República Romana Tardía - Wikipedia, La Enciclopedia Libre
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Además, en 91 a. C., estalló la guerra Social entre Roma y sus anteriores aliados en Italia,5 6 conocidos
colectivamente como los socii, por la oposición entre los aliados a compartir los riesgos de las campañas
militares romanas pero no sus recompensas.7 8 A pesar de sufrir derrotas como la de la batalla del Lago
Fucino, las tropas romanas vencieron a las milicias itálicas en varios enfrentamientos decisivos, especialmente
la batalla de Asculum. Aunque perdieron militarmente, los socii lograron sus objetivos con las proclamaciones
de la Lex Julia y la Lex Plautia Papiria, que concedía la plena ciudadanía romana a todos los itálicos
peninsulares.7 Las nuevas reformas populares incendiaron la ira de muchos senadores conservadores que
apostaban por preservar las antiguas gens al poder en el senado.
Hacia finales del siglo II a. C., el descontento de los plebeyos hacia sus opresores los partricios aumentaba. En
el año 135 a. C., fue elegido tribuno de la plebe, es decir, representante de los plebeyos con el poder del veto,
Tiberio Sempronio Graco.
Desde este cargo quiso solucionar el problema agrario y mejorar la desastrosa situación del campesinado
itálico, implantando una serie de leyes que no fueron muy bien recibidas por la mayoría del Senado.
Propuso una lex agraria que permitiera el reparto de tierra procedente del ager publicus entre los
ciudadanos más pobres; la experiencia de Tiberio en Hispania así como -según reveló su hermano Cayo- la
situación del campo en Etruria, donde la esclavitud estaba muy difundida, fueron las causas principales que
explican sus revolucionarios proyectos.
Para llevarlos a la práctica contaba con el apoyo de una factio senatorial en la que figuraba, entre otros, Apio
Claudio Pulcro (cónsul en 143 a. C.), Publio Mucio Escévola y Publio Licinio Craso Muciano (cuya hija estaba
casada con su hermano Cayo). Este círculo era contrario al que encabezaba Escipión Emiliano (al que también
unían vínculos familiares, pues Escipión estaba casado con Sempronia, hermana de Tiberio y de Cayo). En su
intento de sacar adelante su proyecto de ley agraria, trató de revitalizar una ley más antigua por la que
quedaba limitado a 500 iugera (125 ha) el máximo de tierra estatal por possesor (más otras 250
suplementarias por cada hijo); de esta forma se establecía que la tierra restante debía ser devuelta para
proceder a su reparto en lotes de 30 iugera (7'5 ha) como máximo, en las que debían asentarse ciudadanos sin
tierras -en calidad de colonos a perpetuidad- mediante el pago de una simbólica contribución.
Eran propuestas razonables y coherentes con las leyes Licinias aprobadas dos siglos antes, pero Tiberio
cometió el error de conducir el proyecto desde una postura de demagogia y radicalidad, una actuación
populista y callejera que contrastaba con su posición social y su refinado estilo de vida.
El proyecto preveía que la puesta en marcha de la operación corriera a cargo de una comisión de tres
miembros (Illviri agris dandis adsignandis iudicandis) elegida anualmente, despertando la violenta oposición
de la aristocracia senatorial, que se valió del tribuno de la plebe (y pariente de Graco) Marco Octavio para
vetarlo (intercessio). Sin embargo, Octavio fue, a instancias de Tiberio, depuesto de su magistratura en una
votación de los comicios, hecho sin precedentes y contrario al mos maiorum que fue interpretado por muchos
senadores (incluso por algunos partidarios de la reforma) como un acto revolucionario y anticonstitucional.
Con Minucia, fiel a los proyectos de Tiberio, como sustituto de Octavio, la asamblea popular no tuvo
dificultades para la aprobación, por unanimidad, del proyecto de ley, eligiéndose a los tres miembros de la
comisión (Tiberio, su hermano Cayo y su suegro Apio Claudio). La comisión contó con poder ejecutivo, y
cuando Átalo III de Pérgamo legó su reino al pueblo romano, también con los recursos financieros necesarios,
lo que agudizó más el nerviosismo de la oposición senatorial, encabezada por Publio Cornelio Escipión Nasica
Serapión. En el verano del 133 se convocaron los comicios que debían decidir la reelección de Tiberio como
tribuno de la plebe, lo cual, sin estar prohibido, atentaba contra la costumbre establecida; de hecho, para
tratar de lograr sus reformas, tuvo que adoptar medidas dudosamente constitucionales, argumento que
utilizaron sus detractores para minar su apoyo entre los senadores.
Tiberio Graco murió asesinado a golpes el día que se presentaba a un nuevo mandato, cuando un grupo de
exaltados senadores y hombres armados, encabezados por Escipión Nasica, masacró entre doscientos y
trescientos seguidores de los Graco con mazas y estacas, en el espacio abierto del templo capitolino. Tiberio
murió de un mazazo en la nuca. Su cuerpo fue arrojado al Tíber, negándosele toda sepultura, mientras Nasica
era destinado, prudentemente, a una misión en Asia, y Escipión Emiliano justificaba en cierta medida su
asesinato. Sus esfuerzos por una reforma agraria fueron continuados por su hermano Cayo, el cual fue
también asesinado por los mismos motivos.
Las restituciones del ager publicus se dejaron de lado y en su lugar se verificó un nuevo
reparto de tierras con la fundación de colonias en territorio de Cartago. Esto fue una
novedad difícil de entender y de aceptar para la clase senatorial puesto que nunca antes
Roma había fundado colonias fuera de Italia. La colonia de Cartago se creó con la ley Rubria
que fue abolida en el 121 a. C., creando así una situación difícil y confusa para los colonos.
Años después Julio César reemprendería la colonización.
