TP DIPR Grimaldi-Solá

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Casos GRIMALDI y SOLA: El análisis de los problemas generales de Dipr

CONSIGNAS:
1) Identifique en ambos casos las circunstancias multinacionalizadoras.
2) Identifique en cada uno de ellos las cuestiones/problemas propios de nuestra materia
(estudiados en esta primera parte) y el tratamiento que de las mismas hizo el tribunal
interviniente.
3) Señale las similitudes y/o semejanzas que encuentra en el tratamiento de la cuestión
previa en ambos casos.
4) Identifique el concepto de orden público que contiene cada uno de ellos.
5) Opinión personal fundada sobre la resolución de ambos fallos. ¿Coincide con la
posición adoptada por el tribunal interviniente en última instancia? ¿Por qué?

A) Cám. Civ. 2ª Cap., 22/12/48, Grimaldi, Miguel Ángel s. sucesión.

Opinión del Fiscal de Cámara


Tanto Concepción Di Paola Grimaldi, como el “de cujus” tenían su domicilio en Italia, donde
falleció éste, y se efectuó la adopción de que se trata.
El caso ofrece singulares características, al extremo de que puede asegurarse que no existe
publicada jurisprudencia al respecto, adquiriendo aún mayor interés de haberse sancionado,
con posterioridad a la fecha en que se editó la sentencia la ley 13.252, pro la que se incorporan
al C.C. las normas allí establecidas referentes a la adopción.
Reduciendo a sus términos más sucintos la cuestión en debate, considera que puede
concretarse en los siguientes puntos: a) ¿el reconocimiento de la adopción efectuada en el
extranjero atenta contra el orden público argentino por contrariar el principio constitucional
que protege la familia y sus bases fundamentales?:
b) ¿es de aplicación en el sub lite la norma del art. 10 C.C., en el sentido que le tiene
reconocido la jurisprudencia, en lo que atañe a la transmisión sucesoria de bienes inmuebles
ubicados en el país? (JA t. 52, p. 3434 y 1942-I, p. 715).
Para el caso de ser afirmativa la respuesta a cualquiera de ambas proposiciones, la solución
del caso no puede ser otra que el progreso de la acción, es decir, la confirmación de la
sentencia; pero en el supuesto de que la adopción italiana no sea repugnante a nuestras
instituciones, la situación debe ser contemplada desde un punto de vista distinto, puesto que,
no existiendo otros herederos, la aplicación de la ley extranjera podría ser procedente (arts.
13 y 14, C.C.).
No se trata, entonces, de vulnerar normas de nuestro derecho vigente mediante la invocación
de leyes foráneas, que es lo que se han resistido a aceptar nuestros tribunales en virtud de lo
dispuesto por el art. 10, C.C., ni tampoco la de volver sobre la tan debatida cuestión acerca
de la unidad o pluralidad de sucesiones, puesto que si bien esta última tendencia es la que ha
prevalecido, mediante “decisiones inspiradas no sólo en disposiciones del derecho civil sino
que también deriva del ejercicio de la soberanía nacional y en amparo de la seguridad social
y económica de la familia” (JA 1942-I, p. 814) sino de resolver si corresponde o no aplicar
la ley extranjera en ausencia de una legislación sobre la materia.
El a quo consideró que éste era el verdadero aspecto jurídico del caso y es por ello que al
decidirlo en forma contraria a los intereses de la hija adoptiva, lo hacer en virtud de que el
reconocimiento de la adopción hecha en país extranjero hiere, a su juicio, nuestro régimen
familiar. Este ministerio comparte los fundamentos de la sentencia casi en su totalidad, puesto
que sus considerandos, reveladores de un meritorio estudio de la cuestión, parecen inclinar
la decisión precisamente en sentido contrario del que inspira su pronunciamiento, volcado a
favor de las pretensiones del Consejo Nac. De Educación, ante una razón que estima de orden
público.
En esta conclusión, disentimos con el a quo.
La institución de la adopción no aparece en nuestro ambiente hasta setiembre 15 del año en
curso, en que se sanciona la ley 13.252.
