Cap 3 Asig 51
Cap 3 Asig 51
Cap 3 Asig 51
En este capítulo se analizarán las características de los ejercicios cuya duración sea
inferior o cercana a un minuto. Para ello se analizarán, basados en las competiciones
de atletismo, tres tipos de ejercicios de duraciones diferentes: 1) duración inferior a
15 segundos (como los 100 metros), 2) duración comprendida entre 16 y 39 segundos
(como los 200 metros), y 3) duración comprendida entre 45 y 90 segundos (como los
400 metros).
INDICE
(subrayado: temas preferentes)
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Durante los ejercicios de una duración inferior o cercana al minuto, la mayor par-
te de la energía necesaria para producir la contracción muscular proviene de los pro-
cesos anaeróbicos. Sin embargo, cuando en Fisiología del Ejercicio se habla de es-
fuerzos predominantemente anaeróbicos, se suele tener tendencia a asociarlos con un
concepto de negatividad. Ello se debe, a nuestro entender, a dos motivos principales:
Newsholme (1986) señala que la mejor manera de entender la evolución del metabo-
lismo energético durante una prueba de máxima intensidad y de muy corta duración
es considerar que los humanos y los animales están dotados de mecanismos de pro-
ducción rápida e intensa de energía que les permiten tener una reacción de huida. Es-
to les permite poder realizar en situaciones determinadas un esfuerzo muy violento
que sólo es necesario producir durante un corto período de tiempo.
Los requerimientos de energía necesarios para realizar este tipo de actividad es-
tán estrechamente ligados a la capacidad para tener y utilizar inmediatamente fuentes
de energía que produzcan la máxima energía por unidad de tiempo. Esto se produce
de modo más efectivo cuando se utiliza el metabolismo anaeróbico, por diversas ra-
zones (Newsholme 1986): 1) si la energía se obtuviera solamente de los procesos ae-
róbicos, ello exigiría que tendría que pasar continuamente por los músculos un cau-
dal de sangre muy elevado y esto necesitaría que el corazón realizase un gran trabajo
(Newsholme 1986) y, además, que lo realizase nada más comenzar el ejercicio. Los
músculos que tienen un metabolismo predominante aeróbico no tienen este problema
porque su caudal está mucho más reducido en reposo y, además, dicho caudal aumen-
ta progresivamente a lo largo del tiempo (Newsholme 1986). 2) cuando se utiliza el
metabolismo anaeróbico, no se necesita utilizar las mitocondrias. Esto hace que haya
más espacio en las fibras musculares para ser ocupado por las miofibrillas y, por lo
tanto, posibilita que se pueda producir más energía por unidad de tiempo (Newshol-
me 1986). 3) Por último, las fibras musculares que producen energía predominante-
mente de origen anaeróbico, requieren menor número de arterias y de venas. Esto les
permite tener un número mayor de miofibrillas y de producir más energía por unidad
de tiempo (Newsholme 1986).
Por todas estas razones, la producción de energía anaeróbica no debe verse como
una consecuencia negativa del ejercicio, sino más bien como un mecanismo muy útil
que permite al cuerpo realizar un trabajo excepcionalmente rápido o intenso en poco
tiempo (Gollnick and Hermansen 1973).
En el músculo hay solamente tres substratos que producen energía de modo rápi-
do e intenso sin necesidad de utilizar el oxígeno (Newsholme 1984): el ATP, la CP
(fosfocreatina) y el glucógeno. Por lo tanto, desde un punto de vista teórico, los subs-
tratos que se deberían utilizar preferentemente durante un ejercicio realizado a la
máxima intensidad posible durante menos de 15 segundos de duración son el ATP,
que se hidroliza casi instantáneamente (Cerretelli 1992), la CP, que se utiliza espe-
cialmente en los primeros segundos de ejercicio, y la glucogenólisis anaeróbica
(Newsholme 1986). El ATP está presente en muy poca cantidad en el músculo y, si
fuese el único substrato presente en el músculo, solamente podría proporcionar la
energía necesaria a la contracción muscular durante 1 a 3 segundos. La CP es el se-
gundo combustible más rápido porque puede generar ATP instantáneamente; sin em-
bargo sus reservas en el músculo, aunque 3 a 4 veces mayores que las reservas de
ATP, son también bastante pequeñas, porque ellas solas solamente podrían propor-
cionar la energía necesaria a la contracción muscular de máxima intensidad durante
5 segundos (Newsholme 1986). Sin embargo las reservas de CP permiten que los
procesos glucogenolíticos anaeróbicos, que son más complejos y necesitan más tiem-
po, se pongan en marcha (Newsholme 1986). En este apartado se analizarán las res-
puestas cardiorrespiratorias y metabólicas de los ejercicios cuya duración sea inferior
a 15 segundos.
Por su parte, Locatelli (1996), durante los Campeonatos de Italia al aire libre de
1994 encontró que en 4 atletas masculinos que corrieron 100 metros entre 10.54s y
10.69s, las concentraciones de lactato sanguíneo estaban comprendidas entre 14.57
mmol/l y 16.02 mmol/l, mientras que Hautier y col. (1994) encontraron valores de
8.5 ± 0.8 mmol.l-1, en sangre capilar, en 12 atletas del Camerún que corrieron 100
metros en 10.7 ± 0.24 segundos. Durante ese mismo Campeonato, las concentracio-
nes de lactato sanguíneo en 3 atletas femeninas que corrieron 100 metros entre 11.65s
y 11.85s estuvieron comprendidas entre 12.8 y 13.0 mmol.l-1. El mismo autor estu-
dió la concentración sanguínea de lactato al finalizar la carrera de 60 metros lisos del
Campeonato de Italia en Pista Cubierta de 1994 en 6 atletas masculinos que corrieron
dicha distancia entre 6.76s y 6.87s. Los valores de lactato sanguíneo oscilaron entre
8.6 mmol/l y 13.0 mmol/l. Sin embargo, en su publicación Locatelli (1996) no señaló
ni el lugar de extracción de la sangre ni el método utilizado para analizarla, ni el
componente de la sangre analizado. Por lo tanto, no es oportuno comparar los resul-
tados de este estudio con los de los demás.
Por lo visto anteriormente, los resultados de los diferentes estudios que han ana-
lizado la concentración sanguínea de lactato al terminar una carrera de 100 metros
lisos en atletas de nivel nacional no son muy concordantes. Por ejemplo, los valores
para marcas muy semejantes pueden oscilar desde los 6-9 mmol/l ( Duffield y col.
2004, Hirvonen et al 1987), pasando por los 11-13 mmol/l hasta llegar a los 16-17
mmol/l (Locatelli 1996,Osnes and Hermansen 1972). Ello se debe probablemente a
que la situación de competición (oficial o no oficial), los lugares de extracción de
sangre, las técnicas de manipulación de la muestra y su análisis son diferentes, por lo
que no parece adecuado comparar dichos estudios entre sí.
El ATP formado retrasa la depleción muscular de ATP, mientras que el AMP forma-
do es tóxico (Zarzeczny et al 2001) y se convierte rápidamente en IMP para dismi-
nuir la toxicidad, liberando además amonio (paso 3 de la figura 3.2). Se considera
que la aparición en sangre de amonio durante este tipo de ejercicio sería el reflejo de
que se ha puesto en marcha esta reacción de urgencia como consecuencia de la dis-
minución de las reservas de ATP y también de la magnitud de dicha disminución
(Stathis et al 1994).
