Magestades.
Es condición que en todo lo que dice el portal an de ser arcos decante-
rita de piedra berroqueña y bobedas de ladrillo sobre dichos arcos tabica-
dos y doblados con dos dobles y jarrados por abajo y macizos de yeso y
ladrillo lodos sus ensartes asta su corona de manera que queden a nibel
Por la parte del suelo o lladera de dicho quarto de ssus Mes.
Es condición que Kn todo El resto del dentro de la panadería desde
las rrcjas adentro au desser assi arcos Como bobedas fabricadas de ladri-
llo Con dos dobles y jarradas por devajo y mficii,:as todos sus enjardes
de yesso y ladrillo En esta mesma conformidad que las de encima de dicho
portal.
Es condición que esta escalera Principal por donde an de ssubir los
Reyes se a de acer las qnalro pilastras de En medio todas de cantería y las
de las paredes an de sser repisadas de j'esso.
Es condición que las gradas todas an desser de una piedra berroqueña
y las pilastras En que an de sentar la baranda de balaustres de Ierro an de
ir ajustadas con las alturas Y que las de dichas gradas Con sos cajas an de
tener tres dedos mas altas C[ue los boceles de dichas gradas.
Es condición que para que carguen las gradas se a de acer asi Como en
las mesmas bobedas tabicadas de ladrillo con dos dobles y enjarjadas En
la mesma Conformidad que las de arriba y por tales adornadas como me-
jor pareciese a El arirffe acuyo Caríro quedare adbirtieudo que asi arcos
como ymposlas y rrepissas an de sser Emitados decantesta y el casco déla
bobeda blanqueado.
Es condición que la sobre escalera se a de adornar con Un requadro
Con los Perfiles y adornos que mejor iepareciese a el artífice a cuyo cargo
Esíubiesc por ser parle Principal de dicha escalera.
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Es condición que El aleado que Eligiesen los Señores déla Junta Plan-
tas se a de Executar Sin poder Iiiobar En cosa alguna sino fuese Con pa-
recer de dichos Señores.
Es condición que las mezclas de cal que seVbiessen de acer an de ser
Una espuerta de cal y dos de arena.
Es condición que el ladrillo que segastasse En las paredes a desser
losado lo de las paredes de fuera y rrosado lo de dentro.
Es condición que el ladrillo que se gastase en las cilaras a desser deco-
lorado y de lo que pinta 3' dichas citaras Se an de acer de Yesso cernido
de criba.
Es condición que eí yeso que se Vbíese de gastar En toda la obra se
a de acer y machacar En ella y no sele a de hechar mezcla ni fraude algu-
no mas quetan solamente la piedra Y cisco que saliese della.
Es condición que todas Las armaduras an desser Cul^ierlas de pi^aiTO
y los chapiteles y pies derechos de buardillas y todos los íaldones de las
armaduras donde se a de pisar.
Es condición que los cubiertos délas piezas que se acen dibidiendo El
patio an de ser tejados con teja de larribera y alero de modillones de ma-
dera por ser obra queCay En lo interior y no bcrsse sino es desde El Patio
o ventana del.
Es condición que el Salón de sus Magestades a de ser debigas deter-
cia y quarta Con bobedas y cielo rraso Por debajo.
Es condición que todos los demás suelos de todos los qiiartos an de
ser con bobediUa con las maderas que les corresponden a sus guecos y en
todas las paredes Soleras de Bigas de quarta y sesma y en los cerramcntos
Carreras de bigas detercia y quarta.
Es condición que asi para Encima de los capiteles de las pilastras que
dibiden los patios Como para sus Entressuelos Se an de hechar dos bigas
juntas deuna "Vara en lasdich;is pilastras Enque a n d e cargarlos suelos
de bobedillas.
Es condición que En las piegas que atrabiesan y dibiden El patio se
an de acer Entresuelos para que en ellos biban las personas que an decui-
dar de lo bajo dándoles Una escalera a cada lado por dentro de la panade-
ría y eso por Causa de alearse mas de Veinte y seis Pies dcalto desde el
patio asta el suelo del quarlo sus filageslades y la.s pilastras son muy del-
gadas Para tanla altura.
Es condición que asi las Esquinas de las torres que miran a la plai;a
Como las ynteriores del liltimo Cuerpo y cornisas asi de torres como de
os quarlos an de ser de canteria de Piedra berroqueña romo lo demuestra
El aleado.
Es condición que todas las portadas de las bentanas que miran a la
plaija y pilastras del balcón de sus Magestades an de ser de piedra berro-
c|ueña.
Es condición que las armas y adornos del balcón de sus Magestades
an de ser de piedra berroqueña de tamajón.
Ks condición que el quarto de sus iMaíiestades se a de solar de Valdosa
y los demás quartos de ladrillos de la rribera, todo raspado y cortado.
Es condición y rematada toda la dicha obra dejándola blanqueada y
solada Eceto puertas y bentanas cerraduras Plomo pitarra de los balcones
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nes balaustras de esscalera y los de las armaduras, tendrá de costa asta


ciento y ochenta mili ducados de bellon.
Siguen las condiciones: Primeramente suponiendo que estén los ci-
mientos y Bobedas de las caballeri^-as Buenos y que si tubíeren algún Re-
paro se a de tajar después de echo por la persona que los Señores nombra-
ren se an de sentar losas de elección de una quarta de grueso labradas y
escodadas debajo de todas las pilastras y las de la planta de la panadería
en la pla^a an de yr Encadenadas de cabo a cabo dejando Los claros de
las lumbreras.
2. Es condición que todas las pilastras de la panadería en el den-
tro an de Vr como la planta demuestra con sus boquillas en los Rincones
de dos pies y quarto en quadrado Con Qocalo y capitel toscano labrados y
tri 11 chantados despesadas que suban asta el alto del primero suelo de las
Vigas maestras.
3. Es condición qne la fachada de la placa a de Uebar once claros
como demuestra el aleado y las pilastras Con sus medias colunas déla
salida que les Pertenece con basa y capitel Architrabe friso y cornisa en
la forma y con el adorno que en el se demuestra.
4. Es condición que el claro que en el se muestra por donde an de
entrar sus MagesLades y el que Ic coResponde aRimado a las casas que
fueron de sardeneta An de flevar sus arcos salmeres aResrla en la forma
que se muestra en el ali,:ado.
5. Es condición que se an de s:rutar en el primero suelo las cadenas
de Vigas de media vara de andar en dos Para que guarden el vilo de la pi-
lastra en los Rincones de las Boquillas después de guarnecidas con toda
perfección.
6. Es condición que sobre Las dichas cadenas an de senlar los made-
ros del primero suelo de gruso de quarta y sesma con sus Cielos Rasos
guarnecidos y Remattados y salpicados de Cadenas.
7. Es condición que en la pieca donde asi.sten sus magcstadcs se a de
echar el cielo deVigas de tercia y quinta con su csquiUe por debajo guar-
necido de Yeserta y sus cornisas alRcdcdor con un requadro en medio y
la picfa que le corresponde detrás della que Caín las Bentanas al palio
a de ser de bigas de quarta y sesma de Veinte y dos pies con el esquille
y adorno que la antecedente.
8. Es condición que las dos galerías de damas y caballeros que cogen
lo largo de la fachada an de llebar sus bobadillas toscas para f-Iacer Cielos
Rasos por debaxo faxeados Por Rincón y Rematados de yesso negro y
blanco.
9. Es condición que la fachada déla placa se a de íabrar dealbañilerja
de entrejunto e de jaboncillo agramillado Con cal y arena zernida de en
mezclando a dos espuertas de cal tres de arena y la cal Repesada.
10. Es condición que En todas las Ventanas de la fachada de la pla^a
se an Echar soportadas de piedra berroqueña como a de ser lo demás de
ellas. Con su arquitrabe como demuestra el aleado y las Bentanas donde
asisten sus Magestades a de llebar el ornato que por el semuestra con
toda perfeción.
11. Es condición que en la dicha tachada .se an de sentar sus cornisas
pie... que entregen todo elgrueso de la pared y salgan con sus molduras
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que muestra el aleado para sentar encima Los Balcones y laque cor... el
edificio Recibiendo las Corientes de las armaduras.
12. Es condición que toda la madera de los suelos de qualquier largo
que fuera a de ser de quarta y sesma labrada Con sus Bobedillas Eema-
taaas.
13. Es condición que todas las CaReras de los ámbitos maestros an
de ser de Vigas de tercia y quarta labradas y los pies derechos de dichos
ámbitos asi mismo de tercia y quarta Con alitaras de ladrillo y yesso cer-
nido forradas y rematadas.
14. Es condición que todas las dibisiones que por la planta se mues-
tran fuera de dicho ámbito an de ser de giones de quarta y sesma entrama-
das y tal ...cadas Jaharradas y blanqueada.^.
15. Es condición que todas las armaduras an de ser de Vigas de quar-
ta y sesma EnRasados encima con tabla deCora! yembarconado donde le
to ...Bien ciaba do Conchillon Real y enpicaradas todas las dichas armadu-
ras y emplomadas en los Rincones de las Buardas que serán... que mues-
tra el aleado y otras quatro a la parte del patio.
15. Es condición que se an de Hacer dos chapiteles En la forma con
el ornato que demuestra el aligado en picaRadas y enploraadas con Cruz y
Bola y lo que en el ,se demuestra.
Vil Es condición que las esquinas délas toRes ande subir de abajo
aRiba de mayor y menor almoadilladas asta Recibir Las cornisas de las
dichas toRes que an deser de Cantería como por el se demuestra.
18. Es condición que la escalera Real de sus raagestades a de ser
de gradas de Madera con su Bocel y filete y copadas del ancho que se
demuestra la planta y encima El adorno de sobre escalei^a que le cu-
piese En la conformidad que estaba guarnecida por estar 03' en el mismo
sitio.
19. Es condición que el quarto Principal donde asisten sus magesta-
des a de ser solado de baldosa y los demás quartos de ladrillo de Aranjuez
corlado y Raspado con toda perfecion.
20. que se an de hacer dos escaleras donde demuéstrala planta de
Peldaños de Viga de media Vara aseRada con sus cielos Rasos guarne
cidos con todos los tii-os y mesas y Pa.samanos labrados de madera.
2L que se an de Blanquear todos los quartos de aRiba abujo y Cielos
Rasos de la panfíderia y escaleras Como se acostumbra.
22. que sea de losar el patio que está señalado en la planta de losas
labradas y esquadradas de dos pies en quadro con mezcla de cal y arena
de dos y una.
23. Que Ins tres medianerías se an de hacer sus paredes gruesas como
la planta demuestra de albañileria con mezcla de dos de arenü 3' una de cal
zemida y llenas con ygualdad.
24. Que los maestros an de sacarla tierra al campo a su costa 5'se les
a3'gan de dar ios despoxos que ay en la platea de piedra y cascote 3' ladrillo
que en la conformidad dicha ejecutado como el a declarado Costara la can-
tería albañileria y carpintería de e.sla obra Ciento y treynta 3"" siete mili
ducados y lo firmamos en Madrid a diez de noviembre de 1672 años.—
Marcos Lopes.-—Luis Román.—Thomas román.-Juan de Leon.—P."
Laynes.
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Es declaración que la escalera Real de su Majestad como se pone en la


Condición que a de ser de, madera se advierte que corabenimos en que sea
de Gradas de piedra de Una Pieza echándole Un berron de Ierro acada
una por debajo que se nos a de dar asi con el demás Ierro para dicha obra.
Es condición que sobre las pilastras del cuerpo de la panadería y por-
tales déla Pla<;a se han de hacer sus bobedas de lo que pinta tabicadas y
dobladas y sacadas sus enibocadui^as y jarradas y Blanqueadas y i'emata-
das en toda íorma y esto sea de executar en logar de la Caxa de Vigas y
suelos rasos del dicho quarto.
Es condición que las armas que se demuestran en el Algado nos obli-
gamos de executarias de piedra berroqueña o de tamajon como pareciere
a los señores déla junta y en esta Conformidad con lo restante de la obra
conforme a las condiciones ariba declai-adas nos obligamos de xecutar la y
Hacerla en los ochociento y treinta y siette mili ducado? de Vellón y los
despojos especificados y lo firmamos en Madrid a catorce dias del raes de
noviembre de 1672 años.
Con estas condiciones nos obligamos a dar fenecida y acabada esta
obra por lo que a nosotros toca en la conformidad de nuestra Planta y alga-
do en tiempo de diez y nnebe me.ses que se an de empezar a contar desde
el dia que se nos entregaron los dichos treinta mili ducados y si por algu-
na causa se nos dexasen de enf.regar los cinco mili ducados de cada Una
de las dichas mesadas aprimero del mes como lo ponemos en condición
o se no mandare detener la obra por alguna razón ase mesmo tiempo que
se delatare la paga ose mandare suspender la dicha obra se aya de añadir
a ios dichos diez y siete meses contados como dicho e.s y no Cumpliendo
de nuestra Parte con lo referido, se nos ayan de descontar los siette rail du-
cados que restan del precio Principal a que nos obligamos v os obligamos
a dar fianza a satisíación de dichos señores déla Junta y lo firmamos en
dicho dia mes y a.ño.-Jiian de Leoii.—JhomaSi Román. -Marcos Lopes.
Luis Román.

Y nos obligamos a hacer los cimientos que fueren menester y dice


nuestra plana de pedernal lino y las armas de su Magestad y de Madrid y
los letreros los hemos de hacer de piedra berroqueña o de tamajon y si a
la junta le pareciere sea de otra piedra senos a dcbajar de nuestra postura
lo que montase la piedra de tamajon o berroqueña.—('/"-o,'; mismos.)

Año 16/3.

La Junta acordó, cuando vio los aleados y Plantas que Tomas Román,
Juan de León y sus compañeros an echo y las de Josef y Manuel del Olmo
mandárselas a su Magestad a c|ue eliga.
La Jnnta en la cual formal)an parte el padre Francisco Baupptista de la
compañía de Jesús, fray Lorenzo de S. Nicolás de la orden de los Recole-
tos Agustinos arquitecttos y Juan líuiz maestro de obras y haviendo visto
las Plantas echas por Thomas Román maestro de obras y Joseph del Olmo
apreciaron las hechas por Thomas Román sin hallar en el co.sa que en
mendar ni repai^o que hacer.»

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•ii;: lioo £i!.- ' D O C U M E N T O NÚMERO I I

Año 1594.;-Registi-o de la Propiedad Municipal. Leg. 2, núin. 3.


Ai'chivo ¿Municipal.

"Muy poderoso Señor.


Diego Sillero maestro de obras a cuyo cargo está ]a obra y fábrica
de la panadería que por mandado de V. Alteza haze esta villa en la Pla9a
mayor della, di^y:o que yo tengo gastados muchas suma y a causa dello y
de los muchos materiales que para ello tengo comprados y por ser muy
costosos este segundo suelo que viene encima deí que al presente está
hecbo, ansí de muy gruesas maderas como de mucha cantidad dellas que
van en este dicho sucio y ansí mismo la canteria que aqui va es mucha y
de muy grandes piegas que treinta y dos pilares que Ueva no ay ninguno
que no sea menester quatro pares de bueyes para traellos y en las dos por-
tadas que salen a la Plaga ay piedras que pesan ochocientas arrovas cada
vna y toda esta piedra ansi la que esta dicha como toda la de los arcos es
menester poner diligencia en traello este berano porque sino se trae en
todo el invierno no se podría dar golpe en toda ladha. panadería, sin otros
materiales como cal y ladrillo lleva mucho este segundo suelo y siendo
esto como es ansi tengo necesidad de que V'Alteza me mande dar canti-
dad de dinero para acudir a todas estas cosas &&."

D0CUME\'T0 NÚMERO I I I .

Año JóO/.-S/g. 3-91-22. Archivo Municipal.

• Dezimos Antonio de Sigura y Andrés de Herrera aparezadores en las


obras Reales déla Casa de Madrid y casa deí pardo y campo que por man-
dado del Señor Sebastian hurtado veedor de las dichas obras Reales de
su magestad y regidor de la villa de Madrid nosotros luimos aver las
bobedas y capillas que es tan hechas en la superficie de ¡as panaderías en
La plaZa mayor desta villa y que viésemos en que forma se harán los em-
pedrados que an de tener encima las dichas bóvedas Las qualcs emos visto
y mirado para que la obra quede perfectamente acabada para la perpetui-
dad y deZimoS considerada la firmeza que conviene que tengan Las dichas
bobedas y capillas a nuestro parecer que para que todo quede atado 5' in-
corporado se limpie y barra toda la panadería por cima de las dichas bó-
vedas y capillas y se vaya rregando mucho y en las enberaduras y enxutas
de las dicha'; capillas y en lo que no estuviere ygualado se labre yguala de
ladrillo colorado con muy buena mezcla de caí y después de igualado se
echen sus traviesas de piedra berroqueña que aten con las losas que están

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sentados los pilares que sustentan los suelos de la panadería las quales
losas an de tener 2 pies y un quarto de lecho y una quarta de grueso y con-
viene que estas vaj'an labradas como todo lo demás y seasienten a cordel
y nivel y los quadros deempedi^ado de cal y piedra y queseade muy buena
mezcla e chando encada espuerta de cal otra de arena y la piedra con que
se empedrara sea de ya de yr heciio y también labrado que la obra que
esta echa se junte y encorpore para que quede tan firme como si todo junto
se labrai-a porque asi conviene para la firmeza y seguridad de las dichas
capillas por ser como es el fundamento de las dichas hobedas y fabrica y
de no hazerse ansí seriaponerlas en grande riesgo de hundirse alguna de
las dichas bobedas y hundiéndose una seria mucho perjuizio y ruina de
toda la fabrica y este es nuestro parecer y el mismo que dimos aveinte y
seis dias del mes de enero deste año en la dicha panadería en presencia
de los señores >

DOCUMENTO KÜJUIIÍO IV

Año 1641.—Escudos.—Sig. 3-93-25.—Archivo Municipal.

=Digo YQ Gregorio Ruiz que por orden de Madrid e echo unas armas
para la panadería para encima del balcón donde su magestá be los toros
que al presente están puestas en un tablero de doce pies de alto y siete de
ancho enberoLadas y enlazadas a aparejadas muy bien al olio y doradas el
esqudo del rey y los dos de Madrid.-

Ano 1672-lbl4.-Sig. 3-92-16.-Archivo Mimicipal.

«Nicolás de Barberi a de azer traer de Xenova Las armas reales de su


Magostad de marmol blanco labradas en toda perfección y también qnatro
armas de la Villa y 2 mannoles para los letreros todo labrado en confor-
midad de ios dibuxos que se an entregado antes de ahora y están ya en
Xenova Todo ha de ser por su quenta del coste y de los demás gastos asta
que estén en Alicante o Cartaxena en sus caxas bien acomodados y por
todos los dicho marmoles se le ha de dar 1J016 reales plata y se le ha de
dar Letra para dicha ciudad de Xenova a su favor y acora de presente por
cuenta de la diclia cantidad se le ha de pagar en dicha ciudad 10 pesos a su
justo valor de aquella moneda.
Y estando dichos marmoles descargados y puestos en tierra en dicha
Alicante o Cartaxena los gastos o derechos asta Madrid a de ser por cuenta
de Madrid, dichas armas y mannoles an de estar acavadas a tin de sep-
tiembre deste presente año y embarquen en el primer conboy que vaya de
Xenova para Alicante o Cartaxena y en caso de que Dios permita algún
embaraco o detención por causa de la mar o se perdiese el navio no este
Barbeii obligado a cosa alguna solo azer venir otras armas por su cuenta
y en caso que los señores no quisieren haga el dicho Barberi volver los 80
reales de plata.

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- 385 -
Don Francisco Pascual, de Ibarra Juez Certifico, que el día 28 de lebre-
ro del corriente año entró en este puerto y ancoró La nave nombrada el
Arca de Koe, Capitán Miguel Angelo Rosso que dijo venia de J e n o v a y
con efecto en la jornada dicha desembarcó Irese caxas de Marmoles para
consignar aGnillermo Paulin cavalJero vezino desta Ciudad y Cónsul por
su M. de la nación Inglesa y en la jornada siguiente de 2 de marco de di-
cho año La nave nombrada Nuestra Señora de Loreto que entró y ancoró
en este puerto y dijo venia de dicha Jenova ron efecto desembarcó una
casa de Marmoles que consignó a dicho Paulin, de todas las quales dichas
caxas supuso que traían las Reales armas de S. M. y las de la Villa de Ma-
drid se estimaron en Setecientas libras moneda dése Rejmo que causaron
y se pagó de todos derechos Veinte yocho libras Sinco sueldos y 2 dineros
y las Restantes otras tres caxas que son dos niños y una estatua de Diana
se estimaron por cien libras y se pagó por lodos derechos quatro libras,
dos sueldos y 2 dineros toda las cuales se despacharon tle orden y por
quenta dei dicho Paulin para llevar como en efecto las llevaron a dicha
villa de Md. (Sigue la fórmula.)
AUcante veinte y siete del mes de Abril 1574.

Total: Coste y costas de los Marmoles que an venido de X'' con el flete
asta puestos en Alicante conforme la cuenta se hadado son [con el cam-
bio) 100,868 reales, los gastos en Alicante conforme la quenta firmada
por Paulin 33fi de plata.
reales 160,226
Se an cobrado 80 r de p. y con el cambio r 30,268.»

Año 1673.—Escudo.

^Coste de siete escudos de armas de Marmol para la Panadería hechos


por Manuel Pereíra 100,00-1 reales de vellón para ponerlo uno en el patio
de sus Magestades sobre la fuente y por ese rail y seiscientos Rs. seis
escudos pequeños con sus coronas ansí mesmo del mismo marmol."

DOCUMENTO NÚMERO V

Año 1672.—Adornos.—Sig. 3-92-16.—Archivo Municipal.

hechos los modelos por Pedro de Landa maestro ensamblador en yesso


Y los dibujos para los dichos adornos de la ventana de sus Magestades y
las de las damas y los escudos de lass armas reales y los de la villa y le
pagan 3íi9 reales de vellón.
A Marcos Gar" dorador de bronces entregó 8 remates o rramiUeteros
de Bronce y quatro mascarones anssi mesmo de Bronce todas las doce pie-
zas dorados en oro molido que An de servir de adornos al balcón de sus
Magestades y Concertado todo en miil y quinientos Rs. que se le an de dar.
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- 336 —

Se pusieron SS bolas remates de bronce que sean entregado para ios


balcones de la panadería por Alonsso Carrasco y costaron Cinco mili qua-
Iro Cientos y nobenta y seis R. y a Rodrigo Carrasco Ducados por los
adornos blancos de la sobreventana del balcón del Rej'.
Se pagó a Luys Collado óUO d' V. (maestro cerrero) por la reja del
patio.
Adornos blancos del balcón de S. M. por Verdugo Carrasco 2Ü0, duc.
de y los de las demás ventanas de dicha lachada y sentando as a mi costa
por precio de mil Reales por cada adorno de cada bentana.

DOCUMENTO NÚMERO VI

A'lo }673.—Fuente.—S'ig. 3-9^-!6.—Archivo Municipal.

-Se ajustó con Carlos Gottier la fuente que se hade hazer en el frontis-
picio del palio de la casa de la Panadería en beintte y ocho mili Reales
que a de execntarla conforme al modelo y dibuxo que a presentado y ha
ñrmado el presente secretario y la qual se compone de veintte pies de lati-
tud sin los reales leones y escudo y 22 de ancho que los Icones se an de
bolver al contrario de como están en el dibuxo de modo que agarren el
escudo y la figura se ha de hazer del natural de Marmol de genova blanco
en la conformidad que se clixicse que los leones y carteles y florones y
jarros que adornar toda la arquitectura y las bola.s que están encima della
han de ser de Marmol blanco del mas blanco que sehalbre En España que
toda la demás obra a deser de Marmol de san Pablo y los embutidos de
Jaspe de—Zcxí-— y adcponer los escudos délas Armas Reales y de ia villa
que se le dieren y ha de dexai" la fuente en disspossición de que corra el
agua y todo en conformidad con la planta.
Se he de hazer en 10 meses a partir de Abril deste año y le han de dar
luego Diez mili y quinientos reales y me obligaré y daré fianzíis. —,')/. Ver-
dugo."

DOCUMENTO NUMERO VII

Afio 16/2. —Pinturas. —Si_:;. 3-92-16.—Archivo Municipal.

«Acuerdo; Abieudose visto en esta junta la planta para la pintura de


una sala de las tres que se an de pintar por Joseph Donoso y Claudio Coe-
llo: Se acordó se la de por cada una de las tres salas que se an de pintar
mili ducados obligándose en este precio a darlas acavadas y pintadas a fin
del mes de marzo del año que viene de mil seiscientos y setlcnta y cuatro
brindar una fianza que obligándose los dos de mancomún y trairan los dos
dibujos que faltan para las dos salas y seles a de dar luego descontando
settecientos ducados para empezar esta obra y la restante "cantidad de los
tres mil ducados se les a de dar por mesadas cada una a tres mili seiscien-

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- 387 -

tos y catorce reales empezando desdeel mes de septiembre deste año y


acavando el mes de marzo y de los ocho setefientos ducados primeros ha-
biendo hecho la obligación se les despache libranza.
Joseph Uonosso y Ciatidio Cocllo: dp la Piniiira de las tres salas.
Pase por esta sección como nos Joseph donoso y Claudio Coello pin-
tores y ermoseadores deesta villa de ¡Madrid juntos y de mancomunidad
uno y cada uno denos y nuestros bienes de paite y por el todo renunciando
como renunciamos las leyes de los abusos devendi yel autentica presente
y veneficio y
Decimos que por quanlo en la junta del día 7 deste preséntenles de
agosto los señores Protector Correxidor y cavalleros rexidores comissa-
rios déla obra y fabrica DE LA Nueva Reedilicación de las Cassas de la
panadería se ajustó con nosotros el que huiesenios de pintar tres salas en
conformidad de una planta que exibimos de la una y ofrecimos traer como
traeremos los dibujos de las otras dos y que por cada una delias se nos
avia de dar mili ducados aciendo por nuestra cuenta y que délos tres mili
ducados que montaban se nos avian de dar-y librar luego de contado sete-
cientos ducados.
Para empezar dicfia obra de pintura y que la referente cantidad curn-
pliniento a los dichos señores mili ducados se nos avian de dar y pagar por
mesnadas al principio de cada ima de los tres mili seiscientos y catoice
reales empezando dicha mexada desde el mes de Sepüembre que viene
deste dicho año que vendrá de mili seiscientos setenta y quatro y que obli-
gándonos de mancomún en el precio referido de tres mili ducados y a dar-
las acavadas 3' piuladas para iin de dicho año y mes de marzo se nos des-
pacharon la libranza primera de dichos setecientos ducados que es todo lo
referido en el dicho acuerdo según ace constar.

