0.0 Estética y Complejidad Carlos Eduardo Maldonado
0.0 Estética y Complejidad Carlos Eduardo Maldonado
0.0 Estética y Complejidad Carlos Eduardo Maldonado
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Imagen de Cubierta
About waves - Estudios de Carbono, 2019.
Tinta de Carbón sobre papel
Reservados todos los derechos de autor de las imágenes
© Daniela Brill Estrada
Estética y Complejidad
Grupo de Investigación Creación - Arte & Ciencia
Grupos de Creación Suratómica - Ciclo II
Con el apoyo de Comparte lo que Somos, Ministerio de Cultura de Colombia
2020
Aviso legal: Este libro ha sido hecho de forma libre, abierta, colectiva y colaborativa. Se
permite y alienta la copia, parcial o total, de sus artículos en cualquier formato, siempre
y cuando se mantenga el contenido de los textos y la autoría. Las imágenes usadas
en este libro pertenecen a la artista Daniela Brill Estrada, quien se reserva todos los
derechos de autor. Las imágenes pueden ser usadas y reproducidas únicamente en el
contexto del libro y los textos que acompañan, siempre y cuando sea sin fines de lucro
o comerciales, no sean modificadas de ninguna manera y conserven el crédito y esta
nota. Los derechos de comercialización quedan reservados a la Corporación Creación
– Arte & Ciencia.
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Creación - Arte & Ciencia
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Estética y complejidad
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Contenido
Introducción 8
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Lista de Tablas
Lista de Figuras
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7
Introducción
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en la atmósfera de los tiempos. Se trató, en todos los casos de la presencia de
una ausencia; la persistencia de un vacío. La estética arrojó luces desde el inicio.
Al cabo de varias semanas, los textos en el drive iban apareciendo, unos;
otros iban creciendo; e incluso en unos casos lo que se encontraba era la buena
intención de una promesa.
Escribir, uno; e investigar, dos, es un asunto al que, en general, el grupo no
estaba muy acostumbrado. Lo que prima en la mayoría es un denodado trabajo
de exploración artística, en diversos planos, o bien, igualmente, el eco de algún
trabajo que cada quien llevó a cabo en la universidad pero que no fue precisamente
la principal preocupación en su momento.
No obstante, un hilo conductor jugaba las veces de un hilo de Ariadna. Se
trata del interés sincero y denodado de todos y cada uno de los miembros del
grupo por las relaciones entre arte y ciencia, y la exploración de las fronteras
de ambas o de cada una de ellas. Pero, al mismo tiempo, a la exploración de las
relaciones entre sistemas bióticos y abióticos; entre vida y no-vida. Como se
observa, el mejor de los hilos de Ariadna posibles.
Por consiguiente, cuando hablamos, aquí, de complejidad, hacemos referencia
explícitamente a las ciencias de la complejidad.
El pensamiento complejo no sabe de estética y lo poco que afirma sobre la
misma –como es el caso, notablemente de Najmanovich-, es de corte eminente
o distintivamente antropocéntrico. Las ciencias de la complejidad comportan,
de manera distintiva, una comprensión o una actitud biocéntrica –mucho más
que antropomórfica-, al interior de la cual, desde luego, quedan inscritas las
preocupaciones por el ser humano en general. Esta observación requiere un
comentario puntual.
Las ciencias de la complejidad permiten una aproximación a la estética que
logra avanzar muchos pasos -¡muchos!- con respecto a la estética clásica; esto
es, la estética de corte kantiano y hegeliano, la cual afirma que la belleza es un
asunto humano y que depende del observador. Pero nada puede decir de la belleza
de la naturaleza, la belleza misma de la ciencia, puesto que queda circunscrita
a la esfera del arte, punto. En varios de los capítulos que componen este libro
aparece esta consideración.
Una estética de la complejidad, primera manera de decirlo; una estética
modo complejo, segunda forma de establecerlo; en fin, una estética que sabe de
complejidad (y viceversa), tercer modo de ponerlo de manifiesto; pues bien, en
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cualquier caso, las relaciones entre complejidad y estética saben –deben saber- de
multiplicidad, diversidad, lógicas no-clásicas, transformaciones –transiciones de
fase de primero y de segundo orden-, de emergencia, impredecibildad, cisnes negros
y autoorganización, por ejemplo, como fenómenos, sistemas o comportamientos
cruzados comunes a la sociedad, a la naturaleza, y a la propia ecología de saberes
y de conocimientos. De manera tajante, una estética que sabe de complejidad
–o al revés- no sabe para nada de jerarquías, órdenes rígidos, centralidades o
linealidad – en cualquier acepción o matiz que se prefiera.
La complejidad de un sistema consiste exactamente en los grados de libertad
que exhibe o que tiene un sistema o fenómeno; y de lo que se trata para los y las
complejólogos es de aumentar los grados de libertad –allá donde son inexistentes-,
o bien aumentarlos –allí donde son incipientes o bajos- de tantas maneras como
quepa imaginar. Es exactamente en este sentido que pensar y vivir en complejidad
consiste en indeterminar – los fenómenos, la vida misma, la sociedad, o aquello
que sea de interés de los agentes.
Pues bien, estas fueron ideas-fuerza, si cabe emplear la expresión, que
explícitamente fueron saliendo al aire en el curso de los encuentros del grupo
de estudio e investigación. En un momento dado en la historia de este libro
tuvo lugar el Festival 2020 de Suratómica[1]. Pues bien, una de las master class
fue sobre el tema general de este libro. Esa conferencia puede ser vista como uno
de los nutrientes de este libro.
Este libro hace la constatación de tres hechos. Primero, que es posible trabajar,
actualmente y hacia futuro en las relaciones entre estética y complejidad. Desde
numerosos puntos de vista, el tema es crucial y existe un terreno amplio, abonado
suficientemente amplio por un muy rico trabajo en ciencias de la complejidad
en general, y por una pujanza y reinvención de las artes hoy en día. Nadie ha
abordado sistemáticamente y a profundidad el tema[2]; he aquí una oportunidad.
En segundo lugar, la estética misma parece haber quedado en un lugar secundario
en la ecología del conocimiento. La razón, queremos conjeturar, se debe a que la
estética clásica –aquella de corte, origen e impronta kantiana y hegeliana, entró
en un callejón sin salida y perdió las luces para resolver la situación en la que se
encuentra. El tercer hecho es que la ciencia y el arte, en general, asisten hoy en
día, por diversos caminos, con diferentes justificaciones, e incluso con intereses
disímiles, a un proceso de convergencia; o por lo menos de acercamiento. El
futuro inmediato y a mediano plazo arrojará luces acerca de este escenario. No
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es este, por lo pronto, el lugar para evaluar con detenimiento aquel proceso. Pero
sí es posible adelantar que la estética cumple el papel de enlace o “pauta que
conecta”, para retomar una expresión de Bateson; pauta que conecta justamente
al arte y a la ciencia.
Digamos, finalmente, de forma puntual, que hoy por hoy, el centro en el
mundo en el trabajo sobre estética es Italia en general. Ciertamente que hay otros
lugares donde el tema está siendo elaborado, reestructurado, reformulado, en fin,
desarrollado; por ejemplo, en algún lugar de España, en alguna parte en Argentina,
en México o en Colombia. Pero el mejor trabajo sistemático y a profundidad se
lleva a cabo en la península italiana en general.
En cualquier caso, este libro puede ser visto como la respuesta que aceptaría
la Esfinge: la estética y la complejidad constituyen un país promisorio. Este libro
es o bien la llave que abre la puerta, o la nave que conduce, a ese país, por así
decirlo. Su espíritu es distintivamente interdisciplinario, como corresponde, y es
el resultado de un encuentro primero, un diálogo luego, y finalmente una unión
de intereses, horizontes, historias de vida, posibilidades. En todos los casos,
el tema de base es uno solo. El de mayor complejidad posible, el más difícil y
apasionante, el más sensible y atractivo, en fin, incluso, el más peligroso y digno:
la vida; la vida tal y como la conocemos y la vida tal y como podría ser posible.
Notas:
1. Cfr. https://www.suratomica.com/memorias1festivalsuratomica
2. Mientras este libro está siendo producido, Carlos Eduardo Maldonado tiene dos libros
en proceso de publicación; uno en Colombia, con el título Estética de la complejidad;
el otro, es un libro que saldrá publicado en Santiago de Chile con el título genérico
Estética y complejidad. Pues bien, dado que los tiempos se cruzan, y que este libro
sale primero, la afirmación sigue siendo cierta: nadie ha abordado ampliamente y en
profundidad el tema. Cabe ver un horizonte amplio e inexplorado prácticamente
al alcance de la mano
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Estética y complejidad. Elementos para un estado crítico del arte
Estética y
Complejidad
Elementos para un estado crítico del arte
Carlos Eduardo Maldonado
L
a estética nace a finales del siglo XVIII con Baumgarten, encuentra cédula
de ciudadanía con Kant y conoce desarrollos interesantes a lo largo
de los años. Sin embargo, con el tiempo, la estética parece haberse
encontrado en serias dificultades.
Podemos hablar, sin ambages, de una “estética normal” (por ejemplo,
análogamente a como se habla de “ciencia normal”, en el sentido de Kuhn).
Esta estética normal es deudora de las ideas de Kant y Hegel (y el neokantismo
y el neohegelianismo) tanto como de aquellas que pivotan alrededor suyo.
Una estética semejante permanece totalmente vinculada a las artes y a la idea de
belleza, grosso modo, y es distintivamente antropocéntrica, antropomórfica y
antropológica. Una estética semejante reduce cualquier consideración sobre belleza,
armonía, experiencias, y demás, a la dimensión humana –por ejemplo, la de la
díada artista-espectador con cualesquiera variantes que se pueda adoptar-, dejando
de lado cualquier posibilidad de diálogo entre la estética y el mundo de la vida,
la estética y las ciencias, por ejemplo. La estética normal es prisionera tanto de la
crítica del arte como de la teoría del arte y la historia del arte en el sentido clásico
y normal de la palabra. Tácitamente, por lo demás la estética normal se choca de
frente con las dificultades acerca de las distinciones entre “finas artes” y “artes
populares” y concibe en general al arte como una dimensión propia, alejada del
resto de la ecología de conocimientos, saberes y prácticas.
En fin, la estética normal sitúa a la belleza y a la aprobación del arte en el
ojo del observador; à la limite, de un observador cualificado, que sería el crítico
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de arte, el teórico del arte, el historiador del arte, en fin, ulteriormente, el curador
de la obra de arte (incluso mucho más que el propio artista).
Hoy en día, de acuerdo con algún autor, la estética es incómoda en muchos
escenarios y se ha convertido en una disciplina políticamente incorrecta. (Digamos,
entre paréntesis, que esto es necesariamente negativo).
Por su parte, las ciencias de la complejidad conocen dos orígenes distintos.
Teóricamente cabe señalar sus orígenes en los trabajos de Poincaré, Turing y
Gödel, pero nace gracias a los trabajos sobre termodinámica del no-equilibrio
de Prigogine y el descubrimiento del caos por parte de Lorenz. Seguidamente,
distintas otras ciencias contribuyen a lo que idóneamente se denomina como las
ciencias de la complejidad, notablemente, la geometría de fractales, la teoría de
catástrofes, la vida artificial, la ciencia de redes complejas, y las lógicas no-clásicas.
Adicionalmente, las ciencias de la complejidad abarcan diferentes disciplinas,
enfoques, lenguajes, métodos y metodologías. El origen organizacional de las
ciencias de la complejidad puede situarse en 1984, y la masa crítica de académicos
e investigadores en complejidad crece de manera sólida y sostenida. Existen
prestigiosas editoriales que tienen una serie o colección dedicada exclusivamente
a la complejidad, se han creado diversas revistas y son ya regulares, e incluso
crecientes, los circuitos periódicos de conferencias.
Ahora bien, a pesar de la valía de una y otras –estética y ciencias de la
complejidad- no existen trabajos serios, robustos, consolidados y acaso incluso
sistemáticos acerca de un encuentro entre ambas. La estética tardó mucho
tiempo para lograr un acercamiento a la complejidad, pero las ciencias de la
complejidad, que nacen originariamente en el seno de la física, la química la
biología, las matemáticas y las ciencias de la computación principalmente, tardan
un tiempo relativamente largo hasta llegar al encuentro con las ciencias sociales,
las ciencias humanas, las humanidades y las artes. Digamos en passant que, de
otro lado, en el pensamiento complejo, la estética es perfectamente ignorada y la
palabra aparece tan sólo en términos descriptivos y como adjetivo, sin ninguna
elaboración explícita y abierta.
Sí existen exploraciones, intentos, ensayos, coqueteos entre la estética
y las ciencias de la complejidad, pero no un encuentro serio, extendido y a
profundidad. En este texto exploramos inicialmente el estado de la cuestión.
Para ello, cabe formular algunos interrogantes. Dejaremos la exploración,
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Estética y complejidad. Elementos para un estado crítico del arte
el encuentro y el diálogo entre estética y complejidad para otro texto y momento apartes.
Sí anticipamos, desde ya, su espacio y su necesidad.
1. El problema
¿Es posible que haya y sea posible el arte sin estética? ¿Es inevitable que la
estética se refiera al arte únicamente, y no, por ejemplo, también a la ciencia,
al mundo y a la vida en general? ¿Sigue siendo hoy verdadero, después de más
de doscientos años, que el tema de la estética sea la belleza, y acaso también lo
sublime, como en sus orígenes? Dada la complejidad del mundo actual; por
ejemplo, los tiempos turbulentos, las fluctuaciones y perturbaciones en numerosos
planos, la incertidumbre y la indeterminación, las fluctuaciones e inestabilidades,
en fin, las dinámicas no-lineales, ¿Es posible una estética de la complejidad, o
sencillamente una relación entre complejidad y estética?
La respuesta a cada uno de estos interrogantes abre de par en par las puertas
al problema de las relaciones entre complejidad y estética. Hay que decir que
las preguntas y las respuestas, efectivas o posibles, comportan un cambio en la
estética, paralelamente por lo demás a como el estudio de la complejidad ha
venido a significar una muy importante inflexión en la historia de la ciencia,
relativamente a la ciencia clásica o moderna.
Podemos exponer negativamente primero los cambios estructurales que
allanan la posibilidad de un encuentro e incluso, para decirlo de manera fuerte,
una unión, entre estética y complejidad. Posteriormente habremos de presentar
los mismos cambios de manera positiva o afirmativa.
Al decir “complejidad” inmediatamente, y por derivación queremos sugerir,
también una estética que sabe de complejidad, se caracteriza por cuatro rasgos estos son:
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• Crítica del determinismo. El determinismo es la tesis que afirma
que el pasado determina al presente y que la línea de tiempo que une al pasado
con el presente determina al futuro. En este sentido, de acuerdo con esta creencia,
todas las cosas están determinadas y todo está sujeto a la causalidad y la necesidad.
Pues bien, es preciso romper esta asunción y mostrar que está equivocada y son
posibles otras comprensiones y formas de vida. A ello apunta la complejidad,
y en la misma dirección puede correr la estética y todo lo que ella comporta.
Los cuatro verbos iniciales deben ser asumidos como equivalentes. En cada
caso, lo importante es la negación del dualismo, el mecanicismo, el determinismo
y el reduccionismo.
Ahora bien, de otro lado, es posible desde luego comprender o caracteriza
a la complejidad -y a la estética; esto es, a una estética que sabe de complejidad
positiva o afirmativamente. Habitualmente caracterizamos a la complejidad
por sus propiedades o atributos. Algunas de las características de un fenómeno,
sistema o comportamiento complejos son: incertidumbre, impredecibilidad,
no-linealidad, ausencia de equilibrio, autoorganización, emergencia y otras.
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Estética y complejidad. Elementos para un estado crítico del arte
Quisiera, por razones de espacio y con vista a los desarrollos posteriores que
se sigan de este texto, concentrarme en el que quizás es el atributo más importante
de un fenómeno complejo: los grados de libertad.
Así, la complejidad de un sistema es directamente proporcional a los grados
de libertad que tiene o que exhibe un sistema determinado, de tal suerte que,
a mayores grados de libertad, mayor complejidad. Pues bien, el fenómeno de
máxima complejidad conocida e imaginable es la vida en general. Así, el estudio
o el cuidado de la vida es directamente proporcional a los grados de libertad
que tiene que exhibe o que puede tener en general la vida, los sistemas vivos. El
concepto de grados de libertad es de origen matemático, pero cuando se lo traduce
o se lo considera en el marco, por ejemplo, de las ciencias sociales y humanas,
de las humanidades o de las artes, el concepto se torna altamente sugestivo. Esta
idea se condensa en la expresión siguiente:
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La importancia de lo que antecede consiste en poner abiertamente, sobre la
mesa, a plena luz del día un problema: las relaciones entre estética y complejidad
sitúan en el foco de las consideraciones a la inter, trans y multipdisciplinariedad
en el sentido más amplio, pero fuerte de la palabra que implica, explícitamente
el diálogo entre artes, ciencias, un tema que no puede ser obliterado sin más,
en modo alguno. Se trata del problema de base consistente en una comprensión
y posibilitamiento de la vida y la naturaleza y todo lo que ambas comportan.
Pues bien, la primera condición para abordar y poder resolver los interrogantes
formulados y acaso, eventualmente otros que puedan emerger, es el de considerar
el estado de la cuestión. Este es el propósito inicial de este texto.
Quizás la mejor fuente para comenzar es Bourriaud. En español se encuentran
diversos libros suyos, todos en la editorial Adriana Hidalgo de Buenos Aires. Estos
son: La exforma (2015), Radicante (2009), Postproducción (2009) y Estética
relacional (2008). Es el libro del 2008 el que explícitamente, de forma directa, se
ocupa de lo que podemos llamar como una estética-en-relación-con-complejidad,
que pivota en torno a la idea de que las relaciones humanas son el médium en
el que suceden los encuentros con todas las cosas.
Un segundo autor que merece destacarse es Laddaga, con el libro Estética
de la emergencia (2006), cuya idea conductora es el llamado a una cultura no
disciplinaria de las artes, una idea altamente importante que queda, sin embargo,
apenas enunciada.
En este orden de ideas, Tiezzi escribe en el 2006 un texto hermoso: La belleza
y la ciencia. Hacia una visión integradora de la naturaleza, en el que, de la mano
de una de las ciencias de la complejidad –la termodinámica del no-equilibrio-,
destaca dos cosas: de un lado, que la belleza es asimétrica y ambigua y, de otra
parte, que es una forma de conocimiento, una idea que nos acerca a lo mejor del
Quattrocento. En otras palabras, el arte no es simple y llanamente una expresión,
un lenguaje, o el desarrollo de una serie de obras que expresan un punto de vista
y una sensibilidad por parte de un artista. Mucho mejor, por el contrario, el arte
es una forma de conocimiento – ni más ni menos que análogamente a como la
ciencia o la filosofía son una forma del conocimiento.
Dentro de lo que debería considerarse como una aproximación canónica
a las relaciones entre complejidad y estética es obligatorio hacer referencia a
un libro de carácter más bien ecléctico: Art and Complexity, editado por Casti
y Karlqvist (2007). Los textos editados en esa compilación tienen un carácter
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Estética y complejidad. Elementos para un estado crítico del arte
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o la sensibilidad pueden ser vistos en una mirada cruzada, no disciplinar, en
ninguna acepción de la palabra.
La estética nace cuando, y debido a que, se separan la razón y la sensibilidad.
Esa condición que dio nacimiento a la estética ya no es satisfactoria y carece de
necesidad. Este es el primero de los rasgos de la relación entre estética y comple-
jidad. No existen textos sólidos en la línea señalada.
Quisiera plantear un problema directamente complejo: la complejidad de
un fenómeno, sistema o comportamiento estriba en el hecho de que la solución
a sus dinámicas es no-lineal. Por consiguiente, es imperativo trabajar con las n
soluciones disponibles. En la ecología del conocimiento ello comporta trabajar,
por tanto, al mismo tiempo, con las artes, las ciencias, las prácticas, y los saberes.
Sin embargo, emerge aquí inmediatamente un problema.
Se trata de la distinción, para nada trivial, entre el buen arte y el arte malo;
la buena ciencia y la pseudociencia, en fin, los conocimientos simplemente
circulantes y aquello que cabe denominar idóneamente como saberes implícitos.
Este, quisiera sugerirlo, es el meollo de las relaciones entre arte y ciencia. Y sin
embargo, no nos encontramos aún en el verdadero problema, inaplazable.
Quiero sugerir que el más difícil de todos los problemas es, sin embargo,
el de la distinción entre la ficción y la realidad; no (= ni siquiera) entre el ser y
el no-ser, o entre el ser y la apariencia, con cualesquiera traducciones y matices
que se quiera hacer de estos temas.
Como se aprecia, podemos distinguir tres ejes de problemas. Estos son
(el orden no importa):
• Las relaciones entre buen arte y arte trivial, buena ciencia y pseudociencia.
Este problema no puede ser resuelto analíticamente; es decir, en un plano, y no en el otro.
Ambos sólo pueden ser abordados y resueltos de consumo.
• La distinción entre racionalidad y sensibilidad. El descubrimiento
del sistema entérico viene arrojar nuevas y refrescantes luces al respecto.
• Las relaciones entre ficción y realidad. Ello plantea inmediatamente
el tema de las relaciones entre lógica y tropología, o entre concepto y metáfora.
Un estado del arte sobre este triple plano es de gran ayuda (No he encontrado
nada suficiente al respecto).
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Estética y complejidad. Elementos para un estado crítico del arte
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duda las puertas a un diálogo en profundidad. De lo que se trata, después
de todo, es de permitir que emerjan afectos, sensaciones y sentimientos.
En todos los casos, es indispensable que cada una se presente a la otra con
autenticidad. Es lo que exponemos a continuación:
Es posible entender a la complejidad, primero, negativamente. Se trata del
rechazo del dualismo, el mecanicismo, el determinismo y el reduccionismo.
Mientras que se ha ganado un terreno amplio cada vez sobre los tres últimos,
el primero requiere aún de un trabajo más sistemático. Ahora, también es posible
entender a la complejidad de manera positiva o afirmativa, y entonces se impo-
ne una distinción. De un lado se habla del pensamiento complejo y entonces
la asunción inmediata es eminentemente antropocéntrica. El pensamiento complejo
se define por una preocupación por el ser humano y se aboca a entenderlo y a
hacerlo posible. Por su parte, las ciencias de la complejidad permiten una visión
bastante más amplia dado el reconocimiento explícito de que el más complejo
de todos los fenómenos, desde cualquier punto de vista, es la vida o los sistemas
vivos, y los seres humanos conforman simplemente un momento dentro de ese
conjunto ampliamente más fantástico.
En cualquier caso, emerge inmediatamente una dificultad, a saber:
El pensamiento complejo no dice una sola palabra acerca de la estética de manera
explícita y elaborada aun cuando, episódicamente pueda incluir la palabra como
en un abanico o en una lista. Es lo que sucede, notablemente, con la obra de
Morin. Por su parte lo que ocasionalmente sí logra decir alguna voz de las ciencias
de la complejidad sobre estética es pobre, limitado por clásico e insuficiente.
Mientras que hay un vacío, existen acá apenas unos pocos pincelazos, muy
lejos de permitir siquiera un atisbo de algo semejante a un ejercicio de Gestalt,
por así decirlo.
Tenemos en consecuencia un problema, y entonces, por qué no decirlo
una oportunidad. Este es el primer elemento explícito de una tematización y/o
problematización acerca de complejidad y estética. Las cosas no aparecen fácil-
mente ante una mirada sensible, pues del lado de la estética existen dificultades
y obstáculos que no son, tampoco, menores.
