Economía Social
Economía Social
Economía Social
I
E n mi fdtima lecci6n tidA dc dcfinir, sefioras y sefiores, lo
que ~s la cuesti6n social contcniporhea y termink manifestan-
clo que on Chile la teniainos planteada en una lorma que me-
recia llamar la atencibn, porque ella iba revistiendo el mismo
b aspect0 quo prcsenta en 10s viejos paises del mando viejo.
* Lo que no alcanc6 a decir en esa ocasidn, en que abusi: ver-
dadorainente de vuestra gentileza, dcbo decirlo ahora con la
franqueza que exige la chtedra universitaria.
La cuesti6n social en Chile es mhs grave que en otros paises,
porque, como lo demostrb en una cle inis pasadas lecciones, so-
mos nn pueblo de gran democracia 1,olitica y a la vex de gran
oligarquia y aristocracia social.
Y esa democracia o pueblo, tomacla en su conjunto, carece
casi por completo de 10s eleinentos que clan consistencia y so-
lidez a la inasa popular en una sana y ordenada democracia.
!
a
Einpecemos pcr la familia, sin entrar en detalles, en 10s cua-
les nos ocuparemos en otra ocasi6n.
Vosotros, sefioras y seiiores, que habeis visitado a1 pobre en
l
I sus conventillos y ranchos; vosotros, caballeros, que hab6is re-
corrido 10s pueblos del Norte del pais; vosotros, sacordotes,
yuc misionais en todas partes y que ois 10s lamcntos de 10s
que sufreii, no s610 de 10s que han hambre, sino de 10s que
sangran cle las heridas ocultas del corax6n; decidme si no es
verdad que la familia del pueblo, en campos, ininas y cindades,
est&profundamente desorganizada, hasta el punto de que no
I
seria exagerado decir que la familia es u n hacinamiento de se-
4
- 158 -
re? que se guarecen bajo un mismo techo, per0 sin que 10s
liguen 10s vinculos del amor, del pudor y del respeto.
No preguntbis por datos estndisticos, que son espeluznantes;
oid tan s610 10s signientes: en Iquiyue, casi la mitad de 10s na-
cimientos (el 44%) son ilegitimos; en Santiago el 41 o/o y el
39 o/o en Qalparaiso.
Y si eso nos dice la estadistica oficial, que s610 contempla
10s naciinientos de hijos cayos padres 110 han cumplido con la
ley civil iqLl6 nos podria decir la estadistica religiosa de 10s mi-
sioneros, si la pudieran publicar!
El abandono de las mujeres y de 10s hijos por 10s maridos,
no cre8is que sea nn hecho aislado; son innnmerables 10s casos
que se presentan cada dia, y las personas ilnstradas que tienen
algtin contact0 con 10s pobres, pueden decir si yo exagero. Los
eschdalos doni6sticos de 10spadres exceden de lo que la pala-
bra puede expresar en este centro de cultura.
Ha llegado a tal punto el desprecio por el matrinionio reli-
gioso y aun por SLI legalizacih civil, que yo he tenido ocasi6n
de oir de boca de una infeliz inujer, cargada de familia, que
ella no se casaba porque no queria ser esclava de su marido, y
que ad, del modo como vivia con 81, lo dominaba y lo mante-
nia sujeto a sus deberes, bajo la amenaza de que no le lavaria
la ropa ni le haria la comida! ...
iQ"6 mentalidad, sefioras y seiiores, quB sentimientos de mo-
ral y de familia caben ante un concepto semejante de la vida
matrimonial!
Ah! yo podria referiros muclios, muchisimos casos de esta
indole. U n dia, en una reunion de una conferencia de San
Qicente de Paul, un socio contb que en una cass que 61 habia
visitado habia dos mujeres casadas y con varios hijos legitimos,
cuyos esposos las habian abandonado. Y este abandono llega a tal
punto que varios asilos de caridad en Santiago y otros pueblos,
se dedican especialmente a recibir y albergar a esas desgracia-
das mujeres, sienclo ellas honmdas, laboriosas, cargadas de hi-
jost generalmente de corta edad, y que maridos criminales
dejan, por 10s vicios y la vagancia, sumidas en la miseria.
No tenemos la familia constituida en nuestro pais; en unas
partes es la ignorancia, en otras el vicio, aqui la inconsciencia,
mhs all8--permitidme la palabra, porque no encnentro otra
m8s precisa para manifestar mi convicci6n fundada-la simple
brutalidad, son 10s elementos que imperan en la constitucih
y regimen de la vida familiar de la masa popular, especialmen-
te en 10s campos.
Una democracia sin familia bien organizada, ante el fuero
de la conciencia moral y religiosa y ante el concepto civil, no
1 - 159 -
puede jambs constituir un elemento de orden social, porque el
desorden domhstico no puede generar el orden en la sociedad.
A1 Rrbol carcomido no sc le exigen buenos frutos.
La familia, bien constituida es la base de torla buena orga-
nizacihn social, porqae a1 fin y a la postre &qui:es el Estado, sin0
la aglomeracihn de familias quo tienen un mismo origen, que I
viven en u n mismo territorio, bajo el imperio de las leyes,
costumbres y autoridades establecidas a la sombra de la bandera
de la patria?
La desorganizaci6n de la familia chilena es el mal mbs grave,
el mbs trascendental de nuestra situacihii social; es mayor, se-
fioras y sefiores, que todos 10s otros problemas que nos liabrbn
de ocupar en nuestro curso; pasan a segundo thrmino el alco-
h.olismo, la mortalidad infantil, la falta de previsi6n, el analt'a-
betismo, etc., etc.
Esta gran plaga nacional, en la cud, lo repito, habr6 de ocu-
parme en otra ocasidn, es un factor poderoso que hace m&s
grave para Chile que para otros paises la cuesti6n social, poi--
que ella ccntribuye a desarrollar el n6mero de 10s elementos
flotantes y dispersos, que son 10s mRs inclinados a producir y
promover 10s movimientos subversivos en la mciedad moder-
na. El hombre sin hogar, 10s hogares sin padres, son mediums
excelentes para dejarse seducir y dominar por 10s hipnotizado-
res de la voluntad popular, que la snbyugan y juegan con ella,
C O ~ Ohacen 10s alienistas con 10s neur6ticos en las clinicas de
enfermedades mentales.
