El Concepto de Régimen - ANTOLOGÍA
El Concepto de Régimen - ANTOLOGÍA
El Concepto de Régimen - ANTOLOGÍA
CARRERA:
ARQUITECTURA
MATERIA:
CIENCIA Y TECNOLOGÍA, SOCIEDAD Y VALORES
ALUMNOS:
PÉREZ HERNÁNDEZ DANNA VALERIA
BAUTISTA VITE EDGAR XOKOYOJTZIN
GARCIA GARCIA ARISBETH
CATEDRÁTICO:
LIC. JORGE LUIS NÁJERA ELIZALDE
TAREA:
CARACTERÍSTICAS DE LOS REGÍMENES DEMOCRÁTICOS, AUTORITARIOS,
Y TOTALITARIOS
SEMESTRE:
QUINTO
El concepto de régimen ―designa en general una forma de vida, una forma de orden o
gobierno‖. Se refiere a ―un conjunto institucionalizado de principios, normas y reglas, que
regula la forma en que los actores se relacionan en un contexto dado de acción‖ (Zürn 2006,
1179).
Siguiendo con esta idea, Thibaut (2006, 123) establece que el concepto de régimen se usa
como sinónimo de forma de gobierno y se compone por:
1. Las formas de ingreso al poder de gobierno (fácticas y formales).
2. El ejercicio del poder.
3. La forma de interactuar con la oposición.
A partir de estas tres dimensiones se pueden distinguir dos tipos de regímenes políticos:
democráticos y no democráticos.
Regímenes no democráticos
Para efectos prácticos se puede decir que ―los regímenes no democráticos se caracterizan
por el ejercicio del poder de forma monopolística, sin límites ni control, ya lo realice una
persona o un grupo de personas‖ (Nohlen 2003, 1070)
Régimen totalitario
El término ―totalitarismo‖ tiene un sentido amplio y uno estricto. En sentido amplio (el uso
más corriente del término) se entiende por totalitarismo a ―toda organización estatal cuyo
régimen no es del tipo democrático-liberal. Sin embargo, puede ser falso ya que también
puede hablarse de organizaciones estatales no democráticas que no son llamadas
totalitarismo, tales como dictadura,
autoritarismo, etc.‖ (Haba Müller 2003,1212).
En términos generales, los rasgos básicos de este tipo de régimen son:
Ningún Estado interfiere absolutamente en todos los aspectos de la vida de los ciudadanos,
pero lo importante es que en el totalitarismo se controlan mucho más y más a fondo los
aspectos privados que en otros regímenes, como el autoritario. Para poder alcanzar y
mantener este nivel de concentración del poder, el Estado maneja dos tipos de medios:
negativos y positivos (Haba Müller, 2003, 1212). Los medios negativos son aquellos
aspectos que se pueden encontrar en una democracia pero que están ausentes en un
régimen totalitario. Los medios positivos son los aspectos que se encuentran presentes en
un totalitarismo y que nunca se encontrarían en una democracia.
a. Medios negativos (aspectos ausentes en un régimen totalitario):
Partido único, a cuyo frente hay un jefe con poderes prácticamente ilimitados y él
mismo constituye también la máxima autoridad de la maquinaria estatal.
Economía centralizada.
Una ideología oficial, impuesta de manera incondicional y coercitiva, para la
totalidad de la población.
Organización policial aterrorizante, con el objeto de asegurar la efectividad
de todos los restantes medios (tanto los negativos como los positivos)
(Haba Müller, 2003, 1214).
En resumen, se puede decir que en un régimen totalitario el Estado regula al máximo la vida
privada y pública de las personas.
Régimen autoritario
Al igual que en el caso de los totalitarismos, al hablar de regímenes autoritarios se hace
referencia a toda clase de regímenes antidemocráticos. Sin embargo, existen diferencias
claras entre el autoritarismo y el totalitarismo:
1. Un pluralismo limitado y no responsable. En el régimen totalitario el poder está
centralizado, pero la admisión de actores políticos y sus espacios de acción
dependen en buena medida de los dirigentes autoritarios del Estado (Nohlen 2003,
1072).
2. Mentalidad frente a ideología. En los regímenes totalitarios existe una ideología
oficial, mientras que en los regímenes autoritarios sólo existe una mentalidad
generalizada que sirve para justificar el régimen (Nohlen 2003, 1072).