¿Pero existía antes de esa fecha alguna razón para considerar tan repugnante al espíritu de
nuestras leyes o costumbres, al extremo de desconocer sus efectos cuando éstos son
reconocidos por la legislación de un país amigo, al que nos unen vínculos de todo orden, y
de cuando su aplicación no resulta vulnerada ley nacional alguna, desde que ante la ausencia
total de sucesores legítimos o instituidos no aparece comprometida ni la legítima de herederos
forzosos ni el orden sucesorio?
La ausencia de la adopción en nuestro código es lo que podría calificarse como una cautelosa
actitud de Vélez Sarsfield, quien al exponer los motivos que aconsejaban dejar a un lado el
título pertinente, que acordó que por nuestras leyes le está abierto a la beneficencia el más
amplio campo, por lo que creía innecesario legislar sobre la materia, recordando al efecto la
opinión del Conde de Portalis, emitida en una ocasión semejante (v. cita de Coll y Estival en
“La adopción”, p. 3).
La circunstancia de que la adopción no estuviera en nuestras costumbres en aquella época, y
de que no lo exigiera el bien social – argumento este muy discutible por cierto – no es
suficiente, en mi opinión, para echar sobre una institución actualmente incorporada a nuestras
leyes el peso de una anatema que considero injusta desde que existe una tendencia legislativa
mundial en el sentido de reconocerla con una solución generosa, de ampliar proyecciones
humanitarias y sociales.
Según Capitant el orden público es el conjunto de normas y de instituciones que tienen por
objeto mantener en un país el buen funcionamiento de los servicios públicos, la seguridad y
la moralidad de las relaciones entre los particulares.
¿Se encuentran, acaso, afectados estos principios en el caso sub lite? La respuesta negativa
no me parece dudosa, y su consecuencia es, por lo tanto, admitir la procedencia de la
aplicación de la ley extranjera, oportunamente invocada por la interesada.
Siendo así, correspondería, y en ese sentido emito mi opinión, revocar la sentencia en recurso,
para declarar que Concepción Di Paola Grimaldi posee vocación hereditaria para suceder ab
intestato a su padre adoptivo, el causante – Manuel C. Olmos.

2º instancia. - Buenos Aires, diciembre 22 de


1948.¿Es arreglada a derecho la sentencia en
recurso?
El Perazzo Naón dijo: El Consejo Nac. de Educación pide se declare vacante la sucesión
porque la hija adoptiva del causante, que se ha presentado en el sucesorio como única
heredera carecería por nuestra ley civil de vocación hereditaria.
La hija adoptiva a su vez sostiene que el causante, de nacionalidad italiana, la adopción de
acuerdo a lo que permite la ley de Italia, nación en la que ambos se encontraban domiciliados,
y que en consecuencia es aquella ley la que rige y no la argentina todo lo que se refiere al
derecho sucesorio, porque así lo establece el C.C. art. 3283.
La sentencia declara que en el sub lite no es aplicable la ley extranjera, porque la adopción
cabe considerarla contraria al orden público que establece nuestra organización jurídica e
incompatible con el espíritu de la ley argentina, y, por consiguiente, el caso estaría
comprendido en el de inaplicabilidad de la ley extranjera que contempla el art. 14 inc. 2, C.C.
Apelan ambas partes, la presunta heredera por la cuestión de fondo y el Consejo en cuanto
se exime de costas a la parte vencida.
La oposición del Consejo se funda en dos razones distintas; la primera, que la adopción es
contraria al espíritu de nuestras leyes (art. 14, inc. 2 C.C.); la segunda, que toda transmisión
de bienes raíces se rige pro el estatuto real, de acuerdo a lo dispuesto por el C.cit. art. 10.
El problema jurídico que plantea la primera cuestión, si bien nuevo desde el punto de vista
de la jurisprudencia, desde que los tribunales no han tenido oportunidad de resolverlo, ha
apasionado y dividido desde tiempo atrás a la doctrina. No voy a traer a colación la opinión
de los autores que sostienen con respetables argumentos ambas tesis, porque ya lo ha hecho
el juez en forma exhaustiva, en su estudiada sentencia.
Ante todo conviene establecer, para evitar confusiones a que podría llevarnos ciertas
argumentaciones que hace el Consejo en su memorial, que el problema planteado no es de
capacidad de derecho, sino de vocación hereditaria.
