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ELLAS
LAS ESTUDIANTES
DE LA RESIDENCIA DE SEÑORITAS
A mi madre, Ana Rosa Guadalupe
INTRODUCCIÓN
LA RESIDENCIA DE SEÑORITAS, UN
MUNDO DE CARTAS
Las investigaciones, a veces, comienzan de forma
inesperada; a veces también, la narrativa cobra su propio
impulso y el resultado final coincide poco con los primeros
planteamientos: así ha sucedido en este caso. Para
conmemorar en el año 2010 el centenario de la libertad
femenina para estudiar en cualquier nivel de la enseñanza
—antes no era posible de manera oficial—, incluido el
universitario, me invitaron a impartir una conferencia
sobre el tema. Quise complementar palabra con imagen y,
de entre las fotografías, una me gustó particularmente
porque para mí representaba el alegre disfrute de la
lectura: en ella un grupo de jóvenes sonrientes leían
sentadas en unos bancos, a la sombra de un cedro frondoso
en el jardín de la Residencia de Señoritas. Tiempo después,
acudí a la Fundación Ortega Marañón para seleccionar
algunos documentos que necesitaba en unas clases de
máster… Allí seguían los bancos, los cedros y el jardín.
Dada la intensa labor de la excavadora y el cemento en la
historia española de la segunda mitad del siglo XX, aquella
supervivencia me pareció tan milagrosa como el que se
hubiera conservado el Archivo de la Residencia de
Señoritas1. Lo que se pensó como una tarea docente se
convirtió en una larga investigación con la que he
disfrutado tanto como aquellas señoritas de la fotografía
con sus libros.
Como apuntaba, en 1910 se levantó la restricción para
que las españolas pudieran ingresar oficialmente en todos
los niveles de la educación y se concede por tanto la
libertad de acceso a la Educación Superior. Por entonces,
en el curso 1909/1910, 21 españolas estudiaban en las
aulas universitarias y, de hecho, entre 1910 y 1920 su
presencia siguió siendo más bien anecdótica, pero la
Residencia consiguió implantar a lo largo de la década de
los veinte un nuevo modelo de mujer, como recogía un
artículo de ABC, «Las que estudian»2. En contraste, hacia
1910 en Estados Unidos había 140.000 alumnas en la
Educación Superior, lo que suponía un 39,6 por 100 del
total del alumnado, y en Francia, el país vecino, en 1914 la
mujer aportaba el 6 por 100 a la población universitaria3.
Cuando comienza el curso 1915/1916 y abre sus puertas
la Residencia de Señoritas había 145 universitarias en todo
el país, de las que unas 60 estudiaban en la Universidad
Central de Madrid, muchas todavía por libre, sin
desplazarse a la capital salvo en la etapa de los exámenes.
La nueva Residencia comenzó con tres estudiantes, aunque
al terminar ese primer curso ya fueran treinta, si bien solo
tres seguían estudios universitarios. En realidad, como
entonces se reconoció, la Junta para Ampliación de
Estudios (JAE) no buscaba, con la apertura del centro,
responder a una demanda ya creada, sino, por el contrario,
que la posibilidad de residir en un marco cómodo,
agradable y seguro animara a las jóvenes españolas a
proseguir con su educación. Es esa una interpretación que
se ha venido repitiendo desde que María de Maeztu lo
declarara en una preciosa entrevista que le hizo la
residente y periodista Josefina Carabias4. Suponía una
apuesta educativa para formar jóvenes cultas,
independientes, con un proyecto de vida profesional y
capaces de pensar y decidir por sí mismas. Una iniciativa
inmersa en la visión regeneracionista de la Institución
Libre de Enseñanza (ILE), que buscaba la transformación
de la sociedad a través de su educación y optaba, y esto era
fundamental, por impulsar la educación femenina como una
base alternativa desde la que construir un nuevo proyecto
de sociedad, desengañados como estaban los
regeneracionistas de esa sociedad patriarcal, corrupta, que
había llevado al fracaso de España como nación en 1898.
En 1910 se había fundado la Residencia de Estudiantes,
dirigida hasta 1936 por el malagueño Alberto Jiménez
Fraud. Fue una creación emblemática de la Junta para
Ampliación de Estudios, cuya existencia quedó ligada al
florecimiento cultural de la Edad de Plata. En 1915, el
Grupo Universitario —el masculino— dejaba su antiguo
emplazamiento en la calle Fortuny para instalarse en su
definitivo marco de la Colina de los Chopos, donde lo
contemplamos hoy. Los espacios que dejaban los jóvenes
pasarían a ser ocupados por las recién llegadas. Con el
tiempo, por compra y, sobre todo, por su acuerdo con la
institución colindante —el International Institute for Girls
in Spain, una institución norteamericana que llevaba desde
el siglo XIX impulsando la enseñanza de la mujer en España5
—, ocupó la manzana que formaban las calles Miguel Ángel,
Fortuny y Rafael Calvo y en cuyo interior un gran jardín
comunicaba los diferentes hotelitos.
Al abrir, la Residencia aceptaba jóvenes que estudiaran
en distintos centros de enseñanza —la Escuela Superior del
Magisterio, el Real Conservatorio—, prepararan
oposiciones o, incluso, que solo quisieran mejorar su
cultura general, pero siempre estuvo claro el objetivo de
estimular intelectualmente a las mujeres y de orientarlas
en su ingreso en la universidad. A finales de la década de
los años veinte, la casa alcanza su plenitud y queda
estructurada en cuatro grupos (Rafael Calvo, Fortuny 30,
Fortuny 53, Miguel Ángel 8). Al frente de cada uno había
una responsable que solía ser una de las antiguas alumnas.
En el período republicano, el número de residentes se
acerca cada curso a las trescientas. Entonces sí, la mayoría
de sus moradoras asistía a las clases de la Universidad
Central y cada día un autobús hacía el trayecto entre
Fortuny y la Ciudad Universitaria. Se había logrado con
creces el propósito que guio a la JAE al querer impulsar la
presencia femenina en la universidad. Como se irá viendo
en las páginas que siguen, el proyecto de la Residencia
resultó un éxito indiscutible y las mujeres —como hoy se
viene reconociendo— también formaron parte de aquella
brillante y creadora Generación del 27.
Obedeciendo a su nombre, se trataba de un alojamiento,
pero en su planteamiento todo era nuevo; María de Maeztu
buscó un ambiente moderno y, a la vez, distinguido, que
rompiera con el estilo y recordara los centros anglo-
norteamericanos, pero, al tiempo, que no perdiera un cierto
carácter de hogar. Como escribe la residente Carmen de
Zulueta:
[Las estudiantes] vienen de hogares que tienen como modelo, en el
mejor de los casos, salas que solo se abren cuando viene una visita de
cumplido; comedores donde no se come, con aparadores de caoba
tallada, con plata regalada en la boda, o en muchas bodas de diferentes
generaciones y que nunca se usa más que en algún cumpleaños o
funeral; copitas talladas donde se escancia el jerez dulce o el vino de
Málaga, en ocasiones.
EL VALOR DE LA GENEROSIDAD
«Ya dije a V. que queriéndolo todo para la niña me
conformo con poco […] que trabaje en cosas positivas y
prácticas, que sienta un ideal recio y sano que pueda
llevarla a una felicidad relativa. Dirá V. y ¿eso es poco? Es
todo lo que yo quiero como padre» (ARS, 27/51/1). Así
escribía Pedro de Castro León, abogado de Bujalance, a
María de Maeztu en diciembre de 1915 sobre la educación
de su hija Mariana, que formaba parte del primer grupo de
jóvenes con el que, en el curso 1915/1916, abrió sus
puertas la Residencia de Señoritas. Con ellas convivía
Concha Barrero Tinoco, que estaba preparando el acceso a
la Escuela Superior del Magisterio; como don Pedro,
Guillermo Barrero Fernández también explica a doña María
por qué estaba su hija con ella en Madrid: «[18 de junio de
1916] Mi posición económica es la de un modesto empleado
que gana un sueldo que puedo calificar de bastante para
sostener las necesidades ordinarias de mi familia
compuesta de mi esposa y cuatro hijas; de tal sueldo he
podido a duras penas ir sufragando los gastos de la carrera,
haciendo el sacrificio en vista de las buenas disposiciones
que siempre observé en Concha y pensando que era, y es
por hoy, el único patrimonio que podría legarle» (ARS,
24/56/8).
Desde Bujalance, desde Almendralejo, estos y otros
padres exponen claramente por qué evitan los prejuicios:
en casos como los de Concepción Barrero se habla de
jóvenes de provincia con buenas disposiciones
intelectuales, que quieren cierta independencia y necesitan
trabajar; en el de Mariana, se buscaba una educación
integral que la ayudara en el futuro y elevara su calidad
humana. Con esos u otros matices, los padres dejarán
partir a sus hijas para favorecer su crecimiento personal y
profesional, y lo hacen porque la Residencia de Señoritas
poseía la solvencia científica de la Junta para Ampliación de
Estudios y la, no menos importante, solvencia moral de la
sabia dirección de doña María de Maeztu Whitney.
Las chicas llegaban a Madrid, a la gran ciudad, con
frecuencia era la primera vez que salían de sus casas y en
la capital no existía un lugar que ofreciera limpieza,
comodidad y un ambiente agradable que estimulara el
espíritu de trabajo y que además garantizara la
respetabilidad y alejara cualquier sombra de difamación. La
propia María de Maeztu había experimentado esas
carencias. En 1912 terminó en la Escuela Superior del
Magisterio y en julio fue destinada a la Escuela Normal de
Maestras de Cádiz, una plaza que no ocupó, pero sí se
trasladó esporádicamente a la ciudad. Sigo a Carmen
Gómez Moreno en su comentario de que, tal vez por la
incomodidad de su alojamiento en esa ciudad universitaria,
se esforzara más en hacer realidad el proyecto de la
Residencia de Señoritas en el que venía pensando y del que
hizo cómplice a Rafaela Ortega, hermana de José Ortega y
Gasset16. Sin embargo, como también se ha dicho, no es
que las jóvenes retrocedieran a la hora de estudiar y
formarse a la altura de 1915 por falta de lugares
apropiados para hacerlo, sino ante los fuertes prejuicios
sociales y morales en contra de la mujer trabajadora y
culta. En realidad, la idea de Maeztu y de la JAE no
obedecía tanto a la demanda de una residencia para
mujeres como a que su existencia alentara a las jóvenes a
continuar sus estudios, como Pérez-Villanueva y Vázquez
Ramil han subrayado. Por otra parte, las estudiantes —y
sus padres— la buscaban a ella —la Srta. de Maeztu—, su
ejemplo, sus pautas, su guía en medio de un marco
desconocido.
