Mas Que Vencedres
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No sé mucho sobre muchas cosas, pero me encanta aprender, descubrir y conocer. Una
tarde, recibí el mensaje de texto de un amigo fanático del arte que emocionado me
comentaba: «¡Puedes creer que Joaquín Sabina publicó un libro con sus dibujos!». Como
no sabía de lo que me hablaba, lo escuché atentamente y me encantó la noticia.
Resulta que, en 2016, salió a la venta una pieza de arte sin igual, el libro Garagatos,
edición limitada (de solo 4.998 ejemplares) que contiene los dibujos de Joaquín Sabina; sí,
el famoso poeta y trovador español. Él mismo dice en una entrevista que para nada se cree
un pintor o dibujante, que sus dibujos son expresiones personales y que nunca tuvo
intención de publicarlos, por tanto, le sorprende que una editorial se interesara en ellos y
que produjera una obra tan exquisita y delicada. Sin embargo, los dibujos no dejan duda
del talento gráfico de Sabina. Quienes aman su poesía traducida en canciones, como mi
amigo, con los ojos cerrados se embarcarían en la aventura de motivarlo en su faceta de
pintor. Al tener fe en el artista, tienen fe en su creación. Suena lógico, ¿verdad? Si decimos
creer en alguien significa que creemos en lo que hace. Entonces, si decimos creer en Dios,
¿por qué no tendríamos fe en Su creación? Si todo lo que ha hecho es bueno, más aún lo
somos nosotros, los seres a quienes hizo a Su imagen y semejanza y adoptó como hijos.
Por lo tanto, nuestra fe en Dios debe reflejarse en la confianza en nosotros, en las
habilidades y destrezas que nos regaló y que, unidas a Su gracia, son la combinación
perfecta para lograr proezas.
Cierta vez, un niño llevó a su madre una nota de la escuela. El niño la vio abrir el sobre
sellado, sacar la nota y leerla con los ojos llenos de lágrimas. Luego, ella, al notar la
ansiedad en los ojos del niño, leyó la nota en voz alta: «Su hijo es un genio, esta escuela es
muy pequeña para él y no tenemos buenos maestros para enseñarle, por favor enséñele
usted».
Muchos años después, cuando falleció la madre, el hijo que obviamente ya era un hombre,
encontró la carta entre algunas cosas viejas de la familia. La tomó y la leyó: «Su hijo está
mentalmente enfermo y no podemos permitirle que venga más a la escuela, por lo que
usted deberá enseñarle». El hombre lloró durante horas al ver la realidad que hubiera
marcado su vida de forma diferente, pero que no le afectó, gracias a la fe que su madre
tuvo en él cuando apenas era un niño. Entonces, escribió en su diario: «Thomas Alva
Edison fue un niño mentalmente enfermo, pero por una madre heroica se convirtió en el
genio del siglo».
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¡Dios tiene esa misma fe en nosotros! Así que no hay razón para que te menosprecies o
escuches las voces del mundo que intentan debilitarte. Él te conoce, te formó, sabe cuál es
tu potencial y lo que eres capaz de lograr. Por lo tanto, no tienes derecho a dudar de ti.
Confía en tu Creador porque Sus obras son buenas y siempre tienen un propósito. Vivir
por fe es alinearnos al pensamiento de Dios y aceptar el reto que implica haber sido
preparados para alcanzar grandes objetivos. Así de sencillo. ¡Créele y cree en ti!
Tal como sucedía en la película Cinderella Man, en la que el boxeador Jim Braddock recibía
tremendas palizas en el cuadrilátero con tal de que su esposa no se viera en la necesidad
de descuidar la crianza y cuidado de sus hijos para ponerse a trabajar. Braddock peleaba y
ganaba para que su familia estuviera bien. Ellos recibían la victoria por gracia de su padre.
En la vida real, esta victoria que recibimos por gracia se compara con la situación de
nuestros hijos, a quienes hacemos más que vencedores porque les damos la oportunidad
de estudiar sin que tenga que trabajar. Nos esforzamos por ellos, para abrirles paso a
buenas oportunidades. Peleamos la batalla y obtenemos los recursos para que puedan
recibir los beneficios. ¡Así de generoso y misericordioso es el Señor, porque confía en
nosotros, Sus hijos!
¿Cómo podemos identificar a alguien que es más que vencedor? Pues al ver que se toma
de la mano del Señor sin importar lo que esté enfrentando, sea bueno o malo. Porque
algunos solo se acercan a Dios cuando están mal —a punto de divorciarse o en bancarrota,
por ejemplo— y se alejan cuando todo comienza a mejorar. Algunos jóvenes solteros
dejan de servir en la iglesia cuando encuentran a su pareja. Saber si el noviazgo está
respaldado por Dios es tan fácil como evaluar si te acerca más a Él, porque todo lo que te
aleje de Su amor te convierte en perdedor. También hay quienes están cerca del Señor y se
alejan cuando algo no va bien, cuando en realidad nada debería separarnos del amor de
Dios.