Asistimos, sin ambages, a una crisis de la estética. Esta crisis se expresa de
diversas maneras; por ejemplo, en una superficialización de la misma y que
confunde a la estética con el diseño; específicamente, con el diseño industrial,
el diseño artístico, el diseño gráfico, y otros. Existe toda una tendencia, perfec-
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Estética y complejidad. Elementos para un estado crítico del arte
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Es exactamente en este sentido que, dicho grosso modo, las relaciones entre
estética y complejidad puede decirse que son una traducción de las relaciones
entre artes y ciencias, siempre pivotando en torno al más grandioso, el más difícil,
el más sensible de todos los problemas: entender a los sistemas vivos, y hacerlos
cada vez más posibles.
Pues bien, a título, por lo pronto, meramente indicativo, es posible decir
sin dificultad alguna que la estética puede contribuir al propio problema más
importante que compete a las ciencias, que es el criterio de demarcación; especí-
ficamente, demarcar la buena ciencia de la mala ciencia, un asunto, sin la menor
duda, ulteriormente, de vida o muerte. La belleza es un criterio efectivamente
científico, por ejemplo, un criterio de demarcación. Pero entonces hay que decir
que “belleza” es aquí, de partida, el título de un problema y manifiestamente no
se asimila sin más, para nada, a las estéticas del pasado. Podemos avanzar un
paso decisivo hacia adelante.
Ahora bien, cuando decimos “complejidad” estamos diciendo algo mucho
más amplio y muy diferente a simplemente a inter, trans y multidisciplinariedad.
La razón es que mientras en estos últimos casos se habla, abierta o tácitamente
de campos, áreas o niveles, cuando se habla de complejidad nos ocupamos de
problemas. Quisiera decirlo de manera explícita: el problema que nos ocupa es
de lejos el más apasionante, el más difícil, el más sensible, el más provocador, el
más fino y el más complejo de todos los problemas posibles, a saber: comprender
qué es la vida y los sistemas vivos, cómo se hacen posibles, exaltarlos, llenarlos
contenidos de calidad, hacerlos cada vez más posibles, hacer la vida cada vez
más digna, muy notablemente. Aquello que permite unificar de manera sólida
e irreversible a la complejidad y la estética es la vida.
Dicho lo anterior, el estudio de la vida comporta una dúplice perspectiva. Se
trata de la vida tal-y-como-existe y la vida tal-y-como-podría-ser-posible. Esta
distinción nace en el seno de la vida artificial gracias a Langton (1989), el padre de
la vida artificial. Como es sabido la vida artificial es un programa de investigación
filosófico que recurre a la computación como una forma de entender lo que sean
los sistemas vivos cómo surgen y cómo se hacen posibles.
Queremos decirlo de manera explícita y directa: una estética de la complejidad
es una estética de la vida en la dúplice dimensión señalada. Sin embargo, explicitar
esta idea requiere de un espacio mucho mayor que posponemos deliberadamente
para otro momento.
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Estética y complejidad. Elementos para un estado crítico del arte
Tabla 1.
Qué es una buena comprensión del mundo o la naturaleza
Lógica Tropología
Conceptos Metáforas
Juicios Anáforas
Argumentos Metonimias
Demostraciones Sinécdoques
Experimentos Aliteraciones
Inferencias Ironía
...
Calambur
Hipérbaton
...
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En efecto, una buena comprensión del mundo, la naturaleza, el universo
o la vida no es, en absoluto, contra lo que se ha dicho en el pasado de manera
clásica, el resultado de conceptos, ideas, argumentos y demás. La buena ciencia
sin arte y sin estética es, en realidad, pura ideología; en el sentido más fuerte
pero preciso de la palabra. Un buen entendimiento comporta, al mismo tiempo,
el buen uso de figuras literarias. Ahora bien, la expresión “figuras literarias”
no debe, sin embargo, ser tomada en sentido literal –un contrasentido, por
lo demás-, pues se aplica, como es sabido también a las artes en general: al
dibujo, a la pintura, a la escultura la danza y demás. En otras palabras, y esta
es exactamente la contribución de la estética, se trata de incorporar, al mismo
tiempo, digamos, conceptos y categorías, símiles, hipérboles, analogías y demás.
En síntesis, una buena explicación del mundo y la naturaleza es la mixtura entre
lógica y tropología; y no una más que la otra.
La dificultad, sin embargo, estriba en que esta convergencia entre tropología
y lógica se dice fácilmente, pero es sumamente difícil de llevar a cabo. Nadie
comprende el mundo en compartimentos, segmentos o parcelas, cualesquiera que
sean ellas. De consuno, un bien científico o filósofo debe poder ser un contador
de historias (story teller). Al fin y al cabo, en los sedimentos de la cultura lo que
queda del buen y la buena ciencia no es el experimento, la ecuación o la fórmula,
de un lado o la técnica, la depuración del estilo o el dominio de los materiales de
otra parte, por ejemplo, sino el relato, la ficción, la historia; literalmente, el cuento.
Pues bien, exactamente en el sentido señalado, quiero argumentar que un
excelente estado del arte en las relaciones entre estética y complejidad debe
poder allanar el camino, sin que sea necesariamente secuencial, del encuentro
al diálogo, y del diálogo o la unión entre ambas; como sucede, con frecuencia,
en la sociedad, en la naturaleza y en la vida; como acontece en esas relaciones
profundas que marcan y alimentan la existencia.
La buena ciencia, como el buen arte consisten, dicho en relación explícita con lo que
antecede, en la inteligente y sensible mixtura entre conceptos y metáforas o, lo que es
equivalente, entre lógica y complejidad. Un régimen no disciplinar de las artes comporta
la posibilidad de un encuentro al interior de las artes entre poesía y pintura,
o entre danza y música clásica, o también entre escultura y literatura, por
ejemplo. Afortunadamente ya existen avances importantes alrededor del
mundo en esta dirección. Y por su parte, del lado de las ciencias y la filosofía,
se trata de un encuentro abierto y sincero entre filosofía y ciencia, prima facie,
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Estética y complejidad. Elementos para un estado crítico del arte
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comporta la plenitud de un diálogo y la forma misma de unidad entre instancias,
dimensiones, experiencias, historias, o conocimientos anteriormente disyuntos
y disímiles.
En verdad, el gran sueño de lo mejor de la humanidad estriba en la unidad
o la unificación de lo anteriormente separado y yuxtapuesto. Se trata, manifies-
tamente, de una unidad de lo diverso y como diversidad. Varios autores han
llamado la atención en esta dirección (Snow, 2012; Wilson, 1998; Brockman,
1995). Significativamente, todo el espíritu de lo mejor de la estética tanto como
de la complejidad consiste exactamente en el llamado a una unidad semejante.
Estética y complejidad se encuentran y comienzan a dialogar descubriendo que
ambas deseaban o soñaban o apuntaban a lo mismo. Como sucede por lo demás
en ocasiones, con alguna gente. Las ciencias y disciplinas son abstracciones
epistemológicas para designar en realidad formas, estilos y estándares de vida.
La ciencia y el arte, consiguientemente, son nombres abstractos para designar
experiencias humanas.
Digámoslo de manera puntual, fuerte y directa, aunque tan sólo como una
analogía general: Newton no explica mejor el mundo que como lo hace Shakespeare.
Es posible e incluso necesario, evidentemente traducir, matizar y enriquecer esta
analogía a numerosos otros campos, autores, planos y perspectivas. La condición,
sin embargo, para la validez general de esta analogía radica en situar siempre
muy buena ciencia e investigación, tanto como muy buen arte – literatura, poesía,
pintura, música y demás. Como se observa aparece necesaria y acaso también
recurrentemente un motivo de reflexión ya señalado en la tercera sección de
este texto, arriba.
La buena inteligencia, en otras palabras, no es distinta de una buena sensibi-
lidad, incluso aunque puedan existir asimetrías entre ellas, lo cual por lo demás,
no plantea de entrada absolutamente ninguna dificultad. Al fin y al cabo, de lo
que se trata aquí, verdaderamente, es de hablar de sistemas abiertos, grados de
libertad y, muy especial y significativamente, de creatividad.
Ningún encuentro se hace perdurable en el tiempo e intenso en el espacio,
por así decirlo, si el mismo no permite y conduce al enriquecimiento recíproco
y crecimiento mutuo. El entrelazamiento cuántico es una verdad de a puño,
finalmente, y es ya, en cualquier aspecto o consideración, un hecho contundente
e irrefutable. El entrelazamiento es la verificación y consolidación sin más ni
más de la no -localidad- un par de ideas que se originan en la física cuántica,
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Estética y complejidad. Elementos para un estado crítico del arte
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7. ¿Para qué un estado del arte?
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Estética y complejidad. Elementos para un estado crítico del arte
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conectar, incluso en una geografía quebradiza y rica, trabajos, publicaciones,
exposiciones, composiciones diversas, plurales.
La inmensa mayoría de investigadores en el mundo simplemente son empleados
y hacen la tarea; pero no desarrollan una obra. Las artes en general y la estética,
muy en particular, permite arrojar luces refrescantes al respecto.
Naturalmente, quedan abiertas varias consideraciones sobre el desarrollo
de una obra. Aquí, el tema emerge en el marco inmediato de la investigación y
de la elaboración y actualización permanente de un estado del arte.
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una vida que logra traducir los contenidos de un lenguaje en otro, y de este en otro
más, y así sucesivamente, reconociendo que en cada caso el mundo o las cosas
se expresan de una manera propia, y que una traducción literal no solamente es
imposible sino, principalmente, no tiene ningún sentido. Esto puede expresarse
de otra manera, así: aprender un idioma no es simple y llanamente aprender un
vocabulario y reglas gramaticales. Antes bien, aprender un idioma significa amar
de otra manera que en la lengua materna, ver el mundo de maneras diferentes,
comer de forma distinta, en fin, vivir el mundo de otra manera que en el idioma
de base original. Esta experiencia se amplía y enriquece cuantos más idiomas logre
saber alguien.
Pues bien, la tabla 2 pone de manifiesto que la verdadera inteligencia, o
sensibilidad o plenificación de la vida consiste en el aprendizaje de tantos lengua-
jes como sea posible y en vivir el mundo de forma en cada casi única. De esta
forma se resuelve un aparente problema, a saber: no es posible pensar y vivir
por fuera del lenguaje, y sin embargo tiene todo el sentido vivir en lenguajes
móviles, en flujo y transiciones entre lenguajes plurales. Es esto lo que comporta
la idea: a) de un estado del arte entre complejidad y estética, y b) el encuentro,
el diálogo y la unión entre arte y ciencia.
Un gran artista es aquel que logra crear un nuevo lenguaje. Lo mismo acontece
en ciencia. Puede decirse, sin ambages, que ulteriormente, la buena investigación
coincide con una acción poética, al crear nuevos nombres y con ellos nuevas realidades.
Ciertamente, las “ciencias de la complejidad” son “ciencias”, pero no tienen ya
absolutamente nada que ver con la ciencia clásica o moderna. Una estética de la
complejidad no es para nada estética en el sentido clásico y normal referido tan
sólo a las artes y a la belleza.
Sobre las líneas que quedan esbozadas en este texto es posible avanzar en la idea
de pensar y desarrollar una estética de la complejidad y con ella, la posibilidad de
una unión entre ciencia y arte. Este es exactamente el proyecto de otro texto aparte.
Aquí, simplemente, se trató de señalar los trazos generales de un problema; y por
tanto, de una posibilidad. Digámoslo de manera clara y directa: las ciencias de la
complejidad son ciencias de posibilidades, antes que, no sin, pero por encima de
cualquier “ciencia de lo real”, en cualquier acepción de la palabra.
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Referencias
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E
n este último siglo, se han venido desarrollando ideas que buscan
relacionar la estética y la complejidad (para ser más preciso, las ciencias
de la complejidad), tras la exploración e investigación del estado del arte
entre estos dos ámbitos, se encontraron muy pocos autores que los relacionaran,
en comparación a la magnitud de autores que han tratado estos temas
por separado.
Actualmente, diversos teóricos de la estética plantean que ella misma se
encuentra en crisis. Dicen que presenta una dificultad para “autocomprender-
se” y para abordar las problemáticas de la vida, de la experiencia, y de sí como
disciplina; esto porque se ha venido afrontando desde la metafísica o desde
concepciones reduccionistas.
Que ésta se encuentre en un estado de crisis no es algo negativo, pues da pie
a un espacio de indeterminación e indefinición—sobre todo ante la dependencia
del arte, que en múltiples ocasiones se asume como un hecho—, para que esta
pueda re-explorar y re-plantear otras posibles relaciones.
Es por lo anterior que las uniones entre estética y complejidad se han traba-
jado de diversas formas, pues tienen como base comprensiones heterogéneas de
ambos conceptos, se parte de lo anterior, sin la intención de definir o clasificar.
Se tomarán en este texto los estudios, artículos, documentos y planteamientos de
varios autores, primero, para ser examinados —en amplios rasgos— y segundo,
para ser agrupados en cuatro aproximaciones. Cada acercamiento tendrá carac-
terísticas diferentes frente a la comprensión de la complejidad y la estética, no
obstante, de estos, se podrán asociar por su afinidad de planteamientos y bajo
sus raíces conceptuales; que curiosamente, algunas conservan ideas de la Grecia
clásica y tratan la estética casi como un sinónimo de arte.
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Estas aproximaciones se engloban de esta manera puesto que, varias parten
de postulaciones o lineamientos similares entre ellos, basándose, algunas, en
axiomas previos a esta unión conceptual. Las cuales adoptan de forma ontológica
conceptos tanto de la estética como de complejidad. Esto conlleva a que múltiples
aproximaciones entren en insuficiencias conceptuales para lograr una relación
satisfactoria entre complejidad y estética.
Por lo anterior, lo que se profundizará en este texto es el encuentro o relacio-
namiento de estos dos ámbitos, más que la exploración del por qué no se habían
relacionado con anterioridad, o cuál es el proceso de escisión entre la aesthesis
y las techne, con el logos y la scientĭa.
Los dos primeros acercamientos, en cierta manera, parten de la misma línea
de pensamiento clásico, dando por sentado a la estética, bien sea con su definición
clásica dicotómica con la ciencia o que está limitada al arte, pero difiriendo de
la comprensión de la complejidad. También, aunque parezca contradictorio,
se aborda desde las ciencias de la complejidad el problema de relacionamiento
conceptual entre estas con la estética, desde visiones positivistas.
El primer acercamiento, parte de la “complejidad” en términos de dificultad
para procesar la información (por el cerebro, abordada a través de la neurociencia,
como si se tratase de un computador. Solucionando así un problema determi-
nístico, o no, polinomial, por medio de un algoritmo), dentro de la estética de
una obra de arte, comprendida la estética a través de sus definiciones clásicas de
cómo se percibe la belleza, y para ser más exactos, plantea cómo la complejidad
de información de una imagen puede generar el placer/satisfacción o bien una
sensación deseada por el espectador.
A esta primera aproximación se le suman las ideas de que desde la bioinfor-
mática se pueden utilizar los fenómenos emergentes como herramientas en los
procesos creativos del desarrollo artístico y en las obras mismas. Argumentando
que así entrarán a una “estética de la complejidad” o proponiendo que las obras
al basarse en estas “herramientas” podrán explorar otros fenómenos de la vida
y proponer un “mejor” arte.
Del mismo modo, busca determinar que el grado de “complejidad” es
equivalente al grado esperado para que una obra artística produzca la sensación
deseada de placer sensible, o bien que pueda ser “percibida” por el espectador
como “bella”. De forma similar, insiste en encontrar unos estándares y patrones
que puedan reducirse a una fórmula matemática, y descomponer las obras de
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El tercer acercamiento cuenta con una característica extra, diferenciándose no
mucho de las dos anteriores. En esta se propone abordar la estética desde ámbitos
políticos como elemento de transformación social, pero aun así mantiene la idea
de estética desde la sensibilidad y desde la visión antropocéntrica de biopolítica
y biopoder, más no una ecopolítica y una estética de experiencias más allá de las
humanas. Por lo que da por sentado un indicio leve de la complejidad, centrándose
solo en interacciones humanas.
El último y cuarto planteamiento, desarrolla relaciones mucho más funda-
mentales entre la complejidad y la estética, además de exponer cómo esta puede
posibilitarse más a través del conocimiento de vivirse y de ganar mayores grados
de libertad. También pone en cuestionamiento la postulación clásica previa de
estética como problema de estudio, sin abordarla desde sus axiomas o desarrollos
clásicos metafísicos.
Adicionalmente, por el contrario de buscar determinar o definir alguno de
estos fenómenos, se abre a comprender la complejización no solo de la estética,
sino la vida y su relación, sin tratar a las ciencias de la complejidad y de la vida
con tintes positivistas. Así que estudian e investigan cómo la estética emerge en
condiciones de incertidumbre y de relacionamientos múltiples sin lineamientos
impositivos, o de jerarquías de valores y parámetros.
En esta ya no se plantean dominaciones antropocéntricas y definiciones
de la esencia o de la naturaleza de la percepción de la belleza y de la vida. En vez
es la búsqueda de armonía con la vida, con la estética de la vida y del vivir, del
cambio, el azar, la multiplicidad, la diversidad y biodiversidad, la incertidumbre,
la de abandonar las definiciones y de las fronteras a cualquier escala, la de un
universo siempre en dinamismo hasta en escalas subatómicas.
Es de resaltar que este último acercamiento busca abolir la imposición
de ordenes jerárquicos tanto físicos como mentales. Comprende la autoor-
ganización indeterminada e impredecible del universo y de los mundos
posibles donde se ganan mayores grados de libertad. Plantea una estética de
la creatividad ecológica, para que la vida se pueda posibilitar más a sí misma
y de un constante devenir no solo ya desde las artes, sino en la vida, (en vez
de la idea de futuro como la permanencia de lo establecido en el tiempo).
Estas aproximaciones se estudiarán desde la perspectiva de cómo se relacionan
los conceptos, y muy superficialmente qué líneas de pensamiento clásico, o no,
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información o AIT por sus siglas en inglés, la cual pretende medir el procesamiento
más breve para resolver un problema, a través de la búsqueda para determinar
la capacidad de comprensión de una señal sin alterar fundamentalmente su
carácter, abordando la complejidad desde la idea de procesamiento algorítmico
de información computacional. Con base en lo anterior, llegaron a pensar que
el arte y la estética son un problema, y que este problema puede ser reducido a
formulaciones, leyes y reglas de resolución (Maldonado, 2013).
Aunque esta teoría se comprenda desde el ámbito comunicativo e informa-
cional, y que si bien existen estructuras de conectividad en diferentes niveles
para darle sentido a la señal que se transmite desde cualquier medio, siendo
posible identificar esas estructuras de complejidad informacional en las obras de
arte, además de poderlas encontrar en cualquier otra estructura informacional,
desde un vaso hasta un elefante, no significa que al apelar a estas medidas, con
la pretensión de definir mayor “complejidad estética” (realmente informacional),
se pueda plantear que una obra de arte sea mejor que otra. Impartiendo así una
lógica de valores de juicio, aislándola de la complejidad del mundo y la impre-
decibilidad e indeterminación de la vida misma, perdiendo todo el sentido en
ambigüedades, deviniendo esta pretensión en una apuesta perdida.
Por esto mismo, en sus estudios Casti concluye que, aunque exista mayor
“complejidad estética” en las obras, no significa que sea mejor, y que la belleza se
encuentra más en el ojo del observador que en el objeto observado. Remontándose
a pensamientos frente a la concepción de la estética en el siglo XVIII Kantianos,
en lo que la idea de la belleza, la crítica, el gusto y sobre todo la subjetividad, se
promovió por las ideas metafísicas de los sentidos, y de dimensiones materialistas.
Por lo que, aunque al pretender alejarse de visiones clásicas con algunos ámbitos
de las ciencias de la complejidad, cae en la Crítica del juicio (1977), tratando
cuestiones de gusto, o, mejor dicho, del juicio de las percepciones sensoriales
del individuo, “El juicio del gusto no es, pues, un juicio de conocimiento; no
es por tanto lógico, sino estético, es decir, que el principio que lo determina es
puramente subjetivo.”(Kant,1977, p. 58)
Lo cual tampoco se aleja mucho de lo planteado en el siglo XIX frente a que
la belleza “ya no reside en el objeto”, sino “en el ojo del espectador”, que, bajo
los planteamientos metafísicos de Schopenhauer, se evidenciaban estas ideas al
decir que “cualquier cosa puede ser hermosa, solo depende de dirigir la atención
estética”, o de Blake quien propuso que “Cada ojo ve de manera diferente. Como
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el ojo, como el objeto” (Frye, 1969, p. 19). Bajo esta visión de la estética como
información a ser procesada, se podría decir que el libro de Casti y Karlqvist (2003)
no se ocupa justamente de la estética, sino de temas anexos o paralelos a esta.
En el libro se encuentran textos de gran relevancia y muy transformadores
para la época, con buenos aportes para la teoría de procesamiento de comple-
jidad informacional. Sin embargo, solo siguen la línea de Casti, con una muy
leve excepción de Karlqvist cuyo texto da a reconocer la importancia de las
metáforas, el reconocimiento de analogías en las analogías y que al igual que en
la ciencia como en el arte, conviene reconocer la importancia de la vaguedad y
la ambigüedad como fuente de creatividad.
Por otro lado, el texto de Gell-Man (2003), vendrá a ser una gran influencia
más que todo en este ámbito de la medición de la complejidad en las artes, por
describir la AIC como una medida “cruda” de complejidad porque no está del
todo de acuerdo con las nociones intuitivas de complejidad (p. 34). Y propone
un refinamiento de esta cruda medida, que él llama "complejidad efectiva"
que es casi lo mismo que AIC, excepto que se basa en la estructura aleatoria
y en la descripción más breve de los patrones de un sistema y su medición,
argumentando que una estructura compleja con muchos patrones diferentes
requerirá una descripción más amplia. Utiliza este planteamiento de aleatoriedad
y argumenta que el azar juega un rol importante en la configuración de esquemas
y formas, y que este más que separar el arte y la ciencia, las une.
Es curioso que no haya tomado el mismo camino de su anterior libro
en el cual planteaba “un mundo en el que el conjunto de la humanidad y el resto
de la naturaleza funcionen como un sistema complejo adaptativo a una escala
mucho mayor de lo que lo hacen en la actualidad” (Gell-Man, 2003, p. 395).
El planteamiento de que los objetos “estéticos” y las “percepciones estéticas”
pueden cuantificarse con “objetividad”, buscan en el fondo como medir estímulos
en los observadores producidos por exterioridades de este sobre todo visuales,
reduciendo la estética a rangos medibles y la distinción de cuando las reacciones
cambiaban ante ellos.
En este ámbito se intentan definir las condiciones necesarias y suficientes de
la estética, como fenómeno perceptivo bajo un juicio de valor, pero ya no dado
solo por la subjetividad, sino por unos parámetros establecidos, es decir, se busca
identificar todas las propiedades que deben tener las cosas para ser propiamente
llamadas estéticas ante la percepción.
