5.2. Exhortaciones Sobre El Pecado de La Lengua - Parte 2
5.2. Exhortaciones Sobre El Pecado de La Lengua - Parte 2
5.2. Exhortaciones Sobre El Pecado de La Lengua - Parte 2
INTRODUCCIÓN REFLEXIVA.
“El que anda en chismes descubre el secreto; no te entremetas, pues, con el suelto de lengua” Proverbios 20: 19. La murmuración, el juzgamiento, la
crítica, la difamación, son las armas más utilizadas por el enemigo para dividir al pueblo de Dios; dividir familias, hogares, dividir la Iglesia, y también dividir
los grupos apostólicos o comunidades laicales de la Iglesia. La lengua fue una de las causas por las cuales el pueblo de Israel no entró a Canaán, la tierra
prometida.
Seguidora: ¿Te gusta murmurar? Parece una pregunta extraña o sin sentido, pero no lo es. Es más bien una pregunta que atañe a la convivencia de todas
las personas y que se ha normalizado (como se ha normalizado el pecado en general), dañando la paz familiar, personal y comunitaria (C.S.J.), generando,
discordias, divisiones, malos entendidos, resentimiento, etc... Toda murmuración es una conversación en perjuicio de una persona. Es quejarse entre
dientes o en voz baja; es rajar, refunfuñar, criticar o censurar, juzgar. Tiene el fin de desacreditar. Por ejemplo: el pueblo de Israel murmuró contra Moisés,
Aarón y Dios en el desierto (Éxodo 15:24; 16:2; Números 16:41; 14:27); los obreros de la viña contra el padre de familia (Mateo 20:11); contra la mujer que
derramó su perfume en la cabeza de Jesús (Marcos 14:5); los escribas y los fariseos contra los discípulos (Lucas 5:30); los griegos contra los judíos
(Hechos 6:1). Hoy en día, tristemente, es común o normal, ver y oír a la gente murmurar, ya esto, infortunadamente, hace parte de la vida cotidiana entre
dos personas o más. La murmuración se practica en el hogar, en el barrio, en el mercado, en la tienda, en la escuela, en el trabajo, en la iglesia, en la
televisión, en la radio, en las redes sociales, en los periódicos y en cualquier otra parte. Y, ¿entre las Seguidoras...?
¿Y tú, Seguidora, haces parte de estos grupos de personas, o estás trabajando ascéticamente este pecado? Hay gente que se pasa horas hablando o
murmurando de otras personas, y muchas veces, sin darse cuenta, que el pecado de la lengua se introduce en los comentarios que hace, en muchísimas
de sus conversaciones, y lo peor …, juran que no son chismosos/as. Otras veces “este pecado” es premeditado. Existen artistas consumados
en desprestigiar y hablar mal de los demás, y en hacer correr bolas contra quien les cae mal, sin considerar el daño que causan a las reputaciones y a la
honra de la gente. También hay los que chismean sin maldad aparente, sólo para sentirse importantes, (¿no sabes la última?, como te parece lo que
supe…, encontrémonos porque te tengo una bomba, no me consta pero algo de verdad tendrá, te voy a contar algo de xxx pero júrame que no se lo dirás a
nadie), y otros lo hacen maliciosamente, con la intención de causar daño a alguien en particular; puede ser por rivalidad, celos, competencia, enemistad,
oposición, antagonismo, pugna, rencor envidia, etc., todo ello empujado posiblemente por un gran complejo de inferioridad. Se sabe que el rasgo principal
del chisme es la mentira o la verdad dicha a medias, siendo parte importante, el infundio y la calumnia, y si a esto le añadimos que cada oyente, al
momento de contárselo a otro, le agrega un poco más de sal de su propia cosecha, nos encontramos con monstruosidades u horrorosidades que suelen
acabar con el honor y la dignidad de una persona. Lo grave es que increíblemente se usa el chisme, generalmente, contra personas consideradas
familiares, parientes, amigas, conocidas, actuando con hipocresía y perfidia. Y tú, Seguidora: ¿has chismeado o murmurado, o lo estás haciendo, con o sin
intención, en perjuicio de personas cercanas o conocidas?