En efecto: no existe disposición alguna de nuestra ley que incapacite al hijo adoptivo. Lo
discutible es si puede heredar en el país teniendo en cuenta que el codificador silencio ex
profeso la adopción, por considerar que dicha institución no estaba de acuerdo con las
costumbres del pueblo argentino en esa época. El hijo adoptivo estarías así respecto al
derecho sucesorio colocado en análoga situación, a la del pariente colateral más allá del sexto
grado, que aunque capaz de suceder carece de vocación hereditaria.
Aunque en nuestra ley no hay adopción, esta y los derechos de los hijos adoptivos dice el art.
4050 del código, se rigen por las leyes del tiempo en que pasaron los actos jurídicos. Del
artículo resulta que a los adoptados con anterioridad a la vigencia del código se les respetaban
los derechos adquiridos, lo que está demostrado que el Dr. Vélez, al no legislar sobre la
institución, no le dio el alcance en general de una prohibición de orden público, pues contra
esta clase de disposiciones no hay derechos definitivamente adquiridos (art. 5 del código)
A mi juicio, no resultando la adopción expresamente prohibida por la ley ni contraria a la
moral o a las buenas costumbres, no corresponde plantear el problema en términos absolutos,
o sea de si esta institución es en sí, contraria al espíritu de nuestra legislación o al orden
público que la misma establece, porque podría llevarnos a conclusiones injustas y erróneas.
El verdadero debe de hacerse, en mi entender preguntándose cuándo y en qué casos la calidad
hereditaria adquirida por la adopción bajo el amparo de la ley extranjera, resulta contraria a
nuestro orden público y, por consiguiente, inaplicable en el país.
Por de pronto la adopción no está legislado con la misma extensión en las distintas naciones,
así el código de Italia, por ejemplo, iguala en derechos a los adoptados con los consanguíneos,
la ley 13.252 recientemente sancionada por el Congreso, sólo la permite cuando no perjudica
a los hijos legítimos o naturales y no la autoriza en el matrimonio sin el consentimiento del
otro cónyuge (arts. 5 y 8 de dicha ley).
¿Podría decirse que una ley extranjera, análoga a la 13.252, sería contraria al espíritu de
nuestra legislación vigente con anterioridad a la sanción? La contestación negativa se
impone, desde que la ley respeta la organización familiar que establece el código y sólo tiende
a contemplarla para los casos en que no exista familia consanguínea, llenando así una
necesidad sentida de la época actual y obedeciendo a un verdadero clamor público a favor de
la institución, expresando en la opinión unánime de los autores y profesores de derecho.
La familia que nuestro código organiza como base nuclear de la sociedad y que ampara con
disposiciones que deben considerarse de orden público, desde que las personas carecen del
poder de modificarlas es la intima, constituida por los cónyuges y sus descendientes, al que
se extiende también a hijos y padres naturales. Los demás parientes, aunque la ley les impone
algunas veces obligaciones y les acuerda derechos, no forman parte de la familia propiamente
dicha y las disposiciones que rigen sus relaciones recíprocas no son por regla general de
orden público.
Así, cuando el código acuerda a los colaterales hasta el sexto grado, vocación hereditaria, no
persigue una finalidad social superior sino que actúa supliendo la voluntad del causante, pues
estima y con lógica razón que al morir aquél ab intestato son las personas que hubiera
indicado para sucederle en sus bienes, de haber podido expresar su voluntad.
No encuentro, pues, qué motivo de orden público resultaría conculcado, ni qué disposiciones
de protección familiar podía invocar el pariente colateral, con el fin de heredar al de cujus,
desde que en realidad no forma parte de su familia propiamente dicha, ni le ampara la
legítima, y sólo es llamado a la sucesión interpretando los deseos de aquél. Ni cómo podría
hablarse de voluntad presunta contra la expresa manifestada por el causante en vida al adoptar
un hijo de acuerdo a lo que le permitía la ley de su domicilio.
Con mayor razón no podrán tampoco ampararse en dichos principios los terceros que, como
el Estado, recogen los bienes del muerto ante la falta absoluta de herederos.