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Es este el planteamiento de enfoque cuantitativo y métrico de indicadores de
complejidad —la más predominante en la actualidad frente al tema correspondiente
de la relación entre estética y ciencias de la complejidad—, comprendiendo que
este es un tema poco abordado, con un poco más de una decena de investigaciones
como las de, Aiken (2013), Akner-Koler, Billger y Dyrssen (2005), Birkin (2010),
Brinkmann (2000), Fraisopi (2019), Galanter (2010), Johnson, McCormack,
Santos & Romero (2019), Milovanović & Medić-Simić (2016), Milovanović &
Tomic (2015), Romero, Johnson & McCormack (2019), Svozil (2008), Van Geert
& Wagemans (2018), Weech & Troje (2012), entre otros.
Pero esto se debe a que se remonta hasta Weber (1795-1878), quien formuló
la idea de la “diferencia apenas perceptible” con sus siglas en inglés (JND,
‘just-noticeable difference’). El método de Weber consistía en presentar a un
sujeto un estímulo y ajustarlo ligeramente hasta que el sujeto informara que
podía percibir una diferencia, luego pasó por Wundt (1832-1920), después por el
biofísico Bekesy (1899-1972), después, Fechner formuló una función psicofísica,
buscando la relación cuantitativa de la intensidad del estímulo con la sensación
percibida. Esta función fue contrariada por Stevens (1906-1973) cuyo enfoque
consistió en pedirle al sujeto que cuantificara sus propias sensaciones en lugar de
intentar construir una escala, a través del método llamado escala de estimación
de magnitud (MES) (Birkin, 2010).
En la Vorschule der Aesthetik (1876), se propuso “el principio del medio
estético”, que afirmaba que demasiada o muy poca complejidad resta valor a la
apreciación estética, estas ideas fueron luego respaldadas por las propuestas de
Berlyne (1971) (Birkin, 2010).
Posteriormente Barron (1952) adoptó el enfoque opuesto al comenzar con
diferentes grupos de personas y comparar sus preferencias, ya fuera para figuras
simétricas simples o asimétricas complejas y, en 1958, Beardsley plantea que el valor
y esencia de una experiencia estética se da si esta pieza produce la experiencia y
por ende vale la pena ser analizado. De esta manera impone propiedades como
unidad, intensidad y complejidad, de ahí que, las obras de arte pueden llegar a
ser “buenas” si permiten estas experiencias estéticas (Birkin, 2010). Esta rama cae
nuevamente, en el juicio de si algo vale o no, creando un paralelo entre la belleza
y la estética, o la estética como medio para juzgar la belleza de algo, especialmente
con un enfoque en el arte y en el humano.
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Levinson, como la belleza, la fealdad y la sublimidad, continúan siendo kantianas,
al enfocarse en los atributos tanto de los objetos, como de los sujetos (Birkin, 2010).
Esta aproximación, —con raíces positivistas— al final parte de “hechos”
estipulados por lógicas deterministas lineales y reduccionistas de la estética, por
lo que entra en discordancia con la complejidad la cual no aplica estas lógicas.
Al pensar la estética como percepción y juicio ante lo “bello” y que se puede
determinar la “esencia de la percepción de la belleza” de los individuos a través
de algoritmos, se evade claramente la indefinición de la complejidad y de la
aceptación del desconocimiento para replantear múltiples situaciones.
Es curioso como desde planteamientos que dicen abordar problemas
del conocimiento desde las ciencias de la complejidad, parten de aceptaciones
ontológicas y de ámbitos taxonómicos, anatómicos y fisiológicos de los
individuos. No consideran las relaciones sociales transhumanas y de diver-
sidad, no solo biológica sino tecnológica, científica y estética. Solo abordan
las dinámicas cerebrales para crear un algoritmo y calcular unas definiciones de
unas postulaciones mitológicas propuestas en el siglo XVIII o en el año 322 a. C.
El infortunio de delimitar a las estéticas en este formato de medición consiste
en que parte de la postulación de un problema tan ambiguo que al final el problema
deviene en un cuantificar y calificar de forma lineal objetos, uno que envía
“señales” y otro que las recibe e interpreta. El problema fundamental de la estética
en este caso radica en el hecho de haber convertido sus conceptos en valores
para “tangibilizarlos o materializarlos”, o bien reducirlos a datos e información.
Vale la pena comprender entonces, que, en esta ambigüedad ante la estética:
No se es investigador porque se tengan objetos (de trabajo), sino porque
se tienen problemas. Y, de otra parte, porque otras entidades asumen el papel
de dicho objeto. Como el gesto, el movimiento, el instante, el vacío o el silencio,
la participación; por ejemplo (Maldonado, 2013a). Acá los sentidos se trabajan
como si fueran algo pasivo, en relación con la obra que es la que “envía sus señales
estéticas o de belleza”. Esta es la misma idea dicotómica de mente y cuerpo, o
de sentidos que se estimulan por exterioridades y que luego el cerebro procesa
para valorizar y dar placer. Esto no se aleja mucho de Platón y Aristóteles, frente
a la mente o la palabra meditada como el logos y los sentidos como la aestheta.
Vale la pena remarcar el trabajo o la idea de Prum quien con su trabajo
Coevolutionary aesthetics inhuman and biotic artworlds (2013) se distancia
de las visiones antropocéntricas y de la búsqueda de una función fitness para
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Ahora bien, aunque Prum reconozca al arte como un ámbito social plantea
que la coevolución del arte y su valoración al igual que la experiencia estética no
es más sino simplemente, una sensibilidad basada en la percepción.
En todos estos estudios es muy difícil hallar el concepto de sueño e imagina-
ción. Por ejemplo, no se encuentran cuestionamientos de “¿Qué sucede cuándo
se sueña o se imagina?”. Si no hay un agente u objeto externo, u obra artística que
envíe sus señales de “belleza” para ser percibido, entonces “¿No hay experiencia
estética si esto no pasa por los sentidos?” o “¿Qué sucede cuándo el “soporte de
la obra” no es material, y es construido por los mismos participantes en la obra,
como el performance, el flashmob o el happening, entre otros?” o “¿Qué sucede
cuando el artista o cualquier otro ser vivo imagina junto a este otro mundo posible
u otra experiencia de vida y “siente” o experimenta emociones y adquiere cono-
cimientos frente al vivir?”. ¿Medir entonces la “experiencia estética perceptual”
en estos casos adquiere relevancia siquiera? Personalmente creo que evidencia
la falencia en la idea de la división del cuerpo en cuerpo y mente, observador y
obra, y obra y experiencia estética.
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aumentando aún más la cantidad de información necesaria para determinarse y
definirse a sí mismo en su proceso constante de definición indefinida.
Además, estos modelos proponen que, el “mundo del arte” es impulsado
por la retroalimentación y la recursividad, adicionalmente se sugiere que este
fenómeno se da a través de la “obra abierta” como obra de arte. Esta obra abierta
toma el rol del elemento capaz de modificar el sistema, intentando definir junto
al “mundo del arte”, “qué es el arte”, planteándolo como agente de cambio del
sistema de “mundo del arte”.Esta idea de interminación de la obra se sustenta en
los diferentes conceptos teleológicos de Kant, o de Bakhtin, (Hoelscher, 2014) que
la plantea como “no finalizable” o Eco (1984), como abierta a ser completada por
otros, pero sobre todo basándola en términos de teoría de la información y en la
percepción pasiva de esta obra. En este sentido, se llega a una profundización de
entender la complejidad en la estética, y su atributo para coincidir con expresiones,
momentos y obras, que no responde a esencias inmutables y la interpretación de
la obra como proceso siempre inacabado (Maldonado, 2013).
No obstante, en estos desarrollos, al pensar las obras de arte como información,
se propone que el nuevo arte se basa sobre esta información pasada, la cual
produce otra obra diferente, haciendo una analogía a aspectos de la teoría
de la red de actores de Bruno Latour. Por consiguiente, las obras son interpre-
tadas como los actores intermediarios en una red, que movilizan elementos a
través de esta, y que al hacerlo transforman, traducen, distorsionan y modifican
el significado o los elementos transportados (Latour, 2005). Y finalmente que
estos actores al tener una influencia suficiente sobre los elementos que ingresan,
la información a la salida del sistema ya no es predecible a partir de su entrada
Estos planteamientos buscan argumentar que la cualidad indeterminada y
“teleológicamente abierta” de una obra de arte, hace que el arte sea “arte”, que
resulta de una indeterminación oscilatoria de lo qu e Kant (1977) llamó la “inten-
cionalidad sin propósito” de la obra de arte; entendiéndose como manifestaciones
tanto ontológicas, —siendo un extraño bucle autorreferencial del devenir—,
como epistemológicas, introduciendo perpetuamente incertidumbre. Y que
de esta forma se aumenta el contenido de información, lo cual de acuerdo con
planteamientos de medición de la entropía relativa pueden definirse.
De forma similar a la primera aproximación, este segundo acercamiento
nuevamente se sustenta en las visiones mayoritariamente Kantianas de subjetividad,
“la intencionalidad sin propósito” y la obra abierta. Lo que otra vez direcciona a
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que la estética se desenvuelva como un juicio de valor que valida el arte y la obra
artística. Por lo que se impone desde un ámbito metafísico que, como los objetos
hechos por humanos, a diferencia de los “naturales”, se deben juzgar de acuerdo
con su uso previsto, al final, el arte emerge entre estos dos juicios. Lo anterior se
sustenta ante la idea de que el arte no tiene ningún propósito explícito (como las
ciencias clásicas) más allá de ser obra de arte. Adicionalmente a esto se le suma el
pensamiento de que los espectadores perciben el arte a nivel de ingesta Gestalt,
o psicología gestáltica, como si la estética se pudiera reducir a esto.
Se señala con base en Eco, que la obra de arte adquiere su validez estética
en proporción al número de perspectivas en las que se interpreta, y que lo que
diferencia la experiencia estética de otras experiencias, es la imposibilidad
de finitud de las obras, su ambigüedad e indeterminación. Estas cualidades
del arte según esta lógica juegan un papel crucial en la creación y comunica-
ción de información, ya que se plantea que puede medirse en términos de la
comunicación, basándose en los preconceptos de los grados de incertidumbre
en un mensaje a medida que este se desarrolla. Todo bajo el sustento de las
teorías de la entropía de envío de información a través de una señal. De esta
señal, el mensaje adquiere niveles de impredecibilidad muy altos, no solo por la
dependencia de la entropía relativa de la transmisión, sino, por la apertura en las
obras de arte y en su mundo, puesto que sus posibles configuraciones formales
son potencialmente infinitas, al igual que la diversificación de interpretación y
significados dados por los espectadores (Hoelscher, 2014).
De esta forma, se implica que, el arte es información que pretende enviarse
como señal unidireccional por medio de la obra para comunicar algo, a ser
abiertamente interpretado. Lo anterior se sustenta en la medición de la entropía
en la señal, a través de bien sea las postulaciones de Shannon, o de las de la
“medida de complejidad” de Kolmogorov. Entonces, a través de estas visiones
el arte lo comprende como tal, puesto que “sus grados de complejidad” informan lo
suficiente como para reconocer que es una “fuente de comunicación” como obra de
arte, pero que no tanto como para que los espectadores estén de acuerdo con el mensaje.
De ahí que el arte según esta postura, al tener una capacidad de información
abierta, puede cambiar con el tiempo. Lo anterior permite ver que acá la estética
se aborda como la experiencia de juicio o validación en la comunicación infor-
macional desde un punto A (obra de arte) al B (espectador) pero que, por la falta
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de finalización estética en la obra, gracias su complejidad de su información, al
ser abierta, esta puede devenir en múltiples interpretaciones.
De igual manera, se propone que la teleología abierta del arte es tanto el fin
como el medio de una estrategia epistemológica continua de espacios de posi-
bilidades adyacentes para posibilitar este mundo del arte. Además, de pensar el
arte como obra abierta, y que su indeterminación de interpretación es la causa
de emergencia del arte y lo que la define como tal. Asimismo, lo anterior se ve
como un proceso o “algoritmo de autonomía autopoiética” (Hoelscher, 2013),
encontrándose justo al borde del caos termodinámico, (según estos modelos, los
cuales buscan sustento en las teorías de la ciencia de la complejidad), y de esta
forma se argumenta que el arte evoluciona porque este se produce en un mundo
del arte como sistema complejo.
Ante lo previamente descrito, valdría la pena preguntarse: ¿Si el arte realmente
evoluciona y se reproduce por sí mismo, o si lo hace porque es una experiencia
de vida, y producto de esta?. Que, si la vida evoluciona, ¿El arte no lo haría
también?. A lo anterior se le puede agregar la idea de que las experiencias de vida
también pueden hacer que la vida misma evolucione y se transforme e innove
en sí misma. Si se plantea que el arte es información, ¿No se podría argumentar
entonces que esta información más que reproducirse por sí misma se reproduce
por las mismas experiencias de vivir la vida?
Las propuestas de esta segunda exploración de relacionar los dos temas de
interés, más que sustentar o no al arte como sistema complejo al igual que su
mundo, recae en retomar el dar por sentado que la estética se limita simplemente
a la percepción y a los discursos del arte y que esta sea la que “crea la penumbra”
del placer subjetivo, por la forma en que se disipa la información de una obra de
arte abierta como medio de transmisión ante el espectador (Hoelscher, 2014).
Por todo lo anterior, se ve en estos modelos, una idea de relativización del
juicio ante el arte (abordando el juicio como estética), junto con unos esbozos
de complejización del arte reduciéndola a información a ser transmitida para
modificar su propio sistema de arte y autoproducirse. Pero, aunque se busque
una unión entre ambas, (complejidad y estética) y se aborde a la estética desde la
indeterminación, para relacionarla con la complejidad, al final, esta se reduce solo
a términos metafísicos de juicio, percepción y al mundo de las artes. Pareciera
como si existiera el deseo de científizar el fenómeno autoreproductor de las artes
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para buscarle a través de su abstracción, las funciones o reglas simples que utiliza
para posibilitarse a sí mismas, al igual que el mundo del arte, o la “obra abierta”.
Estos enfoques de la capacidad de autoconciencia de las narrativas y discursos
que controlan el arte desde su mundo, y que gracias a este se complejizan más,
finalmente lo que muestra es un sistema muy cerrado. Por lo que da la impresión
de ser más un ouróboros, que un sistema complejo adaptativo que se relaciona
con otras dinámicas y fenómenos de su entorno.
Al tomar el concepto de adyacentes posibles de Kauffman, Hoelscher lo
asemeja (aunque no explícitamente) con las ideas de Adorno de su Teoría
estética (1970) frente a que el objeto artístico afectado por la autoconciencia del
distanciamiento antagónico de la sociedad, y sus interacciones dialécticas entre
el sujeto, la obra misma y la tradición, el arte no es ya producto del artista, sino
de una época concreta con sus normas estéticas contingentes. Por consiguiente
el arte en un contexto cambiante, sus normas también cambian como poder
crítico para trascender lo establecido.
Este acercamiento toma en alta consideración las ideas de Langton fren-
te al modelo de retroalimentación, esta frase de Burnham (1968) (escri-
tor de arte y gran influenciador de las teorías de los sistemas en las artes):
“El objeto casi siempre tiene una forma y límites fijos, la consistencia de un
sistema puede verse alterada en el tiempo y el espacio, su comportamiento
está determinado tanto por condiciones externas como por sus mecanismos
de control” (p. 32). Expresando que se entiende que el contexto puede influir y
mediar los elementos.
También frente a lo anterior, se encuentran raíces en algunas ideas de
Nietzsche, pero solo encerradas en este mundo del arte, como las ideas de que el
arte ya no es expresión individual, sino funciona como cristal a través del cual se
filtra el ser del mundo (en este caso solo el del arte). O que el arte es un modo de
comprensión de lo real por la tendencia a ser y a la vez a cambiar, a crear y destruir,
a ser y a devenir, en el que el artista es a la vez un creador y un destructor que
organiza el caos mediante el arte y a la vez caotiza el arte previo, ya organizado,
y destruye sus estructuras y valores, creando a su vez otros planteamientos que
da qué pensar a su sociedad. Lamentablemente las propuestas de este punto no
conciben la posibilidad de nuevas experiencias desde el arte como propuesta
de una nueva visión del mundo más allá de las artes, evadiendo la Kunst, no
como artes plásticas, sino como proceso creativo.
53
Finalmente expone al arte o “su mundo” como fenómeno creativo del sistema
actual como algo transgresor de los valores actuales y de la época en la cual se
encuentra para que esta cambie y evolucione en sí misma, definiendo a este
fenómeno como aesmosis: como la difusión osmótica de la experiencia estética
impulsada por formas de arte, categorías e ideas.
Aunque se sustente la idea de innovación a través de los adyacentes posibles,
lamentablemente solo se centrada en el arte y/o en el mundo de este. Además
guarda una visión muy conservadora de la estética, preservando la constante
visión antropocéntrica sobre esta y cerrada ante las artes, y las otras dinámicas
emergentes del mundo.
Este planteamiento por parte de Hoelscher (2014a) es una especie de “actuali-
zación” al concepto de mundo del arte, llamándolo: “intersistema de arte” (p. 20),
como un conjunto de relaciones entre sistemas dentro del arte, cuyas relaciones
se dan de forma distribuida y no centralizada, que evoluciona y se expande
explorando los parámetros de su espacio de posibilidad local.
Hoelscher, en sus previas investigaciones de 2013, sorprendentemente
compara este mundo de las artes con los ecosistemas, el cual es capaz comple-
jizarse posiblemente no solo con sus interacciones internas, sino a través de las
interacciones externas con otros sistemas. Pero lamentablemente, guarda casi
todas sus ideas expuestas previamente sobre la estética enmarcada en las artes
y como señal informática.
Adicionalmente, no se refleja en su planteamiento la relación de las artes
como ecosistema que conecta con otros sistemas. Tampoco cómo puede llevar
a promover la innovación dentro de las artes o en otros ecosistemas, de carácter
biológico. Ni siquiera cómo el arte al igual que los ecosistemas biológicos podría
promover la diversificación biológica y la modificación, mutación y alteración de
los genomas para adaptarse y cambiar la vida misma. En otras palabras, cómo
producir especiaciones, como nuevo conocimiento biológico para afrontar con
nuevas respuestas los diversos problemas de la vida con el arte como un camino.
Además de la posibilidad de plantear nuevas experiencias en los artistas junto
con nuevas formas de experimentar la vida y las artes.
En esta aproximación se aborda la estética como lo que define qué está dentro
del sistema del mundo de las artes, más no como aquello que puede explorar
las diferentes experiencias de vida, —incluso a través de las artes—, y las nuevas
posibilidades de esta como la forma de producción de nuevo conocimiento.
54
Estética y complejidad. Elementos para un estado crítico del arte
55
(en la que se diferencia entre observar el entorno de sí mismo para compren-
derlo y observar la posición de uno dentro del entorno para comprender las
posibilidades de acción dentro de este), vislumbra al mundo artís-
tico como un espacio netamente de carácter humano y de su arte.
De ahí que se introduzca nuevamente en las ideas reduccionistas
antropocéntricas que le dan validez a la distinción a través de la superioridad
entre especies, entre los seres consciente y los que no, entre el logos y el phonos
y a las de la mente y lo sensible.
En pocas palabras, en este sistema-mundo, auto-productor de sí mismo,
exclusivo a las artes, se evade la idea de la posibilidad de experimentar el vivir a
través de otras formas de vida (existentes e imaginadas), y por ende, de experi-
mentar nuevos mundos. Estas experiencias complejizan no solo el mundo, sino
también del arte, por lo que la idea de este mundo del arte aislado y consciente de
sí mismo, pierde fuerza para argumentar el carácter de posibilidades adyacentes
en sí mismo, junto a la capacidad de conectar con otro tipo de disrupciones y
bifurcaciones de carácter social (más allá del ámbito humano).
56
Estética y complejidad. Elementos para un estado crítico del arte
57
el arte y la política, —aunque explícitamente no se hable de estos—, entra en la
comprensión de que la estética cumple un papel fundamental en el entendimiento
de las sociedades y en la autoreproducción y transformación, ya no solo del mundo
del arte, sino, de cómo se plantea la realidad de la vida social y política, junto
a la vida misma. Que, aunque se centre en el ámbito de las artes ve su relación
política directa para la transformación de la vida.
Se ve en la estética de Rancière (2014), una política de la sensibilidad, o mejor
dicho “la política de distribución de la sensibilidad” dentro de la vida social, como
proceso de transformación de “dominios insensibles”, como lo gubernamental,
para generar otro tipo de experiencias, no limitadas a un cierto grupo social
privilegiado, sino enfocadas a la construcción y búsqueda nuevas de formas de
vida sensibles (en este caso solo visibles y/o audibles), (Rancière, 2012).Asimismo,
esta política estética está en una constante autoproducción de sí, —similar a la
idea del intersistema de arte de Hoelscher—, aunque en este caso, este fenómeno
se da por la reconfiguración de las formas perceptivas, ligado a la refundición de
la distribución de lo sensible (Rancière, 2014).
Rancière entonces asume lo político en la estética y en el arte, no como un
mensaje o medio para transmitir los sentimientos de percepción pasiva repre-
sentando el mundo, —o los conflictos de este—, sino que deviene político por la
distancia que toma en relación con cómo está establecido y se impone. Por lo que
adquiere la capacidad de cortar el tiempo y el espacio en el que se inscribe, y que,
a la vez, se aleja de las formas que administran y comercializan las obras de arte.
Por esta razón, se entiende que no todo el arte hace parte de la política, y,
que por consiguiente, ante los planteamientos de Rancière, son las políticas de lo
estético las que buscan el resistir a estas formas mercantilistas ante una sociedad
que tiende a homogeneizar el mundo del arte al inscribir una estética hegemónica.
Esto fácilmente se puede relacionar con conceptos como la indeterminación, la
ausencia de origen, y cómo a través de las interacciones de los múltiples sistemas
devienen en sistemas que tienden a complejizarse.
El otro autor que también considera de forma explícita la política (politiké)
en estos ámbitos y que retoma algunas ideas de Rancière, es Šuvaković, quien,
trata abiertamente ambos conceptos de estética y complejidad, aunque muy
levemente y da casi por hecho la estética.
Šuvaković con su extenso trabajo de investigación y un gran recuento histórico
de las artes hace paralelos con las ideas de las diversas épocas y los contextos tanto
58
Estética y complejidad. Elementos para un estado crítico del arte
59
En esta plataforma, plantea que en la contemporaneidad las situaciones de
una nueva sensibilidad trae grandes implicaciones ante el retorno de lo político
(tanto policial como de politiké) a la estética como disciplina filosófica. Es por
esto mismo, que se requiere de la sensibilidad y por ende la estética para concep-
tualizar relaciones críticas hacia la sociedad y lo policial. Debido a lo anterior
el autor sugiere que desde la estética se propician los choques constantes de
antagonismos, de márgenes, y centros hegemónicos, de formas de vida locales e
internacionales, la cuales devienen en las políticas y lo político.
Sostiene que la política y lo político son fenómenos sensibles conecta-
dos de manera compleja a los discursos de la sociedad como la economía,
la geografía, la historia, los cambios sociales y las zonas grises de biopoder.
Por lo que, al mismo tiempo, sustenta que las manifestaciones de la articulación
de la sensibilidad individual y colectiva de la humanidad, —como estética—,
están siempre inscritas en un entorno político, — además de sus modalidades
de subjetivación—, dentro de una forma de vida de Estado, institución, grupo
social o cultural. De esta forma se argumenta la existencia de un marco político
que a la vez se relaciona de manera inversa con la estética al delimitarla, o más
bien, a las narrativas sobre que lo era, lo que es y lo que será.