(Aquí el acuerdo.)
Y en conformidad de lo referido y a mayoi^ abundamiento de la manco-
munidad y azeptando como azeptaraos de nuebo el dicho ajuste Otorgamos
-que nos obligamos en favor desta villa de Madrid y de los señores de
la junta y diputación déla reedilicación fabrica de la dicha Panadería y
que en fuese parte lexiüma deque dándosenos y pagándosenos los di-
chos seismill ducados los settecientos dellos aora en este presente mes
•de agosto los restantes de la cantidad a su cumplimiento por mesadas a
principio de cada una arazón de seis mili seisdientos y cattorce reales
empezando desde el mes de septiembre que viene deste presente año y
acavando el diclio mes de marzo del año que viene de mili seiscientos y
settenta 3' quatro pinttaremos y adornaremos las dichas tres salas de la di-
cha casa de la Panaderia executando sus adornos en conformidad de la de
la planta de una de la dichas salas qtte exevimos en dicha junta y las délas
•otras dos también enttregaremos ios dibuxos delias para la elección y con-
formado que esté su execución las daremos acavadas de pinllar y adornar
en ttodas formas a lo que nos toca o tocar pueda en nuestra facultad y arte
para fin del mes de marzo del año que vendrá dé mili seis cientos y settenta
y quatro haciendo poniendo por nuestra quenta todos los coloridos dora-
dos y demás cosas y materiales que para su execución fuesen necesarios y
en casso que no cmnplieramos con lo suso dicho o partle dello queremos y

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- 388 -

consentimos que esta viíla de Madrid o los señores de la j unta de ¡a diputa-


ción de dicha Panadería o otra cual quiem persona que fuesse parte a nues-
tra costa y demás vienes y haciendas puedan mandar buscar los pintores
y demás personas que entendicssen en el.diclio arte coloridos y demás
cosas necesarias que iueren menester para la execución trayendo de qual-
quier parte donde los huviere y por lo que mas contai^en de los Precios y
cantidad referida en el dicho ajuste y acuerdo suso ....y como se refiera en
esta scritura costas _^astos y menos cavos quese hiziesen y dinero huvie-
sernos reícrido por qucnta de la Pintura y adornos no teniendo los restantes
y permanente en la execución de dicha pintura querenos y consentimos ser
executados por (signe la formula) y termina a 14 días de agosto de mili
seiscientos y setenta y tres años.—(Firmado Donoso y C. Coello.)'

DOCUSUIXTO KVMEKO V I I I

Año 1619-1674.—Archivo ñííuiicipal.—Sig. 4-5-3.

Inscripciones en la fachada principal de La casa llamada Panadería, en


la plasa ¿Mayor, hoy de la Consiilución.

Una, coronada sobre la cornisa:


'Reynando Carlos2.°—GovernandoD."Mariana su madre año de 1674. »
Otra, sobre el arco del callejón del Infierno, hoy del Trinnfo, en piedra
blanca;
íRcynando Carlos 2.° y gobernando la Reyna D." Mariana de Aus-
tria su Madre y tutora; habiéndose quemado esta Rl. Casa de la Panade-
ría el dia dos de Agosto de 1672 se redificó desde los cimientos, mejo-
rada en labrica y traza siendo Presidente de Castilla D. Pedro Nuñez de
Guzman, Conde de Villaunbrosa y de Casírontrevo Stiperin ten dente de
la obra D. Lor-enzo Santos de S. Pedro del Consejo Rl. de Castilla Caba-
llero de la orden de Santiago, Corregidor de esta Villa D. Baltasar de
Rivadeneira y Znñiga, Marqttcs de ¡a Vega, del Consejo de Hacienda y
Caballero de la misma Orden y Regidores Comisarios D. Gerónimo Dal-
mac Y Casanats, D. Rafael Sanguineto, D. Tomás de Álava y Arigen y
D. Andrés Martínez Navarretas, Caballero de la misma Orden y Caballe-
ría de Santiago acavose en el 17 meses año de 1674. •
Otra, sobre el arco írente a la bajada a los sótanos o caballerizas, en
piedra blanca:
^Reynando Felipe 3." por su mandado se desizo y derribo la plaza
antigua de esta Villa y se labro de nuevo en tiempo de 2 años siendo
Presidente de Castilla D. Fernando de Acevedo, Arzobispo de Burgos,
Superintendente de su Fabrica, el Licenciado Pedro de Tapia del Consejo
de Ca.stilla y de la General Inquisición, Corregidor D. Francisco de Villa-
cis Caballero de la Orden Ue Santiago y Regidores Comisarios Juan Fer-
nandez, D. Gabriel de Ocaña y Marrón, Caballero de la orden de Santiago,,
Juan Pinedo, Francisco de Vi 11 acorta y Fernando Vallejo Gentilhombre
de la Casa de S. M. y se acabó en 1519.»

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- • 389 -

DOCUMENTO NÜHREO IX

Año 1674.- Lámina de bronce.—Sig. 3-92-16. Archivo Municipal.

«Se encardó para imprimir con ella la fachada de la panadería y se


ajustó con Pedro de Villa franca Pintor y escultor de su M. que bibe en la
calle de las uertas dándole cinco mili Reales de Vellón por toda la costa
de ella y la ha de dar en dos meses a partir del día que se le den los 200
ducados a quenta.»

DOCUMENTO KÚMERO X

Año 1673.—Asulejos.-Sig. 3-92-16.

•En la Villa de Madrid a 10 dias del mes de Julio de 1673 citados el


Sr. Procurador y los Srs. Marques de la Vega caballero de la dicha orden
de Santiago, rexidores y comisarios de la dicha fabrica dixeron que me-
diante sea ajustado en dicha junta con Alonso Gutierres y Joseph Martínez
mercaderes de bidrios de esta Villa el que se obliguen de mancomún a en
traer y entregar catorce mili azulejos mas o menos los que fueren necesa-
rios conforme la muestra c|ue sea bisto en esta junta y se a llevado al Oficio
del Presidente y secretario del Ayuntamiento en los quales entran seis-
cientos y cincuenta alizares y los demás azulexos nezesarios para los 8 es-
cudos de armas de S. M. y los otros 8 escudos de las armas desta Villa y
los azulexos para los ramilleteros y remates 3' les ordenara Adarlos y en-
tregarlos en la dicha casa de la Panadería para Diciembre de este año a
precio cada azulexo de la granadilla y guarnición de a Real y quaito y los
de las armas de S. M. y las de la Villa y ramilleteros y remales a 2 reales
cada uno y la alizare a quin/:e quartos cada una con calidad que no dando
los puestos y entregados para dicho tiempo se les a de sacar doscientos du-
cados de pena en lo que ande consentir y en condición que ande ser libre
la entrada de la puerta y se les ara dexar ocho mili reales de vellón luego
descontado para hazer la prebención y como se fuera traiendo dichos azu-
lexos se les an de hir pagando al precio referido y los dichos ocho mili
reales sean de descontar de las ultimas partidas Habiéndose obügado de
mancomún los dichos Alonso Gutiérrez 3'Joscph Martínez se les despache
libranza de los ocho mili reales de vellón sobreentendidos Marzelo Román
de Ortega en el caudal de ellos según doscientos ciiiquentta mili ducados
que a tomado para la dicha obra de la panadería. —J/c/j-iw Verdugo.

Pase por estta escritura la obligación como nos Alonso Gutiérrez y


Joseph Martínez v,ezinos de esta villa de Madrid y mercaderes de bidrios
en ella juntos y de mancomún a voz de uno 3' cada uno de nos y de nues-
tros bienes como rentmciamos
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- 390 -

Decimos que por qnanto en la junta que tuviesen el día diez de


este presente mes los Señores Correxidor y caballeros rexidores Comisa-
rios de la obra y íabrica de las cassas de la panadería se ajustó como nos-
otros el que aviamos de entregar catorze mil azulexos mas o menos los
que fuesen nezesarios coníorme a la muestra que se a visto por dichos
señores en dicha junta en los qtiales entran seiscientos y cinqiienta aliza-
res y los demás azulexos nezesaiúos para los dichos ocho escudos de armas
de S. M. y otros ocho escudos de las armas de esta villa y Azulexos para
los Ramilleteros o remates que les ordenaren y darlos entregados en la
casa de la panadería para fin de Diciembre deste ano por precio cada azu-
lexo de la granadilla y guarniciún deaReal y quarto, Remates a dos reales
cada uno y los alizares a quinze quaitos cada uno y con las demás cuali-
dades y condiciones que se contienen en el dicho acuerdo que es del tenor
siguiente.

(Aquí el acuerdo.)
En conformidad de lo referido y a maj'or abundamiento de la dicha
mancomunidad referida y azeptando como de nuevo azeptamos el dicho
ajuste Otorgamos que nos obligamos en favor de esta villa de Madrid y de
los señores de la junta y dipnttación de la reedificación de la panadería y
fuese parte lexítíraa en traery que traeremos por nuestra quenta y riesgo
3' dar entregados a nuestra cosía catorcemill azulexos mas o menos lo que
fuesen menester coníorme a la muestra que dichos Señores ambisto en los
quales entran seiscientos y cincuenta alizares y los demás azulexos nese-
ssarios para los ocho escudos de armas de S. M. y otros ocho escudos de
las armas desta Villa y los azulexos para los Ramilleteros o remates. Que
se los ordenase labrados y fabricados y entregados en las casas de la pa-
nadería para el dia fin de Diciembre deste año por precio cada azulexo de
la granadilla y guarnición de re¿¡ly quarto y los de las armas de S M. y
tie la Villa y ramilleteros u remates a dos reales cada uno y los alizares
ló quartos cada uno a calidad y condición que no dándolos puestos y entre-
gados para dicho tiempo senos an de sacar o descontar de la dicha canti-
dad que huviesemos de aver dosciento ducados de pena en que lo emos
consentido y con condición que se nos an de dar libres las entradas de la
puerta y dársenos ocho mili reales de Vellón de descontado para hazer
la prevención y assí mismo se nos a de hir pagando como se fuera traendo
los dichos azulexos a los precios arriba referidos y los dichos ocho mili
reales que se nos dan descontado es condición que se an de descontar de
la última partida. (Sigue la fórmula por la cual consienten el castigo si fal-
tan a su palabra.)

Total de azulexos:
15374 de granadilla a 38 ms cada uno.
12 escudos armas de S. M. y en ellos 576 azul, que son a dos reales.
12 escudos armas de la Villa y en ellos 360 azul, a dos reales cada.
4S pilastras y en ellas 1152 azul, a dos reales cada.
lOTJ ramilleteros y en ellos 600 azul, a dos reales cada.
530 alizares a 60 mos. cada uno.
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— 391
Se encargo de colocai^los en la escalera Principal y cuarto de sus ma-
jestades a los soladores Andrés Martin, Luis Bueno Antonio Asensio Juan
del Valle.»

'QUINTANA.—£>!? las Grandesas de E L REXIDOR JUAN DE TAPIA. —Dis-


Madrid. curso.
En esta gran plaza a la parte del Dixo; Aquel edificio señores a la
-Septentrión en el ¡nedio de aquel parte del Septentrión de la plaza su
liento está e¡ suratuoso edificio de delantera 124 píes al mediodía con-
la Panadería que con razón le damos forme Quintana porque midió no en
este nombre por ser la mas grandio- la lachada sino en las delanteras
•sa fabrica que para este ministerio a;' donde e.slavan las rexas enque se
>en toda EspañaTiene cientoj'veinte dava el pan sin medir los tránsitos
3' quatro píes de delantera y de fon- de Oriente y poniente que ambos
do cincuenta y seis; carga esta gran- tenían 18 pies y con que sin ellos la
deza sobre cincuenta y quatro pilas- repula en la plaza de 124 pies y de
iras cuadradas de piedra berroque- (ondo 561 tuvo una bobeda en el cen-
ña que debaxo de tierra sustentan tro hasta la superficie de la plaza so-
una bóveda hecha de rosca de ladri- bre cincuenta y quatro pilastras qua-
llo fuerte donde los panaderos que dradas de piedra de canteria donde
van a vender pan tienen guardadas algunos panaderos mellan sus vaga-
las cavalgaduras en lo que llevan. Jes mientras vendían y encima del
Sobre estas se levantan 24 coiunas techo de la bóveda aplomo de las
redondas y 30 pilastras quadradas pilastras referidas estavan 24 colu-
con sus capiteles. mas redondas y 30 pilastras quadra-
das con basas y capiteles las ocho.

Va a dos columnas para verse la semejanza y casi igualdad de ambos


r^tatos, tomados de las fuentes ya citadas.

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^yí

LA CONDESA DE CASTELLAR, FUNDADORA


DEL CONVENTO «LAS CARBONERAS»

IV
F E L I P E i n , E L DUQUE DE LEBMA Y LA COXDESA. DE CASTELLAR

(Contrn/zactón.) '

Tan conocidas eran en la Corte las virtudes de doña Beatriz Ramírez


de Mendoza, que sus dichos y liechos fueron pasto de las conversaciones
en el palacio de los reyes. De aquí qne a nadie hubo de extrañar que el
propio Felipe Til expresara sus deseos de hablar con la fundadora.
Al quedar ésta viuda, convirtióse su casa en un verdadero convento, y
en la capilla particular de la condesa decíanse a diario varias misas, con-
siderándose como un honor el poder ofrecer el sacrificio en sitio de tanto
recogimiento y de tanta austeridad.
Días hubo en que se rezaron once miñas en la tal capilla.
Entre los que con más ñ*ecuencia acudían a tai objeto figuraba don
J u a n d e Alarcón.
Fué este D. Juan Pacheco y Alarcón una de las figuras más populares
y admiradas del Madrid de e.staépoca.
De ilustre familia, hízose sacerdote al enviudar, y tan notorias eran
sus virtudes, que fué nombrado visitador de los conventos de religiosas
del reino.
K"o dormía en cama, ni comía cosa de regalo, ordenando a su criado
que cuando le viera comer con gusto le quitarla el plato de la mesa.
Refieren de él que lardaba dos horas en decir misa.
Tales eran los amigos de doña Beatriz Ramírez y tales sus admira-
dores.
Cierto día insinuó D.Juan de Alarcón a la condesa de Castellar que
hablara con el rey.
Doña Beatriz no se inmutó, y con la mayor nal uralidad hubo de con-
testarle:
—•Si fuera ello de algún provecho sí tendré esa conversación.^
Pero le asaltaron algunos escrúpulos, tanto en lo que había de decir al
monarca como en la ocasión en que se celebraría esa entrevista.
—'Yo no he de ir a Valladolid y buscarme el momento— exclamaba
modesta la Castellar,
Mas D. J uan insistió, manifestando que Dios buscaría la ocasión.
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— 393 —

No es fácil penetrar en el propósito que guió a D. Juan de Alarcón;


esto es, si fué inducido solamente por.su amor al rey y considerar fuérale
conveniente conversar con dama entregada tan de lleno al servicio de
Dios, o si en la Corte surgió tal pensamiento, y la indicación de que
•estimulara aquél a la condesa a llevar a ^fecto tal entt'evista.
Lo cierto fué que D. Juan de Alarcón salió para Roma, y que a poco
los reyes vinieron de Valladolid a Madrid, enterándose doña Beatriz se-
guidamente de los deseos en aquéllos de verla y hablarla.
Era Justificada la preocupación que le asaltó a la condesa, doblando
•con tal motivo las limosnas que a diario hacía, así como las asistencias a
misas, oración y mortificaciones, para que Dios la iluminara en el trance
que veía próximo.
Y tan próximo, pues llegó el rey a Madrid una noche, parándose en el
palacio de su abuela la emperatriz, y apenas hubo llegado preguntó: «iEstá
-acá la de Castellar?»
Contestaron que no estaba, pero que al siguiente día iría.
V al momento fueron a las casas de doña Beatriz a referirle lo ocu-
rrido.
Dirigióse la condesa a palacio, mientras todos sus familiares quedaban
rezando: Fiat voluntas tiia.
Esta entrevista, de indudable interés histórico, celebrada entre el rey
Felipe III y la condesa de Castellar, nos la ha transmitido esta miáma en
escrito, que aún se conserva inédito, de su puño y letra.
Refléjase en el diálogo la condición de aquel monarca eminentemente
católico, pero débil j sometido al duque de Lerma, tetueroso del carácter
de éste, qne, a lo que se ve, logi'ó hasta separar al rey de su esposa en
cuanto concernía el gobierno de la nación.
Esto se desprende del siguiente diálogo tomado a la letra del original
de doña Beatriz Ramíi-ez, para que no se pierda la ingenuidad del relato;
' E n besando la mano al rey, que me hizo mucha fiesta y me la daba
como yo le había criado, dije (la condesa): —«Yo tengo que hablar
con V. M.»
El rey dijo: —-Subios al aposento de la reina que iré luego allí.'
Doña Beatiüz subió a saludar a doña Margarita, a la que aquella no co-
nocía •¡que yo —dice— estaba tan uraña que nttnca atravesé palacio desde
que .salí casada de el'.
Besó la condesa la mano de la reina y a poco subió el rey. Llamó éste
a doña Beatriz, y apartándose a un lado, "Con mucho gusto», díjole la de
Castellar: —«Señor, debajo de la licencia que V. M. me lia dado que le
diga lo que sea bien de su alma con la llaneza que mi madre lo decía
a V. M., pues no le quiero j'O menos..."
A esto dijo el rey:
—^Huelgo yo mucho de ello, condesa, que todo me lo digáis."
—-No, señor, no haga V. M. cuenta de que yo le diga esto, sino oygalo
como un recaudo que Dios le enbía.»
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- 394 —
Doña Beatriz al llegar a estos momentos se siente libre de toda pre-
ocupación, -reparo ya (en) mi, se me quitó cuanto pavor Uefaaba, que en
mi vida me he sentido con más libertad, como sind ñiera Rey y yo nada.
Muy atenta a Dios dijo: Mire V. M. que le agradecerla mucho que le enbía
a dezir esto conmigo que soy la que crié a V. M. en mis brazos, y no quie-
ro otra cosa de V. M., ni la he querido nunca, sino que se salve y con
grandes grados de gloria*.
Él, turbado:—'Ya lo veo, Condesa^.
—Mire, rey mío, que este reino se pierde y que tiene V. M. la culpa, y
pagará la pena porque no está Dios obligado a dar la luz que a de dar a un
rey a un particular de su reino.»
La cronista de esta conversación, la propia condesa de Castellar, dice
al llegar a este punto: 'Púsose muy colorado y yo librísima mirando cómo
Dios le mobfa tan ayna no vinieran las abes que se lo llevaran como hizo-
lindísimos atos.»
—'Yo no quiero —dijo el rey—, sino serbir a Dios y agradalle; supli-
cadle que me alumbre este corazón (y poníase la mano en él con afeto y
deseo).»
La condesa olreció sus oraciones, mas el monarca no hallándolo sin
duda suficiente, formuló la pregunta que doña Beatriz esperaba y deseaba.
—-¿Qué medios se os ofrecen?»
La condesa de Castellar contestó entonces en nombre de España, co-
. nocedora, en su mayoría, de lo que en la corte pasaba, y sin remilgos dijoi
—«Que tenga V. M. muy buenos consejeros.»
Delendióse el rey, sospechando sin duda adonde se apuntaba. Y, tal
vez temeroso, replicó:
—•Yo os prometo que son muy buenos los que tengo.»
Doña Beatriz recogió con sus palabras el común sentir, tanto en lo que
de Lerma se proclamaba como en cuanto al papel adjudicado a la reina.
- 'Yo lo creo, Señor; mas ciega mucho el interés. Trate V. M. con la
Reina nuestra señora, pties le ha dado Dios tan linda compañía, sus cosas;
¿Que aremos en esto u en esto? Que donde están dos u tres en nombre de
Dios alli esta El.»
Desentendióse Felipe III de este ultimo particular preguntando;
—«¿No bastarla con mi confesor?»
—'No, señor; esto es amistad entre casados, al confesor con otras ma-
terias, mas no en esta llaneza.»
Esta conversación despertó la natural curiosidad entre las damas que
rodeaban a la reina, pues duró cerca de una hora.
Una de ellas, .sabiendo lo delicada que se hallaba Doña Beatriz Ramí-
rez, llamó la atención de la reina;
—«La pobre de Castellar, que está muy enferma y estando en pié se a
de caer.»
Levantóse aquella y dijo al rey, con el mayor disimulo, que la hiciese
sentar.
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El rey buscó con la mirada, y al preguntarle la condesa lo que busca-
ba contestóle; . . .
— -Algo en que os sentéis.»
Doña Beatriz soltó 'el un chapín del pié" y airimose [aiTimeme?] «algo
asi mas baja.'
Siguió la convei^sación cerca de otra hora, inten^umpiéndola la llegada
de un embajador.
La condesa de Castellar, al despedirse, rogó al rey no comunicara a
nadie lo que por su bien le decía, ofreciéndolo así el monarca.
Tiene una .segunda parte, y aun una tercera esta entrevista celebrada
en las Descalzas Reales.
Pues al separarse del rey doña Beatriz Ramírez »sati,síecho el cora-
zón—según ésta dejó escrito—con mi embajada que no pareció sino conse-
jo lo que allí hubo», la llamó la reina y, muy afligida, dijo a la condesa de
Castellar.
— •Condesa; doleos de mi, que no poseo el corazón de mi marido.»
Consoló doña Beatriz a la reina, que dprramaba -tantas lágrimas que
no e bislo en mi vida quien tantas le caygan», segt'm expresión de aquélla:
— «Sí posee V. M.; no se congoge, sino supliqueselo a Dios que mucho
quiere el Rey a V. M.»
Pero la reina, según el manuscrito que tenemos a la vista, abordó el
entonces magno problema cortesano, ya que al despedirse de la condesa,
dijóle así:
—'Adiós, Condesa; pídaselo vos, y si le habeys dicho que no trate al
Duque de Lerma ;no está ay su hijo que es lo mismo?»
No quiso dejar amargado el ánimo de la reina, y dona Beatriz terminó
diciendo:
— «Lo que importa [es] que quiera mucho a V. i l . es lo que le he su-
plicado y asi lo hace a V. M.' Y se despidió de la reina.
Y aquí entra la tercera pai'te de estas auténticas escenas.
Ya que apenas terminado el anterior diálogo, entró en la estancia el
propio duque de Lerma, y como advirtiera llorosa a la reina y que acaba-
ba de hablar con doña Beatriz, hízole a ésta mal semblante.
'Izóme mal semblante»—escribe la virtuosa dama—-aitnque yo dejé a
la Reina y le fui a dar la enhorabuena de un nieto que le había nacido.»
Estas riltimas palabras expresan bien claramente hasta dónde llegaba
el reconocimiento del poderío sin límites del favorito del rey, pues aunque
la reina lo había nombrado, y aludido sólo la Castellar, en su presencia
se le impone el ambiente que sobre toda la nación pesaba de una influen-
cia sin contrapeso.
Mas una mano, a la que muchas cosas nos veda condenar, pero otras
muchas nos aconseja enjuiciar con toda dureza, arrancó del manuscrito,
del que logramos las anteriores noticias y las que siguen, una hoja, preci-
samente descriptiva, dado el giro en que se desarrollaban las escenas re-
producidas, de la que debió celebrarse entre la condesa de Castellar y el
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duque de Lerma, ya que en su manuscrito nos dice aquélla que, después
de despedirse de la reina y de felicitar al duque, se dii^gió a la tribuna
destinada a la emperatriz, para desde ella adorar al Santísimo Sacramen-
to, y estando en ella se llegó una dama de la reina, doña María de Mene-
ses, di cien dolé:
—'La Reina os llama, que vengáis conmigo.^
Y las dos señoras, recorriendo varios pasadizos, llegaron al oratorio
que llaman de D. J oan de Boija.
¿Quién esperaba a la condesa en este oratorio? ¿La reina? JEI duque de
Lerma? ¿La reina y el duque?
. Lo ignoramos; pero después de lo presenciado por el duque en el mo-
mento de separarse doña Beatriz de la reina, y la actitud de ésta, parece
desprenderse, dado el carácter j ' situación del de Lerma, que reclamara
alguna aclaración de quien podía sospechar como causante de aquellas no
ocultas lágrimas.
Dios le perdone al fautor del desaguisado que lamentamos su poca
noble acción al arrancu- una hola de un tan interesante manuscrito.
Pero al reanudarse éste en la hoja subsiguiente, vuelve a asomarse el
duque' de Lerma, al parecer conversando con la propia condesa de Caste-
llar, ya que pueden en aquél leerse estas palabras;
«Hegosea mi; —Por solo bera V. S. bengo aquí; aunque ayer y oy me
e sangrado."
A lo que contesta doña Beali-iz:
— «Beso la mano a vuestra señoría, que me pesa se esfuerce tanto; es-
pere, le buscaré do se siente.»
En efecto, la condesa le buscó un banco, en donde le dejó sentado,
apartándose ella por llegar «artas damas a entreten el le.»
Por la falta de la hoja dicha no se puede afirmar nada del lugar ni del
momento en que esta escena se desarrolló; sólo presumir que fué entre
el duciuc de Lerma, por el detalle de acudir «hartas damas a entretenelle»
y la condesa de Castellar, por ser ella la que habla y decirlo así.
Mas a continuación se reproduce algo como un diálogo mantenido en-
tre Lerma y un su hombre afecto; «uno de los sus privados^, pues sí pare-
ce que e! duque dijo;
—"En esto me tengo de andar, que él no able a ella ni ella a él», enten-
diéndose en este é¿ al rey; añadiendo; «Yo la aré prender y saldré de este
afán», el privado replicó:
—"Yo no la conozco, en mi bida la bi; mas del nombre que esta rauger
tiene se echará V, S. a perder y dirán que es pasión y no razón; al menos
desterralla será sin duda- (32).