Prometió a los soldados que estarían equipados a expensas del Estado (antes se tenían que
pagar ellos mismos sus pertrechos e incluso aportar las armas). Aprobó leyes para mejorar
el servicio militar y para construir nuevas carreteras que favorecieran la marcha de los
soldados en campaña.
Puso en marcha una nueva ley, la Ley Annona (Annona era la diosa de la recolección). Fue
una novedad en Roma aunque era muy conocido este sistema entre los griegos. Esta ley
fijaba un precio para el trigo, estableciendo una cantidad de trigo por mes (43,5 litros) y con
un importe reducido para los ciudadanos romanos más pobres. La ley fue una medida muy
acertada. Años más tarde el general Cayo Mario la llevaría a cabo con gran éxito lo mismo
que el propio Julio César.
Abolió la ley Calpurnia del 149 a. C. con lo que rompió el monopolio del Senado en los
asuntos de los tribunales e introdujo al mismo tiempo la paridad de estos con los
caballeros.
Cayo Sempronio Graco cometió el gran error de pretender el tercer mandato consecutivo como tribuno de la
plebe. Esta pretensión fue lo que colmó la paciencia del Senado que se puso en su contra. El Senado actuó con
la estrategia de aconsejar al otro tribuno de la plebe Livio Druso que se opusiera, otorgando además su apoyo
mediante un senadoconsulto último (es decir "en caso de gran peligro, el Senado daba plenos poderes a los
cónsules"). Se desencadenaron las revueltas y hubo una gran matanza. Murieron más de 3000 partidarios de
Cayo Graco y él mismo se suicidó (o mandó a uno de sus esclavos que le diera muerte) en el bosque Furrina,
en las laderas del monte Janículo de Roma.
El programa de nuevas leyes de los hermanos Graco era en sí mismo bueno para Roma y para su evolución en
la historia. Fracasó porque fue muy difícil aglutinar a las clases sociales y a sus inclinaciones tan dispares. La
plebe urbana tenía sus intereses que eran muy distintos de los de la plebe rural y se contraponían en varios
puntos. Ambas eran a su vez enemigas de los caballeros a quienes consideraban más cerca de la oligarquía
senatorial que de ellas.
Guerra de Yugurta
Micipsa, rey de Numidia, un reino aliado de Roma, murió en el 118 a. C. Sus descendientes fueron dos hijos
naturales, Adherbal y Hiempsal, y un sobrino suyo, hijo adoptivo, llamado Yugurta. La voluntad de Micipsa
era que a su muerte sus tres hijos compartieran el reino, pero Yugurta asesinó a Hiempsal, aunque Adherbal
logró huir a Roma, pidiéndole ayuda. Esta envió una comisión romana a Yugurta, pero este no sólo la rechazó,
sino que los ejecutó junto con algunos ciudadanos romanos. Estas ejecuciones, provocaron que, en 111 a. C., los
romanos declarasen la guerra a Yugurta. El Senado nombró al cónsul Lucio Calpurnio Bestia como jefe de la
expedición, pero cuándo este llegó a Numidia, Yugurta se le rindió, aunque le sobornó para que haga un pacto
desventajoso para Roma. Tan desventajoso era el pacto, que el Senado decidió realizar una investigación, y
llamó a Yugurta a Roma. Este, sobornó a los tribunos para no tener que atestiguar, pero luego, intentó
asesinar un enemigo político suyo, por lo que fue expulsado de Roma y la guerra continuaría. En el año
109 a. C., Yugurta venció a un ejército romano en Suthul comandado por el pretor Aulo Postumio Albino y le
pidió al Senado que lo reconozca como regidor plenipontenciario de Numidia, pero tal reconocimiento fue
denegado.
El cónsul Quinto Metelo fue nombrado nuevo comandante para derrotar a Yugurta. Metelo resultó ser
bastante eficaz, ya que privó de suministros a Yugurta, por lo que este debió utilizar la táctica de guerrillas. A
pesar de esto, su legado, Cayo Mario quería comandar la guerra contra Yugurta, y se retiró a Roma, para ser
nombrado, en 107 a. C., cónsul.9 Finalizado su consulado, el Senado le otorgó el comando de la guerra contra
Yugurta.10 Cayo Mario continuó utilizando las tácticas de Metelo, pero se encontró con que Yugurta había
hecho una alianza con el rey de Mauretania.11 Sin embargo, Mario logró convencer al rey de Mauretania de
que se pasara a su bando y que capturara a Yugurta, mientras que a cambio recibiría parte de Numidia. Así se
hizo, y Yugurta fue llevado a Roma para ser ejecutado.12
Guerra cimbria
Las tribus germanas de los cimbrios, teutones y ambrones, hacia el año 115 a. C. abandonaron sus hogares en
Germania, y se encaminaron hacia el sur. En el año 113 a. C., atacaron a una tribu aliada de Roma, por lo que,
en 112 a. C., el Senado les declaró la guerra. El cónsul Cneo Papirio Carbón comandó la expedición, y negoció la
paz, aunque sólo para atacarlos más tarde. Sin embargo, fue derrotado en Noreya, y los germanos decidieron
saquear la provincia romana de la Galia Trasalpina, donde se aliaron con la tribu de los tigurinos, y
derrotaron, en 109 a. C. a las fuerzas locales que estaban comandadas por Marco Junio Silano. En 107 a. C., los
germanos volvieron a vencer, esta vez a Lucio Casio Longino y a Cneo Papirio Leneas cerca de Burdigala. En el
año 105 a. C., los cónsules Cneo Malio Máximo y Quinto Servilio Cepión, marcharon hacia Galia a derrotar a
los germanos con un inmenso ejército, pero no se llevaban bien entre sí y se repartieron el ejército en dos.
