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Oficio de Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote

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Oficio de

JESUCRISTO SUMO Y ETERNO SACERDOTE.


Solemnidad

I VISPERAS

V. Dios mío, ven en mi auxilio.


R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre.

Himno:

A Ti, sumo y eterno Sacerdote


de la nueva alianza,
se ofrecen nuestros votos y se elevan
los corazones en acción de gracias.

Desde el seno del Padre, descendiste


al de la Virgen Madre;
te haces pobre, y así nos enriqueces;
tu obediencia, de esclavos libres hace.

Tú eres el Ungido, Jesucristo,


al Sacerdote único;
tiene su fin en ti la ley antigua,
por ti la ley de gracia viene al mundo.

Al derramar tu sangre por nosotros,


tu amor complace al Padre;
siendo la hostia de tu sacrificio,
hijos de Dios y hermanos tú nos haces.

Para alcanzar la salvación eterna,


día a día se ofrece
tu sacrificio, mientras, junto al Padre,
sin cesar por nosotros intercedes.

A ti, Cristo pontífice, la gloria


por los siglos de los siglos;
tú que vives y reinas y te ofreces
al Padre en el amor del santo Espíritu. Amén.

Salmodia:

Antífona 1: Cristo, Mediador entre Dios y los hombres, * se entregó a sí mismo como rescate
por todos.

Salmo 145
Felicidad de los que esperan en el Señor..

“Dios ha enviado a su Hijo al mundo,


para que el mundo se salve por Él”(Cfr. Jn 13, 17)
Alaba, alma mía, al Señor:
alabaré al Señor mientras viva,
tañeré para mi Dios mientras exista.

No confiéis en los príncipes,


seres de polvo que no pueden salvar;
exhalan el espíritu y vuelven al polvo,
ese día perecen sus planes.

Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob,


el que espera en el Señor, su Dios,
que hizo el cielo y la tierra,
el mar y cuanto hay en él;

que mantiene su fidelidad perpetuamente,


que hace justicia a los oprimidos,
que da pan a los hambrientos.

El Señor liberta a los cautivos,


el Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos.

El Señor guarda a los peregrinos,


sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados.

El Señor reina eternamente,


tu Dios, Sión, de edad en edad.

Ant.: Cristo, Mediador entre Dios y los hombres, se entregó a sí mismo como rescate por todos.

Antífona 2: Envías tu palabra a la tierra * y su mensaje corre veloz.


Salmo 147
Restauración de Jerusalén

“De muchos modos habló Dios en el pasado;


en estos últimos tiempos nos ha hablado por medio de su Hijo”. (Cfr. Hebr.I,I)

Glorifica al Señor, Jerusalén;


alaba a tu Dios, Sión:
que ha reforzado los cerrojos de tus puertas,
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti;
ha puesto paz en tus fronteras,
te sacia con flor de harina.

Él envía su mensaje a la tierra,


y su palabra corre veloz;
manda la nieve como lana,
esparce la escarcha como ceniza;

hace caer el hielo como migajas


y con el frío congela las aguas;
envía una orden, y se derriten;
sopla su aliento, y corren.

Anuncia su palabra a Jacob,


sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos.

Ant: Envías tu palabra a la tierra y su mensaje corre veloz.

Antífona 3: Cristo soportó la cruz * y está sentado a la diestra de Dios.

Cántico Fl, 2,6-11


Jesucristo, Siervo de Dios

Cristo, a pesar de su condición divina,


no hizo alarde de su categoría de Dios;
al contrario, se despojó de su rango
y tomó la condición de esclavo,
pasando por uno de tantos.

Y así, actuando como un hombre cualquiera,


se rebajó hasta someterse incluso a la muerte,
y una muerte de cruz.

Por eso Dios lo levantó sobre todo


y le concedió el "Nombre-sobre-todo-nombre";
de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble
en el cielo, en la tierra, en el abismo,
y toda lengua proclame:
Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.

Ant: Cristo soportó la cruz y está sentado a la diestra de Dios.

Lectura breve:

Apocalipsis 5, 9-10

Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos, porque fuiste degollado y con tu sangre
compraste para Dios, hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación; y has hecho de ellos
para nuestro Dios un reino de sacerdotes, y reinan sobre la tierra.

