Desde Adentro
Desde Adentro
Desde Adentro
Desde adentro
James Baker
Table of Contents
3 La amistad y su importancia 47
Encontrándose en el parque: inicio de las amistades . . . . . . . 49
El valor de la confianza y la empatı́a en la poesı́a compartida . . 51
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4 TABLE OF CONTENTS
Viviendo en la ciudad
acelerada
Andrés, los ojos encendidos de cólera, alzó la voz lo suficiente para que todos
en el café lo escucharan: ”Basta, Miguel! Basta ya! Está claro que no sabes
la presión que tengo en casa. Nadie puede entenderlo, nadie!” Sus palabras
se perdieron en el ruido de la ciudad, pero dejaron un silencio frı́o sobre el
grupo que habı́a venido a huir de sus problemas en esos versos que solı́an
intercambiar.
El ruido del tráfico y el bullicio de la gran ciudad era incesante afuera,
pero todos en la mesa compartı́an esa sensación acelerada, de sentirse
constantemente agobiados y sin salida.
Miguel vaciló, sorprendido pero a su vez enfadado: ”Y por qué no nos lo
cuentas en lugar de aislarte? Estamos aquı́ para apoyarnos, no? Eres tú
quien se queda callado y se guarda todo, Andrés”.
Apenas habı́a terminado de hablar, cuando Sofı́a, conteniendo un sollozo,
dijo: ”No es solo Andrés creo que todos tenemos miedo de lo que está
pasando y de cómo nos está cambiando la ciudad, verdad? Yo no sé cómo
manejar las cosas en casa y las expectativas de mi familia son abrumadoras.
Cada dı́a me pregunto si soy lo suficientemente buena o si alguna vez podré
encajar en este mundo que nos persigue a cada momento, en cada rincón de
nuestras vidas”.
Mariana la abrazó, intentando consolarla, pero sus propios ojos estaban
llenos de lágrimas. ”Yo también siento esa presión constante”, confesó en
voz baja. ”A veces me gustarı́a desaparecer de la ciudad para siempre y
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CHAPTER 1. VIVIENDO EN LA CIUDAD ACELERADA 8
Las primeras luces del alba se colaban entre los edificios de la gran metrópoli,
marcando el inicio de otro dı́a en la vibrante ciudad. Sus calles parecı́an
respirar, como si la fuerza infinita del hormigón y del metal se hubiera
fundido con una realidad en constante cambio que no dejaba espacio para
la quietud ni el silencio. La gente iba y venı́a, luchando por encontrar un
lugar en la vorágine de cuerpos y luces que parecı́a envolver todo a su paso.
La vida en esta jungla de asfalto era sinónimo de energı́a colosal, de fuerza
inagotable, pero también de presiones y desgastes de los que era difı́cil
escapar.
En medio de ese barrio caótico y abrumador, un pequeño grupo de
preadolescentes se abrió paso con paso decidido y emociones encendidas.
Valeria lideraba la expedición, seguida de cerca por Andrés, Sofı́a, Miguel y
Mariana. Sus rostros reflejaban una mezcla de esperanza, incertidumbre y
determinación.
CHAPTER 1. VIVIENDO EN LA CIUDAD ACELERADA 9
- Ya falta poco! - gritó Valeria por encima del estruendo de los motores
y las voces de la gente que los rodeaba.
”Ya falta poco”, pensó Andrés. Pero, hasta dónde llegarı́an? Cuánto
tiempo podrı́an resistir la embestida de la ciudad y sus expectativas? La
presión en sus hombros empezaba a ser insoportable, y no sabı́a si estaba
listo para afrontarla. Sus ojos buscaban respuestas en los edificios grises y
en las sombras de la gente que pasaba junto a ellos, pero sólo encontraba
silencio.
El barrio cobraba vida bajo el meticuloso escrutinio de Sofı́a, que veı́a el
sufrimiento no sólo en cada grieta en el pavimento, sino en cada habitante
que encontraban en su camino. Todos parecı́an atrapados en un ciclo sin
fin, casi como si estuvieran condenados a repetir los mismos errores una y
otra vez, forzados a sobrevivir en un entorno que castigaba el liderazgo y
fomentaba la sumisión.
Miguel, con sus pensamientos puestos en el futuro, no pudo evitar
recordar las palabras de su madre la noche anterior: ”Tu padre y yo tuvimos
que luchar mucho para darte una vida aquı́, en esta ciudad. No des la espalda
a tus oportunidades. Construye tu futuro, hijo”. El peso de las expectativas
y la incertidumbre ante lo desconocido amenazaban con devorarlo por dentro,
pero se repetı́a a sı́ mismo que no iba a dejarse vencer por el miedo.
Mariana observó a sus compañeros con una mezcla de preocupación y
afecto. Sentı́a que todos ellos cargaban con una soledad inmensa en sus
corazones, y deseaba poder abrazar a cada uno y decirles que no estaban
solos. No era casualidad que se hubieran encontrado en medio de la multitud
de almas viviendo en ese rincón acelerado del mundo: quizás era el universo
diciéndoles que debı́an luchar juntos, como soldados en una guerra contra el
silencio y la opresión.
cada uno de ellos llevaba en sus hombros el peso de sus propias preocu-
paciones con experiencia suficiente para saber que aquı́, en esta burbuja
protegida de la salvaje metrópoli que los engullı́a, habrı́a un espacio seguro
en el que podrı́an compartir sus inquietudes, sus palabras y sus versos,
buscando alivio y respuestas a preguntas que nunca se atreverı́an a formular
en voz alta en ningún otro lugar.
Era un parque pequeño y escondido, un verdadero oasis en medio de
la jungla de concreto. Rocoso, como la vida de los que lo frecuentaban,
pero lleno de secretos descubiertos por aquellos que estaban dispuestos a
hurgar un poco más profundo. En ese lugar, los árboles parecı́an murmurar
millones de rimas y sı́labas, como si todos los poetas que alguna vez se
habı́an sentado bajo sus ramas hubieran dejado en el aire un eco eterno de
su talento.
Valeria levantó la cara hacia el sol, y a través de sus párpados entrecer-
rados, vio a los otros cuatro jóvenes de pie en el camino, contemplando el
parque y sumergiéndose en sus propios pensamientos. Allı́ estaba Andrés,
con su ceño inexpugnable y siempre listo para la revolución; Sofı́a, ojos ilu-
minados por el peso del mundo y siempre dispuesta a llevar los problemas de
todos en su espalda; Miguel, temiendo siempre el juicio sobre su insistencia
en abordar las injusticias sociales; y Mariana, silenciosa pero infalible en su
temor a la soledad.
Andrés levantó su mano y extendió los dedos hacia el cielo, como si
estuviera en busca de un recuerdo lejano y perdido que quizás solo pudiera
encontrar en el parque, en medio de las raı́ces que se aferraban al suelo con
fuerza obstinada. Sofı́a caminó lentamente hacia uno de los añejos bancos de
madera y, con una sonrisa tı́mida, se sentó, extendiendo ambas manos como
si intentara absorber cada fragmento de historia y creatividad impregnada
en la madera gastada.
”Este lugar es como si tuviera vida propia”, suspiró Mariana, casi con
reverencia. ”Como si cada verso, cada palabra alguna vez pronunciada aquı́,
pudiera no sé hacernos sentir un poco más humanos”.
Miguel asintió, y con una voz profunda y reflexiva, añadió: ”Aquı́ es
donde realmente nos encontramos, amigos. En un mundo que nos exige
ser algo que tal vez no queramos ser, este parque, con sus historias y sus
recuerdos, es donde nos permitimos ser quienes realmente somos. Donde
nuestro lenguaje es la poesı́a y nuestras armas, las palabras que gritan desde
CHAPTER 1. VIVIENDO EN LA CIUDAD ACELERADA 11
- Hola -dijo Andrés con una sonrisa insegura, las palabras temblando
ligeramente en sus labios. Valeria se detuvo, observándolo con aire cauteloso
mientras Sofı́a, Miguel y Mariana se acercaban, dibujando un cı́rculo invisible
alrededor del recién llegado.
Valeria frunció ligeramente el ceño, como si temiera que su refugio fuera
invadido, y los otros tres se miraron, sintiendo el peso del silencio en el aire
y la tensión que emanaba de las miradas cruzadas. Entonces, Miguel se
adelantó un paso, sus ojos buscando sinceridad y comprensión en las pupilas
profundas de Valeria.
- No estamos aquı́ para pelear ni robarte tus versos -murmuró en el tono
suave y cuidadoso de alguien que no desea herir. Valeria entrecerró los ojos,
su expresión tardando unos segundos en suavizarse, y asintió con la cabeza.
- Yo yo solo busco un lugar donde pueda ser yo misma -admitió, la
timidez en su voz haciéndole avanzar lentamente hacia ellos. Y en ese
momento, Sofı́a, Andrés, Miguel y Mariana entendieron que no estaban
solos en su cruzada; un lazo invisible se tejió en la penumbra del parque,
hilándolos entre sı́ en una cadena de esperanza y deseo.
Mariana, con una sonrisa tierna y abierta, le extendió la mano a Valeria,
quien la apretó con fuerza y se unió al cı́rculo, sintiendo por primera vez
que habı́a encontrado a personas que no solo comprendı́an el idioma secreto
de su corazón, sino que también llevaban sus propias cicatrices y anhelos.
- Y qué versos traes hoy en tu corazón? -preguntó Andrés, rompiendo el
hielo mientras la curiosidad brillaba en sus ojos.
- Tal vez tal vez deberı́amos compartirlos todos juntos -sugirió Valeria, su
voz firme y sin titubeos, y en sus palabras resonaba un timbre de entusiasmo
y determinación. Los demás asintieron, sintiendo que la conexión entre ellos
habı́a echado raı́ces en el suelo del parque y se extendı́a hacia el cielo, como
un árbol imponente que se nutrı́a de sus palabras y latidos.
Sofı́a fue la primera en leer un poema, un manifiesto triste contra las
injusticias del mundo y la indiferencia de aquellos que lo rodeaban. Andrés
compartió sus versos llenos de rabia y amor, mientras que Miguel habló en
lenguaje de protesta y Mariana susurró preguntas al viento. Valeria, por
su parte, les regaló un pedazo de su alma que hablaba de la soledad y la
necesidad de ser vistos y entendidos.
Y ası́, en el corazón de la metrópoli, en el Parque de los Poetas, el
grupo de preadolescentes se unió en una telaraña de versos y sentimientos,
CHAPTER 1. VIVIENDO EN LA CIUDAD ACELERADA 13
Miguel, el temeroso luchador que solo podı́a hablar de sus demonios cuando
las estrellas brillaban en un cielo de tinta; y Mariana, cuya soledad se
escondı́a detrás de una sonrisa que aparentaba valentı́a en el trabajo de
vivir.
Valeria se unió a ellos en el anochecer, y comenzaron a hablar de las
maravillas del lenguaje y su habilidad de romper los grilletes que la vida y
sus responsabilidades les habı́an impuesto. En ese momento, comenzaron
una sinfonı́a inaudita de sus voces, atravesadas por la música de la ciudad y
del parque, creando una melodı́a que parecı́a atemporal mientras compartı́an
sus versos uno por uno.
Andrés comenzó con un poema que hablaba de los terrones de injusticia
que sus dientes encontraron cada vez que intentaba hablar con autoridad,
de la forma en que el poder aplasta cualquier intento de revuelta o cuestion-
amiento. Después, siguió Sofı́a, con un poema que lamentaba el estado roto
del mundo y cómo, a medida que la luna avanzaba a través del cielo y el ojo
de Dios se posaba sobre los mortales sufridos, los jóvenes se encontraban
atrapados, tratando de fijar todos los pedazos arremolinados de injusticia,
sin poder encontrar su lugar en el espacio ni en el tiempo.
Miguel interrumpió su silencio con palabras llenas de fuego, hablando
de cómo la propia tierra parecı́a achatarse bajo la carga de miseria y
desconfianza, cómo la oscuridad del presente parecı́a desdibujar el horizonte
y dar paso a una eternidad de sombras, matizando su poema con la perversa
lógica de un sistema que parecı́a condenar al olvido a los más vulnerables.
Por último, Mariana susurró un poema que hablaba de la sueño y el
recuerdo, del tormento de una soledad que se renueva como un rı́o que fluye
hacia un océano sin nombre. Habló de las noches en vela, de los espacios
vacı́os que su mente vagaba en busca de alivio, y cómo a veces, cuando
se encuentra con la luna en el cielo, siente que las paredes que la rodean
parecen querer tragarse su voz, su luz y toda esencia que lleva dentro.
Valeria escuchó con atención cada poema, sintiendo cómo su mundo se
unı́a con las palabras de sus nuevos amigos y compañeros de lucha. Sintió
los dolores y las esperanzas, las cicatrices y las lágrimas que formaban parte
de cada estrofa y verso. Y, cuando llegó su turno, se animó a compartir
sus propias palabras, que hablaban de la fractura y sutura del alma, de la
ternura y el éxtasis del primer amor, del canto solitario de las aves en el
crepúsculo y la agonı́a y la legibilidad de la palabra cuando se lucha por
CHAPTER 1. VIVIENDO EN LA CIUDAD ACELERADA 15
El viento soplaba con su tı́pico aliento fresco y agrio cuando los cinco jóvenes
se encontraron en el escalofriante recinto escolar. De todos los lugares del
universo, las paredes encaladas y descoloridas parecı́an ser el escenario más
improbable para sus sueños y pesadillas. Los profesores rondaban por los
pasillos, con sus batas orgullosas y libros llenos de cicatrices, mientras que
los compañeros de clase se enfrentaban unos a otros con miradas de desdén
y desprecio. El aire vibraba con el hambre de la dominación y el lamento
CHAPTER 1. VIVIENDO EN LA CIUDAD ACELERADA 18
El dı́a se habı́a levantado como un pájaro negro con alas temblorosas, y las
calles, paralelas como las partituras de una canción olvidada, se estiraban
interminablemente hacia el infinito. Los preadolescentes caminaban juntos,
envueltos en un silencio espeso y viscoso como aceite en un motor apagado.
La voz de los edificios cantaba una canción monocorde y aguda, la lengua
del pavimento crujı́a bajo sus pies, y el aire, disipador de calor cargado por
la furia coagulada de millones de almas solitarias, les arrancaba suspiros
vacı́os que descendı́an sin remedio hacia el árido suelo.
Se apresuraron a través de las calles y las plazas, tratando de dejar
atrás la tristeza y el abatimiento que los encerraban en sus propias prisiones
de pensamientos oscuros y sueños aplastados. Valeria mordı́a el reborde
gastado de su delantal, arrancando con desesperación cada fibra rebelde que
se habı́a quedado atascada entre la tela y su febril piel. Sofı́a caminaba un
poco más lenta y, aunque sentı́a la presión del tiempo y las expectativas
en su estrecho pecho, no podı́a evitar detenerse y componer sus zapatos,
rehaciendo sus cordones con una meticulosidad exasperante.
Mariana, Andrés y Miguel, con los ojos en el camino y el corazón en la
CHAPTER 1. VIVIENDO EN LA CIUDAD ACELERADA 20
boca, avanzaban en silencio, dejando que las cargas del dı́a se deslizaran
lentamente sobre sus hombros hasta amenazar con doblarlos hacia el suelo.
Únicamente habı́a una cosa que podı́a levantar sus espı́ritus y devolverles
la luz a sus ojos empañados por la bruma de la desilusión y la derrota: un
encuentro en el Parque de los Poetas, aunque fugaz, aunque efı́mero, con la
promesa de compartir sus versos y sus corazones desgarrados.
Pero, incluso antes de llegar a su destino consagrado y privado, la ciudad
les enseñó en el rostro las cicatrices de sus desencuentros y sus revoluciones,
caminos densos y tortuosos en los que se enredaban y se perdı́an sin tregua.
Andrés, apoyándose contra la pared de un edificio que albergaba una antigua
ferreterı́a, dejó escapar un gemido de frustración cuando vio a su madre
despedirse apresuradamente en el umbral de la puerta, apagando el ruido
del tráfico con una frase breve y hermética:
- Tienes que estudiar más, Andrés -le habı́a dicho, y las palabras, como
un ramillete de hojas afiladas y secas, le rasparon las mejillas, dejándole
arañazos invisibles pero dolorosos en la piel - . Quieres decepcionarme otra
vez?
Andrés no pudo responder, atrapado en una borrasca de rabia y vergüenza
que parecı́a entrar por sus oı́dos y descender por sus tubos auditivos para dar
vueltas y vueltas en el fondo de su estómago como una serpiente devoradora
de recuerdos. Recordó los dı́as de orgullo y felicidad, cuando sus poemas
de libertad y lucha encontraron una audiencia dispuesta en sus amigos
y compañeros del taller de poesı́a, pero cómo podı́a elevarse sobre las
expectativas de su madre, que descansaba sobre sus hombros como la cruz
de un mártir resignado?
- Discúlpame, Andrés -dijo Valeria, deteniéndose a su lado y sintiendo
cómo sus palabras se deslizaban entre sus labios extendidos en una sonrisa
de aliento - . Los padres no siempre entienden lo que sentimos o lo que
deseamos, pero eso no significa que no nos amen o que no se preocupen por
nosotros. También ellos viven en la ciudad, y quizás su amor esté atrapado
en los edificios y las calles que les enseñaron a ser duros y rı́gidos.
Andrés no pudo evitar esbozar una sonrisa, aunque fuera débil y despin-
tada como una acuarela mojada por la lluvia, al escuchar las palabras de
consuelo de su amiga.
- Gracias, Valeria. Aunque a veces no entendamos el amor de nuestros
padres, sé que está ahı́ -respondió, dejando que su gratitud se fundiera en el
CHAPTER 1. VIVIENDO EN LA CIUDAD ACELERADA 21
aire, como dos gotas de agua que se unen en un rı́o turbio y desbordado.
Siguieron caminando, pero entonces Mariana chocó con una mujer que
salı́a apresuradamente de una librerı́a con un paquete de revistas arrugadas
bajo su brazo. Las palabras de la mujer fueron una ráfaga de hielo que cortó
la luz del sol y dejó una estela de eco en el aire:
- Aprende a caminar, niña! No tienes tiempo para perder en tus sueños
de poesı́a y arte.
Mariana parpadeó, sintiendo cómo sus labios se contraı́an en un gesto
de sorpresa y desdén.
- Espero que un dı́a aprenda a apreciar la poesı́a -dijo en voz baja, aunque
su voz temblaba y apenas logró contener las lágrimas que se agolpaban en
sus ojos. Para ella, era inconcebible cómo en ese momento alguien pudiera
pensar que sus sueños de poesı́a eran una pérdida de tiempo.
Los otros jóvenes asintieron, comprendiendo las heridas que habı́an sido
infligidas por las palabras descuidadas y, al reconciliarse en el abrazo de la
amistad y la comprensión, sus pies encontraron nuevamente el camino hacia
el Parque de los Poetas, hacia la esperanza y los ecos de sus voces solitarias
y rebeladas.
Sobre el viejo parqué del café ”Estrofas y Aromas”, las sombras de los
cinco amigos se abrazaban a las suyas, empujadas contra la pared de cristal
por la luz desvaı́da de la tarde. Ya llevaban una hora, sentados alrededor
de una mesa circular y desgastada en la que se arremolinaban tinteros,
pliegos de papel y tazas humeantes de café aún por terminar. Habı́an
alzado un baluarte contra el estruendo de la ciudad y, curvados hacia el
centro de su refugio, sus jóvenes cuerpos y rostros palpitaban en éxtasis
creativo. Las palabras fluı́an y los versos se desgranaban como los dedos de
un prestidigitador que invocaba y arrebataba la mirada de sus incrédulos
CHAPTER 1. VIVIENDO EN LA CIUDAD ACELERADA 24
espectadores.
- Siento que estos lugares -susurró con voz entrecortada Andrés, sintiendo
miedo de que las palabras pudieran escapar y evaporarse en el aire cargado
de humo y el roce de las sillas arrastrando contra el suelo- se han convertido
en nuestro refugio, nuestros pequeños oasis en medio de esta ciudad inhóspita
y frenética.
Sus manos torpes y arrugadas de escribir tiraban, apretaban y arrojaban
hojas de papel sobre la mesa, convencido de que sus palabras se desvanecı́an
como la tinta seca en un papel arrugado.
- Es verdad -respondió Valeria, dejando que el borde de su propia
servilleta de papel se deshilachara entre sus dedos, temiendo no poder
mantener aquella verdad sagrada envuelta en la selva de palabras que tenı́a
ante ella - . En estos lugares, podemos ser nosotros mismos. Podemos
pintar nuestras alegrı́as y miedos con palabras y versos, y compartirlos entre
nosotros.
Mariana, cautiva ante los ojos brillantes y el aliento ligero de sus
compañeros de cafeterı́a, levantó entonces su mirada gris desde su cuaderno.
Sus ojos exploraron un instante las toscas pinceladas de sus versos, antes
de preguntarse en voz baja, como un viento escuchado solamente entre los
oı́dos de aquel pequeño cı́rculo de amigos:
- Pueden los lugares cambiar quiénes somos? Pueden nuestras almas
rebelarse contra las limitaciones que nos ha impuesto la ciudad, encontrar
en cada estrofa compartida una verdad más allá de los muros de esta prisión
urbana?
La repentina invasión de palabras estimulaba a los amigos, haciendo
que alzasen la cabeza y buscasen en los ojos de los demás el consuelo y la
revelación que ansiaban en medio de tanta ansiedad y agitación.
- Me parece que -intervino entonces Miguel, hundiendo la pluma en el
tintero, como si quisiera encontrar el último recurso de un ánimo preparado
para el naufragio- no son tanto los lugares en sı́ lo que nos transforma, sino
lo que compartimos, cómo nos entregamos y cómo nos apoyamos en este
mundo caótico y solitario.
- Es cierto -asintió Andrés, permitiendo que una tenue sonrisa se abriera
paso entre sus labios recios - . Cada encuentro, cada poema compartido en
el Parque de los Poetas, en la librerı́a, en esta cálida cafeterı́a, va dejando
en nosotros una huella indeleble, una transformación que resulta invisible a
CHAPTER 1. VIVIENDO EN LA CIUDAD ACELERADA 25
Las luces del sol, lanzadas como lentejuelas desde las ventanas plateadas de
los rascacielos, se derramaban sobre las calles de la ciudad en la que Valeria,
Andrés, Sofı́a, Miguel y Mariana caminaban hacia la vida, hacia los pedazos
conocidos y desconocidos del mundo que los esperaba, ansioso y tiránico
como un tigre sediento en la jaula de su destino.
Valeria se acompañaba con las puntas de sus uñas a cada paso aplastado
e incierto bajo las capas de escoria que cubrı́an las baldosas de las aceras, sus
ojos punzantes y preternaturalmente verdes se nublaban entre la humeante
maraña de los coches que pasaban, entre el desangramiento del tiempo que
convertı́a cada minuto en un movimiento sincopado de agujas y cuerpos
enmarañados en una desesperada danza de velocidades y desesperanzas.