Con relación a la existencia de este marco político, y sobre todo el biopolítico,
se plantea que el mundo ha sido sensualmente alterado por los nuevos medios a
través de una estetización capitalista, y que es por medio de este conflicto entre
la política y lo político que se producen los antagonismos sociales. Por lo que
Šuvaković, sostiene que debido a ese conflicto se produce un estado de emergencia
permanente, siendo este los intentos de superar lo político establecido que sería
lo que constituye lo social de la vida contemporánea y por ende lo que delimita
las experiencias estéticas.
Es por esta constitución de las experiencias que, se afirma que por medio de
la estética se exterioriza y se expresa la forma en que vemos el mundo, cómo lo
organizamos, y a su vez, a nosotros mismos. Esto conlleva a plantear a Šuvaković
la existencia en el mundo de prácticas políticas e ideológicas, las cuales utilizan
estrategias tecnoestéticas y tecnoartísticas para participar en la organización de
la vida humana individual y comunitaria, así como en el imaginario colectivo
de la idea que tiene la sociedad de sí misma.
Por lo que finalmente la plataforma neoestética como teoría, argumenta que
la estética como disciplina filosófica se adapta a las condiciones de su contexto,
60
Estética y complejidad. Elementos para un estado crítico del arte
a través de las continuas nuevas teorías del análisis de las prácticas artísticas y
el reconocimiento total del humano, que expresan la visión que el mundo tiene
de sí según su entorno local, y que la vida de estos entornos se ha desarrollado
entre antagonismos y crisis.
Es importante resaltar que Šuvaković también reconoce que, las ciencias a
través de la política de las artes y la estética, ha desdibujado sus límites discipli-
nares. Esto ha llevado a que las artes y las ciencias tomen un carácter social junto
al de la cotidianidad de la vida, el cual no ve a la relación de las artes y la estética
con la ciencia, a través del ideal de como la ciencia puede medir y determinar
las artes y la estética, sino de cómo estas se unifican en una nueva experiencia
de la vida cotidiana y sensorial humana.
Igualmente, se señala cómo la transformación de lo científico en
conocimientos cotidianos ha modificado el carácter de nuestra experiencia,
además de las prácticas artísticas al nivel sensorial y corporal. Es por lo anterior
que el campo de la experiencia cultural humana se amplía y configura a sí misma.
Esto permite diluir las fronteras entre el campo de la ciencia y la vida cotidiana.
En consecuencia, según Šuvaković, esta unión hace que se conviertan un campo
de cultura híbrido complejo y participe de sí mismo. Por último, propone que el
conocimiento científico, las formas de vida y la experiencia humana del diario
vivir,, lograron relacionarse gracias a que el globalismo se dio lugar a este giro
importante. Pero, trajo consigo consecuencias de subjetivación a todas las
formas de vida.
En suma, estas dos posturas, (Rancière y Šuvaković) muestran cómo se aborda
la transformación del mundo a través de las expresiones estéticas artísticas que a
la vez son políticas. Sin embargo, solo las enfocan desde una visión del mundo
humano, como si el humano fuera el propietario de este, (que ideológicamente
al creer serlo, actúa como tal, y cae en la misma subjetivación que plantea
Šuvaković). Por este motivo, la idea de una estética perteneciente a la filosofía y
a las artes, como producto netamente de la política y sociedad humana, pierde
la oportunidad de explorar otro tipo de experiencias sensibles que también son
capaces de transformar y modificar el mundo hacia otros caminos que no se
someten a la idea del humano como el único con el poder de agenciamiento
político, social y estético.
Lamentablemente al reservarle el agenciamiento a la humanidad, —sobre
todo desde Šuvaković—, no se ve que la transformación o la innovación en la
61
vida y otras especies, puede ser un acto creativo para posibilitar aún más la vida,
sino por el contrario se ve netamente como un acto biopolítico en el que la vida
se somete a la voluntad humana. Esto se puede evidenciar a través de las lecturas
de Šuvaković (2017) frente al arte contemporáneo que hace uso de los cuerpos
para la creación de esta, desarrollando la idea de que:
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Estética y complejidad. Elementos para un estado crítico del arte
hace parte de esta aproximación pero, cullo trabajo se citará a lo largo de este
punto para darle estructura. En esta agrupación se estudian los desarrollos más
prósperos de diversos autores que abordan la relación entre estética y complejidad,
tanto explícita como tácitamente.
De la misma manera consisten en la idea de complejidad o complejización
de la estética, o igualmente en una estética de la complejidad, que esto, por consi-
guiente, no entra en propuestas reduccionistas, determinismos, o definiciones
ermiticas, y mucho menos, en visiones antropocéntricas, ontológicas, metafísicas
de “la verdad”, o de filosofía del arte. Por lo que da lugar a las experiencias de la
vida para posibilitarse aún más.
Los autores que acá se abordan son lastimosamente muy pocos, que, aunque
sean más de los de la aproximación anterior, estos no solo se limitaron a abor-
dar a mayor profundidad los aspectos políticos, sino que abordaron a mayor
profundidad la relación entre estética y complejidad. Puesto que, está implícito
el carácter sociopolítico al enfocarse más en la vida, que en la filosofía y en la
definición de los fenómenos de esta.
Por lo anterior se comprende que hoy día, el topos y el locus de la estética ya
no se reducen al arte, ni tampoco a la belleza metafísica o del placer perceptible,
y mucho menos se entiende como algo exclusivo del humano como organismo
o “ser” determinado.
La complejidad trabaja con conceptos y categorías entre muchas, como
turbulencias, fluctuaciones, inestabilidades, emergencias, auto-organización,
no-linealidad, impredicibilidad, indeterminación. Estos, hacen parte de los
fenómenos de la vida y nos permiten entender el significado de las interacciones
entre complejidad y estética. Además de existir en ambos ámbitos la búsqueda de
superar el dualismo, por poner un ejemplo, entre arte y ciencia, humano naturaleza,
ciencias blandas y ciencias duras (Maldonado, 2013, p. 113). Es por esto, que este
encuentro entre estética y complejidad deviene en el proceso transformador y
fructífero para enriquecer el estado de cada una de estas, y así la estética puede
abordarse como un fenómeno de complejidad creciente (Maldonado, 2013).
Lo característico de este punto es que se aleja de las ideas platónicas-aristo-
télicas, de Baumgarten y de las teorías de lo “bello” como experiencia que remite
a la pura subjetividad, al igual que de todas las asunciones ontológicas sobre la
estética, Y de igual forma parte desde la posibilidad de una estética que pueda
abrirse, sin metafísica, a la complejidad del mundo. “La estética sin metafísica es
63
estética sin Kant y sin Hegel, sin Schopenhauer y sin Adorno, sin clasicismo ni
romanticismo. Y más allá de los “ismos”. Pero no posmoderno; tampoco. Adiós
al idealismo y a la idea de sistema” (Maldonado, 2013).
Este proceso de desligarse de las lógicas formales clásicas emerge hacia
las décadas de los 70’s y 80’s del siglo XX, que buscaban la independización
de la estética frente a la filosofía, y la imposición de cánones sociales, siendo una
misma expresión y obra de la cultura de esos años. En estas décadas también
surge a modo administrativo-organizacionalmente las ciencias de la complejidad,
con los diversos centros e institutos de investigación para el estudio de estos
fenómenos complejos adaptativos, antes ya estudiados por múltiples científicos
(Maldonado, 2013).
Maldonado (2013) se remite a diferentes grupos de problemas independientes
que se refuerzan entre ellos, para conducir a la estética a abandonar el espacio
de la metafísica o filosofía, los cuales son: La crisis artística de los años setenta y
ochenta, que deviene en múltiples lenguajes, críticas y estéticas, con expresiones
transgresoras y provocadoras frente a lo privado, lo científico, lo tecnológico, que
además fue considerado abyecto. Las interacciones entre artistas y no artistas las
cuales rompieron las fronteras entre arte y no-arte, —entre arte y vida cotidiana—,
para dar lugar a “microesferas públicas” de las que emergen nuevas expresiones
estéticas y artísticas muy diferentes ante lo ya conocido en épocas previas.
Baudelaire, ya se había aproximado a estas ideas, quien en su obra a partir del
ensayo De l’essence du rire. Et généralement du comique dans les arts plastiques
(1855), planteó que: “la estética admite como objetos de trabajo, elaboración y
reflexión lo grotesco —y por extensión, lo feo, lo cómico, lo absurdo; en fin, lo
nunca admitido, lo siempre perfectamente otro—.” (Maldonado, 2013a).
A diferencia de la filosofía predominante en el siglo XIX, en esta visión ya
se planteaban otras estéticas, otras formas de ver el mundo, una diversidad de
experiencias fuera de la idea de la búsqueda de lo “puro”, diáfano y la perfección
clásica absolutista de “la verdad”. Baudelaire, abrió el espacio para pensar en que la
experiencia y la vida tenía otras facetas; otras cualidades. Que el humano también,
al igual que otras muchas especies, no solo siente placer, o, conoce el mundo
“al percibir lo bello”. Y que, a través de lo absurdo, el sinsentido y la trivialización
de lo establecido se pueden cambiar las ideas frente a solo una forma de experi-
mentar y de vivir, haciéndole contrapeso a la búsqueda de imponer significados,
sentidos, órdenes y comportamientos inamovibles a la vida.
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Estética y complejidad. Elementos para un estado crítico del arte
65
Una estética de la vida, de la incertidumbre e indeterminación, viene a
abordarse por Tiezzi (2006) como una estética del devenir, que reorganiza una
epistemología del devenir a través de las categorías del tiempo y la forma, y que por
ende es una estética de la creatividad ecológica, partiendo de la flecha del tiempo
de la termodinámica del no-equilibrio, que es una flecha de creación de vida y
de posibilidades. Esta que guarda la noción de que “las estructuras disipativas
son ubicuas, pues existen tanto en la naturaleza como en procesos abióticos, en
la sociedad y en el conocimiento” (Maldonado, 2013, p. 118).
Por lo que la estética ya no solo se refiere al arte, sino, a la experiencia de
mundo, de conocerlo e imaginarlo. Es así como Tiezzi ante estas ideas, le hace un
contrapeso a las creencias de las disciplinas y su segregación, por lo que sostiene
que el artista ya no debe ser un especialista, sino un sintetizador entre ciencia y
arte, ser una interzona entre la visión racional y la intuitiva (p. 77).
Por consiguiente, se sustenta que la belleza en términos de la estética de la
vida ya no aparece como valor en sí, sino como una tarea a cumplir, no se opone
a la fealdad sino a la normalidad, estando siempre empapada de tiempo, y que,
si el sentido de tiempo se pierde, también los valores estéticos, (Tiezzi, 2006, p.
108). Por tanto, la belleza acá no es la bonitura, sino que es transgresiva al igual
que la búsqueda de la vida para posibilitarse a sí misma.
Otros trabajos muy relevantes en esta aproximación son los de Bourriaud con
Estética relacional y Laddaga con Estética de la experiencia, que según Maldo-
nado sientan las bases para una “estética de la complejidad”. Aunque Bourriaud
y Laddaga, aborden el tema más desde las artes y posturas antropocéntricas,
plantean conceptos muy ligados a la complejidad y rompen ideas clásicas sobre la
estética, en el caso de Bourriaud, plantea que el arte es capaz de modelar mundos
posibles, lo cual claramente se puede ligar a las ideas de adyacentes posibles que
aborda el biólogo Kauffman.
El modelamiento de mundos posibles a través del arte muestra la capacidad
de transformación y habitabilidad de un mundo en constante cambio, ya no
representándolo o inspirándose en este como es, desde el ámbito social, sino,
cómo puede llegar a ser.
De acuerdo con Bourriaud, la estética relacional se da a la tarea de construir
una teoría de la forma, y la forma es entendida como “un encuentro duradero”,
siendo cada obra el “modelo de un mundo viable” (Maldonado, 2013, pp.115-120).
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Estética y complejidad. Elementos para un estado crítico del arte
67
el mundo para posibilitarse la vida aún más, y que pueden interpretarse como
belleza armónica.
Con base en lo anterior Bourriaud, muy parecido a Tiezzi sostiene que la
belleza bien puede ser vista como lo que incita a cada uno, a superarse así mismo,
planteando el continuo e inacabado enriquecimiento del mundo (Maldonado,
2013), ya no solo el de las artes, sino el de la vida como tal.
Por otra parte, Laddaga plantea como concepto nuclear de su texto, el de la
formación de ecologías culturales, que en el marco de las ciencias de la comple-
jidad cualquier paisaje ecológico emerge a través de los procesos de complejidad
creciente de la autoorganización.
Laddaga, al tener puntos en común con Bourriaud, habla de la producción de
obras descentralizadas desde la comunicación relacional y de participación entre
artistas y no-artistas, lo cual resulta en una cultura abierta indeterminada y no
disciplinaria de las artes. Esto pone en manifiesto que al expandirse esta cultura
ya nadie puede lograr asegurar sus bordes, ni llevar vidas separadas (Maldonado,
2013). Lo anterior también se debe a que las tecnologías y dinámicas de hoy día,
cada vez más nos conectan con otros ámbitos del conocimiento y otros seres,
creado una red de interacciones cada vez más interconectada y por ende cada
vez más compleja e impredecible, de la cual emergen novedades constantemente.
“Si anteriormente la sensibilidad remitía a un sujeto (subjetividad),
hoy remite, en un contraste a un encuentro” (Maldonado, 2013, p. 122). La
estética de la complejidad implica entonces, la evolución hacia la coope-
ración y el aprendizaje colectivo y reciproco social entre las multiplici-
dades de experiencias de vida, alejándose de las obras acabadas, y de los
discursos totalizantes, siendo esto un rasgo característico de la complejidad.
La estética está en las experiencias tanto humanas como no-humanas y en
su relacionamiento, la indeterminación de la vida y la evolución de esta como
biosfera de apoyo y mutualismo, en la cual se circunscriben múltiples expresiones
de lo trashumano y lo queer. Estas experiencias no solo enriquecen y cambian lo
humano, sino otros lenguajes de la vida para posibilitarse por medio de otros factores
como las tecnologías convergentes que permiten la expansión de experiencias.
Lo anterior conlleva a una producción constante de historias como flujos
que puedan anticipar estados de cosas posibles en el futuro (Laddaga, 2006),
esto no es sino la capacidad de experimentar, soñar, imaginar y producir
en colectivo, nuevos mundos posibles a través de diversos medios, más
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libertad. Maldonado (2013) plantea ante el ámbito de la complejización de estas
relaciones en la estética de la complejidad, que:
Notas:
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A
bordar los sistemas complejos, aquellos que niegan el determinismo
y la dualidad, aquellos que se expresan en formas de vida que no
reconocen la normatividad o los poderes establecidos, nos plantea
inevitablemente la necesidad de acercarnos a través de nuevos modelos
de pensamiento, de nuevas formas de conocimiento, o a través de nuevas
versiones de las formas de conocimiento existentes. En este texto me propongo
indagar sobre un estado del arte de las relaciones entre estética y complejidad,
desde las formas de conocimiento de lo queer como concepto equivalente
a la “indeterminación”. La aproximación se hará en el marco de las propuestas
del profesor Maldonado, y de este libro, sobre las ciencias de la complejidad
como ciencias de la vida y la nueva estética como una estética biocéntrica.
Una estética de la complejidad, a través de los modelos de pensamiento
de lo queer, propone un acercamiento a los fenómenos complejos desde las
ideas, conceptos y estructuras de pensamiento que han surgido en nuestras
relaciones sociales e identitarias. Esto a su vez, desde el reconocimiento intuitivo
de la inexistencia de fronteras, inicialmente en la identidad y posteriormente
extendido a otras áreas, como la naturaleza misma, el universo y el conocimiento.
Abordaremos aquí la inexistencia de fronteras en lo queer como expresión clara
de un modelo de pensamiento que acoge la indeterminación y que puede ser
fundamental para los procesos de transformación de la cultura, hacia las nuevas
formas de conocimiento a las que nos proponemos llegar.
La relación entre estética y complejidad, y a su vez, la relación entre arte y
ciencia, requieren de estas nuevas formas de conocimiento para eliminar, princi-
palmente, las fronteras existentes entre las disciplinas. Quizá, hasta el momento,
77
uno de los más grandes retos para reunir dichas áreas de conocimiento, y con ello
complejizar nuestro acercamiento al mundo, es precisamente la falta de modelos o
la falta de apropiación en nuestra cultura de modelos de pensamiento que puedan
acoger esta inexistencia de fronteras, esta indeterminación, los grados de libertad
de los sistemas vivos. Este ha sido uno de los temas más relevantes en el trabajo
que recientemente hemos desarrollado en Suratómica, red de creación - arte
y ciencia, junto a Daniela Brill; identificar y reunir las formas de pensamiento
que, desde una área de conocimiento u otra, aportan la inexistencia de fronteras.
Entre estos modelos de pensamiento emergentes desde lo científico o lo
social, será el de lo queer, como aquello capaz de entenderse en sus posibilidades,
en lo que puede llegar a ser, aquello que no necesita ser definido o categorizado,
el que nos permita entender y crear alrededor de la “indeterminación del cono-
cimiento”. Una nueva condición que nos llevará, más adelante, a la reunión de las
disciplinas separadas hasta el momento. La indeterminación elimina fronteras,
permite indagar sin limitantes en los intereses y áreas de acción de las diversas
disciplinas, y permite ante todo acoger las n posibilidades, los n lenguajes
de las artes y las ciencias como posibilidades de respuesta, como posibilidades
de abordar el mundo.
Por su parte, la aproximación a la estética de lo indeterminado se propone
como aquella que acoge lo queer como modelo de pensamiento para abordar los
sistemas complejos, tendiendo puentes entre la característica de indeterminación
de estos y conceptos equivalentes o similares provenientes de los estudios de género
y de las identidades. La estética de lo indeterminado sería parte de la estética de
los sistemas vivos, de los sistemas evolutivos, de lo que está por conocer, de las
nuevas formas de conocimiento, de lo que Butler (1990) denomina lo “non yet
real”, lo que aún no es.
En este contexto, surge una pregunta muy bella que sitúa la relación entre
estética y complejidad en un nuevo sentido: ¿Cuál es la estética de eso que la ciencia,
la física cuántica, nos dio a conocer a principios del siglo XX como lo indeter-
minado, lo que posiblemente no podemos conocer?
La propuesta es entonces indagar por un estado del arte sobre la estética
de la indeterminación como posibilitadora de la eliminación de las fronteras
entre las disciplinas, y con ello una interacción más fluida y menos limitada
entre los lenguajes y las formas de conocimiento del mundo. Una interconexión
entre lenguajes que sería, en dado caso, el tema de interés de la que este libro,
78
Estética y complejidad. Elementos para un estado crítico del arte
y la relación entre estética y complejidad, requieren que sea una nueva estética
[1]. Dicha estética deja de ser antropocéntrica, ya no se limita al estudio de la
belleza desde lo humano, sino que se convierte en una estética de la vida y por
tanto en una estética capaz de abordar los fenómenos complejos o la complejidad
en sí misma (Maldonado, 2020).
Reconocer lo queer como modelo de pensamiento capaz de acoger
la complejidad y sus características principales, desde la experiencia cotidiana en
la identidad, nos permite abrir un nuevo espacio de reflexión desde la estética
sobre las formas de conocimiento y sus lenguajes. La creación de conocimiento
desde las comunidades queer, cuya emergencia ha sido expresión de gran cantidad
de características de los sistemas complejos, y desde quienes las estudian, puede ser
por su parte una gran transformadora de las estructuras de pensamiento rígidas,
binarias y deterministas preponderantes en nuestro contexto actual, y por tanto
una impulsora de las transformaciones en la cultura, que resultarán en dado caso,
en transformaciones en el tipo de arte y el tipo de ciencia que estamos haciendo.
79
de este ciclo se fortaleció un primer acercamiento a las formas de conocimiento
integrales planteadas para la existencia del proyecto Suratómica y muchas de
las ideas ahí planteadas fueron recogidas por Daniela Brill y por mí, para ser
presentadas, además de otros espacios, en la Cátedra Nacional de Arte y Ciencia
de la Universidad Nacional de Colombia.
El ciclo surgió, en el contexto de la pandemia, a partir de la reflexión sobre la
evidencia de que las formas de conocimiento más generalizadas que tenemos hasta
el momento son insuficientes, limitadas e incapaces de abordar y dar respuesta a
una situación de gran complejidad como la que se presentó. Esto, por supuesto,
no se refiere únicamente a la ciencia, sino de igual forma a las estructuras de las
organizaciones de todo tipo, sociales, políticas, sanitarias, entre otras. Las inda-
gaciones y los diálogos en los diversos espacios de diálogo, grupos de estudio y
encuentros de Creación - Arte & Ciencia, abordaron fronteras desde las de lo vivo
y lo no vivo, hasta las de territorio, las formas de conocimiento y las disciplinas.
Las ideas que surgieron de estos espacios nos llevaron a reconocer diferentes
escenarios, modelos de pensamiento, narrativas y conceptos, que de alguna
forma se cruzan e interactúan para crear transformaciones en la cultura, y que
nos permiten abordar la inexistencia de las fronteras. Algunos de estos contextos
son: las ciencias de la complejidad, que nos plantean directamente un abordaje
no reduccionista de los sistemas complejos; la mecánica cuántica, que nos
propone la imposibilidad del conocimiento objetivo de la realidad y apropia
los fenómenos contraintuitivos; el anarquismo, que se enfoca en la posibilidad
de la autoorganización; y lo queer, lo que se entiende en la indeterminación.
Estos contextos se convierten en narrativas, en relatos, que acercándose cada
vez más a la cultura nos permiten construir y propagar formas de pensamiento
más abiertas y más aptas para desarrollar esas nuevas relaciones y esos nuevos
acercamientos al mundo. Modelos de pensamiento, por su parte, necesarios para
la transformación hacia esa civilización emergente propuesta por Maldonado.
Este texto se propone, y requiere a su vez, ubicar a la estética en un campo de
pensamiento y acción más amplio, para continuar la indagación por un estado del
arte sobre la relación entre estética y complejidad, que abra la posibilidad de la
eliminación de las fronteras entre arte y ciencia. Este enfoque de la estética, que
la establecería como el estudio de la coexistencia de los lenguajes, de la ecología
de los lenguajes, le permitiría abordar las diversas disciplinas: una estética de la
ciencia, una estética de la ingeniería, por ejemplo. Sin embargo, al estar permeada
80
Estética y complejidad. Elementos para un estado crítico del arte
81
capaces de transformarse y de transformar nuestra cultura constantemente.
Como lo propone Butler (2002):
Con estas ideas, a principios de los 90’s, se abrió la propuesta a unas identidades
y prácticas sexuales y afectivas no categorizadas y en oposición a lo normativo,
entre ellas la posibilidad de una identidad de género indeterminado. Este concepto,
con el paso del tiempo y manteniendo su conexión con su contexto inicial, se
extiende ampliamente a otros espacios de la vida, entre ellos al territorio, haciendo
referencia a sus límites difusos, a la posibilidad de continuidad en los mismos, y
a la naturaleza en sí, desde el rompimiento con las clasificaciones de género en
otras especies animales hasta una visión más general de esta, como aquella que
no necesita la definición y categorización de sus componentes, que no necesita
la fragmentación para su comprensión.
Baptiste, en su charla “Nada más queer que la Naturaleza”, en el TEDx de 2018,
lleva los planteamientos de la teoría queer desde el desarrollo de la identidad de
los sujetos hasta las expresiones de indeterminación, de ambigüedad y de rareza
en la naturaleza, estando esta última característica, por supuesto, exenta de un
juicio de valor. Por su parte, el científico Bernal, desde el campo de conocimien-
to de la física de partículas y la cosmología, extiende este planteamiento a las
características de indeterminación, ambigüedad y rareza del universo mismo,
en su charla “Nada más queer que el Universo”, basada en la anterior. Ambas
propuestas son evidencia de la fuerza conceptual y a su vez metafórica del término
y la narrativa de lo queer.
