Pierde Grasa Con Comida Real (Divulgación) (Ríos, Carlos)
Pierde Grasa Con Comida Real (Divulgación) (Ríos, Carlos)
Pierde Grasa Con Comida Real (Divulgación) (Ríos, Carlos)
Portada
Sinopsis
Portadilla
PARTE I. ¿QUÉ TE HA HECHO ENGORDAR?
Introducción
1. ¿Qué compone nuestro peso?
2. ¿Qué factores han desencadenado mi ganancia de peso?
3. Céntrate en lo que es importante y está bajo tu control
PARTE II. ¿POR QUÉ FRACASASTE EN TUS ANTERIORES
INTENTOS...
Introducción
4. ¿Qué se entiende como fracaso?
5. Los tres determinantes del fracaso a la hora de perder peso
6. Despierta de Matrix, rompe el círculo
PARTE III
Introducción
7. ¿Por qué es importante conocer el valor nutricional...
8. ¿Qué es el déficit calórico y por qué es vital para perder grasa?
9. ¿Qué es la adherencia y por qué es fundamental para perder grasa?
10. Estrategias de automonitorización saludables
11. Estrategias avanzadas para mejorar la motivación y reducir...
12. Estrategias para combatir eficazmente el estancamiento
13. Preguntas frecuentes
14. Predictores de éxito
PARTE IV. ¿Y AHORA QUÉ?
Introducción
15. Cómo mantener el peso en un entorno obesogénico
16. La reversión de las adaptaciones fisiológicas producidas...
17. Otros hábitos que hay que cuidar para una pérdida de peso...
CONCLUSIONES
ANEXOS
1. Factores que contribuyen a la pérdida de grasa y su mantenimiento
2. Cuestionario: ¿estás preparado para hacer dieta?
3. Mapa: ¿por dónde empiezo a perder grasa?
Notas y referencias bibliográficas
Créditos
Gracias por adquirir este eBook
Pierde grasa
con comida real
Una guía para alcanzar
una composición
corporal saludable
Parte I
¿Qué te ha hecho engordar?
INTRODUCCIÓN
Es por la mañana y, como todas las mañanas, vas al baño, te aseas y ves
allí tu báscula. Por curiosidad, decides subirte y observas la cifra que
aparece. Para tu sorpresa, la consideras desproporcionada. Después de esto,
arranca una serie de pensamientos en bucle y emociones disparadas que
fijarán una idea en tu mente durante el resto del día: «Tengo que ponerme a
dieta».
Sin embargo, una fluctuación diaria o incluso semanal del peso nos dice
poco de si hemos ganado o no grasa corporal. Este es el mensaje que debes
grabar en tu mente para la próxima vez que te subas a la báscula y veas una
cifra que no te encaja. Echa el freno a cualquier pensamiento negativo
porque, si lo evalúas de forma racional, no hay motivos para preocuparse. Si
dejas que te invadan las emociones negativas y te da por asumir el peor de
los escenarios —«¡es grasa!»—, tu preocupación será totalmente
injustificada. No, no tiene por qué ser solo grasa. De hecho, una ganancia de
peso real es mucho más lenta y se dilata mucho más en el tiempo de lo que
crees, y, además, debe estar respaldada por unos malos hábitos. Una comida
un sábado con tus amigos, una boda o una fiesta no son tus hábitos, son
cosas extraordinarias.
Es importante que entiendas que tu peso es un agregado de toda la materia
que te compone: desde órganos, tejidos (hueso, músculo, grasa, etcétera) y
fluidos hasta lo que comes y todavía sigue en tu tubo digestivo como
sustancias de tránsito y desecho. Así que, como ves, el peso corporal es la
suma de muchos componentes.
Si tienes unos buenos hábitos, el motivo que probablemente se esconde
tras una fluctuación brusca del peso es algún cambio en el compartimento
libre de grasa de tu cuerpo (alguna ganancia de líquido, por ejemplo) o
alguna comida que hayas hecho y que todavía siga deambulando y
transitando por tu tubo digestivo (desecho). El primer aprendizaje que debes
hacer es quizá el más importante: tienes que desvincularte emocionalmente
de las variaciones diarias que suceden naturalmente en tu peso, ya que una
ganancia o pérdida de grasa real (si se reúnen las condiciones necesarias para
ello) es un evento que sucede más a medio o largo plazo. Por eso, a partir de
ahora, no permitas que esa cifra que marca la báscula del baño altere tu
estado emocional, ya que suele obedecer a pérdidas o ganancias en los
distintos compartimentos que forman el peso en su conjunto. Si consigues
asumir esto y cambiar tu relación emotiva con esa cifra, tu relación con tu
peso mejorará y, en consecuencia, también lo hará tu relación con la comida.
Una cosa que puede ayudarte en este proceso es pesarte menos y limitar ese
hábito a una o dos veces al mes.
¿Cómo engordamos?
Dado que en esta primera parte del libro explicaremos en profundidad por
qué se engorda (exponiendo los distintos factores), y en la segunda parte
discutiremos por qué a menudo se fracasa a la hora de adelgazar, antes
tenemos que explicar en qué consiste el fenómeno de engordar a nivel
fisiológico.
Podemos definir la ganancia de peso como el resultado de un exceso de
sustrato, entendiendo exceso como un aporte o disponibilidad de nutrientes
con capacidad de almacenarse que sobrepasa la capacidad de oxidación de
los distintos tejidos corporales metabólicamente activos. ¿Cuáles serían estos
tejidos metabólicamente activos? Pues el más importante por tamaño y
contribución va a ser el músculo, ya que será el encargado de oxidar la
mayor parte de ácidos grasos y glucosa que se obtienen de los alimentos. No
me cansaré de repetir a lo largo del libro la importancia que tiene este tejido
a la hora de perder grasa y mantener lo conseguido. Un músculo
desentrenado o atrofiado será una barrera importante para conseguir el
objetivo.
Cuando se da esta situación de exceso de sustrato en nuestro organismo,
algunos de los nutrientes (especialmente los ácidos grasos), en lugar de
oxidarse, se almacenan en forma de triglicéridos en las células grasas
(adipocitos), lo que, si se cronifica esta situación, genera un aumento de
grasa corporal. Sin embargo, el adipocito no solo puede crecer sin parar
(proceso conocido como hipertrofia del adipocito), sino que en algunos
contextos puede producirse un aumento de adipocitos (hiperplasia). Una vez
que sucede esto, el tejido adiposo se comporta como un buen ahorrador
debido, en parte, a su configuración biológica y, en parte, a las características
del estilo de vida de la población (ultraprocesados, sedentarismo, etcétera).
Por lo tanto, tu tejido adiposo se muestra reacio a desprenderse de esa grasa
que ha acumulado, te guste a ti o no.
Lógicamente, los tejidos presentan demandas de nutrientes distintas en
condiciones de reposo/inactividad y durante el ejercicio. De hecho, el
ejercicio es especialmente importante a la hora de perder grasa.1 Hablaremos
a fondo de esto más adelante, pero podemos avanzar dos cosas: por un lado,
el lógico impacto que tiene el ejercicio sobre el gasto energético diario
(aunque, como veremos, hay que manejar esto con cautela) y, por otro, algo
sumamente interesante: cuanto más entrenada está una persona, mayor
capacidad para oxidar grasa a intensidades más elevadas presenta su tejido
muscular. También una persona más entrenada presentará una mayor
cantidad de tejido libre de grasa, un aspecto fundamental. Por tanto, es
imprescindible que cuides tus músculos para asegurar tres objetivos:
→ Personas con obesidad (niveles muy elevados de grasa): mayor tiempo de pérdida,
combinándolo con periodos de ganancia de masa muscular.
→ Personas con niveles de grasa saludables (dentro de los intervalos propuestos por el
ACSM): menor tiempo de pérdida (semanas), combinándolo con
periodos de ganancia de masa muscular.
→ Personas con niveles cercanos al límite inferior de grasa saludable o por debajo: no
deben perder grasa.
Factores biológicos
Genética
Si nos basamos en criterios genéticos, los humanos somos muy similares entre
nosotros. En concreto, la diferencia genética media entre humanos es de alrededor de
un 0,1 %, es decir, nuestra similitud es del 99,9 %. Sin embargo, ese humilde 0,1 %
esconde un sello de exclusividad que nos hace únicos e irrepetibles en algunos
aspectos.1
De hecho, la genética personal influye tanto en la protección frente al aumento de
peso como en la predisposición a ganarlo o recuperarlo después de perderlo, y
entender su papel te ayudará a ignorar los argumentos superficiales sobre la fuerza de
voluntad.
Sin embargo, dado que la genética es algo que queda fuera de nuestro control (no
podemos modificarla), puede resultar tentador decidir tanto que no es importante
como que es lo más importante, y la realidad, en este caso, se sitúa en el punto medio.
Esto no es una opinión. Los estudios muestran que el IMC (recordemos, índice de
masa corporal) es el resultado de una combinación de factores genéticos y
ambientales.2 También el fuerte parecido que existe en aspectos físicos como el peso y
la altura en gemelos monocigóticos (genéticamente idénticos) nos muestran la clara
influencia genética.3 De hecho, ese parecido se mantiene incluso cuando los gemelos
son separados al nacer y se crían en hogares distintos.
Pensar que la genética nos determina inexorablemente implica cierto
desconocimiento sobre cómo funciona. Cuando hablamos de susceptibilidad genética
a la ganancia de peso no nos referimos a un solo gen que se transmite de padres a
hijos y cuya presencia determina que alguien engorde o desarrolle obesidad
inevitablemente, sino a múltiples variaciones en distintos genes (polimorfismos), con
efectos pequeños pero acumulativos, que requieren un entorno propicio para
expresarse y que se produzca la ganancia de peso.
Para entenderlo mejor piensa en una persona en una isla desierta. Aunque
presentara cierta susceptibilidad genética para la ganancia de peso (distintas
variaciones con efectos pequeños sobre la ganancia de peso), no desarrollaría
obesidad, porque el entorno impediría que esos genes le hicieran ganar peso. Sin
embargo, si situamos a esa misma persona en una ciudad con establecimientos de
comida rápida, comida a domicilio veinticuatro horas, ultraprocesados, dificultades
para que se mantenga activa, etcétera, lo más probable es que aumente rápidamente de
peso. Por ello, la prevención de la obesidad empieza con medidas de salud pública que
limiten el acceso a ultraprocesados y lo faciliten a la comida real, y que promuevan
una mayor actividad física en todo tipo de entornos (educativos, laborales, etcétera).
Por desgracia, hasta ahora las nefastas medidas de salud pública frente a la obesidad
se han basado en llamadas a la responsabilidad individual, con implicaciones
claramente estigmatizantes y poco eficaces para prevenir el sobrepeso. Solo hay que
ver que ningún país del mundo ha sido capaz de reducir sus tasas de obesidad.
Así, la afirmación informal de que determinadas personas tienen «buena» genética
para perder peso podría ser cierta, ya que existen individuos resistentes genéticamente
a la ganancia de peso o con «fenotipo derrochador», en términos científicos. En un
entorno obesogénico como el de las sociedades occidentales, estas personas se
encuentran protegidas frente al aumento de peso porque presentan un mayor gasto
energético en respuesta a la sobrealimentación y una menor caída en el gasto
energético en respuesta a la subalimentación o periodos de dieta.4 Su fisiología es
menos susceptible a los cambios que se producen tanto en respuesta a la variación en
la ingesta (alimentación) como a la variación en el gasto energético (metabolismo
basal, termogénesis inducida por la actividad física, termogénesis inducida por el
ejercicio, etcétera). En uno de los estudios más grandes realizados hasta la fecha (con
más de seiscientos cuarenta mil participantes de distintos países), se observaron
variaciones genéticas asociadas con determinados rangos de IMC. También se observó
que algunas de esas variaciones tienen un efecto mayor sobre el IMC que otras.5
Del mismo modo que hay personas con «buena» genética, también las hay que
acumulan una gran cantidad de variaciones genéticas que las convierten en más
susceptibles de ganar peso en un entorno obesogénico.6
El factor genético gana importancia a la hora de estudiar poblaciones que
comparten ambientes similares. Por ejemplo, en una competición entre deportistas que
compartan el factor ambiental (incluido el estilo de vida), una mejor carga genética
resulta claramente determinante. De hecho, existen más de ciento cincuenta
variaciones en distintos genes relacionados con el rendimiento deportivo.7 Retomando
el ejemplo de la isla desierta, si en lugar de una persona tenemos allí a una población
entera, las tasas de obesidad serían bajas a nivel poblacional, aunque existirían
diferencias a nivel individual. Si llevamos a esa misma población a un entorno
obesogénico, está claro que ganará peso como grupo, pero serán las diferencias
genéticas entre los individuos las que determinarán la ganancia individual.
Básicamente, habría personas que ganarían más y menos peso. Así es como trabaja la
genética.
Un ejemplo interesante de esto es la población asiática (sobre todo de origen
japonés) que emigró a Estados Unidos a lo largo del siglo XX . Nos encontramos con
individuos que pasaron de un entorno con un estilo de vida saludable a otro donde
abundaban los ultraprocesados y la comida rápida. ¿Qué sucedió? Como seguro que
puedes imaginar, una vez en Estados Unidos, la población asiática empezó a ganar
peso de una forma sin precedentes, aunque no todos se volvieron obesos. Hasta
entonces, los genes susceptibles al aumento de peso habían sido silenciados por su
entorno protector; pero en el nuevo entorno obesogénico la interacción con los genes
susceptibles contribuyó al aumento de peso generalizado y, dentro del grupo, mayor
entre los más vulnerables (genéticamente hablando).8
Pero la genética no solo afecta a la configuración del tejido adiposo, sino que
también puede ejercer como facilitadora o barrera en un proceso de pérdida de grasa o
de ganancia de masa muscular a otros niveles. Nuevamente, está claro que hay
personas que lo tienen más fácil y otras más difícil de base. Por ejemplo, existen
muchos genes responsables de la relación entre el IMC y la configuración del sistema
nervioso.9 Esto significa que la genética está relacionada con tendencias de apetito,
saciedad, recompensa alimentaria, placer después de comer, estado de ánimo,
impulsividad, tendencia compulsiva hacia la comida o el ejercicio, etcétera. En otras
palabras, la genética tiene una influencia considerable en nuestro comportamiento
mediante la modulación de procesos bioquímicos que nos predisponen a comportarnos
de determinada manera en determinados ambientes y circunstancias. Así, queda claro
que somos el resultado de la combinación e interacción continua entre nuestros genes
y el ambiente en el que vivimos.10 No seríamos lo que somos sin nuestros genes, pero
tampoco sin nuestro entorno.