- Estamos perdiendo tiempo, amigos -gruñı́a con la voz entrecortada e
inaudible de los minutos escabullidos en su retrato estirado y ahogado en
CHAPTER 1. VIVIENDO EN LA CIUDAD ACELERADA 28
poemas, sus formas sin nombre y definición, eran su arma para enfrentar
sus inseguridades, sus batallas y sus miedos más profundos mientras los
coches los devoraban con sus bocas enmarañadas en la bruma.
Que la poesı́a, esa morada efı́mera y eterna a la vez, ese escudo de
átomos y vértigos, podrı́a ser su refugio y su voz cuando la ciudad, con sus
ronquidos y sus cruces y sus calles colmadas de nostalgias y sueños efı́meros,
quisiera desdibujarlos y devolverlos al abismo de tiempo en el que se habı́an
vuelto invisibles.
Y en ese reconocimiento primordial, en esa lucha sincopada y susurrante
en la que los versos y las piedras se enfrentaban en el desolador cadalso del
tiempo y el olvido, ella, la poesı́a, la balanza fatı́dica de sus palabras y sus
almas, les permitı́a encontrar la fuerza silenciosa y victoriosa para enfrentar
el mundo, sus vicios y sus trampas, y lesionar la ciudad acelerada con sus
estrofas y sus sinfonı́as inmortales.
Chapter 2
Tarde en la tarde, entre los últimos rayos de luz y las sombras del crepúsculo,
el Parque de los Poetas susurraba como una sombra húmeda y triste oculta
bajo la sangre frı́a de los rascacielos. Los árboles se estremecı́an, libando
la última gota de sol que se juntaba en el horizonte furioso de cristal y
aluminio, una gota que, gota a gota, formaba un océano infinito de instantes
quebradizos hasta verse tragado por las fauces hambrientas de la noche.
- Odio los rascacielos -murmuró Valeria, mientras rastreaba con sus
dedos el perı́metro desgarrado de uno de sus muchos cuadernos de poesı́a,
trazando caminos clandestinos y sin salida en las hojas rugosas de papel - .
Quisiera que todos esos altos monstruos de vidrio y acero descendieran a la
tierra y dejaran que el cielo ocupara su lugar.
Sofı́a asintió en silencio, sus ojos oscuros y soñadores se enfocaron en
el contraste de los últimos rayos de sol en las ventanas de los rascacielos,
como si pudieran encontrar la llave del enigma que arrastraban sus almas
hasta el abismo, ese vértice de sombras y luces evaporándose en la saliva
universal de las palabras y suspiros.
- Pero es bajo esas sombras que las palabras pueden brotar -intervino
Miguel, con los brazos cruzados y la frente arrugada como una cicatriz de
pensamientos insurrectos- y al final, ellas son nuestras aliadas, no nuestras
enemigas.
No todos compartı́an su entusiasmo. Mariana jugueteaba con un mechón
de cabello, sus dedos trazando patrones ondulantes e inquietos.
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CHAPTER 2. POESÍA COMO REFUGIO EMOCIONAL 33
que se estremecı́an en sus cuadernos. Ahı́, entre sus sueños y sus silencios,
entre los dedos fatigados y las risas prematuras y angustiadas, las palabras
empezaron a brotar como rı́os oscuros, esos rı́os cuyas aguas estaban hechas
de emociones nunca antes exploradas y de amistades nunca antes soñadas.
Una a una, las palabras que salı́an de sus cuadernos se convirtieron en
estrellas, en plumas errantes, en versos suspendidos en el aire y en la noche,
entrelazados en un atardo de rebelión y consuelo. Cada palabra sanaba
una herida, cada palabra iluminaba una sombra, cada palabra encendı́a una
llama en el corazón de sus cuerpos y en el túnel de sus vidas.
La poesı́a era el refugio emocional que los protegı́a y los redimı́a en la
tormenta atronadora del mundo. Y al final, ella los salvó a todos.
una cápsula de tiempo inalterable que nos emancipa y nos arropa a la vez.
Los demás asintieron, su corazón suspendido en un solo balbuceo de luz
y arena perdida, sus dedos entreabriéndose para atrapar, una sola vez más,
los fotogramas fugaces de esa vida que se evaporaba en cada latazo y cisne
de sus noches y estrofas.
- Entonces sigamos -declaró Valeria, su voz debeble y firme como un
faro performando en la noche obscura, como un abrazo desvanecido en los
senderos de los codos y las rodillas - . Sigamos escribiendo hasta que nuestras
palabras y nuestras pasiones sean la savia y las raı́ces de este parque, de esta
ciudad que nos ha alumbrado y nos ha devorado con sus fauces de rascacielos
y sombras. Sigamos siendo poetas, sigamos siendo amigos, sigamos siendo
esas hormigas hibridadas de fuego y lluvia que riegan sus sueños y sus
esperanzas en estos versos y estos signos de pregunta.
Sofı́a dejó escapar un suspiro. Sus ojos habı́an adquirido un brillo especial,
esa mezcla de empatı́a y comprensión que sólo los corazones sinceros son
capaces de mostrar ante el sufrimiento ajeno. Sin querer, Valeria le habı́a
revelado un pedazo de aquellas sombras que la asfixiaban a solas, pero ahora
sentı́a una ligereza desconocida, como si hubiera roto la coraza de silencio
que la habı́a mantenido prisionera durante años.
Al escuchar el poema de Valeria, Andrés se sintió abrumado por una ola
de emociones. Su corazón, generalmente fuerte y firme como un anciano
tronco de árbol, parecı́a querer derrumbarse por la desesperada belleza de
sus palabras. La conexión emocional que sentı́a con ella y con los demás
poetas del parque lo dejaba sin aliento, lleno de esperanza y asombro por la
capacidad de la poesı́a para unirlos a pesar de las distintas corrientes que
les azotaban en sus vidas.
Mariana, que habı́a contemplado con aprensión la lectura de Valeria,
cogió aliento y empujó su cuaderno hacia Andrés. Al igual que su amiga,
sintió un alivio indescriptible al liberar las palabras que llevaba mucho
tiempo ocultando, amordazadas dentro de su estremecido corazón. Alzó la
mirada, sus ojos húmedos de lágrimas silenciosas, y escuchó, embargada por
la emoción, cómo Andrés convertı́a su dolor en poesı́a:
”Dónde se esconde la melodı́a de mi nombre en tus labios? Dónde fue
que se desbordó el cauce de tus lagrimales? Miro al cielo y sólo encuentro
una sábana desteñida Por la lluvia de ilusiones y promesas incumplidas.
Hoy soy pájaro que vuela roto, sin rumbo en el viento, Soy hilo suelto de
tus manos que ya no me tejen más.”
La lectura del poema de Mariana alcanzó las entrañas de sus amigos,
quienes entendieron que también compartı́an las penumbras y dudas que la
vida trajera consigo. Conmovidos por la fuerza, la empatı́a y la conexión
que les ofrecı́a la poesı́a, se abrazaron en silencio bajo la pálida luz de la
noche. En ese precioso momento, juntos y vulnerables, se prometieron un
amor incondicional y una solidaridad duradera, en las penas y las alegrı́as,
hasta el último resquicio de sus palabras y sus anhelos de vida.
A lo largo de los dı́as, Andrés comenzó a notar cómo la vida, con sus
frenéticas idas y venidas, parecı́a desgastarlo. Además de la carga escolar,
CHAPTER 2. POESÍA COMO REFUGIO EMOCIONAL 40
las expectativas de sus padres y las presiones sociales que lo rodeaban, sentı́a
una tensión interna que iba mucho más allá de esos factores. Era como si
habitara dos mundos a la vez; el mundo real y tangible, y otro, mucho más
complejo y misterioso.
”Esa dualidad entre lo interno y lo externo, ese enfrentamiento entre
lo que somos y lo que aparentamos ser; eso me está matando”, confesó
Andrés a sus amigos en una de sus reuniones en el Parque de los Poetas.
Sus palabras llevaban un eco de desesperación, una súplica silenciosa a todo
lo que lo conectaba con sus amigos y su pasión por la poesı́a.
Fue Sofı́a quien le respondió primero, sus palabras brotando como una
fuente en medio de una noche sin luna. ”Sé lo que quieres decir, Andrés. A
veces siento que esas dos partes de mı́ chocan y se golpean, como dos astros
errantes buscando su propio camino en el vasto espacio de mi ser”.
Miguel se inclinó hacia adelante para unirse a la conversación. ”Supongo
que todos sentimos esa dualidad en algún momento”, dijo, su voz teñida
por una mezcla de curiosidad e inseguridad. ”A veces parece que nuestra
verdadera esencia, nuestras ideas, nuestras emociones, simplemente chocan
con el mundo exterior. Es como si la vida fuera una constante lucha entre
lo que sentimos y lo que se espera de nosotros”.
Mariana observó el rostro de Andrés con ternura. ”Creo que esa tensión
entre lo interno y lo externo es lo que nos hace ser quienes somos”, susurró,
como si temiera molestar al silencio nocturno. ”Todas las cosas que nos
hacen únicos, todas nuestras experiencias, nuestras memorias, nuestras
esperanzas y sueños Todo eso se encuentra en nuestro interior, en ese mundo
que sólo cada uno de nosotros es capaz de comprender plenamente”.
Valeria asintió y añadió, ”Pero esa dualidad, esa lucha interna entre el
mundo exterior y el interior, es también lo que nos lleva a buscar refugio
y consuelo en la poesı́a. Es esa necesidad insaciable de entender nuestro
ser más profundo y de encontrar conexiones con otros que puedan entender
nuestras batallas y nuestras alegrı́as”.
Algo en el tono de sus palabras hizo que Andrés levantara la mirada, como
si hubiera oı́do la voz de su propia alma en esos momentos de incertidumbre
y de convulsión interna.
”Es cierto”, admitió, y un suspiro se deslizó por sus labios como un ave
que se arroja al vacı́o en busca de corrientes de aire. ”Pero es precisamente
esa dualidad la que también nos da fuerzas y nos impulsa a evolucionar y a
CHAPTER 2. POESÍA COMO REFUGIO EMOCIONAL 41
enfrentarnos a los obstáculos que la vida nos pone en el camino. Cada uno de
nosotros, con nuestras propias luchas y dilemas, con nuestras inseguridades
y conflictos, tiene ese poder de cambiar nuestro destino y de influir en el
mundo que nos rodea”.
Se produjo un silencio mientras sus palabras resonaban en el parque, y
en el corazón de cada uno de los presentes. Entonces, Mariana se levantó
y, de un salto ágil y elegante, trepó al árbol bajo el cual se encontraban
reunidos. Desde aquel improvisado trono de hojas, alzó la voz y dirigió su
mirada hacia sus amigos, hacia aquellos que, como ella, luchaban con la
dualidad entre lo interno y lo externo.
”Quiero compartir con vosotros un poema”, anunció. Sus palabras
parecı́an suspenderse en el aire, cautivas entre la magia de la noche y el
murmullo de sus amigos que aguardaban con los oı́dos aguzados. Y entonces,
con voz trémula pero firme, Mariana comenzó a recitar:
”Entre murallas de carne y hueso mi alma, silenciosa, se protege. De un
lado aguarda la realidad, con un rostro de amarga conocida, del otro lado,
el corazón, que arde de vida en sus latidos.
Mi escudo partido en dualidad, muestra la máscara que el mundo exige
y por dentro, abriga mi verdad, aquella que en versos y en susurros late.
Qué quiero ser, quién quiero ser? La lucha interna siempre guerrea, pero
en este campo de batalla también brota el milagro de la vida entera.
No temamos a las dos caras, ni al afuera abrumador, pues dentro de
cada ser que habita bullen una misma letras, y un eterno amor.”
Al escuchar el poema, los jóvenes poetas del parque sintieron en sus
corazones una poderosa resonancia, como si las palabras de Mariana hubieran
alcanzado ese lugar donde su propio espı́ritu se debatı́a entre la dualidad de
su ser y la vida que les tocaba enfrentar. Y entonces, por un instante, se
sintieron libres, sostenidos por sus amistades y aquellas letras que juntos
hilvanaban como una trama de luz y sombra capaz de desafiar incluso a la
más cruel de las dualidades.
Eran dı́as nubosos y taciturnos cuando las palabras fluı́an como rı́os desbor-
dados en sus almas. Ansiaban la inminente llegada de las lluvias, pues el
estruendo del agua era un bálsamo de verdad en las llagas de sus corazones.
CHAPTER 2. POESÍA COMO REFUGIO EMOCIONAL 42
Valeria solı́a caminar por las calles, abstraı́da en sus pensamientos y versos,
desentendiéndose de la multitud agitada que se movı́a a su alrededor.
”El mundo no comprende este caudal de sentimientos, esta huida con-
stante al refugio de nosotros mismos”, solı́a repetirse en la soledad de su
cuarto, mientras las sombras se entrelazaban y acariciaban, como hilos de
una tela invencible y lúgubre.
Fue entonces cuando, envuelta en papel de china y acompañada por un
ramo de flores marchitas, Valeria recibió un poema de lágrimas y suspiros,
un grito de desahogo que parecı́a resonar en las profundidades de su ser.
Andrés, cuyo corazón palpitaba escondido y pulido en aquellos versos, le
ofrecı́a un mosaico de pedazos de sı́ mismo, como estrellas hundiéndose en
el horizonte de una esperanza menguante.
Se encontraron a solas en su rincón predilecto del parque, donde los
ancianos sauces y las antiqüı́simas esculturas de poetas célebres parecı́an
suspirar el eco de sus palabras.
Andrés abrió su cuaderno carcomido por el tiempo y la letra apretada e
inclinada, y leyó a Valeria sus versos, despintando con cada sı́laba el dolor y
la desazón que lo atormentaban:
”Ay, de esta vida que se viste de hastı́o y nos zarandea en su trenza
impetuosa como hojas al viento errantes y mustias. Dónde hallaré, quién
me negro agua dará, que calme la sed de mis dı́as nauseabundos?
En el silencio de la noche, entre sábanas de sombra, me vislumbro a
mı́ mismo, frágil y orgulloso como armadura roı́da por la herrumbre del
tiempo. Quisiera hallar solaz en este rincón oscuro, devastado por alaridos
y recuerdos malditos.”
Valeria, con los ojos ardientes y las manos aferradas a su propio cuaderno,
se atrevió a leer en voz alta el poema que habı́a escrito aquella madrugada
de insomnio desvelado, sabiendo que Andrés se irı́a con un pedazo de ella
envuelto en sus palabras:
”Dime, soslayo amargo, dime, luto infausto, si hay rı́os en los que pueda
sumergir mis pesares, y en aguas salvadoras lavar mis desdichas. Que el
agua caiga de la boca del cielo, y en lágrimas incontenibles borre el polvo y
el cansancio acumulado de los años.
No ves que quiero huir de la luz que me ciega, y entregarme a la noche,
a su abrazo cálido? No ves que harto tengo de la máscara que llevo, que
deseo, por fin, ser sólo yo, la oscuridad despojada de muros, de miradas y
CHAPTER 2. POESÍA COMO REFUGIO EMOCIONAL 43
sombras?”
invadiéndola:
”Leo en sus ojos, en las arrugadas páginas, la desazón que sus vidas
azoradas no alcanzan a pronunciar. Labios sellados por las espadas del
silencio encierran un grito de tormento, un lánguido lamento.
La amistad y su
importancia
La tarde avanzaba cubierta por las sombras de las altas torres de oficinas y
viviendas que rodeaban el Parque de los Poetas, como si quisieran cercar
un pequeño oasis en medio del desierto de concreto que se extendı́a a sus
pies. La ciudad habı́a sido especialmente ruidosa ese dı́a; cada ocasional
crujir de neumáticos, el susurro de una sirena o el aleteo de alas de un ave
asustada resonaba en el corazón de Valeria como el eco de un grito lanzado
desde el fondo de un abismo infinito. Al cruzar la calle que la separaba de la
tierra prometida de tierra yerma y olor a hojas secas moliendo sus talones,
una errante lágrima se deslizó por su mejilla, como la transgresión de una
corriente de agua profanando el reposo de un océano tranquilo. Se detuvo
a limpiar, con un movimiento brusco de sus dedos temblorosos, la huella
emplazada en su rostro por el fugaz visitante salado.
Miguel se habı́a anticipado, como siempre, al silente llamado de su
compañera y refugiada en la poesı́a. Se encontraba sentado sobre una
banca verde de pintura descascarada, con aspecto de haber sido diseñada
con todas las intenciones de una comodidad frustrada por las manos del
artista, aunque a él le bastaba para su deseo de soledad y necesidad de
expresar sus más profundas emociones. Estaba inmerso en la escritura de
un nuevo poema, una serie de versos apenas esbozados, rebeldes, obstinados
en negarse a darle forma al pensamiento desasosegado que los acechaba. Al
oı́r la llegada de Valeria, alzó la mirada y la observó con una mezcla de
preocupación y ternura; aquel sentimiento dibujado en su rostro era el de
50
CHAPTER 3. LA AMISTAD Y SU IMPORTANCIA 51
En lo más profundo del Parque de los Poetas, donde los senderos serpen-
teantes se fundı́an en laberintos de caminos suspendidos entre la luz y la
sombra de los altos árboles, un corazón solitario latı́a inmóvil, como el ojo
de una tormenta.
Valeria, con sus brazos abrazando con fuerza el cuaderno de poemas
maniatados por la urgencia y el temor, caminó por la vereda silenciosa como
un fantasma, buscando, oyendo, palpando el viento que cambia de color
cuando las palabras se unen y se funden en ráfagas de literatura. Poemas
olvidados y llorados en un silencio de meses y años, en medio de hogares
oscuros y desalmados, en viejas escuelas donde el odio y la indiferencia
creaban goteras en la alegrı́a de aprender.
Valeria sabı́a dónde encontrarlos; esos poemas, como hijos desamparados
errando con la neblina de comprender y de no ser comprendido, halları́an
refugio en la verde quietud del Parque de los Poetas, donde, entre las suaves
CHAPTER 3. LA AMISTAD Y SU IMPORTANCIA 53
La hora azul, cuando la tarde cae y los dı́as se vuelven más cortos, es la hora
en que, desde hace unas semanas, el crepúsculo hace brotar la poesı́a en el
Parque de los Poetas. Ası́ lo habı́an acordado aquellos cinco preadolescentes
que buscaban en los versos, como en un espejo secreto y mágico, el rastro
de sus emociones y de sus sueños, la verdad callada que se anidaba en el
centro de sus vidas innumerables y azarosas. Pero aquella tarde, cuando los
primeros versos comenzaron a fluir y a recorrer las venas de aquel pequeño
cı́rculo de amigos, un extraño estado de ánimo, como un viento opaco
CHAPTER 3. LA AMISTAD Y SU IMPORTANCIA 55
cargado de polvo, se habı́a instalado en las piedras y los árboles del parque,
en los corazones de los poetas que temblaban a cada palabra.
Valeria, la más callada e insegura del grupo, habı́a acudido a la reunión
con una carta arrugada en su bolsillo y una presión incómoda en su corazón.
Traı́a consigo un poema que habı́a encontrado en su casa la noche anterior,
bajo su cama, olvidado y maltrecho, el testimonio audaz y aterrador de
sus más profundos pensamientos. A medida que sus amigos recitaban sus
poemas, compartiendo sus emociones profundas, sus dudas e inseguridades,
ella sentı́a que aquel poema secreto ardı́a bajo su piel, como si quisiera
revelarse, abrir una brecha por la que asomarı́a su rostro más doloroso, más
antiguo. Después de un tiempo, el miedo y la curiosidad fueron más fuertes
que el pudor, y el alma solitaria de la carta dejó salir su voz.
Sin apartar los ojos del papel, con una voz que fluctuaba como el viento
en un túnel oscuro, Valeria comenzó:
”En los rincones de mi mente, escondidos en laberintos de memoria, yacen
en silencio mis temores más profundos, esperando el momento propicio para
atacar. Las sombras murmurantes que me acechan en las noches donde la
soledad es mi única compañı́a, me susurran cosas que no deseo escuchar,
pero que, de alguna manera, siempre encuentran la forma de colarse en mis
pensamientos.”
Sus amigos la escucharon con atención, tratando de entender la oscuridad
que habı́a encerrado en esos versos. Pero, a medida que Valeria continuaba
compartiendo el poema, sus palabras se entrecortaban y su rostro adquirı́a
una expresión de angustia, una batalla interna que luchaba por mantener
escondida. Andrés, que habı́a estado observándola con atención y preocu-
pación, recogió su cuaderno de poemas entre sus dedos largos y huesudos, y
se levantó con decisión para acercarse a ella.
”Valeria, no tienes que leer esto si no quieres”, dijo Andrés en un susurro
que pretendı́a ser reconfortante. Pero Valeria, sintiendo que el momento
de devolverle su confianza y sinceridad habı́a llegado, siguió adelante, con
lágrimas en los ojos, como si estuviera enfrentando a los fantasmas que
habı́an gobernado su vida hasta aquel momento.
Cuando llegó al final, Valeria se encontró abrazada por Sofı́a, quien
intentaba consolarla y darle fuerza, y vio las caras de sus amigos Miguel
y Mariana, que habı́an comenzado a llorar también. La verdad habı́a sido
dicha, y, aunque estaba teñida de tristeza, aquel espacio compartido y
CHAPTER 3. LA AMISTAD Y SU IMPORTANCIA 56
La luz habı́a revelado su capricho en los cielos, trazando nubes que parecı́an
anunciar los inicios de una tormenta. En el pequeño parque donde Andrés
y Valeria solı́an reunirse a menudo, sus sombras se mezclaban y bailoteaban
en las hojas de los árboles y la hierba mojada, como secretos que el tiempo
aún no habı́a llegado a decifrar.
CHAPTER 3. LA AMISTAD Y SU IMPORTANCIA 57
Hablar con el corazón en las manos puede ser difı́cil, pero te prometo que,
al final, valdrá la pena.
La noche se habı́a adentrado completamente en el parque, desplegando
un manto de oscuridad que parecı́a unirse con las secuencias de sus memorias.
El canto del ruiseñor fue reemplazado por el zumbido constante de los grillos,
un coro nocturno que rompı́a el silencio en numerosos fragmentos.
Valeria, aferrada al pañuelo que Andrés le habı́a dado, suspiró aliviada
y sonrió agradecida hacia él. Por un momento, el tiempo se detuvo y solo
existieron ellos dos, envueltos en un abrazo invisible, bajo el cielo nocturno
y entre las sombras del Parque de los Poetas.
Esa noche, cuando Valeria regresó a casa, juntó el valor para enfrentar a
sus padres y hablar con ellos sobre sus temores e inquietudes. Las palabras
no siempre eran perfectas ni expresaban lo que realmente querı́a decir, pero
buscó la fuerza en su corazón y en el recuerdo de su amistad con Andrés.
Y aunque no todo se resolvió en un instante, los fragmentos rotos de
su vida familiar comenzaron a tomar nueva forma. La esperanza se filtró
en los espacios oscuros, y Valeria encontró en sı́ misma la resiliencia y el
coraje para enfrentar la realidad de su hogar con la entereza de una poeta
que entiende el valor de enfrentar la verdad desnuda.
