S: I. Introducción. II. La Confederación Regional Obrera
S: I. Introducción. II. La Confederación Regional Obrera
S: I. Introducción. II. La Confederación Regional Obrera
I. INTRODUCCIÓN
Entre los antecedentes del sindicalismo, Trueba Urbina menciona “la so-
ciedad particular de socorros mutuos... posteriormente se estimó que el
sistema cooperativo de consumo era más benéfico que el mutualista. El
16 de septiembre de 1872 se fundó la primera asociación de tipo profe-
sional, círculo de obreros”.2 Esta organización llegó a contar en sus filas,
en octubre de 1874, con más de ocho mil trabajadores, en su mayoría
artesanos y obreros de hilados y tejidos. El 5 de marzo de 1876, fue
fundada la Confederación de Asociaciones de Trabajadores de los Esta-
dos Unidos Mexicanos, la cual fortaleció la unidad de los trabajadores,
constituyéndose después, en 1890, en la Orden Suprema de Empleados
Ferrocarrileros Mexicanos, la Unión de Mecánicos Mexicanos, la Socie-
dad de Hermanos Caldereros Mexicanos, la Liga Mexicana de Empleados
de Ferrocarril y otras más. En Cananea se fundó la Unión Liberal Hu-
manidad y, en Orizaba, Veracruz, el Gran Círculo de Obreros Libres,
37
38 JOSÉ MANUEL LASTRA LASTRA
3 Ibidem, p. 352.
4 Graham Fernández, Leonardo, Los sindicatos de México, Atlamiliztli, 1969, p. 44.
5 Idem.
EL SINDICALISMO EN MÉXICO 39
11 Ibidem, p. 501.
12 Idem.
13 Reyna, José Luis y Miquet, Marcelo, “Introducción a la historia de las organizaciones
obreras en México: 1912-1916”, Tres estudios sobre el movimiento obrero en México, México, El
Colegio de México, 1976, p. 26.
42 JOSÉ MANUEL LASTRA LASTRA
Partido Laborista, ya que Gasca era uno de sus líderes más conocidos y
respetados. Esto ocasionó que las relaciones entre Calles y los dirigentes
de la CROM se comenzaran a debilitar. Por esas fechas (1927), Calles
ya no encontraba aprovechable o interesante ser conocido como el pre-
sidente obrerista y bolchevique. Su gobierno tendía abiertamente al con-
servadurismo y dependía cada vez más del apoyo de la derecha, aunque
por algún tiempo tuvo una simpatía sincera por el movimiento proletario.
Esto originó, como lo he venido apuntando, una serie de desacuerdos
entre él y los miembros obreros del gobierno en un intento por hacerlos
renunciar. En consecuencia, cuando comenzó la campaña presidencial de
1917-1928, los dirigentes de la CROM efectivamente necesitaban tiempo
para pensar en una salida a esta situación tan difícil, por lo que decidie-
ron, en el Congreso del Partido Laborista, realizado en septiembre de
1927, que “la única vía era la aceptación de Obregón como candidato
presidencial por el partido”.16
Morones aparentaba indiferencia respecto al tema de la reelección,
pero entre las masas obreras había un resuelto sentimiento en contra de
la misma; una facción quería apoyar la candidatura del general Francisco
Serrano; otros buscaban ampliar el mandato presidencial a seis años, para
que Calles pudiera permanecer dos años más en el cargo, y otros propo-
nían como candidatos presidenciales de la CROM a Morones o a Gasca.
No obstante, el Grupo Acción (de la CROM), utilizando mano dura, pudo
imponer su voluntad a los diferentes elementos y evitar una escisión en
el partido. La convención aceptó a Obregón como candidato obrero, pero
con una reserva. Apoyarían su candidatura en la inteligencia de quedar
en libertad de retirarle este apoyo en el momento que juzgaran prudente
hacerlo. Y, el 30 de abril de 1928, el Partido Laborista le retiró su apoyo,
para dejar en entera libertad a la mesa directiva de escoger su candida-
tura, lo cual significa, finalmente, que no se declararon obregonistas.
Morones renunció a las actividades gubernamentales y justificó su ac-
titud en un discurso que tuvo amplia difusión entre los miembros del
Partido Laborista, en el que expresaba:
Una organización obrera tiene todo el derecho a ser política cuando existe
una corriente de franqueza, basada en hechos innegables, la cual puede otor-
gar a los hombres que dirigen la acción política de nuestro país, todo el pres-
tigio y las garantías necesarias para ganarse la confianza de las masas obreras;
cuando hay un hombre como Calles; con él se puede ser político, ir en cual-
quier dirección, guiado por él, pero cuando hay otras circunstancias, es pre-
ferible repetir el cadalso: la vieja guardia muere, pero no se rinde.17
17 Ibidem, p. 1008.
46 JOSÉ MANUEL LASTRA LASTRA
18 Alessio Robles, Vito, Desfile sangriento, México, Porrúa, 1979, pp. 36 y 37.
EL SINDICALISMO EN MÉXICO 47
19 Guadarrama, Rocío, Los sindicatos y la política en México: la CROM, México, Era, 1981,
p. 187.