1. La representación política, y
2. El principio de mayoría.
La representación política es un instrumento para:
Dado que este manual estudia las características de los regímenes políticos a partir del siglo
XX, en especial el caso mexicano, cuando se hable de democracia se hará referencia
exclusivamente a la democracia representativa. Tomando lo anterior en cuenta, el régimen
democrático tiene las siguientes características:
Se fomenta el pluralismo.
Se permite la competencia político-electoral.
Se celebran elecciones auténticas.
Se respeta el principio de mayoría.
Existe un Estado constitucional.
Soberanía popular
El principio constitutivo de la democracia es el de la soberanía popular, o en otros términos,
el de que el único soberano legítimo es el pueblo‖ (Salazar y Woldenberg 1993, 15).
La soberanía popular en el Estado moderno se entiende como la capacidad que tienen los
gobernados de establecer aquellas leyes que van a sujetar tanto a ellos mismos como a sus
gobernantes. Es importante dejar claro que es en el conjunto de ciudadanos donde reside
la soberanía. La democracia moderna ya no entiende que la soberanía sea un ente que está
por arriba de todos los hombres, más bien la fuente de todo poder popular emana de la
voluntad popular‖ (Salazar y Woldenberg 1993, 44).
En estas sociedades vamos a entender por pueblo al conjunto de ciudadanos que gozan de
derechos políticos y que por esta razón pueden participar “en la constitución de la voluntad
política colectiva” (Salazar y Woldenberg 1993, 18).
Ciudadanía
“la capacidad de discernir racionalmente entre las ofertas que se les presentan‖ y que con
su opinión pueden contribuir a la toma de decisiones” (Salazar y Woldenberg 1993, 44).
Para que la democracia funcione en una sociedad moderna es necesario que los ciudadanos
participen de forma activa en los procesos por medio de los cuales se eligen a los
gobernantes. De esta manera los ciudadanos, titulares del poder, son responsables del
destino de su propia sociedad.
Un ejemplo de un régimen democrático es México a partir de 1996, cuando entraron en
vigor las reformas electorales que permitieron una competencia real por el poder político.
Tipos de democracia
Existen dos tipos de democracia:
las democracias representativas son propias de las sociedades modernas. Tienen tres
características:
La libertad política consiste en la capacidad de los ciudadanos para decidir quién tomará las
decisiones de gobierno en su representación. En la democracia representativa, los
ciudadanos gozan de libertad política, ya que pueden elegir libremente a sus
representantes. Esta libertad no apareció de la nada, sino que surgió con la resistencia de
los súbditos a las constantes explotaciones del monarca.
Los súbditos obligaron a los monarcas, de manera pacífica o mediante levantamientos
armados, a aceptar límites a las contribuciones. Surgieron así las cartas magnas, que no son
otra cosa sino cesiones de los soberanos hacia los súbditos, quienes reclamaban varios
derechos, como poner limitantes a los monarcas y ser juzgados por sus pares.
Igualdad política
La igualdad política consiste en que dos individuos tengan los mismos derechos y sean
iguales ante la ley. En la democracia representativa cada persona tiene un voto y todos los
votos valen lo mismo. El voto de un aristócrata tiene el mismo valor que el de un burgués,
un campesino o un obrero.
La igualdad ante la ley significa que todas las personas están protegidas por las mismas
normas jurídicas. De esta manera, como explica Sartori (2009, 72-3), las personas pueden
desarrollar sus capacidades en un ambiente de igualdad de oportunidades:
La igualdad que hoy más nos interesa es la ―igualdad de oportunidades‖; y también esa
igualdad es bicéfala, puede entenderse de dos formas radicalmente diferentes. En una
primera acepción, las oportunidades iguales vienen dadas por un acceso igual. En la
segunda vienen dadas por puntos de partida iguales […] El acceso igual se aborda con
procedimientos de acceso. Los puntos de partida iguales se plantean en cambio con
condiciones y circunstancias materiales.
En una democracia moderna se privilegia la primera acepción de igualdad. Se parte de la
premisa de que las personas cuentan con capacidades diferentes, pero el Estado garantiza
que todos tengan las mismas oportunidades para explotarlas.