Fue en ese momento de su vida cuando Valeria también comprendió la
importancia de fortalecer los lazos entre amigos y familiares a través de los
problemas y desafı́os que la vida les presentaba. En cada rincón del Parque
de los Poetas, en cada poema y confidencia compartida con sus amigos,
Valeria halló la fortaleza y la luz que necesitaba para seguir adelante, para
encarar las tempestades y nubarrones que la vida intentaba imponer en sus
inciertos horizontes.
familiar de uno de sus amigos, un refugio donde pudiera confiar lo que habı́a
sucedido y construir un relato de su angustia. Andrés, ocupado en una
discusión con Sofı́a y Miguel, entreabrió la puerta de ese refugio y, al ver a
Valeria en la lejanı́a, adivinó que habı́a una nube negra sobre ella, un oscuro
presentimiento que ella intentaba ocultar.
- Valeria - dijo Andrés al acercarse lo suficiente para susurrarle sin ser
escuchado por los demás compañeros de clase - Qué ocurre?
La respuesta fue un largo silencio, una pausa en la que Valeria, herida
y vulnerable, pareció resistirse a dejar aflorar lo sucedido en su garganta
lastimada.
- La profesora Pérez me humilló delante de mis compañeros. Dijo que
me falta talento y que deberı́a rendirme que nunca podré escribir bien -
comenzó a decir Valeria, sus palabras formándose entre lágrimas, como un
lamento que sólo ella sabı́a cuánto dolor encerraba.
El semblante de Andrés se ensombreció, su espı́ritu protector arremolinándose
en su pecho y buscando una manera de aliviar la amargura que habı́a im-
pregnado el corazón de su amiga.
- No puedo creer que haya dicho eso - exclamó, tomando las manos de
Valeria en las suyas y apretándolas en señal de apoyo - No puedes dejar que
las palabras de alguien te afecten de esa manera. Siempre habrá personas
que intenten hundirte porque no entienden la importancia de lo que haces;
pero nosotros, tus amigos, estaremos aquı́ para recordarte lo valiente y
talentosa que eres.
Sofı́a y Miguel, que desde lejos habı́an estado observando la escena, se
acercaron a Valeria casi al mismo tiempo, interrumpiendo el confortable
silencio que se habı́a tendido entre Andrés y ella.
- No te preocupes, Valeria - dijo Sofı́a, esbozando una sonrisa preocupada
- Sabemos que la profesora Pérez es dura y a veces crı́tica, pero también
sabemos que tú eres fuerte y capaz de superar este obstáculo. No dejes que
una mala experiencia te hunda.
Y, a medida que las palabras de sus amigos se entrelazaban, enraizando
en su alma como un himno de esperanza, Valeria sintió que lo que habı́a
sido una carga insoportable en su pecho se aligeraba, se convertı́a en una
nube distante que podı́a observar desde la seguridad del recuerdo. Las
sombras que creı́an haber encontrado un hogar en su espı́ritu comenzaron
a desaparecer lentamente, desvaneciéndose ante el brillo de los lazos de
CHAPTER 3. LA AMISTAD Y SU IMPORTANCIA 60
amistad que se fortalecı́an con cada abrazo, con cada palabra de consuelo y
solidaridad.
El Parque de los Poetas se convirtió, en los dı́as siguientes, en el escenario
de una comunión secreta, donde se compartı́an secretos y confidencias, donde
se encendı́an risueñas discusiones sobre el poder de la palabra, sobre el
significado de la vida y el sentido de la amistad. Allı́, Valeria restauró
la confianza en sı́ misma y aprendió el suave equilibrio entre lo que otros
opinaban y lo que ella sabı́a sobre sı́ misma, sobre la amistad que crecı́a con
cada verso compartido y con cada batalla enfrentada.
Navegando entre lı́neas de poesı́a que habı́an comenzado a ser puentes y
no muros, Valeria entendió, en ese viaje hacia la adultez incierta y descono-
cida, que la amistad era el lugar donde el alma descansa y recupera fuerzas,
un puerto donde las palabras de consuelo crecen en el viento y el corazón
aprende a desafiar las tormentas y reconciliarse con ellas cuando amenazan
con destruir los cimientos de su identidad. Valeria y sus amigos, unidos
por los versos que compartı́an y por las promesas que intercambiaban, se
convirtieron en refugio del otro, en amparo inquebrantable en esa etapa
agitada e impredecible que cada uno atravesaba.
Y, de este modo, la vida continuó en el Parque de los Poetas, con los
jóvenes enfrentando sus miedos, derramando sus prejuicios y aprendiendo
las lecciones invaluables de la poesı́a compartida; lecciones que los ayudaron
a enfrentarse a los desafı́os y los conflictos que surgı́an en sus vidas, en la
certeza de que siempre encontrarı́an el abrazo de la amistad para calmar la
tempestad en sus corazones y aligerar la carga de los dı́as venideros.
algo temeroso e invaluable esa noche, un vı́nculo frágil pero poderoso que
sobrepasaba cualquier cosa que hubieran experimentado antes.
Cuando la luna comenzó a ceder su lugar en el cielo al amanecer, y los
primeros rayos de sol se filtraron a través de las copas de los árboles, el
grupo de jóvenes poetas se levantó lentamente, con los ojos soñolientos pero
el corazón lleno de gratitud y la determinación de enfrentar un nuevo dı́a con
la certeza de que ya no estaban solos en sus miedos e inseguridades. Hasta
en la oscuridad más profunda y la más frágil de las confesiones, sabı́an que
siempre podrı́an apoyarse en la fortaleza y la empatı́a del otro, un cı́rculo
sólido de amor y comprensión que rodearı́a sus corazones atormentados y
darı́a a luz a la hermandad poética que crecerı́a con cada flor que nacı́a en
aquel Parque de los Poetas.
compañeros.
-Bueno, eso es muy interesante Pero, quién los guiarı́a? Quién se harı́a
responsable de este taller?
-De acuerdo -suspiró, al fin - . Les daré una oportunidad para probar su
taller. Pero deberán presentar un plan detallado y elegir un maestro que
los apoye en esta iniciativa. No los dejaré responsables de algo tan serio sin
supervisión.
Unidos por un propósito común, pero también por las luchas compartidas
y las debilidades que habı́an revelado entre ellos en el Parque de los Poetas,
los amigos trabajaron juntos para sentar las bases de lo que serı́a su taller
de poesı́a social. Poco a poco, comenzaron a darse cuenta de la fuerza que
podı́an tener cuando se unı́an, y de la profundidad de su resiliencia ante los
desafı́os que la vida les estaba presentando. En su corazón, cada uno de ellos
sabı́a que, a pesar de las diferencias y de los obstáculos que enfrentarı́an,
la poesı́a y sus vı́nculos les darı́an la capacidad de enfrentar cualquier cosa
que este nuevo capı́tulo les presentara.
CHAPTER 3. LA AMISTAD Y SU IMPORTANCIA 70
Era una tarde frı́a de invierno y las veredas habı́an sido devoradas por la
sombra que proyectaban los rascacielos, una actividad frenética de peatones
y autos marcaba el ritmo de la ciudad que parecı́a no tener descanso. En
medio de aquella jungla de cemento, el Parque de los Poetas ofrecı́a su oasis
de paz y refugio, acurrucado entre edificios y calles ruidosas. Fue allı́ donde
Andrés, con su mirada inquieta, esperaba a sus amigos para confesarles una
verdad que lo habı́a estado atormentando durante semanas. Confesar sus
pasiones era su patente y necesidad, pero en aquel momento, la vehemencia
en revelar sus más profundos y oscuros sentimientos parecı́a transformarse
en un titubeante augurio para Andrés.
Valeria llegó abrazada a sı́ misma y acelerada, tratando de escapar del
viento gélido. Sofı́a, Miguel y Mariana aparecieron juntos, charlando y
riendo con esa familiaridad que sólo los amigos cercanos pueden entender.
Al ver a Andrés, sus rostros alegres se ensombrecieron y dejaron paso a la
preocupación.
- Andi -murmuró Sofı́a, dulce como siempre, mientras se acercaba a él
y lo rodeaba con sus delgados brazos- qué pasa? Tú no eres de los que se
dejan atrapar por la tristeza.
El joven poeta esquivó la mirada de sus amigos, pero no pudo evitar que
los sollozos traicionaran su voz al hablar.
- Lo siento amigos -sus palabras se difuminaban en un lamento apagado-
pero no puedo seguir ası́. Todo lo que he hecho, lo que he dicho y lo que he
sido me siento como un impostor.
Silencio. Nadie respiró, nadie se movió. Aquellas palabras, cargadas
de derrota y sufrimiento, eran pesadas como piedras en el corazón de sus
amigos.
Mariana, con el rostro tenso y la voz entrecortada, intentó hablar.
- No es cierto, Andrés -su voz sonaba como las cuerdas de una guitarra
desafinada- no puedes estar diciendo eso, es imposible. Acaso todos estos
años juntos han sido una mentira?
CHAPTER 3. LA AMISTAD Y SU IMPORTANCIA 73
Enfrentando conflictos
entre pares
Los ecos del timbre que anunciaba el final de las clases aún vibraban en los
desgastados pasillos de la escuela. Andrés y Sofı́a caminaron juntos hacia
sus casilleros en un cómplice silencio, compartiendo una mirada cansada
que contenı́a la anticipación de un enfrentamiento inminente. Algungun dı́a,
aquel muro de silencio medio roto entre ellos que parecı́a igual de desgastado
que los pasillos tendrı́a que desaparecer y cambiar su relación de amigos
para siempre. Sin embargo, hoy no serı́a ese dı́a, pues el ambiente ya estaba
cargado con el peso de otro conflicto.
Al abrir sus casilleros para guardar sus libros y material de clase, un
sentido de urgencia invadió su espacio, haciendo que sus figuras parecieran
más pequeñas y vulnerables. De la nada, Mariana apareció a su lado con
las mejillas sonrojadas y el aliento entrecortado, como si acabara de correr
una maratón.
- Tienen que venir ahora mismo -dijo, agarrando el brazo de Sofı́a y
Andrés sin darles tiempo a reaccionar.
A pocos pasos de distancia, en la esquina del pasillo, un grupo de
compañeros se habı́a reunido en un cı́rculo cerrado y murmuraban entre ellos,
cubiertos en una cacofonı́a de risitas nerviosas y exclamaciones contenidas.
Podı́a adivinarse que uno de los chicos dentro del cı́rculo era Miguel.
El corazón de Andrés se aceleró al reconocer a uno de los acosadores
escolares entre el tumulto, un chico llamado Sebastián, quien tenı́a fama
de ser cruel y despiadado en sus burlas hacia los demás. Él era el lı́der
75
CHAPTER 4. ENFRENTANDO CONFLICTOS ENTRE PARES 76
Era una tarde lluviosa de primavera, y las gotas de agua golpeaban furiosas
contra los cristales de los edificios, como si la lluvia intentase calmar el
frenesı́ que reinaba en la ciudad. Andrés caminaba con la cabeza gacha y
las manos en los bolsillos, llevando consigo un sentimiento de desorientación
y amargura, como si también él estuviera atrapado en aquella lucha entre
agua y acero.
Desde que el taller de poesı́a social habı́a comenzado a ganar popularidad
entre los estudiantes de la escuela, Andrés no pudo evitar sentir que él y sus
amigos estaban siendo empujados cada vez más a un rincón sombrı́o, donde
los malentendidos, las diferencias y las sospechas empezaban a desgarrar
el frágil tejido de su amistad. Aunque Valeria y Mariana eran las que se
mostraban más abiertas y comprensivas ante las nuevas incorporaciones al
grupo, lo cierto es que los encuentros en el parque y en el café habı́an dejado
de ser momentos de encuentro donde relajarse y compartir impresiones sobre
su vida y la escritura.
Por su parte, Sofı́a trataba de mantener viva la esencia del grupo original,
pero no podı́a evitar sentir que sus palabras cada vez transportaban menos
de su luz a los demás. Si bien los nuevos miembros del taller aportaban un
torrente de ideas y vivencias a sus encuentros, también creaban desencuentros
y desconexiones entre ellos, convirtiéndose en una maraña de nombres y
anécdotas que parecı́an diluir la esencia misma de su amistad.
En un intento por reconectar con sus viejos amigos, Andrés quiso organi-
CHAPTER 4. ENFRENTANDO CONFLICTOS ENTRE PARES 78
zar una reunión en el Parque de los Poetas antes de que la lluvia estableciera
su dominio sobre la ciudad. Ya era tarde cuando los cinco se reunieron
bajo el árbol favorito de Sofı́a y, aunque las nubes parecı́an haberse con-
jurado para acorralar al sol en su lucha por parpadear entre ellas, el frı́o
y la humedad de la atmósfera no hacı́a más que poner de manifiesto el
distanciamiento que se estaba estableciendo entre ellos.
- No entiendo por qué tienen que ser todos nuestros encuentros tan
plagados de extraños -dijo Andrés, tratando de esconder la inquietud que se
colaba en su voz- antes éramos solo nosotros cinco, compartiendo nuestras
penas y alegrı́as, y ahora casi ni tengo espacio para leer mis versos sin que
alguien me interrumpa para darme su opinión no solicitada.
Sofı́a lo miró con una mezcla de comprensión y resignación, pues también
ella sentı́a que su relación con Andrés y los demás amigos se tambaleaba
bajo la presión de tantas voces nuevas e insistentes.
- Entiendo lo que dices, Andi -repuso, tomando la mano del joven poeta y
acariciándola con suavidad - , pero no podemos cerrarle las puertas a quienes
buscan apoyo y refugio en la poesı́a, como nosotros mismos lo hicimos en su
momento. No van a estar solamente los cinco de nosotros en este mundo.
Mariana se echó hacia atrás, enredándose en sus pensamientos como un
gato juguetón que persigue su propia cola. Sus ojos observaban los rostros de
sus amigos debajo de sus pestañas y su voz vibraba cargada de melancolı́a.
- El mundo cambia, sı́, pero nosotros también cambiamos. -Hizo una
pausa y respiró hondo- Todos hemos vivido nuestra lucha y, de alguna
manera, la poesı́a y nuestra amistad nos han sacado adelante. Si no somos
capaces de abrirnos al cambio y de escuchar y comprender a los demás,
entonces nos convertimos en lo opuesto a lo que nuestra amistad representa.
Miguel, que hasta ese momento habı́a permanecido en silencio, abrazado
a sus propias rodillas, finalmente alzó la mirada y compartió su punto de
vista:
- Creo que todos tenemos algo de razón, pero también creo que estamos
dejando que nuestras inseguridades y miedos nos confundan. No es el
propósito mismo del taller dar espacio a todas las voces, incluso aquellas
que nos puedan resultar ajenas o desafiantes? Debemos encontrar la forma
de aprender a convivir con esos cambios, sin que ello signifique renunciar a
nuestra esencia y a nuestra amistad.
Todos parecı́an estar de acuerdo con las palabras de Miguel, pero en lo
CHAPTER 4. ENFRENTANDO CONFLICTOS ENTRE PARES 79
su pecho.
- No podemos permitir que nos dobleguen - pensó, mientras veı́a el
poema subir de posición y ganar resonancia en su comunidad. - Si somos
fuertes, si nos mantenemos unidos en la lucha y en el amor de nuestra
amistad, no hay enemigo, ya sea humano o virtual, que pueda derribarnos.
Somos poetas, somos jóvenes, somos vida.
Y en su corazón, Andrés supo que, al enfrentar juntos el abismo de la
oscuridad, él y sus amigos habı́an encontrado la luz de la esperanza, la
certeza de que las tormentas que aún vendrı́an no serı́an capaces de ahogar
la voz de la amistad y la poesı́a que, en el ardor tembloroso de sus corazones,
habı́an forjado.
que Mariana sentı́a cada vez más el impulso de acercarse a Valeria, atraı́da
por su carácter misterioso y su talento para crear poesı́a llena de emoción y
verdad.
Finalmente, presa de su propia incertidumbre, Andrés abandonó la
seguridad de su refugio sombrı́o y se acercó a sus amigos con los hombros
pesados ante la carga invisible del conflicto y la traición que amenazaba la
armonı́a de su grupo.
- Te ves preocupado, sucede algo? -preguntó Sofı́a, sus ojos color miel
penetrantes como dagas en el corazón de sus miedos.
Detrás de Sofı́a, Valeria le lanzó a Miguel una mirada comprensiva,
pero incierta, sabiendo muy bien qué lo perturbaba tanto. Miguel, a su
vez, aunque trataba de controlar su malestar, dejó escapar un suspiro casi
inaudible que delataba su agitación interna.
- Sı́, hay algo que necesitamos discutir -respondió Andrés, sintiendo que
si no sacaba a la luz los sentimientos que bullı́an debajo de la superficie y
echando raı́ces en sus corazones, la amistad que tanto valoraba se quebrarı́a
irremediablemente.
”Sé que hemos sido amigos durante mucho tiempo, y la poesı́a nos ha
unido de maneras que nunca antes pensamos posibles. Hemos enfrentado la
adversidad juntos y hemos encontrado en nuestras palabras y en nuestro
arte un refugio. Sin embargo, últimamente he notado que a medida que
nos acercamos, algunos de nosotros comienzan a alejarse. Están surgiendo
alianzas y lealtades que amenazan con desgarrar la estructura misma de lo
que consideramos nuestra amistad. Valeria, Mariana, Miguel no podemos
permitir que las emociones y las pasiones no expresadas destruyan todo lo
que hemos construido juntos”.
Valeria se inclinó hacia adelante, sus dedos temblorosos entrelazándose
mientras un rubor ardiente le subió a las mejillas. Inmediatamente después,
Sofı́a preguntó a Andrés con preocupación visible en sus ojos:
- Quieres decir, entonces, que hay traiciones en nuestra amistad? Eso
no puede ser.
Ante las palabras de Sofı́a, Andrés tomó aliento, antes de responder con
firmeza y honestidad:
- Debemos enfrentar nuestros propios sentimientos y no dejar que el
miedo y el orgullo nos lleven a comportamientos en los que nos traicionamos
mutuamente. He observado cómo algunos de nosotros evitamos a los demás
CHAPTER 4. ENFRENTANDO CONFLICTOS ENTRE PARES 85
y creamos alianzas con aquellos que creemos que nos entienden mejor. Si
permitimos que esto suceda, podrı́amos perder la conexión que nos hizo el
grupo de amigos que somos.
Las palabras de Andrés resonaban en el espacio ahora silencioso que
rodeaba al grupo, y él sostuvo la mirada de cada uno de sus amigos a su vez,
consciente de la importancia de abordar en voz alta sus preocupaciones y la
traición que crecı́a en sus corazones y ponı́a en peligro su amistad. Sabı́a
que la única forma de continuar juntos era enfrentar sus miedos y su dolor
y comprometerse a no dejar que las rupturas y las alianzas permitieran que
sus lazos se rompieran por completo.
Al final, todos permanecieron en silencio, con el peso de las palabras de
Andrés asentándose en sus corazones y sus pensamientos en espiral alrededor
de las complicaciones de sus lealtades y las traiciones que habı́an surgido en
sus relaciones. Pero aunque el camino hacia la reconciliación serı́a largo y
difı́cil, sabı́an que valı́a la pena luchar por la amistad que se habı́an forjado
y por el amor a la poesı́a que los habı́a unido en primer lugar.
Esa tarde, la luz del sol comenzaba a apaciguarse en el Parque de los Poetas,
dejando poco a poco una serena penumbra que se sumergı́a en el aire,
como las notas de un réquiem olvidado. Sofı́a, con los ojos reflejando la
profunda tristeza que la invadı́a, leyó en voz baja el poema que habı́a escrito
durante su hora de almuerzo, revelando con palabras crudas y viscerales sus
sentimientos hacia Omar, ahora exiliado en un mar de miedos y silencios.
A medida que concluı́a la lectura, el resto del grupo permanecı́a en
silencio, sensibilizados por las emociones que resonaron a través de las
palabras de su amiga. Todos habı́an oı́do hablar del caso de Omar, el
hijo menor de una familia de inmigrantes refugiados que luchaban por
encontrar un lugar en la ciudad y que, por desgracia, habı́an sido vı́ctimas
de discriminación y odio en sus vidas cotidianas.
Andrés, que desde hacı́a dı́as no podı́a quitarse de la cabeza la imagen
de Omar llorando en el baño de la escuela después de que otros chicos lo
hubieran acosado brutalmente por su origen extranjero, fue el primero en
levantar la voz y romper el impas que se habı́a abierto entre ellos.
CHAPTER 4. ENFRENTANDO CONFLICTOS ENTRE PARES 86
La tarde caı́a lenta y melancólica sobre la ciudad, y los gritos de los pájaros
en los árboles del parque se mezclaban con el murmullo de las conversaciones
de los transeúntes. El grupo de jóvenes poetas, agotados y con sus miradas
apagadas, se habı́an apeado de sus bicicletas y se reunió en su rincón ı́ntimo
en el Parque de los Poetas, un oasis de calma en medio del frenesı́ de la
vida cotidiana. Habı́an llegado a ese lugar después de otra dura jornada en
su escuela, en un dı́a en que cada uno de ellos habı́a tenido una experiencia
de conflicto en el hogar o con su ámbito personal.
Sofı́a, con sus mejillas empapadas en lágrimas, susurró tı́midamente,
como si hablara para sı́ misma, pero sabiendo que sus amigo estaban
dispuestos a escucharla en todo momento: - Solamente quiero encajar y que
me escuchen. . . Mi madre no entiende mi necesidad de escribir, de expresar
mis sentimientos.
- No estás sola en esto, Sofı́a - suspiró Valeria, acariciando las palabras
con una dulzura que contrastaba con la tristeza que encerraba. - En casa
siento la misma presión, la de buscar una explicación al vacı́o que llevo
dentro.
CHAPTER 4. ENFRENTANDO CONFLICTOS ENTRE PARES 90
Andrés, cuya mirada se habı́a oscurecido como una nube sobre su corazón,
dijo con una voz ahogada por la frustración: - Mi padre no puede aceptar
nuestra manera de enfrentar el mundo. Dice que nuestros sueños son una
pérdida de tiempo, que no deberı́amos preocuparnos por las injusticias que
vemos todos los dı́as.
Miguel se levantó de un salto, dejando detrás su libro abierto y el lápiz
colgado debajo de su oreja, y dio un golpe en la vidriosa superficie del viejo
ficus, desahogando su cólera contenida. - No es justo que nos juzguen! -
gruñó. - Nuestra poesı́a es lo único que nos mantiene cuerdos, que nos da
una voz para alzar entre tantas otras
Mariana, silenciosa hasta ese momento, levantó la cabeza y se arrimó
al borde de la fuente en la que estaba sentada, las rodillas recogidas a su
pecho como rocas constreñidas por sus brazos.
- Quizás quizás deberı́amos hacer un evento en el taller de poesı́a - sugirió
con timidez, su voz apenas perceptible. - Donde compartamos nuestra poesı́a
con nuestras familias, pues a través de ella, nuestra lucha interna y deseos
más profundos podrán ser comprendidos por ellos.
