wuolah-free-TEMARIO HISTORIA DE ESPAÑA 2
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Historia de España
1º Asignaturas comunes
P R E H IS TO R I A Y P R O T O H I STO R IA D E L A PE N Í N SU L A IBÉ R IC A
Las raíces de la historia de la Península están en la aparición de los primeros homínidos, cuyos restos más antiguos se
hallaron en el yacimiento de Atapuerca (800.000 años). Se inició una larga etapa en la cual la Península se inscribió en
los flujos históricos de su ámbito geográfico: oleadas de tipos humanos, descubrimiento de la agricultura, pueblos
colonizadores, transformación romana… lo que sentó las bases civilizadoras de la evolución histórica peninsular. La crisis
No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
del Imperio Romano y la aparición del Reino Visigodo fueron el final de la Antigüedad.
Paleolítico. Primera etapa, con sociedades que vivían de caza, pesca y recolección; eran nómadas con economía
depredadora y organización elemental, y habitaban en cobijos provisionales, solo a partir del Paleolítico medio (con el
fuego) ocuparon cuevas permanentemente. Tres etapas en función de los tipos humanos y las técnicas usadas:
INFERIOR (1.200.000 – 100.000 a.C.). En Atapuerca (Burgos) se hallaron los primeros grupos humanos (800.000
– 1.200.000). Sus herramientas eran toscas (lascas, bifaces) y producidas golpeando unas rocas contra otras.
MEDIO (100.000 – 35.000 a.C.). El primer tipo humano es el Neandertal, destacado por su robustez, baja
SUPERIOR (40.000 – 5.000 a.C.). Aparece el Homo Sapiens, llegado hace unos 40.000 años y extendido por
todo el territorio (y los archipiélagos). Su tecnología mejoró por el empleo de nuevos materiales y una técnica
más depurada, con instrumentos más especializados.
Arte rupestre. Las primeras manifestaciones se dan en el Paleolítico Superior (40.000 – 10.000 a.C.), en la cornisa
cantábrica (arte cantábrico). Destacan las cuevas de Altamira y El Castillo (Cantabria) y Tito Bustillo (Ribadesella). Estas
pinturas realizadas en cuevas profundas y oscuras tienen motivación mágica-religiosa, con figuras aisladas de animales,
signos abstractos y estampaciones de manos; la técnica es policroma.
A inicios del Neolítico (7.000 – 4.000 a.C.) en el mediterránea se desarrolla el arte levantino, con características propias
sin relación con el cantábrico. Estas pinturas en abrigos rocosos iluminados, presentan figuras humanas en escenas
variadas, con sentido narrativo; en la técnica, las figuras son estilizadas, monocromas (o combinación ocre-negro).
Sociedades neolíticas (5.000 – 2.500 a.c.). Cambio trascendental en la forma de vida, se empezó a producir alimento
mediante agricultura y ganadería, lo que provocó la aparición de actividades (elaboración de tejidos y cerámica,
comercio); la necesidad de vivir junto a los cultivos hizo que disminuyeran los desplazamientos, impulsando el
sedentarismo y poblados estables.
Culturas de los metales. El inicio del trabajo con metales marcó un hito tecnológico. Distinguimos 3 edades en función
del metal predominante:
EDAD DEL COBRE (3.000 – 1.800 a.C.), con monumentos megalíticos y poblados amurallados. La cultura
destacada fue Los Millares (Almería).
EDAD DEL BRONCE (1.700 – 1000 a.C.), los poblados crecieron. Destaca la cultura de El Argar.
EDAD DEL HIERRO, inicio del periodo histórico con celtas y los pueblos colonizadores.
En el 1º milenio se formaron en la Península dos culturas diferentes interrelacionadas: celta e íbera. El contacto entre
ellas fue intenso, en la zona de confluencia surgió la cultura celtíbera.
ÍBEROS. Asentados en el sur y la costa mediterránea, eran un conjunto de pueblos con características comunes,
pero sin unidad política. Su economía se basaba en agricultura y ganadería, con relaciones comerciales con
griegos, fenicios y cartagineses; su sociedad era tribal y jerarquizada en función del poder económico y militar;
y sus poblados eran amurallados, localizados en zonas de fácil defensa.
No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
Su organización política estaba desarrollada por la influencia del modelo ciudad-Estado de fenicios y griegos.
El modelo político era la monarquía. El desarrollo cultural fue destacable en escritura (lengua común) y religión
(influencias griegas y púnicas).
CELTAS. Pueblo indoeuropeo del centro que ocupó la Meseta Norte. Aportaron avances técnicos (metalurgia
de hierro). Se asentaban en castros y eran ganaderos. Referencias romanas los presentan como primitivos y
belicosos. Se organizaban en tribus, hablaban lenguas indoeuropeas y no conocían la escritura.
CELTÍBEROS. En la zona de confluencia entre celtas e íberos surgió una cultura peculiar, que mezclaba
elementos de ambos, con mayor factor celta. Fueron guerreros con excelente tecnología armamentística,
siendo la aristocracia guerrera el grupo dominante. Cartagineses y romanos los incorporaron a sus ejércitos.
Desde principios del milenio I a.C. algunas potencias colonizadoras del Mediterráneo oriental se asentaron en la
Península por causas geoestratégicas y económicas. Todos ellos transmitieron elementos culturales y tecnológicos
(arado, moneda, modelos urbanísticos, metalurgia de hierro…):
FENICIOS. Comerciantes del actual Líbano, primeros en colonizar la Península. Hacia el IX a.C. fundaron Gadir
(Cádiz), desde donde se expandieron por las costas andaluzas y el sur de Portugal. Vinieron atraídos por los
metales y la estratégica localización, que facilitaba relaciones comerciales.
GRIEGOS (VIII a.C.). Fundaron enclaves en el norte de la costa mediterránea (Emporion, Rhodes), desde donde
establecieron puntos costeros con el fin de formar relaciones comerciales.
CARTAGINESES (VI a.C.). Controlaron el sur, continuando el dominio fenicio y ampliándolo al Este y Norte. A
partir del III a.C. su presencia adquirió rasgos de conquista militar. Fundaron colonias ( Cartago Nova).
TARTESSOS
Máximo apogeo entre los siglos VIII y VI a.C. Centro geográfico en Andalucía occidental, aunque se extendió por la
Meseta Sur y Baja Extremadura.
La economía se sustentaba en la minería, ganadería y metalurgia de bronce. Tartessos era un centro de comercio que
conectó a fenicios y griegos con pueblos del oeste. La relación entre tartesios y fenicios fue tan intensa que se habla de
fusión cultural completa. Políticamente no constituyó una unidad, sino que existió pluralidad de centros de poder.
A partir del VI a.C., una combinación de elementos externos e internos provocaron su decadencia.
La conquista romana de la península ibérica fue un proceso histórico de control militar y transformación sociocultural
dado en varias etapas (218 a.C. – 19 a.C.). Su presencia se relaciona con las guerras púnicas, que enfrentaron a Roma
con Cartago por el dominio del Mediterráneo occidental. Los cartagineses, asentados en el levante, atacaron a Roma a
través del sur de Francia y los Alpes. La conquista de Sagunto (colonia griega protegida por Roma) fue la causa de la II
Guerra Púnica (218 – 197 a.C.), donde legiones romanas dirigidas por Publio Cornelio Escipión desembarcaron en
Emporion (Ampurias). Hasta el 197 a.C. Roma conquistó toda la costa mediterránea peninsular, el valle del Guadalquivir
y parte del valle del Ebro. Con la derrota definitiva de los cartagineses, Roma pasó a conquistar el interior peninsular
No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
(197 – 29 a.C.), donde encontraron la oposición de lusitanos (Viriato) y celtíberos (Numancia aguantó 10 años de asedio).
Tras ocupar la Meseta, los romanos iniciaron la conquista de la cornisa cantábrica en las guerras cántabras (29 – 19 a.C.).
Durante el mandato de Octavio Augusto (1º emperador romano) se logró el control efectivo de los pueblos galaicos,
astures y cántabros. Al someterse éstos, los romanos finalizaron la conquista de la península, a la que llamaron Hispania
e integraron en el Imperio Romano.
Paralelamente a la conquista se inició un proceso de romanización, en el que las sociedades indígenas peninsulares
adoptaron la cultura (lengua, derecho, religión…) y forma de vida romanas.
Uno de los primeros elementos de la romanización fue la administración provincial para controlar mejor el territorio.
Con el inicio de la conquista Hispania se dividió en 2 provincias (Citerior y Ulterior). Después Augusto la reorganizó
Se creó un sistema urbano y red de comunicaciones, con la ciudad convertida en centro político, administrativo, religioso
y económico. Junto a las viejas ciudades indígenas, se fundaron nuevas colonias para acoger a legionarios veteranos
(Emérita Augusta, Tarraco…). Para unir las ciudades se creó una red de comunicaciones formada por calzadas, que
facilitó el desplazamiento y desarrolló el comercio.
Los romanos impusieron sus estructuras económicas y sociales, con una economía agraria y ganadera (cereal, olivo, vid)
y una estructura de la sociedad dada en función de la riqueza (aristocracia, caballeros, trabajadores libres -artesanos,
campesinos…- y los esclavos -sin derechos-).
La presencia romana dejó una importante huella cultural, destacando el latín como elemento integrador. Algunos de
los más importantes intelectuales romanos fueron hispanos (Séneca, Quintiliano, Marcial…) y emperadores (Trajano,
Adriano, Teodosio).
Otras aportaciones fueron el derecho romano (base del actual sistema jurídico) y una huella artística con obras que
perviven en edificios públicos (templos, teatros, anfiteatros, circos, termas), obras de ingeniería (puentes, acueductos,
murallas) y esculturas y mosaicos (palacios, foros y villas).
Introdujeron su religión politeísta, con gran importancia de los lares, caracterizada por la fusión de sus dioses con las de
los pueblos donde llegaban. A partir del siglo III d.C. llegó a Hispania el cristianismo, que chocó con el poder romano y
sufrió persecuciones y condenas. Con el Edicto de Milán (313 d.C.) se concedió la libertad de culto a los cristianos y el
emperador, Constantino I, se convirtió. Años después se declaró religión oficial del Estado romano, y la Iglesia católica
se convirtió en colaboradora de la latinización de la sociedad hispánica.
No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
inestabilidad del poder imperial y la incapacidad del ejército.
A finales del siglo V d.C. el imperio se dividió en 2 para defenderse mejor, pero la parte occidental sucumbió pronto. En
este contexto se produjo la llegada de suevos, vándalos y alanos, quienes se asentaron por diversas zonas, lo que no
fue del agrado de Roma, que recurrió a los visigodos (pueblo bárbaro asentado en el sur de Francia desde hacía poco
fruto de un pacto pacífico) para expulsar a dichos pueblos. Con la caída del Imperio romano de Occidente (476 d.C.)
los visigodos crearon el Reino de Tolosa, que abarcaba el sur de Francia y gran parte de Hispania.
MONARQUÍA VISIGODA
A principios del VI d.C. los visigodos fueron derrotados por los francos y abandonaron Francia, asentándose
definitivamente en la península, creando el Reino visigodo de Toledo.
La situación empezó a cambiar con el reinado de Leovigildo (569 – 586), iniciándose la unificación política de la península
(expulsión de bizantinos y suevos). Esta labor fue continuada por sus sucesores, que lograron la unidad religiosa
(Recaredo) y judicial (Recesvinto, se publicó el Liber Iudiciorum).
Durante la monarquía visigoda los reyes gozaron de un gran poder que en la práctica se compartía con otras
instituciones: Aula Regia (asamblea consejera del rey formada por funcionarios y aristócratas) y Concilios de Toledo
(asamblea de obispos de la Iglesia católica con funciones legislativas).
En esta etapa se acentuó la ruralización de la sociedad, las ciudades decayeron, el comercio perdió fuerza y la agricultura
y ganadería eran las actividades básicas. La ausencia de esclavos se sustituyó por campesinos dependientes o siervos.
La debilidad del reino visigodo hizo que los pequeños propietarios buscasen la protección de nobles, cediendo a cambio
tierras o trabajando para ellos. La monarquía cedió propiedades, y la nobleza fue cada vez más poderosa.
A finales del VII a.C. la inestabilidad monárquica aumentó y el poder real se debilitó por las luchas entre los nobles por
la corona. En este contexto se produjo la llegada de los musulmanes (711), quienes acabaron con la monarquía visigoda.
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A L- Á ND A L U S Y SU S PR IN C I PA LE S E T A PA S . S O C IE D A D Y E CO NO MÍ A
Emirato dependiente de Damasco (714 – 756). Con Damasco como centro político y religioso del mundo musulmán,
No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
gobernado por la dinastía omeya. Caracterizado por enfrentamientos internos entre musulmanes (árabes-bereberes) y
por la resistencia de la población hispano-visigoda a la islamización.
Emirato independiente (756 – 929) declarado por Abderramán I, único superviviente omeya de la matanza en Damasco
por los abasíes, quien huyó y llegó a la península. Esto supuso la independencia política del nuevo califato abasí, aunque
aún se reconocía la autoridad religiosa del califa de Bagdad (nueva capital islámica). Con el tiempo el emirato se
consolidó en Al-Ándalus, mejorando la administración y la recaudación de impuestos; también se creó un ejército
mercenario y permanente, y se organizaron razias (expediciones militares contra los reinos cristianos del norte).
Califato (929 – 1031). Desde principios del X el emirato sufrió una crisis caracterizada por divisiones internas y amenazas
de los reinos cristianos del norte. Abderramán III quiso reforzar su autoridad y se autoproclamó califa de Córdoba (jefe
Reinos de taifas (1031 – 1232). Tras la deposición del último califa, en 1031 el califato se dividió en reinos de taifas (destacan
Badajoz, Toledo y Zaragoza por su posición y tamaño). Con el tiempo las más débiles desaparecieron y se anexionaron.
La división en taifas supuso debilidad política y militar frente a los cristianos, quienes exigieron el pago de parias (tributos
a cambio de protección). En la taifa de Toledo, su líder al-Mamún (1043 – 1075) buscó apoyo y protección en Fernando
I a cambio de parias, afianzando su poder y extendiendo el territorio con la anexión de la taifa de Valencia. Toledo
también destacó por acoger al exiliado Alfonso de León en su conflicto con su hermano, contrayendo con Toledo una
deuda de no agresión y ayuda mutua. Con la muerte de al-Mamún, su sucesor al-Qádir no consiguió hacerse con el
reino, fruto de los ataques de zaragozanos, valencianos, aragoneses y castellanos, se pactó que Castilla ocupase Toledo
y al-Qádir fuese entronizado en Valencia.
Alfonso VI entró en Toledo (1085), en lo presentido como el principio del fin de la España musulmana.
Con la caída de Toledo y ante la amenaza del expansionismo cristiano, algunas taifas solicitaron ayuda a los almorávides
(1086 – 1145), musulmanes con un imperio al norte de África, quienes consiguieron unificar los reinos de taifas
incorporándolos a su imperio, destacan sus victorias en Sagrajas (1086) y Uclés (1108), pero a mediados del XII sufrieron
un colapso que hizo resurgir los segundos reinos de taifas, hecho aprovechado por los cristianos para avanzar hacia el
sur, hasta que los almohades (1146 – 1232), movimiento religioso del Magreb, intervino unificando las taifas, con éxitos
militares como el de Alarcos (1195). En la batalla de las Navas de Tolosa (1212), la unión de los cristianos derrotó a los
almohades, motivando su derrumbe y división en las terceras taifas.
El 2 de enero de 1492 los reyes católicos pactaron con el rey Boabdil la rendición de Granada.
Durante los casi 8 siglos de presencia musulmana en la península, sobretodo a partir del X, Al-Ándalus fue un estado
centralizado donde el califa representó el poder espiritual y temporal, siendo máxima autoridad en religión, economía,
poder judicial y militar. Dirigió la política exterior, ayudándose del hachib (1º ministro), visires (secretarios, ministros)
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valíes (gobernadores de provincias) y cadíes (jueces).
El estado musulmán supuso un desarrollo de agricultura, comercio y ciudades. En agricultura se recuperaron técnicas
romanas y se desarrolló el regadío con norias, acequias, albercas y aljibes; se introdujeron nuevas prácticas hortícolas
con nuevos productos frutales, arroz, caña de azúcar, algodón… Las ciudades se convirtieron en el centro de la economía
y la cultura. Desarrollaron una artesanía de tejidos, cuero, cerámica, orfebrería… para mercado interior y exterior. Se
importaban esclavos y materias primas, y se exportaban productos manufacturados de lujo. La moneda fue la base del
comercio. Córdoba fue la ciudad más importante, con 100.000 habitantes en el X.
La sociedad se caracterizó por su pluralidad étnica y religiosa. Desde su llegada se estableció la religión oficial islámica,
con tolerancia a judíos y cristianos, que pagaban todos los impuestos, mientras que los musulmanes solo pagaban la
Al-Ándalus alcanzó un importante desarrollo cultural y científico, convertido en uno de los referentes del mundo islámico
y cristiano (sobretodo entre los siglos X y XII). Se crearon escuelas y universidades, de las que salieron autores
pertenecientes al campo de la medicina, astronomía, matemáticas, filosofía… La lengua árabe dejó su huella en el
castellano, con palabras de ese origen.
En cuanto a manifestaciones artísticas del periodo andalusí, la etapa más brillante se dio en el X, con obras como la
mezquita de Córdoba o el palacio de Medina Azahara. Del periodo de las invasiones bereberes (XII) destaca la Torre
del Oro y la Giralda de Sevilla. De la etapa nazarí (XIV) destaca la Alhambra de Granada.
EL PROCESO DE LA RECONQUISTA
La Reconquista es el proceso histórico referente a la lucha entre cristianos y musulmanes por el dominio de la península,
y que abarca desde el VIII hasta el XV.
Tras la derrota visigoda en Guadalete (711), algunos nobles se refugiaron en la Cordillera Cantábrica, donde habitaban
vascones, cántabros y astures. En el 722, Pelayo -noble visigodo- derrotó a los musulmanes en la batalla de Covadonga,
siendo el primer rey de Asturias. Con el tiempo se fijó la capital en Oviedo, y el reino inició su expansión hacia el sur con
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Alfonso I y Alfonso II. Fue en la segunda mitad del IX, con Alfonso III, cuando se vivió la mayor expansión hasta el Duero.
A principios del X la capital se trasladó a León, y el reino se denominó astur-leonés. Durante el reinado de Ordoño II ya
abarcaba las regiones de Asturias, Galicia, León, y las marcas fronterizas de Portugal y Castilla. En Castilla se estableció
un condado que con el tiempo obtuvo gran autonomía con Fernán González, hasta declararse independiente de León.
En la zona pirenaica, desde la victoria franca en Poitiers (732) contra los musulmanes, Carlomagno creó una franja
fortificada para proteger su imperio frente a los musulmanes -Marca Hispánica- dividida en condados dependientes.
Estos condados se fueron independizando: hacia el 830 nació el reino de Pamplona a manos de la familia Arista, hacia
el 820 surgió el condado de Aragón con Aznar Galíndez, y en el 874 Vifredo el Velloso unificó los condados catalanes,
independientes con Borrell II.
En el 1037 Fernando I consiguió unir bajo su corona los reinos de Castilla y León, unidad que se verá rota en varias
ocasiones hasta que en 1230 Fernando III lleve a cabo la unión definitiva.
Durante el XI los cristianos tomaron la iniciativa militar frente a musulmanes, conquistando el valle del Tajo. En el 1147,
el condado de Portugal se independizó con Alfonso Henríquez (nieto Alfonso VI).
En la segunda mitad del XII, el apogeo de almorávides y almohades frenó el avance cristiano, limitado a la zona del
Turia, Júcar y Guadiana.
El reino de Aragón vivió su esplendor con Alfonso I el Batallador, que alcanzó el valle del Ebro. Durante el XII los
condados catalanes forzaron las defensas musulmanas, y cuando el conde de Barcelona Ramón Berenguer IV se casó
con Petronila (1137) -heredera aragonesa-, nació la Corona de Aragón.
En el XIII los cristianos derrotaron a los musulmanes en las Navas de Tolosa (1212), despejando el camino al valle del
Guadalquivir, ocupado por Fernando III. Se ocupó Extremadura, Sevilla, y el reino de Murcia -Tratado de Almizra-.
En Aragón, en los siglos XII y XIII conquistaron las Baleares y Valencia con Jaime I el Conquistador.
A finales del XIII, solo el reino nazarí de Granada estaba en manos musulmanas, pero en 1492 los Reyes Católicos lo
conquistaron definitivamente.
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La repoblación fue la ocupación efectiva para asegurar fronteras, colonización y explotación económica. Los modelos
de repoblación condicionaron la propiedad de la tierra, y fueron:
Presura o aprisio (VIII – X), norte del Duero y estribaciones de los Pirineos. Consistía en la ocupación de tierras sin dueño
reconocido. Nobles y monjes crearon señoríos con campesinos en torno a castillos y monasterios. En las zonas más
peligrosas (Castilla) los campesinos podían ocupar tierras como hombres libres. El modelo generó una sociedad de
campesinos libres basada en la pequeña propiedad.
Repoblación concejil (XI – XII), valles del Ebro y Tajo. Consistía en la división el territorio en concejos con grandes términos
o alfoces, con milicias que defendían y repoblaban la frontera. Los reyes concedieron fueros y cartas puebla que
reconocían privilegios y libertades. Este modelo mantuvo al pequeño y mediano propietario, y facilitó el desarrollo de
la burguesía y de una oligarquía urbana.
Repoblación de las órdenes militares (XII – XIII), valles altos del Júcar, Turia y Guadiana, zonas extensas y poco pobladas
Repoblación por repartimiento (a partir del XIII), valle del Guadalquivir y el litoral levantino, consistente en repartir los
bienes y tierras entre quienes habían participado en la conquista. Los repartimientos se dividían en lotes según la
condición social: donadíos (grandes latifundios para el alto clero, órdenes militares y nobleza) y heredamientos
(donaciones a caballeros y peones).
La sociedad estaba ruralizada y atrasada, y progresó gracias a la inmigración de los mozárabes que contribuyeron al
desarrollo económico y demográfico y a la repoblación del norte. La sociedad se fue haciendo señorial, con un estado
llano dependiente de señores laicos y eclesiásticos.
Entre los siglos XI y XIII los reinos cristianos experimentaron un crecimiento demográfico, desarrollo económico y un
gran dinamismo social; en este contexto, castellanos y aragoneses tuvieron que adaptarse a la próspera agricultura del
sur, ciudades de gran tamaño, y población islámica y judía. Comercio y artesanía adquirieron relevancia en las ciudades,
y se vieron favorecidos por el Camino de Santiago, ferias anuales y monedas de oro y plata como forma de pago. Los
señores laicos y eclesiásticos aumentaron su poder y tierras y disminuyeron las propiedades y libertades campesinas.
Apareció en las ciudades un nuevo grupo social, la burguesía (comerciantes, artesanos…), personas libres que
ocasionalmente se aliaban con el rey.
En política, el monarca y su dinastía encarnaban el Estado, pero su poder efectivo era limitado. Entre los siglos XI y XIII
se unificaron las leyes, lo que otorgó al rey más prerrogativas y atribuciones. Para afrontar las necesidades económicas
los monarcas ampliaron su corte. Se produjo el nacimiento de las Cortes -reunión de nobleza, clero y estado llano-.
Coexistieron las tres culturas y religiones, lo que dio gran riqueza cultural. Hasta el X, la España islámica fue superior
culturalmente, pero en el XI el Camino de Santiago se convirtió en ruta clave en la difusión e intercambio cultural:
llegaron modelos literarios y estilos artísticos. En el XIII aparecieron las primeras universidades.
Uno de los más destacados puentes culturales de intercambio fue la Escuela de Traductores de Toledo, ambiente de
tolerancia religiosa donde se traducían textos de árabe a latín, y después a castellano.