32. Vtíase lo que tesUmlmenle nos dejó escrito la condesa de CListelLii';


aUn día yíno a verme un. clei'igo muy siervo de Dios c]ue llamaban D . J u a n de Alarcon que
era de los que decían misa a menudo en inl capilla. Dijome: Nueali'o Sei^or sei"á njuy seivido y, asi
lo lie visto clarísimo, que vos liablcis al Rey ¿Tendréis animo para CIID; Dije: Si fuese de algún

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Este segundo diálogo íiié sin duda comunicado a la condesa de Caste-
llar, si bien es posible se desarrollara con ocasión del suceso que en su lu-
lar relataremos.
Tan curioso relato de la conversación mantenida entre la condesa de
Castellar y el rey Felipe III, ratifica el concepto que de este monarca tiene
formado la Historia.
Hombre piadoso, piadosísimo, sus escasas energías se quiebran cuan-
do se enfrontan con el que de hecho ha logrado dominarle, secuestrando
su voluntad o recibiéndola por espontánea dejación del monarca.

provecho, si lendcí. Dijo cuando no sea sino p a r a jiislificar DiOí su causa. El lo t]U¡ei-e sin duda.
Dije: ;Quá le icngu d^ dcdr? Dlio: Eso no lo s í , lo que Dios os Inspirare le diréis, mas tomóos
la palabra Dlge: Señor ya no mp he de Ir A Valladolid ni buscarme la ocasión. Dijo; No ^crá me-
nester. Dios se !a buscará; mira que no le faltéis. Yo como si me pusieran a andar sobre una maro-
ma, no sabiendo, se me hl/o duro. Dijo: j^a 3-0 lo dige a Nuestro Señor. Y si no quiere la Condesa,
que liare? Dijome; si no quiere Ja Condesa no me fallará a mi quien lo haga. Yo determíneme con
toda la dureza que tenia y repugnancia a hacerlo por servicio de Dios y traguá que se enojaría el
lícy y que me cortarían ia cabeza y que desonraba mis hijos y todo se perdería, mas llagase la vo-
luntad ác Dios en mi; que yo no me conviene sino atrojarme en sus beiidílas manos. Con esle acto
queilc resignada, y cuando me lastimaban mis hijos y les d e c í a l o que hablan de hacer j ^ decir
cuando citubieaen sin mi, y como niños lloraban a Nueslro Señor pnr/iliim siiiu cor, iioit SI/JJJ;ÍÍ
htrbnlns, y con eslo D. J u a n de Alarcon se futí a Koma; pensaban en mi casa que me velan hablar
secreto con el que me pedia con que ir; mas el vendió un colíai' de piedras v perlas y dííiendome
un platero que era bsralo en cuatrocientos ducados yo se lo comprfi para mi hija, que ya le iba
junlando joyas. Luego escribcnme de Valladolid que los Reyes vienen a Madrid y que es con muy
grandes deseos de verme; era como una aldabada a mi coraron, mas como no sabia lo que le habla
de decir doble las limosnas, laa morlificaciones, hice decir muchas Misas y mucha oi'ación, por que
Dios me alumbrase en l o q u e le había de decir; porque como no s í hacer discurso, lo qne Dios
no me dil yo no ¡o s í componer. T.as obras con su ley y mí oblicación he deseado siempre regular,
lo demás dejárselo todo a su .santa voluntad. Estando en oraciún con este deseo, que son alli mas
breves y eíicaees que palabras sin ellas, se puso en mi corazón como quien muestra una piedra c
ioj'a que con mas brevedad se ve y asi es penoso el salir aquellas cosas a dcclarallas con palabras
y pierden muclio de su valor, mas como sí me dijeran que no estoy yo obligada a dar a un particu-
lar la luz que he de dar a un Rey, y ver^e muchas cosas a bulto como el oro, ios esmaltes y primo-
res de la jova. Mas con m i doctrina del P . Gi'acian y no estaba entonces aqui sino en Oran con la
comisión del Jubileo que le dio el Papa; saquelo a la luz de la ley de Dios, mas j-o no sabia si esto
era verdad y digele a mi confesor: Señor, es verdad que Dios no esta obligado a dar la luz que h a de
dar a un Rey a un particular de su reino": Dijo: E s tanta verdad que es de tí, con muy lindos tex-
tos. Dige: Sera bien que yo se lo diga al Rey? Dijo; Muy bien; y espá.nlemc deslo, porque era muy
amigo como lan sanio, que no me metiese en nada, pues no habla acetado el servirlos las dos ve-
ces que lo hablan intentado po[" el; 3'" el no le pai'ecia mal por el remedio de mi hija como me veia
con deudas; y aquí no solo lo loó, mas me dijo: Vo os t r a e r í un papel de las cosas dinas de reme-
dio que le digáis, y trujóle m u y bueno; jiias en mi rudera era como las armas de Saúl al pastorcico
David. Tome de í l para acompai5ar lo otro, y la noche que entró el Rey en el palacio de su abuela
la Emperatriz que alli vino a posar con su Magestad como era de prestado entró preguntando:
E s t a acá la üe Castellar; Digeron: No, sedor; m a ñ a n a vendrá, y así me lo enviaron a decir. Con eslo
yo dige que si iria con pronto ánimo, mas absorla de como Dio.- lo Iba haciendo, ;- declame al
alma lo que yo ahora h;igo, tu no lo sabes, después lo sabrás; Ynchiame de vcrgüenía, de que Dios
de tan gran Magestad quisiese dar razón a un gusanillo como yo, y decíale; no lo t|Uiero saber Se-
ñor, ni ahora ni nunca; mas mii'a que me ño de Vos, v cuando menos me cntendia ^" me entiendo no
me íunde en el aire no lle\'ará el aire mi fe, F n l m e con dos señoras amigas mucho y muy siervas
de Dios, no ose llevar mis hijos por sí no tornaba, quedaron en mí ca^a, y toda ella rezandoyín/
voluntas liia. En besando la mano al R e y que me hizo mucha fiesta y me la daba, como yo le ha-
bla criado; dige: Yo tengo que hablar a V, M, Dijo: subios al aposento de la Reina que yo i r í luego
allá; Besí la mano a S, M, la Reina la primera vez que hi vi eti mi vida que yo estaba tan uniña
que nuncti atravesé el palacio desde que sali casada de el, snbi y luego subió el Rey, y llamóme v
apartóse conmigo a un lado con mucho gusto, yo digele: Señor: debajo de la licencia que V, M. me

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La justa fama que en la Corte disfrutaba la condesa de Castellar de
mujer virtuosísima y discreta, fama que llegó a oídos de los reyes, indujo
a éstos a pedir su consejo.
En febrero de 1605 llegó la Corte a Madrid, después de haberla aban-
donado cinco años antes.
Y cosa curiosa, al hablarse en las historias del tal regreso nadie nos
dice cuál fuera la causa, el motivo que personalmente decidió at monar-
ca a tal determinación. Más que de los 250.000 ducados que los corregí-

ha dado que le diga io Lfne sea bien (le su alma con la llaneza que mi madre lo decía a V, M. pues
no le quiera yo menos, esto dijo: Huelgo yo mucho de ello. Condesa, que lodo me lo digáis. No, se-
flor, no haga V. M. cuenta que yo le digo esto, bino oygalo como un recaudo que Dios le enbia, re-
p;iro ya en mi y se me quitó cuanto piívor lievabii; en mi vid;i mü lie sentido con m a y o r libertad,
como í¡ no liieta Rey y yo nada. Uluy atenta a Dios, dige; .Mire V. M qu^ le íigradeíca mucho que
le envia a decir eslo conmigo que soy V.i que crití a V. M. en mis brazos, y no quiero otra cosa qu-a
V. M. ni la he querido nunca, sino que se salve y con grandes, grados de gloria. E l , turbado: Y a lo
veo, Condesa: Mire, Rey mío, que csle reino se pierde y que tiene V. M, la culpa y pagará la pena,
porque no está Dlo.s obligado a dar la I U Í que a de dar a un í^ey a un pardiiular de su Reino,
Púsose muy colorado y yo librisima mirando como Dios le moviu lan aina no vinieran l a í
aves que ,st lo llevaran como hijo lindísimos actos: Condesa yo no quiero sino servir a Dios y
agí- adailc y suplicalle que me alumbre esle corazón, Y poníase la mano en í l con alecto y deseo,
Yo: Silla ra el Seflor, Dijo: Que medios se os ofrecen: Y a yo Iba alema a Dios a responder, lilge:
Qüi> loiis L V, M. muy buenos Con.sc-jeros, Dijo: Yo os prometo que son muy buenos los que tengo.
Dii; e: YoI lo creo; m a s ciega muclto el ínteres; irate V. M. con la Reina Nuestra Seilora, pues le ha
diid oDin^s tan linda oomp;iñi;i, sus cosas: ;Que haremos en esto o en eslo? que donde esian dos o tres
kombr e de Dios allí está El. Dijo: ¿No bastara con m i confesor? No señor; eslo ea amistad enire
1 ( 1 0 5 , Jal confesor con oti-as materias, nías no esta llaneza. Duró una h o r a larga esta conversación
de preguntar y decir yo.
Las que estaban con la Reina dljiíronle: Hay] la pobre dfe Castellar que esiá muy enferma y
estando tanto t n pi¿ se ha de caer. Levantóse la Reina y p o r dclras de m! dijo al Rey: Mándela
sentar, v ül empezó a mirar a un cabo y a oti'o. Dije: ;Que busca V, M,> Dijo: Algo en que os
sentéis, Dige: No, señor, aquí rae arrimare; y .solle el un chapín y arrimcme algo asi mas baja. E s -
tubo hablando como otra hora algo menos por que le llamaron para un Embajador, Dige: Rey mió
(que esto le decía yo con ternura) no diga V. M, lo que le dicen a nadie que es pecado mortal lo
que le dicen p a r a su bien, que lo diga y se echan a perder a los que te abísan. Dijo p o n i é n d o l a
mano sobre el coraron: No dirii yo tal y salio.st, y llamóme la Reina, que ello acabada la substan-
cia y yo satisfecha el corazón, que Dios se l o h i í O l o ü o y habia cumplido con miembajaÓEi no pa-
recía sino consejo o lo que alli hubo; diccme la líe¡n;i; Condesa doleos de mi, que no poseo el cora-
zón de m i marido. Con tantas lágrimas que no he visto en mi i'ida quien tantas juntas le caigan,
Dige: Si posee V, M,; no se coiígogej si no supliqueselo a Dios que mucho quiere el Rey a \ ' . M.
Dijo: No lo merezco yo. Adios Condesa, pídeselo vos, y si l e h a b e y s d i c h o que no trate al Duque de
L e r m a ; n o esta ay su hijo que es lo mismo? ¿Que importa, dije, que quiera mucho a V. M. es !o
que yo le he suplicado y asi lo haccS.iV!. E n esto entró el Duque de Lerma; como la vido llorar
tanto conmi.jo hizome mal semblante aunque yo dejí a la Reina y le íul a dai la enhorabuena de
un nielo que le había nacido, y con tamo (u:me a la tribuna de la Emperatriz con el Sanllsimo Sa-
cramento; estando alli viene una Damii de la Reina, Doña Maria Meneses. Condesa: la Reina os
llama que vengáis conmigo. Dije: Vamos y metióme por unos cailejoncillos y vinimos a dar en el
oratorio que llaman de D. J u a n de Borja... [falta una página del orígnial], y sigue] ...limpísima
Conzizion su víspera, llegóse a mi [-'el Duque de l.ermaVJ: por solo ber ii V. S. venf;;o aquí; atin-
que a j - e r y oy me c .sangrado. Yo¡ i>. 1. m. a V. S. que me pesa se estuerze tanto; espere le busque
do se siente, y IJegole un banco y dejóle sentado y apartóme que las damas se llegaron arlas a en-
tretenelle.
Yo uyendome de Eeycs y de lodos, Al salir dijo [;Lcrma?] en la escalera: Ei1 esto me tengo
de andar. Que El no able a olla ni ella a E l [El Rey],
Yo la aro prender y saldré de este alan; dijole uno de los sus privados; yo n 0 la conozco; en
mi vida la b(; mtls de el nombre que esta mujer tiene se echara V,. S. a perder y ilirán que es pa-
sión y no tazón. Dijo: al menos desterralla sera sin duda.

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dores de Madrid ofrecieron a la corona, pagaderos en diez años, se habla-
ba de las granjerias entregadas, al propio tiempo que aquel servicio, al du-
que de L e r m a y a sus descendientes, asi como al ya entonces célebyg;,. con-
de de Villalonga.
No es inaudito presumir que quizá las circniístaiicias que rodearon a
este improvisado y definitivo viaje hicieran despertar en Pelipe íll la
conciencia de su extraña situación, ya que aun en los seres más débiles
asoma la advertencia de cómo se aprovecha alguien de esa su debilidad,
compensándose ésta con la fortaleza del que al amparo de aquélla prospe-
ra y tiraniza; es la inexorable tendencia al equilibrio en la balanza del po-
der, cuyo fiel, si no es impuesto por quien a ello es llamado, es la audacia
quien a su arbitrio y con lucro le maneja.
Sin duda con esta espina dentro, el aún poderoso monarca pidió con-
sejo a doña Beatriz Ramírez de Mendoza cuando Felipe III aún no se ha-
bía quitado el polvo del viaje.
Mas apenas se inicia la conversación, Felipe lil vuelve a su abulia ca-
racterística.
De aquí el pedir a la condesa le dijera cuanto le pareciere.
—«Huelgo yo mucho de ello, condesa, que todo me lo digáis.'
Para ello la había llamado.
Podrá nadie negar que doña Beatriz supo interpretar el pensamiento
de «las E.spañaS''.
Y lo interpretó con la valentía que debe apetecer todo buen monarca
en quienes consulta.
Pero a.soma en seguida la condición singular de Felipe III. Conoce
perfectamente lo que insinúa la condesa; ha buscado su consejo sabiendo
o presumiendo cuál tenía que ser; mas en cuanto se apunta la realidad, la
esquiva.
¿Qué significan si no las palabras evasivas e inconcretas después de
las terminantes de la consultada; «Yo no quiero sino serbir a Dios y agra-
dalle.?...
El claro talento de la condesa de Castellar le hace comprender la con-
veniencia de seguir el giro dado por su rey... Y ofrécele sus oraciones.
El monarca siente removerse en su conciencia la protesta contra su
propio ungimiento.
¿Es que ignora el mal de que apetece curarse?
Le conoce, pero teme descubrir este conocimiento; se amedrenta por-
que se siente flojo y débil para acudir ai remedio enérgico que de sobra
sabe cuál es,
Y en un rasgo de insospechada energía, pregunta, Lal vez tímida-
mente:
—»¿Qué medios se os ofrecen?^
¿No se advierte en esta pregunta una discordancia entre sus anteriores
palabras y las de la condesa? Refléjase bien claramente que su inquietud
se sobreponía a las mismas palabras que antes había pronunciado.
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¡Qué idiosinci-asia la de Felipe III! Y sin embargo, qué luimana es.


En los caracteres fofoSj débiles, existe el conocimiento del deber per-
fectamente definido, lo atrofiado es la voluntad para determinarse a obrar;
y si a ello se añade la condición, en Felipe III no extraña, de.un sentimien-
to religioso acendrado en él, que se abandona, con el pretexto de una
superior ordenación de las cosas, se explicará, siquiera en parte, la tan per-
niciosa falta de actuación, el endosamiento de ésta que tantos disgustos le
acarrea y tantos daños a España ocasionaron.
La sinuosa linea que traza esta conversación que examinamos vuelve
a marcar nueva depresión en cnanto se le muestra al monarca la causa de
lo que él lamenta y al parecer desea coi^regir.
La condesa de Castellar expuso su parecer sin anfibologías: •
—«Que tenga V. iM. mejores consejeros.»
Dofia Beatriz no podía contestar de otra suerte, ni el rey de no haber
dejado de ser quien era.
Como que era el nudo gordiano de su situación, nudo que no quería o
no se atrevía a cortar.
Ignoramos el resto de la conversación, pero puede deducirse por se-
guir las cosas como estaban.
Y que no era otro el quid del problema lo. dice la propia reina, a la que
doña Beatriz habló seguidamente.
Felipe III no escuchaba a su esposa, ni escuchó a la condesa.
Era el rey como la generalidad de las viudas son, aficionadas a menu-
dear las consultas, para después hacer su personal voluntad.
Y buena prueba está en que Felipe III consintió que su favorito persi-
guiera judicialmente a doña Beatriz Ramírez de Mendoza y .saliera de
palacio; que de palacio saliera la marquesa del Valle y que ésta y aquélla
volvieran a la gracia de la Corte, y todo ordenado y dirigido por la mano
dominante del duque de Lerma. .

I,A COirrtí V ¡,A H.ÍKQUES.A DEL V.-iLLE

Gran ruido se produjo en el regio alcázar en los comienzos del


año 1603, derivado, sin duda alguna, del barullo existente cu palacio, que
no debía ser escaso, dado el cúmulo de personas, singularmente de seño-
ras, que convivían en él. ,
La reina tenía a su lado buen número de damas, liijas de los nobles
que rodeaban al monarca y que permanecían en el alcázar liasta casarse.
Tanabién vivían en palacio diez señoras, viudas, que llamaban damas de
honor, personas de mucha calidad, a más de las ayudas de cámara; gente,
por decirlo así, de condición moderada.
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ForUidcL principal ilel foiu'cnlo üc i L n s Cíirboncr.isp


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Además estaban las ayas de los hijos del rey, aumenlando el número
de mujeres, cuyos servicios estaban minuciosamente reglamentados.
Entre ellas estaban, pertenecientes, más o menos próximas, a la fami-
lia de la marquesa del Valle, doña Elvira de Avila y Guzmán, doña Anto-
nia Manrique, la marquesa'de Cárdenas, doña Antonia Mendoza, que ha-
bía servido a la reina de Francia, doña Catalina de Mendoza, la hija del
conde de Barajas, doña Beatriz de Mendoza, recibida el 28 de marzo
de 1599 como dama de la reina, sin contar a la celebrada enana doña. Cusia.
Actuaba como directora de toda esta grey mujeril la marquesa d£l
Valle, a la que sustituyó, al salir ésta de palacio, la condesa de Altamira,
hermana del duque de Lerma.
Como decimos, la figura que destacaba sobre todas aquellas señoras
era la marquesa del Valle.
Llamábase María de la Cerda y era hija de D. Pedro Fernández de
Cabrera y Bobadilla, conde de Chinchón, y por lo tanto hermana del que
llevando este titulo tanto predicamento tenia en palacio en tales momentos.
Doña María había celebrado capitulaciones inatrimoniales con el mar-
qués de Guadalete, pero desistióse de esta boda y casó con D. Fernando
Corles de Monroy y Arellano (33).
Era éste el tercer mai^qués del Valle, hijo del que, llevando el mismo
nombre y apellido, casó con su prima doña Ana de Arellano en Í548, con-
trayendo al lallecer ésta, en 157S, segundas nupcias con doña Magdalena
de Guzmán, dama de la reina Isabel, no siendo preciso recordar aquí, por
ser sobradamente sabido, que el primer marqués del Valle de Guaxaca lo
fué el descubridor de México, D. Fernando Cortés Rodríguez de Monroj',,
hijo de D. Martín Cortés Rodríguez de Monroy y doña María PJzarro Al-
tamirano.
La boda del tercer marqués del Valle y doña Mai-ia de la Cerda fué
íactuosa, celebrándose en octubre de 1593 en el Monasterio del Real Sitio
de San Lorenzo, siendo testigos el rey y su hermana la infanta Isabel Cla-
ra Eugenia, de la que era dama doña María.
Felipe III devolvió al novio todos los derechos administrativos y pri-
vilegios de que anteriormente se !e había desposeído.
Fray Jerónimo Sepülveda, que consignó estas noticias en su intere-
sante Historia (34), nos deja gran confusión respecto a las dotes físicas de

(33) E l blasón y escudo de a r m a s de los Corlas I?odrig"Qez Monroy consia de cuatro cuarte-
les, repartidos cu esta foimn.: en el primero, campo de oro, ájiulJa negra imperial con dos cabezas,
•coronada: ™ el segundo, campo negro, ires coronas de oro: c i el tercero, e;tmpo de plata, leún de
púi'purEL coronado, y en el cuarto, sobre ondas de a^ul y plata, ly. cíudyd de MÉXICO de color rojo y
•orlado de io pi'opio, con ocho c;ibezas de Indios y cadenas de oro y en abismo cujuro b a r r a s rojas
en oro con orla de ocho ornees de J e r u s a l í n de plata, al timbre corona del raarquís.
Juan Francisco de RivaroUi y Pinedo, Moiiiirqnia a^pmlola. Blasón de su iiolilesn, libio II,
cap. X V m , pág. 341. 173Ú, B. N, R. 20 SES.
(3'l, Fr. Jerónimo Sepúlveda, Histoyía de varios sitecsos y de iiis cosas notables gue han
ticaecido en Espaila y oirás naciones desde el año 1584 hasta 1603. Edición de F r . J u l i á n Tarco
•Cuevas. Madiid, 1934

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dicha marquesa del Valle, pues íii en la página 150 de su libro, y ocupán-
dose de Ja tal boda, dice con gran soltura: «Sólo dos cosas hubo aquí malí-
simas; la una es que la señora era muy fea y la otra que era muy vieja,
pues decían pasaba de los cuarenta años= —claro está que esta ancianidad
hay que suponerla no en absoluto, sino por tratarse de una novia—; más
adelante, en la página 318, al hablar de la propia marquesa del Valle,
cuando ésta hubo de salir de palacio, dice; «Pues es el caso que en palacio
estaba la marquesa del Valle, mujer muy conocida de todo el mundo por
su gran linaje y Itermosuj'a, gran prudencia y mucha discreción, y sobre
todo gran cristiandad ;' gran valor, si se sabe en nuestros días la tenga mu-
jer", etc.
Algunas otras contradicciones se pueden observar en la muv curiosa
Historia del P. Sepúlveda, pero por no llevar la contraria a Fr. Jerónimo,
diremos que la marquesa era lea cuando se casó con el marqués del Valle,
quien no obstante con todo rompió, y hermosa cuando abandonó el regio
alcázar. Y todos contentos.
Era a la sazón como la segunda camarera mayor de la reina.
Fuélo en un principio la duquesa de Gandía, mas, de oficio, fué desti-
tuida esta y nombrada la duquesa de Lerma, que aproximó a su cargo
para que la ayudase de noche la marquesa del Valle,
Según el propio Fr. Jerónimo no existía mujer de mavor influencia;
con ella se despachaba lo más y lo más grave de toda España, y «osaré de-
cir que de todo el mundo», pues conocidas sus virtudes por el rey y Lerma
«la tenían por un oráculo del mundo y acudían con todo a ella, así las per-
sonas reales y las de palacio como las de fuera, de manera que si alguien
quería alcanzar alguna cosa del rey o reina o del duque, si no entraba la
marquesa del Valle no se negociaba».
Tan dentro se hallaba de palacio, de aquel palacio que según el P. Se-
púlveda más parecía en esta época casa de religión que de un monarca,
que cuando la reina alumbró una infanta se la entregaron a la del Valle
para que la criase, como así lo hizo, siendo la propia marquesa la que al
morir la infanta María, hija segunda de Felipe III, lo anunció en la cá.mara
oficialmente, estando la corte en Valladolid, el año de 1603.
La marquesa del Valle, que había sido recibida en palacio por aya de
la infanta doña Ana el mismo día que ésta nació, o sea el 22 de septiembre
de 1601, pidió dos años después licencia para salir del alcázar, alegando
que no quería dormir en el aposento de la hija del x^j, dada su edad y sus
achaques.
Retiróse, en efecto, a su casa el 4 de octubre de 1603, percibiendo a la
sazón dos mil ducados de gajes por año.
Mas entre los cortesanos ,se dijo que era otra la causa de tal resolución.
Otros, en cambio, afirmaban que la marquesa tenía tercianas y que se iba
a Madrid a curarlas.
íQué pudo ocurrir que un día se ordenó a aquélla, oficialmente, que
abandonara Palacio?
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— 40i -

Y h u b o más, porque la prohibieron permanecer en Madrid, así


como que se instalara a una distancia no menor de veinte leguas de la
Corte.
Dijose que habían señalado a dicha señora seis mil ducados de renta
al año y veinte mil de ayuda de costas.
La marquesa del Valle se fué en efecto a Toledo,'instalándose en la
casa de su sobrino el conde de Villaverde.
Cierto día hallábase escribiendo, cuando entró cn-el aposento que
ocupaba la marquesa el capitán Ponce que, juntamente con el alcalde Sil-
va de Torres, corregidor de iVIadrid, habían recibido orden del rey (14 de
diciembre de 1603) para prenderla.
Ponce mostró el mandamiento, firmado por el famoso conde de Villa-
longa, en el que se autorizaba a doña Mencía para que llevara consigo a
tres criadas y dos criados.
La marquesa no se inmutó, y una hora más larde ocupaba una litera
con una de sus sirvientes y fue conducida a San Torcaz.
Esta doncella fué registrada, encontrándosela, ocultos sobre el pecho,
varios papeles.
También fueron recogidos tres escritorios y la escribanía en que se
hallaba escribiendo la del Valle, amén de la carta que tenía en sus manos
cuando liego el capitán Ponce.
La marquesa del Valle fué instalada en la misma estancia que años
antes ocupara la princesa de Eboli en el castillo de Santorcaz.
Doña Ana de Mendoza fué llevada a la fortaleza de Brihuega.
Pero más tarde fueron las dos damas conducidas a Simancas.
Se tomó declaración a la que tanto predicamento tenía poco ha en pa-
lacio, pero doña Wencía de la Cei"da se limitó a contestar que por conve-.
niide asi inejor a su rey, que sólo ante el propio Felipe Iff y todo su Con-
sejo real prestaría declaración.
El rey no quiso verse a solas con la marquesa, según sus palabras:
'Temía que si se viese con doña Mecía le trastornara y le haría de su ban-
do y opinión como tan discreta y .sagaz.»
Al hn fué continada en Logroño con bastante ignominia y con mucho
asombro y lástima de todos
Contarini, el embajador veneciano, da a entender en uno de sus escri-
tos a la señoría de Venecia que la marquesa estaba en correspondencia
con algunos caballeros desafectos al duque de Lerraa (35), Contarini decía
la verdad.
No obstante, en unas advertencias que puso al escrito de Contarini

Í35) Contarini, Jf cal Academia de hi Histoi'ia. Cíiría a la sj!floi'ítt, 1603.


iiY;\ pscrihl :i V, S. 1Q que pa™ con la m.irqucs.i di^I Valle, en el cual me remito; d e s p u í s me
dicen que hii dada c u t n t a de .'^f ii tliTL'rcnLe^ Principes y t|ue es uno de los csr^os que se le hacen
que en 3U prisión pusieron ¡jran fuerza en lomarle los papeles y enlrc ellos hallaron alj?;unos p a r a
señoraj del Roy llenos de palabras mi.stcriosas que dieron mucho cuidado al Duque; someliíse el
conocimiento de la causa a tres gravísimos doctores y no hallaron cosa de s u s t a n d a . i

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D.Juan, duque de Estrada y Guzraán, caballero de Santiago (35) se dice:
' D e las cosas de esta señora no tengo particular noticia, pero bien se com-
padece ser justa su prisión y no estar sin culpa; que los hombres juzgan
por los dichos de los hombres; y es de creer que ella misma está satisfecha
de cuan sin pasión se procedió en su causa, pues está agradecida de quien
pudiera estai" quejosa, que es el Duque, el cual si estas y otras cosas ha
puesto en manos de la justicia, no es para recato o interés propio sino por
el servicio de S. M. que siempre prefiere.»
Terminaba el año de 1604, y nada pudo descubrirse acerca de las im-
putaciones de que habían sido victimas la marquesa del Valle y doña A n a
de Mendoza. Los jueces se dirigieron a Simancas, mas como tal confesión,
siempre cuesta trabajo pregonar, fueron poco a poco despejando el am-
biente en que ensolvieron, sin duda inj'ustamente, a las dos palatinas.
En una palabra: los j'ucces preguntaron a la marquesa que en qué mo-
nasterio quería recogerse.
Doña Mencía, muy segura de su posición favorable, contestó con
entereza:
—«Si fuera yo libre, escogería lugar; pero estando sin libertad, presa^
no quiero disponer de mí, sino que S. ]\I. haga lo qne fuere servido.'
Aún tardó un año en recaer sentencia en tan extraño proceso, pues
hasta 1605 no se conoció lo dictado, concediendo libertad a las dos damas,
una libeilad condicionada, ya que tenían que vivir doña Mencía y doña
Ana en la misma casa, en Logroño, no como prisioneras y pudiendo salir
y recibir visitas, pero residiendo en Logi^oño.
Transcurrieron, no obstante, tres años hasta que en mayo de 1608 pu-
dieran decir los cronistas contemporáneos: «La Marquesa del Valle, que
estaba presa, ha venido [a Madrid] con su sobrina [doña Ana de Mendoza]
muy en gracia de los Reyes y Duque... y se platica que volverá a la pri-
vanza que solía ya. tener lugar en palacio.»
Con electo, la del Valle, que durante el tiempo que permaneció presa
se había ocupado en hacer, por sus manos, numerosos corpoi-ales para las
iglesias pobres, volvió a instalarse en el alcázar, como ella había profeti-
zado al decir que esperaba volver a Palacio tan honrada como había sali-
do y acabar allí sus días.
Así pasó, aunque transcurrieron cinco años hasta el arribo a Madrid
de tan respetable dama.
Porque fué el 21 de agosto de 1613 cuando el duque de Leona, por or-
den del rey, dispuso que a l a dicha marquesa del Valle se le continuara
dando las pagas de dos mil ducados al año que tenía por aya de sus alte-
zas, y que se le vuelvan a asentai' en los libros y se le paguen -continua-
damente desde que le cesaron y que lo coirido desde entonces se dé orden
como se le vaya pagando con satisfacción para que pueda componer sus

(36) Hiblintcca Nacional, Ms. E,, 159,

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deudas y valerse de ello», terminando la orden con estas dlicialeS palabras:


-¡y así lo diréis en el Bureo de la casa de sus Altezas» (37).
Dos años después de quedar viuda la marquesa del Valle tomó el pa-
tronato de la capilla mayor del convento de Nuestra Señora de la Merced,
haciendo varios donativos en metálico y joyas, poniéndose al matrimonio
por tal patronato bultos de jaspes, que se ven en ésta capilla (3S).
La marquesa no olvidó la gestión que en su favor hiciera el duque
de Lerma.
A poco de caer éste en desgracia, aquélla le escribió una expresiva
carta, en la que, entre otras observaciones, propias de los que han sufrido
desengaños en la vida, espresa al favorito dé'Felipe III su agradecimien-
to por haberle logrado los aajes y «los corridos», ya que humanamente
no tenía con, qué vivir la un día dama la más favorecida de la corte de
España (39),
Pero esta misma carta nos explica que hasta este año en que se escri-
be — 1619— la marquesa se hallaba en entredicho y no era en absoluto
dueña de su libertad.
Así se explica lo que Pedro García de Ovalle dice el 2 de marzo
de 1616 desde Madrid a D. Diego Sarmiento de Acuña, nuestro embajador
en Londres, anunciándole la muerte del hijo de la marquesa del Valle,
llamado Juan, añadiendo: -el mayor está buen", y las hijas con arla so-
ledad».
También se cumplió la segunda parte de su profecía, pues en palacio
falleció el 4 de septiembre de 1621, siendo conducida con gran pompa al
monasterio de D. Juan de Alarcón, en donde se custodian sus restos.

