Morresi+Et+Al
Morresi+Et+Al
Morresi+Et+Al
1 Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas / Universidad Nacional del Litoral, Argenti-
na. C. e.: smorresi@gmail.com.
2 Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas / Universidad Nacional del Centro de la Provin-
cia de Buenos Aires / Universidad Nacional de Mar del Plata, Argentina C. e.: vicentemartin28@gmail.com.
378 • Anuario IEHS • Suplemento 2023 Antifascistas, antiperonistas, anticomunistas…
E ntre las décadas de 1930 y 1960, las posiciones de una parte del universo político
e intelectual argentino −referenciado en el liberalismo− experimentaron una serie
de torsiones, que implicaron el paso de posturas antifascistas a antiperonistas y, luego,
a anticomunistas. Ello se ligó con los orígenes del posicionamiento antifascista durante
el ascenso de los fascismos en Europa hasta el clímax de la Guerra Fría a principios de
los años sesenta. Ese pasaje implicó una postura antitotalitaria que fue antes un marco
general que una clave identitaria, como pudieron ser las que circularon bajo su refe-
rencia, pero al mismo tiempo el eje que permitió el pasaje entre identidades, pero no
estuvo exento de polémicas, como veremos.
En el presente texto, revisaremos los problemas centrales de la historia de esos pa-
sajes, recorriendo la principal bibliografía y marcando una serie de huecos temáticos,
para concentrarnos, en el tramo final, en un aspecto poco abordado: el impacto de la
Escuela de Austria en el escenario de la renovación internacional de las derechas, en
clave anticomunista y antitotalitaria.3 Justamente, esa recepción marcó un eje central
en las décadas posteriores a este trabajo, pero uno de los nudos de su despliegue se
dio en el contexto que aquí analizamos, expresando una serie de debates, tensiones y
rupturas que mostró grietas profundas en el espacio.
La acogida de las ideas de los autores austríacos nos permitirá mostrar cómo su cir-
culación expone, en ese momento, una escora hacia la derecha de una serie de actores
que había participado del antifascismo, abriendo polémicas en el interior de ese antito-
talitarismo genérico y reposicionando los debates previos sobre el peronismo (en tanto
populismo) y el fascismo, pero más densamente sobre las relaciones entre liberalismo
y democracia. Con ello, problematizaciones que se habían abierto luego del golpe de
Estado de 1955 se reformularon y acabaron por marcar una fragmentación interna.
En las páginas que siguen, entonces, relevaremos cómo el antifascismo apareció,
en un momento de crisis del liberalismo, con un rostro amplio que permitió obturar
rasgos de esa crisis y demorar posiciones sobre sus implicancias. El paso al antiperonis-
mo de un grueso de actores antifascistas, que abordamos luego, hizo más enfáticas las
lecturas acerca de que el fascismo había llegado transmutado al país. Esa articulación
antiperonista, sin embargo, no fue suficiente, tras septiembre de 1955, para contener
a todos sus protagonistas dentro de los marcos genéricos del antitotalitarismo: en las
querellas anticomunistas, se expresó una de las líneas de esas rupturas. A lo largo del
texto, centraremos la atención en tres grupos que expresaron rostros diversos del uni-
verso liberal y el antifascismo: los liberal-conservadores, los católicos democráticos y
los socialistas, entre los que el debate por el neoliberalismo impactó fuertemente y
antes que en otros actores, como los radicales o los demoprogresistas. Por lo ante-
dicho, el trabajo se divide en dos grandes bloques: en primer lugar, los dos primeros
movimientos nos permitirán mostrar las dinámicas de constitución del antifascismo
y su paso al antiperonismo; en el segundo, nos centraremos en los debates en torno al
3 Ver su desarrollo e impacto desde perspectivas diversas: Foucault 1992, Gloria Palermo 1999 y Plehwe
2009.
Sergio Morresi y Martín Vicente Anuario IEHS • Suplemento 2023 • 379
La década de 1930 fue una de rupturas para la tradición liberal argentina: se inició bajo
el signo de una doble conmoción marcada, en su primer año, por el impacto de la crisis
económica internacional y luego por las reverberaciones del golpe de Estado contra el
segundo gobierno del radical Hipólito Yrigoyen. El ascenso de un nacionalismo belige-
rante en Europa, con el fascismo en su centro, y sus réplicas en el país implicaron uno
de los fenómenos centrales para la dinámica político-ideológica de esos años: así como
pudieron converger en las instancias golpistas y en el posterior orden conservador de la
democracia limitada, liberales y nacionalistas se enfrentaron en diversos aspectos hasta
volver imposible una convivencia que se había articulado, en gran parte, contra el poder
electoral del yrigoyenismo (Losada 2017). A ella se habían sumado socialistas, demócra-
tas progresistas y radicales antipersonalistas, pero la extensión de la alianza comenzó a
mostrar que la unidad por la negativa no podía sostener proyectos comunes.