Una diferencia entre los atletas velocistas de alto nivel y los atletas de disciplinas
de larga duración o los sedentarios es que estos dos últimos grupos presentan un au-
mento mucho menor de la concentración de hipoxantina y de ácido úrico durante la
realización de un ejercicio a máxima intensidad y de corta duración (Hellsten-
Westing et al 1991). Lo mismo ocurre con la concentración de amonio en sangre. Por
ejemplo, Hageloch y col. (1990) analizaron la concentración sanguínea de amonio
durante los 3-6 minutos de recuperación tras una carrera de 75 metros en dos grupos
de jóvenes de 14-16 años: uno compuesto por 19 jóvenes que corrieron la distancia
en 9.60 ± 0.41s (grupo rápido), y el otro de 7 jóvenes que corrieron los 75 metros en
10.68 ± 0.70s (grupo lento) (figura 3.3). Los resultados indican que el pico de amonio
sanguíneo durante los primeros minutos de recuperación fue significativamente ma-
yor en el grupo rápido (valores cercanos a 80 µmol.l-1) que en el grupo lento (valores
próximos a 40 µmol.l-1), mientras que el pico de lactato en sangre capilar extraída del
lóbulo de la oreja fue similar en ambos grupos (cercano a 6-8 mmol.l-1).
Figura 3.3. Concentración de amoníaco sanguíneo en reposo, y después de correr 25 y 75 metros
(media SE). Los asteriscos indican diferencias significativas entre los dos grupos (adaptado de
Hageloch y col. (1990).
Una razón por la cual existe esta diferencia entre velocistas y sedentarios o fondis-
tas, es que los sedentarios y fondistas no pueden producir mucha energía o tensión
muscular o fuerza por unidad de tiempo, y por lo tanto no llegan a producir una de-
pleción muscular de CP o de ATP que active la reacción de urgencia de la adenilato
kinasa. En este caso la limitación no parece ser de origen energético sino de origen
mecánico o neural. Esto permite pensar que si encontramos que un velocista tiene
valores muy bajos de amonio sanguíneo, hipoxantina o ácido úrico durante la recupe-
ración de una carrera de 100 metros puede interpretarse que el atleta tiene limitacio-
nes biomecánicas (poca capacidad de producir fuerza rápidamente, por ejemplo) para
mejorar su marca. Por el contrario, si el velocista produce amonio en exceso, puede
que sus limitaciones sean energéticas (pocas reservas de CP o de ATP por mala ali-
mentación, excesivo entrenamiento o excesivo calentamiento, por ejemplo) o, tam-
bién, biomecánicas (bajo rendimiento biomecánico por una mala técnica de carrera).
Sin embargo está por conocer cuál es el nivel óptimo de producción de amonio, hi-
poxantina o ácido úrico que se acompaña de una mejora de la marca en estas distan-
cias.
Fuerza.
Este estudio sugiere que la capacidad para producir una gran cantidad de tensión
muscular por unidad de tiempo (fuerza explosiva) es un factor muy importante para
tener éxito en este tipo de ejercicio. Sin embargo, esta capacidad para producir fuerza
rápida no depende solamente del tipo y cantidad de substratos que produzcan energía
rápidamente en el músculo, sino que dependerá fundamentalmente de otros factores
estructurales (hipertrofia, tipo de fibras y composición), nerviosos, relacionados con
el ciclo estiramiento-acortamiento, y hormonales.
Recuperación.
100
80
Contenido muscular (en %)
60
40
20 CP
ATP
Lactato
0
Reposo 0 Rec.10 30 180
Figura 3.4. Evolución de las concentraciones musculares de CP, ATP y lactato muscular, antes y
durante los primeros tres minutos de recuperación de un ejercicio de 6 segundos de duración,
realizado a la máxima intensidad posible (Dawson et al 1997).
Se observa que el ejercicio de 6 segundos de duración se acompañó de un au-
mento significativo de la concentración media muscular de lactato (de 6.8 mmol.Kg-1
de músculo seco en reposo, hasta 42.5 mmol.Kg-1 de músculo seco a los 10 segundos
de recuperación) y de una disminución significativa de las concentraciones muscula-
res de ATP y de CP, puesto que en la biopsia muscular obtenida a los 10 segundos de
recuperación, sus valores suponían un 84% (ATP) y un 55%(CP) de las concentra-
ciones iniciales de reposo. Durante los primeros 30 segundos de recuperación se ob-
servó un aumento, aunque no significativo, de la concentraciones muscular de ATP,
y un aumento significativo de la concentración muscular de CP (los valores a los 30
segundos de recuperación eran un 69% de los valores de reposo). Sin embargo, a los
30 segundos de recuperación, tanto las concentraciones musculares de ATP, como las
de CP eran significativamente inferiores a las observadas en reposo. Por último, a los
3 minutos de recuperación las reservas de CP y de ATP se habían recuperado com-
pletamente (93% y 90% de las concentraciones de reposo, respectivamente).
En ese mismo estudio (figura 3.4) también se observa que la concentración mus-
cular de lactato disminuyó progresivamente durante los 3 primeros minutos de recu-
peración, aunque al final de este período, dicha concentración era todavía 3 veces su-
perior a la observada en reposo.
Locatelli (1996) encontró en 4 atletas que corrieron 100 metros entre 10.54s y
10.69s, que existía una relación lineal positiva entre la velocidad empleada en correr
los 100 metros lisos y la concentración sanguínea de lactato durante los primeros mi-
nutos de recuperación. Hautier (1994) encontró, en 12 atletas de Camerún que co-
rrieron 100 metros en 10.70 ± 0.24 segundos, que existía una relación lineal directa
(r=0.65; p<0.05) entre la velocidad empleada en correr los últimos 65 metros de una
carrera de 100 metros y la concentración sanguínea máxima de lactato de recupera-
ción. Se sugiere que estas relaciones no deberían interpretarse como una mayor tole-
rancia al lactato de los atletas más rápidos, ya que estos atletas de 100 metros pueden
producir más lactato en pruebas de 40 segundos de duración, sino como el reflejo de
que dichos atletas son capaces de producir más energía por unidad de tiempo. De to-
das formas, el número de atletas de la muestra es muy reducido y deberán realizarse
otros estudios para confirmar estos resultados.
Por último, algunos autores consideran que las características anatómicas de los
músculos de las piernas también pueden jugar un papel significativo en las marcas de
los velocistas, porque se ha encontrado que los velocistas de más nivel tienen una
mayor longitud de los fascículos musculares y un menor ángulo de penación que los
velocistas de menor nivel (Kumagai et al 2000).
Aplicaciones prácticas.
100
90
80
70
60
50
40
Contenido muscular (en %)
30
20
Glucógeno
CP
ATP
10 Lactato
Figura 3.5. Evolución durante el ejercicio de 30 segundos en bicicleta y durante los 6 primeros
minutos de recuperación pasiva de las concentraciones musculares de ATP, lactato y glucógeno.
Los valores de ATP, CP y glucógeno están expresados como porcentaje de los valores de reposo
y los de lactato como porcentaje de las concentraciones de final de ejercicio (n=8). Los valores de
recuperación de ATP, CP y glucógeno son todos significativamente diferentes de los de reposo
(figura elaborada con los datos de Bogdanis y col. (1995).
Zhao y col. (2000), en 7 sujetos jóvenes físicamente poco entrenados que realiza-
ron un ejercicio en bicicleta de 30 segundos de duración, a la máxima intensidad po-
sible, encontraron que a los 10 minutos de haber finalizado el ejercicio, las reservas
musculares de CP se habían recuperado completamente e, incluso, eran significati-
vamente superiores a las de reposo (106%), mientras que las concentraciones muscu-
lares de ATP eran todavía significativamente inferiores a las iniciales de reposo
(90%). Estos resultados sugieren que en este tipo de ejercicio la restauración de las
reservas musculares de ATP es más lenta que la de CP.
