Vazquez 2011 Captulo Diagnstico
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Nuria Martín-Romero
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TR/DSM-V y la CIE-10
Carmelo Vázquez1
Álvaro Sánchez2
Núria Romero2
1
Catedrático de Psicopatología
2
Becario de investigación FPU (UCM)
Correspondencia:
Carmelo Vázquez
Facultad de Psicología
Universidad Complutense
Campus de Somosaguas, 28223-Madrid
Tfno.: (34) 91-3943090
E-mail: cvazquez@psi.ucm.es
Diagnóstico y Clasificación 1
1. LA CLASIFICACIÓN EN PSICOPATOLOGÍA
clasificación es una vía inexcusable para poder construir una ciencia y una práctica sólidas.
Pero, sea eficaz o no, un innegable punto de partida es que la tarea de clasificar es propia
interés sobre las clasificaciones psicopatológicas por una serie de razones que intentaremos
que se han venido desarrollando por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS)
partida es que, aun siendo una tarea legítima como empresa científica, los sistemas
controversia entre defensores (Phillips, First y Pincus, 2005) y críticos (Bentall, 2006;
1
Diagnóstico y Clasificación 2
Un sistema de clasificación permite explicitar o hacer públicos una serie de criterios con
los que poder identificar individuos homogéneos respecto a tales criterios (Vázquez,
son usados de un modo más o menos consensuado para dar nombre a individuos que
guardan relaciones de similitud entre ellos pero sobre los que, a diferencia de lo que sucede
en Medicina, no hay una prueba irrefutable diagnóstica que avale o valide el diagnóstico
de identificar anomalías o enfermedades con una base fisiopatológica específica, pero éste
no es el caso. Algunos de los principales impulsores de los sistemas DSM han venido a
reconocer que se han hecho pocos avances en psiquiatría para sustentar las bases
biológicas de los cuadros diagnósticos que aparecen los actuales sistemas (Spitzer y First,
2005).
2
Diagnóstico y Clasificación 3
Otro argumento para criticar una posición de realismo ingenuo frente al diagnóstico es que
los cambios diagnósticos a lo largo de la historia ponen de manifiesto que las categorías
psiquiátricas son provisionales y cambiantes. De una edición a otra del DSM o del CIE se
Sin embargo, los endebles fundamentos de los sistemas diagnósticos no los hacen
utilizan cada vez más (incluso por la gente común), y su uso tiene enormes repercusiones
económicas y sociales. Una de las consecuencias negativas más importantes puede ser el
estigma social y el autoestigma sobre el individuo que las recibe (Corrigan, 2005), lo cual
ha supuesto, desde hace muchas décadas, una importante fuente de crítica de los sistemas
¿Para qué sirve clasificar? Una especie de anarquismo clasificatorio negaría cualquier
consensuado, tendríamos tantos sistemas como agentes clasificadores. En ese sentido, los
necesario y útil para algunos propósitos, pero que seguramente hay que contemplar con
cierto escepticismo.
3
Diagnóstico y Clasificación 4
disponible del paciente de un modo conciso. Afirmar que “M. tiene un trastorno
bipolar”, por ejemplo, nos sirve como un esquema que guía la observación y filtra la
información que recibimos. No obstante, como veremos más adelante, esta ventaja
el código numérico que está asociado a ella) nos permite saber muy poco sobre sus
diferentes profesionales.
debería servir para poder predecir el curso probable del trastorno y orientar así hacia
4
Diagnóstico y Clasificación 5
muy elevada.