Voy a seguir profundizando en cómo eran estos padres,
qué querían, de qué grupos sociales provenían, de qué
ideologías, hasta dónde se implicaban en la educación, en
la relación con la Residencia, con la directora… Es decir,
voy a intentar reconstruir la intervención de los padres en
la educación de sus hijas hasta donde las cartas lo
permitan, comenzando por el principio, por los padres más
arriesgados, aquellos que favorecieron la presencia de sus
hijas en los primeros cursos, cuando la empresa de la
Residencia resultaba aún un interrogante y es casi
inexplicable cómo y por qué las dejaron marchar. Creo que
nos conviene comenzar por lo más sencillo: la familia
García-Andoín vivía en Bilbao y conocía de antiguo a doña
Juana Whitney y a los Maeztu, así que en este caso la
decisión resulta más comprensible:
Bilbao, 13 de septiembre de 1915
Oportunamente me entregaron en la oficina de la Naviera Uriarte un
prospecto referente a la constitución del Pensionado para señoritas que
tengan que hacer estudios en la corte. Debido a haber estado mi mujer y
mi hija en Elciego (Rioja) [sic] unos cuantos días, he demorado el acusar
recibo de dicho impreso, así como de la tarjetita que me adjuntaba, pues
como es natural deseaba hacer presente a mi familia lo que había sobre
el particular […].
El sábado regresaron y quedamos en que, si en ese pensionado se
podía disponer de una habitación económica (de diez pesetas mensuales)
conforme dice el prospecto y tratándose de que V. está de Directora,
como demasiado sabemos las atenciones que nos guarda, desde luego
estamos conformes en que vaya a ese pensionado, haciendo gustosos el
sacrificio de diez pesetas más que nos supone el presupuesto mensual de
gastos al ir Aurelia a ese centro (ARS, 32/30/1).
http://hemeroteca.abc.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/madrid/abc/1934/12/12/
037.html (consultado 27/5/2022).
18
https://www.boe.es/datos/pdfs/BOE//1942/202/A05347-05359.pdf (consultado
19/5/2022).
19
http://pares.mcu.es/ParesBusquedas20/catalogo/description/5627163
(consultado 19/5/2022).
20
Elvira M. Melián, «María de Maeztu Whitney y Sofía Novoa Ortiz (1919-
1936), cultivar la salud, cultivar el espíritu, cultivar la lealtad», Circunstancia:
Revista de Ciencias Sociales del Instituto Universitario de Investigación Ortega
y Gasset núm. 14 (2007).
21
Carmen Losada, «Sofía Novoa Ortiz, una pianista en la Edad de Plata», en
Adelaida Sagarra (coord.), Liberales, cultivadas y activas: redes culturales,
lazos de amistad, Salamanca, Universidad de Salamanca, 2017, págs. 141-171.
22
Carmen Losada, ibíd., pág. 152, nota 35: carta de Sofía a su familia, París, 21
de abril de 1928.
23
Carmen de la Guardia, Las maestras republicanas en el exilio, Madrid, Los
Libros de la Catarata, 2020, pág. 141.
24
http://cipres.residencia.csic.es/misiones/ficha_participante.php?
id_persona=420&id_mision=146 y
https://www.diariodeleon.es/noticias/sociedad/maestra-llevo-praga-canciones-
boda-leon_1226452.html (consultados 22/5/2022).
25
https://www.diariodeleon.es/noticias/cultura/fallece-viuda-
artista_131570.html y https://eprints.ucm.es/38212/1/T37422.pdf (consultados
22/5/2022)
26
http://www.premioinnovacioncarreterasjafc.org/j-a-fdez-del-campo
(consultado 22/5/2022).
27
CDMH: Masonería B, legajo 345, exp. 19.
28
http://www.ibaneza.es/?p=34327 (consultado 22/5/2022).
29
http://www.bibliotecavirtualdefensa.es/BVMDefensa/i18n/catalogo_imagenes/gr
upo.cmd?path=16017 (consultado 22/5/2022).
30
Eva Gómez, Inspectoras de primera enseñanza en el segundo tercio del siglo
XX, tesis doctoral, Madrid, Universidad Complutense, Facultad de Educación,
Departamento de Teoría e Historia de la Educación, 2017, págs. 372-373.
31
https://core.ac.uk/download/pdf/71530557.pdf (consultado 22/5/2022).
32
Eva María Trescastro, Josep Bernabéu y María Eugenia Galiana, «Nutrición y
salud pública: políticas de alimentación escolar en la España contemporánea
(1931-1978)», Asclepio, vol. 65, núm. 2 (2013), doi:
https://dx.doi.org/10.3989/asclepio.2013.570.
33
AHN, Universidades, Legajo 6218 / Exp. 10.
34
Raquel Vázquez, 2012, pág. 446.
35
https://www.boe.es/boe/dias/1992/02/12/pdfs/A04851-04852.pdf (consultado
27/5/2022).
36
Antonina Rodrigo, Una mujer silenciada. M.ª Teresa Toral: ciencia,
compromiso y exilio, Barcelona, Ariel, 2021, https://idoc.pub/documents/una-
mujer-silenciada-m-teresa-toral-ciencia-compromiso-y-exilio-qn8rpmmp5811
(consultado 27/5/2022).
37
Elvira M. Melián, «Elena Fortún y el Grupo de Alumnas de Biblioteconomía
de la Residencia de Señoritas (1930-1936)», Historia y Memoria de la
Educación, núm. 7 (2018), págs. 615-644, doi:
https://doi.org/10.5944/hme.7.2018.18518.
38
Isabel Pérez-Villanueva, 2011, pág. 638.
39
Carmen de Zulueta y Alicia Moreno, Ni convento ni college: la Residencia de
Señoritas, Madrid, CSIC, 1993.
40
Anna Caballé, Concepción Arenal: la caminante y su sombra, Madrid, Taurus,
2018.
41
http://exiliadosmexico.blogspot.com/2012/09/fuyola-miret-encarnacion.html
(consultado 12/7/2021).
42
CDMH, ES.37274.CDMH/9.8.3.2//TERMC,FICHERO, 71,2313382.
43
http://pares.mcu.es/MovimientosMigratorios/detalle.form?nid=21179
(consultado 29/5/2022).
44
Cristina Escrivá, La Residencia de Señoritas, 1936-1939: la etapa valenciana
del grupo femenino de la Residencia de Estudiantes, Valencia, Asociación
Cultural Institut Obrer de València, 2021.
45
http://pares.mcu.es/ParesBusquedas20/catalogo/autoridad/128542 y
http://pares.mcu.es/ParesBusquedas20/catalogo/autoridad/141927 (consultados
29/5/2022).
46
http://pares.mcu.es/ParesBusquedas20/catalogo/autoridad/150767
(consultado 29/5/2022).
47
Esta carta se ha extraído de Elena Roldán, Pioneras del siglo XX, un relato
singular. María Paz García del Valle, de San Esteban de Gormaz a Harvard: una
trayectoria por la Residencia de Señoritas, el Instituto-Escuela y el Instituto
Nacional de Física y Química Oviedo, Sapere Aude, 2018, pág. 53.
48
Elena Roldán, ibíd., pág. 54.
49
Carmen Magallón, «Las mujeres que abrieron los espacios de las ciencias
experimentales para las mujeres, en la España del primer tercio del siglo XX»,
Arenal, vol. 17, núm. 2 (julio-diciembre de 2010), págs. 319-347.
50
Elena Roldán, op. cit.
51
http://hemeroteca.abc.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/madrid/abc/1959/12/10/
063.html (consultado 29/5/2022).
52
https://www.boe.es/datos/pdfs/BOE//1946/237/A06490-06490.pdf (consultado
29/5/2022).
53
https://www.boe.es/datos/pdfs/BOE//1937/104/A00278-00278.pdf (consultado
29/5/2022).
54
En su biografía se destaca su perfil dentro del feminismo, con una marcada
actividad en la Pedagogía Social y el citado Feminismo Económico; véase Rosa
M.ª Baena, Feminismo y educación en Málaga: el pensamiento de Suceso
Luengo de la Figuera (1898-1920), Málaga, Universidad, 1992. Recientemente
la Academia de la Ciencia de Málaga la ha destacado,
https://academiamalaguenaciencias.wordpress.com/2020/03/08/suceso-luengo-
una-pedagoga-y-feminista-en-la-academia-malaguena-de-ciencias/ (consultado
12/7/2021).
55
https://www.boe.es/datos/pdfs/BOE//1948/142/A02042-02042.pdf (consultado
12/7/2021).
56
Su actividad en aquella ciudad está recogida en M.ª Ángeles Sánchez,
Mujeres en Melilla, Melilla, Grupo Editorial Universitario, 2004,
http://www.stes.es/melilla/revista/mujer_melilla.pdf (consultado 29/5/2022).
57
https://melillaizquierda.blogspot.com.es/2013/05/trabajo-y-vida-de-los-
mineros-de-las.html (consultado 29/5/2022).
58
http://quefluyalainformacion.blogspot.com.es/2016/09/aurelia-gutierrez-
blanchard-la-culta.html (consultado 31/5/2022).
59
http://hemeroteca.abc.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/madrid/abc/1984/09/18/
091.html (consultado 31/5/2022).
60
https://www.boe.es/buscar/doc.php?id=BOE-A-1962-12560 (consultado
31/5/2022).