Romanos 8.35-39
El Señor lo asegura, ¡ya vencimos al enemigo! Entonces, ¿por qué a veces permitimos que
nos derrote? Porque muy en el fondo no aceptamos esa victoria. Cuando realmente
confiamos, las victorias se manifiestan en todas las áreas de nuestra vida, pero si confiamos
solo en nuestra fuerza no logramos vencer.
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1 Juan 2.13-14
Ya comprendimos que Dios creó a Adán con dominio, autoridad y victoria, pero al
desobedecer perdió lo que había recibido. Sin embargo, nosotros ya fuimos redimidos por
la sangre de Cristo y gracias a Él recuperamos la autoridad. El problema es que cuando
pecamos, sufrimos el daño colateral de la pérdida de confianza en nuestra identidad y
capacidad de superar los errores, además de enfrentar los problemas en la familia y en la
economía. Porque cuando caemos en tentación desperdiciamos nuestros recursos y nos
alejamos del amor de quienes se preocupan por nosotros.
Génesis 1.28
Tienes algún vicio y gastas tu dinero en mantenerlo, pero después enfrentas dificultades
con tu esposa y tus hijos: esos son daños colaterales. Al sufrir una enfermedad, el daño
colateral es el poco rendimiento para trabajar y el gasto que implica comprar medicinas. Si
lo analizamos desde otro punto de vista, entregarle nuestra vida a Jesús tiene múltiples
beneficios colaterales porque al dejar los vicios podemos ofrecerle una vida más cómoda a
nuestra familia y las relaciones mejoran. Si te dedicas a tu esposa y no andas con «segundo
frente de batalla», te abunda el tiempo, los recursos y la paz.
Cuando te desvías y cometes errores, pierdes confianza para actuar, trabajar y relacionarte.
Así que confía en el Señor, acepta la redención que te ofrece y que te devuelve el dominio
sobre el enemigo que desea verte derrotado. A veces puede sonar algo fantasioso hablar
del diablo como un enemigo, pero lo es. Por favor, disculpa si al abordar este tema te
sientes un poco incómodo porque no estás familiarizado con ello, pero si deseamos
caminar por fe, debemos abrir nuestros ojos espirituales.
Jesús, el segundo Adán, vino a salvarnos y provocó nuestro nacimiento espiritual. En esa
nueva vida, ya vimos que recuperamos la autoridad perdida, porque Él tiene toda potestad
sobre el cielo y sobre la tierra, así que ahora puedes vencer porque ¡tienes autoridad! Date
por vencedor, recupera tu confianza en Jesús y Su victoria será la tuya. Tener fe en Dios
significa tener fe en lo que puedes lograr porque Él ya te ha dado todo para alcanzar la
plenitud.
Mateo 28.18-20
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obedece las instrucciones de Dios porque Él ya arregló tu victoria, así como dispuso todo
para que Su pueblo conquistara Jericó.
Josué 6.1–4
La instrucción que Josué recibió no era esgrimir las espadas y pelear, sino darle siete
vueltas a la ciudad. Quizá eran indicaciones un poco extrañas para alguien que esperaba
luchar ya que rodear la ciudad y tocar las trompetas durante siete días no era
precisamente la idea de una batalla, pero al obedecer demostraron que nada los separaba
de la fe en Dios. Lo mismo debemos hacer ahora. Obedece siempre a tu Padre y en un día
lograrás lo que antes lograbas en siete. Pero lo primero es reforzar tu fe. A veces crees que
tu esfuerzo no vale la pena, te cansas, piensas que perdonar, amar y bendecir no da
resultado, pero no desmayes. A veces debes hacer siete veces más de lo que piensas que
es suficiente para recibir lo que Dios quiere darte. Él está convencido de tu victoria, pero tú
también debes estarlo. En medio de la batalla, de nada sirve que el general del ejército
sepa qué hacer y dé las instrucciones si los soldados no confían en su capacidad y
obedecen. Con cada vuelta que los israelitas daban alrededor de Jericó, Dios seguramente
decía: «Ya los veo casi convencidos, pero necesito plena certeza». Al séptimo día, cuando
les mandó dar siete vueltas, seguramente dijo: «Ahora es el momento, nada los separa de
la fe que deseo ver en ellos, es tiempo de que los muros caigan».