La relevancia de buscar posibilidades narrativas o formas de conocimiento
desde la indeterminación fue planteada por el profesor Maldonado en su Cátedra
“¿Cómo es Investigar en Complejidad? Trabajo en Arte y Ciencia” (2020).
En esta conferencia él propone que investigar en complejidad, abordar los
sistemas complejos, significa indeterminar el conocimiento, indefinirlo, indis-
82
Estética y complejidad. Elementos para un estado crítico del arte
ciplinarlo, y desde ahí, por supuesto, posibilitar el encuentro de las artes y las
ciencias, y más aún, la unión entre la estética y la complejidad.
De esta forma, la indeterminación en el conocimiento, un conocimiento que
se aleja de lo proposicional, posibilita en general, la eliminación de las fronteras
entre las disciplinas, permitiendo una conexión más directa entre los diversos
lenguajes a través de los cuales leemos, narramos y creamos el mundo, como
la danza, las ecuaciones, la pintura, los modelos teóricos, la programación.
Estos lenguajes, como se ha propuesto en este libro, son equivalentes a las “n”
posibilidades de respuesta requeridas para el estudio de los sistemas complejos.
El conocimiento indeterminado abre el paso para las transformaciones cultu-
rales, para que nosotros podamos entender de otras formas, que nos permitan por
ejemplo acercarnos más fácilmente a aquello que es contraintuitivo. Así, poder
abrir nuestras prácticas artísticas, científicas y de investigación a procesos que
permitan recibir mucho más fácilmente estas nuevas formas de conocimiento
cambiantes, evolutivas.
La indeterminación, representada en lo queer, se propone entonces como
elemento central en esta indagación porque los modelos de pensamiento capaces
de acoger esta idea podrían ser a su vez capaces de acoger la complejidad. Esto
es de particular relevancia para la propuesta de reconocer el valor de las formas
de conocimiento emergentes desde campos diversos a los de la ciencia, como la
política y el género, que he mencionado anteriormente.
El abordaje del género desde estas narrativas queer, por su parte, se puede
considerar un punto crítico para la conformación de nuestros modelos mentales
o formas de conocimiento, que nos permite abrir una puerta hacia una mirada
no binaria de la naturaleza, del universo, de nuestro conocimiento. Rompiendo
por completo en lo cotidiano, en la identidad propia, la necesidad de “ser” una
categoría o la otra, lo queer se convierte en un sinónimo de indeterminación.
Es importante establecer que este espacio no busca explorar la estética de las
comunidades y el arte queer, en el marco de la “estética normal”, entendida como
lo propone Maldonado, en paralelo con el concepto de ciencia normal, planteado
por Kuhn (Maldonado, 2020). Sobre estas aproximaciones, sin embargo, sí es
posible encontrar mucho desarrollo teórico y académico. Queremos indagar aquí
por un estado del arte que no solo aborde la estética de lo queer, como la estética
de la identidad (la cual será por supuesto parte de este tema en un estadío más
avanzado de esta investigación), sino que aborde la estética de lo indeterminado,
83
la estética de los sistemas complejos, a través de los modelos de pensamiento de
lo queer. Es decir, desarrollando mucho más qué es lo que significa esa posibili-
dad de indeterminar, de indeterminar el género, de indeterminar las formas de
conocimiento, los lenguajes, las metodologías y los procesos de acercamiento al
conocimiento; de indeterminar nuestros modelos de vida.
Lo queer no se establece en este contexto como caso de estudio, sino como
modelo de pensamiento, que desde lo afectivo, lo cotidiano, lo identitario,
lo relacional, lo social, nos permita acercarnos, a través de la estética, a las
formas de conocimiento que nos estamos proponiendo en este libro, que son
las de la complejidad.
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Estética y complejidad. Elementos para un estado crítico del arte
el profesor Maldonado (2020) y como se propone abordar este libro. Una estética
que se acerca de forma no antropocéntrica al fenómeno complejo más interesante,
la vida misma, y que por tanto debe ser redefinida. La transformación de este
concepto, como se plantea, permitirá nuevas y muy variadas aproximaciones a
la relación entre estética y complejidad.
En diversos capítulos de este libro se explora el abordaje de la estética a
través de la medición de la complejidad de la belleza de una obra artística o de la
preferencia de las personas hacia la misma, a través de algoritmos o a través de la
definición de ciertos patrones. Esta propuesta, que se desarrolla como la estética
computacional, inicia con las propuestas de Birkhoff (1933), relacionadas con
la posibilidad de incluir la complejidad como parte de una ecuación dirigida a
medir las cualidades estéticas, y se desarrolla durante todos estos años por autores
como Bense y Moles, quienes proponen la teoría de la estética informacional
basada en el trabajo de Shanon sobre la información (Rigau, Feixas & Sbert,
2007). La estética computacional y la estética informacional, que han derivado
de estas ideas, se proponen desarrollar métodos para medir objetivamente el
valor estético de una obra u objeto estético, y sus aproximaciones han sido en
su mayoría cuantitativas.
En el texto Understanding Aesthetics and Fitness Measures in Evolutionary
Art Systems, los autores buscan acercar cada vez más las estéticas computacio-
nales y la psicología de la estética. Proponen que al complementarse estas dos
aproximaciones permitirían un mejor resultado en la investigación sobre la
relación entre la complejidad y la predicción estética (Johnson, McCormack,
Santos & Romero, 2019).
Todos estos acercamientos abordan la estética desde una definición que puede
resultar insuficiente. Únicamente desde la percepción humana de la misma y en
la mayor parte de los casos centrada en el cerebro. Son por tanto aproximacio-
nes a la percepción y la predicción estética en el marco de una estética que se
relaciona directamente con las artes y que se sitúa en la relación entre la obra y
el espectador. Por su parte, la complejidad en esta relación no tiene otra posición
más que convertirse en una característica a ser medida.
Casti, en su texto Complexity and Aesthetics (1998), en el que explora este
abordaje, asegura que la mayor dificultad para realizar esta medición radica en
que los sistemas más complejos son los que no tienen ningún patrón en absoluto,
y por tanto para que este criterio de medición funcione se debe ajustar el criterio
85
/ la definición de complejidad. En este espacio nos proponemos continuar con la
idea de complejidad que se ha propuesto hasta el momento y variar la de la estética,
hacia una más amplia que nos permita cambiar la dirección de esta relación.
Este nuevo sentido de la relación conecta, entonces, a la estética y los modelos
computacionales, no midiendo la primera a través de los segundos, sino entendiendo
y estudiando los modelos computacionales complejos desde la estética. Esto no
significa desconocer o dejar de lado por completo el abordaje “informacional”
de la estética, sino, de igual forma, estudiarlo desde otra perspectiva.
Se trata entonces de estudiar la estética de los sistemas complejos, la estética de
lo emergente, lo autoorganizado, lo creativo, lo vivo.
El estado del arte, centrado en la medición de la complejidad de una obra
como factor de definición de la belleza, nos presenta en definitiva un abordaje
limitado frente a ambas áreas. Una mirada reduccionista de lo complejo y una
mirada corta del concepto mismo de la estética. Pero, fundamentalmente, una
ausencia de consideración de la cualidad de indeterminación de los lenguajes
de la complejidad.
En este contexto, una estética de la complejidad se ocuparía de los modelos
mentales, las formas de conocimiento, que nos permiten abordar la indetermina-
ción. Estas podrían ser las estéticas emergentes de este momento que nos acerca
desde diversas miradas a la comprensión de una naturaleza que no conoce las
fronteras, que no hace distinciones y que no es en ningún caso binaria.
Cabe anotar, antes de continuar en esta nueva dirección, que existe la posibilidad
de un acercamiento informacional de la estética que no necesariamente debe ser
cuantitativo, un acercamiento que se desvía de esta línea de la medición de la
belleza. Hernández (2016) defiende la idea de un acercamiento informacional no
cuantitativo a las obras de arte, planteando cómo los modelos computacionales
nos pueden permitir un entendimiento mucho más complejo del fenómeno
artístico que aquel limitado por la medición y parametrización.
Para Hernández, de acuerdo a las ideas del biofísico Volkestein, en oposición
a las ideas de medición de la estética de Birkhoff, el valor estético de una obra
de arte se encuentra en la creación de nueva información, lo que podemos
entender como equivalente a la creación de nuevo conocimiento. Según esta
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Estética y complejidad. Elementos para un estado crítico del arte
87
La relación entre estética y complejidad que nos interesa en este espacio es
alternativa a las propuestas de medición expuestas inicialmente. En este texto
se explora un estado del arte sobre la posibilidad de entender la estética de los
sistemas complejos. Lo anterior desde la posibilidad de articular complejidad y
estética a través de los lenguajes de lo indeterminado, los lenguajes de lo queer,
como los lenguajes de las nuevas formas de conocimiento que pueden acoger lo
que no podemos llegar a definir o conocer.
88
Estética y complejidad. Elementos para un estado crítico del arte
89
ellos el modelo de pensamiento de lo queer. La estética de lo indeterminado, de
aquello que no tiene que ser, sería a su vez la estética de la complejidad creciente,
de los sistemas creativos, de los paisajes artificiales, de los sistemas vivos, de los
sistemas evolutivos; una estética de las posibilidades, de lo que puede llegar a ser,
de lo que aún no conocemos, de lo “non yet real” (Butler, 1990, p.105)
Esta estética se ocuparía de los fenómenos que nos hemos permitido narrar
a través de la indeterminación, como los saltos cuánticos, el entrelazamiento
cuántico, y el rompimiento de fronteras en la identidad, el género, el territorio y
en el conocimiento, especialmente en el estudio que nos proponemos, entre arte
y ciencia. No se trata de una estética de las expresiones artísticas abordando lo
indeterminado, como podemos reconocer en las vanguardias del siglo XX. Se trata
de la estética del fenómeno mismo, de aquello indeterminado en la naturaleza.
Una buena aproximación a la estética de lo queer, sin aún considerarlo
explícitamente como expresión de una de las características de los sistemas
complejos, se encuentra en el texto Aesthetics and Politics of the Fashion Image:
A Queer Perspective de Filipello (2018). El autor nos presenta, cómo la imagen
queer en la fotografía activa la imaginación de quienes se aproximan a ella para
configurar nuevas formas afectivas de ser/estar en el mundo, y aún sugiere, nuevo
conocimiento no proposicional sobre el mundo.
Filipello hace referencia al concepto de lo “non yet real” acuñado por Butler,
muy relevante para nuestra indagación porque en él se recoge en relación a lo
queer la idea de lo que está por conocer, lo que aún no es, lo que puede ser. Él
lo describe como esa dimensión futura o alternativa de lo real que la teoría
concibe como un medio para problematizar lo real en sí mismo. Poniéndolo
en paralelo con la propuesta de Maldonado, la vida tal y como es, y la vida tal y
como podría llegar a ser.
Con un contenido poético, Anaximandro, filósofo presocrático, planteó como
arché, como origen y esencia del universo, lo indeterminado, el Ápeiron. Aquello
que no podía ser una cosa o la otra, pues de él venían y a él llegaban todas las cosas
del universo. ¿Cabría preguntarse cuál sería la estética del Ápeiron? Simplicio
hace referencia a esta idea de Anaximandro (Barnes, 1992):
90
Estética y complejidad. Elementos para un estado crítico del arte
(stoijeion) de las cosas que existen, siendo así el primero en dar este nombre
de principio. Afirma que no es el agua ni ninguno otro de los llamados ele
mentos, sino alguna otra naturaleza ilimitada a partir de la cual se generan
los cielos y todos los mundos contenidos en aquellos. Ahora bien, a partir
de donde hay generación para las cosas, hacia allí también se produce la
destrucción, según la necesidad. Porque mutuamente se hacen justicia (dikê)
y se dan satisfacción por la injusticia (adikia) siguiendo el ordenamiento del
tiempo- y por tanto habla de estas cosas en términos bastante poéticos. (p.41)
91
que en lo social se vaya transformando o eliminando poco a poco la percepción
del mundo a través de las fronteras, que en la experiencia cotidiana expresamos
en las categorías de la identidad.
En el entorno de las comunidades queer, de las disidencias sexuales y de
género, la estética ha tenido el rol de lo normativo, lo que se debe deconstruir, y
al mismo tiempo ha sido el contexto para fortalecer las expresiones identitarias
disidentes. La estética ha sido la encargada de definir la belleza o lo que "debe ser”
y a su vez la que acoge lo que aún sin “deber ser” se expresa, existe. Es importante
explorar y expandir los abordajes de la estética por fuera de este poder impositivo
y normativo de la evaluación de los estándares de lo que es bello.
De alguna forma, las ideas de lo queer se pueden entender como el surgi-
miento bottom up de algunos conceptos o formas de conocimiento cercanas o
equivalentes a los de las complejidad. Así también, esta condición de la emergencia
de las ideas queer muy cercanas a lo social y a la experiencia cotidiana, pueden
tener en algún punto un impacto relevante en las formas en que nos entendemos
a nosotros mismos, en las formas en que nos relacionamos y desde ahí, en las
formas en las que abordamos el mundo.
Nos proponemos indagar y empezar a entender las estéticas de lo queer como
estéticas de lo indeterminado. Como un modelo de pensamiento que aporta a la
apertura de la estética y con ello a la construcción de nuevas formas de conoci-
miento que eliminen las fronteras entre las diversas disciplinas. Podría ser posible
abordar lo queer como una puerta de entrada a las formas de conocimiento de
la complejidad, desde afuera de los espacios comunes de estas últimas, es decir,
fuera de la academia, fuera de las instituciones de investigación.
Las posibilidades de este abordaje, desde las propuestas sociales sobre el
género, se encuentran en la transformación de las estructuras de pensamiento a
través de la experiencia de vida cotidiana, siendo esta también la base de nuestra
cultura y por tanto un contexto influyente en el tipo de ciencia y el tipo de arte
que hacemos. Por otra parte, en el reconocimiento y el estudio de unas bases
de pensamiento ya existentes y fortalecidas, que nos permitan construir una
cultura que sea apta para acoger los modelos de pensamiento que podríamos
llamar “indeterministas”.
Por otra parte, las comunidades queer nos permiten a su vez estudiar y
entender expresiones claras de lo indeterminado en una experiencia vital. Este
92
Estética y complejidad. Elementos para un estado crítico del arte
Notas:
1. La posibilidad de entender la estética como aquella que aborda los lenguajes y las
formas de conocimiento del mundo, se presentó en la charla “Estética y Complejidad”
por el profesor Carlos Maldonado, en el marco del 10º Encuentro de Creación - Arte y
Ciencia “Fronteras Inexistentes”, organizado por la Red Suratómica (2020).
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Birkhoff ’s_Aesthetic_Measure_Using_Shannon_Entropy_and_Kolmogorov_
Complexity
95
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Estética y complejidad. Elementos para un estado crítico del arte
Si fuese fuego:
estética y complejidad,
un estado del arte
Juan Diego Rivera
“Quizá la locura
es el castigo
C
uando el blasfemo, hereje e inmoral Giordano Bruno fue quemado por
la Santa Inquisición, por atreverse a sacar la cabeza y echar un vistazo
al cosmos, sabía que en esa hoguera lo que ardería realmente sería el
mundo viejo, como en una paráfrasis de las palabras del poeta medieval; “S’i’
fosse foco, ardere’ il mondo”(Angiolieri, 1960, p.377). Bruno perdió su vida,
al igual que muchos otros, en el colosal derrumbamiento de aquel imperio
clerical. Esta ruptura que ejemplifica la fuerza de las ideas que venían emergiendo
desde el medioevo, demuestra un profundo cambio social; la humanidad que
contemplaba al cielo en búsqueda de sentido, pasa a mirar hacia su propio
ombligo en búsqueda de la razón.
En medio del nuevo paradigma, herederos del cartesianismo, surge el racio-
nalismo que conduce a la especialización y compartimentación del conocimiento.
Es de este modo como nace la estética, definida como “la ciencia del conocimiento
sensitivo”, que determina a partir de una concepción metafísica de la naturaleza,
una serie de valores maniqueos que se imponen como marcos de referencia para
entender y relacionarse con el mundo. Entre estos valores dicotómicos hallamos
definiciones como las de belleza, o deformidad, entendidas como “la perfección o
imperfección del fenómeno o gusto en sentido amplio observable” (Baumgarten,
97
2014, p.34), incluso se llega a afirmar que “Los estetas nacen, no se hacen, como
los poetas” (Baumgarten, 2014, p.32). Aseveraciones que definen claramente el
espíritu de la época.
En los contrastes y tensiones del mundo entre lo Apolíneo y lo Dionisiaco,
tal como lo proponía Nietzsche, nos embriaga en un olvido de la razón. Este
olvido del racionalismo estético se daría en la embriaguez del ajenjo y la libe-
ración del sí-mismo (selbst)[1] o el ello (Nietzsche, 1983) en los versos malditos
que conducirían a la estética por un “...salvaje sendero por entre las desoladas
ciénagas de páginas sombrías y llenas de veneno” (Ducasse, 2012), en los que el
decadentismo exaltaría la maldad, el asesinato, la podredumbre, la prostitución,
la muerte y un sin fin de vicios, con una maestría única y una prosa maravillosa.
Esta vertiginosa entrada a la modernidad, fue tan solo el abrebocas de una
profunda escisión entre la fuerza de la vida y la reducida visión racionalista, que
erigió un mundo con destino a la aniquilación. Así mientras los valores de la estética
servían de base cultural para teorías como la de Lombroso, o los postulados raciales
e ideales de belleza de los totalitarismos, diversas expresiones estéticas abrieron
cuestionamientos que terminarían por fundir al arte y la vida en un complejo
entramado de relaciones que superan el dualismo y reduccionismo científico.
En una mirada hacia los fenómenos de la vida, más allá del hombre
como centro del universo, las ciencias de la complejidad, que se ocupan de;
“las transiciones orden/desorden es decir, ¿Por qué el orden se rompe? Y
también: ¿Cómo es posible que a partir del desorden sea posible el/otro orden?”
(Maldonado, 2010, p.12). Nos enfrentan a una serie de visiones sobre la estética,
concebida a partir de las rupturas anteriormente expuestas de manera fugaz, en
donde ya no hay cabida para un determinismo científico sobre lo estético, que
desde diversas artes se ha revelado contradictorio, inestable e impreciso, como
la vida misma.
Desde este punto de partida, la estética se presenta desde diversas aproxi-
maciones que se han propuesto como respuesta a esa ruptura con la concepción
renacentista de lo bello, desde la física, la matemática, la psicología se han
tratado de construir formas de reinterpretar la experiencia estética, dejando más
inquietudes y contradicciones que certezas. Pero a su vez abriendo posibilidades
para interpretar diversos fenómenos aún por comprender desde la estética;
la emergencia de sistemas, formas de vida y la autoorganización han escapado
98
Estética y complejidad. Elementos para un estado crítico del arte
99
que llegan a la idea de los escenarios difusos (Tabacchi y Termini, 2015).
Encontramos un campo limitado de la concepción tanto de lo estético, como
de la comprensión de los fenómenos que se han evidenciado en el mismo.
Desde el que únicamente se puede concebir una relación unidimensional
de las relaciones entre los lenguajes de las matemáticas y la estética, como una
forma de codificador/decodificador.
La percepción visual
Por otro lado está la intencionalidad más allá de hallar la belleza, de proponer
un espectro, una especie de intervalo en el que es apreciable la experiencia estética,
que es quizá una posibilidad de comprender a la estética fuera de lo dicotómico
y desde la complejidad, que es como lo presenta Arnheim, en sus trabajos
sobre entropía, arte y percepción visual (Arnheim, 1971). Aquí la estética, vista
especialmente desde las artes responde a una serie de factores como; simetría,
forma, espacio, movimiento, color, entre otros, que definen una serie de rasgos
que fluctúan en un rango entre orden y complejidad o simplicidad y complejidad,
y están asociados a percepciones diversas entre la confusión y el aburrimiento.
En las contrapartes de simplicidad frente a complejidad, se halla una oposición
que se plantea en contraste a la idea del orden como opuesto de complejidad,
ya que la simplicidad hace referencia a la cantidad y variedad de información
en un estímulo (Geert & Wagemans, 2018), con variaciones entre poca o mucha
información, por otro lado el orden tiene que ver con la estructura de los elementos,
en cómo están organizados.
En la relación entre orden y complejidad se halla una estrecha y fundamen-
tal interacción entre ambas expresiones, que se expresan en diferentes niveles
y posibilidades, en este caso el orden es intrínseco a los estímulos y los niveles
de complejidad que estos presenten.
Si bien estos valores anteriormente mencionados, en los que Arnheim
profundiza en su análisis, están reducidos al campo de las artes y se proponen
como elementos y percepciones generalizadas, no hay un valor determinante,
sino una variedad de sensaciones que constituyen la característica estética de un
elemento. Entendiendo así, las diferencias en la percepción de la estética, que
varían de muchas formas y en ningún caso se puede partir de un punto objetivo,
que permita establecer factores absolutos o determinantes, ya que las percepciones
100
Estética y complejidad. Elementos para un estado crítico del arte
Complejidad y simetría
101
La primera ley plantea que:
Esta segunda ley parte de la división, humano / naturaleza, para proponer que
la concepción de belleza está otorgada por las formas y elementos de la naturaleza
que han proporcionado históricamente contextos para la creación. Hay además
una correlación entre la complejidad algorítmica y la belleza-naturaleza, que
es dada por la equivalencia metafórica que se hace entre el código genético y el
código algorítmico, frente al cual el código genético de la naturaleza es mucho
más rico y complejo. Esto pone a la naturaleza como una especie de punto de
referencia de belleza desde un punto abstracto y concreto a la vez.
102
Estética y complejidad. Elementos para un estado crítico del arte
103
Los cambios sociales, frente a los fenómenos estéticos, están estrechamente
interconectados con la ciencia y con la política, que encuentran en la estética
un elemento cohesionador que permite entender las expresiones de los sistemas
vivos, como la emergencia y la autoorganización a partir de lenguajes poéticos
que deconstruyen un orden para crear nuevos mundos. Frente a la poética de
Aristóteles como paradigma imperante, la propuesta de la estética desde las ciencias
de la complejidad de Maldonado brinda en vez de un método para categorizar,
una forma de percibir y habitar el mundo poéticamente.
Si bien estamos frente a una serie de expresiones estéticas contemporáneas,
que hacen parte del espíritu de nuestra época, las posibilidades de comprender
bajo esta mirada entre estética y complejidad no está limitada a la linealidad
de la historiografía, dominada precisamente por el determinismo, las jerarquías
del conocimiento y la ciencia clásica. Quizá en un nuevo rostro de lo bello,
definido por la indeterminación, nos permite ver nuevamente fenómenos que no
entraban en las categorizaciones reduccionistas y sus interacciones, que defini-
tivamente tienen un papel esencial y representan en una lógica que no entiende
de fronteras una forma estética de aquello que no es visible, que transgrede
las formas y los lenguajes.