LA MAYORÍA NO LLEGÓ
Por último, al tratar este tema difícil del dinero, no
podemos olvidar que la inmensa mayoría de las jóvenes
inteligentes y cualificadas no pudieron, siquiera, aspirar a
la Residencia. Se han conservado muchas de esas cartas,
como la de Pilar Gómez, de Almería, que escribía en 1921
queriendo asegurar el porvenir de su hija:
Almería, 16 de septiembre de 1921
Muy Sra. mía:
Enterada de un anuncio de La Correspondencia de España sobre los
estudios universitarios de la mujer, me dirijo a V. para que tenga la
amabilidad de ponerme al corriente como indica el anuncio, pues tengo
una hija de 19 años de edad, que ya ha cursado el grado de bachiller,
obteniendo 18 matrículas de honor. El 20 del corriente se presentará a
examen en la Normal de Maestras de aquí, para hacer la mitad de los
estudios ahora y en Junio próximo terminará el Magisterio, para
trasladarnos a esa y se prepare a la Escuela Superior del Magisterio.
Debo advertirla que soy viuda y tropiezo con un sinfín de obstáculos
para conseguir que mi hija se cree una manera de vivir decente y
honrada, por tanto le ruego tenga en cuenta mi situación y me diga los
precios que V. acostumbra […] (ARS, 33/47/7).
http://cedros.residencia.csic.es/imagenes/Portal/ArchivoJAE/memorias/007.pdf,
pág. 302 (consultado 31/5/2022).
68
Raquel Vázquez, 2012, págs. 278 y 284.
69
El Instituto-Escuela fue un centro de educación primaria y secundaria
fundado por la JAE, que puso en práctica los principios de la ILE. La Srta. de
Maeztu se encargaba de la dirección de la primaria y, en su etapa inicial, el
centro quedó instalado en el ya conocido edificio de Miguel Ángel 8, la sede del
International Institute. Se pensó como centro experimental e impulsó una
revolución educativa. Al estudio ya clásico que realizó Luis Palacios Bañuelos —
Instituto-Escuela: historia de una renovación educativa, Madrid, Ministerio de
Educación y Ciencia, 1988—, se sumaron otras investigaciones, como las de
Encarnación Martínez «El Instituto-Escuela y la Institución Libre de
Enseñanza», Indivisa, Boletín de Estudios e Investigación, núm. 16 (2016),
págs. 83-101. En 2018 se conmemoró el centenario, por lo que un renovado
interés se ha plasmado en diversas investigaciones, como las de Ángel S. Porto
y Raquel Vázquez, En el centenario del Instituto-Escuela: obra educativa de los
institucionistas, Soria, CEASGA, 2019, y exposiciones: la del Museo Nacional
de Ciencias Naturales —Ciencia e innovación en las aulas: centenario del
Instituto-Escuela de Madrid (1918-1939)—, base del catálogo Encarnación
Martínez, Leoncio López-Ocón y Gabriela Ossenbach (eds.), Ciencia e
innovación en las aulas: centenario del Instituto-Escuela (1918-1939), Madrid,
CSIC-UNED, 2018, y la de la Fundación Francisco Giner de los Ríos,
Laboratorios de la Nueva Educación: en el centenario del Instituto-Escuela,
https://laboratorios.fundacionginer.org/exposicion/laboratorios/el-instituto-
escuela-1918-1924/ (consultado 1/6/2022).
70
Isabel Pérez-Villanueva, 2011, págs. 615 y ss., explica el distinto criterio que
se siguió en la distribución de las becas en ambas Residencias —la de
Estudiantes y la de Señoritas—: al fraccionar las ayudas en el segundo caso se
aumentó el número de beneficiadas. La investigadora incluye el listado
completo de las becarias.
71
María Sánchez Arbós, Mi diario, Zaragoza, Diputación General de Aragón,
2006; El Grupo Escolar Francisco Giner: sus dos primeros años de
funcionamiento, Madrid, Imprenta La Rafa, 1935; Una escuela soñada: textos
Madrid, Biblioteca Nueva, 2007.
72
María Sánchez Arbós, 2006, pág. 43.
73
ES.37274.CDMH//INCORPORADOS,645,24,
http://pares.mcu.es/ParesBusquedas20/catalogo/description/12767986?nm
(consultado 1/6/2022).
74
Luis Palacios, op. cit., pág. 116.
75
Teresa González, «Educación y fronteras: María Sánchez Arbós y su lucha
por la renovación pedagógica en Canarias (1920-1925)», Revista de Educación,
núm. 356 (septiembre-diciembre de 2011), págs. 431-455.
76
María Sánchez Arbós, 2006, pág. 97, y Teresa González, op. cit., pág. 443.
77
Conferencia de Elvira Ontañón: «La Institución Libre de Enseñanza y la
educación de la mujer en España», en Mujeres de hace un siglo en el siglo de
las mujeres, mesa redonda organizada por la Residencia de Estudiantes, 2020,
http://www.edaddeplata.org/edaddeplata/Actividades/actos/visualizador.jsp?
tipo=2&orden=0&acto=7129 (consultado 5/6/2022).
78
María Sánchez Arbós, 2006, pág. 131, y
http://amigosdehesa.blogspot.com/2011/01/el-grupo-escolar-francisco-giner-
2.html (consultado 5/6/2022).
79
https://www.boe.es/datos/pdfs/BOE//1937/120/B00467-00467.pdf (consultado
5/6/2022).
80
https://www.boe.es/datos/pdfs/BOE//1938/058/B01079-01079.pdf (consultado
5/6/2022).
81
AGA, Expediente 32/16784.
82
María Sánchez Arbós, 2006, pág. 180.
83
https://www.boe.es/datos/pdfs/BOE/1952/211/A03507-03507.pdf (consultado
5/6/2022).
84
https://web.archive.org/web/20140124210927/http://institutoasturianodelamuje
r.com/iam/wp-content/uploads/2010/08/MUJERES-ASTURIANAS-DESTACADAS-
Base-de-datos_.pdf (consultado 5/6/2022).
85
http://www.memoriademadrid.es/doc_anexos/Workflow/2/121427/hem_lamonar
quia_19120817.pdf (consultado 5/6/2022).
86
Raquel Vázquez, 2012, pág. 281.
87
Alberto Sabio, «Los primeros cursos de verano en la Universidad española:
Jaca, 1927-1936», CIAN-Revista de Historia de las Universidades, 22/2 (2019),
págs.185-209, https://doi.org/10.20318/cian.2019.5069 (consultado 5/6/2022).
88
http://cedros.residencia.csic.es/imagenes/Portal/ArchivoJAE/memorias/009.pdf,
pág. 375 (consultado 5/6/2022).
89
«El festival infantil en el Campo del Moro», Ahora, núm. 737 (25 de abril de
1933), pág. 17, disponible en:
http://www.memoriademadrid.es/doc_anexos/Workflow/3/152055/hem_ahora_1
9330425.pdf (consultado 5/6/2022).
90
María Sánchez Arbós, 2006, pág. 113.
91
África Ramírez de Arellano, La Maestra, figura símbolo de la relación entre
Escuela y Hogar, León, Imprenta de la Diputación Provincial, 1926.
92
Carmen Diego Pérez, «Intervención del Primer Ministerio de Educación
Nacional del Franquismo sobre los libros escolares», Revista Complutense de
Educación, vol. 10, núm. 2 (1999), págs. 53-72, y Antonio Viñao, «Política,
educación y pedagogía: rupturas, continuidades y discontinuidades (España,
1936-1939)», Con-Ciencia Social, núm. 19 (2015), págs. 15-24.
93
http://hemeroteca.lavanguardia.com/preview/1939/08/23/pagina-
2/33120642/pdf.html (consultado 5/6/2022).
94
https://studylib.es/doc/8404060/bolet%C3%ADn-oficial-de-la-provincia-de-
madrid-1941-09-26 (consultado 5/6/2022).
95
http://hemeroteca.abc.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/madrid/abc/1958/03/07/
051.html (consultado 5/6/2022).
96
Nieves San Martín, Matilde Huici Navaz: la tercera mujer, Madrid, Narcea,
2009, y Ángel García-Sanz, Matilde Huici (1890-1965): una «intelectual
moderna» socialista, Pamplona, Universidad de Navarra, 2013.
Sofía Rodríguez, «Dear Matilde: Letters from the Refugees Camps», Nação e
97
https://www.teldeactualidad.com/hemeroteca/noticia/sociedad/2013/03/08/5830
.html (consultado 8/6/2022).
102
No he podido constatar que fuera una tesis doctoral. María también firmaba
como Mireya. Mireya Suárez, La novela picaresca y el pícaro en la literatura
española, Madrid, Imp. La Latina, 1926; existe versión en línea de la
Universidad de Toronto, https://archive.org/details/lanovelapicaresc00suaruoft
(consultado 8/6/2022).
103
http://www.guiadegrancanaria.org/memoriainsular/concurso/2001/hilda_zudan.
pdf (consultado 8/6/2022).
104
http://dbe.rah.es/biografias/11227/alejandro-rodriguez-alvarez (consultado
8/6/2022).
105
https://prohibidohablardemujeresolvidadasdeleon.wordpress.com/2014/11/25/f
austina-alvarez/ y http://www.mrbit.es/miranda/cason.htm (consultado
9/6/2022).
106
http://elblogdelarchivodeliesjorgemanrique.blogspot.com/ (consultado
9/6/2022).
107
Como consta en su expediente académico, Sign. IAX,283/18 / Expediente
académico de Matutina Rodríguez Álvarez, Núm. 1094,
http://archivoweb.carm.es/archivoGeneral/arg.muestra_detalle?
idses=0&pref_id=3147950 (consultado 9/6/2022).
Rodríguez: 324.
109
J. B. López, M. Roza y G. Solís, «La Escuela de Pediatría del Prof. Arce en la
Asturias coetánea del Prof. Sánchez-Villares: J. L. Solís Cajigal, P. Víctor Álvarez
y E. Rodríguez-Vigil», Boletín de la Sociedad de Pediatría de Asturias,
Cantabria, Castilla y León, núm. 43 (2003), págs. 409-413. Disponible en:
https://www.sccalp.org/boletin/186/BolPediatr2003_43_409.pdf (consultado
11/6/2022).
