Derecho Municipal
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1
VÁZQUEZ, Juan Mata. Derecho público Mexicano. México, Tipografía Literaria de Filomeno
Mata. 1879, p. 180.
2
VÁZQUEZ, op. cit., p. 184.
3
Op. ult. cit., p. 197.
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no podían ser desahogados a través del juicio de amparo. Tampoco sus inte-
grantes o ediles, como partes del ayuntamiento se les reconocía abiertamente la
defensa de sus intereses a través del amparo.6
En el juicio de amparo en revisión numero 4521/90 promovido por el ayun-
tamiento de Mexicali, cuyo presidente municipal Milton Castellanos jr. inició
en 1990, se estableció por vez primera en su resolución de agosto de 1992, que
el municipio debería ser equiparado a los poderes de un Estado, en los términos
del artículo 105 constitucional, que desde 1917 había establecido el juicio de-
nominado controversia constitucional.7 Originalmente, este juicio encaminado a
dirimir controversias sobre las competencias del Estado federal entre estados y
Federación, se extendió a los conflictos constitucionales entre los poderes de un
Estado; pero el municipio ¿era un verdadero poder tal como lo aseveró Miguel
Lira y Ortega en Tlaxcala desde 1869, y lo establecían las constituciones de ese
Estado y de Hidalgo de fines del siglo XIX?
Con la reforma constitucional del 31 de diciembre de 1994, el municipio
quedó finalmente equiparado a un poder del Estado, para fines de la controver-
sia constitucional y, por fin, para que tenga un medio de defensa a su alcance.
Los municipios en México han reaccionado muy bien a esta medida y gracias a
6
En algunos países latinoamericanos, que en su origen recibieron la influencia del amparo
mexicano, han permitido que las entidades públicas, como las propias entidades federativas o los
municipios, puedan interponer juicio de amparo para proteger los intereses superiores de la
comunidad frente a la infracción por parte del gobierno federal de alguna obligación constitu-
cional; tal como sucedió en Venezuela donde once entidades federativas (Mérida, Falcón, Coje-
des, Yaracuy, Vargas, Sucre, Portuguesa, Trujillo, Táchira, Amazonas y Zulia) demandaron en
amparo al Gobierno Federal la entrega de ingresos extraordinarios por concepto de ingresos de
exportación de hidrocarburos y sus derivados, que importa el 50% de dichos ingresos, según los
artículos 4°, 5° y 25 de la Ley que crea el Fondo de Inversión para la Estabilización Macroe-
conómica, publicada en la Gaceta Oficial del 14 de junio de 1999; Esta omisión de aportación
por parte del Gobierno federal viola, aparentemente, el artículo 167, ordinal 4ª parte in fine, de
la Constitución de Venezuela que determina como ingresos propios de los estados, aquellos
provenientes de “asignaciones especiales”.
Vid. http://politica.eud.com/2000/06/ 21/recurso_gob.html
7
La tesis numero XLIII/96 del Pleno de la Suprema Corte, publicada en el SJF y su Gaceta el
18 de marzo de 1996 determina: “Los municipios ya tenían legitimación para intentar la acción
de controversia constitucional, porque este Alto Tribunal, interpretando dicho precepto (el
artículo 105 constitucional) como a la sazón estaba vigente (1992) había establecido criterio en el
sentido de considerar al municipio como un poder, para efectos de que pudiera tener acción
constitucional”.
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ella, ahora la mayoría de los casos son planteados por los municipios contra ac-
tos del gobierno estatal que les causan agravio, con ello se ha fortalecido la de-
mocracia y el Estado de Derecho.8
No obstante, la equiparación a un poder del Estado permanece como una
afirmación que nos lleva todavía a la necesidad de definir la naturaleza jurídica y
política del municipio. ¿Es acaso el municipio un organismo público similar a
los demás poderes del Estado? Si es así, ¿cuáles son los frenos y contrapesos que
se observan entre el municipio y los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial?