Por los fundamentos expuestos, opino que la hija adoptiva, con vocación hereditaria otorgada
por la ley del domicilio del causante, también la tiene, en principio, entre nosotros, de acuerdo
al art. 3283 de nuestro código, siempre que no exista cónyuge y descendiente de aquél,
domiciliado en el país, en cuyo caso no podría invocarla, porque la aplicación de la ley
extranjera resultaría incompatible con el espíritu de nuestra ley en cuanto organiza y protege
a la familia consanguínea. La situación no varía, a mi juicio, con al ley 13.252 recientemente
sancionada.
2º La segunda razón en que se funda el Consejo es en el art. 10 C.C, el que dispone que los
bienes raíces situados en la República son exclusivamente regidos por las leyes del país,
respecto de su calidad de tales, a los derechos de las partes, a la capacidad para adquirirlos,
a los modos de transferirlos y a las solemnidades que deben acompañar dichos actos.
El principio de soberanía es el fundamento de esta disposición, como lo reconoce el
codificador en su nota al art. 2507, y en él también se basan la doctrina y legislación
internacionales para dejar establecido que el régimen de los bienes inmuebles está sometido
al estatuto real.
Entre nosotros la doctrina con algunas disidencias y la jurisprudencia uniformemente desde
la Corte Suprema hasta los tribunales inferiores han aplicado el principio sin hesitación ante
los términos categóricos del artículo y la fuente de donde emana (Cáms. Civiles en pleno,
J.A., t. 5, p. 29; Cám. Civil 1º, confirmando erudita sentencia de 1º instancia con estudiada
nota del Dr. Alberto G. Spota, J.A., 1942-I, p. 715; Cám. Civ. 2º, JA 1943-III, p. 723).
El Dr. Fornieles sostiene en su obra sobre sucesiones (t. 1, p. 52) que la disposición, pese a
las diversas fuentes que menciona la nota, ha sido literalmente tomada de Store, y que no
cabe duda que comprende también la transferencia por sucesión, teniendo en cuenta que este
autor explica refiriéndose a los inmuebles, cuando dice: “Aquí prevalece un principio
diferente. La sucesión y la herencia de bienes reales se rigen exclusivamente por la ley del
país en el cual están situados. Ninguna persona puede heredar si no las que están reconocidas
como herederas legítimas por las leyes de ese país; y éstas heredan en la proporción y en el
orden que prescriben esas leyes”.
Por otra parte, el codificador en su nota al art. 3283, expresamente recuerda que puede
considerarse una de las excepciones a la regla del estatuto personal del domicilio que
consagra para el derecho de sucesión. “Lo dispuesto en el art. 10 del código respecto a la
transmisión de los inmuebles que forman una parte del territorio del Estado, cuyo título debe
ser siempre transferido de conformidad con las leyes de la República.” Ante principios tan
categóricos, llego a la conclusión de que la hija adoptiva, pese a la vocación hereditaria que
le he reconcomio, no puede hacerla valer en el país con respecto al bien inmueble de la
sucesión, desde que nuestra ley no le reconocía derecho hereditario a la fecha de la apertura
de la misma.
La situación no ha cambiado con la reciente sanción de la ley 13.252, después de trabaja la
litis y dictado el fallo de la 1º instancia, puesto que la adopción que ella autoriza solo produce
sus efectos, según lo dispone en el art. 10, desde la sentencia que la aprueba y la sucesiones
abra a la muerte del causante, que es cunado los bienes se transmiten (art. 3282) y, por
consiguiente, es en ese momento y no después que debe tenerse la vocación hereditaria.
Como el causante falleció en feb. 3/1943, la hija adoptiva que no era heredera, por la ley que
regía entonces entre nosotros, carece de vocación con respecto al bien inmueble de la
sucesión.
Por los fundamentos que preceden y los concordantes de la sentencia apelada y del dictamen
del fiscal de cámara, voto porque se confirme la sentencia en cuanto niega a la hija adoptiva
vocación hereditaria respecto a los bienes inmuebles y en cuanto exime de costas, y se lo
revoque en lo que se refiere a los bienes muebles, sin costas, también, en esta instancia, por
tratarse de una cuestión de puro derecho discutida en la doctrina y sobre la que no existía
jurisprudencia, y porque el recurso prospera parcialmente, perdiendo el
Consejo el suyo.
