Tema 7. La Novela Espanþola de 1939 A 1975

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TEMA 7: LA NOVELA ESPAÑOLA DE 1939 A 1975

En 1939 termina una guerra que dejó España en la más absoluta miseria, tanto económica como moral y
supuso el exilio de la mayoría de los escritores e intelectuales (Salinas, Cernuda, Alberti, Machado).
Otros mueren en la guerra: Lorca, Unamuno. Así empieza una dictadura y una época de aislamiento
internacional que termina con la muerte del general Franco en 1975. La literatura se ve inmersa en una
represión política y en una censura permanente hasta los años 60, cuando empieza una etapa de
desarrollo económico y una lenta y paulatina relajación de la misma, en la que influye de manera
decisiva la entrada de España en la ONU. Se levantan voces en las universidades y la oposición al
régimen se va haciendo cada vez más fuerte, con protestas y manifestaciones de los sectores de la
izquierda.
Una de las consecuencias más importantes de la guerra fue el exilio de un gran número de escritores
que compartirán tres aspectos temáticos: el recuerdo del conflicto bélico, la presencia de los nuevos
lugares donde tienen que vivir y la reflexión sobre la existencia el ser humano. Entre estos autores en el
exilio podemos destacar a Ramón J. Sender, cuyas obras se pueden encuadrar dentro de una tendencia
realista y social, con el tema de España y la guerra como centro (Réquiem por un campesino español y
Crónica del alba); Rosa Chacel (Memorias de Leticia Valle), Francisco Ayala, con una visión pesimista (
Muertes de perro) y Max Aub (La calle de Valverde).
Tras la guerra civil aparece la necesidad de una nueva estética: la novela del 98 queda muy lejos y Baroja
parece agotado, mientras la estética del 14 no responde a la nueva realidad. Se vuelve, por ello, a la
tradición realista española.
Durante los 40 los escritores próximos a la ideología de los vencedores de la guerra escriben una novela
propagandística que exalta la heroicidad de los combatientes, como por ejemplo La fiel infantería de
García Serrano que presenta el falangismo como el sistema ideal de gobierno. Sin embargo, en esta
década aparecerán dos obras con un lenguaje diferente y un tono crítico, novelas acordes con la
realidad cruda que el país ha heredado de la guerra. Camilo José Cela (Nobel en 1989) publica en el
1942 La familia de Pascual Duarte, creando lo que se ha denominado “tremendismo”, dominado por la
crueldad y acciones violentas y extremas, personas que comportan como animales capaces de los
crímenes más atroces; Carmen Laforet publica Nada en 1945, mostrando el mundo oscuro y depresivo
de los años de posguerra, dentro de la novela existencial. También podemos sumar a esta tendencia
existencial la primera novela de Miguel Delibes, La sombra del ciprés es alargada, de 1947, escrita con
un estilo lineal y sobrio.

La renovación de la novela se produce en la segunda mitad del siglo XX. La llamada novela social y
experimental. A comienzos de los años 50, la narrativa española pasa de abordar los temas existenciales
e individuales de la novela de posguerra a tratar temas sociales y colectivos, La estética dominante en
ese momento es la realista, por lo que denominará realismo social. En general, se escribe una literatura
comprometida moral o políticamente, siguiendo la concepción del arte útil, que considera que la
literatura debe tener una función social. Entre las aportaciones formales de la novela realista social cabe
destacar:
- el objetivismo o desaparición del autor, que se limita a narrar los hechos, con intención testimonial,
como si fuera una cámara de cine, como en El Jarama de Rafael Sanchez Ferlosio (1956), historia de
unos jóvenes durante un día de excursión.
- el conductivismo o afán documental de reproducir con exactitud la realidad.
- la reducción espacial y temporal de las obras, como se puede comprobar en La colmena (1951) de Cela,
cuya acción transcurre en tres días y donde nos muestra, a través de secuencias breves, el absurdo de la
vida.
- la sustitución del héroe o protagonista individual por un personaje colectivo, (en La colmena aparecen
300 personajes)
- presencia, a veces, del humor, de la ironía o del escepticismo.
- la escritura de novelas con escaso argumento que ponen el interés en el testimonio y la denuncia
social.
Los temas van desde el vacío y egoísmo de la burguesía, el duro trabajo rural y la miseria del campo (Las
ratas de Miguel Delibes), la explotación del proletariado industrial, la soledad y la incomunicación (como
en Entre visillos de Carmen Martín Gaite), el éxodo rural o la guerra civil.
Destacan, a parte de los nombrados, los autores Ignacio Aldecoa con sus seres marginados en El fulgor
de la sangre (1954) y Gran Sol (1957) y Jesús Fernández Santos con Los bravos (1954)
o Laberintos (1962) ambas de protagonista colectivo y la académica Ana María Matute, Primera
memoria (1960), sobre la guerra civil.

