El Canon y La Enseñanza de La Literatura

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Trabajo escrito para el examen final de Didáctica de

la Lengua y la Literatura II

El canon escolar y la enseñanza de la literatura

Desarrollo

El canon escolar y la enseñanza de la literatura

Enseñar literatura no siempre es una tarea sencilla puesto que, la misma es


susceptible de variadas realizaciones o de múltiples interpretaciones. Además, su
enseñanza en la escuela no solo depende de las competencias del docente, sino que está
sujeta a muchos factores, entre ellos el canon escolar En este sentido, surgen algunos
interrogantes ¿Cuál es el lugar de la literatura en la escuela? ¿qué enseñar de la
literatura? ¿qué textos se deben privilegiar? ¿cómo abordar determinadas obras
literarias? ¿Por qué leer los clásicos? ¿se debe tener en cuenta los gustos y preferencia
de los educandos? ¿qué clase de lectores se pretende que sean los alumnos? estos, son
algunos de interrogantes que los docentes de lengua y literatura deben responder desde

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sus prácticas. Es por ello, luego de la lectura de investigaciones de autores que abordan
la enseñanza de la literatura, propongo hacer una revisión de las lecturas canonizadas y
la enseñanza de la literatura en la historia de la educación argentina y mencionar
algunas cuestiones que se plantean en dicha relación.

En primer lugar, ¿qué se entiende por canon literario? o ¿qué es el canon


escolar? Según Harold Boom (1997), el canon literario se refiere a una serie de obras
literarias que son consideradas las más importantes o influyentes en la tradición literaria
de una época determinada. Son seleccionados por su valor estético, y su capacidad para
generar un impacto duradero en la literatura y en la conciencia social, es decir, aquellas
obras que creemos valioso recordar. Además, el canon literario está compuesto por una
serie de obras y autores que han resistido al paso del tiempo y que continúan siendo
relevantes. (cfr. Harold Boom, 1997, p25-42). Por lo tanto, el canon escolar refiere a
una selección de textos que se leen obligatoriamente en la escuela que reflejan las
prioridades educativas y los valores culturales de la sociedad. (cfr. Bombini, 2006, p.
55-56)

Históricamente, los cánones han estado vinculado a la época en se determinan


por lo cual, la enseñanza de la literatura en la escuela, sujeta a un canon literario oficial,
ha tomado diversas justificaciones ante los cambios culturales, políticos y
socioeconómicos, que se traducen en diferentes políticas educativas, programas de
estudio, concepciones acerca de la literatura y diferentes interpretaciones, que dieron
lugar a diversas miradas sobre su función y utilidad en la escuela.

En la pregunta por la autonomía de la literatura en la educación Gustavo


Bombini (2006), sostiene que “la enseñanza de la literatura siempre ha estado ligado a
la necesidad de transmitir contenidos relacionados con la nacionalidad y valores ligados
a la formación del buen ciudadano.” (p,56). Esta función se da a través de un “canon de
textos que se leen obligatoriamente y que constituyen el canon insustituible de la
historia de la literatura nacional que conocerán las sucesivas generaciones.”
(Bombini,2006, p56).

Por su parte, Setton (2014) al referirse al canon escolar como uno de los
problemas de la enseñanza de la lengua y la literatura, sostiene que el mismo “es
deudora, justamente de qué se considera literatura y de la imposibilidad de acceder a la
totalidad de las obras literarias” (p,119). Agrega, “el campo de la enseñanza de la