110
http://cipres.residencia.csic.es/misiones/ficha_participante.php?
id_persona=750&nombre=matutina&apellido= (consultado 11/6/2022).
JUVENTUD Y ENFERMEDAD
En el capítulo anterior ya conocimos la muerte de Pura
Arias. Los telegramas siguieron llegando:
Instituto Nacional de 2.ª Enseñanza. El Profesor de Literatura, Yecla
(Murcia)
18 de diciembre de 1934
Srta. M.ª de Maeztu: Acabo de recibir una carta de mi hermano en la
que me comunica el fallecimiento de Pura Arias; no puede V. imaginarse
la gran impresión que me ha causado la noticia, pues ya sabe V. cuánto la
estimábamos todas, pues aun en medio de sus rarezas se hacía querer.
Al saberlo, he sentido deseos de escribir a V., pues su pérdida nos
afecta a todas las residentes y yo, en este momento, no puedo menos que
llorarla con V. y de asociarme a su dolor […] Carmen Gabriel Peralt (ARS,
32/01/2).
MUERTE EN LA FAMILIA
Las enfermedades propias, la mala salud de los familiares
más cercanos y, aun peor, la muerte, acechaban a las
residentes y no era extraño que, al volver a casa,
encontraran a los suyos sumidos en la desgracia. La España
del primer tercio del siglo que había iniciado el largo
proceso hacia la modernidad demográfica todavía
presentaba índices elevados de mortalidad. La tasa bruta
de mortalidad entre 1900 y 1930 se aproximaba al 25 por
100; el tifus, la viruela, la tuberculosis y el paludismo
causaban estragos, también la malnutrición. Desde los años
cincuenta del pasado siglo hasta 2019, la demografía
española se ha transformado extraordinariamente y la tasa
de mortalidad bruta entre 1965 y 2019 se ha situado en un
8,4 por 1.000132. Se ha perdido, por ello, el recuerdo de que
ese cambio que ha garantizado niveles asombrosos de
salud y de bienestar, además de una larga vida, es muy
reciente y resulta algo extraordinario en la historia de
España y de la humanidad, incluso para la
contemporaneidad.
Dolores Guzmán llegó a la Residencia desde Granada en
octubre de 1916; según avisó oportunamente su padre,
viajó en el tren acompañada de su madre. Ya era maestra y
quería preparar el ingreso en la Escuela Superior. Como se
ha visto en otras ocasiones, Pascual Guzmán Jara, su padre,
que había iniciado en el verano de 1916 la comunicación
con María para solicitar la información del centro, enviar el
formulario, etc., mantendrá esa responsabilidad, ya
comenzado el curso, solicitando información sobre su hija y
notificando el puntual envío del giro mensual para el pago
de la estancia. Junto al de marzo, se incluyó un obsequio:
«Granada, 2 marzo 1917 […]. Como recuerdo de mi
primera visita a esa casa […] envío por este mismo correo
dos libros, uno para la biblioteca de la casa y otro para la
de V. particular, rogándole me dispense el honor de
aceptar» (ARS, 33/94/7).
Sin duda, cuando don Pascual conoció la Residencia,
visitó las instalaciones y también el despacho de la
directora y admiró sus libros; así vamos descubriendo el
respeto que sienten estas familias por la educación en
general. Como la Srta. de Maeztu le escribiera comentando
el detalle, él insistió: «2 de abril de 1917 […]. Le recuerdo
que es mi convencimiento que cuanto se haga en pro de
causas como esa es poco. ¿Cómo podría invertirse mejor
una fortuna si no se gastara en dotar casas como esa de
todos los elementos necesarios o suficientes para educar y
fortalecer a las generaciones presentes y futuras?» (ARS,
33/94/8).
Sin embargo, este estado de satisfacción y serenidad se
vio rápidamente ensombrecido. La carta de mayo presenta
una escritura menos firme y tiene algunos borrones en la
tinta:
Granada, 12 de mayo de 1917
[Su última carta] hablándome del aprovechamiento que mi hija sigue
obteniendo a su trabajo, gracias, gracias mil por el consuelo que con
tales noticias me proporciona en los actuales momentos que para mí son
de pena grande, mi hija menor acababa de pasar a mejor vida, víctima de
un catarro pulmonar, en ocasión que la veíamos reponerse de anterior
enfermedad.
Nada hemos dicho a mi hija Lola, hoy le escribo diciéndole que su
hermanita ha retrocedido un poco por efecto de un fuerte catarro […]. Yo
he de suplicarle a V. ya que tantas pruebas de su bondad nos tiene dadas,
nos dé una más, cuidando de ir preparando a mi Lolita sin decirle la
verdad de lo ocurrido hasta que nos pongamos de acuerdo, pues en
q p g , p
pasando estos días, su madre o yo iremos a esa; mientras tanto, bueno
sería que previniera a la Srta. Argentina Fernández y si es preciso
interceptara la correspondencia.
[…] Amó siempre entrañablemente a su infortunada hermanita y dado
lo próximo de las oposiciones y por tanto el exceso de trabajo que ha de
hacer, temo por su salud […] (ARS, 33/95/10).
https://www.boe.es/datos/pdfs/BOE//1937/349/B01203-01203.pdf (consultado
120
11/6/2022).
121
Miguel Zárraga, «ABC en Nueva York por la mujer española», ABC, 27 de
abril de 1921, pág. 5.
122
http://ceies.cchs.csic.es/?q=content/landa-vaz-rub%C3%A9n (consultado
11/6/2022).
123
La trascendencia de Viqueira López-Cortón ha sido estudiada por Ángel S.
Porto y Raquel Vázquez, 2019, págs. 93 y ss.
http://cedros.residencia.csic.es/imagenes/Portal/ArchivoJAE/memorias/007.pdf,
pág. 302 (consultado 12/6/2022).
134
«Trágica Muerte del señor Martín Ruiz», ABC 16 de marzo de 1920, pág. 14,
http://hemeroteca.abc.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/madrid/abc/1920/03/16/
014.html (consultado 12/6/2022).
135
Augusto Centeno no tiene expediente personal en el Archivo de la JAE, pero
sí aparece registrado como lector,
http://archivojae.edaddeplata.org/jae_app/JaeMain.html.
CUESTIONES DE FAMILIA
Las situaciones en las que se apela a María de Maeztu
para demandar su intervención fuera de un marco
p
académico propiamente hablando son múltiples. Se acudía
a ella, por ejemplo, para impulsar las carreras
administrativas y los empleos de los familiares. Ya
conocemos a Pilar Alas, una de las madres más
estrechamente vinculadas a la educación de sus hijas
(Josefina, Mercedes y Pilar Coll Alas, que procedían de
Gandía). Escribiendo una carta paradigmática en esa fusión
entre afecto, respeto y solicitud de recomendación, Pilar
Alas se dirige a María en 1928, cuando su marido
preparaba unas oposiciones de notaría para plazas de
Madrid, un destino que abriría las puertas de la capital a la
familia:
Gandía, 4 de noviembre [1928]
[…] Un poquito me tiembla la mano al escribirle, como me temblaría la
voz si en lugar de escribirle le hablara, pero me decido a hacerlo y me
animo a ello repitiéndome a mí misma varias veces aquellas palabras de
V. tan alentadoras: «Pilar, cuando tenga V. que pedirme algo en concreto,
cuando necesite V. algo, pídamelo, dígamelo» […].
Es lo siguiente: el día 19 de este mes darán comienzo las oposiciones
entre notarios; uno de los opositores es mi marido. Salen a oposición,
entre otras, dos notarías de Madrid. Ya irá V. viendo que es algo mucho
[sic] lo que pido. Convencida de que no basta solo con saberse el
programa perfectamente y conocer muy bien todas las pruebas, sino que
hace falta un apoyo [sic] de verdad, una recomendación grande y sincera
a V. me acojo, querida María. Yo sé que entre dos que sepan mucho
llevará la plaza el que además de saber mucho esté bien recomendado,
¡es tan humano eso! Si has de elegir entre dos o tres en iguales
condiciones elegirás al amigo, al recomendado, al que sepas que en ello
das una alegría a una persona a quien aprecias.
¿Puede V. hacer algo por mi marido? Él va muy bien preparado pero le
falta eso…
Mi familia ahí se ha movido todo lo que ha podido pero ¡es tan poco! Yo
solo me he atrevido a recurrir a V. […]. Para mi marido la solución es
Madrid […]. ¡Son ocho hijos a quienes tenemos que dar carrera y abrirles
paso en la vida! […].
Aparte le envío una lista de los señores que forman el tribunal […]
(ARS, 22/46/5).
https://www.boe.es/datos/pdfs/BOE//1939/128/A02525-02526.pdf (consultado
166
16/6/2022).
167
Ángel Llano, La enseñanza primaria en Cantabria: Dictadura de Primo de
Rivera y Segunda República, tesis doctoral, Santander, Universidad de
Cantabria, 2012,
https://repositorio.unican.es/xmlui/bitstream/handle/10902/4303/Tesis%20ALD.
pdf?sequence=1 (consultado 16/6/2022).
«Festival escolar de fin de curso», El Sol de Antequera, 29 de junio de 1941,
168
https://www.boe.es/datos/pdfs/BOE//1930/279/A00155-00155.pdf (consultado
174
16/6/2022).
175
Real Academia Hispano Americana de Cádiz, Archivo Histórico, Actas de
Junta Ordinaria 1. Agradezco al personal del Archivo que me facilitara este
documento.
https://www.boe.es/datos/pdfs/BOE//1936/219/B01086-01086.pdf (consultado
176
16/6/2022).
177
http://culturagalega.gal/album/detalle.php?id=189 (consultado 16/6/2022).
https://www.boe.es/datos/pdfs/BOE//1940/022/A00556-00558.pdf (consultado
178
16/6/2022).
179
https://www.boe.es/datos/pdfs/BOE/1941/090/A02130-02131.pdf (consultado
16/6/2022).
https://www.boe.es/datos/pdfs/BOE//1949/180/A02892-02892.pdf (consultado
180
16/6/2022).