Otro hecho que revela claramente la desorganizacibn de la
familia y la falta de afecto de 10s padres para con sus hijos, es
la facilidad asombrosa con que 10s prirnoros se dospenden de
10s segundos para colocarlos en asilos y entregarloa a1 cuidado
de extrafios. Y no me Tefiero simplemente a 10s hijos que na-
cen fuera de 10s hogares honestos, sino tarnbihn a aquellos que
provienen de legiti;;?o matrimonio.
Los que suelen visitar el hogar del pobre se encontrarh a
cada momento con nifios extraiios adoptaclos y cuyos padres
J
10s han entregado para siempre, deslighdose de ellos por toda
41- la vida.
E n u n colegio de Santiago,, dos nifios me refirieron que,
despuhs de ocho afios que sus madres 10s habian llevado alli y
sin que jam& habieran ido a visitarlos, habian querido retirar-
10s del colegio porque ya sabian oficio y querian ellas que les
ayudaran con su trabajo. Los dos niiios, movidos por el mismo
sentimiento de abandon0 materno, contestaron a sus propias
madres, que alzora que ellas yeian o habian sabido ,que ellos
podian trabajar, 10s venian a ver, pero que no abandonarian
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la escuela, porque alli habian encontraclo a sus verdaderos
padres.
iQu8 dura leccibn Bsta para aquellas madres desnatnra1'1za-
das!
Esos nifios abandonaclos de SLTS padres, y postizos en 10s ho-
gares en que se les ha coiocado, no siempre poi* necesidad o
pobreza, seguraniente no podr6n ser fclices en la vida, porque
les ha faltaclo el regazo inaterno, la tewnnra en $a edad infant&
ternura que deja hucllas iiidelebles en el corazbn do1 hombre
y lo habilita para sentir las gratas influencias de la verdadera 3
felicidad.
P despu6s dc la clcsorganizacibn de la lamilia clebemos con-
siderar la incstabilidacl constante de nuestro pucblo en su pro-
fesi6n u oficio; su natnraleza eseneial y athvicamente nbmade,
que lo lleva a reeorrer' el pais entero por espiritn de vagancia
y de placer; la ignoraucia en que vive, p e s hay casi 'L.OOO,OOO
de proletarios anallabetos contra 1.300,OOO que saben leer; y
la embriagucz enorine que lo domina y cnvilcce. Como dato
ilustrativo citari: a1 respecto cl siguiente: en una salitrera en
que viven corn0 400 familias, se venden alcoholes por valor
de cerca de '200,000 pesos a1 afio. (PQ. 298 del Inforine de la
Cornisibn Parlamentaria que fu6 a1 Norte en 1913). Pero p i r a
quB habriamos de echarnos cn busca de cifras relativas a1
consumo de alcohol como bebida, cuando basta tenor ojos para
ver que el negocio que mhs pwospera en nuestros pueblos, aun
en Bpocas de crisis, es la cantina? iNo est6 all&probhndolo, el
gran nhmero de clespaclios diseminados en 10s barrios po-
pulosos y Run en 10s pueblos pcquefios, y no cle aquellos que
pagan patentes municipaIes o fiscales, sino tambibn de 10s Io-
cales ocultos, que con 10s noinbres de restaurants o cocinerias,
ejercen el oficio de verdaderas tabernas?
Nuestro pueblo es francarnente ebrio, y el alcoholisrno lo
hace penilenciero y cruel.
\ La inconsciencia alcoli6Iica Heva a las masas a don& quie-
ran conducirlas 10s proinotores de 10s rnoviinientos subversi-
vos del orden social. Y esas masas, sobreexcitadas y ciegas por
b
01 veneno, pneden convertirse en verdaderas tropas de fieras
humanas.
Las cantinas y bares han sido siempre en Chile el arsenal
de las hnelgas violentas, y el valor y el coraje de las rnasas
sublevadas se han ternplado siempre a1 pie del altar del dios
Baco.
Agregad a estos heclzos sociales, que s610 me he limitado a
enumerar, el carheter popular altivo y valiente-valiente prin-
cipalmente cuando el pueblo se encuentra agrupado;-afiadid,
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por fin, cl fatalism0 filosbfico, el desprecio I;or la vida quo do-
mina en c s p~~ ~ e b lyo ,habrkis forzosainente de reconocer quo
In caestidn social chilena, si Jlegara a consolidnrse y generali-
mrm, revest iria proporciones y forinas gravisimas, derivaclas
tlc ins costuinbres y psicologia popularcs.
N o terminart5 este sombrio bosquejo sin mencionar otro he-
cho que tambi6n debe hacer pensar a 10s qiw se preocupan con
10s problcmas socialcs. Nuestro pueblo TTa lmdienclo el respe-
to a las autoridades. Cnando halda de cilas, !as trata con un
dcspreeio profundo: el loclo que 10s politicos se arrojan cons-
taiitemente a1 rostro para increparse frandcs, peculados y otras
mil clifaninciones, lo ha recogido la masn popalsr y, sin distin-
guir de d6ndo viene ese lodo y a quikn va dirigiclo, lo ha acu-
malado on SIIS manos J con el lia i'ornixdo el p d c s t a l de la
autoridad, y se ha dicho a si misma: este idol0 tendrd qnecaer
a1 fin, porque est&asentado sobre dsleznable y podrida base.
Tales son las condiciones en que nos encontramos on nnes-
tro pais con respecto sl mertio popular; y vosotros habrkis de
reconocer conmigo que ellac4 cstbn lejos de ser satisfactorias y
tranquilizadoras para nuestro porvenir.
Las relaciones entre patrones y obreros, entrc el proletaria-
do y la clasc aka, como lo dije en mi ~ l t i i n aleccicin, van to-
mando u n sesgo dcsagradablc, y limy mnclios en la prensa, en
la tribuna, en el folleto, en el sen0 de las asociaciones popula-
res, que sc empecan en enrojecer mbs este cuadro con brocha-
zos de recriminaciones, de reivindicaciones, de injnsticias, de
odios y venganzas.