104
Estética y complejidad. Elementos para un estado crítico del arte
Estética y política
105
La implicación del campo político en las concepciones estéticas es bastante
profundo. Esta relación está estrechamente ligada al ejercicio y administración
del poder en las sociedad occidental, que trae consigo una estética dominante,
esto se puede evidenciar en la existencia de espacios reguladores de las artes,
como el museo y la galería, que validan y determinan qué puede ser definido en
la categoría de arte. Igualmente en todos los aspectos sociales en los que el plano
estético es determinante, existe una política del control, que traslada el campo
estético a los campos de dominación cultural. Así, el género, la vida cotidiana y
las pasiones individuales quedan supeditadas a la medida estética general.
Esta relación entre lo político como un aspecto fundamental de lo estético, se
entiende en el trabajo de la teoría de la neoestética (Suvakovic, 2017), la idea de la
política como una multiplicidad de antagonismos que a partir de la confrontación
dan forma a las sociedades humanas. Estos antagonismos son dados en una serie
de contextos históricos que plantean un cambio de paradigma frente a lo político,
es la concepción de una biopolítica que comprende a los sistemas emergentes y a
las posibilidades estéticas de las artes emergentes. Esto abre un campo importante
en las consecuencias de lo estético, que es estudiado en diversas áreas como la
arquitectura y que nos propone un análisis sobre los campos ideológicos tras las
formas estéticas en la sociedad.
Las dinámicas incluso de lo biopolítico, deben entenderse no desde una
noción binaria, ya que esto impide comprender los fenómenos sociales que se
salen de los sistemas de equilibrio, las expresiones libertarias, propias de situa-
ciones autónomas y de sistemas autoorganizados, suceden justo en el filo del caos
(Maldonado, 2013), y es precisamente en este punto donde la política y la estética
en un sentido amplio nos conducen hacia un entendimiento de las posibilidades
de la estética, a partir de la creatividad como una posibilidad.
Estética de lo posible
106
Estética y complejidad. Elementos para un estado crítico del arte
107
Hölderlin y el animal terrible
Cuando Hölderlin (1977) fue “tocado por Apolo”, describió una batalla contra
los dioses; “Celestial Divinidad, ¡cómo nos vimos las caras cuando te planteé
diversas batallas y te arrebaté algunas significativas victorias!” (p. 12 ). Según los
textos de sus amigos y personas más cercanas, como el poeta Wilhelm Weiblin-
ger, quien publica la biografía La vida, poesía y demencia de Hölderlin, se veía
a un hombre que mantenía una lucidez en medio de una constante turbación,
un conflicto interno que lo aisló del mundo mientras debatía constantemente consigo
mismo. Aún así, la “locura” de Hölderlin representa algo más que simplemente
la desgracia de un hombre, representa la gran escisión de la cultura occidental,
la división entre razón y locura, arte y ciencia, el mundo apolíneo y dionisiaco.
En medio de la espesa niebla que conforma la poética de Hölderlin, emerge
una increíble lucidez, que se puede entender en una acción peculiar al momento
de firmar sus poemas y la fecha en la que los ubicaba, cien años más adelante,
como si de algún modo intuyese muy tempranamente que esas categorías que
segmentan al mundo son realmente el estado de locura, y su aislamiento fuese
más bien un exceso de lucidez, tal como lo describió Zimmer, un carpintero de
Tübingen, que hospedó a Hölderlin. Casi equiparable a la locura del Quijote,
que evidenciaba en diversas capas y de manera críptica una forma diferente de
comprender el mundo y de vivir en el, bajo unos preceptos más allá de los límites
de los establecido, quizá por ello la manera en la que Hölderlin amablemente
se separaba de las demás personas era a través de tratos formales como “su
excelencia” o “su majestad”, siempre títulos nobiliarios, expresiones del poder.
En la forma de concebir y contemplar la naturaleza, hay una realidad que hoy
se puede expresar en los términos de la complejidad y su relación con la estética,
que entre muchos versos podemos hallar en este pasaje de “La vida alborozada”;
108
Estética y complejidad. Elementos para un estado crítico del arte
Del poema de José Manuel Arango, podríamos deducir que quizá, Hölderlin
ha visto a los ojos al terrible animal que dio origen a nuestra civilización
esquizofrénica y la cual se ha desenvuelto en una serie de relaciones entre
lo mítico y lo científico.
En este estado del arte podemos ver una serie de relaciones históricas no
lineales, que narran diversas voces sobre la comprensión del mundo incluso a
contracorriente de la voz oficial de los tiempos. En esa historia podemos hallar
en primer término toda una concepción en torno a la belleza, que busca medidas
cuantitativas, proporciones, simetrías y formas en general que configuren una
suerte de teoría alrededor de un fenómeno antropocéntrico, lo cual en todo caso
ha tenido y tiene aplicaciones en diversos campos y ha sido útil en términos de
una sociedad racionalista.
Sin embargo, a la luz de los fenómenos y descubrimientos de nuevas dimen-
siones más allá de lo humano podemos comprender cómo la complejidad tiene un
papel fundamental en la interpretación de lo creativo a través de la estética y las
diferentes visiones que de este campo han surgido, especialmente en la matemática,
las ciencias computacionales y la física, ya que la situación no está limitada por
una relación observador-objeto, sino que existen contextos que deben ser vistos
con un marco de referencia más amplio, entre los cuales el fenómeno político es
crucial, si se quiere abordar una relación en la que las miradas y percepciones
de lo estético van en más de una sola vía.
Es en el campo de la estética y del ámbito político donde se abre una posi-
bilidad de expandir los conceptos de la estética misma e incluso de lo vivo, y
dónde se halla una visión más elaborada desde las ciencias de la complejidad, que
necesariamente concibe la interrelación de las diversas disciplinas usualmente
trabajadas de manera separada, pero que en conjunto responden a los compor-
tamientos de los sistemas vivos y complejos. Es entonces desde una estética que
no impone fronteras ni sistemas maniqueos, que pueden surgir nuevas formas
de conocimiento.
Aunque son pocas las aproximaciones que conciben una relación de lo estético
en sus consecuencias sociales, hay una muy buena base y un gran camino por
explorar en este campo, que abre preguntas sobre las nuevas y posibles relaciones
y formas de la estética en el mundo contemporáneo, que reevalúa la posición
humana en la escala de la vida y nos pone en condiciones menos jerárquicas. Al
mismo tiempo queda por explorar las posibles expresiones en diversos campos
109
en los que la complejidad se evidencia a través de las interacciones estéticas
y políticas, en las organizaciones emergentes y sucesos históricos que se escapan
de las lógicas clásicas y cientificistas.
En los cuestionamientos de lo estético en las relaciones políticas con otras
especies, formas de vida artificial y natural, en las estéticas que han surgido de los
grandes y pequeños cambios políticos y en las transformaciones que la creatividad
ha producido en los sistemas vivos será el espacio a profundizar en las relaciones
que el arte y la ciencia irán dilucidando en el futuro inmediato, posiblemente en
los campos de la teoría, pero también de la práctica estética, como un modo de
aproximarse a situaciones que pueden ser aún ininteligibles, pero apasionantes
y sobre todo que registran esa nueva mirada que las revoluciones científicas nos
han permitido empezar a comprender.
Notas:
1. El Selbst, con el que Nietzsche anticipa el Ello Freudiano. “Los sentidos y el espíritu
son instrumentos o juguetes. Tras ellos se oculta el sí-mismo” (Nietzsche,1983, p. 51).
Referencias
Angiolieri, C. (1960). S´i´ fosse foco. En G. Contini (Comp.), Poeti del Duecento. (p.377).
Milano: Editorial Riccardo Ricciardi.
Arnheim, R. (1971). Entropy and art: An essay on disorder and order. Berkeley and Los Angeles,
CA: University of California Press.
Chen, C., Wu, J., Wu, C. (2011). Reduction of image Complexity explains aesthetic preference for
symmetry. Taipei: Department of Psychology, National Taiwan University.
110
Estética y complejidad. Elementos para un estado crítico del arte
Geert, E., Wagemans, J. (2018). Order, Complexity, and Aesthetic Appreciation. Bélgica:
Universidad de Leuven.
Hernández, I., Niño, R., Hernández, J. (2018). Ecopolítica de los paisajes artificiales. Bogotá:
Editorial Pontificia Universidad Javeriana.
Hernández, I. (2019). Estética de lo imposible. DAT Journal 4 (2). 32-47. Recuperado de https://
www.researchgate.net/deref/http%3A%2F%2Fdx.doi.org%2F10.29147%2Fdat.v4i2.127
Svozil, K. (2008). Aesthetic Complexity. Viena, Austria. Institute for theoretical Physics. Vienna:
University of Technology.
111
112
Estética y complejidad. Elementos para un estado crítico del arte
E st a d o del ar te :
c i en c i a s d e l a c ompl e ji d ad
y esté ti c a
Monica Herrera Cendales
Introducción
L
a mayoría de los procesos y construcciones socioculturales parten de esta
simple acción, observar. De acuerdo a lo que observamos generamos y
adoptamos una manera de ver el mundo. Sin embargo, este proceso va
más allá de una simple mirada. La observación abarca un qué, un cómo y un
para qué, distinguiéndose de la contemplación, en el proceso reduccionista
sobre el que se justifica. Curiosamente esta función sensible, más que otras
desarrolladas por otros sentidos, ha generado un constructo sobre la realidad.
No obstante, desde la Grecia Antigua se ha conceptualizado la percepción y
su rol en la producción de ‘imaginarios’. La discusión, aún, hoy en día, radica
en la ‘verdad de las cosas’, en lo real, pero en medio de la delimitación de este
problema, se entiende que la veracidad de las cosas no se encuentra simplemente
en la tangibilidad y positum[1]. Que esta opción de entender y comprender lo
que nos rodea es una mera posibilidad de muchas.
Debido a las dinámicas contemporáneas se replantean los conceptos y
nociones en función de los cambios conllevados que permiten vislumbrar nuevos
rumbos y organizaciones de un sistema. En medio de esta creciente necesidad de
transformación y/o adaptación de modelos o estructuras socioculturales, vemos
como la transversalidad de disciplinas - aparentes ramas del conocimiento- se
diluyen en la futura historiografía que puede resultar del mapa actual en la
creación, desarrollo y divulgación del conocimiento. Las fronteras diluibles de
una episteme en la que la diversidad tecnológica ha avalado la avalancha de
información y data, ponen en cuestión la metodología carente de “humanidad”
113
y absorta en información cuantificable que disrumpe con las limitaciones entre
lo finito e infinito. En este punto, hablamos de la complejidad de todos los siste-
mas que se afilian a la vida, desentrañando sus comportamientos, así como el
comportamiento humano. Adoptamos, quizás, unos lentes para la comprensión
de lo incomprendido, del azar de la vida y el caos de esta, y en medio de estos
lentes, cabe pensar que dicha contemplación se enlaza con la necesidad estética
de la vida en sí misma.
En el caso de la estética y la complejidad ¿Acaso no resulta compleja
la estética, al interpelar en diferentes significados? O quizá ¿Podría relacionarse
al conjunto de Mandelbrot? , ¿Puede la estética acercarnos a la comprensión
del azar o postular la comprensión de lo aparentemente caótico?
Considero pues, que el asunto estético se vincula a los cambios de paradigma
que registramos y vivimos hoy en día. Establecer la multiplicidad de las estéticas
resulta entonces necesario para la comprensión y deconstrucción del sistema
contemporáneo. Pues de estas ruinas imperceptibles, se alza la multiformidad de
la virtualidad, no solo entendida desde el medio, como las herramientas digitales,
sino desde un ‘fenómeno transhumano’. Una ruptura en la dicotomía de marcos
conceptuales asociados a este asunto en la estética y la complejidad, extrapolados
entre sí los cuales conforman o conformaban una episteme.
114
Estética y complejidad. Elementos para un estado crítico del arte
El acelerado cambio del siglo XX, en el que los descubrimientos que supusieron
las ciencias naturales y los cambios que generaron artefactos tales como la cámara
fotográfica que iniciaron lenguajes como la fotografía, el cine, la televisión, etc.
Son ejemplos clásicos de la aceleración tecnológica suscitada, el devenir de todo
el cultivo histórico que se generó en las revoluciones de toda índole y estallidos
sociales. El siglo XX podría denominarse como ruidoso, caótico y complejo. Así
mismo, la ruptura estética se hizo más obvia, las preguntas cambiaron porque
el problema, en parte, ya no se trataba de capturar el ‘retrato del mundo’. La
representación en un marco dicotómico de la realidad conllevo hablar de la
estética, de una forma cada vez más irónica, según la idea/ideal de modernidad
que se desarrollaba.
115
un factor fundamental para la denominación de las ciencias de la complejidad.
A grosso modo, las matemáticas puras se construyen como un lenguaje que
puede abarcar los límites dentro de lo finito e infinito, denotando teoremas
en relación a las posibilidades en los marcos de referencia construidos, o más
bien, a la escala del hombre según la experiencia que este va adquiriendo en un
determinado contexto; las ciencias de la complejidad abordarán esta premisa en
una escala ‘traducida’ a la praxis social del sistema, a los factores en los que la
dinámica e interacción de los procesos definen la forma y el conocimiento que
puede llegar a constituirse.
Conviene, entonces, anotar la paradoja en la que dicha praxis o teoría supone
una cuestión fundamental a la mirada occidental que da paso a su desarrollo,
pues con su evolución las ciencias de la complejidad configuran las necesidades
de reconfigurar la mirada del mundo, con esto me refiero a la epistemología
subyugada, hace milenios, a los contrastes de pares opuestos; bueno/malo,
subjetivo/objetivo, blanco/negro. De allí que la complejidad se sitúe en el umbral
de posibilidades generado desde las interacciones y procesos emergentes, relacio-
nando sus implicaciones y afecciones en la búsqueda de multiversos cognitivos
y dimensiones holísticas del significado de la vida y/o existencia.
1. Estética y complejidad
116
Estética y complejidad. Elementos para un estado crítico del arte
117
El desplazamiento conceptual que representan permite el estudio y pone en
manifiesto las fronteras que se cruzan y el discurso estético en la escena artística
contemporánea -elaborado muchas veces con intenciones de mercadeo de obras-,
no obstante, eso no restringe que el apogeo de esta bifurcación conceptual habla del
trauma o necesidad de vincular y construir otros modus operandi, en un sentido
más profundo, otros mundos posibles y la construcción del conocimiento respecto
a los cambios latentes. Así pues, abordaré más extendidamente este elemento
dada su importancia como detonante en estudios de complejidad y estética.
The arts and the sciences are two great engines of culture: sources of creativity,
places of aspiration, and markers of aggregate identity. Before the Renaissance,
they were united. Science was called natural philosophy. Philosophers were as
likely to speculate about art and science as about religion and truth. Similarly,
in tribal societies the philosopher, shaman, and artist were likely to be same
person. Visual and performance arts were integrated into the fabric of rituals
and daily life. The artist who sang stories or caved ritual objects was likely to
be the person who was especially observant and wise about the ways of the
heavens, the weather, animals, plants, the earth, and life and death.
118
Estética y complejidad. Elementos para un estado crítico del arte
Es así como la relación entre ciencia y arte está separada por una cuestión
utilitarista respecto a los modelos de producción económica que respalden la
construcción del tipo de sociedad que terminará por desarrollarse, según los
avances que se presenten y las categorizaciones correspondientes a los contextos
derivados de estos procesos culturales. La convergencia entre los términos: arte,
ciencia y tecnología, a partir de la raíz etimológica asociada a arte, no es más
que un desplazamiento conceptual pero igualmente significativo en la búsqueda
de las relaciones que construyen un sistema y la complejidad en la variación de
estética que se manifiesta actualmente.
1.1.1. Téchne.
119
He de empezar por la significación moderna que se le ha dado a este concepto,
sin embargo, tal como se señala, este término ha generado una problemática en lo que
se supone significa.
Nuestro término « arte» proviene de la palabra latina « ars», que a su vez traduce
la palabra griega « téchne ». Entre los antiguos griegos, el campo
semántico de téchne era, sin embargo, mucho más amplio que el de
nuestra palabra « arte ». Designaba una pericia o habilidad empírica,
tanto mental como manual, y abarcaba actividades tan diversas como
la artesanía, la medicina, la navegación, la pesca o la estrategia militar.
Quien desempeñaba tales actividades poseía, pensaban los griegos, una
téchne específica.
Aunque esta amplitud del término «téchne» es conocida y reconocida por los
especialistas, es algo sabido «desde siempre» en los estudios humanísticos, sin
embargo es habitual traducirlo como « arte » en las versiones modernas de los
textos griegos. Se trata, sin embargo, de una reducción de sentido completamente
inaceptable, que ocasiona además importantes equívocos conceptuales.
La palabra «téchne» podría traducirse hoy de un modo mucho más apropiados como
«maestría», según indica Wladyslaw Tatarkiewicz (1970,31). Quien, en otro lugar,
hace notar también que « de hecho nuestro término “técnica” se ajusta más a
la idea que antiguamente se tenía del arte de lo que lo hace nuestro término
“arte”, utilizando actualmente como abreviatura de “bellas artes”» (Tatarkiewicz,
1975,80). Bastante tiempo antes, otro de los grandes expertos en la cuestión,
el historiador de las ideas Paul Oskar Kristeller (1951 y 1952, 182), había ya
señalado que el término griego, así como su equivalente en latín, « no denotan
específicamente las “bellas artes” en el sentido moderno, sino que se aplicaron a
todos los géneros de actividades humanas que hoy llamaríamos oficios o ciencias».
(Jiménez, 2002, p. 54)
120
Estética y complejidad. Elementos para un estado crítico del arte
Durante los dos últimos siglos hemos extendido de forma acrítica la idea de
arte a las muy diversas manifestaciones estéticas de las culturas humanas.
Pero se trata, en realidad, de un deslizamiento conceptual y teórico, de una
gran equivocación categorial producida en el contexto del historicismo
evolucionista del siglo XIX, que es el momento en que se formula y comienza
a extenderse esa idea ilusoria del «arte» como algo «universal» y «eterno».
121
de la filosofía, encargada de sistematizar los saberes de acuerdo a la organiza-
ción en las concepciones o nociones adoptadas por el individuo. Es así como la
consecuencia del desligamiento del término téchne conlleva a la separación y
mitificación de esta; ya que, si bien dentro del concepto téchne no existía propia-
mente una separación -como conocemos ahora - entre diferentes ramas del saber
tales como: medicina, geometría, aritmética, astronomía, la lógica, la gramática,
la música, la estrategia militar y el derecho. Todas estas ramas que dentro del
modelo aristotélico encajaban anteriormente en teoría y praxis, se terminan por
acomodar en una nueva jerarquización y orden sobre ‘las artes’; “se encuentra
otra diferenciación en las téchnai, que se remite a la Antigüedad, pero cuyo eco
e influencia posteriores serían realmente decisivos. Se trata de la distinción entre
téchnai «intelectuales» y «artesanas y manuales»” (Jiménez, 2002, p. 89), dentro
de estos procesos es en donde se promueve y más adelante se adopta la inclusión
de la pintura, escultura y arquitectura como téchnai no manuales, dando paso a
un breve estadio de ‘las bellas artes’, tiempo después, para el siglo XVII y XVIII,
con la revolución científica y el positivismo de Auguste Comte se consagran las
Ciencias; jerarquizadas después entre: formales, naturales y sociales.
En resumen, la separación de estas áreas (ciencia y arte) es por cuestiones
semánticas, sea por la inferencia interpretativa que se le da a los términos en
cuestión y la acomodación del concepto. Ya que por consiguiente, el término
téchne no define – etimológicamente hablando- la palabra ‘arte’ y que está en sí,
es un deslizamiento conceptual entendido de acuerdo a los ámbitos culturales en
los que se desarrolle. Más no por ende, se deje de sopesar que la téchne abarque
las concepciones ontológicas planteadas por Aristóteles de acuerdo a la potencia
del concepto y las distinciones generadas a partir de este, sobre la producción
de la imagen no solo como una mera imitación de la naturaleza sino como la
virtualización o latencia de una ‘realidad observada’ una percepción sobre lo real.
En ese orden de ideas, ¿Cuál es el lugar de la complejidad en la entramada
definición de estética? la virtualización de la ‘realidad observada’ y con ‘virtuali-
zación’ me refiero a la noción entendida desde la potencia; esta permite conjugar
la posibilidad de no solo una estética sino múltiples, y con ello el requerimiento
de profundizar en la latencia de cada una, con las formas no solo de ampliar la
perspectiva con las que se categoriza el conocimiento sino la capacidad de definir
un rumbo diferente hacia la adquisición del conocimiento.
122
Estética y complejidad. Elementos para un estado crítico del arte
2. Paradojas y el representacionalismo
123
categoría estética del representacionalismo, ya que cada uno de estos procesos
está relacionado al reto que implica imitar la perfección de un sistema que pese
a su estudio, no resuelve los acertijos de la vida. Y esto resulta difícil cuando se
quiere domar la naturaleza. Por ende, copiamos, imitamos, pero también proyec-
tamos. “Las paradojas muestran algo irracional, pero de un modo perfectamente
racional. En ellas la forma y el contenido se sacan chispas mutuamente: no puede
eludirse su interconexión. Las paradojas señalan el límite de la lógica clásica
y del modelo representacionalista” (Najmanovich, 2005).
Por ello -y parafraseando a Maldonado- las paradojas solo pueden existir en el
determinismo dual que avala la verdad del universo. ¿Qué sería de las paradojas si
construyéramos o funcionara el mundo bajo otras lógicas? ¿Seguirían existiendo
estos rastros que lo único que demuestran es lo poco que sabemos y lo poco que
como especie nos hemos preocupado en evolucionar hacia la integración con el
cosmos? Estas dudas, seguramente se exacerban en el contexto del antropoceno
consumido por sí mismo y agudiza su crisis existencial. Quiero rescatar el
proceso, en sí, de la civilización humana, pero manifestar la necesidad de que
no basta, cuando el espectro del saber o conocer se ha ampliado, es insuficiente
mantener el status quo del conocimiento y del poder que invalida y coarta la
creatividad e innovación, esteriliza la posibilidad del devenir del ser humano
y los horizontes de un futuro.
A lo largo del siglo XX se hizo cada vez más palpable que las paradojas no
pueden ser eliminadas. Cada vez son más los pensadores que en las distintas
áreas se hacen cargo de estos monstruos, aportando novedad y creatividad
en la ciencia y en la vida. Especialmente destacables en este aspecto han
resultado la matemática fractal, la termodinámica no–lineal o las teorías
del “Caos determinista”, la cibernética de segundo orden, las teorías de
Autopoiesis y Autoorganización, y las teorías de sistemas complejos
evolutivos (Mandelbrot, 1993; Prigogine y Stengers, 1983; Maturana y
Varela, 1990; Briggs y Peat, 1990; Atlan, 1990; Capra, 1998; Kauffman, 1995).
(Najmanovich, 2005)
124
Estética y complejidad. Elementos para un estado crítico del arte
existencia con otros lentes que pueden no representar sino modificar el sistema.
Esto no implica invalidar el proceso del que viene el manifiesto auto-organizado
que observamos y escuchamos; la interdisciplinariedad o transdisciplinariedad
son palabras que se han posicionado en el léxico y necesidad de borrar los
límites o fronteras. Lo cual implicará, recrear el lenguaje, pues puede ser tiempo
de transformarlo, quizás, en un hermafroditismo lingüístico, pues la capacidad
cognitiva del ser humano aún resulta primaria para el entendimiento del mundo
que habita.