El conjunto de estos resultados indica que: 1) durante este tipo de ejercicio hay
una depleción casi completa de las reservas musculares de CP y una disminución
significativa de las reservas musculares de ATP, 2) la glucogenólisis anaeróbica tiene
una participación importante en la producción de energía en este tipo de ejercicio. De
hecho, parece que la glucogenólisis proporciona tres veces más energía para la con-
tracción muscular que la CP en estos ejercicios de 30 segundos (Medbo and Tabata
1989), 3) la disponibilidad en reservas de glucógeno no es un factor limitante en este
tipo de ejercicio, y 4) Las reservas de CP tardan entre 3 y 10 minutos en restaurarse,
mientras que las de ATP necesitan más tiempo para hacerlo.
Un hallazgo muy interesante del trabajo de Bogdanis y col. (1995) (figura 3.5) es
que hubo un desequilibrio muy importante entre la producción y la utilización de
ATP durante el ejercicio porque se encontró una disminución del 30% de las reservas
musculares de ATP que se suele acompañar probablemente de un aumento de similar
magnitud de la producción muscular de IMP y amonio (Norman et al 2001). Esto in-
dica que este tipo de ejercicio provoca un estrés metabólico muy importante que pue-
de necesitar un tiempo de recuperación elevado.
Los resultados del estudio de Stathis y col. (1994) muestran que la concentración
muscular de IMP aumentó desde valores en reposo de 0.08 ± 0.01 mmol/Kg de
músculo seco hasta valores de fin de ejercicio de 7.40 ± 0.09 mmol/Kg de músculo
seco. Durante ese tiempo, la concentración muscular de amonio aumentó desde 0.6 ±
0.2 mmol/Kg de músculo seco hasta 8.7 mmol/Kg de músculo seco, la de inosina
muscular de 0.02 ± 0.01 mmol/Kg de músculo seco hasta 0.10 mmol/Kg de músculo
húmedo. Por último, la concentración de hipoxantina muscular aumentó desde valo-
res de reposo inferiores a 0.01 mmol/Kg de músculo seco hasta valores cercanos a
0.03 mmol/Kg de músculo seco. Todos estos aumentos fueron estadísticamente signi-
ficativos e indican que durante el ejercicio de 30 segundos se produce mucha mayor
cantidad de IMP y de amonio que de hipoxantina y de inosina muscular. Esto sugiere
que el paso 3 de la figura 3.2 se activa mucho más que el paso 4. Sin embargo, la ac-
tivación del paso número 4, aunque poco intensa, es significativa y ello puede acom-
pañarse de una pérdida de purinas difícil de recuperar.
Figura 3.6. Evolución de la concentración venosa plasmática de amonio (A), lactato (B) e hipo-
xantina (C), en reposo (R) y durante los 60 primeros minutos de recuperación de un ejercicio de
30 segundos (n=8) (modificada de Stathis y col. (1994).
Estos resultados indican que durante un ejercicio de duración cercana a 30 se-
gundos hay una activación muy importante de la reacción de la adenilato kinasa por-
que hay una disminución muy importante de las reservas de ATP y de CP. La magni-
tud de esta activación parece que es más importante que la que ocurría durante el
ejercicio de 10 segundos de duración porque los valores sanguíneos de recuperación
de lactato, amonio e hipoxantina son más elevados después de realizar un ejercicio de
30 segundos que después de realizar un ejercicio de 10 segundos.
Si comparamos los resultados de este estudio realizado con ciclistas de alto nivel
con el señalado anteriormente de Bogdanis y col. (1995) realizado con universitarios
de bajo nivel deportivo, se observa que la potencia media desarrollada durante los 30
segundos por los ciclistas (694 watios) fue sólo ligeramente superior a la desarrollada
por los universitarios (660 watios). Sin embargo, la utilización de los substratos mus-
culares fue distinta porque en los universitarios se encontró una mayor depleción de
CP y de glucógeno y una mayor concentración de lactato muscular que en los ciclis-
tas. La razón de estas diferencias puede estar en que la participación relativa del me-
tabolismo aeróbico en la producción de energía en este ejercicio es superior en los
ciclistas de alto nivel que en los universitarios practicantes de deporte de modo lúdi-
co. Ello se debe a que los ciclistas de alto nivel tienen valores muy elevados de
VO2max y ponen en marcha más rápidamente el metabolismo aeróbico que los de-
portistas con valores inferiores de VO2max. Por dicho motivo los ciclistas utilizarían
menos CP muscular y producirían menos lactato que los universitarios.
El valor del pico de lactato venoso en sangre total alcanzado por los sujetos del
estudio de Withers y col. (1991) con ciclistas australianos de alto nivel (cerca de 12.6
mmol/l) es bastante bajo si lo comparamos con los valores de pico de lactato sanguí-
neo que se observaban en velocistas de alto nivel en los ejercicios de 10 segundos de
duración. Ello se debe a que los deportistas que practican disciplinas de larga dura-
ción producen menos lactato durante los ejercicios de 30 segundos. Por ejemplo, Ne-
vill y col. (1996) encontraron en atletas ingleses de nivel regional que el pico de lac-
tato venoso en sangre total durante la recuperación de un ejercicio de 30 segundos
realizado sobre tapiz rodante a la máxima intensidad posible era significativamente
superior en atletas velocistas (17.9 ± 0.8mmol/l) que en atletas que corrían 1.500 y
10.000 metros (12.3 ± 0.8 mmol/l). Estas diferencias entre atletas velocistas y fondis-
tas en la magnitud del valor del pico de lactato han sido también encontradas por
otros autores (Granier et al 1995). Por ejemplo, Calbet y col. (2003), encontraron que
los valores de pico de lactato sanguíneo de recuperación (cercanos a 15 mmol/l)
(sangre total de la vena femoral) observados en 5 ciclistas velocistas de la Selección
Española de ciclismo en pista que realizaron un ejercicio en bicicleta ergométrica de
30 segundos de duración, a la máxima intensidad posible, fueron significativamente
superiores a los observados en 5 ciclistas fondistas del mismo equipo (cercanos a 12
mmol/l).
En un estudio personal (Ibañez et al 1995) realizado con 3 atletas españoles y 3
atletas finlandeses, todos ellos corredores de 400 metros con marcas comprendidas
entre 47.40s y 48.80s, encontramos que después de correr 300 metros en 35.55 ±
1.18s, el pico de lactato en sangre total capilar (lóbulo de la oreja) fue de 18.8 ± 1.8
mmol/l (rango 16.3-20.9). Parecidos resultados encontraron Smith y Roberts (1990)
con 7 patinadores sobre hielo, 4 velocistas y 3 fondistas, de la selección nacional ca-
nadiense, que alcanzaron valores de pico de lactato de recuperación en sangre total
capilar de 15.7 ± 0.8 mmol/l después de correr en competición 500 metros (tiempo:
38.26 ± 0.09 segundos).
Estos resultados indican que los deportistas de alto nivel practicantes de discipli-
nas deportivas de corta duración, como los velocistas, presentan valores de pico de
lactato sanguíneo de recuperación superiores a los que presentan los deportistas de
elite que practican disciplinas de larga duración o los sedentarios, cuando se les hace
realizar un ejercicio de 20-39 segundos de duración a la máxima intensidad posible
(Nevill et al 1996,Stathis et al 1994).
Los resultados de estos estudios sugieren que cuando los deportistas de alto nivel
realizan una prueba de duración cercana a 30 segundos a la máxima intensidad, pro-
ducen una gran cantidad de amonio. Dicha cantidad parece ser mucho mayor que la
que se produce durante una prueba de 10 segundos de duración y es superior en los
hombres y en los deportistas que practican disciplinas de corta duración y elevada
intensidad.