Se-rioras y seiiores, disculpadnic Iafranqueza con que os ven-
go hablandlo; porque no se curan las lieridas con lbgrimas de
compasicin, sirio que es precis0 manifestar el mal, ?ea Bste cual
fuere, antes de que paso el periodo propicio para atacnrlo; no
sea que ocurra a nuestra socieilad lo que a taiitos enfermos que,
por temor o por vergiienza de SLIS propias dolencias, tratan de
engaiiarse a si mismos, iinaginhdose que el mal desaparecerh
esponthneamente, inientras que por dentro va carcomiendo su
organism0 con tanto mayor energia cuanto pormayor tiempo se
le deja, por indolcncia o temor, obrar Xibremente en su accicin
destructora.
r'
t< 4:
iCLtBles son las enusas de este cstndo socinl'i! Las hay gene-
rales, propias 610 la cuesticin social contemporhea universal, y
las hay propias solamente de nuestro pais.
Veamos las primeras.
CONPWRENCIAB 11
El espiritn ignalitario deiiiocrhtico politico, a medicla que pe-
rietra en Ins illasas y quc Bstas pueden apreciar SLT influencia JT
valor, se ha id0 transformando en ospiritu igualitnrio social, de
B eqnilibrio de las clesigualclades sociales, no de la sangre, ni del
talento, ni de la ilnstraci6n, ni de la virtud, sino siinplemente
de la fortuna.
La nientalidacl cle las masas es esencinlment c genernlizndo-
ra. y a1 ver que existe la ignalilad ante la urna electoral, no
concibe que esn misma igualdad no pueda liacerse, mejor di- *
clio, no deba hncerse extensiva a su conciici6n social. Su des-
igualdad social no se la explim sino por obra del predominio
politico de la burgnesia, que ha mantenido el poder y confec-
cionado las leyes para satisfacer s i u aiiibiciones y defcncler sas
privilegios. Y no creAis que esto lo digo sin Funclamento: lo he
oido de boca de 10s dirigentes de la democrncia politica dc nues-
tro pais, qiiienes me han expresado con entera franquezn que
I l e g d u n dia en qiie cesar%este r6gimen y se cambiarh 10s
papeles; y entonces el pixeblo verdadcro, la genuina democra-
cia obrera, ocuparA el puesto predominante que hasta ahora ha
sostenido para si la clase dirigente. Hacia all&van dirigidos 10s
esfuerzos de la dcmocracia chilena, coino 10s de Ins democra-
cias de casi todo el mundo que viven en el r6gimen del snfra-
* gio universal.
- 163 -
pes de lmrretas ni de niartillos, sino enriqueciendose por si so-
los, porque son capitalistas.
Y la cuestion industrial, o inejor dicho, Ins cuestiones indus-
triales se van convirtiendo asi en cuestibn social.
I -
<-
El espiritu de asociacicin popular, desarrollado en nuestro
tiempo nl grito del gran ngitador .Lassnllc, el celebre socialista
de 1848: ((iI'roletarios de todos 10s paises del mundo, unios!,,
se ha espnrcido por el miverso entmo, y en Chile, como en
todas partes, va tomaiidn la Forma dt: cohesi6n cle la clase baja,
para dsfenderse y, si es iiecesario-como ya lo ha hecho y
como lo expresk en mi hltinia leccibn-para atacar, con las
armas en la msln.0, a, la clase alta, a las autoridades y a la
fuerza p'iblica quo resgnarclan el orclen, 12s personas y la pro-
piedad.
Respecto de esta tendencia popular hacia la nsociaci6n, las
dtimas estadisticas nos mnnifiestan que en 1910 habia en el
pais 433 sociedades obreras; tres alios despi-t8s, este n'imero
habia llegado a 547,con una .suma . . . de 91,609 socios.
Debo iiacsr notar que, a in1 juicio, falta una gran cantidad
de sociedades que no figuran en la estaclistica y cuy*a existen-
cia me consta; de modo que podemos hacer subir la cantidad
de obreros asociados, sin ternor de equivo?arnos, a cerca de
100,000.
Sin eiitrar a1 fondo de la-cuestibn de la asociaci6n obrera,
en la caal habri: de ocnparme en otra ocasibn, cabe observar
u n hecho miiy iinportante, y. es que el socorro mutuo, base
general de casi todas las asociaciones, es escasisimo a causa de
la pobreza de las cuotas sociales y del escaso ntimero de socios
en cada sociedad. Este heclio, a primera vista insignificante,
hace que la agrupacih obrera, falta de recursos para mejorar
positivamente la condici6n de sus asociados, se convierta fhcil-
mente en u n centro de simples reuniones en Ins que encuen-
tran auditorio f k i l todos aquellos vocingleros y propagandis-
tas de ideas suhversivas.
Con frecuencia he leido las memorias y balances de 10s di-
rectories de muchas sociedades populares, y con pena he visto
que, salvo una que otm, no logran suministrar socorros apre-
ciables de dinero a 10s socios; generalmente, dichos balances
revelan una situaci6n miserable desde el punto de vista econ6-
mico.
- 164 -
Y esto mismo est6 probando que, a pesar de 10s escasos be-
neficios qne el obrero recibc de las socieclades de que forma
parle, tiene ya profundamcnte desarrollado el espiritn de aso-
ciai6n, cn la c u d robustcce tambihn el espiritu de clase, que
pone constantemente a1 scrvicio de 10s gkemios o de 10s traba-
jailores quc se declaran en hnelga, como lo hice ver en mi
6ltima lecci6n.
No estcinos creyendo que las asociaciones obreras revelan
una sicuaci6n de orden y clc tranquilidad para el pais y de un
positivo mejoramiento de la condici6n econ6inico-social de
nuestro p~icblo.Xuchas Iiay que merecen todo el apoyo y la
simpatia nacionales; pero son muchas mlis las que tienen en el
Fondo, aunque no aparezca cn la superficie en circnnstancias
normales, un propcisito que est&muy distante de ser tranqui-
lizador. Y a1 clecir esto, no me refiero s6lo a las sociedades de
resistencia, que son aquellas cayo dnico objeto es rennir a 10s
obreros de un mismo gremio o industria pam resistir a 10s pa-
troncs cn forma mancomunada 0 colectiva; sino que me refiero
taiiibihn a muchisinias otras en las cualcs el socorro mutuo es
un prctexto y el centro social una trampa para atraer a la
juventud obrera y encenderle el csrebro con ideas subver-
sivas.
Casi todas las huelgas violcntns se Iian preparndo en esta
clase clc asociaciones y no en aquellas en que el S O C O T ~ Onintuo
os una realidad y el local social u n ccntro de cnltura y cle sana
sociabilidad.