Lo que vence al mundo es nuestra fe. Si las circunstancias te han derribado, levántate
victorioso porque en el Señor nada puede destruirte. Solo la fe puede darte el valor para
hacer lo que Dios te mandará, porque los muros cayeron por el poder del Señor, no por las
vueltas que el pueblo dio. Haz lo que Su Palabra dice y deja que Él haga el resto
Nunca destruidos
2 Corintios 4.7-9
En la primera película de Rocky, la saga que hizo famoso a Silvester Stallone, vemos a un
joven, apasionado e inexperto boxeador en su camino hacia el éxito. Al final de la película
pelea contra Apollo Creed, el campeón indiscutible, y durante un combate sangriento que
nos emociona incluso ahora muchos años después, vemos cómo ambos boxeadores caen
noqueados una y otra vez, pero no se dan por vencidos. Al final Apollo gana la pelea por
decisión dividida, lo que realmente es un triunfo para el retador, quien se vio en apuros,
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perseguido y derribado, todas las señales externas eran negativas y dolorosas, sin ninguna
duda, pero nunca estuvo derrotado ni destruido y, al contrario, a pesar de lo mal que le fue
físicamente, la victoria fue suya, superó su miedo al fracaso, ganó el respeto de quienes no
confiaban en él y las puertas se le abrieron al lograr una proeza sin precedentes. Lo mismo
sucede con nosotros: podemos estar derribados, pero nunca destruidos, podemos ser
perseguidos, pero nunca estaremos desamparados. Nuestro Padre y entrenador nos ha
preparado para que ningún enemigo pueda con nosotros, lo único que debemos hacer es
subirnos a ese cuadrilátero y pelear.
La angustia y la falta de paz interior, la desesperación de pensar que no podremos salir del
problema y el desamparo de sentirnos abandonados sin ayuda nunca serán una realidad
en nuestro corazón si afirmamos una y otra vez que nada puede destruirnos aunque
tropecemos y seamos derribados.
Utiliza tu fe para atacar lo malo que te sucede y provocar que se cumpla lo bueno que
Dios promete, no al contrario. El Señor nos ha dado el regalo de la fe para que confiemos
en lo que podemos lograr con Su ayuda, porque nos ha hecho fuertes y podemos ser
eficientes en todo lo que emprendamos
Romanos 12.3
Logras lo que te propones si crees en lo que Dios te ha dado. Todo comienza con ese acto
de fe que debe sustentar tu vida. Tus sueños se cumplirán cuando actúes como un hijo
que confía en su Padre y en las habilidades que ha recibido.
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LA MEJOR ARMA
En una guerra, se dice que de nada sirven las armas si no se saben usar. Lo mismo sucede en el
plano espiritual, ya que de nada sirve decir que creemos en las promesas del Señor si no tenemos
el valor para enfrentar las situaciones y provocar que Sus planes se cumplan. ¿Por qué no te has
animado a desarrollar ese negocio que tienes en mente? Si dices tener fe en que el Señor te
sustentará, debes dar el paso hacia la construcción del futuro que Él te ha prometido. Con respeto
lo digo, a veces nuestra cobardía se disfraza de esa espiritualidad que busca miles de
confirmaciones de Dios para animarse a hacer algo. ¿Qué más necesitas para casarte luego de
tantos años de noviazgo? La Palabra dice que los violentos arrebatan las promesas, es decir, que
los decididos y emprendedores, los que ponen manos a la obra, son quienes alcanzan la victoria.
Hemos leído muchas veces lo que Hebreos 11 enseña, pero es importante revisar varios aspectos
que nos hablan sobre la fe. Primero, leemos que Dios es galardonador de los que le buscan, así
que una forma de demostrar que lo buscamos es alcanzar esos galardones. En nuestra relación
con Dios hay dos testimonios: el nuestro, que habla sobre lo que Él ha obrado, y el Suyo, que habla
de lo que Él ha visto y le agrada. En el caso de Abel sabemos que Dios da buen testimonio de su
ofrenda porque fue excelente. Lo mismo sucede con los hombres y las mujeres de quienes habla
Hebreos 11; este es el testimonio del Señor sobre la fe y el valor de personas que han ganado Sus
galardones.
Hebreos 11.1-11
Es increíble la cantidad de veces que la Biblia nos asegura que el justo vive por su fe, así que la fe
no solo nos garantiza la vida eterna, sino que también es la llave para una plena vida terrenal. Es
fácil decir que al aceptar a Jesús como Señor y Salvador tienes garantizado tu espacio junto al suyo
después de morir, pero es difícil declarar fe en aquello que Dios ha prometido que lograrás en la
tierra, pues habría que demostrarlo con actitudes y obras. Sin embargo, esa es la confianza que
debemos hacer realidad, ya que es la única forma de agradar a Dios. Cada día de tu vida debes
demostrar tu fe, no solamente cuando te dan el aumento que esperabas, sino también cuando el
día amanece nublado y no tienes ganas de levantarte de la cama. Hebreos 11 nos habla de Noé,
quien alcanzó justicia al construir el arca por fe. Ahora muchos podrían decir que hubieran
participado, pero realmente es difícil saberlo si no son capaces de enfrentarse a las dificultades y
retos del día a día. Antes de asegurar que hubieras creído en el loco constructor de un enorme
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barco cuando nadie sabía qué significaba la palabra «lluvia», demuestra que eres capaz de
arriesgarte a creer por tu felicidad y éxito. Esas son las proezas que debes lograr ahora.
