Microbioma Intestinal - Mem
Microbioma Intestinal - Mem
Microbioma Intestinal - Mem
Si cada uno de nosotros existe gracias a los 23.000 genes heredados del óvulo
y el espermatozoide, somos además portadores de una fábrica bioquímica
increíblemente más rica. El metagenoma, que es el nombre que recibe el conjunto de
genes de las bacterias que viven en nosotros, es infinitamente más rico que nuestro
propio genoma. Amplios estudios, como el Meto HIT o el Human Microbiome Project,
han permitido contabilizar más de tres millones de genes en el cuerpo.
EL MICROBIOMA ES UN ORGANO
Las bacterias que habitan en nuestro interior tienen un papel tan relevante,
que ya se lo considera como un nuevo órgano esencial, no sólo relacionado con la
salud física, sino también mental. Y es que hay millones de neuronas en el intestino
(nuestro “segundo cerebro”) y millones más en el cerebro; ambas redes se comunican
entre sí (a través del nervio vago) e influyen en las emociones. Esta comunicación y la
química del ambiente (neurotransmisores, hormonas) esta mediada por las bacterias.
Una mala composición, o desequilibrio, de las bacterias del intestino, puede
causar gran cantidad de síntomas y enfermedades, como sobrepeso y obesidad (con
sus consiguientes complicaciones inflamatorias como diabetes, inflamaciones, fatiga
y problemas de sueño), problemas digestivos (como diarrea, estreñimiento,
hinchazón abdominal, flatulencias), trastornos de la piel (como eccema o psoriasis),
problemas relacionados con el equilibrio nervioso y emocional (como estrés o
depresión), enfermedades infecciosas (como gripe, resfriados, gastroenteritis),
algunos tipos de cáncer (como el de colon, mama o próstata) y un largo etcétera.
Las vaginitis femeninas son otro ejemplo de interacción bacteriana. Todas las
mujeres tienen patógenos que son habitantes naturales de la vagina, pero en
concentraciones muy bajas. Junto a ellas, como parte de ese ecosistema microbiano,
viven muchos lactobacilos, bacterias del ácido láctico que modifican el pH evitando
la colonización por potenciales patógenos y mantienen el entorno saludable. Sin
embargo, si por algún cambio hormonal durante el ciclo menstrual, por efectos de un
tratamiento anticonceptivo, por el contacto con el preservativo o con productos de
higiene íntima, cambia el nivel de acidez en ese hábitat, los patógenos pasarán a
dominar.
Los científicos ahora comprenden que las bacterias vaginales de la madre
cumplen una segunda función, tan vital como la primera, pero esta vez para sus hijos.
La microbiota vaginal constituye el primer inóculo bacteriano que recibe el bebé al
pasar por el canal del parto, fundamental para un desarrollo apropiado del sistema
inmune. Esta primera exposición, podría tener consecuencias a largo plazo, como
sugieren muchos estudios que asocian parto por cesárea con riesgo de enfermedades
inmunes.
La gran diferencia entre los niños nacidos de parto vaginal y por cesárea, son
sus bacterias. Los primeros se bañan literalmente en la flora vaginal de su madre. Los
colonizadores bacterianos iniciales son vitales para los sistemas digestivo, metabólico
e inmunitario del pequeño. Instalados en el intestino, hacen la mayor parte de la
digestión al bebé. Además de descomponer la leche, las colonias intestinales fabrican
una serie de vitaminas que el cuerpo humano por sí solo no es capaz de generar y
también funcionan como entrenadoras del sistema inmunitario. A su vez se sabe que
un 21% de la leche materna no resulta asimilable para el bebé, sino que es sustrato
alimentario para las bifidobacterias que deben proteger al niño. ¡Incluso ahora se
descubre que el calostro de las primeras horas aporta inmunoglobulinas (anticuerpos)
en alta concentración... y más de 700 bacterias distintas para proteger al bebé!!!
El Dr. David Perlmutter, neurólogo y autor de los best sellers “Cerebro de pan”
y “Alimenta tu cerebro”, pone en evidencia las limitaciones del sistema médico: “Toda
mi carrera he estado frustrado por no tener herramientas muy poderosas para lograr
cambios en las personas que tienen problemas neurológicos. Ahora empezamos a
conseguir esas herramientas, y están en el intestino. ¿Quién lo hubiera pensado? En
la escuela de neurología, no estudiamos la composición de las bacterias intestinales
y cómo influyen en el cerebro y la ciencia. Es la verdadera definición de simbiosis:
apoyamos su salud y ellos apoyan nuestra salud, y lo hacemos por medio de los
alimentos que comemos. Ellas son comensales. Compartimos la comida. Las tratamos
bien al consumir alimentos fermentados, que son ricos en bacterias probioticas y
alimentos que contienen fibra prebiótica.
Estos nutrientes mejoran el crecimiento de bacterias buenas. Múltiples
estudios comprueban pérdida de peso, un mejor control del azúcar en la sangre y
menor inflamación. Un estudio reciente muestra cómo los niños con rinitis alérgica y
problemas respiratorios, tienen mejoras sólo con darles fibra para mejorar el
crecimiento de bacterias saludables. Tengo una historia clínica en Alimenta tu cerebro;
de un hombre joven con esclerosis múltiple, que no podía caminar sin dos bastones,
que se sometió a una serie de trasplantes fecales en Europa, y que ahora camina sin
ayuda de ningún tipo. Los médicos lo ven y se quedan con la boca abierta, porque
esto nunca fue siquiera considerado en la escuela de medicina. Si uno prestaba
atención al intestino era porque se baria gastroenterólogo, de lo contrario no había
interés en verlo. Pero resulta que es relevante, seas gastroenterólogo, neurólogo,
psiquiatra, especialista en articulaciones, en la piel o incluso oncólogo. Tenemos que
prestar atención en como nutrir a estas bacterias, si pretendemos mantener a la gente
sana.”
Ante todo, debemos tomar consciencia que, sea por falta de información o
descuido, hemos convertido nuestro ámbito intestinal en un baldío, donde hay
suciedad (ensuciamiento alimentario) y desorden (disbiosis). La tierra está
compactada (mucosa intestinal demasiado permeable, moco colónico, candidiasis),
hay malezas (hongos y parásitos instalados), plagas (infecciones y virus), demasiado
sol (inflamación, acidez) y putrefacción (anaerobia).
BIBLIOGRAFÍA – RCO
Fuentes de las investigaciones de procesos y metodologías del
programa.
Alimentación depurativa
Néstor Palmetti
Limpieza hepática y de la vesícula Editorial Antroposófica
Andreas Moritz
Ediciones Obelisco Trofología práctica y trofoterapia
Nicolas Capo
Medicina natural al alcance de todos Los libros de la frontera
Manuel Lazaeta Acharan
Instituto de Estudios de Salud Natural de Chile Alimentación Consiente
Dr. Gabriel Cousens
Intestinos saludables Editorial Antroposófica
Néstor Palmetti
Editorial Kier