4
4
.
- 165 -
La literaturn que llega a sus manos sobre materia econ6mi-
eo-social y 10s discursos que oye en sus asambleas y reuniones,
van generalmente eargados de un tinte de inalquerencia ,y
desprestigio contra todo aquello que estA colocado a cierta a1-
I tura en la escala social.
Nnestro pueblo, analfab.eto e ignorante como es, ha here.
dado de sus aborigenes araacanos el instinto de la oratoria y
la afici6n desinesurada por 10s discursos, 10s que escucha con
": verdadera fruicihn, por incoherentes que sem, siempre que
tengan frases de efecto y que Bstas sean dichas con Bnfasis.
Me ha tocado oir muchas veces ' a oradores populares y he
observado la enorme iinpresibn que produeen en las masas
inconscientes sus perornciones cleshilvanadas y sin ssntido,
pero que tienen exclamnciones grncsa? y retumhantes contra
la aristocmcia, la oligarq4uia y la burguesia opresoras.
Hace algunos aces, cl piieblo ignornba el signified0 y el
alcance cle esas exclamaciones; h o y din sus oiclos estdn acos-
tumbrados a oirlas, y todas ellas so han condensndo eq unit
sola: iLos ricos avasalladores del pueblo, 10s amos que preten-
den inantener en la esclavitud y serviduinbre a 10s verdadcros
dneiios de la democratcia nacional!
* :i: :i: I
c
simiimada y eleva la eo-ndicidn del proletario, considerhndolo,
no C O ~ Om8quina de trabajo, sino'como heimano, cuya digni-
dad de hombre y cuyos clerechos de d d a y de sustento debeii
ser ampnrados no s610 poi* la conciencia privada, sino por el
manclato de la ley civil, cuanclo aqudla no cumple con sus
obligaciones.
La dornocracia moclerna, aqui corno en todas partes, se hace
irreligiosa porque ve en la Religi6n el p a n escollo contra el
cual se estrellarh sienipre que pretenda destruir o atacar el or-
'.rC
den natural o providoncial de la riqueza, el cual yuiere que Bsta
vengaa nuestras manos por S L ~legitima adquisicih y no por
atentados contra 01 derecho cle propiedacl.
. La democracia inoderna no acepta tampoco otro de 10s prin-
cipios de la Pteligihn, la resignacihn; quiere la igualclad, la ni-
velaci6n; y csta utopia, nacida del orgullo y de la envidia, la
Iglesia no la acepta, porque 10shechos humanos, no ladoctrina
religiosa, la hacen imposible e impracticable en esta vida.
Padeceiiios nosotros tainbihn del mal social universal, esto
es, que el prolotariado nacional se va liaciendo irreligioso; y la
cnosti6n sociaS, que reconoce ahora como su primera causa rno-
rnl el debilitamiento de la fe religiosa, seguramente se intensi-
ficarh rnhs en lo futuro si no se reacciona en la ensefianza y en
la educacibn pop~ilar.
pnede llegar a limitar, dentro de si
El raclicalismo b ~ i r g ~ i &
mismo, las conseciicncias socialy de sus idcas irreligiosas o
antirreligiosas, porqne la burguesia radical es y ser& siempre
una entidad social q ~ i cno ir8 in& all& en materia del orden so-
I .
cial de la riquem, silt0 hasta donde vea desaparecer la propie-
dad privada de clicha burgmesia, o rodneiclos a tal extrenio 10s
derochos de sii capital o fortuna, que la obliguen a reaccionar
e n clefensa propia.
Esto es lo que homos visto repetirso uniformemente en la
evolnci6n econ6mico-social dol radicalism0 biirgu6s; por ejem-
$ 0 , er, Francia, dondo 10s avances socialistas Iian obligado a
reaccionar a politicos tan avanzados coni0 Briand y otros, 10s
cimles, lla?nados a1 G-obiorno, lian sido tan autoritarios para ro-
priniir esos clesmanes, qiip la democracia los ha caiificado de
traiclores n sns ideas.
No ociirro lo mismo con el raclicalismo dem6crata, pues Bste,
sin el escollo de la Religibn, 110 reLrocede ante ningana de las
ISamadas reformas o reivindicaciones sociales, porque para 61
todas ellas habrim de salir de In bolsa do la burguesia y n o po-
drhn afectar 10s escasos bienes dol proletariado.
Asi como en las leyes monetarias es un axiomn que la mala
monecla arroja del inercado a la buena, como nosotros hemoa
I
' I
c
I
'- 1G!) --
El materialistno de la vida, la sed de enriqiiecimiento r8pi-
do, el anonimato industinial, que destruyo el concepto de 10s
deberes sociales de la riqueza, porqne el accionista de las socio- .
dades anbnimas no conoce la condicibn ni el estado del perso-
nal que trabaja en las empresas; aqni, como e11 el mundo ente-
ro, lian forrnado en las clases dirigcntos el concepto, no dirrj
tebrico, per0 si prheiico, clel individnalisruo de la escuela c18si-
ea econ6mica, en cuya definickn me ocnpB en mi primera lec-
ci6n. Ese concepto n o es otro que el indiferentisino por la
*,- condicibn de 10s operarios que trabajan en las indhstrias de que
son accionistas las clascs capitalistas.
IExagero acaso, sefioras y sefiores? Pnos bien, daos la mo-
lestia de leer la3 momorias de las sociedades industriales, Sean
ellas mineras, mannfactixreras, comerciales Q de tmnsportes, y
os einplazo a que me cit8is-salvo algima rara exccpci6n-im
phrrafo siquiera on que se revele algnna preocupacibn de par-
te de 10s diroctorios de diclias sociedades por la condicibn ma-
terial y moral d%sus operarios.
E n efecto, entre 10s capitalistas y 10s trabajadores de nues'-
tray empresas no existen nihs vinculos que 10s que establece el
mer0 contrato o convenio verbal de trabajo y de salario: en la
prbctica, es la teoria del trahjo-mercaderin de la escuela clh-
sica individnalista la que predomina en la, mente cle nuestros
-.I capitalistas nncionales y cxi ranjeros.