Las limitaciones a la democracia, que caracterizaron al proceso de normalización
institucional restrictiva posterior al golpe, fueron centrales para los posicionamientos
del amplio campo del liberalismo argentino: por un lado, una serie de actores se incor-
poró al proceso desde cargos gubernamentales o el simple apoyo; por otra parte, otro
sector se mostró crítico de lo que describió como un orden fraudulento (Nallim 2014,
López 2018). En este escenario, el inicio de la guerra civil española en 1936 abrió un pro-
ceso de polarización identitaria, que se hizo liminar con el estallido de la Segunda Gue-
rra Mundial en 1939: allí, las convergencias entre liberales y nacionalistas se hicieron
imposibles, en tanto se dio un proceso de radicalización de las identidades político-
culturales (Romero 2011). Las publicaciones culturales donde podían compartir pági-
nas, los mítines donde alternaban presencia e incluso las relaciones sociales intraélites
dejaron de exponer el rostro vincular que había caracterizado a la primera parte de
la década. La denuncia de los nacionalismos radicales europeos llevó a que el campo
liberal argentino viese en los nacionalistas locales versiones criollas de nazis, fascistas
o falangistas, muchas veces sin diferenciar a los admiradores de esos movimientos de
conservadores populares de simpatías nacionalistas o asimilando a religiosos no libera-
les con integristas de un furibundo nacionalismo.
La activación antifascista encontró en la tradición liberal un amplio paraguas donde
hallar un cobijo hecho de historia y lenguaje, de símbolos e identificaciones, donde la
tradición liberal podía asimilarse a la democracia y la república, a la modernidad y la
historia nacional e incluso al humanismo y la civilización misma. Frente a ese abanico,
los antifascistas liberales colocaron el antifascismo como una característica más (pero
central en el momento) de la identidad liberal. Esta posición genérica permitió que
se identificaran con el antifascismo desde marxistas liberales (Pasolini 2013) a conser-
380 • Anuario IEHS • Suplemento 2023 Antifascistas, antiperonistas, anticomunistas…
iniciativa internacional antifascista People & Freedom, con un estilo popular e incluso
populista que tuvo cercanías y distancias con los seguidores de Maritain (Mauro 2017).
Sturzo había sido uno de los intelectuales y activistas italianos quienes, en la se-
gunda mitad de los años veinte, utilizaron el término “totalitarismo” para calificar
negativamente las ideas y políticas de Benito Mussolini y el fascismo, ante lo que el
Duce recogió el término crítico de modo positivo, explicando que el fascismo era una
concepción totalitaria que permitía salir de la decadencia demoliberal (Traverso 2001).
Pese a ello, la influencia de Sturzo en el humanismo antifascista argentino fue menor a
la de Maritain, en parte por el tipo de circulación que los hombres y mujeres de Orden
Cristiano lograron fuera del espacio confesional, pero también por los modos en que
la figura del filósofo francés impactó en el amplio territorio exterior al catolicismo.
En ello, fue central su visita al país en 1936: desde su enfrentamiento a los sectores
integristas a su abrazo con Stefan Zweig, Maritain insufló de un espíritu humanista el
antifascismo, dentro y fuera de los ámbitos confesionales (Zanca 2014).
La facilidad con la cual las firmas de los maritaineanos circularon por las voces refe-
rentes de la cultura política liberal, de La Prensa a Sur, muestra diferencias con las di-
námicas de los popolaris y su construcción, quienes terminaron viendo en aquellos una
iteración de la ceguera de las elites italianas ante el ascenso del fascismo (Mauro y Vi-
cente 2017). Pero, asimismo, el antifascismo socialista recibió a estos católicos peculiares
con similar empatía, en parte por el mencionado impacto que Maritain había logrado
más allá del catolicismo, en parte porque los veían como la confirmación de que “la mi-
sión” antifascista tenía en los espacios religiosos un trabajo urgente para realizar. Desde
el socialismo, fue elogiado por figuras como Alfredo Palacios; desde el liberalismo con-
servador, su trato con Victoria Ocampo fue permanente. La mentada visita que realizó
al país, en 1936, expuso una partición del espacio católico donde los antiguos lectores
tomistas de Maritain expresaban críticas al maestro y desde el socialismo y el liberalis-
mo se aplaudían sus ideas y sus posiciones políticas (Zanca 2013). Pero ello no impactó
solo en un sentido progresista: en otro eje, entre las derechas liberal-conservadoras,
tradicionalmente marcadas por un desapego de lo religioso, la renovación humanista
católica apareció más moral que teológica, más ética que propiamente confesional.