las etiquetas usadas pueden comprometer seriamente dicho desarrollo. Por ejemplo,
viciados desde el propio punto de partida ya que los diferentes criterios que pueden
manual es un buen ejemplo de ello), pero a la vez, las propias etiquetas son imprecisas,
poco fiables, y pueden a veces desorientar, más que iluminar, a los investigadores y
3. PRINCIPIOS DE CLASIFICACIÓN
Las clasificaciones de los problemas mentales obviamente no son nuevas. Desde la Grecia
hay un hilo de continuidad que comparte un modo de pensar común. ¿Cómo se decide si
categoría o con un prototipo ideal de la misma. Pero esta práctica, que nos resulta muy
perspectiva científica (Hyman, 2007). Dicho parecido se basa en síntomas y en signos pero
aun siendo menos visibles seguramente serían más centrales y definitorios de los
5
Diagnóstico y Clasificación 6
diferentes trastornos psicológicos (Charney et al., 2002), como señalan propuestas más
Un modelo categorial, como el del DSM o la CIE, supone una clasificación cualitativa de
clasificatorio.
modelo de comprender la realidad que probablemente no resulta del todo eficaz para
Pero las cosas no son tan sencillas. En los sistemas actuales, aparecen categorías como, por
muchos partidarios de esta visión platónica (sobre todo en el ámbito psiquiátrico), existen
tasas de comorbilidad muy elevadas entre estos tipos de trastornos y, aunque idealmente
los miembros asignados a una categoría deberían quedar relativamente separados de los
miembros de otras, los datos revelan que, con este modo de clasificar, existe una
comorbilidad difícil de explicar. Por ejemplo, con el uso de los sistemas actuales, un 59%
6
Diagnóstico y Clasificación 7
multidiagnóstico? Para algunos, esto puede ser debido a que muchos trastornos comparten
etiologías comunes (Andrews et al., 2002; Krueger, 1999) pero igualmente puede ser
diagnósticos actuales (p. ej.: criterios poco claros, criterios que permiten solapamientos,
(APA, 1994), que con frecuencia son ignoradas por estudiantes y profesionales,
“En el DSM-IV no se asume que cada categoría de los trastornos mentales sea una entidad
completamente discreta con límites absolutos que la separen de otros trastornos mentales o
propios defensores del mismo dudan de que éstas sean entidades de límites definibles.
Debemos tener en cuenta que el modo de pensar categorial es más propio de la Medicina
es cuantitativa y utiliza un criterio continuo acerca del grado en el que se representa una
determinada característica en nuestro objeto de clasificación (p. ej.: gravedad del estado de
7
Diagnóstico y Clasificación 8
arterial, para cuyo diagnóstico se utiliza un punto de corte arbitrario determinado por la
consensuadas durante décadas. Así, por ejemplo, es altamente probable que algunos
estén más cerca del grupo de las depresiones que del grupo de los problemas de
Según esto, ¿qué sistema reflejaría mejor la realidad? El uso de un sistema categorial tiene
estandarizados. Pero tales modelos ignoran mucha información relevante. Como indica
puede hacer que los profesionales y estudiantes nos limitemos a memorizar listas de
8
Diagnóstico y Clasificación 9
diversos atributos clínicos a la vez, con una menor pérdida de información y favoreciendo
probable que en los nuevos sistemas DSM-V y CIE-11 -que se esperan para 2013- se
Psicopatología humana no está aún cerrado, y cómo los sistemas categoriales actuales son
endebles científicamente aunque difíciles de reemplazar por las muchas inercias existentes
Sea cual sea el tipo de clasificación utilizada, el criterio de utilidad básico es que debería
características necesarias para ese objetivo se han cuidado de la misma forma y las
un trastorno psicológico.
9
Diagnóstico y Clasificación 10
interjueces, es decir, “el grado de acuerdo” que dos o más observadores logran en la
proceden las fuentes de error en el proceso diagnóstico (esto es, las diferencias entre dos
dirigidos por Aaron Beck, pusieron ya de manifiesto que la mayor fuente de la falta de
fiabilidad diagnóstica (hasta un 80 por ciento del mismo) proviene del empleo de
insuficiente por sí solo, a falta de contar con una adecuada validez diagnóstica. La
fiabilidad resulta una condición previa necesaria para tener una adecuada validez, pero no
individuos homogéneos dentro de una misma categoría, así como, en último término, la
utilidad de esa categoría para explicar asuntos de tanta importancia como el curso del
asignatura pendiente que aún pende como una sombra en los sistemas diagnósticos
actuales. La mejora sustancial que han supuesto los modernos DSM y CIE respecto a la
10
Diagnóstico y Clasificación 11
validez de las categorías (Kendell y Jablensky, 2003), lo que en realidad es finalmente más
importante.