Servilio atacó solo, y derrotado, los germanos se abalanzaron sobre el ejército de Máximo, aniquilándolo en las
cercanías de Arausio.
Entonces, el Senado entregó el mando de la guerra a Cayo Mario,13 quién reorganizó el ejército romano,
dividiéndo cada legión en cohortes, y permitiendo que ciudadanos pobres ingresen al ejército, entre otras
cosas.14 Entre tanto, los germanos planeaban invadir Italia por tres flancos. Los teutones y los ambrones lo
harían por Galia, los cimbrios por el norte de Italia.15 Entonces Cayo Mario, envió a Quinto Lutacio Cátulo y a
Lucio Cornelio Sila al norte de Italia, mientras que él defendería Galia.16 Cayo Mario instaló su campamento
en Aquae Sextiae, y cuándo los teutones y los ambrones lo atacaron, los encerró derrotándolos.17 Cátulo y
Sila, viendo que los germanos tenían más soldados, se retiraron a la llanura del Po, donde se reunieron con
Mario y sus legiones.18 Fue en Vercelae, donde Mario se encontró cara a
cara con los cimbrios. Mario venció a los cimbrios en Vercelae,19 y los
sobrevivientes huyeron a Germania, para nunca regresar. Tras esto, Mario
recibió muchos honores, pero Cátulo y Sila reclamaron más mérito del que
se les concedió.20
Guerra Social
Tras su victoria sobre los cimbrios, Cayo Mario se retiró de la vida pública, y
hubo en Roma unos años de paz relativa. Sin embargo, en 91 a. C. fue
elegido tribuno de la plebe Marco Livio Druso el cual devolvió los derechos
electorales que les habían sido quitados unos años antes a los socii itálicos.
Sin embargo, el Senado, derogó esta ley, lo que enfureció a los aliados
itálicos. Los aliados planearon asesinar al cónsul Lucio Marcio Filipo, pero
Druso le advirtió, aunque luego Filipo le asesinó. Entonces, la mayor parte
de los aliados itálicos se sublevaron independizándose de Roma con un
Cayo Mario. Senado propio y con capital en Corfinio.21 En el año 90 a. C., para que no se
les unieran a los sublevados más aliados, el Senado romano confirió a los
socii itálicos leales o que hubieran depuesto las armas la ciudadanía romana
mientras, en el año 89 a. C., la plena ciudadanía romana fue otorgada a todos los itálicos, incluso sublevados,
mediante la Lex Plautia Papiria.22
Sin embargo, la guerra no terminó del todo y, ese mismo año, fueron derrotados varios generales romanos
pero, Cneo Pompeyo Estrabón y Cayo Mario, derrotaron varias veces a los restantes aliados insatisfechos,
pero fue Lucio Cornelio Sila quién puso fin definitivamente a la guerra. Esto dio comienzo a la rivalidad política
entre Mario y Sila.
En el año 90 a. C., Mitrídates, el rey del Ponto conquistó tanto el Reino de Capadocia como el de Bitinia,23
aliado de Roma, por lo que el gobernador de la provincia romana de Asia, Manio Aquilio pidió a Mitrídates que
se retire de Bitinia24 y este, temeroso de ser atacado por Roma, aceptó.25 Su siguiente petición fue que
Mitrídates lo ayude enviando unos soldados a Asia, pero fue rechazada,26 al mismo tiempo que el rey de
Bitinia, Nicomedes, respondía el ataque de Mitrídates atacándolo e invadiendo el Ponto, pero el general
pontiano Arquelao lo derrotó en el río Amnias,27 y a los refuerzos romanos, al mando del gobernador
Anquilio en el Monte Scorobas.28 Finalmente, Bitinia y la provincia romana de Asia fueron anexadas al reino
del Ponto, al que se le aliaron varias ciudades griegas. Tras esto, Mitrídates ordenó asesinar a todos los
romanos de Asia, siendo ejecutadas más de ochenta mil personas en las llamadas vísperas asiáticas.29
En el año 88 a. C., el Senado decidió enviar a algún general a defender Asia de Mitrídates,30 y el principal
candidato era Lucio Cornelio Sila, al menos para los senadores, porque el pueblo quería a Cayo Mario.31
Entonces, Sila, marchó con sus legiones sobre Roma haciéndose con el mando de la campaña de Asia y
enviando al exilio a Mario y a sus seguidores.32 Al año siguiente, llegó a Grecia30 33 y se encontró con que
las ciudades griegas que antes eran de Mitrídates, se pasaron a su causa a excepción de Atenas,34 35 la cual
36 37
fue derrotada enseguida y cuando el general póntico Arquelao desembarcó en Grecia se encontró con
que había perdido a sus aliados y fue derrotado en Queronea.38 39 Simultáneamente, el legado romano Lucio
Licinio Lúculo derrotó a la flota póntica en la isla de Tenedos.40 En el año 85 a. C., Arquelao volvió a invadir
Grecia, pero fue derrotado en Orcómeno,41 42 mientras que el legado romano Cayo Flavio Fimbria
desembarcaba en Asia, derrotando a Mitrídates en el río Ríndico.43 44 Finalmente, ese mismo año, se firmó
el tratado de Dárdanos,45 por el cual finalizaba la guerra y Roma recuperaba la provincia de Asia, mientras
que Bitinia quedaba independiente.46 47
Guerras en Italia
Tras la toma de Roma por Lucio Cornelio Sila, y el golpe de Estado de Cayo Mario y Lucio Cornelio Cinna, la
guerra civil era inminente. Mario murió en 86 a. C. de causas naturales, mientras que, ante el inminente
retorno de Sila, se desató un motín entre las tropas populares y asesinaron a Cinna. El Senado intentó
negociar con Sila, pero este se negó, por lo que el hijo de Mario, Cayo Mario, reclutó un ejército de populares.