Habacuc 2.4
¡Vaya fe la de Abraham al tomar a su esposa y salir de su tierra sin saber hacia dónde lo llevaría su
amor por Dios! Y nosotros a veces sufrimos una terrible depresión cuando pasamos un mes sin
trabajo y clamamos desesperados: «¡Dios me ha abandonado!». ¿Dónde está la fe que te levanta y
te hace tocar puertas hasta que logras lo que deseas? El problema no es decir que tenemos fe,
sino usarla cuando vienen las dificultades, porque en medio de la tribulación y del desafío es que
ponemos a prueba nuestras convicciones y las activamos para lograr maravillas.
La fe es un estilo de vida
Y ¿qué sucede si llegas al final de tus días sin recibir lo que Dios te ha prometido? Pues así como
Abraham, Isaac, Jacob y José, proclama a tu descendencia que ellos verán cumplidas las promesas
porque Dios es fiel y no miente. La fe es la mejor herencia para tus hijos, esa que te hace vivir
expectante, renunciando a existir sin propósito, porque no tener expectativas es como estar
muerto. Vivir por fe es disfrutar del presente y del futuro que forjamos con optimismo.
Hebreos 11.12-13
Vivir por fe es disfrutar del presente y del futuro que forjamos con optimismo.
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De nada sirve tener todo el dinero del mundo si es fruto del pecado y de la falta de fe. Además, la
fe nos distingue de quienes intentarán hacer las mismas proezas, pero se ahogarán, como sucedió
con los egipcios al intentar cruzar el Mar Rojo persiguiendo a los israelitas. Somos hijos de Dios y
Su poder nos sustentará siempre si vivimos por fe, ya que Él promete que no seremos burlados.
¡No lo dudes, serás capaz de abrir las aguas y caminar en tierra seca o de caminar sobre el agua si
es necesario!
Incluso Rahab, de quien se dice en la Palabra que era una prostituta, recibió galardón por su fe, ya
que Dios da testimonio de ella en Hebreos 11, el libro del Nuevo Testamento. Ella creyó en el Dios
de los israelitas y los ayudó a conquistar Jericó. Yo tenía conflicto con que se le llamara ramera en
la Biblia porque ya había sido justificada por fe, pero el Señor me dijo: «Es un ejemplo para que
vean que todos pueden lograrlo, no hay excusa, la fe es lo que los hace justos delante de mí, no
sus obras». Entonces me quedó clarísimo el mensaje. Ella creyó y ayudó, porque vivir por fe
requiere valor y coraje. Como decimos
Hebreos 11.30-40
en muchos países, es necesario tener «bien puestos los pantalones» porque no es fácil. Dejar
todo, como hicieron Abraham y Moisés, demanda mucha decisión. No te has atrevido a
emprender ese negocio por falta de valor y por orgullo, porque no crees en tus capacidades y en el
respaldo de tu Padre; dudas, te preguntas: «¿Qué dirán si fallo, qué pensarán?». Usar la fe implica
aceptar que nos debemos a nuestro Padre, que Él tiene la última palabra y nos respaldará porque
quiere lo mejor para nosotros. Cuando el pueblo de Israel era esclavo en Egipto, todos sabían que
Dios los libertaría pero solo uno, Moisés, tuvo los pantalones bien puestos para plantarse frente al
faraón. Claro que el valor vino de Dios porque recordemos que Moisés incluso había huido luego
de matar a un egipcio, pero en medio de esa situación, que por ningún lado parece que tendría un
buen final, todo obró para bien. En su naturaleza este hombre no habría podido hacer nada, pero
con la gracia y poder de Dios fue posible que venciera sus temores y enfrentara tremenda
asignación. También vemos que Noé tuvo fe para obedecer la orden de Dios, pero fue el valor lo
que provocó que construyera el arca a pesar de las burlas de la gente. David tuvo fe y también
tuvo pantalones para enfrentarse a Goliat. En ningún momento la tarea fue fácil, pero fue posible
lograrla. Al decir la Biblia que el reino de Dios sufre violencia y los violentos lo arrebatan, se refiere
a quienes tienen el coraje y pelean por recibir lo que han creído. Jacob, el hijo de Isaac, nieto de
Abraham, tuvo fe y también los pantalones bien puestos para pelear hasta el amanecer con el
ángel del Señor para que lo bendijera.
Génesis 32.26-29