Responsorio breve:

V. Cristo nos amó y nos ha lavado * con su sangre.


R. Cristo nos amó y nos ha lavado con su sangre.
V. Y ha hecho de nosotros para Dios, un reino de sacerdotes
R. con su sangre
V. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
R. Cristo nos amó y nos ha lavado con su sangre.

Antífona Magníficat: Cristo, posee un sacerdocio perpetuo * y está siempre vivo para interceder
por nosotros.
Cántico evangélico Magníficat:

Preces:

Confiemos nuestras súplicas a Aquel que salva plenamente a los que por Él se llegan al Padre,
diciendo con humildad:

Escúchanos, Señor, te suplicamos con fe.

Cristo, obediente hasta la muerte,


— que tu Iglesia sea dócil a la acción del Espíritu.

Cristo, Camino, Verdad y Vida,


— Danos a todos espíritu de hijos de Dios, nuestro Padre.

Cristo Jesús, glorificador del Padre,


— que siempre busquemos ante todo el reino de Dios.

Cristo Dios, Vida y Resurrección nuestra,


— que nuestros hermanos que ya murieron, contemplen la gloria de tu rostro.

Y ahora, secundando la voluntad de nuestro Señor Jesucristo, nos atrevemos a decir:

Padre nuestro.
Oración:

Oh Dios, que para gloria tuya y salvación del género humano constituiste a tu Hijo único
sumo y eterno sacerdote, concede a quienes él eligió para ministros y dispensadores de sus
misterios la gracia de ser fieles en el cumplimiento del ministerio recibido. Por nuestro Señor
Jesucristo.
OFICIO DE LECTURA

Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:

V. Señor abre mis labios


R. Y mi boca proclamará tu alabanza

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

Ant. Glorifiquemos a Cristo, que tiene el sacerdocio que no pasa.

Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:

V. Dios mío, ven en mi auxilio


R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

A ti, Jesús, te alaban las naciones;


que a tu reino nos llevas,
y en ti cobra esperanza nuestra súplica,
único mediador de cielo y tierra.

Verbo de Dios, por quien todo fue hecho,


nacido de María;
Tú, la hostia pura, santa, inmaculada,
que de ofrecerse a Dios sola fue digna.

Ungido por el Padre, Jesucristo,


eterno sacerdote,
reconcilias al cielo con la tierra,
los hombres y los ángeles te adoren.

Dios de Dios verdadero, igual al Padre,


por nosotros te ofreces
en sacrificio, y mueres por nosotros,
trocando en vida eterna nuestra muerte.

Clavado en cruz, nos miras, te miramos,


crece el amor, la entrega.
Al Padre, en el Espíritu, contigo,
eleva nuestro canto y nuestra ofrenda. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. Lo he pedido a mi Padre, y me ha dado en herencia las naciones.

Salmo 2
EL MESÍAS, REY VENCEDOR

¿Por qué se amotinan las naciones,


y los pueblos planean un fracaso?

Se alían los reyes de la tierra,


los príncipes conspiran
contra el Señor y contra su Mesías:
«rompamos sus coyundas,
sacudamos su yugo.»

El que habita en el cielo sonríe,


el Señor se burla de ellos.
Luego les habla con ira,
los espanta con su cólera:
«yo mismo he establecido a mi Rey
en Sión, mi monte santo».

Voy a proclamar el decreto del Señor;


él me ha dicho: «Tú eres mi hijo:
yo te he engendrado hoy.
Pídemelo: te daré en herencia las naciones,
en posesión los confines de la tierra:
los gobernarás con cetro de hierro,
los quebrarás como jarro de loza.»

Y ahora, reyes, sed sensatos;


escarmentad los que regís la tierra:
servid al Señor con temor,
rendidle homenaje temblando;
no sea que se irrite, y vayáis a la ruina,
porque se inflama de pronto su ira.
¡Dichosos los que se refugian en él!

Ant. Lo he pedido a mi Padre, y me ha dado en herencia las naciones.

Ant. 2. Presentad vuestros cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios.

Salmo 39, 2-9


ACCIÓN DE GRACIAS Y PETICIÓN DE AUXILIO

Yo esperaba con ansia al Señor;


él se inclinó y escuchó mi grito;

me levantó de la fosa fatal,


de la charca fangosa;
afianzó mis pies sobre roca,
y aseguró mis pasos;

me puso en la boca un cántico nuevo,


un himno a nuestro Dios.
Muchos, al verlo, quedaron sobrecogidos
y confiaron en el Señor.