El Dr. Tezanos Pinto dijo: 1º Comparto en un todo las conclusiones a que arriba el vocal
preopinante en el consid. 1º de su voto, en cuanto reconoce que la hija adoptiva que tiene
vocación hereditaria acordada por la ley del domicilio del causante pueda hacerla valer en el
país cuando no existan herederos forzosos, pues sólo en este último supuesto aparecería
afectado el régimen y organización de la familia argentina.
2º No adhiero, en cambio, en la parte que le desconoce ese derecho con relación a los bienes
inmuebles, apoyándose en lo dispuesto por el art. 10 del título preliminar.
Como he sostenido en otras oportunidades el mencionad artículo al referirse a los “modos de
transferir” los bienes raíces; alude a los “medios” de transmisión y no a la “causa jurídica”
que la origina, es decir, a la tradición o inscripción en los Registros según el sistema de
publicidad adoptado en las distintas legislaciones como medios para la transmisión del
domicilio.
La “causa” es el porqué de la transmisión, la razón legal de la misma, sea por obra de una
sucesión, de actos entre vivos o por disposición de ultima voluntad, siendo el “modo” la
forma práctica de realizarse en el hecho de traspaso de los bienes raíces de que se ocupa el
artículo.
De ahí que el derecho sucesorio con las limitaciones establecidas por la ley a favor de los
herederos legítimos, se rija por el derecho local del domicilio que tenía el difunto a su muerte
de acuerdo a lo que dispone el art. 3283, C.C., a mi modo de ver, el principio de unidad de
las sucesiones.
3º Con la interpretación que dejo expuesta se concilian lo que ambos artículos disponen en
su texto, aunque de sus notas aparezca lo contrario, pues, como he dicho, el art. 10 del título
preliminar se refiere al modo y no a la causa de la transmisión de los bienes inmuebles,
legislada esta última pro la norma específica del art. 3283, como con igual criterio lo hacen
el art. 1205 para los contratos y el 3612 para los testamentos, o sea refiriéndome siempre a
las distintas fuentes que sirven de base a una transmisión de derechos.
Por estos fundamentos, y de conformidad con lo dictaminado por el fiscal de cámara, voto
por la negativa, sin costas, por las fundadas consideraciones que sobre este punto contiene la
sentencia en recurso.
El Dr. Chute se adhirió al voto del Dr. Perazzo Naón.
Por lo que resulta del acuerdo que precede, de acuerdo en parte con lo determinado por el
fiscal de cámara, se confirma la sentencia apelada en lo que se refiere al bien inmueble de la
sucesión y en cuanto exime de costas y se la revoca respecto al depósito bancario, el que se
declara le corresponde a la hija adoptiva como sucesora del causante. Sin costas en esta
instancia.– R. Perazzo Naón. C. de Tezanos Pinto. R. E. Chute.
B)Tribunal: Corte Suprema de Justicia de la Nación Corte Sup.
Fecha: 12/11/1996
Partes: Solá, Jorge Vicente s/ sucesión ab
intestato Cita Online: 04_319v3t109

Sumarios:
1 . Ref.: Legitimación. Derecho internacional privado. Tiene legitimación para
promover el juicio sucesorio la mujer que contrajo matrimonio con el causante en la
República del Paraguay sin que se hubiera disuelto el que éste celebró anteriormente en
nuestro país: art. 3545 del Código Civil y art. 699 del Código Procesal Civil y Comercial de
la Nación.
2 . Ref.: Tratados internacionales. La interpretación de tratados internacionales suscita
cuestión federal de trascendencia: art. 14 , inc. 3º de la ley 48 y art. 280 del Código Procesal
Civil y Comercial de la Nación.
3 . Ref.: Matrimonio. Derecho internacional privado. El Tratado de Montevideo de
Derecho Civil Internacional de 1940 no impone la obligación internacional de desconocer
validez al matrimonio celebrado en otro país contratante con impedimento de ligamen, sino
que deja librado al orden público internacional del estado requerido la decisión sobre la
reacción que más convenga al espíritu de su legislación.