(37) Archivo de Piílncio.


(38) íDoña Meijcia de la Cerda, hija de los Condes de Chinchón y viuda de Fernando Coi'ltís,
tercer Marquiis del Vallc^ tümó eslíe año (l^lt) ^1- PaLi'onato de la capilla m a y o r del conveiUO de
Nuestra S t ü o r a de la Merced, dolándole eon 3.000 ducados de rema, aplicando l.OüO para Is. reden-
ción de caullvos. Dio tambiín una tapicería, que .se valuó en 3,(100 ducados; una cama de tisú, un
cofre y (jo^^as) de perlas y aljófar- Por este patronato se [e pusieron despulís bultos de jaspes, que
se ven en. esta capilla.j»—_4ÍÍJÍ/CS de Mndríd. Anlonio de León Pinelo, 1658. Ms., pág. 234 v.
Hallábase este convento fundado el año 1Ó94—en el luqai" que hoy ocupa la plaza del Pro-
grese. AI ser derribado se trasladaron las dos estatuas orantes de los mai-qucscs a ios sótanos del
convento trinitario de la calle de Atocha, a la saxón Ministerio do Fomento, de cuvo escondido
lugar (ueron aquellas llevadas al .Museo Arqueológico. Algo deterioradas las cabezas, no se puede
apreciar hleti y con cerLe^a t:uál de las dos versiones del padre Sepúlveda es la verdadei'a en cuan-
to a la belleza de doñtt Mencía.
(30) I_a marquesa del Valle escribe al duque de L e r m a el 30 de septiembre de Ki]9 dándole
ias gracias por haber logrado los ^ajes y la casa y que se le pagasen alos corridos», ya que no
tenía humanan]enle con qUE; vivir, añadiendo, enli"c otras cosas: ^En nuestros trabajo.sheyo apren-
dido y visto lo que ha}' t|ue ñai' en amÍ!;osa. Aludiendo al duque le decía: aEn el puesto que e.^laba
era el que de tuerza sabía la fitíelidad, la verdad que todos o los más tenían unos con otros, no ha-
biendo más ley de Dios que hacer sus negocios.
Entonces, señor tnío, aunque V . E. ¡o veía, vialo con vista corta y entendimiento ocupado.&
jQuiJ página lísta tan síngulai'mente h u m a n a y repetida!
E l regodeo del eminente lugar alcanzado, la adulación enervante, el olvido de lo fugai de
lodo terrenal señorío... Con qutí facilitlad ;• prontitud el mtts decidido a enmendar y corregir erro-
res iDt:¡de en ¡o mi.smo que endrgicamenté y lealraente vituperó, ¡Qué difícil la austeridad y la jus-
ticia en e¡ victorioso!

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y - 407 -

También sufrió, como se lleva dicho, «persecución por la justicia»


doña Ana de Mendoza, dama de la reina, hija de doña Antonia, prima
ésta de la marquesa del Valle, la tenienla aya de la infanta.
El día 12 de enero de 1604 el alcalde Silva de Torres, corregidor de
Madrid, salió para Valladolid, en donde estaba la corle, y sacó presa de
palacio a doña Ana de Mendoza.
El misterio sigue rodeando estas prisiones. Nadie deja entrever lo
ocurrido.
Se elevaron suplicas a la reina para que no consintiera fuera sacada
doña Ana del alcázar, pero aquélla se limitó a decir que «mucho más me-
recía que aquello».
Por cieito que al darnos cuenta de estos sucesos Cabrera de Córdo-
ba (40} surge de nuevo el tema de la hermosura de la marquesa del Valle,
un poco inopinadamente, ya que al ocuparse de la prisión de doña Ana,
«secretaria de la marquesa del Valle, su tía, en Palacio», añade el cronista;
«Esta dama —la marquesa— era muy bien quista de los demás por sus
buenas partes, aunque no era tenida por hermosa.'
¿Qué tiene que ver una cosa con otra, y a cuento de qué viene esa de-
claración de no ser tenida por hermosa?
Cabrera reserva su opinión. Es lástima. Mas ello hace sospechar que
la belleza de la del Valle era tema abordado entre la gente cortesana con
asaz empeño, existiendo tal vez encontrados bandos.
Lo cierto es que también se registraron los papeles de doña Ana de
Mendoza con gran cuidado, como los de otras damas conocidas de la corte.
Dicho gi'ato final de la marquesa del Valle, por ella presentido y de-
seado, no resta un ápice de realidad a estas palabras que con este motivo
escribía Valladares en su Seinanario Erudito (41):
«Lo dulce del valimiento anda siempre mezclado con el acíbar de infi-
nitos temores y disgustos.
El Gobierno y la privanza están expuestos a la censura de los holgaza-
nes y a las poco justificadas quejas del inconstante pueblo, porque como
bestia de cien cabezas sigue diferentes opiniones imposibles de con-
cordar, »
Murió la marquesa del Valle, y como su esposo era patrono, como se
ha dicho, de la capilla mayor de la iglesia del convento de la Merced Cal-
zada de esta coite, en dicha iglesia fueron enterrados ambos esposos, colo-
cándose sobre el sepulcro y en alabastro los bustos de los dos proceres
con sus respectivos escudos.
Sólo tuvo un hijo este matrimonio, llamado D. Gaspar Mendoza y
Cortés, que falleció siendo niño, por lo que heredó la casa y el título don
Pedro Cortés de Arellano, cuarto marqués del Valle.

(40) Relación de las cosos sucedidas en la corte de España..., Cabrera de Cürdoba, págs. 1I68
;• o t r a í .
(41¡ Tomo X X X n ' , pág. 33. Madrid, 1T91,
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\
Al morir doña Menda se subastaron los objetos que en vida la perte- -
necieron.
Era curiosa esta costumbre existente a la sazón en Castilla; pues conii>
si se tratara de bienes embargados, a la mtierte de una persona de alcur-
nia, o aunque no lo fuera, se vendían todos los bienes no vinculados, y
tan libremente, que si los hijos y parientes del ñnado querían adquirir
algún objeto tenían que comprai'Io en la misma forma que un extraño.
Según nos dice Pinheiro da Veiga en La Fastigínia, entre los objetos
vendidos figuraban cuadros de muy subido mérito y valor.
Este culto y ameno portugués habla con asombro de la riqueza que
existía en Castilla.
•Ver aquí las riquezas, la brutalidad (sic) de los vestidos, es cosa que
no se puede comprender, porque en esto, o sea muebles de casa, son todos
Prmcipes>, etc.
«En la casa de la Marquesa del Valle escogió la Reina lo bueno, y sin
embai'go vi en su oratorio tres cruces de vidrio de a vara con lacerias de
oro, cosa del cielo; vasos del mismo oratorio de mucho precio, que es ver-
güenza decirlo; seis retablos de ébano con puertas de reliquias, cada una
de SOO cruzados; las imágenes de oro y con piedras, y las incrustaciones
de plata, no se puede creer, y todo en venta* (42). •
Mucho ruido debió meter este asunto, pues el embajador Contariní se
ocupa del mismo en la relación escrita a la señoría en 1605.
líQuémotivó todo este ajetreo de prisiones y de destierros? .
El padre Sepúlveda escribe que se decía que la marquesa del Valle
quería indisponer al duque de Lerma con el rey, y que hasta se añadía por
alguien que se trataba de dar muerte al favorito del rey.
• Todo el mundo se ha espantado de tan inesperado destieiTO", excla-
ma no menos asustado el fraile Jerónimo, quien por todo comentario dice:
'No hay sino escarmentar en cabeza ajena y servir a Dios firuaemente
que es lo que hace al caso, que lo demás es cosa de burla y que en cuatro
días se acaba.-
• Cuanto llevamos dicho respecto de la marquesa del Valle tiene íntima
•relación con lo que habremos de decir de la condesa del Castellar.
Ambos temas fueron ocupación de cronistas e histor i adolmes, que se
dividieron, como es frecuente, en dos bandos.
La recordada situación de la marquesa del Valle nos facilita y da más
ambiente, por su íntima relación, a lo que seguidamente habremos de ex-
poner de la persecución de que fue objeto la condesa de Castellar.
Por cierto que el padre Sepúlveda al dar cuenta de estos sucesos trata
bastante despiadadamente a la condesa de Castellar, a la que sin duda no
conocía. La pasión que envolvió aquel suceso tocó al buen cronista, un
poco ligero en algunas de sus apreciaciones, y en otras poco veraz, como-
fácilmente se podría demostrar.

f43} La Fastigiida, 1910, páRS. 29199.


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El padre Zarco Cuevas, que tuvo el acierto de publicar el manuscrito


d e Sepúlveda, rechaza el acre juicio formado por el cronista al tratar de la
•condesa de Castellar, aunque su bondad con aquél sólo le permite decir
•que «en esto de la liviandad ¡nada menos! de doña Beatriz Ramírez de
Mendoza, o sor Beatriz de las Llagas, parece carga la mano el padre Se-
púlveda".
Nosotros nos limitamos a seguir refiriendo la historia de la condesa.
Los hechos y la vida de la íundadorn de las «Carbonei'as» contestan sobra-
damente al historiador lorenciano, poniendo las cosas en el lugar que le
•corresponde.

VI

DOÑA BEATKIZ RAMÍREZ DE M E N D 0 2 A , PERSEGUIDA

Los anteriores sucesos, que se han recordado con alguna extensión


para mostrar el ambiente de la corte en los comienzos del siglo xvii, tiene
además una parte tan interesante como inesperada que se relaciona con
nuestra biografiada.
Porque con ocasión de aquella recogida denuncia fueron presos varios
personajes que se entendía confabulados con la marquesa del Valle, figi-i-
rando entre los i^risioneros el marqués de San Germán.
Registraron los bufetes de éste, y entre sus papeles y cartas hallaron
los curiales una de la condesa de Castellar, en la que ésta consolaba a
su buena amiga la marquesa del Valle, diciéndoíe, entre otras cosas, «que
tuviese paciencia, que todo tendría buen ñn, porque el causador de todo
esto moriría para Navidad», para la que no faltaba más de seis meses, pues
la carta se escribía en el mes de junio.
Ahora se comprenderá el porqué de habernos detenido algún tanto en
la figura de la marquesa del Valle.
Y el mal augurio de la condesa de Castellar, y los Justos presagios de
ésta al conocer el breve diálogo recogido en las itltimas lincas del capí-
tulo IV.
Al conocer doña Beatriz los propósitos del duque de Lerma, hizo pú-
blica su salida para Castellar; mas para que no la liamai-an los reyes se fué
a Ribas, j en Ribas se hallaba, para continuar su viaje, cuando cierta ma-
ñana Uamai'on al aposento en que se hallaba la fundadora.
—"Señora —le dicen—, el duque viene hoy aquí a comer y le han apo-
sentado en la casa de Baldés», que ei^a un rentei^o de la condesa.
Esta ordenó fuera su secretario a pedir licencia al.duque para irle a
besar la mano y comunicarle que se iba a Castellar.
El duque mostró ignorar la estada de doña Beatriz en su lugar, limitán-
dose a decir que venía de ver Vaciamadrid para comprarle, y que. se dis-
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— 410 —
ponía ir a Barajas, en donde estaban los reyes, camino de Alcalá, a visitar
San Diego, por lo que forzosamente había tenido que pasar por Ribas.
Como Lerma manifestara que se holgaría ver a la condesa y a sus
liijos, éstos y aquélla salieron a su encuentro. Mas sin duda el duque vari6
de parecer en el camino, pues tapándose y echado en la litera apeóse su
nuera, la duquesa de Zea, de un coche, excusando a su suegi^o, al que dijo
•le había tomado un valdo, no pudiendo hablar^.
La condesa sospechaba lo que el duque traía entre manos.
"Traía tanta gente que tragué ¡aquí me prenden!, y estúveme en la
Iglesia sin comer, pasmado el corazón, mas con paz en el interior.»
Doña Beatriz envió a Lei^ma un presente de 'dulces buenos» para que
acabase de comer, y le preguntó si quería hablar con sus hijos, sobrinos del
duque, para entretenerse. Asintió Lerma: 'Parló de gusto con los niños:
si cazaban, si había liebres, cuándo me pensaba ir a Castellar...»
Reanudó al lin el duque su caminata, pero no se le cocía el pan a la
condesa, y decidió volver a Madrid y entrar en la Concepción Jerónima
con su hermana y pasar en el convento la Cuaresma hasta que se lueran
los reyes a Valladolid, con lo que se evitaría la llamaran i<3' se le quitarían
estos celos al Conde Duque, al menos quito la ocasión de mi parte de que
los tenga".
Dirigióse, en efecto, la condesa a Madrid, pasando por Loeches, en
donde visitó a su prima dona Francisca de Cárdenas que había fundado un
convento de carmelitas descalzas, profesando ella también, en aquel lugar.
Al despedirse de su prima rogó la condesa: —-iPrima! encomiéndame
mucho y todas acá a Dios, que dicen el Duque anda muy enojado conmigo
y que me lo jura se lo e de pagar- ablar al Rey sin su licencia.»
Doña Francisca invitó a su prima a que se quedara en el convento,
pero doña Beatriz no quiso:
—«Sí entrara —dijo— si hubiera echo un pelo de cosa que la conciencia
me remordiera de mal, mas pues Dios me a echo misericordia de tenerme
de su bendita mano, no es razón mostrar flaqueza benga lo que biniere.
A Madrid boy a recíbiílo.'
Llegó a la corte la condesa el primer viernes de cuaresma y al amane-
cer •ííué la disciplina de todos los de casa fortísima, con arta aflición, sin
saber de que, y la comunión, y dejar yo poderes para cobrar ochenta mil
reales en letras para la ida a Castellar... luego fué el ayuno de pan y agua
de todas-.
Al siguiente día se íué doña Beatriz en su carroza con sus hijos e hija
a la Concepción.
Como había venido de Valladolid bastante gente, como para hacer
una gi"an prisión, le pasó por la mente a la Castellar si se trataría de ella,
y así era en efecto.
Ordenó doña Beatriz salieran sus hijos a paseo con una dueña, regre-
sando a sus casas al anochecer, pudiendo presenciar algo inaudito e ines-
perado.
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AUiír de la V ¡ i " c n Carbonera

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Volviendo al duque de Lerma diremos que si había ido con sus gen-
tes a Ribas íué en busca de la condesa de Castellar. No iba de paso, como
dijo. {Qué le contuvo para no apresarla?
La repentina V' fingida indisposición pasada en la litera parece algo
como pasajero arrepentimiento..; Mas este debic5 desvanecerse pi:ontaraen-
te, ya que al saber por los propios hijos de doña Beatriz que ésta se dirigía
a Castellar destacó, estando en Barajas, a dos consejeros del real, D. Diego
Ltípez de Ayala y D. Juan Ocón, y al alcalde de casa y corte del rey, con
más doce alguaciles, un escribano y hasta cuatrocientos hombres armados,
camino primero de Ribas y en su caso a Castellar.
Llegó aquella trulla a Ribas, y no hallando a la condesa entraron en
ía casa, buscándola por todos los rincones, "asta dentro de los almofrejes»
en que se habían guardado las camas, y ^saquearon el hato a su boluntad,
aiTOJando lo que no se podían llevar».
Averiguaron por un barquero que doña Beati^iz habíase dirigido pri-
mero a Loeches \' luego a la corte, y a Loeches ,se encaminaron conseje-
ros, alcalde, escribano,- alguaciles y hombres de annas, y al .saber que la
perseguida ya había salido para Madrid, a ¡Vladrid se dirigió toda aquella
multitud, rodeando las casas de los Ramírez de la plaza de la Concepción
Jerónima.
Sin duda no tenían licencia para verificar el asalto de día, pues se
supone que hasta vieron partir de su casa a la condesa y familiares; pero
a las ocho de la noche, cuando los hijos de aquélla ya habían regresado
de paseo, deteníanse en la tranquila plaza tres literas, de las que descen-
dieron consejeros, alcalde y escribano; apeáronse de sus caballos alguaci-
les y jefes de tropa, y se exlendiei'on "por aquellas callejas ios cuatrocien-
tos hombres de armas, tomando las bocacalles.
Los más signilicados entraron en la vivienda, y aunque se les dijo que
la condesa y su hija e.5taban en el convento frontero de la Concepción, re-
gistraron cámaras, cuadras y demás estancias, y 'asta entre el carbón, con
grandísimo alboroto^, se introducen por si está escondida.
Mas como de lo que se trataba era de buscar documentos seci^etos y
comprometedores, son llamados cerrajeros para que abran «todas las arcas
escritorios, y toda la noche pasaron en esto y en buscar papeles, asta [en]
los debanadores de seda y de cintas», llevándose un contador de ébano
con papeles.
Llegaron al escritorio de las joyas, y al ver el primogénito de la con-
.desa que también querían abrirlo, se opuso a ello;
— «Déjenlo, que no son de mi madre, sino de mi hermana.»
No le hicieron caso, y alguien hubo de decirle:
—«^¿Quién le mete a Vuestra señoría en hablar palabra? Éntrese en el
retrete y pónganle guardas, que no ,?alga de altí él ni su hermano.»
Convencidos de que en su casa no estaba la condesa, sino en el con-
vento, no se decidieron a resolver nada y despacharon un correo a El
Pardo, en donde esperaba el duque de Lerma.
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Altar de La Cn.rbonei"n. San Joaquín y S a m a Ana

Contrarió no poro al a la sazún segundo, o por mejor decir, primer


monarca de España lo ocurrido, y sin duda para que el escándalo no fuera
tan sonado hizo decii- que no se trataba de prisión, sino de confesión.
Y el tropel de consejeros, alguaciles y demás de la trulla encaminá-
ronse al convento de la Concepción Jerónima, entrando mucha gente en
el templo en busca de la condesa de Castellar, sorprendiendo a las tran-
quilas monjas entonando maitines.
No se inmutó doña Beati'iz, y dueña de su situación, dijo con gran
entereza a su licrmana, la priora; --«Yo no tengo más de dos cosas que
hacer en esta vida: salvar rai alma y criar mis hijos; Cjuitanme el criallos,
acudamos a salvarme.»
Inolvidable debió ser para aquella comunidad la noche del 12 de marzo
de 1603, porqtic fué a media noche cuando se desarrollaron todas estas
escenas.
A instancias stij'as tomó la condesa de Castellar el hábito y prestó sus
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votos en el coro alto y a presencia del vicario de San Terónimo, y de to-
das las raonjas "Con grandes lágrimas y muchísiina caridad».
Hasta las enfermas se levantaron a las doce de la noche de aquel vier-
nes de cuai'esma.
Desnudóse doña Beatriz del hábito del Carmen que llevaba y se puso
el blanco.
—«Todo es uno ¡o que Dios ordena^, exclamó la condesa, recordando
en tal momento aquella enigmática frase de ^el revés de la tierra», ya que
se veía sin casa, sin hijos y sin hacienda, pues todo rodaba fuera de los
escritorios, y «sin honra, que con tales demostraciones decía el vulgo que
me carteaba con el turco, porque de presente no veían males que yo no
hiciese y digesen que había echo» (-13).
No obstante mn extraordinarios sucesos, doña Beatriz escribe: •'lloraba
sin cesar con tan gi-an quietud en el alma, que no tubc que reconciUarme
para comulgar, ni miraba todo aquello mas que [como] instrumentos que
Dios mobia par-a hacer lo que yo no entendía ni queria entender, sino que
me tuviese escondida El dentro de si>.
Conocida que fué esta situación de la condesa por los consejeros, reti-
ráronse estos para recibir órdenes.
Dos horas no más transciuTieron cuando los ministros del rey llamaban
de nuevo en el convento de la Concepción Jerónima, requiriendo la pri-
sión de la marquesa de Castellar; pero monja proícsa ésta, no se atrevie-'
ron a cumplimentar la orden recibida, volviéndose el alcalde a Vaüadolid.
Contrariados el rey y el duque de Lerma acudieron al general de la
Orden Jerónima, pidiéndole el nombramiento de jueces para que entendie-
ran en un asunto que se iba complicando.
Con efecto, el general nombró dos padres gi'aves que se dispusieron a
intervenir en particular tan enredoso.

[43} H P aquí cómo rclELta Li condesa de Casliillar esta siiigiiíar porsccució]].


Tuvo noiJcía íle cómo el dnquc irataba de d4?icnprla| v aen diclímlümelo a ini iraid de irme
a Caítellar, y no solo lo publiquí, mas m t fui a Ribas p a r a qm; no me Uamaíen los R e j e s , y co-
mencé a aprostar mí jornada.
Eslando en eilo una m a ñ a n a llaman a mi aposento. ¡Señora! £1 Duque viene lioy aquí a
comer, y le iian aposentado en casa de Baldés (un rentero mío). Dige: Bien ebla, por que es m u y
lejos esta casa mia del lugar. Despacho al Secretario de mi liijo; toma un caballo y un mozo y idos
a visitar al Duque, Que iiorabsuína vi^nga sn señoría y ^u nuci'a, que viene con el; que por que
esta c a s a es lejos está eu otra, también mia, en Baiiliii; que si me d a Ucencia le subiré a b, I. m., y
decir como me voy a CiLStellaE' desde aqui.
Y a literas y todo aprestado, así lo hizo; recibió el recaudo fuuy bien. ;Que aquí esta?; que é]
aelualmcnic no lo sabia, sino venia de ver a Varia)madrid p a r a comprallc, y liara Ir a Barajas, do
eitaban los líej'es, que iban a . A k a i í a visitar a San Díeyo, de luería pasaba por Ribas. Como dijo
que se iioif;aria de verme, snbi a la Yíjicsia del lugai' con mis hijos y mi gente. Cuando pasó p o r
delante de mí ya liabiii mudado parecer. Tapóse echado en la li!era¡ apeóse su n u e r a la D u q u e s a
de Zea de un coche }• diome un recaudo suyo: que por que le ionio un baido y bíene con tíl no me
puede hsiblar; que le perdone; que le pesa mucho. E l l a : yo me Iré con vos. Yo: No, Señora, vaya-
se su señoría con el Duque v mire mticljo con el. Traía tanta gente que tragué: aquí me prenden;
y eslubeme en la Yglesia sin comer, pasnjado eí coi'axón, mas con pai*. en lo inleríor. Envíele un
présenle de dulces buenos p a r a que acabase de comer, y sí quei'ia que fuesen sus sobrinos, que l o
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son mis hijos, a enlretenelle; dijo que ii. Parló de gusio con los niños', sí cazaban, si habla liebres.
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La priora de la Concepción Jerónima, doña Catalina de Mendoza, her-
mana de doña Beatriz, como se ha dicho «estaba abrasando toda porque el
duque de Lerma los ha prometido destruii- si yo no digo mi confesión».
Así es que se autoiizó a Fray Juan de Yebes para que entrara a ver a
doña Beatriz.