Sin embargo, la verdadera renovación de la novela española se va a producir durante los años 60 y
principios de los 70, con la aparición de la novela experimental. En este cambio de rumbo influyó de
manera determinante el conocimiento de los grandes novelistas europeos y norteamericanos del siglo
XX (William Faulkner, Franz Kafka, James Joyce, Marcel Proust, etc.), auténticos renovadores del género,
de la nueva novela hispanoamericana (sobre todo La ciudad y los perros (1962), de Mario Vargas Llosa,
y Cien años de soledad (1967), de Gabriel García Márquez) y el poder creciente de las editoriales, que
ayuda a una mayor difusión de las obras publicadas. Sin abandonar los problemas existenciales y
sociales, los autores expresarán una mayor variedad temática.
La obra que inaugura esta nueva tendencia es Tiempo de Silencio (1962) cuya acción transcurre en el
Madrid de 1949, en la que el argumento no es lo más importante sino la técnica, el estilo y el fondo
social e ideológico, de Luis Martín Santos. Presenta un recorrido desolador por las calles más humildes
en un ambiente de miseria económica y moral, sin falta de objetivos en la vida y con personajes
condenados a una rutina embrutecedora. En esta obra se mezclan todos los registros posibles del
lenguaje: desde los tecnicismos médicos al habla marginal. La narrativa experimental, aunque sigue sin
abandonar en un principio la crítica social, da preferencia a los aspectos formales de la novela. Surge así
una novela antirrealista, cultural, barroca y elitista, que da preferencia a lo fantástico y a lo mítico.
Durante este período, se introducen en España importantes innovaciones narrativas como son:
- la técnica del monólogo interior donde el autor deja fluir con libertad el pensamiento de los
personajes, a veces se alteran las normas sintácticas y se omiten los signos de puntuación.
- el contrapunto, en el que el autor hace confluir historias simultáneas.
- las digresiones del autor, que le permite expresar su pensamiento.
- ruptura del relato lineal y el desorden temporal o espacial.
- la utilización de diversos registros lingüísticos.
- se vuelve a un protagonista individual, a veces desorientado y castigado por la sociedad.
- se sustituyen los capítulos por secuencias o fragmentos, buscan un lector activo.
- la inserción de fragmentos de otros tipos de textos, como guías turísticas, dibujos o fragmentos
periodísticos.
Otras obras de este momento son Volverás a Región (1967), de Juan Benet, donde crea un espacio
imaginario, reflejo de España. Con un estilo muy barroco, basado en frase larguísimas, detiene la acción
para recrearse en la descripción del mundo interior de los personajes. Cinco horas con Mario, de Miguel
Delibes (1966), un largo soliloquio de Carmen, que pasa cinco horas velando el cadáver de su marido,
Mario. Juan Marsé, con Últimas tardes con Teresa ( 1966) visión crítica de la burguesía catalana y Si te
dicen que caí (1973), con múltiples narradores que convierten el recuerdo de la posguerra barcelonesa
en una mezcla de hechos reales, inventados o míticos. G. Torrente Ballester , La saga/fuga de J.B.
(1972), en torno a cuyo cambiante protagonista se narran mil años de historia de una imaginaria ciudad
gallega.

En conclusión, la dictadura franquista impuso un aislamiento cultural que apartó a nuestra literatura de
las nuevas tendencias europeas hasta los años sesenta, momento en el que se pasará del realismo social
a la novela experimental, para más tarde, a partir de 1975, volver a tendencias narrativas más
conservadoras.

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