Escolástica
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La escolástica —palabra originada en el latín medieval scholasticus, a través del latín tardío
scholastĭcus «erudito», «escolar» como préstamo del griego σχολαστικός, scholastikós «ocio,
tiempo libre»—12 es una corriente teológica y filosófica medieval que utilizó parte de la filosofía
grecolatina clásica para comprender la revelación religiosa del cristianismo. Fue la corriente
teológico-filosófica predominante del pensamiento medieval, tras la patrística de la Antigüedad
tardía, y se basó en la coordinación entre fe y razón, que en cualquier caso siempre suponía una
clara subordinación de la razón a la fe (Philosophia ancilla theologiae, «la filosofía es sierva de la
teología»). José Ferrater Mora señala que «hoy día se tiende a rechazar esta concepción o a no
insistir demasiado en ella». La escolástica «no es continuación de la patrística desde el solo punto
de vista religioso. La misma elaboración filosófica a la cual va a hallarse sometida la verdad
religiosa, no es, a su vez, más que la prolongación de un esfuerzo que se une con la filosofía griega
y llena los siglos precedentes».3 El surgimiento de la escolástica estuvo estrechamente asociado
con estas escuelas que florecieron en Italia, Francia, España e Inglaterra. Predominó en las
escuelas catedralicias y en los estudios generales que dieron lugar a las universidades medievales
europeas, en especial entre mediados del siglo xi y mediados del xv.45
Como programa, la escolástica comenzó como un intento de armonización por parte de los
pensadores cristianos medievales, para concordar las diversas autoridades de su propia tradición y
para reconciliar la teología cristiana con la filosofía clásica y de la antigüedad tardía, especialmente
la de Aristóteles pero también del neoplatonismo.6 Su formación fue, sin embargo, heterogénea,
ya que acogió en su seno corrientes filosóficas no solo grecolatinas, sino también árabes y
judaicas. Esto incentivó en este movimiento una fundamental preocupación por consolidar
grandes sistemas sin contradicción interna que asimilasen toda la tradición filosófica clásica. Por
otra parte, se ha señalado en la escolástica una excesiva dependencia del argumento de autoridad
y un descuido de las ciencias y el empirismo.[cita requerida]
Pero la Escolástica también es un método de trabajo intelectual: todo pensamiento debía
someterse al principio de autoridad, y la enseñanza podía limitarse en principio a la reiteración de
los textos clásicos, y sobre todo de la Biblia (principal fuente de conocimiento). A pesar de ello, la
escolástica incentivó el razonamiento y la especulación, pues suponía adaptarse a un riguroso
sistema lógico y un estructurado esquema del discurso que debía ser capaz de exponerse a
refutaciones y preparar defensas.
Los escolásticos incluyen como figuras principales a Anselmo de Canterbury (el padre de la
escolástica7), Pedro Abelardo, Alejandro de Hales, Alberto Magno, Juan Duns Scoto, Buenaventura
y Tomás de Aquino. Se ha llevado a cabo un trabajo importante en la tradición escolástica mucho
más allá de la época de Tomás de Aquino, por ejemplo, por Francisco Suárez y Luis de Molina, y
también entre pensadores luteranos y reformados.
Etimología
Según Edward Feser, "estrictamente hablando, no existe el escolasticismo" como una sola filosofía
que se enseñó en las universidades de la Europa medieval- El término "escolasticismo" fue
adoptado más tarde por neoescolásticos autodenominados de finales del siglo xix y principios del
XX. Feser sostiene que se puede hablar de un neo-neoescolasticismo que intenta revivir el
neoescolasticismo.8
Etapas
Por último, ya a fines del siglo xiii y comienzos del siglo xiv, en una tercera fase, la separación y
divorcio entre razón y fe fueron mayores, así como entre filosofía y teología.
Desde el comienzo del siglo ix al fin del siglo xii la escolástica está marcada por la polémica
cuestión de los universales, que opone a los realistas encabezados por Guillermo de Champeaux, a
los nominalistas representados por Roscelino y a los conceptualistas guiados por Pedro Abelardo.