Dichoso el hombre que ha puesto


su confianza en el Señor,
y no acude a los idólatras,
que se extravían con engaños.

¡Cuántas maravillas has hecho,


Señor, Dios mío,
cuántos planes en favor nuestro!
Nadie se te puede comparar:
intento proclamarlas, decirlas,
pero superan todo número.
Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,
y, en cambio, me abriste el oído;
no pides sacrificio expiatorio,
entonces yo digo: «Aquí estoy
-como está escrito en mi libro-
para hacer tu voluntad.»

Dios mío, lo quiero,


y llevo tu ley en las entrañas.

Ant. Presentad vuestros cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios.

Ant. 3. Cristo amó a su Iglesia; él se entregó a sí mismo por ella, para consagrarla.

Salmo 84
VUESTRA SALVACIÓN ESTA CERCA

Señor, has sido bueno con tu tierra,


has restaurado la suerte de Jacob,
has perdonado la culpa de tu pueblo,
has sepultado todos sus pecados,
has reprimido tu cólera,
has frenado el incendio de tu ira.

Restáuranos, Dios salvador nuestro;


cesa en tu rencor contra nosotros.
¿Vas a estar siempre enojado,
o a prolongar tu ira de edad en edad?

¿No vas a devolvernos la vida,


para que tu pueblo se alegre contigo?
Muéstranos, Señor, tu misericordia
y danos tu salvación.

Voy a escuchar lo que dice el Señor:


«Dios anuncia la paz
a su pueblo y a sus amigos
y a los que se convierten de corazón.»

La salvación está ya cerca de sus fieles,


y la gloria habitará en nuestra tierra;
la misericordia y la fidelidad se encuentran,
la justicia y la paz se besan;

la fidelidad brota de la tierra,


y la justicia mira desde el cielo;
el Señor dará la lluvia,
y nuestra tierra dará su fruto.

La justicia marchará ante él,


la salvación seguirá sus pasos.

Ant. Cristo amó a su Iglesia; él se entregó a sí mismo por ella, para consagrarla.

V. Cristo ofreció por los pecados un solo sacrificio.


R. Y ha perfeccionado para siempre a los que van siendo consagrados
PRIMERA LECTURA
De la carta a los Hebreos 4, 14–5, 10

Mantengamos la confesión de la fe, ya que tenemos un sumo sacerdote grande, que ha


atravesado el cielo, Jesús, Hijo de Dios.
No tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino que
ha sido probado en todo exactamente como nosotros, menos en el pecado. Por eso,
acerquémonos con seguridad al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y encontrar
gracia que nos auxilie oportunamente.
Porque todo sumo sacerdote, escogido entre los hombres, está puesto para representar a los
hombres en el culto a Dios: para ofrecer dones y sacrificios por los pecados. Él puede
comprender a los ignorantes y extraviados ya que él mismo está envuelto en debilidades. A
causa de ellas, tiene que ofrecer sacrificios por sus propios pecados, como por los del pueblo.
Nadie puede arrogarse este honor: Dios es quien llama, como en el caso de Aarón.
Tampoco Cristo se confirió a sí mismo la dignidad de sumo sacerdote, sino aquel que le dijo:
«Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy», o, como dice otro pasaje de la Escritura: «Tú eres
sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.»
Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y súplicas al
que podía salvarlo de la muerte, cuando en su angustia fue escuchado. Él, a pesar de ser Hijo,
aprendió, sufriendo, a obedecer. Y, llevado a la consumación, se ha convertido para todos los
que le obedecen en autor de salvación eterna, proclamado por Dios sumo sacerdote, según el
rito de Melquisedec.

RESPONSORIO Flp 2, 8; Is 53, 7

R. Cristo se rebajó * hasta someterse incluso a la muerte.


V. Maltratado, voluntariamente se humillaba.
R. Hasta someterse incluso a la muerte

SEGUNDA LECTURA
De la encíclica Mediátor Dei del papa Pío doce
(AAS 39 [1947], 552-553)