4 . Ref.: Matrimonio. Sucesión. Legitimación. En virtud de la modificación de los
principios que informan la legislación matrimonial argentina por la ley 23515 y del criterio
de actualidad del orden público internacional, el orden jurídico argentino carece de interés
actual en reaccionar frente a un matrimonio celebrado en el extranjero con impedimento de
ligamen y que es invocado en virtud de los derechos sucesorios de la cónyuge supérstite.

Texto Completo:

FALLO DE LA CORTE SUPREMA


Buenos Aires, 12 de noviembre de 1996.
Vistos los autos: "Recurso de hecho deducido por María Cristina Ferrari en la causa Solá,
Jorge Vicente s/ sucesión ab intestato", para decidir sobre su procedencia.
Considerando:
1º) Que contra el pronunciamiento de la Sala G de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo
Civil que confirmó la resolución de primera instancia que había denegado legitimación para
promover el juicio sucesorio del causante a la mujer que contrajo matrimonio con éste en la
República del Paraguay sin que se hubiera disuelto el celebrado anteriormente en nuestro
país, dicha parte dedujo el recurso extraordinario, cuya denegación origina la presente queja.
2º) Que el recurso extraordinario es formalmente procedente, pues los agravios conducen a
la interpretación de tratados internacionales -ley suprema de la Nación (art. 31 Ver Texto de
la Constitución Nacional)- lo que suscita cuestión federal de trascendencia a los efectos de la
habilitación de esta vía (art. 14 Ver Texto , inc. 3º de la ley 48 y art. 280 Ver Texto del Código
Procesal Civil y Comercial de la Nación; confr. lo resuelto por la mayoría del Tribunal en
Fallos: 315:1848 y 318:2639).
3º) Que, en efecto, la legitimación de la viuda para iniciar la sucesión depende de la
celebración válida de su matrimonio con el causante y ésta, a su vez, se supedita a la
disolución válida del primer matrimonio contraído por aquél en la República Argentina.
En tales condiciones, resulta de aplicación el Tratado de Derecho Civil Internacional de
Montevideo de 1940, aprobado por el decreto-ley 7771/56 -en el que las Repúblicas del
Paraguay y Argentina son partes contratantes- que, en su art. 13 sujeta la validez del
matrimonio a la ley del lugar en donde se celebre, y a su vez, faculta a los estados signatarios
a no reconocer el matrimonio que se hubiere celebrado en uno de ellos cuando se halle viciado
de alguno de los impedimentos allí enumerados, entre ellos, el matrimonio anterior no
disuelto legalmente (inc. e).
4º) Que al tiempo de la celebración en Paraguay del matrimonio de Jorge Vicente Solá con
María Cristina Ferrari (3 de julio de 1980) la autoridad judicial argentina había dictado el
divorcio del primer matrimonio del causante, en los términos del art. 67 bis Ver Texto de la
ley 2393. Ello significa que el derecho del domicilio conyugal no había disuelto el vínculo al
tiempo de la celebración de la segunda unión. De la partida del segundo matrimonio
acompañada en estos autos no surge si el señor Solá se declaró soltero o divorciado ante la
autoridad habilitada para la celebración de los matrimonios en el Paraguay. Sea que en el país
vecino se haya considerado, equivocadamente, que el llamado divorcio por la ley 2393 Ver
Texto permitía recuperar la aptitud nupcial o, lo que es más probable, se haya ignorado, por
ocultamiento del contrayente, la existencia de un vínculo anterior no disuelto legalmente, lo
cierto es que Paraguay tampoco admite la bigamia. Sin embargo, la validez de ese segundo
matrimonio celebrado en el Paraguay no fue atacada en vida del causante y, probablemente,
se ha consolidado pues el derecho interno en cuyo seno se ha constituido esa situación jurídica
no admite -al igual que el derecho interno argentino- la acción de nulidad sino con
limitaciones (art.
188 del Código Civil paraguayo).