A la vista de esto, ¿qué opinas ahora de la fuerza de voluntad? Porque ha quedado
claro que una persona que tiene una mayor susceptibilidad genética al hambre y a los
antojos, y una mayor impulsividad, va a cargar con una mochila más pesada a la hora
de establecer unos buenos hábitos en un entorno complicado como el nuestro, y
también tendrá más dificultades para perder peso y mantener esa pérdida. Del mismo
modo, una persona cuya genética le haga presentar una saciedad precoz y una menor
sensibilidad ante recompensas alimentarias tendrá posiblemente más facilidad para
perder peso.
Sin embargo, este discurso sobre la genética nos lleva inevitablemente a otra
cuestión: ¿qué sucede con las personas que fueron obesas y han conseguido perder
peso y mantenerlo a lo largo del tiempo? Pues la explicación más probable es que sean
personas con una genética relativamente «buena» (o no tan «mala» como la de otras
personas con obesidad), y que su exceso de grasa se debiera a hábitos que han
conseguido mejorar y a circunstancias adversas que han sabido manejar. Como
veremos en el apartado siguiente, muchos hábitos que llevamos a cabo diariamente
pueden ejercer efectos epigenéticos que son tan o más importantes para nosotros. En
cualquier caso, debemos tener claro que la genética no es una cuestión determinista,
sino probabilista. Básicamente, la presencia de ciertos rasgos genéticos harán más o
menos probable algo, pero no determinará nada.
En realidad, no se puede hablar nunca de genéticas buenas o malas en términos
absolutos, sino de genéticas más o menos adaptadas a determinados entornos. Existen
evidencias claras de que las variaciones genéticas que se encuentran detrás del
incremento de peso fueron ventajosas en entornos donde la disponibilidad de
alimentos era baja, incierta e intermitente, y los ultraprocesados, inexistentes. Sin
embargo, estas mismas variaciones constituyen una desventaja en entornos rebosantes
de comida y con ultraprocesados muy accesibles y disponibles. Lo que es adaptativo
en un entorno deja de serlo en otro.
Microbiota
Es también durante este periodo, justo después del parto, cuando tiene lugar el
primer contacto microbiano, que dará lugar, aproximadamente un año después, a una
microbiota tan compleja como la de un adulto. Esta microbiota es imprescindible para
una correcta programación inmune, metabólica, etcétera, pero su composición no es
fija, como sucede con los genes, sino que varía con la edad, el estilo de vida o incluso
con los cambios de residencia, por ejemplo, entre un entorno urbano y uno rural.22
RECUERDA:
La distancia entre los límites está sujeta a factores biológicos, lo que explicaría
por qué a muchas personas les resulta más fácil perder o ganar peso.
Encontrarse dentro de los límites implicaría una menor respuesta de defensa de
nuestro cuerpo para evitar seguir perdiendo o ganando peso. Las defensas se
incrementarían a medida que la persona se acerca a sus límites biológicos. Así, una
persona con un límite superior muy alto tendría un mayor riesgo de seguir ganando
peso sin oposición fisiológica en un entorno obesogénico. En este caso, también
influiría negativamente tener un límite inferior alto, ya que implicaría asimismo una
mayor dificultad para perder peso ante un déficit calórico.
Atendiendo a este modelo hipotético, una persona delgada a la que le cuesta ganar
peso simplemente presentaría un límite superior bajo, por lo que cualquier
aproximación a ese límite implicaría una defensa fisiológica fuerte, como una
reducción del apetito (incluso con náuseas), incrementos en la actividad voluntaria e
involuntaria, termogénesis, etcétera.
Dietas previas
¿Cómo te quedarías si te digo que hacer dieta engorda? Aunque existe algún matiz,
esta afirmación parece ser acorde con la realidad demillones de personas que año tras
año entran en un círculo vicioso de dieta-recuperación del peso. ¿Qué nos dice la
evidencia científica al respecto? Para saber si una dieta lleva a alguien a pesar más a
lo largo del tiempo no hay nada mejor que ver cómo afecta hacer dieta entre grupos de
personas lo más parecidas posibles. ¿Y qué hay más igual que un grupo de gemelos?
Esto es lo que se investigó en un estudio49 realizado en más de cuatro mil gemelos
monocigóticos (genéticamente idénticos) y dicigóticos (mellizos, que comparten una
menor similitud genética). En cada una de las parejas, uno de los individuos hizo dieta
y el otro, no. ¿Qué sucedió con el paso de los años? Pues que, básicamente, quienes
hicieron dieta pesaron en promedio algo más que los hermanos que no la hicieron. La
ganancia fue más significativa cuanto más jóvenes empezaron a hacer la dieta, aunque
en todos los casos fue relativamente pequeña, ya que el grupo de gemelos que hizo
dieta pesaba en promedio unos 0,4 kg/m2 más, que equivaldría a pesar 1,2 kilos más
para una altura de unos ciento setenta centímetros. Por otro lado, sin tener en cuenta la
composición corporal, tampoco podemos asumir que la ganancia observada implicara
necesariamente un empeoramiento de esta. Por ello, es posible que hacer dieta solo
engorde y sea dañina si esta presenta una serie de características concretas.
Hay estudios que indican que los ciclos de dietas son muy problemáticos,50
básicamente porque recurrir a distintas dietas suele indicar que quien las practica
sigue cayendo en los mismos errores que le condujeron a ganar y recuperar su peso.
En contraposición a esto, los hábitos saludables adquiridos son una mayor garantía,
sobre todo, de cara a mantener lo máximo posible la pérdida de peso.
Otra garantía de éxito reside, sin duda, en cuidar la masa muscular durante el
proceso de pérdida de peso. Una mayor pérdida de masa muscular inclinará la balanza
hacia el lado del fracaso.51
Factores psicológicos
Pocas veces se abordan como se merecen los factores psicológicos que contribuyen
a la ganancia de peso. Esto se debe en parte al tabú asociado a la salud mental y en
parte a lo complicado que resulta para muchas personas describir su estado emocional.
Los factores psicológicos incluyen la personalidad, las necesidades y los deseos, a
menudo insatisfechos, circunstancias personales, sociales que afectan a la persona y
un largo etcétera. Básicamente, la relación con la comida puede tener un papel a la
hora de lidiar con algunos de esos factores y circunstancias. Por ejemplo, hay personas
que recurren a la comida, casi siempre ultraprocesados, para gestionar una ruptura,
una pérdida, la soledad o incluso el aburrimiento.
El principal inconveniente de esto es que la comida no solo no soluciona el
problema que genera el sufrimiento, sino que puede agravarlo sumando a este una
ganancia de peso. En este contexto, es probable que la persona abandone sus hábitos
saludables, ya que su interés principal en esa circunstancia no es cuidarse, sino evitar
o escapar del sufrimiento que la persigue. En estos casos es imprescindible recurrir a
terapia psicológica para aprender estrategias adaptativas para lidiar con el sufrimiento.
No se puede empezar la casa por el tejado.
Hemos mencionado al principio la personalidad, un factor psicológico que merece
un análisis más extenso. Según el modelo de las big five de Eysenck, existen cinco
dimensiones de la personalidad:
→ Responsabilidad-impulsividad.
→ Extraversión-introversión.
→ Afabilidad-hostilidad.
→ Apertura-convencionalidad.
→ Neuroticismo-estabilidad emocional.
COSAS Pensar en lo poco motivado que estoy para ver si consigo motivarme.
QUE No hacer nada.
MOTIVAN
SÍ gusta, endorfinas; levantar más kilos, lo que confirma que estoy más fuerte, etcétera).
Tachar el ejercicio de la lista de tareas.
MOTIVAN
Al cabo de unas semanas: una talla menos de pantalón, notar que mi condición física ha
mejorado y los triglicéridos han disminuido, que mis amigos me digan que me ven mejor,
etcétera.
Pensamiento dicotómico
Ni todo está mal ni todo es perfecto. Hay mucho gris en cada historia.
Rumiación cognitiva
Es una persona sabia la que no lamenta las cosas que no tiene o le faltan, sino que disfruta
de las cosas que tiene.
EPICTETO
Insatisfacción corporal
Las personas insatisfechas con su cuerpo son más susceptibles de mantener una
mala relación con la comida, lo que, paradójicamente, puede contribuir a que sigan
empeorando su composición corporal.61 Por eso, para llevar a cabo cualquier objetivo
con el fin de mejorar la composición corporal es necesario trabajar también la
autoaceptación y mejorar la autoestima.
Baja autoestima
Lo peor que puede pasarle a una persona es que llegue a pensar mal de sí misma.
JOHANN WOLFGANG VON GOETHE
→ Con baja autoeficacia: «No sé cocinar, no lo intento (porque implica salir de la zona
de confort), no mejoro».
→ Con alta autoeficacia: «No sé cocinar, intento mejorar poco a poco con recetas
sencillas (salgo de la zona de confort), mejoro».
La baja autoeficacia también implica considerar las tareas difíciles como muy
amenazantes, lo que lleva a la persona a perder la fe en sus propias habilidades.
Generalmente, la autoeficacia está relacionada con el locus de control, es decir, con la
percepción sobre cuál es el agente causal de los acontecimientos cotidianos. La baja
autoeficacia implica un locus de control externo, es decir, que las personas con baja
autoeficacia tienden a buscar causas externas ante cualquier evento, en lugar de
mejorar sus habilidades. Así, una baja autoeficacia supone un inconveniente en
relación con las acciones protectoras ante el aumento de peso.66
Locus de control Los éxitos que consigo son gracias a Los sucesos negativos que me suceden son culpa
interno mi trabajo. mía.
Locus de control Mis éxitos se deben a la suerte. Los sucesos negativos que experimento son por
externo culpa de otros.
Alto autoengaño
No hay nada más fácil que el autoengaño, ya que lo que deseamos es lo primero que
creemos.
DEMÓSTENES
Baja resiliencia
No son los más fuertes ni los más inteligentes los que sobreviven. Sobreviven los más
flexibles y adaptables a los cambios.
CHARLES DARWIN
Las personas tienden a evaluarse comparándose con otras personas, no usando estándares
absolutos.
LEON FESTINGER
Las personas somos animales sociales, por lo que es habitual que mostremos una
cierta tendencia a utilizar a otras personas como modelos o referencias para evaluar
nuestra vida. Sin embargo, las comparaciones pueden ser peligrosas si usamos una
referencia muy alejada de nuestra realidad. Hay que entender que nuestro cerebro
social ha evolucionado para interactuar con personas cercanas y, por lo tanto, para
tener referencias que conocemos perfectamente. No obstante, en la actualidad, donde
priman las referencias virtuales, las comparaciones son mucho más problemáticas, ya
que no conocemos toda la vida de nuestro modelo, sino que solo observamos lo que
nos muestra.
La diferencia es clara: no es lo mismo tener una referencia de la que conocemos
todo, o prácticamente todo, tanto lo bueno como lo malo (padres, familiares, amigos
cercanos, etcétera), que fijarnos en personas de las que solo conocemos lo que nos
quieren enseñar (influencers , modelos fitness , etcétera).
Festinger, en su teoría de la comparación social, propone que la comparación puede
ser ascendente (comparación con personas que tienen algo que queremos conseguir o
una habilidad que deseamos desarrollar) o descendente (comparación con personas
que están en una situación peor respecto a la nuestra). Así, la comparación ascendente
puede ser interesante si nos ayuda a motivarnos o inspirarnos, pero puede ser
problemática si despierta en nosotros emociones como la envidia o cambios negativos
en nuestro autoconcepto («Jamás seré bueno en…»). En cuanto a la comparación
descendente, puede ser interesante si nos ayuda a ponernos en una situación de
«podría ser peor», aunque también puede ser desadaptativa si la utilizamos
continuamente como forma de consolarnos (autoengaño). La comparación social está
estrechamente vinculada con la autoestima.72 Por tanto, es esperable que una persona
con baja autoestima tienda a caer fácilmente en comparaciones desadaptativas tanto
ascendentes (envidia, sentimiento de inferioridad) como descendentes (exceso de
consuelo). La búsqueda continua de aprobación externa también es problemática
cuando se vincula con la sensibilidad social. Básicamente, siempre habrá personas a
las que les importe más o menos lo que otras piensen sobre ellas.
En definitiva, la comparación social no es mala; de hecho, es necesaria. No
obstante, nuestro cerebro no ha evolucionado a lo largo de millones de años para
compararnos con miles de personas de las que no conocemos nada. Nuestro cerebro
social ha evolucionado en el contexto de la comparación dentro de una tribu formada
por decenas o quizá centenares de personas con las que interactuamos en la vida real.
Las corrientes de pensamiento que evitan hablar del esfuerzo son problemáticas, ya
que, precisamente, en muchos casos es la capacidad de esfuerzo de una persona la que
marca la diferencia. Eso sí, hablamos de un esfuerzo inteligente, basado en saber
elegir dónde invertirlo y en aprender al mismo tiempo a mejorar habilidades que
permitan escalarlo o reducir la percepción que tenemos de él.74
A menudo se elige mal dónde dirigir el esfuerzo, y esto, lógicamente, conlleva un
agotamiento que dificulta alcanzar los objetivos. Por ejemplo, no tiene ningún sentido
que te esfuerces en seguir una dieta milagro, diseñada para hacerte fracasar desde el
inicio. Por otro lado, el desarrollo de habilidades como la planificación (aprender a
priorizar lo importante, a ordenar tareas, etcétera) puede reducir la dependencia del
esfuerzo o hacer que lo que antes se percibía como tal ahora no lo sea tanto.
Por otro lado, la zona de confort resulta muy tentadora, ya que constituye el entorno
que conocemos y, en consecuencia, el lugar donde nos sentimos seguros o protegidos.
Cambiar de hábitos o aprender algo nuevo implica salir directamente de esa zona de
confort, que, al igual que la fuerza de gravedad, nos mantiene con los pies en el suelo,
nos arrastra hacia lo que siempre hemos hecho, lo que nos atrae o agrada, lo que nos
recompensa a corto plazo, etcétera. Salir de esa zona en busca de una nueva requiere
un esfuerzo inteligente.