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L O S R E I NO S C R IS T IA NO S E N LA BA JA E D A D ME D IA ( S . X IV – X V ) . E V O L UC I Ó N PO L ÍT I CA Y CR I S IS
B A JO ME D IE V A L
Las relaciones entre ellos fueron fluctuantes, con deseos hegemónicos entre los monarcas. Todo eso se complicó por
las relaciones feudo-vasalláticas entre los reyes.
La tendencia dominante desde el XII hasta el XV fue la de unificación. A principios del XVI existían solo el reino de
Portugal y la unión de las coronas castellana y aragonesa.
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LA CORONA DE ARAGÓN
Tras ocupar Valencia se expandió hacia el Mediterráneo, tomando las Islas Baleares y Sicilia. El control del Mediterráneo
occidental se reforzó con Cerdeña y Nápoles. Estuvo presente en el Mediterráneo oriental a través de las expediciones
de los almogávares, que saquearon Grecia y fundaron los ducados de Atenas y Neopatria.
Los problemas internos se centraron en la oposición entre el monarca y los nobles, por el deseo del rey de aumentar
su poder y autonomía y los intentos de la nobleza por aumentar privilegios. Al morir sin descendencia Martín el Humano,
se dio una crisis política resuelta con el Compromiso de Caspe (1412), por el que representantes de la Corona de Aragón
eligieron como sucesor de la corona a Fernando I de Antequera. Muestra de los problemas fue la guerra civil catalana
entre monarquía y Generalitat, que significó el hundimiento político y económico de Cataluña, la hegemonía en la
LA CORONA DE CASTILLA
Se centró en conquistar el reino nazarí de Granada. Se alternaron etapas de guerra con otras de acuerdos con reyes
nazaríes, pero Castilla mantuvo la presión y fue conquistando plazas musulmanas.
El interés de Castilla era económico: las rutas hacia el Atlántico -norte y sur- eran las vías de obtención de productos
importados claves para la economía, y a su vez de exportación. La unión de ambas rutas se producía a través de una
red de ferias. Mostró interés por dominar las rutas marítimas del estrecho de Gibraltar y del mar Cantábrico para
desarrollar el comercio marítimo con el norte de África y con la Europa atlántica. El desarrollo implicó la participación
castellana en la guerra de los cien años.
Se inició la conquista de las Islas Canarias (siglo XV); Portugal se convirtió en rival en la expansión atlántica hacia el sur.
En política interior, se dio una pugna entre monarquía y nobleza -que se rebeló-, y problemas dinásticos. La lucha de
la monarquía por afianzar su poder se acentuó con Alfonso XI, que se apoyó en la burguesía comercial y los judíos para
lograr autonomía económica e independencia de la nobleza. El principal conflicto se dio con Pedro I: su intento de
someter a la nobleza y la Iglesia hizo que estos apoyaran las pretensiones al trono de su hermano Enrique de Trastámara.
Los problemas internos de Castilla impidieron una política exterior más activa.
EL REINO DE NAVARRA
Careció de posibilidades de expansión territorial a costa de los musulmanes, iniciando así un acercamiento a Francia
desde el XIV que supuso la entrada de dinastías francesas en el gobierno. El predominio francés duró hasta 1425, cuando
Juan II de Aragón fue proclamado rey de Navarra.
Las disensiones con su hijo provocaron una guerra civil que debilitó el reino y facilitó que en 1512 fuera invadido y
conquistado por Fernando el Católico.
En manos de la dinastía Avís, cuyo 1º rey, Juan I, recibió apoyo burgués. Su hijo, Enrique el Navegante, fue promotor de
expediciones marítimas. Portugal fue rival en la expansión atlántica hacia el sur.
ECONOMÍA Y SOCIEDAD
La economía medieval era agrícola, se trataba de una agricultura muy primitiva que utilizaba los métodos romanos, por
lo que la producción era insuficiente.
Las actividades agrarias y ganaderas estaban subordinadas al clima. Se produjo un cambio en el clima (finales XIII y
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principios XIV) que se manifestó en la abundancia de lluvias y heladas.
Las pérdidas de cosechas provocaron hambre y desnutrición. La peste negra despobló regiones y campos
contribuyendo a la caída de la producción. Los precios subieron, dificultando la alimentación de desfavorecidos.
El despoblamiento del campo y los cambios en el clima produjeron el abandono de las tierras de cultivo menos
productivas. Desde principios del XV se reiniciaron las roturaciones de nuevas tierras y aumentó la actividad ganadera -
respaldada en Castilla por el Honrado Concejo de la Mesta (1273)-.
Las rentas señoriales disminuyeron y la nobleza intentó recuperar ingresos exigiendo impuestos a los campesinos.
En Castilla se fortaleció el poder monárquico, con instituciones: Consejo Real, Chancillería Real y los corregidores; se
establecieron impuestos permanentes. Las Cortes fueron consultivas y decayeron a lo largo del XV.
En Navarra y Aragón los monarcas dependían de las Cortes para gobernar, pactando con ellas.
Muchos reyes de Navarra eran de origen francés, y no tuvieron inconveniente en colaborar con las Cortes, que eran
únicas para todo el reino.
En Aragón, la política exterior necesitaba apoyos y recursos, por lo que tuvieron que ceder patrimonio, privilegios y
derechos a los nobles, y hacer concesiones a las Cortes. Existían Cortes diferentes en Aragón, Cataluña y Valencia, y
unas generales. Había otras instituciones como el Justicia Mayor de Aragón o la Generalitat en Cataluña y Valencia.
Se dio un despertar cultural por la apertura a Europa occidental y el contacto con Al-Ándalus. La culminación fue la
difusión de la ciencia y el pensamiento de la Antigüedad.
El camino de Santiago sirvió como vía de intercambio cultural, por ella penetró el gótico y las órdenes religiosas francesas
con ideas reformistas.
En la Baja Edad Media la cultura tuvo carácter urbano y humanista, con las primeras universidades y una literatura
cortesana en lengua vernácula y la difusión del arte gótico y mudéjar.
10
L A F O R MA CIÓ N D E L E ST A D O E S PA ÑO L : LA MO N A R Q U ÍA D E LO S R E Y E S C A TÓ L ICO S
En 1469 Isabel la Católica se casó con Fernando II de Aragón y a la muerte de su hermano Enrique IV de Trastámara
(1474) entabló una guerra de sucesión con su sobrina Juana la Beltraneja por la corona. Al final de la guerra Isabel fue
nombrada reina de Castilla (Paz de Alcaçovas, 1479).
En 1479 Fernando II se convirtió en rey de Aragón y se unieron ambas coronas, creándose una nueva entidad: la
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monarquía hispánica, unión solo de carácter dinástico -Trastámara-, ya que cada reino conservó sus leyes, instituciones,
monedas y aduanas. Se formó un estado plural y unitario integrado por territorios que solo compartían una misma
monarquía. Las instituciones de ambos reinos se juraron mutua lealtad, y el peso económico, demográfico y territorial
correspondió a Castilla.
POLÍTICA INTERIOR
Los Reyes Católicos quisieron transformar una monarquía feudal en autoritaria, para lo que:
• Impusieron su autoridad sobre la nobleza y el clero, después recuperaron parte del patrimonio real en manos
de señores, aunque aceptaron garantizar a la aristocracia e Iglesia su poder e influencia a cambio de sumisión
o Las Cortes perdieron protagonismo en Castilla, solo se reunían para confirmar al nuevo rey o cuando
necesitaban financiación.
o En Castilla establecieron el control real de los municipios a través de los corregidores, que presidían
los ayuntamientos.
• Establecieron la unidad religiosa reforzando el Tribunal de la Santa Inquisición (1478), instrumento de control
ideológico y de unidad religiosa contra sospechosos de herejía, judíos y musulmanes conversos. Medio para
reforzar el poder real, al ser la única institución que actuaba en Castilla y Aragón. La política de unidad religiosa
se completó con el Decreto de expulsión de los judíos (1492), obligados a emigrar si no se convertían.
Tras la conquista de Granada se obligó a los musulmanes a convertirse en 1502 o a emigrar. La mayoría aceptó
el bautismo, pero siguieron practicando el islamismo clandestinamente, los mudéjares pasaron a ser moriscos.
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• Con el objetivo de aislar a Francia, se desarrolló una política de alianzas matrimoniales entre sus hijos y diversos
reinos europeos: Juana se casó con Felipe, Catalina con Enrique VIII -futuro rey de Inglaterra-, e Isabel y luego
María con el rey de Portugal.
• Ampliación de dominios peninsulares. A partir de 1482 iniciaron la conquista del reino nazarí de Granada,
culminada en 1492 con la anexión del territorio a Castilla. En 1512, el rey Fernando anexionó el reino de Navarra,
y recuperó el Rosellón y la Cerdaña (1493) que su padre Juan II cedió a Francia; consolidó el dominio aragonés
de Nápoles (1504) y conquistó enclaves en el norte de África (Melilla, la Gomera, Orán, Bugía y Trípoli), para
detener el avance musulmán.
• Expansión hacia el Atlántico, con la conquista de Canarias (1496) y el descubrimiento de América (1492), donde
destacó Cristóbal Colón, que tras el rechazo de Juan II de Portugal de abrir una nueva ruta hacia las Indias por
Occidente, presentó su proyecto a los Reyes Católicos y firmaron las Capitulaciones de Santa Fe (3 de agosto
Tras su regreso y con las expectativas de riqueza, se organizó una nueva expedición que llegó a La Española.
Colón realizó 2 expediciones más antes de morir (1506). La concesión de las Tierras a Castilla por el Papa
Alejandro VI fue considerada por Portugal como usurpación de sus derechos; para evitar conflictos, los Reyes
Católicos firmaron el Tratado de Tordesillas (1494) por el que se trazaba una línea imaginaria a 370 leguas al
oeste de las Islas Cabo Verde. Las tierras al oeste del meridiano serían para Castilla, y las del este para Portugal.
Tras Colón, se hicieron más exploraciones y conquistas en América: Alonso de Ojeda, Juan de la Cosa y Américo
Vespucio navegaron por Venezuela y Brasil (1499); Juan de la Cosa hizo el primer mapa de América (1500);
Nuñez de Balboa descubrió el Océano Pacífico (1513).
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E L SI GLO X V I: L A E SP A ÑA D E CA R LO S I Y F E L IPE I I
Durante el XVI España formó un gran imperio, hasta convertirse en la principal potencia a nivel mundial. Este periodo
coincidió con el reinado de los Habsburgo o Austrias mayores, dinastía iniciada por Carlos I y continuada por Felipe II.
Nació en 1500 y como consecuencia de la política matrimonial de sus abuelos -Reyes Católicos- consiguió una serie de
territorios y reinos que le hicieron ser el rey más poderoso de su tiempo.
Con la muerte de su padre -Felipe el Hermoso- heredó los Países Bajos y el Franco Condado; al morir su abuelo materno
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-Fernando el Católico- y por la incapacidad de su madre -Juana la Loca- para gobernar, se convirtió en rey de Aragón,
Nápoles, Sicilia, Castilla, y los territorios ocupados en América; con la muerte de su abuelo paterno -Maximiliano I de
Austria- consiguió los derechos al título de emperador del Imperio Romano Germánico. Durante su reinado conquistó
nuevos territorios -el Milanesado y plazas africanas y americanas-.
Su legado se caracterizó por la heterogeneidad de sus territorios, que mantuvieron sus leyes, costumbres y gobierno
propios, siendo el rey lo único común.
En política interior, se enfrentó a las Comunidades y las Germanías. Al llegar en 1517 desconocía el idioma y costumbres
españolas, lo que provocó una mala imagen entre la población. Carlos I llegó además rodeado de una corte extranjera
que ocupó los principales cargos y sacó la riqueza de España.
En Valencia y Mallorca Carlos I hizo frente a la revuelta de las Germanías, un conflicto social de los más débiles contra
los poderosos, quienes pidieron protección a Carlos I frente a los abusos de los débiles. El rey se alió con la nobleza y
los agermanados fueron derrotados (1521).
La política exterior de Carlos I se caracterizó por los problemas derivados de su idea fallida de conseguir una monarquía
universal y cristiana, idea alentada por la herencia del Imperio alemán y la extensión territorial de sus posesiones, por la
que pretendía reunir a toda la cristiandad bajo su mando y luchar contra los enemigos del catolicismo. Resultó un fracaso
por la tendencia a la creación de estados nacionales, la división de la cristiandad y la crisis en territorios, como los
enfrentamientos contra Francia, y el protestantismo en el imperio turco otomano, que acabaron rompiendo la unidad
de la Iglesia Católica (Paz de Augsburgo, 1555).
Carlos I decidió abdicar en 1556 y dividió sus territorios entre su hijo -Felipe II- y su hermano -Fernando- a quien otorgó
los derechos imperiales y los territorios austriacos.
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Sus objetivos fueron la defensa del catolicismo y el mantenimiento de la hegemonía dinástica en Europa. También fue
el monarca más poderoso de su tiempo, ya que, junto a sus posesiones hispánicas, americanas y de Filipinas, fue rey de
Portugal (1580), uniendo los dos imperios coloniales más grandes.
En política interior tuvo que hacer frente a problemas, como la sublevación de los moriscos de las Alpujarras (1568 – 71)
cuya presencia suponía un problema religioso y político -ya que podían aliarse con los turcos y berberiscos-. Esto hizo
que el rey prohibiese su lengua y costumbres, derivando en una sublevación que fue duramente reprimida, con miles
de moriscos deportados a otras regiones de Castilla para evitar una posible futura unión entre ellos.
No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
Otro problema fueron las alteraciones de Aragón (1591), rebelión agravada por el caso de Antonio Pérez -antiguo
secretario real, acusado de traición y asesinato-, que huyó de la justicia y se refugió en Zaragoza, acogiéndose a los
fueros de Aragón. Para detenerle, el rey le acusó de herejía y así la Inquisición podía intervenir en Aragón, pero los
aragoneses le protegieron y organizaron revueltas. Al final, el rey ordenó la intervención militar para restablecer la
normalidad, pero Pérez logró huir.
En política exterior, la sublevación de las provincias protestantes de los Países Bajos fue su principal problema, con la
consecuencia de que la zona sur católica -Bélgica- se mantuvo unida a España, mientras que el norte -futuras Provincias
Unidas de Holanda- inició su camino a la independencia. Otro conflicto fue el que enfrentó a España e Inglaterra, que
terminó con el envío de la Armada Invencible para invadir la isla, pero la expedición fracasó por el naufragio de la flota
La costosa política exterior provocó una crisis de la Hacienda, y el estado se declaró en bancarrota hasta en 3 ocasiones.
Destacó una monarquía autoritaria caracterizada por la concentración del poder, así como el gobierno polisinodial,
consistente en la existencia de consejos que asesoraban al monarca con funciones: Consejos Supremos -competentes
en todos los territorios, incluyen el Consejo de Estado, de Guerra y de la Inquisición-; Consejos materiales -solo en
Castilla, incluyen el Consejo de Órdenes, de Cruzada y de Hacienda-; y los Consejos territoriales -órganos asesores
según territorio, incluyen los de Castilla, Aragón, Portugal, Indias, Flandes, Navarra e Italia-.
Se conquistaron y exploraron nuevos territorios (Venezuela, Brasil, Filipinas, imperios azteca e inca…) desde que Colón
llegase a América (1492). Las tierras fueron conquistadas por Castilla, que las controló política y económicamente, y se
creó el Consejo de Indias y la Casa de Contratación de Sevilla -monopolio comercial americano-. Los organismos fueron
similares a Castilla y se instauraron los cabildos -solo los conformaban colonizadores-, los virreinatos -Nueva España y
Perú, como organización territorial superior-, y las audiencias -funciones judiciales y de gobierno con legislación
específica: Leyes de Burgos y Leyes Nuevas de Indias-.
Los nuevos territorios fueron una importante fuente de ingresos para Castilla gracias a las explotaciones mineras -plata-
y agropecuarias: se empleó el sistema de encomiendas, por el que un grupo indígena se entregaba a un colonizador
para trabajos obligatorios y el pago de impuestos a cambio de protección y evangelización; y el sistema de mita, trabajo
forzoso indígena.
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En el XVII se produjo una pérdida de la hegemonía española mundial. Felipe II murió (1598) y su sucesor no asumió las
tareas de gobierno. Comenzó así una etapa negra en la historia de España coincidente con tres monarcas: Felipe III,
Felipe IV y Carlos II, llamados Austrias menores. La decadencia se debió a su mala gestión política y a una crisis
económica y demográfica europea.
En el plano demográfico, la población descendió por las continuas guerras, la emigración a América, las epidemias y la
expulsión de los moriscos.
No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
En economía, la crisis ya visible en los últimos años de Felipe II se agravó con sus sucesores, y se debía a un descenso
de la producción agrícola por el descenso de población, la falta de demanda, plagas y malas cosechas, fluctuaciones de
los precios agrarios, un descenso del comercio interior por malos transportes y obstáculos aduaneros, el retroceso de
la industria textil por los elevados costes de producción, un estancamiento del comercio exterior por bloqueos marítimos
y la competencia inglesa, holandesa y francesa, la disminución de plata y oro de América, y una subida de impuestos
necesaria para mantener la política internacional de los Austrias.
Mostró poco interés en gobernar y dejó los asuntos de estado en manos de su valido -primer ministro de designación
real y que actuaba en su nombre-, el duque de Lerma.
Su política exterior fue pacífica, aunque fue una paz frágil y costosa. El rey y su valido concluyeron que la única solución
para evitar la ruina total era la vía pacífica o de acuerdos en las guerras vigentes: se firmó la paz de Londres (1604) con
los ingleses, la Tregua de los Doce Años (1609 – 1621) con Holanda, y enlaces matrimoniales con Francia.
Su política interior se basó en intentar sanear la Hacienda Real a través de una reforma financiera y militar por la que
todos los territorios contribuyeran por igual a las arcas, pero los problemas no se solucionaron por las necesidades
económicas y militares de la corona y la dura oposición de distintos reinos. El fracaso de esta política se relaciona con:
La política exterior, caracterizada por la agresividad y el intento de recuperar el prestigio imperial perdido. Se inició la
Guerra de los Treinta Años (1618 – 48) contra los príncipes protestantes alemanes, que implicó a una Francia -católica-
decisiva en la derrota española en la batalla de las Dunas (1639) y de Rocroi (1643). En 1640 Francia entró en Cataluña a
raíz de la rebelión Corpus de Sangre de Barcelona, cuyo origen estuvo en la exigencia de Olivares a que los catalanes
pagasen la manutención de las tropas que luchaban allí. Ese año Portugal se declaró independiente por el
empeoramiento de su situación y la presión fiscal motivada por las guerras por la monarquía hispánica. Con la Paz de
Westfalia (1648) se puso fin a la Guerra de los Treinta Años, se reconoció la independencia de Holanda y se puso fin a
la hegemonía de los Austrias en Europa. En 1659 se firmó la Paz de los Pirineos con Francia, cediendo parte de Cataluña,
plazas de Flandes y Luxemburgo y concesiones americanas.
Todos estos conflictos y problemas debilitaron la defensa y provocaron las primeras pérdidas territoriales en América.
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Su madre -Mariana de Austria- asumió la regencia durante la minoría de edad de Carlos II, situación que no cambió al
ser mayor, debido a su frágil salud, estando enfermo durante toda su vida. Su reinado se caracterizó por la inestabilidad
política, las luchas por el poder, la pérdida de prestigio internacional y los problemas sucesorios que acabaron con la
dinastía de los Austrias.
Durante la regencia, Mariana se rodeó de consejeros poco preparados y corruptos que buscaban enriquecerse. Esto
favoreció la crisis monárquica, con el poder de Estado en disolución mientras que la aristocracia y la Iglesia ampliaban
sus privilegios.
En política interior, la economía mejoró, pero aún se dieron revueltas sociales. A finales del XVII estalló la Segunda
Germanía -Valencia- y el Motín de los Gatos -Madrid.
La política exterior se caracterizó por las continuas agresiones de la Francia de Luis XIV, que terminaron con la cesión
del Franco Condado (1678). El mayor problema fue en el gobierno personal de Carlos II, ya que tras dos matrimonios
En el XVII continuó la colonización española de América Central y América del Sur, mientras que Francia, Inglaterra y
Holanda se establecían en Las Antillas y América del Norte.
La estructura política y administrativa siguió igual que en el siglo XVI. En economía, las importaciones en Cádiz de
metales, azúcar… descendieron por el aumento del consumo de la población blanca americana y el contrabando, que
pretendía romper el monopolio español en América.
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E L SI GLO X V I I I: E L R E F O R M I SM O B O R BÓ N I CO Y L A I L US TR A C IÓ N
En 1700 murió sin descendencia Carlos II. Fueron dos los candidatos al trono: Felipe de Anjou -nieto de Luis XIV- y Carlos
de Austria -Habsburgo-. En 1700, al morir, Carlos II dejó en su testamento como heredero a Felipe de Anjou, lo que
provocó temor entre las potencias europeas a que España formase bloque con Francia, rompiendo el orden europeo.
Austria, Inglaterra y Holanda se aliaron y declararon la guerra a los Borbones.
La Guerra de Sucesión fue europea y civil, ya que en España no todas las regiones apoyaban al mismo candidato: Castilla
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apoyaba a Felipe, Aragón a Carlos.
Tras una larga guerra y a raíz de la ocupación del trono imperial por Carlos (1711), se firmaron el Tratado de Utrecht
(1713) y el de Rastadt (1714), por los que España tuvo que realizar concesiones y perdió posesiones europeas -Flandes,
Milanesado, Nápoles y Cerdeña pasaron a Austria; Gibraltar, Menorca y el permiso para comerciar con América, a
Inglaterra-. También se estableció una política de equilibrio continental para evitar que una potencia dominase al resto.
Con Felipe V se implantó un modelo de Estado centralista con una monarquía absoluta.
También se sustituyó el sistema polisinodial de los Austrias. Los Consejos perdieron peso político y se crearon las
Secretarías de Despacho -el rey elegía a los secretarios-. Se reformaron las relaciones con la Iglesia, con una política
regalista consistente en el aumento de la entrega de beneficios eclesiásticos a la Hacienda Real, y la potestad real de
presentar candidatos a las vacantes episcopales. La política se mantuvo con sus sucesores, y en 1767 se expulsó a los
jesuítas y se confiscaron sus bienes.
Para subsanar los problemas de la Hacienda Real se llevó a cabo una reforma fiscal basada en la contribución
proporcional, y se elaboró el Catastro de Ensenada (1749), que fracasó.
Ante la necesidad de un ejército y marina eficientes, se crearon sistemas de reclutamiento, se hicieron cambios en la
organización militar y se creó un ejército permanente y profesional. La necesidad de una marina poderosa hizo necesario
fomentar la construcción de astilleros y arsenales.
En política exterior, el reinado comenzó con la pérdida de poder tras los acuerdos internacionales, y se intentó recuperar
los territorios perdidos. Para contrarrestar la superioridad inglesa se firmaron Pactos de Familia con Francia, por los que
se reconoció al infante don Carlos como rey de las Dos Sicilias, y al infante Felipe como duque de Parma y Toscana.
Fernando VI abandonó esta política que Carlos III recuperó, y fue entonces cuando España recuperó Florida y Menorca
al participar en la guerra de independencia norteamericana. Carlos IV firmó los últimos Pactos de Familia, que fracasaron.
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La Ilustración fue una corriente de pensamiento originada en Francia que se expandió por Europa, caracterizada por la
confianza en la razón, siendo partidarios de la educación y el progreso. Defendían la igualdad y el derecho a la libertad
de todos los hombres, la propiedad y la libertad de comercio e industria, y se oponían al dominio ideológico de la Iglesia
y al absolutismo monárquico.