historia (Vázquez, 1990a), éstas se basaban más bien en meras impresiones clínicas o en
modelos causales no probados, sin preocuparse por establecer categorías válidas y fiables
diagnóstico que conoció la Psiquiatría alemana de finales del siglo XIX, con Emil
Kraepelin (Kraepelin, 1996). Para Kraepelin, a diferencia de la mayor parte de sus colegas
científicamente y, por lo tanto, era una mejor opción hacer un sistema diagnóstico que no
estableció, por ejemplo, la diferencia entre lo que denominó “demencia precoz” y las
11
Diagnóstico y Clasificación 12
Sin embargo, a pesar del enorme trabajo efectuado por Kraepelin y otros de sus coetáneos,
éste y otros sistemas clasificatorios fueron cayendo en desuso en la práctica clínica de gran
parte del siglo XX, hasta nuevamente ser retomada su filosofía diagnóstica con la
publicación del manual DSM-III (APA, 1980), verdadero punto de inicio para los sistemas
First, 2005).
han procedido, desde los años 50 del Siglo XX, de dos entidades diferentes: La Asociación
centrados en los trastornos mentales, mientras que la OMS ha venido introduciendo, desde
su sexta edición en 1948, un capítulo dedicado a los Trastornos Mentales en las sucesivas
las enfermedades y condiciones incluidas en ella y este mismo código es el que se usa en el
sistema DSM. Mientras que el DSM es el sistema preferido por los investigadores, la CIE
es el más usado para estadísticas oficiales hospitalarias y de salud mental de los países
(Mezzich, 2003).
en paralelo con las nuevas versiones de la CIE que iban sucediéndose desde entonces cada,
12
Diagnóstico y Clasificación 13
aproximadamente, diez años. Sin embargo, como veremos, tales propósitos fueron
aunque cercano al de la OMS (Vázquez, 1990b). Con sus 106 categorías diagnósticas, el
DSM-I resultó ser un sistema bastante impreciso y equívoco, siendo un claro reflejo del
(Andreasen, 2007).
edición de la CIE, se intentó mejorar cosméticamente algunos aspectos del DSM-I sin
resultados muy satisfactorios. Una de sus novedades respecto a los sistemas previos fue la
muy vagas (véase un ejemplo en la Tabla 1), sin señalarse los síntomas necesarios para el
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Como se puede observar en la Tabla 1, los criterios del DSM-II (imperantes desde 1968
hasta 1980) simplemente ofrecían una definición de los problemas que, además, era muy
explicar el trastorno. Por el contrario, los criterios DSM-III y los de sus sucesores, emplean
13
Diagnóstico y Clasificación 14
el DSM-II (y en sus análogos CIE de esa época), subsistía el problema de que su fiabilidad
diagnóstica media era realmente baja: El grado de acuerdo interjueces apenas sobrepasaba
el 60-70% en el mejor de los casos (Vázquez, 1990a), probablemente debido a que sólo se
establecer una lista de los síntomas requeridos para efectuar el diagnóstico. La preparación
del DSM-III, de hecho, se realizó con la clara intención de superar estas limitaciones
(Shorter, 2009).
5.3. Los inicios del cambio: DSM-III (1980), DSM-III-R (1987) y sus predecesores.
¿De dónde proviene este cambio radical del DSM-III y todos sus sucesores hasta ahora? El
DSM-III supuso una ruptura radical con los DSM previos y todas las tradiciones
diagnósticas precedentes. Para ello se basó en los criterios previamente desarrollados por
un grupo de jóvenes psiquiatras (Feighner et al., 1972). Con el fin de solucionar los serios
criterios consistentes en reglas operativas muy precisas que señalaban qué síntomas eran
Estos criterios resultaron ser quizás demasiado estrictos (las tasas de diagnóstico de
esquizofrenia, por ejemplo, siguiendo estos criterios era entre 3 y 4 veces menor que si se
seguían criterios clínicos tradicionales), pero supusieron, en todo caso, un claro intento de
mejora de la situación.