Conclusión sobre los factores psicológicos
Si ha empeorado tu composición corporal, es importante que identifiques tus
características psicológicas para mejorar en los aspectos necesarios. Si eres una
persona que se autoengaña mucho, deberás ser más fiel a la realidad; si eres una
persona impulsiva, quizá debas ser más exigente con tu ambiente (no tener tantas
«tentaciones» en tu hogar, lugar de trabajo, etcétera) y aprender estrategias de
autocontrol; si eres una persona con fluctuaciones en el estado de ánimo que te
llevan a comer cuando te sientes mal, deberás aprender estrategias de
afrontamiento más adaptativas (llamar a alguien para mitigar la soledad, salir a
pasear o practicar ejercicio para contrarrestar el aburrimiento, etcétera); si eres
una persona muy perfeccionista o rígida, deberás aprender a ser más flexible…
Pedir ayuda a un profesional de la psicología para mejorar tu forma de afrontar
las adversidades es otra de las mejores decisiones que puedes tomar. En todo
caso, el aprendizaje será tuyo, y te proporcionará las herramientas necesarias para
evitar caer en los mismos errores de siempre.
Mala planificación
El hábito de planificarse es claramente protector ante el aumento de peso, ya que
planificar implica ordenar tus prioridades, y ese orden de prioridades es clave en una
vida llena de estímulos que desbordan nuestros sentidos, nos alejan precisamente de lo
prioritario y terminan por ocupar un tiempo valiosísimo para la consecución de
nuestros objetivos. Una mala o nula planificación lleva a que sean las circunstancias
las que dirijan nuestra vida.
Ante la baja o nula planificación, el autoengaño suele aparecer en este caso en
forma de «no tengo tiempo». Cada persona tiene sus propios ladrones de tiempo, que
deberá identificar, aunque en nuestro mundo moderno internet y las redes sociales
suelen tener un papel destacado.
Conocer qué es lo prioritario o lo importante a la hora de perder grasa (hablaremos
a fondo de esto en la tercera parte del libro) será clave para que traces un plan
adaptado a tus circunstancias. Ahora bien, adaptarse a las circunstancias no es lo
mismo que dejar que sean las circunstancias las que dirijan tu vida. Por otro lado,
identificar cambios en esas circunstancias también será clave para adaptar tu plan.
Básicamente, una persona que planifica es menos vulnerable a los cambios en las
circunstancias externas ya que, o bien anticipa, o bien tiende a estar mejor preparada
ante los cambios, las exigencias o los problemas. Por ejemplo, pasar una época fuera
de tu casa (por vacaciones, trabajo, etcétera) posiblemente implicará un cambio de
horarios que deberás tener en cuenta para adaptar tu plan hacia el propósito que
quieres alcanzar. Si no te adaptas, y tus acciones no se adaptan, posiblemente tu
objetivo no sobrevivirá.
También es complicado planificar si no se tienen claros los objetivos, ya que habrá
muchos estímulos (ultraprocesados disponibles, sedentarismo, reuniones ociosas en
torno a comidas, bebidas, etcétera) que competirán con tu objetivo de perder grasa
corporal. Como ya hemos comentado en el apartado anterior, debemos trabajar
nuestras vulnerabilidades psicológicas mientras aprendemos qué es prioritario (y qué
no lo es) a la hora de perder grasa.
RECUERDA:
Se presentaron las dietas de forma aleatoria y se combinaron según las calorías,
el azúcar, la grasa, la fibra y los macronutrientes proporcionados.
Así, se observó que la ingesta diaria durante el seguimiento de la dieta
ultraprocesada aumentó en aproximadamente quinientas kilocalorías. Pero lo más
interesante es que los ultraprocesados conducían a comer más mediante un consumo
más rápido por unidad de tiempo. En otras palabras, los ultraprocesados se comen más
deprisa debido a sus propiedades en boca extendidas a otros sentidos, lo que
contribuye a su palatabilidad. También su fácil masticación está íntimamente ligada al
retraso en la señal de saciedad, lo que explica en gran parte que contribuyan a esa
mayor ingesta y, en consecuencia, su influencia sobre la ganancia de peso.
De hecho, los participantes ganaron casi un kilo durante el seguimiento de la dieta
rica en ultraprocesados, y perdieron un peso similar con la dieta basada en comida
real. Dejando el peso de lado y centrándonos en la composición corporal, los
participantes ganaron casi medio kilo de grasa corporal durante el seguimiento de la
dieta ultraprocesada y perdieron trescientos gramos de grasa durante la dieta basada
en comida real. Lógicamente, en dos semanas de estudio difícilmente podemos
observar resultados espectaculares, aunque sí nos sirven para ver tendencias que
podrían extenderse perfectamente al largo plazo. En futuros estudios sería interesante
ver la evolución en un periodo superior de tiempo y con una muestra más grande.
¿Qué pasaría al cabo de seis meses? ¿Y de dos años?
En la vida real, el consumo de ultraprocesados no se lleva a cabo durante unas
pocas semanas en un entorno controlado de laboratorio, sino que se alarga durante
décadas desde el nacimiento. Por tanto, su relación con el aumento de peso parece
consistente, como es sólida la relación entre la disminución en su consumo y la
pérdida de peso, la mejora en la composición corporal, así como, por supuesto, la de la
salud.
En la tercera parte de este libro hablaremos de cómo perder peso si ya eres
realfooder y tu consumo de ultraprocesados ya es bajo.
A continuación, vamos a ver las tres características principales de los
ultraprocesados a la hora de influir en la ganancia de peso. Ten en cuenta que pueden
existir buenos procesados que compartan alguna de las características que
mencionaremos.
Alta palatabilidad
Los ultraprocesados tienen la capacidad de secuestrar nuestros sentidos, nuestro
estado de ánimo y también nuestros pensamientos debido a sus propiedades
naturalmente gratificantes y reforzantes.76
De forma general, la mayoría de los aspectos de los ultraprocesados que afectan a
nivel sensorial, afectivo y cognitivo están mediados por su extremada palatabilidad, de
la que ya hablamos en Come comida real . Básicamente, la primera interacción que
tenemos con los ultraprocesados sucede a un nivel sensorial: su sabor, su olor o
fragancia, su apariencia, su textura en boca e, incluso, su temperatura o sonidos, como
el crujido al morder.
Estos son factores cruciales que contribuyen a su ingesta excesiva. Al fin y al cabo,
los seres vivos estamos programados para recordar y repetir lo que nos gusta, nos
agrada, nos resulta familiar, etcétera. No es difícil que millones de personas sean
adictas a los ultraprocesados, ya que, básicamente, han sido diseñados para ello.
Baja saciedad
Otro aspecto crucial que contribuye a la ingesta excesiva de ultraprocesados es que
estos actúan desregulando el hambre mediante mecanismos metabólicos (alteran
nuestras hormonas, microbiota, etcétera) y hedónicos (alteran los sistemas de
recompensa, placer).
Por eso mismo, los ultraprocesados son uno de los principales contribuyentes al
fracaso de las dietas para perder peso. Una dieta con galletas sin azúcar en el
desayuno y fiambre de pavo en la cena es una dieta hipocalórica destinada al fracaso
porque utiliza ultraprocesados que, además de ser insanos, son poco saciantes. Esto,
por supuesto, dejando de lado otros aspectos relevantes, como su escasísimo atractivo,
que dificulta su seguimiento (muchos ultraprocesados diet o light presentan
características distintas de los ultraprocesados genéricos). Pero lo peor de todo es que
muchas de estas dietas siguen utilizándose y salen incluso de consultas de
profesionales de la salud que tratan a pacientes con sobrepeso u obesidad. Espero que,
gracias a los conocimientos que adquirirás en este libro, tú no seas nunca una de esas
personas y, si ya lo eres o lo has sido, lo importante es que ahora aprendas lo necesario
para no volver a repetirlo.
Por lo tanto, la ingesta de ultraprocesados es, a la vez, causa y consecuencia de su
ingesta excesiva, lo que genera un círculo vicioso difícil de romper, como vemos en el
diagrama de la página siguiente.
Ahora entenderás eso que manifiesta mucha gente que empieza a comer comida
real: ¡pero si ahora como más y pierdo peso! Y es que una dieta conformada por
alimentos con una menor densidad energética es mucho más saciante, ya que las dos
mil quinientas kilocalorías se cubren con platos generosos en cantidad que conducen a
una mayor plenitud y saciedad. La clave aquí está en que, a igualdad de calorías, los
efectos son completamente distintos cuando entra en juego la densidad energética:
más o menos cantidad de comida.
Otra consecuencia de seguir una alimentación basada en productos densos en
energía es que la dieta resulta menos densa en nutrientes interesantes para la pérdida
de peso, como proteínas, fibra, vitaminas y minerales.
También en la comida real existen alimentos más densos en energía que otros y,
como veremos, identificarlos será crucial para perder grasa. Hablaremos a fondo de
esto en la tercera parte del libro.
Por lo tanto, si no te motiva hacer ejercicio para mejorar tu imagen o aspecto físico,
no pasa nada. De hecho, mucha gente emplea el ejercicio simplemente para
desconectar de sus obligaciones, socializar (cambiar el uso habitual del bar como
lugar de socialización por el gimnasio puede ser una de las mejores decisiones de tu
vida) o incluso superarse, ya que puede ser muy motivador ver cómo, poco a poco,
mejoras tus marcas. La mejora de la composición corporal puede ser simplemente una
consecuencia de todo esto y no el objetivo principal del ejercicio. Elige atendiendo a
lo que te gusta, prueba y no dejes que las modas dirijan la elección del tipo de
ejercicio que haces.
El ejercicio está muy conectado con el hábito de planificar, ya que muchas personas
se enfrentan a grandes dificultades para encontrar un hueco para practicarlo. Ten en
cuenta que cada persona es distinta. También las circunstancias pueden variar mucho.
Alguien que nunca ha hecho ejercicio tendrá un objetivo distinto al que aspirar que
alguien que entrena habitualmente cuatro o cinco días a la semana durante todo el año.
En todo caso, se puede aplicar perfectamente la regla de «algo siempre es mejor que
nada»: si solo tienes veinte minutos al día para hacer ejercicio, siempre será mejor que
pensar «por veinte minutos no me merece la pena, mañana quizá…». Esto es un error.
De hecho, puedes incluso fragmentar el ejercicio en breves franjas de diez o quince
minutos a lo largo del día y, aun así, obtener resultados. Son estos pequeñísimos
detalles los que marcan la diferencia.
Ocio sedentario
El ocio, que nos permite desconectar de nuestras obligaciones, muchas veces
estresantes, es algo bueno y necesario, pero debemos ser conscientes de que la
elección de este ocio puede tener repercusiones positivas (protectoras) o negativas
(problemáticas) sobre la salud. Por ejemplo, existe un ocio protector frente al aumento
de peso y un ocio que nos predispone directamente a la ganancia de este, y, en España,
según datos de la Encuesta Nacional de Salud, casi el 40 % de la población mayor de
quince años ocupa su ocio con actividades sedentarias.90 Este dato es especialmente
preocupante en el caso de los niños, de los cuales casi el 75 % pasa diariamente entre
semana más de una hora de su tiempo libre frente a una pantalla, cifra que asciende al
83 % los fines de semana.
El ocio que nos predispone al aumento de peso está conectado directamente con dos
hábitos ya mencionados. Por un lado tenemos las comidas sociales. Los estudios
muestran precisamente que un mayor número de comidas fuera del hogar (sitio donde
es más fácil planificar y controlar lo que se come) se relaciona con un mayor aumento
de peso.91 No obstante, estos estudios generalmente no diferencian entre
establecimientos, e introducen los restaurantes de comida rápida en la evaluación.
Aun así, existen personas cuyo ocio consiste básicamente en salir a comer, y esta
inflexibilidad en la elección de alternativas puede ser problemática, ya que claramente
existen otras alternativas de ocio. Este hábito es más problemático cuando va unido a
otro viejo conocido: el consumo excesivo de alcohol, que puede ser típico en ese
contexto. No obstante, sobre el problema concreto del alcohol hablaremos más
adelante.
El ocio que elijas será un determinante importante de tu riesgo de engordar y de las
facilidades que presentes para perder grasa. Nadie dice que abandones o dejes de lado
tus comidas sociales, sino que flexibilices tu ocio para no terminar haciendo siempre
lo mismo. No es bueno que un tipo de ocio (sobre todo si está vinculado con el
sedentarismo o con comer) monopolice tu tiempo: diversifica.
El siguiente recuadro muestra qué tipos de ocio ayudan y cuáles no basándonos en
criterios de salud y en sus posibles efectos sobre la composición corporal.
Ocio nocturno , ya que afecta al descanso, Ejercicio físico: partidillos de fútbol, baloncesto, voleibol,
aunque decidas no beber alcohol. tenis, pádel, etcétera. Puedes programarlos por la mañana
temprano los fines de semana.
Tiempo de pantalla (ordenador, televisión, Lectura: no afecta al descanso y puedes leer andando.
videojuegos…), ya que también perjudica el Además, contribuye al crecimiento personal. Los juegos de
descanso y fomenta el sedentarismo. mesa también pueden ser interesantes.
Ocio de bares o restaurantes: puede estar bien Ocio cultural: museos, cine, teatro, conciertos, exposiciones,
para socializar, pero no debe ser la única opción. tocar algún instrumento, escuchar música, pintar, dibujar,
etcétera.
Ocio en casa: abusar de este tipo de ocio te Paseos por la naturaleza : senderismo, actividades en la
sobreexpone bastante a la comida. montaña, en el mar, etcétera.
Yo tengo una alimentación saludable durante la semana, pero cuando salgo bebo ocho
cubatas o doce cervezas…
ANÓNIMO
Tabaquismo
Fumar es posiblemente el hábito más tóxico que existe. De hecho, se sabe que, en la
actualidad, el tabaco mata a más de ocho millones de personas al año, según datos de
la OMS. Sin embargo, muchas personas evitan dejarlo por el miedo a ganar peso. La
realidad es que dejar el tabaco ofrece múltiples beneficios, aunque se gane algo de
peso durante el proceso.