Sila y los optimates desembarcaron en Brindisi en 83 a. C. y venció a las fuerzas locales de Cayo Norbano
Balbo en la batalla de Tifata. Luego, comenzó su marcha hacia Roma; venció a Cayo Mario en la batalla de
Sacriporto, y a la última resistencia popular, junto a los muros de la propia Roma, en la batalla de la Puerta
Collina.
Al entrar en Roma, Sila capturó a doce mil populares, que fueron recluidos
en el Campo Marcio. Tres mil de ellos fueron ejecutados el 2 de noviembre,
a pesar de que imploraron en vano piedad. Sus terribles gritos y lamentos
llegaron a los oídos de toda la aterrorizada ciudad, y del Senado reunido. Sila
se sonrió ante los gestos de terror de los senadores.48
Guerra de Espartaco
Entre 73 y 71 a. C., una banda de esclavos huidos —originalmente un pequeño cuadro de unos 70 gladiadores
fugados que creció hasta ser una banda de 120 000 hombres, mujeres y niños— deambuló por toda Italia
asaltándola con relativa impunidad bajo el mando de varios líderes, incluyendo el famoso gladiador-general
Espartaco. Los adultos capacitados de esta banda constituyeron una fuerza armada sorprendentemente
efectiva que demostró repetidas veces su capacidad para resistir al ejército romano, desde las patrullas locales
de Campania a las milicias romanas y las cualificadas legiones bajo mando consular. Plutarco describió las
acciones de los esclavos como un intento de estos de escapar de sus amos y huir a través de la Galia Cisalpina,
mientras que Apiano y Floro retratan la revuelta como una guerra civil en la que los esclavos hicieron
campaña para capturar la misma ciudad de Roma.
La creciente alarma en el Senado romano sobre los continuos éxitos militares de esta banda y sobre sus
estragos contra las ciudades y los campos romanos llevó finalmente a que Roma reuniera un ejército de ocho
legiones bajo el liderazgo, severo pero efectivo, de Marco Licinio Craso. La guerra terminó en 71 a. C. cuando,
tras una larga y amarga retirada ante las legiones de Craso y la comprensión de que las legiones de Cneo
Pompeyo Magno y Varrón Lúculo estaban avanzando para encerrarlos, los ejércitos de Espartaco se lanzaron
con toda su fuerza contra las legiones de Craso y fueron completamente aniquilados.
Aunque la guerra de Espartaco es notable por derecho propio, la tercera guerra servil fue significativa en la
historia de la Antigua Roma por su efecto sobre las carreras de Pompeyo y Craso. Los dos generales utilizaron
sus éxitos contra la revuelta para promocionar sus carreras políticas, aprovechándose del favor del pueblo y
de la amenaza implícita de sus legiones para influir en su favor en las elecciones consulares de 70 a. C. Sus
acciones como cónsules promovieron en gran medida la subversión de las instituciones políticas romanas.
Tras su consulado (70 a. C.), el general Cneo Pompeyo Magno pasó los dos años siguientes en Roma (69 a. C. -
67 a. C.) viendo como la aumentaba el malestar entre la plebe debido al encarecimiento de los precios de los
alimentos. Esta subida de precios estaba debido al aumento de la actividad de los piratas del Mediterráneo.
Desde la campaña de Marco Antonio Orator, el Senado no había vuelto a ocuparse de sus costas, lo que había
proporcionado a los piratas tiempo para recuperarse e intensificar gradualmente sus actividades. Casi todos
los piratas procedían de la región de Cilicia, sin embargo la pasividad del Senado era tal que los piratas habían
llegado hasta la desembocadura del Tíber sin que les saliera al paso ninguna escuadra romana.
En el año 67 a. C. el tribuno de la plebe Aulo Gabinio legislaría para Pompeyo el mando de una guerra contra
estos piratas. La ley que pasaría a llamarse Lex Gabinia otorgaba a Pompeyo el mando de 200 naves y la
autorización para aumentar libremente su ejército, cosa muy poco habitual en un encargo del Senado.
Pompeyo expulsó a los piratas de Italia y Sicilia en cuestión de seis semanas, dirigiéndose tras un descanso a
Grecia donde los destrozó en cincuenta días. Tras sus rápidas victorias, Pompeyo arriconó a los piratas en
Cilicia. En las cercanías de su capital, llamada Coracesio, se libró la batalla clave.
Tras arrinconar a los piratas en Cilicia, Pompeyo se dirigió a su capital, llamada Coracesio. Según Plutarco, los
piratas habrían reunido unos 1000 barcos (ciertamente una exageración del historiador) frente a los 200 de
Pompeyo. Durante la batalla los piratas fueron totalmente derrotados y obligados a desembarcar en una playa
cercana desde donde huyeron y se refugiaron en su capital, Coracesio, a la que Pompeyo puso bajo sitio.
Tras un intenso sitio, los piratas se rindieron y entregaron su capital. Pompeyo había salido completamente
victorioso y poco después se embarcaría hacia Asia donde se enfrentaría a Mitrídates VI Rey del Ponto. En
cuanto a los piratas, Pompeyo dispersó a la mayoría por todas las ciudades de Asia.
Lúculo persiguió entonces a Mitrídates hasta lo más profundo de las montañas de Armenia derrotándolo de
nuevo en la batalla de Artaxata (68 a. C.). Parecía que la guerra estaba ganada, pero intervino entonces un
factor inesperado. Aunque era un gran general, Lúculo era un aristócrata incapaz de ganarse el afecto de sus
soldados. para colmo, sus legiones eran las llamadas fimbrianas, antaño reclutadas por Lucio Cornelio Cinna
para combatir a Sila y especialmente levantiscas. Lúculo las sometió a una dura disciplina, lo que unido a su
condición de aristócrata y amigo personal de Sila le hicieron tremendamente impopular. Así, sus tropas se
rebelaron, dirigidas por su cuñado Publio Clodio Pulcro, lo cual permitió a Mitrídates y a Tigranes reponerse
de la catástrofe y volver a sus respectivos reinos.