5º) Que en el sub lite lo que se trata de verificar según el derecho internacional privado
argentino es la satisfacción de los recaudos de validez de una situación creada en el extranjero
y que es llamada a desplegar efectos en el foro. Este examen debe efectuarse según las
disposiciones del Tratado de Montevideo de Derecho Civil Internacional de 1940 que, en el
caso de matrimonio celebrado en otro país contratante con impedimento de ligamen, no
impone a los otros países contratantes la obligación internacional de desconocerle validez
sino que deja librado al orden público internacional del Estado requerido la decisión sobre la
reacción que más convenga al espíritu de su legislación.
6º) Que el art. 4º del Protocolo adicional al tratado establece que: Las leyes de los demás
Estados jamás serán aplicadas contra las instituciones políticas, las leyes de orden público o
las buenas costumbres del lugar del proceso. Ello significa que la Argentina puede
desconocer o reconocer validez a la segunda unión, según los imperativos del orden público
internacional del foro, y en ambos supuestos actuará en fiel cumplimiento del Tratado.
7º) Que en este orden de ideas, cabe señalar que el orden público internacional no es un
concepto inmutable y definitivo sino esencialmente variable, pues expresa los principios
esenciales que sustentan la organización jurídica de una comunidad dada, y su contenido
depende en gran medida de las opiniones y creencias que prevalecen en cada momento en un
estado determinado. De allí que la confrontación debe hacerse con un criterio de actualidad,
noción que es ampliamente recibida en el derecho comparado (confr. Batiffol-Lagarde, Droit
International Privé, Tomo 1, 8a Ed., L.G.D.J. 1993, París, Nº 364, págs. 585/586 y nota 7).
8º) Que el principio de la disolubilidad del matrimonio civil por divorcio fue introducido
jurisprudencialmente en Fallos: 308:2268 y fue recogido por la reforma que la ley 23515 Ver
Texto introdujo en el derecho matrimonial positivo argentino. La citada ley adoptó nuevos
criterios de valoración sustancial al admitir la disolución del vínculo por divorcio para los
matrimonios, los procesos en trámite e incluso para las sentencias de separación pasadas en
autoridad de cosa juzgada extranjeras y nacionales que puedan transformarse en sentencias
de divorcio.
9º) Que esta modificación de los principios que informan la legislación matrimonial argentina
es relevante para lo que se discute en autos pues, en virtud del criterio de actualidad del orden
público internacional, el orden jurídico argentino carece de interés actual en reaccionar frente
a un matrimonio celebrado en el extranjero que es invocado en el foro en virtud de los
derechos sucesorios reclamados por la cónyuge supérstite.
10) Que, en virtud de las consideraciones precedentes, cabe reconocer a la recurrente
legitimación para iniciar la sucesión del causante (arts. 3545 Ver Texto del Código Civil y
699 Ver Texto del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación).
Por todo lo expuesto, se declara admisible la queja, procedente el recurso extraordinario
interpuesto, se revoca la resolución apelada y se declara que la recurrente tiene legitimación
para iniciar la sucesión del causante. Costas por su orden en todas las instancias, atento a la
naturaleza de la cuestión debatida (art. 68 Ver Texto , segundo párrafo del código procesal
citado). Agréguese la queja al principal, notifíquese y vuelvan los autos al tribunal de origen
para que sigan según su estado.
EDUARDO MOLINÉ O'CONNOR - CARLOS S. FAYT - AUGUSTO CÉSAR
BELLUSCIO - ANTONIO BOGGIANO - GUILLERMO A. F. LÓPEZ - GUSTAVO A.
BOSSERT - ADOLFO ROBERTO VÁZQUEZ.

1) Identifique circunstancias multinacionalizadoras:


- En el caso Grimaldi nos encontramos con: la adopción en Italia, la sucesión en Argentina
(juez competente argentino), nacionalidad del causante y heredera, ultimo domicilio radicado
en Italia, la situación del inmueble y radicación de la cuenta bancaria.
- En el caso Solá las circunstancias son: el lugar de celebración del acto (Paraguay),
jurisdicción sucesoria (Argentina), matrimonio (su validez/disolubilidad), nacionalidad y
ultimo domicilio del causante.
2) En ambos casos las cuestiones/ problemas propios de la materia planteada que se pueden
identificar son la aplicación del derecho extranjero, orden público, cuestión previa y además
en el caso Solá podemos hablar del fraude a la ley.
