Comentario de Texto Resuelto

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COMENTARIO DE TEXTO

“Una dosis de rebeldía es tan imprescindible en la juventud como el acné, pero estamos ya en plena
sobredosis. Los franceses, con buen sentido, prohibieron la fabricación de la absenta hace noventa años y así
evitaron muchas intoxicaciones de metílico, compañeras frecuentes de las forzadas ensoñaciones a las que
empujaba el brebaje. Incluso aquí, paraíso de la tolerancia nociva, ya hace años que dejó de producirse en la
ribera del Mediterráneo, donde estaban sus más fieles clientes. Ahora lo que se lleva es el botellón y, como si
se tratara de un pulso al principio de autoridad que nunca debe olvidar un Gobierno, son varias las ciudades
españolas en las que innominados jóvenes, dotados de gran aparato y capacidad organizativos, convocan
botellones para celebrar una supuesta “fiesta de la primavera”.

Me gustaría saber qué y quiénes se esconden tras esas provocadoras convocatorias y supongo que
Interior andará a la pesquisa, porque no es admisible la hipótesis de su ingenua espontaneidad. De lo que se
trata, como en tantas otras ocasiones, es de romper el orden, de lanzar al aire una provocación para que,
independientemente de la reacción que pueda llegar a provocar, se vaya degradando el fundamental principio
de autoridad.

Aseguran algunos alcaldes que no disponen de una normativa específica para evitar lo que puede
llegar a ser una grave alteración del orden público. ¿Hace falta? La autoridad, con tanta prudencia como
energía, exige en ocasiones la confrontación e, incluso, la exhibición de la fuerza. Este es uno de los casos. Ante
la ocupación de los espacios públicos con desorden y alboroto no hay vacío legal. Puede haber, o dejar de
haberlos, resolución y capacidad para que, aunque resulte impopular, no le quepa a nadie la menor duda de
que la calle es de todos y no concede exclusivas, vía telefonillo portátil, a botellones de ningún género.”

Manuel Martín Ferrand, ABC, 14 marzo 2009

TEMA: Necesidad de suprimir el botellón en lugares públicos.

RESUMEN: Es natural que la juventud busque formas de rebelarse. Siempre lo ha hecho. Pero la moda del
botellón resulta ya un exceso que se convoca con cualquier pretexto. Parece como si alguien, desde la sombra,
organizase esas convocatorias para atacar el principio de autoridad, porque cuesta trabajo creer que surjan de
forma espontánea. Los alcaldes aseguran que no tienen una norma concreta para estos casos, pero sí existen
leyes para controlar el escándalo y el desorden en lugares públicos. Ya se sabe que esas medidas son
impopulares, pero la calle es de todos y los derechos generales están por encima de las modas particulares.

ESTRUCTURA. Se pueden establecer cuatro partes bien diferenciadas:

1) [L. 1-2, “Una dosis…plena sobredosis”] Rebeldía juvenil llevada al extremo.


2) [L. 2-9, “Los franceses…fiesta de primavera”] Evolución del consumo de alcohol.
3) [L. 10-14, segundo párrafo] Objetivo premeditado de alterar el orden público.
4) [L. 15-21, tercer párrafo] Llamada a los alcaldes para que apliquen la normativa, aunque sea por la
fuerza.
El texto sigue un desarrollo lineal: se plantea un problema la tesis y un problema derivado(1), se analizan los
antecedentes (2), se buscan responsables (3) y se exige una solución por parte de la autoridad competente.

FUNCIONES DEL LENGUAJE.

 Función referencial: la mayor parte del primer párrafo, donde está la exposición (“los franceses
prohibieron la fabricación de la absenta hace noventa años”, “ahora lo que se lleva es el botellón”) o al
comienzo del tercer párrafo (“aseguran algunos alcaldes que no disponen de normativa específica”).
En todos aquellos casos en que se presente la realidad de manera objetiva y sin valoraciones
personales.

