Analisis Gallinazos Sin Plumas
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- "Después de una rigurosa selección regresan la basura al cubo y se lanzan sobre el próximo".
No conviene demorarse mucho porque el enemigo siempre está al acecho. A veces son
sorprendidos por las sirvientes y tienen que huir dejando regado su botín" Tiempo pasado:
- "Ellos huían hacia el emparrado con las orejas ardiendo de los pescozones, mientras el viejo se
arrastraba hacia el chiquero"
- "Al comenzar el tiempo de invierno estaba convertido en una especie de monstruo insaciable.
Todo le parecía poco y don Santos se vengaba en sus nietos del hambre del animal"
E.- EL TEMA
a.- El tema central:
El cuento se desarrolla alrededor del tema central: el maltrato y la explotación infantiles. A lo
largo de la obra literaria se puede percibir el conflicto de violencia que viven los dos niños Enrique
y Efraín con el abusivo abuelo don Santos b.- Temas secundarios:
Los temas secundarios de la obra son:
- El abandono infantil
- La injusticia social
- La violencia contra los niños.
F.- EL ARGUMENTO
En el cuento "Los gallinazos sin plumas", el escritor Julio Ramón Ribeyro cuenta la historia
triste de los niños huérfanos, Efraín y Enrique, que son vilmente explotados por ambicioso y cruel
abuelo don Santos. El hombre de setenta años y con pie de palo explota a sus nietos pequeños
para que consigan en latas o cubos alimentos podridos en el muladar para su engreído puerco
Pascual. La ambición del abuelo es engordar al cerdo para venderlo a un buen precio. Un día,
Efraín pisó un vidrio, cortándose la planta del pie y después tuvo fiebre. Entonces, Enrique trabajó
solo en el muladar llenando los cubos de desperdicios alimenticios y cuando regresó al corralón,
encontró un perro chusco y medio sarnoso y lo llevó para hermano Efraín. Un día llegó el invierno
y Enrique se enfermó. El abuelo se preocupó mucho porque sus nietos se habían enfermado y no
había nadie que trajera alimentos para el marrano. El abuelo se fue a la calle más de una vez
para conseguir alimentos para su engreído Pascual; pero fracasando. Al cabo de unos días, el
abuelo desesperado por los tremendos gritos que metía el Pascual de hambre, levantó a golpes a
sus nietos para que fueran al muladar a recoger desperdicios alimenticios. Como Efraín no podía
levantarse, Enrique salió solo a la calle con dirección al muladar llevando los cubos. Al regresar al
corralón con los cubos repletos de alimentos podridos, buscó a su perro y se dio con la ingrata
sorpresa de que el Pascual devoraba a Pedro. Entonces, Enrique discutió con su abuelo; éste
resbaló de espaldas y cayó al chiquero. Los hermanitos huyeron del corralón.
G.- EL RESUMEN
Don Santos se levanta temprano y llama a Efraín y Enrique para que traigan la comida para el
cerdo hambriento del Pascual. Los niños se despiertan y salen corriendo a la acequia del
corralón. Después de lavarse la cara, agarra cada uno su lata vacía y salen a la calle. En el
camino se detienen, subiéndose a los árboles para arrancar y comer moras o recogiendo piedras.
Cuando terminan de jugar, se dirigen con sus cubos vacíos a una larga calle miraflorina donde
hay casas elegantes. Los dos muchachos, después de un breve descanso, comienzan su faena.
Cada niño elige una acera de la larga calle, donde los cubos de basura se encuentran alienados
delante de las puertas. Efraín y Enrique voltean los cubos de basura y empiezan a realizar una
exploración minuciosa, encontrando una serie de cosas como algodones usados, latas de
sardinas, pericotes muertos, pedazos de pan. A ellos les interesa solamente los alimentos
descompuestos. Las latas vacías se van llenando de tomates podridos, pedazos de sebo y
verduras en descomposición. Después de una rigurosa selección, los niños regresan la basura al
cubo y de inmediato se lanzan sobre el siguiente cubo. Al finalizar la faena diaria, Efraín y Enrique
regresan al corralón llevando los alimentos para Pascual. Cuando la provisión de alimentos era
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buena, el abuelo se alegraba; pero cuando la ración alimenticia para el hambriento porcino era
pobre, el perverso anciano insultaba y maltrataba a sus nietos.
