UD1 Presocráticos Sofistasy Sócrates
UD1 Presocráticos Sofistasy Sócrates
UD1 Presocráticos Sofistasy Sócrates
Mientras que Sócrates y los Sofistas se centraron en los asuntos del ser humano y del
Estado, los presocráticos se encontraban inmersos en la preocupación por el cosmos y su
realidad última. No obstante, algunos de los presocráticos como Pitágoras, Heráclito,
Parménides y Demócrito mostraron una profunda inquietud por problemas como la política y
la acción moral.
A) Los jonios
Destaca Tales de Mileto (624-546 a.C.): se considera el primer filósofo de a historia, fue
legislador de Mileto, matemático y astrónomo.
B) Los pitagóricos
C) Los eléatas
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Aclaración: Básicamente, se pensaba que había que descubrir cómo funcionaba el universo y la vida en
general, y que este tipo de conocimiento era objetivo, es decir se entendía en el contexto como una
ciencia.
y por la escuela eleática, llegando a la conclusión de la negación del cambio y del movimiento
físico. Al buscar lo verdadero más allá de los sentidos, instaura Parménides la ontología o
ciencia del ser.
D) Atomistas
De Leucipo nos han llegado pocas noticias, los historiadores le atribuyen una obra
llamada Gran ordenación.
Los átomos son infinitos y se diferencian entre sí por la forma y el tamaño. El vacío
separa un átomo de otro y también permite la divisibilidad de los cuerpos sensibles y el
movimiento infinito. Tiene una extensión infinita y hace posible la multiplicidad de los
objetos.
No colaboró nunca en la vida política y pasó los últimos años de su vida en soledad.
Sostuvo un monismo dinámico, pues afirmaba que el principio del conocimiento verdadero es
la razón (logos), y que con ellas se debe acceder al conocimiento de la naturaleza, a la que
según dice “le place ocultarse”.
Además, afirma que en los opuestos existe una armonía, pero es precisamente el
estado de tensión en la unidad originaria lo que engendra la diversidad en el mundo. La
razón nos permite ver la unidad de contrarios que es el origen de todas las cosas.
Parte del devenir incesante de las cosas: “todo fluye” (panta rei).
Así pues, estos filósofos van a ser los encargados de dar el paso del mito al logos, que es el
origen de la filosofía occidental.
1.1.1. Agrupación de filósofos presocráticos
1.1.2. Parménides
Parménides nació en Elea, hacia el 540 antes de Cristo aproximadamente, donde residió
hasta su muerte el año 470. Se dice que fue pitagórico y que abandonó dicha escuela para
fundar la suya propia, con claros elementos anti-pitagóricos. Parménides escribió un poema
filosófico en hexámetros del que conservamos la mayoría de los versos a través de
Simplicio.
En dicho poema Parménides nos expone su doctrina: la afirmación del ser y el rechazo del
devenir, del cambio. El ser es uno, y la afirmación de la multiplicidad que implica el devenir,
y el devenir mismo, no pasan de ser meras ilusiones.
El poema expone su doctrina a partir del reconocimiento de dos caminos para acceder al
conocimiento: la vía de la verdad y la vía de la opinión. Sólo el primero de ellos es un camino
transitable, siendo el segundo objeto de continuas contradicciones y apariencia de
conocimiento.
La vía de la opinión parte, dice Parménides, de la aceptación del no ser, lo cual resulta
inaceptable, pues el no ser no es. Y no se puede concebir cómo la nada podría ser el punto
de partida de ningún conocimiento. ("Es necesario que sea lo que cabe que se diga y se
conciba. Pues hay ser, pero nada, no la hay.") Por lo demás, lo que no es, no puede ser
pensado, ni siquiera "nombrado". Ni el conocimiento, ni el lenguaje permiten referirse al no
ser, ya que no se puede pensar ni nombrar lo que no es. ("Y es que nunca se violará tal cosa,
de forma que algo, sin ser, sea."). Para alcanzar el conocimiento sólo nos queda pues, la vía
de la verdad. Esta vía está basada en la afirmación del ser: el ser es, y en la consecuente
negación del no ser: el no ser no es.
Afirma Parménides en estas líneas la unidad e identidad del ser. El ser es, lo uno es. La
afirmación del ser se opone al cambio, al devenir, y a la multiplicidad. Frente al devenir, al
cambio de la realidad que habían afirmado los filósofos jonios y los pitagóricos, Parménides
alzara su voz que habla en nombre de la razón: la afirmación de que algo cambia supone el
reconocimiento de que ahora "es" algo que "no era" antes, lo que resultaría contradictorio
y, por lo tanto, inaceptable. La afirmación del cambio supone la aceptación de este paso del
"ser" "al "no ser" o viceversa, pero este paso es imposible, dice Parménides, puesto que el
"no ser" no es.