Sus compañeros se quedaron en silencio, a la espera. La idea resonó en
sus corazones como los ecos expectantes que solamente la verdad es capaz
de generar.
- Hagámoslo - dijo Andrés, con un destello de esperanza surgido desde una
desesperación. - Compartamos nuestra poesı́a, nuestras historias, nuestras
voces, con ellos y, quizás, logremos realmente que sean ellos quienes nos
escuchen, por una vez. Que sea ese evento el espejo donde se vean reflejado
lo que somos y aspiramos. De esta manera, abordaremos nuestros temores
y conflictos personales y familiares por medio de los versos.
Cada uno de ellos asintió con determinación, con la mirada brillante que
solamente la convicción de su propósito traı́a. Y ası́, de la desesperación
y la tormenta, algo bello surgió: la decisión de unirse como grupo y como
individualidades, creyendo que a través de la poesı́a y el coraje de enfrentar
a sus seres queridos, podrı́an hacerles ver que aquello que los guiaba no era
un capricho, sino una vocación, un llamado imposible de obviar.
Lentamente, firmaron esa cita secreta, en tierras ignotas donde la poesı́a
y el deseo de ser entendidos se alzaban como banderas de lucha compartida,
como nudos de resistencia y amor en un mundo en el que ser escuchado
parecı́a una utopı́a.
CHAPTER 4. ENFRENTANDO CONFLICTOS ENTRE PARES 91
El sol se desprendı́a del horizonte bañando con su luz y calidez una nueva
mañana, un nuevo dı́a de escuela. El grupo de amigos ya se habı́an reunido
a las puertas de su colegio, como acostumbraban cada mañana antes de
enfrentar otro dı́a de aprendizaje en un ambiente, muchas veces, no tan
propicio para ello. Sin embargo, las cosas no estaban como siempre. Hacı́a
tiempo que una tensión se habı́a apoderado de todos aquellos jóvenes poetas
y el conflictivo encuentro del dı́a anterior lo habı́a agravado bastante.
Andrés trató de reunir todas sus fuerzas para hablar, para confrontar
aquella angustia, mas no encontraba las palabras apropiadas. Valeria,
consciente de lo que pensaba su amigo, se atrevió a dar el primer paso:
“Creo que no podemos seguir ası́. Si queremos que nuestras amistades
continúen y que nuestros vı́nculos se fortalezcan, debemos enfrentar nuestros
problemas antes de que nos consuman por completo”.
Una ola de suspiros, murmullos nerviosos y miradas evasivas se desató
entre el grupo. Todos sabı́an que las cosas no iban bien, que las divisiones y
los conflictos internos estaban erosionando aquella camaraderı́a que algún
dı́a se habı́a sentido inquebrantable. Pero habı́a algo que los atenazaba,
un sentimiento de temor a lo que pudiera resultar si decidı́an abrir sus
corazones y enfrentar sus propias debilidades y temores.
Miguel tomó la palabra, su voz tenue pero decidida expresó: ”Valeria
tiene razón. No estamos actuando como amigos y somos mentirosos si
creemos que no nos estamos hiriendo el uno al otro al evitarlos. Si queremos
sanar nuestras heridas, debemos hablar abierta y sinceramente sobre lo que
sea que esté sucediendo entre nosotros”.
Las palabras de Miguel resonaron en el corazón de cada joven poeta.
CHAPTER 4. ENFRENTANDO CONFLICTOS ENTRE PARES 92
Esa tarde, mientras los rayos del sol bajaban lentamente a lo largo de
las hojas de los árboles, y el cielo se teñı́a de colores y júbilo, cinco jóvenes
poetas renovaron el pacto de amistad y lealtad que habı́a sido sellado tiempo
atrás en el Parque de los Poetas, y abrieron sus corazones a una vida llena
de comunicación y amor. Ahora sabı́an que la verdadera amistad era un
viaje constante y valiente, que enfrentar aquellos problemas les permitirı́a
crecer, y que sus corazones no buscaban otra cosa que una vida llenó de
poesı́a y comprensión.
Chapter 5
94
CHAPTER 5. COMUNICACIÓN CON LOS PADRES Y SU ROL EN LA VIDA 95
Creo que cuando uno se siente incomprendido y solo, busca a alguien que
le escuche y le entienda. Y eso es precisamente lo que hacemos aquı́, en
nuestro rincón de poetas. Pero también es cierto que necesitamos que
nuestras familias nos escuchen, porque quizás ese sea el primer paso para
superar nuestras diferencias y aprender a convivir en armonı́a”.
Andrés asintió con la cabeza, y añadió: ”A veces me pregunto si les he
dado a mis padres la oportunidad de comprenderme, o si me he encerrado
en mi propio mundo, alejándome de ellos de forma premeditada. Y si
todo lo que necesitáramos es abrirnos un poco más hacia ellos y compartir
nuestras palabras y sentimientos ası́ como lo hacemos aquı́, en este parque
vespertino?”
El corazón de Sofı́a latı́a con fuerza ante aquel pensamiento. La verdad
era que ella siempre habı́a guardado un secreto rencor hacia su madre,
quien parecı́a lejana y frı́a en sus ojos de hija. Pero, acaso habı́a intentado
realmente conocer su perspectiva, comprender el mundo desde sus zapatos
ya desgastados? Acaso habı́a ofrecido su amor y comprensión de la misma
manera que habı́a buscado que la madre lo hiciera?
Las palabras compartidas aquella tarde fueron como poderosos destellos
de luz en la oscuridad del vestı́bulo, y cada joven sintió de alguna forma la
magnitud de lo que estaba en juego. Comprender y amar a sus padres no
serı́a fácil, pero tal vez valı́a la pena intentarlo.
Decidieron entonces, en ese instante tan revelador, llevar a cabo una
nueva misión: organizarı́an un evento especial en la escuela, en el que sus
padres y familiares serı́an invitados a participar. A través de la poesı́a,
creı́an que podrı́an establecer un diálogo entre su mundo interior y aquel
que habitaban sus padres, traspasando las barreras del silencio y del miedo.
Andrés, con una mirada llena de determinación, propuso: ”Hagamos
esto, no solo por nosotros mismos, sino por todos aquellos que buscan
comprensión y apoyo en sus vidas. Llevemos nuestra poesı́a a nuestras
familias y hagamos que nuestras inquietudes y deseos sean escuchados y
tenidos en cuenta”.
Los jóvenes poetas se pusieron en marcha, y la sombra de tristeza que
habı́a marcado aquella tarde cedió ante el brillo del propósito que ahora
compartı́an. Cada uno de ellos, a su manera, sabı́a que este serı́a un comienzo,
una nueva forma no solo de enfrentar su pasado y sus recuerdos, sino también
de construir puentes hacia un futuro lleno de esperanza, comprensión y
CHAPTER 5. COMUNICACIÓN CON LOS PADRES Y SU ROL EN LA VIDA 96
amor.
Y ası́, aquella lluviosa y oscura tarde de invierno se convirtió en el primer
paso de un emocionante y valiente proceso de autodescubrimiento, en el que
la poesı́a y el apoyo mutuo serı́an el faro que los guiarı́a en su búsqueda de
armonı́a y conexión en sus vidas.
su voz apenas disimulado. “Y es por eso que no puedo mostrarme como soy
realmente, no puedo contarles sobre mis miedos, mis deseos y mi amor por
la poesı́a. Y si me descubren y piensan que soy un fracaso?”
Sofı́a, con una mirada cargada de tristeza, compartió su propia experi-
encia: “Mi madre me trata como si fuera una niña pequeña. No entiende
que he crecido y que tengo mis propios sueños y aspiraciones. Cada vez que
intento hablarle de mis inseguridades, ella simplemente se limita a decirme
que eso se pasará cuando sea mayor y tenga una familia propia. Qué debo
hacer para que me escuche realmente?”
Mariana escuchaba con atención, su corazón palpitando intensamente.
Suspiró antes de dar voz a su propia realidad: “Mis padres prácticamente
viven de un trabajo a otro, luchando por llegar a fin de mes. Apenas tenemos
tiempo juntos y cuando lo tenemos, están tan agotados y preocupados que
prefieren que esté callada para no añadirle más peso a sus cansados hombros.
Me da miedo que si les hablo de mis problemas, les parezca que soy una
carga o un estorbo”.
Las palabras de sus amigos reverberaron en el corazón de Valeria, quien
tomó su cuaderno y, con mano temblorosa, les mostró la poesı́a que habı́a
escrito momentos atrás: “Escribı́ esto pensando en lo que Sofı́a y Miguel
dijeron y creo que es cierto: nuestras familias pueden ser nuestras más
grandes fortalezas pero también nuestras cadenas invisibles, y nos es tan
fácil hablar de ello porque significa poner en tela de juicio el amor y la
lealtad que debemos sentir hacia ellos”.
El poema de Valeria capturaba con precisión el dilema que habı́an
enfrentado los jóvenes a lo largo de su vida: la frontera borrosa entre el
amor y la obligación que se entretejı́a con cada palabra que no decı́an y
cada conflicto que habı́an enterrado en su pecho.
Todos se dieron cuenta, en aquel momento sagrado en el que sus corazones
latı́an al unı́sono, que tampoco habı́an sido totalmente honestos consigo
mismos ni con sus familias. Que quizás la verdadera respuesta a su angustia
y tristeza no yacı́a únicamente en los poemas que compartı́an en la penumbra
del parque, sino en el coraje para enfrentar la realidad de sus vidas familiares
y la esperanza de poder reconstruirlas.
Esa tarde, bajo el respiro de un sol moribundo, los amigos decidieron
trabajar juntos para enfrentarse a sus miedos y, a través de la poesı́a, abrir
las puertas de sus hogares para que el amor y el entendimiento pudieran
CHAPTER 5. COMUNICACIÓN CON LOS PADRES Y SU ROL EN LA VIDA 98
una huella indeleble en sus corazones. Por primera vez, los cinco jóvenes
poetas se habı́an enfrentado al abismo que cada uno de ellos padecı́a, una
brecha en la relación más milenaria y esencial, la relación con sus padres.
Miguel se levantó de la cama con un sobresalto, preguntándose cómo
podı́a iniciar una conversación sincera sobre su vida y sus sueños con las
personas que lo habı́an criado desde siempre. Sus pensamientos, una vez
tan claros e inspiradores, ahora se habı́an vuelto oscuros y confusos, como
un eclipse que ensombrecı́a el sol de su esperanza y su autoestima.
En su cocina, la madre de Mariana clavaba la mirada en la pantalla del
teléfono mientras leı́a el mensaje que su hija habı́a enviado el dı́a anterior con
una expresión sorprendida y desconcertada en su rostro. El silencio tácito
entre ellas ahora parecı́a más ruidoso que nunca; estaba lleno de palabras
no dichas y de emociones contenidas, de promesas rotas y de preguntas sin
respuesta.
Andrés, aunque siempre tan dispuesto y valiente en sus convicciones,
apenas podı́a hacer contacto visual con su padre cuando se lo encontraba
en la sala de estar, en la hora del café y las noticias. La verdad era, que la
semilla plantada en su corazón por las palabras de Valeria habı́a empezado a
crecer en silencio y a encerrarle el pecho, sofocándolo con un nudo perpetuo
de incertidumbre y una súplica callada de comprensión.
Ese martes, en el parque, bajo la sombra majestuosa del viejo sauce,
la reunión tuvo un cariz diferente. Fue una tensión latente, como si, de
repente, aquel paraı́so que tenı́an entre sus manos se hubiera desmoronado
y ahora todo cuanto les quedaba eran los escombros de sus ilusiones rotas y
las ruinas de lo que solı́a ser su refugio.
Estaban reunidos en torno a su mesa y sus bancos de madera, donde
tantos tesoros habı́an desenterrado de sus corazones, donde tantas veces
habı́an librado batallas sangrientas contra sus propios miedos y sus inse-
guridades más profundas. Pero en aquella tarde tibia y silenciosa, Valeria
no pudo evitar preguntarse si aquel templo, aquel pequeño rincón de paz y
aceptación, se habı́a convertido en una cárcel más, una trampa de la que no
lograban escapar.
Fue Mariana quien rompió el silencio, con voz temblorosa pero firme:
”Hemos hablado de nuestros sueños, de nuestras aspiraciones y de nuestras
dudas. Nos hemos abierto el corazón en este grupo y nos hemos apoyado,
pero Nos hemos enfrentado a nuestras familias con la misma honestidad?”
CHAPTER 5. COMUNICACIÓN CON LOS PADRES Y SU ROL EN LA VIDA 101
”Quiero compartir algo con ustedes. Es algo muy importante para mı́
y espero que puedan entender”, Andrés finalmente soltó las palabras que
revoloteaban en su garganta. El ruido de la cocina se desvaneció, y todos
los ojos se dirigieron hacia él. La hermana de Andrés soltó un suspiro y se
apartó de la mesa con una suave sonrisa, sus labios tenuemente revelaron
sus dientes y su mirada clavada en la mesa.
El padre de Andrés levantó la mirada del periódico y asintió con la
cabeza ligeramente, apoyándolo en su deseo de comunicarse. Andrés tragó
saliva y siguió adelante, hablándoles del parque donde encontró la poesı́a y
su amor por el arte de las palabras.
”La poesı́a me ha ayudado a entenderme a mı́ mismo y al mundo. Me
ha dado un lugar al que pertenecer y amigos que me aceptan y me apoyan”,
continuó Andrés, con la pasión y determinación fluyendo por sus venas.
Pero lo más importante, les habló de cómo deseaba conectarse con
ellos, comunicándose a través de sus poemas y compartiendo libremente sus
pensamientos y emociones en un espacio seguro y enriquecedor. Su deseo
ardiente era abrir la puerta a una nueva dimensión de su relación con sus
padres y su hermana, un mundo lleno de empatı́a, comprensión y conexión
genuina.
El silencio llenó el aire de la cocina y Andrés contuvo el aliento mien-
tras sus palabras resonaban temerosamente en su familia. Se sentirı́an
amenazados o traicionados? Lo rechazarı́an o lo juzgarı́an por ser diferente?
Fue su madre quien rompió primeramente el silencio. Se acercó a él y,
con lágrimas en los ojos, lo abrazó.
”Lo siento, Andrés. Jamás nos dimos cuenta de todo lo que sentı́as. Ha
sido mi error no darte el espacio que necesitas para hablar y encontrarte a
ti mismo”, murmuró ella, su voz teñida de remordimiento. ”Estoy orgullosa
de ti y de tu valentı́a”, añadió después. ”Yo también quiero aprender acerca
de tu mundo y apoyarte en tus sueños”. Ese dı́a, las hojas caı́das en el
suelo de aquella cocina no eran solo de las ramas de los árboles. No, eran
también las barreras entre un hijo y sus padres, el miedo a ser juzgado
y la aprehensión ante lo desconocido. Aquel dı́a, el corazón de Andrés
encontró el valor que buscaba para abrir un espacio en el que su familia
y él pudieran sentirse libres para compartir y comprenderse mutuamente.
La conexión, la profundidad y la belleza de su relación se vio fortalecida,
permitiéndoles crecer juntos y valorarse más allá de las expectativas y las
CHAPTER 5. COMUNICACIÓN CON LOS PADRES Y SU ROL EN LA VIDA 103
presiones externas.
Las tardes de domingo solı́an ser rutinarias, llenas de apatı́a y una familiar
anticlı́max del fin de semana. Sin embargo, este domingo, en particular,
fue diferente para Andrés, ya que se encontraba inquieto en su habitación,
repasando mentalmente los consejos dados por Valeria en el parque la semana
anterior. Cautivado por la experiencia de reconocer sus propios sentimientos,
pero aún dudosa sobre su efectividad en otros, decidió armarse de coraje
y confiar en su familia. Decidió intentar construir una comunicación más
abierta con sus padres, modelar sus deseos y aspiraciones, y aceptarlos como
aliados en su lucha por encontrar su lugar en el mundo.
Andrés se deslizó por la puerta de su habitación mientras sus padres
se acurrucaban uno al lado del otro en el sofá de la sala. La televisión
emitı́a su irradiación áurea y monótona sobre el rostro hundido de su madre,
reflejando el deleite de la abstracción que la llevaba a otro mundo, lejos
del estrés y las preocupaciones. Su padre, sin embargo, mantenı́a fija la
mirada en el libro que parecı́a llevar una eternidad, una prı́stina lectura de
los posos de tungsteno y lágrimas que erotizó su profundo deseo de sentirse
conmovido.
Andrés se armó de valor y carraspeó su garganta, llamando la atención
de sus padres, quienes lo miraron con una mezcla de sorpresa y preocupación.
Dudó por un momento, pero al recordar las palabras de su amiga, dio un
paso adelante.
”Padre, madre, quisiera leerles un poema que escribı́”, comenzó, sintiendo
una temblorosa oleada de nerviosismo y emoción adueñándose de su voz.
Sus padres se miraron el uno al otro, capturando en sus miradas la mutua
comprensión del momento revelador que su hijo estaba ofreciendo y, con
una rápida inclinación de la cabeza, cedieron al deseo de Andrés de ser
escuchado.
CHAPTER 5. COMUNICACIÓN CON LOS PADRES Y SU ROL EN LA VIDA 106
que se le habı́a venido encima. ”Hijo, nos has mostrado un mundo que
desconocı́amos. Pero un mundo que queremos explorar, que sigue siendo el
tuyo, pero que podemos compartir.”
Su padre, de espı́ritu duro y aparentemente infranqueable, abrazó a
Andrés con una ternura que traspasaba la piel. ”Siempre he tratado de
ser un buen padre, pero tal vez no sabı́a cómo.”, admitió él con humildad,
”Estas palabras, el amor y el miedo en ellas, son un nuevo amanecer para
poder encontrarnos.”
Andrés sintió la vida desplegándose ante él como un abanico de posibili-
dades y de momentos compartidos. El candado, abierto, se habı́a transfor-
mado en un puente que ahora unı́a las almas de todos. Una confianza nacida
del abismo de los peores temores ahora se alzaba, firme y valiente, como
una hoja de papel que se suelta al viento y se convierte en una bandera de
libertad.
Los dı́as siguientes tuvieron un sabor distinto para todos en la casa. Los
diálogos adquirieron connotaciones más profundas, sinceras, incluso hasta
convertirse en cuerdas de guitarra que vibraban al ritmo de los latidos más
internos.
Andrés compartió con sus padres el taller de poesı́a del que era parte,
y al hacerlo, exclusivamente compartió con ellos la gran familia de apoyo
que habı́a encontrado. Les mostró cómo sus amigos también luchaban por
expresarse, por descubrir su identidad, y cómo sus familias les ofrecı́an ese
espacio de amor y comprensión que les permitı́an afrontar la vida de una
manera más saludable y armónica.
Los retratos familiares en las paredes de la casa, antes frı́os y lejanos, se
volvieron cálidos y vivos. La casa, que habı́a sido el castillo inexpugnable
de cada uno, se abrió como un abrazo a las profundidades y anhelos de
sus habitantes. Ya no habı́a silencio, sino fluidez entre ellos, una corriente
mutua de sinceridad que les permitı́a entenderse y ayudarse mutuamente.
”Andrés”, dijo su madre una noche en la que compartı́an una taza de
té caliente, ”ojalá hubiéramos conocido antes este acceso a tu alma, a lo
que llevas dentro. Pero quiero que sepas que ahora nos tienes siempre, que
escuchamos tus versos y los lloramos y los amamos como a ti mismo.”
En sus ojos, Andrés descubrió la ternura y el amor inquebrantable de
una madre que se habı́a entregado por completo a su hijo y la gratitud
colmaba su corazón. Aprendió que a veces el candado solo se abre desde
CHAPTER 5. COMUNICACIÓN CON LOS PADRES Y SU ROL EN LA VIDA 109
Miedos e inseguridades
preadolescentes
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CHAPTER 6. MIEDOS E INSEGURIDADES PREADOLESCENTES 111
darse cuenta de lo bajo que hablaba. Valeria asintió con la cabeza, su mente
corriendo por las palabras entrelazadas de Miguel, pero también sintiendo un
peso en el estómago que ni siquiera el aroma a café podı́a levantar. Mariana
miró a Miguel a los ojos y suspiró. ”Es hermoso, Miguel, pero no te sientes
asustado? Quiero decir, mostrar nuestra poesı́a a la escuela a los profesores
es como exponer nuestras almas para que el mundo las vea”.
Andrés agarró su taza temblorosa y bebió un sorbo de su bebida caliente.
”Lo entiendo, Mariana. Yo también estoy asustado. Y si no les gusta? Y si
nos burlan? Quiero decir mi padre ya se burla de mı́ por escribir poesı́a, no
es algo ’de hombres’, dice, pero yo siento la necesidad de expresarme con
las palabras, como una pintura creada por muchas pinceladas”. Sus ojos
azules siempre parecı́an llenos de tristeza, pero el brillo en ellos era ahora
más fuerte.
Los cinco amigos intercambiaron miradas cargadas y permanecieron
en silencio. Cada uno recordaba los momentos en los que habı́an sido
ridiculizados, los momentos en los que habı́an sido humillados. Les sucedió
a todos en algún momento de sus vidas: en la escuela o en sus hogares,
donde el apego a ciertos patrones y estereotipos aún dictaba el curso de las
relaciones humanas. Ser diferente, ser único, en este mundo era un lujo que
pocos podı́an permitirse.
Miguel retiró la mano de Sofı́a y bajó la vista hacia el poema, con la
otra sosteniendo la humeante taza de té en la mesa. Entonces habló, su voz
resonando en el ambiente saturado de nostalgia y temor. ”Yo también tengo
miedo, Mariana, no lo niego. Pero si algo he aprendido en nuestra ciudad,
es que todos, en el fondo, estamos luchando con nuestras propias sombras,
nuestras propias inseguridades y limitaciones. No somos solamente poetas,
somos supervivientes, y estamos aquı́ para luchar juntos”.
Sofı́a mordió lentamente sus labios, sintiendo que un nudo invisible en su
estómago se estaba deshaciendo. ”Tal vez tal vez sea hora de enfrentarnos a
nuestros miedos y y dejar que el mundo sepa que no estamos solos. Si pudiera
si pudiera saber que no soy la única que siente esta presión aplastante, esta
sensación de de fracaso al no ser suficiente, podrı́a sobrellevarlo un poco
mejor”. Sus palabras se desvanecieron en un susurro mientras las lágrimas
brotaban de sus ojos y caı́an en el papel del poema de Miguel.
Los otros asintieron, sus miradas ahora llenas de una nueva determinación,
una nueva fuerza. Sı́, compartir sus pensamientos e inseguridades con todo
CHAPTER 6. MIEDOS E INSEGURIDADES PREADOLESCENTES 115
El sol habı́a descendido por debajo de las grises nubes de la tarde, llevándose
consigo sus delgados rayos de luz y dejando atrás una frı́a penumbra. Los
cinco amigos estaban reunidos en uno de los cafés cercanos al Parque de los
Poetas que habı́an comenzado a frecuentar cada vez con más asiduidad. Va-
leria estaba concentrada en algunos apuntes sobre poemas, mientras Andrés
acariciaba una taza de chocolate caliente que se habı́a vuelto tétricamente
frı́a y apática. Sofı́a jugueteaba con una servilleta, arrugándola en sus
pequeñas manos y soltándola nerviosamente. Miguel estaba enfrascado en
un aire distante mientras recitaba uno de sus últimos poemas a Mariana,
quien intentaba no demostrar su preocupación, aunque era evidente que
algo pesado anidaba en su mente.