La introducción de esas ideas en España fue lenta y difícil, con un retraso respecto a Europa. Los primeros pasos vinieron
del trabajo político de José del Campillo -con Felipe V- y del marqués de la Ensenada -Fernando VI-, cuya labor fue
continuada por el conde de Aranda, Campomanes, Floridablanca y Jovellanos durante el reinado de Carlos III. Las
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Sociedades Económicas de Amigos del País difundían estas ideas y trataban temas económicos, culturales y políticos.
Creció el interés científico y económico, se fundaron centros de estudio -Real Academia de la Lengua, Real Jardín
Botánico…-. Estas escuelas favorecieron las expediciones científicas y políticas -Mutis en 1763 o Malaspina en 1789-.
El gobierno se llevó a cabo mediante el despotismo ilustrado, intento de unir la autoridad real con las ideas ilustradas.
Querían racionalizar la administración, fomentar la educación y la modernización económica con programas de
desarrollo agrícola e industrial y libertad de comercio, pero dejando intacta la sociedad estamental y el absolutismo.
Carlos III tuvo que enfrentarse a la oposición de los privilegiados y al malestar popular -motín de Esquilache, 1766-.
Desarrolló una política reformista en la que hizo de la educación el eje del cambio. Los ilustrados lucharon contra las
órdenes religiosas y los privilegiados y defendieron la enseñanza útil y práctica. En economía buscó la independencia
Para apoyar la industria se aplicaron medidas proteccionistas y el Estado creó las Reales Fábricas para fomentar la
producción manufacturera. Destacó la dinámica industrial de Cataluña, donde la industria de vid, aguardiente y lana
permitió acumular capital y la posterior industrialización.
En el siglo XVIII la actividad comercial creció por el desarrollo económico y aumento demográfico. Prueba de ello es la
creación de la red de Caminos Reales, y la supresión de aduanas y peajes unido a la liberalización del comercio interior.
Para revitalizar el comercio exterior se creó una nueva organización de relaciones con las colonias, se suprimió el sistema
de flotas y se crearon compañías comerciales con privilegios, previo a la definitiva liberalización del comercio americano
-promulgación del Reglamento del Libre Comercio (1778)- que finalizó el monopolio de Sevilla y Cádiz.
Reformas se dieron en el campo militar, con servicio obligatorio, y reorganizaron la estructura y ordenanza del ejército.
Para aumentar la recaudación se creó la Lotería Nacional y el Banco Nacional de San Carlos (1782).
El despotismo ilustrado en España fue limitado porque cuando las reformas tocaban las estructuras del Antiguo
Régimen, los cambios se paralizaban por la oposición de los privilegiados.
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C R IS I S D E 1 8 0 8 Y G UE R R A D E I ND E PE ND E N C IA
El reinado de Carlos IV abarca desde 1788 a 1808. Llevando 1 año en el trono se produce en Francia la Revolución
francesa (1789). En España las ideas revolucionarias francesas serán censuradas y reprimidas por el primer ministro,
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Floridablanca, que no pudo evitar la difusión ideológica. El Conde de Aranda tomó el relevo como primer ministro
(1792), con una política permisiva, aunque el encarcelamiento de Luis XVI y la abolición de la monarquía francesa motivan
su sustitución por Godoy, favorito de María Luisa de Parma.
Godoy trata de salvar a un Luis XVI que acaba guillotinado, lo que provoca un giro en la política exterior, más
intervencionista, entrando en la primera alianza de potencias absolutistas para combatir a la Francia revolucionaria,
entrando en una guerra con consecuencias devastadoras para España y que termina con la firma de la Paz de Basilea
(1795) por la que se cede parte de la isla de Santo Domingo.
Tras este fracaso la política exterior da un giro y se firman Pactos de Familia con Francia mediante el Tratado de San
Ildefonso (1796) por el que España se compromete a luchar contra Inglaterra. La armada española es derrotada en el
Napoleón llega al poder autoproclamándose (1799), y Godoy firmará un pacto con él que mantiene las presiones para
seguir combatiendo a Inglaterra. Se producen derrotas franco-hispanas en Trafalgar y Finisterre tras las que Napoleón
establece un bloqueo continental contra Inglaterra. Godoy firma con Napoleón el Tratado de Fontainebleau (1807), por
el que Napoleón propone la invasión y reparto de Portugal en tres partes (Francia, España, Godoy).
A finales de 1807 las 1ª tropas entran en territorio español con el pretexto de invadir Portugal. En 1808 continua la entrada
de tropas que se asientan en Cataluña y Navarra. Godoy descubre el engaño de Napoleón, y traslada a la familia real a
Sevilla para partir a América. Su parada en Aranjuez resulta en el Motín de Aranjuez (marzo 1808) por el descontento
ante la presencia de tropas francesas y la presión de la corte de Fernando, hijo del rey. Este motín resulta en el arresto
y destitución de Godoy de su cargo, y la abdicación de Carlos IV en favor de su hijo Fernando VII.
Tras el motín de Aranjuez Fernando VII será el nuevo monarca de España, sin embargo, un general francés no lo
reconoce como tal, hecho aprovechado por su padre Carlos IV para reclamar de nuevo la corona. Surge entonces un
problema político interior e institucional con una dualidad monárquica. Para solucionarlo, se dan las llamadas
Abdicaciones de Bayona, en las que Napoleón, árbitro, obliga a Fernando a devolver la corona a su padre para luego
obligar a éste a cedérsela a él mismo. Una vez la tiene Napoleón, se la dará a su hermano José Bonaparte (José I).
Su reinado (1808 – 1813) se caracteriza por el reformismo. Promulgó el Estatuto de Bayona (1808), un marco legal (carta
otorgada) que recoge la legitimidad del monarca. En su reinado colaboraron también ministros españoles, los llamados
afrancesados, que, influidos por las ideas liberales, abogan por reformar España. A estos ministros se les oponen los
patriotas, que abogan por la monarquía absoluta y las instituciones del Antiguo Régimen.
A pesar de los esfuerzos de José I, la situación no se consolida, y el pueblo de Madrid se levantó contra la ocupación
francesa el 2 de mayo de 1808, sufriendo la represión, con fusilados. Este levantamiento pronto se extiende a otras
ciudades, siendo considerado como el verdadero comienzo de la guerra de independencia.
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Fase 1 (mayo 1808 – noviembre 1808). Predomina la resistencia del pueblo ante Francia, que se extiende de Madrid al
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resto de ciudades. Francia trató de ocupar las vías de comunicación desde la frontera hasta Sevilla, Lisboa y Cádiz. A
finales de mayo Francia ocupa la Submeseta Norte (Bessiers), la Cuenca del Tajo (Dupont y Moncey) y Cataluña Oriental.
En verano las ofensivas francesas en Cataluña fracasan por la resistencia, pero se produce la victoria gala en Gamonal
(Burgos). El 19 de julio en la Batalla de Bailén, el ejército español dirigido por el General Castaños gana al francés del
mariscal Dupont, replegándose a la zona vasco-navarra y a las plazas de Barcelona y Figueras, únicos territorios que
poseían. José I se ve obligado a trasladarse desde Madrid a Vitoria.
Fase 2 (noviembre 1808 – julio 1812). Predominio francés. En noviembre Napoleón lanza una contraofensiva con su
ejército (Grande Armée), avanzando hasta Madrid y restableciendo a José I. Para ello se produce la conquista de Burgos
en la que Víctor derrota a Blake, el ejército español es derrotado en Tudela y Zaragoza es sitiada por Francia. El último
paso del avance hasta Madrid será la Batalla de Somosierra, tras la que Francia ocupa Madrid. La Junta Central Suprema
se traslada hasta Cádiz. En 1809 el relieve español y la resistencia dificultan el avance francés, en la guerra de guerrillas.
En 1810 Francia llega a Sevilla, pero es detenida en Cádiz, ciudad que nunca será ocupada. Logran penetran en Portugal
(Lisboa). Ganan Tarragona y Sagunto (1811) y Valencia (1813).
Fase 3 (julio 1812 – diciembre 1813). España tendrá mayor peso. Se produce un giro por el que los ejércitos anglo-
españoles pasan a la ofensiva. Napoleón tenía un ejército dividido en 2 frentes (Rusia y España), lo que debilitó a Francia
en la guerra. Wellington ocupa Badajoz y Ciudad Rodrigo, y gana la Batalla de los Arapiles, recuperando Madrid. Francia
es expulsada definitivamente tras las derrotas de 1813: Vitoria, Irún, San Marcial.
Se firma el Tratado de Valençay (1813), por el que se reconoce a Fernando VII como monarca legítimo, finalizando la
guerra de independencia.
Consecuencias de la guerra. Además de las pérdidas demográficas importantes (medio millón de personas), en
economía la situación es de bancarrota debido a un comercio paralizado por la guerra y a una agricultura devastada.
En definitiva, los índices de pobreza en España eran mayores en 1814 que al comienzo de la guerra, en 1808.
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L A R E V O L U C IÓ N LI BE R A L : LA S CO R TE S D E C Á D IZ Y L A CO NS T I T UC IÓ N D E 1 8 1 2
Durante la guerra y en las zonas no ocupadas por los franceses se empezó a gestar un nuevo régimen político
promovido por aquellos españoles que no apoyaban a José I. El vacío de poder que dejó la familia real y la necesidad
de una coordinación política y militar motivaron la formación de las Juntas, que serán una constante en el siglo XX hasta
la Restauración, formándose en que cada revolución.
Estas juntas se organizan jerárquicamente, partiendo de las juntas locales a las provinciales, y por último a la Junta
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Suprema Central. En abril de 1909 la JSC mostró deseos de convocar unas Cortes, sin embargo, su incapacidad para
dirigir la guerra provocó en enero de 1810 su disolución y conversión en un Consejo de Regencia, que organizó una
consulta a través de las juntas provinciales y los ayuntamientos acerca de las reformas a realizar por las Cortes. Se
eligieron representantes de 33 ciudades que se reunieron en Cádiz.
La apertura de las Cortes tuvo lugar en septiembre de 1810 en la Isla de León, Cádiz, y tuvieron una duración de 3 años.
El número de diputados de las Cortes llegó a superar los 200, siendo su mayoría clérigos, abogados, funcionarios y
militares, y escaseando la nobleza y el alto clero. La clase media urbana fue sin duda protagonista.
Durante el desarrollo de las Cortes tuvo lugar el debate entre las dos tendencias políticas existentes: los liberales,
partidarios de reformas revolucionarias y de dotar de soberanía a las Cortes, entre los que destaca el diputado Agustín
Al final triunfó en Cádiz la tendencia liberal, ya que muchos diputados no pudieron acudir a las votaciones y fueron
sustituidos por habitantes de Cádiz, ciudad comercial con gran influencia liberal.
Las Cortes tomaron 2 tipos de medidas: políticas, por las que se suprimía el absolutismo y se establecía una constitución,
la que será en un futuro la Constitución de 1812; y sociales, que acaban con la sociedad estamental y los grupos
privilegiados, claramente basadas en los principios de la Ilustración.
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Las Cortes aprueban unas medidas que desmantelan los fundamentos políticos, sociales y económicos del Antiguo
Régimen. Entre estas reformas destaca la aprobación el 19 de marzo de la Constitución de 1812, que se convierte en
símbolo del liberalismo español, siendo la 1ª ley fundamental aprobada por un Parlamento Nacional. Recibe a su vez las
influencias de otros marcos legales ya aprobados, como la Constitución de E.E.U.U y la de Francia (1791), y de los padres
del liberalismo (Locke, Montesquieu…). En cuanto a su contenido, es extensa y regula muchos aspectos:
No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
• Se establece la soberanía nacional, teniendo el poder la nación, y no el rey.
• Igualdad ante la ley y ante la fiscalía, acabando así con los grupos privilegiados.
• Sufragio universal masculino e indirecto, pudiendo votar solo los hombres mayores de 25 años
independientemente de su riqueza, aunque no eligen directamente a los diputados, sino a unos representantes
• Catolicismo como religión única y oficial de España, quedando prohibido el ejercicio del resto.
• Creación de la Milicia Nacional, cuerpo de civiles armados encargados de la defensa del sistema constitucional.
En 1814, año en el que retorna Fernando VII a España, la constitución quedará anulada. Sin embargo, se reinstaura con
el Trienio Liberal (1820-1823), que además introduce otras medidas socioeconómicas que buscan eliminar por completo
el Antiguo Régimen creando un nuevo orden político y jurídico, el liberal, que marca el XX.
• Abolición de la Inquisición.
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En 1814 Fernando VII llega a España tras el Tratado de Valençay (1813), que finalizó la Guerra de Independencia. Pronto
se ven sus intenciones de restaurar el absolutismo. Las Cortes quisieron que jurase la Constitución, pero se negó por el
apoyo de los diputados absolutistas que querían lavar su imagen, y que le entregaron en Valencia el Manifiesto de los
Persas (1814), denunciando la actividad de las Cortes, atacando al liberalismo y proclamando el absolutismo. Se
promulgó el Real Decreto del 4 de mayo de 1814, disolviendo las Cortes de Cádiz y la Constitución, volviendo al Antiguo
No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
Régimen. Fernando VII suprimió los altos cargos que ostentaban los liberales y restauró las antiguas instituciones de
régimen señorial e Inquisición. Se inicia una represión contra liberales y afrancesados. El absolutismo trajo problemas:
• Economía. La agricultura pasó por una mala situación por falta de beneficios, afectando a la Hacienda. Para
sanearla se dio un intento de reforma fiscal (Martín de Garay), fracasado. El comercio se paralizó y sus finanzas
en bancarrota. A ello se sumó el proceso de independencia de las colonias americanas, que bajó recursos e
ingresos y derivó en revueltas sociales.
• Política. Los liberales desarrollaron una doble política: Moderada, de aproximación al rey; Conspiración contra
el rey y pronunciamientos, con Sociedades Secretas como la Masonería, y levantamientos militares liberales:
Espoz y Mina (1814), Porlier (1815), Lacy y Milans del Bosch (1817) y Vidal (1819), duramente reprimidos.
Tiene lugar el levantamiento militar de Rafael de Riego (enero 1820) en Cabezas de San Juan (Sevilla), quien se disponía
a partir con sus tropas a América para mitigar las revueltas sociales. Proclamando de nuevo la Constitución de 1812, su
levantamiento triunfa y se extiende gracias al apoyo de otras ciudades españolas. En las zonas triunfantes se formaron
Juntas Revolucionarias, y Fernando VII, ante la incapacidad de hacerles frente, se ve obligado a jurar la Constitución de
1812. Tras la convocatoria de elecciones a Cortes, se restablecen las normas fijadas en Cádiz:
Se abrió un periodo de gran inestabilidad con tensión interna entre liberales y oposición de los absolutistas. Los liberales,
se dividieron en dos tendencias: moderados (proponen reformar la Constitución en aspectos radicales, pactando con el
rey) radicales (abogan por acelerar la revolución y radicalizar las reformas). Fernando VII aprovechó para vetar leyes y
formar gobiernos para crear inestabilidad, y pidió ayuda a monarquías europeas.
Los absolutistas, opuestos al régimen liberal, cuentan con apoyo de Iglesia y campesinos. Comienza la organización e
intención de dar un golpe de Estado, como la Guardia Real (1822). Los intentos por restaurar el absolutismo fracasan.
En abril de 1823, la Santa Alianza (potencias absolutistas tras el Congreso de Viena, 1815) envió un ejército de soldados
franceses a España al mando del duque de Angulema y con el consentimiento de Fernando VII y Metternich. Fueron los
llamados Cien Mil hijos de San Luis, que reponen al rey en su absolutismo, poniendo fin al 2º intento liberal de España.
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Tras la intervención de los Cien mil hijos de San Luis, Fernando VII recupera todo su poder. Se restablecieron así las
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antiguas instituciones (Consejos) y los privilegios de la Iglesia (diezmos). Se quemaron las actas institucionales de los
municipios; se disolvieron los nombramientos del Trienio Liberal; se inició una dura represión contra los liberales
destacados (Riego, Mariana Pineda, General Torrijos); se produjo la depuración del ejército, jueces y funcionarios; se
suprimieron periódicos y sociedades patrióticas y se establecieron dos tribunales, civil y eclesiástico.
Durante esta etapa se dan problemas que obligaron al monarca a practicar una política económica inspirada en
principios liberales. La agricultura vivió un momento delicado (mercado lanar y viticultura). A ello se le unió la crisis
financiera, con privilegiados que se negaban a pagar impuestos y un ejército descontento. La independencia definitiva
de las colonias cortó la llegada de recursos.
Fernando VII comenzó a apoyarse en afrancesados arrepentidos, en un intento de modernizar España y adaptarla a las
corrientes industriales europeas. Se construyeron carreteras, se fundaron fábricas (Bonoplata de Barcelona). Se creó el
A pesar de todo, la moderación económica no convenció a todo el absolutismo, provocando una división interna entre
una facción radical y otra moderada (dispuestos a pactar con liberales). Se produjeron movimientos realistas: Revuelta
de los Malcontens o Agraviados en Cataluña (1827), donde rebeldes reclamaron la sucesión al trono del hermano de
Fernando VII, restauración de la Inquisición, supresión de la policía y exilio de funcionarios y militares no absolutistas.
El principal problema de Fernando VII tuvo lugar al final de su reinado, debido a la cuestión sucesoria, ya que tras 4
matrimonios solo el último, con María Cristina de Borbón, le había dado una heredera, Isabel. Hasta entonces, su
hermano Carlos María Isidro había sido el heredero legítimo. En 1830 nace Isabel, y para permitir su reinado Fernando
promulga la Pragmática Sanción (ley aprobada por Carlos IV pero nunca en vigor), aboliendo la Ley Sálica de Felipe V
que impedía reinar a las mujeres.
Se produjo entonces una división entre los partidarios de que Carlos fuese el sucesor al trono (zonas de Cataluña y
Navarra) y los partidarios de Isabel (el resto de España). En 1832 el rey enfermó, y los absolutistas le presionan para que
repusiera la Ley Sálica; tras recuperarse, revocó la decisión, confirmó la Pragmática Sanción, formó un gobierno más
moderado y nombró heredera a su Isabel.
Fernando VII murió (septiembre 1833), y de acuerdo con su testamento, María Cristina se convierte en regente hasta
que Isabel tuviera edad de gobernar. Carlos María Isidro no lo aceptó, y se autoproclamó rey, lo que le llevó al destierro.
A raíz de esto sus partidarios se levantaron en armas. Comenzó así la Primera Guerra Carlista (1833 – 1840).
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4 . C O N S T R U C C IÓ N D E L E S T A D O L I B E R A L ( 1 8 3 3 – 1 8 6 8 )
L A S R E GE N C IA S Y E L P R O B LE MA C A R L I S TA ( 1 8 3 3 – 1 8 4 3 )
En septiembre de 18333 muere Fernando VII y María Cristina se convierte en la reina regente. Con la 1ª Guerra Carlista
decide buscar aliados, sus primeros gobiernos están protagonizados por monárquicos reformistas (Cea Bermúdez, Javier
de Burgos) y liberales moderados (Martínez de la Rosa). En un intento por reconciliarse con los carlistas lleva a cabo
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reformas administrativas: división provincial (Javier de Burgos, 1833). Sin embargo, la presión del ejército y políticos
influyentes provoca un cambio de gobierno, y para contentar al liberalismo se da una reforma política que trajo la
redacción del Estatuto Real (1834), una carta otorgada moderada, que proclamaba la colaboración del poder ejecutivo
y legislativo y establecía una división bicameral. Esta reforma no convence a todos los liberales, que se dividirán en
moderados, satisfecha; y progresistas, que querían ir más allá y limitar el poder real.
Mientras ocurría esto, las tropas reales no habían erradicado el carlismo, lo que motivó un cambio de gobierno al mando
del Conde de Toreno (moderado), que continúa la política anterior. En verano de 1835 la oposición liberal llevó a cabo
levantamientos populares y formó juntas revolucionarias, proclamando reivindicaciones que obligaron a la reina a llamar
a Mendizábal (progresista).
Su sucesor fue Istúriz (moderado), que no convenció a los progresistas que llevaron a cabo revueltas ciudadanas y el
Motín de sargentos de la Granja (1836), que forzaron la ruptura definitiva del absolutismo, la reina se vio entonces
obligada a jurar la Constitución de 1812.
Con la formación del gobierno de Calatrava (progresista) se redacta la Constitución de 1837, que rompe con el
absolutismo y el liberalismo de 1812, y refuerza el poder real: el poder legislativo lo ostentan la reina y las Cortes, el
ejecutivo, la reina, y el judicial, tribunales independientes; las Cortes se dividen en Congreso y Senado; se aprueban
derechos individuales y se crean diputaciones provinciales; se otorga mayor democratización a los ayuntamientos.
Con la nueva Constitución se celebran unas elecciones (1837) que ganan los moderados. Defienden la centralización,
por lo que promulgan la Ley de ayuntamientos (1840) con el objetivo de otorgar a la reina la designación de los alcaldes,
para controlar a la población. Los progresistas, que tenían más apoyo local, están liderados por el General Espartero, y
llevan a cabo un levantamiento ciudadano para presionar a la reina, que renuncia a la regencia. Espartero se convierte
así en el nuevo regente.
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Con la muerte de Fernando VII en septiembre de 1833, su hermano Carlos María Isidro se autoproclama rey, por lo que
es desterrado. Sus partidarios se levantan en armas, es el inicio de la Primera Guerra Carlista (1833 – 1840). Es un conflicto
de carlistas, que defienden el absolutismo con el apoyo de nobles, Iglesia, campesinos no propietarios, artesanos…
predominan en zonas del País Vasco, Navarra, Cataluña, Aragón, y Valencia (fueros), e internacionalmente tienen el
escaso apoyo de la Santa Alianza; contra los isabelinos, liberales, apoyados por la clase media urbana, burguesía, alta
nobleza… internacionalmente tendrán el apoyo de Francia, Inglaterra y Portugal.
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Fase de organización (1833 – 1835). La guerra comienza al grito de “Viva Carlos V” en Talavera de la Reina. Lo
siguen rebeliones en País Vasco, Navarra, Cataluña, Aragón, Valencia, Castilla… La estrategia de los primeros
días es la guerra de guerrillas, con escasa organización hasta que entra en acción el coronel Tomás de
Zumalacárregui, con primeras victorias. En el asedio de Bilbao (1834), Tomás muere y los carlistas retroceden a
zonas rurales de País Vasco y Navarra, sin ocupar ciudades importantes.
Fase de nacionalización del conflicto (1835 – 1837). Los liberales intentan sin éxito contener a los carlistas en el
norte, que realizan expediciones por toda la península: Expedición Real (1837) en la que Carlos parte hacia
Aragón, Valencia, Cataluña hasta Madrid, sin ocuparla. En otoño de 1837 la causa carlista se desvanece, a pesar
de los éxitos aislados como la toma de Morella (General Cabrera).
Moderados. Llevan a cabo pronunciamientos militares que son duramente reprimidos (Asalto al Palacio Real,
1841), por lo que surge una enemistad hacia Espartero.
Progresistas. Consideran dictatoriales las acciones de Espartero, lo que provoca descontento y la consiguiente
fractura del partido.
Radicales. Llevan a cabo movimientos ciudadanos al considerar a Espartero un fraude. Destaca la Insurrección
popular de Barcelona (1842), la industria textil (de acuerdo con la política de aranceles) se muestra descontenta
ante el rumor de la firma de un tratado librecambista con Inglaterra. Este descontento da lugar a un
levantamiento ante el que Espartero actúa bombardeando Barcelona.
La confluencia de estos factores da lugar en 1843 a un levantamiento de la mano del General Narváez (moderado).
Espartero se exilia tras el encuentro decisivo en Torrejón de Ardoz. Con el triunfo moderado y ante el temor a una nueva
regencia, sumado a la dificultad para tomar acuerdos, deciden adelantar la mayoría de edad de Isabel.