Según algunos estudios,101 las personas que dejan de fumar ganan un promedio de
cuatro kilos en un periodo de cinco años, si las comparamos con quienes siguen
fumando. No obstante, la ganancia de peso que presenta una minoría de exfumadores
alcanza los diez kilos en periodos de tiempo inferiores a esos cinco años, mientras que
otra minoría consigue mantenerse o incluso perder peso. Por tanto, como siempre,
existen factores individuales que afectan a la susceptibilidad a la ganancia de peso y
no puede establecerse con rotundidad que dejar de fumar conduzca causalmente a
ella.102
Como hemos dicho, existen personas que no solo no ganan peso, sino que lo
pierden después de dejar de fumar. ¿Por qué? Pues básicamente porque fumar tiende a
acompañar distintos malos hábitos, y si una persona llega al punto de dejar de fumar,
quizá cambie esos malos hábitos por otros que la protejan frente a ese aumento de
peso. No obstante, si no hay un cambio conjunto, es probable que el tabaco (una
persona puede llegar a fumar más de una cajetilla diaria) se cambie por algún
ultraprocesado (quizá dulce). La abstinencia de la nicotina (sustancia que es, de por sí,
reductora del apetito) puede generar una elevada ansiedad que termine por dirigir a la
persona hacia ultraprocesados como forma de calmarla.103 En estos casos, dejar de
fumar sí puede conducir fácilmente al aumento de peso, sobre todo si la ansiedad se
generaliza y la persona no tiene recursos para combatir el malestar que aparece.
Ahora bien, como se ha comentado, dejar de fumar es un éxito independientemente
de si ganas peso.104 De hecho, te quitas un peso de encima si lo haces, y tu vida
mejorará incluso a los pocos días de tomar esa decisión.
Planificar es traer el futuro al presente para que puedas hacer algo al respecto
ahora.
ALAN LAKEIN
En este apartado hemos repasado los siete hábitos que más contribuyen a la
ganancia de peso. Sin embargo, al ser hábitos, es posible revertirlos o mejorarlos
mediante acciones concretas que ayuden en ese proceso de cambio. Por lo tanto,
nuestro poder será grande aquí. Además, algo interesante es que la mejora de los
hábitos tendrá repercusiones favorables sobre algunos de los factores biológicos
explicados, por ejemplo, silenciando genes de susceptibilidad, modulando
favorablemente la microbiota, etcétera.
Factores circunstanciales
Una circunstancia es, básicamente, un factor externo o ajeno que afecta a la vida de
una persona, una situación puntual que, igual que aparece, desaparecerá. Sin embargo,
algunas circunstancias tienen un poder inimaginable sobre nosotros, y pueden incluso
llegar a cambiarnos de forma extraordinaria: la ganancia de peso es un ejemplo claro.
Millones de personas ganan peso cada año debido a distintas circunstancias que no
saben manejar. Por ejemplo, la reciente pandemia y el confinamiento (algo mucho
más puntual) han supuesto una ganancia de peso media de entre uno y tres kilos.105
Lógicamente, esto no merece una preocupación excesiva, ya que, al ser una ganancia
de tipo circunstancial, es posible que la mayor parte de las personas, al recuperar sus
hábitos en circunstancias normales, vuelvan a perder el peso ganado.
Sin embargo, habrá personas en las que no solo no se produzca esa vuelta atrás,
sino que la ganancia de peso aumente. Esto pasa mucho entre quienes ganan peso
durante las vacaciones: dejan atrás sus hábitos por completo y, tras la vuelta, son
incapaces de recuperar sus hábitos saludables, lo que los hace llegar a unas nuevas
vacaciones con un mayor peso. Durante el periodo de un año y a lo largo de la vida,
existen muchos factores circunstanciales que pueden conducir fácilmente a una
ganancia de peso con difícil retorno.
La típica persona atlética que conociste en la universidad a la que ves diez años
después con doce kilos más encima es posiblemente el ejemplo perfecto de alguien
que ha aumentado de peso por los motivos que se enumerarán a continuación. Es la
misma persona, solo que las circunstancias han dirigido su vida.
Cambio de trabajo
Cambiar de trabajo puede ser otro aspecto muy importante en la vida de una
persona, y provocar un impacto más que probable sobre sus hábitos (modificación de
horarios, responsabilidades, etcétera). Por otro lado, conseguir un ascenso puede
implicar una diferencia relevante en la actividad física si, por ejemplo, se cambia un
trabajo de calle por un trabajo sentado en la oficina ocho horas diarias. Mucho más
problemático resulta que al lado de la puerta de la oficina o al fondo del pasillo haya
una máquina de vending con todo tipo de ultraprocesados. Estos detalles son
importantes y pueden marcar la diferencia. Los kilos se acumulan poco a poco.
Cambio de ciudad
Igual que cambiar de trabajo, cambiar de ciudad puede modificar los hábitos de una
persona. Las consecuencias pueden ser muy variadas en función de la cantidad de
cambios y la duración de estos.
Años universitarios
La etapa universitaria es una época que la mayoría de quienes la han vivido
recuerda con especial cariño. Suele empezar al acabar el bachillerato y durar entre
cuatro y diez años, dependiendo de la persona y la carrera elegida.
A pesar de que muchos realfooders son universitarios que tienen buenos hábitos, la
mayoría de este colectivo sigue presentando malos hábitos y, en consecuencia,
algunos estudios muestran que alrededor del 60 % de los universitarios aumenta de
peso (unos tres kilos de media) durante su primer año de estudios.115 Como sucede en
muchos casos, los malos hábitos pueden llegar a persistir más allá de esta etapa y la
tendencia al aumento de peso puede seguir incrementándose coincidiendo con los
primeros años de vida laboral.
La mayor parte de los factores que afectan a los universitarios está relacionada con
los malos hábitos en general.116 Por ejemplo:
Entorno obesogénico
No es saludable estar bien adaptado a una sociedad profundamente enferma.
JIDDU KRISHNAMURTI
Si has leído Come comida real , estarás familiarizado con el término entorno
obesogénico. Si aún no lo has hecho, no te preocupes, porque a continuación
volveremos a explicar cómo este nuevo entorno construido ha contribuido a duplicar
las tasas de obesidad en nuestro país durante las últimas tres décadas.117 Según datos
de la OMS, la obesidad se ha cuadruplicado en todo el mundo y ha pasado de un 4 %
en 1975 a más del 18 % en 2016. En la actualidad, los tres tipos de malnutrición son
responsables del 30 % de las muertes que tienen lugar en el mundo.118
Vamos a ver cuáles de los cambios que se han producido en el entorno durante los
últimos cien años han sido los principales responsables de este fenómeno. Antes de
seguir, es importante recordar las limitaciones del IMC a la hora de valorar la
composición corporal de un sujeto: recuerda que no todas las personas con exceso de
peso presentan la misma composición corporal, ni los mismos riesgos para la salud
derivados de su estado de peso. Todo esto ya lo abordamos al principio del libro.
Aun así, vamos a referirnos a datos poblacionales en que se usa el IMC como
herramienta para ver una tendencia cuantitativa claramente ascendente en la relación
peso/altura durante los últimos años, sin entrar en valoraciones cualitativas como los
cambios producidos en los compartimentos corporales.119 También es importante
tener en cuenta que los datos poblacionales pueden tener una difícil extrapolación a
nivel individual. Piensa que, aunque todos vivimos en un entorno obesogénico, no
todo el mundo gana peso, ni mucho menos desarrolla sobrepeso u obesidad. Por tanto,
está claro que los factores individuales ya explicados en los apartados anteriores
interactúan con el factor que presentamos aquí. Así, en un entorno obesogénico, una
persona con vulnerabilidades individuales engordará más que una persona sin ellas.
FORMAS DE
ENERGÍA NUTRIENTES DESCRIPCIÓN
MALNUTRICIÓN
Entorno familiar
En las familias, las relaciones son más jerárquicas que transversales, sobre todo
hasta cierta edad, y es común que lo que hagan los padres sea lo que finalmente
terminen haciendo los hijos. El «mis padres hacen la compra» o «yo como lo que hay
en casa» es muy habitual y puede ser una losa importante si tus padres siguen en
Matrix. Lógicamente, tú puedes intentar influir de forma positiva en ellos con tus
acciones y conocimientos.
Aunque creas que tu relación con la comida es fruto de tu conocimiento o
experiencia actuales, la mayor parte de ella se ha forjado a lo largo de toda tu vida
mediante refuerzos (premio si te acabas el plato), castigos o presiones para comer (si
no te lo comes, no te levantas de la mesa), imitación o aprendizaje vicario (probar lo
que otros han probado), etcétera.
Muchas veces, el entorno obesogénico no está fuera del hogar, sino dentro de él.
Los padres son una parte importante de lo que llamamos entorno familiar, y su
relación con la comida no solo modela su estilo de vida, y el de sus hijos, sino
también su actitud o satisfacción con su imagen corporal. Claramente, los hábitos que
se configuran en la edad temprana tienden a mantenerse en la edad adulta.121
En el ambiente familiar se pueden encontrar aspectos que ejercen como protección
frente al aumento de peso y el riesgo de obesidad; por ejemplo, la existencia de un
clima compartido en el que el núcleo familiar mantenga una actitud y expectativas
favorables hacia el mantenimiento de unos hábitos saludables. Otros aspectos, como
los valores, e incluso las acciones o rutinas compartidas por el núcleo, nos ofrecen una
visión clara de cómo son los hábitos de las personas que componen la familia. De una
«familia deportista» podemos esperar claramente hábitos protectores.
Los estilos de apego entre padres e hijos también parecen estar vinculados con la
relación con la comida. En un sentido evolutivo, la relación madre-hijo es
especialmente fuerte en todas las especies, incluida la humana. Por ello, los hijos que
crecen con la ausencia o inaccesibilidad de la madre parecen tener un mayor riesgo de
aumento de peso, y esto se relaciona con los estilos inseguros de apego.122 La
explicación más coherente es que las personas que crecen en estas circunstancias
podrían contrarrestar con comida el estrés que les genera la ausencia de la madre,
aunque, sin duda, la relación entre este estilo de apego y los hábitos es compleja.
Puede ser frecuente que, ante la ausencia intermitente o crónica de un progenitor (por
el motivo que sea), la comida se convierta en un refugio y esto explique la mayor
tendencia a ganar peso. También pueden mediar aquí aspectos como la autoestima, de
la que ya hemos hablado cuando vimos los factores psicológicos.
El apego generado durante la infancia es vital para la formación de las creencias
que tenemos sobre nosotros (autoestima, autoconcepto, autoimagen) y sobre lo que
creemos merecer. De hecho, es común que, de un lado, las personas con apegos
inseguros sufran síndrome del impostor (incapacidad para asimilar logros) y, de otro,
que asuman que merecen todo lo malo que les sucede. Pero los estilos inseguros no
solo se forman cuando los padres están físicamente inaccesibles, también aparecen
cuando son emocionalmente distantes. Por ejemplo, padres que no atienden bien las
emociones del niño, etcétera.
A muchas personas les cuesta entender que muchos de los motivos que les han
hecho engordar nacen de una relación emocionalmente compleja en su entorno
familiar, que afecta a su relación con la comida. Esto resulta mucho más problemático
para quienes intentan empezar la casa por el tejado. Una persona con un estilo de
apego inseguro tendrá baja autoestima y una elevada necesidad de aprobación.
Tampoco ayudará, lógicamente, la situación típica de padres que han pasado toda su
vida a dieta y han transmitido esa experiencia a sus hijos, quizá también junto con un
exceso de peso.123 De hecho, no es raro que personas que sufrían de obesidad en la
adolescencia terminen con un trastorno de la conducta alimentaria en una etapa
posterior de su vida.124 Así, utilizar una dieta altamente restrictiva en un adolescente
con obesidad puede ser una condena de por vida, ya que un porcentaje considerable de
esta población presenta rasgos compartidos con distintos trastornos de la conducta
alimentaria, que pueden exacerbarse con la restricción y quizá arrastrarse durante la
edad adulta.125 El miedo intenso a volver a engordar entre adolescentes que han
padecido obesidad es relativamente frecuente.
De forma general, en la literatura científica se describen tres estilos de crianza126
que afectan en mayor o menor medida a la relación y actitudes que un hijo puede
desarrollar hacia los alimentos y su imagen corporal:
→ Padres democráticos o autoritativos: son una figura de autoridad para el niño, pero
también son receptivos. Son padres que supervisan el comportamiento de su
hijo sin recurrir a enfoques restrictivos ni autoritarios. En otras palabras, son
padres que no prohíben, simplemente vigilan desde la distancia el
comportamiento del hijo, e intervienen únicamente si la situación lo requiere. Es
un estilo que fomenta la autonomía en el niño porque permite que este decida y
aprenda de la experiencia.
→ son padres que ejercen altos niveles de control sin aceptar
Padres autoritarios:
ningún cuestionamiento. Son los típicos padres que prohíben y planifican lo que
tiene que hacer su hijo sin tener en cuenta lo que este quiere o necesita, lo que a
menudo merma la autonomía del niño, una herramienta clave a lo largo de toda
la vida.
→ Padres permisivos: son padres que no ejercen ningún tipo de autoridad sobre el
niño. No son exigentes y evitan la confrontación. Son padres despreocupados,
que tienden a ceder siempre ante las demandas del niño, un comportamiento
muy relacionado con la obesidad infantil.
Como se puede deducir, los niños criados mediante estilos democráticos muestran
los niveles más elevados de autoeficacia, autodisciplina, madurez emocional y
comportamientos generalmente más saludables a lo largo de su vida, lo que puede
protegerlos contra el aumento de peso. En cambio, los otros estilos de crianza se
asocian con un mayor riesgo de aumento de peso, tanto en la niñez como en la edad
adulta, unos porque merman la autonomía limitando la toma de decisiones y otros
porque generan una barrera problemática para que el niño aprenda a diferenciar entre
lo conveniente y lo puramente placentero o hedónico a lo largo de su vida.