Dependiendo de las desigualdades de cada sociedad, muchas democracias buscan también
alcanzar puntos de partida iguales para sus ciudadanos, lo que se traduce en políticas
públicas orientadas al combate a la pobreza y la desigualdad.
Representación política
Con esto debe entenderse que los representantes pueden velar por el bienestar de quienes
los eligieron, siempre y cuando pueda conciliarse con el bienestar de la comunidad.
Para que la libertad pueda ser ejercida se necesitan dos condiciones. En primer lugar, el
proceso de toma de decisiones gubernamental debe ser público. Si no se conoce cuáles
fueron los elementos que determinaron la conducta de las autoridades, la ciudadanía no
puede tener una opinión informada sobre las consecuencias de esa conducta.
La segunda condición consiste en que la posibilidad de expresar opiniones políticas exista
en todo momento, y no sólo a través del voto. Por lo tanto, el gobierno debe garantizar que
los representados puedan expresarse sin ningún tipo de represalia.
Éstas son las características generales de los mecanismos. Sus rasgos específicos dependen
de la legislación de cada país. Entre ellos se encuentran:
Quién lo organiza.
La legislación debe establecer qué autoridad será la encargada de verificar la viabilidad del
procedimiento, organizar la votación y procesar los resultados. En el caso de la iniciativa
popular, el mismo poder legislativo puede verificar el número de firmas y dar cauce a la
iniciativa
Pluralismo
El pluralismo implica no sólo el reconocimiento del derecho a la diferencia de quienes
son como yo, sino la apertura a esos otros que no piensan como yo, la voluntad de
convivencia en un marco de trato cívico y equidad, de diálogo y debate. En el contexto
de la teoría democrática, el pluralismo se refiere no sólo a la presencia de facto de la
diferencia, sino también al reconocimiento de la diversidad como algo positivo y
enriquecedor, valioso en sí mismo: ―Si los hombres son libres para elucubrar cualquier
pensamiento y son iguales entre sí, debe de entenderse que se van a producir en su
seno distintos pareceres y se van a suscitar diferentes intereses‖ (Borea Ordía 2003,
352). Tomando en cuenta que tiene que existir esta divergencia en la sociedad, los
diferentes tienen que coincidir en un punto central: su apego al Estado de derecho y a
los principios de la democracia. Éstas son las condiciones mismas de posibilidad de una
convivencia pacífica y fecunda para todos. De acuerdo al PNUD (2008) existe pluralismo
cuando están presentes las siguientes características: - Distintos intereses políticos:
intereses que impliquen tratar de obtener beneficios del poder público. - Distintas
ideologías políticas: proyectos o modelos de sociedad susceptibles de ser construidos
mediante el uso del poder público. - Distintas asociaciones de ciudadanos:
representatividad de grupos que encarnan esa diversidad de intereses e ideologías y las
asociaciones de ciudadanos. Este último punto lleva directamente a la noción de
pluralismo político, entendido como la concepción que propone como modelo una
sociedad compuesta por muchos centros de poder que desempeñan la función de
limitar y controlar el poder del Estado.
Competencia político-electoral
En un sentido amplio se entiende por competencia la aptitud para ejercer un cargo. Pero
en un sentido político alude a la lucha por el poder a través, por ejemplo, de las elecciones
(Nohlen 2006, 226).
La competencia es indispensable en las democracias modernas, porque significa que ―los
distintos intereses e ideologías políticas tengan probabilidad efectiva de acceder al poder
del Estado‖ (PNUD 2008). De acuerdo al PNUD (2008) existe competencia político-electoral
cuando se presentan las siguientes características:
Reglas del juego equitativas y aceptadas por todos. Si las reglas no son equitativas
o si no se cumplen, las oposiciones se verán excluidas o al menos minimizadas y
estarán condenadas a jugar un papel meramente testimonial.
Dispersión del poder. Cuando el poder es monolítico no admite ningún contrapeso
y no hay espacio para el surgimiento de un pluralismo efectivo, probablemente
tampoco exista la presencia de libertades y derechos.
Rotación en el poder. Si la alternancia es, por principio, imposible en virtud de
normas o arreglos políticos, la competencia deviene en un puro ritual, es decir, en
una situación de no competencia.
Hay regímenes que cuentan con reglas equitativas del juego consensuadas que se cumplen
razonablemente bien, con un complejo juego de pesos y contrapesos políticos legales y
reales y en los que no se produce alternancia durante largos periodos. (Ejemplo: Japón se
considera una democracia pero el Partido Liberal Demócrata gobernó por más de 50 años).