1.1.3. Heráclito
Escribió una obra a la que se le da el título común " Sobre la naturaleza" que se le había
dado también a los libros escritos por otros filósofos anteriores. No es seguro que se
tratara realmente de un libro en el que se desarrollaran sistemáticamente temas
relacionados con el conocimiento de la naturaleza, el alma o la cosmología. Es probable que
se tratara de un conjunto de sentencias recopiladas en forma de libro, hipótesis que se
apoya en el carácter enigmático y oracular de los fragmentos que conservamos, carácter
que ya en su época le valió el sobrenombre de "El oscuro".
a) la afirmación del cambio, o devenir, de la realidad, (Este cosmos [el mismo de todos] no
lo hizo ningún dios ni ningún hombre, sino que siempre fue, es y será fuego eterno, que se
enciende según medida y se extingue según medida.) que se produce debido a:
c) una ley universal, el Logos, (que podemos interpretar como razón, proporción...) que
regula todo el movimiento de la realidad conduciéndolo a la armonía, y unificando así los
elementos opuestos; de donde se sigue la afirmación de la unidad última de todo lo real. (No
comprenden cómo esto, dada su variedad, puede concordar consigo mismo: hay una armonía
tensa hacia atrás, como en el arco y en la lira.)
Contexto de Sócrates
Sócrates fue un filósofo griego nacido en Atenas en el año 470 a.C., cuyas ideas pasaron a
los dos grandes pilares de la historia de la filosofía occidental como fueron Platón, que fue
su discípulo directo y Aristóteles, que lo fue a su vez de Platón. Así pues, Sócrates fue una
figura de gran importancia para el pensamiento antiguo, al punto de que los filósofos
anteriores a él eran llamados presocráticos.
En el momento en el que Sócrates comienza a practicar la filosofía (él no escribió nada, su
método filosófico era la mayéutica que consistía en mantener una conversación), se produce
en Grecia un cambio conocido como “giro antropológico” que consistía en comenzar a
preguntarse cuestiones del propio ser humano en lugar del universo y su origen como habían
hecho los presocráticos.
En el siglo V a. C. las explicaciones teóricas propias de los presocráticos acerca del mundo y
del universo no acaban de satisfacer a los nuevos pensadores, que las miran con cierto
escepticismo (explicación de la profesora con otras palabras menos raras: básicamente,
empiezan a surgir nuevos problemas políticos en las polis griegas que hacen que la gente ya
no se cuestione tanto el origen del universo y empiece a cuestionarse otro tipo de cosas
como qué tipo de gobierno es el más justo, si todas las opiniones son igualmente válidas, qué
es el ser humano…). El pensamiento cambia de dirección y se centra ahora en el ser humano,
de ahí el “giro antropológico del saber”. Sócrates, por ejemplo, que probablemente se
dedicó a cuestiones relativas a la naturaleza en su juventud, abandonó posteriormente esos
temas, afirmando que nada podía aprender de las nubes o de los árboles, pero que era
mucho lo que podía aprender de los hombres.
Este giro antropológico se manifiesta de diversas maneras, de las cuales resaltaremos dos:
A) Por un lado la aparición, en los sofistas, del subjetivismo y relativismo (mientras que
Sócrates pretende superar dicho relativismo).
B) Por otro lado, el cambio de objeto de estudio: lo importante son las cuestiones éticas
y, en relación con ellas, la cuestión acerca de la posibilidad del conocimiento o las
reflexiones acerca del lenguaje y su importancia, etc. La situación política y social era la
misma para todos y la que proporcionaba las cuestiones a resolver.
Los Sofistas
Podemos decir que, los sofistas fueron pensadores que vivieron en la antigua Grecia desde
mediados del siglo V, a comienzos del siglo IV A.C., que tenían por objetivo darles la
formación a los jóvenes lo que consideraban necesario para dedicarse a la política. En ese
sentido, ellos no profesaban la idea de una verdad absoluta, por lo que, preferían el
concepto de la utilidad, educando la virtud como la capacidad de ser eficaz en política.
Por otra parte, los sofistas escribieron numerosas obras aunque en la actualidad sólo se
conservan fragmentos de algunas de ellas. Igualmente, poseían un saber enciclopédico,
utilizando el discurso cerrado y el debate para la enseñanza. Por lo tanto, los sofistas
fueron los primeros en dedicarse a enseñar, por lo tanto, fueron los primeros en tener un
modelo educativo en el que predominó la gramática, la retórica y la oratoria.
Una vez presentados los aspectos más importantes que definieron tanto a Sócrates como a
los sofistas, se presentan las siguientes diferencias (MUY IMPORTANTE):
Sócrates Los Sofistas
Creía que la verdad no puede enseñarse. No Cobraban por enseñar y sus enseñanzas se
cobraba por enseñar y hablaba con cualquier dirigían básicamente a quienes deseaban
ateniense en cualquier lugar. conocer el arte político.
Antes de centrarnos en las diferencias entre Sócrates y los sofistas, vamos a situarlos en
su contexto histórico. Ambas corrientes filosóficas se encuadran en un contexto en el que
el individuo intenta explicar el mundo desde el logos/razón y no desde el mythos/religión,
naciendo así la filosofía como profesión.