48 JOSÉ MANUEL LASTRA LASTRA
20 López Aparicio, Alfonso, El derecho latinoamericano del trabajo, México, UNAM, 1974,
p. 187.
EL SINDICALISMO EN MÉXICO 49
21 Ibidem, p. 188.
22 Meyer, Jean et al., op cit, p. 89.
23 Carr, Barry, El movimiento obrero y la política en México, 1920-1929, México, Era, 1981,
p. 137.
24 López Aparicio, Alfonso, op cit., p. 188.
25 Idem.
50 JOSÉ MANUEL LASTRA LASTRA
34 Ibidem, p. 77.
35 Basurto, Jorge, op. cit., p. 199.
36 López Aparicio, Alfonso, op. cit., p. 189.
37 Idem.
38 Basurto, Jorge, op. cit., p. 200.
EL SINDICALISMO EN MÉXICO 53
...el primero con la desintegración de las dos centrales más importantes ema-
nadas de la Casa del Obrero Mundial, la CROM y la CGT y, el segundo, la
incorporación de los trabajadores al Estado, a través de una central más sóli-
damente constituida, como ha sido demostrado a lo largo de cincuenta años...
la CTM.47
Sin duda alguna, esta central del movimiento obrero tiene entre los
aspectos relevantes de su existencia, la formación del Comité Nacional
de Defensa Proletaria, en el que participan, prácticamente, todas las or-
ganizaciones sindicales más importantes que la integran. Se reúnen los
días 12, 13, 14 y 15 de junio de 1935, las siguientes agrupaciones: Alian-
za de Obreros y Empleados de la Compañía de Tranvías de México, S.A.,
Sindicato de Trabajadores Ferrocarrileros de la República Mexicana, Sin-
dicato de Trabajadores Mineros, Metalúrgicos y Similares de la Repúbli-
ca Mexicana y Sindicato Mexicano de Electricistas.
Todas estas organizaciones de trabajadores acordaron de plena confor-
midad celebrar un pacto de solidaridad, señalando en su base primera
que, en virtud de la “necesidad imperiosa de que el movimiento obrero
y campesino se unifique”.48 Debido a la situación tan crítica por la que
atravesaba el proletariado en México, las agrupaciones que suscribieron
este pacto, acordaron constituir un Comité Nacional de Defensa Proleta-
ria. Este Comité procuraría armonizar los intereses de las agrupaciones
en pugna, con el fin de resolverlas, mirando siempre por la unificación
de los trabajadores; esto no implicaba de manera alguna que se preten-
diera intervenir en la autonomía de las agrupaciones pactantes. Las agru-
paciones que suscribieron este pacto se obligaban —en el momento mis-
mo en que aparecieran en el país manifestaciones de carácter fascista o
de cualquier otra índole, que pusieran en peligro la vida de las agrupa-
49 Ibidem, p. 66.
58 JOSÉ MANUEL LASTRA LASTRA
50 Ibidem, p. 83.
EL SINDICALISMO EN MÉXICO 59
51 Ibidem, p. 190.
52 Ibidem, pp. 214, 215, 217 y 220.
60 JOSÉ MANUEL LASTRA LASTRA
57 Lombardo Toledano, Vicente, Teoría y práctica del movimiento sindical mexicano, México,
Universidad Obrera de México, 1974, p. 64.
EL SINDICALISMO EN MÉXICO 63
65 Ibidem, p. 67.
68 JOSÉ MANUEL LASTRA LASTRA
66 Ibidem, p. 72.
67 Wilkie, James y Wilkie, Edna M. de, México en el siglo XX, México, UNAM, Instituto de
Investigaciones Económicas, 1969, p. 365.
68 Lombardo Toledano, Vicente, op. cit., p. 74.
EL SINDICALISMO EN MÉXICO 69
más fuertes del país, pero los deseos de autonomía de cada uno de ellos
hicieron fracasar el proyecto.
En 1948, como una alternativa política, Lombardo funda el partido
Popular Socialista (PPS), buscando la concertación institucional del po-
der. El intento “resultó inútil y ese partido, aunque sobrevive en la ac-
tualidad, no tuvo la importancia política que Lombardo pensó, llegaría a
tener”.73
81 Ibidem, p. 68.
82 Lombardo Toledano, Vicente, op cit., p. 80.
83 Buen Lozano, Néstor de, Sindicatos, democracia y crisis, México, Porrúa, 1985, p. 46.
EL SINDICALISMO EN MÉXICO 75
sos, la coherencia que adquirió el movimiento fue tal, que la mesa direc-
tiva anterior fue removida, eligiéndose una nueva, encabezada por De-
metrio Vallejo como secretario general del sindicato en agosto de 1958.