Varios hechos pueden explicar esta aproximación que aún no ha sido estudiada en
detalle: por un lado, la renovación humanista europea se había fundado sobre una se-
rie de valores propios del liberalismo, aunque fuese crítica de diversas aristas (como su
individualismo o la presencia de un ideario mercantilista); por otro lado, el catolicismo
local había experimentado un proceso de visibilización en el espacio público, durante
la década de 1930, que fue surcado por una serie de dinámicas de vínculo con diversos
espacios del “afuera” de la religión (Lida 2021). Así, el rostro pagano y el carácter de re-
ligión política de los fascismos permitió que el liberalismo apelase a un discurso huma-
nista que podía mostrar compatibilidades con el catolicismo democrático y pluralista,
al que también atendieron desde posiciones laicas voces del socialismo. Las firmas de
los humanistas católicos aparecieron en Sur con textos programáticos varios, antes de
382 • Anuario IEHS • Suplemento 2023 Antifascistas, antiperonistas, anticomunistas…
que su revista Orden Cristiano ganase la calle en 1941: a poco de iniciada la ruptura de
1936, Rafael Pividal, desde las páginas de Sur, señalaba que el dilema de la hora era entre
“católicos fascistas y católicos personalistas” (Pividal 1937). El posicionamiento anti-
fascista era, entonces, identitario y agonal. Ello impactó en las propias trayectorias de
referentes de la revista que venían del nacionalismo y giraron al antifascismo activista,
reclamando que sus antiguos compañeros de ruta abrieran sus ojos del mismo modo,
pedido que los unía al de ciertos socialistas (Zanca 2013).
El encuentro entre sectores del liberalismo amplio y el catolicismo democrático
fue clave tras el golpe de Estado de 1943, cuando sus posiciones antifascistas hallaron
un diálogo dinámico, implicado en una articulación “cívica” entre liberalismo y huma-
nismo. Los católicos antifascistas desoyeron las posturas de la Iglesia, que censuraba
el voto a las opciones laicistas, como la Unión Democrática, e incluso caricaturizaron
ácidamente a conspicuos prelados integristas que apoyaban a Perón (Vicente 2015).
Justamente, el ascenso del Coronel fue central para el paso del antifascismo al anti-
peronismo: los antifascistas vieron en Perón un líder fascista y una reversión de los
caudillos del siglo XIX; el lenguaje antitotalitario ganó lugar y la oposición a su gobierno
se vivenció de modo análogo a las resistencias europeas (Vicente 2022).
Aquella imbricación, además, dejó huellas entre los jóvenes liberal-conservadores
que, formados durante la década peronista, vieron en los grandes referentes del libe-
ralismo argentino ejemplos a seguir, donde el humanismo confesional tuvo su lugar:
las diversas experiencias de “universidad en las sombras” de aquellos años y el rol de
actores como Federico Pinedo, Juan S. Linares Quintana, Ambrosio Romero Carran-
za o Alberto Ordóñez forjaron sociabilidades intergeneracionales, en las que los dos
últimos tuvieron un rol destacado articulando humanistas y liberales (Vicente 2022).
Del Seminario de Historia Argentina al Colegio Libre de Estudios Superiores, esas ins-
tancias funcionaron como espacios de articulación, conducidos por intelectuales que
tenían presencia pública previa al peronismo. Romero Carranza, de hecho, había sido
un protagonista central en las polémicas contra el integrismo, como lo graficó una
airada discusión con el sacerdote Julio Meinvielle, en 1945, así como Pinedo y Linares
Quintana provenían del socialismo, pero comenzaron a criticar el derrotero de diver-
sos izquierdistas, especialmente por sus aproximaciones al nacionalismo, que tuvo en
el caso de los comunistas que se acercaron al peronismo el ejemplo más agudo. Para
las voces antifascistas, ello probaba que el “totalitarismo rojo” era equiparable al “to-
talitarismo negro” y el peronismo podía juntar a ambos desde su sentido antiliberal.
El antifascismo de católicos democráticos, liberal-conservadores y socialistas era,
sin más, antitotalitario: eran totalitarios los fascistas o los nazis por sus ideas dictato-
riales, era totalitario el peronismo por no respetar la democracia constitucional, eran
totalitarios también los conservadores populares que hacían guiños al autoritarismo
o los religiosos antiliberales: el diario proalemán El Pampero, el gobernador bonaeren-
se Manuel Fresco, sacerdotes como Luis Barrantes Molina y Perón eran figuras tota-
litarias. Católicos democráticos, socialistas o liberal-conservadores presentaban una
Sergio Morresi y Martín Vicente Anuario IEHS • Suplemento 2023 • 383
reciente, muchas veces graficado de manera épica. Ello desde las páginas de las grandes
voces de la prensa liberal como La Nación y especialmente La Prensa, desde revistas
culturales como Sur o Criterio, impulsando experiencias político-culturales como Ideas
sobre la libertad, en fin, desde una heterogeneidad de experiencias por las que circularon
nuevas lecturas y posiciones marcadas por una novedosa perspectiva del peronismo a
tono con las líneas maestras de la Guerra Fría. Entre las particularidades de ese grupo,
estuvo la recepción que hicieron de las ideas de la renovación internacional de las de-
rechas, en la cual la Escuela de Austria tuvo un lugar de preponderancia: ello implicó
también polemizar en el interior de los espacios antifascistas girados al antiperonismo.