Cristo es ciertamente sacerdote, pero lo es para nosotros, no para sí mismo, ya que él, en
nombre de todo el género humano, presenta al Padre eterno las aspiraciones y sentimientos
religiosos de los hombres. Es también víctima, pero lo es igualmente para nosotros, ya que se
pone en lugar del hombre pecador. Por esto, aquella frase del Apóstol: Tened los mismos
sentimientos propios de Cristo Jesús exige de todos los cristianos que, en la media de las
posibilidades humanas, reproduzcan en su interior las mismas disposiciones que tenía el divino
Redentor cuando ofrecía el sacrificio de sí mismo: disposiciones de una humilde sumisión, de
adoración a la suprema majestad divina, de honor, alabanza y acción de gracias.
Les exige asimismo que asuman en cierto modo la condición de víctimas, que se nieguen a sí
mismos, conforme a las normas del Evangelio, que espontánea y libremente practiquen la
penitencia, arrepintiéndose y expiando los pecados.
Exige finalmente que todos, unidos a Cristo, muramos místicamente en la cruz, de modo que
podamos hacer nuestra aquella sentencia de san Pablo: Estoy crucificado con Cristo

RESPONSORIO Ga 2, 20

R. Vivo de la fe en el Hijo de Dios, * que me amó hasta entregarse por mí.


V. Vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí.
R. Que me amó hasta entregarse por mí.

Himno TE DEUM

La oración como en Laudes


LAUDES:

Himno:
Cantan tu gloria, Cristo Sacerdote,
los cielos y la tierra:
a ti que por amor te hiciste hombre
y al Padre como víctima te ofrendas.

Tu sacrificio nos abrió las puertas,


de par en par, del cielo;
ante el trono de Dios, es elocuente
tu holocausto en la cruz y tu silencio.

Todos los sacrificios de los hombres


quedaron abolidos:
todos eran figuras que anunciaban
al Sacerdote eterno, Jesucristo.

No te basta el morir, que quieres darnos


alimento de vida:
quedarte con nosotros y ofrecerte
sobre el altar: hacerte eucaristía.

Clavado en cruz nos miras, te miramos,


crece el amor, la entrega.
Al Padre, en el Espíritu, contigo,
eleva nuestro canto y nuestra ofrenda. Amén.

Salmodia:

Antífona 1: El Padre, por la sangre de la cruz de Cristo, hizo la paz con todos los seres del cielo
y de la tierra.

Salmo 62, 2-9.


El alma sedienta de Dios.
Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Gloria al Padre.
Antífona 1: El Padre, por la sangre de la cruz de Cristo, hizo la paz con todos los seres del cielo
y de la tierra.

Antífona 2: Todo fue creado por Cristo y para Cristo.


Cántico de Daniel 3, 57-88.56.
Toda la creación alabe al Señor.
Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor;
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio bendecid al Señor;
ejércitos del Señor bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor;
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor;
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.

(No se dice Gloria al Padre).

Antífona 2: Todo fue creado por Cristo y para Cristo.

Antífona 3: Todo lo puso bajo sus pies, y lo dio a la Iglesia, como cabeza, sobre todo; ella es su
cuerpo.
Salmo 149.
Alegría de los santos.
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Gloria al Padre.
Antífona 3: Todo lo puso bajo sus pies, y lo dio a la Iglesia, como cabeza, sobre todo; ella es su
cuerpo.

Lectura breve: Carta a los Hebreos 10, 5-10.

Cuando Cristo entró en el mundo, dijo: «Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, pero me has
preparado un cuerpo; no aceptas holocaustos ni víctimas expiatorias. Entonces yo dije lo que
está escrito en el libro: “Aquí estoy, oh Dios, para hacer tu voluntad.”» Primero dice: «No
quieres ni aceptas sacrificios ni ofrendas, holocaustos ni víctimas expiatorias», que se ofrecen
según la ley. Después añade: «Aquí estoy yo para hacer tu voluntad.» Niega lo primero, para
afirmar lo segundo. Y conforme a esa voluntad todos quedamos santificados por la oblación del
cuerpo de Jesucristo, hecha una vez para siempre.

Responsorio breve:

V. Aquí estoy para hacer tu voluntad.


R. Aquí estoy para hacer tu voluntad.
V. Llevo tu ley en las entrañas.
R. Para hacer tu voluntad.
V. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
R. Aquí estoy para hacer tu voluntad.

Antífona Benedictus: Padre, que todos sean uno, para que el mundo crea que tú me has
enviado.
Cántico evangélico Benedictus:

Preces:

En el comienzo de este día, alabemos a Jesucristo, fuente de salvación eterna para todos los
hombres, y pidámosle con humildad:

Señor, óyenos.
Jesús, Hijo de Dios vivo,
— guíanos hacia la luz de tu verdad.