Por otro lado, y a nivel general, los padres a menudo normalizan el sobrepeso
infantil. De hecho, pocos padres creen que su hijo tenga sobrepeso, aunque la realidad
es algo distinta.127 Muchos padres incluso llegan a ofenderse cuando un profesional
sanitario les dice que su hijo presenta sobrepeso. Sin embargo, las elevadas tasas de
obesidad infantil en España (segundos del continente europeo en niños de entre siete y
nueve años, según datos de la OMS) son posiblemente una de las responsables de que,
por primera vez en la historia, los descendientes de una generación tengan una menor
esperanza de vida (y peor calidad de vida) que los miembros de la generación
predecesora.128 La hipertensión y la diabetes tipo 2 ya no son enfermedades
exclusivas de la tercera edad.129 La ofensa de los padres cuando les comunican que
sus hijos tienen sobrepeso no deja de ser una forma de autoengaño que,
desgraciadamente, perjudica a los niños.
Entorno social
Comer no solo satisface una necesidad fisiológica (nos aporta nutrientes y energía
para construir, reparar, regular procesos, etcétera), sino que también cumple una
función hedónica que, a menudo, se produce en un contexto social. Sin embargo, esta
vertiente social también puede ser un problema.
Como sabemos, los ultraprocesados han infectado distintos estratos de la sociedad,
y muchas de las personas que nos rodean siguen en Matrix. Por lo tanto, es muy
probable que los actos sociales en torno a la comida no sean precisamente con comida
real, sino que se acaben celebrando en un establecimiento de comida rápida o
bebiendo alcohol hasta el amanecer. Como las relaciones sociales acostumbran a darse
entre iguales, tendrás mayor libertad para decir o hacer lo que quieras, pero también es
fácil que tu entorno acabe influyendo sobre ti. Debes tener cuidado con eso.
→ Deje de emitir comentarios que busquen influirte para que te comportes como
ellos (básicamente, se cansarán).
→ Termine por incorporar alguno de tus hábitos. En este caso, ¡enhorabuena!
Habrás influido positivamente en alguien.
Como es lógico, tu entorno social puede predisponerte a ganar peso si no tienes las
herramientas adecuadas para manejarte en él, pero también puede ayudarte a perderlo
si lo seleccionas adecuadamente, ya que, por ejemplo, puede conectarse con el tipo de
ocio que elijas. También es interesante que te relaciones con gente con tus mismas
inquietudes, a la quele guste cuidarse y que disfrute comiendo comida real. Puedes
utilizar las redes sociales para ello. Por otro lado, debes asumir que no a todo el
mundo le preocupa cuidar su salud (porque lo ven como algo a muy largo plazo), y
que hay personas que siguen y seguirán en Matrix. Al igual que eliges los alimentos
que consumir para cuidar tu salud, puedes elegir a las personas con las que te rodeas.
Como veremos a continuación, el entorno no determina el peso individual de nadie.
Como sabes, es necesaria la interacción de los distintos factores que hemos abordado.
¿Tu entorno determina tu peso?
Swinburn fue uno de los primeros en describir la obesidad como la consecuencia
normal de vivir en un entorno obesogénico.130 Sin embargo, no todas las personas que
viven en un entorno obesogénico engordan o desarrollan obesidad. Seguro que
conoces familias en las que uno de los hijos presenta sobrepeso y el otro es delgado.
Esto nos da pistas que deberían llevarnos a pensar que el entorno importa (suma
probabilidad), pero, como sucede con la genética, no determina el peso a nivel
individual. Sin embargo, cuando hablamos de la influencia del entorno, es más
correcto hablar de entornos, que pueden tener un peso distinto en cada persona. Por
ejemplo, una persona puede tener su particular entorno obesogénico en casa, en el
trabajo o en el sitio donde pase la mayor parte del día. Ahora bien, aparte de ese
entorno cercano, existe un entorno obesogénico a mayor escala que fue descrito en
profundidad en Come comida real. De hecho, las principales medidas de salud pública
para combatir la obesidad deberían atender más a este macroentorno en lugar de
delegar en los individuos, ya que está extendido en todas las sociedades occidentales,
independientemente de donde vivas, con características comunes:131
Tienes que comprender que la mayor parte de los humanos son todavía parte del
sistema. Tienes que comprender que la mayoría de la gente no está preparada para ser
desconectada. Y muchos de ellos son tan inertes, tan desesperadamente dependientes
del sistema, que lucharían para protegerlo.
MORFEO A NEO
En este apartado hemos visto cómo el entorno (y los cambios recientes en él)
ha influido en la ganancia de peso, sobre todo a nivel poblacional. De forma
general, los distintos elementos que forjan el entorno obesogénico en el que
vivimos son:
RECUERDA:
Aunque algunos de estos factores puedan tener cierta importancia, al
no poder cambiarlos, no deben ocupar nuestra mente en el día a día.
Sin embargo, es importante conocerlos y reflexionar sobre ellos,
sobre todo si las cosas no van como deseamos.
Parte II
¿Por qué fracasaste en tus anteriores
intentos de adelgazar?
INTRODUCCIÓN
En esta segunda parte vamos a exponer los motivos que llevan al fracaso
reiterado cuando se intenta perder peso. Porque, por desgracia, el fracaso
suele ser la norma, sobre todo en personas con obesidad y, especialmente,
en los casos más severos, que requieren un mayor tiempo de intervención y
un mayor apoyo.1 Para estas personas, una pérdida se considera
clínicamente relevante cuando se sitúa entre un 5 % y un 10 % del peso. Sin
embargo, las expectativas exageradas, reforzadas por el Matrix del
adelgazamiento, del que hablaremos ampliamente a continuación, suponen
un obstáculo especialmente problemático en estos casos. Por un lado,
tenemos la realidad clínica, que apoya una pérdida moderada (tal vez de
pocos kilos) para obtener beneficios en forma de reducción del riesgo de
padecer distintas enfermedades; por otro, tenemos el Matrix del
adelgazamiento, que promete «perder treinta kilos en un tiempo récord».
Estas promesas exageradas, y sus consecuencias, no solo afectan a las
personas con obesidad, sino también a cualquiera que pretenda perder cinco
kilos antes del verano. Todos vivimos en Matrix.
Según datos de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad
(SEEDO), el 81 % de las personas que hacen dieta fracasan. Un detalle que
nos proporciona pistas para entender este altísimo porcentaje de fracaso es
que el 76 % de la población no está satisfecha con su peso, y la mayoría de
estas personas expresan su deseo de perder una media de diez kilos en unos
cinco meses. Sabemos que los motivos para perder peso no deberían
basarse en la insatisfacción, el rechazo a la propia imagen o la culpa, sino
en el autocuidado. Sin embargo, esto resulta extremadamente difícil cuando
todo nuestro entorno santifica la delgadez (que, como hemos visto, no
siempre es sinónimo de salud) y nos promete alcanzarla con métodos y
dietas que pueden llegar a derivar en comportamientos de riesgo.
Por todo lo apuntado anteriormente, es obvio que Matrix se beneficia de
esta insatisfacción de base, aunque, paradójicamente, Matrix sea también
una de sus causas. Hoy en día, la insatisfacción corporal se refuerza
mediante el exhibicionismo en redes sociales, donde vemos constantemente
cuerpos más tonificados y esbeltos que el nuestro. Distintos estudios
muestran que este contexto es especialmente problemático para las personas
con vulnerabilidades psicológicas. Por otro lado, la misma SEEDO aporta
en uno de sus informes más datos interesantes sobre el peso y la imagen:
Vulnerabilidades individuales
Malas decisiones
% FACTORES % CONSECUENCIAS
¿Quiere decir esto que el resto no sirve para nada? No. Solo que la mayor
parte de los resultados los alcanzarás dedicando tu atención a las variables
marcadas en gris, las primeras del cuadro anterior. Como ves, el marketing
sobrevalora a menudo el efecto de factores con poca incidencia, como, por
ejemplo, los suplementos.
Después de todo lo visto en este apartado, queda clara la importancia de
limitar las malas decisiones relacionadas tanto con la falta de información
como con su exceso, una situación promovida también por el Matrix del
adelgazamiento, que desvía la atención de los factores realmente importantes
para generar un marco que exagera el efecto de sus dietas e infravalora la
importancia de los hábitos saludables; exagera las propiedades de
determinados productos y minimiza los riesgos de su consumo, etcétera. A
continuación te propongo algunos trucos para hacerte inmune a la influencia
del Matrix del adelgazamiento:
→ Desconfía de cualquier afirmación que suene increíble: la realidad es más bien
modesta.
→ Desconfía de cualquier método que suene simple o fácil: la realidad es más bien
compleja.
→ Desconfía de cualquier método universal: la realidad es que no existe un
método universal.
→ Desconfía de cualquier producto que se venda como «perfecto»: no hay métodos
perfectos para todo el mundo, sino un método óptimo para cada
persona.
→ Desconfía de cualquier método que no requiera esfuerzo: conseguir cualquier cosa
siempre requiere un esfuerzo inteligente.
→ Desconfía de cualquier método que prometa resultados: son las acciones lo que
importa.
→ Desconfía de cualquier método que suene muy innovador: lo que funciona lleva
muchos años desarrollado (comida real, vida activa, etcétera).
→ Desconfía mucho más si sientes desesperación por adelgazar: ya que, en esta
situación, no será tu razón la que decida, sino tus ansias por encontrar
un método definitivo.
→ Y, en general, desconfía de cualquier método que no se base en la evidencia científica:
Otras: dieta del plátano, del kiwi, de la alcachofa, de la piña, de la remolacha, de la sopa de col, del
aguacate, del coco, del té verde, etcétera.
Por si todo lo expuesto fuera poco, añadiré un daño más que provocan las
dietas de moda: desvían la atención de lo realmente importante a la hora de
perder grasa y mantener un peso saludable: los hábitos. Porque, a menudo,
las personas que recurren a estos productos buscan suplir una carencia
importante (unos buenos hábitos) con un atajo (una dieta de moda, un
suplemento, un pack de sustitutivos, etcétera).
Visto lo visto, queda claro que ha llegado el momento de salir del Matrix
del adelgazamiento y empezar a ver las cosas desde otra perspectiva. Si,
desgraciadamente, has caído alguna vez en las garras de una dieta de moda,
el primer paso es liberarte del sentimiento de culpa que te habrán generado
tus fracasos anteriores y centrarte en el presente, porque siempre estás a
tiempo de mejorar. Tu fracaso no es culpa tuya, estaba escrito desde el
momento en que compraste aquel manual de la dieta milagro de turno o
aquel kit de productos para perder grasa.
Los diez perfiles más típicos de las personas que buscan perder
peso
Perfil 1
Este perfil corresponde a las personas con exceso de grasa corporal que
llevan toda la vida a dieta y que todavía no han aprendido a comer. Son
individuos que encadenan numerosos periodos de pérdida y recuperación de
peso (efecto yoyó), con una gran tendencia a probar y recomendar dietas de
moda o milagro. Es un perfil que combina vulnerabilidades, malas
elecciones y una elevada influencia del Matrix del adelgazamiento, que
tendrá que corregir muchas cosas para encaminarse hacia una pérdida de
peso eficaz. Si es un perfil con obesidad, deberá ajustarse a una pérdida de
entre el 5 % y el 10 % de su peso.
Perfil 2
Este perfil corresponde a las personas con exceso de grasa corporal que
jamás han estado a dieta ni se han interesado por la alimentación. Es un
perfil que combina distintas vulnerabilidades, como una baja conciencia del
impacto que tienen los hábitos saludables sobre la salud y una nula
percepción del riesgo que implican los malos hábitos, unidas a malas
decisiones, quizá influidas por el Matrix de los ultraprocesados. El hecho de
no haber hecho nunca dieta deja entrever que es un perfil poco influido por
el Matrix del adelgazamiento. Para perder peso deberá corregir muchas
cosas, pero se beneficiará enseguida si añade pequeños cambios en su
alimentación, que deberá incluir a su ritmo y sin agobios.
Perfil 3
Este perfil corresponde a las personas cuya composición corporal ha
empeorado en los últimos años debido a alguna de las circunstancias
descritas en la primera parte. Suelen ser personas que siempre habían estado
delgadas, hasta que algo cambió. Tienen mucho a su favor para mejorar,
sobre todo si siempre han tenido buenos hábitos, pero se han visto
arrastrados por las circunstancias. Para perder peso deberán encontrar una
forma mejor de enfrentarse a su nueva situación y asumir que los hábitos
saludables deben ser también una prioridad.
Perfil 4
Este corresponde a las personas con exceso de grasa que han mejorado
muchísimo su composición corporal tras empezar a practicar el Realfooding
y a mejorar otros hábitos, pero que aún sienten que les quedan un par de
pasos para alcanzar su objetivo y se notan estancadas y ligeramente
insatisfechas. Enhorabuena si perteneces a este perfil, te beneficiarás mucho
de todo lo que vas a aprender en la tercera parte del libro.
Perfil 5
Este perfil corresponde a las personas que se definirían como de peso
normal con barriga. Suelen ser personas con hábitos muy mejorables, que
seguramente no hacen ejercicio y tienen mucha grasa en la zona abdominal
y poca masa muscular en general. Este perfil es bastante típico, sobre todo
entre la población joven y adulta, y suele responder bien a un cambio en el
estilo de vida, siempre y cuando tengan la actitud necesaria para ello.
Perfil 6
Este perfil corresponde a personas con bajo peso o peso normal que
presentan buenos hábitos, pero que no se acaban de ver bien. En general, el
objetivo de este perfil suele ser optimizar la composición corporal de cara a
algún acontecimiento concreto (casi siempre la llegada del verano). Es un
perfil típico entre la población adulta joven que cuenta con pocas o ninguna
de las vulnerabilidades mencionadas en la primera parte. Para conseguir su
objetivo deben mejorar algún hábito (casi siempre relacionado con el
ejercicio, pero también con comidas sociales o incluso con el alcohol),
buscar un déficit calórico y tener algo de paciencia.
Perfil 7
Este perfil corresponde a realfooders (personas con buenos hábitos
alimentarios) que deben mejorar otros hábitos para afinar su pérdida de
grasa. En general, su principal problema suele ser el sedentarismo, aunque
también pueden adolecer de un exceso de estrés, un mal descanso o una
nula planificación. En este caso, la alimentación no es un problema, pero
hay que mejorar todos los demás aspectos.