cuándo me pensaba ir 3. Caglellarj y diciendole que íucgo, 61 íucsc y loJa su ;;ente, y eni primero
día de Cuaresma o cosa asi; por do yo deicrminÉ; no quiero caminar ahora lan larijo camino, sino
e n t r a r m e t n la Concisión Jerónima con mi h e r m a n a , pasar alH la Cuaresma, o hastii que se vayan
los Reyes a Valladolid: con esto de est^r en clausura me dejarán de llamar ;i. do vayan y s(^ le qui-
taran estos celos al Conde Duque; al menos quito yo la ocasión de mi parte de que los tensa; y di-
ciendo y haciendo, digo a la maflana: me tened recaudo de irme a Madi-id; el hato aqui ae quede,
mas ir p o r Loeches, que me liabia pedido mi prima don:! Francisca de Cárd ñas que no saliese de
líibas sin ver el monasterio que ella h a b i a hecho en aquel lugar de 5u hci nano, donde ella era
monja carmelita descalza; y asi lo Iiize, llevando solas las pe 3nas de mis hijos c hija, cr [ados y
criadas; pocos quedaron con el JiaLo en Ribas, metiendo en ai >/rcjcs las camas p a r a que i iluvte-
sen guardaiias, y lodos coinimos coh doña F r a n c i s c a , En I pue -la (iljele: —Prima, encomi •ndame
mui::h o y lo•da-i a c á a Dii:,s, q u e d i c e n q u e e 1
l Duqu nda muy < nejado conmigo, y que mt lo j u r a
q u e ]() h e d e p n h a b í ii r a l R e y s.in s u licc
E l d e 1 e l el o 1; a b e c•uan p o í a s1 g a n a s y o lo tcuKO, que si las ittvicra fueíame con ellos; m a s
D i o s iq u i e r e q u e y i 1 p a d eKca e n SUÍi m a n o s íslos. Y dijo: —Entres! aqui, prima mía, hasta que se
v a y a ^ q u e i n a u n a s a n t a y m e q u e ir i a m u c h i 1, Ditre: - S i e n t r a r a w hubiera hecho un pelo de cosa
q u e 1:i c o n í m e r c m o r d i e [ ' a d e m a l , m as pues Dios m e h a h f cho misericordia de tenerme de
s u b e n d l t a m a r LO, n o e s r a ¿ o n moEi r a r flaqi za venga lo que víníe le; a Madrid voy a recibillo. Y
vineme, y otro día, Viernes primero de Cuaresma, al amanecer, I lili la disciplina de íoiSas las de
casa fuertísima, con h a r t a aHiccion, sin saL>et de que, y la comuní 6n, y dejar yo poderes p a r a co-
b r a r ochenta mil reales en letras p a r a la ¡da de Castellar. Los h a b i a all a d o de toda la hacienda.
y todas las cosas no se como Dios me hacia, sin saber yo p a r a t]ue dispo Has con tal priesa
Luego fn¿ el aynno de pan y agua de todas, y a la una, el entrarme ia carro. con mis hijos y mi
hija y pasarme a la portería y escala de la Condcion. Y a andaba por el lug; r como hábil .n lléga-
do de Valiadolid muchos que venían a hacer un grandísima prisión; digí a quien me lo dijo;
quiza será a mi. li. Dijo: No, mticho
mu mas debe de ser, según el aparato, que vos.
Quedam 3B yo y mi hija alli, y dos criadas y m i santa h e r m a n a , dando t raza de sacar de clau-
a una celd.1 cerca Lie la es cala, y asi lo 1 izo do estuviéramos mientras hubiese brebe p a r a en-
tra - alia denl -o. Envi^ mis n üos a h o l g a r , ; una dueña eon ellos. Al anochei^eríueron a casa, y a
las ocho descí I bren se los que que habían írtt a bu.scarme a Ribas; que como allí .'.upo el Duiíue me
que ria ir a Cí Lstellar despach OÍOS todos aqu illa n u c h e ' e n Barajas a dos consejeros del Real, don
Die,go Lopeí de A y a l a y D . Jiia n Ocon, y D. Melch de Tebes, Alcalde de la casa y corte de
S. M.; doce alguaciles, escrlbaí y cualroc cutos honubres. Como no me hallaron en Ribas, que
hasta dentro de los amofrejes i buscaron y saquear-on el hato a su voluntad, arrojauLio lo que
no .se podían llevar; fue la avi guacion di que es dt; ella aquí se estaba ayer }• los juramentos
hasta el barquero do iba, y conni y a los c:riddos dic ileudo a Loeches a comer va, y a dormir a
Madrid. Fueron a Loeches; n o !>' como mili Señor hÍ2ío, yendo yo tan l l a n a no me toparon, ni en
Madrid antes de salir de mi •asa, .|Ue y a •staba tod cercada, y me bieron salir y no debieron de
lener licencia fuese de dia, y it la V U a d : mis hijos, la dueña, que venia con ell 5, pensaron era
yo, y descubriéronse tres litera; ras qu ; t, y gente de a caballo muellísima, y de j pie cuatrocien-
tos. E n t r a n en m i ca.sa, ;Quc Í ella:, que a h o r a entro; buscanme isla enlre el carbón con
grandísimo alboroto. Aqui enln r mas que decían no tal; L? n l a C o n c :ion quedó ellEl y su hija,
No h a y tal, declan; vengan ce IOS; descerrajen todas la iiorios, y toda la noche
pasaron en Bio y buscar papel; .sta los deivanadorcs ties e d a y docint . desvanaban para mirar
si habia all escondido algo de torio; de las joyas dijo =•1 Condeslto: Déjenlas, que no son de
mi madre, slnc no de mi h •mana, y dijeron: ¿Quien le mete a V". S. en habí; r palabra;; éntrese en el
retrete, y póng inle lardas, que no salga de ahi í l ni su hermano, Desp .chEtron LLI Pardo a decir
como yo no esi Lbaí Ribas ni en mi casa, sino en la Ci> cepcionjerónin- a. Aflijidisimo el D u q u e
de ello mits qu yo que lo padecía, y asi pu Dios aflij r u n ayer bona en un ion con cau-
sas conti-arías . ella. Ordena no se miente se diga ej a prisión, sii 1 c o n f e s l ú r1 q u e m e q u e r l a n
tomar.
Yo oy el uido, qu e dicit ndo maitines las monjas entiü mut ha m t e a b u s t:armÉ ; e n l a Y g l e -
(¡a; dice a mi hermana: - Y o 10 tenia mas de dos cosas que hace : s t a v i d a : s a l ViLr m i a l m a y

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, . . —'Señora —le dijo— por si sabéis algunas cosas criminales no se pue-
de dai- esta licencia.*
A lo que contestó la condesa:
—«Delante de Dios, ni mías, ni agenas, sé cosa que monten un hilo. Si
quieren que yo me quite el abito para decir seglar yo me le quitaré.»

c r i a r m i s h i j o s ; q u i t a n m e el e r i s t l l o s , a c u d a m o i a s a l e; q u i e r o l o m a r e l h á b i t o ; t o n i e v u e s t r a
m c r c e i l s i i i v o t o s , y a s i l o h i z o . Y e n l r ó el V i c a r i o d e J e r ó n i m o , y lodas con g r a n d e t l a g r i m a s
y mueliiaíma caridad que me hicieron siemp p o r q u e y o l a s q u e r i a y q u i e r o m u c h o , d a n m e el
h a b i l o en el coi'üc o r o a lhi o ; y h a s t a Il a s e n f e r m e r a s se I c T a n t a r o n a l a s d o c e d e l a n o c h e , v i e r n e s a d o c e
d e m IZO, A l d e s n u d a r m e m i h e r m a n a , c o m o P i o r a , m i h a b i t o d e l c a r m e n ti b e s o l e d a d , V i r g e n
S a n t lima; c o m o q u i l o u i i e i t r o h a b i l o , y t a n p r e to a i c ¿ l o s b r a í o s p a r a r e c i h el b l a n c o , d i c i e n d o :
Todo ioq Dii o r d e n a^ y a c a b a d a di l o m a r di] o r n e el c o r a r o n ; e j v e s di l a
l i e r r-a.
í que nunca a b i a i i c o r d a d o a q u e l l 1 p r o f e c í a . C i c i tu l u e , d i ü e ; [ei i ñ o r biei
d i j o : ! a h a i ei-a t o d o l o p, a d o p or m i ; e n u .tante v e r m e sin casa, sin hijos (qu a r a l a s ti
m a r m e s u s o l e d a d , s i n hi i e n d a t o d o bado, aunqu CUÍ i t r a r o n n a d a , m •Oíalio I
q u e n o q u e•ir í a n l l e v a r ,
U n c o3 n i a d o r d e É b a n o s e l l e v a r e c o n p a p e i e s q u u n t e s t a m e n t o t]Ue > ni' d i l a ^ i a r -
d a r i b a a i r y n u n C T l e p u d o c o b r a r ; i n h o n r a , q u e i n t a l e s d e m o s t r a d o n e s d e c i i e l VI Igo q u e
m e • a r t e a b a c o n eJ t u r . P " q u e d e p r e s e n t e n o v e i 1 m a l e s q u e y o h i c e s e y dij< s e n q Le h a b l a
h e c h o , e c i i á b a n l i > a t a n l e j o s y o d c c i a : Abordad e s , S r , ¡ feisim, r e b e s tieni • l a [ i e r r a y l i e • a b a s i n
c e s a r , c o n t a n gi •an q u i e t u d • n el a l m a q u e n o t u v e q u e r e c o c l i i a r m e pi r a e o m u l ; •ar n i m i r a b a
todo a q u e l l o m a s q u e in.strum tos q u e D i o s m o v i a piíra h a c c i lo q u e y o n o e n t e n d í a i q u e r í a en-
t e n d e r , s i n o í[ue m e t u v i e s e es m d i d a E l d e n t r o d e s i .
V^ieron a l m a s b u e n a s e o s a d m i r a b l e s q u e D i o s l a s r e v i id d e fri o s q u e Di
d e s t a t r i b u l a c i o ; y el h e í T F r a n c i s c o v i n o a l a m a ñ a n a i h a b l a r n :; h a b l ó a m i h e r m a n a e n
q u e p a r a e c h a n e"el h á b i t o e s t a s h a b l a D i o s pei-miLldo t o d a s t c e s i . i i d a l o , q u : sacji r i a m u c h o
b i e n d e e l l o . Y in p a d r e d e l a C o m p a ñ í a Ci n o c i d o q u e , id p a s a v i d m c a r r o s a y p r e a u n t o q u i e n
J i a b l a ^ ' e n i d o en e l l a , l e d í g e r o n ; l a c o n d e s a q u e s e q u i e r e q ; d a r i t q u i i i t a c u a •sma n las mon-
j a s ; s u b i ó a l a e c a l a y m e d i j o ; ; Q u e es cst< s e l l o r a , c u a n d i a n d ; n l a s l o s a s t: I a l t e d a s h a c é i s
e s t a n o v e d a d ? R e s p o o d i l e lo q u e a mi m e de ¡an; d e j é m o s l o i Dioi i ahora loloi tiende des-
p u e s lo s a b r á , y s ú p o l o a n t e s d e 24- h o r a s .
E l P . G r a c i a n e r a y a v e n i d o , y y o le h b i a c j n t a d o 1 : h a b í a h e c h o y di ; h o . D i j o m e : B i e n
e s t a ; m u c h o m a s h a d i c i i o d e l o q u e a e l l a s l e e Hiende; •a m i r a r p o r q u e 10 \a c o j a l a v a n i -
d a d . Ma'í n o m e d i e r o n l u s a r d e I J o l a p r i s a d e Stl s u c e s o j a m a s m e ñ a Dli i5 n a d a q u e q u e d e
e n m i s m a n o s h a c e r l a . E ¡ l a t o m a y s e lo hac^ l o d o , y e s o m e e s d e g a n c o n s u e l o , q u e y o r o l a s
l o m a i ' a l a s c o s a s s u c e d i d a s p o r m i s i E l m e d r a a e s c o g e r , y a s i h a c • d e h e c h o j ' d a l a s £u
y l o s s u c e s o s c o m o m a s q u i e r e . T u v o i^raii de :o d e v e r m e el P . G r a i i a n y d e h a b l a i m e de; . p u e s
d e s a b e r t e n i a el h a b i t o p u e s í o ; c o m o o s ^ a i í a n f e r r o a y m i c o n d i c i ó n t a n a m i g a d e n i v e r i i o í r
que viéndole a e i era forioso sal l u c h í s i m o s;, q u e h e t e n i d o c s ü i d s d i c h a , c o m o .si f u e r i m i e l
d e c i a ya: l o d a i y t o d o s s e m e p e g a n , c o n t a n t a ain s i a y o d e u i i a t o d o ; a l fin .salí a u n a r e d a l p a d i i
G r a c i a n , y d i j o m e : S e ñ o rraa, n o q u i e r o s a b e r o t r a d e V . S s i n o si s e h a a c a b a d o e l a n i m o di
h a c í - p o i D i o s , c o m o h a s t a a q i i, c u a n t o e n t e n d i e r e e n s u s e r v i o o y g u i t o de.ste s e ñ o r . Y o h u b e
d e e c u c h ar e n m i c o r a j o n h a r i . y o y a s i n m i e d o d e s t o s p a g o s co: a s p o i D i o s ; p a r e c i ó m e q u e si,
y de ú n e m e c o m o q u i e n dice y a h a e n t r a d o b u e n a b a r r i g a l o q u e v i n i e r e , y n o n t e lo
repi I a n i m o , y dije s i el á n i m o d e eso n o h a t o c a d o e s t o : s u c s; dijo p u e s n o q u mas que
e s o ; mil : q u e el a n i m a ™ q u e l e d i e r o n q u e n o s e le a c a b e e o a d a y fue; e y m - l e v i lias que
por to m u c h o le t r a t a b a , q u e e r a m u y a m i m o d o .
A c o r d a b a s e m e v i é n d o m e ys c o n l i a b i t o t a n d e s e a d o y c l a u s u r a d I p r i m e r d í a d e e s t e a ñ o
l e y e n d o e n l a v i d a d e l a S a n t a c o n d e s a d o F e r i a c o m o t o m ó ;1 h a b i t o c o m moí e l l a c t i e n t a l a s i r o g a -
d a , y o c o m o p i d i e n d o cel D i o s l e ilije c o n h a r t o afticto q u e ei m o v i ó qU' : y o d e m í o s o y u n p l o -
m o p e s a d í s i m a a d e b a n í lio si D i o s n o s e l o h a c e t o d o ; e s t o s e h a c e a q u i eti V o s q u e r é i s b i e n y
b i e n s a b é i s b u s c a r m e d i o s y m o d o s c o m o g o c e d e V o s s i n e s t o r b o s , y o n i fe h a y p o r q u e n o o s lo
m e r e z c o y e s t u b e a s i l i a r l o con m u c h a t e r n u r a y n o p a s o d o s m e s e s y m e d 1 c a b a l e s c u a n d o h a l l o
e s t e m e d i o y m o d o p a r a CCIK í r m e l o a c u e s t a s , b e n d i t o s e a s u N o m b r e q u e o m o v a s i n g u a r n i c i ó n
e s t o v o y d e p r i s a s i n d c t e n c í m e en c o s a q u e l o f u e r a y n o p o c o l u c i d a . Y o • n c a r g u e m i s liijos y s u
h a c l e n d a a m i lio D . E c r n a r d i n o d e M e n d o z a , Dios, que en F r a n c i a siendo E m b a j a -
d o r d e E s p a ñ a s u s t e n t o el E g e r c i t o d e i o s c r i . el d t los herejes a su c o s t a m u c h o ?
d i ü s , h a s t a c o m e r s e s u s c a b a l l o s c o n t o d o s poi t r a cosa q u e no se h u b i e s e gastado con

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Mucho se ponderó este rasgo, pero a doña Beatriz no le preocupaba ser
hecha presa. '
—«Yo ya sabía —escribe— había de salir, no se me diera nada fuese
por aquella puerta, que mi corazón estaba como las saetinas del Templo.»

el ejercito, y fue parte p a r a que no se alzasen R e y que no fuese muy cristianissmo allí como lo han
sido y sSÓn todos en F r a n c i a . El perdió la vista de] trabajo de las a r m a s aunque era gran soldadí>
toda su v i d a y del mal pasar y recogióse en un cuarto de San Bprnardo de aquí de Madrid, y asi
tnc pareció por a m o r de Dios y de mi que me quería mucho el lo haría cuidar y de lodo. No quiso
el ni los demás mis deudos que saliesen de m i gobierno ellos y la hacienda asta que yo profesase,
y aun pensaron, como yo supe después, sacar Breve p a r a que se alargase mí noviciado hasta que
los críase y pagase las deudas del Conde mi señor y dt su padro con que este suceso de fuerza s e
había de retardar algo mas. Con esto me halle con nuevas obligaciones de noviciado que como cosa
de mi gusto con el a c u d í a a El y lodo lo demás por añadidura que solía ser lo principal del peso y
entre torno y clausura p a r a acudir a lo de fuera que había que hacer en ello; mas duró poco no dar
Dios nuevo cuidado por que me dijo una muy buena peisona de parte de Dios que qutiria que hicie-
se un convenio desla orden de pocas monjas. Yo ¡a*! como fnandarmc subii' por una pared altísima,
ni vela como ni pa que, y el como yo había entrado, salirme, ni de con mi hermana que siempre,
aun desde chiquita, y a me había mostrado particular amor y así nos queríamos mucho, y tod;is
me hacían t a m a merced, hacelles tan terrible disgusto de irme de entre ellas.
F u e nuevo mar de aflicción, y mas que se habla sacado Breve p a r a que entrase por seglar
mi hija y ella quería con m u c h a s veras también tomar el habito do ya le icnla tomado. No me ca-
bía en el coraziín este nuevo cuidado. Callando acudia a Dios y diole salíoa a la ternura de mi her
m a n a con decirme: yo le harií cslraüa a los hojos de tu madre^ yo de esta orden haré una orna/.a do
probarle y ptiríficarle. Que lo crey y no se lloro con pocas lágrimas; m a s resignada la voluntad a
• Dios lo quiero». Y corticncc a tratar a hacer el convento sujeto a la Orden y envíeselo a pedir al
Prior con mi lio y mis hijos, que fuese como anejo a aquella Casa m a y o r de l a s q u e tuviesen salud;
estubiesen guai dando con toda perfección su regla, y cuando se quisiesen if unas y venir otras
pudiesen. Ellas si querían, mas ellos los (railes no quisieron ni sujeto a ellos ni a n a d i e no se h a b í a
de hacer. Yo como iba sigtiíendo lo que Dios m a n d a b a y urdenilba en ello, dejabasclo hacer lodo,
no siendo mas que un mazo que el movía, mas con esta pildora y a en el entendimiento más que en
la voluntad de que había de salir de allí, vienen los graves de la orden a la Priora mi hermana que
se estaba Eibrusando toda por que el Duque de Lerma los h a prometido destruir si yo no digo u n a
confesíijn 5'- que ellos no pueden dar licencia por no quedar regulares y que eslan afligidísimos.
Dijomclo mi h e r m a n a y enlrii F r a y J u a n de Yebes, el santo barón, a la cama do J'O estaba enferma
en la celda de mí h e r m a n a y dijo: - Seflora, por si sabes algunas cosas criminales no se ptiede dar
esia licencia; yo dige: Delante de Dios ni mias ni agenas se cosa que monte un hilo; si quieren que
yo me quite el habito p a r a decir seglar yo m e l ó q u i t a r a Espantáronse de mí liberalidad no temien-
do sí me llevasen presa; y a y o sabía había de salir no se me diera nada fuese por aquella puerta, que
mi corazón estaba como la satinas del lcmplo¡ mucho mayores fas ansias de dentro que lo que pare-
cía de fuera, con ser eo.sas tan ra.sgadas al honor y mi condición. Agradecieronmenio holgando
mucho dello hice un auto con un Notario fraile tle la orden, que p o r entender era servicio de
su majestad dijese una confesiún y no podemie dar licencia ni orden p a r a decirla, les renunciaba
su habito mientras la hacia y quíteme el escapulario y diselo y tomáronlo por testimonio y salié-
ronse y entraron.
Aquí se ponga a la letra la confesiún toda. Con esto pense habia acabado el Duque conmigo,
aunque en el corazón no me lo parcela concerttj con un fraile de la orden prometiéndole hacerle
General y a su c o m p a ñ e r o Prior, y cumpliólo si m e echasen de l a orden. Vinieron en forma de
visita contra mí como si fuera profesa; yo dije a mi hermana, y no sin gran sentimiento suyo y mío.
que les notificase que yo no qucria ser monja en su convento, que se me pusiese un gran estrado,
y asi se hizo en la celda de mi hermana, donde me hablaron con toda mi autoridad de seglar qite
yo tanto aborrecía; mas aquí usií de ella y me hablaron muy como a sefiora de mi casa y no coma
.subdita s u y a . Por mi h e r m a n a propuse quedarme alli seglar como estaba mi hija y la Marquesa
de Malagon y dalles cuanto quisieren, y holgaba mucho el convento, mas ellos dijeron que no era
posible, que venían a echarme y me daban ocho días de túrmíno, y aun les sería mal contado del
Duque. Yo y a tenia tragado el irme y acepladolo a Dios por que con los lemores de salir por lodo
me dijo el corazón: Doininus aislodi inCroiliim liiuiiiel cxilum liiinn: cxhocmtiic el iisqtie in
secnliíiii, y con harta luz de que asi lo cumplíria, v yo al punto dige: pues debajo de eso lo acepto.
Vamos Seflur do Vos mandaredes como yo no os ofenda; y despache mi Mayordomo por la posta a
Toledo al Cardenal que me lomase en uno de sus conventos. Dige a mi hermana a la m a ñ a n a me

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Levantóse un acta ante notario, fraile de la Orden, en la que. se hacía
constar que por entender se trataba de servir a su majestad haciéndola
confesión y no podiendo darrae licencia la Orden, se renunciaba al hábito
mientras se prestaba.

be de i¡ en comulgando, envíe por el Vicario del Cardenal D. Francisco de Carvajal p a r a que aper-
cibiese donde h a b í a de ir. Dijome; ;Cua! convento queteisde tres qiie tiene aqu! el Ordinario? Que
entoncEs no había mas. Dlge: Do no sea necia ia Priora, que como voy tan enferma acabaráseme la
vida lidiar con ella. Dijo: P u e s la Abadesa de L a s Vallecas es muy entendida señora. Vamos alia,
Y asi fué a aperdbillaí, y mi h e r m a n a y yo pasamos la noche postrera cual Dios que tal Irago no.s
dio a beber de apartarnos y ver cual 5-0 iba y su merced qtiedaba que no se puede decir sino echalle
un sello. Llegada a las Vallecas con mis hijos y gente en mi carroza que aun salí de la Concepción
por una perlería que se estaba labrando que rae cosió dos mil ducados y no la vi que me figuraba
Joñas arrojado al mar de nuevas tribulaciones. Me recibió la Abadesa y todas con gran amor que
hacia Dios eslos altos y bajos conmigo, unos me aborrecían y otros me amaban, iodos como el los
movía.
No lievÉ a mí hija por la auloridad de su persona, ni iraella al paso que la mía andaba, arro-
jada de las olas de la tormenta a c á y alia hasta que nos senlaseraos cada tina dojidc hablamos de
estai-, que por su delicadeza bien crci yo allí se q'iedara £i perseverase en no quererse casar. H a -
bía enviado yo al Cardenal a pedir lomase este Convento debajo do su obediencia. Dijo que de
bonísima gana que lo cometiese a alguien que lo traíase con su Consejo. Cometillo al P. G r a d a n y
el hizo la escritura y me escribió desde Toledo: He entendido de Dios sola quiere hagáis este con-
vento, y así me voy a Flar.des, quedaos norabuena; que aun esle aíibío me falló y el D u q u e se eno-
jó con su primo el Arzobispo por que me recibió en su convento y decía el Cardenal: Quiero mucho
a la Condesa, he pasado muchas pesadumbres por ella. Con esto apretando a sacar la licencia del
Consejo Real p a r a esta fundación D a d a ya, mando d e t e n r l l a e l Duque y quedü clavada en las Vallo-
cas por un afio, sin ser po.síble que la quisiera despachar ni que le ablandase nada hasta que l o m í
el medio que se usaba con dos allegados de su casa p a r a que me la alcanzasen, que yo tenia tres
ca.sas, una con m l i hijos y familia, otra con J u a n a en la Concepción Jerónima y sus criadas y otra
conmigo, y esta era tratándome m u y a lo Descalzo, porque dijeron que me querían dar tosigo no
me llevaban vianda de fuera, alia dentro me hicieron merced que so hiciese mí pobre comida.
Orden ninguna, deseándome todas, no 5e atrebla a tomar mí convento, por liaber de ir m i per-
sona a el. Saliéronle a mi hija hartos y buenos casamientos, yo envíe al P. Melchor C a n o a h a b l a i l a
y ver si se quería casar y que el como tan .síerbo de Dios me dijese lo que su bondad mas quisiese de
ella; tornó de habella liablado muy resuello en que ella quería ser monja y que así lo quería Dios
lambíen. Yo me consolo mucho por que esa era mi ansia, todas m i s prendas las gozase Dios y las
lomase muy debajo de su amparo. Luego quedóme cuidado de do seria su mongía, que como era tan
delicada 5' yo quería tan estrecha esta casita, dudaba no tendría salud p a r a tanto rigor en la comi-
d a y vesiído y cama una tabla monda, y así le propuse dos cosas. L a una que andnbiese m u y gala-
na, que me decían ya t^o gusiaba de galas, siendo ames muy amiga de ellas v decía que nunca
rezaba de meior gana que cuando vela relucir el oro de sus vestidos. La otra que se quedase en la
Concepción que le daría de dote y celda y criada y renta para ello, lo mas que hubiese lÍev;ido nin-
guna y que las galas las trngese por cilicios lo que !c durase IraelUis que tiene muchas y muy lin-
das y costosas joyas.
Re..ípondlome que no permitiese yo sus cilicios fuesen temporales, que ella eternos queríalos
frutos de ellos que en ocasiones de belos y a so ios ponía; que el quedar allí y a p a ñ a r s e de mi tam-
poco no lo permitiese yo ni ella lo quería; que si no la habla menesler a olla que ella me habla
m u c h o menesler a mi, y que no reparara en aspereza ninguna de vida, que Dios le darla todas las
fuerzas que al cuerpo le falcasen, pues se las daba al animo de hacer por serville lo mas y no lo
menos que pudiese. Con esto ella y yo, en medio de tales dificultades, que imposibles parecían,
Íbamos d shaciendo las cosas curiosas que p a r a su ajuar tenía yo hechas y apliCEindolas a los alta-
res y .servicios de ellos, y casullas y frontales; hize dos c a m p a n a s que no poco se reían de mi, yo
decía no faltara p a r a donde sean y sirvan a Dios si 3ní obra no se cuajare. ÍVías por certísimo tenia
yo Dios lo quería, m a s el cuando ni como se h a b í a de liacer esle encanto no lo alcanzaba, sino
dej:lbame llevar de las olas que venían sin resistencia ninguna, de manera que no iba atada mas
que hacer la v o l u n t a d de Dios en el acto presente sin entender el fin, y asi estando apretadísima
do una dolencia que me dieron los Sacramentos, m a n d a b a que alli me enterrasen en las Vallccas
las mismas monjas como hacen a las suyas, y que les diesen dos mil ducados por una vez por que
se quedase mí cuerpo p a r a siempi'e alli y acabar con ello mi peregrinación me era do grandísimo
consuelo.

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Doña Beatriz se quitó el escapulario y se lo entrejíó al notario.
La tan deseada confesión la prestó' la condesa, de Castellar ante los
consejeros D. Diego López de Ayala y D. Juan Ocon.
Todo se basaba en una carta escrita por doña Beatriz Ramírez a la
marquesa del Valle cuando ésta se hallaba en .Toledo.
En la tal carta refería la condesa que "habían ido a la Concepción Jeró-
nima el flaco y la inonja y el fuerte. Estas ires palabras eran las que
tenían intrigados al Duque de Lerma y a Lodos sus afines y partidarios,
sospechando, sin duda, algo como la contraseña de alguna conjura.
La explicación fué clara e inmediata.
Éri palacio llamaban ^\ flaca al rey «porque lo era mucho de "comple-
xión de niño». Til fuerte era el duque de Lermá uporque su complexión lo
era mucho^'. Y la inonja era la reina dona Margarita «porque lo había mu-
cho deseado ser y era muj' amiga de monjas».
Pero la enjundia de la confesión fué que declarara la condesa «por don-
de avia pretendido o pretendía quitar la gracia del rey al duque de Lerma».
Doña Beatriz respondió que «no avía pretendido tal ni lo pretendía,
porque el duque era muy amigo de su madre la a\-a del re>' y muy parien-
te de sus hijos, que la salvación del i"e\' era lo que ella deseaba como su
majestad mismo y a su confesor ponía por testigo y al propio monarcas.
Terminó la confesión y aquella vírtuo.sa dama, tan injustamente per-
seguida, al ver la futilidad que había servido de causa o pretexto para
causarle tantos trastornos de toda suerte, no pudo contenerse y exclamó "a
Dios que se doliese deste reyno y no se enojase de que tales cosas se hicie-
sen en él".
Después de las lamentables escenas de que había sido víctima la fun-
dadora, no habrá de extrañarse que a la petición que ie hicieron los jueces
de que guardara el secreto se negara a ello la conde.sa de Castellar. Muy al
contrario -avia de publicar el por qué le quitaban la honra con las demos-
traciones que avían heclio para tener esta substancia su confesión-,

FlDEI- PÉKKZ-MÍXGUEZ

(Continuará.)

