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Neoliberalismo, la “fosa” de
México
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La actual política económica –que data de la década de 1980– está entre los
factores que académicos, políticos y ciudadanos señalan como detonantes
de las crisis que enfrenta el país.
Y ahonda: el poder adquisitivo de los salarios cayó 71.5 por ciento y los
salarios manufactureros perdieron el 38.5 por ciento de su poder de compra.
Además, “hoy los salarios mínimos están por debajo de la línea de la
pobreza alimentaria. Es decir que si un trabajador dedicara el ciento por
ciento de su ingreso exclusivamente para comprar comida –suponiendo que
no gaste en transporte ni en vivienda, ni en ropa ni en nada más– aun así no
le alcanzaría para tener una alimentación sana, equilibrada”.
“Se hizo una reforma fiscal para bajar las tasas, incluso de la renta, para
particulares de altos ingresos y empresas; se amplió la base de
contribuyentes, afectando a los de abajo. En el manejo macroeconómico se
priorizó, por una parte, la estabilidad de precios, y cumplir metas de balance
fiscal, pero desatendiendo el crecimiento económico”, explica Calva Téllez.
El vuelco fatal
En las 3 décadas neoliberales, el PIB por persona ha crecido a una tasa del
0.6 por ciento anual, es decir un crecimiento acumulado de 21 por ciento.
“Eso sin contar los millones de mexicanos que emigraron en busca de
empleos que no encuentran en nuestro país. Entonces, contando a los
emigrados, el crecimiento de PIB por habitante es escasamente de 0.3 por
ciento anual y acumulado de 10 por ciento en 32 años”, acota el autor
de México más allá del neoliberalismo. Opciones dentro del cambio global.
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“En aquellos tiempos la idea básica era que los mexicanos sí podíamos
tener industria. El Instituto Mexicano del Petróleo llegó a ser exportador de
tecnología petrolera. Hoy la ideología es: ‘no podemos; que vengan las
compañías extranjeras’”.
En 1982, el PIB por habitante en México era mayor, por ejemplo, que el de
Corea del Sur, así como los salarios: mientras que los del país asiático
rondaban los 3 mil 925 dólares al año, el promedio mexicano era de 7 mil
762 dólares.
Otro ejemplo del rezago frente a otras naciones es China. “En el pasado los
salarios en China eran menores que los de México. Hoy es al revés”,
subraya Calva Téllez. “En 2011, el salario medio mensual en China fue de
523 dólares; en México fue de 467 dólares”.
De acuerdo con los datos del propio Fondo Monetario Internacional, en 1982
México era una economía más grande que China. “Medida en dólares
corrientes, corregidos a paridad de poder adquisitivo, la economía mexicana
era de 488 mil 140 millones de dólares, mientras que la china era de 390 mil
660 millones de dólares. China era la décima economía del mundo y México
la novena, antes de esta estrategia neoliberal.
“México era un país que tenía un crecimiento de su PIB por habitante que
más que duplicaba el de los países desarrollados. Convergía a tener un
ingreso per cápita de los más altos del mundo”, recuerda el académico del
Instituto de Investigaciones Económicas. “Si no se hubiera abandonado esa
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“El pueblo que trabaja incesantemente es, sin embargo, pobre y desvalido.
[…] Y esto consiste en que el fruto del trabajo es usurpado por los que a
fuerza de usurpaciones se llaman después nobleza o aristocracia”, escribió
Francisco Zarco.
Zarco describió el México decimonónico, pero bien pudo ser el México del
siglo XXI. Ambos momentos históricos están marcados por políticas liberales
en favor de una minoría.
“No sólo las desigualdades son el caldo de cultivo del crimen organizado,
sino que además éste se retroalimenta continuamente de las desigualdades,
buscando mano de obra, nuevos integrantes o víctimas”, apunta la maestra
Alicia Pisabarro Cuervo, especialista en criminología. Y agrega:
“Cada vez hay más pobres, lo que lleva a estos ciudadanos a ver el crimen
organizado como una salida de la pobreza, dado que el Estado no les
proporciona otras soluciones. Sigue siendo un Estado débil y con niveles
muy altos de corrupción. La criminalidad es la vía más rápida y eficiente para
salir de la pobreza y tener un medio de vida.”
Para el doctor Guillermo Garduño, otro hecho social derivado del modelo es
el “creciente radicalismo de ciertos sectores, particularmente en los
ilustrados”. Lo cual puede comprobarse “de manera muy fehaciente, sobre
todo en el ámbito educativo, donde las presiones y las protestas
antisistémicas son cada vez mayores, pues los viejos sistemas de controles
ya no tienen valor porque ya no hay nada que esté planteando la posibilidad
de mejoramiento en un futuro relativamente próximo”.
Además se dio “una reforma fiscal con real poder contributivo, no sobre los
pobres, sin IVA en alimentos ni medicinas. Así se aumentó en 10 puntos
porcentuales el PIB por contribución real: todo un entorno de una política
social para atender los temas de bienestar”.
“¿Cuál es la moraleja? La moraleja es que sí hay de otra en este mundo global. Que
la narrativa neoliberal en el sentido de que no había otra más que aplicar las políticas
del Consenso de Washington y pagar la deuda a costa del hambre y sufrimiento de
los mexicanos no era la única de las opciones.