V
SER, TENER Y PARECER, LAS CARAS
DEL ÉXITO
Hoy en día se mide el éxito según el número de «caritas
sonrientes» que acumulen las fotos subidas a Instagram u
otra red social, fotos del lugar donde se pasa el fin de
semana, los platos que han servido en el restaurante, el
paisaje que se contempla, la ropa que se acaba de comprar,
el coche nuevo, el salón de la casa o el dormitorio…, todo
aquello que nos haga parecer felices y disfrutar de una
situación envidiable para otros, los que miran. El mundo
anda ávido de likes, el emoticono de cuyo número depende
el equilibrio de numerosos jóvenes (y no tan jóvenes). Este
final tuvo, no obstante, un principio muy distinto, el de
querer ser: ser abogada, ser farmacéutica, pedagoga,
investigadora en Físicas, doctora en Medicina, bibliotecaria
en la Biblioteca Nacional, registradora de la propiedad, etc.
Para ello de nada iban a servir las cartas de la influyente
Srta. de Maeztu si no tenían detrás años de estudio y
esfuerzo. En definitiva, que antes de presumir de bienes o
parecer felices estuvo querer ser alguien en la vida.
Hablar del éxito en la Residencia consiste en hablar de la
progresiva realización de los respectivos proyectos
personales que guiaban hasta ella a numerosas mujeres
españolas que vivieron y cursaron estudios en Madrid y
cuyos deseos de realización personal, plenamente
coincidentes con los motivos por los que el centro fue
creado, han sido ya expresados con anterioridad. Además,
en su conjunto, el éxito del proyecto se manifiesta en el
progresivo incremento de estudiantes y en el grado de
aceptación social de la empresa. Es decir, la admiración
que la obra, sus promotores y la dirección —y también sus
usuarias— fueron recabando, algo que queda muy bien
reflejado en la prensa. Pero un proyecto así, dirigido hacia
el fomento de la cultura y el incremento de las
posibilidades profesionales entre las mujeres, nacía en
contra del pensamiento mayoritario y las costumbres
españolas. Para empujarlo se requirió no solo el apoyo
decidido de la JAE y el esfuerzo titánico de María de
Maeztu, también la entrega de los primeros grupos de
residentes, que hicieron de la obra una cuestión personal,
eso que había denominado «el espíritu de la Residencia» y
que las chicas enunciaban sencillamente cuando hablaban
de la institución como de la Casa.
El éxito nunca cae del cielo; requiere, al menos, una
doble habilidad: la inteligencia para acertar con objetivos
razonables y renunciar sabiamente a lo imposible y la
disciplina para no desfallecer y proseguir en los períodos
de desespero que han de llegar. Nada de ello le faltó a la
directora ni a su amplio equipo de colaboradoras, que se
entregaron a afianzar aquella casa común que hacía posible
la expansión del saber femenino y, como acabo de usar ese
adjetivo, me detengo en añadir que lo hicieron con plena
conciencia feminista, haciendo de la institución una punta
de lanza del feminismo español del primer tercio del siglo
XX, que es decir muchísimo.
En el anterior capítulo sobre la universalidad de la
recomendación presenté un perfil de María de Maeztu
como mujer de éxito que conquistó sola la consideración y
el respeto de la sociedad española. El reconocimiento a la
Srta. de Maeztu penetró en muchos hogares; en ello
coincide la numerosa correspondencia que sustenta este
texto. Como tantas veces repitió doña María, la Residencia
fue la obra de su vida, que logró plenamente el objetivo de
ensanchar los caminos hacia los estudios superiores de las
españolas. Las residentas han quedado en el recuerdo de
quienes las conocieron como personas cultas y dotadas de
una especial distinción que las rodeaba en sus entornos
como un aura. Es lo que sintió una mañana, en su veraneo
en Biarritz, Virtudes Luque Pérez, una malagueña hija de
un comerciante de esa ciudad, que había llegado al centro
en 1921 y formó parte del profesorado de la primaria del
Instituto-Escuela:
Biarritz, 25 de agosto de 1930
Srta. de Maeztu, queridísima Srta. de Maeztu:
No es una fórmula, es que la quiero a V. mucho y le estoy muy
agradecida, en mi nombre y en el de muchas muchachas que gracias a V.,
a la Residencia, que es V., no hacen una labor oscura, la «pobre» labor de
la maestra anónima […].
El contacto con V. ha sido para muchos padres de familia la revelación
de la personalidad de la maestra de sus hijos. No puedo por menos de
decir esto a V., no sé yo misma por qué hoy me pongo a escribirle para
decírselo, es una espontaneidad inevitable. Veo mi situación frente a la
de otras maestras que conozco y no han sido inspiradas ni influenciadas
en su formación por V., por su obra de la Residencia… y noto que yo soy
un valor, que las demás lo reconocen y que es la Residencia, V., la que me
ha dado ese concepto de mi personalidad y de mi dignidad profesional
(ARS, 37/9/2).
INVESTIGADORAS EN CIENCIAS
Desde que Carmen Magallón Portolés realizara su
investigación sobre Pioneras españolas en las ciencias: las
mujeres del Instituto Nacional de Física y Química, quedó
muy claro que las científicas habían desempeñado un papel
destacable dentro de la JAE. Esta catalogación mía, que
distribuye a las residentes entre profesoras de ciencias,
investigadoras, farmacéuticas o médicas, resulta
claramente artificial. Como antes explicaba, Carmen
Fustagueras bien podría figurar en este epígrafe sobre las
investigadoras, pues así inició su trayectoria y como tal
llegó a la Residencia, e, igualmente, la farmacéutica
Concepción Lazárraga, que abrió un laboratorio en Málaga,
o las doctoras Nieves González del Barrio o Cecilia García
de la Cosa (con sus respectivas investigaciones sobre la
lactancia artificial o el paludismo). He buscado, no
obstante, subrayar el papel de aquellas científicas que
inscribieron su actividad básicamente en institutos de
investigación, siguiendo un criterio actual. Entre ellas
destaco a Jimena Quirós e Isabel Torres, aunque más
adelante, entre las grandes viajeras, también tendrán
cabida Felisa Martín Bravo y Josefa Barba Gosé.
Jimena Quirós y Fernández de Tello, el compromiso
feminista y político
Probablemente, Jimena Quirós y Fernández de Tello, que
era de Almería, debió de soñar desde pequeña con el mar,
lo que había dentro de él y más allá de él. Aprendió pronto
a moverse entre varones, porque como cuenta el periodista
Manuel León, salía sola al patio del instituto, bajo las
arcadas del claustro de los Dominicos. Allí estuvo desde su
primer curso en 1909/1910 y en el año 1916 fue la única
alumna que terminó bachillerato. Obtuvo el grado de
bachiller en junio de 1916 y se matriculó, sin perder
tiempo, a partir de aquel septiembre en la Facultad de
Ciencias de la Universidad Central.
José M.ª Quirós Martín, su padre, era ingeniero y llegó a
Almería para trabajar en la minería y en el montaje de la
fábrica de luz eléctrica Mongemor; Carmen Fernández de
Tello, la madre, era maestra. El matrimonio se separó
pronto: el padre dejó Almería y la madre abrió un colegio
para niñas. La hermana mayor, Carmen Quirós y Fernández
de Tello, estudió en el Conservatorio y en la Normal de
Almería y siguió allí como docente, enseñando piano.
Por su expediente académico seguimos sus cursos
universitarios entre septiembre de 1916 y septiembre de
1921; el 17 de ese mes solicitó el título de Licenciado en
Ciencias, con el que recibió el Premio Extraordinario
Sección Ciencias Naturales, a sus veinticinco años320. Para
entonces ya había comenzado una temprana y brillante
carrera científica que ella misma describe en la
documentación que presenta a la JAE en 1926321. Entre
1920 y 1921 fue ayudante gratuita de clases prácticas de la
asignatura de Mineralogía y Botánica, clases que
desempeñó con «extraordinario interés y competencia».
Por real orden de 5 de abril de 1920 había sido nombrada
alumna interna de los Laboratorios Centrales del Instituto
Español de Oceanografía, y el 20 de diciembre de 1921
ocupó por oposición la plaza de ayudante del Laboratorio
de Baleares y se convirtió en la primera mujer en ser
contratada en el Instituto Español de Oceanografía. No la
asustaban las situaciones extraordinarias y acumuló
muchas veces el título de «primera mujer en»: según dice
el investigador Pablo Lozano, ese verano participó en una
campaña de investigación organizada por el IEO en el
buque Giralda, lo que la convirtió en la primera española en
formar parte de este tipo de prospecciones científicas en el
mar322.
Poco después, una real orden de 3 de marzo de 1922 la
nombraba ayudante del Laboratorio de Málaga. En ese
centro realizó una investigación que fue publicada en 1923
como «Algunos moluscos comestibles de la provincia de
Málaga», en el Boletín de Pescas del IEO, y, según los
investigadores, es considerado como el primer artículo
científico del IEO firmado por una mujer. En el estudio
incluye datos más detallados para las cuarenta especies
principales, describiendo su biología, fluctuaciones en la
abundancia, distribución geográfica de cada una,
naturaleza y profundidad en los fondos y comentarios sobre
su pesca323.
En 1924 se presenta a un concurso para una plaza de
auxiliar temporal en la Facultad de Ciencias, sección
Naturales, para impartir en el preparatorio: Geología,
Geografía y Geología Dinámica. Volvió a Madrid y se
matriculó en las asignaturas de doctorado, aunque no
consta que defendiera la investigación. Entonces llegó a la
Residencia, a través del conocimiento que su hermana
Carmen tenía de ese centro. Como profesora de música en
la Normal de Almería, en varias ocasiones había acordado
con la dirección que las estudiantes que iban a examinarse
en el Conservatorio de Madrid pudieran ser alojadas allí.
Ella misma acompañaba a sus alumnas, de forma que, como
en alguna ocasión reconoce, conocía el funcionamiento del
centro y había tratado personalmente a su directora. Por la
correspondencia, se puede pensar que Carmen era la
hermana mayor y, en cierta medida, junto a su madre, pudo
haber guiado la educación de Jimena y seguía
preocupándose de ella:
[Sin fecha] Muy señora mía: Recibí su telefonema el que trasladé a
Málaga para que mi hermana se enterara […].