Además de entre sus soldados, Lúculo tenía pocos amigos en Roma. En 69 a. C. cesó en el gobierno de Asia, y
un año después también se quedó sin Cilicia. A punto de conseguir una victoria total, se le restringió el envío
de tropas y recursos, mientras continuaban los motines de sus propios soldados. Al tiempo que la presión de
Lúculo iba debilitándose, aumentaban los contraataques del enemigo. En el año 67 a. C., Mitrídates derrotó al
legado Triario, causándole 7000 muertos. Al término del año 67 a. C., tanto Mitrídates como Tigranes habían
recuperado buena parte de sus respectivos reinos, en tanto que Lúculo apenas tenía una fracción de sus
anteriores fuerzas. En 66 a. C. Pompeyo tomó el mando de una guerra ya ganada, en tanto que Lúculo fue
abandonado por sus últimos hombres.
El ejército de Mitrídates ya no existía más allá de su nombre, mientras sus aliados armenios estaban
completamente desorganizados. Finalmente, Pompeyo conquistó la capital de Armenia y Mitrídates huyó al
Caucaso con la esperanza de reorganizar un ejército nuevo y seguir la guerra contra Roma, pero pasados dos
años asumió su completa derrota y se suicidó, poniendo fin de ese modo a la tercera y última de las guerras
mitridáticas.
Conjuración de Catilina
Un tal Lucio Sergio Catilina se presentó varias veces al
consulado, y no fue elegido,51 52 por lo que comenzó a
aliarse a políticos descontentos con la actitud del Senado,
y a reclutar tropas, planeando una revolución.53 54
Envió a Cayo Manlio, un antiguo centurión del ejército,
para liderar la conspiración en Etruria,55 mientras que
otros amigos suyos fueron a otras ciudades italianas.
Catilina planeaba asesinar al cónsul Marco Tulio
Cicerón56 57
el 7 de noviembre de 63 a. C. para tomar el
ejército de Etruria y marchar sobre Roma. Sin embargo,
Cicerón, se enteró de esto,58 59 y denunció a Catilina Cicerón ataca en el Senado al conspirador Catilina
pronunciándo sus famosas Catilinarias, y escapando así (fresco del siglo xix de Cesare Maccari).
60
de una muerte segura. Ese mismo día, el 22 de
octubre, Catilina huyó de Roma, y cuándo llegó a Etruria,
se reunió con su ejército.61 62
Un amigo de Catilina, Publio Cornelio Léntulo, también involucrado en la
conspiración,63 aprovechó que en Roma se encontraban emisarios de los alóbroges para intentar atraerlos a
su causa, pero fracasó,64 65
y los alóbroges le dijeron al cónsul Cicerón lo planeado por los conjurados.66 El 5
de diciembre, los líderes del partido optimate Marco Porcio Catón y Quinto Lutacio Cátulo67 condenaron a
los conjurados a muerte,68 sin permitirles siquiera defenderse.69 Ese día fueron ejecutados cinco
conjurados,7 0 mientras que Catilina fue vencido unos días más tarde en la batalla de Pistoria por el colega
consular de Cicerón, Cayo Antonio Híbrida.7 1 Tras la derrota de los conjurados Cicerón y Catón acusarían
falsamente a sus opositores de estar involucrados en la conjura.7 2
Primer Triunvirato
César, destacó notablemente en su gestión en Hispania, convirtiendo su mandato de gobernador en un gran
éxito. Lideró una pequeña y rápida guerra en el norte de Lusitania que le bastó para pagar sus deudas y
ganarse un buen crédito como líder militar. Por todo ello el Senado le concedió una ovación, honor importante
pero un grado menor que el triunfo. Esta situación ideal chocaba con la angustiada situación de Pompeyo.
César abandonó su provincia antes incluso de la llegada de su sustituto, marchó a Roma con celeridad, y llegó
al Campo de Marte teniéndose que detener, por ostentar todavía el imperium, hasta haber celebrado la
ovación. Se instaló en la Villa Pública ante la imposibilidad de entrar en Roma y se apresuró en presentar su
candidatura al consulado por persona interpuesta. Tras demorarse un día, parecía que el Senado no tendría
problemas en concederla.
Catón, reacio a que un político popular radical obtuviese el consulado, y sabiendo que se debía votar antes de
la puesta del Sol, siguió hablando hasta bien entrada la noche. César decidió prescindir de los laureles de su
triunfo militar y presentarse personalmente como candidato. Tras no haber podido neutralizar la entrada de
César en las elecciones, Catón se movió rápidamente para encontrar un candidato que equilibrase la balanza,
siendo este candidato afín a las ideas conservadoras, con el fin de contrarrestar las medidas que César pudiese
tomar.7 3 Pompeyo mientras tanto había empezado a repartir dinero entre su clientela y votantes, gastando
cuanto fuese necesario para comprar los dos consulados. Mientras, Catón eligió como candidato a su yerno
Marco Calpurnio Bibulo, quien para los optimates interpretaba el papel de salvador de la República. Tan grave
le debió de parecer a Catón la situación, que miró para otro lado cuando Bíbulo compitió directamente con los
agentes de Pompeyo repartiendo sobornos. En las elecciones del año 59 a. C. César fue primero con diferencia
y Bíbulo arañó el segundo puesto.