Si bien el anticomunismo argentino tenía ya un desarrollo para la década de 1940, al cual
no eran en absoluto ajenos los sectores nacionalistas que los antifascistas combatían, el
modo en que este se transformó y desarrolló durante los años peronistas permite una
comprensión de la manera en que los caminos tendieron a divergir después de 1955.
Poco después del triunfo de Perón en las elecciones de 1946 (o incluso antes, de acuer-
do con Gabriel Piro Mittelman 2021), el Partido Comunista Argentino (PCA) dio por
iniciada una nueva línea política que esencialmente rechazaba su caracterización pre-
via del peronismo como un totalitarismo criollo y proponía “criticar lo negativo y apo-
yar lo positivo”. Si bien esto no implicó de inmediato que los dirigentes e intelectuales
comunistas dejaran de ser considerados parte del movimiento antifascista, expuso un
cambio en la composición del antifascismo argentino que tendría consecuencias im-
portantes en cuanto a facilitar un nuevo pasaje dentro del eje del antitotalitarismo ge-
nérico: aquel que va del antiperonismo al anticomunismo, cuyas raíces pueden leerse
antes la agudización de la Guerra Fría. Como ha mostrado Jorge Nállim (2014), durante
el período peronista, a medida que avanzaron la represión y la censura sobre las acti-
vidades y los principales órganos del antifascismo, socialistas, liberal-conservadores y
católicos democráticos comenzaron a cultivar una sociabilidad que parecía acercarlos
no solo en su oposición al peronismo, sino también en su caracterización negativa del
comunismo. Pero, al mismo tiempo que se producía esa convergencia, la introducción
de una nueva perspectiva −llegada desde el campo intelectual internacional− colocó
tempranamente una cuña entre algunos de esos compañeros de ruta, análoga a las
rupturas en el plano supranacional (Seidman 2017).
En ese contexto, se dio un debate político-intelectual que no ha recibido la misma
atención que otros de los tópicos para pensar el antifascismo argentino y que, sin em-
bargo, resultó políticamente relevante: el impacto de la llegada de interpretaciones
neoliberales sobre el totalitarismo, que tuvo entidad dentro de los tres sectores que
recorremos en este texto. Si bien las ideas de la Escuela de Austria circulaban ya en la
década de 1930, sobre todo entre economistas, fue en la segunda posguerra cuando
estas perspectivas comenzaron a ser objetos de debates públicos que impactaron en
Sergio Morresi y Martín Vicente Anuario IEHS • Suplemento 2023 • 385
los modos de ser antifascista. Tras la experiencia peronista, cobraron un particular ca-
riz anticomunista que ponía a la democracia en el centro de las problemáticas.
Camino a la servidumbre fue el primer libro propiamente político de Hayek,
publicado en inglés en 1944 en Inglaterra y en Estados Unidos. En 1945, se editó
una versión condensada en el popular mensuario estadounidense Selecciones del
Reader’s Digest, que se editaba en varios países e idiomas, lo que hizo crecer de
forma exponencial la celebridad del autor y sus ideas. Rápidamente, salió a la venta
la versión completa en español, impresa por Editoriales de Derecho Reunidas, con
prólogo y traducción de Javier Vergara, en 1946. Varias de esas ediciones llegaron a
la Argentina y sus postulados caldearon discusiones entre los distintos grupos que
compartían los antifascistas.
La tesis de Hayek en ese volumen es conocida: los causantes profundos del totali-
tarismo del siglo XX se encontraban en el colectivismo y la planificación. Lejos de lo
afirmado por las narrativas “progresistas” en boga, el fascismo y el nazismo no eran
una reacción contra las tendencias socialistas, sino su “producto inevitable” (Hayek
2005, p. 32 y 58). El colectivismo era, entonces, ante todo “un método” (del cual el
socialismo sería un caso) que utilizaba la economía centralmente planificada para la
obtención de un “ideal distributivo” que podía ser el de una elite racial o de partido o
de una utopía igualitaria (Hayek, pp. 63-64). Así, el totalitarismo no era un fenómeno
que solo englobara al nazismo, el fascismo y el comunismo, sino que también incluía a
“los socialistas de todos los partidos” −como mentaba la irónica dedicatoria del texto−
que, buscando alcanzar objetivos que podían ser moralmente loables, se adentraban
en un fatal sendero iliberal. La acusación de Hayek al socialismo fue lo que provocó que
el político y editor de La Vanguardia, Rómulo Bogliolo (cuyo mandato como diputado
había sido interrumpido por el golpe de 1943) publicara, en julio de 1946, un volumen
para responderle de forma airada. Si bien el reparo de Bogliolo no era particularmente
original, e incluso en muchos sentidos repetía argumentos con los que ya se lo había
criticado en varios periódicos de izquierda en Europa, el libro Socialismo, Libertad, Di-
rección: Réplica al profesor Hayek, al responderle al economista vienés, tomaba parte
de su argumentación para atacar el peronismo, lo cual resultaba clave en ese contexto.