Escribo a V. suplicándole se interese por ella, ha estado muy delicada y
necesita mucha alimentación y todo género de precauciones. También le
advierto que al estar con el período suele tener dolores y desarreglos
precisando tenga quietud para evitar una hemorragia que es a lo que
está expuesta.
Respecto a sus condiciones personales nada tengo que decirla pues se
quedarán Vds. de ellas satisfechas […] (ARS, 41/109/7).
Hasta entonces, pues, María de Maeztu no conocía a
Jimena, pero para el curso 1924/1925 figura como becaria
en la Residencia y a cambio enseña biología en el centro. El
siguiente verano, el de 1925, tras cerrar el curso en la
Residencia, se marchó a París, utilizando con provecho las
relaciones del IEO y de la propia Residencia:
París, 9 de julio de 1925
[…] Le escribo estas líneas desde París a donde llegué el día 2 después
de un buen viaje. Ya estoy instalada definitivamente en casa de Mme.
Cattet muy cerca de la Sorbonne y aquí me tiene haciendo vida de
estudiante parisino algo bohemio.
Creo que estaré hasta los primeros días de agosto, entonces volveré a
Madrid o tal vez me decida a pasar unos días en algún laboratorio de la
costa. Para esa fecha escribiré a V. Todo depende de la cuestión
económica […] (ARS, 41/110/1).
https://www.boe.es/datos/pdfs/BOE//1926/176/A01800-01800.pdf (consultado
204
17/6/2022).
205
Enrique Borobio y Enrique Aguilera, Escuelas Unitarias de Quintanas de
Gormaz, disponible en: https://www.eastudio.es/01_Escuelas.pdf (consultado
17/6/2022).
206
Cruz Gil Febrel fue una de las españolas que resultó elegida concejala
después de que en 1924 la legislación permitiera la participación femenina en
las elecciones municipales; véase Guadalupe Gómez Ferrer y Marta del Moral,
«Las pioneras en la gestión local: concejalas y alcaldesas designadas durante la
dictadura de Primo de Rivera y el gobierno de Berenguer (1924-1930»), en G.
Nielfa (coord.), Mujeres en los gobiernos locales: alcaldesas y concejalas en la
España contemporánea, Madrid, Biblioteca Nueva, 2015, págs. 41-71.
207
http://almajano14.blogspot.com/2020/03/la-pedagoga-maria-cruz-gil-febrel-
1895.html (consultado 17/6/2022).
208
JAE/67-484.
209
Eva Gómez, op. cit., pág. 379.
https://www.boe.es/datos/pdfs/BOE//1937/174/B01346-01346.pdf (consultado
210
30/7/2021).
https://www.boe.es/datos/pdfs/BOE//1940/239/A05898-05898.pdf (consultado
211
30/7/2021).
212
ES.37274. CDMH//DNSD-SECRETARIA, FICHERO, 26, G0156839.
213
Raquel Vázquez, 2012, Anexo II, págs. 371 y ss.
214
Eva Gómez, op. cit., págs. 76-77.
215
Consuelo Flecha, «Profesoras y alumnas en los Institutos de Segunda
Enseñanza (1910-1940)», Revista de Educación, núm. 1, 2000, págs. 269-294.
216
Octavio Ruiz-Manjón, Entre España y América: Federico de Onís (1885-
1966), Salamanca, Universidad de Salamanca, 2019.
págs. 1 y 2.
218
«La apertura del curso», El Adelantado, 2 de octubre de 1917, págs. 1 y 7.
219
JAE/61-195.
220
https://castellonplaza.com/1923-la-primera-catedratica-de-instituto-de-
espana-en-castellon (consultado 18/6/2022).
1923, pág. 3.
222
«La primera profesora de Instituto», La Prensa, 3 de octubre de 1923, pág.
3.
https://www.boe.es/datos/pdfs/BOE//1936/036/A00232-00233.pdf (consultado
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El IES Jorge Manrique mantiene una valiosa web en la que recopila muy
diversa información de archivo sobre las primeras estudiantes del centro, entre
ellas, Nieves González Barrio y otras sobresalientes profesionales, comenzando
por Trinidad Arroyo y Villaverde:
https://elblogdeliesjorgemanrique.wordpress.com/2013/05/04/el-archivo-del-
instituto-jorge-manrique-jesus-coria-y-joaquin-j-fernandez/. Quiero felicitar al
centro por la iniciativa.
364
JAE/71-666.
365
«Una sincera confesión de la Doctora Nieves González Barrio», Blanco y
Negro, 15 de diciembre de 1935, pág. 162,
https://www.abc.es/archivo/periodicos/blanco-negro-19351215-162.html
(consultado 19/6/2022).
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VI
GRANDES AVENTURAS
Sabía desde el principio que un capítulo de esta historia
tenía que considerar la aventura, pero luego he dudado
mucho al decidir de qué aventura íbamos a hablar, porque,
en realidad, de la primera a la última palabra, en este libro
se cuenta una gran aventura, la aventura del saber, una
aventura que no ha dejado de serlo con el tiempo —el lema
de mi universidad, Sapere aude, infunde, al hilo de la
alocución latina, la exhortación a saber—, que hace un
siglo, para una mujer, implicaba el riesgo social de ser
diferente, de contravenir la general costumbre de aceptar
que el espacio apropiado para la hembra sensata no se
hallaba en las aulas universitarias ni en la redacción de un
periódico o en un bufete de abogada, ni mucho menos en
las estaciones de tren, porque estaba claro, todavía, que la
división de roles sociales provenía de un orden natural y
servía, por ello, para ordenar la sociedad. Ya era
extraordinario intentar estudiar, siquiera desde el hogar
con matrícula no oficial; resultaba poco razonable querer
hacerlo oficialmente, asistiendo a las aulas, y, temerario,
pretender irse a la capital. Así que en este capítulo sobre la
aventura debieran figurar todas ellas, que contribuyeron a
romper la regla de la ignorancia. Hubiera podido optar por
haber dibujado otra aventura, consecuencia de la anterior,
la aventura de la independencia, que era aún más
insensata, el extraño deseo de querer vivir ejerciendo
profesionalmente el conocimiento que se había adquirido y,
por lo tanto, de empeñarse en conciliar la vida familiar
propia con el ejercicio de una actividad profesional: en esta
insensatez ya llevamos más de un siglo sin haber logrado
encajarlo del todo; pues bien, ellas comenzaron la
aventura. Otras, estas sí auténticas extravagantes,
quisieron trascender: opinar, influir socialmente, intervenir
en el ordenamiento de lo público, y unas pocas hasta lo
consiguieron, sus nombres ya han aparecido y van a seguir
haciéndolo, convirtiendo, pues, esta narrativa en un libro
de aventuras, como he dicho.
Iniciar una aventura tiene mucho que ver con vencer el
miedo; a estas alturas de la vida, creo que el miedo traza la
mayoría de nuestros límites y nos hace desistir de las
empresas con las que soñamos; cuanto más imaginemos el
peligro, menos nos movemos, porque el miedo imaginado
paraliza más que la realidad adversa. No sé si conviene que
repasemos el miedo, que así en singular, se refiere al gran
miedo a sufrir, y en plural, a un descenso a los infiernos
cuyo último sótano se hallaría en el miedo al fracaso y
hasta allí iríamos descendiendo por los miedos cotidianos, a
la enfermedad, al esfuerzo, al cansancio, al no saber, al
peligro, a la mala suerte, al ridículo, a la pobreza… Se me
ocurren muchos más miedos, porque soy lo suficientemente
mayor como para haberlos conocido, y los que aún lo son
más ya lo dicen: «La mayor aventura es vivir». Escribe
María Moliner, que estuvo muy próxima a la aventura de la
Residencia, que entendemos por aventurera a la persona
que vive irregularmente, pues de ello se trata: todas estas
jóvenes con María de Maeztu a la cabeza llevaron una vida
irregular, iniciaron una empresa con resultado incierto y
que implicaba riesgos y algunas persistieron en mantenerse
en esa vía, la del resultado incierto.
Buceando más en el significado de la palabra aventura,
encuentro que Julio Casares, en su Diccionario ideológico
de la lengua castellana, asocia tres sustantivos: aventura,
atrevimiento y audacia. Tenía conscientemente vinculados
estos términos porque llevo años trabajando bajo el aludido
lema universitario, ese «atrévete a saber», que combina el
audax latino con el conocimiento y con lo que lleva
implícito de atrevimiento y aventura; lo que no quiere decir
que viva según ello, pero nuestras aventureras sí lo
hicieron, siendo audaces y atrevidas.
Parece ser que fue Horacio quien utilizó la expresión
sapere aude para unir la aventura, la audacia y el saber a
los recursos que empleó Ulises al vencer en las pruebas
que sufrió en el regreso a Ítaca. De forma que, desde su
origen, la aventura de saber estuvo ligada también al viaje,
al movimiento, y en este libro de aventuras este capítulo
será un capítulo de viajes, de recorridos geográficos que
abrieron, además, caminos interiores, tarea en la que
también fue maestra María de Maeztu. El viaje —de estudio
y de ocio— caracterizó la manera de vivir de las chicas de
la Residencia, formó parte de ese conjunto de rasgos que
ellas mismas llamaron «el espíritu de la Residencia».
María, que estudió en Alemania y en Inglaterra, que siguió
cursos y dio conferencias en Francia, Suiza y Bélgica,
asistió a congresos en Italia, viajó a Estados Unidos, a
México, a Argentina y fue doctora honoris causa por el
Smith College; María, que veraneaba en Portugal, en Gran
Bretaña, en Ginebra y en su casa de Biarritz, hizo escuela;
Eulalia Lapresta, que sigue siendo una gran desconocida,
se paseaba en verano por Londres, París o Roma; la
pensionada Rosa Herrera, que realizaba un curso en
Ginebra en 1930, se encontró allí con su colega África
Ramírez de Arellano; como veremos, en 1928 Sofía Novoa,
que se iba a París, pensaba quedar con su antigua
compañera Carmen de Juan; la almeriense Elena Gómez
Spencer enviaba en 1927 una tarjeta postal a María de
Maeztu desde el maravilloso Palacio Hotel de Bussaco,
destino turístico de moda en los años veinte y en el que, en
1932, se alojó la Srta. de Maeztu en unas vacaciones con la
hispanista Susan Huntington, auténtica responsable de
muchas de las aventuras que vamos a contar… Quiero
insistir en que estos viajes dejaron de ser excepcionales en
el entorno residencial. Juntas o separadas, estas jóvenes se
pusieron en movimiento, una actitud que también se
aprende.