Pero hay nlgo in& que dcbo arregar: Ins geiicmciones que
nos ban pecccliclo-me reficro principalmente a Ins ilnstradas -
liari siclo educadas con la icloa de la escuela econhmica clbsica
iiiclividnalista, .y las consecuencias prhcticas de tal eclncaci6n
se han hecho sentir en nucsbros hhbitos socialea, aqui como on
todas partes.
jCudntas vecos he oido decir a viejos, respetables e ilustra-
disimos hombres piiblicos do Chile, (ILW las obras sociales aca-
baran por crcar la cnesti6n social, que q u i D O tione raz6n de
scr, porque el puoblo nunca cnrece de trabajo! Coiiio si la cues-
t i h social fnese simplemente de desocnpxdos, y no un tras-
torno del orden y de la armonia entre el trabnjador y el capi-
talista; como si 10s grandes movimientos populares, las hael-
gas violentas, no se prodajeran inhs bien en los periodos de
auge d o la industria, cuando el trahajador se considera mas
necesario para el capitalista, porque es entonces cuando Oste
haee mayorcs y mejores negocios y tiene mayor n6mero de
contratos de produceinn que cumplir,!
El obrero es manso en periodos de aepresibn industrial, por-
que sabe que p e d e ser ontonces fhcilmente reem plazado; pero
, es orgulloso y oxigente en 10s dins de prosperidad, porqne sabe
qu.9 si1 concurso es entonces necesario y ha de ser solieitado
por la industria.
La clase dirigente en nizestro pais ha mirado con desd6n el
ostudio de 10s problemas sociales, porque 10s lia considerado
esternporkneos JT peligrosos; 112 estimado que ese estudio y ]as I
*
_-
173 _I
:I:
:j: :i:
4
- 114 -
ideas que lian caido y siguen cayendo en 10s cerebros incultos
del proletariado, hacikndolo desgraciado con la desesperaci6n
que produce 'a utopia igualitaria. I
Si I s juventud de la clase alta, especialmento la juventud
universitaria, compreiidiose osta gran misi6n social de la ilus-
traci6n y llevase su palabra generosa y vibr'nnte a 10s centros
obreros, y alli, oyendo las rkpiicas y observaciones que se le
hiciesen, las refubara 0 resolviera con su ciencia y con su prn-
dencia; si esa jnventad hiciera en tan laudable misi6n lo que
liacen 10s propngandistas del desorden social de la riqueza,
que no desmayan en conquistarse adeptos para sqs funestos
design+, veriamos, sin duda alguna, modificarse las ideas que
bullen en 10s cerebros populafes y disiparse las negras nubes
que se divisan en nuestro porvenir social.
Por otra parte, si el pueblo s6lo escuclla 10s ataques contra
el ordon natural de la riqueza iquB tiene de raro que se apasio-
ne por las ideas subversivas, que son las tinicas que llegan a
sus oidos!
Los problemas del porvenir de Chile s e r h seguramente 10s
sociales, y para resolverlos es necesario que la generacidn pre-
sente se prepare, adquiriendo conocimientos cientificos acerca
de las precitadas materias, tanto para su propio beneficio cuan-
to para extender esa instrucci6n a la masa infeliz e inconscien-
te que se deja arrastrar por 10s discursos y panfletos vacios de
ideas sensatas y llenos de recriminaciones y de odios sociales.
No dejemos, sefiores, a1 pueblo sumido en la ignorancia de
10s principios de justicia y de orden que rigen las relaciones
industriales y sociales del capital y el trabajo, porque es esa
ignorancia la que explotan, junto con las pasiones humanas,
10s que quieren sublevar a1 proletariado contra el orden social
de la riqueza.
A este propcisito, yo no puedo menos de expresar nn senti-
rniento que me invade desde que empec6 este curso. Probable-
mente sera la falta de inter& o la monotonia de estas lecciones
lo que mantiene alsjada de esta sala a la juventud universita-
ria; pero es posible tambi6n que esta ausencia, que yo lamento,
sea una comprobacibn de la indiferencia con que esa juven-
tud inira el estudio de las cuestiones que afectan a la clase tra-
bajadora y a1 bienestar y orden social de nuestra patria.
Sensible seria en verdad tal actitud, porque si la juventud
estudiosa no se preocupa con estas cnestiones sociales, inuy
poco se podria esperar relativamente a nuestra tranquilidad fu-
tura, desde que asi se habria abandonado el campo de las ideas
populares a 10s conturnaces propagandistas del desorden y de
la anarquia. El apostolado eientifioo de la juventud en favor
*
del pueblo ignorwnte es, piles, un gran deber social contempo-
raneo, del cual no se pnede prescindir si se desea conjwar las
tempcstadcs sociales qno se divisan en el porvenir.
Yo mantengo, einpero, la esperanzn de que nlglin rlia sal-
drhn de csta Universidxcl grnpos de jbvenes entusiastas, a h +
p d o s e ilustrados, quo irhn n iluininar 10s obscuros cerebros
populares y R calinar las iras que la propaganda subversiva en-
ciende en 10s corazones, para infmclir en ellos, en camloio,
sentimientos de amor y :hiogaci6n, coif ohms y acciones so-
ciales quo mnnifiesten prhcticamente esos niismos sentirnientos.
Estableced p e s , jbvenes de la Universidad Catblica, Ias
conferencias populares ambulantes; llegad hasta 13s con€eren-
cias contradictorias con el auclitorio; tratad delante del pueblo,
en sus centros sociales, cuestiones que I C interosen a 61 pri-
mero, para segnir despuds con otras que interesen a1 orden
social.
iQu6 campo tan hermoso tenhis a vuestro frente! iQU8 bene-
ficio tan grande prestariais a1 pais y qui: satisfaccibn sentiriais
vosotros mismos,al realizar una inisi6n tan beneficn y t)an me-
ritoria!
No serhn 10s viejos quienes har6n osa labor; ellos ya estbn
, cansndos de la vicla T... ;gar quC no clccirlo,,con todo el res-
peto dehido a 10s alios2 ollos lian sido odncados con otras ideas;
-+ ellos han tenido que preocuparse con mnclios otros problemas
nacionales; a nosotros, a la nueva generacibn, nos toea preocii-
parnos con 10s problemas sociales y especialrngnte con la cues-
tibn social, que es la del dia presente y la del futuro. .
i
i:
4 d
-
!
i c
La Legislaci6n Social
,
Pero esa misinn ignornncia, esn indiferencia y esta apatia
ir6n seguramente desaparecicndo, porque 13s ideas populares
univcrsalcs rnodernas se dirigen de frente en dcmanda de una
niodificacibn sabstancial en 10s principios legales y en las prbc-
ticas industriales que se relacionan con la condici6n del traba-
jador.