Este mismo grupo amplió estos criterios en 1975, constituyendo los denominados Criterios
1
El DSM-IV-TR añade, además, un último criterio para no confundir un problema de miedo circunscrito a un
problema fóbico con miedos relacionados con otras patologías más importantes.
14
Diagnóstico y Clasificación 15
mismo modo de proceder diagnóstico. Al igual que en los criterios Feighner, este nuevo
sistema señalaba los síntomas necesarios para el diagnóstico, la duración mínima requerida
“neokraepelianos” de Saint Louis, para dirigir los trabajos que habrían de conducir al
psiquiátrica que fuera más fiable, válido y consistente con las aproximaciones
por la OMS (CIE-9) (Andreasen, 2007). Pero conocedor de las limitaciones del sistema
cambios generales que siguiesen las nuevas pautas del grupo de Saint Louis.
práctica habitual en las revisiones del DSM desde entonces2. La elaboración del DSM-III
fundamental era crear un instrumento de comunicación eficaz entre clínicos, lo cual, como
políticos que a razones de peso científico (Kleinplatz y Moser, 2005; Shorter, 2009).
sino que intentó abarcar, probablemente con demasiada ambición, toda la Psicopatología
2
Este espíritu colectivo se refleja en que para el DSM-IV se crearon 13 grupos de trabajo con un número
medio de 10 miembros cada uno y con un número de 20 asesores aproximadamente para cada uno de
ellos.
15
Diagnóstico y Clasificación 16
humana. Por ejemplo, mientras que en el sistema ideado por Feighner se cubrían 15
áreas.
entre los sistemas de la OMS y la APA. Mientras que los sistemas de la OMS dominaron el
panorama clasificador durante 3 décadas e inspiraron los sistemas DSM-I y DSM-II, desde
el DSM-III las revisiones de la OMS intentan seguir los pasos de la APA (ver Tabla 2).
Además, los clínicos se sintieron más atraídos por el uso del DSM-III que por la CIE-9
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Insertar Tabla 2: Evolución histórica DSM/CIE
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Más allá de este cambio en el foco de influencia entre sistemas, la tercera edición del DSM
oficiales previos:
categorial.
diagnóstica.
16
Diagnóstico y Clasificación 17
problemas de la infancia.
Tales cambios se han perpetuado en las ediciones de los sistemas de clasificación actuales.
Además, estos han continuado con algunos cambios que en aquél momento crearon
enormes tensiones entre los psiquiatras norteamericanos (Vázquez, 1990b; Shorter, 2009):
Definir los problemas psicológicos como trastornos y no como enfermedades (algo que
suponía una cierta renuncia a una visión médica), la supresión del vago término “neurosis”
clasificación diagnóstico (lo que ocurrió de modo definitivo en 1987 en una revisión del
DSM-III).
Para la elaboración de este nuevo sistema, el equipo de trabajo del DSM-IV tomó
El resultado de todo este trabajo dio lugar a la publicación en 1994 de la cuarta edición del
adicional para otros problemas que pueden ser foco de atención clínica (p. ej.: Duelo) (ver
Tabla 3), que suponen un total abrumador de 366 categorías diagnósticas. Algunas
17
Diagnóstico y Clasificación 18
como señalamos, diversos cambios. Algunas de las características de este sistema son las
siguientes:
del DSM-III para hacer referencia a las alteraciones mentales, en el DSM-IV se sustituye el
uso previo del término de “enfermedad” (con claras implicaciones médicas) por el más
consensuado de “trastorno”.