El centro del razonamiento de Bogliolo, contra los “argumentos libertarios” de Hayek,
consistía en reposicionar la primacía de la política. “No fue la planificación económica
[...] la que deparó a la humanidad de sátrapas, mandones, zares, dictadores [e] inquisi-
dores”, por eso la dialéctica antisocialista de Hayek no podía explicar las dictaduras de
José Porfirio Díaz, Gerardo Machado o el propio Rosas, que no habían sido precedidas
por ningún tipo de ideas o prácticas de planificación económica o socialismo (Bogliolo
1946, p. 22). En realidad, destacaba el autor, habría que preguntarse si no era más bien
cierto lo inverso de lo que postula Hayek y que era la dictadura política la que, tal como
mostraban los casos de la Alemania nazi o la Rusia comunista, engendraba un tipo de
planificación totalitaria que anulaba al individuo. Era preciso, entonces, reconocer el
lugar del Estado, de ser conscientes de su poder y discutir para qué se lo utilizaba.
386 • Anuario IEHS • Suplemento 2023 Antifascistas, antiperonistas, anticomunistas…
Hayek mismo reconocía ese poder, sostenía Bogliolo (1946, pp. 60-62), cuando aban-
donaba el laissez faire a ultranza y alababa la planificación democrática “liberal” que
estimulase la competencia y corrigiera el mercado con medidas “socialistas” extraídas
del recetario bismarckiano. Los socialistas, en cambio, querían que el Estado fuera el
representante de “una colectividad formada por individuos pensantes” que dictase las
normas generales y permitiera “organizar [una] democracia económica” que, lejos de
implicar un capitalismo monopolista, promoviera la autonomía de la población por
medio de “cooperativas, empresas mixtas, entidades gremiales y otras formas de or-
ganización que las necesidades dictarán”. Solo de esa manera la colectividad sería una
“fuerza pensante y activa” que podría conjurar los cantos de sirena de los demagogos y
los “taumaturgos de la felicidad” (Bogliolo 1946, pp. 57, 34, 41-42, 110-111).
Más allá de la defensa del proyecto socialista que hacía Bogliolo, era central el modo
en que identificaba el “liberalismo” impulsado por Hayek con un “capitalismo indivi-
dualista” que, resistiéndose con tenacidad al avance del socialismo democrático, había
facilitado “con su egoísmo, los medios, el dinero y la fuerza de la propaganda la ascen-
sión del nazismo” (Bogliolo 1946, p. 47). No se trataba solo de una perspectiva histórica
distinta, sino de un problema político urgente: para el autor, era ese mismo liberalismo
el que apoyaba “y apoyará hasta el último momento” al general Francisco Franco en Es-
paña y el que se oponía al new deal roosveltiano y la planificación del gobierno laborista
de Clement Attlee en el Reino Unido. Más importante aún para el debate argentino, ese
mismo tipo de liberalismo egoísta y con falta de sensibilidad política impulsado por Ha-
yek era el que engendraba o apañaba a “hombres nuevos”, “hombres fuertes”, presuntos
“salvadores” de la libertad que solo podían alcanzar sus metas “fingiendo una política
social avanzada o aun satisfaciendo ciertas necesidades materiales [...] a cambio de la
dignidad o la libertad del pueblo” (Bogliolo 1946, pp. 37, 49 y 55).
Para el economista porteño, no fueron las “tendencias socialistas”, sino “las capas
adineradas” las que condujeron al país al golpe de junio de 1943; tampoco fue la “eco-
nomía planificada”, sino “los egoísmos de la oligarquía [...] los que dieron el triunfo al
peronismo” en 1946. Era el mismo diagnóstico que tenían los sturzianos de I popolari:
la ceguera de las elites ante el ascenso de las formas contrarias a la democracia. En
Argentina, los “defensores de la competencia”, atemorizados por perder la libertad de
“explotar el pueblo a mansalva”, aplaudieron los inicios de un proceso que bien podría
terminar en una dictadura. Lo que estaba haciendo Perón al tomar medidas que sa-
tisfacían demandas populares, lejos de implicar una tendencia socialista, era “aprove-
char una realidad para aferrarse al poder”. Como había sucedido en otras latitudes con
otros líderes, y en vista a la experiencia en el período previo, las posibilidades de que se
afianzase una dictadura peronista eran reales (Bogliolo 1946, pp. 48-49).