La figura 3.7 (Spencer and Gastin 2001) muestra la evolución del consumo
de oxígeno a lo largo del tiempo en 3 atletas australianos de 200 metros (marcas
comprendidas entre 21.19 s y 21.39 s) que corrieron sobre un tapiz rodante hasta
el agotamiento durante 22.3 ± 0.2 segundos. Se observa que durante la prueba
aumentó progresivamente el consumo de oxígeno hasta alcanzar durante los úl-
timos 10 segundos unos valores medios cercanos al 70% del consumo máximo
de oxígeno de dichos atletas. La participación estimada del metabolismo aeróbi-
co en la producción de energía fue del 29 ± 5%. Estos resultados sugieren que
durante una prueba de duración cercana a 20 segundos realizada por atletas velo-
cistas de buen nivel, existe una participación significativa del metabolismo aeró-
bico, cercana al 30%, aunque el sistema de transporte de oxígeno no llega a acti-
varse en su totalidad porque durante los últimos 10 segundos de ejercicio sola-
mente se alcanzan valores correspondientes al 70% del consumo máximo de oxí-
geno.
Figura 3.7. Evolución media de los valores de consumo de oxígeno (barras negras), en intervalos
de 10 segundos, durante una prueba de 22 segundos, en 3 atletas de 200 metros. “VO2peak” es
el valor medio del consumo máximo de oxígeno (Spencer and Gastin 2001).
En el trabajo de Withers y col. (1991) realizado con ciclistas de alto nivel, la in-
tensidad relativa del ejercicio de 30 segundos en bicicleta fue cercana al 196% de
VO2max, mientras que la participación del metabolismo aeróbico en la producción
total de energía fue del 28%.
Calbet y col. (2003), en el trabajo citado anteriormente llevado a cabo con ciclis-
tas velocistas y fondistas de la Selección Española de Ciclismo en Pista, calcularon
que la participación del metabolismo aeróbico en la producción de energía durante
una prueba de 30 segundos de duración realizada en bicicleta ergométrica a la máxi-
ma intensidad posible fue del 21% en los velocistas y del 29% en los fondistas.
Las diferencias encontradas por los diferentes autores pueden ser debidas a que
los sujetos evaluados practicaban diferentes deportes, tenían diferente nivel deportivo
o a que el método de medida de la participación aeróbica fue diferente entre los dife-
rentes laboratorios.
Figura 3.8. Evolución de las concentraciones séricas de la hormona del crecimiento, en reposo y
durante 1 hora de recuperación después de un ejercicio de 30 segundos a la máxima intensidad,
en velocistas hombres (men) y mujeres (women). Cuadrados blancos: velocistas. Rombos negros:
fondistas. n= rango 5-6 (Nevill et al 1996).
En el mismo estudio (Nevill et al 1996) los autores analizaron la evolución de las
concentraciones venosas séricas de insulina y cortisol (figura 3.9). Las concentracio-
nes de insulina (izquierda) aumentaron durante la recuperación hasta alcanzar valores
máximos cercanos a 30-40 mU/l aunque no se observaron diferencias significativas
entre hombres y mujeres o entre velocistas y fondistas. Las concentraciones de corti-
sol (derecha) presentaron más variación entre los grupos que en el caso de la insulina.
El pico de cortisol sérico (cercano a 700-900 nmol/l) se obtuvo a los 10-20 minutos
de recuperación y no fue diferente entre hombres y mujeres y entre velocistas y fon-
distas. Sin embargo, a los 60 minutos de recuperación la concentración de cortisol era
superior en los velocistas que en los fondistas. Por último la evolución de la concen-
tración de cortisol fue mucho más heterogénea en las mujeres que en los hombres.
Figura 3.9. Evolución de las concentraciones séricas de insulina (izquierda) y de cortisol (dere-
cha), en hombres (arriba) y mujeres (abajo), velocistas (cuadrados blancos) y fondistas (rombos
negros), en reposo y durante 1 hora después de realizar un ejercicio de 30 segundos a máxima
intensidad (Nevill et al 1996).
Fuerza
Existen muchos estudios que han medido la potencia desarrollada durante una
prueba de 30 segundos a la máxima intensidad posible en bicicleta ergométrica en
sedentarios o deportistas de bajo nivel. Por ejemplo Bogdanis y col. (1995) encontra-
ron en hombres deportistas de poco nivel que la potencia media desarrollada era cer-
cana a 660 watios, mientras que el pico máximo de potencia fue cercano a 1400 wa-
tios. El pico de máxima velocidad de pedaleo se obtuvo hacia los 4 segundos de
ejercicio y fue cercano a 150 revoluciones por minuto. Parecidos resultados han sido
encontrados por otros autores que vieron que las mujeres desarrollan una potencia
media que es un 30% inferior a la de los hombres (Jacobs et al 1998).
Calbet y col. (2003) en el trabajo realizado con los ciclistas de la Selección Es-
pañola de Ciclismo en Pista (prueba en bicicleta ergométrica durante 30 segundos a
la máxima intensidad posible), encontraron que la potencia media desarrollada duran-
te la prueba fue superior en los ciclistas velocistas (1030 watios) que en los ciclistas
fondistas (813 watios).
Recuperación.
Las reservas musculares de ATP, que habían disminuido un 30% durante el ejer-
cicio, no se recuperaron en absoluto, ni después de 6 minutos de recuperación, ni
después de 10 minutos de recuperación (Zhao et al 2000). Algunos autores han en-
contrado que estas reservas pueden tardar varios días en recuperarse, especialmente
cuando se realizan entrenamientos frecuentes, de series muy intensas con poca recu-
peración (Hellsten-Westing et al 1993,Stathis et al 1994). Por ejemplo, Stathis y col.
(1994), encontraron que 3 días después de haber acabado un período de entrenamien-
to de series de alta intensidad (7 semanas de entrenamiento, 3 días por semana, 10
series de 30 segundos a máxima intensidad con 3-4 minutos de reposo), la concentra-
ción muscular de ATP en reposo había disminuido significativamente un 19%. Estos
hallazgos son muy interesantes porque permiten sospechar que los entrenamientos
que incluyen series repetidas de intensidad supramáxima con poca duración pueden
necesitar varios días para recuperar sus reservas de ATP.
100
90
80
Contenido muscular (en %)
70
60
50
40
30
ATP alto nivel
ATP no alto nivel
20
CP alto nivel
CP no alto nivel
10
0
-5 0 5 10 15 20 25 30 35
Tiempo (segundos)
Figura 3.10. Concentración muscular de CP y ATP (en porcentaje de las reservas iniciales) en
ejercicios de 10 y 30 segundos de recuperación en deportistas de alto nivel y en sedentarios o
deportistas de bajo nivel. (Bogdanis et al 1995,Boulay et al 1995,Hirvonen et al 1987).
15
Concentración lactato sanguíneo (mmol/l)
200
150
10
125
100
75
5
50
25
0 0
-5 0 5 10 15 20 25 30 35
Tiempo (segundos)
Figura 3.11. Valores de pico sanguíneo de recuperación de lactato (sangre total) y amoniaco
(plasma) en ejercicios de 10 y 30 segundos de duración en sujetos deportistas de alto nivel y en
sedentarios o deportistas de bajo nivel. (Boulay et al 1995,Hageloch et al 1990,Hellsten-Westing
et al 1991,Hirvonen et al 1987,Nevill et al 1996,Stathis et al 1994).
Aplicaciones prácticas.