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La consolidación definitiva del régimen liberal se da durante la hegemonía política liberal moderada (General Narváez)
durante el reinado de Isabel II (1843 – 1868). Tras los sucesos de Torrejón de Ardoz (1843) en los que Narváez vence a
Espartero, que renuncia a la regencia y se exilia, es entonces cuando se forma un gobierno provisional moderado que
decide adelantar la mayoría de edad de Isabel II.
En 1844 Narváez (moderado) ocupa el poder. Los moderados consideran la revolución completada, lo único que restaba
era garantizar el orden para progresar. Su proyecto político consistía en leyes y reformas, y la aprobación de la
Constitución de 1845.
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La Constitución establece la soberanía compartida entre la reina y las Cortes, otorga a la reina amplios poderes
(disolución y veto de las decisiones de las Cortes); se establece la unidad católica y la existencia de dos cámaras: el
Senado, de designación real y recae en los Cuerpos Especiales; y el Congreso, elegido por sufragio censitario (votan los
mayores contribuyentes, personalidades de la cultura, iglesia, liberales, de la administración…), el concepto de ciudadano
está manipulado, porque no vota toda la población.
Otro elemento clave es la organización administrativa, con el objetivo de centralizar el Estado mediante la toma de
decisiones de “arriba abajo”, manipulando así el proceso electoral. La Ley de administración local y provincial (1845)
establece que: los concejales son elegidos por quienes tienen derecho a voto; el alcalde se nombra por la reina en los
grandes términos o por los gobernadores provinciales (nombrados por la reina).
Supresión de la Milicia Nacional (1844) y sustitución de esta por la Guardia Civil, un grupo armado más poderoso
y fiel que el ejército, que nace para proteger a las personas y las propiedades locales.
Reforma de la Hacienda Pública a manos de Alejandro Mom y Ramón Santillán, que no tiene éxito. Se intenta
racionalizar los impuestos heredados del Antiguo Régimen organizándolos en impuestos directos e indirectos,
lo que provoca el incremento de la presión fiscal en las clases populares (urbanas y rurales).
Concordato con la Santa Sede (1851), un acuerdo entre la Iglesia y el Estado por el que la Iglesia acepta la
desamortización, se le otorga capacidad jurídica para comprar bienes, aceptan a Isabel II como reina legítima,
y permiten al Estado participar en la designación eclesiástica. El Estado se compromete a terminar con la
desamortización y a devolver a la Iglesia los bienes no vendidos, crean un impuesto para sostener
económicamente a la Iglesia, reconocen el catolicismo como la religión única y permiten a la Iglesia participar
en el sistema educativo. Algunos de estos aspectos son incumplidos por el Estado, y la Iglesia no será una
institución tan poderosa como en el Antiguo Régimen.
Unificación legislativa para continuar la centralización. Se adopta un único sistema de pesos y medidas mediante
el sistema métrico decimal, en 1848 se aprueba un Código Penal y se establece el sistema nacional de
instrucción pública, antecedente de la Ley Moyano (1857).
La sucesión de gobiernos moderados genera inestabilidad y el aumento de la corrupción, y en 1852 la política moderada
da un giro, siendo más autoritaria, destaca la actuación del ministro Juan Bravo Murillo, que lleva a cabo reformas
administrativas y una revisión de la Constitución de 1845, para someter el Parlamento al gobierno. El autoritarismo de
Murillo provoca su dimisión, y a raíz de esto las tensiones internas moderadas aumentan, lo que bloquea los intentos
por la renovación política y el crecimiento económico. En 1854 tiene lugar una crisis que finaliza la Década Moderada.
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No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
EL BIENIO PROGRESISTA (1854 – 1856)
En 1854, la situación insostenible del régimen moderado dio lugar a una crisis por la confluencia de la oposición
moderada, la actividad insurreccional de progresistas y demócratas y la movilización popular. Como resultado, en junio
de 1854 se produjo el levantamiento del general Leopoldo O’Donnell (moderado) en Vicálvaro, surgiendo una situación
incierta a la que se sumaron los progresistas.
Los sublevados publicaron el manifiesto de Manzanares, que recogía reivindicaciones como la reforma de leyes
electorales y de imprenta, la descentralización del poder estatal y el restablecimiento de la Milicia Nacional. Se llamaba
a la formación de juntas locales y provinciales frente a la autoridad del gobierno. El movimiento revolucionario se
extendió por la crisis económica y social y la represión política moderada. Destacaron las clases populares.
Ante esta situación la reina se vio obligada a entregar el poder a Espartero (progresista), quien lo compartió con
Tras unas elecciones que ganaron los progresistas, el gobierno progresista trató de reponer algunos principios
ideológicos: Milicia Nacional, ley de imprenta o ley electoral municipal (década 1830), sin embargo, uno de sus principales
propósitos fue la preparación de la Constitución de 1856 (non nata), de carácter progresista, que establecía una
soberanía nacional, la reunión automática de las Cortes, la abolición de la pena de muerte y la libertad de conciencia.
Desamortización general de Madoz (1855), prolongada hasta principios del XX, en la que se pusieron a la venta
bienes eclesiásticos y municipales, con la pretensión de sanear la Hacienda Pública y financiar obras públicas
(ferrocarril); sin embargo, muchos ayuntamientos quedaron arruinados, la deuda pública siguió existiendo, y
las clases menos pudientes salieron muy perjudicadas.
Regulación del transporte ferroviario, con el fin de permitir la circulación de capitales a través de medidas como
la Ley de Sociedades Anónimas de Crédito; conversión del Banco de San Fernando en Banco de España , y la
aprobación de la Ley de Ferrocarriles (1855).
A pesar de estas medidas el gobierno progresista entró en crisis por la conflictividad social motivada por la grave
situación económica (huelgas en Barcelona o Valladolid); la hostilidad de la Corona y los grupos moderados; y la
heterogeneidad de la coalición gobernante (moderados sublevados en Vicálvaro y progresistas).
La confluencia de estos factores hizo que en 1856 se produjera la caída del gobierno progresista y la dimisión de
Espartero, que fue sustituido por el general O’Donnell.
Con la caída progresista, los moderados trataron de volver a su política clásica. Tras un breve gobierno de O’Donnell,
la reina entregó la presidencia del Consejo de ministros a Narváez, que en política trató de eliminar el progresismo
anterior volviendo a la Constitución de 1845, añadiendo un acta con principios de la del 56; en economía siguieron las
leyes anteriores y se aprobó la Ley Moyano (1857), que ordenaba el sistema educativo y establecía niveles de enseñanza
primaria en municipios, secundaria en capitales de provincia, universidades en capitales regionales y doctorado en la
universidad; se hacía gratuita la enseñanza primaria, y la secundaria dependía de las diputaciones.
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Las continuas disputas internas en los gobiernos moderados, las malas cosechas y la subida del precio del trigo (1857),
unidas a un comercio centrado solo en las exportaciones de 1853, provocaron una crisis que dio lugar a la caída de
Narváez y al regreso de O’Donnell y su nueva solución política.
Se impuso la Unión Liberal (1858 – 63), liderada por O’Donnell. Su principal objetivo era mantener el orden y realizar
reformas para evitar el 45 de los moderados y la revolución progresista. España vivió una expansión económica que
produjo la expansión industrial en Asturias, País Vasco, Andalucía y Cataluña; y una política de obras públicas. El gobierno
destacó por su política exterior, participando en expediciones militares, motivada por una cuestión de recuperar el
prestigio anterior como potencia, uniéndose al fenómeno imperialista europeo.
No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
Este gobierno se enfrentó a problemas, tuvo que hacer frente a nuevas sublevaciones carlistas (fracasaron) y a protestas
campesinas derivadas de la Desamortización de Madoz y los impuestos. El aumento de la conflictividad social forzó a
O’Donnell a pedir su dimisión (1863).
Los últimos años del reinado de Isabel II (1863 – 1868) se caracterizaron por la sucesión de gobiernos moderados y
unionistas. El clima de inseguridad se agravó hasta culminar con el levantamiento del almirante Topete en Cádiz (1868)
que puso fin al reinado de Isabel II. Las causas de la revolución de 1868 fueron: en política, los gobiernos moderados de
Narváez y González Bravo (1866 – 68) actuaron ignorando a las Cortes y con el consentimiento real, llevando a cabo
una fuerte represión (tras la noche de San Daniel -1865- o el pronunciamiento de los sargentos del cuartel de San Gil -
1866-), por lo que se empezó a cuestionar la legitimidad monárquica, al tiempo que se formó una oposición política
La confluencia de estos factores hizo que en 1868 existiese una situación propicia para el estallido de una revolución,
que se inició en Cádiz por el almirante Topete y supuso el fin del reinado de Isabel II.
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L A E V O L U CIÓ N PO L ÍT I CA D E L SE X E N IO D E MO CR Á T I CO
LA REVOLUCIÓN DE 1868
El origen del Sexenio Democrático está en La Gloriosa (septiembre 1868), cuyas causas fueron: en política, en los
moderados se dio una crisis interna, sobre todo tras los gobiernos de Narváez y González Bravo (1866 – 68), al mismo
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tiempo que la monarquía fue cada vez más cuestionada, y con la formación de oposición (destacó General Prim) que
se reorganizó tras el Pacto de Ostende (1866) firmado e integrado por progresistas, demócratas y unionistas con el fin
de derrocar a Isabel II.
En economía, la crisis financiera (1866) dio lugar a una crisis en el sector ferroviario por la retirada de capitales que
repercutió en el resto de sectores, también se dio una crisis de subsistencia (1867) por malas cosechas, epidemias y una
subida del precio de trigo, que originó un malestar entre clases populares.
La confluencia de estos factores hizo que se diera una situación propicia para el estallido de La Gloriosa, que se inició
con un levantamiento en Cádiz del almirante Topete de acuerdo con el general Prim, Serrano y Dulce, que firmaron el
manifiesto España con Honra, que explicaba las razones de la insurrección, proponía un gobierno provisional y el
sufragio universal y criticaba a la reina y a los Borbones.
Con el triunfo de la revolución se formó un gobierno provisional presidido por el general Serrano y compuesto por
progresistas y unionistas con el objetivo de normalizar la vida política y social de España.
Una de sus principales acciones políticas fue convocar elecciones a Cortes constituyentes, las primeras en España con
sufragio universal masculino (mayores de 25), en las que los progresistas y unionistas fueron mayoría, pero hubo un
importante número de republicanos.
En junio se aprobó la Constitución de 1869, cuyo principio básico era la monarquía parlamentaria y la soberanía nacional,
establecía una división de poderes, el legislativo recaía en unas Cortes bicamerales (Congreso y Senado), el ejecutivo en
el rey (aunque en realidad en el gobierno) y el judicial en tribunales de justicia con jurados. Aprobaba una serie de
derechos individuales como la libertad de culto, de asociacionismo y reunión, de residencia, enseñanza y la inviolabilidad
domicilio. La constitución no gusta a nadie, por lo que tiene corta duración, los carlistas e Iglesia la consideraban una
herejía y para los republicanos iba en contra de sus ideas.
Tras su elaboración se inició la búsqueda de un nuevo rey sustituto de Isabel II, hasta entonces, se estableció una
regencia del general Serrano, con Prim como jefe de gobierno.
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Destaca la aprobación de la Ley de Bases Arancelarias que preveía una apertura hacia el comercio internacional; y la
aprobación de la Ley de Bases de la Minería, que otorgaba mayor seguridad a las concesiones de la explotación de
minas para las empresas. Estableció la peseta como unidad monetaria y abolió parcialmente la esclavitud colonial.
La regencia tuvo que hacer frente a numerosos problemas derivados de las sublevaciones de los republicanos (Andalucía
y el levante), varios motines de subsistencia, protestas de campesinos, el inicio de una insurrección en Cuba (10 años),
el levantamiento de varias partidas carlistas y el inicio del movimiento obrero en España tras la expansión de la AIT.
No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
Respecto a la búsqueda del nuevo rey, se pretendía encontrar un sucesor que no fuera Borbón, y entre varios candidatos
(Hohenzollern Sigmaringen, Espartero, Antonio de Orleans…) se terminó eligiendo por las Cortes a Amadeo de Saboya
gracias a las pretensiones de Prim. El nuevo rey acepta la corona y llega en diciembre de 1870.
Comienza con el asesinato de Prim. Trata de adecuarse a la Constitución, pero su figura no suscita entusiasmo, acaba
por ser un personaje aislado que hace frente a problemas políticos y sociales:
• Sucesivas legislaturas en su gobierno por divisiones internas. Hasta 6 gobiernos y 3 elecciones, a lo que
contribuyó la ruptura de la coalición gubernamental (progresista – unionista) dividida en partido
constitucionalista (Sagasta) y radical (Ruiz Zorrilla),
• Oposición de:
o Iglesia y Nobleza. No reconocen al rey por el temor a perder tierras y a la libertad de culto
(Constitución 1869).
o Carlistas. No apoyan la Constitución, inician un levantamiento armado (1872) que da lugar a la III
Guerra Carlista.
La confluencia de problemas provocó su abdicación (febrero 1873), cuando Congreso y Senado proclaman la I República.
Surge como un régimen inestable política y socialmente. Los republicanos llegan al poder marcados por divisiones
internas entre unitarios y federalistas.
Estanislao Figueras es el primer presidente, con un gobierno caracterizado por la diversidad de corrientes políticas y
proyectos de unitarios y federalistas. Durante su gobierno se dan varias tentativas de golpe de Estado y movimientos
revolucionarios, además de la III Guerra Carlista, la guerra cubana y la conspiración monárquica. Para solucionarlo,
convoca elecciones a Cortes Constituyentes (abstención de 60%) que gana el Partido Republicano Federal (el resto no
se presenta). Tras las elecciones Figueras rechaza el poder y es sustituido.
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No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
• Propone un Estado federal integrado por 17 estados (más Cuba y Puerto Rico) que se legislan a través de su
propia Constitución y órganos.
o Existe un poder central superior encargado de la política exterior (ejército), sanidad y comunicación.
La lentitud de su puesta en marcha conduce a problemas: en verano de 1873 se produjo el movimiento cantonalista por
las repúblicas intransigentes, que pretendían establecer una estructura federal de Estado desde abajo y la formación de
cantones. Muchas ciudades se proclaman como estados independientes, con grandes desórdenes. Es una de las razones
del declive de Pi y Margall, que dimite.
Su sucesor es Salmerón, que trata de restablecer el orden recurriendo al ejército, con lo que domina casi totalmente la
sublevación cantonal (excepto Cartagena). Sin embargo, su negativa a firmar sentencias de muerte contra los sublevados
fuerza su dimisión.
El poder recae en Serrano, que forma un gobierno provisional, disuelve las Cortes y se acerca a los alfonsinos. Serrano
quería decidir el futuro del régimen cuando no hubiera problemas, pero la impaciencia del general Martínez Campos
lleva a un pronunciamiento en Sagunto, proclamando a Alfonso XII como rey.
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L A E CO NO MÍ A E SP A ÑO L A E N E L S IG LO X IX : A GR I C UL T UR A , I ND US T R I A Y T R A N SPO R TE
La economía del S.XIX y principios del XX se caracterizó por su atraso y lento crecimiento respecto a los países
industrializados, EEUU y Japón, debido a la falta de capital para financiar innovaciones industriales, a la difícil orografía,
al lento crecimiento demográfico, a la escasez y dispersión de materias y fuentes de energía, y a la inestabilidad política
de España, sumida en conflictos militares.
En el S.XIX España era un país fundamentalmente agrario con un sector agrario caracterizado por el estancamiento de
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la producción, el atraso tecnológico y la existencia de una propiedad que no se podía vender. Además, la actividad
ganadera era más importante y limitaba la libertad de cultivos.
Para solucionarlo se inició un proceso desamortizador consistente en nacionalizar los bienes de la Iglesia y los municipios
para venderlos en subastas públicas. Los primeros intentos desamortizadores se dieron con Godoy (1798) a los bienes
de la Iglesia para sanear la Hacienda Real. José I desamortizó las tierras del clero regular y de la aristocracia contraria a
la ocupación francesa. Las Cortes de Cádiz aprobaron un decreto desamortizador que no llegó a ponerse en marcha
por la llegada de Fernando VII, pero sí se ejecutó en el Trienio Liberal.
Tras la muerte de Fernando VII y los gobiernos liberales durante la regencia de María Cristina comenzó la transformación
en agricultura: se modificó el régimen de propiedad de la tierra a través de desamortizaciones eclesiásticas y civiles
La reforma agraria liberal aumentó la superficie cultivada, el rendimiento y la productividad de la tierra, destacaron los
cultivos de trigo, vid y olivo; mejoró también la especialización regional, con patata y maíz en el norte, cultivos arbustivos
en el mediterráneo y cereales en las dos mesetas. En cuanto a las exportaciones, destacan el vino, aceite y cítricos.
En el último cuarto del XIX, el escaso nivel técnico, los bajos rendimientos y la mejora de las comunicaciones motivaron
una crisis del sector. Para frenarla, en 1891 se desarrolló una política proteccionista que solo consiguió tapar los
verdaderos problemas. A principios del XX, la lenta transformación de los modos de producción mejoró la
especialización y productividad y redujo costes.
España se caracteriza por su difícil orografía, que dificulta el abastecimiento del mercado nacional. A finales del S.XVIII
el transporte peninsular era caro y lento, y se limitaba a la red de caminos de ruedas.
La situación cambió durante el Bienio Progresista (1854 – 56), con un gran impulso en la construcción de ferrocarril y la
aprobación de la Ley General de Ferrocarriles (1855), que concedió ventajas para la construcción de líneas de ferrocarril
las cuales facilitaron la entrada de capital extranjero, permitieron la desgravación fiscal, y otorgaron subvenciones en el
coste de la construcción. El resultado de esta ley fue la consolidación de la red de ferrocarril y la construcción de las
principales líneas: a finales del S.XIX la red básica ya superaba los 13000km de vía. El ferrocarril supuso una revolución
en transportes, aumentó el transporte de personas y el comercio interior, abarató el transporte de mercancías; sin
embargo, las vías españolas eran más anchas que las del resto de Europa, lo que motivó su aislamiento.
Durante el S.XIX también se dieron otros avances en transportes y comunicaciones: extensión de la navegación de vapor
(sobre todo en el País Vasco), modernización del correo (con el uso del sello), y uso de la telegrafía eléctrica. Todo ello
contribuyó a la unificación del mercado nacional.
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En el XIX la industrialización era tardía respecto a Inglaterra y Europa. A finales del XVIII la producción manufacturera
era artesanal y local. En 1833, con las medidas liberales moderadas se dio un despliegue industrial por la compra de
tecnología extranjera. El rasgo del desarrollo industrial por sectores es su concentración en áreas geográficas concretas:
Sector textil algodonero catalán. Hacia 1830 era el único iniciador de la industrialización gracias al desarrollo comercial
y manufacturero vivido en el XVIII. Esto fue posible por la protección arancelaria e innovaciones tecnológicas como
máquinas de hilar, telares movidos por vapor…
No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
En la 1ª mitad del XIX, el aumento de la producción y los rendimientos sumado a la mejora de las comunicaciones
convirtieron a Barcelona en el principal centro de la industria textil algodonera, a lo que contribuye su buena situación
para la entrada de carbón y la concentración financiera.
En 1860 se produce una recesión por la desviación de capital a otras inversiones (ferrocarril, banca, minas) y la guerra
de Secesión de EE.UU. (mayor productor de algodón). Desde 1882 se produjo un impulso, sin embargo, en 1898, la
pérdida de las últimas colonias (Cuba, Puerto Rico, Filipinas) produjo un impacto en la industria textil, que no se
as
recuperará hasta las 1 décadas del XX.
Sector siderúrgico vasco. La siderurgia está condicionada al carbón y hierro, necesarios para su desarrollo. A pesar de
la riqueza de yacimientos en España, la minería estuvo estancada durante casi todo el XIX, por la falta de demanda por
atraso económico, falta de capital y tecnología, y un intervencionismo estatal que frenó la inversión extranjera. En el
La industria siderúrgica tiene su origen en Málaga y desarrollo en Asturias, pero en las últimas décadas del S.XIX su foco
se traslada a País Vasco, a esto contribuye el sistema Bessemer para la producción de acero, que supuso concentración
de capital con la participación de socios ingleses.
En 1880 el sector se expandió, con la creación de empresas de gran nivel técnico y capacidad productiva que se fusionan,
formando los Altos Hornos de Vizcaya. El País Vasco se convirtió en pionero de nuevas formas de industrialización, a
través de la concentración empresarial, la participación bancaria y el proteccionismo estatal.
Otros sectores. En industria agroalimentaria destacan las fábricas de Harina de Aragón y Castilla, y empresas productoras
de vino y alcoholes de Andalucía y Cataluña. En la industria papelera, en el S.XIX destacan las de Guipúzcoa y Burgos.
La industria minera crece tras la Ley de Bases de la Minería (1868), que permite la entrada de capital extranjero. Destacan
los yacimientos de Riotinto (Huelva) de cobre, y de Almadén (mercurio). También se desarrollaron nuevas fuentes de
energía como la electricidad o el petróleo (ya entrado el XX).
El Estado intervino en decisiones económicas y fiscales, elementos clave para la transformación económica. Los
problemas fiscales del Antiguo Régimen trajeron problemas, y los intentos reformadores para revertir la situación
fracasan hasta la Reforma fiscal de Mom-Santillán (1845), que introdujo 2 tipos de impuestos (directos e indirectos),
estableció Presupuestos Generales del Estado y adoptó medidas para reducir la deuda pública. El sistema financiero
español inicia así su transición hacia la modernización, completada en el XX.
Otro hecho destacable es la creación del Banco de España (1856), que asume el monopolio de la emisión de billetes
tras la crisis de 1866, mientras la banca privada es desmantelada. En 1868 se produce la implantación de la peseta como
unidad monetaria, facilitando así las transacciones económicas interiores.
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Durante el S.XIX se dieron una serie de transformaciones demográficas y sociales en un contexto histórico marcado por
el paso del Antiguo Régimen a una etapa contemporánea. En los siglos anteriores se vivió un estancamiento general de
la población, pero desde el XIX tuvo lugar un crecimiento demográfico acompañado de movimientos migratorios
internos y externos.
Sin embargo, el crecimiento fue moderado respecto a Europa, por la mortalidad elevada (malas condiciones sanitarias,
No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
crisis de subsistencia…) una alta natalidad (pobreza rural) y el bajo crecimiento vegetativo. Este modelo demográfico
propio del Antiguo Régimen empezó a cambiar a finales del XIX, con descenso de mortalidad y natalidad; destaca
Cataluña, que inicia su transición demográfica antes.
A esto se le une la importancia de los movimientos migratorios hacia América y en el ámbito nacional, los dirigidos a
Madrid y a la periferia, que resultó en un desigual reparto espacial de la población (crece más en Madrid, zonas
industriales y litorales, y menos en zonas interiores y agrarias).
A lo largo del XIX, unido al proceso industrializador, aparece el movimiento obrero y sindical, favorecido por las
desigualdades y las duras condiciones de la clase obrera industrial: larga jornada laboral (15h), condiciones de trabajo
Durante buena parte del XIX la mayoría de la clase obrera mostró una actitud pasiva y apenas se movilizó, pero en 1868,
durante el Sexenio, surgió la concienciación de los trabajadores como clase social (influenciada por las ideologías
socialista y anarquista). Tras las primeras experiencias asociativas en el sector textil catalán, surgen los primeros grupos
anarquistas relacionados con la AIT. En 1870 se produce la escisión de ésta y su división ideológica se traslada a España.
El objetivo del socialismo es la transformación revolucionaria de la sociedad, la conquista del poder por la clase obrera,
y la conversión de la propiedad privada en social. En 1879 fundan el PSOE, y en 1888 surge UGT, aunque crece
lentamente y solo se implanta en Madrid, Vizcaya y Asturias.
La difusión del anarquismo, es exitosa en Cataluña (republicanismo federal) y Andalucía (campesinado). Triunfan 3
corrientes: anarcosindicalista (instrucción, asociación y organización de la lucha obrera); revolucionaria (defiende la
violencia terrorista); y anarco comunista (defiende la propiedad social y el goce del fruto del trabajo por igual).