Se ha ido recuperando en distintos apartados la
trayectoria de Sofía Novoa, porque la correspondencia,
tanto con ella como con su padre, es riquísima y casi
encierra todos los aspectos de la vida en la Residencia. Me
permito acudir brevemente a su experiencia, en esta
ocasión, para ilustrar cómo se enseña también la curiosidad
y el interés por lo diferente o, lo que es lo mismo, que
también se aprende a ser una mujer de mundo. Instalada ya
Sofía en París, a donde llegaba para estudiar piano en
l’École Normale de Musique, se desahogaba con la
directora cantando las excelencias de la Casa perdida:
París, 4 de abril de 1928
[…] Hace ocho o nueve días que parece que empiezo a acostumbrarme,
pues el primer mes lo pasé bastante mal […]. Contribuyó a encontrarme
mal aquí el desorden que hay en la pensión en que estoy […]. Es el
internado del Lycée Molière y somos cerca de cuarenta chicas casi todas
pequeñas. El barrio es muy bueno, Passy, pero para las que no tenemos
auto está lejísimos de todo y pierdo mucho tiempo en ir y venir […].
¡Si supiera todo lo que me he acordado de la Residencia en estos
tiempos! Juanita Lempé y yo estamos de acuerdo en afirmar que nuestra
querida Residencia es una cosa única y ahora comprendemos la suerte
de las extranjeras que llegan y se encuentran, por un precio módico, toda
la limpieza, todo el confort y todas las facilidades que ahí tienen para
todo […] (ARS, 64/8/29).
Juanita Lempé había sido también residente. La carta
manifiesta la reacción típica de echar de menos el entorno
conocido, pero es cierto que la higiene, el orden y la
comida de la Resi —que es lo que otras residentes también
echaron en falta, una vez fuera— no tenían parangón en
otros marcos estudiantiles europeos. Me interesa mucho
más, no obstante, la respuesta de la Srta. de Maeztu a
vuelta de correo:
Mi querida amiga: No sé decirle el placer que siempre me producen
sus cartas, pues es usted de las pocas alumnas de la Residencia que no
digo que recuerdan esta casa, pues recordarla creo que la recuerdan
todas con grande afecto, sino que mantienen una correspondencia
continuada y llena de añoranza por los días pasados en esta casa, cosa
que, como es natural, me complace extraordinariamente. La psicología
de los seres humanos se advierte, como la de los buenos cuadros, en
perspectiva; por eso cuando pasa algún tiempo y veo que unas cuantas
alumnas, muy pocas, siguen todavía con el mismo vivo recuerdo de la
Residencia que tuvieron el día siguiente de su marcha, pienso que
todavía queda algo bueno por el mundo.
No deje de aprovechar, Sofía, todas las oportunidades que París le
ofrece aparte de aquellas concretas y específicas que usted haya ido a
estudiar. Yo recuerdo siempre con deleite el año que pasé en París
después de terminar mis estudios. En mi vida he andado más; corría
París de punta a punta con tal velocidad que casi llegó a parecerme
pequeño. París es algo inacabable, cada día se advierten nuevas bellezas
y nuevos motivos de estudio. Creo que le convendría a usted mucho vivir
en una de las casas de estudiantes donde por el mero trato de otras
muchachas de su edad que siguen distintos estudios se pondría usted en
contacto con otros mundos diversos […] (ARS, 64/8/30).
Las tres, sí, pues ese curso también viajó hacia el Vassar
Carmen Húder, de quien Enriqueta hablaba en su siguiente
misiva, comentando que había desfilado exhibiendo los
trajes regionales españoles que mostraba Isabel de
Oyarzábal en la gira de conferencias que se ha tratado con
anterioridad. En esta carta de mediados de febrero de 1925
ya no se mira atrás, su autora comunica la decisión de
permanecer otro año más en el Vassar e informa de que
pasaría el verano en la escuela de español de Middlebury
(donde pensaba coincidir con Gonzalo de Maeztu). Esta
situación no se encuadraba tanto en un proyecto de estudio
y formación como en el desempeño profesional como
Spanish assitant professor, y a la española se le ofrecía la
posibilidad de permanecer en este prestigioso college largo
tiempo y, a la larga, definitivamente en Estados Unidos. Así
era su perspectiva tras los cuatro años que continuó como
profesora en el Vassar, cuando la cesión definitiva del
edificio de la calle Miguel Ángel y la ampliación de la
biblioteca le presentaron una oportunidad imprevista: al
escuchar de la profesora Susan Huntington que
necesitaban una bibliotecaria para Madrid, resolvió
proponerse, por motivos afectivos y familiares: o volvía
entonces o si no, quizás nunca. Retribuida por el Comité de
Boston, inició una nueva etapa vital, en un marco que
consideraba el suyo:
Llerena, 21 de septiembre de 1929
[…] Me alegro de tener ocasión de trabajar y vivir en la Residencia
como antaño. No he escrito a V. acerca de esto desde América porque mi
vida durante los últimos meses fue un frenético correr de un lugar a otro.
También confiaba en que Mrs. Vernon […] le habría hablado de todo lo
que yo pudiera decirle.
Puesto que V. me conoce bastante, creo inútil expresarle mis vivos
deseos de cooperar y ser útil en la Residencia que por tantos títulos
merece mi adhesión, así como ayudar a los planes que V. tenga con
respecto a la Biblioteca […] (ARS, 37/52/24).
Y TANTAS OTRAS
À
Sobre M.ª Josefa Barba Gosé, sus biógrafos —Àlvar
Martínez-Vidal y Empar Pons-Barrachina— han narrado
cómo, desde una referencia marginal hallada en un libro,
iniciaron el camino de su recuperación, localizaron a su
descendiente —su sobrino Eduardo Barba Martínez de la
Hidalga— y realizaron el documental Las dos vidas
científicas de Josefa Barba517. Se había perdido por
completo su recuerdo, en parte porque, después de salir de
España durante la Guerra Civil, nunca regresó y murió en
Estados Unidos en el año 2000 y, en parte, porque durante
ese largo período vivió como Josefa B. Flexner, el apellido
de su esposo, y con él firmó su impresionante producción
científica; antes de 1938, M.ª Josefa ya era doctora en
Farmacia y había iniciado una carrera investigadora en
Barcelona y Madrid, de ahí sus dos vidas.
Cuando Pepita Barba Gosé —así firmaba ella— llegó a la
Residencia en el curso 1926/1927, ya era licenciada en
Farmacia; podemos imaginarla en el Laboratorio Foster,
acudiendo a las prácticas de Rosa Herrera Montenegro e
iniciando los primeros pasos en el complicado mundo de la
ciencia. Se había matriculado en los cursos para el
doctorado de Farmacia, que terminó ese año, pero
permaneció comunicada con la Casa y regresó
ocasionalmente en los años sucesivos. Aunque prosiguió
con su tesis en Barcelona y se incorporó al Instituto de
Fisiología de la Facultad de Medicina, su espíritu la
impulsaba más lejos, siguiendo las rutas de otras colegas
de la Residencia. En 1928 solicitó y obtuvo una pensión de
la JAE para continuar su investigación en farmacología y
valoraciones biológicas en la Royal Pharmaceutical Society
de Londres, y allí residió el primer semestre de 1929.
Para entonces, esta Pepita que desborda en sus cartas
buen humor y un carácter optimista —ella misma se
caracteriza así— había tomado otra iniciativa totalmente
discordante con la investigación y la ciencia: matricularse
por libre en Derecho en la Universidad de Barcelona.
En el expediente en la secretaría de la JAE se incluye una
relación documental que respaldaba su petición y una
propuesta clara sobre el aprendizaje y la investigación que
quería acometer, marcando unos objetivos con los que,
según sus posteriores palabras, cumplió satisfactoriamente:
«Durante estos seis meses de mi trabajo […] bajo la
dirección del Doctor J. H. Burn, he aprendido el trabajo y la
significación de las Valoraciones biológicas, el método para
obtener resultados generales a partir de las experiencias
(estadísticas, gráficos, curvas) y he adquirido la práctica
suficiente en la técnica de los ensayos […]»518.
Regresaba en 1929 empeñada en continuar con su
formación en centros especializados y después de que le
denegaran una segunda pensión de la JAE, a finales de año,
confesaba a Eulalia Lapresta: «Yo no sé si V. sabe que entre
mis muchas ocupaciones existe una que está ya tomando la
categoría de deporte, ello es el lanzarme a solicitar becas
de estudios. En el momento actual pretendo una, otorgada
por una entidad exclusivamente local, para la que me hace
falta un dato, el coste de la vida estudiantil en las
Universidades y Colleges americanos» (ARS, 24/35/5), y
pedía que la Srta. de Maeztu la ayudara a hacer un
presupuesto realista porque quería ir a la Johns Hopkins;
efectivamente, la información que necesitaba no le tardó en
llegar.
La investigadora continuó su comunicación con Eulalia y,
riéndose de ella misma, comentaba burlona su aspecto
londinense: «5 de diciembre de 1929 […]. Le contaré mis
hazañas feministas en Londres, empezando por la
descripción de mi “toilette” cuando disfrutábamos [sic] de
la suave temperatura de 12.º bajo cero, temperatura que
me obligaba a tener un aspecto completamente
“sufragístico”» (ARS, 24/35/6).