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 Función expresiva: en todas aquellas intervenciones en que el emisor da su opinión, expresa un deseo
o realiza una valoración (“me gustaría saber…”, “supongo que…”, “no es admisible…”, “…una supuesta
fiesta de primavera”). En todos los casos en que expresa subjetividad.
 Función apelativa: en aquellas ocasiones en que busca provocar una reacción, ya sea en los lectores,
por medio del plural asociativo (“estamos ya en plena sobredosis”), o por medio de una fórmula
impersonal que engloba a todos (“no le quepa a nadie la menor duda”), o dirigiéndose a la autoridad
competente (“nunca debe olvidar un Gobierno” , “la autoridad exige en ocasiones la confrontación e,
incluso, la exhibición de la fuerza” ), o mediante preguntas retóricas dirigidas a todo el mundo (“¿Hace
falta?” ).
 Función poética: en todas aquellas expresiones que encierren un recurso literario; en este caso, no por
motivos estéticos, sino para presentar la realidad de manera más gráfica y captar así la atención del
lector (“dosis de rebeldía”, “romper el orden”, “vacío legal”…)

RECURSOS LITERARIOS

 Símil o comparación : “la rebeldía es tan imprescindible en la juventud como el acné”. REBELDÍA y
ACNÉ se colocan en un mismo plano.
 Metáforas: “aquí, paraíso de la tolerancia”, identifica España con un lugar ideal donde todo está
permitido; “un pulso al principio de autoridad”, se refiere a llevar el desorden al límite para ver cuánto
tardan en sancionarles; “jóvenes, dotados de un gran aparato”, capaces de concentrarse en un lugar
en muy poco tiempo.
 Personificación: “ensoñaciones a las que empujaba el brebaje”, el licor contribuía a perder el sentido,
pero no empujaba físicamente.
 Metonimias: “botellón”, es en realidad toda la fiesta que se organiza en torno a la bebida que hay en
las botellas; “Interior andará a la pesquisa”, los funcionarios del Ministerio del Interior son quienes
estarán haciendo averiguaciones.

COMENTARIO PERSONAL

El fenómeno del botellón es relativamente reciente. Parece que surgió porque coincidieron varias
circunstancias: en la década de los 90 empezó a subir el precio del alcohol de forma repentina, mientras que
hasta entonces aquí había sido muy barato, comparado con otros países europeos; al mismo tiempo, los
Gobiernos tomaron conciencia de que había que controlar la ingesta de alcohol en los jóvenes menores de
edad, porque al estar en pleno proceso de crecimiento, sus neuronas se podían ver gravemente afectadas, así
que les impidieron entrar en los bares a consumir alcohol; por último, la rebeldía en los jóvenes es una especie
de “marca de la casa” que se sienten obligados a exhibir. Las dos primeras circunstancias les brindaron la
excusa perfecta para comprar el alcohol en los supermercados (o pedir que algún joven adulto lo comprase por
ellos) y reunirse en los lugares públicos a consumir en una especie de carrera contrarreloj.

Como, a menudo, empezaban a beber temprano y con el estómago vacío, el efecto era muy rápido. Perdían el
control, gritaban, a veces ponían música muy alta y terminaban vomitando por las esquinas, si no en una
ambulancia, camino del hospital, por un coma etílico.

Sin entrar en detalles, es lo que viene a comentar el autor del artículo. Pero él lo hace desde el punto de vista
de sus derechos ciudadanos, buscando su comodidad y su paz exclusivamente, y exigiendo a las autoridades
que hagan cumplir la ley castigando los desórdenes públicos, si hace falta con la fuerza. Olvida que los
integrantes del botellón también son ciudadanos. No es que haya que defender esos espectáculos lamentables
que se ven muchas veces en las calles, en las plazas o en el metro, pero quizá habría que pensar en ofrecer
alternativas más civilizadas a esos jóvenes, actividades atractivas para ellos. Tal vez así no beberían tanto o lo
harían de otra manera.

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