Durante el Antiguo Régimen la sociedad fue estamental, basada en desigualdad, privilegios, existencia de estamentos
cerrados, y con gran influencia y poder de la Iglesia y la Nobleza. En política, el sistema era una monarquía absoluta.
Esta situación estuvo vigente hasta la muerte de Fernando VII (1833), ya que los cambios de la constitución de 1812 y del
Trienio Liberal fueron suspendidos y jamás efectivos.
Con el nuevo estado liberal (del 2º tercio de siglo) y desde la regencia de María Cristina, los liberales forzaron una serie
de cambios políticos y económicos que suprimían los estamentos, los señoríos territoriales y los mayorazgos (los nobles
perdieron relevancia social), los gremios y las aduanas interiores; en su lugar, implantaban la igualdad jurídica y fiscal,
ejecutaron una desamortización eclesiástica (redujo el poder e influencia de la Iglesia) y se estableció la libertad de
industria y trabajo. Los españoles quedaron definidos por la pertenencia a una clase social según su nivel económico.
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No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
de la nobleza en su posición, los desfavorecidos siguieron siendo los mismos que hasta entonces. La nueva sociedad
de clases se constituyó en:
Nobleza. Durante el XIX perdió influencia, pero supo adaptarse a los cambios liberales. Conservó tierras y salió reforzada
de la revolución liberal ya que aumentan su patrimonio gracias a las desamortizaciones. Conserva también relevancia
política, con escaños en el Senado, puestos reservados para ellos por algunas constituciones. En el plano económico, la
nobleza no se involucra en las actividades industriales, mineras o ferroviarias del XIX, pero usan su apellido para entrar
en consejos empresariales y se alían con la burguesía financiera.
Clero. Con la revolución liberal la Iglesia pierde bienes por las desamortizaciones, es desposeída de su principal fuente
de riqueza, el diezmo, y pierde el monopolio en la enseñanza. Las órdenes religiosas se reducen considerablemente.
Burguesía. Se trata de un grupo heterogéneo y plural caracterizado por su espíritu empresarial y emprendedor.
Durante el XIX, el desarrollo económico permite la aparición de una burguesía de negocios (banqueros, comerciantes…)
residentes en grandes ciudades y capitales y dedicados a la inversión especulativa ferroviaria, el comercio de esclavos,
la bolsa… Fuera de estas grandes ciudades destaca la burguesía regional y periférica, vinculada a actividades industriales
y comerciales (producción de cereales en Castilla, ultramarinos en Cádiz, industrial textil catalana, negocios en las
colonias…). Existe también la clase media urbana, muy influyentes en el XIX y dedicados a profesiones liberales como
abogados, periodistas, catedráticos, funcionarios, arquitectos, ingenieros y médicos).
Clases populares. Comprende la mayoría de la población española, está formada por varios grupos. Los campesinos,
habitantes en el mundo rural, son el mayoritario (2/3 partes de la población), en ellos se distingue a pequeños y
medianos propietarios (sobre todo en el norte), que a veces trabajan como asalariados o arrendatarios para completar
sus ingresos. Dentro de ellos están también los arrendatarios y aparceros, cuyas condiciones varían según donde vivan;
y los jornaleros (sur) que sufrían los paros estacionales, cobraban un bajo salario y sus condiciones eran precarias.
Otro grupo popular es la clase baja urbana, heterogéneo, formado por trabajadores del sector servicios (comercio,
tareas domésticas, transporte…), artesanos (zapateros, carpinteros…) y obreros industriales (proletariado) cuya
constitución fue lenta y se dio en los principales centros fabriles (Cataluña, País Vasco, Asturias y los centros mineros).
Por último, los marginados, grupo que engloba a mendigos, vagabundos, presidiarios, enfermos…
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6 . E L R É G I ME N D E L A R E S T A U R A C IÓ N ( 1 8 7 4 – 1 9 0 2 )
E S T A B LE C I M IE N TO D E A LF O N SO X I I CO MO R E Y Y E L S I STE MA CA NO V I ST A . L A R E S TA U R A CIÓ N
Tras el Sexenio (1868 – 74) se restauró la monarquía borbónica y el liberalismo moderado. El deseo de lograr la
estabilidad política en el nuevo régimen encontró su cauce en las ideas y acción política de Antonio Cánovas del Castillo,
No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
líder del grupo alfonsino durante el Sexenio, y quien plasmó su programa político en el Manifiesto de Sandhurst (1874)
en nombre del futuro rey Alfonso XII, defendiendo la monarquía constitucional y un principio monárquico basado en la
legitimidad histórica.
Cánovas preparó la llegada del rey, siendo contrario a los pronunciamientos, pero en diciembre de 1874 el general
Martínez Campos proclamó a Alfonso XII como rey.
Estando en el gobierno revisó la política del Sexenio, limitando sus libertades, y se redactó la Constitución de 1876 ,
vigente hasta 1923. Establecía la soberanía compartida entre rey y cortes, las cortes serían bicamerales (Congreso y
Senado), el poder ejecutivo recae en el rey, quien ve ampliados sus poderes (convoca, suspende y cierra las Cortes,
nombra a ministros y al presidente del gobierno, y se convierte en el mando supremo de las Fuerzas Armadas); recoge
también derechos sociales de la Constitución de 1869, pero suprime la libertad de culto, quedando reducida a tolerancia
EL TURNO DE PARTIDOS
La práctica política del sistema de la Restauración se basó en una alternancia del poder entre el Partido Conservador
(Cánovas) y el principal opositor, el Partido Liberal (Sagasta). Este sistema político se conoce como Turno de partidos o
sistema canovista, ya que fue introducido por el propio Cánovas basándose en el bipartidismo inglés, y con el que se
pretendía garantizar la estabilidad política y poner fin a los pronunciamientos militares que caracterizaron el Sexenio.
El Partido Conservador estaba liderado por Cánovas, y tenía su origen en los alfonsinos del Sexenio, unionistas y el
antiguo partido conservador, a los que se unieron el sector católico y parte del progresismo. Su base social eran
terratenientes, grandes industriales y católicos. Su principal objetivo pasaba por mantener el orden social mediante la
represión y el centralismo administrativo.
El Partido Liberal estaba liderado por Práxedes Mateo Sagasta, y agrupaba a demócratas, radicales y republicanos
moderados además de una serie de personajes protagonistas en el Sexenio. Como base social tuvieron a las profesiones
liberales, comerciantes, militares y funcionarios. Su principal objetivo era formular leyes que ayudasen al desarrollo
económico y social del país.
Ambos partidos rotaron en el poder, sobre todo con el Pacto del Prado (1885) por el que tras la muerte de Alfonso XII,
se reconocía a M.ª Cristina de Habsburgo como regente y continuaba con el turnismo.
La legislación política y económica en el reinado de Alfonso XII estuvo en manos del Partido Conservador, que estableció
el sufragio censitario (1878), abolió la esclavitud (1880), estableció la censura previa y la ley de restricción a las
Asociaciones y libertades de imprenta y cátedras. Los conservadores lograron pacificar el país, poniendo fin a la Tercera
Guerra Carlista, a la Guerra de Cuba y a la conflictividad obrera del Sexenio.
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Con el turnismo, cuando el partido en el poder presentaba tensiones internas, el rey llamaba a gobernar al otro partido.
Para conseguir el respaldo de las Cortes y de acuerdo con la Constitución de 1876, era necesario convocar unas
elecciones que se manipulaban para que obtuviese la mayoría el partido al que le correspondía gobernar. Hasta 1890
con el sufragio censitario se controlaban mejor las elecciones, que eran falseadas para conseguir mayorías
parlamentarias a través de:
Encasillado. Partía desde Madrid, lugar en que el rey y el presidente encargan gobierno al partido que le toque.
Entonces se reparten los escaños correspondientes a cada distrito electoral, de forma que al partido que le
toque gobernar tenga mayoría, y el otro tenga un amplio número. También se reservaban escaños para otros
partidos como el republicano, para evitar posibles revueltas.
Pucherazo. Si el acuerdo entre los partidos no funciona, se recurría al pucherazo, que consiste en el fraude
Caciquismo. Con el sufragio universal masculino (1890) se hizo más difícil el control de las elecciones que se
garantiza con el caciquismo. Los caciques eran individuos o familias que por su poder económico o su influencia
política tenían el control de determinada circunscripción electoral. El caciquismo era más fuerte en zonas rurales
donde la población estaba supeditada a sus intereses gracias al control de los ayuntamientos.
Con la urbanización de España, el sistema empezó a fallar. En las elecciones de 1831, a pesar de la victoria monárquica,
en las grandes ciudades triunfó el partido republicano, lo que hizo ver que donde no llegaba el fraude la voluntad del
pueblo era la de construir una república, lo que provoca el exilio del rey la proclamación de la II República.
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El sistema de la Restauración marginó a diversos sectores políticos y sociales, una oposición al margen del turnismo.
Durante el reinado de Alfonso XII (1875 – 1885) la oposición estaba formada por carlistas, republicanos (origen histórico
anterior), y nuevos partidos derivados del movimiento obrero.
Carlistas. No desaparecen como opción política a pesar de su derrota (1876), se distinguen dos etapas en su evolución:
hasta 1888 se caracterizan por su desorganización y divisiones internas, con carlistas actuando desde el exilio, no siendo
partidarios de participar en la vida política y esperando la oportunidad de sublevarse de nuevo. A partir de 1888 y a raíz
del triunfo de la rama neocatólica empezaron a ser partidarios de integrarse en la Restauración y participar en la vida
No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
política (se formó la Unión Católica, con participación en gobiernos de Cánovas).
Republicanos. Tras el fracaso de la I República se vivió una división interna con nuevos partidos republicanos, abiertos a
influencias europeas y con proyectos sociales contrapuestos. Esta fragmentación dificulta llegar a la ciudadanía, el papel
social del republicanismo fue mayor que su representación en el Parlamento. Su ideología estuvo presente en pueblos
y ciudades a través de clubes, prensa, casinos y escuelas laicas. Las corrientes republicanas que se dieron son:
• Republicanos progresistas (Ruiz Zorrilla), mantienen sus posiciones republicanas y apoyan el triunfo de la
república mediante un levantamiento popular o militar.
• Republicanos federales (Pi y Margall), defienden las aspiraciones populares del Sexenio, manteniendo su unidad
como partido hasta 1931. Su base social es urbana, siendo partidarios de la descentralización, con ideología
• Republicanos posibilistas (Castelar), los más moderados. Su base social son las clases medias y burguesas que
apoyaron La Gloriosa (1868). Se integran en el sistema de Restauración (1890).
• Republicanos centralistas (Salmerón), surgen a raíz de la disconformidad con la política militar de Ruiz Zorrilla.
Inicialmente fueron antifederales y centralistas, con gran fuerza en Madrid. Pero su posterior defensa de las
aspiraciones nacionalistas catalanas provoca su escisión.
Nuevos partidos derivados del movimiento obrero. Con posibilidades de acción pequeñas por la limitación de libertades
de asociación, expresión y reunión existentes durante la Restauración.
• Fundación PSOE (1879) por Pablo Iglesias, partido pequeño con escasa incidencia electoral al principio, pero
respetuoso con el régimen de la Restauración. Combinó el ideario marxista con posturas más realistas
(participación en la vida política). En 1888 se creó en Barcelona el sindicato socialista de la UGT.
• Tuvo más influencia el anarquismo, ideología obrera introducida en el Sexenio por Giuseppe Fanelli con gran
aceptación en Cataluña y Andalucía. Tras la escisión ideológica de la AIT, adoptó dos corrientes: violenta y
sindical. Fruto de la sindical se crea en 1881 la FTRE.
La postura anarquista impuesta fue la violenta, además de la huelga general, realizaron atentados terroristas
contra miembros del gobierno, ejército, burguesía o Iglesia. Destaca la organización clandestina de la Mano
Negra (1883) en Andalucía, acusada de asesinatos y delitos, dando lugar a una fuerte represión del anarquismo
en la región. Llevaron a cabo atentados: bomba en el Liceo de Barcelona (1893) o el asesinato de Cánovas del
Castillo (1897) por Angiolillo.
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Durante la regencia de MªCristina (1885 – 1902) además de los anteriores, aparecieron movimientos nacionalistas y
regionalistas en la oposición, frente al centralismo y reformismo de la Restauración.
Catalanismo. Comenzó a mediados del XIX, con carácter literario y cultural y con el objetivo de recuperar la lengua y
tradiciones catalanas (la Renaixença). Su carácter político empezó con la I República, en el que el federalismo se convirtió
en la base que reivindicaba una Cataluña integrada en una España federal.
Durante la Restauración adquirió nuevos rasgos (apoyados por la burguesía industrial). Su primer líder fue Valentín
Almirall, que fundó el I Congreso Catalanista (1880), en el que reclamó mayor autonomía para Cataluña siguiendo el
modelo republicano federal. Este movimiento dio paso a otro modelo más conservador y católico que se fusionó en la
Unió Catalanista (1891) cuyas aspiraciones se recogieron por Prat de la Riba en “Las Bases de Manresa” (1892), que
planteaba una solución federal de autogobierno, basada en las reivindicaciones culturales y políticas tradicionalistas.
En 1901 todas las agrupaciones nacionalistas se unieron en la Lliga Regionalista de Cataluña, un partido dirigido por Prat
Nacionalismo vasco. Originado en Vizcaya por Sabino Aranda, que fundó el PNV (1895). Su base ideológica fue
tradicionalista, con base carlista y foralista, se reivindicaba la existencia de una nación vasca justificada por la existencia
de una raza, lengua y costumbres diferentes.
Criticó la industrialización porque fracturaba la sociedad tradicional vasca, defendió el catolicismo antiliberal y reivindicó
los fueros e independencia de Euskal Herria. No tuvo protagonismo porque la alta burguesía no la apoyó, por ello su
pensamiento evolucionó desde el independentismo radical hasta su integración autónoma en el Estado español.
Regionalismo gallego. Con un matiz intelectual y apoyado por propietarios agrarios y comerciantes. Su ideólogo fue
Alfredo Brañas, que luchó contra el subdesarrollo económico y cultural de Galicia.
Otro ideólogo fue Murguía, fundador de la Asociación Regionalista Gallega, de carácter político. Destacó su mujer
Rosalía de Castro, intelectual que contribuyó al conocimiento del gallego.
Regionalismo valenciano. Fenómeno tardío y minoritario, con origen en el renacimiento cultural de la década de 1870,
que dio lugar a la creación de la sociedad Lo Rat Penat, base del valencianismo hasta bien entrado el siglo XX.
Se caracterizó por rechazar el centralismo estatal y el nacionalismo catalán, que los incluía dentro de su misma
comunidad lingüística y cultural.
Nacionalismo andaluz. Es posterior y tiene su base en el cantonalismo (1873), pero se desarrolló durante el reinado de
Alfonso XIII. Su principal ideólogo fue Blas de Infante, con raíces históricas y políticas discutidas, y que defendió la
independencia de la región tras la crisis de 1917.
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L A CR I S IS D E 1 8 9 8 Y L A L I Q UID A C IÓ N D E L I M PER IO C O LO N IA L
A finales del XIX la Restauración entró en crisis por la guerra colonial y la pérdida de los restos del imperio ultramarino.
Se dio una crisis interna que reorientó la acción política, con propuestas de regeneración del país ( Regeneracionismo).
Tras la independencia de la mayor parte de territorios americanos (primer tercio XIX), se conservaron Cuba, Puerto Rico,
Filipinas, y posesiones menores en África. Sin embargo, los problemas coloniales no acabaron; en el Sexenio se inició la
Guerra con Cuba, agudizada por el contexto internacional. En época imperialista europea y de alianzas internacionales,
No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
la Restauración mantuvo una política aislacionista para evitar conflictos internacionales, postura que facilitó el
distanciamiento con las colonias, lo que culminó con el desastre de Cuba y la pérdida de Puerto Rico y Filipinas.
El problema colonial de Cuba, iniciado y combatido en el Sexenio, fue una preocupación de la Restauración. La Paz de
Zanjón (1878) finalizó la guerra larga pero solo aplazó el problema cubano, ya que, en vez de promover soluciones
políticas autónomas para satisfacer las demandas de la burguesía criolla, España se centró en mantener su soberanía
sobre la isla. El acuerdo prometía nuevas condiciones políticas y administrativas: fin de la esclavitud (1886), amnistía
general e instituciones de gobierno autonomistas (1893); la tardanza colmó las esperanzas criollas.
Desde 1873 los independentistas cubanos liderados por José Martí lograron mayor apoyo de los socialistas cubanos y
de EE.UU, con intereses económicos que le llevaron a defender el independentismo dentro de su política imperialista
En España la estabilidad política se rompía y el apoyo popular a la guerra disminuyó por los costes de la contienda.
Mientras, EE.UU llegó a proponer la compra de Cuba a España, que rechazó. En 1898 la explosión fortuita del acorazado
americano Maine en el puerto de la Habana se consideró por EE.UU como provocación y declararon la guerra,
interviniendo en mayo. El enfrentamiento les fue favorable y acabaron con la flota española en Caribe y Filipinas en
pocos días, provocando la pérdida de la flota y la muerte de cientos de soldados. Las derrotas en Cavite y Santiago de
Cuba llevaron al gobierno a negociar la paz con la firma del Tratado de París (1898) en el que Cuba se declaró
independiente y Puerto Rico y Filipinas pasaron a manos de EE.UU. España perdía sus últimas colonias en ultramar.
Puerto Rico no supuso tanto problema como Cuba ya que en el Sexenio se le otorgó autonomía, se abolió la esclavitud
y se saneó la economía. En la Restauración surgió un movimiento autonomista radical (1887) motivado por la miseria,
analfabetismo y la estructura agraria de los cultivadores de café y azúcar. Aunque la dominación española fue más
efectiva, con el estallido de la guerra contra EE.UU (1898), las tropas estadounidenses ocuparon en poco tiempo la isla.
Las Islas Filipinas no tuvieron la misma importancia que Cuba, y desde su ocupación en el XVI, la población española
civil y militar fue escasa, destacando las órdenes religiosas. El descontento contra los españoles surgió en la segunda
mitad de siglo, con peticiones basadas en la igualdad de derechos a través de pequeños motines. En 1896 se abrió un
nuevo frente para España con una insurrección que pretendía expulsar a los españoles e incautar los bienes eclesiásticos.
La respuesta represora fue inmediata y dirigida por el general Polavieja, el líder, José Rizal, fue fusilado; la guerra parecía
favorable para España y en 1897 se llegó a un acuerdo con el líder filipino. Pero en 1898 con la entrada de EE.UU el
conflicto cambió el rumbo de los acontecimientos, y mediante la Paz de París, Filipinas cayó en manos estadounidenses.
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La pérdida del imperio de ultramar fue considerada como un desastre militar y diplomático, más aún porque desde la
prensa se propagó la creencia de la superioridad militar española). Consecuencias:
Extensión de un pesimismo generalizado sobre la situación de España y la esencia de la nación, con una gran
crítica al régimen de la Restauración. Sin embargo, este pesimismo no trajo ningún cambio político, sino que la
crisis del 98 fue de índole intelectual y dio lugar a la formación de una corriente de regeneración de España
(Regeneracionismo), que se llevó a cabo en todos los sectores político-social-económico. Fue necesario sanear
la Hacienda Pública, aumentar la riqueza, extender la enseñanza pública…
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Proteccionismo económico iniciado años atrás. Se trataba de defender el comercio interior con medidas que
se prolongaron hasta la llegada del Plan de Estabilización (1959) durante la dictadura franquista.
Mayor atención en el norte de África para sustituir la presencia en ultramar. El control de la zona septentrional
del reino de Marruecos será objetivo prioritario de Alfonso XIII.
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Tras el desastre del 98 no se dieron grandes cambios en política y Sagasta siguió en el poder. Sin embargo, la pérdida
de las últimas colonias provocó una conmoción general, dando lugar a los movimientos regeneracionistas. El
regeneracionismo fue una corriente intelectual y social que analizó las causas de la decadencia de España como nación,
No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
y criticó la Restauración y sus prácticas políticas. Supuso la aparición de un sentido de autocrítica y un deseo de cambio
y renovación, con modificaciones políticas, sociales, económicas, religiosas y culturales.
Como resultado de este ambiente y los debates en la prensa, se dieron las primeras propuestas regeneracionistas en
política. En 1899 se formó el gobierno conservador de Silvela -sucesor de Cánovas-, con personajes como Raimundo
Fernández Villaverde o el militar Polavieja. Su programa no presentó grandes cambios y su acción fue pobre, ya que las
divisiones internas y el intento de recortar gasto y de reforma fiscal acabaron con su propuesta.
Se presentaron proyectos regeneracionistas como la Unión Nacional de Joaquín Costa, que aspiraba a superar los
problemas traídos por la “vieja política”, apoyándose en organizaciones corporativas -Cámaras de Comercio y Liga
Nacional de Productores- que establecieron reformas agrarias, municipales, educativas o administrativas. Tuvo gran eco
Con el tiempo el regeneracionismo dejó de ser un problema para la Restauración, ya que sus lemas fueron asumidos
por los partidos conservadores, liberales y republicanos. En 1901 accedió por última vez a la presidencia el liberal Sagasta,
pero su práctica política recordaba al pasado y no triunfó.
En 1902 Alfonso XIII accedió al trono al cumplir la mayoría de edad, en un clima social y político marcado por el desastre
del 98, en el que los partidos dinásticos estaban en crisis. El turnismo se mantuvo, y tras una breve inestabilidad ambos
se reforzaron con nuevos líderes. Se abrió una fase de modernización de la Restauración, promovida por los partidos
turnistas y con grandes esperanzas en Alfonso XIII.
Destacaron dos gobiernos en la primera parte de su reinado: el conservador (Antonio Maura) y el liberal (José Canalejas).
Maura fue jefe de gobierno 2 veces, sus actuaciones más ambiciosas se dieron entre 1907 y 1909.
• Siguiendo el lema “o hacemos revolución desde arriba o nos la hacen desde abajo”, activó la legislación social
para evitar movimientos sociales desde el pueblo. Se creó el Instituto Nacional de Previsión, se aprobó una ley
de derecho a huelga y se instauró el descanso dominical obligatorio. Su política social no satisfizo las
aspiraciones de la clase obrera.
• Trató de acabar con el caciquismo con una reforma de la ley electoral (1907) que establecía el voto obligatorio.
En la práctica agravó la actuación de los caciques.
• Intento reformar la administración local otorgando autonomía a los municipios, para evitar la centralización del
modelo político liberal del XIX. Permitió la agrupación de diputaciones provinciales en forma de
mancomunidades, demandadas por el regionalismo catalán. La ley no fue aprobada por las Cortes.
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del norte de Marruecos (Conferencia de Algeciras, 1906), convertido en un protectorado hispano-francés, pero la
campaña acabó en enfrentamiento contra los berberiscos del Rif, sobre todo tras su ataque a las obras de ferrocarril
que enlazarían con el puerto de Melilla.
En julio de 1909 el gobierno hizo llamar a los reservistas catalanes, lo que generó gran malestar, hecho aprovechado
por la izquierda, los cuales encabezaron un movimiento que desembocó en una huelga general en Barcelona contra la
guerra y la política del gobierno en Marruecos. La noticia de la muerte de miles de soldados españoles en la guerra
radicalizó el movimiento, en el que el sentimiento anticlerical acabó con la quema de iglesias y conventos. El gobierno
intervino y reprimió la ciudad, que estuvo aislada y sometida a anarquistas, republicanos radicales y barricadas. El saldo
final fue un importante número de muertos, detenciones y condenas a muerte, como la del dirigente anarquista
Francisco Ferrer y Guardia, que desató una oposición nacional e internacional.