Las demandas planteadas fueron cumplidas, pero la mesa directiva del
sindicato continuó presionando por mayores reivindicaciones. El 1o. de
diciembre de 1958, habiendo asumido ya la presidencia Adolfo López
Mateos, el sindicato propuso revisar las tarifas de los ferrocarriles y eli-
minar canonjías hasta hacerla de una empresa rentable. Estas demandas
no prosperaron y la decisión fue la de reprimir “el movimiento ferroca-
rrilero, su liderazgo y las bases que lo apoyaban”.84
A fines de marzo de 1959 el movimiento fue aniquilado, los líderes
fueron encarcelados y fueron despedidos varios miles de trabajadores con
el fin de restablecer el orden. Este suceso es un amargo retroceso en las
luchas proletarias de México.
Después de los acontecimientos a que nos hemos referido, el gobierno
de López Mateos consideró la creación de una nueva central que agluti-
nara a los sindicatos disidentes. Éste fue el motivo principal para la for-
mación de la Central Nacional de Trabajadores (CNT) en diciembre de
1960. Originalmente estuvo compuesta por el SME, la CROC, la FROC
y el Sindicato Único de Trabajadores Electricistas de la República Me-
xicana (SUTERM). Pugnaba por la independencia del movimiento obre-
ro. Al acto inaugural asistieron más de veinticinco mil trabajadores. Esta
nueva gran confederación se encontraba en oposición al BUO, que ya
para fines de los años cincuenta declaraba tener una afiliación cercana al
millón y medio de trabajadores. La existencia de esta central fue efímera.
Porque, para 1966, desapareció junto con el BUO, para dar paso a un
nuevo intento de unificación: el Congreso del Trabajo.
Aunque el FAT parece haber roto las amarras con sus antecedentes
eclesiásticos, coincide en variadas ocasiones con la izquierda, sin que se
produzcan definiciones comprometedoras. Su acción sindical es eficaz,
gracias a la habilidad de sus dirigentes; se ha orientado hacia el mundo
indefinido de la educación privada y pública. Esta organización ejerce
una clara crítica del sindicalismo mediatizado y suele poner de manifiesto
las deficiencias del sistema político y la necesidad de devolver a los tra-
bajadores su poder adquisitivo. Vive una etapa de consolidación, en es-
pera de mejores oportunidades. Le preocupa la formación sindical de sus
dirigentes, que frecuentemente viajan hacia América Latina y Europa,
para asistir a cursos de dirigencia sindical. Como parte de su estrategia
busca democratizar los sindicatos oficialistas, sin tratar de arrancarlos de
su central de origen. El programa de lucha del FAT ha sido considerado
en diversas ocasiones como autogestionario, que establece metas a corto,
mediano y largo plazos. Por ello, De Buen expresa que “se trata de una
tarea larga de creación de conciencia de clase tan escasa en nuestro medio
laboral. El FAT por lo mismo, no tiene demasiada prisa”.94
Pretende, a largo plazo, la creación de un Estado socialista, sin clases,
que explote racionalmente la naturaleza y no a los trabajadores. Que
los centros de trabajo sean propiedad social y administrados por quie-
nes los trabajan. Establece, a mediano plazo, dentro de su programa de
acción económica y política, lo siguiente: escala móvil de salarios, con-
trol efectivo de precios, creación del seguro de desempleo, jornada de
cuarenta horas con pago de cincuenta y seis, administración de empresas
con libros de contabilidad abiertos a los trabajadores, nacionalización de
industrias clave, tierra, transporte, banca y compañía de seguros, termi-
nación de monopolios y oligarquías, etcétera. En el aspecto político, sus
metas son: imponer el respeto al derecho de asociación y de organización
política, democracia, independencia y autonomía de las organizaciones
de los trabajadores, con respecto al Estado, los empresarios y el capital
extranjero, etcétera. A corto plazo, sus aspiraciones son: el aumento de
general de sueldos, que supera el alza de artículos y servicios de consumo
popular, tendiendo a establecer la escala móvil de salarios; organizar aso-
ciaciones populares de consumidores que orienten y organicen acciones
de presión contra los encarecedores; crear auténticas cooperativas de pro-
ducción, consumo, ahorro y crédito; desarrollar el proceso de organiza-
94 Ibidem, p. 63.
82 JOSÉ MANUEL LASTRA LASTRA