”Chicos, alguna vez no se sintieron aterrorizados por el futuro?”, preguntó
Sofı́a con voz temblorosa, entrecortada por un sollozo contenido.
De repente, un silencio lleno de preguntas se instaló en la mesa. Los
cinco amigos miraron a Sofı́a, asintieron lentamente y se sumieron en sus
propias inseguridades y dudas. La voz de Sofı́a habı́a abrasado los muros
impenetrables que cada uno de ellos habı́a construido alrededor de sus miedos,
solo para derrumbarlos con la fuerza de su sinceridad y vulnerabilidad.
Andrés fue el primero en hablar. ”Sı́, Sofı́a. Creo que creo que todos
tenemos miedo del futuro, no? Pero no es como si pudiéramos hacer algo
al respecto. Simplemente tenemos que seguir adelante, mantener la cabeza
en alto y la mirada fija en el horizonte aunque a veces el horizonte parezca
bastante lejano y oscuro”.
CHAPTER 6. MIEDOS E INSEGURIDADES PREADOLESCENTES 118
Era viernes por la tarde, y el sol se ocultaba detrás de las nubes mientras el
grupo caminaba hacia el Parque de los Poetas. Luego de una semana de
tensiones en la escuela, todos ansiaban las sesiones de poesı́a en el parque,
un rincón en donde podı́an expresar sus pensamientos y sentimientos sin
temor al rechazo, solo con la confianza de ser entendidos y apoyados por
sus amigos.
Al aproximarse al verde césped del parque, Andrés notó una tensión y
tristeza a flor de piel en la expresión de Sofı́a. Caminando más despacio
que el resto, tenı́a la cabeza gacha, y sus brazos cruzados contra su pecho,
como un escudo protector. Sus ojos parecı́an como si hubieran sido visitados
por las lágrimas recientemente. A pesar de que sus amigos intentaron
involucrarla en sus conversaciones, la inseguridad y tristeza seguı́an siendo
sus más fiables compañeras ese dı́a.
Andrés no pudo evitar preguntar, con su caracterı́stico tono empático y
genuino: ”Sofı́a, te encuentras bien? Pareces más introspectiva de lo normal”.
Los otros amigos apoyaron con la mirada la interrogante, compartiendo su
preocupación.
Sofı́a soltó un suspiro y simplemente se encogió de hombros, evadiendo
la mirada y la pregunta.
Mariana se acercó a ella y le rodeó los hombros con su brazo, invitándola
a sentarse junto al viejo roble que les daba sombra durante sus sesiones.
Sofı́a dejó caer su mochila en el suelo y, instigada por la ternura de su amiga,
se sentó en silencio, las lágrimas luchando por escapar de sus ojos.
Valeria se sentó a su lado, tomándole la mano con delicadeza y mirándola
a los ojos, una expresión de amor y apoyo brillando en los suyos. ”Sofı́a, es
evidente que algo te perturba. No tienes que contárnoslo si no estás lista,
pero quiero que sepas que estamos aquı́ para ti, no importa qué suceda”.
Después de un momento de titubeo, Sofı́a finalmente dejó escapar las
CHAPTER 6. MIEDOS E INSEGURIDADES PREADOLESCENTES 120
palabras, como si temiera que ellas solas causaran más dolor: ”He estado
sintiendo una gran angustia por mi apariencia Y a cada minuto que pasa,
se vuelve más insoportable. Me siento constantemente vigilada, juzgada y
no sé cómo manejarlo. Es como si mi autoestima hubiera desaparecido por
completo y no puedo encontrarla por más que busque”.
Inmediatamente, Miguel puso su mano en el hombro de Sofı́a. ”No
estás sola en esto, Sofı́a. Los cambios corporales no son fáciles de afrontar.
Yo mismo tengo cicatrices en mi espalda debido al acné al principio me
avergonzaba de ir a la piscina con mis amigos por miedo a que se burlaran
de mı́”.
Oyendo las palabras de Miguel, Andrés agregó: ”Todos tenemos nuestras
inseguridades y miedos. En mi caso, mis piernas son tan delgadas que
algunas veces pienso que me van a llamar ’pata de palo’. Pero algo que he
aprendido es que nuestro valor como personas no está en nuestro fı́sico, sino
en nuestro corazón y nuestra mente”.
Mariana asintió, compartiendo también su conocida inseguridad respecto
al tamaño de su nariz. ”Siempre oı́ a mi mamá decir que tenı́a la nariz
perfecta, pero en el espejo yo solo veı́a la nariz más extraña del mundo”,
suspiró, antes de agregar con una sonrisa tenue: ”Pero con el tiempo, he
empezado a aceptarla y apreciarla como parte de quién soy y eso ha hecho
una gran diferencia en mı́”.
Valeria acarició con dulzura el dorso de la mano de Sofı́a y le dijo
suavemente: ”Eres una persona hermosa por dentro y por fuera, Sofı́a.
Estas sensaciones están impulsadas por los pensamientos negativos que se
han colado en tu mente, y es importante que puedas expresarlos en un
ambiente seguro, como el de nuestro grupo. Nuestro amor y apoyo no se
basan en cómo lucimos, sino en quiénes somos realmente, en las personas
que se han tomado el tiempo de conocernos a través de nuestros versos y
nuestras experiencias compartidas”.
Ese dı́a, al igual que muchos otros, las palabras fluyeron en sus poemas
bajo el poder del Sol crepuscular, pero en medio de la fragilidad revelada
por Sofı́a, también emergió una fuerza y una determinación en la voz de
cada amigo, quienes dejaron caer todos sus miedos en las hojas de papel
impregnadas con tinta.
A medida que recitaban sus versos, los jóvenes poetas se enfrentaron a
sus propias sombras, descubrieron que todos compartı́an sus inseguridades
CHAPTER 6. MIEDOS E INSEGURIDADES PREADOLESCENTES 121
El pasillo del tercer piso de la escuela parecı́a haber sido corrompido por una
oscuridad que no procedı́a de ningún rincón en especı́fico, sino que emanaba
de los propios cuerpos de los adolescentes que deambulaban nerviosos por el
espacio confinado. Todos parecı́an llevar en sus espaldas una pesada carga
invisible que los hundı́a en la miseria y las sombras, sus risas crispadas
resbalando como cuchillos por las frágiles pieles de sus compañeros. En el
centro de esta vorágine interminable de comparaciones y crı́ticas sofocantes
se encontraba el grupo conformado por Valeria, Andrés, Sofı́a, Miguel y
Mariana, todos aparentemente inmunes a las corrientes de amargura y
desprecio que desgarraban los corazones de aquellos que los rodeaban.
Sin embargo, esta aparente invulnerabilidad se debı́a en parte a la feroz
protección que se brindaban mutuamente y al consuelo que encontraban en
la poesı́a, que les permitı́a traducir sus angustias y miedos en palabras y
versos que en cierto modo también les servı́an como un bálsamo para las
heridas autoinfligidas por el ego y el orgullo.
Un dı́a cualquiera, el destino quiso que los cinco amigos descubrieran,
casi simultáneamente, el poder destructivo de la comparación con los demás.
Valeria, habitualmente tan segura de sı́ misma y de sus habilidades como
poeta, no pudo evitar sentir una punzada de envidia cuando se enteró de que
su compañera de clase habı́a obtenido una beca para asistir a un prestigioso
taller de escritura creativa en el extranjero. Aunque al principio intentó
ocultar sus sentimientos y felicitar a la joven con fingida sinceridad, su
máscara comenzó a quebrarse lentamente en cuanto estuvo a solas con sus
amigos, dejando escapar un amargo lamento y la clara expresión de sentirse
menos por no haber sido elegida.
También Andrés se topó ese mismo dı́a con un obstáculo que no sabı́a
cómo superar. En su último ensayo de boxeo, habı́a sido derrotado por
un adversario que no solo mostró una habilidad superior la técnica, sino
también una actitud de aparente indiferencia y arrogancia que dejó a Andrés
sumido en la humillación y la ira. La ansiedad que le generó la derrota lo
llevó a meditar de manera obsesiva en lo mucho que se habı́a esforzado para
perfeccionar su arte, y cómo todo ese esfuerzo parecı́a haber sido en vano
frente al éxito de otro.
Sofı́a, por su parte, se habı́a enamorado de un compañero cuyos encantos
CHAPTER 6. MIEDOS E INSEGURIDADES PREADOLESCENTES 126
hacia sı́ mismos y sus propios logros. Después de todo, la vida no era una
competencia, sino una oportunidad de crecer y aprender, de transformar las
penas y las derrotas en versos y canciones que iluminaran el sendero hacia
la comprensión de uno mismo y el mundo.
El viento se deslizó suavemente por entre las hojas de los árboles del parque,
entonando una melodı́a antigua que los cinco amigos conocı́an de memoria.
El Parque de los Poetas era un lugar especial para ellos, un santuario que
los habı́a visto enfrentarse a sus miedos más oscuros y brillar intensamente
a través de la oscuridad. Ese dı́a, sin embargo, algo estaba cambiando en su
sagrado espacio, una presencia casi palpable que amenazaba con consumir
la energı́a vital que cada uno de ellos habı́a logrado instilar durante sus
encuentros bajo sus ramas protectoras.
Sofı́a estaba sentada en uno de los bancos, su mirada perdida en algún
lugar lejano mientras sus compañeros ensayaban con gran energı́a para el
próximo recital de poesı́a en la escuela. Por primera vez, estarı́an recitando
sus creaciones frente a todos sus compañeros y profesores, y la idea de
abrirse de esa manera ante un público tan conocido la llenaba de un miedo
indescriptible. Aunque en su corazón sabı́a que su poesı́a era poderosa y
que tenı́a mucho de valor para compartir, no podı́a evitar sentir el temor de
ser juzgada por aquellos que la conocı́an como una persona callada y sumisa
en su vida cotidiana.
Mariana se acercó a ella, preocupada por la actitud distante y aparente-
mente abatida de su amiga, y se sentó a su lado, buscando las palabras
adecuadas para animarla. Sus ojos se encontraron durante un instante,
y Mariana pudo percibir el torbellino de emociones que Sofı́a trataba de
contener a duras penas.
- Qué sucede, Sofı́a? Pareces preocupada - inquirió Mariana, su voz
suave y cálida.
Sofı́a suspiró, soltando el nudo que parecı́a estrangular sus pensamientos
y su voz. - Estoy aterrada, Mariana - admitió, las palabras saliendo atropel-
ladas, como si hubieran sido prisioneras durante demasiado tiempo. - Me
da miedo leer mis poemas frente a la gente. Ya sabes cómo soy, siempre
trato de pasar desapercibida en la escuela y en casa. No quiero que nadie se
CHAPTER 6. MIEDOS E INSEGURIDADES PREADOLESCENTES 128
burle de mı́ o piense que soy rara por todos los sentimientos que muestro en
mis versos.
Mariana tomó la mano de Sofı́a, dándole una apretón cariñoso. - Escucha,
amiga - comenzó, su voz firme y decidida. - Todos nosotros hemos sentido
ese miedo en algún momento, la angustia de ser juzgados por abrir nuestras
almas a través de la poesı́a. Pero no podemos permitir que ese temor
nos silencie, porque nuestras palabras pueden cambiar el mundo, nuestros
propios mundos y el de quienes nos rodean. Lo que tú escribes es hermoso
y profundo, y sé que hay muchas personas en esa audiencia que conectarán
con lo que dices, que se sentirán menos solas gracias a tus palabras.
Por un momento, Sofı́a asintió con la cabeza y pareció reencontrarse con
su fuerza interior, pero pronto su rostro se oscureció y volvió a susurrar. -
Pero es que yo no soy como ustedes. A veces siento que no pertenezco aquı́,
que mi voz no merece ser escuchada, que mis versos me condenarán a ser
juzgada y rechazada. Y si recito mi poesı́a y todos me señalan y piensan
que soy una extraña que no merece ser parte de su mundo?
Fue entonces cuando Andrés, Valeria y Miguel se unieron a la conver-
sación, conscientes del sufrimiento de Sofı́a y dispuestos a ofrecer todo su
apoyo. - Sofı́a, todos sentimos miedo - dijo Andrés con una sonrisa apacible,
como si su temor pudiera ser instintivamente reconocido y entendido. -
Pero nuestro miedo no define quiénes somos ni lo que llevamos dentro.
Tú perteneces a este grupo tanto como nosotros, y tu poesı́a merece ser
escuchada porque nos hace ver el mundo de una manera diferente, a través
de tus ojos y de tu corazón.
Valeria se dirigió a Sofı́a con una seriedad inusual. - En nuestras manos
llevamos un arma poderosa, las palabras que hemos cultivado con esfuerzo y
amor a lo largo de estos meses. Serı́a un crimen negarle al mundo la belleza
de tu arte, Sofı́a. No dejes que el miedo escriba tu historia por ti.
Miguel, en un gesto solidario, buscó sus propios poemas y los mostró a
Sofı́a. - Mira, aquı́ tengo unas palabras que escribı́ porque estaba al borde
del miedo, de rendirme ante mis propias debilidades. Pero siempre que
digo mi poesı́a, me siento más fuerte, no porque mi dolor desaparezca, sino
porque estoy luchando, resistiendo. Cuando compartas tus palabras, Sofı́a,
todos nosotros estaremos a tu lado, luchando juntos, porque eso es lo que
hacemos, lo que hemos hecho desde el primer dı́a que nos reunimos en este
parque.
CHAPTER 6. MIEDOS E INSEGURIDADES PREADOLESCENTES 129
miedos, como todos nosotros. Pero no por ello hago de mi vida un drama.
Al menos no lo hago público en mis poemas como tú lo haces, Sofı́a.
La pequeña Sofı́a, paralizada por el asombro y el dolor, apenas pudo
articular una respuesta. Su pecho se contrajo con un sollozo inaudible,
mientras las lágrimas asomaban en sus ojos como cristales rotos. Su voz,
apenas un susurro, temblaba como una hoja a merced del viento.
- Nunca quise yo solo querı́a expresar - comenzó, antes de que Miguel
interviniera con un tono conciliador.
- Basta, todos, basta - dijo, levantándose del suelo y mirando a cada uno
de sus amigos. - Hemos llegado aquı́ como hermanos unidos por nuestro
amor a la poesı́a y nuestra necesidad de ser escuchados y entendidos. Vamos
a permitir que los miedos que nos han atormentado toda la vida nos separen
ahora, cuando más nos necesitamos? Vamos a renunciar a todo lo que hemos
construido juntos, solo porque ahora nos enfrentamos a un desafı́o mayor,
uno que exige que compartamos nuestra verdad y expongamos el pálido
corazón de nuestras penas y esperanzas?
El grupo se sumió en un silencio angustioso, apenas salpicado por el
goteo incesante de las lágrimas que caı́an al suelo sin nombre ni dueño.
- Tienes razón - admitió Valeria, pasándose una mano por la mejilla
en un gesto de fatiga y resignación. - Hemos estado bailando al borde del
abismo durante demasiado tiempo, y ha llegado el momento de enfrentarnos
a nuestros miedos, juntos, como siempre lo hemos hecho. Pero también
debemos aprender a ser más compasivos los unos con los otros, a escuchar
las palabras que no se dicen y aceptar que cada uno de nosotros lleva un
lastre invisible, una cruz de miedo y dolor que pesa tanto como nuestras
esperanzas y anhelos.
La poesı́a, que siempre habı́a sido una aliada fiel, un bálsamo para las
heridas y un abrazo cálido en las noches solitarias, se habı́a vuelto en su
contra, convirtiéndose en un arma de doble filo, capaz de sanar y herir
con igual intensidad. Pero en palabras de Miguel, brillaba también una
promesa. Si eran capaces de enfrentar sus miedos y abrir sus corazones no
solo a través de sus versos, sino también en sus acciones y palabras diarias,
podrı́an alcanzar una comprensión en la que los miedos perdieran su poder
sobre ellos, disipándose como la oscuridad ante el amanecer.
Y ası́, al dı́a siguiente, en el Parque de los Poetas, Sofı́a alzó la voz por
primera vez, recitando sus versos con la frágil y valiente determinación de
CHAPTER 6. MIEDOS E INSEGURIDADES PREADOLESCENTES 131
quien se enfrenta a sus miedos. Y uno por uno, sus amigos se unieron a ella,
entrelazando sus palabras en un murmullo tan dulce como la melodı́a que el
viento susurraba entre las ramas de los árboles. Porque en el enfrentamiento
de sus miedos, en la aceptación de su humanidad y la comprensión del dolor
ajeno, se encontraba también la promesa de la amistad, la certeza de que,
mientras el fuego de su poesı́a ardiera en sus corazones, las sombras de la
angustia y el temor podrı́an ser vencidas, juntas, en una unión indestructible
e inquebrantable.
Chapter 7
Primeros enamoramientos
y desilusiones
132
CHAPTER 7. PRIMEROS ENAMORAMIENTOS Y DESILUSIONES 133
ahora enfebrecidas.
- No puedo amar solo a Valeria, pero tampoco puedo evitar amar a nadie
más. No es un juego, no es un capricho. Es una confusión en el corazón de
la cual no puedo escapar, y me somete a un destino que aún no llega.
El rostro de Valeria evidenció una tristeza profunda y contradictoria,
pero sin dejar de lado la fuerza y el compromiso con Andrés. Se unió a la
conversación, mirándolo con una mezcla de furia y amor:
- No tienes por qué experimentar esto solo, Andrés. No lo vivas en la
penumbra de los rincones de tus pensamientos. Si este es un laberinto que
te somete hoy, aquı́ estamos nosotros, tus amigos, para recorrerlo contigo
y encontrar - agregó Valeria con voz entrecortada -, encontrar una salida
juntos.
A su lado, los demás asintieron con vehemencia, mientras Andrés juntaba
las manos en agradecimiento y se sumergı́a aún más en el torbellino de
emociones que se desataba en su corazón, sabiendo que no lo enfrentarı́a
solo. En lugar de rechazarlo o ignorarlo, sus amigos eligieron, con sus versos
y empatı́a, abrazar ese extraño monstruo que emergı́a de su pecho y hacerlo
parte de su convivencia, de su comprensión mutua de la complejidad de la
vida y el amor.
Los jóvenes poetas sabı́an que el corazón, como sus versos, era una
criatura salvaje, indomable y en constante transformación, tanto henchida
de dolor como de luz. En los misterios de la poesı́a y las palabras que
tejı́an juntos, encontraron, si no las respuestas, sı́ el valioso y cálido consuelo
de saberse uno en el otro, y saberse juntos en la exploración incierta y
apasionada de los laberintos del corazón.
Aquel viernes la brisa del otoño nos sorprendió en el Parque de los Poetas.
Lo hizo como un espı́ritu travieso de niebla y aire fresco. Los árboles, con
sus hojas tintadas de ocre y amarillo dorado, cantaban ligeramente el coro
melodioso y lánguido del fin de una época. Ese viernes el parque estaba
cubierto por el manto de un atardecer antiguo y nostálgico, hecho a la
medida de los corazones inquietos que bullı́an inconformes en el pecho de
cada uno de mis amigos.
Sofı́a fue la primera en llegar, siempre puntual y dedicada. La vi
CHAPTER 7. PRIMEROS ENAMORAMIENTOS Y DESILUSIONES 139
ideas y palabras que destilaban la esencia del amor, el llanto y, sobre todo,
el coraje.
Unas horas más tarde, Mariana tenı́a su poema, un canto agridulce de
amor y desilusión. Se dirigieron raudos y audaces hacia el destino donde el
joven al que ella amaba estaba sentado, conversando con sus amigos en una
cafeterı́a.
Mariana, sintiendo que sus piernas temblaban como gelatina y que su
corazón choquearı́a ferozmente contra su pecho, comenzó a leer su poema
en voz alta. Su voz era firme y lı́rica, y, al principio, el chico la miró con
interés y curiosidad.
Pero, a medida que las palabras fueron tomando más fuerza y la pasión
y el deseo en los versos de Mariana se hicieron más evidentes, su rostro se
transformó en una expresión de arrogancia y desprecio. Fue como si, al
comenzar a entender el mensaje, decidiera que no valı́a la pena prestarle
atención.
Mariana, su corazón apretado como puno, leyó hasta el final del poema.
Ahora, las últimas palabras yacen en el aire, frágiles y solemnes como un
réquiem. El amor de Mariana, con una risa burlona, se puso de pie y se
marchó con su grupo de amigos, dejándola ahı́, con su alma y su poesı́a
desgarradas.
El silencio que siguió fue como una guadaña que amenazaba con arras-
trarse y devorar las emociones desbordantes. Y, aunque en su amigo habrı́a
un devastador sentimiento de desilusión y pesadumbre, Mariana levantó la
vista, con sus amigos a su lado, y supo que, al menos, habı́a encontrado
el coraje para enfrentar sus miedos y hablar en voz alta, a pesar de las
lágrimas y las amargas palabras.
Fue entonces cuando la poesı́a dejó de ser solo un murmullo melódico
de sentimientos y palabras hermosas y se convirtió en un arma, llena de
poder y decisión, y en un escudo que protegı́a el corazón de sus amigos de
las asechanzas del mundo.
Mariana, con sus amigos abrazándola y su poema en las manos, supo
que el amor, aunque doloroso y efı́mero, no la iba a destruir. Poetisa de
corazón y alma, tomó sus versos y marchó hacia el futuro con decisión y la
certeza de que, pase lo que pase, siempre tendrı́a sus palabras y sus amigos
para sostenerse.
Esa noche en el Parque de los Poetas, bajo un cielo de estrellas y de
CHAPTER 7. PRIMEROS ENAMORAMIENTOS Y DESILUSIONES 145
Cambios corporales y la
búsqueda de la identidad
149
CHAPTER 8. CAMBIOS CORPORALES Y LA BÚSQUEDA DE LA IDENTI- 150
DAD
itivo - . No os parece que a veces la vida nos obliga a cambiar sin darnos
cuenta, sin dejarnos un instante para respirar?
Andrés esbozó una torpe sonrisa y abrazó con fuerza su cuaderno entre sus
dedos, como si esperara que las palabras aprisionadas en sus páginas pudieran
responder a la pregunta que flotaba en el aire, esa pregunta que helaba su
corazón y su juventud. Pero no fue él quien se aventuró a responder, sino
Sofı́a, que carraspeó y buscó las palabras entre sus pensamientos vaporizados
de temores.
-A veces, esos cambios, ya sean fı́sicos, emocionales o mentales, no están
en nuestras manos. Nuestro cuerpo se transforma como un rı́o que fluye y
se lleva consigo la tinta de los versos que fuimos. A su paso, también nos
obligan a repensar quiénes somos y quiénes queremos ser, y eso, amigos
mı́os, es algo que solo podemos experimentar por nosotros mismos.