¿Existen controles obvios entre los poderes del Estado y el municipio?, sin em-
bargo, ¿dichos controles son de la misma manera que entre los poderes del Es-
tado?, o ¿semejan más a los controles entre la Federación y los estados?
Detrás de la frase “poder municipal”, descansa el deseo insatisfecho de atri-
buirle al gobierno de las localidades la categoría de autonomía política que me-
recen, pero puede encubrir también la reafirmación de control por parte del
Estado hacia su establecimiento, lo cual sería contrario a su deseada autonomía
de auto-gobierno.
8
La primer controversia constitucional planteada por un municipio y sustanciada por la Supre-
ma Corte, a partir del reconocimiento que se hizo en el Amparo Mexicali, fue la de Ciudad
Delicias contra el gobierno del Estado de Chihuahua, sobre la competencia constitucional de
administrar el Registro Civil (1/93). En el interesante estudio de Héctor Fix Fierro sobre Con-
troversias Constitucionales y Federalismo, presentado en el Congreso Virtual Iberoamericano “El
municipio hacia el siglo XXI”.
(http://www.rim.unam.mx/CONGVIR/MAT/Mesa6/HFF/ hecff.htm, llega a las siguientes
conclusiones: 1. De 1917 a 1998 se han presentado 197 controversias constitucionales, siendo el
bienio de 1995-1996 el de mayor acumulación de casos (32); 2. El total de controversias inicia-
das por los municipios representan la inmensa mayoría de las mismas con el 88% del total; 3.
109 municipios de 15 estados han iniciado el procedimiento de controversia constitucional; 4.
Los municipios que han recurrido a la controversia constitucional con mayor frecuencia han
sido Monterrey (5 casos), Río Bravo (Tamps.), Ciudad Victoria (Tamps.), y Chihuahua
(Chih.) (4 casos), así como San Pedro Garza García (3 casos); 5. En ocasiones, los municipios
de una entidad se han unido para presentar un frente común en su agravio constitucional contra
el Gobierno del Estado, tal como ha ocurrido con el municipio de Aguililla y 50 municipios más
de los estados de Michoacán y Oaxaca y 32 municipios más del mismo Estado; 6. Del total de
controversias, la Suprema Corte ha encontrado fundados los argumentos de los municipios
actores en pocos casos, de los cuales resaltan cuatro: Tarimbaro (Mich), Aguililla (Mich.),
Valle de Bravo (Edo. Mex.) y Río Bravo (Tamps.), y 7. La resolución de una controversia dura
aproximadamente de 14.7 a 15.1 meses, dependiendo de si se llega al fondo en la resolución;
excepto en los casos en que la Federación es parte actora, cuyo promedio es de no más de 9
meses.
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Por ello, este ensayo pretende reflexionar sobre la pertinencia del término de
poder municipal, para abandonar el aspecto retórico del mismo y tratar de asig-
narle un significado técnico preciso, conforme a las tendencias de independencia
y nivel de gobierno compatible con el sistema federal general del país. Es decir,
pretende definir el principio federal de los municipios.
Se desprende que la intención de denominar originariamente como poder
municipal a los municipios del Estado, descansó en la íntima unión entre el
carácter popular de su gobierno, al cual el constitucionalismo mexicano lo iden-
tifica con la categoría de soberanía popular. Todo poder debe dimanar del pue-
blo, por lo que cualquier organización u organismo de gobierno popular debe
ser considerado como “poder”. Por ello, el Poder Judicial que era de elección
popular en el siglo XIX, comenzó a ser cuestionado como poder a principios del
siglo XX, por Emilio Rabasa, al perder gradualmente su contacto electoral. De
la misma manera, la organización del electorado en electores primarios y secun-
darios, para formar colegios electorales, y llevar a cabo así las elecciones de los
demás poderes, fue también considerado como un poder, el poder electoral lo
denominó la Constitución de Querétaro de 1879, por ejemplo, en su Título
Quinto.