Los resultados de dicho estudio muestran que los atletas corrieron los 400 metros
en 51.9 ± 0.7 segundos, y que la velocidad de carrera, medida en intervalos de 100
metros fue 8.06 ± 0.10 m/s en los primeros 100 metros, 8.30 ± 0.10 m/s de los 100 a
los 200 metros, 7.64 ± 0.13 m/s de los 200 a los 300 metros, y 7.01 ± 0.20 m/s de
los 300 a los 400 metros. Se observa que la velocidad comenzó a disminuir signifi-
cativamente de los 200 a los 300 metros y, especialmente, en los últimos 100 metros
(la velocidad disminuyó un 15% respecto a la que se corrió entre los 200 y los 300
metros).
Figura 3.12 a. Cambios en las concentraciones de ATP y de CP muscular durante el 400 metros.
Figura 3.12 b. Cambios en las concentraciones sanguíneas (B-La) y musculares (M-La) de lacta-
to en las distintas distancias y durante la recuperación del 400 metros (Hirvonen et al 1992).
Todos estos resultados sugieren que durante los primeros 100 metros de una ca-
rrera de 400 metros la mayor parte de la energía producida proviene de la degrada-
ción de CP muscular. Entre los 100 y los 300 metros la glucogenolisis anaeróbica
tiene una gran participación en la producción de energía, mientras que la participa-
ción de la CP muscular se reduce. Esto se acompaña de una disminución en la velo-
cidad de desplazamiento. Durante los últimos 100 metros de carrera la velocidad
disminuye de manera dramática, indicando que existe una gran fatiga. Durante esta
última fase hay una disminución en la capacidad para producir energía porque proba-
blemente la concentración muscular de CP se agota y porque también disminuye la
capacidad para producir ATP por la vía de la glucogenólisis anaeróbica, puesto que la
concentración de lactato muscular aumenta más lentamente que en las fases prece-
dentes de la carrera.
De una veintena de artículos que hemos analizado sobre este tema en la literatu-
ra, un primer análisis superficial nos indica que existe una gran variabilidad en los
valores del pico de lactato sanguíneo de recuperación de un ejercicio cuya duración
esté comprendida entre 45 segundos y 90 segundos. Por ejemplo el rango de valores
medios que hemos encontrado en la literatura oscila entre 8 (Mujika et al 1996) y 25
mmol/l (Keul 1975). Esta gran variabilidad podría explicarse por una o varias de las
siguientes razones:
3) Otra razón que puede explicar esta diferencia es que los deportistas de elite
especializados en estos tipos de ejercicios obtienen los valores más altos de pico de
lactato sanguíneo. Por ejemplo, Keul (1975) encontró, en un atleta de alto nivel que
corrió una competición de 400 metros en 45.17 segundos, que el pico máximo de la
concentración arterial de lactato durante la recuperación fue de 24.4 mmol/l. Osnes y
Hermansen (1972) encontraron, en un atleta noruego que corrió una competición de
400 metros en 47.8 segundos, que la concentración de lactato de recuperación en
sangre total capilar fue cercana a 22 mmol/l y el pH sanguíneo ligeramente inferior a
7. Lacour y col. (1990) encontraron, en 4 atletas de alto nivel franceses después de
correr 400 metros en competición entre 45.48 y 47.46 segundos, que el pico de lacta-
to sanguíneo de recuperación fue de 20.1 ± 2.2 mmol/l. Los mismos autores encon-
traron, en 2 atletas femeninas francesas después de correr en competición 400 metros
en 51.97 y 52.05, que el pico de lactato sanguíneo de recuperación fue de 21.8 ± 2.6
mmol/l. No se encontraron diferencias significativas en los valores de lactato entre
los atletas masculinos y femeninos.
4) Por último, parece que en los deportistas de elite los valores de lactato son
mucho más elevados cuando están compitiendo en una competición oficial que cuan-
do se ejercitan un día de entrenamiento o en el laboratorio. Por ejemplo, Sawka y col.
(1979) estudiaron los valores de lactato plasmático capilar de recuperación en 3 na-
dadores del equipo de natación de la Universidad de Illinois (USA) en dos situacio-
nes distintas: 1) después de nadar 100 yardas a máxima velocidad posible en un día
de entrenamiento, y 2) después de nadar esa misma distancia pero durante una com-
petición oficial. Los resultados muestran que el día de la competición los nadadores
nadaron más rápido (100 yardas en 49.7 segundos) que el día de entrenamiento (100
yardas en 51.1 segundos), y que la concentración plasmática de lactato durante la re-
cuperación fue muy superior el día de la competición (19.9 ± 1.4 mmol/l), que el día
de entrenamiento (12.6 ± 2.4 mmol/l). Estos resultados necesitan confirmarse en fu-
turos estudios, pero sugieren que los resultados son muy diferentes cuando los estu-
dios se realizan en condiciones de laboratorio o de entrenamiento que cuando se rea-
lizan en situaciones de competición oficial.
Figura 3.14. Evolución de la concentración sanguínea de lactato durante la recuperación, des-
pués de correr dos veces 400 metros en dos días seguidos, en 1 atleta español, durante el Cam-
peonato de España de Pista Cubierta de 1991. Entre paréntesis, las marcas realizadas (trabajo
personal no publicado).
Figura 3.16. Evolución de las concentraciones plasmáticas de (Cl-), (Na+) y (K+) en la arteria
femoral, durante la recuperación de un ejercicio realizado a la máxima intensidad posible en
sujetos entrenados en velocidad (n=6) (Medbo and Sejersted 1985).
Los resultados del estudio muestran que: 1) Los velocistas fueron capaces de ir a
más velocidad que los fondistas (335 metros /minuto los velocistas y 310 me-
tros/minuto los fondistas, en un tapiz con una inclinación de 6º), 2) el pico de lactato
de recuperación en sangre de la arteria femoral fue más elevado en los velocistas
(17.0 ± 1.2 mmol/l, con un rango de 15.0-20.8) (grupo ST de la figura 3.15) que en
los fondistas (12.6 ± 0.4 mmol/l, con un rango de 11.7-14.1) (grupo ET de la figura
3.15), y 3) el valor mínimo de pH sanguíneo de recuperación fue inferior en los velo-
cistas (7.06 ± 0.01, con un rango de 7.03-7.08) que en los fondistas (7.17 ± 0.01, con
un rango de 7.12-7.19) (figura 3.15). Se observa que todos los velocistas tuvieron
valores más altos de lactato y más bajos de pH que cualquier fondista. En general,
después de realizar este tipo de ejercicio, los fondistas suelen alcanzar valores infe-
riores de pico de lactato sanguíneo de recuperación que los velocistas, aunque alcan-
zan dicho pico de lactato antes y eliminan de la sangre el lactato producido más rápi-
damente (Bret y col. 2003).
Figura 3.17. Evolución de las concentraciones sanguíneas de lactato y de amonio durante la re-
cuperación, después de correr 400 metros, en dos atletas españoles (el atleta MF corrió en 48.13s
y el atleta MC en 48.32s) (trabajo personal no publicado).
La figura 3.17 muestra la evolución de las concentraciones sanguíneas de recupe-
ración (sangre total capilar extraída del lóbulo de la oreja) de lactato y de amonio de
dos atletas, después de correr 400 metros en los Campeonatos de España de Pista
Cubierta de 1992 (trabajo personal, no publicado). El atleta “F” hizo una marca de
48.13s y el atleta “C” una marca de 48.32. Se observa que el pico de lactato sanguí-
neo de recuperación del atleta “C” fue de 20.8 mmol/l y el del atleta “F” de 20.2
mmol/l. Los valores de pico de amonio sanguíneo de recuperación fueron de 251
µmol/l en el atleta “F” y de 280 µmol/l en el atleta “C”. Estos valores de amonio san-
guíneo son muy superiores a los que encontramos en otro estudio realizado por nues-
tro laboratorio, ya citado anteriormente, en el que 6 atletas de 400 metros corrieron
300 metros en cerca de 35 segundos (el pico máximo de amonio de recuperación en
sangre total capilar del lóbulo de la oreja fue de 189 ± 49µmol/l) (Ibañez et al 1995).