Sofı́a miró a Mariana a los ojos, entendiendo que esas palabras resonaban
en su interior como lamentos de hojas cayendo en el viento otoñal. Mariana
sintió la necesidad de compartir algo, de revelar parte de su desazón que
atormentaba sus sueños y despertares.
-Esta noche no pude dormir. Me sentı́a como si mi cuerpo no fuera mı́o.
Acaso no os parece raro cómo crecemos y nos transformamos sin apenas
control alguno? Somos prisioneros de nuestra naturaleza y, a veces, me
pregunto si realmente tengo algún poder sobre mı́ misma -susurró Mariana
entre sollozos contenidos.
Miguel posó su mano sobre el hombro de Mariana, sabiendo bien que no
habı́a palabras de consuelo suficientes para aligerar la carga del desasosiego,
pero se atrevió a erguir su voz y buscar una esperanza en medio de la
oscuridad.
-Es cierto, Mariana. A veces la vida nos pone pruebas que parecieran
no tener respuestas claras y nos preguntamos qué es lo que buscamos. Pero
también creo que somos lo que somos por el amor a nosotros mismos, por la
búsqueda de quiénes somos en este mundo donde los cambios fı́sicos y las
expectativas nos invaden. Y es a través de la poesı́a, de las palabras que
compartimos, que logramos retomar la brújula y recobrar nuestra identidad.
Entonces, en aquel remanso de emociones y versos, los jóvenes poetas
aceptaron los estertores de asombro y desconcierto que dominaban sus
cuerpos y sus vidas. A través de la mancomunión y la poesı́a, pudieron
afrontar juntos la incertidumbre que acompañaba sus transformaciones
CHAPTER 8. CAMBIOS CORPORALES Y LA BÚSQUEDA DE LA IDENTI- 151
DAD
Mariana deambuló por la calle con manos cubiertas de sudor frı́o, temblorosas
bajo el peso de la mochila que colgaba de sus hombros. Sus aletas nasales
vibraban inquietas, reconociendo el hedor urbanı́stico de escape y asfalto.
Su caminar errático la conducı́a hacia el Parque de los Poetas: aquel oasis
que le esperaba para desenredar sus angustias de adolescente.
Sofı́a se encontraba en el parque, acurrucada sobre una rama caı́da del
jacaranda, salpicada por las ligeras manchas azules que sus flores dejaban
al caer. Aquella visión, pensaba, señalaba un potente y trágico alejamiento
de aquella lógica académica que habı́a estado gobernando su vida. De
pronto, sintió los brazos de Mariana rodeándola por detrás en forma de
agradecimiento. Sofı́a no hizo preguntas; respetó el silencio como cualquier
poeta con empatı́a hubiera hecho.
Andrés estaba allı́, como cada dı́a, con la mochila a sus pies, en una
condición evidentemente insoportable para un adolescente de su edad. Ob-
servaba con inquietud las sombras indecisas de las ramas de los árboles, en
un claro conflicto con la luz del sol. Con las manos en los bolsillos, como
si llevara siglos esperando, Andrés se aproximó a Miguel brindándole un
saludo mudo, con el alma desgarrada ante aquellas tempestades que ponı́an
a prueba su capacidad para reconocerse.
Fue entonces cuando, en aquel entorno de un parque donde la humanidad
en su mejor momento se filtraba a través de los intersticios de la civilización,
Valeria arrojó su mochila al suelo y se dejó caer entre las flores. Su pelo
ondulado yacente describı́a el laberinto truncado que vagaba en su mente, y
sus manos pálidas, que se aferrarán al musgo como si demostraran un acto
de revolución, revolvı́an sus nociones de su ser propio. En esas manos, pensó,
estaba la vida que la sociedad esperaba de ella, y ese musgo se resistı́a a
adherirse a sus expectativas.
Entonces, bajo la sombra de un sauce que lloraba sobre sus destinos,
los jóvenes poetas se despojaron de sus mochilas y dejaron a sus espaldas
las cargas que la escuela y la vida les habı́an arrojado. Se sentaron en
CHAPTER 8. CAMBIOS CORPORALES Y LA BÚSQUEDA DE LA IDENTI- 152
DAD
-Credere al volo, per apprendere al volo. Creo que es eso lo que estás
buscando al explorarte en tus versos -dijo Andrés, fijando su mirada en el
horizonte glauco que se mezclaba con el humo de los automóviles - . Creer
en el vuelo para aprender sobre él. No podemos detener estos cambios,
Mariana, pero sı́ podemos intentar comprenderlos.
ven y asumen es mı́a, quiero entregarme al vuelo delajar cada una de mis
inseguridades en su pedestal, hasta que pueda volar libre, sin juzgarme ni
juzgar a los demás.”
Andrés, siempre alentador y comprometido en la lucha, sentı́a la presión
de las expectativas de los demás, y se dejó abrazar por la autoaceptación
como un visitante antiguo, un amigo que le susurraba al oı́do las verdades
que nunca imaginó.
”Creı́ que debı́a ser fuerte por los demás, que si revelaba mis dudas y
temores, los mirarı́a como iguales que yo apenas puedo soportar. Hasta hoy
no supe que mi única lucha es conmigo, y no con los demás. La tierra firme
de mı́ que quiero amar y aceptar, sin prejuicios ni sombras, sin pensar más
que en mi sonrisa.”
La noche se desplegó ante ellos como un estallido de plumas negras en
la constelación desdibujada de la ciudad. Con cada verso que dibujaban, se
adentraron en el laberinto de sus cambios, abrazándolos con amor propio y
la complicidad de su amistad.
Miguel, casi en secreto, susurró un poema a sus manos temblorosas y sus
ojos llorosos, confesando sus inseguridades que lo atrapaban y prometiendo
amarse en cada recodo.
”Me declaro paloma mensajera de mi mismo, Atravesaré tormentas y
vientos huracanados, Llevo en mis plumas este mensaje escrito: A mı́ mismo
he aceptado y estoy en paz.”
La llave se habı́a encontrado y se habı́a girado hacia la liberación. Juntos
surcaron las palabras y redescubrieron sus cuerpos, sus almas, su razón de
existir. El horizonte que la pubertad insinuaba parecı́a menos amenazador, y
las lı́neas que se alzaban ante las sombras ya no eran murallas, sino estrechos
senderos que cambiarı́an el curso de sus vidas. Unidos en esa fragua de
autoaceptación y amor propio bajo la misericordia del lenguaje, supieron
que aunque les restaran mil tormentas por atravesar, miles de nubarrones
por enfrentar, al fin y al cabo siempre contarı́an con el bálsamo de la poesı́a
y el mejor refugio de todos: sus amigos y ellos mismos.
El sol distante y menguante de la tarde arrojaba una luz dorada sobre las
verdes y anárquicas hiedras que corrı́an junto a las viejas rejas del Parque
CHAPTER 8. CAMBIOS CORPORALES Y LA BÚSQUEDA DE LA IDENTI- 157
DAD
de los Poetas, como fieles espectadoras de las mil batallas, las mil preguntas
y anhelos de la juventud en su lucha contra sı́ misma. El banco solitario
-refugio de Mariana en tantas ocasiones- era testigo de una nueva grieta en
su corazón, una incertidumbre naciente nunca antes experimentada.
Cuando el reloj de la iglesia distante marcó las seis de la tarde, Andrés
emergió de entre las sombras, sus pasos titubeantes y su cuerpo encogido,
como si temiera interrumpir una ceremonia sibilina, el vuelo silente de unos
versos que solo vivı́an en el aire sereno del parque.
-Hola, Mariana -murmuró Andrés, jugando con su cuaderno de notas
como si fuera un amuleto precioso en sus manos - . He estado pensando
en lo que discutimos ayer sobre los cambios y transformaciones que nos
atraviesan. Y descubrı́ algo nuevo hoy. Algo que me asusta.
Mariana lo observó en silencio, sus ojos oscuros y acuosos reflejaban
una conmoción similar a una corriente eléctrica, una vibración subterránea
que recorrı́a su cuerpo y su alma. Se estremeció bajo la preocupación
creciente que le estrujaba el estómago como si fuera una bola de demolición,
y juntó sus manos sosteniendo el cuaderno que albergaba sus más ı́ntimas
confesiones.
-Dime, Andrés -susurró, tratando de no sonar preocupada, pero incapaz
de ocultar la desazón que iba naciendo en su pecho - . Qué es lo que te
atormenta? Qué has descubierto en los laberintos de tu cambiante cuerpo y
tu tempestuosa mente?
Andrés esquivó su mirada, perdido en su propio abismo de confusiones y
temores, antes de confesar, casi con un suspiro, las palabras que le quemaban
el alma.
-Creo que me he enamorado -dijo en voz baja, el pulso acelerándose y
los dedos crispándose en torno a su cuaderno - . No solo eso, sino que he
descubierto la desnudez de mi corazón, la fragilidad de los latidos que lo
sostienen y que crecen y se enlazan como enredaderas enredadas en torno
a un árbol de sueños y desilusiones. No sé No sé qué hacer con estos
sentimientos que brotan como chispas de un fuego eterno y arden en mis
entrañas.
El miedo y temblor que se dibujaban en las arrugas de su frente eran como
una llamada a una revolución silenciosa, un grito de auxilio que Mariana no
podı́a dejar de atender. Sus manos se desprendı́an de su cuaderno con una
decisión que contrastaba con la inseguridad que le pisaba los talones.
CHAPTER 8. CAMBIOS CORPORALES Y LA BÚSQUEDA DE LA IDENTI- 158
DAD
Mariana buscó en su memoria los versos que alguna vez habı́a escrito
sobre un amor desesperado y visceral, las palabras que eran como pavesas
que se encendı́an en su mente, brillando en la profunda oscuridad de las
preguntas sin respuesta. Confesó, con los ojos llenos de lágrimas y una
certeza trepidante en su voz, lo que habı́a aprendido en ese lejano dı́a cuando
sus emociones se desbordaron en forma de poesı́a.
Andrés luchó por contener las lágrimas que amenazaban con derramar
la carga de sus miedos e inseguridades, y asintió con una profunda gratitud
pintada en su rostro. Con el coraje de los héroes de sus poemas, abrió su
cuaderno y comenzó a escribir, dejándose llevar por la brillante vorágine de
ideas y emociones que le tatuaban el corazón.
El rumor del mundo les llegaba como el eco distante de un sueño, las voces
de sus padres y los sonidos de la ciudad reverberando en sus oı́dos como si
fueran lluvias suaves en el dédalo de sus secretos. En ese rincón abrigado
por la paz esquiva de la luna, en ese encuentro furtivo en las sombras del
parque, los jóvenes poetas encontraron un oasis en el desierto de las presiones
sociales y los estereotipos de género, un pequeño respiro en el mundo al que
parecı́an estar condenados.
Miguel no pudo contener el torrente de palabras que se acumulaban en
su mente, tropiezos de emociones y pensamientos asaltándolo como ladrones
de la intimidad: ”A veces siento que no puedo huir de lo que todos esperan
que sea, que llevo una máscara cosida con hilos de cristal que no me atrevo
a romper, porque si la rompo me rompo yo también. Ser el hombre valiente,
el que siempre está firme y no llora estoy cansado de cargar esa mochila.”
El susurro de la brisa alcanzó sus palabras y las llevó a los oı́dos de Valeria,
que comprendı́a la angustia de Miguel a través de la cortina disonante de
sus propias inseguridades. Sus ojos encontraron en la penumbra el reflejo
de una hermandad y reconfortaron esa ira contenida.
”Y yo”, intervino Mariana con una voz que parecı́a recién nacida de un
capullo de emociones desordenadas, ”me siento presa del patrón impuesto,
encerrada en un molde que no me corresponde. Todas esas miradas de
desaprobación cuando no represento lo que se espera de una mujer, cuando
prefiero el caos de mi imaginación a las normas establecidas qué somos sino
prisioneros de esquemas que simplemente no nos pertenecen?”
Sofı́a y Andrés, caminantes solitarios de sendas desoladas, también
sintieron el peso abrumador de las expectativas, el conflicto de huir de su
propia naturaleza y, a la vez, luchar por encajar en el laberinto de lo social.
El alma de Sofı́a temblaba ante la perspectiva de enfrentar cada dı́a el cinismo
demoledor de aquellos que no entendı́an su mundo, y Andrés se ahogaba
en el silencio de una renuncia forzada, de doblegarse ante estereotipos que
maldecı́an hasta el más fútil de sus actos.
”Es como si estuviéramos sometidos a un juicio eterno,” exclamó Sofı́a,
las palabras brotando de su corazón como llamas ascendientes, ”encerrados
en prisiones de identidad que, aunque hayamos aceptado como propias, no
logran apaciguar el conflicto que nos desgarra. Todas esas reglas y normas,
CHAPTER 8. CAMBIOS CORPORALES Y LA BÚSQUEDA DE LA IDENTI- 160
DAD
todas esas expectativas no son más que cadenas que nos atan a la negación
y la conformidad.”
Andrés, empapado en la cadencia de sus propias luchas, asintió con un
gesto melancólico, sumándose al eco de las palabras de Sofı́a con el fervor de
una esperanza menguante: ”Y yo me siento un rehén, un fugitivo condenado
a esconderse en el oscuro abismo de su intimidad, luchando por liberarse de
las garras de lo que se supone que debo ser porque si no, quién soy?”
Las palabras se trenzaban en ese santuario de sombras como una melodı́a
llena de notas de agonı́a y revelación, una sinfonı́a de los desesperados y
los oprimidos. Y en ese lugar, en esa espiral armónica y visceral de la
solidaridad, Valeria sintió que podı́a tomar las riendas de su voz, alzarla
como un estandarte de desafı́o ante el mundo y dejarlo atravesar la piel de
quienes aguardaban en silencio el advenimiento de una voz más poderosa
que sus cadenas.
”No estamos solos,” dijo, la promesa de la luna tejiéndose en las sombras
de sus palabras, ”debemos recordar que la verdadera libertad reside en la
fuerza de nuestra voz, en el coraje de nuestras palabras y en la rebeldı́a de
nuestra imaginación. Es hora de dejar de esconder nuestros corazones en la
oscuridad de la negación y la apatı́a. Si luchamos juntos, nuestras almas no
serán prisioneras del laberinto de estereotipos y expectativas, sino las que
lo derrocarán.”
El silencio resonó en los recovecos del parque, como si una verdad
contenida finalmente se rebelase y tomase el poder de una voz colectiva que
se alzara en un unı́sono perfecto. Y allı́, en ese callado acuerdo, decidió caer
la noche y les entregó un don imperecedero: un espacio en el que, lucha
tras lucha, palabra tras palabra, podrı́an enfrentar sus opresiones y hallar
la salvación en la voz y los brazos de sus amigos y compañeros.
Porque en ese rincón sombrı́o del parque, en ese oasis en el desierto de
las expectativas, encontraron un puerto seguro, una fortaleza, un refugio
donde la poesı́a y la amistad se convertı́an en armas que, poco a poco, iban
forjando el amanecer de su propia libertad, quebrando los estereotipos y
desafiando todas las presiones sociales que los sometı́an.
En ese momento, unidos por sus convicciones, por la rebeldı́a de sus
corazones y por el poder de la poesı́a, supieron que no habı́a nada que no
pudieran enfrentar juntos. Austero y fecundo, el desierto de sus dı́as se
transformó en un jardı́n en el que sus palabras nacı́an y evolucionaban y,
CHAPTER 8. CAMBIOS CORPORALES Y LA BÚSQUEDA DE LA IDENTI- 161
DAD
Aquel dı́a en el Parque de los Poetas parecı́a más brillante, más vivo, como
si las sombras que inquietaban sus almas hubieran sido reducidas por el
fuego lento de una verdad revelada. La tarde bailaba con languidez en sus
retinas, arrullando la luz suave en sus rostros cada vez más maduros. Las
sonrisas que se entrelazaban en sus semblantes dejaban ver el triunfo de una
victoria ganada: después de meses de introspección, de ampliar los lı́mites
de su ser y surfear las marejadas de sus propios recovecos, habı́an llegado a
una encrucijada tan temida como ansiada, la madre de todas sus batallas.
Allı́, en el cı́rculo aún estrecho aunque robusto de sus amigos, en la
fortaleza de los sentimientos anudados y la poesı́a que se escabullı́a con
timidez en sus labios, Valeria se habı́a armado de valor para pronunciar, con
voz temblorosa pero cierta, lo que habı́a estado rumiando en su corazón.
-No sé cómo decirlo sin sentir vergüenza -habı́a susurrado al inicio de la
tarde, refugiándose aún en su propio miedo - . Pero creo que es algo que debo
hacer, que no puedo seguir callando como si fuera un secreto inconcebible.
La anticipación y el silencio, como abrazos etéreos que encapsulaban
el parque, lo rodearon. Los ojos expectantes, pero firmes en su empatı́a y
sincero afecto, eran como farolillos que guiaban el descenso de Valeria por
el laberinto de emociones que la atormentaban.
Y, con un titubeo digno de una princesa despojándose de su capa, su
voz se elevó, firme y vacilante como el canto lastimero de un ave en la
madrugada, y confesó aquello que temı́a: su enamoramiento y sus primeros
impulsos sexuales, la confusión que le inundaba el pecho y le llenaba la piel
de rojeces y sudores frı́os, la sensación de culpa y la sospecha de no estar a
la altura de lo que se esperaba de ella como mujer y como hija.
-Esta tarde escribı́ un poema -dijo al fin, a duras penas conteniendo el
lloro y jugueteando con las arrugas del papel que escondı́a en su mano - , y
creo que creo que debo compartirlo con ustedes, antes de que este miedo se
CHAPTER 8. CAMBIOS CORPORALES Y LA BÚSQUEDA DE LA IDENTI- 162
DAD
El desafı́o de la escuela y
las expectativas
La lluvia golpeaba sobre la ventana del aula, como una metáfora de las
presiones y expectativas que los agobiaba. Sentados en sus pupitres, perdidos
en un enjambre de pensamientos y temores, apenas percibı́an los débiles
ecos de las palabras de la maestra de matemáticas, que se sumı́an en el
letargo plomizo del mediodı́a.
Valeria, con un nudo en la boca del estómago, arrugaba la hoja en blanco
de su cuaderno, donde los ejercicios se desprendı́an como fantasmas siniestros
de su comprensión. Andrés, con la cabeza apoyada en la palma de su mano,
el eco de sus pensamientos alejándose del quatricromı́o de la pizarra. Sofı́a,
con dibujos asomando inesperadamente en su libreta, escondiendo bajo la
sombra del dı́a la presión de los anhelos y la indiferencia camuflada de
los adultos. Mariana, mordisqueando el lápiz con los ojos anclados en la
ventana, como si quisiera desgarrar la cotidianeidad del aula y lanzarse
al vuelo. Y Miguel, junto a ellos, rubricando sin sentido las fórmulas y
números, la silueta de su esperanza difuminada en el desencanto escolar.
Sofı́a suspiró y se volvió hacia Valeria.
-No puedo soportarlo más -murmuró, sus ojos suplicantes como el reflejo
de una estrella perdida en el fondo de un estanque - . Esta presión me
consume, me desgasta. No sé si podré llevar el peso de estas expectativas
que todos ponen en nosotras.
Valeria asintió con un gesto comprensivo. Sin reparo articuló lo que
todos sentı́an en ese momento.
165
CHAPTER 9. EL DESAFÍO DE LA ESCUELA Y LAS EXPECTATIVAS 166
La llovizna se congeló contra los cristales del aula, como si la tibieza del
cuarto pudiera ablandarla, convertirla en agua o en tinta, en poesı́a o en
verdad, y en sus fugaces formas, cada uno de los jóvenes poetas vislumbraba
un mensaje oculto, un rastro de luz o de esperanza detrás de la penumbra
del sueño y la vigilia. En sus pupitres, Valeria, Andrés, Sofı́a, Miguel y
Mariana contemplaban el vertiginoso ritmo de la pizarra, incapaces de seguir
las ecuaciones, los teoremas, la cruel danza numérica que los encandilaba
sin contemplaciones ni remordimientos.
Valeria suspiró y sacudió la cabeza, intentando dispersar el torbellino de
inquietudes que la asediaba. La prueba de matemáticas del dı́a siguiente la
llenaba de terror y angustia, como si la conjugación imposible de las cifras
y las variables fuera el dictamen final y absoluto de su valı́a y su identidad.
Sentı́a la presión de su madre sobre sus hombros, sus persistentes palabras
deshojadas con aparente amor y preocupación, pero en realidad cargadas de
expectativas y temores propios, tan arraigados en el deseo del éxito como
en el prejuicio y la incomprensión.
Andrés, desviando la vista de los sı́mbolos escurridizos en la pizarra,
le tendió un papel doblado a Valeria. Sus palabras urgentes y secretas
brotaron de las lı́neas escritas a toda prisa, como un lamento desgarrador
en la certidumbre compartida de su mutua aflicción: ”Cómo escapar de
esta ilusión mundana y hallar refugio en la desnudez de nuestra creación,
en la serenidad de nuestra voz silenciada tras el velo de los números y las
fracciones, las incógnitas y las equis que nos aprisionan en la oscuridad
insondable del miedo y la certeza de nuestro fracaso?”
Valeria esbozó una sonrisa triste y comprensiva mientras le pasaba el
CHAPTER 9. EL DESAFÍO DE LA ESCUELA Y LAS EXPECTATIVAS 168
El viento se colaba por las ventanas abiertas del aula, picoteando la piel de
la quietud como un ave insolente, llevándose consigo fragmentos de números,
de letras, de fórmulas que quedaban flotando en los poemas del parque, que
quedaban atrapadas en las canciones de la lluvia sobre el grupo reunido
alrededor de sus sueños e ilusiones.
Aquella mañana, Andrés habı́a sufrido el embate del sarcasmo del profesor
de matemáticas, el señor Miranda, cuyos ojos afilados y brillantes como
estelas de cristal se clavaban en los corazones de sus alumnos como punzantes
agujas, como gemidos de ángeles caı́dos. Andrés habı́a levantado la mano
y habı́a osado, en un arrojo de valentı́a que tenı́a sus raı́ces abiertas y
trepidantes en el sustrato del corazón y las entrañas, confrontarlo con una
pregunta que pugnaba entre los escombros de números y las ruinas de su
dı́a a dı́a.
-Profesor Miranda -habı́a comenzado Andrés, su voz ligeramente titubeante,
pero teñida de un aura de determinación y coraje que asombraba incluso a
sus propios sentidos - , qué es más importante en nuestras vidas: ser unos
sabios de las matemáticas, o ser nosotros mismos, poetas y soñadores, en un
mundo que nos exige ser versiones cada vez más forzadas e irreconocibles
de nuestra esencia?