De esta manera, la intención original del denominado poder municipal es re-
conocerle su carácter popular, soberano y político. Factores que se recogen en la
reciente iniciativa del diputado federal Carmelo Enríquez Rosado, a nombre del
Partido de la Revolución Democrática del 15 de abril de 1999, para reformar
los artículos 40, 41, 115 y 116 de la Constitución federal.9
9
Las reformas planteadas buscan los siguientes cambios: 1. Artículo 40: Es voluntad del pueblo
mexicano constituirse en una República representativa, democrática, federal, compuesta de
estados y municipios libres y soberanos en todo lo concerniente a su régimen interior; pero
unidos en una Federación establecida según los principios de esta ley fundamental. 2. Artículo
41: El pueblo ejerce su soberanía por medio de los poderes de la Unión en los casos de la com-
petencia de éstos y por los de los estados y municipios en lo que toca a sus regímenes interiores,
en los términos respectivamente establecidos por la presente Constitución federal, las particula-
res de los estados y los estatutos orgánicos municipales, los que en ningún caso podrán contra-
venir las estipulaciones del pacto federal. 3. Artículo 115: El municipio como base del poder
político soberano, se regirá por un Estatuto Orgánico Municipal para que, gozando de la per-
sonalidad jurídica plena, promueva dentro de su esfera de competencia el desarrollo económico
y social y la participación ciudadana. (…) Los miembros de los ayuntamientos o las personas
que por elección directa, nombramiento o designación desempeñen las funciones propias de
esos cargos, cualquiera que sea la denominación que se les dé, durarán en su encargo el término
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Como esta iniciativa, son muchas las propuestas que tienden a convertir al
municipio en una verdadera esfera de gobierno, distinta y diferenciada de los
niveles estatal y federal. Antes de analizar dichas propuestas, conviene mencio-
nar que el término de poder municipal no debe continuar implicando que los
municipios cuentan con una naturaleza similar con la de los poderes de gobier-
no del Estado al cual se integran territorialmente, tal como la resolución en el
Amparo Mexicali de 1992 y la Tesis XLIII/96 lo sostienen, pues esta asevera-
ción pretendía la finalidad de hacer procedente la controversia constitucional
para los municipios, frente a un artículo 105 constitucional omiso al respecto.
Sin embargo, después de la explícita reforma de dicho precepto en 1994, no
conviene seguir asimilando al municipio a la categoría de poder de un Estado.
No puede ser el municipio un poder del Estado, porque el gobierno de las
localidades es y ha sido, histórica y políticamente, distinto al del Estado. No
puede serlo, pues las funciones del gobierno municipal no son una delegación
de las funciones del Estado, sino un atributo originario y propio de sus órganos
de gobierno, establecido en la Constitución. Las autoridades municipales son
diferentes en requisitos, en elecciones y en objetivos a las autoridades estatales.
La jurisdicción o circunscripción territorial de las autoridades municipales es
diferente al de las autoridades estatales.
Por ello, conviene precisar en qué sentido es o debe ser el poder municipal.
Tal como lo señala la iniciativa de Enríquez Rosado, el municipio es un nivel de
gobierno que debe contar con sus tres órganos de gobierno tradicionales: Ejecu-
tivo, Legislativo y Judicial. En este sentido, el poder municipal se utilizará en el
sentido a que se refiere el artículo 49 de la Constitución federal, “respecto al
Supremo Poder de la Federación”, que se divide para su ejercicio en Legislati-
vo, Ejecutivo y Judicial; Así como en el sentido del artículo 116 constitucional
que igualmente determina que “El poder público de los estados” se divide para
su ejercicio en los tres órganos mencionados.10
que señale la ley local, y podrán ser reelectos para el periodo inmediato conforme a lo que de-
terminen las constituciones, leyes estatales y los estatutos orgánicos municipales. La reforma
continúa con otros puntos importantes. Gaceta Parlamentaria. Año II. Numero 261. Martes 11
de mayo de 1999. Congreso de la Unión. Cámara de Diputados.