La pregunta fundamental podría ser acerca de la coincidencia que puede
representar la estética -replanteada- en la sociedad. Puede resultar en un letargo o
confusión para el homosapiens-sapiens asimilar la validación de todas las lógicas
y comprensión de cada una de las multiplicidades o multiformas que puede
ser el universo o la realidad. No será una tarea fácil de abordar, podría resultar
abrumador para toda la “polis” o sociedad, pues para el ser humano le resulta
muchas veces más fácil acatar y seguir órdenes que repensar y continuar en la
incertidumbre que puede implicar el infinito de posibilidades; esto también por
procesos biológicos en los que el cerebro busca optimizarse en rutinas de fácil
ejecución, no obstante, romper con dicho esquema podría dar paso a la evolución
del ser humano. Salir del bucle en el que nos incrustamos, un bucle ordenado y
controlado que no tiene nada que ver con el azar y caos de la vida.
3. La conciencia estética
La estética puede relacionarse con las diversas formas en las que se desarrolla
la vida. Y por ende la estética puede brindar la conciencia para observar la comple-
jidad del conocimiento y las dimensiones que puede abarcar. Esta idea parte de ese
reconocimiento del contexto o marco de referencia en el que se inscribe o valida
125
dicho conocimiento, junto con ello la forma en la que funciona o se muestra. La
forma es aquella noción a la que, de forma convencional, se le atribuye conceptos,
tal como belleza. Ante esta idea, la conciencia estética puede abordar la noción
en la que se inscribe la estética del mundo dual y binario, permitiendo solventar
la pregunta del cómo se pueda llevar a cabo la transformación de los conceptos.
Pues los desplazamientos conceptuales son estudiados según la necesidad del
sistema en sí mismo. Así, el lenguaje transmuta su significación. Puede resultar
retórico entonces que las definiciones estéticas se acoten a un bucle dicotómico
pensado desde las perspectivas de la época entre “el ser o no ser” como diría
Shakespeare, no obstante, ahora se podría tratar de las formas del ser. Por lo que
resulta necesario, quizás, crear un neologismo en el estudio de esta rama; con
ello me referiré a la idea de la conciencia estética.
Lo que lleva a preguntar sobre cómo el paradigma estético será reempla-
zado, y sobre el bucle o repetición que puede darse en diversas épocas con
el propósito de situar un nuevo lugar para el conocimiento. Muchas veces me
pregunto si esta forma, o la figura del bucle puede hablar de la forma en la que
la conciencia se desenvuelve, como si la existencia de cada forma del bucle dota
de niveles perceptuales tan complejos que permite el fenómeno de comprensión
y auto-reconocimiento a diversas escalas del universo. Pues eso es lo que
denominamos conciencia.
Por tal motivo, ¿Cómo se desenvolvería la conciencia estética o para qué
dicha idea? Pienso, pues, que este asunto es conveniente para comprender
la multidimensionalidad estética que se puede construir en la relación entre
complejidad y estética, ya que buena parte de esta relación apenas se está tejiendo,
en la medida del contexto que se ha venido desarrollando a lo largo de este siglo
y las visiones de otras huellas que han dejado otros tiempos. Debo admitir que
buena parte de esta idea, surge desde el concepto de conciencia histórica, para
zanjar las pluralidades de significados e interpretaciones en la didáctica de la
historia, pues es conocido que el estudio de esta rama, es relativamente nuevo
y constituido desde la necesidad académica e intelectual del tratamiento de la
historia, así como lo señala Cataño en la introducción de su artículo:
126
Estética y complejidad. Elementos para un estado crítico del arte
127
complejas (Hofstadter, 1979, p.77)
128
Estética y complejidad. Elementos para un estado crítico del arte
Con ese canon nos brinda Bach nuestro primer ejemplo del concepto de
Bucles Extraños. El fenómeno del “Bucle Extraño” ocurre cada vez que,
habiendo hecho hacia arriba (o hacia abajo) un movimiento a través de los
niveles de un sistema jerárquico dado, nos encontramos inopinadamente
129
de vuelta en el punto de partida. (Aquí, el sistema es el de las tonalidades
musicales). A veces me sirvo del término Jerarquía Enredada para designar
un sistema en que se dan Bucles Extraños. A lo largo de nuestro camino
reaparecerá una y otra vez este tema de los Bucles Extraños. Unas veces
estará oculto, otras bien patente; unas veces estará puesto al derecho, otras al
revés, cabeza abajo o de espaldas. “Quaerendo invenietis” es el consejo que
desde ahora le doy al lector. (Hofstadter, 1979, pp.40-41)
Notas:
1. Verbo en latín, que significa poner, situar, colocar, disponer o establecer. De modo tal,
solo permite comprender y modular la realidad.
Referencias
Hofstadter, D. (1979). Gödel, Escher, Bach; Un eterno y grácil bucle. Barcelona: Tusquets Editores.
Recuperado de https://www.academia.edu/40322619/Gödel_Escher_Bach_un_
Eterno_y_Grácil_Bucle
Jiménez, J. (2002) Teoría del arte. Madrid: Editorial Tecnos y Alianza Editorial.
Mesa, C., (2010) Superficies de contacto. Adentro, en el espacio. Medellín: Mesa Editores.
Wilson, S. (2002) Information Arts: Intersections of Art, Science, and Technology. Recuperado de
https://monoskop.org/File:Wilson_Stephen_Information_Arts_Intersections_of_Art_
Science_a
130
131
132
Estética y complejidad. Elementos para un estado crítico del arte
P
ara definir un enfoque estético ahondaré en textos y conceptos de autores
como Featherstone y Baudrillard, quienes observaron en el horizontela
llegada de transformaciones estéticas de éxtasis irreales, presencias
ilusorias, mundos posibles.
Continuaré con acercamientos teóricos que suponen la construcción dialógica
entre las artes y ciencias y que señalan que en la medida en que las disciplinas
dialogan, crean y piensan juntas, subvierten y generan nuevos discursos estéticos.
Featherstone anticipa la supresión entre lo real y la imagen, anuncia una
transformación de los discursos estéticos y señala una ruptura de las formas
tradicionales de asociación, el autor argumenta que sobre las cosas se cierne una
especie de simulacro técnico, a los que se asocia un placer estético, así la realidad
cotidiana y trivial se vuelve estética, en lo que él indica, explica que varios autores
lo llaman una “hiperrealidad”, un tránsito de experiencias en la cual el secreto
descubierto por el surrealismo queda al descubierto. En esta “hiperrealidad” lo
real y lo imaginario se confunden y postula Featherstone (1991):
“Coloca a las personas frente a imágenes oníricas que hablan a los deseos,
estetizan y desrealizan la realidad” (p. 121).
133
“Lejos de la crítica intelectual del mundo como el de la Teoría
estética clásica que supone una discriminación reflexiva de lo bello y lo feo”
(Baudrillard, 2007, p. 44).
Se parte de las visiones del universo dentro del marco del texto La construcción
dialógica arte y ciencia, la estética del alea desde el enfoque de la complejidad y, se
sigue a Barbosa quien manifesta una invitación a un diálogo edificante entre cien-
tíficos y artistas en el que la creación colectiva, cruce horizontes de conocimientos
y abandone los paradigmas antroprocentristas y unidisciplinarios. Destaca que
mediante esta relación se da apertura a nuevas experiencias estéticas y por tanto,
permiten disponer de nuevas formas de relacionarnos como sujetos estéticos y
éticos, abiertos a posibilidades que brinda la cooperación y la creación conjunta
encausada por la razón/imaginación.
Barbosa (2018) "la nombra una estética del alea, cuya experimentación
conlleva resultados inesperados, azarosos, contingentes, fortuitos, complejos”
(p. 148). Plantea una nueva relación del que mira y lo mirado, dando lugar a
nuevas formas complejas de construir equilibrio en nuestra vida en el planeta,
tomando en cuenta los efectos a largo plazo y las consecuencias de las acciones
desde una visión amplia e interdisciplinar.
134
Estética y complejidad. Elementos para un estado crítico del arte
135
Entonces, desde el punto de vista de Barbosa, estamos ante una crítica directa a
la instrumentalización de las artes , a la reproductibilidad concebida para banalizar
y demarcar fronteras, en el que se reducen el hacer, a leyes y algoritmos, dejando
por fuera problemas ambientales, ontológicos y de complejidad amplia que
impactan en la vida cotidiana en el ser humano y su relación con la naturaleza.
136
Estética y complejidad. Elementos para un estado crítico del arte
137
Describe que la facultad de juzgar nos permite reconocer las identidades y
diferencias entre un objeto real, delimitado desde sus formas y conceptos, en donde
el ego es reducido a la experiencia de un mundo anónimo y la individualización
es una forma básica de singularidad ontológica que se da desde un paralelismo
de lenguajes y procesos analógicos de recognición, trayéndolos a un territorio
común de los arboles múltiples de representación y significación relacionándose
finalmente desde una forma empírica.
¿Cómo es la relación semántica entre científicos y artistas? ¿Qué otras formas
de relacionar sentidos y significados pueden pensarse por fuera de nociones
identitarias?, ¿Debemos formular otras identidades desde la subjetividad que junten
el arte y la ciencia?
Fraisopi expresa que Kant presenta un nuevo aprovechamiento para el arte y
muestra un camino para unir la estética y la epistemología, juntas en orden para
entender como cada experiencia de la vida depende solo de la belleza y nada más
y que aquello activa y predispone esencialmente para que las ideas se generen en
distintas dimensiones y singularidades ontológicas.
También al igual que en Barbosa, Fraisopi (2005) emplea las palabras de Morin:
138
Estética y complejidad. Elementos para un estado crítico del arte
139
involucrar directamente su sensibilidad y sus gustos, modificando a través de la
narrativas componentes ontológicos y las circunstancias que definen lo real, lo
que percibimos y nuestro acercamiento a la naturaleza.
Referencias
Barbosa, A. (2018). Construcción dialógica ciencia/arte. Estética del alea desde el enfoque de la
complejidad. Panambí. Recuperado de https://panambi.uv.cl/index.php/Panambi/
article/view/1138
Featherstone, M. (1998). Postmodernism and the aestheticization of everyday life. En: S. Lash y J.
Friedman (Eds.), Modernity & Identity. Oxford: Blackwell.
Fraisopi, F. (2019). From Aesthetic to Epistemic Structures and back: Complex Dynamics
between Art and Science. Aisthesis 12 (1), 41-54. doi: 10.13128/Aisthesis-2562
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Estética y complejidad. Elementos para un estado crítico del arte
Exploraciones en ideas
de complejidad y estética
Diego A. Herrera García
E
n The Decolonial AestheSis dossier, Mignolo y Vázquez hacen mención
de una característica de la estética moderna, que tiene origen en Europa,
donde asumen ser una única postura universal, entre otras miradas del
pensamiento estético, de ahí Decolonial AestheSis propone como alternativa una
pluriversidad compuesta por muchas universalidades de la estética, incluyendo
la clásica europea, pero además en donde la hegemonía de lo bello, lo sublime
y la representación, fundamentales en la estética clásica eurocéntrica, pueden
ser destronadas por sentimientos e ideas diversas como indignación, esperanza,
tristeza, entre otras, que ¿Podrían incluir la diversión y el error (o sentimiento
de fracaso)?
En contraposición a la propuesta de Decolonial AestheSis resulta interesante
preguntarse también por la belleza de la tristeza, la estética de la indignación o lo
sublime en el fracaso, una especie de superposición entre la hegemonía conceptual
que trata (Decolonial AestheSis) de destronar y parte del planteamiento para
destronarlo. En esta propuesta emerge un problema común, la categoría de bello
y de estética se entiende de diferentes formas dependiendo del espectro social
o del pliegue en el abanico disciplinar donde nos ubiquemos para describirlas
o criticarlas.
A continuación, una muy superficial manera de evidenciar ese problema:
Lo bello se entiende en la cotidianidad (con cierta ambigüedad y de manera
muy superficial) como un conjunto de características perceptibles que producen
sensaciones placenteras, sin contemplar el proceso intelectual y sentimental que
produce o puede producir otro tipo de experiencias más complejas y problemá-
ticas, evidentemente es distinto a la categoría de lo bello en el arte, sobre todo
143
desde la estética clásica eurocéntrica, o distinto en el ámbito de la cultura de
consumo, donde usualmente se usa una minería de datos del comportamiento
de compra de usuarios para establecer dinámicas mercantilistas de consumo,
instrumentalizando lo “bello” para diluir el consumo crítico y hacer hegemónica
la belleza en pro del consumo. Un ejemplo es la percepción de un producto por
su país de origen, lo francés se percibe más “hedónico”(Chen 2015) o bello, un
perfume hecho en Colombia es menos placentero o bello que uno hecho en Francia.
La estética aparentemente se preocupa exclusivamente de la belleza en el arte
y sin embargo, en la cotidianidad es posible encontrarse (con cierta frecuencia) la
idea de estética como un conjunto de características que identifica a un conjunto
social o una agrupación de productos u objetos, como la estética punk, en donde
la versión más superficial describe a personas con cadenas, taches, parches,
textiles a cuadros y jeans, de apariencia descuidada con perforaciones, tatuajes,
cortes de pelo en cresta o irregulares, de actitud ruda y despreocupada, entre
otros muchos otros estereotipos o características superficiales de una cultura tan
diversa como la vida misma de las personas que apropian y modifican una idea
particular alguna vez llamada punk; mientras que hay definiciones comerciales
de estética como práctica cosmetológica o de “belleza y moda”[1], distinta a la
definición de diccionario en este caso de la RAE (2020): “Disciplina que estudia
la belleza y los fundamentos filosóficos del arte”.
Entonces, retomando el problema que emerge, la variedad de descripciones o
métodos críticos de la categoría de bello y de estética, dependiendo del espectro
disciplinar o del pliegue en el abanico social donde nos ubiquemos, pueden
generar diferentes preguntas como: ¿Es necesario consolidar una sola postura
que trate de abarcar la totalidad de esa diversidad? o ¿Necesitamos un sistema de
traducción y un protocolo de comunicación para conectar las diferentes posturas
de esa multiplicidad?
El filósofo Dussel en el curso de Estética de la liberación latinoamericana
habla de la exigencia de una metodología lógica diferente para estudiar una
belleza mundial, distinta a una belleza universal, porque reconoce en la pluri-
versidad una vivencia distinta de belleza desde cada cultura y la necesidad
de reconocer y respetar la construcción de sistemas estéticos universales de
cada cultura. En este mismo curso el profesor Dussel describe una dinámica
de los sistemas estéticos, construyendo una metáfora donde existen tres
constelaciones: la primera es la estética establecida, la clásica; la segunda es el
144
Estética y complejidad. Elementos para un estado crítico del arte
145
En este punto emerge una pregunta (o problema) común: ¿Es posible limitar
y definir la estética, la complejidad y las disciplinas y conceptos relacionados a
ellas? la multiplicidad de perspectivas que se transforman a través del tiempo,
conectadas a la diversidad de culturas que interactúan por y para esa transformación
desarrollan un sistema complejo y en ese sentido nos encontramos, al menos en
una dimensión, en un problema recursivo, definir la complejidad implica revisar
las dinámicas heterocrónicas y pluriculturales que hacen referencia a ella misma.
En el capítulo V de Gödel, Escher y Bach, un eterno y grácil bucle, Hofstadter
con un relato titulado Pequeño laberinto armónico representa y explica diferen-
tes tipos, usos y estructuras recursivas, entre las cuales están las “definiciones
recursivas” que, distintas a las paradojas, consisten en conceptos que se definen a
sí mismo pero de manera más simple (Hofstadter 1999), de esta forma podemos
suponer que si la complejidad es definida en terminos de sí misma siempre será
una versión simplificada, por ejemplo, sin considerar sus mutaciones y tránsitos
en función del tiempo, de su propia historia.
Aquí podemos decidir desistir en la búsqueda de una definición que abarca
todas las dimensiones de la complejidad y la estética, y considerar que asumir
una postura, aunque sea por un lapso corto de tiempo, para medir, cualificar o
criticar otra disciplina o concepto (inclusive a sí misma) se esta realizando como
una representación de su todo por una parte (como la sinécdoque de Fuller
en las notas de Cage) desde una imagen que no necesariamente hace parte de
una corriente que va de un origen a una meta (la no- linealidad en McLuhan,
todo sucede al mismo tiempo(Cage, 2018)) o que no considera los pequeños
movimientos de otros lugares o dimensiones del complejo vibrante (una música
distinta (Cage, 2018), Tenney) osea una complejidad distinta[5], una versión o
un momento de la complejidad.
Características de los sistemas complejos pueden contemplar: una cantidad
extensa de elementos e interacciones dinámicas, abiertas, no-lineales, ricas,
intensas, valiosas, redundantes, con una influencia que se puede modificar
en diferentes formas (mejorar, debilitar o suprimir), con intercambiabilidad,
con causas pequeñas que producen grandes resultados y grandes causas que
producen pequeños resultados, con bucles (recursividad) que se auto-influen-
cian (estimulan o inhiben), distantes del equilibrio, con historia (diacrónica y
heterocrónica) y que sus elementos particulares y locales ignoran la totalidad del
sistema y sus elementos (Cilliers, 2002). En estas características podemos localizar
146
Estética y complejidad. Elementos para un estado crítico del arte
147
Hay quienes ven la investigación artística como un frente más en la contumaz
inserción de las artes dentro de los mecanismos discursivos y de mercado
de las industrias culturales, que pretende rentabilizar aún más la práctica
artística y conciliarla con la industria del entretenimiento: otro movimiento
que ha convertido la pretendida “sociedad de conocimiento” en una
economía del conocimiento o capitalismo cognitivo que, insaciable, quiere
obtener ganancias de todo lo que se le ponga en el camino, incluyendo ya no
sólo los productos artísticos, sino también sus saberes, discursos y programas
educativos. (López-Cano y San Cristobal, 2014, p. 28)
148
Estética y complejidad. Elementos para un estado crítico del arte
149
campo del conocimiento?, considerando la distancia a los umbrales del mismo
sistema en el que nos movemos y encontramos[9] para revisar heterocronías
y espacios de las dinámicas del conocimiento y la sensibilidad, dicho al revés,
aceptar que tenemos diferentes distancias a la partes del sistema, osea ignora-
mos el comportamiento completo del sistema en el que estamos[10], nos puede
permitir plantear metodologías o sistemas de definición y crítica que deben mutar
dependiendo del tiempo[11] y el espacio en que suceda, entonces preguntarnos
¿De qué manera comunicamos diferentes sistemas abiertos de definición y crítica
del conocimiento que están en otro tiempo, espacio, lenguaje o sistema?
Notas
2. El profesor Dussel explica en esta parte del curso la palabra subsumir como un
paralelo a la expresión en alemán Aufhebung.
3. Las notas y escritos de Cage exploran el espacio de la hoja, los resultados gráficos
cambiando el tamaño de la letra o jugando con las sangrías y márgenes, en este sentido
la transcripción o cita en este párrafo común y corriente queda bastante limitado a lo
que originalmente expresa Cage en sus notas.
7. El uso de tropos.
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Estética y complejidad. Elementos para un estado crítico del arte
11. Considerando también la historia o el tiempo diacrónico de esa dinámica u objeto del
conocimiento.
Referencias
Chen, C., Durairaj, J., & Prashant, S. (2015). Culture, Emotions, and Nation Equity. Handbook
of Culture and Consumer Behavior. (183–202). Recuperado de https://doi.org/10.1093/
acprof:oso/9780199388516.003.0009.
Cilliers, P. (2002). Complexity and Postmodernism: Understanding Complex Systems. New York:
Routledge.
Hofstadter, D. & Gödel, E. (1999). An Eternal Golden Braid. New York: Basic Books.
Kane, C. (2019). High-Tech Trash: Glitch, Noise, and Aesthetic Failure. Recuperado de https://doi.
org/10.1525/luminos.83.
151
152
Estética y complejidad. Elementos para un estado crítico del arte
Introducción
D
esde sus inicios, el mito se ha convertido en un medio que posibilita
el acto de comunicación y vínculo entre lo divino y lo humano,
proponiendo de manera compleja las dimensiones del “tiempo” y la
relación entre la realidad y la ficción; según Campbell (1991) la mitología es
la clave que nos lleva hasta las potencialidades espirituales de la vida humana,
el encuentro entre el ser interno y su exterior; por su parte, Barthes (1999)
considera que es un sistema de comunicación, un mensaje, o un modo de
significación. Esta narración simbólica en la que se relatan acontecimientos
sobre los prodigios sociales y naturales, no solo ha servido para realizar diversos
estudios sobre historia, sino que permite justificar acciones, valores y costumbres
humanas, con el fin de dar sentido y unidad a los pueblos.
La palabra Mythos tiene múltiples acepciones; significa a su vez discurso, relato,
cuento, proverbio, conversación. Su existencia y valor es inagotable y permite que
la cultura y las generaciones reconstruyan en el tiempo algunos sentidos comunes
que van en búsqueda de explicaciones del universo y el individuo. El Mythos
por su poderoso caudal significativo y cultural ha sido estudiado y definido por
diversos autores, Barthes, por ejemplo, considera que:
153
Desde otra escuela, Levi-Strauss propone que el mito es lenguaje y va más allá
del mismo, “Si queremos dar cuenta de los caracteres específicos del pensamiento
mítico, tendremos que establecer entonces que el mito está en el lenguaje y al
mismo tiempo más allá del lenguaje” (Levi-Strauss, 1995, p. 232). Sin embargo,
su propuesta se limita a realizar un exhaustivo estudio desde la estructura,
excluyendo otros aspectos importantes, a partir de los contenidos, significados
o sentidos; el fin del universo mitológico se limita esencialmente a la razón como
rectora del conocimiento, originando una gran tensión entre logos y mito, que
según Munné (2004): “impide comprender toda la complejidad del lenguaje,
la palabra y el concepto” (p. 24).
Según Cassirer el mito es condicionado por la conciencia del mundo y la
naturaleza, lo subjetivo e indescifrable, el cosmos se interpreta a través del espíritu
y “la subjetividad”, de allí que los mitos han sido considerados como expresiones
artísticas preliterarias, pero a la vez sistemas de explicaciones precientíficas y
manifestando a partir de su complejidad la idea de lo imperfecto e inacabado,
pero a su vez embrionario.
154
Estética y complejidad. Elementos para un estado crítico del arte
pero también del agua como organismo, sistema vivo, caótico y evolutivo; lo
cual permite construir interpretaciones que dan sentido a la vida, y como define
Vernant, nos acerca a la memoria de los pueblos (Vernant, 2000, p. 10).
155
en la escritura, el a en sumerio, significa «agua», pero a su vez se reconoce como
“esperma, generación, concepción” (Eliade, 1964, p. 224). Los cultos al agua nos
permiten crear deidades para la vida, el agua es vida para todos y si se atenta
contra ella, se atenta contra todos. Por ello, mantenerla es un principio primitivo
y su realidad trasciende en el tiempo, pues en las sociedades actuales el tema del
agua se sigue discutiendo.
Según Jung, el mar y su profundidad son elementos que simbolizan el
inconsciente colectivo, pues es debajo de la superficie donde se esconden las
situaciones insospechadas; el “Aqua Nostra”, que según antiguos alquimistas
significa el carácter terrenal de la fuente y el camino para encontrar la fuente
ígnea de la vida proviene desde abajo; el abajo es la historia de la naturaleza del
ser humano, donde germinan las formas individuales y sociales, (Jung, 1989, p.
58) el agua como germen de la vida, se convierte en símbolo cosmogónico, y su
naturaleza aparece de distintas maneras en los ritos que definen a las mitologías.