descripciones precisas de los trastornos según como se presentan a los clínicos, más que
diferencia con las tradiciones anteriores es abismal, favoreciendo de este modo que dos
manual haciendo así honor a su nombre original. Además de ofrecer los criterios
síntomas que presenta una persona son clínicamente relevantes. El DSM-III introdujo una
18
Diagnóstico y Clasificación 19
gran novedad a este respecto. En casi todos los cuadros clínicos (con la excepción de
algunos cuadros, como las esquizofrenias o los tics), no basta con cumplir una serie de
síntomas para otorgar un diagnóstico sino que se exige valorar adicionalmente que esos
juicio clínico por parte del observador, aunque el DSM no proporciona pistas sobre cómo
valorar algo tan esencial. De cualquier modo, este criterio es de enorme importancia y se
ha comprobado que su uso en un sentido más estricto o más laxo puede alterar
profundamente el umbral diagnóstico. Un criterio algo más exigente para determinar si una
serie de síntomas interfieren en la vida cotidiana puede llegar a reducir a la mitad las
(p.ej.: cumplir cinco síntomas de un conjunto de nueve), pero sin que ninguno (y aquí hay
individuos que son clasificados dentro de una categoría si bien se corre un cierto riesgo de
así que no sólo cuenta el diagnóstico clínico (es decir, la etiqueta) sino otro tipo de
información complementaria, lo que se aleja algo del modelo médico más tradicional. En
el DSM-IV se continúa con un sistema de ejes múltiples pero con algunos cambios
respecto al original del DSM-III. El objetivo de este sistema es dar información del
19
Diagnóstico y Clasificación 20
paciente en cinco ámbitos (el término “eje” puede resultar confuso, pues parece aludir a
-Eje II: Incluye los trastornos de personalidad y el retraso mental. Este eje se crea
no para identificar trastornos con una naturaleza distinta, sino para asegurar que se
pasar desapercibidas cuando se presta atención directa a los trastornos del Eje I.
-Eje III: Información sobre las enfermedades físicas que puede tener el paciente,
-Eje IV: Incluye información sobre estresores psicosociales. Es un eje que recoge
20
Diagnóstico y Clasificación 21
por parte del clínico que va de 0 a 100 puntos (cero indica un funcionamiento
Debido a que el intervalo de tiempo entre el DSM-IV y el DSM-V está siendo más largo
que entre las ediciones anteriores, la información del texto (basada en la literatura existente
hasta el año 1992) corre el riesgo de llegar a estar obsoleta. Por ello, en el año 2000 se
realizó una tímida revisión del texto del DSM-IV conocida como DMS-IV-TR (APA,
2000) pero que no hizo ningún cambio fundamental en los criterios diagnósticos, ni se
publicar en 2011 pero los trabajos de los grupos de expertos han ido demorando su
publicación.
6.2. CIE-10
Por su parte, la décima revisión de la CIE (CIE-10, 1992) contiene 21 capítulos que cubren
mentales y del comportamiento, los cuales son identificados por la letra F seguida de un
Para la elaboración del capítulo F se llevaron a cabo varios estudios de campo, realizados
desde el DSM-III, aquí también se abandonan términos como “neurosis”, se sigue una
3
La edición en castellano del DSM-IV introdujo el desafortunado nombre de Escala de Evaluación de la
Actividad Global (EEAG) para designar a esta escala que, en el original se denomina Valoración del
Funcionamiento Global (Global Assessment of Functioning, GAF) en su versión para adultos o para niños. No
se trata de medir “actividad” sino de valorar “funcionamiento”.
4
No hay que olvidar que estas revisiones son una importante motivación económica, pues las ediciones del
DSM suponen la venta literalmente de centenares de miles de ejemplares en todo el mundo.
21
Diagnóstico y Clasificación 22
general, guardan una gran similitud con los del DSM-III y sucesores.
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1) Un glosario que contiene códigos numéricos, títulos y una breve descripción de las
categorías.