10
Al respecto es interesante la tesis aislada de jurisprudencia, con motivo de la controversia
constitucional entre el ayuntamiento de Teziutlan y la Legislatura del Estado de Puebla del 29
de marzo de 1919: “Poder público. Cualquiera que sea su origen, examinado a la luz de los
preceptos constitucionales, resulta que sólo dimana del pueblo, en quien radica esencial y origi-
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nalmente la soberanía nacional y que, para su ejercicio, se divide en tres ramificaciones, como
funciones inherentes al cuerpo político, las que pueden expresarse con estas palabras: querer,
hacer y juzgar”. Semanario Judicial de la Federación. Quinta época. Tomo IV, p. 729. No obstan-
te, la Suprema Corte negó sistemáticamente esta categoría al municipio antes de 1992: “Aun
cuando (los municipios) forman un organismo independiente del Poder Ejecutivo y del Poder
Legislativo, y tienen consiguientemente personalidad jurídica para todos los efectos legales, ello
no obstante (sic), tales condiciones no atribuyen a los municipios el carácter de 'poder político' a
que se contrae el artículo 105 constitucional” (Controversia 2/35 ayuntamiento de Motul contra
los poderes Legislativo y Ejecutivo de Yucatán. 26 de agosto de 1935. Semanario Judicial de la
Federación. Quinta época. Tomo XLV, p. 3577 y Controversia 2/36. Arturo Tremari y coagra-
viado. 6 de abril de 1936. Semanario Judicial de la Federación. Quinta época. Tomo XLVIII, p.
349).
11
Varias ejecutorias de la Suprema Corte aluden a ello cuando determinan: “Si el Presidente
Municipal y los regidores de un ayuntamiento sostienen que están en posesión de sus cargos,
que según el artículo 115 de la Constitución federal son esencialmente administrativos, aun
cuando en determinados casos sus funciones sean políticas…”. Amparo Administrativo 990/36.
José A. Sarmiento y coagraviados. 30 de marzo de 1936. Semanario Judicial de la Federación.
Quinta época. Tomo XLVII, p. 5351.
12
No obstante, aun la facultad reglamentaria municipal está degradada, pues no participa de las
mismas características que la facultad reglamentaria de los poderes ejecutivos. Siendo a nivel
federal y estatal los poderes ejecutivos unimembres, en contraste, el presidente municipal no
puede expedir por sí mismo “acuerdos o disposiciones de observancia general”, sino que esta
atribución corresponde a la colectividad denominada ayuntamiento. (Amparo en revisión 42/89
Operadora de Maquinas Electrónicas de Diversión S. A., 15 de marzo de 1989. Semanario
Judicial de la Federación. Octava época. Tomo III. Enero-junio 1989. Segunda Parte-2, p. 569).
De la misma manera, la facultad reglamentaria municipal, contraria a la misma facultad de los
poderes ejecutivos, se considera como una delegación de la facultad legislativa estatal: “Esa
facultad debe regirse por las bases normativas que deberán establecer las legislaturas de los
estados. Por consiguiente, tal facultad no corresponde originalmente a los ayuntamientos, sino
que la tienen derivada”. (Amparo en revisión 451/94 Juan Ruiz García y Otro. 12 de septiem-
bre de 1996. Tesis CXIX/1996. Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Novena época.