Los seres humanos, en gran medida como consecuencia del pecado original, somos egoístas, egocéntricos. Nos centramos mucho en nosotros mismos,
creyéndonos dizque bueno/a, pero cuando se trata de encontrar defectos o pecados en los demás, para hacérselos saber a todo el mundo, ahí sí sabemos
centrar la atención en los demás y dejar nuestro yo de lado. Somos expertos en las vidas ajenas; incluso existen programas de televisión, ni se diga de las
tales redes sociales, que viven del pecado de la lengua. ¿Será que mientras nos ocupamos de hablar de los demás, no nos queda tiempo para mirarnos a
nosotros mismos? ¿Descargamos en los demás nuestras propias frustraciones? ¿Hablamos de las carencias de éste o de aquél para no tener que afrontar
las propias? ¿Nos escondemos en la broma y en sacarle filo a historias ajenas para no asumir nuestras propias incapacidades? Cuando se genera un
rumor, la bola va creciendo y cada persona por la que pasa va añadiendo algo de su propia cosecha y el mensaje original se ha convertido en algo
irreconocible. Como el juego del teléfono roto. Después de pasar por varias personas el mensaje estaba totalmente tergiversado e irreconocible. Pues lo
mismo pasa con el pecado de la lengua. El daño causado por la maledicencia es muy difícil de reparar. No siempre nos damos cuenta del perjuicio. Se
agravia, ofende y calumnia con un desparpajo increíble, si preguntamos a un chismoso de dónde ha sacado esas expresiones, responderá: “lo escuché”,
“me dijeron”, “se comentó en una conversación”, “me lo contó un amigo”,” por ahí lo oí”. En muchos casos la maledicencia se basa en afirmaciones sin
sentido, pero una vez que han sido pronunciadas causan un daño difícil de reparar. Los chismes son informaciones deformadas, que tienen un ciclo similar
a los rumores: nacen como si fueran seres vivos, se desarrollan y mueren. Incluso pueden volver a nacer con nuevos bríos o hasta con nuevo cuerpo. El
chisme es producto de la mala convivencia y se aprende con el tiempo, y todos de alguna forma lo hemos hecho o lo hacemos. Un comentario
infundado generalmente está constituido por una serie de mentiras o exageraciones que tal vez lleguen a perjudicar a uno o varios individuos, dependiendo
de la intención de quien lo genera.
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ESTRUCTURA DEL PECADO DE LA LENGUA.
La estructura del chisme, la murmuración el juzgamiento lo conforman: El chismoso, el receptor de la habladuría y la víctima, de que se habla en forma
negativa y sin fundamentos. Esto puede ir desde una simple crítica hasta la invención de toda una historia en torno a un sujeto determinado. O sea, se
juega también a intentar cambiar la realidad. Existen instituciones o empresas que se convierten en verdaderos campos de espionaje entre sus
trabajadores; la inseguridad se intensifica, se pierde la confianza entre los compañeros, se traicionan, se utilizan, compiten, se crean ambientes en los que
se siente que se camina entre vidrios. Pero esto también sucede entre familiares, entre vecinos, y con dolor hay que admitirlo, también ocurre en grupos,
movimientos o comunidades religiosas o laicales, así como dentro del clero. El que murmura hace daño a tres personas, a él mismo, al que escucha sin
desmentir al hablante, y a la persona de quien se murmura. Si se tiene algo que reprochar a alguien, él es la primera persona que debería escuchar el
reproche, pero lamentablemente por la falta de sinceridad que nos caracteriza, el malediciente se encuentra con la persona que juzga, le sonríe y la saluda
con palabras amables y hasta la adula, para después, apenas despedida, comenzar, de una manera u otra a hablar mal de él o de ella. Y tú, Seguidora:
¿has murmurado o murmuras actualmente de personas de tu familia, personas de tu trabajo, personas de tu barrio o conjunto, de otras personas, incluso,
de tus hermanas del grupo, de tus hermanas de la comunidad, de la Asistente Guía, de la Servidora General?
En el caso de la calumnia, ésta es considerada como un modo de difamación que destruye a la persona afectada, no sólo por las heridas que produce, sino
por la dificultad de repararlas. Aunque a uno le importe poco la opinión ajena, la calumnia abre las puertas a la duda. La calumnia tiene su mejor cómplice
en el “piensa mal” y hace tambalearse hasta las más firmes convicciones acerca de la rectitud o la honradez de una persona, incluso una vez aclarada la
mentira. Se sabe de amistades a prueba de bombas que han sucumbido al insidioso enredo de las maledicencias deliberadas; el veneno de la calumnia ha
roto parejas y ha desmembrado familias, igual que ha provocado depresiones y sembrado discordias irreparables. ¿Qué pasa con una persona que no
reconoce que peca con la lengua, ya sea con intención (gravísimo) o sin intención (grave), que no se arrepiente de este atroz pecado, y muere así? ¿Qué
pasará con una persona, que peca con la lengua, ya sea con intención (gravísimo) o sin intención (grave), y se arrepiente, sobre la muerte? Seguidora:
estás llamada a reconocer, pero de verdad, verdad, este atroz pecado en la propia vida. Y reparar, reparar y reparar, desde ya, y todos los días de la vida.
El chisme, la crítica, el juzgamiento, la murmuración, la difamación, ¡son terrorismo! Quien habla mal de otro, lo hace a sus espaldas, a escondidas; tira la
bomba, y se va. Y la bomba explota y destruye. Seguidora: cuando seas tentada a hablar mal de otro, muérdete tremendamente la lengua. Lo más
probable es que se te hinche, pero no harás mal a tu hermano o a tu hermana. Las murmuraciones, chismes, críticas, juzgamientos, difamaciones, son
como un cáncer con metástasis. Lo quitas de un lugar y aparece en otro. El papa Francisco durante el rezo del Ángelus en la plaza de San Pedro. (16 Feb
2014), explicó que «cuando decimos que una persona tiene la lengua de serpiente, queremos decir que sus palabras matan». «Jesús nos recuerda que
también las palabras pueden matar. Por lo tanto, no sólo no se debe atentar contra la vida de los demás, sino tampoco derramar sobre él, el veneno de la
ira y golpearlo con la calumnia», y agregó: «Los chismes pueden matar, porque matan la fama de las personas» . El pontífice, en varios discursos ha
criticado el vicio del chisme y de sus repercusiones, añadiendo que, «al principio puede parecer divertido», «pero que después, contar chismes nos llena el
corazón de amargura y nos envenena».