Existe un trabajo de Harris y col. (1987) realizado con caballos entrenados que
puede servir para entender lo que ocurre en el deportista mientras está realizando este
tipo de ejercicio. Estos autores hicieron correr a 5 caballos entrenados, aunque no
eran caballos de elite, 800 metros a máxima velocidad en una pista de carreras (dura-
ción media: 56 segundos; rango: 54-60 segundos) y analizaron la evolución de las
concentraciones de ATP, CP, glucógeno, lactato y glicerol del músculo glúteo medio
y de amonio, ácido úrico, lactato y glicerol del plasma sanguíneo, antes de empezar la
prueba , a los 1-2 minutos de terminar y durante los siguientes 60 minutos de recupe-
ración. Conviene tener en cuenta que entre el final del ejercicio y la primera biopsia
muscular transcurrieron entre 1 y 2 minutos y que los caballos estudiados no eran de
elite, porque un caballo de carreras de elite suele correr 800 metros en unos 48 se-
gundos (Harris et al 1987).
Los resultados del trabajo de Harris y col. (1987) muestran que en los primeros
1-2 minutos de recuperación, y en comparación con los valores de reposo, la concen-
tración muscular de ATP había disminuido significativamente un 30%, la de CP un
47% y la de glucógeno un 28%. La concentración de lactato muscular y de glicerol
muscular al final del ejercicio era casi 10 veces y 6 veces superior, respectivamente, a
los valores de reposo. Los valores de glucógeno muscular al final del ejercicio eran
de 424.6 ± 86 mmol / Kg de músculo seco y los de glicerol muscular de 2.3 ± 1.6
mmol / Kg de músculo seco.
Figura 3.18. Cambios en la concentración venosa plasmática de amonio (arriba) y de ácido úrico
(abajo) en caballos, antes (PRE) y después de galopar 800 metros y durante 60 minutos de recu-
peración (adaptado de Harris y col. (1987).
Las figuras 3.18 y 3.19 muestran las evoluciones de las concentraciones venosas
plasmáticas de amonio y de ácido úrico (figura 3.18), y las concentraciones venosas
(sangre total) de glicerol y de lactato (figura 3.19) en reposo y durante 60 minutos de
recuperación encontradas en el trabajo de Harris y col. (1987). Se observa que la con-
centración plasmática de amonio (figura 3.18, arriba) aumentó significativamente
durante el ejercicio, alcanzó un pico durante los 20 primeros minutos de recuperación
y posteriormente disminuyó de manera progresiva, aunque a los 60 minutos de recu-
peración los valores de amonio plasmático eran todavía superiores a los de reposo.
Por su parte, la concentración plasmática de ácido úrico (figura 3.18, abajo) aumentó
progresivamente durante la recuperación hasta alcanzar su máximo valor, unas 4 ve-
ces superior a los valores de reposo, hacia los 40 minutos de recuperación.
En lo referente a la evolución de la concentración venosa de lactato, la figura
3.19 (abajo) muestra que el pico de recuperación fue muy elevado, cercano a 21
mmol/l, y se alcanzó a los 5-10 minutos de recuperación. El valor de pH sanguíneo
de reposo fue de 7.44 ± 0.03, mientras que el mínimo valor de pH de recuperación
fue de 7.10 ± 0.05. Por último, la concentración venosa de glicerol (figura 3.19, arri-
ba) aumentó durante la recuperación y alcanzó su valor máximo a los 40 minutos de
recuperación.
Withers y col. (1991) en 6 sujetos, la mayoría de los cuales eran ciclistas austra-
lianos de competición, altamente entrenados en largas distancias, que realizaron un
ejercicio sobre bicicleta ergométrica durante 60 segundos a la máxima intensidad po-
sible estimaron que la intensidad relativa del ejercicio fue próxima al 147% de
VO2max. La diferencia entre velocistas y fondistas se debe a que como hemos seña-
lado anteriormente, los velocistas fueron capaces de producir más trabajo que los
fondistas y su VO2max es inferior.
Newsholme (1986) también considera que en una carrera a pie de 400 metros la
participación del metabolismo aeróbico es próxima al 50%. Algún autor ha encontra-
do incluso menor participación del metabolismo anaeróbico en una carrera de 400
metros en atletas de alto nivel (¡36% anaeróbico y 74% aeróbico!) (Weyand et al
1993). Withers y col. (1991), en el estudio citado anteriormente que se llevó a cabo
con ciclistas que realizaron un ejercicio de máxima intensidad durante 60 segundos,
encontraron que la participación del metabolismo aeróbico fue del 49% y, por lo tan-
to, la del metabolismo anaeróbico fue del 51%. Parecidos resultados han sido encon-
trados por Craig y col. (1995) en ciclistas velocistas y fondistas australianos de nivel
nacional e internacional.
Estos resultados sugieren que durante una prueba de duración cercana a 1 minuto
existe una participación muy significativa del metabolismo aeróbico, cercana al
50%, en la producción de energía, incluso en los atletas velocistas, aunque en estos
últimos el metabolismo anaeróbico es predominante (Hermansen and Medbo 1984).
En la figura 3.20 también se observa que cuando se estudia la evolución del consumo
de oxígeno durante una prueba que dura 52 segundos por franjas de 10 en 10 segun-
dos, a partir de los 20 segundos de ejercicio el metabolismo aeróbico participa de
modo predominante en la producción de energía. Por ejemplo, entre los 20 y los 30
segundos de ejercicio, sobre un costo total de energía (en equivalentes de oxígeno)
necesaria para correr a esa velocidad de unos 90 ml.Kg-1.min-1, más de la mitad de la
energía necesaria para correr a esa velocidad (cerca de 50 ml.Kg-1.min-1), se produce
a partir de los procesos aeróbicos.
Tras lo visto anteriormente, parece válido concluir que los atletas de elite de de-
portes de esta duración tienen que poseer una gran capacidad anaeróbica (capacidad
para tolerar una gran acumulación de lactato) y, especialmente, tienen que ser capa-
ces de estimular a gran intensidad la glucogenólisis anaeróbica (producir una gran
cantidad de lactato) (Saltin 1986). Sin embargo, no se debe olvidar cuando se pres-
cribe el entrenamiento que la participación del metabolismo aeróbico en la produc-
ción de energía es también importante.
Factores endocrinológicos.
Se observa (figura 3.21) (Schwarz and Kindermann 1990) que las concentracio-
nes séricas de ß-endorfinas y de ACTH aumentaron significativamente entre el minu-
to 5 y 10 de recuperación, mientras que la concentración sérica de cortisol no varió
significativamente durante el estudio. La concentración de ACTH aumentó casi 3 ve-
ces respecto los valores de reposo, mientras que las ß-endorfinas aumentaron algo
menos de 2 veces los valores de reposo. Las concentraciones plasmáticas de epinefri-
na (adrenalina) y de norepinefrina (noradrenalina) aumentaron 7.1 y 7.4 veces, res-
pectivamente, en relación con sus valores de reposo, y alcanzaron su máximo valor
en los primeros segundos de recuperación. Por último, el pico lactato de recuperación
(sangre venosa total) se alcanzó entre el 6º y el 8º minuto de recuperación y fue de
12.0 ± 2.0 mmol/l.