Sc divisa ya ese inovinticiito, y, seghn lo revela la idea cle
la Gran Tl'ederacibn Obrcra que se quiere realizar, 61 r a toman-
do la mismn forma y 10s misinos caracteres con que se presenta \
* **
Eajo el nombre de Legislaci6n Obrera o Social se comprcii-
de el conjunto de leyes que tieiien por objeto directo rntd' ol'xr
la condici6n econ6micc-social dc las clases llamadas media y
trabajadora, y coino consecuencia indirecta-que debo decir
desde luego no se ha, alcanzado siempro-una mayor armonia,
en el orden industrial, entre patrones y obrcros y reinotamente
entre ricos y pobres.
La acci6n legislativa social, que se viene haciendo sentir e n
la legislaci6n universal desde la segunda ixitacl del siglo pasa-
do y que ha ido adquiriendo mayor fucrza y expansi6n en 10s
- 203 -
iiltimos treinta aiios. ha nacido, a mi juicio, por una parte, de
la reacci6n contra el individualismo o abstencionismo econb-
mico de la escuela liberal o clhsica, on la c u d ya me he ocapa-
do en otras ocasiones; y por otra parte, del incremento de ]as
huestes socialistas, apoyadas por el arma poderosa del dorecho
electoral.
La gran utopia de la igualdad social del rieo y el pobre,
del patr6n y el obrero, bajo el regimen de la panacea de la li-
bertad econ6mico-social y la prescindencia do toda intervon-
ci6n del Estado en el orden de rolaciones industriales entre
capitalistas y trabajadores, es lioy dia, sedores, nn concepto
juridico y econbmico-social abandonado te6rica y prhctica-
%menteen el mundo civilizado.
Desde la Inglaterra, cuna del individixalismo y naci6n por
excelencia tradicionalista, hasta la aiitocrAtica Rnsia, sin elimi-
nar n i n g h pueblo que se llanio civilizado, en todos ellos exis-
ten leyes de carhcter social-econ6mico encaminadas a refrenar
10s abusos que se suelen cometer con mhs o menos frecuencia
y de mayor o nicnor gravedad en el orden de la producci6n
industrial.
Annque bastaria el argumento que cn 16gica se llama de
chnsentimiento univorsal, para probar lo natural y fundado de
la Legislacih Social, sin embargo, consider0 nccesario entrar
u n poco a fondo en esta materia, porque imperan a h en nues-
tro pais, entre 10s hombres p'iblicos y on nuostra sociedad m&s
culta, generosa y abnegada, las ideas do la antigaa escuela CIA-
sicn liberal que enso66 M. Courcelle-Seneuil y que posterior-
mente han sustentaclo en la cbtedra universitaria y en la pren-
sa emiiiencias intoloctnales como don Zorobabel Rodriguez,
don Miguel. Crnchaga y otros.
Existe arraigada entre nosotros, seiiores, la idea de que el
Estado no tione derecho a inmiscnirse en el orden industrial v
*
que su intervenci6n no es sino una concesi6n hecha a1 socialis-
mo, el que quiere verlo todo subordinado JT dirigido por el Es-
tado, convirtiendo a Bste en una especie de hidra que abarque
y absorba toda la iniciativa y la responsabilidad privadas.
En Derecho Natural y en Derecho Pitblico se estudian las
atrihuciones del Estado; a primera vista parecerh, pues, ajeno
de este Curso el que yo Antre a analizar las facultades que la
Econoinia Social contempordnea reconoce a1 Estado modern0
en orden a 10s problemxs econcimico-sociales a que da origen
la actividad cconbmica de 10s individnos.
Pero es preciso recordar que, asi como la higiene rnBdica
determina las medidns quo el Estado debe tomar para preser-
var y conservar la salud del pueblo, asi tanibiAn la Economia
Social, que es ciencia y arte a la vez y que estudia las causas
de las cuestiones que se suscitan en el orden industrial e indi-
ca 10s medios de producir un mejoramiento en la situaci6n eco-
n6mico-social de las clases mbs numerosas de la sociedad, pue-
de ldgicamente recomendar al Estado aquellas medidas que
juzgue eficaces para eonseguir ese mejoramiento y evitar o ate- II
...
nuar, por lo menos, 10s clafios que para el orden social de la
riqueza originan las llamadas cuestiones industriales-obreras.
Antes de entrar en el examen de la facultad de interven- Ls.
ci6n delEstado en esta materia de la legislaci6n obrera o social,
permitidme
.. .. que haga presente ante vosotros un hecho que, a
mi ~uicio,es inuy sngestivo,
Cada vkz que se produce algfin movimiento popular con ca-
racteres de violencia, no se discute el derecho dol Estado para
reprimirlo con toda la energia que sea necesaria y para llegar
hasta la expulsidn del pais de aquellos elementos que se con-
sidrran peligrosos
Pero, cuando so trata de legislar sobre el r8gimen del traba-
jo para meaorar la condicibn econbmico-social del proletariado,
surge ininediatamente el espiritu conservador del capital, apa-
recen 10s adalides de la libertad econ6mica de la escuela clhsica
y 10s cancerberos del Estado.1
E n esto de las atribuciones econ6mico-socialcs del Estado ,
moderno, no puecle desconocerse que una es la tendencia pu-
pular, digamos del trabajo, y otra la de la clase aka industrial,
cligamos del capital.
lla primcra qixiere, nniformciiicnte en el rnundo entero, qne
el Estado intervenga a su favor con leyes espociales de pro-
teccidii y amparo; la scgnncla resiste esa intervencih tanto
cuanto pnecle. No la coinbate con toda energia en nixestros
regimenas democrlitico-clectoralcs, porijue terne la impopulari-
dad y la pBrdida del asiciito parlamentario. Pero si esa inter-
venci6n no es esigida por la Inasa electoral o por ciertn repre-
sentaci6n parlamentaria, no se la toea ni se recurre a ella; se
dejan las cosas coin0 se enclientran bajo el regimen de l)ms-
cindencia del Estaclo y so abandona el orclcn social de la ri-
quem al libre funcionaniicnto cle In libertad.
i,Qu8 est5 probando esto, seiiores? Sin cluda. alguna, que la
libertad favorece a 10s capitalistas en sus desmcdidos interescs
y quo la intervenci6n protege a 10s trabajadores en lo que
mnchas veces son sus lcgitimas pretensiones y dercchos.