El chancho Pascual, al empezar el invierno, se transformaba en una especie de monstruo
insaciable. El perverso abuelo estaba muy preocupado por su animal hambriento. Entonces, le
hacía levantar más temprano a sus pequeños nietos para que fueran al muladar que se hallaba al
borde del mar. "Allí encontrarán más cosas. Será más fácil además porque todo está junto", les
decía. Un día domingo, Efraín y Enrique después de realizar una complicada faena, regresaron a
la casa de don Santos con los cubos llenos de alimentos podridos. El abuelo lleno de contentura
alabó el gran trabajo que hicieron sus nietos y les dijo "Habrá que repetir esto dos o tres veces
por semana". Un día, Efraín cuando caminaba en el muladar regresando a casa, pisó un vidrio
haciéndose una pequeña herida en la planta del pie. Al siguiente día, el niño Efraín tenía el pie
inflamado; pero así continuó con su faena diaria. Al regresar al corralón con su hermano Enrique
ya no podía andar. El abuelo no se dio cuenta de que su nieto tenía el pie hinchado porque
estaba negociando la venta del cerdo con un hombre gordo. Dentro de veinte o treinta días
regresaría el hombre para comprar al marrano, pero éste debería estar bien gordo. Este
compromiso comercial le puso nervioso e irritable al viejo ambicioso. Entonces, dijo a sus nietos
que tenían que trabajar mucho para aumentar la ración alimenticia de Pascual. A la mañana
siguiente, Efraín no pudo levantarse porque tenía el pie infectado; pero el abuelo después de
examinarlo le dijo fríamente que se lave el pie en la acequia y que se envuelva con trapo. Don
Santos se quejó de que era un pobre viejo inválido con setenta años y que todavía trabajaba.
Entonces, Efraín salió con su lata vacía apoyado en el hombro de Enrique. Media hora después
regresaron con las latas casi vacías. Enrique le dijo muy preocupado a su abuelo que su hermano
no podía andar porque se encontraba medio cojo. El viejo completamente fuera de sí, lo llevó a su
cuarto y le dijo "¡Los enfermos a la cama! ¡A podrirse en el colchón!". Enrique tuvo que la hacer la
faena diaria de su hermanito y salió a la calle dos latas vacías. Cerca del mediodía regresó con
las dos latas llenas de alimentos descompuestos para Pascual y también trajo del muladar un
perro escuálido y casi sarnoso que le puso el nombre de Pedro. Don Santos al ver el animal en su
casa quiso botarlo a la calle; Enrique le amenazó diciéndole que si él se va yo también me voy. El
abuelo se detuvo y Enrique aprovechó para decirle que el perro no come casi nada y además me
ayudará mucho para conseguir más alimentos para el chancho porque tiene un buen olfato para
la basura y conoce muy bien el muladar. Don Santos después de reflexionar aceptó que el perro
vagabundo se quedara en casa porque le convenía. Enrique, cuando entró a su cuarto, encontró
a su hermano lleno de sudor y que se revolcaba de dolor en el viejo colchón. Le regaló el perro a
su hermano Efraín para que lo acompañara.
como loco, diciendo "!Arriba, arriba, arriba! !A levantarse ociosos!". Luego, fuera de sí empezó a
golpear con fuerza a sus nietos. Efraín se asustó y lloró de dolor. Enrique se levantó de inmediato
del colchón y le dijo que iría solo al muladar para traer la comida para el Pascual. Enrique cogió
los cubos y salió corriendo a la calle. Cuando abrió la puerta del corralón, el perro Pedro quiso ir
con él, pero le dijo a su engreído "Tú quédate aquí cuidando a Efraín". Y de inmediato se dirigió al
muladar. Después de realizar una ardua faena, regresó al corralón con los cubos llenos de
alimentos descompuestos. Al ingresar al corralón sintió un raro aire opresor, que lo obligó a
detenerse. Lo sorprendente era que esta vez había en el corralón una inexplicable paz cargada
de malos presagios, como si toda la violencia estuviera en equilibrio, a punto de derrumbarse.
Enrique vio a su abuelo muy extraño y que estaba parado al borde del chiquero, mirando el
fondo. Se le acercó con las latas llenas de alimentos y le dijo "!Aquí están los cubos!" Como el
abuelo le dio la espalda y se quedó callado. Entonces, Enrique presintiendo lo peor, soltó los
cubos y de inmediato se dirigió a su cuarto. Al ingresar a la habitación encontró a Efraín llorando
a moco tendido por su perro. Le contó a su hermano Enrique que el perro le había mordido al
abuelo y después oyó que Pedro estuvo aullando. Después escuchar a su hermano salió a
buscarlo y como no lo encontró, se acercó a su abuelo y le preguntó "¿Dónde está Pedro?". Don
Santos se quedó callado. Entonces, su nieto puso la mirada en el chiquero y vio que Pascual
devoraba algo en medio del lodo. Aún quedaba las piernas y el rabo de Pedro. Al ver este
horrible cuadro trágico lanzó un poderoso "no" y se tapó los ojos, llorando. Enrique le reprochó al
abuelo su actitud criminal diciéndole "Por qué has hecho eso? ¿Por qué?" Él se quedó callado y
asumiendo una postura nerviosa le dio un golpe a su nieto haciéndole caer en el suelo. El niño
cogió la vara y con fuerza le golpeó el pómulo. El abuelo, cogiéndose la cara, retrocedió un paso,
su pierna de palo tocó tierra húmeda, resbaló y cayó de espaldas al chiquero, lanzando un
horrible grito de muerte. De inmediato, Enrique fue en busca de su hermanito Efraín para huir de
ese infierno en que vivía. Ambos salieron corriendo del corralón y desde el chiquero llegaba el
rumor de una batalla.