2) Una guía diagnóstica clínica, en la que se describen las categorías clínicas que sirven
forma más precisa las categorías clínicas, y que sería el documento análogo a las
5) Un sistema multiaxial con tres ejes. El Eje I (diagnósticos clínicos) incluye todos los
importancia pues la OMS ha hecho una fuerte apuesta por introducir la idea de que,
22
Diagnóstico y Clasificación 23
Aunque parecen indudables las ventajas que un buen sistema diagnóstico podría tener, los
vamos a repetir aquí los argumentos críticos que ya se han expuesto a lo largo de este
En primer lugar, aunque es común señalar que estos sistemas son “ateóricos”, en realidad
esta propiedad proviene más bien de la propia impotencia declarada por la Psiquiatría (ver
Spitzer y First, 2005) para poder formular un sistema diagnóstico basado en causas, como
traumatismos, etc.). No obstante, más que ateóricos, se trata de sistemas que en realidad
para casi ninguno de los conceptos utilizados (básicamente signos y síntomas) para definir
los cuadros clínicos, y esto supone una profunda limitación interna para la validez y
utilidad de estos sistemas. Por ejemplo, se nos dice que la “anhedonia” o la “tristeza” son
conceptual que los defina de modo preciso, a pesar de que la Psicopatología Descriptiva ha
23
Diagnóstico y Clasificación 24
(Berrios, 2008). Tampoco se dan indicaciones sobre cómo valorar los niveles de gravedad
Otro aspecto llamativo de estos sistemas es que no son auténticas taxonomías. En una
taxonomía (como las que se ofrecen en las ciencias naturales) hay principios rectores que
de cuadros y etiquetas diagnósticas, en los que no hay una estructura clara de porqué los
cuadros se ordenan de esa forma (en 17 apartados) ni, lo que es más llamativo, tampoco se
precisan las características comunes de las categorías pertenecientes a cada apartado (por
ansiedad”).
A pesar de estas insuficiencias, es poco probable que haya cambios radicales en el DSM-V
va a ser costoso. Por ejemplo, hay voces que plantean reducir los 17 grupos diagnósticos
síntomas. Sin embargo, es poco probable que finalmente se tome una determinación en
este sentido por el coste que podría suponer romper las inercias históricas ya existentes
Respecto a los ejes diagnósticos, es muy positivo que en el DSM, surgido en el seno de una
psicosociales además del diagnóstico clínico. Sin embargo, las medidas propuestas para
del paciente. Esta es una tarea central de cualquier intervención clínica psicológica.
24
Diagnóstico y Clasificación 25
han planteado que tales sistemas ofrecen una visión euroamericana de los trastornos
mentales y, por cierto, también masculina5, produciéndose una gran controversia entre
quienes plantean que los problemas mentales son universales y ubicuos, y quienes
consideran que la definición de los trastornos mentales está siempre ligada a contextos y
decantarse por la primera opción. Sin embargo, uno podría preguntarse por qué no hay
las violaciones sexuales y sí las hay para quienes se muestran dependientes de otras
Así, conductas como el “susto” o los “ataques” en Latinoamérica son incluidas en este
exótico capítulo. Pero, como afirma Kleinman (1997), con ese término, ligado sólo a
que el resto de los trastornos mentales (bulimia trastorno bipolar, personalidad antisocial,
etc.) del DSM son trastornos que nada tienen que ver con la cultura.
No conviene olvidar que el auge del empleo de sistemas diagnósticos, desde los años
mínimamente fiables para poder ensayar y utilizar psicofármacos (Feighner et al., 1972).
Los intereses económicos detrás de todo esto son muy importantes y no hay que olvidarlos.
construcción del DSM-IV habían declarado en alguna ocasión tener colaboraciones con la
5
Sobre sesgos de género y otros relacionados, se puede consultar, por ejemplo la combativa página web de
The Association for Women in Psychology: http://www.awpsych.org.
