El documento habla sobre las similitudes entre hacer caminatas y recorrer el camino de la vida. En primer lugar, hay que superar la pereza y disponerse a caminar la vida. Segundo, es necesario superar los miedos que nos pueden dominar. Aunque la vida tenga dificultades, hay que enfrentarla y no estar solos, siempre hay otros dispuestos a ayudar a aliviar la carga.
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El documento habla sobre las similitudes entre hacer caminatas y recorrer el camino de la vida. En primer lugar, hay que superar la pereza y disponerse a caminar la vida. Segundo, es necesario superar los miedos que nos pueden dominar. Aunque la vida tenga dificultades, hay que enfrentarla y no estar solos, siempre hay otros dispuestos a ayudar a aliviar la carga.
El documento habla sobre las similitudes entre hacer caminatas y recorrer el camino de la vida. En primer lugar, hay que superar la pereza y disponerse a caminar la vida. Segundo, es necesario superar los miedos que nos pueden dominar. Aunque la vida tenga dificultades, hay que enfrentarla y no estar solos, siempre hay otros dispuestos a ayudar a aliviar la carga.
El documento habla sobre las similitudes entre hacer caminatas y recorrer el camino de la vida. En primer lugar, hay que superar la pereza y disponerse a caminar la vida. Segundo, es necesario superar los miedos que nos pueden dominar. Aunque la vida tenga dificultades, hay que enfrentarla y no estar solos, siempre hay otros dispuestos a ayudar a aliviar la carga.
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Atreverse a andar
El verano es un tiempo propicio para hacer rutas, caminos de Santiago o diversas sendas que nos enfrentan, de forma anecdótica a la dificultad de recorrer un camino que no conocemos y en el que no disponemos de las facilidades y comodidades que habitualmente hacen de nuestra vida una senda más sencilla. Sin embargo, las dificultades que nos va poniendo la vida por delante nos cuesta mucho más afrontarlas, superarlas y situarlas. Al fin y al cabo es más fácil integrar las agujetas de una dura caminata que la dificultad de una etapa dura de la vida. Por eso, el camino nos da algunas pautas para hacer la ruta de la vida.
En primer lugar, hay que superar la pereza de enfrentar la vida. Cuando uno empieza una ruta, especialmente si es muy larga o tiene mucho desnivel, se siente tentado a no hacerla o cambiar la ruta por una terraza en la que disfrutar de la zona. Sin embargo, la vida como las rutas requieren de la disponibilidad para echarse a andar, para vencer la pereza de quedarse esperando a que el viento amaine: la vida hay que vivirla.
En segundo lugar, es necesario superar e integrar los miedos. El miedo es un mecanismo
natural de protección, pero no es o nos puede dominar. ¿Terminaré yo esta etapa? ¿Poder subir a este pico? ¿Seré capaz de soportar la dificultad? La realidad es que no lo sabemos, pero hay que intentarlo y salir a andar. La vida puede asustarnos, podemos temer a lo que conlleva tomársela en serio, pero quien se pone en camino acá a encontrando puerto.
Es verdad, que la vida tiene sus pesos y hay que personas que cargan con mochilas que no son fáciles de soportar, que doblan la espalda, que lastran los pasos de quienes las llevan. Pero no estamos solos, siempre hay una mano tendida para aliviar el peso y llevar un tramo tu carga o al menos, si no te la puedes quitar, caminar a tu lado para alentarte.
Y es que aunque la vida tenga cuestas que se nos hacen difíciles de subir, hay que hacer el camino, hay que atreverse a vivir y enfrentar lo que venga. ¿Cómo? Pues bien preparados. Es verdad que no hay un gran almacén especializado en “productos para la vida”, como sí lo hay para el senderismo, pero tenemos personas e instituciones que buscan esto: caminar a tu lado para hacerte más ligera la senda de la vida. Ojalá la Iglesia cada día sea mejor compañera de camino, para que aquellos a los que el camino se les empieza a hacer inasumible, puedan sentir una mano tendida que les facilita la ruta.