Cristo, Palabra de Dios, que estás junto al Padre desde siempre y por siempre,
— consagra a tu Iglesia en la unidad.

Jesús, ungido por el Padre con la fuerza del Espíritu,


— consagra a tu Iglesia en la santidad.

Cristo, sumo sacerdote del nuevo Testamento,


— comunica a los sacerdotes tu santidad, para gloria del Padre.

Cristo, sabiduría de Dios, paz y reconciliación nuestra,


— haz que nos mantengamos todos unánimes y concordes en tu Iglesia.

Cristo, sacerdote eterno, glorificador del Padre,


— haz que sepamos ofrecernos contigo, para alabanza de la gloria eterna.

Padre nuestro.
Oración:

Oh Dios, que para gloria tuya y salvación del género humano constituiste a tu Hijo único
sumo y eterno sacerdote, concede a quienes él eligió para ministros y dispensadores de sus
misterios la gracia de ser fieles en el cumplimiento del ministerio recibido. Por nuestro Señor
Jesucristo.
Hora intermedia

TERCIA

Ant. Por Cristo, todos podemos acercarnos al Padre con un mismo espíritu.

Salmodia complementaria

LECTURA BREVE Hb 7, 26-27

Tal convenía que fuese nuestro sumo sacerdote: santo, inocente, sin mancha, separado de los
pecadores, encumbrado sobre el cielo. Él no necesita ofrecer sacrificios cada día –como los
sumos sacerdotes, que ofrecían primero por los propios pecados, después por los del pueblo-,
porque Jesucristo, Señor nuestro, lo hizo de una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo.

V. Estad alegres cuando compartís los padecimientos de Cristo.


R. Para que, cuando se manifieste su gloria, reboséis de gozo.

Oración como en Laudes

SEXTA

Ant. Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas y el mismo Cristo Jesús es
la piedra angular.

Salmodia complementaria

LECTURA BREVE IPe 2, 4-5

Acercándoos al Señor, la piedra viva, rechazada por los hombres, pero escogida y preciosa
ante Dios, también vosotros, como piedras vivas, entráis en la construcción del templo del
Espíritu, formando un sacerdocio sagrado, para ofrecer sacrificios espirituales que Dios acepta
por Jesucristo.

V. Ya que habéis aceptado a Cristo Jesús, el Señor, proceded según él.


R. Arraigados en él, dejaos construir y edificar en la fe.

Oración como en Laudes

NONA

Ant. A cada uno de nosotros ha sido concedida la gracia a la medida del don de Cristo, para
edificación de su cuerpo, que es la Iglesia.

Salmodia complementaria

LECTURA BREVE 1Pe 2, 9-10

Vosotros sois una raza escogida, sacerdocio real, una nación consagrada, un pueblo adquirido
por Dios para proclamar las hazañas del que os llamó a salir de la tiniebla y a entrar en su luz
maravillosa. Antes erais “no pueblo”, ahora sois “pueblo de Dios”. Antes erais “no
compadecidos”, ahora sois “compadecidos”.

V. Que la paz de Cristo actué de árbitro en vuestro corazón.


R. A ella habéis sido convocados, en un solo cuerpo

Oración como en Laudes

.
II VÍSPERAS:

V. Dios mío, ven en mi auxilio.


R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre.

Himno:

A Ti, sumo y eterno Sacerdote


de la nueva alianza,
se ofrecen nuestros votos y se elevan
los corazones en acción de gracias.

Desde el seno del Padre, descendiste


al de la Virgen Madre;
te haces pobre, y así nos enriqueces;
tu obediencia, de esclavos libres hace.

Tú eres el Ungido, Jesucristo,


al Sacerdote único;
tiene su fin en ti la ley antigua,
por ti la ley de gracia viene al mundo.

Al derramar tu sangre por nosotros,


tu amor complace al Padre;
siendo la hostia de tu sacrificio,
hijos de Dios y hermanos tú nos haces.

Para alcanzar la salvación eterna,


día a día se ofrece
tu sacrificio, mientras, junto al Padre,
sin cesar por nosotros intercedes.

A ti, Cristo pontífice, la gloria


por los siglos de los siglos;
tú que vives y reinas y te ofreces
al Padre en el amor del santo Espíritu. Amén.