Es importante no confundir competencia con competitividad. ―Competencia‖ alude a la
estructura o reglas del juego. ―Competitividad‖ es un estado concreto del juego, que
remite al nivel de disputa entre diversas fuerzas políticas. Se puede decir que en donde
hay competencia hay democracia. Es importante además precisar que la norma legal no es
suficiente para decir que existe competencia. Puede haber otros factores que inclinen la
balanza a favor de uno de los contendientes, predeterminando los resultados y vaciando de
sentido la participación política ciudadana.
Elecciones auténticas
Las elecciones son el método de nombramiento para el dominio público que
periódicamente hace participar a los ciudadanos sujetos al dominio en la renovación de la
dirección política (mediante la selección y la libre elección entre alternativas materiales y
personales en competencia), en un procedimiento formalizado (siguiendo reglas del juego)
y fundado en el acuerdo (Nohlen, 2006, 463).
Elección en el sentido más literal remite al acto de seleccionar entre una gama de
opciones. Esta concepción genérica de elecciones es también la esencia de la acepción
politológica, en donde el ciudadano elige a través del sufragio la opción política (i) con
la que mejor se identifica, (ii) la que considera más apropiada para el bien común, o (iii)
la que cree más benéfica para su propio interés. Pero las elecciones no sólo permiten
optar por un partido, un programa o un candidato, sino que constituyen también la
posibilidad de la ciudadanía para influir en el ámbito del gobierno. En efecto, mediante
las elecciones se designa a los gobernantes, pero también a través de ellas se legitima a
quien ostenta el poder, se verifica la participación política de la gente y se establecen
mecanismos de control sobre las diferentes opciones políticas. En los regímenes
democráticos las elecciones son el principal mecanismo de competencia entre distintos
intereses e ideologías políticas y constituyen la vía de acceso al poder del Estado. Es el
dispositivo que permite resolver el relevo en el gobierno de manera pacífica. Es
importante tener claro que las elecciones por sí mismas no garantizan el sostenimiento
de una democracia. De hecho, las elecciones necesitan de las demás características
mencionadas para poder constituir un indicador efectivo de consolidación democrática.
De modo que para que las elecciones puedan ser un indicador de democracia y contribuir a
su sostenimiento, deben cumplir ciertas características sin las cuales se desvirtúan como
expresión de la voluntad popular y como técnica que permite integrar la representación
política. De acuerdo al PNUD (2008) las elecciones son auténticas cuando cumplen con los
siguientes aspectos:
Principio de mayoría
El principio de mayoría surge de la necesidad de reaccionar a las características de las
sociedades modernas en las que ya no son probables las decisiones consensuadas. Una de
las características de estas sociedades es la pluralidad. La convergencia de distintos
intereses, opiniones, gustos, personalidades y cualquier otra manifestación de pluralidad
plantea el problema de cómo lograr acuerdos para evitar el entrampamiento, la
confrontación y en último extremo, la guerra.
Siguiendo a Salazar y Woldenberg (1993), no es posible (y ni siquiera deseable) que ese
pluralismo contradictorio de intereses y opiniones sea superado, y que de pronto todos
estén de acuerdo en lo que debe hacerse. Por lo tanto, es necesario que existan
procedimientos que permitan unificar democráticamente a los ciudadanos y tomar
decisiones públicas legítimas.
Estado constitucional
Según el PNUD (2008) el constitucionalismo es la sujeción de las autoridades a un orden
jurídico. La tarea del constitucionalismo es buscar un equilibrio entre un poder político
eficaz y un poder político sometido a normas y controles que le impidan incurrir en abusos
y violentar los derechos fundamentales de las personas.
Jesús Silva Herzog Márquez (1995) habla de dos caras del constitucionalismo:
Partido hegemónico
Esta sección lista las características de los sistemas de partido hegemónico y las compara
con el caso mexicano, para mostrar por qué México se situaba en esta categoría durante el
periodo comprendido entre la fundación del PRI y el inicio de las reformas electorales.