Ambos casos fueron tratados desde la perspectiva del orden público y la afectación a este
desde la aplicación del derecho extranjero como elemento fundamental, lo que llevara a
resultados diferentes. Particularmente, en el primero de ellos, donde la Cámara, en cuanto a
la sucesión en el inmueble argentino, distingue entre la validez de la adopción que se rige
conforme al derecho italiano y la vocación sucesoria de una hija adoptiva, que se regula en
virtud del derecho argentino, que, como en la fecha desconocía la adopción, por supuesto
tampoco enumeraba al hijo/a adoptivo/a entre los herederos ab intestato, concluyendo así en
una aplicabilidad a medias. -
3) Cuestión previa.
Respecto de las similitudes planteadas nos encontramos ante dos casos sucesorios donde para
resolver la procedencia de la vocación hereditaria había que resolver la situación previa que
hacía a la acreditación del vínculo, acto jurídico con lugar -en ambos casos- en el extranjero.
La diferencia entre ellos, es que para arribar a la solución se hicieron interpretaciones
distintas utilizando teorías diferentes, en el caso Grimaldi la solución responde a la teoría de
la Jerarquización (ideal) en donde existe una cuestión previa (adopción) que debía resolverse
para poder concluir con la cuestión principal (vocación hereditaria).
En lo atinente al caso Solá, la solución se dio en miras de la teoría de la equivalencia o
equiparación que plantea la igualdad de condiciones en las dos problemáticas, a la principal
y a la previa, donde el tribunal utiliza la misma norma indirecta para resolver la cuestión
principal y la cuestión previa.
4) Identifique el concepto de orden público
- En el caso Grimaldi se define al orden público como aquel “(…) conjunto de normas y de
instituciones que tienen por objeto mantener en un país el buen funcionamiento de los
servicios públicos, la seguridad y la moralidad de las relaciones entre los particulares” de
ahí que los votos coincidentes de los Dres. R. Perazzo Naón. C. de Tezanos Pinto. R. E.
Chute, en cuanto a que reconocer la vocación hereditaria de la hija adoptiva por la ley del
domicilio del causante -siempre que no exista cónyuge y descendiente de aquél, domiciliado
en el país, siendo que en cuyo supuesto la aplicación de la ley extranjera resultaría
incompatible-, no afectaría el régimen y organización (consanguínea) de la familia argentina.
-
- En el caso Solá refiere que “(…) el orden público internacional no es un concepto inmutable
y definitivo sino esencialmente variable, pues expresa los principios esenciales que sustentan
la organización jurídica de una comunidad dada, y su contenido depende en gran medida de
las opiniones y creencias que prevalecen en cada momento en un estado determinado.”
En punto con ello, Argentina al poder desconocer o reconocer validez a la segunda unión,
según los imperativos del orden público, siendo que en ambos supuestos actuará en fiel
cumplimiento del Tratado, (conforme al art. 4º del Protocolo adicional al Tratado de
Montevideo de Derecho Civil Internacional de 1940), considerando que la validez de ese
segundo matrimonio celebrado en el Paraguay no fue atacada en vida del causante y que con
la reforma de la ley 23515 se adoptaron nuevos criterios de valoración sustancial al admitir
la disolución del vínculo por divorcio, en virtud del criterio de actualidad del orden público
internacional, se explica que el orden jurídico argentino careciera de interés en reaccionar
frente a un matrimonio celebrado en el extranjero que es invocado en el foro.
5) En lo que respecta al caso Solá coincido conforme fuera desarrollado en el punto anterior,
por cuanto se plantea desde una postura en la que el orden público es mutable en el tiempo a
la par de la sociedad cuando ésta varía en su concepción de lo que es fundamental a su
existencia. En tal sentido, considerar que las circunstancias planteadas en ese contexto de
actualidad no tenían relevancia a partir de las nuevas posturas jurídicas que respondían a los
intereses actuales y reales del ordenamiento no resulta desacertada.
En cuanto al caso Grimaldi, también sosteniendo lo planteado párrafos anteriores, adhiero en
parte, puesto que admitida la validez de la adopción (según la ley italiana), considero
resultaba incongruente y/o contradictorio negarle los efectos propios que le reconocía el
derecho aplicado a la validez.

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