Perfil 8
Este perfil corresponde a personas deportistas, con una buena masa
muscular y niveles de grasa relativamente bajos, que buscan mejorar su
composición corporal y mantener su rendimiento deportivo. Este perfil
responde bien a una intervención de pérdida de grasa; sin embargo, debido
a sus particulares características y a la necesidad de cuantificar su ingesta
hasta límites que rozan la excelencia para alcanzar su objetivo, la
información que proporcionaremos en la tercera parte puede resultar
interesante para sus miembros, pero tal vez insuficiente. Lo que precisan es
una intervención personalizada enfocada a atender los aspectos
cuantitativos de la alimentación.
Perfil 9
No se recomienda que las personas con este perfil empiecen a perder grasa por su cuenta.
Perfil 10
No se recomienda que las personas con este perfil empiecen a perder grasa por su cuenta.
→ Alimentos proteicos
→ Alimentos grasos
→ Alimentos ricos en almidón
→ Alimentos ricos en fibra
→ Los alimentos ricos en proteínas son los más saciantes y presentan una
densidad energética moderada-baja.
→ Los alimentos ricos en agua y fibra son muy saciantes y presentan una
densidad energética muy baja.
→ Los alimentos ricos en agua presentan una menor densidad energética.
→ Los alimentos deshidratados son más densos en energía que su versión
fresca o no deshidratada.
→ Los alimentos con menos agua y más ricos en grasa presentan una
mayor densidad energética.
→ Los alimentos ricos en grasa y carbohidratos son muy densos en
energía.
Y además:
Con toda esta información resulta mucho más fácil saber qué alimentos
contribuyen más o menos al déficit calórico y la pérdida de grasa, lo que
permite salir del estancamiento a aquellas personas que ya han abandonado
el consumo de ultraprocesados pero aún no han alcanzado los resultados
deseados. En este escenario y teniendo en cuenta lo anterior, con alguna
sencilla modificación en nuestra alimentación podemos seguir perdiendo
grasa sin tener que eliminar o restringir nada.
Otra forma relativamente sencilla de construir tu dieta es con la ayuda de
una guía; por ejemplo, la de la Escuela de Salud Pública de Harvard, que
utiliza las proporciones de un plato «ideal» sin incidir en aspectos como el
control de las calorías.
Sin embargo, este modelo tiene algunas limitaciones que pueden ser
importantes:
→ No está pensado para perder grasa, sino como guía para comer de
forma saludable. Aunque, consecuentemente, muchas personas que se
adhieren a esta guía terminan perdiendo grasa (al favorecer la creación
de un déficit calórico en algunos casos), la finalidad de esta guía no es
la pérdida de grasa.
→ Las raciones deberían variar en función del tipo y cantidad de ejercicio
que lleva a cabo la persona, es decir, para algunas personas, lo
representado en este plato podría ser insuficiente y generar un déficit
calórico muy grande.
→ Da a entender que los platos deben construirse siempre de la misma
manera, cuando no tiene que ser siempre así: la fruta puede
consumirse en otro momento, fuera de las comidas; los cereales
integrales pueden suprimirse, etcétera.
→ Este modelo es recomendable para las personas que pertenecen a los
perfiles 1, 2, 3 y 5, y tal vez también para las del 4.
→ se produce una pérdida rápida que dura entre unos pocos días y
Fase 1:
un mes, y que coincide con la pérdida de glucógeno hepático y el agua
asociada. Para minimizar la pérdida de masa muscular en esta fase hay
que practicar ejercicio, sobre todo, de fuerza, y llevar una dieta con un
aporte correcto de proteínas. Durante esta etapa es cuando más se
moviliza el tejido visceral, lo que resulta muy interesante para las
personas que tienen un nivel elevado de grasa visceral (cuyos peligros
ya hemos comentado). También es importante apuntar que las
personas con niveles más elevados de grasa tienen cierta ventaja
respecto a la pérdida de tejido libre de grasa. De ahí que puedan
tolerar un déficit algo mayor que quienes tienen niveles más bajos.5
→ Edad
→ Altura (m)
→ Cintura (cm)
→ Cadera (cm)
→ Cuello (cm)
→ Peso (kg)
Una vez rellenados estos datos, automáticamente la plantilla calculará
entre otras cosas:
→ Masa libre de grasa (en kg) conformada por tejidos como el músculo,
masa ósea, glucógeno, etcétera
→ Masa grasa o grasa corporal (en kg)
→ Total (en kg), que sería el número que marca la báscula de tu baño
Método 1
Consiste en estimar nuestro gasto energético total y restar entre un 20 % y
un 30 % de las calorías, según la magnitud del déficit que busquemos. Esta
magnitud es importante, ya que de ella depende que la pérdida semanal sea
suave, moderada o agresiva. Las personas con un mayor gasto energético
(por ejemplo, una persona con obesidad) pueden permitirse un mayor déficit
que quienes tienen un gasto energético menor. No te preocupes si lo ves muy
abstracto o teórico, en la herramienta en formato Excel se te aportará una
forma automática de generar un déficit calórico «ligero», «moderado»,
«elevado» o «muy elevado».
Veamos un ejemplo en forma de cuadro para entender que, a mayor gasto
energético, mayor podría ser el déficit calórico:
DÉFICIT DÉFICIT DÉFICIT
GASTO ENERGÉTICO
SUAVE MODERADO AGRESIVO
(KCAL)
(–20 %) (–25 %) (–30 %)
Método 2
Consiste en llevar un diario de los alimentos ingeridos que registre la
mayor cantidad posible de información sobre el tipo de producto consumido,
su valor nutricional y energético, el tamaño de la porción e incluso aspectos
como el momento del día, el lugar, etcétera. Veamos un ejemplo:
MACRONUTRIENTES
DÍA 1 DESCRIPCIÓN
Y CALORÍAS
Proteínas: ____
Grasas: ____
COMIDA 1 yogur natural con 2 dátiles. Carbohidratos:
2 1 manzana. ____
Kilocalorías:
____
Proteínas: ____
Una ensalada de verduras y hortalizas con 2
Grasas: ____
cucharadas de aceite de oliva virgen extra (20-25 g).
COMIDA Carbohidratos:
Filete de salmón (125 g) a la plancha con espárragos
3 ____
trigueros.
Kilocalorías:
Pasta (60 g en crudo).
____
Proteínas: ____
Grasas: ____
Berenjena al horno rellena con queso (40 g), 2
COMIDA Carbohidratos:
huevos, cebolla y tomate.
4 ____
1 pieza de fruta.
Kilocalorías:
____
TOTAL: ____
MÉTODO 1 MÉTODO 2
DÉFICIT
PESO DÉFICIT MODERADO OBJETIVO
AGRESIVO
1,4 kg 1,8 kg
Más de
1,5 % cada 2% cada Entre 4,5 y 9 kg
90 kg
semana semana
2,5 kg
Más de 2 kg cada
2% 2,5 % cada Entre 5 y 10 kg
100 kg semana
semana
2,2 kg 2,8 kg
Más de
2% cada 2,5 % cada Entre 5,5 y 11 kg
110 kg
semana semana
3,6 kg
Más de 3 kg cada
2,5 % 3% cada Entre 6 y 12 kg
120 kg semana
semana
Capítulo 9
¿QUÉ ES LA ADHERENCIA Y POR
QUÉ ES FUNDAMENTAL PARA
PERDER GRASA?
MEDIBLE ¿Cómo voy a monitorizar Voy a pesarme todas las semanas en las mismas
mi progreso? circunstancias (momento del día, ropa, etcétera).
ALCANZABLE ¿Se trata de un objetivo En estos momentos no estoy sometido a mucho
realista teniendo en cuenta estrés y tengo un buen control sobre mi vida.
mis circunstancias?
CON ¿Qué recompensas obtendré Obtendré una mejora estética (algo importante para
RECOMPENSA al cumplir el objetivo? mí), y la mejora de hábitos que conlleva me
INMEDIATA ayudará a estar más saludable.
Objetivos de conciliación
Son objetivos que resultan sencillos de mantener porque no suponen un
gran esfuerzo; por ejemplo, buscar nuevas alternativas para el desayuno si
esa es tu comida preferida del día; tener siempre a mano verdura refrigerada,
congelada o en conserva si es un alimento que te gusta, o buscar a alguien
con quien ir al gimnasio si te gusta hacer ejercicio pero te aburre hacerlo
solo.
Objetivos de resultado
Son objetivos que se alcanzan cuando se logra algo. Por ejemplo, perder la
grasa deseada. Logro sería el sinónimo de eficacia.
Objetivos de habilidades
Son objetivos más basados en la acción y el aprendizaje que en el
resultado obtenido. Por ejemplo, un objetivo de habilidad sería hacer una
tarea que sabes que es positiva para alcanzar un objetivo de resultado o en
aprender a hacer algo nuevo que también esperas que sea positivo. Son
tareas que puedes apuntar y tachar de una lista una vez cumplidas. La
acumulación de estas pequeñas tareas es la que te acerca a tus objetivos.
A diferencia de los objetivos resultado, los objetivos de habilidad están
más ligados con el medio que con el fin en sí mismo. Son, por tanto,
objetivos más ligados a la eficiencia (al desarrollo de un método o
herramienta para lograr algo). Por ejemplo, en lo que se refiere a perder
grasa, ahora sabes que no sirve de nada lograr ese objetivo si los medios
empleados para alcanzar esa meta no son saludables ni tampoco sostenibles.
Básicamente, el fin no justifica los medios.
Serían objetivos de acción o habilidad:
Por tanto, ante lo expuesto respecto a los objetivos, podemos concluir que
a la hora de plantear objetivos debes tener en cuenta aspectos como la
temporalidad (objetivos a largo plazo vs. corto plazo), la exigencia
(objetivos más difíciles vs. más fáciles) o la orientación (objetivos de
resultado vs. de habilidad).
No tener tiempo.
Creer que cuidarse es muy caro.
BARRERAS RELACIONADAS CON EL Creer que comer sano es aburrido.
COSTE PERCIBIDO Creer que el esfuerzo no compensa por no
haber alcanzado el objetivo en otras
ocasiones.
Ser capaz de enfrentarse y superar todas estas barreras a medida que se
presenten es imprescindible para garantizar la adherencia al plan. También
es interesante asumir que los errores, las equivocaciones, el estancamiento y
las circunstancias ajenas a nosotros no son fracasos, sino que forman parte
del proceso. Todos tropezamos en algún momento, sobre todo si estamos
instaurando nuevos hábitos, pero el secreto consiste en no rendirse e, igual
que te levantabas del suelo una y otra vez al caerte cuando estabas
aprendiendo a andar, no debes permitir que las distintas caídas te lleven a
abandonar tu objetivo.
Por otro lado, entrenar las habilidades implicadas en la resolución de
problemas es una forma interesante de abordar estas barreras típicas durante
un proceso de instauración de hábitos o de pérdida de grasa. Se trata de un
aprendizaje en cinco etapas:1
→ Amante de lo previsible: te
resulta cómodo planificar y llevar a rajatabla esa
planificación; sin embargo, no te gusta lo desconocido ni los cambios
bruscos. Tenlo en cuenta a la hora de diseñar tu plan.
→ Amante de la novedad: tienes una mayor receptividad a probar cosas
nuevas, pero también eres más vulnerable ante el aburrimiento y la
rutina. Tenlo en cuenta a la hora de diseñar tu plan.
→ No me gusta cocinar:apuesta por preparaciones sencillas y métodos como
el batch cooking. Ten siempre en casa buenos procesados que te
faciliten la tarea.
→ Me encanta cocinar:incorpora nuevas recetas a tu repertorio para
aumentar la variedad y no caer en la monotonía.
→ prueba deportes o actividades que despierten tu
No me gusta el ejercicio:
curiosidad. Infórmate bien sobre las consecuencias del sedentarismo y
la falta de actividad como factores de riesgo de distintas
enfermedades. No intentes abarcar demasiado y comprométete con un
mínimo asumible.
→ Me encanta el ejercicio: prueba distintos deportes y actividades para no
caer en la monotonía. Márcate retos para fortalecer tu adherencia y
motivación.
→ Tengo mucha hambre al despertar:descarta el ayuno como estrategia para
perder grasa (al menos al principio), incluye alimentos saciantes
(proteínas) y evita los ultraprocesados en esta comida.
→ puedes tomar únicamente un café o
No tengo nada de hambre al despertar:
infusión por la mañana y retrasar el desayuno hasta media mañana, o
esperar directamente hasta la hora de comer.
→ reparte tu ingesta diaria
Me resulta cómodo hacer pocas comidas a lo largo del día:
de calorías en dos o tres grandes comidas a lo largo del día (comida y
cena más desayuno o merienda). Esto permite que las ingestas sean
mayores.
→ reparte tu ingesta diaria de calorías en dos
Necesito comer varias veces al día:
o tres grandes comidas y dos o tres pequeños snacks (fruta fresca o
proteína) a lo largo del día. Tus ingestas serán más pequeñas, pero
también más habituales.
→ Tengo mucha hambre por la noche: hay dos motivos muy distintos para tener
hambre por las noches; por un lado, puede ser que estés llevando a
cabo una restricción muy alta durante el día, y, por otro, que sea una
tendencia natural de tu organismo. En el primer caso, debes reducir la
restricción e incorporar más alimentos saciantes a lo largo del día. En
el segundo, debes procurar desplazar tu ingesta hacia la segunda mitad
del día. También puede ser interesante hacer un ayuno durante la
mañana.
→ si no sueles tener hambre por las noches
No tengo hambre por la noche:
puedes plantearte eliminar la cena y llevar a cabo un ayuno nocturno.
Sin embargo, este ayuno no es recomendable si hace que te despiertes
con mucha hambre por las mañanas o interfiere de algún modo con tu
descanso.
→ si tus horarios y rutinas cambian con
Llevo una vida desordenada:
frecuencia, debes aprender a priorizar lo realmente importante y
comprometerte con unos mínimos. Recuerda que hacer algo siempre
es mejor que no hacer nada.
→ Llevo una vida ordenada: la rutina ayuda a mantener la adherencia, pero no
es garantía de nada. Recuerda que tu esfuerzo y tu compromiso siguen
siendo necesarios.
→ Mi ocio es principalmente sedentario: busca
alternativas de ocio activo que se
adapten a tus gustos y preferencias que puedas alternar con tu ocio
habitual.
→ recuerda que un buen descanso es el
Mi ocio es principalmente activo:
complemento imprescindible de la actividad física y la dieta.