Asimismo, tanto Sócrates como los sofistas conviven en una Grecia compuesta por polis con
una democracia asamblearia, en la cual, se reunían todos los ciudadanos para debatir sobre
las cuestiones públicas de su ciudad y crear leyes. Por tanto, tener una retórica y un
discurso sólido se convirtió en un elemento clave para influir en la toma de decisiones de la
Asamblea. Así, nacen los sofistas y se imponen en Atenas como especialistas del saber y
como maestros de la retórica.
Sin embargo, en esta Atenas dominada por los sofistas (que desarrollan el oficio del
filósofo), aparece Sócrates (470-399 a.C.) para revolucionar la filosofía y la enseñanza: no
cobraba por sus clases, sus clases se orientaban a pocos individuos y su método era
plenamente práctico. Es decir, para él, el alumno debía ser un sujeto activo, debía ser
partícipe de su propio aprendizaje y no limitarse a obtener conocimiento de forma teórica,
tal y como promulgaban los sofistas.
Pese a que no dejó escrito ningún texto, Sócrates (470-399 a.C.) es un personaje central
en la cultura europea. Nació en Atenas, hijo de un escultor y de una comadrona.
Seguramente recibió las enseñanzas de los sofistas en las plazas atenienses, en una época
inestable marcada por la guerra del Peloponeso (431-403) y la dictadura de los Treinta
Tiranos (404).
En el año 399, pese a que la democracia ya se había restaurado en Atenas (403), Sócrates
fue acusado por tres ciudadanos de tres delitos:
c) Corromper a la juventud.
Fue condenado a muerte. Platón describe sus últimos momentos en tres de sus diálogos:
Apología, Critón y Fedón.
El método socrático
La ironía, que consiste en llevar a quien habla la ignorancia que se oculta en su supuesto
saber. Sócrates, que «sólo sabe que nada sabe», utiliza su no-saber para avanzar en el
conocimiento.
La ética de Sócrates
Según Sócrates, las personas no realizan acciones moralmente incorrectas por voluntad;
sino porque desconocen qué es lo bueno y lo justo.
En otras palabras, solo basta conocer qué es la justicia para poder ser justo, y saber lo que
es bueno para poder obrar de acuerdo con el bien.
Dicho esto, si un individuo llegase a realizar una acción éticamente incorrecta, no sería su
culpa, sino del hecho de que no ha accedido a ese conocimiento. Pues, para Sócrates, no
existía la posibilidad de que alguien, por su simple voluntad, pudiera actuar de
erróneamente. Esto deja entrever una especie de determinismo, pues deja de lado el libre
albedrío.
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Textos:
75 que una hay que dejar, la sin nombre ni idea (que esa ni vía
es de verdad), y la otra, como es, que así es verdadera.
Y ¿Cómo va luego, en siendo, a morir?, ni ¿Cómo a criarse?:
si se hizo lo que es, no lo es, y si un día va a serlo, tampoco.
Conque el nacer queda así y el incierto morir anulado.
Sócrates: ¿Hay unos que desean las cosas malas y otros que desean las cosas buenas? ¿No te
parece, distinguido amigo, que todos desean las cosas buenas?
Menón: No, no me lo parece.
Sócrates.: ¿Hay, entonces, quienes desean las cosas malas?
Menón: Sí.
Sócrates: ¿Pero dices que pensando que las cosas malas son buenas o que, incluso conociendo
que son malas, sin embargo, las desean?
Menón: Me parece que en los dos sentidos.
Sócrates: ¿A qué llamas desear? ¿A que algo llegue a ser de uno?
Menón: A que llegue a serlo, ¿a qué si no?
Sócrates: ¿Pero pensando que las cosas malas benefician a aquel a quien le llegan o sabiendo
que las cosas malas perjudican a aquel a quien se dan?
Menón: Hay quienes piensan que las cosas malas benefician, y hay quienes saben que
perjudican.
Sócrates: ¿Te parece que saben que son malas las cosa malas quienes creen que las cosas
malas benefician?
Menón: No, eso no me lo parece en absoluto.
Sócrates: Luego es claro que ésos no desean las cosas malas, esos que las desconocen como
tales, sino que desean las que piensan que son buenas, aunque ellas son malas. Así que los que
las desconocen y creen que son buenas, es evidente que desean las cosas buenas, ¿verdad?
Menón: Probablemente es así.
Sócrates: Pues ¿qué? ¿Es que los que desean las cosas malas, como dices, pensando que las
cosas malas perjudican a aquel a quien llegan, saben seguro que serán perjudicados por ellas?
Menón: Necesariamente.
Sócrates: ¿Pero es que no creen que los que son perjudicados son desdichados en la medida
misma en que son perjudicados?
Menón: También esto es necesario.
Sócrates: ¿Y es que a los desdichados no les va mal?
Menón: Yo creo que sí.
Sócrates: ¿Hay, entonces, alguien que quiera ser desdichado y quiera que le vaya mal?
Menón: No lo creo, Sócrates.
Sócrates: Luego no quiere nadie las cosas malas, Menón, a no ser que quiera ser él mismo
malo. Pues ¿qué otra cosa es ser desdichado, sino desear las cosas malas y conseguirlas?