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VARIEDADES

Los manuscritos de versiones de Shakespeare en la Biblioteca


Municipal de Madrid

• Es achaque o pujo muy español creer que la propia obra es como el


ápice, suma y compendio ele pchnores, y que hasta ella ninguna otra con-
siguió méritos ni devengó interés cultural para la posteridad. Y a la
vanagloria tíñese, la mayoría de las veces, la injusticia, cuando no la
ingratitud. Traemos a cttento esta especie de filosofía vulgar luego de
leído el estudio preliminar con que D. Lui.s Astrana Marín (1) inicia su
traducción de las obras completas del poeta de Stratford. Con anteriori-
dad, en volúmenes sueltos (2), ya habían aparecido la mayoría de sus
traducciones siíakespirianas, precedidas de una breve noticia enjundiosa
y seria.
Nada quiere saber ni comentar, ni enunciar siquiera, el Sr. Astrana
Marín de anteriores estudios, noticias y traducciones que del más genial
de los dramaturgos liicicron autores españoles. Calla toda bibliografía
hispana pertinente a Shakespeare. Omite los reparos y las alabanzas que
serían de rigor. ¿Es ponderada esta actitud? Creemos firmemente que no.
Cierto que en España no abtmdaron los buenos panegiristas del inglés
celebérrimo. Cierto que las traducciones de sus dramas y comedias han
sido pocas y no muy escrupulosas. No se puede negar que más de un
comentarista Q) ha pergeñado su comento sin otra noción de Sliakespeare
que la recogida en las versiones más caprichosas y bárbaras. Pero ¿cómo
dejar de reconocer todo el mérito de los trabajos de Moralín (4), MiU y

U) Willi¿Lm. Shakespeare, Qbyn¿ coiiiplclns de... Kitutüo pi"cirminai"j traducciÓTi y notas por
Luís A.scrana Marín. Primara vci-üióii ínl::gr£i del inglda. Única edición completa en lengua caste-
llana. Madrid, j\l[anuclj .-iguilar, .s. a., C X L I V + 2,1W págs. + una hoja.
(2) S lia lie apeare, 'Teatro completo de... L a traducciún del Inglís h a sido hecha por L[u¡s]
Astrana Marín. Madrid, Calpe. Colección tJniversal. [Varios volúmene'í, 1920 a 1930.]
N. Alfonso Par, en Contríhiición (i itt litlyliogyafía espaüola de Shalisspeare. Barcelona, 1930,
Publicaciones del Instituto del Teatro Nai^ionai, p á s s . SO y SI.
(3) J u a n Federico Muntadas, Shakespeare y Cíitderóii. Madrid, 1&4-9. fmp. L a Publicidad, 32
páginas. [El Ótelo, obra que comenta, lo conoce por la traducción Irorrcnda de Teodoro L a Ca-
lle. Valencia, 1821, y Barcelona, 1SÜ4.]
(4) Híiinlet, tragedia de Guillermo Shakespeare, traducida G ilustrada con la vida del autor
y notas criticas por Inarco Célenlo, P. A. [Leandro Fernández de IVÍoratin,] Madrid, en la oíicina
de Villalpando, MDCCLXXXX, ¥111-379 pág.s-, 8."
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Fontanals (5), Menéndez y Pelayo (6), Benot (7), Armas y Cárdenas (8),
Eduardo Julia (9) y Alfonso Par? (10), y hasta podríamos asegurar que,
para su fuero, tampoco el Sr. Astrana Marín reputó baladi el esfuerzo de
alguno de los autores mencionados, ya que de ellos se vale para alguna
de sus noticias (11).
íEs que acaso en Francia se ha estudiado mejor al creador de Hamlet?
Espíritus tan selectos como Voltaire (12) y Ducis (13) mutilaron de la ma-
nera más despiadada los textos shakespirianos. Y téngase en cuenta que
sobre la edición de Juan Francisco Ducis se han hecho todas las versiones
francesas, y ann españolas, posteriores. Sin embargo, ningún crítico con-
temporáneo francés se permite denigrar semejantes traducciones; las apre-
cia en su justo valor; las critica en su categoría. Malas y todo, son estas
versiones como los peldaños iniciales de una torre babélica de admiración

(5) Mfanuel] MÜá y FonlanalSf Machclli. (Diálogo de MalcohQ y Magduff). Barcelona, DÍÍIÍ'ÍQ
ñe Barcelona de 7 de abril de IfSS.
(6) GuiHermo ShakcspeEii'e, Drai/ias de... El mercadey de Venecia, Macbelli, Romeo y JuLie-
la, Otclo- Traducciún de D. Marcelino WenCndcz y P c í a y o . Barcelona, 1S91. Biblioteca de A r t e y
y LelraSf IV + 'í^^ pá^s. + unii hoja, 3.*
(7) Guillermo Shakespeare, Obrn^ áramúticas de... Versión castellana de Guillermo Mac-
plierson, con estudio preliminar lie Eduardo Benot. Madrid, 1865, tomo L X X X de la Biblioteca.
Clásica.
(S) José ArenaB y Cárdenas, Eirsayos críticos de Hícraíiíici inglesa y española. Madrid,
V. Suáreí, 1910, 314 págs, [Sobre Othclo, págs, 107-149].
(91 Eduardo Jiiilá Martines, Shakespeare en EspiuJn: 7 rnduccioiie^, imitaciones e in/liienciit
de las obras de Sliakespeare en la lilernliiru tspaiiola. Madrid, Revista de ArdiiTitis, Bibliotecas y
Museos, 1118, 364 págs.
Eduardo J u l i a Martínez, Shakespeare y su tiempo. Madrid, 191ú, Biblioteca do Divulgación.
¡10) AKonso Par, obra cit.
(II) Ejemplo:

Astrana Mari:! Eduardo Benot


t... Cuando el niño —[Shakespeare]- con- aCuLindo el poeta tendría tiece años, los
taba trece años la fortuna paternal declinó con negocios de J u a n debieron venir a menos, pucs-
fEípidcz. J u a n Shakespeare se ^'e oblis:Eido a hl- te que en lü79 6s\.í y su mujer hipotecaron en 40
potecar la finca de «Asblcs., pcrlenecienie a su libras hi finca de «AsliOiest, y vendieron la ren-
esposa... y más tarde, en octubre de IÓ79, vende t.t que disfrutaban sobre la vivienda d e S n i t t e r -
en 4Ü libras oira propiedad de su mujer en ñeld...»
SnllterfLeld...í

SE este párrafo no es u n a copla de Astrana Marín, denota enconces que Benot acudió a Nicho-
las Rowc, y que lo tradujo bien, asi como que consullú los Registros de Stratford.
E l Sr. A s t r a n a Marín h a seguido con especial inleriís, p a r a su biografía de Shakespeare, l a
maravlllo'ia obra de Georgc Brandes, sWiilíaín Sticrkespeare^. A crilical stitdy. lií tu-o volumes.
Londres, 1898
(13) üEn su primer acceso de entusiasmo lampoco dudó Voltaire en llevar a la escena fran-
cesa, con su habitual timidez, es cieno, de una m a n e r a raquítica, rccoiHándoIns y desñijrándolas..,,
algunas de las bellezas más sublimes que habla admirado en el sublime bárbaro. Asi, de Oleh na-
cl6 Zaira; de la sombra de Htimlel, Seiiiiramis; ael Julio Cesar, La muerte de Cesar. Unas p u r a s
golEts de vino shakespiriano bastaron para s a l v a r estos dramasji.
Marcelino Mentíndez y Pelayo, Historia de liis ideas esit'ticiis de Espaiía, tomo IV, tercera edí-
clún. Madrid, Colección de Escritores Castellanos, 1933, pág. 273.
(13) aMá.s adelante, Ducis, hombre primitivo, rústico v patriarcal..., se enamoró de Shakes-
peare con un amor casi religioso... Ducis profanó (sic) las obras maesira.s del trágico ingltís: Ótelo.
Hnmlel, ¡lacbetb. Romeo y Julieta, El rey Lear,... con virtiéndolas en tragedias a la francesa...»
Marcelino M e n í n d e i y Pelayo, obra cit., tomo IV, píigs. 273 y 374.

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hacia el genio. Algo parecido cabe pensar de las traducciones y ensayos


críticos españoles. Malos y todo, llevan en sí el valor de lo inicial, de lo
espontáneo, y por ende, de lo justo. Por eso creemos, en.contra de la opi-
nión del docto comentarista y traductor D. Luis Astrana Marín, que son
muy apreciables estos esfuerzos; .si no como patentes de lo discreto y per-
fecto, si como bocetos o matices de. lo que pudiera serlo. ,y esta .creencia
es ]a que nos mueve a comentar y examinar cuanlos manuscritos de ver-
siones shakespirianas se .hallan en la Biblioteca Municipal de Madrid.
Manuscritos ñnicamente señalados por D. Emilio Cotarelo (14), D. Eduar-
do Julia (15) y D. Alíon,so Par (Ilí), pero no estudiados ni expuestos, salvo
una excepción honrosa en D. Carlos Cambronero (17).
De la .tragedia de Romeo y Julieta existen cuatro manuscritos (18) en
la Biblioteca Municipal de Madrid. Y de uno de ellos (19) hasta cuatro
copias.
Al señalado por Colarelo, Julia y Par como el primero cronológica-
mente se le asigna ]ior los dos últimos señores una lecha: 1803. ¿En qué
basan esta certeza? Kn el manuscrito no con.^ta lecha alguna. D. Carlos
Cambronero, doctísimo bibliotecario municipal que redactó el Catálogo (20)
de los fondos de" teatro manuscrito de la citada dependencia, pone en la
papeleta respectiva: s[in] a[ño]. Creemos que lo mismo el Sr. Julia que
D. Alfonso Par se fían de la alusión de Cotarelo (21). Y si éste afirma que
seestrenó Julia y Romeo el 9 de diciembre de 1804, claro está que la tra-
ducción debió hacerse antes. Pero ¿por qué en 1803? Pudo hacerse con
anterioridad. O el mismo año de 1804. Cotarelo y Julia señalan como autor
de la traducción contenida en este manuscrito a Dioní.sio Solís. Nueva
interrogación. ¿Por qué a Dionisio Solís? Cotarelo lo indica sin decir en
qué fundamenta su opinión. Julia seguramente se deja arrastrai- por el
prestigio del académico de la E.spañola; y otro tanto debió suceder a Cam-
bronero, que al margen de su Catálogo, de su puño y leti-a, estampó: ¿será
traducción de Solís? (22). Hay que liacer la salvedad de Julia, extrañándole
que la traducción de Solís de 1820 sea exacta respecto a la de Ducis, y la
de 1803 exageradamente libre (23). El proceso del traductor ingenioso sigue

(IJ.) sExisle un manu5cr¡to de esta obra \JtiUeta y Romcol en la Blblioteai Municlpiíl...;


pero debemos a d v e n i r que el lexlo es dislimo de otra vcrsiún en i-om.ince endecíisikibo, que se im-
prímló en Barcelona en líJ^O y en Valencia por el mismo tiempo, tniiibidii atribuido a. Solís...*
Emilio Cotarelo y Mori, Isidoro Múiqtieay eí Icati'O desti íi'euipo. Madrid. Imp- Perales, 1902.
S5Ó págs. + una hoja, pág. 1S7.
(15) «lili la Biblioicca Municipal h a y cuatro ejemplares de éstos [de Romeo y Jiilicla].'
Eduardo Julia, obra c i t , pág?. 5ij, 57, IIT y 119.
(le) Alfonso Par, obra eit., págs. 33, 34 y 35.
. (17) Hamlet. iraduccióii de D. Ramón de la Cruü, publicada por D. Carlos Cambronero, en
Revista Contemporánea, tomo CXX, 1900, pílgs. U3, 273, 379, 50Ü y 640.
(18) Signados 1-121-4, 1-19&53, 19&-32 y 1-63-15.
. , (19) E l 1-63-6. Dos ejemplares ddbidos n la. misma mano. Los otros dos de distintas.
(20) [Carlos Cambronero], Caldoso /te te: Bibtioteai Miinici/nil. Madrid, Imp. Municipal, 190Í,
491 +. 43 páes. Sección segunda. Apéndices 1, 2, 3 y 4. Desglosado el Teatro, págs. 275 a 491.
(21) A l u d e Cotarelo a que el 23 de noviembre de 130-1 estrenó Máiqucíí Miicbeth.,. y a que el
_&_ de diciembre en el teatro do la Cruji se mircnó Jutía y Romeo.-.
En.iijio Colarelo, obra cit., pág. 1E7, texto y nota 2.
• . .(23) t'nííí/ogo d e / n Biftíi'oíefn iWiiji/c/píi/, sección secunda, pág. ,%"j,
(23] Julia, obra eit., pág-,57. . , ,

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lógicamente un orden inverso. Alfonso Par la atiibuye a Manuel García


Suelto (24), con las mismas posibilidades de veracidad. El manuscrito no
contiene detalle alguno de tiempo ni de autor. Se intitula «Julia y Romeo.
Tragedia urbana en 5"^ actost. Y lleva este lema: Omnia Vincit Amor.
Virg.
La traducción conserva los cinco actos del original inglés, pero los
personajes son miiy inferiores en número; no se respetan ni la localización
ni el orden de los cuadros, y, como es lógico, escenas enteras se escamo-
tean al público, dándose el caso que algún personaje recita párrafos que
Shakespeare pone en boca de actores distintos. Los veintiocho perso-
najes mencionados con aparte en la obra l'he irdgedy ofRoineo and JuUet
quedan reducidos a siete (25). Empieza la traducción española con un mo-
nólogo de Julia, del que se deduce que ya está enamorada de Romeo. Las
mutaciones de perspectiva no son sino cinco, una por acto. Más que tra-
ducción nosotros llamaríamos a 1a obra de este anónimo escritor español
evocación. Asombra verdaderamente que investii^ador tan docto como el
Sr. Cotarelo escriba de esta traducción: "... se estrenó en el teatro de la
Cruz otro drama shakespiriano,yw¿;'a jj'iPomeo, muy bien traducido (del
de Ducis) por D. Dionisio Soli's, como todas las versiones que hacia este
ilustre y mal conocido poetas (26). O el Sr. Cotarelo leyó los manuscritos
posteriores, que luego mencionaremos —ya más acordes con el traductor
írancés—, o se limitó a declarar como dogma de fe su creencia y no su
experiencia. Julia ya escribe esta salvedad; ».,. mientras que la [versión]
escrita en octosílabos [la aludida] tiene una libertad inexplicable» (27).
Pero es curiosísimo detalle, que seguramente ni Cotarelo ni Julia advirtie-
ron, ei siguiente: al final del manuscrito se han colocado varias páginas
— también manuscritas, el papel idéntico, la fecha igual, pero de distinta
mano— en las que se varía radicalmente el fin del drama, aproximándolo
al del original.
Indudablemente el traductor sufrió el «rernordimíenlo>• de su liberti-
naje y quiso, con singular instinto dramático, dignificar el remate de su
comedia. En el manuscrito, al llegar al final de la escena cuarta del quinto
acto, se hace la llamada a las páginas añadidas. Vamos a copiar a conti-
nuación los dos finales: el de la versión libre y el de la traducción más
fiel, siendo seguramente éste el que se representó:

Versión libre Traducción más semejaiite


'ACTO V.—ESCEKA IV «ACTO V.—ESCENA IV
ROM. ¡Perdido, bien mió! Llega,
llega que me va faltando
•• la luz..., no llores amiga.

(24) P.ai-, obra cit., pág. 34.


(25) Julia. - M a d a m a Capclio [Oipulcto].—Co|iclio [Capulcio]. —Komeo,—BenUvoglio [iBcnvo-
lio y Mcrcucio a 1LI VEK y F r a Loren/.o].—L^ura [nodriía de J u l i e l a ] . - Pedro [se le h a t t criado de
Romeo].
(ífi) Coiarelo, obra C!L, pá?, 187.
(27) Julia, obra til., pág. 57.

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ten piedad demí..., tusmanoS'


cierren mis quebrados ojos.
y recoge con tus labios
mi espíritu...
JoL. ...lOh, Dios!, JuL. ¡Dios eterno!
¿Cómo podré yo, faltando ROM. Las tinieblas han cerrado
tu, vivir desconsolada mis ojos... aun puedo verte..,
en viudez y desamparo?
No, no puede ser. La muerte, ¡Ai Julia, tú sin amparo!
la muerte, por ella clamo. ¡Tu sola!... ¿Quién te dará
(Y quién me la dará, cielos? favor?... ¡Qué desanimados
Pero ya la hallé, muramos. vacilan mis pies!... ¡Ai tristeí
ROM. Tente. ^CLij'endo en lierrn.)
J.UL. Déjame.
ROM. No, vive.
JOL. ¿Por qué no quieres, ingi^ato,
que muera, si no me queda
más que morir?
ROM. Por el llanto
que de placer y de pena
rais ojos han deiTamado,
y por el llanto qae miras
que dellos, mi bien, den'amo,
vive.
JOL. No puedo.

ESCENA V ESCENA V
BEMITOGLIO (sale por la puertíi principal d e t
J u u A , Ro^TEO, BF..\-TIVOÍ;LIO V PEDRO
Hc pulcro) y diclios

BENT. Imprudentes BENT.¡Cielos! ¿Quién habrá llegado-


esposos, tranquilizaos. primero que yo?
luL. ¡Ah! ¿Tú eres'?
PED. [Querido señor! Amigo, pérfido y falso,
JUL. ¿Qué dices. liega, pues, traidor y goza
del fruto de tus engañaos,
amigo pérlido y íalso? BENT. ¿Cómo traidor? No he cum-
BEST. Que os vengo a salvar. [plido...
JUL. Llega te digo, malvado,
JüL. (Y cómo, y tus ojos te respondan.
si muere mi bien? Ven y verás espirando
a mi esposo del veneno
BENT. Acaso que tomó.
• • pudiera yo ser tan necio BENT. ¡Cómo! ¿Ka tomado
que pusiera entre sus manos un veneno? Corro al punto
por remedios.
un tósigo verdadero (28). ROM. Ya son vanos

l_2&) Se inicia el íinai absurdo de contedla casi blanca, inri p a r a Slialíespeaie,

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JUL. ¿Con que mi t e m o r es vano? p a r a qtiien no tiene vida.


¿Con que vivirá? ¡Ah! No la dcxeis, quedaos
con mi Julia.
B E N T . Sí, Julia, BENX. • Yo p r o t e x t o
y vivirá en vuestros brazos. „ p o r cuanto tienen d e sacro
cielo y tierra, que no bien
ROM. ¡Bien hechor! pisé iñis u m b r a l e s q u a n d o
TUL. ¡Ángel del cíelo! partió p a r a Mantua un pos-
[ta (sic)
PED. ¡Amo mío! con intento d e avisaros
B E K T . Sosegaos,
d e la cautela dispuesta.
ROM. A S Í los hados juraron
y dejadme que r e s p i r e mi perdición..., mi caída...,
d e placer y d e cansancio. tu fingida m u e r t e . . . ¡engaño
ventul^oso! fué ñngida,
Yo, v i e n d o q u e n o volvía y o m o r i r é consolado.
n i n g u n o d e Mantua, estando A m i g o , cuidad de Julia
en su triste d e s a m p a r o ,
cercano el t i e m p o en q u e c u i d a d d e m i J u l i a . . . ¡Eterno
[Julia Dios, ten p i e d a d de su llanto
y ten piedad d e mi..., Julia!
d e s p e r t a r a del letargo JüL. ¡Romeo! [Queda dcEmayada so-
m e v e n g o al sepulcro, P e d r o bre íl.)
BENT. ¿Señora? ¡O quanto
me v é , me cuenta llorando m e compadece! Señora,
la causa d e su dolor, volved en vos.
TUL, Inhumano,
acelero m á s el paso, d é x a m e morir tranquila.
llego, queridos amigos, ¿Por qué t u r b a s mi descanso?
¿Oué q u i e r e s d e mí? ¿Que
llego, p a r a consolaros, ¡viva
y ser y o feliz en p r e m i o sin a m o r , en el espacio
del universo desierta fsic)
d e q u e son felices ambos. p a r a m a l d e c i r los r a y o s
JUL. Cómo podrá nunca Julia del sol que a l u m b r a mis ojos
nunca de lágrimas hartos?
¡ah! ¡cúmo p o d r á pagaros! Ni p u e d o n i quiero. ¡O centro
ROM. Mi e t e r n o a e r a d e c i m i e n t o . d e mis a m a n t e s cuidados!
A n t e s mi delicia, ahora
BENT. Basta, callad. No p e r d a m o s mi t o i m e n l o : y o te llamo,
i n ú t i l m e n t e las horas yo, tu desdichada Julia,
a quien has d e s a m p a r a d o
d e la n o c h e . A pocos pasos p a r a s i e m p r e . P e r o miento;
q u e d a n p a r a vuestra fuga tú m e v e s , } ' con los brazos
amorosos nie convidas
p r e v e n i d o s los caballos. a morir, y por que tardo
Partid en ellos, huid m e culpas. A l m a dichosa,
espera y guía mi.s pasos
a Viena apresurados;
q u e y a te sigo. (Tom;i el pomo.l
en ella buscad asilo [¡Ai! Que nada,
y sed dichosos en tanto n a d a p a r a mi ha quedado
d e v e n e n o . Ki la m u e r t e
que Mónteseos y Capelios q u e van mis ojos buscando
s e cansan d e s e r contrarios, p u e d o hallar.
B E N T . Querida Julia,
y y o conciho sus almas deponed ese insensato
en a m o r y paz. y d e l i n q u e n l e designio.
Vivid conmigo; partamos,
Sí, v a m o s , si vos queréis, de Verona,
ROM.
J u l i a ; vamos, PAyuntamiento n o volvamos al palacio
edro. de Madrid paternal. Vivid, y d a d m e
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- 425 -

JuL. " Y para no separarnos el dulce nombre de hermano,


jamás. de amigo y padre: si valen
algo para con vos tantos
BENT. [Queridos amigos! peligros en que mi vida
JuL. ¡Oh, quiera Dios que seamos y mi honor se aventuraron.
Vetiid, y lloremos juntos.
dicliosos..., pei^o tlicliosos, JuL. Ya hallé la muerte. (Encuenti-a.
la espada y se liiere con ella.)
sin temor ni sobresalto!» Muramos.
BENT. ¡Julia!
JüL. Romeo, ya muero.
BENT. ¡Mísei-a, q u é horror, qué
[pasmo!
JuL. Félix yo... ¡Cómo se rrasgan
mis entrañas! Soberano
Señor, perdona mis culpas.
(Muere.)
BENT, Ya murió. Desventurados
esposos, víctimas tristes
del odio paternal arabos.
¡O, quiera Dios que los pa-
[dres,
cuyo corazón de mármol
fué de vuestras esperanzas
y felicidad contrario,
sirvan de futuro ejemplo
para que otros desdichados
no derramen oprimidos
ni más sangre ni más llanto.»

FIN .. FIN

Hemos indicado que Romeo y Julieta debió de representarse en el


teatro de la Cruz con el desenlace «más fiel» de los traducidos. Y la fideli-
dad a que aludimos se refiere lúnicamente» al fondo de la obra y no a la
forma. En ésta las hojas manuscritas apenas aportan otra innovación que
la de supiimir la presencia del criado Pedro. En la Biblioteca Nacional de
Madrid existe otro manuscrito, copia exacta del mencionado (29). Paz y
Meliá lo menciona en su catálogo, sin referencia alguna (30).
Someramente vamos a reseñar el manuscrito, 1-121-4, aludiendo a los
cortes y supresiones de su incógnito traductor respecto a la novísima y
admirable versión de Astrana Marín.
Acto primero: [Aposento de Julia, puesto con gusto y elegancia...]
Consta de cinco escenas (31), y en ellas intervienen únicamente Julieta,
Romeo y Laura (32).

(29) E l Ms. 16,23ú.


(30) [A, Faz y Meliá], Cníri/ogo de las picsas de tcalro qne se coiiservan en el depurtnmento
de jnaiiii^c'íías de ¡a Biblioteca NÍICÍOHÍII. Madrid, Imp. del Colegio Nacional de Sordomudos y
Ciegos, 18W, 734 págs., nilm. 1606. [Julia m c n d o n a , mal copiado, el nüm. 1.695. Obra cit., pág. 5S,
nota 3].
(31) E n la versión de A. M. un pi'óiogo y cinco escenas con cinco mulaciones: plaza pública,
una calle, salón en casa de CapulclQ, una calle y otro salón en casa de Capuleto.
(32) Versión de A, .M. Intervienen casi lodos los personajes con apai-ies del d r a m a (veinti-
ocho), además de innumerables comparsas.

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- 42" -

Escena primera: Monólogo de JuJia. Julia espera a Romeo, ya su espo-


so, que vEi a partir de Verona. Sé han suprimido, por medio de llaves,
varios versos (33).
Escena segunda; Julia y Laura. Julia cuenta a Laura cómo conoció
a Romeo y cómo se prometió a él. Laura alude a la muerte de Teobaldo a
manos de Romeo y a que el noble París, con el consentimiento de Capule-
to, la pretende por esposa (34).
Escena tercera: Julia y Romeo. Escena de la despedida, con gi'an fide-
lidad vertida (35).
Escena cuarta; Los mismos y Laura. Ésta insta la separación (36).
Escena quinta: Julia y Laura. Ruegos de ésta para tranquilizar a
Julia (37).
Acto segundo: [No se liace descripción alguna del lugar de la ac-
ción] (3S). Consta de siete escenas (39), y en ellas intervienen Julia, Laura,
Madama Capelio [Lady Capuleto] y Copelio [Capuleto] (40).
'^Bscena primera: Madama Capelio y Laura. Laura confiesa a ¡Madama
los amores de Julia (41). Se han suprimido con llaves numerosos versos.
Con dichas supresiones y las de las siguientes escenas apenas duraría el
acto quince minutos.
Escena segunda: Madama sola. Desea que terminen tantas afiiccio-
.nes (42).
Escena tercera; Madama y Copeljo. Éste afirma que el conde Pai-is se,
casará con Julia, porque la muerte de Teobaldo debe apartarla más de
Romeo (43).
Escena cuarta: Madama sola, Cuati-o versos. Deprecación (44).
Escena quinta: Julia, Madama y Laura. Madama aconseja a Julia que
obedezca a su padre. Julia pide un plazo (45).
Escena sexta: Julia, Madama y Laura, que vuelve. Ocho versos. Mada-
ma dice a Laura que persuada a Julia (46).
Escena séptima; Laura y Julia. Se repiten conceptos de la escena
segunda del acto primero.