→ dedica tiempo a comparar precios entre
Tengo un bajo poder adquisitivo:
supermercados, prioriza las frutas y verduras de temporada y el
consumo de legumbres, huevos y lácteos como fuente de proteínas,
prescinde de los alimentos exóticos, prioriza el aceite de oliva virgen
como grasa principal, evita los ultraprocesados y busca actividades
físicas gratuitas o grupales (que acostumbran a ser más económicas).
→ Como por aburrimiento: busca otras estrategias de regulación emocional.
Si es necesario, pide ayuda a un profesional.
→ Mi casa es un entorno obesogénico: lidiar
con la disponibilidad permanente de
ultraprocesados fuera de casa ya es suficientemente complicado. Mi
consejo es que te deshagas de cualquier ultraprocesado que tengas en
tu hogar.
→ si tienes alguna de las vulnerabilidades
Tengo vulnerabilidades psicológicas:
psicológicas que hemos comentado en la primera parte, mi consejo es
que busques ayuda profesional para hacer un cambio desde el
autocuidado.
Capítulo 10
ESTRATEGIAS DE
AUTOMONITORIZACIÓN
SALUDABLES
SEMANA 1
SEMANA 2
SEMANA 3
SEMANA 4
Una de las formas más sencillas de observar tus mejoras físicas es fijarte
en cómo te queda la ropa. Hacerte fotos regularmente también te ayudará a
ver los cambios que irán teniendo lugar en tu cuerpo. Mi recomendación es
que te las hagas en ropa interior, de frente y de perfil, y en las condiciones
más naturales posibles.
Pesarse también es una estrategia válida, siempre que tengas una buena
relación con la báscula y entiendas cómo usarla a tu favor (hemos hablado
de ello en la primera parte). Por otro lado, para que las medidas de peso sean
lo más ajustadas posible, te recomiendo pesarte con poca o ninguna ropa, en
ayunas, preferiblemente a primera hora de la mañana (después de ir al baño)
y siempre en las mismas circunstancias.
Por otro lado, tal y como se ha comentado anteriormente, se ha decido
proporcionarte una herramienta (en formato Excel) para que tú mismo
puedas valorar el estado de tu composición corporal desde tu propia casa.
Para tomar algunas medidas como la cintura la cadera o el cuello sería
conveniente que pidieras la ayuda de alguien. Todas estas medidas puedes
utilizarlas a tu favor para valorar el progreso. A partir de estas medidas
podrás obtener índices con un valor superior al índice de masa corporal
(IMC), del que ya se han comentado las limitaciones.
Las medidas más prácticas son las siguientes:
→ Índice de grasa corporal: existen distintas fórmulas que utilizan datos como
sexo, edad y ciertas medidas corporales.
Ayuno intermitente
INGESTA
% DE GRASA DÍAS DE ALIMENTOS PARA UNA CARGA
DE
ACTUAL RECARGA SATISFACTORIA
CALORÍAS
Inferior al 10 % en
1 o 2 por Ligero
hombres e inferior al
semana superávit
17 % en mujeres
Superior al 18 % en
1 cada 15 o Dieta
hombres y superior al
20 días normocalórica
27 % en mujeres
Constituyen, como máximo, un Forma parte del global de la planificación dietética (es decir, del
10 % de la planificación. 90 %).
En ellas se consumen
En ellas se consumen solo alimentos saludables ricos en
alimentos que apetezcan
carbohidratos, como patatas, boniatos, arroz, pan y otros cereales,
(incluidos ultraprocesados),
al tiempo que se reducen ligeramente los alimentos ricos en grasas,
casi siempre en un entorno
como frutos secos, aguacate, etcétera.
social.
Descanso en la dieta
Esta podría ser una pauta general aproximada para establecer descansos.
1 o 2 semanas cada 10 o 12
Superior al 18 % en hombres y al 26 % en mujeres
semanas
¿Los hombres tienen más facilidad para perder grasa que las
mujeres?
Por motivos fisiológicos, las mujeres tienen más difícil alcanzar niveles
muy bajos de grasa, pero, en cuanto a pérdida se refiere, no existen grandes
diferencias entre sexos (asumiendo un déficit ajustado según el gasto
energético y una adherencia similar). Lo mismo sucede con la ganancia de
masa muscular.
MOTIVACIÓN
Pequeños refuerzos (premios) al superar metas.
Encontrar motivos relevantes desde un punto de vista
personal.
Medirse.
Valorar el seguimiento de la dieta (tanto en cantidad
AUTOMONITORIZACIÓN como en calidad).
Usar recordatorios y alarmas para entrenar, hacer la
lista de la compra, etcétera.
Aprender a priorizar
→ Urgente e importante.
→ Urgente pero no importante.
→ Importante pero no urgente.
→ Ni urgente ni importante.
En términos generales, las tareas importantes son las que te acercan a tus
objetivos a largo plazo, mientras que las urgentes son aquellas limitadas en
el tiempo. Es obvio que si algo es urgente e importante, hay que hacerlo
enseguida; pero no es conveniente permitir que las tareas urgentes ocupen
todo tu tiempo, porque no tienen por qué ofrecer beneficios a largo plazo.
Así, siempre que puedas delega o busca formas de anticiparte a las tareas
urgentes, ya que suelen estar relacionadas con problemas a menudo
evitables.
Así, hay personas eficaces, pero poco eficientes, o eficientes, pero poco
efectivas.
Sin embargo, si pensamos a largo plazo, las tres características son muy
importantes, ya que ¿de qué sirve ser eficaz si se emplean demasiados
recursos? Llegará un momento en que no compensará. De hecho, esto es lo
que pasa con las dietas de moda. Su alto coste las convierte en insostenibles
a largo plazo, aunque en un principio puedan ser eficaces (también sabemos
que no son efectivas porque no cumplen con el objetivo principal de
cualquier pérdida de peso, que es su mantenimiento en el tiempo).
Básicamente, el fin o el logro no justifica los medios empleados.
Así, para poder tener éxito debemos conocer los recursos de que
disponemos (tiempo, dinero, habilidades, etcétera) y utilizarlos
inteligentemente pensando siempre a largo plazo. Hay una frase muy
interesante, que se atribuye a Abraham Lincoln, que nos sirve para resumir
todo esto: «Si tuviera ocho horas para cortar un árbol, pasaría seis afilando el
hacha». Tener unas buenas herramientas es imprescindible para conseguir
objetivos a largo plazo como alcanzar una pérdida de grasa y mantener lo
conseguido. En este libro se te han proporcionado unas cuantas. Ahora es tu
turno.
Mejorar el descanso
15.00-16.00
Comida principal (al despertar)
h
20.00-21.00
Cena (antes de ir a trabajar)
h
00.00-08.00
TRABAJO Snack (opcional)
h
Notas
Hay que entender que los antojos son un aprendizaje que puede
desaprenderse. Pero ¿cómo se aprenden? Para entenderlo hay que recurrir a
los experimentos de Pavlov, que obtuvo el Premio Nobel de Medicina en
1904 por sus estudios sobre la fisiología de la digestión y del aprendizaje o
condicionamiento clásico (aprendizaje pavloviano).10 Pavlov estudió, en
primer lugar, qué respuesta fisiológica experimentaban los perros ante la
presencia de comida (salivación) y, a continuación, si esta aparecía en otras
circunstancias, por ejemplo, en presencia de la persona que los alimentaba
habitualmente o de un estímulo sonoro que anticipara la llegada de la
comida. El experimento consistió en hacer sonar una campana justo antes de
alimentar a los perros y ver qué pasaba si se hacía sonar la campana pero la
comida no aparecía. El resultado fue que los perros salivaban igualmente,
porque habían asociado el estímulo (la campana) al resultado (la comida).
Habían sido condicionados para tener una respuesta fisiológica ante un
sonido.
En estudios posteriores con humanos se ha demostrado que nosotros
también somos capaces de desarrollar este tipo de respuestas condicionadas.
De hecho, ese es el mecanismo que emplea la publicidad: asociar sus
productos con música, imágenes, caras conocidas, etcétera, para que su
presencia desencadene la respuesta que busca el anunciante, como que
comamos ultraprocesados. Pero eso no es todo, ya que, cuando hablamos de
comida, las personas estamos sometidas a todo tipo de condicionantes, por
ejemplo, circadianos: comemos porque es determinada hora del día;
contextuales: comemos porque estamos a gusto en el sofá; personales:
comemos porque estamos aburridos, etcétera. Y todo ese condicionamiento
tiene consecuencias desastrosas en un entorno obesogénico como el nuestro.
Por otro lado, la interacción entre la restricción que supone hacer dieta y
los antojos también es interesante. En primer lugar, cuando hablamos de
antojos deberíamos buscar si su origen se encuentra en alguna de las
vulnerabilidades mencionadas en la primera parte para tratarla antes de
empezar con cualquier dieta. Dicho esto, hay estudios que muestran que,
cuando es autoimpuesta, la privación aumenta los antojos de productos
concretos y que, en este caso, el 10 % de comidas libres puede resultar una
estrategia interesante para combatirlos. Pero, sin duda, el hallazgo más
curioso sobre este tema es el efecto que tienen el déficit calórico y la pérdida
de peso sobre los antojos. Al parecer, en personas con exceso de peso, la
pérdida parece reducir los antojos, quizá gracias a la extinción de respuestas
condicionadas previamente adquiridas.11 Es decir, cuando una persona se
involucra en una pérdida de peso, es posible que cambien muchos elementos
de su entorno, por ejemplo, que deje de tener ultraprocesados en casa, que se
lleve snacks saludables al trabajo, etcétera. Todo esto puede contribuir a
reducir la frecuencia e intensidad de los antojos, sobre todo gracias a la
menor exposición diaria a señales vinculadas con los ultraprocesados. Quizá
esta sea una de las mejores estrategias para evitar los antojos de
ultraprocesados: si vas a comerlos, hazlo siempre fuera de casa. Así podrás
romper tu condicionamiento.
Las principales estrategias para reducir la frecuencia e intensidad de los
antojos son las siguientes:
Buscar distracciones
El aburrimiento es uno de los principales desencadenantes de los antojos.
Ante esto, es indispensable buscar actividades que nos mantengan distraídos,
aunque también es muy importante aprender a gestionar el aburrimiento.
Hacer una mayor ingesta en la cena
Los antojos son más habituales por la noche que durante el día. Por ello,
es especialmente importante controlar el apetito a esas horas, y una buena
estrategia consiste en aumentar un poco la ingesta a la hora de la cena.
Alimentación y entrenamiento
1. Nada motivado.
2. Ligeramente motivado.
3. Algo motivado.
4. Bastante motivado.
5. Extremadamente motivado.
1. No muy seguro.
2. Ligeramente seguro.
3. Algo seguro.
4. Bastante seguro.
5. Extremadamente seguro.
1. No lo puedo tolerar.
2. Lo puedo tolerar algo.
3. No sé.
4. Lo puedo tolerar bien.
5. Lo puedo tolerar fácilmente.
1. Siempre.
2. Frecuentemente.
3. De vez en cuando.
4. Rara vez.
5. Nunca.
1. Siempre.
2. Frecuentemente.
3. De vez en cuando.
4. Rara vez.
5. Nunca.
Puntuación
1. Nunca.
2. Rara vez.
3. De vez en cuando.
4. Frecuentemente.
5. Siempre.
1. Siempre.
2. Frecuentemente.
3. De vez en cuando.
4. Rara vez.
5. Nunca.
1. Nunca.
2. Rara vez.
3. De vez en cuando.
4. Frecuentemente.
5. Siempre.
Puntuación
Puntuación
→ Entre 3 y 7: puede ser un indicador de que alternas frecuentemente
entre periodos de pérdida de control y periodos de dieta muy
estricta, lo que supone un problema grave.
→ eres una persona con un enfoque flexible sobre tu
Entre 8 y 11:
alimentación.
→ Entre 12 y 15: puede ser indicador de que mantienes un estilo
desinhibido respecto a la alimentación, lo que supone un
problema a la hora de controlar el peso.
5. Sí.
0. No.
5. Sí.
0. No.
Puntuación
1. Nunca.
2. Rara vez.
3. De vez en cuando.
4. Frecuentemente.
5. Siempre.
1. Nunca.
2. Rara vez.
3. De vez en cuando.
4. Frecuentemente.
5. Siempre.
1. Nunca.
2. Rara vez.
3. De vez en cuando.
4. Frecuentemente.
5. Siempre.
Puntuación
→ Entre 3 y 8: no parece que tus emociones afecten a tu alimentación.
→ Entre 9 y 11: a veces comes en respuesta a altibajos emocionales.
Monitoriza este comportamiento para saber cuándo y por qué
ocurre, y busca actividades alternativas.
→ Entre 12 y 15: los altibajos emocionales parecen estimular
habitualmente tu alimentación. Trata de lidiar con las emociones
que desencadenan este comportamiento y encuentra formas
alternativas de gestionarlas. Busca ayuda psicológica en caso de
no saber por dónde empezar.
1. Nunca.
2. Rara vez.
3. De vez en cuando.
4. Frecuentemente.
5. De forma totalmente habitual.
1. Nada.
2. Ligeramente.
3. Algo.
4. Bastante.
5. Del todo.
1. Nada.
2. Ligeramente.
3. Algo.
4. Bastante.
5. Del todo.
Puntuación
Introducción
* Barcelona, Paidós, 2019.
1. Bray, G. A., Heisel, W. E., Afshin, A., Jensen, M. D., Dietz, W. H., Long, M., et al., «The
science of obesity management: An Endocrine Society Scientific Statement», Endocrine
Reviews, 39(2), 2018, págs. 79-132.
2. Zhou, Z., Macpherson, J., Gray, S. R., Gill, J. M. R., Welsh, P., Celis-Morales, C., et al., «Are
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124. Lebow, J., Sim, L. A., y Kransdorf, L. N., «Prevalence of a History of Overweight and Obesity
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P., «Shared genetic influences on adolescent body mass index and brain structure: A voxel-
based morphometry study in twins», NeuroImage, 199, 2019, págs. 261-272.
125. Rancourt, D., y McCullough, M. B., «Overlap in eating disorders and obesity in adolescence»,
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126. Kakinami, L., Barnett, T. A., Séguin, L., y Paradis, G., «Parenting style and obesity risk in
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127. Vrijkotte, T. G. M., Varkevisser, T. M. C. K., Schalkwijk, D. B. Van, y Hartman, M. A.,
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island-the-astonishing-story-of-nauru-the-tiny-island-nation-with-the-worlds-highest-
rates-of-type-2-diabetes >.