En efecto ic6mo puedc explicarse de otra manera, sin0 por
la ventaja que la libertad concede, en el orden industrial, a1
capitalista en sus relaciones econbmico-sociales con el trabaja-
dor, el hecho de que en la mayor parte de 10s paises en que
- 205 - .
L
existen leyes de carhcter social, Bstns no se hayan dictado
sin0 on 10s Gltimos treinta afios? iAcaso solamente en este
lapso do tiempo se ha abusado del trabajo de 10s nifios, del de
las mujeres, dol de 10s udultos? is610 ahora existen talleres
antihigiBnicos y mriquinas peligrosas, y finicainente nuestra
gencracih so encuentra enfrente de accidentes indubtriales y
tan s6lb en nuestros dias se ha implantado el pago en especies
de 10s salarios que doben pagarse en moneda, etc., etc.?
i. Es preciso, pnes, reconocer que el capital, en defensa de su
propia situacibn, ha resistido 0 , por lo menos, no ha prestado
atencicin a las leyes sociales del orden industrial, hasta que las
exigencias popularos y politicas de la democracia moderna las
ha exigido, o hasta que lian llegado a 10s paises j6venes 10s
ejemplos de la legislaeibn social de otros puoblos m8s antiguos
y avanzados.
El clasicismo econbmico, sin duda alguna, echb profundas
raices en el cerebro de las clases dirigentes y las convirtib en
enomigas francas de la intcrl-encibn del Estado en el rBgimen
indust&.
Y naturalmonte bubo de nroducirse la reaccihn contraria.
Las clases populares, por sy parte, pidieron esa intervencih,
la exageraron y llegaron liasta el socialismo; y su plataforma
electoral y social no es, en sintesis, otrn cosa que la interven-
ci6n legal del Estado en todo y por todo lo relativo a1 rBgi-
men industrial referido, anonadando la libertad y convirtiendo
a1 individuo en una especie de ruedecilla de la gran mhquina
del Estado.
I <:
* :I:
La lcgislnci6n social del trabajo no tiene, no puede ni debe
tenor todo el alcanee que pretendo darle el socialismo;ni tampoco
se la ha do mirar ccn oxcesivo temor, ni con desdBn, ni con
I , oseepticismo extremado. Ella n o puede abarcar todos 10s pro-
blemas que forinan la cuesticin social-en la cual antes me he
ocupado-porque, como ya lo Gje, on el fondo de Bsta hay
,' una cuesti6n psicolcigica, de egoislno, de envidia y de igualdad
social imposible de establecer en esta vida; hay tambidn una
cuest,i6n moral religiosn, de orgullo y resknaci6n; a todo lo
cual no llegan las leyes del Estado, sin0 la ley de la conciencia
cris tiana.
Ni se haga extremas ilusiones el pueblo, ni tema demasiado
la clase dirigente a la legislaci6n social: aquhl, como Bsta, no
pueden ver en la ley social sin0 el reconocimiento de derechos
estrictos y bien definidos y, por tanto, restringidos. La ley so-
cial debe contemplar con justicia social tantor la condicicin del
- 206 -
capitalists como la del trabajador; 10s derechos del uno son
tan sagrados como 10s del otro, cada cual en su esfera.
Por otra parte, toda legislacibn social ha cle contemplar la
situacibn clc la industria misina, est0 es, no irrogarle perjuicios
pecuniarios tales que puodan hacerla peligrar, ni adoptar me-
didas que produzcan el desconcierto y trastornen el orden na-
tural de la industria, que reyuiere independencia y libertad para
organizar, dirigir y adrninistrar las faenas por parte del capi-
tal, como lo he demostrado en lecciones anteriores.
***
Nuestro pais viene entrando en 10s dltimos aiios por el ca-
mino de la legislacih social; y antes de einpezar el estudio de
esta inateria en sas detalles y especialidados, considero nece-
sario apuntar 10s principios fnndainentales de esta nneva orien-
taci6n del Derecho social, para desvanecer ciertos temores
aprioristicos, frutos de nuestra Formacihn intelectual econb-
mica, y ciertas ilusiones y aspiraciones populares, hijas de la
ignorancia explotada por 10s propagandistas socialistas y por
.
las malas e incompletas lecturas clue llegan a las manos del
pueblo.
I *
I _.-
-- 207 -
lo hizo con un criterio esencialmente abstracto, est0 es, supo-
niendo la igualdnd de naturaleza y el respeto a la persona
huinana, sin distincibn ninguna, o casi ninguna, dc la condi-
cibn real on que esa igualdad abstracta del individuo se mani-
fiesta y iunciona en la prdctica.
Mds todavia: el Derecho Civil moderno, cuya base principal,
a1 menos para 10s pucb!os latinos, cs el C6digo Napoleh, est5
empapado de las doctrinas polftico-econ6micas de aquella 6po-
ca, del respeto inds absolnto y de la consagmcion dogm8tica
de la igualdad y de la libertad en 10s contratos, igualdad y li-
bertad que descansaban en 10sprincipios o axiomas de la Decla-
raci6n de 10s dercchos del hombre que proclam6 la Rcvoluci6n
francesa y en el <<dcjadhacer, dejad pssar>>que ensefi6 la es-
cuela clBsica econ6inica.
La abstracci6n de dicha igualdad y de esa liberhd llev6 a
10s creadores del Derecho Civil moderno a la consecuencia 16-
gica y fatal de la prescindencia de las situacioncs reales en que
se cncuentran 10s hombres igua!es y libres y que prodncen un
dt$iSitamicnto positivo de esa igualdad y de aquclla libertad.
El concepto meramente indiviclualista prima en el Jlerecho
Civil moderno sobre el coiicepto social. La defensa y protecci6n
de la niiiez, de la pubertad, de la adolesccncia, de la majer, del
insano, demente o disipador, son, por decirlo asi, casi las h i -
cas excepciones que opone el Derecho Civil a la libertad e i p a l -
dad en 10s actos humanos.