Todas las miradas se centraron en la figura tensa y orgullosa de Andrés,
que aguantaba el aliento y esperaba la respuesta con el alma en vilo, con la
esperanza de un destello de comprensión, de empatı́a, en los ojos implacables
del profesor Miranda. Este clavó la vista en Andrés, su rostro enfebrecido
CHAPTER 9. EL DESAFÍO DE LA ESCUELA Y LAS EXPECTATIVAS 170
El dı́a comenzó igual a los demás. El sol asomaba sus rayos tı́midos y
dorados entre los rascacielos y los hombres de negocios, mientras los pájaros
canturreaban sobre el orinoco de automóviles y ciclistas que surcaban las
avenidas y callejones estrechos e implacables. Pero cuando entraron al aula,
todos sintieron en el aire el temblor sutil de la maldad acechante, la cólera
enrevesada y exultante de los fanfarrones y desalmados que no entendı́an
el poder de la poesı́a, la ternura del verso y la fuerza inescrutable de la
amistad y el amor.
Vı́ctor Acevedo, un joven fornido y arisco, los esperaba en la puerta, una
sonrisa engreı́da e hiriente trepada en su rostro. Sus ojos centelleaban de
malicia y de odio irracional, y en su puño sostenı́a los poemas de Valeria
y de Andrés, como si fueran trofeos de guerra o reliquias despreciables y
execrables. Les negaba el paso y se mofaba de sus palabras, interpretándolas
con una voz chillona e irreverente, como un sacrificio arbitrario y despiadado
a sus propias inseguridades y altiveces.
Valeria, con el alma infinita y cálida de la paciencia y la empatı́a, intentó
hablar con Vı́ctor, como si pudiera desentrañar los nudos de su amargura y
su agravio, como si pudiera repajar las sombras de su desdén y su prejuicio.
CHAPTER 9. EL DESAFÍO DE LA ESCUELA Y LAS EXPECTATIVAS 172
coraje para superar sus dificultades escolares y aprender a luchar juntos por
un futuro mejor.
Juntos salieron del aula, los brazos entrelazados y sus corazones henchidos
de esperanza y emoción, como un ejército de guerreros que enfrenta las
batallas y las derrotas, las penumbras y los silencios, como un clamor y una
insurrección de alma y verdad que abraza y redime, que niega y renace, que
brilla y se estremece en la luz y la sombra de la poesı́a y el amor, de la vida
y sus insondables misterios y desplantes.
versos y en sus palabras, los cinco jóvenes poetas comprendieron que, aun
en la oscuridad y la soledad de aquel testamento al estrés y la ansiedad,
sus manos y sus almas podı́an hallar luz y redención, en un coro y una
insurrección de entrega y resiliencia, de tesón y superación que los elevarı́a
por sobre las impotencias y las derrotas, por sobre la incomprensión y la
desesperanza, hasta el firmamento inquebrantable y etéreo de la poesı́a y el
amor, de la empatı́a y la comprensión.
poéticos y de refugio:
-De acuerdo, Andrés. Pero, cómo podemos hacer algo ası́ en la escuela?
Todos sabemos que aquı́ reina el miedo y la opresión, y que nuestras voces
serı́an ahogadas tan pronto como intentáramos levantarlas en nuestras aulas
y nuestros pasillos.
-Y si creamos un taller de poesı́a social en la escuela? -propuso Mariana,
con una sonrisa tı́mida-. Podrı́amos utilizarlo como una plataforma para que
otros estudiantes se unan a nosotros y compartan sus poemas, sus conflictos,
sus sueños. Quizás, si somos lo suficientemente valientes, podamos convencer
a la dirección de que nos permita hacerlo.
Los demás lo contemplaron con entusiasmo y aprensión, como si un
destello de esperanza y desafı́o se hubiera encendido en sus corazones y en sus
miradas, abrasándolos desde dentro con la llama ardiente de la solidaridad
y del cambio.
-Si trabajamos juntos, yo creo que podemos lograrlo -dijo Miguel, su
voz firme y decidida - . Tenemos que unir nuestras fuerzas y demostrar que
somos capaces de ser la voz de los que sufren en silencio, de los que buscan
una forma de expresión y de liberación en medio de una vida que a veces
parece no tener sentido ni esperanza.
Valeria, Sofı́a y Andrés asintieron, sus rostros ruborizados y resplan-
decientes con el brillo de la determinación y del coraje, como si la idea
de Mariana fuera un faro que los guiara hacia un futuro más brillante y
habitable.
-Entonces estamos de acuerdo -dijo Andrés, bajando de la jardinera y
estrechando la mano de Mariana - . Crearemos un taller de poesı́a social en
la escuela, para que nadie tenga que sufrir en silencio o sentir que está solo
en esta lucha.
Comenzaron a trabajar juntos en su plan, cada uno contribuyendo con
sus ideas y habilidades, cada uno enfrentando sus miedos y prejuicios. Pero,
a medida que se acercaba el dı́a en que debı́an presentar su proyecto a
la dirección de la escuela, los cinco amigos comenzaron a sentir el peso
de la responsabilidad y la incertidumbre en sus hombros, como una mano
gigantesca que los empujara hacia el abismo de la derrota y la desesperación.
-Y si nos dicen que no? -preguntó Sofı́a en voz baja, sus ojos llenos de
lágrimas - . Y si nos castigan, si nos humillan y nos obligan a abandonar
nuestro sueño?
CHAPTER 9. EL DESAFÍO DE LA ESCUELA Y LAS EXPECTATIVAS 182
Encontrando apoyo y
solidaridad en el grupo
189
CHAPTER 10. ENCONTRANDO APOYO Y SOLIDARIDAD EN EL GRUPO 190
aplausos que los rodeaban, un silencio y una paz que solo se pueden hallar
en la comprensión e intimidad compartida, en el desafı́o y la lucha, en la
comunión y la poesı́a que les habı́a unido y les habı́a enseñado a volar y a
soñar, incluso en medio de la tempestad.
Ahora, cuando los truenos eran aplausos y felicitaciones, y las estrellas
emergı́an de la oscuridad como palabras encendidas, los cinco amigos sabı́an
que lo más importante no era el reconocimiento o el éxito del evento, sino
la transformación en sus propias vidas, la fuerza y el apoyo mutuo que
habı́an encontrado en la poesı́a y en su amistad. Con esa certeza y dicha,
se abrazaron bajo el cielo tormentoso, prometiéndose proteger y cuidar
siempre aquel espacio donde sus almas se habı́an desdoblado y renacido,
donde sus corazones y sus letras habı́an encontrado la redención y el solaz
entre las manos y las voces de sus amigos, en aquel rincón donde todo habı́a
empezado y donde, a pesar de todo, el vuelo y el canto de la poesı́a seguı́a
resonando y brillando, como un faro eterno y sublime, como un soplo de
aire puro y esperanzador entre las sombras y las tensiones de su ciudad y
de sus vidas compartidas y luchadas.
y goces que jamás habı́an tenido el valor de compartir con otros, incluso
con aquellos a quienes llamaban amigos.
En aquel parque, aquel rincón de sus vidas compartidas y luchadas, los
cinco jóvenes poetas se abrazaron entonces, como un faro y una llama que
se encendı́a en la noche y en la tormenta que a cada instante los esperaba
y los desafiaba, que a cada instante los atenazaba y los llamaba, como un
vendaval y un lamento que no se esfuma ni se apaga, pues en él reside la
belleza y el regocijo de sus almas que se encuentran y se abrazan en la poesı́a
y en la amistad, en ese rincón y en ese cofre donde habı́an depositado sus
secretos y sus esperanzas, en esos versos y en esos sueños que se alzaban y
se desvanecı́an, como un sı́mbolo y un juramento, como un grito y un beso
de los jóvenes amigos.
extravı́a?
Sofı́a apretó la mano de su amiga, tratando de contener y de disipar
las lágrimas y los temores que los versos y la amistad habı́an desvelado y
liberado en sus caminos afiebrados y errantes.
-Pero ahora no estamos solas, Mariana -dijo Sofı́a, con voz temblorosa y
cautiva - . Quedémonos aquı́, en este instante y en este abismo de ternura
y de poesı́a que nos hemos creado y descubierto, en este paraje donde
nuestras palabras y nuestras almas no se marchitan ni se esfuman, sino
que se entrelazan y se alzan, como una constelación que resplandece y se
desgarra, como un abrazo y un deseo que nos cobijan y nos renuevan, en
cada encuentro, en cada poema, en cada espesa noche de soledad y de
alianza que juntos hemos aprendido a desvelar y a conjurar, con nuestras
manos, con nuestras voces, con las venturas y desventuras que juntos hemos
presenciado y quebrantado, como nubes y sombras que se retuercen y se
aferran, pero que también se desprenden y se despiden, como el murmullo
eterno y sublime de los cinco amigos que, en el Parque de los Poetas, en
el corazón mismo de sus vidas y de sus amistades, han sido redimidos y
transformados, como lágrimas y destellos, como abrazos y tormentos, en
un susurro y un llanto que aún resuena y se desgaña, allá en la acelerada
metrópoli y en las estrellas que apenas finjen en el crepúsculo y en la bruma
desvanecida y rebelde.
La amanecida del dı́a siguiente vistió el Parque de los Poetas con una palidez
frágil y suspendida, como una neblina que descendı́a y se aferraba a los
senderos, los árboles y las almas que caminaban ensombrecidas y expectantes.
Antes de su encuentro de poesı́a, los cinco jóvenes habı́an decidido darse
cita en la dulce lejanı́a de aquel trozo de cielo y de refugio, para conversar
y, en el embeleso y la osadı́a de sus sueños, decidir el próximo paso y el
siguiente anhelo que el taller escolar de poesı́a requerı́a y también, anhelaba.
Valeria miró a sus amigos, pensativa y cautelosa, con la semilla del pánico
y del desvalimiento germinando en su pecho, como un clamor silencioso y
desesperado que buscaba arroparse y esconderse en las sábanas de la tristeza.
Andrés, Sofı́a, Miguel y Mariana la miraban en silencio, preocupados y
ansiosos, esperando a que sus palabras brotaran y desgajaran, como un
CHAPTER 10. ENCONTRANDO APOYO Y SOLIDARIDAD EN EL GRUPO 196
que los golpeaba y se alzaba, como una marea que brota y invade la arena y
las aguas, y que en su camino y en su vuelo implacable también custodia y
resguarda fragmentos y destellos de luz y de rostro.
-Tomar conciencia de eso -confesó Sofı́a, su voz llena de ternura y de
determinación, como si en sus palabras y en su mirada encontrara el resquicio
y la esperanza que siempre habı́an buscado y suplicado a la vida - , nos
permite descubrir nuestro propósito y nuestro compromiso no solo con
nosotros y nuestras penas, sino también con todos aquellos que nos rodean
y nos acompañan en cada instante, en cada encrucijada y en cada vértigo
que en la vida y en la poesı́a nos abrazan y nos enfrentan en el arrebato y
la luz de esta ciudad que vuela y se dispersa entre almas y edificios, entre
susurros que estremecen y transforman.
Los cinco jóvenes se tomaron de las manos, en un gesto de solidaridad
y de empatı́a, en el acto sublime y el silencio infinito de su conciencia
compartida y arremolinada en el encuentro de la vida, en el abismo y en el
resplandor de sus palabras y de sus alientos que se envolvı́an y se perdı́an en
las sendas de sus sombras y sus anhelos, en los recuerdos y los presagios que
aún sobrevivı́an y se levantaban en el horizonte y en la herida del atardecer
de aquel Parque de los Poetas, donde nadie estaba solo, ni desamparado, ni
perdido en el olvido y en la oscuridad.
Y en aquel abrazo, en aquella red y aquel horizonte de esperanza y
quietud, Valeria comprendió que el poder de la poesı́a y el amor no residı́a
únicamente en las palabras y las sonrisas, en las lágrimas y las miradas
que se entrelazan y desvanecen, sino también en el acto y el gesto de la
conciencia y la empatı́a, en el regalo y en la memoria del amor y la amistad
que en cada llanto y en cada despedida aún sobreviven y se conquistan,
como un faro que jamás se apaga ni se marchita, en la maraña y en el
resguardo inquebrantable de la vida y la poesı́a compartida.
El sol estaba en su más alto punto y el Parque de los Poetas habı́a cambiado.
Las palabras impresas en los bancos y árboles de poetas celebres se habı́an
desvaı́do, como si hubieran sentido el abandono de su lugar sagrado al
reunirse en la escuela, en su taller de poesı́a social. Los cinco jóvenes poetas
lo sabı́an, pero no hablaban al respecto. Durante semanas, prisioneros en las
aulas y con el alma oprimida por deberes, tareas y exámenes, habı́an recur-
rido al parque, en silencio, buscando casi desesperadamente la inspiración
para sus poemas en las edades muertas y en los sueños de los demás, de los
autores que algún dı́a esperaban emular y, quién sabe, incluso superar en
talento y audacia.
”La culpa es mı́a,” musitó Mariana, mientras intercambiaba un cuaderno
de papel tractorado donde habı́a registrado precavidamente sus poemas
durante los últimos meses. Apenas Valeria lo tuvo en mano, se pudo ver en
sus ojos la verdad silenciada, la verdad inconfesable, pero también la verdad
que, como una flor en el asfalto, estaba destinada, de un modo u otro, a
abrirse paso y a florecer en la sombra y en la ira de sus corazones unidos.
El taller de poesı́a en la escuela, por virtud del número creciente de
participantes, se habı́a vuelto tan grande y tan ruidoso, tan desorganizado y
sitiado, que los cinco jóvenes ya no podı́an reconocer en él su antiguo refugio
y su solaz, aquel que, hasta hace algunos meses, habı́a sido todo para ellos.
Ahora, ese espacio se los devolvı́a lleno de las palabras, las inseguridades
y los temores de extraños, de compañeros que nunca hubieran imaginado
prendre parte en su taller, cuya adhesión por protesta les habı́a oscurecido
CHAPTER 10. ENCONTRANDO APOYO Y SOLIDARIDAD EN EL GRUPO 206
El poder de expresión y
comprensión a través de la
poesı́a
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CHAPTER 11. EL PODER DE EXPRESIÓN Y COMPRENSIÓN A TRAVÉS 209
DE LA POESÍA
la poesı́a ese lecho inalcanzable, ese horizonte indecible que, por más que lo
intento, no parece ni puede comprender o aceptar en mı́ y en mis oraciones
en las plegarias mutiladas y furtivas de mis versos y mis lagrimaciones.
No hay desesperanza más profunda que la de aquel que no puede hacerse
escuchar, ni siquiera en el santuario secreto e infinito de su propio corazón.
Pero en ese grupo, en aquel taller de poesı́a que habı́an encontrado en el
Parque de los Poetas y en las almas desterradas y alentadoras de sus amigos,
Valeria habı́a hallado una conexión, una voz y una sangre compartida que
le daba aliento y esperanza, incluso en la aversión y la indiferencia casi
asfixiante a veces presente en su hogar y en su familia, donde toda emoción
y sentimiento parecı́an empañados por una historia de culpas, abandonos y
silencios abrumadores e inquietantes.
Andrés se acercó a Valeria, con la esperanza de que su calidez y apoyo
le dieran algo de consuelo en su tormenta emocional.
-Valeria -murmuró suavemente, mientras su mano rozaba el brazo de
la joven poeta - , lo que has compartido con nosotros hoy es algo valiente
y hermoso. Compartir estas palabras acerca de tu padre no solo ayuda a
liberarte a ti misma, sino que nos muestra algo muy profundo en tu ser que
también nos ayuda a comprendernos mejor a nosotros mismos, a nuestras
propias relaciones con nuestros padres y nuestras propias luchas. La poesı́a
puede ser ese puente, esa conexión que nos salva del aislamiento y el silencio,
y en este grupo, en este recinto sagrado compartido, somos todos testigos y
aliados, unidos por esa fuerza indescriptible pero inquebrantable que es la
palabra y el verso, la vida y la comunión en la adversidad y en el aprendizaje.
Las palabras de Andrés parecieron tener un efecto palpable en Valeria,
que asintió con la cabeza, aceptando, aunque con cierta renuencia, el apoyo
y la empatı́a que le ofrecı́an sus amigos. Era cierto que todos ellos tenı́an
algo para dar, cada uno de ellos habı́a sentido el temor y el temblor del
enfrentamiento, cada uno habı́a luchado en interminables batallas en la
oscuridad de la noche y de la humanidad, y cada uno de ellos buscaba
estrañamente la comprensión, el amor y la fusión en las letras y las suplicas,
en los desafios y las caricias de sus poemas y sus almas prosadas y liberadas.
En aquel dı́a, en aquel parque en el que los cinco jóvenes poetas com-
partieron sus miedos, sus anhelos y sus corazones, aprendieron el verdadero
poder de la expresión y la comprensión a través de la poesı́a. En aquel
dolor y aquel consuelo, en aquel abrazo inmortal de las palabras y las
CHAPTER 11. EL PODER DE EXPRESIÓN Y COMPRENSIÓN A TRAVÉS 210
DE LA POESÍA
La tarde caı́a en el Parque de los Poetas, y el sol embellecı́a con sus últimos
rayos del dı́a aquel lugar que, para los cinco jóvenes, ya era un santuario.
Habı́an sentido el poder de la literatura, la potencia de los versos y habı́an
comenzado a vislumbrar el significado profundo de las palabras durante
aquellas magicas tardes. A lo largo de cada poema compartido, descubrı́an
que algo nuevo emergı́a en ellos, algo indescriptible y auténtico que se
derramaba en el papel y encontraba resonancia en los demás, despejando la
soledad y el desconcierto, uniéndolos y transformándolos al compartir sus
secretos más profundos.
La luz que se filtraba entre los árboles los bañaba de oro y sombras,
desdibujando las fronteras del tiempo y del espacio, y las páginas de sus
cuadernos, como ventanas abiertas al alma, ofrecı́an una visión de su ser
más individual y escondido. Allı́ se encontraban, Valeria, Andrés, Sofı́a,
Miguel y Mariana, sentados en un cı́rculo de otoño y resistencia, dispuestos
a desafiar el silencio y el caos, a alzar sus voces allá en donde otros callaban
y temı́an.
Se habı́a iniciado aquella tarde un ritual que les habı́a asomado al
misterio de sus vidas y a la posibilidad de comprender lo que hasta entonces
les parecı́a inalcanzable: sı́, el Parque de los Poetas era un refugio a la
soledad y un desafı́o a la injusticia y la opresión, pero también, y quizá
más importante, era un encuentro entre ellos y la libertad de revelar sus
verdades a través de las palabras. Con cada encuentro, cada poema, cada
suspiro o lágrima compartida, reivindicaban y afirmaban una verdad más
allá de las expectativas y normas sociales: la verdad de ellos mismos, más
allá de temores e inseguridades.
El silencio cayó, tenso y expectante, e hizo su entrada la Poesı́a. Y
Andrés, tomando la palabra, inició:
-Quiero compartir mi último poema con ustedes -anunció, con firmeza - .
CHAPTER 11. EL PODER DE EXPRESIÓN Y COMPRENSIÓN A TRAVÉS 211
DE LA POESÍA
No sé si es mi mejor obra, pero es un poema que revela algo muy importante
y que he aprendido aquı́, en este parque y entre ustedes.
Valentı́a y emoción animaron su voz, y sus palabras sembraron en los
demás la esperanza de encontrar, también en sus propias letras, el refugio y
la verdad que hasta entonces les habı́a sido esquivo.
Andrés comenzó a leer su poema, titulado ”Nuestra lengua”:
Somos heraldos de la palabra escondida, hermanos del silencio atravesado
por truenos, rompemos cadenas con los versos, un pueblo unido por la risa
y la herida, la comunión hallada en los sueños.
Los demás lo escucharon, absortos y devotos, sabiendo muy bien que
aquel poema no solo era un tributo a la literatura y a la poesı́a, sino también
a la amistad y al compromiso que ellos compartı́an, enfrentándose juntos y
hombro a hombro a los retos del mundo.
Sus palabras resonaron en el corazón de sus amigos, que se sintieron
conmovidos y agradecidos al verse reflejados en aquellos versos. Y aunque
cada uno de ellos tenı́a un camino diferente y una historia personal única,
supieron, sin dudarlo ni un momento, que la lengua del poeta, la lengua del
corazón que ellos compartı́an y exploraban, era su verdadera patria, su sitio
de revelación y de encuentro.
El poema llegó a su fin, y las palabras de Andrés, con la última sı́laba,
dejaron su eco en el aire, rebelde y eterno. Entonces Sofı́a, con voz tem-
blorosa, tuvo el coraje de tomar la palabra y confesar el secreto que hasta
ese momento habı́a callado, pero que, animada por el espı́ritu de unidad y
de osadı́a de los versos de Andrés, ya no podı́a, ya no querı́a ocultar más:
-Yo también escribı́ un poema, pero este no querı́a compartirlo -confesó,
y sus ojos brillantes revelaban, por un lado, el miedo a la exposición y, por
el otro, la esperanza de ser sobre todo escuchada y comprendida.
-Leelo, Sofı́a -dijo Valeria, alentándola, dándole la fuerza que necesitaba
para hacer frente a su temor y a la inseguridad que parecı́a haberla devorado.
Y Sofı́a, a pesar de sus miedos y de los prejuicios que dentro de sı́ llevaba,
leyó su poema, que no solamente derrumbó sus barreras sino las hizo renacer.
Porque su poema puso de manifiesto cuán importante era aquella comunión,
aquel encuentro de almas en el Parque de los Poetas, y cómo la fuerza de la
amistad y de la creatividad los habı́a llevado a confrontar, y quizá acariciar,
la verdad más honda y conjunta de sus sueños y de sus mismas vidas.
CHAPTER 11. EL PODER DE EXPRESIÓN Y COMPRENSIÓN A TRAVÉS 212
DE LA POESÍA
mis esperanzas. Un vacı́o que resuena con el eco de los ecos más profundos
y lacerantes, donde mi corazón despliega sus alas y se desangra en palabras,
en lı́neas de dolor y rabia que conforman el mapa de mi vida, el espejo roto
que intento reconstruir a través del canto de mi alma.
La noche me abraza con sus sombras, testigo muda de mis batallas con
monstruos que solo yo puedo ver, y ahı́ encuentro mi fuerza, en esa oscuridad
que se funde con mi pena pero que al mismo tiempo me revela quiénes son
aquellos que nunca me abandonarán, que serán parte de mı́ aun en ese vacı́o
que parece haberme tragado entera.
Y aquı́ estoy, sacudiéndome el polvo de las heridas, convirtiendo mi histo-
ria en poesı́a, en un recorrido por el universo ı́ntimo que todos compartimos
sin saber, un vacı́o que no es ausencia, sino oportunidad, donde podemos
conectar nuestras vidas y construir un puente que nuestros corazones tanto
anhelaban.
Valeria terminó de leer su poema, sus ojos negros brillando con la fuerza
de sus palabras y de la verdad que habı́a desgarrado su miedo y su anhelación,
y los otros jóvenes se levantaron, uno a uno, y abrazaron a Valeria como
un acto de amor y reconocimiento, sabiendo que en ese festı́n de versos y
caricias habı́an encontrado algo más que un grupo de amigos y una tarde de
inesperada y efı́mera paz. Habı́an encontrado el más poderoso antı́doto para
el dolor y la impotencia, la comprensión y el lenguaje de sus experiencias
y sentimientos, compartidos y transfigurados en las páginas de sus diarios
y corazones, y muy pronto en las aulas y en la vida de otros jóvenes como
ellos, en busca de alivio y empatı́a en los vericuetos y ansiedades de una
vida enmudecida y refulgente.