Pero mientras los socialistas criticaban a Hayek, figuras más cercanas al pensa-
miento liberal-conservador hacían lecturas distintas de Camino a la servidumbre y
de otros textos de pensadores de la escuela austríaca, como Ludwig Mises (2010).
Nállim (2014, pp. 256-257) llamó la atención sobre el uso público temprano de los
Sergio Morresi y Martín Vicente Anuario IEHS • Suplemento 2023 • 387
dar un marco más amplio a su visión del peronismo como un fascismo. Sin embargo,
la distancia entre las dos lecturas y las dos posiciones políticas mostraba que mientras
los socialistas impugnaban enfáticamente el amalgamiento de peronismo y socialis-
mo, los liberal-conservadores que leían a la escuela austriaca impulsaban ese desliza-
miento: para ellos el asunto se dirimía en términos binarios, a favor o en contra de la
libertad, y no había ningún espacio para caminos híbridos o intermedios, ya que estos
siempre terminaban decantándose en contra de la libertad.4 Lo mismo ocurría con la
ruptura entre los católicos democráticos, donde el eje de discordias había pasado por
allí (Mauro y Zanca 2022). En el prólogo a la edición americana de 1951 de su libro de
1922, Socialismo, Ludwig Mises sostenía que no había ninguna diferencia sustancial en-
tre las intenciones de los autodenominados “progresistas” y las de los fascistas italianos
y los nazis alemanes:
Los fascistas y los nazis no estaban menos deseosos de establecer una regimentación total de todas
las actividades económicas que aquellos gobiernos y partidos que anuncian con ostentación sus
principios antifascistas. Perón en Argentina intenta imponer un esquema que es una réplica del New
Deal y del Fair Deal y, si no se detiene a tiempo, resultará en un socialismo total (Mises, 1962, p. 13).
4 Un poco más adelante, luego del período que analizamos aquí, Alsogaray (1969, p. 54) lo expresaría de
modo tajante al referirse a “Radicalismos, Progresismos, algunas Democracias Cristianas, Social-Cristian-
ismo, Liberalismos progresistas [...] en el plano económico se inclinan por los métodos colectivistas, lo
cual los aproxima más al Socialismo y al Comunismo que a la Democracia”.
5 Sobre la ANCE y las discusiones en este período, ver Morresi y Vicente (en prensa).
6 El Partido Socialista (PS) se vio tensionado durante todo el peronismo entre sectores que buscaron
diálogo con el gobierno y aquellos que lo rechazaron. Eso provocó expulsiones como las de Enrique Dick-
man. Derrocado el peronismo, surgieron nuevas tensiones entre los sectores más radicalmente antipero-
nistas y aquellos otros que (aun dentro del antiperonismo) se mostraban menos radicalizados. Pero estas
disputas se superponían con otras: entre aquellos que –como Américo Ghioldi y Bogliolo– apuntaban
Sergio Morresi y Martín Vicente Anuario IEHS • Suplemento 2023 • 389
En su discurso, Yadarola realizó una defensa de los valores liberales para reclamar
lo que llamó un “liberalismo social” que repusiera los ideales de la revolución fran-
cesa. Pero al hacerlo, llamó la atención sobre un tópico central en la discusión que
relevamos: la economía dirigida, a la que consideraba “típica de los regímenes tota-
litarios y las plutocracias demagógicas”. En la opinión del político radical, cuando el
Estado intervenía en la economía, tal como había sucedido durante el período pe-
ronista, “las libertades del hombre desaparecen, entre ellas, la libertad política, y sin
libertad política no existe democracia [puesto que] la sumisión económica conduce
a la esclavitud moral” (Yadarola 1959, p. 44). Palacios reaccionó frente al discurso
con cierta indignación, al punto que avisó que antes de dar el suyo propio precisaba
responderle a Yadarola, por quien reconocía tener un afecto personal que no le
impedía señalar que lo que estaba haciendo era repetir lo dicho por “Mises y Hayek,
cuyas exageraciones son absurdas”, e impugnar la propiedad social que, desde la
perspectiva socialista, era un requisito de la democracia y de ninguna manera su
anatema (Palacios 1959, pp. 59-62).
Si bien la de Yadarola y Palacios fue una discusión en el marco de una academia,
su sentido era propiamente político. Si ambos sectores –años atrás profundamente
unidos por el antifascismo y el antiperonismo– acabaron enfrentándose fue porque
había retornado la política electoral, pero también porque se habían vuelto a dispa-
rar las discusiones internas en cada espacio y finalmente porque estas discusiones se
producían con el telón de fondo de un discurso anticomunista radicalizado por la
guerra fría, que implicaba debates sobre las relaciones entre liberalismo, socialismo y
democracia, entre otros.