Del siglo xii al fin del siglo xiii tiene lugar la entrada de Aristóteles, primero indirectamente a través
de los filósofos judíos y árabes, especialmente Averroes, pero en seguida directamente traducido
del griego al latín por Alberto Magno y por Guillermo de Moerbeke, secretario de Tomás de
Aquino. Se distingue la filosofía de la teología.
La tercera abarca todo el siglo xiv: Guillermo de Ockham se decanta por los nominalistas y se
opone al tomismo, separando y divorciando la filosofía de la teología.
Filosofía y cristianismo
Los fundamentos de la escolástica cristiana fueron establecidos por Boecio a través de sus ensayos
lógicos y teológicos,9 y los precursores posteriores (y luego compañeros) de la escolástica fueron
la filosofía judía e islámica.
Uno de los primeros puntos que deben tenerse en cuenta es la influencia que filósofos como
Aristóteles y Platón han tenido en la formación de las ideas fundamentales del cristianismo, tanto
en el pensamiento desarrollado durante los primeros siglos de esta era por los Padres de la Iglesia,
como en el apogeo de su filosofía con la escolástica, en el periodo comprendido entre los siglos xi
y xiii.10
Desde sus comienzos, el cristianismo ha visto a la filosofía como un medio propicio para entender
y profundizar el misterio revelado por la fe.
Todas aquellas verdades que podemos conocer a través de nuestras experiencias deben ser
alcanzadas mediante el recto uso de la razón, pero respecto de aquellas que nos han sido
reveladas, esta debe ir detrás de la fe, la filosofía debe ponerse al servicio de la teología.
Sin duda, todas estas cuestiones se mantienen en la filosofía cristiana hasta nuestros días y es
quizás esta una prueba histórica de que la pretensión de verdad de la religión cristiana no es
extraña a la razón del hombre, sino que, por el contrario, ella revela su origen más profundo.[cita
requerida]
Preescolástica
Severino Boecio
Severino Boecio (477-524) era un senador romano, filósofo de principios del siglo vi, autor de
numerosos manuales y traductor de obras de Platón y Aristóteles. Se convirtió en el principal
intermediario entre la antigüedad clásica y los siglos siguientes. Escribió mientras estaba
encarcelado por el rey ostrogodo Teodorico el Grande la Consolación de la filosofía, un tratado
filosófico sobre fortuna, muerte y otros temas, que se convirtió en una de las obras más populares
e influyentes de la Edad Media.
Escoto Eriúgena (810-877) fue un destacado filósofo del renacimiento carolingio. Su filosofía se
mantiene en la línea de lo que se conoce como neoplatonismo en cuanto al platonismo y la
teología negativa (o apofática) del cristianismo de Pseudo Dionisio en términos panteísticos.14
Como Dios es incomprensible, Dios no se conoce a sí mismo.15
Gerberto de Aurillac
Gerberto de Aurillac (945-1003) alcanzó gran renombre como teólogo y filósofo, destacando obras
como Sobre lo racional y sobre el uso de la razón y Sobre el cuerpo y la sangre de Cristo; pero es
en su faceta de matemático en la que más destacó. Introdujo en Francia el sistema decimal
islámico y el uso del cero.
Otros filósofos
Casiodoro
San Isidoro
Escolástica inicial
Se denomina «primera escolástica» o «escolástica temprana» la que tuvo lugar durante los siglos
ix y xii, periodo caracterizado por las grandes cruzadas, el resurgimiento de las ciudades y por un
centralismo del poder papal que desembocó en una lucha por las investiduras.1617 La renovación
del aprendizaje en Occidente se produjo con el renacimiento carolingio de la Alta Edad Media con
la fundación de nuevas escuelas.18 Estuvo marcado con un pensamiento agustiniano y la
penetración del pensamiento aristotélico.18
Desde el comienzo del siglo ix al fin del siglo xii los debates se centraron en la cuestión de los
universales, que opone a los realistas encabezados por Guillermo de Champeaux, a los
nominalistas representados por Roscelino y a los conceptualistas (Pedro Abelardo).