Tras la caída de Maura los liberales llegaron al poder. Desde 1910 destacó José Canalejas, con el proyecto más importante
de regeneración del sistema político:
• Atrajo a la clase obrera con una política de reformas sociales. Se regularon las relaciones de vida y de trabajo
en la jornada laboral, trabajo de mujeres y niños, derecho a huelga y prestación de la Seguridad Social por el
Estado.
• Ley del candado (1910) por la que prohibió el establecimiento de nuevas órdenes en España, pero sin romper
relaciones con el Vaticano. Así, atrajo a los sectores anticlericales.
• Modificó el sistema de reclutamiento militar, con servicio militar obligatorio sin distinciones en caso de guerra.
Fue asesinado en 1912, truncando su proyecto de regeneración política de la Restauración. Entonces el partido liberal
quedó debilitado, dividiéndose en distintas tendencias.
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L A CR I S IS D E L PA R L A ME N T A R I S MO . LA NE U T R A L ID A D E N LA PR I ME R A G UE R R A MU ND IA L
La Gran Guerra estalló (1914) y el presidente de España -Eduardo Dato- declaró al país neutral en el conflicto con el
apoyo de todos los partidos. A pesar de la neutralidad, la opinión pública se dividió entre partidarios de los aliados -
intelectuales de izquierda- y partidarios de las potencias centrales -oficiales, aristócratas, terratenientes y clero-. Se
vivieron debates en Cortes, prensa y calle. Desde 1913 los gobiernos fueron inestables, los partidos dinásticos se
fragmentaron y el turnismo cayó.
No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
Desde el punto de vista económico, el hecho de que España comerciase con ambos bandos -artículos de 1ª necesidad,
tejidos, metales, minerales…- incrementó las exportaciones, obteniendo beneficios en los sectores naval, minero,
siderúrgico y textil -País Vasco y Cataluña.
El problema fue que los beneficios no se invirtieron en modernización e infraestructura. Se dieron graves problemas
sociales porque la inflación creció por el desabastecimiento del mercado nacional, hubo un retroceso de salarios y un
desigual reparto de la riqueza que aumentó diferencias sociales. El incremento del malestar social alimentó la agitación
social y aumentó las huelgas.
Con el final de la Guerra Mundial las ventajas disminuyeron y muchas fábricas cerraron, lo que aumentó el paro, que
incidió en la crisis de 1917.
En 1917 se hizo visible la crisis del liberalismo, con 3 conflictos: militar, político parlamentario y social.
Crisis militar: Juntas Militares de Defensa . Cánovas y la Restauración trataron de acabar con los militares en la vida
política, pero con el desastre del 98 surge un grupo de jóvenes que se presentan como la única fuerza sana dentro del
sistema corrupto. La situación se agrava con la Guerra Mundial y la neutralidad española, cuando se produce una división
entre los militares “africanos -ascendían rápido por méritos de acción- y militares peninsulares -afectados por la subida
de precios, la falta de medios y los bajos salarios-, que se unieron para defender sus reivindicaciones. A partir de 1916
se organizaron en Juntas Militares de Defensa dirigidas por mandos intermedios, que tras ser ilegalizadas por el gobierno
lanzaron un ultimátum reclamando cambios en el sistema de ascensos, criticando los favoritismos, exigiendo mejores
en las condiciones económicas y pidiendo una mejora presupuestaria del ejército y la convocatoria a Cortes
constituyentes.
La crisis tuvo su culminación en verano de 1917, cuando el gobierno conservador de Dato las legalizó como Comisiones
Informativas de las Armas del Ejército.
Crisis política-parlamentaria. En 1917, el alza de precios y la escasez de alimentos contrastaban con la fortuna lograda
con la especulación. La oposición política -republicanos, socialistas, regionalistas catalanes- criticó la inoperancia del
gobierno y la corrupción de la oligarquía liberal-conservadora. El gobierno respondió con la suspensión de las Cortes,
la detención de líderes de sindicatos y la restricción de derechos civiles.
Así, -junto a las protestas militares- estalló en julio un conflicto en el que la negativa del gobierno a reabrir las Cortes
llevó a los políticos catalanes a convocar en Barcelona la Asamblea Nacional de Parlamentarios con el objetivo de una
reforma política a fondo, de formar un gobierno provisional y convocar Cortes constituyentes. La participación fue
reducida y fue disuelta por la Guardia Civil.
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En 1916, CNT y UGT acordaron una huelga general que tuvo éxito, pero no cambió la vida de los obreros. En marzo de
1917 se reunieron de nuevo con la idea de convocar una huelga general indefinida con objetivos militares y políticos. En
julio, la huelga de ferroviarios de Valencia precipitó los acontecimientos y el 13 de agosto de 1917, UGT -apoyada por
PSOE- convocó una huelga general con éxito en las capitales y los centros fabriles. La respuesta del gobierno fue
contundente y recurriendo al ejército, se dio una dura represión con gran número de muertos y detenidos.
No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
EL CAMINO HACIA LA DICTADURA
La etapa más conflictiva del reinado de Alfonso XIII fue entre 1917 y 1923, en varios aspectos:
• Crisis económica. Relacionada por las consecuencias de la guerra, en la cual se cerraron fábricas y aumentó
el paro.
• Ejército. Con un creciente protagonismo en política frente a la debilidad del poder civil.
• Aumento de conflictividad social. Entre 1919 y 1922 se sucedieron huelgas y enfrentamientos entre patronos
y obreros, sobretodo en Barcelona, con el “pistolerismo”. El gobierno respondió con medidas represivas
como la Ley de fugas, la creación de sindicatos contrarrevolucionarios y cuerpos de seguridad contratados
por particulares. En Barcelona hubo 400 muertos en 1922. En 1921 Dato fue asesinado por un anarquista y
en 1923 el líder anarquista Salvador Seguí.
A los problemas y la conflictividad social provocada por el anarquismo y la represión del gobierno, se le unió el desastre
militar de Annual en África (1921), la guerra de Marruecos ganó importancia.
Desde 1909 España encontró resistencia en las tribus del Rif del norte marroquí, lo que generó una guerra permanente
hasta 1927. En julio de 1921, el general Fernández Silvestre inició un ataque hacia la bahía de Alhucemas sin conocimiento
del alto Comisario general Berenguer. La expedición fracasó ya que el jefe rifeño Abd-el-Krim rodeó la fortaleza de
Berenguer en Annual, matando a 12000 soldados españoles y anulando las conquistas españolas de los años pasados.
Al conocerse en España el desastre, se generalizaron las protestas y se exigieron responsabilidades por los partidos. El
gobierno acordó elaborar un informe sobre el asunto -expediente Picasso- acusando de negligencia a mandos militares
como el general Berenguer. Las responsabilidades llegaron al rey, en un momento de crispación política que hizo que
en septiembre de 1923 se produjera el pronunciamiento militar del general Primo de Rivera en Barcelona.
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La inestabilidad de los gobiernos desde 1917, la crisis económica acentuada tras la guerra de Marruecos y la intromisión
del ejército en asuntos civiles con permiso del rey, apuntaban a un golpe de estado. Se dio el pronunciamiento militar
de Primo de Rivera (13 septiembre 1923), que el gobierno no combatió y fue recibido con alivio por la opinión pública.
Mediante un manifiesto publicó sus intenciones, presentando la dictadura como un régimen transitorio justificado por
la inestabilidad política, el miedo a la revolución social, la influencia del republicanismo y los nacionalismos y el
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descontento del ejército tras el desastre de Annual.
Se formó con el triunfo del pronunciamiento, lo integraban militares. Decretó la suspensión de la Constitución de 1876
y la disolución de las Cortes. Se convirtió en un órgano asesor donde el general poseía la capacidad ejecutiva y la
relación con el rey. La voluntad regeneracionista del general se plasmó en varios objetivos:
• Orden público. Mantuvo el estado de guerra y se desarrolló una política represiva que afectó al anarquismo y
al PCE -ilegalizados-. PSOE y UGT no se opusieron al golpe y colaboraron con el régimen en principio. Se
prohibieron huelgas y se mantuvo el orden policial en la calle.
• Partido único: Unión Patriótica (1924). Dirigido por Calvo Sotelo. Su formación fue espontánea entre círculos
del catolicismo social, estando en contra del parlamentarismo caciquil.
Sustituto del directorio militar desde septiembre de 1925, que supuso el mejor momento de la dictadura coincidiendo
con la victoria de Alhucemas.
En el gobierno convivieron ministros militares y civiles y se creó un nuevo sistema político no constitucional basado en
la existencia de un partido único -Unión Patriótica-. Uno de los pilares básicos de la política fue la Asamblea Nacional
Consultiva (1927), cámara corporativa no elegida por sufragio, formada por miembros de la Unión Patriótica,
representantes de sectores, y municipios. Su obra principal fue el proyecto de Constitución (1928) fascista, no aprobado.
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20-. Para reactivar el sistema económico se aplicaron medidas:
• Medidas proteccionistas para la industria. Creación del Consejo de Economía Nacional para favorecer la
creación y desarrollo de industrias. Se crearon monopolios -Compañía Telefónica, 1924, CAMPSA en 1927-.
• Participación del Estado en obras públicas. Creación de infraestructuras en el FF.CC -Estatuto ferroviario- y en
carreteras -Circuito Nacional de Firmes-. Creación de Confederaciones Hidrográficas para el aprovechamiento
agrícola e hidroeléctrico de las cuencas fluviales.
En política social, mejoró la política educativa con más escuelas primarias y de trabajo para bajar el analfabetismo. Se
limitó la libertad de cátedra y se favoreció la enseñanza privada y religiosa.
Desde 1928 se inició una oposición por sectores que lo había apoyado antes, y las relaciones entre el dictador y el rey
se enfriaron. Los grupos que se opusieron a la Dictadura fueron:
• Intelectuales y universitarios. El mundo intelectual apoyó la protesta universitaria -agrupados en la FUE desde
1925-. El conflicto estalló en 1929 por el intento del gobierno de favorecer a las universidades privadas que
provocó el cierre de las universidades de Madrid y Barcelona.
• Nacionalismo catalán. Crítico por la política anticatalanista de Primo de Rivera. Destacó Maciá, quien planificó
una incursión armada desde el exilio, que no se realizó.
• Republicanos. Se constituyeron como opción de cambio social. Los partidos se reorganizaron en torno a la
Alianza Republicana, destacando Azaña, Lerroux, Marañón o Blasco Ibáñez.
• PSOE y UGT. Abandonaron la política colaboracionista con el régimen tras la crisis de 1929 que provocó paro,
inflación y caída del comercio exterior.
A finales de 1929 existía una falta de apoyo general a la dictadura y una incapacidad de crear un régimen sólido, por lo
que en enero de 1930 Primo de Rivera presentó su dimisión al rey , que aceptó y encargó gobierno al general Berenguer.
Alfonso XIII quiso regresar al régimen del 76, pero su apoyo a la dictadura le restó apoyo de nacionalistas y liberales,
que con intelectuales y obreros firmaron el Pacto de San Sebastián (agosto 1930) rechazando a Berenguer y
proponiendo un cambio de régimen con un golpe militar. Los militares se sublevaron en Jaca (1930), CNT, UGT y
estudiantes hicieron huelgas. El rey cambió de gobierno en febrero de 1931, un gobierno del almirante Aznar con la
misión de convocar elecciones municipales. El 12 de abril triunfó la república en las ciudades y el rey renunció a la
corona. Se formó un gobierno provisional. El 14 de abril de 1931 se proclamó la II República .
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8 – L A I I R E P Ú B L I C A E S P A ÑO L A ( 1 9 3 1 – 1 9 3 6 )
Al caer la dictadura (1930) Alfonso XIII nombró como jefe de gobierno al general Berenguer para regresar al régimen
de 1876. La oposición firmó el Pacto de San Sebastián (agosto 1930), acordando un cambio de régimen mediante un
golpe militar. Los militares se sublevaron en Jaca (1930), y CNT, UGT y los estudiantes (enero 1931) convocaron huelgas.
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El rey cambió de gobierno y en febrero de 1931 se formó el gobierno del almirante Aznar , con la misión de convocar
elecciones municipales el 12 de abril. El rechazo a la corona fue contundente. El 13 de abril hubo manifestaciones y el
rey renunció a la corona, exiliándose a París. El 14 de abril se proclamó la República, primero en Éibar, después Barcelona
y luego Madrid, cuando el Comité Revolucionario llegó al poder.
Con la República se formó un gobierno provisional presidido por Niceto Alcalá Zamora con personajes como Maura,
Lerroux, Largo Caballero, Prieto o Azaña. Fue un gobierno de concentración que representaba a las fuerzas favorables
a la república. Entre sus acciones políticas destaca la convocatoria de elecciones a Cortes Constituyentes, su fin fue
asentar la República con medidas y reformas urgentes:
• Medidas sociales como el Decreto de Términos Municipales o el Decreto de Laboreo Forzoso. En materia
laboral se estableció la jornada laboral de 8 horas y se aumentó el salario.
• Reforma militar. Ley de Retiro (abril 1931), facilitaba la retirada del servicio activo de oficiales y generales,
manteniendo su sueldo, con el fin de reducir el número de oficiales y evitar la intromisión militar en asuntos
civiles. La mitad de los posibles beneficiarios se acogieron a ella. Se decretó la supresión de la Academia General
de Zaragoza y la creación de guardias de asalto como fuerzas de orden público.
• Cuestión autonómica. Maciá proclamó en Cataluña el “Estado Catalán” (14 abril). El gobierno republicano
negoció con él para que lo anulara a cambio de un gobierno autonómico provisional -Generalitat (21 abril).
• Nuevas huelgas convocadas por la CNT, ante las que el gobierno actuó con fuerte represión.
• Conflictos religiosos. Los republicanos anunciaron la intención de crear un sistema de escuelas laicas, introducir
el divorcio, secularizar cementerios y hospitales… Las primeras decisiones fueron moderadas y aceptadas por
el catolicismo liberal, pero no por el episcopado, que las declaró como una agresión al catolicismo. Esto
provocó varios conflictos en los que resurgieron viejos movimientos anticlericales:
o “Quema de conventos” (mayo 1931), serie de disturbios que terminaron con el asalto y la destrucción
de edificios religiosos ante lo que el gobierno no pudo hacer nada, siendo un duro golpe para la
imagen de la República y que se convertiría en un arma antirrepublicana para los sectores católicos.
o Expulsión de España del Cardenal Segura por sus declaraciones contra la República.
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En junio de 1931 se celebraron elecciones a Cortes Constituyentes para dar a la República una constitución. El resultado
fue favorable a la conjunción republicano-socialista, y se constituyeron las Cortes encargadas de elaborar la Constitución.
En diciembre se aprobó la Constitución de 1931, con el objetivo de construir un régimen político de carácter democrático.
Se definía a España como una república democrática de trabajadores de toda clase, con una declaración de derechos
y libertades: supresión de privilegios de clase social y riqueza; posibilidad de socializar la propiedad y los servicios
públicos; libertad de expresión, reunión y asociación; derecho de libre residencia y circulación; inviolabilidad del domicilio
y de correspondencia; o la no discriminación por raza, sexo o religión, entre otros. Mencionaba la laicidad del Estado,
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sin religión oficial y libertad de culto y reconociendo el matrimonio civil y el divorcio. Primera constitución que recogía
el derecho al voto femenino.
Las Cortes eran unicamerales -Congreso- elegidas para 4 años por sufragio universal, con función legislativa y de apoyo
al ejecutivo, que debían elegir al presidente de la República cada 6 años. El poder ejecutivo recaía en el gobierno y el
judicial en jueces independientes.
Sobre la cuestión autonómica, la República era un Estado integral compatible con la autonomía de municipios y regiones,
con la posibilidad de elaborar estatutos de autonomía y constituir regiones autonómicas como ya lo era Cataluña desde
la proclamación de la República. País Vasco y Galicia ya tenían preparado su anteproyecto.
Con la Constitución de 1931 Niceto Alcalá Zamora se convirtió en presidente de la República, con Azaña como jefe de
gobierno. La intención fue seguir en el gobierno con las fuerzas políticas del gobierno provisional, pero la coalición se
fue rompiendo. El gobierno de Azaña fue una coalición de republicanos de izquierda y socialistas, hecho no aceptado
por el resto de sectores políticos, que se alejaron cada vez más del gobierno. Sus actuaciones políticas consistieron en
un bienio de reformas con el fin de modernizar y democratizar la sociedad:
Política de obras públicas. Diseñada por Prieto, recuperó la política de la dictadura en obras hidráulicas y ferroviarias.
Política educativa y cultural. Con el fin de hacer de la educación pública y laica un derecho universal. Se continuó la
creación de escuelas primarias que acabasen con el analfabetismo y la falta de escolarización infantil. Se aumentaron
maestros, institutos de Bachillerato y el presupuesto a educación. Se prestó atención a la cultura y a la formación de
investigadores en el extranjero, favoreciendo la “Edad de Plata” de la cultura.
Legislación social por Largo Caballero -socialista-, continuando la de los inicios. Su fin era mejorar las condiciones de
vida y trabajo de obreros y jornaleros, y fortalecer a organizaciones obreras.
Cuestión autonómica. La Constitución posibilitaba la autonomía a las regiones, se aprobó el Estatuto de autonomía de
Cataluña (1932) que ponía en manos de la Generalitat la administración, cultura, obras públicas y orden ciudadano, y en
las del Estado, relaciones exteriores y ejército. Cataluña tuvo Parlamento y gobierno propios. País Vasco y Navarra
iniciaron la elaboración de un proyecto de Estatuto, otras regiones iniciaron proyectos para la autonomía, sin éxito.
Cuestión religiosa. Tomando como base la separación Iglesia-Estado y la enseñanza laica establecida por la Constitución,
se promulgó la extinción en 2 años del presupuesto del clero y culto, la disolución de la Compañía de Jesús y confisca
de sus bienes, y acuerdos: matrimonio civil, divorcio, cementerios civiles y la Ley de Congregaciones Religiosas (mayo
1933) que prohibía la enseñanza a las órdenes religiosas. Estas medidas retiraron el apoyo de la Iglesia a la República.
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Con la reforma se pretendía solucionar estos problemas, redistribuyendo propiedad y modernizando el campo. Se
establecía la expropiación -a cambio de indemnización- de las fincas con extensión mayor a la establecida por las juntas
provinciales, aquellas con rendimientos mejorables o que siendo de regadío no se regasen. Las tierras de señores podían
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ser confiscadas sin indemnización.
Para la redistribución se creó el Instituto de Reforma Agraria dependiente de las juntas provinciales y comunidades de
campesinos. El coste de las indemnizaciones hizo el proceso lento e ineficaz, además de la oposición social en las
regiones latifundistas, y las contradicciones de la dirección política de la reforma. La reforma se convirtió así en una gran
decepción para los campesinos sin tierras, que provocó fuerte conflictividad en el campo.
Los resultados de las reformas fueron diversos, con algunos fracasos. El aumento de la conflictividad social disgustó a la
élite económica y social, y la clase media vio las reformas demasiado radicales.
Se formó una oposición parlamentaria en torno al Partido Radical de Lerroux al que se agregaron fuerzas de derecha,
monárquicas, católicas y conservadoras -unidas en un nuevo partido-. El principal problema del gobierno provino de
• Ejército. Reformas como el Estatuto de Autonomía de Cataluña y la reforma militar no gustaron, así que los
jefes empezaron a conspirar contra la República. En agosto del 32 hubo un intento de golpe de Estado del
general Sanjurjo que fracasó por el escaso apoyo -Madrid y Sevilla-. El gobierno consiguió a raíz del éxito un
gran respaldo para continuar sus reformas.
• Obreros y campesinos. Desde finales de 1931 los anarquistas promovieron huelgas y alteraciones del orden
público, ante las que la República reaccionó con la Ley de Defensa de la República creando un instrumento de
excepción al margen de los tribunales de justicia, para actuar contra los culpables de “actos de agresión contra
la República”. En 1933 se sucedieron huelgas y ocupaciones de tierra por campesinos, sobre todo en Andalucía
y Cataluña, con enfrentamientos que terminaron en violencia, en Casas Viejas (Cádiz) se produjo una matanza
de campesinos por guardias de asalto y Guardia Civil. Esto motivó la caída de Azaña, considerado culpable,
después de que los socialistas le quitasen su apoyo.
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En noviembre de 1933 se celebraron elecciones generales -las primeras democráticas porque la ley electoral permitía el
voto femenino y favoreció alianzas entre pequeños partidos-. Se presentaron una izquierda desunida -separación de
socialistas y republicanos de izquierda- y una derecha unida en la CEDA -presidida por Gil Robles-. Los resultados
favorecieron a la CEDA y al Partido Radical.
Alcalá Zamora encargó la jefatura del gobierno al líder del Partido Radical -Lerroux- que gobernó en colaboración con
la CEDA. El gobierno fue reaccionario y se produjo un desmantelamiento de la política reformista del primer bienio,
rectificando o suspendiendo reformas del periodo de Azaña:
• Política religiosa. Se restablecieron los haberes del clero, aprobando un presupuesto de culto y clero. Se
iniciaron negociaciones para firmar un concordato con la Santa Sede.
• Amnistía a los condenados por el fallido golpe de Estado de 1932 -como Sanjurjo- y colaboradores con la
• Política agraria. Continuó la Ley de Reforma Agraria, con nuevos decretos que la modificaban: anulación de la
expropiación de las tierras de la alta nobleza o la concesión de total libertad de contratación -los patronos no
contrataron a jornaleros sindicados o de izquierda-. Esto supuso la desaceleración de la Reforma Agraria, con
bajada de salarios y aumento de conflictividad.
• Cuestión autonómica. El gobierno paralizó en las Cortes el debate del proyecto del estatuto vasco. En 1934 se
dio un conflicto con la Generalitat después de que su parlamento aprobase la Ley de Contratación de Cultivos
por la que los campesinos arrendatarios de las viñas podían acceder a la propiedad de la tierra pagando un
precio antes tasado a los propietarios.
En otoño del 34 el clima de agitación social, la división interna radical, el enfrentamiento con nacionalistas vascos y
catalanes, la radicalización del PSOE y la presión de la CEDA provocaron una crisis en el gobierno. La izquierda esperaba
que Alcalá Zamora convocase elecciones, pero éste encargó a Lerroux formar nuevo gobierno, con la entrada de 3
ministros de la CEDA. Esto provocó la revolución de 1934, porque los republicanos de izquierda lo consideraron una
traición a la República y la entrada supuesta de ideología fascista.
El 5 de octubre se dieron huelgas y manifestaciones en grandes ciudades, pero fueron desiguales y el movimiento
fracasó por la poca coordinación de UGT y CNT y la rápida respuesta del gobierno, que decretó el estado de guerra.
Los acontecimientos fueron graves en Cataluña y Asturias:
• Asturias. CNT y UGT convocaron una huelga general en la cuenca minera asturiana -siguiendo el modelo de la
revolución bolchevique-. Los mineros se apoderaron de las ciudades con el lema UHP -Uníos hermanos
proletarios-. Los ayuntamientos se sustituyeron por comités obreros a cargo del abastecimiento, transportes y
suministro. El gobierno envió a las fuerzas de la legión extranjera y regulares dirigidos por el general Yagüe y
Franco que los derrotaron con una represión que causó 1500-2000 muertes y 30000 detenciones.
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Con la revolución de 1934 y la represión se abrió una brecha entre izquierda y derecha donde la guerra civil parecía
inevitable. En 1935 Lerroux formó nuevo gobierno con 5 ministros de la CEDA (con Gil Robles). Se aceleraron las
rectificaciones de las reformas republicanas, desmontando reformas sociales y laborales; se planteó una reforma
constitucional con la revisión de la política religiosa; y se dio una política de cambios en los mandos militares. En octubre
del 35 estallaron escándalos políticos que precipitaron el final del bienio: escándalo financiero del Straperlo -afectó a
Lerroux- y el escándalo Nombela -trato de favor a una empresa-. La situación motivó la dimisión de Lerroux e hizo que
Gil Robles exigiera a Alcalá Zamora su designación como jefe de gobierno, pero éste nombró a Portela Valladares, que
convocó elecciones en febrero de 1936.