Valeria y Sofı́a caminaron juntas hasta la banca donde se reunı́an cada tarde,
sus pasos desencajados y acompasados, cada una cargando sus propios
temores y esperanzas en sus mochilas escolares y en los versos que, como
mariposas cautivas, esperaban liberar en el Parque de los Poetas. El sol,
todavı́a alto en su trono de fuego y aire, revisaba con franca indiferencia
las hojas de los árboles y, lejos, allá abajo, donde la tierra se volvı́a roca
y desesperanza, Valeria y Sofı́a buscaban la claridad que solo sus propias
CHAPTER 11. EL PODER DE EXPRESIÓN Y COMPRENSIÓN A TRAVÉS 214
DE LA POESÍA
-Creo que eso es lo que nos hace sentir tan conectados con ellos -añadió
Sofı́a - , porque en su poesı́a podemos encontrar reflejos de nuestra propia
vida, nuestras propias luchas y nuestras propias emociones. A pesar de que
puedan haber vivido épocas distintas o experiencias muy diversas, al final,
la esencia humana siempre encuentra un punto en común en la poesı́a.
Valeria asintió con un gesto solemne y melancólico, como si sus pen-
samientos se hubieran volado hacia tierras nuevas y extrañas, hacia las
playas solitarias donde los poetas caminan con sus versos y sus sombras.
-La próxima vez que me encuentre en la librerı́a ”Verso y prosa”, buscaré
poesı́a de autores menos conocidos -dijo con una sonrisa y una voz trémula
y soñadora - . Me gustarı́a encontrar aquellos poemas que esconden verdades
que solo podemos descubrir y entender si somos capaces de abrir nuestro
corazón y nuestra razón a todos esos mundos y voces que nos esperan, con
la luz del dı́a y la oscuridad de la noche.
Los cinco jóvenes, con la lucidez y la sabidurı́a que a veces solo el miedo
y la incertidumbre pueden brindar, se prometieron seguir explorando poesı́a
de otros autores y tiempos, en ese maravilloso pero a menudo incomprendido
lenguaje que los unı́a y, al mismo tiempo, los transportaba hacia lugares
desconocidos, donde sus versos y sus corazones no tendrı́an más remedio
que encontrarse y converger, como un rı́o que, al final, muere y renace en el
inmenso océano de la vida.
La tarde se habı́a teñido con las últimas luces del sol cuando Sofı́a regresó
del colegio. Desde la ventana de su habitación se podı́a contemplar cómo
el astro se despedı́a del mundo con aromas de fuego y melancolı́a, entre
las sombras que se extendı́an como mantos de llanto y un azul profundo y
exquisitamente doloroso que flotaba en las alturas.
Las palabras de Eduardo, uno de sus compañeros de colegio, todavı́a
resonaban en su garganta, como alfileres de hielo que se insertaban una y
otra vez en su carne y su alma, abriéndola y desgarrándola sin reparos ni
remordimientos. ”Cállate ya!”, le habı́a gritado en el escritorio, después
de que Sofı́a intentara explicarles los logros del taller de poesı́a social que
habı́an fundado con tanto esfuerzo y que habı́an logrado mantener contra
CHAPTER 11. EL PODER DE EXPRESIÓN Y COMPRENSIÓN A TRAVÉS 220
DE LA POESÍA
en esta amistad que nos ha dado tanto y que, más que nunca, necesitamos
preservar y sostener en el aire.”
Respiró hondo, como si estuviera a punto de sumergirse en un océano
de palabras y recuerdos que la llevarı́an lejos, muy lejos, y la transportarı́a
a otro tiempo y otro espacio, donde el silencio y la soledad no pudieran
alcanzarla, donde los sueños y los abrazos de sus amigos podrı́an tejer, sin
prisa ni temor, una red de ternura y cariño que envolviera y protegiera a
cada uno de ellos.
”Estrellas rotas de una noche interminable,/ somos polvo y verso,
lágrimas y música,/ hilos de fuego y melancolı́a que se unen/ en el tejido
de la vida, bajo la constelación/ de nuestros dı́as y nuestras noches./ Más,
mi corazón, mi alma, que se encuentren/ tus manos en mi pecho y tus ojos
sobre mi cara,/ no me dejes caer en esta oscuridad de nombres y colores/
que me abruma y me enmudece,/ del otro lado del espejo que se hunde en
mi garganta,/ donde la soledad se convierte en miedo puro y silencioso.”
Sintió cómo las lágrimas se arremolinaban detrás de sus pupilas y las
retuvo con el último aliento de sus versos, como quien aprieta a un ser
querido al borde del abismo: ”Solo quiero pedirte, amigo, hermano del
camino, que no me abandones en mi nado,/ que me ayudes a escalar, dı́a
tras dı́a, esta pirámide de cristal y esperanza, esta montaña de locura y
amor que solo puedo sortear si siento tu mano en mi hombro, tu voz en mi
oı́do, y la complicidad de tu risa en el aire que nos rodea.”
Todos guardaron silencio al terminar Mariana, un silencio lleno de
reverencia, de reconocimiento y comprensión, como el que se siente al
contemplar la obra de un gran maestro o al escuchar el susurro de la lluvia
en los tejados de una ciudad dormida. Lejos de las intrigas y las envidias
que estuvieron a punto de despedazarlos, en aquel momento compartieron
un profundo sentido de pertenencia e identificación con la poesı́a de su
compañera y amiga.
Valeria, Andrés, Sofı́a y Miguel se miraron, y sus manos se buscaron y
entrelazaron, como las raı́ces de un árbol que no puede sobrevivir sin sus
hermanos y sus frutos. A través de la palabra y la amistad, encontraron la
fuerza y la claridad para mantener vivos sus sueños, dejando atrás el pesar
y el resentimiento y siendo testigos de cómo la poesı́a unı́a sus corazones en
un abrazo eterno e inquebrantable, recordándoles a cada uno de ellos que,
en el fondo, todos somos estrellas rotas y mágicas, que juntas componen el
CHAPTER 11. EL PODER DE EXPRESIÓN Y COMPRENSIÓN A TRAVÉS 225
DE LA POESÍA
El crecimiento y la
resiliencia ante los desafı́os
de la vida.
226
CHAPTER 12. EL CRECIMIENTO Y LA RESILIENCIA ANTE LOS DESAFÍOS 227
DE LA VIDA.
poesı́a, el arte que nos cura y nos guı́a, es nuestro escudo y nuestra brújula
en la estepa y en la angustia. Juntas, como hermanas y amigas, como diosas
y titanes, cosecharemos las lluvias y los truenos, y sembraremos la resiliencia
y la ternura en cada rincón de nuestras almas y nuestras vidas.”
Los jóvenes amigos, abrazados en el fuego de sus palabras y la soledad de
una tarde esquivo, encontraron entonces en la penumbra y en los pliegues de
su amistad, la certeza y la seguridad de que, con la poesı́a y la hermandad
como faros imperturbables, podrı́an superar, uno a uno, los desafı́os, los
miedos y las incertidumbres que yacı́an como serpientes y sombras en el
camino hacia el crecimiento y la redención.
Miguel caminó sin rumbo por las calles de la ciudad, perdido en su propia
desconexión y desconcierto, con el corazón arrancado de su pecho y arrojado
a un abismo de sombras donde ni siquiera el canto de las hadas ni los
susurros de los sueños lo alcanzarı́an en el aterrador amanecer de un dı́a
sin luz y sin esperanza. Los rostros de desconocidos que pasaban a su
lado, ajenos a su desesperación y a sus lágrimas que ardı́an detrás de sus
ojos como estrellas a punto de extinguirse, parecı́an monstruos y fantasmas
en alguna pesadilla que no lograba despertar y librarse de su asfixiante e
incendiaria agonı́a.
Mientras a lo lejos, desde el ojo de cristal de la librerı́a donde se hallaban
Sofı́a y Mariana, Valeria y Andrés también estaban aturdidos, confundidos
y apesadumbrados, como niños atrapados en un huracán que les robaba las
únicas certezas y recuerdos donde creyeron que algún dı́a, algún momento,
podrı́an encontrar consuelo, refugio, y fortaleza para enfrentarse a un mundo
tan hermoso como devastador, tan mágico como mortı́fero.
Los cuatro amigos se encontraron de pronto al borde del mismo precipi-
cio, esperando que algún milagro, alguna intervención, o al menos, alguna
palabra, los salvará de la caı́da, del hundimiento inexorable, en las mareas
del pánico y la soledad que amenazaba arrastrarlos y devorarlos sin mis-
ericordia alguna. Ansiaban, más que ningún tesoro ni gloria, la compañı́a
y la solidaridad de esos hilos de sentimientos y pensamientos que habı́an
compartido en las tertulias poéticas, que habı́an tejido y entrelazado en sus
corazones como un nudo gordiano de ternura y amor, pero que, en aquel
CHAPTER 12. EL CRECIMIENTO Y LA RESILIENCIA ANTE LOS DESAFÍOS 229
DE LA VIDA.
razón.”
Valeria, conmovida y llorosa, sintió cómo el torrente de su fe y su
confianza la recorrı́a y la estremecı́a en el más recóndito e intangible de
sus fibras y sus pensamientos: sabı́a, en ese instante eterno, que podı́an,
debı́an, y se debı́an, enfrentar cualquier obstáculo, cualquier desafı́o, juntas,
como aquellas farolas que brillaban en la noche y en la desesperanza, como
aquellos poemas que habı́an tejido y cantado en secretas noches y dı́as de
lluvia y tempestad que, aunque fraguales y mortales, nunca habı́an logrado
quebrarlos ni dividirlos más allá de la sombra y del ápice del mismo viento.
Y, cuando sus manos se fundieron y sus corazones fueron uno solo,
Miguel y Valeria supieron que el poder de su amistad, de su vivencia y de
su resiliencia, les darı́a las alas y las voces para, a través de sus poemas y
de su confesión, unir a los otros tres amigos, a Sofı́a, Andrés y Mariana,
bajo el manto y el refugio de sus palabras, de sus dudas y certezas, y ası́,
todos juntos, como héroes y heroı́nas de un mito y un destino soñado y
descubierto, enfrentarı́an y vencerı́an, más allá de sus inseguridades y sus
pesadillas, todas las adversidades y todas las pruebas que les hubieran sido
encomendadas y que, hasta el más sublime y liberador de los versos, podrı́an
superar y escribir, mano a mano, corazón a corazón, en el último resplandor
de un atardecer en el Parque de los Poetas y alternativa la insondable y
tumultuosa ciudad.
Las sombras se deslizaban en torno a ellos como las alas de un ángel negro
desesperado, como las lenguas de ácido y de pena susurrantes que buscaron,
infructuosamente, devorar la luz que se albergaba en sus corazones de hierro,
de fuego y de nácar. Los preadolescentes se encontraban en el Parque de
los Poetas, cuyos árboles sus brazos extendı́an en señal de renuncia y de
invocación, bajo el pálido temblor de una luna menguante y violácea que
atisbaba los miedos y las esperanzas en cada espejo y en cada grieta de sus
pieles.
Valeria, la mirada perdida en la lejanı́a de los rascacielos erguidos como
eternas ascuas y testigos de la urbe, entonó un poema amargo y melancólico,
un cántico donde resonaban los escombros y los truenos de su pecho:
CHAPTER 12. EL CRECIMIENTO Y LA RESILIENCIA ANTE LOS DESAFÍOS 231
DE LA VIDA.
”Oh alondra sombrı́a, dónde escondes tu canto y tus deseos? Entre las
hojas de ametzalabagana, en las grietas del muro prohibido y silente, donde
duermen los colibrı́es abandonados, donde languidecen las rosas envenenadas,
oh alondra sombrı́a, alondra mı́a.”
Sofı́a se sintió, entonces, turbada y desconsolada ante la cascada de
imágenes y de suplicios que emanaban y brillaban en los versos de Valeria,
como un rı́o de lágrimas y de metáforas que se precipita desde lo alto de
una montaña de aceradas y transparentes penas. Quiso, instintivamente,
ofrecerle un abrazo, pero algo en su interior la retuvo, le susurró y le rogó que
esperara, que esperara el momento adecuado y propicio para la comprensión
y la ternura.
Miguel, por su parte, experimentó un escalofrı́o de temor y de angustia
por la entereza y los dolores que Valeria no querı́a, no podı́a, revelarles a
sus amigos, pero a la vez, se instigó y se arremangó (metafóricamente y
literalmente) para ofrecer su respuesta, su apoyo emocional, su voz y su
palabra de poeta y amigo:
”Yo soy el trueno y el maremoto, Valeria, en mi noche y en mi mañana,
colosos de sombra y de lágrimas, columnas de bruma y de sueños, pero
también soy tempestad y clamor, dejaré que los vientos arrastren mis penas
y asechanzas, dejaré que las estrellas apacigüen mis nubes y mi lamento.”
El silencio, otra vez, se hizo presente como un corcel oscuro e implacable,
guiando por un instante la mirada y el ánimo de todos en dirección a los
venideros batallas, las incógnitas que aún permanecı́an sin ser exploradas
y desveladas por cada uno de sus corazones. Andrés, que contemplaba a
Valeria y Miguel con expresión de duda y pena, acarició la guitarra que su
abuela le habı́a regalado hacı́a mucho tiempo y que nunca habı́a podido (o
querido) afinar más allá de los sueños, y recordó:
”No olvidemos el fuego, Mis amigos, el fuego que nos consume y nos
vitorea, que nos abrasa como un látigo, pero también nos acaricia como una
caricia, que nos aniquila y también nos redime, no olvidemos el fuego, hijo
y madre del viento, del horizonte, abrigo de la fragua y solaz de la llama.”
La colaboración en la creación del taller de poesı́a en la escuela habı́a
dado alas a sus espı́ritus, alianzas de papel que resistı́an el embate del tiempo
y el buzón de tinta en los sentidos. No obstante, todos eran conscientes, de
alguna forma inextricable y esquiva, que la vida en la ciudad acelerada, con
sus sombras y sus sinsabores, con sus amores y desamores, su vertiginosa
CHAPTER 12. EL CRECIMIENTO Y LA RESILIENCIA ANTE LOS DESAFÍOS 232
DE LA VIDA.
locura y su soledad que los devoraba a raudales, aún ponı́a a prueba sus
lazos de amistad, sus miedos e inseguridades obstaculizando, como enemigos
y espectros de luz y sombra, el curso del rı́o de ternura y comprensión que
fluı́a y vibraba en sus corazones y sus palabras.
En ese momento crucial, con la oscuridad y el vuelo de los pájaros de
la noche acariciándoles e invadiéndoles todas las esquinas del alma, todos
los jóvenes, Valeria, Sofı́a, Andrés, Miguel y Mariana, encontraron una
nueva conciencia y una nueva resolución: compartiendo, reconociéndose y
desafiando, en la única forma de poesı́a y hermandad, sus miedos y sus
tormentos, podrı́an, uno a uno, de la mano y del espı́ritu, vencerlos juntos y
seguir siendo una llama brillante en la oscuridad y la soledad de una ciudad
que -para ellos, para nosotros, para siempre- jamás volverı́a a ser igual.
sentimientos es testimonio de ese viaje, de esa lucha, de ese anhelo que nos
mantiene vivos y despiertos en las noches más oscuras y sombrı́as del alma.”
Andrés, aún angustiado y desorientado por las palabras y gestos con que
habı́a herido a Valeria y a Miguel en aquel enfrentamiento en la cafeterı́a, no
pudo más que suspirar y recordar el poema que habı́a leı́do aquella mañana
en una vieja antologı́a de poesı́a encontrada bajo una pila de libros en la
biblioteca:
”El poeta es un ave fénix que, naciendo Desde el fondo de su propia
destrucción, Se convierte en un héroe, un ángel, un demonio, Para cruzar
a nado el rı́o caudaloso de sus sueños, Y volver a nacer, incesante, voraz,
Desde el lodo y el polvo de sus éxitos y desastres.”
Miguel levantó la cabeza, como si el viento y la luna lo desafiaran a
declarar, a confesar, las verdades y los enigmas que lo torturaban desde
hacı́a semanas, desde que Valeria habı́a rechazado su mano y su amor en la
suave bruma de un atardecer en el Parque de los Poetas:
”Amigos, Andrés, Sofı́a, Valeria, Mariana, mis cómplices y compañeros
de letras y de fatiga, reconozco y acepto vuestra sabidurı́a, vuestras palabras
de consuelo y aliento. Pero no puedo evitar sentir en el fondo de mi corazón
que, en algún momento, en algún recodo de mi vida y de mi aprendizaje,
he traicionado y ridiculizado la esencia, el sueño, de nuestra amistad y
de nuestra poesı́a, y no sé si podré volver a confiar en mı́ mismo para no
fallaros.”
Valeria, palpando y sopesando la sinceridad y el temor de Miguel, sin
atreverse a tocarlo ni a estrecharlo entre sus brazos por la culpa y el desamor
que todavı́a la aguijoneaban y la asfixiaban, recitó, invocando en su pecho
un fervor y una fe inéditos:
”Invictus, Miguel, mı́rate y mira a tus pies, tus manos, a las nubes que
te acarician y que desafı́an la desesperación y la agonı́a de tus pensamientos,
y recuerda, nunca olvides, que en cada verso y cada abrazo tuyo, en cada
soledad y cada error, está la semilla y el sendero por donde juntos, uno a
uno, saldremos de la oscuridad y de las paradojas que nos acechan.”
Los cinco amigos, como desde el comienzo de su amistad y su epopeya
de poetas y soñadores en la ciudad acelerada, sintieron en aquel instante
las alas del corazón, los rı́os y arroyos del aprendizaje, renovarse y fluir,
inagotables y eternos, por cada una de sus palabras y memorias, por cada
uno de sus misterios e inseguridades que, a partir de entonces, nunca dejarı́an
CHAPTER 12. EL CRECIMIENTO Y LA RESILIENCIA ANTE LOS DESAFÍOS 234
DE LA VIDA.
Las notas de una triste y melancólica melodı́a poco a poco se deslizaron por
las calles de la ciudad, llegando hasta los oı́dos de Valeria, que se detuvo para
escuchar mejor. La música parecı́a venir de una callejuela cercana, apenas
visible entre la maraña de los altos edificios. Siguiendo el hilo invisible de
las notas, Valeria entró en la callejuela y vio a un anciano sentado al pie de
un muro. El hombre sostenı́a con esmero una gastada armónica con la que
tocaba la hermosa melodı́a que flotaba en el aire.
Valeria se dejó arrastrar por la emotividad de la música y se sentó junto
al anciano, que parecı́a estar ausente del mundo, completamente entregado
a su instrumento. A los pocos minutos, Andrés y Mariana, atraı́dos también
por la música, se encontraron con Valeria en la estrecha calle.
-Sin duda, hay algo en esta melodı́a que llega al corazón, no os parece?
-comentó Andrés, mientras Sofı́a y Miguel también se unı́an al grupo.
-Es como si cada nota resonara con nuestras almas. . . -respondió Mari-
ana, y un silencio repleto de pensamientos y emociones compartidas se tiñó
en el aire a medida que la música continuaba tejiendo su tela sobre ellos.
Cuando la última nota se extinguió, el anciano miró a los jóvenes frente
a él y, con voz temblorosa, comenzó a hablar, como si estuviera desnudando
su alma en cada palabra.
-Hace años que vengo tocando esta melodı́a. Llegó a mı́ en un sueño, en
uno de los momentos más oscuros de mi vida, cuando habı́a perdido toda
esperanza. Desde entonces, la he compartido con aquellos que, como yo,
necesitan una chispa de esperanza, un atisbo de solidaridad.
Los jóvenes escuchaban, inmóviles, sin pronunciar palabra. El anciano
continuó:
-Quisiera dejaros una tarea. Llevad esta melodı́a con vosotros y compar-
tidla con aquellos que lo necesiten. Que su poder os muestre la importancia
de la empatı́a y la solidaridad, porque en un mundo lleno de indiferencia,
la verdadera magia está en la capacidad de conectar con los demás, en la
compasión y la comprensión. Aceptaréis mi desafı́o?
Los cinco amigos asintieron al unı́sono.
-Lo aceptamos, -respondió Andrés- y prometemos honrar su significado.
Aquella noche, en el Parque de los Poetas, los cinco amigos se encontraron
una vez más, cada uno con sus lápices y cuadernos, listos para escribir versos
CHAPTER 12. EL CRECIMIENTO Y LA RESILIENCIA ANTE LOS DESAFÍOS 239
DE LA VIDA.
inspirados por las notas que parecı́an latir en sus corazones. Entre versos y
palabras compartidas, los olvides y los recuerdos que vibraban en el aire de
la ciudad, una inmanencia de solidaridad y abrazo les unı́a a todos, a cada
uno de ellos, en ese rito de la música y el silencio, en ese rincón secreto y
fugaz de sus almas hermanadas por las cicatrices y la ternura, la huella y el
espı́ritu del viejo músico calvero.
Mariana, como nunca antes, desgarró los versos que brotaron de su
pluma como gritos de esperanza y fuego, gritos de renacimiento y redención
que se mezclaban con los aires de aquella melodı́a:
”En tus notas, anciano sabio, que atraviesan cada vena y cada suspiro,
encuentro el refugio y el sueño, la llama y el abecedario, de aquellos seres
olvidados, que aman, lloran y despiertan, en el último latido de la noche.”
Uno a uno, Valeria, Andrés, Sofı́a y Miguel siguieron a Mariana en su
inquebrantable marcha por los abismos y los cielos de la poesı́a, adentrándose
en la melancólica melodı́a y bebiendo su elixir de amor y esperanza en cada
palabra cantada, en cada vocal y consonante tejida con los hilos de oro y
plata del ensueño y la invocación.
Al finalizar la velada, convencidos más que nunca del poder de la empatı́a
y la solidaridad, juraron que compartirı́an aquel mensaje y aquella música
encantada con todos aquellos que aspiraban a descubrir la fuerza y la
sabidurı́a de sus corazones, de sus dolores y tempestades desvelados bajo la
luz de la luna, en el parque de los poetas y la memoria, en ese rı́o vivo y
eterno de palabras y notas que les conducı́a a la plenitud y al encuentro, a
los abismos y al horizonte.
Las noches en el taller de poesı́a social eran cálidas como los esquivos rayos
del sol otoñal que se colaban por las ventanas de la escuela, en el aula
improvisada regada por pizarrones y bancos de madera añeja, un espacio
destinado a ser capitaneado por los jóvenes advenedizos de la palabra poética
y el atrevimiento del pensamiento.
Andrés, asumiendo las riendas de la decadencia y el renacimiento inmi-
nente, erigı́a su crisol, su premisa moral y ética, el llamado de su corazón
y su razón para continuar sus luchas y dilemas en el arduo sendero de
CHAPTER 12. EL CRECIMIENTO Y LA RESILIENCIA ANTE LOS DESAFÍOS 240
DE LA VIDA.