Lo mismos autores (Schwarz and Kindermann 1990) encontraron una relación
lineal significativa positiva entre los valores sanguíneos de recuperación de ß-
endorfinas y de ACTH, y entre los valores máximos de lactato y los valores máximos
de ß-endorfinas, epinefrina y norepinefrina. Estos resultados indican que un ejercicio
de 1 minuto de duración realizado a la máxima intensidad posible se acompaña de un
aumento simultáneo de las concentraciones sanguíneas de ß-endorfinas y de ACTH y
de un aumento todavía mayor de las concentraciones sanguíneas de epinefrina y de
norepinefrina. La relación encontrada entre los valores sanguíneos máximos de lacta-
to, de ß-endorfinas y de epinefrina parecen indicar que la elevada demanda de ener-
gía que requiere este tipo de ejercicio es un factor decisivo para que se liberen ß-
endorfinas, y catecolaminas y que ambas hormonas estimulan la glucolisis.
Se conocen algunos trabajos realizados con sujetos de mayor nivel deportivo que
el que presentaban los sujetos del trabajo de Schwarz y Kinderman. Por ejemplo,
Rahkila y col. (1987) estudiaron la evolución de las concentraciones sanguíneas de ß-
endorfinas, ACTH y cortisol en competidores y competidoras finlandeses de carreras
de orientación de buen nivel mientras corrían sobre tapiz rodante durante aproxima-
damente 60 segundos a la máxima intensidad posible. Los resultados de este estudio
son muy similares a los encontrados por Schwarz y Kindermann (1990) en hombres
no deportistas, excepto que en los hombres corredores de orientación del estudio de
Rahkila y col. (1987) se producía un aumento significativo de la concentración sérica
de cortisol después de realizar el ejercicio. Buono y col. (1986), en 6 sujetos poco
entrenados (VO2max medio cercano a 55 ml /Kg x min) que hicieron un ejercicio en
bicicleta ergométrica, durante 1 minuto, a la intensidad del 120% de VO2max, en-
contraron que la concentración plasmática de cortisol durante los primeros minutos
de recuperación del ejercicio ( 520 ± 40 nmol/l) era un 30% superior a los valores
previos al comienzo del ejercicio (400 ± 40 nmol/l). Además, Rahkila y col. (1987)
no encontraron diferencias en las respuestas de dichas hormonas al ejercicio de 1 mi-
nuto de duración entre los hombres y las mujeres.
Factores inmunológicos.
Como se veía en la figura 1.9 (Kirkpatrick 1991), las células blancas o leucocitos
forman parte de las células de la sangre, junto a las células rojas o eritrocitos y las
plaquetas. La función principal de los leucocitos es proteger al cuerpo contra la inva-
sión de agentes extraños. La figura 3.22 muestra un esquema de la composición de
las células blancas o leucocitos (Kirkpatrick 1991). Existen tres tipos principales de
leucocitos: los polimorfonucleares, los linfocitos y los monocitos. Los polimorfonu-
cleares están compuestos a su vez por otros tres tipos de células, dependiendo del
modo en que reaccionen a la tinción histoquímica: los neutrófilos, los basófilos y los
eosinófilos.
En una persona normal que no esté enferma, las células blancas o leucocitos más
numerosos son los neutrófilos que constituyen el 60%-70% del total de los leucoci-
tos, seguidos por los linfocitos (20%-30%), los monocitos (2%-8%), los eosinófilos
(2%-4%) y los basófilos (0%-2%).
La mayoría de los leucocitos tienen una función de protección del organismo. Para
ello recogen, absorben y destruyen los microorganismos que invaden el organismo, o
bien crean y transportan anticuerpos contra los agentes extraños al organismo
(Kirkpatrick 1991). Sin embargo, cada tipo de célula de las que se componen los leu-
cocitos tiene unas funciones específicas que son, esquemáticamente, las siguientes:
1) los neutrófilos, que como hemos visto son las células más numerosas, son bas-
tante poco específicos y cuando existe una herida, invasión o infección, se dirigen al
lugar de entrada e intentan absorber y destruir a los agentes invasores. Normalmente
un gran número de neutrófilos suele morir en el intento, y los restos formados por
dichos neutrófilos muertos y sus víctimas forman un líquido amarillento y viscoso
que llamamos “pus”,
2) Los basófilos no suelen actuar en la sangre, sino que actúan en los tejidos peri-
féricos, donde liberan algunas sustancias químicas muy potentes como la histamina y
la heparina que tienen efectos muy potentes sobre el flujo de sangre de los tejidos y la
coagulabilidad de la sangre,
4) Los monocitos tampoco actúan en la sangre, sino que actúan en los tejidos. Su
función es destruir las bacterias o las partículas de polvo u hollín. La capacidad des-
tructora de los monocitos (un monocito puede destruir hasta 100 bacterias) es mucho
mayor que la de los neutrófilos (un neutrófilo puede destruir de 5 a 10 bacterias).
5) Por último, los linfocitos tienen la siguiente función: cuando una bacteria in-
vade el organismo, algunos neutrófilos absorben fragmentos de la bacteria y los
transportan hasta los nódulos linfáticos. Allí, los linfocitos producen anticuerpos que
se transportan por la sangre donde destruyen directamente a las bacterias o las debili-
tan para que sean destruidas más fácilmente por los neutrófilos o los monocitos.
Existen diferentes tipos de linfocitos. Nosotros sólo nos interesaremos por las células
llamadas “Natural Killer cells” (células asesinas) cuya función principal es la de ata-
car directamente a las células infectadas de virus o de tumores.
Fuerza.
Para completar el primer estudio realizado por Hirvonen y col. (1992), el mismo
equipo de la Universidad de Jyvaskyla, en Finlandia, realizó un segundo trabajo para
estudiar los cambios que se producían en la producción de fuerza y en la activación
neural durante una carrera de 400 metros. Para ello, Nummela y col. (1992) estudia-
ron en 6 atletas de 400 metros con marcas comprendidas entre 47.27 segundos y
51.80 segundos, la evolución de la velocidad, la longitud de la zancada, el tiempo de
contacto, la fuerza y la actividad electromiográfica de los músculos vasto lateral y
gastrocnemio mientras corrían en días distintos una carrera de 400 metros a la máxi-
ma intensidad posible, o bien carreras de 100, 200 y 300 metros a la velocidad a la
cual habían corrido esas distancias mientras corrían los 400 metros. El tiempo de
contacto y la actividad electromiográfica se midieron durante la carrera. La fuerza se
midió inmediatamente después de terminar la carrera, mediante la realización de un
test de salto vertical cayendo previamente desde un escalón de 39 cm de altura (drop
jump).
Estos resultados sugieren que durante los primeros 200 metros las propiedades
del músculo cambian (reflejadas por un aumento del tiempo de contacto, una dismi-
nución de la fuerza explosiva durante el salto vertical), aunque la velocidad de des-
plazamiento no disminuye. Sin embargo, a partir de los 200-300 metros y coincidien-
do con una concentración de lactato capilar de unos 6 mmol/l, hay una disminución
significativa de la velocidad que se acompaña de una gran disminución en la capaci-
dad para generar fuerza, de un aumento de la acidez y de un aumento de la actividad
electromiográfica de los músculos que intervienen en la carrera.
Figura 3.26. Relación entre la altura de salto vertical (en porcentaje de los valores de reposo) y
la concentración sanguínea de lactato (y=0.32x +37.29). Los saltos fueron realizados antes de
correr 400 metros y después de correr el 400 metros y las distancias intermedias (adaptadas de
Nummela y col. (1992).
Recuperación.