De acuerdo con Sartori (1999, 276), el primero en utilizar el término ―partido
hegemónico‖ fue Jerzy Wiatr en 1964, en referencia a Polonia y su partido comunista. Desde
entonces se han definido las características de este tipo de sistema de partidos:
Existe un partido principal, que controla el acceso al poder.
Desde su creación y hasta 2000 todos los presidentes pertenecieron a este partido.
Todos los gobernadores eran priistas hasta 1989.
El PRI controlaba con mayorías absolutas las Cámaras de Diputados y Senadores.
Perdió la mayoría en la Cámara Baja en 1997 y en el Senado en 2000.
En los congresos locales el dominio del PRI era casi absoluto. De acuerdo a los datos
compilados por Lujambio (2000, 56), en 1974 el 97.8% de los escaños en los
congresos locales correspondían al PRI.
Aunque el PAN ganó su primera elección municipal en 1946 (Loaeza 1999, 216), casi
la totalidad de los municipios en México estaban dominados por el PRI durante su
periodo hegemónico. En 1988, sólo 39 de los más de 2,400 municipios eran
gobernados por la oposición (Lujambio 2000, 82).
El mecanismo mediante el cual el PRI logró detentar el poder por tanto tiempo es complejo,
pero tiene dos características principales (Nacif 2007, 48-49): 1.
Un esquema de clientelismo.
Fraude electoral.
El partido en el poder fue por mucho tiempo el encargado de organizar las elecciones y
contar los votos. Por lo tanto, cuando el clientelismo no era suficiente para evitar que la
oposición ganara, el PRI podía alterar a su favor los resultados de las elecciones.
El mecanismo mediante el cual el PRI logró detentar el poder por tanto tiempo es complejo,
pero tiene dos características principales (Nacif 2007, 48-49): 1. Un esquema de
clientelismo. El PRI consiguió el apoyo de múltiples grupos sociales mediante la distribución
de prebendas como tierras, permisos, monopolios, viviendas y, sobre todo, cargos públicos.
Para tener un gran número de afiliados el PRI utilizó la práctica de filiación colectiva de
organizaciones sociales, es decir, en vez de que los integrantes se afiliaran de manera
individual, el hecho de pertenecer a un determinado sindicato o agrupación gremial los
hacía automáticamente miembros del partido. 2. Fraude electoral. El partido en el poder
fue por mucho tiempo el encargado de organizar las elecciones y contar los votos. Por lo
tanto, cuando el clientelismo no era suficiente para evitar que la oposición ganara, el PRI
podía alterar a su favor los resultados de las elecciones.
Reformas electorales y transición a la democracia
México es un caso atípico cuando se estudia desde las teorías de transición a la democracia,
ya que su proceso se dio a través de la liberalización y no de la ruptura con el régimen
anterior.
Su propia liberalización tuvo características peculiares. En primer lugar, su proceso de
liberalización política duró por lo menos tres décadas, cuando estos procesos se distinguen
porque son inestables y no pueden mantenerse a lo largo del tiempo (o se llega a la
democracia u ocurre una regresión autoritaria). En segundo lugar, cuando México se
democratizó (1996) ya tenía niveles altos de liberalización política, es decir, ya se había
transferido bastante poder del partido en el gobierno a los partidos de oposición. En otros
casos de América Latina y Europa Oriental, la liberalización política se había restringido a
permitir manifestaciones públicas o a tolerar a la oposición, pero sin cederles poder
(Elizondo y Nacif 2002, 12) Salazar, Becerra y Woldenberg (2000) denominan ―mecánica
del cambio político‖ al proceso liberalizador. De acuerdo a estos autores los partidos
políticos acudían a las elecciones y ganaban puestos legislativos y de gobierno; desde esos
puestos promovían reformas que les daban más derechos, seguridades y prerrogativas. Los
partidos, fortalecidos, participaban de nuevo en las elecciones donde conseguían más
puestos y lanzaban un nuevo ciclo de exigencias y reformas electorales. Siguiendo esta
lógica, a continuación se presentan las etapas más importantes de este proceso
liberalizador. El inicio de la transición a la democracia en México es un tema complejo en
el que no se ha podido generar consenso. Sin dejar de lado la importancia de movilizaciones
sociales y políticas previas (como las protestas estudiantiles de 1968), en este manual se
considerará que la transición inició con la reforma electoral de 1977. Como explica
Woldenberg (2002, 23) en ese año, ―se configuró ‗la estructura del cambio‘ […] un proceso
que se desarrolla en una misma dirección, democratizadora, fortaleciendo partidos y cuyos
momentos de expansión cristalizaron en las negociaciones y reformas electorales‖. La
reforma de 1977 tuvo su origen en la elección presidencial del año anterior. Una crisis
interna en el PAN provocó que este partido no postulara a ningún candidato, mientras que
los otros dos partidos registrados (el Partido Popular Socialista y el Partido Auténtico de la
Revolución Mexicana) eran meros satélites del PRI, por lo que nominaron al candidato
oficial. Por lo tanto, José López Portillo compitió solo por la presidencia en 1976.