De hecho, en los descansos de ese deporte tan propio de
la investigación española, aspirar a las becas, terminó su
tesis, Contribución al estudio farmacológico de la efedrina
519
: «21 de junio 1930 […]. Llamada a comparecer en la
Facultad de Farmacia para defender mi tesis doctoral, llego
a Madrid el lunes por la mañana» (ARS, 24/35/8), y pedía
ser recibida en la Residencia. Andaba, por fin, con su beca
y su tesis bajo el brazo: «Si no hay nada que lo impida,
pienso salir de España el próximo […] mes de agosto con el
intento de pasar el curso 1930/31 en Baltimore, trabajando
en la de Baltimore University» (ARS, 24/35/7). En su
comunicación con la Residencia, Pepita había aludido a que
buscaba el respaldo de una entidad local, e indican sus
biógrafos que se trataba de la Fundación Maria Patxot i
Rabell. Se fue a Baltimore, y en aquella Facultad de
Medicina, su vida se cruzó con la de Louis B. Flexner e
iniciaron algo que perduró en la distancia, porque se
reencontraron para casarse en 1937 y formaron para
siempre un matrimonio y un equipo profesional.
En 1932, Pepita Barba regresó a Barcelona y retomó sus
contactos con Eulalia Lapresta. Incluso en Barcelona la
señorita Barba no dejaba de ser distinta, y su sobrino ha
transmitido la opinión familiar: «Hacía cosas raras siempre
[…]. Estaba muy asumido que era la excéntrica [de la
familia]». No hay sombra de crítica en esos rasgos —la
palabra excéntrica sí la tenía entonces—, sino de
admiración por ese carácter tan rompedor. El mismo que la
llevó a emprender el regreso por la ruta más alejada,
atravesando el Pacífico: así que llegó a Barcelona después
de haber dado la vuelta al mundo. Confieso que por este
poderoso detalle no he querido renunciar a su recuerdo. Y
esta excéntrica no dejaba las cosas a medias; de nuevo en
Barcelona, y hay que pensar que habiendo retomado en la
ciudad su trayectoria científica, guardó algo de su energía
para terminar Derecho: «[7 noviembre 32] Ya soy
abogado!! De momento para lo único que me sirve es para
que mis amistades puedan presumir de mí» (ARS,
24/35/10).
En realidad, había optado desde el principio por una
vocación científica que continuaba en el Instituto de
Fisiología, hasta que la Guerra Civil destrozó cualquier
normalidad. Su relación con Louis B. Flexner debió de
haberse afirmado en la distancia —ya se sabe lo fuerte que
es el amor soñado—, porque el día en el que Pepita cruzó la
frontera de La Perthus, él la esperaba en el lado francés. Se
casaron en la ciudad fronteriza el 23 de agosto de 1937 y
marcharon juntos hacia Estados Unidos. Tras una estancia
en Baltimore —curiosamente, otra antigua española,
Milagros Alda, como se vio, también residía en la ciudad—,
vivieron en Washington y, más tarde, se instalaron
definitivamente en Filadelfia, trabajando en la Universidad
de Pensilvania, en el Instituto de Neurociencia que Flexner
dirigió. En aquella ciudad moriría Josefa Barba Gosé en el
año 2000.
Como señala Àlvar Martínez-Vidal, en 1941 publicaron
juntos su primer artículo —«The oxygen consumption,
cytochrome and cytochrome oxidase activity and
histological structure of the developing cerebral cortex of
the fetal pig» —reeditado en 2005520—, y el nombre de
Pepita figuró en primer lugar. Seguirían muchos otros
textos científicos en común, y con frecuencia la autoría de
Josefa se antepuso a la de su marido —«Memory in Mice as
Affected by Intracerebral Puromycin»521. En relación con
ello, recurro a otro detalle interesante de las declaraciones
de Eduardo Barba Martínez de la Hidalga: fue un
matrimonio sin hijos porque ella nunca los quiso. Pepita
priorizó su carrera investigadora en un marco en el que
entendía que la conciliación entre ciencia y familia no le
era posible.
No regresó. Su hermano, el ingeniero Eduardo Barba
Gosé, se exilió a República Dominicana y, años después, a
México; según recuerda su hijo, México fue el país de sus
encuentros y en el que él conoció a su tía, que se les unía
en las vacaciones familiares.
No quiero que el hilo narrativo, al ir desgranando
sucesivamente las trayectorias y al no poder hablar de
todas al unísono, dificulte la visión de un rasgo esencial, a
mi modo de ver: que se trataba de una aventura colectiva.
Estas muchachas no fueron llegando de manera descolgada
al Smith, al Vassar, al Wellesley, a Berlín, la Sorbona o el
Instituto Rousseau de Ginebra; las primeras abrían caminos
para las siguientes. Además, desde Madrid, la Srta. de
Maeztu arbitraba una operación coral, crear una élite
femenina de mujeres inteligentes y bien relacionadas. Lo
consiguió. Cada una de las protagonistas puso de su parte
en el esfuerzo, aprendieron a vivir al día y, al menos al
principio, casi con lo puesto, ligeras de equipaje, también
ligeras de equipaje emocional; es decir, estuvieron
dispuestas a dejar atrás muchos convencionalismos sociales
y tuvieron que renunciar al objetivo que entonces se le
suponía a toda mujer: el de crear una familia. Las más
permanecieron solteras y aquellas que encontraron un
compañero que comprendiera su rareza no tuvieron hijos.
435
El sistema de pensiones y la formación de redes constituyen aspectos que
han recibido mucha atención por parte de la investigación. Son estudios ya
clásicos el de Justo Formentín y M.ª José Villegas, Relaciones culturales entre
España y América: la Junta para Ampliación de Estudios (1907-1936), Madrid,
Mapfre, 1992, y los de M.ª Teresa Marín Eced, La renovación pedagógica en
España (1907-1936): los pensionados en Pedagogía por la Junta para
Ampliación de Estudios, Madrid, CSIC, 1990, e Innovadores de la Educación en
España, Albacete, Universidad de Castilla-La Mancha, 1991.
436
Pilar Piñón pormenoriza el proceso negociador y su contenido exacto, op.
cit., págs. 303-304.
437
Carmen Castilla, Diario de viaje a Estados Unidos: un año en Smith College
(1921-1922), introducción, edición crítica y notas de Santiago López-Ríos
Moreno, Valencia, Universitat de València, 2012.
438
Elena Roldán, op. cit.
439
Pilar Piñón, op. cit., pág. 239.
440
http://www.euskomedia.org/aunamendi/397 (consultado 20/6/2022).
441
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442
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9/4987/3579-1?inline=1 (consultado 20/6/2022).
443
https://ucm.on.worldcat.org/oclc/1024757624 (consultado 20/6/2022), y Pilar
Piñón, op. cit., pág. 480.
444
Encarnación Lemus, «Cultura y libros en la Residencia de Señoritas: la
biblioteca durante la Segunda República», Cultura de la República: Revista de
análisis crítico, núm. 4 (2020), págs. 113-132.
445
Elvira M. Melián, 2018, incluye la relación por curso académico de todas las
alumnas matriculadas.
446
Carta de Susan Huntington Vernon a Natalia Cossío, 24 de octubre de 1937,
en Alberto Jiménez, 2017, pág. 191.
https://www.boe.es/datos/pdfs/BOE//1941/312/A08722-08724.pdf (consultado
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468
Pilar Piñón, 2015, pág. 456.
469
Elena Roldán, op. cit., pág. 229.
470
Carmen de la Guardia, 2020, pág. 131.
471
Elena Sánchez, «Escritura epistolar y redes sociales: Pilar de Madariaga,
Vassar College y el exilio», Ayer, núm. 105 (2017), págs. 29-154.
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484
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485
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486
JAE/77-78.
487
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488
AHN, Fondo Cardenal Cisneros, Legajo 2495 / Exp. 27.
489
AHN, Universidades, Legajo 5712 / Exp. 32.
490
JAE/77-77.
491
Luis Palacios, op. cit., pág. 110.
492
Carmen Magallón, 2007.
493
JAE/77-78.
494
Luis Palacios, op. cit., págs. 193 y ss.
495
https://www.patronatoculturaalcazar.org/teselas/TESELA22.pdf (consultado
20/6/2022).
496
Archivo del International Institute for Girls in Spain, Notes and News, núm.
25, junio de 1939. Agradezco muy sinceramente a Pilar Piñón que me halla
proporcionado este documento.
497
CDMH: Antecedentes, exp. 31257.
498
CDMH: legajo 2930, tomo 13, exp. 1.
499
CDMH: Masonería B, legajo 1294, exp. 6.
500
https://www.cofm.es/recursos/doc/portal/2019/05/08/rosa-herrero-
montegro.pdf (consultado 20/6/2022).
501
Carta de Andrés Maroto a Alberto Jiménez Fraud, 25 de enero de 1948, en
Alberto Jiménez, 2017, pág. 803.
502
JAE/134-290.
503
http://consellodacultura.gal/album-de-galicia/detalle.php?persoa=3623, doi:
https://doi.org/10.17075/adg.3623 (consultado 20/6/2022).
https://www.researchgate.net/publication/230055620_The_oxygen_consumption
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he_developing_cerebral_cortex_of_the_fetal_pig (consultado 20/6/2022).
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Á
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Abreviaturas
AGA Archivo General de la Administración
AGGCE Archivo General de la Guerra Civil Española
AHN Archivo Histórico Nacional
ARS Archivo de la Residencia de Señoritas
CDMH Centro Documental de la Memoria Histórica
CEDA Confederación Española de Derechas Autónomas
CNT Confederación Nacional del Trabajo
FETE Federación de Trabajadores de la Enseñanza
FUE Federación Universitaria Escolar
IEO Instituto Español de Oceanografía
IFUW International Federation of University Women
ILE Institución Libre de Enseñanza
JAE Junta para Ampliación de Estudios e
Investigaciones Científicas
JONS Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista
JSU Juventudes Socialistas Unificadas
JUF Juventud Universitaria Femenina
PARES Portal de Archivos Españoles
PCE Partido Comunista de España
SDN Sociedad de Naciones
TERMC Tribunal Especial para la Represión de la
Masonería y el Comunismo
UGT Unión General de Trabajadores
URSS Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas
Anexo
Archivo fotográfico