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INTRODUCCIÓIN
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1. INIRODUCCIÓN
Como es sabido en el
artículo 8, del título II del Tratado
de la Unión Europea de 1992 que
modifica disposiciones del Tratado
constitutivo de la Comunidad
Económica Europea, con el fin de
constituir la Comunidad Europea, se regula la llamada ciudadanía de la Unión.
Actualmente son los artículos 17 a 22 del Tratado de Amsterdam de 1998. Esta
concreción puede limitar los horizontes subjetivos y difuminar la vieja noción de
derechos del hombre, que a su vez traía causa de la idea de derechos naturales. En
las Declaraciones liberales del siglo XVIII, como la Declaración francesa de 1789,
se establecía el principio de que los hombres nacían y permanecían libres e iguales
en derechos (art 1.0) y de que la finalidad de toda asociación política es la
conservación de los derechos naturales e imprescriptibles del hombre (art 2. 0). Los
destinatarios de los derechos eran los hombres y la condición de ciudadano no
competía, sólo complementaba, en relación con los derechos políticos (art. 6. 0) y
con las contribuciones fiscales (art. 14. 0). Por otra parte no todos los nacionales
eran ciudadanos, sino sólo los que tenían medios materiales y conocimientos que
garantizasen su independencia de decisión, como recuerda Kant en «Sobre el dicho
común de que lo que sirve en teoría, no vale para la práctica». Así, el concepto de
hombre era el núcleo central de los derechos y el de ciudadano un apéndice limitado
para integrar la idea con el concepto de soberanía, cuyos contenidos fijados en la
voluntad general eran concretados sólo por los ciudadanos. Por otra parte, el siglo
XVIII y los anteriores, a partir del tránsito a la modernidad, cultivaban una imagen
positiva del hombre natural, del extraño, del indígena, del buen salvaje, desde
Montaigne a Rousseau, y así era lógico que fuera titular de los derechos. Otras
aportaciones del siglo XIX y en relación con los destinatarios, que creaban la
categoría conceptual de los derechos económicos, sociales y culturales, y de los
derechos de la persona situada y concreta, mujer, niño, anciano, minusválido,
consumidor, etc., arrancaban también de la categoría genérica de hombre o persona
para perfilar destinatarios acotados, pero en los cuales era irrelevante la categoría
de ciudadano. Era un concepto abierto de sociedades políticas agrupadas en torno a
la categoría de derechos del hombre, a partir del individuo que se integraba con el
contrato social. Por otra parte los ciudadanos eran un concepto débil que no
abarcaba a todos.
Cabe una norma que regule un número de plazas con puesto seguro para
las mujeres, y que corrija, no ya la realidad, que sigue siendo desigual, sino la norma
que la regula y que no ha conseguido superar la desigualdad.
Se puede hacer, sin modificar la Constitución y al amparo de una norma
constitucional, el artículo 9.2: corresponde a los poderes públicos promover las
condiciones para que la libertad, y la igualdad de los individuos y de los grupos en que se
integra, sean reales y efectivos, remover los obstáculos que impidan o dificulten su
plenitud y facilitar la participación de todos los ciudadanos en la vida política, económica,
cultural o social». La jurisprudencia del Tribunal Constitucional ha aceptado el tercer
modelo de la igualdad como diferenciación, siempre que tenga una fundamentación
objetiva y razonable, y siempre que los elementos diferenciadores no sean arbitrarios o
carezcan de fundamento (SS 128/1987, 214/1988, 70/1990 ó 177/1993).
El texto afirma que «la persona del Rey es inviolable y no está sujeta a
responsabilidad», y algunos han entendido que esa exención debe ser salvada porque nadie
puede tener una situación jurídica que le libre de responsabilidad ante la gravedad de los
crímenes que juzgará el Tribunal Penal Internacional. Pro482
ponen o una modificación de la Constitución que aclarase que el Rey también está
sometido a ese Tribunal, en su caso, o simplemente que se elimine ese inciso del artículo
56.3.
COMENTARIOS:
En mi opinión es un
planteamiento que tiene un
cierto morbo y sobre todo
interés periodístico, pero que
carece totalmente de
fundamento.
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