En la mitología acuática se han desarrollado a través de la historia, innumerables
figuras con características que se hacen recurrentes en las culturas: tienen una
larga existencia, su procedencia no es muy clara (muchas nacen del agua misma),
son virtuosas e indescifrables, complejas e irregulares; y en su particularidad
cuentan con infinitas formas y por ende su estética no parte del determinismo, la
dualidad o el reduccionismo a temas específicos de la estructura de los lenguajes.
Proteo y Nereo para la mitología de Grecia y Roma, representan al “venerado
anciano del mar”, un personaje que tiene relación directa con el agua y la sabiduría.
Estos personajes conocen el profundo abismo, que a su vez representa la muerte,
su sabiduría no solo proviene de “la justicia y la verdad”, sino que son capaces de
predecir el futuro y cambiar de forma y por ello mismo no poseerla. Los ancianos
de mil formas aparecen en varias historias de la mitología de Grecia y Roma, sin
embargo, será el libro IV de las Geórgicas de Virgilio la referencia para identificar
las características de este sabio anciano que conoce lo más profundo del océano,
y cuida enigmáticos animales marinos pertenecientes a Poseidón. (Grimal, 2010).
Los ancianos desarrollan un elemento que caracteriza la complejidad de su
lenguaje y en él la estética: “el tiempo” que transcurre de manera irregular, esto
demuestra, además de su sabiduría, la relación clara con el oráculo y la profecía.
Los elementos germinativos y curativos del agua se hacen presentes en la estética
de la palabra, que exhorta y el ritual como medio, acto ineludible de encuentro
con los dioses. El rito une a los tiempos pasado y futuro, con el presente; y el
156
Estética y complejidad. Elementos para un estado crítico del arte
157
La no linealidad de los sistemas complejos nos permite indagar y cuestionar
al interior de las figuras míticas temas de teorización, configuración y concep-
tualización de las realidades, que por mucho tiempo fueron simplificadas por
el pensamiento científico. Según Munne, la realidad del mito es caótica y a la
vez ordenada, es irregular y a la vez regular, es borrosa y a la vez contradictoria.
Las figuras míticas en diversos continentes tienen claras relaciones en sus proce-
dencias y funciones: son creadoras o pueden ser la misma creación, pero también se
reconocen en la muerte o el fin de los aconteceres, su sabiduría no proviene solo de
la “verdad” sino de los acontecimientos de la naturaleza, los enigmas, el oráculo, el
instinto, los rituales que provienen de la espiritualidad. Yemaya, de la cultura afro y
su relación con la santería; Ganga, la diosa del río Ganges en la India; Egir, rey de
los mares de la mitología nórdica; Tláloc, dios de agua y fertilidad Nahualt; Chaac,
Dios del agua maya, de las aguas internas del hombre. La existencia recurrente de
los mitos tradicionales americanos del agua está ligada al origen del universo, así
lo consideran los aztecas, los muiscas y los mayas. Así como los uitoto hablan
del mito del nacimiento del Amazonas en su texto “Moniya Amena – el árbol de
la abundancia” (Urbina, 2010, p. 33) los incas emergieron del mito del Titicaca
en donde Wiracocha Pachacamac dio semilla a la mama, Pachamama; y del sexo
manantial brotaron el maíz, la papa y toda siembra; hombre y mujer, hijos del sol,
yacieron del tiempo circular que el lago regala a las especies, allí todo elemento
es universal y la vida, una compleja matriz que se alimenta de todo y todo de ella.
Estas figuras de la “vida común”, social, no individual, y por cierto compleja
e indeterminada las convierte en sistemas vivos con constantes cambios. En las
mitologías acuáticas, según Eliade (239) aparecen frecuentemente figuras extrañas,
que viven más que los dioses, más allá del tiempo y la historia, en constantes
158
Estética y complejidad. Elementos para un estado crítico del arte
Sólo será necesario un viento nocturno Para que el agua que se ha callado
vuelva a hablarnos... Solo será necesario un rayo de luna, muy dulce, muy pálida
Para que el fantasma camine de nuevo sobre las ondas. -Bachelard
En las aguas habitaron toda clase dioses, deidades, ríos, náyades, sirenas; seres
intangibles poseedores de la historia, de la memoria, del olvido, de la muerte. Esti-
ge, que descendiente de Océano y Tetis (Hesíodo, 1990, p. 86) está muy cerca del
averno, y el paso por sus aguas infernales puede llevar a la muerte o a la sabiduría.
Esta representación del agua es reconocida de igual manera con la noche y el erebo
(Grimal, 2010, p. 178) y es una de las figuras marinas más recurrentes de la mitología
griega. Estige es el agua infernal que todo héroe u hombre deben cruzar para ir en
búsqueda de la verdad. La profundidad es el fin, allí se encuentran las respuestas,
pero antes de ir al inframundo, hay que hacer el rito que transforma al hombre
en mito: “atravesar el agua de las tinieblas”, hay que hacer el viaje y reverenciar las
palabras de los sabidos que conocen las corrientes.
Cuando Tetis sumergió a Aquiles en el río, no lo hacía en acto de purificación,
sino en acto de defensa, pues el río estigia de aguas infernales más antiguo los
vástagos de Océano y Tetis (Grimal, 2010, p.177), era el que a través de su magia
podría brindarle la inmortalidad al guerrero, sin embargo existían otros ríos que
aparecen con frecuencia en la mitología y la literatura, El Fletegonte, río de fuego
y el Cocito, río de los lamentos; estos dos se unen al Aqueronte, un río casi muerto
por donde las almas en compañía de Caronte, su barquero, tenían que atravesar
para ir al reino de los muertos. Pero el Leteo, río del olvido tiene una característica
que relaciona directamente la noción de verdad con la del olvido, para los griegos
alétheia es un concepto filosófico que se fundamenta en “la verdad”, “lo que no se
oculta”. Urbina explica cómo esta verdad viene más de la acción que consiste en
“oponerse al olvido”, una construcción desde lo binario, mas no desde que la
relación o diálogos entre las diversas complejidades.
159
En griego, igual que en español, el prefijo a - equivale a una negación. Así
en castellano tenemos ateo, sin dios o que niega a dios; acéfalo, sin cabeza;
amoral, sin moral, etcétera. La iluminación consistió en lo sencillo de ligar
a y Lethe, palabra que terminó como Aletheia. Pero aquí se impone una
conclusión: para el muy arcaico constructor de la palabra verdad entre los
griegos, esta no era lo contrario al error o a la mentira, como vendría a ser
después, y mucho menos algo que se pueda tener y administrar como se tiene
y administra un objeto entre el bolsillo. La verdad era más un ejercicio: un
oponerse al olvido, un luchar contra el olvido. (Urbina, 2010, p. 22)
160
Estética y complejidad. Elementos para un estado crítico del arte
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Nos queda el compromiso de indagar más al interior de las figuras míticas
del agua, como principio del ser, del hombre que se hace, que se nombra y que
complejamente se autoorganiza; el agua que corre con la palabra, como lo cuentan
algunas comunidades en distintas partes del mundo, pero también el agua como
organismo vivo, como ser que se auto regula. Es allí, en el reconocimiento del
agua desde otras dimensiones como lo explica Masaru Emoto (Emoto, 2019) en
sus investigaciones sobre fluctuaciones de onda en el agua, donde la sustancia
primordial se convierte en manifestación cósmica.
En la forma cíclica del agua está el tiempo, principio y fin; en las corrientes
de los ríos está el presente, por donde se realiza el rito, en donde nace el mito; en
las aguas quietas se esconden los inframundos, la oscuridad, el averno interior, la
muerte de la que hay que resurgir hacia la vida; en las profundidades más remotas
se hace la búsqueda del conocimiento, pero este se encuentra en el viaje, hay que
atravesar el río del olvido y la muerte, escudriñar en los abismos internos, en lo
insondable del espacio. El viaje es vida y muerte a la vez, es una forma irregular
en el tiempo. Partir es morir un poco, morir es volver al principio, y el principio
es el caos donde germina la vida.
Referencias
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Económica.
Detienne M. (1981). Los maestros de la verdad en la Grecia arcaica. París: Taurus ediciones.
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Munné, F. (2004). El Retorno de la Complejidad y la Nueva Imagen del Ser humano hacia una
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Vernant, J. (2000) El universo, los dioses, los hombres. El relato de los mitos griegos. Barcelona:
Anagrama.
164
166
Estética y complejidad. Elementos para un estado crítico del arte
Estética y complejidad
¿Qué podría significar la estética
desde el pensamiento complejo?
Ximena Torres
E
xisten varias investigaciones desde las prácticas artísticas, como también
desde las prácticas científicas, en las cuales se podrían encontrar
relaciones entre arte y ciencia. Una línea de investigación pretende
determinar las contribuciones que los métodos científicos pudieron aportarle
a la comprensión del arte. Otra línea, intenta entender la relación entre las
ciencias cognitivas y la naturaleza del arte. Sin embargo, tradicionalmente artistas
y científicos han tratado a las artes y a la ciencia como dos lenguajes aislados,
lo cual ha limitado la comprensión intrínseca de cada una.
Desde la antigua Grecia hasta nuestros días, diversos autores han contri-
buido a la definición de la estética. Antiguamente la estética era definida desde
la belleza, como un criterio de la armonía matemática y geométrica. En el siglo
XVIII, filósofos como Baumgarten interpretaron la estética como algo relacio-
nado con el gusto y la conciencia sensorial, utilizando la lógica deductiva en la
designación de leyes científicas que regían la belleza y la apreciación estética.
Para el siglo XIX con la llegada de la psicología experimental y el gran interés
por la percepción, Fechner, von Helmholtz y Wundt, aportaron a la definición,
varios experimentos desde la proporción aurea. Luego, Chevreul, desde las artes
visuales, intentó aportar con teorías del color; y la Gestalt desde la psicología,
con patrones de composición (Chiuminatto, 2014).
En 1969, con la obra La tensión esencial del pensador Kuhn, se nombran sin
mayor profundidad ciertas relaciones entre ciencia y arte, definiéndolas como un
binomio complejo. Posteriormente en su obra La estructura de las revoluciones
167
científicas, se expuso el rompimiento entre el pensamiento científico tradicional
y la visión moderna del mundo con el fin de superar el dogmatismo positivista
de la ciencia clásica.
Las obras de Kuhn tuvieron gran influencia sobre el cambio de paradigmas
en la comunidad científica de la época, dándole a la ciencia moderna un nuevo
marco conceptual para un contexto sociocultural en el que se desarrollaba el
conocimiento tecnocientífico (Kuhn, 2004). Sin embargo, para el momento
el concepto estético fue menos abordado que el del espacio. Bajo la idea de
un universo mecánico, predecible y domesticable, la geometría euclidiana
y las coordenadas cartesianas ofrecían una cuadrícula donde se comprendían
todos los fenómenos.
En la contemporaneidad, matemáticos como Coway aportaron desde las
matemáticas a la idea de simetría y belleza con el concepto de “simetría dinámi-
ca”. Este concepto, le dio al estudio de la estética un enfoque multidimensional.
De esa manera, el estudio de la belleza dejo de ser solo para las artes y vuelve a
serlo para la ciencia, porque la idea de belleza empieza a ser explorada desde el
estudio mismo de la vida. Esto hace que tanto las artes como las ciencias sean
codependientes en el estudio de los fenómenos en el pensamiento contemporáneo
(Colectivo Suratómica , 2020).
Lo multidimensional y la estética
168
A diferencia del cine, donde la cámara móvil se desplaza independientemente de la
inmovilidad del espectador, ahora el espectador tiene efectivamente que moverse en
el espacio físico a fin de experimentar el movimiento
Estética y complejidad. en para
Elementos el espacio digital.
un estado De arte
crítico del tal
forma que para ir hacia adelante ‘’de manera digital’’ hay que dar pasos reales hacia
adelante. De esta forma el espectador ya no está encadenado, inmovilizado, sino
Figuraque
1. ahora tiene que moverse, para poder vesre y para poder adquirir información. 8
La dimensión estética y la construcción de mundos posibles
¿Cómo será nuestra forma de movernos y relacionarnos con el entorno, si mediante
Fuente:interfaces
Torres, cognitivas
(2013, pág.como
14.) lo son algunos dispositivos, recibimos constantemente
más información que la que nuestro cuerpo biológico recibe?
169
de aprendizaje y de autoorganización, lo que los hace comportarse como sistemas
emergentes con capacidad de dialogar con su entorno (Rubio, 2016).
El pensamiento complejo abarca entonces la multidimensionalidad, multies-
calaridad y multitemporalidad del espacio cognitivo, en donde la dimensión
estética incide en la percepción y construcción de la realidad. El arte por su parte
constituye el lenguaje que articula las ciencias y la tecnología (Rubio, 2016). Un
lenguaje con cadenas de símbolos desde una visión filosófica de las artes cuyo
aspecto principal esta más allá de resolver la significación y la expresión represen-
tada de la que habla Goodman en su obra, Los lenguajes del arte. Aproximación
a la teoría de los símbolos.
Referencias
Goodman, N. (2010). Los lenguajes del arte. Aproximación a la teoría de los símbolos. Móstoles:
Paidós.
Lewes, G. (1875). Problems of Life and Mind. Trübner & Co.2, 412.
Maldonado, C. (2010). El mundo de las ciencias de la complejidad: Un estado del arte. Bogotá:
Editorial Universidad del Rosario.
170
Estética y complejidad. Elementos para un estado crítico del arte
Nevelsteen, K. (2017). Termodinámica y complejidad: Una introducción para las ciencias sociales
y humanas.Colombia: Universidad Externado de Colombia.
Kuhn, T. (2004). La estructura de las revoluciones científicas. Argentina: Fondo de Cultura Económica.
Schultheiss, S. (2004). Research arts: la intersección arte, ciencia y tecnología como campo de
conocimiento y de acción. Barcelona: Universitat de Barcelona.
171
172
Estética y complejidad. Elementos para un estado crítico del arte
Estado de crisis
Ante la obstinación de linealidad de los textos
académicos, indisciplina.
Catalina Gómez Rueda
D
esde un actuar espontáneo frente la propuesta de realizar un estado
del arte de la estética y la complejidad, he decidido reseñar de manera
aleatoria contenidos que circulan, mis pensamientos y cuadernos
de manera fragmentada porque encuentro en estos intervalos la carne inmaterial
de la visión indefinida y expectante que tengo acerca de estos conceptos y sus
relaciones. De manera que en adelante se despliegan una serie de episodios,
imágenes y referentes aglomerados por las múltiples fuerzas de mis inclinaciones
mentales, comportamentales y sociales.
Me tomaré la libertad de relacionar múltiples dimensiones de mi percepción
acerca de las estéticas y complejidades a través de la manifestación poética. Esta es
una visión singular de diversas corrientes de información encauzadas en algunas
cualidades de los sistemas complejos.
El caos
Crujen las placas de hielo en los polos, las aguas se calientan, la tierra se
sacude y vastas inundaciones arrasan con poblaciones enteras. Mientras, vemos
como en las plazas de todo el mundo caen estatuas y pedestales, y en otras
no cesan las explosiones y el pánico.
Realidades remotas e inimaginables emergen, los algoritmos ebullen,
la multitud arde en las calles de todo el planeta, mientras el virus del miedo
se apodera de los pulmones de la humanidad.
173
El escenario en este rincón del mundo que habitamos es una proyección
violenta y fragmentada de relatos coexistentes y en crisis. La vida es frágil y la
maquinaria del terror poderosa. Nadamos en avalanchas de imágenes pescando
una identidad que publicamos en muros de pixeles en los que nos enmarcamos
y de paso limitamos nuestra visión de nosotros mismos y de los demás a una
plantilla visual. Desmantelar la idea de una identidad única, inclusive dentro de
un individuo, es una operación clave para interactuar con la compleja malla de
experiencias íntimas, sociales y planetarias.
Estamos ante el proceso de degradación de la ideología dominante.
La crisis ambiental y la desigualdad social son los hongos y bacterias que descom-
ponen la civilización occidentalizada y abonan el terreno para el renacimiento
de las selvas y los bosques. Es el momento de sembrar en este torbellino fértil
y confuso del caos para que en él florezcan las semillas de la autoorganización.
Error
174
Estética y complejidad. Elementos para un estado crítico del arte
Incertidumbre
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Estética y complejidad. Elementos para un estado crítico del arte
“ L o e s e n c i a l n o - e s e n c i a l ”,
resultados visuales de un experimento
in-disciplinario
Daniela Brill Estrada
L
os dibujos que acompañan esta publicación son parte de la obra
“The Nonessential Essential”, una hipótesis que atraviesa diferentes
disciplinas y conocimientos para proponer una posible fuerza fundamental
nueva, o “no descubierta”, llamada, en inglés “the force of embodiment”
o la fuerza de encarnación. Esta fuerza está basada en la investigación acerca
del origen cósmico de los diferentes elementos químicos y el viaje que hacen
hasta conformar las diferentes formas de materia del universo, y específicamente
hasta ser parte de materia viva o de materia inerte en este punto del cosmos.
Esta hipótesis entiende la creación y conformación de la materia como capacidad
inherente a cada átomo, como una fuerza que lo dirige a convertirse en el
cuerpo del que hará parte y la forma en la que cambiará de dirección o tarea
dependiendo de lo que haya conformado, se transformará a través del tiempo
y finalmente reencarnará en una conglomeración diferente, en un nuevo tipo
de materia. La creación de la materia viva, de una molécula compuesta que crea
la doble hélice del ADN, del mismo carbono que compone un diamante o una
lámina de grafito, es posible debido a la fuerza de encarnación.
Aunque esta hipótesis es basada en conocimiento y lenguaje científico, no es
una hipótesis relevante para la cuántica en este momento, ya que no hace parte
ni cabe en ninguna de las teorías ni fórmulas actuales, no hace falta saber cuál
es la diferencia entre los átomos que crean un diamante y los que crean un
organismo vivo. Y aunque la física de partículas no esté en la búsqueda
de la diferencia entre materia viva y materia no viva, (que es una búsqueda
considerada, según Jorge Mikenberg, científico del experimento ATLAS
del CERN, del área de la bioquímica y no de la física de partículas, ya que
177
no hace parte de lo que hay dentro de la materia, del átomo y de las partículas,
ni de su funcionamiento a nivel cuántico, sino de una cuestión de ordenamiento
de átomos de carbono suficientemente largos para crear las moléculas compuestas
que sostienen la vida), esta hipótesis es resultado de una colaboración con físicos
de partículas por su aparente proximidad a lo indeterminado de la mecánica cuántica
y el comportamiento de la materia a nivel atómico.
Es en este momento que esta hipótesis se vuelve compleja, atraviesa
las fronteras de las disciplinas de forma distribuida, y las considera a todas como
parte de un sistema que sostienen la posibilidad de la existencia de la fuerza
de encarnación de igual manera. La hipótesis está basada en parte en las teorías
de Kauffman, quien dice que la vida emerge desde su inicio como sistema
complejo, y que la emergencia de la vida en este planeta no es debida a una
fuerza externa que él llama “Elan Vital”, sino a una profunda transformación
de la materia inherente a la misma. (Kauffman, 1996, p. 49). Kauffmann hace referencia
a los sistemas autoorganizados, tanto a los abiertos como a los cerrados,
a los metabolismos autocatalíticos y a las estadísticas, teorías sobre las cuales
se teje la idea de la posibilidad y la necesidad de una nueva fuerza fundamental
de la naturaleza. También sigue los pensamientos de Heisenberg (1971), quien habla de
las especulaciones “salvajes” “Wild Speculations” (p. 26), de Feyerabend
y Maturana, entre otros muchos que han estudiado desde un punto de vista complejo
y transversal a las disciplinas y a las fronteras que estas mismas imponen en el
pensamiento y en la creación de nuevas formas de conocimiento.
Estos dibujos son el resultado de la experimentación in-disciplinaria llevada
a cabo para comprender la fuerza de encarnación de la materia. Las formas y
líneas sobre el papel son las huellas creadas por los elementos químicos que
reaccionan en relación con el tiempo, con la temperatura, el espacio, y con ellos
mismos. Es una posibilidad no-científica de comprender cómo un átomo de
carbono perteneciente a la tinta negra, o un átomo de hidrógeno u oxígeno
pertenecientes al agua reencarnan con el tiempo en diferentes cuerpos y materias.
Algunos de ellos incluso se convierten en los cuerpos vivos de los espectadores
que observan la reacción y creación del dibujo a través de la respiración de los mismos.
Los elementos químicos reaccionando son entre otros carbono, oxígeno, hidrógeno
y calcio, todos pertenecientes al reino de la materia viva y de la materia inerte,
en este caso la tinta, el papel, el aire alrededor del papel y el agua como actor
intermedio, y se presentan en un estado de mutación mientras el experimento
178
Estética y complejidad. Elementos para un estado crítico del arte
179
son ni la hipótesis (que en este caso es la misma obra artística), ni el experimento
para comprobarla, son un producto colateral que representa la existencia de un
problema complejo, una pregunta sin disciplina, indeterminada y descentrali-
zada. En ellos no hay reglas ni parámetros estéticos clásicos, y no es relevante
su forma final.
Después de investigar acerca de ciencias de la complejidad, la fuerza de
encarnación parece ser, más que una existente, inexistente, necesaria o inútil
fuerza por descubrir, ya sea por medios científicos o por medios artísticos, una
analogía de los grados de libertad de la materia para existir en diferentes estados
y de diferentes formas más allá de los parámetros impuestos por las fuerzas
fundamentales estudiadas y medidas por la ciencia.
Referencias
Heisenberg, W. (1971). Physics and beyond Encounters and conversations. London: Allen &
Unwin.
Kauffman, S. (1996). At home in the universe: The search for laws of self-organization and
Complexity. London: Penguin Books.
Latour, B., Woolgar, S., & Salk, J. (2006). Laboratory life: The construction of scientific facts.
Princeton, NJ: Princeton University Press.
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LOS AUTORES
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Estética y complejidad. Elementos para un estado crítico del arte
Natalia Rivera
Diseñadora y artista de medios emergentes. Su trabajo e investigación se han
enfocado en el desarrollo de experiencias interactivas y un uso biocéntrico de
los nuevos medios digitales. En 2012 creó el laboratorio abierto y colaborativo
para la investigación y creación en artes y medios audiovisuales emergentes,
Mutante. En 2019 co-creó y actualmente co-organiza la Red Suratómica de
Creación - Arte & Ciencia. Co-creadora de la Interzona Enjambre. Email:
natalialarivera@gmail.com. ORCID: https://orcid.org/0000-0001-8274-182X
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Leonardo Guayan Jaramillo
Fotógrafo y comunicador social con grado de especialización en educación,
de la Universidad central de Colombia, realizó estudios de Maestría en
cultura y literatura en Universidad Nacional de Córdoba – Argentina y se
desempeña como diseñador, gestor y desarrollador de procesos sociales,
comunicativos y pedagógicos. Sus líneas investigativas desde la fotografía
giran en torno a la imagen poética, los elementos de la naturaleza, el universo
y la humanidad, estableciendo diálogos entre la fotografía y la literatura.
Email: apataporelmundomail.com ORCID: https://orcid.org/0000-0002-
3405-3106
Ximena Torres
Arquitecta e investigadora en formación. Ha participado en grupos
multidisciplinares de estudio y proyección de espacios digitales y cognitivos;
análisis y proyección de geografías urbanas y arquitecturas líquidas; como
también, en el planteamiento de nuevos marcos de estudio en torno a culturas
disruptivas y buenas prácticas ambientales. Email: ximexceark@gmail.com
ORCID: https://orcid.org/0000-0002-5318-4785
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