Anselmo de Canterbury
La figura más descollante de esta época fue san Anselmo de Canterbury (1033-1109). Considerado
el primer escolástico, sus obras Monologion y Proslogion tuvieron una gran repercusión, centrada
sobre todo en su debatido argumento ontológico para probar la existencia de Dios a priori.
Pedro Abelardo
En el siglo xii, la Escuela de Chartres se renueva con las figuras de Bernardo de Chartres (muerto
en 1124), Thierry de Chartres, Bernardo Silvestre y Juan de Salisbury. Influidos por el
neoplatonismo, el estoicismo y la ciencia árabe y judía, su interés se centró fundamentalmente en
el estudio de la naturaleza y en el desarrollo de un humanismo que entrará en conflicto con las
tendencias místicas de la época representadas por Bernardo de Claraval (1091-1153). La escuela
de Chartres era seguidora de la escuela de lógica parvipontina fundada por Adam du Petit-Pont
(1100-1169), quien fuera maestro del propio Juan de Salisbury, Robert de Melun, Guillaume de
Soissons, Albéric de Rheims y Guillermo de Tiro. Los parvipontinos de la escuela de Chartres
propugnaban el uso de la lógica aristotélica en todos los argumentos teológicos; esto los puso en
conflicto con las escuelas místicas.
Otros filósofos
Hugo de San Víctor, sin embargo, llevará a cabo una conciliación entre misticismo y escolasticismo,
siendo además el primero que escribió una Summa en la Edad Media (Summa Sententiarum).
Alta escolástica
La «Alta escolástica» o «la edad de oro de la escolástica»16 estuvo marcada por un renacimiento
de la antigua filosofía clásica mediante la reinterpretación del pensamiento aristotélico y sus
variantes islámicas (Averroes, Avicena...), de tal manera que quedaba conciliado con los dogmas
cristianos. En la orden dominica predominaba el pensamiento tomista, mientras que en la
franciscana aún predominaba el agustinianismo.18
El apogeo de la escolástica coincide con el siglo xiii, en que se fundan las universidades y surgen las
órdenes mendicantes (dominicos y franciscanos, mayormente), de donde procederán la mayoría
de los teólogos y filósofos de la época.
Dominicos y franciscanos
Alberto Magno
Alberto Magno (1193/1206-1280) fue el primero en introducir y articular con la fe los textos
aristotélicos. Fue profesor de Santo Tomás de Aquino. Alberto nació alrededor del año 1206 en
Lauingen (hoy, Alemania), cerca del Danubio; hizo sus estudios en Padua y en París. Ingresó a la
Orden de Predicadores, en la que ejerció con éxito el profesorado en varios lugares. Ordenado
obispo de Ratisbona, puso todo su empeño en pacificar pueblos y ciudades. Es autor de
importantes obras de teología, como también de muchas sobre ciencias naturales y sobre filosofía.
Murió en Colonia el año 1280.
Tomás de Aquino
Elaboró así una fusión platónico-aristotélica, el tomismo, que con sus argumentos cosmológicos y
teleológicos (Quinque viae) para demostrar la existencia de Dios han sido la base fundamental de
la filosofía cristiana durante muchos siglos. La demarcación entre filosofía y creencia religiosa
llevada a cabo por Tomás de Aquino iniciará el proceso de independencia de la razón a partir del
siglo siguiente y representará el fin de la filosofía medieval y el comienzo de la filosofía moderna.
Buenaventura de Fidanza
Juan de Fidanza (1221-1274), conocido como San Buenaventura, estudió en Universidad de París
se ordenó franciscano. Buenaventura estaba de acuerdo con Tomás de Aquino en que era posible
conocer la existencia de Dios, su naturaleza, la inmortalidad del alma y las ley natural universal del
bien del mal. Contrario que Santo Tomás, seguía a San Agustín en la necesidad de la iluminación
divina en el conocimiento y las formas platónicas en la mente de Dios (ejemplarismo), dando un
papel más importante a la gracia divina.