¿Cuándo es necesario hablar algo sobre alguien?: Es verdad que a veces, necesitamos tener conversaciones sobre personas que no están presentes. Tal
vez estemos en busca de consejos para lidiar con una situación delicada; tal vez necesitemos algún incentivo para lidiar con una persona difícil o tengamos
que hacer una verificación legítima de hechos. Tal vez, especialmente en contextos profesionales, seamos invitados a evaluar a algunos colegas,
funcionarios o situaciones. En casos como esos, tenemos que limitar el objetivo de nuestras conversaciones a lo estrictamente necesario, abordando
solamente las personas y hechos que de verdad necesitan ser abordados. Al buscar un consejo, debemos hablar solamente con personas idóneas,
primeramente formadas en la fe, de oración y sacramentos, con testimonio de vida, y que puedan razonable y sabiamente, ser de ayuda. Siempre que sea
posible, debemos omitir detalles innecesarios, entre los cuales, si es factible, el nombre de la persona de quien estamos hablando. La discreción y la
prudencia, son virtudes claves, en las conversaciones necesarias sobre el prójimo.
Por otro lado, es importante saber que el sigilo extremo puede ser inútil y hasta perjudicial. Hay momentos en que las situaciones flagrantes necesitan
abordarse de manera directa y bien clara. En este tipo de casos, tenemos que seguir las normas establecidas por Jesús en el Evangelio de Mateo: “Si tu
hermano llega a pecar, vete y repréndele, a solas tú con él. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano. Si no te escucha, toma todavía contigo uno o dos,
para que todo asunto quede zanjado por la palabra de dos o tres testigos. Si les desoye a ellos, díselo a la comunidad. Y si hasta a la comunidad desoye,
sea para ti como el gentil y el publicano” (Mt 18, 15-17). En otras palabras, la discreción y la prudencia, deben abrir espacio también a la trasparencia en
determinadas circunstancias, como en las que una comunidad necesita tratar ciertas cuestiones de forma pública y clara. Cuando, se está en un ambiente
familiar, laborar o social, en donde las personas en medio de la conversación, empiezan a juzgar, criticar, difamar: en primer lugar, se debe orar en silencio,
por quienes están pecando con la lengua. En segundo lugar, no hacer parte de esos comentarios pecaminosos. En tercer lugar, persuadir el cambio de
tema dentro de la conversación, En cuarto lugar, solo si es factible, hablar si fuese necesario para exhortarles sobre los tres filtros (verdad, bondad,
utilidad). En quinto lugar, si insisten en seguir con el chisme, juzgamiento o crítica, guardar silencio, y si fuese necesario, retirarse.
¿Qué debe hacer una Seguidora para combatir el pecado de la lengua?: Debe tener el fundamento cotidiano y vivencial de la Metodología Espiritual.
Además, debe permanecer en un diario escudriñamiento de su propia vida a través de los exámenes de conciencia diarios. Este santo ejercicio, solo lo
puede vivir, rogando la asistencia cotidiana del Espíritu Santo, quien es, el santificador. Él, nos va desvelando nuestra alma, con sus defectos, faltas y
pecados. Una Seguidora que así lo vive, le irá permitiendo a la Santísima Trinidad, habitar en su alma, cada vez, más y más, al punto que sus
pensamientos, palabras y actos diarios, estarán impregnados de, amor, gozo y paz; y progresivamente se convertirá en el suave olor de Cristo. La vida
ascética es fundamental, y esta se sostiene por las mortificaciones, los sacrificios, y las penitencias, uniéndolas a la Cruz de Cristo, para que realmente den
frutos, especialmente, frutos de virtud. Las siguientes virtudes son primordiales, para combatir los pecados de la lengua: sabiduría, humildad, silencio,
discernimiento, discreción, tacto, prudencia, moderación, buen juicio.
INTERIORIZACIÓN REFLEXIVA PERSONAL.
Con las dos partes del Tema de Reflexión, sobre el pecado de la lengua, estamos siendo fuertemente exhortadas, ya que, a quien más se le da, más se le
exige y más se le pedirá. El tiempo de adviento, es un tiempo propicio para entrar en sí misma, pensar, reflexionar y hacer un profundo examen de
conciencia sobre la propia vida. Recordemos, nuestra morada no es esta tierra. Seguidora: entra en ti misma, ponte a pensar, reflexiona, examínate, y
como fruto: la confesión y propósitos mucho mas contundentes de enmienda, de reparación. Cada instante de cada día, cada semana, cada mes… No
fuiste llamada por Dios para ser buena, fuiste llamada por Dios, para ser santa. La comunidad, te brinda todas las ayudas. ¡Rema mar adentro como
Seguidora de Jesús!