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Las últimas elecciones de la II República fueron el 16 de febrero de 1936 con muchos partidos agrupados en dos bloques
políticos:
• Izquierda -republicanos, socialistas y comunistas-, agrupados en el Frente Popular, con un programa político
pactado consistente en recuperar las líneas de actuación del bienio azañista, la amnistía para presos políticos y
la revisión del orden público. Los anarquistas no se presentaron, pero pidieron el voto para el Frente.
• Derecha -monárquicos del Bloque Nacional, agrarios y otros grupos-. Formó como reacción una coalición
liderada por la CEDA, denominada Frente Nacional. FE y las JONS no entraron porque no había escaños
suficientes para repartir entre todos.
Los resultados fueron ajustados y dieron la victoria al Frente Popular -48%-. Destacó la desaparición del Partido Radical
El nuevo gobierno puso en marcha las propuestas del programa electoral: aceleración de la Reforma Agraria; liberación
de presos políticos de la revolución de 1934; vuelta del Estatuto de Cataluña y preparación de autonomías vasca y
gallega; programa de instrucción pública; lucha contra el paro; distanciamiento de generales golpistas -Goded y Franco-
. Era una continuación del programa reformista del bienio azañista y recibió apoyo de representantes de la CEDA.
La tensión social creció y la tarea gubernativa se vio desbordada por problemas: UGT y CNT se unieron e iniciaron una
movilización obrera con huelgas en todos los sectores. En el campo la impaciencia creció y se ocuparon tierras con
respuesta violenta de patronos y fuerzas del orden. En la derecha la FE -Primo de Rivera- actuó como fuerza de choque
y la Iglesia lanzó campañas contra la República. La violencia se convirtió en la principal arma política -asesinatos, quema
de iglesias, escaramuzas políticas…- sin que el gobierno de Casares pudiera controlar el orden público.
A esto se le unió la organización de una conspiración militar contra la República que partió de mandos militares, con
poca fuerza y mala organización hasta que el general Mola se puso al frente. El gobierno no prestó atención a la
sublevación, pero tomó medidas como el desplazamiento de generales derechistas a destinos “poco peligrosos”.
Las fuerzas políticas de derecha apoyaron la conspiración con una estrategia consistente en provocar desórdenes y
exagerar su alcance para justificar un golpe de estado militar. La FE actuó como fuerza de choque en la calle, y sus
acciones fueron respondidas por la izquierda. El general Mola fue ganando adeptos al plan: un levantamiento militar
que acabara con el gobierno del Frente Popular, sustituyéndolo por un directorio militar. El asesinato de Calvo Sotelo -
13 julio- en respuesta al asesinato del teniente Castillo -socialista de la guardia de asalto- aceleró los planes golpistas.
El 17 de julio de 1936 se inició la sublevación en Ceuta, Melilla y el Protectorado español en Marruecos, y el 18 llegó a la
península. Empezó así la Guerra Civil española (1936 – 1939).
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S U BLE V A CIÓ N MI L I TA R E I N TE R NA C IO NA L I ZA C IÓ N
Originada al comienzo de la España Contemporánea, con la caída del Antiguo Régimen, que termina con la oposición
de sectores conservadores a la democratización política y reformas sociales de la II República. La Guerra Civil fue el
desenlace final de un enfrentamiento entre dos maneras incompatibles de entender España.
No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
Tras la victoria electoral del Frente Popular (febrero 1936) la situación política y social empeoró, con radicalización y
violencia callejera entre izquierda y derecha. Mientras, oficiales militares conspiraban contra el gobierno y preparaban
un posible golpe de Estado, con incertidumbre. El 12 de julio se produjo el asesinato por falangistas del teniente Castillo,
militante socialista y miembro de las Guardias de Asalto, que, como represalia, asesinaron el 13 a Calvo Sotelo, líder
derechista del Bloque Nacional. Aprovechando el impacto nacional, los militares iniciaron su acción golpista.
El 17 de julio de 1936, el coronel Yagüe, jefe militar de la Legión, se levantó en armas contra la República en Melilla,
extendiéndose a las tropas del Protectorado español en Marruecos, al mando del general Franco. Entre los días 18 y 20
la sublevación llegó a la Península, con resultados diversos.
Al principio el alzamiento militar no triunfó en las principales ciudades, y parte del ejército, Guardia Civil y de Asalto fue
Desde el 20 de julio se vieron dos Españas enfrentadas que defendían principios irreconciliables: la rural, agraria, católica,
que apoyó “Alzamiento Nacional”; y la moderna e industrial, en manos del gobierno y organizaciones políticas y
sindicales del Frente Popular. Se desencadenó así una Guerra Civil que dividió al país en dos bandos:
• Sublevados, autodenominados nacionales. Justificaron su acción para restablecer el orden y acabar con los
enemigos del país. Apoyados por oligarquías tradicionales, pequeños propietarios, clase media católica,
partidos de derecha (CEDA) y ultraderecha (FET) e Iglesia.
• Republicanos. Fieles al régimen democrático, entre los que ganaron posiciones los sectores radicales,
anarquistas y comunistas.
Una de las razones de la duración del conflicto fue la intervención internacional, vivido en Europa como enfrentamiento
entre fascismo y comunismo o socialismo, confrontación entre fuerzas democráticas y regímenes fascistas. Todo en un
momento crítico en las relaciones internacionales, cuando el régimen nazi de Hitler iniciaba sus golpes de fuerza con
las reivindicaciones territoriales de Checoslovaquia y Polonia y su política de rearme; en algunos países europeos se
gestaban alianzas de partidos de izquierda llamadas “Frente Popular” con pretensión de frenar el fascismo.
La URSS de Stalin animó la formación de estos movimientos y financió partidos comunistas. A finales de agosto de 1936,
una veintena de países encabezados por Francia e Inglaterra, con Alemania, Italia y la URSS, crearon un Comité de No
Intervención que prohibió la exportación a España de material bélico. El acuerdo fue una farsa, ya que solo lo respetaron
las potencias democráticas, mientras que Alemania e Italia apoyaron a los sublevados.
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• Alemania. Interesada en su victoria para aislar a Francia en caso de guerra europea. Creó el HISMA, que
contribuyó al traslado de tropas marroquíes por el estrecho (con flota y aviación alemanas) y al transporte de
material bélico. Decisiva la “Legión Cóndor” para la toma de Bilbao (abril 1937). Envió miles de soldados, ya que
la Guerra Civil se usó como campo de ejercicios de cara a la Segunda Guerra Mundial.
• Italia. Interés en la victoria con vistas a tener un aliado en el Mediterráneo Occidental, por aspiraciones
imperiales en el norte de África. Fundó la SAFNI, sociedad de financiación. Aportación con aviones y soldados.
No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
• Marruecos. Los “regulares” (tropas marroquíes) fueron la fuerza de choque a principios de la guerra, junto con
la “legión extranjera” que formó el 50% de los efectivos nacionales. Marruecos no tenía derecho a autonomía
y por tanto nada que agradecer a la República.
• Portugal. Dominada por el régimen militar de Salazar, identificada con el levantamiento militar. Puerta abierta
a las incursiones de sublevados, siendo nexo de unión entre el frente norte y sur. Envió voluntarios (viriatos).
Existió ayuda voluntaria de esas potencias agrupada en las Brigadas Internacionales, formadas por voluntarios
que pensaban estar contribuyendo a la derrota del fascismo, de Francia, Alemania, Austria, Italia, EEUU, Gran
Bretaña y países del este de Europa.
• URSS. Único país que apoyó directamente a la República, enviando aviones, armas, alimentos y dinero. Gran
parte de las reservas de oro del Banco de España se depositaron allí para su gasto en dicho material bélico.
• México. Apoyó al gobierno republicano vendiendo material bélico; trascendente al final por su política de asilo
político, que facilitó el exilio de intelectuales y la supervivencia de un gobierno de la república exiliado.
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No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
Desde que la sublevación militar se convirtió en Guerra Civil (1936 – 39), el conflicto atravesó fases donde las grandes
batallas se centraron al principio en la toma de Madrid, después en el norte y finalmente en la zona mediterránea.
PRIMERA FASE: LA GUERRA DE COLUMNAS Y LA LUCHA POR MADRID. (JULIO 1936 – MARZO 1937)
El planteamiento inicial sublevado consistió en la toma rápida de Madrid, símbolo de poder republicano. Su plan fue
avanzar simultáneamente desde norte y sur. Tras cruzar el estrecho con aviones italianos y alemanes, legionarios y
regulares al mando de Franco avanzaron desde el sur siguiendo el modelo de guerra colonial, tomando Badajoz, Mérida
y Talavera, y enlazando con las tropas del general Mola desde el norte.
La caída de Madrid parecía inminente, pero se retrasó porque Mola quedó detenido en el Guadarrama, y Franco se
desvió a Toledo (septiembre 1936) para liberar a militares sitiados en el Alcázar por republicanos. El retraso permitió a
Madrid organizar su defensa y buscar refuerzos.
La batalla por Madrid comenzó en noviembre de 1936, cuando los sublevados intentaron atacarla frontalmente. El 6 de
noviembre el gobierno republicano se trasladó a Valencia por seguridad, dejando una Junta de Defensa dirigida por el
teniente coronel Rojo y el general Miaja. La llegada de las Brigadas Internacionales, la resistencia civil y la ayuda rusa,
contribuyeron a que Madrid resistiera y fracasara el intento de ocupación sublevada.
Franco realizó dos maniobras envolventes para aislar Madrid. La primera produjo la batalla del Jarama (febrero 1937),
pero los sublevados fueron detenidos por republicanos; la segunda terminó con la batalla de Guadalajara (marzo 1937),
en la que Franco tuvo ayuda de tropas y armamento italiano, pero la contraofensiva del general Rojo forzó su retirada.
En el sur, los republicanos perdieron Málaga (febrero 1937).
La resistencia de Madrid obligó a los sublevados a cambiar de estrategia, centrándose en ocupar la zona norte
republicana, que abarcaba gran parte de la cornisa cantábrica (Asturias, Cantabria, parte de País Vasco) y estaba aislada
del resto de la España republicana y fragmentada políticamente.
Franco la ocupó por la existencia de recursos mineros, siderúrgicos e industriales. Los principales combates se dieron
entre abril y octubre de 1937, con el bombardeo de Guernica por la aviación nazi ( Legión Cóndor), la caída de Bilbao,
la entrada de italianos en Santander y la ocupación de Asturias.
Para intentar desviar la atención de los sublevados y su presión sobre el norte, el general republicano Rojo diseñó
ofensivas de distracción, como el ataque a Brunete y Belchite, que fracasaron y manifestaron la incapacidad del ejército
republicano, que no aprovechó el éxito inicial en Madrid. Al ganar el norte, los sublevados consiguieron un territorio de
gran importancia económica, reforzando su posición internacional.
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TERCERA FASE: EL AVANCE A LA ZONA MEDITERRÁNEA. (NOVIEMBRE 1937 – NOVIEMBRE 1938)
A fines de 1937 los republicanos confiaban en la victoria, reformaron el ejército y el general Rojo pasó a jefe de Estado
Mayor republicano. Con el nuevo ejército se dieron ofensivas: batalla de Teruel, que los republicanos ocuparon (enero
1938), cayendo un mes después en manos sublevadas. El desgaste republicano en Teruel, el hundimiento moral y las
tensiones políticas, fue aprovechado por franquistas, que iniciaron una ofensiva por Aragón atravesando el Maestrazgo
y llegando al Mediterráneo en Vinaroz (Castellón) (abril 1938).
El territorio republicano quedó dividido en dos partes, con Cataluña aislada, pero la ofensiva franquista se dirigió hacia
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el sur, con el objetivo de llegar hasta Valencia.
En julio de 1938 se dio la batalla del Ebro. La situación era desesperada para los republicanos y tras recibir armamento,
se reorganizó el ejército desde Cataluña y lanzó una ofensiva desde Tarragona cruzando el Ebro, donde se hicieron
fuertes resistiendo. Franco lanzó una contraofensiva, con aviación alemana e italiana, y en noviembre de 1938 el ataque
republicano quedó detenido y sus fuerzas mermadas y desorganizadas; el final de la guerra se acercaba.
Entre diciembre de 1938 y enero de 1939 se dio la campaña franquista para ocupar Cataluña . Los republicanos apenas
se resistieron y tras Lérida y Tarragona, perdieron Barcelona (finales enero 1939), y Gerona.
A principios de marzo se dio una sublevación contra el gobierno republicano por el coronel Casado, que pretendía
finalizar la guerra con un acuerdo entre militares que limitase las represalias franquistas. Casado controló Madrid tras
un enfrentamiento con comunistas, creando una Junta de Defensa que negociara la paz con Franco, que solo aceptó
una rendición sin condiciones y obligó a entregar las armas.
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Con la sublevación, el gobierno republicano de Quiroga dimitió, sustituyéndose por José Giral, que trató de organizar
una fuerza militar de oposición, pero la guerra desbordó al gobierno y derrumbó instituciones. Poderes regionales y
locales operaron al margen del Estado, que entregó armas a milicias de partidos y sindicatos. En territorio republicano
emergió una estructura de poder popular llamada a defender la legalidad republicana.
En septiembre del 36 se formó un gobierno de coalición dirigido por Largo Caballero, que aglutinó diversas tendencias
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para concentrar fuerzas y ganar la guerra. El gobierno de la República se trasladó a Valencia ante el ataque de Madrid,
dejando una Junta de Defensa dirigida por el general Miaja. Desde Valencia siguió la política de reformas en la que la
Guardia Civil se transformó en la Guardia Nacional Republicana, se incautaron tierras e industrias abandonadas, siguió
la reforma agraria y se entregaron tierras a campesinos, se nacionalizaron el ferrocarril, bancos, CAMPSA, y las eléctricas;
y se devolvió el estatuto de autonomía vasco. Paralelamente, los anarquistas hicieron su revolución social espontánea
en Cataluña y expropiaron tierras e industrias para colectivizarlas.
Fracasos militares produjeron un enfrentamiento entre republicanos. Un sector formado por el PCE, socialistas y
republicanos, quería una alianza entre clases medias y controlar las experiencias colectivizadoras, ganando primero la
guerra; un sector de anarquistas y comunistas del POUM quería la revolución y colectivización para ganar apoyo popular
Azaña encargó la formación de gobierno al socialista Juan Negrín, que priorizó el esfuerzo militar reforzando el poder
central, unificando la dirección de la guerra y controlando la producción. Se cambió la sede de gobierno a Barcelona.
La dificultad para frenar el avance franquista obligó a buscar una salida negociada a la guerra; sin embargo, la vida
republicana era difícil y el golpe de Estado dirigido por el coronel Casado buscaba finalizar la guerra.
La muerte de Sanjurjo (julio 1936) cuando iba a Burgos a encabezar la rebelión planteó el liderazgo. Se formó en Burgos
una Junta de Defensa Nacional de militares presidida por Cabanellas, para gobernar el territorio ocupado. Al alargarse
el conflicto se debía unificar el mando, y Franco ganaba adeptos. El 1 de octubre de 1936 un decreto lo nombraba como
jefe del gobierno del Estado y Generalísimo de los Ejércitos Españoles . La Junta de Defensa pasó a Junta Técnica del
Estado (sede en Valladolid y Burgos), y el cuartel general de Franco se trasladó a Salamanca.
Para ganar cohesión e inspirado en el modelo de Estado fascista italiano y alemán, Franco dio a conocer el Decreto de
Unificación (abril 1937) por el que creaba un partido único Falange Española Tradicionalista y de las JONS, que acabó la
rivalidad entre carlistas y falangistas, en el que se integraron las fuerzas sublevadas. Franco sería su Jefe Nacional.
En enero del 38 se formó el primer gobierno de Franco (Caudillo), que concentró jefatura de Estado y presidencia de
gobierno. El nuevo estado de inspiración fascista defendió un modelo social basado en tradición y catolicismo. Se abolió
la legislación republicana; se suprimieron libertades religiosas, política, sindical y de prensa; se suspendieron estatutos
de autonomía y reestableció la pena de muerte. Desde julio de 1937 el Estado fue apoyado por la Iglesia.
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Punto de vista demográfico. Se ha especulado con la cantidad de muertos, que pudo ser de 150.000 en ambos bandos,
además de otros por represión en las retaguardias. Se calcula que los heridos pudieron ser 400.000 y que medio millón
de españoles salieron desde Cataluña en 1939.
Punto de vista material. La destrucción fue inmensa y se destruyeron infraestructuras y comunicaciones. Los bombardeos
afectaron a ciudades y pueblos, más de 250.000 casas fueron destruidas y campos de cultivo, devastados. Esto trajo
consigo el hambre y el desabastecimiento en grandes ciudades.
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Plano económico. Pérdidas cifradas en 30.000 millones de pesetas de 1935. Las reservas de oro del Banco de España
trasladadas a Moscú se esfumaron, y las deudas de los vencedores con sus aliados tardaron años en pagarse. España
entró en un estancamiento prolongado por la Segunda Guerra Mundial, con una posguerra que duró hasta finales de
los 50. La mayoría de la población sufrió los efectos del racionamiento y privación de bienes de consumo.
Consecuencias sociales. La sociedad quedó marcada por la guerra, con heridas abiertas y rencores latentes. El régimen
impuesto por los vencedores no hizo mucho por frenar el daño moral y favorecer la reconciliación entre las dos Españas.
Cultura española. Se destruyó el esfuerzo de regeneración cultural y educativa que se había iniciado tras la crisis del 98.
Durante el franquismo se ejecutaron y destituyeron más del 60% de maestros y profesores. Además, intelectuales de la
Política. El fin de la guerra acabó con el segundo intento modernizador y democratizador de España en la II República.
A partir de ahí se abrió un largo periodo de represión, falta de libertad política y supresión de derechos fundamentales.
España fue aislada política y económicamente durante 20 años.
Durante la guerra, la mayor parte de Castilla-La Mancha permaneció fiel al gobierno de la República. Destaca la
guarnición militar que se sublevó en Toledo, donde el general Moscardó, con soldados y guardias civiles, se refugiaron
en el Alcázar y resistieron el asedio de las tropas republicanas hasta que fueron liberados (septiembre 1936).
Destacó la batalla del Tajo, donde las tropas sublevadas dirigidas por el general Varela, actuaron en el valle del Tajo
desde Talavera a Toledo para ocupar Madrid. Mientras que las dos ciudades acabaron en manos sublevadas, el resto
de la provincia permaneció en manos de la República durante toda la guerra.
Destacó la batalla de Guadalajara (marzo 1937), victoria republicana. Albacete fue cuartel de las Brigadas Internacionales.
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F U ND A ME N TO S ID E O LÓ G I CO S Y E V O LU C IÓ N PO LÍ T I CA
Con el fin de la Guerra y el triunfo franquista, finalizó la 2ªRepública y comenzó la dictadura de Franco, con poder total
para construir un régimen político basado en fundamentos ideológicos inspirados en la sublevación de julio del 36.
• Unidad de España y centralismo estatal. Abolición de estatutos de autonomía y castellano como única lengua.
• Concentración de poder político en Franco, Caudillo, jefe del Estado, gobierno, ejércitos, partido y sindicato.
Característico de la dictadura fueron las “familias políticas” del régimen: ejército (participación activa en el poder), partido
único (FET-JONS, dotó de bases ideológicas y controló sociedad y medios) e Iglesia (legitimó moralmente la dictadura).
El franquismo tuvo apoyo de sectores sociales: burguesía, terratenientes, católicos. La clase media era pasiva y apolítica.
Evolución política; con el fin de la Guerra se construyó un nuevo estado donde Franco acaparó todos los poderes. Hasta
1942 destacó Ramón Serrano Suñer, pero sus errores le cesaron, sustituyéndolo por el almirante Carrero Blanco. Se
institucionalizó el régimen político (1939 – 1959), con un sistema mixto basado en autoritarismo e ideología fascista del
partido único (FET-JONS). Tomando como referencia este sistema, el Estado sin constitución, partidos y libertades,
pretendió cubrir el vacío legal con las Leyes Fundamentales:
• Ley de Unidad Sindical (1940), sindicatos verticales, trabajadores debían pertenecer bajo la jerarquía de Falange.
• Ley de Cortes (1942), función consultiva, el poder legislativo lo ostentaba Franco. Los proyectos de ley los hacía
el gobierno, las Cortes aprobaban. Sus miembros provenían de corporaciones locales, nombrados por Franco.
• Fuero de los españoles (1945), derechos individuales y obligaciones, y la confesionalidad católica del Estado.
• Ley de Referéndum Nacional (1945), posibilidad de referéndum de un proyecto de ley elaborado por las Cortes.
• Ley de Sucesión (1947), carácter vitalicio de la jefatura de Franco, España como reino, regulaba el mecanismo
de sucesión, monarquía tradicionalista en la que Franco tenía derecho a designar a su sucesor.
En política exterior, en la Segunda Guerra Mundial Franco se identificó con el eje (de neutralidad a no beligerancia -
1940), pero la entrevista entre Hitler y Franco (Hendaya) no terminó en acuerdo. Destacó la “División Azul” de falangistas
al frente ruso.
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España volvió a la neutralidad (1943) por las dificultades del Eje, y con el fin de la guerra (1945), mediante la resolución
de O.N.U. (diciembre 1946) España quedó aislada. Con la guerra fría EE.UU vio a Franco como aliado contra la URSS, y
presionó para que cesara el aislamiento: los embajadores regresaron (1948), entró en la UNESCO (1952), acuerdos
económicos con EE.UU a cambio de bases militares, entró en la ONU (1955) y Eisenhower visitó España (1959).
La economía española creció (1959 – 1973). El pacto con E.E.U.U. y el ingreso en la ONU y organismos internacionales
supusieron una transformación económica y social. En este contexto, se intentó una modernización de la estructura
política, sin modificar los principios esenciales. Rasgos característicos de la política del periodo:
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• Incorporación de tecnócratas (López Rodó, Rubio) con deseo de evitar un cambio democrático y continuar la
dictadura a través de una actuación gubernamental que garantizase tranquilidad y mejora del nivel de vida.
Fueron aperturistas en economía, conservadores temas políticos y sociales.
o Ley de Bases de la Seguridad Social (1963), más prestaciones sociales y servicios de asistencia médica.
o Ley de Prensa (1966, Fraga), rebajó censura y permitió revistas críticas y libros de autores izquierdistas.
o Ley General de Educación (1970), amplió la escolarización obligatoria hasta los 14.
• Designación de Juan Carlos de Borbón como sucesor de Franco (1969) a la jefatura de Estado como rey.
Descartó a don Juan de Borbón y controló la educación de Juan Carlos, garantía de continuidad del régimen.
El franquismo no se adaptó al dinamismo de la sociedad que reclamaba libertades, a lo que se unió el enfrentamiento
entre aperturistas, inmovilistas y conservadores. La división se patentó con el escándalo MATESA (1969): una empresa
de maquinaria textil estafó al Estado, falsificando exportaciones y consiguiendo subvenciones públicas y créditos a bajo
interés. La prensa difundió el escándalo, con consecuencias políticas: mayor represión, proceso de burgos (1970) que
condenó a muerte a 16 miembros de ETA, seguido de protestas. Franco indultó a los condenados.
Carrero Blanco pasó a presidente del Gobierno (junio 1973), pero fue asesinado en un atentado de ETA. Carlos Arias
Navarro dirigió el gobierno, con mayor represión ante terroristas, intento de apertura política: “Espíritu del 12 de febrero”.
A finales de 1973 se hizo frente a la crisis económica mundial del petróleo, a problemas de orden público, terrorismo
(ejecución de Salvador Puig), la libertad de Portugal y la enfermedad de Franco (agravada desde 1974), crearon una
tensa situación política en el régimen. Franco murió (20 noviembre 1975) y Juan Carlos I inició su reinado (22 noviembre)
jurando fidelidad a los Principios Fundamentales, con un discurso que daba cabida a todo grupo. Comenzó la Transición.
