Quién Es El Hijo Del Hombre en Daniel 7
Quién Es El Hijo Del Hombre en Daniel 7
Quién Es El Hijo Del Hombre en Daniel 7
7:13?
La cláusula “hijo del hombre” es una expresión estereotipada en el libro de Daniel.
Tal expresión no está limitada solamente al libro de Daniel. En el Antiguo y Nuevo
Testamentos se utilizan con regularidad. Sin embargo, tal citación frasal debe
considerarse detenidamente pues es polisémica en sí misma: a veces hace
referencia a seres humanos (profetas, o personas inmersas en el relato trazado) o un
ser específico en especial. La cuestión de la angelología judía y la onomástica
palestinense han ahondado excesivamente al identificar a tal ser, y han llegado a
consensos y conclusiones verosímiles. Especialmente sobre este tema se ha gastado
mucha tinta; libros de teología judía, cristiana e islámica han sido escritos hacia la
apreciación impactante de tal panorama escriturístico. Sin embargo, es sabido que
la porción textual en cuestión se limita al apocalipsis veterotestamentario: el libro
de Daniel. Así que la delimitación del estudio subsiguiente se enfrascará
especialmente en tal mención. Lo anterior no significa excluir extrapolaciones
textuales conceptuadas en otras partes de la Toráh y las escrituras cristianas. A
posteriori a lo anterior, se dilucidará el marco histórico, literario, y se reflexionará
sobre el significado de la expresión “el hijo del hombre” enfrascada en 7:13.
Apreciación histórica
Apreciación literaria
Perspectiva histórica-profética
Daniel 7
Daniel 7 aguarda una perspectiva netamente profética desde el sistema de
interpretación histórico-gramatical. El criticismo bíblico adecúa el contenido de
Daniel a los eventos desencadenados en el Siglo II, teniendo como base el régimen
de Antioco IV Epífanes. Daniel 7 está enmarcado en la parte profética del libro de
Daniel. La prosopopeya es identificada en el libro de Daniel de forma automática al
momento de sumergir el contenido textual a investigación. Cuernos que hablan,
bestias salvajes inimaginables en la realidad, cálculos temporales introducidas con
la palabra “tiempos”, y demás proyecciones son típicas del enfoque irreal por
cuanto los conceptos tomados no pertenecen a la realidad inherente. La
perspectiva judía de Daniel está respaldada por el tema del juicio que permea todo
el libro. Daniel 7 culmina con un juicio a nivel celestial. El tema central del libro de
Daniel es el juicio celestial [7]. De esta manera, el análisis de la expresión “hijo del
hombre” en el versículo 13 debe colindar con las especificaciones de un juicio a
escala celestial. Happenstall especifica la estructura de Daniel 7 en tres partes [8]:
Cuando se observa el Génesis puede divisarse que la expresión “hijo del hombre” no
aparece allí. Se hace mención repetitivamente a la palabra “hijo” pero no una
mención ni implícita ni explícita de la expresión en cuestión. Lo interesante del
asunto es que cuando se examina el Pentateuco en su completitud (Génesis, Éxodo,
Levítico, Números y Deuteronomio) no se encuentra mención directa de la
expresión hijo del hombre. “Hijo” es una de las palabras más repetidas en los libros
de Moisés, pero la mención de la cláusula en mención es desconocida en los
tiempos de Moisés. Lo anterior da evidencia inseparable que la expresión “hijo del
hombre” es tardía como se evidenciará más adelante. Los libros históricos tampoco
evidencian una mención directa de la expresión en desarrollo. Solamente la
encontramos explicitada en los Profetas Mayores y menores. Libros como Jeremías,
Ezequiel y Daniel contienen la expresión de forma inequívoca so pretexto de la
dualidad de tal cláusula. La expresión en Ezequiel y Daniel es colocada en otra
dimensión a diferencia de los demás escritores, y se ve verificado en la siguiente
tabla.
En las parábolas del libro de Enoc, el hijo del hombre es un ser misterioso, que
reside con Dios y posee la justicia. Debe venir al final de los tiempos, cuando se
sentará en su trono de gloria, juez universal, salvador y vengador de los justos, que
vendrán con él después de la resurrección.
Tal vez por la ambigüedad del título. Porque puede entenderse de una manera
banal: Jesús es «hijo del hombre» en el sentido que es plenamente hombre,
vinculado a un linaje, una familia, unos amigos, un oficio, una aldea? Vive
discretamente, sin reivindicar su filiación divina. Pero la expresión encierra
también una alusión clara al apocalipsis que todo judío puede comprender. Deja
ver otro aspecto, más misterioso, de su identidad. Este hombre tiene una relación
particular con Dios, que «depositó en él todo su amor». Es el Hijo de Dios.
La expresión deja, por lo tanto, libres a sus interlocutores. Libres de ignorar quién
es Jesús, de preguntarle por su identidad o de seguirle. ¡El que tenga oídos, que
oiga!