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136. Smink, F. R. E., Hoeken, D. Van, y Hoek, H. W., «Epidemiology of eating disorders: incidence,
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narrative review and recommendations for treatment and research», Nutrition Reviews, 78(7),
2020, págs. 579-596.
138. Ibidem.
PARTE II. ¿POR QUÉ FRACASASTE EN TUS
ANTERIORES INTENTOS DE ADELGAZAR?
Introducción
1. Kheniser, K., Saxon, D. R., y Kashyap, S. R., «Long-Term Weight Loss Strategies for
Obesity», The Journal of Clinical Endocrinology & Metabolism, 106(7), 2021, págs. 1854-
1866.
2. Guglielmi, V., y Sbraccia, P., «Obesity phenotypes: Depot-differences in adipose tissue and
their clinical implications», Eating and Weight Disorders - Studies on Anorexia, Bulimia and
Obesity, 23(1), 2018, págs. 3-14; Hollstein, T., y Piaggi, P., «Metabolic factors determining the
susceptibility to weight gain: current evidence», Current Obesity Reports, 9(2), 2020, págs.
121-135; Piaggi, P., Vinales, K. L., Basolo, A., Santini, F., y Krakoff, J., «Energy expenditure
in the etiology of human obesity: Spendthrift and thrifty metabolic phenotypes and energy-
sensing mechanisms», Journal of Endocrinological Investigation, 41(1), 2018, págs. 83-89, y
Shah, M., Hurt, R. T., y Mundi, M. S., «Phenotypes of obesity: how it impacts management»,
Current Gastroenterology Reports, 19 (11), 2017, pág. 55.
3. Silva, D. F. O., Sena-Evangelista, K. C. M., Lyra, C. O., Pedrosa, L. F. C., Arrais, R. F., y
Lima, S. C. V. C., «Motivations for weight loss in adolescents with overweight and obesity: A
systematic review», BMC Pediatrics, 18(1), 2018, pág. 364.
4. Poulimeneas, D., Anastasiou, C. A., Kokkinos, A., Panagiotakos, D. B., y Yannakoulia, M.,
«Motives for weight loss and weight loss maintenance: Results from the MedWeight study»,
Journal of Human Nutrition and Dietetics, 34(3), 2021, págs. 504-510.
5. Ohsiek, S., y Williams, M., «Psychological factors influencing weight loss maintenance: An
integrative literature review: Psychological factors and weight loss maintenance», Journal of
the American Academy of Nurse Practitioners, 23(11), 2011, págs. 592-601.
6. <https://documentacion.fundacionmapfre.org/documentacion/publico/es/catalogo_imagen
es/grupo.do?path=1111117 >.
7. Clark, J. E., y Welch, S., «Comparing effectiveness of fat burners and thermogenic
supplements to diet and exercise for weight loss and cardiometabolic health: Systematic review
and meta-analysis», Nutrition and Health, 27(4), 2021, págs. 445-459.
8. Jakopin, Ž., «Risks associated with fat burners: A toxicological perspective», Food and
Chemical Toxicology, 123, 2019, págs. 205-224.
Introducción
1. Chambers, L., McCrickerd, K., y Yeomans, M. R., «Optimising foods for satiety», Trends in
Food Science & Technology, 41(2), 2015, págs. 149-160, y Rebello, C. J., Liu, A. G.,
Greenway, F. L., y Dhurandhar, N. V., «Dietary strategies to increase satiety», Advances in
Food and Nutrition Research, 69, 2013, págs. 105-182.
Introducción
1. Lawlor, E. R., Hughes, C. A., Duschinsky, R., Pountain, G. D., Hill, A. J., Griffin, S. J., et al.,
«Cognitive and behavioural strategies employed to overcome “lapses” and prevent “relapse”
among weight-loss maintainers and regainers: A qualitative study», Clinical Obesity, 10 (5),
2020, e12395; Paixão, C., Dias, C. M., Jorge, R., Carraça, E. V., Yannakoulia, M., Zwaan, M.,
et al., «Successful weight loss maintenance: A systematic review of weight control registries»,
Obesity Reviews, 21(5), 2020; Ramage, S., Farmer, A., Apps Eccles, K., y McCargar, L.,
«Healthy strategies for successful weight loss and weight maintenance: A systematic review»,
Applied Physiology, Nutrition, and Metabolism, 39(1), 2014, págs. 1-20, y Wing, R. R., y
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82 (1), 2005, págs. 222S-225S.
2. Duncan, K. H., Bacon, J. A., y Weinsier, R. L., «The effects of high and low energy density
diets on satiety, energy intake, and eating time of obese and nonobese subjects», The American
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3. Leidy, H. J., Ortinau, L. C., Douglas, S. M., y Hoertel, H. A., «Beneficial effects of a higher-
protein breakfast on the appetitive, hormonal, and neural signals controlling energy intake
regulation in overweight/obese, “breakfast-skipping,” late-adolescent girls», The American
Journal of Clinical Nutrition, 97 (4), 2013, págs. 677-688.
4. Moon, J., y Koh, G., «Clinical Evidence and Mechanisms of High-Protein Diet-Induced
Weight Loss», Journal of Obesity & Metabolic Syndrome, 29(3), 2020, págs. 166-173.
5. Martínez-Sanz, J. M., Sala Ripoll, M., Puya Braza, J. M., Martínez Segura, A., Sánchez Oliver,
A. J., Mata, F., et al ., «Fraud in nutritional supplements for athletes: A narrative review»,
Nutrición Hospitalaria, 38(4), 2021, págs. 839-847.
6. Bo, S., Fadda, M., Fedele, D., Pellegrini, M., Ghigo, E., y Pellegrini, N., «A Critical Review
on the Role of Food and Nutrition in the Energy Balance», Nutrients, 12(4), 2020, 1161.
17. Otros hábitos que hay que cuidar para una pérdida de peso y un
mantenimiento exitosos
1. Medic, G., Wille, M., y Hemels, M., «Short- and long-term health consequences of sleep
disruption», Nature and Science of Sleep, 9, 2017, págs. 151-161, y Ramar, K., Malhotra, R.
K., Carden, K. A., Martin, J. L., Abbasi-Feinberg, F., Aurora, R. N., et al., «Sleep is essential
to health: An American Academy of Sleep Medicine position statement», Journal of Clinical
Sleep Medicine, 17(10), 2021, págs. 2115-2119.
2. Binks, H., E., Vincent, G., Gupta, C., Irwin, C., y Khalesi, S., «Effects of diet on sleep: A
narrative review», Nutrients, 12(4), 2020, pág. 936; Burrows, T., Fenton, S., y Duncan, M.,
«Diet and sleep health: A scoping review of intervention studies in adults», Journal of Human
Nutrition and Dietetics, 33(3), 2020, págs. 308-329, y Du, C., Almotawa, J., Feldpausch, C. E.,
Folk, S. Y. L., Parag, H., y Tucker, R. M., «Effects of macronutrient intake on sleep duration
and quality: A systematic review», Nutrition & Dietetics, 2021.
3. Dzierzewski, J. M., Sabet, S. M., Ghose, S. M., Perez, E., Soto, P., Ravyts, S. G., et al.,
«Lifestyle Factors and Sleep Health across the Lifespan», International Journal of
Environmental Research and Public Health, 18(12), 2021, pág. 6626.
4. Robbins, R., Grandner, M. A., Buxton, O. M., Hale, L., Buysse, D. J., Knutson, K. L., et al.,
«Sleep myths: An expert-led study to identify false beliefs about sleep that impinge upon
population sleep health practices», Sleep Health, 5(4), 2019, págs. 409-417.
5. Ibidem.
6. Mantua, J., y Spencer, R. M. C., «Exploring the nap paradox: Are mid-day sleep bouts a friend
or foe?», Sleep Medicine, 37, 2017, págs. 88-97.
7. Lastella, M., Halson, S. L., Vitale, J. A., Memon, A. R., y Vincent, G. E., «To nap or not to
nap? A systematic review evaluating napping behavior in athletes and the impact on various
measures of athletic performance», Nature and Science of Sleep, 13, 2021, págs. 841-862.
8. Costa, G., «Shift Work and Health: Current Problems and Preventive Actions», Safety and
Health at Work, 1(2), 2010, págs. 112-123.
9. Potter, G. D. M., y Wood, T. R., «The future of shift work: Circadian biology meets
personalised medicine and behavioural science», Frontiers in Nutrition, 7, 2020, pág. 116.
10. Corbit, L. H., y Balleine, B. W., «Learning and Motivational Processes Contributing to
Pavlovian–Instrumental Transfer and Their Neural Bases: Dopamine and Beyond», en E. H.
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Behavioral neuroscience of motivation, Springer International Publishing, 2015, págs. 259-
289; Havermans, R. C., «Pavlovian craving and overeating: A conditioned incentive model»,
Current Obesity Reports, 2(2), 2013, págs. 165-170, y Van den Akker, K., Schyns, G., y
Jansen, A., «Learned overeating: Applying principles of pavlovian conditioning to explain and
treat overeating», Current Addiction Reports, 5(2), 2018, págs. 223-231.
11. Meule, A., «The Psychology of Food Cravings: The Role of Food Deprivation», Current
Nutrition Reports, 9(3), 2020, págs. 251-257.
12. Lacaille, J., Ly, J., Zacchia, N., Bourkas, S., Glaser, E., y Knäuper, B., «The effects of three
mindfulness skills on chocolate cravings», Appetite, 76, 2014, págs. 101-112.
13. Pang, M. D., Goossens, G. H., y Blaak, E. E., «The impact of artificial sweeteners on body
weight control and glucose homeostasis», Frontiers in Nutrition, 7, 2021, 598340.
14. Myers, C. A., Martin, C. K., y Apolzan, J. W., «Food cravings and body weight: A
conditioning response», Current Opinion in Endocrinology & Diabetes and Obesity, 25(5),
2018, págs. 298-302.
15. Beaulieu, K., Oustric, P., y Finlayson, G., «The impact of physical activity on food reward:
review and conceptual synthesis of evidence from observational, acute, and chronic exercise
training studies», Current Obesity Reports, 9(2), 2018, págs. 63-80.
16. Parr, E. B., Heilbronn, L. K., y Hawley, J. A., «A Time to Eat and a Time to Exercise»,
Exercise and Sport Sciences Reviews, 48(1), 2020, págs. 4-10.
Anexos
Una guía práctica a través de las enseñanzas del filósofo estoico Séneca
para una vida buena. El estoicismo, la filosofía más influyente del imperio
romano, ofrece formas refrescantemente modernas de fortalecer nuestro
carácter interior frente a un mundo impredecible. Ampliamente reconocido
como el escritor más talentoso y humanista de la tradición estoica, Séneca
nos enseña a vivir con libertad y propósito. Sus más de cien «Cartas de un
estoico» escritas a un amigo cercano explican cómo manejar la adversidad;
superar el dolor, la ansiedad y la ira; transformar los retrocesos en
oportunidades de crecimiento; y reconocer la verdadera naturaleza de la
amistad. En El arte de vivir como un estoico, el filósofo David Fideler
extrae las obras clásicas de Séneca en una serie de capítulos y explica
claramente las ideas de Séneca sin simplificarlas demasiado. Disfrutado
mejor como un ritual diario, como una taza de café energizante, la sabiduría
de Séneca nos proporciona un flujo constante de consejos probados en el
tiempo sobre la condición humana, que no ha cambiado mucho en los
últimos dos mil años.
Este es el libro para celebrar el centenario del gran filósofo francés Edgar
Morin: Lecciones de un siglo de vida es un texto inspirador y revitalizante,
pero también lúcido y revelador, escrito por uno de los pensadores más
importantes e inclasificables de nuestro tiempo. Edgar Morin comparte su
experiencia de 100 años, sin ocultar sus errores, sus dudas, sus lamentos, y
nunca descuida sus fuentes de alegría, su entusiasmo por la vida y sus
descubrimientos. A partir de sus propias aventuras, nos ayuda a reconectar
con nosotros mismos y a encontrar el significado de aquello a lo que
enfrentamos. En este libro conocemos al hombre, al resistente, al socio, al
pensador, al padre que ha sido, y aprendemos más sobre su filosofía, las
obras que ha escrito y las que han influido notablemente en su personalidad,
su punto de vista sobre el mundo, la humanidad, nuestra tierra y la política.
Sin embargo, Lecciones de un siglo de vida tiene un alcance mucho más
amplio que la vida y el pensamiento de Edgar Morin, ya que representa un
testimonio de primera mano sobre el siglo XX: sus horrores, sus utopías
fallidas, sus revoluciones. Gracias a su humanismo, universalismo y
benevolencia, Edgar Morin se vuelve hacia el pasado para hablarnos del
presente e incluso del futuro: evoca nuevos retos —y riesgos — que
debemos afrontar y, sobre todo, nos cuenta cómo podemos aprovechar
nuestra experiencia para abrazar lo que está por venir. A través de su
conmovedor relato y los aforismos finales que iluminan nuestro camino,
Edgar Morin cumple su promesa: compartir las lecciones que su vida le ha
dado.
Tras la buena acogida de Todo sobre el amor de bell hooks, una de las voces
del feminismo más relevantes de la actualidad, publicamos Respondona, un
recorrido intelectual por su larga trayectoria como feminista negra y
activista. Respondona trata sobre el significado de la conciencia feminista
en la vida diaria, la recuperación personal, la superación de la supremacía
blanca y masculina, las relaciones íntimas y, todo ello, explorando el punto
donde lo público y lo privado se encuentran. Cuando era niña, bell hooks
aprendió que dirigirse de igual a igual a una figura de autoridad y atreverse
a estar en desacuerdo o a dar una opinión significaba ser «respondona». En
esta colección de ensayos tan personales como teóricos, hooks reflexiona
sobre sus temas clásicos: racismo, feminismo, política y pedagogía. Una de
las cosas que descubre es que, para los oprimidos, los colonizados, los
explotados y los que se levantan y luchan mano a mano, pasar del silencio a
alzar la voz es un gesto de desafío que cura y que hace posible una vida y
un crecimiento nuevos.
Z-Access
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