Todo parecía transcurrir con naturalidad para los conservadores. Catón, tras bloquear políticamente a
Pompeyo, y ante la perspectiva para él inaceptable de permitir que un hombre como César, según su visión
tan sediento de gloria y con dotes militares, fuese gobernador de una provincia, inició maniobras para evitarlo.
Planteó al Senado que una vez acabado el mandato de los cónsules, y estando Italia plagada de forajidos y
bandidos tan sólo diez años después de la rebelión de Espartaco, encargar a los cónsules que acabaran con
ellos en una misión de un año de duración. El Senado acogió favorablemente la idea, que se convirtió en ley. La
voluntad de Catón se cumplió perfectamente y parecía que César terminaría su consulado como policía de
entre aldeanos y pastores italianos.7 4
Esta decisión no obstante fue arriesgada, pero al tomarla Catón se aseguraba de que si César no la aceptaba
tendría que recurrir a la fuerza para revocarla y sería declarado un criminal, un segundo Catilina. La
estrategia de Catón consinstió siempre en identificarse con la tradición y arrinconar a sus enemigos contra ella
hasta obligarles a tomar el papel de revolucionarios. En el senado los aliados de los conservadores liderados
por Catón mantenían una mayoría sólida, contando con Craso y su poderoso bloque, pues todo el mundo
esperaba que Craso se opusiese a cualquier medida de Pompeyo.
En la primera reunión del Senado durante el consulado de César, este trato de ofrecer un generoso acuerdo
para recompensar a los veteranos de Pompeyo. Catón no se dejó seducir y empezó a utilizar su táctica
favorita. Habló y habló hasta que César le impidió seguir indicándoles con un gesto de la cabeza a sus lictores
que se lo llevaran, al verlo, los senadores comenzaron a abandonar sus puestos. César les exigió saber por qué
se marchaban.
César se vio obligado a rectificar. Pero su retirada fue puramente estratégica: llevó la campaña de su ley
agraria directamente ante los Comicios. Roma empezó a llenarse de veteranos, lo que alarmó a los
conservadores. César podía hacer aprobar la propuesta por el pueblo con fuerza de ley, pero ir contra la
voluntad del Senado era una táctica poco ortodoxa, que arruinaría su crédito entre sus colegas y su carrera
habría terminado. La estrategia de César se desveló en la recta final de la votación: no sorprendió a nadie que
la primera persona en hablar en favor de sus veteranos fuese Pompeyo; pero la identidad de la segunda
persona que apoyó la moción fue toda una bomba: Marco Licinio Craso. Catón, desbordado, vio como caían
todas sus esperanzas. Juntos los tres hombres, podrían repartirse la República como gustasen.7 6 Los
historiadores designan esta unión como el primer triunvirato, o el gobierno de los tres hombres. Para
confirmar la alianza, Pompeyo se casó con Julia, la única hija de César, y a pesar de la diferencia de edades y
ambiente social, el matrimonio fue un éxito.7 7
Marco Bíbulo y Catón iniciaron una estrategia en la retaguardia, Bíbulo optó por retirarse de toda la vida
política, aunque sin renunciar a su magistratura, con el pretexto de dedicarse a la observación de los cielos en
busca de presagios.7 8 Esta decisión, aparentemente de espíritu religioso, estaba destinada a impedir a César
aprobar leyes durante su consulado, pero este ignoraba sistemáticamente los augurios que publicaba
diariamente Bíbulo, y se apoyó para la toma de decisiones en los tribunos de la plebe. Como es sabido, los
romanos denominaban a sus años por el nombre de los dos cónsules que regían dicho período. El año 59, tras
la nula participación de Bíbulo, fue llamado por los propios romanos (con sentido del humor) el "año de Julio y
César".7 8
El consulado de César fue un auténtico terremoto político: creó las bases para las grandes reformas políticas,
económicas y sociales que Roma exigía exhausta, creando un cuerpo de leyes que sería la base del Derecho
Romano y legislando una reforma agraria para dar tierras públicas a las familias más pobres, cosa que le
granjeó el odio de los Optimates entre ellos Catón el Joven.nota 1 y Marco Bíbulo, su colega consular.
Así, tras el fin de su consulado, César recibió poderes proconsulares y el gobierno de la Galia Cisalpina y de
Iliria, provincias poco pobladas y pobres. En su primer año de mandato tuvo que hacer frente a una enorme
invasión de helvecios y a varias invasiones de germanos que pretendían ocupar Italia. En una rápida campaña
exterminó a los helvecios y derrotó a los germanos.
César estimó que organizar la provincia y prepararse para la defensa era insuficiente, y con la intención o
excusa de terminar con las invasiones del norte, inició la conquista de las Galias. César logró innumerables
victorias, con las que toda Roma se maravillaba. Dos veces cruzaron las legiones romanas el Rin para castigar
a los germanos por sus incursiones y otras dos veces cruzaron el Canal de la Mancha, haciendo incursiones en
Britania. Estos logros maravillaron a la plebe, y Roma se vio inundada de tesoros y esclavos capturados en los
saqueos y las guerras del norte. Como contribución a la literatura universal, César redactó un registro de sus
campañas en la Galia, los célebres Comentarios de las Guerras de las Galias, instrumento también de
propaganda política para dar a conocer al pueblo sus conquistas en esas tierras.
Tras la victoria de César en Alesia, Celio, como tribuno, lanzó una propuesta de ley adicional: César recibiría el
privilegio único de verse libre de no acudir a Roma para presentarse al consulado. Esta medida suponía que
los opositores y enemigos de César que pretendían procesarle por los supuestos crímenes de su primer
consulado perderían toda posibilidad de juzgarle, puesto que César en ningún momento dejaría de ostentar
una magistratura. Mientras fuese procónsul, César tendría inmunidad judicial, pero si se veía obligado a
entrar en Roma para presentarse al consulado perdería su cargo y, durante un tiempo, podría ser atacado con
toda una batería de demandas de sus enemigos.