25
Diagnóstico y Clasificación 26
al. (2006)- y, en el caso concreto de los participantes en los grupos que discutieron las
cada nueva edición de los DSM/CIE puede entenderse también como una muestra del gran
Hemos presentado una revisión de las características de los sistemas actuales y de los
determinado que, en este caso, tienen tanta relevancia al menos como el peso puramente
utilizar estos sistemas para organizar la realidad y emplear una mirada que ordene lo que
vemos y nos permita comunicarnos con otros profesionales. Pero este uso no debe nunca
psiquiátrico. Éste tiene una utilidad ciertamente limitada y merece una postura informada
proporcionar un nombre o una etiqueta, sino que exige obtener información profunda de
26
Diagnóstico y Clasificación 27
000-x4 Reacción fóbica Criterios para el diagnóstico de F40.2 Fobia específica [300.29]
(DSM-II) (DSM-IV-TR)
La ansiedad de estos pacientes llega a A. Temor acusado y persistente que es excesivo o irracional,
desvincularse de una idea, un objeto, o desencadenado por la presencia o anticipación de un objeto o
una situación específica de la vida diaria y situación específicos (p. ej., volar, precipicios, animales,
se desplaza hacia alguna idea o situación administración de inyecciones, visión de sangre).
simbólica en forma de un miedo neurótico B. La exposición al estímulo fóbico provoca casi
concreto. Las formas comúnmente invariablemente una respuesta inmediata de ansiedad, que
observadas de reacción fóbica incluyen el puede tomar la forma de una crisis de angustia situacional o
temor a la sífilis, la suciedad, los lugares más o menos relacionada con una situación determinada.
cerrados, las alturas, los espacios abiertos, Nota: En los niños la ansiedad puede traducirse en lloros,
los animales, etc. El paciente intenta berrinches, inhibición o abrazos.
controlar su ansiedad evitando el objeto o C. La persona reconoce que este miedo es excesivo o irracional.
la situación específicos. Nota: En los niños este reconocimiento puede faltar.
D. La(s) situación(es) fóbica(s) se evitan o se soportan a costa de
una intensa ansiedad o malestar.
E. Los comportamientos de evitación, la anticipación ansiosa, o
el malestar provocados por la(s) situación(es) temida(s)
interfieren acusadamente con la rutina normal de la persona,
con las relaciones laborales (o académicas) o sociales, o bien
provocan un malestar clínicamente significativo.
F. En los menores de 18 años la duración de estos síntomas debe
haber sido de 6 meses como mínimo.
Tabla 1. Comparación del DSM-II (APA, 1968) y el DSM-IV-TR (APA, 2000) para el
27
Diagnóstico y Clasificación 28
OMS APA
DSM-III-R (1987)
28
Diagnóstico y Clasificación 29
DSM-IV CIE-10
1. Trastornos normalmente diagnosticados por F1. Trastornos mentales orgánicos, incluidos los
primera vez en la infancia, la niñez o la sintomáticos.
adolescencia. F2. Trastornos mentales y del comportamiento,
2. Delirium, demencia, trastornos amnésicos y otros debidos al consumo de sustancias psicotropas.
trastornos cognitivos. F3. Esquizofrenia, trastorno esquizotípico y
3. Trastornos mentales debidos a una alteración trastornos de ideas paranoides.
médica general, no clasificados en otros apartados. F4. Trastornos del humor (afectivos).
4. Trastornos relacionados con sustancias. F5. Trastornos neuróticos, secundarios a situaciones
5. Esquizofrenia y otros trastornos psicóticos. estresantes y somatomorfos.
6. Trastornos del estado de ánimo. F6. Trastornos del comportamiento, asociados a
7. Trastornos de ansiedad. disfunciones fisiológicas y a factores somáticos.
8. Trastornos somatomorfos. F7. Trastornos de la personalidad y del
9. Trastornos facticios. comportamiento adulto.
10. Trastornos disociativos. F8. Retraso mental.
11. Trastornos sexuales y de identidad de género. F9. Trastornos del desarrollo psicológico.
12. Trastornos alimentarios. F10. Trastornos del comportamiento y de las
13. Trastornos del sueño. emociones, de comienzo habitual en la infancia
14. Trastornos del control de los impulsos, no y adolescencia.
clasificados en otros apartados.
15. Trastornos adaptativos.
16. Trastornos de personalidad.
17. Otras alteraciones que pueden ser foco de
atención clínica.
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REFERENCIAS
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