Otros filósofos
Pedro Hispano
Periodo de decadencia
La «Baja escolástica» se denomina a la fase final de la escolástica entre los siglos xiv y xv año
1280.1621 El pensamiento escolástico giró hacia un misticismo y por otro lado al estudio de las
ciencias naturales. Surgieron corrientes nuevas como el nominalismo que rompía la armonía fe y la
razón anterior.18 Cabe mencionar en este periodo las condenas de París, donde los obispos de
París condujeron una serie de investigaciones para prohibir ciertas enseñanzas de Aristóteles y de
Averroes consideradas heréticas o contrarias al dogma cristiano.
En el siglo siguiente los franciscanos cobran importancia. De este período sus máximos
representantes son Juan Duns Escoto llamado Doctor Sutil, y Guillermo de Ockham, para quien la
inteligibilidad del mundo y, principalmente, la de Dios, serían firmemente cuestionadas; misma
línea de pensamiento que sería continuada por sus sucesores y que daría por resultado la
decadencia de la escolástica.
Precedente de ambos sería la Escuela de Oxford (Robert Grosseteste y Roger Bacon) centrada en
el estudio de la naturaleza, defendiendo la posibilidad de una ciencia experimental apoyada en la
matemática, contra el tomismo dominante. La polémica de los universales se terminó decantando
por los nominalistas, lo que dejaba un espacio a la filosofía más allá de la teología.
Juan Duns Scoto (1266-1308), franciscano de origen escocés, llega a la idea de Dios: el Ser Infinito,
como una noción alcanzada por vía metafísica; esta, entendida por el franciscano en su estricto
sentido aristotélico como la ciencia del ser en cuanto ser. Establece así una autonomía de la
filosofía y la teología, pues es claro que cada una de estas disciplinas tiene su método y objeto
propio; aunque para Escoto la teología supone desde luego, una metafísica.
Guillermo de Ockham
Pero será Guillermo de Ockham (1290-1349) el que lleve más lejos este desarrollo. Su famoso
principio de economía, denominado «navaja de Ockham», postulaba que era necesario eliminar
todo aquello que no fuera evidente y dado en la intuición sensible: «El número de entes no debe
ser multiplicado sin necesidad».
Esta postura, conocida como nominalismo, se opone a la tradición aristotélico-escolástica, que era
fundamentalmente realista. Los conceptos universales, para Ockham, no son más que procesos
mentales mediante los cuales el entendimiento aúna una multiplicidad de individuos semejantes
mediante un término. El nominalismo conduce a afirmar el primado de la voluntad sobre la
inteligencia. La voluntad de Dios no está limitada por nada (voluntarismo), ni siquiera las ideas
divinas pueden interferir la omnipotencia de Dios. El mundo es absolutamente contingente y no
ha de adecuarse a orden racional alguno. El único conocimiento posible ha de basarse en la
experiencia (intuición sensible). La teología no es una ciencia, ya que sobrepasa los límites de la
razón: la experiencia. Después de Ockham, la filosofía se separará de la teología y la ciencia
comenzará su andadura autónoma.
No se preocupa por lo que es el movimiento sino por cómo funciona el mismo. Este y otros
autores son los precursores de Galileo Galilei.
Segundo escolasticismo
Miniatura de un maestro enseñando las artes pastorales, una miniatura del siglo xv.