Los socialistas argentinos eran, al menos desde la década de 1930, profundamente
anticomunistas, e incluso habían vivido con incomodidad la obligada camaradería con
quienes impulsaban el modelo soviético durante el lapso en que el PCA se había unido
a la causa antiperonista. Pero ahora, ya sin el peronismo, sus antiguos aliados antifas-
cistas, usando a los autores austríacos neoliberales como instrumento, los acusaban
de representar una insidiosa tendencia totalitaria y obturaban los elementos que sepa-
raban al socialismo del comunismo. Al respecto, Alsogaray, por entonces ministro de
Hacienda de Arturo Frondizi, explicitaba en 1959:
El avance agresivo de los comunistas en distintas partes del mundo es un hecho innegable [...]
Existe ya una tentativa firme de procurar una base comunista en América Latina. En nuestro país
se ha intensificado últimamente la campaña de penetración sistemática [...] En un ambiente de
auténtica libertad, la ideología comunista no puede soportar en manera alguna la competencia
de nuestros métodos [de sociedad libre]. Pero la realidad que enfrentamos no es esa. La ideología
comunista actúa también en forma clandestina y busca provocar el desorden para imponer luego
con mano de hierro su dominio total (en Haidar 2015a, p. 30).
hacia un socialismo liberal (y que en 1958 se separaron y fundaron el Partido Socialista Democrático,
PSD) y quienes –como Alicia Moreau de Justo o Palacios– perseguían una perspectiva más cercana a la
socialdemocracia europea. Estos últimos, junto con otros grupos juveniles más claramente inclinados
hacia la izquierda, formaron el PSA.
390 • Anuario IEHS • Suplemento 2023 Antifascistas, antiperonistas, anticomunistas…
Conclusiones
FUENTES Y Bibliografía
ALSOGARAY, Á. C., 1969. Bases para la acción política futura (2ª ed.). Buenos Aires: Editorial Atlántida.
ALSOGARAY, Á. C., 1993. Experiencias de cincuenta años de política y economía argentina. Buenos Aires: Planeta.
BENEGAS LYNCH, A. 1989. Por una Argentina mejor. Buenos Aires: Sudamericana.
BOGLIOLO, R., 1946. Socialismo, libertad, dirección: réplica al profesor Hayek. Buenos Aires: La Vanguardia.
COLLAZO, H., 2009. La revolución cubana en las urnas porteñas. Alfredo Palacios y las elecciones de 1961.
Actas XII Jornadas Interescuelas / Departamentos de Historia. San Carlos de Bariloche.
FOUCAULT, M., 1992. Microfisica del poder (3ª ed. vol. 1). Madrid: Ediciones de La Piqueta.
GARCÍA SEBASTIANI, M., 2005. Los antiperonistas en la Argentina peronista: radicales y socialistas en la
política argentina entre 1943 y 1951. Buenos Aires: Prometeo.
GLORIA-PALERMO, S., 1999. The evolution of Austrian economics: from Menger to Lachmann. London &
New York: Routledge.
HAIDAR, V., 2015a. ¿Gobernar a través de la libertad?: Escrutando las heterogeneidades de la guberna-
mentalidad neoliberal en los discursos de Álvaro Alsogaray (Argentina, 1955-1973). A contracorriente,
vol. 12, n° 2, pp. 1-41.
HAIDAR, V., 2015b. La polémica liberal con los desarrollismos: un análisis del pensamiento de Álvaro
Alsogaray y de Federico Pinedo entre 1958 y 1973. Nuevo mundo mundos nuevos, actualización de
diciembre de 2015.
HAYEK, F. A., 2005. Camino de servidumbre (José Vergara, trad.). Madrid: Alianza Editorial.
LIDA, M., 2021. Alcances y límites del ‘renacimiento católico’ de la década de 1930. Debates, conceptos e
interpretaciones. En E. BOHOSLAVSKY, O. ECHEVERRÍA & M. VICENTE, Las derechas argentinas en el siglo
XX. Tomo I. De la era de las masas a la guerra fría. Tandil: Editorial UNICEN.
LÓPEZ, I. A., 2018. La república del fraude y su crisis. Política y poder en tiempos de Roberto M. Ortiz y
Ramón S. Castillo. Argentina, 1938-1943. Rosario: Prohistoria.
LOSADA, L., 2017. Política y vida pública (1930-1943). Buenos Aires: Imago Mundi.
MAURO, D., 2017. Católicos antifascistas en Argentina (1936-1943). Luigi Sturzo y las tramas locales del
People & Freedom Group. Itinerantes. Revista de Historia y Religión, vol. 9, nº 31.