Tomo IV. Octubre de 1996, p. 179). De la misma manera, “El ayuntamiento (…) tiene atribu-
ciones para expedir disposiciones reglamentarias sobre responsabilidades de las personas que
trabajan a su servicio, pero no como una entidad soberana y suprema (…), sino con sujeción y
apego a las bases (normativas) indicadas, de cuya observancia dependerá su validez jurídica”
(Controversia Constitucional 3/93. Ayuntamiento de San Pedro Garza García, Nuevo León. 6
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Muy pocas ejecutorias han sido dictadas de manera positiva hacia la facultad municipal de
administrar su hacienda y bienes, entre ellas tenemos a las dos siguientes: La Constitución y el
Código Civil “no sólo (hablan) de las personas físicas, sino de las personas morales, entre las
cuales quedan comprendidas los municipios; y es evidente que si el artículo 27 constitucional, en
su fracción I, concede a los mexicanos, sin limitación alguna, el derecho de obtener concesiones
de aguas, los municipios (siendo) personas morales mexicanas, y todavía más representantes
genuinos de los mexicanos en su organización política, no pueden quedar excluidos de esta
enumeración” (Amparo Administrativo en Revisión 2839/34. Ayuntamiento de Toluca. 17 de
abril de 1935. Semanario Judicial de la Federación. Quinta época. Tomo XLIV, p. 1143). En el
mismo sentido, “Es de estimarse inconstitucional el acto del gobernador de un Estado por el
cual se incauta de los arbitrios municipales, pues el Constituyente ha querido que los ayunta-
mientos, como expresión directa de la voluntad del pueblo, sean los administradores de sus
intereses, y constituyan la base de una organización política y administrativa de todo punto
independiente; todo lo cual indica que no se le puede privar de su derecho para administrar los
bienes municipales. Además, cualquier ley en que se apoye un gobernante para sustituirse en las
atribuciones administrativas de los ayuntamientos, es enteramente anticonstitucional”. (Amparo
Administrativo en Revisión 4600/39. Ayuntamiento de Álamo Temapache, Veracruz. 29 de
septiembre de 1939. Semanario Judicial de la Federación. Quinta época. Tomo LXI, p. 5202).
15
Y contra la resolución de la Legislatura no procede el amparo, “porque el derecho a desempe-
ñar un empleo público, como son los cargos concejiles y los de elección popular, constituye un
derecho político” y por lo tanto no justiciable, poco importando que se alegue la violación al
supuesto derecho de percibir sus sueldos inherentes al cargo, ya que al ser dichos emolumentos
una consecuencia de la investidura política, son accesorios a ese derecho político no justiciable.
(Amparo Administrativo en Revisión 5640/35. Gustavo Alcaraz. 21 de noviembre de 1935.
Semanario Judicial de la Federación. Quinta época. Tomo XLVI, p. 4050. Amparo Administrati-
vo en Revisión 5636. Florencio Tintos. 28 de noviembre de 1935. Semanario Judicial de la Fede-
ración. Quinta época. Tomo XLVI. Parte 5, p. 4618. Amparo en Revisión 5588/73. Wilbert
Chi Góngora y Otros. 19 de noviembre de 1974. Semanario Judicial de la Federación. Séptima
época. Volumen 71. Primera Parte, pp. 21 y 22). Aunque a partir de la controversia constitu-
cional planteada por el ayuntamiento de Valle de Bravo contra la Legislatura del Estado de
México, por la declaratoria de la suspensión de sus ediles, la Suprema Corte ha comenzado, no
sin crítica, a revisar el fundamento político de dichas declaratorias.
16
D'ACOSTA, Julio y ESQUIVEL OBREGÓN. El Fuero del Municipio. Breves consideraciones sobre
el artículo 115 constitucional. Editorial Jus. Colección de Estudios Jurídicos. México. 1948, p.
139.
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Otras facultades son: cumplimentar la legislación federal y estatal, instituir y recaudar los
tributos de su competencia, crear y suprimir sus distritos, organizar y prestar —directamente o
por concesión— los servicios públicos de la comunidad, mantener por sí —o con la cooperación
de la Federación y de los estados— la educación pre-escolar y primaria, mantener de la misma
manera los servicios de salud, llevar a cabo el parcelamiento del suelo y proteger el patrimonio
histórico y cultural de acuerdo con la legislación nacional y estatal.
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