En política exterior, desde 1959 el régimen mantuvo buenas relaciones con los gobiernos conservadores de Francia y
Alemania, negociando acuerdos comerciales (años 60). Con el Vaticano y Gran Bretaña las relaciones se enfriaron. A
finales de los 60, España solicitó el ingreso en la CEE (1957), sin éxito. Se concedió autonomía e independencia a Guinea
Ecuatorial, y a Marruecos se le cedió el territorio del Sahara (1975).
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EVOLUCIÓN SOCIAL
La Guerra devastó el país, hasta mediados de los 50 las duras condiciones de vida (necesidad y hambre) se generalizaron
por la escasa producción agrícola, falta de dinero y trabajo y boicot internacional. Pervivió una mentalidad tradicional y
autoritaria, , donde militares y falangistas impusieron una nueva concepción de vida. Bases de la política social:
• Supresión de sindicatos obreros y creación de sindicatos únicos para cada rama de producción, que reunían a
empresarios y trabajadores bajo control del gobierno.
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• Establecimiento de salarios mínimos en cada rama para empresarios y obreros.
• Ilegalización de huelgas.
• Legislación social, con un sistema de seguridad social (1943, por Girón) con un seguro por enfermedad, pensión,
accidentes, paro, invalidez o maternidad.
La situación cambió (años 50), con la recuperación del campo y ayuda exterior. Destacó el éxodo rural, trasvase de
población desde el campo a los núcleos urbanos industriales (Barcelona, Madrid, País Vasco) para mejorar las
condiciones de vida, que produjo la despoblación del campo y el chabolismo en las grandes ciudades.
A partir de los 60, el desarrollo económico transformó los hábitos y mentalidades, pasando España a ser urbana,
industrializada y abierta. Mejoró el nivel de vida y la situación económica, lo que fomentó el consumismo y el acceso a
servicios sociales básicos. La mujer se fue incorporando al mundo laboral y aumentaron los estudiantes y la cultura.
Se dio un proceso migratorio en dos direcciones: interior, hacia las zonas industriales periféricas, y exterior, hacia Europa
occidental; trajo despoblación de zonas rurales y crecimiento urbanístico de ciudades.
El crecimiento económico aumentó la clase media urbana, y la sociedad se volvió diversificada y dinámica. Se redujeron
los jornales agrarios y aumentaron los obreros industriales y trabajadores de servicios. La clase alta la integraron los
grandes propietarios agrícolas, la élite administrativa y militar, la burguesía industrial y aristocracia financiera.
EVOLUCIÓN ECONÓMICA
La política económica de los 40 y 50 estuvo condicionada por la situación interior y circunstancias exteriores. La Guerra
Civil trajo devastación y costes económicos, lo que resultó en la reducción de producción agrícola e industrial. La II
Guerra Mundial y el aislamiento posterior por la O.N.U. sumieron al país en una posguerra de 20 años. Esta situación
provocó que Franco adoptara un conjunto de medidas intervencionistas y autárquicas, con el fin de garantizar el
autoabastecimiento agrario e industrial.
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• Instituto Nacional de Colonización, para devolver tierras expropiadas y planificar zonas de regadío y
asentamiento de colonos.
• Ley de Protección y Fomento y de Ordenación y Defensa de la Industria Nacional , obliga a empresas a solicitar
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permiso al Estado para producir, exportar o importar.
• I.N.I. (1941), impulsar industrialización con empresas estatales, capital público y gestión gubernamental.
Promovió y participó en empresas: ENDESA, SEAT, ENSIDESA.
Consecuencias fueron el hambre, miseria, estancamiento económico donde se carecía de recursos, subida de precios y
paro, descenso de salarios; la existencia de un mercado negro y de tramas de corrupción.
Desde 1951 y gracias a la ayuda americana y el fin del aislamiento, se suprimieron medidas intervencionistas, aunque no
se abandonó la autarquía. Se impulsó una mayor liberalización de comercio y precios, se suprimieron algunas cartillas
Con la entrada en el gobierno de tecnócratas del Opus Dei (López Rodó, 1957) se promovió la integración en la
economía internacional, con el ingreso de España en la O.E.C.E., el F.M.I. y el Banco Mundial.
Se puso fin a la autarquía se liberalizó la economía a través del Plan de Estabilización Económica (1959), para el que se
recortó el gasto público, se restringió el crédito, se congelaron los salarios y se devaluó la peseta. El plan levantó los
aranceles y permitió inversiones de capital extranjero. Se abordó una reforma fiscal que aumentó los ingresos del Estado.
Las condiciones de vida de trabajadores empeoraron por la subida de impuestos, paro, reducción de horas y emigración
a las regiones industriales de la periferia o al extranjero. Para paliar los efectos negativos del Plan, EE.UU., FMI y la Banca
privada, concedieron créditos a España. Todas las medidas favorecieron la expansión y crecimiento de los 60.
En la década de 1960, se inauguró una expansión económica con planes de desarrollo para abandonarlos niveles de
subdesarrollo, ideados por López Rodó, que junto al resto de tecnócratas buscaron el crecimiento del producto nacional,
pleno empleo, reparto de la renta, e integración progresiva en la economía mundial. Los planes (4 años) se centraron
en el sector industrial y zonas concretas (Madrid, P.Vasco, Cataluña y Valencia) y facilitaron la iniciativa privada, con
ventajas fiscales. Muchos objetivos no se alcanzaron, pero España tuvo una tasa de crecimiento muy alta, su producción
industrial aumentó un 10% (1960 – 73), sobre todo el automóvil y mejoró el bienestar, todo debido a que los países
desarrollados absorbieron mano de obra y fueron fuente de turismo e inversión.
En 1972 se dio el último plan de desarrollo, interrumpido por la crisis económica mundial del petróleo (1973), que tuvo
repercusiones: disminución de turistas y caída de ingresos, descenso de exportaciones e interrupción del flujo migratorio.
La crisis afectó a los sectores industriales, con paro, inflación, y deuda pública y exterior.
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Al final de la guerra muchos republicanos abandonaron España hacia Francia o el norte de África para evitar represalias.
Con la 2ªGM (1939 – 45) algunos regresaron acogiéndose al indulto limitado, otros escaparon y se unieron a la resistencia
francesa antinazi. Hubo emigrados a Sudamérica, México, donde se asentó una colonia política e intelectual que
mantuvo viva en el exilio la 2ªRepública, confiando en que la victoria democrática en la 2ªGM acabaría con Franco.
Quienes se quedaron en España fueron reprimidos. Se publicó la Ley de Responsabilidades Políticas (1939) que excluía
de la nueva España a los vencidos. Los presos (militares, soldados republicanos…) fueron elevados y se improvisaron
cárceles en condiciones humillantes, con palizas, tortura y muertes. Muchos fueron ejecutados, otros liberados…
Cualquier en contacto con la República era un peligro y debía ser apartado de responsabilidades públicas.
Existieron grupos que no se rindieron y desde el exilio se opusieron al franquismo, carentes de organización por su
clandestinidad y el control militar y policial. Desde 1943, grupos monárquicos (base social noble y burguesa) se opusieron
Destaca la acción de los maquis o guerrilla (1945 – 1952), que fracasó por la falta de apoyo de las potencias aliadas, la
población civil y la escasez de alimentos; el fracaso dio más fuerza al régimen franquista, aparente modelo de estabilidad
frente al peligro de otra Guerra Civil.
Al acabar la guerra, en el interior destacó la actividad clandestina de grupos de PCE, PSOE y CNT, con encarcelamientos
y ejecuciones de sus militantes. Su presión sobre el régimen aumentó en protestas como las huelgas en Cataluña (1945)
y País Vasco (1947), pero disminuyó en los 50. Durante la década de los 50, donde la oposición interior cambió e impulsó
sus actuaciones desde universidades (SEU) y sindicatos franquistas. Acciones frecuentes opositoras fueron las
convocatorias de huelga (ilegales) reivindicado mejoras económicas, como la de los usuarios de tranvías de Barcelona
(1951). Se dieron movilizaciones (1956 – 1958) en zonas industrializadas, como País Vasco o Asturias, donde se formaron
comisiones de trabajadores consideradas embrión de las futuras C.C.O.O.
En los 60, a la tradicional oposición política de izquierdas se le unió la que surgió en el régimen (católicos y nuevas
generaciones). El crecimiento económico desgastó el régimen por acción de partidos clandestinos y sindicatos.
La oposición se manifestó con el Congreso de Múnich (1962), donde grupos opositores (interiores y del exilio) acordaron
cambios políticos para pedir la entrada de España exitosa en el Mercado Común Europeo. Al final se elaboró una
declaración en favor de la democracia y de condena al régimen, estimando como requisitos la garantía de DDHH, el
reconocimiento de la personalidad de comunidades, libertades sindicales y la posibilidad de organizar corrientes de
opinión y partidos políticos. Franco respondió encarcelando o desterrando a los participantes en la reunión.
La oposición se fue fortaleciendo (mediados de los 60 – principios de los 70); la conspiración monárquica impulsada por
adeptos a Juan de Borbón continuó, la actividad del movimiento obrero (huelgas) fue rotunda. Destacan las acciones
terroristas del FRAP, GRAPO, ETA (organización fundada por nacionalistas vascos, 1959). Aparecieron y se establecieron
grupos y colectivos sociales que demandaron libertades políticas: nueva prensa, colectivos profesionales de
universidades y colegios, Iglesia, UMD.
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PCE y PSOE fueron los partidos más importantes de la clandestinidad. PCE (Santiago Carrillo) contó con gran base social
y presencia en movimientos sociales como fuerza dirigente. En PSOE, Felipe González accedió a la secretaría general
(1974) en un congreso de Suresnes (Francia). Opositores fueron Democracia Cristiana (sin base social organizada), PNV
y CDC (arraigo en clases medias). Junta Democrática (1974, institución unitaria de oposición a iniciativa de PCE) y
Plataforma de Convergencia Democrática (en torno a PSOE, 1975) manifestaron que la alianza antifranquista unía
diversas clases. España esperó la muerte de Franco para plantear alternativas políticas que reimplantasen la democracia.
La oposición fue reprimida con el TOP (1963), con eco en la prensa internacional de los consejos de guerra y ejecuciones
franquistas: fusilamiento de Julián Grimau (dirigente PCE), el proceso de Burgos contra ETA o el proceso 1001 contra
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dirigentes de C.C.O.O. En septiembre de 1975 se dieron las últimas ejecuciones.
EL PAPEL DE LA CULTURA
Con el fin de la guerra, la depuración de profesores en educación y la falta de inversiones en nuevos centros colocó a
la enseñanza pública detrás de la privada religiosa. La enseñanza primaria (obligatoria) apenas enseñaba a leer y escribir,
pocos podían hacer bachillerato. La enseñanza secundaria estaba en manos de centros religiosos y pocos podían
costeárselo, y la Universidad era aún más elitista. Al retroceso en educación se le unió la censura, que impidió el debate
intelectual y científico libre y dificultó la creación artística.
Durante los 60 se desarrolló una nueva cultura crítica, con compromiso político de muchos intelectuales en sus obras,
Durante la década de 1960, las vías de difusión del pensamiento crítico fueron publicaciones periódicas y libros de
ensayo, pero la voluntad abierta al diálogo se topó con la actitud política oficial (cerrada e intransigente), lo que motivó
la creación de editoriales en el extranjero donde publicaron intelectuales exiliados y del interior (con seudónimos),
ofreciendo una alternativa a la historia franquista y denunciando la manipulación de sus historiadores.
Respecto a la producción literaria, en 1960 se iniciaron tendencias culturales que se consolidaron en los 70. Empezaron
a publicar autores que describieron de forma particular la posguerra, una generación menos atemorizada y libre para
denunciar el franquismo (Luis Martín Santos, Miguel Delibes, Juan Benet…). Se promocionaron también autores
latinoamericanos (Mario Vargas Llosa, Gabriel García Márquez, Julio Cortázar…). La renovación del lenguaje poético vino
de autores jóvenes que introdujeron formas renovadoras basadas en la reivindicación de libertad de expresión.
El cine experimentó un descenso de público ante la competencia de la televisión, pero la influencia del cine europeo
permitió la producción de relatos de compromiso social, aunque algunos fueron prohibidos por el régimen. La existencia
de un público selecto, joven y numeroso exigió un cine de calidad, semejante al europeo.
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L O S IN I C IO S D E L R E I NA D O D E JU A N CA R LO S I Y LA TR A N S IC IÓ N D E MO CR Á T I CA ( 1 9 75 – 1 9 8 2 )
Al morir Franco (22 noviembre 1975), Juan Carlos de Borbón fue proclamado rey de España por las Cortes, jurando
fidelidad a las Leyes Fundamentales, pero con voluntad de reinar sobre toda España. De él desconfiaron sectores
franquistas y opositores, pero apostó por el reformismo, iniciando el proceso que transformó la dictadura en democracia.
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El primero gobierno de la monarquía lo presidió Carlos Arias Navarro, para asegurar estabilidad política. Fue
heterogéneo y poco cohesionado con ministros aperturistas (Garrigues, Fraga, Areilza). Navarro apostó en su programa
por el continuismo franquista. Su gobierno destacó por la conflictividad social, con una oposición activa y mayor
terrorismo de ETA y GRAPO. Las relaciones entre el rey y el presidente se enfriaron, y se forzó su dimisión (1 julio 1976).
El rey nombró a Adolfo Suárez como presidente (3 julio 1976), con importancia en su elección de Torcuato Fernández
Miranda. Suárez había sido ministro secretario del Movimiento, por lo que en un principio fue mal visto por la oposición
y los sectores reformistas del franquismo, pero percibió los deseos de cambio de la sociedad.
Presentó un amplio programa de gobierno destacando la necesidad de una ley para la reforma política y de elecciones.
Contactó con la oposición, a los que se atrajo al promulgar leyes como la amnistía de presos políticos sin delitos de
Mediante la Ley para la Reforma Política (septiembre 1976) se reconocían los derechos fundamentales, se recuperaba la
soberanía popular, preveía la formación de Cortes elegidas por sufragio universal y la elaboración de una Constitución.
Se mantuvieron contactos con los miembros de las Cortes franquistas porque debían aprobar la ley. Se sometió a
referéndum (diciembre 1976) y fue ratificada por la mayoría de españoles.
Con su aprobación comenzó el proceso preparatorio de elecciones generales. Para agilizarlas el gobierno aprobó
mediante decreto-ley la legalización de todos los partidos, excepto el PCE. Suárez se reunió con los líderes para regular
las reformas y la ley electoral. Para convocar unas elecciones democráticas era crucial que todos los partidos se
presentasen, incluso el PCE, por lo que Suárez asumió personalmente su legalización (abril 1977) tras el compromiso de
Carrillo de aceptar la legalidad e instituciones. Ello supuso la ruptura más radical con el franquismo.
A las primeras elecciones generales democráticas tras la Guerra (15 junio 1977) se presentaron formaciones electorales:
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Adolfo Suárez fue investido presidente del gobierno sin mayoría absoluta, lo que le obligó a una política de pactos con
la oposición. El objetivo del gobierno y las Cortes fue elaborar una nueva Constitución democrática (diciembre 1978).
Suárez dimitió (enero 1981) y el congreso aceptó como sucesor a Leopoldo Calvo Sotelo. El 23 de febrero de 1981,
durante su investidura como presidente, un grupo de guardias civiles al mando del teniente coronel Tejero interrumpió
la sesión y dio un golpe de estado que fracasó. Calvo Sotelo fue nombrado presidente el día 25, pero su labor quedó
condicionada por la crisis de su partido y la difícil situación social.
En octubre de 1982 se celebraron elecciones generales, con triunfo de PSOE con mayoría absoluta. Culminó así el
proceso de transición democrática.
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No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
Tras las elecciones generales democráticas (junio 1977) se formaron Cortes, y, aún sin carácter constituyente, se
dedicaron a elaborar una constitución democrática. Para redactarla se nombró una comisión de ponentes designados
por los partidos (UCD, PSOE, PCE, AP, y minoría catalana), quienes prepararon un borrador. Al final superaron las
diferencias ideológicas y hubo consenso político. El texto pasó a Congreso y Senado, aprobándose (octubre 1978). Se
sometió a referéndum (6 diciembre 1978), y fue aceptada, publicándose en el BOE. Actualmente sigue como norma
suprema del ordenamiento jurídico del Reino de España, y a ella están sujetos poderes públicos y ciudadanos.
La Constitución de 1978 tiene carácter progresista, aunque permite su desarrollo legislativo por izquierda y derecha
democrática. Recoge características esenciales de las democracias occidentales y del constitucionalismo español.
• Define en su Título Preliminar a España como “Estado social y democrático de derecho” y recoge valores de
justicia, libertad, igualdad y pluralismo político.
• Establece que no existe religión oficial del Estado, pero manifiesta cooperación con la Iglesia católica.
• Derechos fundamentales y libertes civiles y políticas (enseñanza, mercado, religiosa, culta; derecho a huelga…).
En cuanto al papel de la Monarquía, el Rey es Jefe de Estado, con función de árbitro y moderador del funcionamiento
de instituciones. Nombra al presidente del gobierno y los ministros, convoca y disuelve las Cortes, convoca a referéndum,
sanciona y promulga leyes, ejerce de mando supremo de las Fuerzas Armadas…
• Legislativo. Recae en Cortes bicamerales (Congreso y Senado) elegidas por sufragio universal entre mayores
de 18. Sus funciones son 3: elaborar y aprobar leyes, aprobar presupuestos y controlar la acción del Gobierno.
• Ejecutivo. Recae en el gobierno, compuesto por un presidente (propuesto por el Rey al Congreso),
vicepresidentes y ministros. Su función es dirigir la política interior y exterior.
La Constitución contempló dos vías para acceder a la autonomía: una rápida para regiones históricas (Cataluña, País
Vasco, Galicia) y una lenta para el resto. Para limitar el desarrollo máximo de autonomía y sus competencias se creó una
ley (LOAPA) declarada anticonstitucional, surgiendo un debate sobre el reparto de competencias.
La plasmación jurídica del régimen autonómico se desarrolló con los Estatutos de Autonomía, que incluyeron las
competencias e instituciones de las CC.AA. Los primeros promulgados fueron los de Cataluña y País Vasco (1979).
Después Galicia y Andalucía (1981), y finalmente el resto (1982-83). El proceso dio un nuevo mapa político-administrativo,
con 17 CC.AA. más Ceuta y Melilla (1995).
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CASTILLA-LA MANCHA
Constituida en 1978 como entidad preautonómica; en 1980 la mayoría de municipios votaron a favor de la autonomía,
iniciando la redacción de un Estatuto aprobado por las Cortes, en vigor en agosto de 1982. La CC.AA. quedó integrada
por las provincias de Castilla-La Nueva, exceptuando Madrid y sumando Albacete.
No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
Se celebraron elecciones para las Cortes (mayo 1983) con victoria de PSOE, que
gobernó hasta 2011 con José Bono (hasta 2004) y José María Barreda (hasta 2011).
En las elecciones de 2015 ganó el PP, y la presidencia fue ocupada por María
Dolores de Cospedal.
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En las elecciones (octubre 1982) PSOE tuvo mayoría absoluta en Congreso y Senado. Felipe González pasó a presidente
y PSOE ganó las elecciones del 86 y 89 con mayoría absoluta y 93 con relativa, gobernando con apoyo de nacionalistas.
Las primeras actuaciones se orientaron a luchar contra la crisis, la racionalización de las administraciones públicas y el
avance hacia el Estado de bienestar. Para desarrollar la economía se necesitó una reconversión bancaria e industrial,
No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
reduciendo la inflación y estimulando la inversión privada, lo que implicó conflictos laborales por el cierre de empresas
y paro. Se deterioraron las relaciones de los sindicatos con el gobierno, que provocaron la convocatoria de una huelga
general (diciembre 1988), cuya respuesta fueron medidas sociales y laborales (universalizó la asistencia sanitaria gratuita,
fortaleció el sistema de protección contra el desempleo, consolidó el sistema público de pensiones).
En educación destacó la Ley de Reforma Universitaria (1993), que dio mayor autonomía a la universidad y amplió los
presupuestos de investigación, la reforma del sistema educativo (LODE, 1985) y su revisión (LOGSE, 1990), que estableció
la enseñanza obligatoria hasta los 16. Se modificó la ley de enjuiciamiento criminal y del derecho de asilo, la
despenalización de supuestos de aborto (ley mal acogida por sectores como la Iglesia).
El Estado de Autonomías marcado por la Constitución se consolidó; todas las CC.AA. presentaron y aprobaron sus
En política antiterrorista, abordó el problema de ETA y firmó un acuerdo con Francia (1984) que facilitó la labor de las
fuerzas de seguridad y extradiciones. Se realizó el Pacto de Ajuria Enea (1988) donde todas las formaciones políticas
democráticas vascas rechazaron el terrorismo.
En política exterior, el objetivo fue la integración en la CEE, para lo que se necesitaba un proceso de adecuación a la
normativa comunitaria. Se firmó el Tratado de Adhesión a la CEE (junio 1985) y desde el 1 de enero de 1986 España
formó parte de ella. En 1986 se produjo un referéndum sobre la permanencia en la OTAN (afirmativo), y se reconoció
el estado de Israel. Levantaron restricciones al tráfico con Gibraltar y mejoraron relaciones con Iberoamérica y Marruecos.
A principios de los 60, dentro de PSOE comenzaron divergencias entre sus líderes, Felipe González y Alfonso Guerra.
La situación se agravó a raíz de casos de corrupción que salpicaron a miembros del gobierno (Luis Roldán o M. Rubio),
a lo que se le unió la “guerra sucia” contra el terrorismo con los GAL. En 1992 comenzó la recesión económica mundial
que aumentó la inflación y el paro, provocando una crisis que debilitó al gobierno y a Felipe González.
En las elecciones (marzo 1996) ganó el PP y su líder, Aznar, fue presidente del gobierno sin mayoría absoluto, por lo
que se apoyó en nacionalistas y Coalición Canaria.
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Su principal objetivo fue la política económica teniendo en cuenta las consecuencias de la crisis del 92. El mayor logro
económico fue tratar de alcanzar los objetivos fijados por la UE para el ingreso de España que implantaría el euro como
moneda (2002), para lo que se privatizaron empresas públicas (equilibrando el déficit).
Anuló el servicio militar obligatorio y creó un ejército profesional. El gobierno tuvo que hacer frente al terrorismo de
ETA. En 1997 fue secuestrado y asesinado el concejal de PP de Ermua, Miguel Ángel Blanco, desencadenándose
protestas contra ETA y el entorno político abertzale, lo que propició que PNV cambiase sus alianzas y sustituyese el
Pacto de Ajuria Enea por el pacto de Lizarra, al que se incorporó la izquierda abertzale y excluyó a los no nacionalistas.
No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
Se celebraron nuevas elecciones generales (2000), con mayoría absoluta del PP. Su segunda legislatura se caracterizó
por la buena situación económica y un programa político sin limitaciones. Desarrollaron numerosas leyes, modificando
las socialistas:
En política exterior, el gobierno de Aznar se alineó con EE.UU. y apoyó la invasión de Irak, con la oposición del resto de
partidos y la opinión pública, y el no beneplácito de la ONU.
Se convocaron nuevas elecciones (marzo 2004), para las que Aznar propuso como candidato del PP a Mariano Rajoy.
El 11 de marzo estallaron diez bombas en las cercanías de Atocha (Madrid), el gobierno se lo atribuyó a ETA, pero todo
apuntaba a la organización terrorista islámica Al-Qaeda. Se celebraron las elecciones (14 marzo), con victoria de PSOE,
siendo nombrado presidente José Luis Rodríguez Zapatero.
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