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literatura es particularmente sensible a esta problemática en la medida que a través de la
literatura el Estado ha considerado que se constituye la identidad nacional” (p, 119). De
modo que, explica que el proceso inmigratorio que atravesó nuestro país hacia fines del
siglo XIX, trajo como consecuencia la inquietud sobre la identidad nacional, donde las
clases dirigentes vieron la necesidad de establecer una tradición que definiera la
identidad argentina frente a la amenaza de las masas inmigratorias se hacía necesario
construir un mito nacional. En este punto, la literatura desempeñó un papel central,
Ricardo Rojas y Leopoldo Lugones, dos representantes de la élite, encontraron en el
Martín Fierro de José Hernández una obra magnifica para la construcción de un canon
literario nacional. Para Rojas, el poema de Hernández era el poema épico nacional que
“llega, por su unidad y por su asunto, a ser para la nación argentina algo muy análogo a
lo que es para la nación francesa la Chanson de Roland y el Cantar de Mio Cid para la
nación española” (Gramuglio y Sarlo, 1980 en Setton, 21014, p. 121). De este modo, a
partir de la canonización del Martín Fierro, fue el momento en el cual se consolidó en la
Argentina un modo de organizar la enseñanza de la literatura a partir de un canon
literario.

Entendido entonces, el canon constituye un instrumento político que regula o


condiciona las prácticas de la enseñanza de la literatura, en cuanto a qué obras y autores
se deben considerar en las escuelas, por lo que es necesario tener en cuenta que esta
selección también implica los modos de leer, que resultan muchas veces modélicos,
sosteniéndose en el tiempo. Tal como lo plantea Paola Piacenza (2012) en el ejemplo
que brinda con la historia del maestro Pimko y su alumno, el cual no tiene consideración
por la obra de los escritores nacionales y es acusado por su maestro de traidor de la
patria (cfr. Piacenza,2006, p, 107,108). Puesto que, en el canon escolar “Está en juego el
problema del valor de la obra, la naturaleza de las prácticas de lecturas legitimadas para
ese canon […]” (Piacenza,2014, p, 108). Por lo que se debe tener en cuenta que las
obras que han sido canonizadas “dan cuenta de las circunstancias pasadas que hicieron
que la obra pasara a formar parte del canon reconocibles en un corte sincrónico […]”
(Piacenza,2014, p,110). Por lo tanto, estas obras aportan limites interpretativos, o bien,
condicionan su lectura a cómo se deberían leer. Pensando así ¿todos los alumnos que
leen el Martin Fierro, La cautiva, El Facundo deberían hacerlo con admiración y goce
por el hecho de que estas obras pertenezcan a una traición literaria nacional? Añade
Piacenza (2014) “Un círculo taulalógico que se cierra entre los presuntos valores de las

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obras, sus funciones canónicas y un público forjado a medida” (p,108). De modo que,
la canonización de algunas obras contribuye a cristalizar posibles sentidos e
interpretaciones y la escuela un dispositivo de reproducción cultural e identitaria “a
través de la postulación de obras y autores que se presentan como patrimonio simbólico
de un país” (Piacenza, 2014, p,114). De esta manera, la “fetichización” de libro y de
lectura, como lo sugiere Piacenza citando a Bourdieu:

Es una forma de distinción por la que el grupo que detenta la hegemonía


ideológica en un estado de sociedad determinado o una disciplina en
particular, instaura sus reglas de juego, que no se exponen explícitamente,
sino que se manifiestan con naturalidad de un gusto al que cierto grupo
accede. (p,113)

En consecuencia, es posible considerar al canon como un “arbitrario cultural”


que legaliza o condena determinas sentidos e interpretación de las obras literarias.
Además, de que la enseñanza de determinadas obras que integran el canon nacional,
entendidas como literatura argentina, juegan, sin duda un papel preponderante en la
construcción de una identidad nacional.