En la definicibn y determinacih de 10s derechos y deberes
correlativos humanos, la ley civil ha procedido con un criterio
estrictamente ig.ualitario y no reconociendo en 10s individuos
mds responsabihdad civil que la que emana de 10s contratos
librcmente celebrados y conforme a ia ley y a las consecuen-
cias directas de nn liccho que h a p cansado daiio por culpa
iiitencionada o descnido voluntario de la persona que lo hubie-
re producido.
No es mi dniino cntrar en un anhlisis legal de la responsabi-
lidad; ello serh materia de cstas disertaciones cuando hablemos
de las leycs sociales de accidentes del trabajo; por el momento
me limito a establecer el hecho de que el Derecho Civil mo-
derno, respetuoso liasta el exceso de 10s principios de igualdad
y libertad, consagra corn0 norma juridica que nadie es respon-
sable sino de las consecuencias de actos ejecutados con inten-
ci6n de daiiar o resultantcs de cierta culpa que 10s juristas
califican de cuasi-clelito.
La responsabilidad, tomada en el sentido de obligaci6n de
auxiliar, socorrer o indemnizar a otro, o sea de proteccibn le-
gal, no tiene en el dcrecho civil moderno otros fundamentos
I
- 208 -
que la sangre o parentesco, la edad, el sexo, el estado mental
o moral y, finalniente, 10s actos que cansan u n dafio intencio-
nado o proveniente de un cuasi-delito.
El Dcrecho Civil inoderno, esencialmente individualista e
kualitario, no ha, considerado qne pudieran existir otros fun-
damentos juridicos para imponer a1 individuo nuevas obliga-
ciones, porque no veia hentc a ellas derechos perfectos que
las pudiesen hacer exigibles.
La igualdad abstracta que atribuia a todos 10s hombres, le 41
i
- 212 -
:* .T.
.,. ...
.:.
.t
- 21'4 -
de Mun, fallecido hace un afio, y en 10s principios sociales de
Toniolo.
Y a1 hacer estas citas no me mueve, sefioras y socores, la
I pretensi6n de lncir erudici6n, que la consideraria ridicula y
pueril delante de vosotros, sino el deseo de demostrar que el
Catolicismo tiene un criterio formado sobre la materia de que
vengo tratando, ;y que ese criterio es el mismo en Alehania,
en BBlgica, en Francia, en Italia y en Espafia, y el mismo
I tiene que ser en todas partes donde la justicia y la ciencia so- %
i
l ciales reciban sus inspiraciones a la sombra saludable del Arbol
de la Cruz.
Y es esa uniformidad de criterio la que ha hecho que en
todas partes el Catolicismo haya -sid%de 10s primeros en com-
batir el sistema econ6mico-social del crdejad hacer, dejad pa-
Sam, de la antigua escuela clkica econ6mica, que no aceptaba
la interrenci6n del Estado sino en casos rarisimos; y esa ha
sido tainbihn la raz6n de que en muchas ocasioncs se haya
visto el Catolicismo lnchar junto con el Socialismo por el triun-
fo de la legislaci6n social del trabajo.
Esta dltima circunstancia ha dado origen a la idea err6nea
y bastante generalizada aun entre cat6licos y hombres de
generoso coraz6n y de reconocida caridad, pero de escaso
estudio y discernimiento, de que 10s cat6licos sociales son so-
sialistas.
Lo que hay de verdad en est0 es otra cosa: es que hay mu-
chos cat6licos excesivamente individaalistas, .y hay t a m b i h
mnclio de justo en las aspiraciones y reclamaciones populares
y aun en las de 10s socialistas.
El Catolicismo social seria individualista y no pediria la in-
tcrvenci6n del Estada en la lcgislaci6n del traba,io, si la justi-
cia y la caridad reinaran en la concioncia individual; el Socia-
lismo, por lo contrario, rcclama la intromisi6n del Estado, no
como un elemento accesorio de la acci6n individual, sin0 como
cntidad dnica que absorba todas las funciones de la actividad
econbmica dol individno. Aqu6l busca, con la intervenci6n del
Estado, mayor justicia y equidad en las relaciones entre patro- -I
- 215 I_
I
l
i 217 I
.
- 318 -
ponibles; muchas veces no se averigna sicpiera si 1%generosi-
dad del Estado va en auxilio del desvalido, del verdadera-
mente necesitado, del enfermo, del nifio abnndonado, etc., ni
se advierte tampoco que ella va a favoreccr, muchas veces tam-
bihn, a1 hijo de padres hBbiles para ganarse la vida y que lo
ab’andonan en manos del Estado. desnrendi6ndose asi de sus
deberes fundamentales de padres.
La misma lcy de habitacioncs para obreros-en la caal ha-
br6 de ocaparme on otrn ocasi6n-que convierte a1 Estado en 3
constructor de casas, es en el fondo una ley de tendencia socia-
lists; poro yo, por cierto, no lie de criticarla como tal, porque
la consider0
- . justa, oportuna y salvadora para nuestra clase
proletnna.
Mas. enfrente de esta acci6n filantr6nica del Estado chileno.
I
a
YPCO
...
- 219 -
no e s t h urgidos por la necesidad de ganarse el sustento dia-
riamente; el Estado presta asi pu prndente concurso para su-
plir el vacio de la iniciativa privada.
Las leyes sociales, fundadas en la jasticia y en la equidad,
son de pacificaci6n social, y cuando se las dicta con prudencia
;y oportunidad, son a la vez preservativas de trastornos socia-
les; 10s cuales muchas veces tienen a n motivo justo, pucs so
debe reconocer que no todos 10s rnovimientos populares e s t h
desprovistos de raz6n cuando reclaman alguna modificaci6n
en las condiciones del trabajo.
Consideradas desde este hltimo punto de vista, esto es, en
el sentido de pacificaci6q preservaci6n del orden y conseyva-
ci6n de la armonia entre las diversas clases sociales, las leyes
en que me vengo ocupando se extienden a otros problemas
sociales relativos a1 mejoramiento de la condici6n moral, inte-
lectual y econ6mica del proletariado y tambihn de lo que se
llama la burguesia y clase media, o sca 10s peqneiios industria-
les y peqiieiios capitalistas, naicleo interesantisimo de nnestms
democracias contemporbneas y en cuya sucrte y situaci6n eco-
n6mica no siempre se han ocupado 10s Estados modernos,
como les convendria y debieran hacerlo.
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