Todavía, sin embargo, tendrá el escolasticismo una renovación de carácter renacentista que
surgirá en los siglos xv y xvi con España como centro principal, y la cual estará particularmente
asociada a las órdenes dominicana y jesuítica.22 Este escolasticismo tardío tendrá en el jesuita
español Francisco Suárez (1548-1617) uno de sus máximos exponentes. En la obra más importante
de este, las Disputaciones metafísicas (1597), escrita en latín, se resume y moderniza toda la
tradición escolástica anterior y se sientan las bases del iusnaturalismo o derecho natural de Hugo
Grocio. Su obra, fecunda en inspiraciones ulteriores, fue muy influyente a lo largo del siglo xvii y
xviii y todavía se pueden encontrar ecos de ella en Hegel e incluso en Heidegger. Si bien continúa
la tradición aristotélica de la filosofía española, añade elementos del nominalismo.
Así, para Suárez la distinción entre esencia y existencia es solamente una distinción de razón y de
hecho cada existencia tiene su propia esencia. Solo Dios, en tanto que ser en sí, es capaz de
percibir la distinción en el ser en otro, es decir, las criaturas. El cógito de René Descartes surge de
la noción suareciana de sustancia espiritual creada, que razona por intuición. También la mónada
de Gottfried Leibniz (1646-1716) proviene de esta noción. La distinción entre esencia y existencia
como distinción de razón (el concepto de sustancia de Baruch Spinoza) también tiene su origen en
la filosofía de Suárez, y el sujeto trascendental de Kant se inspira en la noción de analogía de
atribución manejada en esta tradición escolástica.
Neoescolástica
Bertrand Russel cita en Historia de la filosofía occidental a R. H. Tawney, quien dice que el
verdadero descendiente de Aquino es la teoría del valor del trabajo, siendo el último de los
escolásticos Karl Marx en economía.23
El balance del tomismo en el siglo xx es muy positivo. En este siglo merece destacarse la labor que
han realizado los dominicos españoles. Además de los ya citados destacan: Victorino Rodríguez,
Santiago Ramírez, Guillermo Fraile OP y Teófilo Urdánoz (autores de Historia de la Filosofía, BAC),
Quintín Turiel y Aniceto Fernández. En la actualidad continúan enseñando la filosofía de Santo
Tomás: José Todolí, Juan José Gallego, Jordán Gallego, Vicente Cudeiro, Armando Bandera, Marcos
F. Manzanedo, Mateo Febrer, Vicens Igual y Juan José Llamedo. Uno de los filósofos más
importantes de los dominicos fue el español Abelardo Lobato, que llegó a ser rector de la Facultad
de Teología de Lugano (Suiza).
También el jesuita español Ramón Orlandis Despuig, fundador de la Schola Cordis Iesu (1925) e
inspirador de la revista Cristiandad (1944), quien formó a Jaume Bofill i Bofill y a Francisco Canals
Vidal, con quienes se empezó a conocer la Escuela tomista de Barcelona.
Han sido muchos quienes han contribuido al florecimiento del tomismo: Ángel González Álvarez,
Leopoldo Eulogio Palacios, Carlos Cardona y su discípulo Ramón García de Haro. Asimismo,
Antonio Millán-Puelles, Osvaldo Lira, Leonardo Castellani, Julio Meinvielle, Francisco Canals y la
escuela tomista de Barcelona, Juan Vallet de Goytisolo, Jesús García López, Mariano Artigas
Mayayo, Luis Clavell Martínez-Repiso, Ángel Luis González, Miguel Ayuso, Rafael Alvira, Rafael
Gambra Ciudad, Tomás Melendo, Eudaldo Forment, Armando Segura, Luis Romera, Alfonso García
Marqués, Patricia Moya, y Javier Pérez Guerrero.
En Argentina sobresalen Tomás D. Casares, Octavio Nicolás Derisi, Alberto Caturelli, Juan José
Sanguineti, Juan Alfredo Casaubón, Ignacio Andereggen, Juan R. Sepich (en su primera época),
Guido Soaje Ramos, el jesuita Ismael Quiles y el dominico Domingo Basso, entre otros.
Véase también
Filosofía cristiana
Neoplatonismo
Teología
Filosofía
Estética de la luz
Causalidad (filosofía)
Notas y referencias
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Enlaces externos
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