El poder de César fue visto por muchos senadores como una amenaza.
Si César regresaba a Roma como cónsul, no tendría problemas para
hacer aprobar leyes que concediesen tierras a sus veteranos, y a él
una reserva de tropas que superase o rivalizase con las de Pompeyo.
Catón y los enemigos de César se opusieron frontalmente, y el Senado
se vio envuelto en largas discusiones sobre el número de legiones que
debería de ostentar y sobre quién debería ser el futuro gobernador de
la Galia Cisalpina e Iliria.
A finales del mismo año César acampó amenazadoramente en Rávena con la XIII legión. Pompeyo tomó el
mando de dos legiones en Capua y empezó a reclutar levas ilegalmente, una vergüenza que como era
predecible aprovecharon los cesarianos en su favor. César fue informado de las acciones de Pompeyo
personalmente por Curión, que en esos momentos ya había finalizado su mandato. Mientras tanto su puesto
de tribuno fue ocupado por Marco Antonio que lo ostentó hasta diciembre.
Metelo Escipión dictó una fecha para la cual César debería haber abandonado el mando de sus legiones o
considerarse enemigo de la República. La moción se sometió inmediatamente a votación. Sólo dos senadores
se opusieron, Cayo Escribonio Curión y Celio. Marco Antonio, como tribuno, vetó la propuesta para impedir
que se convirtiera en ley. Tras el veto de Marco Antonio a la moción que obligaba a César abandonar su cargo
de gobernador de las Galias, Pompeyo notificó no poder garantizar la seguridad de los tribunos. Antonio, Celio
y Curión se vieron forzados a abandonar Roma disfrazados como esclavos, acosados por las bandas callejeras.
La muerte de Pompeyo no supuso el fin de las guerras civiles, ya que los enemigos de César eran multitud y
los partidarios de Pompeyo siguieron luchando tras su muerte. En 46 a. C., César perdió quizás un tercio de su
ejército cuando su anterior comandante, Tito Labieno, que había huido con los pompeyanos varios años antes,
le venció en la batalla de Ruspina. Sin embargo, tras estas horas bajas, César regresó para vencer al ejército
pompeyano de Metelo Escipión en la batalla de Tapso, tras la cual los pompeyanos se retiraron de nuevo en
Hispania. César venció a las fuerzas combinadas de Tuto Labieno y Cneo Pompeyo el Joven en la batalla de
Munda, en España. Labieno murió en batalla y Pompeyo el Joven fue capturado y ejecutado.
A pesar de sus éxitos militares, o quizás a consecuencia de ellos, se extendió el miedo a que César, que ahora
era la figura principal del estado romano, se convirtiera en un gobernante autocrático y terminara con la
República Romana. Este miedo llevó a un grupo de senadores que se hacían llamar Los Liberadores a
asesinarle en 44 a. C.98
El Segundo Triunvirato
Al igual que antes, una vez que fue aplastada la oposición al triunvirato, este empezó a resquebrajarse. El
triunvirato expiró el último día de 33 a. C., no fue renovado por ley y en 31 a. C. volvió a estallar la guerra. En
la batalla de Actium,100 Octavio venció decisivamente a Antonio y Cleopatra en un combate naval cerca de
Grecia, utilizando el fuego para destruir la flota enemiga.101
La muerte de la República
Con la victoria de Octavio sobre Marco Antonio, la República se anexionó de
facto las ricas tierras de Egipto, aunque la nueva posesión no fue incluida
dentro del sistema regular de gobierno de las provincias, ya que fue
convertida en una propiedad personal del emperador, y como tal, legable a
sus sucesores. A su regreso a Roma el poder de Octavio es enorme, tanto
como lo es la influencia sobre sus legiones.
Predecesor:
Historia de la República Romana tardía Sucesor:
Historia de la República Romana
135 a. C. - 27 a. C. Imperio romano
media
Bibliografía
Fuentes Clásicas
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Escolar. 2° edición revisada, 3° reimpresión; 1980. ISBN 978-84-249-3547-0.
2. Volumen II: Libro IV & Libro V & Libro VI. Traducción de Valentín García Yebra y de Hipólito
Escolar. 2° edición revisada, 3° reimpresión; 1986. ISBN 978-84-249-1020-6.
3. Volumen III: Libro VII. Traducción de Valentín García Yebra y de Hipólito Escolar. 2° edición
revisada, 1° reimpresión; 2001. ISBN 978-84-249-1021-4.
SALUSTIO CRISPO, CAYO. Conjuración de Catilina. Obra completa. 1 volumen en latín con
traducción al español. Buenos Aires: Editorial Losada.
SUETONIO TRANQUILO, CAYO. Vidas de los Doce Césares. Obra completa. 2 volúmenes
traducidos al español. Madrid: Editorial Gredos.
1. Volumen I: César & Augusto & Tiberio. Introducción de Ramírez Verger. Traducción de Rosa
María Cubas. 1° edición revisada, 2° reimpresión; 1992. ISBN 978-84-249-1492-9.
2. Volumen II: Calígula & Claudio & Nerón & Galba/Otón/Vitelio & Vespasiano/Tito/Domiciano.
Traducción de Rosa María Cubas. 1° edición revisada, 2° reimpresión; 1992. ISBN 978-84-249-
1494-5.