A todo esto, cabe preguntar entonces ¿son las lecturas canonizadas las ideales
para la formación de los jóvenes? Argumenta Piacenza (2014) citando a Alan Purves
(1990)

La función de la enseñanza de la literatura en el curriculum consiste en


promocionar una comunicación cultural que permita al individuo vincularse
con un círculo más amplio que el hogar, los pares o los vecinos. Esta
función requiere, primero, que se conozcan los textos valorados por esa
cultura. La invención de una identidad cultural, en este marco, consistirá,
luego, en procurar la aceptación y valoración de aquellos textos que
permanecen como clásicos y, en un segundo momento, auspiciar el
desarrollo de una individualidad. Una vez que se ha aprendido a
comunicarse dentro de la cultura, y se ha desarrollado una forma de
“fidelidad”, se está en condiciones de volverse independiente de ella. En
términos “literarios” esto significa que, después de que se han aceptado los
“clásicos”, se puede desarrollar gustos e intereses personales. (p, 112)

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Por otra parte, es interesante también mencionar los planteos que ofrece Analía
Gerbaudo (2011) en relación a los textos censurador frente a otros, cuya lectura están
permitidos en el ámbito escolar solo por el hecho de pertenecer a la tradición literaria
nacional, donde describe la experiencia del profesor Guillermo Canteros en una
entrevista en la cual pone en consideración lo que no puede en las instituciones
educativas en las que trabaja. “[…] por qué no enseña el Fiord de Osvaldo Lamborghini,
por qué no lo enseña del modo ortodoxo […] ¿Por qué si El Matadero donde ponen a un
tipo en cruz sobre una mesa para violarlo?” (p.168). A lo que Gerbaudo cuestiona sobre
qué tipos de violencia que la escuela tolera y cual excluye y agrega que el planteo que
hace Canteros “pone en eje el intento por desmantelar estereotipos acerca de los
conceptos de literatura, autor, lector y género” (cfr. Gerbaudo, 2011, p,169).

En efecto, podemos considerar al canon escolar resultante de una red de


relaciones, políticas, sociales y culturales, que se convierte en un elemento regulador de
las actividades lectoras en la escuela. De modo que, determina los criterios de selección
de textos literarios y, por ende, también la transmisión de determinados saberes,
significados y valores literarios, que reproducen el orden social establecido y legitiman
las interpretaciones que determinan los sentidos y las jerarquías de los textos literarios
canonizados.

En consecuencia, el canon escolar presenta limitaciones, puesto que, al


privilegiar determinados autores, obras y géneros excluyes otras voces, perpetuando
desequilibrios y sesgos en la representación de la literatura, pudiendo dejar afuera
valiosas obras.

Por ello, ser docentes de literatura demanda replantearse las prácticas de


enseñanza, preguntarse desde qué lugar se enseña, cuál es el lugar de la literatura en la
escuela. Entendiendo que las prácticas de lectura permiten desarrollar competencias
comunicativas que transcienden cualquier área del saber y los textos clásicos
canonizados forman parte de nuestro patrimonio e identidad nacional y contribuye a la
formación cultural del estudiante. Por lo tanto, tiene la responsabilidad de guiar al
estudiante en la apreciación de las obras literarias, de manera que el alumno pueda
comprender el significado y valor de estas ellas, a la vez, fomentar la reflexión crítica y
la exploración de nuevas perspectivas literarias.

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Bibliografía

BOMBINI, G. (2006) La literatura en la escuela, En: Alvarado M.: Entre líneas,


Teorías y enfoques en la enseñanza de la escritura, gramática y la literatura. Buenos
Aires, ediciones Manantial.

BOMBINI, G. (2011) Del centro al margen y vuelta al centro: la enseñanza de la


literatura. En Gerbaudo, A.: La lengua y la literatura en la escuela secundaria. Rosario,
Homo Sapiens.

Bloom, H. (1997), El canon occidental. La escuela y los libros de todas las épocas.
Barcelona: Anagrama.

GERBAUDO, A. (2011) “La clase (de lengua y de literatura) como envío”. En La


lengua y la literatura en la escuela secundaria. Rosario, Homo Sapiens.

PIACENZA, P. (2012) Lecturas obligatorias. En AAVV: Lengua y Literatura. Teorías,


formación docente y enseñanza. Buenos Aires, Biblos.

SETTON, J. (2014) La literatura. En: ALVARADO, M.: Problemas de enseñanza de la


lengua y la literatura. Bernal, Universidad Nacional de Quilmes.

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