Uno de los aspectos más interesantes del estudio anteriormente citado de Num-
mela y col. (1992) es que durante la carrera de 400 metros, y especialmente en los
últimos 400 metros, hay una pérdida progresiva de la capacidad para generar fuerza.
A dicha pérdida de la capacidad para generar tensión muscular (fuerza) se le suele
denominar fatiga (Hultman and Sjoholm 1983). La primera pregunta que nos pode-
mos hacer es si dicha fatiga tiene un origen predominantemente neural o, por el con-
trario, tiene un origen predominantemente periférico.
Como parece ser que la fatiga durante una carrera de 400 metros es de origen
predominantemente muscular, el siguiente paso es saber cuál es la causa por la que se
produce fatiga en el músculo.
Sin embargo, esta asociación entre la acidosis muscular y la fatiga que se observa
al final de estos ejercicios no quiere decir necesariamente que la acidosis sea la causa
de la fatiga (Hirvonen et al 1992). Ello se debe a que cuando se manifiesta la fatiga
existen, además de la acidosis muscular, un gran número de cambios fisiológicos y
biomecánicos en el músculo, como por ejemplo, una depleción de las reservas mus-
culares de CP o de ATP (Myburgh, 2004), un aumento de las de ADP, Pi, o IMP
(Dawson et al 1978) (Myburgh, 2004), una disminución de la concentración muscu-
lar de (K+) (Lindinger 1995), una alteración de la capacidad del retículo sarcoplás-
mico de la célula muscular para introducir o liberar Ca(+) (Green 1998) y una dismi-
nución de la capacidad para producir ATP (Hultman and Sjoholm 1983), que también
están relacionados con la disminución de la tensión muscular y con la fatiga (Hirvo-
nen et al 1992,Hultman and Sjoholm 1983,Lindinger 1995).
En la figura 3.24 del trabajo de Nummela y col. (1992) se observaba que el tiem-
po de contacto aumentaba a lo largo de la carrera de 400 metros, pero que los mayo-
res aumentos se producían entre los 100 y los 150 metros y entre los 300 y los 350
metros. Esto sugiere que en esas franjas de espacio la capacidad contráctil de los
músculos disminuye de modo importante. Hirvonen y col. (1992) y Nummela y col.
(1992) han intentado explicarse la razón de esta fatiga relativa en la capacidad para
producir fuerza. Dichos autores sugieren que el aumento brusco del tiempo de con-
tacto que se observa entre los 100 y los 150 metros de una carrera de 400 metros po-
dría estar relacionado con la importante depleción de CP que se produce en los 100
primeros metros de carrera, puesto que se ha visto que la disminución brusca de CP
se suele acompañar de una disminución en la capacidad para producir ATP por uni-
dad de tiempo (Nummela et al 1992,Sahlin 1992). En lo que respecta al aumento
brusco del tiempo de contacto observado entre los 300 y los 350 metros, los mismos
autores creen que podría estar relacionado con la fatiga precoz de algunas fibras FT y
la puesta en marcha del reclutamiento de fibras ST que tienen menor velocidad de
contracción y una menor capacidad para producir tensión muscular rápidamente
(Nummela et al 1992). También sugieren que esta disminución en la capacidad para
producir fuerza entre los 300 y los 350 metros podría estar relacionada con la elevada
acidosis que presenta el músculo que inhibiría parcialmente la glucolisis anaeróbica
(Nummela et al 1992). De todos modos estas hipótesis deberán ser confirmadas.
Otros autores también sugieren que durante este tipo de ejercicio puede producirse
una fatiga de las fibras musculares de tipo II por depleción de substratos energéticos,
que se acompañaría de una disminución de la capacidad para producir la fuerza nece-
saria para mantener la velocidad que se observa en la primera parte del ejercicio (Go-
llnick et al 1973).
Por último, es probable que el factor limitante del ejercicio de duración cercana a
1 minuto sea diferente en los deportistas especializados en velocidad que en los de-
portistas especializados en fondo. Craig y col. (1995) hicieron realizar a 12 ciclistas
velocistas de pista (consumo máximo de oxígeno de 62.4 ± 4.4 ml / Kg x min) y a 6
ciclistas de pista especializados en pruebas de larga duración de mayor consumo má-
ximo de oxígeno que los ciclistas velocistas, todos ellos australianos de nivel nacio-
nal e internacional, varias pruebas sobre bicicleta ergométrica, una de ellas de 70 se-
gundos de duración y las otras de 120 y 300 segundos, a la máxima intensidad posi-
ble. Los autores, midiendo el déficit de oxígeno, encontraron que los velocistas pue-
den desarrollar su máxima capacidad anaeróbica en las pruebas de 70 segundos,
mientras que los deportistas especializados en disciplinas de larga duración solamen-
te la pueden desarrollar en las pruebas de 300 segundos. Esta diferencia puede ser
debida a que los velocistas pueden producir más energía por unidad de tiempo porque
tienen mayor porcentaje de fibras rápidas, mayor fuerza, mayor actividad de los en-
zimas glucolíticos y mayor capacidad tampón que los deportistas de fondo (Craig et
al 1995). Esto les permite producir más energía de origen anaeróbico por unidad de
tiempo y, por lo tanto, producir la mayor cantidad de lactato en 70 segundos o incluso
menos.
Las figuras 3.1 y 3.12 muestran que durante la carrera de 400 metros existe una
mayor depleción de las reservas musculares de ATP y de CP y valores mucho más
elevados de lactato muscular y sanguíneo que en la carrera de 100 metros. Por ejem-
plo, al acabar los 100 metros, la disminución de las reservas musculares de ATP no
era estadísticamente significativa, mientras que al acabar de correr 400 metros se ob-
servaba una disminución significativa cercana al 30%. Estos estudios sugieren que
cuando se corre 400 metros, el estrés metabólico es muy superior al que ocurre cuan-
do se corren 100 metros.
90
80
70 ATP
Concentración muscular (en %)
ATP(30")
60
ATP (60")
CP (30")
50
CP (60")
CP Glucógeno (30")
40
Glucógeno (60")
Lactato (30")
30
Lactato (60")
20
10
LACTATO
0
PRE POST
Ejercicio
Figura 3.28. Concentración muscular de CP, ATP, Glucógeno y Lactato antes (pre) y después
(post) de realizar un ejercicio de 30 segundos o de 60 segundos a la máxima intensidad posible.
Los valores de ATP, CP y glucógeno están expresados como porcentaje de los valores de reposo,
y los valores de lactato como múltiplo de los valores de las concentraciones de reposo (valor teó-
rico de reposo=1). (figura elaborada con los datos de Withers y col. (1991).
Aplicaciones prácticas.
- Los atletas de elite de deportes de esta duración tienen que poseer una gran ca-
pacidad anaeróbica para producir una gran cantidad de lactato y tolerar una gran
acumulación de lactato en el músculo y en la sangre.
- La relación lineal positiva encontrada durante la recuperación de este tipo de
ejercicio entre los valores de pico de lactato sanguíneo y pico de lactato muscular
permiten estimar el grado de activación de la glucogenólisis anaeróbica y tener una
idea de la cantidad de lactato que se ha producido durante el ejercicio.
- Puesto que este tipo de ejercicio se caracteriza por presentar una depleción casi
completa de CP muscular y una elevada acidez en el músculo y la sangre, parece pro-
bable que una estrategia alimentaria (ingestión de creatina y/o de bicarbonato) o de
entrenamiento orientada a aumentar las reservas musculares de CP, y/o a aumentar la
capacidad para producir más lactato, y/o a aumentar la capacidad para que el músculo
libere más lactato desde el músculo a la sangre durante el ejercicio, debería acompa-
ñarse de una mejora de la marca deportiva.
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