Con estos resultados, el sistema político mexicano pareció acercarse más a sistemas
totalitarios como el de la Unión Soviética, lo que no convenía al PRI tanto por razones
internas (disminuiría su apoyo social) como externas (recibiría presiones de la comunidad
internacional, especialmente de Estados Unidos). El gobierno decidió que era tiempo de
abrir de manera controlada la arena electoral, con miras a permitir una mayor participación
política. Por lo tanto, aprobó una reforma constitucional y legal que incluía las siguientes
medidas (resumidas a partir de Woldenberg 2002, 23):
o Constitucionalización de los partidos. Se modificó la Constitución para
establecer que los partidos políticos son ―entidades de interés público‖.
o Registro condicionado. Los nuevos partidos podían participar en las
elecciones, pero sólo mantenían su registro si alcanzaban el 1.5% en alguna
de las elecciones en las que participaran.
o Diputados plurinominales. El Congreso pasó de 237 a 400 diputados. De
éstos, 300 eran elegidos por el principio de mayoría y 100 por representación
proporcional
o . Dinero público y medios de comunicación. El Estado asumió la obligación
de otorgar recursos para el sostenimiento de todos los partidos, lo que
implicaba transferirles recursos económicos y asegurar su presencia en los
medios de comunicación.
o Participación a nivel nacional. Una vez registrados ante la autoridad electoral
federal, los partidos obtenían el derecho de participar en las elecciones
estatales y municipales.
o Desde la perspectiva del PRI la reforma fue exitosa. Varios partidos
obtuvieron su registro legal, incluyendo al Partido Comunista Mexicano, el
Partido Socialista Mexicano y el Partido Demócrata Cristiano. Gracias a la
participación de estos partidos en las elecciones, el PRI no tuvo que volver a
competir solo. De hecho, en
En la elección legislativa de 1988 el PRI ganó 239 curules de mayoría relativa, por lo que se
le asignaron 12 diputaciones de representación proporcional, con las que alcanzó la mitad
más uno del total de asientos de la Cámara. Por otro lado, Salinas ganó la elección
presidencial, pero los resultados de los comicios fueron rechazados por la oposición.
La reforma electoral producto de este proceso fue la más importante desde la de 1977.
Contuvo los siguientes aspectos:
La reforma de 1996 estableció las condiciones que permitieron que México transitara a la
democracia:
El IFE concretó su autonomía. Los nueve consejeros que integran el Consejo General
son propuestos por los grupos parlamentarios y aprobados por las dos terceras
partes del Congreso.
Elevó el umbral para obtener el registro del 1.5% al 2%.
Determinó que ningún partido puede tener más de 300 diputados.
Estableció un máximo de sobre representación de 7.8%.
Instauró un robusto sistema de financiamiento público y el acceso equitativo a los
medios de comunicación pública.
Obligó a las entidades federativas a adecuar su legislación electoral, para que no
hubiera diferencias de fondo entre los comicios federales y los locales.
Creó el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF). El Trife pasó a
formar parte del Poder Judicial de la Federación, y se emitió la Ley General del
Sistema de Medios de Impugnación en Materia Electoral.
Como se mencionó en el Capítulo 3, la alternancia no es una condición necesaria para que
un país pueda considerarse democrático. Sin embargo, el que un partido entregue el poder
a otro dentro de un marco institucional es una prueba suficiente de que se respeta la
voluntad de los ciudadanos, aunque ésta afecte los intereses del grupo en el poder. Gracias
a las reformas electorales de 1996, se dieron las condiciones para que en 1997 el PRI
perdiera la mayoría en la Cámara de Diputados y en 2000 el PAN ganara la presidencia de
la República.