(33) ViTsión de A. M, Escenas ciiírc capulcios y montcsco.s. Cortejo .solemne del piincipc.
Escena de Romeo y Benvolio.
(34-) Versiún de A. M. Capuleto y París, Benvolio y líomeo.
(35) Versión de A. M. T.ady CapulcLo y la Nodriza (Laurü, en el manuscrito 1-121-4). Dichos
y Julieta, Dichos y un criado.
(3G) Versión de A. M. Romeo, Mei'cucio, Benvolio con cnm.iscarH^dos,
(37) Versión de A. -M. Müsico y criados. Capuleto, Juiiet;! c invitados. Dichos y Romeo, Di-
chos y Teobaldo y Benvolio, Dichos y la Nodriza.
[fS3) Debe ser un gabinete, porque en el niulis de T-aura [escena primera) se anota: «Enlra en
la alcoba de Julia,e
(39] Versión de A, M, Prúloij'o ;• seis escenas y seis mutaciones,
(40) Versión de A, M, Coro, Romeo, Benvolio, Mcrcucío, JuUela Nodi'i^a, F r a y Lorenzo y
Pedro.
(41) Versión de .-V. .\f. [Callejuela junto al jardín de Capuleto,] Romeo, Dicho y Benvolio y
Mercucio.
(42) Versiún de A, M. LJardfn de Capuleío.] Romeo y Julieta en la ventana. Dichos y Nodriza,
(43) Versión de A, .\l, [Celda de F r a y Lorenzo.] F r a y Lorenzo y Romeo.
(44) Versión de A. M. [Una calle,] Benvolio y Mercucio, Dichos y Horneo. Romeo y Nodriza,
Dichos y Pedro,
(45) Versión de A. M. [Jai'din de Capuleto,] J u l i a V Nodriza,
(46J Versión de A, M, [CclLia de F r a y Lorenzo,] F r a y Lorenio, Romeo y Julieta,

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- 428-

Acto tercero (No se indica el lugar de la acción] (47): Consta de diez


escenas (48). Intervienen en ellas CopeUo, Madama, Laura, Julia y Benti-
voglio (49).
Escena primera: Copelio y Madama. Aquél, furioso, exige el casa-
miento de Julia con París (50).
Escena segunda: Copelio solo. Se dice que su voluntad debe ser cum-
plida rigurosamente (51).
Escena tercera: Laura y Copelio, y después Julia. Copelio amenaza
a Tulia si no se casa con Paris. Julia se resiste (52).
Escena cuarta: Julia sola. Lamentación. [Doce versos. Suprimidos,
veinte] (53).
Escena quinta: Laura y Julia. Anuncia Laura a Bentivoglio, médico (?).
[Suprimidos cincuenta versos] (54).
Escena sexta: Bentivoglio, Julia y Laura. Alegiia de Julia ante el
amigo de Romeo.
Escena séptima: Julia y Bentivoglio. Éste le propone la estratagema
del veneno «aparente^.
Escena [octava] séptima (en el manuscrito); Julia sola. Duda ante el
recurso de Bentivoglio.
Escena [novena] octava (en el manuscrito): Laura yjulia.
• Escena [décima] novena (en el manuscrito): Madama y Julia. Madama
cree que Julia accede a los deseos de. Copelio.
Escena [undécima] décima (en el manuscrito): Julia sola. Bebe el vene-
no tfalso» que le dio Bentivoglio.
Acto cuarto: [La misma decoración del acto anterior.] Consta de diez
escenas (55), y en ellas intervienen Julia, Laura, Pedro, criados, Copelio,
Bentivoglio y Madama (56).
Escena primera; Julia (dormida), Laura y Pedro. Comentan éstos.
Luego descubren a Julia. Creen que duerme. Luego sospechan que ha
muerto. Gritos (57).
Escena segunda; Laura y criados. Atienden a Julia y gritan (58).
Escena tercera: Laura y Copelio. Este cree en artificios de Julia, pri-
mero (59).

(4/) L a misma decorEn:ióii del acto segundo, p^irque en los apartéis se djcc: aEnLra en la alco-
ba de Julieta.i>
(J8) E l traductor o copista Tcpite la escena séptima. [Entiéndase en la numeración]. En la
versión de A. M. cinco escenas.
(49) Versión de .A, M, Mercurio, Benvólio, Pajt:, Criados, Teobaido, Romeo, Capuietos,
Mónteseos, Principe, Jtiliela, Nodriza, l~iay Loienzo y París,
•(oO) Versión de A, M, [Plaza pública,] .Viercticio, Benvólio, Paje y Criados, Dichos y Teóbal-
do y oíros, Dícho.'i y Romeo, Dichos y Principe con Mónteseos 5' Capuietos con sus esposas y otros.
(51) Versión de A, M. [Jardín de Capuleío.] Julieta y Nodclia,
(53¡ Versión de .'\, \l. [Celda de F r a y LoieníO.] Fray Lorenzo, Romeo y Nodriza.
(03) Versión de A. M, [Sala de casa de Capólelo,] CEtpuleto, L a d y Capuleto y Pai"ii,
(54) Versión de A, M, [Jardín de Capuleto,] Romeo, Julia (en la ventanal, Nodi'íza, L a d y
Capuleío V Capuleto.
(55) Versión de A, M, Consta de cinco escenas y de cinco muiaeiones.
(56) Versión de A, M, Intervienen F r a y Lorenzo, Paris, Julieta, Capuleto, Nodriza, L a d y
Capuleto, Criados, Miísícos y Pedro.
(57) Versión de .A, M, [Celda de F r a y Lorenzo.] F r a y Lorenzo, París i^ Julia,
(5S) Versión de A. M, [S.^la en casa de Capu eto ] Capuleto, Lady, Nodriza y Criados.
(59) Versión do A, M, [Aposento de Julia,] Julia, Nodriza y Lady Capuleto,

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Escena cuarta; Copelio solo. Se levanta. Acaricia a su hija (60).


Escena quinta: Bentivoglio y Cope-lio. Aquél insta a-éste para que
salve a lulia. Éste niega poder darle remedio alguno (61),
Escena sexta: Dichos y Laura.
Escena séptima: Diclios y Madama. Criados a la puerta. Desespera-
ción de Madama.
Escena octava: Capelio fsic) y Bentivoglio. Copelio encarga a Benti-
voglio se lleve el cuerpo de J ulia.
Escena no .'ena: Bentivoglio solo. Comenta el abatimiento de Copelio.
Escena decima: Bentivoglio y Laura. Tratan de la sepultura de Julia.
Acto quinto: [El teatro representa lo (s¿c) de un antiguo sepulcro con
bóvedas y arcos...] Consta de cinco escenas (62), y en ellas intervienen
Romeo, Pedro, Julia y Bentivoglio (63).
Escena priraei'a: Romeo y Pedro. Los dos creen en la muerte de Julia.
Romeo quiere verla muerta (64).
Escena segunda: Romeo solo. Encuentra el cuerpo de lulia. Se lamen -
ta. Bebe un veneno (65).
Escena tercera: Romeo y Pedro (66). Pedro sospecha. Romeo le dice
que bebió un licor Iónico (67).
Escena cuarta: Romeo y Julia. Despierta ésta en brazos de él. Romeo
se desespera porque él va a morir. Julia quiere beber también el veneno.
No queda (68). •
Escena quinta: Julia, Romeo, Bentivoglio y Pedro (69).
Nos ha parecido interesante esta descripción del manuscrito í-121-4,
con el cotejo de la fidelLsima y nueva traducción de Astrana Marín, para
qtie el lector pueda darse fácilmente idea de la libertad y aun del liberti-
naje que el anónimo traductor se tomó en su trabajo. Insistimos que esta

(60) Versión de A. M. [SEIIÓTI en casa de Capuleto,] Líidy, Nodii¿ii, Capuleto y Ci'iados.


(61) Versión de A. M. [Alcoba de julictn.] Julieía. (en el leclio), Nodríi^a, Lady, Capuleio,
F r a y LoreníO, París, Milsleoí y Pedro.
(62) "\'er3ión de A. M, Consta de ires escenas.
(63) Aversión de _A. M. Intervienen Romeo, BaitiVsar, Boticai'io, FrELV J u a n , F r a y I.orenzo,
París, Paje, Jiíllcla, Guardias, Pi^tiicipü, Monlesco y Capulcto.
(64) Versión de .A, M. [Mantua, Una calle,] Romeo, BailaSEír y Boticario.
(65) V e r i í ó n de A. M. [Celda de F r a y Lorenzo.] F r a y J u a n y F r a y Lorenzo.
(66) E n el manuscrito la misma p l u m a que i'edacló el ílnal ii/iis ¡It'l en un papel pegado ha
corregido:
«KoM. ... e.í un don del soHuirio
que nos alburgú piadoso
quando cayó mi cabailo.
Tú le llevaras las gi'aclas
p o r el bien que de su mano
recibí..,»

E í imposible leer la ptimiilva redacción de cíie parrada eniínlado,


(67) Versión de .A. M. [Ceraenlerío con el sepulcro Capuiclo.] Pari.s, Paje, Komeo, Ballasar,
F r a y Lorenzo, Juliela, Guardias, Pi incipe, Capulelo y Montesco.
(6S) E n t s l a escena j-erailc el Iraductor a las liojas suelta-s que modílican el final.
(69) De la terminación primíih'a de .salvación de los hiíroes, paz de las íaniilias Capulcto y
Montesco, y felicidad futura, muy a lono con la socioJad eapaiíola que capitaneaba María Luisa de
Saboya, enemiga de graves disijustos, se pasa a la muerte de los amanies y a los demás lieros ma-
les del original.

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- 4B0 -

traducción no deriva de la de Juan Francisco Ducis —adaptación diríamos


meiof al gusto francés en 1775—, porque éste modifica el nombre dé los
personajes y el de las mutaciones de la versión castellana, y sólo mutila
conceptos, detalles «erados^ del original britáuico. Lo cual no quiere decir
que el anónúno traductor desconociera el trabajo del escritor francés. De
la intensísima tragedia inglesa, drama ^a secas" en Ducis, nace esta 'espe-
cie de comedia blanca española, corregida al cabo para darle síntomas de
envergadura teatral, y quién sabe si motivos de lucimiento a determinados
actores. Desde luego, esel manuscrito más antiguo que se conserva de la
versión de Tlie tragedy of Romeo andjulict,
¿Puede negar alguien que, si no como traducción estimable y comple-
ta, deba estudiarse y aun estimarse el referido manuscrito como síntoma
de una futura comprensión del teatro shakespíriano? Las obras maduras
necesitan de estos tanteos y fórmulas insuficientes, preliminares.
Otro de los manuscritos que se conservan en la Biblioteca Municipal
de Madrid, referente a la misma tragediade Ropieo y Julieta, es el seña-
lado con la cifra 1-195-32 (70). Creemos que este manuscrito es enteramente
desconocido por los comentaristas del poeta inglés (71). Es una versión, de
traductor anónimo, destinada a ópera. Los cinco' actos del original se han
reducido a tres (72); los personajes son. siete, más los coros «de soldados
y de españoles» (sic) (73)
No cabe duda alguna que esta ópera «salió» de la traducción del ma-
nuscrito 1-121-4; la acción ha sido aún más cercenada, pero se conservan
escenas enteras exactas en el calco (74); y el lin de la ópera corresponde
con el de la redacción primitiva de la versión comentada, esto es: el final,
en el Cjue Julieta -revive», y Romeo no se mata, terminando felizmente las
i^encillas entre cápuletos y mónteseos (75).
Señalado con el mismo número 196-32 existe otro manuscrito, comple-
mento del anterior, en cuya portada se ha escrito: '•Guión de música.
Opera en tres actos. Romeo y Julieta- (76), Son doce ios cantables (77) a
los que se alude ordenadamente en el libreto del recitado; estos cantables,
debidos a la inspiración de un vate 'de ocasión», resultan francamente

(70) [Carín.i Catnbronero], Catálogo di' la Biblioteca Miiiiicipnl, sección secunda, png. 38,'i,
dice afi[; «Jiiliela y Romeo, úpeni en li"es actos y en verso, s. a. Ms- .1.^»
(71) Al meno^ ios dos más modernos y doctos biógrafos; Julia [í?n Shitkcspcure en ^ípaiía y
en Sltakcspcarc y su íicmpí}, 19161 V Pai" no lo mencionan.
(72) Acto primero, Jardín en casa de Capuleto; acio segundo, salón magnífico, y aclo icrcoro,
panteón de la familia Capuleio.
(7Ü) Los mismos en número a la versión l-12l-íl, poro variando algún nombre y cambiando
alljún personaje. No existe Matlame Capulelo, pero en cambio se saca a un Don Fernando que
viene a ser el Paris (*) del 07i;;íinal íngltís. Un París generoso y bobo, Beniivoglío es en la úpera
Cebas; Laura, Cecilia, y Pedro, Antonio.
(7.1) Escenas segunda, tercera y cuarta del acto primero; piimera, lercei-a y sdplíma del aclo
segundo, y tercera del acto tercero,
(75) Los versos son octosílabos, asonantados, como en ía versión 1-131-4.
(7S) En los fondos riquísimos de música de los siglos xvii, s v m y xix (principios) ijuc guarda
la Bibíioieca Municipal de Madrid no hemos podido hallar noticia alguna sobre la partitura de esta
ópera,
(77) Arias, diios y coros al gusto romántico do los comienzos del xix.

(*) A Don Fernando —París— se le hace príncipe poderoso de Castilla,

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abominables y en nada mejoran a los de aquellas zarzuelillas de mediado
el sig'lo jrrx. Su lectura reconocemos puede motivar la indignación e inclu-
so el furor del critico menos comprensivo.
Atención muy especial merece el manuscrito 1-53-6, del que existen
cuati^o copias (78), titulado ya Roineo y Julieta, y versión, según consenso
unánime de los más finos críticos, de D. Dionisio Villanueva y Ochoa (79).
¿Existeii pruebas de esta afirmación?
Cambrónero ya no titubea —como se indicó en el manuscrito 1-121-4—
para atribuir a Solís esta versión (80). En Barcelona aparece imbresa
en 1S17 la traducción de Solls. Este manuscrito, 1-63-6, lleva licencia
de 1818 (81) y sigue en absoluto al impreso barcelonés. Solís tradujo su
Ronieo y Julieta del de Ducis (82). ¿Pruebas? £1 número de actos, de esce-
nas, de personajes y hasta de versos. Difiere, no obstante, en el desenlace
la versión española de Solís de la irancesa de Ducis. Ducis hace que
Romeo se clave su propia espada. Acaso con más temperamento dramáti-
co, Solis hace que Romeo —matador, en defensa de Montesco, del herma-
no de Julieta— muera atravesado por la espada de su propio padre, dirigi-
da contra el padre de Julieta (83). Por si lo escrito no fuera suficiente para
probar que la mano, la discreta poesía y la experiencia teatral, de Solís
andan de punta a cabo en el manuscrito 1-63-6, hay que advertir que en el
año 1820 vuelve a imprimirse en Barcelona una nueva edición de Romeo
y Julieta (84), que sigue al detalle la edición de 1S17 y el manuscrito men-
cionado.
Brevemente queremos hacer la de.scripción de éste. Se conservan en
él los mismos personajes de la versión de Ducis: ocho, más comparsas de
soldados. Pero se les altera el nombre del original inglés y aun de la tra-
ducción francesa (85). Las mutaciones escenográficas se reducen a una por
acto (86); el número de escenas es distinto que en el manuscrito 1-121-4,
pero no coincidente tampoco con el del original inglés, ni siquiera en
aquellas partes de la tragedia en que el número de personajes —respecto

(78) De \ií m i í m a mano, dos a dos.


(79) Llamado Dionisio Solís (1774-1E3-1-), apuntador del teatro ilel Principe, poeta y adaptador
de obras clásicas.
(80) [Carlos Cambrontíro], obra cii., pags. 450 y -lül: •cRotnno y Julieta, tragedia en cinco
actos y en verso, s. a. Cens. de 191S. Ms. 4.°. Arreglo de D. Dionisio SoKs.i
(81) L a licencia dice así: nHabiendo leido la tragedia (itulada Roineo y Jnlictü, en cinco
actos, q[uc] de orden del señor Vic[arí]o eclesiástico de Madrid se me remitió p a r a q[iie] diese m i
parecer acerca de ella, debo decir q[ue] enterado en su lectura y reHexionado .su coatenído, no en-
cuentro en mi juicio q[ue] tenga cosa qfue] pueda impedir su representaciún por opuesto a la reli-
gión 3' buenas costumbres. L a Victoria de Madrid, 7 de octubre de 1S13.—i^?'. Fenmiuio (*) Garda
Carrillo, s
(82) Ed, Bru.'ielles, Lacrosse, llbraire-ádlleur, s, i,, 183.1, vol. I, págs. 130 a 175.
(83¡ «El buen gusto del arreglador español no podía conformarse con un final tan absurdo
[el caprichoso de Ducis], y si no acertó a adivinar la grandeza de la concepción shalíespiriana...».
Julia, obra cit., pág. 61-
(84) Romeo y Julieta, tragedia en cinco actos, traducida del franciis. Barcelona, J. Francisco
Plferrer, 1830, 24 págs., 8."
p5) Moutengón es Montesco; Alberlco, Benvolio; Flavia, la Nodriza, y Fernando, el Príncipe.
(86) E l manuscrito indica; i L a escenit es en "\'etona, los cuatro primeros actos en el palacio
de Capülclo, y el quinto en el panteón de las dos familias,s

P) J u l i a lee F r a y Bernardo García y Carrillo, o b r a c l t , , pág. 57, nota 2.

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a este original— de la versión lo pennitia. Solis, que seguramente sabía


el inglés por supermanencia en Londres —1801-1802—, no quiso molestarse
en cotejo alguno; y eso que por entonces se dio a la estampa una de las
mejores ediciones shakespirianas de todos los tiempos (87). El verso usa-
do es el endecasílabo, sin variante alguna y asonantado (88), lo que le da
una monotonía extraordinaria (89).
No son éstos los únicos manuscritos que de versiones shakespirianas se
conservan en la Biblioteca Municipal de Madrid, cuya sección teatral es
un verdadero filón de hallazgos sorprendentes para el investigador. Otros
varios, entre ellos la traducción que de Hanilet hizo D. Ramtín de la
Cruz (90), merecen estudio y comentario. Uno 5' otro pensamos dedicarles
más adelante.
FEDERICO CARLOS SÁINZ DE ROBLES.

Biblioteca Municipal.

(87) Isacc Reed, Frimer Variorum, 1803 tic ia ediclún 1885. (Apud. A. M.]
[881 Aclo primero, asonanles a, o; aclo segundo, e, a; acto tercero, a, o; acto cuarto, c, o, y
acto quinto, e, o.
[69) fl... Muy bien traducido [el d r a m a Julia y Ronica] ...por D, Dionisio Solfs..,, iluslre y
mal conocido pocia». Esto lo dice el Sr. Cotnrelo, obra ciL, p í g . 187, y téngase en cuenta que se
refiere a! M.s. 1-121-4, traducido en unos, muy poco Í!:spirados, octosílabos asonantados.
(90) liaífilcto, rey lie Dtnaiiiarcii [seirún Ducis], tnigcdia inglesa. Traducción por Ramón de
la Cruz. Biblioteca Municipal ilc Madrid. Ms. 1-131-1, lT/2.
Cambronero da la nota 1, obra cll., seccíún segunda, pag. 371.

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RESEÑAS

EL ISLAM Y EL CRISTIANISMO

ADVERTEÍiCIA

La inagotable amabilidad del ilustre profesor italiano Ezio Levi d'An-


cona me ha permitido que traduzca a nuestro idioma su bellísimo comen-
tario a la obra de D. Ángel González Falencia Los mozárabes de Toledo
en los siglos XII y XIII, publicado recientemente (1).
Siendo dicliaobra —con El Islam cristianizado del incomparable
maestro D. Miguel Asín Palacios— la aportación más valiosa que se ha
hecho en estos últimos tiempos a los estudios arabistas, se comprenderá
cuánto interés ha de tener el trabajo de Ezio Levi, que a su valor literario
une el de sintetizar hábilmente el mundo y la civilización revelados por la
erudición y la labor extraordinarias de González Falencia.
Ezio Levi, amante de España, artista finísimo y profundo conocedor
del pasado glorioso de nuestra patria, es conocido de todos los que gusta-
mos de esta clase de estudios. Todos hemos admirado y agradecido sus
publicaciones hispanistas tan sólidas, tan comprensivas, tan llenas de fra-
ternidad entre España e Italia, los dos países meridionales por antonoma-
sia, las dos privilegiadas penínsulas que con Grecia constituyen las tres
etapas decisivas de la cultura mediterránea y europea; de ellas irradiaron,
cronológicamente, la .seguridad clásica, la emotividad renacentista y la
inquietud transoceánica moderna: el occidente de spengleriano entero.
Todos hemos leído su magistral monografía II principe D. Carlos nella
leggenda e nella poesici, su erudita edición y comentario a / / Libro dei
cinquaenia miracoli, su profundo ensayo La Spagna come evasione della
storia, V otras varias pubiicaciones que seria prolijo enumerar.
Todos hemos escuchado con especial deleite y fervorosa atención las
conferencias inolvidables que pronunció no hace mucho en la Universidad
Centra!, verdaderas evocaciones pretéritas que ansiamos ver continuadas
lo más pronto posible y en una cátedra donde explique anualmente en la
Facultad de Filosofía y Letras la literatura y la historia italianas y sus re-
laciones con España, único modo de conocer científicamente nuestra cultu-
ra, tan influida por Italia, en particular durante el siglo de oro.
No necesita, por lo tanto, el docto catedrático de Filología Románica
de la Universidad de Ñapóles que se le presente donde es ya tan popular,

(í) Ezio Levi, L'Islain e ¡a Roinaiiilá nci dociiinsnti di Toledo. Florencia, 1930. En 4.°,
10 págs. (Tirada aparte del Aichivio Slorico Jialiaiio; serie VII, vni. X I V , I (1930).

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- 434 -

y íuera necedad mía el hacerlo; pero quiero, sin embargo, reproducir aquí
una certera semblanza suya, trazada en el Diario de nuestro malogra-
do escritor Ángel Sánchez Rivero, cuando conoció a Ezio Levi, en 1927 (1).
"Recién Ueg'ado a Palermo conocí al profesor de Filoloíría Románica
en aquella Universidad, Ezio Levi, liispanista benemérito. Muchas cosas
he visto en Italia: monumentos, cuadros, estatuas, paisajes; la iniciación en
la cultLu*a literaria quedará como hito indestructible en la historia de mis
experiencias espirituales. Pero al par de mis tesoros de sensaciones italia-
nas tengo que poner esta experiencia moral inolvidable: la persona de
Ezio Levi. Si algún augurio puede expresarse a quien piense residir en
países extranjeros, el más propio sería que tropiece en él con otro Ezio
I ^ v i , tan abnegado, tan servicial, tan solícito como él. Ezio Levi pertenece
a la raza del buen samaritano. Aviso a los españoles que pasen por Italia.
Ezio Levi no ha sido tan sólo guía infatigable de cuantos españoles se le
acercaron. S¡ de él hubiese depencHdo, a estas horas existiría un Instituto
español en Florencia. .Ha escrito innumerables cartas, ha hecho continuas
visitas, ha buscado.locales,.ha preparado proyectos, sin el más leve interés
personal; su puesto en la Universidad de Ñapóles le aleja completamente
de Florencia. V c|uienes le conocen saben que tampoco le empuja el pruri-
to de figurar o darse importancia...»
MUÍ' sugestivas son las cariñosas y comprensivas palabras de Sánchez
Rivero, Ezio Levi también en bondad y en sabei"; pero lo es aún más el
proyecto de ese Instituto español en Florencia —o italiano en Madrid ¿por
qué no?— donde se trabajara con la encienda y la unión que no dan las
esporádicas pensiones de estudios. ¿Xo podría realizarse este hermoso sue-
ño de algún modo? Quienes puedan y deban acordailo que mediten siquie-
r a un momento sobre su interés y su importancia para Italia y para Es-
paña, ahora que se está renovando por completo nuestra vida docente y
cultural.
Jo.-^oüíx DE E N T R A MBA .SAGÚ AS.

EL ISLAM Y EL CRISTIANISMO EN LOS DOCUMENTOS


DE TOLEDO

Los documentos de Toledo, publicados y anotados magistralmente


por Ángel González Falencia (2) suman 1.175. Todos en caracteres ;mabes,
pero de asunto, y alguna i'cz también de lengua, románicos y hebreos,

(1) Debo la publiCEicíún de esle bello fi'ajjmentOf aún [nídílo, de Lis Mcmnríiifi de SAnchez
Rivero, a su viuda, la cultísima dani.T. vcncoÍEHia doña AiiíjeLa Mariuui, doctora en Clenci;is HISIÓ-
vicas y hoy EUCionalixada en Espafla por su malrlmonio. Reciba en estas líneas mi gratitud a su
íitención.
E l aludido Diiirio, lleno de sugerencia'; orlginallsimas y airayenles comentarios, .'e está pu-
bliearido ahora en ia Reviafa de Of.ddmite. (Víase el lomo VIJ[(1S3Ü¡, piigs. 1-Í6 y 177-203), y revela
u n a vez más la gran cultura y excepcionales dotes intelectuales del autor, cuya muerte aún llo-
ramos.
(2) A . González Falencia, i o s iitosárahfís de Toledo en hs siglos XII y XIII. Madrid, 192fi-
1930. Ediciún del Insliluio de Vaiencía de Don Juan. Cuatro volúmenes en folio. I, 324 págs.; IIi
341 págs.; 111, 591 págs., y I V o preliminar, 461 págs.—IÍJO pesetas los cuatro lomos.

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— 43ü —

y perteneciente.'^ a uno de los períodos más interesantes de la historia


medieval. . . , , ,- , ,,
Dichos documentos se conservaban hasta el siglo xvm en el archivo
de la catedral de Toledo y en los de algunos monasterios toledanos, de
donde fueron sacados en el siglo xix para formar el archivo histórico de
la imperial ciudad, primeramente, y después para enriquecer el Archivo
Histórico Nacional, de Madrid, del que constituyen ahora uno de los fon-
dos más preciosos.
Ya en este Centro habían sido estudiados parcialmente, gracias a Frau:
cisco Simonet, en particular, que los utilizó en dos obras; Glosar/o de voces
latinas e ibéricas usadas por los niosárabes españoles (188S) e Historia de
los niosárabes de España (1897-1903);.pero las dificultades de interpr-eta-
ción y de lectui"a —proveniente esta de la extensión m.isma de los materia-
les— eran tales, que nadie había podido llevar a cabo hasta ahora un estu-
dio definitivo del tema,
González Falencia comenzó el estudio de estos pergaminos en 1913.
En los cuatro yohimenes de la obra recoge el material de sus investigacio-
nes durante el espacio de diez y siete años, verificadas, no solamente en
los fondos del Archivo Histórico JSTacional, sino también en oíros semejan-
tes, donde se conservan pergaminos afines a los del primero; es decir,
13S documentos encontrados en la catedral de Toledo, uno en el raonaste-
i-io de San Clemente (254 documentos de éste habían sido ya recogidos en
el Archivo Histórico Nacional, de Madrid), 14 en la iglesia de San Nicolás
y nueve.en el archivo particular del A3'untamlento. En total, los 1.175 que
ofrecen tan grandes dificultades de lectura e interpretación —a veces tene-
mos transcritos fonemas romances en alfabeto arábigo, fonemas árabes en
alfabeto hebraico, voces hebreas en caracteres árabes • son los aquí repro-
ducidos y comentados.
A tan gigantesca colección precede un tomo de comentario en el que
está inserto tm precioso glosario, índice onomástico, toponímico, de voces
romances raras y de voces árabes distintas de las ya conocidas.
For tales circunstancias esta obra monumental vendrá a ser, no sola-
mente una de las fuentes esenciales para la historia medieval, sino tam-
bién una de las más impoi^tanles para el estudio de la filología latina y
neolatina medieval.
La ti'ascendencia de dicho fondo toledano ha sido reconocida solem-
nemente por el Instituto de Valencia de Don Juan, que ha procurado los
medios económicos para dar a la estampa estos cuatro ingentes voltime-
nes; j también ha acordado recientemente patrocinar la impresión de los
restantes documentos latinos y romances de Toledo (.siglos xi-xm) que inte-
gran y completan la citada colección aljamiada y mozárabe. Será ésta una
nueva obra.benéñca que la gloriosa institución española vendrá a añadir
a las muchas que figm'an en su historia; y otra obra benéfica, de la cual
puede enoi^guUecerse ahora, la edición de este libro monumental de Gon-
zález Falencia.
El más antiguo documento de la presente colección es del año 10S3; el
más moderno de 1391 (hebreo), y el más reciente de los mozárabes de 1315.
La fecha es a veces caprichosa; es decir, se refiere a los acontecimientos
ültimos de la familia o de la ciudad. A menudo contiene alusiones a fies-
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tas religiosas cristianas, como la Candelaria, Carnaval, Pentecostés, San.