Salmodia:

Antífona 1: El Señor lo ha jurado y no se arrepiente: «Tú eres sacerdote eterno.»

Salmo 109, 1-5.7


El Mesías, Rey y Sacerdote.
Oráculo del Señor a mi Señor:
«siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies.»
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.
«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora.»
El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec.»
El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.
En su camino beberá del torrente,
por eso, levantará la cabeza.

Ant1: El Señor lo ha jurado y no se arrepiente: «Tú eres sacerdote eterno.»

Antífona 2: Dios, rico en misericordia, nos ha hecho vivir con Cristo.


Salmo 110.
Doy gracias al Señor de todo corazón.
Doy gracias al Señor de todo corazón,
en compañía de los rectos, en la asamblea.
Grandes son las obras del Señor,
dignas de estudio para los que las aman.
Esplendor y belleza son su obra,
su generosidad dura por siempre;
ha hecho maravillas memorables,
el Señor es piadoso y clemente.
Él da alimento a sus fieles,
recordando siempre su alianza;
mostró a su pueblo la fuerza de su obrar,
dándoles la heredad de los gentiles.
Justicia y verdad son las obras de sus manos,
todos sus preceptos merecen confianza:
son estables para siempre jamás,
se han de cumplir con verdad y rectitud.
Envió la redención a su pueblo,
ratificó para siempre su alianza,
su nombre es sagrado y temible.
Primicia de la sabiduría es el temor del Señor,
tienen buen juicio los que lo practican;
la alabanza del Señor dura por siempre.

Ant. 2: Dios, rico en misericordia, nos ha hecho vivir con Cristo.

Antífona 3: Cristo es imagen de Dios invisible, primogénito de toda criatura.


Cántico: Cf. Colosenses 1, 1-20.
Damos gracias a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.
Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
Él es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda criatura;
porque por medio de él fueron creadas todas las cosas: celestes y terrestres, visibles e
invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por él y para él.
Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.
Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todos los seres:
los del cielo y los de la tierra,
haciendo la paz por la sangre de su cruz.

Ant. 3: Cristo es imagen de Dios invisible, primogénito de toda criatura.

Lectura breve: Carta a los Hebreos 10, 19-23.

Hermanos, teniendo entrada libre al santuario, en virtud de la sangre de Jesús, contando


con el camino nuevo y vivo que él ha inaugurado para nosotros a través de la cortina, o sea, de
su carne, y teniendo un gran sacerdote al frente de la casa de Dios, acerquémonos con
corazón sincero y llenos de fe, con el corazón purificado de mala conciencia y con el cuerpo
lavado en agua pura. Mantengámonos firmes en la esperanza que profesamos, porque es fiel
quien nos hizo la promesa.

Responsorio breve:

V. Estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo.


R. Estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo.
V. Y nos gloriamos, apoyados en la esperanza de alcanzar la gloria de Dios.
R. Por medio de nuestro Señor Jesucristo.
V. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
R. Estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo.

Antífona Magníficat: Padre, te ruego por ellos, que son tuyos, y por ellos me consagro yo, para
que también se consagren ellos en la verdad.
Cántico evangélico Magníficat:

Preces:

Dirijámonos confiadamente a Cristo, nuestro sumo sacerdote, y presentémosle nuestros


deseos y peticiones, diciendo con humildad:
Escúchanos, Señor, te suplicamos con fe.

Cristo, tú eres la Palabra del Padre,


— pon en nuestros labios lo que hemos de pedir.

Cristo sacerdote, tú que eres el pan de la vida,


— haz que los que tú has elegido vivan el don de su sacerdocio, consumando en ti su propia
oblación.

Cristo glorioso, que vives siempre para interceder ante el Padre en favor nuestro,
— haz que seamos fieles en la oración por tu Iglesia.

Cristo Señor, que fuiste enviado por el Padre,


— haz que todos encuentren en ti la vida y el camino del reino.

Cristo, Hijo de Dios vivo, que con tu muerte venciste a la muerte,


— haz que la oblación final de nuestros difuntos los lleve al gozo eterno de la gloria.

Padre nuestro.
Oración:

Oh Dios, que para gloria tuya y salvación del género humano constituiste a tu Hijo único
sumo y eterno sacerdote, concede a quienes él eligió para ministros y dispensadores de sus
misterios la gracia de ser fieles en el cumplimiento del ministerio recibido. Por nuestro Señor
Jesucristo.

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