MAURO, D. y VICENTE, M., 2017. Los católicos antifascistas ante la cuestión social en Argentina. Los casos
de I popolari y Orden Cristiano en las décadas de 1930 y 1940. En M. M. TENTI, Iglesia y religiosidades
de la Colonia al siglo XX: nuevos problemas, nuevas miradas. Rosario: Prohistoria.
MIROWSKI, P. y PLEHWE, D. (eds.), 2009. The road from Mont Pèlerin: the making of the neoliberal thought
collective. Cambridge (Mass.): Harvard University Press.
MISES, L., 1962. Socialism: an economic and sociological analysis (J. Kahane, trad. New edition, enlarged
with an epilogue). New Haven: Yale Univesity Press.
MISES, L., 2010. Omnipotent government. The rise of the total state and total war. New Haven: Liberty
Found - Mises Institute.
MORRESI, S. D. y VICENTE, M., 2023. Anales de la Academia Nacional de Ciencias Económicas 1956-1966.
En M. ROUGIER & C. MASÓN (eds.), A las palabras se las lleva el viento, lo escrito queda. Las revistas de
economía en los orígenes de la profesionalización del campo (1955-1966). Buenos Aires: Imago Mundi.
NÁLLIM, J., 2014. Transformación y crisis del liberalismo. Su desarrollo en la Argentina en el período 1930-
1955. Buenos Aires: Gedisa.
PALACIOS, A., 1959. Democracia, demagogia y liberalismo económico. Anales de la Academia Nacional de
Ciencias Económicas, 4, pp. 53-92.
PALACIOS, A., 1961. Una revolución auténtica. La reforma agraria en Cuba. Buenos Aires: La Vanguardia.
PASOLINI, R., 2013. Los marxistas liberales: antifascismo y cultura comunista en la Argentina del siglo XX.
Buenos Aires: Sudamericana.
PIRO MITTELMAN, G., 2021. El Partido Comunista de Argentina y los orígenes del peronismo. Un análisis
desde su estrategia de Frente Popular. Nuevo mundo mundos nuevos, actualización de octubre de 2021.
PIVIDAL, R., 1937. Católicos fascistas y católicos personalistas. Sur, n° 35, pp. 87-97.
Sergio Morresi y Martín Vicente Anuario IEHS • Suplemento 2023 • 393
ROMERO, L. A., 2011. La guerra civil española y la polarización ideológica y política: la Argentina, 1936-
1946, Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, vol. 38, n° 2, pp. 17-37.
SEIDMAN, M., 2017. Antifascismos, 1936-1945. Madrid: Alianza.
TORTTI, M. C. & BLANCO, M. C., 2000. El partido socialista argentino y el triunfo de Alfredo Palacios en las
elecciones del 5 de febrero de 1961. Sociohistórica, n° 7, pp. 281-286.
TRAVERSO, E., 2001. El totalitarismo. Historia de un debate. Buenos Aires: EUDEBA.
VICENTE, M., 2014/2015. Orden Cristiano, entre las consecuencias de la segunda guerra mundial y los ini-
cios del peronismo: lecturas ante el mapa político de la posguerra. Anuario IEHS, n° 29-30, pp. 207-227.
VICENTE, M., 2019. Los usos polémicos de la historia argentina en el catolicismo democrático: Orden Cris-
tiano y el pasado como problema para el presente (1941-1948), Religião & Sociedade, n° 39, pp. 245-266.
VICENTE, M., 2022. El espejo que tiembla. Usos heterogéneos del totalitarismo en el liberal-conservadu-
rismo durante el primer peronismo. En M. VICENTE & M. LÓPEZ CANTERA (coords.), La Argentina y el
siglo del totalitarismo. Usos locales de un debate internacional. Buenos Aires: Prometeo.
VICENTE, M. & MORRESI, S., 2017. El enemigo íntimo: usos liberal-conservadores del totalitarismo en Ar-
gentina entre dos peronismos (1955-1973). Quinto Sol, vol. 21, n° 1, pp. 1-24.
VICENTE, M. & LÓPEZ CANTERA, M., 2022. Introducción. Una mirada al siglo del totalitarismo. En M.
VICENTE & M. LÓPEZ CANTERA (coords.), La Argentina y el siglo del totalitarismo. Usos locales de un
debate internacional. Buenos Aires: Prometeo.
YADAROLA, M. L., 1959. Democracia y demagogia. Repercusiones económicas. Anales de la Academia
Nacional de Ciencias Económicas, n° 4, pp. 11-47.
ZANCA, J., 2013. Cristianos antifascistas. Conflictos en la cultura católica argentina, 1936-1959. Buenos
Aires: Siglo XXI.
ZANCA, J., 2014. Jacques Maritain en Buenos Aires: la cita envenenada. En P. BRUNO, Visitas culturales en
la Argentina, 1898-1936. Buenos Aires: Biblos.