Juan, San Miguel, San Martín y Navidad. Extraña es también la numera-
ción con signos y símbolos, de los que González Falencia ha reconstruido
una tabla con ayuda de la monografía de S. F. Hill, Oit the Early Use of
the Arabic Numeráis in Europe (1910).
Por medio de los documentos indicados podemos reconstruir comple-
tamente la topografía del Toledo medieval, calle por calle y casa por casa.
Cualquiera puede darse cuenta de la importancia que encierra este trabajo
para toda indagación de arqueología y de historia del arte medieval. No se
podrá desde ahora en adelante proceder a excavar o a restaurar sin tener
ante los ojos la carta topográfica reconstruida por el editor, con las indica-
ciones minuciosísimas de su repertorio documental. Pero no arroja luz
solamente sobre el recinto de la ciudad. Todo el campo que rodea a Tole-
do se perfila nítido y preciso dentro de las indicaciones jurídicas de estos
documentos, con sus viñas, olivares, huertas, selvas, fuentes, riachuelos,
salinas, sus caseríos diseminados y sus villorrios. La topografía ha sido
comprobada en cada lugar y señalada sobre el plano del Instituto Geográ-
fico Militar y el Estado Mayor español.
Todo el mundo sabe quiénes eran los mozárabes. Eran los cristianos
que continuaron viviendo segiin sus leyes y su fe, aun bajo el gobierno de
los árabes, y hasta adoptando el vestido y la lengua arábigos. «Martirio
de la fe> les llama la historiografía romántica; pero no parece que fueran
sometidos nunca a ningún tormento o persecución alguna. Vivieron res-
petuosos con la fe ajena, pero respetados en la propia. Y si emplearon la
lengua árabe, no se debe a ninguna imposición, sino a su hbrc voluntad.
Tanto es así que continuaron también hablando árabe y vistiendo a la
manera arábiga cuando el gobierno del Islam cesó después; es decir, tam-
bién bajo el gobierno de los reyes castellanos.
Toledo fué conqiñstada por Alfonso VI en 1085. Solamente uno de los
documentos mozárabes es anterior a tal acontecimiento. Todos los demás
son posteriores y se refieren a aspectos de la vida árabe bajo el gobierno
cristiano. Por lo tanto, la persecución y la coacción no las sufrieron los
mozárabes de los árabes, sino más bien de sus hermanos de religión, que,
llegando con ritos y tradiciones diversas, se mostraron indiferentes e in-
comprensivos frente a la arcaica belleza del rito y de las tradiciones mozá-
rabes de Toledo.
La intromisión de lo árabe en los distintos estratos de la sociedad ro-
mana y románica no se debe explicar como una consecuencia de violen-
tas presiones, sino por la eficacia que ineludiblemente ejercita una civi-
lización de orden superior .sobre las formas sociales de orden menos
alto; esto es, por una ley inexorable de la historia, y no por efecto de vio-
lencias que resultan ineficaces y a menudo repercuten en aquellos mismos
que las ejercitaron.
Los mozárabes se alababan de serlo y lo declaraban hasta en el nom-
bre: Aben-Martín-el-Mozárabe(1150), Dominicus Mistarabs,.Aben-Omeya-
el-Mozárabe. Las más veces tenían dos nombres: uno en forma latina, y el
otro en forma ai-ábiga; y éste mucho más rico y complejo, porque el patro-
nímico árabe conservaba la indicación de muchas más generaciones y
filiaciones- que el cristiano. Curioso es el prefijo honorífico del nombre:

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mir. El prefijo honorífico románico más difundido es doí-ninns, domina,


si bien no sea todos los otros que aclara la vasta progenitura románica;
y en cuanto a la partícula honorífica provcnzal, algunos niegan la etimolo-
gía: dommus (1). En los documentos mozárabes más antiguos se halla en
lucar de dominus, maior, o sea major: ^^Maior Andrea, Major Abdelaziz,
Major Balhuh, etc.
El ultimo documento con tal prefijo es del año 1194. Después preva-
lece decididamente domimis, acaso —creo yo— por influjo eclesiástico.
Probablemente maior, en sus orígenes, debía de ser prefijo laico frente
a dominas, prefijo honorífico sacerdotal; y el uso eclesiástico hizo desapa-
recer aquél más fácilmente, ya que se trataba de afirmarla reverencia y
el respeto acompañándolos del prestigio de la jerarquía y la doctrina.
Creo inútil advertir que al curioso prefijo mozárabe coiTesponde el nom-
bre francés tnaire {= alcalde). En el sentido más amplio de señor, mere
sobrevive en el Sardo (Meyer Lübke. R, E. W., ó247).
Al nombre seguía frecuentemente el sobrenombre. Hecho este tan
común entre nosotros, que ese sobrenombre ha determinado alguna vez"
el apellido famiUar {= Pelavícino y semejantes). He aquí algunos: el cojo,
el jorobado, el bizco, el ciego, barbaiToja, el gordo, el negro, el rubio, el
sordo, o —con referencia al origen— el segoviano, el zamorano, el caste-
llano. Merecen citarse también los nombres árabes con sufijos románicos.
Sufijo ellus: Maure/, Torre/, etc.
La lengua de los documentos es el árabe; pero aparecen a cada mo-
mento palabras latinas (eclesiásticas) y románicas, las cuales vienen a ser
doblemente preciosas, ya por su valor intrínseco, ya por el valor de la
transcripción árabe, que, dadas las reticencias y las oscilaciones de la gra-
fía románica, viene a ser la más eficaz comprobación de la verdadera
fonética castellana. Estas voces aljamiadas las reúne González Falencia
en un glosario.
En los siglos XI y xn, junio a los mozárabes, vivían en Toledo los cris-
tianos que habían seguido a Alfonso Vf en la guen'a que acabó con la
toma de la ciudad, y se les llamaba «fi-ancosi, aun cuando eran no sola-
mente franceses, sino también provenzales, gascones y catalanes. Nume-
rosos eran también los hebreos, que tenían su barrio especial; se regían
por su propia magistratura y según la lej' jurídica talmúdica, y sin embar-
go empleaban el árabe al hablar o ai escribir.
El centro de la vida mozárabe era la catedral, que viene a llamarse
con nombre poético la madre de las luces, y surge en el lugar donde estu-
vo una antigua mezquita. En la cabeza de sus jerarquías están el arzoliis-
po, el decano (en el siglo x:i se le llama preboste, praepositus), el arcipres-
te, el arcediano, el vicario, el capiscol (caput scholae), el capellán, el teso-
rero, los canónigos. En torno a cada iglesia se agrupaba una hermandad
va eclesiástica, esto es, formada del clero, js. laica. De ésta formaban par-
te también las mujeres, que se llamaban cofrades. Las reuniones y los ritos
de los funerales, por los cuales se daba al clero una recompensa llamada
pitansa; los emolumentos por los sufragios se denominaban caridad.

(1) Cfi". V. Crescini, Mniiimktlo Proveiisnlc, págs. 129 y sigls.

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— 438 —
Las magistraturas civil y judicial tenían nombres árabes: alguacil, al-
calde, alhaquim (judex), catib (notarius, scriptor), delal (araldo), jazim (pro-
curator), almotacén (verificador del peso y las medidas), nadir (adminis-
trador), my (syndicus), caid, adalid (capitán). Y árabes los nombres de las
profesiones: albañil, albéitar, aUarero, etc. Subsistía la esclavitud, y los
esclavos eran señalados con una marca en la espalda. A veces el vendedor
garantizaba una posible fuga. El esclavo, por su parte, podía libertarse
pagando el rescate o asegurando el precio por medio de fiadores. El res-
cate se obtenía en ciertos casos por voluntad del propietario, motivada por
cualquier obra buena del esclavo o también por el simple hecho del
bautismo.
Los contratos —de venta, cambio, donación— ofrecen asimismo datos
interesantes para la historia del derecho. Uno de los más curiosos de ellos
es el contrato de plantaciones. Después que el terreno devastado por las
guerras se despoblaba, el propietario le ofrecía en régimen de copropie-
dad, a condición de que se lo plantasen de vid, olivo, etc., y acabada la
plantación la propiedad pasaba, en parte, a ser posesión del plantador; si
era una viña el contrato duraba cuatro años y después del cuarto la pro-
piedad pasaba por una parte (media, en otros lugares un tercio) al antiguo
propietario del suelo 3'ermo y el resto al labrador o al organizador de la
cobranza. Cláusulas especiales regulaban el régimen de las aguas y las
demás circunstancias de la sociedad (capital, terreno y trabajo) y el régi-
men de la propiedad mixta cuando la muerte u otros acontecimientos
viniesen a disolverla de hecho antes de madurar o perfeccionar el con-
trato.
Alguna novedad presenta también el derecho matrimonial. La mujer
aportaba la dote, el marido las arras (contradote). Este concedía a su
mujer la décima parte de sus rentas, y además ella continuaba disponien-
do del valor de la dote. Preciosos para la historia del vestído y para la filo-
logía románica son los numerosos inventarios que encontramos insertos en
estos documentos nupciales que son los más ricos también desde el punto
de vista extrínseco (miniatm-as, adornos caligráficos, etc.).
Sobre la vida sentimental y afectiva de los mozárabes derraman viva
luz los testamentos, que son el documento más íntimo. A través de ellos
vemos moverse y dibujarse la familia, la parentela, el círculo de las amis-
tades y de las relaciones.
Una pequliar institución castellana es el mayorazgo, o sea la primoge-
nitura, por el cual pasa indivisa la propiedad familiar. No se halla rastro
de él en los documentos antiguos mozárabes; aparece bastante tarde, esto
es, en el año 1265, y evidentemente por influjo del feudalismo de Castilla.
El aprovechamiento de las aguas es una de las enseñanzas importadas
por los árabes en la civilización europea. En torno a las aguas de riego y
de las usadas como fuerza motriz, vemos desfilar toda una serie de sutiles
disquisiciones judiciales que nos muestran cuan delicado fué el sentido
jurídico de los árabes y cómo fué profundamente estimado el valor del
agua, en otras partes descuidado hasta el punto de dejarla abandonada o
detenida en los pantanos y en los aljibes. El agua era un elemento de
riqueza precioso, al par que la tierra y el trabajo. Una fuente vale como
una finca, un pozo como unas casas.

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- 439 -
La moneda corriente era la árabe, que por lo demás servía de patrón
para la castellana y algunas veces para todas las europeas; se recuerdan
los morabetinos (maravedís). La moneda almorávide era de oro real;
mizcal, dirhem. La moneda llamábase también con palabra románica
meaja (metallea), francés meaille.
Árabes eran también las medidas, exceptuada una, el cabdal, o sea el
brazo (cubitale).
Gonzále:í Falencia, tomando como base las noticias de los documentos,
reconstruye también una tarifa (o equivalencia) de los precios, que vendrá
a ser inestimable para la historia económica del siglo xn: precios de las
cosas, de los animales, de los inmuebles (viñas, casas, tiendas). Puesto que
la vida ciudadana era, sobre todo, vida de artesanos, pequeños industria-
les, mercaderes, una de las fuentes de riqueza era el alquiler de las tien-
das, de los mercados de las distintas razas y de los almacenes. Los bienes
rústicos eran sometidos también al régimen de alquileres, que en sus orí-
genes eran más largos. Con el transcurso del tiempo se abrevian porque
se vuelve más intenso el ritmo de la vida y quedan en un bienio; es decir,
un año para que estuviera la tierra en barbecho y otro para sembrarla. El
alquiler rural, naturalmente, se pagaba todo o en parte, no con moneda,
sino con frutos. Notable es el heclio de Iiaberse importado los árboles, en
su mayoi'ia, de los árabes: el albaricoquero, el melocotonero, el almendro,
el moral ( = moro); y árabe es el zumaque, riqueza no sólo de España,
sino asimismo de nuestra Sicilia.
Dadas la forma de la propiedad y la constitución profundamente ara-
bizadas de la riqueza, es muy natural que perdure largamente también
bajo el régimen cristiano la estructura de la justicia islámica, administi'a-
da por los magistrados árabes, acaso los más aptos para entender el senti-
do esencial de las manifestaciones de aquella vida. A los alcaldes, a los
alguaciles, a los salmedinas recurren para administivirse justicia liasta las
instituciones feudales y eclesiásticas.
No había en Toledo un barrio árabe. Los árabes vivían mezclados con
los cristianos. La convivencia desarrolla en ellos todos los afectos que
impone la familia litunana y constituyen —por encima de todo prejuicio de
raza— el gran drama de la vida del hombre. Asistimos a matrimonios
entre árabes y cristianos y vemos mezclados en la familia los hijos de unos
y de otros. Árabes eran en su maj'oría los esclavos, presa de guerra; pero
los esclavos a veces se libran de la cadena de la esclavitud por el don divi-
no del ingenio, hintre estos libertos se recluían los gremios de los aitesa-
nos de las artes más nobles, como los altareros. De sus manos salían las
porcelanas vidriadas y los esmaltes que dan chispas iridiscentes en los
mosaicos, en los fragmentos arquitectónicos, en los vestidos y en los ense-
res de la vieja Toledo. Nuevo desquite de la nobleza del hiombre —no sólo
nobleza de los afectos, sino nobleza de su ingenio— sobre los derechos de
la fuerza. Parece que a veces ésta triunfa en las instituciones de la historia,
pero el espíritu, aunque inerme y decaído, acaba por volver a hundirla en
elfondo. . ... ,
• . . . Ezio LEVI.

• líápoles.
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GÓMEZ DE LA SERISTA, ^PMÜ'Ü.—Elucidario de Madrid. Madrid, C o m -


pañía Ibero Americana de Publicaciones; primera edición, 1931;
444 págs. -:|- 3 hojas, con ilustraciones. , '

Si estuviera en nuestras facultades, como está en nuestro reconoci-


miento y concepción de lo Justo y de lo lógico, el conceder determinados
cargos «espirituales-, hace ya mucho tiempo que nombráramos a Ramón
Gómez de la Serna cronista oficial primero de Madrid. Que ninguno, entre
los cronistas oficiales de hecho, se crea con más derechos que él. Los hay
meritísimos, que saben vei^ Madrid. El colorido de sus escritos es el exacto
colorido de la capital. Sus plumas son como una máquina fotográfica. Pero
Gómez de la Serna ve. hurga y suplanta a Madrid.
•En los puntos de la pluma de Ramón salta un Madrid de mil colores
madrileños —bien vistos, pero ya vistos— y de otros mil descubiertos por
el escritor. La intención de Ramón no se conforma con reñejar una ciudad
epidérmica; él busca como las cosquillas de la ciudad, que son las mani-
festaciones más graciosas, originales e íntimas de una natm^aleza. Y por si
estas audacias, impregnadas de devoción y de ternura hacia su tierra nati-
va, no fueran un extra ya, que no se da en los demás cronistas oficiales,
Ramón suplanta a Madrid, en el sentido de hablar por él con una expre-
sión —impresionada— que nunca a Madrid se le habla oído.
Hace algunos años publicó el originalísimo Gómez de la Serna «toda
la historia de la Puerta del Sol», «toda la historia del Prado y de la calle
Mayor». Ahora, en un volumen, reúne aquellas historias con otras semi-
nuevas, ya ofrecidas en revistas y diarios; y ni que decir tiene todo el in-
terés y el encanto de este volumen, salpicado de ilustraciones «de épocas-,
algunas muy raras. • • ''
Al seco Manzanares, a la catedral ídel juicio», a las nobles Calatravas^
—próximas a desmoronarse—, a las casillas y a los rascacielos, al agtia y
a los pregones de Madrid, a la Cuesta de, la Vega y al barranco del Moro,
al lago mayor del Retiro, a las bellotas de San Eugenio y a los bodegones,,
a las nuevas grandes vías..., les arranca Ramón, como a piedras pederna-
les', múltiples chispas de ingeniosidad, de gracia y de espiritualidad real-
mente impresionantes para los madrileños y para los que no lo son. El
donaire, la fantasía, la sugerencia audaz, el desgarro en la concepción, la
original aprehensión de motivos viejos o nuevos, son, en poder del escri-
tor, como bolas de colores para el juego de manos asombroso, o como los
farolillos venecianos —itan madrileños! - de una verbena fantástica y es-
tallada en infinitas sorpresas. A todo el que acude a e.sta verbena... —que
es su libro—, le toca un regalo. I^a munificencia de Ramón —el hombre
jovial y amable y parlanchín de la rifa— es inagotable. Y los lectores
todos se llevan su buena suerte: unos, el placer de la buena lectura; otros,
el hallazgo de las metáforas, de las elucubraciones extraordinarias; algu-
nos, el encanto del nuevo conocimiento de Madrid^ los más, el convencí-

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_ "441 -
Tniento del mérito sobresaliente del escritor para el puesto de cronista
oficial primero en esa administración burocrática y sentimental, a la que
todavía no ha explotado el Patronato Nacional de Turismo.
La bibliografía madrileña se ha enriquecido con un libro primoroso.
De hoj' en adelante, los itinerarios para el autocar de la curiosidad serán
estos trazados por Ramón, con la novedad de última moda, la palabra má^
convincente y el ademán mejor ensayado.
¡Ah! En el rotulado o epigi^aíiado de las ilustraciones hay alguna
equivocación, magnífica también.
• S. DE R.

.-ii.

GARAY, NARCISO.—Tradiciones y cantares de PíiMamd. U n v o l . en 4.°,


203 pág-s. Imp. L'expansion belge, 1930.

Estudio concienzudo j metódico del folklore istmeño, llega a nuestras


manos la obra de D. Narciso Garay, cuya solvencia científica y literaria
nos era ya conocida por su fecunda labor al frente del Instituto Nacional
•de Panamá.
Como los hermanos Grimm en Alemania v Benedito en España, el
autor de esta obra ha abandonado los laboratorios universitarios, la biblio-
gi'afia copiosa y erudita, y en viajes, a veces penosos, ha tratado de captar
•el alma popular en las provincias de la más joven nación americana.
Generalmente incompletos los estudios de este linaje, por dedícan:e
preferentemente a un solo aspecto de la demosolía, los trabajos que se
han publicado en otros países no alcanzan generalmente la profundidad
que la obra de Garay. En ella, junto a la descripción técnica y perfecta de
in.struinentos indígenas como el tolo macho y el tolo hembra, aparecen
notaciones musicales tomadas por el autor en una fiesta primitiva, cuya
•supervivencia resulta realmente extraordinaria, y que fueron tan cuidado-
samente recogidas, que superan con mucho a los estudios de Nordenskjüld
y Marsh en alguno de los puntos que trataron. Los más diversos tipos de
indios, hechiceros, músicos, cantores y curanderos desfilan por el libro
de Garay, con retrato de seguro trazo como el de Néstor-Palíoquiña, per-
sonaje de complicadas atribuciones entre los elementos autóctonos de
San Blas.
Los motivos cunas y guaymies, i-ecogidos en búsqueda infatigable
•por el autor, tienen el interés de una música primitiva, conservada, pese
.a las lamentaciones un poco prematuras de los ancianos indígenas, con
verdadero cariño por los jóvenes normalistas, que con igual celo mantie-
nen la tradición de VAS Juntas —esbozo teatralde ingenua sencillez - y del
tamborito, baile nacional de suprema elegancia.
Ko sólo, como decimos en otro lugar, ba estudiado el Sr. Garay las ca-
racterísticas musicales y las costumbres de los panameños, sino que com-
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pleta su estudio añadiendo bellisimos dibujos de decoración facial y de


temas ornamentales en las artes menoresi La evolución de los estilos
arquitectónicos en las pequeñas iglesias pueblerinas, la descripción, minu-
ciosa a veces, de costumbres y personas, hacen de esta obra un inaprecia-
ble insti'umento de trabajo para quien desee conocer la historia contempo-
ránea en la República de Panamá.
A las numerosas fotograñas y grabados en línea y coloi acompañan
algunas acuarelas de AUard de l'Olivier, reproduciendo tipos y trajes,
complementarias de las descripciones del autor, que en ocasiones presen-
tan un interés digno de un futin-o estudio: el de precisar hasta qué punto
se confunden en algunos momentos las corrientes española e indígena,
seriamente amenazadas en la actualidad por la reproducción mecánica
de la música norteamericana. En alguno de los taTnboritos y jnejoranas
que anota Garay existen frases musicales cuya paridad con canciones po-
pulai^es hispánicas es indiscutible, del mismo modo que se puede señalar
una indudable analogía entre kantulcs y versolaris vascongados. Pero
donde la analogía ofrece ejemplos desconcertantes es en algunos giros y
expi'esiones populares, cuya paridad habría de buscarse en expresiones de
las más humildes clases sociales españolas, de las cuales se ocupará sin
duda, en trabajo que próximamente verá la luz pública, el profesor Del
Saz, cuya estancia en Panamá le permitió recoger im extenso vocabulario
istmeño.
Es, pues, la obra de Garay, con su esmerada presentación y su erudita
variedad, un paso gigantesco en la historia popular panameña, que cuenta
con uno de los más completos estudios folklóricos realizados hasta el día,
merced al esfuerzo que supone la aparición de Tradiciones y cantares de
Panamá.
Luis DE SOSA.

-^.

MARTORELL TÉLLEZ-GIRÓN, 'SJ.CXRDO.—Anales de Madrid, de León Pi-


nelo. Reinado de Felipe III.^Años de 1598 a ¡621. Edición y estu-
dio crítico del manuscrito' número 1,255 de la Biblioteca Nacional,
Madrid, Estanislao Maestre, 1931; 4.° mayor.

Para hacer y para estudiar la Historia hemos desconfiado siempre im


tanto de las obras denominadas magistrales, que atrapan a los primeros
habitantes de una nación para iniciar el estudio y cierran éste con las no-
ticias novísimas de una actualidad alejada milenios de aqiiéllos. El inves-
tigador, cuanto más abre el paréntesis que abarca su esfuerzo, más diluye
la posibilidad de una acertada y prolija concatenación de menudencias,
en las cuales, por no decir siempre, se encuentran casi siempre la verdad
escueta, la referencia exacta y el detalle sugeridor.
Ricardo Martorell Téllez-Girón, antiguo compañero en las aulas de
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la Central, en una preciosa edad juvenil, en la que es lo frecuente la disi-


pación deportista, el hormiguillo de la rebeldía o la sinrazón de no razo-
nar nada, se entrega por entero —ágil la pluma, el bagaje lleno de cultura,
el espfritu hábil para la disciplina erudita— a la investigación histórica
más aíortunada. Otros trabajos suyos, muy puestos en tono, han merecido
alabanzas de investigadores, catedráticos y eruditos de mucho empaque.
Esta nueva salida de Ricardo Maitorell, a la del alba, por su juventud
y por su esfuerzo entusiasmado, es de mayor envergadura, de importancia
muy capital para la historia de Madrid. Edita, prologa, comenta y anota
los curiosísimos Anales, de León Pinelo, que si es bien conocido como
autor de obras sobre Indias occidentales, apenas ha merecido mención
como cronista-periodista de una de las épocas más brillantes e intensas en
la capital de España. A los que por obligación —ésta en un principio— y
gu.sto - después— hemos ahondado im poco en la historia de Madrid, los
Anales no.S son conocidos como una de las fuentes más puras y amenas
del madrileñismo sin folklore ni motivos de exportación. Pero nos figura-
mos la gi-ata impresión que producirá su lectura —en esta meritisima edi-
ción de Martorell— en los espíritus curiosos y aun en los de muchos histo-
riadores que únicamente de soslayo ios habían ojeado.
De tres partes se compone la edición actual de los Anales: 1.^, Estudio
preliminar [I. El autor. —II. El original y las copias.—IIL Fecha en que fué
escrita esta copia de los Anales. —IV. Valor de estos ^)ífl/es.—V. Fuentes].
2.^, Texto de los Anales [1598-1621]. 3.^, Notas críticas.
Ricardo Martorell ha logizado una consecución que parecía imposible:
la de no dejarse atrás ni un solo cabo suelto. Todo logrado. Todo termina-
do. El manuscrito 1.255 de la Biblioteca Isacional - que él reputa original—
le ha servido como base de su edición y estudio, con el cotejo de otros tres
manuscritos de los mismos Anales y de la misma Biblioteca. Y escribe:
•A estas [copias] podríamos añadir una cuarta, de la Biblioteca Municipal,
en cuya tapa (!) interior se lee: Don José Alvarez de Baena, autor del Dic-
cionario de Hijos de Madrid y Compendio de Grandezas de Madrid, certi-
fico; Que este ejemplar o copia que he tenido para mi uso le he corregido
y enmendado varias fechas y otras cosas que tenia equivocadas. Madrid y
julio de 1796.—Firmado, Alvares.!•
Ricardo Martorell no da gran importancia a esta copia. V sin embar-
go, ninguna otra existe tan cuidada y corregida. Pero aún hay más. A
Ricardo Martorell se le ha pasado desapercibida otra copia curiosísima
que guarda la Biblioteca Municipal. Difiere esta copia de las anteriores
—incluido el presunto original— en el tamaño- Es un tomo en S.° menor,
voluminoso, sín foliar, y en su portada dice: -Este libro [Aciales de Madrid],
escrito todo de mi puño, y encuadernado también por mi, se entregará,
luego que yo fallezca, a mi amigo el Señor Don Patricio Joaquín Fernán-
dez Adiel, a quien se le tengo ofrecido por causa onerosa. Madrid, 25 de
Julio de 1825.—ThüJilas Vásqtics Zevallos...>
La letra es enteramente del siglo xvm, así como las abreviaturas y los
enlaces. Pues bien: esta copia denota que Thomás Vázquez suponía tam-
bién que el manuscrito 1.255 era el original y que conoció y cotejó los
otros, puesto que copia de él, sin admitir todas las enmiendas de las copias
A, B,C, D, cotejadas por Ricardo Martorell.
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Muy dignos de ser divulgados —aun siéndolo en parte— los Anales,


de León Pinelo. Como tantos otros manuscritos que esperan el celo de un
investigador para dadivar mil sucesos y noticias mil desconocidas y mara-
villosas.
Al transcribir el texto de Pinelo, Ricardo Martorell ha preferido pres-
cindir de sintaxis; las acotaciones presentan la redacción novísima. Nos
parece una decisión acertada. Para quien —encendido en curiosidades por
su edición— intente un estudio minucioso, está el manuscrito original. Y
el mero catador de filigranas históricas agradece que se le aparte de la
expresión anticuada.
Con ser tan meticulosas y finas estas dos primeras partes de la edición,
es, sin duda alguna, la tercera —de notas y crítica— la más admirable y
mejor conseguida, y desde luego —bien supuesto queda—, la original a
todas luces.
Corrección de errores del texto, comentario sutil del detalle, amplia-
ción de la i-eferencia, la critica a pelo..., son manejados con singular acier-
to por Ricardo Martorell. Y de ellos se entresaca prolusión de originalísi-
mos puntos de vista y como un centón de referencias para la historia del
reinado de Felipe III, llenos de colorido y todos ellos de primera y maes-
tra mano.
Los Anales, de Pinelo, aún pueden ofrecer engolosinantes motivos de
apremio a espíritu tan fino y ahondado ya en la periferia de la cultura es-
pañola de hoy - t o d a exégesis y sinte.sis— como el de Ricardo Martorell.

S. DE R.

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