"Los gallinazos sin plumas" es uno de sus mejores cuentos de Julio Ramón Ribeyro. El escritor toca una
temática netamente social con mucha mesura sin caer en el facilismo. El aspecto social de la obra
literaria lo
maneja con gran maestría ya que logra denunciar la explotación que hace el abuelo don Santos contra
sus indefensos nietos, Efraín y Enrique. Don Santos representa la sociedad de consumo del capitalismo,
sistema que explota a los pobres. Los hermanos Efraín y Enrique simbolizan a todos los pobres
explotados del mundo. Un apunte importante: Ribeyro maneja magistralmente los recursos literarios en la
obra sin caer en el uso exagerado, así como también tiene un gran dominio del lenguaje. En síntesis: El
contenido y la forma van a constituir una unidad en el cuento "Los gallinazos sin plumas".
VALORES DE LA OBRA
a.- Valor literario: El escritor Ribeyro escribe el cuento "Los gallinazos sin plumas" con un alto valor
literario, ya que en él se puede encontrar el buen manejo del tiempo, de las figuras literarias y de las
técnicas narrativas contemporáneas y así como también tiene un gran contenido humano. La forma y el
fondo se unen para constituir una unidad indisoluble y dar nacimiento una bella obra literaria. b.- Valor
social:
El cuento denuncia la injusticia social y la explotación infantil que se da en los lugares pobres que
están dentro de una ciudad opulenta de Miraflores de los años cincuenta. El escritor con valentía y con
gran humanismo no oculta su cólera e indignación porque no quiere ser cómplice de los abusos
desmedidos contra los indefensos niños. La obra tiene un gran valor social porque escribe con su pluma
firme las acciones injustas que se dan en la obra.
c.- Valor lingüístico: Ribeyro introduce giros populares en la obra para darle mayor fuerza al
cuento que está ambientado en lugares donde campea la miseria y la explotación. El lenguaje que utiliza
el escritor está relacionado con el submundo donde viven injustamente los hermanos Efraín y Enrique. El
escritor no abusa de los giros populares, si no los combina magistralmente con las palabras que están
cargadas de metáforas, de imágenes y de figuras literarias. Ribeyro tiene un buen manejo del lenguaje.
VI.- MENSAJE DE LA OBRA
El mensaje del cuento "Los gallinazos sin plumas" que nos da Ribeyro es que la explotación contra
los pobres debe terminar para que haya paz en la humanidad. Ribeyro es crudo al narrarnos una triste
realidad de dos niños que sufren la explotación sin misericordia por parte de su diabólico abuelo don
Santos. En este cuento, e escritor nos lleva a una profunda reflexión muy humana en contra el abuso y la
violencia.
VOCABULARIO:
absurda: opuesta a la razón acantilado: se dice del fondo del
mar cuando forman escalones.
acecho: observando y mirando a escondidas y con cuidado aguzó:
estimuló. incitó alba: primera luz del día arrear: incitar al
movimiento aullando: bramando, gritando baja policía: servicio de
limpieza de calles y recolección de basura. barranco: orilla de un
precipicio, despeñadero. beatas: mojigatas, santurronas berrear:
chillar
brizna: filamento o hebra especialmente de plantas o frutos
bufandas: prendas para abrigar el cuello carroña: carne
descompuesta cena: comida que se toma en la noche
chiquero: pocilga conjuraba: conspiraba consigna:
orden, contraseña convalecencia: mejoría, recuperación
corralón: casa rústica en un terreno grande y urbano.
cubos: baldes desfiladero: paso estrecho
entre montañas.
divisó: vio, miró
emparrado: cubierta de parras
escuálido: flaco, delgado
estrépito: estruendo, ruido
éxtasis: arrobamiento, embeleso
fango: lodo
fauna: conjunto de especies de animales que habitan en determinados ambientes
garúa: llovizna granujas: pícaro, bribón gruñir: refunfuñar
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