Notas
1. En la reunión del Senado en que se debatía el destino de Publio Léntulo y los demás colegas
de Catilina, Catón se entregaba a una de sus frecuentes críticas a César. Cuando un ujier le
entregó a César una nota, Catón, al ver que su rival se dedicaba a leer la nota en lugar de
atender a su discurso estalló, gritando a César y exigiendo que leyese la nota en público por
su presunta relación en una conspiración. César dio al ujier la nota para que la leyera. La
nota era de Servilia, la hermanastra de Catón: citaba a César en su casa al anochecer y
describía con bastante detalle todo lo que tenía pensado hacerle aquella noche.79
2. «La suerte está echada», «Alea iacta est». Se suele creer que César pronunció esta frase en
latín. Originalmente es una frase del dramaturgo ateniense Menandro, uno de los autores
preferidos de César y la pronunció en griego.81 82
Citas
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1. Santosuosso, Storming the Heavens, p. 39
4. Santosuosso, Storming the Heavens, p. 43
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7. Cantor, Antiquity, p. 167 27. Apiano de Alejandría, Historia de Roma;
8. Santosuosso, Storming the Heavens, p. 30 Mitrídates, cap. 17 - 18
9. Mestrio Plutarco, Vidas Paralelas; Mario, 28. Apiano de Alejandría, Historia de Roma;
cap. 7 - 8 Mitrídates, cap. 19 - 20 - 21
10. Mestrio Plutarco, Vidas Paralelas; Mario, 29. Apiano de Alejandría, Historia de Roma;
cap. 9 Mitrídates, cap. 23
11. Mestrio Plutarco, Vidas Paralelas; Mario, 30. Mestrio Plutarco, Vidas Paralelas; Sila, cap.
cap. 10 11
12. Mestrio Plutarco, Vidas Paralelas; Sila, cap. 31. Mestrio Plutarco, Vidas Paralelas; Mario,
3 cap. 36
13. Mestrio Plutarco, Vidas Paralelas; Mario, 32. Mestrio Plutarco, Vidas Paralelas; Sila, cap.
cap. 11 - 12 8 - 9 -10
14. Mestrio Plutarco, Vidas Paralelas; Mario, 33. Apiano de Alejandría, Historia de Roma;
cap. 14 Mitrídates, cap. 22
15. Mestrio Plutarco, Vidas Paralelas; Mario, 34. Mestrio Plutarco, Vidas Paralelas; Sila, cap.
cap. 15 11 - 12 - 13
16. Mestrio Plutarco, Vidas Paralelas; Sila, cap. 35. Apiano de Alejandría, Historia de Roma;
4 Mitrídates, cap. 24 - 25 - 26 - 27
17. Mestrio Plutarco, Vidas Paralelas; Mario, 36. Mestrio Plutarco, Vidas Paralelas; Sila, cap.
cap. 20 - 21 - 22 13 - 14 - 15
18. Mestrio Plutarco, Vidas Paralelas; Mario, 37. Apiano de Alejandría, Historia de Roma;
cap. 23 Mitrídates, cap. 35 - 36 - 37 - 38 - 39
19. Mestrio Plutarco, Vidas Paralelas; Mario, 38. Mestrio Plutarco, Vidas Paralelas; Sila, cap.
cap. 25 - 26 16 - 17 - 18 - 19
20. Mestrio Plutarco, Vidas Paralelas; Mario, 39. Apiano de Alejandría, Historia de Roma;
cap. 27 Mitrídates, cap. 42 - 43 - 44
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52. Mestrio Plutarco, Vidas Paralelas; Cicerón, 72. Cayo Salustio Crispo, Conjuración de
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57. Mestrio Plutarco, Vidas Paralelas; Cicerón, 79. Mestrio Plutarco, Vidas Paralelas, Bruto.
cap. 14
80. Cayo Suetonio Tranquilo, Vidas de los
58. Cayo Salustio Crispo, Conjuración de Doce Césares; César, cap. 25 (leer)
Catilina; cap. 29
81. Mestrio Plutarco, Vidas Paralelas;
59. Mestrio Plutarco, Vidas Paralelas; Cicerón, Pompeyo, 60.
cap. 15
82. Mestrio Plutarco, Vidas Paralelas, César,
60. Cayo Salustio Crispo, Conjuración de 32.
Catilina; cap. 30 - 31 - 32
83. Holland, Rubicon, p. 299
61. Cayo Salustio Crispo, Conjuración de
Catilina; cap. 32 - 33 - 34 84. Goldsworthy, In the Name of Rome , p. 216
62. Mestrio Plutarco, Vidas Paralelas; Cicerón, 85. Holland, Rubicon, p. 298
cap. 16 86. Holland, Rubicon, p. 303
63. Cayo Salustio Crispo, Conjuración de 87. Lane Fox, The Classical World, p. 402
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64. Cayo Salustio Crispo, Conjuración de 89. Julio César, De Bello Civile , 81–92
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66. Cayo Salustio Crispo, Conjuración de 93. Lane Fox, The Classical World, p. 403
Catilina; cap. 44 - 45
94. Holland, Rubicon, p. 312
67. Mestrio Plutarco, Vidas Paralelas; Catón el
Menor, cap. 22 - 23 95. Lane Fox, The Classical World, p. 404
68. Mestrio Plutarco, Vidas Paralelas; Cicerón, 96. Goldsworthy, In the Name of Rome , p. 227
cap. 19 - 20 - 21 - 22 97. Cantor, Antiquity, p. 169
69. Cayo Salustio Crispo, Conjuración de 98. Cantor, Antiquity, p. 170
Catilina; cap. 50 - 51 - 52 - 53 99. Goldsworthy, In the Name of Rome , p. 237
70. Cayo Salustio Crispo, Conjuración de 100. Luttwak, The Grand Strategy of the Roman
Catilina; cap. 55 - 56 Empire , p. 7
71. Cayo Salustio Crispo, Conjuración de 101. Dión Casio, Historia romana: El reinado de
Catilina; cap. 58 - 59 - 60 - 61 Augusto, p. 61
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